Jean Mairet, La Sophonisbe

La Sofonisba





Texto utilizado para esta edición digital:
Mairet, Jean. La Sofonisba. Traducido por Miguel Ángel García Peinado y Ángeles García Calderón, para la colección EMOTHE. Valencia: ARTELOPE Universitat de València, 2021
Codificación del texto digital para EMOTHE:

    A Monseñor, Messire Pierre Séguier, Custodio de los sellos de francia

    Monseñor,
    Siendo de naturaleza generosa, como vos sois, y no habiendo nunca carecido de materia para demostrarlo dignamente, ya que los más hermosos cometidos del Parlamento, que habéis apoyado con tanta suficiencia y probidad, son los honorables grados por los que se os ha hecho ascender a la grandeza de la que hacéis gala ahora; es imposible que no hayáis observado que las buenas acciones tienen la particularidad de convertir a aquellos que las han recibido en más osados o más inadecuados para obtener otras nuevas, y que un primer favor es normalmente la semillas de otro segundo. En cuanto a mí, Monseñor, y dado el permiso que me disteis para que estampara vuestro sello lacrado para que diera a conocer mi Sofonisba, me atrevo aún a pediros que me concedáis, por favor, el de dedicárosla, puesto que es verdad que no habría mejor modo de sacarla a la luz que transfiriéndole algún rayo de la vuestra, que todo el mundo considera como una de las más puras y brillantes de nuestro tiempo. Los testimonios de que me habéis hecho muestra, ante algunos de mis amigos, de que esta obra os había complacido mucho en su representación, me hacen esperar que no os disgustará en su lectura, salvo por el hecho de pecar contra el bien público al robarle una hora de vuestro ocio para satisfacerme. No obstante, Monseñor, cualquiera que sea la alegría o aplauso que haya obtenido esta tragedia, que puede jactarse de haber provocado los suspiros de los corazones más grandes y las lágrimas de los ojos más bellos de Francia, no dejo de reclamaros vuestro favor por ella y por mí, no dudando de que con la claridad de espíritu y de juicio que atesoráis, observareis defectos que no han sido descubiertos hasta ahora. Esa es la razón de que no veáis mal que yo trate en esto de seduciros, con tal de teneros más bien en calidad de protector favorable que de juez equitativo. Temería demasiado si quisierais ser justo conmigo y juzgarme según mis obras, que no tienen nada de raro o bueno, sino el de lucir en el encabezado un estilo que ni la maledicencia ni los años jamás podrán borrar; me refiero al muy ilustre apellido de Séguier que lleváis, y que gozó antaño de tanto prestigio en la persona de ese gran presidente que fue vuestro tío, de gloriosa memoria, cuyo amor por las humanidades, la integridad de vida por sí mismo, y la justicia para todo el mundo reviven en vos como su digno y verdadero sucesor. Soy,
    Monseñor,
    Vuestro muy humilde y
    muy obediente servidor,
    MAIRET


    Al lector

    El argumento de esta tragedia está en Tito Livio, Polibio, y más aún en Apiano de Alejandría. Es cierto que he querido añadir para el embellecimiento de la obra, e incluso he cambiado dos incidentes de la historia bastante considerables, como son la muerte de Sifax, al que he hecho morir en la batalla con el fin de que el pueblo no hallara extraño que Sofonisba tuviera dos maridos vivos, y el de Masinisa, que vivió hasta una extremada vejez. Los menos sagaces deben creer que he alterado la historia sin motivo, y los más sutiles verán, si se toman la molestia, la defensa de mi procedimiento en Aristóteles: Sane constat ex his non poetæ esse ipsa facta propria narrare, sed quemadmodum geri quiverint, vel verisimile vel omnino necessarium fuerit, etc. Y para los modernos, que tengan la curiosidad de verme justificar en los dos discursos que el conde Prosper Bonarelli dirige a uno de sus amigos, llamado Antoine Brun, por su Soliman, que espero vestir uno de estos días a la francesa: es en la última impresión del año 1632. Todo lo que he obligado a hacer a Masinisa es lo que él debía haber hecho, al ser el fin de la tragedia la conmiseración, no podía hallarla mejor que haciéndolo morir. Si alguna vez saco a la luz mi Cléopâtre, me extenderé sobre este asunto aún más; sin embargo, la experiencia ha enseñado en el teatro que yo no he hecho mal en alejarme un poco de la historia.


    ACTORES

    SIFAX, rey de Numidia
    FILÓN, general de Sifax
    MASINISA, enemigo de Sifax
    FILIPO, teniente de Masinisa
    ESCIPIÓN, cónsul romano
    LELIO, lugarteniente de Escipión
    CALIODORO, criado de Sofonisba
    ARISTÓN, soldado romano
    SOFONISBA, esposa de Sifax y amante de Masinisa
    CORISBÉ, confidente de Sofonisba
    FENICE, confidente de Sofonisba
    SOLDADOS

    ACTO I

    ACTO I

    La escena transcurre en Cirta, ciudad de Numidia

    ESCENA I

    SIFAX, SOFONISBA

    SIFAX
    1
    ¡Cómo, pérfida! ¿Harás caso a mis enemigos?
    2
    ¿Es ese el amor que me habías prometido?
    3
    ¿Esa es la fe que tú me habías proferido,
    4
    y el sagrado respeto que obliga al himeneo?
    5
    Ingrata Sofonisba, ¿tan pronto has perdido
    6
    el recuerdo del celo que Sifax te ha devuelto?
    7
    Ante cualquier contraste que haya entre nuestra edad,
    8
    entre mil argumentos de sospechas y sombras
    9
    que un marido más crédulo tendría a cada instante,
    10
    ¿di yo algún paso que turbara tu reposo?
    11
    ¿Acaso no has tenido, como reina absoluta,
    12
    toda la libertad que tú misma has querido?
    13
    No obstante tu capricho, de mi bien enemigo,
    14
    traicionó deslealmente mi honor y el tuyo.
    15
    Sabes que por dar gusto al antiguo rencor
    16
    que tu raza sintió siempre por la romana,
    17
    dejé la amistad de este potente pueblo,
    18
    por el que conservaba mi Estado floreciente.
    19
    Sin tus malos consejos, y querer complacerte,
    20
    no vendría mi ruina como justo salario;
    21
    no estaría ahora destruido como estoy,
    22
    ni cegada la mente y nublada de hastío;
    23
    tendría en la frente mi corona afianzada,
    24
    pues tendría de amigas a Roma y la Fortuna.
    25
    ¿Y ahora qué? Habiendo perdido gloria y dicha,
    26
    hacerme aún podías que perdiera el honor,
    27
    sumando aún en el colmo de la maldad,
    28
    tu íntima relación de amor con Masinisa.
    29
    Quiero que por mí sufras, y mis cabellos grises
    30
    sean a tus años jóvenes objeto de desprecio;
    31
    si lo deseas ódiame, desprecia mi persona,
    32
    mas ¿qué hicieron los míos, qué te hizo mi corona
    33
    para ser enemigo de tus deseos objeto?
    34
    ¿No pudiste hallar donde granjearte placeres
    35
    sino en el amor de este príncipe númida
    36
    que a la vez te convierte en pérfida e impúdica,
    37
    ya que tú no podrías amarlo sin odiarme,
    38
    ni entenderte con él sin querer traicionarme?
    39
    Por mi desgracia tengo todo el conocimiento
    40
    de como se inició la urdimbre de tu amor:
    41
    ¡lo has amado siempre, desde el día fatal
    42
    que te fue otorgado por tu padre Asdrubal,
    43
    y que de tus miradas la ofensa envenenada
    44
    me hizo apropiarme de este funesto vínculo,
    45
    feliz en la desgracia, si la misma pasión
    46
    que al lecho nos llevó lo hubiera hecho a la tumba!

    SOFONISBA
    47
    ¡Señor, si por los Dioses me hubieseis escuchado!

    SIFAX
    48
    ¿Qué me habrías dicho, descarada, insolente?

    SOFONISBA
    49
    Lo que me eximiría de estos nombres odiosos.

    SIFAX
    50
    Sí, si estaba atrofiado de la mente y los ojos,
    51
    sí, si yo no supiera como es tu escritura;
    52
    convénceme, no obstante, del error e impostura:
    53
    quedaré satisfecho cuando te justifiques;
    54
    hazlo, pues, si es que puedes, y me complacerás.
    [Le enseña la carta]
    55
    ¿Desmentirás acaso esta abyecta grafía,
    56
    cómplice y testigo de tu pasión adúltera?

    SOFONISBA
    57
    No, Señor, es la mía, yo no puedo negarlo,
    58
    y no me he planteado querer justificarme
    59
    con talante insolente de evidente impudencia.
    60
    Es verdad, he fallado, pero es por imprudencia,
    61
    conducta deficiente, y haberos ocultado
    62
    un generoso plan que mi alma concibió,
    63
    hecho del que mi boca debió haberos contado.

    SIFAX
    64
    ¡Oh, Dioses! ¿Has perdido el juicio y la vergüenza?
    65
    ¡Tu delito, eso dices, estriba en ocultarme
    66
    el altruista propósito de caer en un pecado!
    67
    ¡Respuesta indiscreta tanto como insensata!
    68
    Explícate mejor en tu pensar confuso,
    69
    excusa tu ofensa en lugar de agravarla,
    70
    y no te ensucies más en lugar de lavarte.
    71
    Piensa en lo que dices, que nunca oído alguno
    72
    oyó extravagancia parecida a la tuya;
    73
    recompón, pues, tu mente aturdida en su caída.

    SOFONISBA
    74
    Captáis mal el sentido de las cosas que digo;
    75
    quise decir, Señor, a fin de que me explique,
    76
    que jamás la pasión de un amor impúdico,
    77
    creáis lo que creáis mi pecho encendió,
    78
    y que había escrito con distinto propósito;
    79
    por ahí yo pretendo probar mi inocencia,
    80
    si Vuestra Majestad me concede licencia.

    SIFAX
    81
    Hablad, hablad, Señora, y si podéis hacerlo,
    82
    poned vuestra inocencia en donde debe estar.
    83
    ¡Es el placer más grande que podríais hacerme,
    84
    pero que con razón me temo lo contrario!

    SOFONISBA
    85
    Señor, vos bien sabéis hasta que gran extremo
    86
    los escudos romanos os han precipitado:
    87
    vuestro Imperio perdido, vuestra ciudad sitiada,
    88
    y las huestes romanas morando en nuestras puertas;
    89
    nuestras mejores tropas su valor decrecido,
    90
    defensas exteriores y murallas tomadas,
    91
    ya no está en la mano de la potencia humana
    92
    que rechazar podamos la insolencia romana.
    93
    Yo, cual cartaginesa, de la sangre de Asdrúbal,
    94
    nunca he reconocido ni temido peor mal
    95
    que aquel cuyo destino mi vida afligiría
    96
    si este pueblo odioso la tuviera oprimida;
    97
    pensé que obraba bien obteniendo de lejos
    98
    un brazo que cuidase mi honra de ser preciso;
    99
    por eso le escribí al príncipe Masinisa,
    100
    fingiendo un amor que arropara mi argucia;
    101
    para bien demostrar la cosa tal cual es,
    102
    que Vuestra Majestad observe, si le place,
    103
    que la flor despreciando de príncipes de Italia,
    104
    y al gran Escipión, y al sensato Lelio,
    105
    quise asegurarme la ayuda de alguno
    106
    a los que el nombre libio fuera igual que a nosotros.
    107
    Esa es, Señor, en síntesis la verdadera causa
    108
    del error que me hace culpable en apariencia;
    109
    los Dioses, finalmente, a quien tomo por testigos,
    110
    bien saben, ciertamente, que yo no soy culpable.

    SIFAX
    111
    Cree que estos Dioses que no aman el perjurio,
    112
    en esto vengarán nuestra frecuente injuria,
    113
    y que un día ya próximo ellos castigarán
    114
    el desprecio que tu alma hizo de mí y de ellos.
    115
    Te valoro, si quieres, como inocente y púdica,
    116
    pero recordarás que un profético espíritu
    117
    te anuncia por mi voz que un desdichado éxito
    118
    seguirá muy de cerca tus planes amorosos.
    119
    Es la única razón que puede hacer a esta hora
    120
    que sin castigo alguno se quede tu ofensa,
    121
    prefiriendo que el Cielo me de a mí la razón,
    122
    que si yo la obtuviera por el hierro o veneno.

    SOFONISBA
    123
    ¿Vuestra sospecha entonces rechaza mis disculpas?
    124
    ¡Dioses!

    SIFAX
    Falsea mejor tus inútiles tretas
    125
    cuyo falso esplendor no puede deslumbrarme;
    126
    adiós, yo ya no quiero ni verte ni oírte;
    127
    vete, vamos, antes que mi colera estalle,
    128
    mujer sin fe ni alma, y sobre todo ingrata.
    [Ella vuelve]
    129
    Ve a esparcir más lejos tus lágrimas infieles,
    130
    deja que quede solo, junto con mis dolores.
    [Se queda solo]
    131
    ¿No había otro modo, Cielos de mostrar tu odio
    132
    que metiendo en mi lecho a esta impúdica Helena,
    133
    o más bien a esta peste y este fatal tizón,
    134
    cuya llama ya está haciendo arder mi casa?
    135
    ¿Qué rey, sin este horror de la fe conyugal,
    136
    tendría una suerte similar a la mía?
    137
    ¡Maldito sea por siempre el lugar, la hora y día
    138
    que su aspecto hechicero me inspiró el amor!
    139
    Aunque hubiera en un día perdido tres batallas,
    140
    y cien villas ilustres rendido al enemigo,
    141
    menos perdido hubiera que hice por su belleza,
    142
    que el juicio perder me hizo junto a la libertad.
    143
    Desde que esa mancha oscureció mi vida,
    144
    la mala fortuna ha mi falta perseguido.
    145
    No hay desgracia que en mí no se haya cebado,
    146
    y mucho más que el cuerpo mi mente ha envejecido;
    147
    desde entonces mi juicio es mucho menos lúcido:
    148
    parece haber cedido de su fuerza inicial.
    149
    Todo lo que yo emprendo me acontece al revés,
    150
    ya sea ausencia de dicha, o ausencia de discurso.
    151
    ¡Por tres o cuatro veces desgraciado himeneo
    152
    que has frustrado el rumbo de mis últimos años!

    ESCENA II

    FILÓN, general de Sifax, SIFAX

    FILÓN
    153
    Señor, solo esperamos a Vuestra Majestad,
    154
    para ir al combate y contra Masinisa.
    155
    Hace horas sus legiones, con total insolencia,
    156
    abrieron sus banderas lejos de su acampada;
    157
    los vuestros en la calle, listos a la batalla,
    158
    juran de volver solo triunfantes y vengados.
    159
    Mientras que sus espíritus rezuman desagravios,
    160
    habría que llevarlos al combate que anhelan,
    161
    por miedo a que se pierda, sin fruto en la demora,
    162
    ese impetuoso ardor que sigue a la victoria.

    SIFAX
    163
    Vamos, quieran los Dioses que una muerte honorable
    164
    muy pronto me libere de un sino tan aciago.

