Alexandre Hardy, Mariamne

Mariana





Texto utilizado para esta edición digital:
Hardy, Alexandre. Mariana. Traducida y anotada por Miguel Ángel García Peinado y Ángeles García Calderón, para la colección EMOTHE. Valencia: ARTELOPE Universitat de València, 2019.
Adaptación digital para EMOTHE:
  • Bodí García, Alba

INTRODUCCIÓN

1. ALEXANDRE HARDY Y LA TRAGEDIA EN FRANCIA

De las treinta y cuatro obras que Hardy hizo imprimir (12 tragedias, 17 tragicomedias y 5 pastorales), la relación de las primeras es la siguiente: Didon se sacrifiant (1603), Scédase ou l’Hospitalité violée (1604), Panthée (1604), Méléagre (1604), La Mort d’Achille (1607), Coriolan (1607), Mariana (1610), La Mort de Daire (1619), La Mort d’Alexandre (1621), Timoclée ou la Juste Vengeance (1615), Lucrèce ou L’Adultère puni (1616), Alcméon ou la Vengeance féminine (1618).
Ya es algo admitido que la tragedia en Francia nace del esfuerzo de los humanistas y de su deseo de restituir a su antigua dignidad los grandes géneros de la Antigüedad greco-latina. Abraham sacrifiant, de Théodore de Bèze, es en 1550 la primera tragedia escrita en francés, aunque corresponde a Jodelle el mérito de haber fijado, dos años más tarde, los primeros rasgos del género con su Cléopâtre captive, tal como va a ser practicado durante medio siglo: una estructura de cinco actos, prosodia variada y flexible marcada por la alternancia de escenas, relatos y períodos líricos; asimismo, la presencia de un coro, que interviene al final de cada acto y diálogo frecuente con los personajes; los argumentos provienen de la Antigüedad y de la Biblia, aunque de modo excepcional se recurre a la historia moderna; la acción queda subordinada a la formulación de una lección moral, a menudo proveniente del estoicismo. Es de notar que los escritores, a diferencia de sus colegas ingleses, no logran inscribir su teatro en la vida de la sociedad contemporánea. Pero si la tragedia continúa sobreviviendo se debe a que se transforma, pues la distancia se amplía entre la Cléopâtre de Jodelle y las tragedias de la época de Enrique IV. Los escritores adquieren ya el gusto por lo horrible y por la violencia extrema que aparece en las descripciones del tiempo. Si se quiere asegurar el triunfo de la obra, es preciso que haya raptos, atroces venganzas, escenas de violación y todo tipo de truculencias, pues el público no se escandaliza aunque la atmosfera de la obra incluya adulterios e incestos. El dramaturgo Claude Billard expone en pocas palabras su concepción de la tragedia en un pasaje del prólogo de su tragedia Polixène:
“Quant aux sujets de mes tragédies, tel les voudra dire peu tragiques, au moins quelques-uns, auquel je saurai bien clore la bouche, lui apprenant, s’il ne sait, qu’où il y a effusion de sang, mort, et marque de grandeur, c'est vraie matière tragique.”
Entre 1594 y 1610 se escriben cincuenta tragedias por autores tan diferentes como Pierre Mathieu, Laudun d'Aigaliers, Chrestien des Croix, Nicolas de Montreux, Claude Billard y el más dotado de todos, Monchrestien. Este último se dedica sobre todo a los grandes temas trágicos y, como afirma su amigo Bosquet:
“Il a voulu monter sur la Tragique Scène,
Et chanter l'incertain de la grandeur humaine,
Montrer qu'il n'y a point en ce monde d'appui,
Enseigner le bonheur par le malheur d'autrui,
Représenter des grands les peines et les fautes,
Et le malheur fatal des puissances plus hautes...”

* * *

2. FUENTES E INFLUENCIAS

2.1 Flavio Josepo y sus Antigüedades judías.

De las tres obras más conocidas del historiador judío fariseo Flavio Josefo: La guerra de los judíos , Antigüedades judías y Contra Apión, la segunda de ellas es la que interesa directamente a nuestro trabajo; de ahí, y con el fin de ilustrar lo máximo posible al lector, hemos creído pertinente transcribir los párrafos que afectan a la historia contada por Hardy, situados fundamentalmente en los Libros XIV y XV, y siempre partiendo de la llegada de Herodes al gobierno:

Libro XIV, Capítulo IX: Antipáter entrega a su hijo Herodes el gobierno de Galilea y a su hijo Fasael el de Jerusalén. Sexto César nombra a Herodes gobernador de Celesiria
1) César, luego de haber dispuesto los asuntos de Siria, se alejó por mar. Antipáter, después que César se marchó, regresó a Judea. Inmediatamente se dio a la tarea de refeccionar las murallas destruidas por Pompeyo; salió a recorrer el país, y apaciguó todo intento de rebelión existente, ya con amenazas, ya con consejos. Si se sometían a Hircano vivirían felizmente y disfrutarían de sus bienes sin contratiempos; si por el afán de novedades buscaban ganancias, tendrían en él en vez de un gobernador un señor, en Hircano un tirano en vez de un rey, y a los romanos y a César por enemigos acerbos en vez de jefes; pues no estaban dispuestos a tolerar que se pusiera en peligro el poder de aquellos a quienes ellos habían nombrado. Por intermedio de estos discursos sometió alpaís.
2. Viendo que Hircano era lento y negligente, nombró a su hijo mayor, Fasael, prefecto de Jerusalén y de los territorios circundantes; a Herodes, que le seguía en edad, y era muy joven, pues tenía solamente veinticinco años, le encomendó Galilea. Su juventud no fue un inconveniente; al contrario, por su ánimo generoso y enérgico pronto encontró oportunidad de ejercitar su virtud. Informado de que Ezequías, jefe de ladrones, hacía incursiones por los lugares cercanos a Siria, lo apresó y lo mató, a él y a muchos de sus ladrones acompañantes. Con este hecho se granjeó el afecto de los sirios, pues libró deladrones la región.
Por este motivo frecuentemente lo elogiaban en las ciudades y pueblos, a los que había otorgado paz y que podían disfrutar tranquilos de sus bienes. Esto llegó a conocimientode Sexto César, pariente del gran César y procurador de Siria.
Las acciones de Herodes estimularon la emulación de Fasael, su hermano, de tal modo que se sintió obligado a procurarse una fama que no fuera menor. Conquistó el aprecio dela ciudad de Jerusalén, gobernándola sin utilizar nada deshonestamente y sin servirse del poder para ofender. Con esto Antipáter ganó el respeto del pueblo, que lo honró como si fuera rey. Sin embargo, a pesar de toda su gloria, en nada decreció, contra lo que suele ocurrir, su benevolencia y fidelidad hacia Hircano.
3. Cuando los principales de los judíos vieron que Antipáter y sus hijos tenían cada vez más prestigio en el pueblo y que aumentaba su poder gracias a los ingresos de Judea y las riquezas de Hircano, se indispusieron contra ellos. Antipáter había contraído amistad con los generales romanos, y después de persuadir a Hircano que les mandara dinero, les presentó el obsequio como si fuera suyo, no como si procediera de Hircano. Aunque Hircano luego lo supo, no se preocupó; al contrario, se alegró muchísimo de ello. Los principales de los judíos tuvieron miedo, al ver a Herodes violento y audaz y ansioso demandar. Se presentaron ante Hircano y acusaron abiertamente a Antipáter.
-¿Hasta cuándo sufrirás tranquilamente lo que está sucediendo? ¿No ves que Antipáter y sus hijos están gobernando, mientras que a ti te dejan solamente el nombre de rey? No debes ignorar estas cosas, ni considerarte sin peligro alguno, mientras te comportes negligentemente. Antipáter y sus hijos no se contentan con ser procuradores de tus asuntos, sino que se consideran abiertamente los dueños; no te engañes. Su hijo Herodes mató a Ezequías y a sus hijos en contra de la ley, la cual prohíbe que se mate a nadie, a no ser que primeramente haya sido condenado por el sanedrín
Y sin embargo, él, prescindiendo de tu autoridad, le aplicó ese castigo.
4. Lograron persuadir a Hircano; además, su indignación se acrecentó por las quejas delas madres de los que fueron muertos por Herodes. Ellas iban todos los días al Templo arogar al rey y al pueblo que llamaran a juicio ante el sanedrín a Herodes por lo que había hecho.(852-853).

LIBRO XIV, CAPÍTULO XIV: Herodes se traslada a Roma, persuade a Antonio y obtiene del senado el título de rey
1. La magnitud de las tribulaciones que afligieron a Herodes, no lograron doblegarlo, sino que lo hicieron más resistente para buscar nuevas ocasiones de empresas audaces. Se dirigió a Maleo, rey de los árabes, que previamente había recibido de él muchos beneficios; quiso, ahora que lo necesitaba, que se los devolviera, y le diera o le prestara dinero, en nombre de los favores anteriores. Ignorando lo que le había pasado a su hermano, quiso apresurarse a ofrecer por él un rescate y arrancarlo al enemigo, aunque para ello tuviera que pagar la cantidad de trescientos talentos.
Por este motivo llevaba consigo al hijo de siete años de Fasael, para dejarlo como prenda en poder de los árabes. Pero le salieron al encuentro mensajeros de Maleo, que le aconsejaron que se alejara. Le dijeron que los partos habían prohibido a Maleo recibir a Herodes; pero no era más que un pretexto para no devolver lo prestado, moviéndolo a comportarse en esta forma los principales de los árabes que deseaban apoderarse de lo que Antipáter había dejado en su poder. Herodes respondió que no había venido para serles molesto en lo más mínimo, sino para hablar con el rey de asuntos sumamente importantes.
2. Después, pareciéndole prudente alejarse, discretamente se dirigió a Egipto. Se detuvo en un santuario en el cual había dejado a algunos de sus seguidores. Al día siguiente, al llegar a Rinocorura, se informó de lo que había acontecido a su hermano. Maleo,arrepentido de su conducta, corrió en pos de Herodes, pero no logró alcanzarlo pues ya estaba muy lejos, en caminohacia Pelusio. Al llegar allí las naves que estaban en el puerto se negaron a trasladarlo a Alejandría; pero se presentó a los comandantes, los cuales con gran respeto y honor lo llevaron a la capital, donde Cleopatra lo quiso retener. Sin embargo, no logró persuadirlo que se quedara a su lado; quiso irse cuanto antes a Roma, a pesar del tiempo tempestuoso y el estado de agitación en que se encontraban las cosas en Italia.
3. Se dirigió a Pamfilia, pero atacado por una gran tormenta, tuvo que refugiarse en Rodas, luego de echar al mar parte de la carga. Allí se encontró con dos de sus amigos, Sapinas y Ptolomeo.
La ciudad estaba en ruinas, por la guerra con Casiano; a pesar de su indigencia, no senegó a ayudarla, y contribuyó a rehacerla, con un esfuerzo superior a sus posibilidades.
Después, habiendo equipado un trirreme, con algunos de sus amigos partió para Italia y desembarcó en Brindis. De allí marchó a Roma.
Ante todo expuso a Antonio lo que le había acontecido en Judea: que su hermano había sido encarcelado y muerto por los partos, Hircano retenido en cautiverio y Antígono nombrado rey, después de prometer mil talentos y quinientas mujeres, las que serían de las primeras familias y de raza judía; y que él se había llevado de noche a las mujeres desu familia y escapado de manos de los enemigos en medio de mil peligros. Luego explicó que los suyos se encontraban en gran peligro y que él se había hecho a la mar en medio de tempestades, apresurándose a llegar hasta él, en quien había depositado toda esperanza y de quien esperaba ayuda.
4. Antonio se compadeció de la suerte adversa de Herodes, y se hizo la reflexión comúnde que aquellos que están en elevada dignidad también están expuestos a sufrir las mutaciones de la fortuna.
En parte por el recuerdo de la hospitalidad que le ofreciera Antipáter, en parte por el dinero que le ofrecía Herodes si lo hacía rey, como antes lo había nombrado tetrarca, y mucho más por odio a Antígono, pues lo consideraba sedicioso y enemigo de los romanos, se manifestó dispuesto a ayudar a Herodes en lo que pedía.
Y César, en consideración al ejército de Antipáter, del que se había servido su padre en Egipto, así como también por su hospitalidad y benevolencia; y también para expresar su gratitud a Antonio, que se inclinaba enfavor de Herodes, accedió a defenderlo en su dignidad y a hacer todo lo que pedía.
Se reunió el senado; Mesala y luego Atratino, después de presentar a Herodes, expusieron los beneficios que habían recibido de su padre y su buena voluntad hacia los romanos, acusando y declarando enemigo a la par a Antígono, no sólo por los delitos cometidos anteriormente, sino por haber recibido ayuda de los partos, menospreciando a los romanos. Agitado ya por esto el senado, Antonio intervino para decir que convenía nombrar rey a Herodes para el buen éxito de la guerra contra los partos. Siendo del agrado de todos, así se determinó por decreto.
5. Tan bien dispuesto estaba Antonio en favor de Herodes, que logró que lo nombraran rey, en contra de lo que Herodes esperaba: porque éste no había ido a pedir el trono para sí, ya que no podía pensar que lo obtendría, porque los romanos acostumbraban a otorgar la corona solamente a los miembros de la familia real, sino para el hermano de su mujer, nieto de Aristóbulo por su madre y de Hircano por su padre. Y no sólo eso, sino que logró salir a los siete días de Italia. (869-871).

LIBRO XV, CAPÍTULO II: Hircano es enviado de vuelta a Jerusalén por el rey de los partos. Herodes nombra sumo sacerdote a Aristóbulo, hermano de su esposa Mariamne
1. Informado de que Herodes ocupaba el trono, el pontífice Hircano, cautivo de los partos, fue a reunirse con él, librándose de la cautividad de la siguiente forma.
Barzafarnes y Pacoros, jefes de los partos que habían apresado a Hircano, ex pontífice y ex rey de los judíos, y a Fasael, hermano de Herodes, los llevaron al país de los partos. Fasael, no pudiendo sufrir la vergüenza sobre las causas que movieron a Antonio a ejecutar a Antígono del cautiverio y considerando que era más glorioso morir que llevar una vida cualquiera, se suicidó, como ya dijimos.
2. En cuanto a Hircano, Fraates, rey de los partos, al conocer la nobleza de su estirpe, lo trató con clemencia. Lo dejó en libertad y le permitió que viviera en Babilonia, donde había muchos judíos. Estos lo consideraron pontífice y rey, así como todos los judíos que vivían en la zona que se extendía hasta el Eufrates; todo lo cual fue grato para Hircano. Pero cuando se enteró que Herodes había conquistado el trono, tuvo nuevas esperanzas, ya por ser amigo de Herodes desde el principio, ya con la confianza de que se acordaría de los beneficios recibidos, cuando llamado a juicio y condenado a morir, lo libró de ese peligro. Habló sobre esto con los judíos que le eran más íntimos. Pero éstos procuraron persuadirlo que se quedara, recordándoles las atenciones y honores que le tributaban, y que nada le faltaba para su dignidad tanto de rey como de pontífice; que en Jerusalén nolos conseguiría mayores, a causa de la mutilación sufrida en su cuerpo por Antígono; y que los reyes no suelen reconocer los beneficios que recibieron siendo simples particulares, pues la mutación de la suerte los cambia también mucho a ellos.
3. A pesar de estas exhortaciones beneficiosas para él, Hircano decidió partir. Herodes le escribió pidiéndole que solicitara a Fraates y a los judíos de Babilonia que no lo privaran del placer de compartir el reino con él, pues había llegado la hora de devolver los favores al que lo había educado y salvado la vida, y de remunerarle sus servicios.Herodes envió también ante Fraates a Saramala como legado, con muchos regalos y con el pedido de que no le impidiera que pudiera ser agradecido a un hombre a quien tanto debía. Pero no era éste su verdadero deseo; como detentaba la dignidad real sin tener rango para ello, temía que se pudieran producir cambios, y quería tener a Hircano en su poder y aun eliminarlo totalmente. Lo que llevó a cabo más adelante.
4. Lleno de esperanzas, Hircano fue dejado libre por el parto y obtuvo dinero de los judíos. Herodes lo recibió con grandes honores, le cedió el primer lugar en las asambleas y la presidencia en los banquetes, lo engañó en toda forma, llamándolo padre y alejando, de este modo, toda sospecha de su mente. Pero tomó en su propio interés otras medidas que causaron agitación en su propia casa; entre otras, para evitar que el sumo sacerdote pasara a la categoría de gran personaje, hizo venir de Babilonia a un sacerdote oscuro, Ananel, a quien entregó el pontificado.
5. Alejandra no toleró esta injuria. Era hija de Hircano, viuda de Alejandro, hijo del rey Aristóbulo, madre de dos hijos: uno llamado Aristóbulo, en la flor de la juventud, y una hija casada con Herodes, Mariamne, insigne por su hermosura. Quedó muy indignada y no pudo sufrir la ofensa inferida a su hijo, de que viviendo él se le entregara a otro el pontificado. Escribió a Cleopatra, a quien hizo llegar la carta por intermedio de un cantor, pidiéndole que solicitara a Antonio el pontificado para su hijo.
6. Antonio puso dificultades para dejarse convencer. Por aquel tiempo su amigo Delio,que había ido a Judea por algunos negocios, vio a Aristóbulo y quedó impresionado por los encantos del joven y por su talle y hermosura, no menos que por los de Mariamne, la esposa de Herodes; no dejó de felicitar a Alejandra por haber tenido dos hijos tan hermosos. En conversaciones que tuvo con ella, la persuadió que le entregara para Antonio dos retratos de sus hijos; una vez que los hubiera visto, no se negaría a ninguna de sus demandas. Convencida por estas palabras Alejandra envió los retratos. Por su parte Delio exageró la nota, diciendo que los jóvenes no eran hijos de hombres, sino de algún dios. Su propósito era que Antonio los hiciera venir para servirse de ellos para sus placeres. Antonio no se animó a llamar a la joven, por estar casada con Herodes y porque sería considerado como un crimen en relación a Cleopatra. Pero escribió que le enviaran al muchacho con algún pretexto honesto, siempre que no les resultara demasiado molesto.
Herodes no consideró conveniente enviarle a Aristóbulo, entonces de dieciséis años, y que pertenecía a una familia ilustre, para que abusara de él a su placer; Antonio, el más poderoso de los romanos, hacía lo que le venía en gana y se entregaba sin misterio a todos los deleites. Respondió que por poco que el joven saliera del país, habría guerra y desórdenes en todas partes, pues los judíos concebirían la esperanza de un cambio y de una revolución bajo otro rey.
7. Después de haberse excusado en esta forma ante Antonio, determinó no tener por más tiempo al muchacho y a Alejandra privados de todo honor, además de que Mariamne, su esposa, constantemente le pedía que pusiera en el pontificado a su hermano; y que esto estaría de acuerdo con sus propios intereses, pues retenido por el cargo se vería en la imposibilidad de salir del país. Habiendo reunido a los amigos se quejó amargamente de Alejandra, de que ocultamente conspiraba contra él y por medio de Cleopatra procuraba que lo despojaran del reino y que su hijo adolescente, con ayuda de Antonio, tomara a su cargo el gobierno. Designios injustos, pues con ello privaría a su hija de la dignidad a que había llegado y provocaría sediciones en el reino, cuando él lo consiguió con tantos esfuerzos y peligros. Pero en cuanto a él, a pesar de que no ignoraba lo mal que se había procedido, no dejaría de ser equitativo, pues pensaba entregar el pontificado al hijo deAlejandra; y si antes había otorgado el pontificado a Ananel fue porque Aristóbulo era demasiado niño. (881-883).

