Texto utilizado para esta edición digital:
Cary, Elizabeth. La tragedia de Mariam, la hermosa reina de los judíos. Edición bilingüe anotada, introducción y traducción de Víctor Huertas Martín. Valencia: EMOTHE Universitat de València, 2023. https://hdl.handle.net/10550/89867
Codificación del texto digital para EMOTHE:
- Huertas Martín, Víctor
 
Nota a esta edición digital
Esta publicación es parte del proyecto I+D+i «Teatro español y europeo de los siglos XVI y XVII: patrimonio y bases de datos», referencia PID2019-104045GB-C54 (acrónimo EMOTHE), financiado por MICIN/AEI/10.13039/501100011033.
La edición anotada y bilingüe de La tragedia de Mariam, con introducción y traducción al español de Víctor Huertas Martín está disponible en 
URI: https://hdl.handle.net/10550/89867
DOI: 10.7203/PUV-OA-593-1
PERSONAJES
| HERODES, Rey de Judea | 
| DORIS, primera esposa de Herodes | 
| MARIAM, segunda esposa de Herodes | 
| SALOMÉ, hermana de Herodes | 
| ANTÍPATRO, hijo de Herodes por parte de Salomé | 
| ALEXANDRA, madre de Mariam | 
| SILEO, Príncipe de Arabia | 
| CONSTABARO, esposo de Salomé | 
| FERORAS, hermano de Herodes | 
| GRAFINA, amante de Feroras | 
| PRIMER HIJO DE BABÁS | 
| SEGUNDO HIJO DE BABÁS | 
| ANANEL, Sumo Sacerdote | 
| SOHEMO, Consejero de Herodes | 
| NUNCIO | 
| MAYORDOMO, Otro Mensajero | 
| CORO, Un grupo de judíos | 
| SIRVIENTE | 
| SOLDADO | 
Acto primero: Escena primera
Mariam sola.
MARIAM
1
¿Cuántas veces yo habré hablado en contra
2
del hipócrita que fue héroe en Roma,
3
que lloró por la muerte de Pompeyo
4
tras haberle odiado como rival?
5
Pero ya me retracto, amo de Roma.
6
Excusa el impulso de esta fémina.
7
Concédeme el perdón por ser mujer.
8
Es común desatinar en nosotras.
9
La experiencia me instruye de este modo:
10
Pena y gozo llegan del mismo sitio.
11
Si lloró por su valor a Pompeyo,
12
se alegró por la muerte del rival.
13
Gotas francas vertía su ojo triste
14
por quien no deseaba ver más con vida.
15
Hoy, muerto Herodes… yo, cuando vivía …
16
¡Cuántas veces de él me deseé libre!
17
¡Cuánto anhelé oír su postrer suspiro!
18
¡Cuánto ansié ver sus despojos inertes!
19
Aquel amor, en otro tiempo firme,
20
lo expulsaron el desdén y la ira.
21
Una rabia ciega anuló mi afecto
22
y el amor debido yo le negaba.
23
¡No me juzguéis!... Que los celos de Herodes
24
ponían mucho mi constancia a prueba
25
y es que él, para que no fuese libre,
26
para quitarme el aire, me trajo ira.
27
Lento aprendiz fue mi corazón casto
28
para llegar a enamorarme de otro.
29
Puse empeño en dejar su amor atrás.
30
Fui rauda en esto; lo otro lo odiaba.
31
Pero hoy su muerte despierta recuerdos
32
del amor tierno que sintió por Mariam…
33
y del que sentí yo. Secos se quedan
34
dos ríos que ya no se dan más agua.
35
Herodes no tuvo piedad ninguna
36
de mi querido hermano Aristóbulo,
37
aunque en forma de ángel se presentaba.
38
¿Por qué, Mariam, lloras tú por Herodes?
39
¿No te solaza el callar de la lengua
40
que dio orden de la ruina de los tuyos?
41
Tu ira nutrieron juventud, belleza.
42
Y ambas, Herodes, mal van a un sepulcro.
43
Y mal, abuelo mío, te corresponde
44
un ascenso que tú le procuraste…
45
aunque dio libertad a tu espíritu
46
que años atrapado pasó en tierra.
47
¡Fue feliz ocurrencia que Sohemo
48
sintiera piedad de mi triste estado!
49
Si a Herodes éste leal hubiese sido,
50
mi muerte habría seguido a la suya.
51
Soporto su muerte al pensar en esto…
52
Deseo que las nuevas sean ciertas…
53
Pero no puedo contener lágrima
54
que muestra algún dolor, a mi pesar.
55
Y más le debo, pues antes me amaba…
56
con el más dulce amor que pueda verse…
57
¡Pero prefiero ser una lechera
58
que esposa del monarca de Judea!
59
Fue por amor que mandó hacer decreto:
60
que su fin fuese preludio del mío.
61
Pero antes que amiga soy enemiga
62
de odio que me salva y amor que me mata…
63
¡Mariam, corazón de piedra! ¡Su rostro
64
varonil empaparon tus lágrimas!
65
¿Cómo, tan tranquila, lloras la muerte
66
de quien tu verdadero amante fue?
67
¡Cómo corregís, ojos míos, fallos
68
de quien os admiraba y dominaba!...
69
Ya las sonrisas debieron borrarse.
70
Mal casa el gozo con ojo de viuda.
71
¡Oh! Siento el amor que un día le tuve,
72
cuando, libre y virgen, aún no me ataba,
73
deslizarse otra vez corazón adentro.
74
Mi pasión es ajena al disimulo.
75
¡Pero atrás, lágrimas, a las riveras!
76
Que no seáis vistas por Alexandra,
77
que si nota mi dolor, es bien poca
78
la merced que de ella Mariam obtiene.
Acto primero: Escena segunda
Mariam, Alexandra.
ALEXANDRA
1
¿Y esas lágrimas? Se confunde Mariam.
2
Las nuevas dicen que el tirano ha muerto.
3
¿Lloras al asesino de tu hermano?
4
¿Tales perlas derramas por Herodes?
5
¡Maldigo su alma y cuerpo exánimes!
6
¡Abyecto edomita, prole de Esaú!
7
¿Será rey él, no el hijo de Jacob?
8
¿Un guiñapo en el trono de David?
9
¡El alma de David está muriendo
10
sonrojándose en el pecho de Abraham,
11
pues su trono se lo ha quitado un sapo!
12
La raza de Judá le dio renombre.
13
¡Él, azote funesto de la realeza!
14
¿No le bastó asesinar a mi niño
15
para cerrar sus dilatadas fauces?
16
¿Precisaba apagar la luz de Hircano?
17
¿Del bello padre que, con mano firme,
18
alzó al idumeo de la escombrera?
19
Repudió él, un cobarde y un ingrato,
20
a quien le dio su confianza amistosa.
21
¿Por qué otro reino pudo optar Herodes?
22
¡Hijo de Esaú, vástago del infierno!
23
¿Qué otra cosa que vergüenza es su herencia?
24
¡Su ancestro vendió su honor por lentejas!
25
¡Oh, sí, él del nombre de Edom proviene!
26
Su cruel sustancia se nutre de sangre
27
y a mi hijo y señor me los ha robado.
28
Sangre ansía, pues es voraz edomita.
29
¿Lloras creyendo que Herodes te amaba?
30
¿Ves el amor escrito en letras rojas?
31
¿Te dio gozo que matara a los tuyos?
32
En justicia ese acto fue obra del odio.
33
Por amor sacerdote hizo a tu hermano,
34
pero después le condenó a la muerte,
35
sin darle tiempo a ponerse el efod
36
ni a asentarse la mitra en la cabeza.
37
¡Si a mi hijo sólo hubiese hecho justicia,
38
hubiese puesto en su frente el doble óleo,
39
doble honor que doble fulgor irradia!
40
¡Sacerdote y rey ungido por derecho!
41
¡Pero asesinó a mi padre y a mi hijo
42
para elevar a tu retoño regio…!
43
¿Es esto amor? ¿Das tú, Mariam, por bueno
44
que por esto Herodes tu muerte ordene?
45
Sé que a veces te dio señal de amor,
46
que no era amor, sino demencia airada.
47
Su odio a ti demuestra, sin duda alguna,
48
que detesta al clan completo de Hircano.
49
¿Quizás él, hombre febril y voluble,
50
haya reencendido su amor por Doris
51
y le haya dado re-entrada a su lecho?
52
¿Tal vez haya querido a Mariam muerta?
MARIAM
53
¡Doris! ¡Su tiempo de amor ha expirado!
54
Hace ya que este carbón hizo brasas
55
por el amor de Mariam, ahora triste.
56
De esta caída no obtuve yo gloria.
57
Ni una pizca estimaba a su Antípatro,
58
que no era tanto mío como de él.
59
Quiso a mis niños para sus fines,
60
ya que ellos eran de linaje real.
61
Les designó herederos de David.
62
Mi Alejandro se sentará, si vive,
63
en el regio sitio de Salomón.
64
Fue lícito para Herodes dictarlo.
ALEXANDRA
65
¿Mas quién si no la casta de Alejandro
66
puede reclamar la silla dorada?
67
¿No es Alejandro sangre de David?
68
¿No es Mariam heredera de Alejandro?
69
¿No es sino lo justo lo que concede?
70
¿Por qué más que por derecho les da
71
este poder? No son de baja estofa.
72
Por nacimiento la corona es suya.
73
Cesa tus lágrimas, pues no te brotan
74
con razón sino por pasión potente.
75
¡Alegra esos ojos y al fin sonríe!
76
¡Gozo y solaz en esta feliz hora!
77
Si la felicidad llega y descubre
78
prendas de duelo y semblante sombrío,
79
pensará que tu no sabes vivir
80
ni le espera hospedaje tolerable.
81
¡Cuídala mientras esté! Si se va,
82
no es tan fácil tenerla de regreso.
83
Aun soportando el dolor por un año,
84
he implorado a Felicidad que vuelva.
85
¿No le presenté en ofrenda un retrato
86
que el arte más noble hermoseara nunca
87
de dos que el cielo vio con bella hechura
88
con la que ella ganó el amor de Antonio?
89
Antes que desear amor principesco,
90
debemos ganarnos un amor leal.
91
Yo deseaba obtener la Felicidad
92
y quise encontrarla en el fiel Antonio.
93
Con desaire traté de cautivarle,
94
mas no di al pecho del bravo.
95
De haber valido mi amor la mitad,
96
bien habría dado al torso del romano.
97
Pero iba él entonces vagando hambriento
98
por festejos donde caer le dejaban.
99
Por aquí, por allá, a ver qué comía.
100
Tanto dudar al fin le dejó solo.
101
Era muy hermosa la frente de Antonio.
102
Puso el ojo en las mejillas de Mariam
103
y pensó que no tenían parangón.
104
Se afanó en adorar ambos pómulos,
105
y así se quedó su ojo tan absorto
106
que se vio rendido ante tu excelencia.
107
Ebrio de placer, se quedó sin éste,
108
pues el amor de uno deshizo al otro.
109
Si solo hubiera visto tu retrato,
110
Antonio habría competido por ti,
111
y te hubiera amado a ti solamente,
112
habría plantado a la bronceada egipcia,
113
él fue mucho para su exigua jeta.
114
No hubiéramos visto marchar a Antonio
115
por la que escapó mientras él luchaba.
116
Sería Mariam pues, no ya Cleopatra
117
a quien hubieran exhibido en Roma.
118
No es mercadeo lo que luce en su rostro,
119
sino su natural belleza propia.
MARIAM
120
Ni por el cetro de la Roma altiva
121
desea Mariam vivir como Cleopatra.
122
A la tumba yo iré con mi alma pura
123
y no deseo favor que Antonio otorgue.
ALEXANDRA
124
Retirémonos y dilucidemos
125
cómo bregar con este estado roto.
126
Hay grandes asuntos en nuestras manos.
127
Tienen que abordarse muchas cuestiones.
Acto primero: Escena tercera
Mariam. Alexandra. Salomé.
SALOMÉ
1
¿Conspiración? ¿Por qué? Otra vez con cosas
2
que antaño gastaron afanoso vaho
3
y de otro rey tiene Mariam deseos.
4
La muerte de Herodes brilla en sus ojos.
ALEXANDRA
5
De querer ella tener otro rey,
6
pudo, antes de irse al lecho de Herodes,
7
lograr su deseo. Reyes ansiaron
8
el poder de ceñirle la corona.
9
Tiene para llorar buenas razones.
10
Se ha librado del yugo del disgusto.
11
¿Quién llora para despedir sus penas?
12
Y si ella goza, no es gozo sin causa.
SALOMÉ
13
No desatarías así tu lengua
14
si el noble Herodes estuviese aún vivo.
15
Muchas mejores que tu hija, te digo,
16
quisieron ser esposas de mi hermano.
MARIAM
17
¿Muchas mejores? ¡Villana, eso es falso!
18
No has conocido tú a mis superiores,
19
pues te igualan los sirvientes de Mariam,
20
así era antes de que ella fuese reina.
SALOMÉ
21
¡Cómo se mueve esa rápida lengua!…
22
Si tu furia alguna vez ya he sufrido…
23
Ofendes mucho, pero importas poco
24
y tienes mi desprecio por respuesta.
MARIAM
25
¡Desprecia más bien a quien te acompaña!
26
Sin haber visto la cara a tu hermano
27
mi linaje al tuyo tanto aventaja
28
que princesa soy yo antes que vosotros.
29
¡Tú, medio judía, medio edomita!
30
¡Tú, mestiza de raza marginada!
31
Contra el cielo lucharon tus ancestros
32
y tú, como ellos, traes deshonra al cielo.
SALOMÉ
33
¿Solo puedes condenar mi linaje?
34
¿En qué aventaja tu estirpe a la mía?
35
Ambos de barro, surgidos de Adán,
36
ambos de la casta de Abraham venimos.
MARIAM
37
Por tu bien no debo seguir hablando.
