Tristan de L’Hermite, Marianne

La Mariana





Texto utilizado para esta edición digital:
L’Hermite, Tristian. La Mariana. Traducida y anotada por Miguel Ángel García Peinado y Ángeles García Calderón, para la Biblioteca Digital EMOTHE. Valencia: ARTELOPE - EMOTHE Universitat de València, 2023
Codificación del texto digital para EMOTHE:
  • Tronch Valls, Carme

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Esta publicación es parte del proyecto I+D+i «Teatro español y europeo de los siglos XVI y XVII: patrimonio y bases de datos», referencia PID2019-104045GB-C54 (acrónimo EMOTHE), financiado por MICIN/AEI/10.13039/501100011033.


A MI SEÑOR EL DUQUE DE ORLEANS

MI SEÑOR,
Después de la estima que habéis demostrado por este cuadro parlante de Mariana, sentiría haber rebajado considerablemente su precio si no tuviera el honor de presentárselo a Vuestra Alteza. Habéis pagado demasiado generosamente por una rareza tan pequeña, al haberla llamado Maravillosa, y ciertamente este elogio en boca de tan gran Príncipe me invitará a reconocimientos más dignos que éste. Tampoco pretendo, mi Señor, cumplir con los honores que debo a Su Alteza pagando un tributo tan pequeño: sería emplear una acción de gracias demasiado común, hacia una Divinidad tan propicia. Espero algún día presentar ofrendas más aceptables en vuestros altares. Las Musas, dispensadoras de gloria, sólo tendrán que proporcionarme la suficiente industria para este bello propósito, y estoy seguro de que vuestros ilustres hechos me proporcionarán suficiente materia. El Ángel que vela por la salvación de Francia, y que trabaja tan gloriosamente por su prosperidad, no la ha conducido todavía a la grandeza que debe alcanzar. Si la Justicia y la Piedad, acompañadas del Valor, no prometen más que éxitos favorables a los nobles planes del Rey, los límites de este Estado se extenderán al menos tan lejos bajo el reinado del victorioso Luis como bajo el de Carlomagno: y Vuestra Alteza será sin duda de gran utilidad para este digno establecimiento. Ya sea que mandéis un ejército más allá de los Alpes, para ir a buscar en Italia los derechos de vuestros predecesores; ya sea que, con mayores fuerzas, vayáis a quitar el yugo a Grecia, para dárselo a toda Asia, según la ley de los Oráculos, mi Señor; haréis cosas más que humanas y que harán que las mentes excelentes de este siglo emprendan bellos efectos, para inmortalizarlas. No hará falta mucha invención para dar a la imagen de vuestra vida mucho esplendor después de estos trabajos; bastará con que podamos representar ingenuamente los laureles con que seréis coronado. No he envejecido tanto al servicio de Vuestra Alteza como para que no pueda esperar todavía ver este progreso, y aun entonces producir alguna obra que dé testimonio de vuestra gloria y de mi muy humilde celo en vuestro servicio; haciéndoos admitir que después del placer que se siente al hacer buenas obras, no hay ninguno igual al de oírse alabar con buena gracia. Soy,
MI SEÑOR,
DE VUESTRA ALTEZA
vuestro muy humilde y obediente servidor,
TRISTAN L'HERMITE


ADVERTENCIA

El tema de esta tragedia es tan conocido que no necesita explicaciones. Cualquiera que haya leído a Josefo, a Zonaras, a Hegesipo y, recientemente, la política infeliz, expresada con magnífico estilo por el reverendo padre Caussin, sabe bastante acerca de la violencia de Herodes, que fue fatal para los inocentes, y particularmente para esta ilustre Mariana, cuyo lecho y libertad había usurpado con la corona de Judea. He procurado retratar el temperamento de este Príncipe sanguinario, a quien la Naturaleza había concedido gracias suficientes para hacer de él uno de los hombres más grandes de su siglo, si no hubiera empleado estas maravillosas ventajas contra su propia reputación, corrompiendo bienes tan puros con el desbordamiento de una crueldad sin par y otras depravaciones que se han señalado en su vida. Hay que ver este retrato en su época, y no buscar en él refinamientos que podrían debilitar de algún modo la audacia del diseño. No me he propuesto llenar esta obra de imitaciones italianas y pullas rebuscadas; sólo he queridoquise describir con un poco de decoro los diversos sentimientos de un tirano valeroso e ingenioso, las artimañas de una mujer envidiosa y vengativa, y la constancia de una reina cuya virtud merecía un destino más favorable. Y todo esto lo he representado de la manera que he creído más adecuada para el teatro, sin enredarme en una delicadeza demasiado estudiada, que resultaría muy artificiosa, en una época en la que se presta más atención a la belleza natural que a la que se adorna.


PERSONAJES

HERODES, Rey de Jerusalén
THARÉ, su capitán de la guardia
FERORAS, hermano de Herodes
SALOMÉ, su hermana
MARIANA, esposa de Herodes
ALEJANDRA, madre de Mariana
DINA, Dama de honor y confidente de Mariana
COPERO
EL GRAN PREBOSTE
JUEZ PHALEG
JUEZ SADOS
SOEMOS, servidor de Herodes
EUNUCO
CONSERJE
UJIER
NARBAL, Gentilhombre, que relata la muerte de Mariana
CABALLERO DE HONOR

La escena se desarrolla en Jerusalén


ACTO PRIMERO

ESCENA PRIMERANXNota del traductor

ARGUMENTO: Herodes se despierta sobresaltado, confuso por una visión espantosa. Su hermano (Feroras) y hermana (Salomé), tratan de recuperar su mente de este espanto, hablándole de la intrascendencia de los sueños. Herodes medita sobre su vida, valora la amistad de los romanos y la influencia que han tenido en ella. Tras disipar el miedo del sueño, se queja de la poca correspondencia amorosa de su esposa, Mariana, con él. Feroras y Salomé se esfuerzan, en vano, de ponerlo en contra de su esposa. Herodes manda a Soemos que vaya a buscar a Mariana, a la que pretende forzar a que lo quiera más.

HERODES
1
(despertándose sobresaltado)
Fantasma vejatorio que turbas mi reposo,
2
ya no renueves más tus insolentes planes;
3
vete a la sombra eterna, sombra llena de anhelo,
4
y no te entrometas en censurar mi vida:
5
soy lo bastante experto en el arte de reinar,
6
sin que tu vana ira me lo deba enseñar,
7
y he fortalecido seriamente mi Imperio
8
para temer los daños que ha predecirme vienes.
9
Diré que estén atentos en cualquier incidente,
10
que no estando previstos, pierden a los incautos.
11
Mas me suda la frente, y me falta el aliento;
(Feroras aparece con el capitán de la guardia)
12
mi alma en este reposo siente tanto dolor
13
en desilusionarse de un lamentable error,
14
que mi cuerpo se agita de cólera y horror.
15
¡Eh!

ESCENA II

THARÉ (Capitán de la Guardia), HERODES, FERORAS

THARÉ
¿Qué queréis, Señor?

HERODES
Ah, aquí está Feroras.

FERORAS
16
Me dijeron que aún estabais durmiendo.

HERODES
17
Tú me has oído bien cuando hablé en voz alta,
18
me desperté hace poco, todo sobresaltado,
19
después de la visión más triste y melancólica
20
que pueda preceder a un trágico accidente.

FERORAS
21
¿Los sueños más sombríos que puedan inventarse,
22
serían suficientes para aterrorizaros:
23
vos que sabéis retar a fuerzas indomables,
24
y que teméis tan poco los riesgos verdaderos?
25
Son visiones que nunca han surtido efecto.

HERODES
26
Mi mente está turbada por el sueño pasado.
27
Un pensamiento incómodo vuelve a mí sin cesar
28
que querrá advertirme de alguna desgracia:
29
es el presentimiento de alguna adversidad.

FERORAS
30
No debe convertirse en una necesidad;
31
esas apariciones son como las imágenes
32
que una mezcla confusa dibuja en las nubes;
33
es un sombrío cuadro de hombres y animales
34
que no hace que nos llegue bien alguno, ni males.

HERODES
35
Cuando te arrebataron por un sino contrario,
36
tú mi noble y mayor, valiente y fiel hermano,
37
supe de tu accidente por el mismo informe:
38
fui por la misma vía de tu muerte alertado:
39
tuve crueles visiones a orillas del Jordán
40
que ruido predijeron de estas tristes noticias.

FERORAS
41
En cuanto a mí mil veces he estudiado los sueños,
42
sin que de sus presagios nada haya sucedido;
43
y según un rabino me dijo una vez,
44
valorarlos muy bien es no esperar nada de ellos.

HERODES
45
¿Qué sólidas razones daba este Doctor,
46
que sostienen que el sueño es siempre mentiroso?

FERORAS
47
Dijo que los humores que oprimen nuestro cuerpo,
48
al ver ciertos objetos, nos inclinan al sueño:
49
la flema fría y húmeda, subiendo hasta el cerebro,
50
allí va a encarnar neblinas y fluidos:
51
la bilis ígnea y áurea, de sutiles esencias,
52
sólo describe luchas e incendio de ciudades:
53
la sangre capta el aire y acorde a primavera,
54
vuelve a los desdichados felices en sus sueños:
55
su dulce exhalación forma tan sólo rosas,
56
de objetos placenteros y agradables cosas:
57
y la melancolía con su negro vapor,
58
donde siempre se alojan la tristeza y el miedo,
59
no pudiendo encarnar más que oscuras imágenes,
60
pone ante nuestros ojos tumbas, espectros, sombras.
61
Así es como cada uno percibe en sus sueños
62
los indicios secretos de su temperamento.

HERODES
63
¿Así pues, soñaríamos siempre las mismas cosas?

FERORAS
64
Otras veces los sueños vienen por otras causas;
65
igual que unos expresan nuestros estados de ánimo,
66
los otros a menudo trazan nuestras costumbres.
67
De un hombre noble el alma, aun cuando repose,
68
desprecia la fortuna y prefiere el honor:
69
y el alma del ladrón, previniendo su sino,
70
se inventa algún preboste, o un botín se procura.
71
De igual modo el avaro comprueba mientras duerme,
72
con los ojos y manos el dinero que amasa:
73
y el amante, advertido por los deseos o el miedo,
74
padece los rigores o saborea placeres.

HERODES
75
Estas explicaciones apenas me contentan,
76
bases comunes causan efectos muy vulgares;
77
y tú sabes que otrora Egipto resaltó
78
los importantes sueños que José explicó;
79
los hay de una imagen dichosa o funesta;
(Salomé entra)
80
la gracia anunciándonos, o la ira celestial:
81
sea como sea, Feroras, oye un poco la mía,
82
no importa si promete el bien o el mal.

ESCENA III

SALOMÉ, HERODES, FERORAS, SOEMOS

SALOMÉ
83
¿Preferís que oiga también este episodio,
84
que hablando sin rodeos solo es una quimera,
85
un confuso acertijo dibujado en la arena?

HERODES
86
Pero no me interrumpas cuando haya empezado.
87
La claridad y el ruido reinaban por el mundo:
88
y cuando el astro sol que se alza de las aguas
89
elevando al cerebro vapores muy ligeros,
90
vuelve los sueños de uno más claros y veraces:
91
tras mil desasosiegos de imágenes inciertas,
92
de encuentros sin respuesta, y de vanas quimeras,
93
de pronto me hallé solo en un bosque lejano,
94
donde el horror moraba junto a la oscuridad,
95
cuando una voz quejosa cruzó por las tinieblas,
96
invocando a ‘Mariana’ con unos tonos lúgubres.
97
Corrí hacia el lugar de donde venía el ruido,
98
siguiendo en este impulso al amor que me guiaba,
99
y que aún parecía que me prestó sus alas,
100
para mejor lograr el prodigio de las bellas:
101
mis pasos me llevaron al borde de un estanque,
102
cuyas aguas hallé todo rojas de sangre;
103
en él caído había un colosal trueno;
104
sentí bajo mis pies surgir un terremoto,
105
y sobre esta orilla, por el horror cercado,
106
el joven Aristóbulo ante mí se mostró.

SALOMÉ
107
¡Cielos! Habría muerto de haberme a mí pasado;
108
la sangre de mis venas se hiela ante el relato.

FERORAS
109
Siento que el mismo horror me cala hasta los huesos.

HERODES
110
Escuchad, pues, el resto, y dejad que me exprese;
111
él ahí no llevaba la tiara en la cabeza
112
como en los días solemnes de nuestra fiesta grande,
113
do sacando gran brillo a una rica prenda,
114
forzaba a los judíos a decir altamente,
115
que una persona así, tan noble y tan gloriosa
116
merecía llevar la mitra y la corona;
117
lo reconocí sólo al escuchar su voz:
118
parecía recién sacado de las olas,
119
su cuerpo estaba hinchado del agua que bebiera,
120
sus cabellos, mojados, le tapaban el rostro,
121
las olas acabaron con la luz de sus ojos,
122
que, al morirse, se habían vuelto hacia los Cielos;
123
diríase que el brío de una rabia cruel
124
dejado hubo el honor pintado en su rostro,
125
que su tez toda estaba recubierta de sangre,
126
y su boca ya muerta aunque estuviera abierta.
127
Desde el comienzo fueron sus palabras insultos,
128
sanguinarios reproches: mas, llenos de imposturas.
129
Adujo contra mí miles de imprecaciones,
130
viniendo a abrumarme con varias maldiciones,
131
me habló de los rigores impuestos por su padre,
132
cargándome los males de nuestras viejas guerras:
133
en fin, viendo que osaba así emanciparse,
134
al final alcé el brazo para poder golpearlo:
135
mas, pensando frenar con la mano este ultraje,
136
encontré sólo el aire en lugar de su rostro;
137
así por la violencia y el horror adiestrado,
138
con un agudo grito me encontré despertado.
139
Y este es mi sueño: y bien, ¿qué te parece,
140
Salomé, qué opinas?

SALOMÉ
¿Qué opino? Estoy temblando.

FERORAS
141
Yo no ocultaré que estoy asustado.

SALOMÉ
142
El que habéis recibido un aviso es del cielo.

HERODES
143
El aviso es difícil para bien descifrarlo,
144
y me obligó a tratarlo con un esmero inútil

SALOMÉ
145
Puede verse el estado de un cambio amenazado.

