Jean de Rotrou, La Diane, comédie

La Diana, comedia





Texto utilizado para esta edición digital:
Rotrou, Jean de. La Diana, comedia. Traducido por Ángeles Carcía Calderón y Miguel Ángel García Peinado para la Biblioteca Digital EMOTHE. Valencia: EMOTHE Universitat de València, 2025.
Codificación del texto digital para EMOTHE:
  • Carmen Cerdán, Rodrigo

Nota a esta edición digital

Esta publicación es parte del proyecto I+D+i «EMOTHE: Segunda fase de teatro español y europeo de los siglos XVI y XVII: patrimonio y bases de datos», referencia PID2022-136431NB-C65 (acrónimo EMOTHE), financiado por MICIN/AEI/10.13039/501100011033 y por FEDER, UE.


Comedia de Rotrou Paris: François Targa, 1635. Representada por primera vez en 1630.


Noticia histórica y literaria sobre LA «DIANA»

Rotrou, a la vez que componía malas obras de teatro, ya iba formando su estilo, y cuidaba el diálogo con más arte que ninguno de sus contemporáneos, entre la trivialidad de la farsa y la exageración española, muy de moda en la época. Arrastrado desgraciadamente por el ejemplo de sus predecesores y por el gusto de su siglo, no contribuyó hasta mucho más tarde a reformar la acción dramática, que entonces era tanto más admirada cuanto más complicada e incluso confusa. La DIANA es casi ininteligible cuando se lee: este defecto era sin duda menos chocante cuando se representaba, donde cada personaje es fácilmente reconocido y distinguido por el espectador entre el gran número de actores principales que concurrencontribuyen esencialmente a la acción de La Diana. Si tenemos que creer a su autor, fue aplaudida por el público, que no encontró en ella, según él, ninguna de esas bellezas descaradas que sólo son agradables en escena, ni ninguna de esas gracias afectadas que hacen que otras lo parezcan. Rotrou se la dedico al conde de Fiesque.

Diana es hermana de Lisandro: su madre, que quiere legar toda su fortuna a su hijo, confía a Diana a un campesino de Boulogne, con el que ella se cría sin conocer su nacimiento. Ella inspira, sin embargo, una gran pasión en Lisimán, pero el infiel la abandona para irse a París, donde no tarda en pedir la mano de Orante. Diana, informada de su plan, lo sigue y entra al servicio de su rival. Silvano, un joven campesino enamorado de Diana, corre tras ella y se convierte en cochero de Lisimán. Diana se gana el cariño de su ama y le hace llegar las cartas que en su día le escribió el pérfido Lisimán. Orante, que está enamorada de un tal Aristo, se alegra de tener un pretexto para romper con Lisimán; y Lisimán, volátil en el cariño, anuncia que va a volcar todos sus anhelos en «Rosinda» (personaje que no aparece en el texto, pero a la que se menciona). Diana, adelantándose a él, y sabiendo que esta hermosa mujer está prometida a Lisandro sin haberlo visto, se disfraza y se presenta bajo ese nombre a «Rosinda». Pero el verdadero Lisandro llega y exige sus derechos; asombrado al ver ocupado su lugar, quiere castigar a la impostora, que no tiene otro recurso contra su venganza que declarar su sexo. Diana se descubre el pecho, y Lisandro la reconoce como su hermana por una marca distintiva que lleva allí. Este reconocimiento conduce súbitamente al desenlace. Lisimán, viendo en Diana una gran fortuna, acepta delicadamente casarse con ella: Lisandro se une a «Rosinda»; Orante consigue a su amado Aristo; y Silvano se contenta con Dorotea, la sirvienta de Diana.

NOTA: Incluida en la edición de la obra de 1820: Œuvres de Jean Rotrou. Tome premier. Paris: Chez Th. Desoer, pp. 265-267. El editor de los cinco volúmenes (reimpresos en Genève, Slatkine Reprints, 1967) fue el poeta Emmanuel Viollet-le-Duc (1781-1857).


Al señor Conde de Fiesque

SEÑOR,

Diana es vuestra por tantas razones que no podéis negarle esta cualidad. Vuestro mandato os convirtió en la causa principal de su nacimiento; sois autor de la parte más hermosa de su reputación, y la habéis apoyado contra todos sus envidiosos, de las menores obligaciones que la habrían convertido en vuestra criatura. Y sin extrema ingratitud no puede declararse de nadie más que de vos, después del juicio que habéis hecho de ella. Sería superfluo describírosla, pero sólo os diré que no es una de esas bellezas desvergonzadas que sólo gustan en los teatros y en las grandes reuniones; no ha practicado esas gracias afectadas que hacen quedar bien a los demás. Y la naturaleza ha hecho tanto por ella que ha despreciado todos los ornamentos del arte; la mayoría de las obras de teatro son como esas mujeres que, aunque no poseen una belleza perfecta, sorprenden sin embargo por un falso resplandor. Y no dejándose considerar por mucho tiempo, adquieren una estimación que pierden, al fin cuando reparamos más de cerca en sus gracias y en sus defectos, tanto nos encanta en la calle como nos disgusta en su despacho, y muchas se desentienden de la Corte, corazones que vuelven a lasa. Así ocurre con muchas comedias cuya impresión les quita el lustre que el Teatro les había dado. Diana no es una de ellas, y me atrevo a esperar que la vista que se tiene de su belleza natural, será despreciar esta falsa apariencia que se deseaba para ella en el escenario; Vos sabéis por qué, y por cuantas mentes fue considerada en el entorno de este gran hombre, a quien con razón adornasteis con tantos elogios y entregasteis vuestra amistad; recordad la aprobación que allí recibió, y ni una sola de estas divinas mentes que quisieron oírla hasta tres veces, emitió un juicio contrario al vuestro, que siempre fue favorable. Tras la satisfacción que he recibido por la obra, poco temo del gusto del pueblo, y siempre que sólo vos hubierais aprobado. Catón es para mí más que el pueblo romano; tal como es, se ofrece a vos, y está tan orgullosa de ser vuestra, que habría ido hasta Roma para pediros ese requisito, si vuestro regreso no le hubiera hecho innecesario viajar, complacedla con una acogida favorable, y permítidle que ella os testimonie demostraros cuan reconocido estoy de ser,

SEÑOR,

Vuestro muy humilde y obediente servidor

ROTROU


Argumento

La portuguesa Meliante tuvo dos hijos, Lisandro y Diana. La ciega inclinación de esta madre la lleva a favorecer más a su hijo que a su hija; hace que Diana se crie en Boulogne en casa de un campesino llamado Damon, y tiempo después difunde el rumor de que había muerto. Para asegurar la fortuna de Lisandro, se la concede a Rosinda, su prima e hija de Orimán desde la edad de seis años; ella muere, y Lisandro, que tenía pasión por conocer países extranjeros, tras cargar algunos barcos con mercancías, se hace a la mar. Diana había mantenido relaciones en Boulogne con un caballero llamado Lisimán, al que había permitido algunas honestas familiaridades, se entera de que en París éste se ha enamorado de Orante, hija de Filemón. Así pues, parte de Boulogne con la intención de perpetuar sus amores por medio de algún artificio, poniéndose al servicio de d'Orante. Silvano, campesino que había estado enamorado de ella la sigue, convirtiéndose en cochero de Lisimán con la intención de verla de vez en cuando. Dorotea, aldeana que ama a Silvino, deja también Boulogne y va a París, donde se encuentra con Diana; mientras hablan juntas, Orante llama a Diana, quien le presenta unas cartas que dice haber recibido de una campesina que acaba de hablar con ella; (ardid que Diana utiliza para que Orante sepa que Lisimán está enamorado en otro lugar), ya que estas son las mismas cartas que Lisimán escribiera otrora a Diana; y algunas de Diana a Lisimán; Orante quería a Aristo, y únicamente el mandato de su padre la obligaba a soportar a Lisimán; para librarse de esta imposición ella enseña al padre las pruebas de la inconstancia de Lisimán. Filemón recrimina a Lisimán, que le hace ver el poco ardor que le inspira Orante; Aristo, irritado por la avaricia de Filemón, las primeras visitas de Lisimán a Orante y los rumores sobre su matrimonio, recrimina a Orante en un tono de desprecio. Lisimán se encuentra con Diana, a la que sólo reconoce como la doncella de Orante, y le pide que le diga a su ama que él ama a Rosinda, a la que es cierto que visita, pero es menos por complacerla que para disgustar a Orante. Diana, conmovida por este discurso, busca un segundo artificio para desviar esta persecución: pide a Dorotea que le busque un traje de hombre, con un diamante que le pone en las manos; se viste, entra en casa de Rosinda, y se hace pasar por Lisandro (había conocido todos los asuntos de esta casa por una campesina de Boulogne, sin que ella la reconociera, y sin que ella se diera a conocer). Llega el verdadero Lisandro, queriendo castigar al bribón del otro, pero ella es inmediatamente reconocida por Damon, y luego como hermana de Lisandro por una marca que lleva en el pecho; así pues, ella se casa con Lisimán, Rosinda con Lisandro, Orante con Aristo y Dorotea con Silvano.


Al Señor ROTROU,

a propósito de su Diana.

De su hermano.


Finalmente, el Amor es el vencedor,

Diana tiene lo que desea,

el destino ya no puede dañarla,

Lisimán le entrega su corazón


«ROTROU el J.»

NOTA: “Rotrou le Jeune”, es decir, Pierre Rotrou, hermano del poeta


Personajes

DIANA, (con el nombre de Celirea)
DOROTEA, campesina, sirviente de Diana, que amaba a Silvano
ORANTE, hija de Filemón, enamorada de Aristo
LISIMÁN, enamorado de Diana, la abandona para pedir matrimonio a Orante
ARISTO, personaje del que está enamorada Orante
ORIMÁN, padre de Rosinda
ROSINDA, hija de Orimán
SILVANO, joven campesino enamorado de Diana
FILEMÓN, padre de Orante
LISANDRO, hermano de Diana
DAMON, campesino de Boulogne que ha criado a Diana
UN LACAYO
EXEMPT
ARQUEROS

NOTA: Los 24 personajes de la obra de Lope quedarán reducidos a 11 en la de Rotrou; veamos la correspondencia entre unos y otros:

DIANE INÉS, labradora

DOROTHÉE PASCUALA, labradora

ORANTE Doña ANA

LYSIMANT Don FÉLIX, caballero

ARISTE Don PEDRO, caballero

ORIMÁN FULGENCIO, viejo

SYLVIAN HERNANDO, labrador

FILÉMON URBANO, viejo

LYSANDRE Don JUAN

UN LACAYO FABRICIO, criado

ROSINDA (no aparece) Doña ELENA, dama.

A los personajes que Rotrou tomó de Lope añadió estos otros: Damon, “un exempt” y dos “archers”.

Celirea: Dada la inexistencia de un nombre similar en español, hemos creído lógico optar por mantener la grafía más aproximada, antes que optar por nombres como Cecilia, Celeste, Celestina o Celia.

Exempt: Definición antigua de EXEMPT s.: “On dit proverbialement & en raillerie d'un homme qui se tient inutile, tandis que ses compagnons travaillent, qu'il est exempt de bien faire”. Dictionnaire universel de Furetière (1690).


La escena se desarrolla en París


ACTO I

Escena primera

DIANA
1
(sola, con el nombre de Celirea)
El Sol ha abandonado del agua el seno húmedo.
2
de tus días el último ilumina el mundo,
3
deplorable rechazo de un amante infiel,
4
menos gentil que amado, más ingrato que amable.
5
Sigue, al traidor traiciona, amante infortunada,
6
y véndele a alto precio tu amanecer postrero;
7
habiendo tu franqueza ganado santos votos
8
su injusto desprecio hace justos tus planes;
9
rompe sus intenciones, y obra contra su crimen,
10
todo lo que te dicte una ira legítima.
11
Tú que vives su amor y que ves sus desprecios,
12
temible vencedor de dioses y de humanos,
13
extingue o recompensa un ardor tan perfecto:
14
que yo muera vengada o viva satisfecha;
15
debes este favor a los votos que te hago:
16
por ti lo dejé todo, dejé incluso a mis padres,
17
y me has puesto hasta el punto de servir a la amante
18
del objeto inconstante que amo y me abandona,
19
que me daba esperanzas con promesas superfluas,
20
que me amó mucho tiempo, y que ya no me quiere.
21
El hambre avara de oro ha roto sus promesas;
22
una rica enemiga suscita sus caricias;
23
Orante lo desprecia, y el obcecado hoy
24
abraza la fortuna ciega igual que él:
25
tu poder une al mío, Rey de mi destino;
26
Amor, distraigámonos, con esta unión fatal:
27
concede tu favor al plan que yo diseño,
28
y no te incomodes por tus propios efectos.

Escena II

DOROTEA, CELIREA

DOROTEA
29
Ahí está, esperándome.

CELIREA
Querida Dorotea,
30
¡qué turbada está mi alma por crueles inquietudes!

DOROTEA
31
¿Cómo?

CELIREA
Salí seis veces.

DOROTEA
32
¡Ay! Diana.

CELIREA
Espera un poco, baja un poco la voz.
33
¿Cómo me has llamado? Te he rogado tanto
34
que no se te olvidara el nombre de Celirea;
35
¡bruta! ¿Es que pretendes que aquí me reconozcan,
36
¿es que acaso no sabes que me llaman así?

