Texto utilizado para esta edición digital:
Trissino, Gian Giorgio: «La Sofonisba.» Editada por Pau Sanchís. Traducción de Pau Sanchís para esta colección. Emothe: Valencia, 2014.
Marcación digital para Artelope:
- Burgos Segarra, Gemma (Artelope)
Acto I
Escena I
La escena se sitúa en Cirta, ciudad de Numidia.
SOFONISBA, ERMINIA
SOFONISBA
Triste, ¿adónde puedo mover la lengua,
sino allá dónde la empuja mi mente,
que noche y día siempre me molesta?
¿Y cómo puedo desfogar un poco
5
el gran dolor, que el corazón me llena,
sino manifestando mis tormentos?
Estos uno a uno quiero contarte.
ERMINIA
Reina Sofonisba, que sois mi reina
por dignidad, mas por amor hermana,
10
desahogad el corazón conmigo,
que hablar no podéis con quien más os ame,
ni que lamente tanto vuestros males.
SOFONISBA
Esto sé desde mis primeros años,
Erminia mía, pues crecimos juntas
15
y sé que el gran amor que por mí tienes,
más que cualquier vínculo, te ha empujado
a acompañarme a la ciudad de Cirta.
Pero quiero razonar largamente
y que mis palabras vengan de lejos.
20
Ni evitaré decir lo que ya sabes,
pues el corazón se desfoga hablando.
Cuando la hermosa esposa de Siqueo
tras la indigna muerte de su marido,
se fue a África con algunas naves,
25
comprando allí tierras cerca del mar,
se estableció y construyó una ciudad,
a la cual puso el nombre de Cartago.
Esta ciudad, tras suicidarse Dido
(pues éste era el nombre de aquella reina)
30
vivió continuamente en libertad;
y tan importante fue su virtud,
que además de defenderse de ataques,
se hizo más grande que cualquier ciudad
Mas pasó que entró en una guerra horrible
35
(tras mucho tiempo) contra los romanos,
que eran descendientes de aquel Eneas,
que vino desde Troya hasta estas tierras,
y traicionando a la mísera Dido,
se marchó, y fue la causa de su muerte.
40
La guerra duró muchísimos años;
hasta que por cambios de la fortuna
(tal como plugo a Dios) surgió la paz;
la cual duró un tiempo y volvió a romperse.
Luego empezaron ofensas más duras;
45
porque Haníbal pasando por los Alpes
llegó a Italia, y con el favor del cielo
en Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannes
los venció, y mató a infinidad de gente;
y hace dieciséis años que allí mora.
50
Durante este tiempo, Asdrúbal, mi padre,
atacó a los romanos en España.
Le sonrió la fortuna al principio,
mas no mucho, y después se giró aquélla
y se vio forzado a marchar de allí;
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y cruzando el mar con siete galeras,
llegó donde Sifax, rey de Numidia.
También arribó en aquel mismo día
el romano altivo que lo venció,
llamado Escipión, el cual pretendía
60
que Sifax se aliase con los romanos;
y lo hizo tan bien, que lo consiguió.
La alianza disgustó mucho a los nuestros
y por romperla y revocar el pacto
entre aquellos dos, a Sifax me dieron,
65
en la flor de mis años, por esposa,
sin tener en cuenta que ya mi padre
me había prometido a Masinisa,
hijo de Gala, rey de los Masilios;
quien se vio por ésto tan desdeñado
70
que ya fue siempre mortal enemigo.
Así llegué a Cirta, donde hoy me encuentro.
Mas esta dulce alteza real mía
pronto fue motivo de mi amargura;
porque Escipión hasta África vino
75
y a enfrentarse con él Sifax y Asdrúbal
fueron juntos con valerosa gente:
se encendió el fuego una noche en el campo,
y les asaltó el enemigo armado:
quemados, vencidos, al fin huyeron.
80
Aquí dieron comienzo nuestras penas;
pues deseo de victoria, y temor
de esclavitud, ocuparon mi pecho
tanto, que el paso cerré a otras ideas.
Incluso tras ésto, de nuevo juntos
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reunieron gente, y fueron al campo,
y combatieron, mas sin alegría.
Mas aquellos detrás de su victoria,
llegaron al confín de nuestro reino,
con Masinisa, quien ya en nuestra manos
90
viera caer el imperio paterno.
Nos lo han quitado con su primer pacto:
con que Sifax, reunidas sus fuerzas
allá se ha ido, y es por él, que vino
esta noche del campo, que he sabido
95
que hoy iba a haber una nueva jornada.
Y yo temo angustiada una derrota
tal, que no podremos alzar cabeza:
si viejos soldados, íntegros, frescos
no pudieron resistir, ¿cómo harán
100
estos noveles, cansados y heridos?
Además, me atormenta un duro sueño,
que vi ante mí justo al romper el alba.
Creía estar en una selva oscura,
rodeada de perros y pastores,
105
que prendían y ataban a mi esposo;
por lo que, temiendo su cruel furor,
me dirigí a un pastor, para rogarle
que de esa rabia suya me amparase;
y él, con piedad, abriendo los dos brazos,
110
me acogió; pero se oían en torno
ladridos tan feroces, que temí
que me atrapasen hasta en su regazo.
Luego me mostró una pocilga abierta,
y dijo: "Ya que no puedo salvarte
115
entra aquí, donde no te cogerán".
Y entré, y así se desvaneció el sueño,
que me ha dejado, ay de mí, tan confusa.
ERMINIA
Ciertamente, mi reina,
vuestras palabras me muestran muy claro
120
cuán grave es el dolor que os atormenta.
Pues demasiada ruina
imagináis, y sin ningún amparo.
Pido a Dios que tanto mal no consienta,
A aquel sueño cruel, que os amedrenta,
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ninguna fe le debéis conceder,
pues cada idea que el día origina,
cuando la luz declina,
de noche y en sueños suele volver;
y con otro aspecto nos enajena.
130
Así que es mejor, mujer, que apartéis
ya el doloroso temor que os apena;
porque ya no os condena
el juicio del cielo, como creéis.
SOFONISBA
¡Oh, qué feliz estado
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el tuyo! feliz llamo yo a poder
vivir tranquilo sin ninguna alteza;
menos afortunado
es estar con los que pueden hacer
solo lo que conviene a su grandeza.
ERMINIA
140
También la gloria y bienes que riqueza
son para el mundo, están en la alta vida.
SOFONISBA
Sí, mas dicha gloria es débil, y artera.
Gusta cuando se espera
mandar: parece cosa agradecida;
145
mas al tenerla, sientes su dolor.
O hambruna, o peste, o guerra te molesta;
o del vulgo el importuno clamor,
o veneno, o un traidor;
y si huyes de una cosa, otra te infesta.
ERMINIA
150
Esta vida mortal
nadie puede atravesarla sin pena,
pues así plugo a la justicia eterna.
Del vientre maternal
no saliste libre del mal, pues buena
155
o cruel condición en nadie es eterna
Del sumo hacedor, que el cielo gobierna,
junto a cada pie una copa aparece
una de mal y otra de bienes llena,
de donde gozo y pena
160
va mezclando y después nos las ofrece.
Y os recuerdo que tenéis que pensar
que en espíritus valientes procede
afrontar gestas dignas, y esperar,
y después soportar
165
con noble corazón, lo que sucede.
SOFONISBA
Bien sé que debería
obrarse según dicen tus razones,
pero tanto dolor me disminuye;
y el juicio, en rebeldía
170
contra más firmes y óptimas razones,
pronto mengua de éstas la voluntad;
y así me hallo sin la capacidad
de enfrentarme al dolor que me destruye;
si el cielo piadoso mi desventura
175
no la hace menos dura
me acerco al fin, por donde el vivir huye.
ERMINIA
Vayamos pues y pongamos la mente
a rogar a nuestro Dios protector
que nos conserve, y que este mal presente
180
esparza entre la gente
enemiga y nos salve del temor.
SOFONISBA
Este tu consejo me place asaz;
pues solamente Dios
puede mandar la deseada paz.
Escena II
CORO
CORO
185
¿Qué puedo hacer yo? ¿Que sea llamada
alguna de las siervas
y que salga y a nuestra reina diga
que la tierra vive aterrorizada
porque hay muchas catervas
190
en las puertas de la fuerza enemiga?
¿O debo esperar que un azar se siga,
un acaso que se lo haga saber?
Y así no entorpecer
yo su reposo, ni su paz turbar.
195
¿Pues qué es mejor, dejar
lo que te disgusta un tiempo escondido
como si nunca lo hubieses sabido,
o es mejor no tener tanto cuidado?
Pues no saber el mal,
200
no lo mengua, sino que el juicio enreda
y porque un placer no sea turbado,
nos pone en caso tal,
que impide el socorro y el mal sustenta:
igual que el ocio la fatiga aumenta,
205
así un placer tal al final hastía.
Oh fugaz alegría,
oh esperanza, sueño del desvelado,
que siempre ha molestado,
creo, a los mortales vuestra partida
210
cuando mejor fuera sin ti la vida.
Porque sin ti mi nueva y joven reina
quizás el paterno nido tendría
por techo todavía.
Si menospreciase el real honor
215
alejadas las cuitas mantendría
que pronto tendrá en torno. ¡Ay, qué desgracia,
cuánta divina gracia,
y cuánta belleza, y cuánto pudor!
Y ahora, acostumbrada a ser señor,
220
la esclavitud sería tan amarga
que, infeliz, antes querría morir.
No hagas, oh señor del cielo, servir
a gente inicua a esta belleza rara.
Sé que debes amarla,
225
si una vez amaste cosa terrena.
He aquí un fámulo del señor, que a penas,
por su largo camino, tiene aliento,
aunque bien parece otro su tormento.
Escena III
FÁMULO, CORO, SOFONISBA
FÁMULO
¿Mujeres?
CORO
Dime, ¿Por qué no hablas?
FÁMULO
Triste,
230
no tengo ni aliento para hablar.
CORO
Éste
de nuevo me llena de miedo.
FÁMULO
Damas,
real joya de la ciudad de Cirta,
decidme: ¿dónde se encuentra la reina?
CORO
Aquí, que ahora mismo sale de casa,
235
y aún casi no ha cruzado la puerta.
¿de dónde vienes cansado y cuitado?
FÁMULO
Vengo de nuestro desgraciado campo.
SOFONISBA
Tened cuidado, cuando esté adornado
el vestido que Erminia preparaba
240
para ofrecer al templo, de llamarme;
mientras tanto yo iré a ver, si al fin llega
alguna noticia de nuestro rey.
FÁMULO
¡Ay de mí!, que demasiadas tendréis.
CORO
Veamos pues que es lo que éste nos cuenta
245
pues debe tener una idea clara
de lo que es confuso para nosotras.
FÁMULO
Reina Sofonisba, refiero a vos
contra mi voluntad, pésimas nuevas.
SOFONISBA
¡Oh, duro exordio! ¿Vive mi consorte?
FÁMULO
250
No ha muerto, mas no lo llamaré vivo.
SOFONISBA
¿Está herido, o se perdió la batalla?
FÁMULO
El campo se perdió, y él no está herido,
mas preso en manos de sus enemigos.
SOFONISBA
Oh, qué desventurada, que gran ruina;
255
este es el día que me ha destruido.
¿Cómo se perdió? ¿Cómo lo apresaron?
FÁMULO
Esta mañana, cuando salió el sol,
algunos caballos nuestros se fueron
a asaltar a algunos de los romanos;
260
que los echaron; y un lado y el otro
tanto se reforzaba que al fin todos
los caballeros fueron al combate.