HERODES
146
Lo que escribe el destino no puede ser borrado,
147
quiérase o no, el alma debe determinar
148
seguir lo que ha marcado su poder absoluto:
149
de sus trampas secretas no podemos librarnos,
150
vamos rectos hacia ellas creyendo eludirlas.
151
El hombre a quien la suerte le concede ventajas,
152
es cual barco salvado de cien o más tormentas,
153
que sujeto no obstante al capricho del hado,
154
puede errar en la rada, o morir en el puerto.
155
Mas, ¿quién puede ofenderme? ¿Y qué más temer puedo
156
en lo alto de la dicha que se me ve alcanzar?
157
Nada es tan poderoso para que hoy me pierda,
158
si el Cielo al caer no me abruma bajo él:
159
sólo sucumbir puedo por una contingencia
160
cuyo golpe fatal sea a todo el universo.
161
Todos los asmoneos dentro están de la tumba,
162
vemos ahora en el trono a un nuevo Monarca,
163
que afirma su corona y testa en los laureles
164
a salvo para siempre de golpes de tormenta.
165
Yo sé bien qué apoyo me ha prometido Augusto,
166
queriendo recibirme con el rango de amigo;
167
y gozo de favor al lado de su genio,
168
que ahí estoy seguro contra toda calumnia:
169
aquellos a los que ama más de sus cortesanos
170
valoran mi virtud tanto como mis dones;
171
y tengo mil secretos por donde el Jordán libre
172
no tiene que temer la cólera del Tíber.
173
En cualquier otro lado, para afrontar la ruina
174
estoy muy bien provisto de fuerza y de valor:
175
si el árabe, el parto y toda Armenia entera,
176
con treinta o más legiones agitan la frontera,
177
con un vivac volante me enfrentaré a ellos,
178
y para su vergüenza abortaré sus planes.
179
Haré que retrocedan al fondo de sus tierras,
180
y con tantos avances rendiré a sus Príncipes,
181
que vendrán a acogerme al recibir mi ley,
182
porque de poco ya les servirá el atacarme.

SALOMÉ
183
Los Príncipes vecinos vuestro valor conocen;
184
lo han experimentado desde que erais niño:
185
prestarán atención a consejos mejores,
186
siguiendo su ambición su curso en otra parte.

HERODES
187
No tenía quince años cuando empuñé las armas,
188
cuando fui a buscar la muerte en las alarmas,
189
y aunque, desde aquel tiempo mi brazo en mil hazañas
190
domaba a las Naciones sometiendo a los Reyes.
191
¡Cuántas batallas he librado y ganado!
192
¡Cuántos fuertes saqueé, y forzado murallas,
193
en un campo espacioso, cuando el fruto de Ceres
194
con sus caños de oro enriquece los páramos,
195
apenas se ven más haces apretujados,
196
que picas que yo vi alzarse contra mí,
197
que en esquirlas volaban allí donde chocaba,
198
en el brillante ardor con que las cosechaba!

FERORAS
199
Vuestras hermosas obras no tienen parangón,
200
Julio, por más que digan y hablen maravillas,
201
con muchas menos luchas y menos quehaceres,
202
se llamó a sí mismo Dueño del Universo.
203
Vos habéis vencido mil penosos obstáculos,
204
y toda vuestra vida llena está de milagros.

HERODES
205
Cual Príncipe que soy, muy feliz estaría,
206
de no estar sojuzgado por suplicio de amor;
207
por un fuego continuo, un ardor sin mesura,
208
que tiene sin cesar mi alma en la tortura:
209
o si vencer pudiera una severidad
210
que se cruza en la senda de mi prosperidad.
211
¡Oh dicha imperfecta, oh rigor importuno!
212
Mis compañeros son, mi amor y mi fortuna,
213
jamás me abandonan, siguen todos mis pasos:
214
mas, me es favorable una, mientras que el otro no.
215
Una mandar me hace hoy a todo un pueblo,
216
y el otro me deniega el corazón que quiero:
217
corazón que no puedo poner bajo mi mando
218
dominando el cuerpo donde lo veo moverse.
219
Equilibrad, deidades ciegas, mejor las cosas,
220
mezclad menos laureles con bastantes más rosas.
221
Lograd que con más suerte sea menos renombrado,
222
y al no ser tan temido, que sea más amado.
223
Justificadamente mi ánimo es sombrío,
224
mi gloria es sólo un sueño, mi grandeza una sombra:
225
y cuando todo el mundo teme de ella el efecto,
226
ardo con un deseo que no se satisface.

SALOMÉ
227
Desde que en vuestro lecho Mariana se introdujo,
228
y con tantos cumplidos se la idolatró:
229
sin cesar vuestra casa se abrió al dolor;
230
en vosotros dos sólo se ven quejas y lágrimas.

HERODES
231
Mis quejas siempre son más justas que sus lágrimas,
232
¿Por qué se me mostró con tantos atractivos?
233
¿Tantas virtudes raras y encantos tan divinos,
234
para entrar en mi lecho, y para no quererme?
235
¿Acaso dos mitades deben ser tan distintas?
236
¿Un todo está compuesto de partes tan opuestas?
237
¿Qué yo sea tan sensible, siéndolo ella tan poco?
238
¿Qué su corazón sea hielo, y el mío fuego?

FERORAS
239
Después de haber ganado honores en la guerra,
240
que os hacen ser la envidia en los bordes de la Tierra,
241
sucumbiendo en la paz a golpes invisibles,
242
queréis que os compadezcan por todos los lugares.

HERODES
243
El error que me inculpan inquietó a grandes hombres,
244
ya sea en siglos pasados o en el tiempo en que estamos.
245
El amor es del todo fatal para el valor,
246
no habiendo héroe que esté de esta desgracia exento.
247
El que de su cabello sacó toda su fuerza,
248
no pudo alejarse de este dulce cebo.
249
Y el pequeño pastor que llegó a ser gran Rey,
250
en sus últimos días fue más loco que yo.
251
Bajo este yugo Antonio deshonró su coraje,
252
con menos claridades se deslumbró aún más,
253
por seguir a Cleopatra renunció a su dicha,
254
y al embarcarse así, hizo hundirse a su honor.
255
Mis planes están limpios de deshonra o de crimen:
256
el fuego que me quema, es un fuego legítimo;
257
no albergo deseos que puedan ser reprochados,
258
pues amo solamente a quien tengo que amar.

FERORAS
259
Si en la pasión normal de un amor conyugal,
260
entre la Reina y vos, el ardor fuese igual,
261
¿quién condenar podría vuestro resentimiento,
262
o podría oponerse a este enardecimiento?
263
¿Mas, qué? Vuestra razón realmente está dormida;
264
vos mismo os jactáis de amar a una enemiga,
265
quien para compensar un trato tan gentil
266
solo aplica su mente en hablar mal de vos.

SALOMÉ
267
No mentiré, este error es digno de reproche;
268
¿qué placer encontráis queriendo a una roca,
269
cuyas fuentes de lágrimas continuamente fluyen,
270
y que por vuestro amor no tiene sentimientos?

HERODES
271
Si el divino objeto al cual yo idolatro,
272
parece una roca, es roca de alabastro,
273
un bajío agradable, donde se ve estallar,
274
todo lo que natura ha hecho para tentarme.
275
No hay rubíes tan rojos como lo es su boca,
276
que mezcla esencia de alma a todo lo que toca,
277
y el brillo de sus ojos lleva mis sentimientos
278
a querer igualarlos al rango de diamantes.

FERORAS
279
No obstante, la belleza debe ser rechazada,
280
si de un buen carácter no va acompañada.

HERODES
281
Proviene su rigor de su gran continencia,
282
mas su humor altanero lleno está de bondad,
283
cuando el parto inhumano cogió a Hircano y Fasael,
284
debí mi libertad a su consejo fiel:
285
sin este efecto insigne de su secreto amor,
286
habría juntos perdido el Cetro y la luz;
287
mi vida terminaba, y el traidor Antígono
288
por encima pasándome se alzaba sobre el trono.
289
Este agradecimiento me ablanda tiernamente,
290
y me hace que perdone su desdén fácilmente;
291
percibo mucho orgullo en su beldad divina:
292
mas, raras veces vemos las rosas sin espinas.
293
y como es de justicia el decir la verdad,
294
debéis reconocerle su alcurnia y majestad.
295
Mil Reyes eminentes son sus dignos ancestros,
296
y podemos llamarla hija de nuestros dueños.

SALOMÉ
297
Ella eso lo usa bien, sabemos que en Palacio,
298
ella habla de nosotros como habla de sus criados.
299
Y es eso, no obstante, lo que reír nos haría,
300
de no ser por mil charlas que a confirmar nos vienen,
301
como su alma ingrata, mostrando turbación,
302
contra vos testimonia su negra intención.

HERODES
303
No podemos jamás, pensando con decoro,
304
conceder tanto crédito a lo que hablan los criados:
305
igual que el interés los ha hecho aduladores,
306
nuestra desidia puede hacerlos mentirosos;
307
e incluso la mentira es bastante corriente,
308
en esta gente humilde cuya alma es mercenaria.

SALOMÉ
309
No tienen corazón, ni mente para idear
310
los míos lo que me hablan acerca de la Reina.

HERODES
311
¿Han dicho algún ejemplo sobre su violencia?

SALOMÉ
312
Ella habla de vos con una insolencia,
313
que, sin sentir horror, revelarse no puede,
314
y sin crimen tampoco podría ocultarse.
315
Os cita a cada instante autor de sus miserias;
316
tirano del Estado, verdugo de sus padres.
317
Y con mil argumentos da vida a su ira,
318
para que el pueblo se levante contra vos.

HERODES
319
La Judea ahora sumisa a mi poder,
320
no encuentra la dicha más que en obedecer.
321
No es fácil perturbarla de un modo tan sencillo,
322
y no creo que se pueda hacer a la ligera.
323
Conozco a Mariana, sé que es muy sensata
324
como para prestarse a hablar este lenguaje.
325
Si los Grandes oyeran todo lo que les dicen,
326
la impostura ante ellos cobraría gran crédito;
327
veríamos en las cortes una continua guerra,
328
que nos obligaría a reiniciarlo todo.

SALOMÉ
329
Ante estas opiniones, para bien gobernar,
330
no hay que creerlo todo, y nada descuidar.

HERODES
331
Pronto volveré a verla a esta bella indiscreta,
332
y le reprocharé esta injuria secreta.
333
Y no obstante su boca, con tan solo un beso,
334
cuando lo diga todo, podrá calmar a todos.
335
Soemos oye esta voz.

(Herodes llama a Soemos y le manda, en voz baja, que vaya a hacerle un cumplido a Mariana, para obligarla a que venga a verlo)

SALOMÉ
¡Oh, indecible flaqueza!
(Hablandole a Feroras)
336
Se halla embrujado, el hechizo es visible:
337
pero hay que esforzarse en obrar con destreza,
338
borrando la virtud de este encantamiento.

FERORAS
339
Señora, este amor es una enfermedad,
340
en la que solo el tiempo podrá ponerle cura,
341
hoy nuestros argumentos no tienen eficacia.
342
Este mal agravado resiste a la razón.

(Herodes Termina de instruir a Soemos)

HERODES
343
Obsérvala bien mientras le dices el mensaje,
344
el tono de su voz, la expresión de su rostro:
345
si su tez palidece, o se vuelve rojiza,
346
yo sabré la respuesta cuando deje el Consejo.


ACTO SEGUNDO

ESCENA PRIMERANXNota del traductor

ARGUMENTO: Mariana se queja de las crueldades de Herodes, y revela a su confidente (Dina) la orden que le había dado a Soemos de que la apuñalara, si no volvía de Rodas. Salomé dialoga con Mariana. Luego, termina de animar y de instruir al copero, que va a acusar a Mariana y se prepara para llevar a cabo su proceso.

MARIANA, DINA

MARIANA
347
Creería tu consejo si fuera razonable:
348
mas, ¿cómo quieres que ame a un monstruo abominable,
349
que creo está manchado de sangre de los míos?

DINA
350
Si vos no lo queréis, fingid que sí lo hacéis;
351
en esta ocasión debéis conteneros,
352
es un arte excelente el saber bien fingir,
353
cuando estás reducido a un extremo tal,
354
de no poder obrar con total libertad.

MARIANA
355
¿Cómo? ¿Qué me contenga? ¿Siendo de un linaje
356
que puede impunemente permitírselo todo,
357
y que sin abusar de esta autoridad,
358
someto mis deseos sólo a la honestidad?
359
¡Qué mi alma enloquezca, y halle algún mérito
360
en mostrarle afecto a un bárbaro, a un escita,
361
que mató a mis parientes!

DINA
Señora, hablad más bajo.

MARIANA
362
Si mi cuerpo está preso, mi alma no lo está:
363
dejo las ataduras para gente servil,
364
provengo de linajes que llevaban coronas,
365
para ahora ser de mente y frente diferentes,
366
llegando a ser esclava en favor de tiranos.
367
Si Herodes me importuna, con amor, o con odio,
368
yo siempre viviré y moriré cual Reina.

DINA
369
Señora, el Palacio está lleno de espías
370
que observan noche y día todo vuestro ajetreo;
371
desde hace algún tiempo Salomé ha encargado
372
solo para este oficio, a chicas y a pajes,
373
de continuo a esta puerta vienen a escuchar
374
todo lo que decís, informándola a ella.

MARIANA
375
No importa, dejémosles escuchar a su gusto,
376
no tendrán el placer de oír nada deseable.

DINA
377
¿Os ha causado el Rey algún nuevo problema
378
para crear el desdén que sentís hacia él?

