Thomas Heywood, A Woman Killed with Kindness

Una dama asesinada con la bondad





Texto utilizado para esta edición digital:
Heywood, Thomas. Una dama asesinada con la bondad. Traducción inédita de Inés Montalvá Ferrero, cedida para la colección EMOTHE. 2018. (Tit. orig.: A Woman Killed With Kindness)
Adaptación digital para EMOTHE:
  • Monrós Gaspar, Laura

Nota a esta edición digital


With the support of research project GVAICO2016-094, funded by Generalitat Valenciana (2016-2017).

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Personajes

JOHN FRANKFORD, un joven gentilhombre de noble descendencia, marido de Anne
ANNE FRANKFORD, la joven esposa de Frankford
WENDOLL, un hombre joven de familia buena, pero pobre
NICHOLAS, sirviente de Frankford
JENKIN, un sirviente de la mansión de Frankford
CICELY MILK-PAIL, la cocinera de la mansión de Frankford
SPIGGOT, el mayordomo de Frankford
COCHERO DE ANNE
TRES CARRETEROS , los arrendatarios de Frankford
JACK SLIME, }
ROGER BRICKBAT, }
JOAN MINIVER, }
JANE TRUBKIN, }
ISABEL MOTLEY, } invitados de la boda
MÚSICOS de la boda de los Frankford
SIR FRANCIS ACTON, caballero, el hermano mayor de Anne
SIR CHARLES MOUNTFORD, un joven caballero
SUSAN MOUNTFORD, hermana de sir Charles
MALBY, amigo de sir Charles
CRANWELL, amigo de sir Charles y de Frankford
DOS HALCONEROS, sirvientes de sir Charles Mountford
DOS CAZADORES, sirvientes de Sir Francis Acton
ALGUACIL
OFICIALES DEL ALGUACIL
GUARDIÁN , de la prisión del Castillo de York
SHAFTON
Un SARGENTO
El ANCIANO MOUNTFORD, tío de sir Charles y Susan
SANDY, un antiguo amigo de los Mountford
RODER, antiguamente el arrendatario de sir Charles
TYDY, un viejo pariente de sir Charles y Susan

PRÓLOGO

[Entra el Prólogo.]

PRÓLOGO
1
Como un heraldo llego, siendo enviado
para explicaros el significado de estas preparaciones.
No busquéis gran esplendor, nuestra musa se inclina
sobre un asunto desolado, una escena desnuda.
Podríamos desear que esta ramita fuese rama de árbol,
cuya fortaleza se doblase con claridad en vuestro favor;
nuestro sayal, tisú; el zángano, una abeja melífera;
nuestro terreno desolado, un campo grande y extenso;
nuestra burdos refrigerios, un banquete; nuestra agua clara, vino;
nuestro riachuelo, un río; nuestros ojos de murciélago, vista de águila;
la Musa aburrida y terrenal de nuestro poeta, divino en origen;
nuestras cornejas, palomas; las plumas negras de nuestros cuervos, blancas.
Pedimos pensamientos comprensivos cuando tenga lugar la derrota,
quédense con aquellos que se entreguen y perdonen aquellos que se les roba.

[Sale el Prólogo.]

[1.1 / ESCENA 1]

[Mansión de los Frankford.]
Entran el señor John Frankford, Sir Francis Acton, la señora Anne, sir Charles Mountford, el señor Malby, el señor Wendoll y el señor Cranwell.

SIR FRANCIS
2
¡Toquen algo de música! ¿Nadie quiere bailar con la desposada?

SIR CHARLES
3
¡Sí, ella debería bailar "El baile de las sábanas"! 
¡Pero ese es el baile en el que piensa guiarla su marido!

WENDOLL
4
No es ese el baile que a todos nos toca danzar, 
según la balada.

SIR FRANCIS
5
¡Música! 
Con tu permiso, hermana, con el permiso de tu esposo
debería decir, tomaré prestada la mano
que en este día le fue dada en la iglesia. ¡Música!
[Suena la música.]
La música nupcial hace que me eleve del suelo.

[Sir Francis y la señora Anne bailan.]

FRANKFORD
6
Sí, puede que deis brincos, vos que sois libre y liviano;
el matrimonio ha enyugado mis tobillos, ruego que me perdonéis.

SIR FRANCIS
7
Haré que bailéis vos también, hermano.

SIR CHARLES
8
Señor Frankford,
sois un hombre afortunado, y que mucha alegría
siga al júbilo del casamiento. Tenéis una esposa
muy dotada y con muchos adornos, 
tanto de mente como de aspecto.
En primer lugar, es de origen noble, y su educación
es tan digna como la de la hija de un príncipe. 
Su lengua habla en todas las lenguas y sus manos
hacen cantar a las cuerdas con suprema elegancia, 
desde el soprano agudo hasta el bajo más ronco. 
Para resumir todos los elogios hacia su persona, 
ella es la hija mayor de la Belleza y la Perfección, 
solo hallada por vuestro corazón, aunque buscada por el de muchos.

FRANKFORD
9
Si no conociese vuestras virtudes y pensamientos decentes 
estaría celoso de vuestras alabanzas, sir Charles.

CRANWELL
10
Él no hace sino decir lo que vos mostráis ser verdad.

MALBY
11
Y no engrandecéis sus virtudes, vos que sois tan adecuado para ella.

ANNE
12
Desearía que vuestras alabanzas encontrasen un tema
más apropiado del que hablar que mi belleza imperfecta. 
Tal y como son, si complacen a mi esposo marido, 
me son suficientes ahora que me he desposado. 
Su dulce satisfacción es como un espejo halagador,
que hace que mi rostro sea más hermoso a mis ojos; 
pero el más mínimo pliegue en su atormentado ceño 
hará palidecer las rosas que florecen en mis mejillas.

SIR FRANCIS
13
Ya una esposa perfecta, sumisa y paciente. 
Es extraño como la palabra "marido" encaja en tu boca, 
desposada hace tan solo tres horas. Hermana, esto es bueno;
tú que empiezas pronto a comportarte de este modo debes mostrarte
dócil y obediente en el amor hacia tu marido. 
Dios mío, hermano, ¿ya la habéis moldeado? 
"Querido marido" y una reverencia el primer día. 
Recordad esto, recordad esto, vosotros que sois solteros,
que no habéis obtenido la dignidad de un hombre casado,
tened en cuenta para vuestro matrimonio esta frase: 
en buena hora ese hombre tanto gana como acierta 
cuando hace a su esposa plegar las alas todavía con los zapatos de boda.

FRANKFORD
14
Vuestra hermana no se os parece, sir Francis.
Vuestro padre descargó toda su sangre salvaje en vos,  
y él la engendró cuando pasó a ser una persona más responsable. 
Todos sus trucos de locos fueron legados junto con sus tierras,
de las que vos sois el único heredero, y a vuestra hermana 
le fue entregada como dote la modestia de su madre.

SIR CHARLES
15
Dios, señor, ¡en qué estado más dichoso vivís! 
Esta mañana, lo que a muchos les parecería una carga 
demasiado pesada de soportar, para vos era un placer. 
Esta dama no es ningún obstáculo, como muchas lo son, 
sino que os sienta como un traje hecho a medida 
en el que el sastre ha hecho uso de todo su arte, 
no como un grueso abrigo de sayal que a destiempo,
se impone en vuestra espalda en verano. No es ninguna cadena 
para atar vuestro cuello y dominaros bajo su yugo, 
sino una cadena de oro con la que adornar vuestra garganta. 
Os adornáis uno al otro, y en mi opinión vuestras manos
se complementan perfectamente. Hay igualdad 
en esta justa combinación: ambos sois personas formadas,
ambos jóvenes, ambos de noble descendencia. 
Hay música en esta afinidad: trae consigo
armonía y expectativas de mucha dicha, 
otorgadas por el Señor desde este primer día
y para siempre, hasta vuestra descomposición.

SIR FRANCIS
16
Ya os hemos retenido demasiado, mi buen hermano Frankford. 
¡Pasad al salón! Id a entretener a vuestros invitados! 
Cómo, ¿el novio y la novia se retiran al mismo tiempo? 
Si se os echa en falta, los huéspedes pondrán en duda su recibimiento 
y se os acusará de falta de amabilidad.

FRANKFORD
17
Para evitarlo, aquí os dejo, 
para atender al baile que hay dentro.

ANNE
18
Y yo también.

[Salen Frankford y Anne.]

SIR FRANCIS
19
Separaros sería un pecado.
Bien, caballeros, mientras los músicos locales rasgan
sus cuerdas adentro y los alocados jóvenes y muchachas
de la región, todos con ramilletes y cintas en sus sombreros,
bailan todas sus contradanzas, rondas y gigas, 
¿qué podemos hacer? Oíd, están todos emocionados,
 repicando y dando vueltas como los caballos de los molinos; 
¡por mi vida!, sobre los talones. Sí, brincan y bailan, 
pero sin dar patadas cortando el aire. Ya veréis mañana, 
el suelo del salón estará cual rueda de molino, picado y mellado
por los tacones de sus zapatos: aunque de poca habilidad, 
sus pisadas son fuertes allá donde los clavos de sus zapatos caen.

SIR CHARLES
20
Bien, dejémosles a su diversión. Sir Francis Acton, 
haré una apuesta contra vos: nos encontraremos mañana 
en el coto de caza, y haré volar mi halcón contra el suyo.

SIR FRANCIS
21
¿Por cuánto? ¿Por qué razón?

SIR CHARLES
22
Por el motivo de cien libras.

SIR FRANCIS
23
Empeñadme algo de ese dinero.

SIR CHARLES
24
Aquí tenéis diez monedas de oro; 
mañana las convertiré en cien libras contantes y sonantes, 
por las alas de mi halcón.

SIR FRANCIS
25
Está bien, tenemos un trato. 
Otras cien libras por vuestros perros, 
¿os atrevéis, sir Charles?

SIR CHARLES
26
Me atrevo. Si estuviese seguro de que perderéis 
me atrevería a más que eso. Aquí tenéis mi mano, 
la primera carrera por cien libras.

SIR FRANCIS
27
Trato hecho.

WENDOLL
28
Diez monedas con ángel para el halcón de sir Francis Acton, 
y lo mismo por sus perros.

CRANWELL
29
Yo estoy a favor de sir Charles Mountford; ¡he visto
tanto a su halcón y su perro probarse! Bien, ¡daros la mano
o no hay trato!

WENDOLL
30
Sí, y dejen las monedas que apuestan. 
Si fuesen quinientas serían todas mías.

SIR FRANCIS
31
Levantaos con emoción mañana temprano con la alondra;
me erguiré en mi montura antes de que el sol 
se levante de su lecho.

SIR CHARLES
32
Si una vez allí no me halláis, decid 
que no soy un caballero. Tenéis mi palabra de que allí estaré.

SIR FRANCIS
33
La palabra de ambos. Venid, bailemos esta noche.
Mañana temprano nos prepararemos para partir;
tendremos que estar despiertos tres horas antes que la novia.

[Salen.]

[1.2 / ESCENA 2]

[En el patio de la mansión de los Frankford.]
Entran Nick y Jenkin, Jack Slime, Roger Brickbat, con [cuatro] muchachas del pueblo y dos o tres Músicos.

JENKIN
Ven, Nick, toma a Joan Miniver para continuar con el baile; Jack Slime, forma pareja con Cicely Milk-pail, yo me pondré con Jane Trubkin, y Roger Brickbat con Isabel Motley; y ahora que están ocupados en el salón, venid, tocad, continuaremos la celebración el jardín.

NICHOLAS
35
Mi humor no es interminable: no poseo facilidad para bailar, aunque puedo andar a paso ligero; sin embargo, puesto que estoy en manos de Cicely Milk-pail, doy mi consentimiento.

JACK
En verdad, Nick, aunque no nos criaron como sirvientes de la corte, sí que nos educaron con la gente del servicio, sí, y también con la gente del Señor, pues nos criaron para servir a las ovejas, los bueyes, los caballos, los cerdos y seres similares; y aunque solo seamos del campo, a la hora de dedicarnos al baile podemos hacer los mismos movimientos que los sirvientes de la corte.

ROGER
Sí, incluso el paso cruzado.

JENKIN
Slime, Brickbat, ¿no sabéis que las comparaciones son odiosas? Ahora también somos nosotros mismos odiosos, por lo que no se pueden hacer comparaciones entre nosotros.

NICHOLAS
39
Soy lacónico y no superfluo; 
soy combativo pero no sedicioso;
soy pacífico y no conflictivo;
soy conciso pero no compendioso. 

JACK
40
Ven rápido. Si la música no vence a mi melancolía, discutiré; y si no empieza de inmediato, en breve pelearé contigo.

JENKIN
¡Sin disputas, por el amor de Dios! De verdad, si lo hacéis, un servidor se interpondrá entre vosotros.

JACK
He venido a bailar, no a discutir. Decidme, ¿qué vamos a bailar? ¿Rogero?

JENKIN
Rogero? No. Bailaremos El inicio del mundo.

CICELY
Nada me gusta bailar tanto como John, ven y bésame.

NICHOLAS
45
Yo, que he trabajado lo suficiente para ganarme una vida más acomodada, pido el baile del cojín.

ROGER
Por mi parte nada me place tanto como el baile popular de Tom Tyler.

JENKIN
No, bailaremos La caza del zorro.

JACK
¡La danza del heno! No hay melodía alguna como esa.

NICHOLAS
Ya lo he dicho, lo digo y lo volveré a decir...

JENKIN
50
Todo el mundo tendrá que estar de acuerdo con lo que Nick proponga.

TODOS
De acuerdo.

NICHOLAS
Ha sido, es y será...

CICELY
¿Cuál, señor Nicholas, cuál?

NICHOLAS
Ponte la camisa el lunes.

JENKIN
55
Muy bien, el baile saldrá a la perfección. Vamos, por el amor de Dios, elegid alguna pieza. Si no queréis, dejádselo a los músicos, o dejadme elegir a mí y bailaremos El rondó de Sellenger.

TODOS
¡Esa, esa, esa!

NICHOLAS
No, estoy resuelto a que sea de la siguiente manera: primero tomaos de las manos, y después poned vuestros pies en el suelo.

JENKIN
¿Por qué, vas a hacer que pongamos pies en polvorosa?

NICHOLAS
No, pero voy a hacer que agitéis con energía vuestras extremidades. ¡Que dé comienzo la música!

Los músicos tocan. Los criados bailan; Nicholas, bailando, intenta hacer alarde con su forma de hablar majestuosa, pero no lo consigue; los demás reflejan con su habla su origen campestre.

JENKIN
60
¡Ea! ¡Con alegría, mis muchachas! ¡Ahora es vuestro turno!

[Salen.]

[1.3 / ESCENA 3]

Suenan trompas.
Entran sir Charles Mountford, sir Francis Acton, Malby, Cranwell, Wendoll, halconeros y cazadores.

SIR CHARLES
61
¡Bien liberado! ¡Arriba, arriba! ¡Así se vuela! 
Oh, ahora desciende en su vuelo y derriba
a la presa al suelo como un rápido trueno.

WENDOLL
62
Acaba de quitar diez ángeles de oro de mis manos.

SIR FRANCIS
63
Y cien libras de las mías.

SIR CHARLES
64
¡Aquí, halconero!

HALCONERO
65
 ¡Voy, señor!

SIR CHARLES
66
Ahora que ha cogido la presa y empieza a desplumarla, 
no la llames para que vuelva; mantente sigiloso y vigílala. 
Y entonces, ¡agarras su lonja, su pihuela, y sus cascabeles!
¡Ve!

SIR FRANCIS
67
Mi halcón también la mató.

SIR CHARLES
68
Sí, pero fue cuando ya estaba en tierra,
no durante el vuelo como el mío.

SIR FRANCIS
69
¡Den su opinión, señores!

CRANWELL
70
El suyo falló al no matarla al otro lado del río.

WENDOLL
71
Sí, pero nuestro esmerejón desplumó primero al ave,
y la atacó dos veces de nuevo en el río.
Sus cascabeles, sir Francis, no tenían cada una un peso diferente, 
ni había una diferencia de un semitono entre ellas. 
Opino que estos cascabeles de Milán suenan demasiado,
y que arruinan el vuelo ascendente de vuestro halcón.

SIR CHARLES
72
Habéis perdido la apuesta.

SIR FRANCIS
73
No lo admito. El mío igualmente agarró a la presa
entre sus talones, y pudisteis ver sus garras
llenas de plumas; tanto sus espolones
como sus garras delanteras la han cogido más que el otro halcón.
La correa de sus patas estaba manchada de sangre,
no solo de la presa; le arrancó
algunas plumas, pero se le escapó.
Vuestro halcón no es sino un ladrón.

