Pierre de Troterel, Gillette, comédie facétieuse

Gilita, comedia bufa





Texto utilizado para esta edición digital:
Troterel, Pierre de. Gilita, comedia bufa. Traducción de Evelio Miñano Martínez, para la Biblioteca Digital EMOTHE. Valencia: ARTELOPE / EMOTHE Universitat de València, 2021.
Codificación del texto digital para EMOTHE:
  • Tronch Pérez, Jesús
  • Zafra Alarcón, Sonia

El autor a su muy caro amigo


Señor, muy caro amigo mío, fui a ver, hace ya un mes, a un pariente, que reside a media legua cerca de la ciudad de los lexovios, y mientras charlábamos de asuntos graciosos, este, con su humor jovial, me contó, además de otras sabrosas anécdotas del momento, la de los amoríos de un hidalgo, vecino suyo, con su criada. Tanto me divirtió, de lo cómica que es, que decidí pasar ocho días en estos ardientes calores caniculares, para darle forma de comedia y obsequiaros con ella, pues sé que os gusta leer gracias como esta: recibidla, pues, alegremente y como testimonio de mi afecto, que, o los prometo, durará tanto como mi vida.

Vuestro caro amigo, para serviros, D.

A doce de agosto de 1619



Al señor D. sobre su Gilita

Nada hay aquí tan deleitoso
al que es amado de los cielos,
como esmerarse en reunir
lo provechoso con lo dulce.

Así pues, tu alma enamorada
de oír el canto de las Musas,
abandonando sus trabajos,
en estos gozos se recrea.

Tus bellos cármenes nos muestran
de los pastores, el amor
ingenuo, y cómo por tus huertos,
ese Dios muestra sus encantos.

Y para darnos testimonio
de que desprecias las grandezas,
nos haces ver cómo te mueres
por una rústica de amor.

D.D.P.V.


Personajes

El hidalgo, enamorado de Gilita su criada
Gilita, su criada
Maturín, lacayo principal del hidalgo, también enamorado de Gilita
La señora, ama de Gilita, y esposa del hidalgo
Maestro Josse, sacerdote vicario

ACTO I

ESCENA I

EL HIDALGO y GILITA

EL HIDALGO
1
Con cuánta razón se dice
2
que si un mismo plato vuelve,
3
y otra vez vuelve a la mesa,
4
uno acaba aborreciéndolo,
5
pues muy pronto nos hartamos
6
de lo que siempre tenemos.
7
Y si lo digo, es por mí,
8
que, de la ley conyugal,
9
por voluntad del destino,
10
ya llevo preso quince años,
11
cumpliendo cuanto he podido
12
el débito marital
13
con mi esposa, mas la llama
14
con que Amor nos encendía
15
durante todo ese tiempo,
16
ya no es sino humo ahora.
17
Y de ahí que en nuestro lecho
18
ya no me lance al asalto
19
como en los tiempos pasados.
20
Y no es porque esté agotado,
21
sino porque estoy muy harto
22
de mi decrépita esposa.
23
Para refrescarme, pues,
24
debo cruzar las fronteras
25
de las leyes conyugales
26
y, con denuedo, buscar
27
para aliviar mi pasión,
28
algún pimpollito tierno
29
que se ablande ante mis súplicas.
30
Gilita, nuestra criada,
31
buena es para mi propósito:
32
es muy amable, rebosa
33
de buen humor, tiene gracias
34
que siempre te hacen reír.
35
Tras considerarlo bien,
36
bebo los vientos por ella,
37
mas de momento lo ignora,
38
pues no he podido contárselo
39
para ver cómo le sienta.
40
Venga ya, voy a buscarla.
41
¡Pero qué suerte, aquí viene!
42
¡Menuda jaca, rediós!
43
Buena es para entretener
44
un jinete fogueado,
45
que tiene bonito el talle
46
para entrar en la batalla.
47
Cuanto más la voy mirando,
48
más me arde el corazón:
49
basta de esperar: acércate
50
y aprovecha la ocasión.

GILITA
51
(viendo acercarse a su amo, habla así)
Creo que, con paso quedo,
52
viene mi amo a sondearme,
53
pues, si no estoy confundida,
54
ya me ha mirado dos veces
55
con ojos de enamorado.

EL HIDALGO
56
Hace mucho que deseo
57
encontrarte, mi Gilita,
58
en algún lugar a solas,
59
para hablarte con sosiego
60
y plena seguridad.
61
Detente, pues, que deseo
62
algo de ti.

GILITA
No me atrevo,
63
señor, a quedarme aquí.

EL HIDALGO
64
¿Y a santo de qué estas prisas?

GILITA
65
Por temor a mi señora.

EL HIDALGO
66
No la temáis para nada,
67
que seré vuestro garante
68
si tenéis desavenencias.
69
Así que para y escucha,
70
atenta al requerimiento
71
que ahora mismo yo te haré.
72
Día y noche yo suspiro
73
por tu cara, que, de bella,
74
me ha robado el corazón
75
y tanto me ha cautivado,
76
que no pienso en otra cosa.
77
No seas, pues, altanera,
78
apiádate de mi pena
79
y no dejes que me empuje
80
este tormento a la tumba,
81
que mucha culpa tendrías
82
si ese funesto accidente
83
ocurriera por tu amor;
84
mas si te apiadas de mí,
85
yo te prometo, Gilita,
86
que siempre te ayudaré,
87
y, para animarte más,
88
te casaré, lo prometo,
89
tal y como lo desees.
90
Ven aquí, pues, que te bese
91
y eche manos a esos pezones
92
más rojos que los capullos
93
de mayo, ¡venga ya, acércate!

