Acto II [Escena 1]
                     
                     
                     [En una habitación de la casa de Lucro]
                     
                     
                     Entra LUCRO.
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Mi perpetuo adversario me reprende por culpa de mi sobrino. ¡Bueno…, mi sobrino! ¿Por
                              qué no puede tener un tío virtuoso un sobrino lujurioso? Si frecuenta los burdeles,
                              despilfarra, se excede asiduamente y, para rematarlo todo, se arruina, ¿por qué sus
                              pecados han de desprestigiarme? Si no le acompañamos en sus locuras, ¿por qué hemos
                              de acompañarle en sus infamias? No niego que impongo mano dura en su asignación, y
                              confieso que yo me llevo mi pequeñísima parte; bueno, la mitad. Como no vi atisbos
                              de esperanza en su reclamación, ni de consuelo en su ser, ¿no será mejor que vaya
                              a parar a su tío y no a una de sus tías? No voy a decir fulana, pues todo el mundo
                              sabe lo que quiere decir “tía” según mi traducción más reciente.
                              
                              [Entra CRIADO]. 
                              
                              ¿Sí, señor?
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
CRIADO
                           
                           Un sirviente de una finca desea hablar con vos.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Hazle pasar, viene en buen momento.
                           
                        
                      
                     
                     
                     [Sale CRIADO.]
                     
