William Shakespeare, Timon of Athens

Timón de Atenas





Texto utilizado para esta edición digital:
Shakespeare, William. Timón de Atenas. En: Obras dramáticas de Guillermo Shakespeare: Versión castellana de Guillermo Macpherson. Vol. 5. Madrid: Librería de la viuda de Hernando y C.ª, 1892, pp. 171-292
Adaptación digital para EMOTHE:
  • Tronch Pérez, Jesus (Artelope)

Nota a la edición digital

Para esta edición digital he tomado como texto base la primera edición de la traducción de Macpherson, publicada en 1892. Los errores corregidos los indico en la nota correspondiente. He expandido las didascalias de interlocutores y resituado algunas acotaciones escéncias. He modernizado la acentuación en general, aunque he dejado el uso de la diéresis cuando, por cuestiones de métrica, se fuerza la pronunciación de una sílaba más (en «rüina», «monstrüosos», «vïuda», «extenüado», «Dïana»).
No reproduzco el prólogo o estudio preliminar de Eduardo Benot (1892, pp. 173-184).

Esta edición digital ha recibido el apoyo del proyecto GVAICO2016-094, financiado por Generalitat Valenciana (2016-2017).

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PERSONAJES

Timón, Noble ateniense
Lucio, }
Lúculo, }
Sempronio, } Señores y aduladores de Timón
Ventidio, falso amigo de Timón
Alcibíades, General ateniense
Apemanto, Filósofo díscolo
Flavio, Mayordomo de Timón
Un Poeta
Un Pintor
Un Joyero
Un Mercader
Viejo Ateniense
Flaminio, }
Lucilio, }
Servilio, } Dependientes de Timón
Capis, }
Filoto, }
Tito, }
Hortensio, }
Un Paje
Un Bufón
Tres ciudadanos
Frine, }
Timandra, } Queridas de Alcibíades
Cupido y Amazonas , en la mascarada
Señores, Senadores, Jefes, Soldados, Bandidos y acompañamiento

TITO: En la edición de 1892, se lee «FITO» (p. 185), quizás influido por la proximidad de «FILOTO» en la línea anterior. Enmiendo a «TITO», que es el nombre correspondiente al original inglés y el utilizado en 3.4.

LUCILIO: Así en la edición de 1892, correspondiente al original «Lucilius», pero en 1.1 se lee «Lucilo» (pp. 191-2), tanto en la acotación como en el diálogo. No enmiendo.


Otro tipo


ACTO PRIMERO

ESCENA PRIMERA

Atenas. Palacio de Timón. El patio.
Entran un Poeta, un Pintor, un Joyero, un Mercader y otras personas por distintas puertas.

Poeta
Buenos días.

Pintor
Celebro verte bueno.

Poeta
Mucho tiempo hace ya que no te he visto.
¿El mundo cómo va?

Pintor
Se va gastando
Mientras andando va.

Poeta
Sí: ya se entiende.
5
Mas ¿qué rareza o cosa extraña ocurre
Que a la diaria crónica aventaje?–
¡Mira, mágico don de la largueza!
¡Eres tú quien conjura estos fantasmas!–
Conozco al mercader.

Pintor
Conozco a entrambos.
10
El otro es un joyero.

Mercader
¡Noble insigne!

Joyero
No caben dudas.

Mercader
¡Hombre incomparable!
Es sólo la bondad lo que le alienta:
Es por demás.

Joyero
Aquí traigo una joya.

Mercader
Déjala ver. ¿Para Timón?

Joyero
Si acaso
15
Pagaré su valor; mas cuanto a eso...

Poeta
(Leyendo un manuscrito.)
«Cuando por interés lo vil se alaba,
Se enturbia el esplendor del verso fácil,
Que debe sólo celebrar lo bueno.»

Mercader
(Examinando la joya.)
Buen corte.

Joyero
¡Cosa rica! Ve qué luces.

Pintor
20
Algo compones que te tiene absorto.
¿Por ventura será dedicatoria
Al insigne señor?

Poeta
Sin darme cuenta
Se me escapó una cosa. La poesía
Es cual la goma que del árbol mana.
25
Fuego da el pedernal al golpearlo,
Mas nuestra noble llama a sí se engendra,
Y escapa cual corriente que se enoja
Contra el estorbo. ¿Qué es lo que aquí tienes?

Pintor
Un cuadro es. ¿Tu libro cuándo sale?

Poeta
30
De su dedicatoria a los talones.
Veamos esa obra.

Pintor
La obra es buena.

Poeta
Verdad. Esto resalta bellamente.

Pintor
Regular.

Poeta
Admirable. Justifica.
La bella ninfa estar de pie. Sus ojos
35
Fuerza mental destella. A estos labios
El más profundo sentimiento mueve:
Su mudo gesto interpretar es fácil.

Pintor
Es exacta parodia de la vida.
¿Te parece que bien está este toque?

Poeta
40
A la naturaleza sobrepuja.
Hay lucha artificial más animada
En estos toques que en la vida misma.

Entran y salen varios Senadores.

Pintor
¡Cuál van tras de este noble!

Poeta
¡Senadores de Atenas! ¡Cuán dichoso!

Pintor
45
Aun más. ¡Mira!

Poeta
¿Ves esta concurrencia, este torrente
De visiteros? Pues presento a un hombre
En mi obra en cierne, a quien el bajo mundo
Abraza y colma de infinito halago.
50
Mi libre pensamiento no se para
En lo particular: en mar de versos
Va navegando, y nunca ni una coma
De su curso envenenada la malicia.
Vuela, audaz, como el águila, y vestigios
55
No deja de su rastro.

Pintor
¿Qué me quieres decir?

Poeta
Voy a explicarme.
¿Ves cuál las clases todas, todo el mundo,
Tanto los más amables y pulidos
Como los más adustos y más serios,
60
Respetuosos a Timón se ofrecen?
Su gran fortuna, dependiente sólo
De su naturaleza bondadosa,
Aproxima, subyuga y esclaviza
A todo corazón a su cariño:
65
Desde el adulador de faz de espejo
Hasta Apemanto, quien con nada goza
Como goza injuriándose a si propio.
Aun él mismo le dobla la rodilla;
Y si Timón le inclina la cabeza,
70
Rico se va.

Pintor
Los vi que hablaban juntos.

Poeta
He imaginado hallarse la fortuna
Entronizada en bello y alto monte.
Agrúpanse en su base las virtudes,
Y todos esos seres que propagan
75
En el seno del mundo su grandeza.
Entre todos hay uno, cuyos ojos
Están clavados en la regia dama,
Y yo en él a Timón personifico.
Con marfileñas manos la fortuna
80
Lo llama a sí; favor que a sus rivales
Torna al punto en esclavos o sirvientes.

Pintor
¡Bien concebido! La fortuna, el trono,
El cerro, y ese hombre predilecto
De entre todos, los seres de ese llano,
85
Que inclina su cabeza a la montaña
Para trepar hasta obtener la dicha,
Se expresaría bien en nuestro arte.

Poeta
Permite que concluya. Quienes eran
Sus iguales, quizá sus superiores
90
Hace poco, sus huellas van siguiendo,
Su antecámara llenan, en su oído
Adoraciones murmuradas vierten,
Juzgan sacro su estribo, y hasta el aire
Por medio de él respiran.

Pintor
Bien. ¿Qué sigue?

Poeta
95
Cuando mudable la fortuna arroja
De sí y despeña a su reciente amante,
Todos esos secuaces, que a la cumbre
De rodillas o a gatas lo siguieron,
Lo dejan resbalar, y ni uno solo
100
Hay que en su retroceso lo acompañe.

Pintor
Frecuentemente ocurre.
Mil cuadros alegóricos comprueban
Que esos rápidos cambios de la suerte
Se pintan aún mejor que se describen.
105
Mas haces bien, que así a Timón avisas
Que más altos han visto humildes ojos
Los pies que la cabeza.

(Clarines.)
Entran Timón y acompañamiento. Un Criado de Ventidio hablándole. Lucilo y otros Sirvientes los siguen.

Timón
¿Que está preso?

Sirviente
Sí, señor. Cinco mil talentos debe.
Cortos sus medios son. Sus acreedores
110
Le apremian, y te pide que una carta
A quienes causan su prisión escribas:
Si no lo logra, su esperanza muere.

Timón
¡El honrado Ventidio! –Bien. –Del gremio
De esos no soy que a sus amigos dejan
115
Cuando les son más útiles. Persona
Muy digna es de un favor, y ha de obtenerlo.
Sus deudas pagaré para librarlo.

Sirviente
Para siempre, señor, a ti lo ligas.

Timón
Dale memorias. Mandaré el rescate;
120
Y cuando libre esté, que a verme venga.
No es suficiente el amparar al débil;
Hay que ayudarle luego. Adiós.

Sirviente
La dicha
Por siempre te acompañe.

(Vase.)
Entra un Viejo ateniense.

Viejo
Una palabra,
Señor Timón.

Timón
Di, anciano, lo que quieras.

Viejo
125
Tú tienes un criado que Lucilo
Se llama.

Timón
Es cierto; ¿y qué?

Viejo
Venga ese hombre,
Dignísimo Timón, a tu presencia.

Timón
¿Se encuentra aquí presente o no? ¡Lucilo!

Lucilo
(Adelantándose)
Aquí, señor, estoy para servirte.

Viejo
130
Este, señor Timón, este individuo
Suele de noche frecuentar mi casa.
Económico yo toda mi vida,
Lo que tengo merece un heredero
De mayor distinción que un limpiaplatos.

Timón
135
Bien: ¿qué más?

Viejo
Una hija tengo sólo.
Ningún pariente más a quien podría
Dejar lo que poseo. La muchacha
Es hermosa, ya niña casadera,
Y la mejor educación le he dado,
140
Y a toda costa. La pretende este
Criado tuyo, y yo, señor, te ruego
Que te unas a mi plan para prohibirle
Que la vea, pues yo le hablé ya en vano.

Timón
Es un hombre de bien.

Viejo
Que continúe
145
Así, Timón, conviene. Recompensa
Es de sí misma la honradez: no es justo
Agregarle mi hija.

Timón
Di, ¿lo amas?

Viejo
Joven y tierna es. Nuestras pasiones
De otro tiempo nos dicen cuán ligera
150
La juventud procede.

Timón
(A Lucilo.)
Tú, ¿la amas?

Lucilo
Sí, señor; y ella acepta mi cariño.

Viejo
Si falta mi permiso al casamiento,
¡Juro a los dioses que heredero busco
Entre los más mendigos de la tierra,
155
Dejándola en total desheredada!

Timón
¿Cuánto le asignarás si marido
Aceptable encontraras?

Viejo
Tres talentos
De presente; después mis bienes todos.

Timón
El caballero éste tiempo hace
160
Que me ha servido. Para hacer su suerte
Haré un pequeño esfuerzo. Entre los hombres
Es el hacerlo ley. Dale tu hija,
Yo haré que él equilibre el dote suyo,
Y de este modo pesarán lo mismo.

Viejo
165
De él es mi hija, si me juras eso,
Noble Timón.

Timón
Mi mano. Te lo juro.

Lucilo
Señor, humildes gracias. Yo declaro
Que ni riqueza o posición alguna
Tendré que no te deba.

(Vase Lucilo y el Viejo ateniense.)

Poeta
170
(Presentando su poema.)
Mi obra acepta, señor, y mucho vivas.

Timón
Gracias. Ya nos veremos. No te vayas.
¿Aquí, amigo, qué tienes?

Pintor
(Presentando un cuadro.)
Un cuadrito,
Que te suplico, gran señor, que aceptes.

Timón
Bien venidos los cuadros. Un retrato
175
Es casi el hombre natural, pues solo
Muestra su extrema faz desde que trata
Con su naturaleza la ignominia.
Estas figuras son, ni más ni menos,
Lo que pretenden. Cual verás, me gusta
180
El cuadro tuyo. Aguárdate, que aviso
Tendrás de mí.

Pintor
Los dioses te protejan.

Timón
Caballeros, salud. Vengan las manos.
Comeremos reunidos. –Esa joya
A fuerza de apreciarla desmerece.

Joyero
185
¡Cómo, señor! ¿Ha sido despreciada?

Timón
Hasta la saciedad enaltecida.
Si como la apreciaron la pagase,
Quedaría arruinado.

Joyero
La tasaron
En su valor más ínfimo; mas cosas
190
De esta naturaleza, con arreglo
A sus dueños se estiman, como sabes.
Tú la joya encareces al usarla.

Timón
Te burlas bien.

Mercader
No tal, señor; es opinión de todos.
195
Es lo que todos dicen.

Timón
¡Ved quien llega!
¿Queréis riña?

Joyero
Sí tal: en tu compaña.

Entra Apemanto.

Mercader
Él no perdona a nadie.

Timón
Bondadoso Apemanto, buenos días.

Apemanto
Si aguardas a que sea bondadoso
200
Para que yo te los devuelva, aguarda
Hasta que seas de Timón el perro,
O estos bribones gente honrada sea.

Timón
¿Por qué bribones, di? Ni los conoces.

Apemanto
¿Atenienses no son?

Timón
205
Sí.

Apemanto
Pues no me arrepiento.

Joyero
Apemanto, tú no me conoces.

Apemanto
Sabes que te conozco. Te llamé por tu nombre.

Timón
Eres soberbio, Apemanto.

Apemanto
210
De nada tanto como de no parecerme a Timón.

Timón
¿Adónde vas?

Apemanto
A dejar sin sesos a un honrado ateniense.

Timón
Morirás por esa hazaña.

Apemanto
Ciertamente, si no hacer nada merece la muerte.

Timón
215
¿Te agrada este cuadro, Apemanto?

Apemanto
Su inocencia sobre todo.

Timón
¿No ha trabajado bien el pintor?

Apemanto
Mejor trabajó quien al pintor hizo, y sin embargo, inmunda obra fue la suya.

Pintor
Eres un perro.

Apemanto
220
Tu madre es de mi ralea. ¿Qué será, si yo soy perro?

Timón
¿Quieres comer conmigo, Apemanto?

Apemanto
No, yo no como señores.

Timón
Si eso hicieras, enojarías a las damas.

Apemanto
Ellas sí que comen señores, y por ende engordan.

Timón
225
Lascivo concepto es ese.

Apemanto
Si así lo entiendes, tómalo como premio.

Timón
¿Te agrada esta joya, Apemanto?

Apemanto
Menos que recto proceder, que no vale un ochavo.

Timón
¿Cuánto crees que vale?

Apemanto
230
Ni la pena de pensar en ello. ¡Hola, poeta!

Poeta
¡Hola, filósofo!

Apemanto
¡Mientes!

Poeta
¿No lo eres?

Apemanto
Sí.

Poeta
235
Entonces no miento.

Apemanto
¿No eres poeta?

Poeta
Sí.

Apemanto
Entonces mientes. Recuerda tu última obra, en la que imaginas que este es un sujeto digno.

Poeta
No lo he imaginado así; lo es.

Apemanto
240
Sí, digno de ti y de pagarte tu trabajo. Quien ama la adulación, es digno del adulador. ¡Que no fuera yo gran señor!

Timón
¿Y qué harías, Apemanto?

Apemanto
Lo que Apemanto hace ahora; odiar a un gran señor con toda el alma.

Timón
¡Cómo! ¿A ti mismo?

Apemanto
Sí tal.

Timón
245
¿Por qué?

Apemanto
Por haber tenido el mal gusto de ser gran señor. ¿No eres tú mercader?

Mercader
Sí, Apemanto.

Apemanto
Confúndate el comercio, si los dioses no.

Mercader
Si lo logra el comercio, será por causa de los dioses.

Apemanto
250
¡El comercio es tu dios, y tu dios te confunda!

(Clarines dentro.)
Entra un Sirviente.

Timón
Ese clarín, ¿qué anuncia?

Sirviente
A Alcibíades y veinte caballeros
Que lo acompañan.

Timón
Id a recibirlos,
Y conducidlos luego a mi presencia.
(Vanse algunos sirvientes.)
255
Es necesario que conmigo comas.–
Hasta darte las gracias no te ausentes.–
Enséñame tu obra en cuanto acabe
La comida. –Celebro mucho veros.
Entran Alcibíades y su acompañamiento y Sirvientes.
Señor, muy bien venido.

(Se saludan.)

Apemanto
¡Basta, basta!
260
¡Paralice un dolor a tan flexibles
Coyunturas! ¡Que siendo tan escaso
El cariño entre tanto amable tuno,
Se prodiguen así las cortesías!
La raza de los hombres se transforma
265
En monazos y micos.

Alcibíades
Señor, salvaste la impaciencia mía,
Y sacio mi apetito al contemplarte.

Timón
Señor, muy bien venido. En diversiones
Distintas un buen rato pasaremos
270
Antes de separarnos. Entren, entren.

(Vanse todos, menos Apemanto.)
Entran dos Señores.

Señor 1.º
¿Qué hora es, Apemanto?

Apemanto
La hora de ser honrado.

Señor 1.º
Siempre es la hora esa.

Apemanto
Tanto peor para ti que la desconoces.

Señor 2.º
275
¿Vas al festín de Timón?

Apemanto
Sí, para ver carne repletando a bribones y vino nardeciendo e necios.

Señor 2.º
Adiós, adiós.

Apemanto
Necio eres en decirme «adiós» dos veces.

