William Shakespeare, The Tragedy of King Lear

El Rey Lear





Texto utilizado para esta edición digital:
Shakespeare, William. “El Rey Lear.” En Obras Completas de W. Shakespeare ... : traducidas directamente del inglés / anotadas y comentadas por Cipriano Montoliu; edición ricamente ilustrada por José Passos. Barcelona: Miguel Seguí, 1908, vol. 1, pp. 166-244.
Codificación del texto digital para EMOTHE:
  • Tronch Pérez, Jesús

Esta publicación es parte del proyecto I+D+i «Teatro español y europeo de los siglos XVI y XVII: patrimonio y bases de datos», referencia PID2019-104045GB-C54 (acrónimo EMOTHE), financiado por MICIN/AEI/10.13039/501100011033.


Esta edición ha modificado la disposición tipográfica del texto fuente (la edición de Barcelona de 1908) para adaptarla a los requerimientos de la base de datos EMOTHE. La ortografía se ha modernizado (por ejemplo, se ha eliminado el acento en la preposición “a”), tarea en la que ha colaborado Rosa Durá Celma.


PERSONAS

LEAR, Rey de Britania
El REY de FRANCIA
El DUQUE de BORGOÑA
El DUQUE de ALBANIA
El DUQUE de CORNUALLES
El CONDE de KENT
EDGARDO, hijo de Glocester
EDMUNDO, hijo bastardo de Glocester
CURANIO, cortesano
Un VIEJO, pechero de Glocester
Un BUFÓN
OSVALDO, mayordomo de Gonerila
Un CAPITÁN, a las órdenes de Edmundo
Un CABALLERO, al servicio de Cordelia
Un HERALDO
CRIADOS, del Duque de Cornualles
GONERILA, hija del Rey Lear
REGANIA, hija del Rey Lear
CORDELIA, hija del Rey Lear
Caballeros del séquito del Rey Lear, capitanes, oficiales, soldados, mensajeros y sirvientes

ACTO PRIMERO

ESCENA PRIMERA

El palacio del REY LEAR.
Entran KENT, GLOCESTER y EDMUNDO.

KENT
1Creía que el Rey tenía más afecto al Duque de Albania que al de Cornualles.

GLOCESTER
2Así nos pareció siempre a nosotros, pero ahora, al repartir su reino, nadie advertirá a quién prefiere, pues las porciones son tan equilibradas, que la mayor suspicacia no sabría escoger entre una y otra.

KENT
3 (Señalando a EDMUNDO)¿No es este vuestro hijo, señor?

GLOCESTER
4A mi cargo tuve su crianza, y tantas veces me he sonrojado al reconocerle, que ya tengo curtido el rostro.

KENT
5¡No puedo concebirlo...!

GLOCESTER
6La madre de este mozo sí pudo, de donde se le originó cierta redondez en el vientre, y hallose, en verdad, señor, con un hijo en la cuna antes que con un marido en el lecho. ¿Sospecháis alguna falta?

KENT
7No quisiera yo que hubierais dejado de cometer una falta que tan buen fruto ha producido.

GLOCESTER
8Tengo también un hijo legítimo, algo mayor que este, pero no más querido. Aunque este bribón se entró por el mundo con cierto desenfado, sin que nadie le llamara, hay que confesar que su madre era muy bella, por lo que hubo grande holganza en su confección y el hideputa debió ser reconocido. (A EDMUNDO)¿Conoces tú a este caballero, Edmundo?

EDMUNDO
9No, señor.

GLOCESTER
10El Conde de Kent. Desde hoy tenle presente como un amigo por mí respetado.

EDMUNDO
11A las órdenes de vuestra señoría.

KENT
12Te ofrezco mi amistad, y quiero estrecharla con el trato.

EDMUNDO
13Procuraré merecerla, señor.

GLOCESTER
14Ha estado ausente durante nueve años y se irá pronto otra vez. El Rey llega.

Música festiva. Entran el REY LEAR, los DUQUES de CORNUALLES y de ALBANIA, GONERILA, REGANIA, CORDELIA y acompañamiento.

REY LEAR
15Atended a los señores de Francia y de Borgoña, Glocester.

GLOCESTER
16Tal haré, mi soberano.

Vanse GLOCESTER y EDMUNDO.

REY LEAR
17Vamos ahora a expresaros nuestros más íntimos designios. Dadme aquel mapa. (Le traen un mapa y lo despliegan ante él.) Sabed que hemos dividido nuestro reino en tres partes, pues nuestra firme intención es descargar nuestra vejez de los desvelos y cuidados que la agobian, para confiarlos a más juveniles fuerzas, mientras Nos, así aliviados de tanto peso, nos arrastramos hacia el sepulcro. Nuestro hijo el de Cornualles y tú, no menos amado hijo, el de Albania: con firme propósito hemos decidido la pública donación de los respectivos dotes nuestras hijas, a fin de prevenir cualquier contienda en lo futuro. Los Príncipes de Francia y de Borgoña, estos grandes rivales en la conquista del corazón de nuestra hija menor, por largo tiempo hicieron en nuestra Corte amorosa estancia, y aquí están esperando la respuesta. Ahora decidme, hijas mías, puesto que ahora vamos a desprendernos de nuestra soberanía, a la vez que de las rentas de las tierras y el gobierno del Estado, ¿de cuál de vosotras podremos decir que más nos ama, a fin de que con mayor largueza llegue vuestra gracia allí donde más rivalice el mérito con el derecho de nacimiento? Gonerila, nuestra primogénita, habla tú la primera.

GONERILA
18Señor, yo os amo más de lo que podría expresar con mis palabras; me sois más caro que la vista, el espacio y la libertad; os quiero por encima de lo más precioso, rico y raro; tanto como la vida con toda su gracia, su salud, su dignidad y belleza; como jamás un hijo amó a su padre; con amor al que es corto todo aliento, y pobre toda expresión; más allá de toda medida y comparación es mi cariño.

CORDELIA
19(Aparte)¿Qué hará Cordelia? Amar en silencio.

REY LEAR
20De cuanto encierran estos límites, desde esta línea a estotra, con sus selvas umbrías, fértiles campiñas, caudalosos ríos y dilatadas praderas, te hacemos la señora. Tuyo y de tu descendencia en el de Albania, sea esto para siempre. ¿Qué dice nuestra segunda hija, nuestra queridísima Regania, esposa del de Cornualles?

REGANIA
21Yo, señor, del mismo metal estoy hecha que mi hermana, y en su valor me estimo. En el fondo de mi corazón hallé que sus palabras expresan la verdad misma de mi amor; pero aún fueron mezquinas, pues yo siento horror a todo otro goce que el más precioso don de vida puede ofrecer, y no me siento feliz sino en el cariño de vuestra amable alteza.

CORDELIA
22(Aparte)¡Pobre Cordelia! Mas no, pues yo sé que mi amor pesa más que mis palabras.

REY LEAR
23A ti y a tus herederos por siempre pertenezca este amplio tercio de mi hermoso reino, no menos vasto, rico y fértil que el conferido a Gonerila. Ahora tú, nuestra alegría, aunque la última, no la menor, cuyas primicias de amor con tanto empeño se disputan los viñedos de Francia y los pastos de Borgoña, ¿qué dirás para lograr más rica porción que tus hermanas. Habla.

CORDELIA
24Nada, señor.

REY LEAR
25¿Nada?

CORDELIA
26Nada.

REY LEAR
27De nada, nada puede salir. Habla otra vez.

CORDELIA
28Por mi desdicha, yo no sé asomar el corazón a la boca. Mi amor a vuestra majestad es el que debe ser, ni más ni menos.

REY LEAR
29¿Qué dices, Cordelia? Enmienda un poco tus palabras, no sea que malogres tu fortuna.

CORDELIA
30Mi buen señor, vos me habéis engendrado, me habéis criado y me habéis amado, y yo correspondo a cuanto os debo como es justo; os obedezco, os amo y os honro sobremanera. ¿Por qué tienen mis hermanas sus maridos si os amaban sobre toda otra cosa? Cuando, por ventura, yo me case, el dueño que reciba mi mano en prenda de mi fe, llevará con ella la mitad de mi corazón, la mitad de mis cuidados y deberes. Ciertamente, yo jamás me casaré como mis hermanas, para amar a mi padre sobre todo.

REY LEAR
31Pero ¿está tu corazón con lo que dices?

CORDELIA
32Sin duda, padre mío.

REY LEAR
33¡Tan joven y tan adusta!

CORDELIA
34Tan joven y tan veraz.

REY LEAR
35Bien está así; sea la verdad tu dote, pues, por los divinos rayos del sol, por los misterios de Hécate y de la noche, por todas las influencias de los astros bajo las cuales vivimos y morimos; desde ahora reniego de toda atención paternal para contigo. Rotos quedan los vínculos de la sangre, y como extraña a mi corazón y a mi persona te tengo a ti por siempre. El bárbaro escita, y el que despedaza a sus propios hijos para saciar con ellos su apetito, antes hallarán acogida, piedad y sosiego en mi regazo que tú, ¡la que un día fuiste mi hija!

KENT
36¡Oh, mi buen soberano!

REY LEAR
37Silencio, Kent. No te interpongas entre el dragón y su furor. Ella era a quien más quería; a su dulce cariño esperaba confiar mi descanso en la vejez. –¡Lejos de aquí, y evita mi vista! – ¡No hallen reposo mis huesos en la tumba hasta que pueda arrancarla de mi corazón! Llamad al de Francia. ¿Nadie se mueve? Llamad al de Borgoña. Vosotros, el de Cornualles y el de Albania, colmad los dotes de mis dos hijas con este tercio. Cásese con ella el orgullo, al que llama sinceridad. Yo os doy la investidura de mi soberanía con todas las preeminencias y todos los grandes atributos que forman el séquito de la majestad. Con regular alternación, viviremos durante un mes con cada uno de vosotros, mediante reserva de cien nobles que debéis mantener a nuestro servicio. Solo el título real con todos sus honores retenemos. Vasallaje, tributos y gobierno, todo es vuestro, lo cual quiero confirmar partiendo entre los dos esta corona.

Les hace entrega de su corona.

KENT
38Lear augusto, a quien he siempre honrado como a un rey, amado como a un padre, obedecido como a un amo y hasta invocado como a un gran patrón en mis plegarias.

REY LEAR
39El arco está tendido, evita su dardo.

KENT
40Podéis dispararlo, aunque penetre su punta en mi corazón. Falte Kent al respeto cuando a Lear le falta el juicio. ¿Qué estás haciendo, anciano? ¿Piensas que el deber tendrá miedo de hablar, cuando el poderoso se rinde a la lisonja? El honor obliga a la franqueza cuando la majestad desvaría. Revoca tu juicio y enmienda con mayor reflexión tu odiosa insensatez. Con mi vida te respondo de mi acierto. Tu hija menor no es la que menos te ama, pues no están vacíos aquellos pechos cuyos débiles latidos no retumban huecamente.

REY LEAR
41¡Kent, basta ya, por tu vida!

KENT
42¡Mi vida! Pronto estuve siempre a jugármela contra tus enemigos, y no temí nunca perderla, tratándose de tu salud.

REY LEAR
43¡Lejos de mi vista!

KENT
44No, antes mírame, bien, Lear, con tus propios ojos, y deja que siga siendo el blanco de sus dardos.

REY LEAR
45¡Por Apolo...!

KENT
46¡Por Apolo! Rey, no jures en vano por los dioses.

REY LEAR
47¡Oh, vasallo perjuro!

(Echando mano a su espada.)

ALBANIA Y CORNUALLES
48¡Teneos, señor!

KENT
49¡Sí, hiere! Mata a tu médico, y luego, invierte su paga en curarte de tu torpe achaque. Revoca tu juicio, o mientras quede un aliento en mi garganta, será para gritarte que haces mal.

REY LEAR
50Escucha, renegado; por ley de vasallaje has de escucharme. Puesto que has intentado hacerme quebrantar mi juramento (cosa a la cual yo nunca me atreviera), y puesto que con violenta arrogancia pretendes imponerte entre mi sentencia y mi poder (lo cual ni mi carácter ni mi estado permiten tolerar), ahora voy a probarte mi potencia. Toma tu recompensa. Cinco días te otorgo para proveerte de los medios de protección contra las inclemencias de este mundo. Al sexto día volverás tu execrable espalda a nuestro reino. Y si al décimo día tu proscrito cuerpo es hallado en mis dominios, aquel será el momento de tu muerte. ¡Lejos de aquí! ¡Por Júpiter! No será revocada esta sentencia.

KENT
51Queda con Dios, Rey; puesto que así pretendes parecer, lejos de aquí está la libertad, aquí el destierro. (A CORDELIA)Tómente los dioses bajo tu su dulce amparo, doncella, que tan bien piensas y tan bien hablaste. (A GONERILA y a REGANIA)Y que vuestros profusos discursos sean confirmados por vuestras obras, a fin de que buenas acciones puedan florecer de amorosas palabras. De esta suerte, ¡oh, Príncipes!, se despide Kent de todos vosotros. A nuevas tierras llevará sus viejos hábitos.

Vase.
Música festiva. Entran el DUQUE DE GLOCESTER con el REY DE FRANCIA, el DUQUE DE BORGOÑA y acompañamiento.

GLOCESTER
52Ved aquí al de Francia y al de Borgoña, mi noble señor.

REY LEAR
53Señor de Borgoña, a vos primero nos dirigimos, que sois rival de este Rey por amor a nuestra hija. ¿Qué pediríais cuando menos, por su dote, caso de no renunciar a vuestras pretensiones?

DUQUE DE BORGOÑA
54Soberana majestad, yo solo pido lo que ofrecisteis; ni vuestro amor otorgaría menos.

REY LEAR
55Muy noble de Borgoña, tan alto la tasábamos cuando la queríamos. Mas ahora ha desmerecido. Señor, vedla aquí. Si algo de su propio valor poco aparente, o su valor entero, con nuestra aversión por toda gracia, puede contentar a vuestra alteza, ahí la tenéis, tomadla.

DUQUE DE BORGOÑA
56No acierto a responderos.

REY LEAR
57Tal como la veis, con las flaquezas que son su patrimonio, sin amigos, recién adoptada por mi odio, con mi maldición por dote, y repudiada por mi juramento, ¿vais a aceptarla o renunciáis a ella?

DUQUE DE BORGOÑA
58Perdonadme, real señor, de ese modo la elección es imposible.

REY LEAR
59Dejadla entonces, señor, pues, por el poder celestial que me dio vida, ya os dije todo su valor. (Al REY DE FRANCIA)En cuanto a vos, Rey poderoso, no quisiera malograr el amor que os tengo al uniros con lo que odio. Por tanto, yo os suplico busquéis a vuestro amor más digno objeto que esa miserable, que la misma naturaleza se avergüenza de tener por suya.

REY DE FRANCIA
60¡Mucho me extraña! La que fue hasta ahora vuestra predilecta, asunto de vuestras alabanzas, bálsamo de vuestra vejez, la mejor, la más querida, ¿cómo ha podido, en tan breve tiempo, cometer tan monstruosa acción para desvanecer tal colmo de favores? Preciso es que su falta sea de una enorme monstruosidad, o vuestra manifiesta afección de antes era solo aparente, pues tal cosa creer de ella, es fe que mi razón no admite, si no viene algún prodigio a convencerme.

CORDELIA
61Yo suplico a vuestra majestad –puesto que desconozco el arte del untuoso estilo para prometer lo que no he de cumplir, cuando, muy al contrario, lo que bien me propongo sé cumplir sin decirlo–, que hagáis saber no ha sido viciosa inclinación, ni homicidio, ni liviandad, ni acto deshonesto, ni paso deshonroso, lo que me priva de vuestro favor y vuestras gracias, sino la sola carencia (que ciertamente me enriquece) de un mirar solícito y un habla tal que felizmente me falta, aunque su falta me ha hecho perder vuestro cariño.

REY LEAR
62¡Más valdría que nunca hubieras tú nacido, si no habías de quererme mejor!

REY DE FRANCIA
63¿Y eso es todo? Cortedad natural que con frecuencia suspende en el mejor punto el relato de su buen propósito. Señor de Borgoña, ¿qué diréis a esta dama? No es amor el amor, cuando se mezcla con intereses que escapan a lo que es su esencia. ¿La queréis por esposa? Ella misma es todo un dote.

DUQUE DE BORGOÑA
64Rey Lear, dadle lo que le teníais prometido y aquí tomo a Cordelia por la mano como Duquesa de Borgoña.

REY LEAR
65Nada tendrá. Lo he jurado y lo mantengo.

DUQUE DE BORGOÑA
66 (A CORDELIA)Deploro entonces que, así como habéis perdido un padre, debáis perder un esposo.

CORDELIA
67¡Vaya en paz el de Borgoña! Puesto que ansias de fortuna son su amor, no seré yo su esposa.

REY DE FRANCIA
68¡Hermosa Cordelia, más enriquecida cuando te empobrecen, más ensalzada cuando te abandonan y más amada cuando te desprecian! Yo te recojo con tus virtudes. Séame lícito tomar lo que otros arrojaron. ¡Oh, dioses! ¿No es extraño que esta frialdad y este desprecio enciendan en mi pecho ardiente amor? (Al REY)Tu hija desheredada, oh, Rey, la que al azar me echaste, será mi Reina y de los míos y de mi hermosa Francia. Todos los Duques de mi húmeda Borgoña no podrían comprar esta inapreciable virgen tan despreciada. (A CORDELIA)Diles adiós, Cordelia, aunque fueron crueles. Si algo aquí has perdido, allí mucho más ganarás.

REY LEAR
69¿Tú la quieres, Rey de Francia? Tuya sea. No tenemos tal hija, ni nuestros ojos han de volver a ver su rostro. Así, pues, partid sin nuestra gracia, sin nuestro cariño, sin nuestra bendición. Venid, noble Borgoña.

Música festiva. Vanse todos menos el REY DE FRANCIA, GONERILA, REGANIA Y CORDELIA.

REY DE FRANCIA
70Despídete de tus hermanas.

CORDELIA
71¡Oh, joyas de nuestro padre, con lágrimas en los ojos, Cordelia os deja! Bien os conozco, pero soy vuestra hermana y me repugna llamar por su nombre a vuestras faltas. Cuidad bien a nuestro padre. A vuestros declarados sentimientos le confío. Pero, ¡ay de mí!, si me hallara yo en su gracia, mejor sitio le deseara. Adiós, hermanas.

REGANIA
72No tienes que prescribir nuestros deberes.

GONERILA
73Aprende antes cómo agradar al esposo que te acogió como quien limosna a un pordiosero. Faltaste a la obediencia, y bien mereces perder lo que has perdido.

CORDELIA
74El tiempo descubrirá lo que oculta la embozada astucia. Quien faltas encubre, viene un día que la vergüenza le descubre. Sea próspera vuestra suerte.

REY DE FRANCIA
75Vamos, mi hermosa Cordelia.

Vanse el REY DE FRANCIA y CORDELIA.

GONERILA
76Hermana, no es poco lo que tengo que decirte de lo que tanto a las dos nos interesa. Según creo, nuestro padre partirá esta noche.

REGANIA
77A buen seguro, irá con vosotros; con nosotros vendrá el mes siguiente.

GONERILA
78Ya has visto a qué grandes mudanzas de humor le han traído los años. Bien hemos podido advertirlo. Nuestra hermana fue siempre su preferida, y es harto manifiesta la insensatez con que ahora la aborrece.

REGANIA
79¡Chocheces de viejo! Verdad es que él nunca se ha conocido más que a medias.

GONERILA
80Aun en lo mejor de su vida fue siempre violento. Dispongámonos ahora a sufrir de su vejez, no tan solo las imperfecciones profundamente arraigadas por el hábito, sino las caprichosas destemplanzas que la edad caduca trae consigo.

REGANIA
81Estaremos sujetas a la inconstancia de sus impulsos, como en el destierro de Kent hemos visto.

GONERILA
82Habrá más ceremonias con motivo de su despedida al Rey de Francia. Te ruego que nos pongamos de acuerdo. Si nuestro padre trae poder consigo, en la disposición en que se encuentra, su donación habrá sido en nuestro daño.

REGANIA
83Hemos de pensar en ello con más cuidado.

GONERILA
84Algo hemos de hacer, pero en caliente.

Vanse.

ESCENA II

El castillo del CONDE DE GLOCESTER.
Entra EDMUNDO, con una carta.

EDMUNDO
1Tú eres mi diosa, Naturaleza; a tus leyes someto mis acciones. ¿Pues, por qué he de tolerar el azote de la costumbre, y permitir que los escrúpulos de las leyes me priven de la herencia porque nací doce o catorce lunas después que mi hermano? ¿Por qué bastardo, por qué vil, si mis miembros están tan bien trabados, mi espíritu es tan generoso y mi figura es tan apuesta como la del vástago de la esposa honrada? ¿Por qué nos hierran así con tal marca de vileza? ¿Bastardía? ¿Vil? ¿Por qué vil, si el lascivo calos de la Naturaleza puso en nosotros más vida y más vigorosa calidad de lo que suele en el triste, rancio y tedioso lecho, donde se procrea la numerosa raza de los tontos entre un dormir y un despertar? Por lo tanto, legítimo Edgardo, necesito tu herencia. Nuestro padre no quiere menos a su bastardo, Edmundo, que al legítimo. ¡Linda palabra: legítimo! Bien, ya lo veremos, mi señor legítimo. Si esta carta prende y mis planes medran, Edmundo el bastardo pondrá el pie sobre el legítimo. Creceré, triunfaré. ¡Oh dioses, proteged a los bastardos!

Entra el CONDE DE GLOCESTER.

GLOCESTER
2¡Kent desterrado! ¡Y el de Francia se marcha ofendido, y el Rey parte esta noche, abdicado su poder, reducido a un pensión! Y todo esto de improviso, a la ventura. –¡Hola Edmundo! ¿Qué nuevas hay?

EDMUNDO
3 (Haciendo como que esconde la carta)Ninguna, señor, para serviros.

GLOCESTER
4¿Por qué con tanta prisa ocultas esa carta?

EDMUNDO
5No sé de nueva alguna, señor.

GLOCESTER
6¿Qué es ese papel que estabas leyendo?

EDMUNDO
7Nada, señor.

GLOCESTER
8¿Nada? ¿Por qué entonces con tanta precipitación lo escondes en tu bolsillo? Lo que no es nada, no necesita ocultarse. Veamos; si nada es en efecto, no necesitaré mis antiparras.

EDMUNDO
9Perdonad, señor, os lo ruego. Es una carta de mi hermano. No había terminado su lectura, pero, por lo que he podido entender, no creo conveniente que la veáis siquiera.

GLOCESTER
10Dame esa carta.

EDMUNDO
11Os voy a ofender tanto si os la retengo como si os la entrego. Su contenido, según en parte lo he entendido, es censurable.

GLOCESTER
12Veamos, veamos.

EDMUNDO
13Espero, en justificación de mi hermano, que solo la escribió como un tanteo para probar mi virtud.

GLOCESTER
14 (Leyendo)“Esta moral del respeto a la ancianidad nos amarga la vida en lo mejor de ella, y nos priva de los goces de la fortuna hasta una edad en que ya no podemos disfrutarlos. Comienza a molestarme esta inútil ociosidad en que nos tiene la sujeción a una vejez tiránica, que nos oprime, no tanto por su fuerza como por nuestra paciencia. Haz por verme, que algo más quisiera decirte sobre esto. Si nuestro padre pudiera dormir hasta que yo le despertara, gozarías por siempre de la mitad de su herencia, y serías el bien amado de tu hermano. –Edgardo. (Aparte)¡Hum! Conspiración. “¡Dormir hasta que yo le despertara!” “Gozarías de la mitad de su herencia!” ¡Mi hijo Edgardo! ¡Con su mano ha podido escribirlo y en su corazón y en su pensamiento engendrarlo! (A EDMUNDO)¿Cómo llegó a ti esta carta? ¿Quién te la trajo?

EDMUNDO
15Nadie la trajo, señor, aquí está el ardid. La hallé tirada a la ventana de mi aposento.

GLOCESTER
16¿Conoces por suya la letra?

EDMUNDO
17Señor, si la cosa fuera buena me atrevería a jurarlo, pero tratándose de esto preferiría creer que no lo es.

GLOCESTER
18Suya es.

EDMUNDO
19De su mano, señor; mas yo confío en que no sea de su corazón.

GLOCESTER
20¿Te ha sondeado alguna vez a este propósito?

EDMUNDO
21Nunca, señor. Pero con frecuencia le he oído sostener que al ser los hijos ya crecidos y andar los padres ya encorvados, debiera el padre estar bajo la tutela del hijo, y el hijo disponer de su fortuna.

GLOCESTER
22¡Oh, villano, villano! Lo mismo que dice en su carta. ¡Execrable villano! ¡Desnaturalizado, aborrecible y brutal villano! Corre, querido, a buscarle; le haré encerrar. ¡Abominable villano! ¿Dónde encontrarle?

EDMUNDO
23No lo sé a punto fijo, señor, pero tal vez obraríais con acierto si os pluguiera reprimir vuestra indignación contra mi hermano hasta que halléis en él la más clara prueba de sus intenciones. De otro modo, si procedéis contra él, interpretando mal sus fines, abriréis en vuestro propio honor honda brecha y destrozaréis el obediente corazón de un hijo. Apostaría por él mi vida, tan seguro estoy de que solo escribió esta carta por cerciorarse de mi afección para con vos y sin otro peor propósito.

GLOCESTER
24¿Lo crees así?

EDMUNDO
25Si lo juzgáis oportuno, puedo ocultaros en lugar desde donde nos oigáis hablar sobre esto, y por vuestros propios oídos podáis convenceros. Y esta misma noche sin más tardanza.

