Jean de Rotrou, Les occasions perdues

Las ocasiones perdidas





Texto utilizado para esta edición digital:
Rotrou, Jean de. Las ocasiones perdidas. Traducción y notas de Á. García Calderón y M. Á. García Peinado para la Biblioteca Digital EMOTHE. Valencia: EMOTHE Universitat de València, 2024.
Codificación del texto digital para EMOTHE:
  • Tronch Pérez, Jesús

Nota a esta edición digital

Esta publicación es parte del proyecto I+D+i «EMOTHE: Second Phase of Early Modern Spanish and European Theatre: heritage and databases (ASODAT Third Phase)», referencia PID2022-136431NB-C65, financiado por MICIN/AEI/10.13039/501100011033 y por FEDER Una manera de hacer Europa.


Noticia histórica y literaria

Noticia histórica y literaria sobre LAS OCASIONES PERDIDAS
[Incluida en la edición de la obra de 1820: Œuvres de Jean Rotrou. Tome premier. Paris: Chez Th. Desoer, pp. 345-347.]

Alfonso, Rey de Sicilia, engañado por sus cortesanos envidiosos de Clorimán, y encolerizado por el amor que este favorito ha inspirado en su hermana la Infanta, decide sacrificarlo. Lo envía en embajada a Nápoles, con el pretexto de pedir la mano de Elena, Reina de ese estado, para Alfonso; pero instrucciones secretas dadas a personas del séquito de Clorimán llevan la orden de asesinarlo. Clorimán se defiende valientemente, y la sola protección de Elena, que por casualidad presencia la lucha, lo salva de una muerte inevitable. La Reina, asombrada por el brillante valor de Clorimán, pronto se siente movida por un tierno sentimiento en su favor, al igual que Isabel, una de las damas de su corte, y ambas le conceden una cita para esa misma noche. Mientras tanto, Alfonso, al enterarse de que no se han cumplido sus órdenes, se dirige a Nápoles bajo el nombre de su Embajador y se presenta en la Corte. El mensajero de Elena, encargado de entregar a Clorimán la carta de amor de la Princesa, se deja engañar por la inscripción, que decía sólo "al bello español", y se la devuelve a Alfonso. Adraste, señor napolitano y amante de Isabel, se encuentra bajo las ventanas de su señora a la hora de la cita que ésta había concedido a Clorimán. Aprovecha la escalera que ve allí y sube hasta Isabel, que lo confunde con Clorimán. Isabel reconoce el engaño, pero demasiado tarde, y no ve otra salida que conceder su mano a Adraste. Por su parte, Elena, al ver que un desconocido ocupa el lugar del Clorimán, al que esperaba, no se comporta con tanta prudencia; grita y quiere que Alfonso sea detenido y castigado. Clorimán, que se dirigía a casa de Isabel, se une a su Rey para rechazar a los guardias de Elena: descubre el rango de Alfonso, con quien la Reina acepta casarse; y el Rey, que le debe la vida a Clorimán, le devuelve el favor y le concede a su hermana en matrimonio.

Tal es el extraño tema de esta tragicomedia, tan sobrecargada de incidentes que un análisis detallado sería casi tan largo como la propia obra. La intriga está urdida con bastante habilidad, y su autor demuestra un verdadero conocimiento de los efectos de la escena; pero su moral no es muy casta, y buscaríamos en vano el retrato de un personaje o la observancia de una unidad.


PERSONAJES

ELENA, Reina de Nápoles
CLEONTE, gentilhombre de la Reina
CLORIMÁN, Príncipe de España
ATIS, gentilhombre siciliano
ORMÍN, gentilhombre siciliano
LERME, gentilhombre siciliano
LISIS, servidor de Clorimán
ADRASTE, enamorado de Isabel
ISABEL, dama de compañia de la Reina
ALFONSO, Rey de Sicilia
CLEONÍS, confidente del Rey
FILEMÓN, confidente de la Reina
CLEONARDO, confidente de Cleonte
CAZADORES
GUARDIAS DE LA REINA
SÉQUITO DE CLEONTE

ACTO I

Escena primera

ELENA, Reina de Nápoles, en traje de caza, CLEONTE y OTROS CAZADORES

LA REINA
1
Continuad la caza, y dejad que mis ojos
2
se dejen hechizar por las cosas de estos sitios;
3
ya los varios empeños en que abunda mi sino
4
se han desvanecido al ruido de estas aguas;
5
a un Dios le encantaría este lugar tan mágico.
6
Vos, Cleonte, y vuestos hombres, no vayáis a alejaros,
7
esperad que despierte en este verdor etéreo
8
donde los pajarillos radian tan dulce canto.

(Se sienta y se queda dormida)

CLEONTE
9
Creo que sólo aprendieron sus amorosos tonos
10
para así alimentar todos vuestros sentidos,
11
pues sólo impedís vos que estos arroyos callen,
12
ya que aquí las flores nacen por complaceros,
13
y estos suaves Céfiros llegan sin más propósito
14
que el de acariciaros el cabello y el seno.
15
¡Mas Dioses! Sigo hablando, y la Reina descansa;
16
sus ojos al cerrarse no han cerrado mi boca.
17
¡Vayámonos sin ruido: los ojos enemigos
18
que el corazón me roban, graciosos se han dormido!
19
¡Cuando hayan despertado disminuirá mi fuerza,
20
ya que incluso durmiendo me obligan a ocultarme!

(Se adentran en el bosque)

Escena II

LA REINA, dormida, CLORIMÁN, ATIS, ORMÍN, LERME

CLORIMÁN
21
Viendo en este país aún verdes estos bosques
22
creo que está libre del poder del invierno,
23
y que este hermoso Reino encierra entre sus límites
24
lo que hace que esté el Cielo prendado de la Tierra.
25
Mientras nuestros caballos descansan por un rato,
26
esta agradable sombra nos ofrece reposo;
27
La antorcha celeste que da la vuelta al mundo
28
aún no está tan cerca de ahogarse en las aguas;
29
un lugar tan hermoso nos invita a sentarnos,
30
y no llegar a Nápoles hasta entrada la noche.

ATIS
31
Desde aquí ver podemos la reina de las urbes;
32
el resto del camino no son más de tres millas.

CLORIMÁN
33
Para no olvidar nada, leamos el mandato
34
que tenemos del Rey sobre su intención.
(Contenido de la orden que lee)
35
«Daos prisa, Clorimán,
36
habla secretamente:
37
desde Palermo ve a Mesina;
38
allí cruza el estrecho,
39
y la tierra contigua
40
ofrece un camino hacia Nápoles recto.
41
Atis y Lerme, con Ormín,
42
leerán en el camino
43
la carta que llevan sellada:
44
cuando estos tres hayan fielmente
45
mi voluntad seguido que allí se expresa,
46
que vuelvan en secreto.»
47
(sigue hablando)
Leed pues esta carta, que sólo puede instruirme,
48
de cómo en la embajada deberé conducirme.

ORMÍN
49
(lee)
«Rápido, espada en mano, y
50
matad a Clorimán.»

(Todos sacan las espadas)

LERME
51
¡Rigurosa sentencia!

ATIS
¡Severa tiranía!

ORMÍN
52
Pero hay que obedecer, sin decir queja alguna:
53
Señor, yo os deseo un trato más gentil;
54
mas por la ley humana me debo a mí mismo antes:
55
mas, ¿quién no juzgaría en la misma sentencia
56
que, al conservar la vida, su muerte fuera cierta?

CLORIMÁN
57
(defendiéndose)
El Rey puede mandar, pero el Cielo más fuerte
58
puede contra ti y él salvar a un inocente;
59
su benigno interés en vuestros siniestros hados
60
penarán a los ruines ministros de un tirano.
61
Con un alma tan pura, vuestros bríos en vano
62
buscarán el lugar en que sangrar mi cuerpo.

ATIS
63
Dedica a los Dioses tu último recuerdo,
64
de tu muerte eximiendo a nuestras almas forzadas.

CLORIMÁN
65
Si quieres el perdón tan sólo en este punto,
66
para no fracasar, no te hará falta alguna;
67
y el efecto visible de una ayuda invisible
68
te hará ver el Cielo ante mi afrenta sensible.

LA REINA
69
(despertándose al ruido de las armas)
¡Oh Dioses! ¿Consentís en cobardía tal,
70
que uno de estos tres sea tratado así tan duro?
71
Debéis ser más valientes, infames asesinos,
72
y en vez de vuestros hierros, deshonrar vuestras almas;
73
sonrojaos, asesinos, por carecer de amor,
74
y por veros inmersos en luchas tan cobardes.

ORMÍN
75
Nobles en cualquier parte salvo en conocimiento,
76
somos por valor dignos como por nacimiento.

LA REINA
77
Entonces demostradlo en hermosas hazañas;
78
traidores, vuestros hechos desmienten vuestra voz.
79
¡Cleonte! En este llano haz con estos ladrones,
80
con su infamante sangre, una vasta fontana.
81
Golpéalos y mátalos.

(Cleonte llega con sus hombres)

ORMÍN
Huyamos, son más fuertes,
82
o nuestra muerte, amigos, irá tras nuestro esfuerzo.

CLEONTE
83
Si nuestra acción, Señora, nuestro deseo secunda,
84
pondré en vuestras manos sus armas y sus vidas.

(Se marchan)

CLORIMÁN
85
(a solas con la Reina)
Divino ser de anhelo y de admiración,
86
¿acogéis los esmeros de esta mi protección?
87
¡Un ángel presentarse sensible ante mi afrenta,
88
adherirse a mi pleito y hacerse visible!
89
¡Mas un ángel realmente adorable a los hombres,
90
si la misma belleza se merece altares!

LA REINA
91
Si fuera yo criatura digna de esos elogios,
92
leería cual los ángeles leen en los corazones;
93
por lo que estaríais libre de la inquietud
94
de exponerme qué sino os ha traído aquí,
95
vuestro nombre y los padres, y qué injusta rabia
96
ha llevado a esta gente a este inmoral ultraje.

CLORIMÁN
97
Cuando mencionar pueda la celestial belleza
98
que a mis ojos conserva la bondad de la luz,
99
con quien estoy ligado por una noble deuda,
100
vuestra curiosidad quedará satisfecha.

LA REINA
101
Este glorioso Estado está bajo mi ley,
102
y no reconoce a otro soberano que a mí.

CLORIMÁN
103
He visto, por el brillo que rodea esta frente,
104
que sólo destinaba estaba a una corona;
105
mi alma lo aseguraba, y vuestra compostura
106
me imponía, gran Reina, un profundo respeto.
107
Pero ya sólo logro inquietar vuestro anhelo,
108
al verme obligado a contaros mi vida.
109
España es el país en el que yo nací,
110
mi nombre es Clorimán, mi morada la Corte;
111
Alfonso, joven Príncipe, al fin Rey de Sicilia,
112
mucho tiempo me honró con un amor superfluo;
113
su edad, como la mía, tenía iguales ansias,
114
nos gustaban los mismos recreos y placeres,
115
el mismo mar surcábamos, y sólo su certeza
116
de cuna y de clase nos hacía diferentes.
117
Finalmente la muerte hurtó el Cetro a Fernando,
118
recibiendo Alfonso su eminente rango;
119
sobrino e hijo de Reyes, y hermano de una Dama
120
a quien nada faltaba para hechizar el alma:
121
el corazón más bárbaro obedece a su ley,
122
sus ojos tienen tantos súbditos como el Rey.
123
Sensible, como nadie, al roce amoroso,
124
sentí por ella ardor violento, pero santo;
125
sus ojos que sabían este aparente fuego,
126
me vieron de otro modo antes que indiferente.
127
De todos los que tiene a su leal servicio
128
yo soy o el más nulo, o el que ella quiere más;
129
sé que nada de mí merece este trato,
130
pero yo sé también que el Amor nada ve.
131
Por fin, cuando creemos nuestro amor resguardado,
132
las púas de la envidia descubren nuestras almas;
133
mil celosos se fijan en nuestras intenciones,
134
y con colores falsos pintan nuestras pasiones.
135
Esta gente canalla corrompe cualquier Corte;
136
la buena acción para ellos se torna sospechosa.
137
Nos advertían sus pasos dónde queríamos ir;
138
lo que ella me daba, yo hurtarlo parecía;
139
ni una de sus miradas me estaba permitida;
140
nombrar a esta beldad, cometer era un crimen;
141
su sonrisa, mirada, un paso, un movimiento,
142
eran en creencia de ellos una incitación.
143
Mas es mucho atrasarlo: su rabia envidiosa
144
alteró hacia mí el ánimo del Rey que me amaba.
145
¡Cómo un débil esfuerzo cambia a los favoritos!
146
¡Cuán cerca están del odio, mientras que son queridos!
147
Para hurtarme a la hermana, creyeron necesario
148
convertirme en odioso y aislarme del hermano;
149
¡cuán sutilmente actuó su envidia en este punto!
150
Pusieron atractivos en mi confinamiento.
151
Yo fui nombrado jefe de un poderoso ejército
152
Contra las escisiones de la osada Cerdeña;
153
el Amor (¡Cuánta fuerza en las manos de un niño!)
154
tomó por mí las armas, regresé triunfador.
155
Solamente la Infanta se alegró de mi gloria,
156
y con miles favores ensalzó mi victoria;
157
yo vi involucrada su mente más que nunca:
158
pues pensando dañarme me habían obsequiado.
159
Mas un Demonio adverso a mi dicha en la vida
160
expresándome amor hizo doblar la envidia,
161
y, de cualquier provecho que mi brazo obtuviera,
162
me acusó esta gente de atacar al Estado.
163
Metieron en la mente de este Príncipe simple
164
que tan sólo mi muerte sosegaría Sicilia,
165
que yo debía morir, si él quería reinar;
166
mas, para derrotarme había que alejarme;
167
que si no, estimado por el pueblo y la Infanta,
168
mis cenizas crearían una guerra asociada.
169
El Príncipe, tras tiempo de consultar un plan,
170
me nombró Embajador con vuestra Majestad.
171
Fingiendo desear un feliz matrimonio
172
uniría a vuestro sino su edad y su fortuna.
173
Los que vos habéis visto escoltaron mis pasos,
174
aunque aún no habían decidido mi muerte;
175
llevaban una nota, sellada por el Príncipe,
176
que abrir no debían más que en esta Provincia,
177
y, al abrirla pudieron leer esto tan sólo:
178
"Daos prisa, matad a Clorimán".
179
El Cielo que los vio proclives a mi pérdida
180
me ha favorablemente vuestra ayuda ofrecido,
181
ha querido ofreceros un argumento hoy
182
que, vos al día enfrentado, igual que a él os debiese.