SIR CHARLES
74
¿ Qué decís?

SIR FRANCIS
75
Sí, y vuestros canes son perros callejeros sin raza alguna.

SIR CHARLES
76
Hacéis que me hierva la sangre.
No os habéis guardado ningún buen perro en su perrera,
ni un buen halcón en su percha.

SIR FRANCIS
77
¿Qué decís, caballero?

SIR CHARLES
78
¿No es así, caballero? ¿Y vuestras bravatas, señor?

SIR FRANCIS
79
¡Vaya! ¿Qué decís que he hecho?

SIR CHARLES
80
¡Ea! Digo, señor,
que ganaréis lo mismo por alardear
que por las apuestas que habíais hecho por vuestros perros.
Os quedaréis corto en ambos casos.

SIR FRANCIS
81
¡No en esto!
¡Os mataré!

[Ataca a sir Charles.]

SIR CHARLES
82
Irás a tu tumba,
o será menester poner en uso mi testamento.

SIR FRANCIS
83
Todos los que tengan en estima a sir Francis, ¡que me sigan!

SIR CHARLES
84
Todos los que tengan aprecio a sir Charles, ¡desenvainad junto a mí!

CRANWELL
85
Mi mano se inclina hacia este lado.

WENDOLL
86
Aquí reposa mi corazón.

Se dividen. Sir Charles, Cranwell, el halconero y el cazador luchan contra sir Francis, Wendoll, su halconero y su cazador; sir Charles les aventaja, les hace retroceder, y mata a los hombres de sir Francis.
Salen todos menos sir Charles.

SIR CHARLES
87
Dios mío, ¡qué he hecho! ¡Qué he hecho!
Mi ira se ha precipitado en un mar de sangre,
en el que mi alma yace y se hunde. Pobres inocentes,
¡por quienes debemos responder! Bien, ya está hecho,
y yo he quedado como el vencedor. Una gran conquista,
aun cuando daría mi mano derecha, no, mi cabeza incluso,
¡por devolverles de nuevo la vida que les he arrebatado!
Dios, perdóname, fue por el fuego que corre por mis venas
y la ira que hizo que dejase de ser yo mismo.
No fui yo, sino mi ira, quien hizo este vil asesinato.
Y sin embargo soy yo, y no mi ira, quien debe responder.
Sir Francis Acton ha abandonado el campo
y con él todos los que tomaron parte en su pelea;
y yo me he quedado solo con mi miserable tristeza,
ahora que el orgullo por vencer ha sido superado.

Entra Susan.

SUSAN
88
¡Oh, Dios mío! ¡Mi hermano herido entre los muertos!
¡Qué broma infeliz con un final tan severo!
El rumor de este terrible acontecimiento alcanzó mis oídos
y he venido para saber si habías sido herido.

SIR CHARLES
89
¡Oh, hermana, hermana! Herido en el corazón.

SUSAN
90
¡Dios nos libre!

SIR CHARLES
91
Al hacer lo que nuestro Señor nos prohibió
he sido herido, hermana.

SUSAN
92
Espero que no haya sido en el corazón.

SIR CHARLES
93
Sí, en el corazón.

SUSAN
94
¡Oh, Dios mío! ¡Un médico, aquí!

SIR CHARLES
95
Haz llamar a un médico, hermana, ¡pero para mi alma!
El pecado del asesinato ha perforado mi corazón
y ha creado allí una herida grande; pero estos rasguños
no son nada, nada.

SUSAN
96
Charles, ¿qué has hecho?
Sir Francis tiene amigos importantes y te perseguirán
hasta que te sea infligido el máximo castigo de la ley.

SIR CHARLES
97
Mi conciencia se ha convertido en mi enemiga
y me perseguirá mucho más de lo que pueda hacerlo Acton.

SUSAN
98
¡Oh, huye, mi querido hermano!

SIR CHARLES
99
¿Debo huir de ti?
¿Por qué, Sue, acaso estás cansada de mi compañía?

SUSAN
100
¡Huye de tus enemigos!

SIR CHARLES
101
Tú, hermana mía, eres mi amiga,
y al huir de ti buscaría mi fin.

SUSAN
102
Tu compañía me es tan querida como mi propia vista;
si estoy lejos de ti no tendré consuelo alguno.
¡Pero aun así huye para salvar tu vida! ¿Qué me importaría
pasar mi vejez en la más oscura tristeza,
si estuvieses a salvo? Y sin embargo vivir una semana
sin mi hermano Charles hará que el torrente de lágrimas
resbale por mis mejillas con abundancia,
hasta crear una orilla a cada lado
y en medio un cauce; así dos arroyos
de agua salada encontrarán su sitio en mi rostro.

SIR CHARLES
103
No tendrás que llorar tanto, porque me quedaré
a pesar del acecho del peligro. Viviré contigo
o no viviré en absoluto. No venderé
mis tierras y el patrimonio de mi padre,
ni tu dulce visión, por una vana esperanza de vida.

Entra el alguacil con los oficiales armados.

ALGUACIL
104
Sir Charles, he sido convertido en el reticente instrumento
de vuestro arresto y aprehensión.
Siento que la sangre de hombres inocentes
le sea exigida. Me dijeron
que estabais protegido por un batallón de amigos,
de ahí que venga armado.

SIR CHARLES
105
¡Oh, señor alguacil,
llegué al prado con muchos amigos,
pero mire, todos me han abandonado; solo una
no se separa de mi triste infortunio, mi querida hermana.
Sé que sois un hombre honrado;
rindo mis armas y me entrego a vos.
¡Conducidme donde queráis!

ALGUACIL
106
A prisión, entonces,
para responder por las vidas de estos hombres fallecidos.

SUSAN
107
¡Oh, Dios mío! ¡Dios mío!

SIR CHARLES
108
Mi dulce hermana, cada esfuerzo
del dolor de tu corazón hace aumentar mi pena;
tu aflicción me inunda y golpea contra mi pecho.

ALGUACIL
109
¿Señor, nos vamos?

SIR CHARLES
110
Allá donde creáis conveniente.

[Salen.]

[2.1 / ESCENA 4]

[Mansión de los Frankford.]
Entra el señor Frankford envuelto en sus pensamientos.

FRANKFORD
111
¡Soy tan feliz comparado con otros
que en mi modesto estado acojo la satisfacción!
Soy un noble y por nacimiento;
compañero de un monarca; un rey no podría ser más.
Poseo muchos ingresos,
suficientes para mantener a un hombre de mi categoría.
Por lo que respecta a mi mente, he estudiado todas las artes;
las riquezas de mis pensamientos y de mi tiempo
han dado sus frutos; pero la principal
de todas las alegrías terrenales
es tener una esposa bella, inmaculada y cariñosa;
toda perfección, toda verdad, toda adornos.
Si hay un hombre en la Tierra que pueda llegar a ser feliz de verdad
por todo aquello que posee, entonces yo soy ese ser.

Entra Nicholas.

NICHOLAS
112
Mi señor, hay un gentilhombre que espera
para hablar con vos.

FRANKFORD
113
¿Viene a caballo?

NICHOLAS
114
Sí, señor.

FRANKFORD
115
Ruégale que baje de su montura, le recibiré.
¿Le conoces, Nick?

NICHOLAS
116
Sí, mi señor; su nombre es Wendoll.
Parece que llega apresurado: su caballo está salpicado
de lodo hasta los flancos; él mismo también está todo manchado
de salpicaduras. Seguramente se montó por miedo
o por una apuesta. Tanto el caballo como su jinete llegan sudados;
nunca vi a dos seres tan sumamente acalorados.

FRANKFORD
117
Pídele que entre, ¡díselo de inmediato!
[Sale Nicholas.]
Ese tal Wendoll ha llamado mi atención,
y la observación de su actitud me ha complacido;
he notado muchas buenas cualidades en él.
Es amable y versado en muchos asuntos
y sabe dialogar bien; es un buen compañero;
y aunque dispone de pocos recursos es un hombre de buena familia,
aunque algo empujado por la necesidad.
Le tengo en segundo lugar en mi estima
y en mi mejor consideración posible.

Entran Wendoll, la señora Frankord [(Anne)], y Nicholas.

ANNE
118
¡Oh, señor Frankford! El señor Wendoll
os trae las noticias más extrañas que hayáis escuchado jamás.

FRANKFORD
119
¿Qué noticias, mi dulce esposa? ¿Qué noticias, buen señor Wendoll?

WENDOLL
120
¿Conocíais la apuesta hecha entre sir Francis Acton
y sir Charles Mountford?

FRANKFORD
121
Sí, con sus perros y sus halcones.

WENDOLL
122
Ambas partidas tuvieron lugar.

FRANKFORD
123
¿Sí? ¿Y quién ganó?

WENDOLL
124
Sir Francis, el hermano de vuestra esposa, no tuvo tanta suerte
y perdió la apuesta.

FRANKFORD
125
Bueno, el azar no estuvo de su parte;
puede que otro día el destino
cambie su suerte.

WENDOLL
126
¡Oh, pero no lo habéis oído todo!
Sir Francis perdió, y aun así era reticente a ceder.
Al final aumentaron las diferencias entre los dos caballeros,
pasaron de las palabras a las espadas, y esto afectó a sus bandos;
con lo cual el osado sir Charles, en su estado de ira,
mató a dos de los hombres de vuestro hermano; a su halconero
y a su buen cazador, a quien tenía en gran estima.
Fueron heridos varios hombres, pero ninguno más perdió la vida.

FRANKFORD
127
En verdad os digo que lo siento mucho por el caballero.
Pero ¿está mi hermano a salvo?

WENDOLL
128
Del todo sano y salvo,
su cuerpo no ha sido marcado por ninguna herida.
Pero el pobre sir Charles está siendo conducido a prisión
para responder en el juicio por aquellos que han fallecido.

FRANKFORD
129
Os lo agradezco, señor. Sé que preferiríais haber venido
con noticias más gratas si hubiese estado en vuestras manos, señor Wendoll.
Sir Charles encontrará amigos impasibles; su caso es atroz
y será juzgado con mucha severidad.
Siento lástima por él. Señor, quisiera tener unas palabras con vos.
Sé que sois un gentilhombre en todos los aspectos,
a pesar de disponer de pocos recursos: no dudéis
en hacer uso de mi mesa y de mi bolsillo;
son vuestros.

WENDOLL
130
Oh Dios, señor, nunca sería digno de ellos.

FRANKFORD
131
Oh, señor, no menospreciéis demasiado vuestra valía:
estáis lleno de virtudes y buenas cualidades.
Elegid a aquel de mis hombres que queráis que os atienda
y es todo vuestro. Os proveeré, señor, con vuestro propio criado,
vuestro caballo y vuestra comida,
todo a mi cargo; ¡sed mi compañero!

WENDOLL
132
Señor Frankford, he estado en deuda con vos a menudo
por las veces que me habéis ayudado; pero esta las sobrepasa a todas,
tanto que nunca seré digno del más mínimo favor suyo;
y si alguna vez olvido esta última cortesía,
¡que a mi alma le sea negado el cielo por esa deuda tan grande!

FRANKFORD
133
No hay necesidad de protesta alguna, pues sé que sois
una persona virtuosa y, por tanto, agradecida. Te lo ruego, esposa mía,
¡trátale con la máxima cortesía!

ANNE
134
Además de lo que se puede extender vuestra modestia,
es mi deber recibir a vuestro amigo.

FRANKFORD
135
¡Vamos a cenar! Venid, señor, ¡desde este día
sois bienvenido a mi lado! ¡Venid, vamos!

Salen Frankford, la señora Anne y Wendoll.

NICHOLAS
136
No me gusta este hombre de ninguna manera:
nunca le había visto y sin embargo mi corazón ya se ha afligido.
¡Rayos y centellas! Podría batirme con él, aún sin saber el motivo;
el diablo y él están al mismo nivel para mí.

Entra Jenkin.

JENKIN
¡Oh, Nick! ¿Quién es ese hombre que viene a quedarse en nuestra casa? Mi señor le permitió tener a alguien que le sirva, y yo creo que te tocará a ti ser su criado.

NICHOLAS
138
Le tengo mucho aprecio a mi amo, te lo prometo por estos puños;
pero antes que servirle a ese hombre,
prefiero abandonar a mi señor.

Entra Cicely.

CICELY
¡Nicholas! ¿Dónde estáis, Nicholas? Debéis venir, Nicholas, y ayudar al joven señor a quitarse las botas.

NICHOLAS
140
Si le cojo las botas, me comeré las espuelas
y se clavarán en mi garganta cual espina del erizo.

CICELY
¡Jenkin, ven tú entonces!

JENKIN
Es inútil que me niegue. Mi amo me ha dado un uniforme, pero se ha tomado la molestia de cepillarlo una o dos veces al día con una vara de acebo.

CICELY
Ven, ven, date prisa, que tienes que volver a lavarte las manos y ayudar a servir la cena.

JENKIN
Como pueden ver, mis señores, aunque para ustedes sea por la tarde, para nosotros es todavía temprano, pues la hora de la cena todavía no ha llegado. Esperen aquí un poco; iré adentro y ayudaré a servir el primer plato, y volveré de inmediato con ustedes.

Salen.

[2.2 / ESCENA 5]

[La cárcel]
Entran Malby y Cranwell.

MALBY
145
Hoy es el día del juicio; le ruego que me diga,
¿cómo le ha ido al joven sir Charles? ¿Ha sido absuelto
o debe enfrentarse al severo castigo de la ley?

CRANWELL
146
Se le han retirado todos los cargos, a pesar
de sus enemigos, cuyo principal objetivo fue quitarle la vida.
Pero en este proceso de absolución ha gastado
toda la fortuna que su padre le legó;
y ahora se ha convertido en un simple campesino,
cambiado en todos los aspectos. Mire, señor, por allí viene.

Entran sir Charles y su guardián.

GUARDIÁN
147
Págueme por custodiarle y entonces podrá ser libre.

SIR CHARLES
148
Aquí tiene, señor Guardián, tome
lo poco que me queda de mi riqueza. Mis severos enemigos
han aligerado considerable mi bolsillo; pero, ay de mí,
es fortuna suficiente el que me hayáis dejado en libertad.

MALBY
149
¡Dios os dé alegr ía por vuestra liberación!
Estoy contento de veros fuera, sir Charles.

SIR CHARLES
150
El caballero más pobre de toda Inglaterra, señor Malby.
Mi vida me ha costado todo el patrimonio
que mi padre dejó a su hijo. Bien, ¡que Dios perdone
a los autores de mis penurias!

Entra Shafton.

SHAFTON
151
¡Sir Charles! ¡Deme la mano, deme la mano!
¿Estáis en libertad? Por mi fe, soy feliz de poder presenciarlo.
¿Qué deseáis? ¿En qué puedo complaceros?

SIR CHARLES
152
¡Ay de mí! ¡Oh, el noble más infeliz!
No merezco tener amigos que se conmuevan por mí,
y cuyas manos me pueden ayudar en esta caída en la necesidad.
Desearía estar en el Cielo, para heredar allí
el derecho de nacimiento que conserva mi Salvador
y que no puede ser comprado o vendido;
pues aquí en la Tierra, ¿en qué placeres podemos confiar?

SHAFTON
153
Para libraros de estas reflexiones,
recibiréis por mi parte trescientas libras; no,
quinientas para ir sobre seguro. Venid, señor, la visión del oro
es la respuesta más dulce para la melancolía
y reavivará vuestro espíritu. Debéis enfrentaros delante de la justicia
con vuestros orgullosos adversarios. Venga, dejad que Francis Acton
arriesgue conmigo todos los ingresos que su título de caballero le reporta,
y sucumbirá, ya lo hará. No, mi buen sir Charles,
aplaudid vuestra suerte y favorable huida
de todos esos peligros.

SIR CHARLES
154
¡Oh, señor! Me han arruinado.
Dos mil quinientas libras al año
fue lo que me dejó mi padre a su fallecimiento
y el malicioso Acton ha hecho que lo gaste todo;
y a pesar de toda esta gran cantidad de gastos,
tuve muchas trifulcas para obtener mi libertad.
Y ahora solo me queda una casa de campo
y quinientas libras para mantenernos
a mi querida hermana y a mí.

