António Ferreira, Castro

Castro





Texto utilizado para esta edición digital:
Ferreira, António. Castro. Traducido por Alejandro L. Lapeña para la Biblioteca Digital EMOTHE. Valencia: ARTELOPE - EMOTHE Universitat de València, 2020.
Adaptación digital para EMOTHE:

    SOBRE LA TRADUCCIÓN


    La presente traducción se ha realizado siempre teniendo en cuenta una posible representación. Así pues, las notas que aparecen en ella sirven para dar un contexto histórico y explicar una serie de motivaciones de los personajes a la futura compañía que quisiera llevar ese texto a escena. Esta decisión viene motivada por entender que la finalidad última de cualquier obra de teatro es su posterior puesta en escena.

    En cuanto al estilo, se ha optado por una solución que busca equilibrar ese tono añejo propio del original —recordemos que es una obra del siglo XVI que relata hechos acontecidos en el siglo XIV—, como puede verse en una sintaxis un poco forzada, antinatural o arcaica con un vocabulario que, si bien también tiene ciertas reminiscencias añejas, no resulta demasiado complicado para un intérprete, espectador o lector actual.

    Siempre se ha tenido en cuenta la máxima de que «hay que traducir para los vivos» y que «una obra de teatro no debe ser un objeto de museo», sino un texto al que se le debe inspirar vida. Por ello, una versión demasiado arcaizante no sería, a mis ojos, demasiado fiel al original, ya que el texto estaba escrito con una lengua «actual» en la época que se escribió y así fue como la recibió el público de la época. Por otro lado, la adaptación no es aquí posible en un grado muy alto, ya que se relatan hechos históricos —con cierta dosis de ficción y romanticismo, en el sentido más amplio de la palabra— que se produjeron en Portugal y adaptarla plenamente supondría escribir otra obra nueva. No obstante, se han traducido aquellos nombres que tradicionalmente tienen traducción como es el caso de los reyes y reinas, la propia Inés de Castro, que era gallega, el de los consejeros y algunos accidentes geográficos y ciudades con un nombre en español plenamente asentado.

    Quizá lo que más llama la atención es el verso, que ya es mucho menos común en el teatro de como lo era antaño. La decisión de traducirla en verso era clara ya que, parafraseando un poco libremente a la investigadora Pilar Ezpeleta, si está escrita en verso será por algo. Así pues, y siempre con el objetivo último de una posible puesta en escena, se me hizo obligatorio mantener una métrica que permitiera a los intérpretes no ahogarse con versos imposibles por ser demasiado largos o con pausas interminables si fueran demasiado cortos.

    Por ende, se optó por sumar una sílaba a cada verso en la traducción, ya que en portugués solo se cuenta hasta la última sílaba métrica, mientras que en español el conteo métrico se mantiene igual si el verso acaba en palabra llana, se suma una sílaba si termina en aguda y se resta una si el último término es esdrújulo. No obstante, en algunos casos ha podido haber versos que superaran en dos sílabas el verso original si se considera que se pierde demasiada información al intentar reducir el número de sílabas, ya que es una posible dificultad bastante fácil de superar a la hora de la representación. Además, el portugués tiende a ser una lengua bastante más sintética que el español en muchos aspectos como puede ser, por ejemplo, la contracción de las preposiciones a, de, em y para con todos los artículos definidos o, os, a y as, mientras que el español solo permite las contracciones al y del. Asimismo, el hecho de que todos los artículos definidos antes mencionados empiecen por vocal hace que les sea más fácil hacer sinalefas, teniendo en cuenta que en español solo lo hace el artículo el y, por otro lado, la, que acaba en vocal. También hemos de ver que los artículos definidos plurales en español (los y las) acaban ambos en consonante, lo que imposibilita la ya citada sinalefa.

    Esa facilidad propia del idioma en lo relativo a la métrica hace que Portugal —y el idioma portugués— sea considerado por muchos portugueses un país de poetas y que sea una disciplina más cultivada en el país que otras artes literarias. Por ello, es una dificultad que se plantea muy claramente cuando se traducen textos en versos del portugués al español, ya que este suele ocupar muchísimo más en la lengua de Cervantes que en la de Camões.

    En lo relativo a la rima, esta solo se ve en algunas intervenciones del coro y se ha optado, como en el caso de la métrica, por mantenerla en las mismas condiciones que el original (mismos versos rimados y mismo tipo de rima, asonante o consonante). Esto se ha realizado en la inmensa mayoría de los casos, salvo en algunos donde se ha optado por traducir una rima consonante por una asonante ante la imposibilidad de trasmitir correctamente la información o la emoción del verso. En este sentido, también hay que decir que el portugués también tiene más facilidad para la rima consonante debido a características propias del idioma como es, por ejemplo, una mayor regularidad en la conjugación verbal en comparación con el español, ya que no se produce la diptongación propia de muchas conjugaciones españolas.

    El último punto que mencionar, y nunca mejor dicho lo de punto, ha sido, precisamente, la puntuación. Esta se ha adecuado para favorecer la comprensión por parte de la compañía y no entorpecer, en demasía, el trabajo de los intérpretes y el director.
    Para acabar, soy consciente de que una traducción, por mucho trabajo que se ponga en ella, nunca es perfecta, en el sentido etimológico griego de que nunca está acabada. Así pues, una representación y todo el trabajo previo de todos los agentes de la compañía, ayudaría mucho a afinar aquellas cosas que no pueden verse en el trabajo sobre el papel o la pantalla. No en vano, si cuatro ojos ven más que dos, ¿qué no verían todos los integrantes que hacen posible una puesta en escena?


    Personajes de la tragedia

    Ama
    Coro de muchachas de Coímbra
    Infante Pedro
    Secretario de Pedro
    Alfonso IV
    Pedro Coelho
    Diego López Pacheco
    Mensajero
    Castro

    Acto I

    Castro. Ama. Coro.

    CASTRO
    1
    Coged, coged, alegres
    2
    doncellas mías, mil perfumadas flores.
    3
    Tejed frescas guirnaldas
    4
    de lirios y de rosas, coronad todas
    5
    las doradas cabezas.
    6
    Aspirad suaves olores
    7
    de los que este aire se llena.
    8
    Suenen dulces músicas, dulces cantos.
    9
    Honrad el claro día,
    10
    mi día tan dichoso. Mi gloria,
    11
    con dulces liras, con suaves voces.

    AMA
    12
    ¿Qué nuevas fiestas, nuevos cantos pides?

    CASTRO
    13
    Ama; de crianza, ama; en el amor, madre
    14
    ayúdame con el placer.

    AMA
    15
    Nuevos extremos veo.
    16
    En las palabras placer, agua en los ojos.
    17
    ¿Quién te hace a la vez feliz y triste?

    CASTRO
    18
    Triste no puede estar quien ves alegre.

    AMA
    19
    Mezcla a veces la fortuna todo.

    CASTRO
    20
    Risa, placer, bondad en el alma tengo.

    AMA
    21
    Lágrimas siempre son mal presagio.

    CASTRO
    22
    También de buena fortuna compañeras.

    AMA
    23
    Al dolor naturales.

    CASTRO
    Y al placer dulces.

    AMA
    24
    ¿Qué placer te las trae a los ojos?

    CASTRO
    25
    Veo a mi amor libre de cuanto temía.

    AMA
    26
    ¿Qué nueva cosa fue? ¿Qué amor te vio?
    27
    ¿Por qué me tienes en ascuas?
    28
    Ábreme ya, señora, esa alma tuya.
    29
    El mal se achanta, el bien al contarlo crece.

    CASTRO
    30
    ¡Oh, ama!, me amaneció un blanco día.
    31
    Día de mi descanso. Sufre un poco
    32
    repetir en voz alta mi historia
    33
    con el espíritu feliz del recuerdo
    34
    de su temor, del que ya está seguro.
    35
    Se une al mal pasado el bien presente
    36
    de aquel gran Alfonso fuerte y santo
    37
    con poderosa mano de Dios alzando,
    38
    entre armas y enemigos, el real cetro
    39
    del gran Portugal, que aún está sucio
    40
    por la sangre de infieles de su buen brazo.
    41
    Por legítima herencia reina y manda
    42
    el buen hombre glorioso de la victoria
    43
    y nombre del Salado, Alfonso Cuarto,
    44
    rey de Portugal, séptimo en orden,
    45
    hijo del gran Dionisio y Santa Isabel,
    46
    ya en el alto cielo, claras estrellas
    47
    cuya alta casa y acrecentado imperio
    48
    por los grandes abuelos, espera alegre
    49
    al ansiado heredero, el infante Pedro,
    50
    mi dulce amor, mi esperanza y honra.
    51
    Sabes cómo saliendo de tus brazos,
    52
    Ama, en la viva flor de mi edad
    53
    (o fuera hado suyo o estrella mía)
    54
    con los ojos le encendí en el pecho fuego,
    55
    fuego que siempre ardió y aún arde ahora
    56
    como la primera vez, íntegro y puro.
    57
    Por mí le aburrían altos estados,
    58
    por mí los nombres de grandes princesas,
    59
    por tan grande me tenía en sus ojos.
    60
    Un tiempo duro, pero al final, forzado,
    61
    le dio a Constanza la mano; Constanza ella
    62
    por tantas armas y furor traída
    63
    ya casi por su hado, triste augurio.
    64
    Dio a Constanza la mano, y el alma libre,
    65
    amor, deseo y fe me guardó siempre.
    66
    ¡Cuántas veces quiso realmente
    67
    podérmela dar a mí! ¡Cuántas veces
    68
    se arrepintió después de verse presa!
    69
    No le quitó el amor a la nueva esposa
    70
    ni el tan celebrado nacimiento
    71
    del deseado parto; hasta más vivo
    72
    con el tiempo y el deseo ardía el fuego.
    73
    ¿Qué hará? Si se encubre, más quema.
    74
    Le descubrí que no le era honesto.
    75
    ¿Pero quién el fuego guardará en su seno?
    76
    ¿Quién esconderá amor que en sus señales
    77
    a pesar de la voluntad se descubre?
    78
    En los ojos y en el rostro ardía.
    79
    En mis ojos los suyos lo descubrían.
    80
    Suspira y gime y llora el alma cautiva
    81
    debido a la bondad y la dulce fuerza
    82
    sujeta al cruel yugo que pesado
    83
    a su deseo sacudir desea.
    84
    No puede, no conviene, la furia crece.
    85
    Corroe el dulce veneno en las entrañas.
    86
    A los hombres huye, a la luz y al día.
    87
    Solo pasea, solo habla, triste cuida.
    88
    Castro en la boca, Castro en el alma, Castro
    89
    en todas partes tiene ante sí presente.
    90
    Él a la mujer cuidando, yo odio e ira.
    91
    Árdele el pecho a Constanza con furor nuevo.
    92
    No me osan descubrir ni esconder nada
    93
    de la antigua casa Castro en toda España
    94
    de antes del real cetro de este reino
    95
    por gran conocida, aun mi sangre
    96
    de real sangre suya tenía parte.
    97
    A la naturaleza doblan fuerza,
    98
    y el arte y maña de unir: el rey al nieto
    99
    madrina me hace, comadre del hijo.

    AMA
    100
    Ciegos, que cuanto más prohíben más llaman.
    101
    Crece con la fuerza el amor y, lo que
    102
    hacen más imposible, más se desea.

    CASTRO
    103
    En fin, suerte que ya me llamaba
    104
    esta gloria tan grande y rompe el nudo
    105
    de aquel yugo a mi amor contrario.
    106
    Llega entonces la muerte a la infanta triste.
    107
    Heredo libremente el amor constante
    108
    que a mí se entregó todo y todo vive
    109
    en mi alma donde está seguro y firme
    110
    ya con dulces señales confirmadas.
    111
    Pero el espíritu inquieto con clamores
    112
    del pueblo y súplicas graves que trabajan
    113
    para apartar este amor, quebrar su fuerza
    114
    me llevaban con miedo recelando
    115
    el cambio de la fortuna, aun amiga
    116
    y enemiga cruel, que erige y derriba,
    117
    siempre del amor bien amor mal promete.
    118
    Falsa, inconstante, ciega, voluble y fuerte.
    119
    Me hacía temer por mis amores.
    120
    Creaba el gran amor desconfianza
    121
    y la conciencia errada siempre teme.

    AMA
    122
    ¿Quién te prendió? ¿Qué nueva alma
    123
    provocó tus temores?

    CASTRO
    Mi miedo.

    AMA
    124
    Contrarias cosas dices.