LIBRO XV, CAPÍTULO III: Asesinato de Aristóbulo. Herodes, denunciado por Cleopatra, se justifica ante Antonio
1. Por lo tanto muy pronto Herodes privó del pontificado a Ananel el cual, como dijimos, no era del país, sino un judío de la colonia que estaba más allá del Eufrates. Pues muchos miles de este pueblo habían sido transferidos para que habitaran cerca de Babilonia; entre ellos se encontraba Ananel, de la estirpe de los sumos sacerdotes, y desde hacía tiempo relacionado íntimamente con Herodes. Lo honró cuando consiguió el trono, pero lo privó de la dignidad, para apaciguar el malestar doméstico, obrando en contra de la ley. El primero que faltó a esta ley fue Antíoco Epífanes, quien depuso a Jesús, para reemplazarlo por su hermano Onías; el segundo fue Aristóbulo, que depuso a su hermano Hircano, y el tercero Herodes, que dio el cargo al joven Aristóbulo.
2. Le pareció que con esto remediaba el malestar doméstico. Sin embargo, como era de esperar, después de la reconciliación no dejó de sospechar, y consideró conveniente guardarse de Alejandra tanto por lo acontecido anteriormente, como porque estaría dispuesta a aprovechar cualquier oportunidad en lo futuro. Por lo tanto, le ordenó que se quedara en el palacio sin ejercer poder ninguno; además la hizo vigilar, de modo que nada que hiciera fuera de lo común, le era desconocido. Todas estas cosas la exacerbaron y acrecentaron su odio. Llena de soberbia femenina, no toleraba que se sospechara de ella, prefiriendo sufrir cualquier cosa antes que llevar una vida sin libertad, reducida a servidumbre y miedo. Informó a Cleopatra, lamentándose extensamente de su situación, y pidiéndole que, en la medida de lo posible, la ayudara. Ella le aconsejó que ocultamente se fugara a Egipto con su hijo. El consejo le pareció bueno y lo preparó de la siguiente manera. Se procuró dos cajones de los que se utilizan para llevar los muertos, en los cuales se escondió ella y su hijo, después de encargar a los criados, informados del plan, que los trasladaran durante la noche. Se encaminarían al mar, donde una nave ya preparada los llevaría a Egipto. Pero su criado Esopo, que se encontró con Sabión, un amigo de Alejandra, le habló del asunto, como si el último estuviera informado. Sabión, que era mal visto por Herodes, pues se creía que había sido uno de los que envenenaron a Antipáter, esperó que con la delación de esta huída se libraría del odio del rey.
Expuso al rey el propósito de Alejandra. El rey la dejó obrar hasta cumplir con su propósito de escapar, y la detuvo en flagrante delito de evasión. Con todo la perdonó, pues no se atrevió a tratarla duramente, a pesar del vivo deseo que tenía de ello, pues Cleopatra no lo hubiera sufrido por el odio que le tenía. Quiso aparentar ánimo magnánimo, para que se creyera que obraba a impulsos de la clemencia. Pero tenía el propósito de quitar de en medio al joven. A fin de que su intención permaneciera más oculta, no cumplió en seguida lo que había decidido.
3. Estando cercana la fiesta de los Tabernáculos, que entre nosotros se celebra con la mayor solemnidad, dejó pasar estos días y se entregó al regocijo de la celebración junto con el pueblo. Pero durante estas fiestas su odio aumentó y determinó apresurar el cumplimiento de sus designios. Pues el joven Aristóbulo, de diecisiete años de edad,cuando ascendió al altar para ofrecer los sacrificios, de acuerdo con la ley, revestido con las vestiduras sacerdotales y cumpliendo los ritos religiosos, por su estatura superior a su edad, su belleza, su magnificencia y su porte, que revelaban la gran nobleza de su estirpe,conquistó la simpatía de la multitud. El recuerdo de los hechos de su abuelo Aristóbulo sehizo presente en todos, y poco a poco, el pueblo dio salida a sus sentimientos, mezclando exclamaciones de alegría con los ruegos, y evidenciando el afecto de que gozaba.
Por todas estas razones, Herodes decidió llevar a cabo lo que había determinado. Pasadas las fiestas, encontrándose en Jericó como invitado de Alejandra, testimonió amistad al joven, participando de sus juegos y simulando alegrarse de su juventud. Siendo el lugar algo caluroso, los invitados salieron a buscar junto a tinas piscinas, de las que había algunas muy grandes cerca de la corte, un poco de frescura para mitigar los calores del mediodía. Al principio se limitaron a observar a los familiares y amigos que nadaban; después, por instigación de Herodes, se les unió el joven, Entonces los amigos de Herodes, a quienes se les habían dado instrucciones, a la hora del atardecer, pasaban sin cesar sobre el nadador y lo obligaban a sumergirse a manera de juego, hasta que se asfixió. Así murió Aristóbulo, siendo de edad de dieciocho años, y luego de haber ejercido el pontificado durante un año. Tomó de nuevo el cargo Ananel. (883-884).

LIBRO XV, CAPÍTULO VI: Herodes hace matar a Hircano y se entrega a César. Este le confirma el trono de Judea
1. Cuando todo le iba bien, pues no había forma de atacarlo, corrió peligro de perderlo todo, debido a la victoria de César sobre Antonio en Accio. Creyeron que aquello sería su fin tanto el mismo Herodes, como sus amigos y sus enemigos; pues no les pareció probable que escapara a la represión quien había sido tan amigo de Antonio. Sus amigos desesperaban de su salvación; en cuanto a sus enemigos externamente parecían condolerse, pero íntimamente se alegraban, a la espera de que en adelante todo saldría mejor para ellos. Y el mismo Herodes, viendo que Hircano era el único investido de dignidad real, creyó conveniente librarse de él; supuso que si salvaba la vida y escapaba al peligro, garantizaría su seguridad librándose de un rival más digno que él de ocupar el trono; y para el caso de que le fuera mal con César deseaba, por celos, hacer desaparecer al único candidato posible a reemplazarlo.
2. Mientras revolvía estos pensamientos en su ánimo, se le presentó la oportunidad Para llevarlos a cabo. Hircano era de índole tranquila, y ni entonces ni antes quiso mezclarse con los problemas de gobierno, ni ansiaba novedades, contento de vivir con lo que la suerte le deparara. Pero Alejandra era ambiciosa y con la esperanza irreprimible de que se produjera algún cambio, solicitó a Hircano, su padre, que no tolerara por más tiempo las ofensas de Herodes contra su casa, y que se anticipara a las seguras esperanzas de lo futuro. Le pidió que escribiera a Maleo, el rey de Arabia, para que los aceptara y les ofreciera seguridad. Si después de su salida aconteciera que Herodes cayera en enemistad con César, ellos recibirían el reino por ser de familia real y por contar con la benevolencia del pueblo. Se empeñó en convencerlo, pero Hircano no la escuchaba. Con tenacidad femenina siguió insistiendo incesantemente, repitiéndole siempre las acciones pérfidas cometidas por Herodes contra él.
Al final llegó a convencerlo que entregara una carta a un tal Dositeo, rogando al árabe que le enviara una escolta de jinetes para conducirlos hasta el lago Asfaltites, situado a unos trescientos estadios de Jerusalén. Confiaba en Dositeo, porque éste sentía mucho afecto por él y por Alejandra, y tenía no pocas razones para odiar a Herodes; pues era consanguíneo del José que Herodes había matado y hermano de aquellos que Antonio había ejecutado en Tiro. Pero todo esto no fue suficiente para que fuera fiel a Hircano; calculando que podía esperar más de Herodes que de Hircano, entregó la carta a Herodes.
Herodes apreció este acto, pero le encargó que entregara a Maleo la carta cerrada y sellada, y que recibiera su respuesta, pues le convenía saber cuál era la disposición de ánimo de Maleo. Dositeo cumplió de buen grado lo ordenado. El árabe contestó que estaba dispuesto a recibir a Hircano y sus compañeros y a todos los judíos que estuvieran de su parte, y que enviaría hombres que los guiaran con toda seguridad y que en nada se apartaría de lo prometido. Cuando Herodes tuvo estas cartas en su poder, en seguida recriminó a Hircano por los pactos formalizados entre él y Maleo. Hircano lo negó, pero Herodes mostro al consejo las cartas y ordenó que lo mataran. (893-894).

LIBRO XV, CAPÍTULO VII: Herodes recibe honores de César en Alejandría. A su regreso, exasperado por las calumnias, hace dar muerte a Mariamne
1. De regreso al reino, se encontró con su casa agitada, y mal dispuestas en su contra a su esposa Mariamne y a la madre de ésta, Alejandra.
Convencidas de la exactitud de sus sospechas, que no las había instalado en la fortaleza para darles seguridad, sino como en una cárcel para que no pudieran disponer ni de sus asuntos ni de los ajenos, se sintieron por esto sumamente indignadas. Mariamne creía que el amor del rey no era sino un engaño, disimulado para su propia comodidad; y le angustiaba la idea de que, en el supuesto de que le pasara algo grave, a ella no le quedaría esperanza ninguna de vida. Recordando lo que había ordenado a José, se empeñó en arrancar la verdad a sus guardianes, especialmente a Soem, del cual sabía que todo dependía. Al principio Soem se mantuvo fiel, sin omitir nada de lo que el rey había ordenado; pero las mujeres insistieron, lo ablandaron con dulces palabras y regalos, y poco a poco fué vencido y cedió. Finalmente reveló las órdenes recibidas, especialmente porque no creía que Herodes regresara con el mismo poder anterior.
Por esto, con la confianza de que así eludía el peligro que podía venir de parte de Herodes, decidió granjearse la buena voluntad de las mujeres, las cuales era muy verosímil que retendrían su dignidad y que lo gratificarían; pues si ellas no llegaban a reinar, estarían cercanas al que iba a reinar. Pero no era menor su esperanza para el caso de que Herodes, arreglando con buen éxito sus asuntos, regresara; pues no podría oponerse a la voluntad de la esposa. Sabía que el rey tenía un vehemente amor por Mariamne. Con estas consideraciones reveló las órdenes del rey. De ellas Mariamne se informó con amargura, porque no veía el fin de los males que debía temer de Herodes; y deseó que los acontecimientos no le fueran bien, pues le sería intolerable reanudar la vida con él. Lo mostró claramente en adelante y no disimuló en lo más mínimo sus sentimientos.
2. Cuando Herodes estuvo de regreso, habiéndole ido mucho mejor de lo que esperaba, la primera en ser informada fue su esposa, por ser tan grande el amor y la afición que le tenía. Aconteció que mientras le explicaba el éxito del viaje, su mujer en vez de alegrarse se entristeció, sin poder ocultar su dolor. Llena de dignidad y nobleza, respondió con gemidos a sus saludos, y al escuchar su relato manifestó más tristeza que alegría. Herodes se conturbó no ya por sospechas sino ante la realidad.
Se angustió por el odio inesperado y visible de su esposa.
La situación lo atormentó espiritualmente e, impaciente de amor, unas veces se indignaba y otras se reconciliaba, pasando de uno a otro sentimiento, sin saber en cuál de ellos estabilizarse. Oscilaba entre el amor y el odio; muchas veces cuando había decidido castigarla, vencíalo el amor y el ansia de no separarse de ella. Finalmente, a pesar del deseo de castigarla, no se aventuró a hacerlo por temor de que su muerte le resultara más perjudicial a él que a ella.
3. Su hermana y su madre se dieron cuenta de su estado de ánimo con relación a Mariamne; vieron que se les ofrecía una ocasión excelente para dar salida a su odio; en sus conversaciones con Herodes lo irritaban todavía más, refiriéndole calumnias para intensificar su encono y su alejamiento. El las escuchaba de buen grado, pero no se atrevía a tomar ninguna decisión contra su esposa, como resultado de lo que le decían.
Sin embargo día a día sus sentimientos hacia ella empeoraban y se intensificaba la discordia. Ella no ocultaba su desafecto y él veía transformarse su amor en odio.
Ya estaba dispuesto a tomar alguna grave decisión, cuando se recibió la noticia de que César había triunfado y que, muertos Antonio y Cleopatra, se había apoderado de Egipto.
Inmediatamente salió al encuentro de César, dejando en ese estado sus asuntos domésticos. Antes de partir, Mariamne le recomendó a Soem, diciendo que le debía mucho por sus cuidados y pidiendo para él un puesto de prefecto. Consiguió el puesto.
Herodes, una vez en Egipto, mantuvo entrevistas cordiales con César, como amigo, recibiendo de él grandes beneficios. César le dio cuatrocientos galos, elegidos entre los guardias personales selectos de Cleopatra, y le devolvió los territorios que esta reina le había hecho quitar. Agregó también a su reino Gadara, Hipos y Samaria y sobre el litoral, Gaza, Jope y la Torre de Estratón.
4. Estos grandes éxitos aumentaron la importancia de Herodes. Acompañó a César hasta Antioquía, y luego regresó. Cuanto mejor le iban los asuntos en el exterior, tanto más intensas eran sus aflicciones en el ámbito doméstico, sobre todo en su matrimonio, con el cual antes se había considerado tan feliz. Sentía por Mariamne un amor muy grande, no menor del de los amantes más famosos de la historia. Ella, por su lado, era honesta y se mantenía fiel; pero poseía un carácter femenino áspero y al ver a su marido rendido de amor lo trataba tiránicamente; sin recordar que ella no era sino un súbdito en relación con un dueño, se comportaba de manera petulante. Herodes lo su fría tomándolo en broma, con moderación y paciencia. Pero Mariamne se burlaba públicamente de la madre y la hermana del rey, y criticaba la falta de nobleza de su estirpe. De modo que las mujeres estaban divididas por odios y rencillas implacables, y día a día las calumnias se hacían más graves.
Las sospechas se mantuvieron latentes y duraron un año después del regreso de Herodes de su reunión con César. La crisis que se venía preparando, al final estalló de la siguiente manera. Cierta vez, a mediodía, el rey se dispuso a descansar e invitó a acompañarlo a Mariamne, a quien seguía amando. Ella penetró en la cámara, pero no se acostó con él, a pesar de habérselo expresado, sino que lo menospreció y le reprochó haber sido el autor de la muerte de su padre y de su hermano.
Herodes tomó muy mal esta ofensa, y como ya estaba dispuesto a tomar alguna medida, su hermana Salomé, que advirtió su turbación, le envió a su copero, que hacía tiempo había conquistado, con orden de decirle que Mariamne le había pedido que preparara cierta bebida para el rey. Si el rey, perturbado, le preguntaba de qué se trataba, debía decir que lo ignoraba, porque la tenía Mariamne y él sólo tenía el encargo de ofrecérsela.
Si el rey, por el contrario, no manifestaba ninguna curiosidad, que se callara, porque así no correría ningún peligro. Luego de haberlo instruido en esta forma, lo envió a que recitara lo enseñado.
El copero se presentó ante el rey y serenamente le contó que Mariamne le había hecho regalos para que ofreciera una bebida al rey. Preguntó éste de qué clase de bebida se trataba; el copero respondió que lo ignoraba, pues solamente le había dicho que la entregara al rey; que, por esto, se lo indicaba, pensando que sería más seguro tanto para el rey como para él mismo.
Cuando oyó estas palabras, el rey, que ya estaba indignado, todavía se exacerbó más; interrogó sobre la bebida al eunuco más fiel de Mariamne, pues sabía que nada, ni grave ni insignificante, se hacía sin la intervención de este hombre. Sometido al tormento, nada pudo decir de lo que le preguntaban, y solamente declaró que el odio de Mariamne por el rey procedía de los informes que le había dado Soem.
Antes de que terminara de hablar, el rey a grandes voces exclamó que Soem, que había sido tan fiel a él y al reino, nunca habría revelado esas cosas a Mariamne, si sus relaciones no hubiesen ido más allá de lo justo.
Inmediatamente hizo detener y matar a Soem; en cuanto a Mariamne, habiendo convocado a sus familiares, la acusó de emplear filtros y bebidas, de acuerdo con lo que dijeron sus calumniadores. Herodes era intemperante en sus expresiones y estaba en talforma indignado que viéndolo en este estado, condenaron a Mariamne a muerte. Pero una vez pronunciada la sentencia, les pareció tanto a él como a otros de los presentes que no debían matarla precipitadamente sino encerrarla en alguna fortaleza. Pero Salomé puso todo su empeño en que la mujer fuera quitada de en medio, e insistió ante el rey, sosteniendo que podrían producirse perturbaciones populares, si ella se mantenía viva. Y es así como Mariamne fue conducida al suplicio.
5. Alejandra, dándose cuenta de la situación, advertida de que le quedaban pocas esperanzas de no ser tratada de la misma manera, tomó una actitud muy diferente de su anterior arrogancia. Para que constara ante todos que ella ignoraba aquello de que se acusaba a su hija, salió afuera y en presencia de todos reprendió a Mariamne, clamando que se había portado mal e ingratamente con su esposo y que con razón le estaban aconteciendo estas cosas, pues no había sabido reconocer los beneficios que había recibido de Herodes.
Estas demostraciones hipócritas y ultrajantes, pues se atrevió a arrancarle los cabellos, no fueron sino causa de disgusto para todos por su indigna falsedad; inculpaba a su hija en momentos en que ésta tenía que sufrir la muerte. Mariamne no pronunció una sola palabra, ni se conturbó por las ofensas de su madre; como si su ánimo errara por lugares excelsos, pareció más bien angustiada por el evidentemente indigno comportamiento de su madre. Con intrépida firmeza, y sin mudar en lo más mínimo de color, marchó a la muerte, manifestando en la hora extrema la nobleza de su linaje.
6. Así murió, mujer distinguida por su virtud y grandeza de alma, pero a la que extraviaron su falta de moderación y su carácter belicoso. Se destacaba por la belleza de su cuerpo, superior a todo lo que podría decirse de las mujeres de su tiempo, y por su majestuosa conversación; pero ésa fue la causa principal de sus malos entendidos con el rey y de que no pudiera vivir felizmente a su lado. Pues como él la trataba indulgentemente, segura de que jamás la trataría con aspereza, abusó de su libertad. Además lo indispuso con él lo que había acontecido a los suyos, y no se abstuvo de decirle todo lo que había sufrido por este motivo. Finalmente se enemistó con la madre y la hermana del rey, y aun con éste, de quien nada grave temía.
7. Muerta ella, se avivó la pasión del rey que, como ya dijimos, era muy intensa. Su amor no tenía aquella condición apacible que nace de la vida en común. Apasionado locamente desde el principio, la libertad de poder satisfacer su pasión no impidió que ésta creciera de día en día. Pero, por castigo divino, después de la muerte de Mariamne su pasión se acrecentó más y más; frecuentemente la llamaba a voces y lloraba; se entregaba a todos los placeres, con banquetes en diversas compañías, para amortiguar su anhelo. No consiguió nada. Negábase a atender los asuntos del reino, y estaba de tal manera atado por el afecto de Mariamne, que incluso decía a sus criados que la llamaran, como si todavía estuviera viva y pudiera oírlos. (896-899).


