George Etherege, She Would If She Could

Ella lo haría si pudiera





Texto utilizado para esta edición digital:
Etherege, George. Ella lo haría si pudiera. [She Would If She Could]. Traducido por Juan José Calvo García de Leonardo, para EMOTHE. Valencia: ARTELOPE/EMOTHE Universitat de València, 2019.
Adaptación digital para EMOTHE:
  • Semplice, Silvia
  • Tronch Pérez, Jesus

ELENCO

Don Oliverio Pollaquero hidalgo del campo
Don Jocelín Alegre hidalgo del campo y pariente de la esposa de Don Oliverio
Maese Eduardo Galantodas honrado hidalgo de la Villa
Maese Franco Liberio honrado hidalgo de la Villa
Madama Pollaquero
Ariana joven dama, pariente de Don Jocelín Alegre
Trudis joven dama, pariente de Don Jocelín Alegre
Doña Guardia dueña al servicio de Madama Pollaquero
Doña Gaceta mujer de la Lonja Nueva
Doña Baratijas mujer de la Lonja Nueva
Maese Licencioso un estafador
Tomás criado de Don Oliverio Pollaquero
[Francisco mozo de fonda
Mozos de fonda, violinistas y otros ayudantes

Nota del traductor: Se intenta acomodar los títulos personales y los de rango nobiliario mediante substitución cultural y equivalencia diacrónica. El título «Sir» se traduce invariablemente por el correspondiente cultural español de «Don» y, si es apelativo, valdrá «señor.» De manera similar, se propone «hidalgo» para substituir a «knight/gentleman», puesto que «caballero», en aquella época, seguía estando muy asociado con la carrera y las órdenes militares y «gentilhombre» no equivale a «gentleman» del todo. El título de «Mr./Master» se vierte como «Maese» y el de «Mrs./Mistress» como «Doña». «My Lady», cuando no se usa como apelación (por ejemplo, «vuestra señoría»), se vierte como «madama» (que se registra en Autoridades y fue común en el Mediterráneo español e italiano hasta el siglo XIX) o como «mi señora», al igual que se hace con «sir/señor», o también como «su señoría». «Ladies», cuando no es vocativo, sí se traduce por «damas» o «señoras». «Gentlewoman» es más complicado. La traducción normal sería «Dueña», porque, además, el personaje de Sentry es camarera y/o confidente de lady Cockwood.

Vayamos a los nombres comunes dentro de la lista de personajes de la obra. El compuesto «kinswomen» no es problema: «parientes». «Exchange-women» se propone como «mujeres de la Lonja», con mayúsculas. El «New Exchange» era una lonja al sur del Strand con abundancia de tiendas y un lugar de moda en aquella época. «Knight of the industry» es término complicado. Dar «caballero de la industria» es lo más obvio, siendo, además, traducción del francés original «chevalier de l’industrie»; aunque es cronológicamente insatisfactorio. No se documenta hasta 1831 en Mariano José de Larra y su obra teatral «No más mostrador» (CNDHE) y la primera referencia lexicográfica es el ‘Nuevo Diccionario de la lengua castellana…’ de Vicente Salvá en 1846: «Caballero de la industria con que ahora designan muchos al estafador o petardista». El OED da como primera cita 1658, en Cleveland y su «Rustic Rampant» (‘Works’: 475) sin el artículo definido como en francés y esta de Etherege, como segunda, con el artículo definido. Curiosamente, para documentar el original, TLFi se contenta con una segunda edición: 1713 «chevalier d'industrie» («Gongam ou l'Homme prodigieux», etc., 2e édition. A Paris, chez Pierre Prault, in-8o, tom. 1er, p. 99 ds MICHEL) cuando ya aparece en ‘Le Dictionnaire de l'Académie française’ de 1694: “Un homme qui vit d' adresse, et ce mot se prend en mauvaise part”. Se debería traducir funcionalmente por “estafador”, aquí, en el listado de personajes de la obra y no habría mayor problema, por ser funcionalmente descriptivo. Pero no se puede hacer lo mismo cuando Don Jocelín se lo presenta a Don Oliverio en la Escena Tercera del Tercer Acto. El término «waiter» no puede ser «camarero» porque entonces se refería, como su femenino, a sirvientes de confianza y ayudas de cámara y se ha substituido por el coetáneo «mozo de fonda». Los «fiddlers» son violinistas. Salvo que el director quisiera acometer una substitución cultural más generalizada no se substituirá por «guitarristas», porque ello a su vez, conllevaría cambiar las jigas que se bailan por bailes populares españoles de la Edad Moderna, pongamos unos fandangos. «Town» se refiere a la ciudad de Londres en general. Más delante hará especificación de la «City» («of London») y propondremos “Villa Vieja” para distinguirla del resto de la capital. Aquí simplemente se da «la Villa», por analogía con La Villa (y corte), sinónima de la capital de España.

Con los nombres propios se proponen, en su caso, substituciones expresivas y/o transparentes para obtener una información semántica y una respuesta equivalente en el público receptor de lengua y cultura españolas. No hay problema con «Oliver/Oliverio», «Joslin/Jocelín», «Ariana/Ariana» o «Thomas/Tomás». «Gatty» es hipocorístico de «Gertrude» y se propone «Trudis» como hipocorístico y aféresis de «Gertrudis». El transparente «Sentry» es “centinela”, lo que conviene a su función de vigilante de la persona y la honra de su señora. Se propone «Guardia» en ese mismo sentido y, además, por ser apellido frecuente en España. Los ‘apellidos’ descriptivos o motes «Gazette» y «Trinket» se dan como el coetáneo «Gaceta» y como «Baratijas». «Rake-hell» es compuesto arcaico hoy en día en inglés, pero, en la Edad Moderna, era término común para denominar al licencioso y así se propone. Si nos centramos en los protagonistas, «Cockwood» el ‘apellido’ de Sir Oliver, es aparentemente inocuo, asociable con la aldea de Devon. Pero se trata de un compuesto neologizante y homofónico de «cock» “polla” y el verbo modal «would» “querría/desearía”; no por reflejar a un homosexual pasivo —que no lo es— sino para caracterizar a un individuo masoquista y acomplejado en su virilidad que iempre ansía hacer ostentación de ella. Su mujer, por el contrario, sí que es una ninfómana, aunque vergonzante. En consecuencia, se propone «Pollaquero» por analogía con la expresión festiva “culo veo culo quiero”. «Jolley/Jolly» vale “alegre” y así se propone, siendo, además, apellido común en España. «Courtall» es ‘apellido’ transparente y se propone «Galantodas». «Freeman» es “hombre libre” y, por tanto, se sugiere “Liberio”, que es nombre propio bien documentado.

Finalmente y en cuanto a los modificadores, Etherege califica a Courtall y a Freeman como “honest”. Se propone «honrado(s)» como mejor equivalente coetáneo.


PRIMER ACTO

Escena I

Un comedor
Entran Galantodas y Liberio y un sirviente cepillando a Galantodas.

Galantodas
1Bien. Bien, basta; que preparen el coche.

Sirviente
2Así se hará, señor.

Sale el sirviente.

Galantodas
3Y bien Franco, ¿qué hay que hacer hoy?

Liberio
4A fe, creo que deberemos seguir la vieja costumbre: comer bien, y aprestarnos con una botella o dos de buen borgoña, de modo que nuestra vieja conocida parezca hermosa a nuestros ojos pues, por lo que veo, no hay esperanza de nuevas.

Galantodas
5¡Vaya!, esta Villa se nos ha vuelto perversa; de otro modo la tengo yo en la memoria. Un hidalgo no habría salido de su cámara sin que algún agente civil u otro del trato le acompañara y diera aviso sobre donde correrla una o dos veces por la tarde.

Liberio
6A fe, una buena mujer y maternal, conocida mía, el otro día, hablando de los pecados del siglo, me dijo, con lágrimas en los ojos, que hay una compañía de bellacos del baratillo, que, en parte para sí mismos, pero, especialmente, para algunos amigos secretos, desbaratan, día a día, los mercados; e incluso que muchos hidalgos, que antes eran personas de gran mérito y honra, últimamente por alguna razón particular, se han tornado sus propios proveedores, para el más absoluto deterioro y desaliento del comercio y de la industria.

Galantodas
7Sé que hay mercaderes recelosos que nunca confían su negocio a un factor; pero, en lo que a mí respecta, detesto la fatiga y antes me obligaría a domar mis propios potros y domesticar mis propios halcones que sufrir los estorbos de atraer a una mocita al cebo.

Entra el sirviente.

Sirviente
8Señor, abajo hay una dueña que desea hablar con vos.

Galantodas
9Ja, Liberio, puede que se trate de alguna aventura afortunada.

Sirviente
10Me preguntó que si estabais solo.

Galantodas
11¿Y no le dijisteis que sí?

Sirviente
12Le dije que iría a ver.

Galantodas
13Bajad, bajad rápido y decidle que lo estoy. [Sale el sirviente.] Franco, te lo ruego, déjame meterte en este retrete por un rato.

Liberio
14¿Por qué? ¿No puedo verla?

Galantodas
15Por vida mía que habrás juego limpio e iremos a medias si es una compra que puede, honradamente, dividirse. Podéis escucharlo todo pero, en nombre de la decencia, ¡adentro, hombre, adentro!

Liberio
16Bien: que la buena fortuna te asista.

[Sale Liberio.]
Entra Doña Guardia.

Galantodas
17Doña Guardia, he aquí una dicha por encima de lo que pudiera esperar.

Guardia
18Vuestra humilde servidora, señor.

Galantodas
19¿Tu señora habrá venido a la Villa, espero?

Guardia
20Don Oliverio, mi señora y la familia entera. En fin, ha sido tan triste en el campo que mi señora está encantada de venir a disfrutar de la libertad de este sitio de nuevo; y me atrevería decir que anhela la dicha de vuestra compañía.

Galantodas
21¿Os envió ella aquí?

Guardia
22¡Qué va! Si supiera que he llevado este truco de confianza a cabo mala opinión habría de mi persona, a fe. El celo que tengo por serviros es el que me ha aventurado a visitaros, de camino a la Lonja, para daros las buenas nuevas y haceros saber que nos alojamos en la Calle James y los Postes Negros, donde estuvimos el verano pasado.

Galantodas
23A fe que es muy cumplido lo que habéis hecho.

Guardia
24Pero sí os impetro que le digáis a mi señora que esto lo supisteis por mera suerte o algo parecido, pues, por nada del mundo quisiera ser descubierta.

Galantodas
25Pierde cuidado: puedes confiar en mí.

Entra el sirviente.

Sirviente
26Don Oliverio Pollaquero, señor, ha venido a visitaros.

Guardia
27¡Cielos! ¡Mi amo! Mi señora y yo misma estamos perdidas, perdidas.

Galantodas
28¡Muerte de! ¿Por qué no le dijisteis que estaba ocupado?

Guardia
29Por amor del Cielo, Maese Galantodas ¿qué voy a hacer?

Galantodas
30Deja, deja de temblar, métete a gatas en esta leñera.

Ella se mete en la leñera.
Entra Don Oliverio.

Galantodas
31¡Don Oliverio Pollaquero!

(Lo abraza.)

Don Oliverio
32Honrado Edu Galantodas, a fe que creo que me tomas por una moza bonita, abrazándome tan fuerte y con tanto ánimo.

Galantodas
33Es tan sólo mi gozo de veros, Don Oliverio, y de daros la bienvenida a la Villa.

Don Oliverio
34En verdad que se me antoja haber estado ausente un siglo, pero me propongo redimir el tiempo. Y dime, dime, ¿qué tal están las cosas ahora? ¿Es bueno el vino? ¿Son amables las mujeres? Pues, a fe, más le vale a un hombre ser vagamundo en esta Villa, que juez de paz en el campo: incluso me volví un patán por falta de los recreos de un hidalgo. Si a un hombre suelta un juramento, la gente se aspavienta como ante un cañonazo; y, si uno acierta a acoplarse con la hija de su vecino, sin auxilio del cura de la parroquia, y deja un pequeño testimonio de su bondad tras él, entonces, al instante, hay tal tumulto, que el pobre hombre se inclina por huir de la comarca. En cuanto a la borrachera, es verdad que puede darse sin escándalo, pero la bebida es tan abominable, que un hombre debería apartarse de ella, por temor a ser apartado, por el vicio, del amor.

Galantodas
35Veo, Don Oliverio, que seguís con vuestro antiguo humor y que estáis resuelto a romperle el corazón a vuestra dulce señora.

Don Oliverio
36Seguro que no me creeréis tan bárbaramente grosero como para dejarle saber todo esto. No, no todos estos secretos solamente pueden ser confiados a individuos honrados como lo eres tú.

Galantodas
37Bien puedo yo, pobre pecador, ser excusado, pues una mujer de tan rara belleza, partes tan incomparables y reputación tan impoluta no puede reteneros ante estas carreras salvajes, Don Oliverio.

Don Oliverio
38A decir verdad, es una esposa de la que ningún hombre ha de sentirse avergonzado, Edu.

Galantodas
39Juro, Don Oliverio, que he de culparos a vos, considerando cuanto tiernamente os ama.

Don Oliverio
40Sí, sí. Mayor es su infortunio y el mío, Edu. Con gusto te entregaría un par de los mejores caballos de tiro de mis establos si pudieras persuadirla para que me amara menos.

Galantodas
41Su virtud y mi amistad son suficiente seguro contra ello, Don Oliverio.

Don Oliverio
42Sé que nunca te has casado, pero ¿nunca has habido el infortunio de que una amante te amara tan enteramente?

Galantodas
43Nunca he tenido esa buena fortuna, Don Oliverio. Pero ¿por qué preguntáis eso?

Don Oliverio
44Porque, entonces, quizás, podrías haber sentido, en algo, el maldito estorbo que supone.

Galantodas
45¿Y en qué sentido, Don Oliverio?

Don Oliverio
46Pues, fíjate, de este modo. Un hombre no puede ser del todo ingrato, a veces uno está obligado a besar, requebrar y juguetear y a yacer, tonteando, una hora o dos; cuando un hombre preferiría, si no fuera por la desgracia que supone estar de pie todo ese tiempo, en la picota, malparado con huevos podridos y naranjas.

Galantodas
47En verdad que es un caso difícil, Don Oliverio.

Don Oliverio
48Y luego está la inconveniencia de seguir las horas regulares; y, ante todo, este maldito enemigo, los celos, se apoderan de tal forma de estas amantes apasionadas que, protesto, Edu —dicho sea en confianza— que si resulto ser algo pródigo en mi gasto con una amistad privada o así, se me exige una responsabilidad tan estricta por la noche que, en pro del sosiego, a menudo me veo forzado a tomar una dosis de cantáridas para cuadrar la suma.

Galantodas
49A fe, Don Oliverio, que sopesándolo todo, no sois tan envidiable como, sin más, parecería.

Don Oliverio
50Pues bien, que la peste se lleve este ligar a hombre y mujer conjuntamente para lo bueno y para lo malo. Por mi conciencia que no fue sino un truco para que el clero pudiera sentir la causa.

Galantodas
51No concibo que sea tanto en su provecho, Don Oliverio; yo apostaría que no. Con que toleraran la cristiana libertad, sacarían diez veces más, en bautizos, de lo que puedan perder en matrimonios.

Don Oliverio
52A fe que has acertado, Edu; y, hablando de cristiana libertad, comamos juntos hoy y festejemos, liberalmente, pero en perfecto secreto.

Galantodas
53Me alegraré de vuestra buena compañía, Don Oliverio

Don Oliverio
54He de llamar a un honrado individuo a quien he dejado atropelladamente para hacer esta visita: Don Jocelín Alegre, un pariente de mi esposa y mi vecino en el campo. Nos tratamos de hermanos, vino a la Villa conmigo y se aloja en nuestra misma casa. Ha traído a dos de las más bonitas parientas, herederas de muy buenas fortunas. Quisiera que te encargaras de su instrucción un poco. A fe que, si mucho no me equivoco, son muy pronas para el estudio de las matemáticas.

Galantodas
55Os quedaré agradecido por tan buen conocimiento.

Don Oliverio
56Este Don Jocelín goza de gran favor con mi señora, ella tiene la mejor opinión de él y me confiaré con él dondequiera que sea. Aunque, a decir verdad, es un pecador tan empedernido como el mejor de nosotros y no se arredrará ante nada de lo que cumple a un hombre de honor. Iremos y solicitaremos la venia de mi señora, porque no cumple que salga tan pronto sin su aprobación, Edu.

Galantodas
57En absoluto, Don Oliverio.

Don Oliverio
58¿Dónde habremos de encontrarnos dentro de una hora?

Galantodas
59En la Casa Francesa o en El Oso.

Don Oliverio
60En la Casa Francesa, por supuesto.

Galantodas
61De acuerdo, de acuerdo.

Don Oliverio
62Podrías traer a un cuarto hombre.

Galantodas
63¿Qué pensáis de Franco Liberio?

Don Oliverio
64No lo puede haber mejor—bien— vuestro servidor, Edu; vuestro servidor, Edu.

Sale Don Oliverio.

Galantodas
65Vuestro servidor, Don Oliverio. ¡Doña Guardia!

Guardia
66 (en la leñera) ¿Se ha ido?

Galantodas
67¡Sí, sí! Podéis atreveros a salir deprisa.

Guardia
68 (saliendo a gatas) ¡Oh, cielos! No soportaría otro susto así.

Galantodas
69¡Vamos, vamos! ¡Compostura, te lo ruego!

Guardia
70No volveré a ser yo misma en quince días. Nunca sufrí tal desasosiego en toda mi vida. Haber sido descubierta mi falsedad —y respecto a alguien que, a decir verdad, siempre ha sido muy amable y pulido conmigo; pero, sobre todo, recelaba por la honra de mi señora—

Galantodas
71Vamos, vamos—no ha habido daño alguno.

Guardia
72¡Ah! Maese Galantodas, vos no conocéis a Don Oliverio tan bien como yo. A veces tiene humores extraños y tiene el poder natural para hacer de tirano, si no fuera porque mi señora y yo misma lo pasmamos con nuestras tretas.

Galantodas
73¡Vamos, vamos, todo va bien! ¿No escuchasteis lo gallardo y lo galán que es Don Oliverio?

Guardia
74¡Ah! Es un hombre vil y falsario. ¡Bien se comporta ante mi señora! Pero no me atrevo a delatarlo por miedo a delatarme a mí misma.

Galantodas
75Bien, Doña Guardia, he de comer con ellos; y, después de haber bebido un vaso de cerveza o dos, si puedo, me escabulliré y presentaré mis respetos a tu señora.

Guardia
76No podéis dudar de la bienvenida, os lo aseguro, señor. Vuestra servidora, señor.

Galantodas
77Vuestro servidor, Doña Guardia. Me conmueve este favor, os lo aseguro.

Guardia
78Me enorgullece haber podido cumplir con vos, señor.

Sale Guardia.

Galantodas
79¡Liberio! Sal, sal ahora de tu agujero. [Entra Liberio.] ¿Cómo has podido contenerte?

Liberio
80A fe, con mucho esfuerzo. La escena era muy agradable. Pero, sobre todo, admiro tu desvergüenza. Yo nunca habría tenido la audacia de burlar al pobre hidalgo de ese modo.

Galantodas
81¡Bah, bah!, fue tan necesario como honesto. Debemos hacer todo lo posible por confirmarle al marido la buena opinión que tiene de su mujer.

Liberio
82Os lo ruego, cuanto tiempo —si no es ofensa el preguntarlo— ¿Cuánto tiempo hace que disfrutáis de la gracia de esta honrada persona? Nunca antes os conocí esa laudable cualidad de saber guardar un secreto.

Galantodas
83Estáis equivocado, Liberio: las cosas no funcionan con la maldad que imagináis.

Liberio
84¿Acaso has perdido todo sentido de la modestia? ¿Crees poder burlarme a mí también de modo tan burdo? Vamos, vamos, estas buenas nuevas deberían tornarte algo más alegre. A fe que, aunque sea una antigua conocida, tiene la ventaja de cuatro o cinco meses de ausencia. ¡Cuerpo de! No sé lo altivo que serás, pero yo me he tenido por muy elegante hasta ahora en mi antigua casaca, cepillada y colgada por un tiempo.

Galantodas
85Liberio, sé que en casos de esta naturaleza eres un infiel, pero creo que el conocimiento que tienes de mis sinceros tratos con mis amigos debería darte mayor confianza.

Liberio
86¿Qué juramento diabólico podría inventarse ella para ahuyentarte de un descubrimiento?

Galantodas
87¿Me creerás si juro que preservar su honra ha sido culpa mía y no suya?

Liberio
88Cosa rara.

Galantodas
89Que sepas, pues, que yo he tenido el mismo cuidado por evitar las ocasiones que ella por procurarlas. Y, aun así, me he comportado como un hidalgo, de modo que no ha habido la más mínima sospecha de descortesía. Ella es el espíritu mismo de la impertinencia, tan neciamente cariñosa y molesta, que nadie que haya cumplido los dieciséis puede soportarla.

Liberio
90¿Por qué, entonces, mantuviste el trato tanto tiempo?

Galantodas
91Conveniencias que tenía, por mi trato con el necio de su marido, me hicieron extraordinariamente pulido con ella; lo que, al instante, su señoría interpretó al modo de la más obsequiosa de las mujeres … esta moza vino aquí hoy por encargo de ella.

Liberio
92¡Con qué seguridad lo negó!

Galantodas
93Ah, eso nunca falta, os lo aseguro. Ahora se espera que aparte todas las demás ocasiones y que espíe la oportunidad de atenderla. Ella, de por sí, no le otorgaría a su amante mayores alegrías que las que un caballerete con coche nuevo le otorga a su único par de caballos.

Liberio
94A fe que si es como dices, no puedo realmente culparte por la dureza de tu corazón. ¿Pero, no hablaba el necio de dos damiselas?

