Escena primera
Entran MAMMON y CEÑUDO.
MAMMON
1Entrad, señor. En este instante holláis las costas del orbe nuevo; he aquí Perú, el opulento y allí dentro, señor, están las minas de oro, ¡el Ofir del famoso Salomón! Tres años tuvo él que navegar, mientras nosotros las hemos alcanzado en diez meses. Este es el día en el cual pronunciaré, para todos mis amigos, la feliz frase: Hacéos ricos. A partir de hoy seréis spectatissimi. Nunca más os deberéis confiar al dado cargado o el naipe frágil. No os hará falta mantener a la fulana que, disfrazada de heredera, induce a los clientes a firmar. Nunca más os veréis obligado a apalear a quien se niega a cumplir el trato. Nunca más la sed de raso o el apetito codicioso de aterciopelados forros para una capa del más basto estambre con que fanfarronear ante madame Augusta, impelerá a los hijos de la espada y el azar a postrarse largas noches ante el becerro de oro, incurrir en idolatría apelando al vino y las trompetas o acudir a festines por mor de tambores y banderas. Todo eso acabará. Seréis jóvenes virreyes, Ceñudo mío, y tendréis mancebillas y mancebas. Y tú serás el primero a quien yo diga: Hazte rico. ¿Dónde, pues, está Sutil? ¿Hay alguien aquí?
 
CARA
2
(dentro)— Señor, ahora mismo lo veréis.
 
MAMMON
3— Ese es su guardián de fuego, su Pulmón, su Céfiro, el que aviva los carbones hasta hacer hervir a la naturaleza en su propio centro. Vos, señor, no tenéis fe. Esta noche trocaré en oro cuanto metal haya en mi casa. Y, temprano en la mañana, llamaré a los estañadores y plomeros para comprarles su chatarra; y en Lothbury me haré con todo el cobre.
 
CEÑUDO
4— ¿Y lo transformaréis también?
 
MAMMON
5En efecto. Y compraré Cornwall y Devonshire y los haré perfectas Indias. ¿Os sorprendéis por fin?
 
MAMMON
7— Mas cuando veáis los efectos del Gran Remedio, una parte del cual, vertida sobre cien de mercurio, cobre o plata, las convierte en otras tantas de oro brillante como el Sol, y aún más, en mil, o en infinitas, acabaréis cediendo.
 
CEÑUDO
8— Sí, cuando lo vea. Pero si mis ojos me embaucan de tal modo (y bien poca ocasión les daré yo), tened por cierto que al día siguiente los lavaré con orín de prostituta.
 
MAMMON
9— ¡Oh! ¿Por qué? ¿Pensáis que cuento fábulas? Os aseguro que quien por una vez posee la rosa del sol, el rubí perfecto que llamamos elixir, no sólo alcanza lo que he dicho, sino también puede conferir honor, respeto, amor, vida duradera, y repartir seguridad y valentía: sí, y victorias por añadidura cuando se le antoje. Ocho y veinte días bastarán para transformar a un viejo de ochenta años en un niño.
 
CEÑUDO
10No lo dudo. Ya lo es.
 
MAMMON
11— No, me refiero a restaurar su cuerpo, reintegrarlo como un águila a la quinta edad; darle el poder de engendrar hijos, jóvenes gigantes; tal como nuestros filósofos, (los antiguos patriarcas de antes del Diluvio) al tomar, una vez a la semana, en la punta de un cuchillo, una cantidad igual a un grano de mostaza, devenían fornidos Martes y jóvenes Cupidos.
 
CEÑUDO
12Las decrépitas vestales de Pickt-hatch os agradecerán que avivéis la llama por la zona.
 
MAMMON
13— Este secreto de la naturaleza galvaniza contra las infecciones, cura toda enfermedad, cualquiera que sea su origen, reduce meses de dolor a un día, varios años a una semana y toda una era a tan solo un mes. ¡Fuera los mejunjes de vuestros confundidos médicos! No me arredraría la empresa de expulsar la plaga de nuestro reino en el plazo de tres meses.
 
CEÑUDO
14— Os garantizo que entonces los cómicos cantarán vuestra alabanza sin valerse de poetas.
 
MAMMON
15— Lo haré, señor. Entretanto, daré lo necesario a mi criado para proveer de preventivos a toda la ciudad; cada cual tendrá su dosis semanal, a razón de...
 
CEÑUDO
16¿Cómo lo hizo el que construyó los acueductos?
 
CEÑUDO
18— Mi temperamento, os juro, me impide ser timado voluntariamente. Vuestra piedra no puede transmutarme.
 
MAMMON
19— Pertinax Ceñudo, ¿os rendiréis a los antiguos textos? Os mostraré un libro donde Moisés, su hermana y hasta Salomón han escrito sobre el tema. Sí, y un tratado firmado por Adán.
 
MAMMON
21Sobre la piedra del filósofo y escrito en holandés.
 
CEÑUDO
22¿Acaso Adán escribía en holandés, señor?
 
MAMMON
23— En efecto: Lo cual prueba que esa es la lengua primigenia.
 
MAMMON
25Tablas de cedro.
 
CEÑUDO
26— Dicen, por cierto, que es a prueba de gusanos.
 
MAMMON
27— Así como vuestra madera irlandesa resiste a las arañas. Tengo también un trozo del vellocino de Jasón, que no era otra cosa que un libro de alquimia escrito sobre la piel de oveja, o de carnero gordo. Lo mismo fueron las tablas de Pitágoras, la caja de Pandora y el cuento entero de los encantos de Medea. Los Toros simbolizan nuestro horno cuyo aliento quema; el Dragón era nuestro azogue, y sus dientes, mercurio sublimado, que conserva la blancura, la dureza y la mordida; ellos deben recogerse en el yelmo de Jasón (el alambique) y sembrarse en su campo de Marte para que sublimen varias veces hasta decantar. El jardín de las Hespérides, la historia de Cadmo, la lluvia de oro de Zeus, la mano de Midas, los ojos de Argo, el Demigorgon de Boccaccio y mil leyendas más son enigmas abstractos de la piedra. ¿Qué decís ahora?
 