LA REINA
183
Nunca a mis oídos llegó tal incidente,
184
que un Rey concibiera traiciones semejantes;
185
no le concedió el Cielo un coraje real,
186
y no estaba obligado a un súbdito tan leal.
187
Quedaos en este sitio, con la seguridad
188
de que tan sólo el mérito marca la diferencia,
189
y que vos no podríais, si hubiera otros soles,
190
hallar lugar do fueran los vuestros tan queridos.

(Clorimán le besa la mano)

Escena III

CLEONTE, LISIS atado, LA REINA, CLORIMÁN y OTROS SERVIDORES

CLEONTE
191
Perseguí en vano a estas ánimas criminales,
192
el miedo les ha dado alones favorables:
193
de todos ellos este jinete es más altruista,
194
que viene al descubierto a responder por ellos.

LISIS
195
Señora, no deseo la gloria que me ofrece,
196
y no tengo intención de responder por nadie;
197
millares de tabernas en Palermo atestiguan
198
que a menudo hallo duro pagar bien por mí mismo.
199
Ah, mi amo, ¿sois vos? ¡Ved mis manos atadas!
200
¿Hoy habéis olvidado mis preocupaciones?
201
¿No soy acaso Lisis, y puedo ver mi frente
202
no mostrarse sensible ante mi humillación?
203
¿Me dejáis padecer la esencia de traidor?
204
¿He sido alguna vez desleal con mi amo?
205
¿Y no he desafiado diariamente a la muerte
206
donde vuestros mandatos han guiado mis pasos?

CLORIMÁN
207
(hablándole a Cleonte)
Este hombre es de los míos, me encanta su locura
208
ya que siempre se opone a mi melancolía.
209
Habiendo soportado trabajo en los caminos,
210
sólo sigue de lejos el paso de los jacos:
211
así, al encontrarlo, creiste que era uno
212
que viera ausentarse al tema de tu sombra.

LA REINA
213
Romped sus ataduras, tranquilizad su ánimo.
214
Tiene que disculparnos, sabe que hemos errado.

LISIS
215
No, no perdono nada: para que yo perdone,
216
preciso es que mi amo me ordene que lo haga,
217
o yo con este brazo contentaré mi espíritu,
218
ofrendando sus días a la afrenta sufrida.

CLORIMÁN
219
¡Todo precioso! Lisis, hablamos con la Reina:
220
diciendo estas palabras te mereces su odio,
221
y, si su Majestad fuera de mi opinión,
222
la prisión de por vida sería tu castigo.

LISIS
223
(de rodillas)
Ah, Señora, excusadme: tan sólo mi ignorancia
224
ha llevado mi mente a esta irreverencia:
225
si le debo perdón a los Señores estos,
226
ellos al despreciarme, me lo deben también.
227
Es cierto que detesto la esencia de traidor,
228
y que el honor me agrada por el bien de mi amo.
229
Mas la afrenta pasó, y quiero contenerme,
230
el perdón otorgarles para así yo obtenerlo.

LA REINA
231
Realmente me doy cuenta: su candor es amable,
232
y el modo de bromear no es desagradable.
233
Cleonte, ocúpate de este joven foráneo;
234
si alguna vez tu mente se place en complacerme,
235
respeta su virtud con la misma ternura
236
cual si yo misma fuera la propia invitada:
237
conozco yo su mérito, si en estima lo tienes,
238
ten por cierto que en él es a mí a quien amas.

CLEONTE
239
Espero en este punto tan bien satisfaceros
240
que relegaré todo a fin de complaceros,
241
en mí mandará en todo, y mi propio deseo
242
no será doblegado si lo contenta en todo.

CLORIMÁN
243
(a la Reina)
¿De qué términos dignos me proveerá Dios?
244
¿Cómo satisfaré estos grandes favores?
245
¡Previendo estos honores, debierais, justos Dioses,
246
hacerme hallar menos, o mejor merecerlos!
247
(A Cleonte)
¿Es muy poco, Señor, el deberos la vida?
248
Debe esta obligación limitar vuestro afán,
249
y es sobrecargarme de un placer apremiante
250
situarme en el lugar de ser un ignorante.

LA REINA
251
Vamos donde los jacos esperan en el bosque;
252
algún tema imprevisto me requiere en Palacio.
253
(En voz baja)
(¡Cómo me ha conmovido el joven extranjero!
254
¡Oh caza desdichada, do mi alma está atrapada!
255
¡Caza realmente extraña y fatal a mi dicha,
256
donde la que cazaba ella misma es la presa!)

(Todos salen)

Escena IV

ORMÍN, ATIS, LERME

ORMÍN
257
¿Pueden bien apreciarse sus ojos hechiceros,
258
que pintó la natura con el color del Cielo?
259
¿Por multitud de Damas que hallemos en Sicilia,
260
veremos allí algunas que cautiven las almas?

ATIS
261
Aunque cuando nos mira nos produce denuedos,
262
muy poco ha hecho él para parar los cuerpos,
263
y, por muchos encantos de que ella esté dotada,
264
estimo mucho más su ausencia que su vista.
265
¡Cuánto que le debemos a nuestra agilidad!
266
Cien veces vi la muerte en esta extremidad,
267
y, al ver sobre nosotros precipitarse a tantos,
268
he dudado si yo era algo más que una sombra.

LERME
269
¡Cómo el bien de los Dioses cuida d’un inocente,
270
por haberlo auxiliado con tan potente ayuda!
271
Lo sabes, justo Cielo, que he visto mi espada
272
contra su inocencia con pesar ocupada.
273
Conozco a este Señor, y, al pelear contra él,
274
nosotros atacamos a la propia virtud.
275
Los que trazan su vida ambicionan su gloria,
276
nosotros hemos sido ministros de la envidia,
277
pero inútilmente, y agradezco a los Dioses
278
que no nos permitieran el hacerlo mejor:
279
nuestro poco valor nos valdrá ir a la gloria,
280
y habría el rubor sido el precio de la victoria.

ORMÍN
281
Volvamos a Sicilia, y expongámosle al Rey
282
que un imprevisto obstáculo surgió ante su ley:
283
conocéis su carácter, y temo que su cólera
284
idee un premio adverso para nuestros esfuerzos.


ACTO II

Escena primera

ADRASTE, ISABEL, en el patio del Palacio

ADRASTE
285
Siguiendo un alegato desde tiempo acordado,
286
debía preguntar por tu estado de salud:
287
mas te miro a los ojos hoy de otra manera,
288
preguntándote cómo yo mismo me comporto,
289
qué nuevo trato obtiene mi corazón de ti,
290
y si aún nos regimos los dos por igual ley,
291
si aún tu dilección me está asegurada,
292
si tu divino genio es aún duradero,
293
en fin, si a mis rivales no les has prometido
294
el don que tu belleza debe sólo a mi esfuerzo.

ISABEL
295
Adraste, pon ya fin a este frenesí,
296
o yo me vengaré de tus irreales celos:
297
asumiendo que pienses en quejarte o burlarte,
298
hablarme de inconstancia es casi aconsejármela.

ADRASTE
299
Creo que sólo por mí tu corazón no es hielo,
300
que en vano intentarían hallar en él mi sitio,
301
que tras tantas promesas ya no puede fallar:
302
admite, sin embargo, que pueden asaltarlo,
303
y que tú no tienes que imputarme la ofensa
304
de decir que yo debo mucho a tu defensa.
305
¿Quién no sería sensible a tan amables rasgos?
306
¡Ah! Si yo atesorara algo de tus encantos,
307
si tuviera en los ojos la menor de estas llamas
308
por las que Amor ha hecho quemarse tantas almas,
309
y que otra belleza mi visita apreciase,
310
sería mente más confusa que la tuya;
311
entonces nuestras bocas igual lengua hablarían:
312
en suma, no se puede ser amante y ser sabio.
313
Pero si he fallado imploro tu perdón:
314
el favor que yo acepto me firmará este don.
(La besa)
315
¡Ah!, este beso no tiene el rango de los otros,
316
¡Malvada! ¿Qué humor es comparable al tuyo?
317
Diosa mía, ordenadme que abandone este mundo,
318
si te ofendes al verme amarte en exceso.

ISABEL
319
¿Qué más quieres? Si fuera realmente prudente,
320
lo haría... Aunque en vengarme soy muy indulgente;
321
concedo a tu amor muy leales desvelos,
322
y aun tendrías más si te otorgara menos;
323
mas ya hablamos de más, ¿que asunto volver te hace?
324
¿Y por qué no esperas a que vuelva la Reina?

ADRASTE
325
Consulta sobre eso a tus afables encantos:
326
sólo ellos, cara vida, recordaron mis pasos.
327
De mi amor el exceso me insufla el valor
328
viniendo el primero a presentarte respetos.
329
De tantas cualidades que en la Corte veneran,
330
me atrae ver que las tuyas son las que antes adoran;
331
así que al despertarme, mi primer pensamiento
332
es llevar mis deseos a tu anhelante mano.
333
Si tu puerta sufriera el que mi extremo amor
334
aliviarte pudiera los deberes del día,
335
el celestial encanto con que te dotó el Cielo...
336
Mas es harto aburrirte, pues odias que te alaben:
337
creo que al hablarte tanto de mi pasión,
338
mi imprudencia te ha hecho que más te olvides de él.
339
Perdona, afán mío, este ardor sin igual
340
que no me facilita aliviar tus oídos;
341
por cambiar esta larga perorata de amor,
342
te advierto que esta lucha se ve bien en la Corte,
343
que el Cielo la ordenaba para cuidar la vida
344
de un hombre al que, si no, se la habrían arrancado,
345
de un Señor cuyo pueblo listo estaba a ultrajarlo...
346
Pero vuelve la Reina. ¿Ves a este extranjero?

Escena II

LA REINA, ISABEL, CLEONTE, ADRASTE, CLORIMÁN

LA REINA
347
(a Isabel)
El amor que se os tiene, linda mía, es muy fuerte,
348
ya que hizo a vuestro amante apresurarse tanto.
349
(A Adraste)
Adraste, habiendo hablado desde vuestro regreso,
350
¿podré yo a mi vez hablarle a esta belleza?
351
¡Cuán frío parecéis y con la tez tan pálida!
352
¿No estaréis celoso de mí como rival?
353
¿Teméis que por mí no se cumplan vuestros sueños?
354
Podéis vivir, Adraste, en paz a ese respecto:
355
salvo vos, para todos creo que ella es de hielo,
356
y yo intención no tengo de ocupar vuestro sitio.

ADRASTE
357
Si no me crean sus ojos más rivales que vos,
358
Señora, yo prometo no ponerme celoso;
359
pues, al ver que vos siempre buscáis su compañía,
360
no lo atribuiré a vuestro infinito ardor:
361
la guardia de un tesoro que apreciarse no puede,
362
a salvo está en la mano de quien no puede usarlo.

LA REINA
363
Y aunque yo pudiera, tenéis muchos encantos,
364
y tan sólo por vos su alma baja los brazos.
365
No obstante, si no puedo causaros inquietud,
366
tendréis que dejarnos que charlemos aquí.
367
Vos, Cleonte, pensad en lo que os insto a hacer:
368
alojad a este apuesto Señor, según su mérito;
369
a su virtud otorgad los mejores deseos,
370
y pensad que uno sólo os fuerza a vos a dos.
(Todos se van; la Reina e Isabel se quedan)
371
¿Sabes quien soy yo?

ISABEL
La única soberana
372
que rige este lugar con el título de Reina.

LA REINA
373
¡Ah! No me enaltezcas con esta cualidad,
374
se ha llevado un tirano toda mi dignidad:
375
de este glorioso nombre me priva un gran Rey,
376
y tan sólo me deja el nombre de cautiva.

ISABEL
377
Me siento confundida de esas tristes palabras,
378
¿quién de vuestros vecinos turba vuestro reposo?

LA REINA
379
Uno que hace más fieras a las armas inútiles,
380
que abrasa a sus súbditos, que destruye ciudades,
381
que se hace temer por los más ambiciosos,
382
que mueve a todo el orbe y hace la guerra al Cielo;
383
uno cuyo poder, dañino o accesorio,
384
cuando lo ha decidido, hiere o sana al mundo.

ISABEL
385
Pero ¡Si nos armáramos, Señora, y resistiéramos!
386
¿Cuánto tiempo lleva ese Rey en este Estado?

LA REINA
387
Ya hasta el corazón ha guiado sus armas,
388
ya todas sus crueldades han arrancado lágrimas;
389
lo sientes y le temes, él te sigue los pasos,
390
¿lo has nombrado cien veces y aún no lo conoces?

ISABEL
391
¡Cómo intranquilizáis mi alma inestable!
392
Decid quien es, Señora, y sacadme de dudas.

LA REINA
393
¿De quién se queja Adraste, cuando se muestra inquieto?

ISABEL
394
Del Amor.

LA REINA
Y de él es también de quien me quejo.
395
Este déspota de almas mi razón ha herido;
396
este ciego Demonio rige mi pensamiento;
397
si un mortal algún día muere a causa del fuego,
398
créeme, ya no vivo, o moriré en breve.

ISABEL
399
Es cierto que el amor causa graves estragos,
400
pero eso no debe apoyar vuestras quejas;
401
se queja quien se abrasa y poseer no puede:
402
mas, ¿por qué vos, Señora, a quien todo ceder debe?
403
¿Amáis una roca, un árbol, una fuente?
404
¿Son estos los objetos que os producen dolor?
405
¿Una roca que objeta a vuestro divino acento,
406
por vuestra propia voz os hechizó el juicio?
407
¿Un árbol, al notaros prendada de su amor,
408
ha surtido de saetas al Dios que os domina?
409
¿Un arroyo os ha mostrados vuestros ojos,
410
y el corazón cazado con vuestra propia gracia?

LA REINA
411
Amor, que conocía mi alma tan sencilla,
412
para bien amaestrame abandonó Sicilia:
413
el propio Amor llegó a imponerme sus leyes,
414
y tu acabas de verlo con atuendo extranjero:
415
lo viste caminando al lado de Cleonte.
416
Mas creo que estos lugares de mi rubor se azoran.
417
¡Dioses! ¿Habría esperado caerr tan burdamente,
418
y que me derrotaran nada más asediarme?
419
¿Que un tris, una mirada mi firmeza hundiría?
420
Pero Amor es un Dios, todo a su poder cede.

ISABEL
421
Señora, este extranjero, posible es que su rango
422
pueda por casamiento unirlo a vuestra sangre.
423
Me hablaba Adraste de su inesperado encuentro,
424
y apenas comenzaba cuando os hemos visto.