Galantodas
95Bien recordado, Franco; y, ahora que lo pienso, será muy necesario seguir mis asuntos con la vieja para poder disponer de una mejor oportunidad de trabar conocimiento con ellas. ¡Vamos! Vayamos a tratar de la comida y, de camino, tratar de estos graves asuntos.

Liberio
96Bueno, puesto que habrá poco dinero en mano y corriente, antes que perder un entretenimiento, me contentaré con jugar un tiempo a crédito.

Galantodas
97Y yo; siempre que la promesa sea gallarda y veamos que haya esperanza de pago luego.

Liberio
98Vamos, vamos.

Salen.

Escena II

Alojamiento de Don Oliverio Pollaquero.
Entra Madama Pollaquero.

Madama Pollaquero
99Es demasiado tarde para arrepentirse: yo la envié, pero no deja de inquietarme que se demore tanto. Seguro que, si ella tiene tan poca gratitud, como para dejarle; su honor no puede permitirle cosa alguna en perjuicio de mi afecto. Oh—Guardia, ¿ya habéis llegado?

Entra Guardia.

Guardia
100¡Oh, señora! ¡Ha habido un terrible accidente!

Madama Pollaquero
101Por favor no me asustes, moza—

Guardia
102Mientras departía con Maese Galantodas, llegó Don Oliverio.

Madama Pollaquero
103¡Oh, Es mi ruina! ¡Perdida por siempre!

Guardia
104No hacéis sino mandarme con estos recados desesperados.

Madama Pollaquero
105Traicionada, traicionada —por esta falsa— ¿cómo habré de llamarte?

Guardia
106No, teneos, señora —un poco de paciencia—

Madama Pollaquero
107He perdido toda paciencia y no volveré a tenerla.

Guardia
108Escuchadme tan solo: todo está bien—

Madama Pollaquero
109Nada puede estar bien, desdichada.

Guardia
110Maese Galantodas me empujó dentro de la leñera.

Madama Pollaquero
111¿Y Don Oliverio no te vio?

Guardia
112De mí no vio ni el más mínimo atisbo—

Madama Pollaquero
113Querida Guardia —¿y las buenas nuevas?

Guardia
114Tiene pensado visitaros por la tarde, señora—

Madama Pollaquero
115Espero que no le dejaras saber que te enviaba yo.

Guardia
116No, no, señora. Os aseguro que hice todo lo posible en pro de vuestro honor.

Madama Pollaquero
117¡Ah, Guardia! Si se nos pudiera ocurrir alguna feliz treta ahora para apartar a Don Oliverio….

Guardia
118No necesita recelar por eso, señora. Ha quedado en comer con Maese Galantodas en la Casa Francesa, y se va a traer a Don Jocelín Alegre para ganarse vuestra condescendencia. Cuando Maese Galantodas los haya fijado con un vaso de cerveza o dos, tiene pensado escabullirse y presentar sus respetos a vuestra señoría.

Madama Pollaquero
119En verdad es una persona de mucha valía y honor.

Guardia
120Si hubierais estado allí, señora, espiando el discurso de Don Oliverio, él habría hecho que os bendijerais a vos misma; no hay otro tan salvaje en la Villa. Todo de lo que habló fue de putear y jurar y beber y desgarrar.

Madama Pollaquero
121Sí, sí, Guardia, sé que hablará de asuntos peregrinos a mis espaldas. Pero, a menos de que él sea un hipócrita abominable en casa y que yo sea una mujer fácil de engañar, no puede jugar al barbilindo fuera de casa, os lo aseguro. (Entran Don Oliverio y Don Jocelín, Don Jocelín cantando.) Queridísimo querido, qué amable por tu parte volver de nuevo a casa tan rápidamente.

Don Oliverio
122Querida mía, nunca tendrás causa recta para acusarme de falta de afecto

Madama Pollaquero
123Don Jocelín, como vos sois un buen hombre os confío a Don Oliverio de nuevo.

Don Jocelín
124¡Ah! Si alguna vez incumplo mi palabra con una señora que me entreguen atado aquí a Doña Guardia y tendrá licencia para trincharme como a un capón.

Guardia
125¿Me creéis de corazón tan cruel como para tan sangrienta ejecución?

Don Jocelín
126Afectuosa manifestación, a fe, muchacha, te daré un beso por ello.

La besa.

Madama Pollaquero
127¡Vergüenza, vergüenza, Don Jocelín, no es apropiado en mi presencia!

Don Jocelín
128Todos tenemos nuestras flaquezas, señora, y esta es la mía: así como un galgo de raza no puede evitar correr tras una liebre, cuando la avista; yo no puedo dejar de besuquear a una moza bonita cuando me cruzo con ella.

Madama Pollaquero
129Verdaderamente tengo entendido que sois hombre de peligro, Don Jocelín. Rara vez me vanaglorio, señora; pero, puesto a ser el gallo de la pelea, el pequeño Jocelín se atreve a enfrentarse con el mejor dellos.

Don Oliverio
130Don Jocelín está alegre, querida mía.

Madama Pollaquero
131Sí, sí, si resultara malvado. Sé que tú eres demasiado hidalgo como para ofender a la tu querida señora.

Don Jocelín
132A fe, señora, debéis darle licencia a mi hermano Pollaquero para comer hoy fuera.

Madama Pollaquero
133Protesto, Don Jocelín, que estáis empezando a hacer que también os odie a vos; pues os habéis vuelto tan malo como el peor de ellos, robándome, como ahora, la dulce compañía de Don Oliverio.

Don Jocelín
134Vamos, vamos, vuestra disciplina severa es en demasía, a fe, señora.

Madama Pollaquero
135Don Oliverio puede hacer lo que plazca, señor. Él sabe que siempre he sido su obediente señora.

Don Oliverio
136Te lo ruego, querida mía, no te enfades. Don Josef nos invitó con tal apremio, que nadie, salvo un gil, se habría negado.

Don Jocelín
137Sí, Sí, comemos en casa de mi tío, Don Josef Alegre, señora.

Madama Pollaquero
138¿Te vas a portar bien y no beber ni trasnochar?

Don Jocelín
139Me comprometo por todo ello, si no hay ofensa en un alegre canon o una historia divertida. (Entran Ariana y Doña Trudis.) ¡Ja, ja! Cuca y Atronada, ¿ya os habéis levantado? Sé lo que habéis estado meditando, pero no preocupéis vuestras cabecitas; dejadme a mí que os procure consuelo.

Trudis
140A menudo hemos estado en deuda con vos, señor, pues, siempre que estáis borracho, nos traéis a casa un par de galanes frescos.

Don Oliverio
141Pues bien, adiós, querida mía. No suspires así. te lo ruego; vístete, ve de visitas y diviértete.

Madama Pollaquero
142Recibiré la mayor satisfacción en mi cámara.

Don Jocelín
143Vamos, vámonos, hermano: adiós a todas juntas. Señora y Cuca, Cuca y Atronada, servidor vuestro, servidor vuestro.

Salen Don Oliverio y Don Jocelín cantando.

Madama Pollaquero
144(a Guardia, aparte) Guardia, ¿ha llegado el nuevo encaje que compré a casa y está todo dispuesto?

Guardia
145Todo, señora.

Madama Pollaquero
146Entonces vamos, moza, vamos; deprisa y vísteme.

Salen Madama Pollaquero y Guardia.

Ariana
147¿No te espanta, Trudis, que ella le tenga tan extraño afecto a este currutaco?

Trudis
148Bueno, si ella no disimula, que me descubran cuando yo lo haga. ¿No viste como cambiaba su semblante en cuanto le daban la espalda y con qué intención susurraba a su criada? Hay algún asunto de peso de por medio, te lo aseguro: mi querida Ariana. Qué contenta estoy de hayamos vuelto a esta Villa.

Ariana
149Pero dejando atrás el provecho del aire fresco y la delicia de vagar por las amenas arboledas.

Trudis
150Bonitas cosas que una joven dueña haya de lamentar, a fe: a alguien que empieza a saborear las cosas buenas de este mundo.

Ariana
151¡Muy bien, hermana!

Trudis
152¿Acaso no me has prometido mil veces dejar atrás este recato?

Ariana
153Pero sois tan rápida.

Trudis
154Pero es que volvería loca a cualquier el oír cómo lamentas la pérdida del campo. Pronuncia tan sólo otra palabra grave y serán mis oraciones diarias que tengas un marido celoso y entonces ya estarás ahíta, te lo aseguro.

Ariana
155Podría ser si tu lengua no fuera tan viva. Yo soy de buen conformar, pero ¿espero que no pretendas que cometamos las locas picardías del verano pasado?

Trudis
156¡Por vida de! ¿Crees que hemos venido aquí para estar como encerradas en gallinero y que nuestra única libertad sea la de ir desde nuestra cámara al comedor y de ahí a nuestra cámara de nuevo; y estar como pájaro en la jaula con tan sólo dos columpios para saltar arriba y abajo, arriba y abajo?

Ariana
157Desde luego que eres moza atronada.

Trudis
158¿Querrías que nunca fuéramos a una comedia sino con nuestros graves parientes, que nunca tomáramos el aire sino con nuestros graves parientes, para alimentar su orgullo y hacerle creer al mundo que está en su poder permitirse algún galán o algún otro buen trato?

Ariana
159Pero temo que nos daremos a conocer de nuevo.

Trudis
160¡Bah! Los hombres tan sólo llegaron a conocer nuestras máscaras y nuestras enaguas y hace tiempo que se desgastaron. ¡Cómo envidio ese sexo! ¡Vaya! Nosotras no podemos atormentarlos lo suficiente cuando está en nuestro poder, por los privilegios que la costumbre les ha otorgado sobre nosotras.

Ariana
161La verdad es que pueden deambular de aquí para allá y por doquier; y nosotras, pobres necias, antes los tenemos, por ello, en mayor estima.

Trudis
162De un corral de comedias a otro; y, si no les place ni la comedia ni las mujeres, apenas permanecen más tiempo que el que exige el rizado de sus pelucas y el cuchichear con un amigo y luego se encasquetan el tocado y afuera que se pavonean de nuevo.

Ariana
163Pero, hagamos lo que hagamos, te ruego que decidamos ser harto honestas.

Trudis
164Ahí estoy de acuerdo contigo.

Ariana
165Y si encontramos que los galanes son como desaforados súbditos que, cuanto más les conceden sus príncipes, con descaro más apetecen…

Trudis
166Nos tornaremos tiranos absolutos y leo despojaremos de todos los privilegios que les concedimos—

Ariana
167Según esas condiciones, contenta estoy de poner mi pica a tu servicio. ¡Marchando, muchacha!

Salen.

SEGUNDO ACTO

Escena I

El Jardín de las Moreras.
Entran Galantodas y Liberio.

Galantodas
168¿Hubo alguna vez una pareja de necios mejor aparejada que estos dos hidalgos?

Liberio
169Son arpa y violín. La naturaleza los ha acordado como si fueran a tocar siempre el bobo en conjunto.

Galantodas
170Ahora Don Oliverio está seguro, pues no se atreve a volver a casa hasta estar lo bastante borracho y entonces se vuelve valiente, insulta y desafía a su dulce señora; y, por ello, con plegarias y con lágrimas se ve forzado a fingir amargo arrepentimiento la mañana siguiente.

Liberio
171¿A qué estar ociosos aquí en el Jardín de las Moreras? ¿Por qué no hacer la visita, entonces?

Galantodas
172Vas loco por este sendero como si olfatearas una pista fresca.

Liberio
173¿Ya que nos sabemos el matorral, por qué no dar comienzo a la caza?

Galantodas
174Poco a poco, buen Franco; has de saber primero que las leyes de honor establecidas para tales delicados asuntos no me permiten llevarte conmigo. Y, además, ¿tienes tan poco seso como para pensar que una dama discreta, que ha tenido la experiencia de tanta flaqueza humana, pueda tener una opinión tan buena de la constancia de su galán, como para dejarle caer en la tentación?

Liberio
175Entonces esperemos que su señoría nos presente a estas dueñas.

Galantodas
176¿Puedes esperar, razonablemente, que un viejo fullero le presente a un bisoño trampista a su embaucado? Las ventajas vendrán más adelante con mi admisión en la familia.

Liberio
177¿Qué hacer entonces?

Galantodas
178Pues fijaos, así lo he planeado: Don Oliverio, cuando comencé a mostrarme torpe, para inclinarme algo más a la borrachera me confió al oído el humor de su querido amigo Don Jocelín; él me aseguró que, cuando se encontraba de buena disposición, para corresponder a su cortesía, siempre se llevaba a casa la buena compañía y se la recomendaba a sus parientes.

Liberio
179¡Muy bien!

Galantodas
180Ahora, una vez que el aire fresco nos ha soplado un rato y expulsado los vapores del vino que hemos bebido, te volverás donde estos dos necios que hemos dejado en la Casa Francesa, según nuestra promesa y les dirás que me he rezagado por un desafortunado asunto y que pronto estaré de vuelta con ellos. Los encontrarás fatigados por la larga lucha, flojos e incapaces de mantener las filas, carga con resolución y, en un momento, los pondrás en fuga. Y, con poco o ningún daño para ti mismo, obtendrás una victoria completa.

Liberio
181¡Muy bien!

Galantodas
182Mientras tanto, le haré una visita a la anhelante señora y ordenaré mis asuntos con tanto primor, que estaré de vuelta contigo inmediatamente, para hacer un experimento del buen humor de Don Jocelín.

Liberio
183¡A ello!

Galantodas
184Todavía es demasiado pronto; debemos perder algo de tiempo aquí, de modo que mis excusas parezcan más probables y mi persecución más tolerable.

Entran Ariana y Trudis con antifaces y cruzan, rápidas, el escenario.

Liberio
185¡Ja, ja! ¡Con qué descaro corretean! He aquí tentación suficiente, en su misma compostura, como para azuzar el valor de un viejo concejal. Sigámoslas, te lo ruego.

Galantodas
186Me he llevado tantos desengaños con tales enmascaradas que, al menos doce veces, he abjurado de ellas. Son certísima señal de un mal rostro o, lo que es peor, de una vieja conocida.

Liberio
187La verdad es que nada, salvo razones de peso, logrará que las mujeres renieguen de sí mismas: del orgullo de ser vistas.

Galantodas
188La noche es fresca y agradable y, aun así, apenas hay compañía.

Liberio
189Mejor será nuestra carrera: estos ciervos no van en ganado. Vamos, hombre, vamos: sigámoslas.

Galantodas
190Encuentro mera necedad abjurar de cosa alguna; eso hace que el diablo redoble su empeño en la tentación. Van tras las mujeres.

Entran de nuevo las mujeres y cruzan el escenario

Ariana
191¿Y si estos resultaran dos buques corsarios navegando por aquí al acecho de presas?

Trudis
192¿Tendrán el valor de perseguirnos? Anhelo trabar.

Ariana
193Mira, mira allá. Protesto que nos dan caza.

Trudis
194Cambiemos, pues, la derrota; si son valientes de verdad presto largarán más trapo y nos abordarán.

Las mujeres salen y van por detrás del escenario a la otra puerta.
Entran Galantodas y Liberio.

Liberio
195¡Muerte de, qué veloces que son! Cualesquiera que sean sus faltas, no les falta viento.

Galantodas
196Desde luego; y según ese paso menudito deben ser potrillas del campo que han traído a hacer unas carreras en el parque y a jugar al corre-que-te-pillo: nunca les daremos alcance.

Liberio
197Yo seguiré recto, gira tú por el sendero que cruza y ve a su encuentro.

[Salen Galantodas y Liberio.]
Entran las mujeres, y, después de ellas Galantodas por la puerta inferior, y Liberio por la superior en el lado opuesto.

Galantodas
198Con la venia, señoras—

Trudis
199Se me antoja que os atreveríais incluso sin ella.

Liberio
200Servidor vuestro, señoras—

Ariana
201O de cualesquiera otras señoras que se tomen la molestia de responderos.

Liberio
202¡Por vida de! Sus lenguas son tan vivas como sus talones.

Galantodas
203¿Podréis tener tan poca buena natura como para deshacer la continencia de un par de tímidos jóvenes que han salido, por puro amor, para ofreceros sus servicios?

Trudis
204Sería una lástima frenarlos en seco, hermana.

Ariana
205A fe, que parecen como si nunca les hubieran soltado de la traílla.

Liberio
206Sí, a fe. Hemos tenido más de una buena carrera sobre esta pista, se nos han ofrecido buenos cebos y podemos apretar con fuerza.

Les besan las manos con un poco de fuerza.

Ariana
207Bueno, no soy la primera desdichada mujer que se ha visto forzada a dar la mano a quien nunca pretende concederle el corazón.

Trudis
208¿Acaso creéis que ya hay trato?

Galantodas
209A fe que quisiera recibir un vigoroso anticipo, por temor a separarnos, por desgracia, de nuevo.

Liberio
210¿Tan salvajes sois que habéis necesidad de tales caperuzas?

Galantodas
211¡Vergüenza, vergüenza! Quitaos estos escándalos de las buenas caras.

Trudis
212Por vuestra reputación, las mantendremos puestas. ¡Por vida de! Nos tomarían por parientes de vuestras mercedes si nos atreviéramos a mostrar el rostro de tal forma en público.

Ariana
213Y qué vergüenza sería para un par de jóvenes galanes que, creo yo, se sonrojarían de pensar en ello.

Galantodas
214Estos fueron bonitas fruslerías inventadas en primer lugar, meramente en beneficio de nosotros, pobres amantes, para burlar a los celosos y cegar a los malintencionados. Pero su uso propio se ha pervertido con tal maldad que todos los hombres honrados odian la moda a muerte.

Liberio
215Una buena cara rara vez se cubre con un antifaz, como un buen sombrero en caja aceitada; y, en tanto, por mi conciencia, ambas sois hermosas.

Galantodas
216Apartáoslos un poco, para dar satisfacción a un necio escrúpulo.

Ariana
217Este es el justo castigo que os habéis acarreado por el pecado imperdonable de hablar.

Trudis
218Sólo podéis fanfarronear, ahora, de haber trabado conocimiento con un sobretodo de fernandina y una pieza de terciopelo negro.

Galantodas
219La verdad es que el comportamiento disoluto de algunos vanos individuos ha desanimado últimamente el comportamiento honrado de todas las señoras virtuosas.

Liberio
220Pero espero que tendréis la caridad de no contarnos entre del número de malvados.

Ariana
221No hay hombre entre vosotros que merezca confianza.

Trudis
222¿No es una vergüenza para todo vuestro sexo que una mujer valga más para consejero privado que un joven galán para amante?

Galantodas
223Bonita burla es ésta, señoras, para los hombres ociosos; pero debéis hacer una oferta mejor si pretendéis apartarnos de nuestros graves asuntos.

Trudis
224Verdaderamente parecéis hombres muy atareados, que van, de aquí para allá, sin descanso, de las fondas a los corrales de comedias, de los corrales de comedias al Jardín de las Moreras, que viven en premura perpetua y que apenas disponen de tiempo para tan ocioso entretenimiento.

Galantodas
225Ahora, por nada del mundo querría verte la cara; si es la mitad de buena que tu humor; me tentarías a mimarte con peligro y, olvidando toda vergüenza, volverme constante.

Liberio
226Percibo, por estas burlas, que la discreción y el buen humor pueden hacer que un hombre se enamore de una negra mora. Que el diablo lo planee de tal modo que ahora tengamos un asunto serio.

Galantodas
227Sí quisieran ser tan amables como para encontrarnos aquí, mañana, de nuevo.

Trudis
228Tenéis muchos asuntos y os apartaríamos de vuestras tareas.

Ariana
229Y nosotras somos muy contrarias responder por el pecado de arruinar a dos jóvenes tan lleno de esperanzas.

Liberio
230¿Debemos, pues, desesperar?

Ariana
231Las señoras que vais a ver no han de ser tan duras de corazón.

Galantodas
232 (a Liberio) Por mi conciencia que nos aman y ya empiezan a estar celosas

Liberio
233¿Quién sabe si no será ésta la más afortunada de ambas aventuras?

Galantodas
234Vamos, vamos. Sabemos que tenéis pensado encontraros con nosotros. No podemos ver como os ruborizáis: tened la valentía de decirlo.

Trudis
235¿Juraréis entonces, no visitar a ninguna otra mujer antes?

Ariana
236No es que seamos celosas, sino que no querríamos cansaros con la impertinente conversación de nuestro sexo y que llegarais a nosotras aburridos y mal humorados.

Galantodas
237Invéntate un juramento y que sea tan horrendo que un ateo se sobresaltaría de oírlo.

Liberio
238Pues yo juraré presto que ni le hablaré a ninguna otra mujer hasta que hable con vos de nuevo.

Trudis
239¿Os perturba ese necio escrúpulo de ser fiel a un juramento?

Liberio
240¡Oh, de la manera más religiosa!

Galantodas
241¿Y no podríamos aumentar nuestras esperanzas de entablar un conocimiento algo mejor?

Ariana
242Ya veis toda la libertad que permitimos.

Trudis
243Puede que se nos invite a escuchar un violín o a mezclarnos en un baile campestre o así.

Galantodas
244¡Bien! Nuestra condición es demasiado desesperada como para empecinarnos en artículos: estamos resueltos a acceder a cualesquiera condiciones.

Liberio
245¡Aseguraos de ser puntuales!

Ariana
246¿Seréis seguros?

Galantodas
247Que nos tornemos, si no, un par de crédulos currutacos, sujetos a escarnio por siempre jamás. Servidores vuestros, señoras.

Salen los hombres.

Ariana
248¡¿Qué pensarán de nosotras?!

Trudis
249Bien os lo podéis imaginar, pues no tienen un humor tan desacostumbrado como para creer lo mejor. Os aseguro que la opinión más favorable que pueden tener es que aún somos algo salvajes y que necesitamos mejor doma.

Ariana
250Dime, querida muchacha, ¿qué piensas de ellos?

Trudis
251A fe, que tan bien que me avergüenza decírtelo.

Ariana
252¡Así no los hubiera visto nunca!

Trudis
253¡Ja! ¿A ese punto hemos llegado?

