Alexandre Hardy, La force du sang

La fuerza de la sangre





Texto utilizado para esta edición digital:
Hardy, Alexandre. La fuerza de la sangre. Traducida y anotada por Miguel Ángel García Peinado, para la colección EMOTHE. Valencia: ARTELOPE Universitat de València, 2017.
Adaptación digital para EMOTHE:
  • López Martínez, José Enrique
  • Martínez Ojeda, Beatriz

ARGUMENTO

Este asunto, representado con las mismas palabras de Cervantes, su primer autor, se limita únicamente a Leocadia, joven señorita de gran belleza, que fue, en un determinado paseo en las afueras de la ciudad de Toledo, raptada por la noche de entre los brazos de su padre y de su madre por uno de los primeros y más ilustres caballeros de allí, quien se la llevó a su casa totalmente desmayada y se aprovechó sexualmente de ella durante su desvanecimiento. Le vendó luego los ojos cuando ella se identificó y de ese modo la mostró en mitad de la calle; ella regresa al hogar paterno, llevando como testimonio del lugar en que la han violado una imagen de Hércules, y parió luego después de nueve meses un hijo tan hermoso como la madre, el cual sirvió finalmente al ser identificado milagrosamente para reparar el honor de la madre por medio de un feliz y legítimo matrimonio.


ACTORES

PIZARRO
ESTEFANÍA
LEOCADIA
ALFONSO
FERNANDO
RODRIGO
DON ÍÑIGO
LEONOR
FRANCISCO
LUISICO
CIRUJANO
GRUPO DE PARIENTES

ACTO PRIMERO

ESCENA PRIMERA

Pizarro, Estefanía, Leocadia

PIZARRO.
Se salvaría el hombre en su mortal carrera
de infinitas desgracias que el destino revela,
si este velo del cuerpo que envuelve nuestras almas
no impidiera entender los augurios del sueño;
5
si este importuno huésped en su pesada masa
su vuelo no plegara cuando llega algún sueño.
Pero echemos la culpa a mil horribles pecados
que nos han abolido los regalos celestes,
desde que la edad de oro hizo sitio a otro peor,
10
pues ahora el espejo hecho del mejor vidrio
no refleja mejor objetos diferentes
que antes cuando cada uno leía sus claros sinos,
enviados por Morfeo, en quien, cosa notoria,
no se abría la puerta que de marfil se llama,
15
puerta falaz abierta a los sueños inútiles
que pierden, mal ideados, a los crédulos hombresN
X
Nota del traductor

Scherer, en sus notas y variantes, añade a toda esta disquisición que se trata de una larga preparación ideológica que proclama que el hombre tiene interés en conocer el futuro por medio de sueños verídicos, como ocurría en los tiempos de la edad de oro; pero ahora, los sueños son con frecuencia engañosos. Dado que las «Notes et variantes» de Scherer se hayan entre las páginas 1184-1191, en adelante, y para no repetirnos, omitiremos el número de página, operando de igual modo con la edición de Tomotani (quien introduce sus notas a pie de página, entre las pp. 213 y 219), para evitar la continua reiteración.

.
La certeza funesta de mi augurio profético
por un momento invoca a esta dicha antiguaN
X
Nota del traductor

La dicha de leer claramente en los sueños, igual que en la edad de oro.

,
un momento que quiso inspirado advertirme
20
cómo poder salir de este evento siniestro.

ESTEFANÍA.
Muchas miles de veces vos me habéis reprendido
por una loca creencia en frívolas doctrinas,
por un miedo quimérico en falsas ilusiones
que perturban el sueño aportando visiones.

PIZARRO.
25
La mujer, excremento anormal de natura,
imagina que le habla al aire, a la aventura.

ESTEFANÍA.
¡Pobre mujer, pisada, y siempre sin razón,
quien puede compararse en todo con el hombre!

PIZARRO.
¡Sí, tan similar como alguna oscura estrella
30
al sol de nuestros días, o que un cuerpo a su sombraN
X
Nota del traductor

Tomotani señala con acierto que Pizarro niega la comparación (posible según Estefanía) entre el hombre y la mujer por medio de dos comparaciones imposibles, que se incluyen en la retórica de los adunata o impossibilia de la poesía amorosa latina, como por ejemplo en el poema de John Donne “Go and catch a falling star” (Ve y coge una estrella fugaz).

!

ESTEFANÍA.
De acuerdo, es mucho menos, y decidme, señor,
qué espectro os transmite un miedo tan atroz.

PIZARRO.
No es miedo, sino que la suprema bondad
en este leve asunto no clarifica igual.
35
La hora era ya cercana en que el horror nocturno
comienza a ocultarse en la aurora que llega,
y que el ave de marzoN
X
Nota del traductor

Probable alusión al gallo, que anunciaba el día.

, espía poco fiel,
nos anuncia del día la primicia primera,
que el frescor matutino fluye por nuestros ojos
40
esas adormideras que la siesta hace airosa.
Fui entonces advertido de que una oculta tórtola
en vuestro propio seno dulcemente criada,
que no se alimentaba si no era de nosotros,
que nos seguía constante y dócil, paso a paso,
45
se topa al azar con la cruel llegada
de una grande y brusca águila que bajó de la nube,
que raptora, a pesar de nuestro vano esfuerzo,
se la llevó en el aire, huyendo de repente.
Transido de terror, los ojos todo en lágrimas
50
en quien el desespero mantiene sus alarmas...
Por fin ella regresa igual que de la tumba,
y viuda del esmalte de su bello plumaje,
lamenta, avergonzada, una pérdida afín,
rechazando en principio nuestra altruista cariciaN
X
Nota del traductor

Toda la estrofa de Pizarro es un sueño premonitorio, a la vez que una prolepsis narrativa en la que Leocadia es la tórtola y Alfonso el águila. En el relato cervantino no existe el sueño premonitorio de Pizarro.

...

ESTEFANÍA.
55
El final...

PIZARRO.
Paciencia, escuchad todo el resto,
aunque sea voz al viento que pasa baladí...
Al poco tiempo vi a esta tórtola amada
revestir más alegre su pluma habitual;
y, prodigio, un pequeño le nació de su ala,
60
igual que un oriente que se alza de las olas,
gentil, cortés, hermoso, al que se quiere y besa,
así que en sobresalto me despierto de gozo...

ESTEFANÍA.
Aún es decisión mía volver en caso tal,
que un mal cambiar nos debe el futuro a feliz;
65
que el hierro que lo hace su herida curará,
ninguna otra apostilla me parece más fiable.

PIZARRO.
De acuerdo con la mía, es preciso incordiar
con rezos a quien pueda el percance cambiar;
quien maestro del destino, si no el propio destino
70
propague sobre el orbe su clemencia suprema,
quien hizo muchas veces silbar su ira en el aire
arrollando el orgullo de las rocas, no el nuestro.

ESTEFANÍA.
¡Cuán bien os explicáis! La humana previsión
a quien osa excederse de su propia sapiencia,
75
derriba, precipita y pierde al temerario,
pues tan sólo es un préstamo del Señor de los Cielos,
médico generoso respecto a sus criaturas
en actuales dolores igual que en los futuros,
cuando una fe muy plena reclama su bondad
80
y nos movemos sólo por su gran voluntad.

PIZARRO.
Llegados a este punto, a lo largo del ríoN
X
Nota del traductor

Scherer aclara que se trata del río Tajo, que baña Toledo. Asimismo Tomotani.

acabemos ahora el paseo íntegramente,
ejercicio del cuerpo sano, unido a que
tal placer me podrá disipar esta cuita.

ESCENA SEGUNDA

Alfonso, Rodrigo, Fernando

ALFONSO.
85
Puesto incluso a elegir el destino del mundo,
o deseos que antaño el monarca del agua
al bravo hijo de EgeoN
X
Nota del traductor

Teseo, que fue rey de Atenas, hijo de Etra y Egeo; según otra tradición Teseo era hijo de Poseidón. Scherer explica que Neptuno había prometido a Teseo satisfacer sus deseos; igual Tomotani.

otorgó, adivinad
de entre estos dos deseos cual aceptaría de ellos,
y con cual mi pasión más se satisfaría.
90
Quien zanjará mejor sin espera el enigma,
se afana en obtener una circunspección
que merece encontrar lógica solución.

RODRIGO.
¿Puede ser que envidiéis los lauros de Alejandro?

ALFONSO.
Jamás una pasión me hizo bajar allí.

FERNANDO.N
X
Nota del traductor

Scherer precisa que el nombre «Fernande» es la forma afrancesada de Fernando.

95
Pasional de carácter, entrañaría peligro
que la deseada suerte del frigio, pastorN
X
Nota del traductor

Scherer indica que se trata de una alusión a Paris. Efectivamente, el verso se refiere a la escena del juicio de Paris sobre la belleza de Hera, Atenea y Afrodita, cuyo resultado daría lugar posteriormente a la guerra de Troya.

,
en cuanto a poseer a una beldad divina...
o apunta a este deseo, que casi yo adivino.

ALFONSO.
No vayáis tan lejos; sin embargo buscar
100
una belleza extraña que más cara costáseme,
nada de eso: el trofeo que cuesta poco esfuerzo
y muy poco peligro, lo aprecio más gustosoN
X
Nota del traductor

Para Tomotani, Hardy se inspira en un verso de la Épître II de Mathurin Régnier, dedicada a Monsieur de Forquevaus: «J'aime une amour facile, et de peu de défense», quien a su vez lo hace en Horacio: Libro I, Sátira II, v. 119: «[…] namque parabilem amo venerem facilenque».

.

RODRIGO.
Provisto de esta rama que lleva a los InfiernosN
X
Nota del traductor

Scherer explica que Hardy desprecia el valor mágico del ramo de hojas de oro de Eneas para bajar a los Infiernos, insinuando que, según una broma habitual de su época, el oro permitía todas las conquistas amorosas. Parece ser que en 2010 un equipo de arqueólogos italianos dirigido por Filippo Coarelli, un profesor retirado de arqueología de la Universidad de Perugia, descubrió cerca de la ciudad de Nemi los restos de un recinto de piedra que habría protegido la legendaria “Rama Dorada”, el ramo de hojas de oro que en la mitología romana permitió al héroe troyano Eneas viajar de forma segura por el mundo subterráneo.

.
que de los castos deja la libertad en cadenas,
105
Toledo no conoce a dama que os rechace,
ni caza que se os vayaN
X
Nota del traductor

Jabalí o ciervo.

por astuta que sea,
que no caiga, cogida de lleno de inmediato...
antes de arrinconarla se la saca del soto.

ALFONSO.
Mi pasión impaciente no aguanta merma alguna,
110
sólo un favor ansía por encima del tiempo:
fiados en la esperanza de gozar de inmediato
no se alargan jamás hasta el siguiente día.

FERNANDO.
Tenéis donde elegir entre bellas mancebas
donde está mal fingir, y que no son reacias,
115
al ruido del dinero agitado en la mano,
lenguaracesN
X
Nota del traductor

El vocablo original, «Fretillardes», designa en algunos caballos el continuo movimiento de la lengua; por analogía, las lenguas «frétillardes» son las que se mueven sin parar; entrada en: Encyclopédie, ou Dictionnaire Raisonné des Sciences, des Arts et des Métiers, par une Société de Gens de Lettres. Mis en ordre et publié par Monsieur Diderot; et quant à la partie mathématique par Monsieur D'Alembert Tome XV (fore-genu), Lausanne et Berne: Sociétés Typographiques, 1782, p. 405.

las vemos acudir desde lejos
volando más ligeras que los mejores pájaros,
al repicar el bronce acuden cual abejasN
X
Nota del traductor

Scherer aclara que el original, «mouches ménagères», alude a las abejas, igual que en las Geórgicas de Virgilio, Canto IV, verso 64, a las que se atraía haciendo sonar las campanas o los címbalos.

,
que sin esperar se hacen con el fruto maduro,
120
vedlas tratar a un hombre según el humor de éste.

ALFONSO.
Humor que empero cansa cuando es manjar frecuente,
el mío elegiría entre estas dos venturas:
un placer sustraído, conforme a que el azar
nos lleve a casa de una que se encuentre aislada;
125
Júpiter, eso dicen, de esta forma encelado,
desprovisto del mando y del rayo que porta,
se deleitó en frustrar a las Venus humanas,
en conseguir, violento, la virginidad de ellas.
Sin embargo este plan roza lo temerario:
130
fácil de concebir, peligroso de hacer.

RODRIGO.
¡Peligroso, eh! ¿Cómo? ¡Oh la simplicidad!
¿Peligroso a quien tiene su ciudad sojuzgada?
¿Con paternal apoyo, siendo el primer hombre,
que Toledo en virtudes y nobleza exalta?
135
Es propicia hora al hurto de la madre de AmorN
X
Nota del traductor

Venus.

,
demos fuera de la urbe una vuelta en grupo,
paseo frecuentado por nuestras bellas hadas
que toman allí el fresco con túnicas abiertas.
Una vez avistadas, un guiño es suficiente:
140
inventamos, sutiles, una discordia adrede,
para así secuestraros a la beldad que ansiéis,
en lugar firme e íntimo, estrecho y aprisa,
que ella no conozca, totalmente oscuro,
ni pueda distinguir nada que sea real,
145
custodiada hasta que vuestra sed satisfaga,
devolver se la pueda de igual modo que vino...
Vayamos, me da el pálpito que habrá éxito amoroso
capaz de que os pongáis contento y dichoso.

FERNANDO.N
X
Nota del traductor

La edición original atribuye esta tirada de versos a Rodrigo. Rigal, en su artículo de 1891 en Zeitschrift für französische Sprache und Literatur, corrige, y con razón, atribuyéndolo a Fernando.

Ahora que una gran parte del gentío circula,
150
que el oscuro negror de la noche cae encima
y saca a los vecinos de su casa a pasear,
la empresa bien se presta al momento oportuno
y podremos lanzarnos sobre la retaguardia
de aquellos rezagados que no tengan cuidado
155
al ejemplo del lobo que escondido en el bosque,
furibundo de hambre reduce y acorrala
amparado en la niebla o en la sombra nocturna,
se une al rebaño al que sus crueles dientes
disminuyen de número, y a pesar del pastor
160
se lleva sus entrañas, libre de todo riesgo.
Silencio, que atisbo venir sin más cortejo
a dos damas, un viejo su criado que las guía.
Estad ojos alerta, es hora de elegir,
irá hasta vuestras manos (a toparse) el placer.

ESCENA TERCERA

Pizarro, Estefanía, Leocadia, Alfonso, Rodrigo, Fernando

PIZARRO.
165
Desmedidos, incautos, juventud loca, loca,
no es a mis iguales a quien así les hablo,
fácilmente la calle se ve que no es muy amplia
para no ir a codazos, lo que un hombre nunca hace;
no se abordaría solo estando en desventaja,
170
y peores que vosotros saben de mi valor.

ESTEFANÍA.
Señor, que pasen ellos, que con airados tales
un accidente peor no nos estalle encima.