2.2 La influencia de Séneca

Está admitido que la influencia de la tradición senequista se hace sentir en la mayor parte de las primeras obras que trataron la historia de Mariana, ya que prácticamente todas convierten a Herodes en un tirano bastante convencional; en concreto, las obras del alemán Hans Sachs (h. 1552), del inglés William Goldingham (h. 1557) y del español Lupercio Leonardo de Argensola (h. 1585). Pero la única de las tragedias anteriores a la suya, y que Hardy habría podido conocer, es la Marianna que Lodovico Dolce publicó en 1565, una de las mejores tragedias del Renacimiento italiano, excelente ejemplo de la adaptación del relato de Flavio Josefo, según las recetas de la tragedia senequista.
Por lo que se refiere a la obra de Argensola, se trata de Alejandra, junto con Isabela y Filis, una de las tres tragedias que compuso el escritor en sus años mozos, lo que permite disculpar los defectos de composición. En uno de los estudios más completos que existen sobre el escritor de Barbastro podemos leer lo siguiente:
La Alejandra no merece un análisis tan minucioso como el dedicado a la más conocida de las tragedias de Argensola. Está inspirada, como probó el Dr. Crawford, en Marianna de Lodovico Dolce y es un reflejo de las imitaciones italianas de Séneca, con los horrores que no vamos a recordar. “La tragedia tiene dos acciones bien definidas, el deseo de un Príncipe de vengar la muerte de su padre, y la locura celosa de un Rey que mata a la Reina, combinándose por tal modo los temas de Hamlet y Othello”. La acción pasa en Egipto, pero carece de fundamento histórico La acción secundaria del amor de Lupercio y Orodonte por Sila, lo mismo que la conspiración de Ostilo y Rémulo parecen invención de Argensola y la influencia de Marianna es fácilmente perceptible desde la Loa hasta el epílogo que dice la tragedia. “El asunto”, según Ticknor, “está plagado de repulsivos horrores. Todos los personajes, menos un mensajero tal vez, mueren en el curso de la acción; algunos niños son degollados y las cabezas, arrojadas a los pies de sus padres en escena; y la falsa Reina, después de ser invitada a lavar sus manos en la sangre de la persona con quien estaba indignamente unida, arranca su propia lengua y la escupe a su monstruoso marido. La traición y las conspiraciones iluminan un cuadro compuesto principalmente de tales atrocidades”.

Por lo que afecta a las obras que toman como base la de Hardy, o se inspiran en ella, es algo asumido por la crítica que La Mariane de Tristan L’Hermite, primera tragedia del autor (1636), superaría a su modelo, sobre todo su espléndida versificación, como puede observarse desde el inicio de la obra:
“Fantôme injurieux qui troubles mon repos,
Ne renouvelle plus tes insolents propos;
Va dans l'ombre éternelle, ombre pleine d'envie,
Et ne te mêle pas de censurer ma vie:
Je suis assez savant en l'art de bien régner,
Sans que ton vain courroux me la vienne enseigner.
Et j'ai trop sûrement affermi mon Empire
Pour craindre les malheurs que tu me viens prédire:
Je donnerai bon ordre à tous les accidents,
Qui n'étant point prévus, perdent les imprudents.
Mais quoi? Le front me sue, et je suis hors d'haleine;
Mon âme en ce repos a trouvé tant de peine
À se désabuser d'une fâcheuse erreur,
Que j'en suis tout ému de colère et d'horreur
Holà.”

Posiblemente la obra de Hardy incida más que las otras en la “falta de entendimiento” entre los protagonistas, Mariana y Herodes, que se hace evidente en cada diálogo entre ellos, transmitiendo el texto la impresión de que entre ellos no hay, ni ha habido por parte de ella, ningún punto de entendimiento, sino que se trata más bien de lo que los franceses denominan un “dialogue de sourds”.

* * *

3. NOTA SOBRE EL TEXTO

De la Mariamne de Hardy existen las siguientes ediciones:

1) Théâtre d’Alexandre Hardy, Tome II: La mort d'Achille, tragédie. Coriolan, tragédie. Cornélie, tragi-comédie. Arsacome, ou L’amitié des Scythes, tragi-comédie. Mariamne, tragédie (pp. 393-490). Alcée, ou L'infidélité pastorale. Paris: chez Jacques Quesnel, 1625. Se trata de la editio princeps.
Existe una segunda edición del volumen, motivada por el descontento de Hardy dadas las numerosas faltas del texto de 1625; la fecha de edición es 1632.

2) La segunda edición de la obra, y primera moderna, pertenece a Edmond Stengel: Le Théâtre d’Alexandre Hardy, tome II, Marburg, Elwert et Paris, Le Soudier, 1884 (Genève, Slatkine Reprints, 1967). Como ya hemos visto en otras obras de Hardy se trata de una copia fiel de la primera edición de éste, pues Stengel reproduce todos los errores de la edición original.

3) Joseph Richard Onil publicaría en 1955: Alexandre Hardy's Mariamne, tragedie: a critical edition..., Philosophical Dissertation Tulane University of Louisiana 1944. Se trata de una tesis doctoral que no hemos podido consultar, ya que los archivos de la Universidad de Tulane parece ser que se digitalizaron años más tarde.

4) De 1989 es la edición crítica de Alan Howe: Mariamne d’Alexandre Hardy. Edition critique, University of Exeter (Textes Littéraires), 1989. Howe en su breve volumen de 96 páginas demuestra conocer a fondo el teatro de Hardy. Redactado en francés, consta de una rica “Introduction” (L’Auteur, Le Sujet, La Pièce, Le Texte), “Bibliographie Sommaire”, un adecuado glosario y dos apéndices con las “leçons erronées de l’édition de 1632”, del texto de Stengel, y las correcciones propuestas par Eugène Rigal (“Le Théâtre d' Alexandre Hardy: Corrections à la réimpression Stengel et au texte original”, Zeitschrift für französicche Sprache und Literatur, XIII, 1891, pp. 204-228). Su edición aporta preciosas e importantes notas, así como un excelente glosario y dos apéndices con las lecciones erróneas de la edición de 1632 y del texto de Stengel, incluyendo las correcciones que propusiera Eugène Rigal (“Le Théâtre d' Alexandre Hardy: Corrections à la réimpression Stengel et au texte original”, Zeitschrift für französicche Sprache und Literatur, XIII, 1891, pp. 204-228). Howe, en su edición, opta por una grafía que responde a la lógica, cambiando muy a menudo la puntuación de la editio princeps de Mariamne, de 1625, opción muy lógica, no obstante, hecho que se aprecia constantemente al realizar la traducción de la obra.

5) La última edición hasta ahora es la de la editorial Garnier: Mariamne. Texte établi, présenté et annoté par Sandrine Berrégard, en: Hardy, Alexandre, Théâtre complet, t. II, dir. Sandrine Berrégard, Paris: Classiques Garnier, «Bibliothèque du Théâtre français», 2015. Como todas la publicadas en los tres volúmenes que la Editorial Garnier consagra al dramaturgo francés, se trata de una edición muy cuidada, que incluye una introducción con un análisis de las fuentes (Les Antiquités judaïques de Flavius Josèphe, l’Histoire de Jérusalem d’Hégésippe, les Adaptations théâtrales); la Dramaturgie de Hardy (Héritage antique et Tradition humaniste); Réflexion politique et morale (le Miroir des passions); les Inflexions du tragique; les Ornements de la tragédie; de la Création à la publication (les problèmes de chronologie, les conditions de représentation); Établissement du texte (les éditions modernes, principes d’édition). Esta edición se basa en la de 1625 «qui fait autorité», aunque no desdeña las «leçons» de 1632, que atribuye los versos 239-248 a Salomé, y no a Herodes. Alguna mala lectura, o falta de atención al texto original, da lugar a errores de un verbo por otro: arrêter en lugar del más lógico attenter (“Former une entreprise contre les Loix dans une chose capital”), en el verso 564, en el momento en que Salomé incita al copero a conspirar contra Mariana. En otros casos, como ocurre en el verso 806, la interpretación que da la editora en nota a pie de página (“Comprendre: de quoi valoriser excessivement la liesse passée auprès de moi qui suis orgueilleux”), la lleva a que en el verso sustituya la palabra utilizada en la nota (orgueilleux) por la del propio verso original (angoisseux); así, el verso original (“Me survendre angoisseux la liesse passée”), es transcrito erróneamente(“Me survendre orgueilleux la liesse passée”). En otra ocasión, hallamos una grafía errónea, mord en lugar de mort, que cambia el sentido del verso, 1182, y que incluso la terminación del verso anterior en t, muestra el error. En el verso 1197 se transcribe, por error, J’arrête, en vez de J’atteste. Se trata, en general, de errores coyunturales, que no desmerecen la buena edición de Berrégard.

* * *

4. ESTA EDICIÓN

El trabajo que hemos llevado a cabo consiste en una edición moderna con texto crítico, basándonos en la editio princeps de 1625, y la segunda edición de 1632, que aunque corrige varias erratas de la primera, la negligencia del tipógrafo y el corrector los llevan a cometer otras.

Teniendo en cuenta las ediciones ya existentes, la nuestra atiende a los siguientes criterios:

a. Corrección de las erratas detectadas en la editio princeps.

b. Modernización de la grafía, siempre que dicha modernización no altere la métrica de la editio princeps.

c. Asunción de enmiendas, siempre que las consideremos lógicas y aceptables, incluidas por los diferentes editores.

d. Inclusión de enmiendas propias.

e. Adición de notas propias, de diversa tipología, fundamentalmente filológicas, aunque no se excluyen referencias a las ediciones modernas.

* * *

5. NUESTRA TRADUCCIÓN

Como ya hemos aclarado en anteriores ocasiones, traducir al español la versificación de Hardy no es tarea difícil, aunque sí lo es si pretendemos unificar la métrica. Así pues, los 14 versos del alejandrino castellano trasladan a la perfección los alejandrinos franceses de 12. En todo momento hemos tratado de elegir el término más adecuado al contexto en el que se desarrolla la obra, no evitando, si así surge, la rima de algunos versos, que contribuye a dotar al texto de una mayor musicalidad. Una última aclaración, que hace años sería innecesaria pero ahora no parece estar de más: el sustantivo “hembra” aparece con frecuencia en la traducción, en lugar de “mujer”; la explicación es obvia para cualquier traductor de poesía ya que propicia la sinalefa y acorta el verso, como puede verse en el siguiente ejemplo del verso 608: “Pourquoi serez-vous plus qu’une femme craintif?”, traducido por “¿Por qué vais a ser más miedoso que una hembra?”; traducir “femmes” por “mujeres” rompería el alejandrino.

* * *

6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Adam, Antoine: Histoire de la Littérature Française au XVIIe siècle, tome I, L'Époque d'Henri IV et de Louis XIII, 1ère éd. Paris: Domat-Montchrestien, 1948; 2ème Paris: Éditions Mondiales 1962; 3ème Paris: Albin Michel, 1997.
Bernardin, N.-M.: Un précurseur de Racine Tristan l’Hermite Sieur du Solier (1601-1655). Sa famille, sa vie, ses œuvres; Genève: Slatkine Reprints 1967.
Berrégard, Sandrine : Tristan L’Hermite, ‘héritier’ et ‘précurseur’: Imitation et innovation dans la carrière de Tristan L’Hermite, Tübingen, Narr, 2006.
Bétolaud, Victor (trad.): Œuvres complètes d’Apulée, traduites en français. Nouvelle édition entièrement refondue. Tome second, Paris: Garnier Frères, 1862.
Chevalier, Jean, Gheerbrant, Alain: Diccionario de los símbolos, trad. De M. Silvar y A. Rodríguez, Barcelona: Herder, 1995.
Dolce, Lodovico: Marianna, Venise, 1565.
─: Marianna (1565) (nel Teatro italiano antico, V, Società Tipgrafica de Classici Italiani, Milano, 1809, pp. 193-316.
Grimal, Pierre: Diccionario de mitología griega y romana. Edición revisada, con bibliografía actualizada por el autor. Prefacio de Charles Picard. Prólogo de la edición española de Pedro Pericay. Traducción de Francisco Payarols, Barcelona-Buenos Aires: Ediciones Paidós, 1982.
Howard Green, Otis: Vida y Obras de Lupercio Leonardo de Argensola, Institución “Fernando el Católico” (C.S.I.C.) de la Excma. Diputación Provincial de Zaragoza, 1945.
Licha-Zinck, Alexandra: La Vertu de l’héroïne tragique (1553-1653), thèse de doctorat réalisé sous la dir. de Georges Forestier, Université Paris IV-Sorbonne, 2004.
Oudin, César: Tesoro de las dos lenguas española y francesa, añadido conforme a las memorias del autor… Bruselas, Juan Mommarte, 1660.
Ovidio (Publio Ovidio Nasón): Tristezas. Introducción, edición y notas de Eulogio Baeza Angulo, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2005.
Pérez de Moya, Juan: Filosofia secreta, donde debajo de historias fabulosas, se contiene mucha doctrina provechosa a todos los estudios..., Alcalá de Henares: Andrés Sánchez Ezpeleta, 1611 (reed. Carlos Clavería: Madrid: Cátedra, 1995).
Tristan L’Hermite: Œuvres complètes, Paris: Honoré Champion; Genève: Slatkine Reprints, 1999-2003: tome 1 (Prose); tome 2 (Poésie); tome 3 (Poésie); tome 4 (Tragédies); tome 5 (Théâtre, Plaidoyers).

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ARGUMENTO

El mismo Herodes que se hizo famoso por el asesinato de los Santos Inocentes, se casó, tanto por conveniencia en sus asuntos, como por su esplendorosa belleza, con Mariana, nacida del linaje de los asmoneos; pero esta liberal princesa nunca pudo amar de corazón a un tirano, que había mandado matar a su padre y a su hermano para acceder a la corona de Judea, por lo que todas las caricias de un marido que la idolatraba eran recibidas con desprecio, y sólo servían para hacer estallar el odio de un humor altanero, ya fuera con Herodes, o con su parentesco; ello ocasionó que Feroras y Salomé, hermano y hermana del Rey, engendraran un odio irreconciliable contra Mariana, poniendo en práctica toda clase de imposturas e invenciones con el fin de perderla. Sin embargo, el amor de Herodes resistió durante mucho tiempo a las insidias, sin poder decidirse a privarse de la luz de ese sol de virtuosa belleza que le daba la vida. A pesar de eso, Salomé se decidió finalmente a sobornar al primer copero del rey, denunciando a Mariana a su Majestad, como la persona que había querido convencerlo para que mezclara veneno en su bebida. El fraude tuvo éxito, porque Salomé supo elegir el momento, esperar la oportunidad de la cólera de Herodes, hasta hace poco prendado de su esposa, por cierto repudio que se lee en Flavio Josefo, más honesto en callar que útil en revelar. De manera que, este monstruo de crueldad dando libre curso a una venganza irracional basada en una acusación falsa, hizo decapitar a su mujer, lo que le provocó, al mismo tiempo, una pena tal por su pérdida que lo hizo añorarla desde entonces hasta su muerte.


ACTORES

La Sombra de Aristóbulo
Herodes
Mariana
Feroras
Salomé
Soême
Nodriza
Preboste
Copero
Mensajero
Eunuco
Paje

ACTO 1

LA SOMBRA DE ARISTÓBULO, HERODES, FERORAS Y SALOMÉ

ESCENA I

LA SOMBRA DE ARISTÓBULO
1
Tú el monstruo más cruel que respira existencia,
2
tirano henchido de ínfulas, y enajenado de ansia,
3
de la inocencia azote, horror de los humanos,
4
¿qué hace tanto tiempo inactiva tu mano?
5
¿Cómo reposar puede tu diestra carnicera?
6
¿Tu sed que no se sacia de beber tanta sangre?
7
Después de que mi padre, el buen Hircano muerto,
8
que por su gusto habiéndote sentado en su trono,
9
no tramaba sino pasar sin ambiciones
10
lejos del lastre real el resto de su vida,
11
quien seducido, ingenuo de tu perjurio en fe,
12
recordando su ayuda contigo y Antipáter,
13
y feliz del amor de su tierra natal,
14
volvió a ella, víctima de tu furia brutal;
15
tras este crimen, bárbaro, después de destruirme,
16
justo habiendo llegado a la adolescencia.
17
Yo, a quien el corazón de un pueblo pedía
18
ir contra tus crueldades, y que sólo me muestra
19
un enorme cariño, antes de que llegara,
20
el día de lamentar el poder de mi estirpe,
21
sus príncipes congénitos, pastores bondadosos
22
de lo injusto enemigos y de actos sanguinarios,
23
después de haber segado de mi sazón las flores,
24
desleal, bajo sombra de un mortal pasatiempo,
25
ahogado en las aguas por la tropa asesina;
26
muerte que casi causa tu extrema ruina,
27
salvo que el destino, motor del universo,
28
para peores tormentos te reserve (perverso),
29
te produzca mil muertes por trastornos domésticos,
30
además de un fin trágico entre los más horribles,
31
comido por gusanos tu cuerpo por entero,
32
en un siglo, en vez de una soportando mil muertes.
33
Sigue pues ensañándote, infame miserable,
34
usa tu odio y furia contra tu propia esposa.
35
Priva, común rival, de la luz que da el día
36
a la que arder te hacía con un amor idólatra.
37
Mi miserable hermana, Mariana, que arrastra
38
siendo cautiva tuya una mortal cadena,
39
respira con la dicha de una muerte abreviada,
40
siguiendo nuestros pasos al hogar del silencio.
41
Tigre, ¡eh! ¿Creerías que su humor magnánimo
42
nos haría olvidar la altura de tu crimen?
43
Que la cara engañosa de tu prosperidad
44
lanzó el olvido dentro de su valor airado,
45
entonces, cierto, entonces, la cigüeña piadosa
46
no tendría de la sierpe la semilla odiosa,
47
el cordero iría entonces a lanzarse confiado
48
en manos de la loba, para mamar de ella;
49
mientras ella esté viva, nunca sucederá
50
que, indigno, tu alardees de poseer sus favores,
51
nunca el recuerdo de tu cobarde asesinato
52
le encarnará más que una negra sierpe en el lecho,
53
ni acercará su boca a ti sino a disgusto,
54
de tan hondo como es su ecuánime dolor;
55
y hasta si la ocasión se le presentase a ella,
56
te toparías de pronto con gusanos del Érebo.
57
Piensa en lo que predice la Sombra de Aristóbulo,
58
admítela, homicida, y acumula tus males,
59
y los Lares colmados con la sangre de ella,
60
privado de razón, de ternura y piedad,
61
mientras que otras pérdidas se añaden a la suya,
62
que en este instante exceden de mi poder el límite,
63
que pronto tú sabrás para siempre a tu costa,
64
que prepara un Infierno a tus marchitos días,
65
que hará de tu destino un espantoso ejemplo
66
para los Reyes que hacen lo que tú hacer no debes,
67
abusando insolentes del favor de los Cielos,
68
y no honran más virtud que la de ser viciosos.