Ariana
254Demos una vuelta o dos más, te lo ruego, y hablemos de ellos.

Trudis
255Tengamos cuidado de no ser demasiado particulares en su alabanza, pues podríamos descubrir que nos minamos las inclinaciones respectivas… y, así, acabar peleándonos

Salen.

Escena II

Aposentos de Don Oliverio.
Entran Madama Pollaquero y Guardia.

Guardia
256Querida señora, no os aflijáis, así, sin razón; me atrevería a apostar mi vida, que no es falta de devoción sino de oportunidad lo que lo retiene.

Madama Pollaquero
257¡Desagradecido! ¿Cómo se puede ser tan insensible a la pasión de una señora?

Guardia
258Si yo pensara que era tan malvado, lo odiaría con desmesura —pero, señora...

Madama Pollaquero
259No digas una palabra en su favor, resuelta estoy a olvidarle; ¡pérfido mortal, abusando de tan dulce oportunidad!

Guardia
260¡Oíd! Alguien sube por la escalera.

Madama Pollaquero
261Silencio, puede que aún redima su honor.

Entra Galantodas.

Galantodas
262Su humilde servidor, señora.

Madama Pollaquero
263 (sobresaltándose) ¡Maese Galantodas, por el amor de Dios! ¿Cómo llegasteis aquí?

Galantodas
264Guiado por mi buena fortuna, señora. Su servidor, Doña Guardia.

Guardia
265Su humilde servidora, señor. Protesto que también a mí me ha sobresaltado veros entrar tan inesperadamente.

Madama Pollaquero
266No me imaginaba que ya se supiera que me encontraba en la Villa.

Galantodas
267Don Oliverio me hizo el favor de una visita y de comer conmigo hoy, lo que me trujo el conocimiento de esta dicha, señora. Y, en cuanto me fue posible, me tomé la libertad de venir aquí y disfrutar de ella.

Madama Pollaquero
268Habéis sido cumplido del todo, señor.

Guardia
269(aparte) Es un hidalgo de mérito, ¡con qué precisión siguió mis instrucciones!

Madama Pollaquero
270¿Querréis descansar, señor? Guardia, dispón algunas sillas.

Sale Guardia.

Galantodas
271Con mucha dificultad, señora, salí de la compañía en que estaba y me vi forzado, por el estorbo de un tal Don Jocelín Alegre, creo que se llama, a comprometer mi honor de que regresaría de inmediato.

Madama Pollaquero
272No debéis robarme tan pronto de tan dulce satisfacción.

Galantodas
273Ninguna consideración, señora, podría apartarme de vos, sino el saber que mi estancia aquí, en este momento, por fuerza ha de poner vuestra honra en peligro. Cuántas veces me he negado a mí mismo la mayor satisfacción del mundo, por mantenerlo inmaculado, vos misma podéis ser testigo dello.

Madama Pollaquero
274Cierto, a menudo he habido grandes pruebas de vuestra generosidad en tantos infortunios como han visitado nuestros inocentes efectos.

Galantodas
275Don Oliverio, señora, ante de que yo me apercibiera alcanzó ese punto de borrachera que lo hace volver tambaleándose a casa, cobardemente cubrir a vuestra señoría de insultos; y, cómo está sujeto, en tales casos, a injuriaros con injustas sospechas vos misma a menudo me lo habéis dicho— ello aumenta mi cuidado por no ser sorprendido aquí.

Madama Pollaquero
276Reposad un poco, sólo un poco, querido señor, estos virtuosos principios hacen que se os pueda confiar dignamente la honra de una dama. Cierto, Don Oliverio tiene sus faltas; y aunque yo protesto, Maese Galantodas, que lo amo tiernamente, no puedo ser insensible del todo a vuestra generosa pasión.

Galantodas
277(aparte) ¡Sí, sí! ¡Soy un amante muy apasionado! Cierto es que esta escapada sólo me ha concedido el placer de contemplar mi dicha.

Madama Pollaquero
278¿Se ha retirado mi criada?

Galantodas
279Tal como debía, señora.

Madama Pollaquero
280Dejad que os diga entonces, señor, que aún podemos hacer muy buen uso de ello.

Galantodas
281(aparte) Ahora me va a arrastrar otra vez.

Madama Pollaquero
282Si Don Oliverio se encontrara en esa indecente condición de la que habláis, mañana estará muy sumiso, como para enmendar tan mal comportamiento. Entonces yo puedo, fingiendo un descontento desmesurado, tomarme mi propia libertad sin la menor de las sospechas.

Galantodas
283Un pensamiento muy afortunado que mucho me obliga, señora.

Madama Pollaquero
284Y ahora, si os place fijar una asignación, señor.

Galantodas
285Mañana sobre las diez en punto en el paseo inferior de la Lonja Nueva, desde donde, prestamente, podemos saltar dentro de mi coche.

Madama Pollaquero
286Pero sigo sin poder librarme de mi criada. No me atrevo a salir sin ella. Por mi conciencia que es muy sincera; pero no es bueno confiar en demasía nuestra reputación a la fragilidad de una sirvienta.

Galantodas
287Traeré mi coche, señora, donde sólo caben dos.

Madama Pollaquero
288¡Oh! ¡Muy discretamente urdido, querido señor! De ese modo, yo tendré una excusa justa para darle licencia de ir a ver a un pariente y pedirle que allí quede hasta que la llame.

Galantodas
289Mucho me acongoja dejaros tan pronto, señora; pero me confortaré con los pensamientos de dicha a los que me habéis dado esperanza.

Madama Pollaquero
290Así estuviera en mi poder obligaros eternamente, querido señor.

Galantodas
291Vuestro humilde servidor, señora.

Madama Pollaquero
292Vuestra humilde servidora, dulce señor. (Sale Galantodas.) Guardia—pero Guardia—¿dónde estáis?

Entra Guardia.

Guardia
293Aquí, señora.

Madama Pollaquero
294¡Qué cosa tan rara es esta! ¿Es que nunca aprenderás seguirás dejándome sola en ocasiones de tanta sospecha?

Guardia
295Sólo estaba en la pieza contigua, señora.

Madama Pollaquero
296¿Qué puede haber pensado Maese Galantodas de mis inocentes intenciones? Protesto que, si me sirves de ese modo otra vez, mi enfado contigo será extraordinario: debéis tener mayor consideración con el honor de vuestra señora.

Guardia
297[aparte] Si me quedo en la pieza no me hablará amablemente una semana entera; y, si salgo, siempre me reprende así. Es ésta una extraña enfermedad que tiene, pero debo soportarlo pues, por mi conciencia, que la costumbre lo ha vuelto tan natural que no puede evitarlo.

Madama Pollaquero
298¿Han llegado ya mis primas a casa?

Guardia
299Todavía no, señora.

Madama Pollaquero
300¿Sabes dónde fueron esta tarde?

Guardia
301Les oí decir que irían a tomar el aire, señora.

Madama Pollaquero
302Bueno, veo que es imposible el retenerlas mediante virtuoso consejo; en verdad que son descuidadas de sí mismas. Desearía que Don Jocelín se las llevara, por temor a que hagan recaer una injusta imputación sobre mi honra.

Entran Ariana y Trudis.

Guardia
303¡No lo permita el cielo, señora!

Madama Pollaquero
304Servidora vuestra, primas.

Ambas
305Servidora vuestra, señora.

Madama Pollaquero
306¡Qué tal habéis pasado el fresco de la tarde?

Trudis
307Según la costumbre, señora, respirando el aire fresco en el Parque y el Jardín de las Moreras.

Madama Pollaquero
308Sin compañía de pariente o de alguna persona discreta para vindicar vuestras reputaciones ante el mundo. Sois jóvenes y, quizás, aún insensibles a ello, pero esta es una época extraña, censuradora, os lo aseguro.

Suena música fuera.

Ariana
309¡Oíd! ¿qué música es ésta?

Trudis
310Me apostaría la vida a que mi tío está borracho y nos ha escogido un par de dignos galanes y los ha traído a casa en triunfo.

Entra la música que suena, Don Oliverio contoneándose bravucón, Don Jocelín cantando y bailando, con Maese Galantodas y Maese Liberio de cada mano. Trudis y Ariana viendo a Galantodas y Liberio chillan y—
Salen.

Don Jocelín
311¡Vaya, vaya! Os dije que eran un par de potrillas asustadizas, pero nunca antes las vi aturdirse ante un hombre; yo os las traeré, os lo aseguro, muchachos.

Sale tras ellas.

Liberio
312 (a Galantodas) Son los mismos sobretodos y enaguas.

Galantodas
313Su sorpresa confirma que deben ser ellas.

Liberio
314Por vida de, nos hemos dado a conocer de manera harto placentera.

Galantodas
315Yo estoy perdido a todos los efectos, pues, de manera inocente, se lo delatarán todo a mi señora y ella no tendrá piedad.

Don Oliverio
316 (pavoneándose) dan, dan, da ra, dan, etc. Evita mi presencia, verte tan sólo la cara me vuelve más impotente que a un eunuco.

Madama Pollaquero
317¡Querido Don Oliverio!

Hace ademán de abrazarlo.

Don Oliverio
318Evitad vuestras grapas conyugales. Yo quiero una moza, tú me procurarás una moza, Guardia.

Guardia
319¿Podéis ser tan inhumano con mi querida señora?

Don Oliverio
320Calla, Envidia, o te haré ejecutar por traición menor; te despellejaré los cueros, te disecaré y te colgaré en mi casona del campo, para terror de toda mi familia.

Galantodas
321¿Qué crimen puede ser merecedor de tan horrrendo castigo?

Don Oliverio
322Te lo diré, Edu: fue mi fortuna, el otro día, tener una intriga en el campo con la esposa de un calderero y esta puta maliciosa le delató a mi señora la zanja donde solíamos quedar.

Liberio
323Se merece en verdad vuestra ira, Don Oliverio; Pero, sed más bondadoso con vuestra virtuosa señora.

Don Oliverio
324Tú no la conoces, Franco; llevo pensado romperle el corazón desde el primer mes que la tuve y es tan duro que aún no he podido romperle un solo nervio.

Galantodas
325Sois demasiado despiadado, Don Oliverio.

Don Oliverio
326Que la cuelguen, Edu. Mediante malvados tretas querría usurpar mi imperio, y, en su corazón, es un auténtico Faraón; pues todas las noches me obliga a fabricar ladrillos sin paja.

Galantodas
327No puedo ver a una dama virtuosa tan afligida sin ofrecerle algún consuelo. — (aparte a ella) Querida señora, ¿no es como os dije?

Madama Pollaquero
328(aparte a Galantodas) Los hados no podrían haber sido más propicios y no me faltaré al fomento de nuestra mutua dicha..
Entra Don Jocelín, con Ariana y Trudis de cada mano, bailando y cantando.
Canon.
Esta es cuca y bonita,
Esta es loca y avisada;
Si cualquiera se quedara,
De por vida, doncellita,
¡A fe, qué pena sería!

Don Jocelín
329Aquí están, muchachos, a fe, ved como el pequeño Jocelín es un hombre de palabra. ¡Euc! Cuca y Atronada, a ellas, a ellas, muchachos, ¡Alou! (Las lanza hacia Galantodas y Liberio, que besan sus manos.) ¿Qué pasa allí?, ¿Vuestra señora en llanto, hermano Pollaquero? Vamos, vamos, repararé todas las hendiduras.
(Canta.)
—Y todos estaremos alegres y holgaremos.
¡Vergüenza, vergüenza! aunque un marido y una mujer rara vez están de buen humor a solas, pocos carecen de la discreción de disimularlo en público.

Don Jocelín, Don Oliverio, y Madama Pollaquero conversan juntos.

Liberio
330Sabía que os sorprenderíamos, señoras.

Galantodas
331A fe que hasta hoy he pensado que el conjurar no era sino mera chanza y no podía creer que el bribón astrológico hubiera sido tan diestro.

Liberio
332Con qué exactitud las describió y con qué detalle nos instruyó cómo aprehenderlas.

Trudis
333Entonces habéis estado con un conjurador, hidalgos.

Galantodas
334No nos podéis culpar, señoras. La pérdida de nuestros corazones fue tan considerable que bien pudo excusar los medios indirectos que usamos para descubrir a las bonitas ladronas que los habían robado.

Ariana
335¿No os dije de qué hombres de negocios se trataba, hermana?

Trudis
336Juro que creí inocentemente que ya tenían acordado encontrarse con escribano o con cirujano, y les desee lo mejor; y ahora lamento descubrir que son tan pérfidos.

Liberio
337¿¡Cómo!? Hemos mantenido nuestros juramentos, señoras.

Ariana
338Estaréis muy agradecidos a la Providencia.

Trudis
339Pero más nosotras, hermana; pues de haber creído la especie de que nos eran fieles ¿quién sabe a qué inconveniencias nos habría arrastrado ese error?

Galantodas
340¿Por qué deberíais, señoras, ser tan poco razonables, como para esperar de nosotros, lo que casi no esperábamos de vuestras mercedes? ¡Vergüenza, vergüenza! Mantener la palabra dada está por debajo del honor de un gentilhombre.

Liberio
341Un pobre recurso que sólo vale para sustentar la reputación de un mezquino ciudadano.

Don Jocelín
342Vamos, vamos, todo volverá a estar bien, os lo aseguro, señora.

Madama Pollaquero
343Estas son injurias insufribles, pero yo las sufriré con invencible paciencia; y, mañana, haré que sienta mucho lo indigno que ha sido.

Don Jocelín
344Mañana, mi hermano Pollaquero será otro hombre. Y bien, muchachos, ¿qué os parece la carne y hueso de los Alegre? —Euc, Cuca y Atronada, ¡eh! Vamos, vamos, ya les habéis escuchado ejercer sus lenguas un rato; ahora las veréis ejercer los pies un poco: esta es una moza de miembros bien formados y no sufre esparaván, ni daño en el peroné, ni tumor del menudillo. Tócale una jiga y tócala entera, la veréis botar como fragata ligera ante una fresca galerna —¡eh!, ya me parece verla a toda vela.

Trudis baila una jiga.

Don Jocelín
345Eh, mi pequeña Atronada—he aquí una muchacha de pura raza de los Alegre, a fe. Pero, escuchad, escuchad: una consulta, hidalgos —aguanta un poco, hermano Pollaquero—. ¿Qué os parece, si, ahora, mandamos a estas ociosas mujercitas a la cama nos retiramos a una pieza a solas, un alegre canon y una botella o dos de lo mejor y perfeccionamos la buena obra que, tan de consuno, hemos llevado a cabo hoy?

Don Oliverio
346Una intriga de los más admirable—tan, dan, da, ra, dan; vamos, vamos, marchando cada una a vuestros cuartos: id. Hemos mandado venir a una persona de trato o a dos y estamos resueltos a fornicar en privado.

Madama Pollaquero
347Bárbara retribución es esta a toda mi bondad.

Liberio y Galantodas
348Vuestro humilde servidor, señora.

Salen Madama Pollaquero y Guardia.

Galantodas
349¡Escuchad! ¡escuchad! Señoras, no tengáis una opinión muy mala de nosotros, pues a fe, que cuando hayáis tenido algo más de experiencia con el mundo, descubriréis que no somos bribones tan abominables.

Trudis
350Tendremos la caridad de no pensar peor de vuestras mercedes que del resto de la humanidad, en honor vuestro; tan sólo que sois perjuros, pérfidos, inconstantes, desagradecidos.

Liberio
351¡Ya, ya! ya basta, en conciencia, señoras. Ahora comprenderéis lo vergonzoso que resulta faltar a la palabra dada. Espero que tengáis mayor cuidado en mantenerla para mañana.

Trudis
352Invéntate un juramento y que sea tan horrendo —

Galantodas
353¡Vamos vamos! Es demasiado tarde para burlas, a fe, señoras.

Trudis y Ariana
354Bien, su servidora, entonces.

Liberio y Galantodas
355Su servidor, señoras.

[Salen Trudis y Ariana.]

Don Oliverio
356Ahora que se ha marchado el enemigo—

Don Jocelín
357Entonces el castillo es nuestro, muchachos—¡eh!
[Canta.]
Y aquí y allí la tuve,
y dondequiera que la tuviera,
su juguete era tal, que cada toque
volvía más loco al amante.

Liberio y Galantodas
358¡Eh! ¡Bravo, Don Jocelín!

Don Oliverio
359Ah, mi querido ingenioso y pequeño Jocelín, déjame darte un fuerte abrazo.

Don Jocelín
360Tocad, escandalosos bribones y marchad delante de nosotros.

Salen cantando y bailando.

TERCER ACTO

Escena I

La nueva Lonja de Mercaderes.
Doña Baratijas sentada en una tienda, la gente pasa como en la Lonja.

Doña Baratijas
361¿Qué me mercan? ¿Qué necesitan los hidalgos? ¿Guantes, cintas y perfumes, cintas, guantes y perfumes? Entra Maese Galantodas. ¡Maese Galantodas! Creí que habíais querella con la Lonja, y estabais resuelto a que no os volviéramos a ver por aquí de nuevo.

Galantodas
362Cierto que vuestro desabrimiento, Doña Baratijas, habría sido suficiente para que un hombre se desterrara por siempre.

Entra Doña Gaceta.

Baratijas
363Ved allí se llega la fina Doña Gaceta, allí pretendíais la visita, estoy segura.

Gaceta
364Maese Galantodas, su servidora.

Galantodas
365Su servidor, Doña Gaceta.

Gaceta
366Esta dicha solo estaba pensada para Doña Baratijas, de no haber sido mi buena fortuna haber pasado por casualidad, habría perdido mi participación en ella.

Galantodas
367Esto es demasiado cruel, Doña Gaceta, cuando toda la descortesía está de vuestra parte, por denostar a vuestro galán así.

Gaceta
368Juro que esta tediosa ausencia vuestra me hizo creer que urdíais un experimento con mi pobre corazón, descubrir el secreto oculto de cuanto puede languidecer un amante sin ver a su parte.

Galantodas
369Siempre fuisteis placentera en este tema, Doña Gaceta.

Gaceta
370¿Y no tenéis, vos, motivos para serlo también?

Galantodas
371No que yo sepa.

Gaceta
372Sí. Vos oís las buenas nuevas.

Galantodas
373¿Qué buenas nuevas?

Gaceta
374¡Qué bien os sienta el disimulo! Pero, ahora que lo pienso mejor, no puede afectaros. Os sobra hidalguía, como para que un amorío con una dama del campo os dure más que una pascua florida y, con todo, algunas hay a las que veo tanto en el campo como en la Villa, que tienen un bonito modo de administrar un amante, y que pueden hilvanar una intriga mucho más allá der lo que otras están dispuestas a hacer.

Galantodas
375¿Qué bonito arte tienen, buena Doña Gaceta?

Gaceta
376Cuando los mercaderes se ven en una situación apurada y temen la quiebra, ¿qué mejor que dejar entrar a un buen socio de substancia que les ayude a continuar el mercadeo?

Galantodas
377Siempre habéis sido buena jugando a los acertijos, últimamente, sois portentosamente aguda.

Gaceta
378Y, en tanto, creo que Madama Pollaquero es tan altiva, que antes abandonaría la vanidad de una intriga, que se asociaría con dos hermosas parientes que le ayudaran a continuarla.

Galantodas
379Sabía que al final se descubriría; ciertamente es el principio de la mayoría de las buenas mujeres que aman el juego, cuando empiezan a estar ellas mismas algo fuera del juego el tomar interés por algún que otro jugador joven con la esperanza de rapiñar un favor de vez en cuando. Pero estáis muy equivocada en vuestro discurrir: Madama Pollaquero no es en absoluto de esas, os lo aseguro— Atended, Doña Gaceta, debéis moveros un tanto por mí esta mañana o, si no, que el cielo se apiade de un pobre pecador.

Gaceta
380Espero que esta malvada mujer no haya urdido planes ya sobre vuestro cuerpo: ¡Ay! Me da lástima vuestra tierna conciencia.

Galantodas
381Siempre he hecho de ti mi confidente y ahora vengo a ti como a un fiel consejero.

Gaceta
382Exponed vuestro caso.

Galantodas
383Pues este voraz milano ya ha alzado el vuelo, y, brujuleando, estará aquí en media hora para arrebatarme consigo.

Gaceta
384¿Y vos querríais que yo fuera vuestro espantapájaros?

Galantodas
385Algo así hay; ella sigue siendo cliente vuestra.

Gaceta
386Le he suministrado a ella y a las damiselas unos cuando juguetes de moda desde que llegaron a la Villa, para que estuvieran en consonancia en las comedias o en el Parque.

Galantodas
387Quisiera que te llegaras de inmediato donde las damiselas y que, mediante cualquier argucia, las induzcas a venir aquí.

Gaceta
388Acabo de tomarles las medidas para un par de pañuelos.

Galantodas
389¡Qué mala suerte!

Gaceta
390Querían caperuzas y pañuelos de cuello y vienen a gastar algo de dinero en cintas y perfumes: les he recomendado, aquí, la tienda de Doña Baratijas.

Galantodas
391Esto resulta más afortunado de lo que yo había planeado o hubiera podido lograr; pues aquí estarán atareadas justo delante de la puerta donde se ha concertado nuestra asignación; pero, ¿y si este diablo de alas largas fuera a arrebatarme al vuelo antes de que vengan?

Gaceta
392Subo sólo a darle instrucciones a mi doncella sobre un asuntillo que apremia y bajaré de nuevo y la vigilaré. Si os ha atrapado, estaré con vos enseguida y os rescataré, os lo aseguro; o al menos os retendré hasta que venga más compañía. No se atreverá a arrebataros de aquí ante mi vista; ella sabe que me llevo óptimamente con Don Oliverio, y que soy diablo tan malevolente como la mejor de entre ellas— su servidora, señor.

Sale Gaceta.
Entra Liberio.

Galantodas
393Liberio! Bueno es que hayáis venido.