MARIANA
379
¡Cómo! ¿Acaso imaginas que la trágica historia
380
de mi amada familia salga de mi memoria?
381
De siempre el viejo Hircano y mi herido hermano
382
me vienen a afligir con gritos lastimeros;
383
ya sea cuando descanso, o cuando estoy en vela,
384
su queja en todo instante le golpea los oídos;
385
se muestran de continuo a mis ojos en lágrimas,
386
los veo ensangrentados y del todo dañados,
387
viniendo a contarme sus tristes aventuras,
388
viniendo a enseñarme sus mortales heridas,
389
y tanto me reprochan llenándome de angustia,
390
que por las noches duermo junto con sus verdugos.
391
Ocurrirá que el pérfido complete mi desgracia;
392
rencor tiene a mi sangre, rencor tiene a mi raza,
393
no está satisfecho con haber masacrado
394
a un venerable anciano, a un sagrado Pontífice
395
que le dio sus derechos, le propició su alianza,
396
depositando toda su confianza en su apoyo:
397
ni por haber ahogado de una manera extraña
398
a un cuñado inocente, a un amable muchacho,
399
el joven Aristóbulo, ¡ay!, cuando pienso en ello
400
el curso de mi pena se lleva mi lealtad;
401
el corazón se encoge tanto que hablar no puedo,
402
y mi alma afligida se apresura a volar.
403
Apenas alcanzaba mi hermano los veinte años,
404
y en él se vislumbraba algo de su grandeza,
405
su gracia, su belleza, su palabra y su porte,
406
deleitaba a las mentes nada más conocerlo.
407
Su rostro como el mío y el color de su pelo,
408
era mi viva estampa, o yo era su imagen.
409
Así en su alma los Cielos tesoros asentaron
410
que además respondían a un cuerpo tan hermoso,
411
igual que de sus gracias que parecer tenía
412
para alzar el honor de los bravos macabeos.
413
Aquel que hacia el Nilo transportó los retratos
414
confesaba extasiado de su hechizo y encantos,
415
que en Palestina había aparecido un hombre
416
bueno como los dioses que adoraban en Roma.
417
El pueblo, encantado de verlo en el templo,
418
admirando su encanto lo loaba en voz alta,
419
y este cruel tirano concibió tanta envidia
420
que cortó de repente el bello hilo de su vida;
421
este obvio Sol naciente por la Corte adorado
422
se zambulló en las aguas como el astro del día,
423
y de allí no emergió en su inicial belleza,
424
pues de allí fue sacado sin fuerza y sin luz.
425
Dado eso, ¿desde entonces halago al inhumano,
426
que acaba de quitar la vida a mi hermano?
427
Más bien me quema el fuego, o el agua su contrario
428
hace que sea mi sino igual al de mi hermano.

DINA
429
Los signos de desdicha pasados ya hace tiempo
430
de vuestra remembranza deben ya ser borrados:
431
¿debe este triste cuadro en cualquier ocasión
432
renovar vuestras lágrimas por una vieja injuria?
433
¿Que siempre vuestra mente en los años más hermosos
434
vague tan tristemente en torno a las tumbas?
435
Señora, contened todos los pensamientos,
436
la beldad celestial vuestra está involucrada.
437
Vuestra tez conformada por las más dulces flores
438
sirve desde hace tiempo a torrentes de lágrimas.
439
El tiempo y la razón os invitan sin duda
440
a arrinconar hastíos que aceleran los días.
441
Daño os hicieron, pero para no ocultar nada,
442
se afanan y esmeran en querer consolaros.

MARIANA
443
¡Mas, cómo!

DINA
El Rey os ama.

MARIANA
¿Me ama? ¡Oh, inocente!

DINA
444
Suspira de continuo cuando estáis ausente,
445
os nombra a todas horas, siempre piensa en vos:
446
¿no es eso amaros?

MARIANA
¿Y qué? ¿Acaso no sabes
447
que esa alma infiel está llena de ardides,
448
que mi ruina se debe a sus caprichos de antes,
449
que a la ocasión primera que bien se le presente
450
mandará de inmediato que acaben con mi vida?
451
Es la atención mayor de este amor extremo,
452
y es lo que en el pasado obligó a hacer a Soemos,
453
cuando muy asustado partía para Rodas,
454
temiendo hallar allí la muerte merecida.

DINA
455
Sin mentir, este rasgo es cruel y tiránico,
456
ya no pregunto más nada que os irrite,
457
las órdenes crueles de esa mente celosa
458
muestran en este punto que se ama más que a vos.
459
¿Mas, qué? Hallándoos fuera de este extremo peligro,
460
amando más que él, fingidlo de igual modo.
461
Algún día veréis a vuestros amados hijos
462
con tiaras en la frente, felices y triunfantes;
463
si por un rasgo al menos de mal comportamiento
464
vuestro desdén no logra destruir su fortuna,
465
no perdáis la atención que debéis mantener:
466
si el Rey os espera debéis ir a buscarlo.

(Salomé aparece en la entrada de la habitación)

MARIANA
467
Iré, pero será para bien demostrarle
468
que es un parricida, un traidor y un villano,
469
y que yo no conozco ley alguna, o deber
470
que me pueda obligar a verlo desde ahora;
471
mi decisión es firme.

DINA
¡Cielos! Me tiembla el cuerpo.

MARIANA
472
¿Por qué?

DINA
¡Hemos perdido, Salomé está escuchando!
473
¡Cuánto odio a estos espíritus malvados y curiosos!

ESCENA SEGUNDA

MARIANA Y SALOMÉ

MARIANA
474
Aproximaos más, y nos oiréis mejor.

SALOMÉ
475
Iba a retirarme creyéndoos ocupada,
476
y parece también que estáis enfadada.

MARIANA
477
Una cólera justa movía mi discurso.

SALOMÉ
478
Es esa una pasión que siempre os conmueve.

MARIANA
479
También soporto siempre un notable rigor.

SALOMÉ
480
Padecéis desgracias que no os merecéis.

MARIANA
481
No creo que haya nada entre mis discrepancias,
482
que pueda merecer este mal tratamiento.

SALOMÉ
483
Sois muy digna de lástima en el estado en que estáis,
484
mas todas las beldades no se hallan satisfechas.

MARIANA
485
A vos en vuestros sinos todo os sale bien.

SALOMÉ
486
Vos sentís vuestra pena, y yo siento la mía.

MARIANA
487
¿Vuestra excelsa alma se queja del destino?

SALOMÉ
488
Tengo otros fastidios cuyo rumbo me irrita.
489
Pero cuando yo entraba, ¿qué decíais del Rey?

MARIANA
490
Me quejaba de él, como él de mí se queja.

SALOMÉ
491
No puedo adivinar las raíces de la queja.

MARIANA
492
Es porque sus espías me tienen coaccionada.

SALOMÉ
493
La inocencia permite testigos por doquier.

MARIANA
494
Descansaría más si me incordiaran menos.

SALOMÉ
495
Decir al Rey debierais cuánto os duele eso.

MARIANA
496
Debierais vos también mostrarle su flaqueza.

SALOMÉ
497
Si es que, a vuestro juicio, le percibís flaqueza,
498
apenas se le nota en cómo él gobierna.

MARIANA
499
El deplorable estado en que me veo sumida,
500
es el más raro efecto de su horrible conducta.

SALOMÉ
501
Vos ahí sentiríais menos imperfecciones,
502
si por él no tuvierais tantas aversiones.

MARIANA
503
Sólo tengo aversión por el horror del crimen,
504
pero la gente buena piensa igual que yo.

SALOMÉ
505
Si opinan así, lo dicen muy bajito.

MARIANA
506
Es que temen la muerte, pero yo no la temo.

SALOMÉ
507
Eso es exagerar; debéis, eso creo,
508
mostrarle más respeto al lazo que os une.

MARIANA
509
Conozco muy bien el respeto que le debo,
510
ya que yo no ignoro de donde procedéis.

SALOMÉ
511
No sé de dónde viene este aparente odio.

MARIANA
512
Pues este mal humor no procede de vos.

SALOMÉ
513
No obstante, si tuvierais alguna disensión,
514
me ofrecería a vos en esa coyuntura,
515
y os ofrecería mis humildes servicios.

MARIANA
516
Vos me hacéis siempre muy buenas mediaciones.

SALOMÉ
517
Os hago muchas menos de las que merecéis.

MARIANA
518
El Cielo os premiará todos estos favores.

SALOMÉ
519
El honor de serviros es buena recompensa.

MARIANA
520
(se levanta)
Ambas sabemos bien lo que una de otra piensa.

SALOMÉ
521
Vais a ver al Rey.

MARIANA
Sí, voy ahora mismo,
522
voy a decirle algo que no le gustará.

SALOMÉ
523
No le digáis nada que pueda disgustarlo,
524
de vos le gusta todo, incluso vuestra cólera.

MARIANA
525
Y yo, de quien ha hecho un objeto de lástima,
526
de él todo aborrezco, incluso su amistad.

SALOMÉ
527
(a solas)
Soberbia, desdeñosa, de coraje invencible,
528
ni siquiera imagines que yo soy insensible:
529
no, no, yo no soy de esos espíritus cobardes,
530
que fácilmente pueden soportar un desprecio,
531
recuerda que el mío no recibe insultos
532
que no devuelva pronto con interés y usura;
533
Salomé sabe bien cómo hay que obligar,
534
y no ignora el arte de la buena venganza.
535
Nos queda poco tiempo de sufrir sus caprichos,
536
mi intriga es nefasta para sus artificios,
537
capté, desde hace poco, al Copero Mayor,
538
que debe servirle a ella un trago de mi parte;
539
trago negro que lleve la tristeza y el miedo,
540
lanzando en su alma crédula un ataque mortal:
541
confunda sentimientos, y haga que un momento
542
el ardiente amor cambie en estruendosa furia.
543
Este hombre capaz de eso, es para mí un títere,
544
por mí arriesgar quiere su vida ciegamente:
545
hay que obrar deprisa en este buen proyecto,
546
por miedo a que el secreto le carcoma en el pecho,
547
advirtiendo a un tercero que nos traicionará,
548
o que al razonarle haga que se enfríe:
549
mas no lo veo que venga directo hacia mí,
550
ya en este proyecto el miedo es la ley;
551
lleva impresa en la frente una tristeza lóbrega.

ESCENA III

COPERO, SALOMÉ

COPERO
552
¿podría añadirle otra palabra a vuestra Alteza,
553
sobre la ejecución de su requerimiento?

SALOMÉ
554
Sí, la escucharé; habla con valentía.

COPERO
555
Señora, al serviros me enfrento a suplicios,
556
voy a conducirme por grandes precipicios,
557
por sendero arriesgado, donde al dar paso en falso
558
estoy muy seguro de morir sin remedio:
559
un solo pensamiento en la mente del Rey,
560
reavivaría el fuego de su impaciente amor,
561
una dulce alusión de su tierna amistad,
562
una mirada llena de muestras de piedad,
563
la menor emoción que se cuele en mi mente,
564
un suspiro, una lágrima, me sacude y trastorna,
565
contemplo mil peligros: mas, los afronto todos,
566
dado que mi obediencia ciega es respecto a vos:
567
prometéis además que con esta destreza,
568
me expongo a la muerte por salvar a mi patria.

SALOMÉ
569
Si tu cierras los ojos para tu fe mostrarme
570
lo reconoceré por ti abriendo mi mano,
571
pero logras fortuna, y adquieres una gloria,
572
que podría igualar el honor de una victoria,
573
proteges a tu rey de un funesto accidente,
574
y nos salvas a todos de un naufragio evidente.
575
Y en esta empresa en la que soy tu guía,
576
el trabajo es ligero y el precio es consistente,
577
entras en esta empresa por encomienda mía,
578
y tan solo te mueves bajo mi garantía:
579
soy yo quien te presenta, y yo quien te admite,
580
quien pone todo en marcha y empuja la rueda;
581
bien sabes que el Rey piensa de modo ingenuo,
582
y que tiene una mente que yo sé refrenar.
583
Tu informe asombrará a un alma recelosa,
584
crédula, furiosa, y muy impaciente,
585
en este lioso asunto, si haces bien tu trabajo,
586
él morderá el anzuelo si de ello darse cuenta,
587
es un sutil señuelo en el que le haré caer,
588
sin que tenga el medio de poder defenderse.
589
Por tu seguridad se te advertirá,
590
de que incluso Mariana está de nuestro lado,
591
su alma envenenada por una rabia nueva,
592
se entiende con nosotros y conspira contra ella,
593
ahora en dos palabras me ha hecho pensar
594
que va a ver al Rey para apesadumbrarlo:
595
ya sabes de qué modo tolera una injuria,
596
usa para tus fines esta suposición;
597
todo a nuestro plan sirve, y se presta a nuestras ansias,
598
la ocasión se presenta, cógela por los pelos.

COPERO
599
Estas fuertes razones darían gran confianza
600
a la más tímida alma y a la más titubeante:
601
mas, ya que vuestra Alteza y los Cielos lo han querido,
602
mi corazón en esto está muy decidido,
603
lo que aún me contiene, es que voy a mostrarme,
604
delante de un gran Príncipe, y ante un gran Amo
605
que sabe que diremos antes de haber hablado,
606
y que descubrir puede a un corazón fingido.
607
Señora, brevemente os ruego me enseñéis,
608
la manera mejor con que pueda ofuscarlo,
609
añadid a mi orden algo de aprendizaje,
610
para que así mi esfuerzo llegar pueda a buen puerto.

SALOMÉ
611
Este informe precisa, con suma habilidad,
612
para bien engañarlo que a ti mismo te engañes;
613
imagínate un hecho de pensamiento ingenuo,
614
que hubiera ocurrido sin mentira alguna,
615
luego, tras imprimir en tu alma esta imagen,
616
deja que de ese tema tu cara y lengua hablen.
617
No puedo aconsejarte una lección mejor:
618
mas cuenta siempre el hecho de igual modo y manera;
619
cree tú mismo el horror que quieres transmitir,
620
y cuida que al hablar no te falle la memoria.
621
Di más o menos esto. “Señor, día tras día,
622
la Reina siempre me habla de una poción de amor,
623
que podría mezclar entre vuestra bebida,
624
para así conduciros a amarla aún más.
625
Pero ya conociendo de vuestro ardor la afluencia,
626
encuentro que este filtro tiene muy mal olor;
627
viendo incluso que mientras que ella me lo pide,
628
no está muy segura, y parece impedida:
629
al respecto, movido por celo y lealtad,
630
vengo a comunicarlo a vuestra Majestad,
631
por miedo a que el trabajo de algún otro ministro,
632
haga que os acusen de un siniestro accidente.”

COPERO
633
Es el mejor estilo que se puede emplear
634
para aturdir a un hombre al que se quiere asustar.

SALOMÉ
635
La Reina a su aposento se habrá retirado,
636
di, pues, esas palabras con una voz segura.
637
Allí te encontraré: ¿harás ese esfuerzo?

COPERO
638
Sí, Señora, aunque signifique mi muerte.

ESCENA IV

HERODES, MARIANA

HERODES
639
(echando a Mariana de su habitación)
Vete, yo cumpliré lo que te he prometido,
640
sal pronto de mi cuarto y no vuelvas jamás.
641
¿Volverte implacable mientras que yo te ruego?
642
Ingrata, mi amor se transforma en furia;
643
y todas estas flechas que salen de mi pecho,
644
se transforman en víboras, castigan tu rigor.
645
Desdén que en mí muestra un deseo de venganza,
646
que quiero observar con toda prontitud.
647
Desde ahora de ti todo me será sospechoso,
648
ya no tendré por ti dulzura ni respeto,
649
y si una vez sucede que en este negro humor,
(Salomé entra)
650
lanzas alguna pulla que oscurezca mi gloria,
651
la frenaré con porte que dará buena fe,
652
de que no hay que faltarle al respeto a su Rey.