38
Con tus actos no infecto más mi aliento,
39
no sea que a tus muchos cargos se añada
40
una vida ruin y el fin de tu esposo.
SALOMÉ
41
Cierto es, en verdad. Revelé conjuras
42
pasadas entre tú y tus acólitos.
43
No iba yo a cobijar a un renegado.
44
Ya acabé yo con tu secuaz Josefo.
MARIAM
45
¿Y deseas suavizar tal ignominia?
46
¡Tu juicio obtuso mi aciago ser cambie!
47
El culpable siempre sospecha de otro
48
y con placer soporto tu discurso.
49
El corazón infiel de Salomé
50
traicionó a Josefo con otro hombre.
51
Por eso utilizaste la artimaña
52
tachando de impura a la pobre Mariam.
ALEXANDRA
53
Vámonos, Mariam. No es cosa adecuada
54
que con el pie discuta la cabeza.
Acto primero: Escena cuarta
Salomé, sola.
SALOMÉ
1
¿A Salomé pueden llamarla pie
2
de la altiva Mariam? Alma de Herodes,
3
por ella sufriste exilio en buena hora,
4
que, si vivieras, esto cambiaría.
5
Pero no estás y, aun siendo hermano mío,
6
tantas cenizas no ha de dar su muerte
7
que extingan las coqueras de mi amor
8
pues las llamas al fin se abren camino.
9
¡Arabia bendita, en óptimo clima!
10
Por los frutos juzgaré yo el árbol.
11
No en vano “Feliz” tienes como nombre
12
si como Sileo son los árabes.
13
Si el destino no me hubiese fallado
14
cuando los ojos puse en Constabaro,
15
más Sileo habría captado mi ojo
16
pues su cuerpo y su ser a todo ojo asombran.
17
Pero hoy está, Salomé, atada tu lengua
18
a Constabaro por su propio impulso.
19
Y por no contrariar a los hebreos
20
no seré linda novia del árabe.
21
¡Puerta que me cierro! ¿Por qué aferrarme
22
a asuntos de honor cuando ya hace años
23
que en mi ceño hay vergüenza escrita
24
y vergüenza es del honor enemiga?
25
Si conservara mi reputación,
26
si no hubiese mancha alguna en mi vida,
27
repletas Josefo tendría las venas,
28
mujer sobria viviría para él,
29
y no hubiese echado el ojo amoroso
30
en la odiada cara de Constabaro,
31
habría tenido voluntad firme
32
y enrojecería ante el infortunio.
33
Mas ahora sin vergüenza y sin honor
34
en mi frente la impudicia se asienta.
35
Mi voluntad se pone rauda en marcha
36
y, mi voluntad, mi ingenio te asiste.
37
Él ama, yo amo… ¿por qué entonces no
38
podría ser yo esposa del árabe?
39
La ley de Moisés de entrada lo impide,
40
ya que Constabaro sigue aún con vida.
41
Si por mí sintiese él odio tan franco
42
como por él yo, lo celebraría:
43
un acta de divorcio bien libera
44
del yugo que tal disgusto provoca.
45
¿Por qué tal privilegio es dado al hombre?
46
¿O, siendo así, por qué no a las mujeres?
47
¿Más cerca del cielo están que nosotras?
48
¿No odia tanto la mujer como el hombre?
49
Romperé la costumbre yo y empieza
50
mi sexo a abrirse puertas y caminos
51
y mi pecado purgará una ofrenda…
52
Para los pobres sólo está la ley.
53
De vivir Herodes, yo acusaría
54
a mi esposo por asuntos de estado.
55
Mi señor Constabaro ha rehusado
56
acabar con los hijos de Babás.
57
Quizás con esto le eche de mi lecho
58
y consiga que a él se venga Sileo.
59
Como rogué por él, ahora está vivo.
60
¡Maldita mi lengua que habló en mala hora!
61
Fue mi amor, que andaba errado tras él.
62
Lo que llegó ni lo soñaba. Sileo
63
dijo que vendría. ¡Y veo que llega!
64
Justo le nombro y aquí se me presenta.
Acto primero: Escena quinta
Salomé, Sileo.
SILEO
1
¡Salomé hermosa, perla de Judea!
2
¿Halló tu innata prudencia el camino
3
para lograr deificar a Sileo
4
ganándote como preciosa presa?
SALOMÉ
5
Como mejor pude ya he maquinado.
6
Jamás se ha pensado plan más perfecto.
7
¿Pero qué más le da a Salomé? Basta
8
que a buen fin lleguen nuestros propósitos.
9
Aquí tenemos la costumbre antigua,
10
legislada por nuestro sabio Moisés:
11
Si a tu esposa, con o sin razón, odias,
12
puede la ley apartarla de tu cama.
13
No son en esto las mujeres libres.
14
Norma ésta que me salto. No me culpes
15
por el mal hecho, pues por ti es que lo hago.
16
Si otro acusa, permítalo Sileo.
SILEO
17
No está, mi amor, la lengua de Sileo
18
hecha para ultrajar a Salomé.
19
¡Que antes mi lengua se cubra de manchas!
20
Buenos hace los vicios el ser tuyo.
21
¡Arabia, goza! ¡Pon tu tierra verde!
22
Será una beldad reina de tu suelo.
23
Su pie está abocado a abatir tu ceño.
24
Tendrás, hermosa, tanto bajo mando
25
como si ornamento real tuyo fuese.
26
Es tal la flaqueza del rey de Arabia
27
que tan mío como suyo es su reino.
28
Mi boca es el oráculo de Obodas,
29
que sólo verá lo que Sileo diga.
30
Y tú, sin parangón, milagro de Asia,
31
como éste igual serás siempre de Obodas.
SALOMÉ
32
No es por gloria que yo tu amor acepto.
33
Judea me rinde valiosos honores.
34
Si no hubiese nacido este amor mío,
35
mi patria decidiría mi suerte.
36
Si no fuese Sileo con quien voy,
37
por Roma no cambio mi Palestina.
38
Y menos aún por meras apariencias
39
me haría con un sepulcro en Arabia.
SILEO
40
Lejos de Sileo esté pensar así.
41
Pues es tu gratitud lo que compensa
42
el amor dentro de mí, que no mengua
43
aunque la muerte me eche de mi tierra.
SALOMÉ
44
¡Mas calla! Que oídos tienen las paredes.
45
Sileo, vete. ¿Quién hasta aquí viene?
46
Constabaro es quien aquí se acerca.
47
Para apartarle, debo provocarle.
SILEO
48
¡Hasta pronto! Mas, si no lo mandases,
49
de aquí Sileo ni se movería.
Acto primero: Escena sexta
Salomé, Constabaro.
CONSTABARO
1
¡Salomé, oh, mucho agravias tu nombre,
2
tu país, tu raza, más a tu esposo!
3
Es infame tu escarceo con extraños.
4
Me sonrojo por quien no se sonroja.
5
Te he visto mucho, y a pesar mío ha sido,
6
aquí con el vil árabe enredada.
7
Sabe el cielo que mi confort has sido.
8
Mi mayor plaga ahora no parezcas.
9
Por el solemne templo allá esculpido
10
que bella vista en el Monte Sión muestra,
11
por el altar para los sacrificios,
12
te amo mucho más de lo que tú sabes.
13
Con dolor silencioso escucho a ratos
14
la sucia boca de Judea atacarte.
15
Y si en mucho tu honor yo no estimara,
16
de esta forma no te reprendería.
17
Si dieras valor a la fama honesta…
18
que alta estima da a la mujer virtuosa…
19
dura sería la justa vergüenza,
20
casta ansiarías ser y que te llamen.
21
Dijo el sabio Salomón y dijo bien:
22
“Mujer virtuosa corona al marido”.
SALOMÉ
23
¿Para esto elevé tu escasa herencia?
24
¿Para oír esto rogué yo por tu vida,
25
que, si no, estaría hoy desdichada?
26
¡Que sea yo esposa de tal miserable!
27
¡Esta tierra mía tu cabeza alza,
28
esa, la que antes caía bien bajo,
29
que a los hijos de Babás no mataste!
30
Vida y fortuna ambos a mí me debes.
CONSTABARO
31
Has abusado bien de mi paciencia.
32
¡Haz, decoro, que se calme mi furia!
33
¡Aprende humildad! ¡Deja que te advierta!
34
A honor petulante bien va el desdén.
35
Ruego, Salomé, que alteres el tono.
36
Ignoras lo mal que sienta a tu rango.
37
He empleado mis palabras por tu bien,
38
salvando tu honor, borrando tu infamia.
SALOMÉ
39
¿Borrando mi infamia? Pierde cuidado.
40
¡Es más, yo te hago un desplante en tu cara!
41
Yo no seré causa de tu vergüenza.
42
¡Yo desprecio tu amor, tus advertencias!
43
No me dirás una hora más esposa.
44
Tus celos agudizan mi odio tanto
45
que de ti espero ya librar mi vida
46
con un acta de divorcio en mi mano.
CONSTABARO
47
¿Se convirtió en varón la esposa hebrea?
48
¿Por qué no libras también nuestras guerras
49
o llevas armaduras? ¡Haz tú esto!
50
¡Luego ponlo todo patas arriba!
51
¡Que los peces pasten! ¡Naden las bestias!
52
¡Que descienda el fuego en tierra ascendente!
53
¡Que el invierno arda! ¡Que el verano enfríe!
54
¡Crezca el cardo en viña y uva en ortigales!
55
¡Ponednos quizá a tejer y a coser,
56
seamos cortaleñas que el agua os bailen!
57
¡Que nos quiten el sagrado descanso!
58
¡Esclavizadnos como a gabaonitas!
SALOMÉ
59
Sigue tu charla hasta que un día te canses.
60
A que así ha de ser estoy decidida.
61
Y aunque sea yo quien primero haga esto,
62
no seré la última… ¡Oye lo que digo!
CONSTABARO
63
¡Cielo, testigo sé, juez del pecado!
64
¡Testigos sed, quienes vencéis la sombra!
65
¡Testigos sed, ángeles, querubines,
66
cuya semblanza se sienta en Santa Arca!
67
¡Testigos sed, tierras de Palestina!
68
¡Testigo sé, ciudad de David, si yo
69
merecí traición tal por parte tuya,
70
o si es mi culpa lo que nos separa!
71
Desde que Moisés, amigo de Dios,
72
en tierras de Cam obró maravillas
73
y a varios primogénitos dio muerte
74
(que con cordero santo celebramos)
75
ya pasados mil cuatrocientos años,
76
desde que la ley entre nosotros rige…
77
la primera eres y serás la última
78
que divorciarse intentó de su esposo.
SALOMÉ
79
Los precedentes no rigen mi vida.
80
A la ley reemplaza mi voluntad.
CONSTABARO
81
Temo harto que muy tarde te arrepientas
82
de vivir sin recato ni temor.
83
El amor de Sileo te alienta
84
a invertir el orden. Sí serás suya.
85
Mas si mi mente rige, deduce esto:
86
Poca bendición le cae ganándote.
87
Yo fui Sileo… y no fue hace tanto
88
que Josefo fue quien es Constabaro.
89
Haciéndome amigo, a él tú le faltaste
90
como ahora con el otro me traicionas.
SALOMÉ
91
Si una vez te amé, es mayor tu deuda.
92
A buen seguro no lo mereciste
93
y a amor inmerecido, pronto olvido.
94
Así que, para mí no queda cuita.
95
La hiel sea contigo, mi antiguo amado,
96
nunca tanto como hoy aborrecido.
CONSTABARO
97
Pues Constabaro tu bien sí desea.
98
La paz sea contigo. ¡Por ti la ruego!
99
Mi espíritu profético predice
100
que aquí empieza tu oscilante deriva.
101
Mejor parado salgo que Josefo.
102
Si Herodes hubiese muerto más tarde,
103
los jóvenes que tanto he protegido
104
por culpa de ella estarían ya muertos.
105
Por esto César golpea en feliz hora
106
al licencioso Antonio finalmente,
107
pues, de vivir él, viviría Herodes.
108
Pero el fin de Antonio se lleva a Herodes.
109
Si su aliento conservase, no solo
110
yo estaría en peligro de caer muerto.
111
Mariam correría mayor peligro,
112
aunque fue a quien más amaba el tirano.
113
Mariam, dulce rostro, libre de culpa,
114
cielo sin mancha, si él hubiera vuelto,
115
su sangre pura hubiese derramado,
116
Salomé la instigadora del crimen.
117
Aunque inocente la proclama Judea
118
toda, bien cerca le ha andado el castigo.
CORO
119
Quienes con fruición viven complacientes,
120
salvo si del bien interior disfrutan,
121
aún llegar a parabién mayor desean
122
y de la arena al fango odioso saltan.
123
Necios perdidos, buscan y no hallan,
124
pues nada entra en la mente que zozobra.
125
Si riqueza desean y la logran,
126
de honores en pos a placer ya saltan.
127
Si mediocre rango con honor toman,
128
en nada ya quieren un poco más.
129
Paso a paso, más riqueza acumulan.
130
Aunque la abundancia no hace la dicha.
131
Pero los hay que son de clase humilde,
132
alegres, placenteros y felices,
133
mientras otros nacidos en real cuna,
134
en vano se atormentan sin sentido.
135
Uno en su mente su fortuna enmarca,
136
otro su mente enmarca en su fortuna.
137
Desear otra suerte es signo de pena …
138
pues si te agrada tu presente ahora,
139
¿qué alivio podrá traerte cambio alguno?
140
Temed al cambio, final del placer.
141
Ese hombre es feliz solo en su destino.
142
Ese otro goza si la paz encuentra.
143
Libre de Herodes quería ser Mariam
144
queriendo así cambios en su fortuna.
145
Y al ver ahora sus deseos prosperar
146
sufre la temprana muerte de Herodes.
147
¿Quién alienta tan gran imaginación
148
donde llegará a criarse tal desdén?
149
Si por azar Herodes reviviera,
150
ella de nuevo mucho sufriría.