Liberio
394¡Bien! ¿Qué trama alternativa tenemos? ¿Qué esperanzas hay de una des-asignación con la vieja y de vernos con las damiselas? Listo estoy para recibir vuestras órdenes.

Galantodas
395A fe que las cosas no han resultado tan bien como yo habría deseado; pero, con la ayuda de Doña Gaceta, todavía espero mantener mi palabra, Franco.

Liberio
396Bueno, ahora que yo sé que instrumento has escogido no tengo la menor duda de que el asunto irá adelante. Pero me temo que este último y desdichado asunto haya disgustado de tal modo a estas jóvenes truchas, que no va a ser tan fácil pescarlas a mano, como podría haber sido.

Galantodas
397No temas. Digan lo que digan las mujeres, estoy seguro de que rara vez piensan peor de un hombre por correrla. Es signo de juventud y de buen temple y antes les hace picarse por ver quien, de entre ellas, lo va a domesticar. De lo que más recelo es que hemos perdido la esperanza de la variedad y una sola intriga en el amor es tan tediosa como una sola trama en una comedia; y cansará antes al amante que lo otro al público.

Liberio
398No podemos estar mucho tiempo sin sub-tramas en esta Villa. Que sea este nuestro plan principal y, si tenemos algo de éxito en nuestro ardid, haremos una agradable comedia de ello.

Galantodas
399Yo me encargo de todo y esperemos lo mejor: Marchaos, pues espero su llegada de inmediato; Dad un paseo o dos o tontead un poco con la bonita Doña Yunque y perfumad vuestras cejas y pelucas con un poco de perfume de azahar o de jazmín; y, cuando nos veáis a todos juntos en la tienda de Doña Gaceta, presentaos como por causalidad. Protesto que por allí se acerca la vieja cernícala salvaje ¡a vuestro puesto, rápido! ¡Muerte de! ¿Dónde estarán, ahora, Gaceta y estas damiselas? Sale Liberio. Entran Madama Pollaquero y Guardia. Oh, señora, he esperado aquí al menos una hora y el tiempo parece muy tedioso, cuando demora tanta dicha como la que traéis con vos.

Madama Pollaquero
400Juro, señor, que sólo me quedé por imponerle a Don Oliverio su debida corrección por las desaforadas ofensas que me infiriera anoche. ¿Está listo vuestro coche?

Galantodas
401Sí, señora, pero ¿cómo os desharéis de vuestra doncella?

Madama Pollaquero
402¡Mi doncella! Por el amor del cielo, ¿qué decís, señor? ¿Acaso tengo por costumbre salir de casa sin ella?

Galantodas
403No es con intención, señora, lo que digo, os lo aseguro; pero mi coche de vidrios se rompió anoche, y me he visto forzado a traer mi coche, donde sólo caben dos.

Madama Pollaquero
404¡Cielos! Debéis excusarme, querido señor, pues me negaré a mí misma los recreos más dulces del mundo, antes que ceder a algo que pueda suponer una mancha para mi inmaculada honra.

Entra Gaceta.

Gaceta
405Su humilde servidora, señora. Su servidora, Maese Galantodas.

Pollaquero y Galantodas
406A su servicio, Doña Gaceta.

Gaceta
407Estoy sumamente contenta de ver a vuestra señoría aquí. Pensaba enviar a mi doncella a vuestros aposentos esta tarde, señora, para decirle que tengo un lote de puntillas nuevas, recién llegadas, con los más bonitos patrones que jamás se han visto; pues tengo grandes deseos de que una cliente tan buena como vuestra señoría lo viera la primera y pudiera escoger.

Madama Pollaquero
408Le estoy muy reconocida, Doña Gaceta. Acababa de llegar a la Lonja y tenía pensado hacerle una visita a su tienda antes de ir a casa.

Entran Ariana y Trudis. Gaceta va hacia ellas.

Galantodas
409¡Muerte de!, ¡aquí vienen también sus primas! Ahora ya no hay esperanza con la que un pobre amante se pueda confortar.

Madama Pollaquero
410¿Nunca será el Hado más propicio?

Ariana y Trudis
411Su servidora, señora.

Madama Pollaquero
412Acabo de llegar a la Lonja y, por casualidad, me he topado con Maese Galantodas aquí, quien se empeña en hacer de galán y acompañarme.

Trudis
413¿Viene vuestra señoría a comprar?

Madama Pollaquero
414Unas cuantas fruslerías. Doña Gaceta dice que tiene un lote de muy buenas puntillas, ¿vamos a echarles un vistazo?

Ariana
415Solamente se nos antoja un juego de lazos o dos en esta tienda, y compraremos algo de perfume y enseguida estaremos con vuestra señoría.

Trudis
416Doña Gaceta, vos sois experta en moda, os lo ruego: que nuestra elección cuente con vuestra aprobación.

Van todas a la tienda para ver el género, excepto Galantodas y Madama Pollaquero.

Gaceta
417Encantada, señora.

Galantodas
418¡Muerte de! Señora, de no haber hechos ceremonias, y de haber entrado, enseguida, en el coche, nos habríamos evitado todo este trastorno.

Madama Pollaquero
419Mi exceso de cura por mi honra ha reventado todas mis esperanzas de dicha.

Galantodas
420Ser sorprendidos tan desdichadamente en la cumbre de nuestra esperanza, me quita toda paciencia.

Madama Pollaquero
421Moderad vuestra pasión un poco, señor, puede que aún encuentre una salida.

Galantodas
422¡Oh!, es imposible, señora, no penséis en ello. Habéis sido vista conmigo: dejarlas bajo cualquier pretexto sería tan sospechoso, que mi cura por vuestra honra me volverá tan febril y desordenado, que perderé el sentido de toda dicha que me deis.

Madama Pollaquero
423Me parecéis escrupuloso en demasía, heroico señor.

Galantodas
424Aparte de la cura que por vos tengo, señora, sabéis la obligación que tengo con Don Oliverio y la profesión de amistad que hay por ambas partes. Y, ser tomado por pérfido y desagradecido, ¡qué aflicción supondría para un espíritu generoso!

Madama Pollaquero
425¿Tendremos, pues, por desgracia, que separarnos así?

Galantodas
426Ahora que lo pienso mejor, eso no es absolutamente necesario tampoco.

Madama Pollaquero
427Esas palabras reavivan mis moribundos gozos, querido señor: continuad.

Galantodas
428En su momento, cuando lo vea más conveniente, le rogaré el favor a vuestra señoría y a vuestras jóvenes parientes de aceptar un refrigerio con violines. Poned objeciones al principio, pero acceded tras seria persuasión y haced uso de vuestro interés para que las damiselas también lo hagan: vuestra compañía asegurará su reputaciones y su compañía os despejará de toda sospecha.

Madama Pollaquero
429La inclinación natural que tienen por la jiga les hará listas a consentir. Pero, ¿qué ventaja puede suponer esto para nuestra dicha, querido señor?

Galantodas
430Pues, en primer lugar, señora, si las damiselas o Doña Gaceta tienen alguna duda si nos sorprenden juntos, la compañía adjunta las disipará todas; luego, algo de satisfacción tendremos de estar una tarde juntos, aunque no gocemos de la plena libertad que ambos, tan apasionadamente, deseamos.

Madama Pollaquero
431Muy bien, señor.

Galantodas
432Y, finalmente, señora, ganamos la oportunidad de planear otra asignación, mañana, que nos restaure todos los gozos que se han visto tan desdichadamente des-asignados hoy.

Madama Pollaquero
433Es un argumento de mucho peso, cierto; pero, puesto que Don Oliverio cree que yo he concebido una pena tan desesperada, es oportuno que no se lo hagamos saber.

Galantodas
434¿Las damiselas saben guardar un secreto?

Madama Pollaquero
435Tienen el buen principio de no delatarse a sí mismas, os lo aseguro.

Galantodas
436Entonces, se trata simplemente de acudir a una casa que no sea antro de compañía y estaremos seguros. Y, ahora que lo pienso, El Oso, en Drury-lane, es el lugar más adecuado a nuestro propósito.

Madama Pollaquero
437Sé de vuestro honor, querido señor y me someto a vuestra discreción— (Se les unen Ariana, Trudis y Gaceta saliendo de la tienda.) ¿Habéis gratificado vuestros caprichos, primas?

Ariana
438Estamos listas para acompañaros, señora.

Trudis
439Nunca vi colores mejor mezclados.

Gaceta
440¡Con qué viveza se contraponen y cómo añaden a la tez!

Madama Pollaquero
441Maese Galantodas, su más humilde servidora.

Galantodas
442Os lo ruego, señora, concededme el honor de acompañaros a vos y a estas damiselas, hasta dejaros en vuestro coche.

Madama Pollaquero
443Vuestra amistad con Don Oliverio os supondría una molestia innecesaria.

Ariana
444Que ninguna ceremonia ociosa os aparte de vuestros serios negocios, buen señor.

Trudis
445Antes habrías esperado veros a vos, señor, caminando por Palacio, concertando un juego de pelota o aguardando para comer con algún miembro del Parlamento, que encontraros en un lugar tan ocioso como lo es la Lonja.

Galantodas
446Creo, señoras, que me conocisteis bien en la primera visita.

Ariana
447Antes conocimos vuestro carácter, como sabéis, señor, en el Jardín de las Moreras, bajo juramento.

Galantodas
448(aparte) ¡Muerte de!, ¿Qué hacer? Se descubre toda mi bellaquería.

Trudis
449Me inclino por creer, hermana, que se trató de algún individuo malintencionado que cometió perjurio a conciencia para que tuviéramos una mala opinión de este digno hidalgo.

Galantodas
450Algunos hombres, precipitados, estarían inclinados a encontrarlo y cortarle el cuello, señoras. Pero le perdono de todo corazón, quienquiera que fuera, pues, por mi conciencia, creo que no fue tanto por malevolencia contra mí, sino por amor a vuestras mercedes lo que hizo.

Gaceta
451Podría imaginar que Maese Galantodas fuera su rival.

Galantodas
452Muy probable, Doña Gaceta.

Madama Pollaquero
453Quienquiera que fuera, sería un individuo indigno lo aseguro; Maese Galantodas tiene fama de ser persona de dignidad y honor.

Ariana
454Lo tomamos por un individuo ocioso, señora, y dimos poco crédito a lo que dijo.

Galantodas
455Muy cumplido, señora, el descreer lo que fuera en mengua de un extraño— [aparte] ¿Qué par de diablillas son éstas?

Madama Pollaquero
456Ya que queréis daros esa molestia.

Galantodas
457Debo cumplir con mi deber, señora.

Salen todos menos Ariana y Trudis.

Ariana
458¡Cómo se sonrojó y agachó la cabeza!

Trudis
459Un poco más y lo habría trastocado tanto como un gil rústico cuando se aventura a requebrar a la hija de su abogado.

Siguen [a los demás].

Escena [II]

El comedor de Don Oliverio.
Entran Don Jocelín y Criado por separado.

Don Jocelín
460¡Y bien, muchacho! ¿Dónde está mi hermano Pollaquero hoy?

Criado
461Desea quedar en privado, señor.

Don Jocelín
462¿Por qué? ¿Qué pasa, hombre?

Criado
463Es un día de humillación, señor, para él, por la transgresión de anoche.

Don Jocelín
464Tengo asuntos de importancia que tratar con él, debo hablar con él y lo haré— ¡Hola, hermano Pollaquero!

Don Oliverio
465 (fuera) ¿Quién es?, ¿Mi hermano Alegre?

Don Jocelín
466El mismo, el mismo; sal, muchacho.

Don Oliverio
467 (fuera) Por razones secretas deseo quedar en privado, hermano.

Don Jocelín
468Tengo tal plan en marcha que Diógenes saldría de su cuba para seguirlo. Por lo tanto, te lo digo: ¡sal, sal!

Don Oliverio
469 (entrando en camisón y chinelas) Hay una tentación tan extraña en tu voz, no te muevas.

Don Jocelín
470¡¿Cómo?! ¿Todavía en camisón y chinelas? Pero, hermano, si he acordado una comida y comprometido con Maese Licencioso, el pequeño y astuto hidalgo que tantas veces te he prometido que te presentaría, que traerá toda una bandada de damiselas en tafetanes azul celeste, rosa y fuego. ¡Vamos, vamos, vístete pronto! Estará Doña Rampante, una muchacha que brilla y que beberá con tan prisa, que valdría para amante de Alejandro, si él volviera a la vida.

Don Oliverio
471¡Con qué mala suerte resulta esto! Tomás, ¿qué ropas tengo para ponerme?

Criado
472Solamente su hábito penitencial, señor; todo lo demás está bajo llave.

Don Oliverio
473¡Que inefable fortuna que haya caído en desgracia con mi señora, ahora!

Don Jocelín
474Vamos, vamos no hablemos de ropas. Ponte cualquier cosa; tú tienes carácter y aspecto para tenerte con bravura.

Don Oliverio
475No, si sé que mi conducta me mostrará como hidalgo; pero las damas me mirarán con befa, hermano.

Don Jocelín
476¡He ahí una buena burla, a fe! El que posee Terra firma en el campo puede aparecer con lo que quiera ante ellas.
[Canta.]
Pues, quien quiera tener moza alegre,
nunca se atilda como un bobo
llanamente, le dice lo que quiere
y la pesca al vuelo con una guinea de oro. ¡Eh, muchacho!

Don Oliverio
477¡Juro que tienes una forma de actuar que hechiza!

Don Jocelín
478¡Qué encantadoras nos parecerán las damas cuando tengan un vaso de cerveza en sus manos!

Don Oliverio
479Ahora me apetece mucho aventurarme. Pero ¿y si llegara mi señora a saberlo?

Don Jocelín
480He acordado una comida en El Oso, el lugar más privado de la Villa: no habrá espías que nos delaten, si Tomás mantiene el secreto, te lo aseguro, Hermano Pollaquero.

Don Oliverio
481Siempre he encontrado a Tomás muy fiel; pero a fe que es harto desafecto dada la ternura con la que mi señora me ama.

Don Jocelín
482¡Vergüenza, vergüenza! ¡Un hombre y sometido a tanta corrección por una ballena de corpiño y un abanico!

Don Oliverio
483No, yo por mi natura soy tan valiente como cualquier hombre, una vez puesto. Pero, a fe, que no puedo sino pensar en la inquietud de mi querida señora, cuando llegue a casa y no me encuentre.

Don Jocelín
484¡Que la peste se lleve estos escrúpulos!

Don Oliverio
485Bien. Me has seducido, pero tendré un aspecto tan poco atrayente…

Don Jocelín
486¿Otra vez con esas? Adentro, adentro y date toda la prisa que puedas; si no Licencioso y las damas llegarán primero.

Don Oliverio
487Bueno eres el diablo en persona, ¡Ey! ¡Por las damas, hermano Alegre!

Don Jocelín
488¡Eh! ¡Por las damas, hermano Pollaquero!
(Sale cantando.)
“Pues quien quiera”, &c.

Escena III

El Oso.

[Sirviente]
489 (fuera) ¡Eh!, ¡Francisco, Hunifrido! ¡Una habitación!

Entran Galantodas, Liberio, Madama Pollaquero, Ariana, Trudis y Guardia.

Galantodas
490Os lo ruego, señora, cejad en vuestra aprensión; no hay temor de que esto llegue a conocimiento de Don Oliverio.

Madama Pollaquero
491¡Sería mi ruina si así fuera, señor! ¡Ay, como tiemblo! Nunca estuve en una de estas casas antes.

Guardia
492(aparte) Esto es un cebo para que piquen las damiselas; que yo sepa ha estado en la mayoría de las fondas de la Villa.

Galantodas
493¡Ah, Francisco!

Entra el mozo de fonda.

Mozo de fonda
494Sea bienvenida vuestra señoría pero debo pediros, señor, que paséis a la siguiente pieza porque ésta ya está apalabrada.

Madama Pollaquero
495Maese Galantodas ¿no dijisteis que este lugar era privado?

Galantodas
496Os lo aseguro, señora. ¿Qué compañía come aquí, Francisco?

Mozo de fonda
497Un par de caballeros del campo, Don Jocelín Alegre y Don Oliverio Pollaquero, hidalgos muy honrados.

Madama Pollaquero
498¡Una combinación para mi ruina!

Galantodas
499Silencio, señora, u os delataréis ante el mozo.

Madama Pollaquero
500¡Enloquezco! Guardia ¿no te ordené que pusieras toda la ropa de Don Oliverio bajo llave, y que no le dejaras nada para ponerse salvo su hábito penitencial, para estar segura de que hoy no saliera de casa?

Guardia
501Os obedecí en todo, señora; pero a menudo os he dicho que este Don Jocelín es un malvado seductor.

Ariana
502Si mi tío nos ve, hermana, ¿qué pensará de nosotras?

Trudis
503Hemos venido para acompañar a su señoría.

Liberio
504No tenéis por qué temer nada, vosotras, pollitas, estáis seguras bajo las alas de esa vieja gallina.

Galantodas
505¿No va a haber nadie más, Francisco, sino Don Oliverio y Don Jocelín?

Mozo de fonda
506A fe, señor, me comprometí a guardar el secreto; pero vos tenéis poder absoluto sobre mí. Habiendo venido hace poco del campo, donde el solaz es escaso, donde la variedad es pequeña, tienen planeado retozar con una moza fresca o con dos, según se me entiende el asunto.

Sale el mozo de fonda.

Madama Pollaquero
507¡Oh, Guardia! ¡Don Oliverio, desleal! Las desgracias se me amontonan.

Galantodas
508(aparte) Ahora ella teme un desengaño general.

Madama Pollaquero
509No sé qué hacer, Maese Galantodas. No querría ser sorprendida aquí yo misma; y, en tanto, desearía evitar que Don Oliverio persiguiera sus malvadas y pérfidas intenciones.

Ariana
510Ahora tendremos diversión admirable, con sus temores y sus celos.

Trudis
511Apuesto la vida que pone en fuga a las mozas.

Entra el mozo de fonda.

Mozo de fonda
512He de apremiaros para que paséis a la otra pieza: Don Jocelín y Don Oliverio ya están abajo.

Madama Pollaquero
513No tengo fuerza para mover un solo pie.

Liberio
514Dentro consideraremos lo que hay que hacer, señora.

Galantodas
515Os lo ruego, señora, venid; tengo un plan en la cabeza que os salvará, sorprenderá a Don Oliverio y os liberará de todos vuestros temores.

Madama Pollaquero
516No puede ser, señor.

Galantodas
517No temáis: Francisco, podéis admitir que Maese Liberio y yo estamos en la casa, si preguntan por nosotros; pero ni una palabra de estas damas, si le tienes aprecio a tus orejas.

Salen.
Entran Don Jocelín, Don Oliverio, y el mozo de fonda.

Don Jocelín
518Ven, Hermano Pollaquero, vamos, date prisa.

Don Oliverio
519Me veré en desgracia por siempre, hermano.

Don Jocelín
520Que la peste se lleve el recelo, no andes gacho como pollo en época de muda; eres todo un barbilindo en conciencia.

Don Oliverio
521Pero mi corazón comienza a fallarme cuando pienso en mi señora.

Don Jocelín
522¿Cómo? ¿Más escrúpulos todavía?

Don Oliverio
523Bien, tomaré valor; pero no hace falta que estos extraños sepan que este es mi hábito penitencial, hermano.

Don Jocelín
524No lo sabrán, no lo sabrán. Escucha, muchacho, ¿está dispuesta la carne? ¿Ha llegado el vino y el hielo? Y las melodiosas bribonas de las que hablé, ¿están a mano?

Mozo de fonda
525Todo estará listo, señor.

Don Jocelín
526Si Maese Licencioso, con un coche lleno o con dos de antifaces y enaguas rosas, llama a la puerta, sírveles de ujier arriba hasta el lugar de ejecución.

Mozo de fonda
527Seréis obedecido, señor.

Sale el mozo de fonda.
Entra Licencioso.

Don Jocelín
528¡Vaya!, ¡Ya ha llegado mi pequeño Licencioso! Hermano Pollaquero, dejadme que os presente a este hidalgo; es un caballero de la industria, posee muchas cualidades admirables, os lo aseguro.

Don Oliverio
529Estoy encantado, señor, por esta oportunidad de conoceros. Feliz yo, señor, si me estimáis por servidor vuestro. Escuchad, Don Jocelín, ¿es este Don Oliverio Pollaquero, de verdad?

Don Jocelín
530Verdad del todo, os lo aseguro. Es algo fantástico, de tanto en tanto; y se viste de manera extraña, pero no importa entre amigos, mi pequeño Licencioso.

Don Oliverio
531¿Dónde están las damiselas de las que hablaste, hermano Alegre? Espero que Maese Licencioso no las haya olvidado.

Licencioso
532Se están armando para la escaramuza.

Don Jocelín
533¿Qué? ¿Adornándose y acicalándose?

Licencioso
534Así es; y estarán aquí de inmediato.

Don Oliverio
535No hace falta que se llenen de tanta tentación; mi hermano Alegre y yo podemos ser lo suficientemente malvados sin ello.

Don Jocelín
536La verdad es, mi pequeño Licencioso, que ambos somos potentes hombres de armas, y nos verás cargar pronto, para terror de las damas.

Licencioso
537Se me antoja que esa ropa, Don Oliverio, es quizás algo rústica para un hombre de vuestra capacidad.

Don Oliverio
538Tengo un raro humor, señor, de tanto en tanto; pero, en casa, tengo todo lo que toca para ser tan elegante como cualquier hombre.

Licencioso
539Vuestra peluca es demasiado escandalosa, Don Oliverio, vuestro tocado negro y el borde de pelo solamente los llevaría un violinista o un mozo de fonda.

Don Jocelín
540Por favor, mi pequeño Licencioso, no desagrades a mi hermano Pollaquero consigo mismo. Se me antoja que vuestro casquete es un bonito ornamento y hace a un hombre parecer pulido y prudente a un tiempo.

