Thomas Middleton, A Trick to Catch the Old One

Truco para cazar a un viejo





Texto utilizado para esta edición digital:
Middleton, Thomas. Truco para cazar a un viejo. Traducido por John D. Sanderson, para el proyecto HIERONIMO (GVAICO2016-094). Universitat de València, 2017.
Adaptación digital para EMOTHE:
  • Tronch Pérez, Jesus

Nota a la edición digital

Esta edición digital ha recibido el apoyo del proyecto GVAICO2016-094, financiado por Generalitat Valenciana (2016-2017).

__________________________________________________


[ Dramatis personae

Teodoro AGUDO, sobrino bribón de Lucro Pecuniario
LUCRO Pecuniario
Acopio BOTÍN, tío de Felisa
ACUMULO BOTÍN, hermano de Acopio Botín
LIGERO, }
SINSEMILLA, }
Don Tristán LAMPREA, }
CONGRIO, } amigos de Acopio Botín
AMADOR PARNÉ, usurero
Lucio AVERNO, usurero
GOLFO
SAMUEL Libertad, hijastro de Lucro
Don LANZAROTE
HOSTALERO
Tres acreedores
JORGE, criado de Lucro
ARTURO, criado de Acopio Botín
Caballeros, amigos de Lucro
TABERNERO
VINATERO
ESCRIBANO
Alguaciles
MOZO
CHICO
CRIADO
GUILLERMO
CORTESANA
Doña Lucro
Felisa, enamorada de Agudo y sobrina de Botín
DOÑA CRIADILLAS
ANDREA, criada de Averno
SASTRE
BARBERO
PERFUMISTA
HALCONERO
CAZADOR

En Leicestershire y Londres ]

[Acto I Escena 1]

[Un pueblo de Leicestershire]
Entra AGUDO, un caballero, solo.

AGUDO
¡Todo ha volado! Pero eres un señor, nada menos. Pero pobre, o sea, nada. ¿Qué leche nutre tus prados ahora? ¿Dónde están tus buenas tierras altas y bajas? Todas sepultadas en esa pequeña fosa, la lascivia. ¿Por qué debe pagar un galán apenas dos chelines en el comedor que le alimenta y veinte veces más en el burdel que le consume? ¿Pero dónde está mi hacienda? En la conciencia de mi tío, que lleva tres años ausente. Quien abandona su conciencia jamás encuentra el camino de regreso a casa, pues o bien se lo tragan las arenas movedizas de las triquiñuelas legales o se le despedaza ante tribunales extranjeros. Así y todo, estos tíos viejos de zorra mente y cornuda frente siempre encuentran justificación para su avaricia y disculpas para sus malas prácticas, y de esa manera dan la bienvenida a nuestra estupidez.
ErrorMetrica
Quien su juventud ofrece
a burdel, curda y peligro,
le engañará un pariente
antes que un enemigo.
Y ese es su tío, todo un tratado de usura. No me atrevo a visitar la capital, donde pronto se me echaría encima esa terrible plaga, mis deudas, y en consecuencia perdería el amor de una virgen, su dote y sus virtudes. ¿Cómo vive ahora un hombre que no puede ganarse la vida? ¡Vaya! ¿No hay un millón de hombres en el mundo que usan la cabeza para encontrar cobijo y el ingenio para guardar las apariencias? ¿Y voy a ser yo uno entre ese millón que no lo consigue? Cualquier truco inmune a la ley me vendrá de maravilla.

Entra CORTESANA.

CORTESANA
¡Mi amor!

AGUDO
¡Mi horror! ¿Eres la secreta consumidora de mi capital, y ahora vienes a liquidar mi último recurso, el ingenio? ¿Me despojas de toda virtud y, aun así, nunca tienes suficiente?
ErrorMetrica
5
¡Fuera, cortesana, siniestra tarántula
que marchitas las rosáceas mejillas de la juventud!

CORTESANA
He estado siempre bien dispuesta a vuestro placer, y aunque todas vuestras tierras triplicaran su valor nunca pagarían la joya que generosamente os di: mi virginidad.
ErrorMetrica
Las tierras hipotecadas adquieren mayor valía,
pero mi honra, ya empeñada, jamás recuperaría.

AGUDO
Perdóname, te agravio al hacerte pecar y luego recriminártelo.

CORTESANA
10
Sé que os repugno: me despido.

AGUDO
¡Contente, tengo un plan, contente!

CORTESANA
¿Yo, que soy la secreta consumidora de vuestro capital, me contendré antes de liquidar vuestro último recurso, el ingenio? ¡Fuera, cortesana, márchate!

AGUDO
Te ruego que no me hagas abominar de mis propias armas, contente -un objetivo que pocas mujeres consiguen, eso lo sé, y por tanto necesitan ponerse un corpiño-, no me lleves la contraria. ¿Me quieres? El destino lo ha previsto todo de tal manera que mis recursos provendrán de ti.

CORTESANA
¿De mí? Estad tranquilo entonces. La fuerza de mis actos seguirá tus pautas.

AGUDO
La verdad es que hablas como una fulana honesta; eso dice mucho de ti. ¿Un truco no es al principio un mero embrión hasta que alcanza la forma perfecta?

CORTESANA
¡Vamos, debo ayudaros! ¿Dónde os habéis quedado? ¡Yo seguiré! Aunque vos lo engendrasteis, debo ayudaros a criarlo. ¡Hablad! ¿De qué se trata? Lo concebiría de buen grado.

AGUDO
Bien, bien, bien. Ahora debes adoptar el nombre y la apariencia de una rica viuda rural que gana cuatrocientos al año gracias a sus tierras, ganado, establos y mucho centeno. Iremos a Londres a ver a mi codicioso tío.

CORTESANA
Empiezas a convencerme. Nuestro estado de desesperación pronto se verá aliviado. Pero, ¿y los caballos?

AGUDO
¡Por Dios, tienes razón! La burla durará más así. Déjame ver. ¡Caballos con las encías enfermas! ¡Contente! Conozco a un hostalero loco que no ha sido alcahuete tuyo. He enjuagado a menudo sus malditas encías con vino caliente; le contaré un buen cuento ahora al oído para que todo salga bien, y así tendremos caballo y hombre, te lo aseguro.

CORTESANA
Entonces poned a punto vuestro ingenio. Nada se me echará en falta, ni en comportamiento, ni en discurso, ni en modales, que perjudique vuestro verdadero objetivo. Disimularé mis faltas con tanta astucia y alardearé de mi estado con tal firmeza que no levantaré sospecha alguna.

AGUDO
Pues todo arreglado, entonces. En seguida saldré a cazar al viejo zorro de mi tío para que subsane la miseria en la que me hundió. Albergo esperanzas: no tiene otra opción, aunque pretenda engañarme otra vez, que la de abastecer cualquier necesidad repentina mía que le presente en la capital. Una artimaña urdida con astucia, este nombre de una rica viuda con cuatrocientos al año que obtiene de sus tierras, le provocará tal sentimiento de amor mezquino hacia mí que no sólo deseará mi presencia, algo que en principio apenas le complacería, aunque ocultaré mi propósito, sino que tendrá gran afán por complacerme y gran disposición por aprovisionarme. Sé muy bien cómo funciona el cariño de un viejo: si su sobrino es pobre, lo deja en paz con Dios, pero si alguna vez es rico, él será el primero en ayudarle.

CORTESANA
Así va el mundo, pues en estos tiempos que corren, el amor de un anciano por sus descendientes es como la pasión por su mujer: se acaba apenas ha empezado.

AGUDO
Estoy en deuda contigo por esta artimaña. ¡Márchate! Aquí se fundamenta toda mi riqueza. ¡Prepárate! ¡Fuera! Buscaré a mi casero a toda prisa y, con mis mejores artes y de la más provechosa forma posible endulzaré sus oídos y haré que la cera se convierta en miel. [Sale Cortesana.] ¡Oh, no! ¡Los venerables veteranos de nuestra tierra!

[Se echa a un lado.]
[Entran TRES CABALLEROS: luego identificados con Acumulo Botín, Ligero y Sinsemilla.]

ACUMULO BOTÍN
¿Quién es ese?

LIGERO
¡Oh, es un conocido lujurioso! No le tengáis en cuenta.

AGUDO
[Aparte] No me valoráis ahora pero, afortunadamente, no tardaréis mucho en no valer nada.

[Sale.]

ACUMULO BOTÍN
No sé cómo puede ni respirar, se ha consumido por completo con esa cortesana.

LIGERO
Se habla mucho de ello.

ACUMULO BOTÍN
Habladurías ciertas; su tío y mi hermano llevan tres años mortalmente enemistados. Dos viejas almas recias, apenas se ven, se pelean, o discuten cuando menos. Creo que su odio es el fuego que aviva su senectud..

LIGERO
¿Por qué discutieron, señor?

ACUMULO BOTÍN
Parece que por un negocio vinculado a un joven heredero. Don Botín, mi hermano, perdió mucho tiempo regateándole, y qué nos hizo el viejo Lucro sino seguir el dictado de su conciencia. Como conocía al pobre caballero, se metió por en medio y le estafó él mismo.

LIGERO
¿Y eso fue todo, señor?

ACUMULO BOTÍN
Así fue, señor. Pese a ello, no encuentro motivo para que no siga adelante el enlace entre el hijo de su esposa y mi sobrina. Aunque haya discrepancias entre los dos viejos, no le veo ningún sentido a que las trasladen a los dos jóvenes. Es tan sencillo para los viejos campechanos romper filas como para los jóvenes formarlas. Un académico corteja a mi sobrina: bueno, es inteligente, pero es pobre. Su hijo corteja a mi sobrina: bueno, es tonto, pero rico.

LIGERO
¡Por la virgen, señor!

ACUMULO BOTÍN
¡Por Dios! ¿No es mejor un rico tonto que un pobre filósofo?

LIGERO
Yo diría que sí.

ACUMULO BOTÍN
Ahora ella está en Londres con mi hermano, su tío segundo, para aprender moda y practicar música. Con la voz en los labios y el violín entre las piernas, pronto estará lista para una gran gala. Mil libras es su dote. Si se logra desposar, felizmente vamos a progresar.

SINSEMILLA
Una boda, ¡ojalá sea una boda!

(Salen.)

[Acto I Escena 2]

[Un pueblo en Leicestershire]
Entran por una puerta AGUDO, por la otra el HOSTALERO.

AGUDO
¿Mi hostalero?

HOSTALERO
Joven señor Agudo.

AGUDO
Te he buscado por toda la ciudad.

HOSTALERO
¿Por qué? ¿Qué noticias traes, pródigo pierde-tierras?

AGUDO
¿Qué caballos mansos tienes en casa? Respóndeme a eso primero.

HOSTALERO
¿Por qué, hombre, por qué?

AGUDO
Escucha bien lo que digo. Te contaré tal historia al oído que confiaras en mí aunque sea a regañadientes, me proporcionarás dinero sin rechistar y cabalgarás conmigo contra voluntatem et professionem.

HOSTALERO
¿Cómo? Cuéntame ese truco y diré que tienes más maña que un brujo.

AGUDO
¿Te alegra mi progreso?

HOSTALERO
¿Me gusta el jerez y el jengibre?

AGUDO
¿Deseas mi prosperidad?

HOSTALERO
¿Desea el usurero las incautaciones, el agente los pagos, las fulanas un hostalero y el clérigo los diezmos? Pues entonces, sí.

AGUDO
¿Una historia de una viuda con cuatrocientos al año, chaval, te hará brincar y cantar y bailar y regresar a tu sitio?

HOSTALERO
¿Es una orden tuya para mí? Soy tu espíritu, dame la forma que quieras.

AGUDO
La he apartado de sus amigos y mandé de vuelta a los caballos con una artimaña. Ni a uno solo de entre sus seis hombres, apuestos, robustos y leales sirvientes, le confiará ella su propósito; por tanto, está completamente desvalida, ni tiene en cuenta su hacienda ni le importan esas vanagloriosas galas, todo por mi amor. ¡Ay! Una pequeña lengua refinada y locuaz, hostalero mío, es lo que conquista a una viuda.

HOSTALERO
Una lengua no, chaval, sino un buen lengüetazo, tú sabes dónde, es lo que conquista a una viuda.

AGUDO
Ahora señor, así están las cosas, mi buen hostalero. Si deseas mi felicidad, ayúdame.

HOSTALERO
Cuenta con todas las bestias de ésta casa.

AGUDO
¡Ah! Pero eso no es todo. Dale tregua a tu alegría y escúchame. Sabes que tengo un tío rico en la capital, algo más rico por algunas tonterías que he cometido. El cuento de esta fortuna, bien relatado con astucia, podría ayudar a sacarle algo de bondad a ese canalla usurero, pues le he dado a la viuda esperanzas de que tengo posesiones, bien en tierra o en dinero. Si ahora se entera que no tengo ni lo uno ni lo otro, ¿qué puedo esperar salvo la ruptura repentina de nuestro amor, la completa disolución del enlace, y una fortuna arruinada para siempre?

HOSTALERO
¿Me vas a confiar la gestión de tus negocios?

AGUDO
¿A ti? ¿Quiero conseguir mi propósito? ¿Abrazar cuatrocientos al año? ¿Yo, que conozco la miseria de la nada? ¿Desearía un hombre así a una viuda rica, un hombre que no tiene ni un agujero donde meter la cabeza? ¿A ti, hostalero mío? Por supuesto, antes a ti que a una horda de abogados.

HOSTALERO
Gracias por vuestras buenas noticias. Y de verdad, señor; si no os sirvo bien, entonces que este hostalero acabe "hic et haec"… ¡Hostis!, y quede como un enemigo declarado del juego, la bebida y el vicio carnal. Vamos, ¿dónde está la viuda?

AGUDO
En Park End.

HOSTALERO
Por una vez seré su sirviente.

AGUDO
Pues allá que nos vamos con la aguja bien en punto. Mis pensamientos dan la misma hora que la tuya.

HOSTALERO
Lo sabía. ¿Volveremos a conocer días gloriosos?

AGUDO
Y noches gloriosas, que jamás lo habrán sido tanto.

(Salen.)

[Acto I Escena 3]

[Una calle de Londres]
Entran por diferentes puertas el viejo LUCRO y el viejo [Acopio] BOTÍN, varios caballeros (LAMPREA, CONGRIO, SAMUEL LIBERTAD y AMADOR PARNÉ) que se interponen entre ellos para calmarlos.

LAMPREA
Basta, buen señor Lucro, y vos, señor Botín; la ira es el viento que os tiene tan agitados.

BOTÍN
¿Mi adversario va a hacerme una afrenta diaria, hurgando en la vieja herida de un rencor nuestro que tres veranos no han conseguido cicatrizar? ¿Una herida que solo con verla derrama sobre ella plomo hirviendo en lugar de bálsamo?

LUCRO
¡Ca! ¡Botín, Botín, Botín, Botín, Botín! ¿No voy a poder estar tranquilo ni en mi propia casa? Respóndeme a eso ante testigos, y dame el motivo. Remitiré la causa a caballeros honestos y ecuánimes, o exigiré la mera imparcialidad de la justicia para decidir sobre este asunto. Me quedé con aquel negocio, cierto. ¿No lo habría hecho cualquiera? Sí. ¿Va a quedarse un hombre sabio mirando, como un alcahuete, mientras otro le birla una ganga delante de sus narices? No, en este caso contesto que no.

LAMPREA
Querido señor Lucro…

BOTÍN
¿Eso lo hace un amigo? No, más bien un judío. Escucha lo que digo. Cuando yo ya había cardado la lana de hasta la última oveja y, como podría decirse, acordado un precio, llegaste tú, astuto usurero, al cierre del pacto y me arrebataste todas las esperanzas en un minuto, entrando, digamos, por la puerta de atrás del acuerdo. ¡Tú nunca vas de cara!

LUCRO
¿Tienes la osadía de decírmelo sin asumir tu propia culpa?

BOTÍN
Tú, que eres capaz de desposeer a tu propio sobrino, Lucro, convertir sus tierras en deudas, y llevar a tal extremo las pérdidas de tu pariente solo porque él sea un sinvergüenza, un despilfarrador, un lujurioso, y mucho más. ¿Qué puede esperar otra persona de ti salvo la vulnera dilacerata, como dice el poeta, negocios mezquinos?

LUCRO
¿Me echas en cara a mi sobrino? ¿Todas las acusaciones recaen sobre mí? ¿Qué tengo yo que ver con sus locuras? Si alborota será porque quiere, si se excede será porque le gusta, y si va a burdeles será porque le apetece echarse un rato. ¿Qué tiene que ver eso conmigo?

BOTÍN
¿Qué tiene que ver todo eso contigo? Nada, nada, tal es el ansia de tu deseo y de tu zorra conciencia. Pero ten por seguro, viejo Lucro Pecuniario, que si algún día la fortuna me bendice de tal forma que pueda vejarte, o que tenga medios para que se me presente la ocasión de sacarte de quicio, me dedicaré a ello con tal odio flamígero, con tal maldad de espíritu, con tal ira incontenida, que hundiré toda tu riqueza.

LUCRO
¡Ja, ja, ja!

LAMPREA
Vamos, señor Botín, sois un hombre sensato…

BOTÍN
Abortaré tus planes.

LUCRO
Y yo los tuyos.

BOTÍN
Te enfureceré sin compasión.

LUCRO
Me opondré a ti con fruición.

BOTÍN
¿Te mofas de mi justa ira? ¡Ay, si tuviera yo tanto poder como tú tienes codicia!

LUCRO
Entonces tendría tanto poder como el que el demonio tiene sobre ti.

BOTÍN
¡Sapo!

LUCRO
¡Reptil!

BOTÍN
¡Serpiente!

LUCRO
¡Víbora!

CONGRIO
Basta, señores, tendremos forzosamente que separaros.

LAMPREA
Cuando el fuego se calienta incontrolablemente no hay mejor remedio que quitar leña.

(Salen Lamprea, Congrio, Lucro y Botín. Samuel Libertad y Amador Parné se quedan.)

SAMUEL
Quisiera hablar con vos, buen señor.

AMADOR PARNÉ
Y bien, ¿cuál es la noticia?

SAMUEL
Se me ha dado a entender que sois mi rival por el amor de la señorita Felisa, la sobrina del señor Botín. Decidme, ¿sí o no?

AMADOR PARNÉ
Sí, así es.