GLOCESTER
26¡No es posible que sea semejante monstruo...!

EDMUNDO
27No lo es seguramente.

GLOCESTER
28¡A un padre que con tanta ternura le amó siempre! ¡Cielos y tierra! Edmundo, corre en su busca; haz que descubra sus intenciones, te lo ruego. Arregla tú este asunto según tu prudencia te aconseje. Yo tendría que olvidarme de mí mismo para resolver debidamente.

EDMUNDO
29Le buscaré, señor, sin dilación; conduciré el asunto del mejor modo que pueda, y os tendré al corriente de todo.

GLOCESTER
30Los recientes eclipses del sol y de la luna no presagiaban nada bueno. Aunque la razón natural los explique de este o de ese modo, el orden natural no deja, con todo, de sufrir los consiguientes efectos. Tibieza en el amor, ruptura de amistades, disensiones entre hermanos, revueltas en las ciudades, discordias en los campos, traiciones en los palacios... y roto el lazo de unión entre padre e hijo. La predicción se cumple en la villanía de este hijo mío; he aquí el hijo contra el padre. El Rey se extravía de sus sentimientos naturales... He aquí el padre contra el hijo. De nuestros tiempos hemos visto pasar ya lo mejor. Intrigas, falsedades, traiciones, asoladores cataclismos nos perseguirán sin tregua hasta el sepulcro. Descubre a ese infame, Edmundo, nada perderás en ello. Hazlo con tiento... ¡Y el noble y leal Kent, desterrado! ¡Su delito, la honradez! ¡Es extraño!

Vase.

EDMUNDO
31¡Admirable estupidez de las gentes! Cuando nos afligen nuestras desgracias –causadas casi siempre por excesos en nuestra conducta– culpamos de nuestros males al sol, a la luna y las estrellas, como si fuéramos malvados por necesidad; insensatos por apremio celeste; pícaros, ladrones y traidores, por el predominio de las esferas; beodos, embusteros y adúlteros, por forzosa sujeción al influjo planetario; y todo lo que hay de malo en nosotros, por impulsión divina. ¡Excelente escapatoria para un perdido putañero, poner su cabría condición a cargo de una estrella! Mi padre y mi madre se juntaron bajo la influencia de la Cola del Dragón, y fue mi nacimiento bajo la de la Osa Mayor; de lo cual se deduce que yo he de ser cerril y lujurioso. –¡Bah! Yo sería lo que soy, aunque la más virginal estrella hubiera pestañeado en el firmamento durante mi bastardeo. Edgardo– (Entra EDGARDO.) ... y a punto llega, como la catástrofe en la tragedia antigua. Mi papel es simular tristeza suspirando como el Lazarillo del cuento... ¡Oh, aquellos eclipses presagiaban estas disensiones! –Fa, sol, la, mi...

EDGARDO
32¿Qué hay, Edmundo? ¿Qué hondas cavilaciones son esas?

EDMUNDO
33Pensaba, hermano, en una predicción, que oí el otro día, de lo que ha de suceder a estos eclipses.

EDGARDO
34¿En eso te ocupas?

EDMUNDO
35Te aseguro que los pronósticos que él escribe se ven cumplidos por desgracia. Así vemos esas antinaturales discordias entre padres e hijos, esas muerte, hambres, rompimiento de antiguas amistades, disensiones entre los Estados, amenazas y maldiciones contra el Rey y la nobleza, inmotivadas sospechas, destierro de amigos, deserciones de tropas, infidelidades conyugales y no sé cuántas cosas más.

EDGARDO
36¿Desde cuándo te diste a la astrología?

EDMUNDO
37Dime, dime, ¿cuándo has visto a nuestro padre por última vez?

EDGARDO
38Anoche mismo.

EDMUNDO
39¿Hablaste con él?

EDGARDO
40Sí, por espacio de dos horas.

EDMUNDO
41¿Os separasteis en buenos términos? ¿No advertiste desabrimiento alguno en sus palabras o en su gesto?

EDGARDO
42Ninguno absolutamente.

EDMUNDO
43Piensa bien si puedes haberle ofendido en algo, y si quieres seguir mi consejo, evita su presencia por algún tiempo, hasta que se apague el fuego de su enojo, pues arde con tal rabia en este instante, que a duras penas lo aplacaría algún grave daño en tu persona.

EDGARDO
44¡Algún villano me ha calumniado!

EDMUNDO
45Ese es mi temor. Por eso te aconsejo una paciente cautela hasta que su furor se calme. Retírate a mi aposento, y desde allí, en ocasión oportuna, yo haré de manera que oigas a nuestro padre. Vete allí, por favor. Esta es la llave. Si sales de allí, cuida de ir armado.

EDGARDO
46¿Armado dices?

EDMUNDO
47Hermano, es un buen consejo; no dejes tus armas. Tan cierto como soy un hombre honrado, que nada bueno se trama contra ti. Ya te dije lo que he visto y lo que he oído, pero todo es pálido al lado de la terrible verdad. Vete allá, te lo ruego.

EDGARDO
48¿Sabré pronto de ti?

EDMUNDO
49Soy tu servidor en este asunto. (Vase EDGARDO.) Un padre crédulo y un hermano noble tan incapaz por naturaleza de una mala acción, que no puede sospecharla. ¡Cuán fácilmente cabalga mi astucia sobre su necia honradez! Bien veo mi negocio. Si no mi nacimiento, mi ingenio me enriquezca. Todo medio me conviene que a mi objeto me conduce.

Vase.

ESCENA III

En el palacio del DUQUE DE ALBANIA.
Entran GONERILA Y OSVALDO, su Mayordomo.

GONERILA
1¿Con que mi padre ha golpeado a mi escudero porque reprendió a su bufón?

OSVALDO
2Sí, señora.

GONERILA
3¡Día y noche me está mortificando! A toda hora, estalla violentamente con una u otra grave injuria que a todos nos alborota. No he de sufrirlo. Sus caballeros están desenfrenados y él nos increpa por cualquier nonada. No he de hablar con él cuando venga de caza. Le dirás que estoy enferma. Si os mostráis negligentes en vuestros servicios, haréis bien. Yo respondo de toda falta.

Suenan cuernos de caza.

OSVALDO
4Él llega, señora, ¿oís?

GONERILA
5Descuidaos cuanto os plazca en su servicio, tú y tus compañeros. Quisiera traerle a una contienda, y si le desagrada que se vaya con mi hermana, la que, ya lo sé, está en todo de acuerdo conmigo para no ser avasallada. ¡El viejo chocho, que se imagina poder aún emplear aquella autoridad a que ha renunciado! ¡Por mi vida, que de tan viejos vuelven a ser niños, y hay que castigarles en vez de mimarlos cuando se desmandan! Ten presente lo que te dije.

OSVALDO
6Bien está, señora.

GONERILA
7Y tratad a sus caballeros con más flema. Lo que pueda ocurrir no os importe. Adviértelo a todo el servicio. Quiero hallar una ocasión, y la hallaré, para hablar claro. Escribiré al punto a mi hermana para que obre de esta suerte. Disponed la comida.

Vanse.

ESCENA IV

Una sala del mismo palacio.
Entra el CONDE DE KENT disfrazado.

KENT
1Si tan fácilmente pudiera trocar mi voz, para ocultar quien soy, no hay duda que saldría adelante con mi propósito al desfigurarme de este modo. ¡Oh, desterrado Kent, si pudieras tú servir a quien te ha condenado, y llegara pronto el día en que tu amado Rey reconozca tus servicios!

Suenan cuernos de caza.
Entran el REY LEAR, CABALLEROS y servidumbre.

REY LEAR
2Que no tenga que esperar ni un instante la comida; daos prisa. (Vase un criado.) (A KENT)¡Hola! ¿Quién eres tú?

KENT
3Un hombre, señor.

REY LEAR
4¿Y qué profesión es la tuya? ¿Qué buscas aquí?

KENT
5Yo hago profesión de no ser menos de lo que parezco; de servir lealmente a quien me otorga su confianza; de amar al que es honrado; de conversar con el que sabe mucho y habla poco; de temer el juicio de Dios; pelar cuando es forzoso, y no comer pescado.

REY LEAR
6Pero ¿quién eres tú?

KENT
7Un hombre de corazón leal y tan pobre como el Rey.

REY LEAR
8Si eres tan pobre para súbdito como él lo es para Rey, muy pobre eres, en verdad. ¿Qué deseas?

KENT
9Servir.

REY LEAR
10¿A quién quieres servir?

KENT
11A vos.

REY LEAR
12¿Sabes tú quién soy yo?

KENT
13No, señor, pero hay algo en vuestro semblante que me inclina a llamaros dueño.

REY LEAR
14¿Y es?

KENT
15Autoridad.

REY LEAR
16¿En qué puedes servirme?

KENT
17Sé guardar lealmente un secreto. Soy buen jinete y corredor; sé desgraciar el mejor cuento al referirlo, y exponer con torpeza el más simple mensaje. Soy capaz de lo que hace de ordinario cualquier hombre, y mi mejor cualidad es diligencia.

REY LEAR
18¿Qué edad tienes?

KENT
19Ni soy tan joven para prendarme de una mujer por la sola gracia de sus canciones, ni tan viejo que me haga ella chochear sin gracia alguna. Cuarenta y ocho años son lo que llevo a cuestas.

REY LEAR
20Quédate, te tomo a mi servicio. Si no me pareces peor después de haber comido, no te despediré. –¡La comida, eh, la comida! ¿Dónde está ese granuja? ¿Mi bufón? Id y traedme a mi bufón. (Vase un CRIADO.) (Entra OSVALDO.) ¡Tú, eh, aquí, bergante! ¿Dónde está mi hija?

OSVALDO
21Con vuestro permiso...

Vase.

REY LEAR
22¿Qué dijo el mal nacido? Traedme a ese zoquete. (Vase un CABALLERO.) ¿Dónde está mi bufón? ¡Qué! ¿Duermen todos? (Vuelve a entrar el CABALLERO.) ¿Qué hay? ¿Dónde está ese mestizo?

CABALLERO
23Dice que vuestra hija no está bien.

REY LEAR
24¿Y por qué no volvió el esclavo cuándo yo le llamé?

CABALLERO
25Señor, me respondió lo más rotundamente que no le acomodaba.

REY LEAR
26¿Que no le acomodaba?

CABALLERO
27Mi señor, yo no sé a qué atribuirlo, pero, a mi juicio, vuestra alteza no es atendido con el respetuoso cariño que se le debe. Noto una tibieza de afección, no solo en la servidumbre, sino en el Duque mismo y en vuestra propia hija.

REY LEAR
28¡Ah! ¿Eso dices?

CABALLERO
29Perdonadme, señor, si me engañara, pero mi deber me impide el guardar silencio cuando veo ofender a vuestra alteza.

REY LEAR
30No haces más que decirme lo que pensaba. Días ha que observo esos descuidos, pero antes quise creerlos aprensiones de mi suspicacia que deliberada intención de molestarme. Quiero verlo de más cerca. Pero ¿dónde está mi bufón? Dos días ha que no le veo.

CABALLERO
31Desde que vuestra hija menor se fue a Francia, el bufón, señor, está muy triste.

REY LEAR
32Basta de esto, Bien lo he notado. Anda tú y dile a mi hija que he de hablar con ella... (Vase un CRIADO.)y tú, tráeme acá mi bufón. (Vase otro CRIADO.) (Entra OSVALDO.) ¡Eh, señor, venid acá, señor! ¿No sabéis quién soy yo, señor?

OSVALDO
33El padre de mi señora.

REY LEAR
34“¿El padre de mi señora?” ¡El esbirro de tu amo! ¡Pero, hideputa, esclavo, miserable!

OSVALDO
35Yo no soy nada de eso, perdonad.

REY LEAR
36¿Aún te atreves a levantar los ojos hasta mí? ¡Bellaco!

Le pega.

OSVALDO
37No hay que pegarme, señor.

KENT
38Ni darte con el pie, como en el juego de pelota; toma tú, mal jugador.

Le tira al suelo dándole la zancadilla.

REY LEAR
39Gracias, amigo; veo que me sirves, y te haces querer.

KENT
40Alza ya y vete, y aprende a guardar distancias. ¡Vete de aquí!, si no quieres que vuelva a medir el largo de tu bellaquería. ¿No te irás? ¡Pronto! ¿No quieres entenderlo? Ahora lo verás.

Le echa a empellones.

REY LEAR
41Bien, hombre, bien, te lo agradezco. Ahí tienes algo por tu servicio.

Le da dinero.
Entra el BUFÓN.

BUFÓN
42También yo quiero darle algo. Ahí tienes mi caperuza.

Ofreciéndosela a KENT.

REY LEAR
43¿Qué tal, mi lindo pícaro, cómo estás?

BUFÓN
44¡Hola, niño! Muy bien harías tú de tomar mi caperuza.

KENT
45¿Por qué, tonto?

BUFÓN
46Pues, por tomar el partido de quien cayó en desgracia. Si no sabes sonreír al viento que sopla, no tardarás en resfriarte. Toma mi caperuza. Este compañero ha desterrado a dos de sus hijas y bendijo a la tercera contra su voluntad. Si das en seguirle, debes ponerte mi caperuza. ¿Cómo va, tío? Quisiera tener dos caperuza y dos hijas.

REY LEAR
47¿Para qué, niño mío?

BUFÓN
48Así, aunque les entregara toda mi fortuna, siempre me quedarían mis dos caperuzas. Aquí tienes la mía, pide la otra a tus hijas.

REY LEAR
49¡Truhan, guarda el látigo!

BUFÓN
50La verdad es el perro que con una tanda de azotes echamos a la perrera, mientras la señora perra, al amor de la lumbre, se cisca.

REY LEAR
51¡Mala peste es para mí tal amargura!

BUFÓN
52¡Oye, chico! Quiero enseñarte unos versos.

REY LEAR
53Veamos.

BUFÓN
54Pon atención, tío:
-->
Ten más de lo que aparentas.
Di menos de lo que sabes,
No prestes lo que no tienes,
No creas lo que no entiendes,
No juegues lo que no ganes,
Deja el vaso y la manceba,
Y estate quieto en tu cuarto,
Y así harás un buen negocio,
Como dos y dos son cuatro.

KENT
55Eso no vale nada, bufón.

BUFÓN
56Como informe de letrado que no cobra, nada os han costado tampoco. Mas, tú ¿no podrías hacer algo con nada, tío?

REY LEAR
57No, niño mío, con nada; nada puede hacerse.

BUFÓN
58 (A KENT)Dile tú, por favor, que a eso ha quedado reducida su hacienda. Al loco no quiere creerle.

REY LEAR
59¡Loco amargo!

BUFÓN
60¿Sabes tú, mi niño, la diferencia que hay entre un loco amargo y un loco dulzón?

REY LEAR
61No, muchacho, dímelo.

BUFÓN
62Al señor que te aconsejó que regalaras toda tu tierra, ven y tráelo a mi lado, mas ponte tú en su lugar, y al punto los vas a ver, al loco amargo y al dulzón: el uno con su traje abigarrado, y el otro aquí, señor, tal como estás.

REY LEAR
63¿Te atreves a llamarme loco, bribón?

BUFÓN
64¿No has cedido todos los demás títulos que te pertenecían? Solo te queda este, que es tuyo de nacimiento.

KENT
65No está este del todo loco, mi señor.

BUFÓN
66No, en verdad; los príncipes y los grandes señores no lo consentirían. Si solo yo tuviera la patente de loco todos querrían tener parte en ella, y también por envidia de mi locura andarían las damas a la rebatiña. Dame un huevo, tío, y te daré dos coronas.

REY LEAR
67¿Qué dos coronas han de ser?

BUFÓN
68Pues cuando haya partido el huevo por mitad y me haya tragado su yema, las dos coronas del cascarón. Cuando partiste en dos tu corona te echaste tu burro a cuestas para pasar el vado. ¡Qué poco seso habría bajo la corona de tu calva cuando te quitaste de encima la corona de oro! Si te vienen a decir que hablo como un loco, dale de azotes al primero que tal diga.
(Cantando)
-->
Este año los locos a nadie hacen gracia,
Pues los cuerdos son tan mentecatos,
Que no sabiendo qué hacer de su ingenio,
Quieren imitarnos.

REY LEAR
69¿Desde cuándo has embuchado tal retahíla de versos?

BUFÓN
70Justamente, tío, desde el día en que convertiste a tus hijas en tu madre, pues entonces pusiste en sus manos los azotes y te bajaste los calzones, y entonces
(Cantando)
-->
Lloraban ellas de alegría,
Y yo de pesar cantaba,
Al ver a un rey jugando al escondite,
Que entre locos andaba.
Ruégote, abuelito, que me busques un maestro que me enseñe a mentir; tu bufón quiere aprender a mentir.

REY LEAR
71Te haré azotar, bribón, si mientes.

BUFÓN
72Me maravilla el parecido que tienes con tus hijas, ellas me mandan azotar por decir verdades, y tú me mandas azotar si miento cuando no me mandan azotar por estar callado. Quisiera ser cualquier cosa menos bufón; y, sin embargo, no quisiera ser lo que tú eres, abuelito. Tanto aguzaste el entendimiento por los dos lados que no dejaste nada en medio. Aquí llega una de las mondaduras.

Entra GONERILA.

REY LEAR
73¿Qué es esto, hija? ¿A qué viene ese ceño? Paréceme que de algún tiempo acá te das demasiado al fruncimiento.

BUFÓN
74Mejor se andaba en tu compañía cuando no tenías por qué preocuparte de su ceño. Ahora eres un cero a la izquierda. Más valgo yo que tú, pues si yo soy un loco, tú no eres nada. (A GONERILA)Sí, por cierto, ni una palabra más; vuestra cara me lo ordena, aunque no digáis nada. ¡Chitón, chitón!
-->
El que no guarda corteza ni miga,
De todo carece,
De todo se aburre y no tiene una higa.
(Señalando al REY)¡He aquí un cascarón vacío!

GONERILA
75No es solo este vuestro desvergonzado bufón; muchos otros de vuestra insolente comitiva promueven sin cesar disputas y reyertas, faltando a todo comedimiento con sus groseros e intolerables desórdenes. Creí, señor, que bastaría con advertiros para que pusierais eficaz remedio, pero ahora me temo por lo que acabáis de hacer y de decir, que amparáis este proceder y lo abonáis con vuestra tolerancia. Si así fuera, no dejaríamos de censurar vuestra falta ni tardaríamos en corregirla; y eso de tal modo que, si estuvierais en vuestro cabal juicio, debiera ofenderos, pues de otro modo sería una vergüenza, que la necesidad ahora legitima.

BUFÓN
76Ya lo oyes, tío:
-->
Al gorrión que cuervos mantenía,
Los ojos le arrancó su misma cría.
...Y se apagó la luz y nos quedamos a oscuras.

REY LEAR
77¿Eres tú, mi hija?

GONERILA
78Basta, señor, quisiera veros hacer uso de aquella sensatez que os distinguía, y desechar esos desvaríos que desde algún tiempo os muestran tan distinto de lo que realmente sois.

BUFÓN
79Hasta el burro conoce cuándo es el carro el que tira del caballo. ¡Arrea, Juanete! Porque te quiero te pego.

REY LEAR
80¿Sabrá decirme alguno quién soy yo? ¿Es Lear este? ¿Son estos sus pasos? ¿Es esta su voz? ¿Dónde están sus ojos? ¿O es que su razón flaquea y sus sentidos se aletargan? ¿Lear despierto? No tal. ¿Nadie sabrá decirme quién soy yo?

BUFÓN
81La sombra de Lear.

REY LEAR
82Quiero saberlo, pues mucho me temo que el soberano testimonio de la razón me haya inducido a error, persuadiéndome que he tenido hijas.

BUFÓN
83Las cuales quieren que su padre sea obediente.

REY LEAR
84¿Vuestro nombre, bella dama?

GONERILA
85Todas esas exclamaciones son del mismo sabor que las locuras en que habéis dado últimamente. Escuchadme con calma, os ruego, y comprenderéis que la razón está de mi parte. Vuestra ancianidad y vuestro respeto os aconsejarían mayor prudencia. Entre caballeros y escuderos guardáis aquí cien hombres; gente insubordinada, tan licenciosa y atrevida, que nuestra corte, infestada con sus desórdenes, más parece albergue de gente maleante. Sus francachelas y obscenidades, hacen de ella más bien una taberna o un burdel que un real palacio. Por vuestro propio decoro debéis poner pronto remedio. Esto es lo que os suplica aquella misma que de otro modo se tomará lo que demanda. Disminuid un poco vuestra comitiva, y sean los que permanezcan, cual corresponde a vuestra edad, gente seria que sepa respetarse y respetaros.

REY LEAR
86¡Tinieblas y demonios! ¿Ensillad mis caballos! ¡Llamad a todo mi séquito! ¡Degenerada bastarda! No te molestaré más; aún tengo una hija.

GONERILA
87Golpeáis a mis servidores, y vuestra insolente chusma manda como criados a quien vale más que ellos.

Entra el DUQUE DE ALBANIA.

REY LEAR
88¡Ay del que se arrepiente demasiado tarde! (Al DUQUE DE ALBANIA)¿Sois vos, señor? ¿Es también vuestra voluntad? Decidme. –¡Pronto, los caballos! – ¡Ingratitud, demonio de corazón de piedra, más repugnante al mostrarte tú en un hijo que el más horrible monstruo del mar!

DUQUE DE ALBANIA
89Calmaos, señor, os lo ruego.

REY LEAR
90¡Mientes, odiosa arpía! Mis servidores son todos hombres escogidos y de raros méritos, que conocen todas las exigencias del deber y que con la más escrupulosa conducta hacen honor a sus propios nombres. ¡Oh, leve culpa la mía! ¡Cuán fea te mostraste tú en Cordelia, como instrumento de tortura, que pudo descoyuntar mis sentimientos naturales y arrancar de mi corazón todo amor para colmarlo de hiel! (Golpeándose la cabeza)¡Oh, Lear, Lear, Lear; golpea esta puerta que dejó entrar la locura y escapar el buen juicio! ¡Pronto, mi gente aquí!

DUQUE DE ALBANIA
91Yo, señor, soy inocente de todo, y aún ignoro la causa de vuestro enojo.

REY LEAR
92Así sea, señor. ¡Óyeme, Naturaleza, diosa de mi corazón, óyeme! ¡Ataja tus designios, si intentabas hacer fecunda a esta criatura! ¡Hiere su vientre de esterilidad, sécale los órganos de procreación, y que de su cuerpo degenerado nunca pueda salir un hijo para honrarla! Si llegara a concebir alguno, sea engendro de sangre ponzoñosa, y viva como un monstruo horrible, no más que para tormento de su madre! ¡Haga él surcar de prematuras arrugas su terso rostro, que lágrimas candentes tracen canales en sus mejillas, que al dolor como a las caricias de su madre solo responda el hijo con burlas y desprecio! ¡Así pueda sentir ella cuanto más atroz que diente de áspid es la ingratitud de un hijo! –¡Vamos, vamos!

Vase.

DUQUE DE ALBANIA
93¡Por los dioses venerados!, ¿qué ha sucedido?

GONERILA
94No os preocupéis por conocer la causa; dejad que su destemplanza se desahogue como su chochez lo permita.

Vuelve a entrar el REY LEAR.

REY LEAR
95¿Cómo? ¿Despedir a cincuenta de los míos de una vez y antes de quince días?

DUQUE DE ALBANIA
96¿De qué se trata, señor?

REY LEAR
97Te lo voy a decir. (A GONERILA)¡Vida y muerte! Me avergüenzo de que puedas así quebrantar mi fortaleza de hombre, y que estas lágrimas de fuego que vierto a pesar mío te hagan digna de una sola. ¡Mal rayo te confunda y tráguente las tinieblas! ¡Clávese en ti la maldición de un padre y corroa como incurable lepra todo tus poros! ¡Oh, tristes ojos míos, si os obstináis en llorar por ella, os arrancaré de cuajo y os arrojaré al polvo para hacer lodo con vuestras lágrimas! ¡Que esto hayáis podido ver! –¡Sea! Aún tengo otra hija, y estoy seguro de su bondad y cariño. Cuando sepa lo que hiciste, con sus propias uñas arañará tu cara de loba... ¡Te digo que volverás a verme, recobrada la majestad, que tú juzgas perdida para siempre! ¡Volverás a verme, te lo prometo!

Vanse el REY LEAR, KENT y Acompañamiento.

GONERILA
98¿Habéis oído esto, señor?

DUQUE DE ALBANIA
99Todo el amor que por ti siento no alcanza a hacerme parcial en este caso.

GONERILA
100Calmaos, por favor. (Llamando)¡Hola! ¡Osvaldo! (Al BUFÓN)Y tú, que tienes más de pícaro que de loco, anda con tu amo.

BUFÓN
101¡Tío Lear, tío Lear, aguarda y toma contigo a tu loco!
-->
Si atrapara yo una zorra
O una hija semejante,
Y me dieran por mi gorra
Una cuerda, la ahorcaba;
Y así el loco se alejaba.

Vase corriendo.

GONERILA
102¡El viejo es precavido! ¡Cien caballeros! Mantener aquí cien hombres en pie de guerra, a riesgo de que cualquier día, porque soñó, o le murmuraron o creyó ver en su demencia que le ofendimos en algo, quisiera en su chochez hacer uso de esa fuerza, debiendo nosotros vivir siempre bajo su arbitrio. –¡Osvaldo, digo!

DUQUE DE ALBANIA
103Bien, tal vez tus recelos sean extremados.

