Texto utilizado para esta edición digital:
Mairet, Jean. La Sofonisba. Traducido por Miguel Ángel García Peinado y Ángeles García Calderón, para la colección EMOTHE. Valencia: ARTELOPE Universitat de València, 2021
A Monseñor, Messire Pierre Séguier, Custodio de los sellos de francia
Monseñor,
Siendo de naturaleza generosa, como vos sois, y no habiendo nunca carecido de materia
                     para demostrarlo dignamente, ya que los más hermosos cometidos del Parlamento, que
                     habéis apoyado con tanta suficiencia y probidad, son los honorables grados por los
                     que se os ha hecho ascender a la grandeza de la que hacéis gala ahora; es imposible
                     que no hayáis observado que las buenas acciones tienen la particularidad de convertir
                     a aquellos que las han recibido en más osados o más inadecuados para obtener otras
                     nuevas, y que un primer favor es normalmente la semillas de otro segundo. En cuanto
                     a mí, Monseñor, y dado el permiso que me disteis para que estampara vuestro sello
                     lacrado para que diera a conocer mi Sofonisba, me atrevo aún a pediros que me concedáis,
                     por favor, el de dedicárosla, puesto que es verdad que no habría mejor modo de sacarla
                     a la luz que transfiriéndole algún rayo de la vuestra, que todo el mundo considera
                     como una de las más puras y brillantes de nuestro tiempo. Los testimonios de que me
                     habéis hecho muestra, ante algunos de mis amigos, de que esta obra os había complacido
                     mucho en su representación, me hacen esperar que no os disgustará en su lectura, salvo
                     por el hecho de pecar contra el bien público al robarle una hora de vuestro ocio para
                     satisfacerme. No obstante, Monseñor, cualquiera que sea la alegría o aplauso que haya
                     obtenido esta tragedia, que puede jactarse de haber provocado los suspiros de los
                     corazones más grandes y las lágrimas de los ojos más bellos de Francia, no dejo de
                     reclamaros vuestro favor por ella y por mí, no dudando de que con la claridad de espíritu
                     y de juicio que atesoráis, observareis defectos que no han sido descubiertos hasta
                     ahora. Esa es la razón de que no veáis mal que yo trate en esto de seduciros, con
                     tal de teneros más bien en calidad de protector favorable que de juez equitativo.
                     Temería demasiado si quisierais ser justo conmigo y juzgarme según mis obras, que
                     no tienen nada de raro o bueno, sino el de lucir en el encabezado un estilo que ni
                     la maledicencia ni los años jamás podrán borrar; me refiero al muy ilustre apellido
                     de Séguier que lleváis, y que gozó antaño de tanto prestigio en la persona de ese
                     gran presidente que fue vuestro tío, de gloriosa memoria, cuyo amor por las humanidades,
                     la integridad de vida por sí mismo, y la justicia para todo el mundo reviven en vos
                     como su digno y verdadero sucesor. Soy, 
Monseñor, 
Vuestro muy humilde y 
muy obediente servidor, 
MAIRET 
Al lector
El argumento de esta tragedia está en Tito Livio, Polibio, y más aún en Apiano de Alejandría. Es cierto que he querido añadir para el embellecimiento de la obra, e incluso he cambiado dos incidentes de la historia bastante considerables, como son la muerte de Sifax, al que he hecho morir en la batalla con el fin de que el pueblo no hallara extraño que Sofonisba tuviera dos maridos vivos, y el de Masinisa, que vivió hasta una extremada vejez. Los menos sagaces deben creer que he alterado la historia sin motivo, y los más sutiles verán, si se toman la molestia, la defensa de mi procedimiento en Aristóteles: Sane constat ex his non poetæ esse ipsa facta propria narrare, sed quemadmodum geri quiverint, vel verisimile vel omnino necessarium fuerit, etc. Y para los modernos, que tengan la curiosidad de verme justificar en los dos discursos que el conde Prosper Bonarelli dirige a uno de sus amigos, llamado Antoine Brun, por su Soliman, que espero vestir uno de estos días a la francesa: es en la última impresión del año 1632. Todo lo que he obligado a hacer a Masinisa es lo que él debía haber hecho, al ser el fin de la tragedia la conmiseración, no podía hallarla mejor que haciéndolo morir. Si alguna vez saco a la luz mi Cléopâtre, me extenderé sobre este asunto aún más; sin embargo, la experiencia ha enseñado en el teatro que yo no he hecho mal en alejarme un poco de la historia.
ACTORES
| SIFAX, rey de Numidia | 
| FILÓN, general de Sifax | 
| MASINISA, enemigo de Sifax | 
| FILIPO, teniente de Masinisa | 
| ESCIPIÓN, cónsul romano | 
| LELIO, lugarteniente de Escipión | 
| CALIODORO, criado de Sofonisba | 
| ARISTÓN, soldado romano | 
| SOFONISBA, esposa de Sifax y amante de Masinisa | 
| CORISBÉ, confidente de Sofonisba | 
| FENICE, confidente de Sofonisba | 
| SOLDADOS | 
ACTO I
ACTO I
ESCENA I
ESCENA II
ESCENA III
ACTO 2
ACTO II
ESCENA I
ESCENA II
ESCENA III
ACTO III
ACTO III
ESCENA I
ESCENA II
ESCENA III
ESCENA IV
ACTO IV
ACTO IV
ESCENA I
ESCENA II
ESCENA III
ESCENA IV
ACTO V
ACTO V
ESCENA I
ESCENA II
ESCENA III
ESCENA IV
ESCENA V
ESCENA VI
ESCENA VII
ESCENA VIII