SHAFTON
155
[Aparte.]
Eso he de obtener, pues su ubicación me conviene.
Si puedo poner un solo dedo aunque sea sobre él,
con mi mano entera exprimiré su corazón.
No es por amor que le ofrecí ese dinero,
sino para mi beneficio y satisfacción.
[En voz alta]
Venga, sir Charles,
sé que necesitáis el dinero; aceptad mi oferta.

SIR CHARLES
156
Señor, la acepto y quedo en deuda con vos
incluso con los pocos poderes que me quedan.
¡Vengan, señores, y vean cómo se entrega!

Salen.

[2.3 / ESCENA 6]

[Mansión de Frankford.]
Entra Wendoll con melancolía.

WENDOLL
157
¡En verdad soy un villano si concibo
semejantes pensamientos! E intentar llevarlos a cabo,
bribón, hará que estés condenado sin redención alguna.
Ahuyentaré esta pasión con una canción.
¡Una canción! ¡Ja, ja! ¡Una canción! ¡Qué estúpido! Como si
tus ojos pudieran nadar entre carcajadas mientras tu alma
se empapa y se ahoga entre rojas lágrimas de sangre.
Rezaré y veré si Dios siembra
mejores ideas en mi corazón. Sí, las oraciones son meditaciones,
y cuando medito (¡oh, Señor, perdóname!)
es acerca de sus perfecciones divinas.
La olvidaré; me prepararé
para no albergar pensamiento alguno de amor hacia ella;
y cuando me encuentre por casualidad en su presencia,
forzaré mis pupilas hasta que los nervios
de mis ojos se quiebren de tanto apartarlos.
(Entran Frankford, su esposa [Anne] y Nicholas y salen.)
¡Oh, Dios mío! ¡Dios mío! ¡Con qué violencia
me veo precipitado hacia mi propia destrucción!
Ahí estás, el ser humano más perfecto que Inglaterra
pueda convertir jamás en un gentilhombre,
¿y he de ser yo quien mancille su lecho? ¡Oh Dios del trueno!
Contén tus pensamientos de venganza e ira,
y prevén con tu mano todopoderosa que lo juzga todo
la rápida ejecución de este villano.
Un infame y traidor para con su amigo.

Entra Jenkin. [Wendoll no le presta atención.]

JENKIN
¿Su señoría me llamó?

WENDOLL
159
Él me mantiene, me da generosas cantidades
de dinero para gastar...

JENKIN
160
[Aparte] Por mi fe que no hacéis vos lo mismo conmigo: no recibo ni una sola moneda de vuestra mano.

WENDOLL
161
Mi caballo y mi sirviente.

JENKIN
[Aparte] Esos somos Sorrel y un servidor.

WENDOLL
163
Esta amabilidad no procede de relación alguna entre nosotros.

JENKIN
[Aparte] Ni ha hecho reparo alguno en las dotes de mi servicio.

WENDOLL
165
No está atado a mí por ninguna cualidad especial.
Soy un simple extraño, un pobre gentilhombre,
un hombre del que nada puede obtener.
Me tiene en la más alta consideración,
me ha convertido en compañero de lo mejor
de Yorkshire. No puede comer sin mí,
ni reír si no estoy; soy para su cuerpo
tan necesario como la digestión
y de igual forma hago que se encuentre bien o mal.
¿Y tengo que hacer daño a este hombre? ¡Ser vulgar! ¡Ingrato!
Tienes el poder, justo en tus sucias manos,
de arrancar tu imagen de su corazón sangrante,
de quitar tu nombre del sagrado libro de su memoria,
¿y pretendes mancillar el nombre de aquél que te tiene en tan gran estima?
¿O de desgarrar el corazón que ha sido atado al tuyo?
Y a pesar de todo tengo que hacerlo. Por eso, Wendoll, ¡estate contento!
Pues los villanos, incluso cuando quieren, ya no pueden arrepentirse.

JENKIN
[Aparte] ¡Qué humor más extraño tiene mi nuevo amo! Pido a Dios que no esté loco; si lo estuviese, no tendría ninguna intención de ir a servirle al hospital para enfermos mentales de Bedlam. Puede que su estado se deba a que me echa de menos.

WENDOLL
¡Vaya, Jenkin! ¿Dónde está tu ama?

JENKIN
¿Está su señoría casado?

WENDOLL
¿Por qué lo preguntas?

JENKIN
170
Porque vos sois mi amo; y si tuviese una señora, estaría contento, como buen sirviente, de cumplir con mis deberes para con ella.

WENDOLL
Me refiero a la señora Frankford.

JENKIN
Señor, su esposo se marcha fuera del pueblo y ella ha ido a acompañarle a montar en su caballo. ¿Lo ve, señor? Por aquí viene ella, y por allí me voy yo.

WENDOLL
¡Desaparece!

[Sale Jenkin.]
Entra la señora [Anne] Frankford.

ANNE
174
Qué bien que os encuentre, señor; en verdad,
justo ahora mi marido, antes de partir con el caballo,
tenía un gran deseo de hablar con vos; os hemos buscado
por toda la casa, hemos gritado por los jardines,
y hemos enviado a que os buscaran por todos lados,
pero no os hemos podido encontrar. Por ese motivo me ha pedido
que os dé en su nombre sus más atentos saludos.
No, más todavía: quiere que vos, como apreciación de su afecto,
o consideración de su amable amistad, os aventuréis en su ausencia
y ordenéis como si fueseis el señor de este hogar.
Quiere que comáis en su mesa, que hagáis uso de sus sirvientes,
y seáis tal Frankford en su ausencia.

WENDOLL
175
Le agradezco la estima que me tiene.
[Aparte]
Dadme un nombre, vosotros, cuyas lenguas infecciosas
están impregnadas de hiel y veneno: pensad en un hombre
que haya matado a vuestro padre, asesinado a vuestros hijos,
convertido a vuestras esposas en vulgares meretrices,
llamadme así, llamadme así; ¡pintad en mi cara
el título más deshonroso que le podáis dar a un bellaco
por planear traición contra tan verdadero amigo!

ANNE
176
Señor, sois muy atento con mi marido;
él os tiene en la más alta consideración.

WENDOLL
177
Estoy en deuda con vuestro marido y también con vos.
[Aparte]
No hablaré para herir a un gentilhombre
tan estimado, a mi buen amigo.
No lo haré. ¡Pardiez! No lo haré. Debo elegir,
¡y elegiré! ¿Debo seguir tan confundido
o debo añadir al escudo de mi padre
el título de villano?¿Si me resuelvo
a no hacerlo, qué puede hacer que lo cumpla?
¿Quién me puede obligar? ¿Qué triste destino
tiene el dominio sobre mis complacientes pensamientos?
No lo haré. ¡Ja! Siento cómo la furia me da punzadas;
las veloces Parcas me arrastran hacia las ruedas de su cuadriga
y me instan a obrar malvadamente. Tengo que decirlo:
¡perjudicarme a mí mismo, deshonrarla a ella, traicionar su confianza!

ANNE
178
¿No os encontráis bien, señor, que parecéis estar afligido?
Hay conflicto en vuestro rostro.

WENDOLL
179
Y en mi corazón, ángel bello, casto e inteligente.
¡Os amo! No digáis nada, no contestéis.
Os amo. No, dejad que os diga el resto;
mandadme callar y llamaré como testigos
a los ejércitos del Cielo.

ANNE
180
Los ejércitos del Cielo prohibirán
que el señor Wendoll albergue pensamientos tan desleales.

WENDOLL
181
Ese es mi destino; con este traje nací, para vestir
con la corona de los ricos placeres o con el desdén de la fortuna.

ANNE
182
Mi marido os quiere.

WENDOLL
183
Lo sé.

ANNE
184
Os aprecia tanto
como su cerebro, su vista o su corazón.

WENDOLL
185
Lo he comprobado.

ANNE
186
Su bolsillo es vuestro erario y os sirve su comida
con generosidad.

WENDOLL
187
Soy consciente de ello.

ANNE
188
¡Oh! ¿Con qué cara de insolencia y con qué ceño de acero
podéis hablar sin vergüenza alguna a la cara
de la esposa de un amigo tan querido?
Es mi marido quien os mantiene.
¿Vais a deshonrar a aquel que ha dejado
todos sus asuntos en vuestras manos? Yo soy su esposa,
y es a mí a quien os dirigís.

WENDOLL
189
No habléis más;
pues todo esto ya lo sé, y lo tengo grabado en la memoria
de pétalos rojos que es mi corazón.
Bella y querida por todos, no tenía miedo
de dejar mi vida en vuestras manos de forma tan honesta
ni de poner en peligro todas mis posesiones terrenales.
Id, decídselo a vuestro marido; él me abandonará
y entonces estaré arruinado. No me importa,
porque ha sido por vos. Quizás en su furia me mate;
no me importa, por vos ha sido. Pensad que atraigo
sobre mi persona el nombre de villano por todo el mundo,
de traidor a mi amigo; no me importa.
Indigencia, remordimiento, muerte, calumnia y reprobación.
Por vos lo arriesgaría todo. Sí, ¿qué me importa?
Por vos viviré y en vuestro amor he de morir.

ANNE
190
Hacéis que sienta pasión y lástima, señor.
El amor que le tengo a mi marido es tan valioso para mí
como la salud de mi alma.

WENDOLL
191
El mismo tengo por vuestro marido,
y por su amor arriesgaré mi vida.
No me malinterpretéis; el aumento
de mi afecto sincero hacia vos
no hace que disminuya ni un ápice mi aprecio hacia él.
Seré discreto, mi dama, tan enigmático como la noche;
y ni la luz de una pequeña pero gloriosa estrella
brillará en mi frente para revelar
el acto de la noche.

ANNE
192
¿Qué puedo decir?
Mi alma está deambulando, se ha perdido en su camino.
¡Oh, señor Wendoll! ¡Oh!

WENDOLL
193
No suspiréis, mi dulce ángel,
pues cada suspiro vuestro arranca de mi corazón
una gota de sangre.

ANNE
194
Nunca antes he perpetrado ofensa alguna:
temo que la culpa esté escrita en mi frente.
A las mujeres que son despojadas de toda honra
se les nota en sus rostros las transgresiones que han cometido.
Me estoy ruborizando, estoy avergonzada.
¡Oh, señor Wendoll, ruego a Dios no haber nacido
para maldecir vuestra lengua, que me ha hechizado!
Este dilema en el que me encuentro temo que resulte ser el laberinto del pecado.

Entra Nicholas [Anne y Wendoll no le ven.]

[3.1 / ESCENA 7]

Casa de sir Charles Mountford.
Entran sir Charles Mountford y Susan.

SIR CHARLES
195
Hermana, ves que esta medida desesperada nos mueve
a quedarnos con esta humilde casa que no hemos vendido.
Me veo entonces obligado a dedicarme a la agricultura
y tú al ordeño de leche. ¿No tendremos una buena vida así?
Le doy gracias a Dios por todo esto.

SUSAN
196
¡Oh, hermano! He aquí un cambio,
pues el viejo sir Charles murió en la casa de nuestro padre.

SIR CHARLES
197
Todo cambia en este mundo, a mejor o a peor.
La satisfacción es un reino y yo llevo su corona.

Entra Shafton con un sargento.

SHAFTON
198
¡Buenos días, buenos días, sir Charles! ¡Pero cómo!
¿Con vuestra hermana y a cargo de la labranza de estas tierras?
(Sargento, manténgase a cierta distancia.) Aquí tenéis
una bonita casa y un bello jardín, y buena tierra.
Puesto que está situada tan cerca de una de las fincas
que compré hace poco, de buen grado os la compraría. Os daría...

SIR CHARLES
199
Oh, perdóneme; esta casa ha pertenecido
a mí y a mis progenitores durante trescientos años.
Mi tatarabuelo fue quien dio comienzo a nuestro título,
cuando residía aquí, y en estas tierras hizo que incrementaran
sus posesiones hasta la gran suma que mi padre me dejó.
Donde él, el primero de nuestro nombre, empezó
es donde yo que soy el último acabaré, y mantendré esta casa,
esta tierra virginal, nunca desflorada
por nadie pródigo fuera del linaje de los Mountford.
En definitiva, no la vendería ni por todo el dinero
que pudieseis esconder o con el que
pudieseis adoquinar el terreno.

SHAFTON
200
¡Ja, ja! ¡Una mente llena de orgullo y el bolsillo de un mendigo!
¿Dónde están mis trescientas libras, además de los intereses?
He traído una orden judicial para incautar vuestros bienes
como pago. ¡Bien! ¿Tenéis mi dinero listo?

SIR CHARLES
201
¿Una orden judicial, señor, y sin decirme
que me habéis encausado por esta deuda? Sois en extremo riguroso.

SHAFTON
202
Vendedme la tierra y os absolveré de inmediato.

SIR CHARLES
203
¡Ay, ay! Es todo lo que las dificultades me han dejado
para mantenernos a mí y a mi pobre hermana.
Si fuese vendida, entonces nuestros nombres serían borrados
de la lista de familias de buena cuna. Podéis ver
las acciones desesperadas a las que hemos recurrido
para mantenerla todavía ligada a nuestro nombre.
Mirad la palma de mi mano, el trabajo brilla en ella;
la pálida complexión de mi hermana, que nunca había afrontado
la ráfaga de un duro invierno sin una máscara o un abanico,
ha resistido con elegancia el frío invierno y sus desafiantes tormentas.

SUSAN
204
Señor, nos alimentamos con moderación, trabajamos duro
y dormimos intranquilos por reservarnos para nosotros
y nuestra descendencia este pequeño reducto de tierra.

SIR CHARLES
205
He acostumbrado tanto mi mente al ahorro
que le confieso que apenas puedo recordar
lo que significa una nueva moda o cómo se siente el tener seda
o satén entre mis manos. Sí, el orgullo se ha convertido
en un simple extraño para nosotros. Casi he olvidado
los nombres de todos los que fueron mis sirvientes.
No puedo nombraros a ninguno de mis perros
y eso que una vez de sus hocicos resonantes salía
toda la música que mi corazón había deseado. ¿Qué debo decir?
Para mantener este sitio, me he transformado a mí mismo.

SHAFTON
206
¡Arréstele, es mi demanda!
[A sir Charles]
Procesos y procesos judiciales
te mantendrán de manera irrevocable en perpetua servidumbre;
no, más todavía, te demandaré mediante apelación tardía
y cuestionaré tu antigua vida.
El guardián es mi amigo; tendrás grilletes
y un trato como ni los perros lo tendrían.
¡Lleváoslo!

SIR CHARLES
207
Demasiado temor mostráis.
Pero la adversidad es mi ama
y tengo que servirle. Mi dulce hermana,
con tus lágrimas no podrás ablandar
al hombre de piedra. Busca al hermano de mi padre,
a mis parientes y aliados; suplícales por mí
para que me rescaten de este malvado hombre
que busca mi ruina.

SHAFTON
208
¡Vamos, ponedle los grilletes! ¡Lleváoslo!
Me encargaré de que seas puesto lejos de la luz del día.

[Salen Shafton, el Sargento y sir Charles.]

SUSAN
209
Mi corazón se ha endurecido tanto por la escarcha creada por la pena
que ni la muerte podría atravesarlo. ¡Qué tirano tan terrible!
Así llevan los demonios a las almas condenadas al infierno.

[Se aparta a un lado.]
Entran sir Francis y Malby.

SIR FRANCIS
210
¡Otra vez a prisión! Malby, ¿has visto
a un pobre bribón que sea mejor torturado? ¿Vamos a oír
la música de su voz al gritar por la rejilla de su celda que da hacia la calle
"algo de comer, por el amor de Dios"?
No, no. Mi venganza no es aún completa. Dicen que tiene
una bonita doncella por hermana; ¿y si por piedad hacia él
y hacia toda su familia, sobornar a esa infeliz para que pierda su honra
por un deseo lujurioso e impuro? Seré generoso en mi proposición
y, cuando lo haya llevado a cabo, sonreiré
al ver por su humillante desgracia.

MALBY
211
Opino, sir Francis, que os habéis vengado ya
por muchos más daños de los que él os pueda causar.
¡Mirad el estado de la pobre dama!

SIR FRANCIS
212
¡Ja, ja! Ahora haré burla de su pobreza,
me mofaré de su suerte y de su vulgar clase;
odio de todo corazón el apellido Mountford.
¡Pero espera, corazón! Oh, ¡qué mirada ha volado
desde tus ojos penetrantes hasta dar con mi alma!
He sido hechizado; todas mis ansias han desaparecido,
y solo con una mirada toda mi ira maliciosa dada por muerta.

SUSAN
213
¡Acton! ¡El que viene en busca de nuestra sangre!

Sale [Susan,] corriendo.