GONERILA
104Más seguro es esto que una confianza extremada. Preferible es evitar de una vez el daño que se teme a tenerlo que temer continuamente. Le conozco bien; de cuanto dijo mando aviso a mi hermana, y si, advertida del mal, le admitiera con sus cien caballeros... (Entra OSVALDO.) ¡Qué hay, Osvaldo!, ¿escribiste aquella carta a mi hermana?

OSVALDO
105Sí, señora.

GONERILA
106Toma algunos que te acompañen, y a caballo en seguida. Dirás a mi hermana cuáles son mis temores, y añade por tu parte cuanto creas oportuno para reforzar mis razones. Vete al punto, y date prisa en volver. (Vase OSVALDO.) (Al DUQUE DE ALBANIA)No, di lo que quieras, dueño mío, aunque no seré yo quien condene la apacible suavidad de tu carácter, con perdón te diré que eres más censurado por tu falta de prudencia que alabado por tu dañosa dulzura.

DUQUE DE ALBANIA
107Ignoro hasta dónde penetran tus ojos, pero ¡cuántas veces por quererlo mejorar malogramos el bien presente!

GONERILA
108Pues entonces...

DUQUE DE ALBANIA
109Bien, bien. El tiempo lo dirá.

Vanse.

ESCENA V

Un patio ante el mismo palacio.
Entran el REY LEAR, el CONDE DE KENT y el BUFÓN.

REY LEAR
1 (a KENT)Ve tú delante con mi carta; si algo más te pregunta de lo que hay en ella, no le digas nada más de lo que sabes. Si no te das prisa, llegaré antes que tú.

KENT
2Señor, no dormiré hasta que haya entregado vuestra carta.

Vanse.

BUFÓN
3Si un hombre tuviera los sesos en los talones, ¿no estaría expuesto a desolladuras?

REY LEAR
4Sí, niño mío.

BUFÓN
5Pues alégrate; tu juicio no irá nunca en chancletas.

REY LEAR
6¡Oh, oh, oh!

BUFÓN
7Ya verás cómo tu otra hija te trata con cariño, pues, aun cuando se parece a esta como una manzana silvestre a otra, yo sé, sin embargo, lo que me digo.

REY LEAR
8¿Qué dices tú, niño mío?

BUFÓN
9Que el sabor de una y otra son tan semejantes como el de una manzana amarga al de otra manzana amarga. ¿Sabrías tú decirme por qué tenemos las narices en medio de la cara?

REY LEAR
10No.

BUFÓN
11Pues, para que estén los ojos uno a cada lado de la nariz y así pueda uno atisbar lo que no puede oler.

REY LEAR
12Que yo la he ofendido...

BUFÓN
13¿Sabes tú cómo fabrica su concha la ostra?

REY LEAR
14No.

BUFÓN
15Yo tampoco, pero sé decirte para qué tiene el caracol su casa.

REY LEAR
16¿Para qué?

BUFÓN
17Pues para meter allí la cabeza, no para dársela a sus hijas y dejar sus cuernos sin abrigo.

REY LEAR
18Quiero olvidarme de mí mismo. ¡Un padre tan cariñoso! –¿Aún no traen mis caballos?

BUFÓN
19Tus asnos van por ellos. La razón de que las siete cabrillas no sean más que siete es una bonita razón.

REY LEAR
20¿Por qué no son ocho?

BUFÓN
21¡Cabal! Harías un buen bufón.

REY LEAR
22¡A recobrarlo por la fuerza! ¡Monstruo de ingratitud!

BUFÓN
23Si fueras mi bufón, abuelito, te haría azotar por ser viejo antes de tiempo.

REY LEAR
24¿Qué quieres decir?

BUFÓN
25Que no debieras haber sido viejo hasta que hubieras tenido juicio.

REY LEAR
26¡Oh, no permitas que me vuelva loco, no lo permitas, Dios clemente! ¡Consérvame el juicio, no me vuelvas loco! (Entra un CABALLERO.) ¿Qué hay? ¿Están prontos los caballos?

CRIADO
27Prontos están, señor.

REY LEAR
28Vamos, niño mío.

BUFÓN
29
La doncella que se ríe,
Viendo cómo se va el loco,
No lo será muy en breve,
Si el mundo no cambia un poco.

Vanse.

ACTO SEGUNDO

ESCENA PRIMERA

El castillo del CONDE DE GLOCESTER.
Entran EDMUNDO y CURANIO por distintos lados.

EDMUNDO
1Salud a vos, Curanio.

CURANIO
2Y a vos, señor. He visto a vuestro padre y le he anunciado que el Duque de Cornualles y su esposa, Regania, llegarán aquí esta noche.

EDMUNDO
3¿Cómo es eso?

CURANIO
4Lo ignoro, pero ya habréis oído las nuevas que corren, mejor diré, lo que se murmura, pues todo ello no es aún más que susurro a flor de oreja.

EDMUNDO
5Nada sé. Ruégote me lo expliques.

CURANIO
6¿No habéis oído de una guerra probable entre los Duque de Cornualles y de Albania?

EDMUNDO
7Ni una palabra.

CURANIO
8A su tiempo lo sabréis. Dios os guarde, señor.

Vase.

EDMUNDO
9¿El Duque aquí esta noche? ¡Mejor que mejor! Esto encaja divinamente con mis planes. Mi padre ha puesto guardias para prender a mi hermano... Y solo me resta un paso arriesgado, que voy a ejecutar. ¡Presteza y fortuna, manos a la obra! (Llamando)Hermano, una palabra, ¿puedes bajar, te digo, hermano? (Entra EDGARDO.) Mi padre acecha. ¡Oh, amigo, huye de aquí! Alguien ha descubierto dónde estabas oculto. Aprovecha la ventaja que te ofrece la oscuridad de la noche. ¿Has dicho algo contra el Duque de Cornualles? Viene aquí. Llega esta misma noche con gran premura, y con él, Regania. ¿No dijiste algo acerca de su contienda con el Duque de Albania? Piénsalo bien.

EDGARDO
10Estoy seguro. No he dicho una palabra.

EDMUNDO
11Oigo a mi padre... Perdóname, pero, por ardid, es preciso que saque la espada contra ti. –Tú también saca la tuya y haz como si te defendieras... (Echan ambos mano a la espada y simulan un lance.) Ahora huye de prisa... (EDGARDO huye.) (EDMUNDO, gritando)¡Ríndete! ¡Ven ante mi padre! ¡Luces! ¡Eh, aquí! – (En voz baja)Huye, hermano. – (Gritando)¡Luces, luces! – (En voz baja)¡Adiós! (Vase EDGARDO.) Un poco de sangre en mi cuerpo dará mejor testimonio de mi fiero empeño. (Se hiere en el brazo.)A más de uno he visto hacerse mayor daño en broma. (Gritando)¡Padre, padre! ¡Tenedle, tenedle! ¿Nadie acude?

Entra el DUQUE DE GLOCESTER y algunos Criados con antorchas.

GLOCESTER
12¿Qué ocurre, Edmundo? ¿Dónde está ese villano?

EDMUNDO
13Aquí estaba, en lo oscuro, desnuda su espada, musitando malignos hechizos y conjuros a la luna para que le sea deidad propicia.

GLOCESTER
14¿Pero dónde está?

EDMUNDO
15Mirad, señor, se me va la sangre.

GLOCESTER
16¿Dónde está el villano, Edmundo?

EDMUNDO
17Huyó por este lado, señor. Cuando vio que por ningún medio...

GLOCESTER
18¡Corred en su persecución; alcanzadle! (Vanse algunos Criados.) Decías que cuando vio que por ningún medio...

EDMUNDO
19...podía persuadirme a daros muerte, pues no dejé de hacerle comprender que los dioses justicieros asestan todos sus rayos contra los parricidas, poniéndole de manifiesto cuán fuerte y cuán estrecho es el vínculo que liga al hijo con su padre... en fin, señor, al ver él con cuánto horror yo rechazaba su desnaturalizado intento, ciego de rabia, saca su espada, arremete contra mi pecho indefenso y me hiere en el brazo. Mas cuando vio la energía de mi espíritu, resuelto a sucumbir por tan justa causa, o temiendo tal vez que acudieran a mis voces, de pronto se dio a la fuga.

GLOCESTER
20¡Huya muy lejos! ¡No logrará escapar con vida de estas tierras! Le hallarán pronto y morirá. Mi señor, el noble Duque, mi digno soberano y protector, llega esta noche; bajo su autoridad haré pregonar las gracias que otorgaré a quien le descubra, para llevar al patíbulo a este cobarde asesino. ¡A quien le oculte, la muerte!

EDMUNDO
21Cuando más procuraba disuadirle de su intento, y viéndole decidido a todo, con severas palabras le amenazaba delatarle, me respondió: “Desheredado bastardo! ¿Y piensas tú que si yo te desmiento, ha de suponer en ti nadie ni verdad, ni honor, ni nobleza que den fe a tus palabras? No; cuanto digas (y he de negarlo todo, aunque presentes cartas de mi mano) se volverá contra ti, y todos lo juzgarán invención tuya –trama y engendro de infernales artes– y no creas al mundo tan obtuso que no vea cuánto provecho logras con mi muerte y cómo ha de aguijonearte el afán de conseguirla.”

GLOCESTER
22¡Empedernido y cruel bellaco! ¿Será capaz de negar su carta? ¡Yo no le he engendrado! (Suenan trompetas dentro.)¡Atención! ¡Es el Duque! Ignoro qué pueda traerle... Haré cerrar todas las puertas para que no pueda huir el miserable... El Duque dará su venia. Enviaré su retrato a todas partes para que por todo el reino puedan descubrirle... y de mis bienes, hijo tierno y leal, yo haré de modo que puedas heredar.

Entran el DUQUE DE CORNUALLES, REGANIA y Acompañamiento.

CORNUALLES
23¿Qué tal, mi noble amigo? Apenas he llegado, ahora mismo como veis, y oigo extrañas nuevas.

REGANIA
24Si ello es cierto, todo tormento será poco para castigo del culpable. ¿Cómo estáis, señor?

GLOCESTER
25¡Oh, señora, mi viejo corazón está maltrecho y destrozado!

REGANIA
26¿De suerte que el ahijado de mi padre atentó a vuestra vida? ¿No era a él a quien mi padre llamaba siempre vuestro Edgardo?

GLOCESTER
27¡Oh, señora, por vergüenza quisiera ocultarlo!

REGANIA
28¿No era también compañero de los nobles licenciosos que asisten a mi padre?

GLOCESTER
29No lo sé, señora, pero, ¡cuánta maldad!, ¡cuánta maldad!

EDMUNDO
30Sí, señora, era de la compañía.

REGANIA
31No hay que extrañarse entonces de sus malas inclinaciones. Ellos fueron los que le han inducido a dar muerte a un anciano para gastar y disipar su hacienda. Por mi hermana he sido esta misma tarde bien informada de esa gente, y con tales advertencias, que cuando lleguen a mi casa no me hallarán en ella.

CORNUALLES
32Tampoco a mí, Regania; te lo aseguro. Edmundo, sé que os habéis portado con vuestro padre como un buen hijo.

EDMUNDO
33Era mi deber, señor.

GLOCESTER
34Él descubrió su traición, y al intentar prenderle recibió esa herida que veis.

CORNUALLES
35¿Salieron en su persecución?

GLOCESTER
36Sí, mi buen señor.

CORNUALLES
37Si le prenden, no temáis que pueda volver a hacer daño. Disponed de mi poder como os plazca. En cuanto a vos, Edmundo, por el valor y la lealtad que con esta ocasión tanto os ensalzan, entraréis a nuestro servicio. Bien necesitados estamos de tan leales corazones. Teneos por nuestro.

EDMUNDO
38Os serviré, señor, con toda lealtad, y en todo trance.

GLOCESTER
39Por él doy las gracias a vuestra alteza.

CORNUALLES
40Seguramente ignoráis el motivo de nuestra visita.

REGANIA
41Así tan a deshora, enhebrando nuestro camino bajo el sombrío manto de la noche, graves asuntos, noble Glocester, son los que aquí nos traen para pediros consejo. Nuestro padre nos ha escrito, como también mi hermana, dándonos cuenta de sus disensiones, y creímos más acertado enviar nuestra respuesta fuera de nuestra casa. Los mensajeros de una y otra parte esperan aquí nuestros despachos. ¡Oh, nuestro antiguo y buen amigo, tomad confianza en vuestro corazón y otorgadnos vuestro sabio consejo en este asunto que exige una providencia inmediata!

GLOCESTER
42Pronto estoy a serviros. Vuestras Altezas son bien venidos a mi casa.

Vanse.

ESCENA II

Ante el castillo de GLOCESTER.
Entran el CONDE DE KENT y OSVALDO, cada uno de una parte.

OSVALDO
1En paz madrugues, amigo. ¿Eres de la casa?

KENT
2Sí.

OSVALDO
3¿Dónde podemos dejar los caballos?

KENT
4En el lodo.

OSVALDO
5Dime, por favor, si bien me quieres...

KENT
6Y ¿si no te quisiera bien?

OSVALDO
7Pues me tendría sin cuidado.

KENT
8Ya te lo haría yo tener, si estuvieras tú a mis órdenes.

OSVALDO
9¿Por qué me hablas de tal modo? No te conozco.

KENT
10Yo sí te conozco.

OSVALDO
11Y ¿quién crees tú que soy?

KENT
12Un pícaro, un tunante, engullidor de bazofia, un ruin presumido, un majadero, en miserable servidumbre por una monedas, tres malos vestidos, y unas rotas calzas; un follón, una gallina, que os perseguirá por justicia cuando le hayáis apaleado; un hideputa, empañador de espejos, metomentodo, un fastidioso, bribón, un esclavo que heredó de un cofre vacío; uno que sería excelente alcahuete por sus buenos oficios y no es más que una mezcla de bribón, de mendigo, de cobarde y de rufián; el hijo reconocido de una mala perra, a quien me hartaré de aporrear hasta que atruene con sus aullidos, si te atreves a desmentir la más pequeña sílaba de tu filiación.

OSVALDO
13Y ¿quién eres tú, monstruo energúmeno, para insultar así a quien no conoces ni te conoce?

KENT
14Mientes como un desfachatado lacayo al decir que no me conoces. No hará dos días que te derribé y te harté de golpes en presencia del Rey. ¡Desenvaina, bergante! Aunque sea de noche, la luna brilla. Con su luz, voy a batirte en merengada. ¡Desenvaina, hideputa, ruin mozalbete de barbería, desenvaina!

OSVALDO
15¡Quita allá! No quiero nada contigo.

KENT
16¡Defiéndete, pícaro! Tú traes cartas ofensivas al Rey y te pones al servicio de una presumida muñeca de títeres contra la majestad de su padre. ¡Defiéndete, bribón, o voy a ensartar tus piernas para un asado! ¡Pronto, venid acá!

OSVALDO
17¡Oh! ¡Socorro! ¡Al asesino! ¡Socorro!

Huye.

KENT
18¡Hiere, miserable! ¡Alto, rufián, detente! ¡Ruin esclavo, en guardia!

OSVALDO
19¡Oh! ¡Socorro! ¡Al asesino, al asesino!

Entran primero EDMUNDO, con la espada desenvainada, y luego el DUQUE DE CORNUALLES, REGANIA, el CONDE DE GLOCESTER y Criados.

EDMUNDO
20¿Qué sucede? ¿Qué es eso?

KENT
21Contigo será, si te empeñas, maese imberbe; acércate, que voy a estrenarte las carnes; llégate aquí, señorito.

GLOCESTER
22¡Espadas! ¡Armas! ¿Qué sucede?

CORNUALLES
23¡Teneos, por vida vuestra! El que dé otro golpe, muere. ¿Qué ocurre?

REGANIA
24Los mensajeros de nuestra hermana y del Rey.

CORNUALLES
25¿Por qué reñíais? Decid.

OSVALDO
26Señor, me falta aliento.

KENT
27No es maravilla, diste prueba de valor tan esforzado... ¡Cobarde, bribón; la naturaleza reniega de ti; algún sastre te hizo!

CORNUALLES
28¿Qué locuras dices? ¿Un sastre hacer un hombre?

KENT
29Sí, señor, un sastre; un picapedrero o un pintor no podrían hacerlo tan mal, aunque solo pusieran dos horas en su empeño.

CORNUALLES
30Decidme aún, ¿cómo se originó vuestra querella?

OSVALDO
31Este viejo rufián, señor, a quien he perdonado la vida por respeto a sus grises barbas...

KENT
32¡Calla, hideputa, más inútil que una hache! Señor, si me dais licencia, voy a patear a ese insolente villano hasta hacer de él una buena argamasa, para enlucir con ella los muros del retrete. ¿Con que, por respeto a mis barbas? ¡Tímida motacila!

CORNUALLES
33¡Silencio, bellaco, bestialmente descomedido! ¿No entiendes de respeto?

KENT
34Sí entiendo, señor, pero la cólera tiene sus privilegios.

CORNUALLES
35Y ¿qué razón hay para encolerizarte?

KENT
36Que pueda sustentar una espada villano semejante que no sustenta honra. Traidores sonrientes como este son como ratas roedoras de los más sagrados vínculos que son demasiado estrechos para desligarse. Estos son los que lisonjean las malas pasiones de sus señores y añaden leña al fuego, nieve a la frialdad de sus sentimientos; lo mismo niegan que afirman, y están siempre como pico de alción, vueltos a todo viento mudable de sus amos; ni saben más que seguir al dueño como perros... ¡Mal haya tú, cara de idiota! ¿Te ríes de mis palabras como si te hablara algún loco? ¡Ganso! Si estuviéramos en campo libre, no te dejaría parar hasta el corral dando graznidos.

CORNUALLES
37¿Qué es eso, viejo, estás loco?

GLOCESTER
38¿Por qué fue la cuestión? Decid.

KENT
39No hay en el mundo dos cosas contrarias que tanto se aborrezcan como yo y ese vil tunante.

CORNUALLES
40¿Por qué le llamas tunante? ¿En qué te ha ofendido?

KENT
41Me disgusta su aspecto.

CORNUALLES
42¿Solo por eso? De ese modo tal vez te disguste el mío o el de cualquiera de los que me acompañan.

KENT
43Señor, la verdad es mi oficio; y he visto mejores rostros en mi vida de los que veo aquí sobre los hombros de cuantos están presentes.

CORNUALLES
44Este es alguno de esos, que habiendo sido una vez alabados por su franqueza, dan desde entonces en extremar su impertinente grosería, tal vez contrariando su natural agrado. ¡Almas nobles y abiertas! No dirán más que la verdad... y hay que soportarlas, soportar sus impertinencias, consolándose con su franqueza, pues ellas han de decir siempre la verdad. Como estos conozco yo que, en su ingenuidad, ocultan mayor malicia y más indignos propósitos que todos esos necios aduladores tan corteses que ejercen pulcramente sus funciones.

KENT
45Señor, a fe mía, con la más sincera franqueza y con licencia de vuestra magnanimidad, cuyo influjo, como la guirnalda de radiantes llamas que corona la frente de Febo...

CORNUALLES
46¿Qué significa todo eso?

KENT
47Cambiar de lenguaje, ya que el mío os desagrada. Bien sé yo, señor, que no soy adulador; el que francamente os engañe será un franco bribón; lo que yo no podré ser nunca, aunque os disguste que no lo sea.

CORNUALLES
48 (a OSVALDO)¿En qué le ofendiste?

OSVALDO
49En nada, señor. Al Rey, su amo, le plugo golpearme sin razón alguna; llegó este hombre, y por lisonjearle en su enojo, dio conmigo en tierra; me insulta, me escarnece, descarga sobre mí toda su furia; y el Rey le recompensa por castigar al que rendido estaba, y hoy, en el ardor de cruel hazaña, embiste de nuevo contra mí.

KENT
50No hay uno de esos trúhanes y cobardes que no pretenda hacer del mismo Áyax su bufón.

CORNUALLES
51¡Traed un cepo! Testarudo y viejo pícaro, reverendo fanfarrón; yo te enseñaré...

KENT
52Señor, soy ya muy viejo para aprender. No hagáis traer el cepo para mí. Sirvo al Rey, y en su nombre he sido a vos enviado; poco respetuoso y harto atrevido os mostráis con la grandeza de mi señor, poniendo en el cepo a un mensajero suyo.

CORNUALLES
53Traed el cepo. ¡Por mi vida y por mi honor, aquí estará él hasta mediodía!

REGANIA
54¿Mediodía? Hasta media noche, señor; y toda la noche también.

KENT
55¡Oh, señora! ¡Si fuera yo un perro de vuestro padre, no os dignarais tratarme así!

Traen un cepo.

REGANIA
56Como que no eres más que su rufián, bien puedo hacerlo.

CORNUALLES
57Este será, por las trazas, uno de quien nos habla nuestra hermana. Pronto, traed el cepo.

GLOCESTER
58Permitidme lo ruegue a vuestra alteza, no hagáis tal. Grande ha sido su falta, pero el Rey, mi señor, le castigará por ella. Pena tan afrentosa como la que proponéis, aplícase tan solo a los más viles y despreciables pícaros para castigar los más vulgares hurtos y delitos. El Rey ha de tomar a mal que en tan poco estiméis a su mensajero para reprimirle de ese modo.

CORNUALLES
59Yo sabré responder.

REGANIA
60Peor ha de parecerle a mi hermana que sea así insultado y atropellado un caballero, por fiel a su servicio. Metedle las piernas.

Los Criados le ponen en el cepo.
Vanse todos, menos GLOCESTER y KENT.

GLOCESTER
61Mucho lo siento, amigo, pero es la voluntad del Duque, y todo el mundo conoce su carácter, que ni se ablanda ni cede. Hablaré por ti, no obstante.

KENT
62No hagáis tal, os lo ruego. He caminado mucho y sin descanso. Aquí dormiré algún rato, y otros me divertiré silbando. La fortuna del hombre honrado vive y medra aún a despecho de sus talones. Muy buenos días.

GLOCESTER
63Este acto del Duque es censurable. Han de tomarlo a mal.

Vase.

KENT
64Buen Rey, en ti se realiza el viejo dicho: “huyendo de la sartén, dar en las brasas”. Alúmbrame, tú, ¡oh, faro de este bajo mundo!, que a tu apacible luz pueda yo leer esta carta. Nadie más que la miseria ve milagros. (Abriendo una carta y ojeándola)Yo sé que es de Cordelia. Acaso es sabedora de mi ocultación y hallará medio en tan tremendo trance para remediar estos males. Estoy rendido de cansancio y de sueño. Aprovechaos, ojos míos, para no contemplar tan ruin alojamiento. Buenas noches, fortuna. ¡Sonríeme otra vez; da vueltas a tu rueda!

Se duerme.

ESCENA III

Un bosque.
Entra EDGARDO.

EDGARDO
1Oí como me pregonaban, y por fortuna, en el hueco de un árbol pude esconderme de los que me daban caza. Ni un paso libre, ni un lugar que no esté guardado con insólita vigilancia para mi captura. Mientras pueda yo escapar he de ocultarme. Tomaré la más baja y más pobre apariencia, que jamás la miseria haya podido usar para poner al hombre al nivel de las bestias. Embadurnaré mi rostro con fango, ceñiré una pelleja, encresparé mis cabellos como un trasgo y arrostraré con mi desnudez los vientos y las inclemencias del cielo. En el campo se ven muestras de tales gentes; pobres turulatos que, con desaforados gritos, clavan en sus brazos desnudos y entumecidos por las llagas, alfileres, espinas, clavos y paligotes de romero, y con tan horrible figura van por las chozas, las aldeas, las majadas y los molinos, y unas veces con lunáticas imprecaciones, otras con rezos, en todas partes sacan su limosna. ¡Pobre Turlupín! ¡Pobre Tomasillo! Esto ya es ser algo; como Edgardo, no soy nada.

ESCENA IV

Ante el castillo de GLOCESTER.
El CONDE DE KENT en el cepo. Entran el REY LEAR, el BUFÓN y CABALLEROS.

REY LEAR
1Muy extraño es que hayan salido de casa sin despachar a mi emisario.

CABALLERO
2Por lo que he oído, anoche no pensaban en ausentarse.

KENT
3Salud, noble señor.

REY LEAR
4¡Oh! ¿Has tomado a pasatiempo estarte ahí a la vergüenza?

KENT
5No, señor mío.

BUFÓN
6¡Ah, ah! Esto es estar en calzas prietas. A los caballos los atan por la cabeza, a los perros y osos por el cuello, a los monos por los riñones, y a los hombres por las piernas. Al que anda en malos pasos pónenle medias de palo.

REY LEAR
7¿Quién fue el que por grave error acerca de tu cargo te puso en este sitio?

KENT
8Fueron dos: él y ella; vuestro hijo y vuestra hija.

REY LEAR
9¡No!

KENT
10Sí.

REY LEAR
11No, te digo.

KENT
12Yo os digo que sí.

REY LEAR
13No, no; son incapaces.

KENT
14Ya veis si lo son.

REY LEAR
15¡Por Júpiter, que juro que no!

KENT
16¡Por Juno, os juro que sí!

REY LEAR
17No osarían, no podrían, no querrían hacerlo. Fuera peor que un asesinato hacer un tan violento ultraje a mi respeto... Explícame pronto y sin precipitarte, cómo has podido merecer, o ellos imponerte esta afrenta viniendo tú de mi parte.

