Escena I
El comedor de Don Oliverio
Entra Madama Pollaquero, mesa y mantel.
Madama Pollaquero
869No creí que hubiera bebido hasta tal extremo. Si se hubieran matado el uno el otro,
habría sido vengada y liberada de todos mis temores—
Entra Guardia.
Guardia, tu descuido y tus olvidos llegarán a ser mi perdición. De no haber tenido
la suerte de que entraran Don Oliverio y Don Jocelín en el Jardín, se habrían descubierto
las cartas y mi honra entregada en manos de un falsario y de dos jóvenes chanceras.
¿Hablasteis con Maese Liberio sin ser notada en el alboroto?
Guardia
870Lo hice, señora; y me prometió que se desembarazaría Cuanto antes pudiera y que visitaría
a vuestra señoría con todo secreto.
Madama Pollaquero
871Alguna razón tengo para creerle un hombre de honor.
Guardia
872Creo que su aspecto mismo, señora, lo proclama mucho más hidalgo que a Maese Galantodas;
pero, hasta ahora, me resistía a comunicarle a vuestra señoría mi opinión, por temor
a ofender vuestras inclinaciones.
Madama Pollaquero
873Espero, por estos medios, hacerme con estas cartas y así evitar los estorbos que puedan
acarrearle a mi honra.
Guardia
874Me espanta, señora, cuál sería la querella de Don Oliverio con Maese Galantodas.
Madama Pollaquero
875Ya sabéis que tiende a sospechar cuando está bebido; es muy probable que pensara que
Maese Galantodas le hubiera traicionado hoy en El Oso.
Guardia
876Ruego al Cielo que no esté celoso de vuestra señoría, encontrándola fuera de casa
tan inesperadamente; si lo está, tendremos una triste situación a mano al llegar a
casa, señora.
Madama Pollaquero
877Yo misma debería haber percibido eso, Guardia, si su borrachera no le hubiera hecho
enzarzarse neciamente en su disputa. En cuanto esté algo más sobrio, estoy segura
de que su temor le traerá a casa y comparecer ante mí con toda humildad y bondad;
pues siempre, bajo mano, quiere hacer uso de mi interés y discreción para hacer amigos
que le acompañen en estos asuntos o para una obtener una orden que asegure su persona
y su honor.
Guardia
878De verdad que creo que Maese Galantodas habría tenido la vileza de matarlo, si Maese
Liberio y el resto no hubieran interpuesto, civilmente, sus armas.
Madama Pollaquero
879¡No lo permita el Cielo! Aunque es un hombre malvado, estoy obligada, por deber, a
amarle. ¿Dónde fueron mis primas después de que llegamos a casa, Guardia?
Guardia
880Están en la puerta de al lado, señora, riendo y jugando a los naipes, al lu, con la
anciana Madama Amajuventud y sus hijas.
Madama Pollaquero
881Entonces espero que no vengan a casa a interrumpir mis asuntos con Maese Liberio.
(Se oye una aldaba abajo.) ¡Escucha! Alguien llama, puede ser él, baja corriendo.
Guardia
882Volando, señora.
Sale Guardia.
Madama Pollaquero
883Bien, si tiene una verdadera inclinación por mi persona, tendrá una hermosa oportunidad
para revelarlo.
Entran Guardia y Liberio.
Liberio
884Su servidor, señora.
Madama Pollaquero
885¡Oh, Maese Liberio! Este desdichado accidente me ha robado todo mi sosiego; casi me
he vuelto loca pensando en el peligro que corre la vida de mi querido Don Oliverio.
Liberio
886No debéis albergar temor, señora; todo se habrá reconciliado mañana.
Guardia
887No culparíais las aprehensiones de mi señora con tan sólo que conocierais la ternura
de su afecto.
Madama Pollaquero
888Maese Galantodas es un hombre falso y despiadado.
Liberio
889Siempre ha reconocido un gran respeto por vuestra señoría y nunca le he oído que os
mencionara con el más mínimo deshonor.
Madama Pollaquero
890No puede, salvo que injurie a la Verdad. El Cielo conoce mi inocencia: espero que
no le dejarais saber, señor, que veníais aquí.
Liberio
891No merecería la dicha de volver a acompañaros, de haber abusado de este extraordinario
favor, señora.
Madama Pollaquero
892Si algo he hecho inapropiado para mi honra espero que seáis justo, señor, y lo imputéis
a mi miedo. No conozco a hombre más apropiado que vos para acabar esta desdichada
diferencia y, si las lágrimas de una dama y sus oraciones tienen el poder de moveros
a compasión, sé que haréis uso de todos vuestros esfuerzos para guardarme a mi querido
Don Oliverio.
Liberio
893Señora, no os aflijáis tanto; yo empeñaría mi vida porque su vida como su honra estén
ambas seguras.
