Ben Jonson, The Alchemist

El alquimista





Texto utilizado para esta edición digital:
Jonson, Ben. El alquimista. [The Alchemist.] Traducido por Marcelo Cohen. Barcelona: Bosch, 1983.
Codificación del texto digital para EMOTHE:
  • Ortíz Ramírez, Almudena
  • Tronch Pérez, Jesús

Nota a la edición digital

La Biblioteca Digital EMOTHE agradece a Marcelo Cohen la gentileza de conceder permiso para reproducir su traducción.

Esta publicación es parte del proyecto I+D+i «EMOTHE: Second Phase of Early Modern Spanish and European Theatre: heritage and databases (ASODAT Third Phase)», referencia PID2022-136431NB-C65, financiado por MICIN/AEI/10.13039/501100011033 y por FEDER Una manera de hacer Europa.

Para la edición de este texto electrónico, hemos añadido un guion largo ( — ) entre espacios en blanco delante de cada intervención que en la edición impresa aparece sangrada y alineada (generalmente) con el final de la intervención anterior. Este sangrado es el sistema que Cohen utiliza para indicar, en su traducción en prosa, las intervenciones que constituyen partes de un verso compartido entre dos o más personajes en el original inglés (en “blank verse” o pentámetros yámbicos sueltos).




LOS PERSONAJES DE LA OBRA

SUTIL, (SUBTLE), el alquimista.
CARA, (FACE), el mayordomo.
DOL RAMPLONA, (DOL COMMON), compinche de ambos.
GALLARDO, (DAPPER), un pasante de abogado.
DROGUIS, (DRUGGER), un vendedor de tabaco.
DON AGUDO, (LOVE-WIT), amo de la casa.
EPICURO MAMMON, , un caballero.
PERTINAX CEÑUDO, (PERTINAX SURLY), un jugador.
TRIBULACIÓN SALUBRE, (TRIBULATION WHOLESOME), un pastor de Amsterdam.
ANANÍAS, , diácono en esa ciudad.
MOCHETE, (KASTRIL), joven iracundo.
DÓCIL DAMA, (DAME PLIANT), su hermana, viuda.
VECINOS
POLICÍAS
FIGURANTES

PRIMER ACTO

Escena primera

Entra CARA con uniforme de capitán. Tras él, SUTIL, con una redoma en la mano, y DOL RAMPLONA.

CARA
1Lo haré, podéis creerlo.

SUTIL
2— Tanto peor. Tendrás tu merecido.

DOL
3¿Estáis en vuestro juicio? ¡Vamos, caballeros! Por amor de...

CARA
4Ya verás cómo descubro tus...

SUTIL
5— ¿Ah sí? Lamehigos, apartaNXNota del editor

En la edición impresa, “Aparta” tiene la letra inicial en mayúscula y empieza una línea tipográfica, por lo que da la impresión de ser verso; pero se trata este de un caso único que contrasta con el resto de la traducción, en la que todos los inicios de línia están en minúscula (es decir, en prosa). Por tanto hemos corregido la letra inicial de “Aparta” a una minúscula, en consonancia con el resto de la traducción.

de mí...

CARA
6— Canalla, canalla, tú y tus triquiñuelas.

DOL
7¡Pero mirad! Soberano, General, ¿habéis enloquecido?

SUTIL
8Oh, deja que retoce el carnero salvaje. Te arrancaré las galas con un chorro de agua regia. 4 Ahí te veremos.

DOL
9— ¿Queréis que os oigan los vecinos? Echaréis todo a perder. Silencio, creo que alguien viene.

CARA
10— Cretino...

SUTIL
11— Como te acerques, haré trizas la obra de tu sastre.

CARA
12Ah, cachorro infame, esclavo insolente, dudo que te atrevas.

SUTIL
13— Verás si no.

CARA
14— Pero, ¿sabes quién soy yo, asno mío? ¿Quién soy, eh?

SUTIL
15— Muy bien, te lo diré puesto que no te conoces...

CARA
16— Habla más bajo, bellaco.

SUTIL
17De acuerdo. En un tiempo (no hace mucho de esto) fuiste un lacayo de tres libras e hígado de trapo, bueno, simple, honrado, que en vacaciones cuidaba la respetable casa de su amo, aquí en los Friars...

CARA
18— ¿Quieres hablar más bajo?

SUTIL
19... hasta que mis poderes te hicieron Capitán.

CARA
20¿Tus poderes, perro sabio?

SUTIL
21— Lo que cuento ha ocurrido en un tiempo no remoto.

CARA
22— Oh, permite una objección: ¿Fuiste tú quien me ayudó? ¿O yo a ti? Recuerda si no dónde nos conocimos.

SUTIL
23No te oigo bien.

CARA
24— Ni de ti se decía nada bueno. Pero te refrescaré los sesos. Fue en Pie-Corner.Cuando te hartabas del vapor escapado de las ollas y, como padre del hambre, andabas menesteroso, estreñido, con la nariz ganchuda y una tez cetrina de romano, infestada de negros gusanos melancólicos, como después de una perdigonada recibida en el patio de artillería.8

SUTIL
25Me alegraría que subieras un poquitín la voz.

CARA
26Cuando te cubrías con los andrajos más variados, que habías rapiñado en muladares, por la madrugada, y llevabas chancletas rancias sobre los sabañones, un sombrero de alfombra, una capa raída que apenas si alcanzaba a ocultar el culo que ya no tenías...

SUTIL
27— ¡Basta!

CARA
28Cuando tu álgebra y tu alquimia, tus minerales, vegetales y animales, tus conjuros, tus tretas y tu sarta de añagazas no te procuraban lienzo suficiente para hacer yesca de tu cuerpo y encender un fuego; yo fui tu valedor, obtuve crédito para tus carbones, tus alambiques, tus cristales, tus sustancias, te construí un horno, traje parroquianos, alenté tu magia negra; y, por si fuera poco te conseguí una casa donde practicarla...

SUTIL
29— ¿La casa de tu amo?

CARA
30Donde desde entonces has estudiado la forma de medrar con las artes más obscenas.

SUTIL
31— Sí, la casa de tu amo, en posesión de ti y de las ratas. No lo ocultes. Sé que eras de ésos capaces de cerrar la escotilla de la despensa y ahorrarse los mendrugos, y vender la cerveza a los traficantes de aguardiente, beneficios que, sumados a las propinas del juego y las comisiones de las tiendas, te permitieron amasar un buen botín, alrededor de veinte marcos, útiles para pasar el tiempo conversando con las telarañas en esta casa hecha una ruina desde la muerte de tu dueña.

CARA
32Podrías bajar la voz, bellaco.

SUTIL
33— Nada, escarabajo, te atronaré hasta despedazarte. Aprenderás a no tentar nunca más a una furia desatada que en su mano y en su voz alberga tempestades.

CARA
34El lugar te ha infundido valentía.

SUTIL
35— No, tus ropas. Tú, piojo que he rescatado del estiércol, tan pobre y humillado que ninguna criatura salvo las arañas osaba hacerte compañía. ¿No te salvé de las escobas, del polvo, de las escupideras? ¿No te sublimé, te exalté y te di acceso a la región tercera, llamada estado de gracia por nosotros? ¿No te transmuté en espíritu, en quita esencia, con sudores que dos veces me hubieran valido el logro filosofal? ¿No te otorgué verba y elegancia? ¿No te puse a la altura de quienes sobresalen entre el vulgo? ¿No te confié los juramentos, los secretos de la lucha, las reglas para trampear en las carreras, los dados, la baraja, las riñas de gallos o cualquier proceso refinado? ¿No te ascendí a lugarteniente de mi arte excelso? ¿Y así me lo agradeces? ¿Rebelándote? ¿Huyendo en el momento de la proyección? ¿Justamente ahora volarás?

DOL
36— ¿Qué os pasa, caballeros? ¿Pretendéis estropearlo todo?

SUTIL
37— Esclavo, tú no tienes nombre...

DOL
38¿Que una guerra civil os mande a ambos a la fosa?

SUTIL
39Nadie te conocía más allá del equi clibanum,del reino subterráneo de la mierda de caballo, de bodegas y tabernas oscuras como las bocas de los lobos; de no ser por mí no existirías, salvo para las fregonas y los mozos de bodega.

DOL
40— ¿Sabéis quién puede oíros, Soberano?

CARA
41Granuja...

DOL
42— General, os suponía hombre mesurado.

CARA
43Si sigues gritando así empezaré a desesperar.

SUTIL
44Por mí puedes ahorcarte.

CARA
45— Antes te estrangulo, carbonero, a ti y a tus frascos y cacharros; ya verás si sigues provocándome...

DOL
46(Aquí se nos quema el estofado.)

CARA
47Inscribiré tu nombre en la puerta de San Pablo; descubriré cómo embaucas con carbones huecos, con polvo, con raspaduras cómo buscas lo perdido con un colador, abriéndote paso entre las filas de las casas para invocar figuras, y convocas sombras en un trozo de berilo. Todo se podrá leer en letras rojas. Por añadidura te llenaré de cicatrices peores que las de Gamaliel Ratsey.

DOL
48— ¿Estáis sobrios? ¿No habéis perdido el juicio?

CARA
49— Y pondré al desnudo tus imposturas en un libro que a los impresores les rendirá más beneficios que tu famosa piedra.

SUTIL
50Atrás, ratero de cocina.

CARA
51— Fuera, lejía de perro, vómito de calabozo...

DOL
52— ¿Queréis, señores, precipitar vuestra propia destrucción?

CARA
53— Tal vez sea mejor que comer la ración de los demás.

SUTIL
54— Tramposo.

CARA
55Rufián.

SUTIL
56— Boñiga.

CARA
57— Hechicero.

SUTIL
58— Rapabolsas.

CARA
59— Brujo.

DOL
60— ¡Ay de mí! ¡Estamos arruinados! ¡Perdidos! ¿Acaso no os importa vuestra fama? ¿Dónde habéis dejado el juicio? Calma, pensad al menos en mí, en vuestra republique...

CARA
61Aparta, puta. Y a ti, bandido, te denunciaré según el estatuto de brujería, tricesimo tertio de Enrique octavo; y por lavar oro y mondarlo es posible que te adornen el cogote con un nudo.

DOL
62Más valdrá que te pongas un gorro de bufón. (Le arrebata la espada a CARA y rompe la redoma de SUTIL.) Y tú, señorito, recoge ese menstruo. Así reventéis, abominable par de cerdos. Dejad de gruñir y haced las paces, o por la luz que me alumbra que os rebanaré el pescuezo. No estoy dispuesta a que me lleve el alguacil por un ruido más de vuestras bocas. ¿Será posible que durante tanto tiempo hayáis timado a medio mundo, para que ahora halléis un modo más astuto de engañaros mutuamente? ¿Y tú lo acusarás? ¿Tú invocarás el estatuto? ¿Quién dará crédito a lo que afirmes? ¿Quién en Blackfriars, sino un puritano, dará por tus palabras más de lo que vale una pluma, hijo de puta, advenedizo, capitán fingido? ¿Y tú, encima, le haces el caldo gordo? ¿Insultas y pretendes beneficiarte en el reparto? ¿Ser el jefe, como si hubieras comprado los polvos para el crisol? ¿No trabajábamos sobre bases de igualdad? ¿No sería el provecho tripartito, las cosas en común, sin prioridades? Cerrad el pico, bellacos inmortales, formad pareja una vez más, estafad en cortesía, con fervor, con devoción, como se debe, y no desperdiciéis la temporada judicial, o, por esta mano, juro que yo también me hago facciosa, cojo mi parte y aquí os planto.

CARA
63— Él tiene la culpa; siempre murmurando, cacareando su trabajo y quejándose de cargar con todo el peso.

SUTIL
64Pues es verdad.

DOL
65— ¿Verdad? ¿Acaso nosotros no cumplimos con lo nuestro?

SUTIL
66— Sí, pero el reparto es desigual.

DOL
67Bien, si tu tarea ha sido desmedida hoy, espero que mañana la nuestra pueda equipararla.

SUTIL
68— Ojalá.

DOL
69¿Ojalá, alano farfullante? Y tanto que podrá. ¡Muerte de mi alma! Ayúdame a estrangularlo.

SUTIL
70— Dorothee, miss Dorothee, preciosa mía, haré lo que me pidas. ¿Qué deseas?

DOL
71¿Lograrás algo por fermento y cebo?

SUTIL
72Por el cielo, no...

DOL
73— ¿Por tu Sol y tu Luna, entonces? Socórreme.

SUTIL
74Así me cuelguen. Me someteré.

DOL
75— ¿Lo harás, pues? Júralo.

SUTIL
76¿Qué tengo que jurar?

DOL
77— Que depondrás las armas, señor mío, y trabajarás amablemente en bien común.

SUTIL
78Que la respiración me falte, si pretendí otra cosa. Sólo empleé mis discursos para espolearlo.

DOL
79Espero que de ahora en adelante no sean precisas las espuelas.

CARA
80Demostraremos quién de los dos muerde mejor.

SUTIL
81— Acordado.

DOL
82Y trabajaréis en estrecha comunión.

SUTIL
83— Rayos, el nudo que nos ata se ha reforzado, para mí, con la querella.

DOL
84¡Amén, macacos míos! ¿O es que nuestras tonterías han de servir de banquete a los sobrios vecinos, mojigatos y estirados, que no han sonreído un par de veces desde que el rey fue coronado? Bribones, ¿hemos de regalarles la alegría de verme paseada por las calles, o a vosotros con la cabeza en un nudo corredizo, para ingresar al cual deberéis pagar tributo en orejas? No, haced las paces, y que el Preboste nos espere en vano a la mesa del festín, con su jubón de terciopelo y sus bandas de colores, mientras aquí, mi noble Soberano y digno General, contribuimos con un par de ligas nuevas a su desdeñable señoría.

SUTIL
85— ¡Regia Dol! ¡Eres tú misma y a un tiempo Claridiana!

CARA
86Por lo que esta noche, en silla triunfal, no te llamarás Ramplona sino Singular, Magnífica. Y para esta Unica reservaremos la mejor tajada.

SUTIL
87¿Qué es eso? Alguien llama. A la ventana, Dol. Quiera el cielo que el amo no venga a fastidiarnos esta temporada.

CARA
88Oh, no temas, mientras la plaga mate a uno por semana estamos a salvo de que piense en Londres. Además, sus campos de lúpulo lo tienen ocupado: eso cuenta en una carta. Si regresa, mandará antes aviso de que ventile la casa y vosotros tendréis tiempo suficiente de ahuecar el ala. Aunque el asunto nos insuma una quincena, no hay problema.

SUTIL
89¿Quién es, Dol?

DOL
90— Un apuesto jovencito.

CARA
91— Ah, es un pasante de abogado. Lo atrapé anoche en Holborn, en la casa de juego. Te he hablado ya de él: está deseando tener un familiar para apostar en las carreras y ganar enormes premios.

DOL
92Hazlo entrar.

SUTIL
93— Espera. ¿Quién lo recibirá?

CARA
94— Tú. Ve a vestirte. Al salir me cruzaré con él.

DOL
95¿Y qué hago yo?

CARA
96— Marcharte cuanto antes. (Se retira DOL.) Pareces reservado.

SUTIL
97— En cierto modo.

Se retira SUTIL.

CARA
98— Sed con Dios, señor. Os ruego le digáis que estuve aquí. Se llama GALLARDO. Yo me habría quedado, pero...

Escena segunda

Entra GALLARDO.

GALLARDO
1Aquí estoy, Capitán.

CARA
2— ¿Quién es? Doctor, creo que ha llegado. A fe, señor, que ya me retiraba.

GALLARDO
3Lo siento, Capitán.

CARA
4— Pensaba, sin embargo, que nos encontraríamos.

GALLARDO
5— Encuentro que me alegra mucho. He tenido que hacer un par de roñosas escrituras, y anoche, por prestarle mi reloj a uno que hoy come con el alguacil, me han pelado el midetiempo. Entra SUTIL con túnica de terciopelo y birrete. — ¿Es ésta nuestra eminencia?

CARA
6Su señoría en persona.

GALLARDO
7— ¿Y es Doctor?

CARA
8— Por cierto.

GALLARDO
9¿Y le habéis hablado de mi asunto?

CARA
10— Sí.

GALLARDO
11— ¿Y bien?

CARA
12Considera el tema, señor, tan delicado, que no sé qué decir...

GALLARDO
13— No exageréis, capitán.

CARA
14De buen grado quisiera verme libre de esto, os lo aseguro.

GALLARDO
15Me preocupáis, señor. ¿Por qué razón habríais de querer tal cosa? Considerad que no me mostraré ingrato.

CARA
16Ni me atrevería yo a pensarlo. Mas la ley es tan... Y luego, dice nuestro sabio, está tan fresco el caso Read...29

GALLARDO
17— ¿Read? Era un asno, Capitán, y se entendía con un loco.

CARA
18— No, señor. Con un letrado.

GALLARDO
19¿Un letrado?

CARA
20— Escuchadme, señor: vos conocéis mejor la ley, o eso me figuro...

GALLARDO
21— De sobras, señor, así como el peligro. ¿Acaso no os he explicado el estatuto?

CARA
22— En efecto.

GALLARDO
23¿Osaré, entonces, descubriros? Por esta mano carnal, que mi caligrafía nunca vuelva a ser la misma si os traiciono. ¿Quién creéis que soy? ¿Un chiado?

CARA
24— ¿Y eso qué es?

GALLARDO
25— Un turco que... En otras palabras, ¿me consideráis un turco?

CARA
26Hablaré con el Doctor.

GALLARDO
27— Hacedlo, amable Capitán.

CARA
28Acercaos, excelencia. Os ruego, sed flexible. Este es el caballero de marras. Y no es ningún chiado.

SUTIL
29Capitán, ya os he dado mi respuesta. Por amor de vos haría cualquier cosa. Pero ésta me excede y me está prohibida.

CARA
30— Ea, no digáis eso. Estáis tratando, Doctor, con un individuo pleno de nobleza, proclive a generosas recompensas. No con un chiado cualquiera. Dejaos conmover por esto.

SUTIL
31— Basta, por favor.

CARA
32— Ha traído cuatro ángeles.

SUTIL
33— Señor, me ofendéis.

CARA
34¿Por qué? ¿Por tentaros con esos cuatro espíritus?

SUTIL
35Por tentar mi arte y mi amor en aras del peligro. En nombre del cielo, me resisto a creer que vos, mi amigo, busquéis inducirme a tales riesgos.

CARA
36¿Yo induciros? Así os arrastre un caballo, a vos y a vuestras moscas.

GALLARDO
37— Calma, Capitán.

CARA
38Ignora cómo se reconoce a un hombre.

SUTIL
39— Medid vuestras palabras.

CARA
40Prefiero los hechos, perro pulguiento. ¡Rayos! ¿Acaso os trajo a un tramposo, fullero y buscavidas, que apenas ve una buena carta se sonroja y es capaz de desparramar nuestros secretos como crema...?

GALLARDO
41— Capitán.

CARA
42¿O a un escriba melancólico de cuarta que le contará todo al vicario? No, señor, os traigo a un hombre noble, con una herencia de cuarenta marcos anuales, consorte de los poetas menores de la época, única esperanza de su anciana abuela, entendido en leyes, conocedor de seis escrituras diferentes, fino letrado, experto en cifras, dispuesto a jurar, en caso necesario, por el testamento griego y de cortejar a una dama con versos de Ovidio.

GALLARDO
43— Vamos, querido Capitán.

CARA
44¿No es eso lo que me habéis dicho?

GALLARDO
45— Sí, pero me alegraría que tratáseis al Doctor con más respeto.

CARA
46¡Venado petulante! Así lo cuelguen por la cabeza enmarañada. De no ser por vos, me asfixiaría antes de cambiar un soplo de mi aliento con engreído semejante. Venid, larguémonos.

SUTIL
47— Os ruego que me dejéis hablar.

GALLARDO
48Su excelencia os llama, Capitán.

CARA
49— Lamento haberme embarcado en un asunto como éste.

GALLARDO
50Vamos, señor; que os ha llamado.

CARA
51— ¿Es decir que aceptará?

SUTIL
52Primero oídme...

CARA
53— Ni una sílaba, a menos que accedáis.

SUTIL
54Os ruego...

CARA
55— No cedo por menos de un assumpsit.

SUTIL
56Vuestro capricho es ley.

Toma el dinero.

CARA
57— Bien, señor, hablad ahora. Todo mi honor estará atento. Y también el de este caballero. Hablad.

SUTIL
58— Pues...

CARA
59— Nada de murmullos.

SUTIL
60Por el cielo. No alcanzáis a estimar el daño que os hacéis con esto.

CARA
61— ¿Cómo? ¿Por qué?

SUTIL
62Dios mío, por confiar de tal modo en un sujeto que, cumplido su deseo, os despojará de todo: ganará todo el dinero que corre en la ciudad.

CARA
63¡No!

SUTIL
64— Sí. Y hará estallar un jugador tras otro como estallan los petardos en una comedia de fantoches. Si le concedo un familiar, apostad por él vuestro dinero; jamás en contra. Porque ganará.

CARA
65— Os equivocáis, Doctor. No pide más que para copas y caballos, una de esas moscas que influyen en los dados. No un espíritu de gran poder.

GALLARDO
66Sí, Capitán, querría uno para cualquier juego.

SUTIL
67Ya lo decía yo.

CARA
68— Caray, esta es otra melodía. Suponía yo que deseabais un pajarito, un manso familiar que no revoloteara a menudo; los viernes por la noche, acabado ya el trabajo, y os procurara unas monedas, cuarenta chelines, o cincuenta.

GALLARDO
69— Sí, es verdad, pero ahora estoy pensando en dejar las leyes y por consiguiente...

CARA
70— Bueno, ¡esto cambia la cosa por completo! ¿Pensáis que debo atreverme a persuadirlo?

GALLARDO
71— Si os place, señor. Me figuro que para él será lo mismo.

CARA
72— ¿Por esa suma? Mi conciencia me lo impide. Ni deberíais vos, opino, formular pedido semejante.

GALLARDO
73— No, señor, estoy dispuesto a aumentar la recompensa.

CARA
74— En ese caso, señor, lo intentaré. Doctor, ¿y qué diríais si fuese para todo juego?

SUTIL
75Digo entonces que por culpa de él gran cantidad de bocas quedarán sin alimento, o sólo lo obtendrán a crédito, lo cual no es conveniente a un tahur, creedme.

CARA
76— ¡Ciertamente!

SUTIL
77Acaparará todos los tesoros de este reino, si se lo propone.

CARA
78— ¿Lo decís fundándoos en vuestro arte?

SUTIL
79Sí señor, y en el fundamento del arte: la razón. Este hombre posee esa constitución inigualable que enamora a la Reina de Hadas.

CARA
80— ¡Cómo! ¿Él?

SUTIL
81— Chitón; puede oíros. Si tan sólo ella lo viera...

CARA
82¿Qué?

SUTIL
83— No se lo digáis.

CARA
84— ¿Y por añadidura ganará en los naipes?

SUTIL
85Juraría uno que las almas del difunto Holland y del persistente Isaac han encarnado en él: es imposible resistir a su vigorosa suerte. Sería capaz de dejar en cueros a seis de los mejores jugadores, sin esfuerzo.

CARA
86¡Es extraño que haya nacido un hombre de esta talla!

SUTIL
87Que os oye...

GALLARDO
88— Prometo, señor, no ser ingrato.

CARA
89Algo me impulsa a confiar en su buena disposición: dice, ya veis, que no es un desagradecido.

SUTIL
90Sea como os plazca. Mi ventura seguirá a la vuestra.

CARA
91Y en buena hora, caballero. Confiad en él y complacedlo. Una hora le bastará para hacernos felices: de cinco mil libras que gane, dos mil serán para nosotros.

GALLARDO
92Creed que así lo haré, señor.

CARA
93— No dudo de ello. ¿Habéis oído todo?

GALLARDO
94— No. ¿Qué ha dicho? No he oído nada.

CARA
95¿Nada?

GALLARDO
96— Bueno, un poco.

CARA se lo lleva aparte.

CARA
97— El Doctor jura que sois...

SUTIL
98— No iréis a decírselo todo, Capitán...

CARA
99...favorito de la Reina de Hadas.

GALLARDO
100— ¿Yo? ¿De veras? Creedme, jamás imaginé...

CARA
101— Pues así es, y también dice que habéis nacido con una membrana en la cabeza.

GALLARDO
102— ¿Yo?

CARA
103— Vamos. No podéis disimular que siempre lo supisteis.

GALLARDO
104Por mi fe que no. Estáis en un error.

CARA
105¿Cómo? ¿Juráis por vuestra fe? ¿Y en una materia en que el Doctor es erudito? Señor, ¿cómo depositar en vos vuestra confianza? A la vista de las circunstancias, ¿se nos permitirá confiar en que, cuando seáis favorecido con seis mil libras, veremos nuestra parte?

GALLARDO
106— Por Júpiter, señor; ganaré diez mil y será vuestra la mitad. No vacilo en jurarlo.

SUTIL
107— Hablaba en broma.

CARA
108Id, pues. Dad gracias al Doctor. Las aceptará con ánimo amistoso.

GALLARDO
109— Agradezco a vuestra señoría.

CARA
110— ¿Y bien? Dadle otro ángel.

GALLARDO
111— ¿Os parece?

CARA
112— ¿Si me parece? Pardiez, ¿existe otra forma de dar gracias? No seáis banal. Doctor, ¿cuándo ha de venir este buen hombre por su espíritu?

GALLARDO
113¿No me lo daréis ahora?

SUTIL
114— ¡Oh, excelente caballero! Antes tenéis que atravesar por un mundo de rituales. Habéis de ser bañado y fumigado, en primer término. Por lo demás, la Reina de las Hadas no suele levantarse hasta mediodía.