DOROTEA
37
Siempre me equivoco,

CELIREA
¿Y entonces, cara amiga?...

DOROTEA
38
Provocáis estragos en toda la campiña;
39
no puedo expresar estas penas comunes:
40
Tirsis se desespera, Alidor rompe en lágrimas,
41
y la ausencia del día provoca menos sombra
42
que la de vuestros ojos dentro de nuestra aldea.
43
Cada uno, para hallaros, traza diversos planes:
44
unos rastrear París, otros el universo;
45
hay quien consulta a Apolo, otro en artes oscuras
46
va a buscar el remedio para su impaciencia.
47
Se oye vuestro nombre en boca de la gente:
48
olvidan sus rebaños a merced de los lobos;
49
los ladrones rapiñan, las casas están solas,
50
y sólo vuestra pérdida es causa de las otras.
51
Vuestro padre el primero...

CELIREA
Vamos, no te entretengas.

DOROTEA
52
Suspira sin cesar, y sin reposo alguno;
53
tras haceros buscar en todos nuestros campos,
54
está desesperado de tanto esfuerzo inútil;
55
y yo vengo a contaros el plan que ha ingeniado
56
de buscaros él mismo, y escudriñar París.

CELIREA
57
Buscará mucho tiempo.

DOROTEA
Temo eso, Celirea,
58
que haya recibido la noticia en firme.

CELIREA
59
¿Y cómo iba a saberlo?

DOROTEA
Sí que puede.

CELIREA
¿Y cómo?

DOROTEA
60
¿Veis si razón tengo albergando temores?
61
os dije el otro día que Silvano, a quien amo,
62
sufrió por vuestra pérdida un intenso disgusto.

CELIREA
63
¿Y bien?

DOROTEA
El vil asunto que me tiene oprimida,
64
desde hace un día o dos me tiene abatida;
65
cree que por Lisimán tendrá noticias vuestras
66
(pues supo en otro tiempo de vuestro mutuo ardor),
67
y sin necesidad de tener que buscaros,
68
fue a encontrarse con él, y se empleó de cochero.
69
Yo acabo de encontrarme a este amable homicida;
70
el traidor se cubrió con los colores de un pérfido;
71
y, si ha descubierto que trabajáis aquí,
72
Damon por medio de él puede también saberlo.

CELIREA
73
¡Oh Dioses! ¿Qué me dices? Por favor, ve y encuéntralo;
74
convocado por mí, no hay nada que no haga.

DOROTEA
75
¡Ay! Sólo tiene ojos para veros a vos,
76
y yo emito por él inútiles suspiros.

CELIREA
77
Mi labor comprometo a tu deseo discreto,
78
si el fin de este día no es el de mi vida;
79
pero el mismo ardor apremia a mi amor,
80
no salgas de París el resto de este día;
81
quiero engañar a Orante, y tu ayudarme puedes,
82
no habrá otra ocasión mejor que la de hoy.

ORANTE
83
(llamando afuera)
Celirea.

CELIREA
(ella le da un diamante a Dorotea)
¡Desdicha! Te quería pedir
84
que vendas el regalo que ella me hizo ayer,
85
y que me tengas lista una ropa de hombre.
86
Accede a este trabajo porque el fuego me abrasa;
87
si el plan que he pensado se cumple felizmente,
88
deseo que Lisimán me vea con estas ropas,
89
servirlo disfrazada, y lo que me proponga
90
retrasando el efecto, al conocer la causa;
91
es mi recurso último entre tantas desgracias.

DOROTEA
92
Os obedeceré, pues, ya he vendido mis flores.

CELIREA
93
¿Y dónde te hallaré?

DOROTEA
En nuestra hospedería.

ORANTE
94
(saliendo de la casa)
¿Celirea?

CELIREA
¿Señora?
(A Dorotea)
Adiós; por favor, corre.

(Dorotea se va)

Escena III

ORANTE, CELIREA

ORANTE
95
¿No oyes que te llamo? ¿Qué importantes secretos
96
te distraen de atenderme, sin ver que estoy ya lista?
97
¿Quién debe estar aquí, cuando en tus asuntos
98
empleas esas horas que en otros se precisan?

CELIREA
99
(le da cartas que ha sacado del bolsillo)
Era una campesina que ha llamado dos veces,
100
me dio estos papeles que yo os he traído;
101
y, sin querer entrar, ella se alejó,
102
cuando acudí corriendo al oír Celirea.

ORANTE
103
(abre y lee.) (Carta de Diana a Orante)
«El dolor de perder a un amante infiel
104
no es la causa de esta advertencia:
105
el perder a un desleal es una dicha.
106
El único propósito que tengo de vengarme
107
a vos llevar os debe a desligaros de él.
108
Estoy interesada, y no enamorada;
109
veo con los mismos ojos su infidelidad.
110
Sé cómo decidir en la necesidad;
111
y, aunque sea una simple campesina,
112
cuando me amaba era Lisimán:
113
sólo ha cambiado en el amor,
114
él sigue siendo él mismo, yo sigo siendo Diana.
115
Mirad estos escritos que tenía de él,
116
no os arrepintáis cuando ya sea muy tarde.
117
Tengo para recrearos de su infiel proceder;
118
aspiro menos a tener un común vínculo
119
por mi propio reposo que por turbar el suyo:
120
para verlo infeliz deseo serlo yo.
121
DIANA»
122
¡Dioses! ¿Qué veo aquí?
123
(Carta de Lisimán a Diana)
«No puedes, sin lastimarme,
124
quejarte del Cielo y del destino.
125
No llames inoportuno a su rigor;
126
tus atractivos son un tesoro
127
más valioso que el oro:
128
estoy buscando a Diana, no su fortuna.
129
LISIMÁN»
130
(Otra carta)
«Apremio, inquietud mía, el fruto de mis promesas,
131
y agito el corazón de un anciano inhumano.
132
Mañana te lo contaré todo:
133
para mi amor prepara nuevos arrumacos.
134
LISIMÁN»
135
(Otra)
«Diana, en este paisaje
136
donde tu condición todavía te frena,
137
cuida tu hermoso rostro,
138
conserva lo que me pertenece.
139
No dejes que el Sol te roce,
140
deja que tus hermanas jóvenes cultiven vuestras tierras;
141
y, por miedo a sentir sus rayos,
142
no cojas rosas ni fresas.
143
Dafne fue sorda a su plegaria,
144
y no quiso de él deberes, ni regalos;
145
ya que este Príncipe de la luz
146
la habría afeado al besarla.
LISIMÁN»

ORANTE
(continúa)
Corre, sigue sus pasos.
147
¿La podrás encontrar?

CELIREA
No creo yo que pueda.

ORANTE
148
(Celirea se marcha)
Usad vuestro poder. ¡Dioses! Que esta aventura
149
con esperanza halague el tormento que sufro,
150
y que ella favorezca a tus aspiraciones,
151
¡Aristo, único objeto de todos mis afectos!
152
Me imponían mis planes, y en esta miseria
153
cumplía solamente el deseo de mi padre;
154
sólo te quiero a ti, y nunca Lisimán
155
un suspiro arrancó desde mi corazón.
156
Un secreto sentir me lo mostraba fútil
157
de poseer mis deseos y de serme agradable.
158
¡Cuántos buenos olores saldrán de tus altares,
159
favorable Demonio que rige a los mortales!
160
Cuando aprietan mis hierros, tu poder me libera,
161
y tú puerto me ofreces en medio del naufragio.
162
Por la feliz desgracia no tiene Aristo émulo:
163
cosechará los frutos de sus largos trabajos;
164
y mi padre, sensible a esta notable afrenta,
165
no trazará más planes para un objeto indigno.
166
Mas, ¿Dónde va tan pronto?

Escena IV

ORANTE, FILEMÓN

FILEMÓN
¿Esperas tú aquí
167
al que debe por fin calmar tus inquietudes,
168
que te está destinado como mago a tus penas,
169
quien hoy acabará con tus amores y odios,
170
quien provee tus anhelos de sólidos placeres,
171
y que ya no permite fluctuar a tus deseos?
172
La distancia de un día puede que te incomode,
173
pero ayer me forzó a acceder a esta ausencia
174
para invitar a alguien en un castillo próximo,
175
y me dijo que estaba de vuelta por la noche.
176
Adiós, voy a su casa; prepara ante su ardor
177
la inflexible palabra que unirá vuestras almas.

ORANTE
178
Forzadme a que pronuncie mi sentencia de muerte;
179
a que yo abra mi tumba, no retrocederé:
180
pero que forme parte de mi plan en mi lecho,
181
y que nunca me saque ese sí de mi boca,
182
yo os ofendería con mi consentimiento,
183
y vos me culparíais por amar tan vilmente.
184
Aquí mismo acaban de entregarme esta carta:
185
veréis su cobardía firmada por su mano;
186
y si deseos tan bajos han podido inflamarlo,
187
vos me amáis demasiado, para obligarme a amarlo.

(Ella le da las cartas, que él lee)

FILEMÓN
188
(después de leer)
¡Dioses! ¡Qué voluble es el sino de las cosas!
189
¡La espina está a menudo entre las bellas rosas!
190
¡Cuán incierto es todo, y así los más contentos
191
bien pueden ufanarse si lo son largo tiempo!
192
Esta alianza lograda con tan enorme esfuerzo,
193
cuando ya no está en duda, se torna más incierta;
194
y hoy es el día último que dudo de la unión:
195
solventando el dilema, la rompo o la decreto.

ORANTE
196
Conociendo su humor desigual a su suerte,
197
y que me antepusiera una abyecta rival,
198
¿mi bien o mi desgracia aún están en duda?
199
¿Y me afligiréis vos con tan indigna unión?
200
Permitid esta rabia ante mi sumo enojo:
201
lo que a vos me asemeja contra vos mismo lo uso;
202
y estaría de acuerdo con vuestra sobriedad,
203
si me hubierais criado con un ruin corazón.
204
Sólo en este punto parezco vuestra hija,
205
y no puedo manchar a una ilustre familia,
206
pues jamás he tenido una inclinación
207
que no fuera honorable con mi categoría.

FILEMÓN
208
¡Cuán bajo ha llevado sus deseos y caricias!
209
Veremos si confiesa sus indignas promesas:
210
mas déjame el cuidado de un secreto importante
211
que tu manejarías mal al hacerlo público.
212
Vuelvo inmediatamente.

(Se marcha)

ORANTE
aparte, al salir
Por poco que oculte,
213
sacará buen provecho de esta mente crédula.

FILEMÓN
214
(solo)
¡Dios santo! ¡Qué extrañas inquietudes me agitan!
215
¿Qué debo decidir en este mismo instante?
216
Al principio los Dioses siempre nos favorecen,
217
y cerca del final destruyen nuestros planes.
218
Veo el aciago efecto de una hermosa esperanza,
219
Y el trabajo de un año deshecho en un día.

(Llama a la puerta de Lisimán)

Escena V

SILVANO, FILEMÓN

SILVANO
220
(vestido de cochero)
Señor, ¿qué se le ofrece?

FILEMÓN
Tengo que hablar con tu amo

SILVANO
221
No está ahora en casa.

FILEMÓN
Hijo, ¿dónde estará?

SILVANO
222
¡Buen hijo estoy yo hecho!

FILEMÓN
Rápido, date prisa.

SILVANO
223
¡Cuánta prisa tenéis!

FILEMÓN
Me haces que pierda tiempo.

SILVANO
224
Creo que está en los baños.

FILEMÓN
Te ruego que vayamos.
225
(Aparte)
Con halagos se saca mucho más de esta gente.

SILVANO
226
(cerrando la puerta)
Temo que me requieran, debemos darnos prisa;
227
y está un poco lejos.

FILEMÓN
Te seguiré de cerca.

SILVANO
228
Es verdad que tres pies, por muy lejos que os lleve,
229
deben seguir a dos con muy pocos aprietos.


ACTO II

Escena primera

DAMON
230
(aldeano)
¿Vos, que me habéis robado la fe de mi vejez,
231
cuándo acabaréis con tan arduos problemas?
232
Diana me fue arrancada, y, sin la vida hurtarme,
233
inexorables Dioses, me la habéis secuestrado;
234
si había que afligirme, si mi prosperidad
235
sólo desagradaba a Vuestra Deidad,
236
mis bienes indefensos vuestra furia esperaban;
237
podíais inundar y asolar mis tierras,
238
gozar viendo mis frutos y mis uvas maduras,
239
hostigar mis rebaños, secar sus pastizales.
240
¡Pero arrebatarme mis más queridos goces,
241
ese Astro que me vuelve a los otros propicios,
242
Diana, la maravilla y honor de vuestras gestas,
243
este castigo excede a todos mis delitos!
244
Soy yo menos odioso que odio tenéis vosotros,
245
y las culpas más negras menores que mi pena.
246
La Estrella de la luz ha dado ya seis vueltas
247
desde que yo la busco en las aldeas cercanas;
248
y llego a París con muy poca certeza
249
de hallar aquí mi vida y mi única esperanza.
250
Me serviré, no obstante, de mi celo y mi esfuerzo,
251
sin darle algún reposo a este débil cuerpo;
252
perderé aquí la vida, ya perdida mi pena,
253
si, como en otras partes, mi búsqueda es en vano.
254
Otrora en este barrio conocí a Lisimán,
255
quien mantenía el honor del nombre de su amada,
256
diciendo no amar nunca a nadie más que a ella.
257
Algo de esto podrá saberse en su casa.
258
Pero con la igualdad de estos grandes tejados,
259
no conozco yo el suyo, do estuve tantas veces,
260
¿quién podrá indicármelo?