    CASTRO
    El miedo es osado,
    125
    hasta más que el esfuerzo; cojo a mis hijos
    126
    con lágrimas en los ojos, rostro blanco,
    127
    la lengua casi muda, en lloro estallo
    128
    ante él y así empiezo: «Mi señor
    129
    oigo las crueles voces de este pueblo,
    130
    veo del rey la fuerza y el imperio fuerte
    131
    armado contra mí, contra la constancia
    132
    que en mi amor hasta ahora has mostrado.
    133
    No recelo, señor, que la fe tan firme
    134
    quieras romper a quien tu alma diste,
    135
    pero sí la suerte que puede más
    136
    con su furor que tú con tu amor dulce.
    137
    Por estas mis lágrimas, por esta
    138
    mano tuya que en señal de fe me diste
    139
    por los dulces amores, dulce fruto
    140
    que de ellos tienes delante, si me debes
    141
    amor igual al mío, o si en un momento
    142
    fui por tus ojos vista alegre y dulce
    143
    me protejas, me guardes, me refugies
    144
    contra las duras órdenes de tu padre,
    145
    contra inoportunas voces de quien puede
    146
    cambiar acaso tu constante pecho.
    147
    O cuando mi estrella y cruel genio
    148
    te pueda arrancar de esta mi alma,
    149
    con tu armado brazo envuelta en sangre
    150
    me arranques de este cuerpo, que no vea
    151
    tan triste día, tan cruel cambio.
    152
    Yo tomaré por dulce mi muerte,
    153
    por piadoso amor tal crueldad».

    AMA
    154
    Me conmoviste el alma y los ojos.

    CASTRO
    155
    Así lo dije. Entonces, alzó los brazos
    156
    y me estrechó entre ellos, cambiándolo todo,
    157
    en vano disimulando el dolor
    158
    de mi temor y lágrimas. «¿Y puede,
    159
    oh, doña Inés?», me dice, «¿puede tu pecho
    160
    concebir tal recelo? ¿Aquel día
    161
    al verte no se vio enseguida
    162
    que esta mi alma a la tuya solo se debe?
    163
    Por ti la vida me es dulce, por ti espero
    164
    aumentar imperios, sin ti el mundo
    165
    duro desierto me parecería.
    166
    No podrá la suerte, ni los hombres
    167
    ni las estrellas, hados o planetas,
    168
    apartarme de ti por arte o fuerza.
    169
    En esta tu mano pongo firme y fija
    170
    mi alma, por infante te nombro
    171
    de mi amor señora y del alto estado
    172
    que me espera, y tu nombre me hace dulce.
    173
    Al gran motor de los cielos y las tierras
    174
    invoco y llamo aquí: el alto cielo me oiga
    175
    y mi intento santo apruebe y cumpla».

    AMA
    176
    Entiendo tu placer, tus lágrimas.
    177
    También de placer lloro, tan contraria
    178
    nos es siempre la alegría que aún toma
    179
    lágrimas prestadas a la tristeza.

    CASTRO
    180
    Ya no temo a la suerte, ya segura
    181
    y feliz viviré.

    AMA
    En el real espíritu
    182
    no se debe esperar leve cambio.
    183
    Ayuda tu estrella con buen tino.
    184
    Muchas veces la culpa obstruye el hado.
    185
    Prudencia y buen consejo el bien mantiene,
    186
    la soberbia lo destruye y en gran mal se torna.

    CASTRO
    187
    Rige tú, ama mía, este mi pecho.
    188
    El súbito placer engaña y yerra.

    AMA
    189
    Oculta tu secreto.

    CASTRO
    En el alma está.

    AMA
    190
    Dios lo conserve.

    CASTRO
    Humilde al cielo lo pido.

    Infante. Coro.

    INFANTE
    191
    Poderoso señor, gran padre del mundo
    192
    cuyo poder inmenso, altas grandezas
    193
    canta el cielo, la tierra, los elementos,
    194
    a cuya señal tiembla la esfera,
    195
    a cuyo deseo nada es imposible,
    196
    fortalece mi pecho, ármame entero
    197
    de paciencia igual a la dura afrenta.
    198
    Sosiega la agitación de este pueblo,
    199
    la furia de mi padre, que en vano intenta
    200
    arrancarme mi alma de donde vive.
    201
    Soy humano, señor, tentaciones grandes
    202
    vencen ánimos fuertes.
    203
    Hierve la sangre, arde el pecho, crece la ira
    204
    contra quien me persigue; tú me amansas.
    205
    No podré sufrir, no podré
    206
    a la dura obstinación, al cruel odio
    207
    que a mi dulce amor muestran.
    208
    Vence dolor a razón, amor a fuerza.
    209
    Tú conserva, alto Dios, la prometida
    210
    fe de quien ya de allí me mandaste.
    211
    Todo de ti procede, sin ti nada
    212
    se mueve aquí en la tierra. ¿Quién entiende
    213
    tus medios y tus fines y tus secretos?
    214
    ¡Cuántas veces mal es lo que bien parece!
    215
    ¡Cuántas veces el mal causa grandes bienes!
    216
    ¡Cuánto tiempo sufriste, oh, gran Alfonso
    217
    en el nombre de Bolonia celebrado,
    218
    que nuevas torres juntó a las quinas,
    219
    dura fuerza celebrando el matrimonio
    220
    contra las leyes divinas y humanas!
    221
    ¿Quién no lloraba entonces la crueldad
    222
    contra el primer amor? ¿Y quién callaba
    223
    la dura tenacidad del segundo?
    224
    Pero tú querías dar al mundo el gran,
    225
    fuerte, prudente y santo, un solo Dionisio,
    226
    paz y concordia entre altos reyes, que reinos
    227
    dio y quitó, en armas, claro, y en letras.
    228
    Yo de su sangre, de su estado heredero,
    229
    ¿por qué de mi amor tan mal juzgado
    230
    no esperaré grandezas? Las veré,
    231
    las veré de ti, Castro, vive feliz
    232
    vive segura, lanza los miedos fuera
    233
    que antes muerte que vida sin ti quiero.

    CORO
    234
    No es disculpa al mal otro mal mayor.
    235
    ¡Cuánto daño hace al mundo un mal ejemplo!
    236
    Pero no puede así ser la razón ciega,
    237
    que lo que a otro reprende, para sí apruebe.
    238
    Cada uno se guía por su voluntad.

    Secretario. Infante. Coro.

    SECRETARIO
    239
    ¿Quién juntar puede el agua con el fuego?
    240
    ¿Quién mezclar con el día la noche oscura?
    241
    ¿Y quién el mal pecado con la virtud?
    242
    Este al amor sumará razón.
    243
    Este, en falsa lisonja y lealtad.
    244
    El amor no sufre, sino la virtud.
    245
    Y yo de ambos vengo ahora armado.
    246
    No sé si podré vencer con ellos.
    247
    Si algún espíritu bueno me quisiera
    248
    ayudar desde el cielo y aquí acabase
    249
    esta vida, ¿qué fin más glorioso
    250
    por los cielos dejar la baja tierra
    251
    antes que por temor, honor y verdad?
    252
    Aquel al que ya veo pensativo,
    253
    Dios me inspire que lo diga sin temor.
    254
    Confianza es mester y ánimo libre
    255
    que quiere resistir al mal propósito
    256
    del príncipe, al que está determinado.
    257
    Pero dejar de hacerlo es vil franqueza.

    INFANTE
    258
    ¿Qué dirás, secretario, a tan gran daño
    259
    como quieren hacer a esta mi alma?

    SECRETARIO
    260
    Señor, pero antes quieren dártela libre
    261
    de donde está tan atada y tan cautiva.

    INFANTE
    262
    Que me arranquen las entrañas. ¿Qué quieren?
    263
    ¿Qué quiere esta gente que así me mata?

    SECRETARIO
    264
    Solo te quieren y procuran tu honra.
    265
    Y romper las alas a la suerte,
    266
    que contra ti no tenga nunca fuerzas.

    INFANTE
    267
    Pero antes se las van dando cuando pueden
    268
    intentando apartarme de donde vivo.

    SECRETARIO
    269
    Si te vieras, señor, te verías muerto,
    270
    te verías ciego. Si un hombre no vive
    271
    con su alma propia, ¿puede tal ser vida?

    INFANTE
    272
    También tú me persigues. ¿También vienes
    273
    listo para cortarme estas raíces
    274
    que en mi pecho ya tan firmes tengo?

    SECRETARIO
    275
    ¿Piadosa obra hace al que está preso
    276
    quien en la prisión le corta las cadenas?
    277
    ¡Oh, clarísimo infante, mi señor!,
    278
    mucho hace que me conoces. Tus secretos
    279
    a mí con razón siempre confiaste,
    280
    nunca descubrí tus escarnios,
    281
    nunca descubriré el menor de ellos.
    282
    Por un lado me tienes por secretario,
    283
    pero me has de tener por consejero.
    284
    Cumpliré yo contigo y con lo que debo.
    285
    Si no, que venga tu ira, que no quiero.
    286
    Mejor muerte aquella que de infamia
    287
    librar la vida y el alma de peligro.
    288
    ¿No ves, señor, que el sol si oscureciese
    289
    cuanto cubre y descubre se quedaría
    290
    tan triste y oscuro como ahora claro?
    291
    Pues tal es el buen príncipe: sol nuestro
    292
    con cuya luz nos vemos y seguimos
    293
    la justicia que a los cielos nos lleva.
    294
    Si está en ti perderla, ¿dónde encontrarla?
    295
    ¿Quién la virtud seguirá? ¿Quién la honra?
    296
    Desciendes así de príncipe alto
    297
    a pensamientos bajos que extrañan
    298
    a hombres bajos. ¿Parecerte puede
    299
    la grandeza de ti digna y lo que debes
    300
    a este estado tan alto que te espera?

    INFANTE
    301
    ¿Quién tan libre te hizo y tan osado?

    SECRETARIO
    302
    Amor y lealtad esta osadía
    303
    me dan, y la razón, que tiene tal fuerza
    304
    que aunque no se siga, no se niega.
    305
    Dentro de ti te veo estar sintiendo
    306
    en tu ánimo real y generoso
    307
    casi una reverencia a la que te mueve,
    308
    aunque con disgusto, la sana verdad.
    309
    No me quieres oír, pero bien me juzgas.
    310
    Te mueve el celo honesto, la fe tan pura.
    311
    Déjate reprender de quien bien te quiere,
    312
    que quiere tu bien o quiere intentarlo.
    313
    No te equivoques por quien teme
    314
    o desea o espera a costa tuya,
    315
    de tu honra y de los tuyos, que a tantos mata.
    316
    ¿Aplaudes o alguien aplaudirá a quien,
    317
    pudiendo ilustrar la gloria antigua
    318
    del pasado con amor, honra y fama,
    319
    no solo no lo hace, sino oscurece
    320
    de aquella luz antigua el claro rayo?

    INFANTE
    321
    Pero antes de no vivir merecía ese
    322
    no haber nacido, que el águila vemos
    323
    a los hijos repudiar que al sol no miran.

    SECRETARIO
    324
    ¿Y qué dirás? ¿Qué juzgarás de aquel
    325
    que en vez de armarse bien contra la suerte
    326
    va siempre buscando tenerla siempre
    327
    contraria a su vida y su estado?

    INFANTE
    328
    Quien no teme a la suerte y no busca
    329
    contra ella armarse la tiene de enemiga,
    330
    pero a quien más la busca siempre persigue.

    SECRETARIO
    331
    Júzgate a ti mismo.

    INFANTE
    ¿En qué? ¿O cómo?

    SECRETARIO
    332
    Aquella clara sangre, aquel nombre
    333
    heroico, tan alto y en todo el mundo
    334
    honrado y conocido de grandes reyes
    335
    de cuyo tronco vienes, ¿no se oscurece
    336
    mezclada con otra diferente
    337
    de los que nacieron y se criaron
    338
    para humildes sufrir tu real yugo
    339
    obedeciendo al imperio y a los símbolos?
    340
    ¿Después de esto no ves el gran desprecio
    341
    que te tendrán los tuyos? ¿El gran peligro
    342
    en que pones el reino con la soberbia
    343
    de pocos que yergues tanto y tanto pueden
    344
    con tu favor, que muestran ya desprecio
    345
    a quien deben mostrar acatamiento?
    346
    ¿Qué más cosas destruyen al rey y el reino?
    347
    ¿Qué cosa crea mayor desprecio y odio
    348
    que verlo sujeto a cosas bajas?
    349
    ¿Que verlo dominado por sus vicios?
    350
    ¿Con qué rostro, señor, darás castigo
    351
    a los que así cometen lo que cometes?
    352
    ¿Cómo conservarás la obediencia
    353
    santa debida a los padres, que tú niegas
    354
    a los tuyos y a lo que te piden?
    355
    Memoria dejarás de mal ejemplo
    356
    a tus hijos; darás manga ancha
    357
    a reyes que esto supieran; al mundo haces
    358
    oscurecer tu nombre para siempre.
    359
    De un mal se ve cuánto males nacen
    360
    y todos sobre ti caen. Señor, mírate,
    361
    conócete mejor, entra en ti mismo.
    362
    Verás entonces por qué te importuna
    363
    lo que te pide el rey o tu pueblo.