CARA
115— Nunca, si por la noche ha ido al baile.

SUTIL
116Precisamos su bendición.

CARA
117— ¿No habéis visto nunca aún a su Gracia real?

GALLARDO
118— ¿A quién?

CARA
119— A vuestra fantástica madrina.

SUTIL
120No, Capitán, desde que en la cuna lo besara, si esto despeja vuestras dudas.

CARA
121— ¡Pues contempladla, no importa que os cueste lo más caro! Os resultará duro conseguirlo; pero, como sea, vedla. Si lo lográis, creedme, nada más os hará falta. La Reina de las Hadas es rica y solitaria y, si le da el capricho, lleva a cabo cosas peregrinas. Vedla de cualquier modo. ¡Rayos, puede que os deje en herencia todas sus posesiones! Eso es lo que teme el Doctor.

GALLARDO
122— ¿Qué he de hacer, entonces?

CARA
123No os preocupéis, yo me encargaré. Bastará con que digáis: Capitán, conoceré a su Gracia.

GALLARDO
124Capitán, conoceré a su Gracia.

CARA
125— Suficiente.

Llaman fuera.

SUTIL
126— ¿Quién está ahí? Rápido. (Llévatelo por la puerta de atrás.) Señor, preparaos para cuando sea la una. Habréis de ayunar hasta esa hora. No tomaréis sino tres gotas de vinagre, y por la nariz; dos más verteréis en vuestra boca, y una en cada oreja; Os lavaréis luego los ojos y las yemas de los dedos para afinar los sentidos. Gritad, por fin, tres veces ¡Ummm! Y otras tantas ¡Bzz! Después, venid.

CARA
127¿Lo recordaréis?

GALLARDO
128— Os lo garantizo.

CARA
129Bien. Partid, entonces. A vuestro cargo correrá repartir veinte nobles entre los criados de la Reina. Y poneos una camisa limpia: no imagináis la clase de prodigios que su Alteza hará con vos al veros atildado.

Salen CARA y GALLARDO.

Escena tercera

SUTIL
1 (a la puerta)Entrad (Buenas mujeres. Os ruego me disculpéis, ya que no puedo atenderos hasta después del mediodía.) Entra DROGUIS. ¿Dices que te llamas Abel Droguis?

DROGUIS
2— Sí, señor.

SUTIL
3¿Vendedor de tabaco?

DROGUIS
4— Sí, señor.

SUTIL
5— Ajá. ¿Del gremio de abaceros?

DROGUIS
6— Para serviros.

SUTIL
7— Bien. ¿Qué te ha traído, Abel?

DROGUIS
8— Esto, con la venia de vuestra señoría: soy un joven principiante, y estoy ahora construyendo, vuestra señoría ha de saber, una nueva tienda, justamente en una esquina. Aquí tenéis el plano. Y quisiera saber, señor, merced a vuestro arte, dónde, según la nigromancia, he de levantar la puerta, dónde los estantes, cuál será para las cajas y cuál para los tarros. Me gustaría prosperar, señor. Y fui encomendado a vuestra señoría por un caballero, el Capitán Cara, quien asegura que vos conocéis los planetas de los hombres, sus ángeles buenos y los malos.

SUTIL
9— Así es. Tan pronto como me los muestran, los conozco.

Entra CARA.

CARA
10— ¡Mi honrado Abel! ¿Tú con nosotros? ¡Bienvenido seas!

DROGUIS
11— En verdad, señor, estaba hablando de vuestra señoría cuando vuestra señoría ha entrado. Os ruego que habléis al maestro Doctor en favor mío.

CARA
12Hará lo que sea. ¿Me oís, Doctor? Este es mi amigo Abel, hombre cabal; él es quien me vende buen tabaco: nunca lo adultera con hilachas de saco o con aceite, no lo mezcla con moscatel y especies ni lo entierra bajo grava, envuelto en grasientas pieles o trapos meados. Al contrario, lo conserva en tarros de alabastro que, al abrirse, huelen a rosas confitadas y a algarroba. Tiene su tajo de arce, sus pinzas de plata, sus pipas de Winchester y su lumbre de enebro. Persona pulcra, de una pieza, sin sombra de usurera.

SUTIL
13Es un sujeto afortunado, a buen seguro...

CARA
14¿Ya os habéis percatado, Doctor? ¡Anímate, Abel!

SUTIL
15Y destinado a la riqueza...

CARA
16— ¿Sí, señor?

SUTIL
17— Este verano será miembro de su Cofradía: y para primavera, lo habrán elegido alguacil. Para que dé lo mejor de sus virtudes.

CARA
18¿De veras? ¿Y con barba tan escasa?

SUTIL
19— Considerad, señor, que con receta adecuada, el pelo bien podría crecerle. Pero, si es sensato, preservará su juventud, y no con pena: Es en otra dirección que lo aguarda su fortuna.

CARA
20Caray, Doctor, ¿cómo lo habéis averiguado? ¡Estoy perplejo!

SUTIL
21— Por una regla, capitán, de metoscoìa, ciencia por la cual advierto cierta estrella en su frente que vos no veréis. El color avellanado u oliváceo de un rostro es inequívoco; y mucho prometen las orejas largas. Lo sé, asimismo, por las manchas de sus dientes y la uña de su dedo mercurial.

CARA
22¿Y qué dedo es ese?

SUTIL
23— El meñique. Atended. ¿Has nacido en día miércoles?

DROGUIS
24— Así es, señor.

SUTIL
25En quiromancia, corresponde a Venus el pulgar; a Júpiter el índice; el mayor, a Saturno; el anular, al Sol; y el último a Mercurio, el cual, amigo, es señor de vuestra casa, que es la de la vida, o sea Libra, protectora de los mercaderes, cuya herramienta es la balanza.

CARA
26¡Todo esto es muy extraño! ¿Verdad, honrado Abel?

SUTIL
27Se acerca ahora un barco que zarpó de Ormuz, y le acarrea ingente provisión de drogas... ¿Es éste el oeste, y éste el sur?

DROGUIS
28— Sí, señor.

SUTIL
29— ¿Y son estos tus dos lados?

DROGUIS
30— En efecto.

SUTIL
31Ponme pues, la puerta, al sur; el lado más ancho, al oeste; y al este de tu tienda, en lo más alto, escribe Matlai, Tarmiel y Barabórat; sobre el muro norte, Rael, Velel, Tiel. Son los nombres de los espíritus de naturaleza mercurial que alejan a los insectos de las cajas.

DROGUIS
32Sí, señor.

SUTIL
33— Y debajo del umbral, entiérrame una piedra imantada para atraer a los valientes con espuelas; el resto vendrá solo.

CARA
34— ¡Vaya secreto, Abel!

SUTIL
35Y en el mostrador, un muñeco de cuerda, y cosméticos para atraer a las mujeres. Has de traficar mucho en minerales.

DROGUIS
36— En casa, señor, tengo ya...

SUTIL
37— Lo sé. Sé que tienes allí árnica, vitriolo, tártaro, álcali, cinabrio, argil: lo sé ya todo. Este muchacho, Capitán, devendrá, a su tiempo, un gran destilador y rondará el secreto (no dirá directamente, pero sí de cerca) de la piedra del filósofo.

CARA
38Mas ¿cómo, Abel? ¿Es cierto?

DROGUIS
39— Capitán, ¿cuánto he de pagar?

CARA
40— No pidas que te dé consejo. Ya atisbas la riqueza que te espera (y cómo has de entregar lo mejor de tus virtudes).

DROGUIS
41— Le daré una corona.

CARA
42¡Una corona! ¿Y con fortuna tal? Hijo mío, deberías darle antes bien tu tienda. ¿No has traído oro?

DROGUIS
43Sí, guardo un portugués desde hace meses.

CARA
44Venga la moneda, pues. Rayos, la oferta es deslumbrante... No lo retendré conmigo. ¿Se la entrego de tu parte? Doctor, Abel os ruega que bebáis esto a su salud, y promete que en adelante será más generosa, a medida que vuestro arte le ayude a prosperar.

DROGUIS
45— Quisiera suplicar otro favor de vuestra señoría.

CARA
46— ¿De qué se trata, Abel?

DROGUIS
47Que paséis revista, señor, a mi almanaque, y tachéis con una cruz mis días nefastos, para no negociar en ellos ni fiarme.

CARA
48— Será hecho, Abel. Lo mirará esta misma tarde.

DROGUIS
49Y los consejos para los estantes.

CARA
50— ¿Y bien, Abel? ¿Estás conforme?

DROGUIS
51— Gracias a vuestras señorías.

CARA
52— Andando. Sale DROGUIS. ¿Qué dices tú ahora, ahumado perseguidor de la naturaleza? ¿Ves que hay otras cosas más allá de tu carbón de haya, tus aguas corrosivas, tus crisoles, cubetas y retortas? ¿Que ha de salirse en busca de otro material? Y sin embargo supones que no me cuesta nada rastrear el enclave de estas vetas, acecharlas y probar si sirven. Por Dios, mi inteligencia vale más dinero que el que, por trato, me reportan estas tareas exquisitas.

SUTIL
53— Me haréis ruborizar, señor.

Escena cuarta

Entra DOL.

SUTIL
1¿Qué dice mi preciosa Dol?

DOL
2— pescadera no se quiere marchar. Y también está allí esa giganta, la alcahueta de Lambeth.

SUTIL
3— Pues yo no puedo recibirlas.

DOL
4No antes de la noche. Se lo he anunciado por el tubo parlante, como si fuera uno de tus familiares. Pero he aquí que he visto a sir Epicuro Mammon...

SUTIL
5— ¿Dónde?

DOL
6Viniendo hacia aquí, desde la entrada al callejón, lento de pies mas rápido de lengua, hablando con quien lo acompaña.

SUTIL
7— Cara, ve a cambiarte. Y tú, Dol, prepárate también.

DOL
8¿Por qué? ¿Qué pasa?

SUTIL
9— Oh, hablé con él mientras el sol salía. ¡Me maravillaría que hubiese dormido! Hoy es el día. Llevaré a cabo para él el magisterium, la obra magna, la famosa piedra; Y la depositaré, lograda, en sus manos; pues de esto lleva un mes hablando, como si ya la poseyera. Intenta incluso traficar con ella al por menor. Me parece que lo veo entrando en hospitales a curar la viruela; y repartiendo pócimas entre los pestosos; proclamando que puede derrotar la lepra; y ofreciendo a las mujeres brazaletes perfumados como preservativo hecho de elixir; recorriendo el lazareto para rejuvenecer rameras viejas, y los caminos para enriquecer mendigos. No veo límites a sus trabajos. La naturaleza se avergonzará ante él, por haber dormido tanto, cuando el arte, que es su criado, la supere en actos de amor a la especie humana. Si esto sueño dura, trocará en oro nuestra edad.

Salen.

SEGUNDO ACTO

Escena primera

Entran MAMMON y CEÑUDO.

MAMMON
1Entrad, señor. En este instante holláis las costas del orbe nuevo; he aquí Perú, el opulento y allí dentro, señor, están las minas de oro, ¡el Ofir del famoso Salomón! Tres años tuvo él que navegar, mientras nosotros las hemos alcanzado en diez meses. Este es el día en el cual pronunciaré, para todos mis amigos, la feliz frase: Hacéos ricos. A partir de hoy seréis spectatissimi. Nunca más os deberéis confiar al dado cargado o el naipe frágil. No os hará falta mantener a la fulana que, disfrazada de heredera, induce a los clientes a firmar. Nunca más os veréis obligado a apalear a quien se niega a cumplir el trato. Nunca más la sed de raso o el apetito codicioso de aterciopelados forros para una capa del más basto estambre con que fanfarronear ante madame Augusta, impelerá a los hijos de la espada y el azar a postrarse largas noches ante el becerro de oro, incurrir en idolatría apelando al vino y las trompetas o acudir a festines por mor de tambores y banderas. Todo eso acabará. Seréis jóvenes virreyes, Ceñudo mío, y tendréis mancebillas y mancebas. Y tú serás el primero a quien yo diga: Hazte rico. ¿Dónde, pues, está Sutil? ¿Hay alguien aquí?

CARA
2 (dentro)— Señor, ahora mismo lo veréis.

MAMMON
3— Ese es su guardián de fuego, su Pulmón, su Céfiro, el que aviva los carbones hasta hacer hervir a la naturaleza en su propio centro. Vos, señor, no tenéis fe. Esta noche trocaré en oro cuanto metal haya en mi casa. Y, temprano en la mañana, llamaré a los estañadores y plomeros para comprarles su chatarra; y en Lothbury me haré con todo el cobre.

CEÑUDO
4— ¿Y lo transformaréis también?

MAMMON
5En efecto. Y compraré Cornwall y Devonshire y los haré perfectas Indias. ¿Os sorprendéis por fin?

CEÑUDO
6A fe que no.

MAMMON
7— Mas cuando veáis los efectos del Gran Remedio, una parte del cual, vertida sobre cien de mercurio, cobre o plata, las convierte en otras tantas de oro brillante como el Sol, y aún más, en mil, o en infinitas, acabaréis cediendo.

CEÑUDO
8— Sí, cuando lo vea. Pero si mis ojos me embaucan de tal modo (y bien poca ocasión les daré yo), tened por cierto que al día siguiente los lavaré con orín de prostituta.

MAMMON
9— ¡Oh! ¿Por qué? ¿Pensáis que cuento fábulas? Os aseguro que quien por una vez posee la rosa del sol, el rubí perfecto que llamamos elixir, no sólo alcanza lo que he dicho, sino también puede conferir honor, respeto, amor, vida duradera, y repartir seguridad y valentía: sí, y victorias por añadidura cuando se le antoje. Ocho y veinte días bastarán para transformar a un viejo de ochenta años en un niño.

CEÑUDO
10No lo dudo. Ya lo es.

MAMMON
11— No, me refiero a restaurar su cuerpo, reintegrarlo como un águila a la quinta edad; darle el poder de engendrar hijos, jóvenes gigantes; tal como nuestros filósofos, (los antiguos patriarcas de antes del Diluvio) al tomar, una vez a la semana, en la punta de un cuchillo, una cantidad igual a un grano de mostaza, devenían fornidos Martes y jóvenes Cupidos.

CEÑUDO
12Las decrépitas vestales de Pickt-hatch os agradecerán que avivéis la llama por la zona.

MAMMON
13— Este secreto de la naturaleza galvaniza contra las infecciones, cura toda enfermedad, cualquiera que sea su origen, reduce meses de dolor a un día, varios años a una semana y toda una era a tan solo un mes. ¡Fuera los mejunjes de vuestros confundidos médicos! No me arredraría la empresa de expulsar la plaga de nuestro reino en el plazo de tres meses.

CEÑUDO
14— Os garantizo que entonces los cómicos cantarán vuestra alabanza sin valerse de poetas.

MAMMON
15— Lo haré, señor. Entretanto, daré lo necesario a mi criado para proveer de preventivos a toda la ciudad; cada cual tendrá su dosis semanal, a razón de...

CEÑUDO
16¿Cómo lo hizo el que construyó los acueductos?

MAMMON
17Sois incrédulo.

CEÑUDO
18— Mi temperamento, os juro, me impide ser timado voluntariamente. Vuestra piedra no puede transmutarme.

MAMMON
19— Pertinax Ceñudo, ¿os rendiréis a los antiguos textos? Os mostraré un libro donde Moisés, su hermana y hasta Salomón han escrito sobre el tema. Sí, y un tratado firmado por Adán.

CEÑUDO
20— ¡Cómo!

MAMMON
21Sobre la piedra del filósofo y escrito en holandés.

CEÑUDO
22¿Acaso Adán escribía en holandés, señor?

MAMMON
23— En efecto: Lo cual prueba que esa es la lengua primigenia.

CEÑUDO
24— ¿Y el papel?

MAMMON
25Tablas de cedro.

CEÑUDO
26— Dicen, por cierto, que es a prueba de gusanos.

MAMMON
27— Así como vuestra madera irlandesa resiste a las arañas. Tengo también un trozo del vellocino de Jasón, que no era otra cosa que un libro de alquimia escrito sobre la piel de oveja, o de carnero gordo. Lo mismo fueron las tablas de Pitágoras, la caja de Pandora y el cuento entero de los encantos de Medea. Los Toros simbolizan nuestro horno cuyo aliento quema; el Dragón era nuestro azogue, y sus dientes, mercurio sublimado, que conserva la blancura, la dureza y la mordida; ellos deben recogerse en el yelmo de Jasón (el alambique) y sembrarse en su campo de Marte para que sublimen varias veces hasta decantar. El jardín de las Hespérides, la historia de Cadmo, la lluvia de oro de Zeus, la mano de Midas, los ojos de Argo, el Demigorgon de Boccaccio y mil leyendas más son enigmas abstractos de la piedra. ¿Qué decís ahora?

Escena segunda

Entra CARA en traje de asistente.

MAMMON
1¿Triunfaremos? ¿Ha llegado nuestro día? ¿Vamos bien?

CARA
2La noche se ruborizará para vos, señor. Poseéis el color adecuado: escarlata. El fermento rojo ha hecho su tarea. De aquí a tres horas, preparaos a ver el sedimento.

MAMMON
3— Pertinax, Ceñudo mío. Una vez más te diré en voz alta: Sé rico. Hoy mismo serás dueño de lingotes: y mañana desafiarás a los nobles. ¿Todo bien, mi Céfiro? ¿Enrojece la redoma?

CARA
4— Como una moza preñada, señor, a quien su amo descubriera.

MAMMON
5¡Pulmón, chistoso excelso! Mi único cuidado ahora es dónde encontrar material bastante para decantar, pues esta ciudad no proveerá ni la mitad.

CARA
6— ¿De veras? Comprad los tejados, señor, de las iglesias.

MAMMON
7— Cierto.

CARA
8— Sí. Dejadles desnudas las cabezas, como su clientela. O cubridlas en cambio con tablones.

MAMMON
9— Mejor aún con buena paja. Ligera carga será para las vigas. Pulmón, te redimiré de la servidumbre al horno; te devolveré el color del rostro, Fuelle, perdido entre las brasas; y restañaré tu cerebro dañado por la corrosión de los metales.

CARA
10— Duramente he soplado por vuestra señoría; he puesto a arder mucho carbón, a falta de leños de haya; he sopesado la medida justa para que el calor no se extinguiera. Estos ojos legañosos han observado vigilantes la evolución de los colores, desde el canario pálido hasta el loro y el cuervo, desde la cola de pavo real hasta el cuello de cisne.

MAMMON
11¿Y has visto al fin la flor, la sanguis agni?

CARA
12Sí, señor.

MAMMON
13¿Dónde está tu amo?

CARA
14— Rezando, señor. Hombre devoto, pide en sus plegarias que se consume el éxito.

MAMMON
15— Pulmón, voy a poner fin a tus sudores. Serán guardián de mi serrallo.

CARA
16— Acepto.

MAMMON
17— Pero, ¿me oyes? Atiéndeme, Pulmón.

CARA
18— Sí, señor.

MAMMON
19— Es mi intención tener una recua de esposas y concubinas igual a la de Salomón, quien, como yo, fue dueño de la piedra; y, valiéndome del elixir, me haré unas espaldas tan robustas como las de Hércules, para acometer a cincuenta cada noche. ¿Seguro que lo has visto tornarse sangre?

CARA
20— Y espíritu, señor.

MAMMON
21Ordenaré colchones hinchados, no rellenos: el plumón es demasiado duro. Adornaré después mi cámara oval con dibujos como los que Tiberio tomara de Elefantis, y que el insípido Aretino imitara fríamente. Mis espejos, tallados en mil ángulos sutiles, dispersarán las imágenes multiplicándolas, mientras, desnudo, yo me pasearé entre mis succubae. Nubes de perfume flotarán vaporosas en mi alcoba: en ellas nos perderemos; y serán mis baños como abismos, de los cuales resurgiremos para rodar y secarnos en hilos de araña y pétalos de rosa. (¿Ha llegado ya al color rubí?) Allí donde atisbe a un ciudadano industrioso o un abogado rico con una mujer de sublime pureza, le enviaré mil libras para que acepte ser cornudo.

CARA
22¿Llevaré yo los mensajes?

MAMMON
23— No, nada de alcahuetes. Sólo usaré padres y madres. Suelen ser más diligentes. Los mejores. Y mis aduladores serán los teólogos más graves e impolutos que consiga por dinero. Mis simples bufones, burgueses elocuentes; y mis poetas, los mismos que con sutileza ridiculizan a políticos y que yo alimentaré a tales efectos. A los pocos que sigan atreviéndose a presumir por la ciudad como padrillos y, dondequiera, molesten a damas demasiado inocentes para ellos, les pediré que sean mis eunucos: y me abanicarán con diez colas de pavo reunidas en un haz para embolsar el viento. Con la medicina en nuestras manos, Pulmón, nos magnificaremos. Me servirán la comida en conchas de la India, fuentes de ágata engastadas en oro y recamadas de esmeraldas, zafiros, jacintos y rubíes. Lenguas de carpas y marmotas, talones de camellos, hervidas en espíritu de Sol y solución de perlas (La dieta de Apicio contra la epilepsia) Y tomaré esos caldos con cuchara de ámbar incrustada de diamantes y carbunclos. Mi paje comerá faisanes, lonchas de salmón, chochas, lampreas, agachadizas; y, a guisa de ensaladas, me servirán barbas de mújoles, setas en aceite y las untuosas ubres rebosantes de una cerda preñada y recién muerta, aliñadas con salsa picante y exquisita. Por lo cual diré a mi cocinero: toma este oro, adelante, sé un caballero.

CARA
24— Señor, he de controlar si está subiendo.

Sale CARA.

MAMMON
25— Hacedlo. Mis camisas serán de tafetán, suaves y ligeras como telarañas; y el resto de mi atuendo será tal que pueda provocar al Persa, en caso de que quisiese desquiciar el mundo una vez más. Mis guantes serán de piel de pájaro y pescado, perfumados con gomas del paraíso y aromas orientales...

CEÑUDO
26¿Y con todo eso pensáis tener la piedra?

MAMMON
27No, gracias a ella pienso tenerlo todo.

CEÑUDO
28Es que he oído que su dueño ha de ser frugal, hombre piadoso, santo y religioso, alguien libre de mortal pecado, virgen.

MAMMON
29Tenéis razón, señor, y eso se cumple. Pero yo la compro. La suerte me la procura. Él, sujeto honrado, alma notable, supersticiosa, buena, se ha despellejado rodillas y sandalias de tanto ayuno y oraciones: y dejemos de su parte esforzarse en mi provecho. Helo aquí. Delante de él, ni una expresión profana. Es veneno.

Escena tercera

Entra SUTIL.

MAMMON
1Buen día, padre.

SUTIL
2— Buen día a ti, amable hijo, y a tu amigo. ¿Quién es, ya que te acompaña?

MAMMON
3Un hereje que he traído, en la esperanza, señor, de convertirlo.

SUTIL
4— Hijo, sospecho que eres codicioso, para ser puntual en grado tan exacto. Es por la mañana cuando ha de saludarse el día. Hay aquí algo que, mucho me temo, puede ser apetito carnal e inoportuno. Cuidaos de no ahuyentar las bendiciones con tan ingobernable prisa. Me apenaría ver que mis trabajos, casi concluidos mediante larga observación y caudales de paciencia, no prosperaran pese al tino de mi amor y celo. Los cuales (y pongo por testigo al cielo, y también a ti, destinatarios de mi confesión), desde siempre, no han buscado más objeto que el bien público, los fines piadosos y la amada caridad, ahora escasos en el mundo. Por lo tanto si tú, hijo mío, prevaricaras ahora, y para lujuria privada hicieras uso de tan católica y grande bendición, yo te aseguro que caerá sobre ti una maldición a desquiciar tus proyectos más sutiles y secretos.

MAMMON
5— Lo sé, señor; no precisáis temer. Sólo he venido a que convenzáis a este caballero.

CEÑUDO
6— El cual, por cierto, se muestra un tanto incrédulo respecto de esa piedra vuestra, y no será engañado.

SUTIL
7Pues hijo, tan sólo puedo convencerlo de una cosa: la obra está acabada. El Sol viste su brillante túnica, Poseemos la medicina de alma triple, el espíritu glorificado. Demos gracias al cielo y seamos dignos de su estima. Ulen Spiegel.

CARA
8 (dentro)Pronto, señor.

SUTIL
9— Mira bien el registro y ve bajando el calor, por grados, en los aludeles.

CARA
10— Sí, señor.

SUTIL
11— ¿Has controlado ya la retorta?

CARA
12— ¿En el D, señor?

SUTIL
13— Sí. ¿Qué color ostenta?

CARA
14— Blanquecino.

SUTIL
15— Añádele vinagre para expulsar la sustancia volátil y la tintura: y filtra el agua del recipiente E y viértela en el óvalo. Tápalo bien y colócalo luego en el balneo.

CARA
16— Lo haré, señor.

CEÑUDO
17¿Qué jerga es ésta? ¿Un nuevo argot?

SUTIL
18Tengo otra obra, hijo, que jamás has visto; desde hace ya tres días, en la rueda del filósofo absorbe el lento calor de Atanor. Al fin ha devenido en sulfuro de natura.

MAMMON
19— ¿Y es para mí?

SUTIL
20— ¿Acaso te hace falta? Bastante tienes con lo que es perfecto.

MAMMON
21— Sí, pero...

SUTIL
22¡Ah, concupiscencia!

MAMMON
23— No, prometo que lo usaré todo en obras piadosas, fundaré colegios y escuelas de gramática, casaré jóvenes puras, construiré hospitales y, de tarde en tarde, iglesias.

Entra CARA.

SUTIL
24— ¿Y bien?