GILITA
94
Señor, me criticarían;
95
os lo ruego, retiraos.

EL HIDALGO
96
¡Cómo! ¿Quieres torturarme?
97
Ten, mira lo que te doy:
98
es un ducado, ¿no escuchas
99
la armonía con que suena?,
100
¿no ves cómo resplandece?
101
Si reconoces que me amas,
102
te daré muchos como este,
103
que tengo en casa un tesoro
104
con muchos otros iguales.
105
Tómalo con la esperanza
106
de conseguir muchos más.

GILITA
107
No lo tomaré, señor;
108
preferiría la muerte
109
a caer en ese vicio.
110
Prometed cuanto queráis,
111
que nada conseguiréis,
112
pues soy una chica honrada:
113
muchos otros lo intentaron,
114
pero sus bellos discursos
115
nunca hicieron mella en mí.
116
¡Y qué bien los recibía!
117
A menudo, no tuvieron
118
más salario que mi cólera
119
y el porrazo que en la jeta
120
les soltaba con el huso,
121
o hasta con mi propia rueca.

EL HIDALGO
122
No me espero yo, Gilita,
123
a caricias de esa guisa,
124
que prefiero que me abracen
125
con garbo y con alegría.

GILITA
126
¡Ay, señor! No es mi intención
127
daros un trato tan rudo;
128
me sé muy bien cuánto manda
129
un amo sobre su sierva:
130
preferiría estar muerta
131
a maltrataros así.
132
Eso es para los paletos
133
de mi clase, que pretendan
134
molestarme con lo que hacen.
135
Mucho es, amo y señor mío,
136
todo lo que yo os venero.

EL HIDALGO
137
Pues no me veneres tanto
138
y haz de tu desdén, Gilita,
139
un buen amor, que prefiero
140
que me mire bien tus ojos
141
a tanto honor, te lo juro.

GILITA
142
Nunca me deshonraré
143
perdiendo la castidad.

EL HIDALGO
144
¡Basta ya de discusiones;
145
demasiado hemos hablado!
146
Antes de que acabe el día
147
ya te habré yo desflorado,
148
por amor o por dinero;
149
sobran aquí las palabras,
150
ten, toma estos dos doblones
151
y dame lo que te pido.

GILITA
152
No los tomaré, señor,
153
por un motivo tan sucio.

EL HIDALGO
154
Toma, pues, que te los presto.
155
Me los devolverás cuando
156
todo el mundo esté contento:
157
largo y rentable es el plazo.

GILITA
158
Ya que tenéis ese gusto,
159
me los quedaré, señor.

EL HIDALGO
160
Permite, entonces, un beso
161
por el gran favor que te hago,
162
y que te toque las tetas.

GILITA
163
No quiero yo, por orgullo,
164
impediros ese beso,
165
pero tengamos cuidado
166
de que nadie nos observa.

EL HIDALGO
167
Nadie, ni lejos ni cerca,
168
veo que sea testigo;
169
venga, otro más, mi Gilita.

GILITA
170
Señor, que veo a mi ama.
171
¡Eh, soltadme y retiraos!

EL HIDALGO
172
¡Qué dulce ha sido ese beso!
173
¡Ojalá mi vejestorio
174
siguiera aún bien dormida,
175
en lugar de importunarme
176
cuando estaba en los más dulce!
177
Me voy, pues, con la esperanza
178
de que gozaré algún día
179
de mi Gilita querida,
180
si no ocurre una desgracia;
181
obraré, pues, con buen tino
182
para que eso no suceda.

ESCENA II

LA SEÑORA y GILITA

LA SEÑORA
183
¡Ah, qué gran satisfacción,
184
qué gran alivio es tener
185
para que cuiden tu casa,
186
a una criada prudente
187
de lealtad infalible,
188
que hace suyo el interés
189
y el provecho de su ama,
190
trabajando sin parar!
191
Creo yo que bajo el sol
192
no se ha visto nada igual:
193
es un valioso tesoro,
194
un incomparable bien,
195
digno de gran aprecio
196
por lo raro que es hallarlo.
197
Y lo digo con certeza,
198
pues diez años he buscado
199
ese bien tan apreciado
200
hasta que he dado con él.
201
Ahora ya estoy tranquila,
202
pues, por fin, tengo a mi antojo
203
una criada que cuida
204
de mi casa como gusto.
205
En fin, me sirve tan bien,
206
que yo quisiera, de verdad,
207
que no dejara esta casa
208
hasta el día de su muerte.
209
Y bien, Gilita, ¿va todo
210
lo nuestro como siempre?
211
¿Qué precio tiene el arnés?
212
¿Es de mejor calidad
213
acaso el de esta semana?
214
Y hablando de nuestra lana,
215
¿por dónde va la faena?,
216
¿tendremos ya pronto el hilo
217
y el paño para vestir
218
a esa infantería nuestra?

GILITA
219
No tengáis ningún cuidado,
220
que, gracias a Dios, ya está.
221
Con la parte que es más fina
222
vamos a hacer estameña;
223
y con la otra, un paño gris
224
que será muy estimado
225
para vestirlo en las fiestas.

LA SEÑORA
226
Y de nuestros animales,
227
los bueyes, vacas, terneros,
228
cerdos y ovejas, ¿qué cuentas?

GILITA
229
Están bien alimentados:
230
siempre que ordeño las vacas,
231
saco dos cubos enteros
232
y aún le doy a los terneros.