PIZARRO.
¡Insolentes, lanzarse a intolerable audacia,
Cual si fuerais rameras miraros a la cara!

ESTEFANÍA.
175
Una imprudencia tal no presupone nada,
que hay poca garantía entre estas personas.

PIZARRO.
La justicia bien debe castigar la insolencia.

ESTEFANÍA.
¡Apoyo miserable después de su violencia!

LEOCADIA.
¡Buen Dios, que miedo tengo!

PIZARRO.
Hija mía, no temas...

ESTEFANÍA.
180
Por nuestro bien, esposo, redoblemos el paso.

PIZARRO.
Al contrario, el mostrar señales de temor,
podría acarrearnos justa razón de llanto.

LEOCADIA.
Veo una sonrisa en ellos que pavor me produce.

PIZARRO.
Moriré antes de que se dirijan a ti.
185
Vamos, id por delante, con la misma confianza
que quien no ve apariencia de peligro alguno.

ALFONSO.
¡Oh, buen golpe fallado! ¡Indigno en adelante,
una ocasión igual no la espero jamás!

RODRIGO.
¿La habéis encontrado propensa a deleitaros?

ALFONSO.
190
La vi, pero es culpable por haberse escapado.

FERNANDO.
¿Una de vuestro gusto?

ALFONSO.
Es una cuyos ojos
enseñan en la noche dos agraciados soles,
una divinidad que se apropia de mi alma,
una que es atracción, encantos y pasión;
195
o vista no tenéis, o esta nueva CiprisN
X
Nota del traductor

Uno de los nombres de Afrodita, que era adorada en Chipre.

debió haber encendido vuestra alma al cruzárosla.

RODRIGO.
¿Para qué más discursos? Bella o fea, no importa,
¡basta que sea agradable! Que en el embate caiga,
que de reconoceros no tenga ocasión
200
o más bien, que os permitan elegir de las dosN
X
Nota del traductor

Entre Leocadia o Estefanía.

.
¡Vamos, al tajo! Luego...

ALFONSO.
El orden de la empresa
requiere que se asuste al de la barba gris,
poniéndole en el cuello la punta de la espada;
otro debe agarrar jugueteando a la vieja,
205
mientras, por la cintura, doblegaré a la mía,
corriendo hacia la casa, escapando con ella.
Separaos entonces, y ya no me sigáis;
el camino seguido marcará nuestros pasos.

FERNANDO.
Máxima incuestionable; vamos, a toda prisa,
210
caigamos sin demora sobre esta gente tímida
que tratan como pueden de pasar por delante
y por su fin parece que hayan olido el viento.

LEOCADIA.
¡Padre mío, aquí están regresando iracundos!

ESTEFANÍA.
¿Sé nuestro protector, oh buen Dios, te lo ruego!

RODRIGO.
215
¡Calla, y estate quieta, párate o estás muerta!

PIZARRO.
¡Ay! Amigos míos, no me ultrajéis por yerro.

LEOCADIA.
Socorro, a la violencia, ¡ay! Estoy perdida.

PIZARRO.
Bandidos, traspasad esta blanda garganta
antes que usurparme con mi hija el honor.

LEOCADIA.
220
¡A la fuerza, me cierra la boca, el ladrón!

ESTEFANÍA.
¡Hija mía, alma amada! ¡Oh, bárbaro traidor,
consiente en que la siga o mátame con ella!
Hija mía, mi anhelo, muere antes que entregar
tu cara castidad a un bandido, el primero.

PIZARRO.
225
¡Ayuda, convecinos, me matan, me asaltan,
mi hija de entre mis brazos es raptada, violada!
Me dirijo a las rocas suplicando socorroN
X
Nota del traductor

En el original: «Tu parles aux rochers, appelant du secour», Pizarro se habla a sí mismo.

,
el cielo y los humanos a esta hora están sordos,
del cielo y los humanos la presencia enemiga
230
sólo divulgar puede ahora mismo mi infamia,
remisa no sabría impedir el naufragio,
el naufragio fatal de aquello que más quiero.
¡Oh urbe miserable donde la rufián fuerza
de un montón infinito de holgazanes gobierne!
235
¡Oh viejo deplorable! ¡Oh padre desdichado,
oh siglo pervertido! ¡Oh destino implacable!
¿Mi amor, dónde estáis? ¿En el suelo, abatida,
no le habría ClotoN
X
Nota del traductor

Una de las tres Parcas, junto con Láquesis y Átropos. Eran hijas del Erebo y de la Noche y presidían la vida de los hombres, cuya trama hilaban sin cesar. Cloto presidía el nacimiento y tenía la rueca; Láquesis hilaba los diferentes acontecimientos de la vida; Átropos cortaba el hilo de ella en el momento de la muerte. El sentido del verso sería: Mejor que no hubiera nacido para acabar así.

cerrado ya los párpados?
¡Amor mío, volved! Eh, volved a la vida,
240
compañera de penas de un miserable esposo.

ESTEFANÍA.
¡Señor, cuán débil soy y cuán confusa estoy
y que el viviente cielo de un abuso me aflija!

PIZARRO.
La extrema aflicción, llega a ser tan extrema
que en modo alguno puede transitar más allá;
245
arranca estos propósitos dichos a la ligera,
frutos del desaliento de un alma desolada.
Si hay que rehacerse, preciso es creer que un Dios
sabrá poner remedio al mal en tiempo y modoN
X
Nota del traductor

El final del verso dice literalmente «...en temps et lieu», pero en español la expresión utilizada es «en tiempo y modo», y no «en tiempo y lugar».

,
por medios ignorados que hay en su providencia,
250
que un milagro produce un impacto a la vista.
En el alma humillados, entremos en la casa
a pedir su piedad que nos hará justicia.


ACTO SEGUNDO

ESCENA PRIMERA

Alfonso, Leocadia

ALFONSO.
La impaciente sed de mi fiebre aplacada,
glorioso poseedor de una victoria fácil
255
más de lo que alardeaba mi pasión, saqueando
a esta virginidad que es digna de Júpiter,
a esta virginidad que se abatió de miedo
la beldad, según pienso, no la cree alterada,
¡oh, agradable ardid!, ella quiere ignorarla
260
o quiere atribuirla a su estado impasibleN
X
Nota del traductor

Tomotani advierte de la dificultad de los versos 257 a 260, a los que da dos interpretaciones: a) por un fingimiento Leocadia parece ignorar la violación; b) Leocadia atribuye la violación a su estado de insensibilidad ante ella.

:
mi deseo, sea el que fuere, implicaba una pena
que su estancia aquí nos ocasiona escándalo.
SolitaN
X
Nota del traductor

Seulet, ette, adj. «Diminutif de seul, usité seulement dans le style pastoral, et surtout au féminin» (Petit Littré, p. 2089). Una de las más conocidas «Ballades du veuvage» («Baladas de la viudez») de la primera escritora profesional, Christine de Pizan, juega continuamente con el adjetivo, que da comienzo a sus versos, como podemos ver ya en la primera estrofa:

Seulete suy et seulete vueil estre,
Seulete m'a mon doulz ami laissiée,
Seulete suy, sanz compaignon ne maistre,
Seulete suy, dolente et courrouciée,
Seulete suy en languour mesaisiée,
Seulete suy plus que nulle esgarée,
Seulete suy sanz ami demourée.Solita estoy, solita quiero estar,
solita me dejó mi caro amigo,
solita estoy, sin compañero o dueño,
solita estoy, doliente y afligida,
solita estoy, de pena languidezco,
solita estoy más perdida que nadie,
solita estoy y sin amigo alguno

allí dentro, aislada con sus lágrimas
que ya curar no pueden dolores semejantes;
265
salgo para inquirir a mi brigada fiel
sobre lo que debemos hacer con ella ahora.
Cambiar de opinión deboN
X
Nota del traductor

Scherer aclara que el original: «Change d'opinion...» es un pensamiento del propio Alfonso. Tomotani añade que Alfonso no se decide a decir la verdad a sus compañeros.

, cautela, discreción,
para ti los honores de un secreto amoroso,
al Cielo irritarás más que a tu violación
270
si no dejas el hecho enterrado en silencio,
si al menos no reparas (muy cruel enemigo)
la mitad del honor, la deshonra callándote,
si no informas al CieloN
X
Nota del traductor

Tomotani avanza la lógica hipótesis de que en el verso falta la preposición de: «[de] ne dire informé d'eux...».

que tu brusca aflicción
y los ingenuos gritos de una virgen que llora
275
te la hicieron soltar intacta, unido a que
el miedo al futuro te tenía inquieto:
queda que en su salida es vital que no pueda
distinguir la vivienda luego por ningún rastro:
lo que es algo muy fácil, una venda en los ojos,
280
mil vueltas y rodeos en diversos lugares,
la dejaré huir a que busque su suerte.
Vamos, manos a la obra: y en caso de que aguante
que por última vez vendimie en su pecho
lo que no hará más que aumentar mi pasiónN
X
Nota del traductor

El original y todas las ediciones (salvo Scherer que termina con un punto final) finalizan el verso con dos puntos, cuando lo lógico debe ser puntos suspensivos, ya que el parlamento de Alfonso se interrumpe al despertar Leocadia.

...

LEOCADIA.
285
¿Dónde estoy? ¿Qué infierno de abyecta miseria
a ceposN
X
Nota del traductor

Scherer aclara la palabra «ceps»”: «lien ou espèce de chaîne, entrave pour les prisonniers».

de infortunio me liga prisionera?
¿Por qué no me arrebatas tras el honor la vida,
facineroso infame de mi dicha envidioso?
Si piensas sin embargo que por algún momento
290
me supuso algún gozo al estar inconscienteN
X
Nota del traductor

Tomotani explica a la perfección el contexto: «si tu penses ("réputes") pourtant avoir tiré quelque contentement de moi qui était évanouie (ce n'est qu'un faux contentement)». No obstante, podría haber finalizado los versos con puntos suspensivos (lo que sí hace Scherer, en lugar de respetar el original y terminar el verso con una coma).

...
Habla, responde, pérfido, ¿dónde estás, execrable?
¡Pero el rojo brillo de este rayo torcido
que golpea de las rocas las inocentes cimas
perdona cual vil cómplice el horror de esos crímenesN
X
Nota del traductor

Scherer aclara el sentido de los versos: «Tu es à l'endroit ou la foudre, qui frappe des innocents se fait la complice des criminels et même leur pardonne. L'indignation de Léocadie imagine qu'Alphonse se cache dans un monde où la morale est inversée». Tomotani repite la misma explicación de Scherer.

!
295
Caso extraño, mis manos sólo encuentran el aire,
y aunque entre la sombra se oye mucho más claro,
no llega ningún ruido a un oído atentoN
X
Nota del traductor

El verbo «tendre» significa en una de sus acepciones extender, alargar, etc., aunque el sentido de la frase debe traducirse por la intención del personaje.

,
como en un laberinto extraviado y perdido.
Tratemos de observar el cuarto, o retener
300
del ladrón una marca luctuosa en el futuro.
¿El medio? Todo oscuro, los rayos de la luna
no encuentran abertura en su luz del ocasoN
X
Nota del traductor

Parece más acertada la solución de Scherer de finalizar el verso con punto y coma.

;
este lecho bordado y estos ricos tapicesN
X
Nota del traductor

Según Tomotani, se trata de una «tapisserie» («tapisserie» de soie», Cervantès, p. 232). Pero en Cervantes, Leocadia distingue los colores de «damascos» (tela fuerte de seda o lana y con dibujos formados por el tejido).

presagian que la suerte no me puede ser peor,
305
que un engreído apoyado en su rica familia
mi precioso tesoro me hurte impunemente.
Ánimo, yo no sé con qué puedo encontrarme,
que desdichada prueba abrazaré de pronto...
La puerta abierta cruje.

ALFONSO.
Vamos ya, descuidada,
310
¿pretendes que de nuevo mi pasión se apacigüe?

LEOCADIA.
No te lances felón, ni vayas a atreverte
a exponer mi vergüenza a una segunda muerte,
el pasado te basta hacía mí, de igual modo
que estos sueños falaces que el día nos trae,
315
ya que la voluntad este cuerpo purgando
no ha consentido, cruel, a tus sucios esfuerzos.
Porque sólo has gozado de una roca aterida;
mas ahora que recobro de nuevo el vigor,
en las uñas, los puños, los dientes dañaré
320
tu cara monstruosa, y no aguantaré más;
mejor será que tapes mi faz con una venda,
si temes el castigo por un ultraje tal.
Allí donde me lleves de la urbe, al momento
para mí te habrás ido como un fantasma irreal,
325
cuando encuentre el camino del hogar de mi padre
y vaya a descubrirle tu picadura, víbora.

ALFONSO.
No te retractarás, vamos dame la mano,
que por la oscuridad yo te ponga en camino.

ESCENA SEGUNDA

Pizarro, Estefanía, Leocadia

PIZARRO.
Viudo del apoyo único de mi débil vejez,
330
abrumado en desdichas, hastíos y tristeza.
¿Qué tarde más la parca en deshacer mis días?
¿Qué un mármol frío de tumba me encierre para siempre?
¿Morir sin resarcirse por la afrenta sufrida?
¿Y de quién?, sin saber de tu extravío el autor,
335
¡a que traidor cortar la garganta en tu honor,
el que al raptarte a tu hija eclipsa tu fruición!
¡Mas, ay!, un temor peor me desespera,
que no contento tras una vergüenza tal,
este ladrón cruel asesine a mi hija
340
con ronzalN
X
Nota del traductor

Licol: «Se dit aussi de la corde qui sert à étrangler les pendus» (Furetière : Dictionnaire universel).

o en el agua en que la vaya a ahogar.

ESTEFANÍA.
¡Ay! Cómo me matáis con lo que estáis diciendo,
si por grandes crueldades que rara vez ocurren
no encontrarla pudieran: su defensor, el Cielo,
atenuará la cólera del traidor raptor,
345
¡Cólera! ¿Por qué objeto? Esta belleza virgen
de fervor haría arder un fogoso destello
al alma de las rocas, de los tigres y leones:
los más crueles campeones cuando les suplicamos
perdonan muchas veces y no tienen arrestos
350
para oprimir al débil a quien la suerte ultraja.

PIZARRO.
Pensad que el pavor del suplicio al perverso
tiene el sepulcro abierto a miles de inocentes.

ESTEFANÍA.
Puede que si ha lugar a un feliz matrimonio
reparara el exceso de un ardor trastornado...

PIZARRO.
355
¿Qué mi hija se casara con un bandido audaz?
Jamás, jamás, al menos con mi consentimiento...

ESTEFANÍA.
¡Ay! Por desgracia sólo de su incierta vida,
vos dispondréis de un yerno según vuestros deseos.

PIZARRO.
Pero eso no aumenta ni mengua su desdicha.

ESTEFANÍA.
360
¿Y quién podría tener noticias del ladrón?

PIZARRO.
Esperemos del Cielo que la ayude y proteja,
cualquier búsqueda ahora es perniciosa y vana:

ESTEFANÍA.
¿Por qué?