    CORO
    364
    Consejero fiel, valiente y fuerte
    365
    heriste con razón el alma que dura
    366
    los ojos en vano cierra.

    INFANTE
    367
    No soy y nunca fui como me juzgas
    368
    o como me juzgáis todos. Otros ojos
    369
    diferentes de los vuestros son los míos
    370
    con los que me veo y veo que lo que hago
    371
    no es tan grande como el mal que veis.
    372
    No cometo un error: sigo lo que el alma
    373
    me dice y me revela, a quien creo.
    374
    Con los príncipes tiene Dios secretos
    375
    que no entendéis y como ciegos
    376
    en los juicios erráis de sus misterios.
    377
    Mirad a esa mujer, ved lo que hay en ella.
    378
    De una sangre nos creó la naturaleza:
    379
    real es, de reyes viene y es digna.
    380
    Del mundo quisiera ser solo monarca,
    381
    monarca de mil mundos para todos
    382
    bajo los pies poner a quien tanto amo.
    383
    Muy baja me parece esta corona
    384
    para esa cabeza. Mira lo que ordeno:
    385
    tú jamás me hables de tal cosa,
    386
    mis duros padres no intenten casarme
    387
    porque no puedo en eso obedecerles,
    388
    ni al no hacerlo desobedezco.
    389
    Arránquenme la voluntad de este pecho,
    390
    arránquenme del pecho esta alma mía
    391
    entonces acabarán lo que empiezan.
    392
    Descuiden que me puedo apartar de donde
    393
    estoy, de donde vivo, que primero
    394
    la tierra subirá donde el cielo anda,
    395
    el mar abrasará el cielo y la tierra,
    396
    el fuego será frío, el sol oscuro,
    397
    la luz dará día y todo el mundo
    398
    irá al contrario de su orden
    399
    que yo, ¡oh, Castro!, te deje o en eso te cuide.
    400
    Te di el alma, te di fe, guárdala firme.
    401
    Te confío esto a ti; no me descubras.

    SECRETARIO
    402
    ¡Oh, señor!, que me matas. Dios quiera
    403
    que nunca mereciera tamaña honra,
    404
    pues me pone en riesgo de deshonra.
    405
    Seguir tu voluntad es destruirte,
    406
    destruir este reino y a tu padre triste.
    407
    Querer apartarte de ella es imposible.

    INFANTE
    408
    Sigue mi razón, mi voluntad.

    SECRETARIO
    409
    No te veo razón, veo voluntad.

    INFANTE
    410
    Sigue la voluntad que forzar no puedes.

    SECRETARIO
    411
    Manda qué te debo para no seguir.

    INFANTE
    412
    ¿Quieres mandar a tu príncipe?

    SECRETARIO
    Lo sirvo.

    INFANTE
    413
    Obedéceme.

    SECRETARIO
    Ordena lo justo.

    INFANTE
    414
    Solo Dios me juzga.

    SECRETARIO
    Y la razón te obliga.

    INFANTE
    415
    Libre ha de ser un príncipe.

    SECRETARIO
    Cautivo
    416
    es quien a sí se vence.

    INFANTE
    ¿Aún importunas?

    SECRETARIO
    417
    Si no te aconsejara, mío es tu error.

    INFANTE
    418
    Te libraré de ellos.

    SECRETARIO
    A Dios temo.
    419
    Tú en el cuerpo puedes, ella en el alma.
    420
    Aconsejarte puedo, forzarte no.
    421
    Testigos sois Dios y tú también.
    422
    Amor en ti solo reina, amor te manda
    423
    veneno dulce de alma, de honra y vida.
    424
    ¿Por qué no te conmueven tantos llantos
    425
    de la reina, tu madre? ¿Tantos ruegos
    426
    del rey, tu padre? ¿Tan leales consejos
    427
    de cuantos a tus pies están lanzados
    428
    pidiéndote piedad por este reino
    429
    que amenazado está así por la fortuna?
    430
    ¿No te manifestarás por honra tuya
    431
    y prueba para el mundo que te difama
    432
    con nombre de pecado pertinaz?
    433
    Lloro por ver a una mujer débil
    434
    más fuerte contra ti que cuantas fuerzas
    435
    de Dios, del mundo, están por ti tirando.

    INFANTE
    436
    ¡Oh, persecución fuerte!, ¡oh, odio extraño!
    437
    ¡Oh, duros destinos, todos conjurados
    438
    con el cielo y las estrellas a perderme!
    439
    ¿Qué queréis de mí? ¿Qué sinrazón os hago,
    440
    hombres de entrañas fieras y heridas,
    441
    teniendo el mismo amor a quien me lo tiene?
    442
    ¿Cuál es el problema? ¿Quién todo el mundo
    443
    merece tener y es aún pequeño?
    444
    Hombres, que buscáis mi mal y muerte,
    445
    ved bien lo que veo. ¿Qué alto imperio
    446
    de aquel real rostro no será
    447
    honrado y aumentado? Aquel rostro
    448
    que tanto odiáis, ¿qué mundos pide?
    449
    ¿Qué estados, qué grandezas, qué triunfos?
    450
    En cuerpo tan hermoso, la hermosa alma
    451
    tan santa, tan honesta, casta y pura,
    452
    ¿qué mancha podéis buscar? ¿O qué virtudes
    453
    qué gracias de las más raras y excelentes
    454
    no encontraréis en todo cuanto muestra?
    455
    ¿Puede ser más crudo el odio y más injusto?
    456
    ¿Puede ser mayor envidia y más sin causa?

    CORO
    457
    ¡Oh, cuán peligroso es cualquier principio
    458
    de mal!, que un solo descuido puede tanto
    459
    que da a un alma alta tal bajeza.

    INFANTE
    460
    ¿Para dónde huir para que me dejen?

    SECRETARIO
    461
    De ti has de huir por tu remedio.

    INFANTE
    462
    ¿No me valdrá ya ver que no puedo?

    SECRETARIO
    463
    Tú te pusiste en tal debilidad.

    INFANTE
    464
    No quiero ni deseo arrepentirme.

    SECRETARIO
    465
    Aumentas el error con la voluntad.

    INFANTE
    466
    Si es error como dices, ¿no hubo otros?

    SECRETARIO
    467
    Los hubo, pero fueron errores.

    INFANTE
    468
    Discúlpenme otros reyes y emperadores.

    SECRETARIO
    469
    ¿Cómo lo harán si a ellos no pudieron?

    INFANTE
    470
    No me persigas más.

    SECRETARIO
    El mal persigo.

    INFANTE
    471
    ¿Un príncipe de un reino tan cautivo
    472
    ha de ser quien no haga lo que suele
    473
    hacer su pueblo?

    SECRETARIO
    Un príncipe primero
    474
    ha de tener su alma tan elevada
    475
    de la tierra, que yerga el pensamiento
    476
    al bajo pueblo suyo para que lo siga.
    477
    Alma ha de ser pura, un oro limpio
    478
    sin escorias y sin mezclas, claro ejemplo
    479
    de fortaleza, templanza y justicia.

    INFANTE
    480
    Corre ante mí, huye de mi ira.

    SECRETARIO
    481
    ¿Quién gobernará una voluntad libre
    482
    que otro señor no tiene sino a sí misma?

    CORO I
    483
    Cuando el amor nació,
    484
    le nació al mundo vida,
    485
    claros rayos al sol, luz a las estrellas.
    486
    El cielo resplandeció
    487
    y de su luz vencida
    488
    la oscuridad mostró las cosas bellas.
    489
    Aquella, que subida
    490
    está en la tercera esfera
    491
    del bravo amor nacida,
    492
    amor al mundo da, dulce amor genera.
    493
    Amor que adorna la tierra
    494
    con aguas y con verdura
    495
    al árbol da hojas, color a las flores.
    496
    En dulce paz la guerra,
    497
    la dureza en hermosura
    498
    y mil odios convierte en mil amores.
    499
    Cuántas vidas la dura
    500
    muerte deshace, renueva
    501
    la hermosa pintura
    502
    del mundo, amor que tiene entera y nueva.
    503
    Nadie tema sus fuegos
    504
    y llamas furiosas.
    505
    Amor es todo, amor suave y blando
    506
    sujeto a buenos ruegos,
    507
    las aguas amorosas
    508
    de los ojos con bondad está limpiando.
    509
    Doradas y hermosas
    510
    flechas en el carcaj suenan
    511
    a la vista peligrosas
    512
    pero amor llevan, por los amores vuelan.
    513
    Amor en dulces cantos
    514
    en dulces liras suena
    515
    convierta en su buen nombre este aire sereno.
    516
    Huyan dolores y llantos,
    517
    el feliz placer vuela
    518
    y el claro río haga el valle ameno.
    519
    En el tercer cielo tone
    520
    de amor la dulce lira
    521
    y de allí te corone,
    522
    Castro, de oro el gran Dios que amor inspira.

    CORO II
    523
    Antes tirano huraño
    524
    de los poetas fingido,
    525
    cruel deseo y engaño,
    526
    Dios de vana gente, de ocio nacido.
    527
    General dolor y daño
    528
    de la gloriosa fama
    529
    con su flecha y llama
    530
    tirando a todas partes;
    531
    ardiendo está Apolo, ardiendo Marte.
    532
    Va por los aires volando
    533
    arde aquí toda la tierra
    534
    y del carcaj sonando
    535
    el tiro empieza, pero más yerra.
    536
    Tiene por gloria ir juntando
    537
    estados diferentes,
    538
    los más convenientes
    539
    al amor e iguales aparta.
    540
    Nunca de sangre y lágrimas se harta.
    541
    En el tierno y casto pecho
    542
    de la moza vergonzosa
    543
    tiempo esperando y hecho
    544
    entra con fuerza dulce o furiosa.
    545
    El fuego ya deshecho
    546
    de la ceniza otra vez cría
    547
    en la fría sangre y fría
    548
    nieve otra vez se enciende.
    549
    De los ojos en el alma el rayo prende.
    550
    Su veneno existe,
    551
    corre por todas las venas.
    552
    El alma durmiente persiste
    553
    en su engaño y teje dulces escenas.
    554
    Huye la vergüenza triste,
    555
    huye la constancia fuerte.
    556
    Entra tristeza y muerte
    557
    debajo de la blandura,
    558
    que la razón mata, el corazón tortura.
    559
    ¿Quién la herrada maza
    560
    al gran Heracles toma?
    561
    ¿Y quiere que a los pies yazca
    562
    de la moza a quien los leones doma?
    563
    ¿Quién de la maravillosa caza
    564
    los despojos famosos
    565
    los convierte en mimosos
    566
    trajes de dama, y al usar
    567
    las duras manos pone en blando lugar?
    568
    Júpiter trasformado
    569
    en tantas varias figuras
    570
    dejando despreciado
    571
    el cielo, como lo muestran mil pinturas.
    572
    Poderosas blanduras
    573
    que así las almas convierten
    574
    en lo que aman. Así subvierten
    575
    por maña la gran alteza
    576
    del alma que se entierra en vil flaqueza.
    577
    ¿De qué otros fuegos ardía
    578
    de los troyanos la alta gloria?
    579
    ¿De qué dejó historia
    580
    tan triste al mundo España, la fuerte y pía?
    581
    Amor ciego vencía.
    582
    Amor cruel mataba.
    583
    Un muchacho triunfaba
    584
    de tanta sangre y vidas
    585
    por un vano apetito mal vendidas.
    586
    Dichoso, ¡oh, cuán dichoso
    587
    quien su pecho ardió
    588
    contra el rayo furioso
    589
    o alzando las llamas lo apagó!
    590
    Pocos que Dios amó
    591
    a los cielos tanto alcanzaron.
    592
    Y mil y mil lloraron
    593
    del vano contentamiento
    594
    al ciego infante su arrepentimiento.


    Acto II

    El rey Alfonso IV Pedro Coelho, Diego López Pacheco, consejeros

    REY
    595
    ¡Oh, cetro rico!, quien no conoce
    596
    cómo eres de hermoso y bello. Y quien supiera
    597
    cuán diferente eres de lo que prometes
    598
    en este suelo en que te encuentras, querría
    599
    pisarte antes con los pies que levantarte.
    600
    No alabo a los que se alaban por imperios
    601
    a hierro, sangre y fuego destruir,
    602
    el suyo propio extendiendo, ni aquellos
    603
    (¡oh, grandeza maravillosa y alma libre!)
    604
    que teniéndolos muy grandes los dejaran.
    605
    Mayor alteza y ánimo es las grandezas
    606
    despreciar que aceptar, y más seguro
    607
    en sí cada uno regir que todo el mundo.
    608
    El resplandor de este oro nos engaña.
    609
    Y es tierra, en fin, y tierra la más pesada.
    610
    De una alta fortaleza estamos siempre
    611
    puestos en atalayas por la fortuna,
    612
    por escudos del pueblo ofrecidos,
    613
    a recibir sus golpes; no hacerlo
    614
    es usar mal el cetro y bien hacerlo
    615
    es no tener vida más segura y cierta
    616
    que cuantos estos peligros nos prometen.