LA SEÑORA
233
Perfecto, estoy muy contenta.
234
Y la mantequilla, ¿cuánta,
235
esta semana?

GILITA
De sobra,
236
pues aunque aún no he cuidado,
237
de pesarla, la verdad,
238
yo creo que en la balanza
239
doce libras pesará.

LA SEÑORA
240
Bien está; los otros meses,
241
si no dieron tanta leche,
242
fue por falta de forraje,
243
pues ha sido escaso este año.
244
Y dime, ¿qué has puesto al fuego?

GILITA
245
Pues un buen guiso de coles
246
con buey, tocino y carnero,
247
que en la mesa os serviré.

LA SEÑORA
248
Bueno es para una comida,
249
mas mi esposo, pasea,
250
siempre con alguien acude;
251
ya me entiendes tú, Gilita.
252
Cuando esté listo el almuerzo,
253
llámanos para comer;
254
voy ahora a por tu amo;
255
creo que en está en ese huerto,
256
ordenando que lo cuiden.


ACTO II

ESCENA I

MATURÍN
257
En vano me he resistido,
258
mucho sufro, he de rendirme.
259
Amor, de quien tanto hablan,
260
me está venciendo esta vez;
261
debo ceder, a la fuerza,
262
y buscar algún remedio
263
al fuego que me consume
264
y casi me vuelve loco
265
de lo dulce y bella que es
266
la camarera mayor,
267
Gilita, que por ingenio
268
tiene aquí la autoridad
269
de segunda ama de casa,
270
que ordena y apremia a todos
271
para que haga lo que deben.
272
¡Ah, si todo dependiera
273
de mi voluntad, lo juro,
274
no querría hacerme rico
275
por un lance más feliz!
276
Tengo yo que doblegarlo
277
y hacer las cosas tan bien
278
que se enamore de mí.
279
Y hablando de ella, aquí está;
280
¡Ánimo, pues!, voy a hablarle

GILITA
281
(habla sola antes de ver a Maturín)
Empecinado está el amo,
282
¡qué tabarra me está dando!
283
Piensa que va a engatusarme
284
para que haga lo que quiere.
285
¡Ni que fuera pan comido!
286
¿Me considera tan necia
287
que no sé cómo hoy las gastan?
288
No seré suya tan pronto.

MATURÍN
289
¿Qué está rumiando Gilita?
290
¡Rediós! Estará enfadada
291
por algo; pondré el oído
292
hasta enterarme de qué,
293
mas, para que no me vea,
294
salgamos de su camino
295
y escondámonos aquí.

GILITA
296
¡Muy lejos aún está
297
de lo que tanto desea!
298
Mucho me suplicará
299
antes de que algo acaricie.
300
Dice que me casará
301
con no sé qué mentecato,
302
prometiéndole una suma
303
de dinero con mi dote:
304
y todo es para montarme.
305
Pero soy más avispada
306
de lo que pinta mi cara.
307
He vivido yo en ciudades
308
que me han abierto los ojos;
309
No soy yo mujer tan fácil.
310
¡Que vaya con ese cuento
311
a una cándida pastora,
312
que, a la sombra de sus olmos,
313
solo haya visto rebaños!

MATURÍN
314
Por mucho que me he esforzado,
315
no he conseguido oír bien
316
lo que Gilita decía;
317
y eso que bien he escuchado.
318
Ya está: acabó su discurso.
319
¡Adelante!, ¡que reniego
320
de los diablos del infierno!
321
Si esta ocasión se me escapa,
322
muchos me arrepentiré,
323
y con larga penitencia.
324
¡Eh, Gilita, dos palabras!

GILITA
325
(dice el primer verso a solas y los siguientes a Maturín)
¿Qué buscará ese patán?
326
¿Eres tú quien me ha llamado?
327
No me había yo alejado
328
¿Qué quieres?

MATURÍN
Pues quiero hablaros
329
de un ardiente mal que ahora
330
me está matando, si os place.

GILITA
331
Si ese mal es contagioso,
332
no te muevas más, retírate,
333
no te acerques tanto a mí.

MATURÍN
334
Aunque mi mal es extremo,
335
no hiere más que a mí mismo;
336
solo yo siento sus golpes,
337
aunque la causa esté en vos.

GILITA
338
¿Qué palabrería es esa?
339
Explícate algo mejor,
340
o te dejo aquí plantado.

MATURÍN
341
No os enfadéis, os lo ruego;
342
os diré en pocas palabras
343
el mal por el que suspiro.
344
Sabed, pues, que mi tormento
345
procede, en verdad, de vos,
346
pues me hicisteis enfermar
347
con las intensas miradas
348
que vuestros ojos lanzaron
349
cuando me atreví a miraros
350
un día que juntos estábamos.

GILITA
351
De miedo y temor ya tiemblo
352
al oír que, de mis ojos,
353
sale un mal tan contagioso.
354
¡Qué patraña más graciosa!
355
¡Debes estar muy enfermo!
356
Pobrecillo: haz testamento,
357
no sea que mueras ya.

MATURÍN
358
¡Cómo, Gilita cruel!
359
¿En lugar de mutuo amor,
360
burlas son lo que tenéis?
361
Recordadlo, que, a fe mía,
362
de esto yo me vengaré
363
si tengo oportunidad;
364
y vuestro duro castigo
365
será estrecharos ahora
366
con pasión entre mis brazos.

