Félix Lope de Vega y Carpio, Las bizarrías de Belisa

Las bizarrías de Belisa





Texto utilizado para esta edición digital:
Texto incluido en la base Canon 60 - TC/12. Digitalización a cargo de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes Saavedra, 2014.
Edición digital para CANON 60:
  • Kateria Vaiopoulos
Adaptación digital para EMOTHE:
  • Martínez Rubio, José (Artelope)

HABLAN EN ELLA LAS PERSONAS SIGUIENTES

BELISA, dama
FINEA, su criada
CELIA, dama
LUCINDA, dama
FABIA, criada
DON JUAN DE CARDONA
TELLO, su criado
OTAVIO, galán
JULIO
CONDE ENRIQUE
FERNANDO, criado del conde

Jornada I

Sale BELISA con vestido entero de luto galán, flores negras en el cabello, guantes de seda negra, y valona, y FINEA.

FINEA
¿Así rasgas el papel?

BELISA
Cánsame el conde, Finea.

FINEA
¡Qué ingratitud!

BELISA
Que lo sea
me manda amor.

FINEA
Fuego en él;
5
que pienso que no es tan vario
en sus mudanzas el viento.

BELISA
Navega mi pensamiento
por otro rumbo contrario.
Castigó mi voluntad
10
el cielo.

FINEA
No sé si diga
que justamente castiga,
señora, tu libertad.
Tanto despreciar amantes,
tanto desechar maridos,
15
tanto hacer de los oídos
arracadas de diamantes,
claro está que habían de dar
en ocasión al amor
para vengar tu rigor.

BELISA
20
Bien se ha sabido vengar.

FINEA
¡Oh qué bien los has vengado
con querer agora bien
a quien... ni aun sabes a quién
ni él tampoco tu cuidado!
25
Tus desdenes, con razón,
agora diciendo están:
«¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los infantes de Aragón
¿qué se hicieron?».

BELISA
No presumas
30
que de esta mudanza estoy
arrepentida, aunque doy
agua al mar, al viento plumas;
porque tengo la memoria
de este necio amor tan llena,
35
que juzgo poca la pena
para tan inmensa gloria.
¿Llaman?

FINEA
Sí.

BELISA
Pues quiero hablarte
con más espacio después.
Mira quién es.

FINEA
Celia es,
40
que ha venido a visitarte.

(Sale CELIA.)

CELIA
Prospere tu vida el cielo.

BELISA
No sé, Celia, si querrá
tener ese gusto ya.

CELIA
Ya la novedad recelo:
45
dijéronme que te habían
visto con luto en la calle
Mayor, aunque gala y talle
la causa contradecían,
y hallo que todo es verdad;
50
pero tanta bizarría
no es tristeza.

BELISA
Celia mía,
murió...

CELIA
¿Quién?

BELISA
...mi libertad.

CELIA
Es imposible que en ti
haya faltado el desdén.

BELISA
55
¿No es faltarme querer bien?

CELIA
¿Tú querer bien?

BELISA
Yo.

CELIA
¿Tú?

BELISA
Sí.
Ya cesaron mis rigores.

CELIA
Veré primero sembrado
de estrellas del cielo el prado,
60
y el cielo de hierba y flores;
y, trocando el natural
efeto, veré también
a la envidia decir bien
y a la virtud hablar mal;
65
veré la ciencia premiada
y la ignorancia abatida,
que es la verdad bien oída
y que la lisonja enfada,
y el imposible mayor:
70
dar honra al que está sin ella,
que crea, Belisa bella,
que puedes tener amor.

BELISA
Una tarde, cuando el sol
dicen que en el mar se esconde,
75
y se le ponen delante
las cabezas de los montes,
cuando por aquella raya,
que con varios tornasoles
divide el cielo y la tierra,
80
y los días y las noches,
nubes de púrpura y oro
van usurpando colores
a las plumas de los aires,
y a las ramas de los bosques,
85
iba sola con Finea,
amiga Celia, en mi coche,
tan sol de mi libertad
cuanto luego fui Faetonte:
que nunca verás tan altas
90
las soberbias presunciones,
que no las fulminen rayos
como a las soberbias torres.
Era en la parte del Prado,
que igualmente corresponde
95
a esa fuente, Castellana
por la claridad del nombre,
que también hay fuentes cultas,
que, aunque oscuras, al fin corren
como versos y abanillos
100
-quiera el cielo que se logren-.
Iba Finea cantando
en gracia de mis blasones
finezas del conde Enrique,
que ya conoces al conde
105
y a sus papeles escritos,
para que, cuando me toque,
como papel de alfileres,
tenga papeles de amores,
y a mis locas bizarrías,
110
desprecios y disfavores,
como si hubiera nacido
de las entrañas de un roble,
cuando veo un caballero
con el semblante conforme
115
al suceso que esperaba.
Volvió la cara, y parose
a escuchar quién le seguía;
pero con pocas razones,
desnudando las espadas,
120
los ferreruelos recogen.
El que digo, el pie delante,
con el contrario afirmose,
gala y valor, que en mi vida
vi hombre tan gentilhombre.
125
No era el otro menos diestro.
No te parezca desorden
que siendo mujer te cuente
lo que es bien que ellas ignoren;
que, aunque aguja y almohadilla
130
son nuestras mallas y estoques,
mujeres celebra el mundo
que han gobernado escuadrones:
Semíramis y Cleopatra,
poetas e historiadores
135
celebran, y fue Tomiris
famosa por todo el orbe.
¿No has visto cuando dos juegan
que, sin conocerse, escoge
uno de los dos quien mira,
140
sin que el provecho le importe,
y quiere que el otro pierda,
sin saber que esto se obre
por conformidad de estrellas
que infunden inclinaciones?
145
Pues de esa suerte mi alma
súbitamente se pone
al lado del que juzgaba
por más galán y más noble.
Alzó el contrario de tajo,
150
a quien mi ahijado embebiole
una punta, con que dio
en tierra; mas levantose
presto, porque después supe
que traía un peto doble
155
de Milán, labrado a prueba
del plomo, que muros rompe.
Acudieron a este punto,
tirándole varios golpes,
tres hombres a mi galán,
160
cosa indigna de españoles.
Pero dicen entre amigos
que el enemigo perdone,
que solo es vil el que huye
y valiente el que socorre.
165
Con razón o sin razón,
salto de mi coche entonces,
quito la espada al cochero,
que arrimado a los frisones
miraba a pie la pendencia,
170
todo tabaco y bigotes,
como si estuviera el necio
de la plaza en los balcones
y el conde de Cantillana
acuchillando leones;
175
y partiendo al caballero
me pongo de Rodamonte
a su lado. ¡Cosa extraña!
En fin, hombres de la corte,
pues se volvieron humildes
180
los que llegaron feroces.
Agradecido el galán
de dos tan nuevas acciones,
comenzó a hablarme, y no pudo,
porque de lejos dan voces
185
que la justicia venía;
que no hay santelmo en el tope
después de la tempestad
que como una vara asome.
Díjele: «En mi coche entrad
190
que si los caballos corren,
porque estos no son de aquellos
que repiten para cofres,
presto estaremos en salvo».
Entró el galán y sentose
195
en la proa, y yo en la popa,
como campos fronte a fronte.
Viendo que nadie venía,
templó el cochero el galope
y en la fuente Castellana,
200
para descansar, parose.
Yo siempre que voy al Prado
llevo un búcaro. Tomole
el cochero y dionos agua.
Dile yo una alcorza, y diome
205
las gracias en un requiebro
que la mano agradeciole.
Con esto le persuadí
a que, dejando favores,
me contase la ocasión
210
de la pendencia, que sobre
cosas de amor sospechaba;
que hay profetas corazones,
pues antes que la dijese
celos me daban temores;
215
que el que ha de matarla, sabe
la garza entre mil halcones.
En fin, dijo de esta suerte,
-agora a escucharme ponte,
para que como él a mí,
220
de mi desdicha te informe-:
«Yo soy don Juan de Cardona,
hijo del señor don Jorge
de Cardona, aragonés,
y doña Juana de Aponte.
225
Nací segundo en mi casa
y así mi padre enviome
a Flandes, donde he servido
desde los años catorce
hasta la edad en que estoy.
230
Volví con informaciones
de mis servicios, y cartas
de aquel ángel que coronen
los cielos, infanta de Austria,
de divinos resplandores,
235
tía del rey, que Dios guarde.
Pretendí luego en la corte
a guisa de otros soldados;
pero entre estas pretensiones
de un hábito, vi una tarde
240
con otro de chamelote,
un serafín de marfil,
con toda el alma de bronce.
Quedé sin ella, seguila,
servila, y agradeciome
245
la voluntad, retirando
todo lo que no es amores.
Gasté, empobrecí. Mi padre,
enojado, descuidose
de mi socorro, y Lucinda
250
-que este es de esta dama el nombre-,
desdeñosa, a puros celos
me mata viéndome pobre;
que no hay finezas que obliguen
ni lágrimas que enamoren».
255
Cuando esto dijo, quisiera
sacar los ojos traidores
que por otra habían llorado.
¡Mirad qué envidia tan torpe!
Prosiguió que la pendencia
260
fue por ser competidores
él y el galán, porque teme
que si la obliga, la goce.
Finalmente paró el caso
en tantas lamentaciones,
265
que sin saber por qué causa
quise arrojarle del coche.
Él llorando y yo sin alma
llegamos casi a las once
a mi posada; roguele
270
que me viese, y respondiome
que sería esclavo mío,
con mil tiernas sumisiones
y, despedido e ingrato,
a ver su dama partiose.
275
Quedé tan necia que apenas
sé por qué, cómo, ni dónde
amo, envidio y con los celos
temo que loca me torne,
porque pienso que es castigo
280
de aquellos tiranos dioses
Venus y Amor, de quien hice
burla y los llamé embaidores.
Troqué las galas en lutos,
la libertad en prisiones,
285
la bizarría en descuidos,
y en humildad los rigores;
ni voy al Prado, ni al río;
no hay cosa que no me enoje;
a la música soy áspid,
290
veneno a fuentes y flores.
Soy, no soy, vivo, no vivo,
y entre tantas confusiones
ni sé dónde he puesto el alma
ni ella misma me conoce.

CELIA
295
Es suceso tan estraño
que, a no ser tuyo, no fuera
posible que le creyera.
Pagas justamente el daño
que has hecho a tantos, ingrata.
300
Locura debe de ser
querer quien otra mujer
deja, aborrece y maltrata.
Pero de tu entendimiento
la mayor locura ha sido,
305
Belisa, no haber querido
divertir el pensamiento.
¿Ya no vas, como solías,
al Prado ni al Soto?

BELISA
No,
que más me entretengo yo,
310
Celia, en las tristezas mías,
que en el lugar más remoto
con mayor descanso estamos.

CELIA
Así vivas, que salgamos
estas mañanas al Soto.

BELISA
315
Si va a decir la verdad,
que encubrirla no es razón
ni a mi justa obligación
ni a tu segura amistad,
con la ocasión de este mes,
320
de tantas damas paseo,
salgo al campo, a ver si veo
quien me ha de matar después;
mas ni en sotos ni en retiros
le he visto, ni él vuelve a verme.

CELIA
325
Como en otros brazos duerme
no despierta a tus suspiros.
Pero salgamos mañana,
que en mi buena dicha espero
hallar ese caballero;
330
que tengo por cosa llana
que, si le vuelves a ver
y más despacio mirar,
no solo no le has de amar
pero le has de aborrecer:
335
que muchas cosas agradan
miradas súbitamente,
mas pasa aquel accidente
y, vistas despacio, enfadan.

BELISA
¡Ay, Celia! Yo quiero darte
340
crédito y seguir tu voto.
Disfrazada voy al Soto.

CELIA
Y yo quiero acompañarte.

BELISA
No ha de salir el aurora
cuando estés aquí.

CELIA
Sí haré.

BELISA
345
Dar a tus consejos fe
mis esperanzas mejora,
porque de la luna el velo,
mirado con atención,
descubre manchas que son
350
indignas de tanto cielo.

(Vanse.)
(Salen DON JUAN DE CARDONA, y TELLO, criado.)

JUAN
Tello, el amor no gusta de consejos,
y más del inferior.

TELLO
¿Qué mayor prueba
de que el amor es loco
sin los consejos, de la vida espejos?

JUAN
355
Y para el ciego amor ¿es cosa nueva
tener la vida y aun el alma en poco?

TELLO
Quien tiene vista al que le falta guía,
que si entrambos son ciegos, van perdidos.
Cuando tu amor Lucinda agradecía,
360
estaban disculpados tus sentidos;
pero agora que quiere bien a Otavio
es infamia de amor sufrir su agravio,
si no buscar remedio...

JUAN
¿Qué remedio?

TELLO
Poner otros amores de por medio;
365
que así se curan cuantos han querido
porque otro amor es el más breve olvido.

JUAN
¿Con qué dinero, necio?

