William Congreve, Love for Love

Amor por amor





Texto utilizado para esta edición digital:
Congreve, William. Amor por amor. Traducida y anotada por Juan José Calvo García de Leonardo, en el proyecto GVAICO2016-094, para la colección EMOTHE. Valencia: ARTELOPE Universitat de València, 2018.
Adaptación digital para EMOTHE:
  • Tronch Pérez, Jesus

Nota a la edición digital


Esta edición digital ha recibido el apoyo del proyecto GVAICO2016-094, financiado por Generalitat Valenciana (2016-2017).

__________________________________________________





PERSONAJES

DON SANSÓN LEYENDA, padre de Valentín y Ben
VALENTÍN, cuyo padre le está desavenido por a la vida que ha llevado, enamorado de Angélica
ESCÁNDALO, amigo suyo, franco de palabra
CHISMES, un lindo algo lelo, vanidoso en su amores, discreto en su opinión
BEN, hijo menor de Don Sansón, educado a medias en casa y a medias en la mar, tiene previsto casarse con Doña Pruden
ANTEVISO, un viejo ignorante, displicente y dogmatizante, supersticioso y que pretende entender de astrología, fisionomía, augurios, sueños, etc., tío de Angélica
JEREMÍAS, criado de Valentín
CELADA, un escribano público
BUCARÁN, un abogado
ANGÉLICA, sobrina de Anteviso, con una considerable fortuna propia
DOÑA ANTEVISA, segunda esposa de Anteviso
DOÑA FRÁGIL, hermana de Doña Antevisa, una mujer de ciudad
DOÑA PRUDEN, hija de Anteviso con una esposa anterior; una moza rústica, necia y torpe
NODRIZA, de Doña Pruden
GINEBRA, doncella de Angélica
Agente
Criado
Un Administrador, Corchetes, Marineros y varios Criados.

LA ESCENA: LONDRES

Acto I

PRIMERA ESCENA

Valentín en su cámara leyendo. Jeremías atiende. Varios libros sobre la mesa.

Valentín
Jeremías.

Jeremías
Señor.

Valentín
Tomad, lleváoslos. Caminaré un tanto y digeriré lo que he leído.

Jeremías
[aparte, y llevándose los libros] (Engordaréis como el demonio con esta dieta de papel.)

Valentín
Escuchad, id a desayunar. – Ahí hay una página doblada en Epicteto que es un festín de emperadores.

Jeremías
¿Epicteto era un cocinero de verdad o sólo escribía recetas?

Valentín
Leed, leed, bribón, y refinad vuestro apetito. Aprended a vivir de la instrucción, dadle un festín a vuestra mente y mortificad la carne; leed y tomad el alimento por vuestros ojos; cerrad la boca y masticad el bolo del entendimiento. Así lo recomienda Epicteto.

Jeremías
¡Señor! Mucho tengo oído de él, cuando estaba al servicio de un caballero en Cambridge. Decid, ¿quien era el tal Epicteto?

Valentín
Un hombre muy rico, que no valía un chavo.

Jeremías
¡Ejem! Y, así, ha hecho un espléndido festín donde no hay con qué comer.

Valentín
Sí.

Jeremías
Señor, sois un caballero y probablemente entendéis esta alimentación fina. Pero, con vuestra venia, yo prefiero el rancho. Aquí, vuestro Epicteto o vuestro Séneca, aquí, o cualquiera de estos pobres ricos bellacos, ¿os enseñan como pagar vuestras deudas sin dinero? ¿Le cerrarán la boca a vuestros acreedores? ¿Os valdrá Platón de fianza? O, ya que Diógenes sabía de confinamientos y vivió en un tonel, ¿irá él a prisiones por vos? ¡Por vida de, señor! ¿A qué enjaularse aquí con cuatro o cinco viejos y mohosos libros en alabanza de la inanición y de la pobreza?

Valentín
En fin, bribón, yo no tengo dinero, lo sabéis; y, por tanto, he resuelto vituperar a todo el que lo tenga. Y en ello no hago sino seguir los ejemplos de los hombres más sabios y de mayor ingenio de todas las edades; estos poetas y filósofos a quien, naturalmente, odiáis por la sencilla razón de que ellos rebosan sentido y vos sois un mentecato.

Jeremías
¡Ay, señor! Soy un mentecato, lo sé. Y con todo, así Dios me ayude, lo suficientemente pobre como para ser un discreto. Pero yo siempre era un mentecato cuando os dije lo que acarrearían vuestros gastos: vuestros coches y libreas, vuestros convites y bailes, vuestro enamoramiento de una dama a quien no se le daba un dite, vos en vuestra prosperidad y vuestra compañía de discretos, a los que solamente les importaba vuestra prosperidad y que, ahora que sois pobre, os odian tanto como los unos a los otros.

Valentín
Bien y ahora que soy pobre, se me ofrece la oportunidad de vengarme de todos ellos. Perseguiré a Angélica con mayor amor que nunca y me revelaré su admirador de manera más notoria en estas estrecheces que cuando rivalizaba en público con los ricos pisaverdes que le hacían la corte. Así, mi pobreza será mortificación para su orgullo y quizás haga que se apiade de ese amor que ha sido la causa principal de verme reducido a este bajo estado de fortuna; y, en cuanto a los discretos … estoy seguro de que me encuentro en condiciones de hacerles frente en igualdad de condiciones.

Jeremías
A fe, vuestra condición es casi de igualdad con la suya, esa es la verdad.

Valentín
Les quitaré parte de sus negocios de las manos.

Jeremías
¡Que el Dios de la misericordia mantenga las tasas sobre el papel! ¡¿No tendréis pensado escribir?!

Valentín
Sí que lo haré; escribiré una comedia.

Jeremías
Ejem! Señor, otorgadme, por favor, un certificado de nada, tres líneas; sólo para certificar a quien pueda interesar que su portador, Jeremías Tray nombrado, durante el espacio de siete años, ha servido fielmente a Don Valentín Leyenda y que no abandona su servicio por haber incurrido en falta alguna, sino que voluntariamente descarga a su señor de cualquiera autoridad futura sobre él.

Valentín
No, bribón, permaneceréis a mi lado todavía.

Jeremías
Señor, es imposible. Puedo morir con vos, padecer hambre con vos o ser maldito con vuestras obras; pero vivir más de tres días —que es la vida de una comedia— eso lo espero igual que mi canonización como musa, una vez difunto.

Valentín
Sois ingenioso, bribón. Habré necesidad de vuestra ayuda. Os haré aprender a componer pareados para cerrar cada acto. Escuchad, haced que las doncellas vayan a jugar a las rimas esta noche y aprended el truco de rimar. Puede que alcancéis la altura de una canción enviada por mano desconocida a una vareta de mesón de chocolates.

Jeremías
Pero, señor, ¿es este el modo de volver a hallar el favor de vuestro padre? A fe, no habrá forma de reconciliarse con Don Sansón. Si vuestro hermano menor volviera de la mar no se dignaría volver a veros. Estáis perdido, señor, estáis arruinado; no os quedará un solo amigo en el mundo si os volvéis poeta. Malhaya el mesón de chocolates de Will: ha arruinado a más mozos que la lotería Royal Oak. Nada de lo que le pertenece prospera. El dueño habría sido concejal a estas alturas con la mitad de lo trabajado, de haberse alojado en la ciudad. Por mi parte, nunca me siento ante la puerta sin conseguir el doble de hígados que en una carrera de caballos. El aire de Banstead-Downs no es ni la mitad de saludable. Pero, cada vez que lo veo, el espíritu del hambre se me aparece; a veces bajo figura de un portador ajado con la tercería y con llevar billetes amorosos y canciones; no, como otros portadores, por sueldo, sino por la burla misma; a veces, como un flaco silletero, derretido a la mitad de su proporción por llevar a un poeta bajo palabra de pago a visitar una notable hacienda y cuyo salario se le paga, como el jornal del pecado, el día de la boda o el día de la muerte.

Valentín
Muy bien, señor. ¿Podéis seguir?

Jeremías
A veces, como burlado vendedor de libros, de aspecto magro y aterrado, que parece haber escrito para sí mismo o estuviera resuelto a volverse autor y llevar al resto de sus hermanos a la misma condición; y finalmente, bajo forma de una bagaza desgastada, con versos en las manos que, en su vanidad, ha preferido a posibles acuerdos, sin un harapo entero para el rabo, pero tan zarrapastrosa como una de las musas o como si llevara sus camisas al molino de papel para verlas convertida en volúmenes de folios, avisando a toda joven doncella que no prefiera la poesía al seso o yacer en brazos de un discreto necesitado en vez de abrazada por un necio acaudalado.

Entra Escándalo.

Escándalo
¿Cómo, Jeremías, declamando?

Valentín
El bribón, con todo el ingenio que ha podido reunir, ha estado declamando contra el discreto.

Escándalo
¿Es cierto? Pues entonces me temo que Jeremías es un discreto, pues el tal, esté donde esté, se afana en su propia ruina.

Jeremías
Pardiez que es lo que le he estado diciendo a mi amo, señor. Maese Escándalo, por el amor del Cielo, señor, intentad disuadirle de volverse poeta.

Escándalo
¡Poeta! Antes se volverá soldado y dependerá del tocado de la cabeza más que de su revestimiento. Pues, ¡qué diablos!, ¿acaso vuestra pobreza no os ha granjeado enemigos de sobra? ¿Acaso habéis de acudir al ingenio para aumentar su número?

Jeremías
Cierto, mucho más; pues, ¿a quien le importa uno más discreto que uno mismo?

Escándalo
Jeremías habla como un oráculo. ¿No veis cómo los grandes hombres sin valor y los sosos bribones ricos evitan al discreto de rala fortuna? Les parece un auto de indagación sobre sus títulos y tierras y comisionado por el Cielo para apropiarse de la mitad mejor.

Valentín
Por lo tanto vituperaré en mis escritos, y con ello habré venganza.

Escándalo
¿Vituperar? ¿A quién? ¿Al mundo entero? ¡Impotente y vano! ¿Quien habría de morir mártir del seso en un país donde la religión es la necedad? Puede que os mantengáis a salvo algún tiempo, pero, cuando la montería dé comienzo, no os ofrecerán cuartel. Si los sabuesos no os dan noblemente alcance, os derribarán los tiros a traición de los cazadores. No: volveos rufián, adulador, charlatán, abogado, párroco, sed capellán de un ateo o garañón de una vieja, cualquier cosa menos poeta. Un poeta moderno es peor, más servil, más timorato y adulador de todos cuantos he nombrado; sin ellos se podría recuperar los antiguos honores del nombre, rememorar la escena de Atenas y recibir permiso para imponer una sátira abierta y honesta.

Valentín
Os mostráis tan inveteradamente contrario a los poetas como si, poco ha, vuestra persona hubiera sido expuesta al escarnio en las tablas. No, no estoy tan empeñado en el oficio. [Llaman a la puerta.] Jeremías, id a ver quien es. Sale Jeremías. Pero decidme que habría de hacer, según vos. ¿Qué dice el mundo de mí y de mi reclusión forzada?

Escándalo
El mundo se comporta como de costumbre en estos casos; algunos se compadecen de vos y condenan a vuestro padre y otros hallan excusa en él y os echan a vos la culpa. Solamente las señoras se muestran piadosas y os desean buena ventura, ya que el amor y los dispendios placenteros han sido vuestras mayores faltas.

Entra Jeremías.

Valentín
¿Y bien?

Jeremías
Nada nuevo, señor. He despachado a media docena de acreedores con la misma destreza con la que un juez hambriento despacha pleitos a la hora de comer.

Valentín
¿Qué respuesta le disteis?

Escándalo
La paciencia, supongo, la vieja receta.

Jeremías
No, a fe, señor. Los he tenido a raya tantas veces con la paciencia y la resignación y otras bonitas palabras que me vi forzado a decirles en cristiano—

Valentín
¡Qué?

Jeremías
Que se les pagaría.

Valentín
¿Cuándo?

Jeremías
Mañana.

Valentín
Y ¿cómo demonios pensáis mantener vuestra palabra?

Jeremías
¿Mantenerla? De ninguna manera; la he tensado tanto que supongo que quebrará por sí sola para mañana y a nadie le sorprendería el asunto. [Llaman a la puerta] ¡Otra vez! Señor, ¿si no os place mi modo de negociar, haríais el favor de responderles vos mismo?

Valentín
Mirad a ver quienes son. Sale Jeremías. Por las presentes, Escándalo, podéis ver lo que es ser grande; los secretarios de estado, los presidentes de consejos y los generales de un ejército llevan la misma vida que yo: tiene las mismas turbas de visitantes en una mañana; todos ellos solicitando el cumplimiento de pasadas promesas, un tipo más civilizado de acreedores que reclaman deudas voluntarias.

Escándalo
Y vos, como un verdadero gran hombre, habiéndolos recibido formalmente y prometido más de lo que jamás pretendéis ejecutar, os halláis más perplejo por evasivas de lo que estaríais de inventar medios honestos de mantener vuestra palabra y gratificar a vuestros acreedores.

Valentín
Escándalo, aprended a dispensar a vuestros amigos, y no provoquéis a vuestros enemigos; esta libertad de vuestra lengua os llevará al confinamiento de vuestro cuerpo algún día, amigo mío.

Vuelve a entrar Jeremías.

Jeremías
Oh, señor, es Celada, el escribano público, con dos individuos de aspecto sospechoso, como de corchetes, de los que tumbarían a un hombre con sus porras y el administrador de vuestro padre y la nodriza con uno de vuestros niños, que viene de Twickenham.

Valentín
Malhaya, ¿no podía hallar otro momento para echarme en cara mis pecados? Tomad, dadle esto, [le da dinero] y decidle que no me importune más. Insensata puta de chapa, bien que conoce mi condición, podía haber tapado al niño hace quince días de haber tenido el más mínimo sentido de previsión.

Escándalo
¿Cómo? ¿Margarita la Rebotes y mi ahijado?

Jeremías
Sí, señor.

Escándalo
Mis bendiciones al chico, con esta prenda [le da dinero] de mi amor; y, una cosa: pedidle a Margarita que meta más borra en su cama, que cambie las sábanas dos veces a la semana y que no trabaje con tanto ahínco, para que no huela tan recio. Pronto saldré a tomar los aires.

Valentín
Escándalo, no echéis a perder la leche de mi chico. [A Jeremías] Invitad a Celada a entrar. Sale Jeremías. Si puedo atontar a ese Cerbero, tendré sosiego por un día. Entran Celada y Jeremías. Oh, Maese Celada! Mi viejo amigo! ¡Bienvenido! Jeremías, rápido, una silla. Una botella de vino blanco y una tostada —¡volando!— una silla primero.

Celada
Buenos días tengáis vos, Maese Valentín, y vos, Maese Escándalo.

Escándalo
El día es muy bueno si no lo echáis a perder.

Valentín
Vamos, tomad asiento, ya sabéis como es él.

Celada
[se sienta] Hay una deuda, Maese Valentín, de 1.400 libras y ya de antiguo—

Valentín
No puedo hablar de negocios con el paladar sediento. [a Jeremías] Bribón, el blanco.

Celada
Y deseo saber qué medidas ha emprendido para el pago.

Valentín
Fe y verdad, me llena de contento el veros. Vuestro servidor. Llenadlo, llenadlo para el honrado Maese Celada, más lleno.

Celada
Alto, amor. No es este nuestro negocio. Vuestro servidor, Maese Escándalo – [bebe] – He aguantado tanto tiempo –

Valentín
El otro vaso y luego hablaremos. Llenadlo, Jeremías.

Celada
No más, a fe. He aguantado, como digo–

Valentín
Bribón, llenad el vaso cuando os lo digo. Y ¿qué tal vuestra hermosa hija? Vamos, habrá un buen marido.

[Bebe.]

Celada
Gracias: me han faltado estos dineros –

Valentín
Bebed primero. Escándalo, ¿por qué no bebéis?

[Beben.]

Celada
Y, en dos palabras, no puedo demorar más.

Valentín
Os quedé muy agradecido por vuestro socorro. Me supuso un servicio notorio en mi necesidad. Pero vos os deleitáis en hacer el bien. Escándalo, bebed por mí y a la salud de mi amigo Celada. No hay hombre vivo más honesto ni más dispuesto a ayudar a su amigo en apuros; y lo digo aunque esté delante. Vamos, rellenadle a cada uno su vaso.

Escándalo
¡Vaya! Yo sé que Celada ha sido un putañero y que todavía ama a una moza. Nunca hubo putañero que no fuera un individuo honesto.

Celada
Huy, Maese Escándalo, vos nunca supisteis –

Escándalo
¿Qué es lo que no sé? Yo sé de la rolliza viuda morena de la calle de la Pollería — 800 libras al año de legítima y 20,000 libras en dineros. ¡Ajá, viejo Celá!

Valentín
Eso decís, ¡a fe! Bien, recordaremos a la viuda. Sé por donde vais. Vamos, en cuanto a la viuda–

Celada
Ya basta, ¡por favor!

Valentín
Vamos, ¡por la salud de la viuda! ¡Dádselo! –acabad del todo. [Beben.] Un linda mozuela, a fe. ¡Ojos negros chispeantes; tiernos labios rebosantes de color rubí! Mejor sello de calidad ahí que una obligación de un millón, ¿eh?

Celada
No, no, no hay tal cosa. Será mejor que nos ocupemos de nuestro asunto. Burláis.

Valentín
No, a fe, nos ocuparemos del asunto de la viuda, llenad otra vez. Pechos redondos y palpitantes, cuerpo de yegua berberisca y un culo salido que movería a un anacoreta y la vianda más bonita! ¡Ah! Si un hombre pudiera clavar los ojos en sus pies cuando se muestran a hurtadillas y jugar al pollito inglés bajo sus enaguas, ¿eh, Maese Celada?

Celada
Verdaderamente … ¡dadme el vaso! —sois un burlón— y ¡por la viuda!

[Bebe.]

Escándalo
[a Valentín] Empiezan las risitas. No aflojéis o relapsará en acreedor.

Entra un Agente.

Agente
Con la venia, caballeros. Maese Celada, si hemos de llevar a cabo nuestro trabajo, decídnoslo. Tenemos que detener a media docena de caballeros en Pall Mall y en Covent Garden y, si no nos damos prisa, ya habrán salido los silleteros y bloqueado los mesones de chocolate y entonces habremos perdido el día.

Celada
¡Dios, es verdad! Maese Valentín, me encanta la diversión, pero los negocios se imponen. Estáis listo para–

Jeremías
Señor, el administrador de vuestro padre dice haber venido para plantearos unas propuestas relativas a vuestras deudas.

Valentín
Invitadle a entrar. Maese Celada, despedid a vuestro agente. Tendréis una respuesta enseguida.

Celada
Maese Chasquido, no os alejéis.

Sale el Agente.
Entra el Administrador y le susurra a Valentín.

Escándalo
He aquí un perro, un traidor en su vino. [A Celada] Bribón, vuelve a escanciar el blanco. Jeremías, traedle algo de agua caliente o le abriré las tripas y llegaré a su conciencia por la vía más corta.

Celada
Maese Escándalo, sois un maleducado. Yo no estimaba vuestro blanco, pero no podéis esperarlo de vuelta una vez bebido.

Escándalo
¿Y como esperáis recuperar vuestros dineros cuando un caballero se los ha gastado?

Valentín
[al Administrador] No hace falta que digáis más. Entiendo las condiciones. Son muy duras, pero mi necesidad me apremia. Estoy de acuerdo con ellas. Llevad a Maese Celada con vos y que redacte el documento. Maese Celada, conocéis a este hombre. Él os dará satisfacción.

Celada
Sinceramente, lamento presionaros así, pero mi necesidad—

Valentín
Sin lamentaciones, mi buen Maese Escribano Público, se os pagará.

Celada
Espero que me perdonéis. Mi negocio requier—

Salen el Administrador, Celada y Jeremías.

Escándalo
Ruega el perdón como un verdugo antes de una ejecución.

Valentín
Pero he conseguido una suspensión temporal de la sentencia.

Escándalo
Estoy sorprendido. ¿Acaso cede vuestro padre?

Valentín
No; me ha enviado las condiciones más duras del mundo. ¿Habéis oído de un bobo hermano mío enviado a la mar hace tres años? Le ha llegado a oídos de mi padre que este hermano ha desembarcado; por lo cual me envía afectuosas palabras de modo que, si acuerdo un escrito de traspaso de mis derechos sobre la hacienda, tras su muerte, a favor de mi hermano pequeño; él me proveerá inmediatamente con cuatro mil libras esterlinas para pagar mis deudas y hacer mi fortuna. Ya se me propuso esto con anterioridad y me negué; pero la impaciencia de mi confinamiento actual y la ausencia de Angélica me fuerzan a consentir.

Escándalo
Una manifestación muy desesperada de vuestro amor por Angélica y creo que ella nunca os ha mostrado seguridad alguna del suyo.

Valentín
Ya conocéis su temperamento; nunca me dio grandes motivos ni de esperanza ni de desesperanza.

Escándalo
Las mujeres de su temperamento aéreo, dado que rara vez piensan antes de actuar, rara vez nos dan alguna luz sobre lo que quieren decir. Pero, poco motivo tenéis para creer que una persona de este tiempo, que se mostró indiferente ante vos en vuestra prosperidad, se vaya a enamorar de vos en vuestra mala fortuna. Además, Angélica posee una gran fortuna propia y las grandes fortunas aguardan otra gran fortuna o a un necio.

Entra Jeremías

Jeremías
Más desdichas, señor.

Valentín
¿Cómo, otro acreedor?

Jeremías
No señor, sino que Maese Chismes ha venido a visitaros.

Valentín
Bueno, no hay remedio. Decidle que suba; él sabe que no salgo de casa.

Sale Jeremías.

Escándalo
¡Pestes! Me marcho.

Valentín
No, quédate, por favor. Chismes y vos no deberíais separaros nunca: sois la luz y la sombra y mostráis el uno al otro. Él es tu reverso perfecto en humor como en entendimiento y así como vos estáis llamado a la difamación, el es un zurcidor de famas.

Escándalo
¡Zurcidor de famas! Sí, como conservador de secretos, otra virtud que él exhibe del modo. Pues el bribón hablará en voz alta con postura de susurro y negará conocer a una mujer mientras os detalla las marcas de su persona. Perjurará haber recibido una carta de ella y, al mismo tiempo os mostrará su letra en el encabezamiento y aún así puede que también haya falsificado la letra y jure ser verdadera. Pero no espera que se le crea y rehúsa la reputación del favor de una dama, como el doctor que dice "no" a un obispado, sólo para que se le conceda con mayor prontitud. En dos palabras: es un profeso público de secretismo y hace proclamación de poseer información. –Aquí está.

Entra Chismes.

Chismes
Valentín, buenos días; Escándalo, vuestro servidor –es decir, si habláis bien de mí.

Escándalo
Eso, cuando soy vuestro; puesto que mientras yo soy mío o de cualquier otro, eso nunca ocurrirá.

Chismes
¡Qué inhumano!

Valentín
Vamos, Chismes, no deberíais preocuparos por nada de lo que dice, puesto que tener trato con Escándalo es como jugar a Desescoba; debes perderle un buen nombre antes de ganarlo para vos mismo.

Chismes
Pero qué barbaridad y qué desdichado para él que el mundo piense mejor de una persona por su calumnia. Doy gracias al cielo que siempre ha sido parte de mi carácter tratar con mucha ternura la reputación de otros.

Escándalo
Cierto, con reputaciones tan podridas como las que habéis tenido entre manos sí que hay que tratarlas con mucha ternura.

Chismes
¿Y eso? Pero, ¿por qué podridas? Por qué habríais de decir "podridas" cuando no conocéis a las personas de las que habláis? ¡Qué crueldad!

Escándalo
¿Que las conocemos? Pero si nunca habéis tenido tratado con nadie que no apestara a toda la ciudad.

Chismes
¡Ja, ja, ja! No, ahora si que burláis. Pues nada es mejor sabido que nadie sabe nada de tal naturaleza en mí. Como espero ser salvado, Valentín, nunca he expuesto a una mujer desde que supe qué es una mujer.

Valentín
Y, en tanto, habéis conversado con varias.

Chismes
Para ser franco con vuesas mercedes, sí, lo he tenido. No me importa reconocerlo. Más todavía —y voy a decir algo atrevido ahora: nunca he podido tener trato con mujer que hubiera relación con cualquier otra persona.

Escándalo
¡Cómo!

Valentín
No, a fe. Yo me inclino a creerle. Salvo el marido, Chismes.

Chismes
Ah, eso–

Escándalo
¿Qué pensáis de esa noble plebeya, Doña Picospardos?

Chismes
¡Bah! Sé que Doña Picospardos se ha ufanado en tres o cuatro sitios de que yo dije esto y aquello y de que le escribí y que hice no sé qué. Pero, por mi reputación, que me hizo ofensa. Bien, bien: fue malicia. Pero yo conozco el fondo. Fue sobornada por alguien a quien todos conocemos –y hombre, también. Solamente para que cayera en desgracia con cierta dama de rango–

Escándalo
A quien todos conocemos.

Chismes
Eso no importa. Sí, sí, todo el mundo lo sabe. No tengo duda alguna, todo el mundo conoce mis secretos. Pero, pronto le día a la dama satisfacción de mi inocencia. Pues le dije: señora, le dije, hay personas cuyo oficio es el de contar consejas y decir estos y aquello deste y destotro y de todo en el mundo y, dije yo, si Vuecencia –

Escándalo
¡Vuecencia!

Chismes
Señor, ¿qué es lo que he dicho? ¡Desdichada lengua!

Valentín
¡Ja, ja, ja!

Escándalo
Vamos, Chismes, tú tienes mayor desvergüenza de la que uno podría esperar. Te tendré en estima. Bien, –ja, ja, ja– bien, seguid, y ¿qué le dijisteis a Su Excelencia?

Valentín
Confieso que esto es algo extraordinario.