LA REINA
425
Su Rey quiso que aquí se acabara su suerte,
426
traidores lo asaltaron, yo demoré su muerte,
427
he leído los secretos de su alma inocente:
428
su crimen fue tan sólo el amar a la Infanta.
429
Por haber merecido su recíproco amor,
430
su Rey se proponía privarlo de la vida;
431
pero pronto sabrás ampliamente la historia.
432
Eso sí, el vencedor triunfa sobre mi gloria;
433
fingiría en vano, tengo que confesarlo.
434
Arrastro ataduras que no pueden soltarse;
435
y, si no me prometes ayudarme en mis penas,
436
temo que moriré atada en sus cadenas.

ISABEL
437
¿Cómo obedecer puedo a vuestra Majestad?
438
Conocéis mi ardor y mi fidelidad.

LA REINA
439
Lo sé, preciosa mía, y es también la causa
440
que hace que mi esperanza se base en tus cuidados,
441
por lo que arriesgaré mi dicha a tu lealtad,
442
y todos mis proyectos sólo tú los sabrás.
443
Finge que ardes por él con un ardor sin par;
444
es el remedio único en que mi fe confía.
445
Escribe, llora, anhela, haz que hablen tus encantos,
446
haz que el Amor dibuje sus rasgos más sensibles;
447
tu puedes, si tu mente prueba de estas maneras,
448
y que una pasión falsa cause otra verdadera.

ISABEL
449
Mas fingiendo, Señora, un fuego tan vehemente,
450
¿debo, pues, decidir perder a mi galán?

LA REINA
451
Simple, ¿es que alguien no sabe, que para chica lista,
452
embaucar corazones es una cosa fácil?
453
¿Las hay que a cien traicionan, y se hace amar por ellos,
454
y tu no estás segura ni de engañar a dos?

ISABEL
455
Si por obedeceros necesaria es mi pérdida,
456
disponéis de mi vida, si es que así os complazco;
457
no me honréis jamás con vuestra afección,
458
si no responde siempre a vuestra intención.
459
Aprenderán mis ojos, de inicio, en el espejo,
460
el modo de moverme para exhalar encanto,
461
con que risa podré ganarme más deseos,
462
y qué rizos harán más hermoso mi pelo;
463
para hacer que su alma se rinda a mis deseos,
464
si os parece, usaré colorete y sangrías;
465
mis manos lograrán el blancor del unguento;
466
y para bien pulirlas tendré en la cama guantes;
467
consentiré que un sastre creativo y leal,
468
para hacer más hermosos mi porte y mi cintura,
469
no escatime en mis trajes ballenas ni corsés,
470
y que me apriete el talle hasta casi asfixiarme;
471
le hablaré de continuo con suspiros de amor
472
al joven extranjero que os ha robado el alma;
473
yo no escatimaré de cien siervos los trámites,
474
y miles de almas tristes en mis notas de amor;
475
será mi nombre en ellas el de “la prisionera”,
476
él, de nombre “mi todo”, será mi única luz;
477
no serán más que amores, suspiros y anhelos;
478
yo los ocultaré con mis propios cabellos;
479
y derramaré lágrimas, él me verá enferma
480
si algún otro de mí logra una mirada.

LA REINA
481
Linda mía, es hermoso, es cumplir en exceso,
482
pues, pensando halagarme, podrías trahicionarme.
483
Comprendo que tu finjas sentirte afligida,
484
pero no que traspases las lindes de la astucia;
485
así que, de inmediato, una nota escribamos
486
a este divino objeto que reina en mi mente,
487
donde tu mostrarás que un imprevisto ardor
488
tu coraza ha forzado en cuanto que lo has visto;
489
que tu inclinación lo invita a que venga
490
de noche cuando tú sola puedas hablarle,
491
en los muros del viejo jardín, una ventana
492
en la hora señalada permitirá que entres.
493
Te aclaro el propósito de esta superchería:
494
podré, tu nombre usando, contarle mi amor.
495
Sola, allí, con tus ropas, en tu lugar, cubierta,
496
para todos los hombres que por él he apartado,
497
yo le declararé la amorosa pasión
498
que suscita en mi alma con tan fuerte violencia;
499
indagaré en su alma, y, sin que me conozca,
500
lograré que el vea mi amor al desnudo.
501
Vamos, pues, a escribir, la nota prontamente,
502
y en actuar pensemos del modo más sutil.

(Se van)

Escena III

CLORIMÁN, CLEONTE, LISIS

CLORIMÁN
503
Señor, decidme el nombre de esta hermosa mujer
504
a quien la Reina aprecia.

CLEONTE
Su nombre es Isabel.

CLORIMÁN
505
Encuentro que su porte desborda la excelencia,
506
se ve muy natural, y sin afectación:
507
su mirada denota cualidades augustas
508
que podrían subyugar a las más frías franquezas;
509
al verla como mira, grave, ojos soñadores,
510
no sé qué hombre por ella no quedara hechizado.
511
Creo que muchos de ellos a esta beldad han servido,
512
y muchos corazones vivir por ella esperan.

CLEONTE
513
Juzgáis sabiamente: tiene ella cualidades
514
a las que muchas mentes su libertad entregan,
515
que saben de los más fríos fundir el hielo,
516
ya que, igual que su cuerpo, su mente tiene encanto;
517
sus ojos y su mente hechizan igualmente.
518
Mas, en cuanto a la Reina, ¿sentís algo por ella?

CLORIMÁN
519
Sus más leves adornos superan la excelencia;
520
mas lo sabré mejor, Señor, por el silencio;
521
pues, en cuanto yo vi, sus increíbles encantos,
522
quedó mi alma extasiada y embobados mis ojos;
523
su rostro es divino, sus virtudes sin par:
524
su nombre era Elena, no por sus maravillas.
525
El Cetro que ella ostenta tiene el favor del Cielo
526
y no influye en las almas como lo hacen sus ojos.

CLEONTE
527
(hablando en voz baja)
Es sacar en exceso los secretos de su alma,
528
y ahí leo demasiado mi ruina y mi flama.
529
¡Cleonte! ¿Qué desgracia a tu mal se asemeja?
530
¡Reducido a mimar y nutrir a tu rival!

CLORIMÁN
531
¿No puedo compartir, Señor, este discurso?
532
¿Que incidente ha cambiado tan presto este rostro?
533
Si mi oportunidad os causa este fastidio,
534
no querréis recordar siquiera quien soy yo.

ISABEL
535
(aparece en la ventana)
Aquí, Lisis.

LISIS
¡Eh! ¿Quién puede ya conocerme?

ISABEL
536
Acércate y dale esta carta a tu amo.

LISIS
537
Llegamos, y en la Corte pronto grandes Señores
538
seremos, y ya hemos nacer hecho el amor.

CLEONTE
539
Clorimán, te confieso que estoy enamorado:
540
al igual que su objeto, mi amor es intenso;
541
y el temor con que ves mi espíritu agitado
542
es efecto causado por esta extremidad.
543
Cualquier clara amistad que hayamos prometido,
544
Dios sabe qué sospechas mi alma han alterado,
545
para mi fe es dudoso el exceso en tus méritos:
546
temo que aunque he sembrado, los frutos sean tuyos;
547
diríase que a la Reina la conmueve tu encanto,
548
y mi genio celoso no puede ocultarse.
549
Mi alma ama en este sitio, adoro su belleza;
550
otro no puede amarla con toda impunidad:
551
el alma que yo viera por la misma fe loada
552
(exceptuando tan sólo de este grupo a la tuya)
553
me desazonaría y la luz perdería
554
para hacerla cambiar de objeto y de morada.

CLORIMÁN
555
Cuando pueda, Señor, arder con este amor,
556
mi distinto linaje asegura vuestra alma;
557
la Reina dejaría de ser amable amándome;
558
esta opción vejaría a su divino juicio.
559
Dejad, Señor, que vuestras esperanzas perduren:
560
creed que ella bien sabe marcar las diferencias;
561
yo, ya sé bien vivir, y en el menor aprieto
562
la eximiría mi muerte de amor, y a vos de carga.
(Lisis le trae la carta)
563
Mas ¿Que es este papel?

LISIS
Está a vos dirigido.
564
Vuestro mérito os ha procurado una amante,
565
un milagro de amor la ha puesto en mis manos.
566
Leed, y veréis si mis sospechas son vanas.

CLEONTE
567
(susurrando)
¡Ah, Cleonte, lo tuyo es totalmente cierto!
568
Y con tus propios ojos ves tu indudable pérdida.
569
Más deseos no concedas a este voluble espíritu,
570
la pérfida de ella ha redactado esto.

CLORIMÁN
571
(lee) (Contenido de la carta)
«Agradable español, enaltezco tu mérito
572
por encima de todo lo que veo;
573
y para decírtelo en persona,
574
hónrame con una visita.
575
En el viejo jardín, una ventana al muro
576
me permite que pueda verte;
577
ven, satisfaz mi esperanza,
578
antes de que acabe la noche.
579
Pero sé cauteloso en serme fiel:
580
con el amor obremos en secreto;
581
no podrías impunemente
582
incomodar a tu Isabel.»
583
La mente que dormita se ve representada
584
en aquello que su ánimo de día lo guiaba,
585
y un bello sueño engaña con fingidos encantos;
586
quien, creyendo ver mucho, ciertamente no ve,
587
bien reiría, sabiéndome en esta desconfianza.
588
Infructuosas visiones reafirman su creencia:
589
lo veo yo, con mis ojos, y mi simplicidad
590
me hace aún dudar de si esa es la verdad;
591
mas creeré, finalmente, que mis ojos son fieles,
592
y juro servir a este milagro de las bellas.
593
¿Qué os parece, Cleonte? ¿Frustro vuestras tareas?
594
¿Podéis estar seguro de vuestra mente en esto?

CLEONTE
595
No, no, es perder el tiempo adular mi dolor;
596
vos leéis Isabel, donde dice Elena.
597
Dudo de vuestra mente: Clorimán para otros;
598
aquí tan sólo puedo hacer caso a mis ojos.

CLORIMÁN
599
(dándole la carta)
Comprobad por vos mismo si es verdad lo que digo,
600
si mi mente es capaz de una traición tal.

CLEONTE
601
(leyendo la carta)
Isabel; ah, ya basta, poderosa palabra,
602
y acaba de elevar mi lánguida esperanza.
603
Perdona, caro amigo, mi miedo es vergonzoso;
604
besar debo cien veces el nombre de Isabel;
605
mi alma con estos besos está tan satisfecha
606
de lo que tu estarías si besaras su rostro.
607
Me siento muy honrado por esta confidencia,
608
pues para mis amigos soy un hombre prudente,
609
pudiendo, si es preciso, doblegar mi memoria,
610
y que tan sólo sé cuando debo servir.


ACTO III

Escena primera

LA REINA sola, en la ventana del jardín
(Por la noche)

LA REINA
611
¡Cómo! ¿No estás aquí, ilusión de mi vida?
612
¡Ah, cómo hacer decaer mi amoroso deseo!
613
¿Qué obstáculo ha atrasado esta noche tus pasos?
614
Mi amor, veo la noche y no te veo a ti.
615
¿Y si reconocido me hubiera por desgracia,
616
y este contratiempo su venida impidiera;
617
que en una noche previa se hubiera dado cuenta
618
que bajo un nombre falso mi amor lo defraudó;
619
que su alma se ufanaba de una vana esperanza,
620
y que en vez de a Isabel le hablaba a la Reina?
621
¡Una desgracia así me acarrería apuros,
622
y bien podría el día llegar antes que él!
623
Él, que bien juzgaría sospechosa esta treta,
624
muy lejos de quererme tanto cual me respeta...
625
Prefiero esperar el favor de los Cielos...
626
Pero siento que el sueño va cerrando mis ojos.

Escena II

CLORIMÁN, CLEONTE, LISIS

CLORIMÁN
627
Creí que me queríais; mas vuestra desconfianza,
628
Cleonte, ya no puede permitirme creerlo;
629
ya que, ¿por qué queréis acompañar mis pasos,
630
si el objeto al que sirvo no me lo autoriza?
631
Importunarme aquí con una ayuda vana,
632
y en cambio rechazármela cuando estoy en apuros,
633
Cleonte, es provocarme, la misma pesadumbre.
634
No sigáis, si me amáis, mis pasos, mas mi anhelo.
635
Desde hace mucho tiempo todo el mundo descansa,
636
y yo hago que se abata esta preciosa joven.
637
¿Os oculté yo algo antes en mi regreso?
638
Esto es, desde luego, un insulto a mi amor.

CLEONTE
639
¿Así es como aceptáis mis sinceros servicios?
640
¿Ofreceros ayuda acaso es mal trabajo?
641
Temer, como yo siento, el veros en peligro,
642
no dejar que os ultrajen, ¿acaso es ultrajaros?

CLORIMÁN
643
Dejad que mi valor responda de mi vida,
644
Cléonte: es por ti que temes el desprecio;
645
tu envidioso carácter te vuelve entrometido;
646
mas deja tus sospechas, conóceme mejor.
647
De Isabel los encantos han hechizado mi alma,
648
y a otra que me amara yo no la amaría.
649
Amo y tengo respeto por quien debo tenerlo;
650
sé como cortejar y cumplir con mi deber.
651
Si en el Cielo tuviera una nueva amante,
652
a Él no subiría dejando a Isabel:
653
aun la beldad teniendo agradables encantos,
654
y aunque me adorase, yo no la amaría.

CLEONTE
655
Creedme, Clorimán, que este frenesí
656
no ha perturbado hasta ahora toda mi fantasía.
657
No se puede ignorar las raras cualidades,
658
y cómo impresionais a todas las beldades;
659
pero sé también cuán juiciosa es la Reina,
660
y que su edad está por la razón regida.
661
Tan sólo una duda tiene mi alma en vilo:
662
¿por qué esta beldad os habla sólo aquí?
663
¿Qué la mueve a ocultar un amor virtuoso?
664
Contentad sobre eso mi ánimo curioso.

CLORIMÁN
665
No puedo, en este punto, valorar otra cosa,
666
salvo que quiera ver lo que ella quiere amar;
667
que quiera comprobar cuánto yo la respeto,
668
y que nada confía en los hombres de mi tierra.
669
Ella a mí me quiere, mas con tal discreción
670
que disfrutar no puedo apenas de encontrarnos.
671
Cuando este bien me llega en virtud de una estrella,
672
levanta ella las manos para bajarse el velo;
673
de pudor se sonroja, y lo hago yo también:
674
la propia castidad haría el amor tal.
675
Mas no me sigáis más; ya llego a la ventana
676
donde este astro velado pronto aparecerá;
677
retiraos de aquí, apoyad mi deseo:
678
si es que me apreciáis, apreciad mi placer.

