Texto utilizado para esta edición digital:
Mairet, Jean. La Silvia. [La Sylvie.] Traducción de Ángeles García Calderón y Miguel Ángel García Peinado, para la Biblioteca Digital EMOTHE. Valencia: ARTELOPE / EMOTHE Universitat de València, 2021.
- Bodía García, Alba
LA SILVIA DEL SEÑOR MAIRET
Tragicomedia pastoral.
Dedicada a Monseñor de Montmorency.
Paris: François Targa. 1630
A MONSEÑOR DE MONTMORENCY
DUQUE, PAR, Y GRAN ALMIRANTE DE FRANCE, etc.
MONSEÑOR,
Si no tuviera el honor de perteneceros, como os pertenezco, y que la ofrenda que os
hice de mi persona desde el día que mi cariño y mi alegría me vincularon a vuestro
servicio, no habría renunciado a la libertad de disponer de mis acciones; no conozco
a ningún Señor en Francia a quien con más justicia que a vos pueda yo presentar, como
lo hago, los primeros frutos de mi estudio. Si estuviera seguro de su bondad, no
tendría duda alguna de que os complacería, y no importunaría a vuestra grandeza rogándole
que las recibiera, por la facilidad que habéis tenido siempre en practicar las buenas
acciones, lo cual es una marca infalible de vuestra inclinación por amarlas. Me atreveré
a decir, MONSEÑOR, sin intención alguna de halagaros, que vos sois quizás el único
de vuestra condición en quien se aprecia hoy en día más perfecciones y menos defectos,
y de quien la gente honesta ha tenido siempre más motivos para alabar. Dejo de lado
las acciones de coraje, que solo se pueden ensalzar mejor comparándolas con las de
vuestros antepasados. ¿Dónde encontraremos a un Señor después de vos, que en plena
corrupción del siglo haya conservado el amor por la buena literatura hasta el punto
de concederles pensiones a costa de buena parte de sus rentas? Toda Francia es testigo
de lo que habéis hecho por una de sus mejores mentes, a quien vuestra única protección
dio lugar a probar su inocencia. Le faltó a él la vida más que la gratitud: y estoy
seguro de que la pena más grande que aún tiene en la tumba es la de no haber dejado
en sus escritos nada que frene la calumnia
de aquellos que querrían acusarlo de ingratitud hacia vos. En cuanto a mí, que venero
absolutamente su memoria, antes que soportar que se lo eclipse con una mancha tan
negra, uniré su interés con el mío y me esforzaré con todas mis facultades en saldar
una deuda común, que la muerte no le permitió a él pagaros. Sin embargo, recibid,
os lo ruego, estas primicias de mi juventud: es todo lo que puedo compensar hoy a
Vuestra Grandeza, como reconocimiento a tantas gracias como he recibido de ella, desde
hace dos años que tengo el honor ser,
MONSEÑOR,
Vuestro muy humilde, obediente, y reconocido servidor,
MAIRET
ARGUMENTO DE LA SILVIA
Florestán, príncipe de Candía (Creta) se enamora de la princesa Melifila después de
ver su retrato en una tablilla que Tirsis, caballero errante, había traído. Se embarca
secretamente con la intención de ir a buscarla a Sicilia, donde Thélame, hermano de
la Princesa Melifila, se viste todos los días con ropas de pastor para vivir más libremente
con la pastora Silvia, cuya mente lo maravilla tanto como su belleza. Ella está contrariada
por los atosigamientos de Fileno, quien al ver que sus largos servicios nunca la complacerán
mientras que esté enamorada de este príncipe, tras advertir a su padre, el viejo Damón,
que la reprende, se sirve del engaño de un mosquito para hacer creer a Silvia que
Thélame la traiciona; para llevar a cabo su ardid recurre a la simplicidad de Dorisa,
pastora que lo amaba tanto como él la despreciaba. Sin embargo, el Rey de Sicilia,
informado de los amores de su hijo, decide casarlo con la Infanta de Chipre: le propone
este matrimonio al joven Príncipe, y se lo transmite por medio de Timaphère, hombre
persuasivo y capitán de su guardia, quien no obstante, no logra convencerlo. El Rey,
enterado de que la aversión que su hijo tenía por el matrimonio era a causa de la
pasión que tenía por Silvia, decide que la maten; su Canciller le expone las desgracias
que podrían derivarse de este crimen, cambiando el Rey finalmente su plan y castigando
a los dos enamorados con un encantamiento. Algún tiempo después, Florestán llega a
Sicilia por un naufragio, y por Fileno y Dorisa se entera de la intriga; dado que
el Rey, arrepentido de su crueldad, había prometido solemnamente a su hija en matrimonio
a cualquiera que resolviera el encantamiento, que solo podía ser roto por un caballero
extremadamente valiente, intenta la aventura, expulsa a los demonios, rompe el espejo
encantado y libera a los dos enamorados, que se casan por mandato del Oráculo, con
el consentimiento del Rey; Florestán se casa con Melifila; Fileno, sin esperanzas
de poseer a Silvia, reconoce la fidelidad de su Dorisa, tomándola en matrimonio.
ADVERTENCIA PARA EL LECTOR
Amigo lector, encontrarás dos clases de errores en este libro, que la curiosidad de
mis amigos revela a mi pesar, no habiendo tenido nunca la intención de hacer pública
mi ignorancia: unas son del impresor y las otras se deben a mí; estas últimas las
someto, de buen grado, a tu censura; las otras te ruego las perdones, remitiendo el
castigo a una edición posterior.
AL SEÑOR MAIRET
Mairet, esta preciosa Silvia
que tanto apreció el teatro,
te dará aún ya muerto
el bien de vida eterna.
L.T.N.
PERSONAJES
SILVIA, pastora |
THÉLAME, Príncipe de Sicilia |
FILENO, pastor |
FLORESTÁN, Príncipe de Creta |
TIRSIS, caballero errante |
MELIFILA, hermana de Thélame |
DORISA, pastora |
DAMÓN, padre de Silvia, pastor |
MACEA, madre de Silvia |
AGATOCLES, Rey de Sicilia |
EL CANCILLER |
TIMAPHÈRE, capitán |
PAJE |
ACTO I
ESCENA I
ESCENA II
ESCENA III
ESCENA IV
ESCENA V
ACTO II
ESCENA I
ESCENA II
ESCENA III
ACTO III
ESCENA I
ESCENA II
ESCENA III
ESCENA IV
ACTO IV
ESCENA I
ESCENA II
ESCENA III
ACTO V
ESCENA I
ESCENA II
ESCENA III