Chismes
Por mi salvación, ni una palabra; un lapsus linguae al descuido. –Vamos, hablemos de otra cosa.

Valentín
Bueno, pero ¿cómo os disculpasteis?

Chismes
Bah, bah, nada. Sólo burlaba con vos. Una mujer de rango ordinario estaba algo celosa de mí y le dije esto o aquello –a fe, que no sé qué. – Vamos, hablemos de otra cosa.

[Canturrea.]

Escándalo
¡Que lo cuelguen! Dejadlo, deberíamos inquirir en su mente.

Chismes
Valentín, anoche cené con vuestra amada y su tío, el viejo Anteviso. Creo que vuestro padre se hospeda con Anteviso.

Valentín
Sí.

Chismes
Por la salvación de mi alma, Angélica es una mujer fina y también lo es Doña Antevisa y su hermana Doña Frágil.

Escándalo
Sí, Doña Frágil es una mujer muy fina, todos la conocemos.

Chismes
Oh, no se debe.

Escándalo
¿Qué?

Chismes
Decirlo.

Escándalo
¿Decir qué? Pardiez, ¿que sabéis de Doña Frágil?

Chismes
¿Quién, yo? Por mi honor que desconozco que sea hombre o mujer, si no fuera por la tersura de su barba y la redondez de sus labios.

Escándalo
¿No?

Chismes
No.

Escándalo
Ella dice lo contrario.

Chismes
¡Imposible!

Escándalo
A fe que sí. Preguntadle a Valentín, si no.

Chismes
Pues entonces, como espero la salvación de mi alma, creo que una mujer solamente obliga a un hombre al secreto para que sea ella la que tenga el gusto de contarlo.

Escándalo
No me cabe duda. Bien, pero ¿os ha agraviado o no? ¿La habéis tenido, ¡¿ja?!

Chismes
Aunque tengo más honor que ser el primero en decirlo, tengo mejores modales que contradecir lo que una dama haya declarado.

Escándalo
Bien, ¿lo admitís?

Chismes
¡Estoy extrañamente sorprendido! Sí, sí, no puedo negarlo, si ella me pecha con ello.

Escándalo
Ella llegará enseguida, visita a Valentín todas las mañanas.

Chismes
¿Cómo?

Valentín
Me hace el favor —quiero decir que me hace una visita de vez en cuando. Creí que me otorgaba a mí más que a cualquier otro.

Escándalo
Ni yo pensaba otra cosa, a fe. Pero Chismes no suele contradecir a una dama; es contrario a su carácter. ¡Cómo puede verse uno engañado por una dama, Valentín!

Chismes
¿Cómo? ¿Qué queréis decir, caballeros?

Escándalo
He resuelto preguntarle.

Chismes
¡Oh, bárbaro! Pues, acaso no me dijisteis –

Escándalo
No, vos nos lo dijisteis.

Chismes
¿Y me pedisteis que le preguntara a Valentín?

Valentín
¿Qué he dicho? Espero que no me obliguéis a confesar una respuesta cuando nunca me habéis hecho la pregunta.

Chismes
Pero, caballeros, este es el más inhumano de los procedimientos.

Valentín
Vamos, si hace tanto tiempo que conocéis a Escándalo y no podéis hurtaros a un señuelo tan palpable como fue éste, las damas tiene mal futuro si sus reputaciones están a vuestra guarda.

Entra Jeremías.

Jeremías
Señor, Doña Frágil me envía a averiguar si os habéis levantado.

Valentín
Conducidla aquí cuando llegue.

Sale Jeremías.

Chismes
Me marcho.

Valentín
Os toparéis con ella.

Chismes
¿No tenéis una salida trasera?

Valentín
Si la hubiera, tenéis más discreción que la de concederle a Escándalo tal ventaja. En efecto, vuestra huida probaría todo lo que él pudiera contarle.

Chismes
Escándalo, no seréis tan poco generoso. –¡Oh, perderé mi reputación de secretismo para siempre! –Nunca se me recibirá sino en días de visita y nunca iré más allá de un gabinete privado. Nunca volveré a ver una alcoba, ni se me encerrará en un armario, ni correré tras una pantalla, ni bajo una mesa; nunca se me distinguirá entre las camareras con el nombre de Maese Chismes el Fidedigno. ¿No seréis tan cruel?

Valentín
Escándalo, compadeceos de él, accederá a cualesquiera condiciones.

Chismes
Cualesquiera, cualesquiera condiciones.

Escándalo
De acuerdo entonces, sacrificadme media docena de mujeres de buena reputación, enseguida. Vamos, ¿con cuales tenéis familiaridad? Y que sean mujeres de rango también, de rango de primera.

Chismes
Es duro. ¿Valdría la esposa de un baronet?

Escándalo
No, nada por debajo de Ilustrísima Señora.

Chismes
¡Oh, inhumano! ¿No esperaréis nombres?

Escándalo
No, sus títulos bastarán.

Chismes
¡Ay de mí, eso es lo mismo! Os ruego que me hagáis gracia de los títulos. Describiré sus personas.

Escándalo
Bien, comenzad entonces. Pero os aviso, si sois tan mal pintor que no pueda reconocer a la persona por su retrato, seréis condenado, como otros malos pintores, a escribir su nombre en la base.

Chismes
Bien, para empezar— Entra Doña Frágil. ¡Oh, qué desdicha! Ya ha llegado. ¿Podréis aguantar a otra ocasión? Os doblaré el número.

Escándalo
De acuerdo, con esa condición. Pero, no vayáis a fallarme.

Doña Frágil
¡Hola! Buena reputación me ganaré por venir a ver a unos camaradas. Escándalo, demonio, ¿vos también estáis aquí? Oh, Maese Chismes, todo está a salvo con vos, lo sabemos.

Escándalo
¿Chismes?

Chismes
¡Chist! –Oh, señora, me honráis en demasía.

Valentín
Bien, Madama Galopeadora, ¿que tal Angélica?

Doña Frágil
¿Angélica? ¡Qué modales son esos!

Valentín
¿Cómo? Le permitiréis a un amante ausente—

Doña Frágil
No. Yo le permitiré a un amante presente con su dama mostrarse familiar con ella. Pero, en caso contrario, creo que sus pasiones deberían ceder ante sus modales.

Valentín
Pero ¿qué pasa si sus pasiones superan a sus modales?

Doña Frágil
Que se despose entonces y se reforme.

Valentín
En verdad, el matrimonio puede cualificar la furia de sus pasiones, pero muy rara vez enmienda los modales de un hombre.

Doña Frágil
Sois el hombre más errado del mundo. No hay persona más civil que un marido. Al cabo de poco, solamente se vuelve grosero con su esposa; y eso arguye la más elevada crianza, pues genera civilidad para con las demás personas. Bien, os daré nuevas; pero supongo que habéis oído que vuestro hermano Benjamín ha desembarcado y la hija de mi hermano Anteviso ha salido del campo —os aseguro de que, entre los viejos, se habla de casamiento. Bueno, si él resulta una bestia marina tan grande como el monstruo terrestre que es ella, tendremos una procreación de lo más anfibia. Toda su progenie serán nutrias: él ha sido criado en el mar y ella nunca ha salido del campo.

Valentín
¡Que la peste se los lleve! Su conjunción no presagia nada bueno, estoy seguro.

Doña Frágil
Ahora que habláis de conjunción: mi hermano Anteviso ha hecho horóscopo de ambos nacimientos y pronostica un almirante y un eminente juez de paz como fruto varón de sus dos cuerpos. ¡Es un viejo de lo más necio y supersticioso! Quiso persuadirme de que éste era un día infausto y no quería dejarme salir de casa. Pero me he inventado un sueño y lo he mandado a Artimodoro para su interpretación y así me he podido escapar para veros. Bien, ¿y qué me vais a dar ahora? Vamos, tengo que recibir algo.

Valentín
Pasad a la pieza contigua y os daré algo.

Escándalo
Sí, todo os daremos algo.

Doña Frágil
Y bien, ¿qué es lo que todos me daréis?

Valentín
Lo mío es un secreto.

Doña Frágil
Creí que me daríais algo que os importunara conservar.

Valentín
Y Escándalo os dará un buen nombre.

Doña Frágil
Eso es más de lo que él mismo tiene. ¿Y qué me daréis vos, Maese Chismes?

Chismes
¿Yo? Mi alma, señora.

Doña Frágil
Bah, no, gracias. Ya tengo yo bastante con cuidar de la mía. Bueno, me pasaré una mañana de estas a veros. He oído que tenéis gran número de pinturas.

Chismes
Tengo una colección bastante buena a vuestro servicio, algunas de ellas originales.

Escándalo
¡Que lo cuelguen! No tiene más que Las Estaciones y los Doce Césares, copias pedestres, y los Cinco Sentidos, tan mal representados como lo son en él mismo y él es el único original que veréis en ellas.

Doña Frágil
Sí, pero he oído que tiene un almario de bellezas.

Escándalo
Sí, todas las que le han otorgado favores, si habéis de creerle.

Doña Frágil
¡Ay! Dejadme que lo vea, Maese Chismes.

Chismes
Oh, señora, están consagradas al amor y a la contemplación. Ningún hombre sino el pintor y yo mismo fue jamás bendecido con verlas.

Doña Frágil
Bueno, pero una mujer—

Chismes
Ni una mujer tampoco, mientras no consintiera en tener su retrato allí también, pues entonces estaría obligada a guardar el secreto.

Escándalo
No, no. Venid a mí, si deseáis ver retratos.

Doña Frágil
¿Vos?

Escándalo
Sí, a fe. Puedo mostraros vuestro propio retrato y la mayor parte de vuestro conocimiento de la vida; y de manera tan fiel como un Kneller.

Doña Frágil
¡Oh, mentirosa criatura! Valentín, ¿acaso no miente? No puedo creerme ni un sola palabra de las que dice.

Valentín
No. Desde luego, dice la verdad. Pues, así como Chismes tiene retratos de todas las que le han otorgado favores, él tiene retratos de todas las que le han rechazado —si es que las sátiras, las descripciones, las personificaciones y varetas son retratos.

Escándalo
Sí, las mías son casi todas en blanco y, en cambio, hay algunas en su colores verdaderos, tanto hombres como mujeres. Puedo mostraros el Orgullo, la Necedad, la Afectación, la Lujuria, la Inconstancia, la Apetencia, el Disimulo, la Malicia y la Ignorancia en una sola pieza. Luego puedo mostraros la Mentira, la Presunción, la Vanidad, la Cobardía, el Fanfarroneo, la Lujuria, la Impotencia y la Fealdad en otra pieza; y, en tanto, una de ellas es una belleza celebrada y el otro un profeso de lindo. También tengo pinturas, algunas bastante placenteras.

Doña Frágil
Bien, aguardo.

Escándalo
Tengo a un lindo en unos baños, sangrándose por una tez y sudando por una figura.

Doña Frágil
Bien.

Escándalo
Pues, tengo a un dama ardiendo de aguardiente en una bodega con un cochero a sueldo.

Doña Frágil
¡Demonio! Pero, bueno, esa historia no es cierta.

Escándalo
También tengo algunos jeroglíficos. Tengo a un abogado con cien manos, dos cabezas y sólo una cara; tengo a un clérigo con dos caras y una cabeza; y tengo a un soldado con su cerebro en las tripas y su tripas donde debería estar la cabeza.

Doña Frágil
¿Y sin cabeza?

Escándalo
Sin cabeza.

Doña Frágil
Bah, todo inventado. ¿No tenéis ni un poeta?

Escándalo
Sí, tengo a un poeta pesando palabras, vendiendo loa por loa y a un crítico robándole los bolsillos. Tengo otra también de grandes dimensiones que representa a una escuela donde hay críticos de grandes proporciones con pelucas largas y casacas de cordón, lazada al cuello a la Stenquerque y rostros terribles, con pitos en las manos y catones colgando del cuello. Tengo muchas más de este estilo, muy bien pintadas como veréis.

Doña Frágil
Bien, acudiré aunque solamente sea para aportar pruebas en contra vuestra.

Entra Jeremías.

Jeremías
Señor, de nuevo el administrador de vuestro padre.

Valentín
Iré a atenderle. ¿Me concedéis licencia? Vuelvo con vuesas mercedes enseguida.

Doña Frágil
No, yo me marcho. Vamos, ¿quien me hace de dueña de compañía a la Lonja? Debo visitar a mi hermana Antevisa allí.

Escándalo
Yo lo haré. Tengo inclinación por vuestra hermana.

Doña Frágil
¡Comportaos!

Chismes
Lo haré porque tengo inclinación por vueseñoría.

Doña Frágil
Esa razón es algo mejor, en mi opinión.

Escándalo
Bien, si Chismes trata con vos, tendré mejor oportunidad de abordar a vuestra hermana.

Valentín
Decidle a Ángelica que estoy negociando duras condiciones para poder salir con libertad para verla.

Escándalo
Ofreceré un informe de vos y de vuestro proceder. Si la indiscreción es signo de amor, sois el mayor amante que conozco. Os imagináis que deshaceros de vuestra hacienda os ayudará con vuestra dama. En mi opinión, es un aventurero insensato,
ErrorMetrica
Quien espera hacienda vendiendo tierras
O ganar una amante con malas cartas.

Salen.
FIN DEL PRIMER ACTO

Acto II

PRIMERA ESCENA

Un pieza en casa de Anteviso.
Anteviso y Criado.

Anteviso
¡Ah de la casa! ¿Cómo es que han salido todas las mujeres de mi familia? ¿Acaso no ha vuelto mi esposa a casa, ni mi hermana, ni mi hija?

Criado
No, señor.

Anteviso
Dios se apiade de nosotros, ¿qué puede significar esto? Cierto que la luna se muestra en toda su fortaleza. ¿Está mi sobrina Angélica en casa?

Criado
Sí, señor.

Anteviso
Creo que mentís, señor.

Criado
¿Señor?

Anteviso
Digo que mentís, señor. Es imposible que cosa alguna se apareje a mi voluntad; pues yo nací, señor, con el Cangrejo en ascenso y todos mis asuntos marchan hacia atrás.

Criado
No sabría decirle, señor.

Anteviso
No, ya sé que no podéis, señor. Pero yo puedo decir, señor, y predecir, señor. Entra Nodriza. Nodriza, ¿donde está vuestra joven señora?

Nodriza
¡Corazoncillo!, no lo sé, ninguna ha vuelto a casa. Pobre niña, apuesto a que le gusta ver la ciudad. ¡Ay! Quiera Dios que le hayan dado de comer. ¡El Señor nos asista y qué día! ¡Ja, ja, ja! ¡Qué extraño! Prometeré y juraré ahora. ¡Ja, ja, ja! La Virgen, ¿habrase visto jamás cosa parecida?

Anteviso
¿Pues, qué? ¿Qué es lo que ocurre?

Nodriza
Ruego al Cielo que le envíe a vueseñoría buena suerte. Virgen santa y amén de todo corazón, os habéis puesto una media del revés.

Anteviso
¡Ja! ¿Cómo? Fe y verdad, me alegro de ello. Así lo he hecho, para tener buena suerte de veras, de veras que pueda, muy buena suerte. En verdad que he tenido algunos malos agüeros: también salí del lecho al revés esta mañana, sin premeditación, eso también estuvo bastante bien. Pero, luego, tropecé bajando las escaleras y me topé con una comadreja: malos agüeros esos. Algunos malos, algunos buenos, nuestras vidas están ajedrezadas. Alegría y pena, penuria y abundancia, noche y día conforman la hora. Pero, en verdad, que me complace lo de mi media; mucho me complace lo de mi media. ¡Oh! ¡He aquí a mi sobrina! Entra Angélica. Bribón, id a decirle a Don Sansón Leyenda que le atenderé, si no ha otras obligaciones —son ahora las tres en punto, una muy buena hora para negocios; Mercurio rige esta hora.

Sale el Criado.

Angélica
¿No es buena hora para el placer también? Tío, os ruego que me prestéis vuestro coche el mío está roto.

Anteviso
¿Cómo? ¿También vos queréis salir correteando? A buen seguro, hoy están todas las hembras locas. Es de nefasto presagio y anuncio de daños para el cabeza de una familia. Recuerdo una vieja profecía escrita por Mesalá el Arábigo y traducido así por un poeta reverendo de Buckingham.
ErrorMetrica
Cuando todas las mujeres de la casa abandonan el hogar,
Y dejan a un buen hombre a cargo de fogón y de horno,
Sin engaño sea, entonces, dicho,
Que esa casa está cabeza abajo;
Y, cuando la cabeza se planta en el suelo,
No es espanto que produzca frutos.
Fructífero, la cabeza fructífera, eso presagia cuernos; fruto de testa son los cuernos. Querida sobrina, quedaos en casa, puesto que la testa de la casa se sobreentiende el marido. La profecía no requiere explicación.

Angélica
Bien, pero ni yo puedo haceros cornudo, tío, saliendo de casa, ni guardaos de serlo, quedándome.

Anteviso
Sí, sí. Mientras quede una mujer, la profecía no tiene pleno poder.

Angélica
Pero mis inclinaciones tienen poder. Tengo pensado salir y, si no me prestáis vuestro coche, tomaré uno a sueldo o una silla y os dejaré que levantéis un esquema y descubráis quien está en conjunción con vuestra esposa. ¿Por qué no la retenéis en casa si estáis tan celoso cuando ha salido? Sabéis que mi tía es algo retrógrada (como vos decís) en su natura. Tío, me temo que no sois el señor del ascendente, ¡ja, ja, ja!

Anteviso
Hurona ambladora, sois muy descarada y siempre estáis ridiculizando esa ciencia celestial.

Angélica
Vamos tío, no os enfadéis. Si lo hacéis, destriparé todas vuestras falsa profecías, ridículos sueños y ociosas adivinaciones. Juraré que sois un estorbo para el vecindario. ¡Qué alboroto mantuvisteis frente al último eclipse invisible, proveyéndoos como a la espera de un sitio! ¡Menudo mundo de velas, de mechas y de yescas que comprasteis! Se habría pensado que íbamos a vivir por siempre bajo tierra o al menos hacer una viaje a Groenlandia para habitar allí durante toda la estación obscura.

Anteviso
¡Tú! sota malparida—

Angélica
Me dejáis vuestro coche o sigo. Pues bien: declararé cómo profetizasteis que el papismo venía, simplemente porque el mayordomo había traspuesto algunas de las cucharas apóstol y se creían perdidas. Desaparecieron religión y comida de cuchara a un tiempo. —De verdad, tío, presentaré cargos contra vos por hechicero.

Anteviso
¿Qué dices, mujercilla? ¿Habrase visto perrita tan respondona?

Nodriza
¡Oh, Padre misericordioso, como habla ella!

Angélica
Sí, puedo jurar sobre vuestras prácticas ilícitas a medianoche: vos y esa vieja nodriza.

Nodriza
¡La Virgen! ¡No lo permita el cielo! —¡¿Yo, prácticas a medianoche?! Oh, Señor, ¡¿qué vamos a hacer?! ¡Y en actos ilícitos con mi amo y señor! ¿Acaso se escuchó jamás tal cosa? Señor, ¿acaso hice jamás algo de lo que os atañe a la medianoche que no fuera calentaros la cama y arroparos y colocar la vela y vuestra tabaquera y vuestro orinal cerca de vos y luego frotaros las plantas de los pies? —¡Oh, Señor, yo!

Angélica
Sí, yo os vi juntos, por el ojo de la cerradura del armario, una noche, como Saúl y la Bruja de Endor, girando cedazos y tijeras y pinchándoos lo pulgares para escribir el nombre de una pobre criada inocente con sangre, todo por un rallador de nuez moscada que se había olvidado en la taza del caldo. Es más, sé algo peor si quisiera decirlo.

Anteviso
Os desafío, mujercilla; pero me acordaré de esto, habré venganza de vos, basilisco. Tenéis fortuna en vuestras manos, pero yo encontraré el modo de hacer que vuestro amante, vuestro pródigo y manirroto galán, Valentín, haya de pagar por todo, vaya si lo haré.

Angélica
¿Lo haréis? No me importa; pero todo saldrá a la luz, entonces. Fíjate bien, nodriza. Puedo dar testimonio de que tenéis una gran teta antinatural bajo vuestro brazo izquierdo y él otro, y de que amamantáis a un diablillo bajo forma de un gato atigrado, puedo hacerlo.

Nodriza
¡¿Una teta, una teta, yo, una teta antinatural?! Oh, cosa falsa y difamadora; palpa aquí a ver si tengo algo que no tenga cualquier otra cristiana, [llorando] o tetas, sino dos, que no han dado de mamar en estos últimos treinta años.

Anteviso
Tendré paciencia pues es la voluntad de los astros el ser atormentado de tal manera. Este es el efecto de las conjunciones malignas y oposiciones de la tercera casa de mi nacimiento. Allí se profetizo la maldición de la progenie. Pero tendré mis puertas cerradas con llave. Os castigaré. Ni un hombre entrará en mi casa.

Angélica
Hazlo, tío, cierra con llave antes de mi tía vuelva a casa. Os encontraréis con una carta en demanda de pensión, mañana. Ahora bien, dejadme que me vaya antes y luego no dejéis que se acerque ni un alma a la casa; conversad con espíritus y con los signos celestes, el toro y el carnero y la cabra. ¡Bendito sea Dios y cuantas bestias cornudas hay entre los doce signos, tío! Eso sí: los cornudos van al Cielo.

Anteviso
Pero hay una sola virgen entre los doce signos, dragona, sólo una virgen.

Angélica
Y no habría habido ni esa de haber tenido que tratar con astrólogos, tío. Eso es lo que hace que mi tía salga de casa.

Anteviso
¿Cómo, cómo? ¿Es ese el motivo? Vamos, vos sabéis algo. Decídmelo y os perdono. Hacedlo, mi buena sobrina. Vamos, tendréis mi coche y caballos, fe y verdad que así será. ¿Se queja mi esposa? Vamos, sé que las mujeres os contáis las cosas. Ella es moza y sanguínea, de ojo avellanado y lascivo, y nació bajo Géminis, lo que puede inclinarla a asociarse. Tiene un lunar en el labio, húmeda la palma y una franca liberalidad en el monte de Venus.

Angélica
¡Ja, ja, ja!

Anteviso
¿Reis? Pues, señora mía, yo— Pero vamos, sed una buena chica, no confundáis a vuestro tío, decidme. ¿No vais a hablar? ¡Por! Yo—

Entra el Criado.

Criado
Don Sansón baja a veros.

Angélica
Adiós, tío. Pedidme una silla de manos. Encontraré a mi tía y le diré que no debe volver a casa.

Salen Angélica y el Criado.

Anteviso
Estoy tan confuso y desasosegado, que no estoy en condiciones de recibirle. Apenas si podré recuperarme antes de que haya pasado la hora. Id, nodriza, decidle a Don Sansón que estoy listo para recibirle.

Nodriza
Sí, señor.

Anteviso
Bien— en fin, si he nacido para cornudo, no hay nada más que decir.

Entra Don Sansón Leyenda con un papel.

Don Sansón
Ni nada más que hacer, muchacho, eso está claro. Helo aquí, en mi mano lo tengo, viejo Tolomeo. Le haré saber al torpe pródigo quien lo parió, eso haré, el viejo Nostrodamus. Vamos, seguro estoy de que mi hijo pensaba que nada era propio de un padre sino el perdón y el afecto. Ni autoridad, ni corrección, ni poder arbitrario, nada que no fuera él ofender y yo perdonar. Os aseguro que si él estuviera danzando hasta el día del juicio final, creería que yo habría de ser el gaitero. Bueno, aquí está, negro sobre blanco, signatum, sigillatum y deliberatum que, en cuanto llegue mi hijo Benjamín, debe hacerle entrega de sus derechos sobre la herencia. ¿Donde está la que habrá de ser mi hija? ¡Ja! Viejo Merlín, cuerpo de mí, estoy tan contento de haber habido venganza de este bribón desleal.

Anteviso
¡Cuerpo de! Dejadme ver. Dejadme ver el papel. Sí, fe y verdad, helo aquí, con tal de que aguante. Querría la cosa hecha y el traspaso efectuado. ¿Cuando se firmó esto? ¿A qué hora? ¡Cuerpo de! Deberíais haberme consultado en cuanto a la hora. Bien, nos daremos prisa.

Don Sansón
Prisa, sí, sí, deprisa, vamos. Mi hijo Ben llegará a la ciudad esta noche. Le he ordenado a mi abogado que redacte los documentos de sucesión y de legítima. Todo se hará esta noche. No importa la hora. Os lo ruego, hermano Anteviso, dejad la superstición. ¡Que la peste se lleva la hora! No hay sino la hora de ahora, no hay nada que decir de lo que pasó y todo lo que está por venir sucederá. Si el sol luce de día y de noche las estrellas, pardiez, nos reconoceremos las caras sin ayuda de una vela; y eso es para lo único que sirven las estrellas.

Anteviso
¿Cómo, cómo, Don Sansón, eso es todo? Con vuestra licencia habré de contradeciros y deciros que sois un ignorante.

Don Sansón
Yo os digo que soy sabio y sapiens dominabitur astris; ahí está, en latín para probarlo, y un argumento para confundir a vuestro almanaque astral, vuestro Efemeris. ¡Ignorante! Yo os digo que he viajado, viejo Fircu, y conozco el globo. Yo he visto las antípodas donde el sol sale a medianoche y se pone al mediodía.

Anteviso
Pues yo os digo que he viajado y viajado por las esferas celestes, conozco los signos y los planetas y sus casas, puedo juzgar los movimientos directos y retrógrados, conozco los sextiles, cuadraturas, trinos y oposiciones, los trígonos de fuego y los trígonos de agua, sé si una vida será larga o corta, dichosa o desdichada, si las enfermedades son curables o incurables, si las travesías serán prósperas, las empresas logradas y si lo bienes robados serán recobrados. Yo sé-–

Don Sansón
Yo conozco el largo del pie del Emperador de la China, he besado la zapatilla del Gran Mogol y he montado en elefante con el Kan de Tartaría. ¡Por mi cuerpo! He hecho cornudo a un rey y el monarca presente de Bantam es el fruto de estos riñones.

