John Marston, The Malcontent

El malcontento





Texto utilizado para esta edición digital:
Marston, John. El malcontento. Traducido por Sonia Sofía Perelló Pizagos, para la colección EMOTHE. Valencia: ARTELOPE Universitat de València, 2019.
Adaptación digital para EMOTHE:
  • Tronch Pérez, Jesus

Esta edición digital ha recibido el apoyo del proyecto GVAICO2016-094, financiado por Generalitat Valenciana (2016-2017).

__________________________________________________



EL MALCONTENTO


BENIAMINO IONSONIO, POETAE ELEGANTISSIMO, GRAVISSIMO,
AMICO SVO, CANDIDO ET CORDATO, IOHANNES MARTSON, MVSARVM ALVMNVS,
ASPERA HANC SUAM THALIAM D.D.


Al lector

Sine aliqua dementia nullus Phoebus
J.M.


Dramatis Personӕ

GIOVANNI ALTOFRONTO anterior duque de Génova y ahora disfrazado como MALÉVOLE
PIETRO JACOMO duque de Génova
MENDOZA favorito de la duquesa, esposa de Pietro Jacomo
CELSO amigo de Altofronto
BILIOSO un viejo mariscal colérico
PREPASSO ujier de la corte
FERNEZE un joven cortesano, enamorado de la duquesa [Aurelia]
FERRARDO un favorito del duque Pietro Jacomo
EQUATO un cortesano
GUERRINO un cortesano
AURELIA esposa del duque Pietro Jacomo
MARÍA esposa del duque de Altofronto
EMILIA dama de cámara de Aurelia
BIANCA dama de cámara de Aurelia
MAQUERELLE una vieja alcahueta
PASSARELLO bufón de Bilioso
CAPITÁN en la ciudadela
MERCURIO en el baile de máscaras
PETICIONARIOS
PAJES
GUARDIAS
WILLIAM SLY }
JOHN SINKLO }
RICHARD BURBAGE } Miembros de la compañía His Majesty's Servants en la Introducción
HENRY CONDELL }
JOHN LOWIN }
UN UTILLERO }

INTRODUCCIÓN A EL MALCONTENTO

Y adiciones representadas por The King’s Majesty’s Servants.
De John Webster
Entra Will Sly, seguido de un Utilero que lleva un taburete.

UTILERO
1Señor, los caballeros se enfadarán si se sienta usted aquí.

SLY
2¿Por qué? En la sala cerrada podemos sentarnos en el escenario. 3No me tomarás por un cualquiera, ¿verdad? 4¿Te crees que me asusta un abucheo? Por mi vida que me tomas 5por uno de los actores.

UTILERO
6No, señor.

SLY
7Por Dios que si lo llegas a hacer no te hubiera dado más 8de seis peniques por la banqueta. Que se sienten en la galería 9aquellos de traje rancio. ¡Silbidos a mí! Aquél de quien se burlan 10en la puerta de una taberna rara vez comerá bien o beberá 11hasta hartarse en buena compañía. ¿Dónde están Harry Condell, 12Dick Burbage y Will Sly? Déjame hablar con alguno.

UTILERO
13Si os place entrar, señor, podéis hacerlo.

SLY
14Pues mira, no. Que yo he visto esta obra varias veces, y 15podría explicarles cómo interpretarla. Tengo casi todos 16los chistes aquí en mi cuadernillo.

Entra Sinklo.

SINKLO
17¡Salud, amigo!

SLY
18Ah, venid, amigo, sentaos aquí entre mis piernas.

SINKLO
19No, hombre, o el público me tomará por una 20viola da gamba y pensará que me tocáis.

SLY
21No, más bien que os trabajo, amigo.

SINKLO
22Anoche os esperábamos en casa de mi primo 23Honeymoon, el tratante de lanas. Tras la cena echamos pajas 24por veinte albaricoques, la paja más larga se saca un albaricoque. 25Por mi vida que fue Doña Frank Honeymoon quien tuvo la suerte 26de sacar la paja más larga: que medí yo las de las señoras. 27¿Qué hay, amigo?

Entran Dick Burbage, Harry Condell, John Lowin.

SLY
28Los actores, ¡salud!

BURBAGE
29Sed bienvenidos.

SLY
30Dejadme que os presente a este caballero, mi primo. El hijo 31del señor Doomsday, el usurero.

CONDELL
32Os lo ruego, señor, cubríos.

SLY
33No, por ventura, estoy cómodo así. Fijaos, mi sombrero 34es el asa de este abanico. Carajo, qué bestia soy, no haberme 35dejado la pluma en casa. Bueno, pues ya me encargaré de vos.

Se guarda la pluma en el bolsillo.

BURBAGE
36¿Por qué os escondéis la pluma, señor?

SLY
37¿Por qué? ¿Pensáis que quiero ser el hazmerreír de la obra, 38objeto de toda burla? Esta obra ha sacudido las plumas de 39cuantos gallardos hubo: Blackfriars ha sido la ruina de las plumas 40de Blackfriars.

SINKLO
41Caray, ya decía yo que por algo las señoras de mi casa 42me aconsejaron llevar la pluma al teatro. Aún así me sabe mal 43arruinarla.

SLY
44¿Por qué, primo?

SINKLO
45Porque la encontré en el campo de justas. Casi me parte 46la mollera un heraldo por cogerla, pero la he paseado por todo el 47Strand y cuarenta veces me lo he cruzado, y aún así no se atreve a 48retarme.

SLY
49¿Lo oís, señor? Obra amarga es esta obra.

CONDELL
50Sabed, señor, que ni es sátira ni moraleja, sino un mero pasaje 51de una historia. Mas hay una suerte de criaturas descontentas 52y obtusa envidia hacia los más grandes, capaces de retorcer 53la labor de cualquier hombre de la forma más vil y maliciosa 54para ajustarla a su lectura. Mas puesta su interpretación a prueba, 55como el mico tití se clavan los dientes en su propia cola.

SLY
56No iré con vos tan lejos, pero os digo: cualquiera con 57algo de ingenio que pague los doce peniques del palco 58la puede juzgar. Y lo digo otra vez: es una obra amarga.

BURBAGE
59Caballero, sois como el patrón que al conceder un favor al 60estudiante pobre le ordena no criticar nada que caiga dentro 61del confín de su sinrazón. ¿Por qué no disfrutar de la antigua 62libertad que da la poesía? ¿Debemos acaso quejarnos a las damas 63por sus afeites, que hacen ángeles de ellas? ¿O al joven cortés 64de que su gasto en el burdel le hace ganarse una reputación? No, esos 65vicios que la ley no castiga han de curarse como se cura un sarpullido: 66echándoles tinta. ¿Algo más que os contente, señor?

SLY
67Pues sí, me contenta saber cómo os hicisteis con esta obra.

CONDELL
68Cierto, caballero, el texto se ha perdido. Y puesto que era 69una pena que tan buena pieza se perdiera, la encontramos 70y la representamos.

SLY
71Me sorprende, pues hay otra compañía que ha puesto 72interés en ella.

CONDELL
73¿Y por qué no Malévole en folio con nos, como Jerónimo en 74décimo-sexto con otros? El nombre de nuestra pieza nos lo han 75enseñado ellos. La llamamos Una por otra.

SLY
76¿Qué habéis añadido?

BURBAGE
77En verdad, nada que fuera necesario. Cual ensalada 78al festín, por entretener un rato más y abreviar 79la rara costumbre de la música en nuestro teatro. Debo 80dejaros.

Sale.

SINKLO
81¿Interpreta él al Malcontento?

CONDELL
82Así es, señor.

SINKLO
83Apostaría mis cuatro orejas a que no es tan buena como 84cuando otros actuaban en ella.

CONDELL
85Oh, no, hombre, nada, ad Parmenonis suem.p

LOWIN
86¿Habéis perdido las orejas, que sois tan pródigo en 87apostarlas?

SINKLO
88¿Por qué preguntáis, amigo?

LOWIN
89Veréis, señor, porque he oído hablar de un tipo que apostaba 90más de cien libras cuando su apuesta no valía ni cinco céntimos. 91Y de este modo podéis arriesgar cuatro de vuestros codos, 92¡mas Dios no quiera que haya tantos en vuestro abrigo!

SINKLO
93No, cierto que no soy yo buen juez, y eso que en una ocasión 94pude haber sido del Colegio de Críticos. Aquí mi primo 95tiene una memoria excelente, señor.

SLY
96¿Quién? ¿Yo? He aquí algo extraño de mí mismo. Y he de 97deciros que, para no haber estudiado jamás el arte de la memoria, 98es más que extraño.

CONDELL
99¿El qué, señor?

SLY
100Pues que apuesto cien libras a que voy una sola vez a Cheapside 101por la calle de los joyeros, echo un ojo a los carteles, 102y os lo cuento todo en un suspiro.

LOWIN
103Sí que es extraño.

SLY
104Empiezan como lo hizo el mundo, con Eva y Adán. Hay en 105total cincuenta y cinco. Normalmente también medito mucho 106cuando vengo al teatro. ¿Qué creéis que puede venirle a uno 107a la cabeza, con toda esta compañía?

CONDELL
108Lo desconozco, señor.

SLY
109He aquí una idea excelente: si cincuenta de los griegos 110apiñados en la panza del caballo hubieran comido ajo, 111¿no creéis que los troyanos se habrían olido la villanía?

CONDELL
112Muy probablemente.

SLY
113Por Dios, ojalá lo hubieran hecho, pues adoro a Héctor 114horriblemente.

SINKLO
115¡Ah, mas… primo, primo! 116“Alejandro Magno, cuando llegó a la tumba de Aquiles, 117dijo con voz poderosa: ‘¡Oh tú, tres veces bendito y 118feliz!’”

SLY
119Alejandro era un burro por hablar tan bien de tan sucio truhan.

LOWIN
120Caballero, ¿podéis salir del escenario? Os acompaño 121a un palco privado.

SLY
122Vamos, primo, por un poco de tabaco. ¿No tienen nunca 123un prólogo?

LOWIN
124Nunca, señor.

SLY
125Déjeme ver, que improvisaré uno. Acercaos a ellos y, 126esgrimiendo una reverencia con brazos y piernas, sed claros 127con todos: 128"Caballeros, por el bien de las damas les deseo tengan todos 129muy rechonchas almohadillas. Y señoras, por el bien de los caballeros 130les deseo tengan todas sitio firme donde apoyarse. 131¿Y qué otra cosa iban a querer ahora, más que la obra?" 132Y eso, inmediatamente, es lo que habrán de tener.

Salen.

EL MALCONTENTO

Vexat censura columbas.
Una oda imperfecta, al ser solo una estrofa recitada por el

PRÓLOGO
133
Retorcer la opinión inerme hasta sacarle un sesgo
134
es el burdo oficio de la Impudencia vil:
135
sin modestia se propaga ya la censura,
136
infestándolo todo.
137
Nunca sea tan casta la inocencia;
138
mas al final
139
se la mancilla
140
con argucias sutiles.
141
Oh alma pura,
142
domina
143
con brazo hercúleo
144
esta ofensa;
145
y enseña a todos cuán libre aún es la pluma
146
que ha de escribir del bufón, ¡a la vez que del hombre!


[I.i]

Se oye una música de lo más vilmente desafinada. Entran Bilioso y Prepasso.

BILIOSO
1¡Pero bueno! ¿Estáis loco, borracho, las dos cosas, o qué?

PREPASSO
2¿Acaso estáis levantando Babilonia?

BILIOSO
3¡Vaya un ruido para la corte! ¿Creéis que os halláis 4en una taberna?

PREPASSO
5¿Creéis estar en un burdel, verdad? Esta 6sala huele mal. Entra uno con perfume. 7Ah, perfume, perfume, échame un poco, haz el favor. 8El Duque está a punto hacer entrada, ¡dejad sitio!

[I.ii]

Entran el Duque Pietro, Ferrardo, el Conde Equato, precedido del Conde Celso y Guerrino.

PIETRO
1¿De dónde sale esa música?

BILIOSO
2La estridencia, más que la música, viene de la 3estancia de Malévole, el malcontento.

FERRARDO
4 [En voz alta.] ¡Malévole!

MALÉVOLE
5 (Sale de su aposento.) ¡Aj, hombre de Dios! ¿Qué haces ahí? Ganímedes 6del Duque, que tienes a Juno celosa con esas medias tan largas. 7Sombra de mujer, ¿qué hay, sabandija? Cordero de la corte, 8¿a qué berreas? ¡Ah, imberbe catamito!

PIETRO
9Baja, perro andrajoso, y gruñe aquí abajo. Le concedo 10libertad a tu malhumor testarudo. Trota por aquí y echa pestes 11de quien te plazca.

MALÉVOLE
12Ahora voy con vos, borregos con sangre de cabra, como 13goma en tafetán, a irritar, a irritar. Caeré como la esponja 14en el agua, a mamar, a mamar. ¡Aullad de nuevo! Que iré 15a la iglesia y luego con vos.

[Sale por arriba.]

PIETRO
16Este Malévole es uno de los temperamentos más aberrantes 17que jamás conoció natura: un hombre, o mejor dicho un monstruo, 18más descontento que Lucifer cuando lo echaron del salón 19de audiencias. Su apetito es insaciable como el de una tumba, 20y tan lejos está de contento alguno como del cielo. Su mayor 21deleite es procurar vejación a otros, y en ello cree que sirve 22en verdad al cielo; pues es su postura que todo aquel que esté 23satisfecho en la tierra es un siervo y un maldito; y por tanto 24mortifica todo aquello que es inclinación de otros. Los elementos 25luchan en su interior; su alma está en disputa consigo misma; 26su discurso es digno del cadalso a todas horas. Le aprecio, 27en verdad, le aporta inteligencia a mi espíritu, me hace entender 28las debilidades que palian las lisonjas de otros. 29¡Oíd! Alguien canta.

[Canción.]

[I.iii]

Entra Malévole tras la canción.

PIETRO
1Mirad, aquí viene. Ahora oiréis el extremo al que llega 2un malcontento: libre como el aire, a cada hombre le sopla. 3Decid, señor, ¿de dónde venís?

MALÉVOLE
4Del lugar público donde hay mayor disimulo: de la iglesia.

PIETRO
5¿Qué hacíais allí?

MALÉVOLE
6Hablar con un usurero; un préstamo con interés.

PIETRO
7Me pregunto qué religión profesáis.

MALÉVOLE
8La religión de un soldado.

PIETRO
9¿Y qué opináis que hace ahora más infieles?

MALÉVOLE
10Sectas, sectas. He visto a la fingida Piedad cambiar de túnica 11tantas veces que nadie ya salvo un archidemonio le compondría 12unas enaguas nuevas.

PIETRO
13Ah, una política religiosa.

MALÉVOLE
14¡Pero la maldición de una religión política! Estoy harto. 15Ojalá fuera uno de los perros del Duque.

PIETRO
16Mas, ¿cuál es la noticia más corriente y más común, Malévole? 17Aún seguís emperrado en el rumor.

MALÉVOLE
18¿La noticia más común? Palabras comunes son “Dios os salve”, 19“Que os vaya bien”; acciones comunes el fraude y la lisonja; 20cosas comunes, mujeres y cornudos. ¿Y qué tal mi pequeño 21Ferrardo? ¡Ay, animal depravado! Mi pequeño huroncillo, 22que va chuperreteando por el palacio en cada nido de gallinita, 23cual comadreja. ¿Y a qué consagráis vuestro tiempo ahora 24más que a esos antiguos pingos pintados tan apreciados 25por los jóvenes cortesanos, Lisonja, Orgullo y Lujuria?

FERRARDO
26Yo estudio distintas lenguas. ¿Quién creéis que es el mejor 27lingüista de nuestro tiempo?

MALÉVOLE
28Bah, el diablo. Déjale que te posea: te enseñará a hablar 29todas las lenguas de forma inmediata y singular. Y con 30razón, mira, pues ha viajado mucho por el mundo y está 31en todas partes.

FERRARDO
32Salvo en la corte.

MALÉVOLE
33Ya, salvo en la corte. (A Bilioso.) ¿Y cómo está mi 34viejo estercolero, recubierto de nieve recién caída? Medio hombre, 35medio cabra, ¡todo bestia! ¿Cómo está tu mujercita, 36carcamal?

BILIOSO
37¡Fuera, desidia de villano!

MALÉVOLE
38Venga esa coz, cornudo, buey del Duque, Maese 39Don Damecoba.

PIETRO
40¿Cómo te va la vida estos días, Malévole?

MALÉVOLE
41Pues como al caballero Don Patricio Penlolian, matando 42arañas para el mono de mi señora.

PIETRO
43¿En qué ocupas las noches? Según me dicen, no duermes nunca.

MALÉVOLE
44¡Oh, no, pero tengo unos sueños de lo más fantásticos! ¡Oh, cielos! 45¡Embuste, embuste!

PIETRO
46¡Sueños! ¿Qué sueños?

MALÉVOLE
47Pues veréis, veo a tal señor empeñando su gualdrapa, a cual 48metreza su bandeja; esta madamme toma una medicina 49y aquel Monsieur se la administra. Aquí una alcahueta enjoyada, 50allá un villano hoy mudado de satén que anteanoche no tenía 51ni para una camisa nueva. Aquí un Paris mantiene a una Helena, 52por allí una Lady Ginebra sustenta a un tal Lancelot. 53Sueños, sueños, visiones, fantasías, quimeras, imaginaciones, 54¡trucos, engaños! (A Prepasso.) Don Tristram Trimtram, 55¡upa monicaco, muéstranos cómo brincas! Aquí un caballero 56de la tierra de Catito capaz de jugar a la palma con cualquier paje 57de Europa, hacer el baile de la espada con cualquier folclórico 58de la cristiandad, correr la sortija hasta que se le pongan los 59párpados azules como el firmamento, y montar a caballo hasta 60con Pompeyo el Grande.

PIETRO
61¡Corréis vos!

MALÉVOLE
62Hasta el infierno. Pero señor Guerrino, ¡que de un triste 63prisionero hayas pasado a un despreciable zalamero! 64¡Ay! Pobre Celso, que tienes la estrella menguante: tú sí que eres 65un hombre honesto. Lástima.

EQUATO
66¿Lástima?

MALÉVOLE
67Pues sí que lo es, Equato filosófico. Y una pena que tú, 68que por tu arte eres tan buen maestro, por naturaleza 69hayas de ser un tonto tan ridículo. Tengo que deciros algo, 70duque: mandad que sigan, mandad que sigan.

PIETRO
71Dejadnos, dejadnos. Salen todos excepto Pietro y Malévole. 72¿Qué ocurre?

MALÉVOLE
73Duque, te han hecho un becco, un cornutto.

PIETRO
74¿Cómo?

MALÉVOLE
75Que eres un cornudo.

PIETRO
76Habla. Di quién es.

MALÉVOLE
77Con la destreza de un equilibrista.

PIETRO
78¿Quién? ¿De quién se trata? El deseo me abrasa.

MALÉVOLE
79Mendoza es quien hace de ti una bestia cornuda, duque. 80Por Mendoza eres un cabrón.

PIETRO
81¿Qué evidencia hay? ¡Cuenta, rápido y sé breve!

MALÉVOLE
82Como las barbas de un abogado.
83
Hay una vieja en la corte, Maquerelle que la llaman,
84
ella me lo dijo a mí, y es verdad, pues que es el ama.
85¡Asco de rima, asco de rima! Maquerelle es una astuta 86alcahueta, y yo un honrado villano. Tu mujer una furcia 87ignota y tú un notable cabrón. Adiós, duque.

PIETRO
88Espera, espera.

MALÉVOLE
89Duque desganado, ¿puede una paciencia vaga llevar a una 90venganza insulsa? ¡Ah, señor, que haga una mujer de un hombre 91aquello que Dios nunca hizo!

PIETRO
92¿Qué es lo que Dios nunca hizo?

MALÉVOLE
93¡Un cornudo! Engatusarle a uno con 94cariño mientras cualquier canalla le planta el capirote; 95ponerle a un caballero en la espalda un sombrero 96de bufón cornudo y que los pajes se rían a carcajadas, 97mientras él es el último en enterarse. ¡Puñales y pistolas, 98puñales y pistolas!

PIETRO
99¡Muerte y maldición!

MALÉVOLE
100¡Rayos y truenos!

PIETRO
101¡Venganza y tortura!

MALÉVOLE
102¡Catzo!

PIETRO
103¡Oh, venganza!

MALÉVOLE
104
No… y escoger de entre diez mil doncellas
105
una tanto peor que las demás
106
en justa proporción de alma y partes.
107
Sacarla del austero celo de sus padres,
108
hacerla suya por el rito más devoto,
109
dejar que comande una esencia mejor
110
que el simpar mundo, incluso a un hombre;
111
abrazarla con ese apetito encendido
112
que tiene el usurero por su tesoro hallado
113
(creyendo que solo él puede echar cuenta);
114
trovar su espíritu en un beso súbito
115
que a su corazón destile un ardor trémulo;
116
fiel a su cama, acallando el apetito de su sangre
117
para colmarla con los dulces de himeneo…

PIETRO
118¡Ay, Dios!