Primero eran los nuestros tan audaces,
que los enemigos tenían miedo,
265
y no podían contener su fuerza;
y habrían caído, de no meterse
entre los caballos ciertos infantes,
cambiando la forma de guerrear;
lo que nos frenó; y al cabo de poco
270
las legiones nos cayeron encima,
y pusieron a nuestra gente en fuga.
Y viendo esto el rey, se puso delante
de los enemigos, por ver si acaso
por vergüenza y estando él en peligro
275
podía hacer que volvieran los suyos.
Y mientras intentaba conseguirlo,
se vio en medio de enemigos armados,
que por bajo mataron al caballo,
y con furor se le echaron encima,
280
y con violencia lo hicieron preso.
Entonces se consumó la derrota.
Muchos de nosotros a nuestra tierra
huimos, y hasta llegar a sus puertas,
vinieron detrás nuestro los romanos.
285
Así que a penas pude (una vez dentro)
cerrar la puerta, y hacer levar puentes;
después puse guardia en torno al país;
y por este motivo llego tarde.
CORO
Infeliz, que veo el fin de este imperio,
290
y la estirpe real de mis señores
ser erradicada, más que abatida.
SOFONISBA
¡Ay, infeliz, hasta dónde he llegado!
CORO
¡Cuánto peno por vos!
SOFONISBA
Pobre Sifax,
295
¿adónde, adónde irás, dónde me dejas?
CORO
¿Qué espíritu hay sin piedad en el mundo,
que mirándola contendría el llanto?
SOFONISBA
Oh desgraciada alteza,
¿dónde me has llevado? ¡Oh amargo sueño;
300
qué digo, sino visión, más que sueño!
CORO
Justa es la causa que os provoca el llanto.
SOFONISBA
¿Qué triste, si no lloro, iba a llorar?
porque en tan breve tiempo,
mis gozos se han vuelto pena tan grave.
305
Se alza un viento cruel, y se agita el mar
por desgracia, ¡ay de mí! justo en el tiempo
en que encalla mi desarmada nave.
¡Si hubiese muerto al nacer!
ya que el bien morir casi es renacer.
CORO
310
Razón tendríais para llorar siempre,
si el llanto os reportase algún remedio;
pero si os duele más, mejor dejarlo.
SOFONISBA
¡Oh, mi padre querido,
en qué falaz esperanza se acaba
315
lo que me habéis dispuesto!
El enlace propuesto
y el gozo prometido,
me hará, y ya suspiro desconsolada,
me hará abandonar la real morada,
320
y este mi dulce terreno nativo;
y hará que cruce el mar,
y me convenga entrar
en servicio, bajo el poder altivo
de gente ruda y proterva,
325
del país enemigos naturales.
Mejor que no sucedan cosas tales;
antes morir, que vivir como sierva.
CORO
¿Qué os escucho decir?
SOFONISBA
Que prefiero morir
330
antes que ser sierva de los romanos.
CORO
Está bien huir de tan crueles manos
pero no con la muerte;
que es el mal más extremo de los males.
SOFONISBA
Nuestra vida es como un bello tesoro,
335
que no debe gastarse en cosas viles,
ni escatimarle hazañas honorables;
puesto que una muerte bella y gloriosa
ilustra toda la vida anterior.
Escena IV
MENSAJERO, SOFONISBA, CORO
MENSAJERO
Huid, oh tristes y apenadas damas;
340
huid a alguna parte más segura:
los enemigos están ya intramuros.
SOFONISBA
¿Dónde se puede huir? ¿Qué lugar hay
que nos refugie, o de ellos nos esconda,
si no nos defiende ayuda divina?
345
¿Pero cómo han entrado en nuestra tierra,
con acuerdo, con fuerza o con engaños?
MENSAJERO
Llamarse puede acuerdo, y no.
SOFONISBA
Sé claro.
MENSAJERO
Yo os lo narraré todo extensamente.
Cuando junto a las murallas llegaron
350
los romanos, mandaron a un heraldo
desarmado, a reclamar la ciudad;
a quien se dijo que con ningún pacto
la darían, y que estaban dispuestos
todos a defenderla hasta la muerte.
355
Ni la amenaza de quemar la tierra
ni el asedio en torno de la ciudad,
les hizo dejar su primer propósito.
Entonces un capitán avanzó,
llamó a los pares del país, y dijo:
360
"¿Qué esperanza o qué idea os hace osados,
o cuál es la desdicha que os conduce
con ojos de tinieblas a la ruina?
Os han vencido y el rey está preso,
y hace nada estaba aquí bien atado;
365
¿vosotros queréis conservar la tierra;
por quién? ¿por quién queréis ser derrotados?
¿por gente que no está? Sabed que yo
soy Masinisa, rey de los Masilios,
de quien creo que será este país;
370
pero me duele entrar a llama y hierro.
Dios es testigo de que todo el mal
que tengáis, lo tendréis por vuestra culpa".
Y dicho esto, cuando acabó de hablar
hizo traer al rey encadenado;
375
ante cuya vista lloraron todos;
y después fueron abiertas las puertas
y puestas en manos de Masinisa.
SOFONISBA
¡Oh, cruel relato, qué poco prudente
quien confía en el amor de los pueblos!
380
Podrían haber aguantado un día
y hacer pactos más firmes y seguros;
y no estaría, como estoy, sin amparo.
MENSAJERO
Ya están los enemigos en la plaza.
SOFONISBA
Muéstrame a Masinisa.
MENSAJERO
El de delante,
385
con tres plumas púrpura sobre el yelmo.
CORO
Ay, que siento subirme al corazón
un temor seguro, que me destruye
y no sé qué hacer; y estoy cual paloma,
que ve encima suyo al ave de Júpiter.
Escena V
SOFONISBA, MASINISA, CORO
SOFONISBA
390
Señor, sé bien que el cielo y la fortuna
y vuestra virtud os han concedido
poder hacer conmigo lo que os plazca.
Mas, si al preso, que lo es por fuerza ajena,
se le permite hablar y suplicar
395
al nuevo señor de su vida y muerte;
yo os quiero pedir una única gracia,
la cual es ésta: que os plazca a vos mismo
determinar cualquiera situación
para mí que sea de vuestro agrado,
400
siempre que no me dejéis en las manos
ni en servidumbre de ningún romano.
De aquellos, señor, podéis liberarme
solo vos en el mundo; y yo os lo ruego,
por vuestra real y gloriosa alteza,
405
que hasta hace poco también fue la nuestra,
y por los dioses de estas tierras, quienes
deseo os reciban con mejor suerte
de aquella que tuvo al salir Sifax.
Y si tuviese yo alguna otra culpa,
410
que haber sido la esposa de quien fui,
preferiría ponerme al servicio
de alguien nacido, igual que yo, en África,
que de un extraño, nato en otra parte
Pensad pues que es lo que yo debo hacer,
415
siendo cartaginesa y siendo la hija
de Asdrúbal, y si no debo temer
el horrendo arbitrio de los romanos.
Ante esto, espero que a piedad os mueva
el misérrimo estado en que me encuentro;
420
después de mi feliz vida pasada.
CORO
No neguéis, señor, a tan alta dama
esta honesta demanda y justos ruegos.
MASINISA
Reina, no os diré qué ultrajes e infamias,
me hizo Sifax durante muchos años,
425
por no renovar un viejo dolor,
ni menguar en vos ninguna esperanza.
Sean cuales fueren, es mi costumbre
perseguir a mis enemigos hasta
vencerlos y luego olvidar ofensas.
430
Mas aunque yo las quisiese tener
ante los ojos y vengarlas todas,
seguiría siendo cortés con vos;
ya que no puede haber cosa más vil
que ofender a mujeres y ultrajar
435
a los oprimidos y sin ayuda.
Además esta joven edad vuestra,
buenas maneras y rara belleza,
palabras suaves y dulces ruegos,
harían al tigre tornar piadoso.
440
De modo que expulsad de vuestro pecho
los pensamientos tristes, cualquier miedo,
porque de mí solo obtendréis honor.
Ya me duele no poder prometer
aquello que tanto me habéis pedido,
445
de no daros a la fuerza romana;
pues no veo de qué modo podría,
pues tan sometido a ellos que me encuentro.
Aun así os prometo rogarles mucho
por vuestra libertad; mas os diré
450
que aunque no pudieseis ser liberada
no debéis temer por ningún ultraje.
CORO
Reforzad el ruego, alteza real;
que el árbol nunca cae al primer golpe.
SOFONISBA
Mi señor, vuestras palabras suaves,
455
que me demuestran alguna piedad,
despiertan mucha esperanza en mi seno.
Por eso me armo de tanto valor
que, dejando de lado cualquier miedo,
hablaré con vos con seguridad,
460
aunque dentro de mí tenga vergüenza;
puesto que me hallo en situación extrema,
nada puedo expresar sino mis penas,
aunque ofender pueda a vuestros oídos.
Me conforta también, que siempre el bueno
465
ayuda al infeliz de buena gana,
y el hacerlo le llena de contento.
Pero volviendo a lo que decíamos,
vuelvo a rogaros que tengáis piedad;
que la gran esperanza que me dais,
470
confirméis, señor, con esta promesa,
de no dejar que yo caiga en las manos
ni como esclava de ningún romano.
Ya no puede caber en mi cabeza,
que no podáis hacerlo, si queréis.
475
Pues, ¿quién osaría contradeciros
y negaros a tomar del botín
a una sola mujer con vuestra parte.
Y no digáis, señor, que de romanos
no debo yo esperar ningún ultraje,
480
pues por la enemistad de tantos años,
ya conocemos lo crueles que son,
y que áspero es el odio que ellos sienten
por nuestras tierras y por nuestra sangre:
es más, de ellos sin duda alguna espero
485
vergüenza y suplicio: daño insufrible
del cual hay que huir más que de la muerte.
Por eso os ruego y suplico señor,
que vos procuréis liberarme de ellos.
Concededme esta gracia, que yo os pido,
490
por vuestras caras rodillas que abrazo,
por esta vuestra mano victoriosa,
llena de fe y de valor, que ahora beso.
No me queda ningún otro refugio
que vos, dulce señor, a quien recurro,
495
como iría al puerto de mi salud.
Y si las vías tuvieseis cerradas
para sacarme del juicio de aquéllos,
salvadme de ellos dándome la muerte.
Ésta como gracia extrema os la pido;
500
para esto sí que tenéis libertad;
pues, querido señor, no la neguéis.
Y a ese principio tan glorioso y bello
que habéis hecho para darme salud
dadle buen fin haciendo esta promesa.
CORO
505
Gran fuerza deben tener las palabras,
que nacen en el corazón y dulces
salen de boca de una bella dama.
MASINISA
Hay veces que es bueno tener respeto
y hay veces que conviene ser audaz.
510
Mas si alguna vez debe usarse audacia,
es para realizar obras piadosas.
Lo sé por mí, que por naturaleza
no me alegro nunca del mal ajeno
y con gusto ayudo al que está oprimido,
515
porque no hay nada más que pueda hacernos
semejantes a Dios, como nos hace
el dar salud a los hombres mortales.
Ahora, al querer responder de nuevo
a vuestro ardiente y tan gracioso ruego
520
(al cual no podría mostrarme adverso,
sin pensar que actúo como una bestia),
respondo que os prometo con firmeza
que haré por vos lo que me habéis pedido.