 
Escena segunda
Entra CARA en traje de asistente.
MAMMON
1¿Triunfaremos? ¿Ha llegado nuestro día? ¿Vamos bien?
 
CARA
2La noche se ruborizará para vos, señor. Poseéis el color adecuado: escarlata. El fermento rojo ha hecho su tarea. De aquí a tres horas, preparaos a ver el sedimento.
 
MAMMON
3— Pertinax, Ceñudo mío. Una vez más te diré en voz alta: Sé rico. Hoy mismo serás dueño de lingotes: y mañana desafiarás a los nobles. ¿Todo bien, mi Céfiro? ¿Enrojece la redoma?
 
CARA
4— Como una moza preñada, señor, a quien su amo descubriera.
 
MAMMON
5¡Pulmón, chistoso excelso! Mi único cuidado ahora es dónde encontrar material bastante para decantar, pues esta ciudad no proveerá ni la mitad.
 
CARA
6— ¿De veras? Comprad los tejados, señor, de las iglesias.
 
CARA
8— Sí. Dejadles desnudas las cabezas, como su clientela. O cubridlas en cambio con tablones.
 
MAMMON
9— Mejor aún con buena paja. Ligera carga será para las vigas. Pulmón, te redimiré de la servidumbre al horno; te devolveré el color del rostro, Fuelle, perdido entre las brasas; y restañaré tu cerebro dañado por la corrosión de los metales.
 
CARA
10— Duramente he soplado por vuestra señoría; he puesto a arder mucho carbón, a falta de leños de haya; he sopesado la medida justa para que el calor no se extinguiera. Estos ojos legañosos han observado vigilantes la evolución de los colores, desde el canario pálido hasta el loro y el cuervo, desde la cola de pavo real hasta el cuello de cisne.
 
MAMMON
11¿Y has visto al fin la flor, la sanguis agni?
 
MAMMON
13¿Dónde está tu amo?
 
CARA
14— Rezando, señor. Hombre devoto, pide en sus plegarias que se consume el éxito.
 
MAMMON
15— Pulmón, voy a poner fin a tus sudores. Serán guardián de mi serrallo.
 
MAMMON
17— Pero, ¿me oyes? Atiéndeme, Pulmón.
 
MAMMON
19— Es mi intención tener una recua de esposas y concubinas igual a la de Salomón, quien, como yo, fue dueño de la piedra; y, valiéndome del elixir, me haré unas espaldas tan robustas como las de Hércules, para acometer a cincuenta cada noche. ¿Seguro que lo has visto tornarse sangre?
 
CARA
20— Y espíritu, señor.
 
MAMMON
21Ordenaré colchones hinchados, no rellenos: el plumón es demasiado duro. Adornaré después mi cámara oval con dibujos como los que Tiberio tomara de Elefantis, y que el insípido Aretino imitara fríamente. Mis espejos, tallados en mil ángulos sutiles, dispersarán las imágenes multiplicándolas, mientras, desnudo, yo me pasearé entre mis succubae. Nubes de perfume flotarán vaporosas en mi alcoba: en ellas nos perderemos; y serán mis baños como abismos, de los cuales resurgiremos para rodar y secarnos en hilos de araña y pétalos de rosa. (¿Ha llegado ya al color rubí?) Allí donde atisbe a un ciudadano industrioso o un abogado rico con una mujer de sublime pureza, le enviaré mil libras para que acepte ser cornudo.
 
CARA
22¿Llevaré yo los mensajes?
 
MAMMON
23— No, nada de alcahuetes. Sólo usaré padres y madres. Suelen ser más diligentes. Los mejores. Y mis aduladores serán los teólogos más graves e impolutos que consiga por dinero. Mis simples bufones, burgueses elocuentes; y mis poetas, los mismos que con sutileza ridiculizan a políticos y que yo alimentaré a tales efectos. A los pocos que sigan atreviéndose a presumir por la ciudad como padrillos y, dondequiera, molesten a damas demasiado inocentes para ellos, les pediré que sean mis eunucos: y me abanicarán con diez colas de pavo reunidas en un haz para embolsar el viento. Con la medicina en nuestras manos, Pulmón, nos magnificaremos. Me servirán la comida en conchas de la India, fuentes de ágata engastadas en oro y recamadas de esmeraldas, zafiros, jacintos y rubíes. Lenguas de carpas y marmotas, talones de camellos, hervidas en espíritu de Sol y solución de perlas (La dieta de Apicio contra la epilepsia) Y tomaré esos caldos con cuchara de ámbar incrustada de diamantes y carbunclos. Mi paje comerá faisanes, lonchas de salmón, chochas, lampreas, agachadizas; y, a guisa de ensaladas, me servirán barbas de mújoles, setas en aceite y las untuosas ubres rebosantes de una cerda preñada y recién muerta, aliñadas con salsa picante y exquisita. Por lo cual diré a mi cocinero: toma este oro, adelante, sé un caballero.
 
CARA
24— Señor, he de controlar si está subiendo.
 
Sale CARA.
MAMMON
25— Hacedlo. Mis camisas serán de tafetán, suaves y ligeras como telarañas; y el resto de mi atuendo será tal que pueda provocar al Persa, en caso de que quisiese desquiciar el mundo una vez más. Mis guantes serán de piel de pájaro y pescado, perfumados con gomas del paraíso y aromas orientales...
 
CEÑUDO
26¿Y con todo eso pensáis tener la piedra?
 
MAMMON
27No, gracias a ella pienso tenerlo todo.
 