MALÉVOLE
119
Mientras ella le brinda un hablar sinuoso, un cortés quelquechose,
120
que provoca pero no sacia:
121
y entonces, justo entonces, su deseo estancado
122
fluye por el fervor lascivo que anticipa,
123
solo por su infesta imaginación extraña
124
que da forma al adúltero en su alma
125
y le hace creer que abraza las caderas del sucio truhan.

PIETRO
126¡Se aflige mi sangre hasta en sus raíces!

MALÉVOLE
127
Mas piensa, piensa en lo que puede venir:
128
el adulterio a menudo es padre del incesto.

PIETRO
129¡Incesto!

MALÉVOLE
130Incesto, sí. ¡Mira! Por ventura su mujer concibe de 131Mendoza una hija; Mendoza muere; su hijo esposa a esta hija. 132¿Ves? Ah, es frecuente, más que probable, mas sin duda 133sucede a menudo mientras la ignorancia, sin miedo, abraza 134a su propia simiente.

PIETRO
135¡Qué visión tan espantosa!

MALÉVOLE
136¡Adulterio! Pecado que junto a la simonía es la más 137horrible de las transgresiones bajo el palio de la salvación.

PIETRO
138¿Junto a la simonía?

MALÉVOLE
139Sí, junto a la simonía, de la cual en tiempos venideros 140los hombres no pecarán.

PIETRO
141¿No pecarán? ¿Por qué?

MALÉVOLE
142Porque (gracias a algunos clérigos) no dejará nuestra era 143nada con lo que pecar. Pero el adulterio, ¡ay, desgana!, 144debiera mostrar un castigo ejemplar, que la sangre intemperada 145se helase solo con pensarlo. Yo le maldeciría a él y a toda 146su generación; con mis propias manos lo haría. No dejaría 147al cielo que por mí vengase cualquier cosa.

PIETRO
148¡Cualquier cosa, Malévole, cualquier cosa! Verás inmediatamente 149el temperamento que alberga mi alma. Adiós; recuerda 150que no te olvido; adiós.

Sale Pietro.

MALÉVOLE
151
Adiós.
152
Parco exceso en el pensar y una meditación cetrina
153
¡os dejen secas las venas! ¡El destemple os robe el sueño!
154
La inquietud del corazón es la venganza más honda:
155
quien hace correr la sangre del cuerpo agota la vida,
156
mas quien turba el corazón, el alma es que asesina.
157
Aún me proporciona este disfraz aquello
158
que rara vez oyen los reyes o el ilustre utiliza:
159
libertad de expresión. Usurpada mi condición
160
esta identidad fingida me provee de una lengua
161
sin grilletes: cual la de un emperador.
162
Hablar puedo como un necio y hasta como un truhan,
163
sin cuidado siempre, que a nadie se le antoja
164
ponderar mi aliento. Quien con una carcajada asesta un golpe
165
no levanta ampolla, y rara vez recibe más golpes.
166
Duque, seré tu tormento. Ahora mi justa venganza
167
apartará de ti una gema más preciosa que tu corona.
168
Lo más valioso bajo el cielo es un corazón en calma.

[I.iv]

Entra Celso.

CELSO
1
Mi honorable señor…

MALÉVOLE
2
¡Silencio, hablad bajo, silencio! Oh, fiel Celso
3
a cuya sola fe me hallo descubierto;
4
vos, uno de entre diez millones de hombres
5
que amáis la virtud por ella misma.
6
Vos, en cuyas manos Ops pondría su alma,
7
contemplad al desterrado Altofronto,
8
de Génova el duque hasta hace un año. ¡Oh, cuán noble!
9
Carecía yo de aquellos instrumentos de poder:
10
el disimulo y la sospecha. No me adapté a los tiempos, Celso;
11
mi trono como el centro de la circunferencia
12
en igualdad distaba a todos. Amparé a nadie,
13
goberné a todos por igual. Dormía con impávida virtud,
14
sin sospecha, sin sospecha alguna. Por fin las gentes,
15
sedientas de cualquier novedad remota,
16
impacientes por tener un gobierno más severo,
17
con la fuerza de Florencia, desterraron a Altofronto.

CELSO
18
¡Con la fuerza de Florencia! Sí, y de allí surgió la artimaña,
19
pues cuando la hija del florentino
20
se prometió a este Pietro que ahora es duque,
21
no hubo ardid de estado que no se empleara
22
hasta que a vos de todo…

MALÉVOLE
De todo fui despojado.
23
¡Ay, también María, cautiva, prisionera,
24
mi fiel y honesta duquesa, en la ciudadela!

CELSO
25
Yo aún os soy leal, ¡alcémonos hasta morir!

MALÉVOLE
26
No, no os subáis a una torre que cae, Celso:
27
pues sabido es que es acto desesperado y no afán,
28
inútil es luchar contra el destino. ¡Calma, habrá tiempo!
29
Esperanza, esperanza, que nunca abandona al desdichado,
30
¡y aun me obliga a vivir al acecho en este disfraz!
31
¿Qué os parece mi lenguaraz descontento?
32
Mirad, aquí somos todos filosóficos monarcas
33
o tontos por naturaleza. Celso, la corte está en llamas:
34
las sábanas de la duquesa muy pronto echarán humo.
35
El inmoral Mendoza, ése de la nariz corva, aquél
36
que urdió el matrimonio y unió a Génova con Florencia,
37
hace ahora un cornudo del duque, cosa que él ya sabe.
38
La discordia es el maná del descontento:
39
cuando estallen sus filas, la reyerta es de Altofronto.

CELSO
40
Sí, mas…

MALÉVOLE
41
Está hecho: tragado como un jarabe.
42
Y actuará de alguna manera. Ya no me echaré atrás;
43
Firme es el propósito de quien no ha de caer más bajo.

Entra Bilioso. Malévole cambia de tono.

MALÉVOLE
44¡Ah, el padre de todos los mayos! ¿Quién no ha visto 45nunca a un hombre cuya fuerza esté en su aliento, 46su respeto en su oficio; su religión en su señor; y su amor en él mismo? 47¡Pues contemplad!

BILIOSO
48Señor…

MALÉVOLE
49Mi muy reverenciado señor, vuestro noble gorro de dormir 50os hace la frente excesivamente larga.

BILIOSO
51Podría contaros la noticia mas seguro estoy de que 52la sabéis: el Duque habla muy bien de vos.

MALÉVOLE
53Adelante, pues. ¿Y debiéramos vos y yo formalizar una estricta 54amistad?

BILIOSO
55¿Secundarnos el uno al otro?

MALÉVOLE
56Sí.

BILIOSO
57¿Prestarnos el uno al otro servicio?

MALÉVOLE
58Justamente. ¿Y qué si os he llamado cabestro, ilustre cornúpeta, 59herniado cobarde, momia podrida? Mas, teniendo ahora 60el favor…

BILIOSO
61Palabras convencionales, términos de asueto. Su eminencia 62os obsequia con esta cadena que traigo, como recuerdo agradecido 63por… Ignoro por qué, quizá me lo podáis contar vos. En cualquier modo, 64venid, querido amigo. ¿Conocéis a mi hijo?

MALÉVOLE
65¿Vuestro hijo?

BILIOSO
66Capaz de comer perdices, bailar la giga, hacer possetN
X
Nota del editor

Bebida templada a base de leche y especias, cuajada con vino o cerveza y que se tomaba como digestivo, generalmente antes de acostarse. De connotaciones lascivas por su asociación con el desenfreno, se bebía en cuencos o copas de más o menos ornamentación, representativas de un cierto estatus social (OED). Véase: W. Shakespeare, Macbeth, 2.2.7-8, Lady Macbeth: “The doors are open, and the surfeited grooms / Do mock their charge with snores. I have drugged their possets”.

y jugar 67al volantín con cualquier joven caballero de la corte. Tiene dama 68igual de dulce, también. ¿Habéis visto a su perrita?

MALÉVOLE
69Es un perro, hombre.

BILIOSO
70Creedme, una perra. ¡Qué criatura más buena! Debéis ser 71su servidor. Os daré también a conocer a mi joven esposa. 72¿Pues qué? ¡Por algo la mantengo en la corte! Ya se ha hecho 73la hora de la cena, cenad conmigo; eso es, todo aquello 74que poseo está abierto a vos.

MALÉVOLE
75
(Aparte a Celso.)
¡Cuán dulce con quien privanza tiene;
76
la tan abrupta faz del cortesano, qué servil!
77
Cualquier provecho que la naturaleza tragaría,
78
lo vomita para ellos, esbirros de una corona.
79
La ambición envidiosa nunca confiesa su sed
80
hasta que tanto mama, que se hincha, se hincha, y revienta.

BILIOSO
81Ahora debo dejaros, con mis mejores deseos. Mantengamos 82entre nosotros una correspondencia firme, una mutua reciprocidad 83amistosa, una especie de estable y unánime cordialmente asociada…

MALÉVOLE
84¿Ha visto su señoría alguna vez un palomar que fuera 85terso, redondo y blanco por fuera, y apestoso y lleno 86de agujeros por dentro? ¿Habéis visto alguno, don ilustre?

BILIOSO
87Uy claro, pues acostumbran todos a ser de esa forma.

MALÉVOLE
88Adieu, honesto amigo de la corte; que os vaya bien, mi fiel Castilio.

Sale Bilioso.

CELSO
89
Allá está Mendoza.

Divisa a Mendoza a lo lejos.

MALÉVOLE
Cierto, el íntimo consejero.

CELSO
90
Con vuestra venia, milord.

Sale Celso.

MALÉVOLE
Perfecto, ¡marchaos!

[I.v]

Entra Mendoza, con tres o cuatro Peticionarios.

MENDOZA
1Dejad vuestra petición conmigo; yo garantizo que se cumpla. 2Hablad con mi secretario. Dejadme.

Salen los Peticionarios.

MALÉVOLE
3Mendoza, escucha, escucha. No eres más que un villano traidor. 4¡Con Dios!

MENDOZA
5¡Fuera, malnacido!

MALÉVOLE
6Aunque fuese nuestra madre la tripera, somos todos hijos 7del cielo. ¡Ah, hideputa, macaco libidinoso! 8Egisto… ¿Sabes quién era Egisto?

MENDOZA
9¿Megisto?

MALÉVOLE
10Sí, Egisto. Era un amancebado incontinente y asqueroso, 11uno igual que tú.

MENDOZA
12¡Quita, patán avinagrado!

MALÉVOLE
13¡Orestes, cuídate de Orestes!

MENDOZA
14¡Quita, pordiosero!

MALÉVOLE
15Llegará el tiempo en que yo ascienda.

MENDOZA
16¿Ascender tú?

MALÉVOLE
17
Claro, en la resurrección.
18
No hay simiente tan vulgar que no acabe alzándose
19
ni rey tan poderoso que se mantenga al morir.

Sale.

MENDOZA
20¡Ah, bravo Elíseo! ¡Qué cielo más delicioso es para un 21hombre el tener el favor de un príncipe! ¡Oh, Dios divino! 22¡Oh, dicha! ¡Oh, fortuna! ¡Oh, todo de la vida lo mejor! ¿Qué 23pensaría yo, que haría, qué diría por ser valido, el favorito! 24Que se atienda a un hombre con tímido respeto, en su presencia 25silencio dignificado, en su ausencia soledad; bullicio confuso 26y murmullo agitado del cortejo de aspirantes que le obsequian; 27el palio extendido y su paso anunciado ante él, vasallos 28peticionarios lamiendo el suelo con rodillas serviles mientras 29unos cuantos en palacio con trazas de lamprea y que 30engendran con serpientes, llenos de ojos en ambos lados, 31¡con humildad insinuada lo invisten con sus placeres! 32¡Bendito estado! ¡Deslumbrante perspectiva es la que ofrece 33el Olimpo de la gracia! ¡Dios, por mí el duque es un cornudo! 34¡Oh dulces mujeres, las más dulces! ¡Oh, Ángeles! Por el cielo 35que es más odioso que el demonio que os odia, o que es odiado por vos, 36y más feliz que un dios que os adora, o que es adorado por vos. 37Protectoras de la humanidad, alma y vida de la sociedad, ¿quién 38podría, no, quién puede vivir sin vosotras? ¡Oh, paraíso, 39cuán majestuosa vuestra austera presencia! ¡Qué imperiosamente 40casta vuestra modesta faz! ¡Qué cautivadora atracción en ese 41aspecto anhelante, bello, petulante, lascivamente compuesto! 42Sonrisas amorosas, destello en la mirada que enciende el alma, 43¡ardientes cual las llamas de Faetón, que incauto abrasó el mundo! 44¡Qué cuerpo tan delicado, qué alma más ingeniosa, qué discurso 45más preñado, cuánta cautela en la vida, cuánto juicio en los favores, 46en el día qué sociables y en la noche… oh, placer indescriptible! 47Bien cierto es que un hombre no merece disfrutar él solo de una 48mujer hermosa. ¡Mas una duquesa! Desafiando a Febo, 49voy inmediatamente a escribir un soneto en alabanza a ella.

Sale.

[I.vi]

Entra Ferneze abriendo paso a Aurelia, Emilia y Maquerelle, que le lleva la cola del vestido; Bianca la asiste. Salen todos excepto Aurelia, Maquerelle y Ferneze.

AURELIA
1¿Es posible? ¿Mendoza habló con tanto desdén de mí? ¿Es posible?

FERNEZE
2¡Posible! 3¿Qué puede extrañar de quien ebrio de favor, 4con la gracia se torna insolente? Cuenta, Maquerelle, cuenta.

MAQUERELLE
5Para hablar notoriamente, con más riqueza en el sólido sentir 6que en las palabras vanas, prestadme esas joyas de oídos y 7en ellas recibid mi obligado deber. Por mi parte, bien es sabido 8que puedo cargar con todo. (Discretamente, Ferneze va llenando las manos de Maquerelle con joyas mientras ella habla.) 9Con paciencia, todo lo puedo concebir de un hombre. Mas cuando oí 10que insultaba a vuestra dulce hermosura, por fuerza hube de ofenderme. 11Es muy cierto que ama a Emilia con arduo apetito; y como ella me 12cuenta (pues sabéis que las mujeres nos contamos los secretos), 13cuando ella lo repudió, alegando que él gozaba de vuestra muy querida 14gracia, Mendoza ingratamente renunció a seros fiel.

FERNEZE
15Y os llamó… cuenta, Maquerelle, cuenta.

MAQUERELLE
16Valga el cielo, “bruja”, “biscote reseco”, y juró 17sin sonrojarse que os había amado un rato como pasatiempo.

FERNEZE
18Por amparo.

MAQUERELLE
19Ascenso y consideración.

AURELIA
20¡Ah villano! ¡Ah impúdico Mendoza!

MAQUERELLE
21Si es que es un lengua de hollín, un canalla malhablado 22que nos insulta como no hay otro; contra las mujeres despotrica…

AURELIA
23¿Cómo? ¿Cómo?

MAQUERELLE
24Vergüenza me da decir cómo.

AURELIA
25Cuánto me gusta odiarlo; hablad.

MAQUERELLE
26Pues cuando Emilia se burló de que fuera un badulaque, 27el muy gañán de boca negra aún rezongó, y dijo…

AURELIA
28¿El qué?

MAQUERELLE
29En verdad que es vergonzoso.

AURELIA
30¿Qué fue lo que dijo?

MAQUERELLE
31Pues que todas las mujeres a los cuatro años son tontas; a los 32catorce, pingajos; a los cuarenta, alcahuetas; y a los cien, 33gatos.

AURELIA
34¡Oh, impudicia sin límite!

FERNEZE
35
Mas cuanto al firme corazón de Ferneze,
36
nunca hubo pradera abierta que se agostara más
37
bajo el fuego abrasador del perro celestial
38
que mi corazón por vuestros ojos persuasivos.

MAQUERELLE
39¡Caliente símil!

FERNEZE
40
Mi cielo han sido vuestras sonrisas, mi infierno vuestro enojo.
41
¡Piedad pues! La gracia debe habitar donde se halla la belleza.

MAQUERELLE
42Por la Virgen, bien razonado.

AURELIA
43
Te querré entonces, aunque sea por desdén
44
a ese Mendoza. “Bruja”, Ferneze, ¡”bruja”!
45
Ferneze, eres de la duquesa el favorito.
46
Sé fiel y reservado; pero tiene sus peligros.

FERNEZE
47
Amor sin vida es aquél de quien por amor teme vivir;
48
si al pecar somos deudores, ¡ojalá la muerte fuera el pago!

AURELIA
49Disfruta de mi favor. Ahora me encontraré mal y tomaré una medicina. 50Por tanto, visítame en mitad de la noche…

MAQUERELLE
51Visitad su aposento, pero con una condición: no debéis ofender 52su cama, ¡por esta joya!

FERNEZE
53Por esta joya.

Se la da a Maquerelle.

MAQUERELLE
54Ni tomaros más tiempo del que os plazca, ¡por este rubí!

FERNEZE
55Por este rubí.

Se lo da.

MAQUERELLE
56Y que la puerta no haga ruido.

FERNEZE
57Y que la puerta no haga ruido.

MAQUERELLE
58Juradlo.

FERNEZE
59Por esta bolsa de monedas.

Le da su monedero.

MAQUERELLE
60Andad pues, que yo os guardo los juramentos. Recordad la visita.

Entra Mendoza, leyendo un soneto.

AURELIA
61“¡Biscote reseco!” Mirad por dónde viene el muy desgraciado.

MENDOZA
62“Primor de la vida, modelo del cielo, reina del amor”…

MAQUERELLE
63(Aparte.) Ésa es su Emilia.

MENDOZA
64“Triunfo de la naturaleza, de la tierra lo mejor”…

MAQUERELLE
65(Aparte.) Se refiere a Emilia.

MENDOZA
66“La única maravilla que el mundo ha conocido ”…

MAQUERELLE
67(Aparte.) Esa es Emilia.

AURELIA
68(Aparte.) ¿Y debo escuchar cómo la alaba? — ¡Mendoza!

MENDOZA
69Señora, cuán gentil es trovar a vuestra excelencia; he 70estado escribiendo arrebatos apasionadas en honor de…

Sale Ferneze.

AURELIA
71¡Fuera, villano, más que villano! ¡Oh, juicio mío, dónde 72tenías los ojos! ¿Qué preferencia hechizada me hizo adorarte? 73¿Qué embrujo me hizo amarte? Mas vete, ve y esconde la 74cabeza. ¡Oh, si pudiera hacer algo más que odiarte! Por tanto, 75el peor de los males: no pidáis razones; pues es razón nuestra voluntad.

Sale con Maquerelle.

MENDOZA
76¡Mujeres! No, furias; no, aún peor; pues éstas tormentan 77sólo al malvado, mas la mujer, a bueno y a malo. ¡Maldición de 78los hombres! Aliento mío, ¿tanto elogio para esto? ¿Eres tú, 79Ferneze, quien atrapado se retuerce en sus íntimos favores? 80Tú tranquilo. ¡Ah, lo que maldeciría yo a estos monstruos 81de la naturaleza, dechados del infierno, condena de la tierra; 82aquellas que se atreven no lo intentan y lo que intentan lo consiguen 83sin importarles cómo; sin prevención ni premeditación; preguntan 84sin pensar, trabajan con desespero, sufren con impaciencia, desean 85en extremo y son esclavas de su apetito, maestras del disimulo, 86constantes de la inconstancia, perfectas falsificadoras; falsas son 87sus palabras, adulterados sus ojos, su cabello simulado, la esperanza 88que dan, falsa, su mismo aliento artificio. Su sola sangre es su 89único dios; la vejez y el mal vestido son los únicos demonios 90que las hacen temblar. ¡Si pudiera maldecirlas!

[I.vii]

Entra Pietro, espada en mano.

PIETRO
1
¡Que el diablo te asfixie, maldito echacuervos!
2
Reza lo que sepas.

MENDOZA
Se me ha olvidado.

PIETRO
¡Vas a morir!

MENDOZA
3
Y tú también. Estoy loco de corazón.

PIETRO
Estoy loco de cuernos.

MENDOZA
4
Extremadamente loco.

PIETRO
Monstruosamente loco.

MENDOZA
¿Por?

PIETRO
5
¿Por? ¡Tú, has deshonrado mi lecho!

MENDOZA
6
¿Yo? Vamos, ven; aquí está mi corazón desnudo,
7
Tan firme como el centro del glorioso mundo.
8
Empero, di, cornutto sí que eres, ¿mas por mí?

PIETRO
9
Sí, canalla, por tu causa.