ESCENA II

HERODES, FERORAS, SALOMÉ

HERODES
69
Algún Diablo celoso del honor de mi gloria
70
me trae atrocidades fúnebres al recuerdo,
71
trata de amedrentar por el terror del pánico,
72
uno que, hoy, solventa los peligros en vaho,
73
desde que este flanco experto es en la espada,
74
y en sostener del líder la corona usurpada,
75
el valor subrayó mis gestas, mis laureles,
76
en el valiente número de los bravos guerreros.
77
Antaño (así se dice) en la Anfitrionada
78
de Hera anuló la celada en la cuna,
79
aplastó dos serpientes con sus débiles manos,
80
purgando el universo de monstruos inhumanos,
81
a medida que el tiempo aumentaba su fuerza,
82
aunque una labor dura servía de inicio a otra.
83
¿Yo igualmente indomable a labores surgidas,
84
franqueé cualquier obstáculo, cualquier dificultad,
85
para alcanzar la cima ansiada de un Imperio,
86
en que primero me hice brillar entre mi raza,
87
contra la adversa suerte y aquellos cuya sangre
88
querían disputarme la jerarquía de noble,
89
mientras que yo acatara la regular justicia?
90
¿Que a mis competidores, prudente, no olvidara,
91
que, por miedo a exponerme al nombre de cruel,
92
me mostrara indeciso en la acción de gobierno?
93
¿Que al trono no dotara de un fundamento sólido?
94
La culpa es achacable solo al vulgar estúpido;
95
Aquel que reinar quiere durante mucho tiempo,
96
nunca se parará en este arbitrario escrúpulo,
97
sólo de aquel se ocupa al que nunca perdona,
98
el que sin previo aviso le quita la corona.
99
En materia de Estado, estos son los preceptos:
100
la piedad reservemos; y además de esto,
101
precavidos guardémonos de amigos y parientes,
102
que discuten del reino su parte con nosotros,
103
al secreto avezado le privo de los frutos,
104
estos reacios rebeldes por el freno mermados,
105
a los que el recuerdo de una antigua familia
106
sublevaba juzgando mi poder cual tiránico,
107
y hasta que la raíz quede extirpada, no hay
108
nada más que temer por ese lado,
109
solo, y en paz yo tengo a Judea sojuzgada,
110
tanto o más feliz que otro Monarca vivo,
111
si el orgullo calmado de aquella a la que sirvo,
112
aunque esposa, igual que esclavo encadenado,
113
a la que adoro y ardo en una llama leal,
114
si recibir quisiera la amistad nupcial,
115
si se dignase, ¡ay! Aceptar de buen grado
116
de nuevo el homenaje de mi humilde deber.
117
¡Oh ingrata Mariana! ¡Oh arisca rebelde!
118
¿Por qué no eres más buena, o menos casta, o bella?
119
Durante el día me haces morir miles de veces
120
por el tenaz rencor que te veo nutrir,
121
rencor que en caso límite creo que es intolerable,
122
y que te acarreará desdicha deplorable.
123
¡Ah, perversa Natura, contrapuesto coraje,
124
rabiosa, ojos tapados, vas a tu perdición!

FERORAS
125
Vuestra Majestad debe recobrar el aliento,
126
durante el tiempo diario de turbación que sufre,
127
tratar de liberarse de pensamientos tristes,
128
que nos llenan de canas y abrevian nuestra vida.
129
El sólido piloto de la ira de Neptuno
130
tal cual es goza de ella y de su buena suerte,
131
no tiene de continuo su vista en las estrellas,
132
o sus robustos brazos sosteniendo el timón:
133
ya que en lo sucesivo, las guerras sofocadas
134
por vuestras tareas bravas, en trofeos terminaron,
135
poseedor apacible del Cetro palestino,
136
no hay ya rival alguno, no hay cisma intestino,
137
gracias al Dios Eterno, todo ya está en calma,
138
un mundo que se alegra gracias a vuestros lauros,
139
¿Qué podéis hacer, de la guerra ya libre,
140
con el cuerpo cubierto de horribles cicatrices,
141
sino gozar los frutos de un reposo envidiable?
142
¿A no ser que atribuiros la equitativa parte
143
de este supremo bien del que sois responsable,
144
del que respecto al vulgo sois vos el bienhechor?
145
Sin embargo esa frente que trasluce tristeza
146
parece emplazar a una dura anfitriona,
147
que vuestros días fructíferos queréis arrojar fuera,
148
y quitarnos tal dicha ganada con esfuerzo.

HERODES
149
Agraciado por Marte como hombre del mundo,
150
mi grandeza afirmada no ve ni un sustituto,
151
colmado de riqueza, un punto de desgracia
152
oscurece el Sol de mi felicidad,
153
con un desastre altera mi alegría doméstica,
154
así que por doquiera un tormento me ronda,
155
así que amargado por mi bien principal,
156
creyendo poseer todo, veo que nada poseo.

FERORAS
157
Posible es que Mariana, conforme a su costumbre,
158
se encienda contra vos con furia por orgullo,
159
del poder abusando por la magia que Amor
160
sobre vos le concede ¡Ay! ¡Pernicioso día
161
en que os envenenó tan sólo con miraros,
162
cuánto vuestra razón defraudada desbarra,
163
luchando por ganar por la ternura a un monstruo,
164
al cual sólo el esfuerzo es eficaz y cierto!

HERODES
165
El esfuerzo, dispar con su belleza divina,
166
en este milagro que nace de origen real,
167
agriaría mi herida en lugar de calmarla,
168
prolongaría mi pena en lugar de acortarla.
169
Su odio, sus desdenes, su desprecio ordinario
170
prefiero a los favores de una amistad vulgar.

FERORAS
171
Error que sin embargo incuba un grave fuego,
172
que influirá en su audacia por querer liberarse,
173
en firme fe apoyada que hace que toda infamia,
174
o injuria hacia vos impune permanezca.

HERODES
175
La mala voluntad no sirve, es inútil,
176
cuando al llevarla a cabo no se ofrece remedio.

FERORAS
177
Aliada con su madre, une Erinia infernal,
178
que la incita al crimen, y su seno destila
179
pestilentes consejos de dolo, de traición,
180
vuestra protección pende de una estrecha prisión.

HERODES
181
Cautivo ser quisiera, ponerme en su lugar,
182
mi amor no podría permitir la crueldad.

FERORAS
183
No olvidéis los peligros a los que os han llevado.

HERODES
184
Recordar ya no quiero los ultrajes pasados.

FERORAS
185
Ella recuerda mucho a los suyos, que añora,
186
aislada en vuestra gracia silenciosa en la tumba.

HERODES
187
El tiempo arrincona dolores parecidos.

FERORAS
188
Por el contrario, aumenta, su amenaza y sus llantos.

HERODES
189
Incluso los leones pueden domesticarse,
190
las tormentas más fuertes bajo el agua se calman:
191
espero doblegarla a fuerza de sufrir,
192
y su felicidad lograr de cualquier modo.

FERORAS
193
¡Fuerte pasión que llegas a cegar a los hombres!
194
Mas creo percibir que llega Salomé,
195
triste de compostura, e inquietud apremiante,
196
para comunicarla habrá venido aquí.

SALOMÉ
197
¿Hasta qué resplandor de ruina suprema
198
queréis quedar ocioso, y fuera de vos mismo?
199
¿Y hasta qué momento esperáis a que llegue
200
otra nueva desgracia a oprimir vuestra testa?
201
¿Esperar a que un áspid desleal, con su puntura
202
pique al que lo elevó con idólatra cura,
203
que no aspira, ilegal, nada más que a quitaros
204
el reino, tras el día, a falta de aplastarlo?
205
¡Cuánto vuestra prudencia dormita en el aprieto!
206
¡Y ahora ante el buen consejo taponáis los oídos,
207
por un ardor llevado ciego, que no conviene
208
a vuestra edad en aquel que se siente en un trono!
209
Dominar las pasiones de una juventud loca,
210
en el teatro humano jugando un rol menor,
211
se os excusaría; pero Monarca viejo,
212
vuestro honor, vuestra vida, y nosotros en riesgo,
213
con aire de dañar a una mujer rival,
214
aquí el remordimiento va unido a la infamia,
215
aquí vos ofuscáis vuestra virtud más clara,
216
y os dejáis vencer por los vicios contrarios.

HERODES
217
¿Aunque su humor en nada altanero
218
a los míos desprecie, y provoque su odio,
219
confesad que un exceso de rencor envejece
220
me acusó a menudo donde ella no faltó,
221
encontró en sus acciones que no hay nada bueno,
222
la actitud de que nada nos gusta de un rival?
223
Mas según mi deseo pudiéndolo plegar,
224
podría en adelante hacer que os amigarais:
225
neutral igualaré al menos la balanza,
226
sin que ninguna parte tenga que violentarse,
227
sin que ella perjudique a nadie en vuestro caso,
228
ni vos en consecuencia le hagáis ruego alguno.

FERORAS
229
¿A mí, cuya pasión puede ser singular,
230
y tanto honor me hará superar la carrera,
231
aumentando esta lucha si es que os la calumnio?
232
Este día más bien sería de los últimos,
233
por vos aceptaría su amor como mi carga,
234
y así dirijo al Cielo mi frecuente pregunta.

HERODES
235
El hombre moderarse sabe mucho mejor,
236
también mejor domar su ira apaciguada,
237
que este sexo imperfecto que, con tal de vengarse,
238
estima indiferente la sanción y la loa.

SALOMÉ
239
Con placer la he supuesto, falsaria y embustera
240
miles de atentados contra vos abordados,
241
sus quejas en secreto expuestas a Cleopatra,
242
con el fin de sacarla de vuestras tristes garras,
243
privándoos del cetro que invadió a su familia.
244
¿Hubo esposo que fuera vendido tan vilmente,
245
él que la adora haciéndola, alelado, su ídolo?
246
“Perdonad si utilizo palabras imprecisas, 
247
por el deber atada y también la verdad”.
248
¿Qué credibilidad merece ella tras eso?

HERODES
249
Por su madre engañada, ahí tiene una excusa.

FERORAS
250
La perseverancia en hacer mal la acusa,
251
en hablar mal de vos, innoble en nombraros,
252
cada día iniciando planes de rebelión.

HERODES
253
¿Qué importa lo que diga, por lo demás inepta?

SALOMÉ
254
El pueblo al respecto su oído le presta.

HERODES
255
Mi justicia ejercida es freno suficiente,
256
ejemplos anteriores han hecho sabio al pueblo.

FERORAS
257
Esta hidra por cabeza regenera otras mil.

HERODES
258
Y yo soy como Hércules, que un millón matar puedo.

SALOMÉ
259
En ella, previendo, de un golpe las cortáis.

HERODES
260
Hacéis que se desplome mi hondo amor por ella,
261
cuanto más me descubre su punta el aguijón
262
contra la que a mí se une por un sagrado vínculo,
263
raza ilustre de reyes, de mi lecho ornamento;
264
antes que consentir tal enorme delito,
265
tendré que desprenderme del Cetro y de la vida,
266
mi poder no se ajusta al rumbo de la envidia.

FERORAS
267
Quiera Dios que el futuro no me dé la razón.

HERODES
268
¿Qué cosa peor haría, para llegar a eso?

SALOMÉ
269
Corromper a un criado a fuerza de promesas,
270
empleando del veneno las argucias traidoras,
271
veneno que se mezcla con bebida, en la cena,
272
o durante el sueño os produce la muerte.

HERODES
273
En nombre de sus hechos y de su alma magnánima,
274
me atrevería a apoyarla por un crimen tan vil.

FERORAS
275
La buena impresión que ella os ha inferido,
276
y desde hace ya tiempo ha sabido inspiraros,
277
más aún la animará a ser más atrevida,
278
y hasta a llevar a cabo una empresa planeada.

HERODES
279
Decidido a creer do más interés tengo,
280
no podría el destino revocar mi dictamen.
281
Que desistan ya pues de estas réplicas vanas,
282
perdiendo a sabiendas su trabajo y esfuerzos.

SALOMÉ
283
¡Ay! Cuán cierto es que este rayo ventoso
284
abate en vos el tronco de un gran roble sombrío.
285
Mas nos que nos quedamos a salvo en el follaje,
286
olvidar no debemos nuestra parte del daño,
287
mas sin tener los rayos del Sol que nos alumbra,
288
deberíamos seguirlo en esa noche eterna.

FERORAS
289
Amor lo llama lejos, tirano de su juicio;
290
ahora que su muerte habría ella impulsado,
291
él no puede, ni quiere, dirigir allí el golpe,
292
con obstinación piensa en un salvador dictamen.

SALOMÉ
293
¡Ay! Lo noto más de lo que yo quisiera,
294
debiera, sin embargo, restaurar su ira,
295
espero que el altivo vigile muy de cerca,
296
coloque tanta luz y tanto de Argo luego,
297
para contradecir las mentiras de ella,
298
y ella sucumbirá, criminal por la carga,
299
pues el Rey, consumido a causa del peligro,
300
deberá, coaccionado, volver a la equidad.


ACTO II

MARIANA, NODRIZA, PAJE, SALOMÉ, COPERO

ESCENA I

MARIANA, NODRIZA, PAJE

MARIANA
301
Escuchad justos Cielos, por esta vez mi queja,
302
que la piedad os da una sensible ofensa,
303
la piedad del trabajo, dolores, los hastíos,
304
que han hecho de mis días noches llenas de lágrimas.
305
¡Ay! No pretendáis rechazar mi plegaria;
306
no queráis mis anhelos relegar hacia atrás,
307
ansias que la ambición no me sugiere ya,
308
ansias menguadas por la ayuda a muerte que oro,
309
la muerte, la muerte única, que humilde os solicito
310
como único consuelo de mi enorme miseria,
311
para mí a quien el himen reduce a la condena
312
de un tirano privado de toda humanidad,
313
de un tigre más traidor que la propia traición,
314
cuya crueldad no tiene un límite final,
315
criminal de mis padres, en los que el asesino
316
usurpó su corona, execrable botín,
317
tras haber extinguido a la familia Real,
318
este mastín carnívoro, esta alma desleal,
319
lestrigón de gran boca en la masacre, hambriento,
320
proveniente del cieno de un pueblo difamado,
321
que fingía consagrarme más deseos amorosos,
322
con engañoso aspecto, que al resto de sus hembras,
323
no resuena en su boca nombre que no sea el mío,
324
jurando con frecuencia solo por nuestra unión,
325
el verdugo hipócrita, sin recibir ofensa,
326
salvo el sospechar un siniestro final,
327
mientras que fue emplazado por el fraternal crimen:
328
Antonio lo citó ante él cual criminal;
329
por reiterar entonces el amor alardeado,
330
dejar el monumento de un amor tan ferviente,
331
le encargó mi castigo por cometer ultrajes,
332
muriendo cual culpable (se lo había prometido),
333
que en ese mismo instante yo fuese degollada,
334
y víctima agradable clavada a su destino,
335
enorme crueldad, frenético furor,
336
tal como su ministro, por el miedo aterrado,
337
triste por el pesar, me lo ha manifestado.
338
¿Fue alguna vez esclava de ese modo tratada?
339
Nodriza, ¿alguna vez mientras que gira el Sol
340
oíste hablar de un destino similar en desastre,
341
que deba cada noche de furor desmedido
342
tener el cuello siempre presto para el verdugo,
343
recibir las caricias del peor de los humanos,
344
que mojó en la sangre de mi padre sus manos,
345
e hizo ahogar en el agua a mi joven hermano?
346
¡Ay, dolores, dolores entre todos feraces!
347
¡Ay! ¿No llegará el nefasto día en
348
que un Alcides te inmole, es tu turno Busiris,
349
obra maestra en que preste mi corazón y diestra?
350
El fin del asesino sangriento así será,
351
los pérfidos son siempre pagados con traición,
352
y me atrevo a esperar obtener recompensa.

NODRIZA
353
Antaño el sentimiento de la reciente injuria
354
teñía de justicia un similar murmullo;
355
la herida que aún de sangre goteaba,
356
su dolor en suspiros lícitos exhalaba.
357
Cualquier cosa se siente a su debido tiempo,
358
mas la nao del naufragio ha acreditado un siglo,
359
¿no consideraríamos insensato al piloto,
360
que expresara tristeza por sentir los peligros?
361
Señora, yo veo solo apenas apariencias
362
lo que vuestra Realeza considera certezas,
363
nacidas más que nunca, en un esposo intuidas,
364
contra él vuelve a encender las llamas de la furia,
365
trata de hallar proyectos furiosos de venganza,
366
de provecho imposibles, y sin alivio alguno,
367
al contrario, seguidos de una atrición mortal,
368
que a la chispa menor saldrían a la luz.
369
Pensando en la importancia, me pongo a temblar
370
de que el aire los oiga, y temo con razón,
371
por las trampas que tiende un desconfiado Príncipe,
372
al que va en todo aspecto a sonreírle la suerte.

MARIANA
373
Tu temes que él los oiga, pero yo lo deseo,
374
cansada de abatirme en lazos del martirio,
375
harta de ver el dardo tensado de la muerte
376
sin dejar de apuntarme, y perseguirme errado.