CEÑUDO
28Es que he oído que su dueño ha de ser frugal, hombre piadoso, santo y religioso, alguien libre de mortal pecado, virgen.
 
MAMMON
29Tenéis razón, señor, y eso se cumple. Pero yo la compro. La suerte me la procura. Él, sujeto honrado, alma notable, supersticiosa, buena, se ha despellejado rodillas y sandalias de tanto ayuno y oraciones: y dejemos de su parte esforzarse en mi provecho. Helo aquí. Delante de él, ni una expresión profana. Es veneno.
 
 
Escena tercera
Entra SUTIL.
SUTIL
2— Buen día a ti, amable hijo, y a tu amigo. ¿Quién es, ya que te acompaña?
 
MAMMON
3Un hereje que he traído, en la esperanza, señor, de convertirlo.
 
SUTIL
4— Hijo, sospecho que eres codicioso, para ser puntual en grado tan exacto. Es por la mañana cuando ha de saludarse el día. Hay aquí algo que, mucho me temo, puede ser apetito carnal e inoportuno. Cuidaos de no ahuyentar las bendiciones con tan ingobernable prisa. Me apenaría ver que mis trabajos, casi concluidos mediante larga observación y caudales de paciencia, no prosperaran pese al tino de mi amor y celo. Los cuales (y pongo por testigo al cielo, y también a ti, destinatarios de mi confesión), desde siempre, no han buscado más objeto que el bien público, los fines piadosos y la amada caridad, ahora escasos en el mundo. Por lo tanto si tú, hijo mío, prevaricaras ahora, y para lujuria privada hicieras uso de tan católica y grande bendición, yo te aseguro que caerá sobre ti una maldición a desquiciar tus proyectos más sutiles y secretos.
 
MAMMON
5— Lo sé, señor; no precisáis temer. Sólo he venido a que convenzáis a este caballero.
 
CEÑUDO
6— El cual, por cierto, se muestra un tanto incrédulo respecto de esa piedra vuestra, y no será engañado.
 
SUTIL
7Pues hijo, tan sólo puedo convencerlo de una cosa: la obra está acabada. El Sol viste su brillante túnica, Poseemos la medicina de alma triple, el espíritu glorificado. Demos gracias al cielo y seamos dignos de su estima. Ulen Spiegel.
 
CARA
8
(dentro)Pronto, señor.
 
SUTIL
9— Mira bien el registro y ve bajando el calor, por grados, en los aludeles.
 
SUTIL
11— ¿Has controlado ya la retorta?
 
CARA
12— ¿En el D, señor?
 
SUTIL
13— Sí. ¿Qué color ostenta?
 
SUTIL
15— Añádele vinagre para expulsar la sustancia volátil y la tintura: y filtra el agua del recipiente E y viértela en el óvalo. Tápalo bien y colócalo luego en el balneo.
 
CEÑUDO
17¿Qué jerga es ésta? ¿Un nuevo argot?
 
SUTIL
18Tengo otra obra, hijo, que jamás has visto; desde hace ya tres días, en la rueda del filósofo absorbe el lento calor de Atanor. Al fin ha devenido en sulfuro de natura.
 
MAMMON
19— ¿Y es para mí?
 
SUTIL
20— ¿Acaso te hace falta? Bastante tienes con lo que es perfecto.
 
SUTIL
22¡Ah, concupiscencia!
 
MAMMON
23— No, prometo que lo usaré todo en obras piadosas, fundaré colegios y escuelas de gramática, casaré jóvenes puras, construiré hospitales y, de tarde en tarde, iglesias.
 
Entra CARA.
CARA
25— Decidme, señor, ¿no he de cambiar el filtro?
 
SUTIL
26— Sí, pardiez. Y observa el color del vaso B.
 
Sale CARA.
SUTIL
28— En efecto, hijo; y si estuviera seguro de que tu fe es sólida, no buscaríamos medios de glorificarla. Pero ojalá todo marche bien. Mañana intentaré teñir en arena el contenido del vaso C y someterlo a saturación.
 
MAMMON
29— ¿De aceite blanco?
 
SUTIL
30No, de rojo. El F también está subiendo en su alambique, gracias a Dios, debido al baño de María, y rezuma leche virginal. Bendito sea el cielo. Ya os envié una porción de las heces calcinadas. Y de la cual he obtenido sales de Mercurio.
 
MAMMON
31¿Humedeciéndola con agua regenerada?
 
SUTIL
32Sí, y reverberándola en el Atanor.
Entra CARA.
¿Y bien? ¿Qué color presenta?
 
CARA
33— Negro basal, señor.
 
MAMMON
34¿La cabeza de cuervo?
 
CEÑUDO
35— Tu gorro de loco, más bien.
 
SUTIL
36De ser el cuervo, no hemos logrado lo perfecto. Algo está faltando.
 
CEÑUDO
37— (Ya me lo esperaba. La trampa se prepara.)
 
SUTIL
38— ¿Estás seguro de que lo has bañado en su propio solvente?
 
CARA
39— Sí, señor. Y los he mezclado, puesto en la alargadera, y sometido a disociación según vuestras instrucciones; cuando, al mismo calor, puse a circular el licor de Marte.
 
SUTIL
40El proceso, pues, ha sido el correcto.
 
CARA
41Mas por azar, señor, la retorta se rompió. Lo que pude salvar lo vertí en el pelícano y lo cubrí con el sello de Hermes.
 
SUTIL
42— Me lo temía. Hemos de preparar una amalgama nueva.
 
CEÑUDO
43— (Este hurón huele peor que una mofeta.)
 
SUTIL
44— Mas no importa. Olvidemos lo perdido; tenemos aún suficiente material en embrión. ¿Viste ya el H su camisa blanca?
 
CARA
45— Sí, señor. Está a punto para ser incinerado. Lo mantengo tibio en el rescoldo. Aunque, si me dejáis aconsejaros, yo no permitiría que se extinguiera el fuego, considerando lo que resta. No sería bueno.
 