MENDOZA
10
No, no; no quieras, con aliento colérico y mordaz,
11
acabar con aquél que puede acabar con ello. ¿Ofender yo a mi duque?
12
Sois testigos, oh calladas noches de aire austero,
13
de cuán celosos han sido mis ojos insomnes,
14
¡vigilando al traidor! ¡Espíritu de la verdad, recuerda
15
cómo me lancé con tal bajeza a serviles quehaceres
16
sólo para encontrar
17
la verdad, partícipe, hora, modo, el lugar,
18
quién y cuándo y dónde te había deshonrado!
19
¿Y con “canalla” me pagas? ¿Acaso mi intrusión
20
en sitios prohibidos, privados,
21
sólo para observar secretos lances
22
(que sabe el cielo había jurado revelar)
23
me ha hecho sospechoso, que me tengan por villano?
24
¿Quién es el traidor que nos confunde?

PIETRO
Quizá es un error, Mendoza.

MENDOZA
25
¿Error? Gentil nombre; mas erra y erra,
26
que te aturda la sospecha antes que por mí sepas
27
lo que otros muchos saben y tú no.
28
No, pues rechazas con desaire mi servicio,
29
antes de contarlo yo, tú mismo los hallarás juntos.

PIETRO
30
Mendoza, sabes que soy hombre de corazón llano.

MENDOZA
31¡Tanto mejor y más apto cornudo! ¡Ojalá tuvierais 32la frente igual de llana!

PIETRO
33
Cuéntame. Cierto es que te he oído maldecir.

MENDOZA
34
Sí, a las mujeres. ¿Pues qué clase de flema helada
35
es la que elige hacer de un caballero honrado, virtuoso,
36
generoso, dulce, apuesto, amante infinito,
37
uno ultrajado, difamado, despreciado, hecho un cornudo?
38¡A todas las mujeres odio de corazón! Por sus sábanas tan dulces, 39sus candelabros, sus tálamos esculpidos, blusones de cambray, viles cortinas, 40sus tapices, sus goznes aceitados, ¡lascivos testigos sin lengua 41de su promiscuidad sin fin! ¿Qué salvación puede 42esperarse?

PIETRO
43¿Me lo puedes decir?

MENDOZA
44¿Por qué, cuando podéis hallarlo vos? Observad, observad.

PIETRO
45No tengo tanta paciencia. ¿Quieres mi gratitud? Cuenta, di.

MENDOZA
46¡Pues tened! Ferneze es quien buscáis, Ferneze. Y lo he de probar: 47esta noche podréis haceros con él en vuestras sábanas, ¿suficiente?

PIETRO
48
Suficiente. Algo de paz hay en mi pecho.
49
Hasta la noche…

MENDOZA
¿Cómo?

PIETRO
Adiós.

MENDOZA
¡Dios, cuán endeble caballero!
50
¿Pensáis que no hay nada más?

PIETRO
51
¿Cómo?

MENDOZA
52
Entonces me consideraré consejero vuestro.
53
Así ha de ser: con un centinela venid de repente
54
y entrad a la fuerza en la alcoba de la princesa; yo esperaré
55
al otro lado de la puerta, por donde preciso él debe pasar.
56
Vuela Ferneze: dejadle. Viene hacia mí: muerto es.
57
Yo, observad, yo lo hago. Vos salís, yo clamo al cielo
58
e intento salvarlo. Llega la duquesa,
59
con quien (por respeto a su alta cuna
60
y vuestra casta naturaleza), ya sé, bueno, ya sé
61
que no se debe ser violento. Ella llega, yo estallo,
62
elogio, excuso a Ferneze, y aún mantengo
63
el honor de la duquesa: ella por esto, me estima.
64
Yo os honro, descubro su alma, y a vos la mía.
65
Mas luego nada habrá de planear ella en venganza
66
(pues las mujeres urden las más astutas)
67
por su Ferneze, que no sepáis vos antes
68
de que ella misma lo piense. Así que él muerto seguro,
69
vuestra duquesa atrapada con maña, y vuestra vida, a salvo.

PIETRO
70
¡Mejor que bien; a mis brazos, a mi alma!
71
Cuando no hay cura, mejor cortar por lo sano.

Sale.

MENDOZA
72Aquél que no puede fingir amistad, nunca podrá obtener 73los efectos del odio. Duque don bobo, lasciva y sutil duquesa, 74Ferneze, novato infeliz: me dais risa. Mi mente alumbrará 75maldades que han de nacer; y ya siento el impulso, prueba 76evidente de que la criatura está en camino.
77
Como el oso da forma a su cría, así formaré yo mi ardid,
78
que al crecer ha de tornarse horrible: la venganza hace sabios.

Sale.

[I.viii]

Entran Malévole y Passarello.

MALÉVOLE
1Bufón, bien hallado seas. ¿Sabes cantar, bufón?

PASSARELLO
2Yo canto, bufón, si os encargáis vos de la parte sonante. 3Y también sé tocar instrumentos, mal, como un caballero. 4¡Ah, si me hubieran castrado! Habría sido un bufón gordo 5de alcoba, bufón chirriante de taberna, y bufón privado 6de las damas.

MALÉVOLE
7Tienes muy buena pinta desde que estás en la corte, bufón. 8Mira, ¡forrado, forrado!

PASSARELLO
9A fe mía que sí, incluso llevo terciopelo como el lacayo y la alcahueta: 10no como ornamento de honor sino como señal de arduo trabajo. Pues 11ahora que el duque está descontento, yo de buen agrado con mis burlas 12lo duermo cada noche.

MALÉVOLE
13¿Qué es lo que le aflige?

PASSARELLO
14Los ojos le duelen.

MALÉVOLE
15Nunca he visto tal cosa.

PASSARELLO
16Los ojos le duelen horriblemente; le pasa a todos los cornudos, 17pues la raíz del cuerno sale del globo ocular, y por ese motivo 18el cuerno del cornudo es tan tierno como un ojo, o como aquél 19que le salió a aquella mujer en la frente hace ahora doce años y que 20no aguantaba roce alguno. Al duque le cuelga la cabeza como 21a la colombina.

MALÉVOLE
22Passarello, ¿por qué el noble mendiga bufones?

PASSARELLO
23Por lo mismo que el galés roba los juncos si no hay nada 24más que birlar: porque no se pierda el hábito.

MALÉVOLE
25Bah, no das buenas razones; hablas como un bufón.

PASSARELLO
26A fe que digo pedacitos como el caballero que corteja 27a la viuda en la capital con el tintineo de unas espuelas doradas, 28echando para adelante la recia barba teñida y tomando tabaco. Hasta 29aquí el espejo de sus caballerescos logros. No, mejor hablo 30una vez que la lengua no pare: es como un plebeyo a caballo y sin 31silla de montar, a galope falso eternamente.

MALÉVOLE
32¿Y cómo anda Maquerelle estos días?

PASSARELLO
33A fe que antes la saludaba como se recibe a cualquier mujer 34inglesa en cuanto llega a Flushing: solía llamarla puta. 35Mas ahora que la antigüedad la ha dejado hecha un plástico 36que trabajar, ya solo le pregunto cómo están cada mañana 37esos dientes podridos, y así la dejo. Fue la primera en inventar 38el sayo perfumado para las damas, y el escarpín de lana para 39evitar crujidos para el visitante. Sería una señora estupenda 40si no se le pelara la cara como cristal de mica.

MALÉVOLE
41¿Y cómo está ese viejo patrón tuyo, con tanto ingenio para 42la coba y tanto conocimiento para la infamia?

PASSARELLO
43Oh, excelente; tiene a quince bufos como yo para instruirle 44en el arte de la tontería, y le cuenta sus idioteces en privado 45al duque y a la duquesa. Le mentiría igual al suizo que al 46abogado: toma parte por quien le dé más dinero.

MALÉVOLE
47Tengo prisa, sé breve.

PASSARELLO
48Como el violinista si le pagan. Es capaz de prosperar, os lo aseguro, 49mientras el joven cortesano se queda como Viernes Santo en Cuaresma: 50todos lo quieren ver, porque los días de atocinarse vienen tras él. 51Por lo demás es el más flaco y lamentable actor de todo el espectáculo. 52Adieu, Malévole.

MALÉVOLE
53¡Oh, qué mundo más vil, cuando tu vanidad insolente 54en boca de un bufón, hace al bufón parecer sabio!

PASSARELLO
55Nos volveremos a ver, Malévole.

MALÉVOLE
56Ah, sí, por el terciopelo te conoceré.

PASSARELLO
57Claro, como al picapleitos por la bolsa de bucarán. Soy tan 58común en la corte como los labios de la hospedera en el campo. 59Caballeros y payasos y truhanes y todo me comparten; la corte 60no puede existir sin mí. Adieu, Malévole.

Salen.

[II.i]

Entra Mendoza, trae una luz para observar la entrada de Ferneze, que llega durante el interludio con el jubón desabrochado. Dos pajes ante él con luces. Maquerelle sale a su encuentro y les hace pasar. Se despide a los pajes.

MENDOZA
1
Atrapado; he ahí un pájaro con el lazo al cuello.
2
Peligrosa senda de lujuria pisa ahora Ferneze
3
mientras jura que su razón está por completo endiosada.
4
El tonto abraza a una nube y engendrará centauros;
5
Y ahora, con el vigor de los jadeos y la debilidad del placer
6
ordena el sátiro que el cielo sienta envidia. Pobre ganso,
7
no puedo concederte más que el consuelo de la desgracia, lástima.
8
La lujuria es cual la pesa que cuelga del reloj,
9
No termina su trabajo hasta que todo se desploma.
10
Tal es el camino enfermo de la lujuria salaz,
11
ése que tú debes probar. Me vengaré. Duque, tu sospecha;
12
duquesa, tu deshonra; Ferneze, mi rival:
13
todo hallará pronta venganza. Nada hay tan sagrado,
14
ni hay lazo tan fuerte y natural,
15
ni sacrosanta ley de amistad,
16
que no pueda yo violar, romper, profanar,
17
antes que sufrir deshonra, desdén y pobreza.
18
¿Acaso debiera yo, que solo con toser he desvestido cabezas,
19
con mi rostro hecho el silencio, con el crujir de mi zapato
20
abierto de par en par los pasadizos más secretos,
21
rascar la puerta que me cierran como a un perro servil?
22
¿Doblar ahora la rodilla? Decir: “os ruego,
23
os lo suplico, ¿se encuentra ahí tal señor?” ¿Dejarme intimidar
24
por las fingidas formas de una criada cualquiera?
25
¡Que me arda el cerebro! “Unde cadis, non quo, refert.”
26
Mi corazón grita: “¡Mueran todos!” ¡Cómo! ¡Cómo! ¿Qué sino
27
puede evitar la venganza si es ésta desesperada?
28
Voy a ver al duque. Si se descubre todo… ¿Si? ¡Ja!
29
La fortuna es amable con quien no tiene vergüenza.

Sale.

[II.ii]

Entra Malévole por una de las puertas; Bianca, Emilia y Maquerelle por la otra.

MALÉVOLE
1¡Dios os bendiga, copla de damas! ¡Ajá, Dipsas! ¿Cómo va, 2viejo tizón?

MAQUERELLE
3¡Viejo tizón!

MALÉVOLE
4Tizón viejo, sí, que te escondes como hierro de marcar bajo un haz 5de leña verde. Quien quiera encender la llama en el corazón de una moza, 6habrá de dejar cerca un viejo tizón que primero haya ardido, 7alcahueta, mi yesca medio quemada, que aunque ya no puedas arder, 8aún eres muy capaz de encender la vela de un millar de 9vírgenes. (A Bianca.) ¿Y cómo está Janivere tu marido, pequeña 10vincapervinca? ¿Aún afectado por la tos a todas horas? ¿Aún se pasa 11las noches tratando de quitarse el gargajo de encima? Es poco mordedor.

BIANCA
12No, a fe mía que lo acepté sin un solo diente 13en la boca.

MALÉVOLE
14Y él te acepto a ti con algún hueso de más en el vientre. El golpe 15de su enemigo es el que le ha dejado huella.

BIANCA
16Y a mí el golpe de mi amigo.

MALÉVOLE
17¡La estocada queda cerca! ¡Ah, joven doncella! Señora, ¿algún 18reconstituyente para Jasones decaídos? Digo, entresijos de cangrejo 19al horno, meollo de buey destilado, cabellos pulverizados del morro 20alto de un león, jalea de gorrionzuelo, tuétano de mono macho o 21cáscara molida de huevos de zorro? ¿Y a dónde vais ahora, 22de paseo?

BIANCA
23Cómo, al lecho, al lecho.

MALÉVOLE
24¿Duermen con vos vuestros maridos?

BIANCA
25Eso serían modales de campo.

MALÉVOLE
26¿Y no va con vos nadie que os abra las puertas? Vamos, 27decidme de una vez a dónde vais.

BIANCA
28De una vez os decimos que nos vamos a comer un possetpossetVéase nota en I.iv. 29hecho admirablemente, un milagro de lo más pasmosamente 30compuesto, con tres cuajos y sin líquido alguno. ¿Me ayudáis 31con lo del zorro? Aquí llega el duque.

Salen las mujeres.

MALÉVOLE
32
(A Bianca.)
Las ranas fritas también son muy buenas, ¡y muy francesas!

[II.iii]

Entran el Duque Pietro, el Conde Celso, el Conde Equato, Bilioso, Ferrardo y Mendoza.

PIETRO
1Honda y funesta se hace la noche. ¿Qué hora es?

CELSO
2Las doce en punto.

MALÉVOLE
3¡Salve, duque!

PIETRO
4¡De ti! ¡Márchate, no te tengo estima alguna! Que no te vuelva 5a ver; grande es nuestro enojo.

MALÉVOLE
6¡Pues que Dios sea contigo! Que el cielo oiga esta maldición: 7¡que tu esposa y tú viváis juntos mucho tiempo!

PIETRO
8¡Marcháos, patán!

MALÉVOLE
9“Cuando Arturo entró en la corte…” 10Agamenón… Menelao… ¿hubo alguna vez un cornuto que fuera duque?

PIETRO
11¡Marcháos de aquí!

MALÉVOLE
12¿A qué santo te encomendarás ahora?

MENDOZA
13¡Fuera con él!

MALÉVOLE
14
Con la más servil paciencia el momento llegará
15
en que el asombro de tu error hará enmudecer de un golpe
16
a tu ebria razón.
17
¡Tiene el favor el canalla, ja! ¿Le irá bien?
18
¡Dios! ¡Cuán sutilmente adula al vicio el infierno,
19
lo eleva por los aires y le hace creer que vuela,
20
como la rapaz que engañó a la tortuga,
21
crustáceo ambicioso al que llevó al cielo
22
con el solo fin de hacerle caer muerto desde lo alto!

BILIOSO
23¿Qué, cuándo? ¡Fuera, bellaco! ¡Márchate ganapán!

MALÉVOLE
24“Ahora debo dejaros, con mis mejores deseos.”

BILIOSO
25¡Fuera, perro sarnoso!

MALÉVOLE
26“Mantengamos entre nosotros una correspondencia firme.”

BILIOSO
27¡Fuera!

MALÉVOLE
28“Una mutua reciprocidad amistosa, una especie de estable 29y unánime cordialmente asociada…”

BILIOSO
30Fuera de aquí, avinagrado, baja ralea, ¡vete!

MALÉVOLE
31Adieu, palomar. Cardo, que te enganchas solo a hirsutas 32fortunas. ¡Que el serpigo, la estranguria y un eterno 33priapismo impotente te lleven!

BILIOSO
34¡Fuera, canalla!

MALÉVOLE
35Así seas el cuclillo más notorio, alcahuete de tu señora, 36y no saques nunca provecho; mas vivas para ser lo más abyecto 37del género humano: ¡un cornudo pordiosero!

Sale.

PIETRO
38Así sea.

MENDOZA
39
Así ha de ser, pues cuando el grande ha de vengarse
40
es menester que a las partes que a la piedad
41
y el respeto renuncian se las vigile de cerca.
42
Poned en su pecho a uno que duerma con él,
43
que coma en su mismo plato, luche en su mismo bando,
44
que pueda descubrir cualquier indicio de peligro;
45
pues una vez deshonrado, expuesta su ofensa,
46
pierde el hombre la vergüenza. Y el hombre (todo sea dicho)
47
es más dado a la venganza que a la gratitud.
48
Con polvo se escriben los favores; mas el azote que nos dan
49
queda grabado en el eterno acero de nuestra vil naturaleza.

PIETRO
50
Debéis uniros a la duquesa.

EQUATO
51
El plan es excelente.

MENDOZA
52
Debéis matarlo ambos y que parezca que salváis el cuerpo.

FERRARDO
53Finísimo golpe de ingenio.

CELSO
54(Aparte.) De un truhan muy agudo.

PIETRO
55
Señores, la grave acción que pretendemos
56
implica humillación y muerte. Dos de las sombras
57
más feas que confundir el alma puedan. Pensadlo, pensad.
58
Soy yo quien asesta el golpe, mas como aquél que dispara
59
contra un muro de piedra y ve su flecha rebotar.
60
Mía es la deshonra de mi dama, ¡oh, Dios, es mía!
61
Por tanto os conjuro, mantened el secreto.
62
Que sea la menor que sea posible,
63
os lo ruego, que sea posible.
64
Entrad sin que se asuste, saludadla con dulzura,
65
no manchéis nada de sangre. Solo muere Ferneze,
66
mas no ante su mirada. ¡Oh, caballeros,
67
sabe Dios que la amo! Nada más, solo esto:
68
no me hallo bien. Si el dolor, que seca las venas,
69
aja la piel, torna en ceniza el rostro de los hombres,
70
nubla la mirada y la sangre debilita,
71
acaso se me llevara al otro mundo,
72
pues cierto es que he de morir un día, que sea él quien me suceda.
73
No tengo descendencia; el fruto de mi juventud
74
es vuestro afecto, que es quien tendrá mi herencia.
75
Si ese fuera el porvenir, conjuro ahora:
76
el sucesor es Mendoza. Noble de cuna,
77
y muy digno de mi merced.

CELSO
78(Aparte.) ¡Mucho!

PIETRO
79
Vuestro silencio responde un “sí”.
80
Gracias. Vamos. ¡Ah, que la muerte me llegue
81
antes que se descubra su deshonra! ¡Más quisiera
82
ser forzado a prender fuego a la tumba de mi padre,
83
sacar sus huesos y echarlos al barro, antes a que esto!
84
Esto es afrenta al vivo y al muerto:
85
acerada cirugía cuando solo la muerte puede dar satisfacción.

Salen todos.

[II.iv]

Entran Maquerelle, Emilia y Bianca con la sopa cuajada.

MAQUERELLE
1Aquí está: tres cuajos en tres regiones individualmente 2distintas, compuesto según el método y las reglas del arte, 3sin bebida alguna.

BIANCA
4¿Sin bebida alguna?

MAQUERELLE
5Por mi honra. ¿Queréis sentaros a comer?

EMILIA
6¡Bueno! La composición, la receta, ¿qué tiene?

MAQUERELLE
7Pero qué perla más linda; por esta perla (¿qué tal me queda?) 8que lleva: treinta y siete yemas de huevos de gallina bereber, 9dieciocho cucharadas y media de jugo de huesos de gorrión macho, 10una onza, tres adarmes, cuatro escrúpulos y un cuarto de sirope 11de dátiles de Etiopía, endulzado con tres cuartos de una libra de 12cardo marino de las Indias, confitado y espolvoreado con polvo de perla 13de América, ámbar de Catania y testículo seco de cordero de Moscovia.

BIANCA
14A fe mía que son ingredientes de lo más cordial, sin duda buenos 15y con gran poder de restauración.

MAQUERELLE
16No sé qué queréis decir con restauración, pero todo esto hace: 17purifica la sangre, suaviza la piel, aviva el ojo, 18confiere fuerza a las venas, depura los dientes, conforta 19el estómago, fortalece la espalda y agudiza el ingenio: 20eso es todo.

EMILIA
21En verdad que solo he comido dos cucharadas y me parece 22que ya puedo conversar con más ingenio y soltura.

MAQUERELLE
23¿Tenéis arte para parecer honesta?

BIANCA
24Agradezco consejo y práctica.

MAQUERELLE
25Pues entonces comed esta sopa de cuajo, avivad vuestra sangre 26y conservad vuestra belleza. ¿Conocéis al Doctor Don Emplaste? 27Por este cuajo que es el más exquisito a la hora de pintar venas, 28dar alegría a los ojos, teñir el pelo, alisar la piel, 29dar color a las mejillas, maquillar los pechos, aclarar y 30emblanquecer los dientes, que jamás volviera hermosa a una vieja 31a la luz de la candela. ¡Por este cuajo!

BIANCA
32Pues estamos decididas: lo que Dios nos ha dado, lo cuidaremos.