    FILÓN
    165
    ¿Desde cuándo, Señor, vuestra alma abatida
    166
    deja que la desgracia angustie su virtud?
    167
    ¿Cómo es que al expresaros, y en vuestro propio rostro,
    168
    se perciben las huellas de un siniestro presagio?
    169
    Aún no habéis sido vejado por la suerte
    170
    para estar reducido a desear la muerte;
    171
    y aunque hasta ahora el nocivo Destino
    172
    todo el mal nos haya hecho que podía hacernos,
    173
    no obstante hay que esperar que su irreflexión
    174
    la haga retornar a Vuestra Majestad.

    SIFAX
    175
    Ay! Filón, recuerda que la Suerte es mujer,
    176
    y que aunque la reclame Sifax con mucho ardor,
    177
    es para Masinisa, y que preferirá
    178
    seguir a un joven César que a otro ya mayor;
    179
    ¡pero ese no es el fondo de mi desconfianza,
    180
    ni de la inmensa pena que aflige a mi alma!
    181
    Mi vida está expuesta a peores peligros:
    182
    no son mis enemigos solo los extranjeros.

    FILÓN
    183
    ¿Cómo, Señor, es que alguien entre vuestros sirvientes
    184
    contra vos ha incurrido en prácticas desleales?

    SIFAX
    185
    Sí, les resulto odioso a los de mi linaje
    186
    que amarme deberían por el hecho de serlo.

    FILÓN
    187
    Preciso es en su sangre, y con gran prontitud,
    188
    ahogar su perfidia y su ingratitud;
    189
    la clave del asunto es la de prevenirlos,
    190
    vuestra seguridad consiste en castigarlos.
    191
    ¿Quiénes son los ingratos, esos valientes pérfidos,
    192
    que pueden concebir ideas homicidas,
    193
    contra el rey más digno que haya en el universo,
    194
    que no se los destruye ya que son descubiertos?

    SIFAX
    195
    Porque al aniquilarlos lo haría conmigo:
    196
    por traidores que sean los excuso y los quiero.
    197
    Por eso mi destino es digno de piedad,
    198
    de aún tener por ella un resto de bondad,
    199
    en vez de castigarla con el desprecio y odio.

    FILÓN
    200
    ¿A ella?

    SIFAX
    Sí, amigo, me refiero a la Reina,
    201
    no me importa confiar en tu discreta mente
    202
    lo que creo una desgracia y es el gran secreto.
    203
    Tengo pruebas fehacientes que te convencerán
    204
    de que si estoy confuso hay motivos de estarlo,
    205
    y que el miedo que emite un triunfante enemigo
    206
    no es lo que me doblega la faz y el corazón:
    207
    mira esta carta abyecta, y por su escritura,
    208
    entérate a la vez y lamenta mi suerte.
    [Lee]
    CARTA DE SOFONISBA A MASINISA
    209
    “Ved la desgracia a la que me somete el destino;
    210
    vuestra virtud y valor provocan un rumor
    211
    que me fuerza a amar hoy a mis enemigos,
    212
    con un más fuerte afecto que el de la indulgencia.”
    213
    Pues bien, ¿pensar podrías que tras tanta belleza
    214
    anidara tal cúmulo de malicia y vileza?

    FILÓN
    215
    Ciertamente, los Dioses no han mostrado un valor
    216
    que sea inapelable contra esta tormenta,
    217
    y por esa razón hoy vuestro coraje,
    218
    ante una gran desgracia muestra un gran hastío.
    219
    Mas, Señor, sabido es que tarea es de grandes almas
    220
    sufrir los grandes males, y la mujer es débil;
    221
    corramos a ayudar con constante valor
    222
    al peligro más próximo y al más importante.
    223
    Pensad que al destruir la potencia romana,
    224
    destruis igualmente los planes de la Reina;
    225
    que es bueno, sin embargo, observar más de cerca,
    226
    con ojos vigilantes puestos allí adrede.

    SIFAX
    227
    Vamos, Filón, vayamos do me llama el Destino,
    228
    y que mi muerte agrade a una esposa infiel.
    229
    No obstante, Masinisa...

    FILÓN
    ¡Dioses, se ha puesto pálido!

    SIFAX
    230
    Para hacerte un regalo digno de un enemigo,
    231
    y desearte algo peor que el hierro o el amor,
    232
    te deseo justamente a Sofonisba por cónyuge.

    ESCENA III

    SOFONISBA, FENICE, CORISBÉ

    SOFONISBA
    233
    ¡Ah! Fenice, verdad es que careció de fe,
    234
    que colocó mi carta en las manos del Rey,
    235
    y que su imprudencia...

    FENICE
    Aseguraos, Señora,
    236
    de que en esto el eunuco no merece sanción,
    237
    y que no os falló ni en la fe ni en espíritu,
    238
    ni incluso en la firmeza cuando lo sorprendieron.
    239
    Ne sospechéis más de su demostrada franqueza,
    240
    y enteraos del modo en que ocurrió el asunto.
    241
    Ahora este desgraciado, sin obstáculo alguno,
    242
    presto a salir estaba de nuestra protección,
    243
    y de un bando silente pasarse hasta el otro,
    244
    si su propia desgracia, tanto como la vuestra,
    245
    al apuntarse el alba le hiciera caer en manos
    246
    de un escuadrón errante de africanos caballos,
    247
    que como fugitivo entre ellos lo expoliaron,
    248
    tan minuciosamente a fondo lo cachearon,
    249
    descubriendo uno de ellos el papel adherido
    250
    en un pliegue del traje, do ocultado lo habíamos;
    251
    todos, para lucrarse de un incidente así,
    252
    al Rey se lo entregaron, sin ni siquiera abrirlo.
    253
    Así el pobre Esilco expuesto a su rabia
    254
    es digno de piedad, no de ser acusado;
    255
    sin duda así los hechos se han desarrollado.

    SOFONISBA
    256
    No obstante, Masinisa ignora lo que pienso;
    257
    este glorioso invicto no sabe todavía
    258
    la mortificación que me hizo recibir.
    259
    ¡Cuánto va a costarme el amor que le guardo,
    260
    cómo por culpa de él mi honor corre peligro!
    261
    ¡Dioses, cómo deseo cumplir con mis anhelos,
    262
    si supiera tan solo el bien que le deseo!
    263
    Al menos sentiría, ya sin la incertidumbre,
    264
    o su agradecimiento, o su ingratitud.
    265
    Fenice, ¿no crees que si conociera bien
    266
    que él posee mi alma, me daría la suya?
    267
    ¿Mis ojos, a tu juicio, tienen bastante encanto
    268
    para esta alma criada en la ira de las armas?

    FENICE
    269
    Mucho, mucho, Señora, no tengo duda alguna
    270
    que este joven triunfante cederá a vuestro encanto,
    271
    pues vimos a Sifax en la edad otoñal
    272
    padecer tanto ardor por un rostro tan bello,
    273
    él cuyos cabellos ya blancos bajo el almete,
    274
    en respuesta del bien que la gloria promete.
    275
    Con certeza creed que si os hubiera visto
    276
    con todos los encantos de que estáis dotada,
    277
    no estaría en su juicio si no cambiara ahora
    278
    los lauros de la guerra por mirtos del amor,
    279
    salvo que en otra parte su franqueza oprimida
    280
    por otra devovión le haga perder la gana;
    281
    pues, pensándolo bien, no parece evidente
    282
    que conservar pudiera el corazón apático,
    283
    entre tantas bellezas de que se jacta Hispania.

    SOFONISBA
    284
    ¡Dioses, cómo me turba y aterra esta sospecha!
    285
    ¡Y cuánto sufriría, si mi amor engañado,
    286
    hallara en Masinisa un corazón inquieto!
    287
    Cierto es que tantas veces como mi alma insensata
    288
    ha querido alargarse en este pensamiento,
    289
    nodriza, tantas veces de color he cambiado,
    290
    mis sentidos prohibidos me muestran mi dolor.

    FENICE
    291
    Señora, al fin y al cabo, descubrir este amor
    292
    obvio es que causa vuestra vergüenza y mi pérdida.
    293
    El Rey muestra bastante por el ruido que hace
    294
    que todos vuestros móviles no lo han satisfecho,
    295
    temo que al regreso de la lucha en que está,
    296
    él haga estallar la tempestad final.

    SOFONISBA
    297
    Nada de eso, bien sé el poder del Amor
    298
    para temer que me haga una mala pasada;
    299
    el amor que me tiene no le permitiría
    300
    al Rey doshonrarme por una simple carta;
    301
    mi falta ha castigado cuando me la afeaba,
    302
    y, de querer perderme, lo hubiera hecho en el acto;
    303
    por eso mi ofensa es aún más censurable
    304
    al mentir vilmente a un marido que me adora.
    305
    Mas un secreto azar que forzar yo no puedo,
    306
    contra mi voluntad me obliga a ofenderlo;
    307
    me he asombrado yo misma más de un millar de veces,
    308
    tanto de mi pasión, como de mi destino.
    309
    Aún esta mañana lloraba imaginando
    310
    la desgracia ignorada que me va persiguiendo;
    311
    reflexionando sobre mi profundo error,
    312
    no podía encontrar que fuese culpa mía,
    313
    y que en el rigor de un tiempo tan infusto,
    314
    pudiese concebir pensamientos de amor.
    315
    ¡Ay, parece como si el Amor por mis crímenes
    316
    encendiera en mi alma los fuegos ilegítimos!
    317
    Pues al final sucede, o siempre, o a menudo,
    318
    que el placer y el reposo engendran los amores;
    319
    pero que hayan nacido rodeado por alarmas
    320
    y que hayan encendido sus teas en las lágrimas,
    321
    es una adversidad grande y prodigiosa
    322
    que de una inusual suerte ella es premonitoria.

    CORISBÉ
    323
    Señora, todo está listo para la ofrenda
    324
    y el deseo del público.

    SOFONISBA
    Vayamos pues, Fenice,
    325
    y por miedo a implorar contra mi propio bien,
    326
    adorando a los Dioses, no les pidamos nada.


    ACTO 2

    ACTO II

    ESCENA I

    SOFONISBA, CORISBÉ, FENICE

    FENICE
    327
    Ya toda la ciudad de pie en la muralla,
    328
    desde allí, cual en teatro, contempla la batalla,
    329
    y Vuestra Majestad, sin ir lejos de aquí,
    330
    si fuera de su agrado, también podría verla.

    SOFONISBA
    331
    No, tengo mucho miedo, y siento mucha pena
    332
    de ver esta mortal y dudosa contienda,
    333
    en que Marte y Fortuna completan el destino,
    334
    del pueblo africano y del pueblo latino.
    335
    Mas si te apetece este trágico espectáculo,
    336
    lo verás sin peligro y sin ningún obstáculo
    337
    si te vas a la cumbre de la torre más alta:
    338
    de allí cubre la vista todas las cercanías;
    339
    y que de vez en cuando descienda una u otra
    340
    para ratificarme en los males que temo;
    341
    pues, por muy gran combate que haya Sifax librado,
    342
    de este espero tan poco que lo doy por perdido:
    343
    nuestros deseos comunes tienen desdicha extraña.

    CORISBÉ
    344
    Señora, en un momento la Fortuna varía:
    345
    reír hace a menudo a los que hizo llorar,
    346
    e impone su malicia a quien puede aguantarla.

    SOFONISBA,
    347
    hablando consigo misma
    ¡Oh sensatez, oh juicio! Luces encantadoras,
    348
    devolved a mi mente vuestro habitual fulgor,
    349
    y no permitáis que mi corazón silente
    350
    forje deseos secretos por su propio enemigo,
    351
    ni que hoy mis pasiones terminen reduciéndome,
    352
    la salvación deseando de los que me destruyen.
    353
    Pero reclamo en vano esta débil razón,
    354
    ya que es una ayuda que no se ajusta a tiempo,
    355
    y que hay que obedecer a este Dios que me manda,
    356
    proseguir los consejos que su furor me da.
    357
    No puedo yo ignorar que en este mismo instante
    358
    en que mi vida pasa con tanto sufrimiento,
    359
    este imberbe invasor no piensa ni trabaja
    360
    en unir mi corona al triunfo de un conflicto,
    361
    que feliz no estuviera de tenerme en sus manos,
    362
    sirviendo de trofeo a los triunfos romanos.
    363
    No obstante, en modo alguno ardo yo en deseos
    364
    de conservar mi gloria a expensas de su vida,
    365
    bastante seguro es que moriría de pena
    366
    si el gladio de los míos lo llevara al féretro.
    367
    ¡Oh, vosotros, valientes, de quien los funerales
    368
    se hacen en la refriega al pie de nuestros muros,
    369
    y que con vuestros cuerpos sois escudo y muralla,
    370
    aguantad del romano los soberbios esfuerzos,
    371
    que utilizáis mal este valor eximio,
    372
    por un siervo ingrato que de él nunca fue digno!
    373
    ¿A qué tantos combates tan grandes y famosos,
    374
    con tanta valentía, entrega y auxilio,
    375
    tan lejos de agradar, vuestro valor ofende
    376
    a la que vuestro celo emprende su defensa,
    377
    ya que su interés en amor convertido
    378
    le hace amar al jefe del partido contrario?
    379
    ¿De qué os sirve apoyar con tan enorme esfuerzo
    380
    las puertas y las torres que a vuestra reina cubren,
    381
    si ya la insensata ama tanto a su vencedor
    382
    que lleva su imagen entre su corazón?
    383
    ¿De qué os sirve auxiliar una plaza rendida,
    384
    queriendo conservar su libertad perdida?
    385
    Mejor, valientes súbditos, armaos contra mí,
    386
    que soy el más mortal enemigo del Rey,
    387
    siendo mi corazón el templo y el refugio
    388
    de aquel que persigue vuestra entera derrota.
    389
    Regresad del combate, invictos o vencidos,
    390
    a hastiarme con la carga de los grandes emblemas,
    391
    yo que vendo mi nombre, mi gloria y a mi patria,
    392
    amando a Masinisa y con idolatría.
    393
    ¡Oh funesto encuentro! ¡Oh instante desgraciado
    394
    en que el hado ver me hace este rostro adorable!
    395
    ¿Qué orgullo hacia el Cielo o qué ingratitud
    396
    pudo haberme atraído un castigo tan duro?
    397
    ¿Qué crimen contra Amor pude haber cometido,
    398
    que ha jurado mi pérdida junto a mis enemigos?
    399
    En fin, si mi derrota importaba a su gloria,
    400
    podía establecerla con otra gran victoria.
    401
    Mas ¿quién no sabe ya que en esta ocasión
    402
    él la buscaba menos que a mi confusión?
    403
    Y era, Sofonisba, un crimen necesario,
    404
    amar a un Masinisa, un mortal adversario,
    405
    un amigo de Roma, y de quien el valor
    406
    dio los últimos golpes a mi final desgracia,
    407
    pues en el mismo instante en que me quejo y suspiro,
    408
    puede ser que Sifax perdido haya su Imperio,
    409
    y que en poco tiempo... Mas ya están de regreso
    410
    mis hijas sin color, que vienen de la torre;
    411
    su temor me da miedo; no importa, escuchemos
    412
    lo que debo saber, que a aprender no me atrevo.
    413
    Pues bien, ¿qué habéis visto?