Escena II

SILVANO, DAMON

SILVANO
(corriendo)
¡Oh Dioses! ¡Es horrible!
261
¡Cómo me gritarán si debo preguntar!
262
Este viejo al seguirme midió todo en la acera,
263
y si ha errado en vano no lo ha encontrado;
264
mi amo esta mañana salió al amanecer,
265
para ir a celebrar al objeto que adora.

DAMON
266
¿Dónde está Lisimán?

SILVANO
¡Vaya! ¿Eres tú, Damon?

DAMON
267
¿Cómo sabes quién soy? ¿Quién te dijo mi nombre?
268
Oh Dioses, es Silvano ¿Qué clase de delirio
269
ha, pobre infeliz, tu fantasía alterado?

SILVANO
270
¿No sabes, que Amor, Damon, puede cambiarlo todo?
271
Si del cochero de hoy ha creado un pastor,
272
¿por qué no puedes ver que su fuerza me cambia
273
de pastor a cochero, sin encontrarlo extraño?
274
¡Ay! ¡Cómo reiría de semejante cambio,
275
si sólo le hubiera ocurrido a mi ropa!
276
Mas este fuerte Diablo que todo lo gobierna,
277
ha obrado en mi pecho otras metamorfosis.
278
Yo ya no soy, Damon, el pastor que yo era
279
cuando se me oía hablar mal de sus leyes;
280
de Amor cómo ignoraba la placentera furia,
281
que yo sólo mostraba con mi dulce rebaño;
282
me pasaba los días en la orilla del agua,
283
trenzando ligaduras con juncos y aneas,
284
o hacer, sin plan alguno, al son de mi dulzaina,
285
danzar a Amarilis, Celimena o Liseta.
286
Mi vida ha cambiado por completo, y no espero
287
repetir jamás estas frívolas travesuras;
288
es un Dios muy distinto el Pan al que se invoca
289
entre los campesinos, que hace obrar a mi alma;
290
un tan potente encanto ha hechizado mi pecho...
291
Pero ya te estás riendo de mi simplicidad,
292
y el humor de un viejo, contrario a nuestro humor,
293
le hace siempre culpar lo que ya hacer no puede.
294
Mas ríete si quieres. Adiós, voy con retraso.

DAMON
295
Háblame de la casa que te he preguntado.

SILVANO
296
¿De quién?

DAMON
De Lisimán.

SILVANO
Lisimán es mi amo;
297
los colores que ves lo hacen muy familiar.

DAMON
298
¿Y cuál es la belleza cuyos ojos triunfantes
299
tu pecho han subyugado?

SILVANO
El honor de tus hijos,
300
esta amable pastora a quien todos encomian,
301
Diana, el ornamento de todo nuestro pueblo.
302
Pero tú no me pagas las horas que yo pierdo:
303
adiós; ¿te basta esto? A ella es a quien sirvo.

(Llama a la puerta)

DAMON
304
Pues para arrebatármela, temiendo su entereza,
305
tu brazo a Lisimán ayuda le prestó;
306
y cuando por los pelos llegó la ocasión,
307
por medio de tu ayuda realizó sus deseos.

SILVANO
308
¡Obligarme a engañar a esta mujer preciosa!
309
Me vilipendias, Damon. Adiós, me están llamando.

(Se marcha)

DAMON
310
(solo)
¡Dios! Si una vez el rayo salió de vuestras manos,
311
o para penar se hizo los crímenes humanos,
312
atended a los gritos de un viejo miserable,
313
mirad con buenos ojos su penuria y desgracia,
314
y no tenedle en cuenta la agresividad
315
que le hace recurrir a vuestra autoridad.
316
Usad vuestra justicia para el honor de Diana;
317
haced morir al padre, o matad al impío.
318
Vos tenéis un trueno, y a este vil corrompido:
319
¡Dioses sin caridad! ¡Sobreguardad su honor!
320
Mas, ¿por qué exigir la justicia divina,
321
si la Corte a menudo ha vengado estos crímenes,
322
si ha abierto sus brazos a todos los cuitados?
323
Ve, infeliz anciano, a implorar su poder,
324
que te traerá a Diana y punirá la ofensa.

(Se marcha)

Escena III

LISIMÁN
325
¡Cuán cálido es el Sol! ¡Cuán risueño es su ojo!
326
¡Y cuán lejos está esta estrella de Oriente!
327
Cleandro me ha agraviado, y su larga caricia
328
me habrá descrito rudo a ojos de mi amada.
329
La veré muy tarde; de amor este bello Astro
330
debía iluminarme tan pronto como el día.
331
Pero estoy confuso, y encuentro extraño
332
el dictamen en el que me pone el destino.
333
Insensible al hechizo de este objeto adorable,
334
lo percibo, lo alabo, y hablo como amante:
335
más libre que jamás, y más frío por Orante
336
de lo que lo estaría por una displicente,
337
yo hablo, sin embargo, de amor y de encantos
338
como si mi frialdad se rindiera a su semblante;
339
y entro en una unión que sólo considero
340
por los proyectos hechos en casa de mi padre.
341
¡Ay! El Dios que persigue a las bellas uniones,
342
que adquiere tanta estima en nuestras opiniones,
343
que vela que sus leyes se cumplan santamente,
344
no ha llevado a cabo hoy todas sus alianzas;
345
se observa este misterio doquiera en sus altares,
346
y la avaricia ha unido a la mitad de mortales.
347
La gracia y la virtud ya no son adoradas,
348
ya nadie se encadena sino en cadenas de oro;
349
si posees mucho oro, tienes un gran encanto,
350
bello hace este metal todo lo que no lo es.
351
Me caso sin proyecto, amo sin instrucción:
352
lo que opción debe ser me es una obediencia,
353
y la ciega bondad de un padre cicatero
354
basa en esta unión mi aparente desgracia.
355
Así que has concebido una esperanza vana,
356
bella tarea a mi fuego, dulce fin a mi pena,
357
que sólo poder tuvo para oprimir mi juicio,
358
¡más Diana de objetivo que lo eres de nombre!
359
Así tu ves mi vida prescrita en su mérito,
360
y ya tu condición ha traicionado tu mérito.
361
¡Ay! Nada es igual al rigor de mi destino,
362
pues para morir vivo una muerte eterna...
363
Mas ¿Qué vanas ideas atormentan mi alma?
364
¿Sigo pensando aún en un tema ya resuelto?
365
Expiemos estas penas a la necesidad,
366
veamos con buenos ojos a esta amable belleza.

(Orante sale de su casa)

Escena IV

ORANTE, en su puerta, LISIMÁN

LISIMÁN
367
(saludándola)
Bueno...

ORANTE
¿De mí qué quieres, cobarde, ciego, impío?
368
Adiós, yo soy Orante, y tú buscas a Diana.

(Cierra la puerta bruscamente)

LISIMÁN
369
(solo)
¡Amable bienvenida! ¡Dioses! ¡Qué mutación!
370
¿Quién sospechado habría un cambio semejante?
371
Aristo ha tramado esta argucia en secreto,
372
y me ha fastidiado con esta injerencia.
373
Sólo este rival puede haber aireado
374
lo que Diana ha sabido sobre mi libertad.
375
Tengo que descubrir con astucia este asunto,
376
y, sin otra intención que mi satisfacción
377
(pues Orante es un bien que pierdo sin pesar),
378
inmolar a mi suerte a este rival incómodo.

ORANTE
379
(reabriendo la puerta)
Adiós, no me veas más, y cree que esta puerta
380
jamás se abrirá a gente de tu clase;
381
ve a atraer corazones al lugar que te imponen,
382
donde la estupidez dirige a tu mente,
383
donde tus bellas charlas ven nacer tantas llamas,
384
donde pasas por raro, y encantador de almas,
385
al lado de este objeto que cuenta con tu fe,
386
y a nadie quiere más que ti y a sus rebaños.

LISIMÁN
387
Sufre...

ORANTE
No, nada digas. ¿Qué puedes responderme,
388
que tus propios escritos no puedan desmentir?
389
¿Acaso no sentías por Diana frenesí?
390
¿Puedes contradecir esta inclinación?

LISIMÁN
391
Es verdad que yo amaba a esta joven pastora,
392
mas sin ningún propósito, y de un modo trivial,
393
que ocupar no podía mis deseos mucho tiempo,
394
teniendo por fin sólo momentos de placer.

ORANTE
395
¡De qué modo tan débil defiendes tu vergüenza!
396
Tus excusas, lascivo, incrementan tu ofensa.
397
Vuelve tu irresoluto corazón a este objeto,
398
que menos disgustárame como débil que crápula;
399
¡Cómo! ¡Ese corazón que arde de sensual llama,
400
no puede respirar mas que viles placeres,
401
incapaz de crear un propósito honesto,
402
querías, insolente, que anidara en mi pecho!
403
¡Tú, que crees merecer legítimos placeres,
404
y a mí me presentabas esta fuente de crímenes!

LISIMÁN
405
Frente a tanta monserga, claudico y me rindo:
406
Puedes, sin hacer ruido, darme lo que me llevo,
407
un permiso imprevisto, mas de poca importancia
408
que arruine por completo mi empecinamiento.
409
El tiempo es el médico de todos los dolores,
410
y uno se consuela de desgracias peores.

Escena V

ORANTE, FILEMÓN, LISIMÁN

FILEMÓN
411
(lo detiene cuando está a punto de irse)
Sin querer convertirme en queja impertinente,
412
(Le da las cartas)
os traía, Señor, la razón de mi miedo;
413
después de recibir esta información,
414
ved si acaso no debo usarla sabiamente,
415
y si la intención de daros a mi hija
416
no era peligrosa para mi parentela.
417
Un bien propuesto lejos no puede incumbirme;
418
yo no uniré lo que puede ser desunido:
419
ahorraos un dolor que es innecesario,
420
y no ambicionéis una alianza infructuosa.
421
No me importa esta cuita, pero mi edad me enseña a
422
soportar un pesar por temor a otro mayor.

(Se marcha con su hija)

Escena VI

LISIMÁN
423
(solo)
El necio, al forzarme al punto que deseo,
424
cree haberme afligido con un duro martirio,
425
y que quedo tocado con un atroz disgusto
426
perdiendo lo que tuve sin dolor ni deseo.
427
Dejaré que trascienda la ira que me inflama,
428
no debo ocultar ni el hierro ni la llama;
429
soy capaz todavía de poder consolarme,
430
mi valor es más fuerte que esta aflicción,
431
y si debo morir, es de exceso de dicha
432
en esta libertad que el Cielo me devuelve,
433
y que puedo poner bajo encantos más dulces
434
que aquellos cuyos ánimos yo nunca he sentido.
435
Al vengarte añades, único objeto que amo,
436
a tus otros favores un enorme favor,
437
y tu justo enojo es sólo oficioso,
438
¡Diana, compendio de las maravillas del Cielo!
439
Mas ¿Qué puede ganar de tu venganza el fruto?
440
¿Qué alivio procurar puede a nuestros males,
441
dado que cuando quiero rendirme a tus deseos
442
defiende un viejo avaro todo lo que yo quiero?
443
Una estrella infeliz iluminó mi origen,
444
mis deseos sometiendo a su acatamiento.
445
Después de tan crueles y tan vanos trabajos,
446
sólo ya aspirar puedo a iguales disyuntivas;
447
mostrar pudiendo, al menos, un alma indiferente,
448
puedo encontrar el modo de vengarme de Orante,
449
aunque su reemplazo me sea realmente dulce,
450
y eso sea vengarme de un bien que ella me hace.
451
Ella me confesó que un odio secreto
452
con dolor sufrir le hizo el genio de Rosinda,
453
y no escatima nada de su autoridad
454
para que sus amigos odien a esta belleza:
455
infringiré yo ahora una ciega defensa,
456
y obtendré el placer de que Orante se ofenda.
457
Voy a involucrar a este bella en mi juicio:
458
sus padres en otra época me abrieron su prisión,
459
y proponer me hicieron esta feliz unión;
460
espero que su hija mi servidumbre acepte.
461
Veámoslo de inmediato.

Escena VII

CELIREA, LISIMÁN

CELIREA
¡Dioses! ¡Era preciso
462
obrar con rapidez, para hallar esta prenda!
463
Voy a dejar a Orante, y, con este artificio
464
hacer que el traidor que amo acepte mi servicio.
465
(Ve a lo lejos a Lisimán)
Ahí está ese ingrato.

LISIMÁN
¿Sirves a Filemón?

CELIREA
466
Sí, ¿qué quieres con él?

LISIMÁN
¿Así que me conoces?

CELIREA
467
aparte
Muy bien para mi paz.

LISIMÁN
Asegura a tu ama
468
que yo disimulaba un ardor que me apremia,
469
que yo adoro a Rosinda, y que desde hoy mismo
470
mi dicha debe unirse a este objeto de amor:
471
Di que es de mi parte.