SAMUEL
Entonces tened cuidado, pues no viviréis mucho tiempo. Estoy practicando todas las mañanas, y en un mes os desafiaré.

AMADOR PARNÉ
Os tomo la palabra. Aquí tenéis mi garantía de que acepto el desafío.

(Le abofetea y sale.)

SAMUEL
¡Oh! ¡Oh! ¿Qué motivo teníais para hacer eso, señor, para pegarme en la boca? Sabíais que no estaba listo, y por eso os habéis puesto tan gallito. No soy tan cobarde como para devolver el golpe, os lo aseguro. Mi oreja tiene a la justicia de su parte, pues me arde terriblemente. Yo le enseñaré a golpear una cara indefensa, se le va a hacer el día más largo de su vida. Por los clavos de Cristo que me costará dinero, pero llevaré este golpe ante los tribunales.

(Sale.)

[Acto I Escena 4]

[En otra calle de Londres]
Entran AGUDO y HOSTALERO.

HOSTALERO
No temáis, señor. La he alojado en una casa de buena reputación, os lo garantizo.

AGUDO
¿Tienes los documentos?

HOSTALERO
Por supuesto, señor.

[Entran AVERNO y GOLFO, a un lado.]

AGUDO
Te ruego que te quedes a contemplar a dos de los mayores granujas jamás habidos sobre la faz de la tierra: el bribón de Averno y el joven Golfo, su compañero extorsionador.

HOSTALERO
¿Averno? Claro, he oído hablar de ese Averno.

AGUDO
¿Oído? Pero si hasta los sordos han oído hablar de él: el famoso infame procurador recadero, según sus propias palabras. Mírale bien: el bribón de Averno, con esas barbas raídas y esa capa asargada, es el peor reputado usurero, blasfemo, ateo, vomitivo y lascivo granuja de los últimos tiempos, cuyo primer desmán fue el robo de un mastín en una granja.

HOSTALERO
Parece que decidió cumplir bien los mandamientos cuando empezó con ese robo.

AGUDO
Cierto. Al siguiente pueblo al que llegó, todos le enseñaron los dientes.

HOSTALERO
Señal de que debía seguir cumpliendo las leyes, no me cabe duda.

AGUDO
Y así siguió, de hecho. Al carecer de fortuna, apostó por su mastín en una pelea de perros, y a su perro le salió un buen día, para su fortuna. Cómo hizo que ascendiera a diez chelines no lo sé, pero alardea de que llegó a la ciudad con tan sólo esos diez chelines en el bolsillo, y que ahora cuenta con diez mil libras.

HOSTALERO
¿Cómo diablos se hizo con esa suma?

AGUDO
¿Que cómo el diablo no se hizo con esa suma? El que trata con el diablo recibe grandes beneficios. Es un recadero procurador, y el diablo cuida a sus lacayos. El truhan me ha echado el ojo; ya me trincó bien una vez. [Aparte] ¡Mal rayo os parta! [A Averno] ¡Oh, don Averno! [Aparte] ¡Maldigo tus entrañas! [A Golfo] ¡Os pido disculpas, don Golfo! Andáis tan pegado al suelo que os prometo que no os he visto.

HOSTALERO
Quien anda pegado al suelo anda seguro, eso dicen los poetas.

AGUDO
[Aparte] ¡Y medio metro más cerca del infierno que el resto de sus compañeros! ¡Vaya, mi querido Lucio!

AVERNO
¡Mi dulce Teodoro!

AGUDO
¡Qué bien vivíamos hasta que llegasteis a la capital con diez chelines en el bolsillo!

AVERNO
Bolsillo que ahora alberga diez mil libras, chaval. Cuéntalo: Lucio Averno, un procurador, digamos que madrugaba y se plantaba aquí con su toga asargada y salpicada por los agravios de las causas, se pateaba con sus olorosos pies el Tribunal de Westminster hasta que era hora de volver a casa. Ahí están los galeones y las galeras, la gran Armada de la justicia; luego están los navíos y las barcas, los botes y las barcazas de la época. También había piratillas de aquellos tiempos. Y luego estaba yo que iba de aquí para allá como una mula. Primero, a los jueces: “Su Ilustrísima y Honorable Señoría”; después, al letrado: “Su Excelentísima Señoría”; después al magistrado: “Su Señoría”; después, a un secretario “Ilustre Lendroso”, ya que siempre me lo encontraba rascándose la entrepierna. Después, otra vez al tribunal y después al despacho.

AGUDO
¿Y bajo tierra, para cuándo?

AVERNO
¡Ni cuando así lo deseéis! Procuradores, títeres de Fleet Street y pantomimos de Holborn; aquí cobro honorarios a uno, allá cobro honorarios a otro; me vienen a mí los clientes, el atarambanamiento y la mequetrefería de este país; y yo, enfangado y apresurado por las causas de otros. Así es cómo el pobre Lucio Averno se ha hecho rico: por la holgazanería de quienes no quieren perseguir sus propias causas, pero que les hago que me persigan a mí con su dinero.

AGUDO
¿Eso hiciste, querido Lucio?

AVERNO
Sí, y les estafé con mis facturas. Veinte libras al año por alquilar una barca, y yo no he montado en barca en mi vida.

AGUDO
¡Procuradores!

AVERNO
¡Procuradores, granujaveidiles, espíritus malignos!

AGUDO
¡Estás chiflado, Lucio! Buen don Golfo, me permito reiniciar mi trato contigo.

GOLFO
Os doy la bienvenida, señor.

(Música. Salen.)

Acto II [Escena 1]

[En una habitación de la casa de Lucro]
Entra LUCRO.

LUCRO
Mi perpetuo adversario me reprende por culpa de mi sobrino. ¡Bueno…, mi sobrino! ¿Por qué no puede tener un tío virtuoso un sobrino lujurioso? Si frecuenta los burdeles, despilfarra, se excede asiduamente y, para rematarlo todo, se arruina, ¿por qué sus pecados han de desprestigiarme? Si no le acompañamos en sus locuras, ¿por qué hemos de acompañarle en sus infamias? No niego que impongo mano dura en su asignación, y confieso que yo me llevo mi pequeñísima parte; bueno, la mitad. Como no vi atisbos de esperanza en su reclamación, ni de consuelo en su ser, ¿no será mejor que vaya a parar a su tío y no a una de sus tías? No voy a decir fulana, pues todo el mundo sabe lo que quiere decir “tía” según mi traducción más reciente. [Entra CRIADO]. ¿Sí, señor?

CRIADO
Un sirviente de una finca desea hablar con vos.

LUCRO
Hazle pasar, viene en buen momento.

[Sale CRIADO.]
(Entra HOSTALERO, haciéndose pasar por sirviente.)

HOSTALERO
¡Mi bendición a vuestra venerable señoría!

LUCRO
¡Bienvenido, hombre!

HOSTALERO
[Aparte] ¡Tan sólo con verme me considera un bribón, pero ni se imagina que soy un hostalero!

LUCRO
¿Qué te trae por aquí?

HOSTALERO
La verdad, señor, es que mi señora me ha encargado acudir a un caballero pudiente para pedir consejo sobre un asunto delicado. Fuera quien fuera, señor, resulta indiferente, puesto que a ninguno conozco, ni mi señora me dirigió a ninguno en particular; ni ella ni yo somos de por aquí. Al pasar y encontraros, decidí entrar; siempre me ha gustado ser atendido tan pronto como sea posible.

LUCRO
[Aparte] Su rotunda sinceridad es de mi agrado. — ¿Quién es tu señora?

HOSTALERO
Una viuda dueña de unas tierras, señor. Nuestra intención era irnos al campo ayer, pero la señora ha decidido quedarse hasta resolver un nimio asunto legal.

LUCRO
Te ruego que me des su nombre.

HOSTALERO
Aquí en las escrituras aparece, junto con sus tierras: doña Poma.

LUCRO
¿Poma? ¿No he oído yo hablar de esa viuda?

HOSTALERO
Seguro que sí, señor. ¿La viuda rica de Staffordshire?

LUCRO
¡Vaya por Dios! Me lo has hecho recordar. Esa viuda, sí. ¡Ay, si pudiera volver a quedarme soltero!

HOSTALERO
Sin duda, su señoría podría haber dado mucho de sí, pero ella ya está bastante comprometida con uno.

LUCRO
Te ruego que me digas quién es.

HOSTALERO
Es también un caballero hacendado al que estoy seguro que no conocéis. Ha cometido algunas locuras de juventud, pero el matrimonio, doy fe, le hará sentar la cabeza. Mi señora lo ama, señor, y, como sabéis, el amor es ciego. Es un tal don Agudo, si habéis oído hablar de él.

LUCRO
¿Cómo? ¿Don Agudo, dices?

HOSTALERO
En efecto, así se llama señor. Mi señora parece que le ayudará a asentarse con cuatrocientos al año.

LUCRO
Te lo suplico, explícame.

HOSTALERO
Sí, señor

LUCRO
¿Quién puede ser este joven don Agudo?

HOSTALERO
Un caballero de Leicestershire, señor.

LUCRO
[Aparte] ¡Mi sobrino, por el amor de Dios, mi sobrino! Doy fe de que sacaré provecho de esto; un simple campesino, me las arreglaré. — ¿Y dices que ese caballero se casará pronto con ella?

HOSTALERO
Eso creo, él la trajo a la ciudad, señor. Tiene la mejor carta de la baraja para hacerse con su corazón, y sé que mi señora se casará con él antes de que se la lleve al campo. Más aún, lo juro, puesto que no es una de esas viudas que primero se dejan llevar y luego se casan. Os aseguro que eso no lo soporta.

LUCRO
Por Dios, señor, que parece que vuestra señora tiene un caballero atractivo y agradable; ¡Hasta ahí, perfecto!

HOSTALERO
¿Tal vez lo conocéis, señor?

LUCRO
¿Lo conozco? ¿Acaso no le conoce todo el mundo? ¿Puede un hombre con cualidades tan exquisitas ocultarse debajo de la cama?

HOSTALERO
Entonces, vuestra señoría me ahorra trabajo, puesto que tenía el encargo de indagar sobre él.

LUCRO
¿Indagar sobre él? Si me permites un consejo, ya no te molestes. No indagues más que conmigo, yo te daré respuesta. Reconozco que sí ha tenido problemillas de juventud, pero ¿a que ahora anda nadie detrás de él? Escuchad lo que os digo, señor. ¿No creéis que habrá sido vuestra señora algo ligera de cascos en su juventud? Si los hombres se mofan, ¿no será porque hay mujeres mofetas?

HOSTALERO
Sin duda, señor.

LUCRO
¿Acaso no se regresa a casa más sabio una vez azotado por sus propias locuras?

HOSTALERO
Tenéis toda la razón, señor.

LUCRO
Os aseguro que lo peor que se puede oír sobre él es que es un caballero generoso, liberal e ilustrado. ¿Quién sino el complaciente don Agudo, el tres veces noble don Agudo?

HOSTALERO
Ya que su señoría sabe tanto de él, ¿podríais aclararme, señor, cómo se gana la vida? El deber me obliga, señor, a preocuparme por la hacienda de mi señora, que siempre me ha tratado muy bien. Ha rechazado a muchos adinerados pretendientes por él. Sin embargo, aunque su amor sea tan intenso, uno no puede saber si su falta de actividad puede contribuir a que todo se pierda, señor. Él nos hace creer que tiene tierras y dinero.

LUCRO
¿Quién, el joven don Agudo? Creedlo, se gana muy bien la vida allí en… ¿Cómo se llama aquel lugar?

HOSTALERO
Doy fe de que no lo sé.

LUCRO
¡Ejem! — ¡Seré animal, que se me ha olvidado el nombre! ¡Vaya! Allá lejos, con bosques enormes y bellas praderas. Maldita sea, nunca me acuerdo del nombre de aquel lugar. ¿Él? Pero si es don Agudo, de la Hacienda Agudo. ¿Él, desconocido?

HOSTALERO
¿Es él, señor? ¡Hay que ver cómo le dan la vuelta a las cosas los cotilleos! Creedme cuando os digo, señor, que en una ocasión oímos que no tenía tierras, sino que lo tenía todo hipotecado por un tío suyo que vive aquí en la capital.

LUCRO
¡Cielos! Eso es mentira, eso es mentira.

HOSTALERO
Os puedo asegurar, señor, que mi señora fue informada con todas las garantías.

LUCRO
¿Pero acaso pensáis que él sería tan bobo como para hipotecar sus tierras a su tío, o su tío tan carente de escrúpulos como para quedarse con todo el dinero de la hipoteca?

HOSTALERO
Eso es lo que me han contado, señor.

LUCRO
¡Uf! No os lo creáis.

HOSTALERO
Pues se está corriendo la voz.

LUCRO
Pues me estáis poniendo nervioso: ¿Acaso no lo sabré yo, que soy su tío?

HOSTALERO
¿Cómo, señor? ¡Pero qué he hecho!

LUCRO
¡Pero cómo? ¿Os asustáis?

HOSTALERO
¿Vuestra señoría es su tío, señor?

LUCRO
¿Acaso es un perjuicio para vos, señor?

HOSTALERO
Os suplico, señor, que me hagáis el favor de ocultarlo. ¿Qué animal soy por haber dicho tales cosas? Tened la gentileza de callarlo. Me pondrían de patitas en la calle si se supiera. La verdad, y que sea esta la voluntad de vuestra señoría, es que se deben evitar tanto a los rumores como a los otros pretendientes, pues ellos quieren casarse en seguida y en privado.

LUCRO
¿Y crees que mi intención es perjudicarles? ¿Cómo voy a contar que la noticia de este matrimonio me llega a través tuya? ¿Acaso me he vuelto loco a los cincuenta y cuatro años? ¿He perdido ahora de la sutileza con la que he conseguido todas mis riquezas? Tengo treinta chelines para ti. ¡Vamos, déjame que te corteje! Dime, ¿dónde se encuentran?

HOSTALERO
No estáis enfadado, señor.

LUCRO
Yo, ni una pizca. Te lo ruego, ven.

HOSTALERO
No quisiera que se supiera que os ha llegado la noticia a través mía.

LUCRO
¡Vaya! ¿No soy un hombre sensato?

HOSTALERO
Confío en vuestra señoría, señor, pero soy un extraño en vuestra casa, y para evitar todo posible espía, desearía susurraros algo al oído.

LUCRO
[Aparte] Este hombre se merece un voto de confianza—Acercaos, señor. [El hostalero le susurra al oído] Pues eres un joven honrado. [Aparte] ¡Ay, sobrinucho!

HOSTALERO
Ahora que tengo más confianza con vos, señor, ¿cuándo podré recibir vuestro consejo sobre ese peliagudo asunto que os he comentado? Ahora debo andar con cautela.

LUCRO
No temáis, mañana por la tarde se disipará la duda.

HOSTALERO
Entonces regresaré.

[Sale Hostalero.]

LUCRO
Pasadlo bien. Hay más honradez sincera en ese criado campesino que en cien de nuestros trajeados acompañantes. Les llamo acompañantes porque, desde que les han cambiado el uniforme por la capa, apenas se distingue al sirviente del amo. ¡Jorge!

[Entra JORGE.]

JORGE
En seguida, señor.

LUCRO
Escúchame. [Le susurra.] Mantened el lugar en secreto. Encomendadme a mi sobrino. Decidle que no encuentro motivo por el que no puede ver a su tío.

JORGE
Lo haré, señor.

LUCRO
Y, ¿me escucháis señor? Tened gran cuidado en tratarle respetuosa y servilmente.

JORGE
[Aparte] ¡Qué cambio más raro! Un día hay que echarle como a un mendigo, y ahora hay que recibirle como a un caballero.

Sale.

LUCRO
¡Ay, chaval, esa viuda rica! ¡Cuatrocientos al año! Además, he oído que reclama un título de propiedad de cien más. ¡Qué pena que él me guarde rencor, cuando se va a hacer tan rico! ¿Por qué supones que me trata como a un extraño? Ejem, espero que no sea tan listo como para descubrir que le estafé: entonces me engañaría él a mí. Por Dios, ¡quién se habría imaginado que íbamos a llegar a este punto! Es todo un caballero, eso hay que reconocérselo. Pero reconocerle su hipoteca, eso nunca jamás. Le obsequiaré con mil palabras, si eso sirve para algo, y si me pide una moneda, no me mostraré reacio a dársela. Puedo albergar la esperanza de que algunas de las tierras de la viuda caerán de mi lado si las cosas se hacen bien. [Entra JORGE.] ¿Dónde está, señor?

JORGE
Ruega que su señoría le disculpe; tiene un asunto muy importante que requiere toda su atención.

LUCRO
¿Fueron esas las palabras de mi sobrino?

JORGE
Sí, señor.

LUCRO
[Aparte] Cuando un hombre se hace rico, también se hace arrogante, me doy cuenta. No me habría dado tal respuesta hace un año. Eso pasa cuando un hombre se hace con tierras. — Id a por él de nuevo, señor; decidle que su tío desea gozar de su compañía durante una hora; sólo le molestaré una hora. Decidle que es por su propio bien, decídselo; y, ¿me escucháis, señor?, echadle algún que otro “señoría” encima. Id y haced como os digo. Puede que se convierta en todo un caballero muy pronto.

JORGE
[Aparte] Nos vamos a divertir.

(Sale.)

LUCRO
La verdad es que trata a su tío de un modo descortés. ¿Se imaginará lo que puedo hacer por él? La bondad puede brotar en mí un minuto y desaparecer durante siete años. Él conoce mi temperamento; no suelo ser tan bueno. No surge la amabilidad en mí con cualquier cosa. Puede que él ya lo sepa; en todo caso, lo sabrá. El motivo principal que me incita a tratarle bien es la repentina sorpresa que se llevará el viejo Botín, mi adversario. ¡Como palidecerá su maldad ante el ascenso de mi sobrino! ¡Con qué espíritu abatido contemplará su fortuna, a quien apenas ayer llamaba lujurioso, manirroto, el señor de los burdeles y cosas así! ¡Ja, ja! Me llevaré en secreto una mayor alegría que con mi último negocio, una felicidad más valiosa que todas esas rentas de las viudas. Entra [JORGE y] DON AGUDO. Sí, señor.

JORGE
Tras muchos ruegos finalmente ha venido, señor.

[Sale.]

LUCRO
Oh, sobrino, ¡permitidme que os salude, señor! Sed bienvenido, sobrino.