NODRIZA
377
Pensemos que engendró el deseo sanguinario
378
que lo común supera de un amor excesivo,
379
urgido por la puya del miedo de los celos,
380
y que tras él vos fueseis el botín de un artero,
381
indigno sucesor de vuestros favores,
382
incapaz de ocupar frente a vos su lugar,
383
tormento que no habría dado allí el reposo,
384
de tanto que os adora, en su sombra, en sus huesos.
385
Concedo a un tal amor que degenere en rabia,
386
pues el futuro luego es bastante sombrío;
387
pero una vez el Cetro seguro en su mano,
388
tan solo han quedado los rivales al trono,
389
libre ya de enemigos, del miedo y la tutela,
390
dichosa cerca de él, vuestra fortuna es bella,
391
el mismo frenesí nunca lo sentirá,
392
pues jamás volverá el pasado accidente.

MARIANA
393
No, pues intimidado por la Parca de cerca
394
teme que se lo lleve en razón de su edad,
395
que, próxima a ceder a la ley del destino,
396
degüelle tras la muerte con mi sangre al mastín,
397
que su último sollozo me conduzca al suplicio
398
y a no retirar el pie del precipicio.
399
Desviar, si es que puedo, del ladrón el cuchillo,
400
sería desde luego merecer su desgracia,
401
sería darle gusto a su deseo maldito,
402
sería como darle un buen precio a su vida.

NODRIZA
403
El trecho de los días pasados desde entonces
404
y la diversidad de lances acaecidos,
405
habrían de este deseo borrado la memoria,
406
el objeto enterrado de su temor notorio,
407
al temer que Antonio dañara vuestro lecho,
408
pues en amor sabía que su fe no honraba,
409
ya herido por la fama de vuestra gran belleza,
410
no sacando de allí penumbras ni temores.
411
Así pues no tengáis imagen de peligro,
412
nada os debe el amor conyugal extranjero.

MARIANA
413
¡Oh humilde mujer! ¡Oh vejez trastornada!
414
Por creer que un solo fin turbase a este Penteo,
415
que no surgiera doble en su negro furor,
416
que no perseverase en este error celoso,
417
que más que antes este tábano no le punce,
418
¡Ay! Debo yo conocerlo mejor que los demás,
419
veo dentro de su frente, su corazón y ojos
420
brillar el resplandor lesivo de mi muerte.

NODRIZA
421
¿Cómo? ¿Quizá se enfrió la amistad por su parte?

MARIANA
422
Por ser bella mis gracias mendiga el hipócrita,
423
da a su fingido amor lo que de doblez puede.
424
Con él por ahora arriesgo una similar suerte
425
que el perro vivo echado al león como cebo,
426
antes de que el hambre su vientre conquistara,
427
se divertía cual león, las garras preparadas
428
esperando el momento, o bien para alargarlo,
429
con la melena erecta y el ánimo cambiante,
430
el cruel en estado ebrio de famélica rabia.
431
Eso es lo que yo puedo esperar del retraso,
432
siendo esta la ocasión que tengo de afirmarme.

NODRIZA
433
Podría lastimarse para así complaceros,
434
por lo que al discrepante y mortal adversario,
435
podríais afearle sólo demasiada pasión
436
al haber traducido su querida intención.

MARIANA
437
Aunque el artero zorro nos halague y seduzca,
438
tenemos siempre miedo de sufrir su maldad.

NODRIZA
439
Quien obra contra lo que dicta su voluntad,
440
y de hecho recompensa en dulzura y bondad,
441
¿diría yo en deberes de humildad tan sencillos
442
que lo que ven mis ojos supera lo creíble,
443
no obtener el perdón, no haceros más flexible?
444
Es también la razón que envilece a este Rey,
445
de corazón alegre que camina a la ruina,
446
reo del desprecio hacia la grandeza divina.

MARIANA
447
¡Ay odioso favor, recubierto de inquina,
448
ay favor! Así fluye el odio de los Cielos,
449
halla a mis enemigos a su vez, te lo ruego,
450
que mis males soporte una vez ya en la tumba.

NODRIZA
451
¿De qué falta se queja vuestra felicidad?

MARIANA
452
La sombra que anuncia de mi adversidad. 

NODRIZA
453
Rica en bienes del alma y en los de la fortuna,
454
todo en vuestros anhelos discute lo oportuno,
455
bella de mente y cuerpo, en abril de primavera,
456
dos bellos tallos salen reyes de vuestro lecho,
457
el oráculo del que devoto solo aspira
458
a resumir su imperio basado en vuestro honor,
459
al que tratáis a veces con enorme rigor,
460
son estos vuestros móviles de queja y languidez,
461
de estas culminaciones de apremiante miseria,
462
o más bien por formar en el aire una quimera.

MARIANA
463
Pongamos que lo que hablas sea probable, y yo sea
464
de su corazón dueña por la ley conyugal,
465
que él me honra, me toma y me prefiere única.
466
Del Cetro de los míos injusto usurpador,
467
de innobles padres nato, extranjero ignorado,
468
apenas del arado al trono advenedizo,
469
con placer se equivoca en un tal homenaje,
470
pues yo no he merecido esta corta ventaja,
471
gustosa renuncio a ella por un precio tan caro.

NODRIZA
472
Él es rey, sin embargo, aun con vuestro desprecio.

MARIANA
473
Rey contra el derecho de la gente y natura.

NODRIZA
474
Su virtud del efecto le asegura este título.

MARIANA
475
Su virtud reside en los crímenes cometidos
476
sobre los inocentes, por el falso engañados.

NODRIZA
477
La seducción de un reino autoriza el crimen,
478
la fe y piedad, a veces por menos se oprime.

MARIANA
479
Raramente el tirano apacible disfruta
480
de su rapto execrable, largamente gozado;
481
raramente, eximido de su pena fatal,
482
por su natural curso al sepulcro desciende.

NODRIZA
483
Judea en adelante tendrá siempre en la boca
484
un bozal insufrible en su origen y génesis,
485
desde ahora la costumbre devendrá en la ley,
486
sin que se informe ya de la raza ignorada,
487
piloto necesario para el probado Estado,
488
todo el que lo culpara desde entonces lo apoya.
489
¿Os enfrentareis, pues, a toda una comuna,
490
por la fuerza adaptada a su buena fortuna?
491
Creedme bien, Señora, que su afianzado reino
492
sin el deseo del Cielo nada habría durado.

MARIANA
493
Que dure, al precio de que yo muera de repente
494
por el efecto de una justa y loable empresa.

NODRIZA
495
¡Apelo a vos, oh Dioses! Por favor, dominaos,
496
humilde reservad la hiel de esta ira.
497
Tanto adulador suelto, tanto espía que temer,
498
ojos y oídos prestos, cerca están de asediaros,
499
listos para obligaros por un vocablo erróneo
500
todo lo que inventara su perverso coraje,
501
que solo recordarlo me estremece, agotada,
502
habiendo ya mil veces reclamado la muerte.

MARIANA
503
Nodriza, nada espero, y no temo ya a nada,
504
a nada que respire en el globo terrícola,
505
que me acuse quien quiera, a menudo en su cara
506
uso en torno al tirano la más dura amenaza,
507
provoco sus furores, fáciles de calmar
508
si siento que mi cara se riega con mis lágrimas,
509
si ablandar me complace su carácter feroz
510
con cualquier arrumaco de episodio amoroso. 

NODRIZA
511
Pues sin pensarlo mucho coincidís conmigo,
512
su gran facilidad, su pasión incurable,
513
culpado por ceder, tratable, bonachón,
514
cuando no lo tratáis como un adversario,
515
si al deber reducido... pero un paje allí
516
nos lanza una mirada, y se acerca a grandes pasos.

PAJE
517
Su Majestad os ruega (¡Oh virtuosa Reina!)
518
que os toméis la molestia de ir con él a encontraros.

MARIANA
519
¿Dónde?

PAJE
En su gabinete.

MARIANA
¿Sabes con qué motivo?

PAJE
520
No tengo indicios para poder averiguarlo
521
excepto que su alma ansía a su Juno,
522
su ausencia lo atormenta.

MARIANA
¡Favor del enemigo!
523
Severo mandamiento, cuán amargo resultas,
524
más que al preso obligado de nuevo a remar,
525
que al cautivo volver a franquear la prisión.
526
Mas vayamos a echarle una ojeada forzada;
527
¡vamos a enseñarle coraje y proceder,
528
cuánto esfuerzo hay que hacer aunque nos contraríe!

ESCENA II

SALOMÉ, COPERO

SALOMÉ
529
Realmente hay que abordar el proyecto que tramo
530
que hacer podría por celo palidecer un alma,
531
agitar por terror los temerosos ánimos
532
criados en el fango de un pueblo desgraciado;
533
mas vos que vivís solo por la gloria animado,
534
vos de quien se es notoria vuestra fe hacia el príncipe,
535
quien con piadoso celo su amparo preferís
536
en el día en el cual vivimos ilustrados,
537
vos que una cauta estrella destinó a su servicio,
538
cauto discerniréis la utilidad del vicio,
539
calculareis el mal casi desesperado
540
el remedio igualmente hasta ahora aplazado.
541
El veneno, en resumen, de un amor femenino
542
sobre mi hermano, el Rey, tan intenso domina,
543
le cierra por completo los ojos del talento,
544
que los medios comunes no valen por ahora;
545
que el peligro eminente de su vida insegura
546
lo ve el obtuso solo como vana ilusión,
547
por mi parte he empleado más de mi energía,
548
para enderezar este cerebro tan viciado,
549
para así alejar de su lecho una peste
550
que para oprimirlo lista está cada instante.
551
Estúpido, no obstante, alelado, letárgico,
552
se complace en su fango, donde está corrompido,
553
ni ama, cree o estima a ningún ser viviente,
554
excepto a Mariana, mujer que lo cautiva,
555
alaba que esta máscara de insolente belleza
556
raramente o jamás esconde la crueldad
557
que podría detectarse en un acto asesino;
558
no obstante, prevenida, ella cava su tumba,
559
remueve Cielo y Tierra con esa intención
560
de acelerar, perdiéndolo, nuestra condenación,
561
rival fundamental para cualquier leal
562
que sea criado del Rey, o unido a él por familia.
563
Pero vos, cuyo rango tiene en nosotros crédito
564
para un regicidio prohibido a cualquier otro,
565
que a él sospechar le haría de su muerte en conjura,
566
de aquellos contra los que tenía ya sospechas,
567
podéis imputar a Mariana, que a veces
568
os ha adelantado algunas intenciones,
569
queriendo con promesas llevaros a su bando,
570
para así envenenar a vuestro amo infiel,
571
mezclando en su brebaje un filtro venenoso,
572
¿qué no cree a ese respecto un hombre suspicaz?
573
Aun en el justo instante estaré preparada
574
para poder probarle la afrenta que se gesta,
575
e inducirle a que envié a esta horrible Alecto,
576
convencida del crimen al antro de Plutón,
577
bello acto que con loa inmortal os laurea,
578
complacéis al Rey, los suyos y a su cetro;
579
yo prometo, además, un día recompensaros,
580
mas pasar es preciso presto a la acción.

COPERO
581
Señora, honor aparte, quisiera complaceros,
582
vos que servís virtudes de una radiante lámpara,
583
quien a mí íntimamente deseáis sondear
584
como el que hace una fosa para bien resguardarse,
585
pues quienquiera que deje llevarse a una perfidia,
586
para otros cien tendrá un alma atrevida:
587
impostor con la Reina, muy pronto seducido,
588
peor aún, con el propio Rey habría peligro,
589
intachable hasta ahora en la reputación,
590
será difícil que alguien pueda verla ensuciada,
591
atleta acostumbrado a jamás tropezar,
592
en esta tarea espero persistir como hasta ahora.

SALOMÉ
593
Dios, con que sinsentido tomáis mis palabras,
594
firmes de fundamento más que lo son los polos;
595
pero que erróneamente finjáis no admitir
596
que al ser verdad no encierran un engañoso cebo.
597
Tu sabes, regidor del alto y bajo Imperio, 
598
la ausencia no me libra del rayo de tu ira;
599
único relevante de los criados del Rey,
600
que portáis el premio de una fe inmutable,
601
que, viendo el peligro continuo que lo asedia,
602
perpetrareis un crimen peor que el sacrilegio,
603
si no lo preserváis ahora que podéis,
604
ahora que tenéis como guía mi consejo,
605
que en la tarea propuesta de ayudante me ofrezco,
606
¿por qué no retiramos esta peste del mundo?
607
¿Por qué os mantendréis aprensivo, indeciso?
608
¿Por qué vais a ser más miedoso que una hembra?

COPERO
609
De nuestras situaciones la gran disparidad
610
deshace mucho el vínculo de una demanda tal:
611
vos, exenta del yugo temible de las leyes,
612
yo, a punto de morir si excedo en mis funciones.

SALOMÉ
613
Juntos en este plan de gloria y de fortuna,
614
presumid además de hacer lo más normal.

COPERO
615
El uso cotidiano muestra que los pequeños
616
en la desgracia envueltos, quedan desamparados,
617
llevan solos, vejados, la pena temeraria
618
de insinuados proyectos que acabar no han sabido;
619
y que aquel que los haya precipitado, a veces
620
cierran pronto los ojos a sus adversidades.

SALOMÉ
621
¡Ah! ¡Dura, insultante y vana desconfianza!
622
¡Insoportable ultraje para una conciencia!
623
Sin ardid alguno, ella siempre reprobará,
624
de nuevo ante la vista de nuestros días eterna,
625
ante el arqueado Cielo, sitial del Dios que truena,
626
la fe (para mí más cara que el día) te doy,
627
en caso que del plan salvador del Estado,
628
se derivara algún perjuicio, o peligro,
629
te doy mi palabra de que lo asumiré.
630
Pero ¿Quién no ve aquí el hecho realizado,
631
fácil y glorioso, exento de accidentes,
632
siempre que no vayáis a perder el coraje,
633
siempre que el deseo virtuoso se una a ello,
634
proponiéndoos la meta de aguantar el Imperio,
635
rival fundamental de los al Rey hostiles,
636
así hay que desterrar el miedo y los escrúpulos.

COPERO
637
Aunque convencido de intentar la empresa,
638
su Majestad, profundamente enamorado,
639
vasallo del objeto de una rara belleza,
640
nunca sospecharía de la lealtad de ella;
641
lejos de creer un fraude impropio imaginado,
642
no podría aun siendo, criminal manifiesta,
643
sustraerse a su vista, ni privarse de verla,
644
nunca, nunca el amor perfecto disminuye,
645
el obstáculo inserto atrae más a su ardor,
646
para más fácil luego reducirlo a polvo,
647
y para reafirmar sus duros fundamentos,
648
así que, claramente, pugnaríamos en vano,
649
sabio es desistir, juzgando lo imposible,
650
y no emprendamos más de lo que se nos deja.

SALOMÉ
651
Esos ardores de antes se han enfriado bastante,
652
el cariño del Rey es distinto al de antaño,
653
harto de soportar los reproches, la culpa,
654
la audacia, el desprecio de una mala mujer,
655
él querría hace tiempo deshacerse de ella,
656
si para su idea hallara algún plan evidente.

COPERO
657
Similar, sin embargo, en la atención hacia ella,
658
acata su deseo como el de una amante,
659
la adora, no la ve, si le conviene, a medias;
660
prendado, no demuestra ningún signo hostil,
661
ninguna mala fe acorde a vuestros planes,
662
ni que vaya acabando el cariño conyugal.

SALOMÉ
663
Es común en los grandes tapar el corazón
664
con los temas menores el dardo del rencor,
665
y lo que le confiere, de honor o de gracia,
666
debe atribuirse solo al realce de su raza,
667
para así contentar a un pueblo maldiciente,
668
devoto a su familia, que aprecia un acto tal.

COPERO
669
Raro espía soy yo, que los sigo con la vista
670
con el salvoconducto del cargo aceptado,
671
no he podido notar, de gesto ni de voz,
672
al Rey más animado una u otra vez,
673
enraizada en su alma, Mariana lo cautiva,
674
tanto como lo hacía el día del matrimonio.

SALOMÉ
675
No obstante, por su boca me ha transmitido quejas,
676
que eran buen testimonio de un amor agravado,
677
me ha contado secretos rectamente contrarios.
678
mas este hilo de charla no ayuda a nuestro asunto:
679
no hay más que dos opciones, estar de acuerdo o no,
680
ceder ante el miedo, o lograr lo que queremos.

COPERO
681
Con el juicio escindido, unas veces me aleja,
682
y luego otra idea más violenta me acerca,
683
odio tener que alzar un falso testimonio,
684
pero si no os creo, pienso que me equivoco:
685
ya que el amparo al Rey se manifiesta incierto,
686
la mujer de ordinario es en su odio implacable,
687
ardiente de venganza, y es más de temer
688
que las rocas del Cabo Cafareo al pasarlas,
689
y pase lo que pase, decidido me opongo
690
a seguir en esta orden a vuestro azul oráculo,
691
al no haber otro faro en esta noche ciega,
692
seguro que os impulsa la prudente piedad.
693
Ahora especificad el momento oportuno
694
en que ir a perpetrar este plan con fortuna. 

SALOMÉ
695
Cuanto antes es mejor. Manteneos preparado
696
mientras yo iré a ver a su Alteza mañana,
697
entro en el gabinete, y con cierta sapiencia
698
le haré que afronte tal trance de recelo.
699
Mucho mejor se purgan los cuerpos preparados,
700
los remedios en ellos actúan más fácilmente.

COPERO
701
Aseguraos de mí, soy muy dubitativo,
702
mas ¿quién vería ordenar, al mundo deshacerse,
703
antes que desistir de un trabajo emprendido?

SALOMÉ
704
Por ello de los cautos vos os lleváis la palma.


ACTO III

HERODES, SALOMÉ, FERORAS, SOÊME,
MARIANA, EUNUCO, COPERO, Y PRÉVÔT

HERODES
705
Sierpe inflada de orgullo, bestia ingrata salida
706
de los antros caspianos o las rocas de Escitia,
707
tigresa que de humano solo tienes la frente,
708
¿crees que quedará sin castigo esta afrenta?
709
¿Crees que perpetrándome una injuria tras otra,
710
sin cesar lo soporte insensible al honor?
711
Vete, rebelde, altiva, quítate de mi vista,
712
no esperes ablandar con miradas capciosas
713
mi cólera, pues no; no esperes, desde ahora,
714
que no sea este rechazo tu ruina postrera.
715
¿Desdeñar mis favores, despreciar mis ardores?
716
¿Rechazar el deber de una esposa al marido?
717
¿Ver que con humildad te ruego una vez y otra,
718
que aplaques de mis fuegos la furia enamorada?
719
¿Y por tanto confiar en una beldad frágil,
720
más refuerza hacia mí su actitud cruel?
721
No, te maldecirás mil veces cada hora,
722
mi fortuna será más grande que la tuya,
723
yo que haré de una tierra fructífera elección,
724
donde reposará mi casta afección,
725
tierra que sin esfuerzo me dará una cosecha,
726
y que deprimirá tu humor tan altanero.