(Entra en casa de Orimán)

Escena VIII

CELIREA
(sola)
Adiós, se lo diré.
472
¡Oh última y peor de todas mis desgracias!
473
¿Qué fruto he de esperar de las penas que asumo,
474
si por curar un mal causo otros mayores?
475
Contra mí utiliza los medios que yo pruebo,
476
y hago de una herida simple una mortal;
477
¿qué puedo hacer ahora, contra el plan que ha trazado,
478
sino encarar la huida y que un justo desprecio,
479
si pese, a mi afán, puede forzar tantas licencias,
480
y si de mis proyectos nacen sus aventuras?
481
Busca tu cura, que los corazones amantes
482
encuentren en la ayuda un afectuoso olvido,
483
y haz, triste Diana, un esfuerzo necesario
484
contra la traición de este apuesto adversario.
485
¡Con qué facilidad medita un desdichado,
486
mas cuán difícil le es llegar a consumarlo!
487
No puedo olvidarlo sin de mí misma olvidarme;
488
únicamente lo amo; debido a que lo amo
489
me desazonaría el autor de mi reposo,
490
y mal le desearía a aquel que me curase.


ACTO III

Escena primera

ARISTO
491
(solo)
Al fin, desesperado por forzar mis desgracias,
492
debes marcharte, Amor, mas no sigas mis huellas;
493
deja un desdén amable donde estuvo tu imperio,
494
y mi pudor devuelve adonde lo encontraste;
495
porque sería ciego en mi perseverancia,
496
ya que por fin perdí toda mi esperanza.
497
Prometida está Orante, y maldito el día
498
que me la quitarán, a mi amor me arrebatan.
499
No obstante, autores vanos de mi preocupación,
500
pensares que me habláis de su ingratitud,
501
dejadme que la vea al salir de estos sitios,
502
y que sin ofenderla me ponga ante sus ojos;
503
tan cerca de dejar esta triste morada,
504
dejadme, aunque sea una hora de respeto;
505
luego a cualquier lugar en que lleve mis pasos,
506
yo os escucharé, no dejaré de hacerlo.
507
Describidla cruel, ingrata, inaccesible,
508
encarnadme cien veces afrenta tan sensible,
509
y mostradme cómo ella traicionarme ha podido:
510
entonces os querré, haciéndome odiarla;
511
seguiré vuestro juicio y hablaré de ella
512
como de una insensible y una criminal,
513
ciega en sus deseos, ciega en sus negativas,
514
o, por mejor creeros, no diré nada más.
515
Aquí está, la ingrata, y la ira extrema
516
que invade mi ánimo prueba que aún la amo.

Escena II

ORANTE, ARISTO

ORANTE
517
¡Cuánto os he deseado!

ARISTO
¿Para qué? ¿Y avalar
518
el que sea una pérdida de mi tiempo el quereros,
519
el que paguéis con viento las penas que sufrí,
520
y deis vuestro favor al deseo de mi rival,
521
que le deis el placer que a mí me pertenece,
522
y que se ha enriquecido con el bien que he perdido?

ORANTE
523
No, os estaba escribiendo.

ARISTO
Alguna pobre excusa,
524
que quizá injustos somos cuando os acusamos,
525
de que participáis en todos mis disgustos,
526
pero que un padre avaro vuestros deseos forzó.

ORANTE
527
Es al revés.

ARISTO
¿Cómo? ¿Qué mi extremo dolor
528
era una consecuencia sólo atribuible a vos,
529
que vuestra voluntad dueña es de los afectos,
530
y no fueron forzadas vuestras inclinaciones?

ORANTE
531
¿Es que no me escucháis?

ARISTO
¿Acaso es necesario,
532
al recibir los golpes oír al adversario?
533
¿De qué me servirían un sinfín de discursos,
534
no estando en condiciones de esperar un impulso?
535
Bien sé, cruel Orante, con qué mañas y argucias
536
podéis ante mis ojos disfrazar la injusticia;
537
nunca os faltarán talento e invenciones
538
para justificar todas vuestras acciones:
539
si a vuestra voz complace, con términos rentables,
540
seré un criminal a ojos de todo el mundo;
541
para los que os escuchen, os habréis merecido
542
la corona y el premio de la fidelidad.
543
Yo, no puedo apelar a semejantes armas;
544
durante mucho tiempo me rendí a vuestros oídos:
545
adiós, para irritarme forzad a quien os plazca;
546
mi alma a quien la quiere transige su interés.
547
Próximo a irme de aquí, os devuelvo, desleal,
548
estas crueles pruebas de un amor criminal,
549
el Cielo es testigo de la humillación
550
que acabo de sufrir sólo por vuestra causa.

ORANTE
551
Me honráis demasiado.

ARISTO
Más de lo que merece
552
una chica orgullosa, voluble e hipócrita,
553
que igualmente encuentra cualquier tarea impropia,
554
que no sigue, y, por cierto, tienen iguales rasgos.
555
No creáis que provocáis tanto dolor y pena
556
como sufrió el Príncipe de Troya por Helena.
557
Cuando yo os llamaba sin tacha, encantadora,
558
a palabras muy ciertas añadía otras falsas:
559
dije que vuestro ingenio era inimitable,
560
pero fui indulgente mucho más que sincero;
561
a veces suspiré sin sufrir gran dolor,
562
y he visto infortunios mucho peores que el mío.

ORANTE
563
¿Oiré estas reprimendas durante mucho tiempo?

ARISTO
564
Las oigáis o no, no es algo que me importe;
565
mi corazón no sigue ya estas vanas razones,
566
que a los amantes llevan a hacer dudosas loas,
567
elevando a su amada a la gloria de los Ángeles,
568
la mente envaneciendo con vanas alabanzas.
569
Hablo sin intención, y si vuestro inconsciente
570
piensa distinto a mí no os veáis reflejada.
571
Adiós, vivid feliz en los brazos de otro,
572
y detestad mi nombre como yo odio el vuestro.
573
(Aparte mientras se va)
A pesar del recato que me había propuesto
574
para no ofender, mi voz osada ha sido:
575
por lo que ella me gusta, trato de disgustarla,
576
y tan sólo mi amor es lo que excita mi ira.

Escena III

ORANTE
577
(sola, como inmóvil)
¡Dioses! ¡soy insensible a estos ruines desprecios!
578
Vete, no me veas nunca, horror de mis espíritus;
579
no te me acerques nunca con una vana excusa,
580
y nunca relaciones tu ofensa con tu pena;
581
presenciarás mi muerte tan pronto como el día
582
que reavivar debiera mi amor hacia ti.

Escena IV

CELIREA, ORANTE

CELIREA
583
¿Qué os pasa, Señora?

ORANTE
Confidente exclusiva,
584
a quien puedo confiar el tedio que me angustia;
585
Aristo, ese ingrato, el único al que amé…
586
¡Sólo el nombre me mata y me frena la voz!

CELIREA
587
¿Os devuelve estas cartas?

ORANTE
¡Con toda la apariencia
588
de no haberme mostrado más que indiferencia,
589
con tan poco dolor entre tantos desprecios,
590
que debo odiarlo más que a todos los humanos!
591
Se acabó, ya no siento este ardor insensato;
592
una cólera justa mi pensamiento aclara.
593
Quitar puede un momento su retrato de mi alma,
594
y hacerme que aborrezca a este seductor fatuo.

CELIREA
595
Resulta muy difícil entender nuestras almas
596
del objeto importuno de sus primeras llamas:
597
a veces la ira borra todos sus atributos,
598
pero el paso del tiempo de él hace otros cuadros;
599
y de cualquier poder que presuma una mente,
600
al extinguirse su ira, su amor se reaviva.

ORANTE
601
Mas ¿Si puedo lograr que mi resentimiento,
602
como su vanidad, dure eternamente?

CELIREA
603
Cualquier propuesta es un dudoso remedio;
604
para olvidar, debéis disponer de algún otro.
605
Sacadle un provecho a esta justa ira,
606
dad vuestro corazón mientras que sea vuestro;
607
si no, no habréis lanzado más que amenazas vanas:
608
él pronto volverá a sus primeras cadenas.

ORANTE
609
¡Ay! ¿A quién puedo amar?

CELIREA
Juntaos con Lisimán;
610
supe por sus suspiros cuán grande es su tormento;
611
está apasionado por vuestro amable encanto,
612
y por su actitud de mí arrancó lágrimas.

ORANTE
613
¿Qué ame a ese veleidoso? ¿Es que acaso no sabes
614
que un simple de espíritu cede al primer encanto?
615
Ardió a los encantos de una ingenua pastora;
616
le es todo indiferente a esa alma volátil.

CELIREA
617
Me lo confesó todo, pero escuchad el cómo.
618
Os enfurecisteis un poco a la ligera:
619
volviendo de buscar a la joven aldeana
620
que puso en mis manos las cartas de Diana,
621
creyendo estar solo, lo encontré llorando,
622
y echando hacia el Cielo una mirada triste, agónica:
623
yo entré sin hablarle, cuando, con voz muy trémula
624
que mostraba el hastío que lo atormentaba:
625
«Hija mía, me dijo, si a Filemón sirves,
626
padre de la Señora, y si sabes mi nombre,
627
complace a un desdichado, a esa beldad asegura
628
que sin razón me llama cobarde, ciego, infiel,
629
y que el vil objeto que causa su desprecio
630
me laceró los ojos, mas no alcanzó mi mente;
631
verdad es que otrora tuve su rostro en aprecio,
632
cual se aprecia una flor, a la nieve, a un cuadro;
633
aunque tenía mi angustia, y mi honor más querido,
634
que agostarme por ella y tener que buscarla;
635
que sin razón se jacta de frívolas promesas,
636
que no obligan a nada al ser sólo palabras;
637
que debe mis escritos a la impertinencia,
638
que cien veces su amor me los solicitó;
639
y yo escribía más para adiestrar mi musa
640
que para mantener su infructuosa esperanza.
641
Me habría Orante creído; pero este ser afable
642
no me ha permitido hablar ni un momento,
643
y la necesidad de soportar su ira,
644
que rompe nuestra alianza y que me desespera,
645
fuerza mi libertad a atarme en otra parte,
646
donde al menos encuentre un trato más deseable.
647
Voy a ver a Rosinda.»

ORANTE
¡Dioses! ¡Por fastidiarme,
648
se rendirá el traidor a mi peor adversario!
649
¡Que este espíritu fatuo triunfe ante mi hacienda,
650
y posea a un cautivo librado de mis lazos!
651
No puedo soportar que este voluble amante
652
por ganarse mi odio rinda tributo a otras.
653
Le concedo el perdón por los males que sufrió,
654
acepto su franqueza y le suelto sus grilletes.
655
¿Pero si está obligado a amar a esta mujer,
656
crees que va a decidirse a romper su promesa?

CELIREA
657
Puedo estropearlo todo, aunque Lisimán
658
no lo autorizara; solamente escuchad.
659
El tiempo de mi infancia lo pasé con mis padres,
660
en la aldea donde el Cielo hizo que yo naciera,
661
entre cinco y seis años llevé a pastar mi piara
662
a un lugar que Rosinda tiene cerca a la aldea;
663
y en ese hogar tenía una amiga que hacía
664
pastar también la suya en la misma campiña.
665
Nuestra suerte asoció su mente y la mía;
666
yo gozaba oyendo sus juveniles charlas,
667
sobre todo, gustándome escuchar a esta chica
668
hablarme de Rosinda y loar a su familia;
669
me lo contaba todo: un día me enteré,
670
(al preguntar quién era el dueño de su amor,)
671
que ya a los seis años concertaron su enlace
672
con uno de sus primos de igual edad y riqueza,
673
de una portuguesa hijo, y con sólo una hermana
674
que pronto lo dejó como único dueño.
675
La muerte arrebatósela a sus infaustos padres,
676
mientras la alimentaban en casa de mi padre.
677
Lisandro (así llamábase) cuando fue algo mayor,
678
se presentó a su madre y dejó a su padre;
679
mas pronto de esta dicha su madre fue privada:
680
ella murió un mes después de su llegada.
681
Desde entonces, logró sacar de sus parientes
682
un número de barcos que quiso arriesgar:
683
se dirigió a Oriente desafiando al destino,
684
y no ha regresado desde hace muchos años;
685
así, lo dan por muerto, y que muy fácilmente
686
en su ausencia se puede recibir a vuestro hombre.

ORANTE
687
¿Y a qué toda esta charla?

CELIREA
Pues voy a enseñároslo.
688
Tengo que disfrazarme y pasar por Lisandro;
689
luego veré a Rosinda y echaré a Lisimán,
690
al que luego podréis gobernar fácilmente.

ORANTE
691
Tu ingenio vale mucho, mi alma está encantada;
692
dejo a tu cuidado mi amor y mi vida.
693
Enseña este diamante y tráete alguna prenda,
694
y sirve a mi pasión bajo esa vestimenta:
695
corre, no te demores, Celirea, ante todo,
696
maneja bien la farsa y prepárate a fondo;
697
que al amor sepas bien cortejar y tratar.
698
Voy a casa de Eliante a esperar tu regreso.

(Entra en casa de Eliante)

Escena V

CELIREA
699
(sola)
Es mi último recurso en esta desgracia extrema
700
el de fingir por ella y hacer para mí misma;
701
mas no aplacemos más los importantes secretos;
702
con Dorotea corramos, donde ya está la ropa.

