William Shakespeare, Julius Caesar

Julio César





Texto utilizado para esta edición digital:
Shakespeare, William. Julio César. Traducido por Guillermo Macpherson. Madrid, 1885. Obras dramáticas de Guillermo Shakespeare.
Marcación digital para Artelope:
  • Soler Sánchez, Victoria

Elenco

JULIO CÉSAR
OCTAVIO CÉSAR, Triunviros después de la muerte de César.
MARCO ANTONIO, Triunviros después de la muerte de César
M. EMILIO LÉPIDO, Triunviros después de la muerte de César
CICERÓN, Senadores.
PUBLIO, Senadores
POPILIO LENA, Senadores.
MARCO BRUTO, Conspiradores
CASIO, Conspiradores
CASCA, Conspiradores.
TREBONIO, Conspiradores.
LIGARIO, Conspiradores.
DECIO BRUTO, Conspiradores.
METELO CÍMBER, Conspiradores.
FLAVIO, Tribunos.
MARULO, Tribunos.
ARTEMIDORO, sofista de Gnido.
UN ADIVINO
OTRO POETA.
LUCILO, Amigos de Bruto y Casio.
TITINO, Amigos de Bruto y Casio.
MESALA, Amigos de Bruto y Casio.
CATÓN, el joven., Amigos de Bruto y Casio.
VOLUMNIO, Amigos de Bruto y Casio.
ESTRATO, Siervos de Bruto.
LUCIO, Siervos de Bruto.
DARDANIO, Siervos de Bruto.
PÍNDARO, Siervo de Casio.
CALPURNIA, mujer de César.
PORCIA, mujer de Bruto.
Senadores, ciudadanos, guardias, servidores,
etc.
CINA, Conspirador
CINA, el poeta

Acto I

ACTO PRIMERO.

ESCENA PRIMERA.

Roma.Una calle.
Entran FLAVIO, MARULO y una turba de CIUDADANOS.

FLAVIO.
Idos a vuestras casas, gente ociosa. A vuestras casas. ¿Por ventura es fiesta? ¡Qué!
¿no sabéis que siendo menestrales
Debéis llevar en días de trabajo
De vuestra profesión el distintivo?
Habla, ¿qué oficio tienes?

CIUD. 1.º
Carpintero.

MARULO.
¿Dónde está tu mandil? ¿Dónde tu regla?¿Por qué te vistes tus mejores galas? Y tú, ¿qué oficio tienes?

CIUD. 2.º
Francamente, con relación a trabajos finos, no hago, como si dijéramos, más que remendar.

MARULO.
—¿Pero qué oficio es el tuyo? Contesta de seguida.

CIUD. 2.º
—Oficio, señor, que espero seguir con la conciencia limpia, pues compongo lo que el roce del mundo desgasta.

MARULO.
—Bribón, ¿qué oficio? Bribonazo, ¿qué oficio?

CIUD. 2.º
—Suplico que no te descompongas; pero si te descompones, puedo componerte.

MARULO.
—¿Qué quieres decir con eso? ¡Componerme, tunante!

CIUD. 2.º
—Sí, señor, remendaros.

MARULO.
—Con que eres remendón, ¿no es eso?

CIUD. 2.º
—Verdaderamente, vivo sólo de la chaveta; y no me meto ni en negocios ni con mujeres para no perderla. Soy, hablando con propiedad, cirujano de calzas viejas: cuando están lisiadas, yo las curo. Hombres tan de pro como los que más, han hecho camino con mis obras.

FLAVIO.
—Pero ¿por qué no estás hoy en tu tienda? ¿Por qué vas capitaneando a estas gentes por las calles?

CIUD. 2.º
—Francamente, para que gasten el calzado y procurarme mayor parroquia; pero, a decir verdad, holgamos por ver a César y regocijarnos en su triunfo.

MARULO.
5
¿Por qué regocijaros? ¿Qué conquista
Consiguió? ¿Qué cautivos hoy en Roma
Son de las ruedas de su carro adorno?
Torpes, estultos, seres insensibles,
Pechos de pedernal, crueles Romanos,
10
¿Olvidáis a Pompeyo? ¿Cuántas veces
Muros, resaltos, torres y ventanas
Ocupasteis, llevando a vuestros hijos
En brazos, y esperasteis todo un día
Allí pacientes para ver de Roma
15
Al gran Pompeyo atravesar las calles?
¿Y su carroza al divisar, no hendieron
Vuestros gritos los aires de tal modo
Que el Tíber en su cauce retemblaba
Al escuchar los repetidos ecos
20
Que en sus cóncavas márgenes vibraron?
¿Y ahora os ponéis vuestro mejor vestido?
¿Y ahora queréis fraguaros una fiesta?
¿Y ahora esparcís en su sendero flores
Porque pisó la sangre de Pompeyo?
25
Idos:
Idos a vuestras casas. De rodillas
Impetrad de los Dioses que las plagas
Que pide tanta ingratitud suspendan.

FLAVIO.
Idos, paisanos mío. Penitentes,
30
A los hombres reunid de vuestra clase,
Y al Tíber id; y con el llanto vuestro
Sus afluentes acreced de modo
Que sus orillas más excelsas besen.
(Vanse los ciudadanos.)
¡Mira cómo cedió su temple rudo!
35
¡Huyen amordazados por su culpa!
Del Capitolio tú la senda toma.
Yo por aquí. Despoja a sus estatuas
De todo adorno.

MARULO.
¿Pero puede hacerse?
Hoy son las Lupercales. Bien te consta.

FLAVIO.
40
Importa poco. Ni una imagen deja
De César con trofeos adornada:
Yo arrojaré a las turbias de las calles,
Y tú también si ves reunirse grupos.
Las plumas estas, por demás crecidas,
45
Que a las alas de César arrancamos,
Harán que vuelo más rastrero tome;
Pues si no, lo perdiéramos de vista,
Sumiendo a todos en servil espanto.

(Vanse.)

ESCENA II.

Roma.‒Una plaza pública.
Entran, procesión con música, CÉSAR, ANTONIO ataviado para las carreras, CALPURNIA, PORCIA, DECIO, CICERÓN, BRUTO, CASIO y CASCA. Gran muchedumbre los sigue, entre ellos un ADIVINO.

CÉSAR.
¡Calpurnia!

CASCA.
Callen todos. César habla.

(Cesa la música.)

CÉSAR.
50
¡Calpurnia!

CALPUR.
¿Qué, señor?

CÉSAR.
Cuando corriere Antonio,
ponte en su camino. —¡Antonio!

ANTONIO.
César, Señor.

CÉSAR.
Antonio, no te olvides
55
De tocar a Calpurnia cuando corras.
Los viejos dicen que mujer estéril
Que se tocare en tan sagrado curso,
Será fecunda.

ANTONIO.
Lo tendré presente.
Si dice César «Eso harás,» se hace.

(Música.)

CÉSAR.
60
Seguid. No falte ceremonia alguna.

ADIVINO.
¡César!

CÉSAR.
¿Quién llama?

CASCA.
(Cesa la música.)
Que se callen todos. Silencio ya.

CÉSAR.
¿Quién es el que me llama? Más fuerte que la música, vibrante
65
Humana voz oigo gritarme «¡César!»
Habla, que César se dispone a oírte.

ADIVINO.
De los idus de marzo desconfía.

CÉSAR.
¿Quién es?

BRUTO.
Un adivino que guardarte
De los idus de marzo te aconseja.

CÉSAR.
70
Tráiganlo aquí. Le quiero ver el rostro.

CASIO.
Sal tú de entre la turba; mira a César.

CÉSAR.
Ahora ¿qué dices? Habla nuevamente.

ADIVINO.
De los idus de marzo desconfía.

CÉSAR.
Un soñador. Dejémosle.—Adelante.

(Música. Vanse todos menos Bruto y Casio.)

CASIO.
75
¿Vas a ver cómo salen las carreras?

BRUTO.
No tal.

CASIO.
Te lo suplico.

BRUTO.
No me gustan
Los juegos. Algo de ese genio alegre
Que en Antonio se ostenta, me hace falta.
Pero tus gustos impedir no quiero.
80
Te dejo, Casio.

CASIO.
Bruto, he observado
Que de los ojos tuyos la indulgencia
Y el cariño de antes no recibo;
Y tu reserva y tu frialdad son hartas
Para el amigo que te quiere.

BRUTO.
Casio,
85
Te equivocas. Velar mis ojos quise,
Para que yo tan solo percibiese
El dolor que se asoma a mi semblante.
Por contrarias pasiones conmovido
Me encuentro: por ideas que me callo,
90
Fundamento, quizás, de mi conducta.
Así que mis amigos no se ofendan,
Y entre ellos sabes, Casio, que te cuento.
Ni penséis que motiva mi desvío
Ninguna otra razón, sino que olvida
95
Su amor a los demás el triste Bruto
En esta lucha que consigo trae.

CASIO.
Mal, Bruto, entonces te juzgué. Por eso
Importantes ideas, serias dudas
He sepultado en este pecho mío.
100
Di, Bruto, ¿puedes tú verte la cara?

BRUTO.
No, Casio. No se pueden ver mis ojos
Si otro objeto no logra reflejarlos.

CASIO.
Verdad; y es grande lástima que espejo,
Bruto, tú no poseas que refleje
105
A tus ojos tus méritos ocultos,
Y así tu imagen contemplar podrías.
A la gente mejor que Roma encierra—
Excepto César inmortal—hablando
De Bruto, oí decir, al lamentarse
110
Del triste yugo que esta edad soporta:
Que ojalá que los ojos Bruto abriera.

BRUTO.
¿A qué peligros me conduces, Casio,
Que en mí lo que no hay quieres que busque?

CASIO.
Escucha, entonces, Bruto; y ya que sabes
115
Que sólo por reflejo puedes verte,
Tu espejo yo, descubriré modesto
Lo que existe en tu ser que no conoces.
Y no dudes de mí, Bruto querido,
Que nunca fui chancero, ni acostumbro
120
Con juramentos sazonar protestas
De amistad a cualquier advenedizo.
Si imaginas que adulo, que a persona
Que a mi pecho he estrechado vilipendio,
O si te consta que en festines hice
125
Protestas de amistad a todo el mundo,
Por hombre entonces peligroso tenme.

(Clarines y gritos.)

BRUTO.
¿Qué significan estos gritos? Temo
Que aclama por su rey la gente a César.

CASIO.
¡Ah, lo temes! ¿no es cierto? Pues entonces
130
Debo pensar que no te agrada.

BRUTO.
Casio,
Es verdad; y le quiero bien no obstante.
Mas ¿por qué me detienes tanto tiempo?
¿Qué me quieres decir? Si fuere cosa
Que con el bien común se relaciones,
135
Pon la honra y la muerte ante mis ojos,
Y con igual impavidez la vista
En ambas fijaré. Porque a los Dioses
Juro yo que es mi amor de la honra al nombre
Más grande que mi miedo de la muerte.

CASIO.
140
Tu ingénita virtud conozco, Bruto,
Lo mismo que conozco tu semblante.
Pues bien: se trata de la honra. Ignoro
Lo que pensáis tú y otros de esta vida.
En cuanto a mí, mejor vivir no quiero
145
Que vivir y temer a un semejante.
Libre nací cual César. Tú lo propio.
Ambos fuimos cual él alimentados;
Y ambos podemos soportar el frío
Del invierno cual él; pues cierto día
150
Tempestüoso y crudo, en que luchaba
Con sus playas el Tiber agitado,
César me dijo: «Casio, ¿te atrevieras
A echarte en la colérica corriente
Y aquel punto alcanzar?». Con mi armadura
155
Vestido como estaba, al escucharlo,
Me arrojé, convidándole a seguirme.
Y lo hizo. Rugía la corriente
Que con músculos rudos azotamos,
Abriéndonos camino al afrontarla
160
Con intrépidos pechos; pero antes
De llegar a aquel punto, César grita:
«Dame tu auxilio, Casio, ó me sumerjo.»
Cual nuestro insigne antecesor Eneas
De la incendiada Troya al viejo Anquises
165
Sacó sobre sus hombros, yo al cansado
César saqué del Tiber; y este hombre
Ahora es un Dios, y Casio un miserable
Que el cuerpo tiene que inclinar si acaso
César le inclina, al verle la cabeza.
170
En España, una vez que fiebre tuvo,
Observé cual temblaba en el acceso.
No; no lo dudes.—¡Este Dios temblaba!
Huyó el color de sus cobardes labios;
Y esos ojos, que espanto al mundo infunden,
175
Su luz perdieron. Le escuché quejarse,
Sí tal; y era su voz que a los Romanos
Aconsejó la oyeran y en sus libros
Sus frases escribir—¡quién lo creería!—
«Titino, dame de beber,» gritaba,
180
Como niña doliente. Causa asombro,
¡Oh Dioses! que hombre de tan débil fibra
Sea el primero de este inmenso mundo
Y se lleve la palma.

(Clarines y gritos.)

BRUTO.
¡Aun más aclamaciones!
185
Me pienso que motivan los aplausos
Nuevos honores con que a César brindan.

CASIO.
¡Vaya! Se apoya sobre el mundo estrecho
Cual coloso. Nosotros ¡pobres hombres!
Bajo sus grandes piernas caminamos
190
En pos de deshonrosas sepulturas.
Es de su suerte dueño el hombre a veces;
No es culpa de los astros, caro Bruto,
Es culpa nuestra que vivamos siervos.
¡César y Bruto! ¿Qué hay en ese César?
195
¿Por qué ese nombre suena más que el tuyo?
Escritos, son iguales: pronunciados,
Igual cadencia tienen. Si se pesan,
Pesan lo mismo. Conjurar se puede
Con ambos, y un espíritu tan presto
200
Con Bruto se alzará como con César.
Pues bien, en nombre de los Dioses todos,
Para tan grande ser el César este,
¿De qué se alimentó? ¡Funesto siglo!
Tu raza, Roma, de preclara sangre
205
No existe ya. Desde el diluvio, ¿cuándo
Hubo época alguna en que existiera
Un hombre nada más digno de fama?
¿Quién jamás, al hablar de Roma, dijo
Hasta este instante, que sus anchos muros
210
Un hombre solamente contenían?
Ya Roma es grande… y por demás, pues sólo
Un hombre en ella vive. ¡Oh! nuestros padres
Á ti y a mí de un Bruto nos contaron
Que su solio asentar dejara en Roma
215
Al diablo antes que a un rey.

BRUTO.
Tu amistad ni un instante pongo en duda.
Tus fines, incitándome, vislumbro.
Cómo y cuándo he pensado en estas cosas
Sabrás más adelante. Por ahora,
220
Por mi amistad te lo suplico, cesa
De conmoverme más. Lo que me has dicho
Pesaré. Lo que tengas que decirme
Oiré con atención, y tiempo propio
Para oir y tratar tan importantes
225
Asuntos buscaré. Mi buen amigo,
Hasta ese instante lo que digo rumia.
Bruto más se estimara ruin villano,
Que cual hijo de Roma se estimara
Soportando las duras condiciones
230
Que estos tiempos acaso nos impongan.

CASIO.
Celebro que mis débiles palabras
De Bruto al menos estas chispas saquen.

BRUTO.
Los juegos terminaron. César vuelve.

CASIO.
De la manga al pasar a Casca tira:
235
Te contará con su acritud de siempre
Cuanto hubiere ocurrido de importancia.

(Vuelve a entrar César con su séquito.)

BRUTO.
Así lo pienso hacer; mas mira, Casio;
La cólera en la faz de César arde,
Azorados están los que le siguen,
240
Pálida la mejilla de Calpurnia;
Y Cicerón, cual comadreja, chispas
Va echando por los ojos, como suele
Cuando algún senador le contradice.