151
Cuanto ella logra, ella misma desprecia.
152
Su afán la lleva donde ella no sabe.
153
Son tristes miradas, honor amargo,
154
de quien no valora lo que ya tiene.
Acto segundo: Escena primera
Feroras y Grafina.
FERORAS
1
En verdad, Grafina, la hora se acerca
2
en que el sacerdote en santo ritual
3
atará el feliz y deseado lazo
4
que unirá siempre a Grafina y Feroras.
5
¡Cuánto elevé las manos implorando
6
la bendita hora! ¡Hasta hoy rogué en vano
7
lo que mi ansiada libertad restaura
8
y me hace a mí otra vez mi propio dueño!
9
Tu amor, bella dama, se posa en mi ojo,
10
secándose del todo la humedad
11
que aguardó en razón y naturaleza
12
la muerte de mi soberano hermano.
13
Vivo, Herodes arrancaba mi mano
14
de la palma de la hermosa Grafina
15
y con odioso lazo la amarraba,
16
pues un bebé él me eligió por novia.
17
Su lengua infantil de voz casi grácil
18
no puede distinguir su nombre de otro.
19
De vivir él, su poder, no mi amor,
20
me harían jurar tal contrato solemne.
21
¿No tengo razones para gozar?
22
¿Y qué que mi sobrina sea princesa?
23
Poco es la sangre, el linaje un juguete,
24
sangre y desprecio nos da el parentesco.
25
¿De qué sirvió que me elevara a socio
26
co-regente y su imperial adlátere?
27
De mí quiso separar a Grafina,
28
más por mí deseada que tres Judeas.
29
¡Oh! ¿No es posible que entienda de amor
30
quien amaba el rostro de Mariam tanto?
31
Preso de su pasión, apartó a Doris.
32
Yo no aparto a mi legítima esposa.
33
Él me lo ordena porque puede hacerlo.
34
Pero, aunque me entrega parte del reino,
35
me niega la felicidad que poseo
36
y me prepara semejante boda.
37
Si no, le igualaría yo en amores,
38
ya que, por más que el rostro de su Mariam,
39
les nuble a todos el sentido, digo
40
que tú, Grafina, en nada desmereces.
41
¿Por qué callas, criatura hermosa? Habla,
42
que el silencio demuestra descontento.
43
Sería un gran mal para nuestro amor
44
que fuera en ti una causa de tristeza.
GRAFINA
45
No me entendáis mal, señor. Muchas veces
46
deseé traer hasta ti mis pies alados
47
como para sentir dolor ahora.
48
Mis deseos y los tuyos confluyen.
49
Si estoy callada, no es más que por miedo
50
a decir poco mientras hablo mucho.
51
Pero como tú perdonas mis fallos,
52
aunque con mis dudas, rompo el silencio.
53
Podría el pasmo poner freno a mi lengua
54
si no conociese yo ya a Feroras.
55
Hace ya mucho que siento tu afecto,
56
pero no entiendo por qué me lo tienes.
57
Con tu mano elevas mi condición,
58
me conviertes en alteza eminente;
59
a mí, tu esclava, me haces compañera,
60
aunque todos me tengan por vulgar.
61
Respetas mi deseo de ser pura,
62
aunque bien podrías tú someterme
63
a tu voluntad. Por si fuera poco,
64
por mi amor, desdeñas una princesa.
65
¿No he de ser cauta con este favor
66
antes de ingenuamente devolverlo?
67
Y es en silencio como debo estarme.
68
Tú entenderás la causa de que calle.
69
No tengo ya dudas de que tendrás
70
mi amor inquebrantable, será tuyo.
71
Y mi obediencia te complacerá.
72
Más de lo que puedo hacer no prometo.
FERORAS
73
No estudiemos tanto. Puedes sonreír,
74
no quiero yo más que esa recompensa.
75
No soy de dármelas por mi donaire
76
ni de alardear de amorosa elocuencia.
77
Pero cree: Nunca tuvo el rey Herodes
78
a su esposa de afamada belleza
79
más cerca que donde estás, mi doncella,
80
para el que, glorioso, te tiene.
81
Si Herodes abandonara el sepulcro
82
y anduviera por ahí degollado,
83
no obstaculizaría él mis nupcias
84
salvo que las impida con mi muerte.
85
Vamos, hermosa Grafina, a las nupcias
86
y celebremos tan deseado instante.
Acto segundo: Escena segunda
Constabaro y los hijos de Babás.
PRIMER HIJO
1
Noble amigo, perdona nuestras vidas,
2
que, salvadas por ti, a ti debemos.
3
Dispones de nuestros leales servicios.
4
Nuestras libertades te pertenecen.
5
Por doce años, arriesgando tu vida,
6
nos salvaste del acero de Herodes.
7
Y aunque su cruel hermana era tu esposa,
8
osaste, sin miedo, darnos la gracia.
9
No sabemos cómo recompensarte.
10
Poco te devolvemos con las gracias.
11
Con amistad sincera nos postramos,
12
entregados a tu noble espíritu.
CONSTABARO
13
¡Eres injusto con mi amistad, joven!
14
Los amigos nunca hablan de sus deudas
15
cuando hondo lazo amarra su amistad,
16
los frutos de la cual son compartidos.
17
La edad dorada se renueva en estos.
18
Se anulan los nombres de propiedades.
19
División y distinción se descartan.
20
Todos tienen derecho a lo de todos.
21
Y no es, lo aseguro, esta gran merced
22
dádiva ligera sino virtud.
23
Gloria acompaña al acto de hidalguía.
24
Gloria que trae quien el acto realiza.
25
La amistad debe imitar el patrón
26
de los hijos de Jesé y Jonatán
27
pues ni los odios del rey ni del padre
28
malograron amistad cimentada.
29
¡Está dicho! No elaboremos tanto
30
lo que en el corazón quedó ya escrito.
31
Podéis salir de esta tumba viviente…
32
Bastante tiempo os retuvo allá Herodes…
33
Es harto hiriente que a unas mentes nobles
34
las entierren vivas. Lograron fama
35
tiempo ha, pero, vosotros confinados,
36
han medrado muchos que valen menos.
37
Vuestro vigor, vuestros mejores años…
38
Os han quitado la flor de la vida.
39
Pasasteis doce inviernos entre miedos.
40
Si sabéis emplearlo, tenéis aún tiempo.
41
¿Y quién dudará que lo emplearéis bien?
42
Viene a la prole de Babás de casta
43
el don que guía la acción excelente
44
con sabia prudencia y acciones audaces.
SEGUNDO HIJO
45
Si no fuera como acción vil del cuco,
46
que crecido aniquila a su nodriza,
47
no nos habríamos escondido tanto.
48
Fue lealtad a ti freno a nuestro impulso.
49
Pues, si el tirano cruel hubiera visto
50
donde estábamos, su ira hubiera dado
51
el camino directo hasta la muerte.
52
Y más que la vida habríamos perdido.
53
Pues tú habrías caído, buen amigo,
54
y nosotros, casa alzada en pilares,
55
habríamos hundido sus basamentos.
56
Así que preferimos estar ocultos.
57
Ahora, noble señor, que estáis a salvo,
58
los hijos de Babás serán muy firmes
59
pues su ocultamiento no fue bajeza,
60
sino su honor que a raya les mantuvo.
PRIMER HIJO
61
Temo que esto de la muerte de Herodes
62
quedará evidenciado como un cuento.
63
Tengo la corazonada: su aliento
64
pervivirá para que muchos sangren.
65
Por esto no deseo ser liberado.
66
Pero no es que tema ningún peligro.
67
Déjanos ocultos un poco más,
68
sólo hasta que sepamos la verdad.
CONSTABARO
69
¿Qué? ¿Eres, joven noble, cobarde ahora,
70
que dudas de la verdad indudable?
PRIMER HIJO
71
¡Si mi hermano me hiciera esa pregunta,
72
la extirparía de su corazón
73
con mi curva espada! Pero sois vos,
74
contra quien no debe alzarse mi hierro.
75
Comprométeme gratitud.
CONSTABARO
Creedlo.
76
No hay razón para tomárselo a mal.
77
Si hieren tu corazón mis palabras,
78
éstas nada tienen que ver conmigo.
79
Sé que tus dudas no vienen por miedo,
80
sino por vuestra lealtad hacia mí.
81
Hijo cobarde no crio tu padre.
82
Y yo sé que no hay por qué dudarlo.
83
¿Quién se cree que, caído Antonio, Herodes,
84
su amigo del alma, escapará sin daño?
85
Necio sería en verdad llamado César
86
si en esto no extremara la prudencia.
SEGUNDO HIJO
87
Señor Constabaro, yo te digo esto:
88
Ante la rendición, César perdona.
89
Por eso, por mal que haya hecho el tirano,
90
es posible que le dejen vivir.
91
No hace muchos años desde que yo,
92
enviado allá por orden de mi padre,
93
viví en Roma durante doce meses
94
por salvar mi vida del cruel hebreo.
95
Si bien era yo aún de tierna edad,
96
abrí bien los ojos, también los oídos,
97
cuando al fin vi a Octavio, entonces un paje,
98
en su primera entrevista con Julio.
99
Tal mansedumbre en su rostro vi yo,
100
tal dulzura en su mirada crecía,
101
mezcladas con gracia mayestática…
102
Su figura anunciaba la fortuna.
103
Por esto endeudado estoy con mis ojos
104
y más evidencia recibió mi oído.
105
Supe de su tendencia a ser clemente.
106
Se repone de la furia incendiaria.
CONSTABARO
107
¡Ya escuchamos muchas noticias de esto!
108
Dos veces fue confirmado. Y si algunos
109
con informes infames nos ofenden,
110
informe falso corta vida tiene.
111
Si fuese cierto que Herodes aún vive,
112
el encubrimiento no duraría.
113
A buen seguro la que fue mi esposa
114
se apresuraría a golpearnos.
115
Así que, honrando nuestra ventura,
116
reneguemos de toda cobardía
117
y míseros deseos de salvarnos.
118
¿Pues de qué sirven los abatimientos?
PRIMER HIJO
119
Capitulo ante la necesidad.
120
Mis brazos empeño sobre estas dudas.
121
Venga Herodes otra vez a su reino.
122
Veamos si su muerte fue falsa alarma.
SEGUNDO HIJO
123
Yo dudo… ¡Quiera Dios que sea un error!
124
Mejor sentir terror sin fundamento.
125
Y más bien prefiero, aunque sea alma mía,
126
que ésta muera antes que ser adivina.
CONSTABARO
127
¡Que el miedo anide en más bajo lugar!
128
En noble pecho está en verdad el coraje.
Acto segundo: escena tercera
Doris y Antípatro.
DORIS
1
¡Nobles casas de reyes, inclinaos!
2
¡Postraos ante la reina por derecho!
3
¡Que la humildad reprenda a la soberbia
4
de quienes no conocen el respeto!
5
Nueve veces, al son de las trompetas,
6
el sabor del pan ácimo en mi boca,
7
miré la fiesta de la recogida,
8
desde que, ciudad hermosa, te encontré.
9
Tanto hace que la mejilla de Mariam
10
me arrebató la gloria y tanto desde
11
que vine en pos de mi ciudad natal…
12
Nada más traje que mi desagravio.
13
Y tú, hijo, grande es tu nacimiento,
14
pobre tras tus posteriores fortunas.
15
¡Qué poco me temía yo al nacer tú
16
que te echarían de casa de tu padre!
17
¿No eras tú legítimo hijo de Herodes?
18
¿No fue Doris su desgraciada esposa?
19
Antes de que él ganase el reino hebreo,
20
era yo su compañía en privado.
21
¿No era hermosa yo para ser reina?
22
¡Antes que te ataras a mí, rey falso,
23
mi escasa belleza pudiste ver
24
como hiciste tras transcurrir cinco años!
25
Pero llovieron nueve juramentos…
26
que no tenía mi rostro parangón,
27
que si lograbas conseguir mi amor,
28
el mundo entero no te importaría.
29
Era joven, rica, de alto linaje,
30
por ello, digna cónyuge de Herodes.
31
Tú, ingrato, con desdén me apartaste
32
tras elevarse tu baja fortuna.
33
Mucho por esto he rogado venganza,
34
con rodilla hincada y mano ambiciosa,
35
rogué al más alto poder que promulgase
36
la caída de quien tomaba mi trofeo.
37
Venganza desea mi voluntad,
38
mas no se posa ésta donde yo quiero.
39
Deseé que a la altiva Mariam matase,
40
pero con quien fue mi señor pudo ésta.
41
Contigo, dulce hijo, llegué e intenté
42
colocarte allá antes que a sus bastardos
43
en real sitio y en la dignidad de Herodes.
44
Sólo hay dones para los hijos de ella,
45
para nosotros ni esperanza queda.
46
No nos vamos hasta que el fin de Herodes
47
no se sepa. Pues quizás no haya muerto.
48
Noble fortuna puede caerle a mi hijo.
49
Pues si vive, él se creerá saciado,
50
tanta enemistad le profesa a Doris,
51
él desprecia mi desdichada vida
52
y despreciada moriré, creo yo.
53
Que se muestre tan afectuoso contigo
54
como cruel con tu miserable madre.
55
No voy a reprenderle por su crueldad.
56
Por tu bien sofocaré yo sus fallos.
ANTÍPATRO
57
Cada boca en la ciudad grita fuerte
58
la muerte de Herodes cierta. Por esto,
59
bien haremos en tejer sutil trama
60
para apartar a la prole de Mariam
61
mediante veneno o brutal cuchillo
62
para poder medrar, no importa cómo.
63
Son bastardos. Tú esposa del rey fuiste
64
y adulterio hediondo a Mariam deshonra.
DORIS
65
Son muy fuertes como para apartarles.
66
Si no, hubiera salido la venganza
67
a la luz por el mal que nos han hecho.
68
Pero endeblez precede al vigor sumo.
69
Vayamos a lamentarnos a solas.