Anteviso
Yo sé cuando los viajeros mienten o dicen la verdad, aun no sabiéndolo ellos mismos.

Don Sansón
He conocido a un astrólogo vuelto cornudo en un solo destello estelar y he visto a una conjurador que no podía mantener al demonio fuera del círculo de su esposa.

Anteviso
[aparte] (¿Cómo? ¿También se burla de mí con mi mujer? Debo informarme mejor de esto.) –¿Os referís a mi esposa, Don Sansón? Aunque hicierais cornudo al rey de Bantam, aun así, por el cuerpo del sol–

Don Sansón
Por lo cuernos de la luna, habríais de decir, Hermano Capricornio.

Anteviso
Capricornio tus dientes, moderno Mandeville. Fernando Méndez Pinto fue un tipo como tú; tú, mentiroso de primera magnitud. Recoged el papel de la herencia y enviad a vuestro hijo de vuelta al mar. Yo casaré a mi hija con una momia egipcia antes de incorporarla a un desdeñador de ciencias y difamador de la virtud.

Don Sansón
[aparte] ¡Cuerpo de mí! He ido demasiado lejos. No debo provocar al honesto Albumazar. [En voz alta] Una momia egipcia es una ilustre criatura, mi confinable jeroglífico y puede haber significados de futuridad en ella. ¡Cuerpo de! Querría a mi hijo momia egipcia por ti. Vamos, ¿no te habrás enfadado por una chanza, mi buen Haly? Yo reverencio el sol, la luna y las estrellas con todo mi corazón. ¡Vaya! ¡Te regalaré una momia! Ahora que lo pienso, tengo el hombro de un rey de Egipto que sustraje de una de las pirámides, empolvado en jeroglíficos. Te lo enviaré desde casa y daré entretenimiento para todos los filomáticos y estudiantes de física y de astrología en Londres y sus alrededores.

Anteviso
Pero ¿qué sabéis de mi esposa, Don Sansón?

Don Sansón
Tu esposa es una constelación de virtudes. Ella es la Luna y tú eres el hombre de la Luna. No, ella es más ilustre que la Luna, puesto que posee su castidad sin su inconstancia. ¡Por la sangre de! No era sino chanza. Entra Jeremías. A ver, ¿quien os ha mandado llamar? ¡Ja! ¿Qué queréis?

Anteviso
Bueno si no era sino chanza vuestra. ¿Quien es ese individuo? No me gusta su fisionomía.

[Jeremías le susurra a Don Sansón.]

Don Sansón
Mi hijo, señor; ¿qué hijo, señor? Mi hijo Benjamín, ¿eh?

Jeremías
No, señor, Maese Valentín, mi amo. Es la primera vez que sale desde su confinamiento y viene a presentaros sus respetos, señor.

Don Sansón
Bien, señor.

Entra Valentín.

Jeremías
Aquí está, señor.

Valentín
Vuestra bendición, señor.

Don Sansón
Ya la habéis recibido, señor. Creo que os he mandado esta mañana un pagaré de cuatro mil libras. Una gran cantidad de dinero, hermano Anteviso.

Anteviso
Sí, a fe, Don Sansón, una gran cantidad de dinero para un joven. ¡Me pregunto que pueda hacer con ello!

Don Sansón
Por mi cuerpo, también yo. Escucha, Valentín, si hay demasiado, reembolsa el sobrante, ¿me escuchas, muchacho?

Valentín
¿Sobrante, señor? Apenas pagará mis deudas. Espero que hayáis mayor indulgencia como para obligarme a esas duras condiciones que mi necesidad me ha obligado a firmar.

Don Sansón
Señor, os lo ruego, ¿qué pensabais confiarme en relación a la indulgencia?

Valentín
Pues, señor, que no extremarais las condiciones, sino que me absolvierais, al menos, de una parte–

Don Sansón
Oh, señor, os comprendo. ¡Ja! ¿Es eso todo?

Valentín
Sí, señor, todo lo que me atrevo a pedir. Pero lo que vos, por ternura paternal, queráis añadir, será doblemente bienvenido.

Don Sansón
No lo dudéis, dulce señor, pero vuestra piedad filial y mi ternura paternal casarán como dos recuentos. ¡He aquí un pícaro, hermano Anteviso, que cierra un trato, escrito y sellado, por la mañana y por la tarde desea que se le dispense del mismo! ¡He aquí un pícaro, un perro, he aquí la conciencia y la honradez! ¡He aquí a vuestro discreto, esta es la moralidad de vuestros discretos! Sois un discreto, y habéis sido un lindo, y puedes ser –En fin, pícaro, no está aquí bajo mi letra y sello? ¿Podéis negarlo?

Valentín
Señor, no lo niego.

Don Sansón
Bribón, acabaréis colgado. Viviré para veros subir a la colina de Holborn. ¿Acaso no tiene el rostro de un bribón? Hablad, hermano, vos entendéis la fisionomía. Tiene aspecto de ahorcado; de todos mis muchachos, el que menos se me parece. Tiene cara de condenado a Tyburn sin beneficio eclesiástico.

Anteviso
¡Hum! En verdad, no quiero desanimar a un mancebo. Tiene una muerte violenta en el rostro; pero espero que no arriesgue la horca.

Valentín
Señor, ¿así usáis de vuestro hijo? En cuanto a ese viejo necio, esa testa de carnero llano, sé como reírme de él; pero vos, señor—

Don Sansón
¡Vos, señor, y vos, señor! Pero, ¿quien sois vos, señor?

Valentín
Vuestro hijo, señor.

Don Sansón
Eso es más de lo que yo sé, señor; y no lo creo.

Valentín
A fe, espero que no.

Don Sansón
Cómo, ¿haríais de vuestra madre una puta? ¿Habrase oído jamás tal cosa? Cuerpo de mí—

Valentín
Tendría una excusa para vuestra barbarie y uso antinatural.

Don Sansón
¡Excusa! ¡Desvergüenza! ¿Acaso, bribón, no puedo hacer lo que me plazca? ¿No sois mi esclavo? ¿No os engendré yo? ¿Y no podía haber escogido engendraros o no? ¡Por las llagas de! ¿Quien sois vos? ¿De donde habéis venido? ¿Que os trajo al mundo? ¿Cómo llegasteis aquí, señor? ¿Aquí, para estar aquí de pie, sobre esas dos piernas y mirar, erecto, con rostro audaz? ¡Ja! ¡Respondedme a eso! ¿Llegasteis como voluntario al mundo? ¿O acaso hice sonar las cajas con la autoridad legítima de un padre y os recluté por la fuerza?

Valentín
Yo no sé ni por qué vine ni por qué me llamasteis. Pero, heme aquí. Si no pensáis proveerme, desearía que me dejarais como me encontrasteis.

Don Sansón
Con todo mi corazón. Vamos, desvestíos: ropa fuera y salid tan desnudo al mundo como entrasteis en él.

Valentín
Pronto me desprendo de mis ropas, Pero debéis desposeerme de la razón, el pensamiento, las pasiones, las inclinaciones, los afectos, los sentidos y todo el enorme tren de asistentes que engendrasteis a la vez que a mí.

Don Sansón
¡Cuerpo de mí, qué monstruo de múltiples cabezas he propagado!

Valentín
Yo, de por mi mismo, soy una criatura sencilla, fácil y simple y que puede subsistir con poco gasto, pero la retahíla que me disteis es apetente e invencible. Son tantos los demonios que habéis criado y desean empleo.

Don Sansón
¡Por las llagas de! ¿Qué es lo que tuve que hacer para tener hijos? ¿Acaso un particular no puede nacer sin todos estos secuaces? En verdad que nadie por debajo de un emperador debería nacer con apetitos. Vaya, a este paso, un individuo con un solo chavo en el bolsillo puede tener un estómago capaz para una pitanza de diez chelines.

Jeremías
No, si eso está tan claro como el sol; lo juraré ante cualquier juez del distrito de Middlesex.

Don Sansón
He aquí un cormorán, también. ¡Corazón de! ¿Este individuo no nació con vos? ¿Yo no lo engendré, verdad?

Jeremías
Por la provisión que de mí se ha hecho, podríais haberme engendrado a mí también. Vaya, si he de decirle a vueseñoría otra verdad, creo que lo hicisteis, pues encuentro que nací con esos mismo apetitos hijoputescos de los que habla mi amo.

Don Sansón
Fijaos, pues. Defenderé que, por el imperio de la recta razón, este individuo debería haber nacido sin paladar. ¡Corazón de! ¿Y qué haría con un gusto distintivo? Seguro que ahora preferiría comerse un faisán en vez de una rodaja de merluza salada. ¿Y oler? Vamos, seguro que puede oler y ama los perfumes por encima del hedor. Pues sí, eso es. Y la música, ¿no amáis la música, bellaco?

Jeremías
Sí, tengo un oído razonablemente bueno, señor, para jigas y bailes populares y así. No me importan gran cosa vuestros solos o sonatas: me dan bilis negra.

Don Sansón
¡Bilis negra! ¡Ja, ja, ja! ¡Que la peste os confunda! –¿Solos y sonatas? ¡Por las llagas de! ¿Cuyo hijo sois? Como fuisteis engendrado, gusano de estercolero?

Jeremías
Yo, por parte de padre, soy el hijo de un silletero; mi madre vendía ostras en invierno y pepinos en verano; yo vine al mundo subiendo escaleras pues nací en un sótano.

Anteviso
Por vuestro aspecto habréis de partir de este mundo también subiendo escaleras, amigo.

Don Sansón
Y si este bribón fuera anatomizado ahora y diseccionado, tiene los vasos de digestión y concocción y demás tan grandes como para forrar a un cardenal, este hijo de pepino. Estas cosas son inexplicables e irrazonables. Por mi cuerpo, ¿por qué no fui un oso, de modo que mis oseznos pudieran haber vivido de lamer sus pezuñas? La Naturaleza has sido providente sólo con osos y con arañas; el uno tiene su alimento en sus propias manos y la otra teje su habitación con sus entrañas.

Valentín
La Fortuna era lo suficientemente próvida como para proveer todas las necesidades de mi natura, si tuviera mis derechos de herencia.

Don Sansón
¡Otra vez! ¡Por las llagas de! ¿No teníais cuatro mil libras? De tenerlas de vuelta, no os daría ni un chavo. ¿Cómo? ¿Quieres que me vuelva pelícano y te alimente de mis propias entrañas? ¡Corazón de! Vivís de vuestra discreción. Siempre gustasteis de los discretos; ahora veamos si tenéis la discreción suficiente como para manteneros. Vuestro hermano llegará a la Villa esta noche o mañana por la mañana y entonces aseguraos de llevar a cabo convenios – y, así, quedo vuestro seguro servidor. Vamos, hermano Anteviso.

Salen Don Sansón y Anteviso.

Jeremías
Os dije en qué quedaría vuestra visita.

Valentín
Es cuanto esperaba. Yo no vine a verle a él sino a Angélica. Pero, puesto que había salido, fue fácil girar en otro sentido y, al menos, pareció bien por mi parte. ¿Qué tenemos aquí? ¿Doña Antevisa y Doña Frágil? Están serias —las esquivaré. Venid por aquí y ved y preguntad cuando volverá Angélica.

Salen.
Entran Doña Antevisa y Doña Frágil.

Doña Frágil
¿Habéis de vigilarme? ¡Por vida de! Yo haré lo que me plazca.

Doña Antevisa
¿Ah, sí?

Doña Frágil
Sí, estad seguro de ello. Menudo asunto ir a la plaza de Covent Garden en un coche a sueldo y dar una vuelta con un amigo.

Doña Antevisa
No; y dos o tres vueltas, ¡Lo juro por la más sagrado!

Doña Frágil
¿Y qué si fueron veinte? Seguro que si vos hubierais estado allí no habría sido sino inocente recreo. Señor, donde está el consuelo de este esta vida, si no tenemos la dicha de conversar con un hombre agradable.

Doña Antevisa
Pero, ¿no podéis conversar en casa? Lo reconozco. Creo que no hay dicha como la de conversar con un hombre agradable. Yo no disputo eso, ni supongo que vuestra conversación no fuera muy inocente, pero el sitio era público y ser vista con un hombre en un coche a sueldo es escandaloso. ¿Y si alguien, además de mí, os hubiera visto descender del coche? ¿Cómo se puede ser dichosa, en temor perpetuo a ser vista y censurada? Además, no solo tendría reflejo en vos, hermana, sino en mí.

Doña Frágil
Bah, menuda confusión. ¿Por qué habría de reflejarse en vos? Yo no dudo que os halláis creído dichosa en un coche de alquiler antes de hoy. Si yo hubiera ido a Knightsbridge o a Chelsea o a Spring Garden o a Barn Elms, a solas, con un hombre, algo se podría haber dicho.

Doña Antevisa
Vamos, acaso estuve yo alguna vez en ninguno de esos sitios? ¿Qué queréis decir, hermana?

Doña Frágil
¿Lo estuve yo? ¿Qué queréis decir?

Doña Antevisa
Vos habéis estado en un lugar peor.


Doña Frágil
¡¿Yo, en un lugar peor y con un hombre?!


Doña Antevisa
Supongo que no irías sola al Finisterre.

Doña Frágil
¡Al Finisterre! ¿Cómo? ¡Hacéis mofa de mí?


Doña Antevisa
¡Pobre inocente! ¿Vos no sabéis que hay un lugar llamado Finisterre? Palabra que podéis mantener la compostura admirablemente, harías una cómica admirable.


Doña Frágil
Palabra que tenéis una enorme desvergüenza y, según yo lo veo, demasiada para las tablas.


Doña Antevisa
Muy bien ya veremos quien tiene más. ¿Nunca estuvisteis en el Finisterre?


Doña Frágil
No.


Doña Antevisa
¿Lo negáis en redondo a mi cara?


Doña Frágil
¿Vuestra cara? ¿Qué es vuestra cara?


Doña Antevisa
No importa, una cara tan buena como la vuestra.


Doña Frágil
Ni llevada una docena de años. Pero sí, lo niego en redondo a vuestra cara, entonces.


Doña Antevisa
Os permitiré que encontréis fallos en mi cara; pues palabra que vuestra desvergüenza me ha descompuesto. Pero, ahora, veamos. ¿Dónde perdisteis este alfiler de oro?¡Oh, hermana, hermana!


Doña Frágil
¡Mi alfiler!


Doña Antevisa
Vamos, es vuestro, miradlo.


Doña Frágil
Bien, si a eso vamos, ¿dónde encontrasteis este alfiler? ¡Oh, hermana, hermana! ¡Hermana en todos los sentidos!

Doña Antevisa
[aparte] Demonio, ¡que no pueda descubrirla sin traicionarme a mi misma!

Doña Frágil
He oído decir a los caballeros, hermana, que se debe tener gran cuidado cuando se lanza una estocada en esgrima para no quedar al descubierto.

Doña Antevisa
Es muy cierto, hermana. Bien, dado que todo se ha sabido y, como decís, ambas estamos heridas, hagamos lo que se suele hacer en los duelos, curarnos la una a la otra y hacernos más amigas de aquí en adelante.

Doña Frágil
Con todo mi corazón. Las nuestras son leves heridas de la carne y si las mantenemos al abrigo del aire en absoluto peligrosas. Bien, dadme la mano como muestra de secretismo y de afecto entre hermanas.

Doña Antevisa
Hela aquí, con todo mi corazón.

Doña Frágil
Bien. Como muestra de mi amistad y confianza, os haré partícipe de un diseño mío. A decir verdad y hablando francamente la una con la otra, me temo que el mundo nos ha observado más de lo que lo nos hemos observado ambas. Vos tenéis un marido rico y estáis provista; yo no y tampoco tengo el apoyo de fortuna o de reputación y, por tanto, debo andarme con cuidado. Don Sansón tiene un hijo que se espera llegue esta noche y, por lo que se me ha relatado de su educación, no puede ser un conjurador. La hacienda, como sabéis, se le encomendará a él. Ahora bien, ¿si yo pudiera engatusarlo, hermana, ¿eh? ¿Me comprendéis?

Doña Antevisa
En efecto y os prestaré ayuda con todo el poder que tenga y puedo deciros una cosa que concuerda, con suerte suficiente: mi torpe hija por matrimonio, quien, como sabéis, estaba planeada por esposa suya, se ha encariñado de Maese Chismes. Ahora bien, si podemos mejorar eso y hacer crecer en ella una aversión por este bobo, puede que ayude en gran manera a que él os quiera a vos. Aquí llegan, juntos vamos a urdir alguna manera de dejarlos a solas.

Entran Chismes y Doña Pruden.

Doña Pruden
¡Madre, madre, madre, mirad!

Doña Antevisa
¡Huy, huy, Doña Pruden, cómo bramáis! Además os he dicho que no debéis llamarme "madre".

Doña Pruden
¿Cómo debo llamaros, pues? ¿No sois la mujer de mi padre?

Doña Antevisa
"Señora"; debéis decir "señora". Por mi alma, se me antoja ser vieja de verdad de escuchar a esta muchachota llamarme "madre". Pues bien, Doña Pruden, ¿qué es lo que os alegra tanto?

Doña Pruden
Fijaos, prima, aquí hay una caja de rapé. Y hay rapé dentro. Tomad, ¿queréis algo? ¡Ah, bien! ¡Qué dulce que es! Chismes es dulce por todas partes: su peluca es dulce, y sus guantes son dulces, y su pañuelo es dulce, pura dulzura, más dulce que las rosas. Oledlo, madre —señora, quiero decir. Me dio este anillo a cambio de un beso.

Chismes
¡Ay, uy! Doña Pruden, no debéis dar un beso y luego contarlo.

Doña Pruden
Sí; se lo puedo decir a mi madre y él me dice que me dará algo para que yo huela así de dulce. Oh, prestadme vuestro pañuelo, os lo ruego. Oled, prima; y dice que me dará algo que hará que mis camisas huelan así. ¿No es puro? Es mejor que el espliego ¡vaya, hombre! He resuelto no permitirle a la nodriza volver a poner espliego entre mis camisas. ¿Eh, prima?

Doña Frágil
Huy, Doña Pruden, entre vuestra ropa blanca, debéis decir. No debéis decir "camisa" nunca.

Doña Pruden
Por qué, ¿no es libidinoso, o si lo es, prima?

Chismes
Oh, señora sois demasiado severa con Doña Pruden. No debéis hallar falta en su linda simpleza, de un modo extraño le sienta bien. Linda Doña Pruden, no dejéis que os persuadan a perder vuestra inocencia.

Doña Antevisa
¡Oh, malhaya, sapo! Desearía que vos no la persuadierais a perder su inocencia.

Chismes
¿Quien, yo, señora? ¡Oh, Señor! ¿Cómo llegó vueseñoría a tal idea? Cierto que no me conocéis.

Doña Frágil
Ah, demonio, artero demonio. Es tan reservado, hermana, como un confesor. Cree que no lo observamos.

Doña Antevisa
Un perro astuto. Con qué presteza descubriría a una criatura fresca e inocua y nos dejaría, hermana, incontinente.

Chismes
Por la reputación—

Doña Antevisa
Todos son así, hermana, estos hombres. Aman los despojos de una criatura joven, son tan aficionados a ello como a estrenar moda o asistir a la primera representación de una comedia. Os aseguro que le rompería el corazón de Maese Chisme el pensar que cualquier otro se le adelantara.

Chismes
¡Oh Señor! Juro que no haría tal cosa por todo el mundo.

Doña Frágil
¡Oh, que os cuelguen! ¿Quien habría de creeros? Os colgarían antes de que confesarais. Os conocemos. Ella es muy bonita. ¡Señor, que rojo y blanco tan puros! Tiene un aspecto tan lozano. Sin mezcla; no lo sé, pero me imagino, si yo fuera hombre—

Doña Pruden
Como gustáis de burlar, prima.

Doña Antevisa
Atiende, hermana, por mi alma, la moza ya se echado a perder. ¿Creéis que jamás soportaría una gran lona embobada? Pardiez, os aseguro que no le dejará que se le acerque, después de Maese Chismes.

Doña Frágil
Por mi alma, me temo que no. ¡Bua! ¡Sucia criatura, que huele toda entera a brea y alquitrán! [A Chismes] ¡Que el demonio se os lleve, confundido sapo! ¿Por qué la visteis antes de que estuviera casada?

Doña Antevisa
Vaya, ¿por qué se lo permitimos? Mi marido nos va ahorcar. Creerá que los juntamos nosotras.

Doña Frágil
Vámonos, a fe, vayámonos. Si mi hermano Anteviso nos encontrara con ellos, seguro que lo creerá así.

Doña Antevisa
Eso hará. Pero es que, dejarlos juntos es igual de malo y es un demonio tan artero, nunca dejará escapar una oportunidad.

Doña Frágil
No me importa; no se me verá por medio.

Doña Antevisa
Bueno de ser así, Maese Chismes, tendréis que responder de un sinfín de cosas; yo me lavo las manos: soy inocente de arriba a abajo.

Salen Doña Antevisa y Doña Frágil.

Doña Pruden
¿Qué es lo que hace que se vayan, Maese Chismes? ¿Qué es lo que quieren decir? ¿Lo sabéis vos?

Chismes
Sí, querida, creo que puedo adivinarlo. Pero que me cuelguen si sé el por qué.

Doña Pruden
Vamos, ¿no debemos irnos nosotros también?

Chismes
No, no, no quieren decir eso.

Doña Pruden
¿No? ¿Entonces qué? ¿Qué haremos vos y yo juntos?

Chismes
He de haceros el amor, bonita Doña Pruden. ¿Me dejaréis haceros el amor?

Doña Pruden
Sí, si os place.

Chismes
[aparte] Franca, pardiez, al menos. ¡Pestes! ¿Qué entenderá Doña Antevisa con esta civilidad? ¿Se trata de hacerme pasar por necio? ¿O acaso nos deja a solas por buena moral y para que hagamos lo que querría que le hicieran a ella? Pardiez, lo entenderé así.

Doña Pruden
Bien, ¿y cómo me vais a hacer el amor? Vamos, estoy deseando que empecéis. ¿También yo he de hacer el amor? Me debéis decir cómo.

Chismes
Debéis dejarme hablar, Doña Pruden, no debéis ser la primera en hablar. Debo haceros preguntas y vos debéis responder.

Doña Pruden
¿Cómo? ¿Es como el catecismo? Vale, entonces, preguntadme.

Chismes
¿Queridina, creéis que podéis amarme?

Doña Pruden
Sí.

Chismes
¡Puah! Pestes, no debéis decir sí enseguida. En tal caso, en un abrir y cerrar de ojos, no me importaréis un real.

Doña Pruden
¿Qué debo decir entonces?

Chismes
Pues decir que no, o que creéis que no, o que no sabríais qué decir.

Doña Pruden
Ay, ¿entonces debo decir una mentira?

Chismes
Sí, si queréis ser bien criada. Todas las personas bien criadas mienten. Además, sois una mujer: nunca debéis decir lo que pensáis. Vuestras palabras deben contradecir vuestros pensamientos, pero vuestros actos pueden contradecir vuestras palabras. Así, si os pregunto si me podéis amar, debéis decir que no, pero me debéis amar también. Si os digo que sois hermosa, debéis negarlo y decir que os halago. Pero debéis pensar que sois más encantadora de lo que yo os dije y quererme por la belleza que yo digo que tenéis, tanto como si yo mismo la tuviera. Si os pido que me beséis, debéis estar enfadada, pero no debéis rehusar. Si os pido más, debéis estar más enfadada, pero más complaciente y, cuantas veces os diga que os haré gritar, debéis estar segura de no abrir la boca.

Doña Pruden
¡Oh, Señor! Juro que esto es puro. Me gusta más que nuestras maneras anticuadas, en el campo, de decir lo que pensamos. ¿Y acaso no debéis mentir vos también?

Chismes
¡Hum! –sí. Pero debéis creer que digo la verdad.

Doña Pruden
¡Jesús, María y José! Bueno, siempre he tenido una gran disposición a mentir, pero me atemorizaban y me decían que era pecado.

Chismes
Bien, mi linda criatura, ¿me haréis feliz dándome un beso?

Doña Pruden
No, por supuesto, estoy enfadada con vos.

[corre y lo besa.]

Chismes
Alto, alto, eso está bastante bien; pero vos no deberíais habérmelo dado a mí, sino haber sufrido que yo os lo diera.

Doña Pruden
Bueno, pues lo haremos otra vez.

Chismes
Con todo mi corazón. Vale pues, angelito mío.

[La besa.]

Doña Pruden
Bah.

Chismes
Así es. Otra vez, hechicera mía.

[La besa de nuevo.]

Doña Pruden
Oh, qué vergüenza, no; ahora no puedo soportaros.

Chismes
¡Admirable! Tan bien como si fuerais nacida y criada en Covent Garden todos los días de vuestra vida. Y ¿no me mostraréis, linda Doña Pruden, donde se halla vuestra alcoba?

Doña Pruden
No, de seguro que no. Pero iré allí corriendo y me esconderé de vos tras las cortinas.

Chismes
Yo os seguiré.

Doña Pruden
Ah, pero yo sujetaré la puerta con ambas manos y estaré enfadada –y vos me tumbaréis de espaldas antes de haber entrado.

Chismes
No, yo entraré primero, y os tumbaré después.

Doña Pruden
¿Eso haréis? Entonces estaré más enfadada y más complaciente.

Chismes
Entonces os haré gritar.

Doña Pruden
Ah, pero no lo haréis, pues no abriré la boca.

Chismes
Oh mi querida y apta alumna.

Doña Pruden
Bien, ahora correré y me daré más prisa que vos.

[Sale Doña Pruden.]

Chismes
No huiréis tan rápido que yo no os pueda perseguir.

[Sale tras ella.]
FIN DEL SEGUNDO ACTO

Acto III

PRIMERA ESCENA

Una pieza en casa de Anteviso
Entra la Nodriza.