TELLO
No todos los amores tienen precio.
Méritos tienes. Ama.
370
¿Ha de faltar una mostrenca dama
que te quiera por gusto?

JUAN
Majadero,
¿amores en la corte sin dinero,
y más agora que tan caro es todo?

TELLO
Pues yo no sé otro modo,
375
ni hay médico en el mundo que, tomando
el pulso a un amador aborrecido,
no le recete otra mujer.

JUAN
Si cuando
voy a buscar de tanto amor olvido,
se me pone delante la hermosura
380
de Lucinda, ¿podré yo por ventura
decir amores a otra cara?

TELLO
Bueno,
una purga es veneno
y por tener salud la toma un hombre.

JUAN
Tello, ya no hay mujer que no me asombre.

TELLO
385
Alejandro lloraba porque había
un mundo solo, que con uno solo
dijo que no podía,
con tanta tierra y mar de polo a polo,
satisfacer su pecho.
390
Tú lo contrario has hecho:
que sola una mujer en Madrid quieres
habiendo treinta mundos de mujeres:
morenas, pelirrubias, gordas, flacas,
unas mudas de lengua, otras urracas,
395
discretas, mentecatas, bachilleras,
airosas en las burlas y en las veras;
hay enanas, hay largas como trampa,
unas con pies de apóstol, consoladas
del ponleví que imprime poca estampa,
400
y otras que en vez pudieran de arracadas
traer las zapatillas;
hay lázaras mujeres, de amarillas,
que salen del sepulcro de las camas,
y otras que de clavel parecen ramas;
405
hay romas, hay pioquintas;
unas que se contentan con dos cintas
y otras como tarascas de dineros,
que engullen mayorazgos por sombreros;
unas piadosas y otras socarronas,
410
tales severas, tales juguetonas;
unas mudables por andar más frescas
y otras firmes de amor como tudescas;
pero en siendo mujeres, sean morenas,
sean blancas o no, todas son buenas.

JUAN
415
¡Qué pintura tan necia!

TELLO
Pues yo, señor, ¿qué he dicho de Lucrecia
la casta y en camisa,
de Porcia y Artemisa,
una avestruz de hierros encendidos,
420
y otra sepultura de maridos?

JUAN
¡Ay puerta! ¡Ay dulce rejas!
A Lucinda llevad mis tristes quejas.

TELLO
Pues ya que llegas, llama.

JUAN
Aun llegar a llamar teme quien ama.

(En la reja FABIA, criada.)

FABIA
425
¿Quién llama? ¿Quién está ahí?

JUAN
Dile, Fabia, a tu señora
que estoy aquí.

FABIA
No es agora
tiempo de llamar ansí.

JUAN
¿Por qué razón?

FABIA
Porque está
430
desnudándose.

JUAN
¿Tan presto?

FABIA
No fuera término honesto
abriros la puerta ya.
Id con Dios, don Juan, que habemos
de madrugar para ir
435
al Soto.

JUAN
¡Que vengo a oír
tal crueldad!

TELLO
No hagas estremos.
Mira que en la calle estás.

JUAN
Fabia, Fabia, espera.

FABIA
Espero.
¿Qué quieres?

JUAN
Di que la quiero
440
una palabra no más.

FABIA
Bueno, en comenzando a hablar
tanto vendrás a empeñarte
que venga el sol a rogarte
que la dejes acostar.

JUAN
445
Abre, Fabia.

FABIA
¡Qué locura!

(Sale a la reja LUCINDA.)

LUCINDA
¿Con quién hablas?

FABIA
Con don Juan
de Cardona.

LUCINDA
¿Y qué dirán
de tanta descompostura
en la peor vecindad
450
que tiene calle en Madrid?

JUAN
Lucinda hermosa, advertid,
que es linaje de crueldad,
indigno de un caballero
como yo, tratarme ansí.

LUCINDA
455
Lo que Fabia os dijo aquí
daros por disculpa quiero,
porque habiendo de salir
del alba al primer albor,
no será razón, señor,
460
que no me dejéis dormir.
El afeite natural
en el buen sueño reposa,
que no se levanta hermosa
mujer que ha dormido mal.
465
Id con Dios y presumid
que os amo y tengo respeto.

JUAN
Que yo me fuera os prometo,
señora, pero advertid
que ver a Fabia turbada
470
tan necios celos me ha dado
que pienso que lo ha causado
el estar vos ocupada.
Abrid, que con solo entrar
luego me vuelvo a salir.

LUCINDA
475
Esta no es hora de abrir
ni de dar que murmurar;
que hay vecina tan liviana
que para escuchar despierta,
apenas oye la puerta
480
cuando ocupa la ventana.
Hacedme esta cortesía
de que os vais.

JUAN
Es imposible
sin entrar.

LUCINDA
Ya estáis terrible.

JUAN
Amor, Lucinda, porfía
485
que le lleve a vuestra sala
solo a dejar estos celos.

LUCINDA
Ponerme en tantos desvelos
ni es cortesía, ni es gala.
Id con Dios, que puede ser
490
que os resulte algún pesar.

JUAN
Pues ¡vive Dios que he de entrar
y que lo tengo de ver!

LUCINDA
¿Golpes a mi puerta?

JUAN
Y coces
hasta ponerla en el suelo.

(Salen OTAVIO y JULIO con broqueles y espadas.)

OTAVIO
495
A tanta descortesía
y a tan loco atrevimiento
saldrá el honor de esta casa
a castigar vuestros celos.
La puerta está abierta. Entrad.

JUAN
500
No era sin causa el tenerlos.
Vuesas mercedes me digan
si son hermanos o deudos
de esta dama, o son galanes.

OTAVIO
Pues que no quiere entrar dentro,
505
donde supiera quién somos,
afuera se lo diremos.

JUAN
Salgan, y sabrán también,
con los celos o sin ellos,
que soy don Juan de Cardona.

TELLO
510
Y yo Tello, su escudero.

LUCINDA
¡Ay, Fabia! ¿Qué haré?

FABIA
Acostarte,
y dense.

LUCINDA
Sin alma quedo.

JUAN
Aquí, Tello.

TELLO
Vengan otros,
que estos ya huelen a muertos.

(Vanse, y salen el CONDE ENRIQUE y FERNANDO, criado.)

CONDE
515
Bravo mayo.

FERNANDO
No permite
distancia sin flor al suelo.

CONDE
Con las estrellas del cielo
en el número compite.

FERNANDO
Crecido va Manzanares.

CONDE
520
Imita al que ruin nació,
que cuando crecer se vio
despreció los patrios lares;
que al humilde nacimiento
sucede como a este río:
525
que descubre en el estío
su arenoso fundamento.
¡Oh, bien haya aquel discreto
que cuando se mejoró
de fortuna, se quedó
530
con aquel mismo sujeto!
No disminuye el valor:
antes muestra en parte alguna
quien desprecia la fortuna
que la merece mayor.
535
Muchos conozco yo aquí
tan discretos en su estado,
que todo lo que han mudado
es lo que hay fuera de sí.
Pero esto aparte dejando
540
y viniendo al desatino,
con que aquel desdén divino
me quiere matar, Fernando,
¿cómo no ha venido a ser
de aquestos campos aurora,
545
que ya dice el sol que es hora
de salir y amanecer?

FERNANDO
Estarase componiendo
de galas y bizarrías,
con que estos festivos días
550
sale de Aurora riendo,
y en este verde teatro
hace la madre de Amor.

CONDE
Yo, que adoro su rigor
y su desdén idolatro,
555
conjuraré su donaire
para que venga.

FERNANDO
Ya espero
que te obedezca ligero
su espíritu por el aire.

CONDE
Ponte el sombrero, Belisa,
560
pluma blanca y randas negras,
aunque no ha menester plumas
quien en tales pies las lleva.
Ponte al espejo y retrata
en su cristal tu belleza,
565
para que tengas envidia
de que nadie te parezca;
que tú sola de ti misma
puedes trasladar las señas,
formando tú y el cristal
570
otra mentira tan bella.
Mira que te aguarda el Soto
y que en su verde alameda
aún no han cantado las aves
por esperar que amanezcas.
575
Péinate el pelo a lo llano
y no le rices en trenzas,
que, si te ven la jaulilla,
harás que las aves teman.
Mira que rosas y lirios,
580
para salir a la selva,
no rompen la verde cárcel
hasta que les des licencia.
Sarta de cuentas de vidro
banda de tu cuello sea,
585
porque cuando te la quites
quede convertida en perlas.
Con las flordelises de oro
ponte la verde pollera,
pues que son pueblos en Francia
590
mi esperanza y tus defensas.
Para que la cuesta bajes,
a tus chinelas acuerda
que hay muchos ojos que suben
cuando se bajan las cuestas.
595
Ponte en la cabeza rosas
y en los zapatos rosetas,
de manera que en los pies
y en la cabeza se vean,
aunque yo tengo más celos
600
del pie que de la cabeza
que, aunque toda vas florida,
no a lo menos toda honesta.
Ven a matar de mañana,
aunque el amor forme quejas
605
que esté durmiendo el aurora
y tú, Belisa, despierta.
Si alguno te dice amores
de estos que de hablar se precian,
di que no vas a mirar,
610
sino solo a que te vean.
Así, discreta Belisa,
segura del Soto vuelvas;
que no te engañen los ojos
esto que llaman guedejas.
615
Ponte el manto sevillano,
no saques más de una estrella,
que no has menester más armas
ni el amor gastar sus flechas.
Más airosa vas tapada,
620
y al fin con menos sospecha
que matando cuanto mires,
te conozcan y te prendan.
Bien puedes salir, que ya
los ruiseñores comienzan
625
a ser campanas del alba
para que la tuya venga.

FERNANDO
Quedo, no conjures más.

CONDE
¿Por qué?

FERNANDO
Porque ya se acerca.

CONDE
¡Oh, conjuros amorosos,
630
divina tenéis la fuerza!

(Sale BELISA con la mayor gala de color que pueda, manto y sombrero de plumas, y FINEA de la misma suerte.)

BELISA
¿Adónde Celia quedó?

FINEA
Con unas amigas queda
sentada orilla del río.

BELISA
Como no tiene mis penas,
635
cansose de verme andar
buscando la causa de ellas.
Mucho es que aquestas mañanas
don Juan al Soto no venga.

FINEA
Tendrale preso Lucinda.

BELISA
640
¿Cómo? Si don Juan se queja
de sus desdenes y engaños.

FINEA
¡Qué bien tus celos consuelas!

BELISA
¡Ay, Finea, el conde!

FINEA
Amor
hoy quiere que coger puedas,
645
en el Soto de Madrid,
los azahares de Valencia.

CONDE
Ya es tarde, Belisa ingrata,
para encubriros de mí,
que dentro del alma os vi,
650
en cuyo espejo os retrata.
Ya que los campos de plata
la dorada aurora pisa,
no envidien su dulce risa
las aves, fuentes y flores
655
cuando con más resplandores
sale a los nuestros Belisa.
Y aunque con sola una estrella
podéis dar luz, no es razón
que esconda el manto a traición
660
la que ha venido con ella.
Descubrid, Belisa bella,
la que venís ocultando;
mátenme entrambas, que cuando
es tan cierta la vitoria,
665
bien es que partan la gloria
de haberme muerto mirando.
La mayor honestidad
que fue de la villa espejo
le debe al campo el despejo
670
de su verde soledad.
Descubrid, mirad, matad;
que es cruel razón de estado
mostrar, con el desenfado
de que amor se maravilla,
675
bizarrías en la villa
y desdenes en el prado.

BELISA
No por veros me encubrí,
cuando me alegré de veros.

CONDE
Gracias al amor y al campo
680
en que más humana os veo.
¿Queréis escucharme?

BELISA
Sí,
que tan cortés caballero
no dirá cosa en mi agravio.

CONDE
Oíd.

(Salen DON JUAN y TELLO.)

JUAN
No descubro, Tello,
685
en todo el Soto, a Lucinda,
y en su casa nos dijeron
que había salido al campo.

TELLO
Que nos engañaron temo,
que esto de enviar al Soto
690
siempre ha sido mal agüero.

JUAN
No estará, Tello, Lucinda
con Otavio por lo menos.

TELLO
Bravo revés le pegaste.

JUAN
Como le sentí en el pecho
695
defensa, tiré por alto.

TELLO
Si no llega gente, creo
que en enero vuelvo a Julio:
tirele un tajo, y abriendo
el broquel subió tan alto
700
por esos aires el medio
que, apartadas las estrellas,
pienso que no estuvo un dedo
de descalabrar la luna.

JUAN
Vengué con sangre mis celos;
705
mas mira, por Dios, si ves
a Lucinda.

TELLO
Preguntemos
por ella.

JUAN
¿A quién?