CARA
25— Decidme, señor, ¿no he de cambiar el filtro?

SUTIL
26— Sí, pardiez. Y observa el color del vaso B.

Sale CARA.

MAMMON
27¿Otro más?

SUTIL
28— En efecto, hijo; y si estuviera seguro de que tu fe es sólida, no buscaríamos medios de glorificarla. Pero ojalá todo marche bien. Mañana intentaré teñir en arena el contenido del vaso C y someterlo a saturación.

MAMMON
29— ¿De aceite blanco?

SUTIL
30No, de rojo. El F también está subiendo en su alambique, gracias a Dios, debido al baño de María, y rezuma leche virginal. Bendito sea el cielo. Ya os envié una porción de las heces calcinadas. Y de la cual he obtenido sales de Mercurio.

MAMMON
31¿Humedeciéndola con agua regenerada?

SUTIL
32Sí, y reverberándola en el Atanor. Entra CARA. ¿Y bien? ¿Qué color presenta?

CARA
33— Negro basal, señor.

MAMMON
34¿La cabeza de cuervo?

CEÑUDO
35— Tu gorro de loco, más bien.

SUTIL
36De ser el cuervo, no hemos logrado lo perfecto. Algo está faltando.

CEÑUDO
37(Ya me lo esperaba. La trampa se prepara.)

SUTIL
38— ¿Estás seguro de que lo has bañado en su propio solvente?

CARA
39— Sí, señor. Y los he mezclado, puesto en la alargadera, y sometido a disociación según vuestras instrucciones; cuando, al mismo calor, puse a circular el licor de Marte.

SUTIL
40El proceso, pues, ha sido el correcto.

CARA
41Mas por azar, señor, la retorta se rompió. Lo que pude salvar lo vertí en el pelícano y lo cubrí con el sello de Hermes.

SUTIL
42— Me lo temía. Hemos de preparar una amalgama nueva.

CEÑUDO
43(Este hurón huele peor que una mofeta.)

SUTIL
44— Mas no importa. Olvidemos lo perdido; tenemos aún suficiente material en embrión. ¿Viste ya el H su camisa blanca?

CARA
45— Sí, señor. Está a punto para ser incinerado. Lo mantengo tibio en el rescoldo. Aunque, si me dejáis aconsejaros, yo no permitiría que se extinguiera el fuego, considerando lo que resta. No sería bueno.

MAMMON
46Bien dicho.

CEÑUDO
47— ¿Cómo, dudáis?

CARA
48— No, señor, he visto un mal augurio. ¿Qué son sólo tres onzas de materia prima?

MAMMON
49— ¿Nada más?

CARA
50— Tres, señor, de oro para amalgamar con una media docena de Mercurio.

MAMMON
51Acabemos; aquí tenéis dinero. ¿Cuánto ha menester?

CARA
52— Preguntadle a él, señor.

MAMMON
53— ¿Cuánto?

SUTIL
54— Dale nueve libras, o bien diez.

CEÑUDO
55No, que sean veinte. Y despedíos de ellas.

MAMMON
56— Tomad.

SUTIL
57No era necesario. Pero parece vuestro empeño ver los logros, y lo conseguiréis. Pues dos de nuestras obras menores están en proceso de fijarse66 y una tercera en ascensión. A lo nuestro. ¿Has puesto el aceite de Luna en la alquitara?

CARA
58Sí, señor.

SUTIL
59— ¿Y el vinagre filosofal?

CARA
60— Sí.

CEÑUDO
61Comeremos ensalada.

Sale CARA.

MAMMON
62— ¿Cuándo haréis la proyección?

SUTIL
63No te apresures, hijo. He de exaltar la medicina sometiéndola a un balneo vaporoso y diluyéndola; luego he de congelarla. Pues ved: cuantas más veces reitere el trabajo, otras tantas se sumarán a sus virtudes. Si en un principio cada onza convertirá en oro a cien, tras el segundo pase transmutará a mil, la tercera solución operará en diez mil; en cien mil la cuarta. Y lograda la quinta, mil millares de onzas de metales imperfectos devendrán en plata pura, en oro, bajo todo escrutinio tan valiosos como los arrancados de una mina natural. Traednos vuestra carga al atardecer. Bronces, peltres y morillos.

MAMMON
64Excepto los de hierro.

SUTIL
65— También ésos, ¿por qué no? Transmutaremos todos los metales.

CEÑUDO
66— No me cabe duda.

MAMMON
67¿Puedo entregaros mi asador?

SUTIL
68— Y las rejillas.

CEÑUDO
69¿Y las sartenes, los ganchos, las alcuzas? ¿Os las trae?

SUTIL
70— Si le place.

CEÑUDO
71— Será asno...

SUTIL
72¡Caballero!

MAMMON
73— Con este hombre debéis tener paciencia. Ya os dije que le falta fe.

CEÑUDO
74— Y esperanza, señor. Aunque menos compasión tendría si me dejase timar.

SUTIL
75¿Y cuál es el aspecto de nuestra labor que se te antoja imposible?

CEÑUDO
76— Todos, para ser exacto. ¡Empollar oro en un horno, como en Egipto hacen con los huevos!

SUTIL
77— ¿De veras crees que los huevos pueden empollarse?

CEÑUDO
78— ¿Y si lo creyera?

SUTIL
79Pues me parecería el mayor milagro. Porque no existe huevo que se asemeje tanto al pollo como los metales entre sí.

CEÑUDO
80— Eso es imposible. La naturaleza ha dispuesto el huevo para ese fin. Y el huevo es un polluelo in potentia.

SUTIL
81Lo mismo decimos del plomo y los demás metales, que se tornarían oro con sólo darles tiempo.

MAMMON
82— Y eso es lo que sobra a nuestro arte.

SUTIL
83— Pues sería absurdo suponer que la naturaleza produce en un instante oro perfecto en esta tierra. Algo ha debido acaecer antes. Ha de haber una materia remota.

CEÑUDO
84— ¿Y qué es eso?

SUTIL
85¡Caramba! Afirmamos...

MAMMON
86— Bien, esto se anima. Machacadlo, Padre. Que muerda el polvo...

SUTIL
87— ... que por una parte, consta de cierta exhalación húmeda que denominamos materia líquida, o agua untuosa; por otra, de cierta porción viscosa y crasa de tierra; consustanciadas las cuales, resultan en la materia elemental del oro. Que no es aún, empero, propia materia, común a todo metal y toda piedra. Pues, privada de dicha humedad y más reseca, pronto se convierte en una roca. Por el contrario, si retiene húmeda gordura, se torna azufre, o mercurio, que son los padres de todos los metales. Tampoco esa sustancia remota puede, de repente, evolucionar de extremo a extremo hasta convertirse en oro sorteando lo intermedio. Primero, la naturaleza manifiesta lo imperfecto, avanzando luego hacia lo acabado. De este agua aérea y aceitosa es engendrado el mercurio; de la parte grasa y terrena, el azufre: en todos los metales ésta aporta el principio varonil y la otra el componente femenino. Algunos creen, con pensamiento hermafrodita, que ambos actúan y padecen por igual. Pero se debe a ambos que la totalidad sea dúctil, maleable y extensible. Incluso en el oro están presentes; pues semillas de ambos encontramos en el fuego, y en ellas oro. De donde podemos producir, de cada metal, muestras más perfectas que las hechas por la naturaleza. Por lo demás, quién no comprueba en la vida diaria que el arte engendra abejas, avispas, avispones, moscas del estiércol y la carroña humana. Y hasta escorpiones de la hierba, si procede bien. Criaturas vivas, todas éstas, más perfectas que los metales, y mejor dotadas.

MAMMON
88— ¡Bravo, padre! Como llegue a echaros manos con un argumento, pulverizado quedaréis, como en un mortero.

CEÑUDO
89— Calma, amigo. Antes bien me inclinaría yo a pensar que la Alquimia es un bonito juego, de especie parecida a los trucos que se hacen con barajas para encandilar a los incautos.

SUTIL
90— ¡Señor!

CEÑUDO
91— ¿Y qué si no son esos términos en los cuales no coinciden jamás vuestros autores? ¿Servirían vuestra leche virginal, vuestra panacea, vuestro elixir, vuestra piedra, vuestra crisosperma, vuestra sal, vuestro mercurio y vuestro azufre, vuestro aceite sublimado, vuestro árbol de la vida, vuestra marquesita, vuestra magnesia, vuestro moho, vuestros sapos, cuervos, dragones y panteras, vuestro sol, vuestra luna, vuestro firmamento, vuestro latón, vuestros pigmentos, vuestro azogue, vuestro caballero rojo, vuestra dama blanca, todos esos potajes, menstruos y sustancias, orines, cáscaras, flujos de mujer, esputos de varón, trapos quemados, pelos, cal, arcilla y mierda, polvo de huesos, raspaduras de hierro, astillas de cristal y montañas de otros repulsivos ingredientes para traer un hombre al mundo?

SUTIL
92— Todo lo cual fue bautizado con un solo propósito: que el arte de los maestros se mantuviera en la oscuridad.

MAMMON
93— Traté de advertírselo, señor, para que el pobre idiota no los vulgarizara al aprenderlos.

SUTIL
94— ¿Acaso los egipcios no resguardaron su sabiduría en signos místicos? ¿No hablan con frecuencia las Escrituras en parábolas? Y las fábulas más escogidas de la poesía, fuente primera de conocimiento, ¿no llevan un ropaje de confusas alegorías?

MAMMON
95— Con claridad suficiente le advertí que Sísifo fue condenado a cargar piedra incesante, tan sólo por haberse burlado de la nuestra.

Se presenta DOL.

MAMMON
96— ¿Quién es ella?

SUTIL
97Dios del Cielo... ¿Qué pretendes? Retiraos, señora, os lo suplico. Sale DOL. — ¿Dónde está mi lacayo?

Entra CARA.

CARA
98— ¿Señor?

SUTIL
99¡Bribón! ¿Así me sirves?

CARA
100— ¿En qué, señor?

SUTIL
101Ve a fijarte, traidor. Anda.

Sale CARA.

MAMMON
102— ¿Qué pasa, señor?

SUTIL
103Nada; nada.

MAMMON
104— ¿Cuál es el motivo? ¡Buen señor! Nunca os había visto así de contrariado. ¿Qué sucede?

SUTIL
105Todo arte ha tenido enemigos, más ninguno con tal grado de ignorancia. Regresa CARA. — ¿Y ahora qué?

CARA
106Excusadme, señor, pero pide hablar con vos.

SUTIL
107¿Esa mujer? Acompáñame.

Sale SUTIL.

MAMMON
108— Quédate, Pulmón.

CARA
109— No me atrevo.

MAMMON
110Quédate, hombre. ¿Quién es ella?

CARA
111— La hermana de un Lord.

MAMMON
112¡Caray! Espera, te digo.

CARA
113— Está loca, señor, y la han mandado...

MAMMON
114— ¿Para qué?

CARA
115A curarse.

SUTIL
116 (dentro)— ¡Deprisa, granuja!

CARA
117— Ya veis. Voy, señor.

Sale CARA.

MAMMON
118Por Dios, menuda pieza. Una Bradamante.

CEÑUDO
119¡Que me quemen si esto no es un lupanar!

MAMMON
120Juro por esta luz que no. No lo agraviéis. Su pecado es ser demasiado escrupuloso. Convéncete, es un médico sin parangón, ¡un paracelsiano! Ha obrado extrañas curas valiéndose de su ciencia mineral. Tiene trato con los espíritus. Se niega que le hablen de Galeno y sus recetas fastidiosas. Vuelve a entrar CARA. ¿Y ahora, Pulmón?

CARA
121— Señor, hablad más bajo. Pretendo contar todo a vuestra señoría. Pero éste no ha de oír.

MAMMON
122Él no quiere que lo engañen. Dejémoslo en paz.

CARA
123Teníais razón, señor, se trata de una extraña sabia; enloqueció estudiando las obras de Broughton. Si pronunciáis tan sólo una palabra tocante a los hebreos, se le suelta el engranaje y comienza a discursear sobre genealogías, con tal erudición que también vos os volvéis loco al oírla.

MAMMON
124¿Cómo podría yo, Pulmón, tener una conversación con ella?

CARA
125Oh, más de uno ha perdido el seso por esa conferencia. No lo sé, señor; me mandan a buscar una redoma a toda prisa.

CEÑUDO
126— No os dejéis estafar, Mammon.

MAMMON
127¿En qué? Tened paciencia, os lo suplico.

CEÑUDO
128— Sí, igual que vos. Confiando en un manojo de ladrones, putas y alcahuetes.

MAMMON
129Tonterías, creedme. Y tú, Ulen, ven aquí. Quiero decirte sólo una cosa.

CARA
130— A fe que no me atrevo.

MAMMON
131— Espera, granuja.

CARA
132Lo ha puesto furioso en extremo que la viérais, señor.

MAMMON
133 (Le da dinero.)Bébete esto. ¿Cómo es ella cuando no pierde el juicio?

CARA
134¡Oh, señor, la criatura más afable! ¡Tan alegre! ¡Deliciosa! Os hará efervescer, como mercurio en el yelmo, y circular como puro aceite vegetal. Es capaz de discurrir sobre el estado, galantería, matemáticas, los temas más diversos...

MAMMON
135¿Y de ningún modo es accesible? ¿No existen medios, trucos que den a un hombre la oportunidad de saborear... su ingenio... o algo así?

SUTIL
136 (dentro)Ulen.

CARA
137— Volveré a hablaros, señor.

Sale CARA.

MAMMON
138No creía, Ceñudo, que un sujeto de vuestra condición pudiera calumniar a personas de valía.

CEÑUDO
139— Soy vuestro amigo, Epicuro: y sin embargo, detesto que me embauquen. NO me gustan vuestros filosóficos bellacos. Bastante anzuelo tienen con su piedra, para emplear por añadidura un cebo.

MAMMON
140— Os engañáis, lo juro. Conozco a la dama, su estirpe, sus amigos, los orígenes del drama. Es su hermano quien me ha contado todo.

CEÑUDO
141— ¿Y cómo es que a ella no la habíais visto nunca?

MAMMON
142La había olvidado. Podéis creerme: tengo, me parece, la memoria más traidora de este mundo.

CEÑUDO
143— ¿Y cómo se llama, entonces?

MAMMON
144— Milord... Ahora que lo pienso, no me han dado el dato.

CEÑUDO
145¡Por cierto que os traiciona la memoria!

MAMMON
146— Empeño mi palabra...

CEÑUDO
147¡Bah! Si no lo recordáis ahora, dejémoslo hasta que nos veamos otra vez.

MAMMON
148— Juro por esta mano que el mencionado es honorable, noble amigo mío, y que respeto su hogar.

CEÑUDO
149— ¡Dios! ¿Será posible que un hombre cabal, solvente, sin urgencias y sensato en otros tiempos, emplee de tal modo juramentos, triquiñuelas y añagazas para nublar su propia razón? Si a esta altura tallan la lunaria, el elixir, la piedra mineral, antes prefiero vuestras honradas trampas en el gleek o el primero; llevaos vuestro menstruum simplex y vuestro lutum sapientis: ya me procuraré yo oro antes que vos, sin que el mercurio o el azufre me pongan en peligro.

Entra CARA. Se dirige a CEÑUDO.

CARA
150— Hay allí un fulano, señor, que invocando al capitán Cara desea reunirse con vos en la iglesia del Temple, de aquí a media hora, para discutir asuntos rectos. Aparte, a MAMMON.Marchaos, ahora, por favor, señor; y regresad de aquí a dos horas: encontraréis a mi amo ocupado observando los procesos; y yo, a hurtadillas, os deslizaré en la tertulia, para que podáis oírla hablar. (A CEÑUDO.)— ¿Debo responder, señor, que encontraréis a quien envía el Capitán?

CEÑUDO
151— Lo haré. (Aparte)– Pero disfrazado, y con objeto bien distinto. Esto, ahora lo confirmo, es una casa de alcahuetes. Hasta delante del alguacil lo juraría. El nombre de ese Capitán lo corrobora. ¡Don Cara! ¡Ha de ser el más versado buhonero de estas mercancías! El conserje de los más ladinos traficantes que hay en la ciudad. Realiza la inspección y dictamina quién ha de yacer con quién; cuál será la hora convenida; cuál el precio; cuál el traje, cuáles la camisa, el peinado y el collar. Por terceras personas le tiraré de la lengua hasta alumbrar los vericuetos de este oscuro laberinto. Y si lo descubro, querido Epicuro, este pobre amigo vuestro, aunque no es filósofo, bien merecerá licencia para reír: pues, en lo que os concierne, lloraréis.

CARA
152Os ruega, señor, que no lo olvidéis.

CEÑUDO
153— Estad tranquilo. ¿Os quedáis, sir Epicuro?

MAMMON
154— Iré detrás de vos.

Sale CEÑUDO.

CARA
155Hacedlo, señor, para evitar sospechas. Este caballero piensa peligrosamente.

MAMMON
156— Pero tú, Ulen, ¿serás fiel a tu promesa?

CARA
157— Como a mi propia vida.

MAMMON
158¿Insinuarás mis cualidades? ¿Harás mi elogio? ¿Dirás que soy persona noble?

CARA
159— Y más aún, señor. Diré que con la piedra la coronaréis emperatriz; y vos seréis el rey de Java.

MAMMON
160¿En verdad lo harás?

CARA
161— ¿Lo dudáis, señor?

MAMMON
162— ¡Oh, Pulmón mío! ¡Cuánto te amo!

CARA
163— Enviad el material, señor, para que mi amo se aboque a la proyección.

MAMMON
164Ah, bandido, me has hechizado. Ten: marcha. (le da dinero)marcha.

CARA
165También vuestra navaja, y lo demás.

MAMMON
166— La enviaré, villano, y hasta las pesas. Te mordería la oreja, esclavo mío. Aparta. Si te importo un rábano...

CARA
167— ¿Eso pensáis, señor?

MAMMON
168Ven, que he nacido para hacerte hombre, mi comadrejilla; ponerte un pedestal y hacerte una cadena con la aristocracia de los piojos.

CARA
169— Marchaos, señor.

MAMMON
170Te haré conde. Conde palatino...

CARA
171— Marchaos, os lo ruego.

MAMMON
172No debería encumbrarte tanto; no, tan pronto.

Se retira MAMMON.

Escena cuarta

Entra SUTIL y DOL.

SUTIL
1¿Ha mordido? ¿Ha mordido?

CARA
2— Y se lo ha tragado, Sutil mío. Le he soltado hilo, y de momento juguetea como un niño.

SUTIL
3¿Y lo escurriremos?

CARA
4— Por las dos agallas. La mujer es cebo tan exquisito, que no bien un hombre lo prueba, enloquece de inmediato.

SUTIL
5Dol, hermana de un granuja celestial, ahora deberás comportarte con nobleza.

DOL
6— Déjalo por cuenta mía. Te garantizo que no olvidaré mi cuna. Mantendré distancia, reiré y hablaré con suficiencia; haré todos los mohines de una dama astuta y orgullosa, y seré tan grosera como su criada.

CARA
7— Bien dicho, viciosilla.

SUTIL
8¿Pero enviará los morillos?

CARA
9— Y hasta la navaja. Y el cazador de hierro: es su promesa. Bien, no debo olvidar a mi desconfiado jugador.

SUTIL
10Ah, ¿monsieur Cautela, el siempre remiso?

CARA
11El mismo. Si logro endilgarle un buen anzuelo en la iglesia del Temple, mi caña se doblará en dos. Voy para allá. Rezad por mí.

Llaman a la puerta.

SUTIL
12— ¡Cómo! ¡Más ingenuos! Explora, Dol. Y tú, Cara, espera, que has de abrir la puerta. Quiera Dios que sea mi anabaptista. ¿Quién es, Dol?

DOL
13 (en la ventana)No lo conozco. Parece de ésos que trafican con deshechos de oro y plata.

SUTIL
14¡Cielo Santo! Es él. Dijo que enviaría a alguien. ¿Cómo lo llamó? El Anciano Santo, que nos compraría la navaja y los morillos de Mammon. (A CARA) Hazlo pasar. Aguarda. Primero échamo una mano con la túnica. CARA se retira con la túnica. Y vos, señora, recluíos en vuestro tocador. Sale DOL. Y ahora, otro gesto y otra cantilena, pero igual lenguaje. Este me lo manda uno que también negocia con la piedra; para bien de los probos hermanitos de Amsterdam, los santos exilados; que, con ayuda de ella, esperan afinar su disciplina. Si quiero que me admire, será menester tratarlo de modo extravagante.

Escena quinta

Entran CARA y ANANÍAS.

SUTIL
1¿Dónde está mi esclavo?

CARA
2— Señor.

SUTIL
3— Quita el recipiente, controla el solvente en el flegma, vierto todo con el Sol en la retorta y deja que se maceren juntos.

CARA
4— Entendido, señor. ¿Conservo el poso?

SUTIL
5No. La terra damnata no ha de tener cabida en la obra. ¿Quién sois?

ANANÍAS
6Un hermano devoto, para serviros.

SUTIL
7— ¿Y qué es eso? ¿Lulianista? ¿Seguidor de Ripley? ¿Filius artis? ¿Eres capaz de sublimar, dulcificar o calcinar? ¿Conoces el sabor ácido? ¿Y el astringente? ¿Sabes lo que significan heterogéneo y homogéneo?

ANANÍAS
8Lo cierto es que no comprendo ningún hablar pagano.

SUTIL
9¿Pagano, dices, émulo de Knipperdoling? Ars sacra, querrás decir. Acaso la crisopeya, o espagirica, o la panafísica y la panarquía son jergas paganas?

ANANÍAS
10— Del paganismo griego, yo supongo.

SUTIL
11¿Cómo? ¿Paganismo griego?

ANANÍAS
12— Salvo el hebreo, todo es pagano.

SUTIL
13Tú, lacayo mío, adelántate y habla a este sujeto como un filósofo: respóndele en nuestra lengua. Enumera las vejaciones y martirios que sufren los metales en nuestra labor.

CARA
14— Putrefacción, Solución, Ablución, Sublimación, Destilación, Calcinación, Ceración y Fijación.

SUTIL
15¿Te parece ésto paganismo griego? ¿Y cuándo llega la Vivificación?

CARA
16— Tras la Mortificación.

SUTIL
17¿Qué es la Cohobación?

CARA
18— El verter sobre el metal el Agua Regia, para elevarlo luego al triple círculo de las siete esferas.

SUTIL
19¿Cuál es la pasiva cualidad de los metales?

CARA
20— La Maleabilidad.

SUTIL
21¿Cuál es el ultimum supplicium auri?

CARA
22— El Antimonio.

SUTIL
23¿Es esto acaso paganismo griego? ¿Qué sabes del Mercurio?

CARA
24Un fugitivo impenitente, señor. Escapa siempre.

SUTIL
25¿Cómo lo reconoces?

CARA
26— Por su viscosidad, su oleosidad y su susceptibilidad.

SUTIL
27¿Qué empleas para sublimarlo?

CARA
28— Calcio de cáscaras de huevo, talco, o mármol blanco.

SUTIL
29— Y en cuanto al magisterium, ¿qué me dices?

CARA
30— Producir mudanzas, señor, en los elementos. De la sequedad al frío, del frío a la humedad, de ésta al calor y del calor a lo seco.

SUTIL
31— ¿Pensáis aún que esto es pagano? ¿Y la piedra filosofal?

CARA
32— Es una piedra y no lo es; es cuerpo, espíritu y alma: los cuales, si la disolvéis, con ella se disuelven; si la coaguláis, con ella se coagulan y, si emprende el vuelo, la acompañan.

SUTIL
33— Suficiente. Se retira CARA. ¿Es esto paganismo griego, para vos? ¿Quién sois?

ANANÍAS
34A vuestra disposición, un siervo de los Hermanos Exilados que comercia con bienes de huérfanos y viudas, rindiendo cuentas luego a los Santos: un diácono.

SUTIL
35— Ah, ¿os envía el amo Salubre, vuestro maestro?

ANANÍAS
36— Tribulación Salubre, nuestro celoso pastor.

SUTIL
37— Bien, pues. Están al llegar algunos artículos de huérfanos.

ANANÍAS
38— ¿Por ejemplo, señor?

SUTIL
39Peltre y bronce, morillos y enseres de cocina, metales en los cuales emplearemos nuestra panacea, de la cual los Hermanos pueden hacerse con un poco. A cambio de dinero.

ANANÍAS
40— ¿Eran los padres de los huérfanos creyentes sinceros?

SUTIL
41— ¿Por qué lo preguntáis?

ANANÍAS
42— Porque en ese caso hemos de ser justos y pagar (sin titubeos) lo máximo posible.

SUTIL
43— ¿De modo que a hijos de otros padres los hubiérais estafado? Bien pensado, no me fiaré de vos sin haber hablado antes con vuestro pastor. ¿Habéis traído el dinero para comprarme más carbones?

ANANÍAS
44— Desde luego que no.

SUTIL
45— ¿No? ¿Y cómo es eso?

ANANÍAS
46Los Hermanos me mandan a deciros que ciertamente no se aventurarán más lejos hasta ver la proyección.

SUTIL
47— ¡Cómo!

ANANÍAS
48— Para instrumentos tales como ladrillos, vidrios y cacharros, os han dado treinta libras ya; y, para materiales, dicen, unas noventa más. Y luego, han oído que en Heidelberg hay uno que lo ha conseguido a partir de un huevo y polvo de clavos.

SUTIL
49— ¿Cómo te llamas?

ANANÍAS
50Mi nombre es Ananías.