PIZARRO.
Que divulguemos el rapto y la deshonra
es restañar heridas con males deplorables,

ESTEFANÍA.
365
Es cierto,

PIZARRO.
Y además la búsqueda adelanta
y arma el brazo enojado del bandido contra ella,
a quien culpa de su situación agobiada.

ESTEFANÍA.
Reanudad, ojos míos, ahora vuestra lluvia,
no el flujo del cerebro que falta a vuestras fuentes,
370
sino la sangre exhausta que corre por mis venas,
la triste alma exhalada en estos vahos hirvientes,
en rojos borbotones de cólera espumosa
contra un destino cruel que no sabe decirnos
en una ocasión tal el sujeto de su ira.

PIZARRO.
375
Por desgracia es posible que ella lleve la carga
deplorable en este hecho de nuestros propios crímenes,
o que la alta presciencia del Todopoderoso
se sirva de ella para probar nuestra paciencia,
prueba beneficiosa para gentes de bien
380
que en Dios acomodados no se quejan de nada.

ESTEFANÍA.
¿Si ella hubiese pagado el tributo a natura,
del vientre maternal puesto en la sepultura,
muerte por una caída, tumor o congestión?
Recibiría su muerte mucho más dulcemente;
385
Mas, ¡suplicio!, tras ser criada recatada
a esta planta de honor se la había cultivado
para que ya brotara, para que germinara
muy bellos nietecillosN
X
Nota del traductor

Neveux, (del latín nepos) mantiene únicamente en poesía y en plural el sentido latino de «petit-fils».

, dignos de ser honrados;
la sorprende un invierno, y luego la devora,
390
dichosa con nosotros, un Paris la desflora.
¡Desastre incomparable! ¡Extremado dolor!
¡Ay!, buen Dios, he aquí que aumenta su desdicha,
se arranca los cabellos, se desgarra la cara,
signo muy aparente de una horrible desgracia.

LEOCADIA.
395
Sentada en el regazo mi refugio final,
expuesta al naufragio no sabría negarse,
se lee sobre esta frente el pasado infortunio
en mi honestidad, no hace mucho perdida,
hija indigna de vos, hija indigna del día,
400
os ruego que expiéis mi crimen a mi vuelta.
Frívola expiación, y muy mal elegida,
ofrecer en ofrenda una hostia profanada
no puede apaciguaros, y no creo que pueda
la ofensa reparar soportando mil muertes.

PIZARRO.
405
Levanta, mi desvelo, casta en cuanto al valor,
no debes a la ira de este mastín temer,
no empañará el blancor de tu nombre y honorN
X
Nota del traductor

Los es un sustantivo arcaico con las siguientes definiciones: «A. − Louange. B. − Honneur, renom». (CNRTL: Centre National de Ressources textuelles et Lexicales, version 2012. UMR ATILF (CNRS-Nancy Université). Site internet: http://www.cnrtl.fr/

,
reprime este torrente, reprime estos sollozos.
Quien no aprueba el pecado en lo íntimo del alma,
410
tampoco carga más suplicio que condena,
de otro modo nos deben, y pueden reprochar,
el no impedir que hubiera presentes y oyentes.

LEOCADIA.
El sino de este golpe cae sobre mí, exánime,
muestra que en adelante no debo ya vivir.

ESTEFANÍA.
415
La suerte de esta cuita nos aflige igualmente,

LEOCADIA.
Su doloroso efecto me aflige solamente,

PIZARRO.
A pesar del raptor tú sigues siendo casta

LEOCADIA.
¿Quién mejor que yo misma saber la verdad puede?

ESTEFANÍA.
Si tú fueras culpable no habrías vuelto así,
420
y este, mi propio brazo, bien te castigaría.

LEOCADIA.
Al ser yo misma quien denuncia mi atropello,
no podéis absolverme, menos creerme inocente.

PIZARRO.
Ofenderás aún más de este modo obstinándote
por soportar la fuerza de un bandido inhumano.

LEOCADIA.
425
¡Ay!, la desdicha me hace desbarrar, insensata:
hablo dejadamente, más allá del pensar.

ESTEFANÍA.
¿Qué buena suerte ahora te salvó de sus manos?

LEOCADIA.
Una que me llevó al peor de los humanos,
por la noche en su cuarto me mantuvo apresada,
430
de la Aurora más bien sólo vio la llegada
al vendarme los ojos tras varios descarríos;
de improvisto dejada entre dos travesías,
libre luego ignorando la ruta de su huida,
poco a poco llegar he podido hasta aquí.

PIZARRO.
435
¡Extraño infortunio! ¡Horrible aflicción!
¡Maldición que parece provenir de los Cielos,
al no poder fijarse en la casa, o el dueño,
sin poder recurrir a nadie salvo al reo!

LEOCADIA.
Ese antro floreciente de muebles tan valiosos,
440
demuestra que el ladrón confía, impulsivo,
en su excelsa fortuna, abundante, asentada
de padres reputados, que pueden refrenar
el ultraje sufrido en la ley amparándose;
mas la prueba cogida va a aclararlo mejor,
445
pues ciega y palpando, sola en cuarto encerrada,
la cogí, por ventura, a falta de otra cosa.

PIZARRO.
Obra maestra tallada del bravo AlcidesN
X
Nota del traductor

Hércules o Alcides, hijo de Hijo de Júpiter y de Alcmena; estando en su cuna ahogó a dos serpientes.

niño,
que ahogó en la cuna dos sierpes con sus manos;
¡Oh, Héroe Inmortal que limpiaste la Tierra
450
de monstruos, de tiranos, santa y loable guerra!
Si huyes algunas veces, y para ayudar vuelves
a procurarte un nombre que supere al antiguo,
sé el vengador que arrasa a monstruos que reviven
y el honor de los buenos destruidos alimenta.

ESTEFANÍA.
455
Cuanto más mantengáis este airado discurso,
más difícil será dar salida al dolor.
Vayamos dentro, hija, entremos que te acueste,
que de este desespero paliaré las aristas,
mi consuelo aplicado de modo personal
460
podrá servir de antídoto a este mal singular

LEOCADIA.
Señora confinadme, confinadme, soy vil,
en cualquier antro horrible en el que no entre el Sol,
donde el horror me escolte, cautiva para siempre,
que desde ahora mi infamia no salga a la luz.

PIZARRO.
465
Que sepas que no pierdes tu honor entre nosotros:
no te querremos menos que te queríamos antes,
mas con la condición de atenuar esta pena
que a tu padre se lleva de repente al féretro.

ESCENA TERCERA

Don ÍñigoN
X
Nota del traductor

Desde la aparición de don Íñigo, Tomotani utiliza la grafía española (Don).

, Alfonso

DON ÍÑIGO.
Podrías poseer las riquezas de ÁtaloN
X
Nota del traductor

Alusión a la dinastía Atálida (282-133 a.C.), así llamada por su padre, Átalo, linaje que duró 149 años y cuyos reyes aspiraron a transformar Pérgamo en una ciudad de la categoría de la Atenas de Pericles. Sus reyes eran citados como ejemplo de riqueza.

,
470
del viejo rey de FrigiaN
X
Nota del traductor

Creso, quien en realidad gobernó en Lidia entre el 560-546 a. C. Conquistó Pamfilia, Misis y Frigia.

, o acaso las de TántaloN
X
Nota del traductor

En la mitología griega, rey de Lidia e hijo de Zeus. Los dioses honraron a Tántalo más que a cualquier otro mortal.

,
ser de extracción más noble que los propios minianosN
X
Nota del traductor

Minianos o minias, así llamados por ser los descendientes de Minias, el fundador de la cultura Miniana de Orcómenos en Beocia y Iolkos en Tesalia alrededor del año 2000 a.C. Minias era hijo de Poseidón y se casó con Eurianasa; fue padre de Clímene y bisabuelo de Jasón, que condujo a los argonautas (como también se llamaba a los minias) en su búsqueda del vellocino de oro.

;
hoy despreciar se suele la nobleza y los bienes,
si el hombre no se instruye por sus méritos propios
si no lo irrita el vivo dardo de las virtudes,
475
cogiendo osadamente en países extranjeros
de la gloria el linaje en medio de peligros:
pues consumir ocioso en delicias la edad
bajo el cielo natal viene de un tímido ánimo.
Es como la tortuga en un caparazón,
480
con pesadez se arrastra pero no osa dejarlo.
Es vivir exiliado de buenas compañías,
si no encuentras tu sitio entre ellas las rehúyes,
cada uno te señala en tono de desprecio,
por un alto pesar propio de la vejez,
485
de que dilapidaras tu época juvenil,
mi deseo, además, es la razón final,
que te impone por ley el recorrer un tiempo
y visitar Italia, do las mentes felices
prueban costumbres varias en diversas provincias,
490
donde gobiernan príncipes o las comunidades.
Lo aprovecharás bien, y en el regreso próximo
recibes a la vez deleites sin final,
recepciones y halagos de tu ciudad, que sabe
el que por todas partes has llevado su fama;
495
escogerás mujer, con tal que mi nobleza
en Toledo, o doquiera, se equipare con otra.
En fin, que este viaje, Alfonso presupone
que asientes tu fortuna después de ser feliz.

ALFONSO.
Señor, bastantes veces un deseo semejante
500
me transporta, y me llega el valor de arraigar,
a mí mismo ominoso por mi holgazanería
y que (voy a decirlo sin ninguna jactancia)
nunca le temeré a peligros ni agobios,
no viendo nada bueno que sea igual que viajar
505
sabiendo aquí y allá lo que ocurre en el mundo,
qué tierra es buena en genios, cuál es feraz en armas,
para no seguir siendo inculto en el futuro;
si mantener queremos una buena soflama,
que cada uno asuma sus múltiples errores:
510
y ya que el interés a este objetivo os lleva,
cuanto antes lo efectuéis moriré más tranquilo,
pues sólo languidezco por una vida ociosa.

DON ÍÑIGO.
El pájaro de JúpiterN
X
Nota del traductor

El águila, según Scherer.

no ha cuidado en su espacio
la eclosión dadivosa de la paloma tímida,
515
nunca jamás la leona engendra una cierva,
sólo su propia forma reproduce el moldeN
X
Nota del traductor

Scherer aclara: «C'est-à-dire: Le moule ne peut reproduire que sa propre forme».

:
así que no concibas el loable deseo
del honor inmortal preferir a la vida.
Así tú sigues siendo el retrato, la antorcha
520
quien nos venga sacándonos del olvido del túmulo,
quien persiste magnánimo en hollar las delicias,
que siembra la riqueza, cebo de todo vicio.
Por lo demás yo quiero proveerte de un bagaje,
y de un boato que te haga ser digno de mí mismo,
525
que sirvan para ampliarte el corazón: te aviso
que además de Nápoles, Milán, Roma, Venecia, Génova,
(Florencia incluidaN
X
Nota del traductor

Scherer suprime los paréntesis del original.

), ya no hay más que buscar
de raro en Italia, o que cautivar pueda.

ALFONSO.
Vistas las principales flores de este parterre,
530
de acuerdo con el orden de elección prescrito,
mi curiosidad queda bien satisfecha.

DON ÍÑIGO.
De vuelta de los Alpes, pasados ya los montes
la Galia se presenta en pueblos mucho más
fecunda que España, que parece otro mundo:
535
pueblos civilizados, dialogantes, corteses
que no son arrogantes como nuestros iberos
que gustan de un humor familiar y abierto,
y que no es el nuestro, malicioso y altivo.
Trata de adaptarte al lugar en que estés,
540
y da, si es necesario, salida a tus pasiones:
así adquirió antaño nombre de sabio Ulises,
procurándose un paso por entre los peligros.

ALFONSO.
Vuestra buena instrucción grabada en al alma
me servirán de guía en la Osa y el Cénit,
545
situando mi viaje bajo el favor divino.

DON ÍÑIGO.
Sin él todo resulta nocivo y molesto,
sin él sólo tenemos que esperar aquí abajo,
vamos que tu futuro ahora se debate.


ACTO TERCERO

ESCENA PRIMERA

Estefanía, Leocadia

ESTEFANÍA.
¿Quieres volatizarte con lágrimas constantes
550
que no revocarán las cosas venideras?
Que el corazón me parten con una piedad tierna,
no tengo más poder o tú más gentileza,
pues razones, consejos, reproches, oraciones,
todavía no reprimen su húmeda carrera:
555
aunque no me hagas caso y sigas suspirando
para que tales llantos precipiten mis días,
perdona a tu dolor, hija mía, que ahora
de estas quejas tenía excusa suficiente.
Pero el tiempo, galeno de nuestra adversidad
560
recurrir no permite a esta extremidad,
ahora ya con nosotros nada peor pasará,
diríase, sin embargo, que el funesto aparato
confesa de este modo te destina al suplicio,
si sigues suspirando con infinitas lágrimas.

LEOCADIA.
565
Estos lloros y lágrimas, penitencia ligera,
no igualan un retorno de una nueva miseria.

ESTEFANÍA.
¿Qué retorno? ¿A dónde ir? Hablemos con razón,
si después de este golpe no has salido de casa.

LEOCADIA.
La ruina tiene en casa puertas desconocidas,
570
abiertas cuando él quiere cogerlas al momento.

ESTEFANÍA.
La violencia del pérfido,

LEOCADIA.
Es violencia traidora,
que propicia a mi honor una segunda muerte.

ESTEFANÍA.
Mi dicha, en cualquier caso, no debes ocultármela,
que soy fiel asesora de tus debilidades.

LEOCADIA.
575
Mi inmensa vileza muy pronto se verá,
y de un indigno objeto su atrición crecerá.

ESTEFANÍA.
¿Por qué? Si sólo son frutos de la natura,
como cuando sentimos aumentar la cintura.

LEOCADIA.
¡Oh Tierra! ¡Tierra, madre, entreabre tu regazo:
580
húndeme en lo abismos del río AquerónN
X
Nota del traductor

Aquerón o Aqueronte, conocido como el «río del dolor»; se creía que era una bifurcación del río del inframundo Aqueronte, descrito como un pantano insalubre dentro de un paisaje desolado, por el que Caronte conducía las almas de los muertos hasta el Hades o morada de los muertos.

!

ESTEFANÍA.
El Cielo te preserva de la enfermedad peor,

LEOCADIA.
¿Peor?

ESTEFANÍA.
Sí, el silencio pone remedio a eso.

LEOCADIA.
El eterno silencio mi remedio seguro
trae su curación, mas yo lo imploro en vano.

ESTEFANÍA.
585
Pues se trata de un niño que el azar nos regala,

LEOCADIA.
Pero un cruel azote en horror me acorrala.

ESTEFANÍA.
Aunque te desesperes tanto como tú quieras
yo deseo tenerlo desnudo entre mis brazos.

LEOCADIA.
¡También yo deseo ver la raza de la sierpe,
590
por mis pies aplastada, por vengarme del padre!

