PRIMERA ESCENA
Aposentos de Valentín.
Entran Escándalo y Jeremías.
Escándalo
Y bien. ¿Está listo vuestro amo? ¿Parece un loco y habla como un loco?
Jeremías
Sí, señor, no os quepa gran duda de ello. Tan a punto estuvo ayer de volverse poeta
por la mañana que no hace falta ir muy lejos para hacer de loco hoy.
Escándalo
¿Quiere participarle a Angélica la razón de su diseño?
Jeremías
No, señor, todavía no. Piensa probar a ver si hacer de loco no hará que ella haga
de necia y se enamore de él o al menos reconozca que lo ha estado amando todo el tiempo
sin declararlo.
Escándalo
Vi como subía a una coche hace un momento con su doncella y decirle al cochero que
se dirigiera aquí.
Jeremías
Muy probable, señor, pues yo le dije a su doncella esta mañana que mi amo se había
vuelto loco sin remedio por el mero amor de su ama. Oigo un coche detenerse, si se
tratara de ella, señor, creo que él no desearía verla hasta saber como se lo ha tomado.
Escándalo
Bien, yo la someteré a prueba. Ella es, aquí llega.
Entra Angélica con Ginebra.
Angélica
Maese Escándalo, ¿supongo que no tenéis por novedad que una mujer visite los aposentos
de un hombre por la mañana?
Escándalo
No si la ocasión es amable, señora. Pero cuando una dama viene, tirana, a insultar
a un amante arruinado y a manifestar las crueles victorias de su belleza, esa barbarie
me sorprende un tanto.
Angélica
No gusto de la chanza en un rostro serio. Os ruego que me digáis que es lo que sucede.
Jeremías
Asunto de poca monta, señora; mi amo está loco, eso es todo. Supongo que vueseñoría
lo ha tenido por tal durante mucho tiempo
Jeremías
A fe, señora, loco por falta de seso, de igual modo que era pobre por falta de dineros.
Su cabeza se encuentra tan ligera como sus bolsillos y cualquiera que tenga en mente
un mal trato comercial estaría más que aconsejado que le solicitara su hacienda.
Angélica
Si decís verdad, vuestra apetencia de discreción es muy extemporánea.
Escándalo
[aparte] Está preocupada y le ama.
Angélica
Maese Escándalo, vos no podéis creerme culpable de tamaña inhumanidad como para no
preocuparme por un hombre al que, lo reconozco, debo cierta obligación. Os ruego que
me digáis la verdad.
Escándalo
A fe, señora. Más querría que un embuste solventara el asunto. Pero esto no es efecto
novedoso para con una pasión no retribuida.
Angélica
[aparte] No sé que pensar –y, con todo, me sería fastidioso ser objeto de burla.
[En voz alta] ¿No puedo verle?
Escándalo
Me temo que el físico no está dispuesto a que lo veáis todavía. Jeremías, entrad y
averiguad.
Sale Jeremías.
Angélica
¡Ja! Le he visto guiñar un ojo y sonreír —se me figura que es burla. Lo averiguaré.
Quisiera disimular a todo el mundo un defecto que os debo confesar a vos. Me temo
que mi dicha depende de la recuperación de Valentín. Por lo tanto, os conjuro como
amigo suyo que sois y si os compadecéis de una, temerosa de aflicción, que me digáis
que puedo esperar. Yo no puedo hablar, pero vos me lo podéis decir. Decidme, pues
sabéis lo que yo habría de preguntar.
Escándalo
[aparte] Bueno, está bastante claro.
[En voz alta] No os preocupéis en demasía, señora. Espero que su condición no sea
desesperada. Un reconocimiento de vuestro amor por él puede que, quizás, logre una
curación, igual que el temor a vuestra aversión ha ocasionado su destemplanza.
Angélica
[aparte] ¿Eso decís? Pues convencida estoy, pues; y, si no os devuelvo la burla, ojalá que
nunca saboree los placeres de la venganza.
[En voz alta] ¡Reconocimiento de amor! Veo que habéis equivocado mi compasión y me creéis culpable
de una flaqueza que me es extraña. Pero tengo demasiada sinceridad como para engañaros
y demasiada caridad como para sufrir que él se engañe con falsas esperanzas. La buena
natura y la humanidad me obligan a estar preocupada por él, pero el amor ni está en
mis manos ni en mi inclinación; y si no puede curarse sin que yo chupe el veneno de
sus llagas, me temo que no recuperará el seso hasta que yo no haya perdido el mío.
Escándalo
Eh, brava mujer, a fe. ¿No querríais verle, entonces, si él lo deseara?
Angélica
¿Qué significan los deseos de un loco? Además, me desasosegaría. Si no lo viera, quizás
se atenuara mi preocupación por él. Si lo olvidara, no haría más de lo que él ha hecho
por si mismo; y ahora que ha pasado la sorpresa, pienso para mí que no le tengo ni
la mitad de lástima de la que tenia antes.
Escándalo
Así es, a fe, la buena natura va paso a paso; vos confesabais hace un momento una
obligación para con su amor.
Angélica
Pero he considerado que las pasiones son irrazonables e involuntarias. Si él ama,
no puede evitarlo; y si yo no amo, no puedo evitarlo. De igual manera que él no pude
evitar ser hombre ni yo ser mujer, tampoco puedo socorrer mi falta de inclinación
por quedarme. Vamos, Ginebra.
Salen Angélica y Ginebra.
Escándalo
¡Hum! Un admirable composición, a fe, la de esta hembra.
Entra Jeremías.
Jeremías
¿Cómo? ¿Se ha ido, señor?
Escándalo
¿Ido? Nunca estuvo aquí, ni en ninguna otra parte, ni sabría reconocerla si la viera
,ni vos tampoco.
Jeremías
¡Malhaya! ¿Qué ocurre ahora? ¿Hay más locos entre nosotros? Pues, señor, mi amo mucho
desea verla, y casi se ha vuelto loco de verdad con las buenas nuevas de que ella
estaba aquí.
