Thomas Middleton, A Game at Chess

Una partida de ajédrez





Texto utilizado para esta edición digital:
Middleton, Thomas. Una partida de ajédrez. [A Game at Chess.] Traducción, introducción y notas de Ángel-Luis Pujante. Universidad de Murcia, Cátedra de Teatro, 1983.
Codificación del texto digital para EMOTHE:
  • Tronch Pérez, Jesus
  • Ramírez Sáenz, Elena

Nota a esta edición digital

La Biblioteca Digital EMOTHE agradece a Ángel-Luis Pujante y a la Universidad de Murcia su autorización para reprocuir el texto de esta traducción.

La acentuación se ha modernizado según las normas de la Real Academia Española de 2010. Se ha añadido un guion largo (—) para señalizar más claramente aquellos segmentos de un parlamento que se dicen en aparte.


Dramatis Personae (*)

Rey Negro
El Caballero Negro
El Duque Negro
El Obispo Negro
Los Peones Negros
El Rey Blanco
El Obispo Blanco
Los Peones Blancos
El Obispo Gordo
El Peón del Obispo Gordo
La Reina Negra
El Peón de la Reina Negra
La Reina Blanca
El Peón de la Reina Blanca
Ignacio de Loyola, (En el Exordio)
El Error, (En el Exordio)

(*) Según quedó explicado en la introducción, los Caballeros corresponden a los caballos del ajedrez, los Duques a las torres, y los Obispos a los alfiles; los Peones de las Reinas son personajes femeninos.


PRÓLOGO

1
La obra que ofrecemos esta vez
ha nacido del juego de ajedrez.
Veremos las dos Casas frente a frente,
cada pieza mayor con su sirviente.
Caerán unas, perdidas y atrapadas,
y a otras premiarán por sus jugadas,
hasta que al fin el bando fementido
reciba el jaque mate merecido.
Deleitar esperamos con franqueza
y evitar vuestro jaque a nuestra pieza.


EXORDIO

(Aparece IGNACIO DE LOYOLA, con EL ERROR dormido a sus pies.)

ignacio
2¡Ah! ¿Dónde...? ¿Qué rincón del mundo es éste que no veo el rostro de la intriga ni mi fino olfato encuentra las huellas de mis discípulos, hijos y herederos, ni el rastro de mis planes ni mis institutos? Creía que ya se habían desparramado por el mundo y que habrían oscurecido el suelo y cubierto la faz de la tierra como las langostas de Egipto. Aquí brota mucha luz de los ojos de la verdad y la bondad, aún no violadas. No, aquí no han estado, así que su monarquía aún no es perfecta. He aquí el justo galardón a su larga ingratitud conmigo, su padre y fundador. No hace ni cinco años que fui canonizado por ellos. ¿Dónde dormía mi honor hasta entonces? ¿O acaso iban a olvidarse de canonizar a su próspero fundador? Y cuando lo hicieron no encontraron lugar en todo el santoral para poner mi nombre, que debería haber desplazado a príncipes y arrancado de cuajo a los más eminentes prelados para hacerme un hueco a mi bendita venida. Cualquier pequeño mártir y predicador puede estorbarme: Roque, Mayano y Petronila, curadores de la sarna y la fiebre, vuestra abadesa Aldegunda y Cunegunda, la viuda Marcela y el cura Policarpo, Cecilia y Úrsula. Y mi día cae el veintinueve de febrero, que con el año bisiesto es una vez cada tres años. No había otro sitio para mí. Mirad su amor y conciencia. ¡Arrojarme a mí, un soldado renqueante, a un año bisiesto! Me consume tanto la ira que podría volar sus colegios con la primera sílaba de mi nombre. ¡Arriba, Error, despierta! ¡Levántate, Padre de la Supererogación! Te llama Ignacio de Loyola.

el error
3¿Qué habéis hecho? Podría dormir eternamente en la ignorancia. Me es tan grato el sueño... He soñado con el marco más espléndido para una partida.

ignacio
4¿Partida? ¿Qué partida?

el error
5Una partida de ajedrez, el más noble de los juegos. Será una partida entre nuestro bando y la Casa Blanca. Las piezas ya están en orden y prestas a empezar.

ignacio
6¿Van a intervenir en la partida algunos de mis hijos?

el error
7Sí, el Peón del Obispo Negro y también una hija seglar que hace de Peón de la Reina Negra.

ignacio
8Pues si eres capaz de alguna maniobra magistral, que se vea aquí.

el error
9No es más que un sueño, una visión.

ignacio
10No me importa lo que sea con tal que pueda contemplar a los hijos de mi astucia y vea qué puesto ocupan.

(Música. Entran y se colocan por separado las Casas Blanca y Negra.)

el error
11Deseo cumplido. Ahí están todas las piezas: los Reyes con sus Peones, Reinas, Obispos, Caballeros y Duques.

ignacio
12¿Duques? Hay quien los llama Roques.

el error
13¡Por corrupción! La palabra es le roc, Custode de la Roche, el custodio de la fortaleza. Los dos Reyes depositan en ellos su confianza, que por su lealtad, valentía y excelencia bien merecen esos títulos.

ignacio
14Levantada es la respuesta... Ahí están mi hijo y mi hija.

el error
15Son dos Peones, el del Obispo Negro y el de la Reina Negra.

ignacio
16Los Peones sólo dan muestras de mediocridad y cortas aspiraciones. Indignos son de llamarse discípulos míos. Hubiera estado yo tan cerca y habría degollado a ese Obispo para ocupar su puesto y musitarle a la Reina un cuento de amor que pondría a bailar a su pulso más sereno. No, de ellos no se puede destilar una gota de ingenio ni de sutileza.

el error
17¡Cómo! ¿Acaso queréis enfrentarlos entre sí? Vais a quebrantar las reglas del juego, Ignacio.

ignacio
18¡Bah! Yo no quiero regirme por las reglas, sino regir.

el error
19Pues acabaréis jugando solo.

ignacio
20Haría lo que fuera por ser el único soberano; es raro que el mundo sea regido por uno sólo.

el error
21Disponeos a verlos y observad su juego. Mirad con qué suave deslizamiento se van alejando; como en una danza.

(Salen las dos Casas.)

ignacio
22¡Ah! ¡Qué ansias agitarán mi ánimo hasta que vea la victoria y la derrota de esta gran partida!

(Salen.)

ACTO PRIMERO

ESCENA ÚNICA

(Entran, del lado de la Casa Negra, EL PEÓN DE LA REINA NEGRA, y, del lado de la Casa Blanca, EL PEÓN DE LA REINA BLANCA.)

peón de la reina negra
23Sólo de ver esa cara me crece la piedad. Cuando contemplo tan señalada obra maestra del arte divino, labrada de polvo y cenizas, y pienso que por ser hija de la herejía he de darla por perdida eternamente, me sangra el alma por los ojos.

peón de la reina blanca
24¿Dónde hablaría mejor la verdad que en medio de tanta pena? Lágrimas son lo que veo... ¡Que me pierda si no llora de corazón! ¿Por qué se inquietará por mi paz espiritual si me descarrío y por mucho que abra los ojos yerro el camino que ella recorre a ciegas de tanto ejercicio? ¿Por qué le arranca una lágrima de piedad un error mío en la mejor partida que haya perdido un cristiano? Es un gran acto de caridad y ninguna virtud me atraería más.

peón de la reina negra
25¡Ojalá venza el bien en la contienda! Si la bondad hizo alguna vez una graciosa promesa está en esa mirada. ¡Con qué poco esfuerzo se construiría una memorable fortaleza a la virtud en esa dulce criatura si los cimientos fueran más firmes!

peón de la reina blanca
26Ser firme en todos mis actos ha sido siempre mi mayor orgullo.

peón de la reina negra
27Y también el enemigo que os roba el vigor, os combate y conturba el ánimo en lo más crudo de la batalla. Vuestra firmeza os hace así más débil ante el verdadero conflicto cristiano. He advertido ahí una ardiente chispa primigenia, que acaba de saltar de vuestra ferviente mirada, capaz de destruir a todas las herejías que se hayan dado cita en vuestra alma. (Entra EL PEÓN DEL OBISPO NEGRO: un jesuita.) Aquí viene el que puede convertir esa chispa en llama con su devotísimo aliento. Escuchad, virgen, a aquel cuya sola entrada hace postrarse a los príncipes (las mujeres son vasos más frágiles).

peón de la reina blanca
28Una apuesta figura, por mi penitencia, y el hábito, reverendísimo.

peón de la reina negra
29¿Y el corazón, señora? ¿Y el corazón? Tan manso que, así como se ve retratada a la Caridad con niños en brazos, así él cobija en su pecho, en su amantísimo pecho, a todas sus hijas jóvenes, dóciles, dulces y obedientes. Yo misma soy jesuitisa seglar, como lo son muchas damas ricas y principales. Los jesuitas in voto forman un grupo secundario y entregan su voto al Padre General, que es el Obispo Negro de nuestra Casa, cuyo Peón está encarnado en este caballero, para recibir el hábito del colegio por su santo deseo.

peón de la reina blanca
30¿En qué se ocupan los in voto hasta que reciben el hábito, señora?

peón de la reina negra
31Pues no están ociosos. Todos se afanan en la obra de la monarquía universal, que es a lo que él y sus discípulos aspiran primordialmente. Operan en numerosos palacios y cortes, y entran de la mano de muchos nobles al servicio de grandes príncipes. Unos llegan a ser consejeros de estado, otros secretarios, y todos sirven al Padre General con sus informaciones, como los sacristanes con sus anuncios mortuorios. Así es como se adelantan a las conjuras y se comunican los secretos de estado, y las sospechas suelen recaer sobre los más honrados. Este misterio es muy profundo para vos, y oponerme a vuestro empeño sería una ofensa. La obediencia me refrena el ansia de apresurar vuestro camino de perfección, y por ello os encomiendo al gran artesano, a cuya dignidad acomodo mi sumisión, como a vos mis deseos.

peón del obispo negro
32(Aparte al PEÓN DE LA REINA NEGRA.) ¿Te parece dócil?

peón de la reina negra
33Algo se ha abierto el camino.

(Sale.)

peón del obispo negro
34Dejadme contemplar, dejad que el santo asombro atempere mi acceso para que pueda acercarme suavemente a este santuario de belleza incomparable revestido de gracia y bondad. Nunca he hallado entre las hijas de los hombres un semblante más católico; esos ojos prometen vida célibe y obediencia sumisa. Los dulces renuevos de la juventud, el sagrado rocío de la plegaria reposa sobre esos labios como perla caída sobre la púdica rosa cuando se abren los párpados de la mañana. ¡Con qué hermosura luciría en esas mejillas un dulce ayuno impuesto sin rigor! ¡Con qué encanto devolvería la salud a vuestro infectado entendimiento el fármaco benigno de una leve penitencia que ni en su forma más severa debiera causar mayor cuidado que el que siente una novia al vencer la flaqueza! El candor de un niño no sería tan palmario como vuestro merecimiento, que, por vuestra ignorancia pecadora, me parece más bien virtud mancillada.

peón de la reina blanca
35Me pliego a esa buena obra y seré la hija más humilde de la obediencia, pues veo venir en mi ayuda una fuerza sagrada. Es fácil servir rectamente a la virtud, puesto que es ella a quien siempre serví en mi deseo, aunque delinquiera en mi entendimiento.

peón del obispo negro
36Eso se absuelve fácilmente entre todo lo demás. La virtud a la que ahora servís no os parecerá una dama áspera y cruel. Sus oídos están abiertos a vuestras súplicas y le podéis confiar vuestros pecados más secretos sin ningún temor, que, como los difuntos, nunca volverán al mundo. El destino no lo guardaría con más fidelidad.

peón de la reina blanca
37Para quien tiene culpa podría ser provechoso.

peón del obispo negro
38¿Quién es tan inocente que nunca tenga necesidad de ello de una manera u otra? Si todos los pensamientos así confesados se divulgaran alegremente el aire que respiramos estaría infecto. – (Aparte.) Y ahora, manos a la obra, que es ganar su inclinación; es el uso especial que hacemos de nuestras prácticas en todos los reinos, pues, desvelando sus más recónditas flaquezas, lo que consigamos no se nos podrá ocultar. Es el primer artículo del credo que les enseñamos: sabiendo de qué lado se inclina su ánimo, decidir la mejor manera de acomodarles a nuestros planes. (Al PEÓN.) ¡Hija! Cuanto antes os liberéis de vuestros errores más cerca estaréis de vuestro restablecimiento; debéis abandonarlos. Sentir recato o escrúpulos ante esta buena obra es imitar el encogimiento de quien oculta su llaga, pues el tumor sigue hiriendo las partes repulsivas hasta hacerla incurable. Decidíos, señora. El pensamiento más secreto que corra a esconderse en lo más hondo de vuestra alma debe ser conocido por mí, y, por cierto, más estrechamente que cuando hayáis contado vuestras intimidades a alguna compañera de cama.

peón de la reina blanca
39Ningún temor me aflige por actos pecaminosos cometidos en aquel tiempo oscuro, nobilísima santidad. Confieso que, así como en un templo atestado de fieles algunos están más para nutrirse del objeto humano que para probar el alimento espiritual, así ha sucedido con la asamblea de pensamientos libres, más concurrida aún que tales congregaciones. Yo no podría dar fe de todos con la certeza que da la verdad. Unos han sido errantes, otros necios y otros pecadores, pero todos hallaron siempre triste acogida y pocos estímulos para volver. El celibato que ahora tan firmemente profeso, el cielo me perdone, estuve a punto de abandonarlo.

peón del obispo negro
40¿Así que habéis pasado por el amor?

peón de la reina blanca
41Sí, pero no dejé mancha alguna a mi paso, señor, ni la virgen más pura que vaya a seguir mis huellas encontrará vestigio de infamia.

peón del obispo negro
42Y, ¿cómo es que salisteis intacta?

peón de la reina blanca
43Me libró un suceso inhumano al que la decencia me impide llamar por su nombre.

peón del obispo negro
44¡Qué caridad la vuestra! Cualquier acción, por sórdida que sea, revestida de un lenguaje comedido, tengo el deber de escucharla y preservarla eternamente. ¿Os lo digo? Él demostró no responder a su naturaleza. Una vestal en hábito de oración no habría podido aludir a la emasculación con más recato. Fue el Peón del Obispo Blanco.

peón de la reina blanca
45El mismo, bendito señor.

peón del obispo negro
46Un hereje empedernido.

peón de la reina blanca
47Su adversario, el Peón del Caballero Negro, a quien siempre aborreceré, lo preparó todo con violencia y alevosía.

peón del obispo negro
48Fue la menos viril de las venganzas que haya emprendido rival alguno. Una villanía de la que nunca le absolveré por consideración a vos.

peón de la reina blanca
49Tanto rigor no deseo.

peón del obispo negro
50Debe sentirlo en su alma. Nunca he dado mi absolución a semejante crimen contra la virilidad. Parece, pues, que le rechazasteis por defecto, así que no estáis limpia del deseo de matrimonio que tienen otras mujeres. Perdonad mi atrevimiento si cierno vuestra bondad hasta el último grano.

peón de la reina blanca
51Venero vuestro afán, señor, y debo reconocer que más que por el deseo me dejé llevar por la costumbre de disfrutar de lo que otras mujeres reclaman y poseen, pues mis deseos residen en la ignorancia y nunca querré saber que una costumbre necia puede sacarlos de ella.

peón del obispo negro
52(Aparte.) Nunca he estado tan prendado, y ahora me amenaza su entendimiento. ¡Qué fuerza irradia! (Al PEÓN.) Voy a interrogaros más a fondo. Cuando habéis visto un modelo de hombre, dotado por el cielo de la apostura de un gran príncipe y el amor de un reino, tan perfecto que la envidia no hallaría donde mancillar su persona o su fama; entonces, digo, ¿no habéis sentido que la ambición hincha vuestro deseo? ¿Y que el deseo gobierna vuestro ánimo?

peón de la reina blanca
53¡Nunca, por la virtud! En la excelencia de la criatura sólo he admirado la gloria del Hacedor.

peón del obispo negro
54(Aparte.) ¡Es inexpugnable! El segundo asedio no será tan insulso. Ella es una de ésas que debe ser informada del deber de una hija, que otras aprenden sin maestro; su recato la deja muy atrás. Recurriré a mi viejo expediente. Sí, eso es. (Le entrega un libro.) Os ruego que leáis este pequeño tratado de obediencia; os será muy provechoso.

peón de la reina blanca
55Señor, es una virtud que siempre he considerado con especial veneración.

peón del obispo negro
56Por él podréis concebir mi poder y vuestro deber.

peón de la reina blanca
57Mi conocimiento de ambos será muy valioso, señor.