MAQUERELLE
33Cuidadlo todo a excepción de vuestro marido. No lo tengáis mucho 34en las alturas, no sea que salte el cercado. Mas vuestra belleza, 35dejad que sea vuestra santa: dedicadle dos horas cada mañana 36en vuestro aposento. Yo he sido joven, y aún en mi conciencia que 37no tengo más de veinticinco años. Pero creedme: preservad y 38usad vuestra belleza, pues una vez perdidas belleza y juventud, 39somos como un panal sin miel; un traje pasado de moda que no quiere 40llevar hombre alguno. Por tanto, sacad provecho de vuestra belleza.

EMILIA
41Sí, pero los hombres dicen…

MAQUERELLE
42¡Los hombres dicen! Que digan lo que quieran. ¡Mujer! 43Ellos ignoran vuestras necesidades. Cuantos más años cumplen, 44más perfectos se vuelven: si pierden belleza y juventud, 45ganan saber y discreción. Pero cuando nuestra belleza se 46desvanece, ¡a las buenas noches! ¡No puede haber cosa más fea 47que ver a una mujer vieja de la que (¡oh, atusar, pellizcar y pintar!) 48ceden todos los encantos!

Se oye música dentro.

BIANCA
49¡Oíd! ¡Música!

MAQUERELLE
50Silencio, es en la alcoba de la duquesa. Que descanséis, 51mis florecientes damas de alta gracia.

EMILIA
52Buenas noches, centinela.

BIANCA
53Buenas noches, querida Maquerelle.

Salen, excepto Maquerelle.

MAQUERELLE
54Que el efecto de mi sopa de cuajo os proporcione mi ingenio y honradez; 55y a mí, vuestra belleza y juventud. ¡El más plácido descanso!

Sale Maquerelle.

[II.v]

Canción (dentro).
Mientras dura el canto, entra Mendoza con la espada desenvainada, presto a asesinar a Ferneze cuando salga huyendo del aposento de la duquesa. (Tumulto en el interior).

TODOS
1 (Dentro.) ¡Atacad, atacad!

AURELIA
2 (Dentro.) ¡Salvad a mi Ferneze! Oh, salvad a mi Ferneze.

Entra Ferneze en mangas de camisa y va derecho contra la espada de Mendoza.

TODOS
3 (Dentro.) ¡Tras él, perseguidle!

AURELIA
4 (Dentro.) ¡Salvad a Ferneze!

MENDOZA
5
¡Atraviesa, atraviesa!
(Le clava la espada.)
—Pobre idiota, ¡cae!
6
Aquél que de una princesa aspira al amor clandestino
7
ha de ser de mano abierta, callado corazón, sus ojos los de Argos,
8
hercúleas sus espaldas; si no, muere.

Entran Aurelia, el duque Pietro, Ferrardo, Bilioso, Celso y Equato.

TODOS
9¡Seguidle, seguidle!

(Mendoza se coloca a horcajadas sobre cuerpo herido de Ferneze y simula protegerlo.)

MENDOZA
10
¡Apartaos, deteneos, insolentes caballeros!

PIETRO
11
¡Atacad!

MENDOZA
12
No lo hagáis; no tentéis a un hombre decidido.
13
¿No os basta, crueles asesinos, con la muerte?

AURELIA
14
¡Oh, pobre Ferneze!

MENDOZA
15
¡Ay, tarde es ya para defensa alguna!

AURELIA
Está muerto.

PIETRO
16
Lamento nuestra deshonra. Id a acostaros;
17
no lloréis demasiado: dejad algunas lágrimas que derramar
18
cuando yo muera.

AURELIA
19
¿Llorar por ti? Mi alma no hallará lágrima alguna.

PIETRO
20
¡Ay de mí, ciega es el alma de una mujer!

MENDOZA
21
¡Traición a tal belleza!
22
¡Muerte a tal juventud! ¡Desprecio a las formas!
23
En nada le estima quien airado no esté con él.

PIETRO
24
No podéis enojarme: ya ha habido sangre suficiente.
25
Que os plazca saber, señora, que hemos olvidado
26
todas vuestras faltas. Si no, entonces…

AURELIA
No.

PIETRO
27
¡No! Que tengáis buen reposo, buenas noches.

Sale Pietro con otros Cortesanos.

AURELIA
28
¡El odio sea contigo!

MENDOZA
29
Madam, me habéis deshonrado vilmente.
30
Habéis sido muy injusta con quien tantísimo os ama.
31
Vamos, vuestra alma sabe que así ha sido.

AURELIA
32
Me parece que sí.

MENDOZA
33
¿Tan solo os lo parece?

AURELIA
34No, seguro que así ha sido. Son mis ojos testigos de tu amor; firme 35te has mantenido por mí.

MENDOZA
36
Decidme entonces, mujer de hermosa tez, cuyas lágrimas
37
vuelven poderosamente bella, ¿qué súbita pasión
38
os arrojó con tan violenta furia en mi contra?
39
Hablad, ¿de qué maldad somos víctimas, qué demonio nos ha herido?
40
Hablad.

AURELIA
41
Ese ser, indigno de llamarse hombre, Ferneze.
42
Ferneze, quien juró que amabas a Emilia;
43
y que para conseguir su favor con aliento de reproche
44
el amor que te di mancillaste ante todos.

MENDOZA
45
Innoble villano, ¿por esto he defendido yo
46
tu cuerpo herido? ¿Por esto me he enfrentado
47
incluso a mi soberano? Por esto, ¡oh Dios!, por esto
48
he arruinado mis esperanzas, y con ellas mi vida?
49
¿He desnudado mi garganta bajo el hacha del verdugo?
50
¡Tú, cuerpo inánime y falto de honor! ¡Emilia!
51
Por mi vida que no la conozco, ¡Emilia!
52
¿Le creísteis?

AURELIA
Pido perdón, le creí.

MENDOZA
53
¿Y por eso le otorgasteis vuestra gracia?

AURELIA
54
Así fue.

MENDOZA
55
¿Le disteis vuestro favor, incluso vuestros abrazos?

AURELIA
56
¡Ay de mí, así fue!

MENDOZA
¿Esta noche?

AURELIA
Esta noche.

MENDOZA
57
¿Y entrelazados en la lujuria os ha encontrado el duque?

AURELIA
58
Esa es la triste verdad.

MENDOZA
59
¡Oh, Dios, oh Dios! Así al pobre espíritu honrado,
60
al circunspecto, nos engulle el cenagal
61
en un fondo de engaños, mientras que sangre más ágil,
62
de miembros aligerados, si atrapada, ¡degüella al hombre bueno
63
y escapa! ¡Ay, demasiado honrado soy para estos tiempos!
64
Flemático en demasía y de constancia severa;
65
me quedé impávido mientras el desgraciado me ataba la soga.
66
Bien, pues protegía yo el honor de aquél y aquélla
67
por quien mi corazón se había partido.

AURELIA
Vamos, me equivoqué,
68
y tanto me duele haberme equivocado.

MENDOZA
69
Vos y yo ya estamos muertos: el duque nos odia.
70
Aquellos que con razón sufran el odio de un príncipe,
71
que estén prestos a morir, tan cierto como el destino.
72
La prevención es el alma de la política.

AURELIA
73
¿Lo asesinamos?

MENDOZA
74
Enseguida.

AURELIA
75
Enseguida, antes que trame algún plan,
76
o exponga aún más la notoria mancha de mi honor,
77
matémosle.

MENDOZA
78
Haría cualquier cosa por vos, ¿seréis mi esposa?

AURELIA
79
Te haré duque. Soy una Médici;
80
Florencia es nuestra aliada; en la corte, mi familia
81
no carece de fuerza; el duque muerto entonces;
82
nos dispuestos para el cambio; la multitud
83
vacilante y perpleja; nuestro el poder;
84
nuestra parte en favor; pasmado el reino;
85
éxito inmediato sin duda alguna: todo habrá gracia.

MENDOZA
86
Vos me dais fuerza; decidido está,
87
mañana esperad un cambio; estad tranquila.
88
Estamos casi en la procaz cintura de la noche,
89
la madre del rocío baña con pálida luz
90
la tierra entumecida y se extienden sombras de plomo.
91
Dormid, dormid, mientras concebimos el delito.
92
Haré que entierren a este hombre. Adiós, id al lecho.
93
Besad la almohada: soñad que el duque ha muerto.
94
Id, id, buenas noches.
Sale Aurelia.
¡Cuánto adora Fortuna a la impudicia!
95
En secreto soy el hijo adoptivo de aquel buen príncipe.
96
He de ser duque. ¡Si he de serlo, he de serlo!
97
Duque más que idiota, ¡nómbrame! ¡Por el cielo!
98
Dios creó honrados necios para alimentar bribones taimados.
99
Mía es también la duquesa: hay que matar al marido
100
para borrar su afrenta. ¡Bueno! ¡Y desposarla luego! ¡Yo!
101
¡Oh, cuando la traición prospera, qué orgullo!
102
Cual ciñe al otro quien pelea, yo os abrazo:
103
no para ayudar, sino para haceros caer.

Entra Malévole.

MALÉVOLE
104¡Dios te guarde!

MENDOZA
105¿Quién lo ordena?

MALÉVOLE
106Lo ordena el diablo. ¡Vos, monstruo traidor, maldito! 107¿Cómo va? ¿Cómo va, canalla traicionero? ¡Ah, so 108bellaco! Me han echado de la corte, don menda.

MENDOZA
109Te lo ruego, conozcámonos mejor. Te quiero bien, a fe mía.

MALÉVOLE
110¡A vuestro servicio, por Dios! ¿Cenamos? 111Bebamos juntos hasta hartarnos y forjemos una amistad 112virtuosamente sólida. ¿Vamos, hugonote? ¿Vamos?

MENDOZA
113Déjate caer por mis aposentos mañana temprano.

MALÉVOLE
114Como un cuervo sobre una pila de estiércol. Dicen que hay uno muerto aquí, 115trinchado por la soberbia de la carne.

MENDOZA
116Ferneze. Ahí está. Te ruego que lo entierres.

MALÉVOLE
117Oh, será un placer, pretendo convertirme en puro clérigo 118de La Rochelle, yo.

MENDOZA
119¡Clérigo, tú! ¿Por qué, por qué?

MALÉVOLE
120Para vivir como un vago, quejarme de la autoridad, negar 121la supremacía del rey en cosas vanas, y ser el papa de mi propia 122parroquia.

MENDOZA
123¿Con qué fin crees que se hicieron las iglesias?

MALÉVOLE
124Para afilar rejas de arado; he visto bueyes arando altares, 125“et nunc seges ubi Sion fuit.”

MENDOZA
126¡Qué extraño!

MALÉVOLE
127Peor, ¡monstruoso! He visto una suntuosa torre de aguja convertida 128en fétida letrina; aún más bestial, el sitio más sagrado transformado 129en perrera; más inhumano, los pétreos sarcófagos de cristianos tiempo ha 130muertos, usados como abrevadero para los cerdos: “hic finis 131Priami.” ¿Habrá algo de vino y queso en tu aposento? 132Buenas noches, buen demonio travieso encarnado; buenas noches, 133Mendoza. ¡Ah, bestia desalmada, buenas noches! Adiós, impostor.

MENDOZA
134Buenas noches. Mañana temprano.

Sale Mendoza.

MALÉVOLE
135Sí, ahí estaré, maldición con cara de amigo, ahí estaré. 136Bien veo el truco; honestidad y cortesanía van tan separadas 137como las piernas de un bailarín francés.

FERNEZE
138¡Oh!

MALÉVOLE
139¡Proclamas! ¡Más proclamas!

FERNEZE
140¡Oh! ¡Un médico!

MALÉVOLE
141¡Oíd! La lujuria pide un médico. ¿Traes noticias del limbo? 142¿Qué tal anda el gran cornudo, Lucifer?

FERNEZE
143¡Ayuda! ¡Ayuda! Disimulad y ayudadme.

Ferneze se mueve, y Malévole le ayuda a levantarse y le lleva fuera.

MALÉVOLE
144
Tu deshonra me aflige más que tus heridas.
145
Pues sólo una cicatriz deja la herida sobre la piel,
146
mas la fama no se cura, se emponzoña cuanto más.
147
Tal es la maldición de la lujuria desbocada.
148
Piensa en lo que es el yacer en sábanas prohibidas,
149
mas, ¡oh, Ferneze, morir en plena lujuria!
150
Por tanto, si respetas la deshonra, ¡huye y no converses
151
con ojos de mujer y melindres lascivas!
152
Acerca una vela al dorso blanco de un muro virginal:
153
si no se quema, al menos ennegrecerá.
154
Ven, te llevaré a un refugio secreto
155
donde podrás vivir, feliz, alejado de la corte.
156
Comienza a levantarse lo más bello del día,
157
de su talle deslumbrante huyen las sombras de la noche.
158
Secretas intrigas inician su marcha. La escena se completa,
159
y quien ha buena calavera, guarda sus ojos con recelo.

Salen.

[III.i]

Entran Pietro, Mendoza, el Conde Equato y Bilioso.

PIETRO
1
El día alcanza ya su juventud, ¿qué haremos con esta luz ingrata?
2
De la corona de un tirano lleva el peso mi corazón.
3
¿Vamos de caza? Preparaos para salir al campo.

Sale Equato.

MENDOZA
4
¡Ojalá os sintierais más alegre!

PIETRO
5
¡Quisiera Dios que así fuera! Mendoza, que se apresuren.
Sale Mendoza.
6
De buen grado cambiaría yo de lugar. ¡Oh alivio vano!
7
Puede el alma triste cambiar de sitio, mas su dolor no cambia.
8
El ciervo, al ser herido, huye en busca de remanso,
9
mas clavada, la flecha aún se hunde…

BILIOSO
10
Buen símil, honorable señor.

PIETRO
11
No soy tan distinto de aquel enfermo
12
que largo ha que anhela un brebaje mortal. Al fin
13
bebe de un trago hasta la última gota, acabando así
14
con la vida y con la sed. ¡Ojalá no hubiera sabido de
15
mi propia deshonra! Santo Dios, ¡que sienta el hombre
16
el deseo de descubrir lo que, una vez se encuentra, acaba con
17
su alegría de vivir! ¡Catar del árbol del conocimiento,
18
y ser luego expulsado del paraíso!
19
¿Acaso puedes consolarme?

BILIOSO
20Señor, poseo algunos libros dedicados en mi honor, 21mas nunca los he leído. Y eso que tienen nombres muy refinados: 22Medicina para Fortuna, Píldoras de sinceridad santificada; 23hermosísimos trabajos de escribanos y maestros, muy bien curados. 24Bueno, recuerdo a un Séneca, Lucius Annӕus Séneca…

PIETRO
25¡Maldito sea! Habló de fuerza y moderación, pero 26vivió como epicúreo voluptuoso y murió como un cobarde 27afeminado. Apresúrate a Florencia. 28Toma, llévate nuestras cartas: procúrales sello. ¡Vamos! 29Informa en privado al honorable duque 30de la forzosa deshonra de su hija. Relata eso de lo que nos 31sabemos demasiado. Con las cortesías necesarias. 32Nada existe más seguro y dulce que la ignorancia.

Sale Pietro.
Entra Bianca.

BILIOSO
33Madam, me marcho de embajador a Florencia. Me supondrá 34un gasto enorme.

BIANCA
35No importa, mi señor, el arriendo de vuestras dos villas 36expira estas Navidades, podéis estirar a los inquilinos 37en un potro más grande. Y cuando volváis a casa, os enseñaré 38cómo podéis obtener doscientas libras al año 39con los dientes.

BILIOSO
40¿Cómo, madam?

BIANCA
41Cortando ese tanto del servicio doméstico: aquello que se ahorra 42con los dientes, se come con los dientes, ya sabéis.

BILIOSO
43Válgame Dios que así lo haré. Me hallo en deuda asombrosa, señora.

BIANCA
44Recordad el valor de la lisonja; siempre os he aconsejado 45que halagaseis al grande, y os ha sido de provecho. Cualquiera 46que lo haga así, será sin duda como el percebe escocés: ahora 47un tarugo, en seguida un gusano, y de repente un ganso enorme. Así 48es pudrirse y corromperse en brazos de la grandeza.

BILIOSO
49Mi diplomática querida. ¡Cuán feliz es el anciano varón 50que tiene a su lado una joven diplomática! Tomaré cincuenta 51caballeros a mi servicio, bien que la mayoría de ellos 52habrán de ser hijos de granjeros y correr con sus propios 53gastos. Deberán ir vestidos así: traje verde aguamarina, 54capa color ceniza, calzas color celeste y plumas verde cotorra. 55¿No es la combinación excelente?

BIANCA
56¡Pardiez! Parecerán señorones yendo a caballo a visitar a sus amigos 57la semana de Pentecostés, tanta ropa como parroquias distintas.

BILIOSO
58Es así como lo quiero; y Passarello, mi bufón, me hará 59compañía. Vestido de terciopelo, mirad bien.

BIANCA
60¿Un bufón de terciopelo?

BILIOSO
61Pues sí, normal es que el tonto común lleve satén: el mío 62irá de terciopelo.

BIANCA
63¿Y qué llevaréis vos, mi señor?

BILIOSO
64Terciopelo también; mas llevará el mío unos bordados, porque así 65me distinguiré en algo del bufón. La gota me molesta 66horriblemente; nada me aflige más que el hecho de que el doctor 67me haya prohibido el vino, y ya sabéis que un embajador ha de 68beber. ¿Preguntaste a tu doctor qué cosas van bien 69para la gota?

BIANCA
70Sí, me dijo que la holganza, el vino y las mujeres le iban muy bien.

BILIOSO
71¡Ah, qué ocurrencias tienes! Qué va bien para curarla, 72¿qué dijo?

BIANCA
73Pues el potro de tortura. Ni todos los empíricos juntos podrían 74curar tanta gota como el potro curó en Inglaterra. O como la bota 75escocesa. Que os lo cuente cualquier arlequín francés.

BILIOSO
76En verdad me maravillo; cómo es posible que tú, que has vivido 77asilvestrada la mayor parte de tu vida, tengas tan grande 78ingenio.

BIANCA
79¿Quién, yo? Pues ya hace tres veces dos meses que vivo en la corte.

BILIOSO
80Veinte años hace que vivo yo, y el otro día un lacayo 81me llamó petimetre, y en mi cara lo hizo. ¿Pues no será 82maldiciente y deslenguado? Ojalá hubiera viajado más, 83y tuviera mejor conocimiento de las formas que usan 84algunos campesinos. Mas mi secretario, creo yo, me ha 85instruido lo suficiente.

BIANCA
86¿Cómo, mi señor?

BILIOSO
87“Pues veréis, mi buen señor,” me dijo, “vuestra señoría 88verá que de cada cien franceses, hay cuarenta arrebatados; 89de cada cien españoles, sesenta fanfarrones; 90de cada cien holandeses, ochenta borrachos; 91de cada cien ingleses, noventa chiflados; 92y de cada cien galeses…”

BIANCA
93¿El qué, mi señor?

BILIOSO
94“Noventa y nueve gentilhombres.”

BIANCA
95Mas puesto que vais por tan triste asunto, yo preferiría 96que fuerais de negro, mi señor.

BILIOSO
97¿Creéis que no puedo mostrar mi pesar a menos que lleve 98un crespón en el sombrero, como heredero de regidor? Qué vil, 99y qué antiguo, a fe mía.

BIANCA
100Pronto aprenderé de vos. ¡Ah, qué galante caballero seríais 101si no fuera por mis instrucciones! ¿Cómo os comportaréis 102una vez en la corte del duque de Florencia?

BILIOSO
103Con orgullo suficiente, y eso será bastante. Me pasearé 104por la sala frunciendo el ceño a diestro y siniestro, en mi jubón 105un perfume intenso, me dejaré crecer la barba para un aire 106terrible, no saludaré a hombre alguno por debajo del cuarto 107botón, y todo irá excelentemente.

BIANCA
108Mas hay allí una dama hermosísima, ¿cómo 109la entretendréis?

BILIOSO
110Os lo diré cuando sea la dama quien me haya entretenido a mí. 111Mas a fin de satisfaceros, aquí llega el bufón. Entra Passarello. 112Bufón, párate y encarna la dama.

PASSARELLO
113Vuestro bufón se para y con placer encarnará 114inmediatamente a la dama.

BILIOSO
115La saludaré en latín.

PASSARELLO
116Oh, pero latín vuestro bufón no sabe.

BILIOSO
117Ah, pero la dama sí.

PASSARELLO
118Pues si la dama echa por tierra al bufón, el bufón no se podrá parar 119por la dama.

BILIOSO
120¡Bufón pestilente! Por Dios que parece que el mundo 121esté cabeza abajo.

PASSARELLO
122Oh, no, señor, pues entonces vuestra dama y todas 123las otras damas de la corte irían con los pies en alto; cosa tan rara 124de ver, ya sabéis.

BILIOSO
125Muchos habrá que se quejarán de mi ascenso.

PASSARELLO
126Claro, como la hermana mayor que envidia a la pequeña 127convertida en dama antes que a ella.

BILIOSO
128El duque está asombrosamente descontento.