TELLO
A este Soto,
ejército de conejos.
«Diga, señor Manzanares,
710
sacamanchas de secretos,
a quien debe su limpieza
la información de los cuerpos,
el que lava en el verano
lo que se pecó el invierno,
715
cuya espuma es de jabón,
cuyas orillas de lienzo,
¿ha visto vuesa merced
una mujer de buen gesto,
muy enemiga de amores,
720
muy amiga de dineros,
que desde pobres acá
la perdió don Juan por serlo,
y con ella una criada,
centella de aqueste fuego,
725
que le hurta los borradores
como los poetas versos?».
Habla el río: «Esa mujer
que habéis perdido, escudero,
está en casa con Otavio,
730
almorzando unos torreznos
con sus duelos y quebrantos.
¡Tal me vinieran los duelos!».
¿De qué lo sabéis, buen río?
«De que estoy en su aposento
735
en un cántaro, que al rostro
le doy el primer bosquejo».
¿Oyes lo que dice el río?

JUAN
Oigo que vienes muy necio.

FINEA
Señora, señora, escucha.

BELISA
740
¿Qué quieres?

FINEA
Don Juan y Tello
están junto a aquellos olmos.

BELISA
Señor conde, yo me atrevo,
en fe de vuestro valor,
que me aguardéis un momento
745
junto a aquel coche, entretanto
que con aquel caballero
hablo dos palabras solas.

CONDE
Si siendo celoso puedo
ser cortés, iré forzando
750
mi paciencia a obedeceros;
pero sufrir que un galán,
Belisa, os diga requiebros,
más viene a ser bajo estilo
que amoroso sufrimiento.

BELISA
755
No es galán, aunque lo es,
y así no hay de qué ofenderos,
pues el nombre de marido
siempre mereció respeto.
De Aragón viene a casarse
760
conmigo; que os vais os ruego,
que no es de cobarde amante,
en público ni en secreto,
para no perder la dama,
dejar el campo a su dueño.

CONDE
765
¿Que estáis casada?

BELISA
No sé.
Esto han tratado mis deudos.

CONDE
Por cierto que él es galán.

BELISA
¿No os parece que me empleo
justamente en él?

CONDE
Después
770
os responderán mis celos.

(Vase.)

BELISA
Señor don Juan, ¿los soldados
y caballeros tan presto
olvidan obligaciones?

JUAN
Señora mía, no pienso
775
que os ha ofendido mi olvido:
falta, sí, de atrevimiento.
Dos mil veces he querido,
obligado a lo que os debo,
ir a besaros la mano
780
y a resolverme no acierto.
¡Qué buena ventura mía,
pues la he tenido de veros,
esta mañana me trujo
donde tan hermosa os veo!
785
¡Qué bizarra! ¡Qué gallarda!
¡Qué talle! ¡Qué lindo aseo!
¿Qué jardín se debe a mayo,
cuando abril se fue lloviendo
tantas rosas, tantas flores?
790
¡Qué airosamente el sombrero,
coronel de vuestros ojos,
timbre de vuestros cabellos,
os hace Marte del Soto,
belicosamente Venus,
795
para matar y dar vida
a los mismos que habéis muerto!

BELISA
¿Lisonjas, después de olvidos?
¿Después de agravios, requiebros?
Guardaldos para Lucinda.
800
¿Después de ingrato, discreto?
No, señor don Juan. ¿Vos sois
Cardona? ¿Vos caballero
de Aragón? No hay más disculpa
que decir «quiero y no tengo,
805
de perdido por Lucinda».
¿Cómo os va con ella? ¿Hay celos?
¿Hay desdenes? ¿Hay galanes?
Ya se deben de haber hecho
las amistades. Hablad.
810
¿De qué os suspendéis?

JUAN
No puedo
deciros de mis desdichas
más de que loco amanezco
en su calle, donde el sol
me deja, cuando por cercos
815
de oro en el mar de occidente
argenta el rubio cabello,
hasta que peina el del alba
con los rayos de su eterno
curso, ilustrando los aires,
820
dorando el verde elemento.
Cual suele por verde selva
celoso novillo, huyendo
de su contrario, en los troncos
romper la furia soberbio,
825
temblar las ramas, sonando
por varias partes los ecos,
cubrir de polvo las nubes
arañando el seco suelo,
así yo la calle asombro,
830
para mí selva de fuego,
rompiendo a las duras rejas,
con mis suspiros, los hierros.

BELISA
¡Qué linda comparación!
¡Qué bien aplicado ejemplo!
835
¡Qué bien pintado novillo!
¡Qué amanecer! ¡Qué conceto!
¿Sois poeta?

JUAN
¿Quién, señora,
no ha hecho malos o buenos
versos, amando? Que amor
840
fue el inventor de los versos.

BELISA
En lo tierno se os conoce.
¿Queréis hacerme un soneto
a una mujer, que castigan
la fortuna, amor y el tiempo?
845
La fortuna, por soberbia;
por venganza, el amor ciego;
y el tiempo, con derribar
sus bizarros pensamientos.
Tan necia que quiere a un hombre,
850
después de tantos desprecios,
que está abrasado por otra.

JUAN
De componerle os prometo;
pero advertid que no soy
culto, que mi corto ingenio
855
en darse a entender estudia.

TELLO
Ninfa del sombrero al sesgo,
¿quiere veintidós palabras?

FINEA
Quite veinte, y diga presto.

TELLO
No sois vos de mala casta.
860
Yo soy un mozo moreno,
natural de Calahorra.
Ya he dicho las dos, si tengo
de hablar más, prorrogue el pacto.

FINEA
Por no estorbar nuestros dueños,
865
llegue cerca, y diga.

TELLO
Digo.

(Salen LUCINDA, con sombrero de plumas, y FABIA.)

LUCINDA
Ya te he dicho lo que siento.

FABIA
Pues ¿cómo, si quieres bien
a don Juan, le estás haciendo
tiros con Otavio? ¿A un hombre
870
que te adora?

LUCINDA
Porque espero
a puros celos rendirle,
de manera que troquemos
la esperanza en posesión
y el amor en casamiento.

FABIA
875
¿Por mal le quieres llevar?

LUCINDA
Reducido a tal estremo,
ya se casará conmigo.

FABIA
¿Por bien no es mejor consejo?

LUCINDA
¡Ay, Fabia, aquí está don Juan!

FABIA
880
Y no está ocioso a lo menos.

LUCINDA
Gentil mujer, bravo talle.
Hasta el socarrón de Tello
tiene su poco de dama.

JUAN
Si habéis tenido deseo
885
de conocer a Lucinda,
agora veréis si tengo
buen gusto.

BELISA
¿Es esta?

JUAN
¿No veis
en la mudanza que han hecho
mis ojos que quiere el alma
890
salir a verla por ellos?

BELISA
Vos estáis bien empleado
con tanto: con ella os dejo.

JUAN
Antes no, que quiero yo
probar también a dar celos.

BELISA
895
¿De eso tengo de servir?

JUAN
Ya que por mi amparo os tengo,
suplicoos, pues no os importa,
que entre los dos la matemos.

BELISA
Ahora bien, va de matar.
900
(¿Qué es esto que intento? ¡Ay, cielos!
¿Estoy loca? ¿Soy quien fui?
¿Quién en tanto mal me ha puesto?)

(Llega LUCINDA.)

LUCINDA
Suplico a vuesa merced,
mi reina, la del sombrero
905
blanco, que por otra tal
me preste ese caballero
-si no le ha menester mucho
y ha sido galán al vuelo-
para hablalle dos palabras;
910
que le volveré tan luego
que apenas sienta su falta.

BELISA
Ninfa del sombrero negro,
y los guantes de achiote,
no entra bien con el pie izquierdo
915
si viene a tomar la espada,
porque es terminillo nuevo
pedir el galán prestado;
pero que sepa, le advierto,
que soy como amigo ruin
920
que ni convido ni presto.
¿Voy bien?

JUAN
Estremadamente.
Decilde más.

BELISA
¡El despejo
con que me pide el galán
que es alma de aqueste pecho!
925
¿Queréis más?

JUAN
Matalda, muera.

LUCINDA
¡Ay, Fabia, que estoy muriendo!

BELISA
Pero, ¿sobre qué le pide?
Quizá nos concertaremos
a manera de mohatra,
930
con prendas, ribete y tiempo,
porque no hay diamantes chinos,
oro en Tíbar, ni en el Cerro
de Potosí plata, ni ámbar
en la Florida, por...

LUCINDA
Quedo,
935
no pase de «por».

BELISA
¿Por qué?

LUCINDA
Porque si es amor mohatrero,
no tengo más prendas yo
que palabras, juramentos,
papeles, firmas, engaños...

BELISA
940
No hacemos nada con eso.
Vuesa merced se ha engañado,
que este galán me le llevo
como mi marido a casa.

LUCINDA
¿Marido?

BELISA
Lo que le cuento.

LUCINDA
945
¡Jesús!

BELISA
Si ha de desmayarse
del susto de este suceso,
acérquese más al río,
dama, porque caiga dentro.
Dadme la mano, mis ojos.

JUAN
950
Y el alma es poco.

LUCINDA
(No quiero
verlos ir, vámonos, Fabia.)
(Vase furiosa.)
(¿Esto llaman amor? ¡Fuego!)

(Vase.)

JUAN
¡Oh, qué bien me habéis vengado!

BELISA
(¡Ay, cielos! De mí me vengo.)

JUAN
955
Muriendo voy por Lucinda.

BELISA
(Y yo abrasada de celos.)

(Vanse los dos.)

TELLO
Dame tú también la mano.

FINEA
¿Tiénesla lavada?

TELLO
Pienso
que ayer hizo tres semanas.
960
¿Tu nombre?

FINEA
Finea.

TELLO
Bueno,
Fineza te he de llamar.

FINEA
¿Y el tuyo?

TELLO
Tello.

FINEA
Si es Tello
de Meneses, comerás
muchas tortillas de huevos.

TELLO
965
Mejor estas manecitas
como yo, fritas en ellos.

FINEA
¡Ay, qué Tello!

TELLO
¡Ay, qué Finea!
¡Ay, qué niña de los cielos!

FINEA
¡Ay, qué socarrón!

TELLO
¿De quién?

FINEA
970
¿De quién, dices? Del infierno.

TELLO
Dame un favor.

FINEA
Tuya soy.

TELLO
¡Qué barbita!

FINEA
¡Qué moreno!


Jornada II

Sale BELISA con diferente vestido del que llevó al campo.

BELISA
Temerario pensamiento,
que teniendo el mundo en poco
975
junto a la luna, a ser loco,
sobre las alas del viento
colocastes vuestro asiento,
¿qué desdicha, qué cuidado
hoy os ha puesto en estado
980
que habéis tan hermosas plumas
entre las blancas espumas
del mar de amor sepultado?
Sale vestida la nave
de jarcias y de banderas,
985
con las velas tan ligeras
que el viento piensa que es ave;
mas el de popa, suave,
vuelve con fácil mudanza
en huracán la bonanza,
990
por que no pueda ninguna
del rigor de la fortuna
asegurar la esperanza.
Florece un árbol temprano
cuando el ruiseñor suspira,
995
la primavera le mira
llena de flores la mano;
mas llega el hielo tirano
y, con intensos rigores,
los pimpollos y colores
1000
cubre de tristeza y luto,
porque hasta tener el fruto
no están seguras las flores.
Por más que en el nido esconda
el ave sus pajarillos,
1005
como los fuertes castillos
con su cava, muro y ronda,
dispara el pastor la honda
y con violencia importuna,
sin dejar pluma ninguna,
1010
le arroja piedra villana;
que no hay resistencia humana
al golpe de la fortuna.
Nave en el mar parecía
mi libertad en amor,
1015
árbol vestido de flor
mi locura y bizarría,
nido que el ave tejía
era mi seguro olvido;
mas vino amor atrevido
1020
y, con el galán Cardona,
puso al pie de su corona
la nave, el árbol y el nido.
Vencedor de estos despojos
me mata sin ser culpado;
1025
que no sabe mi cuidado
aunque le dicen mis ojos
con amorosos enojos.
Soy mariposa en llegarme
a la llama y retirarme,
1030
y tanto amor me desvela,
que doy tornos a la vela
y no acabo de quemarme.

(Sale FINEA.)

FINEA
Sin quitarme el manto vengo,
por darte presto el recado.

BELISA
1035
¿De prisa? Será desdicha,
que nunca vienen despacio.

FINEA
Hallé la casa -que fue
en Madrid nuevo milagro,
que no sabe del segundo
1040
quien vive el primero cuarto-,
dile el papel, abrazome,
diome este doblón de a cuatro...

BELISA
¿Oro tiene?

FINEA
¿Por qué no?

BELISA
Que no se le dio me espanto
1045
a la señora Lucinda.
Muestra.

FINEA
Toma.

BELISA
Yo le guardo
por ser la primera prenda
que tengo suya.

FINEA
Es cuidado
que te perdonara yo,
1050
y prenda que él no te ha dado
no merece estimación.

BELISA
Por él, Finea, te mando
un hábito de picote.

FINEA
No, sino el tuyo de raso.