CEÑUDO
47— ¿Cómo, dudáis?
 
CARA
48— No, señor, he visto un mal augurio. ¿Qué son sólo tres onzas de materia prima?
 
CARA
50— Tres, señor, de oro para amalgamar con una media docena de Mercurio.
 
MAMMON
51Acabemos; aquí tenéis dinero. ¿Cuánto ha menester?
 
CARA
52— Preguntadle a él, señor.
 
SUTIL
54— Dale nueve libras, o bien diez.
 
CEÑUDO
55No, que sean veinte. Y despedíos de ellas.
 
SUTIL
57No era necesario. Pero parece vuestro empeño ver los logros, y lo conseguiréis. Pues dos de nuestras obras menores están en proceso de fijarse66 y una tercera en ascensión. A lo nuestro. ¿Has puesto el aceite de Luna en la alquitara?
 
SUTIL
59— ¿Y el vinagre filosofal?
 
CEÑUDO
61Comeremos ensalada.
 
Sale CARA.
MAMMON
62— ¿Cuándo haréis la proyección?
 
SUTIL
63No te apresures, hijo. He de exaltar la medicina sometiéndola a un balneo vaporoso y diluyéndola; luego he de congelarla. Pues ved: cuantas más veces reitere el trabajo, otras tantas se sumarán a sus virtudes. Si en un principio cada onza convertirá en oro a cien, tras el segundo pase transmutará a mil, la tercera solución operará en diez mil; en cien mil la cuarta. Y lograda la quinta, mil millares de onzas de metales imperfectos devendrán en plata pura, en oro, bajo todo escrutinio tan valiosos como los arrancados de una mina natural. Traednos vuestra carga al atardecer. Bronces, peltres y morillos.
 
MAMMON
64Excepto los de hierro.
 
SUTIL
65— También ésos, ¿por qué no? Transmutaremos todos los metales.
 
CEÑUDO
66— No me cabe duda.
 
MAMMON
67¿Puedo entregaros mi asador?
 
SUTIL
68— Y las rejillas.
 
CEÑUDO
69¿Y las sartenes, los ganchos, las alcuzas? ¿Os las trae?
 
MAMMON
73— Con este hombre debéis tener paciencia. Ya os dije que le falta fe.
 
CEÑUDO
74— Y esperanza, señor. Aunque menos compasión tendría si me dejase timar.
 
SUTIL
75¿Y cuál es el aspecto de nuestra labor que se te antoja imposible?
 
CEÑUDO
76— Todos, para ser exacto. ¡Empollar oro en un horno, como en Egipto hacen con los huevos!
 
SUTIL
77— ¿De veras crees que los huevos pueden empollarse?
 
CEÑUDO
78— ¿Y si lo creyera?
 
SUTIL
79Pues me parecería el mayor milagro. Porque no existe huevo que se asemeje tanto al pollo como los metales entre sí.
 
CEÑUDO
80— Eso es imposible. La naturaleza ha dispuesto el huevo para ese fin. Y el huevo es un polluelo in potentia.
 
SUTIL
81Lo mismo decimos del plomo y los demás metales, que se tornarían oro con sólo darles tiempo.
 
MAMMON
82— Y eso es lo que sobra a nuestro arte.
 
SUTIL
83— Pues sería absurdo suponer que la naturaleza produce en un instante oro perfecto en esta tierra. Algo ha debido acaecer antes. Ha de haber una materia remota.
 
CEÑUDO
84— ¿Y qué es eso?
 
SUTIL
85¡Caramba! Afirmamos...
 
MAMMON
86— Bien, esto se anima. Machacadlo, Padre. Que muerda el polvo...
 
SUTIL
87— ... que por una parte, consta de cierta exhalación húmeda que denominamos materia líquida, o agua untuosa; por otra, de cierta porción viscosa y crasa de tierra; consustanciadas las cuales, resultan en la materia elemental del oro. Que no es aún, empero, propia materia, común a todo metal y toda piedra. Pues, privada de dicha humedad y más reseca, pronto se convierte en una roca. Por el contrario, si retiene húmeda gordura, se torna azufre, o mercurio, que son los padres de todos los metales. Tampoco esa sustancia remota puede, de repente, evolucionar de extremo a extremo hasta convertirse en oro sorteando lo intermedio. Primero, la naturaleza manifiesta lo imperfecto, avanzando luego hacia lo acabado. De este agua aérea y aceitosa es engendrado el mercurio; de la parte grasa y terrena, el azufre: en todos los metales ésta aporta el principio varonil y la otra el componente femenino. Algunos creen, con pensamiento hermafrodita, que ambos actúan y padecen por igual. Pero se debe a ambos que la totalidad sea dúctil, maleable y extensible. Incluso en el oro están presentes; pues semillas de ambos encontramos en el fuego, y en ellas oro. De donde podemos producir, de cada metal, muestras más perfectas que las hechas por la naturaleza. Por lo demás, quién no comprueba en la vida diaria que el arte engendra abejas, avispas, avispones, moscas del estiércol y la carroña humana. Y hasta escorpiones de la hierba, si procede bien. Criaturas vivas, todas éstas, más perfectas que los metales, y mejor dotadas.
 
MAMMON
88— ¡Bravo, padre! Como llegue a echaros manos con un argumento, pulverizado quedaréis, como en un mortero.
 
CEÑUDO
89— Calma, amigo. Antes bien me inclinaría yo a pensar que la Alquimia es un bonito juego, de especie parecida a los trucos que se hacen con barajas para encandilar a los incautos.
 