SALOMÉ
727
El percance que os turba llega muy fácilmente
728
por su cauce ordinario, sin daños a terceros,
729
pues el cisma amoroso entre el varón y la hembra
730
viene del lugar mismo en que encendió su llama:
731
no debe árbitro alguno ni parientes cercanos,
732
meterse a mediar en discrepancias ajenas.

HERODES
733
Sí, si solo se trata de pequeñas peleas,
734
que sirven al amor de chispas renovadas, 
735
que parecen dormidas sirviéndoles de estímulo;
736
pero este azote ideado por la ira de Aqueronte,
737
esta perniciosa y salvaje leona
738
merece que un furioso nunca ya la perdone,
739
merece por la osada afrenta cometida
740
que piense en un consejo tantas veces pospuesto.

SALOMÉ
741
¡Y que los buenos actos al deber no la lleven,
742
que sus afectos vayan con los días espaciándose,
743
que no pueda calmarse su genio tan feroz!
744
Por compasión, pensando en vuestra suerte muero:
745
vos unido a un yugo del todo intolerable,
746
lo opuesto a lo feliz, por el miserable himen,
747
es un notable ejemplo a la posteridad
748
de que nadie es perfecto en su prosperidad,
749
que se balancea siempre de una u otra manera;
750
mas haced que yo cargue con parte del dolor,
751
su falta ya admitida.

HERODES
Hoy, ya retirado
752
solo en mi gabinete, deseé ardientemente
753
más que nunca en mi vida ebrio de estas beldades,
754
aplacar con Mariana mi deseo amoroso,
755
pero cuando la llamo, con pesar siempre acude,
756
le suplico en secreto, y ella rehúsa mi ruego;
757
tras rechazarme incluso con palabras hirientes,
758
tocantes al honor y fama de los míos,
759
igual que el sapo hinchándose con un veneno negro,
760
más me humillaba yo con un valor benévolo,
761
injurias y sarcasmos, reproches denigrantes
762
convirtiendo en furor mis ingenuos ardores,
763
apresuró mi diestra a expulsarla de allí;
764
incluso faltó poco, no contento con eso,
765
que no fuese más lejos, y que de ira excitada
766
su brío me llevara a silenciar su vida.
767
Y este es el asunto de esta ira lastimera,
768
que cada vez me fuerza a ser débil y loco.

SALOMÉ
769
En realidad es bastante como para ignorarlo,
770
hacer que vuestras gracias parezcan criminales.
771
Suponed que además la esperanza desde ahora
772
de que la recobréis os vaya defraudando,
773
que habrá que ser juicioso y no bajar la guardia,
774
evitando su encanto, caricias delicadas
775
que usará si es preciso, ocultando su odio,
776
y enviará atisbos de un complot vengador.

HERODES
777
Tendré que fiarme más de escitas y de númidas,
778
antes que de las trampas que me tienda la pérfida;
779
ni súplicas, ni lágrimas, aflicción, ni promesas
780
(armas con las que ellas se equipan con cautela),
781
no la retornarán a mi alma irritada.
782
La suerte ya está echada, la piedra está lanzada:
783
todas estas acciones sospechosas desde ahora,
784
y su pena por siempre la seguirá tan cerca
785
que al menor indicio, mil muertes antes que una
786
le avalarán el fruto de mi justo rencor.
787
¡Ah! Te castigaré, rebelde, tu orgullo
788
convertirá mi lecho en un ataúd sangriento.

FERORAS
789
¡Buen Dios! ¿Quién de nuevo turba vuestra bondad?
790
¿Qué os ha arrojado el Cielo cual censura envidiosa,
791
capaz de ensombrecer la augusta Majestad
792
de un Príncipe que sigue invencible al destino?
793
¡Cielos! El color lóbrego de este sagrado rostro,
794
me anuncia el presagio de un notable accidente,
795
me intimida, me ciega y devora inhumano.
796
Señor, no lo ocultéis, soy como vuestro hermano,
797
a quien la lealtad como la sangre os ata,
798
cargad algo de peso en mí, os lo suplico.

HERODES
799
El torrente impetuoso de mi aflicción
800
tampoco halla reposo, igual que el de Ixión,
801
y ni tampoco deja de retejer mi pena
802
que el Euripo y sus olas agita sin cesar.
803
Una orgullosa Alecto controla desde siempre
804
cómo hacer que no pare el pesar de mis días,
805
sin cesar angustiando mi espíritu y mi mente,
806
valorando en exceso mi dicha anterior.

FERORAS
807
Inquieto yo por esta sospecha, lo predije,
808
pues de todos los dardos que esgrime la fortuna
809
uno más no heriría un ánimo invencible,
810
aunque a menudo habéis vencido lo imposible,
811
e incluso atravesado imprevistos obstáculos,
812
entre los formidables torbellinos de Marte,
813
sin igual en prudencia, en valor, en destreza,
814
vos cuya loa se erige un sendero hasta el Cielo,
815
cuya reputación ha colmado el universo
816
sin que pudiera darle la suerte un revés,
817
salvo por este lado, salvo la felonía
818
de una mujer que ejerce en vos su tiranía,
819
peligroso animal, que débil de razón
820
retiene a los virtuosos normalmente en prisión,
821
les manda sojuzgados, y denigra su gloria
822
por no saber el modo de emplear su victoria,
823
ni más que ellos huir de este enorme abismo
824
en que los sumergió un placer por la nada.

HERODES
825
Vuestro consuelo me hace de rubor sonrojarme,
826
yo que fui indomable una hembra me doma ahora,
827
yo que viví venciendo a grandes enemigos,
828
y un mal astro me tiene a su merced sumiso.
829
Tras cruzar el umbral de la juventud blonda,
830
mis obras, derivadas de una fuente fecunda,
831
en fuerza y en grandeza sobrepasan con mucho a
832
las del bravo tebano; mas de fuerza y dicha íntegro,
833
movido por la gloria, hijo digno de un padre
834
deslealmente expoliado por la severa Parca,
835
osado, ejecuté sus proyectos iniciados,
836
y ya los asmoneos del Imperio expulsados,
837
me instalé poco a poco en el trono de ellos.
838
Luego, ¿qué no hice yo en el peligro extremo
839
en que Cleopatra había mis asuntos mermado,
840
ella que gobernaba a un seducido Antonio,
841
y dispuesta a arrancarme el reino y la vida?
842
Mi prudencia no obstante acalló su deseo.
843
¿Quién no sabe que en medio de romanos partidos
844
por pasiones civiles contrarias avivadas,
845
cuando Bruto y Casio en campos macedonios
846
resultaron vencidos por las armas de Antonio,
847
aunque allegado de ellos, yo no perdí el ánimo,
848
obteniendo bien pronto del vencedor la gracia,
849
y él que del gran César fue despreciable esclavo,
850
quién creerá esta obra maestra memorable en las épocas?
851
¿Cómo, sin degradarme en la calamidad,
852
lo mitigué a menudo por magnanimidad,
853
cómo llegué a contar en su grupo de amigos,
854
mi valor admirando en un conflicto tal?
855
Después de repetir todas mis demás proezas,
856
el día me agotaría si ahora lo abordara.

FERORAS
857
Antes se contarían los granitos de arena
858
de que las blancas olas del Océano las cubran,
859
las flores de Himeto antes, y las abejas que a ellas
860
pican en primavera su vistoso esmalte.
861
Infinito en virtudes, en gloria y alabanzas,
862
milagro de nuestra época y los pueblos foráneos,
863
gran Padre de la Patria, y autor de la paz,
864
rey de vuestra dicha nunca se acercaría,
865
si este azote común, si este mal necesario
866
de mujer no ofuscara la luz más luminosa,
867
pudisteis todo hacer salvo domar su astucia;
868
¿mas, qué hace a este venir tan rápido a nosotros?
869
En vuestra Majestad su mirada él detiene,
870
presagio de que viene por razones secretas.

COPERO
871
La importancia del caso urge que mi deber
872
me traiga a informar a vuestra Majestad;
873
prefiero yo decíroslo aparte, y a solas,
874
y apenas que lo sepa, el mal remediar pueda.

HERODES
875
Sígueme; los demás esperad mi regreso,
876
para que me ayudéis, puesto al día el secreto.

SALOMÉ
877
Variable de opinión, mi mente analiza
878
qué asunto concreto hacia el Rey lo encamina,
879
qué causa parecer puede más verosímil.
880
Pero o el cariño del deseo me defrauda,
881
o el rencor agravado de esta alma infiel
882
le habrá aconsejado atraer para sí
883
a un valido que pueda entre todos vengarla,
884
que abreviar los días pueda del Rey, su esposo.

FERORAS
885
Según que del presente extraiga alguna hipótesis,
886
teniendo en cuenta el daño de tan enorme ofensa,
887
el Rey, ya resuelto de hecho no dejará
888
de asignarle el castigo como a él le compete.
889
El viejo error purgado, y su pasión ya hielo,
890
permitirá sin duda que la justicia impere;
891
sin duda en este caso se impondrá la justicia,
892
ante la que se cree digna de que algún Dios
893
vaya a buscarla allende en la noche eterna.
894
Mas helo aquí, sus ojos destellan de furor,
895
más turbado, más ebrio de ira que estaba antes,
896
elevando los brazos al Cielo, cual testigo.

HERODES
897
El prodigio oído me hace erizar el pelo,
898
un horror sin sentido me entumece los miembros,
899
¡oh Cielos, Tierra, Mar! ¿Cómo soportar puedes
900
una abominación tan grande entre nosotros?
901
Aquella en quien confié mi vida y mi fortuna,
902
aquella a quien cedí todo lo ordinario,
903
aquella a quien amaba cien veces más que a mí,
904
conculca la natura y sus sagradas leyes,
905
mi defunción reclama, solo quiere que muera,
906
solo aspira a privarme del día y del Imperio,
907
decente recompensa por los bienes cobrados,
908
amigos, por favor, aconsejadme en esto.

SALOMÉ
909
¡Oh mujer detestable! ¡Oh maldita traición!
910
¡Traición que yo había predicho hace tiempo!
911
El Toro de Perilo, al crimen comparado,
912
no sería bastante para expiar tus tormentos.

FERORAS
913
Abrumado más que a los que alcanza un rayo,
914
yo no sé qué creer, ni sé qué resolver.
915
¿No preferís acaso, antes que atacar,
916
que venga el delator y se enfrente con ella?

HERODES
917
Quizá sea lo mejor. Rápido, que la traigan,
918
que se oigan su razones tal como las expone.
919
Sí, deseo que en público sean juzgados los crímenes,
920
que se observen las formas que requiere el proceso.

SALOMÉ
921
La declaración de un testigo sin reproche
922
para condenar basta este ánimo rocoso,
923
conforme en todo aspecto a las amenazas que
924
en firme ha vomitado ella sobre este asunto.
925
El peligro es que un rayo de su vista de bruja
926
agrietar pueda el hielo del odio concebido,
927
que llantos femeninos, o bien adulaciones
928
no incluyan los reproches de las acusaciones.

HERODES
929
En absoluto. No hay tan criminal ofensa
930
que no deba al menos implorar su defensa,
931
que no se le permita el que se justifique;
932
llevarla ante mi rabia raudo a sacrificarla
933
de César, y del público me avivaría el odio;
934
hermana, no es preciso, aquí está ya la traen,
935
orgullosa y segura, con tanta distinción
936
que induce por error a creerla inocente.
937
Asesina desleal, ingrata y más que ingrata,
938
tu orgullo en este golpe en ruina se desgrana.
939
Un Dios Omnipotente, que te odia ha permitido
940
que se te pene en uno de tus ultrajes caídos,
941
que el horrible atentado de mi planeada muerte
942
le dé a tantos crímenes la pena merecida,
943
tu insolente sonrisa no lo impedirá.
944
Responde: ¿no es verdad que hace ya tiempo que has
945
pedido, a este que está frente a ti
946
que mezclara veneno (¡Cosa abominable!)
947
al vino que él me sirve en la mesa? Vamos, dinos
948
tus cómplices antes que aumente más mi ira,
949
antes de que el dolor del suplicio lo arranque:
950
declara quien te incita a un acto tan cobarde.
951
¿Qué argumento, qué excusa para una traición tal,
952
si no, pobre de mí, mi exceso de anuencia,
953
si no es mi indulgencia y favor excesivo?
954
Vamos, habla deprisa ¿Qué es lo que te contiene?

MARIANA
955
Sorpresa inesperada, yo me horrorizaría,
956
mas juventud formada en escuela de reyes,
957
(aunque ahora del nombre venerable abuse), 
958
en odiaros bastante culpable yo me acuso.
959
¿Para qué la impostura? Abreviad las molestias
960
de la que en el mundo no ve más que tinieblas,
961
que con dolor se abate amarrada en vida,
962
de momento en momento previéndola radiante,
963
cómo vamos a hacerla ¡Oh día deseable!
964
Cuánto más yo te debo que a este perfecto amor,
965
que a estos bellos favores antaño reprochados,
966
bienes que de morir no hubiesen impedido,
967
tan pronto que citado, por Antonio, su autor,
968
con la vuelta insegura el verdugo eligió.

HERODES
969
Respuesta arrogante, ambigua en extremo,
970
que de crueldad me acusa, de engaño adu
971
explica, aunque mejor, tu imprecisa opinión:
972
¿cuándo, y en qué lugar he jurado yo en falso?
973
¿Por qué iba yo a inventar una trama asesina,
974
aun siendo ineficaz, por la inquina agobiado,
975
que perder no me haría mi plena autoridad
976
con quien me conviniera? Revela la verdad.

MARIANA
977
La verdad no es mía, salvo una conocida,
978
la hora de mi ruina inocente ha llegado,
979
y fingir no saber que debía inmolarme
980
a vuestros dioses Manes, es disimular mucho.

HERODES
981
¡Oh doble traición! El miserable Soême
982
mis confiados secretos él mismo ha descubierto,
983
intérprete avispado de mis capacidades,
984
todo se multiplica en ultrajes y engaños,
985
todo en mi reino bulle de acechos y perfidias.
986
Quejarse y nada hacer no remedia los males:
987
Id, atrapad a Soême, y a todos aquellos
988
que de su entorno son sus fieles servidores.
989
Sobre todo un eunuco maneja sus asuntos,
990
que nos desvelará un esfuerzo infinito.
991
Traedlo el primero, ya que su amo no ha
992
violado alegremente la orden exigida,
993
informado sin más en términos directos:
994
habrá el traidor manchado el honor de mi lecho,
995
iniciado hace tiempo. Solo con recordarlo
996
enloquezco, y apenas me puedo contener.

MARIANA
997
¡Es un miedo de niños, o forjado en el yunque,
998
tú que me has acusado de envenenamiento!
999
“El honor de los padres queda en la sangre escrito,
1000
ningún fin de los años pasados lo prescribe”.
1001
Viví inseparable en la honestidad,
1002
para así más seguro respaldar a mi ser.

HERODES
1003
El honor te ha ordenado que hieras a tu esposo,
1004
y que creas a los tuyos distintos de nosotros,
1005
fatuos ellos de un título falso, y tu ases el Cetro
1006
sin marca de virtud de una línea de ancestros,
1007
que no te evitarán sin embargo sufrir
1008
el imparcial rigor de las leyes políticas.

MARIANA
1009
Menos concebiré la acción que la amenaza,
1010
que es cual suprema gracia viniendo de un tirano.

HERODES
1011
Malvada, ¿qué has visto de tiránico en mí?

MARIANA
1012
Mi antepasado Hircano muerto al confiar en vos,
1013
su hijo de tierna edad, el joven Aristóbulo,
1014
de la patria esperanza y su irresistible Hércules,
1015
traidoramente ahogado.

HERODES
Te haré amputar
1016
esa lengua insolente o retira lo dicho.

MARIANA
1017
Libre quiero morir, así como nací.

HERODES
1018
¡Y bien! ¿Qué libertad no te he concedido,
1019
propietaria de mi alma y de mis voluntades,
1020
antes de que ensayaras los planes de este crimen?

MARIANA
1021
El inmortal científico de las obras planeadas
1022
conoce estos altruismos que dicta la mentira,
1023
sabe bien que un Rey innato y generoso
1024
no podría consentir a nadie ser desleal

HERODES
1025
No, la vista es la prueba, toca el dedo tangible
1026
la blanca castidad de tu vida inocente,
1027
tanto como el candor del ladrón al que cerca
1028
la Justicia, y sorprende degollando a su víctima.
1029
Es cierto que se puede evitar su ultraje,
1030
mas trayendo al eunuco sabremos mucho más.
1031
Tu salvación, atiende, depende de que hables,
1032
nada de la verdad debes atrás dejar.
1033
¿Qué fue lo que engendró la habitual relación
1034
de Mariana con Soême el mistificador?
1035
¿Tú, qué has oído de sus cuitas familiares?
1036
Dime lo esencial en que habían coincidido,
1037
cuando yo fui llamado por Marco Antonio a Roma,
1038
y que te dejé como el guardián de la Reina.
1039
Habla ya, ¡en qué piensas? En esto el dar rodeos
1040
es voluntariamente anudarse la soga.

EUNUCO
1041
Señor, la cortesía no dejó, al verlo frágil,
1042
que entrara en sus secretos de elevada importancia;
1043
que atestigüen los Cielos y nuestro Sol benéfico
1044
que no he participado nunca en consejo alguno
1045
que a vuestra Majestad nocivos le parecen,
1046
sino que tuve incluso un celoso cuidado.

HERODES
1047
¡Oh inmensa mentira! ¡Cuánta deslealtad!
1048
¿Qué tú no reconozcas, siendo de su confianza
1049
lo que contra el Estado, lo que contra mí mismo
1050
uno y otra tramaban? ¡Desfachatez total!
1051
¡Bochorno del verdugo!

EUNUCO
¡Ay! Señor, piedad,
1052
lo confesaré todo, sin que así me tratéis.

HERODES
1053
Vamos pues, desde luego, y en pocas palabras,
1054
que yo distinguiré si son ciertas, o nimias.

EUNUCO
1055
El miedo hablar me impide y cierra la garganta.

HERODES
1056
Solo espera la muerte horrible, a intervalos,
1057
seguro de que mientes…

EUNUCO
Lo digo sin firmeza,
1058
que en el lecho real él sembró el divorcio,
1059
aisló vuestras mitades, reveló un secreto
1060
del que se le pidió fuera depositario.
1061
Señor, vos sabéis todo lo que estoy resumiendo.

HERODES
1062
No me alivia el augurio que encierran tus palabras;
1063
continúa, sus intrigas han ido más allá,
1064
algún favor de amor mutuo viene después,
1065
Soème, como rédito por haberla alertado,
1066
mimado es cual esposo por mi hembra envilecida.

MARIANA
1067
¿Quién podría arrepentirse del bien que ha engendrado?
1068
Debía consentir la pérdida de honor.