BELISA
1055
Soy contenta. Dime agora
qué respondió.

FINEA
En tono bajo
leyó y dijo: «Linda letra».

BELISA
¿No dijo nada a la mano?

FINEA
No, a fe.

BELISA
No era de Lucinda.

FINEA
1060
Llamó a Tello, y el picaño
a tres «holas» respondió,
que estaba hablando en el patio.
Pidió la capa y la espada,
y díjome: «Luego parto
1065
a ver qué manda aquel ángel».

BELISA
¿«Ángel» dijo? Eso es engaño.

FINEA
Es verdad, que lo añadí
por aquello de la mano;
que la lisonja es la fruta
1070
que más se sirve en palacio,
y en ti un ángel más o menos
no es lisonja, habiendo tantos.

BELISA
¿En cuerpo estaba, en efeto?

FINEA
Un gabancillo leonado
1075
tenía, untado con oro.

BELISA
¿Con gabán? Es cierto caso
que tendría bigotera.

FINEA
No la nombres, que me espanto
de ver los hombres con ella,
1080
y hay muchos tan confiados
que a la ventana se ponen,
que es como asomarse un macho.
Mientras tiene bigotera,
un hombre ha de estar cerrado
1085
en un sótano.

BELISA
Si es de ámbar,
con cairel de oro, no es malo,
y quitada importa poco.

FINEA
Siempre pienso que, asomando
la boca por entre el cuero,
1090
me coca algún mono zambo.

BELISA
¿Hubo montera?

FINEA
El cabello
sirve a los mozos, este año,
de montera y papahígo.

BELISA
Bien parecen aseados.
1095
Ahora bien, va de aposento.
¿Hay gran pobreza?

FINEA
¿Un soldado
qué ha de tener? Las paredes
vestían cuatro retratos:
uno del rey, que Dios guarde,
1100
y otro de Lucinda al lado.

BELISA
¿Y no tuvo celos?

FINEA
¿Cómo?

BELISA
¿No ves, necia, que hace caso
la imaginación, y celos
son hombres imaginados?
1105
¿Y de quién eran los otros?

FINEA
El uno de don Gonzalo
de Córdoba, su pariente,
que en los países y estados
de Flandes, me dijo Tello,
1110
que anduvo con él.

BELISA
Aguardo
el vestido de la noche.

FINEA
¿La cama dices? De raso
de la China un pabellón;
lo limpio no sé pintarlo,
1115
que un tafetán lo cubría;
lo demás, baúles, trastos
de casa, ajuar de mozos:
libros, guitarra, ante, casco,
y un broquel en un rincón.

BELISA
1120
Sin duda viene. Habla paso.

FINEA
¿En qué lo ves?

BELISA
En el alma,
que me lo ha dicho temblando.

(Salen DON JUAN y TELLO.)

JUAN
¿Puedo yo penetrar su entendimiento?
¿No ves que fuera necia diligencia?

TELLO
1125
Sí, pero... en su presencia
estar como novicio de convento,
que no ve tierra, más de la que pisa...

JUAN
Tello, yo bien presumo que Belisa
me tiene voluntad; pero en efeto,
1130
en esto solo quiero ser discreto,
no siendo confiado.
Demás que no es amor haberme honrado
con hacerme merced, y si lo fuera,
no llegara Belisa a ser tercera
1135
de los amores de Lucinda.

TELLO
Mira
que se suele cubrir una mentira
con capa de verdad, y el que se llama
galán no ha de aguardar a que la dama
le requiebre primero.
1140
Iba un fraile devoto caballero
y, cuando tanta espuela le metía
a la mula, decía:
«Arre, por caridad, hermana mula».

JUAN
Belisa nos escucha. Disimula.

BELISA
1145
Señor don Juan, ¿sin verme tantos días?
¿Qué es esto? Ingratamente lo habéis hecho.
¿Trocamos vos y yo las bizarrías?

JUAN
Estoy de vuestra gracia satisfecho;
pero por no cansaros
1150
me habrá de suceder desobligaros.

BELISA
Señor don Juan, a cierta dama un día
presentó un papagayo un caballero,
diciéndole que todo lo sabía,
si no era hablar. Lo mismo os considero:
1155
vos sois galán, discreto y entendido,
apacible, valiente y bien nacido,
modesto, airoso, atento y de buen trato,
y solo os falta hablar, por ser ingrato.
Y tú, Tello, también.

FINEA
Cual es el dueño,
1160
tal el criado.

TELLO
A fe de calahorreño
que estoy sin culpa yo, que solo he sido
lechón de aqueste pródigo perdido,
eco de aquesta voz. Parte el Cardona,
verás que soy la maza.

JUAN
¿Y yo?

TELLO
La mona.

JUAN
1165
Bueno por vos me pone.

BELISA
Bien merece
vuesa merced que Tello así le trate.

JUAN
¿Vuesa merced?

TELLO
¿Yo soy un disparate?

BELISA
No hay tan bravo león que no se rinda
a los divinos ojos de Lucinda.
1170
¡Qué tierno habrá llorado el buen Cardona,
y qué habrá dicho allá de mi persona!
¿Pintome muy feísima? Que cierto
se haría un ermitaño en un desierto,
y tentación a mí, por lo del río
1175
y los celos del Soto.

JUAN
Es desvarío.
Contaros todo lo que pasa quiero.
Diré verdad a fe de caballero
aragonés, y Córdoba y Cardona,
y si mintiere, y esto no me abona,
1180
no vuelva yo a los ojos de mi padre.

BELISA
Decid también «de mi señora madre».

JUAN
Después, Belisa hermosa, que le distes
con tal gracia, a Lucinda, tales celos
en aquel Soto, donde sol salistes,
1185
más claro que el que adoran Delfo y Delos,
escribiome un papel con ansias tristes
hasta en la letra -¡oh, vengadores cielos!-:
que en lágrimas envueltas y borrones
apenas se entendían las razones.
1190
Fui a verla, como allí me lo rogaba,
y hallela con la mano en la mejilla,
que el cuerpo en el estrado reclinaba;
saludela, llegué, tomé una silla.
Lucinda, que la puerta me negaba
1195
-¡oh, castigo de amor!, ¡oh, maravilla!-,
me dio su estrado; que en llegando a estado
tan bajo amor, poco hay de estado a estrado.
Tomándome las manos y bañando
las de los dos con lágrimas, decía
1200
que me adoraba tiernamente, cuando
por obligarle a amor, desdén fingía.
Apenas, oh Belisa, vi llorando
la que ser piedra para mí solía,
cuando quedé como en la luz infusa
1205
Atlante del espejo de Medusa.
Declarome secretos pensamientos
de una razón de estado bachillera,
materia de obligar a casamientos,
que yo escuché como si piedra fuera.
1210
Salí después de tantos sentimientos
tan desenamorado, que pudiera
vender olvido a la mayor constancia.
¡Gran cosa levantarse con ganancia!
Cual suele labrador en noche oscura
1215
dormir en la campaña a cielo abierto,
y ver la luz del alba hermosa y pura,
o todo el sol de súbito despierto,
así salí de confusión tan dura
súbitamente y desde el golfo al puerto,
1220
que, despicado, en viéndome querido,
su llanto risa fue, su amor olvido.
Ni la vi más ni la veré en mi vida.
Como, duermo, paseo y tiempo tengo
para mi pretensión, que, de perdida,
1225
con verme libre, a restaurarla vengo.
No lágrimas, no más traición fingida;
a nuevo amor el corazón prevengo;
aunque quien resucita, nadie crea
que en volverse a morir discreto sea.

BELISA
1230
Notable historia.

JUAN
Yo os digo
la verdad.

BELISA
¿Cierto?

JUAN
Tan cierto
que en mí fue sueño despierto
lo que en Lucinda castigo.
No más Lucinda. Ya es hecho.
1235
A vuestros ojos lo juro:
algún divino conjuro
me la ha sacado del pecho.

BELISA
Tello, ¿es esto así?

TELLO
No sé
que pueda no ser así
1240
porque esto pasa ante mí,
señora, de que doy fe.
Ya cesó la devoción
de aquel su pasado arrobo,
porque come como un lobo
1245
y duerme como un lirón;
quitósele la celera
y el amor.

BELISA
Gracias a Dios.

TELLO
Pero enamoralde vos,
a lo divino tercera;
1250
dad sujeto a este galán
de vuestra mano.

BELISA
Sí, hiciera,
si alguna dama supiera
cómo la quiere don Juan.

TELLO
Una así como vos...

BELISA
¿Yo,
1255
Tello?

TELLO
Así, toda florida,
despejada, bien prendida.

BELISA
Necia y lindísima, ¿no?

TELLO
Más quiero engaños, rigores,
iras y celosas tretas
1260
de las divinas discretas,
que de las necias favores.

JUAN
Deja, Tello, a su elección
la dama que quiere darme.

BELISA
Quiero para asegurarme
1265
que estéis en aprobación;
que hay amante que, enojado,
sirve otro sujeto un mes
y vuelve a echarse a sus pies
más tierno y enamorado.
1270
Y aun busca satisfación
a su misma pesadumbre,
porque la mala costumbre
puede más que la razón.

JUAN
Si yo volviere a querer
1275
a Lucinda, plega a Dios...

BELISA
¡No juréis!

JUAN
Pues dadme vos,
por vuestro gusto, mujer
que pueda amar y estimar,
y veréis lo que me obliga.

BELISA
1280
Yo conozco cierta amiga
que de vos me suele hablar...
Pero no, que me parece
que os volveréis luego allá.

TELLO
Apostaré que te da,
1285
según la dama encarece,
alguna doña Terrible.

BELISA
Pues eso, si la burláis,
que a Zaragoza volváis,
lo tengo por imposible.

JUAN
1290
Estando vos de por medio,
aunque sin mi gusto fuera,
con mil almas la quisiera.

BELISA
Yo intento vuestro remedio
y quiero que la veáis;
1295
mas primero que se rinda,
cuantas prendas de Lucinda
tenéis, guardáis y adoráis,
mayormente su retrato,
me habéis de dar.

JUAN
Hoy haré
1300
que las traiga Tello, en fe
de que ya le soy ingrato.

BELISA
¿Y será cierto?

JUAN
¿Pues no?

BELISA
¿Cumpliréislo todo ansí?

JUAN
Digo mil veces que sí.
1305
¿Mas quién es la dama?

BELISA
Yo.

(Vase.)

TELLO
¿Y tú no me quieres dar
una ninfa a quien querer?

FINEA
¿Qué tiene que me volver,
de Fabia después de estar
1310
un año en aprobación?

TELLO
Toda alhaja fregonil
rendiré a tu pie gentil.

FINEA
¿Hay retrato?

TELLO
Un san Antón
para tener le pedí
1315
en mi aposento.

FINEA
¿Y que no
verá más a Fabia?

TELLO
¿Yo?
¿Mas quién es la ninfa?

FINEA
Mí.

(Vase.)

TELLO
¿Qué sientes de esto?

JUAN
Estoy loco.

TELLO
Ama, quiere aquí, porfía.

JUAN
1320
A tal gracia y bizarría
darle mil almas es poco.
¡Con qué gusto dijo: «Yo»!

TELLO
¡Y la picarilla: «Mí»!
¿Vas enamorado?

JUAN
Sí.

TELLO
1325
¿No ha de haber Lucinda?

JUAN
No.

(Vanse, y salen el CONDE, FERNANDO y MÚSICOS.)

CONDE
Ninguna cosa, Fernando,
me entretiene: estoy perdido.

FERNANDO
¿Cómo has de hallar el olvido
si estás siempre imaginando?

CONDE
1330
Como la imaginación
es madre de los concetos,
olvidan mal los discretos
que celos concetos son.
De aquí nace que poetas
1335
son los más enamorados,
imaginando, engañados,
a sus damas tan perfetas.

FERNANDO
¿En tantas difiniciones
de amor nunca van hallando
1340
la verdad?

CONDE
No hay más, Fernando,
que ser imaginaciones.
¿Belisa, en fin, se ha casado?

FERNANDO
El Cardona aragonés
es gentilhombre.

CONDE
Sí es,
1345
con que más celos me ha dado.

FERNANDO
Él entra en su casa ya
con libertad de marido.

CONDE
Bastante defensa ha sido.
Segura Belisa está,
1350
que a no ser marido, es cierto
que no sufriera galán,
y menos el tal don Juan.
Cantad algo, que estoy muerto.

(Siéntese en una silla y canten los MÚSICOS.)

MÚSICOS
Antes que amanezca
1355
sale Belisa,
cuando llegue al Soto
será de día.

CONDE
Cuando ese estribo escribí,
¡qué bizarra la miré!
1360
Cantad la copla, y haré
una endecha para mí.

MÚSICOS
Mañanicas de mayo
salen las damas;
con achaques de acero
1365
las vidas matan.
No ha salido el alba,
y sale Belisa,
cuando etc.

(Salen LUCINDA y FABIA.)

FABIA
Formaron tu pensamiento
1370
los celos, que no el agravio.