    CORISBÉ
    El combate más duro
    414
    que nunca se verá.

    SOFONISBA
    Mi corazón se agita,
    415
    y me está anunciando que lo peor se avecina.

    FENICE
    416
    Es lo que ciertamente no podemos deciros,
    417
    pues además que de hecho el trecho de los sitios
    418
    mostraba vagamente las cosas a la vista,
    419
    una espesa nube de polvo y de humo
    420
    nos impedía ver a uno y otro ejército.
    421
    Veíamos solamente estallar en el aire,
    422
    entre la polvareda, una serie de rayos
    423
    que salían como dardos de llamas ondulantes,
    424
    del bien pulido acero de sus armas brillantes;
    425
    entre todo eso, gritos se alzaban a veces,
    426
    mezclados y enredados con golpes de adversarios,
    427
    cuyo terrible ruido, al golpear los oídos,
    428
    llevaba a nuestras mentes espantos sin igual.

    CORISBÉ
    429
    Por ello, no pudimos, yo ni mi compañera,
    430
    soportar por más tiempo estas tramas de espanto;
    431
    esa es la razón por la que hemos bajado,
    432
    temblorosas de horror y abrumadas de miedo.

    SOFONISBA
    433
    ¿Y el pueblo?

    CORISBÉ
    ¡El pueblo! Está en las murallas,
    434
    dirigiendo al Cielo sus gritos y miradas,
    435
    tanto para mostrar su habitual flaqueza
    436
    como para animar a los nuestros a ganar;
    437
    y se ve a muchos de ellos, por diversos caminos,
    438
    ir a hacer promesas en los templos abiertos,
    439
    de manera que Cirta, en todo su perímetro,
    440
    es tan solo un gran cuadro de desorden y miedo.
    441
    Pero tras tantos males, posible es que les Dioses
    442
    cambien hoy nuestra suerte en otra superior.

    SOFONISBA
    443
    ¡Ah! Corisbé, el Hado ha jurado mi ruina,
    444
    y el poder humano desconcierta al divino;
    445
    los Dioses, ya sin duda cansados por mi dicha,
    446
    no están complacidos con mis desdichas pasadas,
    447
    e incluso a mí misma me atrevo a predecirme
    448
    que aun me reservan algo que es peor.
    449
    Los sueños que me asaltan ya hace dos o tres noches
    450
    no creo que me presagien vulgares aflicciones;
    451
    y lo que los confirma con más conocimiento,
    452
    es que yo, que muy lejos de conferirles crédito,
    453
    los he tenido siempre por falsos y ridículos,
    454
    productos de un cúmulo de imprecisos vapores;
    455
    no puedo evitarlo, por más que me resisto,
    456
    el creer en estos últimos, que solo son infaustos.

    FENICE
    457
    Señora, felizmente nuestro delirio único
    458
    sin motivo ni plan confirma esa impresión;
    459
    y nuestra fantasía al dormir imagina
    460
    según las cualidades del humor que domina.
    461
    Si el pensamiento diario lleno está de inquietud,
    462
    los sueños de la noche serán también molestos.
    463
    Realmente no os preocupa, en vuestro estado actual,
    464
    el soñar con banquetes, danzas e incluso fiestas.
    465
    Vuestro espíritu inquieto, triste, turbado, lúgubre,
    466
    no os provocará sueños muy placenteros.
    467
    Así pues, no temáis los monstruos irreales,
    468
    ni presumáis tampoco de ver vuestra aventura
    469
    en espejos oscuros, que, aunque falsos, producen,
    470
    a las crédulas mentes verdaderos perjuicios.
    471
    Pero alguien, eso creo, llama a nuestra puerta,
    472
    ¿voy a abrir?

    SOFONISBA
    Ve, y abre es alguien que me trae
    473
    la noticia del bien o del mal que yo espero.

    ESCENA II

    CALIODORO, SOFONISBA, CORISBÉ, FENICE

    CALIODORO,
    474
    mensajero, hablando bajo
    ¡Ah! ¡Fenice, el Rey!

    FENICE
    ¡Dioses! ¿Qué es lo que oigo?
    475
    Mas, por favor, por miedo a golpear a la Reina,
    476
    disimúlale antes el tema que te trae.

    CALIODORO
    477
    Lo haré, si es que puedo; mas me da cierto miedo
    478
    que una mente incisiva y clara cual la suya
    479
    lo descubra con creces.

    SOFONISBA
    ¿Y bien, Caliodoro
    480
    el destino de antaño aún nos acorrala?
    481
    Y esta misma desgracia tantas veces probada,
    482
    a nuestras expensas ha acabado el combate?
    483
    Habla; tengo tan poca de mi dicha esperanza
    484
    que de ti solo espero un mensaje funesto.

    CALIODORO
    485
    Señora, es muy cierto que el airado Cielo
    486
    vuelve a golpearnos hoy abiertamente,
    487
    y que es complicado vencer a la Fortuna,
    488
    cuando mostrar quiere ella su encono final.
    489
    Si bien nunca la creencia de ver nuestra virtud
    490
    levantar actualmente vuestro abatido Imperio
    491
    no halagó a nuestra tropa con mejor apariencia
    492
    ni combatir la hizo con más seguridad.
    493
    Primero, el día entrado en los grandes esfuerzos
    494
    para cubrir el campo con cuerpos de los muertos.
    495
    Dos sólidas legiones soberbiamente armadas,
    496
    y casi en todo tiempo a vencer habituadas,
    497
    no pudiendo aguantar a nuestros batallones,
    498
    que cayeron sobre ellas, a las dos arrollando;
    499
    y mostrándose entonces accesibles al miedo,
    500
    perdieron con nosotros de invencibles el título.
    501
    Ante este primer éxito, y más fuerte que antes,
    502
    con coraje empujamos las armas adelante;
    503
    el Rey ante todo, su persona imponiendo,
    504
    nos llevó a su acampada do nos abandonamos
    505
    a un combate tan débil y poco decidido
    506
    que pudimos juzgar que fuimos conducidos
    507
    y que esta estratagema era un golpe maestro,
    508
    como pronto el evento lo hizo aparecer.
    509
    Pues, en vez de acabar la gloriosa labor
    510
    que debía coronar nuestros invictos frentes,
    511
    el soldado en desorden se implica sin prudencia
    512
    quemando la acampada, saqueando los pertrechos;
    513
    y embriagando en botín su mezquino apetito,
    514
    no siente que con ello su ardor se debilita.
    515
    En esta distracción el enemigo se une:
    516
    a un lado Masinisa, y en el otro Lelio,
    517
    sin darnos tiempo alguno de organizar las filas,
    518
    cargan contra nosotros cual dos fieros torrentes.

    SOFONISBA
    519
    ¿De qué sirve ocultar la daga que me mata?
    520
    No, no, hay que morir, la lucha está perdida.

    CALIODORO
    521
    Vos lo decís, Señora, y esa es la verdad;
    522
    aun si hay que decir todo a Vuestra Majestad,
    523
    es que si los romanos, como es fácil de creer,
    524
    cuidan más que nosotros el fruto de su triunfo,
    525
    y entrarán en Cirta de un modo tan fácil
    526
    como si allí no hallaran ni un solo soldado;
    527
    el pueblo horrorizado les abrirá las puertas,
    528
    desde que vea venir a sus primeras cohortes.

    SOFONISBA
    529
    ¿El Rey, por consiguiente, está muerto o preso?

    CALIODORO
    530
    De todos nuestros males, este es el menor;
    531
    es cierto que al mostrar su valor infinito,
    532
    este príncipe infausto ha acabado su asunto.

    SOFONISBA
    533
    Más dichoso estará por no haber subsistido,
    534
    que estar a merced de los que lo han vencido.
    535
    ¡Cuán de desagradable es conservar la vida,
    536
    en tiempo en que la muerte es tan digna de envidia!

    FENICE
    537
    Señora, en un desastre tan grande y concluyente,
    538
    preciso es que se vea a una mente activa,
    539
    pensar que en el estado en que estáis reducida,
    540
    debéis de inmediato decidiros a huir;
    541
    en tales accidentes son superfluas las lágrimas,
    542
    y la merma de tiempo repararse no puede.

    SOFONISBA
    543
    ¡Buenos Dioses! ¿Qué ruido de gente unido a quejas
    544
    sume otra vez mi mente en miedos renovados?

    ESCENA III

    CALIODORO, SOFONISBA, CORISBÉ, FENICE

    CALIODORO
    545
    Señora, esperadme, iré a ver, os ruego
    546
    de do viene el tumulto.

    SOFONISBA
    Sí, indaga qué es.
    [Se queda sola, hablando con sus criadas]
    547
    Vosotras, de mi esfuerzo amigas generosas,
    548
    ¿mis desdichas os tienen que hacer desgraciadas?
    549
    ¿Y que el cariño que a mí me profesais
    550
    ponga vuestra desgracia en el punto en que la veo?

    CORISBÉ
    551
    Compadeceos, Señora, sola en vuestro infortunio,
    552
    soportad que con vos nos sea ella común;
    553
    en eso solamente nos complace el destino,
    554
    y desea tratarnos según nuestro deseo.
    555
    Este mismo rigor del mal que nos aflige,
    556
    al sufrirlo por vos, nos place y nos exige;
    557
    igual que compartimos vuestra prosperidad,
    558
    debemos formar parte de vuestra adversidad.

    SOFONISBA
    559
    ¡Oh, milagro de fe, de amor y sensatez,
    560
    digno de otro destino y de otra amante!

    CALIODORO,
    561
    de vuelta
    Señora, ya no es hora de querer esconderse,
    562
    ni de callarse un mal que no puede ocultarse.
    563
    La ciudad se ha rendido, o al menos va a rendirse,
    564
    y de ella viene el ruido que acabamos de oír.
    565
    Masinisa en persona está ante los muros,
    566
    donde todos por verlo llegan de todas partes.

    SOFONISBA
    567
    Preciso en mi socorro apelando a mi ánimo,
    568
    evitar por la muerte la vergüenza del yugo.
    569
    Vamos pues, ¿de los tres quién me dará la mano,
    570
    quién será si procede de todos más humano?
    571
    Tú, súbdito devoto, si mi segura caída
    572
    mantiene aún en ti la condición de Reina,
    573
    emplea tu espada en este acto de amor,
    574
    pues es quererme bien el privarme del sol.
    575
    Date prisa, y no esperes que Roma se adelante
    576
    al vencerme manchando el honor de Cartago.

    CALIODORO
    577
    Para tales mandatos pidió mi corazón
    578
    jamás obedecer a Vuestra Majestad.

    SOFONISBA
    579
    ¡Ay! ¿De qué lugar esperar un remedio,
    580
    si hoy ya los míos me rechazan su ayuda?

    FENICE
    581
    Igual que no se duda de que un mal alicaído
    582
    tenga siempre en la muerte un remedio seguro,
    583
    el remedio es también lo último que probamos,
    584
    y que aplicar debemos a la última herida.
    585
    En cuanto a mí, opino que al olvidar la muerte
    586
    recibís la ayuda de vuestro propio hechizo.
    587
    No necesitaréis de mucho artificio
    588
    para agradable haceros a ojos de Masinisa,
    589
    tratad de conseguiros su predisposición.

    SOFONISBA
    590
    ¡Así quieran los Dioses!

    FENICE
    Es joven, de un país
    591
    que en África toda es siempre el más renombrado
    592
    para amar de inmediato y querer ser amado.
    593
    En nombre de los Dioses, practicad el poder
    594
    que sobre un pecho númida los bellos ojos tienen,
    595
    y entregad esta prueba a nuestras comunes lágrimas.

    SOFONISBA
    596
    No espero gran cosa por parte de mi encanto.
    597
    Fenice, este remedio es ridículo y vano;
    598
    mejor será servirse del favor de la mano
    599
    y con golpe indulgente, digno de mi valor,
    600
    arrojarme al puerto pese a la tormenta.
    601
    Mas, para contentaros, me esfuerzo: estoy dispuesta
    602
    a hacer una vileza que no sirva de nada.


    ACTO III

    ACTO III

    ESCENA I

    MASINISA, FILIPO, SOLDADOS ROMANOS

    MASINISA
    603
    Gracias a los Dioses, la clara y final victoria
    604
    me devuelve los brillos de mi primera gloria.
    605
    Ha muerto este bárbaro y vil usurpador
    606
    que de tantos combates fue objeto y autor.
    607
    El Cielo, por su ruina ha mostrado a la Tierra
    608
    que a un desgraciado evento sigue una injusta guerra.
    609
    Vosotros, a quien debo la fortuna y honor,
    610
    testigos e instrumentos de mi última dicha,
    611
    creed, caros amigos, cuyos briosas armas
    612
    me han abierto el camino al trono de mis padres,
    613
    que vuestro largo esfuerzo restauró mi descanso
    614
    y no es en mi estima un bien digno de olvido.
    615
    Muy bien sé qué salario vuestro servicio exige,
    616
    y que la ingratitud es el peor de los vicios.
    617
    Pero aún nos queda hacer una labor
    618
    que conduzca mi gloria a su culminación.

    FILIPO
    619
    Emperador magnánimo, contad con nuestras vidas,
    620
    y si es que concebís unas miras más altas,
    621
    si el Estado de Sifax acaso no os contenta,
    622
    llevad vuestros anhelos y os seguiremos todos.
    623
    Con la aquiescencia del Senado podéis
    624
    conducirnos más lejos de lo que fue Alejandro.
    625
    Contáis con el amor de unas cuatro legiones,
    626
    que os pueden propiciar otras tantas regiones,
    627
    y que no cederán ante viejas falanges,
    628
    que vieron tantos mares y otras extrañas tierras.

    MASINISA
    629
    No rehuso, en modo alguno, invencibles romanos,
    630
    los pechos generosos, ni estas potentes manos,
    631
    que por el Universo, si las causas son buenas,
    632
    toman como les place y ofrecen las coronas.
    633
    Yo sé que vos me amáis, y que vuestra amistad
    634
    instaura mi poder y lo hace crecer más;
    635
    en fin, que vos podríais, si quisierais hacerlo,
    636
    hacer que sea toda África de mi afán tributaria.
    637
    Pero esa propensión que tenéis por mí
    638
    se debe reservar para un mejor empleo
    639
    y la realización de algo mucho más grande,
    640
    de aquello que yo quiero, y que os lo propongo.

    FILIPO
    641
    Ordenad solamente, y decid que es preciso.