KENT
18Señor, apenas llegado a su palacio les entregué vuestra carta, y aun permanecía arrodillado ante ellos con toda reverencia, cuando llegó, sudoroso y jadeante, un enviado de Gonerila que en su nombre les saluda y les entrega una carta que ellos se apresuran a leer, dejando de lado mi mensaje. Tan pronto han leído, ordenan juntar su comitiva, montan a caballo con presteza, diciéndome que debo seguirles y esperar la respuesta cuando a ellos les plazca. ¡Tal frío fue su acogimiento! Aquí vuelvo a encontrarme con el otro mensajero, el que con sus nuevas emponzoñó las mías –por cierto aquel bellaco que no ha mucho se insolentó con Vuestra Alteza–. Exasperado y perdido el tino, cargo sobre él, y el muy cobarde despierta a todos con sus gritos, y vuestro hijo y vuestra hija juzgan digno de mi conducta este vergonzoso castigo que estoy sufriendo.

BUFÓN
19Aún no acabó el invierno, pues los ánades vuelan hacia aquí.
-->
Los padres que llevan andrajos
Ciegos sus hijos tendrán,
Mas si de oro llevan sacos,
Sus hijos les amarán.
Fortuna, mala ramera,
No abras al pobre la puerta.
Por todo esto, no acabarás de contar en un año todas las penas que tus hijas te darán que contar.

REY LEAR
20¡Ah, cómo el mal de madre me sube al corazón! ¡Pasión histérica, tente! ¡Trepadora angustias, más abajo es tu sitio! ¿Dónde está esa hija?

KENT
21Con el Conde, señor, allá dentro.

REY LEAR
22Nadie me siga; aguardad aquí.

Vase.

CABALLERO
23¿No faltaste en más de lo que has dicho?

KENT
24En nada. ¿Cómo viene el Rey con tan reducido séquito?

BUFÓN
25Si te pusieron en el cepo por esta pregunta, bien merecido lo tienes.

KENT
26¿Por qué, loco?

BUFÓN
27Vamos a mandarte a la escuela de la hormiga para que te enseñen a no trabajar en invierno. Todo el que va detrás de sus narices se guía por los ojos menos los ciegos, y no hay una sola nariz entre veinte que no sepa oler al que apesta. Suelta la rueda cuando va monte abajo, si no quieres que te rompa la crisma, pero si la ves que sube monte arriba, agárrate bien a ella. Cuando un sabio te dé mejor consejo, devuélveme el mío. Puesto que un loco lo da, no es de provecho más que a los bribones.
-->
Quien te sirve por dinero
Y te sigue sin lealtad,
Cuando empieza el aguacero,
Lía el fardo, y, muy ligero,
Te deja en la tempestad.
Mas yo aquí me estoy; queda el loco
Mientras el cuerdo escapa.
El loco que huye es un bribón.
Mas no es, ¡pardiez!, bribón el loco.

KENT
28Loco, ¿dónde aprendiste eso?

BUFÓN
29No fue en un cepo, ciertamente, loco.

Entran el REY LEAR y el CONDE DE GLOCESTER.

REY LEAR
30¡Negarse a hablar conmigo! Que están enfermos, que están cansados, que viajaron toda la noche... Simples pretextos, claras señales de rebeldía y defección. Búscame mejor respuesta.

GLOCESTER
31Buen señor, ya conocéis el violento carácter del Duque y la tenacidad inquebrantable de sus decisiones.

REY LEAR
32¡Venganza! ¡Peste! ¡Muerte! ¿Destrucción! ¿Violento? ¿Qué carácter? ¡Ea, Glocester, Glocester! Quiero hablar con el Duque de Cornualles y su esposa.

GLOCESTER
33Bien, señor, así se lo anuncié.

REY LEAR
34¿Se lo anunciaste? ¿Me has entendido bien, hombre?

GLOCESTER
35Sí, mi buen señor.

REY LEAR
36El Rey quiere hablar con Cornualles, el cariñoso padre quiere hablar con su hija y exige su obediencia. ¿Se lo anunciaste así? ¡Por mi vida y por mi sangre! ¡Que es violento el carácter del Duque! ¿Violento? Pues decid a ese Duque tan feroz... pero no, aún no... Tal vez no está bueno, en efecto. Cualquier dolencia no hace olvidar los deberes a que en nuestra cabal salud nos sometemos. No somos nosotros mismos cuando la naturaleza enferma fuerza nuestro espíritu a padecer con el dolor del cuerpo. –Sabré contenerme, no quiero incurrir por impaciencia en el error de juzgar arranques de un enfermo como si fueran de un hombre sano. (Fijándose en KENT)¡Muerte y condenación! Entonces ¿por qué está él ahí? ¿Cómo puedo creer que este apartamiento del Duque y de ella es sin malicia? ¡Devolvedme al punto mi servidor! ¡Decid al Duque y a su esposa que quiero hablar con ellos! ¡Aquí, ahora mismo, que vengan a escucharme, o a la misma puerta de su aposento redoblaré el tambor hasta que les mate el sueño con su estruendo!

GLOCESTER
37Para bien de todos quisiera veros en paz.

Vase.

REY LEAR
38¡Ay de mí! ¡Corazón, corazón mío alborotado! ¡Pero, calma!

BUFÓN
39¡Grítale, tío, como hacía la guisandera a las anguilas cuando las ponía vivas en el pastel! Con un palito les daba en la caperuza y les decía: “¡Abajo, casquivanas, estad quietas!” Un hermano de esta fue el que le ensebaba la paja a su caballo de tanto que le quería.

Entra el DUQUE DE CORNUALLES, REGANIA, el CONDE DE GLOCESTER y Acompañamiento.

REY LEAR
40Buenos días a ambos.

CORNUALLES
41Salud a vuestra merced.

El CONDE DE KENT es puesto en libertad.

REGANIA
42Mucho me alegra el ver a Vuestra Alteza.

REY LEAR
43Así lo creo, Regania; yo sé si tengo razón para creerlo. Si no te alegraras, tendría que repudiar a tu madre en su tumba, que guardaría a una adúltera. (A KENT)Ah, hete aquí por fin libre. Ya hablaremos de esto más tarde. (A REGANIA)¡Oh, Regania querida! Tu hermana es una infame. ¡Oh, Regania! Su crueldad ha clavado aquí sus garras de buitre. (Poniéndose la mano en el pecho)Ni a decírtelo acierto, ni podrías creer con qué cínica abyección... ¡Oh, Regania!

REGANIA
44Calmaos, señor, os lo ruego. Más me inclino a creer que sois vos el que no sabe apreciar sus servicios, que ella la que ha podido olvidar sus deberes.

REY LEAR
45¿Qué dices?

REGANIA
46Me resisto a creer que mi hermana haya faltado en lo más mínimo. Si fue por haber puesto coto a los desmanes de vuestros servidores, la razón que tuvo para ello la absuelve de toda culpa.

REY LEAR
47¡Caiga mi maldición sobre ella!

REGANIA
48Señor, sois muy anciano; vuestra vida ha llegado a los mismos confines de su término; necesitáis quien os gobierne y os dirija con discreción, quien se haga cargo de vuestro estado mejor que vos mismo. Así, yo os ruego que volváis con mi hermana, y le expreséis, señor, vuestras disculpas.

REY LEAR
49¿Pedirle perdón? Has pensado cómo cuadraría a mi dignidad decirle: “Hija querida, conozco que soy un viejo, los viejos solo servimos de estorbo

(Arrodillándose), y de rodillas vengo a pedirte que me otorgues vestido, cama y alimento.”

REGANIA
50Basta, señor, esto son chocarrerías impertinentes. Volved con mi hermana.

REY LEAR
51 (Levantándose)Nunca, Regania. Me ha privado de una mitad de mi séquito; sus ojos me han mirado con fiereza y su dardo de serpiente se ha hincado en mi corazón; todos los castigos del cielo caigan sobre su ingrata cerviz. ¡Vosotros, aires infectos, herid sus blancos miembros de parálisis!

CORNUALLES
52¡Vergüenza, señor, vergüenza!

REY LEAR
53¡Oh, rayos fulminantes, acribillad sus altivos ojos con vuestros cegadores dardos! ¡Infeccionad su hermosura, oh, pantanosos vapores que el potente sol levanta, y, cayendo sobre ella, agostad su soberbia!

REGANIA
54¡Oh, dioses benditos! Lo mismo desearéis para mí, así que se encienda vuestra ira.

REY LEAR
55No, Regania; yo nunca podré maldecirte. Tu natural ternura no te llevará a tales crueldades. Sus ojos son feroces; los tuyos confortan y no abrasan. Tú no te opondrías a mis deseos, ni reducirías mi séquito, ni proferirías airadas palabras, ni tasarías mis conveniencias, para acerrojarme al fin las puertas de tu casa a mi entrada. Tú sabes mejor cuáles son los deberes de la naturaleza, las obligaciones filiales, las reglas de la cortesía y las deudas de la gratitud; tú no has olvidado la mitad de mi reino que te di en dote.

REGANIA
56Buen señor, vayamos al caso.

REY LEAR
57¿Quién puso a mi sirviente en el cepo?

Toque de trompeta dentro.

CORNUALLES
58¿Qué toque es este?

REGANIA
59Le conozco, es de mi hermana. Esto confirma su carta, al decir que pronto llegaría. (Entra OSVALDO.) ¿Llega tu señora?

REY LEAR
60He aquí un esclavo cuyo prestado orgullo solo se apoya en los volubles favores de la dueña a quien sirve. ¡Lejos de mi vista, lacayo!

CORNUALLES
61¿Qué decía Vuestra Alteza?

REY LEAR
62¿Quién puso en el cepo a mi criado? Yo confío, Regania, que tú nada sabrías. ¿Quién viene aquí? ¡Oh, cielos! (Entra GONERILA.) Si respetáis la ancianidad, si alentáis la esperanza de ser respetados cuando lleguéis a viejos, rechazadla y poneos de mi parte.– (A GONERILA, que saluda a REGANIA y a CORNUALLES)¿No te avergüenzas de ver estas barbas blancas? ¡Oh, Regania! Y ¿tú le das la mano?

GONERILA
63¿Y por qué no, señor? ¿Qué delito cometí? No es culpa, ciertamente, todo lo que la indiscreción delata y la chochez condena.

REY LEAR
64¡Oh, corazón! ¡Muy duro eres cuando no te rompes! –¿Quién puso a mi hombre en el cepo?

CORNUALLES
65Yo lo ordené, señor. Por sus desmanes no ha merecido tanta distinción.

REY LEAR
66¡Vos! ¿Fuisteis vos?

REGANIA
67Por favor, padre, si anciano sois, parecedlo. Si hasta el término de este mes volvéis a casa de mi hermana, renunciando a la mitad de vuestro séquito, venid después conmigo. Ahora, ausente de mi hogar, no me es posible proveer a cuanto requiere vuestro alojamiento.

REY LEAR
68¿Volver con ella y despedir a cincuenta de los míos? Antes renunciaría a vivir bajo techado, y preferiría entrar en cruel lucha contra las inclemencias del tiempo, viviendo en compañía de lobos y lechuzas y arrostrando el áspero acicate de la miseria. ¿Volver con ella? Antes iría al impetuoso Rey de Francia, el que sin dote se llevó a la menor de mis hijas, y, de rodillas ante su trono, le pediría, como un pobre escudero, una pensión para una vida humilde. ¿Volver con ella? Antes me persuadirías a hacerme el esclavo, y la acémila de este ruin lacayo.

(Señalando a OSVALDO.)

GONERILA
69Como gustéis, señor.

REY LEAR
70Te lo suplico, hija, no quieras volverme loco. No he de molestarte, niña mía. ¡Adiós! Jamás hemos de encontrarnos, jamás hemos de volver a vernos. Pero ¿eres tú carne mía, sangre mía, hija mía; o más bien una enfermedad de mi carne que debo llamar mía? Tú eres una úlcera, un protuberante carbunclo de mi sangre corrompida. Mas no he de acriminarte; el oprobio vendrá cuando quiera; no clamaré por él, no invocaré al terrible forjador de la centella, ni importunaré con este cuento el excelso juicio de Júpiter. Arrepiéntete cuando puedas, enmiéndate cuando te plazca. Sabré tomar paciencia, y viviré con Regania y mis cien caballeros.

REGANIA
71No tal, señor. Yo no os aguardaba y me hallo desprevenida para recibiros convenientemente. Dad oído a mi hermana, señor, pues los que tratan de poner un poco de cordura en vuestra destemplanza deben resignarse a pensar que sois anciano y, por lo tanto... En fin, señor, bien sabe ella lo que hace.

REY LEAR
72¿Y sabes tú lo que dices?

REGANIA
73Así me atrevo a creerlo, señor. Pues cómo, ¿cincuenta servidores no os bastan? ¿Para qué necesitáis más? Y aun son muchos, pues el dispendio y el peligro que suponen dicen bastante en contra de tan gran número. ¿Cómo puede haber paz en una casa con tanta gente al mando de dos señores? Es tan difícil, que lo juzgo imposible.

GONERILA
74No podríais aceptar el servicio de los que ya están a mis órdenes o a las suyas?

REGANIA
75¿Y por qué no, señor? De ese modo, si alguno os faltara, podríamos castigarle. Si conmigo venís, puesto que ya estoy advertida del peligro, os prevengo que no habréis de traer más que veinticinco. Ni a uno más he de dar alojamiento.

REY LEAR
76Os lo di todo...

REGANIA
77¡Y a buen tiempo lo disteis!

REY LEAR
78Os nombré mis tutores, mis depositarios; solo he retenido este séquito a mi servicio. Y ahora, ¿con veinticinco, no más, puedes recibirme, Regania? ¿No es eso lo que has dicho?

REGANIA
79Y os lo repito, señor, ni uno más admitiré.

REY LEAR
80Esas perversas criaturas aun parecen buenas cuando otras son peores; la que no es peor se hace digna de alabanza. (A GONERILA)Iré contigo; tus cincuenta son el doble de sus veinticinco, tu amor es doble del suyo.

GONERILA
81Oíd, señor. Y ¿qué necesidad tenéis de veinticinco, ni de diez, ni de cinco, para serviros, en donde tenéis doble número a vuestras órdenes?

REGANIA
82¿Qué necesidad tenéis de ninguno?

REY LEAR
83¡No razonéis con la necesidad! El más vil mendigo aun tiene cosas superfluas en su miseria. Conceded a la naturaleza no más de lo que la naturaleza necesita, y la vida del hombre es tan barata como la de los brutos. Tú eres una dama, si todo tu lujo tiene por solo objeto el abrigarte, la naturaleza no necesita de esas lujosas prendas que a duras penas te abrigan. Mas si de algo verdaderamente necesito, es de paciencia. ¡Oh, cielos! ¡Paciencia es lo que necesito! Aquí me veis, ¡oh, dioses!, pobre viejo tan abrumado de penas como de años; si sois vosotros los que movéis el corazón de estas hijas contra su padre, no llevéis el sarcasmo hasta obligarme a soportarlo con dulzura; encendedme en noble ira y no permitáis que estas femeniles armas, simples gotas de agua, mancillen mi rostro de hombre... No, monstruosas arpías, sobre las dos quiero descargar tal venganza que el mundo entero... ¡Tales cosas haré...! Lo que serán, no lo sé, pero espanto de la tierra van a ser. ¿Pensáis que voy a llorar? ¡No, no lloraré! Y no es por falta de motivo, ya lo veis, pero antes que llorar romperé mi corazón en mil pedazos. (Al BUFÓN)¡Ah, tonto mío, que me vuelvo loco!

Vanse LEAR, GLOCESTER, KENT y el BUFÓN.
Fragor lejano de tormenta.

CORNUALLES
84Entremos; amenaza tormenta.

REGANIA
85Esta casa es muy reducida. El viejo y sus gentes no pueden hallar buen acomodo.

GONERILA
86A él solo debe culpar. Abandonó su descanso y ahora debe él darse cuenta de su locura.

REGANIA
87En cuanto a él, le admitiría gustosa, pero ni a uno solo de su séquito.

GONERILA
88Tal es también mi resolución. ¿Dónde está el señor de Glocester?

CORNUALLES
89Salió en pos del viejo. Aquí vuelve.

Entra GLOCESTER.

GLOCESTER
90El Rey está ciego de ira.

CORNUALLES
91¿Adónde se encamina?

GLOCESTER
92Da orden de montar, mas no sé adónde va.

CORNUALLES
93Vale más dejarle; vaya a su antojo.

GONERILA
94 (A GLOCESTER)Señor, por ningún modo tratéis de detenerle.

GLOCESTER
95¡Ay de él! La noche cierra y fieramente sopla el cierzo. Apenas un matorral hallarán en muchas leguas.

REGANIA
96¡Oh, señor! A los hombres obstinados los daños que ellos mismos se procuran les sirven de lección. Cerrad vuestras puertas. Los que le siguen son gente decidida, y siendo él tan apto a la lisonja, fácilmente podría inducirles a algún desacato, que por prudencia hemos de temer.

CORNUALLES
97Cerrad las puertas, señor. Es una noche horrible. Bien aconseja mi Regania. Guarezcámonos de la tormenta.

Vanse.

ACTO TERCERO

ESCENA PRIMERA

Un páramo.
Sigue la tormenta. Entran por separado el CONDE DE KENT y un CABALLERO.

KENT
1¿Quién va con tan rudo tiempo?

CABALLERO
2Un espíritu perturbado como el tiempo.

KENT
3Ya sé quién sois. ¿Dónde está el Rey?

CABALLERO
4Luchando con los airados elementos, clama al huracán que barra la tierra hasta sepultarla en el mar, o a las encrespadas olas que se alcen hasta anegar el continente, a fin de que todo perezca o se trastorne. Arráncase las canas, que impetuosas ráfagas arrebatan y dispersan con ciega rabia. Pretende, en el breve mundo de su humanidad ridiculizar la confusión de esta lucha entre agua y viento. Esta noche, en que los oseznos secarán las ubres de la osa en su guarida, y el león y el lobo hambrientos mantendrán su piel enjuta, anda él desbonetado y vagabundo, invocando el fin de la creación.

KENT
5¿Quién le acompaña?

CABALLERO
6El bufón solamente, que se esfuerza en distraerle con sus chanzas de las penas que le destrozaron el corazón.

KENT
7Señor, bien os conozco, y en la seguridad de mi acierto, me atrevo a confiaros algo de importancia. Aunque pretendan encubrirlo con amaño, lo cierto es que entre el de Cornualles y el de Albania existe disensión. Ambos tienen en su casa (como tiene todo aquel cuya excelsa estrella tan encumbrada brilla), servidores que no parecen otra cosa y son realmente espías del de Francia, a quien informan al detalle de cuanto aquí sucede –ya sea de las maquinaciones que los Duques traman el uno contra el otro, ya del duro freno con que los dos pretenden subyugar al bondadoso y viejo Rey, si no es de algo más hondo de lo que todo esto tal vez solo es vislumbre–. Lo cierto es que de Francia llega contra este disperso reino un ejército, que aprovechándose de nuestra incuria, ya desembarca secretamente en uno de nuestros mejores puertos, y no tardará en despegar al aire sus banderas. Lo que de vos pretendo, si tanto crédito os merezco, es que, sin más demora, corráis a Dóver, donde encontraréis seguramente quien ha de agradeceros que le deis buen informe de tan monstruosa crueldad y tan enloquecedora aflicción como el Rey está sufriendo. Noble soy por mi sangre y mi crianza, y con plano conocimiento y garantía me atrevo a proponeros tal misión.

CABALLERO
8Ya hablaremos más despacio.

KENT
9No hay que hablar más; y para probaros que soy mucho más de lo que aparento, abrid este bolso y tomad cuanto va en él. Si veis a Cordelia, como sin duda la veréis, mostradle este anillo, y ella os dirá quién es este hombre que aún no conocéis. –¡Maldita tormenta! Voy en busca del Rey.

CABALLERO
10Dadme vuestra mano. ¿Tenéis algo más que decirme?

KENT
11Pocas palabras, pero, para el caso, las más importantes: que busquemos al Rey, a cuyo objeto vos iréis por aquella parte y yo por esta; y quien primero le descubra dé voz al otro.

Vanse.

ESCENA II

Otra parte del páramo.
Sigue la tormenta. Entran el REY LEAR y el BUFÓN.

REY LEAR
1¡Soplad, vientos, hasta reventar vuestros carrillos; soplad con rabia! ¡Trombas y cataratas, diluviad hasta sumergir los campanarios y anegar las veletas! ¡Vosotros, fuegos sulfúreos, raudos como el pensamiento, precursores de los rayos, rajadores de encinas, abrasad mis blancas canas! ¡Y vosotros, retembladores truenos, aplastad la gruesa redondez del mundo, romped los moldes todos de la naturaleza y dispersad de un golpe todos los gérmenes que dan vida al hombre ingrato!

BUFÓN
2¡Ay, tío, preferibles son sequedades bajo techado a estas mojaduras puertas afuera! Vuelve, buen tío, y pídeles perdón a tus hijas; mira que es una noche esta que no se compadece de cuerdos ni de locos.

REY LEAR
3¡Retumba, tú, repleto vientre! ¡Fuego, escupe! ¡Agua, desborda! Ni la lluvia, ni el viento, ni el trueno, ni el rayo son mis hijas. Yo no os acusaré, ¡oh, elementos!, de ser crueles conmigo. Ni os di mi reino, ni os llamé mis hijos, ni me debéis obediencia. Caigan, pues, sobre vuestros horribles goces. Aquí le tenéis a vuestro esclavo, un pobre, inválido, endeble y despreciado anciano. Aunque bien pudiera motejaros de ministros serviles, por haberos confabulado con dos hijas pérfidas, lanzando vuestras celestes legiones contra una cabeza tan vieja y tan blanca como esta. ¡Oh! ¡Oh! ¡Qué infamia!

BUFÓN
4El que tiene una casa donde meter la cabeza tiene un buen yelmo.
-->
El que su bragueta aloja
Primero que su cabeza,
De piojos se verá
Invadida la mollera.
Así se casan muchos pobres.
El que con el corazón
Anda, y siente con la pata,
Callos tiene a discreción,
Y el sueño se desbarata.
Pues no hay mujer linda que no haga mohines ante el espejo.

REY LEAR
5No; quiero ser un modelo de paciencia. Callaré del todo.

Entra KENT.

KENT
6¿Quién está aquí?

BUFÓN
7Pues, una corona y un braguero; o si quieres, un cuerdo y un loco.

KENT
8¡Ah, señor! ¿Vos aquí? ¡Los seres más amantes de la noche no aman noches como esta! La ira del cielo aterroriza a los que moran en las sombras, obligándoles a refugiarse en sus guaridas. Desde que tengo uso de razón no tengo memoria de tales surcos de fuego, tales estampidos de horrísonos truenos, tales fragores de viento y lluvia, que sobrecogen al hombre de espanto y aflicción.

REY LEAR
9Deja que los excelsos dioses, con este pavoroso estruendo sobre nuestra cabeza, busquen a quien les ha ofendido. ¡Tiembla tú, miserable, con tantos secretos delitos en tu pecho que no castigó la justicia; escóndete, ensangrentada mano; y tú, perjuro, y tú, hipócrita incestuoso, y tú, tiembla también, malvado, que, bajo capa y apariencia de honradez, has atentado contra la vida humana! ¡Encubiertos crímenes, rasgad la vestidura que os oculta, y ante tan terrible conminaciones apresuraos a implorar misericordia! ¡Yo soy un hombre contra quien se ha pecado más de lo que él pecó!

KENT
10¡Ay de mí! ¡Al viento nuestras canas! Mi amado señor, no muy lejos de aquí hay una choza que algún amparo puede ofreceros contra la tormenta. Descansad, allí mientras yo vuelvo a esa cruel casa, más dura que las piedras de sus cimientos, donde poco ha fui a buscaros y se negaron a darme entrada; pero ahora voy a forzar su desmedrada cortesía.

REY LEAR
11Mi razón se extravía... Vamos, niño mío. ¿Cómo estás tú, rapaz? ¿Tienes frío? Yo también; mucho frío. ¿Dónde está esa choza, compañero? ¡Qué extraño es el arte de la necesidad, que puede hacer precioso lo más vil! ¡Vamos a la cabaña! ¡Pobre loco pícaro; aún queda un lugar en mi corazón para compadecerte!

BUFÓN
12
(Cantando)
El que un poco de juicio se lleve,
Bien puede reírse de la lluvia y viento;
Con su pobre suerte puede estar contento,
Puesto que llover, cada día llueve.

REY LEAR
13Es verdad, niño mío. Vamos, llevadnos a esa choza.

Vanse el REY LEAR y KENT.

BUFÓN
14¡Valiente noche para enfriar a una cortesana! Antes de irme diré una profecía:
-->
Cuando los curas vayan más a la paja que al grano;
Cuando los taberneros añadan agua al vino;
Cuando los noble den el patrón de la moda a los sastres;
Cuando los herejes no sufran tormentos y sí los putañeros;
Cuando los pleitos sean fallados en justicia, y ningún hidalgo tenga deudas, y ningún caballero padezca pobreza;
Cuando las calumnias den paz a la lengua y el cortabolsas no se halle en apuro;
Cuando los usureros manifiesten sus riquezas en público, y los alcahuetes y las rameras edifiquen iglesias,
Entonces el reino de Albión
Vendrá en gran profusión.
Entonces vendrá el tiempo,
Lo verá quien vivirá,
En que todo el que andará
Deberá hacerlo con los pies.
Tal es la profecía
Que hará Merlín un día,
Pues yo vivo antes que él.

Vase.

ESCENA III

El castillo de GLOCESTER.
Entran GLOCESTER y EDMUNDO.

GLOCESTER
1¡Ay de mí, Edmundo! No apruebo tan desnaturalizado proceder. Lejos de obtener su venia para compadecerle, me han privado de mandar en mi propias casa, prohibiéndome, so pena de caer para siempre en su desgracia, hablar de él, abogar por él, ni ofrecerle ninguna clase de apoyo.