(Entra EL PEÓN DEL OBISPO BLANCO.)

peón del obispo blanco
58¿Qué hace ese enturbiador de aguas cristianas tan cerca de ese bendito manantial? Si no supiera que su bondad es la roca de donde brotan las aguas, inexorables como el destino, me afligiría más de lo que haya penado por ella. Mientras sea fiel a la Casa a la que pertenece, a la pureza de la causa, a la excelencia de nuestro bando, mis sufrimientos son sacrificios que ofrezco a su virtud y dignidad, y, aunque impedido, en mi gozo espiritual soy su esposo y la poseo.

(Entra EL PEÓN DEL CABALLERO NEGRO.)

peón del obispo negro
59Mirad, señora, a los dos enemigos inhumanos: el Peón del Caballero Negro y el del Obispo Blanco, el castrador y el castrado.

peón de la reina blanca
60Mi odio y mi pena.

peón del caballero negro
61(Aparte.) ¡Cómo! ¿En manos del jesuita? Mis partes contra una pluma de loro a que no sale virgen; es imposible. Cualquiera apostaría lo que fuera a que antes se libra del infierno un usurero que ella del jesuita. He sido culpable de tan vil maldad que recordarlo me remuerde la conciencia, y cuando voy a recoger el fruto no hallo otro árbol que la sabina, harto frecuente en los huertos de los conventos, que si la plantan es más bien para que destruya el fruto. Voy a salir de dudas. (Al PEÓN DE LA REINA BLANCA.) ¡Nobilísima virgen!

peón de la reina blanca
62¡Innoble villano! ¿Cómo se atreve tu sacrílega lengua a proferir tan graciosa palabra? ¿Qué significa para ti nobleza? ¿O castidad virginal? No te dicen nada. Tú habla de violencias que avergüenzan a la naturaleza, de actos que ruborizarían a la noche, que eso es lo tuyo. ¿Cómo tienes la desvergüenza de cortejarme con esa lepra tuya que podría infectar hasta los muros de un gran edificio?

peón del obispo negro
63Guardaos, hijo de la ofensa, y dejad que vuestros ojos vean vuestro mal. Mejor os sentaría un hábito de penitente, un sayo de arpillera.

peón del caballero negro
64Y a vos mejor una casaca de tres libras que el alba y la casulla epicena. –(Aparte.) Este curilla sabe nadar y guardar la ropa. El remordimiento es cada vez mayor...– ¡Peón blanco! Si tus sentimientos admiten la reconciliación, impón tus propias condiciones, que esta carga ya empieza a pesarme demasiado.

peón del obispo blanco
65(Aparte.) No hay que fiarse de ninguna declaración de paz y sinceridad que haga la Casa Negra, pero con la esperanza del desquite y prevenido por la sospecha quizá le capture en seguida. (Al PEÓN DEL CABALLERO NEGRO.) Vamos a parlamentar.

peón del caballero negro
66Vuestra nobleza ha añadido la confusión a mis merecimientos.

(Salen EL PEÓN DEL OBISPO BLANCO y EL PEÓN DEL CABALLERO NEGRO.)

peón del obispo negro
67Ese tratado os instruirá debidamente.

(Entra EL CABALLERO NEGRO.)

caballero negro
68(Aparte.) Vaya, vaya. Veo que el asunto de la monarquía universal sigue adelante; el gran puchero de los colegios, que siempre debe estar bullendo con la leña de todas las informaciones provenientes de los reinos cristianos. ¿Es este tipo nuestro principal incendiario? ¿Uno de aquéllos que hace siete años nos prometieron la incorporación del Reino Blanco a nuestra Casa Negra? Pues echadle una hija nueva y se le para la magna obra; no atiende ni a monarquía ni a jerarquía eclesiástica (el principado divino). Yo he presumido menos, pero he hecho más que toda la Compañía junta, incluidos los Asistentes, con el Padre General y todo. Y lo que he hecho lo he hecho donosamente, con galana sutileza y hechizante cortesanía, y he engañado a todos mis fieles con encanto; verse embaucados por mí les servía de consuelo. He dado paso a un veneno mortal, según afirman algunos que se han desternillado de risa al recibirlo. Podría dorar mis píldoras con sílabas edulcoradas y rociar mis estragos con amable alegría. Ellos se tomaron su ponzoña a modo de refrigerio, como el placer que infiltra corrupción en la juventud. Ahora me está observando. Debo respetar su dignidad, especialmente en público, aunque sé que Príapo, el guardián de los cerezos, rapaz de Baco y Venus, no es más rijoso que él.

peón del obispo negro
69Sean con vos las bendiciones en cantidad, señor.

caballero negro
70Y con vos el disimulo de la dignidad, señor. – (Aparte.) ¡Cómo le rinde pleitesía! Debe de tener un cargo respetable.

peón del obispo negro
71También soy confesor de este Caballero Negro. Veis que la devoción es fecunda, pues es madre de muchos hijos e hijas.

caballero negro
72(Aparte.) Esto lo hago más bien para que nuestros adversarios se asombren de la gran veneración que profesamos a estos pordioseros y para crearles una sólida fama de santidad y a nosotros, de fervor, como también para que nuestro humilde ejemplo incite a otras mozas a semejante obediencia. (Sale EL PEÓN DE LA REINA BLANCA.) ¿Qué? ¿Se va vuestro juguete?

peón del obispo negro
73¡Qué decís! ¡Pero si es una pieza valiosa, señor! Seguro que es el segundo Peón de la Casa Blanca, y su captura abrirá brecha.

caballero negro
74Pues seguid en ella, que siempre os he conocido el juego. Si hubiera más Peones de Reina, más os afanaríais (estamos a solas, señor). Pero, ¿y la obra principal, la gran existencia, la esperanza monárquica?

peón del obispo negro
75En esto precisamente.

caballero negro
76¿En esto? No lo veo.

peón del obispo negro
77También negaríais el movimiento de un reloj porque no veis avanzar la aguja, o el viento que hiende el cedro.

caballero negro
78¿Dónde se detiene el flujo de noticias? Vuestro Padre General, el Obispo de la Casa Negra, se queja por falta de trabajo.

peón del obispo negro
79Aquí tenéis noticias llegadas de todas partes que le darán suficiente quehacer. Los Padres Asistentes me mandaron hace poco un paquete. Mirad: Ánglica, Gálica.

(Le entrega cartas.)

caballero negro
80Sí, pardiez. Aquí hay carne fresca.

peón del obispo negro
81 (Le entrega carta.) ¡Germánica!

caballero negro
82Esta creo que la han sellado con mantequilla.

peón del obispo negro
83 (Le entrega carta.) ¡Esta de Itálica!

caballero negro
84Parece que escriben a la manera hebrea.

peón del obispo negro
85 (Le entrega carta.) ¡Aquí Hispánica!

caballero negro
86¡Hispánica! ¡Para trabajar a ciegas! Seguro que el jesuita la ha escrito con jugo de limón. Habrá que acercarse bien al fuego del purgatorio para poder leerla.

peón del obispo negro
87No perdéis el humor, Caballero, aunque pueda dañar vuestra fama.

(Entra EL PEÓN DEL REY BLANCO.)

caballero negro
88Curanda pecunia.

peón del obispo negro
89Cuidado, señor, que nos capturan. ¡Es el Peón del Rey Blanco!

caballero negro
90Éste es de los nuestro y medio in voto vuestro. Su corazón está en la Casa Negra. Dejádmelo a mí. (Sale EL PEÓN DEL OBISPO NEGRO.) ¡El más querido y singularmente apreciado de los amigos!

peón del rey blanco
91Me veis por fuera, pero conocéis mi corazón, Caballero, y hay gran diferencia en el color. Van llegando noticias, y, conforme maduren, os iréis enterando. Creedme: no sólo no sucederá nada que pueda dañar vuestra causa u oprimir a sus adeptos, sino que me esforzaré por derrotar con mi prudencia, mi dinero y mi poder a todo aquello que se oponga a vuestro bando, e impediré toda suerte de recursos, tanto materiales como humanos, que se dispongan contra vos. Ahora debemos separarnos. No me atrevo a tratar más este asunto, que el oído del Estado es receloso y está alerta.

(Sale.)

caballero negro
92Mucho vales. Te aprecian más que a la flota de oro que volvió malparada. ¡Pobre alma enjesuitada! ¡Cómo te han arrancado de tu fe y apartado de tus lealtades! Cualquiera que sea tu camino, eres Peón perdido.

(Sale.)

ACTO SEGUNDO

ESCENA PRIMERA

(Entra EL PEÓN DE LA REINA BLANCA con un libro en las manos.)

peón de la reina blanca
93Y aquí también: “Toda hija está obligada a obedecer las órdenes de su confesor sin excepción ni discusión”. Es la regla más absoluta que he visto, pero cuando pienso en la infinitud de la bondad, la virtud y la gracia veo que se puede conciliar, y así parece justo que no se pongan límites al poder del dispensador.

(Entra EL PEÓN DEL OBISPO NEGRO.)

peón del obispo negro
94(Aparte.) ¡Cómo se afana! Era la llave más prudente para abrir mis intenciones. A algunos les cuesta poco o ningún trabajo. ¡Ah! Una nota sellada. ¿De dónde vendrá? (Lee.) “Al Peón del Obispo Negro.” ¡Cómo! ¿A mí? ¡Qué raro! ¿Quién la firma? ¡El Rey Negro! ¿Qué querrá? (Lee.) “Peón, suficientemente santo, pero infinitamente maniobrero: Nos han llegado últimamente noticias de parte de nuestro más diligente servidor, famoso en toda Europa, nuestro Caballero de la Casa Negra, en el sentido de que estáis acosando al Peón de la Reina Blanca con el propósito de capturarlo, según se deduce de vuestro juego. En consecuencia, os ordeno por mi ardiente deseo de extirpar la devoción que, así que hayáis cobrado la pieza y aprovechando vuestra posición, atentéis contra la persona de la Reina Blanca, de cuya caída o prostitución ardemos en deseos”. Señor, cuando mi propio deseo haya entibiado su ardor, pues aún me abrasa, no me faltará tiempo para pensar en el vuestro. Ya ha pasado la norma general, nuestros amplios títulos para exigir obediencia, y, sin embargo, ¡con qué vivacidad de espíritu pasa la vista por las letras!

peón de la reina blanca
95Os he añorado mucho, piadoso señor. ¡Oh, vuestra ausencia me consume! Recuperad el tiempo transcurrido, digno señor, y que vuestras órdenes se acumulen sobre mí. ¡Cómo ansío conocerlas! Ponedme a ejercer esta virtud, tan vasta que rebasa los confines de la vida misma; la obediencia ilimitada, el más humilde y poderoso de todos los deberes, declarada aquí justamente bondad universal.

peón del obispo negro
96(Aparte.) Por la santidad del hábito, su santa inocencia ha ahuyentado el verdadero sentido, y el lenguaje de mi intento lo entenderá ahora menos que en nuestro primer encuentro.

peón de la reina blanca
97Por la virtud, señor, ordenadme algo. Poned a prueba mi deber con algún servicio y si veis en él la sinceridad de mi obediencia, confiadme uno mayor.

peón del obispo negro
98Me es grato escucharos. Así, pues, os ordeno...

peón de la reina blanca
99¡Con qué alegría me dispongo a cumplir mi deber!

peón del obispo negro
100... que os acerquéis y estampéis un beso de amor sobre mis labios.

peón de la reina blanca
101¡Cómo!

peón del obispo negro
102¡Conque empezamos desobedeciendo! ¡Y por tan poca cosa! ¿Cómo daros una orden mayor como vos misma pedíais?

peón de la reina blanca
103Os lo ruego, no abuséis de mi inocencia para herirme. Sed más benigno. Mi confesión habrá de ser por fuerza como la del demandante indocto que, persuadido de la justicia de su objeto, procede con tal precipitación que, perdido en el laberinto de la ley y víctima de palabras que se le han escapado inopinadamente, daña su justa causa y le da ventaja al adversario. Hallad vos el mejor remedio, señor, si mi obediencia no se acomoda a vuestro deseo, que sólo mujer liviana obedece al necio.

peón del obispo negro
104Si puedo enviaros mi bendición a esta distancia, ¿no la tendréis más cerca en mis brazos? Saldrá de mis labios dividida en muchas partes... Así que para honrarte por encima de todas las hijas te invito a que vengas a la Casa, donde podrás saciarte de lo que otras ansían miserablemente. Es un favor que pondría del color de la envidia a las hijas de los poderosos.

peón de la reina blanca
105El hombre bueno también yerra y vos estáis equivocado. Si éste es el sendero de la virtud, no puede ser más extraño. Yo jamás lo he recorrido.

peón del obispo negro
106Así habla vuestra ignorancia y así os conducirá siempre ese tonto, que no conoce ni busca más que una sola vía. Si hay veinte caminos que llevan a un triste pueblo es raro que la virtud sólo pueda seguir uno. Vuestro temor es reprobable. Desechadlo o se convertirá en contumacia que no podré perdonar.

peón de la reina blanca
107¿Acaso en mi deseo de bondad he caído inconscientemente en la servidumbre del pecado? ¿Es ésta la flor de las órdenes severas? ¿La más sagrada de las compañías, la del triple voto de pobreza, obediencia y castidad, que olvida sobre todo el último? Cuando se pierde una virgen la gran obra de la obediencia puede darse por concluida.

peón del obispo negro
108¡Cómo descuidáis el deber y qué distancia guardáis! ¿Habré de obligaros a que acudáis a una dicha que vos misma deberíais solicitar? Nunca lo he hecho y no me atrevo a manifestar tal aspereza, pues os acarrearía un odio cruel. Pero no pretendáis convertir el trato benigno en privilegio para desobedecer obstinadamente o caerá sobre vos en forma de negra maldición. Vamos, vamos, acercaos.

peón de la reina blanca
109¿Que me acerque?

peón del obispo negro
110Eso no habrá sido un desaire... No lo quisiera yo, por las esperanzas de la gran monarquía. Si lo ha sido, que no vuelva a asomar o se encontrará con un castigo mayor.

peón de la reina blanca
111¡Santo cielo! Me amenaza y me roba la noble fortaleza que debiera auxiliarme. Nunca he temido tanto por mi integridad.

peón del obispo negro
112Perdonadme, vida mía. Han sido los celos. Allá está la casa de la mansedumbre y bajo su techo no se cobija ningún veneno. Acercaos, ¿por qué teméis? Cuanto más cerca del altar, más segura y más santa.

peón de la reina blanca
113Y cuanto más cerca del oficiante, más pecado.

peón del obispo negro
114¡Me hacéis un desaire insoportable! He perdido la gloria con esta mujer al pretender generosamente que estuviera arrodillándose un año en vano. Mi honor está empañado. Devuélveme el respeto del que me has privado en tu repulsa, que de aquí no te lo llevarás.

peón de la reina blanca
115Señor...

peón del obispo negro
116Has ganado mucho para partir así, y yo he perdido demasiado para dejarlo pasar.

peón de la reina blanca
117¡Dios bendito!

peón del obispo negro
118Entrega tu reputación antes de irte. Tu pudibunda virginidad no es suficiente recompensa para mi amor, pero será mejor para los dos. Tu pérdida será solo tuya y no te faltarán artes para remediarla ni necios a quien endosarte, pero si yo soy descubierto sufrirá toda la Compañía y con ella la esperanza de la monarquía absoluta. Tú no puedes garantizarme el secreto más que perdiendo tu honra, por mucho que te espante el acto.

peón de la reina blanca
119¡Oh, mi angustiada condición!

peón del obispo negro
120¿Lloras? Si tuvieras compasión esta necesidad te la arrancaría. ¿O tendré que sacrificarte? No podemos confiar la política de Europa a la lengua de una mujer.

peón de la reina blanca
121Entonces tomad mi vida, señor, y dejad que mi honra me guíe al cielo.

peón del obispo negro
122Procura que no tome las dos. Me he jurado que lo haré si te empeñas en resistirte.

peón de la reina blanca
123¡Socorro! ¡Socorro!

peón del obispo negro
124¿Tanta es tu crueldad que por una burbuja de honra vas a hundir a toda una Compañía y esparcir los secretos de las naciones, que tan celosamente guardamos?

peón de la reina blanca
125¡Por el cielo y por la virtud!

peón del obispo negro
126¿Habrá de destruir la fuerza...? (Un ruido dentro.) ¡Eh! ¿Qué es eso? Silencio, por tu dignidad.

peón de la reina blanca
127Me arriesgaré a huir.

peón del obispo negro
128¿Quién viene a capturarme? Que le vea yo la cara a ese Peón o a su orgulloso y vacuo señor hinchado de grandilocuencia, que en cuanto se le pincha en la asamblea suelta el aire corrupto y cae arrugado.

peón de la reina blanca
129¡Te delataré a todas las razas de la tierra, archihipócrita!

(Sale.)

peón del obispo negro
130¡Perdición! En esa voz suena la alarma de mi destrucción. ¡Cómo! ¿Por dónde ha huido?