Escándalo
Todos estábamos engañados. No preguntéis, pues no sabría contestaros; sino que informaré
a vuestro amo. Mientras tanto, si nuestro proyecto tiene el mismo éxito con su padre
que con su dama, puede descender de su exaltación de locura al sendero del sentido
común y darse por contento de que solamente se le tome por necio con otras personas
de seso. Oigo a Don Sansón. Ya sabéis lo que habéis de hacer; yo voy con vuestro amo.
[Sale.]
Entra Don Sansón Leyenda con un Abogado.
Don Sansón
Veis, Maese Bucarán, he aquí el papel firmado de su puño y letra.
Bucarán
Bien, señor; y el documento de traspaso ya se encuentra redactado en esta caja, si
él está listo para la firma y el cuño.
Don Sansón
¿Listo? ¡Cuerpo de mí! Debe estar listo. Su fingida enfermedad no le excusará. Ah,
aquí está su bellaco. Bribón, ¿donde está vuestro amo?
Jeremías
Ah, señor, ido del todo.
Don Sansón
¡Ido! ¿Cómo, no habrá muerto?
Jeremías
No, señor, muerto no.
Don Sansón
¿Cómo, entonces? ¿Se ha ido de la ciudad, se ha escapado, eh? ¿Me ha engañado? Habla,
lacayo.
Jeremías
No, no, señor, él está seguro, señor; y ojalá estuviera igual de cuerdo, pobre caballero.
El se encuentra ciertamente aquí, señor; y no, señor.
Don Sansón
Vaya, vaya, bribón, ¿me embromáis? Habla, bribón, di donde está, pues habré de encontrarlo.
Jeremías
Ojalá pudierais, señor, pues él se ha perdido a si mismo. Ciertamente, señor, casi
se me ha roto el corazón por él. No puedo reprimir las lágrimas cuando pienso en él,
señor. Siento melancolía por él, señor, como el toque de difuntos, señor, o un caballo
en establos.
Don Sansón
Que la peste se lleve vuestros símiles, señor. Hablad de manera que se os entienda
y decidme de manera llana lo que le ocurre u os partiré esa calavera de necio.
Jeremías
Ah, ahí le habéis dado, señor. Eso es lo que le pasa, señor. Su calavera está partida,
pobre caballero; está totalmente loco, señor.
Bucarán
¿Cómo? ¿Está non compos?
Jeremías
Asaz non compos, señor.
Bucarán
Pues entonces todo queda en nada, Don Sansón. Si se hallare non compos mentis, su auto y documento no tendrá efectos, es legalmente inválido.
Don Sansón
¡Por las llagas de! No habré de creerlo. Dejadme que lo vea, señor. ¡Loco! Yo haré
que recobre el seso.
Jeremías
Maese Escándalo está con él, señor; llamaré a la puerta.
Avanza a la escena, que se abre para descubrir a Valentín sobre un sillón, vestido
de manera descuidada, Escándalo junto a él.
Don Sansón
Hola, ¿qué podríamos hacer?
Valentín
[de golpe] ¡Ja! ¿Quien es?
Escándalo
Por el amor del Cielo, con ternura, señor, ternura. No lo provoquéis.
Valentín
Respondedme. ¿Quien es ese? ¿Y ese?
Don Sansón
¡Cuerpo de! ¿No me conoce? ¿Es peligroso? Hablaré con ternura. Val, Val, ¿no me conoces,
muchacho? ¿No conoces a tu propio padre, Val? Yo soy tu propio padre y este es el
honesto Breve Bucarán, el abogado.
Valentín
Puede ser. No os conocía. El mundo está lleno. Esta es gente que conocemos y gente
que no conocemos y, aun así, el sol luce para todos por igual. Hay padres que tienen
muchos hijos e hijos que tienen muchos padres. ¡Raro es! Pero yo soy la verdad y he
venido para darle el mentís al mundo.
Don Sansón
¡Cuerpo de mí! No sé qué decirle.
Valentín
¿Por qué viste ese abogado de negro? ¿Porta su conciencia sobre si? Abogado, ¿qué
eres? ¿Me conoces?
Bucarán
¡Oh, Señor! ¿Qué decir? Sí, señor.
Valentín
Mientes, pues soy la verdad. Es difícil. No puedo ganarme la vida entre vosotros.
Me han expulsado formalmente de la Audiencia de Westminster el día primero de cada
periodo. Veamos —da igual cuanto tiempo— pero os diré una cosa, es una cuestión que
desconcertaría a un aritmético; si hubierais de preguntarle si la Biblia salva más
almas en la Abadía de Westminster o condena más en la Audiencia de Westminster. Por
mi parte, yo soy la verdad, y no sabría decirlo: tengo pocos conocidos.
Don Sansón
¡Cuerpo de mí! Habla con seso en su locura. ¿No tiene intervalos?
Jeremías
Muy cortos, señor.
Bucarán
Señor, no puedo serviros mientras se encuentre en esta condición. He aquí vuestro
papel, señor. Puede abalanzarse sobre mí si me quedo. El traspaso está listo, señor,
si recobra la cordura.
[Sale.]
Don Sansón
Teneos, teneos, no os vayáis aún.
Escándalo
Será mejor que le dejéis marchar, señor, y enviar en su búsqueda de haber ocasión,
pues se me antoja que su presencia no hace sino provocarlo más.
Valentín
¿Se ha ido el abogado? Buena cosa es, así podremos beber por ahí sin tirarnos de las
orejas. ¡Viva! ¿Qué hora es? ¿Mi padre aquí? Vuestra bendición, señor.
Don Sansón
Se recupera. Bendito seas, Val. ¿Cómo estás, muchacho?
Valentín
Gracias, señor, bastante bien. He estado algo descompuesto. ¿Querréis sentaros, señor?
Don Sansón
Sí, muchacho. Vamos, te sentarás a mi lado.
Valentín
Señor, es mi deber atenderos.
Don Sansón
No, no; vamos, vamos, sentaos, honesto Val, ¿Cómo estás? Déjame sentir tu pulso. Oh,
bastante bueno ahora, Val. ¡Cuerpo de mí! Lamenté veros trastornado. Pero me alegra
de que estés mejor, honesto Val.