SIR FRANCIS
214
¡Oh, pura y bella!

MALBY
215
¡Sir Francis! ¡Cómo, sir Francis! ¿Sumido en un trance?
¡Sir Francis! ¿Qué os ocurre, señor? Venid, venid, ¿cómo os encontráis?

SIR FRANCIS
216
¿No os parece que era bella? ¿O es que acaso estos ojos
que juzgan no logran distinguir la belleza?

MALBY
217
Era hermosa.

SIR FRANCIS
218
Era un ángel en su forma más terrenal,
es imposible que sea descendiente del linaje del anciano Mountford.
¡Pero esperad, dejad que recupere mi buen juicio!
Es una muchacha muy pobre, hermana de mi mayor adversario,
¡y nuestras almas están enzarzadas en una seria guerra
la una contra la otra! ¿Cómo puede ser esto, Frank,
acaso eres un tonto o te has vuelto loco?
No, soy dueño del juicio más perfecto
y del sentido común más claro.
¿Entonces por qué me encuentro envuelto en este estado tan violento
de pasión y de amor? ¿Y hacia una persona tan diferente
en todos los aspectos y con la que tienes una relación tan enfrentada?
¡Al diablo! ¡Discutiendo contra mi propia alma!
De acuerdo; ganaré su amor o en el intento de encontrarla y tenerla
liberaré a mi alma de su prisión terrenal y obtendré el sueño eterno.

Salen.

[3.2 / ESCENA 8]

[Mansión de los Frankford.]
Entran tres o cuatro sirvientes, entre los que están el mayordomo Spiggot y Nicholas, uno con una bandeja y un cuchillo de madera para recogerlo todo, otro con la sal y el pan, otro con el mantel y pañuelos y otro con la alfombra. Jenkin va con dos candelabros detrás de ellos.

JENKIN
Bien, marchad en orden y retiraos en formación. Mi señor y sus invitados ya han cenado, y ya hemos recogido todo. Ahora preparad la cena para los sirvientes. Mayordomo, esto pertenece a tu cargo.

SPIGGOT
220
Lo sé, Jenkin. ¿Cómo se llama el señor que ha venido a cenar esta noche?

JENKIN
¿Quién, mi amo?

SPIGGOT
No, no, el señor Wendoll es ya un residente de esta casa. Me refiero al caballero que vino esta tarde.

JENKIN
Ese es el señor Cranwell. ¡Por el amor de Dios! Atención, mi amo me llama para que eche más leña al fuego. ¡Venga, venga! Señor, cuántos problemas tenemos en esta mansión los que trabajamos en ella. Que uno de vosotros ponga la alfombra en el salón y se prepare para apagar las luces; el resto preparaos para la cena. Encended más luces en la sala. Ven, Nicholas.

[Salen todos menos Nicholas.]

NICHOLAS
224
No puedo ni comer; pero si tuviese el corazón de ese Wendoll
lo devoraría. Ese canalla cada vez es más insolente;
he visto engaños tan viles e infames que hacen que mis ojos
quieran saltar de mi cabeza. Se lo diré a mi amo,
por mi aliento que se lo diré. Ocurra lo que ocurra,
se lo diré. Por aquí viene.

Entra el señor Frankford haciendo como si se estuviese sacudiendo las migas de su ropa con un pañuelo, recién levantado de la mesa después de la cena.

FRANKFORD
225
Nicholas, ¿qué haces aquí? ¿Por qué no estás
cenando en la sala con tus compañeros?

NICHOLAS
226
Señor, estaba esperando hasta que os levantaseis de la mesa
para hablar con vos.

FRANKFORD
227
Sé breve entonces, gentil Nicholas.
Mi esposa y mis huéspedes me esperan en el salón.
¿Por qué te detienes ahora? Bien, Nicholas, si lo que quieres es dinero
porque acabas, cual pródigo, con tu salario
antes de ganártelo, aquí tienes, media corona,
y no te la gastes toda enseguida. ¡Y ahora vete a cenar!

NICHOLAS
[Aparte] Por este puño puedo dar fe de que es un hombre en verdad honrado! No permitiré que le hagan daño.
ErrorMetrica
[En voz alta]
Señor, os he servido durante mucho tiempo; ya me teníais
con usted siete años antes de que os saliese barba; me conocéis
desde antes de conocer a mi ama.

FRANKFORD
229
¿Esto a que viene, buen Nicholas?

NICHOLAS
230
Nunca he sido una persona dada a crear conflicto
o un truhan; solo tengo un defecto, soy propenso a discutir,
pero no con las mujeres. Os diré, señor, algo que hará
que vuestro corazón salte dentro de vuestro pecho,
que vuestro pelo se erice, que vuestros oídos se estremezcan.

FRANKFORD
231
¿Qué preparación es esta para noticias tan funestas?

NICHOLAS
232
¡Por la sangre de Cristo! Señor, os quiero más
de lo que os estima vuestra esposa. Os lo diré todo.

FRANKFORD
233
Eres un bellaco, y ya tengo demasiado
con mi acostumbrada paciencia para contener mi ira
y no romperte la cabeza. Eres un bellaco.
Con tus viles insinuaciones te echaré
fuera de esta casa.

NICHOLAS
234
Hacedlo, señor, hacedlo.
No hay lugar en este edificio para mí y también para Wendoll,
ambos bajo el mismo techo. Oh, señor, señor,
¡ese Wendoll es un canalla!

FRANKFORD
235
¿De verdad, insolente?

[Frankford golpea a Nicholas.]

NICHOLAS
236
¡Pegad, pegad, pegadme si queréis! ¡Pero escuchadme!
No os estoy engañando; sé que una persona es vil
cuando la veo cometer vilezas. Señor, señor,
ese vulgar sinvergüenza disfruta de mi ama, y os deshonra a vos.

FRANKFORD
237
Me has asesinado con un arma
cuya punta afilada ha pinchado a través de mi cuerpo
hasta perforar mi tembloroso corazón. Gotas de frío sudor
reposan colgando de mis cabellos, como el rocío de la mañana
se acomoda sobre las flores doradas, y me veo sumergido
en extrañas agonías. ¿Qué has dicho? Cada palabra
que has dicho contra el crédito de él o la reputación de ella
es tan difícil de creer para mí como que un hombre
entre en el cielo con sus riquezas.

NICHOLAS
238
No hay nada que yo pueda ganar;
ninguno de los dos ha cometido ofensa alguna contra mí.
Sabía que era una tarea ingrata, y que quizás
me costaría mi trabajo o mi vida.
Todo esto ya lo sé; pero ni esto,
ni cien peligros más acechándome podrían disuadirme
de esconder esta injuria de vos. Lo vi y lo he dicho.

FRANKFORD
239
[Aparte]
Es algo probable. Aunque es una persona directa, también es honesta.
Aunque yo empeñaría mi vida y arriesgaría
la ansiada salvación de mi alma en su lealtad,
puede que esté demasiado seguro de su confianza.
¿Puede esto ser verdad? ¿Oh, es posible?
¿Hay probabilidad de que sea cierto? ¿Acaso se puede confiar
en algo tan mortal como un hombre o una mujer
cuando amigos y esposas demuestran ser tan desleales?
— ¿Qué evidencia tienes de esta extraña declaración?

NICHOLAS
240
Mis ojos, señor.

FRANKFORD
241
Tus ojos pueden haberse engañado,
pues si un ángel descendiera del cielo
y me hablase de esto que me has dicho
tendría mucho que hacer para que yo le creyese —
tanto confío en el amor de ambos hacia mí.

NICHOLAS
242
¿Debo entonces daros los detalles?

FRANKFORD
243
¡No digas nada más! Vete a cenar, ¡y ordena
a tus compañeros que nos atiendan a nosotros y a nuestros invitados!
Ni una palabra, ¡por tu vida! Mantenlo en secreto,
pues yo no sé nada.

NICHOLAS
244
Seré una tumba. Y ahora que he liberado a mi estómago,
voy a llenarlo con comida.

FRANKFORD
245
¡Vete!
[Sale Nicholas.]
Ella es de buena cuna, de origen noble; su educación
es encomiable; su reputación está en boca
de todo el país en cuanto a honestidad y virtud;
su actitud, su comportamiento, en todas las acciones
que afectan a su amor hacia mí, su marido, se ha mostrado
siempre como modesta, casta y devota. ¿Puede que esto
que en apariencia es oro sea en realidad vulgar cobre?
Pero él, ese Judas que ha cargado con mi bolsillo,
me ha vendido por un pecado. ¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío!
¿He de permitir semejante ofensa? ¡No! ¿He de confiar
en la simple declaración de este sirviente desconfiado,
antes que en esos dos corazones de origen noble, bañados
en el oro más fino? No, olvidaré estos pensamientos;
desterraré de mi ceño la distracción y exiliaré el triste desasosiego
de mi rostro. En mi lengua fluirán los favores
a los que están acostumbrados;
hasta que lo descubra todo, haré como si no supiese nada.
¡Traed velas y una mesa aquí! — ¡Esposa mía, señor Wendoll
y gentil señor Cranwell!
Entran la señora [Anne] Franford, el señor Wendoll, el señor Cranwell, y Nicholas y Jenkin con cartas, manteles, banquetas y otros enseres.
FRANKFORD ¡Oh! Señor Cranwell, sois un extraño aquí
y a menudo evitáis mi morada (¡en verdad, qué grosero sois!).
Ahora que ya hemos cenado, tenemos la mesa y las cartas.

JENKIN
¡Trae una baraja, Nicholas, y un mantel para cubrir la mesa! ¿Dónde está Cicely con las fichas? ¡Velas y candelabros ahí! [Entran sirvientes con las fichas y las velas.] ¡Por el amor de Dios! ¡Vaya sirvientes que tenemos en esta casa! Si no estuviésemos Nick y yo ... ninguno sirve para espantar gansos. — ¡Bien hecho, Nick!

[Los sirvientes ponen un mantel sobre la mesa y ponen las cartas y las velas. Salen todos los sirvientes menos Nicholas y Jenkin.]

ANNE
Decidme, señor Frankford, ¿quién será mi pareja en el juego?

FRANKFORD
Seré yo, querida esposa.

WENDOLL
No, por mi fe, señor, que si los dos están juntos no participaré. La señora Frankford tiene que jugar conmigo o no habrá partida.

FRANKFORD
250
No me gusta esa pareja.

NICHOLAS
[Aparte] No os falta motivo, por lo que sabéis.

FRANKFORD
No tiene tampoco mucha importancia. Ea, señor Cranwell, ¿vos y yo somos sus adversarios?

CRANWELL
Como gustéis, señor.

FRANKFORD
Tendré la mirada puesta en vos, señor Wendoll, pues sé que intentaréis engañarnos, al igual que mi esposa también tratará de hacerlo.

NICHOLAS
255
[Aparte] Sí, seguro que lo hará.

ANNE
¡Hagamos que aquellos que sean descubiertos en su mentira pierdan la partida!

FRANKFORD
Estoy de acuerdo; será difícil pero os descubriré.

CRANWELL
¿A qué jugamos, señores?

WENDOLL
Señor Frankford, vos sois excelente en el juego del ciego.

FRANKFORD
260
En absoluto, no debéis creerlo.

ANNE
No hay ningún juego que se me dé tan bien como el doble triunfo.

FRANKFORD
Si el señor Wendoll y mi esposa están juntos, no hay nadie que les gane jugando a dos bandos.

NICHOLAS
Señor, yo os puedo decir en qué juego destaca el señor Wendoll.

WENDOLL
¿Y cuál es ese, Nick?

NICHOLAS
265
Por la virgen, señor, el juego de eliminar a la jota.

WENDOLL
Ella y un servidor os venceremos si jugamos al perdedor ganador.

ANNE
¿Esposo mío, quizás sería mejor el juego del santo?

FRANKFORD
268
[Aparte]
Mi santa es la que se ha convertido en el diablo.
[En voz alta.]
No, no jugaremos al santo:
se te da bien, esposa mía, el juego de corazones.

WENDOLL
Si jugamos al juego de corazones, apuesto a que seré el primero en ganar de entre los dos.

FRANKFORD
270
[Aparte]
Es conmigo con quien están jugando. — Bien,
podéis elegir el bando perdedor; vuestro engaño será vuestra deshonra;
os enseñaré, en este baile de corazones, una nueva jugada.
¡Vamos, vamos!

CRANWELL
271
Si no podéis poneros de acuerdo con cuál elegir,
¡propongo el juego del primero!

WENDOLL
272
Nosotros dos seremos la primera pareja;
y mi querido anfitrión, si llega tarde, tendrá que quedarse a las puertas.

FRANKFORD
273
Sea quien sea quien gane, será por obra tuya.

CRANWELL
274
¡A fe, juguemos a doble triunfo, y decidamos las de más valor!

FRANKFORD
275
Si hablamos de más valor, concededme un deseo:
tendrán más valor el rey y la reina, y será excluida la jota.

WENDOLL
276
Como vos gustéis. Cortad la baraja. ¿Quién repartirá?

ANNE
277
Quien tenga la carta menor. ¿Qué sois, señor Wendoll?

[Wendoll corta la baraja.]

WENDOLL
278
Soy (el bribón de) la jota.

NICHOLAS
279
[Aparte]
Ya lo creo que lo sois.

[Anne corta la baraja.]

ANNE
280
Yo soy la reina.

FRANKFORD
281
[Aparte]
Una ramera, tendrías que decir.
— Estas cartas son mías.
[Frankford toma la baraja y la mezcla.]
Esas dos son las más repugnantes que he visto nunca.

ANNE
282
Mezclad; yo cortaré.
[Aparte]
¡Ojalá nunca le hubiese engañado!

FRANKFORD
283
He repartido mal.

WENDOLL
284
Señor, la culpa es mía; quería tener
esa reina más que nada, como podéis ver.
Dadme la baraja.

FRANKFORD
285
Mi mente no está puesta en el juego.
Cuanto más pierdo yo, mayor es vuestra deshonra.
¡Me habéis hecho una mala jugada, señor Wendoll!

WENDOLL
286
Señor, debéis tomar vuestras cartas. Para terminar con esta disputa,
le reconozco que antes le he repartido mejor a su esposa.

FRANKFORD
287
Entonces has actuado falsamente.

ANNE
288
¿Cuáles son los triunfos?

WENDOLL
289
Corazones. Compañera, robo una carta.

FRANKFORD
290
[Aparte]
Me has robado mi alma, su amor puro;
en tus falsos tratos me has robado el corazón.
[En voz alta.]
Jugáis sucio; prefiero el bando del perdedor,
sin corazón alguno, ya sea conmigo o bien en mi mano.
Abandono la partida, no me siento bien.
¿Quién se quedará entonces con mis cartas?

ANNE
291
¿No os encontráis bien, mi querido señor Frankford?
Ay, ¿qué os aflige? Parece un malestar repentino.

WENDOLL
292
¿Desde cuándo os sentís así, señor Frankford?

FRANKFORD
293
Señor, me encontraba lleno de vigor
y estaba sano, pero me empecé a sentir mal cuando empezasteis
con vuestros juegos. ¡Llevaos esta mesa!
[Entran los sirvientes y retiran la mesa, las cartas, etc.]
Gentil señor Cranwell, retiraos a vuestra habitación
cuando gustéis. Siento mucho que esta migraña me afecte
y me impida sentarme y estar en vuestra compañía.
Jenkin, trae algunas lámparas y guíale hasta sus aposentos.

[Salen Cranwell y Jenkin.]

ANNE
294
¡Traed una bata para mi marido, rápido!
Ha cogido frío o tiene un resfriado.

WENDOLL
295
De buena fe
que habéis enfermado por quedaros hasta tan tarde
sin vuestra bata.

FRANKFORD
296
Lo sé, señor Wendoll. Marchaos,
id a vuestra cama antes de que empecéis a quejaros como yo.
¡Esposa, os lo ruego, déjame irme a mi habitación!
La noche es cruda y fría, muy dada a que nos resfriemos.
Dadme mi bata y una vela; iré por mi propio pie.

WENDOLL
297
¡Mi buen señor, buenas noches!

FRANKFORD
298
¡Buenas noches, mi buen amigo!

[Sale Wendoll.]

ANNE
299
¿Queréis que os espere, querido marido?

FRANKFORD
300
No, querida esposa, o conseguirás resfriarte.
lo ruego, vete, querida; me apresuraré a ir a la cama.

ANNE
301
Sabed que no consentiré que el sueño se apodere de mis ojos
hasta que vengáis.