GILITA
367
¡Suéltame, Maturín, basta!
368
¿Así quieres castigarme?
369
¡Será posible, el patán!
370
Mi cofia está por los suelos;
371
¡Vete al diablo, desgraciado!

MATURÍN
372
Pues dejándoos aquí,
373
a quien me entrego, es a Dios.

ESCENA II

EL HIDALGO y GILITA

EL HIDALGO
374
No se cura el mal de amor
375
si el dulce ser agradable
376
que causa nuestra pasión
377
no se compadece de él.
378
Pese a todos mis intentos,
379
no he podido distraerme
380
del amor que estoy sintiendo
381
por Gilita, que tanto amo
382
y que casi ya idolatro.
383
Tercamente se defiende
384
valiéndose del honor
385
y de que, nunca en su casa,
386
faltó a la honra una joven,
387
que tildaran en la calle
388
de mujer de mala vida.
389
Y antes morirá, me dice,
390
que cederá a mis deseos.
391
Tanto me ha hecho así dudar
392
que, vencido, a punto he estado
393
de abandonar el combate
394
sin hacerme con el premio.
395
Y en ese estado de ánimo
396
seguiría aún sumido
397
si no hubiera yo advertido
398
que no hay nada más falaz
399
que palabras de mujer,
400
pues, a menudo, en su mente
401
piensan todo lo contrario
402
de los embustes que dicen.
403
Volviendo, pues, a mi empeño
404
voy a ver si esta taimada,
405
que quiere ser cortejada,
406
ha reflexionado un poco.
407
¡Ah! La veo en buen lugar,
408
la abordaré a mi manera.

GILITA
409
(viendo venir al hidalgo, habla así a solas)
Ya se acerca mi señor,
410
y creo que para hablarme
411
de lo que siente por mí
412
y, según dice, es tan fuerte
413
que no hay nada que lo iguale.
414
Disimularé otra vez
415
mostrándole la aspereza
416
de una joven vergonzosa
417
que no probó todavía
418
el fruto de amor ansiado.
419
¡Pero chitón, que está cerca!
420
Mira cómo se presenta
421
con exquisitos modales
422
por darme buena impresión.

EL HIDALGO
423
Corazón mío, Gilita,
424
no hay quien ahora nos vea
425
caminar por este patio,
426
vayamos a la leñera
427
o, si te es más agradable,
428
entremos en el establo
429
donde se hallan los caballos:
430
te diré allí los trabajos
431
que yo padezco de ver
432
que no quieres concederme
433
lo que la naturaleza
434
hace que los animales,
435
sean o no racionales,
436
practiquen sin excepción.

GILITA
437
No tengo necesidad,
438
señor, de oír esas cosas.
439
Os ruego que me excuséis
440
y me dejéis aquí sola
441
para acabar mis tareas,
442
sin que me regañe mi ama.

EL HIDALGO
443
¿Pero qué esto, Gilita?
444
¿Por qué me tratas así?
445
¿Seré tanto más tu presa
446
Cuanto mayor tu desdén?
447
¡Aleja ya ese rigor
448
y apiádate de mi pena!

GILITA
449
No es remedio la piedad
450
para el mal que os atormenta,
451
señor; y, aun cuando pudiera,
452
no osaría yo ayudaros,
453
pues tanto aprecio mi honor
454
que ese crimen, lo detesto.

EL HIDALGO
455
¡Que no es un crimen amar!
456
Nadie te censuraría,
457
salvo los más ignorantes.

GILITA
458
No lo es el amor legítimo,
459
mas su contrario es un vicio
460
que odian, además, los cielos
461
como le oigo yo decir
462
a nuestro buen monseñor
463
Jean des Jardins.

EL HIDALGO
¿De verdad?
464
predica ahora esas cosas,
465
vencido por la edad,
466
que ha hecho de él un enclenque;
467
¡Ah, cuando era mozo antaño
468
cuánto se regocijaba,
469
incumpliendo sin pesar
470
esa santa incontinencia!

GILITA
471
Señor, vuestra acusación
472
me resulta sospechosa;
473
y aún más, porque rechazáis
474
la fe pura y salvadora
475
que ese anciano monseñor
476
nos predica sin tapujos.

EL HIDALGO
477
Aunque mi fe haya nacido
478
de prédicas calvinistas,
479
no quisiera censurar
480
a nadie de buen renombre,
481
ya fuera de un sexo o de otro,
482
musulmán, pagano o cura;
483
pero basta de palabras,
484
y volvamos a lo nuestro,
485
pues se trata de mi amor.
486
Dime si persistirás
487
en negarme para siempre
488
el placer de los amantes.
489
¡Ay, Gilita primorosa!,
490
Piénsalo bien, te lo imploro,
491
no me dejes más así,
492
helado y muerto de pena;
493
ámame, Gilita mía,
494
ámame, que te lo ruego,
495
por todo lo que más quieras.

GILITA
496
Señor, sé que mi deber
497
es amaros como amo
498
con un servicio adecuado,
499
pero me censurarían
500
si os amara como amante.

EL HIDALGO
501
No se enteraría nadie
502
de lo fiel que te sería.

GILITA
503
Mas, aunque por discreción
504
vuestra pasión ocultarais,
505
temería no tardar
506
en quedarme embarazada.

EL HIDALGO
507
No tengas miedo por eso,
508
que sé evitar el percance
509
gracias a ciertas prácticas
510
de las que tengo experiencia.