LUCINDA
Por estar herido Otavio
nuevos engaños intento.

FABIA
Aquí está el conde.

LUCINDA
¡Y qué triste
está escuchando cantar!
1375
¿Puede una mujer entrar?

FERNANDO
Nadie la entrada resiste
a tal gracia y hermosura.
¿Señor, duermes?

CONDE
¿Qué me quieres?

FERNANDO
Que te buscan dos mujeres.

CONDE
1380
¿Es Belisa por ventura?

LUCINDA
No soy sino la mayor
enemiga de esa dama:
Lucinda soy.

CONDE
Por la fama
conozco vuestro valor.

LUCINDA
1385
En fe del vuestro he venido
a suplicaros.

CONDE
Primero
tomad una silla.

LUCINDA
Hoy quiero
satisfacer el oído
de la verdad, que en ausencia
1390
tanto ha escuchado de vos.

CONDE
Satisfaremos los dos
la fama con la presencia.

(Siéntanse.)

LUCINDA
Esta natural pasión,
generoso conde Enrique,
1395
que, contraria de la ira,
en nuestros pecho reside,
siempre la he juzgado igual,
y, si decirse permite,
ira y amor son lo mismo,
1400
porque, como es imposible
que haya amor sin celos, y ellos
venganza de agravios piden,
es fuerza que entre la ira
adonde el amor la admite,
1405
como se ve por ejemplos
de esposos y amantes firmes,
que mataron lo que amaban
por celos; de que se sigue
que la ira y el amor
1410
no son diferentes fines
aunque, en principios, contrarios.
Todo este prólogo sirve
de que el amor y la ira
me traen a que os suplique
1415
que, a mi remedio, el valor
de vuestra sangre os incline,
por la ofensa que también
de mis agravios recibe.
Vino don Juan de Cardona,
1420
yo sé que una vez le vistes,
de Zaragoza a la corte,
caballero de la insigne
casa que en sus armas pone
plumas de pavón por timbre.
1425
Un día que nuestro rey
corrió lanzas, nuevo Aquiles,
descuidada, y no de galas,
a ver y ser vista vine.
Mirando, pues, con el brío
1430
que la espuela en sangre tiñe
del bridón, que con las alas
del viento las plantas mide,
cuando, a la sortija atento,
el que a dos mundos asiste
1435
con solo un cetro, la lanza
pasa de la cuja al ristre,
y airosamente la lleva,
veo que el don Juan que os dije,
atento a las de mis ojos,
1440
era de sus niñas lince.
La fiesta hizo fin, y amor
principio, que por oírle
halló lugar y esperanza
de quererme y de seguirme.
1445
Desde aquel día hasta agora
en pretenderme prosigue
don Juan; mas yo, deseando
a mejor fin reducirle,
dile celos y desdenes,
1450
falso arbitrio con que hice
que, mudando pensamiento,
otra dama solicite.
Esta, a quien tan bien lo sabe
no es razón que yo la pinte,
1455
si bien en sus bizarrías
cuanto celebran consiste;
dejáronla mucha hacienda
sus padres; luce y repite
con bostezos de señora
1460
a escuderos y tellices.
Esta, pues, que de don Juan
fue la encantadora Circe,
como aquella que entretuvo
sin entendimiento a Ulises,
1465
no solo ha podido hacer
que me aborrezca y olvide,
sino que en el verde Soto
-que de puro cristal ciñe
Manzanares, y este mes
1470
de verdes álamos viste-
le llamó marido. ¡Ay, cielos!
¿Cómo pude resistirme?
Desde aquel día me matan
celos y congojas tristes.
1475
Llamele y díjele amores;
pero apenas quiso oírme:
que ensoberbece a los hombres
ver las mujeres humildes.
A los dos, Enrique ilustre,
1480
una misma ofensa aflige;
y así es justo que a los dos
la misma venganza obligue.
Yo haré de mi parte cuanto
fuere a una mujer posible;
1485
que las más tiernas amando,
con celos se vuelven tigres;
vos de la vuestra, y los dos
para los dos, que si rinden
celos, les daremos celos.
1490
¡Al arma! ¡Mueran, suspiren!
No se han de casar: que a vos
os toca. O quedemos libres
o vengados; que aunque es fuerte,
no es el amor invencible.

CONDE
1495
Ya de vuestra relación
alguna parte sabía,
porque la enemiga mía
me dio a saber la ocasión.
La soberbia y presunción
1500
de Belisa se ha rendido
al título de marido
y, con ser así, mi amor
se agravia de su rigor,
pues no me permite olvido.
1505
Por vos y por mí hacer quiero,
en lo que posible fuere,
lo que no contradijere
a la ley de caballero.
Que nos venguemos espero:
1510
vos con celos de tan necio
galán, y yo, que me precio
de que estimen mis cuidados;
que es venganza de olvidados
hacer del rigor desprecio.
1515
Fuera de que puede ser,
-perdone vuestro valor-
que de fingir este amor
viniésemos a querer,
porque suele suceder
1520
que, cosas de amor tratando
dos libres, y no pensando
que pueden ser verdaderas,
venir a acabar en veras
lo que se empieza burlando.
1525
Yo me rindo al talle y brío
del galán aragonés;
pero no tanto, después
que Belisa ofende el mío.
Entremos en desafío,
1530
dos a dos, adonde espere
vitoria el que más pudiere
en el campo de los dos;
y ayude Amor, pues es dios,
al que más razón tuviere.

LUCINDA
1535
Cierta será la vitoria,
Enrique, si me ayudáis.

CONDE
Mirad cómo la trazáis,
que resulte en vuestra gloria.

LUCINDA
En toda amorosa historia
1540
no es bien que el fin se presuma.
Mujer soy, y será en suma,
con que disculpada quedo,
mío de amor el enredo,
y vuestra será la pluma.

CONDE
1545
Amor la imprima.

FABIA
¿Qué has hecho?

LUCINDA
Vengarme de quien me agravia.

FABIA
Loca estás.

LUCINDA
Y es cierto, Fabia,
con tanto amor en el pecho.

(Vanse las dos.)

CONDE
Gran parte del mal desecho
1550
con la venganza trazada.

FERNANDO
¿Qué habéis tratado?

CONDE
No es nada.

FERNANDO
Esta, dama es de don Juan...

CONDE
Toma, Fernando, el gabán,
y dame capa y espada.

(Vanse.)
(Salen BELISA y TELLO.)

BELISA
1555
¿Joyas a mí?

TELLO
¿Por qué no,
si eres la reina de Troya?

BELISA
¿Cuando está pobre don Juan,
finezas tan amorosas?
¿A mí, fénix de diamantes?

TELLO
1560
Con el verso y con la prosa
que le enviaste, está loco.

BELISA
Pena me ha dado la joya.
¿Qué? ¿Se empeñó? ¿Cómo es esto?

TELLO
No ha sido empeño, señora,
1565
sino el paternal dinero
que vino de Zaragoza;
que así como vio el soneto
dijo, con voz amatoria,
rompiendo medio bufete
1570
de una puñada: «Cardona,
¿hay tan alta bizarría?
¡Que una señora componga
tales versos! ¡Malos años
para cuantos a Helicona
1575
van por agua y alcacer!».
Y luego del baúl toma
la bolsa zaragocí
y dijo: «Tendrás agora
el mejor dueño del mundo».
1580
Pero respondió la bolsa
en tiple de los escudos:
«Mejor soy para la olla».
Fuimos a la insigne puerta
que «Guardalacara» nombran,
1585
sepulcro de oro y de seda,
de tantos cofres langosta,
y para el fénix Belisa,
fénix de diamantes compra,
porque el día de San Marcos,
1590
que del Trapo llaman zorras,
salgas a matar guedejas
y dar envidia a valonas.
Pero dime, si es posible
reducir a la memoria,
1595
el soneto que escribiste.

BELISA
Como yo, de amores loca,
no me osaba declarar,
dije ansí.

TELLO
Las musas oigan.

BELISA
Canta con dulce voz en verde rama
1600
Filomena dulcísima al aurora,
y en viendo el ruiseñor que le enamora,
con recíproco amor el nido enrama.
Su tierno amante por la selva llama
cándida tortolilla arrulladora,
1605
que si el galán el ser amado ignora,
no tiene acción contra su amor la dama.
No de otra suerte al dueño de mis penas
llamé con dulce voz en las floridas
selvas de amor, que oyendo el canto apenas,
1610
se vino a mí, las alas estendidas,
porque también hay voces Filomenas
que rinden almas y enamoran vidas.

TELLO
Por Dios, que es soneto digno
de que en sus obras le ponga
1615
la marquesa de Pescara
que Italia celebra y honra;
o, pues también lo merecen,
en las canciones sonoras
de la Isabela Andreína,
1620
representanta famosa,
pues hoy estiman sus versos
París, Nápoles y Roma.
¡Qué sonoridad, qué luces!
¿Y aquello de «arrulladora»?
1625
Mal año para los cultos.
¡Qué claridad estudiosa!
¡Qué cultura! Dará envidia,
aunque laurel le corona,
al príncipe de Esquilache
1630
y al retor de Villahermosa.

BELISA
¿Eres poeta por dicha?

TELLO
Y por desdicha notoria.

BELISA
Porque ese lenguaje, Tello,
a presumir me ocasiona
1635
que haces versos.

TELLO
¡Oh, qué lindo!
Oye una silva a una mona,
a quien requebró un galán
en peso la noche toda.
Quedose en un balcón, donde solía
1640
desde las doce de la noche al día
hablar cierto galán a una casada,
por cerrar la ventana su criada,
el animal que más imita al hombre,
aunque él sabe también tomar su nombre.
1645
La mona, con el frío, en la cabeza
púsose un paño que tendido estaba,
con que la dicha moza se tocaba.
Vino el galán y, atento a su belleza,
tirábale al balcón, de cuando en cuando,
1650
chinas, con que la mona despertando
saltó ligera y, en lo alto puesta,
le daba algunos cocos por respuesta.
Pensó que hablaba así por su marido
y la reja trepó, del hierro asido;
1655
mas queriendo besarla de tal modo
le asió de las narices que, temiendo
que pudiera sacárselas del todo,
se estuvo lamentando y padeciendo,
hasta que el alba hermosa,
1660
vestida de jazmín, con pies de rosa,
de ver los dos, amaneció riendo;
ella, del monicidio temerosa,
al pobre amante en vez de los amores
de arriba abajo le sembró de flores.

(Sale FINEA.)

FINEA
1665
Doña Lucinda de Armenta
y doña Fabia, su moza,
te quieren hablar.

BELISA
Di que entren.

TELLO
¿Eso dices?

BELISA
Pues ¿qué importa?

TELLO
Voyme por estotra puerta.

(Vase.)

FINEA
1670
¿Qué aguardan? Entren, señoras.

(Salen LUCINDA y FABIA.)

LUCINDA
Si vuesamerced se acuerda
de que en la florida alfombra
de Manzanares, un día,
compitiendo con la aurora,
1675
amaneció perla en nácar,
o rosa que baña aljófar,
siendo el pimpollo el sombrero,
y vuesa merced la rosa,
yo soy aquella mujer
1680
que, engañada de mi sombra,
le pedí el galán prestado
sobre prendas de lisonjas.
Como le asió de la mano,
y subiendo en su carroza...

BELISA
1685
No es carroza, sino coche,
o vuesamerced me honra
como llamar licenciado,
por la presbítera toga,
al que es de prima tonsura.

FABIA
1690
Pienso que se finge boba.

BELISA
Soy cándida.

FABIA
Así parece.

BELISA
Finalmente, ¿en qué se apoya
esta celosa visita?

LUCINDA
En que su merced recoja
1695
de noche al señor marido,
porque no es justo que corra
con ella sotos y prados
en carroza, coche o posta,
y que, en llegando la noche,
1700
mi puerta y ventanas rompa,
ya con el pomo las unas,
ya con las piedras las otras.
Entró una de ellas por fuerza
y esta cadena me arroja,
1705
diciendo que le escuchase.
Escuchele temerosa,
lloró en fin...

BELISA
¿Y con bigotes?
¡Válate Dios por Cardona!

LUCINDA
Diole después en mi estrado
1710
tal desmayo, tal congoja,
que fue menester volverle
con agua de azahar y alcorzas.

BELISA
¡Qué ventura tener agua!
Si no la tenéis, señora,
1715
él se queda a buenas noches.
¡Válate Dios por Cardona!

LUCINDA
Díjome de vos mil males:
que día y noche le rondan
la puerta criadas vuestras,
1720
que os vio aquella tarde sola
y que le andáis persiguiendo.

BELISA
¿Soy una perseguidora?
¿Que yo le persigo, dice?
¡Válate Dios por Cardona!
1725
Ahora bien, por el aviso,
la sirvo con esta joya
que hoy me ha enviado con Tello,
su famoso guardarropa,
porque el día de San Marcos
1730
en la cadena la ponga.
Y vea vuesa merced
si ha menester otra cosa
de esta casa, que aquí queda
para su servicio toda.