ESTEFANÍA.
No podrías enfadarme más de lo que lo haces
que expresando, imprudente, semejantes propósitos,

LEOCADIA.
Queréis que yo apruebe, y que a la vez aprecie
al triste monumento que a mi vergüenza se alza.

ESTEFANÍA.
595
La natura te obliga en su ley primera,
a amar al fruto vivo que de ti nacerá.

LEOCADIA.
Fruto de árbol que logra une pasión ardiente.

ESTEFANÍA.
Mas tal fruto es criatura de tu sangre formada.
amable en la inocencia, ignorando quien lo ha hecho:
600
su mala causa, en síntesis, produce un buen efecto.

LEOCADIA.
¿Un bien que a mí me prive de mi flor virginal?

ESTEFANÍA.
Es bien, como obra maestra que procede del Cielo.

LEOCADIA.
Por más que aduléis mi punzante dolor
y dotéis a mi crimen de un velado color,
605
el Sol no lucirá, odioso, para mí;
de este rapto el sucio aire anhela mi desastre,
la tierra con gran pena soporta ya mis pasos,
mi vida es un proceso horrible hacia la muerte,
de aflicción un infierno, una cruel prisión
610
que sin embargo apenas me retendrá en ella.

ESTEFANÍA.
Tus violentos lamentos alivian mi inquietud,
no nos afecta menos el desastre a nosotros,
mas cuando ha sucedido su fatalidad dura
y exige que se sufra sin curarlaN
X
Nota del traductor

Rafraîchir, según el Dictionnaire de Moyen Français: «renouveler, rendre plus vif»; es decir curar la úlcera, la llaga, siendo el sentido que se debe sufrir sin que la herida se cure o se cierre.

esa úlcera;
615
temes que tu embarazo provoque un gran rumor,
espantoso relámpago al que sucede el trueno;
pero, hija, ya sabremos prevenir las injurias:
tan sólo me tendrás a mí como partera,
seré yo quien te libre de dolencia cualquiera
620
instruida en este oficio con gran celo y esmero.
Una vez hecho eso, tras la maternal cura
llevamos al campo a una nodriza muy discreta
quien con nombre supuesto criará a tu linaje
y los antecedentes, leal conservará:
625
mas posterga tus quejas y dales una tregua
a tus hondos sollozos, tus derramadas lágrimas,
y no pienses ya más, iracunda en herir
a flores de esta dermis para que se marchiten,
so pena de que sufras mi merecido odio,
630
de ver, en adelante, a tu madre irritada,
si no anticipas un parricidio, en el duelo
sin que sea su momento, por su vejez al féretro.

LEOCADIA.
Señora perdonad lo que un alma apenada
profiere en desgracia por la razón lisiada,
635
perdonad los pesares que mi honestidad
inmola a su tumba en tal adversidad,
cualquiera los podrá moderar al momento
del ultraje sufrido aceptando morada,
insensible al honor que vos me habéis siempre
640
enseñado, mejor que el paso de los días,
o antes que cometer una ofensa impía,
para no reprobarlos según vuestra defensa,
mi fuerza se impondrá a ella; y mis hastíos
diarios ya no serán fuertes alteraciones,
645
devoraré los días: su acidez suavizada
con vuestra gran bondad que de mí se preocupa.

ESTEFANÍA.
Cara esperanza, ánimo, los males más sentidos
obtienen muchas veces por súplica a los cielos
un final agradable, un feliz desenlace,
650
¿aunque en su origen fuera horrible y fatídico,
cuánto tiempo calculas que puede aún durar?

LEOCADIA.
Veo, por desgracia, un hecho doloroso que llega
que aviva su salida y duras contracciones
bregándome en el cuerpo e incluso hasta en la médula,
655
y pronto nueve lunas se cumplen desde ahora
en este estado lánguido y penoso en que estoy.

ESTEFANÍA.
Paciencia mi ventura, deja pasar la lluvia
una agradable calma que enjuga tus lágrimas,
a este violento mal el bien sucederá:
660
cree en mi palabra que eso no será nada.

ESCENA SEGUNDA

Don Íñigo, Francisco

DON ÍÑIGO.
El corcel generoso cuando la edad lo abate,
al ruido de trompeta vuelve a alzar su valor:
el auténtico príncipe morador de los sotosN
X
Nota del traductor

Bocager: «a) [En parlant d'une chose] Qui est propre aux bocages; p. ext., champêtre; b) [En parlant d'un animé] Qui hante les bocages». (Dictionnaire du Moyen Français). Para Tomotani la perífrasis designa al lobo, y no al león.

,
incluso hasta en la tumba desprecia los peligros,
665
tan pronto el aguijón del hambre lo atormenta;
que el meticón montero su desespero aumenta,
y que oiga por las cercas bramar en primavera
a los soberbios toros por amor combatiendo:
así sobre mí el paso cumplido de los años,
670
en el nombre glorioso de las palmas ganadas,
no impide que en el pecho de este viejo seno
al ruido como antaño vital no se emocione,
con los juegosN
X
Nota del traductor

Rigal corrige el original yeux, por el más lógico jeux.

marciales en la nobleza usuales,
juegos en que mostrar su destreza sobre otrosN
X
Nota del traductor

Rigal corrige el verso siguiente: «Yeux qui font à l'ennui paraître son adresse», por el más lógico: Jeux qui font à l'envi paraître son adresse. La expresión à l'envi (sin e final, pues no tiene nada que ver con «envie», que proviene del verbo latino invider = «regarder d’un œil malveillant»), procede del latín invitare = «provoquer au jeu».

,
675
en sortija corridaN
X
Nota del traductor

La «corrida de sortija» era un antiguo juego ecuestre que se practicaba en Europa en la Edad Media, Norte de África y en el Río de la Plata, donde aún se sigue practicando. Cervantes la menciona en El coloquio de los perros: «y sobre ella puso una figura liviana de un hombre con una lancilla de correr sortija, y enseñóme a correr derechamente a una sortija que entre dos palos ponía;...». El Diccionario de la Lengua Castellana compuesto por la Real Academia Española, reducido à un tomo para su más fácil uso (Madrid: Joaquín Ibarra, 1780), en la entrada Sortija, define así correr sortija: «Fiesta de á caballo, que se executa poniendo una sortija de hierro de tamaño de un ochavo segoviano, la cual esta encaxada en otro hierro, de donde se puede sacar con facilidad, y este pende de una cuerda ó palo tres ó cuatro varas alto del suelo; y los caballeros, ó personas que la corren, tomando la debida distancia, á carrera, se encaminan á ella, y el que con la lanza se la lleva, encaxándola en la sortija, se lleva la gloria del mas diestro y afortunado» (p. 853).

con gran habilidad
el premio de la prueba en merecida justa,
atleta impertérrito, ducho en tales usos,
valían para mí cual caras ambrosías.
Más fuerte en el ataque, lo probará la prueba,
680
que un montón de niñatos ante mí afeminados:
ya se presente quien luche con maza o lanza,
mi brazo contendrá su impulsiva violencia,
retadorN
X
Nota del traductor

El original tenant: «Celui qui dans un tournoi, dans une lice, entreprend de tenir contre toute sorte d'assaillants» (Dictionnaire de l'Académie). «Chevalier qui lance un défi à la joute et défend la place» (Dictionnaire du Moyen Français).

o adversario: acaban de advertirme
que el torneo va a empezar, que es hora de partir.

FRANCISCO.
685
Mi Señor la barrera abierta os reclama,
en un mundo guerrero donde la masa irrumpe,
por escuadras en fila, muy bien armonizadas
cuando al sonar clarines se mueven, similar
a dos bandos dispuestos a oponerse en batalla;
690
la flor de los villanos que bordea la muralla
asiste al desfile, más pasmada que nunca
desean ver en vos a la joya del país,
tanto que os han enviado un correo a toda prisa
con el fin de que el juego empiece al momentoN
X
Nota del traductor

La oscuridad de los versos finales del parlamento de Francisco parte del uso de l'ont envoyé donde cabría esperar on vous a envoyé. Tomotani interpreta acertadamente el verso: «les citoyens désirent tant vous voir qu'ils ont envoyé un messager pour vous demander de venir en hâte».

.

DON ÍÑIGO.
695
¿Mi lanza, mi caballo, y mi espada también,
rápido, eh, adentro, estoy aún aquí?
Entremos, del establo trae mi bereberN
X
Nota del traductor

El original barbe, designa al caballo bereber o berberisco, raza de caballos existente en Berbería o costa berberisca (término que los europeos utilizaron desde el siglo XVI hasta el XIX para referirse a las regiones costeras de Marruecos, Argelia, Túnez y Libia. El nombre derivaba de los bereberes, llamados entonces berberiscos).

bayo
que en sortija corrida es ventaja notable;
luego traedme el otro caballo de la brida,
700
más que nunca Bucéfalo, diestro y luchador:
con ellos dos, sin duda, una doble corona
antes de regresar la frente me acordona.

ESCENA TERCERAN
X
Nota del traductor

Scherer indica que la escena primera se situaba en casa de Pizarro; la segunda en casa de don Íñigo; la tercera en Italia. Tomotani añade que esta tercera escena es totalmente inventada por Hardy.

Alfonso, Fernando, Rodrigo

ALFONSO.
La voluptuosidad maga de nuestras vías,
Circe es quien las transforma en leones rugientes,
705
crea de poco gozo una larga tristeza,
cuando resulta malo tenerla de anfitriona:
los que la han alojado tendrán cuando se marche
un aciago salario y un indigno pesar,
seguros de nutrir en la picoteada alma
710
cual águila perpetua del audaz Prometeo,
desde que su furor brutal en crueldad
me llevó hasta el rastro de una casta beldad,
no sé yo que aguijón maniático me queda
yo que soy casi amigo del iracundo OrestesN
X
Nota del traductor

No del «parricida» Orestes, ya que la acción de Orestes fue vengar la muerte de su padre (Agamenón), matando al amante de su madre.

,
715
que pienso cada día en ver de nuevo a esa virgen
y a cielo e infierno ruego que propicien mi ruina,
por sus gritos penosos al desgarrarse el seno
de marfil, y arrancarse el pelo perjurio obvio,
¡golpazo condenable! ¡Pobre e infeliz niña!
720
Un inicuo destino te arrojó a nuestras redes,
que un inicuo destino expulse mi hechizo
y pueda yo ofrecerte mi vida en sacrificio,
poderte resarcir del detestable abuso
que me dio a tu cuerpo este ilícito acceso:
725
¡qué aflicción tan tardía me asalta la conciencia,
y harto furiosa la colma de impaciencia,
tan pronto como pasa el recuerdo en la mente!;
mas atisbo que suenan los pasos de mis cómplices,
cómplices del error perpetrado amoroso,
730
mas ante mí imagen de la ofensa pendiente.

FERNANDO.
¿Sobre qué estáis rumiando solitario, apartado?

ALFONSO.
Sobre algo que en la vida saldrá de mi conciencia,

FERNANDO.
Confieso haber pifiado, la indiscreta pregunta
merecía este rechazo de legítima enmienda.

ALFONSO.
735
No es así: un apego estable e inalterable,
debería incitaros a temas superiores,

RODRIGO.
Pues mejor departamos de un Cielo que no veo
en absoluto extraño, debiendo vivir juntos.

ALFONSO.
Patriotas, vecinos, hermanos por amor,
740
y que de igual manera hicimos elección,
pasaríamos un siglo, aunque no en Italia
sino entre altivos árabesN
X
Nota del traductor

El original Alarbe, Según el Dictionnaire de Trévaux: «s. m. C'est, dit Marmol, le nom qu'on donne aux Arabes établis en Barbarie. Ce mot ne me paraît être autre chose que l'article al, & le nom Arabe; & qu'on a dit Alarabes, puis Alarbes, c'est-à-dire les Arabes. Le Roi Sébastien environné de soixante des plus hardis des ennemis, commanda à quelqu'un des siens de mettre un linge blanc au haut de sa lance pour ligne qu'il se voulait rendre; mais son malheur voulu que ceux qui l'entouraient fussent Alarbes, qui croyant que c'était un signal pour appeler ses gens à son secours se jetèrent sur lui & le tuèrent. Les Alarbes sont des voleurs qui vont en troupe dans la Barbarie en Afrique, dit Nicolai» (p. 254).

, o entre los de GetuliaN
X
Nota del traductor

Getulia, Gaetulia: parte de Biledulgeria (Marruecos), de Sedjelmesse y del Sahara, antigua comarca de África, al sur del Atlas, limitaba al norte con Numidia y las dos Mauritanias; al este con el país de los garamantes; al sur con el Sahel; al oeste con el Océano Atlántico. El legendario Hiarbas (rey de Numidia que conquistó Cartago tras la muerte de Dido) fue el más célebre de sus reyes. Cartago tenía muchos getulos entre sus mercenarios.

:
yo me resignaré a seguir en España
mientras que errancias tales mantengan su trayecto.

FERNANDO.
745
Las cosas de este mundo tienen un cierto límite,
que nos enseña el uso diario de la natura:
así a veces el ciervo se aleja de su suerte,
y así a veces el pez se divierte en el borde.
Deseoso, sin embargo, de volver a su abrigo
750
al primer accidente de un trayecto más rápido.
Guiados por la antorcha de la razón divina,
cumplimos este viaje en su propia estación,
satisfechos de ver transcurrir la fortuna en
el seno de Cibeles, y el húmedo NeptunoN
X
Nota del traductor

Según Scherer, perífrasis mitológicas que designan la Tierra y el Mar.

,
755
en nuestra natal ÍtacaN
X
Nota del traductor

Para Scherer, Ítaca es el equivalente de Toledo, la patria de los personajes.

tras la labor cumplida,
igual residiremos como hito y como premio.

ALFONSO.
No imaginad igual mi deseo frenético
de elegir de los númidas la vagabunda vida,
o de los escitas que no fijan sus moradas
760
más que en pastos do aún no ha pacido el ganado,
que arrastran en un carro a su exigua familia,
y del placer se priva social de los mortales,
del reposo que goza el hombre cuando es viejo
venerable rodeado de una tribu de niños,
765
que a su país devuelven la luz anticipada,
su memoria inmortal por todos añorada:
felicidad que debe conquistar sin pensar
ni siquiera hablar de ella, ni incluso evocarla.

RODRIGO.
Tal preocupación a la edad reservada,
770
creo que sin el oleaje en su concha elevada,
Venus primero vio la orilla latina,
donde Amor desde entonces reina por un azar,
do el infinito número de tantas bellas damas,
nos deslumbra los ojos, y cautiva las almas.
775
También conversadoras, mimosas, seductoras,
que en la casa nativa nosotros no tendremos.