Señor 2.º
¿Por qué, Apemanto?

Apemanto
280
Debías haberte quedado con un saludo, porque no te lo pensaba devolver.

Señor 1.º
¡Anda y que te ahorquen!

Apemanto
Nada de lo que me digas haré yo. Suplica a sus amigos.

Señor 2.º
¡Vete, perro rabioso, o te echaré a puntapiés!

Apemanto
Como perro, huyo de la coz del asno.

(Vase.)

Señor 1.º
285
En guerra abierta está con todo el mundo.
Vamos, vamos a entrar, aprovechando
De Timón la largueza. Sobrepuja
A la misma bondad.

Señor 2.º
La desparrama.
Plutón, el dios del oro, es su intendente;
290
Recompensa el servicio que le hacen
En siete veces su valor. Recibe
Un regalo, y devuélvelo con creces
Al donador de inusitado modo.

Señor 1.º
Tiene el alma más noble que hombre alguno
295
Tuvo jamás.

Señor 2.º
Por luengos años viva
Prosperando. ¿Entraremos?

Señor 1.º
Soy contigo.

ESCENA II

Estrado en el palacio de Timón.
Chirimías. –Tocan música animada. –Un gran banquete preparado. –Flavio y otros sirviendo. –Entran Timón, Alcibíades, Senadores, Señores, y Ventidio. –Entra el último Apemanto con aire torvo.

Ventidio
Noble Timón,
Recordando la edad del padre mío,
Los dioses decidieron conducirte
A su descanso eterno.
5
Murió feliz, y rico yo he quedado,
Y, como justo es, agradecido
A tu alma generosa, estos talentos
Te devuelvo, aumentados con mis gracias:
Con ellos yo mi libertad obtuve.

Timón
10
¡Oh, buen Ventidio! De manera alguna.
No aprecias mi amistad. Fue donativo,
Y nadie, en realidad, da si recibe.
Si los que valen más al juego ese
Jugaren, imitarlos no es forzoso,
15
Que aun las faltas dan lustre al poderoso.

Ventidio
¡Alma noble!

(Quedan todos de pie ceremoniosamente, contemplando a Timón.)

Timón
Señores, ceremonias
Inventadas han sido
Para prestar barniz a pequeñeces,
A agasajos vacíos, a dudosas
20
Bondades, que antes de mostrarse duelen.
Mas cuando la amistad es verdadera,
No hacen falta. Sentaos. Sois vosotros
Más dueños de lo mío que yo mismo.

(Se sientan.)

Señor 1.º
Eso siempre, señor, fue por nosotros
25
Confesado.

Apemanto
¡Ya! ¡Ya! ¡Fue confesado!
y aun ahorcado también. Decid, ¿no es cierto?

Timón
Hola, Apemanto, bien venido.

Apemanto
¡Nunca!
Yo no soy bien venido,
Yo vengo a que a la calle se me arroje.

Timón
30
¡Vaya un díscolo! Tienes un carácter
Impropio de hombre, y digno de censura.
Que «ira furor brevis est» se dice,
Mas hombre es este enfurecido siempre.
Que una mesa le pongan para él solo,
35
Ya que la sociedad no le complace,
Ni él es hombre adecuado a estar en ella.

Apemanto
Me quedaré, por tanto, a riesgo tuyo.
Vengo a observar. Te advertiré qué ocurre.

Timón
No te haré caso. Como ateniense que eres, eres bien venido. Ni yo mismo tengo autoridad alguna. Por favor, que mi comida te calle.

Apemanto
40
Desprecio tu comida. Me ahogaría, porque no puedo adularte. ¡Oh dioses! ¡Cuánta gente se está comiendo a Timón, y él no lo ve!
ErrorMetrica
¡Me duele ver cómo su carne empapan
En la sangre de un hombre tantos hombres!
Y ¡locura sin par! él los azuza.
¡Que hombres haya en el mundo que se fíen
45
De otros hombres, a mí me maravilla!
Debieran convidarse sin cuchillos;
Ganarían con eso las viandas,
Y estarían sus vidas más seguras.
Al sentarme a comer, yo temería,
50
Si hombre importante fuese, echar un trago,
No fueran a atisbar de mi garganta
Las notas peligrosas. El magnate
Debe beber forrándose el gaznate.

Timón
A la tuya, señor, con toda el alma.
(A un señor que bebe a su salud.)
55
Y que la vuelta dé.

Señor 2.º
Por este lado.

Apemanto
¡Por este lado! ¡Valiente mozo! Cuida de la marea. Estos brindis causa serán, Timón, de que enfermes y enferme tu fortuna.
ErrorMetrica
Contemplen esto: demasiado débil.
Para pecado es. El agua honrada
Que no permite al hombre encenagarse,
60
Parejas corre con la dieta mía:
Iguales son. La vanidad, de fiesta,
Las gracias a los dioses dar detesta.
(Bendición de Apemanto.)
Eternos dioses, no quiero
Bienes que nunca he querido;
65
Para mí tan sólo pido
El no ser tan majadero,
Que fíe de aquel que jura,
O que firma una escritura,
De llanto de mujerzuela,
70
O de perro que dormita,
O, al huir, del centinela,
O de amigos en mi cuita.
Amén. El banquete tragad todo entero;
Que pequen los ricos, verduras prefiero.
(Come y bebe.)
75
¡Que buena pro te haga, buen Apemanto!

Timón
Ahora tu corazón, Alcibíades, está en el campo de batalla.

Alcibíades
Mi corazón está a tu disposición siempre.

Timón
Más te agrada desayuno de enemigos que comida de amigos.

Alcibíades
Chorreando sangre, vianda alguna lo aventaja. Deseo este festín a mis mejores amigos.

Apemanto
80
¡Ojalá que todos estos aduladores fueran enemigos tuyos, para que los mataras y me ordenaras ir a ellos!

Señor 1.º
Ojalá tuviéramos la dicha, Timón, de que, siquiera una vez, pusieras a prueba nuestros corazones para que pudiéramos patentizar, aunque fuese levemente, nuestro celo. Nos juzgaríamos así completamente felices.

Timón
¡Oh! sin duda, queridos amigos míos; pero los dioses mismos han dispuesto que reciba yo grandes beneficios de vuestra parte. ¿Cómo, si no fuerais amigos míos? ¿Por qué, entre miles, os he dado este título, si no fuerais parte de mi propio corazón? Más he hablado conmigo mismo de vosotros, de lo que vosotros, en vuestra modestia, podríais decir; y hasta ahora no me arrepiento. ¡Oh dioses! digo yo, ¿a qué tener amigos, si no nos hemos de servir de ellos? Serían los seres más inútiles, si nunca los necesitáramos; y semejarían a esos armoniosos instrumentos reservados en sus cajas que guardan para sí sus sonidos. Frecuentemente he deseado ser más pobre de lo que soy para aproximarme más a vosotros. Nacimos para hacer el bien, y ¿qué cosa con mejor derecho, ni más apropiadamente puede llamarse nuestra que las riquezas del amigo? ¡Oh, cuán inmensa felicidad es el que haya tantos que como hermanos disponen a su capricho de la fortuna de todos! ¡Oh dicha, antes de nacer acabas! ¡No puedo contener mis lágrimas! –Para que esta falta se borre, bebo a vuestra salud.

Apemanto
Lloras, Timón, para que beban ellos.

Señor 2.º
La alegría también en nuestros ojos
85
Apareció con lágrimas ahora,
Cual criatura al nacer.

Apemanto
¡Ya, ya! Me río
Pensando que es bastarda la criatura.

Señor 3.º
Es la verdad. Nos conmoviste mucho.

Apemanto
¡Mucho!

(Suena un clarín dentro.)

Timón
90
¿Qué significa ese clarín?

Entra un Sirviente.

Sirviente
Señor, son varias damas que desean
Con grande empeño entrar.

Timón
¿Damas? ¿qué quieren?

Sirviente
Precédenlas, señor, un mensajero, que trae el encargo de manifestar lo que desean.

Timón
95
Hacedlas entrar.

Entra Cupido.

Cupido
Yo, Timón, te saludo, como a todos
Los que de tus obsequios participan.
De los cinco sentidos siempre fuiste
Tú patrono, y te siguen libremente
100
Tu prodigalidad encareciendo.
Oído, paladar, tacto y olfato
Tu mesa dejan ya libres de antojos:
Nosotros vamos a saciar los ojos.

Timón
Todos muy bien venidos. Admitidlos:
105
Música, saludadlos.

(Vase Cupido.)

Señor 1.º
Ya ves, señor, del modo que te aman.

(Música. Vuelve a entrar Cupido con una mascarada de damas vestidas de amazonas, con laúdes que tañen al par que bailan.)

Apemanto
¡Oh! ¡Oh! ¡Qué inundación de vanidades!
¡Bailan! ¡Locas mujeres!
La locura es la gloria de esta vida,
110
Es cual este festín a mi ensalada;
Para gozar, dementes nos volvemos.
Del que convida a la salud bebemos
Lo que después al rostro le escupimos
Con envidia y con saña venenosa.
115
En el mundo vivimos
Depravando o con vida depravada.
¿Quién no lleva a la fosa,
Al morir, del amigo una estocada?
Yo que tú, temería
120
Que aunque baila ante mí toda esta gente,
Pisotearme quieran algún día:
Que se cierra el portal al sol poniente.

(Los señores se levantan de la mesa en ademán de adoración ante Timón; y para mostrar su complacencia, cada uno escoge una amazona, y todos bailan uno o dos pasos al son de la música.)

Timón
Con donaire exquisito, bellas damas,
Habéis enaltecido nuestra fiesta,
125
Que ni siquiera la mitad de encanto
Reuniera de otro modo. Le agregasteis
Mérito tal, tan gran realce y brillo,
Que me encantasteis con mi propia obra,
Y os debo dar las gracias.

Dama 1.ª
130
Nos aprecias en más que merecemos.

Apemanto
¡Vaya! Si así no fuera, no valdría
La pena de cogeros, por lo inmundas.

Timón
Allí un banquete, damas, os espera;
Aprovechadlo, pues.

Ambas damas
Señor, mil gracias.

(Vanse Cupido y las damas.)

Timón
135
¡Flavio!

Flavio
Señor.

Timón
Deseo el cofrecillo.

Flavio
Sí, señor.
(Aparte)
¿Aun más joyas? No es posible
Llevarle la contraria. Si pudiera,
Le diría... Sí tal. Yo le diría...
Cuando todo se gaste, de seguro
140
Sentirá no haber sido contrariado.
Si al lado opuesto viera la largueza,
El corazón tendría más dureza.

(Vase.)

Señor 1.º
¿Dónde está nuestra gente?

Sirviente
Aquí, señor, están.

Señor 2.º
¡Nuestros caballos!

Vuelve a entrar Flavio con un cofrecillo.

Timón
145
Amigos míos. Sólo una palabra,
Amigo mío. Ruego que me honres
Aceptando esta joya que avaloras
Al usarla.

Señor 1.º
¡Son tantos los favores que te debo!

Todos
150
¡Como todos nosotros!

Entra un Sirviente.

Sirviente
Mi señor, varios nobles senadores
Se apean con el fin de saludarte.

Timón
Muy bien venidos sean.

Flavio
Te suplico,
Señor, una palabra sobre asunto
155
Que a ti, señor, te atañe.

Timón
¡Que me atañe!
Pues en otra ocasión de eso hablaremos.
Ten, para festejarlos,
Te lo suplico, preparado todo.

Flavio
(Aparte)
Cómo se hará no sé.

Entra segundo Sirviente.

Sirviente 2.º
160
Lucio, insigne señor, cual homenaje
De su cariño, de regalo envía
Cuatro caballos blancos cual la leche,
Con arneses de plata.

Timón
Los acepto
Con mucho gusto. Cuida de que sean
165
Dignamente aceptados.
Entra tercer Sirviente.
Di, ¿qué ocurre?

Sirviente 3.º
Señor, el noble Lúculo te suplica que le acompañes mañana a cazar, y te manda dos pares de galgos.

Timón
Yo cazaré con él. Que se reciban.
Pero dad un regalo equivalente.

Flavio
(Aparte)
¿Adónde vamos a parar? Nos manda
170
Pagar y que regalos grandes demos
Con el arca vacía.
No quiere conocer cuál es su estado,
Ni me creerá, si digo
Que ya su corazón es un mendigo,
175
Porque cumplir su voluntad no puede.
Promete tanto más de lo que es suyo
Que en deudor se convierte en cuanto habla,
Y cuanto dice debe. Bondadoso
Hasta tal punto es, que paga premio
180
Para serlo. Ya tiene hipotecada
Toda su propiedad. Preferiría
Ser, en paz, de mi cargo despedido,
Antes que irme a la fuerza.
De amigos vale más estar privados
185
Que tratar a enemigos disfrazados.
Lloro en silencio por el amo mío.

(Vase.)

Timón
Os injuriáis, echándoos por el suelo.
Toma tú de mi afecto leve muestra.

Señor 2.º
La acepto, sí, con infinitas gracias.

Señor 3.º
190
¡La liberalidad es en persona!

Timón
Ahora recuerdo yo que celebraste
El bayo que montaba el otro día.
Es tuyo, pues te gusta.

Señor 1.º
Yo te ruego
Que me perdones.

Timón
Créeme lo que digo.
195
Se celebra no más que lo que agrada,
Y el gusto de un amigo yo equiparo
Con el mío. Sí tal. –Iré yo a veros.

Todos los Señores
Nadie tan bien venido.

Timón
Tan amena
Vuestra compaña es para mí, que juzgo
200
Nunca daros bastante. Deseara
Poder reinos brindar a mis amigos.
No me cansara en darlos. Alcibíades,
Tú solamente de los muertos vives,
Y tus campos son campos de batalla.

Alcibíades
205
Campos, señor, maltrechos.

Señor 1.º
Tan ligados
A ti estamos, señor...

Timón
Cual yo a vosotros.

Señor 2.º
Y tan agradecidos...

Timón
Todo vuestro.
¡Luces, más luces!

Señor 1.º
Mil felicidades,
Noble Timón, y honores y riquezas.

Timón
210
En pro de mis amigos.

(Vanse todos menos Timón y Apemanto.)

Apemanto
¡Qué barullo!
¡Qué cortesías y sacar las nalgas!
Si esas piernas, que ostentan con orgullo,
Compras, es fácil que burlado salgas.
Sus heces tiene la amistad. Debía
215
Carecer aun de piernas la falsía;
Y no que su caudal bobalicones
Invierten en hacer genuflexiones.

Timón
Apemanto, si díscolo no fueras
Yo te protegería.

Apemanto
220
No, de ningún modo. Si me sobornaras a mi también, nadie quedaría para burlarse de ti, y pecarías más aprisa. Ha tanto tiempo que das, que me temo que te vas a dar a ti mismo en papel muy pronto. ¿Qué falta hacen estas fiestas y estas pompas y vanidades?

Timón
¡Ah! Si comienzas a burlarte de la sociedad, te dejo; pues he jurado no hacerte caso. Adiós, y vuelve con más armoniosa música.

(Vase.)

Apemanto
Bien. No quieres oírme en este instante;
Pues tampoco me oirás más adelante.
No te verás en semejante espejo.
225
¡Hombres desventurados
Que escucháis la lisonja, y al consejo
Los oídos tenéis siempre cerrados!

[(Vase.)]N
X
Nota del editor

La edición de 1892 omite la acotación de salida de Apemanto, omisión que también repite al final del acto segundo. En los actos tercero, cuarto y quinto, sí que incluye acotación de salida de los últimos personajes en salir al final del acto.


ACTO SEGUNDO

ESCENA PRIMERA.

Atenas. –Habitación en casa de un senador.
Entra un Senador con varios papeles en la mano.

Senador
Hoy cinco mil. A Varro e Isidoro
Debe ya nueve mil; y, a más, su antigua
Deuda conmigo, suman veinticinco.
Furioso derrochando continúa:
5
Seguir así no puede, no es posible.–
¡Que dinero me falta! pues a un pobre
Robo el perro, y el perro me lo acuña
Si a Timón lo regalo. ¡Que decido
Mi caballo vender, y diez mejores
10
Comprar! pues a Timón se lo presento:
Nada le pido: se lo doy. Me pare
Diez caballos mejores de seguida.
No hay portero a su puerta. Sólo un hombre
Que invita, sonriente, a cuantos pasan.
15
Seguir así no puede. Base alguna
Su posición precaria consolida.
¡Capis! ¡Eh! ¡Capis!

Entra Capis.

Capis
¿Qué, señor, ordenas?

Senador
Ponte el manto: apresúrate, y a casa
Ve de Timón. Le exiges mi dinero;
20
Y no te satisfaga leve excusa.
Ni te calles, si acaso, son la mano
Derecha saludándote, te dice:
«Recuerdos a tu amo.» Le respondes
Que son mis compromisos apremiantes,
25
Y que a lo mío tengo que atenerme.
Que ya todos los plazos han vencido,
Y es fiarme en promesas no cumplidas
Causa de que mi crédito padezca.
Que lo venero y amo; mas la espalda
30
No se puede esperar que me quebrante
Para curarle solamente el dedo.
Que los apuros míos son urgentes.
Pon cara de acreedor; porque si torna
Cada pluma a sus alas, yo me temo
35
Que este señor Timón a un ave implume
Quedará reducido, y ese Fénix
No brillará cual hoy. Ve de seguida.