(Sale)

Escena VI

ORIMÁN, LISIMÁN

ORIMÁN
703
(acompañándolo)
Bendeciré cien veces a amor y a la fortuna,
704
que unirán vuestras almas bajo una ley común:
705
no dejemos que afloje vuestro deseo amoroso;
706
desde ahora decidamos este feliz enlace.
707
Haré que mi hermana apruebe este asunto,
708
que su edad y la sangre me impiden ocultárselo.

LISIMÁN
709
Y yo regreso a casa de pasión hechizado,
710
para contar el logro feliz de mi ambición.

(Se marchan)

Escena VII

FILEMÓN
711
(solo)
¡Feliz el que sin pena vive, y puede a su hija
712
entre mil pretendientes elegirle el más útil!
713
Orante nada pierde lejos de Lisimán,
714
y yo puedo obligarla a un amante más apto.
715
Esta beldad doquiera ve franquicias dispuestas,
716
cada día su belleza aumenta sus conquistas;
717
y estoy harto del número de enamorados tímidos
718
que a diario hablar me hacen de sus contrariedades.
719
Por ella Florimán detesta su fortuna,
720
Alidor la persigue, Filidán la importuna,
721
a Cleonte lo emboba, a Tirsi le da achares,
722
y, si fuera posible, tendría mil esposos;
723
por todo París ella su poder ha asentado,
724
y su belleza la alza tanto como su alcurnia.
725
Sé, que de todos ellos Aristo la sedujo:
726
se rindió ella a éste, el primer laureado,
727
y a Lisimán veía con tanto sufrimiento
728
que vio con beneplácito el motivo de su odio;
729
alejado el segundo, concedo a sus deseos
730
al que una vez fue objeto de todos sus suspiros;
731
¡qué feliz será ella! Y, acercando a Aristo,
732
¡cómo haré que el encanto vuelva a su triste rostro!
733
¡Qué grande es mi poder, y con qué poco esfuerzo
734
puedo en un momento resucitar dos muertos!
735
Cleonte, un amigo, de este asunto encargado,
736
por mí nada excluirá del orden necesario;
737
irá a casa de Aristo, y estoy bien seguro
738
de que pronto hallará a esta mente dispuesta.
739
Veámoslo ahora.

(Entra en casa de Cleonte)

Escena VIII

DIANA
(con el nombre de Lisandro, vestido de hombre)
Con esta indumentaria
740
yo lo liberaré de su nueva servidumbre,
741
y así yo dispondré del bien que me pertenece,
742
y que voy a quitarle a quien me lo retiene.
743
Tu providencia, Amor, me provee estos obstáculos;
744
añade esta gloria a tus otros milagros,
745
y ve lo que una chica de impedimento ha puesto.
746
Pero ya no pensaba en hablar como amante;
747
yo ya no soy Diana, y soy ese Lisandro
748
que Orimán eligió por yerno a los seis años:
749
veamos si está en su casa.

(Llama a la puerta)

Escena IX

DIANA, UN LACAYO

EL LACAYO
Llamáis muy resuelto.

DIANA
750
Amigo.

EL LACAYO
¿Qué buscáis?

DIANA
La casa de Orimán,
751
Y tú me alegrarás al hacerme un gran favor.

EL LACAYO
752
Aquí está.

Escena X

DIANA, ORIMÁN, EL LACAYO

ORIMÁN
(volviendo de casa de su hermana)
¿Qué quiere?

EL LACAYO
Ahí está en persona.

DIANA
753
(abrazándolo)
¡Cuántos deseos debo al poder celestial,
754
que hoy me concede el bien de volver a veros,
755
que me vuelve a los sitios do mi alma se extasía,
756
y que me ha conservado al padre de mi vida!
757
Señor, reconoced a este dichoso yerno
758
Que por fin veis de nuevo tan sano como tierno,
759
y no demoréis más el deseo que lo apremia
760
de ir a languidecer en el seno de su amada.

ORIMÁN
761
¡Dioses! ¿Eres Lisandro?

DIANA
Sí, el feliz amante
762
que termina su pena y su alejamiento,
763
a quien salvó el Cielo del ardor de Neptuno,
764
y que vuelve a vos a fijar su destino.

ORIMÁN
765
No sé si estoy soñando en el estado en que estoy.
766
(Abrazándolo)
¡Yerno mío, qué dicha desbanca mis problemas!
767
Es él, no cabe duda; este rostro amable
768
conserva algunos rasgos que tuvo en su edad joven.
769
Yo veo sus acciones; ojos dulces, risueños
770
ante mí aparece, tal como en su oriente.
771
¡Bendito seas Lisandro! ¡Honor de mi familia!
772
¡Bendito Orimán! ¡Y bendita la hija!

DIANA
773
El deseo impaciente de ver sus bellos ojos
774
me hizo apresurar mi vuelta a este lugar;
775
yo traigo tras de mí aquello que el destino
776
aportó de provecho al cuidado de diez años,
777
y que yo retiré de la furia de las olas,
778
firmes en superar nuestros marinos hábiles.
779
Haced que ante mis ojos luzca este Sol de mi alma,
780
conceded este gozo al ardor que me inflama.
781
¡Cuán impaciente es uno, teniendo tanto amor!

ORIMÁN
782
Entra, y la verás. ¡Oh día favorable!…


ACTO IV

Escena primera

FILEMÓN
783
(solo)
Cleonte guiará este importante asunto;
784
¡Cómo alegrará, Dioses este discurso a Orante!
785
¡Ella se sentirá complacida conmigo
786
por atraerle un marido largo tiempo deseado,
787
y que espera de él igual afán por ella!
788
Ya está aquí, llevémosle esta feliz noticia.

Escena II

FILEMÓN, ORANTE

FILEMÓN
789
Reaviva los lirios a esa tez marchita
790
y devuelve sus rasgos a esos ojos lánguidos,
791
si una vez es preciso, y si sólo Aristo
792
reparar puede el brillo de este triste rostro.
793
Concedo a tus deseos este amante agraciado,
794
por quien tu pasión tanto me ha atormentado...
795
Mas ¿Qué rápido cambio ha alterado este rostro?
796
¿Acaso no apruebas esta feliz unión?
797
¿Aristo ya no es centro de todas tus miradas?
798
¿Ya es que estar no pretendes con este joven Marte?

ORANTE
799
Sólo quiero morirme, dado que yo nací
800
para siempre sufrir y vivir infeliz.

FILEMÓN
801
¿Cómo, odias a Aristo?

ORANTE
¡Ay! Tan sólo odio
802
el rigor del destino, tan contrario a mi bien.
803
Permite que. en algún lugar agreste, aislado,
804
pueda entregar al Cielo el resto de mi vida;
805
donde ahorre a tus años tareas innecesarias,
806
do mi placer más dulce sea no tener ninguno,
807
donde pueda, ocupada con santos pensamientos,
808
llorar la vanidad de mis errores pasados.

FILEMÓN
809
Para llevar a cabo estas resoluciones,
810
hay que tener un alma libre de inclinaciones;
811
y seguir estas metas con mucho más tesón
812
del que puede esperarse de tu voluble humor.
813
¿Qué clase de arrebato ha inquietado tu mente
814
y te ha hecho ver el mundo con tanto menosprecio?

ORANTE
815
Exímeme al menos de un deber tan penoso;
816
que mi razón conserve por siempre su función;
817
que sólo tu deseo me prescriba las leyes:
818
si no, que venga Aristo a la vez que la muerte.

FILEMÓN
819
¿A qué se debe el cambio? ¿Qué talante tan súbito
820
hizo objeto de odio un objeto de amor?
821
Este joven hidalgo, tan apuesto, agradable,
822
tan tierno a tu mente y querido a tus ojos,
823
¿es que ya no te hiere con los mismos blasones?
824
¿Acaso ya no sientes el poder de su encanto?

ORANTE
825
Señor, para execrarlo tengo temas más fuertes;
826
te ruego que me ahorres inútiles informes.

FILEMÓN
827
No, quiero saber todo.

ORANTE
¡Ay ¿Qué puedo decirte
828
para que en mí no pienses como un tema de risa,
829
si nuestros resquemores y recientes debates
830
pasan en vuestras mentes por simples travesuras?
831
Aristo esta mañana, en este mismo sitio,
832
ha venido a abordarme con enorme audacia,
833
y tan mal me ha hablado, sin causa ni propósito,
834
que dudé que estuviera él en su sano juicio:
835
Orante, me espetó: “no seas tan vanidosa
836
como para pensar que has causado mi pena;
837
tu atractivo es vulgar y tus destellos falsos,
838
a menos que notaras en ti más de cien lacras:
839
tus amantes te loaban, si es que te estimaban;
840
yo sólo me sonrojo por haberte amado,
841
y sin pesar devuélvote una inclinación
842
que adquirí sin esfuerzo y ninguna intención.”
843
Allí lo vi partir con tanta indolencia,
844
que sería incorrecta en mi perseverancia,
845
y que le ofrecería, en mi inclinación,
846
un justo fundamento para su presunción.

FILEMÓN
847
Ingenua, los desprecios prueban amor extremo,
848
y tú debes amarlo por su propia ofensa:
849
¿crees que una mente levemente afectada
850
tanto envidiado habría el bien de Lisimán?
851
Habría acusado tan sólo al destino,
852
y a la necesidad que lleva al matrimonio;
853
mas un pecho afligido, y harto de suspirar,
854
en estas ocasiones nada venerar puede;
855
el colmo de su amor lo obliga a quejarse,
856
y, al no esperar ya nada, nada que temer tiene.
857
Mas no deliberemos de la necesidad;
858
el yugo aceptar debes de una unión concertada.

(Se marcha)

ORANTE
859
(sola)
¡Dura y penosa ley que impone el nacimiento,
860
domar nuestros deseos a nuestra obediencia!

(Se marcha)

Escena III

LISIMÁN
861
(solo)
¿Qué destino confunde todos mis objetivos?
862
¿Hay que seguir un tiempo los caminos inciertos?
863
¿El Dios cuyo poder gobierna nuestras almas,
864
seguirá aún cambiando mis cadenas y llamas?
865
¿Aún guardas nuevos fuegos para este corazón,
866
amor, tendrá Rosinda mis últimos deseos?
867
No perdamos el tiempo, y veamos si su padre
868
querrá, ante la noche, detener este asunto.
869
El sale justo a tiempo.

Escena IV

ORIMÁN, LISIMÁN, EL LACAYO

ORIMÁN
Salía a propósito
870
para ir a hablaros de un cambio repentino:
871
un poderoso obstáculo se opone a mi esperanza;
872
no tracéis ya más planes para una indigna amante
873
que tan sólo aspiraba a ser vuestra por entero,
874
pero un cambio efímero privó de un bien tan dulce.
875
Lisandro, un familiar, con quien desde muy joven
876
había esperado que se casara mi hija,
877
y a quien creí muerto en tierras extranjeras,
878
superó los peligros de la tierra y el mar;
879
acaba de llegar, y no es sin tristeza,
880
Señor, que dejar debo vuestra esperanza en nada;
881
mas, perdonar debéis a la necesidad
882
permitirle a la amada mantener su lealtad.

LISIMÁN
883
No me obstino, Señor, en desear lo imposible;
884
de corazón lamento dicha tan emotiva;
885
mas un duro destino disfruta traicionándome,
886
y la buena observancia me obliga a obedecer.

ORIMÁN
887
¿Os gustaría verlo? ¡Criado!
(El criado aparece)
busca a Lisandro,
888
¿no está ahí, adentro?

EL LACAYO
No, de bajar acaba,
889
salió por el jardín.

ORIMÁN
La curiosidad
890
lo lleva a ver París en su nuevo aspecto.
891
Perdonad, Lisimán, por mi extremo pesar,
892
que mil veces me afecta a mí que a vos mismo;
893
y, si alguna vez tengo los medios de serviros,
894
a prueba mi propósito poned por el efecto.

(Regresa)

Escena V

LISIMÁN
895
(solo)
¿Hay alguna desgracia igual a tus desastres,
896
ridículo juguete de los hados y astros?
897
Y, al ver todo distinto a tus deseos inocentes,
898
¿tu corazón perder puedes y no el sentido?
899
Desata tus grilletes, apaga cualquier llama,
900
y ya no muestres más la broza de tantas almas:
901
disfruta esta vez de tu justo dolor,
902
y extrae sabiduría de tu infortunio al menos;
903
no ofrezcas tu franqueza a inmorales cadenas,
904
y no pierdas el tiempo en búsquedas inútiles:
905
esta unión, usual al resto de los humanos,
906
no está, infortunado, permitida a tus planes,
907
y el Dios que preside las aras de Citera
908
no ha establecido este misterio en tu favor.

(Se marcha)

Escena VI

DIANA
909
(bajo la ropa de Celirea)
Ayudé sin esfuerzo a recrear un desastre,
910
y uno y otro amante quedaron sin provecho;
911
mas un segundo riesgo requiere mi destreza:
912
Orante puede mucho con sólo una caricia,
913
y perderé yo el fruto de este camuflaje
914
si dejo que se acerque este desleal amante.
915
Añade aún, Amor, un momento de apoyo;
916
que este último esfuerzo corone mi firmeza:
917
¡así todos te adoran, y sobre tus altares
918
que humee eternamente el incienso de los hombres!
919
Mas me está viendo Orante. ¿Me esperáis, Señora?