LUCINDA
1735
Porque sé las bizarrías
de esa mano poderosa,
tomo la joya y os beso
la mano ilustre.

FINEA
Perdona,
que no vi cosa más necia
1740
que la que has hecho.

BELISA
¿Qué importa?

FABIA
Y vos, señora Finea,
decid a Tello que escoja
otra dama, que después
que a Lucinda mi señora
1745
sirve el conde don Enrique,
también de mí se apasiona
Fernando, su secretario,
y yo le quiero.

FINEA
Mejora
vuesa merced de galán.

LUCINDA
1750
Él y don Juan se dispongan
a no alborotar mi casa
que, si otra vez la alborotan,
castigará su locura
el conde, porque me adora,
1755
y a vuestra puerta, en la calle,
me aguarda con su carroza
para que vamos al Prado.

(Vanse las dos.)

FINEA
¡Estraña historia!

BELISA
Es historia
que me ha de costar la vida.
1760
A la ventana te asoma.
Mira si es el conde Enrique.

FINEA
Mejor es que tú le oigas,
que desde el estribo llama.

BELISA
¡Qué libertad! Estoy loca.

(Dentro, el CONDE.)

CONDE
1765
Al Prado, cochero, al Prado;
da la vuelta.

LUCINDA
Es la Vitoria
Magallanes de los coches.

FINEA
¡Qué propia voz de celosa!

BELISA
A tanta desdicha mía,
1770
¡ay de mí!, ¿qué puedo hacer?
¡Oh, mal haya la mujer
que del mejor hombre fía!
Que don Juan de amor de un día
se volviese a lo que amaba
1775
primero, en razón estaba;
pero no, querer yo bien
y declarárselo a quien
por otra mujer lloraba.
Halla un pájaro rompida
1780
la jaula y, volando al viento,
cuando goza en su elemento
de la libertad perdida,
se acuerda de la comida
y vuelve a ver si está abierta,
1785
con ser su cárcel tan cierta.
Así los amantes son,
que con saber que es prisión,
vuelven a la misma puerta.
Volviose la voluntad,
1790
aragonés caballero,
sin querer gozar del fuero
de su misma libertad.
Fie de su falsedad
mi enamorada afición.
1795
¡Oh, qué necia condición
de una voluntad sencilla,
fiar almas de Castilla
a los fueros de Aragón!
No me pesa, porque fui
1800
necia, en que don Juan me rinda;
pésame de que Lucinda
se haya vengado de mí.
Lo que no tuve perdí.
Menos a enojo me incita:
1805
que una mujer más se irrita,
y más con tanto ademán,
que de quitalle el galán,
la burla de quien le quita.
Lucinda, desdenes tales
1810
han hecho que os quiera bien;
que hay muchos hombres que a quien
los trata mal son leales.
¡Oh, amor, cómo son iguales
en esto buenos y malos!
1815
No vienen con los regalos
y en los celos se resuelven,
que hay hombres perros que vuelven
adonde los dan de palos.
¡Qué mal se supo entender
1820
mi ignorante bizarría,
cuando dije que quería
a un hombre de otra mujer!
La disculpa habrá de ser
no de Porcias y Lucrecias,
1825
que, a no haber amor, si precias
que de ti se libren pocos,
ni se hallaran hombres locos,
ni hubiera mujeres necias.

(Salen DON JUAN y TELLO.)

JUAN
Más de treinta mil ducados
1830
de dote, sin esta casa,
tiene Belisa.

TELLO
¿Y las joyas,
ricos vestidos y alhajas,
son barro? Dichoso eres,
y advierte que, si te casas,
1835
me des también a Finea.

JUAN
Yo te la doy.

TELLO
¿Aquí estaban?

JUAN
Señora mía y mi bien,
ya el alma se me quejaba
de vivir en vuestra ausencia,
1840
si ausente vivo con alma.

BELISA
(Confusa estoy, lo mejor
es volverle las espaldas.)

JUAN
¿Fuese?

TELLO
¿No lo ves?

JUAN
Finea,
escucha.

TELLO
Tampoco habla.

JUAN
1845
Tras ella iré.

TELLO
¿Para qué?
(Vanse las dos.)
La puerta cierra a la sala.

JUAN
Pues ¿qué novedad es esta,
sin que sepamos la causa?

TELLO
Habelle dado la joya.

JUAN
1850
Tello, en esas puertas llama.

TELLO
No he visto amante más pobre:
siempre parece que andas
de puerta en puerta.

JUAN
¿Es Finea
la que en la ventana aguarda?

TELLO
1855
La misma.

JUAN
Finea ¿qué es esto?
¿Este término esperaban,
de la señora Belisa,
mi deseo y mi esperanza?

FINEA
Dice mi señora...

JUAN
¿Qué?

FINEA
1860
...que se vayan noramala.

JUAN
Acabose.

TELLO
Aquí entra bien:
«Para vos traigo una carta».

JUAN
¿Qué habemos de hacer?

TELLO
No sé.

JUAN
Ven, que yo lo sé.

TELLO
¿Estas llaman
1865
bizarrías de Belisa:
cerrar puertas y ventanas,
en agarrando la joya?

JUAN
Sígueme, que voy sin alma.

TELLO
El fénix se ha vuelto cisne
1870
que, cuando se muere, canta.


Jornada III

Salen el CONDE y FERNANDO en hábito de noche.

FERNANDO
No hay desdén que no se rinda
con servir y porfiar.

CONDE
Cansado estoy de ayudar
desatinos de Lucinda.

FERNANDO
1875
Si Belisa ha conocido,
con el ingenio mayor
del mundo, que ha sido amor
el de Lucinda fingido,
no es prudencia darle celos
1880
con ella. Mejor sería
conquistar su valentía
con proseguir tus desvelos.
Lucinda toma venganza
de don Juan con sus mentiras;
1885
si la ayudas, ¿qué te admiras
de vivir sin esperanza?

CONDE
Tienes razón. Ya no quiero
celos. Servirla es mejor,
con amor y más amor,
1890
con dinero y más dinero.
Dar celos suele importar,
esto después de quererme,
para despertar quien duerme,
pero no para obligar.
1895
No hay armas, para vencer
una mujer desdeñosa,
como otra mujer, ni hay cosa
que tenga tanto poder
como aquella información
1900
de una amiga con su amiga:
esta las rinde y obliga.
Como de un género son,
saben, para herir, tentar
la flaqueza de la espada.
1905
¿No has visto a Eva pintada
y que la viene a engañar
con el rostro de mujer
que la culebra tomó?
Pues este ejemplar les dio
1910
para engañar y vencer
a mujeres con mujeres.

FERNANDO
Celia con Belisa vive
estos días. Apercibe,
si obligar a Celia quieres,
1915
aquel gran conquistador
de voluntades que llaman
oro, y verás si te aman.

CONDE
Ya sabe Celia mi amor,
y me ha prometido hacer
1920
cuanto pudiere por mí.

FERNANDO
Dos hombres vienen aquí.

CONDE
Galanes deben de ser
de Lucinda, que le rondan
la puerta. Tarde han llegado,
1925
pues dos veces he llamado
y no hay orden que respondan.

(Salen BELISA y FINEA con sombreros de plumas y ferreruelos con oro, y dos pistolas.)

FINEA
Pienso que has perdido el seso,
y no debo de engañarme.

BELISA
Todo lo que no es matarme
1930
no lo tengas por exceso;
y ansí con tanta violencia
amor mi cuerpo desalma
que no hay potencia en el alma
que viva su misma esencia.

FINEA
1935
¿Tú a la puerta de Lucinda
con estos necios disfraces?
Considera lo que haces,
por más que el amor te rinda;
que si nos hallan ansí,
1940
nos habemos de perder.

BELISA
En viendo que soy mujer,
¿qué podrán pensar de mí?
Porque si agora me dan
mil muertes o mil enojos,
1945
tengo de ver con los ojos
lo que me niega don Juan;
y es justo que ver intenten
lo que temen y desean,
porque, como ellos lo vean,
1950
no dirá el alma que mienten.

FINEA
Cuantas has hecho hasta aquí
bien pueden ser bizarrías:
estas no, porque porfías
contra tu honor.

BELISA
¡Ay de mí!

FERNANDO
1955
Paréceme que has tomado,
señor, el medio mejor.

CONDE
Celia, dinero y amor
remediarán mi cuidado.

FERNANDO
Da lugar a estos galanes,
1960
que no llegan a la puerta
por nosotros.

CONDE
Verla abierta
merecen los ademanes
con que miran de Lucinda
las rejas.

FERNANDO
Vidas perdonan:
1965
valientes son, que pregonan
lo que se precia de linda.

(Vanse los dos.)

FINEA
Si con ella está don Juan,
y te escribió aquel papel
de que se casa con él,
1970
o por ventura lo están,
¿habemos de estar aquí
hasta que nos halle el alba?

BELISA
Ese papel fue la salva
del veneno que bebí;
1975
que no hay veneno más fuerte
que las letras de un papel,
pues tantas veces en él
bebe la vida la muerte.
Díceme que se desposa
1980
mañana y que no hay lugar
para poderla acabar
una gala, por costosa,
de soberbia guarnición;
que yo le preste un vestido;
1985
bachillería que ha sido
mi locura y perdición.
¿Hay tal modo de pudrir?
Que con mis galas se quiera
casar...

FINEA
Gente viene, espera.

BELISA
1990
¿Qué, sino solo morir?

(Salen DON JUAN y TELLO.)

TELLO
Yerras, por Dios, en intentar hablalla.

JUAN
Pues, Tello, ¿qué he de hacer cuando imagino
que ha hecho algún celoso desatino,
aunque Belisa calla,
1995
por donde la he perdido, y me ha tratado
con rigor tan cruel que me ha cerrado
las puertas y ventanas, de tal suerte
que piensa, retirada y hecha fuerte,
que puede entrar mi amor a ver su olvido
2000
en átomo del aire convertido?

TELLO
Como la sirve el conde, ser podría
que se enojase, y nunca el que es prudente
hizo pesar al hombre poderoso,
por no dar en sus manos algún día;
2005
que el desigual lo que es posible intente
tengo por aforismo provechoso.

JUAN
¡Oh, qué necio Catón! ¡Oh, qué grosero
Séneca! Yo no quiero
quitar su gusto al conde
2010
sino hablar a Lucinda.

TELLO
Si responde
como mujer celosa y agraviada,
vendrá a parar en «fuese, y no hubo nada».

BELISA
Finea, ¿no conoces
estos galanes?

FINEA
Quedo, no des voces.

BELISA
2015
¡No me engañaba yo! ¡Pierdo el sentido!

FINEA
Parece que no llama de marido;
que si marido fuera,
la puerta con la aldaba deshiciera.

BELISA
No habrá tomado posesión. Agora
2020
llamará de galán.

FINEA
Mira, señora,
que no es bien que te vea.

BELISA
Yo callaré; más no podré, Finea.

(Salen OTAVIO y JULIO con otros dos hombres.)

OTAVIO
Julio, hasta agora me duró la herida.
Curela, en fin; mas no curé el agravio.

JULIO
2025
Esperando ocasión se venga el sabio.

OTAVIO
Este es don Juan. Llamando está a la puerta
de Lucinda... Pues no ha de verla abierta:
yo no vengo a reñir, a matar vengo.

TELLO
El conde es este. Gran sospecha tengo
2030
que te viene a matar con sus criados.

JUAN
Tello, no hay más: morir como soldados.

TELLO
Cuatro son; dos me caben. No hayas miedo
que me divida de tu lado un dedo.

JUAN
Pues, Tello, aquí veré si eres valiente.

BELISA
2035
A matar a don Juan viene esta gente.
A su lado me pongo.

FINEA
Y yo te sigo.

BELISA
Finea, defender al enemigo
fue siempre gran fineza y bizarría.

OTAVIO
¡Ah, caballeros! Esa puerta es mía.

JUAN
2040
Pues pase, si pudiere.

JULIO
¡Otavio, tente!
Cuatro, y los dos con escopetas.

OTAVIO
Creo
que burlan mis desdichas mi deseo.

JULIO
Vuélvete y no acometas.

OTAVIO
¿En Madrid escopetas?
2045
¡Caso, por Dios, terrible!

JULIO
A quien quiere matar todo es posible.

(Vanse.)

TELLO
Todos se han ido con temor del plomo.

JUAN
La vida debo a aquestos caballeros.

TELLO
Huyeron los villanos escuderos.
2050
De que el conde no fue, sospechas tomo.

JUAN
Señores, si es posible conoceros,
sepa a quién debo defender mi vida
de tantos enemigos perseguida.

(Vanse las dos.)

TELLO
Volvieron las espaldas sin hablarte
2055
ni quitar los embozos.

JUAN
¿Por qué parte
llegaron estos hombres? ¿Si han bajado
del cielo en mi favor?