ESCENA V

SALOMÉ, HERODES

SALOMÉ
653
¿Cuál es, pues, el motivo de que estéis enfadado?

HERODES
654
El que todos los días me tiene disgustado.

SALOMÉ
655
Es posible que sea con su crueldad la Reina,
656
de adustez estos rasgos no son ya novedosos.

HERODES
657
Lo has adivinado, sí es esta inhumana,
658
y la última afrenta que recibiré de ella.

SALOMÉ
659
Seguís diciendo igual que en un primer momento.

HERODES
660
En nada, su desprecio ha destruido mi amor:
661
ahora mismo la odio lo mismo que a la peste,
662
y veo que para mí es celestial azote.

SALOMÉ
663
¿Puedo saber a qué se debe esta aflicción?

HERODES
664
Voy a explicártelo, tan sólo siéntate;
665
deseoso de verla, y no sin impaciencia,
666
la había llamado con mucha insistencia,
667
cuando este ingrato espíritu sintiéndose coartado,
668
me lo ha hecho notar con el fin de ofenderme:
669
en vano la he tratado con toda la pericia,
670
con la que un buen amante complace a su amada:
671
por trabajar en vano, aun poniendo interés,
672
mis atenciones siempre su desdén suscitaron.
673
Todos mis arrebatos sólo le disgustaron,
674
sus ojos centelleaban con una injusta cólera;
675
y en sus agitaciones crueles y furiosas,
676
me espetó palabras que eran tan injuriosas,
677
que al no poder sufrir una insolencia tal,
678
al final la expulsé con una gran violencia.
679
Eso es lo que me irrita, y me preocupa tanto,
680
ve cuál es su aversión, y dime si me equivoco.

SALOMÉ
681
¡Sí, es un gran error, y su ingratitud
682
debía aconsejaros un trato más severo;
683
pues, ni aun temiendo su peligroso efecto,
684
sin cesar la irritáis con vuestros buenos actos!
685
Es un monstruo de orgullo y desconocimiento,
686
a quien vuestra bondad da demasiada anuencia:
687
si el favor del Cielo no desvía sus golpes,
688
al final su malicia se deshará de vos.

HERODES
689
Siendo yo muy consciente de sus malos deseos,
690
podré contra mi vida impedirle que atente.

SALOMÉ
691
Lo dudo; nuestro sexo es muy vengativo,
692
y en sus traiciones se vuelve creativo:
693
la tigresa que ve raptar a su camada,
694
es menos de temer que una mujer airada.
695
Os ruego que apreciéis que en un justo temor,
696
por vuestra protección hablo contra mí misma.

HERODES
697
Pondré a mucha gente que en torno a ella vigile,
698
y su alma ofendida, tras esta discusión,
699
no tendrá más remedio que el de tomar partido,
700
sin que inmediatamente me tengan advertido:
701
lo mejor para ella es cerrar bien la boca,
(El ujier camina hacia el sillón de Herodes)
702
si no, ¿pero qué ocurre?

SALOMÉ
Van a deciros algo.

ESCENA VI

EL UJIER, HERODES, SALOMÉ, COPERO, y EL CAPITÁN DE LA GUARDIA

UJIER
703
Uno de los coperos parado en la puerta,
704
solicita hablar con vuestra Majestad,
705
y aduce que es una opinión de importancia,
706
de la cual tiene que al momento informaros.

HERODES
707
¿Opinión importante? Decidle que se acerque,
708
¿Qué tendrá que decir?

SALOMÉ
Yo no sé qué pensar.

HERODES
709
Está sobrecogido; ¿qué tienes que decirme?

COPERO
710
Un complot que os afecta, a vos y a vuestro Imperio.

HERODES
711
Ven aquí a contármelo todo con claridad.

SALOMÉ
712
Si el final se parece en algo al principio,
713
la victoria es nuestra, y en cuanto a esta orgullosa,
714
esta nueva treta es bastante peligrosa,
715
entremos en combate, y nuestras frentes cerca,
716
tienen, laurel la mía, y la suya ciprés.

HERODES
717
¡Oh oscura perfidia! ¡Oh maldita traición!
718
¡Oh mujer peligrosa! ¡Oh peste abominable!
719
Ella te ha utilizado para hacerme morir,
720
yo que querer perdía todo por conseguirla.
721
Confirma que la arrestan, o en exceso te arriesgas,
(Hablando aparte a su Capitán de la Guardia:)
722
¡Alto! Venid a mí, Capitán de la Guardia,
723
coge a tus compañeros, en silencio y rápido,
724
id, buscad a la Reina que está en sus aposentos;
725
decidle que se trata de opinar de un asunto,
726
en el que su presencia veo muy necesaria,
727
no olvidéis esta orden, id allí de inmediato,
728
traedla aquí vos mismo, y no la dejéis sola:
729
si no lo haces, respondes de ella ante mí.

CAPITÁN DE LA GUARDIA
730
Cumpliré el deber de un leal servidor.

(Feroras entra)

ESCENA VII

FERORAS, SALOMÉ, HERODES

FERORAS
731
¿Qué tiene el Rey, Señora, que parece impedido?

SALOMÉ
732
Muy pronto lo sabremos, él no me lo ha dicho.

FERORAS
733
Viene aquí, hacia nosotros, con una nueva cara.

HERODES
734
La Reina, por perderme, manos a la obra ha puesto.

SALOMÉ
735
Siempre habéis rechazado nuestros leales consejos.

HERODES
736
Lamento hondamente que no hayan sido más.
737
Pero viendo el peligro me atrevo a afirmar,
738
que aprobaréis la orden que pongo ahora en marcha.
739
Los que buscan venganza deben ser advertidos,
740
y correr de inmediato afrontando el peligro,
(Volviéndose al Copero)
741
sígueme ahí dentro a aclarar este asunto:
742
y no te vayas lejos, porque te necesito.


ACTO TERCERO

ESCENA PRIMERANXNota del traductor

ARGUMENTO: Herodes acusa a Mariana, y la enfrenta con el Copero que la responsabiliza del supuesto envenenamiento. Ella testifica defendiéndose de este crimen con más coraje que ingenio. Pero mientras desafía a la fortuna y a la muerte con una constancia digna de una gran Princesa, no puede evitar derramar algunas lágrimas ante los sentimientos de la Naturaleza, imaginando el estado en que se encontrarían sus hijos, al verse privados de su ejemplo y apoyo. Herodes se siente conmovido por sus lágrimas y el amor, que había abandonado su corazón por la puerta del miedo y la cólera, vuelve inmediatamente por la de la piedad. En medio de esta aparente reconciliación, Mariana le descubre una fuente de insatisfacción, que ya no podía ocultarle relativa a la orden secreta que había dado a Soemos, para que se librara de ella si perdía la vida en su viaje a Rodas. Este Príncipe, desconfiado por naturaleza, concibe celos extremos de Soemos: envía a buscarlo, lo examina por su falta de fidelidad, e incapaz de contener su cólera, lo hace matar en el acto, junto con el Eunuco de la Reina, a quien creía cómplice de un crimen imaginario.

HERODES
743
(al Consejo)
Observando la herida del Estado inhumana,
744
extirpemos la parte donde se ve gangrena,
745
sabiamente opongamos al veneno el antídoto,
746
y seamos rigurosos contra la traición.
747
¿Cómo, aún no traen aquí a mi criminal?
748
Para que se apresure, que vayan a su encuentro,
749
en esta ocasión yo quiero interrogarla,
750
y dejar su proceso para que sea juzgado.
751
Pero aquí está llegando con audacia,
752
como si la esperara para implorar clemencia:
753
parece que la fatua, midiendo bien sus pasos,
754
afronta mi justicia, y reta a la muerte.

ESCENA II

HERODES, MARIANA, COPERO, FERORAS, SALOMÉ, DOS JUECES, EL GRAN PREBOSTE Y EL CAPITÁN DE LA GUARDIA

HERODES
755
Ven aquí, desgraciada, pues bien, mujer malvada,
756
a quien había dado la mitad de mi alma,
757
y que, por el derecho de este santo ardor,
758
compartía conmigo mi gloria y mi esplendor.
759
Desde su concepción tu raza está abortada,
760
tu trampa descubierta, tu apariencia mostrada,
761
y al tomarme por fin, por una justa ley,
762
la punta de tus dardos se vuelve contra ti;
763
¿podrías mitigar este evidente crimen,
764
que nos ha descubierto la celestial justicia?

MARIANA
765
Estas palabras turbias tienen oscuridades,
766
que vienen de la sangre de la que procedéis.

HERODES
767
Insolente, ¿te atreves a hablarme en estos términos?

MARIANA
768
¿Osáis vos acusarme de estos frívolos crímenes?

HERODES
769
Es sólo atentar contra su propio Rey.

MARIANA
770
Es un crimen reciente, que acaba de inventarse,
771
mas nunca a vuestra mente le ha faltado ingenio
772
degradando inocentes, simulando justicia.

HERODES
773
La muerte atenuará estos punzantes planes,
774
que hiriendo mi honor mi reposo atraviesan:
775
en lugar de excusarse, la ingrata en su defensa
776
no puede responder sin que a la vez me ofenda:
(Señalando al Copero)
777
pero aquí está el testigo de este negro atentado,
778
forjado contra mí y el cuerpo del Estado.
779
Por su malentendido debemos confrontarlos;
780
nada más verlo ella se sonroja de vergüenza.
781
Ven aquí a confirmar tu fiel testimonio,
782
dinos de qué manera se planeaba mi muerte,
783
pero que la verdad aparezca patente,
784
no hagas que el crimen se agrande o disminuya.

COPERO
785
Señor, que caiga encima de mi cabeza un rayo,
786
si no lo he dicho todo tal como sucedió.

HERODES
787
Ven, pues, a sostenerlo, y saca a la luz
788
un hecho que ella niega con tanta desvergüenza.
789
Habla.

COPERO
Si el deber de un súbdito leal,
790
permitiera ocultar este importante plan,
791
Señora, estaría aún absteniéndome,
792
mas, la atención al Rey me fuerza a haceros daño,
793
por favor, perdonadme si he revelado todo.

MARIANA
794
¿Qué, villano?

COPERO
El veneno del que me habéis hablado.

MARIANA
795
¡Monstruo que del Infierno vienes contra inocentes!
796
¿Te atreves a mentir con tanta certidumbre?
797
De tu negra acción el fruto recibieras
798
si no te dirigieran los que te han instruido.
799
Tu falso testimonio es digno del suplicio,
800
pero para avalarlo tu cómplice es mi juez;
801
tu mala fe perdono de todo corazón,
802
sirves por interés a uno más ruin que tú,
803
esta injuria es forzada y no me molesta nada;
804
de todos mis rivales no eres el más cobarde.

HERODES
805
Deberías tratar de mejor defenderte,
806
por un crimen odiado en la Tierra y los Cielos,
807
pues respondiendo de hecho a lo que dice el testigo,
808
es preciso negar o confesar la trama.

MARIANA
809
Por fuerza o por destreza, será muy complicado
810
que me hagan confesar un crimen ilusorio;
811
y no es por mi infortunio, nací de buena cuna
812
como para saber que inculparme pudieran;
813
mi mente, que el destino aflige en gran manera,
814
soporta las traiciones, pero no las comete,
815
aunque hubiera tenido muy sobrados motivos,
816
al estar obligada a cometer delitos.

HERODES
817
¿Qué ejemplos has tenido de estas deslealtades?

MARIANA
818
Citaré mil traiciones, y miles de crueldades:
819
el crimen de un ancestro, la muerte de un hermano.

HERODES
820
¡En esta parte apenas puedo aguantar la ira!
821
¡Ah! Cerbero tozudo, fatal para mi casa,
822
bien sabes cómo echar veneno contra mí:
823
pero de modo inútil tu boca envenenada,
824
arroja su acónito contra mi nombradía;
825
pero es de un candor que nada manchar puede,
826
y que sin impiedad no puede ser tocada.
827
Me río de tu rabia, y tus vanas blasfemias,
828
pues creyendo punzarme, te hieres a ti misma:
829
este increíble reproche ofende a la verdad,
830
y muestra claramente tu animosidad;
831
con esto tu perfidia queda bastante expuesta,
832
y esta confesión será tu perdición.
(Le hace un gesto al Capitán de la Guardia para que se lleve a Mariana, mientras que anota las deliberaciones en un registro)
833
Amigos, pronunciad lo que ordenan las leyes
834
contra los atentados que afectan a los Reyes.
835
Daos prisa, es un derecho que debe restituírseme:
836
la justicia lo quiere, y yo os lo demando.

FERORAS
837
Encuentro que este crimen no tiene absolución.

SALOMÉ
838
La muerte es un castigo demasiado pequeño.

PHALEG, primer juez
839
Si vuestra Majestad no le concede la gracia,
840
capital es el crimen, según ley que ella muera.

SADOC, segundo juez
841
O al menos que ella sea confinada en prisión,
842
en caso de que no se detecte el veneno.

HERODES
843
(Mirando furioso al segundo juez)
Parece que la cosa está bastante clara;
844
¿cómo, es que no tenemos pruebas definitivas?
845
Los ataques pasados, y discursos presentes,
846
para aclarar este hecho, ya no son suficientes?
847
Es hombre irreprochable el testigo que la acusa,
848
es un viejo oficial que me sirve la mesa,
849
¿qué ejecutor más limpio habría ella elegido,
850
para llevar a cabo su horrible deseo?
851
¿Urgen otros testigos de este infame plan?
852
Ella tiene mil más que la acusan en su alma,
853
y su pecho en secreto preso está de un pesar,
854
que la condena ya a mucho más de mil muertes.

MARIANA
855
¡Sigue y prosigue bárbaro, y sé inexorable!
856
Cumples con un deber que me es muy agradable,
857
y tu mano obstinada en privarme de luz
858
me obliga mucho más de lo que hizo tu amor.
859
Aquí ya tu pasión responde a mis ansias,
860
halagas mi deseo mi vida amenazando,
861
bendigo el exceso de tu severidad,
862
ya que voy de la muerte a la inmortalidad;
863
mi cabeza botando del golpe que le das,
864
se va hasta el Cielo a cargarse de Coronas,
865
cuyos ricos brillantes no tienen peso alguno,
866
y arrebatar no puede un cobarde invasor.
867
Si me quejo aún de un fallo tan severo,
868
es por seguir teniendo sentimientos de madre;
869
dejo en la vida hijos, y me aflijo por ellos,
870
son críos infelices de un padre miserable,
871
provienen de una estirpe en gloria tan fecunda
872
que ha dado sombra a las cuatro esquinas del mundo:
(Se lleva un pañuelo a los ojos)
873
estos pequeños huérfanos son dignos de piedad,
874
adorables objetos de mi tierno cariño,
875
que una dura madrastra, como pensar cabría,
876
pronto maltratará con aire despiadado.