CLEONTE
679
Ya que desestimáis aceptar mis servicios,
680
adiós; que el Cielo sea a vuestro amor propicio.

(Se marcha)

CLORIMÁN
681
(a solas con Lisis)
Nunca este horizonte estuvo más en paz;
682
nunca el Cielo llevó una venda más gruesa.
683
¡En esta feliz noche la fortuna es mi amiga!
684
No oigo ruido alguno, la Luna está dormida;
685
por muy tiernamente que un amante hurtara,
686
creo que impunemente pecaría esta noche;
687
y quien dice que el Cielo ve todo lo de aquí,
688
perdería su crédito al ver cómo se inhibe.
689
Ya se alcen o se rompan ahora sus altares,
690
creo que ha renunciado a velar por los mortales;
691
los Dioses se ausentan tanto como los hombres:
692
en el Cielo se duerme tan bien como en la Tierra;
693
y de todo lo que da y recibe el día,
694
nadie salvo yo vela, mi dueña y el Amor;
695
¡quiera Dios que seas, Cielo, propicio a mi plegaria!
696
Más me vale tu bóveda cuanta menos luz tenga.
697
Mi dueña ama mis ojos celosa de los tuyos;
698
su inoportunidad perjudica a mis diálogos:
699
cuando no puedes verla, ella está en la ventana;
700
pero desaparece al verte aparecer.

LISIS
701
¿Adoráis a alguno de estos nocturnos pájaros
702
que nunca pueden verse cuando el Sol nos alumbra?
703
¿Un búho es el causante de vuestra ansia amorosa?
704
¿Es que tenéis, Señor, tan enfermiza el alma?

CLORIMÁN
705
No le causes perjuicio a los encantos divinos:
706
amamos a los Dioses, y sin tener que verlos;
707
creo que sus deseos implican un misterio;
708
que este punto te baste, para guardar silencio.
709
Adiós, vigila bien y no dejes de avisarme
710
si algo o alguien viniera a distraer a mis gozos.
711
Ya estoy oyendo ruido.

LA REINA
(que ha aparecido en la ventana)
¿Mi luz, eres tú acaso?

CLORIMÁN
712
Siempre envidiáis llegar a este lugar la primera.
713
Siendo tan perezoso para tan cara dicha,
714
os doy muchas razones con las que reprocharme;
715
¿Pero queréis seguir, mi Diosa, alma mía,
716
mi amor mantener vivo con sólo la palabra?
717
¿Podré amar tanto tiempo bajo tan duras leyes?
718
¿Adoro sólo un Eco? ¿No sois más que una voz?
719
¿Me habría reducido Amor a la miseria
720
de vivir tan tenaz por algo tan etéreo?
721
Quitémosle, mi Diosa, tan fastidiosa venda;
722
dejemos que vea el día, démosle una antorcha;
723
por la noche, encendamos el fuego de la queja,
724
y que otros amantes lo usan para apagarlo;
725
¿si nuestro amor florece tan sólo por la noche,
726
en qué instante queréis que pueda engendrar fruto?
727
Al menos, esperando el fin de mis suplicios,
728
que cual otro sentido mis ojos se deleiten:
729
si la mano del Cielo debe unir nuestros días,
730
que sus ojos refrenden nuestros castos amores.

LA REINA
731
Si la razón supieras de este impedimento,
732
tu serías el primero en condenar tu lamento.
733
Mucha gente envidiosa fastidia nuestra dicha:
734
me gusta Clorimán, mas también el honor.
735
Si supieras a cuántos veo que están sufriendo
736
para hacerme odiosa o equívoca a la Reina,
737
cuántos difamadores, cuántos amantes tristes
738
que yo por ti he dejado, asientan ahí sus cuitas,
739
creo que me alabarías por hablarte con franqueza.
740
¿Sé yo acaso si pronto no me sorprenderé?
741
¿E incluso si aquí nos han tendido una trampa,
742
y si nuestras palabras están siendo escuchadas?
743
¿La Corte, es que no tiene multitud de espías,
744
que son clarividentes en medio de las sombras?
745
Ya por el miedo veo que ma falla el valor.
746
Afan mío, acércate, no hablemos tan alto.

(Hablan bastante tiempo en voz baja)

LISIS
747
¡Una extraña manía su mente ha perturbado!
748
Reside en jactarse de un amor absurdo.
749
¡Bastantes noches pasa a sí mismo engañándose
750
en una vana búsqueda que debió rechazar!
751
La adora, y cree dotada de miles de atractivos,
752
la eleva hasta el Cielo, y no la ha visto nunca.
753
¡Cuán perfecto se muestra el amor de los lacayos!
754
No pierden el tiempo ellos en largas verborreas;
755
jamás los envidiosos irrumpen en sus planes:
756
con dos palabras todo se estropea o se acuerda;
757
sin otras gentilezas, uno de la otra goza,
758
sin haber hasta entonces dicho tan sólo sí;
759
nunca tanta rareza se alojó en su cerebro;
760
lo mismo que sus pies, su pasión va veloz.
761
Yo, pienso que está loco quien se preocupa tanto,
762
quien cree que ama bien, y de este modo no ama.
763
Que mi amo, no obstante, haga lo que le plazca;
764
aun si oigo yo mil veces el nombre de traidor,
765
o es preciso que sienta el peso de su mano,
766
mis ojos se me cierran, yo me resisto en vano.

(Se queda dormido)

CLORIMÁN
767
(como si estuviera enfadado)
Aquí estoy afligido por tan larga espera,
768
Diosa mía, es preciso que la muerte me plazca;
769
debí prever que bajo las falsas esperanzas
770
atraerías a un alma que luego matarías.

LA REINA
771
¿Qué te hace ultrajar un amor sin igual,
772
y en qué ves que se basa este vano discurso?
773
Haberte requerido aun sin reconocerte,
774
o el haber desnudado mi mente ante tus ojos,
775
el jurarte un ardor que nada apagar puede,
776
es, Clorimán, motivo para quejarte, acaso?
777
¿De dónde, amor mío te daré a ti más?
778
Si esto es afligirte, ¿qué sería un rechazo?
779
Al no querer dejarte albergando recelos,
780
añado a tu ansiedad un argumento más:
781
mañana, cuando el Sol su rotación acabe,
782
deseo acompañarte por los alrededores,
783
con tal que igual que la otra noche sea esta oscura.
784
¿Te muestra esto un amor sobradamente puro?
785
Mas temo que me oigan tanto como a la muerte;
786
acércate algo más, y hablemos más bajo.

Escena III

ADRASTE, que viene a ver a su amante, CLORIMÁN, LA REINA, LISIS

ADRASTE
787
¡Cielos! ¡Si descubriera que su deseo cambió!
788
¡Si Amor la hubiera puesto debajo de otras leyes!
789
¿Tras haberla apoyado tantas veces aquí,
790
por qué ya no me citan como lo hacían antes?
791
¿Acaso amantes nuevos ocupan mi lugar?
792
Le hago daño creyendo que ella me lo hace.
793
Debo tener más fe en su fidelidad:
794
no se percibe un cambio en su divinidad.
795
Pero aunque mi pasión me hable a favor de ella,
796
noto desde hace poco su carácter más frío;
797
para halagar mi casto afecto en este sitio,
798
tenía una tarea en él todos los días:
799
aquí era donde ella su dulce mente abríame;
800
fue aquí donde nosotros pasamos largas noches.
801
Podría acusarla de olvidar su deber,
802
si tuviera la dicha de aquí verla esta noche.

LA REINA
803
(a Clorimán)
¿Qué miedo hubo algún día parecido al mío?
804
Retiraos, un ruido me azota los oídos.

CLORIMÁN
805
(llegando hacia Adraste)
Vuelvo enseguida. Cléonte, ¿eres tú?
806
¡Cuánto mal le deseo a tu celosa mente!
807
¡Tu confidencia es una fábula vana!
808
¡Cuán culpable se muestra tu amistad conmigo,
809
y cuán mal complacer sabes a tus amigos,
810
descubriendo un secreto tan libre cometido!
811
Sea el Cielo mi testigo si tengo un alma infiel,
812
si no adoro tan sólo los ojos de Isabel;
813
si nada me inclina a romper mi prisión,
814
si alguna vez tentó la Reina mi razón.
815
Con parecido ardor su bella alma suspira,
816
acaba de afirmar el fin de mi martirio,
817
todo ayuda a mis planes; Clorimán, en resumen:
818
si no tuviese amigo, sería feliz amante.
819
Prometí ver de nuevo este raro portento:
820
Cleonte, ve y acaba esta inútil vigilia;
821
no dilates ya más nuestro dulce coloquio,
822
y tómate un descanso, si es que aprecias el mío.

(Vuelve a la ventana y habla en voz baja)

ADRASTE
823
(con cara de asombro)
¿Estoy despierto o duermo? Me palpo y me toco,
824
y aquí no veo ni mis sábanas ni mi cama.
825
Y no es un error que me acaba de pasar,
826
yo sólo sueño cuando creo que estoy soñando.
827
Es muy cierto, Adraste, que tu estás despierto;
828
no te aferres a nada que ataque a tus oídos;
829
el pérfido perdura en nuevas seducciones;
830
tu desgracia es visible, o el día no lo es.
831
Este guapo extranjero tiene el alma herida,
832
te ha tendido contra tus planes una trampa,
833
y tu asombro era del todo innecesario
834
cuando esta mente pícara ya no te acariciaba.
835
¿Cómo? ¿Dejo que quede impune la injuria?
836
¿No mato al traidor y luego a la perjura?
837
¿Ante esta ruin afrenta me quedo estupefacto?
838
¿Dejo vivir más tiempo a quien me ha traicionado?
839
La ofensa es muy sensible para mi alma irritada,
840
y, si no la vengara, la habría merecido.

(Se acerca a la ventana, con la espada en la mano)

LA REINA
841
(a Clorimán, retirándose)
Adiós, y separémosnos con la nueva promesa,
842
que yo quiero casarme con vos o con la tumba.

CLORIMÁN
843
(yendo hacia Adraste)
Cleonte, háblame con el corazón en la mano:
844
¿tu odio ha decidido acaso mi infortunio?
845
¿Y cuando me jurabas una fe inmutable,
846
era para robarme los días que te debo?
847
¿Cléonte, aspiras a los favores de Isabel?
848
Al privarme del día de ella me privarás,
849
si este divino objeto no me quiere asaz
850
para seguir mi amada sombra entre los muertos;
851
pero teniendo sólo ternura por la Reina,
852
tan sólo ella vive en tus días, soberana,
853
y así tu alma no tenga sentimientos más sanos,
854
¿y por qué has venido a contrariar mis planes?
855
Juzga un poco los planes a que me expone tu ánimo.
856
¡Qué poco instruido estás en el arte de amar!
857
De que mala manera lo estás llevando a cabo,
858
si no te has aprendido la primera lección:
859
las almas menos duchas en este hermoso estudio
860
aprenden que Amor busca la soledad;
861
ya goce en un bosque, o el antro de una roca,
862
a este niño retraído le gusta esconderse.
863
¿Por qué este pequeño Dios se venda los ojos?
864
¿Crees que este genio, privado está de juicio?
865
Cleonte, es el talante de un verdadero amante:
866
no es el amar bien, sino amar de otro modo.
867
Yo pierdo la esperanza, y mi muerte está cerca
868
ya que mi confidente lleva a cabo mi ruina.
869
¡En mi obcecación no tengo parangón!
870
Quien me pierde es aquel cuyos consejos sigo;
871
le pregunto al que quiere la vida arrebatarme,
872
cómo evitaré que me la arrebaten;
873
pregunto a los ladrones dónde puedo esconder
874
el tesoro de amor que mi alma tanto aprecia.
875
Por ti he desvelado este claro milagro
876
en que el alma sensible es cual la mía ahora:
877
si mañana no obtengo el más dulce placer,
878
sólo puedo culpar a tu celosa mente.
879
Créeme de nuevo, por el nombre de Isabel,
880
ya que tu brío puede separarme de ella.

ADRASTE
881
(en voz baja, sosteniendo la espada desenvainada)
Aunque es grato, su muerte acarreará mi dicha...
882
Mas no, posponlo, Adraste, y sopesa el momento.

(Se marcha)

CLORIMÁN
883
(solo)
¿Acaso no respondes, adónde huyes Cleonte?
884
El negror de la noche recubre tu vergüenza.
885
Lo siento... Pero hilo inútiles discursos,
886
él se pierde en las sombras y ya no me escucha.
887
¡Si creyendo a él hablarle, hablé en verdad con otro,
888
sería un secreto bien revelado el nuestro!
889
No, habrá el Cielo gozado con este infortunio;
890
mas Lisis vigilaba, y me habría advertido.
(Busca a Lisis entre las sombras y lo encuentra dormido)
891
¡Lisis! ¡A mí, Lisis! ¡Oh Dioses! ¡Miedo extraño
892
con el que, infortunado, siento mi alma atrapada!
893
Lisis... ¡La fe devuelve a mi confusa mente!
894
Mas, ¿cómo responderme? ¡Ay, si ya no vive!
895
Con este cuerpo frío mi esperanza ha muerto.
896
El criminal que vi lo dejó de este modo;
897
ladrón que ha dominado su cuerpo y mis secretos,
898
mis afanes frustrados, mi amor al descubierto;
899
y ya entre los muertos esta pobre alma habita.

LISIS
900
(despertándose)
Perdonadme, Señor, o resucitaré.
901
Creo que uno no muere por quedarse dormido;
902
o, por haber dormido solamente dos horas.
903
Mas ya sea muerte o sueño, me tomé gran licencia,
904
y perdón solicito, Señor, por esta ofensa.

CLORIMÁN
905
¡Ah, traidor! Mis amores por ti tienen testigos;
906
sólo tu negligencia ha hundido mis cuidados.
(Quiere matarlo; Lisis huye)
907
Ningún Dios podría salvarte de mi espada,
908
que será empapada en tu infame sangre;
909
así advertiré a tu afligido espíritu,
910
si sirve en los Infiernos, de que no duerma tanto.


ACTO IV

Escena primera

EL REY ALFONSO, como Embajador, yendo a Nápoles, CLEONÍS y otros servidores

EL REY
911
¡Cómo ardo por ver su belleza sin par!
912
Mis ojos ambicionan el bien de mis oídos.
913
Atis me describió la dulzura de su rostro,
914
y nada más oírlo ardió mi alma de celos;
915
así que, fingiendo ir secretamente a Roma,
916
yo salí de Sicilia contigo y con este hombre.
917
¡Cuán menosprecia un niño pequeño mi Grandeza!
918
Por mí mismo, Amor me hizo Embajador.