70
Mejor cuadra la soledad con duelo.
Acto segundo: escena cuarta
Sileo y Constabaro.
SILEO
1
¡Albricias, noble judío, a ti solo
2
quería ver Sileo! Voy a llamarte
3
a capítulo estricto.
CONSTABARO
¿Por qué ofensa?
4
Presto me tienes a oír y responder.
5
Pero si es por la causa que adivino
6
que me retas, habrás de perdonarme
7
y buscar otro motivo de lucha
8
pues presté juramento. Que no rompo.
SILEO
9
¿A qué debo esa negativa? Dime.
CONSTABARO
10
Nada que a Salomé concierna. Acero
11
no empuño yo por tan bajo litigio…
12
Vergüenza a quien dé por ella estocada.
SILEO
13
Tú el nombre de ella estás ultrajando.
14
Y yo te haré, con o sin juramento,
15
tragar tus palabras acusadoras
16
y con ellas te vas a atragantar.
CONSTABARO
17
Te lo ruego, ingéniate otro litigio
18
de otro tipo. Ultraja mi buen nombre,
19
o golpea tú antes, o haz purpúrea herida
20
que me infle el arrojo. Di una ignominia.
21
Escupe sobre la ley de Moisés.
22
Insulta a mi patria, algún escarnio.
23
Estaré dispuesto a luchar por eso,
24
pero por Salomé no pelearé.
SILEO
25
Ni yo si no es por Salomé. Mi espada,
26
que a su buen nombre debe su servicio.
27
Por otra causa no asestará golpe.
28
Por otra lucha yo no espero fama.
CONSTABARO
29
En cuanto a ella, siento piedad por ti.
30
Por causa de ella, no pienso dañarte.
31
Mujer de corazón tan inestable…
32
Tratar con ella será tu castigo.
33
No te envidio esta ganancia liviana,
34
tan inconstante fluye su designio.
35
Como te dio su amor con un vocablo,
36
con otro de ti sacará provecho.
37
Tan ligeros como su patrimonio
38
son sus gastados afectos. Lo sé.
39
Igual da cazar el viento que atarlo.
40
No ama ella más que lo que llama suyo.
41
Ella no es más que un sepulcro pintado,
42
hermoso, sí, pero vilmente sucio.
43
Y aunque sus gracias externas la adornen,
44
en su mente solo hay huesos podridos,
45
verás su pie lanzarse a pisotear
46
el cuello del marido al que destruye.
47
Para muestra henos a Josefo y a mí,
48
que a los dos ella parecía adorar.
49
Su boca, aun serpentina, no sisea,
50
si bien, cual sierpe, emponzoña si besa.
SILEO
51
Bien ladras, hebreo, pero poco muerdes.
CONSTABARO
52
Te lo he dicho. Yo por ella no lucho.
SILEO
53
¡¿Qué?! Pues eres un cobarde.
CONSTABARO
Pues gracias
54
de corazón. El nombre de un cobarde
55
a la mente osada no impone mancha
56
y, por esto, con gozo, lo recibo.
57
Sabes que cobarde no soy, allá estabas
58
en la batalla árabe el otro día
59
y viste mi acero entrar con osadía
60
contra el árabe exhausto y abrirme paso.
61
¡Cuánto brillaba la sangre enemiga!
62
Y a alguno de los tuyos adornaba.
63
¡Toma, te hiero! No por Salomé
64
peleo, sino respondiendo a tu insulto.
65
Que empiece la lucha y que no la paren
66
hasta que uno de ambos deje este mundo.
SILEO
67
Tu acero ha abierto entradas en mi cuerpo,
68
descubren un semblante carmesí.
69
Respirar, para ambos, creo, sería bueno.
70
El día dará espacio para morir.
CONSTABARO
71
De corazón, toma aliento. Hay tiempo,
72
si quieres, doce meses. Acabemos.
73
La palidez aumenta en tus mejillas.
74
No puedes guardar tu ser de mi espada.
75
¿Para qué, pues, luchas por Salomé?
76
Quédatela, tuya es, no la reclamo.
77
Gustoso, ante ti mi derecho rindo
78
pues mi propia alma a esa mujer detesta.
79
Ves que no tengo herida, ni fatiga.
80
Así que no hago la oferta por miedo.
81
Tú, que pierdes sangre, no puedes más,
82
pues tienes heridas por todas partes.
SILEO
83
No me rindo yo mientras tenga aliento
84
en mi cuerpo herido. Ahórrame discursos.
85
Mi corazón funciona plenamente.
86
Donde hay amor por ella, no entrará el miedo.
CONSTABARO
87
¡Oh, si tu alma viera lo que la mía
88
te aseguro que querrías morirte!
89
Pues Salomé, si soy buen adivino,
90
será mayor miseria que tu muerte.
SILEO
91
Pues lucha. No más descanso.
CONSTABARO
Tú mismo.
92
Lucho sin saña, mas piadoso mato.
93
Guárdate, Sileo. ¡No entre la muerte
94
en tu corazón prematuramente!
95
¡Ay! Viene tarde el miedo. Ese aliento
96
de tu cuerpo ya está para partir.
97
¿Cómo te ves, bravo árabe?
SILEO
Muy bien.
98
Cortes de arriba abajo. Yo ya paro.
99
Me duele sólo haber caído tan pronto
100
antes de corregir agravio tal.
CONSTABARO
101
No son heridas mortales. No temas.
102
Tendrás rauda y segura curación.
103
Venga, te llevaré a mis aposentos.
104
Te detesto, aunque alabo tu coraje.
SILEO
105
Gracias, buen judío. Cortés rival.
106
El odio nunca iguala a la amistad.
107
Si las promesas que hecho no me ataran
108
amigo, no enemigo, diría adiós.
109
Mi corazón está tan atado a ella
110
que no podría abrazar tu amistad.
111
Pero te doy mis últimos favores…
112
te honraré para siempre, Constabaro.
CONSTABARO
113
Te abro mi pecho, yo te apretaré
114
contra él, tu amigo, tus heridas lloro.
115
Pero si no nos damos prisa, temo
116
que no quede gota de sangre en ti.
CORO
117
Oír cuentos tristes nos hace llorar,
118
arruina el juicio, corrompe el sentido.
119
El error humano, que se da en todos,
120
es gran enemigo de la inocencia.
121
Nos convierte en necios, tercos, injustos.
122
No actuamos sin obtener certezas.
123
Ofusca el sentido, altera el discurso,
124
impide nuestra escucha a la razón.
125
Y, aparte, no permite tiempo al juicio
126
de ponderar lo que llega al oído.
127
No recela de meras apariencias,
128
pero torna en verdades mil mentiras.
129
El corazón y el oído se aferran
130
a las cosas que ansiamos conocer.
131
Ahogamos las cuitas en un diluvio
132
de parcialidad. Y es esto que vemos
133
que crea falsos rumores, que se aceptan,
134
si bien estos tienen muy corto vuelo.
135
Lo mejor que hay dentro de nuestro ser
136
desea que la muerte del rey sea cierta.
137
En nuestro delirio, no rechazamos
138
las creencias que mejoran nuestra vida.
139
Y a quienes no creen arrastra la chusma
140
que, sin freno va, callando las dudas.
141
No escrutan el flojo y frágil cimiento
142
sobre el que se alzan las nuevas de muerte,
143
de las que el autor nunca se discierne
144
pues a éstas se inclinan nuestros deseos.
145
No importa qué peligros les esperan
146
si descubren que la verdad es otra.
147
Henchidos por vanos soplos de viento
148
arriesgan vida y fortuna, pues todos
149
dan por hecho que a la muerte de Herodes
150
deben dar crédito sin comprobarla.
151
Si su apuesta resultase certera,
152
su suerte, no más, les mantendrá vivos.
Acto tercero: escena primera
Feroras, Salomé.
FERORAS
1
No insistas con que renuncie a Grafina.
2
Ni doce horas hace que nos casamos.
3
¿Y crees tú que tu poder como hermana
4
puede derogar un legal decreto?
SALOMÉ
5
Pobre ánimo es el que no honra el afecto.
FERORAS
6
Quien honor ansía, descuida la dicha.
SALOMÉ
7
De ambos podrías haber estado, dicha
8
y honor, provisto en la misma medida.
FERORAS
9
No serás tú sino yo quien dirá
10
qué me hace estar feliz o dolorido.
SALOMÉ
11
Ni con belleza ni rango casarse
12
con sangre baja y más bajo designio,
13
una mujer tan llena de defectos…
14
Qué pudo tu ojo, dime, ver en ella.
FERORAS
15
Mi ojo halló ternura, mi oído halló ingenio,
16
para agradar a uno, encantar al otro.
17
Gracia en su ojo, alegría en sus palabras…
18
Niña en apariencia, madre en su hogar.
SALOMÉ
19
Pon, por absurdo… que la viste hermosa.
20
¿No sabes que la belleza es ráfaga,
21
pues, como la flor que hoy crece esplendente
22
durar no puede más allá de un día?
FERORAS
23
Su ingenio la excede.
SALOMÉ
Es bueno y malo,
24
Por ambos lados nos sale el ingenio.
FERORAS
25
La belleza es guardiana de su mente,
26
pone barreras a maledicencias.
SALOMÉ
27
¡Guardiana, nada menos! Pues vigila,
28
más vale, que no cometa maldades.
FERORAS
29
¿Mas de dónde llega el santo Ananel,
30
que hasta aquí sus raudos pasos le traen?
31
¡Gran sacrificante, bien hallado seas!
32
De boca santa no habrá malas nuevas.
Acto tercero: escena segunda
ANANEL
1
Bendicen mis labios las buenas nuevas
2
que miel proclaman para ese oído tuyo.
3
No anunciará muerte este sacerdote.
4
Vengo a hablar de vida. ¡Vida! No miedo.
5
Por las nuevas al cielo saludé
6
y mi agradecida voz llenó el Templo.
7
Pues si aquel luto a mí no me tocó,
8
esta noticia me trae regocijo.
FERORAS
9
¿Ha regresado Herodes de la muerte?
SALOMÉ
10
¿Qué? ¿Traen tus nuevas aliento a mi hermano?
ANANEL
11
Verdad en ambos casos. El rey vive,
12
y recibe tales gracias de César
13
que con más altos honores que nunca
14
le saludará Jerusalén pronto.
15
Ya lo dejo dicho y debo volver
16
para preparar bien los sacrificios.
17
Sabía que su fin, como a mí, os deshizo
18
y ocultar el dolor os mostró sabios.
SALOMÉ
19
¿Puede en verdad expresarse mi alegría?
FERORAS
20
Noticias que ya me van desangrando.
SALOMÉ
21
Hoy Salomé felicidad ostenta.
FERORAS
22
Hoy Feroras en peligro se encuentra.
SALOMÉ
23
Disfrutaré del confort de la vida.
FERORAS
24
Y yo perderé a mi esposa elegida.
SALOMÉ
25
¡Goza, alma, pues Constabaro está muerto!
FERORAS
26
¡Llora, alma, que a Grafina te arrebatan!
SALOMÉ
27
¡Radiad, mejillas, porque Sileo es mío!
FERORAS
28
¡Llorad, ojos, me casan con la niña!
SALOMÉ
29
Cesa tus lamentos. Acepta un trato
30
y lograré que el rey te lo consienta.
31
A tu cargo quedará tu Grafina
32
y ella no estará menos satisfecha.
FERORAS
33
¿Qué trato es ese? Hazme saber. Rápido,
34
que pueda yo tan raudo como mandes
35
ir hasta Ofir a ver qué hierbas crecen
36
o a liderar el saqueo de Tiro.
SALOMÉ
37
No será para tanto. Sólo debes
38
decir al rey que escondió Constabaro
39
a los hijos de Babás, condenados.
40
Que justo esto hizo, no más, Constabaro.
41
Y dile más: yo, por amor a Herodes,
42
sin poder soportar a su enemigo,
43
hice requerimiento de divorcio,
44
sin otra cosa contra Constabaro.
FERORAS
45
Da el cuento por contado. Voy corriendo
46
a despellejar al tipo ante Herodes.
47
Y yo, que siempre estudié la elocuencia,
48
con elocuencia adornaré este cuento.
SALOMÉ
49
Esto será el final de Constabaro.
50
Tendrá más crédito si no es por mí.
51
Pero no va a morir en solitario,
52
que a Mariam no le queda mucho tiempo.
53
¡Celos!… Y, faltando estos, con el miedo
54
seré capaz de terminar con ella.
55
Un error vulgar no alterará a Herodes,
56
que con firmeza se inclina por Mariam.
57
La acusarán de tan horrible crimen
58
que el terror del rey hará del amor odio.
59
Difundiré que desea medrar ella
60
y quiere envenenarle por su puesto.
61
Detesto que viva para ultrajarme,
62
llamarme baja, edomita hambrienta.
63
Fingiendo calma, provoqué su ira
64
y tomaré desquite con ardides.
65
¡Lengua, carga infamias sobre su nombre!
66
¡Quemen sus llantos los ojos de Herodes!
67
Resuelvo antes el favor de Feroras
68
y que lo que me importa lleve a efecto
69
y yo sobre Mariam quedaré muda
70
hasta que alguno su escándalo exponga.
71
¿El nombre de Sileo? ¿Cómo está
72
que en ti llevas enseña del dolor?
SIRVIENTE
73
Con llagas del acero de Constabaro
74
desea veros durante un instante.
SALOMÉ
75
¡Maldición, cae sobre la odiosa espada!
76
¡Maldición, ve sobre el odioso brazo
77
que hirió a Sileo! Mas vuelve a contar
78
tu historia. ¿Sufre una herida mortal?
SIRVIENTE
79
Ni señal de alarma en él aparece
80
ni en sus heridas zona de peligro.
81
Quiere que sepáis que no hay que temer…
82
Aún espera haceros reina de Arabia.
SALOMÉ
83
Mi corazón llevad hasta Sileo.