CASIO.
Casca nos contará lo que ha ocurrido.

CÉSAR.
245
¡Antonio!

ANTONIO.
¡César!

CÉSAR.
Haz que me circunde
Gente obesa y peinada y que no vele.
¡Qué flaco! ¡Qué famélica apariencia
Es la de Casio! Por demás cavila,
Y tales hombres son muy peligrosos.

ANTONIO.
250
No es peligroso, no le temas, César;
Es honrado Romano y bien dispuesto.

CÉSAR.
¡Más grueso lo quisiera! Mas ¡no importa!
Y, sin embargo, si al temor sensible
Fuera mi ser, de nadie recelara
255
Cual de ese enjuto Casio. Mucho estudia;
Es gran observador, y los motivos
Ve de humanas acciones. Nunca, Antonio,
Cual asistes, asiste a las comedias;
No oye música, rara vez sonríe,
260
O sonríe de modo que parece
Mofarse de sí mismo, despreciando
El buen humor que a sonreír le obliga.
Tales hombres jamás dicha disfrutan
Mientras ven otro que les hace sombra,
265
Y son peligrosísimos por tanto.
Te digo yo lo que temerse debe,
No lo que temo yo: siempre soy César.
A mi diestra colócate; soy sordo
De este oído. Qué piensas de él deseo
270
Que con completa ingenuidad me digas.

(Vanse César y su séquito, excepto Casca.)

CASCA.
—Me tiraste del manto. ¿Querías hablarme?

BRUTO.
—Sí, Casca. Cuéntame qué ha pasado hoy y qué motiva el que César esté tan abatido.

CASCA.
—Pues le ofrecieron una corona; y, ofrecida que le fue, la apartó de sí con la mano, y el pueblo le vitoreó.

BRUTO.
—¿Qué motivó el segundo clamoreo?

CASCA.
—Pues lo mismo.

CASIO.
—Gritaron tres veces. ¿Qué motivó la última aclamación?

CASCA.
—Pues lo mismo.

BRUTO.
—¿Le ofrecieron tres veces la corona?

CASCA.
—Sí, señor, y la apartó de sí tres veces; pero cada vez con más suavidad, y cada vez que la apartaba de sí mis humildísimos convecinos le vitoreaban.

CASIO.
—¿Quién le ofreció la corona?

CASCA.
—Pues Antonio.

BRUTO.
—Dinos cómo, amigo Casca.

CASCA.
—Ahórquenme si puedo decir cómo fue aquello. Fue una pura farsa, y no presté atención. Vi a Marco Antonio ofrecerle una corona, que, a derechas, no era una corona, sino una especie de diadema; y, como os decía, la separó de sí una vez; pero aunque eso hizo, a mí me pareció como que la quería atrapar. Luego se la ofreció otra vez, y nuevamente la apartó de sí, pero a mí me pareció como que le disgustaba separársela de sus manos; y luego se la ofreció la tercera vez, y la apartó de sí por tercera vez; y, mientras que así la rehusaba, la chusma gritaba y aplaudía con sus callosas manos, echando al aire sus sudosos gorros y exhalando tantos y tan apestosos clamoreos porque César había rehusado la corona, que casi lo asfixiaron, pues se desmayó y cayó redondo. Yo, por mi parte, no me atreví a reírme, por temor de que al abrir mi labios se me colase ese aire inmundo.

CASIO.
—Pero, párate, te ruego. ¿Se desmayó César?

CASCA.
—Cayó al suelo en la plaza, echando espumarajos por la boca y quedó sin habla.

BRUTO.
—Es probable. Padece el mal caduco.

CASIO.
—No; César no tiene ese mal. Tú y yo y el honrado Casca, sí que tenemos el mal caduco.

CASIO.
—No sé qué quieres decir con eso, pero estoy seguro de que César cayó al suelo. Y era de ver cómo la turbamulta le aplaudía ó le silbaba, del mismo modo que hacen con los cómicos en el teatro.

BRUTO.
—¿Qué dijo cuando volvió en sí?

CASCA.
—¡Vaya! antes de caer y cuando se enteró de que la muchedumbre se alegraba de que rehusara la corona desabrochóse, presentando su cuello para que se lo cortasen. ¡Váyame al infierno entre los réprobos si, a ser del oficio, no le hubiera cogido la palabra! Y en esto cayó. Cuando volvió en sí, manifestó que si había dicho ó hecho algo que les desagradara, que se persuadiesen sus señorías que era por razón de su mal. Tres ó cuatro mujerzuelas que se hallaban junto a mí exclamaron: «¡Ay, qué buen alma!» y lo perdonaron de todo corazón; pero no hay que hacerles gran caso; pues, si César hubiera dado de puñaladas a sus madres, no hubieran dicho menos.

BRUTO.
—¿Y después de esto se vino tan abatido?

CASCA.
—Sí.

CASIO.
—¿Cicerón dijo algo?

CASCA.
—Sí. Habló en griego

CASIO.
—¿Sobre qué?

CASCA.
—Largo tiempo esperarás, si esperas a que yo te lo diga. Sin embargo, los que lo entendían miráronse y sonrieron moviendo sus cabezas; pero para mí fue griego. Podría daros aún más nuevas. Han puesto a buen recaudo a Marulo y a Flavio por haber despojado de sus adornos las estatuas de César. Aún más necedades pudiera referir si las recordara.

CASIO.
—¿Quieres cenar conmigo esta noche, Casca?

CASCA.
—No: estoy comprometido.

CASIO.
—¿Comerás conmigo mañana?

CASCA.
—Sí tal, si vivo, si eres de la misma opinión y si tu comida vale la pena de ser comida.

CASIO.
—Corriente. Te esperaré.

CASCA.
—Hazlo. Salud ambos.

(Vase.)

BRUTO.
Con los años, ¡qué áspero se ha vuelto!
Y era, al ir a la escuela, de buen temple.

CASIO.
Lo es, aunque tan toscas formas gaste,
Si se trata de audaz y noble empresa.
275
Su rudeza es la salsa de su ingenio,
Y hace a las gentes digerir sus frases
Con mejor apetito.

BRUTO.
Verdad. Te dejo ahora. Si es que quieres
Conmigo hablar, iré mañana a verte,
280
O a mi casa ven tú, si así te place.

CASIO.
Iré. Piensa hasta entonces en el mundo.
(Vase Bruto.)
Honrado eres tú, Bruto; mas sin duda
Ese honrado metal puede en la forja
Temple perder. Por eso es conveniente
285
Que el alma noble con su igual se trate.
¿Quién a la seducción siempre fue sordo?
César me odia; pero quiere a Bruto.
Si fuese Bruto yo, y él fuese Casio,
No me engañara, no. Varios escritos
290
Esta noche echaré por la ventana
Cual si partieran de diversa gente:
Todos hablando del respeto grande
Con que su nombre se pronuncia en Roma
E indicando de paso y con embozo
295
De César la ambición. Después, que César
A la silla se agarre. O lo botamos
O a soportar mayores malos vamos.

(Vase.)

ESCENA III.

Roma, — Una calle.
Truenos y relámpagos.
Entran en direcciones opuestas CASCA con la espada desenvainada y CICERÓN.

CICERÓN.
Casca, salud. ¿Llevaste a casa a César?
Por qué tan sin aliento y espantado?

CASCA.
300
¿No te conmueve ver la tierra firme
Vacilante temblar? Yo tempestades
He visto, Cicerón, en las que el viento
Tronchó con frenesí nudosa encina.
He visto al mar en su ambición, rugiente,
305
Hinchado y espumoso, confundirse
Pretender con la nube amenazante.
Mas nunca hasta esta noche, hasta ahora mismo,
Vi tempestades en que el fuego llueve.
O hay en los cielos intestina lucha,
310
O con los Dioses enojado el mundo
Su destrucción impávido provoca.

CICERÓN.
Cierto. ¿Has visto fenómeno más raro?

CASCA.
Un siervo—tú de vista lo conoces—
Alzó su mano izquierda, y llameaba
315
Ardiendo cual si fuese veinte antorchas,
Sin sentir impresión y sin quemarse.
Aún más—mi diestra aun la espada empuña,—
Hallé un león rondando el Capitolio,
que, torvo huyendo, con furor me mira
320
Sin dañarme. Cien pálidas mujeres
En un grupo reunidas, trastornadas
por el terror, que vieron me juraron
Ir las gentes ardiendo por las calles.
En el mercado ayer aves nocturnas
325
Viniéronse a posar al mediodía
Graznando y ayeando. Cuando ocurren
Tales prodigios, no nos digan luego:
«Es natural y son sus causas éstas…»
Pues, en mi juicio, anuncios portentosos
330
Para los pueblos son que así señalan.

CICERÓN.
Rara época es; pero estas cosas
Cada cual interpreta a su manera
Sin encontrar su conexión precisa.
¿Viene César mañana al Capitolio?

CASCA.
335
Sí; pues a Antonio le ordenó mandarte
Aviso de que allí iría.

CICERÓN.
Buenas noches.
El cielo airado, Casca, impide pasear.

CASCA.
Muy buenas noches, Cicerón.

(Vase Cicerón.)
Entra CASIO.

CASIO.
Di, ¿quién eres?

CASCA.
340
Un romano.

CASIO.
Por tu voz, eres Casca.

CASCA.
Buen oído. ¡Qué horrenda noche, Casio!

CASIO.
Noche hermosa para un hombre de bien.

CASCA.
¡Quién viera nunca un cielo tan airado!

CASIO.
Quienes vieran
345
Tan repleto de crímenes el mundo.
Por mi parte, las calles recorriendo,
Desprecié los peligros de esta noche,
Y cual me ves aquí, desabrochado,
A las centellas desnudé mi pecho:
350
Y al cruzar los relámpagos azules,
Que el seno abrir del cielo parecían,
Yo me ofrecí cual blanco de su golpe.

CASCA.
Pero, ¿por qué tentar así a los cielos?
Toca al hombre temblar y estremecerse
355
Cuando emisarios mandan tan terribles
Los altos Dioses para espanto nuestro.

CASIO.
¡Cuán torpe, Casca, eres! O te falta
Ese fuego vital que es de romanos,
O no lo muestras. Pálido te veo,
360
Pusilánime, dándote al asombro
Al ver del cielo la tremenda furia;
Pero si tú las causas comprendieras
Del porqué de esos fuegos, de esas sombras
Que vagan; de por qué brutos y aves
365
Su calidad y sus instintos pierden;
Por qué los viejos juegan, y los niños
Cavilan, y por qué los seres todos,
Leyes, naturaleza y facultades
Contraviniendo, monstruos aparecen…
370
Si eso vieras, verías que los cielos
Con su espíritu mismo los animan,
Y como medios de terror los usan
Para anunciarnos monstruosos males.
Ahora bien, Casca: te hablaré de un hombre
375
Cual la noche que así relampaguea,
Y truena, y los sepulcros abre, y ruge
Como ruge el león del Capitolio;
De un hombre a quien tú igualas y yo igualo
En su íntimo ser, mas que ha crecido
380
Tan gigante y se muestra tan terrible
Cual estas espantosas conmociones.

CASCA.
¿César no es ése de quien hablas, Casio?

CASIO.
Sea quien sea. Músculos y nervios
Hoy tienen los romanos, cual tenían
385
Nuestros antecesores; mas ¡ay triste!
Muertes las almas ya de nuestros padres,
De madres el espíritu nos rige,
Que es femenil nuestra humildad indigna.

CASCA.
Mañana, según dicen, el Senado
390
Á César aclamar por rey pretende;
Y exceptuando Italia, en todas partes,
Por mar y tierra, llevará corona.

CASIO.
Sé dónde entonces llevaré mi daga.
Casio de esclavitud a Casio indulta.
395
Así, Dioses, hacéis al débil fuerte;
Así, Dioses, postráis a los tiranos.
Ni alta torre de piedra, ni muralla
Hecha de bronce, ni escondida cárcel,
Ni eslabones de hierro ponderosos
400
El vigor del espíritu aprisionan.
Harta la vida de mortales trabas,
Siempre el poder de eliminarse tiene.
Esto sé yo, y el mundo entero sepa
Que la parte de yugo que me toque,
405
Yo sabré sacudir cuando me plazca.

(Sigue tronando.)

CASCA.
Y yo también, y a todo el mundo es dado
Su servidumbre cancelar si quiere.

CASIO.
¿Por qué ha de ser tirano entonces César?
¡Pobre hombre! quizás no fuera lobo
410
Si ovejas no creyese a los Romanos.
León no hubiera sido a no ser ciervos
Los Romanos. Incendio formidable
Con míseras aristas se promueve.
¿Qué andrajo, qué desecho, qué inmundicia
415
Es Roma que a propósito se juzga
Para alumbrar cosa tan vil cual César?
Pero ¡ay de mí! ¿a dónde me conduces?
Hablo quizás con voluntario siervo;
Tendré que responder de mis palabras,
420
Mas armas llevo y de peligros mofo.

CASCA.
Hablas a Casca, y hablas con un hombre
Que charlatán no es. —Dame tu mano.—
Procura conjurar estas desdichas,
Y este pie marchará tan adelante
425
Como el que marche más.

CASIO.
El trato acepto.
Ahora, Casca, sabrás que he convencido
A algunos nobilísimos Romanos,
Para una empresa acometer unidos
De honrosas y arriesgadas consecuencias.
430
Me aguardan en el atrio de Pompeyo
En este instante. En tan horrenda noche
No recorre las calles gente alguna.
Los elementos animar parecen
La obra que traemos entre manos,
435
Feroz y sanguinaria y espantosa.

CASCA.
Apártate, que alguno aquí se acerca.

CASIO.
Es Cina. Lo conozco por los pasos.
Amigo es.
Entra CINA.
¿Adónde tan aprisa?

CINA.
En busca tuya vengo. ¿Quién es ése?
440
¿Es, dí, Metelo Cimber?

CASIO.
No tal; Casca.
Un afiliado en vuestra empresa.— Dime
¿No contabais conmigo?

CINA.
Lo celebro.
¡Qué horrenda noche! Extraordinarias cosas
Dos o tres de los nuestros observaron.

CASCA.
445
¿No contabais conmigo?

CINA.
Sí, por cierto.
¡Oh Casio, si pudieras
Hacer que el noble Bruto nuestro fuese!...

CASIO.
Ten calma. Toma este papel, buen Cina.
Sobre la silla pretorial de modo
450
Trátalo de dejar que lo halle Bruto.
Este procura echar por su ventana.
En la estatua del viejo Bruto fija
Este con cera, y vuelve con nosotros
A reunirte en el atrio de Pompeyo.—
455
¿Están allí Trebonio y Decio Bruto?

CINA.
Menos Mételo Címber, todos. Este
Fue a buscarte a tu casa. Cual me ordenas,
Voy a distribuir estos escritos.

(Vase Cina.)

CASIO.
Después ven al teatro de Pompeyo.
460
Casca, ven, porque antes que amanezca
Ver a Bruto debemos en su casa:
Tres partes de él es mío; todo entero
Se entregará en la próxima entrevista.

CASCA.
El pueblo en alta estimación lo tiene,
465
Y aquello que en nosotros fuera indigno,
Su apoyo, por alquimia misteriosa,
Transformará en virtudes y excelencias.

CASIO.
Lo juzgas bien; su mérito comprendes
Y la gran falta que nos hace. Vamos:
470
La media noche es ya, y antes del alba
Despertarlo debemos y atraerlo.

(Vanse.)