Y si existiese alguno tan audaz,
525
que osase tocar siquiera las ropas,
yo le haré notar que estoy ofendido,
y más le valdrá abandonar el reino.
Por más claridad, la mano derecha
quiero tocaros, y juro por ésta
530
y por el Dios que me ha favorecido
al recuperar el paterno imperio,
que será cumplido lo que prometo
y no iréis sometida a los romanos,
mientras que quede vida en estos miembros.
CORO
535
Oh respuesta cortés y hablar piadoso,
digno de loa y de memoria eterna.
SOFONISBA
¿Qué palabra me hará soltar la lengua,
para daros las gracias dignamente
por esta respuesta tan liberal;
540
la cual se ve que es realmente digna
de la alteza y el nombre que ostentáis?
Mas si yo temo, corazón en vilo,
ni sé dónde dirigir mis palabras,
no soy (creo) poco digna de excusa;
545
porque a mí me parece algo imposible,
hablar de esto, tal y como conviene,
sin hacer pocas, ni excesivas loas.
Ya que no puede haber loa excesiva
ante un hecho tan digno y tan glorioso
550
Muchas veces se desdeña a un valiente
espíritu, con loas desmedidas.
Así por no caer en tal peligro,
dejaré de elogiaros, también porque
boba es la loa en boca de mujer.
555
Solo os diré que no me viene en mente
el haber visto nunca tanta gracia
hasta donde me llegan los recuerdos.
Y puesto que la fortuna contraria
todo me ha robado, excepto la vida
560
(la cual, también, solo por vos conozco,
y dispuesta estoy por vos a entregarla),
yo rogaré a aquel Dios, que desde el cielo
mira y cuida de las obras mortales,
que en mi lugar, por esta obra tan bella,
565
os pague un precio digno y honorable.
MASINISA
No quiero paga alguna, pues el bien
debe hacerse solo porque es el bien,
el cual es fin de toda acción humana.
SOFONISBA
Muchas veces el premio es el que invita
570
a llevar a cabo empresas honrosas.
MASINISA
Sí, para los que todavía ignoran
cuánto placer se obtiene haciendo el bien.
SOFONISBA
Sea como sea, Señor, yo ruego
a Dios, que os pague lo que merecéis
575
y haga honor a esta ayuda tan piadosa.
MASINISA
Bastante me ha pagado, que me ha hecho
la gracia de decir y de hacer algo,
quizás, que a vos tanto deleita y place.
SOFONISBA
Así sea, señor; decidme pues
580
que debo hacer, que de vuestro consejo
ya no pretendo alejarme ni un poco.
MASINISA
Me gustaría (si a vos no os molesta)
ir a casa para pensar el modo
de mantener lo que os he prometido.
SOFONISBA
585
Sí, querido señor, no me falléis.
MASINISA
¿Todavía dudáis de mi palabra?
SOFONISBA
No dudo ya, mas tanto el gran deseo
me azuza, que parece que yo tema.
MASINISA
No dudéis, que yo tengo por costumbre
590
cumplir siempre aquello que yo prometo,
y odio a los que dentro del corazón
tienen una cosa, y otra en la lengua.
SOFONISBA
Vamos pues, y si a las buenas acciones
no siempre las contraría fortuna,
595
debemos esperar que nos secunde.
CORO
Rayo celeste y puro
de cuya luz divina
se adorna el cielo y se restaura el mundo,
cuyo viaje seguro
600
tal belleza origina
que vivir abajo siempre es jocundo
porque al ser rotundo,
infinito y eterno,
la noche al día espera,
605
y tras la primavera,
llega el estío, y otoño e invierno,
y llena tierra y mares
de cosas preciosas y singulares;
sácanos de aquí un día,
610
que no esté tan ahíto,
como éstos, de afanes exagerados.
Sabes con qué agonía
de uno a otro mal transito,
y casi son mis años demasiados.
615
Si ya cuando ha empezado
Sifax a causar daños
al buen hijo de Gala,
dije: "Que esta obra mala
romperá nuestra paz de tantos años.
620
Ay, que fui buena augura
pues ya no hubo nunca más paz segura.
¡Infeliz, desde entonces, cuánta inquina,
cuántas iras y entuertos,
cuántos heridos, muertos,
625
se han visto ya en este país glorioso!
De los jóvenes fuertes y despiertos
la presencia declina;
porque esta áspera ruina
para todas es algo doloroso
630
quien por gasto copioso
ha visto el caro hogar empobrecido;
quien entre los vencidos
triste, al padre ha perdido
quien al hijo, al hermano, o al marido;
635
quien vio que le robaban
una hija, para utilizarla a su antojo,
a quien el sol pareció que lo helaban
al ver que otros cargaban sus despojos.
Digan que si con razón
640
peno Muluca y Tusca
que han visto sus aguas ensangrentadas.
No hay desierto peñón,
ni valle o selva fusca,
que a llorar no se hayan visto forzadas,
645
al encontrar manchadas
de sangre las ramas y hasta la cima;
y al oír los suspiros,
lágrimas y martirios,
de quien finaba el curso de su vida
650
dejando allí sus cuerpos
pasto de buitres y presa de perros.
Y ahora que creía
que acababan los males
veo que se renuevan nuestras llagas.
655
Ay, ya no debería
con golpes tan mortales
herirnos el cielo, como hoy nos llaga.
¿A nuestra idea vaga
de ser al fin felices,
660
le cae un nuevo peso?
El rey ha sido preso
y la ciudad se llena de enemigos:
soportar no se puede
nada más cruel que esto que nos sucede.
665
Y entre tantas ruinas una esperanza
aún puede mostrarse
pues parece inclinarse
al bien el nuevo rey, y a la piedad
¡Cómo acogió a la reina al presentarse!
670
¡Con qué dulce semblante!
Parece por delante
de ella en nobleza, en gracia y en bondad.
Oh amada libertad,
de aquí obtendrás un poco de esperanza.
675
Quizás acabaría
con esta tiranía
mi alta reina si buen estado alcanza.
Y pues siempre ha velado
por ella y por nosotras, tenemos
680
socorro asegurado
si la promesa hecha cumplida vemos
Acto II
Escena I
LELIO y CORO
LELIO
A cada paso miro alrededor,
y contemplo la grandeza y pujanza
de la enemiga tierra en que me encuentro;
685
y casi, a decir verdad, me arrepiento,
al recordar mi peligroso viaje,
de haber venido con tan poca gente.
Puesto que al ver alguna gente armada,
me mantengo en suspenso, porque siempre
690
hay que temer las armas enemigas.
Además de eso también me da miedo
que no he vuelto a ver a muchos de aquéllos
que en la tierra entraron con Masinisa;
así que preguntaré a estas mujeres,
695
que de ellos me darán alguna nueva.
Mujeres, ¿quiénes sois, que se os ve hablando
juntas y al parecer desconsoladas?
CORO
Somos ciudadanas de esta ciudad,
que habéis conquistado, llamada Cirta;
700
cuya nueva y repentina conquista
nos hace estar así de confundidas.
LELIO
Vosotras debéis saber dónde está
el nuevo rey, que ha entrado con su gente
hace pocas horas en vuestras tierras;
705
tened a bien decírnoslo a nosotros.
CORO
Entró al palacio el rey, a quien buscáis,
no hace mucho tiempo, con mucha gente.
Allí lo encontraréis, pues allí sigue.
Pero si no es molestia, hacednos vos
710
saber, igualmente, cómo os llamáis.
LELIO
Yo me llamo Lelio y mi patria es Roma
y tras Escipión, que es el capitán,
tengo en la batalla el más alto honor.
CORO
Ahora recuerdo, y sé bien quien sois,
715
puesto que este glorioso nombre vuestro
se conoce del Nilo a las Columnas.
Así que ante vos me inclino y me excuso,
que si no os traté con aquel honor
que corresponde a la grandeza vuestra;
720
fue por ignorar vuestro noble aspecto.
LELIO
No os disculpéis, pues no hubo tal error;
sino gran gentileza he visto en vos.
CORO
Uno de los vuestros sale de casa.
Él debe saber qué hacen allí dentro.
Escena II
LELIO Y MENSAJERO
MENSAJERO
725
Aquí veo ya a Lelio, a quien buscaba.
Señor, he de decir algunas cosas.
LELIO
Quizás quieres hablarme del botín,
que habéis encontrado dentro en palacio.
MENSAJERO
Pues en realidad yo no he visto nada,
730
porque aún de esto nadie se ha hecho cargo.
LELIO
¿Entonces qué hace dentro Masinisa,
si no recoger el real tesoro?
MENSAJERO
Está tan feliz con su nueva esposa
dichoso entre placeres y canciones.
LELIO
735
¿Qué nueva esposa es esta, de qué me hablas?
MENSAJERO
De Masinisa, por quien preguntáis.
LELIO
¿Cómo de Masinisa? ¿ Y quién es ella?
MENSAJERO
Sofonisba, la hija del rey Asdrúbal.
LELIO
¿Sofonisba la esposa de Sifax?
MENSAJERO
740
La misma digo, la que fuere reina.
LELIO
¿Éste se ha casado con Sofonisba?
MENSAJERO
La ha desposado, que yo no hablo en vano.
LELIO
¡Qué nueva desmesurada osadía!
MENSAJERO
La cosa es tal como yo os la he contado.
LELIO
745
¿Mas dónde estaba ella? ¿dónde la vio?
MENSAJERO
En la plaza delante del palacio.
LELIO
¿Y qué le dijo en el primer encuentro?
MENSAJERO
Fue la mujer la que habló antes con él.
LELIO
¿Ella le habló antes de ser su mujer?
MENSAJERO
750
No, mas le pidió humildemente un don.
LELIO
¿Quizás la libertad, que todos quieren?
MENSAJERO
Sí, no ser sometida a los romanos.
LELIO
¿Y él le concedió esta osada promesa?
MENSAJERO
En realidad contradijo esta parte.
LELIO
755
¿Qué hizo luego, cuando le fue negado?
MENSAJERO
Volvió a rogarle con más suaves ruegos.
LELIO
¿Y él qué le dijo la segunda vez?
MENSAJERO
Le prometió todo lo que pedía.
LELIO
Oh, vana idea, ¿y cómo pudo hacerlo?
MENSAJERO
760
No sabría decir lo que esperaba.
LELIO
¿Qué pudo inducirlo a hacer tal promesa?
MENSAJERO
El Amor y las palabras tan dulces.
LELIO
¿Cómo Amor tuvo fuerza entre las armas?
MENSAJERO
No hay ideas que entiendan su poder.
LELIO
765
¿Pero hecho esto, qué siguió después...?
MENSAJERO
Todos los acompañaron a casa.
LELIO
Y allí la desposó secretamente.
MENSAJERO
En realidad en presencia de todos.
LELIO
Cuéntame un poco todo el matrimonio.
MENSAJERO
770
Lo contaré, que por esto os buscaba.
Después de haber entrado en el palacio,
la reina se despidió ya del rey,
y se fue arriba para descansar.
Entonces el rey se quedó algo absorto,
775
creo que pensando en su gran promesa;
después llamó a uno de sus más queridos,
y le mandó a decir a Sofonisba
que, para que no tuviera sospecha,
había decidido desposarla,
780
y celebrar las nupcias ese día,
siempre y cuando ella estuviese de acuerdo.
A lo que la mujer respondió así:
que ser la esposa de un señor tan grande,
al cual en principio fue destinada,
785
solo podía causarle deleite;
mas que sería infame abandonar
tan rápido al que fue el primer consorte,
e ir volando hacia las segundas nupcias;
sobre todo porque tenía un hijo
790
suyo, que no llegaba al segundo año;
por eso le rogaba que quisiese
dejar pasar un poco más de tiempo.