    MASINISA
    642
    Id directo al palacio y tomadlo al asalto,
    643
    si es verdad, como dicen, que opone resistencia;
    644
    no es que de hecho el lugar sea de tanta importancia
    645
    como para hacerlo ahora, no esperando a mañana,
    646
    poniendo nuestra sangre para tenerlo a mano.
    647
    Pero es que Sofonisba, reducida al máximo,
    648
    se halla allí rodeada de todos sus criados.
    649
    Mas temo que esperando a mañana temprano
    650
    perjudique este tiempo al Imperio Latino;
    651
    pues si esta africana, tan sutil como hermosa,
    652
    emplea en salvarse alguna nueva treta,
    653
    tiene el Imperio en ella un potente enemigo,
    654
    y solo hemos ganado o vencido a medias;
    655
    además que esta Reina, de belleza sin par,
    656
    debe de nuestro triunfo cumplir la maravilla,
    657
    que sin este ornamento sería defectuoso,
    658
    y haría menos brillantes vuestros actos virtuosos.
    659
    Vamos pues de inmediato a atacar esta plaza,
    660
    que defiende una débil y timorata plebe;
    661
    y si hay que derrotarlos por un medio sangriento,
    662
    separad al soldado y a los ciudadanos,
    663
    conservad, si es posible, a las almas valientes,
    664
    respetad, sobre todo, a la Princesa y sus criadas,
    665
    y que en favor del sexo, o de la calidad,
    666
    no hagamos de paso ninguna indignidad.

    ESCENA II

    SOFONISBA, FENICE, CORISBÉ

    SOFONISBA
    667
    Fenice, un punto más, mientras se me permita
    668
    que aplique a mis males un remedio infalible,
    669
    el que yo manifiesto, además de inmoral,
    670
    promete solo un fruto en extremo dudoso;
    671
    el poder de mis ojos, si hay que seducirlo,
    672
    es menor que la ayuda que me ofrece mi mano;
    673
    de todos el más rápido, como el más seguro,
    674
    y también el más digno de un valor altanero.
    675
    Solo una puñalada consumirá mis venas,
    676
    y casi sin dolor consumará mis penas.
    677
    ¡Si tu no estuvieras habría evitado
    678
    la desgracia y vergüenza de la cautividad!

    FENICE
    679
    Concedeos, por favor, un poco de paciencia,
    680
    y de vuestra belleza sacad conocimiento,
    681
    sabed lo que ella vale, y lo que obtenéis.
    682
    Pero ¿cómo saberlo, si no lo comprobais?

    CORISBÉ
    683
    De hecho la desconfianza en que se halla la Reina,
    684
    no viene de otro sitio que de falta de pruebas.

    SOFONISBA
    685
    Corisbé, se prudente con mi actual situación:
    686
    por ella, como yo, ve lo que puedo hacer.
    687
    ¿Cuando ayer yo era el más vivo retrato
    688
    de las raras beldades que se ven en Natura,
    689
    la imagen que mis ojos conservan este día,
    690
    es de extrema belleza bajo un extremo hastío?
    691
    Y no habiendo en mí nada más que agrados vulgares,
    692
    no me afectarían nada, o apenas lo harían,
    693
    de modo que tras todo concluyo que es mejor
    694
    probar la ayuda de la mano que de los ojos.

    CORISBÉ
    695
    Señora, si los ojos no son un cebo idóneo,
    696
    en el peor de los casos vuestras manos tendrán
    697
    la fuerza para hundiros la punta de un puñal.

    SOFONISBA
    698
    Mas puede ser que entonces lo desee muy tarde,
    699
    y no tenga una espada para poder matarme.

    FENICE
    700
    Lo que el hierro no puede lo ejecuta el dolor.
    701
    Tantos caminos múltiples conducen a la muerte
    702
    que quien no la encuentra no desea encontrarla;
    703
    preciso es, si os parece, que decidáis vivir,
    704
    y alegrar la franqueza a quien os la ha alegrado.
    705
    En mi opinión no veo que por vuestro aspecto
    706
    no arda de amor y tiemble de respeto,
    707
    y que según su juicio no ganéis la manzana
    708
    a todas las bellezas de Capua y de Roma.
    709
    Por lo demás, la pena no os ha apagado
    710
    el brillo de los ojos, ni belleza en la tez;
    711
    os asean las lágrimas, y sois de las mujeres
    712
    a las que un aire triste las hace aún más bellas.
    713
    Vuestras miradas lánguidas despiertan la piedad,
    714
    a veces amor sigue, y siempre la amistad,
    715
    no habiendo nada igual al efecto admirable
    716
    que en bella alma producen bellezas miserables.
    717
    Creed que Masinisa es una roca viva
    718
    si vuestras perfecciones no lo pueden turbar,
    719
    y que es más cruel que un tigre de Hircania
    720
    si contra vos practica la menor tiranía.

    ESCENA III

    CALIODORO, SOFONISBA, FENICE, CORISBÉ

    CALIODORO,
    721
    surgiendo
    Señora, Masinisa está en el castillo,
    722
    que parece un templo al que todos acuden,
    723
    tanto de impedir trata el desorden y ultraje
    724
    que los más asustados afirman su valor,
    725
    además, tan clemente que Vuestra Majestad
    726
    mucho debe esperar de su humanidad.
    727
    Mas suena el nivel regio, o eso me parece,
    728
    con gran ruido de escudos.

    SOFONISBA
    ¡Ay! Fenice, tiemblo.

    FENICE
    729
    Sin embargo, ahora es cuando hay que estar seguro,
    730
    y dispararle flechas que no pueda parar.
    731
    Tan pronto como entre, espetarle un discurso
    732
    que la necesidad os pondrá en los labios,
    733
    y las dulces miradas y habituales suspiros
    734
    conformen bellos rasgos, y los más elocuentes.
    735
    De hecho, a la mente joven fácilmente se halaga
    736
    con unos ojos dulces, el gesto y el lenguaje.
    737
    Que Vuestra Majestad no rechace, por tanto
    738
    corroer a quien la vence con todos sus encantos.
    PROMESA DE SOFONISBA AL AMOR
    739
    He aquí, fuerte Amor, un tema bastante amplio
    740
    para dar de tu fuerza un memorable ejemplo.
    741
    Emprende este milagro, para que los mortales
    742
    con suspiros e incienso calienten tus altares;
    743
    hazlo y te consagro un magnífico templo,
    744
    como el restaurador de los asuntos de África.

    ESCENA IV

    MASINISA, SOFONISBA, FENICE, CORISBÉ

    MASINISA,
    745
    entrando con sus soldados
    Soldados, esperadme, no sigáis avanzando;
    746
    la grandeza del sitio no requiere seguir.
    747
    En cuanto a su dolor su beldad nos lo muestra,
    748
    viniendo a nuestro encuentro con paso firme y lento.
    HARENGA DE MASINISA
    749
    Señora, sé muy bien que esto es transformar
    750
    o aumentar vuestro hastío el hablaros de ello,
    751
    y que más me conviene el no abrir la boca
    752
    antes que consolaros del mal que os he causado.
    753
    Pero nuestros Dioses, a los que nada es secreto,
    754
    saben que al perderos os pierdo con tristeza,
    755
    y que de algún modo mi dicha me importuna,
    756
    porque solo me viene de vuestro infortunio.
    757
    Pero, ya que el Destino, para mostrar que os odia,
    758
    no ha dejado la cosas a merced de mi anhelo,
    759
    aceptad que mi pecho os jure por mis labios
    760
    que muy sensiblemente vuestro dolor le afecta,
    761
    y que disminuiría vuestros males y esmeros
    762
    si en ellos ayudara para que fueran menos.
    763
    Aunque lograr no puedo impedir vuestras penas,
    764
    trataré, por lo menos, de que os sean más ligeras;
    765
    y si no puedo hacerlo, cuidaré en todo caso
    766
    que múltiples desgracias no las agraven más,
    767
    que os traten como Reina, y no como cautiva;
    768
    dadle la garantía a vuestra alma miedosa,
    769
    y que vuestro dolor se disponga a pensar
    770
    en qué yo o los míos la podemos calmar.
    RESPUESTA DE SOFONISBA
    771
    Es muy justamente, oh vencedor magnánimo,
    772
    que en el mundo hablen mucho de vuestra estima;
    773
    vuestras raras destrezas me enseñan la razón
    774
    de la tenaz desdicha que sigue a nuestra casa.
    775
    Su brillo es tan grande que la propia Fortuna,
    776
    por muy ciega que sea, lo conoce y lo ama,
    777
    ella al favoreceros, obra tan sabiamente
    778
    que demuestra con eso que goza de buen juicio.
    779
    Mas por el justo precio de una virtud tan alta,
    780
    si por bienes más grandes que los que ella nos quita,
    781
    la inconstancia no añade a vuestro bienestar,
    782
    tenéis mucho menos de lo que os merecéis.
    783
    Muchos conquistadores usando su poder
    784
    regulan las naciones bajo su sumisión;
    785
    pero muy poco saben de conquistar las mentes
    786
    y de bien merecer el cetro que han tomado.
    787
    Solo a vos os concierne llevar las dos a cabo,
    788
    es la propia virtud de un alma cual la vuestra;
    789
    incluso es un destino, que los reyes rivales
    790
    son al principio odiosos con los que han sometido,
    791
    do vuestra cortesía, vencedor bondadoso,
    792
    obra en mí un milagro que no es habitual.
    793
    En nada vuestra dicha me obliga a protestar,
    794
    que le pido a los Dioses que la haga durar,
    795
    y jamás gozaréis de una total grandeza
    796
    más que cuando obtengáis lo que yo os deseo.
    797
    Los dones que la suerte os ha hecho a mi costa
    798
    no son el motivo de las lágrimas que vierto;
    799
    contemplo vuestra dicha sin odio y sin envidia,
    800
    y me quejo tan solo de mi aciaga vida:
    801
    me resulta tan dura, que aun quitándome todo,
    802
    Esperanza, Reposo, Fortuna, Libertad,
    803
    para hacer por completo mi Destino angustioso,
    804
    me priva de los medios para hacerme creíble.
    805
    En la actual condición del tiempo en que me veo,
    806
    os seré sospechosa, o muy poco fiable.
    807
    Mas al no tener nada que esperar y temer,
    808
    nada me convendría halagar o fingir;
    809
    y yo me odiaría si hubiera agraviado
    810
    el Imperio de Sifax por una cobardía.

    FENICE
    811
    Se hechiza, amiga mía.

    MASINISA
    ¡Dioses! ¡Qué maravillas
    812
    seducen a la vez a mis ojos y oídos!
    813
    En verdad nunca mente tuvo un placer tan dulce
    814
    como el que experimento por vos siendo estimado.
    815
    Marte no tiene lauros cuya gloria me turbe,
    816
    a costa de ser loado por boca tan hermosa;
    817
    más solo gozaré de una dicha imperfecta
    818
    si a vuestra cortesía no la sigue el efecto,
    819
    si no manifestáis querer a Masinisa,
    820
    dándole razón para que os preste servicio.
    821
    Ordenad, pues, Señora, experimentad hoy
    822
    el poder absoluto que tenéis sobre él;
    823
    caiga en él la desgracia en caso que no os sirva
    824
    en todo lo que pueda, sin ardid ni reserva.

    SOFONISBA
    825
    Gran Rey, ya que os urge un tema desgraciado
    826
    en el que practicar vuestros actos altruistas,
    827
    para no evidenciar inútil vuestra gracia,
    828
    trataré de no haceros una descortés súplica.

    FENICE
    829
    La victoria es nuestra, o no entiendo nada.

    SOFONISBA
    830
    No, no quiero de vos ni bien ni poderío;
    831
    nada demando a vuestras muy generosas manos
    832
    ni mi perdido cetro, ni sus pompas reales;
    833
    pues doy fe ante los Dioses de que cuando los tenga,
    834
    con alma y corazón os los entregaré;
    835
    pero si el sentimiento de la miseria humana
    836
    os mueve a la piedad de una doliente Reina,
    837
    dada su condición de ornamento de antaño
    838
    que ahora la hace objeto de vuestra compasión,
    839
    de dos opciones una: que alguna vez el Tíber
    840
    me acepte como esclava, o que yo muera libre.
    841
    A vos encomendadas, mis desgracias y yo,
    842
    por el nombre africano y el título de Rey,
    843
    de quien la Majestad de siempre sacrosanta
    844
    en mi pudor sufriera una pública ofensa;
    845
    por los cetros que tuve, por los que vos tenéis,
    846
    y esas rodillas sacras lavadas con mis lágrimas,
    847
    por esas bravas manos siempre victoriosas,
    848
    en fin por vuestras obras en todo tan gloriosas.

    MASINISA
    849
    ¡Dioses! ¿Que un vencedor muera bajo los golpes
    850
    de aquellos que ha vencido? Señora, levantaos.

    SOFONISBA
    851
    No, antes de que mis lágrimas obtengan mi demanda.

    MASINISA
    852
    Obtendréis una cosa que es aún más grande:
    853
    un corazón que nunca beldad ha sojuzgado,
    854
    y que en este momento la vuestra ha encantado.

    SOFONISBA
    855
    En mi actual estado, tengo que soportar
    856
    el rigor indignante de vuestra diligencia:
    857
    mas sabed que jamás un vencedor altruista
    858
    aflige a su vecino con lenguaje burlón.

    MASINISA
    859
    ¡Ah! Señora, perded esa injusta creencia
    860
    que en su falsedad me agravia y os ofende;
    861
    juzgad por la atención que debe tener un Príncipe,
    862
    y en vuestra belleza hallad vuestro poder.
    863
    Para mí mucha gloria se encuentra en mi fracaso
    864
    por renegar de él y tenerlo en secreto.
    865
    Jactaros de haber hecho solo con las miradas
    866
    lo que nunca pudieron ni el fuego, ni las flechas;
    867
    verdad es que libero a una reina cautiva,
    868
    mas de la libertad me privo a mí mismo;
    869
    mis impulsos violentos, mis jadeaos no fingidos,
    870
    os revelan bastante el mal del que me quejo.

    SOFONISBA
    871
    Mi vanidad, en efecto, sería muy ridícula,
    872
    o tendría una mente crédula en extremo,
    873
    si yo me imaginara en mi estado actual,
    874
    cautiva, abandonada, rodeada por las trabas,
    875
    el corazón jadeando y, los ojos siempre en lágrimas,
    876
    que aún yo conservaba hermosuras y encantos
    877
    capaces de avivar una ardiente amistad.

    MASINISA
    878
    Es cierto que al principio he sentido piedad,
    879
    pero como el Sol sigue los pasos de la Aurora,
    880
    Amor que la ha seguido, y que la sigue aún,
    881
    hizo en un instante en mi pecho en llamas
    882
    el cambio más enorme que haya jamás causado.

    SOFONISBA
    883
    Es demasiado fuerte para ser duradero.

    MASINISA
    884
    Sí, pues en poco tiempo mi muerte es segura
    885
    si vos no consoláis con un trato más dulce
    886
    a aquel que en adelante vivir sin vos no puede.

    CORISBÉ
    887
    ¡Cuánto, cada vez más, se angustia este espíritu!

    MASINISA
    888
    Dadme una opción de dos: la muerte, o vuestra gracia.
    889
    Nos os lo suplicamos, mes pasiones y yo,
    890
    no por la dignidad de vencedor y Rey,
    891
    ya que Amor perder me hace que pierda los dos títulos,
    892
    mas por mi triste suerte, de la que sois el árbitro,
    893
    por mi sangre encendida, mis ardientes suspiros,
    894
    mis delirios, deseos, tan prestos, tan violentos;
    895
    vuestras miradas, signos de luces y de llamas,
    896
    cuyos golpes yo siento en lo hondo de mi alma;
    897
    y estos negros tiranos cuyas leyes adoro,
    898
    invictos de campeones, ojos dueños de reyes;
    899
    en fin por la razón que me habéis hurtado.
    900
    La piedad devolvedme que yo os he prestado,
    901
    o si es preciso ahogar vuestra ira en mi sangre,
    902
    que el hierro en vuestras manos me inmole a vuestros pies,
    903
    víctima desgraciada del amor y del odio.