CLEONÍS
919
Lleva a cabo a menudo estas metamorfosis;
920
Él es un Dios extraño que hace cosas extrañas;
921
igual que otros, los Reyes son del Amor los súbditos.
922
Pero, Señor, ya estamos muy cerca de la Corte.

EL REY
923
¿Fue cerca de aquí donde Ormín, Atis y Lerme
924
vieron en Clorimán un tan firme valor,
925
que la Reina, al ver su determinación
926
contrapuso auxilio ante sus intenciones?
927
Esta rara belleza mi deseo entretuvo,
928
y yo había ordenado privarlo de la vida.
929
¡Cuánta preocupación su situación me causa!
930
Si el me viera aquí sería descubierto.
931
Amor, vela sus ojos, respalda mi viaje,
932
prometo a tu especie un eterno homenaje.

Escena II

ISABEL, ADRASTE

ISABEL
933
(sola)
¡Qué tú, corazón mío, sirvas a dos tiranos!
934
¿Cómo recibirás sus distintos criterios?
935
Tu amor te invita a calmar tu dolor,
936
y tu deber te lleva a calmar a la Reina:
937
Como amante, yo debo mimar a mi amante,
938
como súbdita hay que servir a Clorimán.
939
¡Adraste, inquietud mía, cuánto sufre tu alma
940
desde el día fatal en que este ardid se mantiene!
941
Al ver cuántos favores recibe Clorimán,
942
no son falsos tus males, aunque lo sea mi fuego.
943
¿Cuándo podré, ay, mimarte sin oprobio?
944
¿Y cuándo nuestras almas serán como antes eran?
945
Pero aquí está.

ADRASTE
(enfadado)
¿La Reina aún está en la cama?

ISABEL
946
(aparte)
¡Qué trastorno mental se percibe en sus ojos!
947
Dejo languidecer a un amante tan fiel.
948
(En alto)
Aún descansa, pero ¿qué deseas de ella?

ADRASTE
949
Expresarle mi afecto, a punto de marcharme.

ISABEL
950
¡Cómo, Adraste, dejarnos y sin decírmelo antes!

ADRASTE
951
Dejar a la más vil, y a la más odiosa
952
que pueda desdeñar un alma iracunda,
953
el pecho más ingrato y el más criminal
954
que jamás mereciera un suplicio eterno;
955
sí, partir, y dejar tu compañía huyendo
956
de igual crueldad, de igual tiranía.
957
Usa, emplea aquí tus encantos hechiceros,
958
manifiesta dolores que no experimentas;
959
gime, mésate el pelo, solloza, llora, hipócrita,
960
ensálzame tu amor, enaltece tu mérito,
961
suspira, abrázame, y finge que aún te abrasas,
962
piensa en todo aquello que debes ocultar;
963
dime celoso, emplaza al Cielo y a la Tierra,
964
pon por testigo al Hades y jura por el trueno,
965
eleva ante el Cielo tus despreciables manos:
966
mas tu crimen es claro, y estos medios son vanos.
967
Tu odio ya no detiene mi convulsa creencia,
968
si aún dudara, me lo habría merecido.
969
¿Cómo se asombra tu alma, y te falla la voz?
970
Comienza, algo inestable, a fingir como debes.

ISABEL
971
Perdona, amado mío, te quitaré el dolor...
972
(Aparte)
(¿Mas por mi bien yo debo traicionar a la Reina?
973
¡Ay, qué fatal es para mi vida este secreto!
974
Mejor es que dejemos que se hunda nuestro amor.)

ADRASTE
975
Finalmente encuentras legítima mi queja,
976
pérfida, y, ¿callándote reconoces tu crimen?

ISABEL
977
Limpia en otra parte tu espíritu furioso,
978
no me dirijas estas ofensivas palabras,
979
Adraste; mi amor hace que pueda soportarlas;
980
pero no vengas más de este modo a ultrajarme:
981
cuanto más te permitas culparme de traición,
982
al final pensaré que te asiste la razón;
983
creeré que mi alma es capaz de este vicio,
984
así podrás quejarte con mucha más justicia.

ADRASTE
985
Espíritu encubierto, si alguno hay bajo el Cielo,
986
¿quieres que en tu defensa refute yo a mis ojos?
987
Y, para que no crea cuán traidor es tu pecho,
988
dime, ¿debo acusar a mi juicio de serlo?
989
¿Lo que ayer yo vi, fue una ilusión,
990
y no entendi yo nada de tu consternación?

ISABEL
991
¿Y qué es lo que oíste?

ADRASTE
Por lo que te diré:
992
¿Hay en ti gota alguna de sangre sin rubor,
993
si desde ahora en ti queda algo de dignidad,
994
si tu frente aún es capaz de sonrojarse?
995
Dime, ¿acaso recuerdas una cierta ventana?
996
Ya basta, pues con esto ves lo que saber puedo.
997
Esta noche, mantén tu promesa a este amante,
998
mas lleva tu aventura de un modo secreto.

ISABEL
999
Aplaca a tu gusto tus coléricos celos,
1000
mas sin que mi pureza sufra ningún ultraje;
1001
no tengo plan alguno que deba ocultar.
1002
No obstante, este discurso me empieza a molestar.

ADRASTE
1003
¿Es que acaso debo cubrirte de alabanzas?
1004
Para encumbrarte, ¿quieres que degrade a los Ángeles?
1005
¡Bien! Hay que alagarte. Tus deseos son sagrados,
1006
Lucrecia nunca tuvo propósitos tan castos;
1007
la brasa más virtuosa ceder debe a tu llama,
1008
el blancor de tu cuello, ceder al de tu alma;
1009
recibes en tu pecho tan sólo mi retrato,
1010
tus favores jamás a Clorimán forzaron;
1011
nunca este español tu razón conmovió,
1012
nunca tú has pasado una noche con él;
1013
nunca has halagado su impúdica esperanza
1014
con graves juramentos de entregarte esta noche;
1015
no, yo no fui testigo de tu abominación,
1016
jamás este extranjero me tomó por Cleonte,
1017
el nunca me juró que vivía bajo tu ley,
1018
que ignoraba a la Reina y sólo a ti te amaba;
1019
no soportaste de él caricias ni licencias,
1020
en suma, quien te ve, ve la misma inocencia.
1021
Tildarte de infiel, ¡ay te disgusta ese nombre!
1022
Me equivoco, o es más bien mi oído el que lo hace;
1023
temo sin fundamento que tu pasión se apague,
1024
acusarte de injusto, es una injusticia;
1025
uno en ti ver no puede, ni mancha ni defecto,
1026
inconstante, ¿es este el sermón que precisas?

ISABEL
1027
Algún ardid, Adraste, ha defraudado a tu alma,
1028
ardid que al fin de todo me será celestial;
1029
vuelvo de inmediato: concédeme tan sólo
1030
el placer de hablarle un momento a la Reina,
1031
y estarás enfadado por haberme ignorado,
1032
si es que se me permite el poder disuadirte.

(Se marcha)

ADRASTE
1033
Pérfida, es suficiente, a concebir no vayas
1034
con que nuevas tácticas puedes decepcionarme;
1035
algunas invenciones que tu mente sondea,
1036
el hablar de curarme es irritar mi herida.
1037
¡Cuánta astucia en un alma! ¡Cuánto encanto este sexo
1038
tiene, y qué difícil es escapar de sus trampas!
1039
¡Natura dotó al hombre de escasa prudencia,
1040
ya que ella nos odiaba, aun estando vejados,
1041
cuando al asentarnos en este mortal lar,
1042
ella hizo que este sexo naciera con nosotros!
1043
Si tiene sus encantos, ¡cuánta es su tiranía!
1044
Nuestro bien dependía de estar sin compañía;
1045
dado que la traición reina en esta Corte,
1046
Adraste, busca afuera de amor otros objetos;
1047
Lleva a otras tierras tu valor y deseos.
1048
¿Quieres un testimonio más claro de tu afrenta?
1049
¡Ay! Da rienda suelta a sus sucios arrullos,
1050
y no esperes a ver a tu rival en sus brazos.
1051
Mas ya viene, lo veo.

Escena III

CLORIMÁN, ADRASTE, ISABEL, LA REINA
(Clorimán y Adraste solos)

CLORIMÁN
¿En qué lugar del mundo
1052
vais a ir a ejercer esta maña sin par?
1053
¿En tan poco apreciáis este amable destino?
1054
Adraste, ¿es verdad que abandonáis la Corte?

ADRASTE
1055
Razones suficientes causan esta salida,
1056
si por vuestro servicio ella no es divertida,
1057
no creáis que para mí está llena de encantos:
1058
¿debe gustarme un sitio en el que no me aman?
1059
Me gustaría dejaros un signo de importancia,
1060
mas mucho más ligero que la que la pura inconstancia:
1061
su esencia es como el viento, al que todo lo agita,
1062
hay que ser como Eolo para poder frenarlo;
1063
no obstante, es necesario el temer por su pérdida.
1064
¿Cumpliréis el encargo que os han ofrecido?

CLORIMÁN
1065
Yo quisiera, Señor, mejor satisfaceros:
1066
¿temer debo esta carga dado que es tan ligera?

ADRASTE
1067
Aunque sea tan ligera, no obstante, es de temer,
1068
y creo que en poco tiempo os oiremos quejaros.

CLORIMÁN
1069
¿Qué es eso?

ADRASTE
Una mujer.

CLORIMÁN
¡Ah, quédaos aquí!
1070
O que otro se ocupe de una inquietud tal.
1071
Ordenadme más bien que cuide a todo el mundo,
1072
tan sólo de pensarlo, mi dolor es sin par;
1073
los trabajos que Alcides pudo haber emprendido,
1074
son menos que frenar a estas mentes volubles;
1075
una flecha en el aire, las olas agitadas,
1076
llamas que van al Cielo pueden ser detenidas;
1077
se puede amansar al animal más fiero,
1078
ellos pierden su instinto, no se temen sus males;
1079
con el tiempo apreciamos su carácter cambiado:
1080
la mujer es la única que nunca se acomoda.
1081
Vano sería alzar paredones de bronce,
1082
ya que su voluntad por doquier reinar debe,
1083
sólo ella se mantiene. En fin, si es posible,
1084
relevad a mi mente de este penoso encargo.

ADRASTE
1085
Ya que consideráis tan pesada esta carga,
1086
por complacerme, al menos, tened este presente.
(Le entrega varias cartas)
1087
Adiós, vivid feliz, manteneos siempre fiel,
1088
el amor de Isabel es siempre muy constante.

(Se marcha)
(Clorimán se queda solo asombrado y, mirando lo que le ha dejado Adraste, lee la primera carta)

CLORIMÁN
1089
(Contenu de la première lettre)
«Adraste ne te demores,
1090
sólo espero tus súplicas:
1091
estas cartas son triviales,
1092
necesitas favores mayores.
1093
Autorizan nuestros amores,
1094
el Cielo ha recibido tus ofrendas,
1095
el matrimonio debió unir nuestras vidas.
1096
ISABEL.»
(Otra carta)
1097
«Adraste, es cierto que te quiero
1098
tanto como una chica debería;
1099
si mi sexo lo permitiera,
1100
te diría más que yo misma.
1101
Juzga al recibir estos cabellos,
1102
cuán extremo es mi amor,
1103
y cuántas promesas me debes.
1104
ISABEL.»
(Otra carta)
1105
Tus deseos por fin han triunfado,
1106
te han proporcionado este retrato.
1107
Otros en vano lo han deseado,
1108
jáctate tú solo de esta gloria;
1109
acaríciala, pero en estos arrebatos
1110
conserva siempre la memoria,
1111
ya que precisas dominar el cuerpo.
1112
ISABEL.»
(Sigue leyendo)
1113
Ah, pérfido, ¿es verdad que idolatro a una ola?
1114
¿Es encima del viento donde mi fe se basa?
1115
Adraste, otra cosa, sólo quiero un momento...
1116
Pero ya no está aquí, lo llamo inútilmente.
1117
Adorable retrato, ¿serías tu la pintura
1118
del más voluble objeto que haya en la natura?
1119
¿Debo temer de él una afrenta tan cruel?
1120
¿No lo puedo juzgar por los rasgos de la frente?
1121
¡Ay! Es muy real, mi pérdida es segura,
1122
promete inútilmente ayuda a mi dolor;
1123
mantiene los objetos en un orden común,
1124
y prometiendo a todos no obliga a ninguno.
1125
Luego, ¿fue este celoso quien mi ardor descubrió?
1126
¿A quien ayer abrí los secretos de mi alma?
1127
¿Adraste, viste pues que amaba sus encantos,
1128
allí donde tus dudas conducían tus pasos?
1129
Pero ella viene.

(Isabel llega)

Escena IV

ISABEL, CLORIMÁN

ISABEL
Adraste.

CLORIMÁN
(en voz baja)
¡Me conmueve ese nombre!
1130
Aún tiene esa palabra en su alma y en su boca.
(En alto, enseñándole la carta)
1131
Hace poco, Señora, se fue Adraste de aquí;
1132
si tan sólo queréis ver su nombre, helo aquí.
1133
¿Por qué os sonrojáis de parecer infiel?
1134
Ya que esta cualidad es tan natural en vos,
1135
si vuestras veleidades de este modo os sonrojan,
1136
debéis pues sonrojaros también por ser mujer.

ISABEL
1137
¿Cómo, mi amor, tu mente, da paso a los celos?
1138
¿Oigo a la gentileza de este modo expresada?
1139
¿Tú me tratas así? ¿Te atreves? ¿Y lo haces?
1140
A quien aceptó ofrendas de alguien tan poco atento.
1141
¿Ver puedo a Clorimán enfadado una vez? 
1142
¿Quien tanto protestó por complacerme a mí,
1143
en qué extraño talante te hallo en este día?
1144
¿En adelante quieres tratar así al amor?

CLORIMÁN
1145
(sosteniendo una carta y señalando con el dedo, lee)
«Adraste ne te demores,
1146
sólo espero tus súplicas.»
(Sigue)
1147
¿Son suficientes pruebas de mi enfermedad?
(lee)
1148
«El Cielo ha recibido tus ofrendas,
1149
estas cartas son triviales.»
(Sigue)
1150
¿Es esto suficiente? ¿Deseáis aún más?
1151
¿Qué clase de promesa más fiel e importante
1152
podría liberarme de mi vana esperanza?
1153
Pero acabemos.
(Lee)
«El matrimonio debió unir nuestras vidas.»
(Sigue)
1154
¿Yo soy después de esto de vuestro amor objeto?
1155
¿Debo creer, Señora, que os angustiáis por mí?
1156
Alzad, alzad la máscara, y confesad la farsa;
1157
abristeis los oídos a los malos consejos
1158
cuando de mis iguales queriáis burlaros;
1159
y aunque de veleidad se impute a mi alma,
1160
creed que ella ardía con tan hermosa llama;
1161
sin juzgar vuestro rango en la Corte: amándome,
1162
habríais compartido tanto honor como amor.