FRANKFORD
302
¡Mi dulce mujer, te lo ruego, vete!
(Sale Anne.)
Lo he estado pensando; tráeme poco a poco
la llaves de todas mis puertas para hacer su molde
en cera, obtener así una réplica perfecta
y conseguir nuevas llaves. Una vez conseguido,
me traerás una carta a una hora acordada,
y cuando crean que están más seguros en su juego,
más cerca estarán del peligro. Nick, debo depender
de tu confianza y tu máxima discreción.

NICHOLAS
303
Puede confiar en mi lealtad.

FRANKFORD
304
A la cama, pues, aunque no a descansar;
la preocupación se aloja en mi mente y el dolor en mi corazón.

[Salen.]

[3.3 / ESCENA 9]

[Casa del anciano Mountford.]
Entran Susan, el anciano Mountford, Sandy, Roder y Tydy.

ANCIANO MOUNTFORD
305
Decís que mi sobrino sufre en gran medida;
¿no se lo ha buscado él mismo con su indecente vida?
No puedo prestarle ni una moneda. Sí, debo reconocer
que es el hijo de mi hermano; pero, ¿y qué hago entonces, sobrina?
No es este un mundo para sentir lástima de los hombres.

SUSAN
306
No nací con la condición de pobre, aunque
su situación extrema hace que me dirija a vos de esta forma.
Insisto en que no habría fortuna alguna que fuese mía
que pudiese llevarme a actuar con tales pretensiones.
Os lo suplico, tío, por el honor de nuestra familia,
por vuestro sentido de la cristiandad, es más, por el amor de Dios,
tened piedad de su dolor. En la prisión se le ha negado
permiso y lo han encerrado en el peor calabozo
con otros condenados; solo le queda una gran cantidad
de grilletes, y por tanto está de vuestra mano el que sea libre.

ANCIANO MOUNTFORD
307
No puedo prestaros dinero. Todos deberían seguir mi consejo.
Perdió todo parentesco conmigo cuando la necesidad le acechó.

Sale.

SUSAN
308
El oro no es sino tierra; tendrás la suficiente
cuando reposes en tu tumba. Me conocéis, señor Sandy,
así como sabéis de nuestro pleito.

SANDY
309
Os conocía, señora, cuando vuestro padre vivía;
os conocía antes de que vuestro hermano vendiese sus tierras.
Entonces erais la joven dama Sue, envuelta en joyas;
cantabais bien y tocabais el laúd con dulzura;
mas ahora no os conozco ni a vos ni vuestras penurias.

[Sale.]

SUSAN
310
Vos, señor Roder, erais el inquilino de mi hermano;
os colocó sin renta alguna en esa rica granja
que poseéis.

RODER
311
Sí, lo hizo;
¿acaso no resido todavía allí por su bien?
Tengo asuntos que atender; pero, sin duda, aquellos
que le han traído este infortunio le ayudarán a salir.

Sale.

SUSAN
312
Todavía no encuentro consuelo. ¿Qué decís vos, primo Tydy?

TYDY
313
Opino que eso le pasó por alborotador y jactancioso.
No me llaméis primo; ¡cada cual por su lado!
Algunos hombres nacen para vivir con alegría, otros con tristeza;
pero yo no soy primo de aquellos que están en deuda.

Sale.

SUSAN
314
Oh, Dama de la Caridad, ¿por qué has huido al cielo
y dejado todo tan desigual en este mundo?
No responderé sus respuestas burlonas,
sino en silencio me lamentaré por su desdicha.

Entran sir Francis y Malby.

SIR FRANCIS
315
Como es pobre, probaré a tentarla con este dinero.
Ve, Malby, dáselo en mi nombre,
y yo esperaré tu respuesta.

MALBY
316
Bella dama, entiendo que vuestra pena
nace de vuestra necesidad, por lo que os traigo
medios en grandes cantidades para proveeros,
esta bolsa llena de oro que os ofrezco sin reservas.

SUSAN
317
¡Gracias al cielo! ¡Y gracias a vos, gentil señor;
que Dios me conceda devolverle el favor!

MALBY
318
Sir Francis Acton os envía este dinero
a través de mí, y os pide...

SUSAN
319
¿Acton? ¡Oh, por Dios! El nombre que he nacido para odiar.
¡Lejos de aquí, rufián! ¡Márchese, alcahuete! ¡Mire como rechazo su oro!
Mi honor nunca se venderá como posesión.

SIR FRANCIS
320
¡No se vaya, joven dama, no se vaya!

SUSAN
321
De vos me apresuraré a alejarme,
tan rápido como las palomas huyen de las plumas de las águilas.

[Sale.]

SIR FRANCIS
322
Ella odia mi nombre y mi rostro;
¿cómo podría enamorarla? Me menosprecian
por cada cosa que hago. Cuanto más me odia
y desdeña mi afecto, más cautivado estoy
de admiración por sus perfecciones puras y divinas.
No la puedo cortejar con mis regalos, pues todos los que envío
en mi nombre los repudia; ni tampoco con mi aspecto,
pues me aborrece al verme; ni siquiera con cartas,
porque no recibirá ninguna. ¿Entonces cómo?, ¿cómo?
Bien, tendré que asegurar un acto de tanta amabilidad
hacia ella que deberá vencer su odio y conquistarlo.
Sir Charles, su hermano, está en prisión
por una gran suma de dinero; y además están todavía
los cargos por la muerte de mis cazadores,
que solo yo tengo el poder de hacer que sean desestimados.
Enterraré en ella todo el odio que tengo hacia él.
¡Busca al guardián, Malby, y tráelo ante mí!
Para salvar su cuerpo, pagaré sus deudas;
y para salvar su vida retiraré la apelación que hice.

Salen.

[4.1 / ESCENA 10]

[La cárcel en el castillo de York]
Entra sir Charles en la prisión, con grilletes; con los pies descalzos y con su ropa rasgada y hecha harapos.

SIR CHARLES
323
¡Tú, el hombre más miserable sobre la faz
de la tierra exhala en esta mazmorra infernal tus lamentos!
¡Harapiento como un esclavo, encadenado como un criminal —
y arrojado a este deplorable estado!
¡Oh, tío desnaturalizado! ¡Oh, amigos ingratos,
¡Oh, parientes desagradecidos! Los Mountford son demasiado miserables
para dejar que este nombre se encadene en deshonor.
Y mientras tanto cien muertes en esta tumba me acechan;
el miedo, el hambre, el dolor, el frío, todas amenazan
con mi muerte y se reúnen para privarme de mi aliento.
Pero aquello que más me tormenta es que mi querida hermana
ha dejado de visitarme, y no me ha devuelto una respuesta
alentadora de mis amigos; por lo tanto, intuyo que no me ayudarán
en mi miseria. De ser así, que la vergüenza, la calumnia
y el desprecio sigan a sus pensamientos codiciosos;
¡que la necesidad forje sus tumbas! Que vivan como usureros,
¡y que mueran como esclavos!

Entra el guardián.

GUARDIÁN
324
Caballero, alégrate, pues te traigo
la libertad de todos tus problemas.

SIR CHARLES
325
Entonces estoy condenado a morir;
la muerte es el fin de la desgracia.

GUARDIÁN
326
Viviréis. los cargos contra vos ha sido retirados,
todas vuestras deudas pagadas, vuestros acreedores satisfechos
hasta con el último penique.
Como muestra de ello retiro vuestros grilletes.
No tenéis siquiera que darme mis honorarios:
todo ha sido saldado, todo pagado.
Sois libres de marchar a vuestra casa o a donde gustéis ir;
después de tanta miseria, acoged la paz.

SIR CHARLES
327
Las palabras que has dicho son para mí
la música más dulce que cualquier órgano haya tocado nunca.
¿Es esto un sueño o acaso mis sentidos despiertos
han comprendido la agradable muestra de estas alegres noticias?
¡Qué vil que fui por calumniar amigos tan decentes,
mis buenos parientes y aliados!
Lengua, te morderé por la insidia exhalada
contra familiares tan leales; todos ellos
llenos de piedad y de compasión,
de envolvente caridad y conmovedora misericordia.
Las palabras dichas antes surgieron de mi ira;
mis amigos son reflejo de esta época, generosa y libre.
El noble linaje de los Mountford nunca albergó
pensamientos de codicia o sentimientos deshonrosos.

Entra Susan.

SUSAN
328
[Aparte]
No puedo estar más tiempo sin visitar
a mi desdichado hermano. Mientras pude, mantuve
mis desafortunadas noticias alejadas de sus oídos.

SIR CHARLES
329
Hermana, ¡estoy tan en deuda contigo
y con tu esfuerzo!

SUSAN
330
¿Cómo, en libertad?

SIR CHARLES
331
Como puedes verlo, gracias a tus diligencias.
¡Oh! ¿A cuál de todos mis amigos
estoy obligado a agradecer? Mi tío Mountford
me quiso desde que era un niño; ¿acaso fue él?
También me quería mi primo Tydy; ¿fue él?
Y también el señor Roder y el señor Sandy.
¿Quién de entre todos ellos es el artífice de tan gran gentileza?

SUSAN
332
Charles, ¿por qué te burlas de mí en tu pobreza,
sabiendo que tus amigos se mofan de tu miseria?
Reconozco que estoy tan sorprendida por verte sin tus ataduras
y con las cadenas retiradas que me encuentro extasiada
en este laberinto de asombro,
y lo más importante es que desconozco qué medios
han propiciado esta alegría.

SIR CHARLES
333
¿Cómo? ¿Quién, si no mi tío,
mis primos o mis amigos? ¿Quién si no, te lo suplico,
tomaría la responsabilidad de pagar todas mis deudas?

SUSAN
334
¡Oh, hermano! Todos ellos son hombres de piedra,
figuras de mármol, tan faltos de piedad
como osos amenazados. Les rogué, les supliqué de rodillas,
les expliqué al detalle tus penurias y miserias,
de las que ellos hicieron burla; más que eso, negaron
cualquier unión con nosotros; con arrogancia
dijeron que cualquier lazo de parentesco desaparecía entre nosotros.

SIR CHARLES
335
¡Malvados! ¿En verdad hicieron eso? ¡Oh, qué crueles!
Los ricos se alejan de los pobres como los hombres buenos evitan al diablo.
¿Entonces de dónde procede mi libertad? ¿A qué ser vivo,
a excepción de ellos, merezco tanto?
¡Piensa, hermana, busca en tu memoria, recuerda!
He ayudado a estos, que siguen la costumbre de la sociedad:
al rico lo honran, mas al afligido lo desprecian.

SUSAN
336
Mi mente está confusa. Preguntémosle al guardián.

SIR CHARLES
337
¡Guardián!

GUARDIÁN
338
Aquí estoy, señor.

SIR CHARLES
339
Tenga la cortesía de responder a esta pregunta.
¿Quién ha sido el que me ha descargado
de mis deudas, retirado los cargos,
pagado mis gastos y conseguido mi libertad?

GUARDIÁN
340
Un caballero muy cortés, llamado sir Francis Acton.

SIR CHARLES
341
¡Acton! ¡Ay de mí! ¡Esto me angustia más
que todas mis penalidades! Encarceladme de nuevo,
ponedme el doble de cadenas, mis escasas comidas
disminuid a la mitad y encerradme en un calabozo
más profundo, más oscuro y más frío, más incómodo.
¡Liberado por Acton! Ni todas tus cadenas
podrían atar tanto mis pies como esta palabra
esclavizar mi corazón, y ahora debe estar encadenado
a una prisión más estricta que tu fría cárcel.
No soy libre. Salgo bajo fianza.

GUARDIÁN
342
Mis obligaciones han terminado, señor, y ya tengo mis honorarios.
Y como nosotros ganamos poco, no hay nada que perdamos.

SIR CHARLES
343
¡Liberado por mi peligroso enemigo!
¿Por qué, con qué fin? ¿Por qué razón? ¡Ja!
¡Permitid que olvide el nombre de enemigo
y que sospese con objetividad tan gran favor! ¡Ja!

SUSAN
344
[Aparte]
¡Por su amor por mí, a fe mía, que debe ser por eso!
Esa debe de ser la causa de estas circunstancias extrañas.

SIR CHARLES
345
Si esto hubiese venido de mi padre,
él que está obligado por ley de naturaleza
al deber del amor, hubiese merecido
el mejor de mis servicios para devolverle tal gracia.
Si hubiese procedido de mis amigos, o de él,
esta buena obra, hubiesen merecido mi vida.
Y más si fuese de un extraño, porque es menos probable
que tales hagan tan buenos actos.
Pero él, que no es ni padre, ni aliado, ni amigo,
y más que un extraño, tan distante por sangre
y enemigo tan opuesto en su corazón,
¡que tanta generosidad deba proceder de él!
¡Oh! Aquí me encuentro perdido. ¿Qué debo decir,
qué debo pensar, qué hacer para devolverle esta bondad?

SUSAN
346
Te preguntarás, estoy segura, de dónde puede proceder
en Acton esta extraña bondad. Te lo diré, hermano.
Tiene cierta inclinación por mí, y a menudo me ha enviado
regalos, cartas, y muestras de ello; los he rechazado todos.

SIR CHARLES
347
Tengo bastante, aunque soy pobre; tengo mi corazón
resuelto en un rico regalo para devolver mi deuda.

Salen.

[4.2 / ESCENA 11]

[Mansión de los Frankford.]
Entra Frankford con una carta en su mano y Nicholas con unas llaves.

FRANKFORD
348
Ha llegado la noche en la que debo actuar
para poner a prueba a dos aparentes ángeles. ¿Dónde están mis llaves?

NICHOLAS
349
Están hechas de acuerdo al molde de cera que me disteis.
Le dije al herrero que guardase el secreto, le di dinero,
y aquí las tenéis. ¡La carta, señor!

FRANKFORD
350
Es verdad, toma, aquí la tienes.
Y cuando me veas con mi mejor humor,
listo para sentarme a cenar, tráemela.

NICHOLAS
351
Lo haré; sin duda alguna así lo haré.

Sale.
Entran la señora [Anne] Frankford, Cranwell, Wendoll y Jenkin.

ANNE
352
[A Jenkin]
Eh, mozo, ya han dado las seis en punto;
ordenad que extiendan el mantel y que nos sirvan la cena.

JENKIN
En verdad, mi señora, que así se hará. ¿Dónde está Spiggot, el mayordomo, para darnos la sal y los platos?

[Sale.]

WENDOLL
354
Nosotros, que hemos estado cazando todo el día,
llegamos con los estómagos preparados. Señor Frankford,
os echábamos de menos en la caza.

FRANKFORD
355
Mi corazón estaba con vos, así como mi mente. —
Ea, señor Cranwell, todavía estáis triste. —
¡Un taburete, un taburete! ¿Dónde está Jenkin, y dónde está Nick?
Hace una hora que deberíamos haber cenado.
¿Sabéis de alguna buena noticia del exterior?

WENDOLL
356
No sé de ninguna que sea buena.

FRANKFORD
357
[Aparte]
Pero yo sí sé de muchas malas.

Entran Spiggot, el mayordomo, y Jenkin con un mantel, pan, platos y la sal. [Preparan la mesa y salen.]

CRANWELL
358
Opino, señor, que debéis tener más influencia
en el hermano de vuestra esposa, para que sea menos severo
en su duro enfrentamiento contra sir Charles, quien,
según tengo entendido, se encuentra en el castillo de York,
necesitado y con grandes privaciones.

FRANKFORD
359
Si no tuviese asuntos míos más graves
que me mantuviesen lejos, me habría esforzado
en conseguir la paz entre ellos; sí, lo habría hecho, señor.

ANNE
360
Le escribiré a mi hermano con seriedad
respecto a ese asunto.

WENDOLL
361
Una tarea caritativa
que atraerá la buena opinión
de todos vuestros amigos que os estiman, señora Frankford.

FRANKFORD
362
Vos sois uno de ellos; sé que queréis a sir Charles.
[Aparte]
Y demasiado a mi mujer.

WENDOLL
363
Él se merece la estima
de todo verdadero caballero. Juzguen ustedes mismos.

FRANKFORD
364
¡Pero traed la cena! Bien, si me quieres,
Wendoll, como estoy seguro de que lo haces, estate alegre,
agradable y jovial esta noche. Mi querido señor Cranwell,
haced vos lo mismo. Esposa, os confieso que mi corazón
nunca estuvo tan lleno de dulce entusiasmo. ¿Dónde están
esos vagos granujas que tienen que servirnos la cena?

Entra Nicholas.

NICHOLAS
365
Señor, hay una carta para vos.

FRANKFORD
366
¿De dónde procede y quién la trajo?