Acto II

ACTO SEGUNDO.

ESCENA PRIMERA.

ROMA. —Jardín de la casa de Bruto.
Entra BRUTO.

BRUTO.
¡Hola, Lucio!—No puedo por los astros
Acertar cuánto falta para el día.
¡Hola, Lucio!—Quisiera de ese modo
475
Poder dormir.—¡Eh, Lucio! Presto, presto,
Que te despiertes digo.—¡Vamos, Lucio!

Entra LUCIO.

LUCIO.
¿Llamaba mi señor?

BRUTO.
Un candelabro
Lleva a mi estudio, enciéndelo y avisa.

LUCIO.
480
Lo haré, señor.

(Vase.)

BRUTO.
Con su muerte ha de ser; mas por mi parte
Para oponerme a él, sólo me impulsa
El bien común. ¡Pretende la corona!
Y es el caso saber hasta qué punto
485
Su condición se mudará con eso.
La clara luz del sol engendra al áspid.
Seamos cautelosos.—¿Coronarlo?
Eso… y así, le damos — concedido —
Aguijón con que hacer el daño puede.
490
Achaque suele ser de quien encumbra
Divorciar el poder y la conciencia.
Pero nunca, en verdad, vi subyugada
De César la razón a sus pasiones.
De incipiente ambición la escala empero
495
Es la humildad. Lo prueba la experiencia.
El trepador para subir la mira,
Pero al llegar al último peldaño,
Le vuelve las espaldas, mira al cielo,
Y desdeña los tristes escalones
500
Que le encumbraron. Puede hacerlo César.
Evitémoslo antes que lo hiciere;
Y pues razón no existe por ahora,
Es forzoso argüir que al encumbrarse
Estas desgracias surgirán y aquéllas.
505
Que hay que creer que es huevo de serpiente
Que dañino será cuando se incube,
Y que en el cascarón matar es fuerza.

Vuelve a entrar LUCIO.

LUCIO.
Arde en vuestro aposento el candelabro.
Una yesca al buscar, en la ventana
510
Este papel hallé, que estoy seguro
Que allí no estaba cuando fui a mi lecho.

BRUTO.
A tu lecho retorna.—Aun no es de día.—
¿Son los idus de marzo, di, mañana?

LUCIO.
Señor, yo no lo sé.

BRUTO.
515
Pues examina el calendario y vuelve.

LUCIO.
Así lo haré, señor.

BRUTO.
Las centellas que cruzan por el aire
Bastante luz para leer me prestan
(Abre el papel y lee.)
«Bruto, duermes; despierta y sé tú mismo.
520
Y ¿debe Roma etcétera? Levanta
Tu voz, hiere, corrige. Bruto, duermes;
Despierta.» Instigaciones semejantes
Con frecuencia colocan a mi paso.
«Y ¿debe Roma etcétera?» Precisa
525
Su frase terminar. ¿Y debe Roma
Bajo el terror vivir de un hombre solo?
¿Qué? ¿Roma?—No arrojó mi antepasado
De las Romanas calles á Tarquino
Cuando se quiso rey llamar?—«Levanta
530
Tu voz, hiere, corrige.» Me suplican
Que levante la voz, que hiera... ¡Oh, Roma!
Si corregir se puede, te prometo
Que Bruto hará justicia a tu demanda.

Vuelve a entrar LUCIO.

LUCIO.
De marzo corren ya catorce días.

BRUTO.
535
Bien. Cuida de la puerta. Llama alguno.
(Vase LUCIO.)
Desde que Casio censurara a César
No he pegado los ojos.
Entre cumplir un acto tan terrible
Y mi primer impulso, el intervalo
Es cual fantasma de espantoso sueño.
540
El alma y mis potencias corporales
En discusión están, y así padece
Mi humano ser, como abatido reino,
Cruel revolución.

Vuelve a entrar LUCIO.

LUCIO.
Es el que llama vuestro hermano Casio,
545
Que os quiere ver, señor.

BRUTO.
Di, ¿viene solo?

LUCIO.
Otros vienen con él.

BRUTO.
¿Tú los conoces?

LUCIO.
No señor. Embozados todos vienen;
Sus sombreros calados sobre el rostro
Para que nadie conocerlos pueda
550
Por sus facciones.

(Vase LUCIO.)

BRUTO.
Pasen adelante.
Los conjurados son. ¿Di, te sonroja,
Conspiración, mostrar tu faz siniestra
De noche y cuando el mal tan libre vaga?
¿Dónde entonces verás, al ser de día,
555
Caverna suficientemente oscura
Para ocultar tu cara monstruosa?
No la busques. Tu rostro con sonrisas
Halagador encubre, que ostentando
Tu natural semblante, ni el Erebo
560
Tan opaco será que te guarezca.

Entran CASIO, CASCA, DECIO, CINA, METELO CÍMBER y TREBONIO.

CASIO.
Perturbamos, me temo, tu reposo.
Salud, Bruto. ¿Venimos a estorbarte?

BRUTO.
Una hora hace que salí del lecho,
Pues no pude dormir la noche entera.
565
¿Son conocidos míos estos hombres?

CASIO.
Todos lo son y a nadie ves que deje
De venerarte; y todos desearían
Que la opinión tuvieras de ti mismo
Que de ti todo noble en Roma tiene.
570
Este es Trebonio.

BRUTO.
Bien venido sea.

CASIO.
Decio Bruto.

BRUTO.
También muy bien venido.

CASIO.
Casca, Cina, Metelo Címber éste.

BRUTO.
Muy bien venidos todos.
¿Qué velador cuidado se interpuso
575
Entre los ojos vuestros y la noche?

CASIO.
¿Permites que te diga una palabra?

(Bruto y Casio hablan aparte.)

DECIO.
El Oriente es aquel. ¿Por ese lado
No rompe el día?

CASCA.
No.

CINA.
Sí tal. Perdona.
Esas franjas grisáceas, que guarnecen
580
Las nubes, mensajeras son del día.

CASCA.
Confesaréis que estáis equivocados.
Ahí sale el sol donde mi espada apunta,
Mucho más hacia el Sur, pues es preciso
Tener en cuenta la estación del año.
585
Dentro de un par de meses, más al Norte
Despuntará su luz. Yace el Oriente
En igual dirección que el Capitolio.

BRUTO.
Dadme las manos vuestras uno a uno.

CASIO.
Y juremos cumplir nuestro proyecto.

BRUTO.
590
No; no juréis. Si el sonrojado rostro,
Si la angustia del alma, si el reproche
Del mundo no son móviles bastantes,
Pongamos aquí fin, y cada uno
Vuélvase en busca del ocioso lecho.
595
Pábulo dad al fiero despotismo,
Y caigamos después uno tras otro.
Mas si estímulos son, como los juzgo,
Si su fuego enardece aun al cobarde,
Si con la cota de del valor reanima
600
Aun de la hembra el desmayado aliento,
¿Qué estímulo mayor, paisanos míos,
Que nuestra propia causa, que nos lleva
Correctivo a buscar? ¿Ni qué más lazo
Que la palabra que empeñada tienen
605
Nobles Romanos que cejar no saben?
¿Qué juramento más que el compromiso
De nuestra honra con la honra ajena,
De cumplir o morir en la demanda?
Que juren sacerdotes y cobardes,
610
Hombres astutos, viejos corrompidos,
Y almas enfermas que en el mal se gozan.
Que en viles causas juren esos seres
De quienes cabe duda: no turbemos
La serena virtud de nuestra empresa
615
Ni el temple de este espíritu indomable,
Pensando que requieren nuestra causa
Ni nuestros actos juramento alguno,
Pues cada gota que de sangre lleva
Cada Romano, con orgullo tanto,
620
Es culpable de sendas bastardías
Si en la parte más mínima faltase,
Tan siquiera una vez, a su promesa.

CASIO.
¿Qué hacer con Cicerón? ¿Lo tanteamos?
Su auxilio puede ser de gran valía.

CASCA.
625
No está bien excluirlo.

CINA.
No por cierto.

METELO.
¡Oh! Contemos con él. Sus níveas canas
Nos ganarán la estima de las gentes,
Y comprarán las lenguas que realcen
Nuestros actos. Dirán que su talento
630
Nuestras manos guió, sin que aparezcan
Ni nuestra poca edad ni audaz conducta,
En su imponente calma sepultadas.

BRUTO.
No le nombréis. En él no confiemos.
No seguirá jamás plan que otro inicie.

CASIO.
635
Pues dejadlo.

CASCA.
Verdad; no nos conviene.

DECIO.
¿Morirá sólo César?

CASIO.
Oportuna
Es la pregunta, Decio. Marco Antonio,
De César tan querido, no debiera
Sobrevivir a César. En intrigas
640
Es hábil; ya sabéis que tiene medios
Y puede, aprovechándolos, dañarnos.
Precaviéndonos, pues es conveniente
Que a un mismo tiempo Antonio y César caigan.

BRUTO.
Sangrienta por demás nuestra conducta,
645
Cayo Casio, creerán, tajando miembros
Después de haber cortado la cabeza,
Cual si la muerte diéramos con furia,
Y la crueldad siguiese, pues Antonio
Es de César un miembro solamente.
650
Ser sacrificadores es preciso,
No carniceros, Casio. Nos alzamos
Todos contra el espíritu de César;
Y del hombre el espíritu no sangra.
¡Oh, que herir al espíritu de César,
655
Sin lastimar su cuerpo, fuera dado!
Mas, ¡ay, que César sangrará por ello!
Matémosle, dignísimos amigos,
Con valor, no con saña. Que aparezca
Manjar para los Dioses preparado,
660
Y no despojo de lebreles digno.
Que nuestros corazones nos inciten,
Y que al par nos contengan, como suelen
Hacer astutos amos cuando impulsan
A sus sirvientes á violenta empresa.
665
Esto hará que parezca necesario
El propósito nuestro, no venganza;
Y, a la vista del público, seremos
Purgadores así, mas no asesinos.
Y, en cuanto a Marco Antonio, no os preocupe;
670
Hará lo que de César haga el brazo,
Cuando de César falte la cabeza.

CASIO.
Le temo yo, no obstante; que profunda
Es su amistad a César.

BRUTO.
¡Ay, buen Casio!
No pienses más en él.—Si quiere a César,
675
Él hará lo que pueda por sí solo;
Morir por César de dolor: y eso
Es harto, pues le agrada divertirse,
La crápula y el trato de las gentes.

TREBON.
Temerle no debemos. Que no muera.
680
Que viva, y él reirá de esto más tarde.

BRUTO.
Silencio. ¿Qué hora es?

(Suena un reloj.)

CASIO.
Las tres sonaron.

TREBON.
Separarnos debemos.

CASIO.
Aun se duda
Si César hoy saldrá. Supersticioso
Se ha vuelto últimamente, abandonando
685
Las creencias que tuvo en otros tiempos
Sobre prodigios, sueños y visiones.
De esta noche el espanto nunca visto,
Y la opinión de sus augures, puede
Quizá impedir que hoy vaya al Capitolio.

DECIO.
690
Tal cosa no temáis; si eso pensare.
Yo le convenceré, pues aunque escucha
Con la risa en los labios que se apresan
Unicornios con árboles, y osos
Con espejos, con hoyos elefantes,
695
Con red leones y hombres con lisonjas,
Cuando después le digo que detesta a todo adulador, «sí,» me responde,
Precisamente cuando más lo adulo.
Dejadme trabajar:
Dando a su humor la dirección precisa,
700
Yo lograré que vaya al Capitolio.

CASIO.
No tal. Todos iremos a buscarlo.

BRUTO.
Cuando dieren las ocho, ¿no más tarde?

CINA.
No más tarde ha de ser.—Que no haya falta.

METELO.
Es a César hostil Cayo Ligario,
705
Que reprendido fue porque á Pompeyo
Encomió; mas lo echáis ahora en olvido.

BRUTO.
Pues, amigo Metelo, ve en su busca.
Me quiere bien, y con razón de sobra.
Di que venga; veré de asegurarlo.

CASIO.
710
Va amaneciendo; te dejamos, Bruto.
Partid, amigos. Todos recordemos
Lo dicho, y demostrad que sois Romanos.

BRUTO.
Dignísimos amigos, bulliciosos
Ostentaos y alegres, no se vea
715
El propósito nuestro en el semblante;
Y, como nuestros cómicos romanos,
Serenidad al exterior y brío,
Y a despedirnos ya.—Salud a todos.
(Vanse todos menos Bruto.)
¡Muchacho! ¡Lucio! ¿Duermes?—Nada importa.
720
El plácido, dulcísimo rocío
Goza del sueño. Libre de quimeras,
De fantasmas estás, con que al cerebro
Oprimen de este mundo los cuidados.
Por eso gozas sueño tan tranquilo.

Entra PORCIA.

PORCIA.
725
Bruto, señor.

BRUTO.
Mas, Porcia, ¿qué te pasa?
¿Por qué el lecho abandonas tan temprano?
No es conveniente a tu salud que expongas
Tu frágil ser del alba a la crudeza.

PORCIA.
Ni a tu salud tampoco: ahora dejaste
730
Mi lecho con desdén, y de repente
Te levantaste de la cena anoche,
Y con cruzados brazos, caviloso,
Al par que paseabas, suspiraste.
Y cuando te pregunto qué te ocurre,
735
En mí fijas adusto la mirada.
Insisto; mas despeinas tus cabellos,
E impaciente tu pie hiere la tierra;
Insisto aún, y nada me respondes;
Mas moviendo tu mano con enojo,
740
Que te deje me indicas, y eso hice,
Acrecentar temiendo tu impaciencia
Por demás encendida, y presumiendo
Que pasajero mal humor sería
Que en ocasiones acomete a todos.
745
Mas comer y dormir y hablar te impide;
Y si pudiese transformar tu cuerpo
Como te tiene trastornada el alma,
Ni aun yo pudiera conocerte, Bruto
¡Señor, que sepa yo cuál es tu cuita!

BRUTO.
750
No gozo de salud. Tan sólo es eso.

PORCIA.
Bruto discreto es. Si no gozara
De salud, de curarse trataría.

BRUTO.
Tal hago.—Vete al lecho, amada Porcia.

PORCIA.
¿Enfermo Bruto está, y es provechoso
755
Desceñido salir, y los vapores
Aspirar de la húmeda alborada?
¿Enfermo Bruto está, pero abandona
Su blando lecho, y el fatal contagio
Afronta de la noche, y desafía
760
La humedad y la atmósfera viciada
Para aumentar su mal?—No, Bruto mío.
En tu mente está el mal que te atormenta,
Que, por razón y por virtud del puesto
Que ocupo junto a ti, me corresponde
765
Conocer. De rodillas te conjuro
Por mi beldad, que un tiempo celebraste;
Por tus votos de amor, por ese voto
Que nos incorporó, que uno nos hizo,
Que a mí, que a ti, que a tu mitad confíes
770
La causa de tu pena. ¿Quiénes fueron
Los que a verte vinieron esta noche?—
Vinieron seis o siete, que ocultaron
Aun de la misma oscuridad sus rostros.

BRUTO.
Amada Porcia, no te postres.

PORCIA.
Fueras
775
Mi amante Bruto, y falta no me haría.
¿En el contrato, di, de nuestra boda,
Se dice, Bruto, que ningún secreto
Tuyo debo saber? Y ¿por ventura,
Soy yo tú, de manera limitada,
780
Para hacerte a la mesa compañía,
Tu lecho confortar, y hablar contigo
Alguna que otra vez? ¿Ocupo sólo
De tu cariño, di, los arrabales?
Si eso yo fuera y nada más, de Bruto
785
Porcia la dama es, mas no la esposa.