Escena VII

ORANTE, CELIREA

ORANTE
920
Sólo espero la muerte, sólo yo la reclamo,
921
ya que todo es contrario a mi felicidad,
922
y veo amanecer sólo para sufrir.

CELIREA
923
¡Cielos! ¿Qué ha pasado? ¡Qué triste está este rostro!
924
Señora, ¿qué os ocurre?

ORANTE
Temo encontrarme a Aristo:
925
un padre opresivo me abandona a sus ansias,
926
y su poder se opone a todo lo que quiero.

CELIREA
927
Un caso como este es de tanta importancia
928
que no puede ofenderse por vuestra resistencia.
929
Esta santa unión de las inclinaciones,
930
primera es en el rango de las libres acciones;
931
allí ingenuamente se libera una mente
932
para no acatar la ley del nacimiento;
933
allí hay que atreverse, y que un pecho abatido
934
hace de la obediencia una virtud cobarde.

ORANTE
935
De ahí que mis propósitos y todo mi poder
936
tiendan a renovar mi primera alianza;
937
Lisimán debe mi ansia a la indiscreción
938
de este indigno objeto de mi predilección:
939
ahora, pensando en él, he visto en la ventana
940
que da a su jardín, a uno de los suyos,
941
a quien le expresé que le avisara que fuera
942
a la casa de Eliante, donde quiero hablarle:
943
pues verlo en nuestra casa, no me lo autoriza
944
el deseo de mi padre.

CELIREA
Pues manos a la obra,
945
y no prestéis oído a la severidad
946
de los que en este punto tienen poco derecho;
947
separé a Lisimán de su última amante:
948
un magnífico ejemplo siguió a mi esperanza;
949
paso por ser Lisandro en la estima de todos,
950
y Rosinda me estima en calidad de esposo.
951
Haced vos un buen uso de esta feliz treta,
952
y el yugo sacudiros de una injusta coacción:
953
vuestra dicha es de vos.

ORANTE
No digas nada entonces;
954
voy a casa de Eliante y espero a Lisimán.

(Sale)

Escena VIII

CELIREA
955
(sola)
Ofendo con pesar a esta preciosa joven,
956
pero solamente hago lo que un Dios me aconseja:
957
estas faltas se admiten en mentes amorosas,
958
y el Cielo no ha ideado suplicios para ellas;
959
¡Ay! Ya son castigados con crueles tormentos
960
en el dolor que sienten cuando su maldad ejercen,
961
y, viendo la inquietud que los puede asaltar,
962
hay que compadecerlos al verlos fracasar.
963
Mas si este amante pérfido se presenta a mis ojos;
964
debemos alejarlo de ir a casa de Eliante.

Escena IX

CELIREA, LISIMÁN

CELIREA
965
Señor, iba a veros; mi Señora esta tarde
966
no pudo abandonarse a la dicha de veros;
967
su padre le prescribe el severo mandato
968
de no desear la dicha de vuestro matrimonio,
969
que sus deseos regulen por su autoridad,
970
y que ya no se aferre a Aristo como amante.

LISIMÁN
971
Entonces, que obedezca.

CELIREA
¡Oh Dioses! ¿Esta nueva
972
no puede conmover a un amante tan fiel?
973
Tan constante en amor, ¿lo sois en relaciones
974
que arruinan la esperanza de vuestro afán común?
975
¿Veis con vuestros ojos cesar vuestra esperanza?,
976
¿creéis que ella sienta la misma indiferencia?

LISIMÁN
977
Si otro puede o no apabullar su mente,
978
yo estimo por igual sus deseos y desprecios;
979
mi constancia, en su caso, me procura un remedio
980
ligero como el mal, y que todos poseemos;
981
me resultó muy fácil sanar mi inquietud:
982
como hombre amé a Orante, y no sólo de paso.

CELIREA
983
¡Oh Dioses! Causándole dolor e inquietud,
984
¡cuán injusto os mostráis en vuestra ingratitud!
985
Viendo, como yo veo, su excesivo dolor,
986
no podríais, Señor, negarle unas lágrimas.
987
Muy bien he conocido sus discretas pasiones;
988
la sorprendí cien veces en reservadas quejas,
989
en las que vuestro nombre surgía y me mostraba
990
cuánto y con que rasgos su espíritu está herido.
991
Mas, ¡ay! ¿Qué infortunio iguala su desgracia?
992
Y, ¿cuál es su desdicha, al arder por el hielo?
993
Su rostro está adornado de cualquier ornamento
994
capaz de hechizar la mente de los amantes;
995
¿tiene acaso defectos en alma o intelecto
996
que os hayan impedido compartir su amor?
997
¿Halláis en su vida una justa razón
998
para a ella no quererla a título de amante?
999
¿Qué podría decirle? ¿Con qué seguridad
1000
podré hablarle a ella de vuestra indiferencia?
1001
Ella de vos espera el fin de sus tormentos.
1002
¡Cielo, que ves su alma: castígame si miento!

LISIMÁN
1003
No obstante, esta mañana, esta orgullosa amante
1004
no lo manifestaba.

CELIREA
¿Y creéis a Orante?
1005
¿Os aparta de ella mientras que se lamenta?
1006
¿Y queriendo probar vuestra amistad la rompe?
1007
Habéis amado poco, tenéis poca experiencia;
1008
el ser perseverante es un mal para vos.
1009
¿Cómo demostraréis vuestra fidelidad,
1010
si con tan sólo un golpe ya os desalentáis?
1011
¿para que la crean fiel, basta con que una Dama
1012
os oiga hablar de suspiros y amor?
1013
Son palabras comunes a todos los amantes;
1014
el más indiferente es siempre desdichado:
1015
si es verdad, el más sano, siente un cruel martirio;
1016
el más libre es esclavo, y el más frío suspira.
1017
La apariencia es dudosa, y sus signos perfectos
1018
de un perfecto amor restauran los efectos.
1019
Tan herida está Orante, y tan real es su pena,
1020
Señor, que razón tiene de hurgar en vuestra herida,
1021
y busca justamente, en esta elección,
1022
por vía de amistad, la vía del cariño.

LISIMÁN
1023
Mañana la veré, háblale de mi pena;
1024
dile que ha dudado de un ardor verdadero;
1025
que no hay tormento igual a los que yo he sufrido,
1026
y que sólo mi aprecio ha roto mis grilletes.

CELIREA
1027
Su incierto sentimiento proviene de los celos,
1028
y vos podréis, Señor, curar su fantasía.
1029
Sufriendo por vos sólo, ella también desea
1030
ser el único objeto de vuestro dulce fin,
1031
y tener quiere el alma de esa campesina
1032
que en otro tiempo amasteis.

LISIMÁN
¿Cómo, el alma de Diana?

CELIREA
1033
Si no, deseos y males serán vanos e inútiles:
1034
pero contentaréis su espíritu en esto.

LISIMÁN
1035
Dile que el interés por una belleza rara
1036
no me conduciría a este proyecto bárbaro,
1037
y que ella solicite para este acto odioso
1038
a un más ardiente amante, y más adulador;
1039
que yo celebro igual su frialdad y su fuego;
1040
que el amor no habita en las almas brutales,
1041
y que defendería a esta joven belleza
1042
contra los hacedores de su brutalidad;
1043
que Diana me es querida tanto como mi vida;
1044
que yo la serviría como la he servido,
1045
y me habrían admitido a vivir en su entorno,
1046
si no hubiera nacido para abarcar sus bienes:
1047
pero tengo parientes de genio intempestivo
1048
que a mi felicidad prefieren mi fortuna.

CELIREA
1049
¡Cuán ciegos vuestros ojos por débiles encantos,
1050
si es que habéis sentido el poder de sus rasgos!
1051
Conozco a esta muchacha, y ella no tiene encantos
1052
capaces de dañaros, dignos de vuestras lágrimas;
1053
a ojos de los aldeanos tiene ella cierto encanto;
1054
pero, si lo admitís, ella no os agrada.

LISIMÁN
1055
Me agrada tanto como tus palabras me ofenden;
1056
mas tú sirves a Orante, y por eso la defiendes;
1057
tu celo es estimable, y tu clase social baja
1058
me obliga a excusarte por tu indiscreción.

CELIREA
1059
El amor que os tenía la hacía muy bella;
1060
pero, al ya no amaros, ¿cómo la juzgaríais?
1061
El cambio del destino puede cambiar la mente,
1062
variando amor ardiente en tímido desprecio.

LISIMÁN
1063
Mas ¿Qué clase de cambio acaece a las pastoras?

CELIREA
1064
Un hombre que trafica en mares extranjeros
1065
se encargó de papeles de mercaderes muertos,
1066
parientes de esta chica, y ricos en tesoros:
1067
se piensa que le han dado fundadas esperanzas,
1068
ya que letras de cambio le han dado garantías;
1069
el autor de la nueva, primo es de Orimán,
1070
y se dice de él que ha llegado hoy mismo.

LISIMÁN
1071
¡Oh Dioses! ¿Qué me dices? ¿Puedo al saber la nueva,
1072
posponer un momento el ver a esta belleza?

CELIREA
1073
(alzando la voz)
Traidor, ¿qué esperas sino perder tus pasos,
1074
si, incluso al hablarle no muestras conocerla?
1075
¡Te consumes por Diana, bárbaro, insensible,
1076
mas cede tu pasión a tu talante avaro!
1077
¡Te consumes por Diana, y tu pecho abatido
1078
pone en una balanza su riqueza y virtud!
1079
No, lo que tu voz dice, tu pecho lo reprueba;
1080
el Cielo ha puesto un alma de cieno en tu cuerpo,
1081
un alma inaccesible a las bellas pasiones,
1082
y no tiene otro objeto que el de las posesiones.
1083
Mira mi cara, ingrato, yo soy esa Diana,
1084
esa abyecta ignorada e infame aldeana,
1085
esa humilde pastora, y la mujer, no obstante
1086
con la que habrías hecho una elección juiciosa,
1087
cuya humilde clase otrora común era,
1088
mas cuyas cualidades realzaron su fortuna.
1089
No es sólo grato el oro, y bajo estas ropas
1090
a veces la virtud se propició amantes.
1091
Finalmente, un cambio ha llegado a mi suerte.
1092
y me hace conocer a la que te cautiva;
1093
la ciega deidad que rige a los humanos
1094
por fin me ha abierto sus liberales manos,
1095
tengo con qué comprarte, y con qué defenderme;
1096
ella que disponía el decidir por mí.

LISIMÁN
1097
¡Dioses! La que veo es Diana.

DIANA
Sí, es la que tus ojos
1098
han tenido el poder de atraer a estos lugares,
1099
la que muere de amor por un alma traidora,
1100
la que se ha limitado a servir a tu amante,
1101
que su libertad pierde y, vuelve su honor dudoso,
1102
y al seguir a un ingrato descuida su respeto.

LISIMÁN
1103
(de rodillas)
Castiga, bella Diana, a un bárbaro, a un pérfido,
1104
traidor en quien amor rige tan temeroso,
1105
y que forzar no pudo el fallo irrevocable
1106
de un padre enamorado sólo de su interés.
1107
De traición califico esta clara impotencia,
1108
y a mi ofensa añado mi propia confesión;
1109
ya que el Cielo es testigo de que esta alma cobarde
1110
sólo reconoció a su primer triunfador,
1111
que siempre tu figura fue cara a mi intelecto,
1112
que el tiempo no ha podido tu imagen deshacer,
1113
que más bien traté de suprimir con mis lágrimas
1114
el tiránico fallo de amar en otro sitio.
1115
Hoy, si el destino nos fuera tan propicio
1116
como para engañar a la ciega avaricia,
1117
o hechizar al senil del vano brillo del oro,
1118
(lo he jurado cien veces, y lo sigo jurando),
1119
podrían tus deseos desentrañar los míos,
1120
y yo poseería sólo el bien al que aspiro.

DIANA
1121
Si el oro ajustar puede sus deseos a los nuestros,
1122
ya nada atrasa nuestros inocentes placeres:
1123
considerémonos ya bajo una ley común,
1124
y ven a consultar al autor de mi fortuna;
1125
está con Orimán.

LISIMÁN
Mis sentidos se arroban,
1126
y, en este embeleso, dudo de que esté vivo.

Escena X

LISIMÁN, DIANA, EL LACAYO

DIANA
1127
(tras llamar a la puerta)
¿Está Lisandro aquí?

EL LACAYO
Se fue hace un cuarto de hora.

DIANA
1128
¿Debe a esta casa venirse a vivir?

EL LACAYO
1129
Lo estamos esperando.

(Vuelve a entrar)

LISIMÁN
Adiós, me voy a casa
1130
a alegrar a mis padres de un cambio tan dulce,
1131
y por una misiva informarle a Orante
1132
que su amor por mí me es indiferente;
1133
que me siento dichoso, aunque yo la pierdo,
1134
aunque tuvo derecho al objeto que sirvo;
1135
tengo tu corazón, sin delito ni crimen,
1136
y que tú me lo has dado como regalo lícito.

DIANA
1137
Voy a casa de Orante, y en muy poco tiempo
1138
te llamo, o voy a verte.

LISIMÁN
Adiós pues, te espero.