Nodriza
¡Doña! ¡Doña! ¡Doña Pruden! Así Dios me perdone, la Virgen y amén. Pero ¿que le habrá ocurrido a la niña? ¡Pero, Doña! ¡Doña Antevisa! Digo yo, ¿no se habrá encerrado en su alcoba y echado a dormir o puesto a rezar? ¡Doña Pruden, Doña Pruden! La oigo. Id con vuestro padre, niña. Abrid la puerta. Abrid la puerta, Doña Pruden. Os oigo gritar quedo. Oh, Señor, ¿quien está ahí? [Atisba.] ¿Qué vamos a hacer? ¡Oh, Padre! ¡Un hombre con ella! ¿Pero, Doña Pruden, vamos, Dios me valga, menuda…! ¡Oh, Señor, será nuestra ruina! ¡Ah, busconcilla! [Llaman a la puerta.] Dios de mi vida, ¿no vais a abrir la puerta? Volveré por la trasera.

Sale.
Chismes y Doña Pruden en la puerta.

Doña Pruden
Oh, señor, se acerca —y se lo dirá a mi padre. ¿Qué vamos a hacer ahora?

Chismes
¡Que la peste se la lleve! De haberse quedado dos minutos más habría deseado que viniera.

Doña Pruden
¡Ay! ¿Qué vamos a decir? Decidme, Maese Chismes, decidme una mentira.

Chismes
No hay ocasión para una mentira. Yo nunca puede decir una mentira sin un propósito. Pero, puesto que no hemos hecho nada, no debemos decir nada, creo. La oigo. Os dejaré a las dos juntas y arreglaos como podáis.

[La empuja adentro y cierra la puerta.]
Entran Valentín, Escándalo y Angélica.

Angélica
Vos no podéis acusarme de inconstancia; nunca os dije que os amara.

Valentín
Pero puedo acusaros de incertidumbre, por no decirme si o no.

Angélica
Confundís indiferencia con incertidumbre; yo nunca me preocupé por ello lo suficiente como para hacerme la pregunta.

Escándalo
Ni buena naturaleza bastante como para responderle a quien os lo pregunta; sí diré eso de vos, señora.

Angélica
¿Cómo? ¿Os creéis modelo de buena naturaleza?

Escándalo
Sólo su afectación, como hacen las mujeres por mala naturaleza.

Angélica
Persuadid a vuestro amigo de que todo es afectación.

Valentín
No obtendré beneficio de la opinión, pues no conozco diferencia efectiva alguna entre una afectación continua y la realidad.

Chismes
[acercándose, en un aparte, a Escándalo] Escándalo, ¿en conversación privada, sois secreto?

Escándalo
Sí, pero me atrevo a fiarme de vos. Hablamos del amor de Angélica por Valentín. ¿No queríais hablar de ello?

Chismes
No, no, ni una sílaba. Sé que es un secreto porque todo el mundo susurra de ello.

Escándalo
¡Ja, ja, ja!

Angélica
¿Qué hay, Maese Chismes? Os he oído decir que algo se susurraba por doquier.

Escándalo
Vuestro amor por Valentín.

Angélica
¡Cómo!

Chismes
No, señora, su amor por vueseñoría. Dios me haya, ruego que me perdonéis, pues nunca había oído palabra de la pasión de vueseñoría hasta este instante.

Angélica
¡Mi pasión! Y, os lo ruego, ¿quien os ha hablado de mi pasión, señor?

Escándalo
[a Chismes] Vamos, ¿tenéis al demonio dentro? ¿No os dije que era en secreto?

Chismes
Pardiez, sí; pero pensé que podría confiársele sus propios asuntos.

Escándalo
¿Es esta vuestra discreción? ¿Confiar una mujer a sí misma?

Chismes
Decís verdad. Ruego que me perdonéis. Retiro todo lo dicho. [A Angélica] Era imposible, señora, que yo pudiera imaginarme que una persona de la discreción y galanura de vueseñoría pudiera haber recibido durante tanto tiempo las apasionadas solicitaciones de Valentín, hombre cumplido, y, con todo, permanecer insensible; por lo tanto, me perdonaréis si, por el justo contrapeso de su mérito con el buen juicio de vueseñoría, creí en un equilibrio de afecto recíproco.

Valentín
¡Diablos! ¿Qué maldito poeta estreñido te ha dado esta lección de altisonancia para que la recites de memoria?

Angélica
Me atrevo a jurar que le hacéis agravio, es de su propio caletre y Maese Chismes solamente juzga el éxito de los demás a partir de los efectos de su propio mérito. Pues cierto es que a Maese Chismes nunca se le negó cosa alguna en toda su vida.

Chismes
¡Oh, señor! Sí, de verdad, señora, varias veces.

Angélica
Juro que no lo creo posible.

Chismes
Sí, hago voto y juramento de que es cierto. Por Dios, señora, soy el hombre más desdichado del mundo y el más cruelmente maltratado por las señoras.

Angélica
Vamos, os estáis mostrando desagradecido.

Chismes
No, espero que no. Tanta ingratitud es admitir algunos favores como ocultar otros.

Valentín
Vale, ya ha salido.

Angélica
No os entiendo, ahora. Yo creía que vos nunca habéis pedido nada más de lo que una dama podría modestamente conceder y vos confesar.

Escándalo
Así, a fe, vuestro asunto aquí ya está hecho. Ahora podéis ir a jactaros a otro sitio.

Chismes
¡Jactarme! ¡Oh, cielos! ¿Por qué? ¿He dicho el nombre de alguien?

Angélica
No. Supongo que eso no está en vuestro poder; pero lo haríais si pudierais, no me cabe duda.

Chismes
¡¿No en mi poder, señora?! ¿Qué quiere decir vueseñoría? ¿Que no tengo la reputación de una mujer en mi poder?

Escándalo
[aparte] ¡Por las llagas de! Vamos, ¿no lo reconoceréis, verdad?

Chismes
A fe, señora, tenéis razón. Ya no la tengo, así alcance la Gloria. Nunca estuvo en mi poder, en toda mi vida, decir cosa alguna en perjuicio de una dama. Pues, como os iba diciendo, señora, he sido la criatura viva con menos fortuna en cosas de esa naturaleza y nunca tuve la buena suerte de que se me confiara el secreto de una dama, ni una sola vez.

Angélica
¿No?

Valentín
Ni una sola vez, me atrevo a responder por él.

Escándalo
Y yo responderé por él, pues cierto estoy de que me lo habría dicho, si no. Veo, señora, que no conocéis Maese Chismes.

Chismes
No, a fe, señora, veo que no me conocéis en absoluto. Pues es cierto que mis amigos íntimos lo habrían sabido.

Angélica
Parece, entonces, que vos lo habrías dicho de haber merecido confianza.

Chismes
¡Oh, pestes! Escándalo, eso ha sido demasiado. Nunca he referido detalles, señora. Quizás haya podido hablar como en tercera persona o introducido un amorío mío propio en la conversación, a modo de novedad, pero nunca he explicado detalles.

Angélica
Pero, ¿de donde proviene la reputación de secretismo de Maese Chismes, si nunca se le ha tenido confianza?

Escándalo
Precisamente de ahí. La cosa se puede expresar proverbialmente, pero es de aplicación para él. Es como si dijéramos, en términos generales que solamente es secreto quien nunca ha sido digno de confianza, un proverbio satírico sobre nuestro sexo. Ahora otro sobre el vuestro: es casta aquella a la que nunca se le hizo la pregunta. Eso es todo.

Valentín
Un par de proverbios muy civiles, en verdad. Es difícil saber si la dama o Maese Chismes es quien os está más obligado. Pues habéis fundamentado la virtud en la irresolución de los hombres y su secretismo en la desconfianza de las mujeres.

Chismes
Pardiez, es muy cierto, señora, Creo que estamos obligados a absolvernos y por mi parte —Pero, vueseñoría ha de hablar primero.

Angélica
¿Quien, yo? Bien, confieso libremente que he resistido muchas tentaciones.

Chismes
Y, pardiez, yo he ofrecido tentaciones que no han sido resistidas.

Valentín
Bien.

Angélica
Llamo a Valentín aquí presente para que declare ante el tribunal lo infructuosos que han sido sus esfuerzos y confiese todas sus solicitaciones y mis denegaciones.

Valentín
Listo estoy para declararos no culpable a vos y culpable a mi mismo.

Escándalo
Bien, esto es equitativo. He aquí una prueba con testigo.

Chismes
Bien, mis testigos no están presentes, pero yo confieso haber habido favores de personas. Pero, igual que los favores son innumerados, también las personas son innominadas.

Escándalo
¡Bua! ¡Pestes, esto no prueba nada.

Chismes
¿No? Puedo mostrar cartas, medallones, retratos y anillos; y, si hubiera ocasión para testigos, puedo hacer que comparezcan las mozas de los mesones de chocolates, todos los portadores de Pall-Mall y Covent-Garden, los porteros de Comedias, los mesoneros de Locket's, Pontack's, the Rummer, Spring-Garden; mi propia casera y el valet de cámara, todos los cuales jurarán formalmente que recibo más cartas que el oficio del ministro y que tengo más máscaras preguntando por mí de los que jamás fueron a ver al hermafrodita o al príncipe desnudo y es notorio que, una vez, en una iglesia de aldea, habiéndose preguntado quien era yo, se respondió que yo era el famoso Chismes, que tantas mujeres había arruinado.

Valentín
Fue allí, supongo, donde os ganasteis el apodo de Gran Turco.

Chismes
Verdad: fui llamado Chismes el Turco por toda la parroquia. El domingo siguiente, todas las viejas retuvieron a sus hijas en casa y el párroco no tenia ni la mitad de la congregación. Quiso llevarme ante el tribunal eclesiástico, pero me vengué de él, pues tenia una hermosa hija a quien inicié en la ciencia. Aunque luego me arrepentí, pues se hablo de ello en la Villa y una dama de calidad, que no nombraré, en un furioso ataque de celos, vino con su coche, seis caballos y se expuso públicamente por mi culpa. Pardiez, lo lamenté de todo corazón —ya sabéis a quien me refiero. Sabéis donde metimos mano–

Escándalo
Punto en boca, Chismes.

Valentín
¡Muerte de! ¿No os da vergüenza?

Angélica
¡Bárbaro! Nunca he escuchado vanidad tan insolente. Avergonzaos, Maese Chismes, juro que no os lo habría creído. ¿Es este vuestro secretismo?

Chismes
Pardiez, así es, el calor de mi relato me llevó más allá de mi discreción, al igual que el calor de la pasión de la dama la precipitó más allá de su reputación. Pero espero que no sepáis a quien me refiero, pues fue grande el número de damas manometidas. ¡Pestes! ¡Podría morderme la lengua!

Escándalo
No, no lo hagáis; pues entonces no nos podrá contar nada más. Vamos, voy a recomendar una canción sugerida por mis dos proverbios y veo a uno en la pieza contigua que lo cantará.

[Va a la puerta.]

Chismes
Por el amor del Cielo, si lo adivináis, no digáis nada. Pardiez, soy muy desdichado.

Vuelve a entra Escándalo, con uno para cantar.

Escándalo
Os ruego que cantéis la primera canción de la última comedia en estrenarse.

CANCIÓN
ErrorMetrica
1
Una ninfa y un amante a Apolo una vez le rogaron,
El amante había sido rechazado, la ninfa había sido traicionada.
Su propósito era saber si este oráculo sabía
De alguna ninfa que hubiera sido casta, o de un amante fiel.
2
Apolo está mudo, y como ante un enigma,
Pero, sabiamente, al final reveló este secreto:
No traicionará aquel en quien nadie confiara,
Será casta la ninfa que jamás fuera tentada.

Sale el Cantante.
Entran Don Sansón, Doña Frágil, Doña Pruden y Criado.

Don Sansón
¿Ha llegado Ben? ¡Cuerpo de! ¿Ha venido mi hijo Ben? Pardiez que me alegro, ¿donde está? Mucho deseo verlo. Ahora, Doña Frágil, veréis a mi hijo Ben. ¡Cuerpo de mí! Él es la esperanza de mi familia. No lo he visto en estos tres años. Seguro que habrá crecido. Decidle que entre, rogadle que se apresure. Listo estoy para llorar de gozo.

Sale el Criado.

Doña Frágil
Ahora, Doña Pruden, veréis a vuestro marido.

Doña Pruden
[aparte a Doña Frágil] ¡Puaf! No va a ser marido mío, ni nada.

Doña Frágil
¡Chist! Bien, no lo será, dejadlo a mi cargo. Llamaré a Maese Chismes para que se nos una.

Angélica
¿No os quedaréis a ver a vuestro hermano?

Valentín
Somos estrellas gemelas y no podemos brillar en la misma esfera, cuando una sale la otra ha de ponerse. Además, si me quedara, lo más probable es que mi padre, de buen natural, me obligara a la firma inmediata de la escritura de traspaso de mi hacienda y yo he de postergarlo cuanto me sea posible. Bien, llegaréis a una resolución.

Angélica
No puedo. La resolución debe llegarse a mí o nunca habré una.

Escándalo
Vamos, Valentín, iré con vos; tengo algo en la cabeza que comunicaros.

Salen Valentín y Escándalo.

Don Sansón
¿Cómo? ¿Se ha ido mi hijo Valentín? ¿Cómo? ¿Ha salido a hurtadillas y no quiere ver a su hermano? ¡He ahí un cachorro descastado! ¡He ahí un perro desnaturado! ¡Hola! ¿También vos estabais aquí, señora, y no pudisteis retenerlo? ¿Es que ni el amor ni el afecto natural han de obligarlo? ¡Cuerpo de! Señora, no crucéis ya más palabra con él: no merece vuestra consideración. El bribón no tiene ni un dracma de amor generoso en su persona. Todo interés, todo interés. Es un bribón arruinado y os corteja por vuestra hacienda. ¡Cuerpo de mí! No se le da un dite vuestra persona.

Angélica
Yo le soy casi pareja, Don Sansón; de haberme gustado alguna vez algo en él, habría sido su hacienda, también. Pero, ya que eso ha desaparecido, el cebo se desprende y aparece el nudo anzuelo.

Don Sansón
¡Cuerpo de, bien dicho! Y vos sois una mujer más prudente de lo que os hubiera creído. Pues la mayoría de las mujeres jóvenes de hoy se prendan por un nudo anzuelo.

Angélica
Si yo me casara, Don Sansón, deseo buena hacienda con cualesquiera hombre, cualquier hombre con una buena hacienda. Así, de verme obligada a elegir, dela que preferiría teneros a vos antes que a vuestro hijo.

Don Sansón
Fe y verdad, sois una mujer prudente y me alegra oíros decir eso. Temía que estuvierais enamorada del réprobo. ¡Dios! Os compadecía de todo corazón. ¡Que lo cuelguen al mil leches! Echadlo de vuestro lado, y veréis al bribón mostrarse y hacerle el amor a algún abatido vejestorio de ochenta para que lo mantenga. ¡Dios! Me encanta ver a un joven pródigo aferrarse a una vieja en busca de soporte, como la yedra alrededor del roble seco, a fe que sí. Me encanta verlos abrazarse y amigarse juntos, como encima de un cardo.

Entran Ben Leyenda y un Criado.

Ben
¿Donde está padre?

Sirviente
Allí, señor, con su espalda hacia vos.

Don Sansón
¡Mi hijo Ben! Bendito seas, querido muchacho. ¡Cuerpo de mí! Eres muy cordialmente bienvenido.

Ben
Gracias, padre, y yo me alegro de veros.

Don Sansón
¡Cuerpo de y que contento estoy de verte! Bésame, muchacho, bésame otra vez y otra vez, querido Ben.

[Lo besa.]

Ben
Ya, ya, basta, padre. Por la Misa, antes preferiría besar a estas damas.

Don Sansón
Y así será. Doña Angélica, mi hijo Ben.

Ben
A fe, con vuestro permiso. [La saluda.] No, señora, No deseo soltar aquí el ancla. Viro en redondo, a fe. [Besa a Doña Frágil.] ¡Ah! Y también vos, mi pequeño esquife. ¡Así!

[Besa a Doña Pruden.]

Chismes
Señor, bienvenido a tierra.

Ben
Gracias, gracias, amigo.

Don Sansón
Has estado lejos muchas y agobiantes leguas, Ben, desde que te vi.

Ben
¡Que sí que sí, lo he estado! He estado lo bastante lejos, y eso fuera todo. Bien, padre, ¿Qué tal todos en casa? ¿Que tal el hermano Ricar, y el hermano Val?

Don Sansón
¿Ricar? ¡Cuerpo de mí! Ricar lleva muerto desde hace dos años. Te escribí cuando estabas en Livorno.

Ben
Por la Misa que es verdad. ¡La Virgen, se me había olvidado! Ricar está muerto, como decís. ¿Y cómo? Tengo muchas preguntas que haceros. Y bien, ¿no os habéis vuelto a casar, entonces, padre?

Don Sansón
No, pretendo que os caséis vos, Ben. Yo no me casaría por vos.

Ben
¿Cómo? ¿Qué significa eso? Si os casáis de nuevo, entonces yo volveré a hacerme a la mar, vaya lo uno por lo otro y se acabó. Por favor, que no sea yo impedimento para vos. Casaos en buena hora y que el viento os acomode. Por mi parte, quizás no piense en casarme.

Doña Frágil
Sería una lástima, tan apuesto caballerete.

Ben
¡Apuesto! ¡Je, je, je! ¡No, a fe! Si no chanceáis, porque entonces chancearé con vos, pues amo bromas, aunque el barco se fuera a pique, como decimos en la mar. Pero os diré el por qué no estoy muy por el matrimonio. Amo ir de puerto en puerto y de tierra en tierra. Nunca podría soportar el estar bloqueado en puerto como decimos. Pues los hombres casados tiene, por decirlo así, los pies con esposas y quizás no pudieran librarse cuando les pluguiera.

Don Sansón
Ben es un burlón.

Ben
Un hombre casado, fijaos, no es más parecido a otro hombre de lo que lo es un galeote a uno de nosotros, marineros libres. Está encadenado al remo de por vida; y, quizás, con el trato, tenga que tirar de una nave que hace aguas.

Don Sansón
Un burlón de verdad, Ben es muy burlón. Algo rudo, le hace falta pulimento.

Doña Frágil
En absoluto. Me gusta mucho su humor, es llano y honesto. Me gustaría en extremo un humor así en mi marido.

Ben
¿Decís eso en serio, a fe? Por la Virgen, que a mi me gustaría grandemente una dama tan hermosa como compañera de lecho. ¿Qué decís, señora, os gustaría haceros a la mar? Por la Misa, que sois una nave estanca y bien aparejada si estuvierais igual de bien tripulada.

Doña Frágil
Yo no dudaría de ello, si vos me gobernarais.

Ben
Pero os diré una cosa: si os hacéis a la mar con viento fuerte o así, madama, no podéis lucir tanta vela sobre vuestra cabeza. Gavia y juanete, por la Misa.

Doña Frágil
¡Hola! ¿Cómo es eso?

Ben
Pues, porque si lo hicierais, correríais riesgo de zozobrar y mostrar vuestras quillas sobre el agua, ¡je, je, je!

Angélica
Juro que Maese Benjamín es el mayor burlón natural, un absoluto discreto de la mar.

Don Sansón
No, Ben tiene partes; pero, como os dije antes, necesita algo de pulimento. No le toméis nada a mal, señora.

Ben
No. Espero que la dama no se enfade, lo digo todo de buena intención y, así, a fe, si burlo, también acepto burlas y podéis tomaros las mismas libertades conmigo.

Angélica
Se lo agradezco, señor, no estoy en modo alguno ofendida. Se me antoja, no obstante, Don Sansón, que deberíais dejarlo a solas con su dama. Maese Chismes, no debéis interponeros entre amantes.

Chismes
[aparte a Doña Pruden.] Y bien, señora, tengo vuestra promesa.

Don Sansón
¡Cuerpo de mí! Señora, decís verdad. Fijaos, Ben, esta es vuestra dama. Vamos, señora, no debéis avergonzaros, os dejaremos juntos.

Doña Pruden
No soportaría quedar a solas. ¿No podría mi prima quedarse conmigo?

Don Sansón
No, no. Vamos, vamos, salgamos.

Ben
Pero, padre, quizás a la joven señora no llegue a gustarle.

Don Sansón
Te aseguro que sí, muchacho. Vamos, vamos, hemos de irnos. Apostaría por ello.

Salen todos menos Ben y Doña Pruden.

Ben
Vamos, señor, sentaos si os place. Pues si seguís estando de popa y eso, nunca podremos abordarnos. Vamos, arrastraré aquí una silla. Ahí está, sentaos si os place. Me sentaré a vuestro lado.

Doña Pruden
No hace falta que os sentéis tan cerca de una. Si tenéis algo que decir lo puedo oír a más distancia; que no estoy sorda.

Ben
Pues, verdad es lo que decís, ni yo soy mudo; se me puede oír a la misma distancia que a otro. Gurraré para complaceros. [Se sienta más lejos.] Aunque estuviéramos a una legua de distancia procuraría mantener conversación con vos, a menos de que fuera un viento bien recio y me diera de pleno en los dientes. Atended, a fe mía. Yo me encuentro, por decirlo así, con rumbo a la tierra del matrimonio. Es una travesía, fijaos, que no he buscado. Se me ordenó por mi padre y, si es de vuestro gusto, quizás pueda maniobrar a vuestro puerto. ¿Qué decís, mi señora? Dicho en dos palabras que si os gusto y vos me gustáis a mí podríamos quizás mecernos en una hamaca juntos.

Doña Pruden
No sé qué deciros, ni me cuido hablar con vos en absoluto.

Ben
¿No? Lo lamento. Pero, decidme ¿porque sois tan desdeñosa?

Doña Pruden
Mientras una no pueda expresarse con franqueza es mejor no hablar en absoluto y, a fe, que no diré una mentira en este asunto.

Ben
Cierto, decís verdad, es necedad el mentir. Pues decir una cosa y pensar justo lo contrario es como si fuera a mirar en una dirección y remar hacia la otra. En lo que a mi respecta, fijaos, yo soy partidario de llevar las cosas a la vista. No soy favorable a guardarlas bajo las escotillas. Así que, si no tenéis la misma voluntad que yo, decidlo en nombre de Dios, no hay daño hecho. Puede que os ruboricéis. Algunas doncellas aunque amen mucho a un hombre no se aventuran a decírselo a la cara. Si ese es el caso, pues el silencio da consentimiento.

Doña Pruden
Pero estoy segura de que no es así, pues yo hablaré antes de que lo penséis y yo diré la verdad, aunque siempre se le deba mentir a un hombre; y no importa: que haga mi padre lo que quiera. Estoy demasiado crecida como para que se me propinen azotes, así que os lo diré con llaneza: no os tengo afición, no os amo en absoluto y lo que es más, nunca lo haré. Así que ahí tenéis la respuesta y no me incomodéis más, ¡feo!

Ben
Mirad, joven. Deberías aprender a hablar con mesura. Yo os hablé con cortesía, veis, con civilidad. En lo tocante a vuestro amor o afición, me importa el cabo de una cuerda. Y quizás os tenga tan poca afición como vos a mi. Lo que dije fue en obediencia a padre. Pardiez, yo no le tengo más miedo a los azotes que vos. Pero os diré una cosa: si usarais de ese lenguaje en la mar, el gato de nueve colas lo aplicarían sobre vuestros hombros. ¡Carne! ¿Quien sois vos? Habéis escuchado a la otra hermosa joven hablarme civilmente, sin que nadie nadie la obligara. ¿Qué os creéis que sois vos? Pardiez, no creo que os podáis comparar con ella más que una jarrilla de cerveza con un bol de ponche.

Doña Pruden
¡Huy! Hay un hermoso caballero y un fino caballero y un dulce caballero, que aquí se encontraba y que me ama y yo le amo y, si os ve hablarme de ese modo otra vez, os zurrará la badana, eso es lo que hará, ¡foca enorme!

Ben
¿Qué? ¿Os referís a ese barbilindo de bonanza que estaba aquí hace un momento? ¿Él me ha de zurrar la badana? Que lo intente, que lo intente. Pero, si se me acerca, puede que resulte que yo le dé anguila salada para comer. ¿Qué es lo que piensa padre, dejándome a solas, nada más volver a casa, con una arlote tan sucia? ¡Foca! ¡No soy ni mitad de foca para lameros vuestra cara pringada de tiza; leche cuajada, eso es lo que sois! ¡¿Casarme contigo?! ¡Por las llagas de! Antes me casaré con una bruja de Laponia y viviré de la venta de vientos contrarios y buques naufragados.

Doña Pruden
No soportaré que se me vitupere, ni que se me insulte de este modo, por supuesto que no. Si yo fuera un hombre [llora.] no os atreverías a hablarme de tal guisa. No, no os atreveríais, apestoso barril de brea.

Entran Doña Antevisa y Doña Frágil.

Doña Antevisa
Se han peleado tal y como podíamos desear.

Ben
¿Barril de brea? Que vuestro enamorado así me llame, si toma parte por vos, vuestro Tomasillo Sahumerios y le diré algo. Pardiez. ¡le haré las lazadas de su jubón de almizcle! ¡Haré que hieda! Olerá más como una comadreja que como una gineta antes de que haya terminado con él.

Doña Antevisa
¡Bendito sea! ¿Qué pasa, Doña Pruden? ¡¿Cómo?! ¿Llora? Maese Benjamín, ¿qué le habéis hecho?

Ben
Dejad que llore: cuanto más llore, menos –ha estado acumulando mal tiempo en boca y ahora le está lloviendo por los ojos.

Doña Antevisa
Venid, Doña Pruden, venid conmigo y contádmelo, pobre niña.

Doña Frágil
¡Señor! He ahí a mi hermano Anteviso y a Don Sansón, que se aproximan. Hermana, llevad a Doña Pruden al salón y yo llevaré a Maese Benjamín a mi pieza; no deben saber que se han peleado. Venid, señor, ¿os aventuraríais conmigo?