Valentín
Os doy las gracias, señor.
Escándalo
[aparte] (¡Milagro! El monstruo es cada vez mas amoroso.)
Don Sansón
Déjame sentir tu mano de nuevo, Val. No tiembla. Creo que puedes escribir, Val. ¿Eh,
muchacho? ¿Puedes escribir tu nombre, Val?
[Susurrando a Jeremías] Jeremías, id y alcanzad a Maese Bucarán, pedidle que vuelva rápido con el traspaso.
¡Rápido, rápido!
[Sale Jeremías.]
Escándalo
[aparte] (¡¿Cómo he podido sospechar que tal pagano tuviera remordimientos?!)
Don Sansón
Conoces este papel, Val? Sé que eres honesto y cumplimentarás autos.
[Le enseña el papel pero lo mantiene fuera de su alcance.]
Valentín
Os ruego que me permitáis verlo, señor. Lo sostenéis tan lejos que no puedo decir
si lo conozco o no.
Don Sansón
¿Verlo, muchacho? Sí, sí, ya lo ves, ¿no? Es tu propia letra, Val. Veamos, lo puedo
leer con la mayor facilidad del mundo. Fijaos:
[lee] La condición de esta obligación— Fijaos, lo más fácil del mundo, así comienza y luego,
abajo, por testimonio de ello mi firma, Valentín Leyenda, en letras grandes. ¡Hola!
Facilísimo de ver, como las narices en la cara. ¡Hola! ¿Son mis ojos mejores que los
tuyos? Creo que puedo leerlo a mayor distancia aún. Vamos a ver.
[Alarga el brazo al máximo.]
Valentín
¿Si os pluguiera que yo lo sostendría, señor?
Don Sansón
¿Dejar que lo sostengas, dices? Sí, con todo mi corazón. ¿Qué importa quien lo sostenga?
¿Qué necesidad hay de que alguien haya de sostenerlo? Lo pondré en mi bolsillo, Val;
y así nadie tendrá que sostenerlo.
[Coloca el papel en su bolsillo.] Ahí, Val, está lo bastante seguro, muchacho. Pero lo tendrás en cuanto hayas puesto
tu firma en otro papel, mi Valentinín.
Vuelve a entrar Jeremías con Bucarán.
Valentín
¡Hola! ¿Otra vez mi genio malo? Ah, no, es el abogado al que le pica la palma de la
mano y ha venido a que le rasquen. Mis uñas no son lo suficientemente largas. Dejadme
un par de tenazas al rojo vivo, rápido, rápido, y me veréis hacer de San Dunstán y
tirar del demonio por las narices.
Bucarán
Oh, señor, dejadme marchar. No me aventuraré con un loco.
[Sale Bucarán.]
Valentín
¡Ja, ja, ja! No hace falta que corráis tan deprisa, la honradez no os dará alcance.
¡Ja, ja, ja! El bribón me descubrió in forma pauperis enseguida.
Don Sansón
¡Por las llagas de! ¡Qué aflicción! No sé qué hacer o decir ni en qué dirección ir.
Valentín
¿Quien es ese que ha perdido el camino? Yo soy la verdad y puedo enderezarlo. Atiende,
amigo: el camino recto es el peor de los caminos que puedas emprender. El que siempre
sigue a su nariz, a menudo será conducido a un hedor. Probatum est. ¿Por qué os inclináis? ¿Religión o política? He aquí un par de temas para vos, tan
desaparejados como el aceite y el vinagre; y, en cambio, los dos, batidos por un cocinero
de estado, hacen salsa para toda la nación.
Don Sansón
¿Por qué demonios hube de procrear hijos? ¿Por qué hube de casarme?
Valentín
Porque eras un monstruo, viejo amigo. Los dos mayores monstruos del mundo son un hombre
y una mujer. ¿Cual es tu opinión?
Don Sansón
Pues mi opinión es que esos dos monstruos unidos hacen uno todavía mayor, es decir,
un marido y su esposa.
Valentín
¡Aja! Moneda de ley, ¿eso dices? Bien has dicho. Pero es portentosamente extraño,
Jeremías!
Valentín
Que lo pelos grises hayan de cubrir una cabeza verde —y que yo haga de mi padre un
necio.
Entran Anteviso, Doña Antevisa y Frágil.
Valentín
¡¿Qué tenemos aquí?! ¿Erra Pater? ¿O una sibila con barba? Si llega la profecía, la verdad debe ceder el sitio.
[Sale con Jeremías.]
Anteviso
¿Qué dice? ¿Cómo? ¿Ha profetizado? ¡Ja, Don Sansón! ¡Dios nos bendiga! ¿Cómo estamos?
Don Sansón
¿Cómo estamos? Que la peste se lleve nuestra prognosticación. ¡Hola! Somos los mismos
necios de siempre. ¡Por las llagas de! ¿Cómo no pudisteis prever que predominaría
la Luna y que mi hijo se volvería loco? ¿Donde están vuestras oposiciones, vuestros
trinos y vuestros cuadratos? ¿Qué os dijeron vuestro Cardan y vuestro Tolomeo, vuestro
Mesalá y vuestro Longomontano, vuestra armonía de la quiromancia con la astrología?
¡Ah! Que la peste se los lleve, que yo, que conozco el mundo y a los hombres y las
maneras, que no me creo ni un ápice del firmamento y los astros y el sol y los almanaques
y la basura, haya de ser dirigido por un soñador, un cazador de agüeros y diferir
los negocios a la expectativa de la hora afortunada. Cuando, ¡cuerpo de mí! no hubo
jamás una hora afortunada, pasada la primera oportunidad.
[Sale Don Sansón.]
Anteviso
Ah, Don Sansón, que el cielo socorra vuestra cabeza. No es esta vuestra hora afortunada;
nemo omnibus horis sapit. ¡Hola! ¿Se ha ido, despreciando a la ciencia? ¡Que los torvos astros y la ignorancia
por convertir le asistan!
