Ya prosigo.
155
Primeramente, yo tengo
una memoria en que escribo
cuántos en San Sebastián
son de fiesta y de domingo,
los de la comedia nueva,
160
los que sin pleito ni oficio
en el patio de palacio
suelen estar de contino,
los del Prado, los de Atocha,
y a cada cual en mi libro
165
para entenderme con ellos
les pongo por seña un signo;
al que es valiente, a la margen
del mismo nombre le pinto
el signo León; y si es
170
cobarde el Piscis le pinto;
si es sufrido, el signo Tauro,
y el de Aries, si es muy sufrido;
si es de mala condición,
el Escorpión; si es bien quisto,
175
el Géminis; y al que no es
para hombre, el signo Virgo;
si está buboso, le pongo
el Cáncer; y si es muy rico
y ha venido de las Indias,
180
el Acuario; mas si es hijo
de algún tendero o tratante,
el signo Libra le aplico;
si es muy feo o contrahecho,
el Sagitario; y si ha sido
185
casado con dama hermosa,
y fue pobre, pongo el signo
Capricornio, que lo es
de pobres, aunque maridos.
Éntrome en cualquiera casa
190
de soltero, y en mi estilo
de casar propongo luego
novias como Dios las hizo.
Si es medianamente hermosa,
hermosa la significo,
195
de manera que no puede
pensarse de hito en hito
que su hermosura es el dote,
y que en Madrid he sabido
que a adorarla por su sol
200
hallara mil novios indios.
Si es pobre, que es hijadalgo,
y luego cuento que he visto
su ejecutoria con tanta
letra de oro en pergamino.
205
Si es rica y no es bien nacida,
le doy con el refrancillo
«Dineros son calidad»,
y le digo: «Señor mío,
sepa usted que don tener
210
es caballero castizo».
Si es muy fea y hallo luego
mi novio un poco remiso,
digo que la mujer propia
ha de picar un poquito
215
en fea, que de esa suerte
anda un hombre con descuido.
Si el novio dice que es gorda
de ahogar, luego le digo:
«¿Ha de hacer randas con ella
220
que la quiere de palillos?»
Si le propongo una flaca
y la desecha, le riño,
que una mujer por arrobas
es encerrar para siglos.
225
Si es larga, le digo luego:
«muñecas para los niños»;
si es chica: «de la mujer
lo menos es lo más lindo».
Si la novia es algo puerca,
230
que el matrimonio hace limpio,
que es agua de calabobos
que las coge sobre aviso.
Si entra algún señor a verla
que entra a parlar un ratillo
235
en buena conversación,
aunque otra cosa hayan dicho,
que es un santo el buen señor
y el mal pueblo es un maldito
y, en fin, dejando a mi novio
240
puesto este madurativo,
a mentir más a la novia
que elige voy, llamo y digo:
«-Ea, señora, su remedio.
¡Oh, gracias a Dios que quiso
245
que haya hallado para uced
un novio como nacido!
¡Ah qué hombre, señora mía!»
Quién es digo y, de camino,
misterios y más misterios
250
hago cuando al hombre intimo,
porque como el matrimonio
es sacramento, es preciso
que tenga dentro de sí
mil misterios escondidos.
255
Si no agrada el que propongo
a su elección y a mi adbitrio,
como esto es para la mano,
le voy dando novios ripios.
Al que me culpan de viejo,
260
aseguro que le elijo
porque es hombre ya de hecho,
y las novias, por lo mismo
le desechan, que no quieren
novio de hecho, porque han visto
265
que el novio de hacer es solo
bueno para ser marido.
Si traigo un mozo galán
y le culpan por mocito,
les digo que el matrimonio
270
hace viejos infinitos.
Si de jugador le culpan
que está cansado la afirmo
de ser perdido y de andar
ya de garito en garito,
275
y desea una señora
que traiga algún caudalillo
para poder con descanso
quitarse de este mal vicio.
Si en alguna desdichada
280
dicen que tiene algún hijo
que llaman en buena guerra,
con gran llaneza replico:
«ansí será para hombre».
Y si es corcovado, digo
285
que se cargó de razón
riñendo en un desafio,
y se le ha quedado toda
seis dedos del cerviguillo.
Si es feo, que así han de ser
290
los hombres; si es atadito
la digo que así podrá
hacer de él cera y pabilo.
Si es valiente, arrufianado,
crudo y temerón, la digo:
295
«¡La casa siempre ha de oler
a hombre, cuerpo de Cristo!»
Si no tiene pantorrillas
y, muy preciado de lindo,
trae dos verdades por piernas
300
que están mal hechas, replico:
«No tiene razón, que entrambas
están cortadas al hilo».
Y, en fin, haciendo a los dos,
a ella rica y a él más rico,
305
contando gracias de entrambos
y diciendo a un tiempo mismo
a ella, que él muere por ella,
aunque nunca la haya visto,
y a él, que esto está de Dios,
310
juez de los dos, sin delito,
les pongo a cuestión de novios
y al instante que se han visto,
a dos vueltas que les doy
confiesan el sí, y yo pido
315
joya que luego la vendo,
tela que la hago vestido
y ya dejando a los dos
sacramentados, me guiño
muy soltero, y ellos quedan
320
casados y arrepentidos.