    COELHO
    617
    Gloriosos peligros y trabajos
    618
    ¡oh, bienaventurados!, pues te elevan
    619
    de la corona terrenal a la que el cielo
    620
    más rica y más gloriosa te dará.

    PACHECO
    621
    Trabajo más que estado tienen los reyes,
    622
    los buenos reyes que no aman sus vicios
    623
    como las obligaciones de mostrarse
    624
    contra sí más libres y más fuertes
    625
    que el pueblo bajo, que anda solo tras ellos.
    626
    Y tal rey como tú, señor, es rey.
    627
    No te pese el serlo, que vendrá tiempo
    628
    que harán más de menos a esos trabajos
    629
    sufridos con paciencia y bien regidos
    630
    que a victorias famosas con gran pérdida
    631
    de hombres y de riquezas mal ganadas.
    632
    Esto hace a los reyes grandes siempre dignos
    633
    de memoria inmortal, sufrir trabajos
    634
    por el público bien, quebrar la fuerza
    635
    de la sangre y del propio amor, ser ejemplo
    636
    de todo bien al pueblo, atajar rápido
    637
    el mal en su inicio, antes de que empiece.
    638
    Después no bastan fuerzas ni consejo.
    639
    Atajando este mal que te ase ahora,
    640
    que ocupado te tiene, serás libre
    641
    riéndote de la fortuna y sus miedos.

    REY
    642
    Vence el mal al remedio. Veo al infante
    643
    totalmente contra mí determinado,
    644
    duro a mis ruegos, más duro a mis órdenes.
    645
    ¿Qué estrella fue tan oscura?
    646
    ¿Qué mal signo, qué hado o qué planeta?

    PACHECO
    647
    Mientras hay ocasión dura el pecado.
    648
    Librándote de ella, será libre.

    REY
    Fuerte
    649
    es endurecer así esa voluntad.

    PACHECO
    650
    Se endurece la tuya con justicia.

    REY
    651
    Duro remedio. Mejor hubiera sido
    652
    amor y obediencia. Mis pecados
    653
    cuán gravemente sobre mí cayeran.

    COELHO
    654
    ¿A qué espera, señor? Muera esa dama.

    REY
    655
    ¿Que muera?

    PACHECO
    Que muera, señor,
    656
    por la salvación del pueblo.

    REY
    ¿No es crueldad
    657
    matar a quien no tiene culpa?

    COELHO
    A muchos puedes
    658
    mandar matar sin culpa, pero con causa.

    REY
    659
    ¿Con qué razón? ¿Con qué causa matamos?

    PACHECO
    660
    ¿No basta con que con su muerte se acaben
    661
    los males que su vida nos promete?

    REY
    662
    ¿Qué culpa tiene?

    PACHECO
    El momento.

    REY
    663
    Oh, lo que ella no da, el infante toma.
    664
    ¿Qué ley hay que la condene o qué justicia?

    COELHO
    665
    El bien común tiene esas libertades
    666
    para justificar obras dudosas.

    REY
    667
    ¿Estáis de acuerdo con esto?

    COELHO
    Sí, muera.

    PACHECO
    668
    Muera.

    REY
    ¿Una inocente?

    COELHO
    Que nos mata.

    REY
    669
    ¿No habrá otro medio?

    PACHECO
    No lo tenemos.

    REY
    670
    La meteré en un convento.

    COELHO
    Arderá.

    REY
    671
    La echaré del reino.

    COELHO
    El amor vuela.
    672
    Este fuego, señor, no muere enseguida.
    673
    Cuanto más se resiste, más se enciende.
    674
    ¿Contra el amor qué lugar es más seguro?

    REY
    675
    Matarla es cruel medio y severo.

    PACHECO
    676
    ¿No ves, no oyes cuántas veces mueren
    677
    muchos que no lo merecen? Dios lo quiere
    678
    por el bien que se persigue.

    REY
    Que Dios lo haga.
    679
    Cuya voluntad es ley y la mía no.

    PACHECO
    680
    Esa licencia también la tiene el rey
    681
    que en su lugar está.

    REY
    Pero no tiene
    682
    licencia para más que cuanto pide
    683
    la razón y la justicia. La mayor
    684
    es bárbara crueldad de infieles.

    PACHECO
    685
    ¿Pues qué dirás de aquellos que a sus propios
    686
    hijos y a su amor no perdonaron
    687
    por el ejemplo común y bien del pueblo?

    REY
    688
    A los que el bien hicieron tengo envidia.
    689
    A los otros ni alabo ni sigo.

    COELHO
    690
    Aun habiendo excesos, aun
    691
    más males atajaron de los que dieron.

    REY
    692
    No se ha de hacer el mal por cuantos bienes
    693
    se puedan de ahí conseguir.

    COELHO
    Ni bien
    694
    del que se sigan males.

    REY
    Mal parece
    695
    matar a una inocente.

    PACHECO
    Es mal
    696
    que la causa justifica.

    REY
    Dios prefiere
    697
    perdonar un mal que que un bueno padezca.

    COELHO
    698
    El bien común quiere Dios que más se estime
    699
    que el bien particular. En las circunstancias
    700
    se salvan o se pierden todas las obras.

    REY
    701
    Yerran los juicios muchas veces.

    COELHO
    702
    Los de reyes bien fundados Dios inspira.

    REY
    703
    Tengo miedo de dejar nombre de injusto.

    COELHO
    704
    De justo lo dejarás pues te aconsejas
    705
    con el juicio de tus leales prudentes.

    PACHECO
    706
    Ves, poderoso rey, ves con tus ojos
    707
    el veneno cruel que va labrando,
    708
    generando este amor ciego. Ves cómo
    709
    la soberbia y desprecio de estos hombres
    710
    contra ti y contra todos va creciendo.
    711
    Si en tu vida lo tememos tanto,
    712
    ¿qué haremos después de tu muerte?
    713
    Por dar salud al cuerpo cualquier miembro
    714
    que se pudre se corta y por lo sano
    715
    para que no se corrompa. Este cuerpo
    716
    del que tú eres cabeza está en peligro
    717
    por esa mujer; córtale la vida,
    718
    ataja este veneno y estarás a salvo.
    719
    Médico, señor, eres de esta república.
    720
    El poder que tiene el médico en un cuerpo
    721
    lo tienes tú sobre nosotros, úsalo.
    722
    Si te parece en parte esto crueldad,
    723
    no es crueldad, sino justicia,
    724
    cuando del cruel ánimo no nace.
    725
    Tu propósito no peca, en sí se salva.
    726
    La rudeza de esta obra es medicina
    727
    con que se atajan las muertes que para
    728
    muchos es que por fuerza te merezcan.
    729
    La clemencia, por cierto, es gran virtud
    730
    y digna más del rey que otras virtudes
    731
    por el peligro grande que hay en la ira
    732
    en quien tan libremente así la ejecuta,
    733
    pero con esta el rigor es necesario
    734
    para no despreciar tal virtud.
    735
    Es lo que se llamó severidad
    736
    de la que tantos ejemplos nos dejaran
    737
    los famosos romanos en paz y guerra.
    738
    Ambas columnas son tan fuertes
    739
    que bienaventurado este tu reino
    740
    que en ellas por ti solo está soportado.
    741
    De tal modo, señor, has de usarlas,
    742
    que una va siempre de la otra acompañada.
    743
    Ejemplo has mostrado de clemencia,
    744
    muestra ahora, que está bien, severidad.

    REY
    745
    La parte que me cabe de este hecho
    746
    la pongo en vosotros toda, como aquellos
    747
    que sin odio y temor sois obligados
    748
    a aconsejarme solo lo que es justo,
    749
    pero al servicio de Dios y el bien del pueblo.
    750
    Sois mis ojos cuando no veo.
    751
    Sois mis oídos cuando no oigo.
    752
    Mi propósito me lleve y me salve.
    753
    Si el error es vuestro, en vosotros caiga.

    PACHECO
    754
    Descarga en nosotros ese peso tuyo.

    COELHO
    755
    Yo tomo mi parte o tomo todo.
    756
    Almas y honras tenemos, ambas
    757
    a ti, señor, se deben y te las damos.
    758
    Estas solo te aconsejan, que bien ves
    759
    cuán gran mal es lo que hacemos.
    760
    Aventuramos vidas y haciendas
    761
    que en el odio de tu hijo estarán siempre,
    762
    bajo sus pies estamos y en su ira.
    763
    Pero perdámonos, perdamos vida,
    764
    suframos crueles muertes, nuestros hijos
    765
    queden huérfanos y desheredados,
    766
    la furia de tu hijo nos persiga
    767
    antes que ese tal miedo pueda más
    768
    de lo que la virtud manda y te debemos.

    REY
    769
    Iba a decir que con vosotros me salvo.
    770
    Señor, que estás en el cielo y ves las almas
    771
    que cuidan, proponen, determinan,
    772
    ilumina mi alma, que no se ciegue
    773
    en el peligro en que está, que no siga.
    774
    Entre miedo y consejo estoy ahora.
    775
    Matar injustamente es gran crueldad.
    776
    Socorrer de un mal público es piedad.
    777
    Por un lado recelo, pero me atrevo
    778
    ¡Oh, hijo mío!, que quieres destruirme,
    779
    ten piedad de esta vejez tan cansada,
    780
    cambia esta pertinencia en buen consejo.
    781
    No des ocasión para que sea
    782
    mal juzgado en la tierra y condenado
    783
    ante aquel gran juez que están en los cielos.
    784
    Oh, vida felicísima la que vive
    785
    el pobre labrador solo en su campo,
    786
    seguro de la fortuna y descansado
    787
    libre de estos desastres que aquí reinan.
    788
    Solo es rey quien tiene reino.
    789
    ¡Ay!, que no es esto estado, es cautiverio
    790
    por muchos deseado y mal creído.
    791
    Un servicio pomposo, un gran trabajo
    792
    escondido bajo nombre de descanso.
    793
    Solo es rey quien así vive
    794
    (aunque su nombre nunca se oiga)
    795
    que de miedo y deseo y de esperanza
    796
    libre pasa sus días. ¡Oh, buenos días
    797
    con que yo todos mis años más cansados
    798
    cambiara alegremente! Temo a los hombres,
    799
    con otros disimulo, otros no puedo
    800
    castigar o no oso. Un rey no osa.
    801
    También teme su pueblo, también sufre.
    802
    También suspira y gime y disimula.
    803
    No soy rey, soy cautivo y tan cautivo
    804
    como quien nunca tuvo libre juicio.
    805
    Me salva el consejo de a quienes creo
    806
    que me serán leales; esto me salve,
    807
    señor, contigo, o enséñame pronto
    808
    remedio más seguro con que viva
    809
    conforme a este alto estado que me diste.
    810
    Y líbrame algún tiempo antes de que muera
    811
    por tanta obligación para que pueda
    812
    conocerme mejor y a ti volar
    813
    con más ligeras alas de la que puede
    814
    un alma cargada de tal peso.

    CORO I
    815
    Cuánto más libre, cuánto más seguro
    816
    es aquel estado que de sí contento
    817
    solo se levanta cuando puede
    818
    huir de miserias.
    819
    Tristes pobrezas, que nadie las desee.
    820
    Ciegas riquezas, que nadie las busque.
    821
    En el medio honesto está la alegría
    822
    de cielo y tierra.
    823
    Reyes poderosos, príncipes, monarcas
    824
    sobre nosotros ponéis los pies, pisadnos.
    825
    Sobre vosotros, la eterna fortuna.
    826
    Nosotros libres.
    827
    En los altos muros suenan más los vientos.
    828
    Los más altos árboles derriban.
    829
    Las más hinchadas velas en el mar rompen,
    830
    caen altas torres.
    831
    Pompas y vientos, títulos hinchados
    832
    no dan descanso, ni más dulce sueño.
    833
    Hasta más cansan, en mayor miedo
    834
    ponen y riesgo.
    835
    Como se vuelven en el mar las olas
    836
    así se vuelven esos pechos llenos
    837
    y nunca hartos, nunca satisfechos
    838
    nunca seguros.
    839
    Si pudiera a mi voluntad
    840
    formar mis hados, solo querría
    841
    realmente asegurar la vida
    842
    con lo básico.
    843
    Quien más desea, muchas veces se ve
    844
    triste, engañado, pocas veces duerme
    845
    temiendo el fuego, vientos, aires, sombras,
    846
    a los hombres.
    847
    Rey poderoso, ¿por qué deseas
    848
    tener este reino? ¿Por qué esa corona
    849
    llamas pesada? Por el peso del alma
    850
    que te lleva.