Madama Pollaquero
894Sois noble de verdad, señor; estaba tan fuera de mí con mis temores que no puedo recordar
muy bien cómo nos separamos en el Jardín de Primavera.
Liberio
895Todos nos dividimos, señora: después de que vuestra señoría y las damiselas os marcharais
juntas. Don Oliverio, Don Jocelín y la compañía con ellos, tomaron un bote y Maese
Galantodas y yo otro.
Madama Pollaquero
896Entonces no habré de temer que vuelvan a encontrarse esta noche.
Liberio
897No, señora. Dejé a Maese Galantodas en su cámara, admirándose de qué es lo que habría
hecho a Don Oliverio desenvainar contra él, desasosegado y echando humo con la trampa
que se nos ha hecho con las cartas hoy.
Madama Pollaquero
898¡Oh! Yo misma casi lo había olvidado. Os aseguro, señor, que esas cartas fueron enviadas
por alguien que no tiene la menor inclinación de enemistarse con vos.
(Se oye una aldaba abajo.) Alguien llama.
Sale Guardia.
Si es Don Oliverio, estoy perdida, él me odiará a muerte, con sólo que sospeche que
uso cualquier medio secreto para impedirle que justifique su reputación de manera
honorable ante el mundo.
Entra Guardia.
Guardia
899¡Oh, señora! Maese Galantodas está abajo en el portal, despidiendo a un cochero. Le
dije que vuestra señoría estaba ocupada, pero no quiso escucharme; y creo que, haga
lo que haga, subirá.
Madama Pollaquero
900No quisiera sospechar de vos, señor.
Liberio
901Le he engañado, señora, sobre mi venida aquí; y tan contrario soy a que me encuentre
aquí, como podéis serlo vos.
Madama Pollaquero
902No dará fe a mi inocente asunto con vos, sino que promoverá nuevo escándalo contra
mi honra y lo hará público por toda la Villa.
Guardia
903Que se meta en el retrete, señora.
Madama Pollaquero
904Presto, señor, presto, os lo impetro. Lo despediré inmediatamente.
[Sale Liberio.]
Entra Galantodas.
Madama Pollaquero
905¡Maese Galantodas! ¿No os ha quedado sentido alguno del honor o de la modestia? Tras
tantas ofensas, venís a mi casa y, sin mi aprobación, groseramente, penetráis así
en mi retiro?
Galantodas
906Os lo ruego, señora, escuchad mi asunto.
Madama Pollaquero
907Tu asunto es perseguir, con malevolencia, mi ruina. Has venido con el bajo designio
de que Don Oliverio te coja aquí y destruir la única dicha que tengo.
Galantodas
908Vengo, señora, a impetrar vuestro perdón por la falta que cometí sin querer; y a saber
de vos la razón de la querella de Don Oliverio para conmigo.
Madama Pollaquero
909¡Tu culpable conciencia es capaz de decirte eso, hombre vano e ingrato!
Galantodas
910Soy inocente, señora, de todo cuanto pueda ofenderle y estoy seguro de que, si quisierais
escucharme, también se disiparía la justicia de vuestra querella.
Madama Pollaquero
911Erráis, señor, si pensáis que recelo de que vayáis al Jardín de Primavera esta noche;
mi querella es la misma con Don Oliverio, y es tan justa, que mereces ser envenenado
por lo que has hecho.
Galantodas
912Os lo ruego, señora, dejadme saber mi falta.
Madama Pollaquero
913Me sonrojo de pensar en ella: Don Oliverio, desde que vinimos de El Oso, ha oído algo
que has dicho, relacionado conmigo; pero, de qué se trataba no me lo ha descubierto.
Lo que él me dijo me bastó para saber que estaba satisfecho de mi inocencia.
Galantodas
914Mera pasión es esta, señora.
Madama Pollaquero
915Esta es la venganza corriente de hombres tan bajos como tú, cuando no pueden compasar
sus fines con sus lenguas venenosas: para hacer añicos la honra de una dama.
Galantodas
916Súbita alteración, señora; hace pocas horas teníais una opinión más amable de mí.
Madama Pollaquero
917No me espanta que te vanaglories de favores a mis espaldas, que tengas la desvergüenza
de avasallarme con amabilidad a la cara. ¿Crees que alguna vez habría pensado bien
de ti, que siempre ha sido tan traidor en tu amistad con Don Oliverio?
Se oye una aldaba.
Entra Guardia.
Guardia
918¡Oh Señora! Aquí está Don Oliverio que ha llegado a casa.
Madama Pollaquero
919¡Oh, Cielos! Ahora me creerá culpable y nos dará muerte a los dos.
Galantodas
920Os lo aseguro, señora: yo defenderé vuestra vida.
Desenvaina.
Madama Pollaquero
921¡Oh! Habrá asesinato, asesinato. Por el amor del Cielo, señor, escondeos en cualquier
rincón.