HERODES
1069
Es más de la mitad lo que ha confesado
1070
acabemos: ¿no la ha besado muchas veces?

EUNUCO
1071
Que vuestra Majestad tal error no cometa:
1072
ella es muy virtuosa, ella es muy magnánima
1073
y nunca faltará al decente deber
1074
de tener por otro hombre solo un deseo honesto.

HERODES
1075
Recibiste, mastín, del silencio el encanto,
1076
pero si me creíste, no esperes la violencia,
1077
tan solo los tormentos que sacan la verdad;
1078
¡prefiere la prudencia a la temeridad,
1079
declarando el avance de sus cortos amores,
1080
quien sirvió de Mercurio!

EUNUCO
En medidas más firmes
1081
que son las de cien muertos para un alma inocente.
1082
Que una nueva tortura superando a las otras
1083
se ejercite en mi cuerpo, lo deshaga o devore,
1084
no confesaré, salvo que mienta, lo que ignoro:
1085
no apesadumbraré a la gloria del decoro
1086
una que en vuestro hogar es trasunta de Juno,
1087
de castidad modelo, y nunca tuvo igual
1088
en cuanto a continencia y lealtad conyugal.

HERODES
1089
Preboste, que al momento lo entreguen al verdugo;
1090
que recurran al hierro, al fuego, o al agua,
1091
para atormentarlo, conminarlo, obligarlo
1092
a que nos diga lo que ha querido encubrir;
1093
y que a su traidor amo lo traigan de inmediato,
1094
ojeo pronto el caso, y se ejecuta rápido.

PREBOSTE
1095
Señor, no aguantará un compromiso fiel
1096
que vuestra Majestad el crimen no detecte,
1097
para ello usaremos artificio y esfuerzo.

MARIANA
1098
¡Ah! ¡Débil inocente, cuánto lloro tu suerte!

HERODES
1099
Llora más bien la tuya, y loca no imagines
1100
abusar de mi gracia así como es costumbre,
1101
aunque serás tratada con respeto y favor,
1102
no hay ya encanto en tus ojos, ni en tus besos sabor:
1103
la execración unida a este dolo homicida,
1104
dejan mi corazón seco de amor y gracia,
1105
y arranca ese poco que quedaba ahí dentro,
1106
por la asiduidad de anteriores delitos.
1107
Sufrirás, tenlo cierto, un castigo ejemplar,
1108
la tortura erigida tu felonía aguarda.

MARIANA
1109
¿Cuál?

HERODES
Impulsar mi muerte, y mancillar mi lecho.

MARIANA
1110
Nunca he quemado con una llama adúltera,
1111
si fuese menos débil rompería el yugo,
1112
que me hizo del enlace una viuda constante.

HERODES
1113
Te haría falta un Dios, presuntuosa, para
1114
que así acabara tu ambición excesiva,
1115
con el fin de hallar un esposo de tu clase;
1116
pero al no hallarlo aquí, he aquí el que lleva
1117
de favorito el nombre, tu proclamado Egisto,
1118
con el alma aterrada del pesar de su culpa,
1119
pálido de conciencia así como de rostro,
1120
y que ha percibido de su ruina el presagio.
1121
Pérfido por mil veces, ¿qué te dio la idea
1122
de vender mis secretos, excederte del límite
1123
que mis disposiciones te expusieron muy claro?
1124
Cede ante la verdad a lo que el Sol te apura,
1125
y di quién te movió, transgresor de tu fe,
1126
a presentar un caso que solo tú sabías,
1127
caso que me importaba más que oso decir.
1128
¿Cómo tú te dejaste seducir por una hembra,
1129
hasta comunicarle la orden recibida?
1130
Responde: ¿chasqueándome, qué alma te ha defraudado?

SOÊME
1131
¡Ay! Quién del futuro tendría el augurio,
1132
qué Ser Omnipotente compartiría ciencia,
1133
apenas yo lo sé, de incauto habría sido
1134
lanzarse al peligro en el que me he lanzado.
1135
Pero el velo tendido ante la vista humana,
1136
para juzgar por medio de algo mal previsto,
1137
seguir el peor sendero en una noche ciega,
1138
y dirigir lo falso de un popular relato,
1139
de ahí, Señor, ha tomado su origen mi desliz,
1140
que vuestra Majestad Divina indultará;
1141
dado que sin variar, sin fingir ni mentir
1142
yo lo he confesado con arrepentimiento.

HERODES
1143
Callas lo principal de lo que yo pregunto;
1144
hipócrita embustero, ¿qué audacia tan grande
1145
te inspiraba a olvidar un deber tan leal?
1146
¿Qué fruto imaginabas del crimen recibir?

SOÊME
1147
Por el falso rumor de una última derrota
1148
de vuestra Majestad frente a los romanos,
1149
custodiando el Estado firmemente su esposa,
1150
iba (frágil proyecto) a mendigar su gracia.
1151
Iba igual que aquellos pillados en naufragio
1152
que tratan de salvarse más a nadar dispuestos,
1153
sobre un madero roto, indigente, y por miedo
1154
a que toda mi hacienda se convirtiese en humo,
1155
que ya sin cargo alguno una horrible anfitriona
1156
de pobreza viniera a abrumar mi vejez.
1157
Por mis rodillas caídas, que abrazo y son mi asilo,
1158
por lágrimas que salen de mi alma, y no mis ojos,
1159
piedad os solicito. Gran Monarca, haced
1160
que brille en mí una marca inmortal de clemencia,
1161
mi vida devolviéndome.

HERODES
Obtuso, ya no hay tiempo:
1162
muy cerca del final esperas tú mi gracia,
1163
cuando ya te ves viejo llega tu contrición.
1164
Pero del primer crimen se deriva otro peor:
1165
la Reina, que contigo prodiga recompensas,
1166
en su bien más preciado te deja abandonado,
1167
y según el informe de uno de tus leales,
1168
investigado ya sobre este mismo crimen,
1169
permite toqueteos, consiente en lo mismo
1170
que la que su honor público pone en venta.
1171
Si confiesas prometo moderar tu castigo;
1172
si te obstinas tan solo aumentarías mi odio.
1173
Dinos cuándo y cómo, el lugar, día y hora
1174
en los que comenzó vuestro adúltero amor.

SOÊME
1175
Eso nunca anidó en su casto pensamiento,
1176
y su virtud jamás me ha recompensado,
1177
salvo en vuestros favores, con los que aún contaba,
1178
o que la Tierra y Cielos de furor desbordados
1179
puedan bien castigarme, del perjuro vengándose.
1180
Señor (perdonadme), mas le hacéis una injuria:
1181
a riesgo de cien muertes no mantendré por falso
1182
sobre su casto honor la calumnia mortal.

HERODES
1183
Es posible que pronto los aprietos que implica
1184
te induzcan a aceptar mi rechazada oferta.
1185
Con hierros arrastradlo al fondo de una celda,
1186
que a falta de poder obtener mi venganza,
1187
haced (es mi deseo) que se sienta morir.
1188
Mientras convenceré por un pudor decente
1189
a mi envenenadora, y haré en la mañana
1190
que en la obra maestra echen la última mano.


ACTO IV

MARIANA, PREBOSTE, HERODES,
COPERO, FERORAS, SALOMÉ

ESCENA I

MARIANA (en prisión), PREBOSTE

MARIANA
1191
Regidor Soberano del Imperio del mundo,
1192
que de la nada hiciste los Cielos, Tierras y Aguas,
1193
broquel del inocente, su segura muralla,
1194
te invoco reducida al supremo azar;
1195
censor equitativo de las obras humanas,
1196
que cuentas y prescribes nuestras horas inciertas,
1197
doy fe de tu justicia por el caos en que estoy,
1198
por rivales vejada en este hastiado abismo,
1199
blanco de la mentira como de la calumnia,
1200
esclava de una horrible y dura tiranía.
1201
Padre, yo no te pido ningún favor más tuyo
1202
salvo el poder salir del Infierno en que estaba,
1203
salvo que mi constancia, desde arriba inspirada,
1204
triunfe sobre la muerte que me habrán preparado,
1205
salvo el de burlar los injustos esfuerzos
1206
del odioso verdugo de mis ancestros muertos,
1207
del bárbaro que tiene mi libertad atada
1208
desde que se hizo el nudo de una alianza abyecta.
1209
Desde ese momento, ¡ay! Sirvo a regañadientes
1210
de cloaca a los placeres del peor de los perversos,
1211
y en un lecho afligida, además yo deploro
1212
la tardía quietud de la ayuda que imploro,
1213
socorro que obedece al rayo fatal de Cloto,
1214
socorro que me aísla en los antros de Plutón,
1215
socorro que convierte mi tempestad en bonanza,
1216
que me traza el reposo ansiado de los míos.
1217
Indócil ante el miedo, ya sé que hay que morir,
1218
sé que a un puerto mejor correr no puede el hombre,
1219
cuando principalmente con la conciencia plena
1220
de una segunda vida él concibe la fe,
1221
vida estable en sosiego, duradera en reposo.
1222
Se abre la prisión. Que vengas a propósito,
1223
o a cualquiera que traiga mi sentencia mortal,
1224
querría laurear por la nueva a tu jefe.

PREBOSTE
1225
Su Majestad os convoca; vamos, Señora.

MARIANA
¡Ay!
1226
Del mensaje esperaba un último consuelo,
1227
y es que tú me llevaras al suplicio asignado.

PREBOSTE
1228
No, que un espanto tal no os embargue ahora;
1229
es tan solo el propósito de poder comprobar
1230
lo que osó relatar el que narró la ofensa:
1231
sed ante esta exigencia de respuesta adecuada,
1232
ya que mejor se sale de un asunto previsto.

MARIANA
1233
Mi primera respuesta es también la final,
1234
que no ocupa desde ahora mi menor inquietud.

ESCENA II

HERODES, MARIANA, COPERO,
FERORAS, SALOMÉ

HERODES
1235
La mente torturada por pasiones contrarias,
1236
soy igual que un cautivo entre dos adversarios,
1237
un cordero al que baten dos lobos enconados,
1238
rabiosos por el hambre, crueles y enajenados:
1239
una vez gana uno, a veces triunfa el otro,
1240
según sea de uno u otro la embestida más fuerte.
1241
Siento rumiar igual, alternativamente
1242
en mi alma dividida, la venganza, el amor:
1243
se me aparece el crimen de una esposa homicida,
1244
y además su belleza divina me intimida,
1245
me horroriza ser cierto que al de mí separarla,
1246
pueda ver con pesar el Sol que me ilumina,
1247
pues sin ella no hay nada que contentarme pueda.
1248
¡Cielos, qué la haría renunciar a su odio
1249
en el futuro y fuera su contrición sincera!
1250
Quisiera del pasado no acordarme ya más:
1251
la gracia le sería muy pronto concedida.
1252
Mas, de un humor perverso, y obstinada en el vicio,
1253
la afrenta que habrá creído ahora recibir,
1254
mas que todas mis gracias conseguirá ascendiente:
1255
no se borrará ella de su memoria ingrata.
1256
En suma, por su vida mi ruina se fracciona:
1257
me mantiene su pérdida, pero también me pierde,
1258
¿qué podré resolver en una duda tal?
1259
La ausencia de sus ojos me separa de mi alma,
1260
que solo ve los rayos de su gemela alma;
1261
la impunidad, si vive aumentará su audacia,
1262
la traición sin fin renacerá en ella.
1263
Observemos el ámbito que requiere este extremo,
1264
al que ella no querrá retornar de por sí,
1265
reconocer su culpa, sino en ella insistir,
1266
que le hagan sufrir la pena capital;
1267
mas mermada al deber del amor conyugal,
1268
mas del alma abjurando su error desleal,
1269
la acogería en mis brazos si se anula el dictamen,
1270
dictamen do natura tiene más interés,
1271
pues si muere ya no hay milagro en este mundo,
1272
hela ahí soportando un pánico profundo.
1273
También aquellos a los que les pedí consejo,
1274
y luego el delator, que debo oponer a ellos.
1275
Una ola de recato, un perdón repentino
1276
me influye (extraño caso) a reducir su pena;
1277
si es preciso ser duro e ir contra el cariño,
1278
tapar con el discurso un desacierto tal.
1279
Reunidos a la vista del Gran Juez Celestial,
1280
neutral en esta acción me lleva a protestar,
1281
aunque ella me mire, y yo ofendido único
1282
me pudiera vengar sin la ley compensada.
1283
Así pues, delator, ahora os conjuro
1284
que no adelantéis nada salvo la verdad pura,
1285
que no refiráis nada de lo que vos sabéis,
1286
y que lo habéis oído de la boca de ella.
1287
¿No intentó varias veces tratar de convenceros
1288
de mezclar en mi copa un veneno mortal,
1289
procurando comprar vuestra fidelidad?
1290
Hablad, sin deferencia alguna a su nobleza:
1291
el delito excesivo la degrada del título.
1292
responded francamente a lo que yo sugiero.

COPERO
1293
Señor, desearía no ser reconocido
1294
cual farsante y culpable del divorcio real,
1295
que mi sangre expiase la impostura maldita.
1296
Dispensadme de luso de la reiteración:
1297
la historia relatada a vuestra Majestad
1298
no es menos real que si vos hubieseis estado,
1299
punto por punto incluye la evolución del caso,
1300
y repetirlo más no lo veo necesario.

HERODES
1301
El habitual uso de la justicia lo manda,
1302
condenar de otro modo el crimen no se puede.
1303
Aligeremos: ¿fuisteis servicial con la Reina,
1304
poniéndoos contra mí cual ministro de su odio,
1305
pensando envenenarme por prometérselo a ella?

COPERO
1306
Sí, Señor, mas os ruego que excuséis al airado
1307
que la guiaba entonces.

MARIANA
¡Oh boca desleal!
1308
La piedad, de buen grado, del desastre en que crees,
1309
hundir a una dama que no teme, te afecta;
1310
te excuso, sin embargo, ya que te ves forzado.

HERODES
1311
Observad la arrogancia y la enorme malicia,
1312
que por espiar un crimen ella me hace cómplice.
1313
Pero ya no se trata de disimular más,
1314
ni la actual verdad quererla rechazar,
1315
sino de responder a las trabas del golpe
1316
confesarse culpable, o falaz obstruirlo.
1317
Vamos, ¿qué pretendéis objetar de admisible
1318
que pueda revocar la pena del delito?

MARIANA
1319
Destinada a morir no obstante mi defensa,
1320
tanto amo confesar como negar la ofensa:
1321
me es indiferente. Sobre inventados cargos
1322
de otros asesinatos y peores atentados:
1323
me lo atribuiré todo, el veneno, adulterio,
1324
y la conspiración del crimen de mi madre;
1325
tanto me hastía el día, que es tan grande el deseo
1326
de huir de vuestras garras y no echaros de menos.

HERODES
1327
En la angustia admitida el criminal se acusa.

MARIANA
1328
A quienquiera que sea juez y parte recusan.

HERODES
1329
La desestimación mal fundada bien sirve
1330
como prueba del crimen al culpable inexperto.

MARIANA
1331
¿Por qué me informáis, si es mi crimen probado?

HERODES
1332
Porque nos falta una confesión relatada.

MARIANA
1333
Confesaré yo más de lo que me pedís,
1334
y otorgadme, indulgente, una rápida muerte.

HERODES
1335
Amigos, retiraos; creo que cara a cara
1336
mis consejos tendrán mucha más eficacia:
1337
la vergüenza a menudo incapacita a hablar
1338
a un gran corazón que no cede a la fuerza.

FERORAS
1339
Pero existe el peligro de que el triunfador ceda,
1340
que en este error primero de amor a caer no vuelva.

SALOMÉ
1341
Previsor porfiáis en el fin concebido,
1342
le vuelvo a ver los ojos de la razón vendados.

HERODES
1343
Aunque un mal demonio te lleve a tu extravío,
1344
que tu impiedad lo muestre en toda su evidencia,
1345
que el deseo reprobable se mantenga para ello,
1346
y que suplicio alguno no implique este crimen,
1347
la amistad de antaño, que aún centellea,
1348
te guarda finalmente una débil parcela,
1349
te brinda, si confiesas, un respiro a la muerte;
1350
por miedo a que parezca que despliego encantos,
1351
y me sirvo de engaños para luego penarte,
1352
te doy de garantía la lealtad de un Monarca:
1353
doy fe por el Eterno, y su precioso nombre,
1354
que cerraré los ojos al crimen del pasado,
1355
Exorable, clemente, compasivo, flexible
1356
más de tus esperanzas.

MARIANA
Proponer lo imposible
1357
en mí no varía nada, admitir un horror
1358
cuyo nombre me arroja, siendo inocente, a la ira,
1359
cuya idea jamás se gestó en mi alma,
1360
aunque a mi mal Clotón prolongue más mi trama,
1361
aunque todo en mi tienda a una dicha absoluta
1362
que desea morir, hoy más bien que mañana.

HERODES
1363
¿La razón de querer morir es el desánimo?

MARIANA
1364
No más que nunca tuvo la esposa de Tereo.

HERODES
1365
¿Cuándo me he manchado con igual adulterio?

MARIANA
1366
Las faltas perpetradas me producen más duelo.

HERODES
1367
¿De qué te acuerdas ahora, malvada en este instante?

MARIANA
1368
Recordando a mi padre y a mi hermano lloro.

HERODES
1369
Perversa, más harías por ti en vez de soñar,
1370
del lodazal saliendo de un crimen y purgarte.

MARIANA
1371
El fin de mis dolores debe ser la expiación.

HERODES
1372
Sí, sí en este punto, no quedarás frustrada:
1373
tu gran tenacidad, tus sagaces reproches,
1374
hostigando mi mente, harán que haya huérfanos.

MARIANA
1375
Los del tronco real, después de mí no dudo
1376
de que sean destinados a tu ávida venganza,
1377
por la insaciable sed de un padre indigno de ellos,
1378
que fracasó en Arabia y su horrible desierto.

HERODES
1379
¡Oh plétora de crímenes! ¡Oh extraña manía!

MARIANA
1380
¡Generoso desprecio de una atroz tiranía!

HERODES
1381
Loba, ¿acaso pensabas mantener siempre indemne
1382
las blasfemias lanzadas en tu enajenación?
1383
¿Creías compensar tus lascivos ultrajes
1384
y tus conspiraciones, tus injurias, tus rabias,
1385
con una aflicción falsa, un pesar, un desdicho?
1386
No, realmente, el camino de mi gracia, prohibido,
1387
no se volverá a abrir con súplicas o lágrimas:
1388
no me retienes ya con tus pérfidos encantos;
1389
la amistad conyugal ha llegado al final,
1390
que antes que una fiera salvaje de los bosques
1391
reemplace tus favores, pareja de mi lecho,
1392
mis gracias la tendrán menos feroz un tiempo;
1393
la domaré mejor con el yugo del juicio
1394
que a ti, serpiente ingrata, desgracia de mi casa.