[Le mira con amabilidad.]

Ben
¿Aventurarme? Por la Misa que si, aunque fuera a la mar en una tormenta.

Salen.
Entran Don Sansón y Anteviso.

Don Sansón
Los dejé juntos aquí. ¿Cómo? ¿Se han marchado? Ben es un muchacho brioso. La ha arrinconado. Hijo de su padre, a fe. El la sobajará y la fileteará . El bribón está enfilando, viniendo de la mar, y no se andaría con cumplidos], viejo Anteviso, sino que se lanzaría a ello, sin auxilio de párroco, ¿eh? ¡Dios! Yo no estaría enfadado con él si lo hiciera. Sería lo mismo que yo, bendita sea la rama que al tronco sale. ¡Ja! Estás melancólico, Viejo Pronosticación, tan melancólico como si hubieras derramado la sala o te hubieras cortado las uñas en domingo. Vamos, alégrate, mira en tu derredor. Levanta la vista, viejo contemplador de estrellas. Ahora está escudriñando el suelo a la búsqueda de un alfiler doblado o de una herradura vieja con la cabeza vuelta hacia él.

Anteviso
Don Sansón, tendremos el casamiento mañana por la mañana.

Don Sansón
Con todo mi corazón.

Anteviso
A las diez en punto, puntualmente a las diez.

Don Sansón
Al minuto, al segundo. Tu pondrás tu reloj en hora y el novio observará sus movimientos. Se casarán al minuto, se irán al lecho al minuto y, cuando suene la campana, seguirán el toque como las figuras de San Dunstán y el consummatum est repicará por toda la parroquia.

Entra Escándalo.

Escándalo
Don Sansón, tristes nuevas.

Anteviso
¡Válgame!

Don Sansón
Pues, ¿qué ocurre?

Escándalo
¿No alcanzáis a adivinar que habría de afligiros a vos y a él y a todos nosotros, más que cualquier otras cosa?

Don Sansón
¡Cuerpo de mí! No sé de ninguna aflicción universal, salvo una nueva gabela, no haber capturado la flota de Canarias, que el papismo haya desembarcado en el Oeste o que la flota francesa estuviera al ancla ahí en Blackwall.

Escándalo
No. Sin duda, Maese Anteviso sabría todo esto y podría haberlo evitado.

Anteviso
¡¿No será un terremoto?!

Escándalo
No, aún no, ni un torbellino. Pero no sabemos en qué parará. Y, en tanto, ha tenido una consecuencia que ya nos afecta a todos.

Don Sansón
¡Vaya! ¡Cuerpo de mí! Decidlo de una vez.

Escándalo
Algo le ha aparecido a vuestro hijo Valentín. Se ha ido a la cama por ello y muy enfermo. Habla poco, pero dice que tiene todo un mundo por relatar. Pregunta por su padre y por el sabio Anteviso; habla de Raimundo Lulio y del fantasma de Lilly. Tiene secretos de los que informar, supongo, a los dos. Yo no puedo sacar nada de él sino suspiros. Desea veros por la mañana, pero no desea ser importunado esta noche, porque tiene cierto asunto que tratar en un sueño.

Don Sansón
Poco a poco. ¿Qué tengo yo que ver con sus sueños o su adivinación? ¡Cuerpo de mí! Esto es un truco para retrasar la firma del traspaso. Seguro estoy que el diablo le dirá en sueños que no debe deshacerse de su hacienda. Pero traeré a un párroco para decirle que el diablo es un mentiroso. Y si eso no valiera, le traeré un abogado que superará en mentiras al diablo y así comprobaré si su canalla o el mío es quien, al cabo, se impone.

[Sale.]

Escándalo
Ay, Maese Anteviso, me temo que todo no está bien. Vos sois un hombre sabio y un hombre concienzudo, un indagador en la obscuridad y la futuridad y, si cometéis un error, es con asaz consideración, discreción y precaución.

Anteviso
Ah, buen Maese Escándalo—

Escándalo
No, no, es manifiesto; yo no os halago. Pero Don Sansón es atropellado, muy atropellado. Me temo que no es lo suficientemente escrupuloso, Maese Anteviso. Ha sido malvado y plugue al cielo que tenga buena inclinación en este asunto con vos. Pero mi mente me dice que estas cosas no pueden ser del todo insignificantes. Vos sois sabio y no deberíais dejaros sobrepasar, pienso para mí que vos no deberíais—

Anteviso
Ay, Maese Escándalo: Humanum est errare.

Escándalo
Decís verdad. El hombre errará, el mero hombre errará; pero vos sois algo más. Ha habido hombres sabios, pero eran como vos, hombres que consultaban los astros y eran observadores de agüeros. Salomón era sabio, ¿pero cómo? Por su juicio de astrología. Así lo dice Pineda en su libro tercero y capítulo octavo.

Anteviso
Docto sois, Maese Escándalo.

Escándalo
Es mi mero pasatiempo, pero soy amador del arte. Y los Magos de Oriente debían su saber a una estrella, como bien observara Gregorio Magno en favor de la astrología; y Alberto Magno la llama la ciencia más valiosa, porque, dice, nos enseña a considerar la causación de las causas en las causas de las cosas.

Anteviso
Yo protesto que me descubro ante vos, Maese Escándalo. No creí que fuerais leído en estas materias. Poco jóvenes tienen inclinación por—

Escándalo
Le doy las gracias a mis estrellas que son quienes me han inclinado. Pero temo que este matrimonio y transferir su hacienda, esta transmisión de una herencia legítima, hablará contras nosotros en el Juicio. Lo profetizo y no quisiera el sino de Casandra: no ser creído. Valentín está perturbado; ¿cuya puede ser la causa? Y Don Sansón está atropellado por una violencia desusada. Me temo que no actúa del todo como él mismo; pienso para mí que no tiene el aspecto que solía.

Anteviso
Él siempre fue, de natural, impetuoso. Pero en cuanto a este matrimonio, he consultado a las estrellas y todas las apariencias son prósperas.

Escándalo
Vamos, vamos, Maese Anteviso, no dejéis que el prospecto de lucro mundano os transporte ni por encima de vuestro juicio ni en contra de vuestra conciencia. Vos no estáis satisfecho de obrar con rectitud.

Anteviso
¿Hola?

Escándalo
No estáis satisfecho, digo. Lamento desalentaros, pero es palpable que no estáis satisfecho.

Anteviso
¿Como que es palpable, Maese Escándalo? Creo estar muy bien satisfecho.

Escándalo
U os permitís engañaros a vos mismo u os desconocéis vos mismo.

Anteviso
Explicaos, os lo ruego.

Escándalo
Vaya, ¿dormís bien por las noches?

Anteviso
Muy bien.

Escándalo
¿Estáis seguro? No lo parecéis.

Anteviso
Tengo salud, creo.

Escándalo
También Valentín esta mañana y tenia vuestro mismo aspecto.

Anteviso
¡Cómo? ¿Estoy alterado en modo alguno? Yo no lo percibo.

Escándalo
Eso puede ser, pero vuestra barba es más larga que hace dos horas.

Anteviso
¿De verdad? ¡Bendito sea!

Entra Doña Antevisa.

Doña Antevisa
Marido, ¿os acostareis? Son las diez en punto. Maese Escándalo, servidora vuestra.

Escándalo
[aparte] ¡Que la peste se la lleve, ha interrumpido mi diseño. Pero he de incorporarla al proyecto. [En voz alta] Pronto os retiráis, señora.

Doña Antevisa
Maese Anteviso es puntual, nosotras tardamos más.

Anteviso
Querida, os ruego que me dejéis vuestra lente, vuestro espejuelo.

Escándalo
Dejádselo, señora, os lo ruego. Os diré la razón. [Ella le da la lente. Escándalo y ella susurran.] Mi pasión por vos se ha vuelto tan violenta que ya no soy señor de mi mismo. Fui interrumpido por la mañana, cuando me hicisteis la caridad de vuestra atención y tenía esperanza de hallar otra oportunidad para explicarme ante vos, pero no pudo ser en todo el día y el desasosiego que me ha acompañado desde entonces me trae en este punto aquí, a hora tan intempestiva.

Doña Antevisa
¿Habrase visto tamaña impudicia? ¡Hacerme el amor delante de mi marido! Juro que se lo diré.

Escándalo
Hacedlo. Moriré como un mártir antes que desdecirme de mi pasión. Pero, venid un trecho conmigo y os diré qué proyecto tenia para que él no estuviera presente y yo pudiera serviros.

[Susurra]

Anteviso
[mirando en el espejo] No veo revolución aquí. Pienso para mí que tengo una aspecto sereno y benigno —pálido, un poco pálido— pero las rosas de estas mejillas se han cogido durante muchos años. ¡Ja! No me agrada ese enrojecimiento subitáneo. ¡Ya se ha ido! ¡Ejem, ejem, ejem! Desfalleciente. Mi corazón está bastante bien, aún late; ¿y mi pulso? ¡Ja! No tengo. ¡Misercordia! ¡Hum! Sí, helo aquí. Galope, galope, galope, galope, galope, galope. Pero bueno, ¿donde se apresuran a llevarme? Ahora se ha vuelto a ir y ahora vuelvo a desfallecer y a empalidecer y ¡ejem! y mi —¿ejem?, hálito, ¡ejem!— se abrevia. ¡Ejem, ejem! ¡Je, je, ejem!

Escándalo
[aparte a Doña Antevisa] Prende. Seguidle la corriente, en nombre del amor y del placer.

Doña Antevisa
¿Como os encontráis, Maese Anteviso?

Anteviso
Hum, no tan bien como creía. Vuestra mano.

Escándalo
¿Veis? Vuestra esposa dice que vuestro sueño ha sido inquieto de un tiempo a esta parte.

Anteviso
Muy probablemente.

Doña Antevisa
Oh, sobradamente inquieto, pero temía decírselo. Tendía a hablar y a sobresaltarse.

Escándalo
¿Y no solía ser así?

Doña Antevisa
Nunca, nunca hasta estas últimas tres noches. Yo diría que nunca había visto interrumpido su sueño desde que nos casamos.

Anteviso
Iré a la cama.

Escándalo
Hacedlo, Maese Anteviso, y rezad vuestras plegarias. Ahora tiene mejor aspecto que antes.

Doña Antevisa
[llama] ¡Nodriza, nodriza!

Anteviso
¿Así lo creéis, Maese Escándalo?

Escándalo
Sí, sí, espero que se haya pasado por la mañana, tomándolo con tiempo.

Anteviso
Eso espero.

Entra Nodriza.

Doña Antevisa
Nodriza, vuestro amo no se encuentra bien, llevadlo a la cama.

Escándalo
Espero que podáis ver a Valentín por la mañana. Será mejor que toméis algo de diacodión y prímulas desleídas y yazgáis sobre la espalda. Quizás podáis soñar.

Anteviso
Os doy las gracias, Maese Escándalo, lo haré. Nodriza, dejad una luminaria a mi lado, y el devocionario "Migajas de consolación"junto a mí.

Nodriza
Sí, señor.

Anteviso
Y —¡ejem, ejem! Me siento desmayado.

Escándalo
No, no. Tenéis mucho mejor aspecto.

Anteviso
¿Ah, sí? Atended, veamos, sobre algo menos de las doce menos cuarto —ejem –je, ejem! — en cuanto pase la hora, traedme el orinal y espero que ni el señor de mis ascendientes ni la luna se fallen combustos y así podré ir adelante.

Escándalo
Eso espero. Yo me encargo de ello; yo erigiré un esquema y espero fallar tanto al Sol como a Venus en la sexta casa.

Anteviso
Os doy las gracias, Maese Escándalo. En verdad que eso me sería de gran consuelo. ¡Ejem, ejem! Buenas noches.

[Sale.]

Escándalo
Buenas noches, buen Maese Anteviso; y espero que Marte y Venus fallen en conjunción mientras vuestra esposa y yo estemos juntos.

Doña Antevisa
Y bien, ¿qué uso pensáis hacer de este proyecto? No creeréis que alguna vez habrá de tener éxito vuestro diseño sobre mi?

Escándalo
Sí a fe que sí. Yo tengo mejor opinión de vos y de mí como para desesperar.

Doña Antevisa
¿Habrase visto jamás tal sapo? Escucha, demonio, creéis que no hay mujer honrada?

Escándalo
Sí, varias, muy honradas. Harán trampas jugando a las cartas, a veces, pero eso no es nada.

Doña Antevisa
¡Psa! Virtuosas quiero decir.

Escándalo
Sí, a fe, creo que algunas mujeres son virtuosas también; pero igual que creo que hay hombres valientes, por miedo. Pues, ¿por qué tendría un hombre que ponerse en peligro o una mujer despreciar el placer?

Doña Antevisa
¡Monstruoso! ¿Qué son la conciencia y la honra?

Escándalo
Pues la honra es un enemigo público y la conciencia un ladrón doméstico; y el que quiera asegurarse el placer debe tributar al uno e ir a medias con el otro. En cuanto a la honra, os la habéis asegurado, pues habéis adquirido una oportunidad perpetua para el placer.

Doña Antevisa
¿Una oportunidad para el placer?

Escándalo
Sí, vuestro marido: un marido es una oportunidad para el placer. Así os habéis asegurado el honor, y es lo menos que yo puedo hacer para cuidarme de la conciencia.

Doña Antevisa
Y así, ¿creéis que estamos libres el uno para el otro?

Escándalo
Sí, a fe, así lo creo. Me encanta decir lo que pienso.

Doña Antevisa
Pues bien, diré lo que pienso. En cuanto a este asunto entre vos y yo: aquí estáis haciéndome el amor. Y he de confesar que no me desagrada. Vuestra persona es lo suficientemente buena y vuestro seso no es corto.

Escándalo
No tengo una gran opinión de mi mismo, pero creo no ser deforme ni un necio.

Doña Antevisa
Pero tenéis un carácter de villano. Sois un libertino en el habla y también en la práctica.

Escándalo
Vamos, sabía lo que diríais. Vos creéis que es más peligroso ser vista en conversación conmigo que permitirle a otros hombres el favor final. Erráis. La libertad que me tomo al hablar se refiere, en puridad, al servicio a vuestro sexo. El primero que grita "¡Al ladrón!" es, a menudo, quien ha robado el tesoro. Yo soy un jugador de manos, de los que actúan confederados y si os place, engañaremos al mundo .

Doña Antevisa
Sea, pero vos sois un jugador de manos tan universal que me temo que tenéis muchos confederados.

Escándalo
A fe, que soy de fiar.

Doña Antevisa
¡Qué vergüenza! Yo juro que sois impúdico.

Escándalo
Yo juro que sois hermosa.

Doña Antevisa
Bah, me lo diríais aunque no lo pensarais.

Escándalo
Y vos lo pensaríais aunque no os lo dijera; y ahora creo que nos conocemos bastante bien.

Doña Antevisa
¡Señor! ¿Quien está aquí?

Entran Doña Frágil y Ben.

Ben
Por la Misa, amo decir lo que pienso. Padre no tiene nada que ver conmigo. No, tampoco puedo decir eso, él tiene algo que ver conmigo. Pero, ¿qué significa eso? Si así fuera que no me importara ser timoneado por él es como si fuera a navegar contra viento y marea.

Doña Frágil
Sí, pero, querido mío, debemos mantenerlo en secreto hasta que la hacienda esté afirmada. Pues sabed que casarse sin hacienda es como navegar en un barco sin lastre.

Ben
¡Je, je, je! Bien cierto. Así es para todo el mundo, cierto, como dos maromas.

Doña Frágil
Y aunque yo poseo una buena porción, sabéis que nadie lo aventuraría todo a un solo casco.

Ben
Pues sí, volvéis a estar en lo cierto, pues a lo mejor un casco abre una vía de agua. Habéis dado de lleno. Por la Misa, habéis enfilado el canal.

Doña Frágil
Bueno, si al final me abandonarais, me romperíais el corazón.

Ben
¿Romper vuestro corazón? Preferiría que la Marygold rompiera el ancla en una tormenta, a pesar de lo mucho que la amo. ¡Carne! No penséis que soy falso de corazón como un hombre de tierra adentro. Un marinero es honesto aunque, quizás, nunca tenga un real en el bolsillo. Quizás yo no tenga una cara tan hermosa como un ciudadano o un cortesano, pero, con todo, tengo la misma buena sangre en las venas y un corazón tan sólido como un bizcocho.

Doña Frágil
¿Y me amaréis siempre?

Ben
Más aún. Aunque sólo os amara una vez, me quedaré prendido como la pez, os lo aseguro. Vamos, os cantaré la canción de un marinero.

Doña Frágil
Quedo, he ahí mi hermana. La llamaré para que lo oiga.

Doña Antevisa
Bueno, no me iré a la cama con mi marido esta noche, sino que me retiraré a mi propia alcoba y meditaré sobre lo que habéis dicho.

Escándalo
Bien, con vuestra venia ¿os puedo acompañar hasta la puerta de vuestra alcoba y dejaros mis últimas instrucciones?

Doña Antevisa
Quedo, mi hermana se acerca.

Doña Frágil
Si no os interrumpe, os entretendré con una canción.

Ben
La canción se compuso acerca de la esposa de uno de la tripulación de nuestro barco; nuestro contramaestre compuso la canción. Puede que la conozcáis, señor. Antes de casarse se la conocía como Juana de Deptford, la Magras.

Escándalo
He oído hablar de ella.

Ben
(Canta: 1)
Un soldado y un marinero,
Un calderero y un sastre,
Mantuvieron, una vez, una indecisa refriega, señor,
Para hacer, de una doncella, esposa, señor,
Que Juana la Magras, por nombre, atendía.
Pues el tiempo había llegado a su fin,
En el que ella pretendía,
Chasquear los labios ante los hombres, señor,
Y mordisquear las sábanas en vano, señor,
Y yacer sola por las noches.
2
El soldado juró como un trueno,
Amarla más que al saqueo
Y mostró muchas cicatrices, señor,
Traídas del extranjero, señor,
Luchando por su causa.
El sastre creyó complacerla,
Ofreciéndole su medida.
El calderero también, con resuello,
Afirmó que le arreglaría el caldero,
Y le taponaría todas las grietas.
3
Pero mientras estos tres andaban parloteando,
El marinero, al acecho, astuto,
Caviló que, si ocurriera, señor,
Que ellos todos se pelearan, señor,
El podría, entonces, jugar su papel.
Y tal y como imaginaba, señor,
Allí anduvieron de puñadas, señor,
Y él, entonces, a ella le propinó
Un tiro entre mar y viento,
Que conquistó el corazón de esta hermosa doncella.

Ben
Si algunos de la tripulación que han venido a verme no se han ido, veréis que nosotros, los marineros, podemos bailar, a veces, tan bien como las otras gentes. [Silba.] Seguro que esto les traerá aquí, si es que pueden oírlo. (Entran Marineros.) Ah, aquí están y con violines. Vamos muchachos, tengamos una ronda y yo la haré. (Baila.) Somos gente alegre, nosotros los marineros, no tenemos mucho de qué preocuparnos. Y así vivimos en el mar; comemos bizcocho, y bebemos cerveza dulce y especiada con aguardiente , hacemos muda de camisa cada tres meses, volvemos a casa y yacemos con nuestras caseras una vez al año, nos deshacemos del poco dinero que tenemos y, luego, nos hacemos a la mar con el primer viento favorable. ¿Qué os parecemos?

Doña Frágil
¡Oh! Sois los hombres más alegres y mas felices del mundo.

Doña Antevisa
Le agradecemos a Maese Benjamín este pasatiempo. Es tarde, según creo.

Ben
Hola, pues, si así os parece, lo mejor será ir a la cama. Por mi parte, pienso empinar y acordarme de mi amor, antes de retirarme. Puede que sueñe con ella.

Doña Antevisa
Maese Escándalo, será mejor que vos también os vayáis a la cama y soñéis también.

Escándalo
Pues, a fe, que tengo una imaginación bien viva y puedo soñar tanto con un propósito como con otro, si me pongo a ello. Pero el soñar es el pobre retiro de un amante holgazán, desesperanzado e imperfecto. Es la última ojeada de amor para los pecadores ajados y el débil alborear del gozo para muchachas soñadoras y muchachos mozos.
ErrorMetrica
No hay nada mejor que un amor voluntario y despierto para
Bendecir a la doncella en flor y al hombre cumplido.

Salen.
FIN DEL TERCER ACTO

Acto IV

PRIMERA ESCENA

Aposentos de Valentín.
Entran Escándalo y Jeremías.

Escándalo
Y bien. ¿Está listo vuestro amo? ¿Parece un loco y habla como un loco?

Jeremías
Sí, señor, no os quepa gran duda de ello. Tan a punto estuvo ayer de volverse poeta por la mañana que no hace falta ir muy lejos para hacer de loco hoy.

Escándalo
¿Quiere participarle a Angélica la razón de su diseño?

Jeremías
No, señor, todavía no. Piensa probar a ver si hacer de loco no hará que ella haga de necia y se enamore de él o al menos reconozca que lo ha estado amando todo el tiempo sin declararlo.

Escándalo
Vi como subía a una coche hace un momento con su doncella y decirle al cochero que se dirigiera aquí.

Jeremías
Muy probable, señor, pues yo le dije a su doncella esta mañana que mi amo se había vuelto loco sin remedio por el mero amor de su ama. Oigo un coche detenerse, si se tratara de ella, señor, creo que él no desearía verla hasta saber como se lo ha tomado.

Escándalo
Bien, yo la someteré a prueba. Ella es, aquí llega.

Entra Angélica con Ginebra.

Angélica
Maese Escándalo, ¿supongo que no tenéis por novedad que una mujer visite los aposentos de un hombre por la mañana?

Escándalo
No si la ocasión es amable, señora. Pero cuando una dama viene, tirana, a insultar a un amante arruinado y a manifestar las crueles victorias de su belleza, esa barbarie me sorprende un tanto.

Angélica
No gusto de la chanza en un rostro serio. Os ruego que me digáis que es lo que sucede.

Jeremías
Asunto de poca monta, señora; mi amo está loco, eso es todo. Supongo que vueseñoría lo ha tenido por tal durante mucho tiempo

Angélica
¿Cómo que loco?

Jeremías
A fe, señora, loco por falta de seso, de igual modo que era pobre por falta de dineros. Su cabeza se encuentra tan ligera como sus bolsillos y cualquiera que tenga en mente un mal trato comercial estaría más que aconsejado que le solicitara su hacienda.

Angélica
Si decís verdad, vuestra apetencia de discreción es muy extemporánea.

Escándalo
[aparte] Está preocupada y le ama.

Angélica
Maese Escándalo, vos no podéis creerme culpable de tamaña inhumanidad como para no preocuparme por un hombre al que, lo reconozco, debo cierta obligación. Os ruego que me digáis la verdad.

Escándalo
A fe, señora. Más querría que un embuste solventara el asunto. Pero esto no es efecto novedoso para con una pasión no retribuida.

Angélica
[aparte] No sé que pensar –y, con todo, me sería fastidioso ser objeto de burla. [En voz alta] ¿No puedo verle?

Escándalo
Me temo que el físico no está dispuesto a que lo veáis todavía. Jeremías, entrad y averiguad.

Sale Jeremías.

Angélica
¡Ja! Le he visto guiñar un ojo y sonreír —se me figura que es burla. Lo averiguaré. Quisiera disimular a todo el mundo un defecto que os debo confesar a vos. Me temo que mi dicha depende de la recuperación de Valentín. Por lo tanto, os conjuro como amigo suyo que sois y si os compadecéis de una, temerosa de aflicción, que me digáis que puedo esperar. Yo no puedo hablar, pero vos me lo podéis decir. Decidme, pues sabéis lo que yo habría de preguntar.

Escándalo
[aparte] Bueno, está bastante claro.

[En voz alta] No os preocupéis en demasía, señora. Espero que su condición no sea desesperada. Un reconocimiento de vuestro amor por él puede que, quizás, logre una curación, igual que el temor a vuestra aversión ha ocasionado su destemplanza.

Angélica
[aparte] ¿Eso decís? Pues convencida estoy, pues; y, si no os devuelvo la burla, ojalá que nunca saboree los placeres de la venganza. [En voz alta] ¡Reconocimiento de amor! Veo que habéis equivocado mi compasión y me creéis culpable de una flaqueza que me es extraña. Pero tengo demasiada sinceridad como para engañaros y demasiada caridad como para sufrir que él se engañe con falsas esperanzas. La buena natura y la humanidad me obligan a estar preocupada por él, pero el amor ni está en mis manos ni en mi inclinación; y si no puede curarse sin que yo chupe el veneno de sus llagas, me temo que no recuperará el seso hasta que yo no haya perdido el mío.

Escándalo
Eh, brava mujer, a fe. ¿No querríais verle, entonces, si él lo deseara?

Angélica
¿Qué significan los deseos de un loco? Además, me desasosegaría. Si no lo viera, quizás se atenuara mi preocupación por él. Si lo olvidara, no haría más de lo que él ha hecho por si mismo; y ahora que ha pasado la sorpresa, pienso para mí que no le tengo ni la mitad de lástima de la que tenia antes.

Escándalo
Así es, a fe, la buena natura va paso a paso; vos confesabais hace un momento una obligación para con su amor.

Angélica
Pero he considerado que las pasiones son irrazonables e involuntarias. Si él ama, no puede evitarlo; y si yo no amo, no puedo evitarlo. De igual manera que él no pude evitar ser hombre ni yo ser mujer, tampoco puedo socorrer mi falta de inclinación por quedarme. Vamos, Ginebra.

Salen Angélica y Ginebra.

Escándalo
¡Hum! Un admirable composición, a fe, la de esta hembra.

Entra Jeremías.

Jeremías
¿Cómo? ¿Se ha ido, señor?

Escándalo
¿Ido? Nunca estuvo aquí, ni en ninguna otra parte, ni sabría reconocerla si la viera ,ni vos tampoco.