ISABEL
1163
(en voz baja)
Su rostro es tan tierno, que incluso enfadado
1164
tiene un no sé qué, que me tiene atrapada.
1165
Tengo que reprocharme el cambiar como el viento,
1166
Adraste, ya no eres en mi pecho el de antes;
1167
este extranjero ha puesto tanto encanto en su queja,
1168
que el efecto bien puede sustituir al engaño.

CLORIMÁN
1169
No escatiméis, no obstante, mi esmero ni este brazo,
1170
pues tan sólo ante vos depongo yo las armas;
1171
no harán claudicar ni hacer caer mi espada,
1172
si a veces por gustaros se la ve ocupada;
1173
me encanta serviros, pese a vuestro desdén,
1174
aún no he resuelto recuperar mi cuerpo;
1175
mi idea no era entablar una amistad tan fuerte,
1176
mi inclinación más que ella me dirige a ello;
1177
juro no amar jamás en ningún otro lugar,
1178
menos por complaceros, que por mi gozo: adiós.

ISABEL
1179
(llorando)
Me rindo, a sus encantos resistirme no puedo.
1180
Mi amor, sigue hablándome, párate, ve mis lágrimas,
1181
me abraso, Clorimán, con fuego verdadero...
1182
Pero la voz me falla... Amor, espera un poco.

CLORIMÁN
1183
No enfades, cruel, un extremo dolor;
1184
sensible a mi amor, o fría, yo te quiero:
1185
Señora, ¿es que no es la amistad suficiente,
1186
sin querer conmoverme también con la piedad?
1187
¡Dioses! ¡Cómo este sexo nos maneja a su antojo!
1188
Todo cede y depende de su fuerza infinita.

ISABEL
1189
Quiero que te liberes, Clorimán, de inquietudes:
1190
si es que no me quieres, no me ames tampoco.
1191
Adraste, lo confieso, ha conmovido mi alma;
1192
su virtud me gustaba, la tuya estaba oculta;
1193
nosotros nos regíamos por una misma ley:
1194
tú ya ves los regalos que recibió de mí.
1195
Pero al fin tu amor disipó el primero,
1196
como un bello astro borra a una luz menor;
1197
yo veo tu aspecto y tan gentil espíritu,
1198
que sólo comprometo a ti mi libertad.
1199
(hablando en voz baja)
(La Reina me obligaba... ¡Dioses! ¿Qué digo yo?
1200
¿Podré impunemente contarle su martirio?)

CLORIMÁN
1201
¿Ella os obligaba?

ISABEL
No, a nada, afán mío,
1202
es el amor el que me lleva a desvariar.
1203
Las palabras cortadas te revelan mis penas,
1204
pero quiero yo darte evidencias más ciertas.
1205
Ven a verme esta noche y haz realidad tus sueños,
1206
yo no te haré esperar durante mucho tiempo,
1207
dado que, en la esperanza de un feliz matrimonio,
1208
nuestras dos almas se unan por una fe inmutable.
1209
No me respondes nada.

CLORIMÁN
Y aún menos lo creo:
1210
¡ser amado, poseer un tesoro tan raro!
1211
¡Cerca estar de obtener un imperio soberano,
1212
sobre el único objeto que mi alma desea!
1213
Para hacerme, Señora, esperar el descanso,
1214
que un cariñoso beso confirme tus palabras,
1215
este favor me basta para quitarme el miedo:
1216
creeré que adoro a una belleza franca.

(La Reina llega y los ve)

ISABEL
1217
(Ella lo besa)
Deberías rehuir esas dudas triviales,
1218
mas quiero obedecerte, ¿qué más deseas tú?

CLORIMÁN
1219
¡Dulce embelesamiento! ¡Estos labios cerrados
1220
juraron cosas bellas más que cuando se abrieron!
1221
Si alguna vez mi mente vuelves a ver inquieta,
1222
amor, háblame así, para tranquilizarla.

(Se va)

LA REINA
1223
(a Isabel, mirándola largo rato en silencio)
¿Hallas exquisiteces en bocas extranjeras?
1224
¿Mas las satisfaces con favores tan ligeros?
1225
¿Qué tiempo se concede a sus deseos jóvenes,
1226
y cuando los harás menores que sus gozos?

ISABEL
1227
(totalmente confundida)
En cualquier convivencia que vuestro amor me implique,
1228
vos me dispensaréis de aportar aún más.
1229
En lo que deseéis, yo debo obedecer;
1230
mas no lo deseéis hasta el punto de odiarme.
1231
Lo padezco mucho, aunque para mí las licencias
1232
son mucho menos besos que estricta obediencia;
1233
os doy sólo a vos lo que él cree recibir,
1234
y creo que el amor hago menos que mi deber.

LA REINA
1235
Cumples de maravilla todo lo que te encargo:
1236
de ello yo no deseo una prueba mayor,
1237
y quiero concederte descanso desde ahora,
1238
atiende tus anhelos, no me veas nunca más;
1239
que sepas que hacer mucho, y no hacer lo preciso
1240
era para mi amor igual de fastidioso.
1241
Busca otra razón para explicar tus besos,
1242
no quieras disfrazarlos en bien cumplir mis órdenes,
1243
exceso es de obediencia, y basarte en ella
1244
es de mi voluntad hacer una “madame”;
1245
el amable extranjero ha herido tus sentidos,
1246
es a él, y no a mí, a quien tu obedeces.
1247
Adiós, no ejerzas más esta misión fatal,
1248
no me obligues a ver de nuevo a mi rival.

ISABEL
1249
(haciendo una reverencia y marchándose)
Sea cual sea el destino, yo sigo a Clorimán:
1250
pierdo una patrona y gano un amante.

LA REINA
1251
(sola)
¡Cuán imprudente he sido en esta ocasión!
1252
Buscaba mi ruina fiándome de ella.
1253
Confié al ladrón un bien tan apreciado,
1254
y debí pensar que su corazón de carne era.
1255
Mi propio esmero basta en este amor extremo,
1256
nadie puede servirme tan bien como yo misma;
1257
él tiene cualidades que encantan con presteza,
1258
sólo yo debo verlo, sólo a él amar quiero.

Escena V

CLEONTE, EL REY DE SICILIA, como Embajador, CLEONÍS, LA REINA

CLEONTE
1259
He aquí al Embajador que viene de su Provincia,
1260
y en nombre de su Príncipe, a ver a su Majestad.

LA REINA
1261
Es una de mis dichas, que un Rey tan glorioso,
1262
solamente se digne en honrar estos lugares.

EL REY
1263
Y vuestra Majestad su amor teniendo en cuenta,
1264
con esta única dicha satisfará su alma:
1265
él de su autoridad no estima el esplendor,
1266
si no es por someterla a vuestra Majestad.
1267
Se ve vuestro renombre volar del Nilo al Ganges,
1268
llevó a nuestros países toda vuestra alabanza;
1269
se ve en él los encantos con que estáis adornada,
1270
y herido está mi Príncipe de rasgos que no ha visto.
1271
Esta charla es mi encargo, y su único deseo
1272
es el de unir su suerte y su vida a la vuestra;
1273
estas cartas dirán a vuestra Majestad,
1274
bajo qué Imperio asienta Amor su libertad.

LA REINA
1275
Acepto únicamente esta gracia insigne,
1276
podría él suspirar por persona más digna;
1277
veré a mi Consejo, y según su opinión
1278
tendréis la respuesta requerida al respecto.

EL REY
1279
Mi Príncipe ordenó esta misma embajada
1280
a cierto Caballero de una extrema bravura,
1281
al que (si los rumores de la Corte son ciertos)
1282
sus propios compañeros querían liquidar;
1283
su nombre es Clorimán; sus méritos son raros,
1284
y el Cielo y la Fortuna no son con él avaros.

LA REINA
1285
Su oprobio fue el final de un proyecto análogo:
1286
¿mas acaso podríais aclararme el asunto?

EL REY
1287
La Infanta lo adoraba, por él siendo adorada;
1288
este tema alteraba el alma a los celosos,
1289
y creo que sus dones llevaban a su muerte
1290
a los que en los caminos escoltaban sus pasos.

LA REINA
1291
Adiós, ordenaré que se consulte el caso,
1292
espero contentaros muy pronto sobre eso.
(El Rey y Cleonte se marchan. Ella continúa, hablando con Cleonte)
1293
Sé cuánto estimar debo a los de vuestra clase,
1294
cuántos consejos fieles he recibido de ellos,
1295
cuánto vuestra prudencia apreciaba mi padre,
1296
cómo me conminaba a siempre respetarla:
1297
para nada abordar en mi actual confusión,
1298
Cleonte, te lo imploro en esta ocasión.
1299
Tu también has oído la opción que se propone,
1300
pero el Cielo dispone de mi alma de otro modo:
1301
Él me ha otorgado sus dones en exceso,
1302
dos Cetros me serían una carga pesada;
1303
ya mi destino tiene múltiples inquietudes,
1304
duplicándome honores redoblarían mi pena;
1305
yo pongo la ambición debajo de mis gozos,
1306
y ser quiero indulgente con mis deseos jóvenes.

CLEONTE
1307
(en voz baja)
El Cielo es favorable a mi honesta llama,
1308
al fin mi pasión triunfa por encima de su alma,
1309
finalmente ha puesto ella en mí sus ojos,
1310
como sobre el primer objeto de estas tierras.
1311
(En alto)
Entre las cualidades con las que estáis dotada,
1312
vuestra sapiencia es rara y debe ser alabada,
1313
Señora: vos sabéis que la dicha perfecta
1314
no es elevarse por encima del honor,
1315
y afirmar la fortuna al nivel de los súbditos;
1316
podéis lograrlo todo en la gloria en que estáis;
1317
sois tan respetada en este territorio,
1318
como si el mundo fuera de vuestra pertenencia.
1319
Vuestros jóvenes años precisan otros gozos,
1320
las Damas no han nacido para estar preocupadas,
1321
y, aun cuando en la zozobra hallen sus almas gozo,
1322
pasión y sexo siempre deben tener su tiempo.
1323
Unirse a su linaje, es algo muy común;
1324
mas que el hombre elegido os deba su fortuna,
1325
quien no osó pretender el título de esposo,
1326
y que impartiendo leyes las reciba de vos;
1327
alguien que os idolatre, y actúe siempre igual,
1328
eso es manifestar extrema sensatez.
1329
Mas, ¿conocer no puedo al glorioso vencedor
1330
que se ha hecho un lugar en tan noble corazón?

LA REINA
1331
Al punto de dicírtelo, ¡Dioses! ¡Vana vergüenza!
1332
Siento toda mi sangre subírseme a la cara.

CLEONTE
1333
(en voz baja)
¡Cuán tímida una chica es en el arte de amar!
1334
Ella quiere que yo oiga, y no se atreve a nombrarme,
1335
me sabe responsable de su nuevo martirio,
1336
querría que lo supiera, y no se atreve a decírmelo.
1337
(En alto)
No ocultes ese nombre a mi mente dudosa,
1338
Señora ¡El Amor es un niño vergonzoso!

LA REINA
1339
Al español conoces cuya vida salvé.
1340
Su mérito (Cleonte) me ha cautivado el alma.

CLEONTE
1341
Vuestra alma es muy noble y desmiente vuestra voz.

LA REINA
1342
¡Mi alma ya no es libre, depende de sus leyes!

CLEONTE
1343
¡Ah dioses! ¿Qué desgracia es igual a la nuestra?
1344
¿Me está permitido creer lo que oigo?
1345
¿Que mis deseos se frustren? ¿Y que un vil extranjero
1346
deba nuestros destinos someter a sus leyes?

LA REINA
1347
Uno que aspirar puede a la Infanta de Sicilia,
1348
¿consideras su gloria y nacimiento viles?

CLEONTE
1349
Describidlo glorioso entre seres mortales,
1350
su virtud figuraos digna de mil altares,
1351
descubrid en su mente cualidades extremas,
1352
para bien elevarlo, rebajad a los Dioses,
1353
urdid que sea en la Tierra el único de su rango;
1354
estando en vuestros brazos, el mío horadará
1355
su flanco. Yo no puedo ser mi propio enemigo:
1356
este hierro os exime a vos y a mí de infamia.

(Se marcha)

LA REINA
1357
(sola)
Desespera, detesta, monte sobre monte alza,
1358
no obstante un mirto coronará su frente...
1359
Mas, ¿dejarás que esta injuria quede impune?
1360
¡Sufrir la tiranía de tus propios vasallos!
1361
Decidme, ¿quién contenta mi espíritu iracundo?
1362
¿Quién quiere inmolarlo a mi autoridad?
1363
¡Corre y asesina al rival de mi dicha,
1364
que en su sangre culpable mi cólera se ahogue!


ACTO V

Escena primera

LA REINA, FILEMÓN, Séquito de la Reina

LA REINA
1365
Al español conoces, hablar más es en vano,
1366
lleva secretamente esta carta a sus manos.
(Filemón se marcha)
(La reina sola con dos guardias sigue hablando)
1367
Por más que se opongan a mi inclinación,
1368
concluirá esta noche mi casta intención;
1369
cuando la noche cubra con velo oscuro el Cielo,
1370
Clorimán, infiltrado amparado en las sombras,
1371
se enterará de que alma ha recibido anhelos,
1372
y adaptará la suya al proyecto que quiero.
(A su séquito)
1373
Rociad todo de aroma, echad por doquier ámbar,
1374
esta noche recibo a tu Príncipe en mi alcoba.
1375
Esperando que el himen una nuestros deseos,
1376
preparo mil placeres castos para sus ansias;
1377
no quiero escatimar razones ni caricias
1378
para hacerlo sensible al ardor que me apremia.
1379
Pero nuestras pasiones nunca enrojecerán a
1380
la Diosa de las noches que nos alumbrará;
1381
viendo en estos ardores mi honor sin agravio,
1382
Ella me cederá la calidad de pura:
1383
es más blanda ella con el chico que le gusta,
1384
y lo ve diferente de tan casta como es.

Escena II

ALFONSO Rey de Sicilia, CLEONÍS, FILEMÓN
ALFONSO Y CLEONÍS, solos

ALFONSO
1385
¿A qué efecto de amor se asemeja esto?
1386
Yo soy el confidente y el amante a la vez,
1387
oculto en estas ropas la calidad de Rey,
1388
y hasta yo mismo soy mi propio Embajador.