CEÑUDO
91— ¿Y qué si no son esos términos en los cuales no coinciden jamás vuestros autores? ¿Servirían vuestra leche virginal, vuestra panacea, vuestro elixir, vuestra piedra, vuestra crisosperma, vuestra sal, vuestro mercurio y vuestro azufre, vuestro aceite sublimado, vuestro árbol de la vida, vuestra marquesita, vuestra magnesia, vuestro moho, vuestros sapos, cuervos, dragones y panteras, vuestro sol, vuestra luna, vuestro firmamento, vuestro latón, vuestros pigmentos, vuestro azogue, vuestro caballero rojo, vuestra dama blanca, todos esos potajes, menstruos y sustancias, orines, cáscaras, flujos de mujer, esputos de varón, trapos quemados, pelos, cal, arcilla y mierda, polvo de huesos, raspaduras de hierro, astillas de cristal y montañas de otros repulsivos ingredientes para traer un hombre al mundo?
 
SUTIL
92— Todo lo cual fue bautizado con un solo propósito: que el arte de los maestros se mantuviera en la oscuridad.
 
MAMMON
93— Traté de advertírselo, señor, para que el pobre idiota no los vulgarizara al aprenderlos.
 
SUTIL
94— ¿Acaso los egipcios no resguardaron su sabiduría en signos místicos? ¿No hablan con frecuencia las Escrituras en parábolas? Y las fábulas más escogidas de la poesía, fuente primera de conocimiento, ¿no llevan un ropaje de confusas alegorías?
 
MAMMON
95— Con claridad suficiente le advertí que Sísifo fue condenado a cargar piedra incesante, tan sólo por haberse burlado de la nuestra.
 
Se presenta DOL.
MAMMON
96— ¿Quién es ella?
 
SUTIL
97Dios del Cielo... ¿Qué pretendes? Retiraos, señora, os lo suplico.
Sale DOL.
— ¿Dónde está mi lacayo?
 
Entra CARA.
SUTIL
99¡Bribón! ¿Así me sirves?
 
CARA
100— ¿En qué, señor?
 
SUTIL
101Ve a fijarte, traidor. Anda.
 
Sale CARA.
MAMMON
102— ¿Qué pasa, señor?
 
MAMMON
104— ¿Cuál es el motivo? ¡Buen señor! Nunca os había visto así de contrariado. ¿Qué sucede?
 
SUTIL
105Todo arte ha tenido enemigos, más ninguno con tal grado de ignorancia.
Regresa CARA.
— ¿Y ahora qué?
 
CARA
106Excusadme, señor, pero pide hablar con vos.
 
SUTIL
107¿Esa mujer? Acompáñame.
 
Sale SUTIL.
MAMMON
108— Quédate, Pulmón.
 
MAMMON
110Quédate, hombre. ¿Quién es ella?
 
CARA
111— La hermana de un Lord.
 
MAMMON
112¡Caray! Espera, te digo.
 
CARA
113— Está loca, señor, y la han mandado...
 
SUTIL
116
(dentro)— ¡Deprisa, granuja!
 
CARA
117— Ya veis. Voy, señor.
 
Sale CARA.
MAMMON
118Por Dios, menuda pieza. Una Bradamante.
 
CEÑUDO
119¡Que me quemen si esto no es un lupanar!
 
MAMMON
120Juro por esta luz que no. No lo agraviéis. Su pecado es ser demasiado escrupuloso. Convéncete, es un médico sin parangón, ¡un paracelsiano! Ha obrado extrañas curas valiéndose de su ciencia mineral. Tiene trato con los espíritus. Se niega que le hablen de Galeno y sus recetas fastidiosas.
Vuelve a entrar CARA.
¿Y ahora, Pulmón?
 
CARA
121— Señor, hablad más bajo. Pretendo contar todo a vuestra señoría. Pero éste no ha de oír.
 
MAMMON
122Él no quiere que lo engañen. Dejémoslo en paz.
 
CARA
123Teníais razón, señor, se trata de una extraña sabia; enloqueció estudiando las obras de Broughton. Si pronunciáis tan sólo una palabra tocante a los hebreos, se le suelta el engranaje y comienza a discursear sobre genealogías, con tal erudición que también vos os volvéis loco al oírla.
 
MAMMON
124¿Cómo podría yo, Pulmón, tener una conversación con ella?
 
CARA
125Oh, más de uno ha perdido el seso por esa conferencia. No lo sé, señor; me mandan a buscar una redoma a toda prisa.
 
CEÑUDO
126— No os dejéis estafar, Mammon.
 
MAMMON
127¿En qué? Tened paciencia, os lo suplico.
 
CEÑUDO
128— Sí, igual que vos. Confiando en un manojo de ladrones, putas y alcahuetes.
 
MAMMON
129Tonterías, creedme. Y tú, Ulen, ven aquí. Quiero decirte sólo una cosa.
 
CARA
130— A fe que no me atrevo.
 
MAMMON
131— Espera, granuja.
 
CARA
132Lo ha puesto furioso en extremo que la viérais, señor.
 
MAMMON
133
(Le da dinero.)Bébete esto. ¿Cómo es ella cuando no pierde el juicio?
 
CARA
134¡Oh, señor, la criatura más afable! ¡Tan alegre! ¡Deliciosa! Os hará efervescer, como mercurio en el yelmo, y circular como puro aceite vegetal. Es capaz de discurrir sobre el estado, galantería, matemáticas, los temas más diversos...
 
MAMMON
135¿Y de ningún modo es accesible? ¿No existen medios, trucos que den a un hombre la oportunidad de saborear... su ingenio... o algo así?
 
SUTIL
136
(dentro)— Ulen.
 
CARA
137— Volveré a hablaros, señor.
 
Sale CARA.
MAMMON
138No creía, Ceñudo, que un sujeto de vuestra condición pudiera calumniar a personas de valía.
 
CEÑUDO
139— Soy vuestro amigo, Epicuro: y sin embargo, detesto que me embauquen. NO me gustan vuestros filosóficos bellacos. Bastante anzuelo tienen con su piedra, para emplear por añadidura un cebo.
 