BRUTO.
Tú eres mi fiel, mi honrada esposa eres,
Más cara para mí que las rojizas
Gotas que al triste corazón afluyen.

PORCIA.
Si eso fuera verdad, yo conociera
790
Este secreto.—Soy mujer, lo admito;
Sin embargo, mujer que por esposa
Aceptó Bruto. —Soy mujer, lo admito;
Sin embargo, mujer de limpia fama;
La hija de Catón.—¿Acaso piensas
795
Que es mi fuerza la fuerza de mi sexo,
Teniendo padre tal y tal esposo?—
¿Qué te pasa? Jamás he de decirlo.
Pruebas he dado ya de mi firmeza
Cuando mi muslo herí con mano ruda.
800
Y si pude aguantar eso paciente,
¿Por qué no los secretos de mi esposo?

BRUTO.
¡Oh Dioses! ¡Digno de tan noble esposa
Hacedme a mí! Silencio, que alguien llama.—
Entra un momento, Porcia. Los secretos
805
Que en mi pecho encerré, más adelante
Compartiré contigo;
Mis compromisos todos, y las causas
Del sombrío carácter de mi rostro.
Déjame presto. ¿Quién llamaba, Lucio?

(Vase Porcia.)
Vuelven a entrar LUCIO con LIGARIO.

LUCIO.
810
Un enfermo, señor, que hablarte quiere.

BRUTO.
Cayo Ligario, de que habló Metelo.—
Muchacho, aparta. Ven, Cayo Ligario.

LIGARIO.
Deja a mi débil lengua saludarte.

BRUTO.
¡Qué tiempo has escogido, noble Cayo,
815
Para gastar pañuelo! No quisiera
Enfermo verte.

LIGARIO.
Si entre manos Bruto
Algún asunto tiene de honra digno,
Ha cesado mi mal.

BRUTO.
Ligario, tengo
Tal asunto entre manos; si tuvieres
820
Salud para escucharlo, lo sabrías.

LIGARIO.
¡Juro a todos los Dioses que veneran
De hinojos los Romanos, que depongo
Aquí mi enfermedad! Alma de Roma,
Tú de nobles ijares hijo bravo,
825
Cual exorcista á conjurar llegaste
De mi espíritu el mal. Dime que corra,
Y me verás luchar contra imposibles,
Y vencerlos también.—¿Qué debe hacerse?

BRUTO.
Obra en que han de sanar muchos enfermos.

LIGARIO.
830
¿Y en que hemos de enfermar a algunos sanos?

BRUTO.
Eso, también. Buen Cayo, lo que sea
Te diré de camino que marchemos
Y contra quién será.

LIGARIO.
Mis pasos guía.
Con corazón recién enardecido
835
Te sigo no sé a qué, pero me basta
Ser guiado por Bruto.

BRUTO.
Pues bien, sigue.

(Vanse.)

ESCENA II.

ROMA.—En el palacio de César.
Truenos y relámpagos.—Entra CÉSAR en traje de noche.

CÉSAR.
Esta noche ni el cielo ni la tierra
Han gozado de paz. Mientras dormía,
Ha gritado Calpurnia por tres veces:
840
«¡Favor, que a César matan!» Entre alguno.

Entra un SIRVIENTE.

SIRVIEN.
¡Señor!

CÉSAR.
Di que los sacerdotes sacrifiquen.
Y sepa yo cuál es el resultado.

SIRVIEN.
Así lo haré, señor.

(Vase.)
Entra CALPURNIA.

CALPUR.
César, ¿qué vas a hacer? ¿Salir intentas?
Lo que es hoy, de tu casa no te mueves.

CÉSAR.
845
César saldrá. Tan solo mis espaldas
Han visto los que a mí me amenazaron;
Al ver de César el semblante huyeron.

CALPUR.
Nunca en presagios he creído, César,
Pero me aterran hoy. Cuenta allí uno
850
Que a más de lo que vimos y sabemos,
Los guardias vieron hórridas visiones.
Ha parido en la calle una leona,
Y se abrieron las tumbas y sus muertos
Vomitaron. Guerreros, encendidos
855
En cólera, lucharon en las nubes
En filas y escuadrones, y formados
Como dispones el arte de la guerra,
Y ha regado su sangre el Capitolio.
Rumor de lucha estremeció los aires,
860
Y se oyeron relinchos de corceles,
Y ayes de moribundos, y fantasmas
Gritos dieron y aullidos por las calles.
¡Oh César! son inusitadas cosas
Que de terror me llenan.

CÉSAR.
¿Quién evita
865
Lo que los altos Dioses se proponen?
Pero César saldrá; que estos presagios
Al mundo entero como a César hablan.

CALPUR.
Cometas no se ven si muere un pobre,
Mas la muerte del grande el cielo alumbra.

CÉSAR.
870
Antes de hallar la muerte, los cobardes
Mueren veces distintas; los valientes
Sólo una vez la muerte saborean.
La maravilla que mayor asombro
A mí me causa, es del mortal el miedo,
875
Pues la muerte vendrá, cual fin preciso,
Cuando venga.
Vuelve a entrar el SIRVIENTE.
¿Qué dicen los augures?

SIRVIEN.
Pretenden que no salgas hoy de casa.
Al sacar las entrañas de una ofrenda,
Sin corazón al animal hallaron.

CÉSAR.
880
Así avergüenzan al pavor los Dioses.
Bestia sin corazón César sería
Si hoy, por temor, permaneciera en casa.
No lo hará César. El peligro sabe,
Por demás, que el peligro grande es César.
885
Somos leones que en el mismo día
Nacimos, yo el mayor y el más terrible,
Y César saldrá, pues.

CALPUR.
¡Ay, dueño mío!
Tu confianza tu razón anubla.
No salgas hoy. Mi miedo, no tu miedo
890
Considera que en casa te detiene.
Mandemos al Senado a Marco Antonio,
Y que te encuentras indispuesto anuncie.
Déjame de rodillas convencerte.

CÉSAR.
Marco Antonio dirá que mal me encuentro,
895
Y para complacerte, quedo en casa.
Entra DECIO.
Decio Bruto aquí está. Que él se lo diga.

DECIO.
César, salud. Buen día, digno César.
Al Senado pretendo acompañarte.

CÉSAR.
Vienes a buena hora. Mis respetos
900
Lleva a los senadores, y les dices
Que ir hoy no quiero—que no puedo es falso;
Que no me atrevo a ir, más todavía,
Que ir hoy no quiero, Decio, así les dices.

CALPUR.
Diles que enfermo está.

CÉSAR.
¿Mentirles César?
905
¿Va a ser el resultado de extenderse
Tan lejos este brazo en la conquista,
Temer decir lo que es verdad a canas?
Que César ir no quiere diles, Decio.

DECIO.
Dame alguna razón, César potente,
910
No se burlen de mí si tal les digo.

CÉSAR.
Es la razón mi voluntad, y basta
Con decir al Senado que no quiero;
Mas a ti te diré, porque lo sepas,
Y porque a ti te estimo, que Calpurnia,
915
Mi esposa, en casa detenerme quiere.
Esta noche soñó que vio mi estatua,
Cual fuente de cien bocas, pura y roja
Sangre manar, y que después vinieron
Numerosos Romanos eminentes
920
Allí risueños a bañar sus manos.
Y todo esto cual aviso juzga
De inminentes peligros, y de hinojos
Ahora me ruega que me quede en casa.

DECIO.
Ese sueño fue mal interpretado.
925
Fue visión halagüeña y venturosa.
Tu estatua dando sangre, en que se bañan
Risueños los Romanos, significa
Que regenerará tu sangre a Roma,
Y que, como reliquias y recuerdos,
930
Querrán los que más valgan recogerla.
Esto nos dice el sueño de Calpurnia.

CÉSAR.
Y muy bien que lo explicas de ese modo.

DECIO.
Sí tal; y más si escuchas lo que sigue.
Sábelo, pues.—Al poderoso César
935
Hoy el Senado brinda la corona.
Si dices que no vas, mudar consejo
Pudieran; o, quizás, tomarlo a burla,
Que alguno interpretar así podría:
«Disolved el Senado, hasta que sueños
940
Más gratos tenga la mujer de César.»
O afirmarán, si así César se esconde,
Que César miedo tiene.
Perdona, César; el cariño mío
Contra tu proceder a hablar me obliga,
945
Pues mi cariño a mi razón se amolda.

CÉSAR.
¡Cuán necios ya parecen tus temores,
Calpurnia! Me avergüenza haber cedido.
Venga mi manto, que ir es fuerza.—Mira
Allí para llevarme Publio viene.

Entra PUBLIO, BRUTO, LIGARIO, METELO, CASCA, TREBONIO y CINA.

PUBLIO.
950
César, salud.

CÉSAR.
Muy bien venido, Publio.
Hola, Bruto, ¿también así madrugas?
Casca, salud. Cayo Ligario, César
Nunca tan grande enemistad te tuvo
Cual la fiebre que así te ha enflaquecido.
955
¿Qué hora dio?

BRUTO.
César, son las ocho dadas.

CÉSAR.
Vuestro interés aprecio y cortesía.
Entra ANTONIO.
¡Ved! Antonio trasnocha y se divierte,
Mas madruga también. Salud, Antonio.

ANTONIO.
Lo propio al noble César.

CÉSAR.
960
Ve; diles que se alisten.
De que así me esperéis la culpa es mía.
¡Cina! ¡Metelo! ¿Qué? ¿También Trebonio?
Una hora te tengo reservada
Para que hablemos. Luego ven a verme,
965
Y a fin que no lo olvide, ponte cerca.

TREBON.
César, sí tal.
(Aparte.)
Tan cerca, que más lejos
Tus mejores amigos me querrían.

CÉSAR.
Entrad, amigos: libaremos juntos,
Y, cual amigos, juntos partiremos.

BRUTO.
970
(Aparte.)
Ese cual no es cual es. ¡Pensarlo, César,
Hace estallar el corazón de Bruto!

(Vanse.)

ESCENA III.

Roma.—Una calle cerca del Capitolio.
Entra ARTEMIDORO leyendo un papel.

ARTEMIDORO.
—«César, guárdate de Bruto; cuídate de Casio; no te acerques á Casca; no apartes tus ojos de Cina; no te fíes de Trebonio; observa atentamente á Metelo Címber; Decio Bruto no te quiere. Has ofendido a Cayo Ligario. Un solo pensamiento domina entre estos hombres, y se dirige contra César. Si no eres inmortal, vela por ti. La seguridad facilita la conspiración. Los prepotentes Dioses te amparen.—Tu amigo, ARTEMIDORO.»
Aquí me quedo hasta que César pase,
Y esto le doy cual él una instancia fuese.
Mi corazón lamenta que no pueda
975
Existir la virtud sin que le alcance
El diente de la envidia.—César, puedes,
Si esto lees, vivir; o pacto el hado,
Si no, con los traidores ha formado.

(Vase.)

ESCENA IV.

Roma.— Otra parte de la misma calle. Ante la casa de Bruto.
Entran PORCIA y LUCIO.

PORCIA.
Corre, corre, muchacho.—Te lo ruego.
980
Al Senado ve tú. No te detengas
A responderme. Vete.—¿A qué te paras?

LUCIO.
Para saber, señora, mi mensaje.

PORCIA.
Quisiera que te fueses y volvieses
Aun antes de decirte lo que quiero.
985
¡Oh firmeza, protégeme! Coloca
Entre mí lengua y corazón un monte.
De hombre es mi alma, de mujer mi fuerza,
¡Y es arduo a la mujer guardar secretos!
¡Aún aquí estás?

LUCIO.
¿Qué debo hacer, señora?

PORCIA.
990
Al Capitolio ir.

LUCIO.
¿Y eso tan solo?
Y aquí luego volver. ¿Y eso tan solo?

PORCIA.
Avísame, muchacho, si tu amo
Se encuentra bien, porque salió indispuesto.
De lo que César haga toma nota.
995
Mira qué pretendientes se le acercan.
Oye, ¿qué ruido es ese?

LUCIO.
No oigo nada.

PORCIA.
Oye. Pon atención. Cual de un tumulto
Oigo el sordo rumor. Hasta este sitio
Del Capitolio lo conduce el viento.

LUCIO.
1000
Nada oigo yo, señora.

Entra un ADIVINO.

PORCIA.
Oye tú; ven aquí. ¿Dónde has estado?

ADIVINO.
¿Yo, señora? en mi casa.

PORCIA.
¿Qué hora es esta?

ADIVINO.
Serán sobre las nueve.

PORCIA.
1005
¿Al Capitolio, dime, llegó César?

ADIVINO.
Aun no. Me voy para ocupar mi puesto,
Y verle cuando llegue al Capitolio.

PORCIA.
¿Alguna pretensión tienes con César?

ADIVINO.
Sí señora. Si gusta, complaciente,
1010
César servir a César y escucharme,
Le diré que á sí propio se defienda.

PORCIA.
¡Qué! ¿Sabes si dañarle quiere alguno?

ADIVINO.
Nada sé con certeza; mucho temo.
Pasadlo bien. Se estrecha aquí la calle.
1015
Las turbas, que de César tras las huellas
Siguen de senadores y pretores
Y meros pretendientes, al que es débil
Pueden, quizá, matar como lo estrujen.
Voyme á sitio más ancho, desde donde
1020
Pueda hablar al gran César cuando pase.

(Vase.)

PORCIA.
Entremos.
(Aparte.)
¡Ay de mí! ¡cuán débil cosa
De la mujer el corazón! ¡Oh! Bruto,
Que te amparen los cielos en tu empresa.
El muchacho me oyó seguramente. —
1025
Es una pretensión que tiene Bruto
Que le rehúsa César.— Desfallezco.
Corre, Lucio. Recuérdame a tu amo.
Dile que alegre estoy. Ven luego a verme,
Y nuevas me traerás de lo que diga.

(Vanse separadamente.)

Acto III

ACTO TERCERO.

ESCENA PRIMERA.

Ante el Capitolio. — Los Senadores ocupan sus asientos. Gentes en la calle contigua al Capitolio, entre ellas, Artemidoro y el Adivino .— Clarines.
Entran CÉSAR, BRUTO, CASIO, CASCA, DECIO, METELO, TREBONIO, CINA, ANTONIO, LÉPIDO, POPILIO, PUBLIO y otros.

CÉSAR.
1030
Ya los idus de marzo aparecieron.

ADIVINO.
Verdad es, César; pero no pasaron.

ARTEMID.
¡César, salud! Estos renglones lee.

DECIO.
Trebonio te suplica que repases,
En cuanto puedas, esta humilde instancia.

ARTEMID.
1035
¡Oh César! preferencia da a la mía,
Que atañe más a César. Lee, gran César.

CÉSAR.
La última será, pues que me atañe.

ARTEMID.
César, no te detengas.— Presto lee.

CÉSAR.
¿Pero está loco?

PUBLIO.
Deja el paso franco.

CASIO.
1040
Hasta en la calle pretender te ocurre.
Al Capitolio ve.

(César entra en el Capitolio. Los demás le siguen. Todos los Senadores se levantan.)

POPILIO.
Ojalá que prospere nuestra empresa.

CASIO.
¿Qué empresa, di, Popilio?

POPILIO.
Buenos días.

(Adelántase hacia César.)

BRUTO.
¿Qué te dijo Popilio?

CASIO.
1045
Que ojalá nuestra empresa prosperara.
Me temo que conozcan nuestros planes.

BRUTO.
Ve, va en busca de César. Mira.

