Étienne Jodelle, Eugène

El Eugenio





Texto utilizado para esta edición digital:
Jodelle, Étienne. Eugenio. [L’Eugène.] Traducido por Silvia Hueso Fibla y Evelio Miñano Martínez para la Biblioteca Digital EMOTHE. Valencia: ARTELOPE - EMOTHE Universitat de València, 2021.
Adaptación digital para EMOTHE:
  • Hueso Fibla, Silvia

Personajes de la comedia Eugenio

Eugenio, abad
Padre Juan, capellán
Guillermo
Alix
Florimón, caballero
Arnaldo, lacayo
Pedro, sirviente de Florimón
Elena, hermana del abad
Matías, prestamista

Prólogo

1
¡Basta ya, basta ya! Ha visto el poeta
2
que tema humilde, cómico deber,
3
versos vulgares, personajes bajos,
4
y censurar costumbres, no complace
5
a todo el mundo, pues del estirado
6
sólo lo serio mueve el interés.
7
También hay quien, amigo del furor,
8
prefiere a Polidoro ejecutado,
9
Hércules entre llamas, Ifigenia 
10
sacrificada y Troya saqueada 
11
al recreo que ahora les traemos.
12
Grandes temas son, y nunca morirá 
13
de la furia tan bien representada
14
la memoria, mas no se alabe tanto
15
de antiguas manos la escritura regia  
16
pues, si hubiera querido este Poeta
17
habría contentado a esa gente
18
con lo que gusta en un poema grave.
19
Mas, como a todos quiere complacer,
20
y no desprecia al bajo populacho;
21
como se ve que antaño no fue menos
22
el honor recibido por la pluma
23
diestra y rauda escritora de comedias
24
que el recibido por la de tragedias; 
25
como ve que esa forma de escribir
26
es ignorada en Francia tanto tiempo
27
y nadie ha vuelto a intentar hacer
28
lo que el pasado tanto valoró,
29
el poeta ha empeñado aquí su esfuerzo
30
para ofrecernos su comedia Eugenio:
31
Que ha decidido así llamar por ser
32
Eugenio personaje principal.
33
No es de un viejo Menandro esta invención,
34
nada extranjero en ella escucharéis.
35
Nuestro el estilo, cada personaje
36
utiliza también este lenguaje;
37
Y, sin enturbiar, como hacen las farsas,
38
el santo arroyo donde moran nuestras
39
Santas hermanas, no moralizamos,
40
un consejo, un escrito, un tiempo, un todo,
41
una carne, un espíritu: ese enredo
42
que ha sido para tantos alocados
43
tantas veces honor de su teatro.
44
Mas, por la senda de los más antiguos, 
45
vencedores del puerto del olvido,
46
este poeta anima aquí a Francia
47
para que a mucho más aún se atreva,
48
aunque en esta Comedia, con frecuencia,
49
la voz de las personas más audaces
50
más grave sea de lo que debiera
51
si imitáramos fielmente al latino.
52
Y no piense ningún severo que hemos
53
eludido las leyes de lo cómico:
54
la lengua, aún tan floja de por sí,
55
sufrir no puede una flojera extrema,
56
y, además, los que aquí muestran su audacia
57
son algo más que el rudo populacho,
58
pues cual los vemos son, entre nosotros.
59
Mas, decidme, ¿con qué os quedaríais
60
qué verso, risa, qué honor y palabras
61
si solo aquí sonaran unos zuecos?
62
Los Cómicos antiguos, no olvidéis,
63
gritar más alto hicieron a los dioses.
64
Y en cuanto a los teatros, aunque ahora
65
no tengan forma ya de semicírculo
66
como antes y de otro modo los dispongan
67
al de antaño, tendremos que aceptarlo,
68
pues lo exquisito de este viejo ornato
69
ahora se dedica sólo a príncipes;
70
¡qué bárbaro os hubiera parecido
71
el sonido que había entre los actos
72
si hubiéramos tomado buen cuidado
73
por imitar la Antigüedad en todo!
74
Pero, ¿qué ocurre aquí? Pero, ¿a qué viene
75
tanta sorpresa? ¿Acaso no sabéis
76
todavía de qué trata esta fábula?
77
Pues al instante todos lo veréis,
78
cuando escuchéis esta primera escena.
79
Callaré, que el Abad lleva mis riendas.
80
Ahí dentro está, charla con el cura
81
sobre su estado, que es inmejorable;
82
Camina impaciente por salir a escena
83
para contar su buena dicha a todos.
84
Jactándose, a su voz da rienda suelta,
85
para echaros un lazo con la boca
86
y robaros la mente por la oreja
87
con esta divertida maravilla.


PRIMER ACTO

ESCENA I

Eugenio, abad; Padre Juan, capellán.

Eugenio
88
Con lo pronto que termina
89
la vida que han concedido,
90
como bien dices, al hombre
91
¿debemos padecer tanto
92
fiándonos de la fe?

Padre Juan
93
El recuerdo de los males
94
que pasaron por nosotros
95
o aún tendrán que pasar,
96
nuestra falta de certezas
97
nos envenenan la vida,
98
y cuanto más dolorosa
99
tanto más breve la vuelven.
100
Mas, ¿quién conoce mejor
101
que vos, señor, este mundo?

Eugenio
102
Nunca se debe pensar,
103
por lo tanto, en el pasado;
104
hay que saber contentarse
105
con los bienes del presente 
106
y no temer al futuro.

Padre Juan
107
¡Nadie mejor lo diría!

Eugenio
108
¿Por qué no querrá la gente
109
amarse tal y como es,
110
disfrutando de su dicha,
111
sin mirar a su desdicha
112
ni ceder a los cuidados?

Padre Juan
113
¡Craso error no obrar así!

Eugenio
114
Nadie en esta bella esfera
115
rodeada de los Cielos
116
guarda tan bien para sí
117
su dicha como yo hago:
118
Ya puede el viento soplar,
119
ya caer granizo o lluvia,
120
ya atronar desde la altura
121
para espanto de la tierra
122
yo siempre seré yo mismo
123
y apartaré mis enojos.
124
¿No sería una desgracia
125
que me torturara yo
126
teniendo cuanto deseo?
127
Yo solo he de dedicarme
128
a gozar, y con esmero.

Padre Juan
129
Ingrato, de lo contrario,
130
seríais con la Fortuna
131
que tan ricamente os dota,
132
pues quien está descontento
133
consigo, también los está,
134
yo creo, con la Fortuna.

Eugenio
135
Tanta dicha la Fortuna
136
me dispensa, que yo gozo
137
de este mundo tan tranquilo.
138
y esclaviza a mis preocupaciones:
139
Sin trabajo alguno, bienes
140
cuantiosos colman mi casa,
141
bienes que jamás ganaron
142
los que me hicieron nacer,
143
bienes míos que no irán
144
después a mis herederos,
145
pues no tienen más objeto 
146
que el disfrute de mi vida;
147
y en esto somos tan duchos,
148
que es como si los placeres
149
todos fueran para mí.
150
Los reyes están inquietos
151
por gobernar bien sus tierras;
152
los nobles sirven la guerra,
153
los que imparten la Justicia,
154
esclavos son del derecho;
155
los mercaderes que viajan
156
esclavos son del peligro;
157
el labrador con trabajo
158
consigue arrastrar sus bueyes;
159
el artesano, agobiado,
160
no escapa de pobreza;
161
pero los hombres de Iglesia
162
sólo padecen del yugo
163
de bien mimarse a sí mismos.
164
huyendo de los extremos
165
tales como la virtud:
166
comiendo y vistiendo a gusto;
167
son o curas, o priores,
168
o canónigos, o abades,
169
con menos monjes a cargo
170
que perros o aves se tienen;
171
ostentan la propiedad
172
de bosques, ríos y fuentes;
173
tienen prados, tienen llanos,
174
no reconocen señor,
175
por mucho que los gobiernen;
176
en fin, que todos es envidia
177
de lo que nos deleitamos.
178
Mas, ¿de qué sirve explicarte 
179
lo que me ves practicar,
180
si no fuera por el gusto
181
que tengo yo en recordar
182
y que me cuenten también
183
los placeres que disfruto?
184
¿Las mañanas?

Padre Juan
Buena lumbre
185
para que el frío no corte
186
la fina piel que tenéis;
187
muda blanca, calzas limpias,
188
el lindo albornoz de Italia,
189
un traje bello a porfía,
190
perfumes, agua de rosas,
191
la corte de vuestros siervos,
192
perdices si es temporada,
193
el mejor vino de casa,
194
para quitarse las flemas.
195
Los libros, papeles, plumas 
196
y breviarios, mientras tanto,
197
pueden esperar mil años
198
a que los toquen, del miedo
199
que hay a helarse. Y en lugar
200
de esos necios ejercicios:
201
las delicias de la música,
202
para montar a caballo,
203
volar el halcón, cazar
204
el pelirrojo animal
205
o, corriendo por el llano,
206
perseguir la rauda liebre.
207
Y mientras, el Padre Juan,
208
Sudando la gota gorda,
209
sentado al lado del fuego
210
cuida de que vuestras viandas
211
estén en su punto óptimo
212
para ser apetitosas.
213
Y cuando llegáis hambrientos,
214
el caldito ya está hirviendo
215
para que sea más sano
216
y se ponen los manteles;
217
se ríe, se bebe, se habla
218
de la jodienda a porfía,
219
se embriagan unos, se animan.
220
Y cuando sienten el fuego 
221
de las cosquillas abajo
222
todos salen a buscar
223
a las golfas de París
224
hasta volver agotados.

Eugenio
225
¡Pare el carro, Padre Juan
226
¡Basta! y hablando de amor, 
227
me ha hecho recordar
228
el caso por el que hoy
229
te he mandado yo llamar.

Padre Juan
230
¿Por qué ponéis esa voz?
231
¿Os han ofendido acaso?

Eugenio
232
¡Tranquilo! Tú solo piensa
233
en prestarme tus sentidos.
234
Sabes que desde que el Rey,
235
nuestro magnánimo Enrique 
236
llevó con él sus soldados
237
a la frontera alemana,
238
Amor, que salió de campaña
239
en pos de mi corazón
240
se hizo de mí vencedor
241
clavándome un dardo en llamas
242
por el que amo ardientemente 
243
a la bella y linda Alix,
244
gracias a ese fiel servicio
245
que me prestas de alcahuete.