EDMUNDO
2¡Por demás, cruel y antinatural!

GLOCESTER
3Vaya, no digas más. Hay disensión entre los Duque y aun algo más grave. Esta misma noche he recibido una carta de la que no puede hablarse sin peligro. Cuidadosamente la he guardado en mi gaveta. Las ofensas inferidas al Rey tendrán muy pronto su castigo. Gran parte de un poderoso ejército ha desembarcado. Nuestra obediencia es para el Rey. Yo salgo ahora en su busca y le socorreré secretamente. Anda tú, mientras tanto, a dar conversación al Duque, a fin de que mi acto de caridad le pase inadvertido. Si pregunta por mí, le dices que no estoy muy bien y me fui a la cama. Aunque por ello me dieran muerte, como así me han amenazado, el Rey, mi señor, ha de ser socorrido. Extraños sucesos se avecinan, Edmundo; está sobre aviso, te lo ruego.

Vase.

EDMUNDO
4De esta atención, aunque te pese, tendrá noticia el Duque, y al instante, y también de esa carta. Esto ha de aparecer como un gran servicio y me hará ganar cuanto mi padre pierda; nada menos que todo. El joven se alza cuando cae el viejo.

Vase.

ESCENA IV

Otra parte del páramo con una choza.
Entran el REY LEAR, el CONDE DE KENT y el BUFÓN.

KENT
1Aquí está, señor; entrad, mi buen señor. La crudeza de la intemperie es demasiado fuerte para el hombre.

REY LEAR
2Dejadme solo.

KENT
3Mi buen señor; entrad aquí.

REY LEAR
4¿Vas a romperte, corazón mío?

KENT
5Antes vea yo romperse el mío. Entrad, señor.

REY LEAR
6Tú juzgas imponente esta tormenta que cala nuestros huesos. Así es para ti, sin duda; pero el que un mal mayor padece no siente apenas el mal menor. Huyes de las garras de un oso, mas si en tu huida te cierra el paso el mar embravecido, harás frente a la fiera. Cuando el espíritu está en calma, el cuerpo es sensible. La tempestad de mi alma aparta de mis sentidos todo otro dolor que el que allí late. ¡La ingratitud filial! ¿No es como si mi boca despedazara a mordiscos mi propia mano por llevarle su alimento? Pero tendrán su castigo. No, no quiero llorar más. ¡En una noche así cerrarme sus puertas! ¡Arrecia, tempestad, yo lo resisto! ¡En una noche así! ¡Oh, Regania! ¡Oh, Gonerila! ¡Vuestro padre anciano y bueno, de corazón tan generoso que os lo ha dado todo! ¡Oh! Por este camino se va a la locura. Hay que evitarlo. Basta ya de esto, basta...

KENT
7Mi buen señor, entrad aquí.

REY LEAR
8No, déjame... Entra tú solo. Procura acomodarte. La tempestad me distrae de otros pensamientos que más me dañarían. Pero entraré, sí... (Al BUFÓN)Ven, niño mío. Entra tú primero. ¡Oh, pobreza sin asilo! –Vamos, entra.– Voy a rezar y luego a dormir. (El BUFÓN entra en la choza.) Pobres que padecéis desnudez, doquiera que os halléis, expuestos a los rigores de noche tan desapiadada, mal cobijados, mal comidos, mal cubiertos de vuestros destrozados y agujereados andrajos –¿cómo podréis defenderos de los rigores de un tiempo semejante? ¡Qué poca atención daba yo a todo esto! ¡Provechosa medicina para el boato! Expongámonos a los males que los pobres padecen, y consentiremos en cederles de nuestras superfluidades, mostrando con ello más justos a los cielos.

EDGARDO
9 (Desde el interior de la cabaña)¡Braza y media, braza y media! ¡Pobre Tomasillo!

El BUFÓN sale precipitadamente de la cabaña.

BUFÓN
10¡No entres, tío! Hay aquí un duende. ¡Favor! ¡Socorro!

KENT
11Dame la mano. ¿Quién anda ahí?

BUFÓN
12¡Un duende, un duende! Dice que se llama el pobre Tomasillo.

KENT
13¿Quién gruñe entre ese montón de paja? ¡Fuera de ahí!

Entra, saliendo de la choza. EDGARDO disfrazado como un loco.

EDGARDO
14¡Huid! El espíritu malo me persigue... El viento frío sopla por entre los zarzales. ¡Hum! Vete a tu cama fría y caliéntate.

REY LEAR
15¿Has dado a tus hijas cuanto tenías, y has venido a parar en eso?

EDGARDO
16¿No hay limosna para el pobre Tomasillo que fue arrebatado por el demonio entre brasas y llamas, sobre vados y remolinos, sobre pantanos y tremedales, y le puso cuchillos bajo la almohada, y cuerdas de horca en su reclinatorio, y matarratas en el puchero, y le llenó el corazón de orgullo, hasta hacerle correr en un bayo trotador sobre puentes de cuatro pulgadas en persecución de su propia sombra, como de un desalmado? ¡Benditos sean vuestros cinco sentidos! Tomasillo tiene frío. (Tiritando)¡Oh! To te, to te, to te. ¡Libraos de los torbellinos, de los astros maléficos y de los hechizos! Dad limosna al pobre Tomasillo, a quien atormenta el maligno espíritu. Antes pude aquí atraparle... y ahora... ¡Aquí está! ¡Y aquí, y aquí...!

REY LEAR
17¡A tal extremo han podido traerle sus hijas! ¿No pudiste salvar nada? ¿Se lo diste todo?

BUFÓN
18No, guardó una zamarra, pues de otro modo nos avergonzáramos al verle.

REY LEAR
19¡Que todos los males que penden del cielo prontos a castigar los pecados de los hombres, caigan sobre tus hijas!

KENT
20No tiene hijas, señor.

REY LEAR
21¡Pues, que muera por impostor! ¿Qué pudo traerle a tan miserable estado si no fue la ingratitud de sus hijas? ¿Así es el uso, que los padres despedidos obtengan tan poca piedad de su propia carne? ¡Justo castigo! Fue esta misma carne la que engendró pelícanos por hijas.

EDGARDO
22Pilicoc estaba sentado en la montaña de Pilicoc. ¡Hola! ¡Hola! ¡Sus, sus!

BUFÓN
23El frío de esta noche nos volverá a todos locos.

EDGARDO
24Guardaos del espíritu malo; obedeced a vuestros padres; no faltéis a vuestra palabra; no juréis; no pequéis con la esposa de otra; no adornéis a vuestra amada con galas lujosas... Tomasillo tiene frío.

REY LEAR
25¿Qué has sido tú?

EDGARDO
26Un galanteador de oficio, soberbio de corazón. Con mi rizada cabellera y mis guantes en el sombrero, encendía torpes deseos en el corazón de mi amada y hacía con ella el acto de las tinieblas. Profería tantos juramentos como eran mis palabras, para quebrantarlos después a la serena faz del cielo. Me dormía tramando liviandades y me levantaba para ejecutarlas. Me gustaba el vino con delirio y los dados con pasión; y en cuanto a las mujeres, dejaba tamañito al Gran Turco. Falso de corazón, ligero de oídos, cruel en la acción, un cerdo en la pereza, un zorro en la codicia, un perro en la rabia, un león en la presa... No permitáis que el picar de chapines o el crujir de sedas entregue vuestro pobre corazón a una mujer. Apartad el pie de los burdeles, la mano de las sayas, la pluma del libro del prestamista, y combatid al espíritu maligno.
-->
¡Oh, el viento entre las zarzas no para de soplar!
¡Y va diciendo: suum, num, oh, no ni no!
Corre, delfín, mi niño, y déjale pasar!

Sigue la tempestad.

REY LEAR
27Mejor estarías en tu sepultura que aquí, con el cuerpo desnudo desafiando los rigores del cielo. ¿No es el hombre más que esto? Consideradle bien: ni debe al gusano su seda, ni a la fiera su piel, ni a la oveja su lana, ni al gato de Algalia su perfume. ¡Ah! ¡Somos aquí tres que estamos sofisticados! Tú eres la cosa en sí misma. El hombre sin aderezo no es más que un pobre animal desnudo y zancudo como tú. ¡Fuera, fuera postizos! ¡Venid, desnudadme!

Se rasga el vestido.

BUFÓN
28¡Tente, tío! Ten paciencia. Mala es la noche para nadar. Un poco de lumbre en medio del campo sería ahora como corazón de viejo crapuloso; allí unas chispas, y lo demás del cuerpo frío. ¡Ved, ahí viene un fuego fatuo!

Entre GLOCESTER con una antorcha.

EDGARDO
29Este es el feo demonio Flibbertigibbet. Sale a la hora de la queda y anda suelto hasta que canta el gallo. Él es quien daña los ojos con cataratas y los pone de través y en blanco; por él viene también el labio leporino; él atizona los mejores trigos y atormenta a las pobres criaturas de la tierra.
-->
Tres veces san Vitaldo el campo atravesó,
Y allí con nueve críos al íncubo encontró.
Le para y le dice con terrible conjuro:
“¡Arredro vayas, bruja!”... y desapareció.

KENT
30¿Cómo os halláis, señor?

REY LEAR
31 (Señalando a GLOCESTER)¿Quién es?

KENT
32 (A GLOCESTER)¿Quién va? ¿Qué buscáis?

GLOCESTER
33¿Quién sois vosotros? Decidme vuestros nombres.

EDGARDO
34El pobre Tomasillo, que come ranas y renacuajos, sapos, lagartos y salamandras, y cuando se enfurece su corazón y el maligno le atormenta, como boñiga por ensalada, engulle ratas y perros muertos, y se bebe la costra verdusca de las charcas; que le azotan de pueblo en pueblo, le ponen en el cepo y en la cárcel; y, sin embargo, en otro tiempo tenía tres vestidos para ponerse encima, con seis camisas de por debajo, caballo para montar y espada para esgrimir.
-->
Pero ratones, ratas y otros bichos extraños
Han sido su alimento durante siete años.
¡Guardaos de mi perseguidor! ¡Déjame, Smulkin, déjame, tú, demonio!

GLOCESTER
35 (Al REY)¿No halló su merced mejor compañía?

EDGARDO
36El príncipe de las tinieblas es todo un caballero. Su nombre es Modo y también Mahú.

GLOCESTER
37 (Al REY)Nuestra propia carne y sangre, señor, han caído en tanta vileza, que odian a quien las engendró.

EDGARDO
38El pobre Tomasillo tiene frío.

GLOCESTER
39 (Al REY)Venid conmigo. Mi lealtad no puede consentir ciega obediencia a las crueles órdenes de vuestras hijas. Aunque me hayan obligado a cerraros mis puertas entregándoos al azote de esta noche horrible, heme arriesgado a salir en busca vuestra para conduciros adonde hallaréis lumbre y sustento.

REY LEAR
40Dejadme antes conversar con este filósofo. (A EDGARDO)¿Sabes tú cuál es la causa del trueno?

KENT
41Mi buen señor, aceptar su ofrecimiento; id a la casa.

REY LEAR
42Quiero hablar dos palabras con este sabio tebano. (A EDGARDO)¿Cuáles son vuestros estudios?

EDGARDO
43Huir del enemigo malo y matar piojos.

REY LEAR
44Permitid que os pregunte algo en secreto...

KENT
45Insistid, señor, en que vaya; empieza a desvariar.

Sigue la tormenta.

GLOCESTER
46¿Puedes reprocharle? Sus hijas le desean la muerte. ¡Ah! Aquel buen Kent. ¡Ya decía él que tenía que venir en eso! ¡Pobre desterrado! ¿Dices que el Rey se vuelve loco? Pues sabe, amigo, que yo también casi estoy loco. Un hijo tenía, ahora proscrito de mi afecto, que atentó contra mi vida; poco ha, muy poco. ¡Le amaba, amigo! No hubo hijo más amado de su padre. En verdad te digo que esta pena ha trastornado mi razón. ¡Que noche horrible! (Al REY)Señor, escuchadme.

REY LEAR
47¡Ah! Perdonad, señor... (A EDGARDO)Noble filósofo, venid conmigo.

EDGARDO
48Tomasillo tiene frío.

GLOCESTER
49 (A EDGARDO)Vuelve a tu choza, compañero; ponte al abrigo.

REY LEAR
50Venid, entremos todos.

KENT
51Por aquí, señor...

REY LEAR
52Con él; no quiero separarme de filósofo.

KENT
53 (A GLOCESTER)Complacedle, señor; permitid que le acompañe.

GLOCESTER
54Que venga, pues.

KENT
55 (A EDGARDO)¿Hola, ven con nosotros!

REY LEAR
56Venid, buen ateniense.

GLOCESTER
57Callad, callad. ¡Silencio!

EDGARDO
58
Roldán el paladín llegó al negro torreón:
Su lengua muda estaba, –fi, fo, fun, fon,–
Paréceme que huelo la sangre de un bretón.

Vanse.

ESCENA V

En el castillo de GLOCESTER.
Entran el DUQUE DE CORNUALLES y EDMUNDO.

CORNUALLES
1No saldré de su casa sin haber satisfecho mi venganza.

EDMUNDO
2¡Ah, señor! Pienso con espanto cómo han de recriminarme porque en mí la naturaleza ha cedido a la lealtad.

CORNUALLES
3Ahora sospecho que no fue solo la perversa inclinación de vuestro hermano lo que le hizo atentar a la vida de su padre, sino el haber hallado en él maldad bastante para justificar tan criminal intento.

EDMUNDO
4¡Suerte cruel la mía, que así deba pesarme de ser justo! Esta es la carta de que os he hablado, y que prueba su secreta inteligencia con el de Francia. ¡Oh, cielos! ¡Que esta traición nunca existiera, o que no fuera yo su delator!

CORNUALLES
5Venid conmigo. Hemos de hablar con la Duquesa.

EDMUNDO
6Si lo que dice esta carta es cierto, grave asunto tenéis entre las manos.

CORNUALLES
7Cierto o falso, a ella le debes ser Conde de Glocester. Averigua dónde está tu padre, para prenderle al punto.

EDMUNDO
8(Aparte)Si le encontrara socorriendo al Rey, esto reforzaría aún sus sospechas. (Alto)Perseveraré en mi senda de lealtad, aunque entre esta y la sangre se encone el conflicto.

CORNUALLES
9En ti depositaré yo mi confianza, y mejor padre has de hallar en mi afecto.

Vanse.

ESCENA VI

Habitación en una alquería junto al castillo del CONDE DE GLOCESTER.
Entran EL CONDE DE GLOCESTER, el REY LEAR, el BUFÓN y EDGARDO.

GLOCESTER
1Aquí se está mejor que a la intemperie. Aceptadlo gustosos. Aun he de proporcionaros mayor comodidad en lo que me sea posible. No tardaré en volver a vuestro lado.

KENT
2Toda la fuerza de sus sentidos ha debido ceder a su excitación. Que los dioses os recompensen por vuestra bondad.

Vase GLOCESTER.

EDGARDO
3Frateretto me llama y me dice que Nerón es ahora un pescador de caña en el lago de las tinieblas. Rezad los que sois inocentes, y guardaos del maligno espíritu.

BUFÓN
4Dime, tío, por favor: un loco ¿es noble o es villano?

REY LEAR
5¡Un Rey, un Rey!

BUFÓN
6No; es un villano que tiene un hijo noble, porque bien loco es el villano que consiente que su hijo sea noble antes que él.

REY LEAR
7¡Tuviera yo mil de ellos con sus asadores en ascuas, que hicieran silbar sobre sus cabezas!

EDGARDO
8¡El enemigo malo me muerde en la espalda!

BUFÓN
9Loco es el que confía en mansedumbre de lobo, en cascos de caballo, en amor de niño y en juramento de prostituta.

REY LEAR
10Debe hacerse; voy a enjuiciarlas al momento. (A EDGARDO)Ven, siéntate aquí, juez doctísimo. (Al BUFÓN)Tú, sapientísimo señor, siéntate aquí. Ahora, vosotras, ¡zorras!

EDGARDO
11Ved dónde está y ¡qué ojeadas echa! ¡Buenos ojos, señora, para comparecer en juicio!
-->
Pasa el arroyo, Belisa, y ven conmigo...

BUFÓN
12Hace agua su barquilla, y no quiere decirte por qué no se atreve a tu lado.

EDGARDO
13El enemigo malo tienta al pobre Tomasillo con voz de ruiseñor. Obdidancio chilla en el vientre de Tomasillo pidiendo un par de arenques frescos. No gruñas, ángel negro; no tengo comida para ti.

KENT
14¿Cómo os halláis, señor? No estéis así, tan azorado. ¿Por qué no os acostáis y procuráis dormir sobre estos almohadones?

REY LEAR
15
Quiero antes ver el juicio.
Aducid la prueba.
(A EDGARDO)
Tú, juez togado, a tu sitio.
(Al BUFÓN)
Y tú, su adjunto, a su lado.
(A KENT)Vos también sois del jurado; sentaos también.

EDGARDO
16Procedamos en justicia.
-->
Gentil zagal, ¿duermes o velas?
Que tus ovejas por los trigos se entran.
Y un solo silbo de tus lindos labios
Evitará que causen daño.
Miau, miau; el gato es pardo.

REY LEAR
17Juzgad a esta primero. He aquí a Gonerila. Ante este honrado tribunal yo lo declaro bajo juramento: ella pisoteó al pobre Rey, su padre.

BUFÓN
18Acercaos, señora. ¿Es Gonerila vuestro nombre?

REY LEAR
19No podrá negarlo.

BUFÓN
20Perdonad, os había tomado por una banqueta.

REY LEAR
21Y aquí está la otra, la de torva mirada, que bien expresa cuánta su corazón encierra. Prendedla. ¡Al arma, al arma! ¡Sangre y fuego! ¡Estáis sobornados! Juez traidor, ¿por qué la dejaste escapar?

EDGARDO
22¡Benditos sean tus cinco sentidos!

KENT
23¡Oh, dolor! (A LEAR)¿Dónde está ahora, señor, aquella paciencia de cuya conservación tanto alardeabais?

EDGARDO
24(Aparte)Mis lágrimas empiezan a tomar demasiada parte en el asunto, y van a desbaratar mi fingimiento.

REY LEAR
25Ved hasta sus gozquecillos falderos, la Linda, la Blanquita y el Suspiro, ¡todos me ladran!

EDGARDO
26Tomasillo les tirará su cabeza. ¡Arre allá, mala ralea!
-->
Sean de boca negra o blanca,
Tengan diente al morder venenoso,
Sean mastines o lebreles, bracos o de presa,
Sabuesos o perdigueros, rabones o rabudos,
Tomasillo los hará gemir y aullar,
Pues con solo tirarles así mi cabeza,
Todos los perros huyen saltando la barrera.
To, te, te, te. ¡Vivo! Venid, vamos a paseo, a la feria o al mercado. ¡Pobre Tomasillo, tu cuerno está seco!

REY LEAR
27Que hagan ahora la disección de Regania para ver lo que anida en su corazón. ¿Qué cosa puede haber en la Naturaleza que produzca corazones tan duros? (A EDGARDO)En cuanto a vos, señor, vais a formar parte de mis cien caballeros; no hay más, sino que no me agrada la guisa de vuestro atavío. Me diréis que es al estilo de Persia, pero, con todo, hay que cambiarlo.

KENT
28Bien, señor, acostaos aquí y descansad un poco.

REY LEAR
29No hagáis ruido; silencio. Corred las cortinas. Así, así, así. Cenaremos por la mañana. Así, así, así.

Se acuesta y duerme.

BUFÓN
30Y yo me acostaré a mediodía.

Entra GLOCESTER.

GLOCESTER
31 (A KENT)Venid acá, amigo. ¿Dónde está el Rey mi señor?

KENT
32Aquí está, pero dejadle descansar; ha perdido el juicio.

GLOCESTER
33Mi buen amigo, vengo a rogarte que lo lleves en brazos. He tenido noticia de que traman su muerte. Pronta está allí una litera; ponedle en ella y partid para Dóver, donde seréis bien recibidos y hallaréis protección. Llevadle pronto; media hora de tardanza y su vida y la tuya y la de cuantos toman su defensa están perdidas sin remedio. Llevadle; llevadle y seguidme, que voy a proveer para que os conduzcan prontamente.

KENT
34Su abrumada naturaleza descansa; este reposo sería un bálsamos para sus nervios destrozados; mas si ni aun esto le es permitido, será difícil su curación. (Al BUFÓN)Ven y ayúdame a llevar a tu señor. (A EDGARDO)Tú tampoco debes quedarte rezagado.

GLOCESTER
35Vamos, vamos, idos pronto.

Vanse KENT, GLOCESTER y el BUFÓN, llevando al REY entre sus brazos.

EDGARDO
36Cuando vemos a nuestros superiores padecer nuestros mismos males, ya apenas vemos nuestros enemigos en nuestras miserias. El que sufre solo, sufre sobre todo mentalmente, y solo recuerda la vida libre y dichosa que deja atrás. Pero el alma halla alivio a su tristeza cuando ve otra tristeza a su lado y de ella se acompaña como de un buen amigo. ¡Qué ligeras y soportables me parecen ahora mis penas cuando veo al Rey padecer lo mismo que yo padezco! ¡Por sus hijas él, como yo por mi padre! ¡Tomasillo: huye! Presta atención a los rumores de lo alto y no te descubras hasta que la calumnia que te infamó villanamente, sea destruida con pruebas palpables y vuelvas a parecer el que siempre fuiste. Poco importa lo que suceda esta noche, con tal que se salve el Rey. ¡Alerta, alerta!

Vase.

ESCENA VII

En el castillo de GLOCESTER.
Entran el DUQUE DE CORNUALLES, REGANIA, GONERILA, EDMUNDO y Criados.

CORNUALLES
1 (A REGANIA)Partid sin dilación a reuniros con vuestro esposo y entregadle esta carta. El ejército del de Francia ha desembarcado. (A los Criados)Buscadme a ese infame de Glocester.

Vanse algunos criados.

REGANIA
2Ahorcadle inmediatamente.

GONERILA
3Arrancadle los ojos.

CORNUALLES
4Basta que lo entreguéis a mi furor. Edmundo, acompañad a nuestra hermana. Debemos castigar la traición de vuestro padre, y no conviene que os halléis presente. Encareced al Duque, a quien vais a ver, la mayor actividad en los aprestos. Yo por mi parte haré lo mismo. Hemos de mantenernos en comunicación mediante rápidos y dirigentes emisarios. Adiós, querida hermana; adiós, señor de Glocester. (Entra OSVALDO.) ¿Qué ocurre? ¿Dónde está el Rey?

OSVALDO
5El señor de Glocester le guio en su huida. Treinta y tantos de sus caballeros, que ansiosos le buscaban, le hallaron al franquear la puerta, y, juntos después, con otros de su séquito, van hacia Dóver, donde presumen hallar amigos bien armados.

CORNUALLES
6Disponed caballos para vuestra señora.

GONERILA
7Adiós, querida hermana y señor mío.

CORNUALLES
8Adiós, Edmundo. (Vanse GONERILA, EDMUNDO Y OSVALDO.) (A los Criados)Buscad al traidor de Glocester, y, como un ladrón, traedle maniatado a mi presencia. (Vanse otros Criados.) Aunque, en rigor, no puedo quitarle la vida sin forma de justicia, por esta vez mi poder soberano rendirá homenaje a mi furor; lo que sí alguien puede censurar, nadie puede sojuzgar. ¿Quién llega? ¿Es el traidor?

Entra GLOCESTER sujeto por dos o tres Criados.

REGANIA
9Helo aquí, ¡el zorro astuto!

CORNUALLES
10Atadle bien sus carcomidos brazos.

GLOCESTER
11¿Qué intentan vuestras altezas? Buenos amigos, considerad que sois mis huéspedes. ¡No me ultrajéis así!

CORNUALLES
12¡Amarradle, digo!

Los Criados le atan.

REGANIA
13Más fuerte; apretad bien. ¡Traidor, inmundo!

CORNUALLES
14Amarradle a este sitial. Verás ahora, infame...

REGANIA le tira de las barbas.

GLOCESTER
15¡Por los dioses clementes, que es una ignominia arrancarme así las barbas!

REGANIA
16¡Tan blancas y tan traidor!

GLOCESTER
17¡Mala mujer! ¡Estas barbas que arrancas de mi rostro tomarán vida para acusarte! ¡Soy vuestro huésped, y no debierais así, como bandidos, atropellarme por mi hospitalidad! ¿Qué pretendéis de mí?

CORNUALLES
18Oíd acá, señor, ¿qué cartas tuvisteis poco ha de Francia?

REGANIA
19Responded sin rodeos, pues ya sabemos la verdad.

CORNUALLES
20¿Y qué tratos mantenéis con los traidores que acaban de desembarcar en nuestro reino?

REGANIA
21¿Y a qué manos enviasteis el Rey loco? ¡Decid!

GLOCESTER
22Una carta, es cierto, me ha llegado, con solo vagas conjeturas, pero procede de un amigo neutral, no de un contrario.

CORNUALLES
23¡Amaños!

REGANIA
24¡Y falsedad!

CORNUALLES
25¿Y adónde has enviado al Rey?

GLOCESTER
26A Dóver.

REGANIA
27¿Por qué a Dóver? ¿No fue bajo tu responsabilidad...?

CORNUALLES
28¿Por qué a Dóver? Que responda a esto primero.

GLOCESTER
29Estoy atado a la estaca, y a merced de vuestras iras.

REGANIA
30¿Por qué a Dóver, señor?