NICHOLAS
367
Un muchacho que está abajo esperando vuestra respuesta,
y por lo que dice ha sido enviada desde York.

FRANKFORD
368
Haz que entre en nuestra bodega y que pruebe
un poco de nuestra cerveza más fuerte; ¡ve, dale de beber!

[Frankford abre la carta y la lee.]

NICHOLAS
369
Le haré emborracharse si es un buen bebedor.

FRANKFORD
370
¡Mis botas y mis espuelas!
¿Dónde está Jenkin? ¡Que Dios perdone lo mucho
que he descuidado mi negocio! Esposa mía, mirad;
tengo un asunto que será juzgado mañana a las ocho en punto,
y mi abogado me escribe que tengo que estar allí temprano
y con evidencias, o si no sentenciarán contra mí. ¿Y mis botas?

Entra Jenkin con las botas y las espuelas.

ANNE
371
Espero que vuestros asuntos no requieran tanta atención
como para que partáis a caballo esta noche.

WENDOLL
372
[Aparte]
Y yo espero que sea así.

FRANKFORD
373
¡Oh, Dios mío! ¿No tanta prisa?
Jenkin, mis botas. ¿Dónde está Nick? Ensíllame el caballo ruano,
y el gris moteado para él. Tranquilo, gentil señor Cranwell,
solo me concierne a mí; señor Wendoll, en mi ausencia
haced uso de los mejores placeres de mi hogar.

WENDOLL
374
¡Por Dios! Señor Frankford, ¿vais a salir a caballo esta noche?
Es muy peligroso.

FRANKFORD
375
Entonces cabalgaré bien armado;
y también lo estará Nick, mi hombre.

ANNE
376
Entonces os despertaré a las cinco en punto de la mañana.

FRANKFORD
377
Por mi fe, esposa, no puedo confiar en ello;
no es nada fácil levantarse tan temprano por la mañana
y dejar a alguien a quien se quiere tanto. No, a fe mía,
no dejaré a tan dulce compañera,
sino con gran dolor. Me convertisteis en un holgazán
cuando os conocí.

ANNE
378
Pues entonces, si necesitáis partir en esta noche
tan peligrosa, señor Wendoll, os suplico que le acompañéis.

WENDOLL
379
Con todo mi corazón, mi querida señora. — ¡Traed mis botas!

FRANKFORD
380
¡Qué vergüenza, que por mis asuntos privados
tenga que causar tanto malestar a un amigo,
y ser una molestia para toda la casa! — ¡Nick!

NICHOLAS
381
¡En seguida, señor!

FRANKFORD
382
¡Trae mi caballo! — Como sé que me tenéis gran aprecio,
[Sale Nicholas.]
no digáis nada más. Os estrecho la mano, mi buen señor Cranwell.

CRANWELL
383
Señor, que Dios os acompañe en vuestro camino.

FRANKFORD
384
Buenas noches, mi dulce esposa;
¡no, no, un beso antes de partir!
[Anne besa a Frankford.]
[Aparte]
Labios enemigos, que no casáis con mi corazón.

[Sale Frankford.]

WENDOLL
385
[Aparte]
¡Cómo los negocios, el tiempo y las horas me favorecen
y me ayudan en mi amor recién nacido!
Ahora soy el marido en la casa del señor Frankford,
y debo mandar en ella.
[A Anne]
Mi deseo es
que no cenemos tan a la vista de todos,
sino en vuestros aposentos privados, señora Frankford.

ANNE
386
[Aparte, a Wendoll]
Oh, señor, son demasiado públicas vuestras muestras de amor,
y como la esposa del señor Frankford

CRANWELL
387
Si os puedo pedir el favor,
me gustaría retirarme a mi habitación.
Me siento de repente muy indispuesto,
y me gustaría que se perdone mi ausencia durante la cena.

WENDOLL
388
¡Luces, luces!
[A Cranwell.]
Espero que no os falte de nada, señor, pues de lo contrario
estaríais haciéndole daño a ese buen hombre y a mí también.

CRANWELL
389
Os lo haré saber. Buenas noches.

[Sale Cranwell.]

WENDOLL
390
¡Cómo conspiran las circunstancias
para hacer que nuestra intimidad sea dulce y completa!
Vamos, querida, os ruego que cenemos dentro.

ANNE
391
¡Oh, qué atadura supone el pecado
para el alma! Nosotros, pálidos pecadores,
estamos todavía llenos de miedo; todos los ojos sospechosos
nos acercan al peligro, cuando ellos, cuyos claros corazones
están libres de ofensas, expresen su desprecio, desafiarán
las indignas calumnias y opondrán resistencia con la deshonra.

WENDOLL
392
¡Vergüenza! Habláis demasiado como una puritana.

ANNE
393
Me habéis tentado con la maldad, señor Wendoll;
no sé qué habré hecho. Bien, pedís un hábito que os concedí
hace tiempo por falta de criterio, y ahora debo
enfrentarme al miedo. Venid, venid, vayamos dentro;
una vez bañados hasta los tobillos, lo estamos hasta la cabeza por el pecado.

WENDOLL
394
Mi alma alegre está embriagada de felicidad;
tendré el abundante y más rico de los tesoros de Frankford.

Salen.

[4.3 / ESCENA 12]

[Otra parte de la mansión de los Frankford.]
Entran Cicely, Jenkin, Spiggot el mayordomo y otros criados.

JENKIN
395
Mi señora y el señor Wendoll, mi amo, cenan en la habitación de la señora Frankford esta noche. Cicely, en lugar de cocinera hoy serás la criada. Por la estima que hay entre tú y yo, dime, ¿qué piensas sobre todo esto?

CICELY
Ya lo dice el viejo proverbio: cuando el gato no está, los ratones bailan.

JENKIN
Hablas de un gato ausente, Cicely, pero a mí me parece que aquí hay gato encerrado.

CICELY
Buenas palabras, Jenkin, a menos que te pidan que las justifiques.

JENKIN
Bien, entonces "que Dios haga de mi ama una mujer decente". ¿No consideras que esas son buenas palabras? "Le pido a Dios que mi nuevo amo no sea un truhan para con mi otro amo". ¿Hay algo malo en ellas? "Dios no envía la maldad de forma deliberada, y si cenan juntos, le ruego a Dios que no yazcan juntos. Que Dios conserve a mi ama casta y sigamos siendo Sus Sirvientes". ¿Qué daño hay en todas ellas? No, no, todavía más; aquí tienes mi mano, pero no tendrás nunca mi corazón a menos que digas amén.

CICELY
400
Amén, le ruego a Dios.

Entran varios criados.

CRIADO
Mi señora me envía para pediros que arméis menos alboroto. Por tanto, cerrad las puertas y haced que todo el mundo se vaya a la cama. Jenkin, esta noche harás de portero y cerrarás las puertas.

JENKIN
Así, poco a poco voy subiendo de cargo. Id a dormir, señores, id a dormir; ya son las once en punto.

CRIADO
Cuando hayáis cerrado las puertas debéis llevarle las llaves a mi ama.

CICELY
Date pisa, Jenkin, por el amor de Dios; tengo que entregárselas yo. No soy ni almohada ni cabezal, pero sé mucho más que ellos.

JENKIN
405
A dormir, mi buen Spiggot; a la cama, mis buenos compañeros de servicio. Que esta noche durmamos todos como un lirón.

Salen todos.

[4.4 / ESCENA 13]

[Fuera de la mansión de los Frankford.]
Entran Frankford y Nicholas[, que lleva una linterna sorda].

FRANKFORD
406
¡Espera, espera! Hemos atado nuestros caballos a un árbol
no muy lejos de aquí, para evitar que el estruendo de sus cascos
revele nuestra vuelta. ¿Escuchas algún ruido?

NICHOLAS
407
¿Escuchar? No escucho nada más que al búho y a vos.

FRANKFORD
408
Bien, mi reloj indica que son las doce,
y es noche cerrada. ¿Dónde están mis llaves?

NICHOLAS
409
Aquí están, señor.

FRANKFORD
410
Esta es la llave que abre la puerta principal;
esta, la puerta de la sala; esta, la del salón privado;
y esta, la de la puerta que es alcahueta de mi humillación,
manantial de mis pensamientos de sangre,
donde la orden más sagrada y el verdadero enlace
de santidad nupcial han sido profanados.
Lleva a mi dormitorio corrupto,
antaño mi cielo en la tierra, ahora mi infierno terrenal,
lugar donde los pecados en todo su fulgor moran…
Pero me estoy dejando llevar. Debo dirigirme a mi puerta.

NICHOLAS
Debe abrirse con mucho menos ruido que la entrada de la ciudad, o vuestra trama será descubierta.

FRANKFORD
412
Bien; acércame mi linterna sorda
y abre el resto de las puertas. Pisa despacio, con cuidado.

NICHOLAS
Como si caminara sobre huevos.

FRANKFORD
414
Un vasto silencio ha inundado la casa,
y esta es la última puerta que queda. El asombro,
el miedo y el tormento rugen contra mi corazón,
como un loco haría retumbar un tambor.
Cielos, antes de que entre, guardad mis ojos
de cualquier visión que paralice mi alma;
o, si se trata de un espectáculo tan sombrío,
apuntad a mis ojos y dejadme ciego por completo; o, de no ser así,
¡dadme tanta paciencia para digerir mi dolor
como para salvar a esta mano blanca y virginal
de cualquier violenta atrocidad o sangriento asesinato!
Y con esta súplica entro.

[Sale Frankford para ir a la alcoba.]

NICHOLAS
415
¡Oh, qué circunstancias son estas! Un hombre está
a punto de descubrir que es un cornudo. Si me hubiese pasado a mí lo mismo
que le ha ocurrido a mi amo, por la sangre de Cristo (¡que Dios me perdone!),
habría actuado con más inmediatez y ya habría entrado.
¡Ya lo habría hecho!

[Entra Frankford.]

FRANKFORD
416
¡Oh, oh!

NICHOLAS
417
¡Señor, por el amor de Dios! ¡Señor, señor!

FRANKFORD
418
¡Oh, que desdichado soy!
Les he encontrado abrazados, durmiendo profundamente
en los brazos del otro. Si no hubiese sido porque no quise
condenar esas dos preciadas almas, cuya salvación
fue redimida con la sangre del Salvador, y enviarlas cargadas
con todos sus ofensivos pecados para que se enfrenten al terrible
juicio de Dios, sus vidas habrían encontrado en mi florete su fin.

NICHOLAS
419
¿Cómo, señor, les habéis permitido seguir durmiendo?
¡Dejad que yo les despierte!

FRANKFORD
420
¡Detente, necesito un momento!
¡Oh, por Dios! ¡Por Dios! Ojalá fuese posible deshacer
aquello que ya está hecho, volver al día de ayer, que el tiempo
hiciese retroceder las rápidas arenas del reloj, deshacer los días
que han sido completados, y recuperar todas estas horas;
o que el sol
saliese por el oeste e hiciese su recorrido al revés;
restarle a la cuenta del tiempo tantos minutos hasta volver
al momento antes de que pasaran todas las estaciones,
todos estos minutos, antes de que ella cometiese
su primera ofensa; ¡que pudiese volverla a tener
en mis brazos sin mácula alguna!
¡Oh! Estoy hablando de cosas más imposibles que alcanzar
la luna con mis dedos. Dios, dame paciencia,
pues voy a entrar y despertarles.

Sale Frankford.

NICHOLAS
421
¡Habrá que tener paciencia a la fuerza!
A paso tranquilo ha de ir quien cansa a su caballo.

Entra Wendoll, corriendo por el escenario con su bata, Frankford detrás de él con la espada en mano; una criada en camisón detiene su mano, y le agarra. Él se detiene por un momento.

FRANKFORD
422
Te lo agradezco, criada; tú, con tu mano celestial,
has evitado que cometa un sacrificio tan sangriento.
¡Márchate, villano; que las injusticias cometidas contra mí
pesen tanto sobre tu alma como este dolor lo hará sobre la mía!
Y cuando recuerdes todas mis gentilezas,
y las compares con tu corazón traidor,
ponlas juntas, sospésalas de igual forma,
que eso será venganza suficiente. Ve en busca de tu amigo
Judas. Reza, reza, para que no en mi vida no pueda verte
colgado de un árbol de saúco como él.

Entra la señora [Anne] Frankford en camisón y bata, con su ropa de dormir.

ANNE
423
Oh, ¿con qué palabras, con qué razón,
con qué nombre puedo implorar tu perdón? ¡Perdóname!
¡Oh! Estoy tan lejos de ser congraciada con semejante bondad
como Lucifer lo está del Cielo. Llamarte marido...
¡Oh, qué miserable soy! He perdido el derecho a llamarte así;
ya no soy tu esposa.

[Anne se desploma en el suelo.]

NICHOLAS
424
¡Por el amor de Dios, señor, se desmaya!

FRANKFORD
425
[A Anne]
Guárdate tus lágrimas, pues yo las derramaré
en tu lugar; y mantén tu expresión en calma, que mis mejillas
arderán de vergüenza por ti. Confieso que creo
que soy yo el que ha pecado, pues me siento avergonzado,
y me es más difícil posar la mirada en tu rostro culpable
que mirar al sol. ¿Qué? ¿Qué tienes que decirme?

ANNE
426
Desearía no tener lengua, ni oídos, ni ojos,
ni comprensión, ni capacidad.
¿Cuándo me azotaréis como a un perro?
¿Cuándo me pisotearéis?¿Cuándo me arrastraréis del pelo?
Aunque merezco miles y miles de tormentos,
más de los que vos podáis infligir,
vos que fuisteis una vez mi marido,
por la condición de ser mujer (para la que soy una vergüenza,
aunque una vez fui adorno) y por el amor de Dios,
que ha de redimir nuestras almas, no dejéis marcas en mi cara,
ni me cortéis a pedazos con vuestra espada, sino dejad
que me marche perfecta y sin deformar a mi tumba.
No soy digna de imploraros ni la más mínima petición,
ni de dirigirme a vos, ni de miraros, ni de estar en vuestra
presencia; y aun así, a pesar de ser una miserable, os hago
este ruego. Una vez concedido, estoy lista para ocupar mi tumba.

FRANKFORD
427
¡Señor, provéeme de paciencia! Levántate,
venga, levántate, quiero hablar contigo. ¿Acaso fue por necesidad
por lo que has actuado cual meretriz? ¿No se te abasteció
con todos los placeres, ropas y nuevos objetos posibles —
incluso por encima de mi estado?

ANNE
428
Sí que lo tenía todo.

FRANKFORD
429
¿Fue quizás mi incapacidad,
o que él te pareció un hombre más apropiado?

ANNE
430
¡Oh, no!

FRANKFORD
431
¿No te he dado morada en mi pecho?
¿No te he llevado en mi corazón?

ANNE
432
Sí que lo hicisteis.

FRANKFORD
433
Sí; mis lágrimas son testigos de que lo hice.
[A la criada.]
Trae aquí a mis niños.
[Sale la criada. Vuelve con dos niños pequeños.]
¡Oh, querida!
Ni el miedo a la humillación, ni la consideración
por el honor, ni la mancha sobre mi familia, ni mi amor
podrían haberte detenido de cometer un acto tan indecente;
y sin embargo, por estos infantes, estas almas jóvenes e inofensivas,
en cuyo semblante queda reflejada tu deshonra,
cuya grandeza crecerá con el paso de los años
— ¡Mírales, y derrítete entre lágrimas! —
Lleváoslos, no sea que el cuerpo manchado
de ella haya mancillado sus nombres con la marca de la bastardía,
y que su aliento adúltero les llene el espíritu
con sus pensamientos contagiosos! ¡ Lleváoslos!

[Sale la criada con los niños.]

ANNE
434
[Se arrodilla.]
En esta vida moriré diez mil muertes.

FRANKFORD
435
¡Levántate, ponte de pie!
No actuaré con precipitación. Me retiraré durante un tiempo
a mi estudio y en breve podrás escuchar tu sentencia.

Sale.

ANNE
436
Si es la muerte será bienvenida. ¡Ay de mí,
vulgar meretriz, que con semejante marido y niños tan buenos,
no deba disfrutar de ninguno de ellos! ¡Oh, que para redimir
mi honra se me corte esta mano, que se quemen mis pechos,
que me torturen, que me sometan al tormento de la garrucha,
a cualquier sufrimiento; ¡ay, por hacer desaparecer pronto
este escándalo arriesgaría la rica y preciada redención de mi alma!
Él no puede ser tan indigno como para perdonarme,
ni yo tan desvergonzada como para aceptar su perdón.
¡Oh, mujeres, mujeres, vosotras que todavía conserváis sin mácula
el sagrado lazo matrimonial, tomadme como ejemplo,
pues si obráis de forma errada vuestros pecados, como el mío,
reposarán en vuestra consciencia!.