Padre Juan
246
¡Oh! Mantengamos la calma
247
¿Dónde irá este hombre a parar?

Eugenio
248
Tan buena ha sido hasta ahora
249
que vivo solo por ella;
250
y para recompensarla
251
y salvaguardar su honor,
252
como muy bien sabes tú,
253
le he hallado un buen partido
254
en el necio de Guillermo,
255
que es lo que necesitamos,
256
y juntos los he casado

Padre Juan
257
¡Bien hecho!

Eugenio
¿Qué te parece?
258
he dicho que era mi prima.

Padre Juan
259
Mucho parentesco es ese:
260
no tocaba escatimar.
261
Fueron trescientos escudos, 
262
una obra de caridad
263
para vuestra dignidad.

Eugenio
264
Mas mucho me temo ahora
265
que los cuernos de Guillermo
266
sientan lo que hay en mi pecho. 

Padre Juan
267
¡Demasiado necio es!
268
Tiene la frente insensible
269
y abotargado el ánimo.
270
¿Qué? ¿Teméis en un asunto
271
como este a un parisino?
272
El buenazo de Guillermo 
273
es la mejor tapadera
274
para esconder vuestro amor.
275
Si os hubierais dedicado
276
cuando Alix era soltera
277
a plantar en su jardín 
278
habría sido escandaloso.
279
Mas, en jardín de casada,
280
se puede sembrar cien veces
281
que el marido es garantía:
282
y nadie murmurará.
283
Además, esta ciudad
284
casquivana como es,
285
soporta mejor los cuernos
286
que cualquier amor virtuoso.

Eugenio
287
Amén de que dudo de ella
288
y temo que esta coqueta
289
lo intente en otros lugares.
290
Que estas mujeres golosas
291
gustan de nuevas viandas.
292
Y ¿quién no tendría celos
293
de nuestros dulces encuentros?
294
Siempre que acudo a su casa
295
la encuentro, o eso parece, 
296
dispuesta para acogerme:
297
me echa los brazos al cuello,
298
se abraza muy dulcemente
299
y me ciñe aún más fuerte.
300
Si no está Guillermo, dice:
301
“Buenos días, cariñito”;
302
Mas si cuando oye mi voz,
303
ve que hay moros en la costa
304
o en algún lugar cercano
305
dice: “Buenos días, primo”.

Padre Juan
306
¿Y después?

Eugenio
Pues vamos dentro,
307
y ardiendo ambos de deseo,
308
reflejamos en los rostros,
309
espejo de nuestro afecto,
310
la pasión irrefrenable.
311
Yo me quejo suavemente
312
del tiempo, y ella a su vez
313
de que no la amo bastante.

Padre Juan
314
¡Felices quejas!

Eugenio
De pronto, 
315
calla, se lanza, me besa,
316
y se sosiega mirándose
317
en mis ojos.

Padre Juan
¡Qué martirio!

Eugenio
318
Y retozando, me garra
319
los morros y los aprieta 
320
para morderlos mejor.
321
Imagínate, si puedes,
322
que otros anzuelos me echa,
323
ducha como es en el tema.

Padre Juan
324
¡Qué frialdad la del hombre
325
que en tal lugar no se lance!

Eugenio
326
¡Ay! ¡Se me fue el santo al cielo!
327
¿Dónde me ha llevado Amor?
328
Te diré, pues, cómo debes  
329
complacerme en este asunto
330
que es una historia tan larga.
331
Fíjate solo en dos cosas:
332
temo yo que el papanatas
333
se entere de mi pasión,
334
y también el que a mi dama
335
prenda en el pecho otra llama.
336
Remediarás lo primero,
337
cuando te ganes al necio
338
y le asegures que quiero
339
prestarle toda la vida
340
la más generosa ayuda.
341
Os vais a echar la partida,
342
y, de camelo en camelo,
343
te haces buen amigo suyo
344
como yo de su mujer,
345
para que no haya problema
346
cuándo regreséis a casa.
347
En cuanto al segundo asunto,
348
necesitarás cien ojos
349
para guardármela bien:
350
que se espíe, que se mire,
351
que se pregunte y se cuide
352
de no caer en celadas
353
después de haberlo intentado.
354
Y en pago de tus servicios,
355
tendrás un gran beneficio.

Padre Juan
356
¡Señor, cuánto os lo agradezco!
357
no tengáis ningún cuidado
358
por esas cosas, que ahora 
359
ya me encargo yo de todas.

ESCENA II

Padre Juan
360
¡Válgame Dios! Cuántos ciegos 
361
hay en este mundo nuestro
362
 que, como olas encrespadas,
363
tras levantarse, se abisman
364
en las aguas más profundas.
365
Solo tienen en la mente
366
el contento que disfrutan,
367
con que pintan el retrato
368
de una vida regalada,
369
cuando, de pronto, la envidia
370
irritada del destino
371
les arrebata la dicha.
372
Pensad en ese Abad, menos
373
dotado para la Iglesia,
374
que para tanta locura.
375
Pensad en el mal que lo ata,
376
o que más bien lo estrangula
377
con un contento insensato.
378
Se considera feliz,
379
no se recela de nada
380
ni de la cruel desgracias
381
que a menudo se presenta.
382
Y peor aún: no advierte
383
que lo engañan cada día,
384
pues la ceguera convierte
385
en nada lo que es un mundo.
386
Está tan loco, a fe mía,
387
que piensa: Alix es mía
388
y soy su único amigo.
389
Alix, ¡venga!, la más puta
390
donde se quiera buscar,
391
que, sin temor de Dios, quiere
392
hacerse, a base de amor
393
caritativo por todos,
394
su propia puerta en los cielos.
395
Perteneció mucho tiempo
396
al soldado Florimón
397
que, anteriormente, turbado
398
por un tiránico amor
399
sirvió largo tiempo a Elena,
400
hermana de este Abad,
401
sin que lograra su gracia
402
por mucho que lo intentara.
403
Y tanto hubo, que vencido
404
por sus crueles desdenes,
405
para olvidar ese amor
406
y distraerse la mente,
407
acabó en brazos de Alix 
408
de la que siempre gozó
409
sin ser el único dueño,
410
hasta marchar en campaña
411
a luchar en Alemania.
412
Muy enamorado estaba
413
Florimón, por lo que oí.
414
¡Ay, quien quiera bien amar, 
415
no busque a las Parisinas!
416
Y este loco y buen Abad,
417
que tan grave finge ser,
418
este monseñor huevón,
419
que piensa haberla gozado
420
él solito, la ha casado
421
para ponerles los cuernos
422
al esposo y al amante.
423
¿Qué os parece, por favor,
424
la cara que yo le pongo?
425
Si dice que sí, digo sí
426
si dice que no, digo no.
427
Si quiere exaltar su fama
428
con mi voz lo haré subir
429
más arriba de los cielos.
430
Así pongo yo el anzuelo
431
para que muerda un buen pez
432
del mar de los beneficios.
433
Así soy, este es mi oficio;
434
y el que no entienda el asunto,
435
que no ponga aquí su tienda.

ESCENA III

Guillermo, Alix, Padre Juan

Guillermo
436
¡Señor! ¿Hay mejor fortuna
437
para mí que esta mujer?
438
¿Hubo un encuentro más dulce
439
alguna vez en el mundo
440
como el que tuve con ella,
441
tan perfecta como es,
442
y con la que Dios me ha unido
443
por siempre jamás. ¡Señor,
444
tengo unas ganas inmensas
445
de darte gracias eternas!
446
¡Ah! Desde ahora por siempre,
447
os pondré velas a tí
448
y a la reina de las vírgenes
449
por darme mujer tan casta.
450
Su belleza hace que todos
451
de amores ardan por ella,
452
que a menudo veo pasar
453
muchos amantes, que mueren
454
de los ojos que les pone:
455
pero nadie intenta nada,
456
pues es su virtud un muro
457
que los repele. Yo mismo,
458
soy muchas veces vencido
459
por su honesta castidad:
460
pues si quiero consumar
461
el débito conyugal 
462
me dice, como una santa:
463
“Fíjate, amor, en el santo
464
ejemplo del buen José
465
que jamás tocó a su esposa.
466
Infame y vil es la carne;
467
sucios y bajos, sus actos.
468
Sólo el cuerpo no condena”.
469
Me pongo a rezar, entonces
470
girando el culo hacia ella,
471
por respetar, como mandas
472
Dios mío, los santos votos.

Alix
473
¿A quién oigo murmurar
474
y ponerse tan contento?
475
¡Carajo, es mi papanatas!
476
Voy a escuchar desde aquí,
477
a ver qué dice de mí.

Guillermo
478
¡Oh, señor, cuánto te debo!
479
Pues, además, es tan dulce
480
que nunca rechaza a amigo:
481
es compasiva con todos,
482
y tan amable conmigo, 
483
que se sorprende la gente.
484
¿Cuántas veces me habrá dado
485
dinero para ir al juego?
486
¡A aquel que se entrega a Dios,
487
nunca ha de faltarle nada!
488
Siempre tiene Alix dinero
489
es santa de abajo arriba,
490
pues por la gracia de dios
491
dispone de ese caudal.

Alix
492
En la gloria misma estoy
493
teniendo un marido así...
494
así de santa seré.

Guillermo
495
Si he vuelto de divertirme
496
a los tres o cuatro días,
497
los mismos reproches me hace
498
que si volviera a la hora.
499
Y si quiero disculparme
500
diciéndole estas palabras:
501
“Perdón, os suplico, esposa, 
502
cuán avergonzado estoy
503
por haber tanto tardado”
504
“Ojalá tardarais más
505
eso es salud para vos”

Alix
506
¡Pero mira qué inocente!

Guillermo
507
Y cuando me encuentro mal
508
siento que su rezo alivia
509
la enfermedad que yo siento:
510
va de convento en convento
511
empieza por San Francisco, 
512
sigue por san Agustín,
513
y yendo por la Abadía 
514
de san Martín, pisa al fin
515
San Víctor, San Magloire
516
para que recen.