(Entra EL PEÓN DE LA REINA NEGRA.)

peón de la reina negra
131¿Estáis loco? ¿Es que la lujuria puede encandilar a hombre tan valioso? Os domina la carne; se ve que la canícula está en su apogeo. Sin prisa y con serenidad se habría vuelto asequible. He visto andar cerca de nosotros a un Peón de la Casa Blanca y he hecho ese ruido a propósito para avisar. –(Aparte.) En provecho propio, a cuyo fin encamino mis esfuerzos.

peón del obispo negro
132Me siento como si estuviera sobre un polvorín y ya hubiera una llama ardiendo. ¿Qué hago?

peón de la reina negra
133Pedidle consejo al Obispo Negro. Sois su Peón y el asunto le concierne. Él os defenderá con energía. Por fortuna, aquí viene con el Caballero Negro.

(Entran EL OBISPO NEGRO y EL CABALLERO NEGRO.)

obispo negro
134¡Qué buen servicio habéis prestado a la Casa Blanca! Vuestra acción le llenará la boca al adversario y le hinchará las mejillas luteranas hasta que vuelvan a reventar.

caballero negro
135Impulsará la gran causa monárquica en todas partes y dará estímulos a los agentes. Lo que yo he tardado siete años en conseguir trabajosamente me lo hunde en un momento este braguetero.

peón del obispo negro
136No estoy solo en el pecado, señor, que la Casa Negra me ofrece compañeros.

obispo negro
137Todos ellos más astutos.

caballero negro
138Qui caute, caste. Éste ha sido siempre mi lema. Con él he viajado por numerosos reinos y siempre he quedado a salvo en multitud de repúblicas. Y conste que, con mi llaga en el trasero, he navegado por los mares de Venus tanto como otros navíos más jóvenes y briosos, cuando barcos más prudentes han echado el ancla y se han quedado en alcahuetes.

obispo negro
139¿Así que ella no tiene testigos?

peón del obispo negro
140No, ninguno.

caballero negro
141¡Qué testigo, torpe! ¿Acaso alguien de la Compañía ha caminado hacia su ruina por un testigo?

obispo negro
142¡Ya lo tengo! Vamos, con las alas de la presteza coge un caballo de posta y cabalga treinta leguas a toda prisa, y nos dejas cartas antedatadas, al menos de diez fechas atrás.

caballero negro
143Ya lo noto, Obispo; consejo episcopal, bueno y fuerte. Lleváoslo embotellado, que os servirá en el camino.

peón del obispo negro
144Pero, buen señor, ¿cómo saldré sin que me vean?

caballero negro
145¡Otro atasco!

peón de la reina negra
146Eso lo arreglo yo.

caballero negro
147¡Muy bien, mi briosa jesuitisa!

peón de la reina negra
148Ahí tenéis una bóveda secreta.

caballero negro
149¡Vamos, apresuraos!

peón del obispo negro
150Deprisa, traed mi bargueño de informaciones, no sea que registren la Casa. (Sale EL PEÓN DE LA REINA NEGRA.) Buen Obispo, más vale que las queméis. Ahora no puedo quedarme a separarlas.

obispo negro
151Partid. El peligro está ahora en vos.

(Sale EL PEÓN DEL OBISPO NEGRO. Entra EL PEÓN DE LA REINA NEGRA con el bargueño.)

caballero negro
152A ver, Peón... ¡Con qué cuidado ha guardado las informaciones! Parece como si las hubiese metido todas en carriolas y, como el aposentador mayor de palacio, hubiera escrito el nombre con tiza en los aposentos. ¡Ánglica! ¡Ah! Ésta es la Casa Inglesa. ¿Qué nuevas creéis que habrá? ¡Ja! Apuesto a que las más son cartas verdes. Sí, ya iba siendo hora de quemarlas, de quemarlas a montones. Éstas son de su hija Blanca y de su hija Brígida, que bien a salvo están en su santuario de Whitefriars; éstas, de dos queridas Hermanas de la Compasión, en el corazón de Bloomsbury; tres de la casa de... monjas de Drury Lane. ¡Traed fuego, mi buena jesuitisa, traed fuego! ¿Qué tenéis ahí?

obispo negro
153Señor, es una carta de alta política y la tiene muy en seguro.

caballero negro
154Dejádmela ver, os lo ruego. (Lee.) “Vender toda la pólvora del reino para impedir que estalle.” Esto sí que es seguro, os lo garantizo. Aquí hay una graciosa observación que se aviene mejor con mi carácter. Dice que en Inglaterra algunas casadas cometen adulterio y luego mandan traer de Roma una bula para sus maridos.

obispo negro
155¿Con esas mañas se andan?

caballero negro
156¡Ah! Es el lenguaje más grato y sagaz de la hembra. Vamos, mujer, llevaos estos papeles, quemadlos de arriba abajo hasta que estén bien dorados y entonces los volvéis a meter.

obispo negro
157¿Qué os proponéis?

caballero negro
158Señor, dejaremos en ridículo al adversario si se le ocurre registrar la Casa. Ya se hizo antes en Venecia cuando la expulsión de los jesuitas. Llegaron los inquisidores con sus antiparras dispuestos a sacar sílabas del muladar de la traición, como los niños les sacan los huesos a las cerezas, y apenas pudieron fabricar nada con las pocas letras sueltas que hallaron. Haced lo que os he dicho, Peón.

(Salen EL CABALLERO NEGRO y EL OBISPO NEGRO.)

peón de la reina negra
159Perded cuidado. Me gustan tanto las bellaquerías que no lo voy a dejar de la mano. (Entra EL PEÓN DEL CABALLERO NEGRO.) ¡Ah, sois vos! ¿Qué nuevas traéis?

peón del caballero negro
160El gusano de la conciencia no me deja vivir desde que atenté tan inhumanamente contra el Peón del Obispo Blanco. Me quita la alegría y el sosiego.

peón de la reina negra
161Eso os pasa por hacer eunucos. Entonces lo tomabais a juego.

peón del caballero negro
162No me irrites. He venido a recibir la absolución. ¿Dónde está mi confesor? ¿Por qué apuntas al suelo?

peón de la reina negra
163Porque se fue por ahí. Vamos, ayúdame a llevar este bargueño y en cuanto haya tostado bien estos papeles te contaré un cuento extraño.

peón del caballero negro
164Bienvenido si es triste.

peón de la reina negra
165Muy alegre no es, señor.

(Salen.)

ESCENA SEGUNDA

(Entra EL OBISPO GORDO con su PEÓN.)

obispo gordo
166¡Peón!

peón del obispo gordo
167Al servicio de vuestra grande santidad.

obispo gordo
168Lo de grande no os lo discuto, pero con lo de grande santidad la cosa cambia. Un cuerpo descomunal suele ocultar un alma enjuta, como la dama que hay en la cabeza de la langosta: mucho caparazón y mucha porquería de todos los colores, pero la parte pura, la que debería remontarse, está sin aliento. Como si abriera la boca un gigante y de su enorme corpulencia saliera una mariposa; como esas moles panzudas que pinta el poeta, que acaban pariendo un ratoncillo. ¿Están impresos mis libros, Peón? ¿Mis últimas invectivas contra la Casa Negra?

peón del obispo gordo
169Listos para dar al público, señor. Esta mañana he visto ejemplares terminados.

obispo gordo
170Traedme unos cuantos, que los reparta entre los de la Casa Blanca.

peón del obispo gordo
171Al instante, señor.

(Sale.)

obispo gordo
172Poder atacar tan a gusto es vivir como un gran señor. Sentarte, comer y vivir tan ricamente de un reino y, con el jugo que le sacas, meterte con el otro. Este libro lo he escrito con la fuerza que me ha dado una comida de treinta y seis platos, pero, sobre todo, el caldo de gorriones machos. Así se le pegará al adversario y le cortará la garganta de su más tierna causa; sin embargo, he comido poca ternera al concebirlo. Yo alabo sin reservas a la Casa Blanca por la abundancia y variedad de sus viandas. Cuando estuve en el bando negro perdí medio codo de carne y hube de cambiarme cuando se me rebelaron las costillas. Pero, a decir verdad, aún no he alcanzado ninguna dignidad adecuada a la grandeza de mi persona ni a la altura de mis dotes. Reconozco que vivo a gusto, pues regento un hospital, sólo que en sus jardines no está la caléndula que se abre y se cierra, ni la flor de amor, la cardencha, el tomate, la clavellina, el jacinto, la madreselva o el narciso. Antes tenía más mozas que camas y ahora tengo más camas que mozas. Aún no hay mercader eminente que negocie al por mayor, pero ella y yo hemos hecho un trato —entrando por el portillo que da al río—, y para cerrarlo he tenido que abrir tanto las bolsas de mis huéspedes que casi las rajo. (Entran EL CABALLERO NEGRO y EL OBISPO NEGRO.) Ese Caballero Negro, la fístula de Europa, cuya enfermedad me propuse curar con una soga de High Holborn, la última vez que se dignó asomarse a mis dependencias privadas vio mi copiosa vajilla de plata y mis tapices; él sabía que no me traje nada cuando me pasé a la Casa Blanca. No he perdido los gajes de mi dignidad desde que me convertí en Obispo de la Casa Blanca.

(Entra su PEÓN con libros.)

caballero negro
173Mirad, más libros. Ese prelado adiposo, renegado y glotón hace más daño a nuestra Casa con sus escritos, con sus gruesos e inmundos libracos, que todo el bando contrario junto.

obispo negro
174Habría que tener la astucia de la serpiente para recobrarlo.

caballero negro
175Sí, y entonces condenarlo al saco para siempre, o denunciarlo al bando contrario que ahora le nutre y así se condenaría dos veces. Me ha movido a la venganza y pienso hundirle en ambos bandos por sugerirme tal fármaco y tan vil médico. ¿Sabéis qué broma más poco católica me gastó un día en que me atormentaba el dolor? Me dijo que me había hallado una nueva cura, lo que me interesó vivamente, y le presté toda mi atención. ¿A que no os lo imagináis? Como era día de ejecuciones me señaló al verdugo por la ventana, ¡al verdugo común!

obispo negro
176¡Intolerable!

caballero negro
177Lo convertiré en el balón de las Iglesias y así lo lanzarán las dos partes. Ya lo parece, con ese cuerpo hinchado de bebida y orina mezcladas, y botarás perfectamente de un lado a otro. Vamos, escribid que nuestro segundo Obispo está ausente (aún no tiene empleo en la partida ni quizá lo tenga; tal vez lo capturen sin que se mueva, depende de nosotros), y se ilusionará con la sede vacante. Hacedle creer que viene a ocupar su puesto y nos lo ganaremos con creces, pues sé que es más ambicioso que la pólvora cuando viene la llama. Tan codicioso, tan lujurioso...

obispo negro
178Basta, señor, que vienen los dos bandos.

(Entran las dos Casas.)

rey blanco
179Aguardábamos vivamente esta hora.

obispo gordo
180El aguijón más fuerte penetra en la sangre del adversario negro. Me avergüenzo de haber sido uno de ellos. ¡Qué zote he sido al dejarme llevar por la ignorancia y la ceguera! Confieso que hasta hoy he estado haciendo el bobo.

caballero negro
181Y ahora hace el bobo el bribón.

obispo negro
182En la última hoja está la retractación, que he escrito como un ciceroniano en latín puro.

obispo blanco
183Para eso ya vale el latín corriente.

caballero negro
184¡Malditos sean esos hediondos panfletos! Son ellos los que hieren nuestra causa hasta las entrañas.

(Entra EL PEÓN DE LA REINA BLANCA.)

obispo negro
185Ahí tenemos otro disgusto.

caballero negro
186Sí, pero para este temporal ya nos hemos preparado.

reina blanca
187¿Eres tú mi Peón? ¿Es ésta la que debería guardar nuestra persona o es acaso la encarnación de la tristeza? Parece extrañamente dominada por la pena y el temor.

peón de la reina blanca
188¡Reyes íntegros! ¡Casa Blanca toda, exponente de noble franqueza, justicia incorrupta y verdad de corazón! Sin que nadie más que yo lo haya descubierto y con mi vida y mi honra milagrosamente a salvo, deseo haceros saber, junto con mis penas, mis pavorosos temores y mis sobrecogedores espantos. El gran incendiario de la cristiandad; el más temible violador de la santidad, la noble paz y el orden sagrado que pueda hallarse en parte alguna del globo; el que con labios transidos de fervor sagrado utiliza a la mansa devoción como alcahueta; él, ha querido hacerme víctima de una repugnante violación.

reina blanca
189¡Cómo!

rey blanco
190¡Violación! Repugnante es, en verdad. La sola palabra nos repugna más de lo que el acto disgusta a otros reyes.

peón de la reina blanca
191Como os decía, señor, le ofrecí la vida para salvar la honra, pero él quería ambas, aunque lo que más deseaba era mi honra, hasta que, gracias a un accidente imprevisto, el cielo quiso darme ánimos para librarme.

rey blanco
192Cuando vemos que los hombres malvados cometen pecados horrendos, nos compadecemos caritativamente, pero la costumbre, con su efecto contagioso, nos cura de espantos, pues esperamos sus acciones; pero al hallar el pecado y hasta una obra maestra de maldad bajo un hábito sagrado nuestro asombro se centra en ese monstruo olvidando los demás engendros de la creación. La magnificencia del que cayó por culpa de su soberbia reside en estar hecho a imagen y semejanza de los ángeles y en imitar la forma de la que se apartó en su caída; pero este agresor, más vil que el rey del pecado, vinculado por el voto a una sagrada orden, a la manera de los ángeles se enorgullece en usar esa forma para comportarse como un demonio. Me aflige que su infecto nombre entre a formar parte de mi saber. ¡Señálalo con el dedo!

peón de la reina blanca
193El lugar que debería ocupar está vacío, señor; su culpa le ha vencido. Es el Peón del Obispo Negro.

obispo negro
194¡Cómo! ¿Mi Peón? ¿El mío? ¿La gloria de la orden, el hombre más fervoroso de la tierra? ¡Insolente Peón! Por tu culpa sufre la decencia, se sonroja la virtud y la verdad enrojece de ira como el sol empañado por la niebla.

obispo blanco
195No estéis vos borracho de rabia.

obispo negro
196¡Serena sinceridad! Ni vos seáis copa sazonada de hipocresía.

caballero blanco
197Obispo, estáis nombrando vuestra propia copa de Navidad, vuestro trago de la mañana que permanece junto a vuestro corazón episcopal los doce días y cuyo sabor ya no os podéis quitar en todo el año que sigue.

caballero negro
198(Aparte.) ¡Aguda réplica! Éste ha hecho que nuestro Obispo huela también a quemado. Bien quisiera yo estar más alejado si con ello no se dañara mi honor ni la partida. ¡Ojalá jugaran más deprisa!... – ¡Caballero Blanco! Nuestra Casa os presenta sus reverencias y al amado Duque que está a vuestro lado, sus respetos. Con la venia del Rey Blanco y las respetables personas mencionadas, yo combato por esta causa. Disponte —y no te pierdas una sílaba, miserable Peón, de lo que diga— a alegar demencia a toda prisa, alegación que apenas te librará del escándalo que se revuelca en las aguas cristalinas de la devoción; o, lo que tal vez te absuelva algo más, aunque no del todo, arrójate al suelo y espumajea, y que tu remordimiento descubra el inquietante espíritu de falsedad que en ti se alberga. Prepárate a perder; no hay jugada que lo evite. Juegues como juegues serás capturada al final por este Peón o este otro, por el Obispo o por mí mismo.

peón de la reina blanca
199Pese a la jactanciosa ostentación del pecado, a las estridentes amenazas y a esos truenos de soberbia que anuncian un temporal de maldad, Casa de la desvergüenza, la treta y la argucia, sabed que no me apartaré del camino de la verdad.

caballero negro
200Entonces jugaré así. Con ocasión de la audiencia que depara este regio encuentro, dinos la hora de la concepción del intento.

peón de la reina blanca
201¡Concepción! ¡Con qué delicadeza lo tratáis!

obispo blanco
202A lo que parece, Caballero Negro, tenéis miedo de tocarlo.

caballero negro
203Bueno, pues su erupción. ¿Os parece bien así? ¿Y a vos, Obispo Blanco? Cuanto más impuro, bajo e impío sea el tono de la acusación, más abultará su ignominia y más resplandecerá la gloria del humilde agraviado. ¿La hora, Peón?

peón de la reina blanca
204La maldita noche del día de ayer.

caballero negro
205¡Oh, el tesoro de mi venganza! Todo no puedo gastarlo en ti, que me tiene que sobrar para hundir a todos los de tu ralea. Por el honor, llama a más calumniadores. Es tanto lo que puedo destruir que no sé cómo empezar. Pero voy a ser más noble y entregarla a su propia Casa. ¡Rey benigno! Acoged esta causa, pues nuestra mano está muy cargada; nuestras pruebas caerían sobre ella como una torre y reducirían a polvo sus huesos.

peón de la reina blanca
206¿Qué nueva maña le habrá metido el demonio en la cabeza?

caballero negro
207¿Conque él y a esa hora? Mantente firme en tu escándalo y no mudes tu calumnia.

peón de la reina blanca
208Mudaos vos de falsedades, que ya hace tiempo que llevan la misma ropa.

caballero negro
209A ese santo varón a quien tan injustamente acusa esta desdichada pieza hace diez días que no lo vemos por aquí.

caballero blanco
210¡Cómo!

caballero negro
211Y ahora mismo se halla a treinta leguas de aquí.

peón de la reina blanca
212¡Inmensa mentira! ¿Quedará impune?

rey blanco
213¿Podéis demostrarlo?

caballero negro
214está más claro que el agua, ecuánime Rey: sus propias cartas lo harán.

peón del rey blanco
215¡Cuánto daño se hace a la sagrada virtud, señor!

caballero negro
216(Aparte.) Obispo, en ese corazón falso tenemos un tesoro.

rey blanco
217Traedme esas pruebas.