Capis
Me voy, señor.

Senador
Los documentos lleva,
Y fechas ponles.

Capis
Sí, señor.

Senador
Pues, anda.

(Vanse.)

ESCENA II

Sala en casa de Timón.
Entra Flavio con numerosas cuentas en la mano.

Flavio
¡Sin pensar! ¡Sin cesar! ¡Gastos sin tasa!
Ni cómo hacerles frente le preocupa,
Ni de su extravagancia cesa el curso.
De adónde va lo suyo no se cuida,
5
Ni le importa saber lo que le reste.
Nadie ha habido jamás tan bondadoso
Que haya sido a la par menos juicioso.
¿Qué haremos? Nada hará, si no le aprieto.
Cuando vuelva de caza le hablo claro.
10
¡Ay! ¡ay! ¡ay!

Entran Capis y los Sirvientes de Isidoro y Varro.

Capis
Buenas tardes, Varro. ¡Vaya!
¿Tú vienes por dinero?

Sirviente de Varro
¿Tu negocio,
También, no es ese?

Capis
Sí. Cual lo es el tuyo,
Isidoro.

Sirviente de Isidoro
Verdad.

Capis
Suerte sería
Que a todos nos pagase.

Sirviente de Varro
No lo creo.

Capis
15
El señor aquí viene.

Entran Timón, Alcibíades, Señores y otros.

Timón
Saldremos otra vez cuando comamos,
Alcibíades. –¿A mí? ¿Qué se te ofrece?

Capis
Una nota, señor, de varias deudas.

Timón
¿Deudas? ¿De dónde vienes?

Capis
De aquí mismo,
20
Señor; de Atenas.

Timón
Busca al mayordomo.

Capis
Permíteme, señor. Va un mes cumplido
Que un día y otro me entretiene.
Le obligan circunstancias apremiantes
Lo suyo e mi amo e reclamar, y humilde,
25
Que a su derecho atiendas te suplica.

Timón
Te ruego que mañana, amigo, vuelvas.

Capis
Pero señor...

Timón
Ten calma, buen amigo.

Sirviente de Varro
Noble señor, sirviente soy de Varro...

Sirviente de Isidoro
De parte de Isidoro, que le pagues
30
Con toda brevedad humilde pide.

Capis
Si los grandes apuros conocieras
De mi amo, señor...

Sirviente de Varro
Ha seis semanas,
Con derecho al embargo, que ha vencido.

Sirviente de Isidoro
Me entretiene, señor, tu mayordomo;
35
Y me ordenan, señor, que a ti te vea.

Timón
Dejadme respirar,
Señores. –Id delante, yo os lo ruego.
Iré inmediatamente.
(A Flavio.)
Ven y dime,
¿Qué es lo que ocurre aquí, que de este modo
40
Me asaltan con demandas clamorosa
De escrituras vencidas, y de deudas
No satisfechas hace largo tiempo,
En detrimento de mi honor?

Flavio
Señores,
No es momento a propósito. Suplico
45
Que hasta después que acabe la comida
Ceséis de importunar; para que logre
Que mi señor comprenda por qué causa
No pudisteis cobrar.

Timón
Hacedlo, amigos.
Cuida de que se obsequien.

(Vase.)

Flavio
Vamos dentro.

(Vase.)

Capis
50
Deteneos, deteneos. Aquí viene el loco con Apemanto. Vamos a divertirnos a su costa.

Sirviente de Varro
¡Que lo ahorquen! Nos insultará.

Sirviente de Isidoro
¡Mala peste en ese perro!

Entran Apemanto y el Bufón.

Sirviente de Varro
¿Cómo estás, bufón?

Apemanto
¿Hablas con tu sombra?

Sirviente de Varro
55
No te hablo a ti.

Apemanto
No: es a ti. (Al Bufón.) Vámonos.

Sirviente de Isidoro
(Al Sirviente de Varro.) Ya lleva al bufón a cuestas.

Apemanto
(Al Sirviente de Isidoro.) Si estás solo. Aún no te has subido.

Capis
60
¿Dónde está ahora el bufón?

Apemanto
Acaba de hacer la pregunta. Miserables bribones y criados de prestamistas. Terceros entre el oro y la necesidad.

Todos los Sirvientes
¿Qué somos, Apemanto?

Apemanto
Jumentos.

Todos los Sirvientes
¿Por qué?

Apemanto
65
Porque me preguntáis qué sois y no lo sabéis vosotros mismo.

Bufón
¿Cómo estáis, caballeros?

Todos los Sirvientes
Muchísimas gracias, buen bufón. ¿Cómo está tu ama?

Bufón
Calentando el agua para desplumar a estos pollos. ¡Ojalá os viéramos en Corinto!

Apemanto
¡Bien! Muchas gracias.

Entra el Paje.

Paje
70
(Al Bufón.) ¡Hola! ¿Cómo va, capitán? ¿Qué haces en tan discreta compañía? ¿Cómo estás, Apemanto?

Apemanto
Ojalá tuviera una vara en la lengua para contestarte con provecho.

Paje
Por favor, Apemanto, léeme los sobreescritos de estas cartas, pues no sé cuál es una ni cuál otra.

Apemanto
¿No sabes leer?

Paje
No.

Apemanto
75
¡Poca ciencia morirá, pues, el día que te ahorquen! Esta es para Timón. Esta para Alcibíades. Vete. Naciste bastardo y morirás encubridor.

Paje
Perro naciste, y de hambre te morirás como perro. No respondas. Me voy.

Apemanto
¡Así no te alcanzara ni la gracia! (Vase el Paje.) Bufón, iré contigo a casa de Timón.

Bufón
¿Me dejarás ahí?

Apemanto
80
Sí, si Timón está en casa. Vosotros tres servís a tres usureros.

Todos los Sirvientes
Sí. ¡Ojalá que ellos nos sirvieran a nosotros!

Apemanto
O yo. Como el verdugo al ladrón.

Bufón
¿Sois tres criados de usureros?

Todos los Sirvientes
Sí, bufón.

Bufón
85
Creo que no hay usurero que no tenga por criado a un bufón. Mi ama es usurera, y yo soy un bufón. Cuando los hombres acuden a pedir prestado a vuestros amos llegan tristes y se van alegres. Pero en casa de mi ama entran alegres y se van tristes. ¿Por qué motivo?

Sirviente de Varro
Podría decir uno.

Apemanto
Dilo, pues, a fin de que te consideremos libertino y bribón, por lo que no se te tendrá en menos estima.

Sirviente de Varro
Bufón, ¿qué es un libertino?

Bufón
Un bufón con buena ropa y algo parecido a ti. Es un espíritu. A veces es un letrado: otras es un filósofo. Frecuentemente se parecerá a un caballero, y en general camina este espíritu bajo todas las formas con que el hombre va para arriba o para abajo desde sus trece hasta sus ochenta años.

Sirviente de Varro
90
No eres enteramente tonto.

Bufón
Ni tú enteramente discreto. Cuanta tontería tenga yo, otra tanta discreción te falta.

Apemanto
Esa respuesta sentaría bien a Apemanto.

Todos los Sirvientes
Atrás. Atrás. Aquí llega el señor Timón.

Vuelven a entrar Timón y Flavio.

Apemanto
Ven conmigo, bufón, ven.

Bufón
95
No siempre sigo ni a mi amada, ni a mi hermano mayor, ni a mi mujer. A veces al filósofo.

(Vanse Apemanto y el Bufón.)

Flavio
Salid ahí fuera. Yo os veré en seguida.

(Vanse los sirvientes.)

Timón
Me asombras. ¿Por qué causa antes de ahora
Mi exacta situación no me mostraste,
A fin de que tasara mis dispendios
100
Con arreglo a los medios que tenía?

Flavio
Te quise hablar en varias ocasiones,
Y nunca hablar me permitiste.

Timón
¡Anda!
Acaso aprovechaste los momentos
En que me era imposible el escucharte;
105
Y esta falta de acción de parte mía
Es hoy tu excusa.

Flavio
Mi querido amo,
Te presenté mis cuentas muchas veces:
Delante te las puse; mas, diciendo
Que eran su base mi honradez, solías
110
Tirármelas. Al verme requerido
Por ti para tanto o cuánto diese,
En cambio de frioleras que te daban,
Lloraba, meneando la cabeza;
Y, a pesar del respeto que te tengo,
115
Te rogaba no fueses manirroto.
He aguantado no pocas y no leves
Reprensiones de ti cuando aludía
Al cómo se amenguaba tu fortuna,
Mientras crecían rápidas tus deudas.
120
Mi querido señor, por fin me oyes.
Es tarde; mas ya es hora. Cuanto tienes
No bastará para pagar siquiera
La mitad de tus deudas actuales.

Timón
Mis tierras todas véndanse.

Flavio
Las tienes
125
Hipotecadas todas. Embargadas
Y perdidas algunas. Lo que resta,
Para tapar la boca de inmediatos
Vencimientos apenas es bastante.
Los demás se aproximan. ¿Qué defensa
130
Buscamos en el ínterin? Y, al cabo,
¿Qué será de nosotros?

Timón
Hasta Lacedemonio se extendían
Mis tierras.

Flavio
¡Ah, señor! Mundo se forma
De una sola palabra. Fuera tuyo,
135
Y con un soplo presto se te iría.

Timón
Verdad es lo que dices.

Flavio
Si sospechas
De mi administración, o que te miento,
Nómbrame interventores minuciosos,
Y a ellos daré mis pruebas. ¡Por testigos
140
Pongo a los dioses! Nuestras salas llenas
De hambrones turbulentos; nuestras naves
Llorando el vino que ebrios arrojaban;
Cuando en cada salón brillaban luces
Y asordaba la música, me iba,
145
Y en oculto albañal el llanto mío
Corre dejaba yo.

Timón
No más, te ruego.

Flavio
¡Cielos! decía. ¡Cuánto despilfarro,
Cuántas superfluidades esta noche
Han tragado estos rústicos y siervos!
150
¿Quién no quiere a Timón? ¿Quién no le ofrece
A Timón su caudal y su cabeza,
Su corazón, su espada y poderío?
¡Timón el grande, el noble, el digno, el regio
¡Oh! cuando se disipe lo que paga
155
Estas adulaciones, disipado
El aire quedará que las suplía.
Lo que gana el festín pierde el ayuno.
Al primer aguacero del invierno
Desaparecen rápidas las moscas.

Timón
160
¡Vamos! No más sermones. Vil idea
Nunca empañó mis dádivas. He dado
Sin discreción tal vez, no torpemente.
¿Por qué lloras? ¿Acaso fe te falta
Para creer que han de faltarme amigos?
165
Tranquilízate. Fuera mi deseo
De la amistad dejar fluir el vaso,
Y a prueba someter los corazones
De prestado pidiendo, y de caudales
Y de sus mismos dueños dispondría
170
Con la franqueza con que hablar te ordeno.

Flavio
¡La realidad bendiga tus creencias!

Timón
Y en parte se compensaran mis apuros.
Los juzgo bendición; que a mis amigos
Así podré probar. Verás entonces
175
Que te engañaste al estimar mis bienes:
En mis amigos mis riquezas yacen.
¡Eh, hola! Ven, Flaminio; ven, Servilio.

Entran Flaminio, Servilio y otros Sirvientes.

Sirvientes
¡Señor, señor!

Timón
(A Servilio.)
Tú irás a ver a Lucio.
(A Flaminio.)
180
Tú a Lúculo. Cacé con él ha poco.
(A otro Sirviente.)
Tú a Sempronio. Les dais memorias mías.
Di que tengo el honor de que la hora
Ha llegado en que puedo utilizarlos
Con un préstamo, y quiero que este sea
185
De cincuenta talentos.

Flaminio
Entendido,
Señor.

(Vase con Servilio y otro Sirviente.)

Flavio
(Aparte.)
¡De Lucio y Lúculo! ¡Bah! ¡bah!

Timón
(A otro Sirviente.)
Tú ve a los senadores, quienes tienen,
Aun por servicios hechos al Estado,
Obligación de oírme. Que me manden
190
Mil talentos al punto.

(Vase el Sirviente.)

Flaminio
Comprendiendo
Que el más expeditivo medio era,
Ya yo les ofrecí tu sello y firma.
Mas me movieron la cabeza, y rico
Me volví como estaba.

Timón
Pero ¿es cierto?
195
¿Es posible?

Flaminio
Contestan en conjunto,
A una voz, que ahora están en decadencia;
Que les falta dinero; que no pueden
Hacer lo que quisiera; que le causa
Dolor; que eres honrado, pero que ellos
200
Hubieran preferido... que no saben...
Que no todo ha ido bien... que nobles seres
Se dislocan... que acabe en bien desean...
Que es lástima. Y con esto, simulando
Serios quehaceres, desabridos gestos
205
A sus cortadas duras frases unen,
Y con semisaludos e insolentes
Cabeceos, me hielan la palabra.

Timón
¡Páguenselo los dioses! Te suplico
Que no te apures, hombre. Ineludible
210
La ingratitud es en vejetes tales.
Su sangre espesa y yerta ya no fluye:
Por falta de calor bondad no tienen;
Y la naturaleza, que retorna
A la tierra otra vez, para el camino
215
Se prepara, y se torna inerte y dura.
(A otro Sirviente.)
Busca a Ventidio.
(A Flavio.)
No te apures. Eres
Leal y honrado. Te hablo con franqueza,
Culpa ninguna tienes tú. Ventidio
(Al mismo Sirviente.)
Ha escaso tiempo que enterró a su padre,
220
Y heredó con su muerte gran fortuna.
Pobre, preso, con pocos por amigos,
Yo lo libré con cinco mil talentos.
Salúdale en mi nombre, y que conozca
Que a tu amo apremiantes circunstancias
225
Vienen en este instante a recordarle
Los cinco mil talentos.
(Vase el Sirviente.)
(A Flavio.)
Obtenidos,
Tú los darás a quienes hoy se deben.
Ni di ni creas que Timón zozobra;
Que amigos suyos surgirán de sobra.

Flavio
230
¡Ojalá! que tal cosa no creyera,
Repugna a la honradez; que el que es honrado
[(Vanse.)]N
X
Nota del editor

La edición de 1892 omite la acotación de salida, omisión que también realiza al final del acto primero. En los actos tercero, cuarto y quinto, sí que incluye acotación de salida de los últimos personajes en salir al final del acto.

A los demás honrados considera.


ACTO TERCERO

ESCENA I

Atenas. –Habitación en casa de Lúculo.
Flaminio esperando. Entra un Sirviente a su encuentro.

Sirviente
He avisado al amo que estás aquí. Baja a verte.

Flaminio
Muchas gracias.

Entra Lúculo.

Lúculo
(Aparte.) ¡Un sirviente de Timón! Apostaría que es un regalo. ¡Vaya! viene a punto. He soñado esta noche con un jarro y una fuente de plata. –Flaminio, buen Flaminio. Muy sinceramente bienvenido seas. Trae vino. (Al sirviente.) (Vase el sirviente.) ¿Y cómo lo pasa ese honradísimo, perfecto y franco caballero ateniense, tu generosísimo buen señor y amo?

Flaminio
5
Señor, de salud bien.

Lúculo
Celebro infinito que esté bien de salud. –¿Y qué traes debajo de ese manto, Flaminillo?

Flaminio
Francamente, sólo una caja vacía, que te vengo a suplicar repletes en beneficio de mi amo, quien, teniendo urgente necesidad de cincuenta talentos, se dirige a ti, no dudando que se los podrás facilitar.

Lúculo
¡Ay! ¡ay! ¡ay! ¡ay! «No dudando» dice? ¡Qué lástima! Es un excelente señor; caballero nobilísimo sería, si no fuera tan fastuoso en su casa. Muchas veces que he comido con él se lo he dicho, y he vuelto a cenar a su cada exprofeso para que gastara menos; y, sin embargo, ni seguía mis consejos, ni mi presencia lo contenía. Cada cual tiene su falta. La liberalidad es la suya. Ya se lo he dicho, pero no he logrado convencerlo.

(Vuelve a entrar el Sirviente con vino.)

Sirviente
Señor, aquí está el vino.

Lúculo
10
Flaminio, siempre te he considerado discreto. –A tu salud.

(Bebe y le ofrece vino.)

Flaminio
Eres, señor, harto bondadoso.

Lúculo
Siempre te he considerado, haciéndote justicia, tan amable como listo, y hombre que entiende de razones y que sabe prevalerse de la ocasión si esta le es propicia. Cualidades todas ellas excelentes. (Al sirviente.) –Vete tú. (Vase el Sirviente.) Acércate, buen Flaminio. –Tu amo es un derrochador, pero tú eres discreto; y te consta que aunque te ordenan venir a verme, no es esta ocasión de prestar dinero, y, sobre todo, sin otra hipoteca que la amistad. Toma para ti tres sueldos, chiquillo: guiña el ojo, y di que no me viste. Adiós.

Flaminio
15
¿Es posible que el mundo así varíe,
Y los que ayer vivimos hoy vivamos? –
Busca, vil inmundicia, a quien te adore.

(Arrojando el dinero.)

Lúculo
¡Ah! Veo que eres un necio, y muy a propósito para tu amo.

(Vase.)