Licencioso
541Concedido, es material grave y adecuado para hombres de negocios, que, no hacen sino torcer el ceño y rascarse la cabeza. Cada proyecto desenclavaría una peluca; pero un amante antes debería comparecer ante su amante en calavera. Eso hará que las damas perciban un sabor, se tapen las narices y os eviten. ¡Por vida de!, El amor en tocado es más ridículo que el amor en una barrica, o el amor en una cazoleta.

Don Oliverio
542He de confesar que toda vuestra cabeza está ahora de moda; pero hubo un tiempo cuando vuestro casquete no era tan despreciable.

Licencioso
543He aquí una peluca, señor.

Don Oliverio
544Muy buena.

Licencioso
545¿Muy buena? Es la mejor de Inglaterra. Os lo ruego, Don Jocelín, cogedla en mano y pasad un peine por ella: no hay rizo igual en toda Europa.

Don Jocelín
546Muy fina, de verdad.

Licencioso
547Os lo ruego, Don Oliverio, hacedme el favor de agraciarla un poco en vuestra cabeza.

Don Oliverio
548Por cortesía hacia vos, señor.

Licencioso
549En toda la vida os habéis tocado con algo que os sentara la mitad de bien.

Don Jocelín
550Pero si nunca lo habíais visto en toda la vida.

Licencioso
551Lo mismo da, señor, yo sé que es imposible. He aquí un tocado de castor, Don Oliverio, sentidlo; por lo fino, la materia y la moda, la Corte de Francia nunca vio uno mejor; apenas si lo he entrenado quince días y ya lo domino. Encasquetadlo sin miedo, nunca hizo un tocado con un solo movimiento, la inclinación delantera y la trasera, con tanta naturalidad.

Don Oliverio
552Creo que tenéis pensado hacer de mi un galancete antes de que vea a las damas.

Licencioso
553Ahora tenéis la prestancia de un verdadero cortesano y con una sola mirada podéis hacer amable a una dama y a un héctor humilde; y puesto que he nombrado a un héctor, he aquí una espada, señor: ¡Zas, zas, zas!, probadla, Don Jocelín, ponedla a prueba, cortad la falleba, atravesad la puerta con ella, golpeadla hasta las guardas. Si se quiebra, os doy permiso para romperme la crisma y no pagarme los dos chavos de los veinte, por ello.

Don Jocelín
554De verdad que es un arma muy bonita, señor.

Licencioso
555El puño está fabricado de verdad en Francia y dorado por el mejor artesano de Francia. Esta espada y este castor, con un botón bordado y lazado, que hago variar según la ocasión, me fueron enviados de Francia, como regalo, por mi hermano mayor, que fue para allá con hermoso equipaje, para disfrutar de este champaña.

Don Oliverio
556¿Tenéis pensado vender estas cosas, señor?

Licencioso
557A eso no se rebaja un hidalgo. No obstante, si una persona honrada o un amigo particular —pues así os estimo a vos, Don Oliverio—, en cualquier momento se le antojara una banda, una corbata, una casaca de terciopelo, una chupa, un anillo, una chirimía, o cualquier otro de los juguetes que porto conmigo… yo soy de buen natural y fácilmente se me puede persuadir a hacerme el bobo, si las condiciones son buenas.

Entra Liberio.

Don Jocelín
558¡Digno Maese Liberio!

Don Oliverio
559Honrado Franco, ¿cómo nos has encontrado, hombre?

Liberio
560Por mera casualidad, señor; Edu Galantodas está fuera escribiendo una carta y yo he entrado, hidalgos, por saber si habíais algún compromiso en particular.

Don Oliverio
561Decidimos permanecer en privado; pero sois hombres sin objeción.

Liberio
562Se me antoja que pensabais permanecer en privado ciertamente, Don Oliverio. ¡Muerte de!, ¿Qué disfraz lleváis puesto? ¿Os habéis vuelto grave desde anoche y venís a pecar incognito?

Don Oliverio
563Escuchad al oído, Franco, este es mi hábito de humillación, que siempre me pongo el día después de haber transgredido, para mejor hacer las paces con mi encendida señora—

Liberio
564Ja, Ja, Ja—

Licencioso
565Maese Liberio, vuestro más humilde servidor, señor.

Liberio
566¡Ah, mi pequeño oficial de tercería ¿Estáis aquí?

Don Jocelín
567Ja, Maese Liberio, tenemos apalabrado todo el jovial entretenimiento que un alegre burlónpueda desear: buena carne, buen vino y una lozana moza o dos; para la digestión, tendremos a Doña Rampante, la gloria de la Villa, la hembra que luce con mayor brillo, y, si no, mi pequeño Licencioso no es hombre de palabra, señor.

Licencioso
568O aseguro que viene, señor Jocelín.

Don Jocelín
569
(canta)
Y si viene, no se escapará,
si veinte libras la ganarán;
su ojo mismo comete una violación:
es una pecadora de suma tentación.

Entra Galantodas.

Galantodas
570Bien dicho, Don Jocelín, veo que aguantáis, y no habéis perdido un ápice de vuestro buen humor.

Don Jocelín
571¡Noble Maese Galantodas!

Galantodas
572Dios me valga, Don Oliverio, ¿vais a actuar en una farsa? ¡La gente se apiñaría en derredor vuestro, de estar subido ahora a unas tablas callejeras en Covent-Garden!

Don Oliverio
573Escuchad, Edu, esta es el distintivo de la indignación de mi señora por la ofensa de anoche; no apiléis el insulto sobre un pobre hombre sobrio y afligido.

Galantodas
574¡Vamos, vamos! Mandad recado a casa de que os envíen vuestras ropas. He oído que vais a tener damas y no hace falta que aprendáis, lo absolutamente necesarios que son, en estos años, una rica chupa y una peluca para un hombre que apunta a sus favores.

Don Oliverio
575¡Pestes, Edu! Mi señora ha salido de casa de un maldito humor melancólico, y le ha ordenado a su criada que las dejara a buen recaudo.

Galantodas
576¿Bajo llave?

Don Oliverio
577Sí, sí, hombre. Es lo corriente en estos casos: movida de puro amor, en la esperanza de retenerme y para evitar que me pueda ahcer daño por beber dos días seguidos.

Galantodas
578¡Que señora tan amorosa que es!

Don Oliverio
579Hay necios que se tendrían por dichosos con una tal dama, Edu; pero, para un hidalgo de casta, todo solaz legítimo es abominación.

Licencioso
580Maese Galantodas, vuestro más humilde servidor, señor.

Galantodas
581Oh, mi pequeño caballero de la industria, me alegra veros en tan buena compañía.

Liberio
582Galantodas, escuchad, ¿Han llegado ya las ropas de mascaradas que encargasteis de préstamo en el corral de comedias?

Galantodas
583Sí y las damas están casi vestidas: este plan añadirá mucho a nuestro regocijo y nos otorgará el beneficio de su carne, vino y música para nuestro entretenimiento.

Liberio
584Feliz ocurrencia.

Don Oliverio
585Escuchad, se acerca la música.

Música.

Don Jocelín
586¡Ey, muchachos, dejadles entrar, dejadles entrar!

Entra el Mozo de fonda.

Mozo de fonda
587Con la venia de vuestras señorías, afuera, unas damas enmascaradas apetecen la libertad de entrar y bailar.

Don Jocelín
588¡Ey, muchachos!

Don Oliverio
589¿Les dijisteis que vinieran en masquerade, Maese Licencioso? No, pero Rampante es una moza loca. Ella actuó media docena de veces enmascarada en una compañía privada en los últimos carnavales, y apostaría la vida a que las ha incitado a esta diversión.

Galantodas
590Son muchachas de temple, os lo aseguro Don Jocelín, que hagan los que les plazca.

Don Jocelín
591Dejadles entrar, dejadles entrar. ¡Ja, muchachos!

Entra la música y las damas disfrazadas y entonces sacan Don Oliverio a Madama Pollaquero, Galantodas y Liberio a las damiselas y Don Jocelín a Guardia y bailan una “set dance” irlandesa.

Don Oliverio
592¡Ah, bribonzuela mía! ¿Te he cogido? ¡Cómo voy a girar y voltear y rematarte !

Don Jocelín
593Temple por todos lados, temple por todos lados, ¡A fe, con qué soltura esta bonita y lozana potrilla cargaría a un hombre con un cuerpo como el mío!
(Canta.)
Está tan bonita y briosa,
¡qué saltos y cabriolas daría,
una vez un hombre la montara!
Dejadme un solo salto
donde es sano y es barato
y una higa para vuestro rango.

Don Oliverio
594Verdad, pequeño Jocelín, a fe.

Galantodas
595Nos han calentado, Don Oliverio.

Don Oliverio
596Ahora estoy rampante como un león, Edu; y podría amar con el mismo vigor que un marino recién desembarcado tras un viaje a las Indias Orientales.

Galantodas
597Escuchad mi consejo, Don Oliverio, que vuestro frenesí no os prive de vuestra única esperanza de hacer las paces con vuestra señora.

Don Oliverio
598Preferiría una guerra civil perpetua, a tener que comprar la paz a un precio tan deshonroso. Un pobre violinista, tras haber continuado tres días en una boda campestre, obtiene mayor placer con su viejo violín chirriante, que yo de trastear ese instrumento doméstico mío.

Galantodas
599No seáis tan amargo, Don Oliverio, con vuestra querida señora.

Don Oliverio
600Me casé con ella de joven, Edu, con el plan de mantenerme a raya, como atan a los perrillos al castrado carnero guía. Habiendo sido tan topeteado, habría suficiente para escarmentarme, —si yo no fuera puro temple— de volver a correr tras las ovejas.

Galantodas
601No es regla segura, Don Oliverio, para un plato de esposa, del cual, si un hombre se sintiera ahíto, debería superar, en apetito, a los demás desde entonces.

Don Oliverio
602¡Qué formas tiene, Edu! Tan exactas y tentadoras que persuadiría a un hombre a ser un pecador implícito y aceptar su cara a crédito.

Don Jocelín
603Vamos, hermano Pollaquero, vamos a convencerlas para que se despojen de estas máscaras risibles, y entonces les daremos en serio: ¡una botella, mozo!

Liberio
604No antes de la comida, buen Don Jocelín—

Don Oliverio
605Señora, aunque, por diversión, visto ahora esta despreciable ropa, soy un hidalgo, y un hombre de bravura, como veréis enseguida por mi vigorosa conducta.

Licencioso
606¡Don Jocelín! ¡Don Oliverio! ¡Estas no son nuestras damas! ¡Acaban de llegar a la puerta en un coche y me han enviado para que las conduzca hasta vuestras mercedes!

Don Jocelín
607¡Ey, muchachos! ¡Más juego, más juego! ¡Traedlas arriba, traedlas arriba!

Don Oliverio
608Desde luego, menudo día de diversión va a haber, Edu.

Sale Licencioso.

Don Jocelín
609Habrá juego limpio, muchachos.

Don Oliverio
610Juagaremos por parejas y determinaremos un premio, Edu Galantodas y yo contra Franco Liberio y vos, hermano Alegre; y Licencioso será el juez de guantes y medias de seda y el premio se concederá a discreción del conquistador.

Don Jocelín
611Acordado, acordado, acordado.

Galantodas y Liberio
612Una competición. Una competición.

Don Oliverio
613¡Eh, muchachos!

Madama Pollaquero simula un ataque.

Guardia
614 (arrancándole el antifaz) ¡Oh, cielos, mi querida señora! ¡Auxilio, auxilio!

Don Oliverio
615¿Qué tenemos aquí? ¡Guardia y mi señora! ¡Muerte de! ¡En qué condición me encuentro ahora, hermano Alegre! Vos me habéis traído a este contrafuero: por el amor del cielo, bajad corriendo despedid a la pícara y a las putas. ¡Auxilio, auxilio! ¡Oh, auxilio! ¡Querida señora! ¡Dulce señora!

Sale Don Jocelín. Don Oliverio se arrodilla junto a ella.

Guardia
616¡Oh, se nos ha ido, se nos ha ido!

Liberio
617¡Dadle más aire!

Galantodas
618Trae un vaso de agua fría, Liberio.

Don Oliverio
619Querida señora habla; dulce señora, habla.

Guardia
620¡Maldito seas, vil hipócrita! Tú eres el malvado autor de todo esto: ¿quién si no un réprobo tal, un pecador pertinaz como eres, podría insultar de tal manera a una señora tan dulce?

Don Oliverio
621Querida Guardia, no me apuñales con tus palabras; apuñálame con el alfiler de tu cabello más bien, para poder, en vez, morir a sus pies en sacrificio por mis actos desleales.

Guardia
622No: vive, vive, para amonestación y vergüenza de todo marido rebelde; ¡Ah! Si ella tuviera mi corazón haría que te escociera tan abominable traición; pero has embrujado sus afectos.

Trudis
623Ah, parece que empieza a volver en sí.

Ariana
624Siéntala más derecha e inclínala un poco hacia adelante.

Madama Pollaquero
625¡Desdichada mujer! Dejadme ir, ¿por qué me sujetáis? Así tuviera una daga contra mi corazón, para castigarlo por amar a ese hombre ingrato.

Don Oliverio
626Querida señora, así fuera digno de vuestra piedad y vuestra fe.

Madama Pollaquero
627Callad, callad, pérfido, soy demasiado mansa y necia. ¿Me pasaba el día en las comedias, el Parque y el Jardín de las Moreras, con una mirada amable, secretamente indulgente con la pasión ilícita de algún joven galán? ¿Me asocié, acaso, con madamas del juego y me pasaba las tardes con Madama Trampas y Madama Bonintención jugando al ombre y al quebas, pretextando mala suerte para pedir prestado a un amigo y luego, pretextando buena suerte, para excusarle el monto a un marido? De ser así, mi sospechosa conducta habría merecido esto. ¡Pero yo, que por un cuidado escrupuloso de mi honra y para no dar causa a tus bajos celos, me he negado a mí misma todos esos intachables recreos de los que una dama virtuosa puede disfrutar… ¡verme tan inhumanamente vilipendiada en mi propia persona y tan irracionalmente robada e insultada en la tuya también!

Galantodas
628Habrá de parar de seguida, o se partirá la mente o el diablo está en el juego.

Madama Pollaquero
629No te quedes y me atormentes con tu vista. Ve, mísero desgraciado, persigue tus traidoras decisiones y malgasta la pobre copia del consuelo que yo debería haber en casa con esas tus voraces cormoranes de ahí abajo. Siento hincharse mi pasión de nuevo.

Galantodas
630Ahora obtendrá un dominio absoluto sobre él y todo esto, al final, será, para mí, como la peste.

Don Oliverio
631 (corriendo de un lugar a otro) Edu Galantodas, Franco Liberio, prima Ariana, y querida prima Trudis, por el amor del cielo, juntaos todos, y moderad su pasión. ¡Ah, Guardia! dispénsame tus injustos reproches, apiádate de tu amo! Tú tienes gran influencia sobre ella y siempre he pensado en tus favores.

Guardia
632Vos no merecéis la más mínima compasión, ni yo intercedería por vos, si no fuera porque sé que todo esto será aceptable para mi pobre señora. Querida señora, levantad la vista un instante, Don Oliverio yace a vuestros pies como humilde penitente.

Ariana
633¡Con qué amargura llora! ¡Qué tristes son sus suspiros!

Trudis
634Yo diría que ha fingido sus pecados y que es real en su arrepentimiento.

Galantodas
635Componeos un poco, os lo ruego, señora; Todo esto era mera burla, una manera de hablar, que Don Oliverio, siendo bien criado, ha aprendido de la gente alegre de la Villa.

Liberio
636Si supierais, señora, lo odioso que es, en buena compañía, que piensen que uno ama a su esposa, fácilmente le perdonaríais.

Madama Pollaquero
637No, no, fue la suave corrección que le impuse por su conducta insolente de anoche lo que le ha animado a insultar mis afectos de nuevo.

Galantodas
638Vamos, vamos, Don Oliverio, desvelad vuestro íntimo secreto y aclaradlo todo con vuestra señora. ¿No es como hemos dicho?

Don Oliverio
639O si no, que nunca tenga la dicha de recobrar su gracia de nuevo. Y en cuanto a las rameras, querida señora, aquí están Edu Galantodas y Franco Liberio que, a menudo, me han visto en malvada compañía; que hablen y digan si alguna vez me han tentado a acción desleal en toda su vida.

Galantodas
640Por mi conciencia, señora, puedo jurar con mayor seguridad que Don Oliverio le ha sido constante a vuestra señoría, que jurar que una muchacha de doce años conserva el virgo en esta cálida y madurante época.

Entra Don Jocelín.

Don Oliverio
641Aquí está mi hermano Alegre que también puede atestiguar la lealtad de mi corazón y que yo no pretendía ni la más mínima práctica traidora contra vuestra señoría.

Don Jocelín
642Salvo que dar cuenta de ellas con un vaso de cerveza esté incluido en el estatuto. Vamos, Maese Galantodas, Para satisfacer a mi señora y poner de algo de buen humor, cantemos el canon que os enseñé ayer y que fue compuesto por un párroco de aldea sobre mi hermano Pollaquero y yo.
Cantan.
El amor y el puterío son juguetes
adecuados al placer de barbilampiños muchachos.
Hay diversiones que odiamos por encima de un asedio.
Cuando visitamos a una manceba,
fanfarroneamos de cómo besamos,
pero es con una botella
como cerramos el trato.

Don Jocelín
643Vamos, vamos, señora, que todo quede olvidado; la comida esta lista y los manteles en la otra pieza. Entremos y holguemos; no había ánimo de ofensa, como me llamo el fiel y pequeño Jocelín.

Madama Pollaquero
644Don Oliverio sabe que no puedo enfadarme con él, aunque juegue a ser un pícaro; pero por qué, querido mío, por qué habríais de exponeros, en este hábito ridículo, a la censura de vuestro honor y del mío?

Don Oliverio
645En efecto, es culpa mía dejarme persuadir a pesar mío. Yo pensaba retirarme, como es debido, a las despensas y divertirme ahí, civilmente, jugando a tablas reales con el mayordomo.

Don Jocelín
646A fe que yo mismo he de admitir, que la falta fue mía: yo le incité a venir aquí, señora.

Don Oliverio
647Edu, ¿cómo diablos lograron encontrarnos aquí?

Galantodas
648No hay sabueso que siga mejor la pista que una mujer celosa.

Don Oliverio
649Me temo que Tomás ha sido desleal: Te lo ruego, Edu, habla con mi señora, para que pueda haber un perfecto entendimiento entre nosotros y que Guardia sea enviada a casa a por mis ropas, para que no siga vistiendo las marcas de su desfavor.

Galantodas
650Dejadme a solas, Don Oliverio. (Va con Madama Pollaquero.) ¿Cómo es encontráis, señora, tras esta violenta pasión?

Madama Pollaquero
651Esta ha sido una aventura afortunada, Maese Galantodas; ahora soy ama absoluta de mi propia conducta por algún tiempo.

Galantodas
652Entonces yo seré un hombre dichoso, señora: Yo sabía que esta sería la consecuencia de todo, pero no podía suspender el proyecto.

Don Oliverio
653 (a Don Jocelín) ¿Cómo te has librado de Licencioso y del hermano de la señora?

Don Jocelín
654He acordado que nos volvamos a encontrar, a las seis en punto, en el nuevo jardín de recreo: el Jardín de Primavera.

Don Oliverio
655Y así, a despecho de las estrellas que nos han contrariado, estaremos en conjunción con Doña Rampante, hermano.

Galantodas
656Vamos, hidalgos, la comida está en la mesa.

Don Jocelín
657¡Ja! Cuca y Atronada, A fe que os voy a iniciar. Puesto que habéis dado con el camino hasta El Oso, os daré bien dado.
Canta.
Cuando visitamos a una manceba,
fanfarroneamos de cómo besamos,
pero es con una botella
como cerramos el trato.

Salen cantando.

CUARTO ACTO

Escena I

Un comedor.
Entra Madama Pollaquero.

Madama Pollaquero
658Una dama no puede ser demasiado celosa del amor de sus galanes, en esta edad impía e inconstante. Su conducta amorosa de hoy para con esa charlatana muchacha, aunque pretendía que era para cegar a Don Oliverio, temo que sea prueba de su faccioso corazón. Las cartas que he falsificado con los nombres de estas muchachas lo aclararán todo; si acepta ese encuentro, y rechaza el mío, no tendré necesidad de más duda. Entra Guardia. Guardia, ¿se han entregado las cartas y el recado, según mis instrucciones?

Guardia
659Al punto, señora; Yo sabía que los encontraría hacia el final de una comedia. Envié al mensajero primero con la carta para Maese Galantodas, que estaba en el Corral del Rey; le hizo salir por medio del conserje y se lo entregó en mano.

Madama Pollaquero
660¿Os quedasteis con el antifaz puesto, para que el individuo no supiera como describiros?

Guardia
661Así lo hice, señora.

Madama Pollaquero
662¿Y qué tal lo recibió?

Guardia
663Como un traidor a toda bondad, con todas las muestras de gozo imaginables.

Madama Pollaquero
664No es enfadéis, Guardia: es como mi corazón lo deseaba. ¿Qué hicisteis con la carta para Maese Liberio? Pues creí adecuado engañar a ambos, para que mi treta fuera menos sospechosa para Galantodas.

Guardia
665El mensajero lo encontró en el Corral del Duque, Señora y se lo entregó con el mismo cuidado.

Madama Pollaquero
666Muy bien.

Guardia
667Después de haber entregado las cartas, señora, fui yo misma al corral de comedias y mandé recado para Maese Galantodas, quien salió a mi encuentro inmediatamente. Le dije que vuestra señoría le presentaba humildemente sus saludos y que Don Oliverio iba a ir la Villa Vieja con Don Jocelín, a visitar a su hermano Pollaquero, y que mucho aumentaría la dicha de vuestra señoría, si le placía encontrarse con vos en los paseos Grayes-Inn en esta preciosa noche.

Madama Pollaquero
668¿Y cómo recibió la propuesta?