Galantodas
922Me entraré en el retrete, señora.
Guardia
923Teneos, teneos, señor, de ninguna manera. Sus pipas y su caja de tabaco están allí
y él siempre va a cogerlos.
Madama Pollaquero
924Vuestra malevolencia pronto tendrá su fin. Bien sabe Dios que esa será la fatal consecuencia
de ser hallado aquí.
Guardia
925Señora, que gatee bajo la mesa. El mantel es lo suficientemente largo como para esconderle.
Madama Pollaquero
926¿Tenéis suficiente copia de buena natura como para salvar la vida y la reputación
de una dama?
Galantodas
927Cualquier cosa por serviros, señora.
Va bajo la mesa.
Madama Pollaquero
928
(corriendo al retrete) No os mováis, señor, pase lo que pase.
Galantodas
929A menos de que me saque por las orejas.
Guardia
930Bien! Él cree que mi señora le está hablando.
Entra Don Oliverio.
Madama Pollaquero
931Mi querido Don Oliverio—
Don Oliverio
932Soy indigno de esta amabilidad, señora.
Madama Pollaquero
933Realmente pensaba reprenderos por vuestro mal comportamiento, pero antes no puedo
si no abrazarte, y besarte un poco. Temí no volver a tenerte vivo entre estos brazos
de nuevo.
Don Oliverio
934Vuestra bondad aumenta tanto mi vergüenza que no sé qué decir, señora.
Madama Pollaquero
935Bueno, me alegra tenerte a salvo en casa. Te encerraré con llave arriba en mi cámara,
y no me fiaré ni de que bajes las escaleras hasta que se dé fin a esta querella.
Don Oliverio
936Era tan poco yo mismo; no sabía lo que hacía, de lo contrario no habría expuesto mi
persona a tanto peligro ante tu cara.
Guardia
937Fue un acto cruel, señor, sabiendo el mortal recelo que mi señora tiene por vos.
Madama Pollaquero
938Si Maese Galantodas te hubiera matado, yo estaba resuelta a no sobrevivirte; pero,
antes de morir, bien habría vengado tu muerte.
Don Oliverio
939En cuanto me recompuse un poco no pude descansar hasta venir a casa y darte esta satisfacción:
que no haré nada sin tu consejo y aprobación, querida mía. Yo sé que tu amor hace
que tu vida dependa de la mía y no es razonable que yo, por mi cabeza aturdida la
ponga en peligro, aunque sea para justificación de tu honra. Así Dios me salve, pero
he dejado caer una naranja de la China que me fue recomendada como una de las mejores
de este año. ¡Por vida de! Enciende la candela, Guardia, ha corrido bajo la mesa.
Llaman a la puerta.
Madama Pollaquero
940¡Ah, no me encuentro bien!
Guardia coge la candela, se oyen golpes violentos en la puerta, sale corriendo con
la candela.
Guardia
941¡Oh, Cielos! ¿Quién llamará con tal premura?
Don Oliverio
942¡Pero, Guardia! ¡Vuelve con la candela! ¿Qué locura es esta de dejarnos en la obscuridad,
no encontrándose bien tu señora? ¿Cómo vas, querida mía?
Madama Pollaquero
943Por el amor del Cielo, Don Oliverio, corred tras ella, quitadle la candela de la mano
y enseñadle mejores modales.
Don Oliverio
944Así lo haré, querida mía.
[Sale Don Oliverio.]
Madama Pollaquero
945¿Qué voy a hacer? ¿Hubo alguna vez mujer tan desafortunada en el gobierno de sus asuntos?
Galantodas
946¿Qué será de mí, ahora?
Madama Pollaquero
947Así debe ser, será mejor que confíe mi honra a la merced de ellos dos, que ser delatada
a mi marido: Maese Galantodas, dadme vuestra mano, rápido, os lo ruego.
Galantodas
948Aquí, aquí, Señora, ¿qué hacer ahora?
Madama Pollaquero
949Os meteré en el retrete, señor.
Galantodas
950Vendrá a por su caja de tabaco y sus pipas.
Madama Pollaquero
951No tengáis temor por eso, señor.
Liberio
952
(desde la puerta del retrete) Ahora seré descubierto. Que la peste se lleve vuestra honorable intriga. Así estuviera
a salvo en el burdel de Gifford.
Madama Pollaquero
953Aquí, aquí, señor, ésta es la puerta. Sintáis lo que sintáis, no os asustéis; pues,
si hacéis el menor ruido, destruiréis la vida y más aun la honra de una desdichada
dama.
Galantodas
954Sea, sea. Si tenéis ocasión de remover de nuevo hacedlo sin ceremonias, señora.
[Sale Galantodas]
Entran Don Oliverio, Guardia, Ariana, Trudis.
Don Oliverio
955Aquí está la candela, ¿cómo te encuentras, querida mía?