MAMMON
140— Os engañáis, lo juro. Conozco a la dama, su estirpe, sus amigos, los orígenes del drama. Es su hermano quien me ha contado todo.
 
CEÑUDO
141— ¿Y cómo es que a ella no la habíais visto nunca?
 
MAMMON
142La había olvidado. Podéis creerme: tengo, me parece, la memoria más traidora de este mundo.
 
CEÑUDO
143— ¿Y cómo se llama, entonces?
 
MAMMON
144— Milord... Ahora que lo pienso, no me han dado el dato.
 
CEÑUDO
145¡Por cierto que os traiciona la memoria!
 
MAMMON
146— Empeño mi palabra...
 
CEÑUDO
147¡Bah! Si no lo recordáis ahora, dejémoslo hasta que nos veamos otra vez.
 
MAMMON
148— Juro por esta mano que el mencionado es honorable, noble amigo mío, y que respeto su hogar.
 
CEÑUDO
149— ¡Dios! ¿Será posible que un hombre cabal, solvente, sin urgencias y sensato en otros tiempos, emplee de tal modo juramentos, triquiñuelas y añagazas para nublar su propia razón? Si a esta altura tallan la lunaria, el elixir, la piedra mineral, antes prefiero vuestras honradas trampas en el gleek o el primero; llevaos vuestro menstruum simplex y vuestro lutum sapientis: ya me procuraré yo oro antes que vos, sin que el mercurio o el azufre me pongan en peligro.
 
Entra CARA. Se dirige a CEÑUDO.
CARA
150— Hay allí un fulano, señor, que invocando al capitán Cara desea reunirse con vos en la iglesia del Temple, de aquí a media hora, para discutir asuntos rectos. Aparte, a MAMMON.Marchaos, ahora, por favor, señor; y regresad de aquí a dos horas: encontraréis a mi amo ocupado observando los procesos; y yo, a hurtadillas, os deslizaré en la tertulia, para que podáis oírla hablar.
(A CEÑUDO.)— ¿Debo responder, señor, que encontraréis a quien envía el Capitán?
 
CEÑUDO
151— Lo haré. (Aparte)– Pero disfrazado, y con objeto bien distinto. Esto, ahora lo confirmo, es una casa de alcahuetes. Hasta delante del alguacil lo juraría. El nombre de ese Capitán lo corrobora. ¡Don Cara! ¡Ha de ser el más versado buhonero de estas mercancías! El conserje de los más ladinos traficantes que hay en la ciudad. Realiza la inspección y dictamina quién ha de yacer con quién; cuál será la hora convenida; cuál el precio; cuál el traje, cuáles la camisa, el peinado y el collar. Por terceras personas le tiraré de la lengua hasta alumbrar los vericuetos de este oscuro laberinto. Y si lo descubro, querido Epicuro, este pobre amigo vuestro, aunque no es filósofo, bien merecerá licencia para reír: pues, en lo que os concierne, lloraréis.
 
CARA
152Os ruega, señor, que no lo olvidéis.
 
CEÑUDO
153— Estad tranquilo. ¿Os quedáis, sir Epicuro?
 
MAMMON
154— Iré detrás de vos.
 
Sale CEÑUDO.
CARA
155Hacedlo, señor, para evitar sospechas. Este caballero piensa peligrosamente.
 
MAMMON
156— Pero tú, Ulen, ¿serás fiel a tu promesa?
 
CARA
157— Como a mi propia vida.
 
MAMMON
158¿Insinuarás mis cualidades? ¿Harás mi elogio? ¿Dirás que soy persona noble?
 
CARA
159— Y más aún, señor. Diré que con la piedra la coronaréis emperatriz; y vos seréis el rey de Java.
 
MAMMON
160¿En verdad lo harás?
 
CARA
161— ¿Lo dudáis, señor?
 
MAMMON
162— ¡Oh, Pulmón mío! ¡Cuánto te amo!
 
CARA
163— Enviad el material, señor, para que mi amo se aboque a la proyección.
 
MAMMON
164Ah, bandido, me has hechizado. Ten: marcha.
(le da dinero)marcha.
 
CARA
165También vuestra navaja, y lo demás.
 
MAMMON
166— La enviaré, villano, y hasta las pesas. Te mordería la oreja, esclavo mío. Aparta. Si te importo un rábano...
 
CARA
167— ¿Eso pensáis, señor?
 
MAMMON
168Ven, que he nacido para hacerte hombre, mi comadrejilla; ponerte un pedestal y hacerte una cadena con la aristocracia de los piojos.
 
CARA
169— Marchaos, señor.
 
MAMMON
170Te haré conde. Conde palatino...
 
CARA
171— Marchaos, os lo ruego.
 
MAMMON
172No debería encumbrarte tanto; no, tan pronto.
 
Se retira MAMMON.
 
Escena quinta
Entran CARA y ANANÍAS.
SUTIL
1¿Dónde está mi esclavo?
 
SUTIL
3— Quita el recipiente, controla el solvente en el flegma, vierto todo con el Sol en la retorta y deja que se maceren juntos.
 
CARA
4— Entendido, señor. ¿Conservo el poso?
 
SUTIL
5No. La terra damnata no ha de tener cabida en la obra. ¿Quién sois?
 
ANANÍAS
6Un hermano devoto, para serviros.
 
SUTIL
7— ¿Y qué es eso? ¿Lulianista? ¿Seguidor de Ripley? ¿Filius artis? ¿Eres capaz de sublimar, dulcificar o calcinar? ¿Conoces el sabor ácido? ¿Y el astringente? ¿Sabes lo que significan heterogéneo y homogéneo?
 
ANANÍAS
8Lo cierto es que no comprendo ningún hablar pagano.
 