SUTIL
51— ¡Fuera, lacayo, estafador de Apóstoles! Largo de aquí, revoltoso. ¿Acaso vuestro santo consistorio no encontró nombre mejor para enviarme que el malvado de Ananías? Que vengan en seguida tus ancianos a justificar vuestra conducta y darme satisfacción; de lo contrario os quedaréis sin fuego, hornillo y alambiques, sin Piger Henricus y los demás. Ah, desdichado, diles que se perderán el Bufo y el Sericón. Adviérteles que con sólo retrasarse más de una hora perderán toda esperanza de derrotar a los obispos de la jerarquía anticristiana. La aqueidad, la terreidad y la sulfuridad volverán a confundirse y todo, perverso Ananías, habrá sido en vano. Se retira ANANÍAS. Esto los acicateará para que, más deprisa, caminen hacia su propia trampa. El hombre debe proceder como una niñera rigurosa y asustar a los reacios para abrirles el apetito.

Escena sexta

Entran CARA y DROGUIS.

CARA
1Aunque está absorto en sus espíritus, nos acercaremos.

SUTIL
2¿Y esto? ¿Quién se atreve? ¿Qué clase de Bayardo me interrumpe?

CARA
3Te dije que se enfurecería. Señor, aquí está Abel, os ha traído otra pieza de oro para examinar. (Hay que apaciguarlo. Dámela). Y os ruega que le diseñéis (¿qué era, Abel?)

DROGUIS
4— Un rótulo, señor.

CARA
5Eso. Una señal de prosperidad y buena suerte.

SUTIL
6Precisamente me hallaba diseñando.

CARA
7(No digas eso, cretino, que se arrepentirá de haberos dado más.) ¿Qué os parecería usar una Constelación, Doctor? ¿Y la Balanza?

SUTIL
8— No, ese camino es vulgar y rancio. Un burgués nacido bajo Tauro, ha de poner el toro, o, en su defecto, la cabeza; si es Aries, el carnero. ¡Pobre insignia! No, trastocaré su nombre en un símbolo místico; cuyo influjo, afectando los sentidos de los transeúntes, por influencia virtual alentará inclinaciones que puedan beneficiar al propietario del negocio.

CARA
9¡Nuestro Abel!

SUTIL
10— De acuerdo al nombre, habrá primero una campana; a su lado, la efigie del llamado Dee, en actitud de súplica: y, de rogar, retendremos rog. Una herradura representará la u; a lo cual añadiremos el dibujo de un hueso isquión, que nos dará la is. He allí pues el signo completo de ABEL DROGUIS. ¡Un vero misterio! ¡Un jeroglífico!

CARA
11Abel, estás servido.

DROGUIS
12 (con una reverencia)Agradezco a vuestra señoría.

CARA
13Seis reverencias, Abel, no serían suficientes. Doctor, el mozo os ha traído una bolsa de tabaco.

DROGUIS
14— Sí señor. Hay otro asunto que desearía tratar...

CARA
15Desembucha, Abel.

DROGUIS
16— Señor, junto a mi casa vive una joven rica y viuda...

CARA
17— ¡Perfecto! ¿Bona roba?

DROGUIS
18No ha de tener más de diecinueve...

CARA
19— Soberbio, Abel.

DROGUIS
20Dios sabe que es un pelín anticuada. Lleva caperuza, pero demasiado recta...

CARA
21— Eso no importa, Abel.

DROGUIS
22Bien, de vez en cuando yo le doy una lejía...

CARA
23¿Cómo, Abel? ¿Traficas?

SUTIL
24— Os lo he dicho, Capitán.

DROGUIS
25Y a veces doy recetas; en lo cual ella se fía de mí con toda el alma. Y me ha confiado su deseo de aprender la moda.

CARA
26— Bien hecho. (También de eso entiende.)

DROGUIS
27Además, tiene extraordinarias ansias de conocer su suerte.

CARA
28Por todos los dioses, Abel, tráesela al Doctor.

DROGUIS
29Sí, ya le he hablado yo de su señoría; mas ella teme que puedan descubrirla, y se estropee así su matrimonio.

CARA
30— ¿Estropearse? No hay modo mejor de componerlo, si acaso se dañara, ni de ser más codiciado y pretendida. Abel, debes decírselo. La conocerán más, hablarán mejor de ella, y ten en cuenta que el precio de las viudas sube con la fama. Su honor es una multitud de cortejantes. Envíala, que puedes tener suerte. Y bien, nunca se sabe.

DROGUIS
31— No, señor. Nunca se casará con algo menos que un caballero. Su hermano ha hecho una promesa.

CARA
32¿Cómo, mi querido Abel? ¿Y desesperas sabiendo lo que el Doctor te ha deparado, y habiendo tanto mediocre en la ciudad? Te garantizo que un solo vaso de tu agua te la entregará rendida, Abel. ¿Su hermano es caballero?

DROGUIS
33No, señor, es un hidalgo recién llegado a la ciudad, con escasos veintiún años; tiene la potestad sobre su hermana, una renta anual de unas trescientas libras, y está dispuesto a aprender el arte de pelear y vivir de su talento, para volver más tarde a morir en sus dominios.

CARA
34¿Pelear, has dicho?

DROGUIS
35— Sí, señor, librar pendencias como hacen los valientes, y acabarlas en toda la regla.

CARA
36¡Rayos, Abel! En la cristiandad entera no hallarás para él hombre más apropiado que el Doctor. Tiene una tabla llena de demostraciones matemáticas ligadas al arte de las pendencias. Ve, tráelos a ambos: el mozo y su hermana. En cuanto a ti, ya verá el Doctor de persuadirla. Date prisa. Su señoría, según lo establecido, recibirá de parte tuya un traje de damasco.

SUTIL
37— ¡Bondadoso Capitán!

CARA
38— Lo traerá, doctor. Es el joven más honrado que conozco. Muévete. Nada de alabanzas. Trae el damasco y los clientes.

DROGUIS
39Lo intentaré, señor.

CARA
40— Y te irá bien, Abel.

SUTIL
41Estupendo tabaco, éste. ¿Hay aquí una onza?

CARA
42Doctor, el joven os enviará una libra.

SUTIL
43— ¡Oh, no!

CARA
44— Pues lo hará. No hay alma más noble. A lo tuyo, Abel. (Dentro de poco sabrás más. Ahora, largo.) Sale DROGUIS. Canalla miserable. Se alimenta de queso; luego padece las lombrices. Esa es sin duda la razón de que se haya presentado. Tuvo tratos conmigo en privado para procurarse un remedio.

SUTIL
45— Lo tendrá. Vamos viento en popa.

CARA
46¡Una esposa, Sutil, una esposa para uno de nosotros! La echaremos a suertes, y el que pierda se llevará en moneda lo que el otro se ha llevado en material.

SUTIL
47O algo más. Pues acaso sea tan ligera que resulte una bicoca.

CARA
48— O tal vez tan pesada que no baste un hombre para sostenerla.

SUTIL
49Antes de decidir, lo mejor será observarla.

CARA
50De acuerdo. Pero Dol no ha de enterarse.

SUTIL
51Soy una tumba. Y ahora ve a pescar a tu Ceñudo.

CARA
52Quiera Dios que no sea demasiado tarde.

SUTIL
53Eso me temo.

Salen.

TERCER ACTO

Escena primera

Entran TRIBULACIÓN y ANANÍAS.

TRIBULACIÓN
1Estas represalias son comunes a los santos y nosotros, los de la Escisión, debemos soportarlas con hombros resignados, como pruebas impuestas para tentar nuestras debilidades.

ANANÍAS
2Hablando claro, el hombre no me gusta: es un pagano. Y habla, doy fe, la lengua de Canaán.

TRIBULACIÓN
3Ciertamente lo considero profano.

ANANÍAS
4— En la frente lleva visible la marca de la Bestia. Y en cuanto a su Piedra, es obra de las tinieblas: su Filosofía ciega los ojos de los hombres.

TRIBULACIÓN
5Amado hermano, nosotros no podemos escatimar un solo medio que pueda conducir al triunfo de la Santa Causa.

ANANÍAS
6Lo cual no está en manos de él: la Santa Causa ha de trazarse un Camino Santo.

TRIBULACIÓN
7— No siempre es necesario. A menudo los hijos de la perdición son instrumento de las obras más señeras. Además, hemos de conceder cierta licencia a su temperamento, el de un hombre que, por vivir cerca del fuego y el tóxico vapor de los metales, tiene el cerebro abotargado y propende a las pasiones. ¿Conoces mayores ateos que nuestros cocineros? ¿U hombres más blasfemos y coléricos que los cristaleros? ¿O más anticristianos que los fundidores de campanas? ¿Qué es lo que hace al Diablo, Satán, nuestro enemigo, tan diabólico, te preguntaría, sino su perpetuo morar entre el fuego, ardiendo en el azufre y el arsénico? Afirmo que hemos de atender a los motivos que remueven los humores de la sangre. Bien puede suceder que, acabada la obra y obtenida ya la piedra, su paganismo se torne devoción, llevándolo a abrazar la Venturosa Disciplina frente a los andrajosos hábitos de Roma. Hemos de estar a la espera del llamado, y del advenimiento del espíritu del bien. Habéis errado al recordarle la bendición de los monjes de Heidelberg, dificultando así lo que más necesitamos: apresurar la obra para reivindicación de los Santos Silenciados;100 la cual no se cumplirá, sino a merced a la Piedra Filosofal. Me lo ha asegurado un sabio Anciano, oriundo de Escocia: el aurum potabile es el único brebaje capaz de inclinar a un magistrado hacia la Causa. Y la enfermedad debe tratarse diariamente.

ANANÍAS
8En verdad que nunca he oído palabra más edificante. Al menos desde que la Bella Luz brilló en mí por vez primera. Y me apena que mi celo haya causado ofensa.

TRIBULACIÓN
9Llamemos a su puerta, pues.

ANANÍAS
10— El impulso es bueno, pues proviene del espíritu. Llamaré yo; la paz nos acompañe.

Golpea.

Escena segunda

Entra SUTIL.

SUTIL
1Ah, ¿habéis venido? Ya era hora. Vuestro plazo ya expiraba, como veis. (Les muestra el reloj) Y se han apagado el furnus acediae y la turris circulatorius. El alambique, la pipeta, la retorta y el pelícano son sólo cenizas. ¡Perverso Ananías! ¿Has regresado? Ahora que todo se derrumba.

TRIBULACIÓN
2Aplacaos, señor, que ha venido con talante humilde, a demandar vuestra paciencia si en otro momento un excesivo celo lo apartó del recto sendero.

SUTIL
3— ¡Bueno, eso lo honra!

TRIBULACIÓN
4No fue intención de los hermanos, en verdad, infligiros el menor agravio; al contrario, están prontos a prestar sus manos a cualquier proyecto espiritual que dirijáis.

SUTIL
5— ¡Eso los honra aún más!

TRIBULACIÓN
6Y, en cuanto a los bienes de los huérfanos, hágase lo necesario para la santa obra, que accederemos: aquí, por mi intermedio, los hermanos ponen su dinero a vuestros pies.

SUTIL
7— ¡Os colmaréis de honor! Al fin comprendéis que así debía ser. ¿No os he hablado acaso de nuestra Piedra Filosofal y del provecho que dará a vuestra causa? ¿No os he explicado (además del poder de reclutar tropas en el extranjero y lograr que los holandeses os ayuden con la flota y los hombres destinados en las Indias), que hasta sus usos medicinales os crearán una facción y un partido en el reino? Pongamos por caso que sufra de gota algún personaje del gobierno; bien, pues le mandáis una dosis de elixir para ayudarlo, y ya habéis ganado un amigo. Otro sufre de parálisis, o de hidropesía; bebe vuestra medicina incombustible y rejuvenece: habéis conquistado un nuevo aliado. A una dama con achaques en el cuerpo, aunque no en el alma, cuyo rostro luce avejentado más allá de todo afeite, le dáis nueva lozanía con óleo de talco: serán aliados vuestros ella y todos sus amigos. A un lord leproso, a un caballero con artritis, o a un mancebo que padezca de ambas cosas, les devolvéis tersura y agilidad con una simple friega de vuestra medicina: y los amigos no dejan de aumentar.

TRIBULACIÓN
8— Sí, conviene saberlo.

SUTIL
9Y luego, tenemos la transmutación del atril de estaño en plata, cuando la misa...

ANANÍAS
10— El oficio, por favor.

SUTIL
11¿Otra vez, Ananías?

ANANÍAS
12— Se me ha escapado.

SUTIL
13O trocar cosas bañadas por oro macizo. No podéis por menos de haceros amigos. Amén de poder pagar un ejército adiestrado, comprarle sus dominios al mismo rey de Francia, o las Indias al de España. ¿Qué no tendréis a vuestro alcance para enfrentaros a fuerzas temporales o espirituales?

TRIBULACIÓN
14— Sin duda es cierto. Nosotros mismos podremos ser señores temporales, si comprendo.

SUTIL
15Podréis ser cualquier cosa, y abandonar esos inacabables ejercicios, y la costumbre de poner musiquilla a los lamentos. No negaré que una melodía sirva a veces para arrear borregos, tal vez cuando los desgraciados atraviesan un estado, por cualquier razón, adverso a lo devoto. Pues (para ir al grano) la música influye en las mujeres y a otros flemáticos les hechiza la campana.

ANANÍAS
16Las campanas son profanas. La música puede ser sagrada.

SUTIL
17¿Pero es que no escarmientas? Rayos, mi paciencia se ha colmado. Me niego a sufrir esta tortura.

TRIBULACIÓN
18Señor, os lo suplico.

SUTIL
19— Todo se hundirá. Es mi última palabra.

TRIBULACIÓN
20Contempladme, señor, con indulgencia; el hombre ha sido corregido: aplicará su celo (que es tanto como el vuestro) a impedir que suenen melodías. Las cuales, en presencia de la piedra, ya no volverán a sernos necesarias.

SUTIL
21Ni lo serán las santas máscaras, para que las viudas101 os donen sus herencias; o para que mujeres resentidas roben a sus maridos en favor de la causa común. Ni quedaros con las fianzas de los que se arruinan diciendo: Es una multa impuesta por la providencia. No necesitaréis tampoco atiborraros de comida por la noche para celebrar mejor ayuno al día siguiente, mientras los hermanos y hermanas, humillados, flagelan sus carnes obstinadas. Ni arrojar a vuestros hambrientos fieles mendrugos de doctrina sobre lo piadosa que es la cetrería, o si las matronas de la santa asamblea han de llevar el pelo suelto o recogido y consagrar su ropa blanca al ídolo Almidón.

ANANÍAS
22Idolatría es, en efecto.

TRIBULACIÓN
23— No le hagáis caso, señor. Espíritu (del celo y los problemas), te ordeno apaciguarlo. Os lo ruego, continuad, señor.

SUTIL
24No necesitaréis calumniar a los prelados ni taparos los oídos ante la noticia de un nuevo milagro. Ni, por urgencia, difundir pasquines contra las comedias, para complacer al Regidor, cuyas natillas devoráis a diario. Ni fingir furia religiosa hasta perder la voz. Ni apelar a otras habilidades singulares. Ni bautizaros con los nombres de Tribulación, Templanza, Persecución, Mansedumbre y otros parecidos, que ostenta vuestra bandada de buitres sólo para presumir y deslumbrar a los discípulos.

TRIBULACIÓN
25— Ciertamente, señor, hay caminos que los divinos hermanos inventaron a fin de propagar la causa gloriosa y que, por notables, con frecuencia han redundado en su propia fama y beneficio.

SUTIL
26¡Ah, pero a la piedra todo le es indiferente! Arte de los Ángeles, milagro de Natura, divino secreto que transcurre entre las nubes de este a oeste, y cuya tradición pertenece no a los hombres, sino a los espíritus.

ANANÍAS
27— Detesto las tradiciones, no confío en ellas.

TRIBULACIÓN
28Basta.

ANANÍAS
29Son todas herramientas del papismo. No me callaré. No y no.

TRIBULACIÓN
30— ¡Ananías!

ANANÍAS
31No ensalzaré lo profano para agraviar lo divino. Nunca.

SUTIL
32Bien, Ananías, finalmente triunfarás.

TRIBULACIÓN
33Una ignorante pasión, señor, lo ha poseído. Pero es, por lo demás, un hermano leal, un poco chafullero; pero hombre que posee, por revelación, conocimiento competente de la verdad.

SUTIL
34¿Y la suma que lleva en la bolsa es acaso competente para comprar la mercancía? Me han hecho tutor y, por caridad y deberes de conciencia, debo ocuparme de que los pobres huérfanos sean bien recompensados. Aunque también deseo que los Hermanos obtengan beneficio. Ahí dentro están las cosas. Una vez examinadas, compradas y hecho el inventario, estarán prontas para la proyección; poco es lo que hay que hacer: con sólo verter la Medicina, tendréis tanta plata como latón ahora, y el mismo peso que haya en bronce lo tendréis en oro.

TRIBULACIÓN
35— Mas, señor, ¿cuánto tiempo han de esperar aún los Santos?

SUTIL
36— Dejadme pensar... ¿En qué fase está la luna? En ocho o nueve días será una patata color plata; pasarán luego tres días hasta que se limonice... En unos quince días estará acabado el magisterium.

ANANÍAS
37¿Alrededor del segundo día de la tercera semana del noveno mes?

SUTIL
38— Sí, buen Ananías.

TRIBULACIÓN
39¿A qué suma ascenderán, calculáis, los bienes de los huérfanos?

SUTIL
40A unos cien marcos: eran tres carros llenos que ya se han descargado. Sacaréis de ellos seis millones. Pero preciso más carbón.

TRIBULACIÓN
41— ¿Cómo?

SUTIL
42— Una carga más y habremos acabado. Es que debemos avivar el fuego hasta convertirlo en ignis ardens;102 hemos pasado ya el fimus equimus,103 el balneo, las cenizas y los demás calores lentos. Si cone ste gasto enflaqueciera la sagrada bolsa y los Santos Hermanos hubieran menester de una suma perentoria, sé de un truco para fundir el peltre que en seguida compraréis, y, mediante una tintura, convertirlo en dólares tan buenos como los que corren en Holanda.

TRIBULACIÓN
43— ¿De veras?

SUTIL
44Desde luego; a prueba del más severo examen.

ANANÍAS
45Los hermanos recibirán con regocijo la noticia.

SUTIL
46Habréis de guardarlo en secreto.

TRIBULACIÓN
47— Mas, pregunto yo, ¿es legal este acto de acuñación?

ANANÍAS
48— ¿Legal? Nosotros no reconocemos a magistrado104 alguno. Y, en todo caso, se trata de moneda extranjera.

SUTIL
49— No hablo de acuñar, señores, sino de fundir.

TRIBULACIÓN
50— Oh, atinada distinción. Fundir moneda bien puede ser legal.

ANANÍAS
51— Lo es.

TRIBULACIÓN
52Tomo por verdaderas tus palabras.

SUTIL
53— Señor, no hagáis escrúpulo de ello; confiad en Ananías, hombre versado en conflictos de conciencia.

TRIBULACIÓN
54Formularé el problema a los Hermanos.

ANANÍAS
55Los Hermanos, sin duda, aprobarán el método. ¿Dónde se hará la operación?

SUTIL
56— Hablaremos de eso luego. Golpean a la puerta. Alguien me busca. Entrad, os ruego, y examinad el cargamento. Aquí tenéis el inventario. Seré con vosotros de inmediato. Salen ANANÍAS y TRIBULACIÓN. — ¿Eres tú, Cara? Entra.

Escena tercera

Entra CARA.

SUTIL
1¿Qué? ¿Buena caza?

CARA
2— ¡Buena peste! Ese maldito fullero me dejó plantado.

SUTIL
3— ¿Y entonces?

CARA
4— Me he estado paseando hasta ahora mismo, y nada.

SUTIL
5— ¿Y has renunciado?

CARA
6— ¿Renunciar? Hasta el mismo diablo lo habría hecho. Rayos, ¿pretendías que pasara todo el día atado a la noria, como una mula, por un sujeto que no da un solo grano? Ha tiempo que lo conozco.

SUTIL
7— Ah, pero qué prueba de maestría habría sido engañarlo.

CARA
8— Déjalo en manos del diablo y despéjate, que traigo buenas nuevas para contentarte. Querido compinche delicioso, socio de bellaquerías: un conde nobilísimo, un Don de España que de incógnito ha llegado, por motivos de conciencia, trayendo consigo munición, y seis pares de calzas más anchas que corbetas holandesas, además de tres baúles repletos de mosquetones y piezas de a ocho, se presentará aquí en breve para probar tu baño (eso es lo que ha dicho) y dirigir sus baterías contra nuestra Dol, nuestro castillo, nuestra fortaleza, nuestro acantilado, o lo que prefieras. ¿Dónde se ha metido esa mujer? Debe preparar perfumes, la ropa interior, la tina principal, un banquete y su mejor ingenio pues habrá de ordeñarlo hasta que quede seco. ¿Dónde está la niña?

SUTIL
9— Te la mandaré en seguida mientras yo despacho a mis pequeños Leydens105 para regresar después.

CARA
10— ¿Entonces están dentro?

SUTIL
11Haciendo números.

CARA
12— ¿Cuánto gatillarán?

SUTIL
13— Cien marcos, muchacho.

Sale SUTIL.

CARA
14¡Vaya día de suerte! ¡Diez libras de Mammon! ¡Tres a mi pasante! ¡Un portugués a mi abacero! ¡La contribución de los Hermanos! Además de los bienes y propiedades de la viuda, ¡y por fin mi conde! No cambiaría mi cosecha de hoy ni por cuarenta...

Entra DOL.

DOL
15— ¿Qué?

CARA
16Libras, primorosa Dorotea. ¿Tan próxima estabas?

DOL
17En efecto. Decidme, general, ¿cómo trata la suerte a nuestras tropas?

CARA
18Como a los pocos que, a salvo, guardan disciplina en las trincheras para enfrentar a un mundo, Dol; y en esas trincheras ríen y engordan sólo con pensar en los botines, Dol, que diariamente aportan exiguos pelotones. En esta hora dorada un valeroso Don está prendado de mi Dol. Y tú, Dulcibella106 mía, puedes pedir como rescate cuanto se te antoje; encadenado a tu bella figura, aún antes de haberte visto, lo traerán aquí, para arrojarlo a un lecho de plumas más tenebroso que cualquier mazmorra. Allí tu tamboril lo mantendrá despierto. Tu tamboril, Dol mía, tu tambor. Lo dejarás más manso que esos pobres mirlos sorprendidos por la escarcha o una abeja aturdida por un fagot. Abrígalo, pues, entre el edredón de piel de cisne y las sábanas de batista, hasta que chorree miel y cera, mi pequeña.

DOL
19¿Y qué es el hombre de marras?

CARA
20— Un Adelantado, muchachita, un Grande.107 ¿No ha llegado aún Gallardo?

DOL
21No.

CARA
22— ¿Y mi Droguis?

DOL
23— Tampoco.

CARA
24La peste se los lleve. ¡Cómo hay que sufrirlos! En días como éste desearía no ver tales marranos. Entra SUTIL. ¿Y qué? ¿Has acabado?

SUTIL
25— Todo. Se ha marchado. El dinero está en mi banco, estimado Cara. Ojalá encontráramos ahora un baratero que quisiera comprar todo de nuevo.

CARA
26Tranquilo. Si le prometes la viuda, Abel lo querrá para amueblar la casa.

SUTIL
27— Excelente. Bien pensado. Quiera Dios que lo veamos.

CARA
28— Yo ruego que se mantenga lejos hasta que finiquitemos el nuevo negocio.

SUTIL
29— Dime, Cara, ¿dónde has dado con ese Don oculto?

CARA
30— Un duende me acercó el mensaje aquí, en este papel, mientras yo trazaba círculos esperando al tal Ceñudo; yo también tengo mis espías. Gracias a mí, Sutil, tu baño se ha hecho famoso. Dulce Dol, ve a templar el clavicordio sin pérdida de tiempo. Y, ¿me has oído? Acción sin tregua. Retuércete como un lenguado; besa como lapa; y apúralo con tu lengua materna. Su mascarón de proa no entiende ni jota de este idioma: tanto más fácil te será enredarlo, Dolly mía. Vendrá en un carruaje de alquiler, vuelto y acompañado sólo por nuestro cochero, que es su guía. Nadie más. Alguien golpea. DOL se asoma a la ventana. — ¿Quién llama?

SUTIL
31— ¿Es él?

CARA
32Aún no es tiempo.

SUTIL
33— ¿Quién es, pues?

DOL
34— Gallardo, tu pasante.

CARA
35— Dios lo ha querido, Reina de las Hadas; ve a peinarte; y tú, Doctor, ponte la túnica. Sale DOL. Despachémoslo pronto, por el Cielo.

SUTIL
36— Será largo.

CARA
37Te aseguro que si entiendes mis señales lo abreviaremos mucho. Se acerca a la ventana. — ¡Rayos! Ahora hay otros. Abel y, me parece, el mocito iracundo, el heredero que busca batirse.

SUTIL
38— ¿Y la viuda?

CARA
39— No. A esa no la veo. Vete.

Sale SUTIL.

CARA
40 (a GALLARDO)Os doy señor, la bienvenida.

Escena cuarta

Entra CEÑUDO.

CARA
1El Doctor está dentro, empeñado en vuestro asunto.. (Largo empeño me ha insumido convencerlo) Jura que seréis el predilecto de los dados. Dice que nunca, hasta hoy, había visto chochear a su Alteza. Vuestra madrina os dedicó las palabras más gentiles que se puedan concebir.

GALLARDO
2— ¿Podré ver a su Gracia?

CARA
3Y hasta besarla, amigo. Entran DROGUIS y MOCHETE. — ¿Tú, honrado Abel? ¿Has traído el damasco?

DROGUIS
4— No, señor, mas aquí tenéis tabaco.