Guardia
669¡Dios me valga! ¡Todavía tiemblo de pensar en ello! No podía imaginarme que pudiera ser tan malvado. Fingió la mayor pasión, denostó su suerte y pronunció mil horrendos juramentos. A saber, que, después de haberse llegado al corral de comedias, había recibido aviso de un asunto que concernía tanto a su honor como a su fortuna y que estaba perdido si no lo solucionaba en seguida. Me rogó que os pidiera que le excusarais esta noche, y que mañana os sería totalmente devoto.

Madama Pollaquero
670¡Ja, ja, ja! No sabe bien lo mucho que me ha complacido.

Guardia
671Mucho me costó no vilipendiarlo por su ingratitud hacia vuestra señoría.

Madama Pollaquero
672¡Pobre Guardia! No te preocupes por mí. He sojuzgado mi afecto y verás que no son los celos los que me han servido de consejero en esto. ¡Ve! Que nuestras caperuzas y nuestras máscaras estén listas, para que pueda sorprender a Galantodas y aprovechar del todo esta afortunada oportunidad.

Guardia
673Os obedezco, Señora.

Sale Guardia.

Madama Pollaquero
674¡Cómo reboso de indignación! ¡Ver despreciadas tanto mi persona como mi pasión y, aún más, tanto tiempo precioso malgastado en estéril expectación! Me emponzoñaría la cara, para haber venganza de este ingrato villano.

Entra Don Oliverio.

Don Oliverio
675¡Queridísima mía!

Madama Pollaquero
676¡Mi queridísimo querido! Te ruego que no vayas a la Villa Vieja esta noche.

Don Oliverio
677Mi Hermano Alegre se me ha adelantado, y yo debo preguntar por él en la cámara del Consejero Trott en la Real Audiencia del Temple.

Madama Pollaquero
678Si supierais los temores que me asaltan cuando vos estáis ausente, no buscaríais las ocasiones para estar, así, sin mí.

Don Oliverio
679Déjame consolarte con un beso, ¿De qué habrías de haber temor?

Madama Pollaquero
680No puedo sino pensar que toda mujer que te ve debe enamorarse de ti como yo; no culpes a mis celos.

Don Oliverio
681Protesto que rechazaría a una condesa antes que hacerte injuria, pobre corazón.

Madama Pollaquero
682Y, luego, os enfurecéis tanto por la mínima ocasión… de lo contrario, debería haberos informado de algo que hace a vuestro honor.

Don Oliverio
683¡¿Mi honor?! Estáis obligada a hacerlo.

Madama Pollaquero
684Es que sabía de las pasiones que os acometerían de seguida; por lo tanto, nunca lo sabréis.

Don Oliverio
685No me dejéis con la duda. Sospecharé de todo aquel que vea; mataré a un miembro electo del Concejo o a dos antes de volver a casa, si no me lo decís.

Madama Pollaquero
686¡Ay de mí, cómo tiemblo! ¿Me prometeréis no levantar querella entonces? Si os importa mi vida y mi felicidad, sé que no lo haréis.

Don Oliverio
687Soportaré lo que sea antes que ser enemigo de tu sosiego, querida mía.

Madama Pollaquero
688Desearía que Maese Galantodas fuera hombre de mejores principios, porque sé que le tienes estima, querido mío.

Don Oliverio
689Pues, ¿qué ha hecho?

Madama Pollaquero
690Yo siempre lo he tratado con gran deferencia, por consideración a vuestra amistad; pero él, como el hombre impúdico que es, malinterpretando mi cortesía, con lenguaje de lo más inadecuado, atentó vilmente contra mi honra.

Don Oliverio
691¡Muerte e Infierno y Furias! ¡Requiero mi calzado de duelos y mi espadón!

Madama Pollaquero
692¡Oh, me voy a desmayar! ¿No me prometisteis no ser tan impetuoso?

Don Oliverio
693Bien, no lo mataré, por temor a asesinarte, querida mía.

Madama Pollaquero
694Podéis rehusar su amistad y, por la frialdad de vuestro trato, desanimarlo a visitar nuestra familia.

Don Oliverio
695Creo que tu consejo es lo mejor para esta vez, ciertamente; pues no es adecuado hacer público un asunto así. Pero, si alguna vez tentara o intentara, házmelo saber, te lo ruego, querida mía.

Madama Pollaquero
696Si os moderáis ahora, según mis instrucciones, nunca habré de ocultaros nada, para aumentar vuestra justa opinión de mi fidelidad conyugal.

Don Oliverio
697¿Fue jamás un hombre bendecido con dama tan virtuosa? – (aparte) Y aun así no puedo evitar volver a por picos pardos. – Ahora debo ir al Jardín de Primavera a encontrarme con mi hermano Alegre y Doña Rampante.

Madama Pollaquero
698Te lo ruego, ten la bondad de pensar en la melancolía de mis horas aquí; pues no gozo con otra compañía sino la tuya; y que eso te traiga a casa algo más pronto.

Don Oliverio
699Habéis sido tan amable con este descubrimiento, que me pesa dejaros.

Madama Pollaquero
700Desearía que no os hubierais comprometido a tal punto.

Don Oliverio
701Sí, así es: adiós mi querida virtuosa.

Sale Don Oliverio.

Madama Pollaquero
702Adiós, mi queridísimo querido. Yo sé que no tiene suficiente valor para preguntarle a Galantodas; pero esto hará que le odie, aumentará su confianza en mí y justificará que destierre a ese falso individuo de nuestra casa. No es adecuado que un hombre que ha ofendido mi amor, haya de venir aquí y se entremeta en mis actos: además, esto habrá de estorbar su acceso a esa zorra lasciva. Entran Ariana y Trudis con sus caperuzas y máscaras. ¿Donde vais, primas?

Trudis
703A tomar el aire sobre el agua, señora.

Ariana
704Y por variar, dar una vuelta o dos en el nuevo Jardín de Primavera.

Madama Pollaquero
705Oí que habíais salido con Maese Galantodas y Maese Liberio.

Trudis
706Por el amor de Dios, ¿por qué habría de tener vuestra señoría tan mala opinión de nosotras?

Madama Pollaquero
707La verdad es que, antes de veros, creí que era la mera vanidad de ese charlatán, Maese Galantodas, cuando le dijo a Doña Gaceta, esta mañana, que ya os conocíais tan bien, que os encontraríais con él y con Maese Liberio en cualquier lugar; y que habíais prometido recibir y acordar encuentros mediante cartas.

Trudis
708¡¿Será desvergonzado?!

Ariana
709Ahora veis las consecuencias, hermana, de nuestras idas y venidas; han propagado esta falsa historia por nuestro inocente tontear con ellos, en el Jardín de las Moreras, anoche.

Trudis
710Podría juramentarme a no volver a hablar con un hombre jamás.

Madama Pollaquero
711¿Estuvo Maese Galantodas en el Jardín de las Moreras anoche?

Ariana
712Sí, señora.

Madama Pollaquero
713¿Y os habló?

Trudis
714Hubo ciertas inocentes burlas entre nos; pero ¡me espantáis, señora!

Ariana
715No podía imaginarme que hubiera un hombre tan indigno.

Madama Pollaquero
716Él ha perdido también la buena opinión que yo había de él. Por mi deber hacia Don Oliverio he mostrado cierta contención hasta este punto; pero le odiaré de ahora en adelante por causa vuestra. Pero, os retengo de vuestro recreo, primas.

Trudis
717Le estamos muy agradecidas a vuestra señoría por este oportuno aviso.

Ariana y Trudis
718Vuestra servidora, señora.

Salen Ariana y Trudis.

Madama Pollaquero
719Vuestra servidora, primas — ¡En el Jardín de las Moreras, anoche! Mientras yo languidecía y lo esperaba en vano en casa: esto me ha encendido de tal forma, que podría matarlo. Me alegra que estas muchachas hayan ido al Jardín de Primavera: ayuda a mi plan: las cartas que he falsificado. Han acordado que Galantodas y Liberio se encontrarán con ellas allí; ellos las mostrarán y confirmarán todo cuanto he dicho: emponzoñaré a estas muchachas, día tras día, con mentiras tales como para hacer irreconciliable su querella con Galantodas, y dejar a Liberio tan sólo como sospechoso; pues no quisiera que lo tuvieran por igual de culpable. El empezó a abordarme en secreto en El Oso y esta brecha le dará la oportunidad de seguir adelante.

Entra Guardia.

Guardia
720Aquí están vuestras cosas, señora.

Madama Pollaquero
721Bien está. ¡Oh, Guardia! Seré feliz de nuevo; pues ahora Maese Galantodas me ha brindado una ocasión para poder, sin que sea ingratitud, acotar su ilícita pasión y deshacerme de las molestias de una intriga que, día a día, me supone aprehensiones tan temibles para mi honra.

Salen Madama Pollaquero y Guardia.

Escena II

Nuevo Jardín de Primavera.
Entran Don Jocelín, Licencioso y el mozo de fonda.

Mozo de fonda
722¿Quieren pasar a un cenador, señores?

Don Jocelín
723Con gusto, buen señor.

Licencioso
724Me espanta que Don Oliverio no haya venido todavía.

Don Jocelín
725Bah, no fallará, te lo aseguro, muchacho; pero, qué te pasa en la nariz, mi pequeño Licencioso?

Licencioso
726Un necio accidente; bromeando en El Vellocino esta tarde, malinterpreté un poco a mi hombre, un villancete aburrido que no entendía de burlas; se arrancó a diálogo con un pote de a cuarto, Don Jocelín.

Don Jocelín
727¿Y por qué no lo clavaste contra la pared mi pequeño Licencioso?

Licencioso
728La verdad es, Don Jocelín, que se lo merecía. Pero, fijaos, en caso de herida dudosa no tiendo a darles a mis amigos la molestia de sacarme mediante fianza; y, si fuera mortal, vos sabéis que un hermano menor no tiene con qué desafilar la hoja de un testigo y ablandar los corazones del jurado.

Don Jocelín
729Una consideración muy prudente, en verdad.

Licencioso
730Es tiempo para la prudencia, señor; mi valor casi me supuso la pérdida de una anualidad considerable. La primera vez que viví en esta Villa acordé con un cirujano veinte libras por cuartal para que me curara de todos los golpes, magulladuras y heridas nuevas que pudiera recibir; y, en medio año, el pobre hombre me rogó que le librara del trato, jurando que lo arruinaría, si no, a cargo de vendajes y de bálsamos.

Entra Don Oliverio.

Don Jocelín
731¡Eh! Aquí llega mi hermano Pollaquero—

Don Oliverio
732Sí, hermano Alegre, he sido fiel a mi palabra, como se ve —pero es algo bárbaro insultar a mi señora con las pruebas que he tenido de su virtud, enseguida te lo cuento. Pero, ¿dónde están Doña Rampante, y el resto de las damas, Maese Licencioso?

Licencioso
733A fe, señor, al verse despagadas al mediodía, no se mostraban dispuestas a dar por cierto el azar. Estamos en temporada y cada una se ha ido por su lado: algunas a sus prácticas de cámara y otras a los sitios de audiencia pública .

Don Oliverio
734A fe, hermano Alegre, entremos a un cenador y démosle entonces lo suyo a Maese Licencioso.

Don Jocelín
735Con todo mi corazón, ojalá tuviéramos a Doña Rampante.
Canta.
Tiene las tretas y libertad,
que sus amantes arriesgan.
Nunca se habrá de arredrar
por un necio pundonor;
no se moverá del lugar
aunque nombres al as negro
y beberá un vaso de cerveza ante el as de picas. ¡Eh, muchachos! ¡Va, va, va! entremos
y no retrasemos más nuestra diversión.
(Sale cantando.)
“No se moverá del lugar”, etc.

Entran Galantodas y Liberio por separado.

Galantodas
736¡Liberio!

Liberio
737Galantodas, ¿qué diablos te ocurre? Te he visto remirando arriba y abajo por los senderos, como la esposa de un burgués a la que se le ha caído el pañuelito de las fiestas de guardar.

Galantodas
738¿Qué infausto diablo te ha traído hasta aquí?

Liberio
739Creo que uno de mejor natura que el vuestro, Galantodas, si una liebrezuela es mejor carne que una vieja matacán, corrida por la mayoría de los jóvenes de su comarca. No pongo a trabajar mi seso en un contra-argumento: un desengaño no es asunto mío.

Galantodas
740Yerras, Liberio. Vete, te lo ruego, y déjame el jardín para mí o me volveré tan irritable como un viejo pajarero a quien se le impide disparar, después de haberse arrastrado media milla sobre la panza.

Liberio
741Te ruego que te vayas tú o lo tomaré con el mismo desagrado que un boticario si le derribas a patadas el alambique en el momento en que avistaba proyección.

Galantodas
742Vamos, vamos debéis ceder, Liberio. Vuestro asunto no puede tener las consecuencias del mío.

Liberio
743Si alguna vez tuviste un asunto de consecuencia tal para tu vida como lo tiene el mío, condescenderé a que se me declare, ahora mismo, incapaz para los asuntos.

Galantodas
744Pues tengo una cita, hombre, que me han dado sin yo buscarla; una mujer por la cual yo hipotecaría toda mi hacienda por tenerla fuera de casa siquiera para partir un pastel de queso.

Liberio
745Y yo tengo una cita que me han hecho, sin yo tampoco buscarla, con una hembra tal que yo incumpliría todos los diez Mandamientos, antes que desengañarla porque ella incumpliera uno.

Galantodas
746Vamos, burla es, Liberio. Una amante abandonada no podría ser más malintencionada de lo que tú eres. Te ruego que te vayas.

Liberio
747Te ruego que te vayas tú.

Galantodas
748¡Muerte de! El verte espantará a mi hembra para siempre.

Liberio
749¡Muerte de! El verte hará que mi hembra me crea el hombre vivo más villano.

Galantodas
750Estaremos aquí como dos necios hasta nuestra ruina y no sé cómo solucionarlo.

Liberio
751Procedamos honestamente, como amigos. Descubrámosnos la verdad de las cosas y, si no podemos conciliar nuestro asunto, sacaremos suertes y nos separaremos limpiamente.

Galantodas
752No me place así; pues hablar sólo es tolerable hacia el final de una intriga y nunca debería usarse al principio de un amorío por temor a ahuyentar a una damisela de sus buenas intenciones. Pero bueno, tanto se me da, aunque yo lea la carta, encubriré el nombre.

Liberio
753Yo tengo una carta también y me satisface hacer lo mismo.

Galantodas
754 (lee) Señor, al enviaros esta carta, yo procedo contra la modestia de nuestro sexo—

Liberio
755¡Muerte de! Esto empieza justo como mi carta.

Galantodas
756Seguid leyendo—

Liberio
757 (lee) Pero, que la buena opinión que he concebido de vos no haga que me censuréis muy severamente—

Galantodas
758Palabra por palabra.

Liberio
759Seguid leyendo.

Galantodas
760 (lee) Si os tomáis la molestia de estar paseando en el nuevo Jardín de Primavera esta noche me encontraré allí con vos y os diré un secreto que tengo motivos para temer que, si os llega por mis medios, hará que odiéis a vuestra humilde servidora.

Liberio
761Verbatim mi carta, ¡Vaya!

Galantodas
762Por favor, vamos a comparar la letra.

La comparan.

Liberio
763¡Muerte de! Es la misma letra.

Galantodas
764Espero que el nombre no sea el mismo también.

Liberio
765Si lo es, hemos sido bien burlados, a fe.

Galantodas
766Anhelo ser desengañado; te lo ruego, enseña el tuyo primero, Liberio.

Liberio
767No—sino ambos a la vez, si os place.

Galantodas
768De acuerdo.

Liberio
769Ariana—

Galantodas
770Trudis— ¡Ja, ja, ja!

Liberio
771Las bribonzuelas son masculinas en su proceder, y se han hecho, mutuamente, confidentes de sus amores.

Galantodas
772Pero no me acaba de gustar esto del todo, Franco Desearía que nos hubieran citado en lugares separados, pues, aunque es evidente que se han confiado el trato la una a la otra, ninguna mujer pone el cuño ante testigo.

Liberio
773Dime, ¿cómo te escapaste de los lazos de la vieja diablesa esta tarde?

Galantodas
774Con mucho esfuerzo. Guardia me había puesto una trampa si hubiera caído en las garras de su señoría, no habría habido liberación, sin rescate o pago de dineros, porque siempre se detiene antes de la ejecución.

Liberio
775Bien que le mentisteis a su criada.

Galantodas
776Sea como fuere, sé que está enfadada; pues piensa que no hay excusa justa en estos casos, aunque fuera para salvar la pérdida de hacienda de un hombre o indultar la vida de su hermano natural.

Liberio
777A fe que no te has comportado del todo como un hidalgo con ella. Deberías ayunar, de vez en cuando, a plato único, para cumplir con ella. Si ahí no hubiera otra cosa sino su cordial bienvenida, creo que sería suficiente para que soportaras, a veces, la insipidez de la dieta.

Galantodas
778No sé qué podría hacer en un campamento, donde no habría otra mujer; pero en esta Villa, donde hay tal abundancia, renunciar a la buena carne para cobrar apetito por la carne de caballo…

Liberio
779Esto es más bien una aversión tuya que cualquier defecto real en la mujer; si este afortunado negocio no hubiera fracasado, tenía pensado solicitar tu venia para sobrepujarte por el favor de su señoría.

Galantodas
780Nunca habría consentido tal, Franco. Aunque algo flojo ahora, no soy un rocín desahuciado y me esforzaría al máximo si alguien me retara a una carrera. Hasta ahora, no he amado nada en una mujer sino hasta el fin, para dar pesar, tan sólo, a otro que tuviera planes para con ella.

Liberio
781Allí vienen un par de máscaras a saltitos hacia nosotros.

Galantodas
782Ellas son, a fe.

Liberio
783No hay por qué dividirnos, puesto que vienen juntas.

Galantodas
784Tenía algo de miedo, cuando comparamos sus cartas, de que nos hubieran burlado; pero me confirmo ahora en su gran honestidad.

Entran Ariana y Trudis.

Ariana
785No podemos evitarlos.

Trudis
786Disimulemos un poco nuestro conocimiento de su asunto y derribémoslos en la cima de su confianza.

Galantodas y Liberio
787Vuestros servidores, señoras.

Ariana
788Percibo que es imposible, hidalgos, pasear sin vuestras mercedes: como si fuerais nuestras sombras. Nunca nosotras, pobres mujeres, nos vimos tan acechadas por las fantasmas de sus amantes suicidas.

Trudis
789Si fuera nuestra buena fortuna que vuestras mercedes se enamoraran de nosotras, cuidaríamos de que no cayerais en la desesperación y dejarais el mundo de mal humor.

Ariana
790De ser así, cierto es que vuestras fantasmas serían muy malevolentes

Galantodas
791Sería una pena que las cortinas las corrieran corridas en mitad de la noche y que vuestro agradable sueño se viera interrumpido por algo que no fuera de carne y hueso, señoras.

Liberio
792¿Damos una vuelta?

Ariana
793Vuestras mercedas a solas, si os place.

Trudis
794Nuestra compañía puede constreñiros, pues encuentro que sobrevoláis, todos los días, estos jardines, como milano un patio trasero acechando la oportunidad de levantar la pollería.

Ariana
795Malhaya la hija o la esposa de un sastre o de un pobre artesano de fieltros, pues rara vez recorréis Vauxhall sin alguna conjura contra la Villa vieja.

Liberio
796Nos hacéis injuria, señoras, nuestro asunto se ha visto coronado por el éxito, ya que hemos tenido el honor de serviros.

Trudis
797No podíais esperar vernos aquí.

Galantodas
798El amante verdadero, señora, en ausencia de su amada, se muestra tan inquieto como un perdiguero que ha perdido a su amo; él recorre las comedias, el Parque y todos los jardines; y nunca se demora, sino donde ha la dicha de verla.

Trudis
799Supongo que vuestra amante, Maese Galantodas, siempre es la última mujer que habéis conocido.

Galantodas
800No creáis, señora, que tengo la misma falsa mesura de mis conocidas, que los poetas tienen de sus versos, creyendo los últimos los mejores, aunque yo así os estime en justicia a vuestros méritos.

Trudis
801Si no es a la que más amáis, siempre amáis hablar más de ella; como el estéril currutaco que carece de elocuencia y siempre entretiene a la compañía con el último libro que ha leído.

Galantodas
802Ahora me acusáis con toda injusticia, señora, ¿Quién demonios, con un mínimo de seso, iría a cazar pájaros con una carraca en el sombrero?

Ariana
803No, no os echamos la culpa, hidalgos, cada uno con su tema; el cazador habla de sus perros, el halconero de sus halcones, el jinete de su caballo, y el galán de su amante.

Trudis
804Sin permitirse esta vanidad, un amorío pronto se volvería tan aburrido como el matrimonio.

Galantodas
805Digáis lo que digáis, señoras, no puedo pensar que nos creáis hombres de tan abominables principios.

Liberio
806Por mi parte, siempre he considerado igual de ingrato alardear de los favores de una amante, como negar las cortesías de un amigo.

Galantodas
807Un amigo que bravamente aventura su vida en el campo abierto para servirme merece lo mismo que una amante que, amablemente, expone su honor por complacerme, especialmente cuando lo hace con igual generosidad y tan poca ceremonia.

Liberio
808Y yo no traicionaría el honor de una mujer tal, como tampoco la vida de un hombre que robara a propósito para mi provisión.

Trudis
809Os creemos hombres de honor y sabemos que no os rebajaríais a hablar de una mujer que se lo mereciera.

Ariana
810Sois tan generosos que rara vez insultáis tras una victoria.

Trudis
811Y tan vanos que siempre os ufanáis con antelación a ella.

Galantodas
812¡Muerte de! ¿Qué significa todo esto?

Trudis
813Aunque nos halléis tan amables, Maese Galantodas, os ruego que no le digáis a Doña Gaceta, mañana, que hemos venido a propósito aquí, esta noche, para encontraros.

Galantodas
814Antes lo imprimiría y pagaría a un individuo para que lo colgara con los anuncios de comedias.