GILITA
511
(para sus adentros y, después, al HIDALGO)
Pronto me tendrá en apuros
512
si no me dicta la astucia
513
una buena escapatoria
514
que retrase su victoria.
515
Señor, señor, retiraos,
516
que acabo de ver muy cerca
517
a la señora, y, sin duda,
518
no se fía y nos escucha.

EL HIDALGO
519
Me marcho, pues, pero piensa
520
cómo vas a complacerme,
521
sin que haya necesidad
522
de que gaste más palabras.
523
Si no estoy equivocado,
524
mucho es lo que he progresado
525
en mi aventura amorosa:
526
esta Gilita ya es mía;
527
solo me falta encontrar
528
un lugar para domarla;
529
voy a esmerarme en buscarlo,
530
cuando todo esté callado,
531
en esta noche propicia
532
a lo gozos del amor.


ACTO III

ESCENA I

MAESTRO JOSSE, SACERDOTE, y MATURÍN

MAESTRO JOSSE
533
¡Cuánta maldad tiene el mundo,
534
¡Cómo lo mancilla el vicio,
535
sin que valga la virtud
536
ni un miserable comino!
537
Y no solo el populacho
538
se divierte haciendo el mal,
539
porque los más poderosos
540
también tienen sus defectos
541
y, en lugar de ser la antorcha
542
luciente que al bien nos guíe,
543
nos llevan a las tinieblas.
544
Pero lo que más me irrita
545
y hace que siempre me exclame
546
de enojo, es ver cómo algunos
547
que aparentan santidad,
548
solo tiene en la mente
549
una falsa hipocresía:
550
mala gente que el infierno
551
en breve se tragará.

MATURÍN
552
Caminaba al presbiterio,
553
donde está el maestro Josse,
554
para contarle un asunto
555
reciente que no conoce.
556
Aquí está, mucho me alegra
557
que se cruce con mis pasos.
558
Buenos días, señor.

MAESTRO JOSSE
Buenas.
559
¿Qué hacías tu solo aquí?

MATURÍN
560
Señor, iba a vuestra casa
561
a informaros de un asunto,
562
que mucho os enojaría
563
si arrastrara hasta el pecado.

MAESTRO JOSSE
564
Cuéntamelo sin demora,
565
que mucho deseo oírlo.

MATURÍN
566
Señor, mi amo está prendado
567
de la gracia y la belleza
568
de Gilita. La persigue
569
a toda hora y la apremia,
570
sin darle ningún descanso;
571
me temo que sus palabras,
572
acompañadas de dádivas,
573
consigan que su estornino
574
se meta en el palomar,
575
que es un zorro muy astuto.
576
Os conjuro, pues, señor,
577
en nombre del Creador,
578
cuyo fiel servidor sois,
579
que veáis a Gilita, antes
580
de que se la beneficie
581
tras engatusarla el amo.
582
Os lo ruego porque está
583
en edad de que la casen,
584
y les quiero suplicar
585
a su padre y a su madre,
586
con toda mi buena fe,
587
que me hagan el gran favor
588
de consentir buenamente
589
que me convierta en su yerno.

MAESTRO JOSSE
590
Una joven muy afable,
591
que reverencia el honor,
592
vino a verme, no hace mucho,
593
y me desveló el misterio
594
que me acabas de contar,
595
suplicándome que hiciera
596
cuanto me fuera posible
597
por impedir ese horror.
598
iba justamente allí,
599
para que mi voz, con dulces
600
palabras caritativas,
601
amoneste a esa criada.

MATURÍN
602
Continuad el camino;
603
vuestra obra será divina.

MAESTRO JOSSE
604
Así obraré, y ojalá
605
sea el viaje saludable.

ESCENA II

EL HIDALGO, GILITA

EL HIDALGO
606
Tras haber bien discutido,
607
resistido y combatido,
608
Gilita, al fin, vida mía
609
has cumplido mis deseos;
610
puedes estar, pues, segura
611
De que siempre te tendré
612
el amor que he prometido.

GILITA
613
¡Ay, señor!, me sorprendisteis
614
cuando yo no me cuidaba,
615
acostada en estas sábanas.
616
De no ser así, lo sé,
617
no me habríais mancillado.
618
Mas, ya que ma habéis quitado
619
la virginidad, que tantos
620
pretendían, os exhorto
621
que me améis con entereza
622
cuidando siempre de mí
623
y sin dejarme en apuros,
624
si quisiera la fortuna
625
ser importuna conmigo.

EL HIDALGO
626
Gilita mía, te juro
627
que fielmente te amaré
628
y, ocurra lo que te ocurra,
629
siempre te tendré por mía,
630
compartiendo mis tesoros
631
como mi cuerpo contigo;
632
mas seme tú también fiel
633
con un amor inmortal.

GILITA
634
Pues podéis estar seguro
635
de que mi fidelidad
636
será una roca inmutable;
637
además, me queréis tanto
638
que por nadie os cambiaría,
639
pues ni soy ave que vuela
640
ni soy ligera de cascos;
641
loca estoy por vuestro amor.

EL HIDALGO
642
Y más lo estoy yo por ti
643
que si fuera tu marido;
644
acércate, pues, que te eche
645
cinco o seis polvos a gusto.
646
Es tal el dulce placer
647
que me embarga al abrazarte,
648
que estaría una semana,
649
si a ti no te molestara.

GILITA
650
Basta con uno por hoy;
651
ojalá un mes descansáramos,
652
pues tanto habéis empujado
653
que toda estoy desfondada.

EL HIDALGO
654
Te amo tanto que querría
655
unirme del todo a ti.