    SOFONISBA
    904
    Vuestra muerte, al contrario, mi pena aumentaría;
    905
    mas lamentad, gran Rey, vuestra suerte y la mía,
    906
    quien por necesidad devuelve mal por bien;
    907
    que sufráis me da pena, y soy digna de lástima
    908
    por encender un fuego que no puedo apagar.

    MASINISA
    909
    Cuando no se tiene alma, o está endurecida...

    SOFONISBA
    910
    Es por tenerla grande por lo que os hablo así.

    MASINISA
    911
    Esa frase oculta algo que no puedo entender.

    SOFONISBA
    912
    La frase, sin embargo, es fácil de intuir:
    913
    el deplorable estado de esta mi condición
    914
    me impide responder a vuestra afección;
    915
    la viuda de Sifax es muy desgraciada
    916
    teniendo a Masinisa en segundo himeneo,
    917
    y su alma generosa formada en buen linaje
    918
    para hacer una acción indigna de su rango;
    919
    ya que al fin la Fortuna empleando toda su ira
    920
    me ha quitado el cetro, pero no el coraje.
    921
    Sé que usando derechos de dueño y vencedor,
    922
    podíais tratarme con todo el rigor,
    923
    pero hasta ahora he creído que vuestra alma es muy alta
    924
    para pensar tan solo en una abyecta falta.

    MASINISA
    925
    Creedlo aún, Señora, sabed que en este punto
    926
    vuestra confianza y yo no os engañaremos.
    927
    Mas para haceros ver que es la buena senda
    928
    por donde subir quiero en el colmo de mi gozo,
    929
    ya que Sifax no está, dependerá de vos
    930
    tener en Masinisa un legítimo esposo.

    SOFONISBA
    931
    ¿Qué reinas en el mundo en bellezas perfectas
    932
    alguna vez lograron el honor que me hacéis?
    933
    ¡Maravilloso exceso de gracia y alegría
    934
    la que lleva a una esclava al lecho de su Rey!

    MASINISA
    935
    Ya que me convertís en el hombre más feliz
    936
    mi violento ardor, y el tiempo en el que estamos,
    937
    no me permiten ahora el retrasar en mucho
    938
    un bien, el más perfecto, que esperarse podría.
    939
    Por ello, encontrad bien que en la forma habitual
    940
    del himeneo la antorcha hoy nos ilumine,
    941
    para avivar el tiempo de un bien que me es tan caro,
    942
    y por otras razones que impedirlo pudieran,
    943
    que en el actual momento preciso es que me calle.
    944
    No obstante, permitid que con placer os robe
    945
    un austero ósculo, en prueba de la fe
    946
    que el Dios conyugal de mí y de vos desea.
    [La besa]
    947
    ¡Oh, extasíos! ¡Oh, beso de néctar y de fuego!
    948
    ¡Hasta qué arrebatos elevas tú mi alma!
    949
    Señora, por favor, veré a mis soldados
    950
    y ya dadas las órdenes, vuelvo sobre mis pasos.
    951
    Adiós, bien podéis ver en mi lívida cara
    952
    que arrancarme de vos, es hurtarme a mí mismo.

    [Se va]

    SOFONISBA
    953
    ¡Oh, milagro de amor sin par a ningún otro!

    FENICE
    954
    ¿Quizás alguna vez seguiréis mi consejo?

    SOFONISBA
    955
    ¡Ah! Fenice, es verdad que un prodigio igual
    956
    hace que justamente dude y me preocupe,
    957
    y que un sueño engañoso no engatuse mi mente.

    FENICE
    958
    El númida, Señora, está tan seducido,
    959
    su fuego es tan grande, que no debéis temer,
    960
    pues tan solo la muerte podrá hacer que se extinga.
    961
    En esto, sin embargo, el juicio de los Dioses
    962
    contra nuestros afectos ha obrado para bien.
    963
    Si hubiera recibido hoy vuestra misiva,
    964
    no habría una salida tan buena a vuestros planes.
    965
    Si tan solo supiera que vos lo habéis querido,
    966
    sería vuestro amante antes que un marido.
    967
    Con certeza, creed que vuestra humildad
    968
    hace que su pasión para él sea lo mejor.
    969
    Por lo tanto aguantad, y no aflojéis nada,
    970
    que la obra emprendida no ha llegado a su fin.
    971
    Luego, cuando seáis su legítima esposa,
    972
    podréis demostrarle vuestro primer amor,
    973
    para que él os quiera con mucho más ardor,
    974
    viendo que vos lo amáis, y no por su grandeza.
    975
    Vamos, pues, a acabar los planes necesarios
    976
    para restablecer el bien de vuestros fines.
    977
    Mas ¿qué cuestión, Señora, os preocupa ahora?

    SOFONISBA
    978
    No se yo ya, Fenice, lo que me pasará,
    979
    mas cualquier dulce don que la dicha me envíe
    980
    no es bastante a mi alma para un perfecto gozo.
    981
    Sifax no tiene aún los honores del túmulo,
    982
    y de un segundo enlace enciendo la antorcha;
    983
    realmente su amistad unida al decoro
    984
    me da remordimientos y produce aversión.

    CORISBÉ
    985
    Señora, es muy cierto que en otro momento
    986
    pensaríais así con lícita razón;
    987
    mas pensad que en la forma en que estáis reducida,
    988
    que la necesidad guía vuestra conducta.
    989
    Mil razones de Estado que vos no ignoráis
    990
    son de vuestra acción la excusa y la brújula.
    991
    Las de vuestra alcurnia siempre están dispensadas
    992
    de ligar su conducta a estos pensamientos.

    SOFONISBA
    993
    Vamos, pues, trabajemos por nuestra libertad,
    994
    y al rigor cedamos de la necesidad.


    ACTO IV

    ACTO IV

    ESCENA I

    MASINISA, SOFONISBA, luego ARISTÓN

    MASINISA
    995
    Alguna insigne dicha con la que estoy en deuda
    996
    a los mimos del Hado que me es tan favorable,
    997
    es ahora lo más grande que me haya ocurrido.
    998
    Sí, Señora, es cierto que estoy más feliz
    999
    al ver que vuestro amor coincide con el mío,
    1000
    que si hubiera vencido a los pueblos de la tierra.
    1001
    Amo más por mi parte cuando me siento amado,
    1002
    y mi pasión aumenta por un pecho inflamado;
    1003
    estando en posesión de una beldad de hielo,
    1004
    hasta el ardor más cálido se cansa y se modera.
    1005
    Un placer verdadero quiere correspondiencia,
    1006
    y el amor es tan solo el premio del amor.
    1007
    Igual que una ola encrespa a otra ola,
    1008
    un suspiro amoroso se estimula con otro.
    1009
    Cuando de Himen cadenas enlazan dos espíritus,
    1010
    debe un beso tornarse nada más recibido.
    1011
    De manera que siempre la mujer más honesta
    1012
    es la que manifiesta una más viva llama;
    1013
    su virtud ahí brilla en toda su viveza,
    1014
    y la moderación no es un buen perfume.
    1015
    Para mí, aunque ya mi pasión fuera tal
    1016
    que su fuerza excediera cualquier fuerza mortal,
    1017
    mis deseos, sin embargo, la mitad han crecido
    1018
    desde que he conocido vuestro ardiente cariño.

    SOFONISBA
    1019
    Tendría que tener la voz de la Elocuencia
    1020
    para bien describiros hasta qué punto os amo.
    1021
    Basta con que con mucho, y muy bien que os ame,
    1022
    no se encuentre discurso que lo pueda expresar.
    1023
    Sin embargo, y este es el miedo que me abate,
    1024
    vuestra mente embaucada quizá se imagina
    1025
    que mi apasionamiento, por muy puro que sea,
    1026
    mezcla en su fervor un tanto de interés.
    1027
    Mas me remito al Cielo que mi fe no común
    1028
    se fija en Masinisa, y no en su fortuna,
    1029
    y que en similar grado de fortuna y hastío,
    1030
    lo que el hizo por mí, yo por él lo hubiese hecho.

    MASINISA
    1031
    No quiero por testigo de aquello que digáis
    1032
    más que mi propia dicha.

    SOFONISBA
    Mas, vuestros propios méritos.

    MASINISA
    1033
    Por cierto: ¿do nació, en qué tiempo y por qué,
    1034
    la buena voluntad que tenéis por mí?
    1035
    Por favor, concededme el placer de oírlo,
    1036
    ¿os parece?

    SOFONISBA
    Con gusto, os voy a informar.
    1037
    Sabéis que en otro tiempo estuvimos a punto
    1038
    de concluir una unión que no se llevó a cabo.
    1039
    Ese príncipe aciago, a quien las Desventuras
    1040
    sacrificar querían mis años iniciales,
    1041
    causa de que mi padre, atento a sus deseos,
    1042
    rompiese el sacro nudo que nos une ahora.
    1043
    Mas, con la fe de ser vuestra mujer un día,
    1044
    había concebido por vos secreto ardor,
    1045
    recibíendo en la mente una languidez dulce
    1046
    de la que con el tiempo me habría curado,
    1047
    si el extraño accidente que vais a oír
    1048
    no reavivara el fuego que estaba ya en cenizas.
    1049
    ¿Recordáis el día en que Sifax y los suyos
    1050
    salieron a hostigar a vuestros masisianos?
    1051
    Transcurrió para vos con tan enorme gloria
    1052
    que de él bien debéis conservar la memoria,
    1053
    pues por vuestra virtud los nuestros rechazados
    1054
    os dejaron llegar hasta el borde del foso,
    1055
    donde os vi combatir con tanta valentía
    1056
    que mostré ya por vos bastante indulgencia
    1057
    como para ansiar solo un éxito infeliz
    1058
    que ofrendara a mis ojos vuestras audaces gestas.
    1059
    Mas cuando de la torre en que me había situado,
    1060
    yo vi de vuestro casco alzada la visera
    1061
    que para refrescaros levantasteis adrede,
    1062
    y que me permitió observar muy de cerca
    1063
    el rostro en que Amor y el Dios de la Tracia
    1064
    mezclando la dulzura junto con la audacia,
    1065
    desde ahí comencé a vender a mi país,
    1066
    y en mi corazón traicioné a los míos;
    1067
    una flecha de fuego me traspasó el alma,
    1068
    de modo que de todos yo fui la más herida.
    1069
    Verdad es que ahora mi mal se ha apaciguado
    1070
    por la mano de aquel que me lo había causado,
    1071
    y que la curación que de ello resultó
    1072
    me hará bendecirlo siempre mientras yo viva.

    MASINISA
    1073
    En verdad estoy feliz de una manera tal
    1074
    que mi felicidad me hace sospechar:
    1075
    encuentro desde ahora que es tan grande mi suerte,
    1076
    que ella misma me ciega, si no llego a entenderla.
    1077
    La dicha es como el mar con su flujo y reflujo
    1078
    que debe disminuir cuando llega a su altura;
    1079
    ¡mas si deben los Cielos, como es su costumbre,
    1080
    que hagan a la dulzura suceder la amargura,
    1081
    que solo, si es posible, me beba yo la hiel
    1082
    que en nosotros vertiera la cólera del Cielo!
    1083
    ¿Que quiere este soldado cubierto a la romana?
    1084
    Mi querido Aristón, ¿qué tema aquí te trae?
    1085
    ¿Y qué hace Escipión?

    ARISTÓN
    Señor, ahora ha llegado,
    1086
    me manda a que te lleve a encontrarte con él.

    MASINISA
    1087
    ¿Dónde lo has dejado?

    ARISTÓN
    En el salón de al lado,
    1088
    donde tan solo Lelio se pasea con él.

    MASINISA
    1089
    Sí, iré a buscarlo dentro de un momento.

    [Aristón sale]

    SOFONISBA
    1090
    No espero nada bueno de este comunicado;
    1091
    el nombre de Escipión me trae mal presagio.

    MASINISA
    1092
    ¡Oh, Dioses!

    SOFONISBA
    ¿Qué, Señor, demudáis el color?
    1093
    ¿Qué motivo tenéis para así inquietaros?

    MASINISA
    1094
    Ninguno, a no ser la pena de dejaros.

    SOFONISBA
    1095
    Un tan rápido cambio indica algo más,
    1096
    y vuestra inquietud se debe a otro motivo;
    1097
    decidme la verdad, ¿teméis el poder
    1098
    de aquel que os llama, y a quien vais a ver ?

    MASINISA
    1099
    Es cierto que yo temo que este valor austero
    1100
    impida nuestros goces, o vaya a alterarlos;
    1101
    percibo mi destino, y se que Escipión
    1102
    llegó para enturbiar nuestra santa unión;
    1103
    por eso he querido acelerar mis pasos,
    1104
    pues al estar todo hecho tendrá que soportarlo.
    1105
    Menos se enfadará que si hubiese esperado
    1106
    a efectuar nuestra boda si lo hubiera prohibido.
    1107
    No hay que descartar que me lo solicite,
    1108
    me apremie y me atormente, para que os abandone.
    1109
    ¡Pero que sea arrojado directo a los Infiernos,
    1110
    si alguna vez consiento en esta ruindad!

    SOFONISBA
    1111
    ¡Qué antes pierda la vista de la luz celestial
    1112
    que ver como mi amor se vuelve taciturno!
    1113
    No, no, si Escipión, que dudar no debemos,
    1114
    pretende separar lo que unió el matrimonio,
    1115
    es preciso que hagáis todo lo que se pueda,
    1116
    y vencer la dureza de esta alma insensible;
    1117
    si nada hacerse puede, os suplico al menos,
    1118
    en nombre de los Dioses que nuestra unión protegen,
    1119
    y por la castidad del amor conyugal,
    1120
    que por mí conservéis la dignidad real.
    1121
    Finalmente os suplico con toda mi firmeza
    1122
    que os acordéis bien de lo que soy para vos.
    1123
    No sea que un día veáis a vuestra esposa presa
    1124
    en triunfo conducida hasta el Capitolio.
    1125
    No os hablo ahora como ayer os hablaba,
    1126
    cual viuda de Sifax y sierva de vuestras leyes;
    1127
    se muy bien que el nudo que une nuestras almas
    1128
    confunde igualmente nuestros intereses,
    1129
    que vos debéis sufrir por el daño que me hagan,
    1130
    y que estando unidos es como triunfaremos.

    MASINISA
    1131
    Mucho amor por vos tengo, por mí mucho coraje,
    1132
    por sufrir, sin perderme, un tan sensible ultraje;
    1133
    pero no llegaremos a cruzar estos límites.

    SOFONISBA
    1134
    Conozco a Escipión y su severidad.

    MASINISA
    1135
    Os doy mi palabra, y pase lo que pase,
    1136
    Roma no verá nunca cautiva a Sofonisba.

    SOFONISBA
    1137
    ¿Y me lo prometéis?

    MASINISA
    Sí, a vos os prometo.