Cuando oyó el rey esta honesta demanda
hizo responder que le parecía
795
que no debía tener tal respeto,
por algo que todos excusarían
por la necesidad de la Fortuna.
Y además debía con más razón
ser mujer de aquél que eligió su padre,
800
que de Sifax, a quién la dio el Senado.
A parte de esto pensándolo bien
no hallaba otro modo de liberarla,
como prometió: debía elegir
entre esto o ser sierva de los romanos.
805
Luego dijo la Dama suspirando:
que a tales demandas deben seguirlas
acciones concretas, y no palabras.
Mas decir puedes que estoy preparada
a hacer aquello que mi señor mande.
810
Cuando se le transmitió esta respuesta,
el rey fue raudo a la sala de arriba,
y al poco de allí estar llegó la reina,
con los ojos aún llenos de lágrimas,
que a pesar suyo se hicieron visibles.
815
Después empezó a susurrar la gente
sobre este repentino matrimonio;
y cada uno según su pensamiento
lo elogiaba o bien lo condenaba.
Hasta que un trompeta con gran esfuerzo
820
hizo el silencio, y gritó hasta tres veces:
oíd, oíd, oíd, y se calló.
Cuando se calmó el vulgo, un sacerdote,
se adelantó y pronunció estas palabras:
"Júpiter supremo y reina del cielo,
825
estad contentos de otorgar favor
a estas hermosas y honorables nupcias;
y conceded a estos dos que en su unión
puedan disfrutar del glorioso estado
hasta el último día de su vida,
830
dándole al mundo generosa prole".
Después, mirando a la reina le dijo:
"Reina Sofonisba, ¿estás de acuerdo
en que Masinisa sea tu esposo,
aquí presente, rey de los Masilios?"
835
Luego ella con la cara sonrojada
dijo en voz muy baja que le placía.
Después éste preguntó a Masinisa
si tomaba contento a Sofonisba
por legítima esposa. Y contestó
840
que así lo hacía, con la frente alegre.
Y acercándose más a la mujer,
le puso en el dedo un precioso anillo.
Después, el sacerdote volvió a hablar
a la pareja: "Antes que el sol decline,
845
haced honor a Dios devotamente.
Es lo que debería haberse hecho antes
de dar comienzo a todo lo demás;
pero por las prisas se hará más tarde;
y Sofonisba venerará a Juno
850
con sus dones, y Masinisa a Júpiter".
Cuando se calló el viejo sacerdote,
la sala oyó un retumbar de sonidos
y suaves cantos, y yo me marché,
y vine aquí con vos, como ya veis,
855
a contaros lo que había pasado.
LELIO
El intelecto, que el cielo dio al hombre,
vale más que otro tesoro mundano;
mas la felicidad lo enturbia a veces.
Éste, que parecía tan prudente,
860
comete ahora un error peligroso
a causa de su suerte victoriosa.
A nadie se le puede llamar bueno
hasta que no llegue a su último día;
pues el alcanzar los mayores méritos
865
suele causar que las almas ligeras
quieran hacer cosas que no son buenas.
MENSAJERO
Mirad a Masinisa, que ahora sale.
LELIO
Ya lo he visto. Vete ahora a esconderte
a un lado, porque quiero presentarme
870
como si no supiese nada de esto.
MENSAJERO
Así lo haré para que no me vea.
Escena III
LELIO, MASINISA y CORO
MASINISA
Preparaos para acudir al templo,
yo iré a hacer lo que ha dicho el sacerdote,
tan pronto como pueda regresar.
875
Salgo ahora para mandar al campo
a alguno de los míos. Ve tú, raudo,
para poderme decir qué sucede.
LELIO
Ya no hace falta que mandes a nadie,
puesto que yo vengo ahora de allí.
MASINISA
880
Lelio, todavía no había vuelto
mis ojos hacia vos; decidme entonces,
¿ha llegado ya Escipión con los suyos?
LELIO
Hace poco vino uno de sus hombres,
y dijo que ya estaba ante la puerta,
885
de recuento, por lo que iré con él,
Pero he venido para antes mandarle
a Sifax, y a los otros que están presos.
MASINISA
Bien hecho harás; y no les deis respiro.
LELIO
Así lo haré. Ved que llega Catón,
890
camarlengo del campo, y con él vienen.
Dile que espere un poco, y que se lleve
con los demás también a Sofonisba.
MASINISA
No hace falta que os llevéis a la reina.
LELIO
¿Por qué no debe ir también con los otros?
MASINISA
895
Porque es una mujer, y no es honesto
que vaya mezclada entre los soldados.
LELIO
Sería vano todo este respeto,
yendo, como va a ir, con su marido.
MASINISA
Mandemos a los demás, que a la dama
900
sería un exceso, y el hombre sabio,
no debe hacer nunca nada excesivo
LELIO
Da lo mismo, la mandaré con todos.
MASINISA
Lelio, no me injuriéis de esta manera;
que no es la injuria del gusto de Dios.
LELIO
905
¿Qué injuria os puedo hacer, haciendo aquello
que es costumbre hacer con los prisioneros?
MASINISA
No debemos llevarla a las prisiones
de ningún modo, porque es mi mujer.
LELIO
¿Cómo puede ser, si es la de Sifax?
MASINISA
910
Vos debéis saber que antes ella fue
mi esposa, y Sifax me la arrebató,
y ahora con vuestra ayuda la tomo.
LELIO
No tengo por qué hurgar en lo que fue
años atrás, solo me sirve que ella
915
es ahora la mujer de Sifax,
el cual debe ser para los romanos,
con su reino, su esposa y sus tesoros.
MASINISA
Mas ya no es de Sifax, sino que es mía:
la he desposado, como han visto todos.
LELIO
920
¿La habéis desposado? ¿y en qué lugar?
MASINISA
Aquí en la casa, de donde he salido.
LELIO
¿En la casa de nuestros enemigos?
Ah, habéis cometido algo muy indigno.
MASINISA
Lo hice con buena y óptima esperanza.
LELIO
925
Esperar aquello que no se debe,
muchas veces arruina a los mortales.
MASINISA
Prefiero el perjuicio de hacer el bien,
que sacar beneficio de obrar mal.
LELIO
Sé bien como sois, pues ya es conocido
930
que no hay ningún hombre sobre la tierra,
que nos sea tan útil, por ser sabio;
mas no hay que tener a nadie por sabio,
si no es sabio también para sí mismo.
Considerad entonces para vos
935
lo que ahora habéis hecho, (mas dejando
antes la pasión a un lado, porque ésta
muy a menudo engaña a la prudencia),
y comprenderéis con qué mal criterio
os habéis casado con Sofonisba,
940
que os es mortal enemiga, y es sierva
del pueblo de Roma, que ya os ha dado
el reino, y algo mayor puede daros.
A ésta habéis desposado entre las armas,
sin esperarnos, y en casa enemiga
945
celebrasteis las nupcias. ¡No sentís
vergüenza ni al escucharlo contar!
Así que dejadla, que mucho gana
aquél que abandona una mala empresa.
Ella sería una antorcha encendida,
950
que os quemaría la casa; y también
os haría ser viejo antes de tiempo;
y si aún os molesta abandonarla,
soportadla un poco, y ya cambiará;
que en esta vida lo dulce a menudo
955
se hace amargo, y después vuelve a ser dulce.
CORO
Ay, qué miedo tengo; pues sé que a veces
las bellas ideas son impedidas.
MASINISA
Igual que no se debe sin gran causa
tener por bueno a quien mal ha vivido;
960
tampoco hay que creer con ligereza
que se haya hecho malo, quien fuese bueno.
Yo, puesto que se me tiene por malo
por haber ayudado a mi mujer,
por lo que esperé recibir elogios
965
(pues ayudar a otros, cuando se puede,
me parece que es hacer algo bello)
me esforzaré con algunas palabras
en demostrar que se me juzga mal.
Sé que es conocido de todo el mundo,
970
como Asdrúbal, el hijo de Giscón,
me otorgó por esposa a Sofonisba,
su hija; y ya convertido yo en su yerno,
me llevó a defender con él España.
Luego Sifax, a quien gustaba mucho
975
mi mujer, y quería poseerla,
se enemistó con los cartagineses,
hasta el punto de aliarse con vosotros.
Mas su Senado, que también quería
tenerlo a favor para haceros guerra,
980
sin saberlo yo, ni tampoco el padre,
le otorgó a Sofonisba por esposa.
Y yo conmovido por ira justa
le hice la guerra; y por recuperarla,
perdí el reino, y casi pierdo la vida.
985
La he recuperado, con vuestra ayuda,
y por eso os estoy agradecido,
y lo estaré siempre, mientras yo viva,
porque la gracia debe engendrar gracia;
y quien no se acuerda del beneficio,
990
es de espíritu y natura muy vil.
¿Qué mal hago entonces, si he retomado
a quien siempre quise recuperar?
Y si al tomarla yo no he respetado
los modos y el tiempo como debía,
995
quizás fue por error, mas no hubo culpa.
Vos decís aún que era mi enemiga:
yo lo niego; porque nunca sostuve
batalla con ella, mas con Sifax.
Además yo no voy a recordaros
1000
cómo he estado con vosotros, ni cuánto
he sido en el campo útil con mi gente;
sino que puesto que soy vuestro amigo,
digo que no está bien que me neguéis
a mi esposa, habiéndome dado un reino;
1005
porque quien concede un gran beneficio,
y luego niega uno menor, no sabe
que ofende y mengua la primera gracia.
Así que no me exhortéis a dejarla,
mas dadme ayuda, para que la tenga.
CORO
1010
Ten piedad, señor, del tan justo amor
de este rey; y no lo quieras privar
de una dama tan amada y valiosa.
LELIO
Cuando uno se da cuenta del error
y para sí se arrepiente del fallo,
1015
éste merece perdón, y así de este
se puede esperar que regrese al bien;
mas quien disculpa el yerro o lo defiende,
da a pensar que no se corregirá.
No quiero replicaros con palabras;
1020
pues no es sabio aquel médico que ve
que el mal quiere hierro, y usa conjuros.
Id, mis soldados, entrad al palacio;
y traed presa a la reina aquí fuera.
MASINISA
Que ninguno de los que aquí escucháis,
1025
intente poner un pie en esa puerta;
o su sangre la teñirá de rojo.
LELIO
¡Qué arrogancia! ¿Entonces vos pretendéis
resistiros a las tropas romanas?
MASINISA
No puedo soportar que me separen
1030
de ella, pues la quiero más que a la luz.
Escena IV
CATÓN, LELIO, MASINISA y CORO
CATÓN
Estad atentos a los prisioneros,
que veo prepararse una contienda,
que podría causar un gran desastre;
aunque voy a intentar apaciguarla.
LELIO
1035
Catón, ¿habéis visto ya la arrogancia
de Masinisa, y con lo que amenaza?
CATÓN
He visto toda vuestra discusión.
MASINISA
Me agrada que hayáis podido ver todo,
para saber de quién procede el yerro.
CATÓN
1040
Lo que estaría bien hecho es cerrar
la vía de esta impetuosa lid
y no añadir más leña a tanto fuego.
Porqué la enemistad de los amigos
es grave, y casi nunca se repara,
1045
si se la deja durar demasiado.
Diré la verdad, sea la que sea,
pues siempre se debe honrar la verdad.