GLOCESTER
31Porque no quise que tus uñas de fiera arrancaran aquellos tristes ojos, ni que tu cruel hermana hundiera sus colmillos de jabalí en sus ungidas carnes. ¡Si el mar hubiera visto aquella noble cabeza afrontar desnuda la tempestad de esta noche de infierno, se hubiera levantado hasta apagar las ascuas del cielo! Y, sin embargo, el pobre anciano ayudaba a llover al mismo cielo. ¡Si en noche tan atroz los lobos hubieran aullado a tu puerta, tú misma hubieras dicho: “Abre la puerta, buen portero”; y nadie tan cruel que no te hubiera imitado...! Pero yo he de ver cómo la alada venganza sobrecoge a tales hijas.

CORNUALLES
32¡No has de verlo jamás! ¡Tened firme el sitial! Quiero plantar mis pies sobre esos ojos.

GLOCESTER
33¡Si alguno espera llegar a la vejez, que me socorra!¡Oh, crueldad! ¡Oh, dioses!

El DUQUE DE CORNUALLES le arranca un ojo.

REGANIA
34Así uno de sus lados le va a hacer muecas al otro. El otro también.

CORNUALLES
35Si tú ves la venganza...

CRIADO PRIMERO
36¡Teneos, señor! Os sirvo desde niño, pero nunca os he prestado mejor servicio que ahora al deciros que os detengáis.

REGANIA
37¿Qué dices, perro?

CRIADO PRIMERO
38Si tuvierais barbas en el rostro os las arrancaría en la querella. ¿Qué intentáis hacer?

CORNUALLES
39¡Villano!

Echa mano a la espada y se baten.

CRIADO PRIMERO
40Sí, pues, tira, y arrostra el riesgo de mi cólera.

REGANIA
41 (A otro criado)¡Dame tu espada! ¿Atreverse a esto un miserable?

Tómale la espada y hiere con ella al Criado Primero por la espalda.

CRIADO PRIMERO
42¡Oh¡ ¡Muerto soy! (A GLOCESTER)Señor, aún os queda un ojo para ver su castigo. ¡Oh!

Muere.

CORNUALLES
43Ya cuidaré de que no vea más. ¡Fuera, vil gelatina! (Le arranca el otro ojo y lo tira al suelo.) ¿Dónde está ahora tu lustre?

GLOCESTER
44Todo es negrura y desconsuelo. ¿Dónde está mi hijo Edmundo? Edmundo, enciende todas las chispas de tu sangre para vengar este acto horrendo.

REGANIA
45¡Quita, traidor villano! ¡Llamas a quien te odia! Él fue quien nos descubrió tu traición, él que es demasiado bueno para compadecerte.

GLOCESTER
46¡Oh, mi locura! Edgardo, entonces, fue calumniado. ¡Dioses clementes, perdonadme y protegedle!

REGANIA
47Echadle fuera de las puertas y dejadle que husmee su camino hasta Dóver. (Sale un Criado acompañando a GLOCESTER.) (Al DUQUE)¿Qué es esto, señor? ¿Qué os pasa?

CORNUALLES
48Estoy herido. Venid, señora. (A los Criados)¡Sacadme de aquí a ese ciego infame! ¡Arrojad al muladar a este esclavo! (A REGANIA)Regania, me estoy desangrando. ¡A mal tiempo vino esta herida! Dadme el brazo.

Vase el DUQUE DE CORNUALLES apoyándose en REGANIA.

CRIADO SEGUNDO
49Nada me importa cualquier villanía que pueda yo cometer, si este hombre acaba bien.

CRIADO TERCERO
50Si ella vive largos años y cuando le llegue la hora muere en paz, todas las mujeres van a volverse monstruos.

CRIADO SEGUNDO
51Sigamos al viejo Conde, y encarguemos al pobre Tomasillo que le conduzca donde él quiera. Es bastante listo en su locura para prestarse a ello.

CRIADO TERCERO
52Ve tú. Yo voy a buscar un poco de lienzo y clara de huevo para curar ese rostro ensangrentado. Y luego, ¡quiera el cielo ampararle!

Vanse por separado.

ACTO IV

ESCENA PRIMERA

El páramo.
Entra EDGARDO.

EDGARDO
1Más vale ser despreciado a sabiendas que ser despreciado entre lisonjas. El ser más vil, el más bajo y desdeñado por la fortuna, vive todavía con esperanza y libre de inquietud. Toda mudanza es terrible para el dichoso, el desdichado la ve con alegría. ¡Sé, pues, bienvenido, aire sutil; ven y deja te abrace! El miserable que arrastraste a la mayor desventura ya nada les debe a tus ráfagas. Pero ¿quién llega aquí? (Entra GLOCESTER conducido por UN VIEJO). ¡Mi padre tan pobremente acompañado! ¡Oh, mundo, mundo, mundo! Si tus extrañas vicisitudes no nos hicieran odiarte, ¿quién se resignaría a envejecer?

EL VIEJO
2¡Oh, mi buen señor! He sido vuestro pechero y el de vuestro padre desde hace ochenta años.

GLOCESTER
3Déjame, vete, buen amigo, vete ya. Tus consuelos, que ningún bien pueden hacerme, pueden dañarte.

EL VIEJO
4¡Oh, señor, si no podéis ver el camino!

GLOCESTER
5Como no llevo camino alguno, no echaré de menos mis ojos. Solía tropezar cuando veía. ¡Cuántas veces sucede que fiamos demasiado en nuestras ventajas, siendo en último resultado nuestros defectos los que nos sirven! ¡Oh, mi amado hijo Edgardo, pasto de la iras de un engañado padre! ¡Si tan solo pudiese yo vivir para verte... con mis manos! ¡Creería que vuelvo a tener ojos!

EL VIEJO
6¿Qué es eso? ¿Quién está ahí?

EDGARDO
7(Aparte)¡Oh, dioses! ¿Quién puede decir: la peor desgracias ya la he sufrido? Aún me faltaba la peor.

EL VIEJO
8Es Tomasillo, un pobre loco.

EDGARDO
9¡Y siempre puede haber algo peor! Mientras podamos decir: esto es lo peor, lo peor aún no ha llegado.

EL VIEJO
10 (A EDGARDO)¿Adónde vas, amigo?

GLOCESTER
11¿Es algún mendigo?

EL VIEJO
12Mendigo, y loco por añadidura.

GLOCESTER
13No estará tan loco cuando mendiga. Anoche, durante la tormenta, vi a un tal infeliz, y pensaba yo al verle: “¡qué mísero gusano es el hombre!” Me acordé de mi hijo entonces, aunque me era odioso su recuerdo. ¡Después lo supe todo! Lo mismo que las moscas para los niños traviesos somos nosotros para los dioses: nos dan muerte por diversión.

EDGARDO
14(Aparte)¿Cómo fue eso? ¡Oh, triste arte el de fingirse loco con el desgraciado, afligiéndose para afligir al prójimo! (Alto)Dios os bendiga, señor.

GLOCESTER
15¿Es este el pobre desnudo?

EL VIEJO
16Sí, mi señor.

GLOCESTER
17Pues ya puedes dejarme, y si algo más tu antiguo afecto quiere hacer por mí, sal a encontrarnos a una legua de este sitio, en el camino que va a Dóver, y trae alguna ropa para esta alma en cueros. Voy a pedirle que me guíe.

EL VIEJO
18¡Ay de mí, señor, si está loco!

GLOCESTER
19Calamidad es de los tiempos, cuando los locos guían a los ciegos. Haz como te digo o, más bien, como te plazca. Mas, déjame, en todo caso.

EL VIEJO
20Le llevaré mi mejor vestido, suceda lo que suceda.

Vase.

GLOCESTER
21Óyeme aquí, el desnudo.

EDGARDO
22¡Tomasillo tiene frío! (Aparte)¡No puedo fingir más!

GLOCESTER
23Ven acá, amigo.

EDGARDO
24(Aparte)Pero es fuerza. (Alto)Benditos tus dulces ojos. ¡Cómo sangran!

GLOCESTER
25¿Conoces tú el camino que va a Dóver?

EDGARDO
26Todo portillo y toda puerta; lo mismo el camino real que los atajos. El pobre Tomasillo perdió la razón por un mal susto. ¡Guardaos del enemigo malo, vosotros los hijos de hombre bueno! Cinco demonios se entraron de una vez en el cuerpo de Tomasillo: Obdicuto, el de la lujuria; Obdidancio, príncipe de la mudez; Muhú, el del robo; Modo, el del asesinato; Flibbertigibbet, el de las muecas y contorsiones, que ahora anda a la zaga de camareras y sirvientas. Así, pues, Dios os bendiga, señor.

GLOCESTER
27 (Dándole una bolsa)Toma esta bolsa. Tú, a quien los cielos abatieron bajo el peso de tantos males, por ser yo desdichado, serás tú más dichoso. ¡Oh, cielos, proceded así siempre! A los que viven en el lujo y se dan a la hartura, y, desatendiendo vuestros preceptos, nada quieren ver, porque nada sufren, haced que sufran pronto vuestro poder. Distribuyan ellos cuanto les sobra, y así tendrán todos bastante. ¿Conoces tú Dóver?

EDGARDO
28Sí, señor.

GLOCESTER
29Allí hay un cerro cuya altiva frente se inclina terriblemente como para mirarse en el contiguo Océano. Condúceme hasta el borde de su cumbre, y yo remediaré la miseria que te aflige con algo de valor que aún guardo. Una vez allí, ya no necesitaré más guía.

EDGARDO
30Dame la mano; el pobre Tomasillo te guiará.

Vanse.

ESCENA II

Ante el palacio del DUQUE DE ALBANIA.
Entran GONERILA y EDMUNDO, dirigiéndose al palacio.

GONERILA
1Bien llegado, señor. Mucho me sorprende que mi amable esposo no haya salido a encontraros en el camino. (Entra OSVALDO, como saliendo del palacio.) (A OSVALDO)¿Dónde está tu señor?

OSVALDO
2Dentro está, señora. Pero jamás vi a un hombre tan cambiado. Le hablo del ejército que desembarca, y sonríe; le participo vuestra llegada, y solo me responde: “Tanto peor”; le hablo de la traición de Glocester y del leal servicio de su hijo, y me dice que soy un necio y que juzgo al revés la conducta de uno y otro. Lo que más debiera disgustarle parece que le agrada; lo que debiera darle gusto le ofende.

GONERILA
3 (A EDMUNDO)Si así es, no prosigáis. Es la cobardía de su espíritu, temeroso de toda empresa. Se hace el sordo a toda ofensa por no verse obligado a contestarla. Pero nuestros deseos tendrán cumplimiento. Edmundo, volved junto a mi hermano; apresurad sus levas y tomad el mando de sus fuerzas. Es preciso que tome yo las armas y que ponga la rueca en manos de mi esposo. (Señalando a OSVALDO)Este fiel servidor será nuestro emisario. Muy pronto, si os lanzáis con denuedo en nuestro auxilio, vais a ver cómo una dama toma el mando. (Le da una prenda.)Tomad, llevad esto. Ahorrad palabras. Inclinad la cabeza. (Le da furtivamente un beso y añade en voz baja:) Si este beso se atreviera a hablar, elevaría tu ardor hasta las nubes. Imagínalo, y ¡adiós!

EDMUNDO
4Vuestro soy hasta la muerte.

GONERILA
5¡Oh, querido Glocester! (Vase EDMUNDO.) ¡Qué diferencia de hombre a hombre! Tú mereces el favor de una mujer; ese imbécil usurpa mi cuerpo.

OSVALDO
6Señora, aquí llega mi señor.

Vase.
Entra el DUQUE DE ALBANIA.

GONERILA
7Creía merecer cierta atención.

DUQUE DE ALBANIA
8¡Oh, Gonerila, no merecéis ni el polvo que el rudo viento os sopla en el rostro! Me da miedo vuestro espíritu. ¿A quién se atreve contra la fuente de su vida, qué es capaz de contenerle? Rama que por sí misma se desgaja y se desprende del tronco que la nutre, se secará, por fuerza, y acabará en la hoguera.

GONERILA
9Basta ya de necios sermones.

DUQUE DE ALBANIA
10La prudencia y la bondad son vileza para los viles. La abyección solo en sí misma se complace. ¿Qué habéis hecho? Tigres, no hijas, ¿adónde habéis llegado? ¡Un padre y un anciano tan bondadoso y venerable, que hasta el oso hirsuto se postraría ante él para lamerle el pie! ¡Y vosotras, bárbaras y espurias hijas, con vuestra crueldad le enloquecisteis! ¡Cómo pudo sentirlo mi buen hermano! ¡Él, un hombre, un príncipe que tanto tiene que agradecerle! Si los cielos no se apresuran a enviar sus visibles espíritus para castigar estos infames crímenes, no tardarán los hombres en devorarse unos a otros, cual los monstruos del abismo.

GONERILA
11¡Hígado de leche, que ofreces el rostro a quien te pega y la frente a quien te agravia! ¿No tienes ojos en la cara para distinguir lo que te honra de lo que te envilece? ¿No sabes que solo los necios sienten piedad por los miserables cuyo castigo evita los crímenes que intentaban? ¿Dónde estás tus tambores? Ya Francia despliega sus banderas sobre la quietud de nuestros campos, y el airón de su yelmo empieza a amenazar tu estado; mientras tú, imbécil, permaneces sentado y exclamas: “¡Ay de mí!, ¿a qué viene esto?”

DUQUE DE ALBANIA
12¡Contémplate, demonio! Aunque su misma monstruosidad no parece tan horrible en el demonio como en la mujer.

GONERILA
13¡Oh, imbécil!

DUQUE DE ALBANIA
14¡Oh, degradado y encubierto monstruo! ¡Por pudor, no te muestres en tu verdadero aspecto! ¡Si dejara yo a mis manos seguir el impulso de mi sangre, son lo bastantes fuertes para destrozar tus carnes y quebrantar tus huesos! Pero, aunque eres demonio, tu forma de mujer te escuda.

GONERILA
15¡Ah! ¡Por fin parece el hombre!

Entra un MENSAJERO.

DUQUE DE ALBANIA
16¿Qué nuevas traes?

MENSAJERO
17¡Oh, mi buen señor! El Duque de Cornualles ha muerto. Le mató uno de sus criados cuando iba a arrancarle el otro ojo a Glocester.

DUQUE DE ALBANIA
18¿El ojo a Glocester?

MENSAJERO
19Un antiguo criado, movido a compasión, quiso oponerse a su intento, y tiró de su espada contra su señor; este, enfurecido, se arrojó sobre él, y le mató entre los que acudieron, pero no sin que el Duque recibiera el fatal golpe, al que poco después ha sucumbido.

DUQUE DE ALBANIA
20¡Bien nos avisa esto que estáis al acecho, vosotros, celestes justicieros, que tan prestamente podéis vengar aquí abajo nuestros crímenes! Pero, ¡oh, pobre Glocester! ¿Perdió también el otro ojo?

MENSAJERO
21Los dos, los dos, señor. Esta carta, señora, pide pronta respuesta. Es de vuestra hermana.

GONERILA
22(Aparte)Esto, por una parte, me contenta... Mas, ella viuda y mi Glocester a su lado... Todo el edificio de mi fantasía pudiera sobre mi odiosa vida derrumbarse. Por lo demás, la noticia no es tan mala. (Alto)Voy a leerla, y os daré en seguida la respuesta.

Vase.

DUQUE DE ALBANIA
23¿Dónde se hallaba su hijo cuando le arrancaron los ojos?

MENSAJERO
24Acompañaba hasta aquí a mi señora.

DUQUE DE ALBANIA
25¿Pues no está aquí?

MENSAJERO
26No, señor, le encontré cuando volvía.

DUQUE DE ALBANIA
27Y ¿sabe la iniquidad?

MENSAJERO
28Sí, mi buen señor; él fue quien delató a su padre, y salió de su casa adrede, para dejarles con más libertad en el castigo.

DUQUE DE ALBANIA
29¡Glocester! ¡Vivo para agradecerte el amor que al Rey mostraste, y para vengar tus ojos! Ven aquí, amigo, y dime todo cuanto sepas.

Vanse.

ESCENA III

El campamento francés, cerca de Dóver.
Entran el CONDE DE KENT y un CABALLERO.

KENT
1¿Sabéis por qué tan súbitamente se ha vuelto el Rey de Francia?

CABALLERO
2Alguna cosa dejó pendiente en sus Estados, que desde su llegada le venía preocupando, y es de tanta importancia para seguridad del reino, que, para su resolución, el Rey mismo ha creído necesaria su presencia.

KENT
3¿A quién dejó confiado el mando de sus tropas?

CABALLERO
4Al Mariscal de Francia, monsieur La Fare.

KENT
5¿Visteis si vuestra carta arrancó a la Reina alguna muestra de dolor?

CABALLERO
6Sí, señor. Tomó las cartas y las leyó en mi presencia; y, de vez en cuando, una gruesa lágrima caía temblando por sus tiernas mejillas. Como una verdadera Reina, parecía ella dominar su dolor, que pretendía, cual rebelde vasallo, hacerse rey de ella.

KENT
7¡Ah! Sin duda la habrá conmovido.

CABALLERO
8Pero sin alterarla; la paciencia y la aflicción competían en ella, por cual mostraría mejor la bondad de su alma. ¿Habéis visto lluvia con sol, a un tiempo? Cosa parecida, aunque más hermosa, era ver su sonrisa con sus lágrimas. Las felices sonrisas que alegres jugaban en sus maduros labios parecían ignorar qué suerte de huéspedes albergaban sus ojos, que de ellos se desprendían cual perlas de entre diamantes. En fin, que la aflicción sería la más peregrina de las gracias si todos pudieran expresarla así.

KENT
9Pero, ¿nada preguntó?

CABALLERO
10Cierto, una o dos veces suspiró el nombre del padre, exhalando con angustia la opresión de su pecho. Y luego exclamaba: “¡Ah, hermanas, hermanas! ¡Oprobio de las mujeres! ¡Hermanas, Kent, padre, hermanas! ¿Cómo? ¿En la tormenta? ¿En la noche? ¿Quién tendrá fe en la piedad?” Y eso diciendo, derramó el agua bendita de sus ojos de cielo, y con exclamaciones ahogadas por las lágrimas, corrió a ocultarse con su dolor a solas.

KENT
11Son las estrellas, son las estrellas que están sobre nosotros las que gobiernan nuestra condición. Si no, ¿cómo es posible que de un mismo padre y de una misma madre nacieran criaturas tan distintas? ¿No habéis hablado luego con ella?

CABALLERO
12No.

KENT
13¿Y fue esto antes de partir el Rey?

CABALLERO
14No; después.

KENT
15Bien, señor. Sabed que el desventurado Lear está en la ciudad. En algún momento lúcido recuerda por qué hemos venido aquí, pero de ningún modo quiere ver a su hija.

CABALLERO
16¿Por qué, señor?

KENT
17Inmensa es la vergüenza que le embarga. Su propia crueldad al negarle su bendición, entregándola a los azares del extrañamiento y despojándola de sus derechos hereditarios para favorecer a sus dos desalmadas hermanas, todo esto tan atrozmente le remuerde el corazón, que una ardiente vergüenza le impide el acercarse a Cordelia.

CABALLERO
18¡Ay, pobre Rey!

KENT
19¿Habéis oído algo de los aprestos del de Albania y el de Cornualles?

CABALLERO
20Así es, en verdad; ya están en campaña.

KENT
21Bien, señor, voy a conduciros a nuestro dueño, el Rey Lear, y con él os dejaré para atenderle. Razones poderosas me obligan a encubrirme aún por breve tiempo; cuando se sepa quién soy, no os pesará de haberme conocido. Venid conmigo, os lo ruego.

Vanse.

ESCENA IV

Una tienda de campaña en el mismo campamento.
Entran, con banderas y tambores, CORDELIA, UN MÉDICO y Soldados.

CORDELIA
1¡Ay de mí! Es él; le hallaron poco ha, frenético, como el mar embravecido; cantando a voces; coronado de verde fumaria, de malvas locas, de bardana y cicuta, primaveras y ortigas, y de todas las hierbas que ociosas crecen entre el trigo que nos sustenta. (A un Oficial)Que cien hombres salgan en su busca y no dejen de registrar una parcela de todos esos cultivados campos. Traedle a nuestra vista. (Vase un Oficial.) (Al MÉDICO)¿Qué puede la ciencia humana para restituirle la razón? Todas mis riquezas tendrá quien lo consiga.

MÉDICO
2Medios hay, señora. Nodriza de nuestra naturaleza es el reposo, que es lo que le hace falta. Para provocárselo hay substancias activas capaces de adormecer al más acongojado espíritu.

CORDELIA
3¡Benditos secretos, ocultas virtudes de la tierra, yo os haré brotar con mi llanto para que seáis eficaz medicina del triste anciano enfermo! Id, id en busca de él, no sea que en su furor sin freno, atente a su vida, que yerra huérfana de toda guía.

Entra un MENSAJERO.

MENSAJERO
4Nuevas traigo, señora. Las tropas británicas avanzan hacia aquí.

CORDELIA
5Lo sabíamos; preparados estamos para recibirlas. ¡Oh, mi querido padre, es solo tu causa lo que yo defiendo! Por eso el gran Rey de Francia se ha apiadado de mi duelo y tristes lágrimas. No es la ambición lo que mueve nuestras armas, es el amor, el tierno amor y los derechos de un anciano padre. ¡Oh, que pronto pueda yo oír su voz, verle conmigo!

Vanse.

ESCENA V

En el castillo de GLOCESTER.
Entran REGANIA y OSVALDO.

REGANIA
1¿Están ya en marcha las tropas de mi hermano?

OSVALDO
2Sí, señora.

REGANIA
3¿Las manda él en persona?

OSVALDO
4No de muy buen talante. Vuestra hermana es el mejor soldado.

REGANIA
5¿No se avistó Edmundo con tu señor en el castillo?

OSVALDO
6No, señora.

REGANIA
7¿Qué puede decir mi hermana en esa carta que le envía?

OSVALDO
8Lo ignoro, señora.

REGANIA
9Ciertamente, no son grave causa aceleró de aquí su partida. Fue gran torpeza, después de haberle sacado los ojos, dejar con vida a Glocester; por dondequiera que él pasa, mueve a todo corazón contra nosotros. Tal vez Edmundo, compadecido de su desgracia, salió para acabar con su ennochecida existencia; espero que al mismo tiempo podrá informarse de las fuerzas del enemigo.

OSVALDO
10Y yo debo ir en pos de él, señora, para entregarle mi carta.

REGANIA
11Nuestras tropas saldrán de aquí mañana; quédate con nosotros. Los caminos no están seguros.

OSVALDO
12Imposible, señora, mi dueña ha encomendado a mi lealtad este servicio.

REGANIA
13Y ¿Por qué escribe a Edmundo? ¿No podías transmitirle de palabra su mensaje? Quién sabe si algo... no sé qué. Ya sabes tú cuánto te quiero; déjame abrir esta carta.

OSVALDO
14Eso no, antes...

REGANIA
15Yo sé que tu señora no ama a su marido. Estoy segura de ello. La última vez que aquí nos reunimos advertí sus expresivas atenciones, sus extrañas miradas al noble Edmundo. Yo sé que tú eres el hombre de su confianza.

OSVALDO
16¿Yo, señora?

REGANIA
17Hablo con conocimiento; lo eres. Bien lo sé. Pues toma nota de lo que te digo. Mi esposo ha muerto; Edmundo y yo nos hemos concertado, y más le conviene a él ser mío que de su señora; ya puedes presumir mucho más. Cuando le veas, le entregarás esto, (Le da una prenda)y cuando des cuenta de todo a tu señora, recomiéndale, te lo ruego, mucha discreción. Con esto, adiós. Si acaso oyes de aquel ciego traidor, ya sabes que será favorecido quien le quite de por medio.

OSVALDO
18¡Ojalá le encontrara, señora! Veríais entonces de qué parte estoy.

REGANIA
19Adiós.

Vanse.

ESCENA VI.

Campiña cerca de Dóver.
[Entran] GLOCESTER y EDGARDO.

GLOCESTER
1¿Aún no llegamos a la cumbre de ese cerro?

EDGARDO
2Subiendo vamos. Ya lo veis, estamos jadeantes.

GLOCESTER
3Muy llano me parece el camino.

EDGARDO
4¡Si es horriblemente escarpado! ¡Escuchad! ¿Oís el mar?

GLOCESTER
5No, en verdad.

EDGARDO
6Entonces es que vuestros otros sentidos se entorpecen con el dolor de vuestros ojos.

GLOCESTER
7Debe ser eso, ciertamente. Paréceme que tu voz está cambiada y tu lenguaje es más pulido y mesurado que antes.

EDGARDO
8Mucho os engañáis; nada cambió en mí, sino el vestido.

GLOCESTER
9Pienso que hablas ahora con mejor discurso.

EDGARDO
10Venid, señor. Este es el sitio. No os mováis. Qué espanto da y qué vértigo el dirigir la vista tan abajo. Los cuervos y las cornejas que vuelan por la mitad de esta altura parecen abejorros. También a media montaña se ve colgado un hombre. Hinojo está cogiendo. ¡Duro oficio! No parece mayor que su cabeza. Los pescadores que andan por la playa son como ratones, y aquel gran barco allí anclado parece tan pequeño como su chalupa, su chalupa como una boya que hay al lado y que apenas si la vista la descubre. El rumor de las olas que se estrellan contra las innumerables es inertes guijas de la playa no se percibe desde tal altura. No quiero mirar más, no sea que me coja el vértigo y, enturbiándoseme la vista, me despeñe.

GLOCESTER
11Ponme donde tú estás.