AGUDO
Gracias tío.

LUCRO
Tienes un problema, sobrino; aquí en la capital eres un desconocido. Bien, ¡pues que Dios te colme de gozo!

AGUDO
¿De qué, señor?

LUCRO
¡Ah! ¡Lo que se oye por ahí! Podríais haber acabado en casa de algún tío, vuestra viuda y vos, y sería culpa vuestra. Si es que puedo decírtelo sin ánimo de ofender.

AGUDO
¿Cómo habéis podido oír eso, señor?

LUCRO
¡Oh, disculpadme! Vuestra voluntad era ocultármelo. Ahora me doy cuenta.

AGUDO
Discrepo, tío, no fue por falta de cariño.

LUCRO
¡Fue ingratitud, sobrino! ¡No, no, no!

AGUDO
Lamento que os lo toméis así, señor.

LUCRO
¡Uf! Ya no lo puedes arreglar, sobrino.

AGUDO
¿Escucharéis lo que puedo decir en mi defensa, señor?

LUCRO
Confío en que sí, adelante.

AGUDO
Vos conocéis el peligro que corro en esta ciudad, señor, lo elevadas que son mis deudas y lo insistentes que son mis deudores; no podríais en vuestro sano juicio desear que viniéramos aquí.

LUCRO
¡Por Dios, una buena y firme razón!

AGUDO
¡Ay! ¡Qué mejor lugar para planificar una boda que en la casa de mi tío!

LUCRO
Sí, y el crédito que te daría.

AGUDO
¿Mi crédito? Sí, mi apariencia. Lo sé, tío. Con vuestro ingenio lo habrías arreglado; le habríais hecho creer en su momento que toda la casa es mía.

LUCRO
Y también la mayor parte de mis bienes.

AGUDO
Ahí le has dado. Bien, que parloteen todo lo que quieran, pero no hay nada como traer a una viuda a la casa de un tío

LUCRO
Y que los sobrinos hagan lo que les plazca, que a fin de cuentas verán como la casa de un tío es el lugar más indicado.

AGUDO
Ahí pueden atreverse a todo.

LUCRO
Ahí pueden hacer lo que quieran, hombre, sin temor ni al alguacil ni al guardia. ¡La casa de un tío, todo un barrio donde guarecerte! Chaval, ahora te voy a importunar. Si te importa tanto tu viuda, ¿podrías mandar a por ella?

AGUDO
La verdad es que supongo que sí, tío.

LUCRO
¡Pues veámoslo!

AGUDO
Os ruego que llaméis a uno de vuestros hombres, tío.

LUCRO
¡Jorge!

[Entra JORGE.]

JORGE
Aquí estoy, señor.

LUCRO
¡Presta atención a mi sobrino! [Agudo y Jorge hablan a un lado.] [Aparte] Me encantará charlar con la viuda rica; será bonito que nuestras lenguas entren en contacto; mucho prometer y poco hacer. La verdad es que me encanta. Todavía estoy de humor para hacer algo bueno por mi sobrino, si él me toma a bien. [Sale Jorge.] ¿Qué, has mandado a por ella?

AGUDO
Le he enviado, señor.

LUCRO
Pero debo reprobar vuestra ingratitud, sobrino.

AGUDO
¡Qué Dios no lo permita, tío!

LUCRO
¡Sí, por Dios! Decís que vuestras deudas son muchas, vuestros deudores insistentes, pero lo grato habría sido que hubierais avisado, sin el menor peligro o prejuicio para vuestras fortunas.

AGUDO
Es verdad, lo confieso, tío, la culpa fue mía; pero mi intención era casarme por sorpresa, y darle una alegría a mis amigos y una noticia al mundo. Si no fuera porque tengo un asuntillo de cuarenta libras que me ayudaría a estar en paz. No quería que mis amigos se enteraran, quería solucionarlo yo mismo.

LUCRO
¿Cómo, sobrino? No quiero oír eso más, os lo suplico. ¿Os voy a quedar agradecido?

AGUDO
¿A mí? ¿Qué queréis decir, tío?

LUCRO
Os lo ordeno porque os quiero. No molestéis a nadie excepto a mí.

AGUDO
No veo motivo para ello, tío.

LUCRO
Jamás me dirigiré a ti mientras vivas si no lo haces.

AGUDO
Si así lo disponéis, tío. Os doy la mano, así lo haré.

LUCRO
¡Ay! ¡Bien dicho! Algo hay de esperanza en ti cuando se te puede orientar. Subiré la cantidad a cincuenta, porque te veo muy necesitado. Tranquilo, aquí viene mi mujer con Samuel, el hijo de su primer marido.

[Entran la ESPOSA y SAMUEL.]

AGUDO
Querida tía…

SAMUEL
¡Sobrino Agudo! ¡Qué alegría, bienvenido a esta noble capital gobernada con espada enfundada!

AGUDO
[Aparte] ¡Seguro que será por la sensatez de quien la empuña! — Buen señor Samuel Líbertad. Os saludo yo también.

LUCRO
¡Por todos los cielos, ya llega, esposa! ¡A ver cómo la recibes!

ESPOSA
No creo que tenga que aprender a recibir a una viuda, pues no hace mucho yo misma era una.

[Entra CORTESANA.]

AGUDO
Tío...

LUCRO
¡Ya está aquí!

AGUDO
Mi tío ardía en deseos de veros, viuda, y osé invitaros.

CORTESANA
No fue una osadía, don Agudo. ¿Es él vuestro tío?

LUCRO
Por la virgen que lo soy, dulce viuda, y su buen tío me considera. Con este beso que te doy, date por bienvenida. Esposa, dad la bienvenida a la viuda con el mismo vigor.

SAMUEL
[Aparte] Yo también soy un caballero ahora, según la profesión de mi padre, y no veo por qué no podría besar a una viuda, según el ejemplo de mi padre. La verdad es que creo que el fuero no se opone; seguro que dice así: “El hijo, una vez sea hombre, puede gozar de los mismos derechos, aunque su padre fuera un yesero”. Lo pone en la página quince. Se lo daré.

[Intenta besar a la Cortesana, que le rechaza.]

LUCRO
Si no estás muy ocupada, quisiera hablar contigo, dulce viuda.

SAMUEL
[Aparte] ¡Dios bendito! No había sentido tanta vergüenza desde que me azotó mi madre.

LUCRO
Es más, ya no tengo ningún hijo propio al que atender. Ella es mi segunda esposa, vieja e infértil. Podéis sentiros segura con él, viuda; será mi heredero, os lo garantizo.

CORTESANA
¿Lo será, señor?

LUCRO
Él ya lo sabe, y al rufián le desborda el orgullo. Viudas alegres y adineradas se le han declarado en la ciudad, esposas de mercaderes muy importantes, ¿y creéis que les ha echado siquiera un ojo? Sinceramente, no lo hará. Lo teníais muy a gusto en el campo, antes de que le localizáramos. Además, os propongo una apuesta, viuda; si se descubre que ha venido a la capital, en seguida se pondrán a buscarle, y suerte tendrá quien consiga atraparle primero.

CORTESANA
Tenéis razón.

LUCRO
¡Oh, habría tal persecución, viuda, que no podría ir tranquilo por la calle! Lo meterían de inmediato en una gran casa o algo así. ¡Desde luego! Saben lo que tiene y que está en su derecho. ¿Veis esta casa de aquí, viuda? ¡Esta casa y todo lo que contiene será suyo! Habitaciones enormes, totalmente amuebladas, techos con yeso de París, todo decorado con tapices religiosos. ¡Sobrino!

AGUDO
¿Señor?

LUCRO
Enseñad la casa a la viuda. Llevadla a todas las habitaciones, y haced que se sienta como en casa. Ya veréis, viuda. [Aparte] Sobrino, dale un buen viaje y sé buen chico.

AGUDO
Ay, señor, no sé cómo se lo tomará.

LUCRO
Se lo tomará bien, os lo garantizo. ¡No fastidies! ¿Serás burro? ¡Si yo estuviera en tu lugar! ¡Adelante! ¡Qué vergüenza me das! [Salen Agudo y Cortesana.] [Aparte] Que se apañen ahora. Muchos compromisos matrimoniales han empezado así en esta casa. Que prueben de mil maneras, pero no hay nada mejor que la casa de un tío para asestar el golpe final. Entretendré a mi esposa hablándole un poco. — Juana, vuestro hijo corteja a una pobre dama con una dote total de mil libras. Mirad cómo mi sobrino, un muchacho con menos expectativas, da un golpe de cuatrocientos al año en tierra fértil.

ESPOSA
Bueno, haremos lo que podamos, señor.

LUCRO
Tendré su dinero preparado antes de que regrese. Veamos. ¡Por Dios! Debo regalarle a la viuda alguna joya, una buena pieza de oro o plata, o algo así. Eso le gustará. Tengo un cáliz muy bonito, y otro cáliz bien tieso que complacerá a la viuda más que cualquier otra pieza.

Sale.

ESPOSA
¿Os burláis de nosotros con vuestro sobrino? Hijo, tengo una trama en mente. Marido, desbarataré vuestros planes, os lo aseguro.

SAMUEL
¿Es una tragedia o una comedia, querida madre?

ESPOSA
Es una trama que le hundirá. Te ordeno, con mi bendición, hijo Samuel, que renuncies de inmediato a tu amor por la sobrina del señor Botín.

SAMUEL
¡Cómo, madre!

ESPOSA
De verdad que tengo una trama en mente. Coge esta cadena de oro y este hermoso diamante. Persigue a la viuda cual sabueso hasta su alojamiento y a la menor oportunidad se los das. Tengo un plan que te puedo contar. A ti se te conoce por lo que eres entre los comerciantes más importantes de los doce gremios de Londres.

SAMUEL
Es cierto, y se lo agradezco sinceramente.

ESPOSA
¿Y él? ¡Él es un bribón comparado contigo!, Asegúrale a la viuda que tú ganas doscientos al año por ti mismo, además de las virtudes que tienes, y de ser una persona pura y encantadora. Si yo fuera viuda, de corazón te elegiría a ti.

SAMUEL
Gracias por vuestra buena voluntad, madre, pero la verdad es que preferiría emparejarme con alguien que no fuera de la familia. Y si no la cortejo de forma tan vehemente, y la hago aceptar los regalos de buen grado antes de marcharme, no me tendré que considerar vuestro heredero en cuerpo y alma.

ESPOSA
Yo ya sé que tienes lo que hay que tener, hijo, sólo tienes que sacarlo a la luz.

SAMUEL
De una manera u otra lo sacaré.

Salen.

[Acto II Escena 2]

[En una calle de Londres]
Entran AMADOR PARNÉ y BOTÍN.

AMADOR PARNÉ
Veréis, señor Botín, le he dedicado muchos meses a la petición de mano de vuestra sobrina, tan grande es el amor que siento por sus virtudes; pero ya que me rechaza tan intensamente, quiero probar fortuna en otro lugar.

BOTÍN
Dios no lo quiera, señor. Pero jamás os dije que mi sobrina estuviese dispuesta.

AMADOR PARNÉ
Debo confesar que así fue, señor; sin embargo, en consideración hacia mi gran pérdida de tiempo y al entusiasmo con el que pretendí a vuestra sobrina, ¿podría pedir un favor a vuestra señoría?

BOTÍN
En consideración hacia ambas razones, aunque no sea sencillo, pedídmelo, señor.

AMADOR PARNÉ
Os quedaré muy agradecido. Hace apenas tres horas que llegó a mis oídos, señor, un feliz rumor sobre una adinerada viuda rural.

BOTÍN
¿Cómo? ¿Una adinerada viuda rural?

AMADOR PARNÉ
Que recibe cuatrocientos al año.

BOTÍN
¿Sí

AMADOR PARNÉ
Con total seguridad, señor, y he averiguado dónde se aloja. Y aquí empieza mi petición. Le suplico a vuestra señoría que mediéis por mí y habléis bien de mí, pues vuestras palabras serán bien recibidas. Sin duda podría tener la oportunidad de conquistar a la viuda, y vuestra labor no concluiría con un mero agradecimiento, sino que se os compensará con doscientas monedas.

BOTÍN
Y… y, ¿quiénes son sus pretendientes?

AMADOR PARNÉ
Ahí está mi consuelo, señor; esta noticia sobre ella aún no es más que un susurro, y sólo la pretende el joven lujurioso don Agudo, sobrino de vuestro mortal adversario.

BOTÍN
¡Ja! ¿Estás seguro de que él es su pretendiente?

AMADOR PARNÉ
Segurísimo, señor, y su tío trabaja con mucho empeño para seducir a la viuda y hacer posible el casamiento.

BOTÍN
[Aparte] ¡Vaya! ¡Qué bien!

AMADOR PARNÉ
Y señor, debéis saber que este joven don Agudo es un manirroto y un disoluto.

BOTÍN
Un auténtico granuja.

AMADOR PARNÉ
Un alborotador nocturno.

BOTÍN
Un baboso de burdel.

AMADOR PARNÉ
Cierto, señor, como bien ha dicho vuestra señoría. Quizá podamos quitárselo de la cabeza a la viuda, y llevarme a mí por el buen camino de su afecto.

BOTÍN
Esperadme sobre las cinco.

AMADOR PARNÉ
Con mi mayor discreción, señor.

(Sale.)

BOTÍN
Ignorante, has dejado tu riqueza bajo la vigilancia de un ladrón. ¡Confiarle a un viudo una petición de amor! Dulce venganza, ¡te doy un abrazo! No sólo tengo medios a mi disposición para acabar con mi enemigo y eliminar las últimas esperanzas de su sobrino, sino que además enriqueceré mi hacienda, aumentarán mis beneficios y haré que mi propia fortuna aumente. ¡Ja, ja! Enmugreceré vuestras alabanzas; pondré patas arriba vuestras lisonjas; desmontaré vuestros divagaciones, conjuras y conspiraciones, que se vendrán abajo como un secreto que se desvela y una plaga que se extiende sobre vuestro seguro consuelo. Pues soy capaz de comprar tres como Lucro, pujar tres veces más alto que él y tener mis inversiones listas para hacerle frente.

[Se aparta a un lado.]
(Entran tres ACREEDORES.)

ACREEDOR 1.º
Me alegran estas noticias.

ACREEDOR 2.º
Y a nosotros también, os lo aseguro.

ACREEDOR 3.º
El joven don Agudo será de nuevo todo un caballero.

BOTÍN
[Aparte] ¡Tranquilo!

ACREEDOR 1.º
Os aseguro, don Palenque, que es una viuda tremendamente rica.

ACREEDOR 2.º
¿Y eso? ¿Habéis oído hablar de ella?

ACREEDOR 1.º
¿De quién? ¿De doña Poma? Ha desatado todo tipo de rumores.

ACREEDOR 3.º
Dicen que obtiene cuatrocientos al año de una tierra muy buena.

ACREEDOR 1.º
¡No! Creed lo que os digo, es mucho más que eso.

ACREEDOR 2.º
¡Y hay que ver cómo don Agudo lo mantiene en secreto!

ACREEDOR 1.º
Señor, eso tiene sentido, así evita que surjan mejores pretendientes.

ACREEDOR 3.º
A mí me debe cien libras, y no esperaba recuperar ni un penique.

ACREEDOR 1.º
Poco se imagina que iremos a por él, le sorprenderá ver a sus acreedores echársele encima.

(Salen [los acreedores].)

BOTÍN
¡Bien, sus acreedores! Y yo iré a continuación. Esto se pone de mi parte: todos saben de la riqueza de la viuda; y también es bien sabido que puedo hacerme cargo de ella, y así lo haré.
ErrorMetrica
De una brillante acción, dos gratas circunstancias
Abato a mi enemigo y aumento mis ganancias.

(Música. Sale.)

Acto III [Escena 1]

[En otra calle de Londres]
[Entran] DON AGUDO y sus ACREEDORES.

AGUDO
¡Ay de mí! Mis acreedores, ¿no podíais encontrar otro momento para acabar conmigo que no fuera ahora? Cómo no, vuestra maldad reluce aquí y no en la justicia de la deuda.

ACREEDOR 1.º
Don Agudo, me las he arreglado sin mi dinero por mucho tiempo.

AGUDO
Os ruego que habléis más bajo, señor. ¿Qué queréis decir?

ACREEDOR 2.º
Hemos oído que pronto os vais a casar con una adinerada viuda rural.

AGUDO
¿Se puede mantener algo en secreto sin que se enteren tus acreedores? Bueno, es lamentable que nuestros mayores torturadores sean los primeros en enterarse de nuestras dichas. No vamos por el buen camino, señores. Si alguna vez albergasteis la esperanza de que se os compensara ¿por qué queréis obstaculizar los medios con los que se puede lograr? No tenéis ni piedad ni previsión. Dejad que brille el sol ahora, ya que mi fortuna puede florecer, para vuestro consuelo.

ACREEDOR 1.º
Creo que dice la verdad.

AGUDO
Si me quitáis ahora de en medio me consumiré para siempre.

ACREEDOR 2.º
¡Dulce caballero!

AGUDO
¿Cómo puede crecer algo si le tapáis el sol?

ACREEDOR 3.º
No puede, es verdad.

AGUDO
Entonces, sed pacientes y tendré lo suficiente para satisfaceros a todos.

ACREEDOR 1.º
Si así fuere, que la vergüenza caiga sobre nosotros.

AGUDO
Veréis, estoy recién prometido a la viuda. ¡Fijaos qué desunión podría causar este descrédito! En tres días avalaré con tierras vuestros préstamos.

ACREEDOR 1.º
¡No, buen señor Agudo! Ni aunque las tierras con las que nos avalarais valieran tanto como el dinero que os prestamos en su día.

AGUDO
Sé que habéis sido gentiles conmigo; sin embargo, ahora, por un rumor equivocado o una falsa incitación, vuestra bondad se ha estropeado. En un estado como el actual un hombre no quiere enemistades. Si de repente uno empieza a ascender, no hay ser viviente que alcance a contar sus enemigos. Habéis recibido información, os lo aseguro, de alguien con mala fe.

ACREEDOR 2.º
Nos han dicho que habíais traído a una adinerada viuda, y que os ibais a casar con ella pronto.