Me parece que estáis fuera de sí;
y creo que pretendéis hacer daño
1050
a amigos, y a los enemigos risa.
¿Dónde permitís que os lleve la ira?
¿Acaso no veis en qué tierra estáis?
¿Y entre qué gente? Me dirijo a vos
primero, Lelio, que sois más potente,
1055
y quien tiene poder, debe evitar
que quien menos puede sea ultrajado.
No queráis ser así de pertinaz
y traer ahora mismo a Sofonisba;
dejadla aquí, que de ella ya se hará
1060
lo que sea que el capitán decida.
Después vos, Masinisa, ¿en qué pensáis?
¿pretendéis combatir con los romanos
por esta mujer? Ah, no queráis dar
tan duro premio al imperio obtenido;
1065
que aquél que sabe remunerar a otros
por el bien recibido es realmente
digno de más amor que cualquier cosa.
¿Aún no os dais cuenta que semejante
guerra sería la desgracia vuestra?
1070
Deponed pues, deponed vuestras iras;
y estaréis contentos de lo que tenga
que decir Escipión sobre este asunto.
LELIO
Lo que vos decís, está tan bien dicho
que vergüenza daría rebatirlo;
1075
pero este nuevo rey es muy soberbio
y quiere mucho todo lo que quiere:
sin embargo yo haré lo que a vos plazca.
MASINISA
Sería muy vil, y nada valdría,
si me dejase robar a mi esposa:
1080
mas me contento de esperar a aquello
que nos diga Escipión sobre este asunto.
CATÓN
No litiguéis más, no; dejadlo ya,
pues al menos veo que estáis de acuerdo
en atender lo que diga Escipión.
1085
Entonces llevaré a los prisioneros
y vosotros vendréis juntos después.
Antes de marcharme, querría ver
que estrecháis las manos y hacéis las paces.
LELIO
Contento estoy de volverlo a abrazar,
1090
que con él no tengo ningún conflicto.
MASINISA
Y yo igualmente ved como lo abrazo.
CATÓN
Lo que hacéis es propio de almas gentiles,
como las vuestras; pues digno es de elogio
olvidar las ofensas y calmarse.
1095
Ahora voy al campo, y os recuerdo
que vengáis tan pronto como podáis.
LELIO
En seguida iré allí, cuando haya visto
los establos, y que están los caballos.
CORO
¡Ay infeliz! que creí ver acercarse
1100
el final de mi angustioso dolor,
que me hace estar entre suspiro y llanto,
y ahora que veo debilitarse
la nueva ayuda, en mi nace un temor,
que trae al corazón nuevos quebrantos.
1105
No sé por dónde aguanto
ya la esperanza, que tanto enajena.
Si el cielo me condena,
vana será toda idea mortal
pues que en peligro tal
1110
caeremos, si Dios no nos defiende;
que todo el bien de abajo de él depende.
Señor, pues, si no resulta pesado
que te ruegue que mis ruegos mortales
puedan llegar hasta tu alta presencia,
1115
te lo ruego; y el seno, aunque apenado,
intentará hacer, que no sean tales,
que hagan que se retracte tu clemencia.
Sé que tienes consciencia
sin que yo hable de qué desearía,
1120
mas por la antigua vía
que el vulgo y los sabios siempre han seguido,
como ellos también pido
de viva voz, Dios, que tengas piedad
de esta nuestra tan juvenil edad.
1125
Defiende con tu mano, mi Señor,
nuestro honor que mantuvimos seguro
de mil insidias de la vida humana.
Pues veo ahora que a su alrededor
ya se prepara un ataque tan duro,
1130
contra el cual será toda ayuda vana,
si tu eterna piedad
no la socorre. Concédele paz
por fin, Señor veraz
a toda nuestra desgraciada gente;
1135
e introduce en la mente
de Escipión la salvación de la reina;
y de nosotros aleja la ruina.
Donde quiera que vuelva la mirada,
relinchan caballos y agitan armas;
1140
y siento que se hiela el corazón
y temo tanto, que el campo no invada
la ciudad, y en contra nuestra las armas
muevan, que me deshago de aflicción.
Triste, ¡qué desazón!
1145
¿Qué hago aún aquí? Mejor será ir
por atajos a oír
cuál es la sentencia de los romanos;
si fueran tan humanos
de dejar a Masinisa con ella
1150
pararían quizás otras querellas.
Acto III
Escena I
ESCIPIÓN, CATÓN, SIFAX y CORO
ESCIPIÓN
He aquí los presos; y el de honor más alto
en primer lugar, mísero Sifax,
por quien el pecho de piedad se llena
y volviendo a mirarlo pienso en mí;
1155
pues todos los vivos sobre la tierra,
no somos nada más que polvo y sombra.
¡Oh, cómo lo vi en su gloriosa altura,
cuando Asdrúbal y yo en su propia casa
nos encontramos en un mismo día!
1160
Cuando es más grande el favor de Fortuna,
más hay que temer, porque no se gire;
pues nunca hubo alguien de Dios tan amado
que viviese seguro un solo día.
CATÓN
Oh Escipión, esta es la gente cautiva;
1165
ordenad para ellos lo que a vos plazca.
ESCIPIÓN
Que vayan todos hacia esas tiendas
y que se haga guardia a su alrededor;
y que solo el rey se quede conmigo.
CATÓN
Hay tal turba de gente alrededor
1170
que ha corrido para ver a estos presos
que costará llegar hasta las tiendas.
ESCIPIÓN
¿Qué adversa Fortuna os ha conducido,
Sifax, a aliaros con los enemigos,
sin respetar pactos ni sacramentos
1175
hechos con nosotros anteriormente?
¿Y además os ha hecho tomar las armas
contra nuestra gente, que por vosotros
las tomó en su día contra Cartago?
SIFAX
La causa fue la bella Sofonisba,
1180
por cuyo amor ardí y fui cautivado.
Y como ella amaba tanto a su patria,
tanto como aquella que se mató,
y era de hábitos y belleza tales,
podía hacer de mí lo que quisiese,
1185
tanto que me distanció de vosotros
y me puso al servicio de su patria.
Así de esa vida serena mía
me ha llevado a la miseria que veis.
En la cual tengo al menos el consuelo
1190
de que mi enemigo la ha desposado
y sé que él no será mucho más fuerte
de lo que fui yo; si no es por la edad
y el ardiente amor quizás más ligero;
por lo que también caerá en desgracia,
1195
y será en verdad mi dulce venganza.
Mas vos, no tengáis en cuenta el error,
y mostraros como sólido amigo.
ESCIPIÓN
Siempre me dolió vuestro error, y duele,
tanto por vos, como para mí mismo;
1200
porque no puede haber lacra peor,
ni que más moleste que un mal amigo.
Y aquí estáis convertido en un ser tal,
que no os puedo ofrecer ninguna ayuda.
SIFAX
No pido libertad, que es imposible;
1205
ni esquivar la muerte, ya que cualquiera
que se encuentre en la situación que estoy
sabe que morir es salir ganando.
Sino que quiero que lo que penséis
para mí se ejecute sin tormentos.
ESCIPIÓN
1210
No dudéis, no, de semejantes cosas.
Quitadle las cadenas que lo envuelven,
y llevadlo hasta nuestros aposentos;
y no cual preso, sino como amigo.
SIFAX
Dios os haga feliz en esta empresa,
1215
y en todas; ya que sois alguien a quien
no solo los amigos amar deben,
sino también los que os son enemigos.
CORO
Cuánto, cuánto dolor, cuánta piedad
me causa la mísera situación
1220
de quien fue un gran señor, que fue tan rico
de tesoros y gentes, y en un día
se ve prisionero, mendigo y siervo.
ESCIPIÓN
Catón, ¿has oído el discurso que ha hecho
Sifax, a quien la voz de Sofonisba
1225
fue ardiente aguijón para irnos en contra?
Habría que cuidar que no nos quite
a este otro con sus dulces lisonjas.
CATÓN
He estado en su tierra y he conversado
con Masinisa; parece dispuesto
1230
a querer respetar vuestra sentencia.
ESCIPIÓN
¿Os parece dispuesto a abandonarla?
CATÓN
Creo que lo hará, aunque con gran dolor.
ESCIPIÓN
Que lo haga, pues, que de las medicinas
que suelen aplicarse a las heridas
1235
la que da más dolor, es más salubre.
CATÓN
Aquí viene. Hablad de esto con él mismo.
CORO
Ay de mí, señor, ay, que se prepara
contra vuestro anhelo una gran intriga.
Escena II
ESCIPIÓN, MASINISA y CORO
ESCIPIÓN
Bienvenido Masinisa, que es digno
1240
tu valor en verdad de cualquier loa.
He oído comentar por muchas lenguas
todo lo que habéis hecho en la batalla
con vuestra persona y con vuestro juicio,
por lo que os debo gratitud eterna:
1245
y además de esto, la ciudad de Roma
os pagará la merecida renta;
pues aquella tierra nunca dejó
sin merced a los que bien la sirvieron.
CORO
Estas palabras dan cierta esperanza.
MASINISA
1250
No querría negar que no me agrada
haberos satisfecho con lo que hice;
pues lo hice con mucha fe realmente,
y sin esperar ninguna ganancia;
que el mayor premio que pueda tener,
1255
es servir bien a esta gente honorable.
ESCIPIÓN
Marchad todos vosotros a otra parte,
que quiero estar solo con Masinisa.
CORO
Me alejo un poco, y aquí en esta esquina
me aparto, de modo que pueda oír
1260
lo que le ha de pasar a Sofonisba.
ESCIPIÓN
Señor, yo pienso, que fue solo el hecho
de conocer en mí alguna virtud,
lo que os hizo entregarme vuestro amor,
el cual amor después os recondujo
1265
a querer volver a África vos mismo,
y poner en mí vuestras esperanzas.
Pero sabed, que ninguna de aquellas
santas virtudes por las que os gusté,
me alegro más de tener, ni tanto honro,
1270
como la templanza y la contención
de cualquier idea libidinosa.
Esta querría, que igualmente vos
sumaseis a tantas virtudes vuestras.
Creedme, que a nuestra edad los placeres
1275
dispersos que nos rodean, son más
peligrosos que enemigos armados;
y aquél que con templanza los contiene,
y doma, puede decirse que gana
mayor gloria, que la que dan las armas.
1280
Aquello que sin mí vos habéis hecho
con valor y juicio, de muy buen grado
lo he dicho, y de buen grado lo recuerdo:
el resto quiero, pues, que lo penséis
una vez más vos mismo, y que al contarlo
1285
provoque que se os sonroje la frente.
Esto solo os digo, que Sofonisba
es botín romano, y vos no podéis
haber dispuesto de ella cosa alguna.
Pues os exhorto a mandarla enseguida,
1290
porque tenemos que enviarla a Roma.
Y vos, si habéis vuelto la mente hacia ella,
venced a vuestro deseo lascivo
y tened cuidado de no arruinar
muchas virtudes con un solo vicio;
1295
y no pretendáis enturbiar la gracia
de vuestros méritos, con un error
más grave que la causa del errar.
MASINISA
Yo diré, Escipión, alguna palabra,
a fin de que vos no me condenéis
1300
sin escuchar ninguna razón mía.
No fue la lascivia lo que me indujo
a hacer lo que yo hice con Sofonisba;
sino piedad y el pensar que no erraba.
Sé que sabéis que en un primer momento
1305
el padre de ella me la prometió;
pero después Sifax, porque la amaba
tanto pidió que los cartagineses
me la quitaron para concedérsela.