(Se marcha)

DIANA
1139
(sola)
¡Dioses! ¡Dulce esperanza la que acaricia mi alma!
1140
Debo cambiarme de hábito, corro con Dorotea.


ACTO V

Escena primera

SILVANO
1141
(solo)
Bello astro de mis días, ¿en qué apartados sitios
1142
hacen brillar tus ojos sus divinos fulgores?
1143
¿Dónde ocultarte puedes con tanto resplandor,
1144
pastora despiadada, sorda a mi plegaria?
1145
Cansado, tras tan largos y vanos sinsabores,
1146
tal vez me compadezcas en la actitud en que estoy.
1147
De un pastor estimado en toda la campiña,
1148
abundante en rebaños y rico en pastizales,
1149
mi amor, cuyo ardor me obliga a buscarte,
1150
me trocó, bella Diana, en triste carretero.
1151
Para verte he cambiado, sin juzgar que eclipso
1152
la gloria de mi nombre y el honor de mi estirpe,
1153
cien ovejas al cargo de sólo dos caballos,
1154
y mis ropas de paño en estos feos harapos.
1155
Aún si obtuviera un bien tan delicioso,
1156
este infeliz apodo fuera más soportable;
1157
pero impedir no logra nuestra separación,
1158
y Diana se oculta ante su Endimión.
1159
Mi esperanza es vana, no ha aparecido
1160
el fulgor de sus rayos en el hogar de mi amo;
1161
ya no estás en su pecho; sus deseos se han enfriado,
1162
él ya no te respeta como lo hacía antes;
1163
Orante ha cautivado a este rival infiel,
1164
y voy a llevarle… Mas veo a esta beldad.

Escena II

ORANTE, SILVANO

SILVANO
1165
Iba a veros, Señora.

ORANTE
¡Dioses! ¡A Lisimán
1166
no se le ve interés por mi felicidad!
1167
¿Por qué no viene él?

SILVANO
Ignoro el motivo;
1168
me dio este recado, y nada más me dijo.

ORANTE
1169
(coge la carta y lee)
«Me estoy volviendo sordo, tu vanidad, Orante,
1170
provoca en mi pecho un lógico desprecio:
1171
te crees muy atractiva
1172
no siendo muy hermosa.
1173
Donde Diana se muestra, nada puede extasiarme:
1174
conozco el señorío del que alardeáis;
1175
dejad que vuestra criada
1176
su trabajo organice.
1177
LISIMÁN.»
1178
Aparte
¿Aludirá a Diana?
(Hablando otra vez con Silvano)
Adiós, ve a asegurarle,
1179
que no tengo motivos para desesperarme,
1180
y que su vano humor tiene más de insolencia
1181
de la que mi cariño tenía de violencia.

(Rompe la carta y Silvano se marcha)

ORANTE
1182
(sola)
¡Cielos! Me han traicionado, y bajo un nombre falso
1183
el fin de sus deseos sirve en nuestra casa.

Escena III

ARISTO, ORANTE

ARISTO
1184
Como los criminales que un juez pavoroso
1185
convocó para oír un fallo equitativo,
1186
por el miedo afligidos y sin la esperanza
1187
de un trato más liviano que una muerte inflexible:
1188
vengo yo a este lugar, negra el alma de un crimen
1189
que me prohíbe esperar un perdón razonable;
1190
así, aquí citado, vengo trémulo y presto
1191
a oír a tus deudos pronunciar mi dictamen.
1192
Mas permite que oiga de tu voz mi sentencia,
1193
y así permitirás que me resista menos.
1194
Condena por tu mano a este indiscreto amante,
1195
y nada justifiques de su resentimiento.

ORANTE
1196
¡Cómo! ¿Quieres morir por este objeto de odio,
1197
de rasgos tan comunes y frívolo talante,
1198
a quien sólo se estima por sociabilidad,
1199
y que tan poco influía en tu emancipación?
1200
¡Dioses, qué alteración!

ARISTO
No esperes una excusa
1201
de un criminal amante que a sí mismo se acusa,
1202
que considera en fin esta ciega pasión
1203
con un remordimiento más cruel que la muerte.
1204
Hallé defectos donde la gracia es extrema,
1205
también oscuridades inclusive en la luz;
1206
permuté tus encantos, esta tez palidece,
1207
mas sólo el amor me hizo hablar como enemigo.
1208
¡Dioses! Ya excuso a este iracundo capricho,
1209
pero tú aún no has mi suplicio ordenado;
1210
¿niegas mi pena, acaso, ante mi confesión?

ORANTE
1211
¿Qué castigo merece una justa acción?
1212
Cuando tú me llamabas inconstante y perjura,
1213
yo no me ofendía por semejante injuria;
1214
cuando según tu juicio yo no era hermosa,
1215
sufrí este desprecio aún más justamente;
1216
la misma evidencia hablaba en esta lengua,
1217
y cien veces mi espejo me dijo ulteriormente.
1218
Conozco mis defectos, y sé que la amistad
1219
de quien se digna amarme es digna de piedad;
1220
no creo que tu seas ni ciego ni culpable;
1221
tampoco yo condeno un discurso auténtico,
1222
y tu no has fallado más que en este punto
1223
al haberme tratado con gran delicadeza.

ARISTO
1224
¡Ah! ¡Exceso de rigor! Y esta indiferencia
1225
es para mí un castigo peor que mi ofensa;
1226
para ser más humano debía ser penado,
1227
y es mucho afligirme para así mantenerme.
1228
No, a confesar no vayas la injusticia, el ultraje
1229
a los que la angustia mi coraje ha llevado.
1230
En el rigor extremo que a este pecho ha tocado,
1231
cerca está de morir por probar su pecado;
1232
prueba que todo cede a tus amables encantos,
1233
y que objeto tan digno no hay de nuestras lágrimas.
1234
Yo ya las profané con palabras injuriosas:
1235
pero ¿Qué eximir puede un espíritu en furia
1236
que se ve engañado por una irreal promesa,
1237
viendo a su rival cerca del lecho de su amante?
1238
No obstante, casi lo hago, y no tengo intención
1239
de desviar el golpe que me abrirá el pecho.

ORANTE
1240
Pecamos libremente en la fe de la gracia,
1241
y mi ingenuidad excita tu audacia;
1242
podría influir en ti más sin tanto cariño,
1243
sería yo la única en tu mente celosa.
1244
Un respeto esencial te habría obligado
1245
a la moderación de sufrir sin quejarte;
1246
mas te amaba en exceso, y la pasión violenta
1247
que te manifestaba te hizo insolente.
1248
Tu prudencia y mesura pendían de mi miedo;
1249
yo debía mostrar que me afectaba menos:
1250
se sufre con respeto una severa ley,
1251
por ti lo habría yo hecho, aplicándome en mí.
1252
sin embargo, soy buena, y pediré a mi padre
1253
que me indique lo justo de lo que debo hacer.

ARISTO
1254
¡Dioses! Si pone fin a tu resentimiento,
1255
¿qué bien es comparable a mi total contento?

(Se marchan)

Escena IV

DOROTEA
1256
(sola)
Diana tiene vigor, todo cede a sus dotes,
1257
el Cielo favorece el ardor que la impulsa.
1258
¡Seductora adorable de los hombres y Dioses,
1259
corona sus designios con éxito glorioso!
1260
Ella se ha disfrazado con tanta audacia
1261
que es muy improbable que su ardid sea vano,
1262
y el honor que le hicieron en casa de Orimán
1263
hace que espere el éxito de este encubrimiento.
1264
Tú, Diosa del reposo, haz más densa tu sombra:
1265
cuando asomen sus ojos en tan oscuro sitio,
1266
haz que no la conozcan, y que rasgos tan bellos
1267
no sean descubiertos gracias a las antorchas.
1268
De esta feliz noche penden todas las suyas;
1269
la ubicarás tú sólo do sus deseos pretenden,
1270
y todo enamorado, gracias a tu favor,
1271
tienen un feliz éxito en sus castos designios.
1272
Toda mi dicha estriba en su satisfacción;
1273
trabajo a mi favor prestándole mi oficio,
1274
y yo tendré a Silvano, si hago que Lisimán
1275
sea dueño de un objeto tan raro y seductor.

(Ella llama a la puerta de Lisimán)

Escena V

SILVANO, DOROTEA

SILVANO
1276
¿Qué queréis, ya tan tarde?

DOROTEA
Ah, pastor insensible,
1277
¿es este lugar, como tu pecho, inaccesible?
1278
¿Alguna vez darás la gentil bienvenida
1279
a la que puedes ver tan cerca del ataúd?
1280
No quiero doblegar tu rigor inhumano;
1281
no pido recibir la renta por mi pena;
1282
y, aunque cada día mi inquietud aumenta,
1283
no tenía intención de hablarte aquí.
1284
Busco a Lisimán.

SILVANO
¡Dioses! Es Dorotea.

DOROTEA
1285
Ya no es más que su cuerpo, el alma le arrancaron
1286
mientras se la advertía de tu distanciamiento;
1287
yo morí de pesar en ese triste momento.

SILVANO
1288
Pastora, mi vestido demuestra mi ignorancia,
1289
y mi naturaleza excusa mi silencio.
1290
Yo predicar solía discursos amorosos:
1291
los pastores me amaban, trabajaba para ellos;
1292
y aunque, mi pecho era más frío que un tronco,
1293
creían, sin embargo, que hablaba por mi boca.
1294
Ahora yo me encargo de trabajos menores,
1295
y no tengo otro oficio que adiestrar mis caballos.
1296
Voy a buscar a mi amo.

DOROTEA
¡Qué oportunidad
1297
de forzar su frialdad y su indiferencia,
1298
pudiendo implicarlo en el bien que pretendo!
1299
Ya llega Lisimán, no perdamos el tiempo.

Escena VI

LISIMÁN, DOROTEA, SILVANO

DOROTEA
1300
¿Señor?

LISIMÁN
¿Qué de mí quieres?

DOROTEA
Mi comadre quería
1301
venir a recibiros, mas la detiene Orante,
1302
yo vengo en su nombre de casa de Orimán:
1303
Lisandro está de vuelta, pero vayamos ya.

LISIMÁN
1304
No, no quiero plegarme a su incierta palabra.

DOROTEA
1305
Veámoslo, no obstante, tomaros la molestia,
1306
Ella os lo implora.

LISIMÁN
Vayamos, si tú quieres,
1307
y si hay que contentar al objeto de mi anhelo.

DOROTEA
1308
Abramos, ahí está.

Escena VII

DIANA, con el atuendo de Lisandro, ORIMÁN, LISIMÁN, SILVANO, DOROTEA

DIANA
(abrazando a Lisimán)
¿Puedo abordar sin miedo
1309
a aquel de quien espero una ecuánime queja,
1310
ese atractivo amante, el rival altruista,
1311
del que he arruinado sus planes amorosos?
1312
Dignaos ver, Señor, al tirano que os place,
1313
¿os puede contentar con algo que os agrade?
1314
El solo bien de veros motivo es de mis pasos.

LISIMÁN
1315
No te busques excusa para quien no la espera;
1316
revocar no se puede el fallo del destino
1317
que obra a su antojo, o rompe desposorios.
1318
La suerte me arrebata a Rosinda, estoy contento
1319
porque no ha sido ciego al porvenir de ella,
1320
ya que la reservaba para alguien más digno
1321
de ser el poseedor de este insigne tesoro.

DIANA
1322
Al menos este evento os propicia un sirviente
1323
que no soportaréis, cobarde o adulador,
1324
y al que faltará tiempo tanto como el deseo
1325
de por vos arriesgar su fortuna y su vida.

DOROTEA
1326
¿Padeceréis, Señor, la curiosa intención
1327
que me hace preguntar si cierto ruido es vano?
1328
¿Diana (no os enfadéis si yo os importuno),
1329
debe a vuestros cuidados semejante fortuna?
1330
¿Habéis desde tan lejos, tras fallecer los suyos,
1331
traído tantos bienes a esta feliz hija?

DIANA
1332
No dudes de los bienes de los que ella se jacta;
1333
no la halago con una incierta expectativa:
1334
junto con mi equipaje le llega en dos días
1335
de lo que alegrarla y probar mis palabras;
1336
mas puedo asegurar con las letras de cambio,
1337
este evento para ella tan feliz como extraño.

DOROTEA
1338
¡Con fervor pediremos para vuestra fortuna,
1339
porque todos comparten su dicha y alegría!
1340
Su mérito es tan grande, que a esta amable chica
1341
todo el mundo la quiere, igual que a su familia,
1342
el eco de su dicha place a los envidiosos,
1343
y con voz colectiva bendicen a los Dioses.

Escena VIII

LOS MISMOS (DIANA, con el atuendo de Lisandro, ORIMÁN, LISIMÁN, SILVANO, DOROTEA), LISANDRO llega, y se dirige a Silvano con dos baúles

LISANDRO
1344
¿Dónde está Orimán?

SILVANO
Dentro.

ORIMÁN
¿Quién me busca?

LISANDRO
1345
(acercándose a él)
¡Dioses, que me obsequiáis con un favor tan grande,
1346
dueños del universo!, ¡cuánto incienso os debo
1347
en esta rara dicha que excita mis sentidos!
1348
Feliz y caro padre del único ser que amo,
1349
enteraos de quién soy por mi extremo arrebato:
1350
reconoce a Lisandro.

