Escucha atenta.
73
Ya te acuerdas, Reina invicta
74
del Oriente, a cuyos hechos,
75
para haberlos de escribir,
76
coronista tuyo el tiempo,
77
da pocas plumas la fama,
78
poca tinta los sangrientos
79
raudales de tus victorias,
80
y poco papel el viento.
81
Ya te acuerdas de que yo,
82
disfrazado y encubierto
83
por la hermosura de Irene,
84
beldad que hoy muerta venero,
85
deidad que ausente idolatro,
86
y uno y otro reverencio,
87
serví a Nino, esposo tuyo,
88
que hoy, de la prisión del cuerpo
89
su espíritu desatado,
90
reina en más ilustre Imperio.
91
Y ya te acuerdas, en fin,
92
de que a esta ocasión vinieron
93
nuevas del Reino de Lidia,
94
mi feliz patria, diciendo
95
que Estorbato, Rey de Batria,
96
tomando por mí el pretexto
97
de la guerra pretendía
98
restituirme a mi Reino
99
y que yo le acompañaba;
100
porque para dar por cierto
101
el vulgo lo que imagina,
102
basta pensarlo, sin verlo.
103
Nino, embarazado entonces
104
en otros divertimientos,
105
hallándose bien servido
106
de mí en la paz, y queriendo
107
servirse de mí en la guerra,
108
de general me dio el puesto
109
para el socorro de Lidia.
110
¿Quién creerá que a un mismo tiempo
111
Arsidas contra Lidoro
112
se viese nombrado, y, siendo
113
Lidoro y Arsidas yo,
114
en dos contrarios opuestos,
115
allí Rey y aquí vasallo,
116
marchase contra mí mesmo?
117
A otro día, pues, que Nino
118
Reina te juró... (No quiero
119
acordarte de aquel día
120
los admirables portentos,
121
pues el cielo que los hizo
122
sólo sabrá inferir de ellos
123
si fueron de tu reinado
124
o vaticinios o agüeros;
125
y aun Menón también pudiera
126
decirlo, siendo el primero
127
que examinó tus rigores,
128
pues vivió abatido y ciego,
129
hasta que desesperado,
130
o con rabia o con despecho,
131
al Éufrates le pidió
132
su rápido monumento).
133
A otro día, pues, que Nino
134
Reina te juró (aquí vuelvo),
135
salí de Nínive yo,
136
marchando a los palmirenos
137
campos, que, cuna del Sol,
138
me alojaron en su centro.
139
Aquí, cuando los de Lidia
140
tremolar al aire vieron
141
de Nino los estandartes,
142
cobraron ánimo nuevo,
143
como temor los de Batria;
144
pero después que supieron
145
que era yo quien los regía
146
se trocaron los afectos,
147
creyendo todos que fuera,
148
la parcialidad siguiendo,
149
traidor a la confianza
150
que Nino de mí había hecho.
151
Yo, pues, más que a mi interés
152
a mi obligación atento,
153
de lo neutral de la duda
154
me desempeñé bien presto,
155
porque llegando Estorbato
156
a verse conmigo en medio
157
de los campos, así
158
le dije: «De parte vengo
159
de Nino; esta gente es suya;
160
la confianza que ha hecho
161
de mí, engañado de mí,
162
satisfacérsela tengo;
163
que yo soy antes que yo,
164
y no monta Estado y Reino
165
más que mi honor». Quiso entonces
166
convencerme con pretexto
167
de que cobrar yo mi patria
168
no era traición; y, en efecto,
169
desavenidos los dos,
170
él osado y yo resuelto,
171
la batalla prevenimos,
172
en cuyos duros encuentros
173
llevé lo mejor; que como
174
jugaba entonces mi aliento
175
por otro, gané; que, en fin,
176
tahúr desdichado es cierto
177
que los restos gana cuando
178
no gana en los restos.
179
Volvióse a Batria Estorbato,
180
desventurado y deshecho,
181
y yo en el nombre de Nino
182
a Lidia aseguré, haciendo
183
que solamente se oyese:
184
«¡Viva Nino, que es Rey nuestro!».