HERODES
877
Al punto que mi ira era la más amarga,
878
el río de sus lágrimas enterneció mi pecho,
879
parece que el Amor, que se vuelve su cómplice
880
desgarrara la venda que lleva mi justicia,
881
para que al yo verla le pueda conceder
882
el perdón que me viene a pedir para ella;
883
mi alma ya se inclina a la misericordia,
884
tú exiges su gracia, Amor, te la concedo:
885
mas quiero que le influyas, y hagas que me conceda,
886
un bien que al mismo tiempo yo quiero demandarle:
887
haz que su corazón, contrito por su crimen,
888
responda a mis bondades con mucha más estima;
889
que abandone por mí ese insolente orgullo
890
que algún día podría abrirnos el sarcófago;
891
hazle ver que la amo tanto como a mí mismo,
892
y si aún es posible, Amor, haz que me ame.
(Hace una señal a los que son del Consejo para que se retiren)
893
Anda seca tus ojos, objeto encantador,
894
la calidad de Rey cede a la de amante,
895
mi justicia podría someterte a mis leyes,
896
pero mi devoción no lo permitiría:
897
me siento conmovido por cualquier dolor tuyo,
898
descubro que mi sangre corre entre tus lágrimas,
899
interrumpo este juicio, pues mi cólera extrema
900
sometiéndote a juicio, me someto a mí mismo,
901
y si en un momento tu aflicción no parara,
902
siento que me iría al ataúd contigo,
903
moriría en tu muerte, y los mismos suplicios
904
dañaran a tu bando así como a tus cómplices.
905
Mira el modo en que mi hado está sujeto al tuyo,
906
Y si yo te importuno deseándote el bien,
907
si concibes por mí algún deseo cruel,
908
no uses más veneno para acortar mi vida:
909
si te acucia el deseo de adelantar mi muerte,
910
sólo debes mostrar que tú ya no me amas,
911
tan sólo expresar ese odio secreto,
912
y prontos mis tormentos te entusiasmarán.
913
Mas confiésame todo, para que pueda ver,
914
que ahora deseas volver a tu deber,
915
que tu pecho agitado por pesar verdadero,
916
detesta con horror un crimen detestable.

MARIANA
917
Se sabe que en hablar dulce y engañoso,
918
como en traicionar tu mente es experta;
919
así, con diligencia me abres la sepultura,
920
para perderme basta con solo una impostura.

HERODES
921
Malvada, entonces crees que soy un embustero,
922
y toda tu audacia es producto de tu miedo.
923
No temas, pues tu gracia está ratificada:
924
mantendré mi palabra después de haberla dado;
925
deja de afligirme con tantos sufrimientos.

MARIANA
926
Mejor haz que se acaben mi vida y mis desgracias,
927
los míos ya se fueron, ardo en poder seguirlos.

HERODES
928
¿Cómo? ¿Quieres morir para que yo no viva?
929
¿Y así seguir violando toda clase de leyes,
930
a tu Rey atacando una segunda vez?
931
Aunque tú seas de hielo, y yo sea de fuego,
932
los Cielos han unido mi espíritu a tu alma,
933
el hilo de tus días no puede acortarse,
934
sin que al mismo tiempo no se acorte el mío.

MARIANA
935
Cuando tu vida al menos termine su transcurso,
936
la mía, ciertamente, estará insegura,
937
ya que las prevenciones de tu celoso amor
938
me harán, si es posible, partir el mismo día:
939
son, ciertamente, rasgos de un vínculo muy tierno.

HERODES
940
Son palabras oscuras, no puedo comprenderlas.

MARIANA
941
No perdamos el tiempo con discursos superfluos,
942
la cosa es muy reciente.

HERODES
Yo ya no me acuerdo.

MARIANA
943
Cuando temes cobarde la justicia de Augusto,
944
mi muerte está resuelta, ¿y tú la encuentras justa?

HERODES
945
¿De Augusto? ¡Ah! De ese nombre estoy bastante instruido,
946
de lo que te impulsa y lo que me lastima;
947
conozco las razones que agrían tus desdenes,
948
y el modo ingrato en que mi pueblo me traiciona.
949
¿Soemos te ha pedido un encuentro secreto?

MARIANA
950
No me ha dicho nada, pero lo sé muy bien.

HERODES
951
¡Ah! Pérfido Soemos, engañar a tu amo.
(Volviéndose hacia el Gran Preboste)
952
Id, y con rapidez, coged a este traidor,
953
que cuando esté ante mí venga ya con grilletes:
954
pero no le deis tiempo para que pueda huir,
955
que en distintas mazmorras al mismo tiempo rueden
956
los que sean sospechosos de ser de su conjura.
957
Pronto, y que los verdugos no sean blandos con ellos.

GRAN PREBOSTE
958
Señor, lo cumpliré todo punto por punto.

HERODES
959
De la reina el eunuco está involucrado,
960
Haced que a mí lo traigan con toda prontitud;
961
fue por a él apoyarlo por lo que me ofendieron,
962
mas, me responderá de lo que ha ocurrido.
963
¡Oh, maldita aventura! ¡Oh, destino inhumano!
964
¿Por qué no moriría en mis jóvenes años?
965
Al ver por mi desgracia tantos males reunidos,
966
con rabia y horror se turban mis sentidos;
967
la ira de mí se apropia, y este cruel ultraje,
968
fuera de mí me pone, y me llena de furia.
(Hablándole a Mariana)
969
En este punto Soemos te ha dicho la verdad:
970
¿mas, qué precio ha tenido por su infidelidad?
971
Estaba en mi Corte en posición muy buena;
972
por algo habrá puesto su vida en peligro,
973
no has podido embaucarlo brindándole riquezas,
974
sólo lo incitarías mostrándole tu cuerpo;
975
sería el poseedor, en calidad de guarda,
976
cuando te reveló el valioso misterio:
977
sus favores han sido los bienes recibidos,
978
no levantes los ojos, y responde sobre eso,
979
¿lo habrías satisfecho con otras recompensas?

MARIANA
980
Cree todo lo que dices, y todo lo que piensas.

HERODES
981
Sí, sí, quiero creerlo, y hacerte sentir
982
por esta felonía una indigna aflicción.

MARIANA
983
Puedes robar mi vida, pero no mi inocencia.

HERODES
984
¡Ah! ¡Estoy seguro de esta complacencia;
985
ya no te reirás por haberme insultado,
986
recibí la afrenta, pero seré vengado.
987
Me pusiste grilletes, me arrojaste a las llamas,
988
mi pecho atravesaste, me arrancaste el alma,
989
mas no te enorgullezcas por esa vanidad,
990
por hacer tantos males y con impunidad;
991
por ti vendrá la muerte, y ya está preparada.

MARIANA
992
Ella vendrá más tarde de lo que es deseada,
993
y al planteármela para acabar con mi hastío,
994
de ella temer no puedo más que la duración.

HERODES
995
Veremos tu constancia en medio del tormento:
996
pero he aquí tu amor y tus caras delicias,
997
me voy de aquí a gozarcon él de inmediato,
(Dirigiéndose al capitan de la Guardia)
998
llévala a la torre, y no la dejes sola.

ESCENA III

HERODES, SOEMOS, EL GRAN PREBOSTE

HERODES
999
Súbdito execrable de mi intranquilidad,
1000
¿quién te hizo traicionar cobarde mi confianza,
1001
y llevado tu audacia a despreciar la muerte,
1002
descubriendo un secreto que tanto me importaba?
1003
Responde, tu conoces la espera que me hiere.

SOEMOS
1004
¡Eh, Señor! ¡Cometí el crimen por flaqueza!
1005
Fue la insensatez y la irreflexión
1006
lo que me hizo ofender a vuestra Majestad.
1007
Mas la viva aflicción que me oprime el pecho,
1008
bien debiera borrar la imagen de mi error.
1009
Príncipe, en piedad raro así como en aprecio,
1010
excusad una falta que surgió por desgracia.

HERODES
1011
¿No es acaso un rasgo de un alma desleal
1012
el sembrar el divorcio en la Corte Real:
1013
y hacer que una esposa pierda a su marido
1014
no es un ligero error indigno de arrebato?
1015
¿Aún a decir te atreves algo en tu defensa?
1016
Tu traicionera excusa agrava tu ofensa,
1017
para ti mejor fuera no querer disfrazarlo.

SOEMOS
1018
Señor, mucho infringí para ahora excusarme;
1019
soy un gran criminal, habiéndoos contrariado,
1020
alegar nada puedo contra vuestro despecho:
1021
por eso en el peligro en el que me he arrojado,
1022
de vuestra bondad sólo mi salvación espero.

HERODES
1023
Sí, pero por un medio que no es el habitual,
1024
saber pude el secreto de todo este asunto.
1025
Si quieres excusarte de este acto de horror,
1026
confiesa que el amor fue causa de tu error:
1027
sabemos de que encantos Mariana está dotada,
1028
de su belleza el brillo se refleja en tu vista,
1029
no puedes resistir su potente mirada,
1030
y ese es el motivo que turbó tus sentidos:
1031
fue así como la Reina causa fue de tu crimen;
1032
mas para que mi gracia se exprese a tu favor,
1033
nárrame bien las fases, en tu declaración,
1034
el nacimiento y curso de esa inclinación,
1035
¿hallaste en su alma algo de resistencia?
1036
¿Cómo evolucionaste ante el gozo sexual?

SOEMOS
1037
Tan rara observación me asombra de tal modo,
1038
que me faltan palabras con el consentimiento;
1039
querría compartirlo, pero me es imposible.

HERODES
1040
Para un discreto amante es algo muy sensible,
1041
mas recobra el sentido, y hazme el relato de ello.

SOEMOS
1042
¡Príncipe! ¿El esplendor y honor de nuestros días,
1043
pensar puede que un alma tan noble y tan hermosa,
1044
imagine sospechas que son indignas de ella?
1045
¿Y que un Rey cuya mente tan sabiamente actúa,
1046
engañe a su juicio turbando su reposo?
1047
Lo que se me imputa penoso hace mi sino;
1048
¿puedo acusarme de ello, y hacer que sea creíble?
1049
¿Soemos en estos fines podría haber pensado,
1050
sin haberse trocado en un completo necio?
1051
Y si hubiera caído en esta enfermedad,
1052
¿quién creerá que un esclavo tenga alma tan audaz,
1053
para amar a una Reina, y para revelarle
1054
una temeridad que lo haría morir?
1055
¿Mas aún a una Reina, tan casta y tan sabia,
1056
que sirve como espejo a las de esta época?
1057
Flaco favor le hacéis teniendo esas sospechas.

HERODES
1058
Traidor, estoy cansado de oír tus parlamentos:
1059
¿Crees que excusarte puedes alabando a tu cómplice,
1060
y con sutil encanto sosegar mi justicia?

SOEMOS
1061
Si hablo de otro modo pareceré artero.

HERODES
1062
Que vayan y deguellen a este orador penoso.

SOEMOS
1063
Se derramará sangre que clamará venganza.

HERODES
1064
Con rapidez y esmero llevaos a este pérfido;
1065
¿el Eunuco está ahí?

GRAN PREBOSTE
Sí, Señor, aquí está.

HERODES
1066
Es preciso que al tiempo nos deshagamos de él,
1067
parte era del complot, este animal infame,
1068
que pasar no podría por hombre ni mujer.

ESCENA CUARTA

HERODES, EL EUNUCO, EL GRAN PREBOSTE

HERODES
1069
¡Horror de la Natura y desprecio de los Cielos!
1070
Monstruo sin un buen juicio, peligroso dragón,
1071
yo te había confiado el tesoro más raro,
1072
del que con fundamento podía ser avaro.
1073
Tu prestaste, no obstante, ayuda al ladrón,
1074
serviste de artífice a mi última desgracia,
1075
fuiste el confidente de este bello adulterio,
1076
conociste esta intriga y bien me la callaste.
1077
Cuando en mi lecho Soemos su amor satisfacía,
1078
corrías las cortinas y el contorno guardabas.
1079
¿En eso te ocupabas el tiempo de mi ausencia?

EL EUNUCO
1080
Señor, un Dios Supremo que conoce el candor
1081
podrá evidenciar a vuestra Majestad
1082
como lo he servido con gran fidelidad.

HERODES
1083
¿Fielmente, infame? Llevadlo y que lo arrastren,
1084
y que hasta la muerte sufra la tortura:
1085
lo confesará todo con un fuerte tormento,
1086
si no es fortalecido por un encantamiento.


ACTO CUARTO

ESCENA PRIMERANXNota del traductor

ARGUMENTO: Herodes se encuentra agitado por una cruel inquietud; duda de la castidad de Mariana; cree que ella se ha querido deshacer de él; que puede aún atentar contra su vida y, sin embargo, no puede decidirse a mandarla matar. Mientras que su mente, confusa por el miedo y el amor, está titubeando entre la clemencia y la justicia, Feroras y Salomé, juntos, lo hacen inclinarse por el rigor. Mariana se queja de sus desgracias, teniendo premoniciones sobre su muerte, y las resuelve con gran constancia. Su madre la insulta, al verla ir al suplicio; piensa que esta cruel estratagema eliminará cualquier sospecha de que hubiera sido cómplice del atentado.