ALFONSO.
Cada uno es de un carácter, y la raza mortal
difiere en el pensar casi como de cara;
el sobrado artificio de las que a vos os gustan
780
enfría de inmediato mi más ardiente ardor:
una espontaneidad ingenuamente rústica,
en tal juego mil veces me encela aún más;
discursos rebuscados que el corazón no expresan,
alabanzas que encierra un lenguaje burlón,
785
besos paradisíacos que los labios inflaman
con gestos remedados, impudicias insípidas
de laúdes mal templados y dignos de la voz
me hacen pensar aquí en las hijas de AquelooN
X
Nota del traductor

Aqueloo: Río-Dios de la mitología griega cuyas hijas eran las sirenas. Tomotani cita los versos 5-6 del soneto 130 de Les Regrets de Du Bellay, alusivo a las Circes de Italia; por su similitud transcribimos el soneto completo y su traducción, de autoría de Carlos Clementson y Miguel Á. García Peinado: Joachim Du Bellay: Lamentos y Añoranzas (Les Regrets), Córdoba: Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1991:

Et je pensais aussi ce que pensait Ulysse,
Qu'il n'était rien plus doux que voir encore un jour
Fumer sa cheminée, et après long séjour
Se retrouver au sein de sa terre nourrice.

Je me réjouissais d'être échappé au vice,
Aux Circés d'Italie, aux Sirènes d'amour,
Et d'avoir rapporté en France à mon retour
L'honneur que l'on s'acquiert d'un fidèle service.

Las! mais après l'ennui de si longue saison,
Mille soucis mordants je trouve en ma maison,
Qui me rongent le cœur sans espoir d'allégeance.

Adieu donques, Dorat, je suis encor Romain,
Si l'arc que les neuf Sœurs te mirent en la main
Tu ne me prête ici, pour faire ma vengeance.Y yo también pensaba, igual que pensó Ulises,que nada habría más dulce que ver surgir un díael humo de mi casa, y tras un largo viajevolver de nuevo a hallarme en mi tierra nutricia.Y me congratulaba de haber huido del vicio,de las circes de Italia y amorosas sirenas,y haber conmigo a Francia traído a mi regresoesa honra que se adquiere por un leal servicio.Ay, pero tras las penas de una tan larga ausencia,mil mordientes enojos encuentro yo en mi casa,que el pecho me carcomen sin remedio ni alivio.Adiós, pues, buen Dorat, aún me siento romano,si el arco que las Musas pusiéronte en la manono accedes a prestármelo para tomar venganza.

,
bellas de ojos que embrujan, mas su astuta malicia
790
no nos sojuzgará si huimos como Ulises.

FERNANDO.
Gran redención, e incluso pensada en poco tiempo,

ALFONSO.
A distintas edades, distintas aficiones,
la ociosidad antaño, celestina sutil
entre las seducciones, hizo esclavo a Aquiles
795
haciéndole emplear la aguja y el husoN
X
Nota del traductor

En el acto segundo del Aquiles de Tirso de Molina, se produce el siguiente diálogo entre Aquiles (vestido de dama) y su madre Tetis:

TETIS:
Cuando a Hércules se iguale
el que disfraza tu ser,
y en hábito de mujer
le contemples con Onfale,
dejarás de estar confuso;
pues no te aconsejo yo
que, si Hércules hiló,
juegues tú a la rueca y huso.
Nunca mucho costó poco,
mucho si amas has de hacer.

AQUILES:
Yo vestido de mujer
y no me juzgas por loco?
Bien lograré de Quirón
las lecciones y ejercicios
con que, refrenando vicios,
pieles del tigre y león
despedazados por mí
por galas me acomodaba,
y en vez de triunfos me daba
los brazos viéndome así.
¿Qué diría si me viese
de infame mujer vestido?

,
por gustar a su dama tejer con hilo de oro,
que sin embargo tras un vórtice de gloria,
acabó con Ilión contribuyendo al triunfo.
El amor (real carácter del cocodriloN
X
Nota del traductor

En sentido figurado: «horrible, espantoso, taimado, pérfido» (Diccionario universal francés-español y español-francés, por una sociedad de profesores de ambas lenguas bajo la dirección de D. Ramón Joaquín Domínguez, Tomo I, Madrid: Imprenta de la viuda de Jordán e Hijos, 1845, p. 708). El diccionario comprende un total de seis volúmenes, tres para la parte francés-español y tres para la parte español-francés.

) huye
800
de quien con él se enfrenta, persiguiendo a quien le huye.

RODRIGO.
Se burla amor invicto de nuestros galleos frívolos
sabiendo el desacuerdo entre efecto y palabras,

ALFONSO.
Totalmente ignorarlo superaría lo humano,
mas huésped, no es preciso velarlo al día siguiente:
805
sabéis que hasta el más fuerte puede ser derribado,
por lo que no aseguro que a mí no me sorprenda...

FERNANDO.
Tal que cuando esta EuropaN
X
Nota del traductor

Comparación del «rapto de Europa» por Júpiter y el de Leocadia (esta Europa).

muy cercana al agua
en su flor virginal tuvo un brío fatal.

ALFONSO.
¡No me hagáis acordarme de un acto tiránico,
810
que a todo sobrepasa, abominable, inicuo,
lleno de infamia y culpa, que está siempre en mis ojos,
me abrasa espantado con antorchas furiosas:
pero no falta nunca, mi poder sobrepasa,
única perfección de la divina esencia!
815
Creo que ya se acerca la hora de la arena,
que no nos deja más prolongar este diálogo,
vamos en caravana:

RODRIGO.
Vamos, tal ejercicio
tiene aquí la ventaja de la tierra de crianza;
parece que se debe honrar primero a Italia
820
desde la loa que adquieren los centauros primeros.

ESCENA CUARTA

Luisico, Don Íñigo

LUISICO.
¡Socorro amigos míos! ¿No hay nadie que me preste
ayuda estando herido en la mano derecha?

DON ÍÑIGO.
Pobre pequeñín ven conmigo, abrázame,
tu educación requiere que de ti uno se apiade,
825
¿de quién dependes tú criatura?

LUISICO.
De mi madreN
X
Nota del traductor

El relato de Rosset es más detallado, explicando el motivo de las magulladuras del niño: «Or il arriva un jour que son Aïeule l'envoya au logis d'une sienne parente, pour y faire un message. Il passa en une rue où quelques Cavaliers couraient la bague. Le petit garçon se mit à regarder les courses, & pour mieux les voir il voulut passer d'un côté à l'autre: Mais il ne peut le faire si promptement qu'un cheval furieux, & lequel ne peut jamais être retenu en la course de celui qui le montait, ne lui passât sur lui. Le pauvre enfant tomba étendu à terre comme mort, versant une grande quantité de sang de la tête. Cet accident à peine survint, qu'un Chevalier d'âge, qui regardait les courses, se jeta plus légère qu'on ne saurait croire hors des arçons, & courut au lieu où était gisant le petit garçon» (p. 188).

.

DON ÍÑIGO.
Tienes razón, pues siempre la certeza total
procede de ese lado en cuanto a la ascendencia,
la hembra puede más en trances semejantes,
¿eres entonces huérfano?

LUISICO.
Lo soy por nacimiento.

DON ÍÑIGO.
830
Respuesta que revela una pura inocencia,
¿qué apellido tiene ella?

LUISICO.
Ella no me lo ha dicho
¡Ay! Ay buen Dios, la caída me aturde
Señor mandad buscarla súbito, por favor.

DON ÍÑIGO.
Este rostro resuelto representa a mi raza,
835
esos ojos, la frente, la boca y la nariz,
que ningún pintor nunca mejor retrataría:
es ese el mismo acento de mi hijo a esa edad,
el corazón turbado forja un horrible augurio,
un instinto tribal en la fuerza de la sangre
840
no permite que sea para mí un extraño:
¿me querrías indicar dónde vive tu madre?

LUISICO.
Al final de esta calle, en la última casa,
no hay más que preguntar por el señor Pizarro.

DON ÍÑIGO.
Es el común espíritu de los críos excederse.
845
Pero corazoncito no te preocupes, ánimo
Dios quiere que mi mano te salve del desastre
un padre te levanta, un padre en vez del tuyo,
que te tendrá en su casa muy bien hasta curarte,
¿No serás tú hijo mío?

LUISICO.
Sí, dado que me lleva
850
mi madre que está ausente podría inquietarse.

DON ÍÑIGO.
Admirable prudencia sí, sí, tú vas a verla,
y tendrás un mejor tratamiento que de ella.


ACTO CUARTO

ESCENA PRIMERA

Leocadia, Francisco

LEOCADIA.
¡Ay, penosa noticia, ay fúnebre jornada,
deplorable criatura, ay madre infortunada,
855
ay crueldad cien veces bárbara de poder
a pies de los caballosN
X
Nota del traductor

Tomotani aclara que don Íñigo precisará más adelante que se trata de una «tourbe» («foule») (v. 917) y no los caballos, lo que ha derribado a Ludovic (Luisico). Habría que pensar que Francisco no conocía todos los detalles del accidente.

ver a un niño inocente,
y magullarlo así cual si fuera en el lodo!
No es muy comprensible esa extraña aventura,
el cielo y los humanos encendidos de rabia,
860
con nosotros jamás se mostraron muy justos,
como eterna cloaca de su deseo maligno,
quieren cara esperanza mi vida con la tuya,
sea, muramos, por mí que no vaya a aplazarse
el que feliz escolte en la tumba tus pasos.

FRANCISCO.
865
Su herida no es grave, y creedme Señora,
no supone motivo para iniciar un duelo,
ligera, sin peligro alguno que de miedo,
o que de que se cure pueda hacernos dudar,
curación que el aspecto maternal no realiza.

LEOCADIA.
870
Esa facilidad al contrario me mata,
apariencia engañosa que oculta el accidente
de este joven Sol tendiendo hacia Occidente.

FERNANDO.
El verlo os dará fe de mi veraz palabra.

LEOCADIA.
¿En qué parte del cuerpo ha cobrado la herida?

FRANCISCO.
875
Un poco magullado sin más golpe en la cara,
de su caída:

LEOCADIA.
Ese poco, frágil de mí, me es mucho,
¿qué hay que hacer para echar dentro en la sepultura
a una tan delicada y débil criatura?
¡Qué desgracia! ¿Por qué si es una herida leve,
880
no ha podido venir a casa por su pie?
La apariencia desdice este informe que alivia,
quizá esté presta a ver a mi raza enterrada.

FRANCISCO.
Permitid tres palabras que arguyan la razón
que retiene a este herido dentro de nuestro hogar,
885
una extrema belleza que admira mi SeñorN
X
Nota del traductor

El original «Monseigneur» era el título que se daba en Francia a personas de una alta dignidad, no sólo eclesiásticos, sino duques, pares, etc.

,
el miedo a que su mal se agrave al trasladarlo,
fuera de no saber en la ciudad encontrar
amigos que lo puedan socorrer útilmente,
amigos que algún día y en el momento exacto
890
mejor propiciar puedan un viento de fortuna.

LEOCADIA.
El autor de un buen finN
X
Nota del traductor

Dios.

quiera recompensar,
su piedad generosa y mis hastíos cortar,
y hacer que el apoyo de una viuda en lágrimas,
sólo perciba el mal de su caída aceptada.

FRANCISCO.
895
Confiad en lo que os digo ignorando el perjurio,
fiaros de este amo, fiador de garantía,
de una salud perfecta, que se ve claramente,
vamos Señora entrad, ya está la puerta abiertaN
X
Nota del traductor

Scherer indica que el verso muestra que la escena se desarrollaba en la calle que llevaba a la casa de don Íñigo. Las escenas siguientes se desarrollarán en el interior de la casa.

.

LEOCADIA.
Me da un escalofrío, oh Motor Soberano
900
haz que mi voz suavice este negro presagio.

ESCENA SEGUNDA

Don Íñigo, Leocadia, Luisico, Leonor, cirujano

DON ÍÑIGO.
Quien quiera distinguir de su madre a Cupido,
dos gotas comparar del agua marinera,
que admire a uno y a otro tan bellos cual la noche,
Astros claros gemelosN
X
Nota del traductor

Cástor y Pólux.

la cara que reluce,
905
Señora atajad lágrimas, una alarma imprevista,
ocupa tanto en vos la vista y el espíritu,
este pequeño vástago de un tallo valeroso.
me conoció amable en su feliz desdicha,
soy quien os lo devuelve, al azar de la vida,
910
tan sano como veis presintiendo el deseo,
¿pues bien, no la conoces?

LUISICO.
Es mi madre,

LEOCADIA.
Es mi hijo.

DON ÍÑIGO.
El fervor del encuentro me parte el corazón.

LUISICO.
No tenéis que afligiros. Dios me dará la gracia
de estar pronto curado:

LEOCADIA.
¿Qué implacable tracioN
X
Nota del traductor

Alusión a Marte, Dios de la guerra que comandaba a los tracios guerreros, quienes lo consideraban como su Dios y adoraban.

,
915
que BusirisN
X
Nota del traductor

Busiris fue en la mitología griega un rey de Egipto famoso por ofrecer en sacrificio a los dioses a todos los extranjeros que pisaban sus tierras; uno de ello, Heracles, le dio muerte liberando a los egipcios.

sediento de matanza y de sangre,
mas qué monstruo infernal no pudo liberarte
de la ira de su rabia?

DON ÍÑIGO.
Una turba imprudente,
al salir del torneo, y además se produjo
una gran desbandada: al momento corrí,
920
lo cogí entre mis brazos, pues era lo apropiado;
más transido de miedo, con más pasión, más lívido
que este pobre pequeño lo traje aquí yo mismo,
do desde entonces cierto encanto en sus ojos,
los míos lleva a admirarlo activos y curiosos:
925
es el vivo retrato de un querido hijo mío,
que es mi apoyo único ahora en mi edad madura.

LEOCADIA.
Yo y él jamás podremos estar más satisfechos,
de esta buena acción: forzados desde entonces
a decir que tras Uno que gobierna el mundo,
930
nos debemos la vida como un segundo padre,
tal y cual protectores o comunes guardianes,
pues, ¡ay!, caro sobrino tu tránsito es el mío.

DON ÍÑIGO.
Ser la tía y la madre me parece imposible,
debido a que las dos son algo incompatible.

LEOCADIA.
935
Es de mi prima hermana, la cual nacido el niño,
aceleró exánime sus días en el OrcoN
X
Nota del traductor

Según Pierre Grimal: «En las creencias populares, Orco es el demonio de la muerte, bastante mal diferenciado de los propios Infiernos, morada de los muertos» (Diccionario de mitología griega y romana. Edición revisada, con bibliografía actualizada por el autor. Prefacio de Charles Picard. Prólogo de la edición española de Pedro Pericay. Traducción de Francisco Payarols, Barcelona-Buenos Aires: Ediciones Paidós, 1982, p. 389).

;
desde la cuna amado, criado bajo mi ala,
ajeno al apellido su cariño requiero.

LEONOR.
Algo normal, entonces, sin más desasosiego,
940
pensad que esta morada en su veneración
no olvidará aportarle los medios de asistencia,
¿pero qué nuevo asunto turba vuestra firmeza?
Aquí y allá los ojos se mueven espantados,
que en un río de lágrimas se entreabren ahogados.

LEOCADIA.
945
¡Ay doloroso fin! ¡Deshonra que retorna!
¿Laberinto fatal me aprisionas cautiva?