AGUDO
¡Veis! ¡Ahí está! ¡Lo sabía! ¡Así era! Pero ya que estáis convencidos de mi buena disposición hacia vosotros, poneos de mi parte, os suplico a todos…

TODOS
No hay necesidad, señor, de que…

AGUDO
…que permanezcáis inactivos durante un tiempo y sepultéis mis deudas en el silencio, hasta que tome posesión absoluta de la viuda. Porque la verdad es que, como amigos míos que sois, os lo puedo decir, …

TODOS
¡Oh, oh, oh!

AGUDO
…que necesito recoger un poco de dinero en la ciudad y así conseguir una buena posición, para mi crédito y vuestro consuelo. ¡Ahora, si mis antiguas deudas se revelaran, toda esperanza depositada en mis planes se evaporaría!

ACREEDOR 1.º
[Aparte a don Agudo] ¿Me escucháis, señor? Quizá sea digno de vuestro mecenazgo comercial más adelante. Os lo suplico, aceptad mi dinero antes que el de un desconocido. Aquí tenéis cuarenta libras que me han dado cuando venía de camino a veros; si de algo os sirven, haced uso de ellas. Os lo ruego, señor, a vuestra disposición.

AGUDO
[Aparte a Acreedor 1.º] Me cautiváis con tal generosidad que, como si fuera una doncella, me siento obligado a aceptarlo muy a mi pesar.

ACREEDOR 1.º
[Aparte a don Agudo] ¡Que nadie lo vea, os lo suplico!

AGUDO
[Aparte a Acreedor 1.º] ¡Así será!

ACREEDOR 1.º
[Aparte a don Agudo] Espero ser el primero del que os acordéis después de los ritos matrimoniales.

AGUDO
[Aparte a Acreedor 1.º] Tenedlo por seguro.

ACREEDOR 1.º
Bueno… ¿me acompañáis, caballeros?

ACREEDOR 2.º
Ahora mismo. [Aparte a don Agudo] ¡No os preocupéis, señor, por recoger ningún dinero que os haga falta. En una hora os enviaré el que necesitéis. — Vamos, don Palenque, os estamos esperando.

ACREEDOR 3.º
Creo que he perdido un anillo, en seguida me uno a vosotros. [Salen Primer y Segundo Acreedor.] Pero vos lo encontraréis, señor. Sé que vuestra juventud y vuestros gastos os han despojado de todas las joyas. Aquí tenéis un rubí valorado en veinte libras, señor; regaládselo a vuestra viuda. ¡Hombre! Eso le hará apasionarse por vos. Además, si yo pudiera trabajar a vuestro servicio, ya me ocuparía yo de que no tengáis que endeudaros con esas sanguijuelas.

AGUDO
Eso quisiera yo, creedme.

ACREEDOR 3.º
Son un par de rebana-cuellos.

AGUDO
Ya lo sé.

ACREEDOR 3.º
Enviad una nota con todo lo que necesitéis a mi local, y os lo proporcionaré al instante.

AGUDO
¿De verdad? Pues, entonces os choco la mano, ningún otro ser viviente lo hará salvo vos.

ACREEDOR 3.º
¿Canto entonces victoria sobre los otros dos?

AGUDO
Hacedlo con total seguridad.

ACREEDOR 3.º
Pues os lo agradezco, señor.

AGUDO
Bienvenido seáis, buen señor Palenque. [Sale Tercer Acreedor.] ¡Ja, ja, ja! ¿No es esto mejor que quedarse tumbado en la cama? ¡Nada hay que haga brotar tan rápido el ingenio como la pobreza, y nada que lo haga evaporarse tan rápido como la riqueza y la lascivia! ¡Y mejor sabor de boca que aún va a dejar! ¡Ay, si tuviera yo la hipoteca de mi tío tan asegurada como tengo a estos cominos! Renunciaría a los burdeles de mediodía y a los huevos con moscatel a medianoche.

(Entra la CORTESANA.)

CORTESANA
¿Don Agudo? ¿Dónde estáis?

AGUDO
¡Hola!

CORTESANA
¡Traigo ricas noticias!

AGUDO
¡Ojalá sean de oro!

CORTESANA
Algunas cadenas y joyas lo son. Me acosan tantos pretendientes, señor Agudo, que no sé de cuál librarme primero.

AGUDO
Estáis en vuestro mejor momento, doy fe.

CORTESANA
Entre ellos, el señor Botín, un viejo caballero.

AGUDO
¡Por todos los santos, el enemigo de mi tío!

CORTESANA
Debe de ser verdad, pues clama contra vos y habla pestes de él.

AGUDO
Como yo habría querido.

CORTESANA
Al principio le rechacé, pero luego astutamente le hice promesas para que albergara algunas esperanzas antes que perderlas por completo.

AGUDO
Excelente.

CORTESANA
Le espero en cualquier momento, junto a unos caballeros a los que oportunamente se trae para que justifiquen sus palabras, para dar pruebas de vuestro desenfreno, vuestro consumido estado, vuestro tío…

AGUDO
Muchacha, hazte ya con tu propia fortuna, cambia el rumbo de tu vida de una vez por todas. Es rico en dinero, propiedades y tierras. Cásate con él. Es un viejo estúpido que ya chochea, así que vale la pena. Cásate con él. Sería un gran consuelo para mí ver que te van bien las cosas haciendo lo correcto, de verdad. Cásate con él. Me dejaría con la conciencia tranquila verte bien situada. Me importas, de verdad.

CORTESANA
Os lo agradezco, adorable don Agudo.

AGUDO
Yo busco una felicidad a más largo plazo. En primer lugar, te aseguro que no saldrás malparada, y a la vez puede que obtenga beneficio yo también. Procede adecuadamente. ¡Agucemos nuestro ingenio, pues ahora requerimos su más fructífera ayuda!

CORTESANA
¡Entra, creo que les oigo!

(Sale con don Agudo.)

[Acto III Escena 2]

[Alojamiento de la cortesana]
Entran BOTÍN y CABALLEROS junto con el HOSTALERO disfrazado de sirviente.

BOTÍN
¿Eres el criado de la viuda? Vaya, sí que la acompañan buenos hombres, pues.

HOSTALERO
Yo soy el peor de seis, señor, pero lo suficiente bueno para servir.

BOTÍN
¡Escucha! Se oye decir que tú eres el que más confianza tiene con ella.

HOSTALERO
No es así, señor.

BOTÍN
¡Vamos, vamos, no seas modesto! Aquí tienes un par de monedas. Tómalas y ayúdame para que pueda hablar con ella.

HOSTALERO
Haré lo que pueda, señor, siempre que no suponga meterme en líos.

BOTÍN
Pues ve y haz lo que te digo. Volverás a tener aún mejores noticias mías.

HOSTALERO
[Aparte] ¿No es mejor estar aquí que ganar un puñado de monedas de sueldo al año? Con tener tres clientes como este al día, creo que uno se puede ganar humildemente la vida. Además, no soy tan malcriado como para rechazar jamás el dinero de nadie. ¡Jamás! ¡Cuánto insensato hay en esta parte del mundo! ¡Ahora soy yo el que sabe lo que piensa la viuda! Nadie salvo mi joven señor caerá en sus garras. ¡Ja, ja, ja!

(Sale.)

BOTÍN
Ahora, mis queridos caballeros, escuchadme con atención. Conocéis sus estupideces, y mis méritos.

LAMPREA
Los conocemos, señor.

CONGRIO
Pero, don Botín, ¿estáis seguro de que no está en casa ahora?

BOTÍN
Os lo aseguro. Elegí este momento a propósito. El manirroto está fuera. Ayudadme, ahí viene. [Entra CORTESANA.) ¡Mi dulce viuda!

CORTESANA
Sed bienvenido, don Botín.

BOTÍN
Daos prisa, queridos caballeros, daos prisa. He venido, viuda, para que se testifiquen mis palabras, que brotan no de la envidia ni de las malas lenguas, sino de lo que se merecen unos actos que estos caballeros, muy bien conocidos y de aún mejor reputación, os contarán.

CORTESANA
No sé cómo afectará a mi amor, pero si le encuentra tan carente de méritos, tendrá motivos para retirarse. Por tanto, caballeros, os ruego, ya que vuestra reputación es tan buena como vuestra apariencia, que reluzca la verdad. Soy viuda y, ¡ay!, ya sabéis, fácilmente persuadida. Cualquier minucia puede con nosotras, tan grande es nuestra debilidad. No os pongáis de parte de nadie, solo dad imparcialmente vuestra opinión.

BOTÍN
Y eso me dará la razón.

CORTESANA
Os ruego que guardéis silencio, don Botín; sois parte interesada.

BOTÍN
¡Ni una palabra, viuda!

LAMPREA
Primero, para que nos creáis, habéis de saber que ni a uno le debemos halagos, ni al otro maledicencias, sino que es nuestra insobornable opinión, la cual garantizamos con nuestra fortuna.

CORTESANA
Con eso es suficiente.

LAMPREA
Ese Agudo es un lujurioso arruinado, deficiente tanto en fama como en patrimonio. Sus deudas son más grandes que él, y le espera la cárcel por sus embargos, afirmación que hacemos por nuestro honor y nuestra sangre.

CORTESANA
¿Ni tierras ni recursos, decís? Os lo ruego, cuidaos de no calumniar a este señor.

LAMPREA
Lo que decimos estamos dispuestos a certificarlo con nuestros bienes y nuestra vida.

CORTESANA
¡Ay de mí! ¡Qué rápido se nos cautiva a las pobres almas!

CONGRIO
Y en cuanto a su tío…

BOTÍN
Eso dejádmelo a mí. Su tío, un extorsionador extremo, un tirano del embargo cuya avaricia se ceba en las desgracias de los demás, que sería capaz de traicionar a su hermano, más aún, de ahogar a su padre, si pudiera, en las profundidades de su conciencia.

LAMPREA
Es más, creedlo, viuda, no solo os habéis comprometido con la bancarrota, sino también con un linaje malvado y antinatural.

BOTÍN
[Aparte a los Caballeros] ¡Dadle fuerte, señores, dadle fuerte!

CORTESANA
¿Es mi amor un completo engaño? Declaro ante todos que renuncio a él; juro de rodillas que jamás se casará conmigo.

[Se asoma don AGUDO.]

AGUDO
[Aparte] ¡Sabe Dios que él nunca quiso!

BOTÍN
[Aparte a los Caballeros] Aprovechad su despecho cuanto antes.

LAMPREA
Entonces, con amor puro y nuevo, contemplad a este caballero, serio, bueno y rico, un pretendiente a vuestra altura. Al quererle a él, también salvaguardáis vuestra hacienda.

BOTÍN
[Aparte a Lamprea] Decid que tendremos bienes gananciales.

LAMPREA
Juntará vuestras tierras, y os dará todo lo que podáis desear.

CONGRIO
¡Vamos, viuda, vamos!

CORTESANA
¡El mundo es tan engañoso!

LAMPREA
Sí, es engañoso allá donde anida la lisonja, la ruina y la deficiencia. Pero nada de ello hay en él. ¡Adelante!

CORTESANA
¡Os lo ruego, señor,…!

LAMPREA
Vamos, las viudas os echáis atrás cuando debéis velar por vuestro bien; ¡pero si se tratara de casarse con un pobre imberbe, entonces sí que sois muy echadas hacia adelante! Vamos, unid las manos para comprometeros en matrimonio.

BOTÍN
De todo corazón, viuda. Gracias, señores. Demostraré ser merecedor de vuestro esfuerzo, y de tu amor.

CORTESANA
¡Ay de mí! ¡Solo queréis a las viudas por su riqueza! Os prometo que no tengo nada, señor.

BOTÍN
¡Bien dicho, viuda, bien dicho! Tu amor es lo único que busco, y estos caballeros son testigos.

CORTESANA
Ahora tan sólo me cabe esperar lo mejor.

BOTÍN
Mi alegría es tal que no se puede expresar con palabras.

CORTESANA
Pero, señor Botín, debo recordaros algo ante estos caballeros, vuestros amigos. ¿Cómo puedo evitar la odiosa petición de mano de ese mentiroso Agudo y de su falaz y pesado tío, quienes hoy mismo habían organizado una cita con idéntico objetivo, en la que, si no hubiera surgido antes la verdad, habría acabado arruinada, totalmente arruinada?

BOTÍN
¿Qué opináis de eso, señores?

LAMPREA
Estaba bien planeado.

BOTÍN
Escucha, viuda: convence al joven don Agudo para que se cite rápidamente contigo a solas dentro de una hora; y en el lugar acordado estos caballeros y yo estaremos esperando la oportunidad para, con alguna argucia, apartarle de ti; entraremos por sorpresa y os sacaremos de allí en barco para ir a Cole Harbour, donde habrá un cura preparado para en seguida formalizar el matrimonio. ¿Qué te parece, viuda?

CORTESANA
Si eso os complace, a mí me parece bien.

BOTÍN
Te beso por esas palabras. Vamos, señores; aún debo cortejar vuestros favores y agradecer vuestra ayuda.

LAMPREA
Estamos comprometidos, señor; nos jugamos nuestro buen crédito a que esto tenga un buen final.

BOTÍN
¡Por vuestro honor, caballeros! ¡Fijaos bien!
ErrorMetrica
Le supero en alegría, mi fortuna es más copiosa.
15
Dulce viuda, me despido. La próxima vez, mi esposa.

CORTESANA
Me despido, señor.

(Salen [Botín y los Caballeros].)
(Entra AGUDO.)

AGUDO
¡Ay, dejadme sitio! ¡Me estaría riendo de por vida! ¡Alegraos, doña Botín! Os aseguré que tendríais buena suerte; por una parte os colmaréis de suficiente riqueza, y por otra, habrá jóvenes caballeros que podrán satisfacer vuestras otras necesidades. Ahora necesitamos nuestro ingenio. Ve con cuidado ahora, y los dos estaremos…

[Entra el HOSTALERO.]

HOSTALERO
Señor Agudo, vuestro tío.

AGUDO
¡Dios mío! Vete un rato, yo me encargo de él.

[Salen la Cortesana y el Hostalero.]
(Entra LUCRO.)

LUCRO
Sobrino, buenos días, sobrino.

AGUDO
Lo mismo digo, amable tío.

LUCRO
¿Cómo le va la viuda? ¿Sigue en pie la reunión?

AGUDO
¡Oh, sin duda alguna, señor!

LUCRO
Te cederé la propiedad entonces, sin más aplazamientos.

AGUDO
Cuanto antes mejor, tío. ¡Oh, está muy pretendida!

LUCRO
¡Y aun así poco anunciada!

AGUDO
¡Mucho! Hay un viejo caballero que, de hecho, le ofrecerá bienes gananciales de trescientos al año; otro rico pretendiente le cederá a su hijo sus bienes en vida, ´para que se ponga por encima de la viuda; y el hijo de un comerciante le cederá, de una sola vez, nada menos que tres fincas, antiguos avales que le habían hecho a su padre.

LUCRO
Calma, sobrino, no me cuentes nada más de ellos, que me indigna. Debes tomarles la delantera. No le digas a la viuda que he venido aquí. Veamos. Ahora son las nueve. Antes de las doce, sobrino, habremos cerrado el trato, seguro. Ten fe, muchacho.

AGUDO
¡Oh, mi querido tío!

[Sale con LUCRO].

[Acto III Escena 3]

[Casa de Botín en Londres]
Entran BOTÍN y su Sobrina.

BOTÍN
Sobrina, dulce sobrina, te lo ruego, cuida de mi casa; lo dejo todo a tu cargo. Conténtate con soñar un rato; en breve tendré un marido para ti. De eso me encargo yo, moza, porque se me da muy bien elegir esposas y esposos; tengo ese don.

[Sale.]

SOBRINA
Poco probable es que tengáis que elegir por mí, ya que amo al sobrino de vuestro mayor enemigo. ¡Oh, se me olvidaba! ¿Por qué adulas con tu cariño a quien, por la cama de una viuda, deja de lado a tu más puro amor? ¿Será así, o son falsos rumores? [Entra JORGE.] ¿Qué sucede ahora, señor?

JORGE
Una carta, se me ha encargado que la entregara en mano.

SOBRINA
Gracias por vuestra dedicación. [Sale Jorge.] Conozco la letra. (Lee.) "Querida mía, no creáis lo que se dice de mí. Los rumores cambiarán pronto. Sé constante. Sigo siendo el mismo enamorado y espero seguir teniendo la misma dicha. Teodoro Agudo".
ErrorMetrica
Ya lo tengo decidido. Ni la duda ni el temor
Tendrán fuerza suficiente para vencer al amor.

(Sale.)

[Acto III Escena 4]

[Una taberna en Londres]
Entran con TABERNERO, BOTÍN y dos CABALLEROS.

TABERNERO
Sed bienvenidos, caballeros. Quique, muéstrales a estos señores lo mejor de esta taberna.

BOTÍN
¡Vaya!

TABERNERO
Por estas escaleras, caballeros.

BOTÍN
¡Vaya! ¡Tabernero!

TABERNERO
En seguida, mi señor.

BOTÍN
Te ruego que preguntes en la barra si no ha venido una dama por aquí recientemente.

TABERNERO
¡Guillermo, el de la barra! ¿Has visto a una dama por aquí recientemente? ¿Dices que sí o dices que no?

GUILLERMO
[Entre bastidores] Por aquí no ha venido ninguna, a excepción de doña Florencia.

TABERNERO
Dice que por aquí no ha venido ninguna, señor, a excepción de una tal doña Florencia.

BOTÍN
¿Quién es esa tal Florencia? ¿Una viuda?

TABERNERO
Sí, de vida alegre.

BOTÍN
¿Qué decís?

TABERNERO
Una fulana de por aquí, señor. Me despido de vuestra señoría.

[Sale.]

BOTÍN
¡La verdad es que es un bellaco divertido! Me acordaré de esa mujer de vida alegre el resto de mis días.

LAMPREA
¿Acaso no desplegué mis mejores aptitudes para conquistar a la viuda?

CONGRIO
Disculpadme, pero el señor Botín sabe que yo la conseguí en la mejor ocasión que se presentó.

BOTÍN
¿Esto qué es, nobles caballeros? ¿Esto qué es?

CONGRIO
No me hará callar ante la afirmación de que sólo sus aptitudes hicieron posible el favor de la viuda.

BOTÍN
¡Oh! Los dos lo hicisteis bien, caballeros, los dos lo hicisteis bien; y os lo agradezco.

LAMPREA
Yo fui el primero en estimular su interés.