CASIO.
Casca,
Prontitud, que se teme que lo eviten.
¿Qué hacemos, Bruto? Si esto se descubre,
1050
O Casio o César ya tornar no pueden;
Que muerte me daré.

BRUTO.
Firmeza, Casio,
Popilio Lena a nuestro plan no alude.
Impávido está César y él sonríe.

CASCA.
Trebonio alerta está. Míralo, Bruto.
1055
De aquí alejar a Marco Antonio intenta.

(Vanse Antonio y Trebonio. César y los Senadores ocupan sus asientos.)

DECIO.
¿Dónde Metelo está? Dirija luego
Su pretensión a César.

BRUTO.
Ya principia.
Acércate y secúndalo.

CINA.
Tu mano,
Casca, será la que primero hiera.

CASCA.
1060
¿Estamos listos todos?

CÉSAR.
¿Y qué pueden César hoy remediar y su Senado?

METELO.
Excelso, insigne, prepotente César,
Su humilde corazón Metelo Címber
(Arrodillándose.)
A tus pies pone.

CÉSAR.
Címber, te lo vedo.
1065
Tanta abyección, tan torpes cortesías,
Del vulgo, acaso, encenderán la sangre,
Transformando las leyes y sentencias
En infantiles juegos. No imagines
Que es de César la sangre tan rebelde
1070
Que disolver es dado su carácter
Con lo que puede derretir al necio.
Es decir, con melifluas palabras,
Con bajas y serviles reverencias,
Y con halagos propios de lebreles.
1075
Una sentencia desterró a tu hermano;
Si, humillado, por él pides y halagas,
Te aparto de mi senda como a un perro.
Que César no es injusto ten sabido,
Y que sólo razones le convencen.

METELO.
1080
¿Y no habrá voz más apta que la mía
Que pueda penetrar con más dulzura
En los oídos del insigne César
Porque el destino de mi hermanos anule?

BRUTO.
Sin adularte, yo beso tu mano,
1085
Suplicándote, César, que retorne
Al punto Publio Címber.

CÉSAR.
¡Cómo! ¡Bruto!

CASIO.
¡Perdón, César, perdón! Casio se postra
Humilde hasta tus plantas, y te ruega
El destierro anular de Publio Címber.

CÉSAR.
1090
Si fuese cual vosotros, cedería;
Si, por ventura, yo rogar supiese,
Cediera á ruegos. Pero soy tan firme
Cual la estrella polar, que, fija, inmóvil,
Par del cielo en la bóveda no tiene.
1095
Chispas sin fin el firmamento ostenta;
De fuego todas son, todas brillantes;
Mas su puesto ocupar sabe una sola.
En el mundo es igual. Hombres lo pueblan,
De carne y hueso son, e inteligentes;
1100
Mas, existe entre tantos, solo uno
Que mantenga su puesto invulnerable
Sin cejar una vez, —y yo soy ese.
Por tanto, que aun en esto se conozca.
Firmeza tuve al desterrar á Címber,
1105
Y firmeza igualmente disponiendo
Que quede desterrado.

CINA.
¡César!

CÉSAR.
¡Fuera!
¿Acaso a conmover vais el Olimpo?

DECIO.
¡Gran César!

CÉSAR.
¿No está Bruto inútilmente
De rodillas?

CASCA.
¡Por mí las manos hablen!

(Casca hiere a César en el cuello. César le coge el brazo. Hiérenle luego varios conspiradores; el último Marco Bruto.)

CÉSAR.
1110
¿Tú también, Bruto?— Muere, entonces, César.

(Muere.—El Senado y el pueblo se retiran en tropel.)

CINA.
Independencia y libertad. Ha muerto
La tiranía. — ¡Presto! por las calles
Volando id y proclamadlo a gritos.

CASIO.
A la tribuna algunos, y que griten:
1115
¡Independencia, libertad y fueros!

BRUTO.
No hay que asustarse, pueblo y Senadores.
Quedaos aquí. Permaneced tranquilos.
Ha satisfecho la ambición su deuda.

CASCA.
Ocupa, Bruto, la tribuna.

DECIO.
Casio,
1120
Ocúpala también.

BRUTO.
¿Dónde está Publio?

CINA.
Aquí, por los sucesos aturdido.

METELO.
Defendámonos juntos, que no vaya
Algún parcial de César…

BRUTO.
De defensa no habléis. Ánimo, Publio,
1125
Que ni a ti ni a ningún otro Romano
Se pretende ofender. Publio, así dilo.

CASIO.
Déjanos, Publio; que pudiera el pueblo
Maltratar tu vejez, si nos ataca.

BRUTO.
Hazlo. Del acto responsables sean
1130
Nadie más que nosotros los autores.

Vuelve a entrar TREBONIO.

CASIO.
¿En dónde Antonio está?

TREBON.
Fuese a su casa
Lleno de horror. Hombres, mujeres, niños,
Cual si el juicio final llegado hubiera,
Huyen sobrecogidos dando voces.

BRUTO.
1135
Hado, tu voluntad conoceremos;
Sabemos que morir es necesario.
Sólo el instante en que ha de ser, los días
Que le restan aún, preocupa al hombre.

CASIO.
Quien de su vida merma veinte años
1140
Esos al miedo de la muerte merma.

BRUTO.
Es ventura el morir si eso se admite;
Y de César así somos amigos,
De su miedo a morir mermando días.
Inclinaos, Romanos; hasta el codo
1145
En la sangre de César que hoy se bañen
Vuestras manos; y tintas vuestras armas,
Al Foro aproximémonos, llevando
Enhiesto el rojo hierro, dando el grito
De paz, de libertad e independencia.

CASIO.
1150
Inclinaos, bañaos. ¡Cuántas veces
Verá lo porvenir representada
Por nuevas gentes tan gloriosa escena,
Y con acentos hoy desconocidos!

BRUTO.
¡Cuántas veces en mero simulacro
1155
Sangrará César, que cual polvo yace
A los pies de la estatua de Pompeyo!

CASIO.
Y dirán de nosotros, si eso ocurre,
Que libertad a nuestra patria dimos.

DECIO.
Decid, ¿nos vamos?

CASIO.
Todos. Bruto guíe,
1160
Y su huella honrarán los más valientes,
Los más honrados hombres que hay en Roma.

Entra un SIERVO.

BRUTO.
¡Callad! ¿Quién es? Satélite de Antonio.

SIERVO.
Que me arrodille así manda mi amo;
Que así me humille Marco Antonio manda,
1165
Y postrado decir: «Ilustre es Bruto,
Hábil, valiente, honrado. César era
Grande, atrevido, regio y bondadoso.
Que estimo á Bruto di, que lo venero;
Di que estimaba y veneraba a César.
1170
Si Bruto da seguridad a Antonio
Para venir a verlo, y le convence
De que César la muerte merecía,
No ha de estimar en menos Marco Antonio
Al vivo Bruto que al difunto César;
1175
Y con fe la fortuna y el partido
Del digno Bruto seguirá, los riesgos
De situación tan crítica afrontando.»
Esto decir me ordena mi amo Antonio.

BRUTO.
Romano discretísimo y valiente
1180
Siempre he juzgado a tu señor. Responde
Que ha de quedar, si viene, satisfecho;
Y sin ofensa partirá, lo juro.

SIERVO.
Vendrá inmediatamente.

(Vase.)

BRUTO.
Por amigo
Lo tendremos sin duda.

CASIO.
Así sea;
1185
Mas algo en mí despierta mis recelos,
Y mis presagios acertaron siempre.

Vuelve a entrar ANTONIO.

BRUTO.
Antonio llega. Bien venido, Antonio.

ANTONIO.
¡Oh excelso César, tan postrado yaces!
¡Conquistas, glorias, triunfos y trofeos
1190
Se han reducido a tan pequeño espacio!
Quédate en paz. — Patricios, desconozco
Lo que pensáis hacer; quiénes más deben
Su sangre derramar en este día;
Quién trasciende cual él: si por acaso
1195
Fuese yo, no habrá hora cual la hora
En que ha expirado César; ni arma alguna
Que valga la mitad de lo que valen
Los hierros que ostentáis, enrojecidos
Con la sangre más noble de este mundo.
1200
Si os fuese odioso yo, lo que os parezca
Ahora podéis hacer, mientras humeen,
Mientras chorreen vuestras manos rojas.
Aunque viva mil años, tan dispuesto
Cual hoy nunca estaré; ni sitio alguno
1205
Tanto me agradará cual junto a César;
Ni otra muerte que muerto por vosotros,
Los genios de esta edad, los escogidos.

BRUTO.
¡Oh Antonio! Por tu muerte no supliques,
Aunque cruel y sanguinario aspecto
1210
Nuestras manos nos dan y nuestra empresa,
Nuestras manos contemplas solamente
Y la sangrienta acción que ejecutaron,
No nuestros corazones compasivos.
La compasión de Roma por los males,
1215
La compasión. Cual mata al fuego el fuego,
Mató a la compasión con esta hazaña.
En cuanto a ti, de plomo son las puntas
De las espadas nuestras, Marco Antonio,
Sin rencor nuestras almas, y con temple
1220
Fraternal, corazones te reciben
Llenos de amor, de estima y de respeto.

CASCA.
Cual la que más tu voz será escuchada
Al repartir futuras dignidades.

BRUTO.
Ten calma por ahora, que precisa
1225
Apaciguar el miedo de las gentes.
Después te contaré por qué motivos
Herí, no obstante mi amistad, a César.

ANTONIO.
No pongo en duda vuestro recto juicio.—
Deme uno a uno su sangrienta mano.
1230
Marco Bruto, la tuya la primera;
Después la tuya, Cayo Casio. Ahora
La tuya, Decio Bruto; tú, Metelo;
Tú, Cina; tú también, valiente Casca;
Tú, el último nombrado, buen Trebonio,
1235
Mas no por eso en mi amistad postrero.
¿Qué decir? Todos sois a cual más nobles.
Va mi opinión por suelo que resbala.
Mal de mí juzgaréis de todos modos,
Adulador creyéndome o cobarde.
1240
Profunda era mi amistad, ¡oh Cesar!
Si tu espíritu, pues, ahora me mira,
Di, ¿No te dolerá más que la muerte
Contemplar a tu Antonio hacer las paces
Con los que fueron enemigos tuyos, —
1245
Dignísimos— delante de tu cuerpo,
Sus manos estrechando ensangrentadas?
Si ojos tuvieras cual heridas tienes,
Si lloraran cual vierten ellas sangre,
Me cuadrara mejor que pacto alguno
1250
De amistad proponer a tus contrarios.
Julio, perdón. — Aquí, ciervo valiente,
Te cazaron. Aquí por fin caíste.
Allí tus cazadores, señalados
Con tus despojos y en tu muerte tintos.
1255
¡Oh mundo! bosque de este ciervo fuiste
Mientras él fue tu corazón, ¡oh mundo!
A derribado ciervo te asemejas…
Por príncipes herido.

CASIO.
¡Marco Antonio!

ANTONIO.
1260
Cayo Casio, perdón. Esto de César
Dirán sus enemigos. En su amigo
Es ensalzarlo con frialdad.

CASIO.
No culpo
Que a César glorifiques; mas ¿qué intentas?
¿Entre nuestros amigos te contamos,
1265
U obrar debemos sin contar contigo?

ANTONIO.
Ya la diestra os tendí; mas, francamente,
Me aparté del asunto viendo a César.
Soy vuestro amigo, y os aprecio a todos;
Mas quiero que digáis por qué motivo
1270
Habéis juzgado peligroso a César.

BRUTO.
Espectáculo digno de salvajes
Este fuera, si no. Nuestras razones
Serán tan poderosas, que si fueses
De César hijo, Antonio, te bastaran.

ANTONIO.
1275
Pues eso busco, y además pretendo
Que su cadáver se conduzca al Foro;
Y desde la tribuna, cual amigo,
Dejadme celebrar sus funerales.

BRUTO.
Lo harás, Antonio.

CASIO.
(Aparte a Bruto.)
Bruto, una palabra.
1280
No sabes lo que haces. No consientas
Que hable en sus funerales Marco Antonio.
¿Sabes tú, por ventura, hasta qué punto
Conmoverá a las gentes lo que diga?

BRUTO.
(Aparte a Casio.)
Perdóname. — Yo mismo la tribuna
1285
Antes pienso ocupar; y, los motivos
De la muerte de César exponiendo,
Diré que todo lo que Antonio diga
Es con nuestra sanción y nuestra venia.
Que con César queremos que se cumplan
1290
Los ritos todos que le son debidos.
Y esto provecho nos hará, no daño.

CASIO.
(Aparte a Bruto).
No sé qué pasará, mas no me agrada.

BRUTO.
Antonio, el cuerpo de tu César toma.
La fúnebre oración que pronunciares
1295
No ha de inculparnos, aunque en pro de César
Puedes decir cuanto te ocurra, y venia
Que nuestra tienes para hacerlo anuncia;
Si no, tu intervención no consentimos
En este funeral. Hablar te toca
1300
De la tribuna misma que yo ocupe,
Y cuando acabe mi discurso.

ANTONIO.
Sea.
Eso no más deseo.

BRUTO.
El cadáver recoge, pues, y vente.

(Vanse todos menos Antonio.)

ANTONIO.
1305
Perdón te pido, polvo ensangrentado,
Si humilde y débil soy con tus verdugos.
¡Oh despojos del hombre más insigne
Que navegó del tiempo en la corriente!
Maldecidas las manos que vertieron
1310
Esta preciosa sangre. Profetizo
Ante estas tus heridas, mudas bocas
Cuyos rojizos labios entreabiertos
De mi lengua expresión y frases piden,
Que maldición fatal sobre las almas
1315
De los hombres caerá. Civiles luchas,
Domésticos rencores implacables
Asolarán del Norte al Sur a Italia.
Dominarán la destrucción, la sangre,
Y serán tan comunes los horrores,
1320
Que las madres, al ver cuál descuartiza
Bélica furia a sus nacientes hijos,
Con sonrisas verán la horrible escena;
Ahogará a la piedad bárbaros usos;
Y de César la sombra vengadora
1325
Con Ate en su compaña, que candente
Vendrá de los infiernos, a esta tierra
Con regio acento gritará: «matanza,»
Los perros de la guerra desatando;
Y el hálito de hazaña tan inicua
1330
Del suelo ascenderá con los gemidos
De humanos cuerpos que sepulcros piden.
Entra un SIERVO.
¿Al servicio no estás de Octavio César?

SIERVO.
Es verdad, Marco Antonio.

ANTONIO.
César le ha escrito que viniera a Roma.

SIERVO.
1335
Llegó a sus manos esa carta, y viene.
Y me ordenó decirte de palabra…
(Viendo el cadáver de César.)
¡Oh, César!...

ANTONIO.
¿Te has conmovido? — Lejos vete y llora.
Es contagiosa tu aflicción; mis ojos,
1340
Contemplando esas gotas en los tuyos,
Llanto vierten también.— ¿Viene tu amo?

SIERVO.
A siete leguas estará de Roma,
Esta noche.

ANTONIO.
Pues vuelve de seguida,
1345
Y dile lo que ocurre. Roma es esta,
Llena de luto.— Roma peligrosa,
No Roma para Octavio todavía.—
Ve y dilo.— Pero espera, no te vayas
Hasta que lleve al Foro este cadáver.
1350
Allí, al hablar, veré cómo las gentes
Juzgan el acto cruel de estos verdugos;
Y, según lo que ocurra, puedes luego
Llevar a Octavio más precisas nuevas.
Ven. Préstame tu ayuda.

(Vanse con el cuerpo de César.)

ESCENA II.

Roma.— El Foro.
Entran BRUTO y CASIO y una turba de ciudadanos.