Alix
Bien, bien...
517
¡le rezan a dos rodillas!

Guillermo
518
Y cada vez me trae algo
519
de esos santos conventos:
520
un trozo de pan de rosas,
521
agua bendita, un pastel
522
o incluso pan blanco, a veces.
523
Y me dice que los méritos
524
del santo hacen que esas cosas
525
me pueden curar la fiebre.

Alix
526
¡Qué pena si fuera liebre:
527
le sientan tan bien los cuernos!

Guillermo
528
No me da ningún pesar,
529
pues, cuando yo estoy enfermo,
530
Cierra de pronto la puerta
531
y, para no molestarme,
532
se va a dormir a otra parte.
533
Pero, a menudo, me siento
534
acongojado de miedo
535
cuando me falta mi esposa,
536
pues una vez escuché
537
que alborotaba un espíritu
538
cuando en mi cama no estaba.

Alix
539
Recuerdo que en un sermón
540
contaron que los espíritus
541
no tienen carne ni huesos.

Guillermo
542
Y cuando la enferma es ella,
543
pues lo mismito hago yo
544
yendo a dormir a un cuartucho.
545
¡Ay!, es tan poquita cosa,
546
que a menudo está indispuesta,
547
o -con perdón- finge estarlo,
548
para cumplir santamente
549
un voto de castidad.
550
¡No, que no!, mucho padece:
551
que ella no para en la noche.

Alix
552
¡Ah, qué martirio más dulce!.
553
Como reviente de risa
554
no me podré contener.
555
Me voy a acercar a él.

Guillermo
556
¡Ay, cuánto me apenaría!

Alix
557
¿De qué habláis, esposo mío?

Guillermo
558
¡Ah, mi mujer!, ¡Dios os guarde!.
559
Muera yo, si vuestros ojos
560
no han traído un buen alivio
561
a mi triste pensamiento.

Alix
562
¿qué pensamiento?

Guillermo
He sabido
563
que mi prestamista quiere
564
que le pague hoy sin falta.

Alix
565
¿Hoy? ¡ Pues menudo fastidio!
566
El plazo ha sido bien corto
567
pero no nos enojemos
568
y aceptemos con paciencia
569
lo que, con justicia, envía
570
Dios por lo que hemos pecado.

Guillermo
571
Cierto, es el buen camino:
572
Paciencia es puerta de Honor

Alix
573
La paciencia siempre vence

Guillermo
574
Sus dones siempre son justos
575
mas, ¿cómo? ¿quién entra en casa?
576
¿dejasteis la puerta abierta?

Alix
577
Tranquilo, tranquilo, veo
578
que es un buen amigo nuestro:
579
es el Capellán, correo
580
y factótum de mi primo.

Padre Juan
581
¿Qué hay de nuevo? ¿Y vuestro vino?
582
¿podemos meterle mano?

Alix
583
Turbio está de los meneos
584
que le damos cada día...

Guillermo
585
Señor, pasead un rato
586
Esperando en el jardín.
587
Y mientras tanto, tú envía
588
a por el mejor, cariño,
589
sin reparar en los gastos.

Padre Juan
590
Salgo a tomar, pues, el fresco.


SEGUNDO ACTO

ESCENA I

Florimón, gentilhombre; Pedro, lacayo

Florimón
591
Ahora que estoy de vuelta,
592
casi se me pasa el día
593
contemplando en esta villa
594
cuánta pompa inútil hay.
595
Los que hace poco en la guerra
596
dormían sobre las piedras,
597
y, exhaustos de caminar,
598
castigaban sus espaldas
599
con el peso del arnés,
600
se quedaban en los huesos
601
con cara de sufrimiento,
602
abrasada por el sol,
603
sucia de sudor y polvo,
604
ya no parecen guerreros,
605
pues visten tan elegantes
606
que de unas bodas, diríase
607
que vienen, no de la guerra.
608
Algunos venden sus tierras
609
otros empeñan sus bienes,
610
otros encuentran el medio
611
de cobrar algún dinero
612
que acaba en los usureros,
613
otros venden su equipaje,
614
caballo, arreos, arnés,
615
y todo para gastarlo
616
en los placeres después.
617
Y en lugar de ejercitarse
618
para mantenerse en forma,
619
llenan los lindos los palacios,
620
donde perfume y almizcle,
621
propios de sus amoríos,
622
les atraen a las damas,
623
que se dejan cortejar
624
y compiten por correr
625
al terciopelo, al oro,
626
al raso y a los bordados,
627
haciéndoles menos caso
628
a las órdenes dictadas
629
que harían los mismos príncipe
630
con sus provincias en paz.
631
¡Ay!, ¿dónde quedó el estandarte,
632
Y la batalla que sangra
633
por doquier en su furor?
634
¿Y dónde, el horror, los golpes,
635
el cañón atronador,
636
los enemigos que cargan
637
contra nuestras propias tiendas?
638
¡Ay, qué indolentes seremos!
639
¡Cómo nos olvidaremos
640
de los deseos de gloria!
641
Esta villa es comparable,
642
por lo que a mí han contado,
643
a la Capua del pasado,
644
pues sus placeres nos matan
645
como hicieron con los púnicos.
646
Basta de amor y de bailes;
647
dejemos esos deleites
648
por torneos, por desfiles!
649
¡Pongamos en alto el premio
650
que tendrán los más valientes!
651
¿Creéis muerto al enemigo?
652
Solo duerme por un tiempo
653
para despertar mejor;
654
día a día está intentando
655
acercarse a nuestras fuerzas.
656
Después de tanta molicie,
657
¿podréis soportar los males
658
que nos caerán encima?
659
¿Acaso soportaríais
660
los últimos que sufrimos?
661
Tres días sin pan alguno,
662
arduas y ásperas montañas,
663
la densa niebla, los hielos,
664
esas lluvias a raudales
665
que bebíamos a veces,
666
esa sangre derramada
667
de príncipes y soldados,
668
¡Ah, no puedo contenerme
669
hasta rechinan mis dientes,
670
cuando veo los excesos
671
que hacemos por vestir traje
672
elegante y bien cortado,
673
como si más gentilhombre
674
que los gentilhombres fuéramos!
675
Por ver a un dama que, antes
676
de la guerra conocíamos,
677
razonable es reponerse.
678
Mas si ya se ha dado el paso,
679
¡basta de superfluidad!
680
Demasiado me he exaltado,
681
y ya veo a mi lacayo.
682
Por sus gestos, yo diría
683
que, con lo que tiene en mente,
684
se está haciendo mala sangre.
685
Voy a espiarlo de lejos
686
mientras no tenga yo ganas
687
de ir a probar con Alix
688
cómo se mueven las camas.
689
Lacayo, ¿no ves las caras?

Pedro
690
Sí, señor; y las más nobles.

ESCENA II

Arnaldo, servido de Florimón; Florimón

Arnaldo
691
Aunque he visto y vuelto a ver
692
mil veces esta ciudad
693
de París, donde paseo,
694
después de mi larga estancia
695
en campaña en Alemania,
696
cuyo mero recuerdo hace
697
que me sople yo en los dedos;
698
después de la sed y el hambre
699
por la carencia de víveres,
700
y de verme destrozado,
701
lívido y enflaquecido,
702
esta villa linda y bella
703
siempre me parece nueva.
704
Cierto también que quien quiera,
705
como dicen, disfrutar
706
del placer de los placeres
707
necesita haber probado
708
antes las hieles del mal.
709
¿Puedo salir yo de casa
710
sin ver una multitud
711
de belleza y elegancia?
712
Con tantas golfas que aquí
713
buscan un buen revolcón,
714
seguro que yo no vuelvo
715
a padecer las penurias
716
que pasé en el campamento,
717
aunque cierto que, al final,
718
con tantas penalidades,
719
se me pasaron las ganas.
720
Mas, ¿qué hago?, ¡maldita sea!,
721
que me estoy entreteniendo.
722
Mi señor mandó que ahora
723
lo encontrara yo, sin falta.
724
Quiere zanjar con Alix
725
las discordias para ver
726
si pelear cuerpo a cuerpo
727
más vale que con las armas.
728
¡Qué dulce llanto! ¡Qué lágrimas
729
pasadas recordará
730
Alix al ver a su amante!
731
Mas ¡oh!, ¡qué feliz encuentro!
732
Lo veo; voy, pues, con él,
733
ya no tendré que buscarlo.

Florimón
734
Por mucho que yo me cubra,
735
Mi Arnaldo bien me conoce.
736
Arnaldo, ¿qué hay, pues, de nuevo?

Arnaldo
737
Nada que no sepáis, creo.

Florimón
738
¿Has oído tú que el Rey
739
nos vaya a llamar muy pronto?

Arnaldo
740
Corre el rumor

Florimón
¡Pues qué rabia!
741
Cortos serán esta vez
742
los placeres que me da
743
mi amante, la linda Alix,
744
cuando me quedo en París.
745
Bueno, cuéntame sin falta
746
lo que has oído decir.

Arnaldo
747
Dicen que el Emperador,
748
corroído por la ira
749
y rechinando los dientes,
750
está tan lleno de rabia
751
y deseos de venganza,
752
que aún baila, al parecer,
753
en su cama y al revés.

Florimón
754
¿Dónde está?

Arnaldo
Por lo que dicen,
755
ya nos ha cruzado el Rin.

Florimón
756
¿ Será, pues, tan insensato
757
como para sitiar Metz?

Arnaldo
758
Bien que lo recibirían,
759
y poco nos dañaría,
760
pues, además de que cuentan,
761
con refuerzos que han llegado,
762
los valientes de esa villa
763
le harán rechinar los dientes
764
como nunca rechinaron.

Florimón
765
Y no porque tenga oro,
766
que es el nervio de la guerra,
767
podrá tomarnos las tierras
768
que hicimos nuestras este año.

Arnaldo
769
Ya podrá esperar para eso
770
todos los años que quiera.
771
Creo que viene a propósito
772
a aprovisionar Thionville.
773
Pero os chaceáis de mí,
774
que todo esto os lo sabéis.

