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Son, amigo, los consejos
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unas amargas lisonjas
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que al alma dan dulce vida,
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y, a las orejas, ponzoña.
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Son luz de nuestras acciones.
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Son unas piedras preciosas
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con que amigos, padre, viejos,
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nos regalan y nos honran.
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El darlos es discreción
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a quien los pide y los honra,
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y es también locura el darlos
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si no se estiman y toman.
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Fuerza es darlos al amigo
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-y la ocasión es forzosa-
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si al cuerpo importa la vida
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y al alma importa la gloria.
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Tu amigo soy, y una escuela
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nos dio letras, aunque pocas;
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si te cansaren consejos,
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buena es la intención; perdona.
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Ya tú sabes la nobleza
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de los antiguos Noroñas,
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señores de Mora, lustre
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de la nación española.
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Y ya sabes que estas casas
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que celas, miras y adoras
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son desta noble familia,
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rica, ilustre y generosa.
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Tú, que dignamente iguales
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cualquier majestad y pompa,
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porque es bien que los Meneses
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pocos iguales conozcan,
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cortaste la tierna vida,
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con tu mano rigurosa,
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al primogénito ilustre
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que padres y hermanas lloran.
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Accidental fue el suceso,
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no quiero en él parte agora:
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llegó tu espada primero,
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fue tu suerte venturosa.
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Cumpliste un breve destierro,
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que blanda misericordia
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vive en los pechos hidalgos
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y fácilmente perdonan.
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Los nobles son como niños,
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que fácil se desenojan,
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si las injurias y agravios
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a la nobleza no tocan.
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Agravios sobre la vida
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heridas son peligrosas;
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mas sólo incurables son
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las que caen sobre la honra.
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Al fin, las heridas suyas
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tienen salud, aunque poca;
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que, al alma, incita el agravio,
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y, al agravio, la memoria.
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Pues, si este viejo no imita
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a la africana leona
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ni a la tigre remendada
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en la venganza que toma,
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¿cómo tú, tigre, león,
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rinoceronte, áspid, onza,
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no corriges y no enfrenas
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tus inclinaciones locas?
300
Busca el bien, huye el mal, que es la edad corta,
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y hay muerte y hay infierno, hay Dios y gloria.
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Si con lascivos deseos
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de Lisarda te aficionas,
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y en ella pones los ojos,
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la pasada injuria doblas.
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A un agravio habrá piedad;
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pero, a más, está dudosa;
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que aun a Dios muchas ofensas
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rompe el amor si se enoja.
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Teme siempre, el ofensor,
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si el agravio le perdonan,
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que su justicia da voces
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y el rigor de Dios invoca.
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Refrena, pues, tu apetito,
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porque es bestia maliciosa
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y caballo que no para
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si no le enfrenan la boca.
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Si aspiras a casamiento,
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pretendan tus ojos otra,
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porque no habrá paz segura
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si resulta de discordia.
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De largas enemistades
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vienen paces, pero cortas,
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porque es pasar de odio a amor
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jornada dificultosa.
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Quien reconcilia enemigos
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madera podrida dora
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y, al temple, pinturas hace
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que fácilmente se borran.
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Busca otros medios suaves
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si pretendes paz dichosa,
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y, sobre bases de agravios,
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colunas de amor no pongas.
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Busca el bien, huye el mal, que es la edad corta,
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y hay muerte y hay infierno, hay Dios y gloria.