Jeremías
¡Malhaya! ¿Qué ocurre ahora? ¿Hay más locos entre nosotros? Pues, señor, mi amo mucho desea verla, y casi se ha vuelto loco de verdad con las buenas nuevas de que ella estaba aquí.

Escándalo
Todos estábamos engañados. No preguntéis, pues no sabría contestaros; sino que informaré a vuestro amo. Mientras tanto, si nuestro proyecto tiene el mismo éxito con su padre que con su dama, puede descender de su exaltación de locura al sendero del sentido común y darse por contento de que solamente se le tome por necio con otras personas de seso. Oigo a Don Sansón. Ya sabéis lo que habéis de hacer; yo voy con vuestro amo.

[Sale.]
Entra Don Sansón Leyenda con un Abogado.

Don Sansón
Veis, Maese Bucarán, he aquí el papel firmado de su puño y letra.

Bucarán
Bien, señor; y el documento de traspaso ya se encuentra redactado en esta caja, si él está listo para la firma y el cuño.

Don Sansón
¿Listo? ¡Cuerpo de mí! Debe estar listo. Su fingida enfermedad no le excusará. Ah, aquí está su bellaco. Bribón, ¿donde está vuestro amo?

Jeremías
Ah, señor, ido del todo.

Don Sansón
¡Ido! ¿Cómo, no habrá muerto?

Jeremías
No, señor, muerto no.

Don Sansón
¿Cómo, entonces? ¿Se ha ido de la ciudad, se ha escapado, eh? ¿Me ha engañado? Habla, lacayo.

Jeremías
No, no, señor, él está seguro, señor; y ojalá estuviera igual de cuerdo, pobre caballero. El se encuentra ciertamente aquí, señor; y no, señor.

Don Sansón
Vaya, vaya, bribón, ¿me embromáis? Habla, bribón, di donde está, pues habré de encontrarlo.

Jeremías
Ojalá pudierais, señor, pues él se ha perdido a si mismo. Ciertamente, señor, casi se me ha roto el corazón por él. No puedo reprimir las lágrimas cuando pienso en él, señor. Siento melancolía por él, señor, como el toque de difuntos, señor, o un caballo en establos.

Don Sansón
Que la peste se lleve vuestros símiles, señor. Hablad de manera que se os entienda y decidme de manera llana lo que le ocurre u os partiré esa calavera de necio.

Jeremías
Ah, ahí le habéis dado, señor. Eso es lo que le pasa, señor. Su calavera está partida, pobre caballero; está totalmente loco, señor.

Don Sansón
¡Loco!

Bucarán
¿Cómo? ¿Está non compos?

Jeremías
Asaz non compos, señor.

Bucarán
Pues entonces todo queda en nada, Don Sansón. Si se hallare non compos mentis, su auto y documento no tendrá efectos, es legalmente inválido.

Don Sansón
¡Por las llagas de! No habré de creerlo. Dejadme que lo vea, señor. ¡Loco! Yo haré que recobre el seso.

Jeremías
Maese Escándalo está con él, señor; llamaré a la puerta.

Avanza a la escena, que se abre para descubrir a Valentín sobre un sillón, vestido de manera descuidada, Escándalo junto a él.

Don Sansón
Hola, ¿qué podríamos hacer?

Valentín
[de golpe] ¡Ja! ¿Quien es?

Escándalo
Por el amor del Cielo, con ternura, señor, ternura. No lo provoquéis.

Valentín
Respondedme. ¿Quien es ese? ¿Y ese?

Don Sansón
¡Cuerpo de! ¿No me conoce? ¿Es peligroso? Hablaré con ternura. Val, Val, ¿no me conoces, muchacho? ¿No conoces a tu propio padre, Val? Yo soy tu propio padre y este es el honesto Breve Bucarán, el abogado.

Valentín
Puede ser. No os conocía. El mundo está lleno. Esta es gente que conocemos y gente que no conocemos y, aun así, el sol luce para todos por igual. Hay padres que tienen muchos hijos e hijos que tienen muchos padres. ¡Raro es! Pero yo soy la verdad y he venido para darle el mentís al mundo.

Don Sansón
¡Cuerpo de mí! No sé qué decirle.

Valentín
¿Por qué viste ese abogado de negro? ¿Porta su conciencia sobre si? Abogado, ¿qué eres? ¿Me conoces?

Bucarán
¡Oh, Señor! ¿Qué decir? Sí, señor.

Valentín
Mientes, pues soy la verdad. Es difícil. No puedo ganarme la vida entre vosotros. Me han expulsado formalmente de la Audiencia de Westminster el día primero de cada periodo. Veamos —da igual cuanto tiempo— pero os diré una cosa, es una cuestión que desconcertaría a un aritmético; si hubierais de preguntarle si la Biblia salva más almas en la Abadía de Westminster o condena más en la Audiencia de Westminster. Por mi parte, yo soy la verdad, y no sabría decirlo: tengo pocos conocidos.

Don Sansón
¡Cuerpo de mí! Habla con seso en su locura. ¿No tiene intervalos?

Jeremías
Muy cortos, señor.

Bucarán
Señor, no puedo serviros mientras se encuentre en esta condición. He aquí vuestro papel, señor. Puede abalanzarse sobre mí si me quedo. El traspaso está listo, señor, si recobra la cordura.

[Sale.]

Don Sansón
Teneos, teneos, no os vayáis aún.

Escándalo
Será mejor que le dejéis marchar, señor, y enviar en su búsqueda de haber ocasión, pues se me antoja que su presencia no hace sino provocarlo más.

Valentín
¿Se ha ido el abogado? Buena cosa es, así podremos beber por ahí sin tirarnos de las orejas. ¡Viva! ¿Qué hora es? ¿Mi padre aquí? Vuestra bendición, señor.

Don Sansón
Se recupera. Bendito seas, Val. ¿Cómo estás, muchacho?

Valentín
Gracias, señor, bastante bien. He estado algo descompuesto. ¿Querréis sentaros, señor?

Don Sansón
Sí, muchacho. Vamos, te sentarás a mi lado.

Valentín
Señor, es mi deber atenderos.

Don Sansón
No, no; vamos, vamos, sentaos, honesto Val, ¿Cómo estás? Déjame sentir tu pulso. Oh, bastante bueno ahora, Val. ¡Cuerpo de mí! Lamenté veros trastornado. Pero me alegra de que estés mejor, honesto Val.

Valentín
Os doy las gracias, señor.

Escándalo
[aparte] (¡Milagro! El monstruo es cada vez mas amoroso.)

Don Sansón
Déjame sentir tu mano de nuevo, Val. No tiembla. Creo que puedes escribir, Val. ¿Eh, muchacho? ¿Puedes escribir tu nombre, Val? [Susurrando a Jeremías] Jeremías, id y alcanzad a Maese Bucarán, pedidle que vuelva rápido con el traspaso. ¡Rápido, rápido!

[Sale Jeremías.]

Escándalo
[aparte] (¡¿Cómo he podido sospechar que tal pagano tuviera remordimientos?!)

Don Sansón
Conoces este papel, Val? Sé que eres honesto y cumplimentarás autos.

[Le enseña el papel pero lo mantiene fuera de su alcance.]

Valentín
Os ruego que me permitáis verlo, señor. Lo sostenéis tan lejos que no puedo decir si lo conozco o no.

Don Sansón
¿Verlo, muchacho? Sí, sí, ya lo ves, ¿no? Es tu propia letra, Val. Veamos, lo puedo leer con la mayor facilidad del mundo. Fijaos: [lee] La condición de esta obligación— Fijaos, lo más fácil del mundo, así comienza y luego, abajo, por testimonio de ello mi firma, Valentín Leyenda, en letras grandes. ¡Hola! Facilísimo de ver, como las narices en la cara. ¡Hola! ¿Son mis ojos mejores que los tuyos? Creo que puedo leerlo a mayor distancia aún. Vamos a ver.

[Alarga el brazo al máximo.]

Valentín
¿Si os pluguiera que yo lo sostendría, señor?

Don Sansón
¿Dejar que lo sostengas, dices? Sí, con todo mi corazón. ¿Qué importa quien lo sostenga? ¿Qué necesidad hay de que alguien haya de sostenerlo? Lo pondré en mi bolsillo, Val; y así nadie tendrá que sostenerlo. [Coloca el papel en su bolsillo.] Ahí, Val, está lo bastante seguro, muchacho. Pero lo tendrás en cuanto hayas puesto tu firma en otro papel, mi Valentinín.

Vuelve a entrar Jeremías con Bucarán.

Valentín
¡Hola! ¿Otra vez mi genio malo? Ah, no, es el abogado al que le pica la palma de la mano y ha venido a que le rasquen. Mis uñas no son lo suficientemente largas. Dejadme un par de tenazas al rojo vivo, rápido, rápido, y me veréis hacer de San Dunstán y tirar del demonio por las narices.

Bucarán
Oh, señor, dejadme marchar. No me aventuraré con un loco.

[Sale Bucarán.]

Valentín
¡Ja, ja, ja! No hace falta que corráis tan deprisa, la honradez no os dará alcance. ¡Ja, ja, ja! El bribón me descubrió in forma pauperis enseguida.

Don Sansón
¡Por las llagas de! ¡Qué aflicción! No sé qué hacer o decir ni en qué dirección ir.

Valentín
¿Quien es ese que ha perdido el camino? Yo soy la verdad y puedo enderezarlo. Atiende, amigo: el camino recto es el peor de los caminos que puedas emprender. El que siempre sigue a su nariz, a menudo será conducido a un hedor. Probatum est. ¿Por qué os inclináis? ¿Religión o política? He aquí un par de temas para vos, tan desaparejados como el aceite y el vinagre; y, en cambio, los dos, batidos por un cocinero de estado, hacen salsa para toda la nación.

Don Sansón
¿Por qué demonios hube de procrear hijos? ¿Por qué hube de casarme?

Valentín
Porque eras un monstruo, viejo amigo. Los dos mayores monstruos del mundo son un hombre y una mujer. ¿Cual es tu opinión?

Don Sansón
Pues mi opinión es que esos dos monstruos unidos hacen uno todavía mayor, es decir, un marido y su esposa.

Valentín
¡Aja! Moneda de ley, ¿eso dices? Bien has dicho. Pero es portentosamente extraño, Jeremías!

Jeremías
¿El qué, señor?

Valentín
Que lo pelos grises hayan de cubrir una cabeza verde —y que yo haga de mi padre un necio.

Entran Anteviso, Doña Antevisa y Frágil.

Valentín
¡¿Qué tenemos aquí?! ¿Erra Pater? ¿O una sibila con barba? Si llega la profecía, la verdad debe ceder el sitio.

[Sale con Jeremías.]

Anteviso
¿Qué dice? ¿Cómo? ¿Ha profetizado? ¡Ja, Don Sansón! ¡Dios nos bendiga! ¿Cómo estamos?

Don Sansón
¿Cómo estamos? Que la peste se lleve nuestra prognosticación. ¡Hola! Somos los mismos necios de siempre. ¡Por las llagas de! ¿Cómo no pudisteis prever que predominaría la Luna y que mi hijo se volvería loco? ¿Donde están vuestras oposiciones, vuestros trinos y vuestros cuadratos? ¿Qué os dijeron vuestro Cardan y vuestro Tolomeo, vuestro Mesalá y vuestro Longomontano, vuestra armonía de la quiromancia con la astrología? ¡Ah! Que la peste se los lleve, que yo, que conozco el mundo y a los hombres y las maneras, que no me creo ni un ápice del firmamento y los astros y el sol y los almanaques y la basura, haya de ser dirigido por un soñador, un cazador de agüeros y diferir los negocios a la expectativa de la hora afortunada. Cuando, ¡cuerpo de mí! no hubo jamás una hora afortunada, pasada la primera oportunidad.

[Sale Don Sansón.]

Anteviso
Ah, Don Sansón, que el cielo socorra vuestra cabeza. No es esta vuestra hora afortunada; nemo omnibus horis sapit. ¡Hola! ¿Se ha ido, despreciando a la ciencia? ¡Que los torvos astros y la ignorancia por convertir le asistan!

Escándalo
Debéis excusar su pasión, Maese Anteviso, pues ha sufrido recia aflicción. Su hijo se encuentra non compos mentis y, en consecuencia, es incapaz de hacer traspaso alguno con validez legal, de modo que todas sus medidas se ven frustradas. Anteviso ¡Ja! ¿Eso decís?

Doña Frágil
[aparte a Doña Antevisa] (¿Cómo? ¿Entonces mi amante marino ha perdido su ancla de esperanza?)

Doña Antevisa
Oh, hermana, ¿qué haréis con él?

Doña Frágil
¿Hacer con él? Mandarlo, de nuevo, a la mar, con el próximo temporal. Esta habituado a un elemento inestable y no me sorprendería que las mareas cambiaran.

Anteviso
[recapacita] ¿En qué me equivoqué, al no haberlo previsto?

Escándalo
[aparte a Doña Antevisa] (Señora, vos y yo podemos decirle algo más que no previó y, en particular en lo que atañe a su propia fortuna.)

Doña Antevisa
¿Qué queréis decir? No os entiendo.

Escándalo
Chist, en voz baja. Los placeres de anoche, querida mía, demasiado considerables como para haber sido olvidados tan pronto.

Doña Antevisa
¡¿Anoche?! ¿Y qué habría de inferir vuestra impudicia de anoche? Anoche fue como anteanoche, creo.

Escándalo
¡Muerte de! ¿No hacéis diferencia entre mí y vuestro marido?

Doña Antevisa
No mucha; él es supersticioso y vos loco, en mi opinión.

Escándalo
Me volvéis loco. No habláis en serio. Os ruego que recordéis.

Doña Antevisa
Ah, sí, ahora me viene. Vos fuisteis muy impertinente e impúdico y querríais haber compartido mi lecho.

Escándalo
¿Y no lo hice?

Doña Antevisa
¡¿Que no lo hicisteis?! ¿Con qué rostro podéis hacer esa pregunta?

Escándalo
(aparte) Esto lo he oído anteriormente, pero nunca lo he creído. Se me dijo que tenía esa admirable cualidad de olvidar, por la mañana, el rostro de un hombre con el que había yacido toda la noche y de negar los favores con mayor impudicia que cuando los hubo otorgado. (En voz alta) Señora, soy vuestro humilde servidor y os honro. No tenéis mal aspecto, Maese Anteviso. ¿Qué tal descansasteis anoche?

Anteviso
En verdad Maese Escándalo, estaba tan lleno de sueños interrumpidos y de visiones desordenadas que recuerdo poco.

Escándalo
Fue noche de mucho olvidar. Pero, ¿por qué no habláis con Valentín? Quizás vos podáis entenderlo. Tiendo a pensar que hay algo misterioso en sus discursos y a veces lo creo más inspirado que loco.

Anteviso
Habláis con un singular buen juicio, Maese Escándalo, en verdad. Me inclino por vuestra moruna opinión en este asunto y yo sí reverencio al hombre a quien el vulgo toma por loco. Entremos donde se halla.

Doña Frágil
Hermana, quedad con ellos; encontraré a mi amante y lo licenciaré e iré a donde vos. Por mi conciencia, aquí llega.

Salen Anteviso, Doña Antevisa y Escándalo.
Entra Ben.

Ben
Todos locos, creo. ¡Carne! Por mi parte, creo que todas las calenturas de la mar han desembarcado.

Doña Frágil
¿Maese Benjamín colérico?

Ben
No, estoy bastante complacido ahora que os he encontrado. Por la Misa, he tenido allí un huracán de cuidado por vos.

Doña Frágil
¿Por mí? Decid, os lo ruego, ¿qué ocurre?

Ben
Pues que padre vino y me encontró discutiendo con esa cosa con cara de cría, con la que quería que me desposara, así que preguntó que qué pasaba. Lo preguntó de manera hosca. Parece que mi hermano Val se ha vuelto loco, y eso lo había enfurecido pero ¿qué tenía yo que ver con todo ello? Así que él pregunto de una manera hosca y, pardiez, yo le contesté igual de hosco. Que, por mucho que sea mi padre, no estoy atado a él como un aprendiz al maestro. Así que, a fe, le dije llanamente, que de tener idea de casarme, lo haría para complacerme a mí mismo y no a él; y en cuanto a la joven con que me había provisto, que pensaba que le sería de mayor beneficio aprenderse la cartilla y hacer tortitas con barro, que cuidar de un marido. Por mi parte, yo no era para ella. Yo tenia otra travesía que hacer —y que lo tomara como quisiera.

Doña Frágil
Entonces ¿pensáis haceros a la mar de nuevo?

Ben
¡Quiá, quiá! Mi mente se cierne sobre vos, pero no quise decirle tanto. Así que dijo que él haría que me doliera el corazón, y dijo que, de poder tener a una mujer pareja, que él mismo se casara. Pardiez, dije yo, si vais hacer de necio y casaros a vuestra edad, hay mayor peligro en vuestra cabeza que dolor en mi corazón. Estaba enfadado de veras cuando le di de ese modo. Se quedó sin decir palabra, así que lo dejé a él y la moza verde juntos. Quizás pique la abeja y se case él mismo con ella —pues, sea, con todo mi corazón.

Doña Frágil
¿Y fuisteis un miserable tan descortés y desleal con vuestro padre?

Ben
Pues, ¿por qué fue él descortés antes? Si yo soy desleal y descortés, ¿por qué me engendró así? Yo no me tuve a mi mismo.

Doña Frágil
¡Oh, qué impiedad! ¡Qué equivocada he estado! ¡¿En qué inhumana e implacable criatura he puesto mi corazón?! ¡Oh, qué feliz soy de haber descubierto las plataformas y las arenas movedizas que se agazapan bajo ese rostro sonriente y desleal!

Ben
¡¿Y ese cabeceo?! ¿Qué pasa, ahora? ¡Hola! ¿No estaréis enfadada, verdad?

Doña Frágil
Oh, no vuelvas a mirarme a la cara, pues naciste entre rocas, amamantado por ballenas, acunado en la tempestad y oreado por los vientos; y has salido con aletas y escamas y tres hileras de dientes: un pez de presa de lo más desaforado.

Ben
Oh Señor, oh, Señor, está loca, pobre joven. El amor le ha trastornado el seso, su cerebro está trastocado. Vaya por Dios, ¿cómo haré para enderezarla?

Doña Frágil
No, no, no estoy loca, monstruo, soy lo suficientemente sabia como para descubriros. ¿Teníais la impudicia de aspirar a ser un marido con ese temperamento obstinado y desobediente? Vos, que no sabéis someteros a un padre, presumís de suficiente copia de obligación como para soportar a una esposa? Bien me la habríais pegado de puño, muy finamente pegado de puño.

Ben
Atenta, a fe. Si es cierto que no habéis perdido el seso, por lo que se me alcanza, soy yo el que ha sido finamente pegado de puño, si he recibido furia a cuenta vuestra, y vos ya habéis virado. Quiero decir que, ¿después de todos vuestros hermosos discursos y acariciarme la mejillas y besar y abrazar, ahora desviáis, así, el rumbo? ¿Lo haríais y me dejaríais en tierra?

Doña Frágil
No, yo os dejaré a la deriva e id donde os pluga.

Ben
¿Cómo? ¿Sois, pues, falsa de corazón?

Doña Frágil
Sólo ha cambiado el viento.

Ben
¡Mayor vergüenza! ¿Ha cambiado el viento? Mal viento es que a nadie ayuda. Quizás me he deshecho de vos en buena hora, si estas son vuestras chanzas. ¿Qué pretendíais todo este tiempo, hacerme pasar por necio?

Doña Frágil
Necio no, sino marido.

Ben
¡Marido! Pardiez Yo no sería marido vuestro, aun si quisierais tenerme, ahora que sé como pensáis, aunque aportarais vuestro peso en oro y en preseas y aunque estuviera muy enamorado de vos.

Doña Frágil
¡Hola! ¿puedes amar, marsopa?

Ben
No importa lo que pueda hacer, no me tildéis. No os amo tanto como para soportar haya hecho lo que haya hecho. Me alegra que os mostréis como sois, señora. Que se case con vos quien nos os conozca. Pardiez, yo os conozco demasiado bien por triste experiencia. Creo que quien os despose se hará a la mar en una fragata atribulada –eso es lo que creo, joven– y puede que llegara a anclar en Punta Cabritos. Pues, ahí lo tenéis, tomadlo como gustéis. Puede que salgáis dando voces tras de mí, si yo no acudiera.

[Sale.]

Doña Frágil
¡Ja, ja, ja! No hay duda de ello.
[Canta.]
ErrorMetrica
Mi amor verdadero se ha hecho a la mar.
[Entra Doña Antevisa.]
Oh, hermana, de haber llegado un minuto antes habríais visto la resolución de un amante. Honesta Brea y yo nos hemos separado y con la misma indiferencia con la que nos conocimos. Por mi vida, me encuentro medio afligida ante la insensibilidad de un bruto a quien yo despreciaba.

Doña Antevisa
¿Cómo, pues? ¿Lo sufrió con gran heroísmo?

Doña Frágil
Muy tiránicamente, pues me ha cogido ventaja, y yo, la pobre doncella abandonada, he quedado en la ribera, lamentándome. Pero os confiaré un apunte que él me ha comunicado: Don Sansón está furioso y habla desesperadamente de cometer, él mismo, matrimonio. Si tuviera en mente echarse a perder, no podría hacerlo de mejor manera que encima de mí, si es que logro conseguirlo.

Doña Antevisa
Oh, que lo cuelguen, al viejo zorro, es demasiado astuto; además nos odia, a vos como a mi. Pero tengo un proyecto en la cabeza para vos y lo tengo bastante adelantado. Casi he cerrado un trato con Jeremías, el criado de Valentín, para que nos venda a su amo.

Doña Frágil
¿Que lo venda, cómo?

Doña Antevisa
Valentín está loco por Angélica y me tomó por ella, y Jeremías dice que tomará por ella a cualquiera que él le imponga. Ahora bien, le he prometido un Potosí si, en uno de sus ataques de locura, os lleva a vos a él en su lugar, y consigue casaros, y meteros juntos en la cama; y después de la consumación, muchacha, no hay revocación; y si recupera el seso, estará contento, al menos, con llegar a un buen acuerdo con vos. Aquí viene, apartaos un poco, y decidme como se os antoja mi diseño.

Entran Valentín, Escándalo, Anteviso y Jeremías.

Escándalo
[a Jeremías] ¿Y le habéis dado a vuestro amo algún indicio de nuestra trama para con él?

Jeremías
Señor; dice que lo favorecerá, y que la tomará por Angélica.

Escándalo
Puede resultar diversión.

Anteviso
¡Misericordia!

Valentín
¡Chist! No me interrumpáis. Yo te susurraré una predicción y tú habrás de profetizar. Yo soy la verdad, y puedo enseñarle a tu lengua un nuevo ardid. Te he dicho lo que es pasado y ahora diré lo que está por venir. ¿Sabes lo que ocurrirá mañana? No me respondas, pues yo te lo diré. Mañana, los bribones prosperarán mediante la industria, y los necios mediante la fortuna; y la honestidad proseguirá como acostumbra, tiritando de escarcha en ropa de verano. Hacedme preguntas concernientes a mañana.

Escándalo
Preguntadle, Maese Anteviso.

Anteviso
Os lo ruego, ¿qué se hará en la Corte?

Valentín
Escándalo os lo dirá. Yo soy la verdad: yo nunca voy allí.

Anteviso
¿En la Villa?

Valentín
Ah, se elevarán preces en iglesias vacías a las horas acostumbradas. Y, en tanto, veréis rostros con tal celo tras los mostradores como si la religión se vendiera en cada tienda. Oh, las cosas procederán metódicamente en la Villa, los relojes sonarán las doce a mediodía y la cornuda manada se hará sentir en la Lonja a las dos. Esposas y maridos perseguirán oficios distintos y el cuidado y el placer ocuparán a la familia separadamente. Los mesones de café estarán llenos de humo y de estratagemas y el aprendiz de pelo corto, que barre la tienda de su maestro por las mañanas puede, apuesto diez contra uno, ensuciar las sábanas antes de la noche. Pero habrá dos cosas muy extrañas que veréis; como son esposas lascivas con libertad de piernas y cabrones de cuellos encadenados. Pero, ¡alto! Debo examinaros antes de seguir adelante, tenéis un semblante sospechoso. ¿Sois un marido?

Anteviso
Estoy casado.

Valentín
¡Pobre criatura! ¿Vuestra esposa es de la parroquia de Covent-Garden?

Anteviso
No. Saint Martins-in-the-Fields.

Valentín
¡Sí, pobre hombre! Los ojos los tiene hundidos y las manos marchitas, las piernas menguadas y curva la espalda. Rogad, rogad por una metamorfosis. Cambia la forma, y sacúdete la edad; hazte con el caldero de Medea y que te cuezan de nuevo, sal fuera de él con manos callosas de trabajar, un espinazo de acero y los hombros de Atlas. Deja que Taliacoto el cirujano perfile las pantorrillas de veinte silleteros, y construya pedestales sobre los cuales erigirte y mirar al matrimonio a la cara. ¡Ja, ja, ja! Que un hombre tenga el estómago para un banquete de bodas cuando los palomos deberían haber sido dispuestos a su pies, ¡ja, ja, ja!

Anteviso
Su frenesí ahora es muy alto, Maese Escándalo.

Escándalo
Creo que es la estación de primavera.

Anteviso
Con mucha probabilidad, cierto. Vos entendéis de estas materias, Maese Escándalo. Con gusto disputaré con vos de estas cosas que ha pronunciado. Sus dichos son muy misteriosos y jeroglíficos.

Valentín
Oh, ¿por qué habría de estar Angélica ausente de mis ojos por tanto tiempo?

Jeremías
Ella está aquí, señor.

Doña Antevisa
Vamos, hermana.

Doña Frágil
Oh señor, ¿qué he de decir?

Escándalo
Seguidle el juego, señora, en cualquier circunstancia.