Escándalo
Debéis excusar su pasión, Maese Anteviso, pues ha sufrido recia aflicción. Su hijo
se encuentra non compos mentis y, en consecuencia, es incapaz de hacer traspaso alguno con validez legal, de modo
que todas sus medidas se ven frustradas.
Anteviso ¡Ja! ¿Eso decís?
Doña Frágil
[aparte a Doña Antevisa] (¿Cómo? ¿Entonces mi amante marino ha perdido su ancla de esperanza?)
Doña Antevisa
Oh, hermana, ¿qué haréis con él?
Doña Frágil
¿Hacer con él? Mandarlo, de nuevo, a la mar, con el próximo temporal. Esta habituado
a un elemento inestable y no me sorprendería que las mareas cambiaran.
Anteviso
[recapacita] ¿En qué me equivoqué, al no haberlo previsto?
Escándalo
[aparte a Doña Antevisa] (Señora, vos y yo podemos decirle algo más que no previó y, en particular en lo que
atañe a su propia fortuna.)
Doña Antevisa
¿Qué queréis decir? No os entiendo.
Escándalo
Chist, en voz baja. Los placeres de anoche, querida mía, demasiado considerables como
para haber sido olvidados tan pronto.
Doña Antevisa
¡¿Anoche?! ¿Y qué habría de inferir vuestra impudicia de anoche? Anoche fue como anteanoche,
creo.
Escándalo
¡Muerte de! ¿No hacéis diferencia entre mí y vuestro marido?
Doña Antevisa
No mucha; él es supersticioso y vos loco, en mi opinión.
Escándalo
Me volvéis loco. No habláis en serio. Os ruego que recordéis.
Doña Antevisa
Ah, sí, ahora me viene. Vos fuisteis muy impertinente e impúdico y querríais haber
compartido mi lecho.
Doña Antevisa
¡¿Que no lo hicisteis?! ¿Con qué rostro podéis hacer esa pregunta?
Escándalo
(aparte) Esto lo he oído anteriormente, pero nunca lo he creído. Se me dijo que tenía esa
admirable cualidad de olvidar, por la mañana, el rostro de un hombre con el que había
yacido toda la noche y de negar los favores con mayor impudicia que cuando los hubo
otorgado.
(En voz alta) Señora, soy vuestro humilde servidor y os honro. No tenéis mal aspecto, Maese Anteviso.
¿Qué tal descansasteis anoche?
Anteviso
En verdad Maese Escándalo, estaba tan lleno de sueños interrumpidos y de visiones
desordenadas que recuerdo poco.
Escándalo
Fue noche de mucho olvidar. Pero, ¿por qué no habláis con Valentín? Quizás vos podáis
entenderlo. Tiendo a pensar que hay algo misterioso en sus discursos y a veces lo
creo más inspirado que loco.
Anteviso
Habláis con un singular buen juicio, Maese Escándalo, en verdad. Me inclino por vuestra
moruna opinión en este asunto y yo sí reverencio al hombre a quien el vulgo toma por
loco. Entremos donde se halla.
Doña Frágil
Hermana, quedad con ellos; encontraré a mi amante y lo licenciaré e iré a donde vos.
Por mi conciencia, aquí llega.
Salen Anteviso, Doña Antevisa y Escándalo.
Entra Ben.
Ben
Todos locos, creo. ¡Carne! Por mi parte, creo que todas las calenturas de la mar han
desembarcado.
Doña Frágil
¿Maese Benjamín colérico?
Ben
No, estoy bastante complacido ahora que os he encontrado. Por la Misa, he tenido allí
un huracán de cuidado por vos.
Doña Frágil
¿Por mí? Decid, os lo ruego, ¿qué ocurre?
Ben
Pues que padre vino y me encontró discutiendo con esa cosa con cara de cría, con la
que quería que me desposara, así que preguntó que qué pasaba. Lo preguntó de manera
hosca. Parece que mi hermano Val se ha vuelto loco, y eso lo había enfurecido pero
¿qué tenía yo que ver con todo ello? Así que él pregunto de una manera hosca y, pardiez,
yo le contesté igual de hosco. Que, por mucho que sea mi padre, no estoy atado a él
como un aprendiz al maestro. Así que, a fe, le dije llanamente, que de tener idea
de casarme, lo haría para complacerme a mí mismo y no a él; y en cuanto a la joven
con que me había provisto, que pensaba que le sería de mayor beneficio aprenderse
la cartilla y hacer tortitas con barro, que cuidar de un marido. Por mi parte, yo
no era para ella. Yo tenia otra travesía que hacer —y que lo tomara como quisiera.
Doña Frágil
Entonces ¿pensáis haceros a la mar de nuevo?
Ben
¡Quiá, quiá! Mi mente se cierne sobre vos, pero no quise decirle tanto. Así que dijo
que él haría que me doliera el corazón, y dijo que, de poder tener a una mujer pareja,
que él mismo se casara. Pardiez, dije yo, si vais hacer de necio y casaros a vuestra
edad, hay mayor peligro en vuestra cabeza que dolor en mi corazón. Estaba enfadado
de veras cuando le di de ese modo. Se quedó sin decir palabra, así que lo dejé a él
y la moza verde juntos. Quizás pique la abeja y se case él mismo con ella —pues, sea,
con todo mi corazón.
Doña Frágil
¿Y fuisteis un miserable tan descortés y desleal con vuestro padre?
Ben
Pues, ¿por qué fue él descortés antes? Si yo soy desleal y descortés, ¿por qué me
engendró así? Yo no me tuve a mi mismo.
Doña Frágil
¡Oh, qué impiedad! ¡Qué equivocada he estado! ¡¿En qué inhumana e implacable criatura
he puesto mi corazón?! ¡Oh, qué feliz soy de haber descubierto las plataformas y las
arenas movedizas que se agazapan bajo ese rostro sonriente y desleal!
Ben
¡¿Y ese cabeceo?! ¿Qué pasa, ahora? ¡Hola! ¿No estaréis enfadada, verdad?