CARA
5Bien hecho, Abel. ¿Traerás también el damasco prometido?

DROGUIS
6Sí, Capitán, éste es el hidalgo, el señor Mochete. Ha venido a ver al Doctor.

CARA
7— ¿Dónde está la viuda?

DROGUIS
8Afirma que su hermana vendrá cuando él decida.

CARA
9¿Ah, sí? En buena hora. ¿Os apellidáis Mochete, caballero?

MOCHETE
10Sí, y el mejor de ellos, pues de lo contrario perdería mil quinientas cada año. ¿Dónde se ha metido ese Doctor? Este tabaquero loco habla de uno que promete mucho. ¿Posee alguna habilidad?

CARA
11— ¿En qué rubro, señor?

MOCHETE
12Emprender un asunto, librar un lance con acierto, sobre bases rigurosas.

CARA
13— ¡Debéis ser, señor, algo novato en la ciudad, para hacer pregunta semejante!

MOCHETE
14No tan novato para no haber oído hablar de los mocitos iracundos; 108 los he visto comprar tabaco, y en la tienda de éste. Yo también puedo fumar. Quisiera ser uno de ellos, y regresar después a practicar al campo.

CARA
15— En lo concerniente al duello, 109 os aseguro que el Doctor podrá esclarecer hasta la más diminuta sombra de un cabello; y mostraros un instrumento que él mismo ha construido, con el cual, tan pornto le informéis de la inminencia de un combate, medirá instantáneamente intensidades, para deciros qué grado de seguridad va en ello y cuántas posibilidades de morir. Os recomendará también cómo batiros, si en línea recta o en semicírculo; si debéis lanzaros en ángulo obtuso o, por el contrario, recto; de todo lo cual os dará pruebas. Y luego os enseñará las reglas para dar los mentís o recibirlos.

MOCHETE
16— ¿Cómo? ¿Recibirlos?

CARA
17En efecto. Ya veréis: al sesgo o en círculo, nunca en diámetro. La ciudad entera se ha abocado a estudiar estos teoremas y los debate normalmente en las academias del yantar.

MOCHETE
18— ¿Y enseña además a vivir de las cualidades propias?

CARA
19— De todo. Cualquier cosa. No hay sutileza concebible de que no sea capaz. A mí me hizo Capitán. Antes de conocerlo, yo era un rufián zarrapastroso como vos: me transformó en menos de dos meses. Os explicaré su método. Primero os introducirá en la mesa de una fonda.

MOCHETE
20Excusadme, pero me niego a entrar en esos lugares.

CARA
21¿Y a qué debemos esta negativa, caballero?

MOCHETE
22Allí se juega, y se hacen trampas.

CARA
23— Bueno, ¿pretendéis ser bizarro y no jugar?

MOCHETE
24— El juego arruina al hombre.

CARA
25¿Que lo arruina? ¡Os dará reparo cuando estéis bien estropeado! ¿Cómo creéis que viven de sus cualidades aquellos que han dilapidado fortunas seis veces mayores que la vuestra?

MOCHETE
26— ¡Tres mil al año!

CARA
27Y cuarenta mil también.

MOCHETE
28— ¿Hay hombres así?

CARA
29— Sí, señor, valientes por demás. He aquí un joven caballero nacido en la pobreza. Cuarenta marcos cada año, que para mí es nada. Pues va a ser iniciado, y recibirá una mosca110 del Doctor. Merced a una suerte irresistible, en una quincena os ganará lo suficiente para comprar un señorío. ¡Para Navidad lo nombrarán superintendente de la Casa Real!111 Y, durante todo el año, en cualquier casa de juego le reservarán un sitial de privilegio, el mejor servicio, la mejor bebida, algunas veces dos copas de vino de Canarias, sin desembolsar penique. Las calzas más blancas, el cuchillo más agudo, la perdiz en el trinchante: y, en un sitio recogido, un primoroso lecho con el primor adentro. Los taberneros se esforzarán por divertirlo como si fuera poeta; y el amo le suplicará que nombre sin ambages su plato predilecto, que serán los langostinos fritos; y quienes nunca beben a la salud de nadie, brindarán por él, por ser la eminencia de todas las mesas.

MOCHETE
30¿No me engañáis?

CARA
31— ¡Que me muera! ¿Eso creéis? Ya veréis cómo un comandante descastado (incapaz de obtener el menor crédito para comprar un par de guantes, las espuelas u otras menudencias), se procurará, luego de tratar con él, en menos de lo que canta un gallo, medios abundantes para mantenerse, tanto a sí mismo como a su manceba y a una criatura, con impecable elegancia, y por si no bastara, admirados.

MOCHETE
32— ¿Me enseñará eso el Doctor?

CARA
33Más aún hará; cuando hayáis perdido vuestras tierras (pues los hombres de espíritu suelen odiar las posesiones) Y no haya tribunales, cuando sean escasas las monedas y cierren sus puertas los mesones,112 el Doctor os mostrará una perspectiva por la cual, de un lado, veréis los rostros y siluetas de los herederos más acaudalados de toda la ciudad, cuya sola firma es umbral para las transacciones; y, de otro, las fachadas de mercaderes y demás que, sin necesidad de valedores (esos que siempre exigen comisión), se avienen a conceder los créditos. Más allá divisaréis la calle y el establecimiento donde se abarrota toda mercancía, esperando que la escojan, ya se trate de jabón, pimienta, lúpulo, tabaco, avena, quesos o tintura. Todo lo cual será para disfrute vuestro y mejor uso, sin contraer obligaciones.

MOCHETE
34¡Recórcholis! ¿Tan poderoso es?

CARA
35— El mismo Abel lo sabe bien. ¡Y para apañar matrimonios con ricas herederas, viudas jóvenes y nobles, no tiene parangón! Por todo lo ancho y largo de Inglaterra requieren su consejo para planear los matrimonios.

MOCHETE
36¡Dios mío! Mi hermana ha de venir.

CARA
37— Os confesaré, señor, qué me ha dicho de Abel. ¡Vaya cosa más extraña! (A propósito, Abel: abstente del queso, me produce melancolía, y la melancolía es caldo de lombrices). Pero dejemos esto. ¡Me dijo que el honrado Abel no ha entrado a una taberna más que una vez en su vida!

DROGUIS
38— Sólo una, doy palabra.

CARA
39Y esa vez se puso tan enfermo...

DROGUIS
40— ¿También eso sabía?

CARA
41¿Y cómo lo sabría yo, si no?

DROGUIS
42— Lo cierto es que para cenar había caza, y unos cuartos de cordero tan grasosos, que se me resintió el estómago...

CARA
43— Para colmo no soporta el vino; lo cual, sumado al ruido de los violines y la preocupación por su negocio (pues no tiene dependientes)...

DROGUIS
44También me dolía la cabeza...

CARA
45— Tanto que hubo que llevarlo a casa, me contó el Doctor. Allí una vieja sacrificada...

DROGUIS
46Sí, caramba, una que vive en la calleja del Carbón, me curó con cerveza mineral y pelitoria. Me costó apenas dos peniques. Tuve otra enfermedad mucho peor que ésa.

CARA
47— Sí, el disgusto que cogiste cuando el servicio de agua te obligó a pagar dieciocho peniques.

DROGUIS
48— Cierto, tanto me habría significado empeñar la vida entera.

CARA
49— ¿Se te cayó el pelo?

DROGUIS
50Sí, señor, de pura rabia.

CARA
51— El Doctor me lo ha contado.

MOCHETE
52Hazme el favor, tabaquero, ve y trae a mi hermana. Antes de marcharme quiero ver al sabio ése, y que ella esté presente.

CARA
53— Ahora está ocupado. Pero si tenéis una hermana que traer, quizá ahorréis fatigas yendo vos mismo a buscarla; para entonces él ya se hallará libre.

MOCHETE
54— Iré.

Sale MOCHETE

CARA
55Es tuya, Droguis. El damasco. Sale DROGUIS. Entra GALLARDO. (Sutil y yo hemos de pelear por ella.) Acercaos, maese Gallardo. Ya véis cómo despejo el panorama para atender vuestros asuntos. ¿Habéis llevado a cabo las ceremonias prescritas?

GALLARDO
56— Sí, el vinagre y la camisa limpia.

CARA
57— Bien. Esa camisa concentrará en vos más veneración que la que imagináis. Aunque no quiera demostrarlo vuestra madrina arde en deseos de echaros una ojeada. ¿Habéis traído para proveer a los criados?

GALLARDO
58Sí, aquí hay ciento veinte chelines de Eduardo.

CARA
59— Bien.

GALLARDO
60Y un viejo soberano de Enrique.

CARA
61— Mejor aún.

GALLARDO
62Y tres chelines de Jaime, y una Isabel de cuatro, que suman veinte nobles.113

CARA
63— Os quedáis corto. Me gustaría que nos dieras otro noble en Marías.

GALLARDO
64Tengo algunas, y unos cuantos Felipes.

CARA
65— Pues bien, esos superan a todos. ¿Dónde están? Silencio, el Doctor.

Escena quinta

Entra SUTIL disfrazado de Sacerdote de las Hadas.

SUTIL
1¿Ha llegado ya el ahijado de su Gracia?

CARA
2— Ha llegado.

SUTIL
3¿Y está en ayunas?

CARA
4— Sí.

SUTIL
5— ¿Y ha gritado ¡Ummm!?

CARA
6Debéis responder: “Tres veces”

GALLARDO
7— Tres veces.

SUTIL
8— ¿Y ¡Buzz!?

CARA
9Contestad.

GALLARDO
10— Lo he hecho.

SUTIL
11— Oíd, pues, su voluntad. Confiando en que este hombre se haya avinagrado los sentidos como le fue ordenado, la Reina de las Hadas, por mis manos le entrega esta prenda, las enaguas de Fortuna, que él ha de vestir, dicta ella, de inmediato. GALLARDO se pone las enaguas. Y aunque las enaguas estén estrechamente unidas a Fortuna, más cerca de ella está su blusa, destaca nuestra Reina. Y, por lo tanto, hasta de esa prenda envía un retazo, que, siendo él niño, usara para envolverlo; rogándole que, ahora, lo lleve como venda (con tanto amor como el que su Gracia sintiera al desgarrarlo) sobre los ojos, en señal de que es hombre de suerte. Le vendan los ojos con un trapo. Luego, puesto que confía en ella para realizar sus sueños, ha de despojarse de toda posesión mundana; cosa que, su Gracia no lo duda, hará sin titubear.

CARA
12No es menester dudarlo, mi señor. No posee nada, ay, de lo cual deseosamente no vaya a desprenderse, como la Reina pide (tirad la bolsa ya) con tan dulces palabras (vamos, los pañuelos y todo). Nada puede ella ordenar que él no obedezca. (Si lleváis puesto un anillo, o una pulsera de plata en la muñeca, arrojadlos; su Gracias enviará a sus hadas para que os registren, por lo tanto más vale ser sincero.) GALLARDO se desprende de todo, tal como se lo exigen. — Si descubren que habéis ocultado alguna tontería, estáis perdido.

GALLARDO
13De veras, eso es todo.

CARA
14— ¿Todo, qué?

GALLARDO
15— Mi dinero.

CARA
16No retengáis nada transitorio. (Díle a Dol que toque música). Entra DOL con una cítara. Lo pellizcan. — Mirad, los Elfos han venido a pellizcaros por si acaso les mintiérais. Os intiman.

GALLARDO
17Oh, me quedaba una espuela real.114

CARA
18Ti, ti, ti. Dicen que lo sabían.

SUTIL
19Ti, ti, ti, todavía queda más.

CARA
20Ti, ti, ti. ¿En otro bolsillo?

SUTIL
21Titi, titi, titi, titi. Si no lo pellizcan, dicen, nunca lo confesará.

GALLARDO
22¡Ay! ¡Ay!

CARA
23— Basta, por favor. Es el ahijado de su Gracia. ¿Ti, ti, ti? ¿Qué os importa un bledo? A fe que os importará. Sed leal, señor, y avergonzadlos. Demostradles que sois inocente.

GALLARDO
24— Juro por esta luz que no me guardo nada.

SUTIL
25Ti, ti, ti ti to ta. Dicen que os equivocáis. Ti, ti do ti do ta. Y que juráis por una luz que ahora no veis.

GALLARDO
26Pues por esta oscuridad, sólo tengo una media corona que llevo en la muñeca como prenda de mi amada; y un corazón de plomo que conservo desde que ella me engañó.

CARA
27Ya me parecía. ¿Y despertaréis disgusto en vuestra madrina por aferraros a semejantes ñoñerías. Venga, ¡y yo creía que ocultabáis veintitrés coronas! El corazón de plomo os lo podéis quedar. ¿Y ahora qué?

DOL se asoma a la ventana.

SUTIL
28¿Qué noticias hay, Dol?

DOL
29— Allí viene el caballero ése, sir Mammon.

CARA
30¡Demonios! Lo habíamos olvidado por completo. ¿Dónde está?

DOL
31— Muy cerca. Casi en la puerta.

SUTIL
32¿Y no estás preparado todavía? Trae su traje, Dol. Sale DOL. No podemos despedirlo.

CARA
33— Oh, de ningún modo. ¿Y qué haremos con esta palomita, ahora que está en la cazuela?

SUTIL
34— Pues inventa algo para entretenerlo un poco. Ti, ti, ti. ¿Que su Gracia desea hablar conmigo. Acudo de inmediato. Entra DOL trayendo el traje de alquimista de CARA. Ayúdalo, Dol.

CARA
35— ¿Quién está ahí? Oh, sir Epicuro. Habla por el ojo de la cerradura, mientras el otro sigue golpeando. DOL le ayuda a vestirse. Mi amo está ocupado. Servíos dar dos o tres vueltas hasta que acabe con lo que absorbe su atención, y soy todo para vos. Date prisa, Dol.

SUTIL
36— La Reina os envía su afecto, señor Gallardo.

GALLARDO
37Ansío verla.

SUTIL
38— En este preciso instante está cenando, en su cama. Mas de su propia ración os ha enviado un ratoncillo muerto y un trozo de pan negro para que entretengáis el estómago y os reconfortéis un poco en medio de las molestias del ayuno. Con todo, afirma que si os contuvieráis hasta verla os iría mucho mejor.

CARA
39— Por su Alteza, señor, resistirá así sean dos horas. Me atrevería a prometerlo. Este hombre no echará a perder lo que hemos hecho.

SUTIL
40— No debe ver ni hablar a nadie hasta que llegue el momento.

CARA
41— Por eso le pondremos, señor, una mordaza.

SUTIL
42— ¿De qué?

CARA
43— De pan negro. Aceptadla. Quien ha ostentado hasta ahora el favor de su Alteza, no puede traicionarse por tan poco. Abrid la boca, señor, para que os quepa.

Le meten el pan en la boca.

SUTIL
44— ¿Dónde vamos a esconderlo?

CARA
45— En el retrete.

SUTIL
46— Venid, señor, os enseñaré la alcoba privada de Fortuna.

CARA
47¿Está aromatizada? ¿Y preparado el baño?

SUTIL
48— Sí. Sólo que la han fumigado en demasía.

CARA
49Sir Epicuro, en un instante soy con vos.

Salen todos.

CUARTO ACTO

Escena primera

Entran CARA y MAMMON.

CARA
1Oh, señor, habéis venido en momento inmejorable...

MAMMON
2¿Dónde está el amo?

CARA
3— Preparándose para la proyección, señor. Dentro de poco vuestro material será trocado..

MAMMON
4— ¿En oro?

CARA
5En oro y plata, señor.

MAMMON
6— La plata no me interesa.

CARA
7Dad, señor, algo a los mendigos.

MAMMON
8— ¿Dónde está la dama?

CARA
9Aquí cerca. Le he dicho cosas tan magníficas de vos, de vuestra generosidad y nobleza espiritual...

MAMMON
10— ¿De veras?

CARA
11... que está casi fuera de quicio por ansias de conoceros. Pero, señor, excluid de la conferencia los temas teológicos, pues temo que enfurezca...

MAMMON
12— Os lo prometo.

CARA
13No bastarían seis hombres para sujetarla. Además, si el viejo os oyera o viese...

MAMMON
14— No temas.

CARA
15Enloquecerían los mismos cimientos de la casa. Ya sabéis cuán escrupuloso es, y con qué violencia se enfrenta al menor pecado. En cuanto a ella, ya os he dicho que tolerará la física, las matemáticas, la poesía, la política o la galantería, sin siquiera pestañear; pero no soportará ni una palabra referente a controversias.

MAMMON
16— Advertido estoy, buen Ulen.

CARA
17Habéis de elogiar su casa, recordad, y su nobleza.

MAMMON
18— Déjalo por cuenta mía, Pulmón, no hay heraldo ni anticuario que pudiera hacerlo mejor que yo. Ve.

CARA
19(aparte)Bien, esto de ver a Dol Ramplona convertida en gran señora es una forma de felicidad harto moderna.

Sale CARA.

MAMMON
20— Y ahora, Epicuro, elévate, envuélvela en palabras hechas de oro. Desata sobre ella tantas lluvias como desatara Júpiter sobre su Danae; reduce al dios a un miserable, comparado con Mammon. ¿Y qué? La piedra lo conseguirá. Ella tocará oro, gustará oro, oirá oro y oro dormirá; nos revolcaremos en oro. ¡Al hblarle seré espléndido y poderoso! Aquí la tengo.

Entran CARA y DOL.

CARA
21A él, Dol, ordéñalo. Este es el noble caballero de quien hablara a vuestra señoría.

MAMMON
22— Con vuestra venia, señora, besaré vuestro vestido.

DOL
23— Soportarlo, señor, sería descortés. A vos mis reverencias.

MAMMON
24Milady, espero que milord, hermano vuestro, goce buena saludo.

DOL
25Mi hermano se halla bien, señor, aunque yo no sea lady.

CARA
26(Bien dicho, gallinita de Guinea.)

MAMMON
27— Justa y noble señora...

CARA
28(Ah, asistiremos a la idolatría más feroz.)

MAMMON
29Es vuestra prerrogativa.

DOL
30— Vuestra cortesía, antes bien.

MAMMON
31Aunque más evidencia de vuestras virtudes tuviera, estas respuestas me hablarían de vuestro linaje y vuestra sangre.

DOL
32De la sangre, señor, no nos jactamos. Soy la pobre hija de un barón.

MAMMON
33¡Pobre! ¿Quién os engendró? No blasfeméis. Si vuestro padre, tras acto semejante, hubiese dormido por el feliz resto de su vida, sin hacer más que jadear, eso le habría sido suficiente para ennoblecerse a sí mismo y a su posteridad.

DOL
34— Señor, aunque se diga que carecemos de esplendor, el envoltorio y las vestiduras del honor, nos esforzamos por guardar sus semillas y su esencia.

MAMMON
35— Advierto ciertamente que ese viejo ingrediente, la virtud, no se ha perdido; como tampoco el dinero, esa droga que se gastó en conformar vuestra sustancia. ¡Rara nobleza se presiente en vuestros ojos, vuestra barbilla, vuestra boca! ¡Cuánto os parecéis a las princesas de Austria!115

CARA
36(aparte)Parecidísima; como que su padre era un irlandés vendedor de anonas.

MAMMON
37La casa de Valois poseía exactamente esa nariz. Y en Florencia, los Medici ostentaban una frente semejante.

DOL
38— En verdad muchas veces he sido comparada a todos esos príncipes.

CARA
39(aparte)Que me condenen si no lo he oído.

MAMMON
40Pues no sé cómo. No se trata de uno solo, sino del conjunto de los rasgos.

CARA
41(aparte)Voy adentro a reírme.

Sale CARA.

MAMMON
42— ¡Un cierto toque, un aire que, más allá de una belleza terrenal, lanza chispas de divinidad!

DOL
43— Oh, sois lisonjero.

MAMMON
44Señora, dadme licencia...

DOL
45— A fe que no debería para que os burlarais de mí, señor.

MAMMON
46— ...para consumirme en esta dulce llama. No conoció el Fénix mejor muerte.

DOL
47Estáis exagerando, señor, la cortesía; y destruís lo que habíais elegido. Palabras tan artificiosas contradicen vuestra sinceridad.

MAMMON
48— Por mi alma...

DOL
49Señor, los juramentos están hechos de aire.

MAMMON
50— Nunca la naturaleza invistió a la mortalidad con forma más inmaculada y armoniosa; ella puso todos los rostros a los pies del vuestro. Dulce señora, permitidme ser audaz...

DOL
51¿Audaz, señor? Os suplico que guardéis distancia.

MAMMON
52No en un mal sentido, dulce dama, sino para preguntar cómo pasa las horas vuestra amble gracia. Advierto que os hospedáis aquí, en la casa de un hombre singular, un artista excelso. Mas, ¿en qué os concierne?

DOL
53En mucho. Me instruyo aquí en matemáticas y el arte de destilar.

MAMMON
54— Oh, mil perdones. ¡Él es un maestro divino! Su arte le permite extirpar las almas de todas las cosas; convocar las virtudes del Sol y sus milagros en un horno caldeado; exponer a la naturaleza abúlica el despliegue de sus propias fuerzas. Un hombre que el emperador estima más que a Kelly;116 y a quien ha invitado enviándole medallas y cadenas.

DOL
55— Sí, y en la ciencia médica...

MAMMON
56¡Se alza por encima de Esculapio, que despertaba la envidia del Señor del Rayo! Sé todo esto y mucho más.

DOL
57— En verdad, señor, me han absorbido los estudios que descifran la naturaleza.

MAMMON
58Es una empresa noble. ¡Pero no se creó forma tan bella para aplicarla a labores tan oscuras! Si hubiérais sido jorobada, tullida o de grosera línea, bien os hubiera convenido el claustro. ¡Mas recluir una figura que podría apuntalar la gloria de un imperio! Sería un mero solecismo, si bien en un convento. Eso no debe suceder. ¡Me asombra que vuestro hermano lo consienta! De ser yo él, antes derrocharíais la mitad de mi hacienda. ¿Acaso a este diamante no le sienta mejor mi dedo que la propia cantera?

DOL
59— Sí.

MAMMON
60— Bien. Con vos sucede otro tanto. ¡Habéis sido creada para la luz, señora! Oíd: en adelante vos lo llevaréis; aceptadlo en prenda de lo que estoy diciendo, para inclinaros a creerme.

DOL
61¿Con cadena adamantina?

MAMMON
62— Sí, el vínculo más fuerte. Y os confiaré un secreto. Aquí, a vuestro lado, se encuentra en esta hora el hombre más feliz de Europa.

DOL
63¿Tan satisfecho estáis, señor?

MAMMON
64— De pies a cabeza. Envidia de príncipes, terror de los estados.

DOL
65¡Qué cosas decís, sir Epicuro!

MAMMON
66— Sí, y tú serás la prueba, hija del honor. He puesto mi ojo sobre tu figura, y perfeccionaré tus atributos más allá de todo estilo.

DOL
67— ¿No estaréis tramando una traición?

MAMMON
68No. Erradicaré toda sospecha. Soy el señor de la Piedra Filosofal. Y tú su dama.

DOL
69— ¡Señor! ¿Tenéis la piedra?

MAMMON
70Soy el amo del magisterio. El desgraciado viejo que vive en esta casa la ha hecho hoy para nosotros. Cumple ya la proyección. Piensa, por tanto, en tu primer deseo; házmelo saber. Y haré llover en tu regazo, no ya chubascos, sino torrentes, cataratas, un diluvio de oro para poner a tus pies una nación.

DOL
71— Os place, señor, jugar con la ambición de nuestro sexo.

MAMMON
72Me place que la gloria de su sexo sepa de una vez que este cuchitril en medio de los Friers no es ambiente para que ella viva oscuramente, entregada a unos estudios de medicina y cirugía que servirán para curar a la mujer de un policía en un villorrio de Essex. Que debe salir a paladear el aire de los palacios; comer, beber y adornarse con lo que proveen los empíricos y su celebrada práctica: tintura de perlas, ámbar, oro y coral; exhibirse en fiestas y homenajes; despertar interrogantes -¿De dónde ha surgido este milagro?-; encender los ojos todos de una corte como cristales ardientes y reducirlos luego a cenizas. Te adornarán las joyas de veinte países, y a su destello se velarán los astros. Empalidecerán las reinas cuando tu nombre se mencione; ¡y, ante el brillo de nuestro amor, el de Popea se perderá en la historia! Todo eso será nuestro.

DOL
73— Señor, aceptaría de buen grado. Pero ¿cómo realizarlo en una monarquía? El príncipe no tardaría en percatarse; y pronto se apoderaría de vos y vuestra piedra, por ser riqueza inadecuada para un súbdito privado.

MAMMON
74— Si llegara a saberlo.

DOL
75Vos mismo lo proclamáis.

MAMMON
76— Ante ti, vida mía.

DOL
77¡Oh, señor, tened cuidado! Vuestros días podrían acabar en la sombra de una mazmorra por hablar de ello.

MAMMON
78— ¡No es ocioso ese temor! Por lo cual, mi niña, nos iremos con todo a vivir en un estado libre; donde comeremos nuestros mújoles embebidos en vinos de tierras altas, cenaremos huevos de faisán y haremos que los berberechos, hervidos en conchas de plata, naden nuevamente, como si estuviesen vivos, junto a las langostas, en una rara mantequilla de leche de delfín, cuya crema relucirá como los ópalos. Y con esos manjares delicados nos excitaremos para el placer, y volveremos a caer rendidos, y renovaremos nuestra juventud y nuestra fuerza bebiendo el elixir, para gozar por toda la eternidad de la vida y la lujuria. Y tú tendrás un guardarropa más rico que la Naturaleza, para cambiar de traje, por orgullo, con más frecuencia que ella y hasta que el Arte, sabio lacayo que es también su par.