(Sale un PEÓN NEGRO, que vuelve con unos papeles.)

peón de la reina blanca
218¡El asombro me vence! ¿Quedaré abandonada en una causa tan justa y verdadera? ¿No me asistirá la virtud ahora que me falla la amistad?

caballero negro
219(Aparte.) Para vos tenemos reservado un báculo y un capelo.

peón del rey blanco
220¡Oh, amado señor!

caballero negro
221(Aparte.) Un báculo que a buen seguro no se romperá fácilmente. Vuestra corrupción tendrá necesidad de él. ¡Ahí va una higa política!

rey blanco
222Ved todos la coherencia de las pruebas. Siempre he mirado con bondad a quienes profesan la santidad y antes de creerlos perversos a ellos, he considerado falsos a sus acusadores.

caballero negro
223Bondad graciosa y gloriosa, como todas vuestras virtudes.

rey blanco
224Que el castigo lo imponga la parte a la que iba dirigida la ofensa. La dejamos a vuestra censura.

caballero negro
225¡Justísima majestad!

(Salen EL REY BLANCO, LA REINA BLANCA, EL OBISPO BLANCO, EL PEÓN DEL REY BLANCO, EL OBISPO GORDO y EL PEÓN DEL OBISPO GORDO.)

peón de la reina blanca
226¡Desgracia de la virtud! ¡Que me abandone hasta mi Reina...! ¿He sido expulsada como el olivo expulsa su flor? ¡Pobre inocencia indefensa! ¿Te han convertido en presa del devorador?

caballero blanco
227No, no estás perdida. Como prosperen mis justos planes ya pueden adoptar las más sangrientas decisiones. ¡Ven, noble Duque!

duque blanco
228De muy buena gana.

caballero blanco
229Y ahora, una pieza veloz.

peón del obispo blanco
230Confiadme ese honor, señor. Sea yo el raudo mensajero que deba a ella el servicio de mi vida.

(Salen EL CABALLERO BLANCO, EL DUQUE BLANCO y el PEÓN DEL OBISPO BLANCO.)

caballero negro
231¿Verdad que todo ha salido en beneficio de nuestro honor?

obispo negro
232¡Pardiez! Ese caletre gallego hace milagros.

caballero negro
233Hagamos uso de ella como se hizo en Venecia con una doncella en circunstancias semejantes. Sugiera cada cual una penitencia. Comenzad, majestad. Y tú, perpetradora de necios escándalos, lleva tu carga. Si ese cofre de gazmoñería hubiera guardado la mitad de la virginidad de la tierra y la destreza de un jesuita fullero se la hubiera cepillado de un solo golpe, seguro que no habría valido la ínfima parte del valor general que tú has mancillado.

rey negro
234Para empezar te impongo un ayuno de tres días.

reina negra
235Sois mezquino, señor. Que sean cuatro días.

obispo negro
236Y yo te castigo a permanecer de rodillas doce horas seguidas.

caballero negro
237Y en un aposento decorado con las pinturas del Aretino sufrirás más de los doce trabajos de la lujuria multiplicados por dos y no verás más que el casto pomo del puñal de Lucrecia asomando. Sí, te castigaré por delatora y atormentaré tu pudor.

duque negro
238Tras ese ayuno de cuatro días, a la Inquisición, donde el pan y el agua te darán fuerzas para una penitencia más severa.

caballero negro
239¡Bien dicho, Duque de nuestra Casa, noblemente indignado!

peón de la reina blanca
240Para mostrar con más fuerza su influencia, la virtud me depara una paciencia más grande que mi agravio.

(Salen.)

ACTO TERCERO

ESCENA PRIMERA

(Entra EL OBISPO GORDO.)

obispo gordo
241Sé que mi pluma le saca la sangre a la Casa Negra. En cuanto sale un libro mío sangra su causa. Ya han perdido buena parte de su reputación desde que me pasé a este lado. Hinco la pluma y dejo la herida abierta a mi paso. Pero, y mientras, ¿cuándo llega el encumbramiento que tanto espero? Desearía algún cargo redondo, alguna dignidad corpulenta que comporte amplitud y envergadura en su concesión. Estoy convencido de que, si se le pusiera a prueba, este cuerpo llenaría el más grande sillón eclesial. Ser nombrado regente de un hospital o rector de esos caballeros pobres portadores de insignias no es sino una especie de honor enfermo y decrépito. En todo el Reino Blanco no hay más que dos prebendas perezosas e indigentes y las dos las tengo yo. Se me empieza a empachar el espíritu por falta de otros títulos.

(Entra EL CABALLERO NEGRO.)

caballero negro
242(Aparte.) ¡Ah! Ahí anda su corpulenta santidad. Vamos con la artimaña que le hundirá para toda la eternidad, ni más ni menos, y dejará seriamente ahorcado en el infierno al que me gastó la broma de la soga.

obispo gordo
243(Aparte.) ¡El Caballero Negro! Tendré que jugar con cuidado.

caballero negro
244Traigo amistosos saludos para vuestra reverenda virtud de parte del Cardenal Paulo, vuestro más eximio pariente.

(Le entrega una carta.)

obispo gordo
245¿Nuestro eximio pariente? Los aceptamos. Os ruego que permanezcáis en vuestro bando guardando la distancia. Debo ser precavido con mi episcopal persona. Conozco demasiado bien el movimiento del Caballero. Si salta por encima de mí, ¿dónde iré a parar?

caballero negro
246(Aparte.) Allí donde vas a estar muy pronto si no fallan mis artes.

obispo gordo
247 (Lee.) “Muy reverendo y noble” —esto va por nos—, “que, aunque emparentado por la sangre, os habéis enajenado nuestro afecto, sabed que vuestro desabrido apartamiento de la causa madre es al presente la única causa de vuestra desgracia. Mi actual elección para la dignidad papal os habría puesto en situación óptima para acceder a mi sede vacante,” —¿de veras?— “lo que, a mi muerte, os habría dejado a un paso de la supremacía.” Leyendo esta carta se me sube a la cara toda la sangre del cuerpo.

caballero negro
248(Aparte.) La píldora le está haciendo efecto.

obispo gordo
249 (Lee.) “Pensáoslo seriamente. Aún no es demasiado tarde, si reconocéis sumisamente vuestra desobediencia, para que seáis recibido con amor en el seno fraternal del cónclave.” – (Aparte.) Ésa era la poltrona a la que siempre aspiré. Voy a hacer en seguida una hoguera con mis libros. Todos los que quedan contra ese bando los sacrificaré. Enfardaré mis bienes y mi vajilla de plata y por la noche me escabulliré por el portillo que da al río. Entonces, a redactar otra retractación y a inventar unos cuantos libros mordaces contra la Casa Blanca y estaré en el otro bando tan firme como antes, tan gordo y tan próspero... – ¡Caballero Negro! Podéis esperar un milagro para dentro de poco. Pronto me veréis como uno más de la Casa Negra.

caballero negro
250Vuestra santidad es favorable al mensajero. Demasiado bueno para ser cierto. Habéis dicho lo que debe ser si la natural compunción os ha afectado verdaderamente. ¡Oh! Le habéis sacado la sangre, sangre de vida, sangre de honor, a vuestro corazón más querido, al corazón de vuestra madre primigenia. Vuestras acerbas invectivas las ha sentido como puntas de lanza en su tierno costado. Las crueles heridas que hace un hijo, especialmente un hijo reverendo, se enconan diez veces más que las del adversario. Creedme, señor. Vuestra reverenda rebeldía asestó el golpe más temible al amor que haya sufrido nuestra causa y conmocionó a las mismas estatuas, las tumbas y las cenizas de los santos durmientes.

obispo gordo
251No sigáis o me derretiré aquí mismo y tendréis ante vos a un obispo gordo en jarabe triste. Baste con que sea de los vuestros cuando ellos menos lo sospechen. Me atraen el pasto de la ambición, el mando y las riquezas. El poder es para mí como un puñado de heno que me lleva de un lado para otro en el ancho campo del mundo.

(Sale.)

caballero negro
252¡Vaya panza la suya! ¡Como para prodigarle nuestra confianza! Como una capilla cimentada sobre una ciénaga. Ahora ya puedo contarle entre mis jugadas menores sin desdoro de ellas. Pero permitidme solazar mis designios con el recuerdo de otros, todos ellos magníficos, y así podré albergar esperanzas en la realización de los proyectos, cuyo curso por fuerza será incierto hasta que la magna obra, a la que llaman posesión del mundo, sea nuestra. ¿No fui yo quien consiguió del Reino Blanco una valiosa salvaguardia para proteger nuestras costas del pirata infiel, so pretexto de expedición más necesaria? ¿Quién hizo que se abrieran sin milagro alguno las puertas de las cárceles y salieran de ellas las langostas, esas peligrosas moscas que tienen la facultad de agostar las mieses con sólo tocarlas? Los graneros heréticos lo sienten todavía. Y ahora que se han metido en los cultivos se pegan tanto a las espigas convertidas que no se los sacudirá ni la tormenta más violenta que pueda desencadenar la autoridad. Tienen sus guaridas en lechos de damas; allí hay marismas y arboledas seguras. Y si son rastreados y hallados le untan la mano al persevante más insobornable. ¿Quién tuvo la idea de ponerles bozal a esos lenguaces labradores de la época? ¿Quién hizo sufrir, con esa política represiva, a retratos que ya estaban bien mudos? Mi liviano bazo brinca y me agita las costillas de pensarlo. Mientras nuestros planes no estaban sometidos a otra censura que la del pensamiento, en el más afortunado rincón del mundo investigaban un silbo o un susurro. La corte ha tenido agarrada a la ciudad por los cuernos mientras yo la ordeñaba. Además, no me han faltado buenas dádivas de damas provinciales por los beneficios facilitados ni de otras que se han quedado esperando ciertos encumbramientos, ciertas dignidades quiméricas. Sólo debería vivir para este mel aerium, este maná de gozos. (Entra su PEÓN.) ¡Mi Peón! ¿Qué ocurre? ¿Qué noticias hay?

peón del caballero negro
253No esperéis de mí ninguna agradable, señor. Sólo traigo tristeza.

caballero negro
254Tu conciencia tiene últimamente las pezuñas muy blandas y todos los clavos le pinchan.

peón del caballero negro
255Lo que voy a contaros os pinchará seguramente la vuestra si hay carne en una vara de ella.

caballero negro
256¿La mía? Para llegar a mi carne el estrago tendrá que valerse de un clavo bien largo y meterlo con más fuerza de la que usa cualquier Maquiavelo engordado por reinos intrigantes. Te lo ruego, remordimiento aguijoneado, quítale el vendaje a esa dolorosa herida.

peón del caballero negro
257Señor, han descubierto vuestra intriga.

caballero negro
258¿Cuál de las veinte mil novecientas ochenta y cinco? ¿Eh?

peón del caballero negro
259¡Santo cielo! ¿Tantas? ¿Cómo es que los campesinos pobres no tienen más que un mal prado para su vaca y, sin embargo, andan en pleitos por ello? Seguramente no las conoceréis a todas por su nombre, señor.

caballero negro
260Pues sí, aunque se triplicara su número. ¿Has visto el globo que tengo en la mesa de mi gabinete?

peón del caballero negro
261¿Una cosa llena de países y palabras difíciles?

caballero negro
262Cierto, con trazos tropicales y oblicuos.

peón del caballero negro
263Apenas sé leer; me crie en la ceguera.

caballero negro
264Pues si me abrieran el cráneo mi cerebro se asemejaría a un globo.

peón del caballero negro
265¿A un globo de países?

caballero negro
266Sí, y algunos maestros de la política con vista de lince se acercarían a buscar mis maquinaciones y los ambientes sobre los que se ciernen. Se quedarían pasmados.

peón del caballero negro
267No me cabe duda, señor.

caballero negro
268Verían que se apiñan en algunas naciones y tendrían que ponerse antiparras. Pero volviendo contigo... ¿Qué intriga me han descubierto?

peón del caballero negro
269Vuestra última criatura, señor, engendrada entre el Obispo Negro y vos mismo. Lo de las cartas antedatadas del jesuita.

caballero negro
270¿Cómo la han descubierto?

peón del caballero negro
271A lo que parece, los planes del Caballero Blanco han aventajado a los vuestros, asistido por el consejo de su Duque. El Peón del Obispo Blanco emprendió la jornada y, según dicen, salió disparado como una flecha. Yo le dejé listo y ligero para el negocio.

caballero negro
272Un Peón indecente que se ha quitado de en medio. Bastantes hay en todos lados.

(Entra EL OBISPO NEGRO y las dos Casas.)

obispo negro
273¿Así que ya estáis enterado?

caballero negro
274El asombro ya lo dejé atrás, pero algunos caerán por ello.

caballero blanco
275Liberad a esa virtuosa figura de todos sus agravios. Que comparezca con honra ante su malvado adversario.

(Sale un PEÓN BLANCO.)

caballero negro
276¡Excelente!

rey blanco
277¡Noble y casto Caballero! El príncipe más grande de la tierra puede tener sin estorbo la excelencia de su valor comprendida en un título de tal pureza. La virtud registrará esta noble liberación en el libro blanco de la defensa de las vírgenes, en que la excelsa fama de todos los caballeros defensores está consagrada a la memoria imperecedera. Y hacemos partícipe de ese honor a este digno Duque, cerebro de la empresa, que siempre contará con nuestro respeto.

duque blanco
278Serenísimo Rey, entronizado con todas las virtudes de la realeza: toda buena obra devuelve su premio al corazón de su autor, pero que os declaréis y seáis a la vez Rey munífico e íntegro añade gloria a la recompensa.

rey blanco
279Tus méritos, celo y lealtad, lo exigen. Muéstrate, belleza de verdad e inocencia, la mejor joya de la paciencia; tú, cuyos padecimientos aspiran a la gloria.

(Entra EL PEÓN BLANCO con EL PEÓN DE LA REINA BLANCA.)

caballero negro
280(Aparte.) Me haré el sordo... – ¿Qué hace ésta aquí? ¿Cómo se atreve a aparecer impune en esta asamblea, con las mejillas tan frescas como su falsedad, en las que la coerción no ha dejado la pálida huella de su zozobra? – (Aparte.) Dejadme hacer. El pecado debe ser audaz; es la única virtud que le adorna.

caballero blanco
281¿Qué es esto?

rey blanco
282¡Estoy asombrado!

peón de la reina blanca
283Dios me asista o volverán a encerrarme.

caballero negro
284(Aparte.) Al menos los he confundido y, además, he dispersado esa seguridad en su inocencia, a semejanza de los brulotes que disgregaron a la flota en el ochenta y ocho. Vamos con ello; la desvergüenza es patrimonio del estrago... – ¿Esto es justicia? ¿No se endereza la dignidad agraviada con más rigor? Siempre tuve por justo al monarca que, como la ecuánime divinidad, se guía más por los hechos que por las formas en que se envuelven.

rey blanco
285Ese Caballero Negro nunca se da por enterado. Sería una proeza hacerle ver que obra torcidamente cuando en su lúcido entendimiento sabe que no hace otra cosa. Mostradle la prueba, confirmada por hombres rectos, de que ese inmundo profanador no llegó hasta esta mañana al lugar desde el que fechaba sus cartas falsificadas en diez días antes.

caballero negro
286¡Cómo! ¿No puede ser que la corrupción se oculte en ello por alguna connivencia, como nos habéis dado a entender en vuestra confianza tan precipitada?

duque blanco
287Juro que ese Caballero enseñará a mentir al mismísimo diablo.

caballero blanco
288Si la prudencia del pecado sólo llegase a la mitad de su desvergüenza ella no tendría que buscar otro abogado.