Madama Pollaquero
956No podía imaginarme, Guardia, que tuvierais tan mala crianza como para salir corriendo
y dejar a vuestro amo y a mí a obscuras.
Guardia
957Pensé que habría otra candela en la mesa, señora.
Madama Pollaquero
958¡Buena cosa! ¡Pensasteis! Siempre estáis excusando vuestros descuidos; otra falta
así…
Don Oliverio
959Te lo ruego, querida mía, perdónala.
Madama Pollaquero
960La verdad es que no debería estar muy enfadada con ella en estos momentos. Es una
criatura de buena natura; estaba tan asustada por el temor al daño que te pudo acontecer
en el Jardín de Primavera, que creo verdaderamente que apenas sabe, todavía, lo que
está haciendo.
Don Oliverio
961Prende la candela, Guardia, para que pueda buscar mi naranja.
Madama Pollaquero
962Habéis estado en casa de su señoría Amajuventud, primas, según he oído.
Ariana
963Así es, señora.
Trudis
964Nos encargó que os presentáramos sus saludos.
Don Oliverio
965Bueno, aquí está, querida mía, la he traído a casa, a propósito, para ti.
Madama Pollaquero
966En verdad que es una naranja preciosa, gracias, querido mío. Estoy tan descompuesta
con el susto que he tenido que desearía reposar.
Don Oliverio
967Hazte con una candela, Guardia. ¿Iréis a la cama, querida mía?
Madama Pollaquero
968Con todo mi corazón, Don Oliverio: es tarde. Primas, sería mejor que os retirarais
a vuestra cámara también.
Trudis
969No tardaremos mucho, señora.
Don Oliverio
970Vamos, querida mía.
Madama Pollaquero
971Buenas noches, primas.
Trudis y Ariana
972Su servidora, señora.
Salen Don Oliverio, Madama Pollaquero y Guardia.
Ariana
973No puedo dejar de pensar en esas cartas, hermana.
Trudis
974Es decir que no podéis de dejar de pensar en Maese Liberio, hermana. Percibo que os
da vueltas en la cabeza como lo hace un vestido nuevo en el campo la noche antes de
que tenga que llegar de Londres.
Ariana
975No hace falta que habléis, pues estoy segura que las pérdidas de un jugador desafortunado
no le ocupan más su meditación, que Maese Galantodas la vuestra.
Trudis
976Ha hecho una leve impresión en mi memoria, lo confieso; pero espero que en una noche
desaparezca, como ocurre con el ruido de un violín después de un baile.
Ariana
977El amor, como algunas manchas, desaparece a solas, lo sé; pero no en tan poco tiempo
como decís, hermana.
Trudis
978No puede durar más que una mancha de moras como mucho; con la temporada siguiente
se ha ido, y seguro que mi corazón no puede seguir mucho tiempo sin fruto.
Ariana
979Bueno, no puedo creer que hubieran falsificado estas cartas. ¿Con qué fin lo habrían
hecho?
Trudis
980Eso lo podéis adivinar fácilmente; pero se me antoja que tomaron un camino muy prepóstero
para acompasarlo.
Ariana
981Parece más la malicia o los celos de una mujer que el plan de dos hombres discretos.
Trudis
982¿Y si resultara ser una treta de su señoría, que está haciendo de hipócrita amante,
arriba, con su querido Don Oliverio?
Ariana
983¡Cuán malhadamente fuimos interrumpidas, cuando iban a enseñarnos la letra!
Trudis
984Eso podía haberlo descubierto todo: tengo una sospechita de que ha habido una pequeña
familiaridad entre su señoría y Maese Galantodas.
Ariana
985El encontrarlos juntos en la Lonja y varios incidentes que observé en El Oso, me han
hecho casi tener la misma opinión.
Trudis
986En tanto, yo diría que la continuación della es más el deseo de ella, que la inclinación
de él: lo que me hace desconfiar más de él es que ella supiera que habíamos acordado
un encuentro.
Ariana
987Si estuviera celosa de Maese Galantodas, ella no estaría celosa también de Maese Liberio;
ambos pretenden haber recibido cartas.
Trudis
988Hay algo más en todo ello de lo que somos capaces de imaginar; El tiempo lo resolverá,
espero, para provecho de los hidalgos.
Ariana
989Que me complacería; pues creo que si nos dieran una causa justa, nos sería ardua tarea
odiarlos.
Trudis
990¡Cómo me encanta la canción que aprendí el otro día, después de verlos en el Jardín
de las Moreras!
Canta.
Con poco o ningún propósito pasaba los días,
recorriendo el Parque, la Lonja, y las comedias;
pues hasta ahora nunca, en mis recorridos, tuve
la suerte de topar con el hombre que podía amar.
¡Oh, cómo me place pensar en este hombre,
que encuentro que he de amar, haga yo lo que haga!
Cuanto tiempo habré de amarlo, no sabré decir.