LEONOR.
Hija mía, se desmaya, se le cambia el color,
su precioso semblante se extingue triste y lívido,
decid beldad al menos la raíz de este mal,
950
para que de inmediato se os pueda tratar.

LEOCADIA.
¡Ay! Es irremediable, ningún poder humano
ni aun cuando el mismo Apolo me echara una mano,
no daría alivio a su dura tortura
rehaciendo en el alma una tal abertura,
955
como esas terapéuticas bajo tierra incubadasN
X
Nota del traductor

Según Tomotani, Leocadia se refiere a minéraux «médicamenteux»: «Les minéraux sont des corps fixés et solides engendrés des exhalaisons et vapeurs encloses dans les entrailles de la terre».

,
y que salen de golpe en elevadas llamas.
Señora, sin embargo a vos sola os diré
de mi pena el motivo:

DON ÍÑIGO.
Que se retiren todos,
mando, y de buen grado me ausento y dejo sitio
960
al secreto de féminas que no admite terceros,
quienes quieren que el sexo apelado se alivie,
con los sabios remedios de la edad prolongada.

LEONOR.
Solas, debéis romper un silencio incómodo,
por enfermo que crea su médico dudoso,
965
no hay temor en curar: y además buena amiga,
el más cruel veneno se expulsa vomitando,
como con las molestias que se producen luego,
a los que creen poderse aligerar después:
debéis hacerme cómplice de vuestro gran secreto,
970
soy de las que cuando hablan lo hacen con el alma,
que aprendí con los años y la mucha experiencia,
remedios naturales eficaces y fuertes,
¿contra la crueldad de la ciega fortuna,
por qué volverse más recelosa e incongruente?
975
Declarad claramente qué amargo recuerdo
os produce un dolor lejano que retorna.

LEOCADIA.
Este infame relato me corta la palabra,
me vuelve a hundir en iras como bacante loca;
mi lengua intentará iniciar un discurso
980
del naufragio en que víme, y no en alta mar,
sino en el propio coto de esta sombría estancia,
de esta horrible guarida me llegó la desgracia.

LEONOR.
Vos os imagináis cosas que no han pasado,
un lugar que antes de hoy vuestros pies no pisaron;
985
que penséis ser culpable a pensar no me llevan
que nunca en él sufristeis una muy dura prueba:

LEOCADIA.
Señora, por desgracia puedo en cualquier momento,
convencerloN
X
Nota del traductor

Dado que el artículo le no aclara a quien se refiere, puede ser a don Íñigo o a Alfonso.

de un rapto infamante e insolente,

LEONOR.
El hecho cierto es que en un oscuro escándalo,
990
nuestro hogar se mantiene virgen de fama alguna,

LEOCADIA.
Un ultraje ignorado no puede evitar
que ensucie al autor por la infamia que hizo.

LEONOR.
No me sigáis teniendo en tortura prolongada,
por el veraz origen de la queja escuchada.

LEOCADIA.
995
Decídete miedosaN
X
Nota del traductor

Leocadia reflexiona sobre si contarlo todo o no.

, y antes que el sonrojo
te culpe ya iniciado el hiriente alegato:
cuida cerrar la puerta, que ningún ArgusN
X
Nota del editor

Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana: «El Argo [Argos] de más celebridad -designado a veces por la forma latinizada Argus- es el biznieto del anterior [Argo hijo de Zeus y de Níobe]. Según unos, sólo tenía un ojo; según otros, poseía cuatro, dos que miraban hacia delante y dos hacia atrás. Finalmente, otras versiones le atribuyen una infinidad de órganos visuales distribuidos por todo el cuerpo» (p. 46).

pueda
proveer tu secreto de una cierta malicia.

LEONOR.
Ya hemos pensado en ello, no temáis nada extraño,
1000
que en el hogar se atrevan solamente a pensarlo.

LEOCADIA.
Sometida a este sino, sabed que hace siete años
desde el momento en que se torció nuestra órbita,
pues con mi padre y madre un día tras la cena,
tal cual se va los días tranquilos a distraerse,
1005
y por esparcimiento a la orilla del río:
nos vimos sorprendidos por un grupo asesino,
que cerca del regreso nos atacó iracundos,
de nuestros gritos búrlanse dispersos en las sombras,
sujetó a mi padre, que sólo es piel y huesos,
1010
y por la viva fuerza me extirpó de mi madre,
de los tres cargóme uno desmayada en su pecho,
trayéndome hasta aquí del honor asesino,
gozó, lobo extasiado hambriento de lujuria,
de una estirpe muda insensible a la injuria.

LEONOR.
1015
¡Oh, prodigio espantoso!

LEOCADIA.
Escuchad lo que sigue,
el feroz prosiguió el terror del delito,
tan sólo abandonándome después de su violencia,
sola y acompañada del oprobio y silencio,
desesperada, ciega, retraída en mí misma,
1020
me armé contra el traidor con gritos y con uñas,
agitando y moviendo aquí y allá los brazos
al no encontrar el áspid mortal en su pinchazo,
guiando mis inseguros pasos donde sentarse,
palpo por todas partes con mis manos el cuarto,
1025
con la intención de hallar, estando afligida,
una ventana baja y por ella arrojarme.

LEONOR.
¡Ay Dios! ¿Buen Dios podré haber dado yo a luz,
al monstruo miserable que os jugó esa pasadaN
X
Nota del traductor

Scherer añade en este momento una anotación muy lógica: «Rien n’indique jusqu’au présent que le coupable soit le fils de Léonore».

?

LEOCADIA.
Cansada de dar vueltas y mi dolor frustrado,
1030
una imagen de HérculesN
X
Nota del traductor

En La fuerza de la sangre el objeto robado es un crucifijo pequeño de plata; en la imitación de Rosset «un petit Crucifix tout d'argent»; en la obra de Hardy, éste convierte el crucifijo en una estatua de Hércules.

que encontré palpando
me queda en depósito, en el que la verdad
de su Sol amortigua igual oscuridad:
testigo de mi estancia que prueba irreprochable,
el lugar y el autor del acto abominable,
1035
desconocido hasta ahora, pues, ¿cómo ir a buscarlo
desvelando mi ultraje al pueblo ciudadano?

LEONOR.
Dejad de exponerme un crimen que yo admito,
indigno de la cuerda, las llamas, de la ruedaN
X
Nota del traductor

Método de suplicio utilizado en algunos países europeos desde la Edad Media. Se usaba para ajusticiar a reos que habían cometido un delito bastante grave y degradante. Para este cruel método, se usaba una rueda típica de carruaje, que fuera lo bastante grande como para poner a un hombre atado de brazos y piernas. Una vez atado, el reo era expuesto al peor de los castigos: un verdugo especializado con un gran palo de madera empezada a destrozar los huesos del ajusticiado, sobre todo fijando su atención en las tibias, las rodillas, costillas y brazos. Tal era el apaleamiento que el cuerpo quedaba como si fuera un simple trapo. Una vez desmembrado completamente era expuesto al público, que mientras agonizaba le escupía, le orinaba encima o le lanzaba piedras.

,
un crimen que supera en su expiación
1040
a lo que los más crueles hubieron inventado,
lo que a los condenados decreta RadamantisN
X
Nota del traductor

Radamantis era un héroe cretense, generalmente considerado como uno de los tres hijos habidos de Zeus y Europa, y hermano de Minos y Sarpedón. Fue uno de los jueces de los muertos en el Hades, junto con Éaco y Minos. (Grimal: Diccionario de mitología griega y romana, p. 464).

:
la imagen desde ahora nada puede negarla,
el tiempo en que perdióla harto me justifica,
de que no son razones o imposturas morales,
1045
¡ay, mil veces malvado, ay de valor cobarde!
¿No había vil cabrón otra persona donde
descargar tu cruel rabia y tu concupiscencia,
sino en la tierna flor de una casta joven?
Suerte que estás ausente en la hora de mi ajuste,
1050
que exterminar no puedo tal monstruosa ralea.

LEOCADIA.
Requeriría el abuso un remedio más leve,
que mi honor restaurara de esta cólera hirviente,
ya que de él nacido me deja desdichada,
una preciada muestra que brinda el himeneo,
1055
para que odiar no pueda a mi mortal rival,
en el fruto que a medias me alivia de mis males.

LEONOR.
Tal placer que esperaba me cerraría la boca,
si este pequeño amor fluido de vuestra raza,
si este joven AlciónN
X
Nota del traductor

Alcyon. s. m. «Oiseau fameux, duquel on dit, qu'il fait son nid au bord de la mer, & qu'alors la mer demeure calme. Un nid d'alcion. L’alcion a fait son nid». (Dictionnaire de l'Académie française, 1ère édition). Scherer explica la asociación de Alción y la tormenta del siguiente modo: «Alcyoné [qui ressemble à un alcyon], fille du maître des Vents, Éole, avait été, à cause de son orgueil, transformée par les dieux en alcyon. Cet oiseau faisait son nid au bord de la mer, et les vagues le lui détruisaient sans cesse. Par pitié, pour que l'alcyon puisse couver ses œufs, Zeus décida que les vents se calmeraient pendant deux semaines: l'une précédait et l'autre suivait le solstice d'hiver. Les 'jours alcyonides' sont donc, pour ceux qui connaissent cette légende, des jours de tranquilité».

en la abierta tormenta,
1060
hija mía, todo tema de denuncia acallara.

LEOCADIA.
Señora, vuestro esposoN
X
Nota del traductor

Para una mejor comprensión del texto es preferible aclarar el verso, ya que «Monseigneur» se refiere al esposo de doña Leonor, don Íñigo; al traducir el parlamento de Leocadia por «Mi Señor vuestro esposo...» se evita la posible confusión, al ser «Monseigneur» un título aplicado en Francia a personas de alta dignidad, pero reservado en España para los prelados.

, confirma mi aserción,
notando a simple vista la fe de su linaje.

LEONOR.
Sí, cuanto más lo miro revivo sus retratos:
es su nariz, su frente, y muchos otros rasgos
1065
que me encienden la sangre con un nuevo recuerdo;
sólo tengo un escrúpulo que me mantiene inquieta,
sobre lo que habéis dicho que es de vuestra hermana.

LEOCADIA.
Tomé adrede el aspecto que creí más seguro,
a fin de prevenir la búsqueda importuna
1070
usual en este caso:

LEONOR.
¿Y en cuanto a la riqueza,
de qué extracción social?

LEOCADIA.
Después de mil testigos
diré que el apellido de los Pizarro al menos,
mi familia en nobleza no cede ante ninguna,
aunque una estrechez mediocre la dañe ahora,
1075
siendo en honor más rica que en bienes mal logrados,
la virtud entendiendo como su bien más rico.

LEONOR.
Magnánima respuesta, augurio memorable
que te hace en cuanto a mérito preferible a las reinas,
que demuestra que el Cielo ha hecho la elección
1080
para aliar nuestra casa con casta perfección;
para ti es seguro que el rapto sufrido
traerá a ti y los tuyos un tiempo de reposo,
una imprevista dicha que allana la esperanza,
y que de otra manera no podría triunfar;
1085
si nuestro único hijo no se llega a casar
con la que deshonró de su virginal rosa,
y que hallará más dulce de ahora en adelante,
favor que me prometo lograr de tu familia.

LEOCADIA.
Hay gran desigualdad, sin contar mi repudio:
1090
el premio que se adquiere de una manera indigna,
mis deseos desesperan, que tan sólo aspiran
a poder alcanzar esta unión soberana.

LEONOR.
Mi promesa se apoya en dos fundadas basesN
X
Nota del traductor

Según Tomotani, las dos «bases» en que se fundamenta Leonor son: 1. El apoyo de don Íñigo, dado el gran cariño que ha tomado a Luisico; 2. La segura obediencia de Alfonso, quien tras un mal paso habría recuperado el buen juicio.

,
que tal es la intención del padre, respaldada
1095
por él y el abuelo quien (prodigio del cielo)
quiere más a este crío extraño que a sus ojos,
él, que la verdad sabe y mi plegaria añade
que el natural instinto avivará el final
de manera que Alfonso tras ser siempre obediente,
1100
con la edad madurando haya en piedad ganado,
no osaría rechazar el partido propuesto,
mas la fatalidad que tal deseo exige,
basta para que esté vigilando el futuro:
cambiemos de objetivo, ya llega aquí por suerte
1105
quien nos dirá el estado del herido.

LEOCADIA.
Me espanto,
por miedo a que oír tenga una mala noticia,

CIRUJANO.
¿Qué hace nuestro enfermo?

LEONOR.
Una siesta analépticaN
X
Nota del traductor

El sentido del vocablo en el contexto no es el de una substancia o un medicamento que se aplica al niño, sino el de que la siesta por sí misma es reparadora.

,
ha poco cogió el sueño.

CIRUJANO.
Señal que es muy feliz,
siempre y cuando el sueño no se vuelva letargo,
1110
el ser del cuerpo humano cual un motor encaja,

LEONORN
X
Nota del traductor

Según Scherer, Rigal atribuye este hemistiquio a Léonore, corrigiendo la edición original que lo incluye en la réplica del cirujano. Tomotani es de la misma opinión que Scherer.

.
¿Qué estáis diciendo?

LEOCADIA.
¡Hijo mío, estás muerto!

CIRUJANO.
Eso es lamentarse y sin razón asustarse.

LEONOR.
Un supuesto peligro del sueño que lo arroba,
no debe exponeros a una sensible alarma,

CIRUJANO.
1115
No, si eso se afirmara, sería muy imprudente,
antes de constatar que ha caído en desgracia,
lo que es casi increíble y tampoco es posible,
dado que ha recibido un eficaz remedio.

LEONOR.
Tanto mejor, pensar que si luego se levanta
1120
en esta obra maestra vuestro arte habrá logrado,
un salario análogo al de nuestra alegría,
que se evidenciará con largueza imperial.

CIRUJANO.
Mi jefe lo respalda franqueado del peligro
que obliga a nuestras almas a cambiar de moradaN
X
Nota del traductor

Alusión a la muerte.

,
1125
mandar su curación en el momento justo,
cual si fuera un impuesto que cobrara el gobiernoN
X
Nota del traductor

El vocablo police tiene además de su significación común otras, entre ellas: «Il se dit encore de l'Administration qui exerce la Police. La Police a ordonné d'éclairer les rues. Assigner quelqu'un à la Police. Être mandé à la Police. Il est noté à la Police». (Dictionnaire de l'Académie, 5ème édition).

,
nunca, nunca me importa el tiempo, siempre que
un paciente se cure, no me crean mentiroso:
¡su pulso que ahora tomo me dirá aún más,
1130
nada de fiebre tiene! ¡Oh, qué gran mejoría!
Luego la conclusión ya aclarada o casi,
el dormir es remedio necesario y valioso:
dejemos que repose, esta crisis benigna
su salud recupera y el dolor le mitiga.

LEOCADIA.
1135
Señor no halaguéis por favor mi desdicha.