Florimón
775
Te pregunto yo tan solo
776
por saber si lo que dicen
777
concuerda con los mensajes
778
que sobre él he recibido:
779
y, en efecto, coinciden.
780
Es, por lo tanto, tan corto
781
el tiempo que les conceden
782
a mis goces esperados,
783
que yo avivaré, a cambio,
784
el ardor de este deseo
785
que muerto me deja en vida.
786
Y cuéntame ahora, Arnaldo,
787
antes de que vaya a Alix,
788
por qué discutías solo
789
y con tanta vehemencia.
790
Te he visto mover los dedos
791
y mascullar las palabras
792
como quien tiembla de fiebre.
793
¿Pensabas acaso a solas
794
en el amor que me inflama?

Arnaldo
795
No, mi señor

Florimón
¿ Y en qué, pues?
796
¡Dimelo!

Arnaldo
Pensaba yo
797
en las gentiles delicias,
798
las fortunas tan propicias,
799
los escarceos y afectos,
800
con que aquí se nos regala.
801
comparados con los males
802
que solemos padecer.

Florimón
803
¡Muérame yo! ¡Qué terrible,
804
que casi sea imposible
805
encontrar en este mundo
806
a un servidor que no piense
807
lo contrario que su amo!
808
¡Justo yo me disgustaba
809
por lo que a ti te gustaba!

Arnaldo
810
¿Por qué?

Florimón
Pues porque esas pompas
811
engañan con su molicie
812
al ánimo más arrojado,
813
y nuestros bravos se empeñan
814
en los mayores excesos.
815
Por esto yo, pensativo,
816
me quejaba en mis adentros,
817
mientras tú tan agitado
818
venías a mí.

Arnaldo
No obstante,
819
señor, salvo que penséis
820
como siempre, algo mejor,
821
parece que son aquellos
822
que no han sido nada tardos
823
en defender los derechos
824
de Francia, y han arriesgado
825
su vida entera oponiéndose
826
a las imperiales águilas,
827
después de tanto trabajos,
828
los que merecen el reposo
829
de los sensuales deleites;
830
y no esos cerdos que, ahítos
831
en este establo sin fin
832
que es París, no marcharían
833
siquiera a un tiro de piedra;
834
ni los honrados ladrones,
835
que no son sino unas bestias
836
que enmascara un rostro humano,
837
y con sus perversas prácticas
838
siguen, aún hoy, gastando
839
su dinero y el ajeno
840
en delicias, pompas y ágapes,
841
para cultivar los vicios.
842
Y mientras tanto, hasta el Rey,
843
rodeado de sus príncipes,
844
padece lo indescriptible
845
para que aún continúen
846
encerradas esas bestias.
847
Tampoco esos lechuguinos,
848
esos necios picapleitos
849
que, por tres roñosas leyes
850
enredadas entre ellas,
851
a lomos de su hermano asno,
852
y con la desenvoltura
853
de la altivez italiana,
854
esperan que algún notable
855
le proponga un buen partido.
856
¡Rediós, cuánta tontería!
857
Ni tampoco lo merecen
858
esos necios mercachifles
859
lechuguinos de ciudad,
860
pequeños estafadores,
861
que gastan más que los príncipes,
862
en banquetes, risas, bailes
863
y en todo lo superfluo.
864
Mas vuelvo a nuestros valientes,
865
que es tema del que hablamos:
866
aunque se piense que el lujo
867
les reblandece los ánimos,
868
si el que es bravo de verdad
869
oyera el grave redoble
870
del tambor atronador,
871
o el sonido del clarín
872
estremecedor, al punto
873
se armaría de valor
874
poniéndose en formación.

Florimón
875
¡Válganme, Señor, los cielos!,
876
que tu verborrea casi
877
me saca de mis casillas.
878
¿Pero quién demonios eres
879
para hablar de esa manera?
880
Ni un doctor tanto diría.
881
¿Tanto fuiste tú a la escuela?

Arnaldo
882
Sí, gran parte de mi vida;
883
y muy aplicado que era;
884
pero, ahora, los mejores
885
prefieren servir las armas
886
a quedarse entre ignorantes.
887
¿Y cómo ha sido posible
888
que, por preguntarme vos
889
en qué estaba yo pensando,
890
hayamos perdido el hilo?
891
¿Dónde hemos ido a parar?

Florimón
892
Ambos hemos olvidado
893
qué propósito teníamos;
894
mas tanto mejor así,
895
pues enmendar nuestro olvido
896
más fácil es que contar
897
todo lo que hemos contado.
898
Pero, cambiando de tema,
899
¿volvemos, pues, a esa Alix
900
que me arroba el corazón?
901
¿Debo ir a verla ahora
902
o es mejor que te adelantes
903
antes de que entre en su casa,
904
no sea que allí sorprendas
905
algún mozo que con ella
906
en mi ausencia se haya unido?

Arnaldo
907
Fiel es, a mi parecer

Florimón
908
Y si no encuentras a nadie,
909
examina bien la casa
910
para ver si ha comprado algo,
911
si sus prendas son más finas
912
que era cuando me marché.

Arnaldo
913
Pruebas serían de cambio.

Florimón
914
Fíjate bien en su cara,
915
si se acalora o se enfría,
916
en las palabras que pronuncie,
917
si se alegra o si le pesa,
918
en las señales de afecto
919
con que te acoja.

Arnaldo
Dejadme
920
y no os preocupéis de esto,
921
que aún mejor obraré.

Florimón
922
Con lo ocioso que me siento,
923
voy a ir a Notre-Dame
924
a pasear, mientras tanto,
925
y cortejar pensamientos.

Arnaldo
926
Pues tratadlos con cariño,
927
que a ese lugar se retiran
928
los amante servidores
929
y mártires, que se quejan
930
mientras van dando sus vueltas.

Florimón
931
¡Ve, ve!

Arnaldo
¡Nada tardaré!

ESCENA III

Elena, hermana del abad

Elena
932
Si mis ojos no me engañan,
933
he visto yo esta mañana
934
a Florimón por la calle:
935
temblando estoy, ¡ay, Dios mío!
936
por miedo de que Fortuna
937
sea a algunos importuna
938
pues conozco bien su ánimo,
939
siempre pronto a los excesos.
940
Largo tiempo me sirvió
941
empeñando en mí su vida,
942
mas mi casto corazón
943
de su amor fue vencedor,
944
aunque, si no hubiera sido
945
porque él siempre iba a lo mismo,
946
no me habría disgustado,
947
a fin de cuentas, ese hombre.
948
Luego supe que, al dejarme,
949
lo engañó una tal Alix,
950
que él creía solo suya,
951
pero que era de unos cuantos.
952
No pasaron ni dos días
953
desde que de aquí marchara
954
espoleando a Alemania,
955
que ese pendón, esa perra
956
tanto cameló a mi hermano,
957
el abad, que consiguió
958
que la casara a su gusto.
959
¡Ay, qué cuernos! ¡Ay, qué horror!
960
Nunca una palabra dije
961
yo a mi hermano del asunto,
962
y así, siempre le callé
963
lo que eso me parecía,
964
pues no era maleducada
965
como para ir a contárselo
966
sin que antes me confesara
967
lo qué andaba enredando.
968
Pero yo me temo ahora
969
que este jueguecito acabe
970
trayendo alguna desgracia;
971
y puedo juraros que amo
972
más a hermano que a mí.
973
Ya no debo, pues, ahora
974
ocultarle nada más.
975
¡Carajo!, ya lo estoy viendo.
976
¡Qué encuentro más oportuno!

Escena IV

Eugenio, Elena

Eugenio
977
Yo siempre busqué el sosiego,
978
mas me resulta imposible
979
alcanzarlo, pues amor
980
es fuente de sufrimientos,
981
y alejarme de mi amada
982
me dejaría sin vida.

Elena
983
Dios os dé un buen día, hermano.
984
El amor siempre es lo vuestro:
985
corre por vuestras entrañas
986
y acapara muchas mentes,
987
conduciéndolas a ciegas.

Eugenio
988
¿Qué os trae aquí, hermana?

Elena
989
Pues ya que hablamos de amor,
990
el que tengo yo por vos,
991
aun cuando no merezcáis
992
que empeñe yo mis ánimos
993
en salvaros del peligro,
994
que, aunque no nos conociéramos,
995
no me habríais ocultado
996
tanto los asuntos vuestros.

Eugenio
997
¿Y qué ocurre, pues?

Elena
¿No amáis?

Eugenio
998
¡Pues sí que vais paso a paso!
999
¿Queréis que muerda el anzuelo?

Elena
1000
Me lo habéis siempre ocultado,
1001
pero bien que me he enterado.
1002
Decidme: ¿amáis vos a Alix?
1003
Pues huid ya del peligro.

Eugenio
1004
¿Qué me decís? ¡Huir, yo!

Elena
1005
Florimón, que conocéis,
1006
el que pretendió mi amor,
1007
ya la amaba antes que vos,
1008
pero ella es tan inconstante
1009
que, apena él se marchó,
1010
quiso vuestra compañía.
1011
Pues ahora ha regresado.
1012
le regaló muchas cosas
1013
para hacerla solo suya.
1014
Pensad qué podrá venirnos
1015
de ese amor que vuestro amor
1016
apagó y, aún peor,
1017
de la boda que arreglasteis.

Eugenio
1018
¡Dios mío! ¿En qué te he faltado?
1019
¿Querrás tú que un corazón
1020
tan bueno como este sea
1021
esclavo de la desgracia?

Elena
1022
Lo que yo os digo es verdad.

Eugenio
1023
¡Ah, rediós, pero qué puta!

Elena
1024
¡No gritemos tanto aquí!
1025
Y supliquemos a Dios
1026
para que remedie todo.

Eugenio
1027
¡Pardiez, menuda cagada!

Elena
1028
¿Cómo? ¿Qué formas son estas?
1029
¡Menudo hombre de la Iglesia!

Eugenio
1030
Amor y dolor extremos
1031
me sacan de mis casillas.

Elena
1032
¡Cómo rechina los dientes!
1033
Tranquilo, tranquilo, entremos,
1034
que ya hallaremos remedio.
1035
¿Qué ganáis gritando así
1036
sino de un mal hacer dos?
1037
El asunto no es tan grave:
1038
Florimón se calmará;
1039
cuando vea lo inconstante
1040
que es y que será esa hembra,
1041
dejará ya de quererla,
1042
buscará una parecida
1043
por dinero. Pero ¿y vos?
1044
¿Queréis seguir, pues, amando
1045
una que nunca os amó?
1046
Imaginad que habéis perdido
1047
en el juego lo gastado.
1048
No os aflijáis por tan poco.
1049
Y Guillermo, su marido,
1050
ese es tan buena persona
1051
que nada le inquietará.