EDGARDO
12Dadme la mano. Ya estáis a un paso del borde mismo. Por cuando hay bajo la luna, no daría yo aquí un salto.

GLOCESTER
13Suéltame la mano. (Dándole otra bolsa)Toma. Ahí tienes, amigo, esta otra bolsa. En ella va una joya, que bien puedes hacer la dicha de un pobre. Las hadas y los dioses hágante este don propicio. Vete y déjame solo. Dime adiós, y que oiga yo como te alejas.

EDGARDO
14Adiós, pues, buen señor.

GLOCESTER
15¡Adiós con toda mi alma!

EDGARDO
16(Aparte)No más que por salvarle juego con su desesperación.

GLOCESTER
17 (Arrodillándose)¡Oh, dioses soberanos! Al renunciar a este mundo, ante vosotros echo pacientemente al olvido mi gran desgracia. Si aún pudiera sobrellevarla sin caer en la tentación de rebelarme contra vuestro querer incontrastable, dejaría consumirse por sí sola esta pavesa inmunda de mi vida. Si aún vive Edgardo, bendecidle. Ahora, amigo, ¡adiós!

EDGARDO
18Me voy, señor. ¡Adiós! (GLOCESTER da un salto y cae en tierra.) (Aparte)Y, sin embargo, no concibo cómo por capricho pretendemos robar el tesoro de nuestra vida, cuando la vida por sí misma cede a este robo. Si estuviera él donde pensaba, ya habría acabado ahora de pensar. (Acercándose)¿Vivo o muerto? ¡Eh, señor! ¡Amigo! ¿Me oís, señor? ¡Hablad! ¿Habrá muerto, en efecto? No, ya vuelve en sí. ¿Quién sois, señor?

GLOCESTER
19Vete y déjame morir.

EDGARDO
20Fueras no más villano, pluma o aire, y, al precipitarte desde esta altura, te hubieras estrellado como un huevo. Pero respiras y tienes cuerpo sólido, y no sangras, y puedes hablar, y estás cabal. Diez mástiles empalmados no darían la altura de donde caíste a plomo. Milagro es que vivas. Habla otra vez.

GLOCESTER
21Pero ¿habré caído o no?

EDGARDO
22De la espantosa cumbre de este gredoso tajo. Levanta la vista. De tan lejos no se ve la alondra ni pueden oírse sus agudos gorjeos. Pero alza la vista.

GLOCESTER
23¡Ay de mí! No tengo ojos. ¿Acaso a la desventura ni el beneficio le cabe de dar fin a sí misma con la muerte? ¡Consuelo había, sin embargo, en pensar que así se burlaba la saña del tirano y se frustraba su querer soberbio!

EDGARDO
24 (Ayudándole a levantarse)Dadme el brazo, levantad; así. ¿Cómo estáis? ¿No sentís dolores en las piernas? Os sostenéis.

GLOCESTER
25Demasiado bien, demasiado bien.

EDGARDO
26Es sobre toda ponderación maravilloso. ¿Quién era alguien que al llegar a la cima se separó de vos?

GLOCESTER
27Un desdichado mendigo.

EDGARDO
28Desde aquí abajo donde estaba me pareció que sus ojos eran como dos lunas llenas, que tenía mil narices y cuernos retorcidos, y se agitaba como el mar furioso. Sin duda, algún demonio. Así, pues, feliz anciano, piensa que los serenos dioses, que tienen a gala obrar prodigios, te han salvado.

GLOCESTER
29Ahora recuerdo... Desde hoy soportaré mis penas hasta que ellas mismas griten: “¡Basta, basta!”, y muera. En cuanto al ser que vos decís, yo le tomé por un hombre. Cierto que decía a cada paso: “¡El demonio, el demonio!”. Él fue quien me condujo a aquel lugar.

EDGARDO
30Tomad resignación y tranquilícese vuestro espíritu. Mas, ¿quién llega? (Entra el REY LEAR, fantásticamente adornado con flores y hierbas silvestres.) Jamás el sano juicio adornaría a su señor de tal manera.

REY LEAR
31No, no pueden prenderme por acuñar moneda. ¡Soy el mismo Rey!

EDGARDO
32¡Oh, el corazón se parte ante esta vista!

REY LEAR
33La Naturaleza está sobre el Arte en este punto. Toma tu soldada. –Ese mozo maneja el arco como un espantapájaros.– Traedme una flecha larga de una vara. –¡Mirad, mirad! Un ratón. ¡Cuidado, cuidado! Con ese pedacillo de queso se le atrapa. –Ahí está mi manopla; la probaré contra un gigante. ¡Traed las alabardas! –¡Oh magnífico vuelo, pajarillo! ¡En el blanco, en el blanco! –¡Eh! ¿Quién va? El santo y seña.

EDGARDO
34Olorosa mejorana.

REY LEAR
35Podéis pasar.

GLOCESTER
36Conozco esa voz.

REY LEAR
37¡Ah! ¡Gonerila, con barbas blancas! Me adulaban como a un perro; me decían que tenía pelos blancos en mi barba, cuando aún no los tenía negros. Solo respondían “sí” o “no” a todo lo que decía. Y todavía era un “sí” y un “no” de escasa buena fe. Pero una vez la lluvia llegó a calarme y el cierzo me hacía tiritar, y el trueno no callaba a mi mandato. Allí los encontré; por allí los olfateaba. ¡Quita allá, no son hombres de palabra! Me decían que lo era todo. ¡Mentira! No estoy a prueba de fiebre.

GLOCESTER
38Bien recuerdo el timbre de esa voz. ¿No es el Rey?

REY LEAR
39Sí; cada pulgada un rey. A mis miradas tiemblan los vasallos... Perdono la vida a este hombre. ¿De qué crimen te acusan? ¿Adulterio? No morirás. ¡Castigar con la muerte el adulterio! Nunca. El mismo reyezuelo lo comete y la dorada mosquita se refocila ante mi vista. Que se ayunten como quieran; el bastardo de Glocester fue más tierno para su padre que mis hijas engendradas en lecho legítimo. ¡Al avío, lujuria! ¡Al contubernio todos, pues necesito soldados! ¿Veis aquella dama de gazmoña sonrisa, cuyo ingenuo rostro es presagio de nieve entre sus piernas? Con melindres de honestidad, vuelve la cabeza al solo nombre del placer... y ni la mona ni el garañón ahíto corren más alborotados a saciar su torpe afán. De la cintura abajo son Centauros; en lo demás, mujeres. De cintura arriba aún reinan los dioses, mas por debajo todo es del demonio; allí es el infierno, allí las tinieblas, allí el antro sulfúreo; allí el ardor, el hervidero, pestilencia y corrupción. ¡Qué asco, qué asco! ¡Puah!, ¡puah! Dame una onza de algalia, buen boticario, para perfumar mi espíritu. Ahí tienes dinero.

GLOCESTER
40¡Oh, dejad que bese vuestra mano!

REY LEAR
41Dejad que antes la limpie; huele a mortalidad.

GLOCESTER
42¡Oh, ruina lastimosa! Y de igual suerte el mundo todo será así a nada reducido. ¿Me conocéis?

REY LEAR
43Sí; bien me acuerdo de tus ojos. ¿Por qué me miras de soslayo? No, es inútil que te esfuerces, ciego Cupido; no quiero amar... Lee ese cartel de desafío; repara que bien plumeado está.

GLOCESTER
44Aunque fuera cada letra como un sol, ni una sola vería.

EDGARDO
45(Aparte)Si alguien me lo contara, no lo creería; pero así es, y mi corazón se rompe al verlo.

REY LEAR
46Leed.

GLOCESTER
47¿Cómo, señor? ¿Con las cuencas de los ojos?

REY LEAR
48¡Oh!, ¡oh! ¿Con estas me venís ahora? ¿Sin ojos en la cara y sin dinero en el bolsillo? Entonces, tan grave será el estado de vuestros ojos como leve el de vuestra bolsa. Pero aún podéis ver cómo anda el mundo.

GLOCESTER
49Lo veo por lo que siento.

REY LEAR
50¿Estás loco? Aun sin ojos puede un hombre ver cómo anda el mundo. Mira con los oídos. Contempla cómo ese juez se ceba en ese infeliz ladrón. Ahora escucha al oído. Como al juego de pasa, pasa, cambia de sitio. ¿Puedes decirme, acaso, quién es el juez y quién es el ladrón? ¿Has visto al perro del hortelano cuando ladra a un mendigo?

GLOCESTER
51Sí, señor.

REY LEAR
52¿Y cómo el infeliz aprieta a correr huyendo del perro? Pues ahí puedes ver la perfecta imagen de la autoridad; obedecen al perro porque está en el poder. –Y tú, bergante esbirro, ¡detén tu sangrienta mano! ¿Por qué azotas a esa ramera? Sacúdete a ti mismo las espaldas, ya que tú ardientemente apeteces de ella lo mismo por cuya causa la flagelas. El usurero quiere ver ahorcado al tramposo. A través de raídas vestiduras se traslucen los menores vicios: ropajes y manteos bien aforrados todo lo tapan. Chapea de oro el crimen, y la fuerte lanza de la justicia se quiebra inofensiva; revístele de harapos y una paja en manos de un pigmeo lo atraviesa. ¡Nadie es culpable, nadie! ¡Nadie, digo! ¡Yo respondo de todo! Toma esto, amigo, de mi persona, que tiene poder bastante para sellar los labios del acusador. Ponte ojos de vidrio, y como un ruin político haz como que ves lo que no ves. –¡Pronto, pronto, pronto, pronto! Sacadme las botas; tirad más fuerte, más fuerte... así.

EDGARDO
53¡Oh, sensatez y desvarío juntamente! ¡Razón en la locura!

REY LEAR
54Si quieres llorar mis desgracias toma mis ojos. Bien sé quién eres; tu nombre es Glocester. ¡Has de tener paciencia! Vinimos aquí llorando; no ignoras que apenas hubimos olfateado el aire, todo fue gemir y llorar. Voy a predicarte; escucha.

GLOCESTER
55¡Ay, triste día!

REY LEAR
56Cuando nacemos, lloramos de parecer sobre este gran teatro de locos. –¡Buena horma de sombreros! No fuera torpe estratagema forrar de fieltro los cascos de los caballos. He de hacer la prueba y cuando haya atrapado esos yernos míos, entonces, a matar, matar, matar, matar, matar, matar!

Entra un CABALLERO con Acompañamiento.

CABALLERO
57Aquí está. Tenedle. Señor, vuestra hija predilecta...

REY LEAR
58¿No viene socorro? ¿Soy, pues, prisionero? Nací para bufón de la fortuna. Tratadme bien; obtendréis buen rescate. Haced venir los cirujanos, tengo un tajo en los sesos.

CABALLERO
59Tendréis todo cuanto os plazca.

REY LEAR
60¿Nadie me secunda? ¿Todos me abandonan? ¡Ah! Esto convertirá a un hombre en fuente de lágrimas y haría de sus ojos buenos surtidores de jardín; sí, para sentar el polvo de otoño.

CABALLERO
61Amable señor...

REY LEAR
62Quiero morir bizarramente como gentil galán. Si... veréis, que jovial. Venid, acercaos. Soy Rey, señores míos, sabedlo.

CABALLERO
63Rey sois, en efecto, y por tal os acatamos.

REY LEAR
64Pero aun hay vida en él, y si queréis cogerle, tendrá que se corriendo. ¡Hala, hala!

Vase corriendo. Algunos le siguen.

CABALLERO
65¡Triste espectáculo es ver así al más vil granuja; más triste de lo que las palabras pueden expresar el ver así a todo un Rey! Por suerte aún tienes una hija que sabrá redimir la naturaleza de la maldición que sobre ella han acarreado las otras dos.

EDGARDO
66Salud, noble señor...

CABALLERO
67Decid pronto, ¿qué deseáis saber?

EDGARDO
68¿Oísteis algo referente a un combate muy cerca de aquí?

CABALLERO
69Nada más cierto ni más común; pudo oírlo todo el que sea capaz de percibir ruido.

EDGARDO
70¿Podéis decirme, si gustáis, a qué distancia está el otro ejército?

CABALLERO
71Cerca está y en veloz carrera. Créese que el cuerpo principal ha de estar pronto a la vista.

EDGARDO
72Gracias, señor, era todo lo que deseaba.

CABALLERO
73Aunque la Reina permanece aquí, por motivos particulares, sus fuerzas están ya en marcha.

EDGARDO
74Gracias, señor.

Vase el CABALLERO.

GLOCESTER
75¡Dioses piadosos, recoged el aliento que me queda; no permitáis que una mala tentación me lleve otra vez a atentar contra mi vida, anticipándome a vuestra voluntad!

EDGARDO
76Bien oráis, buen padre.

GLOCESTER
77Pero, señor, decidme, ¿quién sois vos?

EDGARDO
78Un pobre hombre sometido a los golpes de la fortuna, que, por arte de las desdichas que he sufrido, soy dado a la compasión. Dadme la mano; voy a llevaros a un abrigo.

GLOCESTER
79De todo corazón os lo agradezco. Las bondades y la bendición del cielo os colmen de ventura.

Entra OSVALDO.

OSVALDO
80 (A GLOCESTER)Pregonando estás. ¡Cuánta dicha! Tu cabeza son ojos será buena carnaza para levantar sobre ella mi fortuna. ¡Infeliz viejo traidor, encomiéndate pronto al cielo! ¡Está pronta la espada que ha de exterminarte!

Desenvaina.

GLOCESTER
81¡Así tu mano amiga tenga fuerza bastante para ello!

EDGARDO se interpone.

OSVALDO
82¿Qué intentas? ¡Insolente villano! ¿Te atreves a defender a un traidor pregonado? ¡Aparte, si no quieres que te hiera la infección de su desgracia! ¡Suelta su brazo!

EDGARDO
83 (Con acento rústico)Yo no lo suelto, señor, sin otras razones.

OSVALDO
84¡Suéltale, esclavo, si no quieres morir!

EDGARDO
85Buen caballero, quitaos de alante y dejad pasar a la pobre gente. Si por bravatas perdiera uno la vida, la mía hubiera durado quince días menos. ¡Ea! Apartaos del viejo y seguid vuestra senda, si no queréis que probemos cuál es la más dura: vuestra mollera o mi estaca. ¿Hablé claro?

OSVALDO
86¡Quita allá, estercolero!

EDGARDO
87Señor, que os arrancaré las muelas. No me asustan vuestros mandobles.

Pelean y cae OSVALDO.

OSVALDO
88¡Esclavo, me has muerto! Villano, toma mi bolsa. Si quieres hacer tu suerte da tierra a mi cuerpo, y entrega unas cartas que me hallarás encima a Edmundo, conde de Glocester. Búscale en el campo británico. ¡Oh, muerte intempestiva!

(Muere.)

EDGARDO
89Bien te conozco; un villano servil, tan complaciente con los vicios de tu señora, como la maldad deseara.

GLOCESTER
90¡Cómo! ¿Está muerto?

EDGARDO
91Sentaos, anciano; descansad. (Registrando el cadáver)Veamos sus bolsillos. Esta carta de que hablo puede serme propicia. Muerto está. Solo deploro que no fuera otro su ejecutor. (Halla una carta y le rompe el sello.)Veamos; permíteme, blanda cera; nobles usos, no os ofendáis. Por saber lo que piensa un enemigo le abriríamos el corazón; hacerlo con una carta es más legítimo. (Lee:)“Acordaos de nuestros recíprocos juramentos. No ha de faltaros ocasión favorable para acabar con él. Si vuestro corazón no desfallece, tiempo y lugar han de ofrecerse. Todo se ha perdido si vuelve vencedor; entonces seré yo su prisionera, y mi prisión su tálamo; de cuyo calor odioso venid a libertarme, y a ocupar su sitio en recompensa. Vuestra... esposa, decir quisiera, afectuosísima. Gonerila.” (Hablando)¡Oh, qué inescrutable abismo el corazón de la mujer! ¡Conspirar contra la vida de su noble esposo, para sustituirle por mi hermano! (Arrastrando el cuerpo de OSVALDO)Aquí mismo cubriré estas arenas con tu cuerpo. ¡Maldito correvedile de asesinos impúdicos! Y a su tiempo heriré con este infame papel los ojos mismos del Duque, cuya muerte maquinaba. Bien le será que pueda a la vez comunicarle tu muerte y tu mensaje.

GLOCESTER
92El Rey está loco. Cuán dura es mi alma vil, que me mantengo firme y siento con lucidez dolores tan enormes. Más me valdría enloquecer; así mis pensamientos se apartarían de mis penas, y el dolor, engañado por la imaginación, se olvidaría de sí mismo...

EDGARDO
93Dadme la mano. (Redoble de tambor a lo lejos)Redoble de tambor oigo a lo lejos. Venid, buen padre, os confiaré al cuidado de algún amigo.

Vanse.

ESCENA VII

Una tienda en el campamento francés.
El REY LEAR duerme en un lecho, a los acordes de una dulce música, rodeado por CABALLEROS y servicio.
Entra CORDELIA, el CONDE DE KENT y un MÉDICO.

CORDELIA
1¡Oh, noble Kent! ¿Cómo podré yo vivir para rivalizar con tu bondad? Mi vida será corta y toda recompensa deficiente.

KENT
2Vuestro reconocimiento, señora, me paga con exceso. Cuanto os he referido es la pura verdad, sin poner ni quitar, ni más ni menos.

CORDELIA
3Vestíos más dignamente; esas prendas son memoria de días aciagos. Mudadlas, yo os lo ruego.

KENT
4Perdonad, amable señora, pero si me diera a conocer malograría mis propósitos. Por favor os pido que vos misma no me reconozcáis hasta que yo juzgue llegada la ocasión.

CORDELIA
5Sea así, pues, noble señor. (Al MÉDICO)¿Cómo está el Rey?

MÉDICO
6Aún duerme, señora.

CORDELIA
7¡Oh, dioses clementes, curad esta honda llaga de su maltrecha vida! ¡Oh, entonad los discordes y estridentes sentidos de mi padre, convertido en niño!

MÉDICO
8Su vuestra majestad lo permite, podría despertarse al Rey. Ha mucho que duerme.

CORDELIA
9Que vuestra ciencia ordene, y seguid en todo vuestro parecer. ¿Le han vestido ya?

CABALLERO
10Sí, señora; aprovecharon su profundo sueño para vestirle de ropas limpias.

MÉDICO
11Que os tenga cerca al despertar, buena señora; seguro estoy de su sosiego.

CORDELIA
12Como decís.

(Acercándose al lecho de LEAR.)

MÉDICO
13Más cerca, si así os place. (A los músicos)Aquí la música, que se oiga mejor.

CORDELIA
14¡Oh, mi querido padre! ¡Oh, salud, pon en mis labios tu medicina y puedan mis besos reparar los crueles ultrajes que mis dos hermanas hicieron a su respeto!

KENT
15¡Oh, amable y querida princesa!

CORDELIA
16Aunque no hubiera sido su padre, estos blancos copos de su cabeza debían bastar para imponerles piedad. ¿Es esta una faz para arrostrar el furor de los vientos y el horrísono fragor de los truenos centelleantes, en el más terrible fuego de sus rápidos relámpagos? ¡Y él velando a la ventura, sin otro yelmo que sus canas...! El perro de mi enemigo, aunque me hubiera mordido, tendría sitio, en noche semejante, al amor de mi hogar... Y tú, ¡pobre padre mío!, solo hallaste abrigo entre cerdos y miserables vagabundos, sobre un montón de paja sucia. ¡Ay de mí! Maravilla es que tu vida, con tu razón, no haya perecido totalmente. Ya despierta; habladle.

MÉDICO
17Señora, habladle vos; será mejor.

CORDELIA
18¿Cómo está mi real señor? ¿Cómo sigue vuestra majestad?

REY LEAR
19Mal hacéis en sacarme de la tumba. Eres un alma bienaventurada; mas yo estoy atado a una rueda de fuego, de suerte que mis lágrimas queman como plomo líquido...

CORDELIA
20Señor, ¿me conocéis?

REY LEAR
21Eres un espíritu; lo sé. ¿Cuándo has muerto?

CORDELIA
22Aún, aún desvaría.

MÉDICO
23Apenas está despierto. Dejadle solo un instante.

Se aparta del lecho.

REY LEAR
24¿Dónde estaba yo? ¿Dónde estoy? ¡Hermosa luz del día! Mucho me han atormentado; si a otro cualquiera hubiera visto padecer lo que yo, me hubiera muerto de pena. No sé qué decir... No me atrevo a asegurar que sean estas mis manos. Voy a ver... Siento la punzada de este alfiler... Quisiera saber de cierto mi condición.

CORDELIA
25¡Oh! Miradme, señor, y tended vuestras manos para darme vuestra bendición. (LEAR intenta ponerse de rodillas ante CORDELIA y esta le sujeta.) ¡No, señor, no os arrodilléis!

REY LEAR
26No os burléis de mí, os lo suplico. Soy un pobre viejo alelado. Tengo ochenta de paso, ni una hora más ni menos, y, hablando con franqueza, temo no estar en mi cabal juicio. Paréceme que te conozco, y también a ese hombre, pero estoy dudoso, pues ignoro en absoluto dónde me hallo, ni puedo comprender, por más que pienso, lo que significa este vestido... No os riais de mí, que, tan cierto como soy hombre, creo que esta dama es mi hija Cordelia.

CORDELIA
27Y lo soy, lo soy.

REY LEAR
28¿Son lágrimas tuyas las que me mojan...? Sí, en efecto. Por favor, no llores. Si has preparado para mí un veneno, lo beberé. Ya sé que no me amas, pues tus hermanas, según recuerdo, fueron crueles conmigo; tú tienes motivo, ellas no.

CORDELIA
29 (Sollozando)Ningún motivo, ningún motivo.

REY LEAR
30¿Estoy en Francia?

CORDELIA
31En vuestro propio reino, señor.

REY LEAR
32No me engañéis.

MÉDICO
33Cobrad ánimo, señora. Su violento frenesí, como veis, se aplacó en él, pero es peligroso recordarle nada de lo pasado. Invitadle a retirarse, y no le turbéis más hasta que se halle restablecido.

CORDELIA
34¿Gustaría vuestra alteza de pasear?

REY LEAR
35Habéis de tener paciencia conmigo, os lo suplico. Perdonad y olvidad... Soy viejo y lelo.

Vanse todos menos el CONDE DE KENT y un CABALLERO.

CABALLERO
36¿Es cierto, señor, que han dado muerte al Duque de Cornualles?

KENT
37Muy cierto, señor.

CABALLERO
38¿Quién manda ahora sus fuerzas?

KENT
39Según se dice, el hijo bastardo de Glocester.

CABALLERO
40He oído que Edgardo, su hijo proscrito, está en Alemania con el Conde de Kent.

KENT
41Hay otras versiones. Es hora de vigilar. Las fuerzas del Reino se acercan con presteza.

CABALLERO
42El choque ha de ser sangriento. Adiós, señor.

Vase.

KENT
43Mis planes y esfuerzos, para bien o para mal, tendrán la misma suerte de la batalla que va a librarse.

Vase.

ACTO V

ESCENA PRIMERA

El campamento británico, cerca de Dóver.
Entran, con tambores y banderas, EDMUNDO, REGANIA, Caballeros y Soldados.

EDMUNDO
1 (A un Caballero)Averiguad del Duque si mantiene su último plan, o si posteriormente hubo algo que le hiciera cambiar de intento. Todo es en él irresolución y él mismo se contradice a cada paso. Comunicadnos su intención definitiva.

Vase el Caballero.

REGANIA
2Algo debe de haberle ocurrido al mensajero de mi hermana.

EDMUNDO
3Hay motivo para sospecharlo, señora.

REGANIA
4Ahora, mi dulce dueño, pues que sabéis todo el bien que os quiero, decidme, pero en verdad, pero con toda verdad: ¿No amáis a mi hermana?

EDMUNDO
5Con amor honesto.

REGANIA
6Y ¿nunca seguisteis la senda de mi hermano hasta el lugar prohibido?

EDMUNDO
7Con este pensamiento os engañáis.

REGANIA
8Sospecho que vuestros seres intimaron tanto que pudisteis creer el suyo vuestro.

EDMUNDO
9Nunca, señora, por mi honor.

REGANIA
10¡Nunca jamás podría soportarlo! No tengas, dueño mío, intimidad con ella.

EDMUNDO
11No temáis. ¡Ella y el Duque, su esposo!

Entran, con tambores y banderas, el DUQUE DE ALBANIA, GONERILA y Soldados.

GONERILA
12(Aparte)Antes quisiera perder la batalla que, por esta mi hermana, perderle a él y perderme.

DUQUE DE ALBANIA
13Nuestra amabilísima hermana, bien hallada seas. (A EDMUNDO)Oigo, señor, que el Rey se ha reunido con su hija, y con ellos otros muchos que se sienten justamente ofendidos por nuestra crueldad. Nunca pude ser valiente, cuando no pude ser leal; en cuanto a nuestro caso, es nuestra sola razón para pelear, el haber el de Francia invadido nuestras tierras, no el que ella ampare al Rey, con tantos otros, según temo, cuya grave y justa causa les obliga a hacernos frente.

EDMUNDO
14Señor, habláis con nobleza.

REGANIA
15Pero ¿a qué vienen esos razonamientos?

GONERILA
16Luchar todos juntos contra el enemigo, que no son de este lugar tales querellas domésticas.

DUQUE DE ALBANIA
17Vamos, pues, a resolver, oyendo el consejo de los expertos en la guerra.

EDMUNDO
18Voy al punto con vosotros en vuestra tienda.

REGANIA
19¿No venís con nosotros, hermana?

GONERILA
20No.

REGANIA
21Sería muy conveniente; venid con nosotros, os lo ruego.