Entra CARA.

CARA
79Vociferáis, señor. Desde el laboratorio puedo oír cada palabra. Buscaremos lugar más apropiado. El jardín, o la cámara de arriba. ¿Qué opináis de ella?

MAMMON
80¡Estupenda, Pulmón! Esto es para ti.

Le da dinero.

CARA
81— Mas, ¿me habéis oído? Cuidaos de no mencionar siquiera a los rabinos.

MAMMON
82No estamos pensando en ellos.

CARA
83— Bien hecho, señor. Salen MAMMON u DOL. — ¡Sutil!

Escena segunda

Entra SUTIL.

CARA
1¿No te ríes?

SUTIL
2— Sí. ¿Se han marchado?

CARA
3— Está todo despejado.

SUTIL
4Ha venido la viuda.

CARA
5— ¿Y tú discípulo de lances?

SUTIL
6También.

CARA
7— Pues yo, a mi capitanía, entonces.

SUTIL
8Primero hazlos pasar.

CARA
9— Eso pensaba. ¿Cómo es? ¿Un gorrioncillo tierno?

SUTIL
10— No lo sé.

CARA
11— ¿Estás de acuerdo en que la echemos a suertes?

SUTIL
12— ¿Para qué?

CARA
13— Para que el vestido caiga como una cortina: arrugado.

SUTIL
14— A la puerta, hombre.

CARA
15Ya que no estoy pronto, para ti será el primer beso.

SUTIL
16(aparte)Sí, y quizá también te aplaste la nariz.

CARA
17 (en la puerta)¿Con quién queréis hablar?

MOCHETE
18— ¿No se encuentra el Capitán?

CARA
19Ha salido por cierto asunto.

MOCHETE
20— ¿Ha salido?

CARA
21— Pronto volverá. Pero se encuentran aquí su lugarteniente, el Doctor.

Sale CARA. Entran MOCHETE y DOCIL DAMA.

SUTIL
22Acércate, muchacho prodigioso, mi terrae fili, es decir, mi Hijo de la Tierra. No vaciles. Bienvenido. Conozco tus deseos y tus apetitos, y te serviré para satisfacerlos. Empieza. Atácame desde allí, o desde allí, o en esta línea. He aquí mi centro; fundamenta el desafío.

MOCHETE
23— Mentís.

SUTIL
24¡Cómo, hijo de la ira y de la furia! ¿Un mentís tan súbito? ¿Para qué, mancebo intempestivo?

MOCHETE
25— Para que también vos comprobéis que voy por delante.

SUTIL
26— Ah, cojeas de la pata gramática y no sabes nada de Lógica. Niño, has de exponer motivos, tus primeras y segundas intenciones, conocer tus cánones, tus divisiones, modos, grados y diferencias, tus predicados, la sustancia, el accidente, las series externa e interna, con sus causas suficiente, formal, final y material, y perfeccionar los elementos...117

MOCHETE
27— ¿Qué significa esto? ¿En qué recalcitrante idioma me habla?

SUTIL
28— El falso precepto de tomar la iniciativa ha decepcionado a muchos, obligándolos, en más de una ocasión, a batirse, antes de haberse preparado; y, por añadidura, contra sus deseos.

MOCHETE
29— ¿Cómo debo hacerlo, entonces?

SUTIL
30Presento mis excusas a esta dama. Antes que nada, hubiéramos debido saludarla. Os llamaré Milady porque señora seréis antes que pase mucho tiempo, mi mórbida y lozana viuda.

La besa.

MOCHETE
31— ¿De veras?

SUTIL
32Sí, o mi arte es una mentira egregia.

MOCHETE
33¿Cómo lo sabéis?

SUTIL
34— He observado su frente y la sutileza de sus labios que, para aventurar un juicio, han de besarse a menudo. La besa de nuevo. — ¡Rayos, se derrite como una ciruela! Hay sin embargo aquí, in rivo frontis,118 una línea que niega vuestra condición de caballero.

D. DAMA
35¿Pues entonces qué es, señor?

SUTIL
36— Mostradme vuestra mano. Oh, vuestra linea fortunae lo dice claramente, como también la stella y el monte Veneris; mas, sobre todo, la junctura annularis. Es un soldado, o bien artista, mi señora: pero en cualquier caso pronto se colmará de honor.

D. DAMA
37— ¡Créeme, hermano, que estamos ante un hombre singular!

MOCHETE
38— Silencio. Entra CARA vestido de capitán. Aquí viene otro hombre extraordinario. Capitán, salud.

CARA
39Buen maese Mochete. ¿Es ésta vuestra hermana?

MOCHETE
40— Sí, señor. ¿Os place besarla? ¿No os enorgullecéis de conocerla?

CARA
41Milady, es para mí un orgullo conoceros.

D. DAMA
42— Hermano, éste también me trata de señora.

MOCHETE
43— Sí, calla, ya lo oí.

CARA
44 (a SUTIL)El Conde ya está aquí.

SUTIL
45— ¿Dónde?

CARA
46— En la puerta.

SUTIL
47Pues has de entretenerlo.

CARA
48— ¿Qué haremos entretanto con estos dos?

SUTIL
49— Llévalos arriba y enséñales algún libro incomprensible o el cristal oscuro.

CARA
50— ¡Cristo! ¡Es delicada como un polluelo! Tiene que ser mía.

SUTIL
51¿Ah, sí? Lo será si tu fortuna lo decide. Sale CARA. Ven, amigo, el Capitán se reunirá en seguida con nosotros. Te llevaré a mi cámara de demostraciones, donde aprenderás tanto la lógica como la retórica y la gramática del arte de batirse; mi método completo cifrado en dibujos; y una herramienta mía, provista de diversas escalas, que otorga el poder de armar pendencia, por una pajilla, a la luz de la luna. A vos, señora, os pediré que, durante media hora os miréis en un espejo, sólo para que se aclaren vuestros ojos y podáis contemplar vuestra fortuna; la cual, creedme, es más promisoria de lo que mi vehemencia permite discernir.

Salen.

Escena tercera

Entra CARA.

CARA
1¿Dónde estás, Doctor?

SUTIL
2 (dentro)— En seguida voy.

CARA
3Ahora que la he visto, tengo que hacer mía a esa viuda, cueste lo que cueste.

Entra SUTIL.

SUTIL
4— ¿Qué decías?

CARA
5¿Qué has hecho con ellos?

SUTIL
6— Los he llevado arriba.

CARA
7Sutil, de veras, esa viuda ha de ser mía.

SUTIL
8¿Eso sucedía?

CARA
9— Sí, pero escúchame.

SUTIL
10— Anda, si te rebelas una sola vez, Dol lo sabrá todo. Por lo tanto cierra el pico y obedece tu destino.

CARA
11Oye, te has vuelto muy violento... Reflexiona: tú eres viejo y no podrías...

SUTIL
12— ¿Quién no puede? ¿Yo? Caray, ¿así que debería valerme de ti...?

CARA
13— No, pero comprende: te ofrezco una compensación.

SUTIL
14No haré tratos contigo. ¿Pretendes que te venda esa fortuna? Antes me desprendería de mi patrimonio. No farfulles. Si ganas, te la llevas. Si llegas a gruñir, Dol se enterará en el acto.

CARA
15— Bien, me callo. Me ayudarás a recibir al Don con majestad?

SUTIL
16Os sigo, señor mío. Sale CARA. — A este Cara hay que meterle miedo o nos dominará como un tirano. Entran CARA y CEÑUDO disfrazado de español. ¡Repámpanos! ¿Quién se aproxima? ¡Si es Don Juan!

CEÑUDO
17 (inclinándose)Sennores, beso las manos, a vuestras mercedes.119

SUTIL
18Ojalá se agachara un poco más y besara nuestros culos.

CARA
19Calla, Sutil.

SUTIL
20— Puedes apuñalarme, que no me contendrás. Con esa gorguera parece una cabeza en una fuente, apoyada en caballetes ocultos por un capote.

CARA
21¿No dirías más bien un budín de gelatina, cortado bajo las orejas y moldeado a cuchilladas?

SUTIL
22Caray, es demasiado gordo para venir de España.

CARA
23Puede que lo engendrara un holandés, o algún flamenco en los tiempos del duque de Alba. Será un bastardo de ese conde Egmont.120

SUTIL
24Bienvenida sea, Don, vuestra faz hipócrita, cetrina y madrileña.

CEÑUDO
25Gratia.

SUTIL
26— Habla como desde una fortaleza. Esperemos que en esa gorguera no aniden culebrinas.

CEÑUDO
27¡Por Dios, Sennores, muy linda casa!

SUTIL
28¿Qué masculla?

CARA
29— Alaba la casa, según creo. Sólo entiendo los gestos; las palabras, no.

SUTIL
30— Pues la casa, mi precioso Diego, demostrará ser lo bastante cómoda para camelarte. ¿Te das cuenta? Te camelaremos, Diego.

CARA
31— Acabarás desplumado, ¿te enteras? Desplumado, precioso Donzel.

CEÑUDO
32Entiendo.

SUTIL
33¿De veras? Pues también nosotros, estimado Don.121 ¿Has traído pistoletes? ¿Acaso portugueses? ¿Eh, mi solemne Don? ¿Llevas algo ahí?

Le toca los bolsillos.

CARA
34— Llenos.

SUTIL
35Don, te vaciaremos, chuparemos y escurriremos. Te dejaremos seco, como dicen.

CARA
36— Ordeñado, dulce Don.

SUTIL
37Verás a todos los monstruos y al más grande, el león.

CEÑUDO
38Con licencia, ¿se puede ver à esta Sennora?

SUTIL
39¿Y ahora de qué habla?

CARA
40— De la Sennora.

SUTIL
41— Oh, Don, ésa es la leona, a quien también verás, amigo mío.

CARA
42— ¡Carape, Sutil! ¿Cómo nos apañaremos?

SUTIL
43¿Para qué?

CARA
44— Bueno, ya sabes que Dol está ocupada.

SUTIL
45— ¡Cierto! Por el cielo, no lo sé. Pero éste tiene que quedarse.

CARA
46¿Quedarse? Eso no, de ningún modo.

SUTIL
47— ¿No? ¿Por qué?

CARA
48A menos que quieras estropearlo todo. Sospechará, caramba. Y luego no nos pagará ni la mitad de bien. Es licenciado en bribonadas, ha corrido mundo y conoce todos los atajos. Un granuja consumado. Y ya empieza a resoplar.

SUTIL
49— ¡Rayos! Y a Mammon no podemos molestarlo.

CARA
50— ¡En ningún caso!

SUTIL
51¿Qué haremos, entonces?

CARA
52— Piensa. Hemos de actuar rápido.

CEÑUDO
53Entiendo, que la Sennora es tan hermosa, que codício tan á ver la, como la bien aventuránça de mi vida.

CARA
54¿Mi vida? Caray, Sutil, esto me ha hecho pensar en esa viuda. ¿Qué te parece presentársela? ¿De acuerdo? Y a ella le diremos que es predestinación. Toda nuestra suerte va en esta jugada. No es sino un hombre más con posibilidades de llevársela. Y, por otra parte, no existe doncellez que pueda ponerse en peligro. ¿Qué opinas de ello, Sutil?

SUTIL
55— ¿Quién, yo? Pues...

CARA
56Está en juego la integridad de nuestra casa.

SUTIL
57Antes hiciste una oferta por mi parte de la dama. ¿Qué me darás a cambio?

CARA
58— Oh, por esta luz, ahora no la compraría. Bien sabes que preferiste amenazarme. O acaparas el botín, o aceptas el destino. Y yo digo: quien la gane, disfrutará de ella.

SUTIL
59— De ser así, me niego a transigir.

CARA
60Piénsalo: es por el bien común. Además, como tú has dicho, Dol podría saberlo.

SUTIL
61— No me importa.

CEÑUDO
62Sennores, ¿por qué se tarda tanta?

SUTIL
63Juro que no puedo. Ya soy viejo.

CARA
64— Ese no es motivo.

CEÑUDO
65¿Puede ser, de hazer burla de mi amor?

CARA
66¿Estás oyendo al Don? Por el aire que respiro: estoy perdiendo los estribos y comenzaré a gritar. ¡Dol!

SUTIL
67— Que la peste...

CARA
68¿Aceptas, pues?

SUTIL
69— Bellaco endemoniado, me acordaré de esto. ¿Queréis, señor, llamar a nuestra viuda?

CARA
70Sí, y pensándolo mejor, la tomaré a pesar del mucho riesgo.

SUTIL
71— Señor, de todo corazón, ¿puedo sentirme libre de la carga?

CARA
72Como gustes.

SUTIL
73— Venga esa diestra, pues.

CARA
74Ahora recuerda que en ningún caso podrías reclamarla.

SUTIL
75— La felicidad y la salud te sean proclives. ¿Casarme yo con una puta? ¡Antes yacer con una bruja!

CEÑUDO
76Por estas honradas barbas.

SUTIL
77— Jura por sus barbas. Despacha, y llama también al hermanito.

Sale CARA.

CEÑUDO
78Tengo dúda, Sennores, que no me hágan alguna trayción.

SUTIL
79¿Qué, impaciencia? Sí, presto sennor. Si gustáis, enthratha a la chambratha, meritorio Don; donde, si place el Destino, encontraréis vuestra bathada, y seréis humedecido, sobado, fregado y masajeado; y cepillado y despellejado, querido Don, antes de marcharos. En verdad, mi taimado babuino, seréis aliñado, escabechado, encurtido y resecado. Pondré manos a la obra con el mayor fervor y, cuanto antes pueda, haré de la viuda una puta para vengarme del impetuoso Cara. La gracia está en conseguirlo pronto.

Escena cuarta

Entran CARA, MOCHETE y DÓCIL DAMA.

CARA
1Venid, señora. Sabía yo que el Doctor no cedería hasta dar con el meollo de vuestra fortuna.

MOCHETE
2¿Ser Condesa, me explicábais?

CARA
3— Condesa Española, amigo.

D. DAMA
4¿Por qué? ¿Es mejor quizá que ser una Condesa Inglesa?

CARA
5¿Mejor? ¡Caramba, señora, me asombra que lo preguntéis!

MOCHETE
6Capitán, tenéis que perdonarla. Es medio tonta.

CARA
7Preguntadlo a cortesanos, a hombres de los tribunales, a un simple sombrerero: todos os contestarán que la jaca española es el mejor caballo. La reverencia española, la de más donaire. La barba española, la mejor cortada. La collarina española, la más elegante. La pavana española, la danza más garbosa. El que destilan españoles, para los guantes, el mejor perfume. Y en cuanto a la pica y el acero españoles, ya os lo explicará este pobre Capitán. Entra SUTIL. Aquí viene el Doctor.

SUTIL
8— Honorable lady, (pues con honor he de trataros, habiendo descubierto, por vía de este horóscopo, que dentro de muy poco seréis partícipe de una fortuna respetable): ¿cómo reaccionarías si un...?

CARA
9— Ya les he contado, maestro, a ella y a su recto y venerable hermano, que será Condesa. No perdamos tiempo. Condesa y Española.

SUTIL
10Mi invalorable Capitán, compruebo que no sabéis guardar secretos. Bien, ya que os lo ha dicho, perdonadlo, señora, que por mi parte yo lo haré.

MOCHETE
11— También ella, señor. Dejadlo por mi cuenta.

SUTIL
12— Pues bien. Nada resta sino que su amor concuerde con su buena suerte.

D. DAMA
13Os confieso que jamás me rendiré a un español.

SUTIL
14— ¿No?

D. DAMA
15Nunca, desde el ochenta y ocho,122 he podido soportarlos. Y en verdad que aquello fue tres años antes de mi nacimiento.

SUTIL
16Vamos, debéis amarlo o ser una desdichada: medid los riesgos.

CARA
17— Por esta noble presa, persuadidla; de lo contrario, de aquí a un año venderá fresones por la calle.

SUTIL
18No, sábalos y caballas, que es peor.

CARA
19— ¿De veras, señor?

MOCHETE
20Por Dios, o lo amas o te muelo a patadas.

D. DAMA
21— Oh, haré lo que decidas, hermano.

MOCHETE
22— Será mejor, si no quieres que esta mano te aporree.

CARA
23— Buen señor, no seáis tan fiero.

SUTIL
24— No, mi fervoroso niño: ella se someterá. ¡Ah, cuando empiece a saborear el placer de ser Condesa! De ser mimada...

CARA
25¡Y besada, y estrujada!

SUTIL
26— Sí, detrás de los tapices.

CARA
27¡Para luego hundirse en el boato!

SUTIL
28— ¡Y conocer la dignidad!

CARA
29¡Ver cómo los idólatras de gabinete más se descubren ante ella que a la hora de rezar!

SUTIL
30— ¡Ser atendida de rodillas!

CARA
31— Y tener pajes, ayudantes, lacayos, carruajes...

SUTIL
32— Seis yeguas...

CARA
33— ¡No, ocho!

SUTIL
34Para pasear por Londres, en busca de la Lonja,123 Bethlem,124 las casas chinas...

CARA
35— Sí, y tener a los transeúntes embobados, admirando su tocado, y el collar de milord, color caca de oca.

MOCHETE
36¡Soberbio! Juro por mi mano, que si te niegas ya no eres mi hermana.

D. DAMA
37— No me negaré, hermano.

Entra CEÑUDO.

CEÑUDO
38¿Qué es esto, Sennores, que non se venga? ¡esta tardanza me mata!

CARA
39— ¡Es el Conde! El Doctor, por obra de su arte, supo que se presentaría.

SUTIL
40¡En gallanta Madama, Don! ¡Gallantissima!

CEÑUDO
41Por todos los dioses, la más acabada hermosura que he visto en mi vída.

CARA
42¿No es galante el idioma que habla?

MOCHETE
43¡Un idioma admirable! ¿No es francés?

CARA
44Español, señor.

MOCHETE
45— Parece francés de leguleyo; que, según dicen, es el lenguaje más cortés.

CARA
46— Escuchad.

CEÑUDO
47El Sol ha perdido su lumbre, con el resplandor que tráe esta dama. ¡Valga me dios!

CARA
48Admira a vuestra hermana.

MOCHETE
49— ¿No debería ella inclinarse?

SUTIL
50¡Dios mío! ¡Tiene que acercársele, muchacho, y besarlo! Es costumbre en España que las mujeres comiencen el cortejo.126

CARA
51— Lo que os dice es cierto, señor. Su saber no tiene límites.

CEÑUDO
52¿Por que no se acúde?

MOCHETE
53Parece que le habla a ella.

CARA
54— Así es, señor.

CEÑUDO
55Por el amor de dios, ¿que es esto, que se tárda?

MOCHETE
56¿Lo véis? ¡No le entiende! Gansa. Necia.

D. DAMA
57¿Qué dices, hermano?

MOCHETE
58— Que eres una mula, hermana. Ve a besarlo, como te ha dicho el hombre sabio, si no quieres que te clave una aguja en el culo.

CARA
59— Oh, no, señor.

CEÑUDO
60Sennora mia, mi persona muy indigna esta a llegar á tánta Hermosura.

Se besan.

CARA
61¿No la maneja con nobleza?

MOCHETE
62— ¡Y tanta!

CARA
63Pues ahora la manejará mejor.

MOCHETE
64— ¿Os parece?

CEÑUDO
65Sennora, si sera servida, entremos.

Salen CEÑUDO y DÓCIL DAMA.

MOCHETE
66¿Adónde se la lleva?

CARA
67— Al jardín, señor. No os inquietéis. Yo voy a servir de intérprete.

SUTIL
68 (a CARA)Avísale a Dol. Sale CARA. —Ven, fiero hijo mío, disponte a seguir con nuestra lección de espada.

MOCHETE
69— De acuerdo. Amo con todo el corazón a un mancebo español.

SUTIL
70Lo sé, muchacho; y por ello serás hermano de un gran Conde.

MOCHETE
71— Desde el comienzo supe que esta unión se haría para mayor gloria de la casa Mochete.

SUTIL
72Quiera Dios que tu hermana se nos muestre dócil.

MOCHETE
73— Bueno, justamente así se llama. Era el apellido de su esposo.

SUTIL
74— ¿Cómo?

MOCHETE
75Es la viuda Dócil. ¿No lo sabíais?

SUTIL
76— A fe que no, si bien su horóscopo me lo había sugerido. Vamos, practiquemos.

MOCHETE
77— Sí, Doctor, ¿pero pensáis que alguna vez llegaré a batirme bien?

SUTIL
78— Te lo aseguro.

Salen.

Escena quinta

Entran DOL, presa de la locuacidad, y MAMMON.

DOL
1Pues luego de la muerte de ALEJANDRO...

MAMMON
2— Señora...

DOL
3ANTÍGONO y PERDICCAS perecieron; los dos sobrevivientes, SELEUCO y PTOLOMEO...127

MAMMON
4Madame...

DOL
5Se convirtieron en patas de la cuadrúpeda Bestia.128 Este fue Gog-norte y Egipto-sur; la cual más tarde fue llamada Gog Pata de Hierro y Sur Pata de Hierro...

MAMMON
6— Señora...

DOL
7 Y luego Gog y Egipto, ambos con cuernos. Luego Egipto y Gog con pies de arcilla.

MAMMON
8— Dulce dueña.

DOL
9Y por fin polvo fue Gog, polvo fue Egipto, y cayeron en el último eslabón de la cadena cuarta. Y son éstos astros de la historia en quien nadie repara...

MAMMON
10¿Qué he de hacer?

DOL
11Pues, como dice aquél, de no acudir a los rabinos, o a los paganos griegos...

MAMMON
12Querida señora.

DOL
13...para que vengan desde Salem y Atenas a instruir al pueblo de la gran Bretaña...

Entra CARA con traje de alquimista.

CARA
14— ¿Qué sucede?

DOL
15...en la lengua de Heber y la de Javano...129

MAMMON
16— Oh, le ha dado un ataque.

DOL
17...no sabremos nada.

CARA
18— Pestes, señor, estamos perdidos.

DOL
19Sería menester, pues, un lingüista docto para discernir la comunión antaño conocida entre consonantes y vocales.

CARA
20— ¡Se enterará mi amo!

DOL
21Ciencia ésta que Pitágoras estimaba altísima:

MAMMON
22Señora dulce y honorable.

DOL
23Condensar todas las voces y sonidos en unos cuantos signos.

CARA
24Ahora, perded toda esperanza de gozarla.

Hablan al mismo tiempo.

DOL
25Y así, por obra del Talmud y del griego profano podremos erigir la torre que será casa de los Helenos130 contra el ismaelita, rey de Togarma,131 y su soldadesca sufurosa, resoplante y fiera; y las fuerzas del rey Abadón132 y la bestia de Cittim,133 a quien el rabí David Kimchi,134 Onkelos135 y Aben-Ezra136 identifican con el poder de Roma.

CARA
26¿Cómo habéis logrado que se pusiera así?

MAMMON
27Ay, mencioné cierta quinta monarquía137 que me propongo fundar con la Piedra Filosofal, y, sin darme un respiro, comenzó a hablar de las demás.

CARA
28¡Los libros de Broughton! Os lo advertí. Le taparemos la boca.

MAMMON
29¿Es lo mejor?

CARA
30De otro modo no se callaría. Si el viejo la descubre, cenizas somos.

SUTIL
31 (dentro)¿Qué se cuece allí?

CARA
32Estamos perdidos. Pero ahora que lo oye, se ha callado.

Entra SUTIL. Los otros se dispersan.

MAMMON
33¿Dónde me esconderé?

SUTIL
34— ¡Cómo! ¿Qué es lo que veo? ¡Que se disuelvan las tinieblas y brille la luz! Traedlo a mi presencia. ¿Quién es él? ¡Tú, hijo mío! Oh, he vivido demasiado.

MAMMON
35— No, querido padre. No abrigaba propósitos malignos.

SUTIL
36— ¿No? ¿Y por qué huías al saberme aquí?

MAMMON
37— Ha sido un error.

SUTIL
38— ¿Error? Culpa, hijo mío, culpa. Dale el nombre que merece. No me asombraría hallar obstáculos ahí dentro, en la gran obra, cuando aquí suceden cosas semejantes.

MAMMON
39¿Habéis tenido obstáculos?

SUTIL
40— De[s]de hace media hora está parada. Y todas las obras menores han retrocedido. ¿Dónde está ese instrumento de perfidia, mi liviano y desleal criado?

MAMMON
41— No le echéis la culpa a él, señor. Creedme, todo sucedió contra su conocimiento y voluntad. Vi por azar a esa mujer.

SUTIL
42¿Querréis agrandar vuestro pecado excusando a un lacayo?

MAMMON
43— Juro por mi fe que es cierto.

SUTIL
44No menos me maravilla que un individuo como tú, elegido para la bendición, haya tentado al cielo, temerario, poniendo en peligro tu fortuna.

MAMMON
45— ¿Por qué, señor?

SUTIL
46— Porque la obra se retrasará, lo menos, un mes.

MAMMON
47— Bueno, ¿qué remedio si es así? Mas nunca, padre, lo dudéis: nos movían impulsos sinceros.

SUTIL
48— La recompensa se encargará de demostrarlo. Se oye dentro una explosión y fuerte ruido. — ¿Qué sucede? ¡Ay de mí! Dios y todos los Santos nos protejan. ¿Qué ha sido eso?

Entra CARA.

CARA
49¡Oh, señor, estamos derrotados! Todos los trabajos se han resuelto en humo. Ha estallado hasta el último cristal. El horno y las probetas destrozados, como si la casa hubiese sido atravesada por un rayo. Retortas, pelícanos, destiladores, aludeles, ¡todo hecho añicos! SUTIL se desploma, como desvanecido. — ¡Ayudadme, buen señor! Ay, lo invaden el frío y la muerte. Vamos, sir Mammon, cumplid vuestra obligación de hombre. Parecéis más pronto que él a abandonarnos. Alguien golpea. ¿Quién llama? Es milord, el hermano de ella.