HERODES, SALOMÉ, FERORAS

HERODES
1087
Un duende diligente que mira sin cesar
1088
las ofrendas que el Cielo promueve a su cuidado,
1089
vela mi salvación, y a disipar me ayuda
1090
los daños en que el hado me quiere envolver:
1091
este celestial criado me inspira en todo instante
1092
lo que resultar debe para el bien de mi Imperio,
1093
y cuando yo me encuentro en lo peor de un peligro,
1094
se acerca a ayudarme, y logra liberarme,
1095
preserva mi cabeza, sostiene mi Corona,
1096
en medio de las luchas su ala me rodea,
1097
y con fatal ayuda que no es esperada,
1098
me muestra triunfante cuando me creen perdido.
1099
Sí, la fiel diligencia que tiene en conducirme,
1100
siempre me estabiliza cuando destruirme quieren,
1101
ya sea por guerra abierta, o por la traición,
1102
en Roma, en el campo, o bien en mi morada.
1103
Mas tengo nuevamente gracias que expresarle,
1104
del cobarde atentado que acabas de saber,
1105
es el más raro efecto de su inquietud por mí,
1106
sin ella no tendríais ya ni hermano ni Rey,
1107
si no hubiera inspirado a este fiel oficial,
1108
habría caído en una trampa mortal,
1109
el amor me cegaba, e ignorar me habría hecho
1110
este otro incendio que me iba a devorar;
1111
y de mi muerte riéndose, una mujer malvada,
1112
habría compartido mi Cetro con su infame,
1113
sin este santo aviso perdido estaba Herodes.

SALOMÉ
1114
Ya para ese fin la se preparó la trampa.

FERORAS
1115
Si la advertencia hubiera tardado aún más,
1116
Mariana su cruel obra habría acabado.

HERODES
1117
¡Ay! Cuánto me escuece esta cruel afenta:
1118
tengo rabia en el pecho y vergüenza en la frente,
1119
y sea cual sea el modo en el que la aborde,
1120
jamás mi vehemencia quedará satisfecha.
1121
Sin embargo, el deseo que tengo de vengarme,
1122
pondrá mi salvación en un riesgo distinto:
1123
me amargo a mí mismo cuando la amenazo,
1124
mi perdición está unida a su desgracia;
1125
seguro estoy de que apagando esta llama,
1126
no volveré a ver nunca nada amable ni bello.
1127
Aunque me reconforten, y aunque me distraigan,
1128
mi alma a cualquier lugar llevará su suplicio;
1129
vendrá en cualquier momento un penar a angustiarme,
1130
un buitre, sin descanso, vendrá a picotearme.
1131
¡Oh, Cielos! ¿Por qué tiene que ser tan infiel ella?
1132
Debieras haberla hecho menos pérfida o bella,
1133
los signos de su gracia, o los de su rigor,
1134
tener no deberían sitio en mi corazón.
1135
No debía ver en lo firme de estas miserias
1136
mi mente dividida en dos partes contrarias.
1137
Quisiera que mi nombre fuese desconocido,
1138
ne verme en el rango al que he ascendido,
1139
y estar aún subiendo al templo de la gloria,
1140
estar aún ganando mi primera victoria,
1141
hallarme en el estado en que estaba al nacer,
1142
y que esta alma ingrata se encontrase inocente.

SALOMÉ
1143
Esta viva amargura de un amor verdadero,
1144
agrava su ofensa y la hace más culpable,
1145
y su ingratitud es una cobardía
1146
peor que el homicidio y la inmoralidad.
1147
Al saber la perfidia de esta alma infiel,
1148
todos os compadecen y murmuran contra ella;
1149
pero sin consumiros en lamentos inútiles,
1150
que apartarla hay del mundo, y razonar después:
1151
mostrándoos su cólera y su hipocresía,
1152
anulará estas penas de vuestra percepción.

HERODES
1153
Estoy, justamente, pensando en castigarla
1154
mas ¿cómo destruir lo que tanto he amado?
1155
¿Podré yo decidirme a desolar un templo,
1156
que tanto he respetado y que no tiene igual?
1157
Mi mente se resiste, y se asombra por ello.

SALOMÉ
1158
¿Tanto reverenciáis un templo profanado?
1159
¿El adulterio, el crimen y la ingrata arrogancia,
1160
no os han despojado de toda reverencia?

HERODES
1161
No está el adulterio muy bien comprobado;
1162
al expirar Soemos, de él se disculpó.

FERORAS
1163
El pensó tener más esperanzas negándolo,
1164
y obtener de vos alguna indulgencia.

SALOMÉ
1165
(Ella finge llorar)
¿Cómo, esta desleal muestra no puede asombraros?
1166
¿La examináis sólo para así perdonarlo?
1167
Queréis que vuestro odio se sacie de una vez,
1168
y os destruya a vos y a toda vuestra raza:
1169
seguid vuestro criterio, todos los aprobamos,
1170
¡debemos resolver el perecer con vos!

FERORAS
1171
Vuestra mente está influida por un horrible hechizo
1172
a tomar contra vos este plan lamentable.

HERODES
1173
En absoluto, el sesgo que mantener debiera,
1174
la retendría sólo para mortificarla.
1175
Matándola acabo con toda su miseria,
1176
una larga prisión sería más severa:
1177
siempre el rencor entonces, la vergüenza y la pena
1178
darían a su alma un castigo secreto,
1179
por siempre su memoria ofreciendo a su mente
1180
su presente desgracia, mis pasados favores,
1181
y al representarle su crimen y mi amor,
1182
la tendrán sonrojada, por el día y la noche.

FERORAS
1183
Con esta piedad que nos parece sospechosa,
1184
tentáis bondades dignas de que se las respete.
1185
¿Creéis que para siempre los planes que ha forjado,
1186
para de luz privaros seguirán sin efecto?
1187
¿Que el Cielo pondrá siempre trabas en su camino
1188
que en vuestra protección haga brotar milagros?
1189
Sabed que a menudo sus juicios descuidados
1190
le hacen abandonar a los que ha protegido.

SALOMÉ
1191
Si tanto amáis la causa de vuestros infortunios,
1192
permitir no debierais que el asunto estallara:
1193
esta nueva actitud tan sólo animar puede
1194
a una mente que, loada, no había podido amaros.
1195
¿Qué no habría hecho tras este gran ultraje,
1196
si hasta vuestras bondades excitaban su rabia?

FERORAS
1197
Cuando se quiere herir a un potente enemigo,
1198
jamás hay que pensar en destruirlo a medias:
1199
en tales ocasiones la indulgencia indiscreta
1200
expone nuestras vidas a atraer su venganza.
1201
Si cuando uno ofende nada se justifica,
1202
cuando uno es ofendido se odia hasta el final,
1203
y aun con promesa de reconciliación,
1204
la afrenta está en el alma, para que no se olvide.
1205
Hircano el perjuro ha podido enseñároslo:
1206
este infausto anciano negado en el gobierno,
1207
la última deshonra de esta ingrata raza,
1208
que vivía apartado en las orillas del Éufrates,
1209
y al que vuestra bondad por piadosa zozobra,
1210
con tanta dignidad trajo de vuelta aquí;
1211
¿todo vuestro buen trato pudo acaso desviarlo
1212
del deseo de vengarse de sobrinos y hermano?
1213
Y si uno de los suyos no os hubiera advertido
1214
que estaba formando un bando con Malicus,
1215
no habría pagado con una trampa pérfida
1216
pagando sin piedad toda vuestra ternura?

SALOMÉ
1217
¿Podríais aguantar, sin aprensión alguna,
1218
este embrión de revuelta y hasta de sedición,
1219
cuya alma ofendida sólo piensa en dañaros,
1220
y su iracundo pecho arde por destruiros?
1221
Si ocurriera que Augusto entrase en el panteón,
1222
o que el pueblo viera que surgiese un cambio,
1223
sería un pretexto para su rebelión:
1224
a vos os tocaría aguantar esta furia,
1225
que caminar veríamos, todos con sus antorchas,
1226
a incendiar el Palacio, y a la tumba llevaros.
1227
Si por vuestra desdicha esta Erinia infernal,
1228
en el Estado creara una cábala fuerte,
1229
tendríais que lamentar el no haber prevenido
1230
estos planes el tiempo en que hacerlo pudisteis.
1231
Os arrepentiríais de ese error cometer,
1232
mas sería muy tarde.

HERODES
Entonces, que la maten,
1233
mas será necesario rápidamente luego
1234
informar de ello a César por correo urgente,
1235
por miedo a que la envidia con sus feas artimañas,
1236
cerca de él me cree algún mal arbitraje,
1237
y me haga pasar, la verdad ocultando,
1238
por un Príncipe sórdido, injusto y violento.

ESCENA II

MARIANA
1239
(en prisión)
Para aumentar la afrenta que la injusta licencia
1240
ha hecho a la inocencia,
1241
un poder absoluto aprisiona mi cuerpo:
1242
pero en cualquier peligro que infortunio me embarque,
1243
yo tendré la ventaja
1244
de que al menos mi alma se rendirá la última.
1245
Mermará ese día el curso de mi vida,
1246
bien veo que la envidia
1247
trabaja reciamente para cavar mi tumba;
1248
y que la crueldad del tirano que me oprime,
1249
no me supone un crimen
1250
más que por tener tema para perpetrar otro.
1251
Que la use como quiera, estoy preparada,
1252
a pagar con mi testa,
1253
con tal de contentar a esta alma inhumana,
1254
cualquier horror que pueda admitirse en la muerte
1255
en cuanto aparezca,
1256
iré a recibirlo con rostro inmutable.
1257
Ha llegado la hora de que el cielo me aleje
1258
de este hombre bárbaro,
1259
su carácter y el mío tienen poco en común,
1260
padece el suplicio,
1261
del vivo, boca a boca ligado a un muerto.
1262
Autor del Universo, soberana potencia,
1263
que ya en mi nacimiento,
1264
siempre me propiciaste motivos para el llanto,
1265
mi alma apeló sólo a tus bondades divinas,
1266
hasta en las espinas,
1267
Señor, haz que muy pronto camine sobre flores.
1268
Mas oigo algo de ruido, no soy complacida
1269
en esta promesa última loo mis pensamientos,
1270
tras haberme pasado mis años màs hermosos,
1271
soportando ataduras tan duras y pesadas.

ESCENA III

EL CONSERJE, MARIANA

EL CONSERJE
1272
(llorando)
Señora, os esperan en la sala inferior,
1273
es de parte del Rey.

MARIANA
¡Dios mío! Te doy gracias,
1274
¿por qué estás tan turbado cuando me estás hablando?

EL CONSERJE
1275
Por haber visto fuera al pueblo reunido,
1276
cuyos gritos y llantos no son un buen presagio
1277
para su Majestad.

MARIANA
El pueblo no es sabio,
1278
en afligir sus mentes y en atormentarse,
1279
de un bien que mis amigos debieran desearme.
1280
Mas, abajo podrían cansarse de esperarme,
1281
diles, pues, de mi parte que voy a bajar.
1282
Pero antes de verlos quiero hablar con los míos,
1283
repartiendo entre ellos los bienes que yo tengo.

ESCENA IV

ALEJANDRA y su caballero de honor

ALEJANDRA
1284
Te llevan a matar a una inocente víctima,
1285
vas, pues, al suplicio sin cometer ningún crimen,
1286
¿te han visto salir de la sangre de tantos Reyes,
1287
para verte ahogada por estas injustas leyes?
1288
¡Oh sentencia cruel! ¡Juicio sin equidad!
1289
¡Oh dura violencia! ¡Tiránico poder!
1290
Cobarde y cruel árabe, hoy ya sin piedad
1291
haces sentir tu ira a tu casta mitad.
1292
Mas la bondad del Cielo en furia convertida,
1293
podrá en poco tiempo golpear a la otra parte:
1294
un Dios que desde arriba ve secretos del alma,
1295
te azotará muy pronto por tus grandes rigores.
1296
Un día no lejano su animada justicia
1297
vengará en tu persona la inocencia oprimida;
1298
si sus pies son de lana, su brazo es de hierro,
1299
fue por los de tu especie que construyó el Infierno.
1300
¡Gran Dios! Te invoco en el colmo de mi miseria,
1301
por favor, coge a la hija y conserva a la madre.

EL CABALLERO DE HONOR
1302
Señora, aquí es donde la haremos pasar.

ALEJANDRA
1303
Bien percibo el lugar do debo colocarme,
1304
tan sólo ten cuidado de que tus ojos no echen
1305
al verme, triste objeto lágrimas que me dañen;
1306
tengamos en su encuentro un rostro resistente,
1307
para que así no muestre lo que hemos llorado.
1308
ya que preciso es hoy para evitar la lluvia
1309
variar los sentimientos, y ocultar el valor.

ESCENA V

EL CAPITÁN DE LA GUARDIA, MARIANA, DINA

EL CAPITÁN DE LA GUARDIA
1310
Señora, a mi pesar cumplo con mi oficio,
1311
os presto con renuencia este fatal servicio:
1312
pero mi obediencia y mi fidelidad
1313
me hacen que cumpla a veces con una obligación.

MARIANA
1314
Esta compasión tuya me es poco necesaria,
1315
mi muerte es a la vez forzada y voluntaria,
1316
llévame sin escrúpulos a afrontar la muerte,
1317
Herodes la desea, y yo nada le temo,
1318
en esta feliz marcha si algún dolor me apremia,
1319
a la piedad es debido de los niños que dejo,
1320
que en el desprestigio y en la negligencia
1321
serán, por mi motivo, sin dignidad tratados,
1322
se quedan sin apoyo: pero ¡oh, Gran Dios!, espero,
1323
que tú les servirás de apoyo y de Padre,
1324
y que para guiarlos en tiempo peligroso,
1325
tu alta providencia abrirá bien los ojos,
1326
graba en sus corazones tu amor y tu temor,
1327
haz que se abrasen siempre con un santo ardor;
1328
que sin cesar conciban un pensar decidido
1329
en mil veces morir antes que ofenderte;
1330
que nunca exceso alguno de alegría o tristeza,
1331
pueda desviar sus pasos de tu celeste vía,
1332
y si son oprimidos al observar tu ley,
1333
que viviendo sin críticas, mueran igual que yo.
1334
Y tú, monstruo cruel, alma antinatural,
1335
que de sangre inocente estás siempre sedienta
1336
ya que tu crueldad no podría torcerse,
1337
voy a proporcionarte con que puedas saciarte:
1338
para apagar tu sed, y acabar con mis penas,
1339
voy a darte toda la sangre de mis venas;
1340
bébela, tigre cruel, mas no te pavonees,
1341
que un abyecto reproche subsistirá a mi muerte,
1342
deja que el desenfreno de este humor tan negro,
1343
al extinguir mi vida extermine mi gloria,
1344
que un día nuestros vástagos me acusen de un crimen,
1345
en el que no he tenido pensamiento ni efecto.
1346
Cuando salga a la luz la verdad ocultada,
1347
mostrará mi virtud que no fue mancillada,
1348
y que al precipitar mi funesto proceso,
1349
tu injusto rigor incumplió con exceso.
1350
La ciega crueldad con que me haces la guerra,
1351
de mí destruirá lo que no es sino tierra:
1352
mas mi alma inmortal, y mi nombre glorioso,
1353
a pesar del trastorno de tu pecho furioso,
1354
y de toda tu Casta contra mí conjurada,
1355
obtendrán un fulgor de duración eterna.
1356
Pero veo a mi madre, que espera en este sitio,
1357
con el fin de honrarme con un eterno adiós,
1358
quisiera que su pecho mermar pueda su pena
1359
y que por mi motivo menos ternura hallara,
1360
soporta que le dé al ir a apaciguarla,
1361
un beso terminal, y la última lágrima,
1362
pronto habrá acabado.