BOTÍN
A fe mía que lo fuisteis.

CONGRIO
Mas fui yo quien aprovechó la mejor oportunidad.

BOTÍN
A fe mía que lo fuisteis; es cierto, caballeros.

LAMPREA
Sin ánimo de presumir, fui yo quien unió sus manos.

BOTÍN
¡Vaya por Dios! Creo que así fue. Lo hicisteis todo bien, caballeros, lo hicisteis todo bien. No peleéis más.

LAMPREA
Vamos, aquel salón está listo.

BOTÍN
Cierto. Por esta puerta.

(Salen.)
(Entran [TABERNERO,] AGUDO, CORTESANA [disfrazada de viuda rica], y HOSTALERO [disfrazado de sirviente].)

TABERNERO
Sed bienvenidos. Si tenéis a bien subir por las escaleras, el mantel está listo, señor.

CORTESANA
¿Escaleras? La verdad es que estoy cansada, señor Agudo.

AGUDO
Descansad aquí un momento, viuda. Nosotros tomaremos un vaso de moscatel en este pequeño salón.

TABERNERO
¿Un vaso de moscatel? Tomaréis el mejor, señor.

AGUDO
Pero, ¿me escucháis, hombre?

TABERNERO
¿Me llamabais? En seguida, señor.

AGUDO
¿Qué tenéis para cenar?

TABERNERO
No sabría decirles con exactitud, señor. Si así lo deseáis, podéis entrar en la cocina y verlo vos mismo. Muy respetables caballeros lo suelen hacer, os lo aseguro, señor.

[Sale.]

HOSTALERO
¡Este granuja estafador es un pícaro muy listo! ¡Se tiene el cuento bien aprendido!

AGUDO
Cuando estéis dispuesta a beber a mi salud, viuda, estaré listo para brindar por vos.

CORTESANA
Me encomiendo a vuestros cuidados. Hacéis muy bien. [Sale Agudo.] ¡Dios mío! ¡Se me ha olvidado!

HOSTALERO
¿De qué se trata, mi señora?

CORTESANA
Me quité el anillo de bodas para lavarme, y lo he dejado en mi alcoba. Os lo ruego, corred a por él. Me pondré muy triste si no lo tengo [Sale el HOSTALERO.] ¡Se ha marchado! ¡Mozo!

(Entra MOZO.)

MOZO
En seguida.

CORTESANA
Ven aquí, chaval. Con suma discreción, descubre si está aquí un tal señor Botín, un anciano caballero.

MOZO
Acabo de oír hablar de alguien con ese nombre.

CORTESANA
Preséntale mis respetos.

[Sale el Mozo.]
(Entra BOTÍN con dos caballeros.)

BOTÍN
¡Yo presento tus respetos!

CORTESANA
¡Vamos! ¡La barca! Llegáis en el momento oportuno.

BOTÍN
Los caballeros se vengan, y reciben dos por uno.

(Salen.)
(Entran AGUDO y VINATERO.)

AGUDO
Debo pediros, señor, que tengáis un cuidado extremo. Mi tío viene con unos caballeros amigos suyos para tratar un compromiso matrimonial.

VINATERO
¿De verdad? Daré instrucciones especiales, mi buen señor Agudo. ¿Me permitirías verla?

AGUDO
¿A quién? ¿A la viuda? De todo corazón. ¡Os llevaré hasta ella!

VINATERO
Si es de Staffordshire, me sorprendería no conocerla.

AGUDO
Pero, ¿esto qué es? ¡Mozo! ¡Tabernero!

VINATERO
¡Pronto!

[Entra MOZO.]

MOZO
¿Llamaba el señor?

AGUDO
¿Ha subido la dama que estaba aquí?

MOZO
¿Subido? Salido, mi señor.

AGUDO
¿Ha salido, señor?

MOZO
Salido, señor. Un tal señor Botín, escoltado por unos caballeros, se la llevó por la puerta de atrás hace un rato.

[Sale.]

AGUDO
¿Botín? ¡Maldito sea! ¿Botín?

(Entra el HOSTALERO.)

HOSTALERO
¡A ver quién diablos encuentra el anillo!

AGUDO
¿Qué pasa? ¿Qué nuevas son éstas? ¿Dónde está la viuda?

HOSTALERO
¿Mi señora? ¿No está aquí, señor?

AGUDO
¡Más locuras aún!

HOSTALERO
Me mandó a por un anillo.

AGUDO
¡Conspiración! ¡Conspiración! ¡A las barcas! ¡Se la han llevado!

HOSTALERO
¿Qué?

(Entra LUCRO con CABALLEROS.)

AGUDO
¡Seguidle! ¡Preguntad! El viejo Botín, el enemigo de mi tío…

[Sale el HOSTALERO.]

LUCRO
Sobrino, ¿qué ocurre?

AGUDO
¡Sea tres veces maldito ese miserable!

LUCRO
¿Por qué? ¿Qué sucede?

VINATERO
Se han llevado de aquí a la viuda, señor.

LUCRO
¿Qué? ¡Por todos los santos! Triste bienvenida, caballeros.

CABALLERO 1.º
¿Se han llevado a la viuda?

LUCRO
¿Quién ha osado hacerlo?

AGUDO
¿Quién iba a ser sino el viejo Botín, enemigo de mi tío?

LUCRO
¡Cómo!

AGUDO
Con sus cómplices.

LUCRO
¡Botín, mi mortal enemigo! Caballeros, apoyadme. No lo soporto. Por el odio que siente por mí, ese villano busca mi vergüenza, más aún, ansía mi sangre; Vuelca sobre mí su más mortal maldad. Gastaré mi riqueza contra esta funesta conspiración, antes de que frustre mis objetivos y los de mi sobrino.

AGUDO
¡Qué maldad!

(Entra el HOSTALERO.)

LUCRO
¿Y tú, maldito traidor?

HOSTALERO
No respondo a ese nombre, señor.

AGUDO
El pobre no sabía nada.

LUCRO
Disculpadme. Veo que ha conspirado por su cuenta.

HOSTALERO
Los he seguido muy de cerca.

LUCRO
¿Y bien?

HOSTALERO
He oído que se dirigen hacia el muelle de Cole.

LUCRO
¡El refugio del diablo! No les daré respiro. La arrancaré de sus brazos. Amables y queridos caballeros, si alguna vez me tuvisteis en vuestro corazón…

CABALLERO 1.º
Buen señor, no prosigáis. Es para nosotros fuente de mal semejante agravio contra vos. Por causa tan justa arriesgaremos la vida para reparar el daño amigo.

LUCRO
¡Honrados y bondadosos! Mucho tiempo hemos perdido
¡Sobrino, calma! Esta causa justa se ha fortalecido.

AGUDO
Eso hace que me quede más tranquilo, tío. (Salen [LUCRO, CABALLEROS y HOSTALERO].) ¡Ja, ja, ja!
ErrorMetrica
20
¡Que salga bien lo previsto, según se había acordado!
Quien no se esfuerza, comentan, no sale beneficiado.

[Acto III Escena 5]

[Casa de Averno en Londres]
[Entra AVERNO el usurero, borracho.]

AVERNO
¿Cuándo recé por última vez? En 1588, cuando iba a venir la Armada Invencible, y en 1599 cuando cayeron grandes rayos y truenos. Recé efusivamente para que demolieran los nuevos edificios de Povey. Recuerdo que me arrodillé delante de mi caja fuerte.

[Entra ANDREA.]

ANDREA
Señor Averno, se os oye sin que haga falta veros. Os quedáis despierto hasta tarde, señor Averno. Llevamos todos acostados desde hace tres horas.

AVERNO
¿Andrea?

ANDREA
¡Oh, sois un buen caballero!

AVERNO
Así es, eso creo, y soy un sabio. ¿Soléis iros tan pronto a dormir, Andrea?

ANDREA
¿Llamáis pronto a esta hora, señor Averno?

AVERNO
¿Pero, no es la una de la mañana? ¿No es demasiado pronto? Traedme cerveza fresca.

ANDREA
Aquí tenéis, os he calentado el gorro de dormir, señor Averno.

AVERNO
Entonces pónmelo, la verdad es que me siento muy débil. Apenas he comido un huevo en estos tres días.

ANDREA
Habéis bebido mucho, señor Averno.

AVERNO
¿Eso qué es?

ANDREA
Pudisteis y lo hicisteis, señor Averno.

AVERNO
Os respondo que no puedo. Contened vuestro parloteo; parloteáis demasiado y entendéis demasiado poco. ¿Os dais por respondida? Dadme una cerveza.

ANDREA
¿Puedo preguntaros cómo lo hacéis, señor Averno?

AVERNO
¿Cómo lo hago? La verdad es que de mala manera.

ANDREA
Nunca supe que lo hicierais de otra manera.

AVERNO
No habré comido más que medio panecillo en estos dos últimos años. Dadme cerveza fresca. Ni estoy enfermo, pero tampoco estoy bien.

ANDREA
Poneos este paño caliente al cuello, señor, mientras os ayudo a desvestiros.

AVERNO
¿Qué pasa ahora, Andrea parlanchina, con vuestras viles argucias? ¿Qué decís ahora?

ANDREA
¿Qué digo, señor Averno? No digo más que estáis muy débil.

AVERNO
¡Diantres, eres la que trama más argucias tramposas de todo Londres!

ANDREA
¡Cómo, señor Averno! ¡No os he engañado en toda mi vida!

AVERNO
¿Y por qué? Porque nunca me he fiado de ti.

ANDREA
¡Me da igual lo que digáis, señor Averno!

AVERNO
Contén tu parloteo. Yo te respondo. Eres una pordiosera, una zorra y una alcahueta. ¿Te das por respondida?

ANDREA
¡Qué barbaridad, señor Averno! ¡Un caballero, con ese lenguaje!

AVERNO
¡Tú, esclava del infortunio, piltrafa ramera de la mendicidad, de la granujería y de la estupidez; tú, zorra cuevícola de la necedad, de la bribonería, del sueño lascivio! Y te digo algo más, no doy ni un comino por tu fortuna.

ANDREA
¡No, señor Averno! ¡Y cuando hay un caballero que me corteja, no teme nada salvo que me alejéis de él!

AVERNO
¿Cómo? ¡Que me maldigan si yo te poseyera o me acostara contigo por dos mil libras! ¡Vaya! ¡Impúdica ramera de la estupidez, la adulación, y la necedad! ¿Te das por respondida?

ANDREA
¡Vamos! ¿Os levantáis y vais a la cama, señor?

AVERNO
Levántate y ve a la cama también. ¿Cómo está la Señora Proserpina?

ANDREA
¡Bah!

AVERNO
Es tan buena filósofa la esposa del apestoso como cualquier otra de estos suburbios de la capital.

ANDREA
¿Cómo, señor Averno?

AVERNO
¡Qué barbaridad! ¡Qué variedad de hedores despide! ¿Qué has hecho, Andrea? ¡Qué barbaridad! ¡Ya lo creo que hay variedad de hedores! Dame una cerveza fresca y me iré a la cama.

ANDREA
Os espera ahí arriba, señor.

AVERNO
Ejem, creo que huele a cuerno quemado en la taberna de Bernardo. ¡Si alguna vez despidiera yo un hedor tan pestilente, que la codicia me abandone!

[Sale.]

ANDREA
Son las hediondas uñas de sus pisoteados pies, y él habla de cuernos quemado.

(Sale.)

Acto IV [Escena 1]

[Una casa en Cole Harbour]
Entran en Cole Harbour BOTÍN, con la CORTESANA y CABALLEROS, él ya casado.

LAMPREA
Juntad las manos con el corazón
Los anillos celebran vuestra unión
Que se va a mantener siempre muy fuerte
25
Hasta que un día os separe la muerte
Vos renunciáis a todo el mujerío
Vos, a los hombres y a su amorío
Y si hay algo que no expreso
Compensadlo con un beso

BOTÍN
30
¡Gozad, doña Botín! Mi boca recibe de la vuestra su sabor.
[Llaman.]
¡Llevad a mi parienta al exterior!

LUCRO
[Desde dentro] ¡Botín!

BOTÍN
¡ Dios santo! Mi adversario, señores.

LUCRO
[Desde dentro] Botín, abrid la puerta o a la fuerza la abriremos: Entregadnos a la viuda.

BOTÍN
¡Señores, que se queden fuera!

LAMPREA
Habrá de morir quien entre aquí.

LUCRO
[Desde dentro] ¡Ayudadme, amigos míos.!

BOTÍN
Traed ayuda, señores.

LAMPREA
¡Bah! En esta disputa ni a él ni a ellos tememos.

LUCRO
[Desde dentro] ¿Podría, en son de paz, intercambiar unas palabras con la viuda?

CORTESANA
Esposo mío y señores, escuchad lo que voy a decir.

BOTÍN
Hablad libremente, mi encantadora esposa.

CORTESANA
Dejadle pasar tranquilamente. Nada de lo que haga nos puede afectar.

BOTÍN
Eso es más que cierto.

CORTESANA
Podéis echaros a un lado y sonreír ante su habitual debilidad. Dejad que sólo sea yo quien le dé respuesta.

BOTÍN
De acuerdo, la verdad es que será divertido. ¿Qué os parece, caballeros?

LAMPREA
¡Buena artimaña!

BOTÍN
Con la condición de que esté calmado dejadle pasar.

LUCRO
[Desde dentro] Todo maldad y rencor…

LAMPREA
¡Escuchadme, señor Lucro! Sólo si juráis que entraréis con vuestros amigos en son de paz y que tendréis una tranquila conversación con la viuda, sin ira, se os recibirá.

LUCRO
[Desde dentro] Lo juro.

LAMPREA
Entonces entrad y hablad con toda libertad, aquí la tenéis.

Entran LUCRO[, los AMIGOS (entre ellos el CABALLERO 1.º) y el HOSTALERO].

LUCRO
Oh, señor Botín, vuestro despecho ha esperado hasta tener su oportunidad. Sois extremada mente vengativo, señor Botín.

BOTÍN
¡Ja, ja, ja!

LUCRO
Soy el tonto del que os reís: vos sois listo, señor, y sabéis aprovechar la ocasión. Venid aquí, viuda [Hablan aparte.] ¿Por qué han salido así las cosas? ¡Oh, me causáis un mal infinito, y a vuestra reputación un daño nada desestimable! ¿Que tenga que padecer tanta maldad de mi enemigo al separaros él de mi sobrino?¡Oh, habría preferido perder la mitad de mis bienes por los ruegos de algún bribón muerto de hambre!

CORTESANA
Entonces, ¿qué queríais que hiciera? No puedo echar a perder mi hacienda por amor; hay demasiados precedentes a este respecto. De nuestras miles de viudas ricas humilladas alguna puede aprender la lección. Confieso que quise a vuestro sobrino, mejor dicho, le amé. Pese a la opinión y los gustos de mis amistades, me creí sus promesas, albergué la esperanza de una vida acomodada y un incremento de haciendas. Pero al poner a prueba su fortuna y condición, resulta ser un desecho. No encuentro al hombre aquel: imperfecto, pobre, sin apenas medios para cubrir sus necesidades. ¡De retórica, todo un señor, de riqueza, todo un pobretón! ¿Puede una mujer amar a quien no es lo que es?

LUCRO
¿Por eso rompisteis?

CORTESANA
¿No era motivo suficiente? Mandad a que se informen del estado de sus bienes: la mayor parte está hipotecada dos años en manos de su tío.

LUCRO
Pues decid que lo estaba. Pero podríais haber averiguado que mi voluntad era restituirla próximamente.

CORTESANA
¡Vaya! Si lo hubiera visto hecho, habría conservado mi amor y reprimido mis deseos primarios. ¿De verdad creéis que me aferraría a un roble tan seco como este si la promesa de vuestro sobrino se hubiese cumplido?

LUCRO
Pues, todavía estoy a tiempo, y antes de que mi adversario frustre de este modo mis esperanzas, yo…

CORTESANA
De oro tenéis el pico.
Si las palabras fueran tierras,
Vuestro sobrino sería rico.

LUCRO
¡Viuda, creedlo! Juro por mi felicidad eterna, ante estos señores, que anularé la hipoteca de mi sobrino en el acto, antes, incluso, de que yo vuelva a dormir o comer.

CABALLERO 1.º
Damos nuestra palabra, Viuda, de que lo que dice se cumplirá en su totalidad.

LUCRO
¡Más aún! Le iré dejando progresivamente mis bienes en donaciones futuras: será mi heredero. No tengo descendencia; me comprometo a hacerlo.

CORTESANA
Cuando tenga noticias de que se ha hecho, accederé bajo condiciones razonables.

LUCRO
Mientras tanto, ¿Declaráis ante estos señores que os mantendréis en vuestro estado actual?

CORTESANA
Declaro, ante estos señores, que seguiré tan virtuosa como lo soy ahora.

LUCRO
Os creo. He aquí vuestro honrado sirviente; le llevaré conmigo.

CORTESANA
De acuerdo, de todo corazón.

LUCRO
Él verá cómo todo se cumple y os informará de ello.

CORTESANA
Eso espero.

BOTÍN
¿Qué? ¿Habéis terminado, señor Lucro? ¡Ja, ja, ja!

LUCRO
Reíos, Botín, de vuestro enemigo
ErrorMetrica
35
Si cambian las tornas seréis el reído.
¡Por la virgen que sí, señor!¡Ja, ja, ja!

(Salen [Lucro, Amigos y Hostalero].)

BOTÍN
¡Ja, ja, ja! Si todo hombre que rebosa maldad pudiera vengarse tan felizmente como yo, optaría por odiar y renunciar a la amistad. ¿Qué te ha dicho, esposa por favor?

CORTESANA
La verdad es que habló para desahogarse.

BOTÍN
¡Oh, oh, oh!

CORTESANA
Sabéis, con apenas propósito alguno.

BOTÍN
Cierto, cierto, cierto.

CORTESANA
Ahora mismo movería montañas.

BOTÍN
Sí, sí, sí.

LAMPREA
Le habéis dado muerte, señor Botín.

CONGRIO
Y el sobrino desespera.

BOTÍN
Lo sé, señores, sí.
¡Nunca antes se aplastó a un enemigo así!

(Salen.)

[Acto IV Escena 2]

[Casa de Lucro]
Entra LUCRO con sus AMIGOS [(CABALLERO 1.º y CABALLERO 2.º) y el HOSTALERO disfrazado de sirviente], encontrándose con SAMUEL LIBERTAD.