Flaminio
Estas a tus demás monedas une
20
Y arde en ellas. Al oro derretido
Te veas condenado. Pestilencia
De amigos, tú; no amigo. ¿Por acaso,
De la amistad el corazón es leche
Que en dos noches no más se desvirtúa?
25
¡Oh dioses! el furor de mi amo veo.
De mi señor el cuerpo de ese infame
Aún ahora mismo la comida lleva.
¿Por qué ha de aprovecharle y mantenerle
Cuando él está en veneno convertido?
30
¡Oh! dolencias tan sólo le produzca,
Y, gravemente enfermo, que no logren
Los alimentos que pagó mi amo
Sus males expeler; que su energía
Prolongue solamente su agonía.

(Vase.)

ESCENA II.

Atenas. –Una plaza pública.
Entran Lucio y tres Ciudadanos.

Lucio
¿Quién, Timón? Es muy buen amigo mío y honradísimo caballero.

Ciudadano 1.º
Nos consta, aunque no lo conocemos. Pero te diré algo que sé de oídas. Las horas felices de Timón pasaron y concluyeron, y su fortuna se le va.

Lucio
¡Bah! No. No lo creáis. No es posible que le falte dinero.

Ciudadano 2.º
Pues, señor, has de saber que ni hace mucho, uno de sus dependientes fue a ver a Lúculo para pedirle prestados cinco mil talentos: es más; le rogó con mucho empeño, haciéndole ver la grande urgencia del caso; y, a pesar de eso, le fueron negados.

Lucio
5
¡Cómo!

Ciudadano 2.º
Como lo digo, señor mío.

Lucio
¡Cuán extraño caso! ¡Viven los dioses! que me avergüenza. ¡Negárselos a tan distinguido caballero! Acto poco honroso fue. Por mi parte confieso ingenuamente que de él he recibido leves mercedes, como dinero, plata, alhajas y otras bagatelas; nada, comparado con lo él obtuvo; pero si hubiera acudido a mí, jamás le hubiera negado, en su urgencia, esos talentos.

Entra Servilio.

Servilio
Por suerte, ahí está el señor que busco. He sudado para encontrarlo. (A Lucio.) Excelso señor.

Lucio
10
Servilio. –Bien llegado. –Pásalo bien. –Recuérdame a tu distinguido y virtuoso amo, mi muy apreciable amigo.

Servilio
Con permiso, señor. Mi amo manda...

Lucio
¡Ah! ¿Qué es lo que me manda? Le tengo tanto cariño... Siempre está mandando. ¿Cómo crees tú que podría yo manifestar mi agradecimiento? –¿Y qué es lo que ahora manda?

Servilio
Manda sólo que te suplique, señor, que le facilites inmediatamente algunos talentos.

Lucio
Tu señor se chancea. Yo no creo
15
Que cinco mil talentos necesite.

Servilio
Pues, señor, ahora aún menos necesita.
Si de su apoyo su bondad no fuese
La causa, con tal fe jamás te instara.

Lucio
¿Hablas con formalidad, Servilio?

Servilio
20
Te lo juro, señor, por mi alma.

Lucio
¡Qué estúpida bestia fui en desprenderme de dinero en una época en que podría haber patentizado mi gratitud! ¡Qué desgracia el que ayer mismo haya comprado una suertecilla de tierra, perdiendo así tan grande honra. Ahora bien, Servilio, ante los dioses te juro que no puedo hacer eso. ¡Bestia de mí! Yo mismo iba, como lo pueden atestiguar estos señores, a acudir a Timón; pero ahora ni por todo el oro que hay en Atenas quisiera haberlo hecho. Recuérdame cariñosamente a tu excelente amo; y espero que su señoría no dejará de estimarme, porque no haya estado en mi mano complacerle. Y dile de mi parte que estimo como una de mis mayores desdichas el no haber podido servir a tan distinguido caballero. Buen Servilio, me harás el favor de repetir mis palabras.

Servilio
Sí, señor, lo haré.

Lucio
Yo te serviré a mi vez, Servilio.
(Vase Servilio.)
Cual dijisteis, Timón está apurado.
25
Y no medra jamás el desairado.

(Vase.)

Ciudadano 1.º
Hostilio, ¿oíste?

Ciudadano 2.º
Sí, por cierto.

Ciudadano 1.º
El alma
Del mundo es esta; y de esa pasta misma
El espíritu es del usurero.
¿A quién, aunque en el plato nuestro coma,
30
Amigos llamaremos? Padre ha sido
Timón de ese señor. Todos lo saben.
Con su bolsa su crédito mantuvo,
Salvando su fortuna. Aun los jornales
De su gente pagó con el dinero
35
De Timón. Nunca bebe que no toquen
Los labios suyos de Timón la plata.
Y... no obstante, ¡qué ser tan monstruoso
Es el hombre en la forma de un ingrato!
Le niega lo que un ser caritativo,
40
En esa situación le diera a un pobre.

Ciudadano 3.º
¡Al cielo clama!

Ciudadano 1.º
Por mi parte, nunca
Traté a Timón, ni beneficio alguno
Me hizo jamás para llamarle amigo;
Pero declaro aquí, considerando
45
Su alma nobilísima, su insigne
Virtud, y su conducta siempre honrosa,
Que si hubiera acudido a mí en su apuro,
Sacrificado hubiera mi fortuna,
Y la mejor mitad le hubiera dado:
50
Tanto su noble corazón estimo.
Pero aprender los hombres necesitan
A no compadecerse. La prudencia
Tiene puesto mejor que la conciencia.

(Vase.)

ESCENA III

Atenas. –Habitación en casa de Sempronio.
Entran Sempronio y un Sirviente de Timón.

Sempronio
¿Por qué motivo viene a molestarme,
Escogiéndome a mí... pues, entre tantos?
¿Por qué no acude a Lúculo o a Lucio,
O a Ventidio también, que ahora está rico
5
Y él sacó de la cárcel? Todos ellos
Le deben su fortuna.

Sirviente
Se han probado
Y oro de baja ley todos resultan,
Pues se han negado todos.

Sempronio
¡Oh! ¿Se han negado Lúculo y Ventidio,
10
Y acude a mí? Tres. ¡Vaya! Patentiza
Poco cariño y discreción escasa.
¿Con qué yo soy su último refugio?
Sus amigos, cual médicos, tres veces
Lo desahucian, y yo curarle debo.
15
Me hace muy grande ofensa, y enojado
Con él estoy, pues conocer debía
Mi posición. No sé por qué motivo
En su apuro no vino a mi primero;
Pues yo fui, francamente, quien obtuvo
20
De él el primer regalo. ¿Tan en poco
Me tiene a mí, para creer que debo
Ser el último yo para pagarle?
No. Si hago tal, provocaré la risa
De los demás, y todos los amigos
25
Me juzgarán imbécil. Más quisiera
Que, obrando con justicia, triple suma
Me hubiera desde luego suplicado:
Tanto afán me animaba de servirle.
Pero ahora vete, y une a esas excusas
30
Esta respuesta: «Quien mi honor rebaja
No sacará dinero de mi caja.»

(Vase.)

Sirviente
¡Magnífico! ¡Buen bribón es su señoría! ¡No supo el diablo lo que hizo cuando hizo astuto al hombre! Traspasó los límites. Paréceme que a la postre lo harán aparecer sin mancha. ¡Cuán honradamente trabaja este señor para parecer malvado! ¡Cómo copia ña la virtud para hacer el mal, como los que, dominados de ardentísimo celo, harían arder el mundo!
ErrorMetrica
Es se esta especie su cariño astuto.
¡La postrer esperanza de mi amo
35
Fuese también cual las demás: los dioses
Le restan solamente. Sus amigos
Muertos están. Sus puertas, que cerrojos
No conocieron nunca en luengos años
De abundancia, servir a mi amo sólo
40
El despilfarro. Quien gastó sin tasa
Gastar su vida luego debe en casa.

(Vase.)

ESCENA IV

Patio en el Palacio de Timón.
Entran dos Sirvientes de Varro y el Sirviente de Lucio, encontrándose con Tito, Hortensio y otros Sirvientes de acreedores de Timón, que lo aguardan.

Sirviente de Varro
Feliz encuentro. Buenos días, Tito.
¡Hortensio!

Tito
Amigo Varro, a ti igualmente.

Hortensio
¡Lucio! ¿Todos aquí?

Sirviente de Lucio
Se me figura
Que idéntico motivo nos conduce.
5
Dinero el mío es.

Tito
Cual lo es el suyo
Y el de nosotros es.

Entra Filoto.

Sirviente de Lucio
¡También Filoto!

Filoto
A todos buenos días.

Sirviente de Lucio
Bien venido,
Hermano. ¿Qué hora juzgas tú que sea?

Filoto
Muy cerca de las nueve.

Sirviente de Lucio
¿Ya tan tarde?

Filoto
10
¿No habéis visto al señor?

Sirviente de Lucio
No, todavía.

Filoto
Es extraño. Pues siempre estaba listo
A las siete.

Sirviente de Lucio
Sí tal, pero más cortos
Los días se le han hecho. Ten presente
Que en su carrera el pródigo simula
15
La carrera del sol,
Salvo que, como el sol, no se compensa.
Me temo que haya invierno riguroso
En el bolsillo de Timón, o sea
Que por mucho que en él se profundice
20
Poco hallaremos.

Filoto
Temo lo que temes.

Tito
Quiero hacerte notar un hecho extraño.
Ahora tu amo por dinero envía.

Hortensio
Mucha verdad.

Tito
Y en este instante lleva
Alhajas que Timón le ha regalado,
25
Cuyo importe yo vengo a reclamarle.

Hortensio
¡Contra conciencia es!

Sirviente de Lucio
Observa y nota
La rareza del caso, porque paga
Timón en esto más de lo que debe,
Y es cual si reclamase el amo tuyo
30
Dinero por las joyas que le adornan.

Hortensio
Esta misión me enfada, ¡bien lo saben
Los dioses! Sé que parte de la hacienda
De Timón ha gastado el amo mío,
Y esto la ingratitud lo torna en robo.

Sirviente de Varro
35
Sí. Mi crédito es tres mil coronas.
¿Y el tuyo?

Sirviente de Lucio
Cinco mil.

Sirviente de Varro
Es importante.
Y a juzgar por la suma, confianza
Tuvo más tu amo en él que tuvo el mío,
O hubieran sido iguales ambas deudas.

Entra Flaminio.

Tito
40
Un sirviente de Timón.

Sirviente de Lucio
Flaminio, una palabra. ¿Está ya listo para salir tu amo?

Flaminio
No, no lo está.

Tito
Lo esperamos; haz el favor de decírselo.

Flaminio
No hay que decir eso. Sabe cuán diligentes sois.

(Vase.)
Sale Flavio embozado en su manto.

Sirviente de Lucio
45
¡Ah! ¿No es ese embozado el mayordomo?
Se va entre nubes. Llámenlo, llamadlo.

Tito
Di, ¿no nos oyes?

Ambos Sirvientes de Varro
Con permiso, escucha.

Flavio
¿De mí qué pretendéis, amigos míos?

Tito
Esperamos aquí cierto dinero.

Flavio
50
Ya. Si tan cierto ese dinero fuese
Como vuestro esperar, cosa era cierta.
¿Por qué no presentasteis esas notas
Cuando a la mesa de Timón comían
Vuestros pérfidos amos? Pero entonces
55
Sonreían sus labios. Placenteros,
Celebraban sus deudas, al meterse
El interés en sus voraces buches.
Mal os hacéis en provocar mis iras.
Idos. Dejadme en paz, os lo aseguro.
60
Mi amo y yo dimos fin. Nada ya queda
Que administrar, ni que gastar él pueda.

Sirviente de Lucio
¡Ya! Pero esa contestación no sirve.

Flavio
Si no sirve, no es tan vil como vosotros, que servís a bribones.

(Vase.)

Sirviente 1.º de Varro
¡Vaya! ¿Qué va murmurando su despedida señoría?

Sirviente 2.º de Varro
65
Poco importa. Con ser pobre, estamos vengados. ¿Quién puede hablar con más viento que el que no tiene casa que lo cobije? Puede hablar contra los palacios.

Entra Servilio.

Tito
¡Oh! Aquí está Servilio. Ahora nos darán respuesta.

Servilio
Os suplico, caballeros, que volváis a otra hora. Lo agradecería mucho, porque, siento en el alma decíroslo, mi amo está de perverso humor. Ha perdido su dulce carácter, no está bueno y se queda en su aposento.

Sirviente de Lucio
En su aposento hay muchos que se quedan,
Y que enfermos no están. Si está tan malo,
70
Debe pagar sus deudas, y ponerse
Con los dioses en paz.

Servilio
¡Potentes dioses!

Tito
Esta conversación no satisface.

Flavio
(Dentro.)
¡Favor, Servilio! ¡Mi señor! ¡Señor!

Entra Timón furioso. Flaminio siguiéndole.

Timón
¡Qué! ¿Se oponen las puertas a mi paso?
75
He sido siempre libre, y ya mi cada
Es centinela y carcelero mío?
¿El sitio que animé con mis festines,
Como la entera humanidad pretende,
Ahora mostrarme corazón de hierro?

Sirviente de Lucio
80
Preséntasela ahora, Tito.

Tito
Señor, aquí está mi cuenta.

Sirviente de Lucio
Aquí está la mía.

HortensioN
X
Nota del editor

La edición de 1892 repite la didascalia del interlocutor anterior «Sir. L.». El infolio de 1623 lee «I. Var.», lectura errónea. Corrijo a «Hortensio», siguiendo a Capell («Hortensius») y otros editores modernos.

Y la mía, señor.

Ambos sirvientes de Varro
Y, señor, las nuestras.

Filoto
85
Nuestras cuentas todas.

Timón
¡Confundidme! ¡Partidme en dos con ellas!

Sirviente de Lucio
¡Siento, señor...!

Timón
¡Arrancadme el corazón y acuñadlo!

Tito
Yo, cincuenta talentos.

Timón
90
¡Cuenta mi sangre!

Sirviente de Lucio
Señor, cinco mil coronas.

Timón
¡Cinco mil gotas pagan tu cuenta! –¿Cuánto es la tuya? –¿Y la tuya?

Sirviente 1.º de Varro
Señor...

Sirviente 2.º de Varro
Señor...

Timón
95
¡Despedazadme! ¡Apoderaos de mí, y que los dioses os confundan!

(Vase.)

Hortensio
A fe que, por lo que veo, pueden nuestros amos a su dinero echarle un galgo. Cuentas desesperadas son, pues las debe un demente.

(Vase.)
Vuelven a entrar Timón y Flavio.

Timón
Me han quitado hasta el aliento esos miserables. ¡Acreedores! ¡Diablos!

Flavio
Mi querido amo.

Timón
¿Y si así fuera?

Flavio
100
¡Mi señor...!

Timón
¡Pues así será! ¡Mayordomo!

Flavio
Aquí, señor.

Timón
¿Con tanta propiedad? A mis amigos
Ve y convida otra vez; a todos ellos;
105
A Lúculo, a Sempronio, a Lucio, a todos.
Festejaré otra vez a esos malvados.

Flavio
Tu pena a hablar así, señor, te impulsa.
Para arreglar una modesta mesa
Lo bastante no habrá.

Timón
Nada te importe.
110
Vete. Convida a todos. La corriente
De viles otra vez veremos;
Mi cocinero y yo ya proveeremos.

(Vase.)

ESCENA V

Atenas.
El Senado en sesión.

Senador 1.º
Señores, mi opinión sabéis. Su falta
Un homicidio fue. Morir merece.
La impunidad los crímenes fomenta.

Senador 2.º
Mucha verdad. En él la ley se cumpla.

Entran Alcibíades y séquito.

Alcibíades
5
¡Honra y salud! Piedad pido al Senado.

Senador 1.º
Capitán, habla pues.

Alcibíades
Ante vuestra bondad, humilde, apelo;
Que es virtud la clemencia en la justicia,
Que aplica con crueldad sólo el tirano.
10
Mala suerte y funestas circunstancias
Oprimen a un amigo que yo tengo,
Quien, en un rapto, traspasó las leyes,
Abismo donde quedan sepultados
Cuantos en él se arrojan sin cautela.
15
Un hombre es, aparte de esta falta,
De nobles cualidades.
Al hecho no enturbió la cobardía,
Lo cual honra su falta y la redime.
Con noble furia y animoso porte,
20
Herida al ver de muerte la honra suya,
Se opuso a su enemigo:
Y, en su ira, tan justo y moderado
Se supo mantener, que parecía
Que sólo un argumento sostenía.

Senador 1.º
25
Es sutil, por demás, tu paradoja,
Hermoso haciendo aparecer lo feo.
De tal manera tus palabras mides,
Que el homicidio, al parecer, realza,
Y achacan al valor toda disputa;
30
Que, francamente, de un valor bastardo
Emanan, y en el mundo aparecieron
Cuando acababan de nacer, apenas,
Las sectas y facciones.
Es valiente de veras quien soporta
35
Con calma los ultrajes más groseros
Que puede proferir la lengua humana;
Que estima cosa externa esos ultrajes,
Y sin darles valor, cual de su ropa
De ellos se cuida, ni permite nunca
40
Que penetren injurias en su pecho
Para que así peligre.
Si el ultraje es un mal que al hombre induce
A transformarse al punto en homicida,
Por un mal es demencia dar la vida.

Alcibíades
45
Señores...

Senador 1.º
Quien pecó no es inocente;
Vengarse no es valor. Lo es ser paciente.