CIUD.
1355
Explicación, explicación queremos.

BRUTO.
Seguidme y escuchadme, amigos míos.
A la contigua calle ve tú, Casio,
Y divide a la gente.
Quédese aquí quien escucharme quiera,
1360
Quien quiera oír a Casio que le siga;
Y al público daremos las razones
de la muerte de César.

CIUD. 1.º
Yo con Bruto.

CIUD. 2.º
Yo con Casio; y después compararemos
Las razones que cada cual nos diere.

(Vase Casio con varios ciudadanos. Bruto ocupa el Rostro.)

CIUD. 3.º
1365
El noble Bruto la tribuna ocupa.
¡Silencio!

BRUTO.
Tened calma hasta escucharme.
Romanos, paisanos y amigos míos. Oídme defender mi causa, y, para mejor oírme, callad. Creed en mi honradez y respetad mi honra, a fin de que me creáis. Censúreme vuestro buen juicio y avivad vuestros sentidos para juzgar de mí con mayor acierto. Si hubiere alguno entre los presentes que entrañable amistad profesara a César, a él le digo que la amistad de Bruto a César no era menos entrañable que la suya. Así, pues, si este amigo preguntare por qué razón Bruto se alzó contra César, he aquí mi respuesta: «No fue porque amara á Bruto menos, sino porque amaba a Roma más.» ¿Prefirierais que César viviera y morir esclavos, a que esté muerto César y vivir libres? Porque fue mi amigo, lo lloro. Porque afortunado fue, lo celebro; porque fue valiente, lo honro; porque fue ambicioso, lo maté. Lágrimas tuve para su amistad; regocijo por sus triunfos; encomios para su valor, y muerte para su ambición. ¿Quién hay aquí tan abyecto que quiera ser esclavo? Si hay alguno, que hable, pues a él he ofendido. ¿Quién hay aquí tan necio que no quiera ser Romano? Si hay alguno, que hable, pues a él he ofendido. ¿Quién hay aquí tan vil que no ame a su patria? Si hay alguno, que hable, pues a él he ofendido. ¿Quién me responde?

CIUD.
— Nadie, Bruto, nadie.

BRUTO.
— A nadie he ofendido, pues. He hecho con César lo que haríais con Bruto. Los registros del Capitolio exponen las causas de su muerte, y ni se amengua su merecida gloria, ni se agravan los motivos de su justa muerte. Entran ANTONIO y otros con el cadáver de CÉSAR.
Aquí llega su cuerpo, que doliente conduce Antonio, quien, aunque no tuvo parte en su muerte, saldrá ganancioso por ella, pues ocupará un puesto en la República. ¿Y quién de vosotros no?— Con esto os dejo. Maté a mi mejor amigo por la salud de Roma, y conservo ese mismo puñal para cuando mi patria requiera la muerte mía.

CIUD.
¡Que viva Bruto! ¡Viva!

CIUD. 1.º
Conduzcámosle en triunfo hasta su casa.

CIUD. 2.º
Una estatua, cual tienen sus mayores,
Debemos levantarle.

CIUD. 3.º
César sea.

CIUD. 4.º
1370
En él de César lo mejor subsiste.

CIUD. 1.º
Llevémosle con vítores y vivas
A su propia mansión.

BRUTO.
Compatriotas…

CIUD. 2.º
Silencio, que habla Bruto.

CIUD. 1.º
Todos callen.

BRUTO.
Compatriotas, permitidme ir solo.
1375
Con Antonio quedaos, en mi obsequio;
Que honrar debéis de César el cadáver,
Y la oración que para honrar a César
Pronunciará, con nuestra venia, Antonio.
Suplico que de aquí nadie se ausente.
1380
Yo solo faltaré, mientras él habla.

(Vase.)

CIUD. 1.º
Quedémonos a oír a Marco Antonio.

CIUD. 3.º
¡Que la tribuna popular ocupe!
Lo oiremos, ¡noble Antonio, a la tribuna!

ANTONIO.
En el nombre de Bruto os lo agradezco.

(Sube a la tribuna.)

CIUD. 4.º
1385
¿Qué decía de Bruto?

CIUD. 3.º
Que las gracias
En el nombre de Bruto daba a todos.

CIUD. 4.º
Más vale no hablar mal aquí de Bruto.

CIUD. 1.º
César era un tirano.

CIUD. 3.º
¿Quién lo duda?
Ya por suerte se ve de él libre Roma.

CIUD. 4.º
1390
Callad. Oigamos qué le ocurre a Antonio.

ANTONIO.
Benévolos Romanos.

CIUD.
¡Eh, silencio!
Oigamos, pues.

ANTONIO.
Amigos y Romanos,
Compatriotas, atención prestadme:
A enterrar, no a ensalzar a César vengo.
1395
Al hombre sobrevive el mal que hizo;
El bien se entierra con el cuerpo a veces.
Se hará con César. El honrado Bruto
Os ha dicho que César fue ambicioso;
Si lo fue, falta inmensa fue la suya,
1400
E inmensamente César la ha purgado.
De Bruto y de los otros, con la venia—
Porque varón pundonoroso es Bruto—
Todos lo son— pundonorosos todos—
Al funeral de César vengo a hablaros.
1405
Mi amigo fue, constante y fiel conmigo;
Mas Bruto afirma que ambicioso era,
Y Bruto es varón pundonoroso.
Infinitos cautivos prisioneros
Él a Roma nos trajo, y sus rescates
1410
El público tesoro repletaron.
¿Esto ambición en César parecía?
Viendo al pobre llorar, César lloraba;
Es la ambición de material más rudo;
Mas Bruto afirma que ambicioso era,
1415
Y Bruto es un varón pundonoroso.
Cuando en las Lupercales— bien lo visteis—
Tres veces le ofrecí regia corona,
Rehusó tres veces. ¿Ambición es esto?
Mas Bruto afirma que ambicioso era,
1420
Y es, sin duda, varón pundonoroso.
Contradecir á Bruto no pretendo,
A hablar de lo que sé tan sólo vine.
Le amasteis una vez, u no sin causa…
¿Qué causa, pues, detiene vuestro llanto?
1425
Razón, asilo entre las fieras busca,
Que los hombres prescinden de su juicio.—
Vuestro perdón reclamo, que con César
En su ataúd mi corazón se halla,
Y hablar no puedo hasta que al pecho torne.

CIUD. 1.º
1430
Hay mucho de verdad en lo que dice.

CIUD. 2.º
Si con calma juzgáis, gran injusticia
Se cometió con César.

CIUD. 3.º
¿Piensas eso?—
Su puesto ocuparán otros peores.

CIUD. 4.º
¿Oísteis? Que no quiso la corona.
1435
Que ambicioso no era es evidente.

CIUD. 1.º
Pues si es así, le ha de pesar a algunos.

CIUD. 2.º
¡Qué buen alma! Cual fuego están sus ojos
Que enrojecen sus lágrimas.

CIUD. 3.º
En Roma
En nobleza no iguala a Antonio nadie.

CIUD. 4.º
1440
Atención. Que principia hablar de nuevo.

ANTONIO.
Ayer pudo de César la palabra
Contrarrestar al mundo. Muerto ahí yace,
Y ya ni el más humilde lo respeta.
¡Oh, señores! si acaso pretendiese
1445
Los corazones, á enfurecerse, en daño
De Bruto y Casio fuera; y bien os consta
Que ambos varones son pundonorosos.
No es mi ánimo ofenderlos no; prefiero
Ofender a los muertos, a mí mismo,
1450
Y a vosotros también, que hacer ofensa
A tan pundonorosos ciudadanos.
Mas tengo en mi poder un pergamino,
De César con el sello. En su bufete
Lo hallé. Su voluntad postrera es esa.
1455
Que oiga el pueblo tan sólo el testamento—
Que leer no es mi ánimo: excusadme—
Y del difunto César las heridas
Querréis besar, y en su sagrada sangre
Paños empaparéis. De él un cabello
1460
Reclamaréis como eternal memoria;
Y al morir y al testar, a vuestros hijos
Los legaréis cual valiosa herencia.

CIUD. 4.º
A ver el testamento, Marco Antonio.

TODOS.
El testamento, el testamento. Oigamos
1465
La voluntad de César.

ANTONIO.
Sed pacientes,
Caros amigos. Leéroslo no debo,
No está bien que sepáis cuánto os amaba.
Ni toscos leños sois, ni sois de piedra;
Sois hombre, y cual hombres, de seguro
1470
Que de César oyendo el testamento,
Se encenderá furiosa vuestra sangre,
Y perderéis el juicio: no es prudente
Que sepáis que herederos os declara.
Si lo supierais, ¡qué no aconteciera!

CIUD. 4.º
1475
A ver el testamento, que lo oigamos.
Antonio, el testamento, el testamento.

ANTONIO.
¿Calma tendréis? ¿Os mantendréis tranquilos?
Mas de lo justo al mencionarlo, dije:
Y me temo, tal vez, causar ofensa
1480
A esos pundonorosos ciudadanos
Que a César traspasaron con sus dagas,
En verdad que lo temo.

CIUD. 4.º
Son traidores.
Pundonorosos ciudadanos, ¡nunca!

TODOS.
Su postrer voluntad. El testamento.

CIUD. 2.º
1485
Villanos fueron; fueron asesinos.
A ver el testamento. El testamento.

ANTONIO.
¿A leéroslo, pues, queréis forzarme?
Pues el cadáver circuncidad de César,
Y mirad al autor del testamento.
1490
¿Descenderé? ¿Me concedéis permiso?

VARIOS CIUDADANOS.
Baja.

CIUD. 2.º
Desciende, pues.

CIUD. 3.º
Permiso tienen.

(Desciende del Rostro Antonio.)

CIUD. 4.º
Un círculo formad en torno suyo.

CIUD. 1.º
No os acerquéis al féretro, al cadáver.

CIUD. 2.º
A Antonio, plaza dad. ¡Ínclito Antonio!

ANTONIO.
1495
No os agolpéis; quedaos a distancia.

VARIOS CIUDADANOS.
Atrás y plaza haced; atrás echaos.

ANTONIO.
Si acaso tenéis lágrimas, ahora
Preparados estad para verterlas.
Todos recordaréis el manto este,
1500
Yo cuando César lo estrenó recuerdo:
En una tarde de verano era,
Y en su tienda se hallaba. En ese día
Fue de los Nervios vencedor: miradlo.
Aquí el puñal de Casio deslizóse;
1505
La brecha ved del envidioso Casca,
Aquí la herida de su amado Bruto;
Y al retirar el hierro maldecido,
Ved cual de César se agolpó la sangre,
Cual si fuera de casa le siguiese
1510
A averiguar resuelta si era Bruto
Quien de manera tan cruel llamaba.
De César, cual sabéis, Bruto fue el numen.
Juzgad, ¡oh Dioses! si le amaba César.
Fue el golpe más cruento de entre todos.
1515
El gran César, al ver su acometida,
La ingratitud, venciéndolo, lo postra,
Mas fuerte que puñales de traidores,
Y estalla al fin su corazón potente;
Y su faz encubriendo con el manto,
1520
A los pies de la estatua de Pompeyo.
Que su sangre tiñó, cayó el gran César!
¡Cuánto con él cayó, compatriotas!
Yo entonces, y vosotros, todos juntos
Caímos también; y la traición sangrienta
1525
En tanto floreció sobre nosotros.
Ahora lloráis. Os punza, ya lo veo,
La compasión. ¡Oh lágrimas benditas!
¡Almas nobles! ¿Lloráis al ver tan sólo
De nuestro César las heridas vestes?
1530
Mirad, aquí. ¡Mirad aquí su cuerpo;
Ahí lo veis por traidores lacerado!

CIUD. 1.º
¡Oh lamentable escena!

CIUD. 2.º
¡Noble César!

CIUD. 3.º
¡Día de horror!

CIUD. 4.º
¡Oh infames! ¡Oh traidores!

CIUD. 1.º
¡Oh sangriento espectáculo!

CIUD. 2.º
¡A vengarnos!

TODOS.
1535
¡Venganza! ¡Presto! ¡Búsquense! ¡Incendiemos!
¡Fuego! ¡A matar! ¡A degollar! ¡Que muera
Todo traidor!

ANTONIO.
Compatriotas, calma.

CIUD. 1.º
¡Callad, callad! Oíd al noble Antonio.

CIUD. 2.º
Lo oiremos y sus huellas seguiremos
1540
Hasta morir.

ANTONIO.
Amigos excelentes,
Caros amigos míos, no os conmueva
Mi voz a rebelión tan repentina:
Pundonorosos son los que esto hicieron.
Por desgracia, quizás, privada queja,
1545
Ignorada de mí, movió sus brazos.
Discretos son y son pundonorosos;
Y razones darán que os satisfagan.
No vengo a concitar vuestras pasiones,
Amigos. Orador no soy, cual Bruto,
1550
Sino, cual todos me conocen, franco,
Hombre sencillo que a su amigo amaba,
Y esto lo saben bien los que me dieron
Para hablar de él aquí pública venia.
Ni inteligencia tengo, ni palabra,
1555
Ni mérito, ni estilo, ni ademanes,
Ni el don de la oratoria que enardece
La sangre de los hombre,— hablo al caso;
Y os digo lo que todos ya conocen,
Del noble César muerto las heridas—
¡Ay pobres mudas bocas!— y les pido
Que ellas hablen por mí. Si fuera Bruto,
Y Bruto fuera Antonio, hubiera Antonio
1560
Que exasperara vuestras almas; lengua
Cada herida de César mostraría
Que las piedras de Roma conmoviendo
En rebelión a alzarse las forzara.

TODOS.
¡A rebelarnos!

CIUD. 1.º
¡A incendiar de Bruto
1565
La mansión!

CIUD. 3.º
Vamos, pues, y buscaremos
A los conspiradores.

ANTONIO.
Escuchadme,
Compatriotas, permitid que siga.

TODOS.
Silencio, oíd a Antonio. Al noble Antonio.

ANTONIO.
Ni aun sabéis a qué vais, amigos míos.
1570
¿Merece César el cariño vuestro?
No lo sabéis; pues bien, debo aclararlo.
El testamento de que hablé olvidasteis.

TODOS.
Verdad. El testamento. ¡Que lo oigamos!

ANTONIO.
¡Aquí lo veis! De César con el sello.
1575
¡De Roma a cada ciudadano deja—
A cada cual—setenta y cinco dracmas!

CIUD. 2.º
¡Noble César! ¡Su muerte vengaremos!

CIUD. 3.º
¡Oh, regio César!

ANTONIO.
Con paciencia oídme.

TODOS.
Silencio.

ANTONIO.
Y, además, os ha legado
1580
Todas las quintas suyas, sus vergeles
Particulares, sus modernos huertos
A este lado del Tíber. Os los deja
A vosotros, y a vuestros sucesores,
Por siempre, como público recreo,
1585
Para allí pasear y divertiros.
¡Este era un César! ¿Cuándo tendréis otro?

CIUD. 1.º
¡Jamás! ¡jamás! Marchemos de aquí. ¡Vamos!
Quememos en sagrado su cadáver,
Y con las teas a incendiar las casas
1590
De los traidores.— Recoged el cuerpo.

CIUD. 4.º
Que traigan fuego.

CIUD. 3.º
Destrozad los bancos.

CIUD. 4.º
Asientos o ventanas. Cualquier cosa.

(Vanse llevando el cadáver de César.)

ANTONIO.
¡Que cunda, pues! Malignidad humana,
En pie ya estás. Camina a tu capricho.
Entra un SIERVO.
1595
¿Qué ocurre, di?