    CORO II
    851
    ¡Cuán pocas veces vimos
    852
    tardar la gran justicia
    853
    que bajara sobre
    854
    aquellos libres hijos
    855
    que ante la natural
    856
    obligación y ley
    857
    negaran obediencia
    858
    a aquellos que los criaran!
    859
    Pecado torpe y feo
    860
    ante Dios y los hombres.
    861
    Más para hircanos tigres,
    862
    para leones bravos
    863
    que razón no conocen
    864
    para quien solo de ella
    865
    y por ella es creado.
    866
    Aquel amor tan grande
    867
    de los padres que te crían
    868
    con la sangre del pecho,
    869
    ¿qué fiereza hay tan grande?
    870
    ¿qué tal brutalidad
    871
    que contra él te mueva?
    872
    Rey Alfonso, rey,
    873
    acuérdate de ti.
    874
    Aquellos errores
    875
    por los que perseguiste
    876
    a tu padre cruelmente
    877
    te dan a ti venganza.
    878
    Por tu otro hijo,
    879
    que te desobedece.
    880
    Se ve la real quina
    881
    por el mismo Dios dada
    882
    a aquel rey primero,
    883
    del que heredaste el nombre
    884
    con ese rico cetro,
    885
    levantadas por ti
    886
    no contra cinco reyes
    887
    con cuya sangre lo hubo,
    888
    sino contra el rey padre,
    889
    contra tus vasallos.
    890
    Se ve la real quina
    891
    cruel contra sí misma
    892
    en gran fuego prendida
    893
    contra una parte y otra
    894
    por la que tan cruelmente
    895
    corría una sangre.
    896
    ¿Cuántas veces la santa
    897
    reina, tu madre,
    898
    se metió en ese fuego
    899
    para salvar tu vida?
    900
    Por ella era apagado.
    901
    Por ti volvía a arder.
    902
    Ahora ardes en otra
    903
    justicia de Dios grande.


    Acto III

    Castro y Ama

    CASTRO
    904
    Nunca más tarde para mí que ahora
    905
    amaneció. ¡Oh, sol claro y hermoso!,
    906
    ¡cómo alegras los ojos que esta noche
    907
    buscaron no verte! ¡Oh, noche triste!
    908
    ¡Oh, noche oscura, cuán larga fuiste!
    909
    Cómo cansaste esta alma en sombras vanas.
    910
    Miedos me trajiste tales que creía
    911
    que allí se me acababa mi amor,
    912
    allí la nostalgia de mi alma,
    913
    que me quedaba aquí, y vosotros, mis hijos,
    914
    mis ojos tan hermosos, en que veo
    915
    aquel rostro y ojos de vuestro padre,
    916
    de mí estabais desamparados.
    917
    ¡Oh, sueño triste, que así me asombraste!
    918
    Aún tiemblo y tiemblo. Dios nos aleje
    919
    tan triste augurio. Dios lo cambie
    920
    en más dichoso hado, en mejor día.
    921
    Creceréis pronto mis primeros hijos
    922
    que lloráis por verme llorándoos.
    923
    Mis hijos tan pequeños, ¡ay, mis hijos!,
    924
    ¿quien en vida os ama y teme tanto
    925
    en muerte qué hará? Pero viviréis,
    926
    creceréis pronto, que vea yo
    927
    que pisáis este campo en el que nacisteis
    928
    como hermosos jinetes luminosos
    929
    como vuestro padre que os cuida, que el río
    930
    recorráis a nado a ver a vuestra madre,
    931
    que hagáis que las fieras y los enemigos
    932
    os teman de lejos y no osen
    933
    ni nombraros. Entonces me vengan
    934
    a buscar mis hados, que venga ese día
    935
    que me está esperando; en vuestros ojos
    936
    estaré yo, hijos míos, vuestra vida
    937
    tomaré yo por vida en mi muerte.

    AMA
    938
    ¿Qué llantos y qué gritos, señora, eran
    939
    los que te he oído esta noche?

    CASTRO
    ¡Oh, ama mía!,
    940
    vi la muerte esta noche, cruda y fiera.

    AMA
    941
    Entre sueños te oí llorar tan alto
    942
    que de miedo y de espanto quedé fría.

    CASTRO
    943
    Aun ahora mi alma se entristece
    944
    asombrada por los miedos que tuve.
    945
    Cansada de cuidar en la nostalgia
    946
    que siempre trae y deja aquí el infante,
    947
    dormí tan triste que la tristeza
    948
    me hizo tomar el sueño más pesado
    949
    que recuerdo haber tenido.
    950
    Soñé que estando yo sola en un bosque
    951
    oscuro y triste, de una sombra negra
    952
    cubierto todo, oía a lo lejos gritos
    953
    de fieras espantosas cuyo miedo
    954
    me erizaba toda y me bloqueaba
    955
    lengua y pies. Con el alma casi muerta
    956
    sin moverme, mis hijos abrazaba.
    957
    Un bravo león hacia mí venía
    958
    con el aspecto fiero, pero manso,
    959
    hacia atrás se volvía, pero al irse
    960
    no sé de dónde salían bravos lobos
    961
    que hincando en mí sus uñas
    962
    los pechos me rasgaban. Ahí alzaba
    963
    voces al cielo, llamaba a mi señor,
    964
    me oía, tardaba y yo moría
    965
    con tanta nostalgia que aun ahora
    966
    parece que la tengo, y esta alma triste
    967
    se me arrancaba tan forzadamente
    968
    como quien antes de tiempo dejaba
    969
    su sitio, y dejaba para siempre
    970
    (que este en mi muerte era el mayor mal)
    971
    la dulce visión de quien me ama tanto.

    AMA
    972
    ¡Ay!, y como estaría esa tu alma
    973
    tan muerta. Dios te guarde. Pero a veces
    974
    el pensamiento triste trae visiones
    975
    oscuras y asustadoras. Del cuidado
    976
    que tuviste, señora, y dormiste
    977
    se te representan esos miedos.

    CASTRO
    978
    Lloro por aquel dolor, aquel daño
    979
    que a mi infante dio mi muerte.

    AMA
    980
    ¿Para qué lloras sueños?

    CASTRO
    No sé qué tengo,
    981
    no sé qué peso es este que tengo
    982
    en el corazón que me lleva.
    983
    Solía ser que cuando estaba sola
    984
    como ahora me veo, con mi señor
    985
    eran todos mis sueños tan alegres
    986
    que deseaba la noche para en ella
    987
    alcanzar las ilusiones que él
    988
    me representaba. Allí lo veía,
    989
    allí creía que lo tenía y hablaba
    990
    conmigo y yo con él y muchas veces
    991
    muchas palabras que yéndose
    992
    me decía llorando, allí llorando
    993
    volvía a decirlas. Lo detenía
    994
    apretándolo en mis brazos, pero
    995
    despertaba abrazada sola conmigo.
    996
    Esas ilusiones me sostenían
    997
    de las noches para los días. Y esta noche
    998
    perdía estas ilusiones con la vida.

    AMA
    999
    Otro día verás que te amanece
    1000
    más claro y más dichoso, en que la corona
    1001
    que te espera tendrás sobre esos
    1002
    cabellos de oro tuyos. Alégrate.
    1003
    Deja vanas sombras, deja tristes miedos.

    CASTRO
    1004
    No sé qué ve esta alma que tanto teme.

    AMA
    1005
    La imaginación es peligrosa.

    CASTRO
    1006
    ¿Qué hará quien no puede huir de ella?

    AMA
    1007
    Cuidarse bien olvida la tristeza.

    CASTRO
    1008
    Me hace bien seguro, que no veo.

    AMA
    1009
    ¿Por qué temes el mal del que estás libre?

    CASTRO
    1010
    Porque temo perder el bien que espero.

    AMA
    1011
    Temer de lejos el mal es inútil.

    CASTRO
    1012
    ¿Cómo estará el alma alegre en culpa suya?
    1013
    Me juzgan mal los hombres y a Dios temo.

    AMA
    1014
    De los secretos, señora, que parecen
    1015
    al mundo (que no los ve y desde fuera
    1016
    juzga solo) feos, malos y torpes,
    1017
    basta la sola conciencia, basta tanto
    1018
    que con esta ha de tener Dios toda la cuenta.
    1019
    Esta señora es buena prueba de alma.
    1020
    Pues esta está segura en tu pecho.
    1021
    Si pecado hubo, ya está purgado
    1022
    con ese ánimo firme con que ya ambos
    1023
    estáis unidos santamente.
    1024
    El tiempo Dios traerá con más firmeza
    1025
    de la que te da, para que más claro
    1026
    el mundo conozca cuán gran peligro
    1027
    es las almas juzgar que solo Dios ve.
    1028
    Mientras, contenta espera y vive.
    1029
    Vive para que viva quien tanto ama
    1030
    esta vida tuya que está en la suya.

    CASTRO
    1031
    Nunca tanto mis ojos desearan.
    1032
    Nunca mi pensamiento lo imaginó
    1033
    de mí tan olvidado. Dios lo guarde.
    1034
    Dios te guarde, señor, que me parece
    1035
    que algún mal te detiene, algún mal grande.
    1036
    Se arranca mi alma de mí misma,
    1037
    parece volar por donde estás.
    1038
    Parece que le huyes, que me dejas.
    1039
    ¡Ay!, pensamientos tristes, pensamientos
    1040
    oscuros, pesados, iros, iros.

    AMA
    1041
    ¡Ay!, no te augures mal, que mejor hado
    1042
    el tuyo será, señora, ¿quién tristeza
    1043
    que su voluntad llama mal la puede
    1044
    echar de sí, que a veces con alegría
    1045
    entra tan furiosa que la destruye?
    1046
    Mira a estos tus dulces hijos,
    1047
    seguros y serenos por ese amor
    1048
    con que fueron concebidos. En sus ojos
    1049
    alegra ahora esos tuyos que deshaces
    1050
    con esas crueles lágrimas. No llores,
    1051
    estropeas tu rostro tan hermoso,
    1052
    hija, con tantas lágrimas, no llores,
    1053
    no ofendas tus ojos. ¡Ay!, que no vean
    1054
    en ellos señales tan grandes de tristeza
    1055
    aquellos cuya gloria es verte alegre.
    1056
    Mira las aguas del río cómo corren
    1057
    para donde hay tanta nostalgia.
    1058
    De ahí te ve, señora, te recuerdan
    1059
    este aposento suyo o de su alma.
    1060
    Estos campos hermosos que aparecen
    1061
    debajo de este cielo dorado y bello,
    1062
    ¿quién puede verlos sin alegrarse?
    1063
    Oye la música dulce con que siempre
    1064
    te vienen a recibir los pajaritos
    1065
    por encima de estos árboles hermosos.
    1066
    Cuídate, señora, de lograr esto.
    1067
    En algún tiempo de redoblado gusto
    1068
    segura de la fortuna y sus miedos,
    1069
    señora de tu bien y de esta tierra.

    Coro. Castro y Ama

    CORO
    1070
    Tristes nuevas, crueles,
    1071
    noticias mortales traigo, doña Inés.
    1072
    ¡Ay!, pobre de ti, ¡ay, triste, triste.
    1073
    Que no mereces tú la cruel muerte
    1074
    que viene a buscarte.

    AMA
    ¿Qué dices? Habla.

    CORO
    1075
    No puedo. Lloro.

    CASTRO
    ¿Por qué lloras?

    CORO
    Veo
    1076
    ese rostro, esos ojos, esa…

    CASTRO
    Triste
    1077
    de mí, triste. ¿Qué mal? ¿Qué mal tan grande
    1078
    es ese que me traes?

    CORO
    Es tu muerte.

    CASTRO
    1079
    ¿Ha muerto mi señor? ¿Mi infante?

    CORO
    1080
    Ambos moriréis pronto.

    CASTRO
    Oh, noticias tristes.
    1081
    ¿Matan a mi amor? ¿Por qué me lo matan?

    CORO
    1082
    Porque te matarán, solo por ti vive.
    1083
    Por ti morirá pronto.

    AMA
    Dios no quiera
    1084
    tal mal, tal desventura.

    CORO
    Está muy cerca.
    1085
    No tardará mucho; ponte a salvo.
    1086
    Huye, pobre, huye que ya suenan
    1087
    las duras herraduras que te traen
    1088
    corriendo la muerte triste. Gente armada
    1089
    corriendo viene, señora, en tu busca.
    1090
    El rey viene decidido a buscarte
    1091
    para vengar su furia. Mira si puedes
    1092
    salvar también a tus hijos, evítales
    1093
    parte de tus malos hados.

    CASTRO
    Oh, pobre,
    1094
    sola, triste, perseguida, ay, señor,
    1095
    ¿dónde estás que no vienes? ¿El rey me busca?

    CORO
    1096
    El rey.

    CASTRO
    ¿Por qué me mata?