Como si de unas fiebres saber cuándo me repondré.
Mi pasión me matará antes de que lo desvele,
y, en tanto, daría el mundo porque él lo supiera.
Pero, oh, como suspiro, cuando pienso
que debería galantearme, no puedo negar
que lo que sé me desharía.
Ariana
991Vergüenza, hermana, qué descocada que eres.
Trudis
992Detesto disimular cuando no es necesario. Sería tan afectado mostrarnos reservadas
ahora que estamos a solas, como que una actriz conservara su personaje en el vestuario.
Ariana
993Te lo ruego, canta una buena canción.
Trudis
994Te place ahora una copla melancólica, compuesta por algún amoroso currutaco que jura
en toda compañía que ama tanto a su amante que no le haría ofensa si estuviera dispuesta
a otorgarle el favor; y puede que lo sea lo bastante necio para creer que la honraría
de mantener su juramento.
Ariana
995Bien, te traeré tu guitarra del retrete, para sacarte de este tema.
Trudis
996Preferiría ser monja que amante según tu medida. La devoción es incapaz de volverme
la mitad de seria de lo que el amor te ha vuelto ya.
Ariana abre el retrete, Galantodas y Liberio salen.
Galantodas
997¡Ja! Liberio! ¿Es este tu asunto con un abogado? ¡He aquí un nuevo descubrimiento,
a fe!
Ellas chillan y salen corriendo.
Liberio
998Tranquilo, hombre. Satisfaré tus celos más tarde. Pues hemos hecho este descubrimiento
afortunado atendamos los asuntos presentes.
Galantodas y Liberio cogen a las damas y las traen de vuelta.
Galantodas
999Bien, señoras, ahora que os hemos cogido no hay escape hasta que alcancemos un recto
entendimiento.
Entran Madama Pollaquero y Don Oliverio y Guardia.
Liberio
1000Vamos, no os sonrojéis nunca, somos tan amorosos de vuestros corazones como podéis
ser vos mismas, os lo aseguro.
Galantodas
1001De no haber sido nuestra buena fortuna haber sido escondidos aquí, habríais tenido
la mala natura de disimular con nosotros al menos quince días más.
Madama Pollaquero
1002¿Qué es lo que pasa aquí? ¿Estáis locas, primas? ¡Dios me valga!, ¡¿Maese Galantodas
y Maese Liberio, en nuestra casa, a deshoras?!
Don Oliverio
1003Tráeme el montante, Guardia. Apuesto la vida a que Galantodas ha estado tentando la
honra de estas damiselas.
Madama Pollaquero
1004¡Oh, querido mío!
Lo sujeta.
Trudis
1005Estábamos medio locas, por el miedo. Mi hermana fue a sacar mi guitarra del retrete
y los encontró a los dos, encerrados, dentro.
Madama Pollaquero
1006Vamos, vamos, no os va a servir el cuento. Me temo un plan secreto para conducirlos
a vuestra cámara. Pues bien: yo no voy a seguir tolerando esto en mi familia, querido:
Don Jocelín se llevará a estas muchachas mañana.
Liberio
1007Ofendéis a las damiselas, señora; su sorpresa muestra su inocencia.
Galantodas
1008Si hay que culpar a alguien, es a Doña Guardia.
Guardia
1009¿Qué queréis decir, señor? Bien sabe Dios que yo no sabía nada de su presencia aquí—
Galantodas
1010Vamos, vamos, Doña Guardia, no necesitáis avergonzaros por reconocer que le habéis
hecho, a un par de jóvenes hidalgos, tan buen servicio.
Guardia
1011No penséis usar de vuestras tretas conmigo, señor.
Galantodas
1012Habiendo entendido Doña Guardia, señora, que estas damiselas muy probablemente se
sentarían a hablar en el comedor, una hora antes de irse a la cama, de los accidentes
del día e impacientes por saber si el desafortunado asunto en el Jardín de Primavera
con las cartas había destruido por completo nuestras esperanzas de ganarnos su estima,
a cambio de una pequeña cantidad de dinero, Maese Liberio y yo logramos el favor de
que nos encerrara donde pudiéramos escuchar su conversación.
Madama Pollaquero
1013¿Es esto verdad, Guardia?
Guardia
1014Humildemente ruego vuestro perdón, señora.
Madama Pollaquero
1015No está segura la honra de una dama que mantiene a una criada tan sujeta a corrupción;
la despediré de mi servicio por esto.
Don Oliverio
1016(aparte) ¡Bien! Sospechaba que sus asuntos hubieran sido con mi señora, al principio.
Madama Pollaquero
1017[aparte] Ahora volveremos a la concordia por resolver esto tan espléndidamente.
Don Oliverio
1018Escuchad, querida mía, ¿habré de prohibirle mi casa a Maese Galantodas?