Por lo que yo sentí tanto desdén,
1310
que desde entonces les he hecho la guerra;
y con vos me coaligué últimamente;
y ya conocéis bien o que yo he sido
y que apresé a Hanón, e hice romper
los caballos de Cartago en la torre
1315
que hizo Agatocles, rey de Siracusa.
Después, cuando derrotasteis a Asdrúbal,
sabéis qué es lo que os dije y mis consejos,
y que yo solo me opuse a Sifax.
¿Hace falta decir que en mil lugares
1320
os he sido útil con toda mi gente?
Por eso me vi con bastante audacia
para sin consultar recuperar
a mi mujer, que me habían robado.
A esto me indujo, que vos varias veces
1325
me habíais prometido devolverme
todo aquello que Sifax me ocupaba:
mas, ¿si la mujer no se me devuelve
que esperaré que se me restituya?
Europa ya empuñó una vez las armas,
1330
y cruzó el mar con más de mil navíos
contra Asia, y estuvo casi diez años
asediando a Troya, que ardió y fue presa,
por devolver a Menelao su esposa
que había escapado con Alejandro
1335
y estuvo con él veinte años enteros.
¿Y vos no queréis retornarme a ésta
que no hace ni tres años que Sifax
me la quitó a la fuerza y con engaños
y con tanto esfuerzo ha sido devuelta?
1340
Ah, no me neguéis tan amado don;
y no queráis después, que vuestra ira
contra los cartagineses se extienda
con tal furor también contra mujeres.
Mas que puedan mis beneficios tanto
1345
para que su error sea perdonado
si hubiese cometido ofensa alguna:
que bien conviene por amor de un bueno
perdonar a un malo, mas no se debe
punir al bueno por pecados de otros.
ESCIPIÓN
1350
Quien no supiese cuál es vuestro yerro
y escuchase el discurso que habéis hecho,
no pensaría que yo no cediese.
Pero no es justo aquél que habla bien
de cada cosa que ocupa su mente;
1355
sino el que de verdad no se separa.
Si Sofonisba fuese vuestra esposa,
sin ninguna duda os la entregaría,
pues bien sabéis vos que ya os entregué
a Hanón Cartaginés; por el que a cambio
1360
ellos devolvieron a vuestra madre.
Y tan pronto el reino de los Masilios
(que yo sabía vuestro) fue tomado,
os lo restituí sin tardar nada.
Mas si os fue prometida Sofonisba
1365
(como vos decís) antes que a Sifax,
esto no hace que sea vuestra esposa,
porque una sola y sencilla promesa
no consuma el matrimonio; y vos nunca
yacisteis con ella, ni tenéis hijos,
1370
como de Menelao tenía Elena.
Además, si ella era vuestra mujer
¿por qué debíais volver a casaros?
¿Y celebrar tan deprisa las nupcias
en tierra enemiga y entre las armas?
1375
¿Qué quiere decir, que al principio, cuando
me pedisteis todas las cosas vuestras,
no dijisteis de ella palabra alguna?
Con esto se puede ver que era de otro,
puesto que era en realidad de Sifax,
1380
el cual ha sido con nuestros auspicios
vencido y preso; y así su persona,
la mujer, las ciudades, los castillos,
y finalmente todo lo que él tuvo
es botín solo del pueblo romano;
1385
así que a él y a la reina (incluso aunque ella
no fuese de Cartago, ni su padre
fuese capitán de los enemigos)
es necesario mandarlos a Roma;
donde deberá esperar la sentencia
1390
del pueblo romano y de su Senado;
de lo que se la acusa, que es quitar
y enajenar a un rey, que fue su amigo,
e inducirlo después a alzarse en armas
contra Roma precipitadamente.
1395
Así que no puedo disponer de ella;
y sin más tardanza debéis mandarla;
y no intentéis más como ya habéis hecho
sustraer parte del botín romano.
Mas si de ellos queréis alguna cosa,
1400
pedidla, que escribiremos a Roma,
y rogaremos para que el Senado
os la conceda por vuestra virtud.
MASINISA
Ya que veo que es vuestra voluntad
tenerla a ella, ya no me opondré más;
1405
mas quiero que también de mi persona
hagáis aquello que más os agrade.
Pero mucho os ruego que no os disguste,
que yo intente cumplir con mi palabra,
la cual empeñé mucho sin pensarlo;
1410
pues le prometí que nunca estaría
en poder de otros mientras yo viviese.
ESCIPIÓN
Esta respuesta es realmente digna
de Masinisa: haced lo que queráis
siempre que tengamos a la mujer.
MASINISA
1415
Iré dentro, y pensaré una manera,
que guarde mi fe y la voluntad vuestra.
CORO
Amor, que altos pensamientos gozosos
sueles habitar, y riges la parte
de la que separarte
1420
el pelo blanco o el ceño arrugado
no pueden; pues dulces lazos con arte
pones en torno a los más orgullosos,
que ofrecen gustosos
a tus feroces flechas su costado.
1425
Cualquier valor es frente a ti menguado;
ni solamente en los hombres mortales
te haces sentir, sino que el cielo alcanzas,
y bajas la arrogancia
de grandes dioses con doradas flechas,
1430
y plantas y animales,
y lo que está vivo, cede a tu fuerza,
que con la resistencia se refuerza.
Tu más amada y más suave estanza
está en los ojos de mujeres bellas
1435
allí enciendes aquellas
teas, por allí tu llama se aviva.
Como los marinos por las estrellas
que hay en el polo, tienen confianza
que dónde su esperanza
1440
está, irán con escolta tan altiva;
así se alienta la gente cautiva,
y espera el bien de aquella bella lumbre
que la encendió; de la que extrae gozos,
o dudas, o sollozos,
1445
según cambian las ajenas costumbres.
Cae en gran pesadumbre,
si le arrebatan lo que la destruye,
pues sigue el mal, y el bien espanta, y huye.
Yo, aunque me encuentro fuera de tus manos,
1450
siento un gran dolor en el corazón
al oír el quejarse y suspirar
que saca fuera con mucha afección
el ardiente rey: quizás fueron vanos
sus ruegos; ni sabe a dónde mirar.
1455
Ay, ay, cuánto dolor, cuánto pesar
si esto es verdad, en mi reina ha causado;
sé que muchas veces querrá la muerte.
¡Oh dolorosa suerte
de quien tiene un imperio mal fundado!
1460
Mas tú, Amor, que en estas almas gentiles
has prendido, no las puedes dejar
sin favor; no quieras dar
a tan gran deseo tan pocas horas!
Haz, pues, que aquél que hemos visto marchar
1465
con aquella copa a ver la reina,
no lleve dolor, sino medicina.
Acto IV
Escena I
FÁMULO y CORO
FÁMULO
Tristes mujeres que veo llorosas
no os quedéis aquí fuera;
sino venid dentro de la ciudad,
1470
puesto que la reina está ya vestida
toda de blancas telas
y ya está dispuesta para llevar
las oblaciones al templo, y desea
que estéis con ella ahora.
CORO
1475
¿Es que ignoras la nueva dolorosa
que nuestro seno altera?
Quizás quien tiene más necesidad
de saberlo, también lo ignora. ¡Ay vida
siempre de afanes llena!
1480
Voy contigo, voy yo para aplacar
a los dioses, y que tarde no sea,
junto con mi señora.
FÁMULO
He estado ocupado hasta hace un momento
en arreglar la casa,
1485
como me había ordenado la reina,
así que nada he podido saber
de lo que haya pasado
fuera; vosotras, que algo sabéis de eso
(puesto que os duele) que no os dé pesar
1490
hacerlo manifiesto.
CORO
Ay de mí, señora, ay, como temo
que de mí te separen
y seas sierva en tierra peregrina;
aún sin la sentencia conocer,
1495
que algo malo ha pasado
veo, pues el que está ya de Amor preso,
más que alegrarse, parece agravar
su cruel dolor molesto.
FÁMULO
¿Entonces las nuevas nupcias no harán
1500
el efecto anhelado?
¿De qué habláis vosotras, de qué? Decid.
¿La promesa real, pues, desfallece?
Gran cosa es que mujer
tan hermosa tan pronto se abandone.
1505
Tiene muchas maneras de salvarla
si es que salvarla anhela.
CORO
Donde falta la fuerza, arrecia el mal;
y él, que está bien atado,
no vencerá a su señor en tal lid.
1510
El rey no sentiría que adolece
su mente, si a su querer
no lo siguiesen tan malas acciones.
Ella está aquí sin amigos, los que hablan
de ella, le anuncian penas.
FÁMULO
1515
Quien el favor de Fortuna no tiene,
no crea en la amistad,
pronto sabrá que su juicio enajena.
¿Entonces según vosotras las bodas
serán canceladas?
1520
¿Es más tendrán un doloroso fin?
¡Oh suerte adversa! Ahora voy a casa
a decir que estáis aquí.
CORO
De nada estoy segura, mas quien tiene
tanta infelicidad
1525
sufre con cualquier señal menos buena.
Que el rey no venga de una vez por todas
sino esté en las cerradas
tiendas, y propague un rumor ruin,
hace que mis esperanzas escasas
1530
se alejen ya de mí.
Oh miserable reina,
mientras tú te preparas para honrar
al nuevo esposo, llega otro penar.
Oh qué dura embajada será aquélla
1535
que al campo te llama
para llevarte a servir a romanos.
Triste, de pensarlo el desdén me inflama,
que una mujer tan bella
sea presa de tan feroces manos.
1540
Oh Dios, que sean vanos
nuestros temores: ay, que sale ahora
la sierva, que su alma destruye y llora.
Escena II
SIERVA y CORO
SIERVA
¡Ay que mezquina, oh triste vida mía!
CORO
¿Qué significa este tan duro llanto?
SIERVA
1545
Lloro siempre que pienso en lo que he visto.
CORO
¿Y qué es lo que has visto? ¡Oh qué miedo tengo!
SIERVA
Pronto lo veréis vosotras también.
CORO
Dilo, no nos tengas tan en suspenso.
SIERVA
En breve perderemos a la reina.
CORO
1550
¿Cómo la perderemos? ¿Dónde va?
SIERVA
Irá allí de dónde nunca se vuelve.
CORO
No vuelve nunca quien deja la vida.
SIERVA
Así hará ella.
CORO
¿Entonces ella se muere?
SIERVA
Creo que pronto morirá.
CORO
Oh, dolor
1555
dolor más grave de lo que pensaba.
Dime (te ruego), cuéntame qué pasa,
y que no te pese narrarlo todo.
SIERVA
Cuando salió Masinisa, la reina
hizo adornar de nuevo los altares
1560
de su palacio con hiedra y con mirto;
y mientras tanto sus hermosos miembros
lavó con agua de río y vistió
de blancas, ricas y preciosas telas:
que al verla así cualquiera habría dicho
1565
que el Sol nunca vio nada tan hermoso.
Y mientras ordenaba en un canasto
algunas oblaciones que quería
ofrecer a Juno, para ganarse
su bendición en estas nuevas nupcias,
1570
uno de los de Masinisa vino
con un vaso de plata con veneno;
y mostrándose bastante turbado
le dijo estas palabras a la reina:
"Señora, mi señor a vos me manda
1575
y dice que cumplir querría tanto
la primera promesa que os hiciese,
como hacer debe un hombre con su esposa;
pero viendo que esto fuerzas ajenas
lo impiden, quiere cumplir la segunda:
1580
que no llegaréis con vida al servicio
de ningún romano; y así os recuerda
de hacer algo digno de vuestra sangre".