    CORO
    Rey cruel.
    1097
    Crueles que lo movieron a tal crueldad.
    1098
    Por ti viene preguntando. Esos tus pechos
    1099
    van solo a buscar con un duro hierro
    1100
    ser furiosamente traspasados.

    AMA
    1101
    Se cumplieron tus sueños.

    CASTRO
    Sueños tristes.
    1102
    Sueños crueles. ¿Por qué tan verdaderos
    1103
    me quisieron salir? ¡Oh, espíritu mío!
    1104
    ¿Cómo no creíste mal el mal tan grande
    1105
    que creías y sabías? Ama, huye.
    1106
    Huye de esta ira grande que nos busca.
    1107
    Yo me quedo sola, pero inocente.
    1108
    No quiero más ayudas. Venga la muerte.
    1109
    Muera yo, pero inocente. Vosotros, mis hijos,
    1110
    viviréis por mí, mis pequeños
    1111
    que cruelmente van a alejar de mí.
    1112
    Sálvame solo Dios y salvadme,
    1113
    muchachas de Coímbra. Hombres que veis
    1114
    esta inocencia mía, salvadme.
    1115
    Hijos, no lloréis, yo por vosotros lloro.
    1116
    Disfrutad esta madre, esta madre triste
    1117
    mientras esté viva. Y vosotras, amigas,
    1118
    rodeadme todas y podréis
    1119
    defenderme de la muerte que me busca.

    CORO I
    1120
    Teme tus errores, muchacha ciega.
    1121
    Huye tu sola, aprovecha el tiempo
    1122
    que así te deja corriendo y volando
    1123
    con sus alas.
    1124
    ¡Oh!, en una hora, en un solo momento
    1125
    que en breve hora querrás en vano.
    1126
    Ahorra el presente, guárdalo, atesóralo,
    1127
    tenlo seguro.
    1128
    Todo oro y plata, piedras preciosas
    1129
    a los que corriendo van todo perdidos
    1130
    por agua y fuego, no temiendo la muerte
    1131
    cavar en las venas
    1132
    nunca pudieron, nunca podrán
    1133
    comprar un ápice de este tiempo libre
    1134
    que así atrás deja príncipes, señores,
    1135
    como al más bajo.
    1136
    Iguala a todos, igualmente huye.
    1137
    No valen fuerzas, no vale gentileza.
    1138
    Por todo pasa, pisa y pisotea.
    1139
    Nadie lo obliga.
    1140
    Como su hoz, cruel, va cortando
    1141
    vidas a muchachos, trabajos a ancianos.
    1142
    Solo buena fama, solo virtud casta
    1143
    puede más que él.
    1144
    Esta se salva solamente a sí misma.
    1145
    El espíritu sigue, siempre vive.
    1146
    Siguiéndolo, vencerás al tiempo,
    1147
    burlarás la muerte.
    1148
    Vive, sí, vive, juventud ciega,
    1149
    vive con el tiempo, de él te enriquece.
    1150
    De él solo te arma contra aquel día
    1151
    del gran problema.

    CORO II
    1152
    Tras el amor, la muerte
    1153
    de la vida o de la honra
    1154
    y del alma juntos
    1155
    que en noche oscura pone
    1156
    sin ver el claro día
    1157
    de la razón que dice
    1158
    los males y peligros
    1159
    en que este amor acaba.
    1160
    ¡Oh, príncipe tan ciego!
    1161
    ¡Oh, príncipe tan duro!
    1162
    que cerraste los ojos
    1163
    a buenos consejos;
    1164
    que hiciste oídos sordos
    1165
    a aquellos buenos avisos,
    1166
    tú duermes o paseas
    1167
    y por los campos viene
    1168
    del Mondego corriendo
    1169
    a cruel muerte en busca
    1170
    de tu dulce vida,
    1171
    de tu amor tan dulce.
    1172
    Cruel muerte que vienes
    1173
    a por esta inocente,
    1174
    hay piedad y penar
    1175
    en sus hermosos ojos
    1176
    de su hermoso rostro;
    1177
    no desates un nudo
    1178
    tan firme que a dos
    1179
    corazones unió
    1180
    el amor tan fuerte.
    1181
    Crueldad harás grande,
    1182
    separar unos ojos,
    1183
    una alma de otra alma
    1184
    y derramar la sangre;
    1185
    una sangre hermosa,
    1186
    de su hermoso cuerpo.
    1187
    Te duelen esos pechos
    1188
    de marfil o de nieve.
    1189
    Te duelen las mejillas
    1190
    de lirios y de rosas
    1191
    que pierden su color
    1192
    por la falta de sangre
    1193
    que en el corazón
    1194
    le tienes frío y henchido
    1195
    con miedo de tu nombre.
    1196
    Aquella alba garganta
    1197
    de cristal o de plata
    1198
    sostiene la cabeza
    1199
    tan blanca y tan dorada.
    1200
    ¿Cortar a los amantes
    1201
    con un golpe tan cruel?
    1202
    Y derramar en el aire
    1203
    aquella alma digna
    1204
    del cuerpo en que vivía.
    1205
    Hay piedad y penar
    1206
    de tanta hermosura
    1207
    de aquel triste infante
    1208
    y de estos sus hijos.
    1209
    Contente mientras llega.
    1210
    Contente mientras tarda.
    1211
    Corre, ¡oh, infante!, corre,
    1212
    auxilia a tu amor.
    1213
    Si tardas, sabrás
    1214
    que el amor siempre acaba.


    Acto IV

    Pacheco. Rey. Coro. Castro. Coelho.

    PACHECO
    1215
    La presteza en tal caso es buen seguro.
    1216
    La piedad, señor, será crudeza.
    1217
    Cierra los ojos a lágrimas y penas
    1218
    que te puedan mover de esa constancia.

    REY
    1219
    Esta es a que a mí se ven. ¡Oh, rostro digno
    1220
    del más dichoso hado!

    CORO
    Aquí la muerte
    1221
    viene. Ve a entregarte a ella, ve deprisa
    1222
    y tendrás que llorar menos.

    CASTRO
    Voy, amigas,
    1223
    acompañadme, pues, amigas mías,
    1224
    ayudadme a pedir misericordia.
    1225
    Llorad el desamparo de estos hijos
    1226
    tan tiernos e inocentes. Hijos tristes,
    1227
    ved aquí al padre de vuestro padre.
    1228
    Está aquí vuestro abuelo, vuestro señor,
    1229
    besadle la mano, pedidle piedad,
    1230
    por esta madre vuestra cuya vida
    1231
    vienen a robaros.

    CORO
    ¿Quién puede verte
    1232
    sin llorar ni ablandarse?

    CASTRO
    Mi señor,
    1233
    esta es la madre de tus nietos. Estos
    1234
    hijos son de aquel hijo que tanto amas.
    1235
    Esta es la pobre mujer débil
    1236
    contra quien vienes armado de crueldad.
    1237
    Aquí me tienes, bastaba tu orden
    1238
    para yo segura y libre esperarte
    1239
    a ti y a mi inocencia confiada.
    1240
    Excusarás, señor, todo este estruendo
    1241
    de armas y caballeros, que no huye
    1242
    ni teme la inocencia de la justicia.
    1243
    Y cuando mis pecados me acusaran
    1244
    a ti fuera a buscar, a ti tomaría
    1245
    por vida en mi muerte. Ahora veo
    1246
    que me vienes a buscar. Beso estas manos
    1247
    reales tan piadosas, pues quisiste
    1248
    por ti venirte a informar de mis culpas.
    1249
    Las conoces, señor, como buen rey,
    1250
    como clemente y justo y como padre
    1251
    de tus vasallos todos a quien nunca
    1252
    negaste piedad con justicia.
    1253
    ¿Qué ves en mí, señor? ¿Qué ves en quien
    1254
    en tus manos se pone tan segura?
    1255
    ¿Qué furia? ¿Qué ira esta es con que me buscas?
    1256
    Como contra enemigos crueles vienes
    1257
    que anduvieran por tus tierras destruyendo
    1258
    a hierro y fuego. Yo tiemblo, señor, tiemblo
    1259
    de verme ante ti, como me veo
    1260
    mujer, muchacha, inocente, sierva tuya
    1261
    tan sola, sin tener yo quien me defienda.
    1262
    La lengua no osa, el espíritu tiembla
    1263
    ante tu presencia, aunque puedan
    1264
    estos muchachos, tus nietos, defenderme.
    1265
    Que hablen por mí, solo oyen,
    1266
    pero te hablarán, señor, con lengua,
    1267
    que aún no pueden, te hablarán con las almas,
    1268
    con sus edades tiernas, con su sangre,
    1269
    que es la tuya, te hablarán. Su desamparo
    1270
    te está pidiendo vida, no se la niegues.
    1271
    Tus nietos son que nunca aún viste
    1272
    y verlos ahora que les prohíbes
    1273
    la gloria y el placer que en sus espíritus
    1274
    le está Dios revelando al verte.

    REY
    1275
    Triste fueron tus hados, doña Inés,
    1276
    triste ventura la tuya.

    CASTRO
    Antes dichosa,
    1277
    señor, pues me veo ante tus ojos.
    1278
    El tiempo tan estrecho nos pone,
    1279
    tal como somos, en estas lides.
    1280
    Los llena de piedad con justicia.
    1281
    ¿Vienes a matarme? ¿Por qué me matas?

    REY
    1282
    Tus pecados te matan, cuídate de ellos.

    CASTRO
    1283
    Pecados míos. Al menos contra ti,
    1284
    nadie, mi rey, me acusa. Contra Dios
    1285
    me pueden acusar de muchos, pero oye
    1286
    él las voces de alma triste, que le piden
    1287
    piedad, ¡oh, Dios justo!, ¡Dios benigno
    1288
    que no mata!, pues puede con justicia,
    1289
    pero da tiempo de vida y espera tiempo
    1290
    solo para perdonar; así lo haces,
    1291
    así lo hiciste siempre, pues no cambies
    1292
    ahora contra mí tu buena costumbre.

    REY
    1293
    Tu muerte me están otras muchas vidas
    1294
    pidiendo con clamores.

    PACHECO
    Huye el tiempo.

    CASTRO
    1295
    ¡Oh, triste, triste! Mi señor, ¿no me oyes?
    1296
    Sosiega tu fiera, no la sigas.
    1297
    Nunca aconsejó bien, nunca dio tiempo
    1298
    de remedio a algún mal la ira. Siempre
    1299
    trae arrepentimiento sin remedio.
    1300
    Oye mi razón, mi inocencia.
    1301
    ¿Culpa es, señor, guardar amor constante
    1302
    a quien me lo da? Si por amor me matas,
    1303
    ¿qué harás al enemigo? Amé a tu hijo,
    1304
    no lo maté. Amor amor merece;
    1305
    estas son mis culpas, ¿estas quieres
    1306
    con muerte castigar? ¿Por qué la merezco?

    PACHECO
    1307
    Doña Inés, contra ti es la sentencia dada.
    1308
    Despide esta tu alma de ese cuerpo
    1309
    en buen estado. Y sé rápida,
    1310
    no tengas que llorar más que la muerte.

    CASTRO
    1311
    ¡Oh, amigos míos!, ¿por qué no sacáis
    1312
    al rey tamaña ira? A vosotros voy,
    1313
    busco socorro, ayudadme ahora,
    1314
    pedidle piedad. ¡Oh, caballeros!,
    1315
    que a las tristes prometisteis defender,
    1316
    defendedme, que muero injustamente.
    1317
    Si no me defendéis, me matáis.

    COELHO
    1318
    Por pena de estas lágrimas te ruego
    1319
    que este tiempo que tienes, aunque pequeño
    1320
    lo uses para dar remedio a tu alma.
    1321
    Lo que el rey en ti hace, lo hace con justicia.
    1322
    Lo traemos aquí, no con intención
    1323
    de ser crueles, sino de salvar
    1324
    este reino que pide tu muerte.
    1325
    Ojalá nunca Dios quiera que tal medio
    1326
    nos fuera necesario. El rey perdona
    1327
    y cruel no es; si nosotros lo somos
    1328
    por ti ante el gran Dios será pedida
    1329
    venganza justa; si no te parece
    1330
    que perdón merecemos en la intención
    1331
    con que al rey aconsejamos, ¡oh, dichosa
    1332
    doña Inés!, tu muerte, pues solo con ella
    1333
    gana una vida general todo el reino.
    1334
    Bien ves por tu causa cómo estaba
    1335
    además del pecado en que te tenía
    1336
    el infante obligada (que así creemos),
    1337
    pero para remedio es necesario
    1338
    su muerte o la tuya; es necesario
    1339
    que sufras la tuya con paciencia,
    1340
    que eso te dará mayor gloria
    1341
    que aquella que esperabas en el mundo.
    1342
    Y cuanto más injusta te parece,
    1343
    más justa gloria allí tendrás
    1344
    donde todo se paga por medida.
    1345
    Nosotros que según tú mal te matamos,
    1346
    no viviremos mucho, ahí nos tienes
    1347
    en poco tiempo ante ese trono
    1348
    del gran juez, donde daremos cuenta
    1349
    del mal que te hicimos. ¿No oíste
    1350
    ya de romanas y griegas con qué esfuerzo
    1351
    murieron muchas solo por su gloria?
    1352
    Muere pues, Castro, muere con voluntad
    1353
    pues no puede dejar de ser tu muerte.