(Entra EL PEÓN DE LA REINA NEGRA.)

peón de la reina negra
289(Aparte.) Y ahora la perfidia hablará con lengua de ángel. Puesto que ya está fuera yo volveré a meterlo todo dentro milagrosamente... – ¿Dónde está la castidad agraviada, la bondad cuyo precio no puede igualar ninguna moneda perecedera? ¿Dónde, esta roca de virtud constante e invencible, que restó furia al temporal del pecado?

reina negra
290¡Cómo! ¿Se ha vuelto loca?

caballero negro
291yo diría más bien que el redoble de este tambor anuncia alguna bellaquería magistral.

peón de la reina negra
292Dejad que me postre con reverencia ante este bendito altar.

reina negra
293Esto es una locura.

caballero negro
294Entonces atended al desenlace. Yo siempre apoyo la bellaquería y no voy a cambiar de bando.

peón de la reina negra
295Me reprenderán por esto, pero no me importa lo que piense de mí la Casa Negra.

reina negra
296¿Qué decís ahora?

caballero negro
297Mi ánimo no ha variado.

peón de la reina negra
298Por mucho que me censuren yo honro a la santidad. Ése es mi fin y no aspiro a ningún otro. Yo vi a esta gloriosa y valerosa virtud librar la más noble batalla contra el demonio.

caballero negro
299Y si los dos Obispos hubieran estado allí de ayudantes habría sido un duelo total.

rey blanco
300Así que estabas enterada de la violencia que se fraguaba.

peón de la reina negra
301Es una verdad que me complace confirmar. Yo hice de agente, señor, del lado de la virtud y fui quien provocó aquel alboroto que frustró el atentado y la dejó en libertad.

peón de la reina blanca
302Señor, la historia que acaba de contar no puede ser más verdadera. Mi vida y mi honra están íntimamente vinculadas a su bondad y veracidad.

rey blanco
303¿Sigue pareciéndoos más claro que el agua?

caballero negro
304¡Pardiez! ¡Yo lo creí mucho antes de que se hiciera!

rey negro
305¡Degenerada!

reina negra
306¡Y vil!

obispo negro
307¡Y pérfida!

duque negro
308¡Y traidora!

peón de la reina negra
309¡Cómo! ¿Habéis perdido todos el juicio?

caballero negro
310Yo, no. Recordadlo, Peón.

peón de la reina negra
311Que la más temible esterilidad se cierna sobre mis deseos y mis esperanzas si mi compasión no acarrea su ruina, si no fue una trampa para su más segura perdición.

caballero negro
312¿A que he ganado? ¿No decía yo que todo era intriga y maquinación? He estado oliendo la maniobra todo el rato aunque el manjar estuviera tapado. Estoy tan acostumbrado...

rey negro
313¡Cómo me gustaría echarle mano a esa Reina!

caballero negro
314Estáis demasiado ardiente, señor. Si la capturásemos la partida sería nuestra en seguida. A quien yo apunto es a ese Caballero Blanco. Atrapadlo a él y el Duque caerá también.

obispo negro
315¡Ojalá estuviera en mi diócesis ese Obispo! ¡Qué pronto le mudaría su blancura!

caballero negro
316Señor, podría capturaros un Peón; sé por dónde va mi juego.

rey negro
317Hacedlo ya. En este juego no hay que dejar escapar la menor ventaja.

caballero negro
318 (Apresa al PEÓN DEL REY BLANCO.) Peón, eres nuestro.

caballero blanco
319Lo han capturado por su abandono, por su obstinada negligencia. Proteged a las santas personas. Cuidado con nuestro Obispo Blanco, que ese Peón protegió a él y a la Reina en el tercer puesto.

caballero negro
320¡Mirad en qué fiel servidor depositáis vuestra confianza! A este Peón le hice nuestro corrompiéndolo en cuanto el honor a él conferido le hizo vuestro. Su blancura no es más que la lepra de la más pura simulación. Vedle ahora: su corazón y sus propósitos son de nuestro mismo color.

(Despojado de su vestido exterior, aparece negro por debajo.)

caballero blanco
321¡Peligrosísimo hipócrita!

reina blanca
322¡Vuelto contra nosotros!

duque blanco
323¡Su lealtad del color del adversario!

rey blanco
324Así que mi bondad, clemencia, amor y gracioso favor te elevaron desde tu condición de menestral común, te hurtaron a los mudables azares de la fortuna y a sus más veleidosos reveses y te injertaron en una rama honorable, y ahora la podredumbre de tu corrupción te arroja desde lo alto, como un fruto harto madurado por los rayos del favor. Tu carga sea tu recompensa; me he olvidado de ti. Estimo en tanto una vida íntegra que si hallara falsedad o delito manifiesto aun en los más favorecidos por nuestra gracia, me los arrancaría del corazón.

obispo blanco
325Ha hablado como representante del cielo.

rey blanco
326Vuestro es; nosotros podemos prescindir de él. Su vergüenza alertará a los demás en su juego.

caballero negro
327Juguéis como juguéis, os emularemos y hasta os daremos jaque mate.

obispo gordo
328¿Por qué os asombráis tanto por uno que sólo es medio negro? A lo mejor tiene remedio. ¿Cómo se asombrará entonces esta Casa si doy un paso al frente y le muestro uno entero, le revelo uno que es negro del todo y que ya no tiene remedio?

rey blanco
329Entonces tu corazón confirmará tus escritos. Anhelo esa revelación.

obispo gordo
330Pues no sigáis buscando. Sea toda la Casa testigo. Yo soy ese hombre y me paso libremente a la Casa Negra. Ahora soy de este bando.

caballero blanco
331¡No hay monstruo que le iguale!

rey blanco
332Esta noble obra es vuestra, Caballero.

caballero negro
333(Aparte.) Y ahora, a ahorcarle.

obispo gordo
334Las primeras noticias que tendréis serán libros míos contra vuestra Casa impresos en Douai, Bruselas o Spalato.

rey blanco
335¡Que le confisquen sus bienes!

obispo gordo
336¡Vaya! Anoche se los llevaron en barca a casa de un sastre amigo de la causa negra.

caballero blanco
337¡Qué hipócrita tan precavido!

duque blanco
338¡Renegado calculador!

(Salen, del lado de la Casa Blanca, EL REY, LA REINA, EL OBISPO, EL CABALLERO y EL DUQUE.)

obispo gordo
339Sí, seguid atacando. Ya os alcanzaré yo con mis escritos cuando me haya ido.

caballero negro
340Aduladle con honores hasta que le encomendemos algún servicio peligroso y entonces le quemaremos.

rey negro
341Esto sí que ha sido inesperado.

duque negro
342¡Cuánto nos alegramos de veros!

obispo gordo
343Ahora os daré a conocer la Casa Blanca.

duque negro
344¡De veras! Eso os reconciliará y elevará.

(Salen, del lado de la Casa Negra, EL REY, LA REINA, EL OBISPO, EL DUQUE y EL OBISPO GORDO.)

peón del rey blanco
345Caballero, mi encumbramiento está ahora en vuestras manos.

caballero negro
346¡Ah! ¿El báculo, el fuerte báculo que sostiene y el capelo a la medida de la testa culpable? Adonde te toca ir es al saco, que está vacío. Peón perdido no puede ser revivido.

peón del rey blanco
347¡Cómo!

caballero negro
348No haya réplicas, que ya me conocéis. Seguramente tendréis compañía bien pronto. (Mete en el saco al PEÓN DEL REY BLANCO.) El saco es bastante grande; cabremos todos.

(Salen EL CABALLERO NEGRO y EL PEÓN DEL CABALLERO NEGRO.)

peón de la reina blanca
349¡Te lo suplico, sé de los nuestros! Deja que mi amor te gane. Hoy has obrado con lealtad y ayer prestaste a mi honra un noble servicio. El mejor Peón de nuestra Casa no podría superarlo.

peón de la reina negra
350Mi compasión se encendió de fervor, sobre todo cuando preví vuestro matrimonio. Fue entonces cuando se inflamó.

peón de la reina blanca
351¡Cómo! ¿Matrimonio?

peón de la reina negra
352Aquel acto corruptor habría malogrado vuestra dicha. ¡Una violación! ¡Dios bendito!

peón de la reina blanca
353¡Estás hablando de matrimonio!

peón de la reina negra
354Sí, sí. Os casaréis. He visto al hombre.

peón de la reina blanca
355¡Al hombre!

peón de la reina negra
356Un apuesto caballero, un caballero de pies a cabeza. Lo diréis vos misma cuando le veáis. Heredero de tres capelos, sin contar las esperanzas que ofrece la Casa Negra.

peón de la reina blanca
357Sin duda os equivocáis con lo de este hombre. He prometido vida célibe a todos mis sentimientos.

peón de la reina negra
358Prometamos lo que prometamos, vos, yo o todos nosotros, hay un destino que rige y nos gobierna.

peón de la reina blanca
359¿Y cómo es que visteis o supisteis de este misterio?

peón de la reina negra
360Un espejo mágico que le compré a una egiptana, cuyo cristal tiene poderes adivinatorios, me mostró al hombre. Vuestro nombre le trae siempre que lo uso y nunca me canso de mirarle. Su persona y sus ademanes son tan gratos...

peón de la reina blanca
361¡Es prodigioso! Las facultades del alma siguen siendo las mismas y no me siento llevada por ese camino.

peón de la reina negra
362No siempre sentimos la fe que nos mueve ni vemos nuestro crecimiento y, sin embargo, ambos apuntan hacia arriba.

peón de la reina blanca
363Decís bien. Pero, ¿puedo verle yo también?

peón de la reina negra
364Claro que podéis, sin duda ni temor, si seguís la regla en la que yo fui instruida: sin volver la vista atrás ni interrogar al espectro.

peón de la reina blanca
365No es ardua la regla. Confiad en mí. ¿Me dejaréis? Anhelo ver a ese hombre.

peón de la reina negra
366Seguidme, os lo ruego, y seréis aliviada.

(Salen.)

ESCENA SEGUNDA

(Entra un PEÓN BUFO NEGRO.)

peón bufo negro
367¡Con qué gusto atraparía a uno de esos Peones Blancos! Lo pondría a hacer las peores faenas de casa y le daría de comer leche de burra espesada con queso de cabra y todos los manjares blancos que se pudieran imaginar. Me serviría de jaca blanca para ir haciendo cabriolas tras la litera del Caballero Negro.

(Entra un PEÓN BLANCO.)

peón blanco
368Entonces pareceríais el mismísimo demonio montado en un súcubo creado de la hija de un molinero.

peón bufo negro
369¡La peste os lleve! ¿Tan cerca andabais? Estoy atrapado como un mirlo en la nieve, y este Peón Blanco sonriendo de satisfacción.

peón blanco
370Y ahora, como no quiero ensuciarme más la ropa, que el blanco se mancha en seguida, pues...

peón bufo negro
371Pues eso; vete, te lo ruego, o acabaré tiznándote.

peón blanco
372No, que quiero hacer la prueba. Ahora que te he pillado me harás los trabajos más sucios que haya tenido que sufrir la esclavitud.

peón bufo negro
373Os engañaré. Vendréis y os encontraréis con el trabajo sin hacer. Soy demasiado orgulloso para trabajar; antes me muero de hambre. Os lo digo por anticipado.

peón blanco
374Ya os arreglaré yo con un látigo negro que no os llegará retrasado.

peón bufo negro
375¡Bah! Al látigo ya me he acostumbrado. Una mañana recorrí tres leguas azotándome. Y como soy capaz de pasarme quince días en ayunas, la comida se os pudrirá en las manos.

peón blanco
376Para impedirlo os daré de comer zarzamoras y, los días de fiesta, una araña macerada en vinagre y cortada como una anchoa. No pienso averiguar lo que come un mono. ¡Vamos, a dar brincos!

(Entra un segundo PEÓN NEGRO.)

segundo peón negro
377¡Alto ahí! Las cosas no van a ser tan sencillas si miráis bien a vuestro alrededor.

peón blanco
378¡Pardiez! A mí también me han atrapado. ¡Un Peón Negro pegado al trasero! Los tres parecemos ahora tres aves espetadas: una gallina blanca entre dos gallinetas pardas.

peón bufo negro
379¡Cuánto me alegro!

peón blanco
380De poco os servirá, que pienso zurraros.

segundo peón negro
381Entonces os zurraré yo.

peón blanco
382Y yo volveré a zurrarle a él.

peón bufo negro
383¡Por la misa! Zurras no van a faltar. Y lo peor me va a tocar a mí, que no puedo zurrar a nadie. Ahora nos apretamos lo mismito que tres moscas ensartadas por el trasero con una paja.

ESCENA TERCERA

(Entran EL PEÓN DE LA REINA NEGRA y EL PEÓN DE LA REINA BLANCA.)

peón de la reina negra
384Éste es el aposento en que se me apareció. Y mirad, aquí está el espejo que le mostró.

peón de la reina blanca
385No veo ningún movimiento. ¿Qué pensar? Me invade un temor repentino, un leve temblor bajo este augurio, como cuando al acariciar una tórtola se sienten sus palpitaciones.

peón de la reina negra
386Eso es siempre un buen augurio, señal de que pronto cambiará vuestro estado, pues ese temblor es siempre el primer síntoma de una novia. Y si a su aparición le acompañara algún temor vano, por mi fidelidad a la amistad, yo os libraré del más pequeño. Nunca se presentó objeto alguno con más donosura. El aire mismo conspira para honrarle y, como si entrara un novio, entona un dulce cántico, lo que confirma la bendita armonía de vuestro amor.

peón de la reina blanca
387¿Y aparecerá cuando se pronuncie mi nombre?

peón de la reina negra
388Sí, sólo el vuestro. Si no, no habría portento. Para disipar vuestras dudas lo primero que haré será mostraros la diferencia y haré la invocación en nombre de otras.

peón de la reina blanca
389Eso me complacerá mucho.

peón de la reina negra
390Así se hará.
Tú, cuyo rostro gentil y galano
ha mostrado el espejo egiptano,
por el augusto nombre
y universal renombre
de nuestra soberana prepotente
te conjuro que vengas prontamente.
¡Cómo! ¿Aún no veis nada?

peón de la reina blanca
391Ni el menor atisbo. Probad otro, os lo ruego.

peón de la reina negra
392Se hará vuestra voluntad.
Redoblo mi poder y mi influencia
y evoco el esplendor de tu presencia.
En nombre de la Reina Blanca muestra
como antes tu semblante y forma apuesta.
¿Qué veis?

peón de la reina blanca
393No aparece nada.

peón de la reina negra
394Así brilla con más fuerza mi verdad. Ahora fijad vuestros hermosos ojos y alegradlos para siempre con la imagen de vuestro amado.
Espléndido varón, que has sido por el hado
al Peón de la Reina Blanca destinado;
quien ha de darte, con decencia,
gentil y larga descendencia.
Por su magnífico renombre
y la blancura de su nombre,
por su fecundo y noble amor
y la bondad de su candor,
por su sentido de humildad
y natural docilidad;
en fin, por su rara hermosura
emplazo al punto tu figura.
Escuchad. El aire, hechizado con vuestros elogios y su llegada, convierte esas palabras en dulces sones.

(Música. Entra el jesuita, como una aparición, vestido de gala; se presenta ante el espejo; sale.)

peón de la reina blanca
395¡Oh, que se quede, que se quede un poco más!

peón de la reina negra
396Me alegro de oíros decir eso.

peón de la reina blanca
397Si va a ser mío, ¿por qué se va tan pronto?

peón de la reina negra
398Esto no es más que la sombra del vuestro. ¿Estáis bien?

peón de la reina blanca
399¡Oh! Hice mal en acceder a verlo. ¿Qué certeza hay en nuestra condición o en nuestra vida? Lo que escribimos lo borra el destino. Nuestros deseos son como un pleito llevado y traído por la justicia: lo que un tribunal ordena, otro lo condena.

peón de la reina negra
400Vuestro pesar es un intruso y no tiene sitio aquí. Él es un caballero hecho a la medida de cualquier deseo. En él crece el honor y las riquezas se le acumulan. Tiene juventud y, sin embargo, en la sobriedad de su semblante aparece grave como un tetrarca, lo que debiera ser grato al deseo comedido. ¿Qué os puede faltar? ¿Qué más podéis pedir?

peón de la reina blanca
401No sé qué responder. Tendrían que encontrarse mi temor y mi deseo.

peón de la reina negra
402(Aparte.) Está atrapada y, lo que es extraño, por su peor agresor.

(Salen.)