                     
                     (Entra HOSTALERO, haciéndose pasar por sirviente.)
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           ¡Mi bendición a vuestra venerable señoría!
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Bienvenido, hombre!
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           [Aparte] ¡Tan sólo con verme me considera un bribón, pero ni se imagina que soy un hostalero!
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¿Qué te trae por aquí?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           La verdad, señor, es que mi señora me ha encargado acudir a un caballero pudiente
                              para pedir consejo sobre un asunto delicado. Fuera quien fuera, señor, resulta indiferente,
                              puesto que a ninguno conozco, ni mi señora me dirigió a ninguno en particular; ni
                              ella ni yo somos de por aquí. Al pasar y encontraros, decidí entrar; siempre me ha
                              gustado ser atendido tan pronto como sea posible.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           [Aparte] Su rotunda sinceridad es de mi agrado. — ¿Quién es tu señora?
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Una viuda dueña de unas tierras, señor. Nuestra intención era irnos al campo ayer,
                              pero la señora ha decidido quedarse hasta resolver un nimio asunto legal.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Te ruego que me des su nombre.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Aquí en las escrituras aparece, junto con sus tierras: doña Poma.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¿Poma? ¿No he oído yo hablar de esa viuda?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Seguro que sí, señor. ¿La viuda rica de Staffordshire?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Vaya por Dios! Me lo has hecho recordar. Esa viuda, sí. ¡Ay, si pudiera volver a
                              quedarme soltero!
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Sin duda, su señoría podría haber dado mucho de sí, pero ella ya está bastante comprometida
                              con uno.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Te ruego que me digas quién es.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Es también un caballero hacendado al que estoy seguro que no conocéis. Ha cometido
                              algunas locuras de juventud, pero el matrimonio, doy fe, le hará sentar la cabeza.
                              Mi señora lo ama, señor, y, como sabéis, el amor es ciego. Es un tal don Agudo, si
                              habéis oído hablar de él.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¿Cómo? ¿Don Agudo, dices?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           En efecto, así se llama señor. Mi señora parece que le ayudará a asentarse con cuatrocientos
                              al año.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Te lo suplico, explícame.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¿Quién puede ser este joven don Agudo?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Un caballero de Leicestershire, señor.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           [Aparte] ¡Mi sobrino, por el amor de Dios, mi sobrino! Doy fe de que sacaré provecho de esto;
                                 un simple campesino, me las arreglaré. — ¿Y dices que ese caballero se casará pronto con ella?
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Eso creo, él la trajo a la ciudad, señor. Tiene la mejor carta de la baraja para hacerse
                              con su corazón, y sé que mi señora se casará con él antes de que se la lleve al campo.
                              Más aún, lo juro, puesto que no es una de esas viudas que primero se dejan llevar
                              y luego se casan. Os aseguro que eso no lo soporta.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Por Dios, señor, que parece que vuestra señora tiene un caballero atractivo y agradable;
                              ¡Hasta ahí, perfecto!
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           ¿Tal vez lo conocéis, señor?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¿Lo conozco? ¿Acaso no le conoce todo el mundo? ¿Puede un hombre con cualidades tan
                              exquisitas ocultarse debajo de la cama?
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Entonces, vuestra señoría me ahorra trabajo, puesto que tenía el encargo de indagar
                              sobre él.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¿Indagar sobre él? Si me permites un consejo, ya no te molestes. No indagues más que
                              conmigo, yo te daré respuesta. Reconozco que sí ha tenido problemillas de juventud,
                              pero ¿a que ahora anda nadie detrás de él? Escuchad lo que os digo, señor. ¿No creéis
                              que habrá sido vuestra señora algo ligera de cascos en su juventud? Si los hombres
                              se mofan, ¿no será porque hay mujeres mofetas?
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Sin duda, señor.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¿Acaso no se regresa a casa más sabio una vez azotado por sus propias locuras?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Tenéis toda la razón, señor.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Os aseguro que lo peor que se puede oír sobre él es que es un caballero generoso,
                              liberal e ilustrado. ¿Quién sino el complaciente don Agudo, el tres veces noble don
                              Agudo?
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Ya que su señoría sabe tanto de él, ¿podríais aclararme, señor, cómo se gana la vida?
                              El deber me obliga, señor, a preocuparme por la hacienda de mi señora, que siempre
                              me ha tratado muy bien. Ha rechazado a muchos adinerados pretendientes por él. Sin
                              embargo, aunque su amor sea tan intenso, uno no puede saber si su falta de actividad
                              puede contribuir a que todo se pierda, señor. Él nos hace creer que tiene tierras
                              y dinero.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¿Quién, el joven don Agudo? Creedlo, se gana muy bien la vida allí en… ¿Cómo se llama
                              aquel lugar?
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Doy fe de que no lo sé.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Ejem! — ¡Seré animal, que se me ha olvidado el nombre! ¡Vaya! Allá lejos, con bosques
                              enormes y bellas praderas. Maldita sea, nunca me acuerdo del nombre de aquel lugar.
                              ¿Él? Pero si es don Agudo, de la Hacienda Agudo. ¿Él, desconocido?
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           ¿Es él, señor? ¡Hay que ver cómo le dan la vuelta a las cosas los cotilleos! Creedme
                              cuando os digo, señor, que en una ocasión oímos que no tenía tierras, sino que lo
                              tenía todo hipotecado por un tío suyo que vive aquí en la capital.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Cielos! Eso es mentira, eso es mentira.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Os puedo asegurar, señor, que mi señora fue informada con todas las garantías.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¿Pero acaso pensáis que él sería tan bobo como para hipotecar sus tierras a su tío,
                              o su tío tan carente de escrúpulos como para quedarse con todo el dinero de la hipoteca?
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Eso es lo que me han contado, señor.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Uf! No os lo creáis.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Pues se está corriendo la voz.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Pues me estáis poniendo nervioso: ¿Acaso no lo sabré yo, que soy su tío?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           ¿Cómo, señor? ¡Pero qué he hecho!
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Pero cómo? ¿Os asustáis?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           ¿Vuestra señoría es su tío, señor?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¿Acaso es un perjuicio para vos, señor?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Os suplico, señor, que me hagáis el favor de ocultarlo. ¿Qué animal soy por haber
                              dicho tales cosas? Tened la gentileza de callarlo. Me pondrían de patitas en la calle
                              si se supiera. La verdad, y que sea esta la voluntad de vuestra señoría, es que se
                              deben evitar tanto a los rumores como a los otros pretendientes, pues ellos quieren
                              casarse en seguida y en privado.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¿Y crees que mi intención es perjudicarles? ¿Cómo voy a contar que la noticia de este
                              matrimonio me llega a través tuya? ¿Acaso me he vuelto loco a los cincuenta y cuatro
                              años? ¿He perdido ahora de la sutileza con la que he conseguido todas mis riquezas?
                              Tengo treinta chelines para ti. ¡Vamos, déjame que te corteje! Dime, ¿dónde se encuentran?
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           No estáis enfadado, señor.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Yo, ni una pizca. Te lo ruego, ven.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           No quisiera que se supiera que os ha llegado la noticia a través mía.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Vaya! ¿No soy un hombre sensato?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Confío en vuestra señoría, señor, pero soy un extraño en vuestra casa, y para evitar
                              todo posible espía, desearía susurraros algo al oído.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           [Aparte] Este hombre se merece un voto de confianza—Acercaos, señor. 
                              