GONERILA
22(Aparte)¡Oh, oh! Entiendo el acertijo... (Alto)Voy, pues.

Mientras se están marchando, entra EDGARDO disfrazado.

EDGARDO
23 (A ALBANIA)Si vuestra merced se digna hablar con un mendigo, oídme una palabra.

DUQUE DE ALBANIA
24 (A los que salen)Ya os alcanzaré. (Vanse todos menos el DUQUE DE ALBANIA y EDGARDO.) (A EDGARDO)Habla.

EDGARDO
25Antes de dar la batalla abrid esta carta. Si vencéis, haced resonar vuestro clarín para aquel que os la trajo. Aunque mi aspecto sea tan miserable, puedo presentar campeón que mantendrá cuanto ahí se afirma. Si fracasáis, se acabó para vos todo interés en este mundo, y cesa de por sí toda conjura. ¡Que os sea propicia la fortuna!

DUQUE DE ALBANIA
26Esperad a que lea esta carta.

EDGARDO
27Me fue prohibido. Cuando llegue el momento, haced que el heraldo toque la llamada, y compareceré.

DUQUE DE ALBANIA
28Adiós, entonces. Veré qué dice tu carta.

Vase EDGARDO.
Vuelve a entrar EDMUNDO.

EDMUNDO
29El enemigo está a la vista. Poned en línea vuestro ejército. Ved aquí el cómputo de su fuerza y armas, según diligente examen. Pero ahora importa que os deis prisa.

DUQUE DE ALBANIA
30Bien llegado será el tiempo.

Vase.

EDMUNDO
31A las dos hermanas he jurado amor, y las dos sientes celos una de otra, y se odian cual odia al áspid quien fue picado. ¿Por cuál debo decidirme? ¿Por las dos? ¿Por una? ¿Por ninguna? Ni a una ni a otra podré gozar si las dos vive... Si tomo a la viuda, Gonerila enloquece de furor, y mal podré lograr mi empeño, mientras viva su esposo. Lo que ahora importa es valerme de su autoridad en la batalla; y una vez terminada... si tanto pretende ella deshacerse de él, que lo intente como pueda. En cuanto a la piedad que el Duque siente por Lear y Cordelia, ganada la batalla y ellos en mi poder, no habrá perdón, pues mi oficio es solo combatir, no negociar.

Vase.

ESCENA II

Una explanada entre los dos campamentos.
Alarma dentro. Pasan por el escenario, con tambores y banderas, el REY LEAR, CORDELIA y Soldados. Entran luego EDGARDO y el CONDE DE GLOCESTER.

EDGARDO
1Aquí, padre, aceptad la sombra de este árbol para buen refugio. Rogad que triunfe la justicia; si jamás vuelvo a vuestro lado, será para traeros consuelo.

Vase.

GLOCESTER
2¡Qué la gracia divina os acompañe, señor!

Alarma y toque de retreta dentro. Vuelve a entrar EDGARDO.

EDGARDO
3¡Huyamos, buen viejo, dadme la mano, vamos! El Rey Lear ha perdido. Él y su hija cayeron prisioneros. Dadme la mano, venid.

GLOCESTER
4No, no daré un paso; aquí mismo puede bien pudrirse un hombre.

EDGARDO
5¿Qué! ¿Otra vez los malos pensamientos? El hombre debe someterse al cielo, tanto para dejar el mundo como para venir a él; todo es la sazón. Seguidme.

GLOCESTER
6También esto es verdad.

Vanse.

ESCENA III

El campamento británico, cerca de Dóver.
Entran en triunfo, con tambores y banderas, EDMUNDO, con el REY LEAR y CORDELIA como prisioneros, un Capitán, Oficiales, Soldados, etc.

EDMUNDO
1Que algunos oficiales se los lleven y los tengan bajo buena guarda hasta que sea conocida la más alta decisión que ha de juzgarlos.

CORDELIA
2No somos los primeros que, con la mejor intención, han caído en la peor desgracia. Solo por ti, desventurado Rey, es mi aflicción; por mí... sé desdeñar los desdenes de la fortuna. ¿No veremos a esas hijas, a esas hermanas?

REY LEAR
3¡No, no, no, no! Vámonos a nuestra cárcel. Allí solos los dos, cantaremos cual pájaros en la jaula. Si me pides que te bendiga, seré yo quien me arrodille y te pida perdón. Así pasaremos nuestra vida rezando y cantando y narrando cuentos viejos, y riendo al ver las doradas mariposas y al oír las charlas cortesanas de esos pobres diablos... Y nosotros también charlaremos con ellos, de quién pierde y quién gana, quién entra, quién sale... Y sondearemos el misterio de las cosas, como si fuéramos espías de Dios, y entre los muros de nuestra prisión, nos tendrán sin cuidado las disensiones y las alianzas de los grandes, que ora crecen, ora menguan, según la fase de la luna.

EDMUNDO
4Lleváoslos.

REY LEAR
5Ante tales sacrificios, Cordelia mía, los dioses mismos queman incienso. ¿No te he encontrado? Quien pretenda separarnos, habrá de tomar una antorcha del cielo y cazarnos a fogaradas como a los zorros. Sécate los ojos. ¡La mala landre los devorará en cuerpo y alma antes que nos vean llorar! ¡Mas pronto les veremos morir de hambre! Vamos.

Vanse el REY LEAR y CORDELIA custodiados por una escolta.

EDMUNDO
6Oye aquí, Capitán, mira esta orden. (Entregándole un papel)Acompáñales a la prisión. Un ascenso me debes. Si obras como aquí se ordena, te encaminas a la mejor fortuna. Ya sabes que es la ocasión lo que hace al hombre. La blandura de corazón no dice con la espada. Tu misión es importante y no admite discusiones. Di si la cumples, o ve de prosperar por otros medios.

CAPITÁN
7La cumpliré, señor.

EDMUNDO
8A la obra, pues, y ten por cierta tu ventura cuando esté cumplida. Atención, digo, y al momento. Ejecútalo tal como lo he escrito.

CAPITÁN
9Yo no podría tirar de un carro ni comer cebada, mas si es obra de hombre, la cumpliré.

Vase. Música festiva. Entran el DUQUE DE ALBANIA, GONERILA, REGANIA, otro CAPITÁN, Oficiales y Soldados.

DUQUE DE ALBANIA
10 (A EDMUNDO)Señor, bien habéis mostrado en este día cuál es vuestro denuedo, y bien os ha guiado la fortuna. Tenéis prisioneros a los que fueron nuestros adversarios en esta contienda; os pedimos que nos los entreguéis para decidir su suerte, según sea su merecido, y según igualmente convenga a nuestra seguridad.

EDMUNDO
11Señor, me pareció oportuno encerrar al viejo y miserable Rey en segura prisión, y bajo fiel vigilancia, pues su ancianidad, con el prestigio de la realeza, pudiera mover al pueblo en su favor, volviendo las lanzas de nuestras levas contra los mismos que las mandamos. Con él envié a la Reina, y por las mismas razones. Prontos están para comparecer mañana o más tarde ante vuestro Consejo. Ahora, vednos cubiertos de sudor y sangre; el amigo llora la pérdida del amigo; y aun en las luchas más afortunadas hay siempre en su calor quien siente y maldice sus estragos. La cuestión de Cordelia y de su padre requiere lugar más oportuno.

DUQUE DE ALBANIA
12Permitidme, señor, que os tenga como a simple vasallo en esta guerra, no como a hermano.

REGANIA
13Esto será según mi beneplácito, y pienso que debisteis consultarme antes de proferir tal arrogancia. Él manda mi ejército; representa mi autoridad y mi persona; bien puede, por tanto, tal poder darle tesón para llamarse vuestro hermano.

CORDELIA
14Modera tus ardores. Sus propios méritos pueden ensalzarle mucho más que tu favor.

REGANIA
15Al ostentar mis títulos con mi investidura, puede él ponerse al lado del más alto.

GONERILA
16Sobre todo su fuera él tu esposo.

REGANIA
17Las burlas a menudo resultan profecías.

GONERILA
18¿De esas tenemos? Bizcarían los ojos que tal creyeron ver.

REGANIA
19Señora, no estoy buena, de otro modo, daría suelta a mi corazón en mi respuesta. General, vuestros son mis soldados, mis prisioneros, mi patrimonio; disponed de ello y de mí misma. Vuestras son estas murallas. Testigo el mundo entero que yo te nombro aquí mi dueño y mi señor.

GONERILA
20¿Pretendes tú gozarle?

DUQUE DE ALBANIA
21 (A GONERILA)Esto es lo que no depende de tu voluntad.

EDMUNDO
22Ni de la vuestra, señor.

DUQUE DE ALBANIA
23De la mía, ¡bastardo!

REGANIA
24 (A EDMUNDO)Redoblen los tambores en prueba de que es tuya mi corona.

DUQUE DE ALBANIA
25Esperad aún y atended a razones. Edmundo, yo te arresto por alta traición, y, contigo, a esa dorada serpiente. (Señalando a GONERILA.) (A REGANIA)Respecto a tu pretensión, mi bella hermana, he de oponerme en interés de mi esposa. Ella es la que secretamente se ha concertado con este noble señor, y yo, su esposo, he de alzarme contra vuestro desposorio. Si deseáis casaros, más os valdría hacerme el amor a mí; mi esposa está apalabrada.

GONERILA
26¡Vaya una farsa!

DUQUE DE ALBANIA
27Armado estás, tú, Glocester; suene el clarín, y si nadie comparece a sostener tus odiosas, manifiestas y múltiples traiciones, ahí está mi guante. (Lo arroja.)Y no comeré un bocado hasta proclamar sobre tu corazón lo que aquí declaro.

REGANIA
28¡Me siento mal; desfallezco!

GONERILA
29(Aparte)Si así no fuera, perdería yo toda mi confianza en la medicina.

EDMUNDO
30Esa es mi respuesta. (Arroja su guante.)Y quienquiera que en el mundo me llame traidor, miente como un villano. Suene tu clarín; contra aquel que se atreva, contra él, contra vos, contra cualquiera, yo mantendré firmemente mi honor y mi lealtad.

DUQUE DE ALBANIA
31¡Hola, heraldo!

EDMUNDO
32¡Heraldo, pronto, heraldo!

DUQUE DE ALBANIA
33Cuenta solo contigo, pues tus tropas fueron alistadas en mi nombre, y en mi nombre han sido licenciadas.

REGANIA
34Me invade la congoja.

DUQUE DE ALBANIA
35Se siente enferma; llevadla a mi tienda. (Vase REGANIA, sostenida por algunos.) (Entra un HERALDO.) Venid acá, heraldo. Suene el clarín, y pregonadme esto.

Le da un cartel.

CAPITÁN
36Suene el clarín.

Suena el clarín.

HERALDO
37 (Lee:)“Si hay en las listas del ejército algún hombre de rango o calidad que se halle dispuesto a mantener contra Edmundo, supuesto conde de Glocester, que es un traidor consumado, comparezca al tercer llamamiento. Edmundo está pronto al combate.”

EDMUNDO
38Llamad.

Primera llamada.

HERALDO
39Otra vez.

Segunda llamada.

HERALDO
40Otra vez.

Tercera llamada. Los clarines responden a lo lejos. A la tercera llamada entra EDGARDO, armado de punta en blanco y precedido de un clarín.

DUQUE DE ALBANIA
41Preguntadle su intención y por qué acude al llamamiento.

HERALDO
42¿Quién sois? ¿Vuestro nombre? ¿Vuestra calidad? ¿Qué es lo que os mueve a responder al reto?

EDGARDO
43Sabed que he perdido mi nombre; el diente ponzoñoso de la traición lo ha desgarrado. Y sin embargo, soy tan noble como el adversario con quien vengo a competir.

DUQUE DE ALBANIA
44¿Sabéis quién es vuestro adversario?

EDGARDO
45¿Quién responde aquí por Edmundo, Conde de Glocester?

EDMUNDO
46Él mismo. ¿Qué le quieres?

EDGARDO
47Saca la espada, y ella te haga justicia si con mis palabras ofendo a un noble corazón. Mira, esta es la mía, este es el privilegio de mi honor, por mi juramento y mi profesión. Pues bien, sobre mi espada yo protesto, mal pese a tu poder, a tu juventud y a tu lugar eminente, a despecho de tu espada victoriosa y del nuevo sol de tu fortuna, de tu valor y de tu corazón, que eres traidor y perjuro contra los dioses, contra tu hermano y contra tu padre, alevoso contra este ilustres príncipe, y que, desde lo más alto de tu frente hasta el polvo bajo de tus pies, no eres sino un vil sapo traidor. Niégalo, y con esta espada, con este brazo, con mi alma entera, he de probarte sobre tu corazón, al cual yo me dirijo, que has mentido.

EDMUNDO
48En rigor debiera yo saber tu nombre; mas ya que tan gentil y aguerrida es tu apostura, y que tu lengua tal aliento de nobleza exhala, doy al olvido las reglas de caballería que para rehusarte me apoyaran, y a tu rostro devuelvo el baldón de traidor con que me afrentas. Ahogaré tu corazón con la infernal mentira que profieres, y aunque carezca ella de ardor en medio de su falso brillo, yo le abriré camino con mi espada hasta enterrarla en tu pecho para siempre. ¡Hablen los clarines!

Alarma. Combaten y cae EDMUNDO.

DUQUE DE ALBANIA
49 (A EDGARDO)¡Perdonadle, perdonadle la vida!

GONERILA
50 (A EDMUNDO)¡Fue una felonía, Glocester! Por ley de caballero no debías aceptar el combate con un desconocido. No fuiste vencido; fuiste atropellado con en engaño.

DUQUE DE ALBANIA
51Punto en boca, señora, si no queréis que con esta carta os la cierre. (A EDMUNDO, dándole un pliego)Tened, señor. (A GONERILA, que pretende arrancárselo de las manos)Y tú, monstruo, peor que cualquier nombre decir pueda, lee aquí tu propia infamia... ¡No lo rasguéis, señora! Bien se ve que sabéis su contenido...

Da la carta a EDMUNDO.

GONERILA
52¡Y aunque lo supiera! Las leyes yo las hago, no tú. ¿Quién se atreverá a juzgarme?

DUQUE DE ALBANIA
53¡Oh, colmo de monstruosidad! ¿Conoces tú este papel?

GONERILA
54No me preguntes lo que sé.

Vase.

DUQUE DE ALBANIA
55Seguidla; va desesperada. Contenedla.

EDMUNDO
56 (A EDGARDO)Cuanto me has imputado fue obra mía, y más aún, mucho más. Con el tiempo se sabrá. Ya pasó él, y yo también. Pero ¿quién eres tú que así hubiste contra mi fortuna? Si eres noble, te perdono.

EDGARDO
57Hagamos cambio de perdón. Mi sangre no es menos noble que la tuya, Edmundo, y si es más noble, tanto más me has ofendido. Mi nombre es Edgardo; hijo soy de tu mismo padre. Los dioses son justicieros y hacen de nuestros gratos vicios el fiel instrumento de su justicia. El viejo y las tinieblas en que te engendrara le costó los ojos a nuestro padre.

EDMUNDO
58Bien dices; verdad es. La rueda de la fortuna dio la vuelta completa, y heme aquí.

DUQUE DE ALBANIA
59(A EDGARDO) Ya noté yo que tu mismo porte pronosticaba una real prosapia. Deja que te abrace. ¡Que el remordimiento destroce mi corazón, si jamás abrigué odio contra ti ni contra tu padre!

EDGARDO
60Bien lo sé, noble príncipe.

DUQUE DE ALBANIA
61¿Dónde te ocultaste? ¿Cómo supiste la desgracia de tu padre?

EDGARDO
62Velando por él, señor. Escuchad una breve historia, y cuando os la haya contado, ¡ojalá se rompiera mi corazón! Para escapar a la cruel proclama que tan de cerca me perseguía (¡oh, dulzura de la vida, que antes que morir de una vez, nos lleva a preferir la angustia de la muerte de hora en hora!), se me ocurrió disfrazarme con harapos como un loco, y era tal el parecido, que hasta los perros me desdeñaban. Bajo tal disfraz vine a dar con mi padre. Sangrientas sus órbitas como anillos que perdieras sus piedras preciosas, le serví de guía, conduciéndole por los poblados mendigando por él y salvándole de una muerte desesperada. Nunca, ¡oh, culpa mía!, quise descubrirme a él, hasta que poco ha, ya para este lance armado, dudoso, aunque esperanzado de mi éxito, fui a pedirle su bendición, y, punto por punto, le referí mis andanzas, pero, ¡ay de mí, que su carcomido corazón era harto débil para resistir el conflicto!, y entre los opuestos transportes de alegría y dolor, estalló sonriendo.

EDMUNDO
63Tu relato me ha conmovido, y será acaso por mi bien. Prosigue, que algo más, según parece, te queda por decir.

DUQUE DE ALBANIA
64Si ha de ser algo más doloroso, calla, que al escuchar lo que has dicho ya casi me sentí desfallecer.

EDGARDO
65Lo dije en forma ex profeso para los que no aman el dolor, pues con poca mayor ponderación, hasta el colmo os hubiera horrorizado. Cuando más fuertemente me exclamaba, llegose a mí un hombre, que antes, al verme en mi miserable estado, procuró evitar mi odiosa compañía, más ahora, viendo ya quién era el que tanto había padecido, con sus fuertes brazos enlazome el cuello, y rugiente, como si quisiera rasgar el cielo, dejose caer sobre el cuerpo de mi padre... Después me dijo del Rey Lear y de sí mismo la más triste historia que jamás hombre oyera; y, al repetirla, su dolor tanto acrecía, que las fibras de su corazón parecían romperse. Por dos veces sonó entonces el clarín, y allí tuve que dejarle en su desmayo.

DUQUE DE ALBANIA
66Pero ¿quién era ese?

EDGARDO
67El Conde de Kent, señor; Kent, el proscrito, que, disfrazado siguió a su adverso Rey, y le prestó servicios impropios de un esclavo.

Entra un CABALLERO con un puñal ensangrentado.

CABALLERO
68¡Favor, favor, favor!

EDGARDO
69¿Qué pretendéis?

DUQUE DE ALBANIA
70¡Hablad, hombre!

EDGARDO
71¿Qué significa ese puñal ensangrentado?

CABALLERO
72Caliente está, ved cómo humea. Sale del corazón de... ¡Oh, muerta está!

DUQUE DE ALBANIA
73¿Quién ha muerto? ¡Habla, hombre!

CABALLERO
74Vuestra esposa, señor, vuestra esposa, que antes envenenó a su hermana. Así lo ha confesado.

EDMUNDO
75Concertado yo estaba con las dos; y los tres vamos a casarnos al instante.

EDGARDO
76Aquí llega el Conde de Kent.

DUQUE DE ALBANIA
77Traedlas aquí vivas o muertas. Este juicio del cielo que nos hace temblar, no por eso nos mueve a compasión. (Vase el CABALLERO.) (Entra el CONDE DE KENT.) (Reconociéndole)¿Oh, es él? No es esta ocasión de cumplimientos, cual reclama la simple cortesía.

KENT
78Vengo a despedirme para siempre de mi señor, el Rey. ¿No está aquí?

DUQUE DE ALBANIA
79De lo que más importa nos olvidamos. decid, Edmundo, ¿dónde está el Rey? ¿Dónde Cordelia? (Entran algunos llevando a CORDELIA y REGANIA muertas.) ¿Veis esto, Kent?

KENT
80¡Horror! ¿Cómo fue?

EDMUNDO
81Edmundo era amado, sin embargo. La una envenenó a la otra por mi amor, y luego se dio muerte.

DUQUE DE ALBANIA
82Tal como dice; cubrid el rostro.

EDMUNDO
83Estoy agonizando. Algo bueno quisiera hacer, a pesar de mi maldad. Pronto, a toda prisa, enviad al castillo. Yo di orden para que quitaran la vida a Lear y a Cordelia. Enviad pronto, ¡por Dios!

DUQUE DE ALBANIA
84¡Oh, corred, corred, corred!

EDGARDO
85 (A ALBANIA)¿A quién, señor? (A EDMUNDO)¿Quién tiene la orden? Dadme alguna prenda como contraseña.

EDMUNDO
86Bien dices. Toma mi espada; dala al capitán.

DUQUE DE ALBANIA
87¡Date prisa, por tu vida!

Vase EDGARDO.

EDMUNDO
88Orden tiene de vuestra esposa y mía para ahorcar a Cordelia en su prisión, y propalar después que en su desesperación se dio la muerte.

DUQUE DE ALBANIA
89¡Los dioses la protejan! Llevadle de aquí.

Llévanse a EDMUNDO.
Entra el REY LEAR, llevando en brazos a CORDELIA muerta, y siguiéndole EDGARDO, un CAPITÁN y otros.

REY LEAR
90¡Aullad, aullad, aullad! ¿Seréis de piedra? ¡Si yo tuviera vuestra lengua y vuestros ojos, me serviría de ellos hasta derrumbar la bóveda del cielo! ¡Se fue para siempre! Bien sé cuándo uno muere y cuándo vive. Muerta está, como la tierra. Traed un espejo, si su aliento empaña el cristal, es que aún vive.

KENT
91¿Será esto el fin del mundo?

EDGARDO
92¿O una imagen de su horror?

DUQUE DE ALBANIA
93¡Húndase, pues, y cese todo!

REY LEAR
94Esta pluma se mueve... ¡Vive! Si así fuera, asaz compensaría todas las penas que he sufrido.

KENT
95 (Arrodillándose)¡Oh, bondadoso señor...!

REY LEAR
96Aparta, te lo ruego.

EDGARDO
97Es el noble Kent, vuestro amigo.

REY LEAR
98¡Mala peste sobre vosotros! ¡Asesinos, traidores todos! Yo hubiera podido salvarla; ahora, muerta es por siempre. ¡Cordelia, Cordelia, aguarda un poco! ¿Eh? ¿Qué decías? Su voz era siempre dulce, afable y queda, preciosa cualidad en la mujer... Maté al miserable que te estaba ahorcando.

CAPITÁN
99Cierto es, señores; esto hizo.

REY LEAR
100¿No es así, amigo? Un tiempo fue en que mi mordiente cimitarra les hiciera brincar a todos. Soy viejo ahora, y estas desdichas me arruinaron. ( A KENT)¿Quién sois? Mis ojos dejan mucho que desear. Os lo diré en seguida.

KENT
101Si la fortuna puede jactarse de dos hombres a los que aborreció después de amarlos, los dos aquí se miran.

REY LEAR
102¡Triste espectáculo! ¿No sois Kent?

KENT
103El mismo, vuestro servidor. ¿Dónde está vuestro criado, Cayo?

REY LEAR
104Era un buen hombre, te lo aseguro. Andaba listo para pegar; murió, y ya pudre.

KENT
105No, mi buen señor. Aquel soy yo.

REY LEAR
106Luego lo veremos.

KENT
107El mismo que, desde el principio de vuestras desventuras, ha seguido vuestros tristes pasos.

REY LEAR
108Seáis bienvenido en este lugar.

KENT
109No, ni yo ni nadie. Todo es desolación, muerte y negrura. Vuestras hijas mayores anticipáronse a su fin, desesperadas.

REY LEAR
110Sí, así lo creo.

DUQUE DE ALBANIA
111No sabe lo que dice; en vano es pretender que nos conozca.

EDGARDO
112¡En vano!

Entra un CAPITÁN.

CAPITÁN
113Señor, Edmundo ha muerto.

DUQUE DE ALBANIA
114Tal noticia es aquí una bagatela. Señores y nobles amigos, sabed nuestra intención. (Señalando a LEAR)Le ofrecemos cuanto pueda servirle de consuelo en su desgracia. Por nuestra parte, mientras viva su anciana majestad, en ella todo nuestro poder resignaremos. (A EDGARDO y al CONDE DE KENT)Recobrad vosotros vuestros derechos, con cuantas creces por demás como vuestros servicios lo reclaman. Los leales amigos gustarán la merecida copa de sus penas. –¡Ah, ved, ved!

REY LEAR
115 (En el delirio de la agonía)¡Y mi pobre loquilla murió ahorcada! ¡No, no, no vive! ¿Por qué un perro, un caballo, un ratón han de vivir, y a ti te falta aliento? ¡No volverás nunca...! ¡Nunca, nunca, nunca, nunca...! Por favor, soltadme este botón. –Gracias, señor– ¿Veis esto? ¡Miradla, mirad... Sus labios, mirad, mirad!

Muere.

EDGARDO
116Desfallece. ¡Señor! ¡Señor!

KENT
117¡Rómpete, corazón; rómpete, por piedad!

EDGARDO
118¡Alzad la vista, señor!

KENT
119No inquietéis su espíritu. ¡Dejadle partir! Mucho le odia el que pretenda tenerle por más tiempo tendido sobre el potro de esta áspera existencia.

EDGARDO
120Ha muerto ya... Ved.

KENT
121El prodigio es que haya soportado tanto. No hacía más que usurpar su vida.

DUQUE DE ALBANIA
122Llevadle de aquí. No nos cabe ahora otra cosa que llorar. (A KENT y a EDGARDO)Amigos del alma, gobernad los dos conjuntamente, y sed el sostén del reino desangrado.

KENT
123He de emprender la gran jornada en breve, señor; mi amo junto a él me llama, y a su voz no puedo yo negarme.

DUQUE DE ALBANIA
124Rindámonos a la pesadumbre de tiempos tan aciagos. Digamos lo que sentimos, no lo que decir debiéramos. El más anciano fue quien padeció más. No veremos los jóvenes tanto como él vio, ni viviremos tanto.

Vanse al son de una marcha fúnebre.