ACTO CUARTO

ESCENA PRIMERA

(Entra EL PEÓN DEL CABALLERO NEGRO y se encuentra con EL PEÓN DEL OBISPO NEGRO, vestido de gala.)

peón del caballero negro
403(Aparte.) ¡Es él, mi confesor! Habría podido estar pasando por mi lado siete años seguidos si yo no me hubiera fijado en la cinta de su sombrero tachonada de letras, que es el símbolo que usan los jesuitas para reconocerse entre sí y que estos espléndidos colegiales llevan por mutuo acuerdo. Extraño hábito para un padre de santidad, sobre todo para un maestro de pobreza; pero nosotros, los hijos de la obediencia, no osamos pensar torcidamente, sino que debemos confesarnos con tanta humildad al padre de esa pluma, daga y larga espuela, como al alba y al altar, y afortunados somos en alcanzarlo... – ¡Santo y reverendo padre!

peón del obispo negro
404¡Cómo! ¿Me has descubierto?

peón del caballero negro
405¡Oh, señor! Lucid el atavío más regio y esplendente y la perfección brillará por encima de todo. Os reconocí por vuestra señal católica, la señal que lleváis por encima de vuestra frente.

peón del obispo negro
406¿Tan ambicioso os habéis vuelto en vuestra reverencia? Bueno, ¿qué es lo que queréis? tengo que seguir mi pieza.

peón del caballero negro
407Pues a mí me sigue un gusano, así que no puedo seguir ni pieza ni juego. Si el Peón más apocado pudiera ver su juego podría capturarme a placer. Señor, deseo ser absuelto. Con la conciencia aliviada podría afanarme en el juego.

peón del obispo negro
408Fue una acción vil.

peón del caballero negro
409Era un Peón cismático, señor.

peón del obispo negro
410Y, ¿qué es eso al lado de la vileza de vuestra venganza? Además, no tengo deseo ni poder para daros la absolución por esa violencia. Formulad vuestra petición a la cámara penitencial; si podéis comprar vuestra absolución por la clemencia del Obispo Negro habréis logrado un favor singular con vuestro dinero. Ese es vuestro único refugio.

peón del caballero negro
411El aguijón se me clava más hondo.

(Sale.)

peón del obispo negro
412Ahí va mi pieza. Como un astuto ajedrecista fingiré no verla.

(Entran EL PEÓN DE LA REINA BLANCA y EL PEÓN DE LA REINA NEGRA.)

peón de la reina blanca
413¡Ah, mi corazón!

peón de la reina negra
414¡Es él!

peón de la reina blanca
415El mismo que me mostró el espejo mágico.

peón de la reina negra
416Y pasa de largo con indiferencia, como un extraño más, ignorante de su destino. No os tiene en su pensamiento. ¡Qué misterios tan singulares mueven al amor inescrutable!

peón de la reina blanca
417Aún no es tiempo.

peón de la reina negra
418Pero está en nuestras manos adelantarlo —saber es dominio— y hacer que se pliegue a nosotros en vez de nosotros a él.

peón de la reina blanca
419En ningún caso desviaría nada de su curso natural. Que el tiempo recorra todo su camino. Antes moriría decorosamente del amor no revelado que hacer sufrir al más pequeño servidor del cielo o que su curso fuera detenido por mi causa. ¡Cómo ha variado el crecimiento de mi alma! Aquella vida célibe, el vestido más justo que le hizo la paz, de pronto se ha vuelto demasiado estrecho, demasiado apretado.

peón de la reina negra
420Se acerca otra vez.

peón de la reina blanca
421¡Ah! El traidor ya se me ha saltado del corazón a las mejillas y me delatará si su vista poderosa se dirige hacia aquí.

peón de la reina negra
422¡Por mi veracidad, mirad! Ha pasado de largo otra vez, anegado en la indiferencia, sin reparar en la señal propicia de tanta felicidad para que considere su fortuna. ¡Cuán herméticamente sella el destino el ojo del entendimiento humano hasta que, como al girasol, lo abren el tiempo y el amor! Sería una pena que él siguiera en la ignorancia.

peón de la reina blanca
423¿Qué vais a hacer?

peón de la reina negra
424Andad, morid pudorosamente y dejad que el remedio siga pasando de largo sin aprovecharlo. Si lo miráis bien ya habéis cambiado bastante... ¡Insigne señor! Con vuestro muy noble perdón por esta grosera intrusión, me atrevo a adelantar vuestro conocimiento de un secreto en muchos más días de los que requeriría su prevista revelación. Os ruego que os volváis y os fijéis bien. ¿Conocéis a esa noble bondad?

peón del obispo negro
425Es la primera vez que mis ojos se ven favorecidos con su contemplación, lo que muestra claramente que era mucho lo que faltaba a mi conocimiento al no haberla conocido hasta ahora.

peón de la reina negra
426¿Os atrae entonces? Os ruego que lo consideréis con cuidado. Hay razones poderosas para que yo me atreva a propiciarlo, como podéis suponer. El asunto os concierne más directamente de lo que pensáis.

peón del obispo negro
427Su esplendor y la maravilla de este secreto me causan asombro en reciprocidad.

peón de la reina negra
428Y no sin mérito. Los dos debéis conoceros mejor.

peón del obispo negro
429¿Hay causa o relación mutua entre nosotros que lo adelante?

peón de la reina negra
430Sí, sí. Puedo mostraros el camino más corto para llegar al mayor estado de perfección (en la virtud) que el gozo haya encontrado jamás. Os ruego que os fijéis en ella una vez más. Y ahora, seguidme, señor, y os mostraré a la que ha de ser vuestra esposa.

peón del obispo negro
431El misterio se complica, a no ser que el cielo haya puesto ante nosotros a esa admirable criatura para enseñarnos a elegir esposa.

peón de la reina negra
432Tened a bien seguidme, señor.

peón del obispo negro
433¿En virtud de qué arte me ofrecéis un ideal y no me permitís alcanzarlo? Es doloroso alejarse de él.

(Sale con EL PEÓN DE LA REINA NEGRA.)

peón de la reina blanca
434Si responde el espejo mágico y mi figura aparece ante sus ojos con tanta belleza y plenitud como la suya apareció ante los míos, no dudaré de que será mío para siempre.

(Vuelven EL PEÓN DE LA REINA NEGRA y EL PEÓN DEL OBISPO NEGRO.)

peón del obispo negro
435¡La misma con que me ha favorecido el espejo, su belleza y su atavío! ¿Habéis estado aquí todo el tiempo? ¿No os habéis movido?

peón de la reina blanca
436No, señor, no he dado ni un paso.

peón del obispo negro
437¿Es posible? Juraría que he visto allí su persona. Se me apareció con tanto esplendor y tanta realidad...

peón de la reina blanca
438Así se me apareció a mí vuestra persona.

peón del obispo negro
439¿Visteis mi figura?

peón de la reina blanca
440Con la mayor claridad. Se mostró así que se pronunció mi nombre.

peón del obispo negro
441Y a mí la vuestra en cuanto se pronunció el mío.

peón de la reina negra
442¿Qué hacéis ahí parados? ¿Vais a dejar que con vuestras demoras el tiempo os escamotee los sabrosos beneficios que os ha señalado el destino, a vosotros, pareja pudorosa de retozones ruborizados? Y vos, señor, el más pudoroso (no perdono ningún defecto por halagar): ¿Podéis ser más que marido y mujer destinados el uno al otro por un poder de lo más irrevocable? Quizá otros, aventureros del placer, encuentren impedimentos y tropiecen con la vergüenza o la separación, y sus destinos permanecerán ocultos y los acontecimientos, inaccesibles. Vosotros conocéis los designios del destino y debéis uniros.

peón del obispo negro
443Dice verdad. No veo razón para perdernos el goce de esta noche, a no ser que nos domine la vergüenza.

peón de la reina blanca
444¡Cómo! ¿Esta noche, señor? Si no supiera que ibais a ser mío —y por ello tiene fuerza vuestro privilegio— dejarías de serlo por esa deshonesta proposición. Si no tengo la dicha de unirme a una alma pura es que soy una desgraciada. Las palomas y todas las avecillas que aman en castidad se emparejan adecuadamente y alcanzan sus deseos como corresponde. ¿Acaso la mujer es menos afortunada? ¿Una virgen, el Mayo de la mujer? El destino, señor, ha dispuesto que seamos marido y mujer, pero no ha autorizado ningún acto de conocimiento hasta que lo seamos.

peón del obispo negro
445¡Ah, este pudor tan bobo! ¡Cómo se apena! (Aparte al PEÓN DE LA REINA NEGRA.) Esta insólita pretensión mía me ha alejado de ella tanto como en el primer encuentro. ¿Qué va a ser ahora de nuestro juego? Sabéis que mi orden me impide casarme.

peón de la reina negra
446Lo sé muy bien, pero podéis intentar un contrato.

peón del obispo negro
447¡Ja!

peón de la reina negra
448Sí que podéis, señor, a no dudarlo; sin peligro ni mancha alguna para vuestro voto, y con ello la habréis conseguido. Vamos, deprisa. Además, ella pensará que lo hacéis con buena intención.

peón del obispo negro
449No seáis tan pródiga con vuestro bendito manantial. Las lágrimas que vertéis sin motivo lavarían una alma pecadora. Por nuestras alegrías amorosas, esa proposición mía no volverá a salir de mi boca hasta que hayamos hecho el contrato. – Entonces, como espero, seréis mía.

peón de la reina blanca
450Siempre vuestra en todo deber justo.

peón de la reina negra
451¿Bien? ¿Todavía lo dudáis? ¡Bah! Ya sois marido y mujer a falta sólo de la ceremonia en la iglesia. Os lo ruego, hagámoslo primero y luego ya veréis cómo se vuelve razonable. – (Aparte.) Ahora disfrutaré de la broma y os engañaré a los dos. El juego de la carne es el salario por el que he trabajado.

(Salen.)

ESCENA SEGUNDA

(Entra EL CABALLERO NEGRO con su PEÓN.)

caballero negro
452Peón, le he hablado de tu caso al Obispo Gordo. Yo te conseguiré la absolución de su propia boca. Anda, tráeme mi silla, la silla de mi trapacería. Me place sobremanera sentarme en un asiento de oro herético. ¡Eh! Despacito y buena letra, amigo, que tengo un defecto inmundo en el trasero del tambor. Nunca seré un soldado perfecto, pero sí un perfecto embaucador comparable a cualquier otro de Europa. A ver, ¿qué te pasa? ¿Remordimientos? Tienes el alma más delicada que jamás haya encontrado. No puede soportar la más menuda villanía. La mía es capaz de digerir un monstruo sin indigestarse, un pecado que pese más que un elefante, y todo eso sin que me cruja nada por dentro.

peón del caballero negro
453Sí, vos estáis acostumbrado, y eso es una gran ventaja, pero la garganta de mi conciencia tiene un paso muy estrecho. Se atasca en el tubo penitente y no baja. Si yo hubiera conseguido siete mil libras por prebendas y me lo hubiera tragado, el hueco sería más grande.

caballero negro
454Bueno, si te pones gracioso te querré bien. ¿Tanto pesa sobre tu conciencia una injusticia blanda, medio cruda y medio escalfada? Me siento avergonzado de ti. Si hubieras revelado la Casa Blanca a la Casa Negra y mendigado un reino con la simulación, o desbaratado el noble marco de la paz y el comercio, o si hubieses envenenado la lealtad, estorbado la fidelidad y despertado la agresividad masculina de las blandas almas femeninas para que persiguieran la verdad hasta la muerte si la causa las excitara, entonces lo primero que aprenderían los loros y estorninos sería a maldecirte.

peón del caballero negro
455¡Pardiez, señor! Esos pecados sí que son morrocotudos.

caballero negro
456Pues este cerebro ha sido el padre de todos ésos triplicados diez veces; todos son vástagos míos.

peón del caballero negro
457¡Vaya prole!

caballero negro
458Y, sin embargo, soy capaz de bromear alegremente, reírme y contarles cuentos emocionantes a las damas de la corte (hijas de mi seducción) con gran vivacidad y con tanta lozanía como la inocencia de la juventud, ignorante de ningún pecado que diera pie al pesar. No siento ninguna tempestad ni noto que el viento que mueve las hojas agite la culpa; mi conciencia está en calma.

peón del caballero negro
459Pues yo estoy seguro de que en la mía sopla un torbellino, señor.

caballero negro
460Amigo mío, he vendido seis veces el empleo de camarera mayor y he recibido dinero de las seis damas, ansiosas de ir por delante de las esposas de baronets. A tres matronas amojamadas les he prometido el puesto de dueña de honor. Además, he enseñado a nuestros amigos a llevar oro de la Casa Blanca a nuestro Reino Negro metido en tortas frías para burlar a los que registren. La venta ambulante de santos óleos, cuentas de rosario, medallas, indulgencias, imágenes, paños de la Verónica de prensas particulares, la hace uno disfrazado de buhonero. Las cartas son llevadas en boletas de tabaco. Y cuando hay alguna restricción algunos de nuestros jesuitas, siguiendo mi astuto consejo, se hacen mayordomos; otros, cetreros; otros, guardas de parques y otros, cazadores. Una vez uno se disfrazó de cocinero de una dama anciana y un domingo por la mañana despachó dos quehaceres, el del altar y el del trinchero. Dime, ¿a qué dediqué mi descanso veraniego sino a dar cuenta del estado y poderío del Reino Blanco? No hubo fortificación, ni ensenada, ni cala, ni desembarcadero de la costa blanca que no pasara a los mapas y a los planos. Averigüé la profundidad de todos sus canales y me informé de arenas, arrecifes, rocas y ríos a efectos de una invasión en toda regla. Elaboré un catálogo de toda la marina real, con el peso de los barcos, las piezas de artillería, el número de hombres y el cabo al que se dirigen. Lo mismo en lo que toca a la exploración del interior, pues no hay condado cuya situación no conozca yo mejor que los habitantes principales. La fuerza de su infantería y caballería, los ingresos de los terratenientes, quién es afecto a nuestra causa, quién desafecto y quién indiferente, todos los neutrales. Han sido seducidas treinta y ocho mil almas, Peón, desde que las cárceles vomitaron con la píldora que les di.

peón del caballero negro
461Seguro que pusisteis aceite de sapo en ese fármaco, señor.

caballero negro
462Y ahora llevo entre manos una jugada maestra para capturar al Caballero Blanco y atraerle con falsos alicientes a la Casa Negra (y a él seguirán otros), mientras nuestro Obispo Gordo arremete contra la Reina. Así nuestro juego quedará divinamente.

(Entra EL OBISPO GORDO con un libro.)

peón del caballero negro
463Aquí viene, señor.

obispo gordo
464He aquí la Taxa Poenitentiaria, Caballero, el libro de indulgencias generales a todos los precios. Llevo media hora buscando su pecado y no doy con él.

caballero negro
465¡Qué raro! Dejadme ver.

peón del caballero negro
466¡Qué Peón más desdichado soy! ¿Acaso mi furor me llevó a hacer algo para cuyo perdón no hay precedente?

caballero negro
467 (Lee.) “Por cometer asesinato, trece libras, cuatro chelines y seis peniques.” Eso es bastante barato. “Por matar, matar, matar, matar, matar, matar...” Obispo, a este lado sólo se habla de matar.

obispo gordo
468Pasad la hoja y hallaréis el adulterio y otros pecados triviales.

caballero negro
469¿Adulterio? ¡Ah, sí! Ya lo tengo. (Lee.) “Por cometer adulterio, dos chelines, y por fornicar, cinco peniques.” ¡Por la misa, vaya par de gangas! ¡Así no hay quien se enmiende! “Por yacer con madre, hermana e hija” (¡pardiez, señor!) “treinta y tres libras, tres chelines y tres peniques”. La proporción es correcta y, además, todo se paga de tres en tres.

obispo gordo
470¿Habéis leído, señor, la historia de aquel monstruo que hizo a su hija, hermana y esposa de su propia madre?

caballero negro
471 (Lee.) “Simonía, nueve libras.”

obispo gordo
472Ya pueden estarme agradecidos. Antes de llegar yo eran diecinueve. He alterado muchas de las cantidades.

caballero negro
473 (Lee.) “Sodomía, seis peniques.” Esta cantidad debéis indicarla en la parte trasera de vuestro libro, Obispo.

obispo gordo
474Somos muy pocos los que vamos por delante, señor.

caballero negro
475¿Qué es esto, señor? (Lee.) “Dos viejos precedentes de incitación.”

obispo gordo
476Sí, esas son notas viejas.

caballero negro
477 (Lee.) “Entregados en recompensa por matar a un príncipe herético con un puñal envenenado, cinco mil ducados”.

obispo gordo
478Es cierto, señor. Eso se pagó.

caballero negro
479 (Lee.) “Prometidos también al Doctor López por envenenar a la Reina virgen del Reino Blanco, veinte mil ducados; la cual cantidad fue entregada después como limosna meritoria al convento de Lisboa, disponiendo al presente de diez mil libras más depositadas en el ayuntamiento de Amberes”.

peón del caballero negro
480¿De qué le sirve todo eso a mi conciencia, digna santidad? Tengo derecho a la indulgencia y he traído dinero.

obispo gordo
481Debéis partir. Ya veis que no hay precedentes de precio ni perdón por la acción perpetrada.

peón del caballero negro
482¡Mísero de mí! ¿Y se perdonan pecados más aparatosos? ¿El crimen, el asesinato?

obispo gordo
483Así es, ha habido casos. Si le hubieras matado, te perdonaría. Hay precedentes y precio estipulado, pero no de la castración.

peón del caballero negro
484El sangriento enredo cabalístico ya me ha enseñado lo que tengo que hacer. Me desharé de todos mis bienes y le mataré; así obtendré la plena absolución.