84
Decid que la llegada de mi hermano
85
no me dejará irme muy lejos de aquí,
86
pero juro verle antes de la noche.
Acto tercero: escena tercera
Mariam y Sohemo.
MARIAM
1
Sohemo, ¿qué serán esas noticias
2
que llora tu ojo y azulan tus mejillas?
SOHEMO
3
No sé cómo llamarlas. Son terribles,
4
cierto, para mí. No para ti, espero.
5
Herodes…
MARIAM
¡Oh! ¿Qué hay de Herodes?
SOHEMO
Que vive.
MARIAM
6
¿Vive? ¿Dónde? ¿En una cueva o bosque?
SOHEMO
7
Vuelve a casa con honor. Le da César
8
honor mayor que nunca diera a Antonio.
MARIAM
9
¡Predice la ruina de mi familia,
10
di que veré nuestra ciudad arder,
11
di que moriré una muerte en desgracia,
12
pero no que Herodes ha regresado!
SOHEMO
13
Ten paciencia, moderación, señora.
14
Su amor por ti pronto resurgirá.
MARIAM
15
¡No me reconciliaré con su amor!
16
Juré yo que repudiaba su cama.
SOHEMO
17
Pues romped el juramento.
MARIAM
Rompo antes
18
mi corazón. ¡Maldito es mi destino!
19
Mas no hablemos de mí… palabras vanas…
20
Odio sentir que vivo cerca de él.
SOHEMO
21
Gran reina, debes darme tu perdón.
22
Sohemo no puede hacer tu voluntad.
23
Si tu orden es que guarde yo silencio,
24
no podré obedecer sin traicionar.
25
Despréciame, búrlate de mi fe,
26
tilda mi obediencia de nadería.
27
Aunque no importe qué dijo Sohemo,
28
con libertad dice él sus pensamientos.
29
Muy pronto, yo me temo, veré a Mariam
30
sufriendo lo que sobre sí se atrajo.
31
Por amor a tus hijos, sé templada.
32
Se gana amor con afabilidad.
MARIAM
33
¿A mi prisión debo volver de nuevo?
34
Ahora veo que fui una gran hipócrita.
35
Hoy yo ya no me quejo por su muerte
36
y odio tenerle aquí antes de la noche.
37
Al creer su muerte, sentí compasión,
38
que porfió entre mi corazón y él.
39
Pero aparto ese velo de mis ojos,
40
odio nuevo surge de feroz traza
41
y en mi ánimo pinta la faz de Herodes
42
con mal color y execrable mirada.
43
Mi desdén es más fuerte que el terror
44
pues el desdén y el miedo no congenian.
45
Podría encadenarle con mi sonrisa,
46
cautivarle con gentiles palabras.
47
Odio engañar con la mirada a nadie
48
O decir cosa más que lo que quiero.
49
Así gasta Salomé vano aliento.
50
Así acuchilla la madre de Herodes.
51
En vano unieron fuerzas infamantes,
52
pues derroté a todos en poco tiempo.
53
¡Mirad qué buen refugio es mi inocencia
54
para los puñales que ellos me arrojan!
55
Contra percances, mi noble defensa,
56
y, ante pesares, se rinde de alivio.
57
Para gobernar en la triple tierra,
58
para salvarme de segura caída,
59
para que reinos adoren mis días,
60
no querría yo hacer mi espíritu impuro.
61
Que no quede sin piedad mi congoja.
62
Mi inocencia es suficiente esperanza.
SOHEMO
63
¡Pobre reina! ¡Si el deseo pudiera
64
poner templanza en este corazón!
65
La libertad de su voz le hará daño
66
y la pondrá en peligros insalvables.
67
A mí también, pues sobre mi cabeza
68
pende el hacha que podría cortarla.
69
Mi desacato, una vez descubierto,
70
me alejará de ella. Así yo muero.
71
Cuando el rey sepa que creímos su muerte
72
tan cierta como ahora vemos su vida
73
y note que sus órdenes desoí
74
por dejar que su noble esposa viva…
75
Más aún, más, di a la mano de Alejandro
76
dignidad real, el poder soberano,
77
como rendí a su mandato la fuerza
78
de la ciudad: la Torre de David…
79
¿Qué otra cosa que vulgar muerte espero
80
ya que yo su crueldad también conozco?
81
Si ignorar la orden de Herodes trae muerte,
82
¿qué traerá hacer lo opuesto a lo que dice?
83
Vida, te entrego yo voluntarioso
84
y creo que mejor no podré yo emplearte.
85
Renuncio a ti por quien más te merece.
86
Prefiero perecer yo a que caiga ella.
87
¡Hasta siempre, reina casta! Bien puedo
88
ver yo sombras y ríos apartarse,
89
el sol quedar fijo… mas, vuelvo espaldas…
90
Nunca vi corazón de más pureza.
91
La majestad de su ojo atemoriza
92
y corta alas de los necios deseos;
93
en su frente está escrita la modestia.
94
Aun así, no amemos, sino admiremos.
95
Y si yo muero, esto contenta mi alma.
96
Mi aliento se gasta en servir a Mariam.
CORO
97
No es bastante para ser buena esposa
98
quedar sin mancha de todo acto impuro,
99
sino que ha ser libre de sospecha.
100
renunciar al poder y al deseo.
101
No es tan glorioso ser libre para ella
102
como a su ser ponerle restricciones.
103
Cuando ella tiene suelo para andar,
104
¿por qué debe caminar sobre un filo?
105
No existe gloria en soportar a solas
106
aquello que echa a perder el honor.
107
Y sí es de agradecer que no se tome
108
libertades que den con éste al traste.
109
Esa esposa atenta contra su fama
110
si a otro que a su marido solo diera
111
una palabra a solas con testigo
112
y, aunque ella con su reputación viva,
113
aun con ser casta, su gloria ella mancha
114
e hiere su honor, aunque sin matarlo.
115
Si a sus maridos ellas mismas se atan,
116
¿no se entregan a sí mismas del todo?
117
¿No entregan su cuerpo, también su mente,
118
la mejor parte guardada aún, para otros?
119
Sí, sus ideas no pueden ya ser suyas.
120
Por esto, solo ellas deben saberlas.
121
Así ella usurpa el derecho que es de otro
122
que quiere ante el mundo hacerse más grande.
123
Y aunque su mente refleje luz pura,
124
su mente, si no es de él solo, no es casta.
125
Pues en esposa no es peor encontrar
126
un vulgar cuerpo que una mente fatua.
127
Y cada mente, aunque libre de maldad,
128
que, por afán de gloria, se destaque,
129
cuando oídos de todos salvo uno llena,
130
poco tiempo a su pureza le queda.
131
De haber Mariam acatado sumisa,
132
libre de temor sería e inocente.
Acto cuarto: escena primera
Entra Herodes y su séquito.
HERODES
1
¡Ave, feliz ciudad, de plenitud,
2
feliz de poder ver tus edificios!
3
¡Más aún en el Templo donde adoramos,
4
más ya que en tus entrañas vive Mariam!
Entra Nuncio.
5
¿Ya llegas? ¿Cómo está mi Mariam? ¿Cómo?
NUNCIO
6
Bien, señor, pronto aquí se encontrará
7
como pedisteis.
HERODES
¡Cubre bien la frente,
8
cirio oscuro del día! Mariam viene.
9
Donde ella brilla, tu luz no hace falta.
10
¡Ven aquí, rara criatura! ¡Acelera!
11
¡Que el día brille más con tu presencia!
12
¡Que tu rostro alegre mi corazón!
13
Hace tiempo que me alejé de Mariam.
14
En tiempos de David nos separamos,
15
tal ansiedad crea el paso de las horas.
16
Dolor, como ocurrió a Josué, me afliges.
17
Mas si estoy con Mariam, el tiempo corre.
18
Hace minutos los días, semanas
19
y meses, las horas pasan rápidas,
20
buscando mi ojo en su rostro prodigios.
21
Ciudad dominante, gracia de Europa,
22
dos veces mi ojo tus calles ha visto
23
y he visto yo el lugar lleno de estatuas
24
que del destrozo salvó la piedad.
25
Vuestras bellezas romanas he visto
26
y muestras que preparan los ediles.
27
Vi la suma que en ti era la excelencia,
28
pero milagro como ella no he visto.
29
De la afamada Livia, amor de César,
30
la señora que gobierna este mundo,
31
vi su belleza que el mundo acredita.
32
Pero, Mariam, Livia no se te iguala.
33
Sed pacientes todavía, ojos míos.
34
Quedaros en los límites marcados.
35
Ese objeto satisfará deseos
36
de los que mucho tiempo se os frenó.
37
¡Cuán sabia Mariam retrasa el instante
38
para que el gozo mi ser no sofoque!
39
Estoy listo. No esperemos ya más.
40
¿Quién va? ¿Es Mariam? ¡Mi feliz destino!
41
Ah, no, es Feroras… ¡Salud, hermano!
42
Debo frenar mi pasión un instante.
Acto cuarto: escena segunda
Herodes, Feroras
FERORAS
1
Salud y paz, mi señor, para vos.
2
Que en próspera fortuna viváis mucho,
3
acorde con César que en Roma impera,
4
con honores que el mundo otorgar pueda.
HERODES
5
¡Bah! Tú no hablas de corazón, hermano.
6
No, tú diste un golpe al amor de Herodes,
7
que no se ha borrado de su memoria,
8
aunque Salomé le movió al perdón.
9
¡Bravo Fasaleo, a ti adiós te digo!
10
Tú eras mi honorable hermano.
11
¡Infeliz cuando te auto-inmolaste,
12
gloria de tu madre, efigie paterna!
13
Si te hubiera solicitado yo
14
que dejases el lecho de una zorra,
15
lo habrías hecho, pero, ya lo veo,
16
no son iguales los del mismo vientre.
17
Tú no hubieras, a la muerte de Herodes,
18
hecho de su entierro hora de tus nupcias.
19
Con clamores, que no aliento de gozo,
20
no las pasaras dulces sino amargas.
FERORAS
21
Manchó, lo sé, el valor de Fasaleo
22
el ruin valor de Feroras, mas mienten…
23
salvo tú… quienes llegan a sostener
24
que él honró nunca a Herodes más que yo.
25
Lo que hice yo mostró el poder de amor.
26
Perdona, por Mariam, error de amor.
HERODES
27
¿Mariam? ¿Dónde está?
FERORAS
Pues no sé yo nada,
28
pero hago uso de su afamado nombre.
29
Culpas más grandes que ésta has perdonado.
30
Pues Constabaro, yendo contra ti,
31
salvó a los hijos de Babás, que viven,
32
aunque le ordenaste que les matara.
HERODES
33
¡Ve, lleva orden de su muerte inmediata!
34
¡Y que el peor miedo sientan los traidores!
35
Hoy Salomé gimoteará por él,
36
mas ciego y sordo soy a ruegos y lloros.
FERORAS
37
Está, de Salomé divorciado,
38
si el amor de ella lo apagó al dejarla.
39
Mas se vio ella por tu amor obligada
40
a dejar a quien a tu rival guarda.
HERODES
41
Pues que mueran. Yo te resarciré,
42
gentil Mariam… es decir, Salomé.
43
Pensar en Mariam roba mi espíritu.
44
No separo su nombre de mi boca.
Acto cuarto: escena tercera
Herodes, Mariam.
HERODES
1
¡Y aquí llega ella por fin! ¡Bien hallada,
2
mi mejor mitad! ¿Qué aflige a mi amada?
3
Olvidas seguro la diferencia
4
entre hábito oscuro y tiempo de gozo.
MARIAM
5
Ajusto, señor, mi hábito a mi mente,
6
donde no encuentro colores dichosos.
HERODES
7
¿Es mi bienvenida? ¿Tanto he esperado
8
para ver a mi amor Mariam molesta?
9
¿Qué causa es la que a tu corazón toca?
10
Oh, habla para que tu dolor yo evite.
11
¿No eres reina de Judea y de Herodes?
12
Sé adalid, sé mi guía soberana.
13
A ser por ti guiado yo aspiraré,
14
pues mi orgullo se encuentra en tu placer.
15
Si es el angosto confín de Judea
16
estricto límite de tu gran mando,
17
yo te corono emperatriz de Arabia,
18
pues tú reinarás, yo ganaré la tierra.
19
Del Santo David tomaré el sepulcro
20
por darte riqueza, si tú la deseas.
21
Tendrás lo que con él hay enterrado
22
y yo por ti dejaré el Templo huero.
MARIAM
23
No estoy falta de poder o riqueza.
24
Tengo suficiente. Más no deseo.
25
Tus ofrendas no brindan paz a mi alma
26
si no torna a vivir mi hermano muerto.
27
Si tú hubieses deseado el bien de Mariam,
28
de haber sido firme tu amor por ella…
29
si tú no la hubieras querido herir…
30
mi hermano y mi abuelo no estarían muertos.
HERODES
31
¿No encuentras el perdón para tu rey?
32
¡Cuánto luché contra esta maldición!
33
Eres por mí amada, por mí adorada,
34
Mas con desdén escuchas mis palabras.
35
Hircano iba a privar a mi cabeza
36
de este honor que hace tiempo que yo porto.
37
En justicia, pues, le condené a muerte
38
para evitar peligros, por temor.
39
Mas yo, por amor de Mariam, lamento
40
la muerte de alguien que lleve su sangre.
41
Yo habría gastado el tesoro de un reino
42
para no expulsar al alma de Hircano.
43
…
44
¡Y cómo amaba yo ese joven noble!
45
¡Que en la infamia eterna quede mi nombre
46
si no lloré yo su corazón de veras!
47
¿No le mostré yo mi sincero amor
48
cuando le repuse en el sacerdocio
49
y por él destituí a otro oficiante,
50
con un solo precedente hasta entonces?
MARIAM
51
Sé que, movido por la persuasión,
52
le hiciste oficiante… y después cadáver.
HERODES
53
¡A no ser que se me crea, no hablaré!
54
Esta insensatez no te va a hacer bien.