Valentín
¿Donde está? Oh, la veo. Ella viene, como riquezas, salud y libertad al mismo tiempo, a un mísero desesperado y hambriento. Oh, sed bienvenida, sed bienvenida.

Doña Frágil
¿Cómo estáis, señor? ¿Puedo servir en algo?

Valentín
Atiende; tengo un secreto que contaros. Endimión y la Luna se encontrarán con nosotros en el monte Latmos y nos casaremos en plena noche. Pero, ni una palabra. Himen colocará su antorcha en un farol tapado, para que sea secreto; y Juno le dará a su pavo agua de adormidera, para que pueda abatir su cola fisgona y los cien ojos de Argo se cerrarán, ¿eh? Nadie lo sabrá, sino Jeremías.

Doña Frágil
No, no, lo mantendremos en secreto. Se hará de inmediato.

Valentín
Cuanto antes mejor. Jeremías, venid aquí; más cerca, para que nadie pueda escucharnos. Jeremías, puedo daros noticias. Angélica se ha vuelto monja y yo voy a volverme fraile y aun así nos casaremos, a despecho del Papa. Traedme una cogulla y cuentas, para que pueda interpretar mi papel, pues ella se encontrará conmigo dentro de dos horas en blanco y negro y un velo largo para cubrir el proyecto y no nos veremos las caras hasta que hayamos hecho algo vergonzoso y entonces nos sonrojaremos de una vez por todas.

Entran Chismes y Angélica.

Jeremías
Yo me cuidaré de ello, de—

Valentín
Susurra.

Angélica
No, Maese Chismes, si me hacéis el amor, echaréis a perder mi plan, pues tenia pensado hacer de vos mi confidente.

Chismes
Pero, señora, desperdiciar vuestra persona —¡tal persona! — y tal fortuna, ¡en un loco!

Angélica
Nunca le amé hasta que se volvió loco pero no se lo digáis a nadie.

Escándalo
(aparte) ¿Cómo es esto? ¡Chismes haciéndole el amor a Angélica!

Chismes
¿Decir, señora? Ay, no me conocéis. Tengo mucho que esforzarme para decirle a vueseñoría el tiempo que llevo enamorado de vos. Bien que, animado por la imposibilidad de que Valentín siga solicitándoos, me he aventurado a declararos la pasión más íntima de mi corazón. Oh, señora, fijaos en nosotros dos. Veis ahí las ruinas de una pobre criatura decaída. Aquí una figura completa y vivaz, con juventud y salud, con los cinco sentidos a la perfección y, sobreañadido, el más apasionado amante—

Angélica
¡Oh, puaf! ¡Qué vergüenza! ¡Tened la lengua! ¡Un amante apasionado y cinco sentidos a la perfección! Cuando estéis igual de loco que Valentín, creeré que me amáis y el más loco de ambos me tomará.

Valentín
Es bastante. ¡Ja! ¿Quien tenemos aquí?

Doña Frágil
[a Jeremías] Oh, Señor, su llegada lo echará todo a perder.

Jeremías
No, no, señora, él no la conocerá; y, si así fuera, yo puedo persuadirle.

Valentín
[susurra] Escándalo, ¿quienes son todos estos? ¿Extranjeros? Si lo fueran, os diré lo que pienso. Llevaos a toda la compañía, excepto a Angélica, para que pueda desvelarle mi diseño.

Escándalo
(susurra) Lo haré. He descubierto algo de Chismes, que es pieza con Doña Frágil. Él corteja a Angélica. Si consiguiéramos acoplarlos juntos —Escucha —

Doña Antevisa
No os conocerá, prima, no conoce a nadie.

Anteviso
Pero él conoce más cosas que nadie. Oh, sobrina, él conoce las cosas pasadas y por venir y todos los secretos profundos del tiempo.

Chismes
Mirad, Maese Anteviso, no es lo mío hablar mucho de cosas y, por tanto, no hablaré mucho, pero, en dos palabras, fijaos: os apuesto cien libras ahora a que sé más secretos que él.

Anteviso
¡Cómo? Yo no puedo leer ese saber en vuestra cara, Maese Chismes. Os lo ruego, ¿qué sabéis?

Chismes
Hola, ¿qué creéis que os diría, señor? ¿Leerlo en mi cara? No, señor, está escrito en mi corazón y se encuentra más seguro ahí señor, que las cartas escritas con zumo de limón, pues ninguna llama pueda sacarlas a la luz. No soy un indiscreto hablador, señor.

Valentín
[a Escándalo] Confiádselo a Jeremías, él puede conseguirlo fácilmente. Son bienvenidos y yo mismo se lo diré. (En voz alta) ¡Hola! ¿Me miráis con extrañeza? Entonces debo ser llano. [Acercándose a ellos] Yo soy la verdad, y odio al antiguo conocido con una cara nueva.

[Escándalo va aparte con Jeremías.]

Chismes
¿Me conocéis a mí, Valentín?

Valentín
¿A vos? ¿Quien sois vos? No, espero que no.

Chismes
Yo soy Jaime Chismes, vuestro amigo.

Valentín
¿Mi amigo, para hacer qué? Yo no soy un hombre casado, y tú no puedes yacer con mi esposa; yo soy muy pobre y tú no puedes pedirme dinero en préstamo. Entonces, ¿para qué voy a emplear un amigo?

Chismes
¡Ja! Buen y franco orador y al que no se le puede confiar un secreto.

Angélica
¿Me conocéis a mí, Valentín?

Valentín
Ah, muy bien.

Angélica
¿Quien soy yo?

Valentín
Vos sois una mujer; a quien el cielo otorgó belleza, cuando injertó rosas en un zarzal. Vos sois el reflejo del cielo en un estanque y el que salta sobre vos se hunde. Vos sois toda blanca, una hoja de papel de blanco inmaculado cuando primero nacisteis; pero habéis de ser garabateada y emborronada por toda pluma de ganso. Os conozco, pues yo amé a una mujer y la amé por tanto tiempo que descubrí algo extraño: descubrí para qué vale una mujer.

Chismes
¿Sí? ¿Y qué fuera eso?

Valentín
Pues, para guardar un secreto.

Chismes
¡Señor!

Valentín
Oh, es extremadamente buena guardando un secreto. Puesto que, aunque lo revelara, nadie la habría de creer.

Chismes
¡Ja! Bien de nuevo, a fe.

Valentín
Me gustaría algo de música. Cantadme la canción que me place.
Canción: 1
ErrorMetrica
Te digo, Charmion, si pudiera recobrar el tiempo,
Y volver a amar y a vivir,
A vos os daría mi ofrenda primera;
Sé que mis ojos conducirían mi corazón hasta vos,
Y, de renovar todas mis promesas y mis juramentos,
Pero, por decirlo llanamente, nunca sería fiel.
2
Pues por nuestra verdad débil y cautelosa, encuentro
Que el Amor odia centrarse en un punto asignado,
Sino que recorre, gozoso, el círculo de la mente.
Por tanto, nunca encadenemos lo que ha de ser libre,
Sino que para alivio de ambos sexos, acordemos,
Ya que las mujeres adoran el cambiar, lo hagamos también nosotros.
No más, pues me hallo melancólico.

[Camina pensativo]

Jeremías
[a Escándalo] Yo lo haré, señor.

Escándalo
Maese Anteviso, será mejor que lo dejemos. Puede volverse desaforado y hacer daño.

Anteviso
Seguiré vuestro consejo.

Jeremías
[a Doña Frágil] Os encontraréis, señora; yo me encargaré de que todo esté listo.

Doña Frágil
Tú harás lo que tú quieras, tendrás lo que quieras y, en dos palabras, no te negaré cosa alguna.

Chismes
[a Angélica] Señora, ¿os acompaño?

Angélica
No, yo me quedaré con el. Maese Escándalo me guardará. Tía, Maese Chismes desea que le deis permiso para acompañaros.

Chismes
[aparte] ¡Que la peste se la lleve! No hay escapatoria, ahora que lo ha dicho. [En voz alta] Señora, ¿me haréis el honor?

Doña Antevisa
Maese Chismes podría haber usado de menos ceremonia.

Salen Anteviso, Doña Antevisa, Chismes, Doña Frágil, Jeremías.

Escándalo
Jeremías, sigue a Chismes.

Angélica
Maese Escándalo, sólo me quedaré hasta que llegue mi doncella y porque tenia en mente deshacerme de Maese Chismes.

Escándalo
Señora, que me place haber escuchado una razón mejor que la que le disteis a Maese Chismes; pues su impertinencia os forzó a reconocer una amabilidad hacia Valentín que negabais ante todos sus sufrimientos y mis solicitudes. Así que lo dejaré a él para que haga uso de su descubrimiento y a vueseñoría para la franca confesión de vuestras inclinaciones.

Angélica
¡Oh, cielos! ¿No me dejaréis a solas con un loco?

Escándalo
No, señora; solamente dejo a un loco con su remedio.

[Sale Escándalo.]

Valentín
Señora, no habéis necesidad de gran temor, pues se me antoja que estoy recobrando mi ser.

Angélica
[aparte] Sí, pero si no os la devuelvo, que me cuelguen.

Valentín
Ya veis que disfraces el amor nos obliga a vestir. Los dioses han tomado formas fingidas por la misma razón y la parte divina de mí, mi mente, ha llevado esta máscara de locura y esta librea pinta tan sólo como esclavo del amor y sierva criatura de vuestra belleza.

Angélica
¡Misericordia, cómo habla! ¡Pobre Valentín!

Valentín
No, a fe, ahora entendámonos el uno al otro, hipocresías aparte. La comedia se aproxima a su final, pensemos en dejar de actuar y seamos nosotros mismos; y puesto que vos me habéis amado, debéis admitir que, al final, os he merecido, debéis confesarlo.

Angélica
[suspira] Os habría amado, pues sabe el Cielo que he compasión de vos; y, de haber previsto los tristes efectos, me habría esforzado. Pero es demasiado tarde.

[Suspira.]

Valentín
¿Qué tristes efectos? ¿Para qué es demasiado tarde? Mi aparente locura ha engañado a mi padre y me ha procurado tiempo para pensar en el modo de reconciliarme con él y preservar mis derechos de herencia sobre su hacienda, a los cuales de lo contrario y mediante autos debería haber renunciado esta mañana; y de ello os habría informado hoy, pero os habíais marchado antes de yo saber que habías estado allí.

Angélica
¡Cómo? Yo creía que vuestro amor por mí os había causado este tránsito del alma, qué, al parecer, tan sólo fingisteis con fines mercenarios y sórdido interés.

Valentín
No, ahora me ofendéis, pues, de haber considerado interés alguno, lo habría sido por vuestra parte, pues yo creía necesitar algo más que amor para hacerme digno de vos.

Angélica
Entonces me creísteis mercenaria. Pero, ¿cómo me ha engañado este intervalo de seso para que haya de razonar con un loco?

Valentín
Oh, es bárbaro seguir malentendiéndome.

Entra Jeremías.

Angélica
Oh, he aquí una criatura razonable; seguro que no tendrá la impudicia de perseverar. Vamos, Jeremías, reconoced vuestro ardid y confesad que la locura de vuestro amo es fingida.

Jeremías
¿Fingida, señora? Yo mantendré que él está tan absoluta y substancialmente loco como cualquier parroquiano del manicomio. A fe, que está tan loco como cualquier inventor, fanático, químico, amante o poeta en Europa.

Valentín
Bribón, mentís. Yo no estoy loco.

Angélica
¡Ja, ja, ja! Veis, lo niega.

Jeremías
Oh, Dios, señora, ¿acaso habéis conocido jamás a algún loco lo suficientemente loco como para reconocerlo?

Valentín
Necio, ¿no podéis percibir?

Angélica
Pues hace un momento hablaba con toda sensatez.

Jeremías
Sí, señora, tiene intervalos: pero veis como vuelve a tener un aspecto salvaje.

Valentín
Hola, bribón de calavera dura, te digo que la farsa ha terminado y ya no quiero seguir estando loco.

[Le golpea]

Angélica
¡Ja, ja, ja! ¿Está loco o no, Jeremías?

Jeremías
En parte, creo, pues no está dos horas en sus cabales. Estoy seguro de haberlo dejado, hace nada, con humor para estar loco y no creo haberlo encontrado muy tranquilo en el momento presente. [Llaman a la puerta] ¿Quien es?

Valentín
Id a ver, necio. [Sale Jeremías.] Me place poder moveros a regocijo, aunque no a compasión.

Angélica
No os creía con la percepción necesaria para hacer objeciones. Pero los locos se muestran sobre todo sobrepretendiendo un sano juicio, al igual que lo borrachos lo hacen sobreactuando la sobriedad. Estuve a punto de creeros hasta que, por accidente, toqué vuestro punto débil. Pero, ahora me habéis restablecido en mi opinión y compasión primeras.

Entra Jeremías.

Jeremías
Señor, vuestro padre envía recado para saber si ya habéis mejorado. Os plugará estar loco, señor, ¿o cómo?

Valentín
¡Necedad! Sabéis que la multa de todo lo que valgo debe pagar por la confesión de mis sentidos. Yo estoy loco y estaré loco para todo el mundo excepto para esta dama.

Jeremías
Así: los lomos mismos de la verdad. Pero el mentir es una figura retórica que se mezcla con la mayor parte de mi conversación. Señora, la doncella de vueseñoría.

[Va a la puerta]
Entra Ginebra.

Angélica
Bien, ¿habéis estado ahí? Venid.

Ginebra
[aparte a Angélica] Sí, señora, Don Sansón estará con vos de inmediato.

Valentín
¿No me dejaréis en esta incertidumbre?

Angélica
¿No habría de ser un loco el que se quejara de la incertidumbre? La incertidumbre y la expectación son los goces de la vida. La certeza es una cosa insípida y un deseo ya alcanzado y poseído nos descubre la necedad de la caza. Que nunca nos conozcamos mejor, pues el placer de la mascarada termina cuando hemos de mostrar las caras. Pero os diré dos cosas antes de dejaros. Yo no soy la necia que vos creéis y vos estáis loco y no lo sabéis.

Salen Angélica y Jeremías.

Valentín
De una quisicosa no podéis esperar sino una quisicosa. He ahí mi instrucción y la moraleja de mi lección.

Jeremías
¡Cómo! ¿La señora ha vuelto a marcharse, señor? Espero que os hayáis entendido el uno al otro antes de su marcha.

Valentín
¡¿Entendido?! Ella es más difícil de entender que una pieza de la antigüedad egipcia o un manuscrito irlandés; puedes inclinarte sobre él hasta echar a perder los ojos y no mejorar tu conocimiento

Jeremías
He oído decir, señor, que se leen los libros dificultosos del hebreo de atrás hacia adelante; quizás habéis comenzado a leer por el extremo equivocado.

Valentín
Eso se dice de los rezos de las brujas y de los sueños y de los almanaques holandeses, que han de entenderse por sus contrarios. Pero hay regularidad y método en ello. Ella es una medalla sin reverso ni inscripción, pues la indiferencia tiene ambas caras por igual. Y en tanto, puesto que ella no parece odiarme, seguiré en mi empeño y la llegaré a conocer, si es posible, a pesar de la opinión de mi satírico amigo Escándalo, que dice
ErrorMetrica
Que las mujeres son como tretas de mano,
Que, si hemos de admirarlas, no deberíamos comprenderlas.

Salen.
FIN DEL CUARTO ACTO

Acto V

PRIMERA ESCENA

Una pieza en casa de Anteviso.
Entran Angélica y Ginebra.

Angélica
¿Donde está Don Sansón? ¿No me dijisteis que él estaría aquí antes que yo?

Ginebra
Está ante el gran espejo del comedor, señora, colocándose su corbata y su peluca.

Angélica
¡Hola! Que me place. Si tiene en mente que debe gustarme, es señal de que le gusto y eso es más de la mitad de mi diseño.

Ginebra
Le oigo, señora.

Angélica
Dejadme y escuchad, si Valentín viniera o enviara recado, no estoy para hablar con nadie.

Sale Ginebra.
Entra Don Sansón.

Don Sansón
No he sido honrado con el mandato de una hermosa dama por mucho tiempo —Dios, señora, me habéis revivido— no desde que tenia treinta y cinco.

Angélica
Pues no tenéis mucho motivo de queja, Don Sansón, no hace tanto tiempo.

Don Sansón
¡Voto a! Al contrario, lo es, señora, un largo tiempo para un hombre que admira a una espléndida mujer tanto como yo lo hago.

Angélica
Sois un cortesano absoluto, Don Sansón.

Don Sansón
En absoluto, señora. ¡Cuerpo de! Me ofendéis; Tampoco soy tan viejo como para ser un mero cortesano, solamente un hombre de verbo. Dios, todavía tengo sangre caliente y puedo servir a una dama de cualquiera de las maneras. Vamos, vamos, dejadme que os diga que las mujeres creéis que un hombre es viejo demasiado pronto; fe y verdad, que así es. Vamos, no despreciéis los cincuenta; Dios, cincuenta, en una constitución sana, no es una edad tan despreciable.

Angélica
¡¿Cincuenta, una edad despreciable?! En absoluto, una edad muy de moda, creo; os aseguro que conozco a un número considerable de lindos de muy buen rostro con cincuenta. ¡Cincuenta! Los he visto de cincuenta en un palco lateral, deslumbrar, a la luz de la vela, a los de veinticinco.

Don Sansón
¡Pestes! Laterales, laterales, que la peste se lleve los meros laterales. Vuestro lindos de palcos laterales, ¡que los cuelguen! No, yo no soy ninguno de vuestros árboles forzados que pretenden florecer en otoño y que apuntan brotes cuando deberían producir fruto. Yo pertenezco a una raza longeva y heredo vigor. Ninguno de mi familia se casó antes de los cincuenta y, aun así, procrearon hijos e hijas hasta los ochenta. Soy uno de los patriarcas, yo, una rama de las familias antediluvianas, individuos a quien el diluvio no pudo llevarse por delante. Y bien, señora, ¿qué ordenáis? ¿Algún briboncillo os ha afrontado y queréis que le corte el cuello? O—

Angélica
No, Don Sansón, No tengo ninguna disputa entre manos. Necesito más de vuestra conducta que de vuestro valor, en este momento. A deciros la verdad, estoy harta de vivir soltera y quiero un marido.

Don Sansón
¡Cuerpo de! Qué lástima que así sea. [aparte] Dios, caso de que me quisiera, yo estorbaría mis briboncillos. Dios, caso de que me quisiera; fe y verdad que es de una hermosura diabólica. (en voz alta) Señora, os merecéis un buen marido, y sería una lástima que os echarais a perder con cualquiera de estos bellacuelos ociosos de la Villa. Dios, no hay ningún joven que valga la pena ahorcar, quiero decir ninguno muy joven. Que la peste se los lleve, nunca piensan de antemano; y si cometen matrimonio es como si cometieran asesinato, por juego; y están listos para ahorcarse o para que la ley los ahorque, a la mañana siguiente. ¡Cuerpo de! Id con cuidado, señora.

Angélica
Así pues, os pido consejo, Don Sansón. Tengo fortuna suficiente como para facilitarle la vida a cualquier hombre que me pluga, si es que se diera tal cosa como un joven agradable, con razonable munición de buena natura y seso —pues no querría tener ni a un absoluto discreto ni a un necio.

Don Sansón
Pardiez, que sois difícil de contentar, señora. Encontrar a un joven que ni es discreto a sus ojos ni un necio a los ojos del mundo es ardua tarea. Pero, fe y verdad, habláis con mucha discreción, pues yo odio al discreto como al necio.

Angélica
La que desposa a un necio, Don Sansón, compromete la reputación de su honra o entendimiento a la censura del mundo y la que desposa a un hombre en exceso discreto se somete tanto a la severidad como a la insolente conducta de su marido. Querría un discreto como amante, pues quisiera a un tal en mi poder, pero no querría ser su esposa sino su enemiga. Pues su malicia no es una consecuencia más terrible de su aversión que sus celos de su amor.

Don Sansón
Ninguna de las sibilas del viejo Anteviso pronunció jamás tamaña verdad. ¡Cuerpo de! Habéis ganado mi corazón. Odio al discreto. Tuve un hijo que se echo a perder entre ellos; un buen mozo lleno de esperanzas hasta que aprendió a ser discreto, podía haber llegado a algo en la nación. Pero, ¡que la peste se lo lleve! su discreción lo dejó sin dineros y ahora su pobreza lo ha dejado sin discreción.

Angélica
Don Sansón, como amiga vuestra he de deciros que estáis muy engañado en este asunto. No está más loco que vos.

Don Sansón
¡¿Qué, señora?! Así pudiera probarlo.

Angélica
Yo puedo deciros como se puede hacer. Pero es algo que me haría aparecer como demasiado preocupada por vuestros asuntos.

Don Sansón
[aparte] ¡Cuerpo de! Creo que le gusto. (En voz alta) Ah, señora, mis asuntos apenas merecen ser depositados a vuestros pies; y yo desearía, señora, que hubieran mejor postura para que fueran una oferta más adecuada para una dama de vuestra incomparable hermosura y mérito. Si tuviera el Perú en una mano, y México en la otra y el imperio de Oriente bajo mis pies, ello no haría sino hacer de mí una víctima más gloriosa para ser ofertada en el santuario de vuestra belleza.

Angélica
Bendita sea, Don Sansón, ¿qué os ocurre?

Don Sansón
Dios, señora, os amo. Y si quisierais mi consejo en cuanto a marido—

Angélica
Teneos, teneos, Don Sansón. Os pedí consejo en cuanto a marido y vos me estáis dando vuestro consentimiento. Cierto que estaba pensando proponer algo así, en broma, para daros satisfacción en lo que a Valentín se refiere. Pues si un compromiso se llevara a cabo en apariencia entre vos y yo, ello le obligaría a despojarse de su disfraz de locura por miedo a perderme. Pues sabéis que hace tiempo que pretende pasión por mí.

Don Sansón
Pardiez, un ardid harto ingenioso, si lo lleváramos a cabo. Pero, ¿por qué habría el compromiso de ser tan solo aparente? Dios, dejemos que sea un contrato de verdad.

Angélica
Vergüenza debería daros, Don Sansón, ¿qué diría el mundo?

Don Sansón
¿Decir? Dirían que sois una mujer muy prudente y yo un hombre dichoso. Dios, señora, os amaré mientras viva y os dejaré una buena viudedad cuando muera.

Angélica
Ah, pero eso no está en vuestro poder, Don Sansón; puesto que, cuando Valentín confiese estar cuerdo, deberá traspasar su herencia a su hermano menor.

Don Sansón
¡Dios, sois una zorra astuta y cauta! Fe y verdad, me gustáis más todavía. Pero os aseguro que tengo una cláusula en la obligación a favor de mi mismo. ¡Cuerpo de mí! Tengo una treta para revertir el acuerdo sobre el fruto masculino concebido por nuestros dos cuerpos. ¡Cuerpo de! Encontremos niños juntos, y yo encontraré una propiedad.

Angélica
¿Eso haréis? Pues bien, encontrad la propiedad y dejad a mi cargo lo otro.

Don Sansón
Oh, bribona! Pero, confiaré en vos. ¿Y vos otorgaréis vuestro consentimiento? ¿Compromiso, entonces?

Angélica
Dejadme consultar a mi abogado en lo que concierne a esta obligación y, si encuentro factible vuestra propuesta, os daré mi respuesta.

Don Sansón
Con todo mi corazón. Venid conmigo y os dejaré la obligación. Vos consultaréis con vuestro abogado y yo consultaré con un párroco. Pardiez, soy un hombre joven y así haré que parezca. Dios, vos sois endiabladamente hermosa. Fe y verdad, vos sois muy hermosa y yo soy muy joven y muy lujurioso. ¡Cuerpo de! Mujercilla, vos sabéis como elegir y yo también. ¡Dios! Creo que hacemos muy buena pareja: dadme la mano, dejadme que la bese. Es tan cálida y tierna –¿como qué? ¡Dios, como la otra mano! Dadme la otra mano, y las acariciaré con los labios, y las besaré hasta que se me derritan en la boca.

Angélica
¡Teneos, Don Sansón! Hacéis profusión de vuestro vigor prematuramente. Gastaréis vuestra hacienda antes de obtenerla.

Don Sansón
No, no: solamente os doy un inventario de mis bienes. ¡Ah, zorra! Seguro que me daréis un Sansoncito. Dios, Sansón es un nombre muy bueno para un individuo vigoroso. Los Sansones fueron perros fuertes desde un principio.

Angélica
Tened cuidado y no sobreactuéis vuestro papel. Si recordáis, el más fuerte Sansón de vuestro nombre hizo tumbarse una vieja casa sobre su cabeza, al final.

Don Sansón
¿Eso decís, mujercilla? Bien, vayamos entonces. Dios, yo también deseo tumbar algo; vámonos. ¡Cuerpo de! Alguien viene.

Salen.
Entran Chismes y Jeremías.

Chismes
¿No es ella la que acaba de salir?

Jeremías
Sí, señor, acaba de salir hacia el lugar de la cita. Ah, señor, si no sois muy fiel y reservado en este asunto, supondrá, por cierto, la muerte de una persona que tiene la más extraordinaria pasión por el servicio de vuesamerced.

Chismes
Ah, ¿y quien?

Jeremías
Pues mi propio e insignificante yo, señor. Señor, he tenido durante mucho tiempo el apetito de ser alimentado con vuestras órdenes y ahora, señor, que mi antiguo amo ha alterado gravemente la fuente de su entendimiento, es una ocasión muy plausible para que yo sacie mi sed en la fuente de vuestra liberalidad. Pensé que no podría recomendarme mejor ante vos, señor, que con la entrega de una gran belleza y fortuna en vuestros brazos, por quien os he oído suspirar.

Chismes
Haré tu fortuna; no digas más. Eres un buen mozo y puedes llevar un recado a una dama con expresión tirando a suave y con un buen acento persuasivo.