CIRUJANO.
Yo dejo que se juzgue donde reina el dolor,
si el cuerpo puede hacer sus funciones a gusto,
de una fiebre mejor sin reavivar las ascuas
todo va bien, la puerta cerrada que repose.
1140
mi profesión os debe imponer el silencio,
yo volveré a verlo en menos de una hora.

LEONOR.
Sabed que nunca obrasteis de un modo mejor;
mientras tanto, hija mía, no perdamos un tiempo
que volverá a los tuyos felices y contentos.


ACTO QUINTO

ESCENA PRIMERA

Don Íñigo, grupo de parientes, Leocadia, Estefanía, Leonor, Pizarro, Alfonso, Fernando, Rodrigo, Luisico

DON ÍÑIGON
X
Nota del traductor

El parlamento de don Íñigo va dirigido a los padres de Leocadia.

.
1145
Versado en el propósito que me induce a ser justo,
que valdrá a los sobrinos de ejemplo para siempre,
volver sobre el pasado no valdría de nada,
pues sólo de un gran mal se colige más bien:
que del sabio destino la prescripción suprema
1150
nos da en adelante incluso una fortuna,
nuestros unidos cónyuges forman pareja igual,
como nunca estrechó una unión conyugal.
Disculpad el candor de mi libre franqueza,
que el asunto en palabras serviles no disfraza,
1155
lo que me haría mostrarme con un deseo imperioso,
forzar, más que plantear una propuesta seria,
propuesta en que cada uno compartiera igual mando,
mi sana intención reza en conjunto, aconseja:
el criminal que busca romper sólo una puerta,
1160
muestraN
X
Nota del traductor

Todas las ediciones (original, Stengel, Herbert Davis y Scherer) salvo Tomotani, incluyen la grafía «monstre», cuando el sentido de los versos indica que no se refiere a «monstruo», sino a «mostrar», «demostrar».

yendo a otra parte, su salvación obviar;
así el rapto incurrido no tiene que agradaros,
y del crimen probado el recuerdo lo borra
con la unión de dos seres cuyo bien nos es caro,
que unidos no tendrán nada que reprocharseN
X
Nota del traductor

Dada la dificultad de los versos 1158-1164, veamos su traducción española en prosa: «Yo estoy lleno de buenas intenciones y os hago una petición en mi beneficio, pero al mismo tiempo os doy un buen consejo: el criminal que sólo tiene que romper una puerta para liberarse, muestra, al no hacerlo, que no quiere salvarse. Del mismo modo, ya que el rapto fue cometido, para haceros justicia, y para borrar el recuerdo de un crimen probado, no queda otro remedio que el matrimonio de nuestros hijos, cuya felicidad nos es tan querida, y que unidos no tendrán nada que reprocharse». Con esta reflexión, don Íñigo muestra que ni ellos ni los padres de Leocadia pueden hacer otra cosa mejor.

,
1165
mi hijo, rico en bienes, no podía en España
optar por una esposa que a mí más me gustara,
bella, que en sus virtudes honra a la ciudad,
que desde el duelo saben de su honestidad
vivir virgen y austera en su casa recluida,
1170
por la culpa del prójimo penitente y confusa,
ilustre en cuanto al tronco, otro punto estelar
que hará que el honor no pueda refutarse:
loar el suyo no es bueno, mas a decir me atrevo,
que entre los de su edad Alfonso resplandece
1175
como uno de los mielgosN
X
Nota del traductor

Nueva alusión a los Dioscuros Cástor y Pólux, símbolos del amor fraterno. El vocablo mielgo proviene del latín vulgar gemellĭcus, de gemellus.

que centellean por turnos
en el cielo estrellado, indicio de su amor;
en fin, este es el yerno que por mí os da el hado,
si rechazáis mi oferta no dañará a mi honor:
seguiré, a fe mía, la ley del Universo,
1180
al que está y estará nuestro ánimo sujeto,
el que quede inocente del hecho perpetrado
y su reparación, sólo os compete a vosN
X
Nota del traductor

La alusión al Universo no ayuda a ver del todo claro el final del parlamento de don Íñigo, que viene a decir lo siguiente: «aunque rechacéis mi ofrecimiento, mi opinión sobre la violación no cambiará, ni tampoco afectará a mi honor; en ningún momento le daré la razón a mi hijo o justificaré su hecho, debiendo ser vos quien elija el medio de castigarlo o reparar la afrenta».

.

PIZARRO.
Fénix de los virtuosos, que por nada merece
duro siglo do el vicio sembró tanto atractivo,
1185
do la inicua riqueza, y altanera indolencia
ejerce impunemente su cobarde violencia
sobre el pobre oprimido, distraído en venerar
un prestigio que le hace deplorable morir:
brutal, ingrato, estúpido, tendríaN
X
Nota del traductor

La traducción española requiere un condicional, más que un futuro para expresar la hipótesis.

en el pecho
1190
en vez de corazón un duro farallón,
no aceptando el arreglo que os dignáis a ofrecerme:
quien rechaza un socorro se merece sufrir,
mi hija se estimará más que recompensada,
y su púdica flor propiamente entregada,
1195
siendo esclava del que su distinción de rango
sólo muestra un esposo en su lealtad mirífico,
tanto que dudo pueda sin cometer un crimen,
poder darle el rango de legítima esposa.

DON ÍÑIGO.
El socorro recíproco obliga por igual;
1200
sin embargo en su casa tal mi deseo preside,
que una mala mirada retaría a buen tiempo
a bajar obediente donde mora la Parca:
¿además la apariencia, el tema, la razón
que una hija bien nacida, y de ilustre linaje,
1205
de quien tomó el zafio las púdicas primicias,
sufriera su rechazo haciéndonos ser cómplices?
Usando del derecho de los viejos romanos,
querría estrangularlo yo con mis propias manos,
impaciente de ver una audacia rebelde,
1210
el doble sacrilegioN
X
Nota del traductor

Violarla y rechazarla.

ejercido sobre ella;
mas no llegará a eso, me excito sin razón,
pues de llevarlo dócil me siento muy capaz.

ESTEFANÍA.
Dad gracias hija mía, de rodillas postrada,
con un valor devoto con recato inclinada,
1215
a este Señor benévolo al que impulsa el Cielo
para trocar lo amargo de nuestro hastío en miel,
para alejar del féretro tras un siglo apagada,
tras haberle asestado el gran golpe mortal,
nuestra primera gloria, un tan raro servicio
1220
merece alzar altares a aquel que lo propicia.

LEOCADIA.
Jamás podría incluso teniendo el don de lenguasN
X
Nota del traductor

Conferido a los apóstoles por el Santo Espíritu en Pentecostés.

,
o poseer del hijo de Maya la facundiaN
X
Nota del traductor

Maya era la mayor de las siete Pléyades, madre de Hermes (en la mitología griega) o de Mercurio (en la mitología romana), cuyo padre fue Zeus. Mercurio era un dios ingenioso, inventor de instrumentos de música, intérprete y hábil mensajero de los otros dioses.

,
dar bastante las gracias ante una bondad tal;
no creo en ley alguna, sino en la voluntad,
1225
y la vuestra Señora, como intermediaria,
a quien mi honor debe, favorable tutora,
su caída aupada: al menos, ¡ay!, al menos
si un terceroN
X
Nota del traductor

El «tercero» al que hace referencia Leocadia sería Alfonso, ya que si está segura de la inclinación de los padres de él por ella, no lo está tanto del asentimiento de Alfonso a la propuesta de su padre.

esta dicha cumple en todos sus puntos.

LEONOR.
Espejo de modestia, alma afín a la mía,
1230
creo que Cloto muy pronto abreviará mi vida,
o que te veas estable en el seno de un cónyuge:
su mitad reputada en presencia de todos,
su ambrosía, su dicha, su casta palomita,
¿podría acaso no amar a una imagen tan bella?
1235
¿Y no vibrar de júbilo a la vista de un niño,
que protegernos pueda del miedo a la tumba?
Sola, yo asumiré esta agradable penaN
X
Nota del traductor

La separación de mi hijo por su matrimonio.

;
que viva primavera dulcifique tu rostro,
arme en lugar de flores tus deseos al amor,
1240
ahora que de un tiempo a otro se espera su regreso,
que estás en el umbral del futuro himeneo;
mas llega de allí un ruido de dicha inesperada,
y que venga Francisco corriendo lo confirma,
que llega para darnos satisfacción cumplida,
1245
mirad como un rubor de repente os asalta,
dudando entre el temor y la incierta esperanza.

FRANCISCO.
Mi Señor, vuestro hijo ha llegado a Dios gracias
sano y salvo, no estéis más tiempo preocupado:

DON ÍÑIGO.
¿Viene acompañado?

FRANCISCO.
Dos hidalgos de escolta
1250
en su viaje elegidos entran ya por la puerta.

DON ÍÑIGO.
Que esperen allí en la sala, y no intentes
que alguno con nosotros hable a la ligera.

LEONOR.
Señor dejad que sea quien guíe la embajada,
que alguna estratagema me haga ser persuasiva,
1255
mientras vos, si os parece, disponéis el festín.

DON ÍÑIGO.
Sí, eso es labor mía según la tradición,
colocar a cada uno en la mesa lo mismo
que si fuera una flota lista para el combate;
la diferencia estriba en estar entre amigos
1260
a gusto, igual que horrible estar entre enemigos;
unido a que una madre más meliflua es en términos
con juicios que penetran poco a poco en el alma,
que nosotros ligeros de mano en su dislateN
X
Nota del traductor

El dislate, la temeridad o imprudencia de los hijos.

que en el rechazo atacan a nuestra autoridad:
1265
que cada uno cumpla con la carga asignada.

LEONOR.
Antes de acabar la obra no soltaré la presa,
escuchadme un momento y escondeos que no os veanN
X
Nota del traductor

Según Scherer, Leonor se dirige a Pizarro; en opinión de Tomotani la advertencia es para toda la familia, lo que parece más creíble.

sin mostraros curiosos respecto al artificio,
y de aquello que pase en el momento justo.

PIZARRO.
1270
No temáis que el augurio contravenga o se exceda.

LEONOR.
Mi hija nuevamente tendrá en cuenta mi aviso,
que todo lo que veis no os haga sospechar.

LEOCADIA.
Es promesa difícil de cumplir, titubeando.
entre extremos opuestos en vagos pensamientos;
1275
no obstante, Señora, yo bien me esforzaré,
en que vuestros propósitos se asienten para bien.

ESCENA SEGUNDA

Alfonso, Fernando, Rodrigo

ALFONSO.
Similar recepción diluida en el silencio,
muestra que mi familia se sintió desolada
por una ilustre pérdida: pero, por otro lado,
1280
todo sujeto lúgubre de temor me fue obviado
por el gozo común entre todos los criados;
indeciso, asediado por pensares quiméricos,
¿cuánto tardé en ver el Sol tan deseado,
sacado de la duda de los ojos paternos.
1285
¿Qué pensáis amigos?

FERNANDO.
Que algún matrimonio
se amasa en secreto a la vuelta del viaje.

ALFONSO.
La carta paternal habría hecho mención
para así disponer al menos la intención.

FERNANDO.
Un caballo genuino de carácter guerrero,
1290
sin ayuda de espuelas corre en cualquier carreraN
X
Nota del traductor

Es decir: «sin prevención alguna, un hombre debe estar siempre listo para el combate amoroso».

;
Señora vuestro aspecto alegre es testimonio
de que estáis muy lejos de lo que vos pensáis.

LEONOR.
Sois muy bien bienvenidos después de tanta espera,
en adelante mi alma reposará contenta,
1295
en adelante mi alma sin inquietud se alegra,
al veros ya de vuelta y sanos, a Dios gracias:
permitidme señores, que me quede con mi hijo
sola por cierto asunto durante un minuto,
pronto vendré a buscaros

RODRIGO.
Señora ordenad,
1300
y en cuanto a nosotros no os sentáis incómoda.

ESCENA TERCERA

Leonor, Alfonso

LEONOR.
Alfonso brevemente, ve que estás en la edad
en que tu padre y yo queremos ya una boda
del único heredero que nos sucederá,
quien los bienes y el nombre creso poseerá:
1305
quien sólo gozará en su suerte dichosa,
de una que le eligen por pareja amorosa,
honesta, de linaje y no inferior a ti,
y este es el retrato precioso que yo tengoN
X
Nota del traductor

Leonor tiene en la mano un retrato que le enseña a su hijo.

:
no pareces contento porque frunces el ceñoN
X
Nota del traductor

En español no es usual traducir «arrugar la cara».

,
1310
su belleza no es más que su gracia y encanto,
unido a que sus bienes suplen cualquier defecto,
¿de qué sirve dudar en lo que es obligado?
Si el partido nos gusta útil debe atraerte,
pues no hay razón alguna que prime lo contrario.

ALFONSO.
1315
Mi equitativa queja a la deformidad
que en este retrato inclina la balanza,
¿Dios, qué medio hay de amar a una cosa tan fea?
Una que serviría de remedio al amor,
ojos hundidos, chataN
X
Nota del traductor

La expresión habitual en español es «chato», no nariz corta o roma.

, con la boca de lado,
1320
y el cuerpo de un color ya para los gusanos.
Gracias al Dios Supremo y a vos, yo valoro
que una mujer tan sólo me aporte su bellezaN
X
Nota del traductor

Alfonso alude a la belleza de la madre, modelo para él de las mujeres.

,
belleza que supone en su culminación
la de las tradiciones que implican el cariño,
1325
sella el encanto el vínculo de los ánimos juntos,
con los que no se reúne la discordia espantosa:
Señora no queráis constreñir mi deseo
y se os convierta luego más tarde en aversión.

LEONOR.
Verás que me hallarás igual que de costumbre,
1330
del corazón quitándote cualquier sabor amargo,
ya hallaremos con qué poderte contentar
y según tu talante en eso aconsejar;
preferiría morir a este yugo de unión
ahogando en un infierno tu vida desdichada,
1335
es acuerdo sujeto a tu consentimiento
revocable y que puede romperse tácitamente:
piensa en celebrarlo, y recobra el aliento
tras este largo viaje, insuperable esfuerzo,
mientras voy a buscar a tus amigos, quiero
1340
de tres cosas vitales parlamentar con ellos.

ALFONSO.
(para sí)
De un dédalo salido, otro peor me atrapa;
¿qué tendrá que decirles en secreto mi madre?
La gran curiosidad femenina a veces
se basa en cualquier cosa, y lucha contra el viento:
1345
dado que aún me queda elegir libremente,
mi libertad no muera en indigno propósito,
por lo demás, que traiga lo que quiera la suerte,
tengo para vencerlo el ánimo muy fuerte.

ESCENA CUARTAN
X
Nota del traductor

Scherer aclara que esta escena se desarrolla en otra estancia de la casa de don Íñigo.

Leonor, Fernando, Rodrigo

LEONOR.
Mi ruego, o más bien cierto pequeño escrúpulo,
1350
que ni hay que mencionarlo, y de importancia nulo,
como amigos os fuerza a no contradecirme,
y del hecho inquirido no ocultarme nada:
prometed cual testigos oculares decir
la intachable verdad que yo deseo saber.