Alcibíades
Vuestro perdón a reclamar me atrevo
Si hablo como soldado.
¿Por qué a la guerra, locos, van los hombres,
50
Y no soportan los ultrajes todos;
Y por qué no se duermen y permiten,
Sin chistar, que enemigos los degüellen?
Si el ser paciente tal valor implica,
¿Qué hacemos en campaña? Pues entonces,
55
Llevándose la palma la paciencia,
Nadie con más valor que las mujeres
Que se quedan en casa, y más soldado
Es que el león el asno, y más discreto
Que el juez el delincuente con sus grillos,
60
Si es discreción el soportar. Señores,
Por lo mismo que sois tan poderosos,
Piadosos sed. ¿Quién hay que no condene
Violencia cometida a sangre fría?
El matar, concedido que es pecado;
65
Mas defenderse está justificado.
La ira es impiedad; pero iracundo
Eslo todo mortal en este mundo.
Su delito juzgad pensando en esto.

Senador 2.º
Hablas en vano.

Alcibíades
¡En vano! Sus servicios
70
Allá en Lacedemonia y en Bizancio
Sobornos son para salvar su vida.

Senador 1.º
¿Qué dices?

Alcibíades
Digo, Señores, que sirvió con honra,
Que ña numerosos enemigos vuestros
75
En la lucha postró. Probó su brío
En la reciente lucha hiriendo a muchos.

Senador 2.º
Ha herido a demasiados, Revoltoso
Inveterado es. Un vicio tiene
Que anula todo y su valor le quita,
80
Y es no más, a falta de enemigo,
Para postrarlo basta. Cuando es fiera,
Se sabe que comete atrocidades
Y aun suscita motines. Siempre ha sido
Un licencioso, un riesgo, si bebido.

Senador 1.º
85
Morirá.

Alcibíades
¡Dura suerte! Bien podría
Haber muerto en la lid. Aunque no sea
Por él, señores, cuyo fuerte brazo
Se pudiera comprar su propia vida
Sin deber nada a nadie, para haceros
90
Más fuerza, mis servicios a los suyos
Unid; y como sé que, cual ancianos,
Queréis fianza, doy en garantía
A su enmienda mi honor y mis victorias.
Mas si debe a la ley por este crimen
95
Su vida, que en el campo de batalla
En sangriento combate caiga a tierra;
Que es tan adusta cual la ley la guerra.

Senador 1.º
Estamos por la ley. Morir le toca.
No arguyas más, so pena de ofendernos.
100
Haga amigo o hermano lo que haga,
Quien sangre vierte con su sangre paga.

Alcibíades
¿Conque ha de ser? ¡Pues no ha de ser! Señores,
Que me atendáis suplico.

Senador 2.º
¡Cómo!

Alcibíades
Recordad quién soy yo.

Senador 3.º
¿Qué es lo que dices?

Alcibíades
105
Vuestra vejez, sin duda, me ha olvidado,
Y por esa razón se me desdeña
No otorgándome gracias tan pequeña.
Mis heridas hurgáis.

Senador 1.º
¿Así provocas
Nuestro enojo...? Se encierra en breves frases,
110
Pero muy amplias en su efecto. Quedas
Por siempre desterrado.

Alcibíades
¡Desterrado!
¿Yo? Desterrad vuestra chochez. La usura,
Que es del Senado oprobio.

Senador 1.º
Si pasados dos días en Atenas
115
Te hallas, pena mayor será la tuya;
Y, para que no crezca nuestro enojo,
Que al punto lo ejecuten.

(Vanse los Senadores.)

Alcibíades
¡Dioses! ¡Que sigan siempre envejeciendo
Y en esqueletos vivos se conviertan
120
Para que ni los miren! ¡Estoy loco!
Cuando a sus enemigos yo contuve,
Contaban su dinero, e invertían
En la usura su oro. Yo, entretanto,
Sólo en heridas me iba haciendo rico.
125
¿Todo por esta gente? ¿Ese usurero
Senado, de un guerrero en las heridas
Este bálsamo vierte? ¡Desterrado!
Ni viene mal ni importa mi destierro.
Con mi cólera cuadra y con mi furia
130
Poder herir a Atenas. De mis tropas
Levantaré el espíritu, ganando
Al par sus corazones. Es honroso
Batallar con el fuerte. Debe fiero
Vengarse cual los dioses el guerrero.

(Vase.)

ESCENA VI

Soberbio salón en casa de Timón.
Músicas. –Mesas dispuestas para un banquete. –Sirvientes alrededor. –Entran por diferentes puertas varios Señores, Lucio, Lúculo, Sempronio, Senadores y Ventidio.

Señor 1.º
Buenos días.

Señor 2.º
Lo mismo te digo. Me parece que este noble señor quiso sólo probarnos el otro día.

Señor 1.º
Esto mismo pensaba yo cuando nos encontramos. Confío en que no estará tan por los suelos como parecía estar cuando probó a sus amigos.

Señor 2.º
Parece que no, a juzgar por este nuevo festín.

Señor 1.º
5
Así lo creo. Enviome apremiante invitación, que graves motivos me impedían aceptar; pero me ha instado de tal modo que me he visto obligado a venir.

Señor 2.º
También tenía yo importantes negocios a que atender; pero no admitió mis excusas. Siento no haber estado en fondos cuando envió a pedirme prestado.

Señor 1.º
La misma pesadumbre tengo yo al ver cómo van las cosas.

Señor 2.º
Y todos los que están aquí también. ¿Qué te pidió?

Señor 1.º
Mil monedas.

Señor 2.º
10
¡Mil monedas!

Señor 1.º
¿Y a ti?

Señor 2.º
A mí me pidió... Aquí viene.

Entran Timón y acompañamiento.

Timón
Con todo mi corazón, caballero. ¿Cómo estáis ambos?

Señor 1.º
Perfectamente, sabiendo que estás bueno.

Señor 2.º
15
Ni la golondrina acude al verano con mejor voluntad que acudimos nosotros a verte.

Timón
(Aparte.) Ni de mejor voluntad huyen del nvierno. ¡Qué aves de paso son los hombres! –Caballeros, la comida no recompensará tanta detención; divertíos un rato con la música, si no os molesta el sonido de las trompetas. Iremos a la mesa en seguida.

Señor 1.º
Confío en que no habrás llevado a mal el que tu mensajero volviera de vacío.

Timón
¡Ah! No te apures por eso.

Señor 2.º
¡Señor mío!

Timón
20
¡Ah! Mi buen amigo. ¿Cómo va?

Señor 2.º
Nobilísimo señor. Estoy avergonzadísimo de la desdichada indigencia en que me hallaba el otro día que vinieron a verme de tu parte.

Timón
Ni pienses en eso.

Señor 2.º
Si hubieras enviado dos horas antes...

Timón
Que no te perturbe ese recuerdo. –Vamos, traedlo todo junto.

(Traen los platos.)

Señor 2.º
25
Todos los platos cubiertos.

Señor 1.º
Buena comida, de seguro.

Señor 3.º
No cabe duda. Cuanto pueda lograr el dinero y ofrezca la estación.

Señor 1.º
¿Cómo estás? ¿Qué noticias hay?

Señor 2.º
Alcibíades ha sido desterrado. ¿Lo sabías?

Señores 1.º y 2.º
30
¡Alcibíades desterrado!

Señor 3.º
Así es. Tenlo por cierto.

Señor 1.º
¿Cómo? ¿Cómo?

Señor 2.º
Dime, ¿y por qué?

Timón
Dignos amigos míos, ¿queréis acercaros?

Señor 3.º
35
Te lo contaré después. Buen festín se prepara.

Señor 2.º
¡El mismo mozo de siempre!

Señor 3.º
¿Durará? ¿Durará?

Señor 2.º
Aun dura, pero andando el tiempo... y así...

Señor 3.º
Yo creo...

Timón
40
Cada cual ocupe un asiento como si le aguijonasen los labios de su dama. La comida será igual en todos sitios. No lo os consideréis banquete oficial, ni dejéis enfriar las viandas mientras discutís cuál ha de ser el sitio de preferencia. Sentaos. Sentaos. Demos gracias a los dioses. ¡Oh, insignes bienhechores! Desparramad la gratitud en nuestra sociedad. Haceos ensalzar por vuestros dones; pero reservaos algo para seguir dando, no sea que vuestras divinidades se vean menospreciada. Prestad lo bastante a cada cual, para que ninguno tenga que pedir prestado a otro; pues si pidierais prestado a los hombres, los hombres renegarían de vosotros. Haced que las viandas sean más apreciadas que el mortal que las da. Que ninguna reunión de veinte hombres deje de tener una veintena de malvados. Si hay doce mujeres alrededor de una mesa, que una docena sean... lo que son. A los demás enemigos vuestros, ¡oh dioses! a los Senadores de Atenas, conjuntamente con toda la turba multa, aniquilad, ¡oh, dioses! con sus propios vicios. Con respecto a mis amigos aquí presentes, como nada son para mí, que nada los bendiga y que nada les aproveche. Perros, destapad y lamed.

(Descúbrense los platos, que estarán llenos de agua caliente.)

Un convidado
¿Qué quiere decir su señoría con esto?

Otro
No lo sé.

Timón
Nunca mejor festín tengáis delante,
45
Tropel de amigos falsos. Agua tibia,
Vapor no más: lo mismo que vosotros.
Aquí acaba Timón, que enjalbegado
Y de oropel cubierto con lisonjas,
Se las lava, arrojándooslas al rostro.
(Arrojándoles agua.)
50
Vuestra hedionda infamia tiempo largo
Aborrecida sea, sonrientes,
Detestados parásitos afables,
Asesinos corteses, dulces lobos,
Mansos osos, bufones de la suerte,
55
Amigos de cazuela, moscardones
De la ocasión, esclavos del sombrero
Y las rodillas, monigotes, aire.
¡Que de los hombres y animales todos
Las dolencias sin fin os acribillen! –
60
¿Cómo? ¿os vais? Poco a poco. –Medicina
Toma primero tú..., y tú... y tú. Quedaos.
Yo os prestaré dinero. Nada os pido.
(Arrojándoles los platos.)
¿Cómo? ¡todos os vais? Desde este instante
No debe haber jamás fiesta cumplida,
65
Donde a un vil no se dé la bienvenida.
Que arda mi casa y se hunda Atenas quiero;
Al hombre odia Timón y al mundo entero.

(Vase.)
(Vuelven a entrar los convidados.)

Señor 1.º
Hola, señores.

Señor 2.º
¿Qué especie de furia es la de Timón?

Señor 3.º
70
¡Bah! ¿Quién ha visto mi gorro?

Señor 4.º
He perdido mi manto.

Señor 1.º
Es un demente y lo domina sólo la pasión. Me regaló una joya el otro día, y hoy me la hizo caer del sombrero.

Señor 3.º
¿Quién ha visto mi gorro?

Señor 2.º
Aquí está.

Señor 4.º
75
Aquí está mi manto.

Señor 1.º
No nos detengamos.

Señor 2.º
Timón se ha vuelto loco.

Señor 3.º
Mis huesos lo confirman.

Señor 4.º
Un día regala diamantes y al otro piedras.

(Vanse.)

ACTO CUARTO

ESCENA I

Extramuros de Atenas.
Entra Timón.

Timón
Dejadme veros otra vez, ¡oh muros!
Aprisco de esos lobos, aplanaos,
Y quede Atenas sin cercar. Matronas,
Impuras sed. A vuestros padres, niños,
5
Obediencia negad. Siervos, bufones,
A Senadores graves y arrugados
De sus puestos lanzad; tomad las riendas
Del estado vosotros. Inmundicia
Tórnate tú, virginidad impúber,
10
Ante los ojos de tus mismos padres.
Deudores, no paguéis; vuestros cuchillos
Desenvainad, y degollad con ellos,
Antes de hacerlo, al que os prestó fianza.
Sirvientes, a robar, que son ladrones
15
Al por mayor vuestros severos amos,
Y al pillaje la ley los autoriza.
Doncella, de tu mano el lecho ocupa,
Que al lupanar marchose tu señora.
Arrebata a tu cojo y viejo padre
20
La rehenchida muleta, mozalbete,
Y sáltale los sesos. Paz, justicia,
Piedad, respetos, religión, temores,
Misterios, amistad, verdad, descanso,
Cortesía, instrucción, comercio, clases,
25
Ritos, costumbres, leyes, disolveos,
Con lo que os es contrario confundiros;
¡Y viva el caos! InficientesN
X
Nota del editor

De «infecir» con el significado de «dañar, infectar» (DRAE)

plagas,
Amontonad vuestras violentas fiebres
Sobre Atenas, madura para el golpe.
30
Tú, ciática helada, incapacita
A nuestros Senadores, y claudiquen
Como claudican al cumplir sus cargos.
Apetito carnal, incontinencia,
Las almas y los tuétanos invade
35
De nuestra juventud; y, a la corriente
De la virtud opuesta, reluchando
Ahóguese en la crápula. Erupciones,
Tumores, invadid del Ateniense
El cuerpo, y lepra universal germine.
40
Con el aliento inféctese el aliento,
A fin de que en ponzoña solamente
La sociedad, cual la amistad, se torne.
De ti la desnudes me llevo sólo,
Detestada ciudad. Quédete eso,
45
Con mis nunca agotadas maldiciones.
Huye al bosque Timón, y no habrá fiera
Que más humanidad que los humanos
No le demuestre. ¡Dioses soberanos!
Cuando Ateniense exista dentro y fuera
50
De estas murallas quede confundido:
¡Oh dioses! concededme lo que os pido,
Y se agrande mi odio de manera
Que odie Timón la humanidad entera.

(Vase.)

ESCENA II

Habitación en el palacio de Timón.
Entran Flavio y dos o tres Sirvientes.

Sirviente 1.º
¿En dónde, mayordomo, se halla el amo?
¿Estamos sin empleo? ¿Despedidos?
¿Nada queda?

Flavio
¡Oh dolor! ¿Qué debería
Contestaros, queridos compañeros?
5
Tan pobre yo me hallo cual vosotros;
¡Bien lo saben los dioses!

Sirviente 1.º
¡Tan gran casa
Por el suelo! ¡Tan gran señor postrado!
¡Huyen todos! ¡No tiene ni un amigo
Que, cogiendo del brazo a su fortuna,
10
Le ayude a caminar!

Sirviente 2.º
Como volvemos
La espalda a los amigos que enterramos,
Sus íntimos así se descabullen
Al quedar enterrada su fortuna.
Huecas protestas de amistad le envían,
15
Vacías bolsas para el caso; y, triste,
Del cielo a la inclemencia abandonado,
Mendigo ya, pasea su pobreza,
Enfermedad de todos eludida
Como el oprobio, aislado. –Más sirvientes.

(Entra otro Sirviente.)

[Flavio]
20
¡Más utensilios de la casa rotos!

[Sirviente 3.º]
Aun nuestros corazones la librea
Conservan de Timón. Como lo anuncian
Nuestros semblantes, compañeros somos
En la desgracia. A pique vase el buque,
25
Y sobre la cubierta que zozobra
Estamos, infelices compañeros,
Viendo surgir amenazante al agua.–
En este mar es fuerza separarnos.

Flavio
Queridos compañeros, con vosotros
30
El resto partiré de mi fortuna.
Si nos volvemos a encontrar, pensando
En Timón, aun seremos camaradas.
Inclinemos las frentes, y exclamemos,
Cual si de nuestro amo por la dicha
35
Doblaran: «vimos días más felices.»
Tomad.
(Dándoles dinero)
No, no. Poned las manos.
Ni una palabra más. En la pobreza
Nos despedimos ricos de tristeza.
(Los sirvientes se abrazan y se van por diferentes lados.)
¡Oh desdicha cruel que logra el auge!
40
¿Quién hay que a las riquezas tenga aprecio,
Si e la desgracia llevan y al desprecio?
¿Quién engañarse con el auge quieres?
¿No quién vivir en amistad que es humo?
¿Quién esa pompa y lo que el fausto implica,
45
Si aparente es no más cual los amigos?
¡Pobre digno señor, a quien su propio
Corazón ha postrado, a quien su propia
Bondad perdió! –¡Rareza extraordinaria!
¡Considerarse el vicio de los vicios
50
Hacer con larga mano beneficios!
¿Ni quién lo imitará? –Bondad divina
De dioses es. En hombres la rüina.
Señor amado, bendecido fuiste
Para ser maldecido. Fuiste rico
55
Para ser infeliz. Tu gran fortuna
Fue tu mayor desdicha. ¡Pobre amo!
Huye iracundo de este ingrato pueblo,
De amigos monstrüosos. Nada lleva
Con que vivir, ni mantenerse sabe.
60
Iré en su busca, que servirle ansío.
Mientras oro me quede y sepa cómo,
Seguiré siendo yo su mayordomo.

(Vase.)

ESCENA III

Un bosque en las inmediaciones de Atenas.
Ante la cueva de Timón.
Entra Timón.