                              
                              [El hostalero le susurra al oído] Pues eres un joven honrado.
                              
                              [Aparte] ¡Ay, sobrinucho!
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Ahora que tengo más confianza con vos, señor, ¿cuándo podré recibir vuestro consejo
                              sobre ese peliagudo asunto que os he comentado? Ahora debo andar con cautela.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           No temáis, mañana por la tarde se disipará la duda.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
HOSTALERO
                           
                           Entonces regresaré.
                           
                        
                      
                     
                     
                     [Sale Hostalero.]
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Pasadlo bien. Hay más honradez sincera en ese criado campesino que en cien de nuestros
                              trajeados acompañantes. Les llamo acompañantes porque, desde que les han cambiado
                              el uniforme por la capa, apenas se distingue al sirviente del amo. ¡Jorge!
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     [Entra JORGE.]
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Escúchame.
                              
                              
                              [Le susurra.] Mantened el lugar en secreto. Encomendadme a mi sobrino. Decidle que no encuentro
                              motivo por el que no puede ver a su tío.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Y, ¿me escucháis señor? Tened gran cuidado en tratarle respetuosa y servilmente.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
JORGE
                           
                           [Aparte] ¡Qué cambio más raro! Un día hay que echarle como a un mendigo, y ahora hay que recibirle
                                 como a un caballero.
                           
                        
                      
                     
                     
                     Sale.
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Ay, chaval, esa viuda rica! ¡Cuatrocientos al año! Además, he oído que reclama un
                              título de propiedad de cien más. ¡Qué pena que él me guarde rencor, cuando se va a
                              hacer tan rico! ¿Por qué supones que me trata como a un extraño? Ejem, espero que
                              no sea tan listo como para descubrir que le estafé: entonces me engañaría él a mí.
                              Por Dios, ¡quién se habría imaginado que íbamos a llegar a este punto! Es todo un
                              caballero, eso hay que reconocérselo. Pero reconocerle su hipoteca, eso nunca jamás.
                              Le obsequiaré con mil palabras, si eso sirve para algo, y si me pide una moneda, no
                              me mostraré reacio a dársela. Puedo albergar la esperanza de que algunas de las tierras
                              de la viuda caerán de mi lado si las cosas se hacen bien.
                              
                              [Entra JORGE.] 
                              
                              ¿Dónde está, señor?
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
JORGE
                           
                           Ruega que su señoría le disculpe; tiene un asunto muy importante que requiere toda
                              su atención.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¿Fueron esas las palabras de mi sobrino?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           [Aparte] Cuando un hombre se hace rico, también se hace arrogante, me doy cuenta. No me habría
                                 dado tal respuesta hace un año. Eso pasa cuando un hombre se hace con tierras. — Id a por él de nuevo, señor; decidle que su tío desea gozar de su compañía durante
                              una hora; sólo le molestaré una hora. Decidle que es por su propio bien, decídselo;
                              y, ¿me escucháis, señor?, echadle algún que otro “señoría” encima. Id y haced como
                              os digo. Puede que se convierta en todo un caballero muy pronto.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
JORGE
                           
                           [Aparte] Nos vamos a divertir.
                           
                        
                      
                     
                     
                     (Sale.)
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           La verdad es que trata a su tío de un modo descortés. ¿Se imaginará lo que puedo hacer
                              por él? La bondad puede brotar en mí un minuto y desaparecer durante siete años. Él
                              conoce mi temperamento; no suelo ser tan bueno. No surge la amabilidad en mí con cualquier
                              cosa. Puede que él ya lo sepa; en todo caso, lo sabrá. El motivo principal que me
                              incita a tratarle bien es la repentina sorpresa que se llevará el viejo Botín, mi
                              adversario. ¡Como palidecerá su maldad ante el ascenso de mi sobrino! ¡Con qué espíritu
                              abatido contemplará su fortuna, a quien apenas ayer llamaba lujurioso, manirroto,
                              el señor de los burdeles y cosas así! ¡Ja, ja! Me llevaré en secreto una mayor alegría
                              que con mi último negocio, una felicidad más valiosa que todas esas rentas de las
                              viudas.
                              
                              Entra [JORGE y] DON AGUDO. 
                              