Madama Pollaquero
1019Oh, bajo ningún concepto querido mío. Se me había olvidado decirte, desde que te informé
de ese asunto que había estado conversando con Madama Amajuventud y que ella me echó
infinitamente en cara habértelo hecho saber y se rio portentosamente de mí, diciendo
que Maese Galantodas no tenía voluntad de ofenderte; y me dijo que tan sólo se trataba
de la inocente galantería, a la que su educación francesa le había acostumbrado.
Don Oliverio
1020A fe que tiendo a creérmelo, pues, por mi conciencia, que es un individuo muy honrado.
Edu Galantodas ¿cómo diablos llegamos al zas, zas, zas tú y yo en el Jardín de Primavera?
Galantodas
1021Vos mismo sois quien mejor podéis resolverlo, Don Oliverio.
Don Oliverio
1022Pues que el Diablo se me lleve si albergaba la más mínima malevolencia hacía tí— Te
lo ruego, démosnos un abrazo y un beso, seamos tan buenos amigos como siempre fuimos,
querido bribón
Galantodas
1023Soy tan razonable, Don Oliverio, que no pediré otra satisfacción de la ofensa que
me habéis hecho.
Liberio
1024He aquí la carta, señora.
Ariana
1025Hermana, fíjate, ¿conoces la letra?
Trudis
1026Es la de Guardia.
Madama Pollaquero
1027¡Oh, Cielos! Aún veré mi ruina.
Trudis
1028Ella ha sido la urdidora de todo este enredo.
Galantodas
1029No. Le otorgáis demasiado peso en todo esto. Ella sólo fue la secretaria de su señoría
os lo aseguro; ella nos ha revelado la trama entera.
Guardia
1030¿Qué quiere decir?
Madama Pollaquero
1031¿Me delatará al final?
Galantodas
1032Su señoría, siendo, por natura, severamente virtuosa, ofendida, al parecer, por la
inocente libertad que os tomáis de salir por ahí a solas, con tierno recelo por vuestras
reputaciones, hizo falsificar estas cartas, con la esperanza de asustaros hasta el
punto de recato que merezca su aprobación.
Madama Pollaquero
1033(aparte) Esto casi ha redimido mi opinión de su honor. Primas, la poca consideración que teníais del consejo que os di es lo que me lleva
a este asunto.
Trudis
1034Os lo ruego, señora, ¿qué es lo que Doña Gaceta os dijo de nosotras?
Madama Pollaquero
1035Nada, nada, primas: lo que os dije de Maese Galantodas fue mera invención, para poder
llevar a cabo mejor mi plan por el bien vuestro.
Galantodas
1036¡Liberio! Te lo ruego, dime, ¿qué te trajo hasta aquí?
Liberio
1037Una amable invitación de su señoría.
Galantodas
1038¿Por qué me lo escondiste?
Liberio
1039Temía que tus displicentes celos destruyeran el plan que tenía de una oportunidad
de descargarnos de culpa ante las damiselas.
Galantodas
1040En eso, la Fortuna nos ha sido amiga más allá de lo esperado.
(A las damas) Espero, señoras, que estaréis satisfechas de nuestra inocencia, ahora.
Trudis
1041Bueno, de haber sido hallados culpables de las cartas, estábamos resueltas a falsificar
dos contratos con vuestra letra y sobornar a testigos para que juraran.
Ariana
1042Eso habría sido venganza plena; pues sé que habríais creído gran escándalo que se
os supusiera inclinación por el matrimonio; igual que para nosotras el tomarnos nuestras
libertades sin él mismo.
Galantodas
1043La cosa más probable, señoras, habría sido pretender tan sólo una promesa; de vez
en cuando tenemos el valor suficiente como para aventurarnos tanto por una consideración
valiosa.
Trudis
1044La verdad es que hidalgos tan experimentados como vuestras mercedes rara vez hipotecan
sus personas sin algo con que redimir sus haciendas.
Galantodas
1045Es misericordia haber escapado del daño hasta ahora y probablemente hagamos penitencia
por nuestros pecados tan sólo. La mayoría de las familias del mundo son una boda atrasada,
lo que hace que tantos jóvenes sean engañados a tomar esposa por pagar las deudas
de sus padres. Toda la felicidad que un hidalgo puede desear es vivir en libertad,
hasta verse forzado a comprarla de ese modo.
Liberio
1046Señoras, sabéis que no ignoramos las buenas intenciones que albergáis por nosotros;
os lo ruego: negociemos un poco.
Trudis
1047Espero que no os encontréis en situación tan desesperada como para tener una buena
opinión del matrimonio, ¿no?
Ariana
1048Tan poco sentido tiene el negociar con nosotras cualquier cosa por debajo de eso,
como lo es para esas amables damas, que os han correspondido con una valiosa consideración,
retaros al cumplimiento de vuestra promesa.
Don Oliverio
1049Bien y ¿cómo, cómo, mi querido Edu, va el asunto entre vuestras mercedes y estas damas?