MAMMON
50— ¿Qué, Pulmón?

CARA
51Su coche está a la puerta. Evitad su presencia, pues es tan iracundo como loca es su hermana.

MAMMON
52¡Ay!

CARA
53— El humo entorpece mi cerebro, amigo; ya nunca volveré a ser el que solía.

MAMMON
54Pulmón, ¿está todo perdido? ¿Nada quedará de nuestros desvelos?

CARA
55— A decir vedad, señor, muy poco. Un manojo de carbones, que es magro consuelo.

MAMMON
56¡Oh, fantasías voluptuosas! He sido justamente castigado.

CARA
57Y yo también, señor.

MAMMON
58— Despojado de mis esperanzas...

CARA
59No señor; certezas.

MAMMON
60— ...por la bajeza de mi instinto.

SUTIL parece volver en sí.

SUTIL
61¡Oh, condenados frutos del vicio y la lujuria!

MAMMON
62— El pecado ha sido mío, padre. Perdonadme.

SUTIL
63— ¿Se sostiene aún el techo sobre nuestras cabezas, en lugar de aplastarnos para ajusticiar a este villano?

CARA
64— Considerad, señor, que ahora le hace ofensa el veros. Por otra parte está al llegar el noble, y si os encuentra puede desencadenarse una tragedia.

MAMMON
65— Me marcharé.

CARA
66Sí. Y, en soledad, arrepentíos. Es posible aún que os queden, si queréis cumplir buena penitencia, cien libras para repartir entre los locos.

MAMMON
67— Sí.

CARA
68Ayudaréis así a componerles el entendimiento.

MAMMON
69— Lo haré.

CARA
70Enviaré un mensajero a recibirlas.

MAMMON
71— Cuando gustéis. ¿No queda ni un poco de tintura?

CARA
72Se ha derramado todo, y lo que resta, hiede.

MAMMON
73¿No creéis que pueda salvarse algo, para medicina?

CARA
74No puedo decirlo. Tal vez se haya quedado algo entre las astillas de los aparatos, apto para curar la comezón. (Aparte.) Aunque no la tienes en la mollera. Lo haré envasar y os lo enviaré. Por aquí, amigo. No quisiera que os toparáis con milord.

Sale MAMMON.

SUTIL
75— Cara.

CARA
76Sí.

SUTIL
77— ¿Se ha ido?

CARA
78— Sí, y con tanto pesar como si llevara en la sangre el oro que deseaba. Pero nosotros, aligerémonos.

SUTIL
79Y como pelotas botemos de alegría hasta dar con la cabeza contra el techo. Menuda preocupación nos hemos quitado de los hombros.

CARA
80Ahora, a nuestro Don.

SUTIL
81— Sí. A estas alturas tu viudita ya será Condesa, Cara. Ha estado fabricando un joven heredero para ti.

CARA
82— Ya lo sé.

SUTIL
83— Quítate esa ropa y recíbela con alborozo, como se tercia con las novias luego de estos trámites corrientes.

CARA
84— Muy bien, señor. ¿Irás tú a buscar a Diego mientras tanto?

SUTIL
85Y si te viene en gana, también lo traeré. Es una pena que Dol no esté con él, para hurgarle los bolsillos.

CARA
86Bien, con sólo proponértelo, lo puedes hacer tú. Te intimo a probar tu habilidad.

SUTIL
87— Sólo por halagarte.

Salen.

Escena sexta

Entran CEÑUDO y DÓCIL DAMA.

CEÑUDO
1Señora, ya veis en qué manos os han puesto. ¡En qué nido de villanos! Y cuán cerca vuestro honor ha estado de recibir un golpe irreparable (debido a vuestra ingenuidad), de haber sido yo tan minuciosamente audaz como el momento, el lugar y otras circunstancias lo habrían propiciado. Pues sois mujer hermosa. Ojalá fuérais también prudente. Soy un caballero que se presenta disfrazado sólo por desenmascarar las truhanerías de esta ciudadela; y por no haber empañado vuestro honor, pudiendo hacerlo, reclamo cierto derecho a vuestro amor. Dicen que sois una viuda adinerada. Yo soy soltero y nada poseo. Si vuestro bagaje puede hacerme hombre, el mío ha de preservaros como dama. Pensad en ello, y en si os merezco o no.

D. DAMA
2— Lo pensaré, señor.

CEÑUDO
3Y en cuanto a estos bribones, dejadlos de mi cuenta.

Entra SUTIL.

SUTIL
4— ¿Cómo se encuentra el noble Diego? ¿Y mi querida señora, la Condesa? ¿Se ha mostrado el Conde cortés con vos, milady? ¿Generoso? ¿Abierto? Donzel, se me ocurre que os véis un tanto melancólico y remiso tras el coitum. De veras, no me gusta vuestra mirada turbia: rezuma pesadez, como la de un holandés borracho, y dice que sois un torpe putañero. Aligerad el humor, que yo aligeraré vuestros bolsillos.

Se lanza a revisarle los bolsillos.

CEÑUDO
5¿Lo harás, ratero cortabolsas? ¿Y ahora? ¿Retrocedes? Enderézate, pues ya que me encuentras tan pesado, te haré sentir mi carga.

SUTIL
6— ¡Socorro! ¡Me asesina!

CEÑUDO
7— No, señor. Nada de eso se pretende. Un buen carro y un látigo flexible te quitarán ese temor. Yo soy el Don de España que debías estafar. ¿Tengo gesto de estafado? ¿Dónde se ha metido Cara, El Capitán, ese correveidile alcahuete y fullero?

Entra CARA vestido de capitán.

CARA
8¡Cómo, Ceñudo!

CEÑUDO
9— Oh, Capitán, venid más cerca. Me he enterado de dónde provienen los anillos y cucharas con los cuales vas trampeando en las tabernas. ¡Era aquí donde aprendías a untarte las botas con azufre para frotar en ellas el oro de la gente, y mancharlo, y darlo por falso, cuando en realidad le cambiabas el color, para comprarlo por unas monedas! ¿Y tu compadre es ese Doctor sucio de hollín y con la barba ahumada, que abarrota de oro la redoma y, en un descuido, la cambia por otra llena de mercurio sublimado que, bien calentada, estallará, para que todo se transforme en humo? Entonces Mammon se echa a llorar. Entonces su señoría se desmaya. Sale CARA. — ¿Oh, es éste el Fausto que obra conjuros y horóscopos, cura la peste, la viruela y las almorranas por medio de efemérides y se entiende con todos los rufianes y las comadronas de tres condados? Mientras tú, Capitán (¿dónde se ha metido?) le envías damiselas bien preñadas, matronas estériles o doncellas enfermas de amenorrea. No, bribón, tú te quedas aquí aunque él haya escapado. Y responderás por las orejas.

Escena séptima

Entran CARA y MOCHETE.

CARA
1Bien, si alguna vez hubo ocasión para luchar y demostrar la casta (como dicen), es ésta en que tu hermana y el Doctor son víctimas de un cruel abuso.

MOCHETE
2¿Dónde está? ¿Cuál es? Un esclavo, eso es lo que es, y un hijo de puta. Me gustaría saber, señor, si vos sois el de marras.

CEÑUDO
3— Me apenaría, señor avenirme a confesarlo.

MOCHETE
4— Entonces mentís por la gola.

CEÑUDO
5¿Cómo?

CARA
6— Es un caso sin rumbo, señor, un buscavidas empleado por otro hechicero enemigo del Doctor, que querría eliminarlo mas no sabe cómo...

CEÑUDO
7— Señor, os engañan.

MOCHETE
8— Mentís: y lo demás no importa.

CARA
9— Bien dicho. Él es el mangante más impúdico...

CEÑUDO
10— Ese eres tú. (A MOCHETE) ¿Me escucharéis?

CARA
11De ningún modo. Despedidlo.

MOCHETE
12— Largo de aquí, señor. En seguida.

CEÑUDO
13¡Extraña situación! (A DÓCIL) Señora, informad a vuestro hermano.

CARA
14No hay tramposo mayor en toda la ciudad; el Doctor lo ha desenmascarado, y dice que, con todo, aún ha de venir el español. Valor, Sutil.

SUTIL
15Sí, señor. De un momento a otro se presentará.

CARA
16Y este desfachatado, inducido por algún espíritu, pretendió usurpar su puesto para perturbar nuestro arte, aunque no pudo mancillarlo.

MOCHETE
17Sí, lo sé. (A DÓCIL) Fuera: hablas como una niña imbécil.

Sale DÓCIL DAMA.

CEÑUDO
18Señor, cuanto ella dice es verdad.

CARA
19— No le creáis. ¡Miente como un bellaco! Seguid adelante, señor mío.

CEÑUDO
20Valiente eres, ahora que tienes compañía.

MOCHETE
21— ¿Y qué, señor?

Entra DROGUIS con un corte de damasco.

CARA
22Aquí viene un individuo honrado que bien lo conoce, a él y a sus trucos. (Confirma lo que digo, Abel; este bribón ha estado a punto de dejarte sin la viuda). Al honrado Droguis le debe siete libras que le ha ido sacando en manojillos de tabaco.

DROGUIS
23Sí, señor, y juró pagármelos en cuatro plazos.

CARA
24¿Y cuánto te debe por aguas aromáticas?

DROGUIS
25— Treinta chelines. Más lo de seis jeringas.

CEÑUDO
26— ¡Hidra de villanía!

CARA
27Bien, señor, os batiréis con él fuera de la casa.

MOCHETE
28— Lo haré. Señor, si no salís por esa puerta, es que estáis mintiendo. Y sóis un rapabolsas.

CEÑUDO
29— Ah, esto no es coraje sino locura; y no puedo por menos de reírme.

MOCHETE
30Es temperamento. Sóis un rapabolsas, un mangante, un Amadis de Gaula y un Quijote.

DROGUIS
31O el Caballero de la Cabeza Chata. ¿No lo véis?

Entra ANANÍAS.

ANANÍAS
32Paz a los que habitan esta casa.

MOCHETE
33— Yo no firmaré la paz con nadie.

ANANÍAS
34El fundido de dólares se ha declarado acto legal.

MOCHETE
35 (a CARA)¿Es el alguacil?

SUTIL
36— Calla, Ananías.

CARA
37— No, señor.

MOCHETE
38Entonces sóis un gusano, un bicho, una partícula, un verdadero enano.

CEÑUDO
39— ¿Queréis oírme?

MOCHETE
40— No.

ANANÍAS
41¿Por qué pelean?

CARA
42— Este joven caballero siente cierto odio por las calzas españolas.

ANANÍAS
43— Son calzas profanas, licenciosas, idólatras y supersticiosas.

CEÑUDO
44¡Otro canalla!

MOCHETE
45— ¿Queréis salir, señor?

ANANÍAS
46— Aparta, Satanás, tú no eres hijo de la luz. Esa gorguera de soberbia que rodea tu cuello te traiciona; es la misma que, en el setenta y siete,138 llevaban sucios pajarracos que vimos pavonearse en diferentes costas. Con ese sombrero licencioso paredes el Anticristo.

CEÑUDO
47He de ceder.

MOCHETE
48— Largo de aquí, señor.

CEÑUDO
49— Pero volveremos a encontrarnos...

ANANÍAS
50— (Partid, orgulloso demonio español.)

CEÑUDO
51Doctor, Capitán...

ANANÍAS
52— Hijo de la perdición.

MOCHETE
53— Fuera. Sale CEÑUDO. ¿No he peleado bravamente?

CARA
54— Por cierto, señor.

MOCHETE
55Sí, y me empeñaré en escarmentarlo.

CARA
56Oh, señor, debéis domarlo a fuerza de amenazas. De lo contrario, volverá.

MOCHETE
57— Entonces lo expulsaré otra vez.

Sale MOCHETE.

CARA
58Droguis, este granuja te tomó la delantera: habíamos decidido que te presentaras vestido de español y te llevaras a la dama; pero ese esclavo maldito va y lo hace antes que tú. ¿Has traído el damasco?

DROGUIS
59— Sí, señor.

CARA
60— Debes conseguir prestado un traje español. ¿No tienes crédito entre los jugadores?

DROGUIS
61Sí, señor. ¿Nunca me habéis visto hacer el bobo?

CARA
62No lo sé, Abel. (Aparte.) Pero lo harás, si de mí depende. La vieja capa, la golilla y el sombrero de Jerónimo139 nos servirán. El resto te lo diré cuando regreses.

Sale DROGUIS. Entretanto, SUTIL se ha llevado a ANANÍAS a un rincón.

ANANÍAS
63Sé, señor, que el español odia a los Hermanos y espía sus acciones; y no me cabe duda de que éste es uno de esos mercenarios. Mas el Santo Sínodo ha estado meditando en reclusión. Y tanto a los Hermanos como a mí, nos ha sido revelado que fundir moneda es acto legal de pleno.

SUTIL
64— Es verdad. Pero yo no puedo hacerlo aquí; si por azar se sospechara de la casa, nos descubrirían y seríamos confinados en la Torre para siempre; encerrados, nos harían fabricar moneda para el estado. Y para vosotros sería una derrota.

ANANÍAS
65— Lo comunicaré a los Ancianos y los Hermanos desvalidos, para que las fuerzas todas de la Separación vuelvan a reunirse en plegaria humilde.

SUTIL
66(Y en ayuno.)

ANANÍAS
67Buscaremos lugar más adecuado. La paz del espíritu sea con estos muros.

SUTIL
68— Gracias, bondadoso Ananías.

Sale ANANÍAS.

CARA
69¿A qué venía?

SUTIL
70— A fundir los dólares que al presente ya no están a mano. Por lo cual le he dicho que un cura español había venido a espiar a sus hermanos...

CARA
71— Ya comprendo. ¡Apa, Sutil! ¡El último desastre te ha dejado por el suelo! ¿Qué habrías hecho sin mi ayuda?

SUTIL
72Cara, te agradezco que trajeras al chico rabioso.

CARA
73¿Quién se iba a figurar que era el fresco de Ceñudo? Se había teñido la barba y todo. Bien, señor, aquí tenemos el damasco para hacerte un traje.

SUTIL
74— ¿Y Droguis? Ha ido a conseguirme ropas de español. Ahora yo seré el Conde.

CARA
75— ¿Pero dónde está la viuda? Dentro, con la hermana de milord. Madame Dol se entrega a divertirla.

SUTIL
76— Con tu venia, Cara. Ya que sigue siendo honesta, pujaré por ella.

CARA
77No serás tan descarado...

SUTIL
78— ¿Por qué no?

CARA
79— Guarda tu palabra o... Aquí está Dol, y se enterará de todo...

SUTIL
80— ¡Tirano!

CARA
81Sólo en salvaguarda propia.

Entra DOL.

CARA
82— ¿Qué hay, Dol? ¿Ya le has dicho que vendrá el Conde Español?

DOL
83— Sí, ¡pero entretanto ha llegado otro que poco esperábais!

CARA
84— ¿Quién?

DOL
85— Tu amo: el dueño de la casa.

SUTIL
86— ¡No lo creo!

CARA
87— Miente. Es una treta. Vamos, Dorotea, basta de artimañas.

DOL
88Salid vosotros a mirar.

SUTIL
89— ¿Lo dices en serio?

DOL
90— Rayos, lo rodean cuarenta vecinos, parloteando.

CARA
91 (en la ventana)Es él, por la luz del día.

DOL
92— Pues bien oscuro está para alguno de nosotros.

CARA
93— Estamos perdidos y atrapados.

DOL
94Tengo miedo.

SUTIL
95— Dijiste que no regresaría mientras en el distrito muriese uno por semana.

CARA
96En la ciudad, quise decir.

SUTIL
97— ¿De veras? Pues perdona: hablaste del distrito. ¿Y ahora qué haremos, Cara?

CARA
98Callar. Ni una palabra si llama o golpea. Yo saldré a recibirlo en mi vieja forma de Jeremías, mayordomo. Entretanto, meted en los dos cofres todas las mercancías y cosas que podáis. Lo mantendré alejado por el día de hoy, si más no puedo. Y luego, por la noche, os embarcaré a los dos rumbo a Ratcliff,140 donde mañana haremos el reparto. Dejad el cobre y el estaño de Mammon en la bodega: ya tendremos tiempo para eso. Pero Dol, hazme el favor: ve a calentar un poco de agua, que Sutil debe afeitarme. La barba militar ha de esfumarse, para dar paso al pulcro Jeremías. ¿Lo harás?

SUTIL
99— Sí, te afeitaré todo lo bien que pueda.

CARA
100¿Sin rebanarme la garganta?

SUTIL
101— Ya veremos.

Salen.

QUINTO ACTO

Escena primera

Entran DON AGUDO y VECINOS.

DON AGUDO
1¿Decís que ha habido mucha concurrencia?

PRIMER VECINO
2— Cada día, señor.

SEGUNDO VECINO
3Y también cada noche.

TERCER VECINO
4— Sí, y algunos de alta alcurnia.

CUARTO VECINO
5Señoras y gentildamas.

QUINTO VECINO
6— Esposas de ciudadanos.

PRIMER VECINO
7Y caballeros.

SEXTO VECINO
8— En carruajes.

SEGUNDO VECINO
9— Y pescaderas.

PRIMER VECINO
10Además de otros hidalgos.

TERCER VECINO
11— Mujeres de marineros.

CUARTO VECINO
12Vendedores de tabaco.

QUINTO VECINO
13— ¡Un segundo Pimlico!

DON AGUDO
14¿Qué habrá ofrecido mi criado, para atraer a tanta gente? ¿No colgó un estandarte con la imagen de un extraño becerro de cinco patas? ¿O de una gran langosta con seis pinzas?

SEXTO VECINO
15— No, señor.

TERCER VECINO
16En ese caso, habríamos entrado.

DON AGUDO
17— Que yo sepa, no tiene la verba inflamada de los puritanos. ¿No vísteis letreros que prometieran curas para las fiebres o el dolor de muelas?

SEGUNDO VECINO
18— No, señor.

DON AGUDO
19¿Ni oísteis tambores que anunciaran monos y títeres?

SEGUNDO VECINO
20Tampoco, señor.

DON AGUDO
21—¿Qué invención habrá fraguado? Amo tanto la agudeza como el alimento. Quiera Dios que el negocio no haya sido de tal clase que lo haya llevado a vender sábanas y cortinajes: ninguna otra cosa le dejé. Si se las ha comido, las polillas se lo lleven. Seguramente ha conseguido pinturas licenciosas para atraer a esa reata; el Fraile y la Monja, o los nuevos tapices del corcel del Caballero cubriendo a la yegua del Obispo. El Niño de seis años con la tremenda verga. ¿O tal vez tiene las Pulgas que corren a los saltos o el simpático perro bailarín? ¿Cuándo lo habéis visto?

PRIMER VECINO
22— ¿A Jeremías?

SEGUNDO VECINO
23— ¿Vuestro mayordomo? Ni una vez en todo el mes.

DON AGUDO
24— ¡Cómo!

CUARTO VECINO
25— Más una semana.

SEXTO VECINO
26Seis semanas, por lo menos.

DON AGUDO
27— ¡Me asombráis, vecinos!

QUINTO VECINO
28A fe que si vos no conocéis su paradero, ha huido.

SEXTO VECINO
29¡Quiera Dios que no lo hayan secuestrado!

DON AGUDO
30No es hora de andar con titubeos.

Golpea.

SEXTO VECINO
31Hace unas tres semanas, mientras estaba yo zurciendo las medias de mi mujer, oí un grito de dolor.

DON AGUDO
32¡Qué extraño! ¡No contesta nadie! ¿Un grito, habéis dicho?

SEXTO VECINO
33— Sí, señor, como de hombre estrangulado que no puede hablar.

SEGUNDO VECINO
34Yo también lo oí, hace tres semanas, a eso de las dos de la madrugada.

DON AGUDO
35— ¡O son milagros, o inventos vuestros! Un hombre estrangulado, que no puede hablar, y sin embargo grita...

TERCER VECINO
36— Sí, señor: venía de arriba.

DON AGUDO
37Eres un sabio. Dame la mano, te lo ruego. ¿Qué oficio tienes?

TERCER VECINO
38— Herrero, señor, para serviros.

DON AGUDO
39¿Herrero? Entonces ayúdame a abrir la puerta.

TERCER VECINO
40En seguida, señor. Iré a buscar las herramientas.

Sale el TERCER VECINO.

PRIMER VECINO
41Antes de echarla abajo, señor, sería mejor llamar de nuevo.

Escena segunda

Entra CARA en traje de mayordomo.

DON AGUDO
1Lo haré.

CARA
2— ¿Qué íbais a hacer, señor?

VARIOS VECINOS
3— ¡Jeremías!

CARA
4Buen señor, apartaos de la puerta.

DON AGUDO
5— ¿Qué sucede?

CARA
6Estáis aún demasiado cerca de ella.

DON AGUDO
7— ¡Por lo más sagrado! ¿Y a éste que le pasa?

CARA
8— Señor, la casa ha sido visitada.

DON AGUDO
9¿Por la peste? Entonces mantente alejado.

CARA
10— No, señor. Yo no la he tenido.

DON AGUDO
11— ¿Y quién la tuvo, pues? En la casa no quedaba nadie más.

CARA
12— Sí, señor. Mi amigo, el gato que cuidaba la despensa, la tuvo una semana antes de que yo me percatara. Pero esa misma noche hice que se lo llevaran. Y luego decidí cerrar la casa por un mes.

DON AGUDO
13— ¡Cómo!

CARA
14— Con el propósito, señor, de quemar vinagre, teriaca y alquitrán para purificarla y que no advirtiérais nada. Pues sabía que la noticia iba a afligiros.

DON AGUDO
15Aléjate y no me eches el aliento. ¡Esto es más extraño aún! Todos estos vecinos me han dicho que las puertas han permanecido abiertas.

CARA
16— ¡No es posible!

DON AGUDO
17— En estas diez semanas se ha visto entrar aquí a hombres, mujeres e individuos de todas las especies, en manada, como a un segundo Hoxton142 en los días de feria.

CARA
18— ¡Señor, no pueden decirlo si están en sus cabales.

DON AGUDO
19— Hablan de carruajes y de nobles; hoy mismo han visto entrar a una con capucha a la moda francesa; y, asomada a la ventana, vieron a otra con traje de terciopelo. ¡Y muchos más iban y venían.

CARA
20— Pues habrán atravesado las ventanas o las puertas, lo juro ante sus ojos y sus lentes. Porque aquí, señor, tenéis las llaves: ¡que en estos veinte días no han dejado de estar en mi bolsillo! Antes, defendí la fortaleza sin ayuda. Mas, aunque todavía no haya oscurecido, me inclinaría a creer que de tanto empinar el codo mis vecinos ven doble y descubren apariciones. Pues a fe, señor, que desde hace tres semanas no se abrió la puerta ni una vez.

DON AGUDO
21— ¡Extraño!

PRIMER VECINO
22¡A fe mía que creí haber visto un coche!

SEGUNDO VECINO
23— Y yo también. ¡Lo habría jurado!

DON AGUDO
24— ¿Y ahora sólo lo creéis? ¿Y uno solo?

CUARTO VECINO
25— No podría asegurarlo. Jeremías es persona muy honrada.

CARA
26— ¿Acaso me habéis visto a mí?

PRIMER VECINO
27No. De eso estoy seguro.

SEGUNDO VECINO
28— Y yo lo juraría.

DON AGUDO
29¡Menudos mentecatos, para ser testigos!

Entra el TERCER VECINO.

TERCER VECINO
30¿Ha llegado Jeremías?

PRIMER VECINO
31— Oh, sí. Puedes dejar tus herramientas. Dice que todo ha sido una ilusión.

SEGUNDO VECINO
32— Tiene las llaves. Y la puerta ha estado cerrada durante tres semanas.

TERCER VECINO
33— Es posible.

DON AGUDO
34Silencio. Y largaos, inconstantes.

CARA
35 (mirando a las bambalinas)— ¡Viene Ceñudo! ¿Y acompañado de Mammon? Lo dirán todo. (¿Cómo me adelantaré a ellos? ¿Qué debo hacer?) ¡Nada más penoso que una conciencia culpable!

Escena tercera

Entran CEÑUDO y MAMMON.

CEÑUDO
1No, señor, ese hombre era un gran médico. Y esta casa, no un burdel, sino la réplica de un claustro. Conocíais al lord y a su hermana.

MAMMON
2— Por favor, Ceñudo...

CEÑUDO
3La frase mágica: Sé rico...

MAMMON
4— No juguéis al tirano...

CEÑUDO
5...debería pronunciarse hoy para todos tus amigos. ¿Y dónde están ahora tus morillos? ¿Y las ollas de bronce? ¿No habían de trocarse en piezas de oro?

MAMMON
6Dejadme al menos respirar. ¡Oh, me parece que han cerrado las puertas!

CEÑUDO
7— Sí, ahora se han tomado vacaciones.

Golpean.

MAMMON
8Tramposos, rufianes, impostores.

CARA
9— ¿Qué deseáis, señor?

MAMMON
10De ser posible, entrar.

CARA
11— ¿A una casa ajena? Aquí está el propietario. Dirigíos a él y exponed vuestros asuntos.

MAMMON
12— ¿Sóis el amo de esta casa?

DON AGUDO
13Sí, señor.

MAMMON
14— ¿Y los ladrones que están dentro, vuestros amanuenses?

DON AGUDO
15¿Qué ladrones? ¿Qué amanuenses?

MAMMON
16— Sutil, y su Pulmón.

CARA
17¡El caballero está un poco trastornado! Durante tres semanas no se han visto, señor, pulmones ni pabilos detrás de estas ventanas, doy mi palabra.