LUCRO
¡Hijastro mío, Samuel! ¿Dónde está mi sobrino?

SAMUEL
¡Oh, desesperado anda, padre!

LUCRO
¿Por qué?

SAMUEL
Se da golpes en el pecho como el gallardo jugador que ha perdido su jubón y va por ahí descamisado haciendo penitencia.

LUCRO
¡Ay, pobre caballero!

SAMUEL
Os aseguro que podríais escucharle suspirar en una tarde apacible desde vuestra casa en Highgate

LUCRO
Os lo ruego, mandad a por él.

SAMUEL
Esto podría llevar a asuntos mayores, mas no discutiré con vos, señor, en consideración a que os casasteis con mi madre.

[Sale.]

LUCRO
Amables caballeros, animadle; no me retrasaré demasiado. A por la hipoteca me dirijo y en un segundo vuelvo.

(Sale Lucro.)

CABALLERO 1.º
Lo haremos lo mejor posible, señor. ¡Mirad quien asoma, tan triste y tan indiferente en sus formas!

[Entra AGUDO.]

CABALLERO 2.º
¡Vaya, señor Agudo! ¡Cómo! ¿Vos, un caballero firme y un señor sensato, regaláis lo mejor de vos al sufrimiento?

CABALLERO 1.º
¡Vamos!

AGUDO
¡Oh, caballeros...!

CABALLERO 1.º
¡Qué tristeza me dais! ¿Qué suspiro era ese, señor? Ni nueve viudas merecen la pena.

AGUDO
¡Que el dolor me lo provoque ese lujurioso Botín!

CABALLERO 1.º
Se venga de vuestro tío, más por despreciarle a él que por agraviaros a vos. Pero ahora os traemos consuelo.

AGUDO
Os suplico, señores...

CABALLERO 2.º
¡Animaos caballero, todavía hay esperanza por ella, seguro!

AGUDO
Demasiado bonito para ser cierto.

(Entra LUCRO.)

LUCRO
Sobrino, ¿y vuestra alegría? ¡Ay, pobre caballero, cómo has cambiado! Haz que la sangre regrese a tus mejillas. Ahí viene…

AGUDO
Nada me aflige tanto como el hecho de que sea vuestro adversario, tío, movido únicamente por su enemistad con vos.

LUCRO
¡Ay, y eso me enardece y enfurece! Gastaré toda mi fortuna antes de que él la conquiste, porque sé que lo hace para que me sienta despechado. ¡Ya está! Aquí, sobrino, ante estos amables caballeros, os entrego vuestra hipoteca cancelada y con ella cumplo mi promesa a la viuda. Hecho está. Sed sensato. De nuevo sois dueño de vuestro propio destino, y la viuda verá que ya no sois el mendigo que todo el mundo os echa en cara que sois: podéis asegurarle que le conseguiréis hasta trescientos al año, señor.

CABALLERO 1.º
¡Por la virgen, que eso no es moco de pavo!

LUCRO
Mi palabra, sobrino.

CABALLERO 1.º
Ya podéis garantizárselo a la viuda.

LUCRO
Daos cuenta, sobrino, ahora, de que al hacerte el bien me alegro.

AGUDO
Lo sé, señor.

LUCRO
Mas vuestra propia conciencia os dirá cuánto me cuesta hacer esto por vos.

AGUDO
¡Ay, cuan cierto es!

LUCRO
Mucho dinero gastado, además de mucho trasiego aquí y allá para recaudar el capital. Espero que penséis en ello, sobrino.

AGUDO
Sería un animal si no lo hiciera.

LUCRO
Aunque para cegar a la mujer y al mundo haya tenido que saltarme algunas normas. Tened conciencia de ello, sobrino.

AGUDO
¡Dios no permita lo contrario!

LUCRO
Una vez hayáis tomado posesión absoluta, os llevaría poco esfuerzo devolverlo.

AGUDO
¡Vaya! Eso es rápidamente realizable, tío.

LUCRO
¡Bien dicho! Sabéis que os lo entrego solo nominalmente.

AGUDO
Os ruego que me permitáis entenderos bien, tío: ¿Me lo entregáis solo nominalmente?

LUCRO
No.

AGUDO
Es decir, que me nombráis heredero.

LUCRO
Cierto, cierto.

AGUDO
[Aparte] Si yo lo pusiera otra vez a su nombre, ¡que me colgaran antes de devolvérselo!

LUCRO
Todos podréis ser testigos, caballeros, y vos, noble señor.

HOSTALERO
Mi vida a disposición de la vuestra, señor. Conozco también la opinión de mi señora sobre vuestro sobrino. ¡Que den comienzo los preparativos y yo la traeré aquí vestida con los ropajes más finos!

(Sale.)

LUCRO
Un buen chico. ¡Esposa! ¡Juanita!

(Entra ESPOSA.)

ESPOSA
¿Qué noticias tenéis, señor?

LUCRO
Ya se acerca la boda. Te ruego, mi querida esposa, que manifiestes tu buen hacer como señora de la casa. Eres buena cocinera, lo sé; tu primer marido te sacó de una cocina rural. ¡Vamos! Te hizo su esposa porque lo hacías todo muy bien. ¡Así es! ¡Aquí no hay más que amigos! Corremos un tupido velo ante la mayor parte de nuestros inicios. Caballeros, quedáis todos invitados a la boda de mi sobrino el jueves que viene por la mañana.

CABALLERO 1.º
Con todas nuestras bendiciones, y disfrutaremos al ver a vuestro enemigo tan burlado.

LUCRO
Y él se rio de mí, caballeros; ¡ja, ja, ja!

(Salen [todos menos AGUDO].)

AGUDO
No es consciente de nada, eso seguro. Quién no se reiría de ellos, si ellos mismos se ríen el uno del otro. ¿Quién puede ser tan cruel? Juro que yo no; prefiero la compasión a la malicia. Bien concibo tal dicha en mi propia fortuna, no me complace reírme de sus locuras.
ErrorMetrica
Tú, alma de mi propiedad, te beso.
40
Cuando no estás, mi mundo es más espeso.
No nos separaremos nunca más,
Hasta que yo este mundo deje atrás
No confiaremos más en un pariente,
No haremos más el primo ante la gente.

[Sale.]

[Acto IV Escena 3]

[A la puerta de casa de Agudo]
Entran tres acreedores.

ACREEDOR 1.º
Esperaré estas siete horas para ver cómo le detienen.

ACREEDOR 2.º
Palabra que yo también.

ACREEDOR 3.º
¡Que le cuelguen al pródigo! ¡Le han quitado la viuda!

ACREEDOR 1.º
La verdad es que ella es más lista. Ha hecho la mejor elección, y me hace preguntarme de qué estarán hechos los corazones de las viudas, que toman por esposos a chiquillos imberbes y no a caballeros con distinguidas barbas.

Entra un CHICO.

CHICO
¡Noticias, noticias, noticias!

ACREEDOR 1.º
¿Qué pasa, chico?

CHICO
Han detenido al alborotador.

ACREEDOR 1.º
¡Vaya, vaya! Se me enternece el corazón. Adoro más que a mi vida que los hombres reciban su merecido. Ah, allí viene.

Entra AGUDO con los alguaciles.

AGUDO
Mi último placer fue tan intenso que me arrebató la sensación de toda aflicción futura. ¡Cómo se ha nublado el día! ¡Qué pronto se levanta una negra tempestad!

ACREEDOR 1.º
¡Bien, ahora podemos hablar con vos, señor! ¿Qué ha sido de vuestra viuda rica? Supongo que os podéis dar por vencido con la viuda, ¿no, señor?

ACREEDOR 2.º
¿Él, con una viuda rica? ¿Quién, un pródigo que grita de día y vomita de noche? ¿Él, con la viuda ricachona? ¡El agujero negro este!

AGUDO
Hacéis bien, señores míos, al tiranizar la miseria, al afligir al afligido. Es una costumbre que tenéis por aquí, y ojalá la mantengáis; espero que así lo hagáis.

ACREEDOR 1.º
¡Vamos, vamos, señor! ¿Qué decís ahora de vuestra factura de cien libras? Una dulce deuda por perfumar vuestros jubones.

ACREEDOR 2.º
La mía es de cuarenta.

ACREEDOR 3.º
La mía es de cincuenta.

AGUDO
Por favor, señores, dejadme respirar.

ACREEDOR 1.º
No, señor, os dejamos sin respiro; así nos aseguramos de que no huiréis de nosotros.

AGUDO
¡Al menos escuchadme!

ACREEDOR 2.º
Os rogamos que nos disculpéis, señor. Sabemos que tenéis mucha labia; nos habéis timado recientemente, ¡vergüenza os debería dar! Puede que lo perdamos todo por no haber tenido testigos. En su momento actuamos según la norma, y siempre que nos esforzamos en hacer lo correcto, hacemos el tonto, non plus ultra. Veo que no estamos predestinados a triunfar por nuestra sensatez, y por lo tanto habremos de contentarnos con ser comerciantes.

AGUDO
Dadme solo un tiempo razonable, y os aseguro que os satisfaré ampliamente.

ACREEDOR 1.º
¿Nos habláis a nosotros de un tiempo razonable?

AGUDO
Claro. A un animal no le vas a hablar de razonar.

ACREEDOR 2.º
Queremos o el dinero o la cárcel.

AGUDO
¡Dios mío! ¿De qué os servirá que vaya a la cárcel?

ACREEDOR 2.º
¡Oh, es un delicioso secreto que nos guardamos! Los que acostumbramos a tener pájaros en jaulas nos gusta tener hombres en celdas, os lo aseguro.

AGUDO
[Aparte] Siento que preciso más ayuda de mi astucia: ¡dame ocasión para que planee algo por esta vez, y juro que no te daré más problemas de este tipo! Te seré de más provecho si sigo vivo. (A ellos.) ¿Me daréis permiso, señores míos, para ir a hablar con mis amigos y reunir todo el dinero que pueda?

ACREEDOR 1.º
Ese es nuestro deseo, señor.

(Entra el HOSTALERO.)

HOSTALERO
¿Señor Agudo?

AGUDO
¡Oh! ¿Has venido?

HOSTALERO
¿Puedo hablaros un momento en privado, señor?

AGUDO
No, a fe mía, no puedes. Estoy en el infierno, y los demonios no me dejarán ir contigo.

ACREEDORES
¿Nos llamáis demonios? Deberíais considerarnos puritanos. ¡Llévatelo! Que hablen allá donde vayan. No nos quedaremos a escucharles. ¡Ay, Señor! ¿Soy un demonio? De por vida me consideraré mejor persona. ¡Un demonio, vaya!

(Salen.)

[Acto IV Escena 4]

[Casa de Botín]
Entra BOTÍN.

BOTÍN
¡De qué dulce dicha dispones, don Botín, mayor que muchas otras! ¿Jamás te mostrarás agradecido? ¿Crees que serás más dichoso aún? ¿O consideras que esta es la medida completa de tu felicidad? La verdad es que creo que sí. No sólo tienes una esposa holgada en posesiones, pero exorbitante en atributos. Es rica, es joven, es bella, es sensata. Cuando me despierto, pienso en sus tierras; eso me anima. Cuando me acuesto, sueño con su belleza; eso me basta. Su mera persona vale cuatrocientos al año, si uno sabe cómo sacarle provecho. Pero el viaje que voy a pegar, palabra, será cabalgando hacia sus tierras manteniendo las formalidades, con mi hermano y otros honorables caballeros, a por quienes ya he mandado, para que cabalguen con nosotros con sus decorosas barbas, sus amplias túnicas de terciopelo y sus cadenas de oro de dos o tres vueltas. Con el tiempo emplearé a diez hombres para mi servicio, todos competentes y cualificados. No mantendré a un solo gandul a mi alrededor. Cuando lo vea mi adversario, Lucro, le irritará mucho, y con ese propósito pasaremos por delante de su puerta, nos detendremos un momento, y haremos que nuestros caballos brinquen ante su ventana. ¡Seguro que no lo soportará y se colgará en el acto! [Entra CRIADO.] ¿Qué pasa, chaval? ¿Qué noticias hay? ¿Ya hay gente ofreciéndome su servicio?

CRIADO
Sí, señor, hay algunos en la entrada que esperan gustarle a vuestra señoría y desean que les dé un empleo.

BOTÍN
¿Tienen oficio?

CRIADO
Son hombres apropiados para vuestra señoría, señor.

BOTÍN
¿Lo dices de verdad? ¡Mándamelos aquí dentro a todos! [Sale Criado.] Ver a diez hombres con libreas celestes y capas anaranjadas cabalgar detrás de mí le fastidiará. (Entran todos [SASTRE, BARBERO, PERFUMISTA, HALCONERO y CAZADOR].) ¡A ver! ¿A qué os dedicáis, señor?

SASTRE
Soy sastre, para complacer a vuestra señoría.

BOTÍN
¿Sastre? ¡Ah, muy bien! Servirás para hacer todas las libreas. ¿Qué sois, señor?

BARBERO
Barbero, señor.

BOTÍN
¿Barbero? Muy útil, puesto que puedes afeitar a todos los de la casa, y, si la necesidad obliga, serás cosechador en verano. ¿Vos, señor?

PERFUMISTA
Perfumista.

BOTÍN
Te he olido antes. De entre todos los hombres, los perfumistas han de actuar honradamente, puesto que, si alguna vez fueran truhanes, se les olerá a una legua. ¿Y vos, señor?

HALCONERO
Halconero, para complacer a vuestra señoría.

BOTÍN
¡Ajá, ajá, ajá! ¿Y vos, señor?

CAZADOR
Cazador, señor

BOTÍN
¡Ahí, chico, ahí, chico, ahí, chico! No soy tan viejo, aún me quedan días buenos por vivir. Os prometo, señores míos, que me gustáis tanto que os doy empleo a todos. Ya contáis con mi favor y pronto llevaréis mi librea. Pero especialmente a vosotros dos, mi jovial halconero y mi hermoso cazador, os necesitaremos en las casas solariegas de mi esposa. Hay grandes parques y campo abierto para vosotros. Practicaremos todos los deportes en nuestra propiedad; todos los caballeros rurales verán como nos divertimos.

HALCONERO
Y haremos que vuestra señoría sea admirada, señor.

BOTÍN
¿Lo dices de verdad? Haz que se me admire, y no te hará falta de nada. ¿Mi sastre?

SASTRE
En seguida, señor.

BOTÍN
Ponte ahora mismo con las libreas.

SASTRE
Voy, señor.

BOTÍN
Mi barbero.

BARBERO
Aquí, señor.

BOTÍN
Dales un buen corte, despiójalos, especialmente a mi cazador, y córtales las barbas a la manera polaca. Mi perfumista.

PERFUMISTA
Ante vos, señor.

BOTÍN
Haz que huelan mejor estos truhanes; quítale el olor a pies de mi sastre, y el de orín a mi barbero.

PERFUMISTA
Seré muy minucioso con ello, señor.

BOTÍN
¡Pero sois vosotros, mi halconero y mi cazador, los hombres mejor recibidos aquí, de verdad!

CAZADOR
Y os demostraremos, señor, que merecemos el favor de vuestra señoría.

BOTÍN
Os ruego que me lo demostréis. Ahora, truhanes todos, id a mojar el gaznate en la despensa, ¡vamos! [Salen el sastre, el barbero, el perfumista, el halconero y el cazador.] ¡Por Dios, se me olvidaba! Le preguntaré a mi esposa. ¡Esposa! ¡Doña Juana Botín!

Entra la CORTESANA, cambiada de ropa.

CORTESANA
Señor, ¿Qué queréis de mí?

BOTÍN
Quisiera saber, dulce esposa, qué te gustaría más: ¿celebrar el banquete de boda aquí o en el campo?

CORTESANA
¡Ejem! La verdad es que me preferiría que fuera aquí. Aquí os casasteis, que se celebren aquí todos los ritos.

BOTÍN
¿Podría darme una marquesa una respuesta mejor? Botín, mantén la frente bien alta, tienes una esposa que la coronará con éxito. [Entra el HOSTALERO con una carta.] ¿Con qué prisa vienes aquí ahora? Sí, una carta. Los rescoldos de la maldad de mi adversario. Ven aquí. ¿Qué noticias traes?

HOSTALERO
Algo que concierne a mi señora, señor.

BOTÍN
¡Pues entonces me concierne a mí, truhan!

HOSTALERO
¡Ay, sois un truhan también! ¡Que vuestra señoría pida compasión! Los dos vais a tener un problema, os lo aseguro. ¡Señor, un preacuerdo matrimonial!

BOTÍN
¿Cómo? ¿Un preacuerdo matrimonial?

HOSTALERO
Me temo que está muy fundamentado, señor. El viejo Lucro va loco de aquí para allá sin parar, y recurrirá a la justicia sin demora. Al joven Agudo le han echado mano sus acreedores, y declara públicamente a vuestras espaldas que habéis contribuido a su perdición con una dolosa retención de su contrato.

BOTÍN
¡Ay de mí!

HOSTALERO
Dice que quedará completamente satisfecho, puesto que la ley le compensará.

CORTESANA
[Aparte] Pues con esos acreedores tan despiadados, y al ser mi situación tan incierta, ya no considero incuestionable tener que seguirle en todo.

HOSTALERO
Así es, señor.

BOTÍN
Esposa, ¿qué dice la carta? Déjame que la analice.

CORTESANA
¡Malditas sean mis palabras precipitadas e imprudentes! Debería pisarme la lengua y reducir a polvo mi inconsciente compromiso.

[Pisotea la carta.]

BOTÍN
¡Esposa!

HOSTALERO
[Aparte] Un estupendo recurso, ¡ya lo creo! Elogio a la mujer cuando puede ocultarle una carta a su marido tan astutamente, y esto, la verdad sea dicha, lo ha hecho con destreza.

CORTESANA
¡Lo hice señor! Confieso que declaré unas palabras estúpidas que ahora él utiliza legalmente contra mí.

BOTÍN
¿Qué fuerza tienen? Déjame examinarlas.

CORTESANA
Me temo que son demasiado fuertes. ¡Ojalá pudiera liberarme de él!

BOTÍN
¿Puedo regatear un pago con él?