Jeremías
Señor, tengo las simientes de la retórica y de la oratoria en mi cabeza. He estado en Cambridge.

Chismes
Sí. Está bien que un criado se haya educado en una Universidad; pero la educación es algo demasiado pedante para un caballero. Espero que el secreto y la privacidad estén en vuestra naturaleza, ¿eh?

Jeremías
Oh, señor, en cuanto a eso señor, es mi principal talento. Soy tan secreto como la cabecera del Nilo.

Chismes
¿Ah, sí? Pero, ¿de quien habláis? ¿De un consejero privado?

Jeremías
[aparte] ¡Oh, ignorancia! (en voz alta) Un artero egipcio, señor, que con sus brazos invadiría el país y cuyos reales nadie pudo localizar.

Chismes
¡Perro reservado! Un buen putañero, seguro. La hora se acerca, Jeremías. Angélica llevará velo cual monja, y yo debo ir encapuchado como un fraile, ¿eh, Jeremías?

Jeremías
Sí, señor, encapuchado como un halcón, para atrapar a vuestra presa a primera vista. Es un capricho de la locura de mi amo ir vestido de tal guisa y ella está tan enamorada de él que se avendrá a cualquier cosa por complacerle. Pobre dama, seguro que hallará razón para rezar por mí cuando vea el feliz trueque que ha hecho entre un loco y un caballero tan cumplido.

Chismes
Sí, a fe, así lo hará, Jeremías. Sois buen amigo de ella, pobre criatura. Juro que hago esto apenas con mayor miramiento de mi mismo que por compasión hacia ella.

Jeremías
Es un acto de caridad, señor, impedir que se eche a perder una espléndida mujer con treinta mil libras.

Chismes
Así es, a fe. Podría haber salvado a varias otras en mis tiempos. Pero, pardiez, nunca tuve corazón de casarme con nadie anteriormente.

Jeremías
Bien, señor, iré y le diré que mi amo se acerca, y me encontraré con vos en un cuarto de hora, con vuestro disfraz en vuestros propios aposentos. Debéis hablar con un toque de locura, ella no distinguirá el tono de vuestra voz.

Chismes
No, no; soy único pasándome por otro. Estaré preparado para vos.

Entra Doña Pruden.

Doña Pruden
¡Oh, Maese Chismes, estáis aquí! Me alegro de haberos encontrado. Os he estado buscando arriba y abajo sin parar y ahora estoy de lo más cansada del mundo.

Chismes
[aparte] ¡Pestes! ¿Cómo podré deshacerme de esta necia muchacha?

Doña Pruden
Oh, tengo puras nuevas, puedo daros puras nuevas. Ahora ya no tengo que casarme con el marino —así lo dice mi padre. ¿Por qué no habríais de ser mi marido? Vos decís que me amáis y no queréis ser mi marido y yo sé que ahora podríais ser mi marido si quisierais.

Chismes
¡Qué vergüenza, Doña Pruden! ¿Quien os dijo eso, niña?

Doña Pruden
Pues, mi padre. Le dije que me amabais.

Chismes
¡Oh, qué vergüenza, Doña Pruden! ¿Por qué hicisteis eso? ¿Y quien os lo dijo, niña?

Doña Pruden
¿Quien? Pues vos lo hicisteis, ¿o no es cierto?

Chismes
¡Oh, pestes! Eso fue ayer, Doña Pruden, eso fue hace mucho tiempo, niña. He estado dormido desde entonces; he dormido una noche entera y ni he soñado de eso.

Doña Pruden
¡Bah! Ah, pero yo sí soñé que era así.

Chismes
Sí, pero vuestro padre os dirá que los sueños vienen por contrarios, niña. ¡Qué vergüenza! Hola, ahora no debemos amarnos. ¡Puaf! Sería una necedad, por cierto ¡Qué vergüenza, qué vergüenza! Sois una mujer ahora y debéis pensar en un hombre nuevo cada mañana y olvidarlo cada noche. No, no: casarse es volver a ser una niña y jugar siempre con el mismo sonajero. ¡Puaf! ¿Casarse? ¡Caca!

Doña Pruden
Bien pues, ¿no me amáis tan bien como me amabais anoche, entonces?

Chismes
No, no, niña, no querríais tenerme.

Doña Pruden
¡¿No?! Sí, si que querría.

Chismes
Bah, pero yo os digo que no lo haríais. Os olvidáis de que sois una mujer y que no sabéis los hay en vuestra mente.

Doña Pruden
Pero aquí está mi padre y él sabe lo que hay en mi mente

Entra Anteviso.

Anteviso
Oh, Maese Chismes, servidor vuestro; sois hombre reservado. Pero pienso para mí que vuestro amor por mi hija era un secreto que podríais haberme confiado. O acaso teníais en mente probar a ver si podía descubrirlo por mi arte, hum, ¿ja? Creo que hay algo en vuestra fisionomía que tiene una semblanza de ella y la muchacha es como yo.

Chismes
[aparte] Y así inferiríais que vos y yo somos parejos. ¿Qué querrá decir el viejo bobalicón? Burlaré con él y me reiré de el y lo dejaré. [En voz alta] Se me antoja que tenéis una noción equivocada de los rostros.

Anteviso
¿Cómo? ¿Qué? ¿Una noción equivocada? ¿Cómo es eso?

Chismes
En el modo del arte. Tengo algunos rasgos captaderos, que no son obvios para los ojos del vulgo, que son indicaciones de un brusco giro de buena fortuna en la lotería de las esposas y prometen gran belleza y gran fortuna reservada tan sólo para mí por una intriga privada del destino, mantenida en secreto del penetrante ojo de la perspicacia de todos los astrólogos y de los astros mismos.

Anteviso
¿Cómo? Haré aparente que lo que decís es imposible.

Chismes
Señor, os ruego que me perdonéis, tengo prisa.

Anteviso
¿Para qué?

Chismes
Para casarme, señor, casarme.

Anteviso
Bien, pero llevadme con vos, señor, os lo ruego

Chismes
No, señor, habrá de hacerse privadamente. Nunca hago confidentes.

Anteviso
Bueno, me refería a mi consentimiento. ¿No os casaréis con mi hija sin mi consentimiento?

Chismes
¿Quien, yo, señor? Soy un extraño absoluto en lo que a vos y a vuestra hija atañe, señor.

Anteviso
¡Cómo! ¿Qué tiempo lunar es éste?

Chismes
Verdad absoluta, señor, y deseo seguir siendo así. No tengo mayor amor por vuestra hija que semejanza con vos; y tengo un secreto en mi corazón que a vos os complacería saber y que no sabréis, pero que al final sabréis y lamentaréis. Os haré saber, señor, que soy un conocedor de los astros y que soy tan secreto como la noche y que me voy a casar enseguida, aunque no sabía nada de ello hace media hora y la dama me aguarda y todavía lo desconoce. He ahí un misterio para vos. Sé que amáis solucionar dificultades. Si no pudierais solucionar esta, atended un cuarto de hora y vendré y os lo explicaré.

[Sale.]

Doña Pruden
Oh, padre, ¿por qué vais a dejar que se marche? ¿No vais a obligarle a ser mi marido?

Anteviso
Misericordia, ¿de qué avisan estos hechos lunáticos? Ay, está loco, niña, loco de atar.

Doña Pruden
Hola, entonces no voy a tener jamás un marido, entonces? ¿Cómo? ¿Habré de volver a la cama otra vez con la nodriza y ser una niña al tiempo que ella es una vieja? Por supuesto que no. Pues mi mente está puesta ahora en un hombre, tendré a un hombre de una manera u otra. ¡Oh! Pienso para mí que habría de dormir toda mi vida, pues el estar despierta hace que desee y anhele no sé qué y preferiría estar siempre dormida antes que enferma con el pensar.

Anteviso
¡Oh, temible! Creo que la muchacha también está trastornada. Mujercilla, recibiréis la vara.

Doña Pruden
¡Y una paja de vara! Yo tendré un marido y, si vos no me conseguís uno, yo conseguiré uno por mi cuenta. Me casaré con nuestro Berto, el mayordomo; él dice que me ama y es un hombre hermoso y será mi marido. Seguro que será mi marido y me dará las gracias también, pues así me lo dijo.

Entran Escándalo, Doña Antevisa y Nodriza.

Anteviso
¿Eso hizo? Lo despediré por ello de seguida. ¡Bribona! Oh, nodriza, venid aquí.

Nodriza
Qué desea vueseñoría?

Anteviso
Venid, llevad a vuestra joven ama y encerradla bajo llave enseguida, a la espera de mis órdenes. Ni una palabra, mujercilla. Haz lo que os ordeno, sin replicar, ¡fuera! y decidle a Berto que esté dispuesto a rendir cuentas de su cubierto y de su ropa blanca ¿Me oís? Marchaos cuando os lo ordeno.

Salen Nodriza y Doña Pruden.

Doña Antevisa
¿Qué pasa, marido?

Anteviso
No es conveniente decíroslo ahora. Maese Escándalo, que el cielo nos preserve todos los sentidos. Me temo que hay un frenético frenesí suelto por las calles. ¿Que tal Valentín?

Escándalo
Oh, espero que vuelva a irle bien. Tengo un recado de él para vuestra sobrina Angélica.

Anteviso
Creo que no ha vuelto desde que salió con Don Sansón.

Entra Ben.

Doña Antevisa
He aquí a Maese Benjamín; él puede decirnos si su padre ha vuelto a casa.

Ben
¿Quien, padre? Sí, ha vuelto a casa con una maldición.

Doña Antevisa
¿Por qué? ¿Qué pasa?

Ben
¡¿Qué pasa?! Pues que está loco.

Anteviso
Dios nos valga, me lo temía.

Ben
Y la mujer hermosa por la que dicen que mi hermano Val se volvió loco, ella también está loca, creo.

Anteviso
Oh, mi pobre sobrina, mi pobre sobrina, ¿ella también está ida? Bien, yo habré de ser el siguiente en enloquecer.

Doña Antevisa
Bien, pero, loco, ¿cómo? ¿Qué queréis decir?

Ben
Bueno, os permito adivinar. Yo emprenderé una travesía hasta Antigua. No, quieto, tampoco debo decir eso —pero navegaré hasta Livorno y estaré de vuelta antes de que adivinéis el asunto y no hagáis nada más. Por la Misa, podríais recorrer todos los puntos de la brújula y no acertaríais.

Doña Antevisa
Vuestro experimento supone un tiempo algo excesivo.

Ben
Bien, os diré, pues, que se está preparando una nueva boda, y que ellos dos van a casarse por derecho.

Escándalo
¿Quienes?

Ben
Pues padre y —la joven. No acierto con el nombre.

Escándalo
¿Angélica?

Ben
Sí, la misma.

Doña Antevisa
¿Don Sansón y Angélica? ¡Imposible!

Ben
Puede ser, pero estoy seguro de que es como so digo.

Escándalo
¡Muerte de! Chanza es. No puedo creerlo.

Ben
Mirad, amigo, se me da un dite si lo creéis o no. Lo que yo digo es verdad, ¿está claro? Se han casado o están a punto de ello, no sé cual.

Anteviso
Bueno, ¿pero no están locos? Es decir, ¿no lunáticos?

Ben
Yo no sé lo que vos llamarías locura, pero ella está loca por encontrar marido, y él está loco de remate, según creo, o nunca habrían accedido al compromiso. Aquí vienen.

Entran Don Sansón, Angélica, con Bucarán.

Don Sansón
¿Donde está este viejo arúspice? ¿Este tío electo mío? Ajá, viejo Anteviso, tío Anteviso, deseadme dicha, tío Anteviso, doble dicha, como tío y como astrólogo. He aquí una conjunción que no fue predicha en toda vuestra Efemeris. La estrella más brillante en el firmamento azul "disparado desde arriba en una gelatina de amor" y demás; y yo soy señor del ascendiente. Dios, sois individuo viejo, Anteviso —tío, quiero decir— un individuo muy viejo, tío Anteviso; y, en tanto, viviréis para danzar en nuestra boda, fe y verdad que sí. Dios, tendremos la música de las esferas para ti, viejo Lily, eso es seguro y encabezarás la danza en la Vía Láctea.

Anteviso
¡Fulminado estoy! ¿No estáis casado con mi sobrina?

Don Sansón
No casado totalmente, tío, pero muy cerca de ello, a un beso de distancia como veis.

[Besa a Angélica.]

Angélica
Es bien cierto, tío. Espero que vos seáis mi padre y me deis en matrimonio.

Don Sansón
Eso hará o quemaré sus globos. ¡Cuerpo de mi! Él será tu padre, yo haré de él tu padre y haré de ti una madre y pariremos hijos e hijas en número suficiente como para descabalar los listados semanales de nacimientos.

Escándalo
¡Condenación eterna! ¿Donde está Valentín?

[Sale.]

Doña Antevisa
Esto es tan sorprendente—

Don Sansón
Y bien, ¿qué dice mi tía? ¿Sorprendente, tía? En absoluto. ¿Que una pareja de jóvenes acuerden un compromiso en invierno? En absoluto. Es una trama para minar el tiempo frío y destruir a ese usurpador de la cama que se llama calentador.

Doña Antevisa
Me alegra oír que tenéis tanta fuego en vos, Don Sansón.

Ben
Por la Misa, me temo que su fuego es poco mejor que la yesca. Quizás solo sirva para prender la mecha para otro. La joven es una joven hermosa, no puedo negarlo. Pero, padre, si puedo serviros de piloto en este caso, vos no deberíais desposarla. Es lo mismo que si navegarais hasta el Estrecho de Gibraltar sin provisiones.

Don Sansón
¿Quien os dio autoridad para hablar, bribón? A vuestro elemento, pez; callad y a la mar. Regid vuestro gobernalle, bribón, no me gobernéis a mí.

Ben
Bien, bien, cuidad de vuestro propio gobernalle o no podréis mantener vuestro propio navío estable.

Don Sansón
¡Pero, desvergonzada lona! Bribón, ¿venís con chanzas de alcázar de proa a vuestro padre? Pero me resarciré de vos, nos os daré ni un chavo. Maese Bucarán, ¿está el traspaso expresado de tal modo que nada pueda ser heredado por este bellaco? No querría que él tuviera ni la perspectiva de una propiedad, ni aunque la única manera de allegarla fuera por el Pasaje del Nordeste.

Bucarán
Señor, está redactado según vuestras directrices; no hay ni una sola grieta de la ley que no esté atorada.

Ben
Abogado, creo que tenéis muchas grietas y fugas en vuestra conciencia sin atorar. De tener bombas en vuestro seno descubriríamos un casco corrompido. Dicen que una bruja navegará en un cedazo. Pero creo que el Diablo no se aventuraría fuera de casa sobre vuestra conciencia y eso en lo que a vos respecta.

Don Sansón
Tened la lengua, bribón. ¡Hola! ¿Quien está ahí?

Entran Chismes y Doña Frágil.

Doña Frágil
¡Oh, hermana, el más desafortunado accidente!

Doña Antevisa
¿Qué pasa?

Chismes
Oh, que somos las dos criaturas más desdichadas del mundo, nosotros dos!

Anteviso
¡Dios nos valga! ¿Cómo es eso?

Doña Frágil
Ah Maese Chismes y —el pobre Maese Chismes y yo estamos— no puedo decirlo.

Chismes
Ni yo. Pero la pobre Doña Frágil y yo estamos—

Doña Frágil
Casados.

Doña Antevisa
¡Casados! ¿Cómo?

Chismes
De golpe —antes de que supiéramos donde estábamos— ese villano de Jeremías, con la ayuda de disfraces, nos burló a ambos juntos.

Anteviso
Hola, si me dijisteis hace nada que os ibais con prisa a desposaros.

Angélica
Pero creo que Maese Chismes pensaba favorecerme a mí, le doy las gracias.

Chismes
Así era, como espero ser salvado, señora, mis intenciones era buenas. Pero es lo más cruel del mundo: casarse sin saber con quien, ni cómo ni por qué Que el diablo se me lleve si alguna vez me importó algo en mi vida.

Angélica
Es gran desdicha, si no os tenéis cariño el uno al otro.

Chismes
El menor del mundo. Al menos por mi parte, yo hablo por mi mismo. Pardiez, nunca albergué el menor pensamiento de bondad en serio. Nunca me gustó nadie menos en mi vida. ¡Pobre mujer! Pardiez, siento lástima por ella también, pues tampoco tengo motivo para odiarla; pero creo que la llevaré a un tipo de vida condenable.

Doña Antevisa
[aparte a Doña Frágil] Él es mejor que no tener ningún marido, aunque es un currutaco.

Doña Frágil
[a ella] Cierto, cierto, bien está que no sea peor. (En voz alta) Pues, por mi parte yo siempre he despreciado a Maese Chismes por encima de todo. Nada que no fuera tenerlo como marido me habría hecho tenerlo en menor estima.

Chismes
Pues fijaos, yo pensé lo mismo. ¡Pestes! Desearía que pudiéramos mantenerlo secreto. ¡Hola! No creo que nadie de esta compañía vaya a hablar de ello.

Doña Frágil
Pero, querida mía, eso es imposible. El párroco y ese bribón de Jeremías lo harán público.

Chismes
Cierto, querida mía, eso harán, como decís.

Angélica
¡Oh! Llegaréis a estar de acuerdo en muy poco tiempo. La costumbre os lo hará fácil.

Chismes
¡¿Fácil?! ¡Que la peste se lo lleve! No creo que pueda dormir esta noche.

Don Sansón
¿Dormir, dice? ¡No, vamos! ¿No dormiríais en vuestra noche de bodas? Yo soy más viejo que vos y no pienso dormir.

Ben
Bien, ahí hay otro compromiso, como si un par de corsarios fuera a la búsqueda de un premio y se pelearan. Siento lástima por el mozo con todo mi corazón. Advertid, amigo, si permitís el consejo, cuando se marche (pues es lo que debéis esperar, tengo experiencia con ella), cuando se marche, dejad que se vaya. Pues no hay matrimonio lo suficientemente recio como para retenerla y si no puede arrastrar el ancla con ella, partirá el cable, creedme. ¿Quien es el loco, aquí?

Entra Valentín vestido, Escándalo y Jeremías.

Valentín
No; he aquí al necio y, si hubiera ocasión, lo suscribiré.

Don Sansón
¿Cómo?

Valentín
Señor, he venido a reconocer mis errores y pido vuestro perdón.

Don Sansón
¿Cómo, entonces, habéis recobrado el seso al fin? A buenas horas, señor.

Valentín
Fuisteis engañado, señor, nunca estuve trastornado.

Anteviso
¿Cómo? ¿No estaba loco, Maese Escándalo?

Escándalo
En realidad, no, señor; soy su testigo: todo era fingimiento.

Valentín
Creía tener motivos. Pero fue una pobre invención, el efecto así lo demostrado.

Don Sansón
¡Invención! ¿El qué? ¿Engañarme? ¿Engañar a vuestro padre? Bribón, ¿pudisteis creer en el éxito de vuestra empresa?

Valentín
En efecto lo pensé, señor. Cuando el padre intentaba la ruina del hijo, era una respuesta razonable de la naturaleza.

Don Sansón
Muy bien, señor. Maese Bucarán, ¿estáis listo? Vamos, señor, ¿vais a firmar y poner vuestro cuño?

Valentín
Si así os place, señor. Pero, antes, querría preguntarle algo a esta dama.

Don Sansón
Señor, primero debéis solicitar la venia. ¿Esa dama? No, señor, no le haréis pregunta alguna a esa dama hasta que no le hayáis pedido su bendición, señor. Esa dama va a ser mi esposa.

Valentín
Tal he sabido, señor, pero quisiera oírlo de su propia boca.

Don Sansón
Eso es tanto como decir que miento, señor, y que no creéis lo que yo digo.

Valentín
Perdonadme, señor. Pero recuerdo que, poco ha, fingí locura. Y, por lo que yo sé, la diversión puede ir corriendo por ahí.

Don Sansón
Vamos, pollita, dale satisfacción, respóndele. Vamos, vamos, Maese Bucarán, la pluma y tinta.

Bucarán
Aquí, señor, con el auto, todo está listo.

[Valentín va donde Angélica]

Angélica
Es verdad, vos habéis pretendido, durante largo tiempo, amarme. ¿Y qué si erais sincero? Pues, debéis perdonarme si creo que mis propias inclinaciones tienen mayor derecho a disponer de mi persona que las vuestras.

Don Sansón
¿Tenéis vuestra respuesta, señor?

Valentín
Sí, señor.

Don Sansón
¿Donde está vuestra trama, señor, y vuestra invención, ahora, señor? ¿Firmaréis, señor? Vamos, ¿firmaréis y le pondréis vuestro cuño?

Valentín
Con todo mi corazón, señor.

Escándalo
¡Muerte de! ¿No estaréis tan loco como para arruinaros?

Valentín
Me he visto desengañado de mi única esperanza y el que pierde la esperanza puede desembarazarse de lo que sea. Nunca valoré la fortuna sino como servidora de mi placer, y mi único placer era complacer a esta dama. He llevado a cabo varios intentos vanos y, al final, encuentro que nada que no sea mi ruina puede conseguir mi fin, por cuya razón firmaré. Dadme el papel.

Angélica
[aparte] ¡Generoso Valentín!

Bucarán
He aquí el auto, señor.

Valentín
Pero, ¿dónde está la obligación, según la cual estoy obligado a firmar esto?

Bucarán
Don Sansón, está en vuestro poder.

Angélica
No. La tengo yo y la usaré como haría con cualquier cosa que fuera enemiga de Valentín.

[Rasga el papel]

Don Sansón
¿Cómo?

Valentín
¡Ja!

Angélica
[a Valentín] Si tuviera un mundo entero para daros, no me haría merecedora de una pasión tan generosa y fiel. He aquí mi mano; mi corazón fue siempre vuestro y mucho se esforzó para someter vuestra virtud a este extremo juicio.

Valentín
Perdido estoy entre el placer y el espanto. Pero, de rodillas recibo la bendición.

Don Sansón
¡Por las llagas de! ¿Qué significa esto?

Ben
Por la Misa, aquí el viento ha vuelto a rular. Padre, vos y yo podemos ahora emprender una travesía juntos.

Angélica
Bien, Don Sansón, puesto que os he burlado, os aconsejaré como evitar otra tal burla. Aprended a ser un buen padre o nunca tendréis una segunda esposa. Yo siempre he amado a vuestro hijo y odiaba vuestra implacable naturaleza. Estaba resuelta a probarlo hasta el extremo. También os he probado a vos y os conozco a ambos. Vos no tenéis más defecto que él virtudes y apenas me supone mayor placer el hacerle a él y a mi dichosos que el poder castigaros a vos.

Valentín
Si mi dicha pudiera ir en aumento, esta amable sorpresa la doblaría.

Don Sansón
¡Por las llagas de! Sois un cocodrilo.

Anteviso
Verdaderamente, Don Sansón, esto es un eclipse súbito.

Don Sansón
Vos sois un necio sin latines y yo otro y las estrellas son todas mentirosas y si tuviera suficiente aliento las maldeciría y a vos y a mí y a todo el mundo. ¡Por las llagas de! ¡Embelecado, tomado por bobo, echado calabaza, engaitado por mujer al fin —No tengo paciencia.

[Sale Don Sansón.]

Chismes
Si el caballero sucumbe a este trastorno por falta de una esposa, le puedo pasar la mía. [A Jeremías] Oh, ¿estáis ahí, señor? Estoy en deuda por vos por mi felicidad.

Jeremías
Señor, os pido mil perdones, fue un error manifiesto. Ved, señor: mi amo nunca estuvo loco ni nada semejante. Luego, ¿cómo pudo haber sido de otra manera?

Valentín
Chismes, os doy las gracias. Quisisteis interponeros entre mi persona y el Cielo, pero la Providencia colocó el Purgatorio en vuestro camino. Se os ha hecho justicia.

Escándalo
Oigo los violines que Don Sansón proveyó para su propia boda. Pienso para mí que es lástima no emplearlos cuando el compromiso está tan enmendado. Valentín, aunque sea por la mañana, podemos tener una danza.

Valentín
Lo que sea, amigo mío, todo lo que parezca gozo y arrebato.

Escándalo
Llamadles, Jeremías.

Angélica
He terminado de disimular, Valentín; y, si la frialdad que siempre he vestido ante vos llegara a tornarse afecto extremo, deberéis sospechar.

Valentín
Yo evitaré esa sospecha, pues tengo pensado mimar en ese promedio inmoderado, de modo que vuestro cariño nunca se distinguirá tanto como para ser notado. Si alguna vez os parece que amáis demasiado, será tan solo cuando yo no pueda amaros lo suficiente.

Angélica
Tened cuidado con las grandes promesas; sabéis que sois apto a incurrir en mayores deudas de las que podéis pagar.

Valentín
Por tanto, rindo mi cuerpo como prisionero vuestro; y haced de él lo que mejor os plazca.

Escándalo
La música se queda por vos. (Danza) Bien, señora; y vos habéis hecho justicia ejemplar al castigar un padre inhumano y recompensar a una amante fiel. Pero hay una tercera buena obra, por la cual, yo, en particular, debo estaros agradecido. Yo era infiel a vuestro sexo y vos me habéis convertido. Pues ahora estoy convencido de que todas las mujeres no son como la fortuna ciega al otorgar favores tanto a los que los merecen como a los que no los han necesarios.

Angélica
Es una acusación irracional la que presentáis contra nuestro sexo. Nos pecháis con injusticia sólo para ocultar vuestra propia falta de méritos. Todos querríais la recompensa del amor, pero pocos tienen la constancia de perseverar hasta merecerlo. Los hombres son, por lo general, hipócritas e infieles. Pretenden venerar, pero carecen de celo y de fe. Qué pocos, como Valentín, perseveran hasta el martirio y sacrifican su interés a su constancia. Admirándome a mí, descolocáis la novedad.
ErrorMetrica
El milagro hoy es que encontremos
a un amante que es fiel, no que una mujer que es amable.

Salen todos.
FIN