EL CAPITÁN DE LA GUARDIA
Apresuraos, Señora,
1363
porque de esta tardanza me atribuirán la culpa,
1364
mi orden es muy explícita, y debe ser cumplida.

ESCENA VI

MARIANA, ALEJANDRA, EL CAPITÁN DE LA GUARDIA, DINA

MARIANA
1365
Verás que este discurso se acaba en tres palabras.
1366
Señora, me obligan a cambiar de morada,
1367
mas voy a residir en una mucho mejor,
1368
donde vientos ni envidias, con todos sus rigores,
1369
no provocan tormentas en aire o corazones,
1370
donde sin cerrazón se percibe el candor,
1371
y su poder no extiende la mano del tirano;
1372
y el alma por el precio de su fidelidad,
1373
saborea la gloria y la inmortalidad,
1374
toda esta ventaja es en mi beneficio,
1375
sin esfuerzo decido franquear este tránsito,
1376
consolaos por ello, por favor dadme un beso,
1377
adiós Señora, adiós, me preparo a dejaros.

ALEJANDRA
1378
Termina tu destino, malvada y desgraciada,
1379
la muerte por tu crimen es demasiado leve,
1380
las llamas deberían expiar tu pecado,
1381
o que sobre una cruz tu cuerpo fuese atado.
1382
Ve, monstruo más cruel que todos los de África,
1383
ve y recibe el precio de tu oscura práctica,
1384
¿querer envenenar así tan cruelmente,
1385
a un marido que siempre te amó con tanto amor?
1386
Mujer tan despiadada, cual nueva danaide,
1387
inhumana, traidora, pérfida asesina,
1388
que a tu Rey atacaras de un modo tan cobarde,
1389
yo no te reconozco, tu de mí no desciendes,
1390
ya que de estas traiciones yo no soy capaz.

MARIANA
1391
Viviréis inocente, yo moriré culpable.

EL CAPITÁN DE LA GUARDIA
1392
Vamos, Señora, vamos.

MARIANA
¿Por dónde

EL CAPITÁN DE LA GUARDIA
Por aquí.

DINA
1393
¡Oh cielos! Qué constancia, y cuánta crueldad.

ALEXANDRA
1394
(sola)
¡Oh amaño cobarde! ¡Oh cruel artificio!
1395
Habría preferido pasar por ser su cómplice.
1396
¿Para evitar la muerte había que apelar,
1397
a este duro secreto que hará que me maten?
1398
Mi pecho helado y triste, por el horror rodeado,
1399
magullado está por los golpes del dolor.
1400
Mi alma se rendirá a este exceso de duelo,
1401
me voy a la cama, o más bien al ataúd.


ACTO QUINTO

ESCENA PRIMERANXNota del traductor

ARGUMENTO: Tras la gran tormenta en la que se muestra el fracaso de la vida de Mariana, Herodes vuelve en sí y se horroriza por su crueldad. Le gustaría impedir la sentencia mortal que ha pronunciado contra esta inocente Reina, y desearía que no se hubiera acelerado su ejecución. Pero, mientras reflejaba su inquietud, uno de los suyos viene a contarle el relato de su constancia y de su muerte. En eso, este espíritu violento, que siempre había sentido una inclinación invencible por esta hermosa y casta Princesa, se entrega por completo al dolor; en el desasosiego de su rabia ruega a los judíos que purguen por la muerte de su legítima Señora; y al no verse obedecido se deja llevar por su cólera y lleva a cabo una furiosa imprecación contra ellos, con la que parece predecirles todos los males que les sucederán. El Príncipe queda sumido en una gran exaltación; su hermano y su hermana comienzan, de un modo indiscreto, a consolarlo; pero su hastío lo irrita tanto que los hace salir de su habitación. Finalmente, esta alma atribulada, debatiéndose inútilmente en sus sentimientos por una pérdida irreparable, y no viendo ya más que las imágenes de su amor y las de su aflicción, que se desdibujan en su memoria, imagina de pronto que ve a Mariana subir al Cielo. El desdichado Príncipe le habla de sus sentimientos con tanto celo que cae débilmente en brazos de los suyos.

HERODES
1402
(solo)
Serpiente entre flores, víbora peligrosa,
1403
hija áurea del amor que matas a tu padre,
1404
dragón siempre en vela con cien ojos abiertos,
1405
que toma al revés todo, y ve todo torcido,
1406
insaciable buitre, celos aterradores,
1407
que nublas mi agudeza con cien falsos objetos,
1408
¿tu rigor no saciaste quedando satisfecho,
1409
y aún no has roído mi corazón bastante?
1410
No me importunes más, consejera indiscreta,
1411
espía desleal y aun peor intérprete,
1412
que turbas mi sustento turbando mis sentidos,
1413
y haces que sin horror pierda a los inocentes,
1414
¿no te he complacido inmolando a Soemos,
1415
y aterrorizado a la propia Mariana?
1416
Pero aterrorizada; ¡ah! No te aproveches,
1417
tu boca ha pronunciado su sentencia de muerte,
1418
y como criminal, y como condenada
1419
será rápidamente al supplicio llevada.
1420
No está ella en el mundo, o me han traicionado,
1421
tanto si me han perdido como obedecido.
1422
Mi vida está en peligro si es verdad que ella vive,
1423
y si la bella ha muerto, preciso es que la siga.
1424
¡Oh tormento sin par! ¡Oh duras crueldades!
1425
La desgracia a mis ojos se ofrece en todas partes,
1426
y por cada sendero do va mi pensamiento,
1427
he encontrado siempre el miedo o la tristeza.
1428
Investiguemos ahora de su destino el curso,
1429
y si esta belleza respira todavía,
1430
cambiemos por efecto de una bondad famosa,
1431
en un triunfo de honor esta célebre pompa.
1432
Mas viene un hombre mío, y veo mis desgracias,
1433
trazadas en su rostro con agua de sus lágrimas,
1434
habla para sí mismo.

ESCENA II

NARBAL y HERODES

NARBAL
¡Cielos! Esta aventura
1435
suma grandes virtudes en una sepultura,
1436
la constancia y honor, igual que la piedad
1437
han entregado el alma con esta hermosura.

HERODES
1438
¿Qué accidente te fuerza a llorar de este modo?

NARBAL
1439
Un motivo de duelo.

HERODES
¿Cómo? ¿Mariana ha muerto?

NARBAL
1440
Sí, Señor, esta Reina está entre los muertos,
1441
de separar acaban la cabeza del cuerpo;
1442
está muy cambiado, se está viniendo abajo,
(Herodes se desmaya)
1443
el golpe de esta muerte lo llevará a la tumba.
1444
Este es el triste efecto que todos preveíamos:
1445
Señor, abrid los ojos para volver en sí.

HERODES
1446
¿Mariana ha aumentado el número de muertos?
1447
¿La que fuera mi Sol ya no es más que una sombra?
1448
¿Cómo? ¿En su oriente este astro de belleza,
1449
iluminando mi alma ha perdido su brillo?
1450
¿Dices tu que Mariana ha perdido la luz,
1451
y la antorcha del mundo termina su carrera?
1452
Se la vio en otro tiempo volver sobre sus pasos,
1453
sólo con el objeto de una fatal comida,
1454
y de un horror igual el se halla incapaz,
1455
cuando ante él se presentan para matar a un prójimo.
1456
Astro sin comprensión, y sin resentimiento,
1457
¿conduces tu la luz con esta obcecación?
1458
Si la mano inmortal que te formó de llama
1459
te hubiera, al darte un cuerpo, provisto de un alma,
1460
serías más sensible al móvil de mi duelo,
1461
desde tu lecho hoy harías tu ataúd,
1462
y en todo el Universo tu fulgor eclipsado
1463
instauraría el horror que hay en mi pensamiento.
1464
¿Mariana ha sentido el rigor de la muerte?
1465
La muerte no ha Imperio do reinen sus encantos.
1466
Ya sé que esta obra se parece a su autor,
1467
y que no es celestial y mortal a la vez.
1468
¿Cómo? ¿En tan poco tiempo habrían abatido
1469
el Templo más bello que virtud haya tenido?
1470
¡Se habría aislado en menores espacios,
1471
del amor el retiro, y el hogar de las gracias,
1472
los astros de sus ojos serían eclipsados,
1473
y de su tez los lirios quedarían borrados!
1474
¿Se habría aclarado la serie de milagros?
1475
¿Habrían cesado mis celestiales oráculos?
1476
¿Me habrían de ese modo retirado mis bienes,
1477
y lo que fue mi todo ya no sería nada?
1478
No, es este un discurso, que falto de apariencia
1479
jamás debe encontrar lugar en mi franqueza.
1480
¿Dices que se ha destruido del Cielo esta Obra Maestra?

NARBAL
1481
Señor, este triste acto se hizo ante mis ojos.

HERODES
1482
Ven y cuéntame toda la lamentable historia,
1483
no podría dudarlo, y no puedo creerlo.

NARBAL
1484
Estando en la torre vinieron a advertirle,
1485
que una estricta sentencia la instaba a salir y oír,
1486
el funesto relato de su triste sentencia,
1487
que conmovió a la gente, pero no su constancia:
1488
retando a sus desdichas, demostró su firmeza
1489
ante esta conmoción que no la impresionaba.
1490
No expresó, en absoluto, tímidos sentimientos,
1491
sus ojos siempre secos entre cien ojos húmedos,
1492
y rayos de alegría su encanto iluminando,
1493
mostraban que la muerte no le desagradaba.
1494
Después de haberles dado algunas joyas suyas
1495
a sus damas de honor más queridas por ella,
1496
mientras que las besaba, ella les ordenaba
1497
que no fueran tras ella, y que jamás lloraran:
1498
volvió sobre sus pasos, más alegre y más bella,
1499
allí donde el patíbulo se nublaba por ella.
1500
Nunca se mostraría con orgullo más noble,
1501
mostrando en su cara el desprecio del féretro,
1502
nunca Reina amazona reuniendo más gloria
1503
triunfante apareciera después de una victoria;
1504
el pueblo, tras de ella, se derretía en llanto,
1505
su constancia alabando, y desgracias lamentando;
1506
incluso mucha gente de entre la plebe hablaban,
1507
de perder sin razón a esta gran Princesa;
1508
que su alma, sin igual en generosidad,
1509
no pudo concebir una tal cobardía,
1510
que sentiríais la falta de todos sus encantos,
1511
y su sangre vertida os costaría lágrimas,
1512
tan pronto que supierais que ya estaba muerta.

HERODES
1513
¿Por qué no evité lo que ellos presintieron?

NARBAL
1514
Su madre al abordarla cambió por el temor
1515
su piedad verdadera en fingido vigor;
1516
su mente inventiva por borrar la sospecha,
1517
de estar de algún modo implicada en el crimen,
1518
ocultando el dolor que propicia natura,
1519
pareció alegrarse de su triste aventura.
1520
Pero nuestra gran Reina a tal punto afligida,
1521
conoció su artificio, y no se conmovió,
1522
y al pasar, reparó esta vana ofensa,
1523
con modesta sonrisa, y una reverencia.

HERODES
1524
Me siento hendido por los dardos de piedad,
1525
mi pecho mientras que hablo se abre por la mitad.
1526
¿Cómo en su triste estado su madre la reprende?
1527
Y sólo su virtud dictamina por ella.
1528
¿Todo el resto se acaba?

NARBAL
Éstando en el cadalso
1529
ella juntó las manos, y miró hacia arriba,
1530
pidiendo de rodillas al divino poder,
1531
que hiciera manifiesta a todos su inocencia,
1532
y que nunca a los suyos se reprochara nada
1533
por crímenes que nunca su corazón mancharon.
1534
Juró que fue debido a una gran calumnia
1535
por lo que la trataban con tenta ignominia,
1536
y que vos lo creisteis por un obstruido error
1537
cuyo solo pensar le producía horror.
1538
Puso como testigo a las órdenes angélicas,
1539
de que no había seguido estas cobardes prácticas,
1540
se aseguró que el Cielo vendría a inspiraros,
1541
que el pesar por su muerte os haría suspirar,
1542
y que aún mostraríais vos algo de ternura
1543
a los jóvenes huérfanos de una gran Princesa,
1544
que en la mala suerte siempre supo sufrir;
1545
que vivió sin reproche, y supo bien morir.
1546
Pronunciando estos términos con un celo de flama,
1547
ella quiso al Cielo encomendar su alma,
1548
que a volar se aprestaba allí con mil virtudes.
1549
Luego ofreció su cuello, y dejó de hablar.
1550
Y entonces el verdugo viéndola ya dispuesta,
1551
con un fulgor de acero le voló la cabeza.
1552
Al momento un gran grito alrededor se oyó,
1553
que penetró en el aire que su alma partió.
1554
Brotar se vio enseguida mil fuentes ardorosas,
1555
de los ojos del pueblo al igual que en sus venas.
1556
Así es como acabó vuestra ilustre mitad,
1557
junto a un mundo entero que murió de piedad.

HERODES
1558
¡Haber la vida hurtado a bellezas tan raras,
1559
rigor desconocido de corazones bárbaros!
1560
Un sármata inhumano no podría ejercerlo,
1561
sin horror un escita no podría pensarlo.
1562
¿Qué río o que mar capaz será algún día
1563
de borrar la negrura de este execrable crimen?
1564
¿Qué espantosa montaña y qué cueva remota
1565
podrán servir de asilo a mi irreverencia?
1566
¿Encontraré un refugio en medio de la tierra,
1567
donde se halle mi crimen a cubierto del trueno?
1568
¿Donde yo pueda verme sin dolor y sin miedo,
1569
donde arrastrar no pueda mi infierno conmigo?
1570
¿Mas espero en mi duelo algo que me consuele ?
1571
¿Cómo sigo viviendo, y Mariana está muerta?
1572
La bella se marchó, y yo no la he seguido,
1573
¿cómo, si ignoraba los caminos del tránsito?
1574
Este es el más corto, preciso es que esta hoja
1575
mi corazón de un golpe hiera, y cure mi alma.
(Se lanza sobre la espada de Narbal)
1576
Dámela, por favor, para este justo fin,
1577
o si tu lo prefieres, clávamela en el pecho.