Eugenio
1052
Me siento ya un poco mejor.

Elena
1053
¡Entremos!

Eugenio
Pues sí, ¡entremos!,
1054
que el tiempo remediará.

Elena
1055
El que al mal resiste, vence.

Eugenio
1056
Aun así, mi corazón
1057
me anuncia una gran congoja.


TERCER ACTO

ESCENA I

Arnaldo, Florimón

Arnaldo
1058
¡Cómo nos aleja, oh dioses,
1059
la que amo mi tanto estima
1060
de lo que nos proponíamos!
1061
¿Podría en el mundo algo
1062
asombrarnos más a ambos?
1063
¿Qué os parece, ¡oh, cielo y tierra!,
1064
un proceder tan malvado?
1065
Y tú, maldito Himeneo,
1066
que has triplicado los cuernos
1067
en lugar de conducir
1068
al sagrado matrimonio,
1069
¿no te azora autorizar
1070
esas nupcias despreciables?
1071
Y vosotros, quienesquiera
1072
que seáis, celestes dioses
1073
que, juntos, favorecéis,
1074
desde vuestro cielo, el fuego
1075
de los pobres abrasados,
1076
¿queréis ahora guardaros
1077
de descargar vuestro rayo
1078
cuando aquí se debería
1079
matar a esos transgresores
1080
de vuestra ley, que se burlan
1081
de todo vuestro poder?
1082
¿Ahora vais a olvidaros
1083
de esa mujer mal criada,
1084
de esa infiel dama –¿esa dama?,
1085
¡rediós!, es tanta su infamia
1086
que no merece ese nombre–,
1087
a olvidaros de esa puta
1088
a la que importa un comino
1089
el amante tan amable,
1090
que su vida le entregó
1091
con anhelo inquebrantable?
1092
Mas tal vez os apetezca
1093
destruir el primer lazo
1094
perjudicar el contento
1095
y el bien de mi gentil amo.
1096
¡Reniego yo de los cielos,
1097
si no dejo por los suelos
1098
brazos, piernas a mansalva
1099
hasta adoquinar París!
1100
Maldita sea, que estallo
1101
de cólera: ¿y quién no
1102
cuando ofenden a su amo?
1103
Abad ladrón, asesino
1104
de virtud, ¡como te agarre...!
1105
¡Pero, para! ¿No querrás
1106
pobre Arnaldo, obrar tu solo
1107
y hacer algo que pudiera
1108
desagradar a tu amo...?
1109
Enojándote, has llegado
1110
hasta el lugar en que estaba.
1111
Durante este triste viaje,
1112
apuesto a que ningún rostro
1113
sino el de Alix contemplaba,
1114
aun en este santo templo.
1115
Mas cuando sepa las nuevas,
1116
¡voto a tal, la que armará!
1117
Sus ojos me espantarán.

Florimón
1118
Veo entrar, hecho una furia,
1119
a mi Arnaldo.... ¿Qué será?
1120
Poco lo han agasajado;
1121
relincha como un caballo.
1122
¿Y bien, Arnaldo?

Arnaldo
Bien mal.

Florimón
¿Mal?

Arnaldo
1123
Sí, lo peor del mundo.

Florimón
1124
Deberé yo sondear
1125
Si ese mal es tan profundo.

Arnaldo
1126
Tanto que os ahogaréis,
1127
salvo que tengáis paciencia;
1128
pero al mal, plantadle cara
1129
y dejadme a mí vengaros.

Florimón
1130
¡Diablos! ¿Qué?

Arnaldo
De cabo a rabo
1131
O contaré la desgracia
1132
siempre que a vuestro dolor
1133
ponga freno la razón.
1134
He ido a casa de Alix
1135
y, para la hora que era,
1136
calentita la he encontrado,
1137
pues he visto claramente,
1138
por la forma en que me hablaba,
1139
que el codo había empinado
1140
para cuidarse del frío.
1141
Con un tal Guillermo estaba
1142
que ese nombre allí le daban,
1143
y también el de marido.

Florimón
1144
¿Qué? ¿Su marido? ¡Rediós!

Arnaldo
1145
Si no aplacáis vuestra ira
1146
refrenadla, pues, un poco,
1147
y dejadme a mí que os cuente:
1148
estaban ambos sentados
1149
en la mesa, y, junto a ellos,
1150
ese patán, ese tragón
1151
que llaman el padre Juan.

Florimón
1152
¡que me condene Dios, voy!

Arnaldo
1153
No: Dejadme, pues, que os cuente.
1154
Por lo que pude entender,
1155
es el buen abad Eugenio…

Florimón
1156
¿El hermano de mi Elena,
1157
la que tanto cortejé?

Arnaldo
1158
Ese mismo: la ha casado
1159
con el necio de Guillermo.

Florimón
1160
¡Ay, Dios!, ¡gran Dios! ¡Este ultraje
1161
me podrá colmarde cólera
1162
hasta el punto de vengar
1163
esta injuria, de manera
1164
que por siempre se recuerde!
1165
¡Ah, falso y mudable amor,
1166
puta falsa y más que falsa,
1167
abad traidor, abad pérfido,
1168
monje ladrón apestoso,
1169
mercader de beneficios
1170
robados, fétido saco
1171
lleno de todos los vicios!,
1172
¿cómo has podido atreverte
1173
a perjudicarme así?
1174
¿Te hice algún daño acaso?
1175
¿No me había atormentado
1176
ya lo suficiente Elena
1177
como para que este Eugenio
1178
– su hermano, no: su querido–
1179
me redoblara las penas,
1180
engañando al desgraciado
1181
cornudo, por asegurarse
1182
su parte de la jodienda
1183
bajo un honesto manto?
1184
¡Qué mal va a acabar esto!
1185
¡No sé por cuál empezar!
1186
Debo sacar de esa casa
1187
lo que es de mi propiedad.
1188
¡Por Dios, que me llevaré
1189
mis bienes, y un buen repaso
1190
a todos yo les daré
1191
y, tal vez, algo peor.
1192
Si he de derribar la puerta
1193
Iré hasta allí de tal modo
1194
que los muros temblarán.

Arnaldo
1195
¡Cómo me invade el furor!
1196
¡Ay, qué ganas de dar palos!
1197
¡si no los destrozo a todos,
1198
que me rompan en pedazos!
1199
¡Vayamos!

Florimón
¡Vamos los dos!

ESCENA II

El padre Juan, Eugenio, Elena

Padre Juan
1200
¡Dios, escapé por los pelos!
1201
¿Se habrá sentido un espanto
1202
como el que daba ese bravo?
1203
Sus palabras atronaban
1204
y, enredadas de gascón,
1205
casi nos dejan pasmados.
1206
Estoy tan amedrentado
1207
que casi no puedo hablar
1208
y tendrían que prestarme
1209
otra voz para contarle
1210
esa bravura al abad.
1211
Pero sigo yo dudando
1212
si llevarle el mensaje:
1213
Florimón la armará buena
1214
Si viene a ver al abad.
1215
Preferiría quedarme
1216
yo sin lengua para siempre
1217
antes que silenciar algo,
1218
que a mí no me van los golpes.
1219
Y tan encolerizados
1220
tendrán esto dos los ánimos,
1221
que la espada vengadora
1222
apenas será un antídoto
1223
para el veneno de su odio.
1224
¡Oh, mentirosa esperanza!
1225
¿Por qué me has amamantado
1226
con tu leche así, hasta ahora,
1227
para eclipsarte de pronto?
1228
¿Por qué me has hecho gozar
1229
hasta aquí de tus promesas
1230
para que pierda el sentido,
1231
para hacer de mí una presa
1232
del desespero, ahogándome
1233
con una cuerda de seda?
1234
¡Pobre de mí, pobre cura!
1235
¿Por qué no habrás encontrado
1236
un buen amo que te diera
1237
comida, que te vistiera,
1238
sin tener tú que actuar
1239
como un vil embaucador
1240
para que al fin, agradándole,
1241
mas desagradando a Dios,
1242
solo te cayera en suerte
1243
tan mísera recompensa?
1244
¡Adiós, intriga y sutilezas,
1245
adiós, pingües beneficios,
1246
adiós, mis madres nutricias,
1247
del abad ya no me fío!
1248
Pero, ¿por qué tardo en verlo?
1249
Quien ha estado en las maduras,
1250
tiene que estar en las duras.
1251
Pero, ¿qué?, ¿cómo?, ¿qué es eso?
1252
¿Habrá alguna novedad?
1253
Nuestro desdichado Eugenio
1254
sale ahora con su hermana.
1255
Creo yo que si las lágrimas
1256
calmaran el alto cielo,
1257
y Elena así lo entendiera,
1258
lloraría sin parar.

Eugenio
1259
Mi corazón se deboca,
1260
casi me quedo sin voz,
1261
blanco me he puesto del susto,
1262
Elena hermana y amiga,
1263
cuando he mirado hacia allá,
1264
que viene el embajador
1265
de mi mal, mi capellán.
1266
Por la cara que nos trae,
1267
ya no hay duda: la desgracia
1268
nos la tiene bien jurada.

Elena
1269
¡Ay, hermano! ¿Y qué haréis?
1270
¿Y yo, mísera de mí?
1271
¡Ay! ¿Qué será de mi suerte!
1272
¿Me quedaré en este mundo
1273
viendo yo a mi hermano Eugenio
1274
sumido en tantos problemas?
1275
Antes se me escapará
1276
como el viento, el espíritu.
1277
Pero me adelantaré,
1278
pues quiero estar enterada
1279
de toda esta desventura.
1280
Padre Juan, bien puedo ver
1281
que algo ha sucedido aquí.

Padre Juan
1282
Lo dioses han mantenido
1283
lo que siempre prometieron:
1284
tras la dicha, la desdicha,
1285
tras los gozos, el dolor;
1286
y la lluvia tras el sol.