(Sale.)
(Entra EL REY NEGRO.)

rey negro
485¡Cómo, Obispo y Caballero! ¿Dónde están vuestras maniobras y vuestras trampas? ¿Acaso estáis holgando en el ardor del juego?

caballero negro
486Mi vida contra la vuestra, Soberano Negro, a que la partida es nuestra. He estado trabajándome al Caballero Blanco y a su espléndido Duque, y los dos me parecen prometedores.

obispo gordo
487Y en lo que toca a la captura de su devota Reina, en esta confusión de estado y premura desordenada, confiad en mi refinadísima astucia.

rey negro
488¡Ah, ambiciosa braveza! Jamás partida alguna fue tan esperanzadora para nuestro bando.

caballero negro
489(Aparte.) Si tal como están las piezas este bruto de Obispo no cae atrapado en el próximo ataque nunca más me fiaré de mis artes.

(Salen.)

ESCENA TERCERA

(Pantomima)
(Entra EL PEÓN DE LA REINA NEGRA llevando al PEÓN DE LA REINA BLANCA a un aposento. A continuación recoge al PEÓN DEL OBISPO NEGRO, el jesuita, y le lleva a otro aposento. Apaga la luz y le sigue.)

ESCENA CUARTA

(Entran EL CABALLERO BLANCO y EL DUQUE BLANCO.)

caballero blanco
490Es verdad, noble Duque, que la hermosa virtud es inestimable. Adelantémonos a las corruptoras insinuaciones del otro bando con verdad de causa y ánimo. Salgamos al encuentro de sus intrigas con bondad tan firme que los deje abatidos de humillación.

duque blanco
491Señor, todos los lazos, cepos y trampas que vienen ocupando al diablo desde el ochenta y ocho se han tendido solamente para la gran esperanza de esta partida.

caballero blanco
492Más noble será el triunfo de la virtud. Cuando ellos se hayan retorcido alrededor de nuestro constante ánimo (la serpiente más reluciente que creó la falsedad), gloriándose sobremanera de su brillante veneno, el justo cielo lanzará un rayo contra sus cabezas.

duque blanco
493Mirad, ¿queréis ver al estrago tomando el sol? (Entra EL CABALLERO NEGRO.) En esa sonrisa yacen soleándose la lujuria y la traición. En ese pérfido modelo la falsedad facial está dibujado el infierno sonriendo de satisfacción.

caballero blanco
494¡Qué duro es fingir por la verdad!

caballero negro
495¡Oh, hermoso Caballero! ¡Esplendor creciente de esta Casa de Candor! ¿Acaso he de dar por perdidas tantas declaraciones? ¿He de darlas por perdidas completamente? ¿Ya no soy digno de vuestra confianza? ¿Yo, que he consagrado las facultades del alma, la vida, el espíritu y el cerebro, a vuestro dulce solaz juvenil, a vuestro noble y fecundo solaz? ¿Podéis sospechar algún juego sucio en mí, que he sido siempre el más sumiso reverenciador de vuestras virtudes, y en ningún caso me ha afectado más ambición que la de ser considerado el primero de vuestros admiradores? ¿Cuántas veces no habré mudado, para regocijo vuestro, el solemne continente de mi papel en el de un bufón y cuántas no me habré convertido, por vos y para ahuyentar pensamientos tristes, de un grave padre de la patria en un alegre hijo del pasatiempo, transformando a un sexagenario en un retozón, en un mero juguetón? Voy a contaros lo que le dije una vez a una dama de Saboya, recién casada ella, rolliza, lozana y ardiendo en deseos de descendencia. Le prometí que tendría un hijo en menos de un año si era capaz de abrirse de piernas sobre las calzas de San Romualdo, una reliquia que se conserva en Malinas. A la mañana siguiente llevaron a su aposento los viejos calzones de uno de mis seguidores y allí intentó la hazaña. Con eso y un cortesano amigo mío pronto quedó encinta.

caballero blanco
496¡Ah! ¿Quién podría vivir sin ti?

caballero negro
497Asumiré cualquier forma para complaceros. En toda esta partida mi propósito no ha sido otro que el de ganarme vuestro afecto.

caballero blanco
498Lo has conseguido notablemente y anhelamos ver el regalo, la pompa y la dignidad de la Casa Negra.

caballero negro
499Tanto os complacerán y saciarán los honores que nunca más querréis volver a la Blanca.

(Salen.)
(Entra LA REINA BLANCA.)

reina blanca
500¡Mi amor, mi esperanza, mi bien! ¡Oh! ¡Se ha ido, enredado, atrapado y sorprendido entre los Negros! Nunca sentí tanto rigor. Espesas tinieblas se ciernen sobre esta hora. La integridad, semejante a una de las brillantes luminarias del cielo y estorbada ahora por los más oscuros elementos del error, sufre un negro eclipse. Nunca me abrumó tanto el amor como ahora el horror. (Entra EL OBISPO GORDO.) ¡Vienen por mí! ¡Me atraparán y se perderá la partida! ¡Ah! Es el Obispo renegado, que ha visto la ventaja de su juego y viene a capturarme. Me veo atacada sin piedad y me siento mísera y afligida.

obispo gordo
501De nada sirve moverse. Os capturaré cualquiera que sea vuestro rumbo. Ésta es la hora que siempre he esperado. Reina, vas a caer.

reina blanca
502¿No hay rescate ni salvación?

obispo gordo
503El Rey Negro arde en deseos de ver tu prostitución y sólo la fuente de tu casta virtud podría refrescar su inflamación. Se morirá de exceso de lujuria si no te desflora.

reina blanca
504¡Oh, desdichado trance!

(Entra EL OBISPO BLANCO.)

obispo blanco
505¿Y es vuestra santidad su divino alcahuete?

obispo gordo
506¡El diablo anda suelto! ¡Me ha capturado un palomillo! ¿Dónde estaba este Obispo que no lo he visto?

obispo blanco
507Habéis sido tan ambicioso que nunca me habéis tenido en cuenta. Apuntabais nada menos que contra la Reina, la gloria de la partida. Si hubiera caído habría quedado libre el camino para el jaque mate que él o los suyos penan por daros. (Entra EL REY BLANCO.) ¡Que el honor y la virtud le guíen en su noble condición!

reina blanca
508¡Oh, mi seguro santuario!

rey blanco
509Que las bendiciones del cielo no sean más mías de lo que yo soy tu seguro baluarte. El palomar no está más seguro en la roca que tú en mi robusto pecho.

reina blanca
510Eso es para mí una bendición.

rey blanco
511Así que es ese montón de inmunda gratitud hinchado con el veneno de la hipocresía... ¿Podía ser tan malvado como para beneficiarse de las bendiciones gratas y fecundas de nuestro reino? Obispo, acabas de hacerle a la Casa Blanca un afortunado servicio digno de tu reverenda condición. En lo que a ti toca, Santidad Negra, que ejecutas tu muerte como el ciego topo, el más verdadero hijo de la tierra, que al arrojar fuera sus ambiciosos montones es capturado y destruido en su avanzada faena, bueno sería que, a semejanza de ese afanoso animalejo, a quien imitas con montones de orgullo y maldad, cuando la muerte te encierra, la tumba silenciosa sea tu saco para siempre. No habría pozo más hondo. En cuanto a tu vana esperanza del Caballero Blanco y su muy leal ayudante, dos piezas principescas, que sé que en tus pensamientos las das por perdidas para siempre, sabe que mi vigoroso convencimiento de sus constantes virtudes es tal que si pudierais dirigir mares de falsedades sin cuento contra esa fortaleza, haría estallar los más soberbios piélagos.

reina blanca
512Mi temor ha pasado.

rey blanco
513¿Temor? Nunca fuisteis culpable de ofensa alguna a la bondad, salvo en el temor mismo.

reina blanca
514No ha permanecido en mí, señor.

rey blanco
515Habría sido demasiado si hubiera usurpado un solo pensamiento. Pon ahí un buen guardián.

reina blanca
516La confianza se ha afianzado, señor.

rey blanco
517Llevaos de aquí ese premio, varón reverendísimo. Devolved la codicia al saco.

obispo gordo
518Que sea recio el sacio o se rajará. El pecado y mi peso reventarán al más fuerte.

(Salen.)

ACTO QUINTO

ESCENA PRIMERA

(Música. EL PEÓN DEL OBISPO NEGRO mostrándose en la parte alta. Entre EL CABALLERO NEGRO en su litera. Grita.)

caballero negro
519¡Alto, alto! ¿Es que el Peón del Obispo Negro, el jesuita, se ha plantado ahí arriba para pronunciar su breve discurso?

peón del obispo negro
520Ecce triumphante me fixum Caesaris Arce!

caballero negro
521¿Estás ahí, santo mozo? Amigo, esta vez el Obispo cebón está pillado y en el saco.

peón del obispo negro
522Haeritici pereant sic!

caballero negro
523¡Y dale con el latín! Se nota que le ha infectado el discurso. ¡Vamos, deprisa, que vienen!

(Oboes. Entran EL REY NEGRO, LA REINA NEGRA y EL DUQUE NEGRO con PEONES y van al encuentro del CABALLERO BLANCO y del DUQUE BLANCO.)

peón del obispo negro
524Si quid mortabilus unquam oculis hilarem et gratum aperuit diem, si quid peramantibus amicorum animis gaudium attulit peperitve laetitiam, Eques Candidissime praelucentissime, felicem profecto tuum a Domo Candoris ad Domum Nigritudinis accessum promisisse, peperisse, attulisse fatemur. Omnes adventus tui conflagrantissimi, omni qua possumus laetitia, gaudio, congratulatione, acclamatione, animis observantissimis, affectibus devotissimis, obsequiis venerabundis te sospitem congratulamur.

rey negro
525Señor, tras este breve discurso congratulatorio podéis imaginar lo que os estima toda la Casa.

caballero negro
526Los seminarios y semilleros religiosos.

caballero blanco
527Es evidente y así lo reconocemos, regio señor.

caballero negro
528Cuantos honores, placeres, excelencias y deleites pueda concebir vuestro noble pensamiento...

reina negra
529...o atraer vuestra noble mirada y que estén incluidos en el anchuroso ámbito de nuestro Reino Negro, están todos a vuestro servicio.

caballero blanco
530¡Con qué generosidad mostráis vuestro afecto!

duque blanco
531Son favores que en su generosa concesión enriquecen por igual al real donante y al recipiendario.

(Música. Se descubre un altar con estatuas y se entona un cántico.)

caballero negro
532¡Escuchad! Para engalanar vuestra bienvenida se oyen de todas partes dulces sonidos. Lo más oculto se manifiesta de grado. Y aquel altar, sede de adoración, parece adorar las virtudes que traéis con vos.

caballero blanco
533(Aparte.) Siempre el resabio de la vasija vieja, el regusto erróneo.
(Cántico.)
Opera, maravilla, algún portento,
revela tu asombrosa potestad,
para dar al Caballero acogimiento
y a nuestras esperanzas realidad.
Que del altar se eleven llamaradas
y las velas se enciendan arrobadas.
Que lo inerte comparta nuestro gozo
y vibren las estatuas con la vida
que el cielo les infunda en su alborozo
para dar con amor la bienvenida.

(Las imágenes inician una danza.)

caballero negro
534Un augurio favorable se presenta en esta hora; todas se mueven portentosamente hacia la derecha.

rey negro
535Vamos, liberemos los más selectos deleites que dieron gala a los días o vida a las noches.

ESCENA SEGUNDA

(Entra EL PEÓN DE LA REINA BLANCA.)

peón de la reina blanca
536Ahora me doy cuenta de que lo ha hecho para poner a prueba mi amor. Su intención era decente y en esa virtud el destino me ha asistido dignamente. (Entra el jesuita.) ¡Ah! Ahí está ese malvado del hábito reverendo. Y se atreve a aparecer otra vez, ese traidor a la santidad. ¡Oh, marmórea desvergüenza! Y sabiendo cuánto me ha agraviado. Me avergüenza que no se sonroje.

peón del obispo negro
537¿Os queda alguna compasión de mujer? ¿Sois dueña de tanta piedad, bondad y caridad que podáis dar una limosna de amor a este pobre que pena por vos, siquiera sea por vos misma?

peón de la reina blanca
538Señor, por el respeto y reverencia que debéis a la santidad (que a mí no me debéis ninguno) al haberle prometido ser su siervo y llevar su hábito, si me permitís un consejo no deberíais usar el lenguaje de la impudicia con esa vestidura; no os imagináis lo mal que os sienta. El mundo es un teatro en el que se representan todos los papeles. Convendréis en que sería absurdo que no apareciera allí un demonio con figura de demonio o que, a falta de otra figura, asumiera la vuestra. Protestaríais por un desatino que ningún colegial cometió jamás. Así, por decoro, por compasión, por el honor de la santa virtud, si persistís en vuestro papel de demonio representadlo debidamente y que quien encarne la bondad en esta representación aparezca en ese hábito, que yo hablaré con él. Entonces se habrán acomodado los papeles y los espectadores sabrán quién es cada cual. Si no, será una rara sutileza averiguarlo, pues uno como vos es capaz de engañar a todo un público. Es más, si en la asistencia se halla alguna de las que habéis seducido y ve qué juego os traéis conmigo, ya no os amará. ¿Sois tan incorregible, señor, que hasta os burláis?

peón del obispo negro
539Sí, me burlo de vuestros temores, de lo poco que aprovecháis el tiempo, la juventud y la fortuna, y sabiendo que tenéis un marido donde refugiar el placer no os atrevéis a confiaros al calor de un amigo. Es lo malo de la debilidad.

peón de la reina blanca
540¡Qué ardiente! Las sílabas del pecado le salen por la boca como si las letras acabaran de llegar del infierno.

peón del obispo negro
541Dejando aparte ahora el manjar que tanto aborrecéis y que con tanto apetito han probado otras mejores que vos, vengo a casaros con el caballero que os gozó. Espero que os agrade. En la ceremonia no hay nada que sepa a impudicia.

peón de la reina blanca
542(Aparte.) ¡Qué raro que para atar el sagrado nudo se haya fijado en el que intentó desgraciarme...! – ¿Os pidieron que oficiarais la ceremonia?

peón del obispo negro
543Mencionaré una prueba segura.

peón de la reina blanca
544Entonces, señor, sed bienvenido. Tengo la hermosa esperanza de que una vez que lo hayáis atado, nunca más desharéis el sagrado nudo con ninguna proposición deshonesta.

peón del obispo negro
545Sí, pero toda la maña está en lograr anudarlo. Estáis ardiendo en deseos de ultimar tan insidioso trato. Yo soy el casador y el novio. ¿No me conocéis? ¿No me conocéis, melindrosa Iniquidad, rigurosa lujuria, santa prostitución, deseosa de cerrar el matrimonio a toda prisa para que vuestro juego quede bien atado? Ved ahora qué azote os ha deparado el destino. Erais doncella. A ver si ahora podéis jurar que no sois peor, que os dejé como os hallé. ¿Os he asustado? Pues ahora estoy en paz con vos por haberme delatado, por vuestras protestas y artimañas. ¡Adiós, marrullería!

peón de la reina blanca
546No. Quedaos y oíd mi acción de gracias, si vuestro oído puede soportar tan piadosa obra. Luego podéis seguir vuestro deseo.

peón del obispo negro
547Eso ya lo he hecho.

peón de la reina blanca
548El poder que me ha preservado de este demonio...

peón del obispo negro
549¡Cómo!

peón de la reina blanca
550...que puede desafiar al mayor trono del infierno y sentarse por encima de su señor...

peón del obispo negro
551¡Vengan méritos!

peón de la reina blanca
552...que hubiste de soportar, por lujuria ciega, que pretendieran llevarte anoche a la habitual fornicación...

peón de la reina negra
553 (Dentro.) ¡Pues no tan habitual!

peón del obispo negro
554¿Eh? ¿Qué voz es ésa?

peón de la reina blanca
555¡De todas las vírgenes sé tú siempre venerada! Ahora ya podéis iros. Ya habéis oído mi acción de gracias, señor.

peón del obispo negro
556¡Aquí hay algún juego raro! ¿Acaso no me acosté con vos?

peón de la reina negra
557 (Dentro.) ¡No!

peón del obispo negro
558¿Quién eres tú, en nombre del diablo?

peón de la reina blanca
559No pienso responderos después de la acción de gracias, señor.

peón del obispo negro
560¡Pero si me hicisteis una promesa para después del contrato!

peón de la reina negra
561 (Dentro.) ¡Sí!

peón del obispo negro
562¡Así te lleve la peste! Contigo no hablo... Y estabais dispuesta y habíais puesto vuestros gozos más alto...

peón de la reina negra
563 (Dentro.) ...de lo que vos podíais alcanzar, señor.

peón del obispo negro
564¡Por la luz divina, ésa es la voz de una fulana! La degollaré.