Timón
Bendito sol prolífico, sorbiendo
La humedad corrompida de la tierra,
La sublunar atmósfera inficiona.
A dos gemelos de la misma entraña,
5
Que engendros, embriones, o nacidos,
Tienen apenas diferencia alguna,
Haz que distinta suerte los separe:
Despreciará el que es más a aquel que es menos.
Nuestra naturaleza, a quien asedian
10
Todas las plagas, la excesiva dicha
Soporta solamente despreciando
A la naturaleza.
A ese mendigo ensálzame; confunde
A aquel señor; desprecio hereditario
15
Conseguirá el patricio;
El mendigo legítimos honores.
El ganado se engorda con el pasto;
Carencia lo enflaquece. ¿Quién, quién osa
Decir la buena fe, la frente erguida,
20
¡Ese es adulador»? Si existe uno,
Todos son. Es siervo de la escala
De la fortuna el inferior peldaño.
Hombres discretos la cabeza inclinan
A imbéciles con oro revestidos.
25
Todo el mundo toma oblicua senda.
En nuestra vil naturaleza sólo
Recta camina la absoluta infamia.
Reniego, pues, de fiestas, de reuniones,
De muchedumbres; sí, Timón desprecia,
30
Cómo a sus semejantes, a si propio.
Tierra, dame raíces.
(Cavando.)
A quien busque
En ti cosa mejor, con tu ponzoña
Más eficaz su paladar halaga.
¿Qué ven mis ojos? ¿Oro? Ese anillo
35
Metal resplandeciente y apreciado.
¡Dioses! no. Vil idólatra no he sido.
Raíces concededme, ¡justos cielos!
Este puñado sólo bastaría
Para hacer que lo negro fuera blanco,
40
Bello lo horrible, lo perverso justo,
Noble lo infame, lo caduco joven,
Lo cobarde valiente. ¡Dioses míos!
¿A qué hacéis esto, a qué hacéis esto, dioses?
Esto alejar de vuestro bando puede
45
A vuestros sacerdotes y secuaces,
Y apartar del enfermo la almohada
Donde está su cabeza reposando.
Este esclavo amarillo
La religión fomenta o la quebranta,
50
Bendice al malnacido, del leproso
Hace amable el blancor, a los ladrones
Títulos, cargos, homenaje, aplausos,
Y en el Senado asientos proporciona.
Con él obtiene la vïuda ajada
55
Segundas nupcias, ella que pudiera
En el hospital de enfermos ulcerados
Repugnar. Se embalsama, se perfuma,
Y retorna a su Abril. Tierra maldita,
Tú, de la humanidad vil prostituta;
60
Tú, que avivas el odio de los pueblos,
Para mí tú serás lo que tú eres.
(Óyese una marcha.)
¡Hola! un tambor. ¡Qué pronto has acudido;
Pero te enterraré. Te irás, sin duda,
Ladrón taimado, si de ti se aparta
65
Tu guardián gotoso. Sin embargo,
Quédate tú como señal.

(Se guarda algún oro.)
Entran Alcibíades con tambores y clarines en atavío de guerra. Frine y Timandra.

Alcibíades
¿Quién eres?

Timón
Una fiera cual tú. ¡Que te corroa
El corazón el cáncer por mostrarme
Rostro humano otra vez!

Alcibíades
¿Cómo te llamas?
70
¿Odias al hombre tanto y eres hombre?

Timón
La humanidad, misántropo, detesto.
¡Ojalá fueras can! de esa manera
Algo te estimaría.

Alcibíades
Sé quién eres,
Pero la historia de tu vida ignoro.

Timón
75
Sé quién eres también, pero no quiero
Saber ya más de ti que lo sabido.
Sigue, pues, al tambor. Con sangre humana
A enrojecer, a enrojecer el suelo.
Si cánones y leyes son crueles,
80
¿Qué no ha de ser la guerra? Tiene, acaso,
Más destructora fuerza que tu espada
Esa vil meretriz que va contigo,
A pesar de su aspecto de querube.

Frine
Que tu labio se pudra.

Timón
No pretendo
85
Darte un beso. Retorne al labio tuyo
La podredumbre, pues.

Alcibíades
¿Cómo el noble Timón llegó a este estado?

Timón
Como la luna, porque luz no daba,
Y no pudo después, como la luna,
90
Volverla a dar, por no encontrarse soles
Que quisieran prestarla.

Alcibíades
¿Qué podría,
Noble Timón, hacer por ti?

Timón
Tan sólo
Mantener mi opinión.

Alcibíades
¿Cuál es?

Timón
Promete
Que mi amigo serás, mas no lo seas.
95
Si nada quieres prometer, los dioses
Por hombre te maldigan. Si mi amigo
Fueres, que te confundan por ser hombre.

Alcibíades
Algo llegué a saber de tus desgracias.

Timón
En mi prosperidad las conociste.

Alcibíades
100
Las veo en este instante. –¡Cuán dichosa
Época aquella!

Timón
Como tu dichoso
Con esas dos rameras a tu lado.

Timandra
¡Es este, acaso, el ídolo de Atenas
Que así ensalzaron?

Timón
¿Eres tú Timandra?

Timandra
105
Sí.

Timón
Sigue siendo ramera. No te quieren
Quienes te compran. Púdrelos, por tanto,
Cuando contigo sacien su lujuria.
Aprovecha tus lúbricos instantes;
Para friegas sazona a los menguados,
110
Para la dieta al rubicundo joven.

Timandra
¡Monstruo feroz!

Alcibíades
Perdónalo, Timandra.
¡Ahogose su razón en sus desdichas!–
Buen Timón, oro escaso tengo ahora;
Y su falta revueltas de continuo
115
Ocasiona en mi bando extenüado.
Con pena supe que la infame Atenas,
Desconociendo tu valer, tus grandes
Servicios olvidando, cuando pueblos
Vecinos, sin tu espada y tu fortuna,
120
Abatido la hubieran...

Timón
Te suplico
Que batas el tambor y que te vayas.

Alcibíades
Tu amigo soy, Timón. Te compadezco.

Timón
¿Cómo al que compadeces incomodas?–
Quisiera solo estar.

Alcibíades
Eb ese caso,
125
¡Adiós! Toma este oro.

Timón
Te lo guardas.
No lo puedo comer.

Alcibíades
En cuanto fuere
Montón de escombros la orgullosa Atenas...

Timón
¿Avanzas contra Atenas?

Alcibíades
Con motivo.
Sí, Timón.

Timón
¡Maldecidos de los dioses
130
Quienes conquistes sean! Tú, más tarde:
Después de tus conquistas.

Alcibíades
¿Por qué causa,
Timón, yo?

Timón
Porque dando a infames muerte,
Para triunfar de mi país naciste.
Tu oro guarda. –Adelante.– Ten más oro.–
135
Adelante. –Sé plaga planetaria;
Sé cual Jove que cierne la ponzoña
Aniquilando a la ciudad corrupta.
Ni uno siquiera de tu espada escape.
No te inspire piedad la blanca barba
140
Del venerable anciano... es usurero.
Abáteme ña la hipócrita matrona;
Su porte sólo es decoroso, sirve
De encubridora. –A tu tajante espada
No ablande de la virgen la mejilla,
145
Que el lácteo seno con que llama al hombre
Tras esas celosías de su veste,
En página ninguna se halla escrito
Del libro de la lástima, al contrario,
Como odioso traidor se considera.
150
Ni del que acaba de nacer te apiades:
En imbéciles sólo los hoyuelos
De sus mejillas compasión infunden.
Bastardo considéralo, que debe
Degollarte, según con frases vagas
155
Lo predice un oráculo; y pedazos
Hazlo sin compunción. Nada te mueva.
Tápate los oídos y los ojos
Con armadura a prueba de lamentos
De madres, de doncellas y de infantes;
160
Y no del sacerdote revestido,
Vertiendo sangre, la visión te ofusque.
Oro para pagar a tus soldados
Ahí tienes. –Extermina en torno tuyo;
Y cuando esté tu furia apaciguada,
165
También maldito seas. –Calla.– Vete.

Alcibíades
¿Oro tienes aún? –Acepto el oro,
Pero no tus consejos.

Timón
¡Acépteslos o no, maldito seas!

Frine y Timandra
Danos oro, Timón. ¿Te queda alguno?

Timón
170
Bastante para hacer que de su oficio
Una ramera abjure, y que se abstenga
De seducir la vil encubridora.–
Extended, cochambrosas, esas faldas.–
Eximidas estáis de juramentos;
175
Y aunque sé que seríais muy capaces
De jurar, de jurar con tal vehemencia,
Que temblarían con celeste fiebre,
Al oíros, los dioses inmortales,
Juramentos ahorraos. Yo me fío
180
De vuestra condición. Sed meretrices
Constantemente, y al mortal que quiera
Con pláticas piadosas convertiros,
Impertérritas siempre en turpitudes,
Seducid, inflamad. Que predomine
185
Sobre su humo vuestra intensa llama.
No desistáis jamás. Aunque seis meses
De trabajo os costare. Las calvicies
Techaos con despojos de difuntos.
Aunque fuere de gente a quien ahorcaran.
190
¡No importa! Aprovechadlos, y con ellos,
Rameras, engañad! Pintaos de modo
Que en vuestros rostros un corcel se atasque.
¡Maldecidas arrugas!

Frine y Timandra
Bueno. Danos.
Más oro. ¿Qué no haremos por el oro?

Timón
195
Raíces eche la tisis
De los mortales en los huecos huesos.
Roa sus finas tibias, y estropee
La humana actividad. La voz quebrante
Del letrado, y jamás en pleito injusto
200
Abogue, ni declame sutilezas
Con voz chillona. Pudra al sacerdote
Que contra impulsos de la carne clama
Contra su convicción. Destruya entera
La nariz –en total– hasta los huesos,
205
Del que de su interés la pista sigue,
La del público bien abandonado.
Robe al rufián su cabellera riza,
Y dé tormento al fanfarrón, que ileso
Salió de la batalla. Hiera a todos,
210
A fin de que vivaz obstruya y seque
De la virilidad la fuente misma.
Tomad más oro. Maldecid vosotras
A los mortales. A vosotras esto.

Frine y Timandra
Generoso Timón, danos más oro,
215
Y sigue predicando.

Timón
Mis rameras
Debéis ser y más daño hacer primero.
Ya os di señal.

Alcibíades
Redoblen los tambores.
A Atenas, pues. Adiós, Timón; si gano,
A verte volveré.

Timón
Como se cumplan
220
Mis deseos, jamás.

Alcibíades
Daño ninguno
Te hice en mi vida yo.

Timón
Hablaste bien de mí.

Alcibíades
¿Daño a eso llamas?

Timón
La humanidad así lo estima. Vete,
Y llévate contigo a tus perrillas.

Alcibíades
225
Sólo le estamos estorbando. Toquen.

(Redoblan los tambores. Vanse Alcibíades, Frine y Timandra.)

Timón
Naturaleza, tú, tan harta estando
De la humana crueldad, ¿aún tiene hambre?
Madre común, en cuya inmensa entraña,
En cuyo enorme seno nos procreas,
230
Y a todos nos mantienes, tú, que inflaste
Con la misma sustancia a tu hijo altivo,
El hombre, que engendraste negro sapo,
Áspid azul, dorada salamandra,
Ciega serpiente venenosa, y todos
235
Esos odiados seres que se crían
Bajo la inmensa bóveda del cielo
Y Febo alumbra con su viva llama,
Concede al que odian tus humanos hijos
Triste raíz de tu abundante seno.
240
Tus fecundas entrañas maternales
Esteriliza, y al mortal ingrato
A concebir no vuelvas. Fieras, tigres
Propaga, y lobos y osos y dragones.
Engendra nuevos monstruos nunca vistos
245
Por la eterna mansión en tu planicie.
¡Una raíz! –¡Oh! gracias infinitas.–
Seca tus arboledas, tus viñedos,
Tus sembradíos, donde el hombre ingrato
Dulces licores, sazonados frutos
250
Cosechando, su mente clara enturbia
Sin que le queden de razón vestigios.
Entra Apemanto.
¡Más hombres! ¡Mala peste! ¡Mala peste!

Apemanto
Me han dirigido aquí. Según me dicen,
Me imitas, mis doctrinas aceptando.

Timón
255
Pues será porque tú ni tienes perro
A quien pueda imitar. ¡No reventaras!

Timón
Esto es en ti carácter enfermizo,
Pobre, poco viril melancolía,
Promovida por cambios de fortuna.
260
¿A qué esa azada, semejante sitio,
Tu vestido de esclavo y triste aspecto?
Aun tus aduladores gastan seda,
Vino beben y en blandos lechos yacen.
A sus podridas perfumadas ciñen
265
En amoroso abrazo; y olvidados
Están de que Timón haya existido.
No afrentes a estos bosques, asumiendo
La acrimonia de un censor. Adula.
Con lo que ha sido tu desgracia medra.
270
Charnelas pon a tus rodillas. Cuida
De que arrebate tu sombrero un soplo
Del que adular deseas; sus impulsos
Más indignos aplaude y ennoblece.
Eso hicieron contigo. Tus oídos,
275
Taberneros que dan la bienvenida
A advenedizos y rufianes fueron.
Es muy justo que tú bribón te vuelvas.
Si rico fueras otra vez, tus bienes
De bribones serían. No me imites.

Timón
280
Si fuera como tú, me mataría.

Apemanto
Siendo lo que tú eres, te mataste.
¡Largo tiempo insensato y ahora imbécil!
¿Acaso piensas tú que el cierzo frio,
Tu feroz mayordomo, a calentarte
285
La ropa va? ¿Que estos musgosos troncos,
Cual águilas vetustos, si lo indicas,
Dóciles pajes te abrirán camino?
¿Que el frio manantial que traba el hielo,
Calentará tu matinal brebaje
290
Que ha de aliviarte de nocturna hartura?
Llama a los seres que desnudos sufren
La destructora furia de los cielos;
Que sin vestir, sin cobijar, la lucha
Soportan de elementos encontrados,
295
A leyes naturales sometidos.
Di que te adulen; ya verás...

Timón
¡Oh necio!
Vete de aquí.

Apemanto
Te quiero más ahora
Que antes te quise.

Timón
Te odio más que nunca.

Apemanto
¿Por qué, di?

Timón
Porque adulas la desgracia.

Apemanto
300
No te adulo. Te llamo miserable.

Timón
¿Para qué vienes, di?

Apemanto
Para ofenderte.

Timón
Ocupación de un vil o de un menguado.
¿Eso te agrada?

Apemanto
Sí.

Timón
¡También infame!

Apemanto
Pase si vida tan amarga y dura
305
En expiación llevaras de tu orgullo.
Pero la llevas sin querer. Mendigo
No fueras, y serías cortesano.
Vale más la pobreza voluntaria:
Más vida tiene la incierta pompa.
310
Esta apetece siempre sin saciarse:
Vive aquélla feliz. Sin alegría,
La mejor posición es desventura
Peor que la peor donde hay contento.
Tan miserable, ansiar morir debías.

Timón
315
No al dictado de un ser tan miserable.
Vil esclavo eres tú. Nunca la suerte
Entre sus tiernos brazos, cariñosa,
Te abrazó. Como perro te criaste.
Si al dejar, como yo, las envolturas
320
Pisado hubieras la florida senda
Con que convida el deleznable mundo
A quienes pueden disfrutar sus dones,
Tu juventud hubieras consumido
En lechos infinitos de impureza.
325
Tú las heladas leyes del respeto
No aprendieras jamás, mientras absorto
En ese dulce jugo te engolfabas.
En cambio yo, mimado por el mundo;
Que lenguas, bocas, ojos, corazones
330
A mis órdenes tuve, de tal modo
Que ni acertaba ocupación a darles;
Que a miles gentes tuve a mi apegadas,
Como lo están sus hojas a la encina,
Y a la primera ráfaga de invierno
335
Las ve caer, quedando sin amparo,
Y desnudo a merced de la borrasca;
Que soporte esto yo, que nunca he visto,
Sino cosa mejor, es grave carga.
A ti, que padeciendo comenzaste,
340
Te ha endurecido el tiempo. ¿Qué motivos
Para odiar a los hombres son los tuyos?
No te adularon nunca. ¿Qué les diste?
Si quieres maldecir, tus maldiciones
Caigan sobre tu padre, pobre trasto,
345
Que aburrido, se unió con vil mendiga,
Y te engendró, pillastre, por herencia.
Anda. Vete. Serías, si no hubieses
Nacido el más perverso de los hombres,
Tuno y adulador.

Apemanto
¿Aun orgulloso?

Timón
350
De no ser tú.

Apemanto
Yo de que nunca he sido
Pródigo.

Timón
Yo de serlo todavía.
Si toda mi fortuna en ti yaciera,
Permiso te daría para ahorcarte.
Vete ya. Si de Atenas estuviese
(Royendo raíces.)
355
Toda la vida aquí, del mismo modo
La devorara.

Apemanto
(Ofreciéndole algo de comer)
Toma. Tu banquete.
Mejoraré.

Timón
Mejora tú primero,
Largándote de aquí, mi compañía.

Apemanto
La mía si tú faltas se mejora.

Timón
360
Así no la mejoras, la remiendas;
Y lamentara yo que así no fuese.

Apemanto
¿Para Atenas qué mandas?

Timón
A ti en un torbellino. Si te place,
Que oro tengo dirás. ¿Lo ves? Es cierto.

Apemanto
365
De nada sirve el oro aquí.

Timón
De mucho,
Pues duerme, y para el mal nadie lo alquila.

Ápemanto
Timón, ¿de noche dónde duermes?

Timón
Bajo
Lo que está sobre mí. Dime, Apemanto,
¿Dónde comes ahora?