Doña Frágil
Oh, no vuelvas a mirarme a la cara, pues naciste entre rocas, amamantado por ballenas,
acunado en la tempestad y oreado por los vientos; y has salido con aletas y escamas
y tres hileras de dientes: un pez de presa de lo más desaforado.
Ben
Oh Señor, oh, Señor, está loca, pobre joven. El amor le ha trastornado el seso, su
cerebro está trastocado. Vaya por Dios, ¿cómo haré para enderezarla?
Doña Frágil
No, no, no estoy loca, monstruo, soy lo suficientemente sabia como para descubriros.
¿Teníais la impudicia de aspirar a ser un marido con ese temperamento obstinado y
desobediente? Vos, que no sabéis someteros a un padre, presumís de suficiente copia
de obligación como para soportar a una esposa? Bien me la habríais pegado de puño,
muy finamente pegado de puño.
Ben
Atenta, a fe. Si es cierto que no habéis perdido el seso, por lo que se me alcanza,
soy yo el que ha sido finamente pegado de puño, si he recibido furia a cuenta vuestra,
y vos ya habéis virado. Quiero decir que, ¿después de todos vuestros hermosos discursos
y acariciarme la mejillas y besar y abrazar, ahora desviáis, así, el rumbo? ¿Lo haríais
y me dejaríais en tierra?
Doña Frágil
No, yo os dejaré a la deriva e id donde os pluga.
Ben
¿Cómo? ¿Sois, pues, falsa de corazón?
Doña Frágil
Sólo ha cambiado el viento.
Ben
¡Mayor vergüenza! ¿Ha cambiado el viento? Mal viento es que a nadie ayuda. Quizás
me he deshecho de vos en buena hora, si estas son vuestras chanzas. ¿Qué pretendíais
todo este tiempo, hacerme pasar por necio?
Doña Frágil
Necio no, sino marido.
Ben
¡Marido! Pardiez Yo no sería marido vuestro, aun si quisierais tenerme, ahora que
sé como pensáis, aunque aportarais vuestro peso en oro y en preseas y aunque estuviera
muy enamorado de vos.
Doña Frágil
¡Hola! ¿puedes amar, marsopa?
Ben
No importa lo que pueda hacer, no me tildéis. No os amo tanto como para soportar haya
hecho lo que haya hecho. Me alegra que os mostréis como sois, señora. Que se case
con vos quien nos os conozca. Pardiez, yo os conozco demasiado bien por triste experiencia.
Creo que quien os despose se hará a la mar en una fragata atribulada –eso es lo que
creo, joven– y puede que llegara a anclar en Punta Cabritos. Pues, ahí lo tenéis,
tomadlo como gustéis. Puede que salgáis dando voces tras de mí, si yo no acudiera.
[Sale.]
Doña Frágil
¡Ja, ja, ja! No hay duda de ello.
[Canta.]
ErrorMetrica
Mi amor verdadero se ha hecho a la mar.
[Entra Doña Antevisa.]
Oh, hermana, de haber llegado un minuto antes habríais visto la resolución de un amante.
Honesta Brea y yo nos hemos separado y con la misma indiferencia con la que nos conocimos.
Por mi vida, me encuentro medio afligida ante la insensibilidad de un bruto a quien
yo despreciaba.
Doña Antevisa
¿Cómo, pues? ¿Lo sufrió con gran heroísmo?
Doña Frágil
Muy tiránicamente, pues me ha cogido ventaja, y yo, la pobre doncella abandonada,
he quedado en la ribera, lamentándome. Pero os confiaré un apunte que él me ha comunicado:
Don Sansón está furioso y habla desesperadamente de cometer, él mismo, matrimonio.
Si tuviera en mente echarse a perder, no podría hacerlo de mejor manera que encima
de mí, si es que logro conseguirlo.
Doña Antevisa
Oh, que lo cuelguen, al viejo zorro, es demasiado astuto; además nos odia, a vos como
a mi. Pero tengo un proyecto en la cabeza para vos y lo tengo bastante adelantado.
Casi he cerrado un trato con Jeremías, el criado de Valentín, para que nos venda a
su amo.
Doña Frágil
¿Que lo venda, cómo?
Doña Antevisa
Valentín está loco por Angélica y me tomó por ella, y Jeremías dice que tomará por
ella a cualquiera que él le imponga. Ahora bien, le he prometido un Potosí si, en
uno de sus ataques de locura, os lleva a vos a él en su lugar, y consigue casaros,
y meteros juntos en la cama; y después de la consumación, muchacha, no hay revocación;
y si recupera el seso, estará contento, al menos, con llegar a un buen acuerdo con
vos. Aquí viene, apartaos un poco, y decidme como se os antoja mi diseño.
Entran Valentín, Escándalo, Anteviso y Jeremías.
Escándalo
[a Jeremías] ¿Y le habéis dado a vuestro amo algún indicio de nuestra trama para con él?
Jeremías
Señor; dice que lo favorecerá, y que la tomará por Angélica.
Escándalo
Puede resultar diversión.
Valentín
¡Chist! No me interrumpáis. Yo te susurraré una predicción y tú habrás de profetizar.
Yo soy la verdad, y puedo enseñarle a tu lengua un nuevo ardid. Te he dicho lo que
es pasado y ahora diré lo que está por venir. ¿Sabes lo que ocurrirá mañana? No me
respondas, pues yo te lo diré. Mañana, los bribones prosperarán mediante la industria,
y los necios mediante la fortuna; y la honestidad proseguirá como acostumbra, tiritando
de escarcha en ropa de verano. Hacedme preguntas concernientes a mañana.
Escándalo
Preguntadle, Maese Anteviso.
Anteviso
Os lo ruego, ¿qué se hará en la Corte?
Valentín
Escándalo os lo dirá. Yo soy la verdad: yo nunca voy allí.