CORTESANA
No, señor, preferiría que se hiciera de un modo más noble por vuestra parte. Preferiría que salierais de esta situación con más honor. ¡Que la vileza siga con ellos! ¿Es que no disponéis de recursos, señor? Se os presenta la oportunidad.

BOTÍN
¿Dónde? ¿Cómo, querida esposa?

CORTESANA
Ahora él está atrapado por sus acreedores. El bribón se encuentra en estado de necesidad, y sus deudas son insignificantes. Prefiere comprometerse a todo tipo de situaciones desventajosas antes que pudrirse en la cárcel. Por eso podríais conseguir que deshiciera el acuerdo. Esto aún no ha llegado a oídos de su tío. Mandad rápidamente a por sus acreedores. A estas alturas está desesperado, pondría la mano en el fuego ante cualquier cosa. Renegociad sus deudas o canceladlas por completo. ¡Que le zurzan! ¡Vamos a librarnos de él!

BOTÍN
¡Estupendo! Me asombras. ¡Vamos, corred, daos prisa! Traed aquí a los acreedores y a Agudo.

HOSTALERO
[Aparte] Esto va a ser toda una venganza.

[Sale.]

BOTÍN
Mientras tanto haré que redacten una renuncia. ¡Que venga alguien!

[Entra CRIADO.]

CRIADO
¿Señor?

BOTÍN
Chaval, escucha mis indicaciones. Ve a buscar a mi escribano.

[Habla aparte con el criado.]

CORTESANA
[Aparte] Aún soy como aquellos cuyas riquezas yacen en los sueños.
ErrorMetrica
45
Despierto y se evaporan: mi destino.
En juego mi aflicción, ese es mi sino.
Aunque pequé, redimiré mi mal
Pues con mis votos juro ser leal.

BOTÍN
¡Fuera! ¡Márchate! ¡Que me enfado, rápido! [Sale el criado.] ¡Qué ocasión tan jubilosa! Le ruego a Dios para que se encuentre dispuesto a firmar y que nada le trastorne. Cierto es que toda su locura podría asaltarle de golpe y hacerle enloquecer. ¡Rezo por él, de verdad! ¡Aquí viene!

[Entran el señor AGUDO y los ACREEDORES.]

AGUDO
¿Qué quiere de mí el más rencoroso adversario de mi tío?

BOTÍN
Os equivocáis. Soy amigo.

AGUDO
Eso será cuando hayáis agotado vuestra maldad. .

BOTÍN
He oído que os detuvieron.

AGUDO
Bueno, ¿y qué? No pagaréis ninguna de mis deudas, de eso estoy seguro.

BOTÍN
Un sabio no puede saberlo todo. La posibilidad de que se cumplieran ciertas condiciones podría inducirme a pagarlas.

AGUDO
¿Cómo? ¿Cuándo? ¡Eres tú, mujer perjura! ¡No hay palabras lo suficientemente viles para describir tu traición, la causa de mi destrucción!

CORTESANA
¡Fuera de mi vista, miserable esclavo!

BOTÍN
No, esposa. No seas tan mala. Déjale tranquilo. Permite que los perdedores tomen la palabra.

AGUDO
¿Debería recordaros otra promesa más fuerte aún que la primera?

CORTESANA
Me encantaría conocerla.

AGUDO
¡Embadurnaría de vergüenza tus mejillas!

CORTESANA
¿Vergüenza?

AGUDO
Os diré algo al oído. [Hablan aparte.] ¿Crees que dará resultado y pagará todas mis deudas?

CORTESANA
Que no te quepa duda. Hay hasta un documento de renuncia de compromiso que tendrás que firmar.

AGUDO
[A la cortesana] ¡Excelente!

CORTESANA
[A Agudo] Pero, la verdad, creo que podrías haberos encargado de solucionarlo vos mismo, al tener la hipoteca, y no cargarlo sobre mi conciencia.

AGUDO
[A la cortesana] La verdad es que no pude, ya que la crueldad de mis acreedores se extiende hasta el presente

CORTESANA
[A Agudo] Ya basta. Haced el peor mal, os desafío.

AGUDO
Sois una descarada. ¡Convocaré a testigos!

CORTESANA
Convoca a tu inteligencia, pues te has dedicado a tus locuras demasiado tiempo.

BOTÍN
Esposa, eres demasiado rencorosa. Señor Agudo, y vosotros, mis señores, escuchad mi comedido discurso ahora, que es el siguiente: ha sido mi dicha, caballeros, que una bendición extraordinaria haya caído sobre mí recientemente, y aquí está presente. Con ella me he casado y encamado, pero aun así no se encuentra en su mejor momento. Algunas estúpidas palabras que os declaró en el campo, y algunas nimias deudas que tenéis en la ciudad. Una cosa por la otra. Liberadla de su compromiso y yo os liberaré de vuestras deudas, señor.

AGUDO
¿Lo haréis? Os lo agradezco, señor. Ciertamente, no tenéis culpa alguna.

BOTÍN
¿No obligan más las deudas que las palabras, señor?

AGUDO
¿No son las palabras, promesas, y las promesas, obligaciones, señor?

BOTÍN
[Aparte] Tiene un buen revés para devolverme la pelota.

ACREEDOR 1.º
Venid aquí, señor Agudo, venid aquí. Hacednos caso a los necios por una vez.

ACREEDOR 2.º
Como ciudadanos que somos, sabemos qué decisión es la más conveniente.

ACREEDOR 1.º
Aceptad su oferta. ¡Al diablo con ella! Dejadla estar. Una vez saldadas vuestras deudas, yo mismo os conseguiría una viuda que valiese diez veces más que esta.

ACREEDOR 3.º
Efectivamente, amigo. Y ahora que me lo recordáis, la hermana del señor Cólico se quedó viuda hace poco.

ACREEDOR 1.º
¡Fijaos si es sencillo! Queda una viuda para vos, con diez mil en efectivo, además de plata, joyas, etcétera. Os garantizo que es un buen partido, y que podremos hacer todo lo que queramos con ella. Os lo ruego, firmad. Os llevaremos ante ella en seguida.

AGUDO
Mi querido tío nunca me perdonaría que firmara una renuncia al compromiso.

ACREEDOR 2.º
Escuchadme, os diré un truco para lidiar con eso. En mis tiempos perdí quinientas libras en pleitos, por lo que algo de esto sé. Ahora sois un prisionero; firmad vuestra puesta en libertad. Hacedme caso. Un contrato firmado bajo coacción no es válido ante la ley, ni esto.

[Chasquea los dedos.]

AGUDO
¿Habláis en serio, señor?

ACREEDOR 3.º
He pagado por ello, así que lo sé.

AGUDO
Proceded entonces, lo acepto.

ACREEDOR 3.º
¡Vaya! ¡Bien dicho!

BOTÍN
¿Bueno, señores míos, qué habéis hecho con él?

ACREEDOR 1.º
Señor, después de mucho esfuerzo por nuestra parte, hemos conseguido que acepte.

BOTÍN
¡Ajá! ¿Y a cuánto ascienden sus deudas a día de hoy?

ACREEDOR 1.º
A unas ciento sesenta libras, señor.

BOTÍN
¡Vaya, vaya, vaya! Contádmelo otra vez; dadme una suma menor. Hay deudas irrecuperables, sabéis, que nunca se pagarían salvo en circunstancias excepcionales. Un pobre bribón preferiría pasar hambre y pudrirse en prisión. ¡Vamos, vamos! Os llevaréis la mitad, y con esa cantidad todo queda saldado.

ACREEDOR 1.º
Solo se os descontará una tercera parte, señor.

BOTÍN
Adelante, pues. Mientras tanto contad vuestro dinero; encontraréis algo menos ahí. [Les da dinero.] ¡Vamos, señor Agudo, no estáis dispuesto a haceros el bien ahora! [Entra el ESCRIBANO.] Bienvenido, honesto escribano. Ahora debéis escuchar las palabras de vuestra renuncia.

ESCRIBANO
[Leyendo] "Que se sepa por todos los aquí presentes, que yo, Teodoro Agudo, caballero y único sobrino de don Lucro Pecuniario, habiendo hecho una reclamación indebida a doña Juana Poma, viuda de don Antonio Poma, y actual esposa ahora de don Acopio Botín, y a cambio de una considerable cantidad de dinero para saldar mis deudas, renuncio para siempre y desde ahora en adelante, a cualquier título, derecho, patrimonio, o interés por la mencionada viuda, unida anteriormente al citado don Antonio Poma, y actualmente a don Acopio Botín; como también renuncio a cualquier reclamación, en virtud de un previo contrato, acuerdo, promesa o cesión, de ninguno de sus feudos, fincas, parques, arboledas, praderas, tierras fértiles, graneros, almiares, establos, palomares o conejeras; además de sus enseres, dinero, plata, joyas, cadenas, pulseras, colgantes, bienes muebles o inmuebles. En fe de lo cual, yo, el citado Teodoro Agudo, firmo y sello ante los aquí presentes, en tales día y fecha."

AGUDO
¡Qué valiosa fortuna has dejado escapar, tanta como animal que eres!

BOTÍN
Venid, alma indispuesta, venid.

AGUDO
Don Botín, dadme vuestra pluma en mano
50
Pugnar con nuestro destino es en vano.

[Firma.]

BOTÍN
Lo más en vano posible, señor. No podríais cometer una estupidez mayor. Dadme la mano ahora: Ante todos los aquí presentes, amigo tuyo soy por siempre.

AGUDO
Doy mi palabra, y compadeceos de mi corazón si os guardase yo algún rencor.

BOTÍN
Perfecto. Mandaré a por vuestro tío para mi banquete de boda. Seremos amigos nuevamente.

AGUDO
Espero conseguir yo mismo que eso sea así, señor.

BOTÍN
¿Qué? ¿Todo correcto, señores míos?

ACREEDOR 1.º
Echamos algo en falta, señor; pero será suficiente.

BOTÍN
¡Bueno, bien dicho! Una conciencia tranquila es lo que mejor sienta hoy en día. Vamos, señores, probaréis todos mi vino antes de partir.

TODOS
Os seguimos, señor.

AGUDO
[Aparte] Pondré a prueba a estos tipos ahora. —Una palabra, señor. ¿Qué? ¿Me llevaréis ante esa viuda ahora?

ACREEDOR 1.º
¿Pero os creíais que era verdad? ¿Llevaros ante una viuda rica? ¡Nos iba a dar eso mucho crédito! ¡Un conocido alborotador, un deleznable derrochador! Era un truco que nos guardábamos para conseguir nuestro dinero. ¡Qué os vaya bien, señor!

[Salen los acreedores.]

AGUDO
¡Que os vaya bien y os cuelguen, cornudos canallas con flequillo! Quien confíe en vosotros nunca estará a salvo, lo aseguro. Con este nuevo acuerdo accederé a mi amor.

(Ella está arriba.)

SOBRINA
¡Don Agudo!

AGUDO
¡Mi vida!

SOBRINA
Reuníos conmigo ahora; esta nota os dirá dónde. No levantaré sospechas. Que nuestra felicidad nos asista. Que os vaya bien.

[Sale.]

AGUDO
Una palabra suya es suficiente.

[Sale.]

[Acto IV Escena 5]

[El dormitorio de Averno]
AVERNO, el usurero, en la cama; ANDREA hila a mano en un torno al lado.

ANDREA
(Canta.)
El usurero estafa, con un gran interés,
Hay antros suficientes, donde purgar su culpa.
Preceden al infierno, adonde irá después.
En Holborn hay alguno, en Fleet Street hay alguno
55
Donde quiera que vaya, alguno hay, alguno

AVERNO
Trahe, traheto, corre la cortina. Dame otro trago de jerez.

Entran los CABALLEROS [LAMPREA y CONGRIO, que se quedan a un lado].

LAMPREA
Fijaos, ¿no os dije que parecía el demonio cuando lo encadenaron por mil años?

CONGRIO
Pero no creo que el demonio tuviera travesaños de acero: en eso le supera.

LAMPREA
No. Pero fijaos cuán vanidoso es su modo de beber. Se le debe limpiar la boca con un pañuelo. ¿Lo veis, señor?

CONGRIO
¿Está este correveidile enfermo? ¡Qué va! Sólo está postrado en cama por la bebida.

LAMPREA
Cierto, señor. Nos observa.

AVERNO
¡Qué, don Tristán! Venís aquí a ver a un hombre débil, a un hombre muy débil.

LAMPREA
Si vuestro cuerpo es débil, vuestros rezos deberían ser persistentes, señor.

AVERNO
¡Oh, demasiado he rezado ya, amigo!

LAMPREA
[A Congrio] Ahí tenéis una muestra de su alma.

CONGRIO
[A Lamprea] ¡Bah, repugnante!

LAMPREA
He venido a pediros prestadas cien libras, señor.

AVERNO
Por desgracia, habéis venido en un momento difícil. No puedo pasar sin ellas, de verdad; apenas tengo dos mil aquí en casa.

ANDREA
¡Ja, ja, ja!

AVERNO
¡Fuera, fulana muecuda, sápodo infame, aráñida concupiscente!

Entra otro CABALLERO [llamado LANZAROTE y un CHICO].

LANZAROTE
¡Hola, caballeros! ¿Habéis llegado antes que nosotros? ¿Cómo se encuentra?

LAMPREA
A fe mía, sigue siendo el mismo hombre: bebido el vino, perdido el tino.

LANZAROTE
Deberíamos ser más justos con él; ¡calma! ¿Y está más alegre ahora don Averno?

AVERNO
¡Oh, don Lanzarote, mi amigo del alma! ¿Si me alegro? Tu presencia es mi reconstituyente.

LANZAROTE
Sin embargo, he oído importantes quejas sobre vos, don Averno, de parte de unos galanes.

AVERNO
Me alegra saberlo, de veras. Os lo ruego, ¿qué han dicho?

LANZAROTE
Dijeron que aparentáis ser más pedante últimamente, y que si un amigo os visita por la tarde, apenas le reconocéis.

AVERNO
¡Esperad, esperad! ¿Pedante? No recuerdo tal cosa; seguro que estaría borracho.

LANZAROTE
¿Eso creéis, señor?

AVERNO
Creo que sí. Sólo era la pedantería del jerez, de veras, asegurádselo. [Al muchacho] ¡Ve a por jerez!

MUCHACHO
[Aparte] ¡Un día que vaya pedo habrá venganza de una vez!

ANDREA
¿Vaya, don Averno? Si seguís como empezasteis y os quedáis en la cama más tiempo, ya no tendréis que preocuparos sobre qué hacer con vuestro dinero. Al vinatero lo nombraréis vuestro heredero.

AVERNO
¡Fuera de aquí, charlatanesca, fulana calva y desplumada, símbola de la sifiliosis!

ANDREA
Buenas palabras, don Averno, para pronunciar delante de una doncella virgen.

AVERNO
¡Cuelga tu virginidad del mástil de la carnalidad!

ANDREA
¡Qué palabras tan dulces! Mi señora debería oírlas.

LAMPREA
[Aparte] Fijaos en la desdicha de este usurero esclavo del dinero. Aquí yace, cuál fétido estercolero, colmado por el veneno de sus blasfemias etílicas, y todos aquellos a quienes les deja su legado le escatiman el pan que le alimenta y la almohada sobre la que descansa. Aquí puede estar el usurero asistiendo a su propio fin. ¿Qué beneficio tiene ser un esclavo en este mundo y un diablo en el siguiente?

AVERNO
¡Don Lanzarote, dejad que os bese, don Lanzarote! Sois el único amigo a quien respeto y admiro.

LANZAROTE
Os lo agradezco, señor Averno.

AVERNO
Id con Dios, mi querido amigo del alma don Lanzarote.

LANZAROTE
[Aparte] Caballeros, como sé que me apreciáis, dejad que me quede aquí detrás, y que uno de vosotros empiece a hablarle de mí.

LAMPREA
[Aparte] De acuerdo. — Señor Averno.

AVERNO
¡Qué, señor?

LAMPREA
Don Lanzarote ha venido a veros ahora mismo.

AVERNO
¡Que le cuelguen, bribón!

LAMPREA
¿A quién, a don Lanzarote?

AVERNO
¡Bribón pitagórico!

LAMPREA
¿Pitagórico?

AVERNO
Sí, se cambia de ropa si se cruza con un oficial.

LANZAROTE
[Aparte] ¡Será ladino!

LAMPREA
Me asombra que lo vituperéis, señor; ha venido a veros con todo su afecto.

AVERNO
¡Ni un piojo doy yo por su afecto! Su padre fabricaba peines; no necesito su reptante afecto. Ha venido a ver si le doy unos días más para pagar su deuda. ¡Bribón supremo!

LANZAROTE
[Aparte] ¡Caray, ya no soporto más al bellaco! — Señor Averno, he venido a despedirme otra vez.

AVERNO
¿Quién? ¿Mi querido y afectuoso don Lanzarote? El único caballero de Inglaterra. Dejad que os abrace; id con Dios mil veces.

LAMPREA
[Aparte] ¡Lleno está de maldades y serviles adulaciones!

LANZAROTE
[Aparte] Caballeros, aún os habrá de mostrar más ardides; os daré otra prueba de su alma.

LAMPREA
[Aparte] ¿Será posible?

LANZAROTE
[Aparte] Está empezando a perder la memoria.

AVERNO
¡Otra copa de jerez!

LANZAROTE
[Aparte] ¡Por Dios, se le va a ir del todo! Antes de que se la beba, decidle que ha venido un cliente rural y que espera su sabio consejo.

LAMPREA
[Aparte] No me digáis más.

AVERNO
Una copa más, y que taña la campana; espero estar lo bastante débil para entonces.

LAMPREA
Señor Averno.

AVERNO
¿Fluye el jerez?

LAMPREA
Viene de camino, señor. [Entra el CHICO con el jerez.] He aquí un campesino, un cliente vuestro, que espera vuestro serio y profundo consejo, señor.

AVERNO
¿Un bobo? ¿Dónde está? Que se acerque; incorpórame un poco más.

LAMPREA
Debéis acercaros, señor.

AVERNO
Bien, buen hombre atolondrinado, ¿qué me decís ahora?

LANZAROTE
Si me lo permite vuestra buena señoría, soy un hombre pobre, señor...

AVERNO
¿Qué os trae a mis aposentos entonces?

LANZAROTE
Emplearía el consenso de vuestra señoría en una causa noble y justa.

AVERNO
Yo no me entrometo en esos asuntos. Los derivo a la oficina de don Nadie.