55
Bastante apena a Herodes ya pensar
56
que has estado en tal disposición de odio.
57
Mas sonríe, amada Mariam, tú sonríe
58
y yo desterraré esos pensamientos.
MARIAM
59
No sé enmascarar mi cara, ni instruida
60
fue mi faz para disentir de mi alma.
HERODES
61
¡Ofendes! De mi amor no te fíes tanto.
MARIAM
62
No me fío yo de cosa movediza.
HERODES
63
Nada hay tan firme que el dolor no mueva.
MARIAM
64
Es mejor causa ínfima que ninguna.
HERODES
65
Sé tú misma juez si Herodes buscó
66
o entretejió causas para cambiar…
67
Tu mirada muestra sentir más suave.
68
Mi corazón otra vez atarás.
69
¡Cuántas veces por ti reñí a mi madre,
70
falté a mi hermana, reprendí a mi hermano,
71
que a Mariam, dije, ellos tergiversaban!
72
Recela de mí si en esto ves odio.
Acto cuarto: escena cuarta
HERODES
1
¿Qué traes tú aquí?
MAYORDOMO
Una bebida de amor.
2
La reina ordenó que yo os la entregase.
MARIAM
3
¿Eso hice? Se sabrá la odiosa intriga.
4
Mas peor es que los cielos lo permitan.
HERODES
5
¡Confiesa la verdad, vil instrumento
6
de su voluntad torcida! Es veneno.
7
Di la verdad y escapas del castigo
8
que, si no confiesas, sufrirás tú.
MAYORDOMO
9
No sé, pero dudo que sea otra cosa.
10
Hace ya tiempo que la reina os odia.
HERODES
11
¿Conoces la razón?
MAYORDOMO
Señor, supongo…
12
Sohemo contó algo que no gustó.
HERODES
13
¡Oh, cielos! ¿Sohemo un traidor? Que muera.
14
No pares a oírle musitar palabra.
15
¡Maldito villano! ¿Deshonró él
16
un juramento hecho motu proprio?
17
Ya vi yo tu embuste, diablo pintado,
18
blanca encantadora. ¡Puaj! Eres tan sucia
19
que no habrá hisopo que te desinfecte.
20
Bello cuerpo, ocultas alma pérfida.
21
Tu amante Sohemo, encendido de afecto,
22
habiéndome sido leal hasta entonces,
23
confesó, en verdad, que le di instrucción,
24
si yo moría, de sacrificarte.
25
Y tú en negro desquite agazapada
26
crimen a engaño conyugal añades.
MARIAM
27
¿Lo sueño?
HERODES
¡Cielos, ojalá fuera eso!
28
Daré mi reino porque esto sea un sueño.
29
Querría ser yo cualquier mendigo pobre
30
para que mi Mariam falsa no fuese…
31
Fétido centro en tan noble corteza
32
que jamás agració cedro. Oh, tu ojo
33
es cual cielo puro e impura es tu mente,
34
y por ser impura morirá Mariam.
35
¿Por qué amabas a Sohemo?
MARIAM
Pues lo sabe
36
quien dice amarle. Mariam no lo dice.
HERODES
37
¿No expulsa la impudicia los carbones
38
que por tu amor en mi pecho achicharran?
39
Tan claro como el agua, la negación
40
hace tu falsedad mucho más grave.
41
¿Te has contemplado y puedes tú manchar
42
tan rara perfección? Porque yo te amo,
43
te odio intensamente. Si fueses fea,
44
serías maravilla de Judea,
45
pero no es así. El infierno se esconde
46
bajo noble aspecto. Su fueras casta,
47
derribar, exaltar, prohibir podrías,
48
engañar a la Fortuna cambiante.
49
Si hubieras tramado el final de Herodes,
50
para así nombrar a tu hijo monarca,
51
sería esta acción la mitad de grave,
52
pero Mariam está ahora deshonrada.
53
Gran obra de naturaleza mancillada,
54
embreada de lobreguez, tu fin llega…
55
No vivirás, diablo, para engañar
56
con divina traza, como conmigo.
57
Con todo debo amarte, aunque estés muerta,
58
y morirás a pesar del amor.
59
Pues ni mi amor prolongará tu aliento
60
ni mi aliento de amor podrá sanarte.
61
Pude haber visto falsedad en tu rostro.
62
¿Cómo hiciste tus ojos como estrellas
63
si no robando? Sucia cosa el robo.
64
No lo supo Herodes, que no era sabio.
65
Pues soy necio, nada más, un gran necio.
66
Mi sapiencia tiempo ha que vaga errante.
67
Tu rostro, al verlo, engrilletó mi ingenio,
68
vendí mi opinión en pos de placer.
69
¡Devuelve el corazón, criatura falsa!
70
Que no apaguen al mío con el tuyo.
71
No puedes retenerlo tanto tiempo,
72
te marco con nombre de usurpadora.
Entra Mayordomo.
73
¿Enviaste a Sohemo directo a la muerte?
MAYORDOMO
74
Lo hice, señor.
HERODES
Que la guardia real venga
75
y lo mismo haga con Mariam. Ofende
76
quien perdona el mal y castiga el bien.
77
Llevadla hacia su muerte. ¡Quietos, quietos!
78
¿Qué iba a hacer, dejando al mundo de luz,
79
sumir al pueblo en la noche enlodada,
80
negrura que nunca al blanco se opuso?
81
¡Oh! ¿Dónde la lleváis?
SOLDADO
Vos ordenasteis
82
que la conduzcamos hacia la muerte.
HERODES
83
No, no dije eso. Herodes no es loco.
84
¿Por qué hacerle sentir filo de la espada?
85
Oh, retorna a mi corazón la pena
86
y me deshace. Amor y odio en mí luchan
87
y amor ganó de mí la mejor parte.
88
Pero ahora el odio conquista al afecto.
89
Con que, lleváosla… Hebreo, ¿por qué
90
atrapas cual león al bello cordero
91
del rebaño? No va a morir, no debe.
92
Harto miserable soy yo sin ella
93
y más con ella que nadie. ¡Lleváosla!
94
Pero a la prisión, no a la muerte.
95
¿Ya se fue por fin? ¡Esperad, villanos!
96
Ella daba al soberano su aliento.
97
Bien, que se vaya. Pero que no muera.
98
No puedo creer que quisiera dañarme,
99
pero en verdad vivió muy temeraria
100
y por ello nunca será libre.
Acto cuarto: Escena 5
Mayordomo
MAYORDOMO
1
Sucio canalla, ¿puede tu alma negra
2
dejarte oír maledicencia infundada
3
y que tu lengua ese rumor no pare
4
que injustamente la lleva a la tumba?
5
¡Oh, Salomé, tú misma te pagaste
6
los favores que tú me has entregado!
7
Por tu causa he traicionado a la reina.
8
Ganaste mi ser para esta vileza.
9
¡Maldito soy! Mi lengua no fue dada
10
para imputar a inocentes, mintiendo,
11
para ser odioso apero del mal,
12
a la tierra mayor gloria robar.
13
El cielo llora, mi pecado asciende…
14
Hecho más negro no se ha visto nunca…
15
Y allá se sienta un ángel escribano
16
que en hojas de latón todo registra.
17
¡Cuánto tiemblo de miedo! Aquitofel,
18
tú te libraste de la vergüenza.
19
Y mi alma sabe que no hiciste bien.
20
Todos siguen a alguien. Y yo a ti.
Acto cuarto: escena sexta.
CONSTABARO, los HIJOS de Babás y su guardia.
CONSTABARO
1
Último paso en ruta hacia la muerte.
2
No lo tendremos que cruzar dos veces.
3
Pero resueltos rindamos las vidas.
4
La muerte es escala que lleva al cielo.
HIJO PRIMERO
5
Dispuesto, yo me encuentro resignado
6
pero me duele con pena indecible
7
que a nuestra muerte acompañe la tuya.
8
Nuestra amistad te ha costado muy cara.
CONSTABARO
9
¿Aun injurias el nombre del amigo?
10
Pues no lo llames tú más amistad
11
sino innoble tráfico de favores
12
en que deudas solo deben pagarse.
13
Podría darte otros superfluos cumplidos,
14
esto decir yo por tus ceremonias:
15
Yo prendí fuego que hizo arder tu casa.
16
Solo es por mí que ella os ha traicionado.
17
Si no ansiara mi fin esa malvada,
18
vosotros no habríais sufrido su odio.
19
Nunca ofendisteis a su mente odiosa
20
ni vuestra muerte vía da a sus nupcias.
21
Aunque, amigos, no hubieseis nacido,
22
habría hecho ella alguna otra sutileza
23
que, aun sin culpa, mi vida destrozase.
24
Dicho está que morís por mí vosotros
25
y yo, débilmente, lamentar debo
26
que cumpláis tal deber. Mueren amigos
27
solo para salvarse el uno al otro
28
sin que fuerte apuro deba forzarles.
29
¡Hasta siempre, ciudad noble! Más nunca
30
veré brillar tu espléndida belleza.
31
Hasta siempre, brava estirpe judía,
32
nunca para criatura femenina.
33
¡Cuadrilla descarriada, sois malditas!
34
A una sola gracia quisisteis dar
35
y por vuestra mano Mariam caerá.
36
¡Os agrada ultrajar a la inocencia,
37
fuisteis creadas para maldición humana,
38
tigresas, leonas, osas hambrientas,
39
llorosas hienas matadoras! Pero
40
peores. Éstas fingen llanto en la caza,
41
vosotras (¡seres contrarios al bien!),
42
sentís ávida sed de sangre humana.
43
Se os echó, ángeles soberbios, del cielo,
44
aunque apariencia angélica tenéis,
45
pero no es ninguna hermosa por dentro
46
pues vuestro orgullo crece ajeno al cielo.
47
Como nuestro desliz requirió azote,
48
se os dejó ocupar sitio en esta tierra.
49
Ya que no esperamos otro diluvio,
50
seréis las substitutas del segundo.
51
¡Vanas! ¡Incitadoras de altercados!
52
Hoy amáis y nunca por otra causa
53
que porque ayer odiasteis hondamente.
54
Del orden desgracia, de la ley brechas.
55
La buena es fatua, bruta, baja y obscena.
56
La mala infiel, zorra, sicaria, altiva.
57
Salomé se haya en el segundo tramo
58
donde entre todas despunta ella sola.
59
Yo la inepcia de los hombres lamento,
60
que, ovejil, os valida la soberbia.
61
Mejor que cesara la raza humana
62
que verse por maldad multiplicada.
63
El anatema de Cam os fue dado,
64
pues al Paraíso hicisteis ofensa.
65
¿No sufrimos castigo de los cielos
66
por plegarnos a vosotras cual siervos?
67
No sois constantes sino para el mal.
68
No estáis dotadas salvo para el mal.
69
Más nada amáis que vuestra voluntad.
70
Lanzo sobre todas mi impugnación.
71
Poco bien hacéis, mucho mal traéis.
72
Peores siempre que el hombre, quizá diablos.
SEGUNDO HIJO
73
A la muerte. ¿No es esto bendición?
74
Morir nos librará de estas criaturas,
75
falsas, hurdidoras y agitadoras.
76
Y juro: si hubiese opción de vivir,
77
haría siempre vida de soltero,
78
nunca iría con hembra diabólica.
Acto cuarto: escena séptima
Herodes, Salomé.
HERODES
1
Mariam morirá. ¿“Morirá”, dices? Sí.
2
Pero ¿cómo? ¿cómo hacerlo? Es duro
3
hallar la manera de asesinarla.
4
Por esto, he resuelto que la perdonen.
SALOMÉ
5
¿Por qué? Que la decapiten.
HERODES
Bien dicho.
6
¿Crees que el acero es atroz como tú?
7
Su piel resiste el filo del alfanje,
8
quizás de tu intento nos lamentemos.
9
¿Y si los fieros árabes descubren
10
que este pobre país está desarmado?
11
Los nuestros dirán mientras reclutamos
12
que el cuerpo de ella afila los alfanjes.
13
¡Cuídate de esto! Buena baza juegas
14
si de armas despojas a nuestra tierra.
SALOMÉ
15
Ahoguémosla.
HERODES
Sutil estratagema.
16
Revertirá el río daño semejante,
17
pero no hará quebranto a su belleza
18
y tal malicia tornará de vuelta
19
hasta que ni una gota de agua se halle
20
en todo el suelo fértil de Judea.
SALOMÉ
21
Que la consuma el fuego.
HERODES
No valdrá.
22
Ella crea la llama que en mí penetra.
23
No matará la llama a quien la nutre.
24
Hermosa Mariam… tan nobles virtudes…
SALOMÉ
25
Que viva. Poco me importa.
HERODES
No. ¡Muere!
26
¿Mas puedo vivir sin ella?
SALOMÉ
¿Lo dudas?
HERODES
27
No dudo: no podré. Te ruego, prueba.
28
He hecho intentos, pero no lo consigo.
SALOMÉ
29
¿Cómo te lo pruebo?
HERODES
Haz que mi amor muera.
30
Si no sé yo vivir sin contemplarla,
31
tú sabrás hacer que otra vez respire
32
o desharás tú mi confort del todo.
SALOMÉ
33
Oh, sí. Lo juro.
HERODES
¿Cómo? ¿Así se marcha?
34
¿Se va a pedir que se destruya el mundo?
35
¿Está su corazón hecho de piedra?
36
¡A tal extremo la cruel mujer llega!
37
Ya ha regresado. ¿Lo llevaste a cabo?
38
¿Es posible tan raudamente enviar
39
el alma de un ser a apagar el sol
40
o que en el cielo se borre la luna?
SALOMÉ
41
Si la luna y el sol son Mariam, se puede,
42
pues ya he promulgado yo este mandato.
HERODES
43
¿Y no viste su mejilla?
SALOMÉ
Mil veces.
HERODES
44
¿Pero la apreciaste también?
SALOMÉ
Muy bien.
HERODES
45
¿Cómo es?