PASSARELLO
129Y más melancólico que un usurero que se queda 130sin su dinero a la muerte de un príncipe.

BILIOSO
131¿Has visto hoy a Madam Floria?

PASSARELLO
132Sí, me la he encontrado antes reparándose la cara. El rojo sobre 133el blanco era como si sus mejillas hubieran servido para 134dos platos de bayas guisadas, y el resto de la cara, 135la guarnición de perdiz chocha.

BILIOSO
136¡Pajarraco avinagrado! Venid, madam, esta noche podéis 137gozar de mí libremente, y mañana, a Florencia.

[Salen Bilioso y Bianca.]

PASSARELLO
138Bufón nato es el que elige ser sostén encorsetado 139a la enagua de una mujer, ¡bien atado y bien ceñido! Yo sigo 140como un perro a mi señor; y bien dicho está, porque cuando le hago 141fiestas, me da de comer; y si le tiro a morder un dedo, me 142escupe en la boca. Si no se los matara colgándolos por el 143cuello, antes sería yo perro que lacayo; pues del dinero 144la corrupción dos cosas genera: o al usurero, o al mendigo 145piojoso.

Sale.

[III.ii]

Entra Malévole vestido con bata de paño, mientras Bilioso lee las credenciales.

MALÉVOLE
1
No puedo dormir. Mis párpados, malos vecinos,
2
rehúsan amistad. Oh pálida noche quieta,
3
que ahogas los sentidos en vapores indolentes;
4
que al mundo das licencia para juguetear,
5
liberando las venas cansadas del sudor laborioso.
6
El esclavo de galeras, que el día esforzado pasa
7
forcejeando con su remo en contra del terco oleaje,
8
tensas, robustas las venas, ronca ya.
9
Al hombre de la guadaña, que encorvado siega el campo,
10
seguro lo haces reposar. De noche todas las criaturas duermen:
11
sólo el malcontento, que en pugna con su destino
12
protesta; ¡ay, él es el sereno que ingenuo canta las horas!
13
Cetrina su mandíbula se hunde en gemido inútil;
14
para otros, lechos de plumas; para él almohada de piedra.

BILIOSO
15¡Malévole!

MALÉVOLE
16 (A Bilioso.) Anciano de Israel, defecto insigne de naturaleza 17malvada y terca ignoracia, ¿desde cuándo tu esposa te deja 18yacer con ella?

BILIOSO
19Me marcho como embajador a Florencia.

MALÉVOLE
20¡Embajador! Por el honor de tu país, te lo ruego, no 21te lleves las gachas y el cordero bajo el sayo. Esa mujercita 22tuya tan joven se va contigo a Florencia, ¿verdad?

BILIOSO
23No, la dejo aquí en palacio.

MALÉVOLE
24¡En palacio! ¡La discreción nos proteja! Por el amor de Dios, 25¡no más cornudos! Himeneo ya se está quitando el manto 26azafranado; conserva a tu esposa en estado de gracia. Alma 27de la verdad, antes dejaría a mi dama sola en un burdel 28que en la corte de Génova.
29
Allí el pecado, en su forma meretriz,
30
crece hasta henchirse odioso y sonrojar a los sentidos;
31
el exceso arroparía al apetito desmedido,
32
haría al alma respirar el aliento inmundo de la lujuria.
33
En la lasciva corte italiana, una dama sin guardián,
34
abandonada a la merced de toda tentación,
35
poderosa invitación a la indecencia,
36
ataviarla, perfumarla con esencias libidinosas,
37
colmar sus venas de fogosas exquisiteces,
38
suave descanso, dulces melodías, tiernos enmascarados,
39
banquetes lascivos, el pecado en sí revestido en oro,
40
poderosa fantasía que conjura exótico delirio,
41
y lo presenta complaciente a los sentidos,
42
los sentidos al alma, que lo ve confirmado
43
en el potente ejemplo, hábito impúdico,
44
seducida por la gran alcahueta: la Oportunidad.
45
Y así dispuesta, alaba ella en su oído fácil
46
al joven bien vestido, rico, gallardo,
47
bien hablado, noble en ciernes, de sangre ardiente,
48
ingenioso, adulador… Estando ausente Ulises,
49
¡oh, Ítaca!, ¿podrá resistir la casta Penélope?

BILIOSO
50
Valga el cielo, pensaré en ello. Adiós.

MALÉVOLE
51
Adiós. Lleva a tu esposa contigo. Adiós.
Sale Bilioso.
52
A Florencia, ¿eh? ¡Puede ser bueno, sí!
53
Y puede que de una vez nos despojemos de la máscara.

Entra el conde Celso.

[III.iii]

CELSO
1
Mi honorable señor…

MALÉVOLE
2¡Silencio, Celso! ¿Qué hay? Baja la voz, un lívido temor 3sospecha que árboles, muros y arbustos, oyen. Cuenta, ¿cómo va todo?

CELSO
4
En verdad, señor, que esa bestia de mil cabezas,
5
la multitud vacilante, recula rápidamente.
6
Si por la envidia ilustre de algunos y la malícia común de otros,
7
su ardor desmedido os condenó al destierro,
8
ahora descubren que la envidia y la malicia jamás
9
producen la mínima reforma.
10
El duque, el manso duque, es como un tronco
11
que quisieran serrar dos facciones contrarias,
12
y aún con el hierro surcan su pecho.

MALÉVOLE
13
Te digo, Celso, que siempre supe
14
que tu pecho no albergaba cobardía desleal
15
ni vileza asustadiza. Por tanto te digo, Celso,
16
me parece que el viento está cambiando:
17
cambiaré yo el acecho a mi fortuna.
18
Conozco bien al florentino, cuya fuerza aislada,
19
que al casar a su hija altiva con este príncipe
20
me condenó al exilio e hizo duque a hombre tan débil,
21
los abandonará ahora a todos, puedes estar seguro.
22
Esperaré escondido mi ventaja,
23
para confirmarme en su ruptura.

CELSO
24
¿Se ha enterrado a Ferneze?

MALÉVOLE
25
Ya te hablaré de eso: aún vive.

CELSO
26
¿Y qué ha sido de Mendoza? ¿Qué hace ahora?

MALÉVOLE
27A fe mía, igual que un apagavelas, arremete contra 28la inmundicia de otros hombres y se la queda para sí.

CELSO
29Me parece que huye de la atención pública como la liebre 30de los galgos; mas los pies con los que huye le delatan.

MALÉVOLE
31
Sé cómo encontrar su rastro, Celso.
32
¡Oh, mi disfraz le engaña poderosamente!
33
Por mi apariencia desesperada de malcontento,
34
apenas se acercaría a mí: es en verdad un infame
35
que afectaría la gracia más grande
36
por un malvado y secreto fin.

Entra Mendoza.

CELSO
Aquí está.

MALÉVOLE
Quédate fuera.
Sale Celso.
37¡Ilo! ¡Uo, jo, jo! ¿Estás ahí, bonachón? ¿Por dónde 38te las gastas esta mañana? Veo que llevas la lisonja en la mirada 39y en el alma, la maldición. ¡Ah, canalla descomunal!

MENDOZA
40Se te ve contento.

MALÉVOLE
41Como un estudiante, futuens gratis. ¿Y a ti cómo te va 42con el diablo?

MENDOZA
43Malévole, eres un patán redomado.

MALÉVOLE
44¿Quién, yo? Pues he sido sargento, mira.

MENDOZA
45Cuánta miseria.

MALÉVOLE
46La misma que Job, un alquimista o un poeta.

MENDOZA
47El duque te odia.

MALÉVOLE
48Como un irlandés a un pedo.

MENDOZA
49Has perdido su amistad.

MALÉVOLE
50Tan alegremente como la doncella pierde su virginidad.

MENDOZA
51¡Ojalá fueras de más recio espíritu! ¡Ojalá fueras noble!

MALÉVOLE
52Bueno, seguro que mi sangre me dice que soy noble, de noble 53ralea seguro; pues encuentro que poseo las mismas cualidades: 54amo a los perros, los dados y las fulanas; desprecio la inteligencia 55que viene envuelta en paño, he zurrado al zapatero, empreñado a mi costurera, 56puesto los cuernos al boticario y arruinado a mi sastre. ¡Noble! 57¿Por qué no? Desde que el estoicismo dijo: “Neminem servum non ex 58regibus, neminem regem non ex servis esse oriundum”, Fortuna sola 59se ocupa de revolverlo todo, y el providencial Azar de mezclarlo 60de nuevo. Te pondré un símil. ¿Has visto alguna vez un pozo 61con dos cubetas? Mientras una sube llena y presto se vacía, 62la otra baja vacía para llenarse otra vez. Tal es la condición de toda 63la humanidad. Y fíjate que yo podría ser el hijo de un 64duque; pues en verdad, ser un bastardo de lascivia desmedida 65pone en duda la nobleza de cualquiera. Tengo un corazón recio 66y audaz, Mendoza.

MENDOZA
67Un abrazo; me gustas infinitamente. ¿Harás una cosa 68por mí?

MALÉVOLE
69¿Me irá bien en ello? (Mendoza le da una bolsa con monedas.) 70A tus órdenes; tu esclavo soy, allende la muerte y el infierno.

MENDOZA
71Mata al duque.

MALÉVOLE
72Anhelo de mi corazón, deseo de mi alma, sueño de mis fantasías, 73afán de mi sangre, ¡cumbre sola de mi esperanza! ¿Cómo, oh 74Dios, cómo? ¡Oh, mis ánimos reunidos, cómo se agolpan! ¡Así 75dan fuerza a mi decisión!

MENDOZA
76El duque ha salido a cazar.

MALÉVOLE
77¡Excelente, admirable, como por arte del diablo! Prestadme, 78prestadme espada, pistola, ballesta; sí, sí, yo me encargo.

MENDOZA
79Estamos de acuerdo entonces.

MALÉVOLE
80Como la Cuaresma y el pescadero. Va, de punta a cabo, ¿cómo? 81Informa.

MENDOZA
82
Has de saber que este duque medio bobo, al que solo
83
el sostén de Florencia mantiene, con estúpido fervor
84
me ha nombrado su heredero, y en privado asevera
85
que al morir será mía su corona.

MALÉVOLE
86
¿Bajo qué mérito?

MENDOZA
¡Mérito! ¡El de ponerle los cuernos!
87
Solo la muerte de Ferneze ha dado vida a mi cargo.
88
Chist, seamos sensatos: no debe seguir con vida.

MALÉVOLE
89
No hay razón, vaya. ¿Mas cómo ha de morir?

MENDOZA
90Mi plan definitivo es asesinar al duque, para poder quedarme 91con su poder porque él me nombra heredero; desterrar 92a la duquesa, para librarme así de una astuta lacedemonia, 93ya que me consta que no tendrá el apoyo de Florencia; y luego 94casarme con María, la esposa del desterrado duque Altofronto, 95ya que así sus amigos unirán sus fuerzas a las mías; eso es 96todo.

MALÉVOLE
97¿Acaso amas a María?

MENDOZA
98A fe, no con gran afecto, mas como el sabio ama a la gran 99mujer: para ennoblecer su sangre y aumentar su hacienda. 100Ahora, para lograr esto, esto ahora: el duque está en el 101bosque cercano a la costa; aisladlo, matadlo, arrojadlo 102al mar, y anunciad que habéis visto que los lobos se lo comían.

MALÉVOLE
103
¡Hum! No es muy bueno. Se me ocurre, cuando haya caído,
104
buscaré a algún farsante, algún mísero desgraciado
105
embozado en fingida santidad,
106
que jure haber oído al duque lamentar la deshonra de su esposa
107
en lo alto del acantilado, y en plena agonía
108
de corazón torturado, arrojar sus gimoteos
109
a las turgentes aguas. Este relato,
110
bien contado, suena probable. Y así además,
111
la duquesa…

MENDOZA
Puede ser condenada al destierro.
112
¡Oh, invención sin par! ¡Excepcional!
113
Tú, dios de la picardía, ¡cuánto me gusta!

MALÉVOLE
114
Entonces no temas por la esposa de Altofronto;
115
me convendré con ella.

MENDOZA
116
Hazlo, hazlo. Place a nuestra excelencia.
117
¿Por qué motivo no te han hecho emperador? Cuando seamos
118
duque, seguro te haremos grande.

MALÉVOLE
119
No, hacedme rico y canalla, que ya me haré grande
120
yo a mí mismo.

MENDOZA
Que mi espíritu sea contigo;
121
Que haya en ti diez almas y se aúnen tus virtudes.
122
Decide; ¡ja!, ¡piensa en la grandeza! Corazón, adiós.
Entra Celso.
123
El sino de mi esperanza habita en ti.

Sale.

MALÉVOLE
124
Celso, ¿has oído? ¡Ah, cielos! ¿Has escuchado
125
qué ardid tan diabólico? Aguantas cómo el mundo
126
celebra su condena e incluso brinda tragando con avidez,
127
¿y aún miras para otro lado, aún duerme tu venganza?
128
Si tu frente está serena, ¿cuándo estallará el trueno?

Sale.

[III.iv]

Entran Pietro, Ferrardo, Prepasso y tres Pajes.

FERRARDO
1Los perros han perdido el rastro.

Suenan cuernos de caza.

PIETRO
1¡Dios quisiera que fuera eso lo único que se ha perdido! Dejad 2que el ciervo corra salvo, los perros sigan la presa y seguid vos 3a los perros. Cuanto a mí, no es propio de una bestia el cazar a otra. 4Hay una que me persigue; os lo ruego, dejadme a solas 5un rato.

FERRARDO
6Quisiera que vuestro pesar os dejara en paz rápido como nos.

PIETRO
7Os lo agradezco. Salen Ferrardo y Prepasso. 8Muchacho, ¿qué andas soñando ahora?

PAJE 1.º
9Que era verano y hacía sol, señor; pues aquí viene un mundo de lo más fogoso. 10Mas mi señor, anoche tuve un sueño bien raro.

PIETRO
11¿Qué sueño raro?

PAJE 1.º
12Pues pareciome que mi canción os complacía, y después 13soñé que me obsequiabais esa espada corta.

PIETRO
14Mendigas con mucho talento; espera, que se hará verdad tu sueño: toma.

PAJE 1.º
15Merced. Seguí soñando luego, mi señor, y pareciome, 16si es que place a vuestra excelencia, que en vuestra magna bondad 17veíais necesario regalarme la joya de vuestro sombrero.

PIETRO
18Oh, era tan solo un sueño, muchacho, no lo creas. Los sueños 19no siempre se hacen realidad; alguno puede tornarse en espada corta, 20pero en joya, ninguno. Mas caballero, soñásteis que vuestra canción 21me complacía: haced eso realidad, como he hecho yo lo otro.

PAJE 1.º
22A fe, mi señor, que sólo era un sueño. Y los sueños, decís, 23no siempre se vuelven ciertos: pueden tornarse en espada, 24pero no en una buena canción. La verdad es que me he quedado sin voz.

PIETRO
25¡Te has quedado sin voz! ¿Cómo?

PAJE 1.º
26Soñando, a fe mía. Mas hay aquí un par de canallas asirenados 27que os encantarán. ¿Qué queréis que canten, mi buen señor?

PIETRO
28Que canten a la naturaleza de la mujer, y así la melodía 29estará llena de variaciones, notas caprichosas y dulces cadencias. 30Habrá de ser veleidosa, grave, fantástica, amorosa, melancólica, 31vivaz, una en todo, todos a una.

PAJE 1.º
32¡Todos a una!

PIETRO
33Por la Vírgen, demasiados. ¡Cantad! Pecan mis palabras 34de indolencia derrochada. ¡Cantad!

Canción (Pajes 2 y 3).

[III.v]

Entra Malévole portando pistola y ballesta.

PIETRO
1Ah, así, así, cantad. Tengo sueño. Alejáos; es posible que 2hable en sueños. Alejáos.

Salen Pajes.

MALÉVOLE
3¡Vamos, vamos! ¿Quién es? ¡El duque! Cielo santo, ¡que el tonto 4se tope con la grandeza! No te duermas, duque; buen día. 5Seré breve, duque; me han pagado para matarte. 6¡Quieto ahí! Mendoza, Mendoza es quien paga; mira su oro, 7su pistola, su ballesta y su espada: tan cierto como la tierra misma. 8Oh más que tonto, ¡encandilado con cuentos para idiotas! 9Credulidad, ¡nombrarlo heredero! ¡Al que juró tu muerte!

PIETRO
10¿Es eso posible?

MALÉVOLE
11¡Lo es!

PIETRO
12¿No descubrió él a Ferneze?

MALÉVOLE
13Sí, mas ¿por qué? ¿Por qué? ¿Por tu amor? ¡Claro, claro! 14Para vengarse de su rival, que de soslayo había intentado 15hincarle el diente; una vez muerto, a manos tuyas, es evidente, 16pues te defendía su espada, te tornó a ti en lo más odioso 17y en lo más agraciado a él, ante tu princesa de vida alegre. A ése has 18concedido secreto egreso y regreso a ella, has hecho heredero a aquél 19cuya fogosa lujuria antes revolvió tus sábanas y ahora ha de usurpar tu puesto. 20¡Político! ¡Lumbrera! ¡Muerte! ¡Ser llevado a la hoguera como un toro 21por los cuernos, hacer que la bondad misma corte un cuello gentil! 22Vida, ¿por qué enmudeces? Cuerpo de humo pasmado, ¡habla! 23¿No hay más fidelidad en la estocada que da una lengua de casa, que en 24esos nobles de esgrima remilgada?

Entra Celso con un jergón de hermitaño y una barba.

PIETRO
25Lord Malévole, si todo eso es cierto…

MALÉVOLE
26¡“Si”! Ven, ocúltate con este disfraz. ¡“Si”! Con tus ojos lo verás; 27te agradecerá haberte asesinado a ti mismo. Ven, sigue mis 28instrucciones y verás los engaños más singulares.

PIETRO
29Mundo, ¿a dónde vas?

MALÉVOLE
30Al diablo. Vamos, la mañana llega a su fin. 31La firme celeridad es el alma de un buen gobierno.

Salen.

[IV.i]

Maquerelle llamando a la puerta de las damas.

MAQUERELLE
1Medam, medam, ¿estáis despierta, medam? Si estáis 2despierta, medam; no quisiera despertaros.

Entra un Paje.

PAJE
3Milady ya está levantada.

MAQUERELLE
4Pero qué niño más guapo, a fe mía. ¿Cuántos años tienes?

PAJE
5Catorce, creo.

MAQUERELLE
6Ay, si eres un adolescente…¿De alta cuna? 7¿Sabes quién soy? Me llamo Medam Maquerelle; me alojo 8en el Patio de la Raposa. Mira, llegan las damas.

Entran Bianca y Emilia.

BIANCA
9Buenos días tengas, Maquerelle.

EMILIA
10¿Se ha levantado ya la duquesa, centinela?

MAQUERELLE
11¡Oh, señoras, qué abominable desgracia! ¡Señoras mías, 12qué desastre más triste! Anoche encontraron a Ferneze en la 13habitación de la duquesa. Ay qué pena, el duque lo cogió 14y lo mató.

BIANCA
15¿Lo encontraron en la cama?

MAQUERELLE
16Oh, no; pero la ruin verdad es que la puerta no tenía el cerrojo 17echado; la lengua atada del postigo no hizo ruido alguno. La nuda 18verdad es que lo hallaron en mangas de camisa, mientras yo cual 19bestia absoluta dormía en la habitación contigua, oyendo nada. 20Y aunque pasaron por mi lado en la oscuridad, no los sentí, ay de mí, 21criatura insensible. Ay, hermosas, vigiláos los cierres del corsé, 22si no por castidad, que sea por cautela: aseguráos de que la puerta 23esté bien cerrada. ¿Vuestro esposo se ha ido a Florencia?

BIANCA
24Sí, Maquerelle.

MAQUERELLE.
25Confío en que tendréis discreción suficiente como para 26adquirir un vestido nuevo antes de su retorno. Muy bien, hermosas, 27a fe que he de haceros sabias de una vez. Te quiere tanto: ¡ja! Es tan listo: 28¡venga! Bien proporcionado: ¡mira! De buena familia: ¡aire! Que sea ésta 29vuestra única postura: a cada hombre estimad según sus dones, y así 30seréis siempre las más queridas y las más dignas de ser las más queridas.

EMILIA
31¿Ha vuelto ya el duque de la cacería?

MAQUERELLE
32Dicen que aún no.

BIANCA
33Y es mediodía.

EMILIA
34¿Y cómo está soportando la duquesa esta afrenta?

MAQUERELLE
35A fe, valientemente; desafía la infamia con valor, como buena 36hija del duque. Y de esto debéis tomar nota: aseguráos algún 37amigo poderoso en un rincón que sea capaz de intimidar a vuestro 38esposo. Fijáos en cómo se comporta la duquesa: sin miedo a la infamia; 39grita: “Duque, haz lo que quieras, yo vengaré mi honor.” 40No, como quien reafirma su virtud ante diez mil lenguas 41que murmuran su deshonra, está ahora mismo lista 42para ir al baile.