Apemanto
370
Donde mi estómago halla viandas, o más bien, donde las como.

Timón
Ojalá fuera obediente un tósigo y conociera mis intenciones.

Apemanto
¿Adónde lo enviaras?

Timón
A sazonar tu plato.

Apemanto
Jamás conociste el término medio de la humanidad, sino únicamente sus dos extremos. Cuando el oro y los perfumes te rodeaban, burlábanse de ti por tu delicadeza excesiva. Desarrapado, ni la conoces, y por eso te desprecian. Toma un níspero. Cómetelo.

Timón
375
No me alimento de lo que no me agrada.

Apemanto
¿No te agradan nísperos?

Timón
Valen lo que tú.

Apemanto
Si nísperos te hubieran desagradado antes de ahora, te estimarían más hoy. ¿Has conocido manirroto estimado después de la pérdida de su fortuna?

Timón
¿A quién sin esa fortuna de que hablas has conocido estimado?

Apemanto
380
A mí.

Timón
Te entiendo. Perro lograste tener.

Apemanto
¿Qué, según tú, se aproxima más en este mundo al adulador?

Timón
La mujer; pero el hombre, el hombre es la cosa misma. ¿Qué harías tú del mundo, Apemanto, si tuyo fuera?

Apemanto
Entregarlo a las bestias para acabar con los hombres.

Timón
385
¿Querrías sucumbir en la destrucción de los hombres, y ser bestia entre las bestias?

Apemanto
Sí, Timón.

Timón
Bestial ambición, que los dioses te concedan realizar. Si fueras león, te engañara la zorra. Si fueras cordero, la zorra te devorara. Si fueras zorra, sospecharía de ti el león, si acaso te acusara el asno. Si asno fueras, tu estupidez te atormentara, y vivirías para que te almorzara el lobo. Si fueras lobo, te pesaría tu voracidad y aventurarías tu vida en busca de tu cena. Si fueras unicornio, te confundirían tu orgullo y tu coraje, y serías víctima de tu propio furor. Fueras oso, y el caballo te mataría. Fueras caballo, y el leopardo te atraparía. Fueras leopardo, y serías pariente del león, y las indicaciones de tu parentesco serían árbitros de tu vida. Tu única seguridad sería la huida; tu defensa, ausentarte. Qué bestia podrías ser tú que no estuviese a merced de otra bestia; y qué bestia eres en este momento, que no ves cuánto perderías con semejante transformación.

Apemanto
Si fueras capaz de complacerme discurriendo ahora podías haberlo conseguido. Convertida está en bosque de fieras la república de Atenas.

Timón
¿Cómo ha podido el burro, pues está aquí, salvar los muros de la ciudad?

Apemanto
390
Ahí vienen un poeta y un pintor. La plaga de su compañia caiga sobre ti. Temo contagiarme y me voy. Cuando no sepa qué otra cosa hacer, vendré a verte.

Timón
Cuando fueres el único viviente, serás bien venido. Mejor quisiera ser perro de mendigo que Apemanto.

Apemanto
Eres tú de los tontos de remate.

Timón
Fueras menos inmundo, y te escupiera.

Apemanto
¡Mala peste! De echarte maldiciones,
395
Tú la pena no vales.

Timón
Los malvados,
Justos son junto a ti.

Apemanto
Son tus palabras
Tu lepra misma.

Timón
Cuando a ti te nombro.
Por no manchar mis manos no te pego.

Apemanto
Ojalá que mi lengua las pudriese.

Timón
400
Atrás, engendro vil de can sarnoso:
La cólera me mata al verte vivo;
Nauseas me da tu aspecto.

Apemanto
Así revientes.

Timón
Atrás, cansado pillo. Lo que siento
Es perder esta piedra por tu causa.

(Tirándole una piedra.)

Apemanto
405
¡Animal!

Timón
¡Siervo!

Apemanto
¡Sapo!

Timón
¡Pillo, pillo!
(Apemanto se retira al fondo de la escena en ademán de irse.)
Harto me encuentro de este falso mundo;
Lo más preciso de él quiero tan sólo.
Prepara, pues, Timón tu sepultura,
Y descansa por fin donde tu losa
410
La leve espuma de la mar combata.
Escríbete tú mismo tu epitafio,
A fin de comprobar que en ti la muerte
Logra reírse de la vida ajena.
¡Oh dulce regicida! Tú, que al hijo
(Mirando al oro.)
415
De su padre divorcias; tú, brillante
Profanador del tálamo más puro;
Marte valiente, seductor pulido,
Siempre joven, lozano y adorable;
Cuyo sonrojo fúlgido derrite
420
La sacra nieve que la veste cubre
De la casta Dïana; tú que sueldas,
Visible dios, los imposibles todos,
Y logras que se besen; tú, que hablas
En toda lengua y con acierto siempre,
425
¡Oh tú, del corazón piedra de toque!
Juzga a tu esclava humanidad rebelde,
Y, con tu influjo, a destructora lucha
Incítala, de modo que en el mundo
Las fieras lleguen a ejercer su imperio.

Apemanto
430
(Adelantándose.)
Ojalá fuera así; pero tan sólo
Después de muerto yo. Diré que tienes
Oro, y serás de gentes acosado.

Timón
¿Acosado?

Apemanto
Sí tal.

Timón
Dame la espalda.

Apemanto
Vive y adora tu desdicha.

Timón
Vive
435
Largo tiempo cual eres, y así mueras.
(Vase Apemanto.)
¡Me encuentro libre! ¡Más humanas formas!
Aborrécelas tú, Timón, y come.

(Entran Bandidos.)

Bandido 1.º
¿Dónde guardará su oro? Serán pobres sobras, miserables remanentes de su fortuna. La falta de dinero y la deserción de sus amigos lo indujeron a la melancolía.

Bandido 2.º
Se dice que posee un gran tesoro.

Bandido 3.º
440
Vamos a probarlo. Si no lo aprecia, nos contentará fácilmente. Pero si lo guarda con usura, ¿cómo lo obtendremos?

Bandido 2.º
Es verdad, porque no lo lleva encima. Lo tiene escondido.

Bandido 1.º
¿No es él?

Bandidos [2.º y 3.º]N
X
Nota del editor

Resulta extraña la didascalia «Bandidos» ya que implica la intervención del Bandido 1.º que acaba de hablar. Corrijo siguiendo la edición crítica del texto inglés de Dawson y Minton. Otros editores enmiendan a «Other banditti».

¿Dónde?

Bandido 2.º
Es cual lo describen.

Bandido 3.º
445
Él es. Yo lo conozco.

Bandidos
Salud, Timón.

Timón
¡Hola, ladrones!

Bandidos
Soldados, no ladrones.

Timón
Ambas cosas,
Y de mujeres hijos.

Bandidos
Solamente
450
Harto necesitados, no ladrones.

Timón
Vuestra mayor necesidad consiste
En que tenéis necesidades hartas.
¿Tenéis necesidad de carne, acaso?
Raíces, contemplad, tiene la tierra.
455
Cien fuentes hay en torno de este sitio,
Bellotas os ofrecen las encinas,
Y los escaramujos rojas bayas.
Esa hospedera liberal, la madre
Naturaleza, en cada planta ofrece
460
Opíparo banquete a vuestra vista.
¡Necesidad! ¡Necesidad!

Bandido 1.º
Con hierbas
Y con bayas y agua no podemos
Vivir, como la fiera, el pez y el ave.

Timón
Ni con aves, con peces y con fieras.
465
Hombres queréis comer. Pero mil gracias.
Sois ladrones profesos, y no os cubren,
Al trabajar, disfraces más piadosos.
Sin límites el robo se practica
En las más restringidas profesiones.
470
Oro tenéis aquí, ladrones tunos;
Idos, pues. Su sutil sangre a la una
Chupad, e intensa fiebre a vuestra sangre
Haga espumar y hervir; que así la horca
Evitaréis. Antídoto ninguno
475
De médico tomad: os da ponzoña,
Y mata tanto cual robáis vosotros.
Haced el mal, cual profesáis hacerlo,
Como trabajadores. Presentaros
De latrocinio ejemplos me propongo.
480
El sol es un ladrón, que al mar inmenso
Con su atracción extraordinaria roba.
Es la luna ladrona empedernida
Que arrebata del sol la tibia lumbre.
Es un ladrón el mar, pues a la luna
485
Con sus líquidas ondas llanto arranca.
Es ladrona la tierra, que se nutre
Y que procrea con robadas heces
De universal estiércol. Todo roba:
Las leyes, que os azotan y os refrenan
490
Con áspero poder, roban sin tasa.
Unos a otros no os améis. Marchaos,
Robaos mutuamente. Ved más oro.
Degollad. No hallaréis más que ladrones.
A Atenas idos. Saqueas las tiendas.
495
Todo cuanto robéis ladrones pierden;
No porque os doy, robéis vosotros menos.
Y que os confunda el oro siempre, amén.

Timón entra en su cueva.

Bandido 3.º
Casi me ha hecho renegar de mi profesión al animarme a seguirla.

Bandido 1.º
Por odio a la humanidad así nos aconseja, y no para que prosperemos en nuestro oficio.

Bandido 2.º
500
Lo juzgaré enemigo y abandonaré mi profesión.

Bandido 1.º
Esperemos primero a que haya paz en Atenas. No hay tiempo, por malo que sea, que no fuese apropósito para ser honrado.

(Vanse los bandidos.)
Entra Flavio.

Flavio
¿Es mi señor, ¡oh dioses!
Aquel ser tan abyecto y miserable?
¿En tan grande rüina y abandono?
505
¡Oh recuerdo asombroso de servicios
Hechos en mala hora!
¡Qué cambios no produjo tu pobreza!
¿Qué otra cosa más vil en este mundo
Habrá que los amigos? ¿Qué otra cosa
510
Así postrara a un alma generosa?
Ya la máxima aquella no disuena,
Que amar al enemigo nos ordena,
Que es preferible amar a quien nos daña,
Que al que amigo se finge y nos engaña.
515
Me ha visto. Mi dolor le haré presente,
Que como a mi señor servirle quiero,
Con la vida.
(Timón sale de su cueva.)
Señor querido.

Timón
Aparta.
¿Quién eres tú?

Flavio
Señor, ¿me has olvidado?

Timón
¿Por qué preguntas eso? De los hombres
520
Todos ya me olvidé; y así, si admites
Que eres hombre, olvidado ya te tengo.

Flavio
Soy tu honrado sirviente.

Timón
No te conozco entonces.
Hombre honrado no tuve en torno mío.
525
Todos eran bribones, y servían
Para dar de comer a miserables.

Flavio
Testigos son los dioses
De que jamás sirviente humilde ha habido
Que más veraces lágrimas vertiera
530
Que yo, por las desdichas de su amo.

Timón
¡Qué! ¿lloras? Aproxímate. Te quiero
Porque mujer te juzgo, que rechaza
A esos guijarros hombres, cuyos ojos
Sólo la risa o la injuria anublan.
535
Dormida está la compasión. Ahora
De risa y no de lástima se llora.

Flavio
Ruego que me conozcas, amo mío;
Que en mis lágrimas creas, y que siga,
Mientras dure este poco de dinero,
540
Siendo, cual antes, yo tu mayordomo.

Timón
¿Tuve yo mayordomo
Tan bueno, tan leal, tan noble ahora?
Se amansa casi mi feroz carácter.
Tu rostro quiero ver. ¡Nació, no hay duda,
545
De mujer este hombre!
¡Oh dioses siempre justos! perdonadme
Mi anatema absoluto y sin reservas.
Proclamaré que un hombre honrado existe.
Pero, entendedme bien, tan solo uno.
550
Uno. ¿Entendéis? ¡Y mayordomo es este!
¡Ansiaba odiar la humanidad entera!
Y tú te redimiste; pero a todos,
Excepto a ti, maldigo.
Acaso más honrado que discreto
555
Serás, pues si me hubieras acosado
Y hecho traición, más pronto hallado hubieras
Otro señor a quien servir; pues muchos
De ese modo segundos amos logran,
De su primer señor pisando el cuello.
560
Mas dime, francamente (pues forzosa
Me es la duda, a pesar de la evidencia):
¿No es tu bondad hipócrita avaricia,
O usurera bondad, cual la del rico,
Que reparte sus dones cuando espera
565
En cambio recibir veinte por uno?

Flavio
No, mi noble señor, en cuyo pecho
La duda y la sospecha, por desgracia,
Tarde echaron raíz. De los engaños
Del mundo, al festejarlo, deberías
570
Haberte precavido. Las sospechas
Llegan después de ya perdido todo.
Lo que hago yo, responde meramente,
¡El cielo bien lo sabe! a mi cariño,
A tu alma tan sin par, a tierno afecto,
575
A afán de mantenerte y de servirte.
Créeme, noble amo,
Cuanto pudiera en beneficio mío
Obtener de presente o de futuro,
Por un solo deseo lo trocara:
580
Porque poder tuvieras y fortuna
Para pagarme, haciéndote tú rico.

Timón
Pues escucha, así es. Tú, solo ejemplo
De hombre honrado, ten, toma este tesoro.
Los dioses, para ti, de mi miseria
585
Lo sacan. Vete. Sé feliz y rico,
Pero con esta condición: habita
Donde no vivan hombres; odia a todos:
Maldícelos a todos. A ninguno
Ofrezcas caridad. Que se le escape
590
La carne de los huesos al hambriento,
Antes que des limosna a ese mendigo.
A perros da lo que a los hombres niegues.
Tráguenselos las cárceles. Sus deudas
Los ajen y a la nada los reduzcan.
595
Bosques sin una hoja ni una rama,
La miseria su falsa sangre lama.
Conque, adiós, y prospera.

Flavio
Que me quede
Y que te cuide déjame, amo mío.

Timón
Si odias mis maldiciones, no lo hagas.
600
Huye, libre aun estás. Bendito seas;
¡Que no te vuelva a ver ni a nadie veas!

Vase Flavio. –Timón vuelve a su cueva.

ACTO QUINTO

ESCENA PRIMERA

El bosque ante la cueva de Timón.
Entran el Pintor y el Poeta. –Timón observándolos desde su cueva.

Pintor
Según las notas que he tomado, no debe estar lejos de aquí el sitio donde vive.

Poeta
¿Qué hay que creer acerca de él? ¿Será cierto el rumor que corre de que posee tanto dinero?

Pintor
Cierto. Alcibíades lo ha dicho. Frine y Timandra tenían oro suyo. También dio gran cantidad a unos infelices soldados merodeadores, y se dice que ha regalado importantísima suma a su mayordomo.

Poeta
Según eso, su catástrofe fue meramente poner a prueba a sus amigos.

Pintor
5
Ni más ni menos. Pronto lo verás en palmas otra vez en Atenas, y florecer entre los más potentes. Por lo tanto, no vendrá mal el que nos ofrezcamos a él en su fingida desgracia. Esto nos hará aparecer desinteresados, y es probable que obtengamos el fin que nos proponemos, si es exacto el rumor de que es poderoso.

Poeta
¿Qué tienes ahora que ofrecerle?

Pintor
Ahora únicamente mi visita. Pero le prometeré una excelente obra.

Poeta
Lo mismo debo hacer yo. Hablarle de lo que me propongo hacer en su obsequio.

Pintor
¡Magnífico! Prometer es lo que ahora priva. Abre los ojos a la esperanza. Cumplir es acto menos lúcido, y sólo entre gente sencilla y tosca se estila cumplir una oferta. Cumplir es una especia de postrer voluntad, o testamento, que arguye mortal enfermedad del juicio.

Timón, adelantándose algo.

Timón
10
(Aparte.) ¡Excelente artista! pero no lograrás pintar hombre tan perverso como tú.

Poeta
Estoy pensando en qué le diré tenerle preparado. Debe ser algo que lo personifique. Una sátira contra la molicie que la prosperidad fomenta y una exposición de las infinitas adulaciones que acosan a la juventud y a la opulencia.

Timón
(Aparte.) ¿Quieres, pues, aparecer como infame en tu propia obra? ¿Azotar tus propias faltas en los demás? Hazlo. Oro tengo para ti.

Poeta
Pues vamos en su busca.
Peca de necio el que favor aguarde,
15
Y para recibirlo llega tarde.

Pintor
Verdad.
Pues hay luz, a evitar la noche obscura.
Tratemos de buscarlo mientras dura.

Timón
(Aparte)
Al encuentro os saldré. ¡Dios eres, oro,
20
A quien se rinde adoración en templo
Peor que una zahurda!
La nave arbolas que las ondas corta,
Respeto y distinción al vil confieres.
¡Adorémoste, pues! ¡Peste que abata
25
Galardone al devoto que te acata!
Les hablaré.

(Adelantándose.)

Poeta
Salud, digno Timón.

Pintor
Antiguo y noble
Amo nuestro.

Timón
¿A lo menos, en mi vida
A dos hombresN
X
Nota del editor

En la edición de 1892, «hombre».

de bien no he contemplado?

Poeta
30
Señor.
Habiendo recibido muchas veces
Tus liberales dádivas; sabiendo
Que vives solitario, y que te habían
Abandonado tus amigos todos. –
35
¡Oh seres detestables! –Ni del cielo
Los látigos serán bastante largos.
¡Cómo! ¿A ti,
Cuya nobleza sideral la vida
De su íntimo ser era y la esencia...
40
Atónito me quedo, y no me es dado
La enormidad de ingratitud tan grande
Con palabras vestir...