MARIANA
1395
Cuando yo haya cambiado de palabra o de rostro,
1396
cruel, con la voluntad de mendigar tu gracia,
1397
cuando me olvide tanto como para invocar
1398
al sayón de mi sangre, por miedo a morir,
1399
Tetis perderá entonces la ordinaria amargura,
1400
Febo se apagará cuando arda su lámpara,
1401
Céfiro habituado a ir tras la primavera,
1402
venteará cuando invierno nos erice los campos,
1403
los cuervos vestirán el plumaje del cisne,
1404
trocando Filomela con ellos su gorjeo.
1405
No presumas de ser sanguinario, felón,
1406
antes suplicaría a un escita o un gelón.
1407
Corsario idumeo, raza innoble, no creas
1408
que morirá Mariana distinta de magnánima,
1409
que si hubiera podido no habría enterrado
1410
tus cobardes crueldades en tu flanco ensartado,
1411
que no hubiera logrado lo que tú le supones.
1412
Vamos pues, mátame, pareces no atreverte.

HERODES
1413
¡Oh plaga abominable! ¡Diablesa del Infierno!
1414
Realmente tardo mucho en hacerte callar,
1415
con razón mi clemencia censuras excesiva.
1416
Amigos, lleváosla; y que además prosigan
1417
entretanto el proceso, sin ningún intervalo,
1418
que mañana concluya, con la confesión de ella,
1419
que el fallo de la ley sea equiparable al crimen,
1420
vuestro Rey no demanda otro favor más que ese.

FERORAS
1421
Señor, vos superáis el honor de vuestras luchas
1422
con este procaz monstruo en esta hora mezquina.
1423
La utilidad aunada, en tan bella victoria
1424
devendrá con los años más hermosa y notoria.
1425
¿Qué anhelos no afrontamos, por el miedo movidos
1426
de ver dormir a Marte en el seno de una Venus?
1427
Que las fascinaciones de su beldad de bruja
1428
recobrasen en vos su potencia primera,
1429
golpe que entrañaría, de haber vos perdonado
1430
la ofensa, vuestra ruina, como la del Estado.


ACTO V

MENSAJERO, HERODES, FERORAS, SALOMÉ

MENSAJERO
1431
¡Oh constancia admirable! ¡Oh Reina desgraciada!
1432
¡Ay! Te merecías un destino mejor;
1433
tus virtudes, bellezas, tus gracias, tus encantos,
1434
¿no debían vencer a la ley de la muerte?
1435
¿O que la muerte, al menos, te llevara más íntegra?
1436
¡Lastimoso espectáculo! ¡Pérdida deplorable!
1437
Pérdida a quien la patria ha privado de un Sol,
1438
pérdida que guiará a su autor al sarcófago,
1439
pues separado el Rey del alma de su alma
1440
va a sufrir pronto tanto dolor como censura:
1441
no puede, por venganza de un ardor mitigado,
1442
más que expirar de pena por permitir tal acto.

HERODES
1443
¡Oh infortunio, ya está! Ya ocurrió, está muerta;
1444
me trae la noticia del suplicio sufrido,
1445
que habrán precipitado los traidores malévolos
1446
pretextando agradar a un príncipe irritado.
1447
Acércate, y presto cuenta lo que te trae.

MENSAJERO
1448
No es otra cosa sino la muerte de la Reina,
1449
encargado de haceros de ello un fiel relato.

HERODES
1450
¿Por qué a tu obra maestra, Cielo, no socorriste?
1451
¿Por qué no retrasaste el efecto de mi ira?
1452
¿Así pues Mariana ha perdido la luz?
1453
Mariana, bello nombre, nombre reverenciado,
1454
no está viva, ya nunca podré recurrir a ella.
1455
¡Mariana ha sufrido la crueldad de la Parca!
1456
El despiadado Nauta la ha cruzado en su barca!
1457
¡Así, este hachón de amor ilumina a los muertos!
1458
Desfallezco, me muero, de pesar torturado,
1459
la pena del dolor me hace estar aterido;
1460
recita, sin embargo el fatal infortunio.

MENSAJERO
1461
El dictamen de muerte emitido en prisión,
1462
fue como si le hubieran lo contrario anunciado,
1463
cual si, libre, encontrara su libertad de antaño,
1464
solemne de semblante, y con rostro tranquilo,
1465
extiende hacia el Cielo con júbilo las manos,
1466
ofrece el sacrificio al Padre de los humanos,
1467
que arranca los grilletes de un continuo martirio,
1468
esposa en adelante del Imperio Inmortal,
1469
nacida en Palestina, do la flor de sus años
1470
estéril fue análoga a cardos con espinas,
1471
do con nombre de enlace su horrible servidumbre
1472
no le propiciaría más que una viudez triste.
1473
Añade no llevarse de este mundo perverso
1474
pena alguna, a no ser por los males abiertos
1475
a su huérfana raza, en dos hijos que deja.
1476
Un río entonces de lágrimas, conforme a su tristeza,
1477
aumentó la belleza de su empañado rostro.
1478
Ya veis lo que sucede así dentro del Cielo
1479
cuando Iris de colores ha teñido las nubes,
1480
y destila una lluvia por finas sacudidas:
1481
la faz del Firmamento diríase más hermosa,
1482
igual que el Sol después de reavivar su antorcha.
1483
Todos los asistentes, con el ánimo inquieto,
1484
contemplan en silencio este mal que los daña,
1485
deploran el suceso fatalmente deshecho,
1486
vuestro enlace de bodas, otrora tan feliz.
1487
Como cuando oí algo como alzarse un murmullo,
1488
rechazando envidiosos lo que llegar pudiera,
1489
y que muchos bufando un fuego sin parar,
1490
sembraban la discordia volviéndoos cruel con ella.
1491
Decidida, al respecto, la llevan al suplicio,
1492
un mundo en este cuadro se presenta al gentío,
1493
que se mueve a oleadas, como lo hacen las olas,
1494
Bóreas y Aquilón tras de ser liberados.
1495
Su madre, que al pasar por un porche se acerca,
1496
imitando la furia que muestran las Bacantes,
1497
en el ofensivo ataque, diciendo más o menos:
1498
“¡Y hete aquí desgraciada, por haber sido ingrata,
1499
ingrata a un esposo que te había querido
1500
más que te merecías, carnívora fiera!
1501
No te vale el linaje, ni tu altiva belleza;
1502
hete aquí convencida en tu deslealtad;
1503
hete aquí imputada y en ruina vergonzosa,
1504
de lesa majestad, humana y divina,
1505
criminal avalada ¿Cómo no he abortado
1506
un fruto tan monstruoso? ¿Cómo en mí lo he llevado?
1507
¡Al salir de mi vientre debí haberte asfixiado!
1508
Así ahora no serías el trofeo de un verdugo.
1509
Mas ve, azote, a buscar por tu temeridad
1510
y todas tus traiciones el merecido rédito.
1511
¿Qué digo, merecido? Mil muertes más crueles
1512
de surgir no expiarían delitos semejantes”.
1513
Tampoco estos reproches podrían conmover
1514
más que a roca de orilla por la marea corroída:
1515
constante ella prosigue este funesto viaje,
1516
y finge no haber oído el discurso hipócrita
1517
que sugería el temor a su madre, por miedo
1518
de correr igual suerte, colega en la desgracia.

HERODES
1519
¡Enorme crueldad! ¡Cómo el Cielo y la Tierra
1520
juntos te han entregado a una guerra cruel!
1521
Pobre de ti, contaste tan solo con tu ayuda,
1522
solo con tu coraje prestándote socorro.
1523
¡Oh bárbaro, oh bárbaro! Una cólera ciega
1524
te llena de escozor, de aflicción, de condena.
1525
Mas prosigue el relato, aunque sea con lágrimas
1526
me refresca el objeto con sus vivos dolores.

MENSAJERO
1527
Llegada al patíbulo, cuya sombría cara
1528
parece con pesar sufrir que se destruya
1529
un milagro del Cielo, de Amor y de Natura,
1530
el pueblo, que en silencio solloza en derredor,
1531
cuando ella en el suelo se postra de rodillas,
1532
y aún menos turbada de lo que estaba antes,
1533
entona ardientes súplicas al Todopoderoso;
1534
nuevamente da fe de su loa inocente
1535
como de otros pecados de infinita memoria,
1536
creencia esta última por la que la castigan;
1537
uno de los que asisten os ruega aseguraros
1538
que en caso que a sabiendas fingierais ignorarlo,
1539
que nunca por su parte probó veneno alguno
1540
contra vos, que os dejarais llevar por violenta ira,
1541
sagaz contra el acecho de aquellos que siempre
1542
hostiles al reposo y a vuestra dicha diaria,
1543
os vieron sospechoso, y por rencor movidos,
1544
el brillo envidiaron en vos de vuestro sino;
1545
dice ella que Veritas, virgen hija del tiempo,
1546
se manifestará un día a los oyentes,
1547
y producirá efectos tardíos de aflicción
1548
en Vos, a quien os insta que cuidéis a los niños,
1549
sintáis de sus dos hijos la inquietud paterna,
1550
forzados a olvidar el oprobio materno,
1551
forzados a encerrar dentro en la sepultura
1552
el recuerdo del yerro injusto que ella sufre.
1553
Tras lo dicho expresado, su cuello, marfil blanco,
1554
a la espada se ofrece, y con franco valor
1555
invita al verdugo a golpear sin tardanza.
1556
De un golpe la cabeza del cuerpo se separa:
1557
caen juntos, colisionan con un poco de ruido;
1558
de sangre a borbotones el alma pronta huye.

HERODES
1559
Has escenificado de sobra mis crueldades,
1560
muy abierto el drenaje a mis llantos y quejas,
1561
abundando en mi alma los buitres y verdugos.
1562
¡Oh tierra, trágame en tus hondas entrañas,
1563
abre lo más profundo de tu sima en vorágine,
1564
y echa en ella este cuerpo lleno de tantos crímenes!
1565
¡Mariana en dos cortada! ¡Oh Astros inclementes!
1566
¡Oh Cielo! Injusto Cielo, pérfidos Elementos,
1567
¿acaso no pudisteis a mi odio resistiros?
1568
¿Y acaso no debisteis transmitirme su pena?
1569
¡Mariana despiezada! ¡Ay! No puedo creerlo:
1570
De luto el universo lloraría su muerte;
1571
Febo, a quien sus ojos la luz suministraba,
1572
dormiría por siempre bajo la ola marina.
1573
¡Mariana despiezada! ¡Ay! ¿Lo has entendido?
1574
Te engañas, Clotón nada puede contra ella.

MENSAJERO
1575
Señor, ni el pesar todo del resto de mortales
1576
podría ya sacarla de la noche profunda:
1577
su cuerpo es solo un tronco sin movimiento alguno,
1578
que espera de vos solo el honor de la tumba,
1579
que os reprocharía que de opinión cambiarais,
1580
ya que ella murió por vuestro veredicto.

HERODES
1581
¡Oh bárbara sentencia! ¡Oh fallo inmerecido,
1582
acto de un lestrigón, mucho más que de un Rey!
1583
Vengad, pueblos, vengad entre los criminales
1584
a la que ante vosotros era Reina legítima,
1585
heredera de Hircano al Cetro palestino,
1586
hacedme compañero de su sangriento sino,
1587
matad sobre su tumba a estos asesinos,
1588
y yo, el más culpable, que caiga el primero,
1589
sujeto al desespero, furioso como estoy:
1590
así me librareis de un diluvio de hastíos,
1591
el Cielo os premiará porque hagáis justicia.
1592
¡Que al menos otra vez, querida alma te vea!
1593
¡Que al menos otra vez pueda a ti dirigirme,
1594
mas por ti inmolarme, por desgracia no puedo!
1595
¿Que perderme no puedo al salvarte la vida?
1596
¿La vida? ¡Eh! Cielos, ¿cómo? ¿Quién feliz te la haría
1597
a ti que eras divina de cuerpo y de mente,
1598
qué accidente habría roto su santo acuerdo?
1599
¿Cuál de las tres hermanas de la edad hilanderas
1600
hubiese intentado ultrajar tus beldades?
1601
Ciertamente ninguna: la muerte no posee
1602
encanto ni belleza que enamoren a nadie.
1603
¡Ay! Solo sustento mi dolor con un sueño;
1604
me consuelo en vano con un falaz engaño,
1605
Mariana ya no está; Mariana ha cruzado
1606
ese río del Infierno nueve veces bordeado;
1607
Mariana ya no es más que un bulbo insensible,
1608
Pitón no sacará ya más miel de su boca,
1609
más dardos en sus ojos no empapará ya Amor,
1610
ojos por siempre inmersos en el sueño eterno.
1611
¡Ay! Pero yo no espero ver ya más que su sombra
1612
cruel, horripilante, en la estancia sombría,
1613
provista de antorchas, suplicios y cadenas.
1614
¿Qué estoy diciendo? Fuera del umbral del Infierno,
1615
seguida de una banda espantosa se eleva.
1616
Perdona mi afrenta, y también mi violencia,
1617
perdóname, mi vida, con gran parafernalia
1618
voy a satisfacer a tus confusos Manes,
1619
que me golpeen el pecho, me desgarren el rostro,
1620
me arranquen los cabellos y me hieran in situ.
1621
¡Ah, cruel! ¡Ah, verdugo! ¿Qué castigo sería
1622
digno para purgar tu inexistente crimen?

FERORAS
1623
¿Do vienen estos gritos que al palacio impresionan?
1624
¿Qué llantos femeninos resuenan en la boca
1625
de un Monarca invencible? ¡Zarandeos del destino!
1626
¿Debo creer a mis ojos, o su coraje muerto?
1627
Señor, os lo suplico, haced caso a mi súplica:
1628
que vuestra Majestad se tranquilice y calme,
1629
reprima su furor, impetuoso torrente,
1630
impetuoso, que causa un desmayo aparente.
1631
En todo inmóvil, salvo los párpados abiertos,
1632
que gira de horror y cubiertos de llamas,
1633
sordo, ajeno a sí mismo, idiota, enajenado,
1634
y llevado por una crueldad maníaca,
1635
el pecho se golpea con golpes homicidas.
1636
¡Cielos! Que la abandone, presa es del desespero.

MENSAJERO
1637
Informado por mí de que la Reina ha muerto,
1638
de pronto el torbellino de esta conmoción lúgubre
1639
se apoderó de él, reduciendo sus quejas
1640
hasta infringir las leyes comunes de natura,
1641
hasta querer cortarse el vientre con la mano.
1642
Mi consejo y esfuerzos son un trabajo en vano.

SALOMÉ
1643
¡Ejemplo deplorable de un perfecto amor!
1644
Quien fue a su objetivo de modo inseparable,
1645
no puede olvidar bajando al ataúd,
1646
que liberar no puede el lazo de su fe,
1647
que aunque criminal era, una muerte aplicada
1648
sea menor que la ofensa horrible observada,
1649
pues solo la arrogante quería su desgracia.
1650
Mas, Señor, si es precisa una opinión mejor,
1651
tratad ya desde ahora de olvidar su pérdida,
1652
que podréis silenciarla con muy poco esfuerzo,
1653
mil veces feliz por tener el grado de ella,
1654
y poseer un honor que no le pertenece,
1655
sabios, humildes cuya continua obediencia
1656
se guardará de caer en la infidelidad.

HERODES
1657
Pérfidos envidiosos que me la arrebatasteis,
1658
que a mi mejor astro para siempre eclipsasteis,
1659
órganos de su muerte que me sangráis el alma,
1660
frustrado me cargasteis de atrición y de culpa,
1661
huid pronto de aquí, justo cuando sintáis
1662
del consejo engañoso el cercano pesar,
1663
justo cuando aliviéis mi tortura inmortal,
1664
sin estima o respeto, de sangre o parentela:
1665
verdugos, no mostraros nunca más a mis ojos,
1666
que no pueden miraros sin ceder al furor.

FERORAS
1667
Hermana, retirémonos, que esta pugna rabiosa
1668
no esparza en nuestras testas parte de la tormenta;
1669
es preciso que el juicio, su lugar recobrando
1670
difumine el peligro de un frenético esfuerzo.

SALOMÉ
1671
Al igual que obstinarnos en querer rebatir
1672
sería echar aceite en las llamas de su ira,
1673
agriar la levadura de una ciega pasión,
1674
que el tiempo, que es buen médico, exige operación.
1675
Amigo mío, observa el mal que lo atenaza:
1676
que un socorro doméstico ahora no le falte.

MENSAJERO
1677
El prodigioso honor de este deber piadoso
1678
me obliga a intervenir más allá de mi cargo.
1679
Asiste, Omnipotente, asiste con tu gracia
1680
a este al que el amor toda prudencia anula;
1681
mitiga su tormento ¡Ay! Lo veo a lo lejos
1682
recurrir a lamentos, fuera de sí, en delirio.

HERODES
1683
¿Qué ceses, asesino? ¿Le das ya tregua a los
1684
redoblados asaltos del hastío que te aflige?
1685
¿Basta con honrar con suspiros y lamentos
1686
de tu otra mitad el recuerdo y la loa?
1687
¿Basta solo que en tu corazón la veneres?
1688
No, a pesar del esfuerzo de las tres crueles Vírgenes
1689
Mariana otra vez vive en la Tierra y los Cielos:
1690
todos, igual que yo, la tendrán ante ellos.
1691
Fieles mozos, la amasteis, quienesquiera que seáis,
1692
beatos que os adaptasteis a todos mis anhelos,
1693
venid todos, aprisa, urgente os lo ordeno,
1694
con los ojos en lágrimas y ciprés en la frente,
1695
reclamad por doquier a la Diosa Mariana.
1696
Con urgencia os lo pido, que le alcen un altar
1697
aquí en el palacio, donde ofrenda e incienso
1698
calmen todos los días a sus sencillos Manes,
1699
donde os doy un lugar de asilo inviolable,
1700
do quiero que mi vida en lágrimas se expanda,
1701
donde este amado cuerpo a veces inhumado
1702
revoque al espíritu respondiendo a mi voz,
1703
mis hastíos consolando por la tierna palabra,
1704
permitiendo a mis brazos que estrechen a su ídolo,
1705
a mi boca que obtenga su maltrecho favor,
1706
que descienda el primero al reino ennegrecido,
1707
que la muerte me avise, cual criminal primero,
1708
el primero que alcance allí la sombra de ella.
1709
Pues del perdón seguro, y ya purificado,
1710
tendré a esta bella alma del todo favorable,
1711
en mi vida no habrá ni un momento superfluo,
1712
de mis miles de muertos, Mariana estará ausente:
1713
dichoso, en un instante, de nuevo la veré,
1714
instante que no debe tardar mucho en llegar.