¿Es posible un acuerdo?
Galantodas
1050A fe, Don Oliverio, que en ello estamos.
Don Oliverio
1051Y no podéis llegar a un acuerdo, os lo aseguro; ellas están a favor de que firméis
un arriendo vitalicio, y vuestras mercedes a favor de un alquiler voluntario, ¿no
es así, Edu?
Trudis
1052Estos hidalgos han encontrado tan conveniente yacer en alojamientos, que difícilmente
se tomarán la molestia de adquirir una casa propia.
Galantodas
1053Una bonita finca en el campo, señora, con una hermosa extensión de tierras y las otras
necesidades que van con ello, pueden tentarnos; pero, por una vivienda urbana con
una sola y pobre comodidad estamos resueltos a no negociar jamás.
Ruido de música fuera.
Don Oliverio
1054¡Oíd! Mi hermano Alegre ha llegado a casa.
Ariana
1055Ahora, hidalgos, lo mejor es que miréis por vuestros intereses y lleguéis a un acuerdo
con nosotras, rápidamente; pues apostaré la vida a que mi tío se ha traído a casa
un par de comerciantes frescos que os sobrepujarán.
Entra Don Jocelín con música.
Don Jocelín
1056¡Eh, muchachos! Bailad.
(Canta.)
Un canon y un vaso,
un violín y una moza,
¿Qué más querría tener el hombre honrado?
Al necio templado que lo cuelguen,
que quisiera parecer lo que no es;
yo soy sabio, sólo grave él.
Don Jocelín
1057¿Qué tenemos aquí? ¡Maese Galantodas y Maese Liberio!
Don Oliverio
1058¡Hombre! ¡Ha ocurrido el descubrimiento más bonito y más afortunado, para todas las
partes! Todos volvemos a ser buenos amigos.
Don Jocelín
1059Escuchad, hermano Pollaquero, tengo a Doña Rampante. Licencioso y ella están afuera.
Don Oliverio
1060¡Oh, Cielos! Querido hermano Alegre, despídela inmediatamente, mi señora tiene tal
aversión por una pícara, que se desmayará con tan sólo verla.
Don Jocelín
1061A fe que me vi forzado. Yo carecía de una amante y, antes que romper mi vieja querencia,
vestí a Rampante con un vestido que le compré a Licencioso; pero, dado que aquí hay
buena compañía, la despediré.
Entra Licencioso.
Mi pequeño Licencioso, venid aquí; veis que aquí hay dos poderosas rivales; por lo
tanto, por temor a patadas o a un desastre peor, tomad a Rampante con vos y marchaos
rápido.
Licencioso
1062Su humilde servidor, señor.
Sale Licencioso.
Galantodas
1063De ahora en adelante podréis ahorraros Este trabajo, Don Jocelín. Maese Liberio y
yo hemos jurado ser los humildes galanes de estas damas.
Liberio
1064Espero que tengamos vuestra aprobación, señor.
Don Jocelín
1065Bueno, si tenéis decidido cometer matrimonio, haré venir a un señor canónico que os
despachará enseguida.
Liberio
1066No podríais hacer nada mejor.
Galantodas
1067¿Qué pensáis de aceptarnos en la humorada? La consideración puede ser vuestra enemiga,
señoras.
Ariana
1068Vamos, hidalgos. Os haré una proposición honesta: puesto que habéis descubierto nuestra
inclinación, mi hermana y yo estaremos contentas de admitiros en calidad de servidores.
Trudis
1069Y si, tras meses de experiencia de vuestra buena conducta, pensándolo seriamente,
tenéis el valor suficiente como para seguir adelante, aceptaremos el reto y os creeremos
hombres de honor.
Don Jocelín
1070Bien dicho a fe, muchachas, ¿es un trato, muchachos?
Galantodas
1071Si el corazón del hombre no es muy engañoso, es muy probable que así sea.
Liberio
1072Un mes es un período tedioso y será una prueba peligrosa para nuestras resoluciones;
pero yo espero que no nos arrepentiremos antes del matrimonio, hagamos lo que hagamos
después.
Don Jocelín
1073Como están los asuntos entre vos y vuestra señora, hermano Pollaquero? ¿Hay paz por
todas partes?
Don Oliverio
1074Perfecta concordia, hombre. Te diré todo lo que ha ocurrido desde que me separé de
ti cuando estemos a solas, te hará reír con ganas. ¡Nunca hubo hombre tan feliz con
una virtuosa y amante señora!
Don Jocelín
1075Aunque he llevado a Don Oliverio por malos caminos estos dos días, espero que no me
excluiréis de la Ley del Olvido, señora.
Madama Pollaquero
1076La cercana relación que tengo con vos y el respeto que sé que tiene Don Oliverio por
vos, me hacen olvidar todo lo que ha pasado, señor; pero os ruego que no seáis motivo
y ocasión de nuevas transgresiones.