Elena
1287
¡Oh, Dios! Mantén despiertos
1288
mis sentidos, o aquí mismo
1289
caeré desvanecida!

Eugenio
1290
¡Pero qué cruel prisión
1291
es el dolor! También siento
1292
que voy a desfallecer.
1293
Padre Juan ¡Y con lo que acostumbrabais
1294
a burlaros de los cielos
1295
del contento que tenías,
1296
llegando incluso a afirmar
1297
que las preocupaciones
1298
no se hicieron para vos!

Eugenio
1299
¿Pero qué somos, oh, Júpiter?
1300
¿quién podría estar seguro?

Padre Juan
1301
¡Y con lo que acostumbrabais
1302
a andar despreocupado
1303
de la inconstancia y mudanza,
1304
jactándoos de que nunca
1305
cambiaríais, y las penas
1306
siempre las apartaríais!
1307
Pero el arrepentimiento,
1308
aun tardío, es preferible
1309
a pagar con la desgracia
1310
propia lo que Dios enseña.

Eugenio
1311
Dejemos ya de llorar,
1312
refrenemos el dolor,
1313
no demos tanto a lengua
1314
sin usar antes la oreja.
1315
¿Qué ha sido? ¡Di!

Padre Juan
Estaba yo
1316
en casa de Alix, tragando
1317
con el bueno de Guillermo,
1318
por complaceros, que así
1319
me lo habíais ordenado,
1320
cuando, de súbito, entró
1321
un soldado pertrechado
1322
como si fuera a la guerra,
1323
que quería destrozar
1324
todo lo que había en casa,
1325
blasfemando contra dios
1326
y enojado por oír
1327
esta palabra: marido.

Elena
1328
Y ella, pues, ¿qué contestó?

Padre Juan
1329
Temblorosa, respondió:
1330
“Bueno, Arnaldo, la más santa
1331
es la que más veces peca,
1332
mas dejando de pecar
1333
se aplaca la ira de Dios.
1334
Mi primo el abad, al ver
1335
que iba yo por mal camino
1336
entregada a la lujuria,
1337
me ha casado con este hombre,
1338
con quien ahora convivo
1339
como una mujer decente.
1340
“¡Puta!”, dijo, “¡no te creo!
1341
Aquí no ha primo que valga;
1342
si te ha dado en matrimonio
1343
es para tapar su vicio.
1344
Os vamos a dar tal tunda
1345
a ti, a tu abad Eugenio
1346
y a su puta hermana Elena
1347
que así se venga de mi amo,
1348
que el recuerdo llegará
1349
hasta vuestros propios nietos”.
1350
Se nos erizaba el pelo
1351
a Guillermo como a mí.

Elena
1352
¿Y Guillermo?

Padre Juan
Pues de piedra,
1353
pasmado por el suceso,
1354
no soltaba ni palabra,
1355
mientras el otro, rabioso
1356
y sacudiendo su diestra,
1357
salió en busca de su amo.
1358
Vuestra Alix se puso entonces
1359
a gritar desesperada,
1360
y Guillermo a suplicar.
1361
Alix se arranca el cabello
1362
y Guillermo hace sus votos
1363
a los santos de los cielos.
1364
Seguro que esos dos locos
1365
vendrán después a por vos.

Elena
1366
¡Ay, hermano, que me muero!

Eugenio
1367
¡Ay! ¡No tengo yo palabras!
1368
Pero pensemos un poco.

Elena
1369
¿Pensar en qué?

Padre Juan
No se debe,
1370
aunque cerca esté la muerte,
1371
renunciar a la esperanza.

Elena
1372
¿Qué esperanza?

Padre Juan
¡Bien se ve
1373
que no es viril vuestro ánimo!

Elena
1374
¿Qué ánimo puedo tener?

Padre Juan
1375
¡Cómo! ¿Debemos acaso
1376
obedecer al dolor
1377
hasta el punto de que venza
1378
el infortunio en nosotros?
1379
Pensemos; tal vez los dioses
1380
nos digan.

Eugenio
Mejor será,
1381
ya que tanto nos aflige
1382
este mal que, además, hiere
1383
en las palabras y el alma,
1384
que nos metamos en casa
1385
para estudiar el asunto.

ESCENA III

Alix, Florimón, Guillermo, Arnaldo, Pedro

Alix
1386
¡Socorro!

Florimón
¡Para eso vengo!

Guillermo
1387
Despacito, yo me largo,
1388
No caigan en mí esos palos.

Florimón
1389
Muera yo si no te pego,
1390
te pego y vuelvo a pegar.
1391
¿Qué me impide aquí matar?
1392
Puta, ¿así me has ultrajado?
1393
¿Me quieres loco de rabia?

Alix
1394
¡Ay, señor, piedad, por Dios!

Florimón
1395
No te librarás de mí
1396
solo con esto, que siempre
1397
se renovará la herida
1398
y me volverá a sangrar.
1399
Arnaldo, repleta está
1400
la casa de bienes míos,
1401
que tenemos que llevarnos.

Alix
1402
Señor, ¿me quitaréis todo?

Arnaldo
1403
¡Y hasta tu malvada vida
1404
con gusto te quitaría,
1405
si le diera algún honor!

Florimón
1406
¡Arriba, pues!

Arnaldo
¡Allá vamos!

Florimón
1407
¡Lacayo, vete a buscar
1408
unos mozos de cordel!

Pedro
1409
Ya voy, señor: y muy pronto
1410
llegarán aquí volando,
1411
que bien saben arramblar.

Alix
1412
¡Oh, para cuánta desgracia
1413
me trajeron a este mundo!
1414
¿Qué desgracia envidiaría
1415
la desgracia de mi vida?
1416
¡Ah, falsa naturaleza,
1417
naturaleza madrastra,
1418
¿por qué me abriste tu valla?
1419
¿Por qué del vientre materno
1420
no hice un ataúd eterno?
1421
¡Pero, hay, cómo, al final,
1422
caemos bien en la cuenta
1423
de que cada fechoría,
1424
con el castigo que la sigue,
1425
arrastra su recompensa!
1426
¡Ay, apénate, alma mía!
1427
¡Llorad, llorad, ojos míos!
1428
¡No le dejéis a mi boca
1429
contar el mal que me embarga!


CUARTO ACTO

ESCENA I

Guillermo

Guillermo
1430
Si alguna vez envidiaron
1431
Fortuna y felicidad
1432
más de lo que a mí me envidian,
1433
peor esté yo que ahora.
1434
¡Quién lo habría sospechado!
1435
No me lo puedo creer:
1436
me ofenden uno soldados
1437
y, desde entonces, camino
1438
sin rumbo mientras le atizan
1439
a mi pobre inocente.
1440
¿Sería tan necio yo
1441
como para no advertir,
1442
estando siempre con ella,
1443
que conmigo es tan infiel?
1444
¡Y qué! Si ella ha confesado
1445
haber agraviado a Dios
1446
con ese gentil señor,
1447
fue por miedo, como aquellos
1448
que confiesan en palacio
1449
los delitos que no han hecho
1450
después de ser torturados.
1451
No sé, no sé qué decir,
1452
mas seguro que empeora
1453
mi mal cuando más lo piense.
1454
Voy a casa del Abad;
1455
quizás se encuentre en la puerta
1456
y pueda reconfortarme,
1457
aunque él sea en este día
1458
causa de todo mi mal.

ESCENA II

Matías, prestamista, Eugenio, Guillermo, Elena, Padre Juan

Matías
1459
Me acaban de comentar
1460
que le han quitado a Guillermo
1461
todos los muebles de casa.
1462
¡Se han llevado el vellocino:
1463
quédate con el cordero!
1464
¿Dónde andará?, que ha de darme
1465
hoy lo que yo le presté,
1466
o, si no, será encerrado
1467
en una infernal mazmorra.
1468
¿Hay algo más despreciable
1469
que estafar a un prestamista?
1470
Estoy inquieto: esos mozos
1471
me han dejado boquiabierto:
1472
¿habrá sido esto un manejo
1473
para evitar el embargo?
1474
¿No habrá vendido sus bienes?
1475
¿Dónde podré hallarlo ahora,
1476
si en su morada no está?
1477
Voy allá.

Eugenio
Que me contestes:
1478
¿te dijeron que vendrían
1479
a casa ya?

Guillermo
¡Defendeos,
1480
que sin duda vendrán
1481
y ultrajarán, de poderlo.

Eugenio
1482
¡Ay!,¿ qué diré?

Elena
¡Ay!, ¿ qué haré?

Padre Juan
1483
La desdicha pronto apresa
1484
a quien menos se lo espera.

Guillermo
1485
Me dejarán hecho un cristo
1486
como me encuentren aquí.

Eugenio
1487
¿Anda por aquí la guardia?

Elena
1488
¿Qué guardia? ¡Déjalo estar!

Matías
1489
En buena hora, ya veo
1490
a mi Guillermo en la puerta
1491
de su abad, que lo consuela,
1492
tal vez, de lo que ha perdido.
1493
Voy con ellos.

Guillermo
La desgracia
1494
por todas partes me acecha.
1495
¡Ay! ¡Viene mi prestamista!

Elena
1496
¡Mirad qué oportuno acude
1497
para aliviar vuestra suerte!

Matías
1498
Guillermo, ¿y mi dinero?

Elena
1499
¿Acosáis a un indigente?
1500
¿Os prohíben la amistad?

Matías
1501
Donde hay razón no hay piedad
1502
Hay que pagar.

Elena
¿Y si no hay
1503
con qué pagar?

Matías
Pagará.
1504
Su persona es la fianza.

Elena
1505
¿Si nada tiene?

Guillermo
Eso es.

Elena
1506
¿Será la prisión su tumba? 

Eugenio
1507
Bien, bien, entremos en casa:
1508
algo podremos hacer;
1509
y si no acordamos nada,
1510
sea para mal de todos.

Matías
1511
No soy yo tan riguroso
1512
que con él no quiera entrar
1513
y esperar el día entero.