Al oír esto, la reina extendió
la mano, y audazmente tomó el vaso;
1585
y después dijo: "Dile a tu señor
que su nueva esposa acepta gustosa
el primer regalo que a ella le manda;
ya que no puede dar nada mejor.
Cierto es que morir más le gustaría
1590
si en la muerte no tomase marido".
Después estuvo un poco con la taza
en la mano, y dijo: "No hay que dejar
de hacer honor a Dios en ningún caso".
Y bajó la taza, tomó el canasto
1595
con otras oblaciones, y se fue
hacia dónde iba antes, y de rodillas
dijo devotamente estas palabras:
"Oh reina del cielo, antes que yo muera
(lo que pasará antes que el sol se ponga)
1600
he venido a entregaros estos dones,
y estos últimos ruegos tan distintos
de los que debía hacer hace poco.
Ahora os ruego, si alguna vez fue grata
una oblación que yo os haya ofrecido,
1605
o si de África alguna vez cuidasteis,
que a mi vástago queráis proteger;
el cual ya sin su padre y sin su madre
se queda, antes de cumplir los dos años;
y haced que pronto deje de ser siervo,
1610
no como lo hago yo, sino feliz;
que los años quitados a mi vida,
se añadan a la suya; y que él crezca
como pilar de su infeliz linaje.
Tened piedad también de estas tan fieles
1615
y queridas criadas que yo dejo
en medio de aquellos lobos hambrientos.
Defended su honor y también su vida".
Al terminar esto, se fue de allí;
y tras visitar todos los altares,
1620
regresó finalmente a su aposento;
donde sin tardanza tomó el veneno,
y lo bebió todo seguramente,
hasta el fondo de aquel brillante vaso.
Pero lo que me causa más sorpresa
1625
es que ella hizo todas estas acciones
sin derramar lágrimas ni suspiros;
y sin ni siquiera cambiar de color.
Después se giró, y sacó de una caja
un paño de seda y otro de lino,
1630
y dijo: "Mujeres, cuando esté muerta,
envolved por favor con estos paños
el cuerpo mío y dadle sepultura".
Y después se sentó sobre su cama,
suspiró fuerte, y dijo: "Oh cama mía,
1635
donde depuse la flor de mi vida,
descansa; desde esta hora en adelante
dormiré bajo tierra el sueño eterno".
Entonces miró al hijo, que lloraba,
lo tomó en brazos, y le dijo: "Oh hijito,
1640
tú no sabes con cuánto mal te quedas.
Y el saber poco da mucha dulzura,
mas también es grave el mal sin dolor.
Que Dios te dé más fortuna que a mí
y a tu padre; al cual si después semejas
1645
por lo demás, no serás un inepto.
Y dicho esto, lo estrechó contra el pecho,
y lo besó tiernamente en la frente.
Y mientras esto hacía el bello rostro
con húmedas lágrimas rociaba;
1650
y nosotras llorábamos tan fuerte,
que no podíamos siquiera hablar.
Se giró hacia nosotras y una a una
nos tocó la mano y dijo: "Mujeres,
este es el último día que os veo,
1655
quedad en paz, que yo os pido perdón,
si en alguna ocasión os he ofendido".
Después no hubo en casa nadie tan vil,
a quien no llamase, ni le tendiese
la mano, con su última despedida.
1660
Pensad pues vosotras, si justamente
por tal calamidad me aflijo y lloro.
CORO
¡Oh falaz esperanza, oh mundo ciego,
¡Qué pronto cualquier pensamiento inviertes!
Pero tú ¿por qué no estás con la reina?
SIERVA
1665
La reina se ha marchado, después de esto,
al lugar más secreto de la casa,
para hacer un sacrificio, que hiciese
benigna a Proserpina ante su muerte.
Y cuando lo haya hecho, saldrá fuera,
1670
para ver su fin también con vosotras,
y por eso me mandó aquí a esperarla.
CORO
Demasiado esperaremos; mas dime,
¿Erminia, qué hacía, que tanto la ama?
SIERVA
La pobre no lo supo hasta más tarde,
1675
porque había subido a preparar
el banquete de las futuras nupcias.
Pero cuando supo esto, furibunda
corrió llorando, y se estiraba el pelo
y las mejillas, y gritos y aullidos
1680
tales daba que las piedras llorarían.
CORO
¿Cuándo tendrá reposo
esta infeliz estanza,
siempre llena de daños?
¿Quién le será piadoso?
1685
¿Qué queda de esperanza
después de tantos daños?
Ahora con negros paños
vestir debemos todas
por hacerle el honor
1690
que merece el valor,
y su obra ilustre y santa
de esta mujer electa,
de nosotras perfecta
SIERVA
Ay qué graves tormentos
1695
son estos, damas buenas,
que nos manda Fortuna.
Ay, ay, qué sufrimiento,
cuántas perversas penas
se han agolpado en una!
1700
Oh estrellas, sol y luna,
oh Dios, que los gobiernas,
tu valor puede lograr
cualquier cosa mudar,
vuelve tu mirada eterna
1705
hacia nuestra señora,
cercana a su última hora.
CORO
Oh desventurado hijo de Giscón,
¿qué harás, cómo sientes
la muerte de tu hija tan estimada?
1710
Creo que a mis oídos llega el son
de tus tristes lamentos;
y sé que no encuentras consuelo en nada.
Única madre amada
más que las demás feliz y dichosa
1715
¿cómo vivir entre tanto quebranto?
Si sigues viviendo, serán tus días
privados de alegrías,
y derramarás un eterno llanto
Esta es también la reina: ¡qué piadosa
1720
me siento en el corazón! ¡Muerte avara
nos despojas de una excelencia rara!
Acto V
Escena I
SOFONISBA, ERMINIA y CORO
SOFONISBA
Amada luz del sol, queda con Dios,
y tú mi dulce tierra,
de quien la vista he querido alegrar
1725
en algo antes que muera.
ERMINIA
Quiero ir también yo, quiero ir yo con vos
a quedar bajo tierra.
No quiero en esta vida triste estar
si mi reina está fuera.
SOFONISBA
1730
Ay, que ya no soy fuerte;
ya va empezando a acercarse la muerte.
CORO
Ay, sostenedla bien, ay, pobrecita,
dejadla que se siente.
No, no la mováis, no, no la mováis.
1735
Ved que se le está pasando esta angustia.
SOFONISBA
Damas, os dejo con otro señor
que con mejor Fortuna
estos países podrá gobernar
Pero espero que os acordéis alguna
1740
vez de este nuestro amor,
y, cortésmente, queráis suspirar;
y con mi muerte a Dios también ruego
que os traiga a vosotras paz y sosiego
CORO
La gracia y la virtud que el cielo os dio
1745
nunca abandonarán nuestro recuerdo
mientras que vivamos sobre la tierra.
Y adornaremos vuestra sepultura
con nuestras lágrimas y con cabellos;
también la coronaremos cada año
1750
con flores, y tanto honor os haremos
como una diosa terrenal merece.
SOFONISBA
Vuestro cortés y piadoso discurso
tanto agradezco, que estoy confundida:
y porque mi vida futura es breve
1755
nada puedo ofrecer, mas ruego a Dios
que una piedad igual os cuide y ame.
Luego tú, mi Erminia, tendrás cuidado
de criar como tuyo a este muchacho;
el cual yo espero que celadamente
1760
sabrás llevar a un lugar más seguro.
ERMINIA
Entonces, infeliz, ¿pensáis acaso
que debo quedarme sin vos con vida?
Cruel, ¿es qué no conocéis nuestro amor,
y todas las veces que me habéis dicho,
1765
que si estuvieseis en el cielo, reina,
estar allí sin mi os daría pena?
Y ahora pensáis ir a la otra vida,
y dejarme a mí en un llanto continuo.
Esto no pasará, no, no lo hará,
1770
porque también yo iré con vos sin duda.
Ya deberíais haberme llamado,
cruel, cuando el veneno os fue entregado;
y darme la mitad, pues muertas juntas
estaríamos en el mismo punto,
1775
e iríamos juntas a la otra vida.
Pero ya que no quisisteis hacerlo
hallaré otra manera de seguiros,
porqué no quiero que nunca se diga:
Erminia está viva sin Sofonisba.
SOFONISBA
1780
Erminia no digas estas palabras;
y no hagas que pudiendo un mal tener,
yo tenga dos. Bastante es una muerte.
Si no te dije nada al ingerir
el tósigo, no veas un desdén,
1785
que lo hice para que no lo impidieses;
pues sabía que no habría podido
negarme a tus ruegos de ningún modo.
Y el bien nacido debe, o la honorable
vida amar, o bien la honorable muerte.
1790
Después de caer en lugar tan bajo,
por no querer evitar fin tan bello,
solo te escondí esta de mis acciones.
Intenta tu mantenerte con vida;
que pronto tendremos un gran espacio
1795
para estar juntas, y quizás eterno.
Mientras tanto sé que a mi único hijo,
viviendo tu, no le faltará madre.
Y a él lo criarás de tal manera
que resarcirá quizás a su gente.
1800
Además cuando vuelvas (como espero)
después de unos días a nuestra tierra,
allí les contarás a mis parientes
la manera y la razón de mi muerte;
como por huir de la esclavitud,
1805
y por no avergonzar a nuestra sangre,
siendo tan joven me tomé el veneno.
Y en casa también reconfortarás
a mi vieja y desconsolada madre,
que quiso hacerte esposa de mi hermano;
1810
y ahora serás para ella hija y nuera.
Así, hermana mía, si tanto me amas,
como sé que tú me amas, ten paciencia;
deja que me vaya con la esperanza
de que tú vives, a mi último paso
1815
que hará que la muerte sea suave,
porque, si vives, no muero del todo;
sino de mí vive la mejor parte.
CORO
No me da miedo decirlo antes que ella,
tanta es mi confianza en su virtud;
1820
seguro os concederá esta demanda.
ERMINIA
Tanto amor por vos he sentido y siento
que cualquier deseo vuestro hago mío,
mas no podré aguantar tanto dolor.
SOFONISBA
Haz, pues, lo que tú dispongas y quieras,
1825
ya que harás lo que quieras de ti misma.
ERMINIA
Me esforzaré en hacer lo que queréis,
para hacer de nodriza de vuestro hijo
y sierva de la madre, igual que nuera.
Si hubiese dicho una sola palabra
1830
demasiado arrogante, os pido excusas;
que por dolor no sé qué es lo que me hago;
y pues temo no poder no quitarme
la vida, como tanto habéis rogado,
tendré siempre conmigo vuestra imagen,
1835
que se mandó al rey cuando os liberó;
y con ella haré mis razonamientos
(aunque este consuelo resulte frío),
encontrando en el mal algún alivio.
Además, yo espero que aún vendréis
1840
de noche en sueños para consolarme,
pues siempre es un gran placer ver en sueños
algo que amamos y nos fue negado.
Así pasará el tiempo, hasta que llegue
el deseado día de ir con vos.
1845
Mientras tanto me esperaréis allí.
Yo me ocuparé de que cuando muera
un mismo sepulcro guarde a las dos;
y que estén siempre unidos en la tierra
los cuerpos y en el paraíso las almas.
SOFONISBA
1850
Mucho me agrada que tú estés dispuesta
a complacerme. Moriré contenta.
Mas tú, hermana mía, en primer lugar
agarra ya a mi hijito de mi mano.
ERMINIA
¡De qué amada mano, qué don amado!