SIERVO.
Llegó ya Octavio a Roma.

ANTONIO.
¿En dónde está?

SIERVO.
Con Lépido se halla
En la casa de César.

ANTONIO.
Corro a verle.
Ha venido a medida del deseo.
De buen humor se encuentra la Fortuna,
1600
Y todo darnos puede en ese estado.

SIRVIEN.
Dicen que Bruto y Casio, cual dementes,
De Roma por las puertas han huido.

ANTONIO.
Puede ser que supieran de qué modo
Al pueblo conmoví. Llévame a Octavio.

(Vanse.)

ESCENA III.

Roma. — Una calle.
Entra CINA el poeta.

CINA.
1605
Soñé esta noche que cené con César,
Y siniestras imágenes me acosan.
Afán no tengo de salir de casa,
Pero secreta sensación me impulsa.

CIUD. 1.º
— ¿Tu nombre?

CIUD. 2.º
— ¿A dónde vas?

CIUD. 3.º
— ¿Dónde vives?

CIUD. 4.º
— ¿Eres casado o soltero?

CIUD. 2.º
— Contesta a todo inmediatamente.

CIUD. 1.º
— Y brevemente.

CIUD. 4.º
— Y con discreción.

CIUD. 3.º
— Y con veracidad. Te trae cuenta.

CINA.
— Cómo me llamo. A dónde voy. Dónde vivo. Si soy casado o soltero. Y luego, que responda inmediatamente y brevemente, y con veracidad, y con discreción. Digo, con discreción, que soy soltero.

CIUD. 2.º
— Vale tanto como decir que necios son los que se casan. Me temo que me debes una bofetada por eso. Sigue, inmediatamente.

CINA.
— Inmediatamente voy a los funerales de César.

CIUD. 1.º
— ¿Cómo amigo o como enemigo?

CINA.
— Como amigo.

CIUD. 2.º
— Inmediatamente contestaste a ese punto.

CIUD. 4.º
— Ahora sepamos dónde vives, brevemente.

CINA.
— Brevemente. Vivo cerca del Capitolio.

CIUD. 3.º
— Tu nombre, la verdad.

CINA.
— La verdad, me llamo Cina.

CIUD. 1.º
— Hacedlo pedazos. Es un conspirador.

CINA.
— Soy Cina el poeta. Soy Cina el poeta.

CIUD. 4.º
— Hacedlo pedazos por autor de malos versos. Hacedlo pedazos por autor de malos versos.

CINA.
—No soy Cina el Conspirador.

CIUD. 4.º
— No importa. Se llama Cina. Sólo le arrancaremos el nombre del corazón, y le dejaremos ir.

CIUD. 3.º
— Hacedlo pedazos. Hacedlo pedazos. Vamos; teas, fuego a la casa de Bruto. A la de Casio. Incendiemos todo. Algunos a la casa de Decio. Otros a la casa de Casca. Otros a la de Ligurio. Vamos. Vamos.

(Vanse.)

Acto IV

ACTO CUARTO.

ESCENA PRIMERA.

Roma.—Habitación en la casa de Antonio.
ANTONIO, OCTAVIO y LÉPIDO sentados alrededor de una mesa.

ANTONIO.
Éstos, pues, deben de morir. Sus nombres
1610
Anotados están.

OCTAVIO.
También tu hermano,
Lépido; ¿te conformas?

LÉPIDO.
Me conformo.

OCTAVIO.
Pues anótalo, Antonio.

LÉPIDO.
Pero Publio,
Que es, Marco Antonio, el hijo de tu hermana,
Tampoco vivirá.

ANTONIO.
Que muera.—Mira:
1615
Queda con esta marca condenado.
Mas de César ve, Lépido, a la casa.
Su testamento nos traerás. Veremos
Cuáles legados reducir se pueden.

LÉPIDO.
¿Vuelvo después?

OCTAVIO.
Aquí o al Capitolio.

(Vase Lépido.)

ANTONIO.
1620
Este es un hombre miserable y nulo;
Para mensajes útil. Si partimos
El mundo en tres porciones, ¿debe, acaso,
Ser uno de los tres que lo disfruten?

OCTAVIO.
Tú lo pensaste así, pues que su voto
1625
Aceptas para ver quiénes se anotan
En nuestra negra lista de proscriptos.

ANTONIO.
Octavio, más que tú pasar vi días.
Si le cargamos con honores tales
Para aliviarnos de ominoso peso,
1630
Llevarlos debe, cual el asno el oro,
Sudando y jadeando con la carga
Guiado por nosotros o arreado.
Después que ese tesoro nos conduzca,
Se le quita la carga; y, despedido,
1635
En pelo que sacuda sus orejas,
Y al ejido a pacer luego se vaya.

OCTAVIO.
Hazlo, mas es leal cual es valiente.

ANTONIO.
Mi caballo lo es; por eso mismo
Exuberante pienso le señalo.
1640
Le enseñó a guerrear, a encabritarse,
A pararse, a correr en línea recta,
Gobernando mi espíritu su cuerpo.
Pues hagamos con Lépido lo mismo.
Se doma, se le enseña y se le manda.
1645
Espíritu infeliz que se alimenta
De imitaciones y de inmundos restos,
Pues lo usado por otros y añejado
Cual nuevo luce. Hablemos de él tan solo
Cual de una propiedad. Mas basta. Escucha,
1650
Octavio, lo importante. Bruto y Casio
Fuerzas reúnen. Para hacerles frente,
Debemos reforzar nuestra alianza,
Mover a los amigos más leales,
Asegurar nuestros recursos todos;
1655
Y, en consejo reunidos, sin demora
Tratar de descubrir planes ocultos,
O de afrontar peligros transparentes.

OCTAVIO.
Sí tal; que al potro estamos hoy sujetos.
Numerosos contrarios nos acosan,
1660
Y algunos que sonríen me parece
Que males mil presagian.

(Vanse.)

ESCENA II.

Ante la tienda de Bruto en el campamento cerca de Sardis.
Tambores.—Entran BRUTO, LUCILO, TITINO y soldados. PÍNDARO les sale al encuentro. LUCIO a cierta distancia.

BRUTO.
¡Alto!

LUCILO.
La seña y alto.

BRUTO.
Y bien, Lucilo,
¿Dónde está Casio?

LUCILO.
Cerca está. Te quiere
Píndaro ver de parte de su amo.

(Píndaro entrega una carta a Bruto.)

BRUTO.
1665
Es amistosa.—Píndaro, ya sea
Por propia inspiración o mal consejo,
Tu amo me dio motivos suficientes
Para ansiar que lo hecho se anulara.
Mas quiero, si está cerca, cerciorarme.

PÍNDARO.
1670
No dudo que hallarás que tan discreto
Es mi noble señor, como es honrado.

BRUTO.
Nadie lo duda.—Dime tú, Lucilo,
¿Cómo te recibió?—Que yo lo sepa.

LUCILO.
Con asaz gentileza y cortesía,
1675
Mas no con ese familiar agrado,
Ni con el modo franco y amistoso
Que usaba en otros tiempos.

BRUTO.
Has descrito
Al ardoroso amigo que se entibia.
Cuando el cariño a marchitarse empieza,
1680
Cuando enferma, Lucilo, ya lo sabes,
Siempre forzadas ceremonias usa.
La pura fe no gusta de artificios;
Mas los que tienen corazones huecos,
Corceles son que, ardientes al principio,
1685
Pregonan su valor y su pujanza,
Mas si sangre les saca el acicate,
El cuello doblan, y, rocines falsos,
La prueba no resisten.—¿Aproxima
Sus fuerzas?

LUCILO.
Deben pernoctar en Sardis.
1690
Los caballos y el grueso de sus tropas
Con Casio vienen.

(Marcha dentro.)

BRUTO.
¡Calle! ya se acercan.
Lentamente marchad a recibirlos.

Entran CASIO y SOLDADOS.

CASIO.
¡Firmes!

BRUTO.
¡Firmes!—La seña.

DENTRO.
¡Firmes!

DENTRO.
¡Firmes!

CASIO.
Ofendido me tienes, noble hermano.

BRUTO.
1695
Juzgadme, ¡oh Dioses!—¿A enemigos míos
Ofendo yo?—Pues a mi hermano, ¿cómo?

CASIO.
Bajo esas formas tan templadas, Bruto,
La ofensa ocultas, y al hacerla…

BRUTO.
Casio,
Ten calma. Te conozco. Di tus quejas
1700
En baja voz. Delante de las tropas,
Que deben ver nuestra amistad tan solo,
No disputemos. Diles que se alejen,
Y aquí en mi tienda glosarás tus quejas.

CASIO.
Di, Píndaro, a los jefes que retiren
1705
De este sitio a las tropas.

BRUTO.
Haz, Lucilo, lo propio, y que ninguno
Entre mientras hablemos en mi tienda.
Lucilo y Titino guardarán la entrada.

(Vanse.)

ESCENA III.

Interior de la tienda de Bruto.
Entran BRUTO y CASIO.

CASIO.
Que me ofendiste se demuestra en esto.
1710
Condenaste, infamaste a Lucio Pela
Porque fue por los Sardos sobornado,
Y mi carta, pidiendo por un hombre
Que me era conocido, desdeñaste.

BRUTO.
Con esa petición tú te ofendiste.

CASIO.
1715
En estas circunstancias no conviene
Tan nimio ser en castigar ofensas.

BRUTO.
Pues permíteme, Casio, que te diga
Que aun a ti vituperan porque sabes
Abrir tu mano y vendes y subastas
1720
Los cargos por el oro a gente inepta.

CASIO.
¿Qué sé yo abrir mi mano? Bruto, sabes
Que Bruto y nadie más eso me dice.
Si otro lo hiciera, por los Dioses juro
Que estas fueran sus últimas palabras.

BRUTO.
1725
Tal corrupción de Casio el nombre encubre,
Y por eso su faz vela el castigo.

CASIO.
¡El castigo!

BRUTO.
¡Acuérdate de marzo! ¡De los idus
Acuérdate de marzo! ¿Derramada
1730
En aras, di, no fue de la justicia
De Julio el potentísimo la sangre?
¿Quién, infame, lo hirió que no lo hiriera
De la justicia en nombre? ¿Por ventura,
Los que al hombre más ínclito mataron
1735
Porque encubrió ladrones, hoy pretenden
Manchar sus manos con el vil soborno,
El vasto campo del honor vendiendo
Por la miseria que en el puño cabe?
Antes que tal Romano, can sería
1740
Y ladrara a la luna.

CASIO.
No tolero,
Bruto, que a mí me ladres.—Te equivocas
Si quieres reprenderme. Soy soldado
Más antiguo que tú; más competente
Para asuntos que tú.

BRUTO.
Casio, no.—Calla.

CASIO.
1745
Sí tal.

BRUTO.
Digo que no.

CASIO.
No me provoques,
O de mí no respondo. Ten en cuenta
Que te puede pesar. No me exasperes.

BRUTO.
Indigno, aparta.

CASIO.
Mas ¿será posible?

BRUTO.
Escucha. Quiero hablar. ¿Será preciso
1750
Ante tu ciega cólera inclinarme?
¿Temblar ante el asombro de un demente?

CASIO.
¡Dioses! ¡Oh Dioses! ¿Soportar es fuerza
Todo esto?

BRUTO.
Sí, todo.—Más acaso.
Enfurécete, pues, hasta que estalle
1755
Tu altivo corazón. Ve. Patentiza
Cuán colérico eres a tus siervos.
Témante tus esclavos. — ¿Apartarme,
Observarte, ponerme de rodillas
Debo yo si la cólera te asalta?
1760
¡Juro a los Dioses todos!—De tu Biblia
Vas el veneno a digerir tú mismo,
Aunque te haga estallar, pues desde ahora
De ti me burlaré, pienso reírme
Cuando iracundo estés.

CASIO.
¿Y el fin es éste?

BRUTO.
1765
¡No dices que eres tú mejor soldado!
Pues pruébalo.—Confirma tu jactancia.
Yo lo celebraré; pues, por mi parte,
De hombre más hábil aprender deseo.

CASIO.
Me ofendes más y más y en todo, Bruto.
1770
Mejor no dije; dije más antiguo.—
¡Dije mejor!

BRUTO.
Si acaso, no me importa.

CASIO.
César tratarme así no osara nunca.

BRUTO.
¡Bah! Nunca así desesperarle osaras.

CASIO.
¿No osara?

BRUTO.
No.

CASIO.
¿No osara provocarle?

BRUTO.
1775
¡No osarás, por tu vida!

CASIO.
Demasiado
Con mi amistad no cuentes, que pudiera
Hacer lo que por siempre lamentara.

BRUTO.
Lo que debieras lamentar has hecho.
Casio, tus amenazas no me aterran,
1780
De mi honradez tan fuerte es la armadura,
Que, cual el viento que desprecio, pasan.
Cierta suma de oro me negaste
Que te mandé pedir, pues no me es dado
Por torpes medios levantar dinero.
1785
Te juro que mejor acuñaría
Mi corazón y convirtiera en dracmas
Mi sangre gota a gota, que vilmente
Arrebatar pitanza miserable
De las manos callosas de un labriego.
1790
Oro yo te pedí para mis tropas:
Rehusaste. ¿Dime cómo Casio obraste?
Yo a Cayo Casio nunca así tratara.

CASIO.
Jamás te lo negué.

BRUTO.
Sí tal.

CASIO.
No es cierto.
Un imbécil te trajo mi respuesta.
1795
Mi corazón has taladrado, Bruto.
Conllevar los defectos del amigo
Al amigo le toca; pero agrandas,
Bruto, los míos.

BRUTO.
Sólo cuando quieres
Que yo por ellos sufra.

CASIO.
No me aprecias.

BRUTO.
1800
No celebro tus faltas.

CASIO.
Esas faltas
Jamás vieran los ojos del amigo.

BRUTO.
Los del adulador, por más que lucen
Cual el Olimpo grandes.

CASIO.
Antonio, ven, y ven, joven Octavio;
1805
Saciad vuestra venganza en Casio solo,
Que harto del mundo ya Casio se halla.
Lo detesta su amigo, lo escarnece
Su hermano, lo castigan como a siervo;
Escudriñan sus faltas, que se apuntan,
1810
Que se estudian y aprenden de memoria
Para luego arrojárselas en rostro.
¡Oh, mi espíritu en lágrimas vertiera!
Ten mi puñal. Desnudo está mi pecho.
Hay dentro un corazón, al que no igualan
1815
Las minas de Plutón, oro ninguno.
Arráncamelo, pues, si eres Romano.
Mi corazón, si oro negué, te entrego.
Hiéreme cual a César; que me consta
Que cuando más lo odiaste, lo quisiste
1820
Más que en tu vida tú quisiste á Casio.

BRUTO.
Envaina tu puñal, y desahoga
Tu mal humor. Harás lo que quisieres
Aun la deshonra juzgaré que es chanza.
Con un cordero estás uncido, oh Casio.
1825
En él la ira existe, cual existe
Fuego en el pedernal; al golpearle
La chispa da, mas rápido se enfría.

CASIO.
¿Y Casio vive para ser ludibrio,
Causar la risa de su amado Bruto
1830
Cuando el enojo y el dolor lo agobian?

BRUTO.
Enojado también aquello dije.

CASIO.
¿Y lo confiesas tú? Dame t u mano.

BRUTO.
Toma también mi corazón.

CASIO.
Oh Bruto…

BRUTO.
¿Qué?

CASIO.
¿No me tienes amistad bastante
1835
Para sobrellevar el genio pronto
Que mi madre me ha dado y que me ciega?