(Entra EL PEÓN DE LA REINA NEGRA.)

peón de la reina negra
565¡Cómo! ¿Ibais a usar la violencia contra vuestra compañera de cama? ¿Contra quién lo fue por afecto y no por violación?

peón del obispo negro
566¿Mi compañera de cama?

peón de la reina negra
567¿Dirigís vuestro desdén contra mí? Cuando estaba de probación en Bruselas no se conocían esos procedimientos. La adoración llenaba el lugar y la admiración estaba en uso. ¿Tan pronto se ha convertido en la semilla silvestre del desprecio? ¿Acaso cinco años pueden dejar huella en una ramera? Miradme, os lo ruego, que no me falta juventud para encajarlo. Ahora ya no sois el principal encargado de transportar hijas de damas, si sois recordado. Podría mencionar algunas de sus dotes y también a la persona que se las embolsó. Pronto fueron desposeídas de cuantas preocupaciones mundanales cayeron en vuestras manos.

peón del obispo negro
568¿Tendré que oírla?

peón de la reina negra
569Sí, santa burla, hasta que tus oídos revienten con tu propio veneno, el vómito de tu vida profana. ¿De quién era la sobrina a quien dejaste encinta dos veces con tu ponzoña y luego declaraste poseída de un espíritu inmundo, cuando no era otro que tu propio bastardo?

(Entran EL PEÓN DEL OBISPO BLANCO y LA REINA BLANCA.)

peón del obispo negro
570¡Estoy atrapado en mis propias trampas!

peón de la reina blanca
571Sí, y es justo que lo estéis.

reina blanca
572¡Y tú también, pieza lasciva, vergüenza de la condición femenina!

peón del obispo negro
573¡Estoy perdido por todos los lados!

peón de la reina negra
574Y ahora que él está capturado ya no siento el peso de mi perdición. Ya no es la carga de una langosta.

peón del obispo negro
575¡Tú, puta de la orden, mujerzuela in voto!

(Entra EL PEÓN DEL CABALLERO NEGRO.)

peón del caballero negro
576Ahí está el Peón del Obispo Blanco. ¡Al corazón!

peón de la reina blanca
577¡Alto, monstruo de desvergüenza! ¿Ibas a añadir un crimen a tu horrendo atentado? ¡Oh, despiadado sabueso! Ya es hora de que seas capturado.

peón del caballero negro
578¡Voto a...! ¡Se han adelantado!

peón de la reina blanca
579Por tu culpa y la de tu compañero de ignominia nunca más conoceré hombre más que de nombre.

(Salen.)

ESCENA TERCERA

(Entran, por parte de la Casa Negra, EL REY, LA REINA, EL DUQUE, [EL OBISPO], con EL CABALLERO BLANCO y su DUQUE.)

caballero blanco
580Habéis enriquecido a la vez, regio señor, mi saber y mi contento.

rey negro
581En lugar de ofreceros excesos os damos sólo la bienvenida. De la intemperancia apenas se oye hablar en estos pagos.

caballero blanco
582Cuanto más oigo hablar de la virtud más la echo de menos.

caballero negro
583Aquí no solemos enterrar en la barriga doscientos mil ducados para luego jactarnos de ello. Ni ejercemos la laboriosa ociosidad de los antiguos romanos, siempre preocupados por traer pescado de lugares remotos. De Egipto, el coracino de cabeza dorada; de Ibiza, la salpa; de Calcedonia, el pelamis, que algunos llaman bonito; de Aquitania, los salmones; de Rodas, el esturión; de Quíos, los berberechos, engordados y rellenos de harina y vino cocido. Nosotros no cebamos aves ni vallamos las caletas con intención epicúrea, como hizo Sergio Orata, el que ideó los primeros viveros de ostras y mariscos y que, además de dar gusto a su propia garganta, obtuvo buenas ganancias con su invento (la nobleza siguió después su gordo ejemplo). Tampoco imitamos a aquel archiepulón que engullía comidas de veintidós platos y entre plato y plato él y sus convidados se lavaban y gozaban mujeres; luego se sentaban y reponían fuerzas. El placer, que nadaba en sus platos, así que lo probaban, lo evacuaban.

caballero blanco
584¡Impíos epicúreos!

caballero negro
585De entre los dos extremos nosotros encarecemos la sobriedad de Pertinax, que recomponía medias lechugas para volver a servirlas; o la de su sucesor, Juliano, que hacía tres comidas con un conejo magro y a veces cenaba un higo verde y se limpiaba la barba, como nosotros. En aquellos tiempos los antiguos lamentadores de los excesos se quejaban de que se ofrecía más por un cocinero que por una caballería de guerra, pero es que ahora se paga por un cocinero el precio de un torneo y por algún plato, el precio de un cocinero. Lo que acabará convirtiendo a algunos tragaldabas de vuestra Casa Blanca, sobre todo a vuestro pueblo próspero y rollizo, en los cerdos que cita Escalígero, que no podían moverse de gordos y que eran tan insensibles a pinchos o puyas que los ratos les agujereaban la nalgada y ellos, ni lo sentían. Hubo una vez un regente, el gobernador de Cirene, a quien asfixió su propia barriga; una muerte que a Sancho el Gordo, Rey de Castilla, le hacía temer su descomunal panza y por eso se arriesgó a la muerte rápida que habría podido causarle una hierba perniciosa que el viejo Córdoba, Rey de Marruecos, viendo su temor, le aconsejó que tomara para adelgazar, antes que aventurarse a morir apestando, como el enorme glotón que se asfixió antes que él.

caballero blanco
586Señor, sois el más firme paladín de la sobriedad, la abstinencia pura y de apenas una comida al día que jamás haya hablado con lengua humana.

rey negro
587Sed indulgente con él, señor. Lo ha hecho para tener conversación.

reina negra
588Él la saca de cualquier cosa.

caballero blanco
589En adelante me dará un poco de miedo alimentarme.

duque blanco
590Y a mí, así se pierda mi alma, pues, temo a la gordura, a la niebla de la gordura, como a un dragón. La apostura que tanto deseo es lo maravilloso.

caballero blanco
591Vuestros hábitos son sumamente rigurosos. Tal como habéis razonado sería un transgresor si estuviera en este bando.

caballero negro
592¡No me habéis entendido! Eso no iba por vos. Vos, que estáis habituado a la buena mesa en razón de vuestro país y vuestras costumbres, quedáis dispensado. Podéis comer cabrito, ternera y atún, comer y comer todos los días; dos veces, si así os place; gallina rellena engordada con leche y cereales, una gollería ideada por los habitantes de Delos; o también, berberechos cebados.

caballero blanco
593En lo que toca a la comida me doy por satisfecho, pero en cuanto a la dieta de mi naturaleza hay una dificultad. Apenas hallaréis vianda para complacerla.

caballero negro
594No creo que haya naturaleza a la que no podamos hallarle un guiso que aderezará, a lo político, el maestro de cocina de la Cristiandad. Decidme, os lo ruego, la dieta de vuestro carácter.

caballero blanco
595El primer plato es la ambición ardiente.

caballero negro
596Eso se sirve en hojaldre. ¡Vaya por Dios! ¡Pero si eso sabe prepararlo el más humilde cocinero de nuestros cardenales! ¿A que vuestra ambición se reduce al mundo, señor?

caballero blanco
597Así es, señor.

caballero negro
598Nosotros ya estamos en ello y en el magno festín de nuestra gran ambición hemos escogido el Reino Blanco del que procedéis para el huerto que dará lechugas a nuestro cocinero. La comida será la magra Francia lardeada con Alemania; antes viene la grave y casta Señoría de Venecia, servida como un guiso de capón, en salsa blanca; de nuestro horno principal, Italia, las empanadas; Saboya, la sal; Ginebra, el pan de flor cortado. Al final de la mesa están los Países Bajos, vianda común colocada al extremo opuesto, que es lo asignado a las ambiciones menores. De segundo plato, portugueses espetados haciendo de avefrías, y moros e indios, de mirlos; mientras, Holanda, siempre derretida, puede hacer salsa en cualquier ocasión. Cuando llegue el cubo de los desperdicios y hayamos contentado nuestras colmadas esperanzas con semejante banquete, Zelanda reza la oración, como es costumbre, y nos levantamos de la mesa.

caballero blanco
599¡Por mi conciencia, ahí hay suficiente pasto para la ambición!

caballero negro
600Y si falta algo, están Suiza y Polonia, y con esos encurtidos acabaremos de proveer la mesa.

caballero blanco
601Bien decís, señor, pero ahí está la desgracia. Cuando mi boca ha terminado con un vicio ya hay otro pidiendo comida. Mi deseo es tan grande como el de un útero yermo, como la tumba o la cosa más codiciosa.

caballero negro
602Estamos con vos, señor. ¿Os parece mal lo que no es sino buena administración? Nosotros sacamos dinero de nuestros dogmas y nuestras oraciones. Nosotros hacemos que hasta el mismísimo lecho mortuorio se compre sus consuelos y pague cara su piadosa confesión, dejando pingües ganancias por unas cuantas plegarias ramplonas, que, si no, se mueren sin absolución. Si vierais las bóvedas de nuestros monasterios juraríais que Pluto, a quien las historias llaman el señor de la riqueza, está sepultado en ellas.

duque negro
603Los toneles no le dejan pasar a uno.

caballero blanco
604¿Será posible?

duque blanco
605¿Y qué aplicación voy a darle yo al vicio que traigo, señores? Os habéis olvidado de mí. La rigurosa llave de vuestra vida no me dejará entrar.

caballero negro
606¿Tan indecente es, señor?

duque blanco
607Algunos que se complacen en desecharlo alegremente lo llaman mal de la carne, flaqueza venérea. Pero sin duda hay un nombre peor en vuestros libros.

caballero negro
608El más menudo de todos los vicios, el inocente, el novicio de esta casa de arcilla. ¡La lujuria! Si te abrazo fuerte muestro su peor lado. Es la fruta que tenemos aquí para después de la cena. Sabed que en un estanque, en las ruinas de un convento, hallaron seis mil cabezas de niños.

caballero blanco
609¡Cómo!

caballero negro
610¿Cómo, sí, cómo? ¿Cómo fueron a parar allí, pensáis? Ulrico, el obispo de Augsburgo, en su epístola a Nicolás I, puede contároslo. A lo mejor estuvo en la limpieza del estanque. No puedo menos de sonreír cuando pienso en el desconcierto de todas las madres solteras del lugar al conocer las cabezas de sus hijos. Pero, ¿hay algo más?

duque negro
611¿Sois ya nuestro?

caballero blanco
612Una más y guardaré silencio. Claro que lo que viene ahora nos dividirá, a no dudarlo. Es diez veces, diez veces peor que todo lo anterior.

caballero negro
613¿Tan vil es que no hay nombre que lo designe? Los sapos tienen su denominación y la creación dio a las serpientes y víboras los nombres que las distinguen.

caballero blanco
614Esto mío es lo que mejor oculta el veneno, lo que más suaviza la ponzoña. Señor, soy un archisimulador.

caballero negro
615¡Cómo!

caballero blanco
616Es la marca de mi naturaleza. Apartaos de mí, señor. Aún no ha llegado el momento en que diga lo que siente mi corazón.

caballero negro
617¿Y a eso le llamáis vicio? Evitad la profanación, os lo suplico. ¡La única y suprema virtud de estado de la tierra! ¡El arte de los imperios! Llevad cuidado, señor, no sea que se incomode y os abandone. Es una joya tan preciosa que sólo un lapidario avezado conoce su valor; el instrumento que les abre los corazones a los príncipes y que, con el mismo movimiento, les cierra a ellos los nuestros. Hasta ahora nunca habíais estado tan cerca de nuestro ánimo. Ahora ya sois nuestro hermano. Lo que nosotros hemos hecho ha sido siempre simulación.

caballero blanco
618Pues ahí os quedáis y la partida es nuestra. Rey, te damos jaque mate a la descubierta, el más noble de todos.

(Gran aclamación y sonido de clarines.)

rey negro
619¡Estoy perdido! ¡Estoy capturado!

caballero blanco
620¡Falsedad ambiciosa, codiciosa y lasciva!

duque blanco
621Simulador lo incluye todo.

rey negro
622¡Se han desvanecido todas las esperanzas!

reina negra
623¡Desdichada condición!

(Entran EL REY BLANCO, LA REINA BLANCA, EL OBISPO BLANCO, EL PEÓN DE LA REINA BLANCA y otros PEONES BLANCOS.)

rey blanco
624Dejad que mis brazos se regocijen con este valioso tesoro, esta magnífica obra maestra de la verdad. Vedlo, dulcísima Reina, a salvo en mi pecho y a esa noble figura de hermoso honor, su bendito y fiel asistente.

reina blanca
625¡Que la integridad de sus personas pueda acogerse siempre a ese apacible santuario!

caballero blanco
626Siendo una partida ganada con grande riesgo, así con tanto mayor triunfo le dimos jaque mate a la descubierta, señor.

rey blanco
627Ahora es la oscuridad el favor más propio que puede solicitar la falsedad. Le sienta bien a la perdición. Lo mejor que pueden hacer quienes así han perdido su fama es esconder su vergüenza en el saco. (Se abre el saco, con el bando Negro dentro.) Mirad ahí la boca del saco, que, como el infierno, se abre para llevarse lo que le pertenece. Y los hijos perdidos se muestran ávidos de aumentar su participación en la infamia, el último deseo de los desgraciados, levantando su frente marcada por la perdición como la prole de la Envidia o un lecho de serpientes.

peón del obispo negro
628 (En el saco.) Mirad. Todo se ha venido abajo. La partida está perdida. El Rey, capturado.

obispo gordo
629 (En el saco.) ¡Vaya partida que nos ha jugado la Casa Blanca! Les estoy muy agradecido.

peón bufo negro
630 (En el saco.) A vos habrían tenido que meteros en un saco aparte. ¡Demonio! Este Obispo Gordo me ha chafado, estrujado y sofocado de tal modo que ya no me queda agraz en el cuerpo. Si buscáis hallaréis lo mejor de mí en el fondo del saco.

obispo gordo
631¡Insolente Peón! Al Obispo hay que hacerle sitio, mucho sitio para que esté a gusto.

peón bufo negro
632Me parece que todo el saco es poco sitio para vuestro barrigón de Spalato.

peón del obispo negro
633¡Abajo, víbora de nuestra orden! ¿Estás asomando tu cara desvergonzada y putesca?

peón de la reina negra
634Sí, monstruo de santidad.

caballero blanco
635¡Riña en el infierno! ¿Está dividido?

rey blanco
636Os va a hacer falta majestad y poder para gobernar a vuestra gente. Haced sitio, Obispo.

(Mete al REY NEGRO en el saco.)

obispo gordo
637A mí no me mueven tan fácilmente. Una vez que me he plantado me niego a apartarme por ningún Rey del mundo.

reina blanca
638¡Aquí viene la Reina! ¿Qué le decís a ella?

(Mete a LA REINA NEGRA en el saco.)

obispo gordo
639Por una Reina sí que puede apartarse un Obispo.

caballero blanco
640Haced sitio al político más maquiavélico que el diablo haya sacado de un huevo de monja.

(Mete al CABALLERO NEGRO en el saco.)

obispo gordo
641Hará un agujero en el saco y saldrá en seguida. En cambio, yo seré el último que se escabulla. Tal es la desgracia de la grandeza. ¡Uf! Vuestro político no está bien del orificio; lo huelo desde aquí.

duque blanco
642Haced sitio a este amado moreno, cetrino; a este Ganimedes oliváceo. Es lo único que merece la pena meter en el saco.

(Mete al DUQUE NEGRO en el saco.)

obispo gordo
643Por muchos que metáis, el Obispo será siempre el principal, pese al Rey, a la Reina o al político.

rey blanco
644Y ahora cerremos el saco, el antro más propio de la perfidia, el orgullo y la maldad. Mientras, nosotros, como vencedores, habiendo destruido esta fuerza destructora por el poder del cielo, damos la bienvenida a nuestro Caballero Blanco con alegres repiques de campanas.

(Salen.)

EPILOGO

peón de la reina blanca
645Me envía mi regia señora para que hable y haga mi reverencia al público honorable de nuestra noble causa valedor sincero, que llena el espectáculo, según infiero. Y a los que lleven el estigma de la envidia, devotos del oscuro saco de la insidia, cualquiera que sea su escondite o paradero, se les conocerá por su fervor rastrero. Mas ella sabe que el amor de nuestro bando malogrará el designio del rencor nefando.