    CASTRO
    1354
    Triste hablar, triste. Cruel consejo
    1355
    me das, ¿quién lo oirá? Pero ya que muero,
    1356
    óyeme, rey, señor, oye primero
    1357
    la última voz de esta alma triste.
    1358
    A esos tus pies me abrazo, no huyo.
    1359
    Aquí me tienes.

    REY
    ¿Qué quieres de mí?

    CASTRO
    1360
    ¿Qué puedo querer que no veas?
    1361
    Pregúntate a ti mismo lo que me haces,
    1362
    la causa que te mueve a tal rigor.
    1363
    Pongo tu conciencia como mi prueba.
    1364
    Si los ojos de tu hijo se equivocaron
    1365
    con lo que vieron en mí, ¿qué culpa tengo?
    1366
    Le pagué aquel amor con otro amor,
    1367
    debilidad normal en cualquier estado.
    1368
    Si contra Dios pequé, contra ti no.
    1369
    No supe defenderme, me di toda.
    1370
    No a enemigos tuyos, no a traidores
    1371
    a que algunos de tus secretos descubriese,
    1372
    confiados no a mí, sino a tu hijo,
    1373
    príncipe de este reino. Ve qué fuerzas
    1374
    podía yo tener contra tales fuerzas.
    1375
    No cuidaba, señor, que te ofendiera,
    1376
    me lo defendieras y yo obedeciera.
    1377
    Aunque el gran amor nunca se fuerza.
    1378
    Igual fue siempre entre nosotros dos,
    1379
    igual intercambiamos nuestras almas.
    1380
    Esta que ahora te habla y la de tu hijo.
    1381
    Conmigo lo matas a él, él pide
    1382
    vida para estos hijos concebidos
    1383
    con tanto amor. ¿No ves cómo se parecen
    1384
    a ese hijo tuyo? Mi señor, los matas
    1385
    a todos a mí matando, todos mueren.
    1386
    No siento ya ni pena de mi muerte
    1387
    aunque injustificadamente me busca,
    1388
    aunque estos mis días así corta
    1389
    en su flor indigna de tal golpe,
    1390
    pero siento aquella muerte triste y dura
    1391
    para ti y para el reino, que tan cierta
    1392
    veo en aquel amor que esta me causa.
    1393
    No vivirá tu hijo. Dale vida,
    1394
    señor, dándomela a mí, que me iré
    1395
    donde nunca apareceré, pero llevando
    1396
    a estas criaturas suyas que no conocen
    1397
    otros mimos y tetas que estas
    1398
    que cortarles ahora quieres. ¡Ay, hijos!,
    1399
    llorad, pedid justicia al alto cielo.
    1400
    Pedid misericordia a vuestro abuelo
    1401
    contra vosotros tan cruel, mis inocentes.
    1402
    Quedaréis aquí sin mí, sin vuestro padre
    1403
    que no podrá veros sin verme.
    1404
    Abrazadme, hijos míos, abrazadme.
    1405
    Despedíos del pecho que mamasteis.
    1406
    Estos solo fueron siempre, ya os dejan.
    1407
    Ya os desampara esta madre vuestra.
    1408
    ¿Qué pensará vuestro padre cuando venga?
    1409
    Os verá tan solos, sin vuestra madre,
    1410
    no verá a quien buscaba, verá llenas
    1411
    las casas y paredes con mi sangre.
    1412
    ¡Ay!, te veo morir, señor, por mí.
    1413
    Mi señor, ya que muero, vive tú.
    1414
    Esto te pido y te ruego: vive, vive.
    1415
    Ampara a estos hijos tuyos que tanto amas.
    1416
    Y pague mi muerte sus desastres
    1417
    si algunos los esperan. Rey señor,
    1418
    ya que puedes socorrer a tantos males,
    1419
    socórreme, perdóname. No puedo
    1420
    hablar más. No me mates, no me mates.
    1421
    Señor, no lo merezco.

    REY
    ¡Oh, mujer fuerte!
    1422
    Me venciste, me ablandaste. Te dejo.
    1423
    Vive mientras Dios quiera.

    CORO
    Rey piadoso
    1424
    vive tú, pues perdonas; muera aquel
    1425
    cuya dura intención lleva adelante.

    Pacheco. Rey. Coelho.

    PACHECO
    1426
    Señor, que nos matas. ¿Esa flaqueza
    1427
    no es indigna de ti? ¿De un real pecho?
    1428
    Te vence una mujer, ¿y te extraña tanto
    1429
    que te venza así tu hijo? Que ya ahora
    1430
    tendrá disculpa honesta. No te olvides
    1431
    de la intención tan fundada que te trajo.

    REY
    1432
    No puede mi espíritu consentir
    1433
    tamaña crueldad.

    PACHECO
    Mayor crueldad
    1434
    haces ahora al reino, ahora haces
    1435
    lo que hace la poca agua en gran fuego.
    1436
    Ahora más se enciende, arderá más
    1437
    el fuego de tu hijo. ¿Para qué viniste?
    1438
    ¿Para poner en tal peligro tu estado?

    REY
    1439
    Veo a aquella inocente y me llora el alma.

    COELHO
    1440
    El ánimo real tan firme y fuerte
    1441
    ha de ser el que haga que nunca pueda
    1442
    debajo del cielo nada pervertirlo.
    1443
    La justicia, señor, se pinta armada,
    1444
    con espada aguda, contra cuyos filos
    1445
    no pueda haber blandura ni dureza.
    1446
    Cada uno de estos extremos es gran vicio
    1447
    en quien es padre común de todo un reino.
    1448
    Tras la cuenta hecha y razones claras,
    1449
    tras tales consejos en que viste
    1450
    cuán necesaria era esta tu venida,
    1451
    cuán necesario el efecto al que viniste,
    1452
    ¿cambia así, señor, tan levemente
    1453
    por lágrimas tu ánimo constante?
    1454
    Antes no cometer ni cuidar;
    1455
    cometer esto por no ver
    1456
    aumentar el mal que ahora veo
    1457
    que queda ya en todo sin remedio.

    REY
    1458
    No veo culpa que merezca pena.

    PACHECO
    1459
    Hoy la viste, ¿quién te la esconde ahora?

    REY
    1460
    Prefiero perdonar que ser injusto.

    COELHO
    1461
    Injusto es quien perdona la pena justa.

    REY
    1462
    Peque antes en ese extremo que en crudeza.

    COELHO
    1463
    No se consiente que el rey peque en nada.

    REY
    1464
    Soy hombre.

    COELHO
    Pero rey.

    REY
    El rey perdona.

    PACHECO
    1465
    No siempre perdonar es piedad.

    REY
    1466
    Veo a una inocente, madre de unos hijos
    1467
    a mi hijo, que mato con ella.

    COELHO
    1468
    Pero das vida a tu hijo, salvas su alma,
    1469
    pacificas tu reino, te guardas.
    1470
    Nos restituyes honra, paz, sosiego.
    1471
    Destruyes a traidores, cortas cuanto
    1472
    sobre ti y tu nieto se tejía.
    1473
    Ofensas, señor, públicas no requieren
    1474
    perdón, sino gran rigor. De aquí pende
    1475
    el remedio de un reino o su caída.
    1476
    Abre los ojos a causas necesarias
    1477
    que te mostramos siempre y que tú veías.
    1478
    Cuida lo que emprendes y lo que dejas.
    1479
    El odio de tu hijo contra ti,
    1480
    contra nosotros tal será como fue
    1481
    haciéndose lo que dejas por hacer.
    1482
    Te quedan sus hijos, ámalos, hónralos.
    1483
    Así le amansarás gran parte de la ira.
    1484
    Señor, por tu estado te pedimos,
    1485
    por el amor del pueblo con que te ama,
    1486
    por con el que sabemos que nos amas,
    1487
    por más vida y más honra de tu hijo,
    1488
    príncipe nuestro, y por aquel su
    1489
    Fernando, único heredero cuya vida
    1490
    te está pidiendo justamente la muerte
    1491
    de esta mujer, finalmente por tu honra
    1492
    por la constancia firme con que siempre
    1493
    acudiste a remedios y a la justicia
    1494
    que no la dejes ahora, que te muevan
    1495
    más las razones fuertes que ese penar
    1496
    injusto que después llorarás más
    1497
    al perder esta ocasión que Dios te muestra.

    REY
    1498
    No mando ni prohíbo. Dios lo juzgue.
    1499
    Vosotros haced si os parece
    1500
    justicia al matar a quien no tiene culpa.

    COELHO
    1501
    Ese permiso basta, la intención nuestra
    1502
    nos salvará de los hombres y de Dios.

    CORO
    1503
    Al final venció la ira, cruel enemiga
    1504
    de todo buen consejo. ¡Ah, cómo pueden
    1505
    palabras y razones en pecho blando!
    1506
    Veo tu espíritu combatido
    1507
    con mil olas, ¡oh, rey! Bueno es tu celo,
    1508
    el consuelo leal, cruel la obra.

    REY
    1509
    ¿Por crueldad juzgáis lo que es justicia?

    CORO
    1510
    Crueldad la llamará toda otra edad.

    REY
    1511
    Mi alma inocente es, consejo sigo.

    CORO
    1512
    Dios te juzgue. Yo no oso. Pero temo.

    REY
    1513
    ¿Qué temes?

    CORO
    Esta sangre que al cielo clama.
    1514
    No te culpa ni disculpamos
    1515
    las descorteses manos de tus ministros,
    1516
    firmes en el consejo, crueles en la obra.
    1517
    ¿Ahí ves la crueldad? ¡Oh, nunca vista
    1518
    más sangre inocente! ¿Y cómo sufres,
    1519
    oh, rey, tal injusticia? ¿Oyes los clamores
    1520
    de la inocente moza? ¿Oyes los lloros
    1521
    de los inocentes hijos? Triste infante,
    1522
    allí sufren tu alma, tus vasallos
    1523
    de tu sangre los crueles tiñen sus hierros.

    REY
    1524
    Enfréntase mi alma. ¡Oh, quién pudiera
    1525
    deshacer lo que está hecho!

    CORO I
    1526
    Ya murió doña Inés, la mató el amor,
    1527
    amor cruel. Si tuvieras ojos
    1528
    también morirías. Oh, dura muerte,
    1529
    ¿cómo osaste matar aquella vida?
    1530
    Pero no mataste. Mejor vida y nombre
    1531
    le diste del que tenía aquí en la tierra.

    CORO II
    1532
    Su cuerpo solo gastará la tierra
    1533
    por quien llorará siempre el amor
    1534
    honrándose solamente su nombre.
    1535
    Pero quien la quiera ver con otros ojos,
    1536
    otro nombre, otra gloria, otra honra y vida
    1537
    hallará, contra quien no puede la muerte.

    CORO I
    1538
    A aquellos matas tú solamente, ¡oh, muerte!,
    1539
    cuyo nombre se olvida y a quien en la tierra
    1540
    queda del todo sepultada la vida.
    1541
    Pero esta vivirá mientras el amor
    1542
    entre los hombres reine y siempre los ojos
    1543
    de todos la verán con mejor nombre.

    CORO II
    1544
    Real amor le dará real nombre.
    1545
    ¡Oh, qué corona le trae la muerte!
    1546
    Después de cerrarles los claros ojos
    1547
    indignos por antes ir a la tierra,
    1548
    dejando solo y desarmado el amor
    1549
    sin quien cuán triste, infante, tu vida.

    CORO I
    1550
    Tu eres lo que murió, aquella vida
    1551
    era tuya, ya ahora aquel nombre
    1552
    que tan dulce te hizo siempre el amor
    1553
    triste te lo ha vuelto la cruel muerte.
    1554
    Llorando la tendrán siempre en la tierra
    1555
    hasta que en el cielo la vean tus ojos.

    CORO II
    1556
    No habrá ya en el mundo ojos
    1557
    que no lloren de pena de una vida
    1558
    así cortada en flor. Y quien la tierra
    1559
    fue a ver, en que estuvo escrito el nombre
    1560
    de ella dirá: aquí está llorando la muerte
    1561
    de pena de lo que hizo aquí el amor.