NARBAL
1578
¡Eh, Señor, regresad de estos intensos éxtasis!

HERODES
1579
¿Por evitar el juicio que tú mismo te aplicas,
1580
no me has golpeado de un modo fatídico?
1581
Me has dicho que la Reina estaba en el sepulcro:
1582
¿piensas tú que sin ella permanezca en la Tierra?
1583
Haz que ella resucite, o sufre que yo muera.
1584
No puedo soportar un pesar tan porfiado,
1585
deseo hacer justicia a su sangre inocente;
(Quiere de nuevo coger su espada)
1586
no demores la pena que bien me corresponde,
1587
preciso es que me pierda tras haberla perdido.

NARBAL
1588
Señor.

HERODES
Soy el autor de este inhumano crimen,
1589
mi boca puso el hierro en manos del verdugo:
1590
mi boca servicial con mi furia animada,
1591
con sólo una palabra por siempre cerró otra.
1592
¡Ah!, boca sanguinaria, y llena de vigor,
1593
mi pesar te convence por entregar mi pecho,
1594
funesto portavoz de mi alma insensata,
1595
que para mi desgracia mi pesar expresó,
1596
sírveme en tu oficio con mucha más razón,
1597
y fabrica el remedio, mas después del veneno.
1598
Vosotros país vejado, presentes en mis crímenes,
1599
que tanto amor sentís por vuestros Reyes legítimos,
1600
mostrad el verdadero efecto de este ardor,
1601
empleando vuestro celo para penar mi crimen,
1602
venid aquí a vengar, en un carnal tirano,
1603
la muerte de la bella y casta Mariana;
1604
castigad ahora mismo mi injusto rigor,
1605
venid, clavad puñales dentro en mi corazón,
1606
aplacad con mi sangre a vuestra inocente Reina,
1607
que acabo de inmolar a mi odio cruel.
1608
Mas vos no haréis nada, tímida Nación,
1609
que a emprender no se atreve una bella acción,
1610
tenéis mucho miedo para lograr la gloria,
1611
tendríais pesadumbre por vivir en la historia,
1612
y que algo de coraje y de fidelidad
1613
os volviera notable en la posteridad.
1614
De su ruindad testigo, y de mi violencia,
1615
Cielos que veis el daño que sufre la inocencia,
1616
verted sobre este enclave infinita miseria.
1617
Castigad a estos ruines que no me han castigado,
1618
dadlos como motivo a la furia de las almas,
1619
que floten en la sangre y que naden entre lágrimas.
1620
Haced marchad contra ellos a escitas y gelonos,
1621
y si aún es posible monstruos más traicioneros,
1622
a los que no horrorice venir a sorprenderlos,
1623
y sus tropas en sangre, sus casas en cenizas;
1624
sus hijos más queridos les sean arrebatados,
1625
y que una mano bárbara los golpee en las rocas;
1626
que sus esposas e hijas sean forzadas ante ellos,
1627
que la peste y el hambre acaben con su estirpe;
1628
que su orgulloso Templo entre estos movimientos
1629
se vea demolido hasta sus fundamentos.
1630
Y si algo quedar debe de su maldita raza,
1631
que sea sólamente motivo de desgracia,
1632
gentes a quien la suerte aisla al infortunio;
1633
que en la vergüenza vivan, y entre los dolores;
1634
que se hallen por siempre cubiertos de ignominia,
1635
que los traten por todas partes con tiranía,
1636
que vaguen por el mundo sin fin y dispersados,
1637
que sean en todas partes maldecidos y echados,
1638
que les hagan la guerra también a donde vayan,
1639
que no posean ni un solo metro de tierra,
1640
y que al servir de objeto de vuestra enemistad,
1641
se divulguen sus males sin ninguna piedad.
1642
Haced llover sobre ellos el fuego y el azufre,
1643
convertid en un piélago todo Jerusalén,
1644
un abismo infernal, una horrorosa ciénaga,
1645
que al pronunciar su nombre provoque el terror.
1646
¿Mariana está pues muerta, me la han arrebatado,
1647
y me dejan vivir para mi desespero?
1648
¡Oh muerte! En mi dolor imploro tu piedad,
1649
ven a llevarte el resto de la otra mitad.

ESCENA III

SALOMÉ, NARBAL, FERORAS, HERODES, THARÉ

SALOMÉ
1650
Narbal, ¿qué hace el Rey?

NARBAL
Señora, se atormenta,
1651
su pena es tan aguda, como tan vehemente,
1652
que si vuestros consejos no desviaran su rumbo,
1653
muy pronto lo veríais al final de sus días.

SALOMÉ
1654
¿Le habrían llegado noticias de Augusto,
1655
o algún cambio influyó en este obvio problema?

NARBAL
1656
No, Señora.

FERORAS
Entonces, ¿qué es lo que lo aflige?

SALOMÉ
1657
La muerte de la Reina.

FERORAS
¡Ah! Lo he juzgado bien.

SALOMÉ
1658
Concibe mucha pena por un motivo alegre.

FERORAS
1659
Habrá que abordarlo con mucha diplomacia,
1660
su ira sobre eso debe ser entendida.

SALOMÉ
1661
No es así, su mente precisa de censura.

FERORAS
1662
Ya está aquí, de nuevo, por su obsesión turbado:
1663
mil tristes pensamientos le hacen compañía,
1664
tiene la cara pálida y extraviados los ojos,
1665
observad sus andares, y tenedlos en cuenta.

SALOMÉ
1666
Señor, vuestra angustia es muy sombría y triste.

HERODES
1667
Es que estoy muy metido en los asuntos públicos,
1668
pero pretendo hoy tomarme un descanso.

SALOMÉ
1669
Eso sería bueno.

FERORAS
Sería lo apropiado.

HERODES
1670
Hablando francamente, lo que me apesadumbra,
1671
es que desde ayer no he visto a la Reina,
1672
ordenad, en mi nombre, que vayan a buscarla.

SALOMÉ
1673
Su juicio se extravía, y pierde la memoria.

HERODES
1674
Enviad a buscarla, hacedme este favor.

FERORAS
1675
Señor, ¿cómo podemos hacer para calmaros?

HERODES
1676
Que vayan a avisarle de que quiero hablarle,
1677
¿acaso es tan difícil, es que no quieren ir?

SALOMÉ
1678
¿Puede ella hablaros, y vos podéis oírla?
1679
Es un cuerpo ya frío reducido a cenizas.

HERODES
1680
¡Qué, Mariana está muerta! ¡Oh hados enemigos!
1681
¿La Parca la ha raptado, y vos lo permitisteis?
1682
¿Así que habéis sufrido esta triste aventura
1683
sin imponerle duelo a toda la Natura?
1684
¿Cómo? ¿Su cuerpo frío esta pues enterrado,
1685
y el Universo aún no ha sido arrasado?
1686
¿Así pues habéis roto la agradable armonía
1687
que habíais perpetrado a su divino genio,
1688
así que habéis cerrado su boca y bellos ojos,
1689
y no habéis destruido el orden de los Cielos?
1690
Crueles en esta pérdida, fértil como ninguna,
1691
tendríais que haber incluido a todo el mundo,
1692
sacar al Universo fuera de sus cimientos,
1693
y confundir los Cielos junto a los Elementos,
1694
echar freno a los Mares, y extinguir la luz,
1695
y recolocar todo en su mezcla inicial.
1696
¿Mariana está en cenizas, y la sombra del nicho,
1697
recibe los despojos de tan bella Obra Maestra?
1698
Deja fluir tu dolor, utiliza tus manos,
1699
arráncate el cabello, desgárrate el rostro,
1700
presiona a los tuyos para que morir te hagan,
1701
o bien muere de pena al no poder morir.
1702
Ne aceptes el consuelo, miserable Monarca.

FERORAS
1703
Olvidad esta pérdida, ya es irreparable,
1704
y si os ocupáis de tenerla en cuenta,
1705
ni siquiera vos mismo podríais repararla.

SALOMÉ
1706
Algún día pensaréis que esta angustia ejemplar,
1707
para vuestro Estado era un mal muy necesario.

HERODES
1708
¿De sus males artífices tenaces en dañarme,
1709
osáis consolarme los que me asesináis?
1710
Vuestros malos oficios inocular me hicieron
1711
este ataque mortal a todos mis placeres,
1712
me habéis inspirado este funesto plan,
1713
hicisteis que el verdugo se metiera en mi pecho.
1714
Fuera infernal pareja, salid, raza maldita,
1715
o si no os trataré según a vuestro mérito.
(Dirigiéndose a Narbal y al Capitán de su Guardia)
1716
Y vos, caros amigos, queridos servidores,
1717
que no sois como ellos, judas ni aduladores:
1718
que de mí separando de mi corona el brillo,
1719
ligáis vuestro celo sólo a mi persona,
1720
vosotros que me amasteis siempre sinceramente,
1721
juntáis a mi dolor vuestra pena pasada,
1722
mezclemos nuestras lágrimas, y sin cesar lloremos,
1723
la muerte de esta hermosa, y divina Princesa.
1724
Pero ella no está muerta, ella vive en los Cielos,
1725
y sus raras virtudes la ubican con los Dioses.
1726
Preciso es que levanten un Templo a esta mujer,
1727
que sea una marca eterna de su mérito,
1728
un Templo que parezca una obra inmortal,
1729
Et allí su bella imagen esté en un altar:
1730
sí, quiero que su fiesta se cree en estos lugares,
1731
y que o se celebre, o que desaparezcan.

NARBAL
1732
El dolor de este Príncipe no tiene parangón,
(Dirigiéndose a Tharé)
1733
la turbación de su alma ofusca su razón.

THARÉ
1734
Esas palabras muestran que pierde el raciocinio.

HERODES
1735
No podré soportar por más tiempo su ausencia:
1736
este largo aislamiento me lleva al desespero,
1737
decidle de mi parte que venga ahora a verme,
1738
con solo su presencia me vuelve la alegría,
1739
se lo perdono todo con tal de que la vea.
1740
Pondremos a su eunuco en total libertad,
1741
cuando al respecto sepa cuál es su voluntad.

NARBAL
1742
El exceso de pena nubla su agudeza.

THARÉ
1743
En efecto, diríase que está enloquecido.

HERODES
1744
En tanto que yo mando no se me obedece,
1745
¿he hablado muy bajo como para que me oigan?

NARBAL
1746
Señor, ¿qué deseáis?

HERODES
Que vayan con presteza
1747
a llamar a la Reina. Soy muy indulgente.

NARBAL
1748
¿Preguntáis por la Reina? ¡Eh Señor!

HERODES
¿Por qué no?

NARBAL
1749
De ella sólo queda su primoroso nombre.

HERODES
1750
¿Sólo queda su nombre? ¿Acaso ha expirado?

NARBAL
1751
Yo mismo os he dado la noticia evidente.

HERODES
1752
¡Ay! Narbal, empiezo a querer recordar;
1753
esta mujer funesta vuelve para afligirme,
1754
y mi triste memoria su imagen ofreciéndome,
1755
se vuelve en esta parte fiel a mi destrucción
1756
Es muy diligente en poner ante mí
1757
lo que se me aparece para mortificarme;
1758
yerros que me causáis inquietudes sensibles,
1759
actuaciones violentas, me sois muy visibles,
1760
y muy bien hacéis ver a mi confundido juicio,
1761
en los males que he hecho, los bienes que he perdido.
1762
Pero veo a la Reina, está sin ropa alguna,
1763
se ve un hilo de sangre en su blanca garganta,
1764
se eleva hasta el Cielo llena de Majestad,
1765
su gracia ha aumentado igual que su belleza.
1766
La rodea una tropa de espíritus felices,
1767
le tiende uno una Palma, y otro una Corona,
1768
ella vuelve hacia mí sus ojos inocentes,
1769
para ver el exceso de las penas que siento.
1770
¡Oh, hermosa Mariana! Escucha mis palabras,
1771
tú, cuya faz divina me calma y turba al tiempo,
1772
causa de mi pensar, de mis deseos objeto,
1773
de mi alegría artífice, y de mis aflicciones,
1774
pese a tantos rivales que te hicieron la guerra,
1775
dulce y potente espíritu, venciste en la tierra,
1776
y en un carro de fuego de vista te perdimos,
1777
¿te marchas hoy, pues, a triunfar en el Cielo?
1778
Saborea en paz el fruto que entre tantas alarmas,
1779
te hice que regaras con sangre y con lágrimas.
1780
Mas obviando tus males, de los que fui autor,
1781
¡Oh hermoso Ángel!, perdona a tu perseguidor.
1782
Yo debí valorarte sobre todas las cosas,
1783
debiste caminar sólo en lecho de rosas,
1784
y tus grandes virtudes, y tus raras bellezas
1785
reinar debieron siempre sobre mi voluntad.
1786
Y no obstante, turbado por una furia ciega,
1787
realmente te traté con gran brutalidad.
1788
Mas ante el Universo vengo a acusarme,
1789
y el dolor que siento te debe apaciguar;
1790
si mi crimen es grande, y mi delito horrible,
1791
siento un pesar muy vivo, a la vez que sensible.
1792
¡Prodigio de belleza! ¡Raro ejemplo de honor!
1793
Que al volar a los Cielos llevaste allí mi dicha,
1794
casta huésped del Cielo, objeto de mis quejas,
1795
sin imaginarte que mis penas sean fingidas.
1796
Para ir a demostrarte mi arrepentimiento,
1797
mi alma, con mis lágrimas, se esfuerza en partir.
1798
Mira el gran dolor con que está entristecida,
1799
y cómo, por seguirte, ella emprende el vuelo.

THARÉ
1800
Le fallan ya las fuerzas, y la tez palidece,
1801
ha perdido el sentido, llevémoslo a un lecho,
1802
esperemos que allí recobre el sentido,
1803
cuando echado le hayamos agua sobre la cara.

NARBAL
1804
¡Príncipe lastimero en tus grandes pesares!
1805
Tú mismo eres artífice de tus propias desgracias,
1806
tu amor, tus sospechas, tu miedo y tu ira
1807
tu gloria han ofuscado y causado tu miseria:
1808
tú que promulgas leyes para tantas naciones,
1809
y no sabes reinar sobre tus pasiones.
1810
Mas las mentes mejores cometen grandes fallos,
1811
y los Reyes a veces son siervos de sí mismos.

FIN