Valentín
Ah, se elevarán preces en iglesias vacías a las horas acostumbradas. Y, en tanto,
veréis rostros con tal celo tras los mostradores como si la religión se vendiera en
cada tienda. Oh, las cosas procederán metódicamente en la Villa, los relojes sonarán
las doce a mediodía y la cornuda manada se hará sentir en la Lonja a las dos. Esposas
y maridos perseguirán oficios distintos y el cuidado y el placer ocuparán a la familia
separadamente. Los mesones de café estarán llenos de humo y de estratagemas y el aprendiz
de pelo corto, que barre la tienda de su maestro por las mañanas puede, apuesto diez
contra uno, ensuciar las sábanas antes de la noche. Pero habrá dos cosas muy extrañas
que veréis; como son esposas lascivas con libertad de piernas y cabrones de cuellos
encadenados. Pero, ¡alto! Debo examinaros antes de seguir adelante, tenéis un semblante
sospechoso. ¿Sois un marido?
Valentín
¡Pobre criatura! ¿Vuestra esposa es de la parroquia de Covent-Garden?
Anteviso
No. Saint Martins-in-the-Fields.
Valentín
¡Sí, pobre hombre! Los ojos los tiene hundidos y las manos marchitas, las piernas
menguadas y curva la espalda. Rogad, rogad por una metamorfosis. Cambia la forma,
y sacúdete la edad; hazte con el caldero de Medea y que te cuezan de nuevo, sal fuera
de él con manos callosas de trabajar, un espinazo de acero y los hombros de Atlas.
Deja que Taliacoto el cirujano perfile las pantorrillas de veinte silleteros, y construya
pedestales sobre los cuales erigirte y mirar al matrimonio a la cara. ¡Ja, ja, ja!
Que un hombre tenga el estómago para un banquete de bodas cuando los palomos deberían
haber sido dispuestos a su pies, ¡ja, ja, ja!
Anteviso
Su frenesí ahora es muy alto, Maese Escándalo.
Escándalo
Creo que es la estación de primavera.
Anteviso
Con mucha probabilidad, cierto. Vos entendéis de estas materias, Maese Escándalo.
Con gusto disputaré con vos de estas cosas que ha pronunciado. Sus dichos son muy
misteriosos y jeroglíficos.
Valentín
Oh, ¿por qué habría de estar Angélica ausente de mis ojos por tanto tiempo?
Jeremías
Ella está aquí, señor.
Doña Antevisa
Vamos, hermana.
Doña Frágil
Oh señor, ¿qué he de decir?
Escándalo
Seguidle el juego, señora, en cualquier circunstancia.
Valentín
¿Donde está? Oh, la veo. Ella viene, como riquezas, salud y libertad al mismo tiempo,
a un mísero desesperado y hambriento. Oh, sed bienvenida, sed bienvenida.
Doña Frágil
¿Cómo estáis, señor? ¿Puedo servir en algo?
Valentín
Atiende; tengo un secreto que contaros. Endimión y la Luna se encontrarán con nosotros
en el monte Latmos y nos casaremos en plena noche. Pero, ni una palabra. Himen colocará
su antorcha en un farol tapado, para que sea secreto; y Juno le dará a su pavo agua
de adormidera, para que pueda abatir su cola fisgona y los cien ojos de Argo se cerrarán,
¿eh? Nadie lo sabrá, sino Jeremías.
Doña Frágil
No, no, lo mantendremos en secreto. Se hará de inmediato.
Valentín
Cuanto antes mejor. Jeremías, venid aquí; más cerca, para que nadie pueda escucharnos.
Jeremías, puedo daros noticias. Angélica se ha vuelto monja y yo voy a volverme fraile
y aun así nos casaremos, a despecho del Papa. Traedme una cogulla y cuentas, para
que pueda interpretar mi papel, pues ella se encontrará conmigo dentro de dos horas
en blanco y negro y un velo largo para cubrir el proyecto y no nos veremos las caras
hasta que hayamos hecho algo vergonzoso y entonces nos sonrojaremos de una vez por
todas.
Entran Chismes y Angélica.
Jeremías
Yo me cuidaré de ello, de—
Angélica
No, Maese Chismes, si me hacéis el amor, echaréis a perder mi plan, pues tenia pensado
hacer de vos mi confidente.
Chismes
Pero, señora, desperdiciar vuestra persona —¡tal persona! — y tal fortuna, ¡en un
loco!
Angélica
Nunca le amé hasta que se volvió loco pero no se lo digáis a nadie.
Escándalo
(aparte) ¿Cómo es esto? ¡Chismes haciéndole el amor a Angélica!
Chismes
¿Decir, señora? Ay, no me conocéis. Tengo mucho que esforzarme para decirle a vueseñoría
el tiempo que llevo enamorado de vos. Bien que, animado por la imposibilidad de que
Valentín siga solicitándoos, me he aventurado a declararos la pasión más íntima de
mi corazón. Oh, señora, fijaos en nosotros dos. Veis ahí las ruinas de una pobre criatura
decaída. Aquí una figura completa y vivaz, con juventud y salud, con los cinco sentidos
a la perfección y, sobreañadido, el más apasionado amante—
Angélica
¡Oh, puaf! ¡Qué vergüenza! ¡Tened la lengua! ¡Un amante apasionado y cinco sentidos
a la perfección! Cuando estéis igual de loco que Valentín, creeré que me amáis y el
más loco de ambos me tomará.
Valentín
Es bastante. ¡Ja! ¿Quien tenemos aquí?
Doña Frágil
[a Jeremías] Oh, Señor, su llegada lo echará todo a perder.
Jeremías
No, no, señora, él no la conocerá; y, si así fuera, yo puedo persuadirle.
Valentín
[susurra] Escándalo, ¿quienes son todos estos? ¿Extranjeros? Si lo fueran, os diré lo que pienso.
Llevaos a toda la compañía, excepto a Angélica, para que pueda desvelarle mi diseño.
Escándalo
(susurra) Lo haré. He descubierto algo de Chismes, que es pieza con Doña Frágil. Él corteja
a Angélica. Si consiguiéramos acoplarlos juntos —Escucha —
Doña Antevisa
No os conocerá, prima, no conoce a nadie.