SALOMÉ
Como un matojo que cal suelta
46
en el alma y cuya agudeza no brilla.
HERODES
47
Ordena que no muera. ¿Un matojo?
48
Ya veo que en verdad bien no te fijaste.
SALOMÉ
49
Es muy hermosa, mas no va a sonrojarse,
50
aunque el deshonor enlode su frente.
HERODES
51
Pues que muera. Eso de veras es cierto,
52
sangrará Mariam por su propia culpa.
SALOMÉ
53
¿Qué culpa?
HERODES
¿Qué culpa? ¿Y tú preguntas?...
54
Si tú no sabes, yo no sé tampoco.
55
Tu tarea es que vuelva de la muerte.
56
Me alegra que se la sepa inocente,
57
pues de su frente cuelga la guedeja
58
cuyo fino cabello amarra fuerte
59
amores de reyes. La que fue en Grecia
60
Helena, ruina de Troya, así no era.
SALOMÉ
61
Verdad es. Porque va echando las redes
62
para atrapar a quienes no la esquivan.
63
Digámoslo, ya que Herodes olvida
64
que el vellón de Mariam oculta engaño.
HERODES
65
¡Oh! ¿Eso hace? Bien, buena vista tienes.
66
Por cierto, yo pensé que eran cabellos.
67
¿Redes dices? ¡Señor, cómo destacan!
68
Nunca vi red que tan hermosa fuese.
69
¿La has escuchado hablar?
SALOMÉ
Bien que lo sabes.
HERODES
70
¿Y no te asombrabas?
SALOMÉ
No, ni un ápice.
HERODES
71
Pues no sería ella. Salvaré su vida
72
ya que su ingenio al mundo entero admira.
SALOMÉ
73
Lenguaje hermoso habla ella, pero adentro
74
su alma es falsa, como polvos de cara,
75
su lengua admira al pecador devoto
76
y para hacerte mal es instrumento.
HERODES
77
Bien puede ser. No. Es. Es impúdica.
78
Su boca se abre al oído de un extraño.
79
Pues que su matarife se apresure,
80
no sea que ésta le encante con palabras.
81
Que sea sordo, no sea que se apodere
82
del que debe liberar su espíritu.
83
Pero ¿de qué sirve esto si tiene ojos?
84
El verdugo debe ser sordo y ciego.
85
Pues si ve, tendrá que ver las estrellas
86
luciendo a cada lado de su rostro,
87
cuyo dulce aire cesa toda guerra
88
donde a preciosa alma debe dar caza.
89
Sus ojos hablan… y su hablar conmueve.
90
Toma mi reverente corazón
91
mandatos del mundo. Un amor mezquino
92
dicen, puede hacer siervos de nosotros.
93
¿Dejo morir al modelo del cielo,
94
como su retrato pequeño creada?
95
Estrellas sus ojos, cielo su frente,
96
ella es el cielo y es tan fiel como el cielo.
SALOMÉ
97
Tu mente yerra adulando a la reina.
98
Verás sus ojos de ébano y dirás
99
que son extrañas estrellas de arena.
100
Habla con más juicio, menos de Mariam.
HERODES
101
Se te tiene por mujer bondadosa,
102
mas tan distinta en forma eres de Mariam
103
que, si cerca de ella tú te colocas,
104
por simia te he tomado yo a menudo.
105
¡Y hablas tú de belleza! Puedes irte.
106
Moro ennegrecido eres a su lado.
107
Tus pinturas no igualan sus elogios,
108
su ser es tan rico, el tuyo tan pobre.
109
No la toque la muerte, pues si muere,
110
¿qué haremos si se corta su aliento?
111
No puede el mundo comprar otra Mariam.
112
¿Qué haces ahí? ¡Da contraorden de su muerte!
SALOMÉ
113
¿No recuerdas entonces qué ha pasado?
114
¿Su amor y el de Sohemo ya has olvidado?
115
Buenos estamos. Será ésta la última
116
culpa enmendada, aunque, con eso, no te ame.
HERODES
117
¡Dios, es cierto! ¡Sohemo! ¡Tierra y cielo!
118
¿Por qué conspiráis para maldecirme
119
dándome pruebas de afecto dispares?
120
Ella demuestra lo mejor y lo peor.
121
Su ser fue tal que a aquel rey cantador,
122
el Santo David, de ver su belleza,
123
no usara el hitita aguijón mortal,
124
ni fuera nunca reina Betsabé.
125
Si su hijo, el más que sabio Salomón,
126
que fue conocido por inconstante,
127
la hubiera visto, se hubiera rehecho.
128
Nadie con ella infidelidad ansía.
129
De ver Ahasvero la faz de Mariam,
130
sola la humilde Esther habría errado.
131
Su linda virtud habría sucumbido
132
con Mariam montada en el trono persa.
133
¿Pero qué importa? Pues si lo pensamos,
134
es falsa, palpablemente engreída.
135
No está hecha más que para tirar cebos
136
que a infelices para la ruina entrenen.
137
Yo, desdichado soy, que fui entrenado
138
para eterno cautiverio. He de verla.
139
Creo que podré dilucidar si finge.
140
¿Ingenio de mujer ciega mis ojos?
141
Mis ojos una vez más la verán
142
antes de que se la lleve el verdugo.
143
¿Podremos despedirnos, dulce mía,
144
sin que pueda tomar mi último adiós?
SALOMÉ
145
Eso mismo y salvarla todo es uno.
146
Comprobaré su muerte. Está fijado,
147
nunca volverá a traicionar sus votos.
148
Sohemo y Josefo muertos están ambos.
HERODES
149
No vivirá, ni veré yo su rostro.
150
Herida que sana, sangra si vuelve.
151
Con Josefo recuerdo la vergüenza.
152
Afrenta seguida de oprobio es esto.
153
¡Que a mi mente no hubiese regresado
154
¡Malhadada Ate, fuiste solo tú,
155
tú quien puso este pensamiento en mí!
156
¡Fuera, negra atormentadora, fuera!
157
Si no hubieras emasculado a Herodes,
158
de su inocencia no habría él dudado,
159
pues la tendría en su corazón por pura.
SALOMÉ
160
Te dejo rumiar tus delirios. No es hora
161
para mí de eximirme aunque sin culpa.
HERODES
162
¡Que la ruina te lleve! Has hecho mi alma
163
vengativa. Tan humillado estoy
164
que creo que no siento bien yo la pena
165
aunque odioso horror tira de mi pecho.
166
Mi cabeza desfallece. Me marcho
167
a intentar dormir durante este duelo.
Acto cuarto: escena octava
Mariam.
MARIAM
1
¿Soy yo Mariam, quien tanto presupuso
2
que salvaría su vida su belleza?
3
Sí, yo fui quien pensó que tal belleza
4
mi destrucción podría revocar.
5
Hoy la Muerte muestra que palidecen
6
por igual rosada y fosca mejilla
7
y expira el ojo cuyo brillo esplende
8
si luces mezquinas sobre él se arrojan.
9
De no haberme confiado yo hice,
10
ni conjura ni enemigo exterior
11
hubieran gastado jamás su amor
12
ni arrancado mi imagen de su ser.
13
La viciosa reina que no amó nunca,
14
Cleopatra falsa, ávida de prebendas,
15
con levedad quiso, si bien en vano,
16
conseguir para ella el amor de Herodes.
17
Su acicate, su engaño cortesano,
18
sonrisas, favores, suave impostura
19
no me echaron de la mente de Herodes,
20
pues menos aún que nimias para él fueron.
21
Esa cara y ese ser que ha poco en Asia
22
por bella diosa, reina en Pafos, toman
23
esa cara que aprisionó al gran Julio,
24
esa cara que ruina fue de Antonio,
25
la que debía ser la honra de Egipto,
26
la que el mundo estimaba por extraña
27
odió, desdeñó y desatendió Herodes
28
cuando la comparó con la de Mariam.
29
Por eso imprudente me torcí yo
30
y poniendo incluso en juego mi vida,
31
pues pensé (sin pensarlo en verdad bien)
32
que Herodes su amor no retiraría.
33
Mas hoy, aunque a destiempo, veo claro
34
que así ha sido y que no habría sido nunca
35
si de humildad estuviese dotada.
36
Tan sabia como hermosa yo no fui.
37
Pensé que, porque me sabía casta,
38
con tener virtud de mujer bastaba.
39
Para gloria nuestra puede erigirse
40
mente donde humildad y castidad
41
marchen mano a mano con igualdad.
42
Mas a una, solo una, ¿quién le echa cuenta?
43
Y una tuve yo. Mas es gozo mío
44
que era yo inocente, si bien amarga.
45
Por eso, pueden destrozar mi vida.
46
Mi alma, en cambio, es libre de su poder.
47
Príncipes, de alto poder y linaje,
48
¡seáis quien seáis!... pues yo no os envidio el rango…
49
Del polvo es vuestra casta, en tierra queda.
50
Con Sarah en el cielo se sienta Mariam.
DORIS
51
¿Qué cielo? Tu belleza allá no lleva.
52
Tu alma está negra, sucia de pecado.
53
Adúltera nueve años has vivido
54
y no entrará el adulterio en el cielo.
MARIAM
55
¿Quién eres tú que a Mariam atormentas?
56
¿Un espíritu presto a exasperarme?
57
¿Quién da por cierto que Mariam es falsa?
58
Si es hermosa, así es también ella casta.
DORIS
59
Soy Doris, la que fue una vez amada
60
por Herodes… su legítima esposa.
61
Fuiste tú la que me echó de su lado
62
y quien robó la gloria de mi vida.
MARIAM
63
¿Fue eso adulterio? ¿No dijo Moisés
64
que el que, casado, mortalmente odiara
65
podría deshacerse de su esposa
66
y tomar más querida compañera?
DORIS
67
¿Por qué me odiaba? ¿Por mi lealtad solo?
68
¿Por darle hijos? ¿Por mi amor por él?
69
¿Por mi juventud, holgura o linaje?
70
¿Porque mi honor no tenía mancha alguna?
71
Oh, dime, Mariam, dime si lo sabes,
72
¿cuál de estas faltas me hizo su enemiga?
73
Tres veces tres años llevo implorando
74
con las rodillas clavadas en el suelo,
75
deseándote a ti el poso de esa copa…
76
copa guardada para pecadores…
77
y hoy vas a beberla. Mi maldición
78
sobre ti todo este tiempo pendió
79
y ahora más daño aún traerá a tus retoños.
MARIAM
80
¡Oh, Doris, ante ti estoy de rodillas!
81
Quien no se inclinó ante ti se inclina ahora.
82
¡Mis niños no! Que te sea suficiente
83
el castigo que el cielo me reserve.
84
Por ti ya muere Mariam inocente.
DORIS
85
Aunque tuviese diez mil lenguas yo,
86
cada una llena de hiel y de bilis,
87
no podría vengarme de los agravios
88
aunque empeñase a todas en hundirte.
89
¡Tú, que tornaste el Monte Gerizim
90
en sitio donde maldecir con causa!
91
¡Extiende tu cruel brazo! ¡Que tu mano
92
hostigue a la madre, más a los niños!
93
¡Echa fuego sobre testas innobles
94
gestadas en ilegítimos lechos!
95
Pero que vivan, que sientan y sepan
96
qué es hallarse en la miseria absoluta.
97
¡Sé azote de sus buenos amigos!
98
¡Que el desprecio suspicaz les persiga!
99
Mariam, espero yo que este hijo mío
100
un día traiga la muerte del tuyo.
MARIAM
101
¡Que lo pare el cielo! Y que vea el mundo
102
que tu maldición se vuelva en tu contra.
103
¡Adiós, adiós, tierra! Aunque aún soy joven,
104
mucho tiempo llevo ya pisándote.
CORO
105
La acción más justa en esta vida humana
106
es dejar una injuria sin venganza.
107
Pues el que sin gran disputa perdona
108
se ganará el corazón del rival.
109
Y es, de seguro, más firme conquista
110
ganar corazón que cortar cabeza.
111
Si un enemigo valiente encontramos,
112
es noble rendirse ante su valía.
113
Si de vil materia está hecha su mente,
114
honor no da venganza sobre éste.
115
¿Quién puede destruir valioso coraje?
116
¿Quién forcejea con rival avieso?
117
Queremos corazones que no ceden.
118
Y porque no ceden, pobres se quedan.
119
Al gran corazón poco cuesta todo.
120
Pero el león más débil más fuerte ruge.
121
La verdad instruida sabe esto bien.
122
La largueza de mente inclina a esto.
123
El corazón muestra qué desdeñar:
124
la demora en cumplir con el deber,
125
la recompensa por lo que aportamos,
126
la mentira, el deseo de hacer el mal,
127
guardar rencor, como si fuera esclavo
128
atar al corazón que nació libre.
129
Si por males queremos la venganza,
130
que ésta sea de noble clase entonces.
131
¿Sensato es salvar su cuerpo del odio
132
y dejar al odio nublar la mente?
133
¿Qué mayor venganza puede existir
134
que ser más compasivos que el rival?
135
Si hubiera pagado Mariam su deuda,
136
habría amado intensamente a Herodes,
137
no estaría atrapada por su pasión.
138
Pensar más allá de nuestras injurias
139
es virtud. De ser ella así virtuosa,
140
habría gozado una vida afamada.
Acto quinto: Escena primera
Nuncio.
NUNCIO
1
¿Cuándo, amigo, yo ofendí de tal forma
2
a tu divinidad que hoy por penitencia
3
me haces hoy relator de tu final…
4
del fin de lo bello, casto e ingenioso?
5
¿No había algún otro más desgraciado
6
que yo, infeliz entre los infelices?
7
Parezco portador de malas nuevas.
8
No nuevas para el rey. Si fueran nuevas,
9
no serían nunca desafortunadas.
10
Espero poder llegar y decirle
11
que ha caído su esposa sin tener culpa.
12
Aquí llega. Tu Mariam te saluda.
Entra Herodes.