ACTO IV

ESCENA I

MAESTRO JOSSE y GILITA

MAESTRO JOSSE
656
Me había puesto aquí atrás,
657
fingiendo estar con mis rezos,
658
esperando poder ver
659
a Gilita, cuyo amo,
660
demasiado enamorado,
661
se ha empeñado en embaucar,
662
porque es un poco más bella
663
que su mujer, cuyos ojos
664
ya no tienen gracia alguna;
665
pero si no pasa pronto
666
por aquí, desistiré,
667
que no podré aguantar más.
668
¡Ah!, ya la veo venir;
669
se diría que la lleva
670
su ángel de la guarda a mí,
671
para que pueda exhortarle
672
a guardar su castidad.
673
Salgo, pues, de mi escondite
674
para darle una lección.

GILITA
675
(a solas)
¿Con qué sermón me vendrá ese?

MAESTRO JOSSE
676
Escucha, Gilita, hermana,
677
de Adán y Eva.

GILITA
Señor,
678
tengo prisa, que la harina
679
me espera para amasarla.

MAESTRO JOSSE
680
Pues no te irás tú de aquí
681
sin que te haya yo advertido
682
que te guardes bien del vicio
683
al que tu amo te arrastra;
684
no te creas sus suspiros,
685
que mienten más sus palabras
686
que la lengua de un infiel;
687
y aunque ponga gran cuidado
688
en prometerte dinero,
689
o en ofrecértelo incluso,
690
porque tenga un arca llena,
691
abstente, que no hay tesoro
692
más preciado que el honor;
693
y guarda en el corazón
694
el temor de Dios, pensando
695
en la muerte, que nos clava
696
y atraviesa con su dardo
697
cuando nuestra alma insensata
698
menos se lo imaginaba.
699
¡Ay!, no te olvides tampoco
700
del tormento que el infierno
701
destina a los condenados,
702
sin que haya ningún descanso
703
ni remedio para ellos.
704
No olvides esto, hija mía,
705
y que no se lleve el viento
706
el consejo que te doy.

GILITA
707
No sé de nadie, señor,
708
que pueda acusarme a mí,
709
con motivo, de impudicia.
710
Soy muy pobre pero honrada,
711
y nunca seré tan necia
712
como para consentir
713
en vivir con tanto vicio.
714
No me creo yo tan pronto
715
cualquier requiebro que me hagan,
716
pues sé bien cómo mandarlos
717
a distraerse a otro sitio.

MAESTRO JOSSE
718
Muy bien. Nunca los escuches
719
aunque digan maravillas.
720
Huye de esos charlatanes
721
como se huye de una sierpe,
722
que es tarde cuando le pesa
723
a la gente haber creído
724
sus palabras embusteras.
725
Pues bien, ya que me doy cuenta
726
de que deseas vivir
727
respetando la virtud,
728
portera del paraíso,
729
ruego a Dios omnipotente
730
que sea benevolente
731
contigo, y que te proteja
732
de cualquier calamidad.
733
Hija mía, ya me voy;
734
quiera Dios darte su paz.

GILITA
735
Adiós, señor, y que os premie
736
protegiéndoos del mal;
737
ojalá viváis feliz
738
sin tener que arrepentiros.
739
Y el caso es que, al fin y al cabo,
740
lo que dice ese buen cura
741
mucho me aprovecharía
742
si lo pusiera yo en obra.
743
Para que no se enfadara,
744
me he mudado en mojigata,
745
hablando mucho de honor,
746
mientras en mi corazón
747
escondo yo ese placer
748
que él ha llamado pecado,
749
pero que solo lo es si uno
750
lo cuenta y se jacta de él.

ESCENA II

LA SEÑORA, GILITA y MATURÍN, CRIADO

LA SEÑORA
751
Pérfido, malvado, infiel,
752
me has querido, pues, cambiar,
753
por esa pasión brutal
754
que te arrastra a quien supero
755
en riqueza y en linaje,
756
y solo tiene perfectos,
757
para atar a un corazón,
758
unos rasgos en la cara,
759
que, además, solo son cebo
760
para la gente más vil,
761
entre la que yo te cuento,
762
ya que no te da vergüenza
763
apartarte de mi amor
764
para irte con esa puta.
765
Aún no soy tan fea
766
como para no encontrar
767
un remedio que te cure
768
de ese mal tuyo de Cipris:
769
mi belleza aún merece.
770
Mirándome en el espejo,
771
observé ayer que a mi cara
772
aún le sobran encantos
773
para cautivar a amantes.
774
Y aunque eso no sucediera,
775
yo debería gustarte,
776
pues esa es tu obligación
777
desde que yo te elegí
778
en detrimento de tantos
779
que me querían servir.
780
Si hubiera yo adivinado
781
que a tu deber faltarías,
782
seguro puedes estar
783
de que te habría hecho higas,
784
viejo lúbrico, enviándote,
785
a un burdel donde apagar
786
ese lujurioso ardor
787
con que hizo prender tu pecho
788
una Erinia, no el amor.
789
¡Mas basta ya de palabras!
790
¿Me vengaré del engaño
791
de ese repugnante viejo?
792
pues claro que sí, lo juro,
793
y, además, ahora mismo,
794
ya que su querida coima
795
se encuentra bajo mis órdenes,
796
y le voy a dar, de rabia,
797
una sonora paliza
798
mientras él está ocupado
799
paseando en el mercado.

LA SEÑORA va a encontrar a GILITA y le pega, por lo que esta le habla como sigue.