ESCENA III

Florimón, Arnaldo

Florimón
1514
¡Cielo cruel, qué decreto
1515
le impones al desgraciado,
1516
que le quita su alegría!
1517
¡Pero qué orden asesina
1518
qué tortura del destino
1519
este día me ha traído!
1520
El alto sol, cuya testa
1521
más de mil fuegos coronan,
1522
¿no me anunció este decreto
1523
al dejar el áureo lecho
1524
y emprender su seca marcha
1525
por la gran liza celeste?
1526
¡Cómo! La furia me ciega.
1527
Abre mi pena una puerta
1528
desconocida en mi mente,
1529
de los tormentos que siento.
1530
Hecho está: muero y perezco.
1531
Mi vida, mi vida entera
1532
dependía de mi amor,
1533
¿y ahora voy a perder
1534
lo que me hacía vivir?
1535
Además, si vengar quiero
1536
este agravio, no podré,
1537
que, al parecer, la justicia
1538
ya persigue a mi persona
1539
y mis bienes amenaza.
1540
Mas si acallo esta venganza
1541
sentiré tan gran dolor
1542
que de pena moriré.

Arnaldo
1543
No os hagáis tan mala sangre: 
1544
sanaréis de esas palabras.
1545
Si hablamos de ese veneno
1546
que os ha engañado tanto
1547
sin que vos sepáis vivir
1548
en este mundo sin ella,
1549
con lo que ha sido de infiel
1550
vuestro antídoto tenéis.
1551
De la justicia ofendida,
1552
que contra vos se alzaría
1553
si vengáramos el lance,
1554
no tengáis miedo ninguno.
1555
Yo confío en la fortuna.
1556
A solas, saldré mañana
1557
y mataré al abad.
1558
Si huyo, perded cuidado;
1559
si me atrapan, declarad
1560
que nunca lo consentisteis.
1561
Prefiero morir yo solo
1562
que sufrir viéndoos sufrir.

Florimón
1563
Valerosa es esta oferta.

Arnaldo
1564
Persistirá así la ira,
1565
y no moriréis de pena.

Florimón
1566
¡Basta! Dejémoslo aquí,
1567
que el mal crece del cuidado!
1568
A pesar de la justicia
1569
he de vomitar mi ira.
1570
Cuando mañana yo mate
1571
a ese zafio desgraciado,
1572
el mal que sufro, en su sangre
1573
hallará una medicina.

ESCENA IV

Eugenio, Padre Juan

Eugenio
1574
¿Podría dar rienda suelta
1575
a mis lamentos mi boca?
1576
¿Podría sacar mi lengua
1577
del corazón una arenga
1578
para exponer ante el cielo
1579
el mal de un alma perdida?
1580
No: el dolor que me alcanza
1581
consume todas mis fuerzas 
1582
y, por miedo a envenenarse,
1583
se niega a sonar el aire
1584
del dolor que hay en mi pecho.

Padre Juan
1585
¡Oh dios, qué tristes palabras!

Eugenio
1586
Parece que la desgracia
1587
todo el dolor haya puesto 
1588
de los demás solo en mí,
1589
incluido el de mi hermana,
1590
tanto por sus pocas luces
1591
como porque, injustamente,
1592
la afligen, pues ese hombre
1593
la culpa de sus desgracias.
1594
También he de hacerme cargo
1595
del tormento Guillermo
1596
y, al parecer, de sus deudas.
1597
Y aun cuando Alix acostumbre
1598
a engañar a sus amigos,
1599
mi corazón aún la quiere.
1600
Mientras soporto esas penas,
1601
sufro también de mis males,
1602
uno de los cuales solo
1603
sanará cuando yo muera,
1604
que conozco a Florimón.

Padre Juan
1605
Me sorprendió al principio
1606
las palabras que decían:
1607
que si estocada, mandoble,
1608
y redioses en gascón,
1609
y otras bravatas de guerra.
1610
Son de esa gente capaz
1611
de vender hasta su tierra,
1612
que cabalga los molinos,
1613
que tala todos sus bosques
1614
con tal de hacerse una lanza,
1615
que se lleva en las alforjas
1616
todo el prado por temor
1617
a que pase hambre el caballo,
1618
que carga con sus acelgas
1619
por miedo al hambre, ¡qué gente!
1620
y para poder jactarse.
1621
¿Os molestan las bravatas?
1622
Pues todo habrá que intentar
1623
para conseguir la paz.

Eugenio
1624
Eso tenlo por seguro;
1625
si no, me espera la muerte;
1626
bien lo sé.

Padre Juan
Atento, pues.

Eugenio
1627
Pero déjame un momento
1628
solo aquí, que piense en ello.
1629
Ven después.
Padre Juan Así lo haré.


QUINTO ACTO

ESCENA I

Padre Juan, Eugenio

Padre Juan
1630
Demasiado he esperado;
1631
regreso con mi señor
1632
que, por quererlo él así,
1633
dejé solo y medio loco
1634
en tan desdichado estado.
1635
No puedo dejarlo lejos,
1636
que la pena se hace furia.

Eugenio
1637
¡Ah, fortuna de dos caras,
1638
favorece mis deseos!

Padre Juan
1639
¿Habéis pensado en el modo
1640
de acabar con vuestros males?

Eugenio
1641
Pues sí, pues sí, si consiente
1642
mi hermanita en ayudar
1643
al desgraciado de Eugenio.

Padre Juan
1644
Tened eso por seguro,
1645
que el amor fraternal llega
1646
hasta el altar de la muerte.

Eugenio
1647
De ella depende este trato:
1648
mientras viva, si lo cumple,
1649
le deberé yo mi vida,
1650
y ella, la suya a sí misma.

Padre Juan
1651
En ascuas estoy ahora
1652
por saber de qué se trata.

Eugenio
1653
Habrá que obrar en secreto
1654
con el fin de que el honor
1655
ofendido no me ofenda;
1656
si no estuviera seguro
1657
de toda tu discreción,
1658
no contaría el ardid
1659
que ejecutar me propongo.

Padre Juan
1660
Cualquier cosa que me digan
1661
es una piedra lanzada
1662
al océano profundo.

Eugenio
1663
¡Qué acertado es lo que pienso,
1664
si a mi hermana yo convenzo!

Padre Juan
1665
De eso soy yo fiador.

Eugenio
1666
Pues la cosa, como sabes,
1667
es que han pasado dos años
1668
desde que el tal Florimón
1669
dejó de amar a mi hermana,
1670
que mucho lo atormentaba.
1671
La dejó con tanta pena,
1672
que él habría deseado
1673
sanar sólo con la muerte,
1674
pues estaba confundido
1675
de tanto y tanto rechazo.
1676
Y aquel amor tan ardiente
1677
pasó, por casualidad,
1678
–¡ y para desgracia mía! –
1679
gracias a Alix, que lo engaña.
1680
Pero si ahora le habláramos
1681
de Elena, que tanto amó,
1682
seguro estoy que su pena
1683
enterrada quedaría,
1684
y que pondría su vida
1685
a servir mi voluntad.
1686
Por eso, quiero rogarle,
1687
a mi hermana que consienta,
1688
sin merma alguna de su honra,
1689
otorgarle sus favores:
1690
su honor quedará intacto.
1691
Como saben del asunto
1692
cuatro o cinco nada más,
1693
aunque su honor recibiera
1694
alguna pequeña mancha,
1695
¿no debería mi hermana
1696
salvarme de este naufragio
1697
y tornar sus propias penas
1698
en placeres para ambos?

Padre Juan
1699
¿Haría ella algo mejor?
1700
¡Ojalá todos pudiéramos
1701
hacer del honor escudo
1702
que nos salvara la vida?

Eugenio
1703
Mucho se sorprenderá
1704
cuando le haga yo ese ruego.

Padre Juan
1705
¡No! Dejadme manejarla!
1706
Y el prestamista... ¿qué haréis?

Eugenio
1707
¡Qué tormento tras tormento!,
1708
pero éste es más doblegable,
1709
aunque no tengo un ochavo.

Padre Juan
1710
¿Cómo? No hay que tardar.
1711
Caso cerrado: o se paga
1712
o irá Guillermo a prisión.

Eugenio
1713
Bastará un beneficio,
1714
alguien lo querrá comprar.

Padre Juan
1715
¡Ya lo creo! Tantos hay
1716
que querrán en esta villa,
1717
que nos faltarían látigos 
1718
para tanto mercader.

Eugenio
1719
Gran mercado es el de Roma.

Padre Juan
1720
Y hasta podría ocurrir,
1721
que si este buen prestamista 
1722
tuviera hijos, lo quisiera: 
1723
más valdría que unas tierras
1724
y menos le costaría.

Eugenio
1725
Adelante, resolvamos
1726
lo primero. Voy delante.

Padre Juan
1727
Vaya, pues, que yo le sigo.

ESCENA II

Guillermo, Mateo, Elena, Eugenio, Padre Juan

Guillermo
1728
Aunque los males sufridos
1729
y los ahora presentes,
1730
sean severos, amigo,
1731
ya me siento yo aliviado
1732
de la mitad de mis males.
1733
¡Qué descanso siento yo
1734
de estar bajo la tutela
1735
de este tan santo varón!
1736
¡No creerías, señor,
1737
el gran amor que me tiene!
1738
Le preocupo yo tanto
1739
que hasta, de noche, a mi casa
1740
acude a ver si estoy bien.
1741
No dejaría que dañen
1742
nuestra honra o nuestra hacienda
1743
Tanto quiere a mi mujer
1744
que la cubre de cuidados.

Matías
1745
¡Venga, pues! ¡Levanta el ánimo
1746
buen amigo, y no estés triste!
1747
Yo te daría más tiempo
1748
si dependiera de mí,
1749
pero me falta el dinero.

Guillermo
1750
O pago, o a la prisión.

Matías
1751
Muy bien lo has entendido:
1752
a mí me gusta la gente,
1753
que salda pronto sus deudas.

Elena
1754
Habláis con tanta razón
1755
para mis escasas luces,
1756
que no sé yo qué decir:
1757
y aunque sí pudiera hacerlo
1758
¿qué gana una oponiéndose
1759
cuando tiene obligación?
1760
Hermano, el amor que os tengo
1761
cierra la puerta a mi honor,
1762
por querer proteger hoy
1763
dos vidas, con loco amor.
1764
Y si caigo yo en desgracia
1765
y todo el mundo comprende
1766
que he mancillado mi fama
1767
por dos hombres o, más bien,
1768
por dos que todos estiman
1769
como santos en la tierra,
1770
se perdonarán mis faltas,
1771
por haber sido burlada
1772
como ocurre a las mujeres,
1773
pues dirán: “La pobrecilla
1774
no osó negarse a su hermano”.