LANZAROTE
No me quedaba más que una casa en este mundo, señor, que fue de mi padre, de mi abuelo, de mi bisabuelo; y ahora un bellaco me la ha arrebatado injustamente y ha tomado posesión de ella.

AVERNO
¿Tal ha sido su hazaña? Tu mejor opción es interponer una ejectione firmae, y en siete años a lo mejor podrás sacarlo a patadas legalmente.

LANZAROTE
¡Ay de mí! Os lo ruego, vuestra señoría, tengo pocos amigos y menos dinero.

AVERNO
¡Vaya! Este negocio tiene buena pinta. ¿No tienes dinero? Mi consejo es, pues, que le prendas fuego a la casa y así le saques de allí.

LAMPREA
Así sí se acabará la disputa.

LANZAROTE
Mil gracias a vuestra Señoría por vuestro candente consejo, señor. — [Aparte] Al cambiar un poco la voz, ya veis que no me ha reconocido. Con esto advertiréis que la memoria de un borracho se queda más con la voz que con la persona. Pero, caballeros, ¿me permitís que os enseñe algo? Observad a este maldito patoso diminuto, Golfo el usurero, por antigüedad peor que los demás.

Entra BOTÍN con GOLFO.

LAMPREA
¿Quién viene con él?

LANZAROTE
Pues don Botín, que se casó no hace mucho con la viuda Poma.

LAMPREA
¡Ah, os pido mil disculpas, señor!

BOTÍN
Y bien, señores visitantes, ¿cómo se encuentra el señor Averno?

LANZAROTE
A fe mía, aquí yace bebiendo, señor, un buen vino jerezano todo lo rápido que puede. La verdad, es una criatura muy débil, una memoria del pasado.

BOTÍN
¡Por Dios, señor Averno! Vos aquí tumbado ociosamente, y yo que vengo a invitaros a mi banquete de boda. ¡Arriba, arriba, arriba!

AVERNO
¿Quién es este? ¿Don Botín? ¿Con quién te has casado, en el nombre de todos los imbéciles?

BOTÍN
Con una viuda rica.

AVERNO
¿Con una viuda chica?

BOTÍN
Con una viuda rica, la viuda de un tal Poma.

AVERNO
¿Poma? Regenta una casa de camas.

BOTÍN
Así fue, me consta, cuando su antiguo marido vivía: tenía una cama lista para todo visitante. Tanto hombres como caballos eran bien acogidos y sitio había para todos ellos.

AVERNO
Demasiado sitio habrá para ti, entonces. Le puedes alquilar una parte a tus vecinos.

GOLFO
¡Cómo! ¿Encadenado y colgado en vida? ¡Vaya espectáculo! ¿Travesaños de acero? ¡O monstrum horrendum, informe, ingens, cui lumen ademptum! ¡Ay Averno, Averno, he aquí un juicio justo a la usura, a la extorsión y a la humillante villanía!

LANZAROTE
[Aparte] ¡Excelente, ladrón contra ladrón!

GOLFO
¿Es este el destino de la usura, la alcahuetería y la blasfemia asesinas? Ahora podrás ver a qué cartas juega el usurero.

AVERNO
¡Ah, truhan omnipresente! ¿No te conozco bien acaso? Suenas como un cuco, como un embajador galés. Esclavo cobarde, te aprestas a luchar contra un hombre enfermo que tiene la guardia baja. ¿Acometes contra mí en mi cama indefensa? Pues bien, monaguillo del gran Lucifer, aún en mi debilidad reconozco a un rufián a primera vista. ¡Granuja desvergonzado! Tú que te presentas ante los corruptos jurados de Middlesex a toda prisa para que se dicte tu veredicto y así no perderte la cena, ¿te das por respondido?

GOLFO
Si no fuera por la vergüenza...

(Empuña su daga.)

AVERNO
¡Que te ahorquen, pues!

LAMPREA
¡Vamos, debéis ejercer la paciencia, señor Golfo, en los aposentos de un enfermo!

LANZAROTE
[A Averno] Os aseguro que no se pelea con nadie salvo con los que están postrados en cama.

AVERNO
Dejad que venga, caballeros, estoy armado. Alcánzame el orinal.

LANZAROTE
Aquí habrá pronto una dulce refriega. Me marcho, caballeros.

LAMPREA
Sí, os acompañamos. Señor Golfo...

GOLFO
¡Que cuelguen a este bribón usurero!

LANZAROTE
¡Por Dios! ¡Comparad vuestra fuerza con la suya, vuestra astucia con la suya!

ANDREA
Os lo ruego, caballeros, marchad; le ha llegado su hora. [A Averno] Dormid en mi regazo, dormid.

LANZAROTE
A fe mía, ya hemos tenido bastante con él. Que se quede en casa.
ErrorMetrica
Haced lo mejor que pueda ser.
No querría su conciencia por el triple de su haber.

GOLFO
Con apenas nada le vencería, ahora que está dormido.

LANZAROTE
En verdad que será amargo el día de su despertar. Aborrecería ver llegar tal día.

GOLFO
A fe mía, caballeros, que por vos me contengo.

(Salen.)

Acto V [Escena 1]

[En casa de Lucro]
Entran LUCRO y AGUDO.

AGUDO
Sí, tío, dejadme que cante victoria junto a vos. Por Dios, id, ahora que os ha invitado.

LUCRO
Me llevaré una gran alegría cuando le separen de la viuda.

AGUDO
¡Vaya! Eso es precisamente lo que creía que pensarías. Tío, la verdad es que no es así.

LUCRO
¿No es así? ¿No está casado con la viuda?

AGUDO
No, la verdad es que no, tío.

LUCRO
¿Cómo?

AGUDO
¿Quieres saber la verdad? Está casado con una puta.

LUCRO
No me hagas reír.

AGUDO
Tío, que me muera y os deje todo a vos si no es así; y soy yo quien se ha casado con una mujer honrada.

LUCRO
¡Ajá! Caminaría diez millas para verlo.

AGUDO
Asegúrate de hacerlo, o no te querré ver nunca jamás.

LUCRO
¿Una fulana, de verdad? ¡Ja, ja, ja!

(Salen.)

[Acto V Escena 2]

[En la casa de Botín]
Entra BOTÍN, tomando vino; el HOSTALERO lo sigue vestido con librea.

BOTÍN
¡Vaya, vaya! No me gusta este vino. ¿No hay un barril mejor en la casa?

HOSTALERO
Sí, señor, por supuesto, hay tan buenos barriletes en esta casa como pueda haberlos en el resto de Inglaterra.

BOTÍN
Decidle a vuestra señora, bribón, que los pruebe todos. Ella sabe más de esto.

HOSTALERO
¿Sabe más? — [Aparte] Sí, eligiendo lo mejor para ella y lo peor para vos.

[Sale.]
[Entra el CRIADO.]

BOTÍN
¡Arturo! ¿Está la cómoda del menaje de plata bien dispuesta?

ARTURO
Todo está en su sitio, señor.

[Sale.]

BOTÍN
Me enamoro de mis libreas nada más pensar en ellas; la verdad es que dan una apariencia elegante. ¡Sobrina!

[Entra la SOBRINA.]

SOBRINA
¿Me llamasteis, señor?

BOTÍN
Te lo ruego, demuestra un poco de diligencia y vigila a estos pícaros un poco. Hoy sisarán y robarán, y se llevarán tartas enteras a casa para sus esposas. Sé una buena sobrina, no dejes que me roben.

SOBRINA
No os preocupéis, señor. Tengo motivos para vigilar –— [Aparte] Aunque el banquete está preparado para vos, me viene que ni pintado para mi banquete de boda también.

[Sale].
[Entran dos CABALLEROS[, LAMPREA y CONGRIO].]

BOTÍN
¡El señor Lamprea y el señor Congrio, ¡los caballeros más bienvenidos en vida! Vuestros padres y el mío consiguieron ser maestros del gremio de pescaderos.

LAMPREA
Efectivamente, señor. Veis ante vos a valientes invitados, señor, a los que todo el mundo suplica.

BOTÍN
Y eso es lo mejor, señores. [Entra el CRIADO.] ¿Qué pasa ahora, chaval?

CRIADO
Ha llegado un carruaje a la puerta.

[Sale.]

BOTÍN
¡Mi señora Criadillas! ¡por mi vida! ¡Doña Juana Botín! ¡Esposa! ¡Por Dios, es su señoría de verdad! [Entra la SEÑORA CRIADILLAS.] Señora, sed bienvenida a esta casa destartalada, carente de alegría, de escasa servidumbre.

SEÑORA CRIADILLAS
Os gusta destacar lo peor, señor.

BOTÍN
¡Esposa!

[Entra la CORTESANA.]

SEÑORA CRIADILLAS
¿Ésta es vuestra mujer?

BOTÍN
Sí, señora. [A la cortesana] Saluda a la señora Criadillas.

CORTESANA
¿Os apetece, señora, saborear el aire del jardín un rato?

SEÑORA CRIADILLAS
Igual nos sienta bien.

[Salen la señora Criadillas y la Cortesana.]

BOTÍN
¿Cómo que no casarse? ¿Más feliz puedo ser?
No hay mayor alegría que el confort de una mujer.

LAMPREA
Eso pensamos los solteros, a quienes ellas no nos dan quebraderos de cabeza.

(Entra el CRIADO.)

CRIADO
El hermano de vuestra señoría y un caballero anciano acaban de llegar, señor.

[Sale.]

BOTÍN
¿Mi hermano Acumulo Botín? Ahora sí que estamos todos. [Entran el señor ACUMULO BOTÍN, el señor LIGERO y el señor SINSEMILLA] ¡Mi querido y bondadoso hermano, bienvenido, de verdad!

ACUMULO BOTÍN
Ya veis que somos caballeros puntuales, hermano.

BOTÍN
Eso sí que vale para ti, hermano; eres más puntual en llegar a un banquete que cualquier otro caballero del condado. ¡Don Ligero y don Sinsemilla! ¿Nos encontramos bien, caballeros?

LIGERO
Esperamos no ser muchos invitados.

BOTÍN
¡Oh, bienvenidos, bienvenidos! Lo que no hay es muchos invitados como vuestras señorías.

ACUMULO BOTÍN
¡Tete! ¿Te has quedado tú con la viuda Poma?

BOTÍN
Se la he quitado a todos, hermano, y te aseguro que tenía poderosos enemigos, de esos que te la clavan en cuanto te descuides. El viejo Lucro es un zorro de cuidado, hermano mío.

ACUMULO BOTÍN
¿Y ella dónde está? Voy a buscarla, estoy deseando darle un beso en los labios.

BOTÍN
De todo corazón, hermano mío. Mira por dónde viene. [Entra la CORTESANA.] ¡Dale un beso que se oiga en toda la casa!

CORTESANA
[Aparte] ¡Ay, cielos, me han traicionado! Conozco esa cara.

(Los dos se echan hacia atrás.)

BOTÍN
¡Ajá! ¿Pero cómo? ¿Os da vergüenza? Vamos, caballeros, miraremos hacia otro lado.

ACUMULO BOTÍN
No, hermano, escucha. Vamos ¿quieres provocar unas risas?

BOTÍN
¿Por qué nos reunimos sino?

ACUMULO BOTÍN
¡Eso ya es otra cosa! Me habías dado el gran susto de mi vida al pensar que ibas en serio.

BOTÍN
¿Qué quieres decir, hermano?

ACUMULO BOTÍN
¿Has dicho que era tu esposa?

BOTÍN
¿Lo dije? Pues la verdad es que sí, lo es.

ACUMULO BOTÍN
¿De verdad, hermano?

BOTÍN
¿Qué razón tengo para ocultárselo a mis amigos, hermano? Si una boda puede hacerla mía, ¡es mía! ¿Por qué?

ACUMULO BOTÍN
La verdad es que de repente no me encuentro bien. Debo disculparme, hermano; he venido a verte, pero no puedo quedarme al banquete.

BOTÍN
¡No me trates así, hermano!

LIGERO
Con vuestro permiso, señor Botín…

BOTÍN
¿Qué? ¿Qué? Por favor, caballeros, acostumbráis a comportaros como hombres sensatos.

LIGERO
Pero aquí vos habéis demostrado demasiada estupidez.

BOTÍN
¿Cómo?

SINSEMILLA
60
Señor que a sus amigos agasaje
No ha de hacerles pasar por tal ultraje.

BOTÍN
Esto se va de las manos. Os lo ruego, calmémonos.

LIGERO
A vuestra edad, embelesaros con una cortesana.

BOTÍN
¿Qué?

SINSEMILLA
¡Casaros con una ramera!

BOTÍN
¡Caballeros!

ACUMULO BOTÍN
¡Y con la fulana de don Agudo!

BOTÍN
¡Ay! ¿Ni tierras, ni renta?

ACUMULO BOTÍN
¡Renta!

BOTÍN
[A la Cortesana] ¡Habla!

CORTESANA
¡Ay! Ya sabéis que desde el principio, señor, os dije que yo no tenía nada.

BOTÍN
¡Fuera, fuera! ¡Se me ha engañado, infinitamente estafado!

LIGERO
Sí, señor Botín.

Entran AGUDO y LUCRO.

BOTÍN
¡Una fulana, una fulana, una fulana!

LUCRO
¡Vaya, sobrino! ¿Me encuentro con que sigues siendo un mentiroso? ¿Vas a volverme loco? ¿No es aquella la viuda?

AGUDO
¡Es que te lo crees todo, tío! La verdad es que es una puta.

LUCRO
Entonces, tú eres un truhan.

AGUDO
Negatur argumentum, tío.

LUCRO
Probo tibi, sobrino. Quien sabe que una mujer es una fulana debe de ser un truhan. Dices que sabes que lo es; ergo, si ella es una fulana, tú eres un truhan.

AGUDO
Negatur sequela majoris, tío. Quien sabe que una mujer es una fulana debe de ser un truhan. Yo lo niego.

BOTÍN
Lucro y Agudo, sois dos villanos. ¡Fuera de mi casa!

LUCRO
¿Pero no me invitaste a tu banquete de boda?

AGUDO
¿Y no nos juramos amistad eterna ante testigos, señor, y brindamos por ello?

BOTÍN
¡He sido traicionado con delicadeza! ¡La que me ha caído encima!

LUCRO
¡Ja, ja, ja!

BOTÍN
¡Una vulgar ramera!

AGUDO
¡Vamos! La juzgáis mal. Yo, en su lugar, os llevaría a juicio. Yo testifico por ella que nunca tuvo mala disposición ni mala reputación.

CORTESANA
¡Despreciadme, demandadme, soy vuestra esposa! ¿Cuál podrá ser mi deshonra que ahora vos también compartiréis? Si compartís la desgracia, yo no os busqué. Vos me perseguisteis, más aún, me forzasteis. Si hubiera tenido asesores que siguieran el caso, vuestros actos se habrían considerado una violación.

ACUMULO BOTÍN
¡Hermano!

CORTESANA
Jamás me he jactado de tierras, bienes o dinero ante vos.; Escogí el camino más sencillo, os dije sinceramente que nada poseía. Si alguien ha cometido un error, sois vos, por vuestra propia insensatez. Tampoco fue mi pecado tan infame, pues otros peores se han perdonado; ni soy tan deforme como para no poder ganarme el sumo poder del amor de un hombre viejo. Quien no ha pecado antes de los veintiún años, tarde o temprano lo hará. A muchos de vosotros viejos os satisface desposar a jóvenes vírgenes para recibir después su fruto; sin embargo, al casaros con una de nosotras, salváis a una pecadora, y evitáis que os pongan los cuernos para el resto de vuestra vida.
ErrorMetrica
Dicho esto, dejemos que triunfe la bondad,
Quien conoce el pecado, lo sabe repudiar.”

BOTÍN
¡Maldita sea la insidia! Los frutos del odio están podridos, y los primeros envenenados, sus dueños. ¡Oh, amigos!
ErrorMetrica
Acepto el ultraje y me libro de él.
65
La vergüenza oculta no se da a conocer.
¡Ay, Agudo! !Ay, Teodoro!

AGUDO
¡Ay, señor! Se me removía la conciencia para que quedara bien atendida, y ¿dónde podría quedar mejor atendida que con vuestra lastimosa señoría? Salvo conmigo, me atrevo a jurar que es todavía virgen; y ahora que me caso con vuestra sobrina, me aparto de ella para siempre. Ahora es mi tía, ¡por Dios!, y jamás me relacionaría con mi tía, pues sería pecar contra mi tío.

CORTESANA
Ved, caballeros, que ante vuestros ojos,
Una vez redimida yo me arrojo.
[Se arrodilla.]
De aquí en adelante yo renuncio
A las miradas de todo ojo sucio,
70
Al abanico que muchos suponen
Que al amor del paseante le dispone
Manos cogidas y labio mordido,
Traspiés soberbios y andar lascivo.
Reunión privada y amistad secreta,
75
Las cartas y saludos de alcahueta,
Decir que estás preñada de repente
Si te mandan al vecino de enfrente
La falsa medicina, ¡digo no
A que me sangren si es el corazón!
80
Ir a otro cuarto o cambiar de cama
Cuando sea otro hombre el que llama.
Que ellos retocen mientras tú te casas;
Que ellos se sirvan, mas tú lo retrasas.
Ellos derrochan mientras tú ahorrarías,
85
Ellos las preñan y, mientras, tú crías.
Y como esto muchas cosas más,
Que ahora rechazo sin mirar atrás.

LUCRO
¡Alborotador, esta es una lección que deberías aprender!

AGUDO
He de confesar mi imprudencia. Me postro yo también.
90
Y aquí, ante todos, por siempre reniego
Del vicio de los jóvenes: el juego.
Perversos dados, ocio forastero,
Que da a luz a un ladrón y a un pordiosero,
Excesos y asuntos pecaminosos.
95
¡Al médico por males contagiosos!
Remedios y enemas inyectados,
Por zorras hasta con sangre han brindado,
Con bonitas palabras y favores,
Abrigos caros, sucios pantalones,
100
Ciruelas con orín que han bebido,
Rameras con sus hombres retenidos
Yo renuncio a todo.
Dadme la mano, pues aquí se ofrece
Un hombre nuevo, que el vicio aborrece.

BOTÍN
105
¡Amigos todos! Se enfría el banquete.
Quien de listo va quizás sea un zoquete.

[Salen.]
FINIS