GILITA
800
¡Ay de mí! ¿Por qué pegarme?
801
¡Socorredme, que me matan!
802
Señora, os pido perdón.
803
¿Es esta la recompensa
804
por todo mi fiel servicio?

LA SEÑORA
805
¡Recompensa es de tu vicio!

MATURÍN
806
¡Rediós!, ¿qué estoy viendo allí?
807
¡Basta ya, basta ya, venga,
808
Señora!

LA SEÑORA
¡Tú, no te metas!
809
¿Defiendes a esta villana?
810
¡Pardiez! ¡Ven aquí, granuja,
811
que te zurraré también!

MATURÍN
812
¡Demonios, cómo golpea!
813
Mejor será que me aparte,
814
que no es de mi gusto el tono
815
con que suenan sus porrazos
816
en mi espalda y mi cabeza.
817
¡Pero escapa, pobrecilla,
818
mientras tu señora me unta
819
con su jarabe de palo!

LA SEÑORA
820
¡Muchas gracias, pordiosero!
821
¡Has conseguido que escape!
822
Mastuerzo, segura estoy
823
de que has sido su alcahuete,
824
pues acabas de ayudarla
825
a librarse de mis manos.

MATURÍN
826
No entiendo de qué me habláis.
827
¿Es de carne o de pescado?
828
De verdad, que no lo sé,
829
pues tengo muy pocas luces,
830
y ni siquiera soy criado
831
que sepa llevar mensajes,
832
aunque sí que sé vaciar
833
botellas bajo una parra,
834
y salir de allí cantando,
835
riendo, bailando y saltando.

LA SEÑORA
836
¡Cómo se burla el granuja!
837
Aún tendré que calentarlo
838
a pedradas. ¡Toma ya!

MATURÍN
839
¡Ay! Hago bien de escapar,
840
por Dios, y lo digo en serio,
841
pues se asemeja a una furia
842
que camina dando saltos
843
violentos por un teatro.

LA SEÑORA
844
Ahora, ya me he vengado.
845
que he despachado a la pícara
846
después de molerle a palos
847
ese cuerpo tan serrano.
848
¡Cuánto le habría zurrado
849
si ese bribón no la saca
850
de mis manos! Y a mi esposo,
851
por triste que se ponga,
852
si aún le pica, que se calce
853
a la impúdica esa, lejos
854
de este lugar respetable.
855
¡Se acabó lo que se daba!


ACTO V

ESCENA I

EL HIDALGO y MATURÍN

EL HIDALGO
856
Pardiez, cuando pienso en ello,
857
¡Qué desgraciada influencia
858
han tenido hoy para mí
859
las estrellas inconstantes!
860
Mientras estaba en la plaza,
861
mi maleducada esposa
862
ha echado de nuestra casa,
863
del modo más vergonzoso,
864
a Gilita, mi contento,
865
sin pensar en el escándalo
866
que pone a vista de todos,
867
obrando con indiscreción,
868
y no con esa reserva
869
que debería tener
870
para que no se difame
871
el buen nombre de esta casa
872
ni el de mi dulce Gilita.
873
¡Ah!, si por alguna seña
874
me hubiera anunciado el cielo
875
esta tremenda desgracia,
876
no habría salido yo
877
de mi casa, que está ahora
878
desierta por una pérdida
879
que, si no remedio en breve,
880
me llevará hasta la muerte,
881
pues el dolor que me asalta
882
pronto me abatirá en tierra.
883
Así pues, por prevenir
884
las funestas consecuencias
885
de este deplorable caso,
886
que, de no ser reparado
887
por una ingeniosa treta,
888
mucho me reprocharían,
889
inventemos un pretexto
890
que parezca verosímil
891
y haga dudar la opinión.
892
¡Pues ya se me ha ocurrido!
893
¡Ay, Amor, nieto de Cipris,
894
tienes un poder divino
895
para agudizar las mentes
896
de los que han puesto en tus redes
897
las miradas deleitables
898
de una alegre y bella joven!
899
Voy, pues, ahora a contar
900
lo que me has hecho inventar,
901
pues necesito un remedio
902
para la causa primera
903
de este mal que me atormenta,
904
o todo estará perdido.
905
Tengo que hacer carantoñas
906
a nuestra criada Ágata,
907
cuya finura y astucia
908
ha traído nuestros males.
909
Cuando me la haya ganado
910
con un puñado de escudos,
911
haré yo que se desdiga
912
del mal que le aseguró,
913
con su lengua de cotorra,
914
a su crédula señora.
915
Pero chsst, que ahora veo
916
a Maturín acercarse.
917
¿Qué cuentan, pues, Maturín?

MATURÍN
918
¡Rediós, vaya zipizape
919
que la señora ha montado!
920
Pensé que no iba a dejar
921
ni un títere con cabeza,
922
mientras oía el estruendo
923
de la terrible tormenta
924
que le rugía por dentro,
925
y se desató con furia
926
sobre Gilita la rubia
927
y hasta en mis propias espaldas,
928
cuando la saqué de sus garras.

EL HIDALGO
929
¡Ay, qué desgracia! Al llegar,
930
He encontrado a Marta aquí,
931
que me ha contado el furor
932
y las voces de tu dueña.

MATURÍN
933
Por Dios, señor, bien haréis,
934
si sigue con esa rabia,
935
de no entrar tan pronto en casa,
936
que bien podría arrastraros,
937
o hasta saltaros al cuello
938
y pelaros como un pollo.

EL HIDALGO
939
Estará hecha un basilisco.