SOFONISBA
1855
Ahora, en mi lugar, serás su madre.
ERMINIA
Así será, pues a vos no os tendrá.
SOFONISBA
Hijo mío, qué tanto necesitas
que yo esté viva, de ti me separo.
ERMINIA
Ay de mí, ¿qué haré entre tanto dolor?
SOFONISBA
1860
El tiempo hace leve cualquier dolor.
ERMINIA
Ay, dejadme que me vaya con vos.
SOFONISBA
Déjalo ya, bastante hay con mi muerte.
ERMINIA
¡Oh, Fortuna cruel, de qué me despojas!
SOFONISBA
¡Oh, madre mía, que lejana estáis!
1865
¡Si al menos hubiese podido veros
una vez, y abrazaros en mi muerte!
ERMINIA
Ella es feliz, feliz porque no ve
este hecho cruel, que mucho menos grave
parece el mal, cuando solo lo oímos.
SOFONISBA
1870
Oh, caro padre, oh mis dulces hermanos,
cuánto hace que no os veo, y nunca más
os veré; Dios os dé felicidad.
ERMINIA
Oh, cuánta, cuánta, perderán ahora.
SOFONISBA
Erminia mía, tú en este momento
1875
eres mi padre, hermano, hermana y madre.
ERMINIA
Si al menos valiese por uno de ellos.
SOFONISBA
Ahora siento que la virtud mengua
poco a poco, y aún así camino.
ERMINIA
¡Qué amargo es este viaje para mí!
SOFONISBA
1880
¿Qué veo? ¿Quién es esta gente nueva?
ERMINIA
Ay de mí, infeliz, ¿qué es lo que veis vos?
SOFONISBA
¿Es que no veis a éste que de mí tira?
¿Qué haces? ¿Dónde me llevas? Yo sé dónde.
Suéltame ya, que yo me voy contigo.
ERMINIA
1885
¡Oh, qué piedad, oh que dolor extremo!
SOFONISBA
¿Por qué lloráis? ¿Todavía ignoráis
que el sino de lo que nace es la muerte?
CORO
Ay, ay, que llega demasiado pronto
puesto que aún no tenéis ni veinte años.
SOFONISBA
1890
Nunca es muy pronto para el bienestar.
ERMINIA
¡Qué duro bien es el que nos destruye!
SOFONISBA
Acercaos a mí, quiero apoyarme,
me siento desfallecer, y la noche
sombría se cierne sobre mis ojos.
ERMINIA
1895
Apoyaos entonces en mi pecho.
SOFONISBA
Oh, hijo mío, que ya no tendrás madre,
ella se va ya; quédate con Dios.
ERMINIA
Ay, ay, qué doloroso lo que escucho.
No nos dejéis aún, no nos dejéis.
SOFONISBA
1900
No puedo hacer nada, estoy en camino.
ERMINIA
Alzad vuestro rostro hacia este que os besa.
CORO
Miradlo un poco.
SOFONISBA
Ay, ay, que no puedo.
CORO
Que Dios os tenga en su paz.
SOFONISBA
1905
Me voy, adiós.
ERMINIA
Ay, ay, estoy deshecha.
CORO
Se ha ido con una muerte suave.
Quizás, pues, deberíamos cubrirla.
ERMINIA
Ay, dejadla un poco: oh señora amada,
1910
luz de mis ojos, dulce vida mía,
que muy pronto me habéis abandonado.
¡Dulces luceros, delicadas manos,
como os tengo que ver: oh alma feliz,
oíd mi voz, oíd mi voz un poco
1915
es vuestra querida Erminia que os llama.
CORO
Infeliz, que ya no ve, ni ya no oye,
tápala ya, y llevémosla hacia adentro.
ERMINIA
Ay, ay, ay.
CORO
No hace falta bajarla de esta silla,
1920
mejor lleváosla de aquí con ella.
ERMINIA
Ay, ay, ay
Ay, ay, ay
CORO
De los lados. Ahora que ya está
en el atrio, ponedla justo en medio
1925
y arregladla después, como conviene.
ERMINIA
¡Ay, ay, ay!
¡Ay, ay, ay!
¡Ay, ay, ay!
CORO
Ay, ay, señora, oh mi única esperanza,
1930
que por querer huir
de la esclavitud, nos habéis matado.
Ningún otro socorro nos alcanza
Mejor es, sí, morir
que vivir mucho: ¿adónde hemos llegado?
1935
Ay, ya es vuestra partida
y yo aquí: ¡oh, mi miserable vida!
ERMINIA
Ay, ay, ay
Ay, ay, ¿que yo no muera,
viéndoos de tal manera?
CORO
1940
No existe ninguna pena mayor
que la necesidad de la Fortuna;
que el mal, si no nos da esperanza alguna,
nos causa un intolerable dolor.
ERMINIA
Oh, mi señora amada,
1945
oh, mi señora dulce,
¿cómo viviré ya sin poder veros?
CORO
Oh suerte, suerte amarga,
que nunca se hace dulce;
oh falsos deleites, males severos.
1950
Mucho esperé teneros
reina de otra guisa.
El bien, que otros divisan
es frágil, como el cristal,
y es fuerte y viene detrás nuestro el mal.
ERMINIA
1955
Ay, creo que he venido
a vivir del mundo la peor ventura
Cuerpo, ¿no te has partido?
¿Por qué a esta tenaz alma no abandonas?
¿Por qué no se han fundido
1960
carne y espíritu en suspiro y llanto?
De tan alto he caído
que no encuentra el fondo mi desventura.
CORO
Pon freno, Erminia, a tu grave dolor,
que te conduce a un llanto muy amargo.
1965
Que no eres la primera, ni tampoco
serás la última, a quien la muerte prive
de reina tan querida, y de una hermana.
Sabes que todos los vivos en tierra
necesariamente hacen este viaje
1970
Así que soporta con valentía
la exigencia cruel de naturaleza.
ERMINIA
Tengo claro que nada puede hacerse,
mas soy de carne, y aunque piedra fuese,
creo que sentiría este dolor.
1975
Pues privada estoy de todo mi bien,
vestiré siempre con telas oscuras;
y nunca iré donde se toque o cante:
viviré entre lágrimas y suspiros.
CORO
Callemos, mujeres, callemos; veo
1980
que Masinisa viene hacia el palacio.
Escena II
MASINISA, CORO, ERMINIA
MASINISA
El triste llanto y lamentar que oía
mucho me hace temer que Sofonisba
haya tomado ya el veneno: y que, ay
haya llegado tarde a socorrerla.
CORO
1985
Casi nunca ayuda la piedad lenta.
MASINISA
Damas, ¿por qué había tantos lamentos?
CORO
Amor y piedad, señor, nos hicieron
lamentarnos y llorar por la reina.
MASINISA
¿Pero es que ella ha abandonado esta vida?
CORO
1990
Justo ahora acaba de abandonarla.
MASINISA
¡Oh, mísera reina, oh desventurado,
es más, infeliz matrimonio nuestro!
¿Entonces tomó en seguida el veneno?
CORO
No se lo tomó tan súbitamente,
1995
como decís, pero no esperó mucho.
MASINISA
El siervo, que lo trajo, dijo que
se lo había guardado, y que marchaba
a visitar en casa unos altares,
y pensé que no se lo tomaría.
CORO
2000
Y eso es verdad, pero lo tomó luego,
justo después cuando hubo regresado.
MASINISA
Demasiado rápida fue, y yo fui
fuera de todo deber tibio y lento,
cuando intentaba el modo de librarla.
CORO
2005
¿Entonces la queríais ayudar?
MASINISA
En cuanto hubiese caído la sombra,
yo quería mandarla hacia Cartago,
en el silencio oscuro de la noche
y ver luego qué podía pasar.
CORO
2010
Triste, cuando el cielo destina un mal,
no puede esquivarlo algún juicio humano.
MASINISA
¿Y dónde yace la infeliz mujer?
CORO
En medio del atrio sobre un tapete.
MASINISA
Deseo verla, antes de que esta tierra
2015
me esconda eternamente el bello rostro.
CORO
Levantad esa tela que la cubre.
ERMINIA
¡Ay, ay, ay!
MASINISA
¡Mi amada consorte, cómo he de veros,
perdí en un instante todo deleite!
2020
¡Con cuánto placer había llegado
la boda que tantos años busqué;
y ahora se ha disuelto en un momento
sin dejar ningún consuelo a este triste!
¡Qué azar más duro por segunda vez
2025
lo ha perturbado! ¡Ay de mí, cruel Fortuna!
¡Ay que fui mi ministro del dolor,
pero solo a mí y mi estupidez culpo,
y esto me provocará un llanto eterno!
CORO
A veces se esconde el bien que tenemos:
2030
lo ignoramos hasta que lo perdemos.
MASINISA
Quiero tocarle una vez más la mano.
ERMINIA
No lo hagáis, señor, si queréis cuidar
de no hacer daño al alma desligada.
MASINISA
Decís bien; porque le molestaría
2035
la mano que está implicada en su muerte
y también es culpable de mi ruina.
Quédate entonces en paz alma santa.
CORO
Cada cosa mortal el tiempo mengua,
y vuelve a elevar después, a su gusto,
2040
pero nuestra virtud nos sigue sola,
vive con nosotros, y nunca muere,
así espero aún que esta mujer viva.
MASINISA
Haréis bellas y honorables exequias
a mi nueva y queridísima esposa,
2045
antes que el sol se esconda por el Íbero,
que todo el mundo se vista de negro,
y yo también me vestiré, pues ya
nunca enterraré a otro ser más querido.
Después vos, Erminia, como cuñada
2050
siempre os quiero tener mientras yo viva.
Y si por vos o estas otras mujeres
puedo hacer algo, solo demandadlo
que mucho me agradará complaceros,
pues el amor que tuve a Sofonisba
2055
mientras vivía, tras su muerte aún
quiero transmitirlo a los que ella amaba.
ERMINIA
Señor, sé que sabéis qué necesito,
y que sabéis que otra cosa no ansío,
sino regresar a la patria mía,
2060
así que no os haré ruegos más largos
que ver la necesidad del amigo,
y pudiendo ayudar esperar ruegos,
me parece que es negarse tácitamente.
MASINISA
Mientras la fría sombra de la tierra
2065
cubra con su manto nuestro hemisferio,
os podréis marchar con seguridad
de Cirta; y también me contentará
que llevéis con vos todo lo que os plazca
y os daré caballos, y compañía
2070
que os conducirán hasta vuestra tierra,
por lo que seguro se alegrará
Sofonisba en la otra vida al oírlo.
ERMINIA
Y yo os estaré muy agradecida,
pues en tan agria y pésima fortuna
2075
no podría obtener cosa más grata.
MASINISA
Id dentro, y que se tenga gran cuidado
de hacer exequias lujosas y bellas,
que ya encontraré cómo podréis iros.
Mas que esto quede entre vosotras, damas.
2080
Mandad decir a toda la ciudad,
que vengan todos a honrar a su reina
ERMINIA
Se hará todo aquello que habéis impuesto.
CORO
La falsa esperanza de los mortales,
como oleaje en río embravecido,
2085
ora visible, ora consumido.
Muchas veces, cuando tiene más fuerza,
y parece más contenta y más mansa
que todo, el cielo envía alguna ruina.
Y entonces, cuando el mar más se refuerza
2090
y menos se espera, su furia amansa,
y es un balanceo la ola marina,
pues el futuro en la virtud divina
está, cuyo hábito desconocido
2095
deja el prever de luz desposeído.