Entra Ferrardo.

BIANCA
43¡Al baile!

MAQUERELLE
44Bien cierto.

EMILIA
45Bien raro. (Aparte a Maquerelle.) Mira, aquí viene 46 mi criado, el joven Ferrardo. ¿Cuántos criados crees que tengo, 47 Maquerelle?

MAQUERELLE
48(Aparte a Emilia.) Cuantos más, mejor. Como bien dice el dicho, los criados, como 49 los vestidos: hay que tener muchos, usar uno y cambiar a menudo, 50 pues eso es lo más grato y elegante.

FERRARDO
51¡Salve, bellas damas! ¿Ha vuelto ya el duque?

BIANCA
52Gentil señor, aún no hay nuevas de él en la corte.

FERRARDO
53Cuán extraño es eso.

BIANCA
54(Aparte a Maquerelle.) ¿Qué te parece mi criado, Maquerelle?

MAQUERELLE
55(Aparte a Bianca.) Me parece que apenas podría sostener el arco de Ulises. Mas 56 a fe mía que si tuviera la nariz más estrecha, los ojos más anchos, 57 las manos más finas, los labios más gruesos, las piernas más grandes, 58 los pies más pequeños, el pelo más negro y los dientes más blancos, 59 sería un jovencito de lo más dulce y tolerable. Y si viniera a mi alcoba, 60 le leería la suerte en las barbas.

Toque de cornetas.

FERRARDO
61¡Aún no ha vuelto! Me temo… Mas se acerca la duquesa.

[IV.ii]

Entra Mendoza del brazo de la Duquesa [Aurelia], Guerrino. Las damas se levantan, Ferrardo recibe a la Duquesa e invita a danzar a una de las damas.

AURELIA
1Dancemos. ¡Música! Dancemos.

GUERRINO
2¿Les quanto, milady, Pensez bien, Passa regis, o el bran, o 3enredo de Bianca?

AURELIA
4El enredo se nos ha olvidado.

FERRARDO
5¿Tan pronto? Qué extraño.

GUERRINO
6Pues dos sencillos a la izquierda, dos a la derecha, 7tres dobles hacia adelante, cruzan seis en círculo; se hace esto 8dos veces, tres sencillos a un lado, gallarda y truco-de-veinte, 9paso coranto, figura de ocho, tres sencillos cortos, al centro, 10encuentro, dos dobles, inclinar hacia atrás y reverencia.

AURELIA
11¡Oh, Dédalo, qué laberinto! Se me ha olvidado del todo.

MAQUERELLE
12Y a mí también, salvo lo de inclinarme hacia atrás y luego reverencia.

Entra Prepasso.

AURELIA
13¡Música, música!

PREPASSO
14¿Alguien ha visto al duque? ¿El duque?

Entra Equato.

AURELIA
15¡Música!

EQUATO
16¿El duque? ¿Ha vuelto ya el duque?

AURELIA
17¡Música!

Entra Celso.

CELSO
18O el duque es invisible o no está por ningún lado.

AURELIA
19No apreciamos vuestra intromisión en nuestro retiro 20privado, no la apreciamos en absoluto. Habéis olvidado quién sois.

Entra un Paje.

CELSO
21Muchacho, ¿y tu señor? ¿Dónde está el duque?

PAJE
22Ay, pues ahí lo dejé tapando el suelo, tristemente 23espatarrado. Dijo sentirse pesado y que quería dormir; 24que le dejase, pues el poder de la fantasía le hacía a menudo 25hablar en sueños. Le obedecí y no le he visto desde entonces; 26más donde quiera que esté, está triste.

AURELIA
27¡Música, que suene alto, como vuela nuestro corazón! ¡Bien alto!

[IV.iii]

Entran Malévole y Pietro, disfrazado de ermitaño.

MALÉVOLE
1El duque —¡silencio!— el duque ha muerto.

AURELIA
2¡Música!

MALÉVOLE
3¿Es música?

MENDOZA
4Da alguna prueba.

FERRARDO
5¿Cómo?

CELSO
6¿Dónde?

PREPASSO
7¿Cuándo?

MALÉVOLE
8Quedáos en paz, igual que está el duque; sentáos. Por mi parte, 9muerto lo he visto, eso es todo. Mirad, aquí hay alguien 10que os podrá dar mejor cuenta de lo sucedido.

MENDOZA
11
Hablad, santo padre, y no dejéis que ceño alguno
12
de los presentes os ahuyente de la verdad.
13
Hablad libre y en confianza.

AURELIA
Os escuchamos.

PIETRO
14
Recién el sol en su montura había enjugado ya con alas granas
15
el frío sudor que la noche rocía en el seno terrenal,
16
cuando yo, a quien los hombres llaman Eremita de la Roca,
17
abandonando mi celda, he subido a un acantilado
18
en cuya base el terco Neptuno estrella
19
encrestado el alto ceño; allí he parado a reposar,
20
mas de pronto mis entrañas hundido se han por el lamento
21
de alguien que más arriba había trepado;
22
mas puede causar ofensa…

MENDOZA
23
No.

AURELIA
24
Seguid.

PIETRO
25
Aún me parece oírle: “¡Oh, fe de mujer!
26
¡Ve, siembra la ingrata arena, ama a una de ellas!
27
¿Y he de vivir yo para que otros se burlen de mí?
28
Ser un cornudo contento, abrazar a mi propio veneno?
29
Oh, verdad, bien sabes tú
30
que es más fácil fundir el duro acero con viento del sur,
31
que el océano entre en calma al silbido del marino,
32
que las lágrimas extigan el fuego de una ciudad en llamas,
33
antes que la mujer, a la impudencia sin rubor consagrada,
34
con dulce proceder y tierna lisonja,
35
se aleje de allí donde reside el apetito.
36
¡Oh, sangre poderosa, que su alma esclavizas!
37
He lavado a una etíope y por toda recompensa
38
ella ha ensuciado mi nombre. ¿Y acaso ahora por fuerza
39
debo yo caminar, vivir con esta negrura? ¡Debo! ¡Debo! ¡Ah!
40
Aquél que pueda aguantar un ‘debo’, no morirá nunca.”
41
Con esto lanza un suspiró tan profundamente apasionado
42
que el aire mismo le responde con un lamento. Al fin grita:
43
“Se hunda en el mar mi deshonra, ¡se hunda asaz!” Muere así,
44
pues he visto entonces caer su cuerpo y sumergirse
45
en un piélago de espuma. Entonces he observado
46
aquello que creo ahora ver: era el duque,
47
a quien súbito el mar de estómago delicado
48
ha devuelto; más entonces…

MALÉVOLE
49
Entonces he llegado yo; mas por desgracia ya era tarde,
50
¡pues aún más rápido se ha hundido!

PIETRO
Tal ha sido el triste sino del duque.

CELSO
51
¡Mejor fortuna para Mendoza, nuestro duque!
52
¡Mendoza!

Fanfarria de cornetas.

MENDOZA
53
¡Guardia, guardia!
Entra un guardia.
Nos, llenos de lágrimas sinceras
54
por la pérdida de nuestro buen padre
55
–pues podemos llamar así a quien
56
apeló a vuestro afecto para apoyarnos como sucesor–
57
no podemos a la ligera pasar por sobre su muerte
58
ni dejar sin venganza su pesar.
(A Aurelia.)
Mujer sin honra,
59
Te desterramos por siempre al lugar
60
de donde viene este buen hombre; sin permiso,
61
so pena de muerte, para llevar ornamento en el cuerpo.
62
Vulgar, cual ha sido tu vida, habrás de partir.

AURELIA
63
¡Desagradecido!

MENDOZA
¡Fuera!

AURELIA
¡Villano, oídme!

Prepasso y Guerrino se llevan a la duquesa.

MENDOZA
¡Largo de aquí!
64
Caballeros, preparad un consejo público, es lo adecuado.
65
La inteligencia es quien lleva la cola de la Fortuna.
66
¡Marcháos! Compareceremos de inmediato, aprisa.

Salen todos menos Mendoza, Malévole y Pietro.

MALÉVOLE
67¡Ah, demonio atroz! ¡Ja, maquiavélico asesino! 68¿Qué tal estáis, don duque? ¿Qué tal ahora? ¡Bravo, duque, muy bien!

MENDOZA
69¿Cómo lo has matado?

MALÉVOLE
70Le he machacado los sesos y lo he metido en salmuera marina.

MENDOZA
71¿Los sesos, y lo has ahogado también?

MALÉVOLE
72Oh, era lo mejor, infalible; pues a aquél que golpea a un gran hombre, 73más le vale acabar con él, o habrá de cuidarse de no ser hombre. 74No se empuja un tipo considerable a menos que esté uno seguro 75de poder mandarlo al arroyo.

MENDOZA
76¡Cuerda mollera, pardiez! Os haré emperadores a ambos.

MALÉVOLE
77¡Haznos cristianos, haznos cristianos!

MENDOZA
78Os haré ascender; llegaréis alto.

MALÉVOLE
79¿Al patíbulo, dices? ¡Vamos! "Prӕmium incertum petit certum 80scelus." ¿Cómo va el plan?

MENDOZA
81
Toma, lleva mi anillo a la ciudadela,
82
que te den acceso a María, la grave duquesa
83
del desterrado Altofronto. Dile que la amamos;
84
no omitas circunstancia al agraciar nuestra persona. Ve.

MALÉVOLE
85Haré de mí un fantástico alcahuete. Hasta pronto, duque. 86Adieu, adieu, duque.

MENDOZA
87
Lleva contigo a Maquerelle, pues cierto es que sólo
88
un diamante puede cortar a otro.
Sale Malévole.
89
Eremita, eres perfecto para mí, mi confesor.
90
Oh, espíritu selecto, nacido por mi bien,
91
seguro que serías
92
un prelado excelente para una iglesia deforme.
93
Ven, hablemos en privado, tú y yo una misma cosa.

PIETRO
94Me alegra haber tomado el hábito por ti.

MENDOZA
95Muy bien, pues. Has de saber que Malévole es un villano 96sin par; peligroso, muy peligroso. Ya véis que es 97lenguaraz, un granuja deslenguado. Quiero que lo envenenes; 98es como un callo en el dedo gordo, por él no puedo caminar, 99hay que sacarlo de raíz. ¿Lo harás, eh?

PIETRO
100Cualquier cosa, cualquier cosa.

MENDOZA
101
¡Corazón de mi vida! Ea, pues, a la ciudadela.
102
Allí has de unirte a este Malévole
103
y en la cena, envenenarle. Que parezca que ha sido
104
María, que o bien me dará su amor, o morirá.
105
¡Ve rápido como el rayo!

PIETRO
106
Las buenas obras se arrastran, las malas vuelan.

Sale Pietro.
Entra Malévole.

MALÉVOLE
107El anillo de vuestra endemoniada alteza no tiene virtud alguna: el capitán 108gamuza, el matón cara-jamón-cetrino-de-Westfalia me grita: “¡Alto ahí! 109Debe traer una orden en firme o no ha de entrar al Castillo de Acomodo.”

MENDOZA
110Que escriban nuestra orden de inmediato. ¡No entrar! ¡Que no! 111¿Qué sitio habrá en Génova en el que no hayas de entrar tú? En mi corazón, 112¡en mi corazón mismo! Ven, quiéreme bien; debemos querernos, los dos, 113alma y cuerpo.

MALÉVOLE
114¿Qué te ha parecido el hermitaño? Raro el hermitaño, sí señor.

MENDOZA
115Un individuo peligroso, muy avieso. Debe morir.

MALÉVOLE
116Sí, debe morir. 117MENDOZA Mátalo tú. Nos somos prudentes, hemos de serlo.

MALÉVOLE
118Y providentes.

MENDOZA
119
Sí, providentes. Guárdate del hipócrita;
120
el clérigo que es corrupto, ¡oh, huye de él!
Se dispara bajo la tripa.
121
Un tipo que hace de la religión su caballo de Troya
122
engendra pestes. Has de envenenarlo.

MALÉVOLE
123
Claro, es absolutamente necesario, ¿cómo?

MENDOZA
124
Id juntos a la ciudadela,
125
allí cenáis, allí le envenenas. Y en María,
126
puesto que es nuestra enemiga, que recaiga la
127
grave sospecha; por la cual, o muere, o nos da su amor.

MALÉVOLE
128
Allá voy.

Sale Malévole.

MENDOZA
129
Nosotros los grandes actuamos sólo en propio bien.
130
Es menester que ambos mueran, pues sus servicios piden más
131
de lo que podemos recompensar. Su presencia es un
132
reproche a la deuda de nuestra fortuna,
133
aborrecido por nos. Sí al pecado, no al pecador. Y en conclusión,
134
no han de vivir para decir: “¡Ingrato!”
135
Un leño prende a otro; solo el acero corta el acero.
136
Confiar en pocos es bueno, mas ¡oh!, en ninguno, mejor.

Sale Mendoza.

[IV.iv]

Entran Malévole y Pietro, aún disfrazado, por puertas distintas.

MALÉVOLE
1¿Cómo estás? ¿Cómo estás, duque?

PIETRO
2
¡Oh, que venga el fin de los días! ¡Caiga, caiga sobre nosotros la condena!
3
Que se abra el cielo y vomite sus llamas.

MALÉVOLE
4Ah, para de despotricar, no te me vuelvas actor. Ya hay 5demasiados como para poder ganarse la vida. Qué, ¿aún 6no tienes fe?

PIETRO
7Estoy atónito, mi asombro llega al punto del desmayo. 8Tengo orden de envenenarte.

MALÉVOLE
9Yo tengo orden de envenenarte a ti en la cena.

PIETRO
10¿En la cena?

MALÉVOLE
11En la ciudadela.

PIETRO
12¿En la ciudadela?

MALÉVOLE
13¡Doble cabriola! ¡Pirueta! ¡Verdad divina! Se nos va a cargar 14como hace un niño con una pistola de juguete: un perdigón 15que saque al otro. ¿A qué fe profesas ahora?

PIETRO
16Maldición todo, extrema crueldad. No hay fe 17en el ser humano.

MALÉVOLE
18Salvo en usureros y prestamistas: esos no engañan a nadie. 19Se dice que son chupasangres, ¡y eso es lo que son! ¡Que dios 20me guarde de mis amigos!

PIETRO
21¡De tus amigos!

MALÉVOLE
22Sí, de mis amigos, que de mis enemigos ya me guardo yo. 23¡Oh, una amistad traicionera es la maldad más despreciable! 24Mira Mendoza, mira qué ruin villano. Mas será el cielo 25quien por granuja le mande pestes.

PIETRO
26¡Oh, mundo!

MALÉVOLE
27¡Mundo! Es el terreno solo de la muerte, el gran bazar 28del demonio, la prisión más cruenta del hombre, por donde 29ninguno pasa sin dar como tributo su más querido aliento. 30Nada hay perfecto en él sino extremo, extrema calamidad, 31como la que viene ahora.

[IV.v]

Entra Aurelia, dos Alabarderos delante y dos detrás de ella, junto a Celso y Ferrardo. Aurelia en traje corriente de luto.

AURELIA
1
¡Desterrada! ¡Se me llevan desterrada!

PIETRO
2
Señora, ¡mi bendición por vuestro arrepentimiento!

AURELIA
3
¿Por qué? ¿Por qué? No deseo nada, más que la muerte,
4
el infierno merezco y nada más. Si el cielo concediera
5
gracia suficiente para limpiar mi alma se quedaría sin ella:
6
harían mis pecados mella en las reservas de la piedad.
7
¡Oh, sus ruegos agotarían a la bondad del cielo!
8
Justo es el juicio aunque venga de ese grandísimo bellaco.
9
Mas llegará su castigo, seguro,
10
antes de que pueda gobernar. A mi celda de la vergüenza.

PIETRO
11
Mi celda es, señora, donde en lugar de mascaradas,
12
música, justas, torneos y espectáculos de la corte,
13
el murmurar sordo del viento desenfrenado
14
ruge una y otra vez, mientras el mar inquieto
15
azota la roca viva con golpes de espuma.
16
Allí, sin anunciarse, el aire entra y sale;
17
la bóveda mohína os hará llorar a la fuerza,
18
al contemplar sólo pura desolación.
19
Las rocas infecundas os punzarán la vista,
20
allí donde al alzarse uno llega de inmediato
21
al techo con la frente y con las manos, a los muros.

AURELIA
22
Es demasiado bueno. Espíritu bendito de mi esposo,
23
¡oh, cualquiera que sea el orbe donde se halla el trono de vuestra alma,
24
ved cuán merecida es mi desgracia!
25
¡Oh, dejad que la angustia de mi contrito espíritu
26
ruegue que nos reconciliemos!
27
Si no, ¡oh, júbilo!, triunfa en mi justa aflicción.
28
La muerte es el fin de las penas y el alivio de las lágrimas.

PIETRO
29
Parece que vuestro esposo no os amaba, os trataba mal.

AURELIA
30
¡Oh, cielos!
31
Como el alma quiere al cuerpo, así amaba él.
32
Alejarse de mi presencia era su muerte, ay,
33
todo por complacerme.
34
Mas yo, desgracia abocada al infierno,
35
rompí los sagrados votos del matrimonio
36
para abrazar a un vil truhan, vulgar y traicionero.
37
Oh, señor, el más réprobo pagano;
38
¿qué más puedo decir? Ingrato, me destierra
39
aquél por quien he perdido alma, cuerpo, nombre y honor.
40
Mas no merezco más: por qué razón tendría
41
mejor sino quien el casto lecho deja,
42
huye del abrazo del corazón devoto
43
unido a sí ante dios y el hombre con solemne promesa,
44
para probar la sangre libidinosa cual bestia salaz
45
en una caricia adúltera? ¡Oh, voraz desvergüenza!
46
¡Impudencia insaciable del apetito!
47
Ved aquí vuestro final; pues sabed que tanta savia hay en el polvo,
48
tanto bien en el pecado, como amor en la lujuria.
49
¡Gloria a tu espíritu, buen esposo! ¡Y a mí, perdón!

CELSO
50
El duque desea que esta noche os quedéis en la corte.

AURELIA
51
Alma mía ocúltate en las sombras. Huye, honra, de cielos claros.
52
De noche al ciego no le preocupan sus ojos.

Sale (con Celso, Ferrardo y Alabarderos.)

MALÉVOLE
53No llores, buen cornudo; consuélate, hombre, otros mejores 54que tú han sido beccos: Agamenón, emperador de la alegre 55Grecia, que tantas cosquillas hizo a los Troyanos, era un cornuto; 56el Príncipe Arturo, que le cortó las barbas a una docena de reyes, era un 57cornuto; Hércules, que llevó el cielo a sus espaldas, y preñó 58a cuarenta en una noche…

PIETRO
59No, a cincuenta.

MALÉVOLE
60Cierto, cuarenta ya son bastantes, ay conciencia; y aún así era un cornuto. 61Paciencia, la maldad se vuelve orgullosa; sé cauto.

PIETRO
62Demasiado profundo me hieres con saña desmedida.

MALÉVOLE
63Chitón, peligrosa es la herida del cirujano piadoso. Te curaré 64de arriba abajo. ¿Creíste que buscaría sustento con lisonjas 65porque eres príncipe? Antes iría detrás de un borracho 66y viviría de lamerle el vómito, que de la adulación servil.

PIETRO
67Otros grandes lo han hecho.

MALÉVOLE
68Grandes esclavos que temen mejor que aman, pues por naturaleza nacen 69para el cesto de carbón, aunque la ujier que anuncia la presencia de príncipes, 70Fortuna, les haya dado ciegamente un sitio mejor. He jurado ser 71tu desgracia.

PIETRO
72Sé, te lo ruego. Ya solo quiero desdichas, sé un hijo para mí.

Entra Bilioso.

MALÉVOLE
73Porque eres un duque usurpador. (A Bilioso.) Vuestra 74señoría ha vuelto bien de Florencia.

BILIOSO
75He vuelto bien, alabado sea mi caballo.

MALÉVOLE
76¿Qué nuevas hay de los florentinos?

BILIOSO
77No revelaré los deseos del gran duque; sólo que éstas 78fueron sus órdenes: es su deseo que muera su hija, que se destierre 79al duque Pietro por exiliar la deshonra de su familia, y que 80se readmita al duque Altofronto. Eso es todo. Mas me dicen 81que Pietro ha muerto.

MALÉVOLE
82Sí, y Mendoza es duque. ¿Y ahora qué haréis?

BILIOSO
83¿Es Mendoza más poderoso?

MALÉVOLE
84De momento así es.

BILIOSO
85Entonces de momento me quedo con él.

MALÉVOLE
86¿Pero y si de repente volviera Altofronto?

BILIOSO
87Bueno, pues de repente me volvería con él. 88Lo mejor es caminar al lado del poderoso: 89antes alzarme con lo malo, que caer con lo bueno.