HERODES
13
¿Vive mi Mariam? ¡Gozo sin límites!
14
No morirá.
NUNCIO
Esto te niega el cielo.
HERODES
15
¡No extingas mi vida con tus palabras!
16
No traigas, ruego, cuentos sobre muerte.
17
Tu ojo dice muchísimo, aunque no hables.
18
Que lo que ahora digas traiga mi muerte.
19
La muerte es bienvenida para el reo.
NUNCIO
20
Fui yo con una tropa de testigos
21
a verla en la cima sólo una vez,
22
a ver si la muerte osaba abatirla,
23
a ver al fénix que eclipsa posarse.
24
Llegando al lugar, vi que caminaba
25
Mariam sublime sin amilanarse.
26
Su semblante a todos mantuvo en vilo,
27
mas con dulzura sufría su sino.
HERODES
28
Usurpas mi fuero. Mi lengua se hizo
29
para instrumento de elogio de Mariam.
30
Pero sigue. Todo elogio es escaso.
31
La lengua no iguala su dulce nombre.
NUNCIO
32
Mas, como vino, encontró ella a Alexandra,
33
quien a su muerte, ¡mi reina! no lloraba,
34
mas bien, apartando a un lado su instinto,
35
lanzó imprecaciones sobre su hija.
HERODES
36
¿No la callaste? ¿Dónde halló palabras
37
para deslucir lo que es luminoso?
38
La lengua sacra no admite epíteto
39
más que “delicia del mundo” para ella.
NUNCIO
40
Dijo que su muerte era buena cosa,
41
que bastante tiempo había ya vivido.
42
Mostró vergüenza por llevar la sangre
43
que hizo algún mal al principesco Herodes.
HERODES
44
¡Infame aduladora! ¡¿Qué vergüenza?!
45
Fue gloria suya ser madre de Mariam.
46
No recordará su nombre la historia.
47
Su nombre suprimiré, no su infamia.
48
¿Qué le respondió su principesca hija?
NUNCIO
49
No dio respuesta, pero parecía
50
como si a aquello diera escasa cuenta,
51
aunque sonrió… obediente y desdeñosa.
HERODES
52
¡Dulce Mariam! Declaro su ser solemne.
53
Pues muchas veces fascinó éste a Herodes.
54
Más.
NUNCIO
Llegó, calmada, con gracia solemne…
55
como si fuese su entrada triunfal…
56
con noble ropaje y alegre rostro.
57
Todos lloraban por ver allá a Mariam.
58
Justo, pues, delante de mí llegó ella,
59
vino a escogerme entre la concurrencia.
60
Pidió que me acercase, usó mi nombre,
61
que, como otras cosas mías, conocía.
HERODES
62
¿Te nombró? ¡Eres feliz entre hombres!
63
¿No amarás tu nombre más todavía?
64
¿Qué melodía de este cisne hermoso
65
deleitó tu oído? Cuenta. Nada omitas.
NUNCIO
66
“Di a mi señor”, dijo ella…
HERODES
¿Me nombró?
67
¿Cierto? Mi vergüenza. Su señor fui.
68
Y si fuese cuerdo, aún yo lo sería.
69
Mas su nombre será por mí adorado.
70
¿Qué más dijo? Cada palabra suya
71
de mi corazón será su alimento.
NUNCIO
72
“Dile que me viste perder aliento”.
HERODES
73
¡Oh, yo deseo revocar la sentencia!
NUNCIO
74
“Si soy culpable, eterna sea mi muerte”.
HERODES
75
Hasta lo hondo de mi ser sé que es casta.
NUNCIO
76
“En tres días, si los deseos reviven,
77
hay uno que me querrá mil veces viva”.
HERODES
78
¿Tres días? Tres horas, minutos, menos.
79
¡Dividid en mil partes un minuto!
80
Tal es mi penitencia por su muerte
81
que exánime jamás yo verla quise.
82
Sigue tu relato.
NUNCIO
Siguió adelante,
83
y, tras decir en silencio su rezo,
84
murió con un expirar placentero
85
y voló su alma divina hasta el cielo.
HERODES
86
¿No queda de su ser rastro seguro?
87
¿Es posible que mi Mariam se muera?
88
¿No hay truco para que otra vez respire?
NUNCIO
89
Su cuerpo y cabeza están separados.
HERODES
90
Pues creo que mediante artes puede hallarse
91
alguna forma de cura. Prodigios
92
logran la inventiva y las almas prestas.
NUNCIO
93
Que vuestra inventiva no vague ociosa.
94
Tan probable será que aquí veamos
95
revivir a nuestro santo Abraham,
96
aunque sepulto lleva dos mil años,
97
como que a Mariam el aliento vuelva.
98
Oíd sobre más inquietantes hechos…
HERODES
99
No puede haber dolor más grande que éste.
100
Este mal me protege de otros miedos.
101
¿Qué debo temer? Mariam se ha marchado.
102
Di pues lo que quieras.
NUNCIO
Aquí llegando
103
de ver morir a Mariam, vi en un árbol
104
a uno con la cuerda atada a su cuello,
105
que usó él para acabar con su vida.
106
En cuanto me vio, giró su cabeza
107
y con voz temblorosa así gritaba:
108
“Ve, di al rey que creyó cosas sin pruebas.
109
Causé yo la injusta muerte de Mariam.”
HERODES
110
¡Que el diablo se lo lleve! Fue el esclavo
111
que dijo que ella quiso con veneno
112
cesar mi vida ansiando mi corona.
113
La calumnia fue perdición de Mariam.
114
¡Oh, perdón, espíritu sin mácula!
115
Será suficiente mi castigo ahora
116
perdido aquello que yo más amaba,
117
que fue siempre ver tu rostro admirable.
118
Tuve yo aquella joya inestimable…
119
una, una que otro rey jamás tuvo…
120
Me maldigo, por esto, por ser cruel.
121
Fue rota por un golpe que di yo.
122
La observaba y no sentí bendición
123
salvo cuando en reposo estaba mi ojo…
124
Espejo bello hecho con noble arte.
125
Diez veces esta corona valía ella
126
y en mi corazón bien guardada estaba.
127
Entrando en cólera yo la hice caer,
128
la deshice después. No fue enemigo
129
quien me la robó, ni huésped de Arabia,
130
ni guía armenio quien así la trató,
131
fue Herodes quien a Herodes malhirió.
132
Maldito yo, mi parte gentil fue ella.
133
¡Mato mi lado bueno, salvo el malo!
134
Pero no está muerta. Tú gastas bromas
135
para que quede perplejo un buen rato.
136
Bueno fue en verdad tenerme así un rato.
137
Veo que está viva. Porque sonríes, creo.
NUNCIO
138
Como fallecido está el santo Abel,
139
créelo, que así tu Mariam está muerta.
HERODES
140
Pues llámala, que venga a mí. Que ahora
141
Lindo ajuar lleve, con gentil adorno,
142
Que ceño no enlute su frente suave.
143
En ella Herodes pone el ser entero.
NUNCIO
144
Vendrá en suntuosos trajes a agradarte
145
si viene ahora con celestial ropaje.
146
Tú mismo, recuérdalo, allá la enviaste
147
y a ti ya nunca podrá ser devuelta.
HERODES
148
Muerta. ¡Que al infierno vayan sus verdugos!
149
Era hermosa. Qué mano. Tan blanca era.
150
Se asemejaba al albor de la nieve.
151
Tan dulce visión no podré ver nunca.
NUNCIO
152
En verdad su mano era rara.
HERODES
Manos.
153
No solo una parte de ella fue hermosa
154
sino tal par son que desde aquí Herodes
155
reta al mundo a que otro par las iguale.
156
¡Salomé, perra! Si hubieras callado,
157
respiraría aquí mismo mi Mariam.
158
Mas, Salomé, sufriste con envidia
159
el verte aventajada por tu sexo.
160
Sobre tu sexo se ha sentado Mariam
161
para elevaros con su real corona,
162
mas, necia, contra ella tú arremetiste
163
y, orgullosa, echas por tierra tu gloria.
164
Su sonrisa… no tanto… su mirada
165
valía lo que cien mil como tú.
166
Judea, ¿cómo a desgraciados atraes
167
que a la más bella de todas te roban?
168
Los que os sentáis en la tierra saqueada
169
donde se ha criado la sin igual Mariam,
170
¿por qué no alzáis las armas contra mí,
171
en pos de esta soberana cabeza?
172
Cuando veáis en Herodes al rey vuestro,
173
dueño del orgullo de Palestina,
174
traed también a vuestro recuerdo este acto:
175
soy yo quien cesa vuestro real linaje.
176
Por sus puras venas corría la sangre
177
que de Sarah su abuela ella heredó,
178
cuya senectud ganó amor de reyes.
179
¡Si su prole pudiera perdurar…!
180
¿Mas se oscurece su ojo con la muerte?
181
No puedo sino pensar que aún brilla.
182
¡Herejía infecta, robar luz tan pura
183
de un templo creado a medida divina!
184
Soy villano que lleva a cabo este acto,
185
acto cruel, pero con la mano de otro.
186
Mi voz la desangró, no fue mi espada,
187
muere tras mi orden la nieta de Hircano…
188
esa Mariam a quien tanto amaba,
189
compañera de mi odiado lecho.
190
¿Por qué brillas, sol, con tan claro aspecto?
191
Vuelvo a decir que Mariam está muerta.
192
No procede llorar si egipcia moza
193
o desaliñada etíope mueren.
194
Esta fue (¿por qué no agacháis la frente?)
195
bella y casta esposa del rey de Judea.
196
¡Niega rayos! ¡Luna, rehúsa tu luz!
197
Que todas las estrellas oscurezcan.
198
Que no distingamos el día y la noche
199
pues muere en su pecho una bien nacida.
200
Los idólatras felices, los griegos,
201
dicen que hay sabios gobernando el orbe,
202
llevando cada uno dentro sus dioses
203
por quienes su justo curso se guía.
204
Mas si así fuese (y no puede ser así),
205
ropas de luto han de llevar encima.
206
Ninguno pondría una luz para mí,
207
que causa fui de la marcha de Mariam.
208
Pues su melancolía saturnina,
209
de furioso denuedo y amarga pauta,
210
se rige igual por lo justo y lo santo
211
y buscan hallar justicia con sangre.
212
Su Jove, si Jove fuese, querría
213
castigar a quien mata a tal muchacha,
214
pues Leda al corazón de él prendió fuego,
215
y ni la mitad de hermosa ella fue.
216
Si Marte creyera a su Venus muerta,
217
no tardaría en rescatarla el Sol,
218
pues, si no puede él renovar su vida,
219
se queda este dios como curandero.
220
Venus rabiaría ante la belleza
221
y Hermes también, pues él le dio su ingenio.
222
La luz lunar de pena gemiría
223
por la muerte pronta de Mariam casta.
224
¡Oh, me engaño! A todos sobrepasaba
225
en cada don, en cada propiedad.
226
Para la eternidad cae su excelencia
227
y estos gozaron por verla morir.
228
Venus de Pafos lloró su desgaste
229
cuando a Mariam prestó tanta belleza.
230
A Mercurio le pasaba en ingenio
231
y Cintia envidió esa lustrosa frente.
232
Mas eso eran fricciones, bien vacías.
233
Los griegos falsedad sueñan y cuentan.
234
Ni ofenden ni defensa pueden darle
235
y no es por ellos que cayó mi Mariam.
236
Si como egipcia hubiera sido, negra,
237
no tan bella, más hubiera vivido.
238
Negra se tornó su enorme belleza
239
y ahogó la fuente de la que ella vino.
240
Su belleza celestial pensar me hizo
241
que no cuadran belleza y castidad.
242
Pero ahora veo que el cielo ligó en ella
243
espíritu y personas trascendentes.
244
Me embozaré yo ahora en noche sin fin,
245
que mis ojos la luz ver ya no puedan.
246
¡Retírate, monstruo vil, peor que aquel
247
que manchó, fratricida, virgen tierra!
248
¡Quédate encerrado en una guarida,
249
que tus lágrimas hagan un diluvio,
250
que riadas al fin te ahoguen… gran día
251
cuando al fin mueras y estés en la tumba!
252
Una roca alguien pondrá en la bóveda,
253
monumento donde habrá una inscripción,
254
y estarán estas palabras escritas:
255
“Yace Herodes, asesino de Mariam”.
Sale.
CORO
256
Quien quiera que observara con firme ojo
257
los eventos de este día señalado…
258
cuántos engañados, cuántos hay muertos
259
que antes pisaban con paso bien firme…
260
de ellos la certeza se alejó toda
261
pues doce horas dieron para engañarles.
262
Esta mañana a Herodes creían muerto
263
y los judíos servían a Mariam,
264
Constabaro se levantó del lecho,
265
y no soñó ni divorcio ni muerte,
266
Feroras gozaba bien de su esposa
267
y los hijos de Babás de sus vidas.
268
Esta noche Herodes continúa vivo.
269
La casta Mariam su aliento ha perdido.
270
Constabaro está divorciado y muerto.
271
La muerte visitó a los dos retoños.
272
Feroras se quedará sin su amor
273
si Salomé no cumple su promesa.
274
Esperaba Herodes hoy con júbilo
275
ver el rostro de su muy amada Mariam
276
y antes de la noche acabó con ella
277
y creyó que ella deshonró su nombre,
278
mas tan poco duran ya los rumores
279
que llora su muerte y la da por casta.
280
Si, sabiamente, hubiese él esperado
281
siempre pudo ordenar a placer muertes,
282
y ahora su poder tanto le ha cegado
283
que sus llantos no restauran su aliento.
284
Ahora, extraño, lunático, delira
285
pues la vida de su Mariam no vuelve.
286
Los eventos de hoy en verdad se ordenaron
287
para advertir a la posteridad,
288
los cambios relatados tantos son,
289
tan admirable, extraña variedad…
290
A este día solo los sabios hebreos
291
escuela de sabiduría llaman.