185
Llegaron entrambas nuevas
186
a sus oídos, y, viendo
187
de confianza y valor
188
en mí dos vivos ejemplos,
189
admirado y obligado
190
de mi lealtad y mi afecto,
191
uno y otro me pagó
192
con Irene, conociendo
193
que tantas nobles finezas
194
no se premiaran con menos.
195
Diome con Irene a Lidia,
196
mi misma patria, advirtiendo
197
que había de reconocerme
198
feudatario de su Imperio.
199
En esta tranquilidad
200
gozoso viví y contento
201
hasta que se subió a ser
202
astro añadido del cielo,
203
dejando en prendas de humano
204
a Irán, hijo suyo, bello
205
retrato de amor, con quien
206
sus soledades divierto.
207
En este intermedio quiso
208
el gran Júpiter supremo
209
que, súbitamente, Nino
210
también muriese. No puedo
211
excusar aquí el seguir
212
(perdóname si te ofendo)
213
la voz común, que en su muerte
214
cómplice te hace, diciendo
215
que, al verte con sucesión
216
que asegurase el derecho
217
de sus estados (pues Ninias,
218
joven hijo del Rey muerto,
219
afianzaba la corona
220
en tus sienes), tu soberbio
221
espíritu levantó
222
máquinas sobre los vientos,
223
hasta verte Reina sola:
224
fácil es de ti el creerlo.
225
Esta opinión asegura
226
el ver que hiciste, primero
227
que él muriese, que te diese
228
por seis días el gobierno
229
de sus Reinos, en los cuales,
230
a los alcaides que fueron
231
de Nino hechuras, quitaste
232
las plazas fuertes, poniendo
233
hechuras tuyas, y, así,
234
en todos los demás puestos.
235
Siguióse a esto hallar a Nino
236
una mañana en su lecho,
237
sin que antes le precediese
238
crítico accidente, muerto.
239
Y aun no falta alguien que diga
240
que, en lo cárdeno del pecho
241
y hinchado del corazón,
242
fuese homicida un veneno,
243
tan traidoramente osado,
244
tan osadamente fiero,
245
que imagen ya de la muerte
246
hizo dos veces al sueño.
247
También de tu tiranía
248
es no menor argumento
249
el ver que teniendo un hijo
250
de esta Corona heredero,
251
y tan digno por sus partes
252
de ser amado, que el cielo
253
le dio lo mejor de ti,
254
pues te parece en extremo,
255
sin nada de lo que es alma,
256
en todo de lo que es cuerpo;
257
pues, según dicen, la docta
258
Naturaleza un bosquejo
259
hizo tuyo en rostro, en voz,
260
talle y acciones, y siendo
261
hijo tuyo, y tu retrato,
262
le crías con tal despego,
263
que de Nínive en la fuerza,
264
sin el decoro y respeto
265
debido a quien es, le tienes,
266
donde de corona y cetro
267
tiranamente le usurpas
268
la majestad y el gobierno.
269
De todos aquestos cargos,
270
como hermano del Rey muerto,
271
pues fui de su hermana esposo,
272
de quien hoy sucesión tengo
273
que a aquesta Corona aspire,
274
a residenciarte vengo.
275
Porque si es así que tú
276
diste muerte, y yo lo pruebo,
277
a Nino, tú ni tu sangre
278
habéis de heredarle, y entro,
279
como pariente mayor,
280
yo en el perdido derecho
281
de los dos; y como, en fin,
282
de los Reyes en los pleitos
283
es tribunal la campaña,
284
jurisconsulto el acero
285
y la fortuna el juez,
286
con armadas huestes vengo
287
de ejércitos numerosos,
288
que, inundando los amenos
289
campos hoy de Babilonia,
290
pongan a sus muros cerco.
291
Porque no ignores la causa
292
que para esta guerra tengo,
293
como mi Embajador quise
294
hacerte este manifiesto.
295
Y así, en tanto que estos cargos
296
se articulan y de ellos
297
no te absuelves, te has de dar
298
a prisión, o yo, cumpliendo
299
con haberlos intimado,
300
podré, sin calumnia o riesgo
301
de tirano, publicar
302
el asalto a sangre y fuego
303
para que el cielo y la tierra
304
vean cuánto soy tu opuesto;
305
pues tú, como fiera ingrata,
306
quitas la vida a tu dueño,
307
y yo, como can leal,
308
le sirvo después de muerto.