Trudis
815Habéis depositado gran confianza en ella, por mucho que pretendáis una mala opinión de su secreto, ahora.

Galantodas
816Nunca le confié el nombre de una amante de quien pudiera tener celos si la veía recibir fruta y salir de un corral de comedias con un extraño.

Trudis
817Por lo que veo, estamos infinitamente en deuda con vos, señor.

Galantodas
818Es imposible ser insensible a tanta bondad, señora.

Trudis
819¿A qué bondad, señor?

Galantodas
820Vamos, vamos, basta ya de esta burla.

Trudis
821Sois tan ridículamente indigno que sería necedad reprobaros con una mirada seria.

Galantodas
822Por mi conciencia, vuestro corazón comienza a fallaros. Ahora nos acercamos al punto, como hombres jóvenes que nunca han estado antes en el campo.

Trudis
823Empezáis a espantarme.

Galantodas
824Puesto que vos misma enviasteis el desafío, no podéis, con honor, daros a la fuga ahora.

Trudis
825¡Desafío! ¡Oh, Cielos! Esto lo confirma todo: si yo fuera un hombre te mataría por los insultos que ya me has proferido.

Liberio
826 (a Ariana) No dejéis que la sospecha de mi descortesía os vuelva tan escrupulosa; cuando se dio que una ciudad, mal tratada se rindiera sin asalto u oferta de capitulación?

Ariana
827Querida hermana, ¿qué mal espíritu nos trajo aquí? Nunca me he topado con tanta desvergüenza en mi vida.

Galantodas
828(aparte) ¡Vaya calabazas! Ya son tan buenas en esto como la vieja, a fe que sí.

Liberio
829Vamos, señoras, ya habéis ejercitado vuestra discreción de sobra; no aventuraríais cartas de tal consecuencia por mera chanza.

Trudis
830¡Cartas! Así me salve, ¿a qué llevará todo esto?

Galantodas
831A lo que ninguno de los dos tendría de que arrepentirse, espero, señora.

Ariana
832Huyamos, hermana. Son demonios y no hombres, no podrían ser tan malevolentes si no.

Entran Madama Pollaquero y Guardia.

Madama Pollaquero
833Su servidora, primas.

Galantodas
834 (sobresaltándose) ¡Jo! ¡Madama Pollaquero! Mis orejas ya han crecido un dedo.

Ariana
835¡Su señoría! Creerá que es una cita, hermana.

Liberio
836Esta es Doña Maquiavela, sospecho, Galantodas.

Galantodas
837Sin duda se trata de su trama: ahora estoy tan descompuesto, como si Don Olivero me descubriera requebrando con su señoría.

Madama Pollaquero
838Que yo no os descomponga, puedo pasear sola, primas.

Trudis
839¿Tan poca caridad tenéis, señora, como para pensar que tenemos algún asunto con ellos?

Ariana
840Ha sido nuestra mala fortuna encontrarnos con ellos aquí y nada podría ser tan afortunado como vuestra venida, señora, para librarnos de ellos.

Trudis
841Nos han insultado de la manera más grosera.

Ariana
842Han falsificado cartas con nuestra letra.

Madama Pollaquero
843Jamás os preocupéis por ello, primas. He oído que es práctica común con tales hombres indignos. ¿Acaso no amenazaron con divulgarlas y difamaros ante el mundo?

Trudis
844No podemos creer que pretendieran nada menos, señora.

Madama Pollaquero
845Sin duda tenían una opinión tan baja de vuestra discreción y honor que pensaron asustaros para que os avinierais a sus malvados propósitos.

Ariana
846Detesto su simple vista.

Trudis
847Casi desearía ser una enfermedad, para exhalarles infición encima.

Galantodas
848¡Muy bonito! Con mucha suerte hemos llevado a cabo nuestros planes para con estas damiselas.

Liberio
849Hemos perdido su buena opinión para siempre.

Madama Pollaquero
850No sé si su necedad es mayor que su desvergüenza, no merecen vuestra ira; sólo valen para que se rían de ellos y los desprecien.

Galantodas
851¡Menuda vieja diablesa!

Madama Pollaquero
852Maese Liberio, no es propio de un hidalgo afrontar así a un par de damiselas; pero no puedo culparos tanto: en cierto modo sois un extraño para nuestra familia. Pero me espanta que ese hombre vil pueda mirarme a la cara, considerando cuan civilmente ha sido tratado en nuestra casa.

Galantodas
853La verdad señora es que soy un bribón; pero me temo que vos habéis contribuido a que lo sea. No seáis tan inmisericorde como el Demonio con un pobre pecador.

Guardia
854¿Vióse alguna vez cosa igual? Que nadie se fíe de mí, si éste no tiene la confianza de hacer a mi virtuosa señora cómplice de su maldad.

Madama Pollaquero
855¡Sí, Guardia! Milagro es que mi honra esté a salvo, considerando el acceso que su liberalidad con Don Oliverio le ha concedido conmigo todos los días.

Liberio
856A fe, señoras, nosotros no falsificamos estas cartas, tan insultados estamos como vuestras mercedes.

Galantodas
857Yo recibí la mía de un mensajero en el Corral del Rey y os la mostraré para que podáis ver si reconocéis vuestra letra.

Madama Pollaquero
858Guardia, ¿estáis segura de que nunca vieron nada escrito por vos?

Galantodas
859¡Muerte de! Tan descompuesto estoy que no sé dónde la he puesto.

Guardia
860¡Oh, señora! Ahora me acuerdo de que Doña Trudis, una vez, me ayudó a redactar una carta para mi enamorado.

Madama Pollaquero
861¡Moza olvidadiza! Entonces es mi ruina.

Galantodas
862Ah, aquí está—¿Eh?, quien está ahí?
Según tiene la carta en la mano, entran Don Jocelín, Don Oliverio, y Licencioso, todos ellos borrachos, con música.
Cantan.
No es amante mía
quien no quiere beber vino
o frunce el ceño ante las propuestas
de mis amigos por beber.
Si quieres ganar mi corazón,
bebe tu botella de champaña:
te servirá de afeites y de pociones de amor.

Don Oliverio
863¿Quién está aquí? ¡Galantodas en compañía de mi señora! Lo despacharé enseguida. Ayúdame, hermano Alegre.

Desenvaina.

Madama Pollaquero
864¡Por el amor de Dios, Don Oliverio!

Galantodas
865 (desenvainando) ¡Qué pretendéis, señor?

Don Oliverio
866Yo te enseñare modales, ¡requebrando con mi señora, señor!

Madama Pollaquero y Guardia
867¡Oh! ¡Asesinato! ¡Asesinato!

Chillan.

Madama Pollaquero
868¿Salvad a mi querido Don Oliverio! ¡Oh, mi querido Don Oliverio!

Las damiselas chillan y salen corriendo; todos desenvainan para separarlos, pelean fuera del escenario, ella chilla y sale corriendo.

QUINTO ACTO

Escena I

El comedor de Don Oliverio
Entra Madama Pollaquero, mesa y mantel.

Madama Pollaquero
869No creí que hubiera bebido hasta tal extremo. Si se hubieran matado el uno el otro, habría sido vengada y liberada de todos mis temores— Entra Guardia. Guardia, tu descuido y tus olvidos llegarán a ser mi perdición. De no haber tenido la suerte de que entraran Don Oliverio y Don Jocelín en el Jardín, se habrían descubierto las cartas y mi honra entregada en manos de un falsario y de dos jóvenes chanceras. ¿Hablasteis con Maese Liberio sin ser notada en el alboroto?

Guardia
870Lo hice, señora; y me prometió que se desembarazaría Cuanto antes pudiera y que visitaría a vuestra señoría con todo secreto.

Madama Pollaquero
871Alguna razón tengo para creerle un hombre de honor.

Guardia
872Creo que su aspecto mismo, señora, lo proclama mucho más hidalgo que a Maese Galantodas; pero, hasta ahora, me resistía a comunicarle a vuestra señoría mi opinión, por temor a ofender vuestras inclinaciones.

Madama Pollaquero
873Espero, por estos medios, hacerme con estas cartas y así evitar los estorbos que puedan acarrearle a mi honra.

Guardia
874Me espanta, señora, cuál sería la querella de Don Oliverio con Maese Galantodas.

Madama Pollaquero
875Ya sabéis que tiende a sospechar cuando está bebido; es muy probable que pensara que Maese Galantodas le hubiera traicionado hoy en El Oso.

Guardia
876Ruego al Cielo que no esté celoso de vuestra señoría, encontrándola fuera de casa tan inesperadamente; si lo está, tendremos una triste situación a mano al llegar a casa, señora.

Madama Pollaquero
877Yo misma debería haber percibido eso, Guardia, si su borrachera no le hubiera hecho enzarzarse neciamente en su disputa. En cuanto esté algo más sobrio, estoy segura de que su temor le traerá a casa y comparecer ante mí con toda humildad y bondad; pues siempre, bajo mano, quiere hacer uso de mi interés y discreción para hacer amigos que le acompañen en estos asuntos o para una obtener una orden que asegure su persona y su honor.

Guardia
878De verdad que creo que Maese Galantodas habría tenido la vileza de matarlo, si Maese Liberio y el resto no hubieran interpuesto, civilmente, sus armas.

Madama Pollaquero
879¡No lo permita el Cielo! Aunque es un hombre malvado, estoy obligada, por deber, a amarle. ¿Dónde fueron mis primas después de que llegamos a casa, Guardia?

Guardia
880Están en la puerta de al lado, señora, riendo y jugando a los naipes, al lu, con la anciana Madama Amajuventud y sus hijas.

Madama Pollaquero
881Entonces espero que no vengan a casa a interrumpir mis asuntos con Maese Liberio. (Se oye una aldaba abajo.) ¡Escucha! Alguien llama, puede ser él, baja corriendo.

Guardia
882Volando, señora.

Sale Guardia.

Madama Pollaquero
883Bien, si tiene una verdadera inclinación por mi persona, tendrá una hermosa oportunidad para revelarlo.

Entran Guardia y Liberio.

Liberio
884Su servidor, señora.

Madama Pollaquero
885¡Oh, Maese Liberio! Este desdichado accidente me ha robado todo mi sosiego; casi me he vuelto loca pensando en el peligro que corre la vida de mi querido Don Oliverio.

Liberio
886No debéis albergar temor, señora; todo se habrá reconciliado mañana.

Guardia
887No culparíais las aprehensiones de mi señora con tan sólo que conocierais la ternura de su afecto.

Madama Pollaquero
888Maese Galantodas es un hombre falso y despiadado.

Liberio
889Siempre ha reconocido un gran respeto por vuestra señoría y nunca le he oído que os mencionara con el más mínimo deshonor.

Madama Pollaquero
890No puede, salvo que injurie a la Verdad. El Cielo conoce mi inocencia: espero que no le dejarais saber, señor, que veníais aquí.

Liberio
891No merecería la dicha de volver a acompañaros, de haber abusado de este extraordinario favor, señora.

Madama Pollaquero
892Si algo he hecho inapropiado para mi honra espero que seáis justo, señor, y lo imputéis a mi miedo. No conozco a hombre más apropiado que vos para acabar esta desdichada diferencia y, si las lágrimas de una dama y sus oraciones tienen el poder de moveros a compasión, sé que haréis uso de todos vuestros esfuerzos para guardarme a mi querido Don Oliverio.

Liberio
893Señora, no os aflijáis tanto; yo empeñaría mi vida porque su vida como su honra estén ambas seguras.

Madama Pollaquero
894Sois noble de verdad, señor; estaba tan fuera de mí con mis temores que no puedo recordar muy bien cómo nos separamos en el Jardín de Primavera.

Liberio
895Todos nos dividimos, señora: después de que vuestra señoría y las damiselas os marcharais juntas. Don Oliverio, Don Jocelín y la compañía con ellos, tomaron un bote y Maese Galantodas y yo otro.

Madama Pollaquero
896Entonces no habré de temer que vuelvan a encontrarse esta noche.

Liberio
897No, señora. Dejé a Maese Galantodas en su cámara, admirándose de qué es lo que habría hecho a Don Oliverio desenvainar contra él, desasosegado y echando humo con la trampa que se nos ha hecho con las cartas hoy.

Madama Pollaquero
898¡Oh! Yo misma casi lo había olvidado. Os aseguro, señor, que esas cartas fueron enviadas por alguien que no tiene la menor inclinación de enemistarse con vos. (Se oye una aldaba abajo.) Alguien llama. Sale Guardia. Si es Don Oliverio, estoy perdida, él me odiará a muerte, con sólo que sospeche que uso cualquier medio secreto para impedirle que justifique su reputación de manera honorable ante el mundo.

Entra Guardia.

Guardia
899¡Oh, señora! Maese Galantodas está abajo en el portal, despidiendo a un cochero. Le dije que vuestra señoría estaba ocupada, pero no quiso escucharme; y creo que, haga lo que haga, subirá.

Madama Pollaquero
900No quisiera sospechar de vos, señor.

Liberio
901Le he engañado, señora, sobre mi venida aquí; y tan contrario soy a que me encuentre aquí, como podéis serlo vos.

Madama Pollaquero
902No dará fe a mi inocente asunto con vos, sino que promoverá nuevo escándalo contra mi honra y lo hará público por toda la Villa.

Guardia
903Que se meta en el retrete, señora.

Madama Pollaquero
904Presto, señor, presto, os lo impetro. Lo despediré inmediatamente.

[Sale Liberio.]
Entra Galantodas.

Madama Pollaquero
905¡Maese Galantodas! ¿No os ha quedado sentido alguno del honor o de la modestia? Tras tantas ofensas, venís a mi casa y, sin mi aprobación, groseramente, penetráis así en mi retiro?

Galantodas
906Os lo ruego, señora, escuchad mi asunto.

Madama Pollaquero
907Tu asunto es perseguir, con malevolencia, mi ruina. Has venido con el bajo designio de que Don Oliverio te coja aquí y destruir la única dicha que tengo.

Galantodas
908Vengo, señora, a impetrar vuestro perdón por la falta que cometí sin querer; y a saber de vos la razón de la querella de Don Oliverio para conmigo.

Madama Pollaquero
909¡Tu culpable conciencia es capaz de decirte eso, hombre vano e ingrato!

Galantodas
910Soy inocente, señora, de todo cuanto pueda ofenderle y estoy seguro de que, si quisierais escucharme, también se disiparía la justicia de vuestra querella.

Madama Pollaquero
911Erráis, señor, si pensáis que recelo de que vayáis al Jardín de Primavera esta noche; mi querella es la misma con Don Oliverio, y es tan justa, que mereces ser envenenado por lo que has hecho.

Galantodas
912Os lo ruego, señora, dejadme saber mi falta.

Madama Pollaquero
913Me sonrojo de pensar en ella: Don Oliverio, desde que vinimos de El Oso, ha oído algo que has dicho, relacionado conmigo; pero, de qué se trataba no me lo ha descubierto. Lo que él me dijo me bastó para saber que estaba satisfecho de mi inocencia.

Galantodas
914Mera pasión es esta, señora.

Madama Pollaquero
915Esta es la venganza corriente de hombres tan bajos como tú, cuando no pueden compasar sus fines con sus lenguas venenosas: para hacer añicos la honra de una dama.

Galantodas
916Súbita alteración, señora; hace pocas horas teníais una opinión más amable de mí.

Madama Pollaquero
917No me espanta que te vanaglories de favores a mis espaldas, que tengas la desvergüenza de avasallarme con amabilidad a la cara. ¿Crees que alguna vez habría pensado bien de ti, que siempre ha sido tan traidor en tu amistad con Don Oliverio?

Se oye una aldaba.
Entra Guardia.

Guardia
918¡Oh Señora! Aquí está Don Oliverio que ha llegado a casa.

Madama Pollaquero
919¡Oh, Cielos! Ahora me creerá culpable y nos dará muerte a los dos.

Galantodas
920Os lo aseguro, señora: yo defenderé vuestra vida.

Desenvaina.

Madama Pollaquero
921¡Oh! Habrá asesinato, asesinato. Por el amor del Cielo, señor, escondeos en cualquier rincón.

Galantodas
922Me entraré en el retrete, señora.

Guardia
923Teneos, teneos, señor, de ninguna manera. Sus pipas y su caja de tabaco están allí y él siempre va a cogerlos.

Madama Pollaquero
924Vuestra malevolencia pronto tendrá su fin. Bien sabe Dios que esa será la fatal consecuencia de ser hallado aquí.

Guardia
925Señora, que gatee bajo la mesa. El mantel es lo suficientemente largo como para esconderle.

Madama Pollaquero
926¿Tenéis suficiente copia de buena natura como para salvar la vida y la reputación de una dama?

Galantodas
927Cualquier cosa por serviros, señora.

Va bajo la mesa.

Madama Pollaquero
928 (corriendo al retrete) No os mováis, señor, pase lo que pase.

Galantodas
929A menos de que me saque por las orejas.

Guardia
930Bien! Él cree que mi señora le está hablando.

Entra Don Oliverio.

Madama Pollaquero
931Mi querido Don Oliverio—

Don Oliverio
932Soy indigno de esta amabilidad, señora.

Madama Pollaquero
933Realmente pensaba reprenderos por vuestro mal comportamiento, pero antes no puedo si no abrazarte, y besarte un poco. Temí no volver a tenerte vivo entre estos brazos de nuevo.

Don Oliverio
934Vuestra bondad aumenta tanto mi vergüenza que no sé qué decir, señora.

Madama Pollaquero
935Bueno, me alegra tenerte a salvo en casa. Te encerraré con llave arriba en mi cámara, y no me fiaré ni de que bajes las escaleras hasta que se dé fin a esta querella.

Don Oliverio
936Era tan poco yo mismo; no sabía lo que hacía, de lo contrario no habría expuesto mi persona a tanto peligro ante tu cara.

Guardia
937Fue un acto cruel, señor, sabiendo el mortal recelo que mi señora tiene por vos.

Madama Pollaquero
938Si Maese Galantodas te hubiera matado, yo estaba resuelta a no sobrevivirte; pero, antes de morir, bien habría vengado tu muerte.

Don Oliverio
939En cuanto me recompuse un poco no pude descansar hasta venir a casa y darte esta satisfacción: que no haré nada sin tu consejo y aprobación, querida mía. Yo sé que tu amor hace que tu vida dependa de la mía y no es razonable que yo, por mi cabeza aturdida la ponga en peligro, aunque sea para justificación de tu honra. Así Dios me salve, pero he dejado caer una naranja de la China que me fue recomendada como una de las mejores de este año. ¡Por vida de! Enciende la candela, Guardia, ha corrido bajo la mesa.

Llaman a la puerta.

Madama Pollaquero
940¡Ah, no me encuentro bien!

Guardia coge la candela, se oyen golpes violentos en la puerta, sale corriendo con la candela.

Guardia
941¡Oh, Cielos! ¿Quién llamará con tal premura?

Don Oliverio
942¡Pero, Guardia! ¡Vuelve con la candela! ¿Qué locura es esta de dejarnos en la obscuridad, no encontrándose bien tu señora? ¿Cómo vas, querida mía?

Madama Pollaquero
943Por el amor del Cielo, Don Oliverio, corred tras ella, quitadle la candela de la mano y enseñadle mejores modales.

Don Oliverio
944Así lo haré, querida mía.

[Sale Don Oliverio.]

Madama Pollaquero
945¿Qué voy a hacer? ¿Hubo alguna vez mujer tan desafortunada en el gobierno de sus asuntos?

Galantodas
946¿Qué será de mí, ahora?

Madama Pollaquero
947Así debe ser, será mejor que confíe mi honra a la merced de ellos dos, que ser delatada a mi marido: Maese Galantodas, dadme vuestra mano, rápido, os lo ruego.

Galantodas
948Aquí, aquí, Señora, ¿qué hacer ahora?

Madama Pollaquero
949Os meteré en el retrete, señor.

Galantodas
950Vendrá a por su caja de tabaco y sus pipas.

Madama Pollaquero
951No tengáis temor por eso, señor.

Liberio
952 (desde la puerta del retrete) Ahora seré descubierto. Que la peste se lleve vuestra honorable intriga. Así estuviera a salvo en el burdel de Gifford.

Madama Pollaquero
953Aquí, aquí, señor, ésta es la puerta. Sintáis lo que sintáis, no os asustéis; pues, si hacéis el menor ruido, destruiréis la vida y más aun la honra de una desdichada dama.

Galantodas
954Sea, sea. Si tenéis ocasión de remover de nuevo hacedlo sin ceremonias, señora.

[Sale Galantodas]
Entran Don Oliverio, Guardia, Ariana, Trudis.

Don Oliverio
955Aquí está la candela, ¿cómo te encuentras, querida mía?

Madama Pollaquero
956No podía imaginarme, Guardia, que tuvierais tan mala crianza como para salir corriendo y dejar a vuestro amo y a mí a obscuras.

Guardia
957Pensé que habría otra candela en la mesa, señora.

Madama Pollaquero
958¡Buena cosa! ¡Pensasteis! Siempre estáis excusando vuestros descuidos; otra falta así…

Don Oliverio
959Te lo ruego, querida mía, perdónala.

Madama Pollaquero
960La verdad es que no debería estar muy enfadada con ella en estos momentos. Es una criatura de buena natura; estaba tan asustada por el temor al daño que te pudo acontecer en el Jardín de Primavera, que creo verdaderamente que apenas sabe, todavía, lo que está haciendo.

Don Oliverio
961Prende la candela, Guardia, para que pueda buscar mi naranja.

Madama Pollaquero
962Habéis estado en casa de su señoría Amajuventud, primas, según he oído.

Ariana
963Así es, señora.

Trudis
964Nos encargó que os presentáramos sus saludos.

Don Oliverio
965Bueno, aquí está, querida mía, la he traído a casa, a propósito, para ti.

Madama Pollaquero
966En verdad que es una naranja preciosa, gracias, querido mío. Estoy tan descompuesta con el susto que he tenido que desearía reposar.