ORIMÁN
¡Oh Dioses! ¡Qué insensato!

LISANDRO
1351
¿Acaso ha borrado el tiempo mi figura?
1352
¿Es que ya no te acuerdas de este feliz Lisandro
1353
al que un día elegiste como futuro yerno?
1354
Desde que me marché del sitio en que vivía,
1355
Febo las estaciones las dividió diez veces;
1356
te veía por doquier, y siempre en mi alma
1357
conservé los retratos de ti y tu mujer;
1358
¡y tú no reconoces a este deudo agraciado,
1359
que los Dioses designan para animar tus días!

DIANA
1360
aparte
¡Oh sensible desgracia!

DOROTEA
aparte
¡Oh desgracia infinita!

ORIMÁN
1361
¡El Cielo, seas quien seas, que cure tu manía!
1362
(A Diana)
¿Qué error, hijo mío ha cometido este hombre?
1363
¿Tu cuerpo con tu edad se habría desdoblado?
1364
Al hallarme en apuros, ¿cuál de los dos me quedo?
1365
Sólo tengo a Rosinda, sólo un Lisandro quiero.

DIANA
1366
(a Lisandro)
Tú, que crees con mi nombre apropiarte mi hacienda,
1367
y poseer la persona que el Cielo ha hecho mía,
1368
¿qué nueva circunstancia te trae a nuestra estirpe?
1369
¿Sobre qué argumentos se sustenta tu audacia?
1370
Ensaya en otras mentes estos divertimentos,
1371
y dale rienda suelta a nuestras alegrías.

LISANDRO
1372
¡Cielo que sabes todo, si odias la impostura,
1373
por un visible efecto castiga esta aventura!
1374
Y si, como se cree, tu brazo es omnímodo,
1375
destruye al impostor y muestra al inocente;
1376
desengaña a estas gentes, y hazles reconocer
1377
que este insolente yerra al querer ser yo.
(Hurgando en el bolsillo, saca unas cartas y se las entrega a Orimán)
1378
¿Pero es que buscar debo síntomas evidentes
1379
tras las notas escritas de manos de mis padres?
1380
Al ir a Portugal, tuve la buena idea
1381
de acreditar mi nombre y mi perseverancia;
1382
yo soy el feliz yerno y el feliz esposo
1383
que, ya en su mocedad, Rosinda os presentó.

ORIMÁN
1384
(después de leer)
¡Dioses! ¿Qué veo aquí?

LISIMÁN
¡Que responda el procaz!
1385
Haré ver que es culpable a ojos de todo el mundo.
1386
¿No podéis observar cómo ya sus temblores
1387
demuestran su impostura y sus encubrimientos?

ORIMÁN
1388
(a Diana)
¿No vas a decir nada?

DIANA
(llorando)
Ya que vuestro poder
1389
decide que yo muera, me quedo sin defensa,
1390
Dioses infrahumanos cuya misericordia
1391
niega un poco de gracia a tanta dilección.
1392
(A Lisimán)
Y tú, que de estos golpes capaz a mi sexo haces
1393
más criminal que yo, castiga a esta culpable;
1394
eché abajo tus planes, perturbé tus placeres,
1395
y por una impostura atraje tus deseos.
1396
La destreza de hurtar lo que tu me deniegas
1397
loó con dulce fe mis penas infinitas;
1398
no pude, sin embargo, mitigar mi hastío;
1399
el Cielo está en mi contra, conspira junto a él:
1400
no vayas a negarme una muerte legítima;
1401
por tu mano castígame, y moriré sin crimen.
1402
(A todos)
Vosotros traicionados por este integumento,
1403
añadid vuestra ira a su resentimiento;
1404
no me indultéis la vida, y creeré vuestras quejas:
1405
el deseo de volar me llevó a estos engaños,
1406
y os he arrebatado el bien más exquisito
1407
que vuestras obras nunca habrían conseguido.

ORIMÁN
1408
Prendámosla, amigos.

LISIMÁN
¿Acaso es Diana? ¡Oh Dioses!

Escena IX

LOS MISMOS, ARISTO, ORANTE, FILEMÓN

ARISTO
1409
(saliendo de su casa)
Adiós ¿Mas qué tumulto veo por estos lugares?

FILEMÓN
1410
Hay que ver lo que ocurre.

DIANA
Ordenad mi suplicio,
1411
o sufrid que mi mano evite a la justicia.
1412
(A Lisimán)
Si alguna vez me amaste, dame esta espada.
1413
Mi fuego un golpe apaga, y restaura tu paz;
1414
sacarme un golpe puede de estas procaces manos
1415
que tan poco respetan mis violentos ardores.
1416
¿Por qué, cruel, te demoras?

LISIMÁN
¡Oh azote de mis días!

SILVANO
1417
¡Es Diana en persona! Ofrezcámosle ayuda.
1418
Insolentes, ¿qué ardor traen vuestras manos bárbaras
1419
sobre alguien dotado de atributos tan raros?
1420
¿Qué os hace tan osados?

Escena X

LOS MISMOS, DAMON, UN EXENTO, DOS ARQUEROS

DAMON
(a los arqueros)
¡Ay! Cobrad en ellos
1421
el sensible dolor de un padre desgraciado,
1422
devolved la fe de una familia a sus anhelos;
1423
aprisa... ¡Mas qué veo! Aquí está mi hija:
1424
veo al sujeto ingrato culpable de mis lágrimas.
1425
¿Qué extraña manía tiene herido su espíritu?
1426
¿Y bajo que ropaje se presenta a mi vista
1427
esta ciega de honor y carente de sentido?
1428
(A Diana)
¿Crees tú, desgraciada, que esta vestimenta,
1429
es decente atavío para las de tu sexo?

ORIMÁN
1430
Ignoro su intención, mas por su propia boca
1431
ella nos advirtió de un robo que me afecta;
1432
esta ropa nos hace sospechar de su estado,
1433
y este travestismo sobre su intención.
1434
Señores, apresadla, pues todo este artificio
1435
sólo ha de desvelarse a ojos de la justicia.

DAMON
1436
No, no, poned las manos sobre el sobornador
1437
cuya vana promesa traicionó su honor;
1438
este que veis aquí motivó sus delitos,
1439
y debe consumar sus promesas legítimas:
1440
espera ella de él menos de lo que se merece
1441
la honra de su familia y su fidelidad.
1442
Por error me creéis autor de su origen:
1443
mas mis cuidados sólo guiaron su infancia;
1444
en nuestra aldea vimos descollar sus encantos,
1445
y el Cielo, sin embargo, no la destinó a ellos.
1446
Oíd como la tuve en su más tierna edad,
1447
ya que este incidente me obliga a contároslo.

LISIMÁN
1448
¡Que una dulce esperanza halague mi pasión!
1449
Rápidamente háblanos de su cuna y linaje.

DAMON
1450
Una dama extranjera, y de ilustre familia,
1451
tuvo en el mismo parto un hijo y esta hija;
1452
la intención que tenía de compensar a su hijo
1453
la obligó a aceptar la oferta que yo le hice.
1454
Confió ella su hija al cuidado de mi esposa,
1455
y unos meses más tarde fui a la casa de ella,
1456
donde, por su consejo, esparcí el rumor
1457
de que la joven Diana murió la noche de antes.
1458
Me creyó todo el mundo; de mi pena apiadáronse,
1459
y la madre fingió con tal habilidad
1460
que no pudo negarse lágrimas a su pena,
1461
que con falsos tormentos vertía realmente.
1462
De su hijo, al creerlo único, se alababan sus bienes,
1463
y ya a su edad se le atribuían méritos
1464
de un carácter tan noble, y de una mente buena,
1465
que al salir a la calle todos lo conocían.
1466
La hija de Orimán tenía su edad,
1467
y sus padres ya entonces acordaron casarlos:
1468
besándose, en presencia de familia y amigos,
1469
Lisandro fue casado a la edad de seis años.
1470
Cerrado este acuerdo, la madre dejó Francia,
1471
dejándome a esta hija y alguna recompensa;
1472
mas, desde su partida, quince veces el Sol
1473
vio nacer y caer las hojas de nuestros bosques
1474
sin que ella me escribiera, ni que noticia alguna
1475
me informara en su nombre si se ocupaba de ella.

ORIMÁN
1476
¡Oh Dioses! ¡Falso hipócrita! ¡Y con qué sutileza
1477
piensa aprovecharse de este artificio!
1478
Diana ya no está viva, y en esta creencia
1479
hemos establecido esta feliz alianza.

LISANDRO
1480
No, no, no cabe duda de que tuve una hermana,
1481
y este es el motivo que apresuró mi vuelta.
1482
Lista para dejar su morada mortal,
1483
mi madre me llamó: Lisandro, me dijo ella,
1484
no te dejo a ti como único heredero;
1485
al tu nacer los Dioses te dieron una hermana,
1486
y la intención que tuve de aumentar tu fortuna
1487
la mermó a la desgracia de una vida ingrata.
1488
Hice que la criaran en la casa de Damon:
1489
Boulogne es su pueblo, y su nombre es Diana;
1490
es tu vivo retrato, y para reconocerla
1491
te bastará la sangre, si aparecer la ves;
1492
si no la reconoces, una marca en su pecho, y
1493
dos en el brazo diestro, harán que estés seguro.
1494
En esta ocasión viaja pronto a Francia,
1495
y procura que muera con esta esperanza.

DAMON
1496
(mostrando el pecho y el brazo de Diana)
¡Apropiado discurso! ¡Ay! No dudéis más,
1497
y venid a observar estos signos superfluos.
1498
Castigad, si yo miento, al autor de la impostura.

LISANDRO
1499
¡Oh Diana, hermana mía! ¡Oh divina aventura!
1500
¡Oh día favorable!

DOROTEA
¡Oh dulce alborozo!

LISIMÁN
1501
Dudo si estoy despierto en este arrobamiento.

DIANA
1502
Por fin, feliz amante, ¿el cuidado del hado
1503
termina tu frialdad con mis padecimientos?
1504
¿La hermana de Lisandro tiene ella más encantos
1505
que la mujer de todos, de azar abyecto y bajo?
1506
¿Ablandaré tu alma?

LISIMÁN
Divino encanto de almas,
1507
primer y único objeto que hizo nacer mis llamas,
1508
¿quién no habría deseado los males que he sufrido
1509
y no sería feliz muriendo en tus cadenas?

ORANTE
1510
¡Dioses, qué mutación!

FILEMÓN
¡Cuánto se alegra mi alma!

DIANA
1511
(a Orante)
Señora, que el Dios que gobierna mi vida
1512
me excuse ante vos por mi intención pasada
1513
de hacer que Lisimán vuestras leyes dejara;
1514
no he considerado, ni temo vuestra cólera,
1515
y el Cielo lo adeudaba a mi larga miseria.

ORANTE
1516
Dejemos nuestros males; al ser Aristo mío,
1517
ya ningún otro puede disponer de mi fe.

ARISTO
1518
Ya que a vuestro desprecio vuestro favor le sigue,
1519
jamás devolveré el bien que yo poseo.

LISANDRO
1520
(a Orimán)
No me neguéis en este placer universal
1521
una dicha que me hace estar en plenitud;
1522
los Dioses en Oriente me fueron favorables,
1523
y, Señor, mis ganancias son tan considerables,
1524
que igualan cuatro veces mis bienes compartidos
1525
a los que cuando joven tenía y esperaba;
1526
tanta prosperidad siguió a mi expectativa
1527
que puedo ser feliz, y Diana estar contenta.

ORIMÁN
1528
Ya que al fin puedo ver las dudas aclaradas,
1529
yerno, ven a abrazarme, desterremos recelos;
1530
y a ti, a quien he tratado con tanta humillación,
1531
que un sensible pesar mitigue tu dolor:
1532
entra; en cuanto a ti, Damon, comparte nuestra dicha
1533
en esta ocasión tan cara a tus deseos.

DOROTEA
1534
(a Silvano)
Tú que ves los favores que el Cielo les envía,
1535
¿no quieres añadir mi descanso a su dicha?
1536
¿Aún sigues hallando impropias mis palabras,
1537
y sufriré yo sola en esta común dicha?

DIANA
1538
Acepta, Silvano, a esta bella y gentil pastora,
1539
todos te lo rogamos.

SILVANO
¡Oh dolor tan amargo!
1540
Pero es mucho pedir, pues mis deseos son vanos.
1541
Recibiré, al menos, este don de tus manos;
1542
cualquier antipatía que yo pueda mostrar,
1543
no podría vencerte venciendo a mi amo.

DOROTEA
1544
¡Oh dicha infinita! Loemos el bello día,
1545
y descansar dejemos a estos presos de Amor.

EL EXENTO
1546
(yéndose con los arqueros)
Adiós, vivid contentos.

FILEMÓN
(a Orimán)
Que os favorezca el Cielo.

ORIMÁN
1547
Que su bondad, Señor, permita tus deseos.

FILEMÓN
1548
Hasta mañana, Aristo.

ORIMÁN
Entremos, que por siempre
1549
pueda durar el tiempo de esta dichosa paz.

(Salen todos)

SILVANO
1550
(solo)
Ya que todo está en contra de tu perseverancia,
1551
tus esperanzas ahoga en una jarra de vino,
1552
desdichado Silvano, resárcete con viandas
1553
la pérdida que sufres de sus raros encantos.

FIN