Eugenio
1775
Vuestro honor no menguará,
1776
de esto nada se sabrá,
1777
y si alguno lo supiera,
1778
dejad opinar al vulgo:
1779
¿es un deshonor amar?

Elena
1780
No, si es como en este caso:
1781
además, ¡que Dios me ayude!,
1782
si el valiente Florimón
1783
no me hubiera abandonado
1784
para requerir a Alix,
1785
el tiempo habría vencido
1786
mi voluntad irritada
1787
y disipado estas cuitas.

Padre Juan
1788
Mejor es ahora que antes,
1789
pues, tras una larga espera
1790
más se contenta el amor, 
1791
y tal vez tenga intención
1792
de llegar al matrimonio.
1793
Buen partido es para vos.

Eugenio
1794
Está tan enamorado
1795
que, una vez reconciliados,
1796
creo poder conseguirlo.

Elena
1797
¿Mas, por qué os esforzáis tanto
1798
para ganar lo que es vuestro?
1799
Os afirmo yo, contenta,
1800
que mi mal es como el vuestro:
1801
nada me complace más,
1802
y me siento bien a gusto.

Eugenio
1803
¡Cómo me ayudaste, Amor!
1804
¡Qué bien me guiaste, ciego!
1805
No quepo en mi piel de dicha.

Padre Juan
1806
Pardiez, ni tampoco yo.
1807
¿Qué más hay que hacer?

Eugenio
Pues solo
1808
que, ahora, vayas a casa
1809
de Florimón y le digas
1810
que deje su amor presente,
1811
que deje también de odiarnos,
1812
que deje a Alix y devuelvan
1813
todo lo que le han quitado
1814
y que, ya que ha ganado,
1815
a una doncella que lo ama,
1816
calle, pues, lo que ha ocurrido.
1817
Después irás donde Alix
1818
y le dirás a la pobre
1819
que de nuevo estamos juntos,
1820
sin decirle cómo ha sido,
1821
pues si una mujer se entera
1822
de algo, su lengua pronto lo cuenta.

Elena
1823
¡Ve, ve!

Eugenio
No olvides decirle
1824
que venga a cenar aquí;
1825
todo estará preparado.

Padre Juan
1826
En poco tiempo lo haré,
1827
Fijaos en lo ocurrido.
1828
¿No es este hombre buen hermano?
1829
¡Cómo nos divertiremos!
1830
Veamos si de esta fiesta
1831
algo queda para mí.
1832
Debo meterle en la mente
1833
a mi abad, que me reserve
1834
algún hueso que roer.

ESCENA III

Eugenio, Matías, Guillermo

Eugenio
1835
Si los presos del infierno
1836
hubieran roto sus hierros,
1837
si se descargara Sísifo,
1838
o si Tántalo comiera
1839
lo que en vano deseaba,
1840
no tendrían tanto placer
1841
como tiene ahora Eugenio.
1842
Mira, mira, dulce Elena
1843
cómo se unen los hermanos.
1844
Debo hacer que se reúnan
1845
Guillermo y su prestamista
1846
para ponerlos de acuerdo.
1847
¡Venid, Guillermo, Matías!
1848
¿Algunas vez os quejasteis
1849
de la triste soledad?

Matías
1850
Pues no.

Eugenio
Precisáis dinero,
1851
si entiendo bien.

Matías
Cierto es.

Eugenio
1852
¿Y tenéis en vuestra casa
1853
muchos hijos?

Matías
Tengo tres.

Eugenio
1854
¡Santo número que alabo!
1855
¿Alguno para la Iglesia?

Matías
1856
Dos le entregaré a la iglesia,
1857
que aspiro a los beneficios.

Eugenio
1858
Todo es para mí propicio.
1859
Entonces, si por azar
1860
yo tuviera un beneficio
1861
que diera una buena renta…

Matías
1862
Decidlo, ponedlo en venta,
1863
que bien os lo compraré.

Guillermo
1864
¡Claro, señor, es banquero!
1865
todos los días trajina.

Eugenio
1866
Más entiende del asunto.
1867
¿Cuánto me ofrecéis ahora?

Matías
1868
Doscientos escudos de oro,
1869
para cobrarme la deuda.

Eugenio
1870
Id a buscarlos, en tanto
1871
mando preparar la cena.
1872
No hay más remedio, Guillermo,
1873
y además, estoy sin blanca.
1874
¡Cómo te acosaban hoy
1875
problemas por todas partes!
1876
Gracias a mí, te has librado.
1877
Te devolverán los muebles,
1878
pagarán al prestamista,
1879
tu mujer hará las paces
1880
con Florimón.

Guillermo
Pues, mil gracias,
1881
señor, os lo debo todo.

Eugenio
1882
Y que quede entre nosotros
1883
lo que te diré aora:
1884
mucho amo yo a tu mujer
1885
y suelo yacer con ella.
1886
Pues de ahora en adelante,
1887
quiero hacerlo sin problema.

Guillermo
1888
No seré yo quien lo impida,
1889
señor, que no soy celoso
1890
y menos aún de vos;
1891
que me muera si os estorbo

Eugenio
1892
¡Vaya! Eres hombre de bien.

ESCENA IV

Florimón, Arnaldo

Florimón
1893
¡Dioses! !Desde que nací, 
1894
qué astro me ha protegido!
1895
¡El astro más generoso
1896
que haya existido en el cielo!
1897
¿Dónde encontraré la voz
1898
que alabe tanta fortuna!
1899
Hasta temo que mi pecho
1900
se ahogue de tanto gozo.
1901
Tengo cuanto deseaba.
1902
Aquí está mi buen Arnaldo.
1903
¡Dioses, qué cara pondrá
1904
y cómo os alabará!
1905
¡Arnaldo, Arnaldo!

Arnaldo
¿Quién llama?

Florimón
1906
Arnaldo, ven, que mis cuitas 
1907
se han desvanecido todas.

Arnaldo
1908
Señor, que yo no os veía 
1909
¿Qué hay de nuevo?

Florimón
¡Todo bien!
1910
Te alegrarás de mi dicha
1911
cuando conozcas mi suerte.

Arnaldo
1912
Ya me alegro.

Florimón
Pues mi boca
1913
apenas puede expresarla.

Arnaldo
1914
¡Intentadlo!

Florimón
Soy amado.

Arnaldo
1915
¿Por quién?

Florimón
Por la dulce Elena.

Arnaldo
1916
¡Oh, divinidad idalia,
1917
te adoraré santamente!

Florimón
1918
Con ella hoy cenaré,
1919
y compartiremos lecho.

Arnaldo
1920
Tiemblo de miedo y de gozo:
1921
gozo, por tanta ventura,
1922
miedo, por si no es así.

Florimón
1923
¡Será, y gracias al abad!

Arnaldo
1924
¡Que nunca tenga un mal día!
1925
Bien pronto se convirtió
1926
la discordia en el amor
1927
que de lo alto os destinaron!

Florimón
1928
¡No haber muerto, yo decía!
1929
¡No haber servido de presa
1930
en d’Anvilliers o en Ivoy,
1931
como los siervos del Rey,
1932
Eustage y su hermano Anglure!
1933
Pues ya no me engaño así:
1934
que quiero vivir, Amor,
1935
bajo tu santa ley siempre.
1936
¿Qué? la noche se acerca
1937
y están sirviendo la cena.
1938
¡Vamos! Que no nos esperen.

ESCENA V

Alix, Padre Juan, Florimón, Arnaldo, Eugenio, Elena, Guillermo, Matías

Alix
1939
¿Todo lo que me contáis,
1940
padre Juan, será verdad?

Padre Juan
1941
Nada hay más cierto

Alix
¡Dios mío!
1942
¡Mayores son tus favores
1943
que mi desdichas pasadas! 
1944
Pues ya que algo tan feliz,
1945
siendo poco virtuosa,
1946
me está sucediendo a mí,
1947
seré yo por siempre fiel
1948
al abad vuestro señor,
1949
y sólo a él me entregaré.

Padre Juan
1950
Bien haréis, pues doy palabra
1951
de que casi es vuestro siervo 
1952
y que encierra sus deseos
1953
en la cárcel de los vuestros.
1954
Venga, marchad libremente.

Florimón
1955
Están el Abad y Elena
1956
en la puerta, pero apenas
1957
puedo mirar a mi Elena
1958
sin casi desfallecer.
1959
Saludemos: ¡Buenas noches!

Arnaldo
1960
¡Buenas noches¡

Florimón
Prenda mía,
1961
tan ardiente estoy por vos
1962
que quisiera que este beso
1963
me durase hasta mañana.

Eugenio
1964
Hermana, dadme la mano;
1965
señor, dadme vos la vuestra.
1966
Juraos amor eterno,
1967
más poderoso que el tiempo.

Florimón
1968
Nada quiero más, señor.

Elena
1969
Ya está todo decidido.

Eugenio
1970
Veo llegar por un lado
1971
a mi Alix.

Guillermo
¡Contenta está!

Elena
1972
Ríe del feliz arreglo
1973
con el Padre Juan

Eugenio
Mirad,
1974
Matías por allí llega.

Elena
1975
¡Que se apresuren!

Eugenio
¡Venid!
1976
¡Qué lento paseo dais!

Alix
1977
Dios os de las buenas noches

Padre Juan
1978
Buenas noches.

Matías
Buenas.

Eugenio
Buenas.
1979
Bonita peña formamos.

Alix
1980
¡Señor, qué favor tan grande
1981
me hicisteis con el perdón!

Florimón
1982
Agradeced ese don
1983
al señor y hacedle voto
1984
de un amor fiel para siempre.

Guillermo
1985
Gracias por ella, señor.
1986
¡Querida, qué bien hacéis!

Eugenio
1987
Vamos, que ponen la mesa;
1988
disfrutemos del placer
1989
de abandonar los cuidados;
1990
y tanto, que hasta los dioses
1991
por emular nuestro bien
1992
doblen néctar y ambrosía.

Adiós y aplaudid.