    SOFONISBA
    1138
    Vamos, pues, mi espíritu desde ahora está contento.

    ESCENA II

    ESCIPIÓN, LELIO

    ESCIPIÓN
    1139
    Mas tú, que por un uso largo y familiar
    1140
    conocer mejor debes esa mente voluble,
    1141
    ¿qué remedio a su mal te parece más fiable?
    1142
    ¿A caso es la violencia, o acaso la dulzura?
    1143
    ¿Y de cuál es preciso que yo me sirva ahora?

    LELIO
    1144
    A veces uno pierde lo que el otro conserva;
    1145
    creo yo que el último es lo más importante.

    ESCIPIÓN
    1146
    Y yo, que el primero mejor lo abordará.

    LELIO
    1147
    No obstante, la dulzura es el mejor remedio
    1148
    que aplicarse pueda a el mal de un alma bella.

    ESCIPIÓN
    1149
    Mas cuando una bella alma la razón ha perdido,
    1150
    este remedio es débil, o no es el del momento;
    1151
    lo que ha hecho Masinisa es tan irrazonable
    1152
    que mi mente apenas lo halla imaginable,
    1153
    e indica en su razón un desorden mental
    1154
    cuando lo justifica por su obcecación.
    1155
    Lejos de imaginarse que sin mucho esfuerzo
    1156
    sacamos a este Paris del lecho de su Helena,
    1157
    temo que esta boda, su furor aumentando,
    1158
    le haga más aún prolongar su error,
    1159
    y que el mismo ánimo que le hizo iniciarlo
    1160
    lo lleve en su locura a querer defenderlo.
    1161
    En tal caso veremos hasta que conclusión
    1162
    lo habría despeñado este aciago amor.
    1163
    Pero ya llega aquí, triste y sin compostura;
    1164
    probemos la dulzura antes que la violencia.
    1165
    No obstante, encuentro que sería correcto,
    1166
    a nuestro proceder, y por nuestro sosiego,
    1167
    que vayamos, tomemos el tiempo y las molestias,
    1168
    que los guardias sin ruido capturen a la Reina.

    ESCENA III

    MASINISA, ESCIPIÓN

    ESCIPIÓN
    1169
    Bien, caro Masinisa, ¿existe bajo el sol
    1170
    un rey cuya dicha se parezca a la tuya?
    1171
    ¡Dioses buenos! ¿Durante una misma jornada
    1172
    recuperar un reino y urdir un matrimonio?
    1173
    En mi opinión, no creo que sin encantamiento
    1174
    se pueda ir más lejos, y más ligeramente.
    1175
    Claro, cuando el relato de estas maravillas
    1176
    calentó los oídos de Lelio y de mí,
    1177
    los dos, a ti propensos por igual simpatía,
    1178
    ¡Grandes Dioses! Decidnos, la mitad es exceso.
    1179
    En efecto tu puedes, sin que manches tu gloria,
    1180
    contentarte por ahora con solo una victoria.
    1181
    No era necesario hacer al mismo tiempo
    1182
    dos proezas tan famosas, tan realmente importantes.
    1183
    Mas quizá sea un rumor que corre a la ventura
    1184
    y que todo un ejército creyó por conjetura.
    1185
    En mí, mi buen juicio hasta ahora suspendido
    1186
    jamás concebirá esta supuesta boda,
    1187
    hasta que la admisión que la convierte en fama
    1188
    no me sea confirmada por tu propio aserto.
    1189
    Sácanos de la duda, y haznos el favor,
    1190
    de que por ti sepamos la cosa tal cual es.

    MASINISA
    1191
    Aquí el común sentido no quiere que me esconda
    1192
    lo que es también preciso para que el mundo sepa;
    1193
    la Tierra y el Cielo mi confesión exigen,
    1194
    sobre un santo misterio que una y otro vieron.
    1195
    En fin, abusaría de vuestra tolerancia
    1196
    si ahora os hablara contrario a mi conciencia.
    1197
    Es cierto, Escipión, que Sofonisba y yo
    1198
    hemos tomado y dado la fe matrimonial,
    1199
    y estamos atados por tan santa cadena
    1200
    que tan solo un crimen desharía el abrazo.
    1201
    Veo bien que ahora vuestra severidad
    1202
    condene mi amor, y esta mi ligereza,
    1203
    tanto más si vuestra alma está por conocer
    1204
    lo que puede en un pecho del que se ha hecho dueño.
    1205
    Por ello en mi desgracia sería muy feliz
    1206
    si tuviera un censor que estuvo enamorado;
    1207
    mas teniendo, al contrario, a un Escipión por juez,
    1208
    ¿cuál será mi esperanza? ¿Dónde me ampararé?
    1209
    ¿Cuáles son las razones de que me serviré
    1210
    si él nunca conoció lo que puede eximirme,
    1211
    si ignora del Amor el supremo poder
    1212
    que provocó mi falta a la vez que la excusa?
    1213
    En resumen, ¿qué gracia puedo esperar de él,
    1214
    si por sus sentimientos juzga los de los otros?

    ESCIPIÓN
    1215
    Cierto es que yo siempre mantuve mi franqueza
    1216
    de atraparme en las redes donde la vuestra está,
    1217
    y siempre he evitado esas locas pasiones
    1218
    como un camino errado a las bellas acciones.
    1219
    Y no es que mi pecho sea de corazón duro,
    1220
    impenetrable a flechas que el Amour nos arroja;
    1221
    la mano que hizo el vuestro hizo también el mío,
    1222
    de una virtud dotándolo: que estuviera curtido.
    1223
    Era este el broquel para bien defenderse,
    1224
    y con solo mi ejemplo debías aprender.
    1225
    Querido Masinisa, preciso era en efecto,
    1226
    defenderte mejor de lo que lo has hecho.
    1227
    Se que desde hace tiempo las vidas están llenas
    1228
    de amorosos ardores en los mejores jefes;
    1229
    pero ¿donde hallaremos que los más distinguidos
    1230
    en cuanto a la pasión puedan a ti igualarse?
    1231
    Masinisa, en un día: ve, ama y se desposa.
    1232
    ¿Alguna vez se ha hablado de una pasión así?
    1233
    Mucho más, la ceguera de su razón es tal
    1234
    que se mete en el lecho de un rival mortal:
    1235
    de un Sifax, de un tirano, cuya injusta espada
    1236
    la corona ha usurpado sobre su padre muerto.
    1237
    Si bien, si por vengar la muerte de nuestros padres,
    1238
    había que esposar a las viudas de tiranos,
    1239
    los tuyos, por él muertos, tienen todo el consuelo
    1240
    que pudieran desear por una tal venganza.
    1241
    Es cierto que cada uno por su propio interés
    1242
    se da cuenta a sí mismo, y obra como le place;
    1243
    y por esta razón tu creíste posible
    1244
    que en este asunto todo te estaba permitido.
    1245
    Pero en mi criterio, es muy complicado
    1246
    que el tuyo en este punto no se haya engañado.
    1247
    ¿Tal vez crees que gracias a este matrimonio
    1248
    Sofonisba ya es tuya? ¿Y quién te la ha dado?
    1249
    ¿Por qué autoridad te adueñas del botín
    1250
    que pertenecer debe al Imperio Latino?
    1251
    ¿No sabes muy bien que es ese su reparto,
    1252
    que te fue actualizado dentro de tu legado?
    1253
    ¿Con permiso de quien lo has ejecutado?
    1254
    No, no, aliado nuestro, recuerda tus valores;
    1255
    la más breve pasión es siempre la mejor.
    1256
    Rompe con Sofonisba y entrégala al instante;
    1257
    solo este es el camino para que recuperes
    1258
    la paz y el honor que habías perdido.

    MASINISA
    1259
    ¿Qué honor, oh, Grandes Dioses? ¿Qué reposo en el alma
    1260
    tener puede un marido al dejar a su mujer?

    ESCIPIÓN
    1261
    Casarse sin permiso, al ser nuestro rehén,
    1262
    este enlace es nulo a juicio de los hombres.

    MASINISA
    1263
    El derecho y la fuerza quieren que la devuelva;
    1264
    ella es vuestra, es verdad, pero yo os la reclamo.

    ESCIPIÓN
    1265
    En un error caería indigno de perdón,
    1266
    si yo te concediera un tan funesto don.
    1267
    Darle este presente al ardor que te abrasa,
    1268
    sería concederte la camisa de Hércules.

    MASINISA
    1269
    Si aquí se me permite traeros a colación
    1270
    los servicios prestados desde mis años jóvenes,
    1271
    y en tiempos pasados también puedo entender
    1272
    los que en el futuro yo deseo prestaros,
    1273
    mi tristeza de hoy os suplica por ellos
    1274
    que no me arrebatéis este pago amoroso.
    1275
    No es que toda mi vida anterior de servicio
    1276
    no haya sido hasta ahora muy bien recompensada;
    1277
    pero ¿a qué tanto honor y bienes baladíes,
    1278
    si me quitan aquello que más estimo yo?
    1279
    Se que solicitando aquello que me niegan,
    1280
    exigo un tesoro de valor infinito;
    1281
    así pues corresponde tan solo a los romanos
    1282
    concederme un don que vale enormemente.
    1283
    Hacedme una vez más esta última gracia,
    1284
    por las manos que beso y los pies que abrazo.

    ESCIPIÓN
    1285
    Álzate, Masinisa, y no olvides nunca
    1286
    conservar el honor del rango que tú tienes.
    1287
    Sí, como amigo tuyo que siente tu infortunio,
    1288
    te lo concedo todo sin distinción alguna,
    1289
    pero por otra parte, como tu Emperador,
    1290
    que se apena y reprueba en ti la ciega furia,
    1291
    por una última vez preciso es que te niege
    1292
    lo que exige de mí tu espíritu maligno;
    1293
    las razones que tengo son de tal interés
    1294
    que nada cambiar puede este fallo inmutable
    1295
    necesario al sustento de los asuntos públicos.

    MASINISA
    1296
    ¡Oh, sentencia mortal! ¡Oh, decreto tiránico!
    1297
    ¿Qué hago? Tantos golpes me desgarran el pecho
    1298
    dejándome el cuerpo plagado de heridas,
    1299
    de las que antaño fuisteis testigo ocular,
    1300
    ¿no podrán conseguirme un salario más digno?
    1301
    ¿Se me vio tantas veces, una pica en la mano,
    1302
    sostener la grandeza del Imperio romano,
    1303
    y tener que verme ahora solicitar con lágrimas
    1304
    lo que he merecido por la sangre y las armas?
    1305
    Mas quien lo vio de hecho haciendo caso omiso
    1306
    es de conjeturar que no se acuerde de ello.
    1307
    ¡Mostrad, mostrad por tanto mis heridas cerradas,
    1308
    vanas marcas de honor impresas por el hierro,
    1309
    tal, si posible fuera, que estuvisteis entonces
    1310
    que hicisteis vos caer este mísero cuerpo;
    1311
    mirad, si transformandoos en sanguinarias bocas,
    1312
    no dulcificareis sus crueles sentimientos.
    1313
    ¡Dioses! Nada lo afecta ¡Corazón sin lealtad,
    1314
    sordo ante la oración, y sordo a la piedad!

    [Acabado su parlamento, se pasea sin decir nada]

    ESCIPIÓN
    1315
    Dejémoslo nadar en la melancolía
    1316
    y nos servimos luego del ánimo de Lelio.
    1317
    Por cierto, ahí viene.

    ESCENA IV

    LELIO, ESCIPIÓN, MASINISA

    LELIO
    Entonces, ¿no se rinde?

    ESCIPIÓN
    1318
    Puedes ver como sueña y camina a zancadas.
    1319
    Adiós, con él te dejo; intenta, te lo ruego,
    1320
    calmar con suavidad las olas de su furia;
    1321
    dado que es violento, podría enfurecerse,
    1322
    yo haré mejor si no le presto atención.

    [Masinisa vuelve]

    MASINISA
    1323
    No, yo no haré nada, lo tengo decidido,
    1324
    si no me obligarán con su omnipotencia.

    LELIO
    1325
    Sus palabras cortadas, suspiros redoblados
    1326
    muestran que sus sentidos están muy perturbados;
    1327
    los pensamientos trágicos en que veo que se sume
    1328
    crispan su furor y el hastío que lo aflige;
    1329
    por eso, desde ahora hay que distraerlo.
    1330
    ¿Y qué?

    MASINISA
    No, Escipión, no puedo acceder a eso...

    LELIO
    1331
    El gran dolor que siente lo ciega y extaxía.
    1332
    ¿Cómo, así confundes a tus amigos ahora?

    MASINISA
    1333
    ¡Ah! Lelio, es verdad que créia que hablaba
    1334
    con este inexorable...

    LELIO
    Acaba de marcharse,
    1335
    lamenta tu incidente.

    MASINISA
    ¡Oh, ridícula cosa!
    1336
    lamenta mi incidente y es él quien lo provoca.
    1337
    ¡Ah! ¡Rara vez se encuentra un amigo perfecto!

    LELIO
    1338
    Cree, sin duda alguna, que Escipión te quiere;
    1339
    te quiere, y sobre todo, en esta oposición
    1340
    y por tu salvación demuestra su amistad.
    1341
    Por favor considera, y sin enfurecerte,
    1342
    cual es el gran tesoro que querría quitarte:
    1343
    es la viuda de un Rey que en su vida cien veces
    1344
    mediante cien crueldades la tuya ha perseguido,
    1345
    empleando contra ti la espada y el veneno,
    1346
    después de haber destruido a toda tu familia.
    1347
    Ella, por lo que dicen, es algo muy hermoso;
    1348
    pero veamos su mente y los males que causa.
    1349
    ¿Antes de que el veneno de sus brujas miradas
    1350
    pusiera al viejo Sifax en su fila de amantes,
    1351
    este Príncipe no era, salvo por la perfidia,
    1352
    el más grande que nunca se viera en Numidia?
    1353
    ¿Y apenas se unieron por el marital nudo,
    1354
    hubo alguna desgracia similar a la suya?
    1355
    No cesó ella hasta que, por satisfacer su odio,
    1356
    él no abandonó la potestad romana,
    1357
    y por esta imprudencia, movido al desastre,
    1358
    a los que antaño amó y por los que fue amado.
    1359
    ¡Oh, tú, cuya virtud, corazón y bravura
    1360
    son el más caro objeto de nuestra indulgencia,
    1361
    mira si, sin razón nos preocupamos hoy
    1362
    de que el mismo escollo te arrastre con él!

    MASINISA
    1363
    Cree, querido Lelio, y con toda certeza,
    1364
    que odio la ingratitud más que cualquier mal acto,
    1365
    y que ni la belleza, ni la ley conyugal
    1366
    jamás me alejarán de lo que yo os debo.
    1367
    Debo todo al Senado, y se la preeminencia
    1368
    del Imperio Romano sobre el de Cartago.
    1369
    No, caro consejero, asegura a Escipión
    1370
    de la sinceridad de mi dilección;
    1371
    dile que en ningún caso esta inocente Reina
    1372
    distraerme podrá de la amistad romana,
    1373
    que antes se borrará el fuego de los cielos;
    1374
    en fin, que se apiade de un miserable amante.
    1375
    Intenta suavizarme su coraje insensible,
    1376
    solo confío en ti.