MALÉVOLE
90¿De qué religión seréis a partir de ahora?

BILIOSO
91De la religión del duque, cuando sepa cuál es.

MALÉVOLE
92¡Oh, Hércules!

BILIOSO
93¿Hércules? Hércules era hijo de Júpiter y Alcmena.

MALÉVOLE
94Su señoría es un enorme consentido.

BILIOSO
95¿Consentido?

MALÉVOLE
96Sí, con mucho sentido.

BILIOSO
97Anfitrión era un cornudo.

MALÉVOLE
98Vuestra señoría suda; la joven dama os traerá un trapito 99para la frente de vuestra señoría. Sale Bilioso. 100¡He ahí uno que es un maldito! Ésta es su máxima inviolable: 101Adular al poderoso y oprimir al pobre. ¡Un moscardón 102hideputa que roe hasta la espalda más flaca y escocida!

PIETRO
103Entonces, ¿por qué le saludas?

MALÉVOLE
104Por lo mismo que va a misa la alcahueta: apariencias. 105Ven, no te despistes: corres el riesgo de perder el ducado. 106Piensa esto: la tierra es la sola tumba y Gólgota donde 107todo lo vivo se ha de pudrir. Es la letrina en la que 108los cuerpos celestes vacían su carga corrupta; el 109estercolero mismo donde los orbes sublunares sueltan 110sus excrementos. En este muladar, el hombre es el lodo; 111los príncipes gobiernan a los hombres; pues por nuestra alma 112son ellos tan libres como emperadores, todo lo mismo. Entre 113un emperador y el hijo de un gaitero, solo hay un par de tijeras. 114La única diferencia es el tinte, el adorno, la plancha y el lustre. 115Entonces, ¿qué tiene uno que perder? 116El oficio del carcelero es tener al hombre en cadenas, 117mientras afán y traición destruyen lo bueno de la vida.

PIETRO
118
Aquí renuncio para siempre a la regencia.
119
Oh, Altofronto, con agravio suplanté tu derecho,
120
con diabólicas maniobras te hice tropezar;
121
por ello ahora soy yo quien cae del trono: abjuro trucos mundanos.
122
Pues la venganza, aunque despacio, llega segura.
123
Oh, me siento transformado. Desde ahora, ante el reverenciado poder,
124
en contrición verdadera dedicaré
125
mi aliento a la solitaria contemplación,
126
mis labios a las plegarias, y la cuita de mi pecho ha de ser
127
restaurar la regencia a Altofronto.

MALÉVOLE
128
Se ha escuchado tu súplica, y aceptamos tu fe.
Se quita el disfraz.
Entran Ferneze y Celso.
129
Destierra tu estupor. Venid, los cuatro debemos
130
soportar de lleno el golpe de la Fortuna. No os asombréis tanto.

PIETRO
131
¿Vive Ferneze?

FERNEZE
Por vuestro perdón.

PIETRO
132
Perdón y cariño. Permitidme que reúna
133
mis pensamientos dispersos con indómito asombro.
134
Mis votos siguen fijos en el cielo, y desde ellos
135
suplico cariño y perdón.

MALÉVOLE
¿Quién, habiendo visto este cambio,
136
duda de la Providencia? ¡Mi fe sincera para todos!
137
Quien no ha de caer más bajo, no puede sino alzarse.
138
Mas aún la impetuosa vicisitud
139
azota al mundo: no dejéis que el desconcierto
140
sea un intruso en vuestro espíritu. No os asombre que me alce,
141
¿pues quien va a hundirse si puede aguardar en secreto?
142
El momento de actuar llega en buena sazón. Voy a desvelaros
143
mi plan más secreto, no sea que la ignorancia cause temor a la sospecha.
144
Retirémonos a hablar, dejemos el resto al destino.
145
La madura discreción es la vida misma del gobierno.

Salen.

[V.i]

Entran Bilioso y Passarello.

BILIOSO
1Bufón, ¿qué te parece mi pantorrilla con esta media tan larga?

PASSARELLO
2Excelente pantorrilla, señor.

BILIOSO
3Esta pantorrilla ha visto muchas juergas en estos veinte años. 4Cuando Monsieur Gundy era embajador aquí, yo, con mis brazos, 5era capaz de llevar a una dama de acá para allá montada en una bandeja. 6Y te digo, hubo entonces unas cuantas que, por probar la fuerza 7de la espalda y el brazo de un hombre, montaron. He comparado 8mis pantorrillas a las del resto del palacio, y no hay ni una que 9se les parezca. Además, no creo que haya armadura 10en el arsenal que me quepa, especialmente el casco. 11Te digo…

PASSARELLO
12¿El qué, señor?

BILIOSO
13Me puedo comer un caldo guisado hirviendo como lo sacan del fuego, 14o unas natillas ardiendo tal cual salen del horno; y no creo que 15haya muchos caballeros que puedan hacerlo. (Mostrando la poma.) 16Buena poma, la esencia un poco podrida, pero nada que 17seis granos de almizcle molidos con agua de rosas y atemperados 18con un poco de algalia no puedan arreglar inmediatamente.

PASSARELLO
19Uy claro, como una alcahueta con aqua vitae.

BILIOSO
20Y, qué, ¿ya estás despotricando de las señoras 21como es tu costumbre?

PASSARELLO
22Antes asaría vivo a un gato, y estaría más seguro al 23hacerlo. Guardo tantos secretos a esas ladronas como sus pinturas. 24Ahí tiene a Maquerelle, mendigante perpetua y la alcahueta más vieja. 25¿Sabe cuál es su truco para darse a conocer en la ciudad?

BILIOSO
26No.

PASSARELLO
27Pues hace que todo aquel que pinta le haga un retrato; 28cuando lo han acabado, cortésmente les encuentra algún fallo, 29a uno detrás de otro, y nunca manda a recogerlos. Ellos, como 30venganza, ejecutan su retrato, como hacen en Germania, 31y la cuelgan en sus tiendas. Y de este modo es más conocida entre 32la chusma que si la hubieran sacado en carreta cinco veces.

BILIOSO
33Válgame dios, una estrategia excelente.

PASSARELLO
34¿Alguna fiesta esta noche, señor?

BILIOSO
35Sí.

PASSARELLO
36Bien; señor, dadme permiso para partirle la crisma 37a un tipo que se ha faltado conmigo.

BILIOSO
38¿La crisma de quién?

PASSARELLO
39Del joven Ferrardo, señor.

BILIOSO
40Presta atención: es muy valiente. Le he visto afrontar ocho 41disputas en cinco días, créetelo.

PASSARELLO
42Oh, ¿tan buen combatiente es? Pues bien, es un cobarde 43absoluto.

BILIOSO
44¿Cómo lo demuestras?

PASSARELLO
45Pues así: quien se pelea busca luchar; quien busca luchar, 46busca morir; quien busca morir, busca no tener que luchar 47nunca más; y quien se pelea y busca la forma de no tener que 48responder a un hombre nunca más, opino que es un cobarde.

BILIOSO
49Eres capaz de probar cualquier cosa.

PASSARELLO
50Excepto ser un granuja con dinero, pues no hay hombre al que pueda adular.

BILIOSO
51Bien, no bebas mucho, bufoncillo. Te veré dentro de un rato en la 52recepción.

Salen.

[V.ii]

Entran Malévole y Maquerelle por puertas opuestas, cantando.

MALÉVOLE
1“Por borracho al holandés…”

MAQUERELLE
2“Del danés, tirabuzones…”

MALÉVOLE
3“Por el whisky al irlandés…”

MAQUERELLE
4“Y del francés los ( ).”

MALÉVOLE
5¡Oh, bendita criatura! Tuviera yo una dama modesta 6a la que esconder, la pondría bajo tu custodia; pues no hay 7criatura razonable que sospechara jamás que la hallaría contigo. 8¡Ja, Macarela melodiosa, tú, retrato de mujer 9y esencia de animal!

Entra Passarello.

MAQUERELLE
10Ah, bufón, ¿estás preparado ya para venir conmigo al bureo? 11El salón debe de estar ya apestadito.

PASSARELLO
12Ya, como el país con tanto abogado.

MALÉVOLE
13Bufón, ¿qué llevas ahí?

PASSARELLO
14Vino. He aprendido a beber desde que me fui con mi señoría 15el embajador. Voy a beber a la salud de Madam Maquerelle.

MALÉVOLE
16Pero si se te conoce por hablar mal de ella.

PASSARELLO
17Ya, pero como le pedí dinero prestado, voy a beber a 18su salud, como el caballero que visita al prestamista o aquél que 19manda venado a la ciudad: para pedir más dinero o procurar 20que tarden más en cobrárselo.

MALÉVOLE
21Dame la copa. Bebo a la salud de Altofronto, nuestro 22depuesto duque.

Bebe.

PASSARELLO
23Yo también. (Bebe.) ¡Vale! Pues ahora brindaremos a la salud de Madam

MAQUERELLE
24Bebe.

MALÉVOLE
25¡Puaj! Por ella no brindo.

PASSARELLO
26Eh, yo he brindado por vuestro señor.

MALÉVOLE
27Me da igual.

PASSARELLO
28¡Que no brindáis por Madam Maquerelle! ¡Ah, pues entonces os devuelvo 29a vuestro señor con este dedo de bufón!

MALÉVOLE
30Aguanta; brindo.

Bebe.

MAQUERELLE
31Ahora que has bebido a mi salud, bufón, ya soy 32tu amiga.

PASSARELLO
33¿Lo eres? ¿Lo eres?
34
Viendo Grifón a la moza piadosa
35
que echábase a su cuello y lo abrazaba,
36
dejó la espada y la furia sañosa
37
y, echándose a sus pies, la apretujaba.
38Adieu, Madam Maquerelle.

Sale Passarello.

MALÉVOLE
39¿Y qué te parece la presente transformación del gobierno?

MAQUERELLE
40Pues ciertamente, muy bien. Pues bien sabemos nosotras que cuando 41uno cae hay otro que se levanta; unos tienen que ser gordos, otros 42delgados; los hay que han de ser bufones, y otros, patrones; canallas 43algunos, guardias otros; los hay que han de ser mendigos, y quienes 44se arman caballeros; unos han de ser cornudos, y otros 45tener un oficio. Pues por ejemplo, tengo yo dos perros en la corte, 46dos chuchos muy serviles; uno se llama Escucha y el otro 47Desembucha. Yo, cual Fortuna, mimo a veces a un perro, 48otras ensalzo al otro, a Escucha lo favorezco, pero el que más 49me gusta es Desembucha. Al perro que favorezco lo alimento; 50y se pone tan contento que nunca mastica lo que le doy, 51se lo traga enterito, sin entusiasmo alguno por lo que tiene, 52sino ávida expectación de lo que puede tener. Ahora bien, 53el otro perro…

MALÉVOLE
54Ya está bien de perros, dulce Maquerelle. ¿Y qué esperanzas 55tienes para la duquesa María? ¿La ves capaz de descender 56a la llamada del duque? ¿Te parece que vendrá?

MAQUERELLE
57Pues a ver, ¿en qué signo estamos? ¿Tienes 58un calendario? ¿En qué signo estamos, dirías tú?

MALÉVOLE
59¡Signo! ¿Por qué, qué circunstancia hay en eso?

MAQUERELLE
60Uy, de verdad, una fuerza secretísima. Mira, un caldeo 61o un asirio, recuerdo seguro que era un judío muy dulce, me dijo 62que si se hace la corte a una mujer bajo el signo correcto, no se 63puede errar. Pero has de pillarla en la vena correcta: cuando el 64signo está en Piscis, la mujer de un pescadero es muy sociable; en 65Cáncer, la mujer de un puritano es muy flexible; en Capricornio, 66la mujer de un mercader no se resiste a nada; en Libra, la mujer 67de un abogado es muy tratable, especialmente si su esposo está en 68sesión; sólo en Escorpio es peligroso entrometerse. ¿Manda 69el duque alguna joya, alguna piedra preciosa?

Entra el Capitán.

MALÉVOLE
70Sí, creo que ése es el mejor signo para pescar a una dama. 71Con la venia, señor, he de hablar con Lady María, la duquesa 72de Altofronto. Debo entrar en nombre del duque.

CAPITÁN
73Aquí habrá de concederos entrevista. Recibí la custodia de 74la ciudadela de manos del buen Altofrono, y para él la 75guardaré hasta que yo mismo no tenga otro uso.

MALÉVOLE
76¿De verdad? ¡Oh, cielos, que se pueda encontrar un cristiano 77en un jubón de gamuza! Capitán Conciencia, te quiero, capitán. 78Esperamos. (Sale el Capitán.) ¿Y crees que la duquesa lo 79pondrá fácil?

MAQUERELLE
80Va a ser duro. Siempre ha sido una criatura de lo más fría: odiaba 81en extremo los monos, los bufones, los juglares y los ujieres. Tenía 82la mala costumbre no sólo de ser honesta, modesta y honrada en la 83propia conciencia, sino de impedir cualquier comportamiento disoluto 84que pudiera incurrir sospecha; casi, dios bendiga, hace que pase 85de moda aplanar el lecho. A duras penas me sacaba una propina 86por el alquiler de los favores de alguna dama una vez cada 87quince días.

MALÉVOLE
88Pero en nombre de la inmodestia, ¿a cuántos virgos has 89llevado al patíbulo?

MAQUERELLE
90A ver que vea. ¡Qué el cielo perdone nuestras faltas! Aquí llega 91la duquesa.

[V.iii]

Entran María y el Capitán.

MALÉVOLE
1¡Dios te bendiga, milady!

MARÍA
2¡Bien lejos de ti!

MALÉVOLE
3Te traemos la proposición de un marido.

MARÍA
4Confío en que ya tengo uno.

MAQUERELLE
5Ah, por mi honor, madam, no habrá nunca mejor marido 6que un marido en el exilio: ahora está en otro mundo. Te digo, 7mujer, que me han dicho que hay una secta que asegura que 8al dormirse el esposo, la esposa puede recibir 9legítimamente a otro hombre, pues está el marido igual que 10muerto. ¡Más aún en el exilio!

MARÍA
11¡Deshonra de criatura!

MAQUERELLE
12Ja, la honradez es sólo el arte de parecerlo. Di, ¿qué es la honradez, 13qué es la constancia, sino fábulas fingidas, cháchara de vejestorios, 14que algún idiota se ha inventado para coartar nuestra libertad?

MALÉVOLE
15Molly, el que te quiere es un duque, Mendoza. Promete 16cuidar de ti regiamente, amarte ardientemente, defenderte 17poderosamente, desposarte suntuosamente, y guardarte a pesar 18de Rosicler o Doncel del Febo. Toma joyas. (Le da joyas.) 19Si quieres, bien; si no, también.

MARÍA
20
¡Capitán, por el amor de dios, salvad a la pobre desdicha
21
de la tiranía de la insolencia lasciva!
22
Forzadme a vivir en la mazmorra más profunda,
23
antes que aquí: aquí el mismo infierno nos rodea.
24
¡Oh, amado Altofronto, doquiera que tu aliento esté,
25
haz que se hunda mi alma en las sombras del abismo
26
si llego a mancillar tu honor! He aquí tu respuesta,
27
y, que mientras pueda morir, he de vivir casta.

MALÉVOLE
28
Contra aquél que puede forzar, ¡vana es la lucha!

MARÍA
29
Aquella a quien se fuerza no tiene cerca un puñal.
30
Quien a la fuerza se abraza con lujuria
31
merece el áspid de Cleopatra y las brasas de Porcia.
32
¡Dios os guarde!

Sale con el Capitán.

MALÉVOLE
33¡Y que el temor del demonio sea siempre contigo! Te digo, 34Maquerelle, que ahí hay una dama honesta. A fe mía que tengo 35la sensación de que, después de todo, mujeres, como otras cosas, 36hay algunas que son buenas, la mayoría malas; algunas santas, otras 37pecadoras. Pues hoy en día no hay cortesano sin querida, capitán 38sin meretriz, cornudo sin cuernos, ni tonto que no tenga pluma; 39como no hay mujer que no tenga alguna debilidad y alguna 40pluma también, no hay sexo que no la tenga… y hasta aquí 41llegó el discurso. (Aparte.) ¡Oh, dios, cuán odiosa me resulta 42 esta farsa! ¡Que un duque tenga por fuerza que ser bufón! 43 Bueno, "Stultorum plena sunt omnia": mejor hacerse 44 el tonto, que serlo. ¿Dónde están ahora tus artimañas, Madam 45Maquerelle?

MAQUERELLE
46¿Qué? ¿Acaso ignoras lo que se dice, que un remilgo afectado, 47un recato es natural en la mujer, y que la excusa para 48entregarse es, en verdad, que con dificultad se la obtuvo? 49Has de ponerla a prueba. Como yesca es la mujer, y en 50un momento, empieza a arder.

MALÉVOLE
51¿Y qué, tenías la boca llena de yesca y es así que… 52que la has hecho arder, ha prendido la llama?

MAQUERELLE
53Mira, te tengo que decir, que ibas muy acalorado.

MALÉVOLE
54Tanto mejor para encender la llama en la mujer de yesca.

MAQUERELLE
55Demasiado embravecido, muy airado, pues de hecho…

MALÉVOLE
56
Va, va, alcahueta de medio pelo; ya lo veo.
57
Antes consumirá el cielo el fuego terrenal
58
que todo el fervor del mundo ablande una razón casta.
59¡Largo, cimbel roído del duque! Ya haré yo que el duque te deje 60sin trabajo. ¡Ni un atisbo de esperanza, y habiéndola tenido 61al alcance y con ventaja!

MAQUERELLE
62Mas, en conciencia, yo creo que en mi opinión, no la hemos 63cogido en el signo adecuado; la sangre no le corría en la 64vena correcta, seguro.

Sale.
Entra Bilioso.

BILIOSO
65¡Abrid paso! El duque vuelve de la coronación. 66Malévole…

MALÉVOLE
67¡Fuera, canalla!

BILIOSO
68Malévole…

MALÉVOLE
69“Fuera de aquí, avinagrado, baja ralea, ¡vete!”

BILIOSO
70Dulce Malévole, desde mi retorno, me dicen que os habéis 71tornado en aquello que siempre profeticé: una 72virtud de primera, una fidelidad bien empleada, un hombre 73de gracia, amigo querido. Venid; ¡qué! "Si quoties peccant 74homines"… si el hombre honrado se enfadase tan a menudo 75como el cortesano se comporta como un canalla… mira, hemos de 76confabular juntos alguna vez, jurar en falso alguna vez.

MALÉVOLE
77Al diablo alguna vez.

BILIOSO
78¡Exacto! "Nemo omnibus horis sapit": No hay hombre 79honrado a todas horas. La necesidad a menudo pervierte a la virtud.

MALÉVOLE
80Te encomendaré al duque.

BILIOSO
81Seamos amigos, hombre.

MALÉVOLE
82Y canallas, hombre.

BILIOSO
83¡Exacto! Nosotros prosperemos y adquiramos; nuestros patrones 84que vivan, y nuestras canalladas que se olviden.

MALÉVOLE
85Quien se hace rico a costa de lo que sea, nunca se avergüenza 86de sus métodos.

BILIOSO
87Cierto.

MALÉVOLE
88Pues la indecencia y la falta de fe son los mayores apoyos 89de la grandeza.

BILIOSO
90Cielo santo, qué muchacho más profundo.

MALÉVOLE
91Cielo santo, qué canalla más perfecto. ¡Fuera, maldición 92vetusta!

BILIOSO
93¡Calma, calma! Si tú no has de ser mi amigo porque sea yo 94un canalla, no seas canalla conmigo porque sea yo tu amigo 95y me descubras. ¡Calma! ¡Cornetas!

[V.iv]

Entran Prepasso y Ferrardo, dos Pajes con luces, Celso y Equato, Mendoza con atuendo de duque, y Guerrino.

MENDOZA
1Seguid, seguid; dejadnos, dejadnos. Salen todos excepto Malévole (y Mendoza). 2Espera, ¿dónde está el ermitaño?

MALÉVOLE
3Con el duque Pietro, con el duque Pietro.

MENDOZA
4¿Está muerto? ¿Envenenado?

MALÉVOLE
5Muerto, igual que el duque.

MENDOZA
6Bien, excelente. No hablará. La seguridad reside 7en la discreción. Acércate, acércate.

MALÉVOLE
8Tienes un cierto aroma intenso a villano que por naturaleza 9no puedo aguantar.

MENDOZA
10¿Aroma, hombre? ¿Qué nuevas hay de María, qué responde a 11nuestra petición?

MALÉVOLE
12Frialdad, un témpano; es obstinada.

MENDOZA
13
Entonces está bien muerta. Decidido, ha de morir.
14
Un acto oscuro sólo se desvanece en un acto oscuro.

MALÉVOLE
15¡Puf! "Per scelera semper sceleribus tutum est iter."