Anteviso
Pero él conoce más cosas que nadie. Oh, sobrina, él conoce las cosas pasadas y por
venir y todos los secretos profundos del tiempo.
Chismes
Mirad, Maese Anteviso, no es lo mío hablar mucho de cosas y, por tanto, no hablaré
mucho, pero, en dos palabras, fijaos: os apuesto cien libras ahora a que sé más secretos
que él.
Anteviso
¡Cómo? Yo no puedo leer ese saber en vuestra cara, Maese Chismes. Os lo ruego, ¿qué
sabéis?
Chismes
Hola, ¿qué creéis que os diría, señor? ¿Leerlo en mi cara? No, señor, está escrito
en mi corazón y se encuentra más seguro ahí señor, que las cartas escritas con zumo
de limón, pues ninguna llama pueda sacarlas a la luz. No soy un indiscreto hablador,
señor.
Valentín
[a Escándalo] Confiádselo a Jeremías, él puede conseguirlo fácilmente. Son bienvenidos y yo mismo
se lo diré.
(En voz alta) ¡Hola! ¿Me miráis con extrañeza? Entonces debo ser llano.
[Acercándose a ellos] Yo soy la verdad, y odio al antiguo conocido con una cara nueva.
[Escándalo va aparte con Jeremías.]
Chismes
¿Me conocéis a mí, Valentín?
Valentín
¿A vos? ¿Quien sois vos? No, espero que no.
Chismes
Yo soy Jaime Chismes, vuestro amigo.
Valentín
¿Mi amigo, para hacer qué? Yo no soy un hombre casado, y tú no puedes yacer con mi
esposa; yo soy muy pobre y tú no puedes pedirme dinero en préstamo. Entonces, ¿para
qué voy a emplear un amigo?
Chismes
¡Ja! Buen y franco orador y al que no se le puede confiar un secreto.
Angélica
¿Me conocéis a mí, Valentín?
Valentín
Vos sois una mujer; a quien el cielo otorgó belleza, cuando injertó rosas en un zarzal.
Vos sois el reflejo del cielo en un estanque y el que salta sobre vos se hunde. Vos
sois toda blanca, una hoja de papel de blanco inmaculado cuando primero nacisteis;
pero habéis de ser garabateada y emborronada por toda pluma de ganso. Os conozco,
pues yo amé a una mujer y la amé por tanto tiempo que descubrí algo extraño: descubrí
para qué vale una mujer.
Chismes
¿Sí? ¿Y qué fuera eso?
Valentín
Pues, para guardar un secreto.
Valentín
Oh, es extremadamente buena guardando un secreto. Puesto que, aunque lo revelara,
nadie la habría de creer.
Chismes
¡Ja! Bien de nuevo, a fe.
Valentín
Me gustaría algo de música. Cantadme la canción que me place.
Canción: 1
ErrorMetrica
Te digo, Charmion, si pudiera recobrar el tiempo,
Y volver a amar y a vivir,
A vos os daría mi ofrenda primera;
Sé que mis ojos conducirían mi corazón hasta vos,
Y, de renovar todas mis promesas y mis juramentos,
Pero, por decirlo llanamente, nunca sería fiel.
2
Pues por nuestra verdad débil y cautelosa, encuentro
Que el Amor odia centrarse en un punto asignado,
Sino que recorre, gozoso, el círculo de la mente.
Por tanto, nunca encadenemos lo que ha de ser libre,
Sino que para alivio de ambos sexos, acordemos,
Ya que las mujeres adoran el cambiar, lo hagamos también nosotros.
No más, pues me hallo melancólico.
[Camina pensativo]
Jeremías
[a Escándalo] Yo lo haré, señor.
Escándalo
Maese Anteviso, será mejor que lo dejemos. Puede volverse desaforado y hacer daño.
Anteviso
Seguiré vuestro consejo.
Jeremías
[a Doña Frágil] Os encontraréis, señora; yo me encargaré de que todo esté listo.
Doña Frágil
Tú harás lo que tú quieras, tendrás lo que quieras y, en dos palabras, no te negaré
cosa alguna.
Chismes
[a Angélica] Señora, ¿os acompaño?
Angélica
No, yo me quedaré con el. Maese Escándalo me guardará. Tía, Maese Chismes desea que
le deis permiso para acompañaros.
Chismes
[aparte] ¡Que la peste se la lleve! No hay escapatoria, ahora que lo ha dicho.
[En voz alta] Señora, ¿me haréis el honor?
Doña Antevisa
Maese Chismes podría haber usado de menos ceremonia.
Salen Anteviso, Doña Antevisa, Chismes, Doña Frágil, Jeremías.
Escándalo
Jeremías, sigue a Chismes.
Angélica
Maese Escándalo, sólo me quedaré hasta que llegue mi doncella y porque tenia en mente
deshacerme de Maese Chismes.
Escándalo
Señora, que me place haber escuchado una razón mejor que la que le disteis a Maese
Chismes; pues su impertinencia os forzó a reconocer una amabilidad hacia Valentín
que negabais ante todos sus sufrimientos y mis solicitudes. Así que lo dejaré a él
para que haga uso de su descubrimiento y a vueseñoría para la franca confesión de
vuestras inclinaciones.
Angélica
¡Oh, cielos! ¿No me dejaréis a solas con un loco?
Escándalo
No, señora; solamente dejo a un loco con su remedio.
[Sale Escándalo.]
Valentín
Señora, no habéis necesidad de gran temor, pues se me antoja que estoy recobrando
mi ser.
Angélica
[aparte] Sí, pero si no os la devuelvo, que me cuelguen.
Valentín
Ya veis que disfraces el amor nos obliga a vestir. Los dioses han tomado formas fingidas
por la misma razón y la parte divina de mí, mi mente, ha llevado esta máscara de locura
y esta librea pinta tan sólo como esclavo del amor y sierva criatura de vuestra belleza.
Angélica
¡Misericordia, cómo habla! ¡Pobre Valentín!
Valentín
No, a fe, ahora entendámonos el uno al otro, hipocresías aparte. La comedia se aproxima
a su final, pensemos en dejar de actuar y seamos nosotros mismos; y puesto que vos
me habéis amado, debéis admitir que, al final, os he merecido, debéis confesarlo.