    LELIO
    Haré lo que yo pueda.
    1377
    ¡Pobre mente cegada que cuenta no se dá
    1378
    de que el amor seduce con sus falsos encantos!
    1379
    Compadezco tu suerte, aunque en este himeneo
    1380
    tu gran obstinación condicione tu sino.


    ACTO V

    ACTO V

    ESCENA I

    MASINISA,
    solo

    MASINISA
    1381
    ¡Cuán los Dioses, perfectos por su naturaleza,
    1382
    demuestran inconstancia a dones que nos hacen!
    1383
    ¡Cuán fácil es de ver, en mi apenada vida,
    1384
    que nuestro bienestar les produce envidia,
    1385
    y que no nos otorgan un placer sin dolor,
    1386
    por miedo a que un bien pleno sea semejante al suyo!
    1387
    En vano en el destino de los temas humanos,
    1388
    se prometerán otros ciertas concupiscencias,
    1389
    si yo expongo hoy que el mismísimo Sol
    1390
    que vio ayer mi dicha sin par con ninguna otra,
    1391
    como su carro ya bajo la ola ocultábase,
    1392
    me encuentro a su regreso el más triste del mundo.
    1393
    ¿De qué el poder me sirve y el título de Rey,
    1394
    si en mi propio Estado me proveen la ley?
    1395
    ¿De qué me sirve el lauro que me cubre la testa,
    1396
    si no puede impedir la próxima tormenta,
    1397
    la cual derribará mi gloria y mis placeres
    1398
    este mortal rival del deseo amoroso,
    1399
    esta natural pena, que no ama nada en ella,
    1400
    no podría aprobar ni sufrir que la quieran?
    1401
    En fin, ¿de qué me sirven la audacia y el valor,
    1402
    si tengo el brazo atado en esta desdicha última?
    1403
    ¡Ay! Si este tesoro de bellezas y encantos,
    1404
    dado que lo gané por la fuerza de las armas,
    1405
    por las armas también pudiera conservarse,
    1406
    ¿qué no haría yo a fin de conservarlo?
    1407
    Si domar precisara al monstruo de Andrómeda,
    1408
    mi desdicha en mi mano hallaría remedio;
    1409
    si precisara aún luchar contra los muertos,
    1410
    sobre los pasos de Hércules a probar mis esfuerzos,
    1411
    sacarlo de los hierros como otro Teseo,
    1412
    mi amor concebiría esta empresa sencilla.
    1413
    Mas si combatir debo a un monstruo renaciente,
    1414
    a una fiera arpía, una fascinante águila
    1415
    cuyo vuelo se extiende por nuestro hemisferio,
    1416
    ¿que podría iniciar o qué podría hacer
    1417
    que no excediese el brío y el poder humano?
    1418
    ¿Podré forzar yo solo todo un poder romano?
    1419
    ¿Tendré que hacer yo solo lo que en dieciséis años
    1420
    no pudo hacer Aníbal ni por mar ni por tierra?
    1421
    No, no, mi Sofonisba, no hay que pensar en eso:
    1422
    nuestro sino no es tal para poder forzarlo;
    1423
    la ternura es lo único que os puede hacer mía;
    1424
    salvo eso, mi esperanza no se sustenta en nada.
    1425
    Es posible que a Lelio le haya ido mejor
    1426
    de lo que oso esperar ¡Oh, Dioses!, helo aquí,
    1427
    que viene a pronunciar mi última sentencia.
    1428
    ¡Vamos, corazón mío, ármate de firmeza!

    ESCENA II

    LELIO, MASINISA

    MASINISA
    1429
    Y bien, querido Lelio, ¿voy hacia la muerte?
    1430
    ¿vienes a anunciarme el naufragio o el puerto?

    LELIO
    1431
    Señor, con gran pesar debo ser el agente
    1432
    y el triste portador de un precepto siniestro;
    1433
    me encargan que te diga, y te conmine a que
    1434
    a Sofonisba entregues, o que renuncies a ella
    1435
    como algo a la gente útil y necesario.
    1436
    Informa ahora sobre lo que quieres hacer.

    MASINISA
    1437
    Perderme, y por mi muerte enseñar a los Reyes
    1438
    a que vuestras costumbres ni leyes sigan nunca;
    1439
    crueles que, amparados en el nombre del pueblo,
    1440
    usáis impunemente vuestro poder tiránico,
    1441
    y para demostrar que todo se os permite,
    1442
    tratáis a los aliados como a los enenmigos.

    LELIO
    1443
    No repliquemos nada que estas vehemencias
    1444
    en tales arrebatos se extinguen poco a poco;
    1445
    el furor disminuye a fuerza de expresarlo.

    MASINISA
    1446
    ¡Ay! Si el pasado pudiera enmendarse,
    1447
    de evitar trataría tener que depender
    1448
    de la severidad de tu humor altanero,
    1449
    gente vana, que piensa que no triunfa en la vida,
    1450
    si no hay un pobre Rey por su espada oprimido.
    1451
    Esa es la razón, pública o privada,
    1452
    ya que un individuo la ha hallado posible,
    1453
    que por fuerza despótica se me hace un bien
    1454
    sin el que yo no quiero, ni ya espero nada.
    1455
    Sí, Lelio, afecta para la gloria de un hombre
    1456
    que mi propia mujer vaya de esclava a Roma,
    1457
    y que su vanidad solo a él similar
    1458
    se impone a la vez sobre sobre Sifax y yo.
    1459
    ¡Oh, afortunado anciano cuya trama acabó
    1460
    en cuanto cayó bajo vuestra opresión!
    1461
    Y yo muy desgraciado de sentir actualmente
    1462
    vuestro pesado yugo aun siendo vencedor.
    1463
    Que se apodere de ella, se la lleve y la arrastre,
    1464
    a esta desesperada y lastimosa Reina;
    1465
    su triunfo tener debe todo su ornamento.
    1466
    No me opondré ya más, lo he hecho vanamente;
    1467
    ya basta, si no puedo llegar a entorpecerlo,
    1468
    que mi muerte prevenga este indigno espectáculo.

    LELIO
    1469
    Hay que evitarle estos violentos prontos.
    1470
    Pero hablemos ahora que ha echado todo fuera.
    1471
    Señor, si tu pudieras a fuerza de invectivas
    1472
    hacer menos agudas tus pasiones y penas,
    1473
    yo te aconsejaría que siguieras con ellas,
    1474
    siempre que tu dolor pudiera disminuir;
    1475
    critica ante mí de nuestro Imperio el yugo,
    1476
    lo acepto, y diré que es aún peor;
    1477
    mas soportar no puedo que culpes sin razón
    1478
    a un hombre que se apiada de ti, y te ama tanto,
    1479
    y cuya ambición no está tan corrompida
    1480
    como tu la concibes en tu alma cegada.
    1481
    Sabes, y luego el tiempo te hará pensar en ello,
    1482
    la razón que lo obliga a que te contraríe.
    1483
    No aludiré yo a ella habiéndola tu dicho;
    1484
    por tanto mejor juzga por un tan raro mérito,
    1485
    antes que imaginarte que por su vanidad,
    1486
    el quería tratarte con toda indignidad.
    1487
    El conoce tu alma, la tiene muy en cuenta;
    1488
    en fin, que te ama mucho y no busca tu vergüenza.
    1489
    No quiere de ti nada, excepto que le entregues
    1490
    a la que te perdía, si no la pierdes tu a ella;
    1491
    y por amor a ti y a tu matrimonio,
    1492
    ella no será nunca en triunfo conducida.

    MASINISA
    1493
    Entonces ¿a qué quiere Escipión destinarla?

    LELIO
    1494
    Te toca ahora a ti tener que imaginarlo.
    1495
    Conoces del Senado la última ordenanza
    1496
    par la cual al instante que fuera prisionera,
    1497
    estábamos los dos claramente obligados
    1498
    a enviarla a Roma, y no incumplir la orden.
    1499
    Contempla en este instante, si acaso te apetece
    1500
    el salvarle el honor a costa de la vida;
    1501
    y no te quejes más, ya que bien razonado,
    1502
    tu amigo un favor le hace dejándola morir.

    MASINISA
    1503
    ¡Qué favor, buenos Dioses!

    LELIO
    Es, no obstante, el mayor
    1504
    que conceder se pueda, y que el tiempo demanda;
    1505
    Señor, levanta pues tu abatido ánimo,
    1506
    y la necesidad conviértela en virtud.

    MASINISA
    1507
    ¿Que virtud, por desgracia, queréis que yo muestre,
    1508
    que no sea ridícula, y a regañadientes?
    1509
    ¿Queréis que exhiba una cara serena?
    1510
    ¿Daré aún las gracias al soberano juez
    1511
    cuyo fallo sangriento culmina con mi ruina,
    1512
    o tengo que besar el brazo que me asesina?

    LELIO
    1513
    La más alta virtud que se exige de ti
    1514
    es soportar un mal que nos aflige a todos.

    MASINISA
    1515
    Tengo que soportarlo, ya que mi impotencia...

    LELIO
    1516
    Me refiero a sufrir con enorme paciencia,
    1517
    haciéndote a la idea de que por esta acción
    1518
    te ganas un laurel venciendo a tu pasión;
    1519
    que Roma, el Senado e Italia por entero,
    1520
    a la que desde ahora tu cetro se asocia,
    1521
    si a ellos los consideras la suerte de provecho,
    1522
    os amarán aún, en un más alto grado.
    1523
    Mira, si no te importa, tus últimas conquistas,
    1524
    el caos en que estabas, la paz que tienes ahora;
    1525
    ¿no me admitirás que serías ingrato
    1526
    y poco esmerado por el bien de tu Estado,
    1527
    si nos obligaras a emplear la violencia
    1528
    debiendo erradicarte de nuestra indulgencia?
    1529
    ¡Para ti, qué desdicha y para los romanos,
    1530
    si deshacer debieran, y con sus propias manos
    1531
    su más considerable y más perfecta obra!
    1532
    Mas pongamos que en esto el Senado te afrenta;
    1533
    ¿cómo, por un disgusto que te ocasiona hoy,
    1534
    perderás cien prebendas que obtienes tú de él?
    1535
    No condenes entonces ni con murmuraciones
    1536
    nuestras leyes ni hábitos.

    MASINISA
    ¡Dioses, cuán duras son!
    1537
    En efecto, es verdad, sería más que ingrato,
    1538
    si yo no respondiera a la ayuda del Senado;
    1539
    pero no sería hombre, sería peor que un bárbaro,
    1540
    si no sintiera miedo del mal que me proyectan;
    1541
    bien, no hablemos más de eso, heme aquí resuelto;
    1542
    es preciso aceptarlo, si Roma lo ha querido.
    1543
    ¡Oh, esposo deplorable! ¡Oh, infeliz mujer!

    LELIO
    1544
    Señor, no pienses más.

    MASINISA
    Arrancadme el alma,
    1545
    pero será en vano, pues me verán pensar
    1546
    en medio del Infierno.

    LELIO
    ¿Qué quiere el mensajero?
    1547
    Es infaliblemente la Reina quien lo envía;
    1548
    es preciso impedir que ella vuelva a verlo.

    ESCENA III

    CALIODORO, LELIO, MASINISA

    CALIODORO
    1549
    Señor, cuando leáis la carta que yo traigo,
    1550
    sabréis el asunto por el que estoy aquí.
    CARTA DE SOFONISBA
    1551
    “Si nada ablandar puede el rigor obstinado
    1552
    de aquellos que mi ánimo ha hecho mis enemigos,
    1553
    antes que ser cautiva y en triunfo conducida,
    1554
    entregadme el regalo que me habéis prometido.”

    MASINISA
    1555
    Sí, estoy obligado a mantener mi promesa,
    1556
    y voy a llevároslo, porque el tiempo me apremia,
    1557
    y que solo la muerte cesará vuestro tedio.

    LELIO
    1558
    Señor, ¡no se lo deis si no es por mano ajena!
    1559
    Cuando la veas tus males se agrandarán.

    MASINISA
    No importa.

    LELIO
    1560
    Créeme

    MASINISA
    No, no, Lelio, tengo yo que llevárselo.

    LELIO
    1561
    No lo harás, es solo ir a perder el tiempo.

    MASINISA
    1562
    ¿Y por qué?

    LELIO
    Es un tema que te han prohibido,
    1563
    por miedo a que su vista aumente tu tormento.

    MASINISA
    1564
    ¡Entonces que se cumpla mi sino en todo aspecto!
    1565
    Ya ves, amigo mío, que todo mi poder
    1566
    no me posibilita ni tan siquiera verla.
    1567
    ¡Dioses! ¿Permitiréis que un injusto poder
    1568
    gobierne a vuestros hijos con tanto beneplácito?

    LELIO
    1569
    Este violento espíritu se escapa en todo instante;
    1570
    en verdad en su ceguera digno es de compasión,
    1571
    temo algún motín en su alma agitada,
    1572
    ahí está rumiendo.

    MASINISA
    Ya la han acusado.
    1573
    Ven, amigo, a buscar este fatal presente,
    1574
    vámonos, Lelio, vamos allí tu estarás.

    ESCENA IV

    SOFONISBA, CORISBÉ, FENICE

    FENICE
    1575
    Señora, vuestro temple temeroso e intranquilo,
    1576
    es muy ingenioso en cuanto a preocuparos.
    1577
    Cualquier cosa os perturba: una ilusión, un humo,
    1578
    un cuervo que crascita, en fin todo os da miedo.

    SOFONISBA
    1579
    Fenice, puedes creerme, he llegado a saber
    1580
    donde desconfiar deben las más férreas mentes;
    1581
    el daño que me espera es tan extraordinario,
    1582
    los indicios que tengo son tan premonitorios,
    1583
    y todos mi destino marcan tan claramente,
    1584
    que los que me apoyáis quedaréis atónitos.
    1585
    Sabéis que ayer noche cuando en enlace unímonos,
    1586
    por dos veces dispares su llama se apagó;
    1587
    que incluso esta mañana una oveja herida
    1588
    se ha escapado del templo de la mano del padre,
    1589
    y que siendo devuelta con el golpe mortal,
    1590
    un rayo incendió a la herida y al ara.
    1591
    Dos pájaros funestos, en el pavor nocturno,
    1592
    mi reposo turbaron con sus fúnebres gritos;
    1593
    y todavía hoy cuando amanecía,
    1594
    un espantoso sueño causó mi despertar.
    1595
    Del infausto Sifax la ensangrentada imagen,
    1596
    se presentó ante mí con estos tristes términos:
    1597
    “Ingrata, estoy de vuelta de la noche eterna
    1598
    para aleccionarte de tu desgracia próxima;
    1599
    de un marido humillado la cólera legítima
    1600
    te exige en los Infiernos, do tu crimen te llama.
    1601
    Adiós, tu gran lascivia naufragará en la orilla,
    1602
    ya te lo dije en vida, y te lo digo muerto.”
    1603
    Allí realmente el sueño deja paso al miedo,
    1604
    y yo me he encontrado tan fría como el hielo;
    1605
    luego, abrazando al Rey, por un contrario efecto,
    1606
    el miedo en mí ha obrado como Amor lo hubiera hecho.