FERNANDO.
1355
Siempre y cuando eso no exceda el privilegio,
ninguno de nosotros faltará a su deber,
mi fe se esforzará más allá de la vida,
Señora en complaceros, y pronto en tal deseo.

LEONOR.
Unidos fielmente por amistad con mi hijo,
1360
pues si uno da un paso el otro lo acompaña;
mas debéis escucharme con una gran paciencia,
y que cada uno entre de lleno en su conciencia:
podréis recordar, que siendo aún jóvenes
tras la cena una noche hace ya siete años,
1365
del acto cometido osado e irreflexivo,
del rapto de una chica de brazos de sus padres,
que os mostréis asombrados aumenta mis sospechas,
sé que son travesuras habituales de chicos.

RODRIGO.
Recordando confusos las pasadas locuras,
1370
la mocedad que pronto sus planes disipó,
su cifra azararía incluso al más juicioso,
y ese en concreto no viene a mi memoria.

LEONOR.
El poder del deseo disuade, os lo aseguro,
que una dicha se apresta a reparar la injuria.

FERNANDO.
1375
Tras este largo plazo un olvido acaecido
no impide que el revés no sea invalidado.

LEONOR.
Confesión que supone la mitad de una prueba,
¿sabéis como llegó esta dulce enemiga?

RODRIGO.
¿Cómo saber podíamos en la noche en tinieblas,
1380
que envolvía a vuestro hijo guiado por Cupido?

LEONOR.
Entiendo, entiendo, este algo basta para el comienzo
que de vos precisaba mi viva conjeturaN
X
Nota del traductor

La madre de Alfonso quería estar segura de lo acontecido, de ahí que indague con los amigos de su hijo.

,
es igual este crimen al fruto, que en invierno
más maduro y hermoso vemos ya en sazón:
1385
igual que el Ave Fénix surge de sus cenizas,
quien de un gusano vil y amorfo se engendra;
vamos, venid alegres a celebrar este éxito
una dicha congénita, de eso no presumáis.

ESCENA QUINTA

Don Íñigo, un grupo de parientes, Leonor, Alfonso, Fernando, Rodrigo, Pizarro, Francisco, Estefanía, Leocadia, Luisico

DON ÍÑIGO.
A la mesa amigos, ocupad vuestros sitios,
1390
y sin más ceremonia ni tampoco oraciones,
con mi ejemplo ya basta, quien se siente primero
deje bajo los pies todas sus inquietudes,
siguiendo mi ejemplo quien quiera complacerme,
Alfonso de vuelta, ¡eh! ¿Podríamos hacer menos?
1395
Alfonso apoyo único de sus padres ya canos;
así, sin más cumplidos y sin más parlamentos
que cada uno se siente: mientras voy mi copa
a beberme de un sorbo a la salud del grupo:
que cada uno decida de acuerdo con su rango
1400
levantar con buen ánimo su copa igual que yo.

GRUPO DE PARIENTESN
X
Nota del traductor

Scherer aclara que, igual que en el coro de las tragedias, un solo personaje habla en nombre del grupo.

.
Primero saldaré la carga ordenada,
guiaré el primero el asalto exigido,
sacrificando a gusto este agradable néctar
a un segundo NéstorN
X
Nota del traductor

Néstor era el más joven de los hijos de Neleo y Cloris, único superviviente de la matanza que de ellos hizo Heracles. Tal como aparece en la Ilíada y en la Odisea, Néstor es el prototipo del anciano prudente, valeroso aún en el campo de batalla. (Pierre Grimal: (Diccionario de mitología griega y romana, pp. 378-379). Don Íñigo es comparado a él.

merecedor del Cielo,
1405
a la buena salud de su querida esposa,
y al feliz retorno de su hijo a España;
el que me seguirá, para hallar desde ahora
los Astros que le sean benignos para siempre.

DON ÍÑIGO.
He ahí lo que encarna un siglo de inocencia,
1410
que me devuelve al tiempo de mi adolescencia,
vosotros viajeros no dejéis sin embargo
de hablar libremente durante la comida,
cosas dignas de escucha sobre la diferencia
de los pueblos, países, o de su preferencia.

ALFONSO.
1415
Nosotros no podemos enseñar nada nuevo
a quien antes ha visto lo que Italia a de bello,
a quien me esbozó sus rarezas, de modo
que nada ya sabido aporte a su relato,
instruido había visto todo antes de verlo,
1420
y el hablar luego de ello contraviene al deber.

LEONOR.
Tanto hace ya que mientras el viaje por Italia
habéis engendrado un genio melancólicoN
X
Nota del traductor

Hardy no da pista alguna para que podamos deducir de qué estado habla en la «aparición» de la melancolía en Alfonso, si:
-Como un temperamento (teoría de los cuatro humores).
-Como una enfermedad mental (caracterizada por depresión profunda y ataques de ansiedad).
-Como un estado de ánimo pasajero y nostálgico (el estado de creación en muchos poetas).
Si nos remitimos a su etimología, desde que el ser humano habita en el mundo la palabra Melancolía: del griego melankholia: melas (negro) y kholê (bilis), y del latín melancholia, uno de los cuatro humores cardinales (bilis negra, bilis amarilla, flema y sangre), que se consideraba que provenían del bazo y eran capaces de engendrar la hipocondría; los dos términos se utilizarán desde muy temprano para calificar y designar distintas formas de la tristeza; de ahí que, desde un primer momento, adquiera el matiz de palabra fatídica. La melancolía es inherente a todas las épocas y ha encontrado anclaje ya desde la literatura de la Antigüedad, desarrollándose críticamente en el Renacimiento (sobre todo con Montaigne, el fundador del género ensayístico) y hallando su expresión poética en poetas como Du Bellay («desilusión melancólica» de Roma, regret), Théophile de Viau y Saint-Amant, en poemas motivados por esa inexpresable «vague à l’âme», ante la contemplación de un paisaje, en aquello que representa una derivación literaria de las Soledades de Góngora.

,
tres humores afines y muy bien asociados;
mas, ¿cómo relegar cual pecado olvidado
1425
a una joven tan grata y tan gentil huésped,
a la que abandonaron vejada de tristeza?
Pronto, pronto que alguien la traiga a mi lado,
decidle que no tenga miedo en lo que concierne
a su honestidad, que viene convocada
1430
a alegrarnos los ojos con su celeste imagen.

DON ÍÑIGO.
Prepárale, hijo mío, su asiento a tu lado,
hace cincuenta años cuando tenía tu edad,
tal honor suponía de una diadema el premio,
mil veces más amando a las damas que a mí:
1435
moriría si su aspecto no me alegraba el alma,
aspecto que a hasta Júpiter lograría vencer.

ALFONSO.
¡Oh, divina belleza! ¡Si tu menor fracción
le fuera concedida a quien quieren que espose,
supliría sus defectosN
X
Nota del traductor

El pasaje en el relato de Cervantes es como sigue: «Rodolfo, que desde más cerca miraba la incomparable belleza de Leocadia, decía entre sí: “Si la mitad desta hermosura tuviera la que mi madre me tiene escogida por esposa, tuviérame yo por el más dichoso hombre del mundo. ¡Válgame Dios! ¿Qué es esto que veo? ¿Es por ventura algún ángel humano el que estoy mirando?”».

, a ser muy dichoso
1440
me habrías ayudado, favorable pafianoN
X
Nota del traductor

En algunas tradiciones Pafo, o Pafos, era hijo de Céfalo y la Aurora (Eos) y fundador de la ciudad de Pafos, en Chipre. (Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana, p. 396). Según Scherer, Venus tenía un santuario en Pafos; así, al utilizar el adjetivo Paphien (pafiano), Alfonso se declara devoto de esta diosa.

!

LEONOR.
Los remedios actúan, una palidez súbita
surge de improviso de su querida CáriteN
X
Nota del traductor

Las Cárites -en latín las Gracias- son divinidades de la belleza, y tal vez, en su origen, potencias de la vegetación [...] Se representan generalmente como tres hermanas, llamadas Eufrosine, Talía y Áglae, tres jóvenes desnudas cogidas por los hombros; dos de ellas miran en una dirección, y la del medio, en la dirección opuesta. Su padre es Zeus; su madre, Eurínome, hija del Océano. A veces, su madre es Hera, en vez de Eurínome. (Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana, p. 87).

,
quien no menos confusa, mirando a hurtadillas
muestra que sus deseos a sucumbir la llevanN
X
Nota del traductor

Es decir, que Leocadia no puede resistirse a su amor por Alfonso.

.

LEOCADIAN
X
Nota del traductor

Reflexionando sobre su situación.

.
1445
¿Crees tú desgraciada que de esta manera
una similar dicha te llega por alianza?
No, ya no la espero, y a partir de ahora muere
y no arrastres tus días infaustos por más tiempo.

LEONOR.
¡Buen Dios! Me doy cuenta que flaquea y que vacila,
1450
sostenedla, hijo mío, estad pendiente de ella.

ALFONSO.
Su desmayo me mata, prendado de cariño,
adorable retrato de una gran perfección
¡Señora es lamentable! ¿Qué significa esto!
La muerte se esboza en sus labios de rosa,
1455
sin pulso o vida alguna, ¡Ay! No puedo más,
ni fuerza ni voz tengo para apiadarme de ella.

DON ÍÑIGO.
Estimo que los dos llevan el mismo rumbo,
movidos por el Dios ligero que está ciegoN
X
Nota del traductor

Alusión a Cupido.

,
¿qué opináis, esposa?

LEONOR.
¡Ay, extraña desgracia!
1460
¡Ay, placer diluido por un dolor amargo!
¡Vuelve en ti, hija mía, querida Leocadia,
¿decidnos dónde encalla la enfermedad al menos?
Sus insensibles cuerpos sufren del mismo modo,
sin dar ninguna pista o indicio de vida
1465
ni con vinagre, o agua, que no acuda nadie
en situación así a prestarles socorro.

PIZARRO.
Dejadme que intervenga, ¿qué tipo de desmayo
enturbia así el banquete, esparciendo estos gritos?
No me los ocultéis.

FRANCISCO.
La joven damisela
1470
ha caído desmayada; por desgracia, tras ella
de mi Señor el hijo: bella pareja en tierra
no muy distinto a aquellos que han entregado el alma.

ESTEFANÍA.
Corramos a ayudarles, la prohibición no importa.

LUISICO.
¡Madre mía hablad!

GRUPO DE PARIENTES.
Prueba excelente y fuerte
1475
de piedad natural en este pobre crío,
que mucho más padece que el dolor maternal.

LEONOR.
Sosiégate bonito, sosiégate mi vida,
ella te besará como tú estás deseoso,
presta está a despertarse: hija mía, mi congoja;
1480
Alfonso, cara espera, ¿qué significa esto?
Todo irá muy bien, hasta del mejor modo,
uno y otra saliendo de su profundo síncope
a respirar comienzan: mi hijo casi azorado
por haber de amor dado un dudoso presagio.

ALFONSO.
1485
¡Ay, qué extraño encanto sorprendió mi firmeza!
Cuanto más se esforzaba inútil resistencia,
¿a quién se imputará de este veneno el fruto?
Quizá una viril frente cubre un corazón blando:
que cede el ánimo ante los primeros progresos
1490
de algo que sin duda daría vida a las rocas;
recobra tu confianza, vista su reflexión
ella y yo respiramos un socorro recíproco.

LEONOR.
No te arrepientas, hijo, de una cosa bien hecha,
tu victoria en este hecho se basa en tu derrota,
1495
no podías mostrar bastante inclinación
a tu mitad, caída en una aflicción tal:
deja de embelesarte con tan dulce beldad,
la belleza que ves no tenía similar,
antaño fue el botín de tu brutal afán,
1500
y su púdica flor muy fuerte en ti anidó:
flor que gestó este fruto, flor que te troca en padre
pudiendo cosechar la loa del vituperio,
gozando en adelante cual justo poseedor
de una que conociste como infame raptor,
1505
no busques subterfugios, o réplica al contrario:
tu padre y yo queremos que la hagas tu esposa.

DON ÍÑIGO.
Sí, piensa obedecer este fatal decreto,
a riesgo de que sea tu enemigo crucial.

ALFONSO.
¿Qué alma tan cruel, por el vicio insensible
1510
soportar puede a gusto su culpa bien lograda,
no querría aceptar la oferta que se me hace,
la oferta de un diamante de virtudes perfecto?
Antes que rechazar la humilde obediencia
que gozar permitiérame de este raro tesoro,
1515
prefiero que me alcance un rayo y me castigue,
mi única ambición se limita a esposarla;
la boda por amor me traspasa el Imperio,
mi anhelo al suyo idólatra respira,
siempre que desposándola acallo el futuro
1520
del ultraje incurrido el vengador recuerdo.

LEOCADIA.
El ultraje me sirve de gran felicidad,
y no pasará día que el corazón le ofrezca
mil humildes promesas de obediencia y tributo,
tal crimen deseable en su absolución,
1525
tal crimen deseable donde el favor divino
en mirtos amorosos cambia un ciprés funestoN
X
Nota del traductor

Tanto Scherer como Tomotani señalan la significación simbólica del ciprés (árbol de la muerte) y el mirto (arbusto del amor).

,
tal crimen perfección de mi felicidad,
al que honor arruinado pone más altamente.

PIZARRO.
Hija tienes razón según mi profecíaN
X
Nota del traductor

Scherer indica que se trata de un recuerdo de la reflexión de Pizarro al comienzo de la obra.

,
1530
que contra nuestro anhelo la cosa sale bien,
este naufragio abyecto podía desagraviarte,
podía de una tormenta planificar la calma,
anhelando la ayuda en el momento exacto
de quien lleva el timón de la feliz fortuna:
1535
mas perdonad Señor por la temeridad,
quien sobre un ruido esparce contra la realidad
más bien que de razón la emboscada ha anulado,
la atracción de la sangre muy fácil satisface
de una oscura apariencia...

DON ÍÑIGO.
Dejad a partir de ahora
1540
las excusas con Nos más ligeras que el viento,
tal que obra terminada ya no admite control;
y visto que esta dicha precede a la propuestaN
X
Nota del traductor

A la propuesta de matrimonio.

,
puesto que el Cielo amigo precipitarla quiereN
X
Nota del traductor

La dicha.

,
rechazando sus frutos sólo se es indigno:
1545
cuanto más recolecta el labrador temprano
de sus trabajos previos queda bien satisfechoN
X
Nota del traductor

Tomotani sugiere que don Íñigo asimila el matrimonio a una cosecha anticipada.

:
ya que el Misterio Santo requerido al casarlos
es que se celebre antes de que se comunique,
deseo que se prepare un ceremonial regio
1550
un ceremonial público igual a nuestra dicha,
y a nuestra grandeza, que lleva a estos amantes
al deseado trono de su felicidad.


BIBLIOGRAFÍA

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