    CORO I
    1562
    Amor cuanto perdiste en unos ojos
    1563
    que bajo de la tierra puso la muerte
    1564
    tanto ellos más tendrán vida y nombre.
    1567(Sáficos.)
    1565
    Lloremos todos la tragedia triste
    1566
    que esta cruel muerte deja en este mundo.
    1567
    Y aquel espíritu que vivía
    1568
    en ti, ¡oh, Castro!, surca el cielo volando.
    1569
    Y aquella sangre púrpura, inocente,
    1570
    forzadamente desampara a los miembros
    1571
    a la que daba aquel color y gracia;
    1572
    la naturaleza perfectamente
    1573
    formar podía en esta u otra edad.
    1574
    En la región que ve nacer el sol
    1575
    como la región donde el sol se esconde
    1576
    así aquella que al ferviente Cáncer
    1577
    como la que a la fría Osa Menor
    1578
    están sujetas, esta pena lloren.
    1579
    Yace la pobre en su sangre envuelta
    1580
    a los pies de los hijos a los que huía.
    1581
    No le valieron el no tener fuerza
    1582
    para tomar esos agudos hierros
    1583
    y con esos pechos tan iracundos
    1584
    traspasar veían aquellos crueles.
    1585
    Manos tan duras, corazones duros,
    1586
    ¿cómo pudisteis hacer tal crueldad?
    1587
    Otras manos vengan que os las arranquen
    1588
    con tal crueldad.

    CORO I
    1589
    ¿Qué duros getas, qué leones, qué osos
    1590
    amansarán tamaño hermoso rostro?
    1591
    ¿Qué irá tan brava no volverá blanda
    1592
    un solo dolor de tan dulce boca?
    1593
    ¿Qué manos tan crudas no atarán
    1594
    aquellos rizos sus ricos cabellos?
    1595
    ¿Aquellos ojos en qué piedras duras
    1596
    no imprimirán blandura? ¡Oh, qué pena!
    1597
    ¡Oh, qué crueldad tan fiera y tan bruta!
    1598
    Moza inocente que amor es muerta
    1599
    con gente armada como gran enemigo.
    1600
    Tú, Dios, que lo viste, oye el clamor justo
    1601
    de aquella sangre que te está pidiendo
    1602
    cruda venganza.


    Acto V

    Infante. Mensajero

    INFANTE
    1603
    Otro cielo, otro sol me parece este
    1604
    diferente de aquel que allí dejo
    1605
    donde partí, más claro y más hermoso.
    1606
    Donde no resplandecen los dos claros
    1607
    ojos de mi luz, todos es oscuro.
    1608
    Aquel es solo mi sol, mi estrella
    1609
    más clara, más hermosa, más reluciente
    1610
    que Venus cuando más clara se muestra.
    1611
    De aquellos ojos se ilumina la tierra
    1612
    en que sombra no hay ni nube oscura.
    1613
    Todo allí es tan claro que hasta la noche
    1614
    me parece más día que este día.
    1615
    La tierra allí se alegra y reverdece
    1616
    de otras flores más frescas y mejores.
    1617
    El cielo se ríe y se ve diferente
    1618
    del que este horizonte se me muestra.
    1619
    El soberbio Mondego con tal vista
    1620
    parece que al gran mar va a hacer guerra.
    1621
    De otros aires respira allí la gente
    1622
    que hacen inmortales a los que allí viven.
    1623
    ¡Oh, Castro, Castro!, mi amor constante.
    1624
    Quien de ti te quitó, me quite la vida.
    1625
    Mi alma allí tienes, aquí tengo la tuya.
    1626
    Muriendo una de estas vidas, ambas mueren.
    1627
    ¿Tendremos que morir? ¿Puede llegar tiempo
    1628
    en que ambos nos veamos? ¿Ni yo puedo
    1629
    aun buscándote, oh, Castro, encontrarte?
    1630
    ¿Ni encontrar tus ojos tan hermosos
    1631
    de los que los míos toman luz y vida?
    1632
    No puedo cuidar de esto sin los ojos,
    1633
    mostrar la nostalgia que me traen
    1634
    tan tristes pensamientos. Viviremos
    1635
    muchos años y mucho. Viviremos
    1636
    siempre ambos en este amor tan dulce y puro.
    1637
    Reina te veré de este mi reino
    1638
    de otra nueva corona coronada
    1639
    diferentes de cuantas coronaran
    1640
    a hombres o mujeres sus cabezas.
    1641
    Entonces estarán mis ojos satisfechos,
    1642
    entonces se hartará de la gloria suya
    1643
    esta alma que anda muerta de deseos.

    MENSAJERO
    1644
    ¡Oh!, triste noticia, triste mensajero
    1645
    tienes aquí, señor.

    INFANTE
    ¿Qué noticias traes?

    MENSAJERO
    1646
    Noticias crueles, cruel soy contra ti
    1647
    pues me atreví a traerlas. Pero primero
    1648
    sosiega tu espíritu y en él finge
    1649
    la mayor desaventura que ahora
    1650
    te pudiera acontecer. ¡Qué gran remedio
    1651
    defender el alma del mal destino!

    INFANTE
    1652
    Me tienes intrigado. Cuenta, que aumentas
    1653
    el mal con la tardanza.

    MENSAJERO
    1654
    Ha muerto doña Inés, que tanto amabas.

    INFANTE
    1655
    ¡Oh, Dios!, ¡oh, cielos! ¿Qué cuentas? ¿Qué me dices?

    MENSAJERO
    1656
    De muerte tan cruel que es nuevo dolor
    1657
    contarla no me atrevo.

    INFANTE
    ¿Está muerta?

    MENSAJERO
    Sí.

    INFANTE
    1658
    ¿Quién la mató?

    MENSAJERO
    Tu padre, con gente armada,
    1659
    fue hoy a asaltarla. La inocente
    1660
    que tan segura estaba no huyó.
    1661
    No le valió el amor con que te amaba.
    1662
    Ni tus hijos con quien se defendía.
    1663
    Ni aquella inocencia y piedad
    1664
    con quien pidió perdón a los pies lanzada
    1665
    del rey tu padre, que tuvo tanta fuerza
    1666
    que se lo dio ya llorando. Pero aquellos
    1667
    crueles ministros suyos y consejeros
    1668
    contra aquel perdón tan merecido
    1669
    arrancando las espadas van a ella.
    1670
    Traspasándole los pechos tan cruelmente
    1671
    abrazada a los hijos la mataron
    1672
    que aún quedaron teñidos de tu sangre.

    INFANTE
    1673
    ¿Qué diré? ¿Qué haré? ¿Qué clamaré?
    1674
    ¡Oh, fortuna! ¡Oh, crueldad! ¡Oh, tamaño mal!
    1675
    ¡Oh, mi doña Inés! ¡Oh, alma mía!,
    1676
    ¿muertas estás tú? ¿Muerte hubo tan osada
    1677
    que contra ti pudo? Lo oigo y vivo.
    1678
    Yo vivo y tú estás muerta. ¡Oh, muerte cruda!
    1679
    Muerte ciega, mataste mi vida.
    1680
    ¿Y no me veo muerto? Ábrase la tierra,
    1681
    trágueme en un instante, rómpase el alma,
    1682
    apártese de un cuerpo tan pesado
    1683
    que me detiene por fuerza.
    1684
    ¡Ay, mi doña Inés! ¡Ah, mi alma!
    1685
    Amor mío, mi deseo, mi cuidado,
    1686
    mi única esperanza, mi alegría
    1687
    Te mataron. Te mataron. ¿Tu alma
    1688
    inocente, hermosa, humilde y santa
    1689
    dejó ya su lugar? ¿De tu sangre
    1690
    se llenaron las espaldas? ¿De tu sangre?
    1691
    ¡Qué espadas tan crueles!, ¡qué crueles manos!
    1692
    ¿Cómo se movieron contra ti?
    1693
    ¿Cómo tuvieron fuerzas?, ¿cómo filos
    1694
    aquellos duros hierros contra ti?
    1695
    ¿Cómo tal consentiste, rey cruel?
    1696
    Enemigo mío, no padre, enemigo.
    1697
    ¿Por qué así me mataste? ¡Oh, leones bravos!
    1698
    ¡Oh, tigres! ¡Oh, serpientes! ¿Qué tal sed
    1699
    teñís de esta mi sangre? ¿Por qué causa
    1700
    no vinisteis a mí hartar vuestra ira?
    1701
    Me matareis y vivirá. Hombres crueles,
    1702
    ¿por qué no me matasteis? Mis enemigos,
    1703
    si mal os merecía en mí vengaréis
    1704
    ese mal todo. Aquella oveja mansa
    1705
    inocente, hermosa, sencilla, casta,
    1706
    ¿qué mal os merecía? Pero quisisteis
    1707
    como enemigos crueles buscar mi muerte,
    1708
    no de la vida, sino del alma. ¡Oh, cielos!, visteis
    1709
    tamaña crueldad, ¿cómo
    1710
    no caísteis? ¡Oh, montes de Coímbra!
    1711
    ¿Cómo no subvertisteis tales ministros?
    1712
    ¿Cómo no tiembla la tierra y se abre toda?
    1713
    ¿Cómo sustenta en sí tamaña crudeza?

    MENSAJERO
    1714
    Señor, para llorar queda bastante tiempo.
    1715
    ¿Y qué hacen las lágrimas contra la muerte?
    1716
    Ve a ver aquel cuerpo, ve a hacerles
    1717
    los honores que le debes.

    INFANTE
    Tristes son.
    1718
    Otros honores, señora, te guardaba
    1719
    otros se te debían. ¡Oh, triste, triste!
    1720
    Engañado, nacido en cruel signo,
    1721
    ¿quién me engañó? ¡Ay!, ciego que no creía
    1722
    aquellas amenazas. ¿Pero quién creía
    1723
    que tal podría ser?
    1724
    ¿Cómo podré ver aquellos ojos
    1725
    cerrados para siempre? ¿Cómo aquellos
    1726
    cabellos ya no de oro, sino de sangre?
    1727
    ¿Aquellas manos tan frías y tan negras
    1728
    que antes veía tan blancas y hermosas?
    1729
    ¿Aquellos blancos pechos traspasados
    1730
    por golpes tan crueles? Aquel cuerpo
    1731
    que tantas veces tuve en mis brazos
    1732
    vivo y hermoso, ¿cómo muerto ahora
    1733
    y frío lo puedo ver? ¡Ay!, ¿cómo aquellos
    1734
    niños suyos tan solos? ¡Oh, padre cruel!,
    1735
    ¿tú no me veías en ellos? Mi amor,
    1736
    ¿ya no me oyes? ¿Ya no te he de ver?
    1737
    ¿Ya no te encontraré en toda la tierra?
    1738
    Llorad mi mal conmigo cuantos me oigan.
    1739
    Llorad, las piedras duras, pues en los hombres
    1740
    se halló tanta crudeza. Y tú, Coímbra,
    1741
    cúbrete de tristeza para siempre.
    1742
    No se ría en ti nunca, ni se oiga
    1743
    sino llantos y lágrimas; en sangre
    1744
    se convierta aquella agua del Mondego.
    1745
    Que los árboles se sequen y las flores.
    1746
    Ayudadme a pedir al cielo justicia
    1747
    por este mal tan grande.
    1748
    Yo te maté, señora, yo te maté.
    1749
    Con muerte te pagué tu amor.
    1750
    Pero yo me mataré más cruelmente
    1751
    que como te mataron si no vengo
    1752
    con nuevas crueldades tu muerte.
    1753
    Para eso me da Dios solo vida.
    1754
    Que abra con mis manos aquellos pechos.
    1755
    Que arranque de ellos corazones fieros
    1756
    que tal crudeza osaron, ahí se acabe.
    1757
    Te perseguiré, rey, mi enemigo.
    1758
    Labrará muy temprano bravo fuego
    1759
    en los tuyos, en tu tierra, destruidos
    1760
    verán tus amigos, otros muertos
    1761
    de cuya sangre se llenarán los campos
    1762
    de cuya sangre correrán los ríos
    1763
    en venganza de aquel. O me matas
    1764
    o huye de mi ira, que ya ahora
    1765
    no te conocerá por padre. Enemigo
    1766
    me llamo de ti, enemigo de ti me llama.
    1767
    No eres padre, no soy hijo, enemigo soy.
    1768
    Tú, señora, estás en los cielos, quedo
    1769
    mientras te vengo, ya voy.
    1770
    Tú serás aquí reina como fuisteis.
    1771
    Tus hijos, por tuyos, serán infantes.
    1772
    Tu inocente cuerpo será puesto
    1773
    en estado real, tu amor
    1774
    me acompañará siempre que deje
    1775
    mi cuerpo con el tuyo y allí vaya esta alma
    1776
    a descansar con la tuya para siempre.


    BIBLIOGRAFIA

    Álvarez Sellers, María Rosa (1998). «La figura del rey en el teatro portugués de los siglos XVI y XVII». En: Teatro y poder. Ruiz Sola, Aurelia (coord.). Burgos: Universidad de Burgos. 77-94.

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    Cirurgião, António (1999). Leituras alegóricas de Camões e outros estudos de literatura portuguesa. Lisboa: Impensa Nacional.

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