Entran Cicely, Spiggot, Jenkin y todos los demás criados como si hubiesen acabado de salir de la cama.

TODOS
¡Oh, ama, ama! ¿Qué habéis hecho, ama?

NICHOLAS
Por el amor de Dios, ¡qué alboroto estáis creando!

JENKIN
Oh, Dios, ama, ¿cómo ha podido suceder esto? Mi amo salió en su ropa de dormir, y ni siquiera me ha llamado para traerle su ropa.

ANNE
440
[Aparte]
¡Mirad lo que hace la culpa! Aquí me encuentro,
demasiado avergonzada para mirar a mis sirvientes a la cara.

Entran Frankford y Cranwell; al verles, Anne cae de rodillas en el suelo.

FRANKFORD
441
Mis palabras ya han sido registradas en el Cielo.
Escúchame con paciencia; no te convertiré en mártir,
ni te marcaré como meretriz, sino que con el empleo de una mayor
humildad atormentaré tu alma,
y te mataré con la bondad.

CRANWELL
442
Señor Frankford —

FRANKFORD
443
¡Mi buen señor Cranwell! — Mujer,
escucha tu sentencia. Ve y prepárate con tus mejores galas;
llévate contigo todos tus vestidos, toda tu ropa;
no dejes nada que pueda decir que tú fuiste un día dueña
de esta casa, o que con su visión, al dejarlo aquí,
me haga recordar a semejante mujer.
Elige una cama y tapices para tu habitación;
lleva contigo todas las cosas que tienen tu marca,
y vete a mi casa de campo a unas siete millas de aquí,
donde vivirás. Es tuya; te la doy sin reservas.
Mis inquilinos que viven cerca te proveerán
con carros para que cargues todas tus cosas en dos horas;
no permitiré tenerte más tiempo ante mi vista.
Elige entre todos mis sirvientes los que más te gusten,
son tuyos para servirte.

ANNE
444
Una sentencia benévola.

FRANKFORD
445
Sin embargo, mientras esperes entrar en el Cielo,
y que tu nombre se escriba en el sagrado Libro de la vida,
te condeno a que después de este día tan triste no vuelvas
a verme ni a encontrarte conmigo nunca más; o a que envíes
palabra o escrito, regalo u otra cosa con la intención de conmoverme,
ya sea por ti misma o por parte de tus amigos; y tampoco
a tener algo que ver con mis dos hijos. Así que adiós, Anne,
pues de ahora en adelante será como si nunca
nos hubiésemos visto y nunca más nos veremos.

ANNE
446
Mis ojos reflejan el vacío de mi corazón;
las lágrimas lo abastecerán a falta de las palabras que necesita.

FRANKFORD
447
Toma tu carruaje, tus cosas; todo debe marchar.
Prepáralo todo y también a los sirvientes; ¡váyanse todos!
Con tu mano dividiste en dos el corazón que antes formábamos ambos.

[Salen.]

[5.1 / ESCENA 14]

[Delante de la casa de sir Francis Acton.]
Entra sir Charles como caballero y su hermana Susan como dama, ambos bien vestidos con buenas ropas.

SUSAN
448
Hermano, ¿por qué has hecho que me vista como una novia
y me has comprado este vestido tan ostentoso y estas joyas?
¿Has olvidado nuestras circunstancias, nuestra pobreza?

SIR CHARLES
449
No me llames hermano; imagina
que soy un forajido bárbaro o un soldado extranjero despiadado,
pues si cierras los ojos y solo oyes las palabras que voy a decir,
no pensarás que soy tu hermano Charles,
sino un criminal de mirada salvaje.
¡Oh, Susan!

SUSAN
450
¡Oh, hermano? ¿Qué significan estas extrañas palabras?

SIR CHARLES
451
¿Me quieres, hermana?
¿Querrías verme vivir como un mendigo arruinado
en la desgracia de este mundo, y morir endeudado
con mis enemigos? ¿Querías verme como una astilla
en el ojo del mundo, odiado y despreciado?
Tienes en tus manos el poder de hacer que sea libre
y mis deudas serán saldadas con tu persona.

SUSAN
452
¿Conmigo? Cómo, no poseo nada, nada me queda.
Debo dinero incluso por la ropa que llevo.
No tengo nada de valor —

SIR CHARLES
453
Oh, hermana, no digas eso. Tú puedes
hacer que me eleve de este estado tan desconsolado,
que pueda ser un igual al resto del mundo.
Hermana, tú eres rica, de verdad.
Y en tu poder tienes las quinientas libras de Acton
para devolvérselas sin más demora.

SUSAN
454
Hasta ahora pensé que me querías.
Por mi honor, que he mantenido intacto como la luna,
que nunca fui dueña de la más mínima moneda
guardada para abastecer tus necesidades;
¿acaso crees que las he guardado lejos de ti?
Por mis esperanzas puestas en los Cielos que si supiera
cómo salvarte de la esclavitud de tus deudas,
y en especial de Acton, a quien odio,
pagaría con mi sangre o con mi vida.

SIR CHARLES
455
No lo creo, y desechando
todo parentesco y actuando como un criminal,
asedio tu corazón. ¿Qué le debo a Acton?

SUSAN
456
Quinientas libras, de las que,
te lo juro, no tengo ni una sola en este mundo.

SIR CHARLES
457
Te demostraré que no es así.
Hermana, dime: ¿qué crees que me daría Acton
si disfrutase de tu lecho (¡y deja que hable tu conciencia!)?

SUSAN
458
No dudaría en gastar mil libras si pudiese crear
una herida tan profunda en el apellido de los Mountford.

SIR CHARLES
459
¡Mil libras! Yo le debo solo quinientas.
Consiéntele en tu lecho, que le serán pagadas y con intereses.

SUSAN
460
¡Oh, hermano!

SIR CHARLES
461
Oh, hermana, solo de esta forma,
con tu rico tesoro, podrás pagar mis deudas.
Al decirte esto mi frío corazón se revuelve de vergüenza.
No te lo digo en el nombre de tu hermano,
sino en el de un extraño. ¿Debo morir en deuda
con Acton, mi gran enemigo, y tú conservar
tu preciada joya que él ansía tanto?

SUSAN
462
Considero mi honor tan caro y valioso
como mi redención.

SIR CHARLES
463
Y yo te tengo en tan gran estima
por apreciarlo de tal manera.

SUSAN
464
Charles, ¿me cortarás las manos
y se las enviarás a Acton?
¿Desgarrarás mi pecho y le entregarás mi corazón ensangrentado
como premio?

SIR CHARLES
465
Nada de eso, hermana.
¡Pero escucha mi extraña proposición!
Considero que tu honor y mi alma
tienen el mismo valor, y tu hermano
Charles no sobrevivirá a tu deshonra.
Su bondad, como una carga, me ha abrumado
y me presento ante sus buenos actos
con el alma encogida y no erguida. Si hubiese permanecido
todavía en prisión, ten la seguridad de que habría muerto allí;
y le debo esta vida a él, que me ha dado la libertad. ¿Qué hizo
que mi enemigo me liberase? ¡Fue por tu amor, hermana!
Con esas quinientas libras compró tu amor,
¿y no lo tiene que disfrutar? ¿Debería recaer
sobre mí el peso de esta carga tan pesada
y tú no tomar parte en ella? Compartiste la alegría
de mi puesta en libertad; ¿no te harás responsable también a la hora
de satisfacer la deuda?
¿Debo ser yo solo quien pague por ella?

SUSAN
466
Si no fuese porque sé
que estos argumentos proceden de una mente honrada
(de tu máxima necesidad
y tu desprecio por estar en deuda con aquel que odias; es más,
de tu preferencia por comprometer tu honor sin mácula
antes que ser tildado de ingrato), te condenaría y te juzgaría.
Entiendo tu resolución y accedo a ella.
En manos de Charles estoy, y con agrado.

SIR CHARLES
467
Con ese fin te hice vestir así.

SUSAN
468
Pero aquí está el cuchillo que,
para salvar mi honor, me arrancará la vida.

SIR CHARLES
469
Sé que me complaces cien veces más
por tu resolución que por estar de acuerdo.
[Aparte]
Fíjate en su amor; por aplacar a aquellos que pueden
emprender acción legal contra mí,
arriesgará su honor, aunque no lo perderá;
para librarme de mis deudas, su mano rigurosa
perforará su corazón. Oh, ¡que tenga que elegir
que pierda su vida antes que mancillen su sangre!
Ven, triste hermana de tan desgraciado hermano.
Esta es su puerta; le entregaré tal regalo,
tal compensación que asombrará sus sentidos y se deleitará
con admiración por todas sus fantasías.

Entran sis Francis Acton y Malby [a cierta distancia].

SUSAN
470
Antes de que sus impuros pensamientos
se apoderen de mí, liberaré a mi alma cautiva de este cuerpo.

SIR FRANCIS
471
¡Cómo! Mountford con su hermana, cogidos de la mano.
¿A qué se debe este milagro?

MALBY
472
Es una visión
que me llena de gran asombro.

SIR CHARLES
473
No os sorprendáis al verme acompañado.
Acton, te debo dinero, y al ser incapaz
de traerte la totalidad en moneda presta,
mirad, para que tengas mayor seguridad de mi pago,
te entrego una prenda: mi hermana, mi querida hermana,
cuyo honor tan puro valoro por más de un millón. ¡Aquí tienes!
Tómala: ella vale todo tu dinero; no la rechaces.

SIR FRANCIS
474
[Aparte]
Desearía que lo dijera de verdad.

SUSAN
475
No lo atribuyáis a mi poca vergüenza.
Mi hermano, que solo posee el poder
de decidir sobre mi futuro debido a su pobreza,
me trae ante vos a mí, su único tesoro,
de mi pago, a quien él tiene en gran estima,
y que no importa si vos me valoráis como pago;
él no me vendería ni por la fortuna de un rey,
solo para liberarse de vuestra deuda.

SIR FRANCIS
476
[Aparte]
¡Corazón inflexible, ríndete,
y arrepiéntete por tu antigua crueldad!
¿Se ha visto nunca antes una cortesía
tan retorcida y honorable? ¡Que prefiera
renunciar a tierras, al honor, a la vida y al resto del mundo
antes que permanecer en deuda con semejante enemigo!

SIR CHARLES
477
Acton, ella es demasiado pobre
para ser tu esposa y yo demasiado hostil para convertirme
en tu hermano. Aquí tienes, tómala. Si tienes el corazón
para violarla y convertirla en presa de tu lujuria,
para mancillar nuestro apellido impoluto,
para asesinarla a ella que nunca te ha hecho daño,
para matarme a mí, a quien una vez salvaste
de la muerte, hazlo. Todo recae en ella
y perecerá cuando con su castidad se mancille.

SIR FRANCIS
478
Vuestro amor me ha vencido, sir Charles.
No puedo ser tan cruel con una dama
a la que quiero tanto. Y puesto que no habéis dudado
en comprometer vuestra reputación en este mundo,
el honor de vuestra hermana, que tanto apreciáis
y todas las comodidades que poseéis en la Tierra,
por dejar de estar endeudado conmigo, vuestro enemigo,
os recompenso por vuestros pensamientos honorables.
Vuestro enemigo transformado recibe vuestro regalo
como satisfacción por todos los agravios anteriores. Este tesoro
lo guardaré en mi corazón, y donde antes la consideraba
demasiado pobre por sus necesidades para ser mi mujeresposa,
ahora, para poner fin a este conflicto, confirmo que vos
sois mi querido hermano, y ella mi esposa.

SUSAN
479
Ahora sois vos quien nos ha vencido. Cederé a mi destino
y aprenderé a querer a aquel que hasta ahora odiaba.

SIR CHARLES
480
Con ese hechizo habéis encantado mi alma
y me habéis hecho rico con vuestras palabras.
He saldado mis cuentas, pero he quedado más en deuda;
rico en vuestro afecto, no puedo volver a ser nunca pobre.

SIR FRANCIS
481
Todo lo que es mío es vuestro; estamos en igual estado.
Dejemos que el amor una aquello que el odio separaba.
Venid, hemos de preparar nuestras nupcias sin demora,
ahora que he sido bendecido con un hermano y una bella esposa.

Salen.

[5.2 / ESCENA 15]

[Mansión de los Frankford.]
Entran Cranwell, Frankford y Nicholas.

CRANWELL
482
¿Por qué rebuscáis en cada habitación de vuestra casa,
ahora que habéis hecho que vuestra mujer se vaya?

FRANKFORD
483
¡Oh, señor! Para asegurarme de que no quede nada
que le perteneció. La quería con todo mi amor,
y cuando pienso en su acto de crueldad, mis pensamientos
se ven envueltos en un infierno; para evitar ese tormento,
no pienso permitir ante mi vista ni una aguja, ni un puño de camisa,
ni una pulsera, ni un collar, ni una gorguera, ni nada
que fuese designado como suyo que pueda hacerme recordarla.
¡Buscad por todas partes!

NICHOLAS
484
¡Por la sangre de Cristo! Señor, aquí en esta esquina se encuentra su laúd.

FRANKFORD
485
¡Su laúd! ¡Oh, Dios mío! Con este instrumento
sus dedos tocaban una melodía rápida y más agradable de escuchar
que la que ahora divide nuestros corazones. Estos trastes
que me han hecho feliz ahora tienen las cuerdas hechas
con las venas de mi corazón. Oh, señor Cranwell, a menudo
ella hacía que esta madera melancólica, ahora sorda y muda
por su desafortunado destino, cantase con dulzura las notas,
al mismo compás que su cautivadora voz, y creando sonidos perfectos,
han cantado en conjunto canciones extrañas y agradables.
[A Nicholas.]
Ve y llévalo con ella.
[A Cranwell]
Ahora ya no queda nada suyo
y ya he sido despojado de ella.

NICHOLAS
486
Cabalgaré hasta alcanzarla,
le daré su mensaje y volveré.

[Sale Nicholas con el laúd.]

CRANWELL
487
Mientras tanto, señor, si os parece bien,
buscaré a sir Francis Acton y le informaré
de lo ocurrido entre vos y su hermana.

FRANKFORD
488
Como gustéis. En qué desgracia me encuentro,
siendo viudo antes de que mi esposa haya muerto.

[Salen.]

[5.3 / ESCENA 16]

[Cerca de la casa de la señora Frankford.]
Entra la señora [Anne] Frankford con Jenkin, su criada Cicely, su cochero y tres carreteros.

ANNE
489
¡Ordena que se detenga mi carruaje! ¿A qué apresurarse
después de haber sido arrojada al suelo por la mano del destino?
Dadme un asiento más apropiado para mi suerte,
tierra por mi silla y una tumba por mi cama.

JENKIN
490
Consolaos, mi buena señora; ya habéis inundado el carruaje con vuestras lágrimas. Quedan solo dos millas hasta llegar a vuestra casa. No hay hombre que pueda decir de mi antiguo amo Frankford, como lo pueda decir yo, que le gustaban las casas señoriales; tiene tres o cuatro, y una de ellas es a la que nos dirigimos.

CICELY
Alegraos, mi buena ama. Podéis ver que la pena os hiere y no os ayuda. Todos nos afligimos al veros tan triste.

CARRETERO
Señora, veo venir a caballo a uno de los hombres de mi señor. Parece que trae noticias.

ANNE
493
Es bienvenido si ha sido enviado por el señor Frankford,
al igual que las noticas si proceden también de él.

Entra Nicholas.[Le entrega el laúd a Anne.[

NICHOLAS
494
Aquí tenéis.

ANNE
495
Conozco este laúd. A menudo he cantado contigo;
ahora ambos estamos desafinados y sin armonía.

NICHOLAS
496
¡Ojalá ese fuese el peor instrumento
que hubieseis podido tocar! Mi señor os lo envía;
no le queda nada que podáis reclamar como vuestro
excepto su corazón destrozado, que no os merecéis.
Todo lo que tengo que deciros es esto:
os pide que le olvidéis y se despide de vos.

ANNE
497
Se lo agradezco; es muy amable, siempre lo ha sido.
¡Todos vosotros que sentís de verdad mi dolor,
que sabéis de mi pérdida, y se os ha ablandado el corazón,
rodeadme y ayudadme con vuestras lágrimas
a lavar mis sucios pecados! Mi laúd gemirá;
no puede llorar, pero también se lamentará por mi llanto.