    CORISBÉ
    1607
    Cierto es que a fin de cuentas esas son predicciones,
    1608
    que son insinuaciones de aventuras trágicas;
    1609
    ¡pero el Padre de Dioses, a quien todo se admite,
    1610
    desvía el efecto sobre nuestros rivales!

    SOFONISBA
    1611
    Lo que más me inquieta y con más apariencia,
    1612
    es la gran duración de esta reunión;
    1613
    el Rey desde entonces tarda mucho en volver,
    1614
    para creer con razón que pudo conseguirme;
    1615
    pero ya está de vuelta aquel por quien la vida
    1616
    me será conservada, o me será quitada.

    ESCENA V

    CALIODORO, SOFONISBA, CORISBÉ, FENICE

    CALIODORO
    1617
    ¡Cuán desgraciado soy de servir de instrumento
    1618
    al furor del destino!

    SOFONISBA
    Avanza con coraje;
    1619
    enséñame esta carta, dame este brebaje
    1620
    con el que evitaré la vergüenza del yugo.
    CARTA DE MASINISA A SOFONISBA
    1621
    “Ya que hay que obedecer a la necesidad,
    1622
    recibid de mi parte esta copa fatídica;
    1623
    de los bienes que tuve, me queda este solo
    1624
    y el testigo final de mi fidelidad.”
    1625
    ¡Cuanta dicha, oh Dioses, me traerá este regalo!,
    1626
    ¡si pudiera besar la mano que lo envía!
    1627
    Díme, Caliodoro, y engañarme no quieras,
    1628
    ¿acaso observaste lo que se le ordenó?

    CALIODORO
    1629
    Señora, incluso vos al verlo admitiríais
    1630
    que igual que su amor su dolor es extremo;
    1631
    el color de la muerte que en su rostro se pinta,
    1632
    muestra de qué hastío está su mente imbuida.
    1633
    Amigo mío, me dijo, ve y dile a la Señora
    1634
    que Roma no desea que viva mi esposa,
    1635
    y que es su virtud, que soportar no pueden,
    1636
    la que provee el veneno que tú vas a ofrecerle.
    1637
    Lleva en el corazón una muerte tan súbita
    1638
    que casi en un instante finaliza su pena.
    1639
    Después, al abrazarme y hablarme muy bajo,
    1640
    para que los romanos no fueran a oírlo,
    1641
    júrale, me dijo, si la mano de la Parca
    1642
    me empujase primero en su aciaga barca,
    1643
    solo tras de mi muerte los comunes rivales
    1644
    la mención perderían de lo que me ofrecieron.
    1645
    Que esté segura que una muerte digna de ella
    1646
    pronto le probará que yo le soy fiel.
    1647
    Diciendo estas palabras ha desaparecido.

    CORISBÉ
    1648
    ¡Testimonio increíble de un amor perfecto!

    FENICE
    1649
    ¡Oh, bárbaros romanos! ¡Oh, Cielo despiadado!

    SOFONISBA
    1650
    Este es el efecto de mi espantoso sueño;
    1651
    ahora podéis ver que llevaba razón
    1652
    al identificarme en los signos de muerte.
    1653
    Pero me es tan dulce morir como vivir,
    1654
    ya que mi Masinisa ha jurado seguirme.
    1655
    Muestra pues, caro esposo, tu firmeza y tu fe,
    1656
    no te retrases ni un instante tras de mí.
    1657
    Sí, por mucho quererte soy contigo inhumana
    1658
    por miedo a que quizás una dama romana,
    1659
    mandada por romanos, mis tiranos, los tuyos,
    1660
    ocupe junto a ti el lugar que yo tengo.
    1661
    Corisbé, te lo ruego, a ti también Fenice,
    1662
    que me hagáis un favor antes de que termine;
    1663
    ¿me lo concederéis?

    CORISBÉ
    ¡Eh! Señora, hablad,
    1664
    Solamente mandad.

    SOFONISBA
    Ya que así lo queréis,
    1665
    entonces os ordeno, como vuestra señora,
    1666
    que tratéis de aguantar el dolor que os angustia,
    1667
    no vayan vuestras lágrimas y llantos a agraviar
    1668
    la gloria que merece una muerte tan noble.
    1669
    ¿No hay en mis días gloria bastante grande
    1670
    que, por pobre que sea, se la apropie Roma?
    1671
    Venceremos a los que nos vencen si se enteran,
    1672
    que mucho más nos temen de lo que les tememos.
    1673
    Vamos pues, no perdamos en discursos estériles
    1674
    el tiempo que hay que emplear en las cosas más útiles.
    1675
    Liberemos a Roma del miedo y del mal
    1676
    que podría causarles la hija de Asdrúbal.

    [Se bebe el veneno]

    FENICE
    1677
    ¡Oh, Dioses! Ahora es cuando ya estamos perdidas!

    SOFONISBA
    1678
    Aunque si los romanos os hubieran oído,
    1679
    razón tendrían para pensar en este apuro
    1680
    pues los males que causan nos afligen bastante.
    1681
    No, no les demostremos que si nada peor tienen,
    1682
    no tenemos motivo de temer a su Imperio,
    1683
    y privarles con ello del placer y el orgullo
    1684
    que los extasiaría, al saber nuestro duelo.
    1685
    Pero pronto la Parca me cerrará la boca;
    1686
    ayudadme, amigas, llevadme a mi cama,
    1687
    y que al menos yo muera sobre el mismo lecho
    1688
    en que mi aciago enlace se consumó de noche.

    ESCENA VI

    ESCIPIÓN, MASINISA, LELIO

    ESCIPIÓN
    1689
    Es cierto que en esto tu firmeza es tal
    1690
    que debe coronarse con gloria inmortal;
    1691
    por lo tanto, no dudes que Roma y el Senado
    1692
    de ello un día no hagan un espléndido estado;
    1693
    no es Sofonisba la última de todas las mujeres,
    1694
    otras muchas aún son dignas de tu amor.
    1695
    Cuando tu desacierto te sea admitido,
    1696
    bendecirás el mal que te ha acaecido,
    1697
    si mal decir se puede una viudez fastuosa
    1698
    que solo te he deseado para tu beneficio.

    MASINISA
    1699
    ¡Dioses, qué beneficio!

    ESCIPIÓN
    En otra circunstancia
    1700
    conocerás mejor el fruto y el motivo;
    1701
    Lelio, a mi parecer, te hizo comprenderlos,
    1702
    en la misión y esmero que llevar quiso a cabo,
    1703
    al menos si tus éxtasis dudar no me permiten
    1704
    que él pudo decírtelos, tu pudiste escucharlos.

    LELIO
    1705
    Señor, por su frialdad y su moderación,
    1706
    vemos que su razón se va recuperando;
    1707
    no albergo duda alguna de que confiese un día
    1708
    a que grado de angustia este amor lo llevó,
    1709
    y que obramos tan solo para su nombradía;
    1710
    Debéis, Señor, por tanto, olvidar estas cosas,
    1711
    alejar negras cuitas, gozad en otro sitio,
    1712
    dedicad las ideas a mejores propósitos.

    ESCIPIÓN
    1713
    La caída de Sifax te deja una causa
    1714
    capaz de ejercitar a toda un alma entera.
    1715
    Un nuevo reino surte de bastantes asuntos
    1716
    para llenar el ocio y la mente de su Rey.
    1717
    En un empleo tan digno se ocupará tu alma,
    1718
    pronto se curará de la flecha que la irió,
    1719
    y así Lelio y yo censurar te veremos
    1720
    la pasión deslumbrante que te hizo quejarte.

    MASINISA
    1721
    Os engañaré bien antes que acabe el día.

    ESCENA VII

    CALIODORO, MASINISA, ESCIPIÓN, LELIO

    CALIODORO
    1722
    ¡Oh, firmeza increíble! ¡Oh, desgracia mortal!

    MASINISA
    1723
    ¡Dioses! La Reina ha muerto!

    CALIODORO
    Sí, Señor, se acabó:
    1724
    ¡nunca veneno alguno tuvo un tan pronto efecto!

    MASINISA
    1725
    Pues bien, mis soberanos, ¿tendréis por placentero
    1726
    que al no poderla ver en su fin lamentable,
    1727
    la hagamos al menos traer ante nosotros?
    1728
    Sí, creo que hallaréis ameno el espectáculo;
    1729
    es muy necesario al bien de vuestro Imperio
    1730
    que mi demanda obtenga.

    ESCIPIÓN
    Hay que dejarlo que hable.

    MASINISA
    1731
    Veamos este tesoro de gracia y de belleza;
    1732
    amigo, que el cuerpo nos traigan de inmediato.

    CALIODORO
    1733
    Si Vuestra Majestad desea que le mostremos
    1734
    este penoso cuerpo, está aquí al lado;
    1735
    la puerta de su cuarto está de aquí muy cerca,
    1736
    y vos podréis verlo desde este lugar,
    1737
    alzando solamente esta tapicería.

    ESCIPIÓN
    1738
    Temo que al ver el cuerpo se despierte su furia.

    [Se ve la habitación]

    MASINISA
    1739
    [Vuelve Caliodoro]
    ¡Visión! ¡Desesperanza! Examinad ahora,
    1740
    oh, vos Consul Romano, vos su lugarteniente,
    1741
    yo os he reflejado la ciega obediencia
    1742
    que vuestra autoridad desea de mi impotencia.
    1743
    ¿He sido, que os parece, rebelde o muy necio
    1744
    en la ejecución de este golpe violento?
    1745
    Excluid cualquier motivo de sospecha y de miedo,
    1746
    y observad si su muerte no es algo fingido.
    1747
    Mirad si de su tez las rosas y los lirios
    1748
    al frío de la muerte están bien sepultados;
    1749
    ved los ojos cerrados, la muerte en su conjunto,
    1750
    hasta que no os quede ni un ápice de duda.
    1751
    Mas, sin considerar sus ojos ni color,
    1752
    tan solo hay que fijarse en mi impar dolor;
    1753
    tan solo hay que observar el duelo que me aliena,
    1754
    para creer con certeza que Sofonisba ha muerto.
    1755
    Está muerta, y mi mano por este asesinato
    1756
    ha querido eximirme ante vuestro Senado;
    1757
    si la gratitud con los buenos actos se mide,
    1758
    esta única acción la paga con usura.
    1759
    Testigo, por este acto, de vuestra crueldad,
    1760
    he llevado a la tumba al amor y a lo bello;
    1761
    en fin por esta muerte que os afirma en firmeza,
    1762
    ya no tenéis miedo, ni yo tengo esperanza.
    1763
    No me digáis entonces que sería ingrato
    1764
    y poco preocupado por el bien de mi Estado,
    1765
    si yo os obligara por acto de violencia
    1766
    a que yo renunciara a vuestra indulgencia.
    1767
    Para mí, en adelante me es todo indiferente,
    1768
    y en cuanto a mi Estado mi dolor os lo devuelve.
    1769
    Tras haberme quitado el deseo de la vida,
    1770
    vuestros bienes y honores nada me dan de envidia.
    1771
    Conquistad todo el mundo de un extremo al otro,
    1772
    de ello nada pido, yo os lo cedo todo.
    1773
    Tan solo devolvedme una cosa concreta
    1774
    por Matrimonio, Amor, y por respeto al Hado:
    1775
    concededme, en resumen, lo que todos teméis,
    1776
    y estaré más feliz y rico que vosotros.
    1777
    Traedme a Sofonisba.

    ESCIPIÓN
    Vámonos de aquí, Lelio;
    1778
    ya que nuestra presencia excita su locura,
    1779
    y que en él no vemos ni hierro ni veneno:
    1780
    dejemos que su queja apacigue su hastío.

    [Regresan]

    ESCENA VIII

    QUEJA DE MASINISA ANTE EL CUERPO DE SOFONISBA

    MASINISA,
    1781
    solo
    Milagro de belleza, Sofonisba alma mía,
    1782
    que a llamar no me atrevo con este dulce nombre,
    1783
    ya que los castos gozos del Matrimonio y Juno
    1784
    tan poco me han durado para darte este nombre;
    1785
    otrora viva fuente de Amor y de Elocuencia,
    1786
    donde la Muerte ahora ha albergado el silencio;
    1787
    bellos ojos y boca provistos de atractivos,
    1788
    para mi gozo y poco, escasamente vistos,
    1789
    ¿habéis pues perdido las grandes maravillas
    1790
    que hurtaban corazones y hechizaban los oídos?
    1791
    Claro Sol, el terror de un injusto Senado,
    1792
    cuya Águila Romana no soportó el brillo,
    1793
    ¿entonces vuestra luz le proporcionó sombra?
    1794
    ¡Así que estáis cubiertos con una nube eterna,
    1795
    sin ningún Mediodía, la Muerte y el Destino
    1796
    confunden vuestra noche con vuestra luz del día!
    1797
    Triste y hermosa cama, casi en el mismo día
    1798
    de mi viudez testigo y de mi matrimonio,
    1799
    ¿preciso era que el Cielo en mi obstinada pérdida
    1800
    me quitase tan pronto el bien que me habías dado?
    1801
    Felicidad ardiente en cuanto conocida,
    1802
    Sofonisba, en suma, ¿en qué te has convertido?
    1803
    ¡Pero Dioses! Cuán poca razón tiene mi súplica
    1804
    ya que mi propia mano proveyó el veneno
    1805
    que hace que ella me espere en la orilla sombría
    1806
    donde mi fiel espíritu se unirá con su sombra;
    1807
    allí es, cruel Senado, donde tus fatuas leyes
    1808
    no harán estremecerse a los miserables Reyes.
    1809
    Quieras o no, un puñal, a tu yugo engañando,
    1810
    me concede el reposo que tu rigor me niega.
    1811
    Sin embargo al morir, ¡oh pueblo ambicioso!,
    1812
    convocaré ante ti la ira de los Cielos.
    1813
    Y que encuentres, ya sea en la paz, o en la guerra,
    1814
    cualquier cosa en tu contra, en el mar y en la tierra.
    1815
    Que el Tajo y el Po contra ti rebelados,
    1816
    recuperen los bienes que tú les has robado;
    1817
    Marte de Roma haciendo una segunda Troya
    1818
    de a los cartagineses tus riquezas de caza,
    1819
    y que en poco tiempo el último romano
    1820
    acabe con la raza, mas con sus propias manos.
    1821
    Mas consumir el tiempo en frívolos lamentos
    1822
    y adular el dolor tan solo con palabras,
    1823
    es de almas cobardes cuya fe en curarse
    1824
    es más fuerte en ellos que el ardor de morir.
    1825
    Muere, infeliz Príncipe, y por mano atrevida,
    1826
    cierra el sangrante acto de esta gran tragedia.
    [Saca el puñal escondido bajo su túnica]
    1827
    Sofonisba en esto te quiso prevenir;
    1828
    ya que tus esfuerzos no pudieron retenerla,
    1829
    procúrate, al menos, el placer de seguirla,
    1830
    y deja de morir dejando de vivir.
    1831
    Muestra que los rigores del romano inhumano
    1832
    vencen sobre el amante, y no sobre el amor.

    [Se mata]