                              Sí, señor.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
JORGE
                           
                           Tras muchos ruegos finalmente ha venido, señor.
                           
                        
                      
                     
                     
                     [Sale.]
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Oh, sobrino, ¡permitidme que os salude, señor! Sed bienvenido, sobrino.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Tienes un problema, sobrino; aquí en la capital eres un desconocido. Bien, ¡pues que
                              Dios te colme de gozo!
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Ah! ¡Lo que se oye por ahí! Podríais haber acabado en casa de algún tío, vuestra
                              viuda y vos, y sería culpa vuestra. Si es que puedo decírtelo sin ánimo de ofender.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           ¿Cómo habéis podido oír eso, señor?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Oh, disculpadme! Vuestra voluntad era ocultármelo. Ahora me doy cuenta.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           Discrepo, tío, no fue por falta de cariño.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Fue ingratitud, sobrino! ¡No, no, no!
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           Lamento que os lo toméis así, señor.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Uf! Ya no lo puedes arreglar, sobrino.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           ¿Escucharéis lo que puedo decir en mi defensa, señor?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Confío en que sí, adelante.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           Vos conocéis el peligro que corro en esta ciudad, señor, lo elevadas que son mis deudas
                              y lo insistentes que son mis deudores; no podríais en vuestro sano juicio desear que
                              viniéramos aquí.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Por Dios, una buena y firme razón!
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           ¡Ay! ¡Qué mejor lugar para planificar una boda que en la casa de mi tío!
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Sí, y el crédito que te daría.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           ¿Mi crédito? Sí, mi apariencia. Lo sé, tío. Con vuestro ingenio lo habrías arreglado;
                              le habríais hecho creer en su momento que toda la casa es mía.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Y también la mayor parte de mis bienes.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           Ahí le has dado. Bien, que parloteen todo lo que quieran, pero no hay nada como traer
                              a una viuda a la casa de un tío
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Y que los sobrinos hagan lo que les plazca, que a fin de cuentas verán como la casa
                              de un tío es el lugar más indicado.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           Ahí pueden atreverse a todo.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Ahí pueden hacer lo que quieran, hombre, sin temor ni al alguacil ni al guardia. ¡La
                              casa de un tío, todo un barrio donde guarecerte! Chaval, ahora te voy a importunar.
                              Si te importa tanto tu viuda, ¿podrías mandar a por ella?
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           La verdad es que supongo que sí, tío.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           Os ruego que llaméis a uno de vuestros hombres, tío.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                     
                     
                     [Entra JORGE.]
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Presta atención a mi sobrino!
                              
                              [Agudo y Jorge hablan a un lado.] 
                              
                              [Aparte] Me encantará charlar con la viuda rica; será bonito que nuestras lenguas entren en
                                 contacto; mucho prometer y poco hacer. La verdad es que me encanta. Todavía estoy
                                 de humor para hacer algo bueno por mi sobrino, si él me toma a bien.
                              
                              [Sale Jorge.] 
                              
                              ¿Qué, has mandado a por ella?
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           Le he enviado, señor.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Pero debo reprobar vuestra ingratitud, sobrino.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           ¡Qué Dios no lo permita, tío!
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Sí, por Dios! Decís que vuestras deudas son muchas, vuestros deudores insistentes,
                              pero lo grato habría sido que hubierais avisado, sin el menor peligro o prejuicio
                              para vuestras fortunas.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           Es verdad, lo confieso, tío, la culpa fue mía; pero mi intención era casarme por sorpresa,
                              y darle una alegría a mis amigos y una noticia al mundo. Si no fuera porque tengo
                              un asuntillo de cuarenta libras que me ayudaría a estar en paz. No quería que mis
                              amigos se enteraran, quería solucionarlo yo mismo.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¿Cómo, sobrino? No quiero oír eso más, os lo suplico. ¿Os voy a quedar agradecido?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           ¿A mí? ¿Qué queréis decir, tío?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Os lo ordeno porque os quiero. No molestéis a nadie excepto a mí.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           No veo motivo para ello, tío.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Jamás me dirigiré a ti mientras vivas si no lo haces.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           Si así lo disponéis, tío. Os doy la mano, así lo haré.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Ay! ¡Bien dicho! Algo hay de esperanza en ti cuando se te puede orientar. Subiré
                              la cantidad a cincuenta, porque te veo muy necesitado. Tranquilo, aquí viene mi mujer
                              con Samuel, el hijo de su primer marido.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     [Entran la ESPOSA y SAMUEL.]
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                        
                           