Guardia
1077Espero, Maese Galantodas, dado que mis esfuerzos por serviros han arruinado la opinión
que, de mí, tenía mi señora, que intercederéis en pro de una reconciliación.
Galantodas
1078Con la mejor voluntad, Doña Guardia. A fe, señora, pues todo ha resultado tan bien,
debéis volver a concederle a vuestra criada vuestro favor.
Madama Pollaquero
1079Su crimen es imperdonable, señor.
Guardia
1080Con las protestas formales, señora, de que las intenciones de estos hidalgos eran
honorables; y teniendo razones para pensar que las damiselas no tenían aversión por
sus inclinaciones, yo era de la opinión que habría argüido mala natura el no haberles
auxiliado en apartar los estorbos que demoraban su dicha.
Don Oliverio
1081Vamos, vamos, muchacha: confiesa cuantas guineas prevalecieron sobre tu fácil natura.
Guardia
1082Diez, con vuestra venia, señor.
Don Oliverio
1083¡Por vida de! ¡Una suma capaz de corromper a un honesto servidor de la república!
A fe que debes perdonarla, querida mía.
Madama Pollaquero
1084Si ese es vuestro gusto, Don Oliverio, no puedo sino ser obediente.
Guardia
1085Si Don Oliverio, señora, me pidiera que le mostrara ese oro, todo se podría descubrir.
Madama Pollaquero
1086Si lo hace, te daré diez guineas de mi propio gabinete.
Guardia
1087[aparte] Pues haré que se empeñe en ello. Es adecuado que, yo, que he cargado con toda la culpa,
reciba una recompensa razonable por ello.
Galantodas
1088Espero, señora, que no me envidiareis la dicha que voy a disfrutar con vuestra hermosa
pariente.
Madama Pollaquero
1089Vuestro ingenio y vuestra bondad, señor, os han servido de perfecta expiación.
Galantodas
1090Os lo ruego, señora, ¿qué asunto habíais con Maese Liberio?
Madama Pollaquero
1091Sólo obligarle a intentar una reconciliación entre vos y Don Oliverio; pues, aunque
estaba resuelta a no volver a ver vuestra cara, era la muerte para mí el pensar que
vuestra vida corriera peligro.
Guardia
1092¡Qué resultado más milagroso es este, señora!
Madama Pollaquero
1093Eso me ha hecho tan verdaderamente sensible a los peligros a los que una dama con
aspiraciones debe exponer, día a día, su honra, que he resuelto dejar a un lado el
gran asunto desta Villa y, de ahora en adelante, modestamente confinarme a los humildes
afanes de mi propia familia.
Galantodas
1094Es una resolución muy pía, señora; y, para mejor confirmación de ella, os ruego que
contratéis a un capellán capaz.
Madama Pollaquero
1095Ciertamente, la Fortuna nunca había sido tan des-agradable con la ambición de una
dama.
Don Jocelín
1096Vamos, muchachos, a fe que tendremos un baile antes de ir a la cama. Cuca y Atronada,
dadme vuestras manos, para que yo pueda dárselas a estos hidalgos. Un párroco os unirá
de aquí a poco y entonces tendréis autoridad para bailar con propósito. Hermano Pollaquero,
sacad a vuestra señora. Yo estoy por Doña Guardia.
[Canta.]
Moveremos los pies y los costados,
mi bonita y pequeña dueña
y, cuando estemos cansados,
nos recostaremos y besaremos.
¡Tocad, muchachos!
Bailan.
Galantodas
1097
(a Trudis) Ahora dormiré tan poco sin vos como habría de hacerlo con vos. Señora, la espera me
vuelve casi tan inquieto como los celos.
Liberio
1098A fe, despachemos primero este asunto. Pero nunca entendí el placer de aguardar por
un plato de carne, cuando un hombre tiene hambre de verdad.
Trudis
1099Tan malo sería casarse así de acalorados como pelear bebidos.
Ariana
1100Y no ser mayor prueba de amor que lo otro es de valor.
Don Jocelín
1101No preocupéis más esas cabecitas. Pues percibo que todos están de acuerdo en el asunto,
dejadme solo, para apresurar la ceremonia. Vamos, hidalgos, conducidlas a sus cámaras.
Hermano Pollaquero, tened a bien mostrarnos el camino con vuestra señora. ¡Ja, Doña
Guardia!
Canta.
Le di a mi amor un verde gabán
en el alegre mes de mayo
y abajo que cayó,
con la misma desvergüenza
que titiritero en una comedia.
¡Eh, muchachos, abridnos el paso, muchachos!
Don Oliverio
1102Dame la mano, mi virtuosa, querida mía; que, de ahora en adelante, aumenten nuestros
mutuos amores y, cuando estemos en la cama, firmaremos la paz.
Salen todos.
FIN