Timón
¡Que vaya en cueros y mejor me vea!
Tú, tan honrado, siendo lo que eres,
45
Haz que se pueda ver y se conozca.

Pintor
Él y yo conseguimos, trabajando,
De tus favores bienhechor rocío.

Timón
Si tal. Honrados sois.

Pintor
Para ofrecerte
Nuestros servicios hoy nos presentamos.

Timón
50
Honradísimos sois. ¿De qué manera
Recompensaros puedo? ¿Por ventura
Podéis comer raíces? ¿Agua fría
Bebéis vosotros? ¿No?

Ambos
Para servirte,
Haremos todo aquello que podamos.

Timón
55
Honrados sois. Sabéis que tengo oro:
De fijo. La verdad, sois gente honrada.

Pintor
Eso dicen, señor; mas no por eso
Mi amigo y yo venimos.

Timón
¡Qué buenos y qué honrados! Retratista
60
Mejor que tú no se hallará en Atenas.
El mejor eres tú seguramente:
Aquel que da más vida a sus retratos.

Pintor
Tal cual, señor.

Timón
Sí, sí. Yo te lo digo.–
¿Y qué te diré yo de tus ficciones?
65
Tus versos fluyen con tan fino ingenio,
Con tanta suavidad, que permaneces
Natural, a pesar de tanto arte.
Mas, sin embargo, debo, amigos míos
Honradísimos, debo confesaros
70
Que tenéis un levísimo defecto.
¡Pardiez! No es grave falta entre vosotros,
Y corregirla no aun la pena vale.

Ambos
Te rogamos, señor, que nos la digas.

Timón
Vais a llevarlo a mal.

Ambos
Agradecidos
75
Quedaremos.

Timón
¿De veras?

Ambos
No lo dudes.

Timón
Pues cada uno de vosotros fía
En un bribón que sin piedad lo engaña.

Ambos
¿Cómo, señor?

Timón
Si tal. Oís que miente,
Que disimula. Os consta cuán enormes
80
Patrañas cuenta, pero amigo es vuestro,
Y en vuestro plato come, siendo siempre
Un bribón redomado.

Pintor
No lo conozco yo.

Poeta
Ni yo tampoco.

Timón
Oíd. Os quiero bien. Dareos dinero;
85
Mas de esos viles que tratáis libradme.
Dadles de puñaladas, o colgadlos,
O sumergidlos en cualquier letrina;
Aniquiladlos de cualquier manera;
Y luego que lo hagáis, venid a verme.
90
Oro os daré a montones.

Ambos
Señor, sus nombres. Quiénes son sepamos.

Timón
Tú por allí. Tú por aquí. Dos juntos
Aun estáis, que, aunque aparte estáis y solos,
Un archimiserable os acompaña.
(Al pintor.)
95
Si no deseas que haya dos infames
Donde estés, huye.
(Al poeta.)
Si vivir no quieres
Sino donde un infame solo viva,
Abandónalo. Atrás. Escabullíos.
Oro tomad. Venís por oro, esclavos.
(Al pintor.)
100
Para mí trabajaste. Toma el precio.
¡Fuera!
(Al poeta.)
Pues eres alquimista, toma.
Con esto puedes hacer oro. ¡Largo,
Miserable canalla!

(Les hace huir golpeándoles y se retira a su cueva.)
Entran Flavio y dos Senadores.

Flavio
De apelar a Timón tratáis en vano:
105
Ensimismado está de tal manera,
Que, excepto él mismo, toda forma humana
Le es odiosa.

Senador 1.º
Condúcenos, te ruego,
A su cueva. En Atenas prometimos
Conversar con Timón.

[Senador 2.º]
Constantemente,
110
El hombre no es el mismo. Circunstancias,
Desdichas, lo indujeron a este estado;
Mas otras circunstancias, al brindarle
Con suave mano lo que ayer tenía,
En el hombre de ayer quizá lo tornen.
115
A verlo, pues, condúcenos, y ocurra
Lo que ocurriere.

Flavio
Ved. Su cueva es esta.
¡Haya contento y paz en este sitio!
¡Noble Timón! Timón, sal fuera y habla.
Amigos son. Por medio de dos nobles
120
Senadores, Atenas te saluda.
Escúchalos, Timón.

Timón sale de su cueva.

Timón
¡Quema, sol bienhechor! ¡Hablad, malditos!
Cada palabra de verdad, ampolla
Enunciada os levante; cada falsa,
125
La lengua de raíz os cauterice,
Y al par que hablando vaya se consuma.

Senador 1.º
Digno Timón.

Timón
Sí. Digno de vosotros,
Como vosotros de Timón.

Senador 1.º
De Atenas
Los Senadores te saludan.

Timón
130
Gracias. La peste, en cambio, les mandara,
Si atraparla pudiese para ellos.

Senador 1.º
¡Oh! Debes olvidar lo que nosotros
Lamentamos. Que tornes te suplican
A Atenas, a una voz, los Senadores,
135
Y piensan, cariñosos, ofrecerte
Vacantes distinciones especiales,
Que confían aceptes y disfrutes.

Senador 2.º
Grosera ingratitud a tu persona
Confiesan; y el Estado, que tan sólo
140
Se retracta en muy raras ocasiones,
La ayuda de Timón echa de menos.
Admite que faltó cuando no quiso
Auxiliar a Timón, y nos envía
Para expresar su pena y ofrecerte
145
Recompensas, que puedan con su peso
Equilibrar su error. Si: con tal suma
De cariño y riqueza, que la falta
Que pudo cometer borrada quede,
Y en ti aparezca su amistad escrita,
150
Para que siempre en ti leerse pueda.

Timón
Me hechizáis. Casi, casi me saltan
De sorpresa las lágrimas. Prestadme,
Oh dignos Senadores, de un imbécil
El corazón, de una mujer los ojos,
155
Y veréis cómo lloro de alegría.

Senador 1.º
Así, pues, te suplico que retornes,
Y que de nuestra Atenas –nuestra y tuya–
Asumas el gobierno. Aclamado
Serás con gratitud, y poderío
160
Absoluto tendrás, tu excelso nombre
Haciéndose famoso en el momento
Que rechacemos el terrible ataque
De Alcibíades, que arranca de raíces,
Cual jabalí feroz, de nuestra patria
165
El sosiego.

Senador 2.º
Blandiendo, amenazante,
Su espada ante los muros atenienses.

Senador 1.º
Por lo tanto, Timón...

Timón
Pues bien; acepto.
Acepto, por lo tanto, de este modo:
Si a paisanos Alcibíades mata,
170
De parte de Timón sepa Alcibíades
Que eso a Timón le tiene sin cuidado.
Mas si a Atenas saquea, y de las barbas
Arrastra a nuestros nobles venerables,
Si a nuestras santas vírgenes entrega
175
A los ultrajes de una guerra inicua,
Salvaje y loca, sepa en ese caso,
Y decid que Timón es el que habla,
Que de nuestros ancianos condolido
Y de nuestras doncellas, me es forzoso
180
Decirle que a mi nada se me importa,
Y que puede tomarlo como guste.
Tocante a sus cuchillos, despreciadlos
Mientras tengáis gargantas para el caso.
En cuanto a mí, no existe navajilla
185
En el rebelde campo que no aprecie
Más que el gaznate más gentil de Atenas.
Con esto, en manos de propicios dioses
Os dejo, cual ladrones, protegidos.

Flavio
Idos, pues. Cuanto hiciereis es inútil.

Timón
190
Escribiendo me hallaba mi epitafio.
Mañana lo veréis. A mejorarse
Mi enfermedad de cuerpo y de alma empieza,
Y he de alcanzar el todo con la nada.
Idos. Vivid, y sea vuestro azote
195
Alcibíades. Vosotros sed el suyo,
Y mucho dure.

Senador 1.º
Inútil es hablarle.

Timón
Pero, no obstante, amor tengo a mi patria,
No soy de los que gozan, cual se dice,
En la común rüina.

Senador 1.º
Bien hablado.

Timón
200
A mis compatriotas recordadme.

Senador 1.º
Dignas son de los labios que atraviesan,
Esas frases.

Senador 2.º
Penetran, como en triunfo,
Por los oídos nuestros.

Timón
Recordadme;
Y decidles que, ansiando libertarlos
205
De penas, de enemigas acechanzas,
De dolores, de angustias amorosas,
De pérdidas, de azares que persiguen
De la naturaleza al frágil buque
En su viaje incierto, me decido
210
A hacerles un favor, diciendo cómo
Evitarán la furia de Alcibíades.

Senador 1.º
Esto me agrada. Tornará, sin duda.

Timón
Un árbol tengo, que en mi cerca crece,
Que abatir me precisa; y que muy pronto
215
He de cortar. Decid a mis amigos
En Atenas, decid a todo el mundo,
Desde el noble al plebeyo, que el que quiera
Dejar de padecer, que se apresure
Aquí a venir, antes que sienta el árbol
220
El golpe de mi hacha, y que se ahorque.
Ruego que transmitáis este mensaje.

Flavio
Más no le molestéis. En él no hay cambio.

Timón
No me volváis a ver. Decid a Atenas
Que al borde mismo de la mar salobre
225
Timón edificó su eterna casa,
Que cada día con altiva espuma
Cubrirá la resaca turbulenta.
Id allí. Que mi losa funeraria
VuestroN
X
Nota del editor

En la edición de 1892, «Vuestra».

oráculo sea. –Labios míos,
230
Cesad de pronunciar amargas frases,
Y no habléis más. El mal que nos abruma
Un contagio pestífero consuma.
El hombre ha de labrar sólo su fosa:
Su salario, al morir, queda pagado.
235
Oculta, sol, tu lumbre esplendorosa,
Timón pone aquí fin a su reinado.

(Se retira a su cueva.)

Senador 1.º
Inquebrantable es su rencor, y unido
Se halla a un carácter firme.

Senador 2.º
Nuestra esperanza en él aquí termina.
240
Retornemos a ver de qué otro modo
Podemos conjurar este peligro.

Senador 1.º
Urge mucho que aprisa caminemos.

ESCENA II

Ante los muros de Atenas.
Entran dos Senadores y un Mensajero.

Senador 1.º
Duélenos lo que dices. –¿Tan repletas
Sus filas encontraste, como afirmas?

Mensajero
Me quedé corto. Y, además, que pronto
Aquí estarán, su diligencia anuncia.

Senador 2.º
5
Si no viene Timón, el riesgo es grande.

Mensajero
A un mensajero vi, que fue mi amigo,
Y, aunque en distintos bandos militamos,
Nuestra antigua amistad, con fuerza extraña,
Cual camaradas conversar nos hizo.
10
Cabalgaba este tal hacia la cueva
De Timón, de la parte de Alcibíades
Con suplicante carta reclamando
Su concurso en la guerra promovida
Contra nuestra ciudad, en parte al menos,
15
Por su causa.

Senador 1.º
Aquí están nuestros colegas.

Entran los Senadores encargados de hablar a Timón.

Senador 3.º
No hay que hablar de Timón. Nada se logra.
Del enemigo ya el tambor se escucha;
Y, en su terrible marcha, ya de polvo
Llenando el aire va. –Vámonos dentro
20
A prepararnos. Temo ¡por mi vida!
Que el lazo es suyo y nuestra la caída.

(Vanse.)

ESCENA III

El bosque. La cueva de Timón y un tosco túmulo.
Entra un Soldado buscando a Timón.

Soldado
Según la descripción, el sitio es este.–
¿Quién es? Hablad. ¿No respondéis? ¿Qué es esto?
¡Muerto Timón, que terminó sus días!
Hazaña de una fiera, pues no vive
5
Hombre ninguno aquí. –Muerto, sin duda;
Y su sepulcro es este.
Lo que escrito se ve sobre la losa
No me es dado leer; pero estas letras
En cera he de imprimir.
10
El capitán descifra caracteres
De todas clases; y, aunque joven, sabe
interpretarlos cual si fuese anciano.
Ahora ante Atenas, de seguro, llega.
Su ambición colmará si se le entrega.

(Vase.)

ESCENA IV

Ante los muros de Atenas.
Clarines. Entran Alcibíades y su ejército.

Alcibíades
A ese pueblo cobarde y disoluto
Anunciad mi llegada pavorosa.
(Toque de parlamento)
(Entran Senadores sobre los muros.)
Seguisteis hasta hoy gastando el tiempo
En la licencia, siendo vuestro antojo
5
De la justicia el límite. Hasta ahora
Yo, y todos los que estábamos dormidos
A esa sombra, vagando, con los brazos
Cruzados, estuvimos, dando al aire
Nuestras quejas. Ya el tiempo está maduro,
10
Y la doblada médula de aquellos
Que padecieron ya se envigoriza,
Gritando «basta.» –La injusticia ahora
Sin aliento, sentada y palpitante,
Se encuentra en vuestros cómodos sillones,
15
Y estallará, corriendo presurosa,
Llena de miedo, la insolencia inflada.

Senador 1.º
Noble joven, cuando eran meramente
Caprichos las primeras quejas tuyas;
Antes de ser poder, o que nosotros
20
De temerte tuviéramos motivo,
Te buscamos, y bálsamo a tu enojo
Tratamos de aplicar, nuestras ofensas
Borrando con mayor suma de afecto.

Senador 2.º
Y también a Timón, hoy ya tan otro,
25
Con nuestro pueblo conciliar quisimos
Con humildes mensajes y promesas.
Injustos para ti no fuimos todos,
Ni todos merecemos que nos mida
Con un rasero idéntico la guerra.

Senador 1.º
30
Estos muros no fueron construidos
Por las manos que ofensas te infirieron.
Ni son tan grandes, que soberbias torres,
Monumentos y escuelas su rüina
Merezcan por querellas personales.

Senador 2.º
35
Ni quienes tu destierro decretaron
Viven ya. Profundísima vergüenza
Por su falta de tacto heló sus pechos.
Entra en nuestra ciudad, noble Alcibíades.
Así, pues, con banderas desplegadas.
40
Exige tú que el diezmo el pueblo pague
A la muerte, diezmándolo, si acaso
Ese alimento tu venganza ansía,
Que es a los hombres repugnante. Toma
Ese prescrito décimo de vidas,
45
Y, con arreglo a lo que el dado indique,
Los indicados mueran.

Senador 1.º
Criminales
Todos no son. Ni es justo que se tome
Venganza en los que son de los que fueron.
Las faltas no son fincas que se heredan:
50
Y así, paisano mío, con tus huestes
Entra, mas quede fuera tu coraje.
¡Lástima ten de tu ateniense cuna!
De esos parientes que, al brotar tu ira,
Tendrán que perecer con tus contrarios.
55
Acércate al redil, pastor que escoge
La infecta oveja, sin matarlas todas.

Senador 2.º
Con sonrisas tendrás lo que deseas,
Mejor que con la punta de tu espada.

Senador 1.º
Hiera tu pie nuestras herradas puertas,
60
Y se abrirán, con tal de que emisario
Venga tu tierno corazón, y anuncie
Que entrarás cual amigo.

Senador 2.º
Tira un guante,
U otra prenda cualquiera, protestando
Que tu fuerza emplearás en beneficio
65
De tus demandas, no en perjuicio nuestro,
Y hallarán puesto en la ciudad tus tropas
Hasta que todos tus deseos fueren
Sellados por nosotros.

Alcibíades
Pues mi guante
Ahí va. Bajad. Vuestras inmunes puertas
70
Abrid, pues. De Timón los enemigos,
Conjuntamente con los míos, siendo
Juzgados por vosotros solamente,
Caerán, y nadie más; y disipando
Con mi noble intención vuestros recelos,
75
No dejará el cuartel ni un solo hombre,
Ni al curso se opondrá de la justicia
Nadie de la ciudad en el recinto,
Sin que incurra en las penas más severas
Que imponen vuestras leyes.

Senadores
Bien hablado.

Alcibíades
80
Descended y cumplid vuestra palabra.

(Los Senadores descienden y abren las puertas.)
Entra un Soldado.

Soldado
Mi excelso general, Timón ha muerto.
Sepultado del mar al mismo borde,
La inscripción de su fosa funeraria
Me traigo impresa en deleznable cera,
85
Y mi crasa ignorancia así se suple.

Alcibíades
(Leyendo)
«Yace aquí el cuerpo miserable este,
De un alma miserable despojado.
No averigüéis mi nombre. ¡Mala peste
Confunda a los infames que he dejado!
90
Quien yace aquí soy yo, Timón, que odiado
Cuando vivió del mundo entero era.
Pasad y maldecid a vuestro agrado.
Pasad, ni el paso detengáis siquiera.»
Expresa bien su condición reciente.
95
Aunque el dolor humano aborrecía,
Y desdeñaba efluvios cerebrales,
Y esas lágrimas nuestras que derrama
Naturaleza miserable; ingenio
Grande tuviste haciendo que Neptuno
100
Sobre tu tumba eternamente llore
Faltas que fueron perdonadas. Muerto
Yace Timón. En oportuno instante
Se honrará su memoria. Conducidme
A la ciudad. La oliva con la espada
105
Emplearé, con el fin de que se engendre
Con la guerra la paz, y que reprima
La paz la guerra, y de este modo sea
La una de la otra panacea.
Batan nuestros tambores.

(Vanse.)
FIN DE TIMÓN DE ATENAS.