                           
SAMUEL
                           
                           ¡Sobrino Agudo! ¡Qué alegría, bienvenido a esta noble capital gobernada con espada
                              enfundada!
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           [Aparte] ¡Seguro que será por la sensatez de quien la empuña! — Buen señor Samuel Líbertad. Os saludo yo también.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Por todos los cielos, ya llega, esposa! ¡A ver cómo la recibes!
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ESPOSA
                           
                           No creo que tenga que aprender a recibir a una viuda, pues no hace mucho yo misma
                              era una.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     [Entra CORTESANA.]
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           Mi tío ardía en deseos de veros, viuda, y osé invitaros.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
CORTESANA
                           
                           No fue una osadía, don Agudo. ¿Es él vuestro tío?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Por la virgen que lo soy, dulce viuda, y su buen tío me considera. Con este beso que
                              te doy, date por bienvenida. Esposa, dad la bienvenida a la viuda con el mismo vigor.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
SAMUEL
                           
                           [Aparte] Yo también soy un caballero ahora, según la profesión de mi padre, y no veo por qué
                                 no podría besar a una viuda, según el ejemplo de mi padre. La verdad es que creo que
                                 el fuero no se opone; seguro que dice así: “El hijo, una vez sea hombre, puede gozar
                                 de los mismos derechos, aunque su padre fuera un yesero”. Lo pone en la página quince.
                                 Se lo daré.
                           
                        
                      
                     
                     
                     [Intenta besar a la Cortesana, que le rechaza.]
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Si no estás muy ocupada, quisiera hablar contigo, dulce viuda.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
SAMUEL
                           
                           [Aparte] ¡Dios bendito! No había sentido tanta vergüenza desde que me azotó mi madre.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Es más, ya no tengo ningún hijo propio al que atender. Ella es mi segunda esposa,
                              vieja e infértil. Podéis sentiros segura con él, viuda; será mi heredero, os lo garantizo.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
CORTESANA
                           
                           ¿Lo será, señor?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Él ya lo sabe, y al rufián le desborda el orgullo. Viudas alegres y adineradas se
                              le han declarado en la ciudad, esposas de mercaderes muy importantes, ¿y creéis que
                              les ha echado siquiera un ojo? Sinceramente, no lo hará. Lo teníais muy a gusto en
                              el campo, antes de que le localizáramos. Además, os propongo una apuesta, viuda; si
                              se descubre que ha venido a la capital, en seguida se pondrán a buscarle, y suerte
                              tendrá quien consiga atraparle primero.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           ¡Oh, habría tal persecución, viuda, que no podría ir tranquilo por la calle! Lo meterían
                              de inmediato en una gran casa o algo así. ¡Desde luego! Saben lo que tiene y que está
                              en su derecho. ¿Veis esta casa de aquí, viuda? ¡Esta casa y todo lo que contiene será
                              suyo! Habitaciones enormes, totalmente amuebladas, techos con yeso de París, todo
                              decorado con tapices religiosos. ¡Sobrino!
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Enseñad la casa a la viuda. Llevadla a todas las habitaciones, y haced que se sienta
                              como en casa. Ya veréis, viuda. [Aparte] Sobrino, dale un buen viaje y sé buen chico.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AGUDO
                           
                           Ay, señor, no sé cómo se lo tomará.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Se lo tomará bien, os lo garantizo. ¡No fastidies! ¿Serás burro? ¡Si yo estuviera
                              en tu lugar! ¡Adelante! ¡Qué vergüenza me das!
                              
                              [Salen Agudo y Cortesana.] 
                              
                              [Aparte] Que se apañen ahora. Muchos compromisos matrimoniales han empezado así en esta casa.
                                 Que prueben de mil maneras, pero no hay nada mejor que la casa de un tío para asestar
                                 el golpe final. Entretendré a mi esposa hablándole un poco. — Juana, vuestro hijo corteja a una pobre dama con una dote total de mil libras.
                              Mirad cómo mi sobrino, un muchacho con menos expectativas, da un golpe de cuatrocientos
                              al año en tierra fértil.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ESPOSA
                           
                           Bueno, haremos lo que podamos, señor.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
LUCRO
                           