Don Oliverio
967Hazte con una candela, Guardia. ¿Iréis a la cama, querida mía?

Madama Pollaquero
968Con todo mi corazón, Don Oliverio: es tarde. Primas, sería mejor que os retirarais a vuestra cámara también.

Trudis
969No tardaremos mucho, señora.

Don Oliverio
970Vamos, querida mía.

Madama Pollaquero
971Buenas noches, primas.

Trudis y Ariana
972Su servidora, señora.

Salen Don Oliverio, Madama Pollaquero y Guardia.

Ariana
973No puedo dejar de pensar en esas cartas, hermana.

Trudis
974Es decir que no podéis de dejar de pensar en Maese Liberio, hermana. Percibo que os da vueltas en la cabeza como lo hace un vestido nuevo en el campo la noche antes de que tenga que llegar de Londres.

Ariana
975No hace falta que habléis, pues estoy segura que las pérdidas de un jugador desafortunado no le ocupan más su meditación, que Maese Galantodas la vuestra.

Trudis
976Ha hecho una leve impresión en mi memoria, lo confieso; pero espero que en una noche desaparezca, como ocurre con el ruido de un violín después de un baile.

Ariana
977El amor, como algunas manchas, desaparece a solas, lo sé; pero no en tan poco tiempo como decís, hermana.

Trudis
978No puede durar más que una mancha de moras como mucho; con la temporada siguiente se ha ido, y seguro que mi corazón no puede seguir mucho tiempo sin fruto.

Ariana
979Bueno, no puedo creer que hubieran falsificado estas cartas. ¿Con qué fin lo habrían hecho?

Trudis
980Eso lo podéis adivinar fácilmente; pero se me antoja que tomaron un camino muy prepóstero para acompasarlo.

Ariana
981Parece más la malicia o los celos de una mujer que el plan de dos hombres discretos.

Trudis
982¿Y si resultara ser una treta de su señoría, que está haciendo de hipócrita amante, arriba, con su querido Don Oliverio?

Ariana
983¡Cuán malhadamente fuimos interrumpidas, cuando iban a enseñarnos la letra!

Trudis
984Eso podía haberlo descubierto todo: tengo una sospechita de que ha habido una pequeña familiaridad entre su señoría y Maese Galantodas.

Ariana
985El encontrarlos juntos en la Lonja y varios incidentes que observé en El Oso, me han hecho casi tener la misma opinión.

Trudis
986En tanto, yo diría que la continuación della es más el deseo de ella, que la inclinación de él: lo que me hace desconfiar más de él es que ella supiera que habíamos acordado un encuentro.

Ariana
987Si estuviera celosa de Maese Galantodas, ella no estaría celosa también de Maese Liberio; ambos pretenden haber recibido cartas.

Trudis
988Hay algo más en todo ello de lo que somos capaces de imaginar; El tiempo lo resolverá, espero, para provecho de los hidalgos.

Ariana
989Que me complacería; pues creo que si nos dieran una causa justa, nos sería ardua tarea odiarlos.

Trudis
990¡Cómo me encanta la canción que aprendí el otro día, después de verlos en el Jardín de las Moreras!
Canta.
Con poco o ningún propósito pasaba los días,
recorriendo el Parque, la Lonja, y las comedias;
pues hasta ahora nunca, en mis recorridos, tuve
la suerte de topar con el hombre que podía amar.
¡Oh, cómo me place pensar en este hombre,
que encuentro que he de amar, haga yo lo que haga!
Cuanto tiempo habré de amarlo, no sabré decir.
Como si de unas fiebres saber cuándo me repondré.
Mi pasión me matará antes de que lo desvele,
y, en tanto, daría el mundo porque él lo supiera.
Pero, oh, como suspiro, cuando pienso
que debería galantearme, no puedo negar
que lo que sé me desharía.

Ariana
991Vergüenza, hermana, qué descocada que eres.

Trudis
992Detesto disimular cuando no es necesario. Sería tan afectado mostrarnos reservadas ahora que estamos a solas, como que una actriz conservara su personaje en el vestuario.

Ariana
993Te lo ruego, canta una buena canción.

Trudis
994Te place ahora una copla melancólica, compuesta por algún amoroso currutaco que jura en toda compañía que ama tanto a su amante que no le haría ofensa si estuviera dispuesta a otorgarle el favor; y puede que lo sea lo bastante necio para creer que la honraría de mantener su juramento.

Ariana
995Bien, te traeré tu guitarra del retrete, para sacarte de este tema.

Trudis
996Preferiría ser monja que amante según tu medida. La devoción es incapaz de volverme la mitad de seria de lo que el amor te ha vuelto ya.

Ariana abre el retrete, Galantodas y Liberio salen.

Galantodas
997¡Ja! Liberio! ¿Es este tu asunto con un abogado? ¡He aquí un nuevo descubrimiento, a fe!

Ellas chillan y salen corriendo.

Liberio
998Tranquilo, hombre. Satisfaré tus celos más tarde. Pues hemos hecho este descubrimiento afortunado atendamos los asuntos presentes.

Galantodas y Liberio cogen a las damas y las traen de vuelta.

Galantodas
999Bien, señoras, ahora que os hemos cogido no hay escape hasta que alcancemos un recto entendimiento.

Entran Madama Pollaquero y Don Oliverio y Guardia.

Liberio
1000Vamos, no os sonrojéis nunca, somos tan amorosos de vuestros corazones como podéis ser vos mismas, os lo aseguro.

Galantodas
1001De no haber sido nuestra buena fortuna haber sido escondidos aquí, habríais tenido la mala natura de disimular con nosotros al menos quince días más.

Madama Pollaquero
1002¿Qué es lo que pasa aquí? ¿Estáis locas, primas? ¡Dios me valga!, ¡¿Maese Galantodas y Maese Liberio, en nuestra casa, a deshoras?!

Don Oliverio
1003Tráeme el montante, Guardia. Apuesto la vida a que Galantodas ha estado tentando la honra de estas damiselas.

Madama Pollaquero
1004¡Oh, querido mío!

Lo sujeta.

Trudis
1005Estábamos medio locas, por el miedo. Mi hermana fue a sacar mi guitarra del retrete y los encontró a los dos, encerrados, dentro.

Madama Pollaquero
1006Vamos, vamos, no os va a servir el cuento. Me temo un plan secreto para conducirlos a vuestra cámara. Pues bien: yo no voy a seguir tolerando esto en mi familia, querido: Don Jocelín se llevará a estas muchachas mañana.

Liberio
1007Ofendéis a las damiselas, señora; su sorpresa muestra su inocencia.

Galantodas
1008Si hay que culpar a alguien, es a Doña Guardia.

Guardia
1009¿Qué queréis decir, señor? Bien sabe Dios que yo no sabía nada de su presencia aquí—

Galantodas
1010Vamos, vamos, Doña Guardia, no necesitáis avergonzaros por reconocer que le habéis hecho, a un par de jóvenes hidalgos, tan buen servicio.

Guardia
1011No penséis usar de vuestras tretas conmigo, señor.

Galantodas
1012Habiendo entendido Doña Guardia, señora, que estas damiselas muy probablemente se sentarían a hablar en el comedor, una hora antes de irse a la cama, de los accidentes del día e impacientes por saber si el desafortunado asunto en el Jardín de Primavera con las cartas había destruido por completo nuestras esperanzas de ganarnos su estima, a cambio de una pequeña cantidad de dinero, Maese Liberio y yo logramos el favor de que nos encerrara donde pudiéramos escuchar su conversación.

Madama Pollaquero
1013¿Es esto verdad, Guardia?

Guardia
1014Humildemente ruego vuestro perdón, señora.

Madama Pollaquero
1015No está segura la honra de una dama que mantiene a una criada tan sujeta a corrupción; la despediré de mi servicio por esto.

Don Oliverio
1016(aparte) ¡Bien! Sospechaba que sus asuntos hubieran sido con mi señora, al principio.

Madama Pollaquero
1017[aparte] Ahora volveremos a la concordia por resolver esto tan espléndidamente.

Don Oliverio
1018Escuchad, querida mía, ¿habré de prohibirle mi casa a Maese Galantodas?

Madama Pollaquero
1019Oh, bajo ningún concepto querido mío. Se me había olvidado decirte, desde que te informé de ese asunto que había estado conversando con Madama Amajuventud y que ella me echó infinitamente en cara habértelo hecho saber y se rio portentosamente de mí, diciendo que Maese Galantodas no tenía voluntad de ofenderte; y me dijo que tan sólo se trataba de la inocente galantería, a la que su educación francesa le había acostumbrado.

Don Oliverio
1020A fe que tiendo a creérmelo, pues, por mi conciencia, que es un individuo muy honrado. Edu Galantodas ¿cómo diablos llegamos al zas, zas, zas tú y yo en el Jardín de Primavera?

Galantodas
1021Vos mismo sois quien mejor podéis resolverlo, Don Oliverio.

Don Oliverio
1022Pues que el Diablo se me lleve si albergaba la más mínima malevolencia hacía tí— Te lo ruego, démosnos un abrazo y un beso, seamos tan buenos amigos como siempre fuimos, querido bribón

Galantodas
1023Soy tan razonable, Don Oliverio, que no pediré otra satisfacción de la ofensa que me habéis hecho.

Liberio
1024He aquí la carta, señora.

Ariana
1025Hermana, fíjate, ¿conoces la letra?

Trudis
1026Es la de Guardia.

Madama Pollaquero
1027¡Oh, Cielos! Aún veré mi ruina.

Trudis
1028Ella ha sido la urdidora de todo este enredo.

Galantodas
1029No. Le otorgáis demasiado peso en todo esto. Ella sólo fue la secretaria de su señoría os lo aseguro; ella nos ha revelado la trama entera.

Guardia
1030¿Qué quiere decir?

Madama Pollaquero
1031¿Me delatará al final?

Galantodas
1032Su señoría, siendo, por natura, severamente virtuosa, ofendida, al parecer, por la inocente libertad que os tomáis de salir por ahí a solas, con tierno recelo por vuestras reputaciones, hizo falsificar estas cartas, con la esperanza de asustaros hasta el punto de recato que merezca su aprobación.

Madama Pollaquero
1033(aparte) Esto casi ha redimido mi opinión de su honor. Primas, la poca consideración que teníais del consejo que os di es lo que me lleva a este asunto.

Trudis
1034Os lo ruego, señora, ¿qué es lo que Doña Gaceta os dijo de nosotras?

Madama Pollaquero
1035Nada, nada, primas: lo que os dije de Maese Galantodas fue mera invención, para poder llevar a cabo mejor mi plan por el bien vuestro.

Galantodas
1036¡Liberio! Te lo ruego, dime, ¿qué te trajo hasta aquí?

Liberio
1037Una amable invitación de su señoría.

Galantodas
1038¿Por qué me lo escondiste?

Liberio
1039Temía que tus displicentes celos destruyeran el plan que tenía de una oportunidad de descargarnos de culpa ante las damiselas.

Galantodas
1040En eso, la Fortuna nos ha sido amiga más allá de lo esperado. (A las damas) Espero, señoras, que estaréis satisfechas de nuestra inocencia, ahora.

Trudis
1041Bueno, de haber sido hallados culpables de las cartas, estábamos resueltas a falsificar dos contratos con vuestra letra y sobornar a testigos para que juraran.

Ariana
1042Eso habría sido venganza plena; pues sé que habríais creído gran escándalo que se os supusiera inclinación por el matrimonio; igual que para nosotras el tomarnos nuestras libertades sin él mismo.

Galantodas
1043La cosa más probable, señoras, habría sido pretender tan sólo una promesa; de vez en cuando tenemos el valor suficiente como para aventurarnos tanto por una consideración valiosa.

Trudis
1044La verdad es que hidalgos tan experimentados como vuestras mercedes rara vez hipotecan sus personas sin algo con que redimir sus haciendas.

Galantodas
1045Es misericordia haber escapado del daño hasta ahora y probablemente hagamos penitencia por nuestros pecados tan sólo. La mayoría de las familias del mundo son una boda atrasada, lo que hace que tantos jóvenes sean engañados a tomar esposa por pagar las deudas de sus padres. Toda la felicidad que un hidalgo puede desear es vivir en libertad, hasta verse forzado a comprarla de ese modo.

Liberio
1046Señoras, sabéis que no ignoramos las buenas intenciones que albergáis por nosotros; os lo ruego: negociemos un poco.

Trudis
1047Espero que no os encontréis en situación tan desesperada como para tener una buena opinión del matrimonio, ¿no?

Ariana
1048Tan poco sentido tiene el negociar con nosotras cualquier cosa por debajo de eso, como lo es para esas amables damas, que os han correspondido con una valiosa consideración, retaros al cumplimiento de vuestra promesa.

Don Oliverio
1049Bien y ¿cómo, cómo, mi querido Edu, va el asunto entre vuestras mercedes y estas damas? ¿Es posible un acuerdo?

Galantodas
1050A fe, Don Oliverio, que en ello estamos.

Don Oliverio
1051Y no podéis llegar a un acuerdo, os lo aseguro; ellas están a favor de que firméis un arriendo vitalicio, y vuestras mercedes a favor de un alquiler voluntario, ¿no es así, Edu?

Trudis
1052Estos hidalgos han encontrado tan conveniente yacer en alojamientos, que difícilmente se tomarán la molestia de adquirir una casa propia.

Galantodas
1053Una bonita finca en el campo, señora, con una hermosa extensión de tierras y las otras necesidades que van con ello, pueden tentarnos; pero, por una vivienda urbana con una sola y pobre comodidad estamos resueltos a no negociar jamás.

Ruido de música fuera.

Don Oliverio
1054¡Oíd! Mi hermano Alegre ha llegado a casa.

Ariana
1055Ahora, hidalgos, lo mejor es que miréis por vuestros intereses y lleguéis a un acuerdo con nosotras, rápidamente; pues apostaré la vida a que mi tío se ha traído a casa un par de comerciantes frescos que os sobrepujarán.

Entra Don Jocelín con música.

Don Jocelín
1056¡Eh, muchachos! Bailad.
(Canta.)
Un canon y un vaso,
un violín y una moza,
¿Qué más querría tener el hombre honrado?
Al necio templado que lo cuelguen,
que quisiera parecer lo que no es;
yo soy sabio, sólo grave él.

Don Jocelín
1057¿Qué tenemos aquí? ¡Maese Galantodas y Maese Liberio!

Don Oliverio
1058¡Hombre! ¡Ha ocurrido el descubrimiento más bonito y más afortunado, para todas las partes! Todos volvemos a ser buenos amigos.

Don Jocelín
1059Escuchad, hermano Pollaquero, tengo a Doña Rampante. Licencioso y ella están afuera.

Don Oliverio
1060¡Oh, Cielos! Querido hermano Alegre, despídela inmediatamente, mi señora tiene tal aversión por una pícara, que se desmayará con tan sólo verla.

Don Jocelín
1061A fe que me vi forzado. Yo carecía de una amante y, antes que romper mi vieja querencia, vestí a Rampante con un vestido que le compré a Licencioso; pero, dado que aquí hay buena compañía, la despediré. Entra Licencioso. Mi pequeño Licencioso, venid aquí; veis que aquí hay dos poderosas rivales; por lo tanto, por temor a patadas o a un desastre peor, tomad a Rampante con vos y marchaos rápido.

Licencioso
1062Su humilde servidor, señor.

Sale Licencioso.

Galantodas
1063De ahora en adelante podréis ahorraros Este trabajo, Don Jocelín. Maese Liberio y yo hemos jurado ser los humildes galanes de estas damas.

Liberio
1064Espero que tengamos vuestra aprobación, señor.

Don Jocelín
1065Bueno, si tenéis decidido cometer matrimonio, haré venir a un señor canónico que os despachará enseguida.

Liberio
1066No podríais hacer nada mejor.

Galantodas
1067¿Qué pensáis de aceptarnos en la humorada? La consideración puede ser vuestra enemiga, señoras.

Ariana
1068Vamos, hidalgos. Os haré una proposición honesta: puesto que habéis descubierto nuestra inclinación, mi hermana y yo estaremos contentas de admitiros en calidad de servidores.

Trudis
1069Y si, tras meses de experiencia de vuestra buena conducta, pensándolo seriamente, tenéis el valor suficiente como para seguir adelante, aceptaremos el reto y os creeremos hombres de honor.

Don Jocelín
1070Bien dicho a fe, muchachas, ¿es un trato, muchachos?

Galantodas
1071Si el corazón del hombre no es muy engañoso, es muy probable que así sea.

Liberio
1072Un mes es un período tedioso y será una prueba peligrosa para nuestras resoluciones; pero yo espero que no nos arrepentiremos antes del matrimonio, hagamos lo que hagamos después.

Don Jocelín
1073Como están los asuntos entre vos y vuestra señora, hermano Pollaquero? ¿Hay paz por todas partes?

Don Oliverio
1074Perfecta concordia, hombre. Te diré todo lo que ha ocurrido desde que me separé de ti cuando estemos a solas, te hará reír con ganas. ¡Nunca hubo hombre tan feliz con una virtuosa y amante señora!

Don Jocelín
1075Aunque he llevado a Don Oliverio por malos caminos estos dos días, espero que no me excluiréis de la Ley del Olvido, señora.

Madama Pollaquero
1076La cercana relación que tengo con vos y el respeto que sé que tiene Don Oliverio por vos, me hacen olvidar todo lo que ha pasado, señor; pero os ruego que no seáis motivo y ocasión de nuevas transgresiones.

Guardia
1077Espero, Maese Galantodas, dado que mis esfuerzos por serviros han arruinado la opinión que, de mí, tenía mi señora, que intercederéis en pro de una reconciliación.

Galantodas
1078Con la mejor voluntad, Doña Guardia. A fe, señora, pues todo ha resultado tan bien, debéis volver a concederle a vuestra criada vuestro favor.

Madama Pollaquero
1079Su crimen es imperdonable, señor.

Guardia
1080Con las protestas formales, señora, de que las intenciones de estos hidalgos eran honorables; y teniendo razones para pensar que las damiselas no tenían aversión por sus inclinaciones, yo era de la opinión que habría argüido mala natura el no haberles auxiliado en apartar los estorbos que demoraban su dicha.

Don Oliverio
1081Vamos, vamos, muchacha: confiesa cuantas guineas prevalecieron sobre tu fácil natura.

Guardia
1082Diez, con vuestra venia, señor.

Don Oliverio
1083¡Por vida de! ¡Una suma capaz de corromper a un honesto servidor de la república! A fe que debes perdonarla, querida mía.

Madama Pollaquero
1084Si ese es vuestro gusto, Don Oliverio, no puedo sino ser obediente.

Guardia
1085Si Don Oliverio, señora, me pidiera que le mostrara ese oro, todo se podría descubrir.

Madama Pollaquero
1086Si lo hace, te daré diez guineas de mi propio gabinete.

Guardia
1087[aparte] Pues haré que se empeñe en ello. Es adecuado que, yo, que he cargado con toda la culpa, reciba una recompensa razonable por ello.

Galantodas
1088Espero, señora, que no me envidiareis la dicha que voy a disfrutar con vuestra hermosa pariente.

Madama Pollaquero
1089Vuestro ingenio y vuestra bondad, señor, os han servido de perfecta expiación.

Galantodas
1090Os lo ruego, señora, ¿qué asunto habíais con Maese Liberio?

Madama Pollaquero
1091Sólo obligarle a intentar una reconciliación entre vos y Don Oliverio; pues, aunque estaba resuelta a no volver a ver vuestra cara, era la muerte para mí el pensar que vuestra vida corriera peligro.

Guardia
1092¡Qué resultado más milagroso es este, señora!

Madama Pollaquero
1093Eso me ha hecho tan verdaderamente sensible a los peligros a los que una dama con aspiraciones debe exponer, día a día, su honra, que he resuelto dejar a un lado el gran asunto desta Villa y, de ahora en adelante, modestamente confinarme a los humildes afanes de mi propia familia.

Galantodas
1094Es una resolución muy pía, señora; y, para mejor confirmación de ella, os ruego que contratéis a un capellán capaz.

Madama Pollaquero
1095Ciertamente, la Fortuna nunca había sido tan des-agradable con la ambición de una dama.

Don Jocelín
1096Vamos, muchachos, a fe que tendremos un baile antes de ir a la cama. Cuca y Atronada, dadme vuestras manos, para que yo pueda dárselas a estos hidalgos. Un párroco os unirá de aquí a poco y entonces tendréis autoridad para bailar con propósito. Hermano Pollaquero, sacad a vuestra señora. Yo estoy por Doña Guardia.
[Canta.]
Moveremos los pies y los costados,
mi bonita y pequeña dueña
y, cuando estemos cansados,
nos recostaremos y besaremos.
¡Tocad, muchachos!

Bailan.

Galantodas
1097 (a Trudis) Ahora dormiré tan poco sin vos como habría de hacerlo con vos. Señora, la espera me vuelve casi tan inquieto como los celos.

Liberio
1098A fe, despachemos primero este asunto. Pero nunca entendí el placer de aguardar por un plato de carne, cuando un hombre tiene hambre de verdad.

Trudis
1099Tan malo sería casarse así de acalorados como pelear bebidos.

Ariana
1100Y no ser mayor prueba de amor que lo otro es de valor.

Don Jocelín
1101No preocupéis más esas cabecitas. Pues percibo que todos están de acuerdo en el asunto, dejadme solo, para apresurar la ceremonia. Vamos, hidalgos, conducidlas a sus cámaras. Hermano Pollaquero, tened a bien mostrarnos el camino con vuestra señora. ¡Ja, Doña Guardia!
Canta.
Le di a mi amor un verde gabán
en el alegre mes de mayo
y abajo que cayó,
con la misma desvergüenza
que titiritero en una comedia.
¡Eh, muchachos, abridnos el paso, muchachos!

Don Oliverio
1102Dame la mano, mi virtuosa, querida mía; que, de ahora en adelante, aumenten nuestros mutuos amores y, cuando estemos en la cama, firmaremos la paz.

Salen todos.
FIN