CLEONÍS
1389
Quisisteis vuestros ojos antes que los de otro;
1390
pero, Señor, tras eso, ¿cuál es vuestro propósito?

EL REY
1391
Esperar su respuesta y mostrarme como Rey
1392
si obtengo la dicha de vivir bajo su ley,
1393
si el vínculo sagrado de un feliz matrimonio
1394
debe unir mi destino al gozo de su edad.

FILEMÓN entra y le dice al Rey

FILEMÓN
1395
Señor, ¿puedo hablar con vos, pero en secreto?
1396
La Reina me ha encargado que cumpla esta orden.

EL REY
1397
(A Cleonís)
Déjame hablar con él.
(A Filemón)
¿Qué debo prometer?
1398
¿Y qué ha ordenado?

FILEMÓN
Leed esta misiva.
1399
No os quejéis del anhelo que muestra vuestro Príncipe,
1400
espero que muy pronto lo haya satisfecho.

EL REY
1401
(dándole un brillante)
Quiero satisfacerte con estas mis palabras,
1402
este anillo precede a un salario más digno.

FILEMÓN
1403
Lo apreciaré, Señor, con una pasión tal,
1404
como una muestra eterna de vuestra dilección.

(Se marcha)

EL REY
1405
¿Qué mostrará esta carta, mi púdico deseo?
1406
¿Le debo acaso besos? ¿Me augura la vida?
(Lllamando a Cleonís)
1407
Vuelve, amado Cleonís, sé que eres discreto
1408
como para lucrarte de un valioso secreto.
1409
Mira lo que recibo de parte de la Reina,
1410
y creo que en sus anhelos mi alma es soberana.

CLEONÍS
1411
El Cielo os proporciona con sus raras bellezas,
1412
toda la alegría que podéis desear.

EL REY
1413
(lee la carta)
Al gentil español
(Contenido de la carta)
1414
«Al disfraz renunciemos
1415
y quitemos la máscara a la farsa;
1416
tratemos de amor abiertamente,
1417
caro español, me ha atrapado.
1418
Conozco tus virtudes, sé de tu nacimiento,
1419
mi corazón está vencido,
1420
y he puesto bajo tu poder
1421
mi destino y mi voluntad.
1422
Cuando la noche envuelva al Cielo,
1423
ven e ilústrate en mi boca
1424
cuánto, a pesar de los que te envidian,
1425
tu insigne virtud me conmueve.
1426
Ellos alzan un trampa ante tu hermosa vida,
1427
evita a las personas envidiosas;
1428
a pesar de su odio y su envidia,
1429
yo te amo, Elena es tuya.»
(EL REY sigue hablando)
1430
¿Podría prometerme tanta dicha el Cielo?
1431
De rodillas, Cleonís, esta carta adoremos;
1432
ya que sus bellas manos han trazado este escrito,
1433
bésalo hasta mil veces, gratifica mi espíritu.
1434
¡Dioses, cómo me asusta este exceso de dicha,
1435
si algún ligero mal tu mano no me envía,
1436
que, mitigando un poco el júbilo que siento,
1437
libere mis sentidos de una desgracia extrema!
1438
Conocido, citado por belleza divina,
1439
coloca entre estas flores al menos una espina:
1440
ya que temer debemos un éxito infeliz,
1441
cuando exteriorizas tus gracias en exceso.
1442
¿Quién habrá hablado de mi nacimiento a la Reina?
1443
Este asunto, Cleonís, me llena de vergüenza.

CLEONÍS
1444
Cualquier nombre o ropa que os hayáis buscado,
1445
Sire, el brillo de un Rey no puede camuflarse.
1446
Por mucha humareda en que se envuelva Febo,
1447
siempre se lo distingue sobre el hemisferio.
1448
En la frente de un Rey graba el Cielo su nombre,
1449
puede cambiar de ropa, pero nunca de rostro.

EL REY
1450
Extiende, feliz noche, tus sombríos embozos,
1451
deja que tus Estrellas se muestren por nosotros,
1452
que pronto estén listos para dormir los hombres:
1453
por el descanso de uno haz que todos reposen.

(Se marchan)

Escena III

ADRASTE, CLEONTE

ADRASTE
1454
Si más quieres curarme, más se agrava mi mal;
1455
el tiene sobre mi alma un soberano Imperio,
1456
cierto es Cleonte que me han hurtado la esperanza:
1457
¡mi ardor traicionó ella, la desleal belleza!
1458
Esperaba, al ver mi pérdida tan cierta,
1459
que mi alejamiento calmaría mi pena;
1460
¡Mas, cuánto esta esperanza defraudó mi espíritu,
1461
y cómo se huye en vano al recibir el golpe!
1462
Pareció que, al cambiar el paso ordinario,
1463
mi caballo iba menos adelante que atrás,
1464
que temía avanzar, y que este animal,
1465
menos ligero que ella, fuese tierno a mi mal.
1466
Mas tú me retuviste; mi vergüenza y valor
1467
distrajeron mi viaje, contra mis esperanzas;
1468
ahora estoy de vuelta; y este vil extranjero,
1469
viajará solo, si esta espada me es propicia;
1470
sabes en qué lugar, en estos Reinos negros,
1471
donde, si el amor haces, lo haces sólo a las sombras.

CLEONTE
1472
¡Sin motivo me ocupo de poder ayudaros,
1473
y cuán difícil es el poder convenceros!
1474
Perded esta creencia, perdonad a Isabel,
1475
la Reina lo idolatra, ella sólo lo ama;
1476
vivid, vivid contento: de todos los amantes,
1477
sólo de mí apiadaos, sólo infeliz yo soy.
1478
Es verdad que ni él conoce a su amante,
1479
no sabe quien lo adora y quien lo acaricia:
1480
creyendo que entretiene a Isabel por las noches,
1481
la Reina, caro amigo, le cuenta sus problemas.

ADRASTE
1482
Libera ya tu mente de este frenesí;
1483
esta creencia nace tan sólo de tus celos.

CLEONTE
1484
Mantenéis mucho tiempo estas dudas superfluas:
1485
confesando el odio, ¿qué más queréis aún?
1486
Ella ha descubierto claramente este amor,
1487
¡Ay, mi propia boca dicta mi perdición!
1488
¿Hay alguna desgracia semejante a ésta?
1489
Para traicionarme ella suplicó mi consejo;
1490
hice (viendo su alma sojuzgada ante mí)
1491
hablar hasta a mi voz contra mi propia vida:
1492
de mí obtuvo el consejo de elegir un esposo
1493
que fuese igual que ella tan sólo en el deseo,
1494
cuyo amor se ajustara a su extremo ardor:
1495
así, que pronuncié yo mismo mi sentencia.
1496
Su amor se reveló por este vil extranjero:
1497
bajo una ley común los unirá el himen;
1498
y esta misma noche él reposa en su lecho,
1499
a menos que os conmueva mi mal a la piedad,
1500
y al plan que yo he trazado me ayuda vuestro brazo
1501
contentando a mi espíritu si le llega la muerte.

ADRASTE
1502
¡Inocente Isabel! ¡Que sólo yo le agrade!
1503
¿Qué has dicho? ¿Qué alegría es igual a mi gozo?
1504
¡Ay! No te interpongas en bien de nuestro amor,
1505
que yo destrozaría ofreciéndote ayuda.
1506
Al ser tan necesario el favor de la Reina
1507
para mi casto ardor, no oso disgustarla;
1508
otros mil servir pueden a tu iracundo espíritu,
1509
no hagas que ahora muera tras de resucitarme.
1510
En cualquier otro asunto utiliza mi espada,
1511
tan pronto la requieren, desempeña el trabajo.
1512
Adiós, me has sacado de hastíos tan profundos,
1513
que apenas me siento en el estado en que estoy.

(Se marcha)

CLEONTE
1514
(solo)
¡Oh amigo perfecto! ¡Invencible bravura!
1515
Marte vivió, sin duda, bajo este mismo rostro;
1516
su espada es de valor, si alguna hay bajo el Cielo,
1517
él jamás la utiliza para mejor cuidarla.
1518
Tu pareces medroso, y debiste, Cleonte,
1519
ahogar su rubor en su sangre infame;
1520
el verdadero amigo, todo interés vencido,
1521
se ofrece a ojo vendados a servir a su gente.
1522
¿Mas qué alivio me habría aportado su muerte?
1523
Una afrenta más honda reclama mi venganza.
1524
Que ayuda no me presten mis mejores amigos,
1525
que halle sus corazones sordos a mi plegaria,
1526
que esté mi mano sola ante otra demanda,
1527
probará lo que puede un amor irritado.

(Se marcha)

Escena IV

ISABEL, ADRASTE
(Por la noche)

ISABEL
1528
(sola en su puerta)
Por fin nos acercamos a esta dichosa noche,
1529
el mundo se retira, ya no se oye ruido;
1530
y el Sol, prosiguiendo sus rutas ordinarias,
1531
cede nuestro Hemisferio a las luces más débiles.
1532
¡Cuánto tarda en llegar el bello extranjero!
1533
¡Qué tristes pensamientos en mi mente aparecen!
1534
¿Habíais, para mis cuitas reservado esta noche
1535
la flor que conservasteis durante tanto tiempo?
1536
¿Lo que veinte años íntegros han madurado en frutos,
1537
será exclusivamente cosecha de una noche?
1538
¿Pero quién no amaría al vencedor de mi alma?
1539
¿Cómo verlo y no estar inflamada de amor?
1540
La Reina, confiando en mi fidelidad,
1541
juzgó mal lo que hacer podía su belleza;
1542
¿con el Amor jugando por esta confidencia,
1543
no debía este Dios castigar su imprudencia?
1544
La castigó además, Clorimán ahora es mío,
1545
y esta tarde las nupcias bajo su ley nos unen.
1546
Que Adraste busque ahora su suerte en otra parte,
1547
su amor en adelante me sería molesto;
1548
por su talante me ha procurado este esposo,
1549
lo amo tan sólo por haber sido celoso.

ADRASTE
1550
(Adraste llega por la noche)
¡Adraste aún feliz! ¡Isabel inocente!
1551
¡Oh, Dios de nuestras almas, cuán potente es tu fuerza!
1552
Verá Adraste, de nuevo, a esta rara belleza,
1553
y perdón solicita por tu credulidad.
1554
Si mi ojo no se engaña en lugar tan oscuro,
1555
la veré en su puerta a través de esta sombra.

ISABEL
1556
¿Clorimán, estás ahí? ¿Eres tú, mi anhelo?
1557
¡Cómo te echo de menos!

ADRASTE
(aparte)
¡Dioses! ¡Qué oigo aquí!
1558
¿Pero, qué espera ella? ¡Ah Cleonte, ah pérfida!
1559
¿Aceptaste el consejo de esta alma homicida?
1560
¿Me hiciste esperar para mi confusión?
1561
Mas disimula, Adraste, y aprovecha el momento.

ISABEL
1562
¿No eres Clorimán?

ADRASTE
Ya me ves, Diosa mía.

ISABEL
1563
Realmente a volver iba a castigar tu pereza.

(Adraste entra en casa de Isabel)

Escena V

CLORIMÁN, LISIS
(EL REY, CLEONÍS, CLEONTE, LA REINA)
(Clorimán y Lisis solos)

CLORIMÁN
1564
Ya a punto de lograr esta mi posesión,
1565
cualquier cosa conspira contra mi pretensión:
1566
¡ya que esta visita es tan privilegiada,
1567
creo que desde arriba está autorizada,
1568
pues encuentro esta noche al Cielo entrometido!
1569
En nuestro beneficio ha cerrado los ojos,
1570
como a veces se ve cerrarlos a una madre
1571
que nota que su hijo tiene miedo a su cólera,
1572
y que no osa acercarse a la fruta que quiere,
1573
mientras está presente y puede observarlo.
1574
¡Ah, el fruto placentero que mi alma desea,
1575
y que me ofendería si quisieran prohibirmelo!
1576
Mas, ¿qué debo temer si se cumplen mis deseos?
1577
¿Si mi beldad previó sobre esto al oráculo?
1578
Ella me acusará de ser muy perezoso,
1579
y me acariciará, sin duda, un poco menos;
1580
veo que es más tarde de lo que yo pensaba.
(El Rey y Cleonís llegan a la puerta de la Reina)
1581
¿Pero quiénes son, Lisis, los que vienen siguiéndonos?
1582
Por aquí ocultémonos.

EL REY
(hablando bajo)
¡Dioses! Que inquieto estaba
1583
por poder encontrar la puerta de la Reina.
1584
Es todo, Cleonís; ya que estamos aquí,
1585
sin ruido, ni esperarme, retírate de aquí.
(Cleonís se marcha)
1586
¡Felices los que viven y los que han vivido,
1587
los que ahora son y los que nunca fueron!
1588
¡Feliz Embajador y feliz sentimiento,
1589
y más feliz arriendo de mi delegación!
1590
¡Cómo valorarían su suerte los Legados,
1591
si beneficio tal fuera común a todos!

CLORIMÁN
1592
(en voz baja a Lisis)
Es el español, Lisis, que desde hace dos días
1593
está aquí por Alfonso: oigamos lo que dice.

EL REY
1594
Un respeto tan fuerte resguarda a mi amor,
1595
que no oso mostrarlo por la humildad de mi alma;
1596
pero, al venir aquí siguiendo órdenes suyas,
1597
¿qué puedo obtener de ella sino un trato radiante?

CLÉONTE
1598
(llega con otros, espada en mano)
¿Eres tú ese español? ¿Qué quieres? ¿A qué vienes?
1599
Habla. Dinos, es él, ya no nos angustiemos.

EL REY
1600
(defendiéndose)
Sí, yo soy español; pero hablar es inútil,
1601
y tú lo aprenderás bastante de mi mano.

CLORIMÁN
1602
(y Lisis con la espada desenvainada)
¡A mí, a mí, traidores! No es tener coraje
1603
atacar a uno solo con una tal ventaja,
1604
aunque aún el éxito de tu afán esté lejos,
1605
y que al ser español él bien valga por dos.

(Todos luchan)

CLEONTE
1606
(huyendo)
Otros lo habrán seguido, ocultos en las sombras;
1607
amigos, retirémonos, hay que ceder al número.

(Se marcha con su séquito)

CLORIMÁN
1608
(tomándolos por ladrones)
Huid, huid, ladrones, es un justo castigo:
1609
son diestros los afines, mas sólo con los pies.
1610
Es donde aseguráis vuestra alma criminal,
1611
alas siempre os confiere vuestra gran cobardía,
1612
y para castigaros nuestro valor es vano,
1613
pues voláis con los pies tras robar con las manos.
1614
¡Que me sea esta noche propicia la fortuna!
1615
Pero que sepa a quien presté este servicio.