                           Tendré su dinero preparado antes de que regrese. Veamos. ¡Por Dios! Debo regalarle
                              a la viuda alguna joya, una buena pieza de oro o plata, o algo así. Eso le gustará.
                              Tengo un cáliz muy bonito, y otro cáliz bien tieso que complacerá a la viuda más que
                              cualquier otra pieza.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     Sale.
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ESPOSA
                           
                           ¿Os burláis de nosotros con vuestro sobrino? Hijo, tengo una trama en mente. Marido,
                              desbarataré vuestros planes, os lo aseguro.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
SAMUEL
                           
                           ¿Es una tragedia o una comedia, querida madre?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ESPOSA
                           
                           Es una trama que le hundirá. Te ordeno, con mi bendición, hijo Samuel, que renuncies
                              de inmediato a tu amor por la sobrina del señor Botín.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ESPOSA
                           
                           De verdad que tengo una trama en mente. Coge esta cadena de oro y este hermoso diamante.
                              Persigue a la viuda cual sabueso hasta su alojamiento y a la menor oportunidad se
                              los das. Tengo un plan que te puedo contar. A ti se te conoce por lo que eres entre
                              los comerciantes más importantes de los doce gremios de Londres.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
SAMUEL
                           
                           Es cierto, y se lo agradezco sinceramente.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ESPOSA
                           
                           ¿Y él? ¡Él es un bribón comparado contigo!, Asegúrale a la viuda que tú ganas doscientos
                              al año por ti mismo, además de las virtudes que tienes, y de ser una persona pura
                              y encantadora. Si yo fuera viuda, de corazón te elegiría a ti.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
SAMUEL
                           
                           Gracias por vuestra buena voluntad, madre, pero la verdad es que preferiría emparejarme
                              con alguien que no fuera de la familia. Y si no la cortejo de forma tan vehemente,
                              y la hago aceptar los regalos de buen grado antes de marcharme, no me tendré que considerar
                              vuestro heredero en cuerpo y alma.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ESPOSA
                           
                           Yo ya sé que tienes lo que hay que tener, hijo, sólo tienes que sacarlo a la luz.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
SAMUEL
                           
                           De una manera u otra lo sacaré.
                           
                        
                      
                     
                     
                     Salen.
                     
                   
                  
                  
                  
                     [Acto II Escena 2]
                     
                     
                     [En una calle de Londres]
                     
                     
                     Entran AMADOR PARNÉ y BOTÍN.
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AMADOR PARNÉ
                           
                           Veréis, señor Botín, le he dedicado muchos meses a la petición de mano de vuestra
                              sobrina, tan grande es el amor que siento por sus virtudes; pero ya que me rechaza
                              tan intensamente, quiero probar fortuna en otro lugar.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
BOTÍN
                           
                           Dios no lo quiera, señor. Pero jamás os dije que mi sobrina estuviese dispuesta.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AMADOR PARNÉ
                           
                           Debo confesar que así fue, señor; sin embargo, en consideración hacia mi gran pérdida
                              de tiempo y al entusiasmo con el que pretendí a vuestra sobrina, ¿podría pedir un
                              favor a vuestra señoría?
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
BOTÍN
                           
                           En consideración hacia ambas razones, aunque no sea sencillo, pedídmelo, señor.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AMADOR PARNÉ
                           
                           Os quedaré muy agradecido. Hace apenas tres horas que llegó a mis oídos, señor, un
                              feliz rumor sobre una adinerada viuda rural.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
BOTÍN
                           
                           ¿Cómo? ¿Una adinerada viuda rural?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AMADOR PARNÉ
                           
                           Que recibe cuatrocientos al año.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AMADOR PARNÉ
                           
                           Con total seguridad, señor, y he averiguado dónde se aloja. Y aquí empieza mi petición.
                              Le suplico a vuestra señoría que mediéis por mí y habléis bien de mí, pues vuestras
                              palabras serán bien recibidas. Sin duda podría tener la oportunidad de conquistar
                              a la viuda, y vuestra labor no concluiría con un mero agradecimiento, sino que se
                              os compensará con doscientas monedas.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
BOTÍN
                           
                           Y… y, ¿quiénes son sus pretendientes?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AMADOR PARNÉ
                           
                           Ahí está mi consuelo, señor; esta noticia sobre ella aún no es más que un susurro,
                              y sólo la pretende el joven lujurioso don Agudo, sobrino de vuestro mortal adversario.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
BOTÍN
                           