CEÑUDO
18— ¿Tu palabra, miserable fanfarrón?

CARA
19— Sí, señor. Soy el mayordomo y sé que las llaves no han salido de mi mano.

CEÑUDO
20Este es otro Cara.

CARA
21Os confundís de casa. ¿Qué cartel tenía?

CEÑUDO
22— ¡Perdulario! Este es uno más de la pandilla. Vamos, traigamos policías para forzar la puerta.

DON AGUDO
23—Caballeros, os ruego que esperéis.

CEÑUDO
24Nada. Volveremos con la autoridad.

MAMMON
25— Sí, y luego echaremos esa puerta abajo.

Salen MAMMON y CEÑUDO.

DON AGUDO
26— ¿Qué significa esto?

CARA
27¡No lo sé, señor!

PRIMER VECINO
28— Esos eran dos de los notables que creímos ver.

CARA
29— ¿Dos de los imbéciles? Habláis tan neciamente como ellos. A fe, señor, creo que la luna los hace desvariar. Entra MOCHETE. (Caray, ¿también el jovencito pendenciero? Armará un escándalo y no se largará hasta habernos delatado.)

MOCHETE golpea.

MOCHETE
30Rateros, esclavos, alcahuetes. Abrid la puerta ahora mismo. Y tú, hermana, víbora, ramera. Por esta luz, iré a buscar al alguacil. Si no sales, es que eres una puta...

CARA
31— ¿Con quién deseáis hablar, señor?

MOCHETE
32Con el rufián del Doctor, el fullero del Capitán y la zorra de mi hermana.

DON AGUDO
33— ¡No es moco de pavo!

CARA
34Os aseguro, señor, que estas puertas no se han abierto nunca.

MOCHETE
35Ya me sé todos estos trucos. Dos veces me los han contado el caballero gordo y el señor más flaco.

Entran ANANÍAS y TRIBULACIÓN.

DON AGUDO
36Aquí viene otro.

CARA
37— ¿Ananías, para colmo? ¡Y su pastor!

TRIBULACIÓN
38Nos han cerrado la puerta en las narices.

Golpean.

ANANÍAS
39Salid, simientes del azufre, vástagos del fuego. Vuestra hediondez ha roto el velo: la abominación cae sobre la casa.

MOCHETE
40—Y mi hermana dentro.

ANANÍAS
41— El sitio todo se ha tornado una jaula de sucios pajarracos.

MOCHETE
42Sí, traeré al basurero y a la policía.

TRIBULACIÓN
43Y haréis bien.

ANANÍAS
44— Les ayudaremos a barrer.

MOCHETE
45¿Sales o no sales? Zorra, infame hermana.

ANANÍAS
46No la llaméis hermana. Es una verdadera prostituta.

MOCHETE
47Alborotaré la calle.

DON AGUDO
48— Una palabra, gentiles caballeros.

ANANÍAS
49Aparta, Satanás, no entorpezcas nuestro ardor.

Salen MOCHETE, ANANÍAS y TRIBULACIÓN.

DON AGUDO
50El mundo ha perdido la cabeza.

CARA
51— Estos han escapado de Santa Catalina, donde solían encerrar a los locos de remate.

PRIMER VECINO
52— Vimos entrar y salir a todas estas personas.

SEGUNDO VECINO
53— De veras, señor.

TERCER VECINO
54Estos eran los invitados.

CARA
55— A callar, borrachos. Señor, estoy estupefacto. Dadme la venia para tocar la puerta. Tal vez la cerradura esté cambiada.

CARA se acerca a la puerta.

DON AGUDO
56¡Me asombras!

CARA
57— Por mi fe, señor, creo que no hay tal cosa. Se trata de deceptio visus.143 (Ojalá pudiera alejarlo de aquí.)

Dentro se oye gritar a GALLARDO.

GALLARDO
58— ¡Capitán! ¡Doctor!

DON AGUDO
59¿Qué es eso?

CARA
60(Rayos, el pasante.) No lo sé, señor.

GALLARDO
61¡Por el amor de Dios! ¿Cuándo me recibirá su Gracia?

CARA
62— ¡Ah! Ilusiones, algún espíritu del aire. (Se le ha deshecho la mordaza y empieza a chillar.)

GALLARDO
63— Que me asfixio...

CARA
64Así revientes.

DON AGUDO
65— Es en la casa. ¡Escucha!

CARA
66Creedme, señor, es en el aire.

DON AGUDO
67— Calla, so...

GALLARDO
68Mi hada madrina no me trata bien.

SUTIL
69 (dentro)— Tú, necio, calla. Lo echarás todo a perder.

CARA
70— O lo harás tú, granuja.

DON AGUDO
71¿Ah, sí? ¡De modo que conversas con espíritus! Acércate. No más tretas, amigo Jeremías. La verdad es el camino más corto.

CARA
72— Señor, despedid a esa canalla. ¿Qué haré? Me han atrapado.

DON AGUDO
73— Buenos vecinos, os doy las gracias. Podéis marcharos. Salen los VECINOS. — Vamos, Jeremías, sabes que soy un amo indulgente. Por lo tanto, no me ocultes nada. ¿Qué medicina ofreces para atraer a tantos pájaros silvestres?

CARA
74Señor, siempre disfrutásteis con la broma y el jolgorio... Mas la calle no es sitio para hablar de estos asuntos. Dadme licencia para salir bien parado de este trance y tan sólo perdonadme por haber abusado de la casa: es todo lo que pido. En recompensa, os presentaré a una viudita, por añadidura rica, que os rejuvenecerá al menos siete años; y acabaréis agradeciéndome. La tengo dentro: basta con que os echéis encima una capa española. Y respecto de la casa, no temáis: no ha sido visitada.144

DON AGUDO
75— Excepto a mí, que llegué antes de lo esperado.

CARA
76— Es verdad, señor. Os ruego que me perdonéis.

DON AGUDO
77— Bien, veamos a tu viuda.

Salen.

Escena cuarta

Entran SUTIL y GALLARDO, éste con los ojos vendados.

SUTIL
1¿Cómo? ¿Os habéis comido la mordaza?

GALLARDO
2— Y tanto: se me deshizo en la boca.

SUTIL
3— Entonces se ha estropeado todo.

GALLARDO
4— No, espero que mi hada madrina me perdone.

SUTIL
5Vuestra madrina es misericordiosa. Pero lo cierto es que sois culpable.

GALLARDO
6— El humo me dio náuseas, y la tragué para atascarme el estómago. Por favor, di[s]culpadme ante su Gracia.

Entra CARA.

SUTIL
7— Aquí viene el Capitán.

CARA
8¿Qué sucede? ¿Y la mordaza?

SUTIL
9— ¡Ay! ¡Ha hablado!

CARA
10(La peste te lleve, os he oído.) Pues está perdido. (Me he visto obligado a decir que la casa está llena de fantasmas, para alejar a ese patán.)

SUTIL
11¿Y lo has logrado?

CARA
12— Sí, por esta noche.

SUTIL
13Bien, entonces celebremos nuestro triunfo y cantemos las glorias de Cara, el inapreciable rey de todos los ingenios.

CARA
14— ¿No oíste el tumulto delante de la puerta?

SUTIL
15— Sí, y no sabes cómo me arrugué.

CARA
16Preséntalo a la Reina y que después ahueque. Te la enviaré.

Sale CARA.

SUTIL
17— Bien, señor, vuestra madrina os concederá audiencia de inmediato, so juramento mío y palabra del capitán, de que no os habéis comido la mordaza por desprecio de su Alteza.

Le quita la venda.

GALLARDO
18— Por cierto que no, señor.

Entra DOL disfrazada de Reina de las Hadas.

SUTIL
19Aquí llega. Hincaos de rodillas y arrastraos: tiene un porte majestuoso. Bien. Acercaos más y saludadla así: Dios os guarde.

GALLARDO
20— Señora...

SUTIL
21— Y madrina vuestra. Sale SUTIL. — Veamos, reina Dol, ¿lo tienes todo empaquetado?

DOL
22— Sí.

CARA
23— ¿Y qué opinas de la señora Dócil?

DOL
24— Una ingenua buena y boba.

Entra SUTIL con el traje de español.

SUTIL
25Aquí está tu sombrero de Jerónimo, y la capa.

CARA
26—Dámelos.

SUTIL
27¿Y la gorguera?

CARA
28— También. Ahora mismo vuelvo.

Sale CARA.

SUTIL
29Ahora, Dol, como te he dicho, llevará adelante su propósito de casarse con la viuda.

DOL
30— Eso va en contra de lo convenido.

SUTIL
31— Bien: lo escarmentaremos, guapa. ¿Aligeraste ya a la moza de joyas y brazaletes?

DOL
32No, pero lo haré.

SUTIL
33— Esta noche, Dolly mía, cuando, con todas nuestras cosas, embarquemos rumbo a Ratcliff, torceremos la marcha hacia el Oeste, en dirección a Brainford,149 si me das permiso; para dejar plantado a este bribón taimado, el perentorio Cara.

DOL
34— De acuerdo. Ya estoy harta.

SUTIL
35Motivos no te faltan, cuando el bastardo tomará una esposa contra el acuerdo que los tres habíamos firmado.

DOL
36Le dejaré la pájara sin una sola pluma.

SUTIL
37— Sí, y díle que, a cualquier precio, ha de enviar algún regalo a este hombre de ciencia; excusándose por haber cubierto su arte de sospechas; bastará un anillo, o un collar de perlas; pues de lo contrario sufrirá sueños en extremo torturantes y la asaltarán raras apariciones. ¿Quieres?

DOL
38— Sí.

SUTIL
39— Mi delicado murciélago, mi ave de la noche; cómo nos reiremos allá en los Pigeons150 cuando lo tengamos todo, y abramos los baúles y digamos: esto es mío, y tuyo, tuyo, mío...

Se besan. Entra CARA.

CARA
40¿Conque besuqueos?

SUTIL
41— Sí, es la exaltación por la buena marcha de las transacciones.

CARA
42Droguis ha traído al cura. Hazlo entrar, Sutil, y manda a Abel a casa a lavarse la cara.

SUTIL
43De acuerdo. ¿Ha de afeitarse?

CARA
44— Si lo consigues.

Sale SUTIL.

DOL
45¡Sea lo que sea, Cara, te tomas mucho interés!

CARA
46Gracias a esta treta, Dol gastará diez libras al mes. Entra SUTIL. ¿Se ha ido ya?

SUTIL
47— El capellán, señor, os espera en la sala.

CARA
48Iré a atenderlo.

Sale CARA.

DOL
49— Ahora se casará con ella de inmediato.

SUTIL
50Aún no puede. No está a punto. Dol, querida, quítale a la viuda hasta el pellejo. Es justicia, no traición, estafar a quien trama destruir un lazo tan inextricable como el que nos unía.

DOL
51Déjalo por mi cuenta.

Entra CARA.

CARA
52— ¡Ea, aventureros míos! ¿Habéis guardado todo? ¿Y los baúles? Acercadlos.

SUTIL
53Aquí están.

CARA
54— Veamos. ¿Dónde está el dinero?

SUTIL
55— Aquí, en éste.

CARA
56— Las diez libras de Mammon. Las ciento sesenta de antes. El dinero de los Hermanitos. El de Gallardo. El de Droguis. ¿Y qué bolsa es ésa?

SUTIL
57— La joya de la sirvienta, quien la robó a su ama para averiguar...

CARA
58¿Si algún día llegaría a aventajarla?

DOL
59— Sí.

CARA
60¿Y esa caja?

SUTIL
61— Los anillos de la pescadera, creo. Y la calderilla de la cervecera. ¿Me equivoco, Dol?

DOL
62No. Y el silbato que la mujer del marinero trajo para saber si su marido se había unido a Ward.151

CARA
63Mañana lo remojaremos; junto con las jarras de plata y las tazas de taberna. ¿Dónde están las enaguas francesas, y los colgantes, y los ceñidores?

SUTIL
64— En este baúl, con los rollos de lienzo.

CARA
65— ¿Está allí el damasco? ¿Y el tabaco?

SUTIL
66— Sí.

CARA
67— Dame pues las llaves.

DOL
68¡Para qué quieres las llaves!

SUTIL
69— No importa, Dol; pues hasta que él llegue no los abriremos.

CARA
70Por cierto que no los abriréis. Como tampoco os los llevaréis. ¿Entiendes, Dol?

DOL
71— ¿No?

CARA
72No, mi camisón rampante. El caso es que mi amo lo sabe todo, me perdona y los mantendrá a resguardo. Ya ves, Doctor, que tu horóscopo resultó ser atinado: Fui yo quien lo mandó llamar. Por consiguiente, estimados compañeros, a lo hecho pecho: pues aquí termina el compromiso tripartito entre Dol, Sutil y Cara. Todo lo que puedo hacer es ayudaros a saltar los muros del corral; o prestarte, Dol, alguna sábana para envolver tu traje de terciopelo. Pronto llegará la policía. Pensad en alguna vía rápida de alcanzar el puerto, si no queréis que os lleven a otra parte. Alguien golpea. — ¡Oid, el trueno!

SUTIL
73¡Bastardo repulsivo!

ALGUACIL
74 (dentro)— Abrid la puerta.

CARA
75Palabra, Dol, que lo siento por ti. Pero escucha: por mucho que me cueste, te colocaré en alguna parte: escribiré una carta para la señora Amo...152

DOL
76— ¡Así te cuelguen!

CARA
77...o madame Caesarean.

DOL
78— La viruela te pudra, traidor. Si sólo tuviera tiempo de patearte...

CARA
79— Sutil, hazme saber tu paradero. De vez en cuando te mandaré algún cliente como homenaje a nuestra vieja sociedad. ¿Qué proyectos tienes?

SUTIL
80— Me ahorcaré, villano, a ver si me convierto en un demonio peor que tú y puedo atormentarte en el jergón y la bodega.

Salen.

Escena quinta

Entra DON AGUDO vestido de español. Dentro, se oyen gritos de OFICIALES, MAMMON, CEÑUDO, MOCHETE, ANANÍAS y TRIBULACIÓN.

DON AGUDO
1¿Qué deseáis, señores?

MAMMON
2— Abrid la puerta, embaucadores, tramposos, hechiceros.

ALGUACIL
3— O la echamos abajo.

DON AGUDO
4¿Qué orden traéis?

ALGUACIL
5— La necesaria, como veréis si no abrís.

DON AGUDO
6— ¿Hay algún policía con vosotros?

ALGUACIL
7Dos o tres, a falta de uno.

DON AGUDO
8— Un poco de paciencia. Os abriré en seguida.

Entra CARA.

CARA
9— ¿Lo habéis hecho, señor? ¿Tenemos matrimonio? ¿Consumado?

DON AGUDO
10— Sí, cerebro mío.

CARA
11Fuera entonces la capa y la gorguera. Sed vos mismo.

DON AGUDO se quita el disfraz.

CEÑUDO
12Abajo con la puerta.

MOCHETE
13— Diantre, rompedla de una vez.

DON AGUDO
14— Calma, caballeros. Calma. ¿Qué significa esta violencia?

Abre. Los demás entran de estampida.

MAMMON
15¿Dónde está ese carbonero?

CEÑUDO
16— ¿Y mi Capitán?

MAMMON
17Atajo de búhos.

CEÑUDO
18— Que picotean los bolsillos de la gente.

MAMMON
19Madame Supositorio.

MOCHETE
20— ¿Y mi hermanita, la fulana?

ANANÍAS
21Langostas del abismo fétido.

TRIBULACIÓN
22— Profanos como Bel y su dragón.153

ANANÍAS
23Peores que los saltamontes y las víboras de Egipto.

DON AGUDO
24Escuchadme, caballeros. ¿Siendo policías no podéis detener esta violencia?

ALGUACIL
25— ¡A callar!

DON AGUDO
26Señores, ¿qué sucede? ¿A quién buscáis?

MAMMON
27Al engañabobos químico.

CEÑUDO
28— Y al Capitán de los malandras.

MOCHETE
29A la monja, mi hermana.

MAMMON
30— A madame Rabina.

ANANÍAS
31— Orugas y escorpiones.

DON AGUDO
32— Por favor, no todos a la vez.

ALGUACIL
33Caballeros, en nombre de la autoridad, hablad de uno en uno.

ANANÍAS
34— Vasijas de soberbia, lujuria, carne de ejecución.

DON AGUDO
35— Santo azote, callad al menos un momento.

TRIBULACIÓN
36— Silencio, diácono Ananías.

DON AGUDO
37Soy el dueño de esta casa, y abierta está a vosotros. Si se escondieran aquí las personas que buscáis, usad la autoridad y registradla en nombre de Dios. Acabo de llegar a la ciudad, y el alboroto que encontré frente a mi puerta (a decir verdad) me ha dejado algo perplejo; hasta que el criado (temiendo mi mayor disgusto), confesó haber cerrado un pacto insolente por demás, por el cual prestó la casa (fiándose de mi aversión notoria a todo aire urbano, mientras la mortandad persista) a un Doctor y un Capitán; de quienes al momento ignora paradero o domicilio.

MAMMON
38— ¿Se han largado?

DON AGUDO
39Podéis entrar y comprobarlo, señor, por vuestra cuenta. Pasan al interior de la casa. MOCHETE y CEÑUDO permanecen. Las paredes vacías, en peor estado que antes, y ahumadas; unos cuantos frascos rotos, cristales, un hornillo. El techo cubierto de versos de alcoba y, en las paredes, dibujos de una señora con un consolador. Fuera de eso, tan sólo una dama he encontrado; estaba aquí y se reclama viuda...

MOCHETE
40Sí, mi hermana. La mataré a palos. ¿Dónde está?

DON AGUDO
41Tenía que casarse con un Conde español, mas él, al encontrarla, la desdeñó de forma tan grosera, que yo, viudo también, me decidí a desposarla.

CEÑUDO
42¡Cómo! ¿Entonces la he perdido?

DON AGUDO
43—¿Vos eráis el Don, señor? A fe que se queja de vos amargamente, y dice que jurasteis haberos tomado la molestia de teñiros la barba, oscureceros la cara y pedir prestados calzas y gorguera, todo por su amor; para luego no hacer nada. ¡Que falta de vista y defecto de brío, señor, los vuestros! Un buen arcabucero, experimentado, sabe apisonar la pólvora, abrir fuego y hacer blanco en un mero parpadeo!

Vuelve a entrar MAMMON.

MAMMON
44— ¡La bandada entera se ha escapado!

DON AGUDO
45¿De qué clase de pájaros se trata?

MAMMON
46— Una suerte de chovas o cornejas rapaces que se alzaron con mi bolsa de ciento sesenta libras, y otras diez, además de mis materias primas, en cinco semanas; otros trastos están en la bodega; y me alegro de haberlos encontrado pues aún podré llevármelos.

DON AGUDO
47— ¿Eso pensáis, señor?

MAMMON
48— Pues claro.

DON AGUDO
49Será mediante una orden de la ley; no de otro modo.

MAMMON
50¿Ni siquiera siendo míos?

DON AGUDO
51— Caballero, sólo por un certificado llegaré a saber que no son de otra persona. Si podéis traerme uno, o cualquier escrito público, donde un juez demuestre que fuisteis estafado, no retendré esos objetos ni un instante.

MAMMON
52Antes los pierdo.

DON AGUDO
53— No lo haréis, señor. Empeño mi palabra. Bajo esa garantía, los tendréis. ¿Cuál era su destino? ¿Transmutarse en oro?

MAMMON
54— No. No puedo asegurarlo. Tal vez sí. Y entonces, ¿qué?

DON AGUDO
55¡Sensible pérdida sufrió vuestra esperanza!

MAMMON
56No sufro yo, sino el bien común.

CARA
57— Desde luego: habría remozado toda la ciudad; y cavado en torno a ella un foso de plata que hubiese albergado un río de natillas, para que cada domingo, en Moorfields, se alimentaran gratis chiquillos, mancebos y doncellas.

MAMMON
58Ahora me pasaré dos meses trepado a un carro de nabos, predicando el fin del mundo, ¿Qué, Ceñudo? ¿En la luna?

CEÑUDO
59— ¿Tenía yo necesidad de engatusarme con ese vicio estúpido de la honestidad? Vámonos. A ver si damos con esos bellacos. Si alguna vez los encontramos, Cara corre por mi cuenta.

CARA
60En caso de tener noticia de ellos, os lo haré saber. Pues en verdad, eran para mí desconocidos, y me parecieron tan honrados como yo, señor.

Se retiran MAMMON y CEÑUDO. Vuelven a entrar ANANÍAS y TRIBULACIÓN.

TRIBULACIÓN
61Está bien. Los Santos no han perdido todo. Ve a traer unas carretas...

DON AGUDO
62—¿Con qué propósito, incorruptibles amigos?

ANANÍAS
63Para arrancar de la madriguera de los lobos la parte de los justos.

DON AGUDO
64— ¿Y qué parte es ésa?

ANANÍAS
65Los bienes, algunos de ellos de los Huérfanos, que los Hermanos compraron con sus dineros.

DON AGUDO
66— ¿Cuáles? ¿Los de la bodega, que reclama sir Mammon?

ANANÍAS
67— Ah, hombre profano, yo desafío a perverso sir Mammon, y así lo hacen todos los Hermanos. ¿En nombre de qué moral, pregunto, esgrimís semejante ídolo ante nosotros, detentadores del sello?154 ¿Acaso no estaban numerados los chelines que se vuelven libras? ¿Acaso esas libras no se contaron, sobre una mesa fija, el segundo día de la semana cuarta del octavo mes del sexto centésimo décimo aniversario del martirio de los Santos?

DON AGUDO
68— Mi vehemente y probo trapacero, y por añadidura Diácono, no puedo discutir con vos. Pero, si no salís de aquí ahora mismo, os replicaré con un garrote.

ANANÍAS
69— Señor.

TRIBULACIÓN
70Ananías, sed paciente.

ANANÍAS
71— Soy fuerte y, erguido, resistiré a la horda que amenaza a Gad en el exilio.

DON AGUDO
72— Pues yo te enviaré a tu caverna de Amsterdam.

ANANÍAS
73— Desde allí elevaré plegarias contra tu guarida. ¡Que los perros ensucien las paredes y avispas y abejorros aniden en las vigas de este crisol de falsedad, cueva de trapisondas!

Salen ANANÍAS y TRIBULACIÓN. Entra DROGUIS con el CURA, DON AGUDO, amaga apalearlos.

DON AGUDO
74¿Otro más?

DROGUIS
75— No, señor. Yo no soy ningún Hermano.

DON AGUDO
76Y tú, Harry Nicholas,155 largo. ¿No contestas?

Sale DROGUIS.

CARA
77No; ése era Abel Droguis. (Al CURA) Buen señor, id a darle explicaciones; decidle que todo está perdido, que ha tardado mucho tiempo en lavarse la cara. Tendrá noticias del Doctor en Westchester,156 y del Capitán en Yarmouth,157 o en cualquier otro puerto de la ciudad, donde se espera que cambien los vientos. Sale el CURA. Si ahora os enfrentáis al niño rabioso, amo...

Entra MOCHETE gritando a su hermana.

MOCHETE
78Ven, zorrita; linda luna de miel te prometieron, ¿no? ¿No te había dicho yo que sólo te entregaría a un cachorro, para que aprendieras a mostrar las garras? ¡Rayos, qué monigote eres! Ah, te arrancaría el pelo. ¡Casarte con piojo!

DON AGUDO
79— Mentís, mancebo; con toda la boca. Y tengo prioridad.

MOCHETE
80— ¿Ahora?

DON AGUDO
81Venid. ¿Queréis pelear? Os derrotaré, muchacho. ¿Por qué no echáis mano a la herramienta?

MOCHETE
82— ¡Cristo! ¡El vejestorio más valiente que he visto en mi vida!

DON AGUDO
83¿Qué pasa? ¿Cambiáis de melodía? Adelante, aquí está mi paloma: echadle el guante, si os atrevéis.

MOCHETE
84¡Caray, se hace querer! Yo no podría elegir uno mejor. Y hasta me haría ahorcar por él. Hermana, me retracto: este marido te ennoblece.

DON AGUDO
85— Oh, señor, ¿de veras?

MOCHETE
86Sí, y podéis fumar también, anciano, y beber. Considerando el matrimonio, agregaré a la dote de ella quinientas libras más.

DON AGUDO
87— Llena una pipa, Jeremías.

CARA
88Sí, señor. Voy a buscarla.

DON AGUDO
89— Fumaremos. Y me dejaré guiar por ti en todo, Jeremías.

MOCHETE
90Caramba, ¡no hace ascos! ¡Es un hombre de pelo en pecho! Vamos, os lo ruego, echemos unos tragos.

DON AGUDO
91Id vos y bebed con vuestra hermana, hermano. Salen MOCHETE y DÓCIL DAMA. El amo que de su sirviente recibiera tal felicidad en forma de mujer, y con riqueza semejante, sería por demás ingrato si no se mostrara indulgente con la inteligencia del criado, y no le diese ayuda, aun con cierta mengua para su buen nombre. Por tanto, caballeros y público gentil, si en algo he transgredido la gravedad de un viejo o los estrictos cánones, pensad lo que una hembra joven y un cerebro sano pueden conseguir: estirar la cuerda de los años, mas también romperla. Habla tú, bribón.

CARA
92— Lo haré, señores, en esta última escena mi papel ha decaído, si bien por equilibrio.158 Y aunque librado esté de Dol, Sutil, Ceñudo, sir Mammon, Gallardo, Droguis o Ananías, con los cuales trafiqué, me pongo en vuestras manos, como en las de un juez; y, si me indultáis, dispuesta queda esta bolsa que me han dado a convidaros a menudo, y agasajar más invitados.

FIN