MATURÍN
940
Está tan alborotada
941
por los celos y el furor
942
que aún tiemblo de pavor;
943
pero cuidaos, señor,
944
que he manchado de mostaza
945
el fondo de mis calzones,
946
por la pena que he sentido
947
de la paliza que han dado
948
a mi querida Gilita.

EL HIDALGO
949
Contándome esa desgracia,
950
me estás hablando en confianza.
951
vete y no te preocupes,
952
que calmaré a mi mujer
953
antes de que el sol que brilla
954
dé paso a la negra noche.
955
¡Ojalá tuviera mi alma
956
para el mal que me atormenta,
957
la paciencia de la suya,
958
pues ese loco muchacho
959
se ríe de todo, igual
960
que hacía antaño Demócrito,
961
del que aún loan los méritos!

ESCENA II y ÚLTIMA

MATURÍN y MAESTRO JOSSE

MATURÍN
962
Puedo saltar de alegría:
963
hecho está, no hay más que hablar,
964
el destino me compensa
965
y me sube más arriba
966
que cualquier buena fortuna.
967
Me río de las grandezas
968
de los nobles más loados,
969
no quisiera ser monarca
970
ni de moros, ni otomanos,
971
ni de los primos germanos.
972
¡Ah, me voy a divertir
973
y disfrutar como cuatro!
974
¡Ah!, voy a llenarme pronto
975
la panza de un buen asado
976
y de una sabrosa sidra
977
para estar fuerte en la liza,
978
cuando deba presentarme
979
a las justas esta noche
980
con mi lanza natural
981
contra quien me era rebelde.
982
Pero me estoy retrasando,
983
pasa el tiempo y, mientras tanto,
984
mi contento se demora.
985
Vayamos ya al presbiterio
986
para que maestro Josse
987
de mí haga un señor esposo.
988
Llamaré fuerte a la puerta
989
con este bastón que llevo.

MAESTRO JOSSE
990
¿Quién golpea así de fuerte?

MATURÍN
991
¡Señor, abrid! Tengo prisa,
992
sin aliento estoy de tanto
993
que he corrido.

MAESTRO JOSSE
¡Ho!, ¿qué pena
994
te aflige con tanta fuerza?

MATURÍN
995
Señor, podéis aliviarla
996
Si me concedéis un ruego,
997
cubriendo vuestra cabeza
998
con vuestro gorro cuadrado.

MAESTRO JOSSE
999
Y cuando me lo haya puesto,
1000
¿cuál será mi cometido?

MATURÍN
1001
Nos iremos a la iglesia
1002
y allí, tras vestir el hábito,
1003
me diréis coñongo vos.

MAESTRO JOSSE
1004
Ya entiendo tu gracejo:
1005
se trata de un matrimonio,
1006
¿no es así?

MATURÍN
Pues sí, señor.

MAESTRO JOSSE
1007
Enhorabuena, me alegro.
1008
Ojalá, Dios te conceda
1009
una esposa amable y buena.
1010
Y dime, ¿cómo se llama?

MATURÍN
1011
Es la hija de Rogatón.

MAESTRO JOSSE
1012
¿Gilita, vuestra criada?

MATURÍN
1013
Sí, muy orgulloso estoy.

MAESTRO JOSSE
1014
No me molesta la idea.
1015
¿Y cómo se ha hecho el trato?
1016
¿No la había despedido
1017
su señora, muy airada?

MATURÍN
1018
Sí, por una falsedad
1019
que le dijeron.

MAESTRO JOSSE
Mal hizo
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de avergonzar a la joven;
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es demasiado impetuosa;
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no me lo habría esperado.
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Pero, ¿cómo se ha hecho todo?
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Querría estar enterado.

MATURÍN
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Aunque mucho me molesta
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tanto esperar, os diré
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cómo todo ha sucedido.
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La enfermedad de los celos
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se cebó con mi señora,
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por una falsa denuncia
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que, de modo exagerado,
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como en unas bacanales
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la sacó de sus casillas.
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En resumen: escuchad
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quién urdió todo el engaño.
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Fue Ágata, la malvada
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que descansa únicamente
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cuando hace que se discuta
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hasta llegar a las manos.
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Pero mientras se burlaba
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a escondidas, convencida
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de su propia canallada,
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alguien contó a mi señora
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de pe a pa la artimaña
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que había urdido esa prenda.
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Por eso, la reprendió
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amenazando con darle
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unas buenas bofetadas
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si, ante todos, no elogiaba
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a Gilita y le pedía
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perdón por su fea ofensa.
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Hecho esto, ordenó al instante
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que dijeran a Gilita
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que volviera cuanto antes,
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juntamente con su padre.
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Muy pronto lo hicieron ambos,
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y todos reconocieron
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la inocencia de la joven,
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que Ágata había acusado
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solamente por venganza.
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Me puse yo tan contento,
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que usé mis mejores mañas,
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en ese mismo momento,
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suplicándole a su padre,
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al que mucho se parece,
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que nos quisiera casar.
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Y como lo ha consentido,
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he venido yo a pediros
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que nos deis vuestra asistencia.

MAESTRO JOSSE
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Está bien, sigue adelante,
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vayamos, pues, a casarte.

MATURÍN
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¡Vamos! Le habría rogado,
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mi venerable pastor,
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que os sentarais con nosotros
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a disfrutar del festín,
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pero temo que el espíritu
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rebelde de la señora
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ocasione alguna riña;
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y eso me desolaría.
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Mejor, pues: cada uno en casa.