EL REY
1616
Por los nombres de Nuncio y de español, juzgad
1617
quien es el que ahora os habla, y al que coaccionáis;
1618
y, si es que queréis complacer mis deseos,
1619
decidme, por mi parte, a quien debo la vida.

CLORIMÁN
1620
Clorimán es mi nombre.

EL REY
¡Oh Dioses! ¿Qué he oído?
1621
¿Quién iba a atacarme, me habría defendido?
1622
¿Que mueve un valor tan noble por el amigo,
1623
si es favorable a aquellos que os han agraviado?
1624
¿Ayudáis a aquellos que os han traicionado?

CLORIMÁN
1625
¡Dios mío, al oír esto no salgo de mi asombro!
1626
¡Dioses, es Clorimán, el más feliz de los hombres
1627
por hallar a su Príncipe en el azar que estamos!
1628
¡Eh! ¿Cuál es el motivo que os trae por aquí?
1629
Sire, os pido disculpas por mi indiscreto afán.

EL REY
1630
¡Cuántos, por ofrendar a las beldades terrestres,
1631
Dioses han descendido de donde nace el trueno!
1632
¿Qué no consigue Amor en las jóvenes mentes?
1633
Clorimán es el padre del consejo que sigo.
1634
No enjuicies, amigo, este viaje imposible,
1635
o acaso porque yo no tengo el alma sensible;
1636
mas yo soy descubierto por el Dios que yo soy.
1637
La Reina me conoce, ha sabido quien soy:
1638
un ardor mutuo inflama todos sus pensamientos,
1639
ella ofrece remedio a mi alma herida,
1640
y quiere esta noche aliviar mi zozobra,
1641
esa es la coyuntura que me ha traído aquí.

CLORIMÁN
1642
Similar contingencia me trae a palacio:
1643
una Dama juró mitigar mi dolor;
1644
sobre mi alma tiene un dominio absoluto:
1645
se cumplirá esta noche nuestro himeneo rotundo.

EL REY
1646
¡Que vivamos felices, y que el destino teja
1647
para nuestros amores un largo siglo de años!
1648
Mas sabes el riesgo del que me salvó tu brazo,
1649
por eso nuestra charla debe ser aplazada.
1650
Adiós, Clorimán sigue, tu amoroso afán;
1651
la Reina está en la puerta.

(La Reina llega a la puerta con Filemón)

LA REINA
¿Eres tú, vida mía?

EL REY
1652
Vengo a recibir vuestros raros encantos.

LA REINA
1653
Sigo aquí a Filemón, subo ahora mismo.
(Él entra. Ella continúa)
1654
Que desde ahora el Infierno se oponga a mi espera,
1655
Clorimán ya es mío, mi amor está contento.

(Ella entra)

CLORIMÁN
1656
(solo con Lisis)
¿Clorimán ya es mío? Dioses, ¿qué oigo aquí?
1657
Su ardor amoroso la hace hablar así:
1658
Ella alude a Alfonso, y soy un temerario
1659
si sigo el criterio sólo de complacerla.
1660
Pero ya sean ladrones, o algún celoso amante,
1661
aún oigo a gente, Lisis, larguémonos.

(Se esconde en las sombras con Lisis)

Escena VI y última

CLEONTE, CLEONARDO, y otros que los acompañan (ISABEL, CLORIMÁN, LISIS, ADRASTE, LA REINA, EL REY, FILEMÓN)

CLEONTE
1662
¡Ay¡ Es tan cierto que en esta noche fatal
1663
languidece en los brazos de esta mujer desleal,
1664
que de mis esperanzas este innoble extranjero
1665
solamente me deja la de poder vengarme.
1666
Si el resentimiento de mi afrenta os aflige,
1667
asesinemos a este adversario en su lecho;
1668
sacrificad, amigos, de Clorimán los días
1669
al sensible arrebato de un amante furioso.
1670
Llamemos, golpeemos, forcemos estas puertas,
1671
crueles, dad testimonio de las fuertes pasiones,
1672
prestad vuestra ayuda a este pecho irritado,
1673
y en este mal final no vayáis a fallarme.

(Isabel aparece en la ventana)

ISABEL
1674
¿Qué buscan estas almas indiscretas aquí?
1675
Despertáis a la Reina, con el ruido que hacéis.

CLEONTE
1676
¡Que descanse por siempre en el sueño eterno!
1677
¡Ah, qué poco conoces a esta criminal mente!
1678
¡Al ataúd llevándola dormida para siempre,
1679
libres de extraña infamía nuestros días veríanse!
1680
Clorimán languidece en su pérfido seno:
1681
juzga por mis palabras cuál es nuestro propósito.

ISABEL
1682
¿Permites, justo Cielo, que quede sin castigo
1683
su ofensa? No te importa en nada esta calumnia?
1684
Desleal, borra en tu mente celosa a Clorimán:
1685
¿Por qué vienes, cruel, a insultar a mi esposo?
1686
¿Cómo podría estar ahora aquí con la Reina?
1687
Mas baja Clorimán, y sácalos de apuros.

CLORIMÁN
1688
(oculto, dice muy bajito)
¡Ay, todo es contrario a mis castos favores!
1689
¿Cuándo pondréis fin, Dioses, a este enredo de errores?
1690
Lisis, ¿puedo aquí estar, con ella y con la Reina?
1691
¡Ay! ¿Qué Jupiter es el que besa a mi Alcmena?

LISIS
1692
(también muy bajo)
¿Por qué no alzaros aras, cual se hace con los Dioses?
1693
¿Si como esos espíritus estáis en todas partes?

ADRASTE
1694
(que había bajado con Isabel, le dice a Cleonte)
Bien debo perdonar a vuestros vastos celos,
1695
ya que el mismo arrebato turba mi fantasía:
1696
aquel cuyo descanso habíais asegurado,
1697
está ante vos, Cleonte, y os dice estas palabras;
1698
soy yo, yo soy Adraste.

CLORIMÁN
(aparte, todavía oculto)
¡Ay, palabra importuna!

ADRASTE
1699
Y mi dicha la debo tan sólo a la fortuna.
1700
Mi Diosa esperaba al español aquí,
1701
aproveché el instante, mis deseos se cumplieron.

CLORIMÁN
1702
(oculto y aparte)
Amante, ya no amado, ¡qué pérdida fatal!
1703
¿Qué extraña desgracia a la tuya es igual?

ISABEL
1704
¡Ay! ¿Qué debo creer? Adraste, ¿eres tú?
1705
¿Qué rabia es parecida a esta mi justa ira,
1706
y qué repercusión tendrá en mi pasión?
1707
¡Dioses, vengad la injuria o quitadme la vida!

ADRASTE
1708
¿Soy culpable, amor mío, y debo ser juzgado
1709
por haber recogido el fruto que he sembrado?
1710
¿Si cosechar el bien propio es un crimen,
1711
para quién, Diosa mía, es entonces legítimo?
1712
¿Y quién mejor merece vivir bajo tus leyes,
1713
cuando incluso la mano de un Dios lo eligiera?

ISABEL
1714
En cualquier nuevo asunto que mi alma mantenga,
1715
mi honor me obliga a serle fiel a ella:
1716
debía el Cielo el precio a su fidelidad;
1717
¡Ay! ¿Qué pensarás tú de mi frivolidad?

(Se besan)

CLEONTE
1718
Al final, ¿tildaréis mi queja de injusticia?
1719
¿Queréis postergar por más tiempo su tormento?
1720
Y vos, que os ofrecisteis a mitigar mi mal,
1721
¿cuándo tendréis las manos rojas de mi rival?

CLEONARDO
1722
¿Para qué quieres, Cleonte, forzarnos con tu odio?
1723
Finalmente, debemos respeto a la Reina.

(La Reina sale de su casa)

LA REINA
1724
Pérfidos enemigos de mi reposo diario,
1725
¿Cuán de sordos los Dioses serán a mi plegaria,
1726
y cuándo lanzarán a favor de mis llamas,
1727
las de su ira sobre vuestras culpables almas?
1728
Mas, ¿por qué recurrir a su divinidad?
1729
¿Qué tengo que pedir sino mi autoridad?
1730
Sin, con discursos vanos, aburrir sus oídos,
1731
¿De qué mis semejantes no pueden disponer?
1732
Sí, Clorimán es mío, sí, Clorimán es Rey,
1733
mi corazón y Nápoles bajo su ley ha puesto.
1734
No lo admitís vosotros, y el Cielo lo desea,
1735
¿quién sobre mis deseos más mando tener debe?
1736
¿Mi sino depende de vuestras celosas mentes?
1737
¿Debo de vuestras manos aceptar un marido?

CLORIMÁN
1738
(oculto)
Lisis, ¿qué ha dicho? ¡Este discurso me asombra:
1739
soy marido sin cónyuge, Príncipe sin corona!

LISIS
1740
(frotándose los ojos)
¡Dioses! ¡Qué pensamientos me vienen a la mente!
1741
Seguramente duermo, y creo estar despierto.

CLEONTE
1742
Tímidos, nos dan miedo las amenazas frívolas;
1743
¡nuestros brazos se abaten con palabras inútiles!
1744
Matemos al traidor, en su lecho, en su seno;
1745
entremos y acabemos; sigamos nuestro plan.

CLEONARDO
1746
Reprimid el furor que posee vuestra alma,
1747
y mostraos más firme en este mal sin cura.

LA REINA
1748
Sin reiterar ya más inútiles menciones,
1749
creed que obedecerme es el mejor consejo;
1750
dejad que el deber vuestro valor gobierne,
1751
quered a Clorimán y rendidle homenaje.
1752
Baja, divino objeto de mis castos deseos,
1753
su pasión finalmente iguala mis placeres,
1754
al fin, Clorimán caro, mi voluntad más fuerte...

EL REY
1755
(llega con Filemón, y dice)
¿A quién creéis, Señora, llamar de este modo?
1756
¿Ignoráis mi nombre? ¿Estas armas y ruidos
1757
os hacen, Diosa mía, ignorar quién soy yo?

LA REINA
1758
¡Mis deseos traicionados! Traidor, ¿qué imprudencia
1759
te hizo, con nombre falso, defraudar mi prudencia?

EL REY
1760
Inserto en el escrito que trajo Filemón,
1761
no tuve la intención de ocultaros mi nombre:
1762
no cencebí traición, ni sorpresa alguna,
(Mostrando a Filemón)
1763
y este hombre es de quien recibí vuestra carta.

FILEMÓN
1764
La memoria, Señora, en vuestro caso os miente:
1765
era a “este español” a quien se envió el escrito.

LA REINA
1766
¿Para humillarme así me hizo nacer el Cielo!
1767
¡Ya sin más dilación, matad a este traidor!
1768
¿Tan mal pensabas sobre mi racatado ardor,
1769
para que al Rey dejara por su Embajador?

(Clorimán y Lisis acuden en defensa del Rey, al que quieren matar)

CLORIMÁN
1770
Volved aquí, malvados, vuestros ojos y espadas.
1771
¡Ay! ¿En qué pensáis que deben emplearse?
1772
¿La Natura, inhumanos, por un terror secreto,
1773
acaso no os indica que estáis matando a un Rey?
1774
¿Con qué sangre estaría manchada vuestra mano,
1775
¡Dioses! ¿Puede ocultarse tanta Magnificencia?
1776
¿Y es que no sabéis que con este disfraz
1777
vino a halagar de su amante el tormento?
1778
¿Que su alma se amustia por los ojos de la Reina?
1779
Crueles, ¿por tanto amor le debo yo tanto odio?
1780
Soy yo el tal Clorimán, gran Reina, ese soy yo;
1781
más amado, aunque menos dichoso que el Rey.
1782
De vuestras castas gracias solo es digno este Príncipe,
1783
mi hado está por debajo de esta dicha insigne.
1784
Respetad su virtud con deseos infinitos:
1785
por la mano del Cielo estáis los dos unidos.

LA REINA
1786
Ya basta, gran Monarca, rebajad vuestra gloria;
1787
y esos falsos ropajes... Mas, Dioses, ¿debo creerlo?
1788
Si mi dicha no es falsa, y si sois vos, gran Rey,
1789
juro a vuestros deseos una inmutable fe.

EL REY
1790
Para obtener, Señora, un favor tan inmenso,
1791
es poco que Sicilia dependa de mis leyes;
1792
y, por mejor lograr el honor de serviros,
1793
bajo mi Cetro quiero al orbe sojuzgar.

ISABEL
1794
¡Qué gozo inesperado! ¡Que transfiguración!
1795
¡Qué cosas tan hermosas muestra esta oscura noche!
1796
Perdonad, Clorimán, a mi frustado espíritu:
1797
lo que yo a vos os daba, lo recibía Adraste.

CLORIMÁN
1798
En estas raras gracias que el Cielo os envía,
1799
en nada impedir debo yo vuestra alegría:
1800
es verdad que mi alma vuestra faz veneraba,
1801
mas no tengo intención de resistirme al Cielo.

LA REINA
1802
Isabel, ¿eres tú?

ISABEL
Me oís bien, Señora:
1803
Adraste me posee, ha sorprendido mi alma;
1804
autorizad la boda que unirá nuestros días.

LA REINA
1805
Sí, soy indulgente con tus amores jóvenes;
1806
y, para al fin colmar nuestros gozos divinos,
1807
te prometo, Cleonte, con una de mis primas.
1808
Sabes que Girasol tiene rasgos muy dulces;
1809
de ella es, desde ahora, de quien celos tendrás.

CLEONTE
1810
(responde fríamente)
Señora, ya que así lo dispone la suerte,
1811
en sus cuidados ciegos descansa mi esperanza.

EL REY
1812
(hablando con Clorimán)
Queda por encontrar una casta belleza
1813
a quien me ha conservado el bien de la claridad.
1814
Clorimán, reconoce hasta qué punto te honro:
1815
mi hermana te gustaba, ¿te gusta todavía?

CLORIMÁN
1816
De ese divino objeto que vos habéis nombrado,
1817
murió mi último fuego, se reavivó el primero.
1818
Haciendo a esta belleza la amante de mi vida,
1819
veré que mis placeres a mi deseo igualan.

LA REINA
1820
Ya que al fin nuestros males han desaparecido,
1821
que el amor nos prometa placeres inauditos,
1822
volvamos a los lechos a esperar otro día
1823
que estreche los nudos de este triple himeneo,
1824
donde todo valdrá a nuestras intenciones,
1825
y que consumará nuestras castas pasiones. 

FIN