SUTIL
9¿Pagano, dices, émulo de Knipperdoling? Ars sacra, querrás decir. Acaso la crisopeya, o espagirica, o la panafísica y la panarquía son jergas paganas?
 
ANANÍAS
10— Del paganismo griego, yo supongo.
 
SUTIL
11¿Cómo? ¿Paganismo griego?
 
ANANÍAS
12— Salvo el hebreo, todo es pagano.
 
SUTIL
13Tú, lacayo mío, adelántate y habla a este sujeto como un filósofo: respóndele en nuestra lengua. Enumera las vejaciones y martirios que sufren los metales en nuestra labor.
 
CARA
14— Putrefacción, Solución, Ablución, Sublimación, Destilación, Calcinación, Ceración y Fijación.
 
SUTIL
15¿Te parece ésto paganismo griego? ¿Y cuándo llega la Vivificación?
 
CARA
16— Tras la Mortificación.
 
SUTIL
17¿Qué es la Cohobación?
 
CARA
18— El verter sobre el metal el Agua Regia, para elevarlo luego al triple círculo de las siete esferas.
 
SUTIL
19¿Cuál es la pasiva cualidad de los metales?
 
CARA
20— La Maleabilidad.
 
SUTIL
21¿Cuál es el ultimum supplicium auri?
 
SUTIL
23¿Es esto acaso paganismo griego? ¿Qué sabes del Mercurio?
 
CARA
24Un fugitivo impenitente, señor. Escapa siempre.
 
SUTIL
25¿Cómo lo reconoces?
 
CARA
26— Por su viscosidad, su oleosidad y su susceptibilidad.
 
SUTIL
27¿Qué empleas para sublimarlo?
 
CARA
28— Calcio de cáscaras de huevo, talco, o mármol blanco.
 
SUTIL
29— Y en cuanto al magisterium, ¿qué me dices?
 
CARA
30— Producir mudanzas, señor, en los elementos. De la sequedad al frío, del frío a la humedad, de ésta al calor y del calor a lo seco.
 
SUTIL
31— ¿Pensáis aún que esto es pagano? ¿Y la piedra filosofal?
 
CARA
32— Es una piedra y no lo es; es cuerpo, espíritu y alma: los cuales, si la disolvéis, con ella se disuelven; si la coaguláis, con ella se coagulan y, si emprende el vuelo, la acompañan.
 
SUTIL
33— Suficiente.
Se retira CARA.
¿Es esto paganismo griego, para vos? ¿Quién sois?
 
ANANÍAS
34A vuestra disposición, un siervo de los Hermanos Exilados que comercia con bienes de huérfanos y viudas, rindiendo cuentas luego a los Santos: un diácono.
 
SUTIL
35— Ah, ¿os envía el amo Salubre, vuestro maestro?
 
ANANÍAS
36— Tribulación Salubre, nuestro celoso pastor.
 
SUTIL
37— Bien, pues. Están al llegar algunos artículos de huérfanos.
 
ANANÍAS
38— ¿Por ejemplo, señor?
 
SUTIL
39Peltre y bronce, morillos y enseres de cocina, metales en los cuales emplearemos nuestra panacea, de la cual los Hermanos pueden hacerse con un poco. A cambio de dinero.
 
ANANÍAS
40— ¿Eran los padres de los huérfanos creyentes sinceros?
 
SUTIL
41— ¿Por qué lo preguntáis?
 
ANANÍAS
42— Porque en ese caso hemos de ser justos y pagar (sin titubeos) lo máximo posible.
 
SUTIL
43— ¿De modo que a hijos de otros padres los hubiérais estafado? Bien pensado, no me fiaré de vos sin haber hablado antes con vuestro pastor. ¿Habéis traído el dinero para comprarme más carbones?
 
ANANÍAS
44— Desde luego que no.
 
SUTIL
45— ¿No? ¿Y cómo es eso?
 
ANANÍAS
46Los Hermanos me mandan a deciros que ciertamente no se aventurarán más lejos hasta ver la proyección.
 
ANANÍAS
48— Para instrumentos tales como ladrillos, vidrios y cacharros, os han dado treinta libras ya; y, para materiales, dicen, unas noventa más. Y luego, han oído que en Heidelberg hay uno que lo ha conseguido a partir de un huevo y polvo de clavos.
 
SUTIL
49— ¿Cómo te llamas?
 
ANANÍAS
50Mi nombre es Ananías.
 
SUTIL
51— ¡Fuera, lacayo, estafador de Apóstoles! Largo de aquí, revoltoso. ¿Acaso vuestro santo consistorio no encontró nombre mejor para enviarme que el malvado de Ananías? Que vengan en seguida tus ancianos a justificar vuestra conducta y darme satisfacción; de lo contrario os quedaréis sin fuego, hornillo y alambiques, sin Piger Henricus y los demás. Ah, desdichado, diles que se perderán el Bufo y el Sericón. Adviérteles que con sólo retrasarse más de una hora perderán toda esperanza de derrotar a los obispos de la jerarquía anticristiana. La aqueidad, la terreidad y la sulfuridad volverán a confundirse y todo, perverso Ananías, habrá sido en vano.
Se retira ANANÍAS.
Esto los acicateará para que, más deprisa, caminen hacia su propia trampa. El hombre debe proceder como una niñera rigurosa y asustar a los reacios para abrirles el apetito.
 
 
Escena sexta
Entran CARA y DROGUIS.
CARA
1Aunque está absorto en sus espíritus, nos acercaremos.
 
SUTIL
2¿Y esto? ¿Quién se atreve? ¿Qué clase de Bayardo me interrumpe?
 
CARA
3Te dije que se enfurecería. Señor, aquí está Abel, os ha traído otra pieza de oro para examinar. (Hay que apaciguarlo. Dámela). Y os ruega que le diseñéis (¿qué era, Abel?)
 
DROGUIS
4— Un rótulo, señor.
 
CARA
5Eso. Una señal de prosperidad y buena suerte.
 