MENDOZA
16¿Qué, un erudito? ¿Un político? Seguro, eres un perfecto 17canalla.

MALÉVOLE
18¿Quién, yo? Yo he sido dos veces sustituto del alguacil, hombre. 19Bueno, me voy a despotricar contra algún gran hombre, a ver si 20me dan un buen garrote, o si no me iré a casarme con alguna 21genovesa con dinero, y a viajar de inmediato.

MENDOZA
22¿Viajar, cuando te hayas casado?

MALÉVOLE
23Sí, a la moda de cualquier joven señor, aunque haya sido tan 24vago de soltero como para no ir nunca más allá de la 25universidad. Aún así, cuando va y se casa, rabo entre las piernas 26y, ¡catzo, a Inglaterra!

MENDOZA
27¿Y por qué a Inglaterra?

MALÉVOLE
28Porque allí no hay burdeles.

MENDOZA
29¿Ni cortesanas?

MALÉVOLE
30Tampoco. Las putas cayeron con los prostíbulos, 31y las golfas se levantaron con los Puritanos.

MENDOZA
32¿Sabes cómo envenenar? ¿Sabes cómo envenenar?

MALÉVOLE
33Excelentemente. No hay judío, apotecario, o político que lo haga mejor. 34Observa esta cajita. ¿A quién quieres envenenar? 35Toma esta cajita, (se la da) que una vez abierta y si se inhalan sus efluvios 36a través de los conductos por que el cerebro mismo se purga, 37condena instantáneamente cualquier señal de vida a un sueño 38profundísimo durante doce horas. Aquí hay otra (se la da) que 39si se abre y se da a oler al que duerme, asfixia cualquier 40fuerza vital, lo mata súbitamente.

MENDOZA
41Voy a hacer un experimento; que no es bueno que a uno lo engañen. 42Así, así: ¡catzo!
Malévole finge haber sido envenenado y cae.
43
¿Quién iba a temer, pudiendo destruir?
44
La muerte no tiene ni dientes, ni lengua;
45
y esclavos del poderoso son
46
la afrenta, el crimen, la fama y el delito.
47¡Celso!

Entra Celso.

CELSO
48¿Honorable señor?

MENDOZA
49El buen Malévole, hombre de lengua llana, ay de mí, ha muerto 50de repente, ¡qué extraño portento! En nuestra estima 51ocupaba un buen lugar. Celso, que lo entierren, que lo entierren.

CELSO
52Lo pongo en observancia.

MENDOZA
53
Y, Celso, te lo ruego, ocúpate esta noche
54
de que haya algún festejo, algo que solemnice
55
nuestra coronación: algo de música, una mascarada.
56
Ofreceremos un buen entretenimiento a María,
57
la duquesa del desterrado Altofronto.
58
Deberás traerla a palacio
59
desde la ciudadela. Organiza una mascarada.

CELSO
60
¿De qué clase, señor?

MENDOZA.
61
¿Clase? Pues, cualquier ficción rapidita,
62
los bravos espíritus de los duques genoveses
63
que llegan desde el Elíseo, ciertamente,
64
precedidos por Mercurio, para congratularnos
65
por nuestra buena fortuna; alguna cosa de ese estilo,
66
algún truquito rebuscado, apto para señoras, un juguetito obsoleto
67
u otro, no importa, que sea un invento nuestro.
68
Prepáralo tú, es solo por seguir la usanza.
69
No temas, será bien recibido, hombre, saldrá muy bien.

CELSO
70
A vuestra orden.

MENDOZA
71
Agradecido; nuestra mano estará bien llena para ti. Adiós.
72
(Aparte.)
Ahora mi traición está segura, ya no caeremos.
73
Delito que prospera, lo llaman los hombres virtud.
74
En nadie he de confiar: quien con ardides logra su corona,
75
con acero la conserva; en un rango inmerecido
76
nadie respira seguro; ¡necio!, irá el rumor del gentío:
77
quien no aguanta el rencor ajeno, no sabe gobernar.
78
El secreto mejor del hombre de Estado
79
es mostrarse insensible ante el odio endeble.

Sale Mendoza.

MALÉVOLE
80 (Se levanta y habla.) ¡Muerte al condenado ladrón! Ya te daré yo mascarada, 81¡ya te daré yo espíritus bravos de antiguos duques!

CELSO
82Mi señor, ¿qué extraña ilusión es ésta?

MALÉVOLE
83La más feliz, Celso querido, ¡envenenado con una caja vacía! 84En seguida te lo cuento. Mi esposa viene a la corte; una ráfaga 85del destino se acerca fulminante: el capitán del castillo 86está de mi parte, el pueblo ruega por mí, y el Príncipe de los 87justos me favorece. ¡Valor, Celso! 88Pues no hay desastre azaroso que pueda turbar 89a quien sólo deja un dios sobre sí mismo.

Sale.

[V.v]

Entran Prepasso y Bilioso, dos Pajes ante ellos; Maquerelle, Bianca y Emilia.

BILIOSO
1¡Abran paso por aquí, paso para las damas! ¿Pero caballeros, 2acaso no van a dejar que las damas entren en el gran 3salón? ¡Vaya galantería! Y vos, caballero, que os chorree 4la antorcha donde ha de sentarse también la hermosura.

PREPASSO
5Y allí hay uno grandote que es un canalla, ¿por qué no 6le arreáis?

BILIOSO
7Déjale hacer el canalla por Dios, ¿te crees que no tengo 8juicio alguno, que voy a arrearle a uno tan grande? ¡La 9música! ¡Más luces! ¡Las plataformas de los invitados! ¿Me oís? 10Que haya en la puerta juramentos a mansalva, que se harte el 11mismo demonio de tanto jurar. Dejemos aquí a las señoras 12y vayamos a ver si los hombres están listos para ellas.

Salen todos menos las mujeres.

MAQUERELLE
13Por mi vida, bonitas, ¿por qué no lleváis esto más a la 14moda? Este corte ya está pasado, hay que ir más a la moda. Mirad, 15tenéis que ir todas a pelo, a pelo y a pluma, una pluma en 16el cabello y nada más. Ved que estos tocados ya por suerte no los 17lleva nadie. Y debéis llevar la lechuguilla bien abierta por delante, 18seguid la moda de abrirla muy bien; hay quien tiene la manía 19de ponerle alfileres a estos collares, cuando sólo con abrirlos bien 20ya es suficiente. Y lo repito, si por un casual tenéis que echaros 21la siesta después de comer, la lechuguilla abierta no requiere 22vara alguna para recuperar la forma. Os lo digo, la moda es la lechuguilla abierta.

BIANCA
23¿Y no es el señor St. Andrew Jaques un caballero de lo más gallardo?

MAQUERELLE
24Válgame el virgo, le sienta tan bien el honor como un traje de satén 25y unas medias de lana.

EMILIA
26¿Y no es don Mariscal Abran-paso, mi segundo sirviente, un 27apuesto caballero?

MAQUERELLE
28Sí, de segunda opción, como entró en su oficio; a fe mía 29que lo tiene todo de segunda: la querida de segunda, el atuendo 30de segunda, la inteligencia de segunda y, de hecho, es un buen 31candidato para mi perro en segunda opción. Mas en verdad, 32es tan buen caballero de segunda como…y, bueno, tan gentil 33como pueda serlo un hombre, con esa barba encarnada y esas 34piernas tan retorcidas.

BIANCA
35En verdad que estoy monstruosamente enamorada del conde 36Quidlibet-in-Quodlibet. ¿No es acaso un hermoso galán, refinado 37e inquieto?

MAQUERELLE
38Y uno de los hombres con las manos más largas: capaz de 39poner a una dama a gritar horriblemente.

Bilioso vuelve.

BILIOSO
40¡Paso! ¡Abran vía por aquí! Va a entrar el duque. Erguíos con 41elegancia, por el amor de la hermosura; ¡poned a las damas ahí! 42¡Cornetas, cornetas!

[V.vi]

Entra Prepasso, se coloca junto a Bilioso. Dos Pajes con luces, Ferrardo, Mendoza. Por la otra puerta, dos Pajes con luces y el Capitán que conduce a María. El duque sale al encuentro de María y se le acerca; los demás quedan atrás.

MENDOZA
1
Madam, recibid mi petición con amable oído.
2
La salvedad de un reino ha de pesar más que un rito sin importancia:
3
el matrimonio es mera estrategia natural.
4
Por tanto, mientras nuestro lecho real no sea uno,
5
peligra el estado bajo amenaza de una revuelta civil.
6
Sed tan sabia como sois bella, aceptad vuestro destino.

MARÍA
7
¿O qué harás tú, desgracia de nuestra estirpe?
8
Demonio encarnado, fuiste tú quien desterró
9
a mi noble y único señor.

MENDOZA
10
¡Yo!

MARÍA
11
Sí, con tus ardides y oscuras tretas.
12
Doce lunas se han marchado desde que vi
13
por última vez la cara figura de mi amado esposo.
14
¡Más perverso que la Muerte eres tú! Ella sólo separa al alma
15
de un cuerpo frágil; más alejas tú a un alma de otra,
16
aquellas que dios con su propia mano había unido,
17
¡tú falto de honor, tú lleno de astucia del demonio!

MENDOZA
18
Tendremos que controlar ese derroche desmedido.
19
¡Puedo y quiero!

MARÍA
20
¿Puedes qué?

MENDOZA
21
Ya está; tu esposo morirá en el exilio.

MARÍA
22
Aquél que es sabio nunca abandona el hogar.

MENDOZA
23
No volveréis a encontraros. La razón debe controlar al amor.

MARÍA
24
¡No lo creo!
25
La mujer enamorada lleva a su amor en el alma.

MENDOZA
26
Señora, sois tan solo una mujer: debéis ceder.

MARÍA
27
¡Oh, sálvame, pudor innato,
28
único ornamento de la modestia de mujer!

MENDOZA
29
¡Modestia! Muerte, te torturaré.

MARÍA
30
Atrévete, tortúrame cuanto quieras, prueba cualquier dolor;
31
mientras pueda morir, moriré siendo de mi esposo.

MENDOZA
32
Obstinada, vas a morir. Capitán, la vida de esta dama queda
33
a merced de la justicia. Después de examinarla,
34
hemos descubierto que ha envenenado
35
al reverendo ermitaño. Por tanto, ordenamos
36
custodia severa. Si no nos vas a hacer bien,
37
tampoco has de hacernos mal. La paz del tirano es sangre.

MARÍA
38
¡Oh, misericordioso! ¡Oh demonio lleno de gracia!
39
¡Antes sea yo condenada
40
por parecer la asesina que maldita por tu causa!
41
Se acabaron mis lamentos; venid, traed mi guirnalda de flores,
42
danza y sé feliz, alma mía, ya tienes tu deseo.
43
Cual novia muere; casto has de morir, corazón.

Entra Aurelia con atuendo de luto.

AURELIA
44
“La vida es escarcha de felicidad helada,
45
y la muerte el deshielo de nuestra vanidad.”
46
¿No fue un sacerdote honrado quien lo escribió?

MENDOZA
47
¿Quién la ha dejado entrar?

BILIOSO
¡Aguantadla!

PREPASSO
¡Aguantadla!

AURELIA
48
Ay de mí, la calamidad está en todas partes.
49
La triste miseria entrará incluso en la corte
50
por más puertas dobles que pongáis.

BILIOSO
51
¡Silencio!

AURELIA
52
Es todo. Una cosa más: ¡prestad atención! Es todo.

Entra Mercurio con música atronadora.

MERCURIO
53
Mercurio Cilenio, de los espíritus el dios,
54
desde las sombras nocturnas de la profunda región,
55
requiere la presencia de cuatro altos duques de Génova
56
y los invita a que acudan y hagan de éste su Elíseo;
57
celebren aquí esta noche triunfal
58
con cantos y bailes, placer grato de la corte.

AURELIA
59¿Sois vos el dios de los espíritus? Tengo una demanda pendiente 60en el infierno entre mi conciencia y yo. Os agradecería que me 61ayudarais a encontrar un abogado.

BILIOSO
62Mercurio puede ser vuestro abogado, señora.

AURELIA
63No, pues a fe mía que Mercurio tiene un rostro demasiado dulce 64para ser buen abogado.

PREPASSO
65¡Silencio, callad! Mercurio presenta la mascarada.

Cornetas. Los actores de la mascarada entran al son de las cornetas: Malévole, Pietro, Ferneze y Celso con túnicas blancas y coronas de duque sobre guirnaldas de laurel. Bajo las túnicas llevan pistolas y espadas cortas.

MENDOZA
66
Celso, Celso, cortejad a María en nuestro nombre.
67
Señora, sed bondadosa, pero con gracia.

Malévole saca a bailar a su esposa María.

MARÍA
68
¿A mí, caballero?

MALÉVOLE
Sí, a vos a quien amo más que a mi vida,
69
sólo con vos he de bailar.

MARÍA
Entonces bailaréis con la muerte.
70
Mas, venid, señor, nunca la alegría me fue más propia.
71
La muerte a la eternidad da la gloria de la vida,
72
oh, muriendo honrada, ¿quién teme morir?

MALÉVOLE
73
Quien vive en la maldad, muere con temor.

MENDOZA
74
Así es, creedle, señora, y hacedle caso.

PIETRO
75
Madam, ¿bailáis?

Pietro saca a bailar a su esposa Aurelia.

AURELIA
¿Deseáis entristecer?

PIETRO
76
No necesito desearlo.

AURELIA
77
¡Oh, soltad mi mano! ¡Fuera, dejadme!
78
¡Oh, no busquéis a quien sólo busca la muerte!

PIETRO
79
¡Pobre alma querida!

AURELIA
¿Queréis cortejar a la tristeza?

PIETRO
80
Sí.

AURELIA
Llegará demasiado pronto. ¡Oh, mi corazón abatido!

PIETRO
81
Mi señora, ya está, ya está.
82
Venid, bailemos; dejad a un lado vuestro pesar.

AURELIA
83
¿Sois hombre apesadumbrado?

PIETRO
Sí, querida.

AURELIA
Entonces, vayamos al son.

Ferneze toma a Maquerelle, Celso a Bianca; las cornetas señalan el fin de un compás, un cambio y descanso.

FERNEZE.
84 (A Bianca.) Creedme, mi señora, ¿queréis que lo jure? Dejadme gozar de vos 85en privado y me caso con vos, por mi alma.

BIANCA
86Preferiría que lo juraseis por vuestro cuerpo; me parece que 87en vuestro caso el juramento tendría mejor consideración.

FERNEZE
88Por complaceros, lo juro por ambos.

BIANCA
89¡Oh, no los maldigáis a ambos por complacerme, por amor de dios!

FERNEZE
90En verdad, dulce criatura, ¡dejad que os posea esta noche, 91y me caso con vos en dos semanas, por mi fe!

MAQUERELLE
92¡Por su fe! No os lo creáis, esas trampas para conejos son 93más viejas que el jubón perfumado de Sir Oliverio de Anchoa. 94La promesa de matrimonio de un galán jovencito que quiere llevar 95a una virgen al paraíso de los enamorados, hacer de ella una gran dama, 96y luego abandonarla es tan común, tan natural al cortesano como los 97celos al plebeyo, la gula al puritano, la sabiduría al edil, 98el orgullo al sastre o la cesta vacía de una de esas malditas 99de a seis peniques. ¡Por su fe, ja! No le creáis nada, 100¡trampas para coger zorras!

MALÉVOLE
101
(A María.)
Mantened la expresión serena: no dejéis que la pasión
102
súbita se revele en vuestra mirada.

Se descubre.

MARÍA
¡Oh, mi Altofronto!

PIETRO
(A Aurelia.)
Los celos del tirano
103
se mueven prestos; te haces cargo de ello.

Se descubre.

AURELIA
104
(A Pietro.)
Mi corazón, que no mi rodilla, se postra en tierra
105
humildemente ante ti.

PIETRO
106
¡Calma! Otro cambio, no hablemos.

MARÍA
107
Hablar a persona tal, ¡oh, lo que permita la voluntad!

Las cornetas marcan el último compás. Una vez acaba, se quitan las máscaras.

MENDOZA
108
¡Malévole!

Rodean a Malévole apuntándole con pistolas.

MALÉVOLE
109
¡No!

MENDOZA
110
¡Altofronto! ¡Duque Pietro! ¡Ferneze! ¡Ah!

TODOS
111
¡Duque Altofronto! ¡Duque Altofronto!

Cornetas, fanfarria.

MENDOZA
112
¿Es una trampa? ¿Qué engaño misterioso se burla
113
de nuestros sentidos? ¿Estoy soñando? ¿O lo he estado
114
estos dos días? ¿Dónde estoy?

Sujetan a Mendoza a la fuerza.

MALÉVOLE
115
Donde está un infame truhan.

MENDOZA
116
¡Oh, dejadme aliento hasta que pueda morir!
117
Haced las paces con el cielo, por el amor de vuestra alma,
118
¡concededme la vida!

PIETRO
119
Villano innoble a quien ni el cielo ni el infierno,
120
ni la bondad de dios ni del hombre ¡pudieron tornar honesto!

MALÉVOLE
121
Malnacido, traidor miserable, ¿qué gracia esperas,
122
tú que te has vuelto insolente y desgraciado?

MENDOZA
123
¡Oh, vida!

MALÉVOLE
124
Toma tu vida, infame.
125
Si con sangre y heridas te defendieras,
126
con el horror más cruel de una lucha civil
127
acabaría contigo. Mas postrado aquí a mis pies,
128
herirte rehúso mas con desdén. Sólo el corazón indigno
129
se atreve a triunfar sobre las tumbas de los vasallos.
130
Pues eso eres tú, dado que no es la cuna, sino un
131
espíritu glorioso, quien hace de un hombre un monarca.
132
¡Oh, he visto toda suerte de infortunios para el estado!
133
El que adula, como la hiedra, se abraza al roble
134
y lo corroe hasta llegar al corazón; la lujuria es tan común
135
que el acto oscuro del pecado ni siquiera se avergüenza
136
y cortejo se hace llamar.
137
A aquellos que son tan grandes como sus pecados,
138
recordadles que el pueblo veleidoso
139
a muchos príncipes estima por su belleza
140
y sus apariencias. Y éstas anhela más
141
contemplar que sus virtudes.
142
Mas dejad que aun esto aquél que es grande conciba:
143
cuando no observa del cielo la exigida condición,
144
no es rey, pues abandona su cometido.

MAQUERELLE
145Mi buen señor, llevo veinte años viviendo en la corte; 146a quienes han sido largo tiempo cortesanos y ahora viven en la ciudad, 147el pueblo les escupe y como albaricoques, los empuja contra la pared, 148buen señor.

BILIOSO
149Mi señor, yo sabía que vuestra señoría estaba bajo este disfraz; bien 150me oísteis decir que si Altofronto retornaba, me pondría de su parte. 151Además, vuestra señoría tuvo a bien el llamarme cornudo y consentido; 152no iréis a pensar que lo habría soportado con tanta paciencia si no 153hubiera sabido que erais vos.

MALÉVOLE
154
(A Pietro y Aurelia.)
Almas llenas de dicha, secad vuestros ojos tristes.
155
¡Llevaos a este hombre!
(Da una patada a Mendoza.)
Una mosca no es presa para un águila.
156
(A Pietro y Aurelia.)
Vosotros, a vuestros votos.
(A Maquerelle.)
Y tú, a los suburbios.
157
(A Bilioso.)
A vos no os regalaría ni a mi peor amigo:
158
sois un canalla de lo más rancio.
(A Celso y al Capitán.)
Buena ventura vivid.
159
Vosotros dos, en mi pecho.
(A María.)
Tú en mi corazón.
160
El resto de actores ociosos, ociosamente partid.
161
En cuanto a mí, asumo aquí mi derecho,
162
que espero contente a todos. Y a todos, buenas noches.

Cornetas, fanfarria. Salen todos.
FIN

EPÍLOGO

163
Vuestro humilde silencio, lleno de atenta quietud,
164
me hace decir así: un fallo por voluntad
165
es sin más inexcusable; pero un error involuntario,
166
como el que es propio del fervor impulsivo de juventud,
167
se puede llamar defecto, mas pecado, no.
168
Toma el río su nombre de la fuente de la que nace.
169
No dejéis que el ojo severo examine
170
cada simple imperfección de nuestra Musa enmendada,
171
que por sus fallos podría ella delatarse a sí,
172
mas sabe bien que corregir es fácil,
173
y para algunos, ardua labor. Bueno, errar no es malo
174
si es sólo ingenio, y no saber, lo que se expresa.
175
Por tanto y hasta que de otro la Musa ufana llegue,
176
hasta que su Talía dé a vuestro sabio oído un festín,
177
los Hados concedan luz a sus lámparas bien merecida,
178
Arte sobre Natura, Razón sobre el Arte.
179
Acoged esta pieza, que ni miedo ni esperanza asustan:
180
aquél que sabe bien, sabe bien cuánto desea.

FIN