Angélica
[suspira] Os habría amado, pues sabe el Cielo que he compasión de vos; y, de haber previsto
los tristes efectos, me habría esforzado. Pero es demasiado tarde.
[Suspira.]
Valentín
¿Qué tristes efectos? ¿Para qué es demasiado tarde? Mi aparente locura ha engañado
a mi padre y me ha procurado tiempo para pensar en el modo de reconciliarme con él
y preservar mis derechos de herencia sobre su hacienda, a los cuales de lo contrario
y mediante autos debería haber renunciado esta mañana; y de ello os habría informado
hoy, pero os habíais marchado antes de yo saber que habías estado allí.
Angélica
¡Cómo? Yo creía que vuestro amor por mí os había causado este tránsito del alma, qué,
al parecer, tan sólo fingisteis con fines mercenarios y sórdido interés.
Valentín
No, ahora me ofendéis, pues, de haber considerado interés alguno, lo habría sido por
vuestra parte, pues yo creía necesitar algo más que amor para hacerme digno de vos.
Angélica
Entonces me creísteis mercenaria. Pero, ¿cómo me ha engañado este intervalo de seso
para que haya de razonar con un loco?
Valentín
Oh, es bárbaro seguir malentendiéndome.
Entra Jeremías.
Angélica
Oh, he aquí una criatura razonable; seguro que no tendrá la impudicia de perseverar.
Vamos, Jeremías, reconoced vuestro ardid y confesad que la locura de vuestro amo es
fingida.
Jeremías
¿Fingida, señora? Yo mantendré que él está tan absoluta y substancialmente loco como
cualquier parroquiano del manicomio. A fe, que está tan loco como cualquier inventor,
fanático, químico, amante o poeta en Europa.
Valentín
Bribón, mentís. Yo no estoy loco.
Angélica
¡Ja, ja, ja! Veis, lo niega.
Jeremías
Oh, Dios, señora, ¿acaso habéis conocido jamás a algún loco lo suficientemente loco
como para reconocerlo?
Valentín
Necio, ¿no podéis percibir?
Angélica
Pues hace un momento hablaba con toda sensatez.
Jeremías
Sí, señora, tiene intervalos: pero veis como vuelve a tener un aspecto salvaje.
Valentín
Hola, bribón de calavera dura, te digo que la farsa ha terminado y ya no quiero seguir
estando loco.
[Le golpea]
Angélica
¡Ja, ja, ja! ¿Está loco o no, Jeremías?
Jeremías
En parte, creo, pues no está dos horas en sus cabales. Estoy seguro de haberlo dejado,
hace nada, con humor para estar loco y no creo haberlo encontrado muy tranquilo en
el momento presente.
[Llaman a la puerta]
¿Quien es?
Valentín
Id a ver, necio.
[Sale Jeremías.]
Me place poder moveros a regocijo, aunque no a compasión.
Angélica
No os creía con la percepción necesaria para hacer objeciones. Pero los locos se muestran
sobre todo sobrepretendiendo un sano juicio, al igual que lo borrachos lo hacen sobreactuando
la sobriedad. Estuve a punto de creeros hasta que, por accidente, toqué vuestro punto
débil. Pero, ahora me habéis restablecido en mi opinión y compasión primeras.
Entra Jeremías.
Jeremías
Señor, vuestro padre envía recado para saber si ya habéis mejorado. Os plugará estar
loco, señor, ¿o cómo?
Valentín
¡Necedad! Sabéis que la multa de todo lo que valgo debe pagar por la confesión de
mis sentidos. Yo estoy loco y estaré loco para todo el mundo excepto para esta dama.
Jeremías
Así: los lomos mismos de la verdad. Pero el mentir es una figura retórica que se mezcla
con la mayor parte de mi conversación. Señora, la doncella de vueseñoría.
[Va a la puerta]
Entra Ginebra.
Angélica
Bien, ¿habéis estado ahí? Venid.
Ginebra
[aparte a Angélica] Sí, señora, Don Sansón estará con vos de inmediato.
Valentín
¿No me dejaréis en esta incertidumbre?
Angélica
¿No habría de ser un loco el que se quejara de la incertidumbre? La incertidumbre
y la expectación son los goces de la vida. La certeza es una cosa insípida y un deseo
ya alcanzado y poseído nos descubre la necedad de la caza. Que nunca nos conozcamos
mejor, pues el placer de la mascarada termina cuando hemos de mostrar las caras. Pero
os diré dos cosas antes de dejaros. Yo no soy la necia que vos creéis y vos estáis
loco y no lo sabéis.
Salen Angélica y Jeremías.
Valentín
De una quisicosa no podéis esperar sino una quisicosa. He ahí mi instrucción y la
moraleja de mi lección.
Jeremías
¡Cómo! ¿La señora ha vuelto a marcharse, señor? Espero que os hayáis entendido el
uno al otro antes de su marcha.
Valentín
¡¿Entendido?! Ella es más difícil de entender que una pieza de la antigüedad egipcia
o un manuscrito irlandés; puedes inclinarte sobre él hasta echar a perder los ojos
y no mejorar tu conocimiento
Jeremías
He oído decir, señor, que se leen los libros dificultosos del hebreo de atrás hacia
adelante; quizás habéis comenzado a leer por el extremo equivocado.
Valentín
Eso se dice de los rezos de las brujas y de los sueños y de los almanaques holandeses,
que han de entenderse por sus contrarios. Pero hay regularidad y método en ello. Ella
es una medalla sin reverso ni inscripción, pues la indiferencia tiene ambas caras
por igual. Y en tanto, puesto que ella no parece odiarme, seguiré en mi empeño y la
llegaré a conocer, si es posible, a pesar de la opinión de mi satírico amigo Escándalo,
que dice
ErrorMetrica
Que las mujeres son como tretas de mano,
Que, si hemos de admirarlas, no deberíamos comprenderlas.
Salen.
FIN DEL CUARTO ACTO