                           ¡Ja! ¿Estás seguro de que él es su pretendiente?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AMADOR PARNÉ
                           
                           Segurísimo, señor, y su tío trabaja con mucho empeño para seducir a la viuda y hacer
                              posible el casamiento.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
BOTÍN
                           
                           [Aparte] ¡Vaya! ¡Qué bien!
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AMADOR PARNÉ
                           
                           Y señor, debéis saber que este joven don Agudo es un manirroto y un disoluto.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
BOTÍN
                           
                           Un auténtico granuja.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AMADOR PARNÉ
                           
                           Un alborotador nocturno.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
BOTÍN
                           
                           Un baboso de burdel.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AMADOR PARNÉ
                           
                           Cierto, señor, como bien ha dicho vuestra señoría. Quizá podamos quitárselo de la
                              cabeza a la viuda, y llevarme a mí por el buen camino de su afecto.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
BOTÍN
                           
                           Esperadme sobre las cinco.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
AMADOR PARNÉ
                           
                           Con mi mayor discreción, señor.
                           
                        
                      
                     
                     
                     (Sale.)
                     
                     
                     
                        
                           
                           
BOTÍN
                           
                           Ignorante, has dejado tu riqueza bajo la vigilancia de un ladrón. ¡Confiarle a un
                              viudo una petición de amor! Dulce venganza, ¡te doy un abrazo! No sólo tengo medios
                              a mi disposición para acabar con mi enemigo y eliminar las últimas esperanzas de su
                              sobrino, sino que además enriqueceré mi hacienda, aumentarán mis beneficios y haré
                              que mi propia fortuna aumente. ¡Ja, ja! Enmugreceré vuestras alabanzas; pondré patas
                              arriba vuestras lisonjas; desmontaré vuestros divagaciones, conjuras y conspiraciones,
                              que se vendrán abajo como un secreto que se desvela y una plaga que se extiende sobre
                              vuestro seguro consuelo. Pues soy capaz de comprar tres como Lucro, pujar tres veces
                              más alto que él y tener mis inversiones listas para hacerle frente.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     [Se aparta a un lado.]
                     
                     
                     (Entran tres ACREEDORES.)
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ACREEDOR 1.º
                           
                           Me alegran estas noticias.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ACREEDOR 2.º
                           
                           Y a nosotros también, os lo aseguro.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ACREEDOR 3.º
                           
                           El joven don Agudo será de nuevo todo un caballero.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
BOTÍN
                           
                           [Aparte] ¡Tranquilo!
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ACREEDOR 1.º
                           
                           Os aseguro, don Palenque, que es una viuda tremendamente rica.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ACREEDOR 2.º
                           
                           ¿Y eso? ¿Habéis oído hablar de ella?
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ACREEDOR 1.º
                           
                           ¿De quién? ¿De doña Poma? Ha desatado todo tipo de rumores.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ACREEDOR 3.º
                           
                           Dicen que obtiene cuatrocientos al año de una tierra muy buena.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ACREEDOR 1.º
                           
                           ¡No! Creed lo que os digo, es mucho más que eso.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ACREEDOR 2.º
                           
                           ¡Y hay que ver cómo don Agudo lo mantiene en secreto!
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ACREEDOR 1.º
                           
                           Señor, eso tiene sentido, así evita que surjan mejores pretendientes.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ACREEDOR 3.º
                           
                           A mí me debe cien libras, y no esperaba recuperar ni un penique.
                           
                        
                      
                     
                     
                     
                        
                           
                           
ACREEDOR 1.º
                           
                           Poco se imagina que iremos a por él, le sorprenderá ver a sus acreedores echársele
                              encima.
                           
                           
                        
                      
                     
                     
                     (Salen [los acreedores].)
                     
                     
                     
                        
                           
                           
BOTÍN
                           
                           ¡Bien, sus acreedores! Y yo iré a continuación. Esto se pone de mi parte: todos saben
                              de la riqueza de la viuda; y también es bien sabido que puedo hacerme cargo de ella,
                              y así lo haré.
                           
                           
                           
                           ErrorMetrica
                           
                              
                              De una brillante acción, dos gratas circunstancias
                              
                              
                              Abato a mi enemigo y aumento mis ganancias.
                              
                            
                           
                        
                      
                     
                     
                     (Música. Sale.)