SUTIL
6Precisamente me hallaba diseñando.
 
CARA
7— (No digas eso, cretino, que se arrepentirá de haberos dado más.) ¿Qué os parecería usar una Constelación, Doctor? ¿Y la Balanza?
 
SUTIL
8— No, ese camino es vulgar y rancio. Un burgués nacido bajo Tauro, ha de poner el toro, o, en su defecto, la cabeza; si es Aries, el carnero. ¡Pobre insignia! No, trastocaré su nombre en un símbolo místico; cuyo influjo, afectando los sentidos de los transeúntes, por influencia virtual alentará inclinaciones que puedan beneficiar al propietario del negocio.
 
SUTIL
10— De acuerdo al nombre, habrá primero una campana; a su lado, la efigie del llamado Dee, en actitud de súplica: y, de rogar, retendremos rog. Una herradura representará la u; a lo cual añadiremos el dibujo de un hueso isquión, que nos dará la is. He allí pues el signo completo de ABEL DROGUIS. ¡Un vero misterio! ¡Un jeroglífico!
 
CARA
11Abel, estás servido.
 
DROGUIS
12
(con una reverencia)Agradezco a vuestra señoría.
 
CARA
13Seis reverencias, Abel, no serían suficientes. Doctor, el mozo os ha traído una bolsa de tabaco.
 
DROGUIS
14— Sí señor. Hay otro asunto que desearía tratar...
 
DROGUIS
16— Señor, junto a mi casa vive una joven rica y viuda...
 
CARA
17— ¡Perfecto! ¿Bona roba?
 
DROGUIS
18No ha de tener más de diecinueve...
 
DROGUIS
20Dios sabe que es un pelín anticuada. Lleva caperuza, pero demasiado recta...
 
CARA
21— Eso no importa, Abel.
 
DROGUIS
22Bien, de vez en cuando yo le doy una lejía...
 
CARA
23¿Cómo, Abel? ¿Traficas?
 
SUTIL
24— Os lo he dicho, Capitán.
 
DROGUIS
25Y a veces doy recetas; en lo cual ella se fía de mí con toda el alma. Y me ha confiado su deseo de aprender la moda.
 
CARA
26— Bien hecho. (También de eso entiende.)
 
DROGUIS
27Además, tiene extraordinarias ansias de conocer su suerte.
 
CARA
28Por todos los dioses, Abel, tráesela al Doctor.
 
DROGUIS
29Sí, ya le he hablado yo de su señoría; mas ella teme que puedan descubrirla, y se estropee así su matrimonio.
 
CARA
30— ¿Estropearse? No hay modo mejor de componerlo, si acaso se dañara, ni de ser más codiciado y pretendida. Abel, debes decírselo. La conocerán más, hablarán mejor de ella, y ten en cuenta que el precio de las viudas sube con la fama. Su honor es una multitud de cortejantes. Envíala, que puedes tener suerte. Y bien, nunca se sabe.
 
DROGUIS
31— No, señor. Nunca se casará con algo menos que un caballero. Su hermano ha hecho una promesa.
 
CARA
32¿Cómo, mi querido Abel? ¿Y desesperas sabiendo lo que el Doctor te ha deparado, y habiendo tanto mediocre en la ciudad? Te garantizo que un solo vaso de tu agua te la entregará rendida, Abel. ¿Su hermano es caballero?
 
DROGUIS
33No, señor, es un hidalgo recién llegado a la ciudad, con escasos veintiún años; tiene la potestad sobre su hermana, una renta anual de unas trescientas libras, y está dispuesto a aprender el arte de pelear y vivir de su talento, para volver más tarde a morir en sus dominios.
 
CARA
34¿Pelear, has dicho?
 
DROGUIS
35— Sí, señor, librar pendencias como hacen los valientes, y acabarlas en toda la regla.
 
CARA
36¡Rayos, Abel! En la cristiandad entera no hallarás para él hombre más apropiado que el Doctor. Tiene una tabla llena de demostraciones matemáticas ligadas al arte de las pendencias. Ve, tráelos a ambos: el mozo y su hermana. En cuanto a ti, ya verá el Doctor de persuadirla. Date prisa. Su señoría, según lo establecido, recibirá de parte tuya un traje de damasco.
 
SUTIL
37— ¡Bondadoso Capitán!
 
CARA
38— Lo traerá, doctor. Es el joven más honrado que conozco. Muévete. Nada de alabanzas. Trae el damasco y los clientes.
 
DROGUIS
39Lo intentaré, señor.
 
CARA
40— Y te irá bien, Abel.
 
SUTIL
41Estupendo tabaco, éste. ¿Hay aquí una onza?
 
CARA
42Doctor, el joven os enviará una libra.
 
CARA
44— Pues lo hará. No hay alma más noble. A lo tuyo, Abel. (Dentro de poco sabrás más. Ahora, largo.)
Sale DROGUIS.
Canalla miserable. Se alimenta de queso; luego padece las lombrices. Esa es sin duda la razón de que se haya presentado. Tuvo tratos conmigo en privado para procurarse un remedio.
 
SUTIL
45— Lo tendrá. Vamos viento en popa.
 
CARA
46¡Una esposa, Sutil, una esposa para uno de nosotros! La echaremos a suertes, y el que pierda se llevará en moneda lo que el otro se ha llevado en material.
 
SUTIL
47O algo más. Pues acaso sea tan ligera que resulte una bicoca.
 
CARA
48— O tal vez tan pesada que no baste un hombre para sostenerla.
 
SUTIL
49Antes de decidir, lo mejor será observarla.
 
CARA
50De acuerdo. Pero Dol no ha de enterarse.
 
SUTIL
51Soy una tumba. Y ahora ve a pescar a tu Ceñudo.
 
CARA
52Quiera Dios que no sea demasiado tarde.
 
Salen.