TELLO
Más del tejado;
porque si ángeles fueran,
sin escopetas pienso que vinieran,
2060
que no las hay allá.

JUAN
Necia porfía:
truenos y rayos son artillería.

TELLO
Verdad, por Dios, y que mostrarse quiso
el ángel que guardaba el paraíso
con espada de fuego.

JUAN
2065
¡Qué necio estuve y ciego!
Tal me tiene Belisa.

TELLO
Fueron con tanta prisa
que con razón te han dado
ocasión al milagro imaginado;
2070
que, si en forma de espíritus bajaran,
las alas de penachos coronaran,
pero no los sombreros.

JUAN
Ángeles son tan nobles caballeros.
Esta puerta me avisa
2075
del peligro que tengo.
Mejor es ir a ver las de Belisa.
Así la noche paso y entretengo.

TELLO
Bien fuera, si te abriera.

JUAN
Ella me las abriera si me oyera.

TELLO
2080
Una tapia muy baja el jardín tiene
que no es para subir dificultosa.

JUAN
¿Podré yo entrar por ella?

TELLO
Ser podría.

JUAN
Pues vamos, antes que lo estorbe el día,
que se traslada de zafir en rosa.

TELLO
2085
Mejor fuera salir de tanto empeño
con trasladarle de la cena al sueño.

(Vanse.)
(Salen BELISA, CELIA y FINEA.)

BELISA
¿Guardaste las escopetas?

CELIA
Ya, Belisa, están guardadas.

BELISA
Sin alma vengo.

CELIA
No es mucho,
2090
pues también fuiste sin alma
y me has tenido sin ella,
porque de locura tanta
¿qué pudiera prometerme
que no fuera tu desgracia?
2095
¿Estaba don Juan, por dicha,
a la puerta de esa dama?
Aunque dentro es lo más cierto,
pues que mañana se casan.

BELISA
Apenas, Celia, a la puerta
2100
de la dicha dama estaba
-que «dicha» le viene bien
pues que ninguna le falta-,
cuando a su casa venía,
cercado de gente y armas,
2105
cierto agraviado enemigo.
Si yo no llego, le matan.
Temieron las escopetas
y, volviendo las espaldas,
desistieron de la empresa.

CELIA
2110
Heroica y dichosa hazaña,
que fue, mirándolo bien,
una locura bizarra.

BELISA
Reñísteme con lisonja
de lo que fui temeraria.

CELIA
2115
Acuéstate, que se ríe
de tus cosas la mañana,
cuyos celajes azules
embisten rayos de plata.

BELISA
No es tan tarde como piensa
2120
tu sueño.

CELIA
Estoy desvelada.

BELISA
Harto más lo vengo yo
de tanta celosa rabia.
Responder quiero a Lucinda,
la que mañana se casa,
2125
la discreta, la dichosa,
la linda, la bien tocada,
que me ha pedido un vestido
mientras sus galas le acaban,
para que de sus vitorias
2130
sean despojos mis galas;
que tal linaje de burla
solo pienso que se usara
conmigo, de quien amor
con razón toma venganza.

CELIA
2135
Pues ¿no hay mañana lugar?

BELISA
¿No has visto que cuando tratan
dos hacer un desafío,
el agraviado no aguarda
que salga primero el otro?
2140
Déjame tomar la espada
y matar esta mujer...

CELIA
Finea, avisa que tañan.

BELISA
¡Conmigo doña Lucrecia,
por necia, que no por casta!

FINEA
2145
¿Escribir quieres agora?

BELISA
Pon, Finea, en esa cuadra
una bujía y papel,
tinta y pluma.

FINEA
Pienso que anda
por esos aires tu seso.

BELISA
2150
Corre esta cortina, acaba.

(Corriendo una cortina se descubre un aposento bien entapizado, un bufetillo de plata, y otro con escritorios, una bujía, y el CONDE, a un lado.)

BELISA
¡Jesús! ¿Qué hay aquí?

FINEA
¡Hay, señora,
un hombre!

CONDE
Quedo, no hagas,
Belisa, estremos. Yo soy.

BELISA
¿Vueseñoría en mi casa
2155
a tales horas? ¡Ay, Celia!
Buen cuidado, gentil guarda.
¿Tú pones en mi aposento
al conde y junto a mi cama?
¿Dónde se vio tal traición?

CELIA
2160
Si yo salgo a ver quién llama
y, en abriendo, se entra dentro
y poderoso amenaza
mi vida, ¿qué puedo hacer?

BELISA
Decírmelo cuando entrara,
2165
y volviérame a salir
donde esta noche pasara
en casa de alguna amiga.

CONDE
No estéis, señora, turbada,
que si amor me puso aquí
2170
en viendo vuestra desgracia,
él me mostrará también
la puerta por donde salga.
De noche entré, sin pensar
que tanto el sol se tardara
2175
de amanecer a mis ojos.
Detuviéronme mis ansias
hablando con Celia en vos
y, como las horas pasan
tan apriesa por el gusto
2180
sin que las sienta quien ama,
cuando ya me quise ir,
llamastes vos, y esperaba
a salir sin que me viesen.

BELISA
A tan corteses palabras
2185
rindo todos mis enojos.

(Salen DON JUAN y TELLO.)

JUAN
Entra quedito, que hablan
en la cuadra de Belisa.

TELLO
Por Dios, que no era muy baja
la tapia del dicho huerto.

JUAN
2190
Difícil era la tapia,
si amor no me diera el pie
o me subiera en sus alas.

TELLO
Como no me ayuda a mí,
por Dios que traigo quebrada
2195
la ausencia de la barriga.

JUAN
Hombre habla. ¡Cosa estraña!

TELLO
¿Hombre aquí? ¿Y a tales horas?

JUAN
Tello, ¿quién lo imaginara?

TELLO
Ah, señor, ¿cuántas de aquestas
2200
que se nos hacen gazapas
con los ojitos de miz,
tienen el zape en el alma?
Las más ricas del honor
quiebran tal vez y se pasan
2205
como mal papel, que deja
en cada letra una mancha.

JUAN
Loco estoy. Escucha atento,
pues este cancel nos tapa.

TELLO
Nadie se fíe en cancel
2210
si hablare mal en la sala.

BELISA
Yo creo a vueseñoría,
mas pues Lucinda le agrada,
¿para qué me busca a mí?

CONDE
Para escucharos, ingrata.

BELISA
2215
¿Después de tantos paseos,
Prado y fuente Castellana,
viene a darme este disgusto?
Mas debe de ser la causa
que le ha dejado por otro:
2220
su condición os engaña.

TELLO
Por la tribuna de Dios,
que es el conde, y que se abrasa
Belisa de celos.

JUAN
¡Cielos!
No me dejaba sin causa

BELISA
2225
El conde la goza.
Hoy hizo fin mi esperanza.

TELLO
Vámonos de aquí, señor,
que si esto adelante pasa,
te han de sentir, y vendréis
2230
los dos a sacar la espada.

JUAN
¿Hay más que matarle?

TELLO
¿Cómo?
¿Matar? ¡Eso, que no es nada!
Y después, a caballito,
huyendo por las Italias
2235
o, por dicha, tú en teatro
lutífero y yo en la hamaca
que llaman finibus terrae,
cantando, con media cara
al sol, el remifasol,
2240
con dos pasos de garganta.

CONDE
Belisa, yo no he querido
a Lucinda, porque fue
su enredo contra mi fe,
sus celos contra mi olvido;
2245
y porque veáis que he sido
tan galán como señor,
desde aquí dejo el amor,
sin admitirle jamás,
que no es bien que pueda más
2250
mi gusto que mi valor.
Y, aunque sea a mi despecho,
si vos pretendéis casaros
como decís, estorbaros
siendo quien soy, no es bien hecho.
2255
Hoy haré salir del pecho
mi esperanza, sin que espere
más que el bien que vuestro fuere;
porque no quiere, ni es justo,
el que quiere más su gusto
2260
que el honor de lo que quiere.
Hoy viene al suelo la torre
de mi necio y loco amor,
que contra vuestro rigor
el ser quien soy me socorre.
2265
Que también amor se corre
de ser mal agradecido,
viendo, señora, que he sido
sobre necio y porfiado,
para galán, desdichado,
2270
y grande para marido.
Palabra os doy de ayudaros
con el que lo fuere vuestro,
con que presumo que os muestro
tanto amor como en dejaros:
2275
con esto pienso obligaros
sin volveros a cansar,
que un hombre que con amar
nunca pudo merecer,
cuanto cansa con querer,
2280
obliga con olvidar.

(Vase.)

BELISA
Alumbra a su señoría,
Finea.

CELIA
¡Valor notable!

CONDE
¿Quién está aquí? Alumbra.

BELISA
¿Cómo?
¿Gente en mi casa?

JUAN
No saque
2285
la espada, vueseñoría.

(Empuña la espada y tercia la capa.)

CONDE
¿Cómo no, viendo esperarme
detrás de un cancel dos hombres?
Belisa, ¿traiciones tales
con un hombre como yo?

BELISA
2290
¿Hay desdicha semejante?
Celia, ¿qué es esto?

CELIA
Que al conde
puse yo donde le hallaste
es verdad; no los demás.

JUAN
Señor conde, no os espante
2295
esta locura de amor.

CONDE
Amor no puede espantarme,
que juzga mal de la culpa
quien en ella tiene parte.
Admírome de Belisa,
2300
que con tantos ademanes
y melindres, en su casa
tenga hombres a horas tales
escondidos en canceles,
y así, para no empeñarme
2305
en más de lo que es razón,
porque no es justo que os mate
por delito de marido...
y guardaos de que os halle
por casar, que vive Dios
2310
que todo el mundo no baste
a defenderos la vida.

JUAN
Pues, señor, ¿sin escucharme?

CONDE
Es presto para paciencias
y para disculpas, tarde.

(Vase, y CELIA con él.)

JUAN
2315
¿Es esta, ingrata Belisa,
la causa para matarme?
Justamente enmudecías
cuando yo llegaba a hablarte.
Justamente me cerrabas
2320
las puertas; pero sin llaves
supo entrar amor a ver
los agravios que me haces.
Paredes abren los celos
cuando ven que no los abren;
2325
que, como los llaman linces,
no hay cosa que no traspasen.
Jurisdición son de amor
todos los verdes lugares:
al jardín debo el que tuve.
2330
¡Tanto un desengaño vale!
¿A las cuatro de la noche
-si es bien que noche se llame
cuando ya llama el aurora
a las puertas orientales-
2335
un señor en quien concurren
tan notables calidades
en tu aposento? ¿A estas horas
de tu casa el conde sale?
Si en tu calle no hay vecino
2340
que ahora esté por levantarse
y echas en la calle un hombre,
¿cómo quieres tú que calle?
En la calle no hay secreto;
que en llegando a despejarse
2345
tanto el honor, no presumas
que guarden secreto a nadie.
Si amabas a don Enrique,
di: ¿para qué me engañaste?
Que nunca fue valentía
2350
ser las mujeres mudables.
Dejárasme con Lucinda.
Mal por mal, nunca tan tarde
hombres en su casa hallé
de quien pudiese quejarme.
2355
Desde tu casa me voy
a Aragón, para olvidarte.
¡Dios me libre de Castilla!
Para conocerla baste
que el ejemplo de tu amor
2360
me castigue y desengañe.
Si volviere a verla, ¡cielos!,
traidora espada me mate
o el más amigo me venda,
y el más obligado pague,
2365
con malas, mis buenas obras,
y a mi enemigo se pase.
Perdone el hábito el rey,
que ya, con tantos pesares,
me ha dado Santiago celos,
2370
y es mejor morir en Flandes.

BELISA
¿Acaba vuesa merced
su plática lamentable?
¿Tiene esa larga oración
epílogo que la ensarte?
2375
¿Ha de haber «no has visto» y esto
con que acaban los romances
para la vulgar chacota,
que llaman versos finales?
«Cuanto apacible, severo,
2380
cuanto tierno, inexorable,
cuanto rendido, tirano,
y cuanto humilde, arrogante».
Prosiga vuesa merced.

JUAN
¿Burlas en veras tan grandes?
2385
¿Cuando agravios, niñerías?
¿Y cuando rabias, donaires?