[Anne empieza a tocar el laúd.]
Entra Wendoll [a cierta distancia].

WENDOLL
498
Perseguido por el horror de tener un alma culpable
y golpeado con el hiriente látigo del arrepentimiento
huyo de mi propia sombra. ¡Oh, por los cielos!
¿Qué merecen las vidas de mis padres
para que esta penitencia recaiga sobre su hijo?
Cuando pienso en el afecto del señor Frankford
y lo pongo en la balanza junto a mi traición,
o comparo cómo le he asesinado y cómo él me ha perdonado la vida,
el terror cae sobre mí como el destello de un rayo
y congela mi sangre. Por eso, como el búho,
huyendo del día, vivo en estos oscuros bosques
con temor al movimiento de las hojas
o al murmullo de las ráfagas, y con deseo de saber
cómo se ha comportado con ella.
[Se da cuenta de la presencia de Anne.]
¡Oh, triste destino!
Aquí, tan lejos del hogar y rodeada por esta gente.
Oh, Señor, he separado a las dos verdaderas tórtolas
que jamás hayan vivido juntas, y que ahora divididas
se lamentan en diferentes lugares;
ella llora en el campo y él en casa.
Los poetas escriben que Orfeo hacía bailar
a los árboles y las piedras con su melodiosa arpa,
que equivalen a los toscos y bárbaros campesinos
sin la habilidad de comprender; de igual modo
ella extrae las lágrimas de estos burdos carreteros
y hace que sus corazones de piedra se eleven en su dolor
y dibujen ríos que nacen en sus rocosos ojos.

ANNE
499
[A Nicholas.]
Si vuelves junto a tu amo, dile
(aunque no de mi parte, que soy indigna
de dañar su nombre con mi lengua de ramera)
que me has visto llorar y desear mi muerte.
No, puedes decirle incluso, pues he hecho promesa,
que ayer me visteis comer y beber por última vez.
Le dirás esto a tu amo y se lo jurarás;
está escrito en el Cielo y aquí lo sentencio.

NICHOLAS
500
Le diré que llorasteis, juraré que me entristecí al veros.
¿Cómo, qué es esto, ojos míos? ¿Qué sucede?
Me voy, o lloraré como un niño.

WENDOLL
501
[Aparte]
No puedo llorar, mi corazón
está en llamas, maldito por el fruto de mi deseo impuro.

ANNE
502
Ve y rompe este laúd con la rueda de mi carruaje
y que esta sea la última música que toque,
no como regalo de mi marido, sino como despedida
de cualquier alegría terrenal. Díselo a tu señor.

NICHOLAS
503
Si puedo decírselo entre lágrimas.

WENDOLL
504
[Aparte]
Dolor, detente,
o echaré a correr frenéticamente como un loco.

ANNE
505
Has visto a la infeliz más desgraciada de la tierra,
una mujer hecha de lágrimas. Desearás tener palabras
para expresar lo que has visto. Mi dolor interno
no lo puede describir ninguna lengua;
y sin embargo podrás describir mi pena
y revelarle a tu triste amo mis abundantes aflicciones.

NICHOLAS
506
Así lo haré.

ANNE
507
¡Oh, no!
No me atrevo a que se lo digas, ni tampoco a mis hijos.
He renunciado a ellos. Sí, lo he hecho.
Oh, no les enseñéis nunca, cuando tengan edad de hablar,
a pronunciar el nombre de su madre. Reprendedles
si por alguna casualidad mencionan tan odiosa palabra;
decidles que no significa nada, que si nombran esa palabra,
¡pobres almas ignorantes!, insistirán en su propia deshonra.

WENDOLL
508
[Aparte]
¿Qué puedes hacer para compensarlos por sus desgracias?
La has dejado a ella sin marido y también sin hijos.

ANNE
509
No tengo nada más que decir. No hables en mi nombre,
pero sí que puedes decirle a tu amo lo que viste.

NICHOLAS
510
Lo haré.

Sale.

WENDOLL
511
[Aparte]
Hablaré con ella y la consolaré en su aflicción.
Oh, ¡pero su herida no se puede curar con palabras!
No importa; intentaré con mis mejores deseos
aliviar el dolor de aquella a la que asesiné.

ANNE
512
Y ahora, de vuelta a mi carruaje, luego a mi hogar
y de allí a mi lecho de muerte, ya que desde este triste momento
no volveré a comer, ni beber ni probar ningún alimento
que me mantenga con vida. Jamás volveré a sonreír, ni dormir,
ni descansar, y cuando mis lágrimas hayan convertido
esta oscura alma en pura y cristalina, oh, ducledulce Salvador,
pondré en tus manos mi espíritu.

[Wendoll se acerca a Anne.]

WENDOLL
513
¡Oh, señora Frankford!

ANNE
514
¡Oh, por el amor de Dios, vete!
El diablo viene a tentarme antes de que muera.
¡Traed mi carruaje! Este pecador que con rostro de ángel
sedujo mi honor hasta buscar mi destrucción, ahora
parece ante mis ojos arrepentidos de un negro obsceno.

[Salen Anne, Cicely y los carreteros, estos últimos silbando.]

JENKIN
515
¡Cómo, mi joven amo que desapareció solo con su camisa! ¿Cómo es que lleváis vuestra ropa de nuevo? Habéis dejado nuestra casa hecha un verdadero caos, ¿no creéis? ¿Qué, debo serviros todavía o aferrarme a mi antigua casa?

WENDOLL
516
¡Vete, canalla! ¡Vete con tus comentarios sarcásticos
y fuera de lugar! Y a menos que puedas verter lágrimas y suspirar
y gritar, maldice tu triste suerte y quéjate de tu destino,
tú que nada tienes que ver con conmigo.

JENKIN
Por la virgen, que si vos no queréis nada, alguien lo hará. ¡Adiós y espero que os cuelguen! Ojalá no hubieseis venido nunca a crear problemas en nuestra casa. Haremos que volváis a huir como un espíritu.

[Sale Jenkin.]

WENDOLL
518
Ella se dirige hacia su muerte; yo vivo acechado
por la carencia y la congoja; con su vida, sus pecados,
todo recae sobre mi cabeza. Y ahora debo seguir deambulando,
como Caín, por países extranjeros y climas remotos,
donde el relato de mi ingratitud
no se escuche. Iré primero a Francia,
y después a Alemania e Italia,
de donde, una vez recuperado
y habiendo conseguido con esfuerzo dominar las lenguas,
volveré cuando estos rumores se hayan calmado;
y puedo prever que, aunque ahora sea un despojo,
mi valía será alabada por algún gran hombre
y a mi vuelta seré elevado a la sociedad de la corte.

Sale.

[5.4 / ESCENA 17]

[Ante la casa de la señora Frankford]
Entran sir Francis, sir Charles, Cranwell, Malby y Susan.

SIR FRANCIS
519
Hermano mío y esposa mía, creo que estas dificultades
recaen sobre mí por la justicia de los Cielos,
por ser tan estricto con vosotros en tal extrema situación.
Pero ahora ya nos hemos reconciliado. Desearía que mi hermana
pudiese superar sus penas con la misma alegría
con la que lo hemos hecho nosotros.

SUSAN
520
Señor Cranwell, nos contabais cosas asombrosas
sobre la paciencia de ese gentilhombre
y con qué extraña virtud expresa su dolor.

CRANWELL
521
Os conté aquello que presencié;
tuve suerte de alojarme allí esa noche.

SIR FRANCIS
522
¡Oh, ese villano de Wendoll!
Fue su lengua la que la corrompió. Ella era
de naturaleza casta y devota. ¿Es esta la casa?

CRANWELL
523
Sí, señor, tengo entendido que vuestra hermana reside aquí.

SIR FRANCIS
524
Mi hermano Frankford demostró un espíritu
demasiado benévolo en la venganza contra crimen tan abominable.
Ningún hombre con buen corazón hubiese hecho menos de lo que él hizo.
Estoy tan lejos de reprobar su venganza
que le elogio por ella. Si hubiese estado yo en su lugar
habría liberado sus almas de sus cuerpos; la muerte,
para tales actos deshonrosos, es la recompensa necesaria.

Entran Jenkin y Cicely.

JENKIN
525
¡Oh, mi ama! ¡Mi pobre señora!

CICELY
¡Ay, de mí! ¿Qué puedo hacer por mi pobre señora?

SIR CHARLES
527
¿Por qué, qué le pasa?

JENKIN
Oh, por Dios, señor, tan pronto como escuchó que su hermano y sus amigos habían llegado para verla, se desmayó por la vergüenza de su consciencia culpable y nos costó mucho devolverla a la vida.

SUSAN
529
¡Ay, que tenga que soportar este destino tan duro!
La pena es que el arrepentimiento llegue tan tarde.

SIR FRANCIS
530
¿Tan débil está su cuerpo?

JENKIN
¡Oh, señor! Le aseguro que no hay esperanza de que viva, pues no toma ningún alimento. Sencillamente se ha privado de toda comida y ahora está tan delgada como un listón de madera, esperando a que llegue el momento esperado. Muchos nobles de la zona han venido a consolarla.

[5.5 / Escena 17]

[La alcoba de la señora Anne Frankford.]
Entra la señora [Anne] en su cama.

MALBY
532
¿Cómo os encontráis, señora Frankford?

ANNE
533
¡Oh, muy enferma, muy enferma! ¡Algo de aire, os lo ruego!
Decidme, ¿dónde está el señor Frankford?
¿No se dignará a verme antes de que muera?

MALBY
534
Sí, señora Frankford, diversos nobles,
vecinos vuestros, han ido en su búsqueda con esa solicitud
y le han dicho en qué estado tan débil os encontráis.
Con muchas dificultades para creerlo,
al considerar las circunstancias generales,
al ver vuestra pena y vuestra penitencia
y al escuchar el gran deseo que tenéis
de verle antes de abandonar este mundo,
nos dio su palabra de que nos seguiría,
y seguro que llegará en breves momentos.

ANNE
535
Me habéis devuelto algo de vida al oír noticias tan agradables.
Elevadme un poco en la cama.
¿Me he sonrojado, hermano Acton? ¿Mi rostro se ha teñido
por el rubor, sir Charles? Decidme, señores, ¿podéis leer
la culpa escrita en mis mejillas? ¿No aparece mi crimen en ellas?

SIR CHARLES
536
Ay, mi buena señora, la enfermedad no ha dejado
la sangre suficiente en vuestro rostro para hacer que os sonrojéis.

ANNE
537
Entonces mi dolencia, como una amiga, esconde mi culpa.
¿Ha llegado mi marido? Mi alma espera
por su llegada; cuando llegue, estoy lista para ir al Cielo.

SIR FRANCIS
538
Vine a reprenderte,
pero mis palabras de odio se han transformado
en lástima y compasión. Vine para juzgarte,
pero mis reproches se han convertido en lágrimas
que derramaré por ti. Aquí está el señor Frankford.

Entra el señor Frankford.

FRANKFORD
539
Buenos días, hermano; buenos días, señores.
Dios, que puso estos infortunios sobre nuestras cabezas,
si le hubiese complacido, podía haber hecho que la causa
de nuestra reunión tuviese un origen más alegre,
pero en su lugar ha hecho que suframos estas aflicciones.

ANNE
540
¿Ha llegado ya? Creo reconocer esa voz.

FRANKFORD
541
¿Cómo estás, mujer?

ANNE
542
Bien, señor Frankford, bien, pero estaré mejor
en poco tiempo. ¿Me concederíais,
por vuestra gracia y sentido de la humanidad,
el honor de tomar de la manode a esta impura meretriz?

[Frankford la toma de la mano.]

FRANKFORD
543
Hubo una vez que esta mano abrazaba mi corazón con lazos
más firmes de los que ahora coge mi mano. ¡Que Dios perdone a aquellos
que deshicieron esa unión!

ANNE
544
¡Amén, amén!
Por mi afán de ir al Cielo, al que ya estoy atada,
fui tan insolente como para desear que estuvieseis aquí,
y rogar una vez más vuestro perdón. Oh, buen hombre,
padre de mis hijos, perdonadme.
Oh, perdonadme; mi error es tan atroz
que si no me perdonáis en este mundo
el Cielo no podrá librarme de él en la vida eterna.
La debilidad se ha apoderado de mis rodillas, por lo que
no soy capaz de arrodillarme; pero con mi corazón arrodillado,
mi alma se postra a tus pies para implorar tu clemente perdón.
¡Oh, perdonadme!

FRANKFORD
545
Te perdono sin reservas, desde lo más profundo
de mi alma, como Cristo redentor les perdonó por su muerte.
Derramaré lágrimas por ti,
rezaré por ti, y por la pena al ver tu débil estado
desearé morir contigo.

TODOS
546
Y nosotros también.

NICHOLAS
547
[Aparte]
Yo no lo haré. Suspiraré y sollozaré,
pero por mi fe que no moriré.

SIR FRANCIS
548
Oh, señor Frankford, que el parentesco cercano
que se pierde con ella se renueve contigo.
Seréis mi hermano carnal, y aunque el parentesco
con ella desaparezca, permanecerá con vos.

FRANKFORD
549
[A Anne]
Al igual que yo espero el perdón
del Juez de los Cielos el día del Juicio Final,
te perdono yo a ti. Aunque tu impulsiva ofensa
dividiese nuestros cuerpos, tus lágrimas de arrepentimiento
unen nuestras almas.

SIR CHARLES
550
Consolaos, entonces, señora Frankford.
Vuestro marido ha perdonado vuestro agravio;
arriba con vuestros ánimos y alegrad vuestra alma débil.

SUSAN
551
¿Cómo estáis?

SIR FRANCIS
552
¿Cómo te encuentras?

ANNE
553
Siento que ya no pertenezco a este mundo.

FRANKFORD
554
Lo siento yo también y lloro al verlo.
¡Mi esposa, la madre de mis preciosos hijos!
Te devuelvo la condición de ser su madre,
y con este beso vuelvo a desposarte.
Aunque tu honor haya sido herido y el dolor descanse
sobre tu lecho de muerte, para mi alma
mueres con un corazón puro.

ANNE
555
Perdonada en la tierra, alma mía, eres libre en el Cielo.
De nuevo tu esposa, en tus brazos muero.

[Anne muere.]

FRANKFORD
556
Recién desposado y recién enviudado.
Oh, muerta ella, una fría tumba será nuestro lecho nupcial.

SIR CHARLES
557
Señor, tened consuelo, y repartid vuestro gran dolor
entre todos nosotros por igual, para que, como las tormentas
que se dividen, pierda su fuerza y proceda con menos furia.

CRANWELL
558
Hacedlo, señor Frankford, y el que tenga la parte más ínfima
encontrará lo suficiente para ahogar las penas de su corazón.

SIR FRANCIS
559
Ve en paz, hermana. Hermanos míos, señores,
todos nosotros, que hemos sido afectados por su pena,
debemos derramar sobre su cuerpo lágrimas fúnebres.
Hermano, si hubieses castigado su pecado con amenazas
y retorcidas acciones, el dolor por su ofensa
no le hubiese llegado al corazón con tanta pena.

FRANKFORD
560
No, no lo habría hecho. Por eso, en su tumba
pondré este fúnebre epitafio,
que será grabado en su sepulcro de mármol.
Y en letras doradas se leerá estas palabras:
“Aquí yace una dama asesinada por la bondad de su marido”.

[Salen.]
FIN

EPÍLOGO

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EPÍLOGO
561
Una cuadrilla honrada, con alegre disposición,
llegó a una taberna cercana y pidió vino.
El dueño de la taberna lo trajo, sonriendo alegremente,
y les dijo que era agradable, puro y refinado.
“Pruébalo”, le dijo a uno. Este así lo hizo. “¡Por el diablo!”, dijo,
“este vino fue bueno, pero ahora tiene demasiados sedimentos”.
Otro dio un sorbo, para catar el vino,
y dijo al resto que tenía poco sabor.
El tercero, que era añejo; el cuarto, demasiado joven.
“No”, dijo el quinto, “no me gusta su acidez”.
De esta forma, señores, pueden ver cómo, en un momento,
el vino fue joven, envejecido, sin sabor, ácido, dulce y agrio.
Comparamos este vino con nuestra obra,
que algunos juzgarán demasiado trivial, y otros seria.
A ustedes, nuestros invitados, hemos tratado de entretenerles,
y les hemos recibido con lo mejor que tenemos.
Perdónenos, pues el buen vino puede verse desacreditado
cuando muchas bocas perciben cada una diferentes sabores.