BELISA
Gentilhombre aragonés,
el de la ley del encaje,
Juan, por la gracia de Dios,
2390
Cardona, por lo picante;
si habemos de hablar de veras,
si se han de tratar verdades,
si descubrirse los pechos,
si las almas declararse,
2395
diga, rey, si vino aquí
su ninfa, que Dios le guarde:
aquella a quien solo faltan
las alas para ser ángel;
aquella que escribe en culto
2400
por aquel griego lenguaje
que no le supo Castilla
ni se le enseñó su madre;
aquella, en fin, cuyos ojos
llaman a tantos galanes,
2405
que es el búho de la corte
-¡quiera Dios que se los saquen!-
y me dijo que le rompe
las puertas con ansias tales
y con ruegos tan humildes
2410
que de lástima le abre,
que se desmaya en su estrado...
Ni es mucho que se desmaye,
pues llora con bigotera
y hace pucheros infantes.
2415
¿Cómo quiere el buen Cardona,
y con la boda que añade
en este papel su ninfa,
que sufra yo que se case?
Porque mañana ha de ser;
2420
y me pide la ignorante
vestidos para la boda
mientras los suyos se acaben.
Váyase vuesa merced,
que ya es de día, a acostarse
2425
porque para desposado
sin ojeras se levante,
y para hacerse la barba,
que es capítulo inviolable
para ser más mozo el novio,
2430
y la señora enrizarse.
Y sepa que he sido ejemplo
entre mujeres leales,
porque la que sale firme
es roca al mar, palma al aire.
2435
No truje al conde a mi casa,
que, ausente yo, pudo entrarse
en ella. Si culpa tuvo
Celia, entre los dos lo saben.
La prueba de estar ausente
2440
es haber ido a buscarle
y deberme ya dos vidas,
que, porque no le matasen,
la mía puse a peligro
con cuatro espadas delante,
2445
con las armas que temieron
los que quisieron matarle.
¿Es esto, como presume,
echar en la calle amantes?
¿Es esto mudar de fe?
2450
¿Es esto ser inconstante?
¿Es esto tener yo culpa
de ausentarse y de casarse?
¿Por mí se vuelve a Aragón,
y desde Aragón a Flandes?
2455
La joya le di a Lucinda
de aquel fénix de diamantes;
que para mí mueren fénix,
y para Lucinda nacen.
¿No responde?

JUAN
Apenas puedo.

TELLO
2460
¿Y tú, no tienes que darme
alguna disculpa?

FINEA
Tello,
pellejo de zorra traes,
con la barbada mesura,
con el cansado desaire,
2465
que, habiendo sido de Fabia
pretensor fregonizante,
¿me pides que dé disculpa?

TELLO
¿De Fabia yo?

FINEA
¿Pues negarme
quieres la verdad?

TELLO
¿Yo?

FINEA
Sí.

TELLO
2470
Plega a Dios que me desgarre
un oso las pantorrillas,
o que mi dinero en parte
le ponga que esté dudoso,
pues hay cofres que le guarden;
2475
o que, sacando un vestido,
me pida después un sastre
más seda y más guarnición;
o que por diciembre pase
en un rocín sin espuelas
2480
por la calle de Getafe,
y que de lerdo y mohíno
en cada mesón me pare;
o que tenga un pleito en quien
paciencia y dineros gaste;
2485
que es maldición en que todas
cuantas tiene el mundo caben.

JUAN
Oh, Belisa ¿qué habrá que no se intente
con celos? Yo estoy ya desengañado,
si tú lo estás. Su necia envidia aumente
2490
amor, que tantas penas te ha costado.
La vida, que te debo justamente,
mientras viviere me tendrá obligado.
Tú, mira cómo quieres y en qué parte
pueda, satisfaciéndote, vengarte;
2495
que como agora sale el claro día
por la boca del sol y va rompiendo
la obscura sombra de la noche fría,
abriendo flores y cristal luciendo,
a tus ojos saldrá la verdad mía,
2500
la noche de Lucinda descubriendo;
y entonces los regalos, los amores,
unos serán cristales y otros flores.
¿Puedo hacer más que pueda tu deseo
hacer de mí?

BELISA
Yo quedo satisfecha
2505
y que es enredo de Lucinda creo.
Mas todo sin vengarme ¿qué aprovecha?
Que en el estado que mis cosas veo
y para deshacer toda sospecha,
tú has de ser dueño en fe de mi esperanza,
2510
de la satisfación y la venganza.
Yo te diré el engaño que he pensado
para salir de todo con vitoria.

JUAN
A obedecerte estoy determinado
en celos, en amor, en pena, en gloria.

BELISA
2515
Pues vete y vuelve, y ten de mí cuidado.

JUAN
¿Cómo podrá faltar de mi memoria?

BELISA
Adiós, don Juan.

JUAN
Muriendo me desvío.

TELLO
Adiós, zampoña.

FINEA
Adiós, tabaco mío.

(Vanse, y salen el CONDE, LUCINDA y FABIA.)

LUCINDA
Notable resolución.

CONDE
2520
Si me sucediera bien;
mas fue mayor su desdén
que su atrevida afición.

LUCINDA
El oro en toda ocasión
es el primer movimiento.

CONDE
2525
Celia, en su mismo aposento,
me dio bastante lugar;
pero no supe igualar
mi dicha a mi atrevimiento.
Pero ¿quién pudiera creer
2530
que fuera de casa estaba
Belisa, cuando llegaba
la noche a dejar de ser?
No tuvo que defender
de mis locos desatinos;
2535
que nací cuando mis sinos
fueron encontrados bandos,
donde enloquecen Orlandos,
no donde fuerzan Tarquinos.
Cual suele un desafiado
2540
que a su contrario esperó,
que hasta que venir le vio
blasonaba confiado
y, en viéndole, de turbado
mudarse descolorido:
2545
pues así mi amor ha sido
hasta que a Belisa vi,
que en viéndola me rendí
antes de haberme rendido.
Salí muy necio, en efeto,
2550
y es porque entré confiado;
aunque un hombre despreciado
¿cómo puede ser discreto?
Hallé, escuchando en secreto,
al salir, vuestro don Juan.
2555
Disculpa los dos me dan,
si de este nombre se llama
tener en casa la dama
a media noche el galán.
Enojeme con razón;
2560
mas llegando a conocer
que se pudiera ofender
su crédito y opinión,
no puse en ejecución
con entrambos mi pesar;
2565
que ni a él le dejé hablar
ni a ella después mentir,
porque no queda qué oír
en no habiendo qué esperar.

LUCINDA
Yo me canso injustamente:
2570
él la adora. ¿Qué porfío?

CONDE
¡Ay, del pensamiento mío
que mayor agravio siente!

(Sale FABIA.)

FABIA
Si no parece que miente
sombra de imagen incierta,
2575
tu don Juan está a la puerta.

LUCINDA
¿Qué don Juan?

FABIA
El de Cardona.

LUCINDA
¿Él mismo?

FABIA
Él mismo en persona.

LUCINDA
Esté mil veces abierta.

(Salen DON JUAN y TELLO.)

JUAN
Huélgome de hallar aquí,
2580
señor, a vueseñoría;
no para disculpa mía
si es que anoche le ofendí,
sino porque de Belisa
traigo a los dos un recado.

LUCINDA
2585
Buen mensajero ha buscado.

CONDE
¿Qué me manda?

LUCINDA
¿Qué me avisa?

JUAN
Díjome que en un papel
que Lucinda le escribió
-que por eso me llamó,
2590
para darme parte de él-
la escribe que hoy se desposa,
que a tanta ventura tengo,
que yo propio a daros vengo
las gracias, Lucinda hermosa,
2595
y que en razón del vestido,
que le honréis tiene a favor
sus galas, con el mejor
y que nunca le ha servido.
Y os envía a suplicar
2600
que, de su mano tocada,
salgáis a ser envidiada
y a no tener qué envidiar;
y que si también queréis,
tanto desea obligaros,
2605
en su casa desposaros,
de ser madrina la honréis.

LUCINDA
Para deciros verdad,
picarla fue mi deseo;
pero ya después que veo
2610
la vuestra y su voluntad,
hallo que lo que ha de ser,
por de burlas que se intente,
viene a ser por accidente.

CONDE
Y yo acabo de entender
2615
que Belisa no tenía
a don Juan amor perfeto,
porque todo ha sido efeto
de su misma bizarría;
que su estraña condición
2620
la obligaba a darle celos
a Lucinda.

JUAN
De los cielos
era justa obligación
favorecer mi verdad.

LUCINDA
Por obligaros ha sido
2625
fingir mi amor tanto olvido
y desdén tanta lealtad.
¡Oh, cuánto en amor alcanza
la porfía y la razón,
pues convierte en posesión
2630
la más perdida esperanza!
Iré en casa de Belisa
pues, de hacerme tal favor
con tan buen embajador,
por más crédito me avisa.
2635
Y suplico al señor conde
que se halle a honrarme también.

CONDE
Con daros el parabién
mi obligación os responde.
Juntos nos podemos ir.

LUCINDA
2640
Dadme la mano, don Juan.

TELLO
Novio y padrino se van.
¿Tienes algo que decir?

FABIA
Que envidio los desposados,
Tello, por quererte bien.

TELLO
2645
Dame la mano también.
Dios nos haga bien casados.

(Vanse.)
(Sale BELISA muy bizarra, y CELIA.)

CELIA
No te espante que pregunte
para qué es tan nueva gala
y vestirse a tales horas.

BELISA
2650
Celia, mis locuras andan
por acabar de una vez
con esta necia esperanza.
Nací con inclinación
a todo amor tan contraria,
2655
que no pensé que en mi vida
a querer la sujetara
discreción y gentileza;
pero no hay soberbia humana
sin contradición divina.
2660
Fundé mi loca arrogancia
en que no hubiese mujer
que no rindiese las armas
a mi libre entendimiento;
y estoy tan desengañada
2665
que no solo amor castiga
con tantas celosas ansias
mi libertad, pero ha hecho
que se burle la ignorancia
de mi altiva presunción,
2670
de suerte que no me agravia
tanto en quitarme a don Juan,
como en que piense muy vana
que rinde mi entendimiento;
y si agora no me falta,
2675
de los dos agravios pienso
hacer a un tiempo venganza.

CELIA
No sé si aciertas.

BELISA
Yo sí.

CELIA
Ya te dije, la mañana
que fuimos las dos al Soto,
2680
que el amor te castigaba
tanto desdén y desprecio.

BELISA
Coche a nuestra puerta para.
Si la desposada viene,
ninguna ventura iguala
2685
a sacar burla de burla
y venganza de venganza.

(Sale FINEA.)

FINEA
Una galera de tierra,
con clavos de oro por jarcias,
cortinas por altas velas
2690
de tela riza de nácar,
y por remos que le mueven
cuatro cisnes de Alemania,
con la señora Lucinda,
en tu portal desembarca.

BELISA
2695
¿Viene muy hermosa?

FINEA
Viene
contenta.

BELISA
Bien dices, basta:
no hay mujer alegre, fea;
ni triste, hermosa.

FINEA
Ya amainan.

(Salen LUCINDA, FABIA, el CONDE, DON JUAN, TELLO, y criados acompañando.)

BELISA
Vuesa merced, mi señora,
2700
honre aquesta humilde casa
mil veces en hora buena.

LUCINDA
Vuesa merced otras tantas
favorezca mi humildad.

BELISA
Tan bien vestida y tocada
2705
ya no querrá que la sirva
con cuidado ni con galas.

LUCINDA
No ha sido por no tener
del favor desconfianza,
mas por excusaros pena.

CONDE
2710
Todo cumplimiento cansa.
Resta, señora Belisa,
pues aquí nos acompañan
tantos criados, que sean
testigos de que se casan
2715
Lucinda y don Juan.

BELISA
¿Quién? ¿Cómo?

CONDE
Lucinda y don Juan.

BELISA
¡Estraña
novedad! ¿Quién os lo dijo?

LUCINDA
¿Cómo quién? Agora acaba
de decírnoslo don Juan.

BELISA
2720
Don Juan, o el sentido os falta,
o no me entendistes bien;
que yo a decir enviaba
que viniese a ser madrina
quien viene a ser desposada.

LUCINDA
2725
¿Madrina? ¿De quién?

BELISA
De mí.
Y que al conde suplicaba
me honrase y favoreciese
como me dio la palabra.
¿Díjeos esto?

JUAN
Así es verdad;
2730
mas mi turbación fue tanta
que erré el recado. Mas tengo
disculpa si me la pasan
por la necedad primera.

LUCINDA
Ha sido necia venganza;
2735
pero yo la tomaré
de los dos. Solo me espanta
que esto sufra el conde.

CONDE
Yo
tengo, Lucinda, empeñada
la palabra. Deteneos,
2740
y pues que también me agravian,
consolaos conmigo y dalde
por mí, pues ya los aguarda,
el parabién con los brazos.

LUCINDA
Más vale volver burlada
2745
que corrida. Yo los doy.

BELISA
Yo a vos también con el alma.
Quedemos las dos amigas;
y el señor don Juan, que calla,
me dará la mano a mí,
2750
pues que con tan buena gracia
erró el recado.

JUAN
Yo hice
lo que mi dueño me manda.

TELLO
Y yo me agarro a Finea.
Perdone, señora Fabia,
2755
que he menester esta alcorza.
Con esta mano te llama
mi amor. ¿Qué aguardas?

FINEA
¡Ay, Tello!
¿Esa es mano o es patata?

BELISA
Senado ilustre, el poeta,
2760
que ya las musas dejaba,
con deseo de serviros
volvió esta vez a llamarlas,
para que no le olvidéis.
Y aquí la comedia acaba.