BRUTO.
Sí, Casio, y desde ahora, si te enojas
En exceso con Bruto, que regaña
Tu madre pensaré sin ofenderme.

POETA.
1840
(Dentro.) .
Ver a los generales permitidme
Están enemistados, y no es justo
Dejarlos solos.

LUCIO.
(Dentro.)
No entraréis.

POETA.
(Dentro.)
La muerte
Sólo me detendrá.

Entra el POETA seguido de LUCIO y TITINO.

CASIO.
¡Decid! ¿qué pasa?

POETA.
¡Qué oprobio, generales! ¿Cómo es esto?
1845
Haya paz. Sed amigos, como deben
Ser dos personas de tan gran valía.
A un viejo caso haced, por vida mía.

CASIO.
¡Y qué mal rima el cínico insolente!

BRUTO.
¡Fuera de aquí, desvergonzado, fuera!

CASIO.
1850
No le hagas caso, Bruto, que es su estilo.

BRUTO.
Sabré cuál es su estilo, cuando sepa
Él oportuno ser. ¿Para qué acuden
A las guerras tan necios cantadores?
Vámonos, compañero

CASIO.
Fuera. Fuera.

(Vase el Poeta.)

BRUTO.
1855
Id, Lucilo y Titino, que acuartelen
Esta noche los jefes sus legiones.

CASIO.
Volveréis, y Mesala con vosotros
Que al punto venga.

(Vanse Lucilo y Titino.)

BRUTO.
Lucio, danos vino.

CASIO.
Nunca pensé que así te enojarías.

BRUTO.
1860
Grandes pensa, oh Casio, me atormentan.

CASIO.
Filósofo no eres, si te agobian
Pasajeras desdichas.

BRUTO.
Nadie sufre
Como yo su desgracia.—Porcia ha muerto.

CASIO.
¿Qué dices? Porcia…

BRUTO.
Muerta.

CASIO.
1865
¿Cómo pude eludir que me mataras
Al disputar contigo de esa suerte?
¡Oh pérdida terrible y dolorosa!
¿De qué murió?

BRUTO.
De angustia por mi ausencia,
Y pena al ver que Octavio y Marco Antonio
1870
Terreno iban ganando. Tal noticia
Llegó con la noticia de su muerte.
Y ascuas tragó desesperada entonces,
Cuando sola quedó.

CASIO.
¿Murió por eso?

BRUTO.
Verdad cruel.

CASIO.
¡Oh Dioses inmortales!

Entra LUCIO con vino y un cirio.

BRUTO.
1875
No la nombremos más. Venga la copa.
Aquí sepultaré, Casio, mi enojo.

(Bebe.)

CASIO.
Tiene mi pecho sed del brindis ése.
Llena, Lucio, la copa y que rebose.
No me hartaré de la amistad de Bruto.

BRUTO.
1880
Entra, Titino.
(Bebe.)
(Vase Lucio.)Vuelven a entrar TITINO con MESALA.
Bien venido seas,
Buen Mesala. Sentémonos ahora
En torno de esta luz; y los asuntos
Discutiremos.

CASIO.
¡Porcia ya no existe!

BRUTO.
¡No más! ¡No más!—He recibido cartas,
1885
Mesala, en que me dicen que á Filipos
Grandes fuerzas Octavio y Marco Antonio
Contra nosotros encaminan.

MESALA.
Tengo
Idénticas noticias.

BRUTO.
¿Nada añaden?

MESALA.
Que Octavio, Antonio y Lépido, por auto
1890
De proscripción, a muerte han condenado
A unos cien Senadores.

BRUTO.
Nuestras cartas
No concuerdan. Setenta Senadores
Han perecido ya, dicen los míos.
Cicerón uno.

CASIO.
¡Cicerón!

MESALA.
Ha muerto
1895
Por esa ley de proscripción. ¿Tuviste
Escrito de tu esposa?

BRUTO.
No, Mesala.

MESALA.
¿Ni de ella te dan nuevas?

BRUTO.
No, Mesala.

MESALA.
Pues lo extraño.

BRUTO.
¿Por qué me lo preguntas?
¿Qué sabes?

MESALA.
Nada sé.

BRUTO.
Como Romano
1900
Que eres tú, dime la verdad.

MESALA.
Soporta
Como Romano la verdad, entonces.
Sabe que ha muerto y de manera extraña.

BRUTO.
¡Adiós, Porcia! Morir es necesario,
Mesala; y, meditando en lo forzosa
1905
Que era su muerte un día, con paciencia
Ahora su muerte soportar consigo.

MESALA.
Así los grandes hombres, penas grandes
Deben sobrellevar.

CASIO.
Es mi doctrina
La tuya, pero así sobrellevarlas
1910
No pudiera jamás.

BRUTO.
A nuestra obra.
¿Marchar no se debiera de seguida
A Filipos?

CASIO.
No juzgo que convenga.

BRUTO.
La razón.

CASIO.
Allá va. Más nos conviene
Que nos venga a buscar el enemigo;
1915
Pues de ese modo apura sus recursos,
Fatiga a sus soldados y se daña,
Mientras que aquí nosotros le esperamos
Descansados, dispuestos y en acecho.

BRUTO.
Los buenos argumentos a mejores
1920
Deben siempre ceder. De aquí a Filipos
Poco afectos nos son los naturales,
Que aun dar contribuciones eludieron.
El enemigo, entre ellos caminando,
Aumentará su número, y más fuerte
1925
Llegará de ese modo y con más brío.
Mas no podrán gozar de esas ventajas
Si a su encuentro marchamos á Filipos,
Dejando a las espaldas a esa gente.

CASIO.
Querido hermano, escúchame.

BRUTO.
Perdona.
1930
Ten presente también que ya nos dieron
Todo nuestros amigos. Que repletas
Están nuestras legiones, y madura
La causa nuestra está; que el enemigo
Aumenta sin cesar, mientras nosotros,
1935
Ahora en la cumbre, declinar podemos.
En humanos asuntos hay mareas
Que en creciente tomadas, nos conducen
A la prosperidad: si no circundan
Escollos el viaje de la vida.
1940
En semejante mar hoy navegamos,
Y la corriente aprovechar debemos
O sucumbir.

CASIO.
Marchemos, pues, si quieres.
A buscarlos iremos a Filipos.

BRUTO.
Hablando nos llegó la media noche,
1945
Y debe obedecer naturaleza
A la necesidad. Breve reposo
Racionémosle, pues. ¿Qué más te ocurre?

CASIO.
Nada más; buenas noches. Con el alba
Partiremos de aquí.

BRUTO.
Mi manto, Lucio.
1950
Mesala, adiós. Titino, buenas noches,
Y buenas noches, noble, noble Casio.
A descansar.

CASIO.
¡Querido hermano mío!
Tuvo esta noche pésimo comienzo.
Nunca jamás discordias semejantes
1955
Separen nuestras almas: nunca, Bruto.

BRUTO.
Todo ha pasado ya.

CASIO.
Felices noches.

BRUTO.
Felices noches tú, querido hermano.

TITINO y MESALA.
Buenas noches, señor.

BRUTO.
Salud a todos.
(Vanse Casio, Titino y Mesala.)
Vuelve a entrar LUCIO con el manto.
Mi manto dame.—¿Dónde está tu lira?

LUCIO.
1960
Aquí en la tienda.

BRUTO.
¡Estás medio dormido!
¡Infeliz! no te culpo, que te tienen
En vela por demás. A Claudio llama,
Y a otro siervo también; quiero que duerman
Aquí sobre cojines en mi tienda.

LUCIO.
1965
¡Varro! ¡Claudio!

Entran VARRO y CLAUDIO.

VARRO y CLAUDIO.
¿Llamaba el amo nuestro?

BRUTO.
Amigos, acostaos os suplico,
Y dormid en mi tienda, que más tarde
Puede ser que os despierte y os confíe
Una misión para mi hermano Casio.

VARRO.
1970
Señor, si te parece, en pie podemos
Órdenes esperar.

BRUTO.
No lo permito.
Acostaos, amigos. Por ventura
Puedo mudar de parecer. ¡Eh, Lucio!
Aquí está el libro que buscaba tanto:
1975
Lo puse de mi veste en el bolsillo.

LUCIO.
Cierto estaba que a mí no me lo diste
Para guardar, señor.

BRUTO.
¡Pobre muchacho!
¡Perdóname si soy olvidadizo!
¿Tus párpados pesados, dime, puedes
1980
Levantar, y cantarme un par de estrofas?

LUCIO.
Sí, señor, si te agrada.

BRUTO.
Sí, muchacho.
Por demás te molesto, mas conozco
Tu buena voluntad.

LUCIO.
Deber es mío.

BRUTO.
Tu deber reclamar no deseara
1985
Más allá de tus fuerzas; y descanso
Necesita, lo sé, la sangre joven.

LUCIO.
Ya he dormido, señor.

BRUTO.
Perfectamente.
Y a dormir volverás. Por poco tiempo
Te detendré. Contigo bondadoso
1990
Seré mientras viviere.
(Música. Una canción; al final Lucio se duerme.)
¡Somnolienta canción!—Sueño asesino,
¿Dejas caer tu poderosa maza
Sobre el joven que música te ofrece?
¡Joven gentil, descansa! No deseo
1995
Tu sueño interrumpir, pero la lira
Vas a romper si inclinas la cabeza.—
Yo te la quitaré.—Joven, descansa.
Vamos a ver; vamos a ver. ¿Del libro
No doblé yo la hoja? Quizá es ésta.
Entra la SOMBRA de CÉSAR.
2000
Qué mal arde esta luz.—Oh ¿quién es ése?—
¿Son mis débiles ojos quienes forjan
La monstruosa aparición que avanza?
¿Eres algo, eres Dios, numen o genio,
Que me hiela la sangre y me espeluzna?
2005
Contéstame. Quién eres?

SOMBRA.
Bruto, tu mal espíritu.

BRUTO.
¿Qué traes?

SOMBRA.
Decirte que en Filipos nos veremos.

BRUTO.
¿Otra vez nos veremos?

SOMBRA.
En Filipos.

BRUTO.
Está bien. Nos veremos en Filipos.
(Vase la sombra).
2010
¿Cuándo mi brío recobré te ahuyentas?
Espíritu, quisiera más decirte.—
¡Muchacho! ¡Lucio! ¡Varro! ¡Claudio! ¡Presto!
¡Despertad!—¡Claudio!

LUCIO.
Están, señor, las cuerdas destempladas.

BRUTO.
2015
Piensa tañer aún.—Lucio, despierta.
Soñabas, Lucio, cuando así gritaste.

LUCIO.
No recuerdo, señor, haber gritado.

BRUTO.
Pues tú gritaste. Dime lo que viste.

LUCIO.
Nada, señor.

BRUTO.
Sigue durmiendo, Lucio.
2020
Hola, tú, Claudio.
(A Varro.)
Escucha, tú, despierta.

VARRO.
Señor.

CLAUDIO.
Señor.

BRUTO.
¿Por qué al soñar gritasteis?

VARRO, CLAUDIO.
Señor, ¿hemos gritado?

BRUTO.
¿Qué habéis visto?

VARRO.
Nada he visto, señor.

CLAUDIO.
Ni yo tampoco.

BRUTO.
Id a mi hermano Casio, y que sus tropas
2025
Ponga temprano en marcha, que más tarde
Las mías seguirán.

VARRO y CLAUDIO.
Serás servido.

(Vanse.)

Acto V

ACTO QUINTO.

ESCENA PRIMERA.

Las llanuras de Filipos.
Entran OCTAVIO, ANTONIO y su ejército.

OCTAVIO.
No se confirma tu opinión, Antonio.
Que no osara bajar el enemigo,
Dijiste tú; que fuerte en la montaña
2030
Y en las altas mesetas quedaría:
No es así; se disponen a la lucha.
Aquí, en Filipos, afrontarnos quieren,
Y antes que demandemos nos responden.

ANTONIO.
¡Bah! Los comprendo. Sé por qué tal hacen.
2035
A otro sitio se fueran; mas avanzan
Con el valor del miedo, imaginando
Que con esa ficción han de inducirnos
A creer en el brío que no tienen.

Entra un MENSAJERO.

MENSAJ.
¡Alerta, generales! En batalla
2040
Avanza el enemigo, enarbolando
El emblema sangriento del combate,
Y de seguida prepararse es fuerza.

ANTONIO.
Octavio, con tus tropas lentamente
Del campamento por la izquierda avanza.

OCTAVIO.
2045
Por la derecha yo; tú por la izquierda.

ANTONIO.
¿Por qué en apuro tal me contradices?

OCTAVIO.
(Marcha.)
Lo que te digo haré; no contradigo.

Tambores. Entran BRUTO, CASIO y su ejército, LUCINO, TITINO, MESALA y otros.

BRUTO.
Se paran. Quieren parlamento.

CASIO.
¡Firmes!
Titino, es fuerza discutir con ellos.

OCTAVIO.
2050
¿Sonamos el ataque, Marco Antonio?

ANTONIO.
No: respondamos, César, a su ataque.
¡Marchen!—Hablar los generales quieren.

OCTAVIO.
Hasta dar la señal nadie se mueva.

BRUTO.
Antes hablar que herir.—Compatriotas,
2055
¿No es así?

OCTAVIO.
No por eso preferimos
El hablar como tú.

BRUTO.
Buenas palabras
Valen, Octavio, más que malos golpes.

ANTONIO.
Con malos golpes das palabras buenas.
Sí; taladraste el corazón de César,
2060
Y «viva César» exclamaste.

BRUTO.
Antonio,
La fuerza de tus golpes ignoramos,
Mas tu palabra de la abeja hiblea
Robó la miel.

ANTONIO.
El aguijón dejéle.

BRUTO.
Ni voz siquiera. Su zumbido mismo
2065
Le arrebataste, Antonio, y con cordura
Nos amenazas sin herir.

ANTONIO.
¡Infames!
¡Eso no hicisteis cuando, hiriendo a César,
Se atropellaron vuestras viles dagas!
Sonreísteis cual jimios, cual lebreles
2070
Le halagasteis. Besasteis de rodillas,
Como esclavos, sus pies; y, mientras tanto,
Casca el maldito, por detrás, vil perro,
A César pudo herir.—¡Aduladores!

CASIO.
¡Aduladores…! Date gracias, Bruto.
2075
No insultara esa lengua de ese modo
A haberse oído la opinión de Casio.

OCTAVIO.
Vamos, pues, al asunto. Si argumentos
Sudor nos hace derramar, las pruebas
A estas gotas darán color más rojo.
2080
¡Contemplad!
Mi espada enhiesta ved contra traidores.
¿Cuándo esta espada volverá a su vaina?
O vengará las treinta y tres heridas
De César, o agregado irá otro César
2085
A los despojos de traidores hierros.

BRUTO.
No morirás a manos de traidores,
A no ser, César, que contigo vengan.

OCTAVIO.
Así lo espero. Porque no he nacido
Para morir por el puñal de Bruto.

BRUTO.
2090
¡Oh joven! Ni al más digno de tu raza
Hallar le es dado más honrosa muerte.

CASIO.
¡Necio escolar! Indigno de tal honra,
A un farsante ligado, a un libertino.

ANTONIO.
¡Casio el viejo de siempre!

OCTAVIO.
Ven, Antonio.
2095
A la cerviz os lanzaré mi reto.
Salid, traidores, a luchar al campo,
Hoy mismo, o cuando el ánimo os impulse.

(Vanse Octavio, Antonio y su ejército.)

CASIO.
Ahora, vientos, rugid; hinchaos, olas;
Nave, a flotar, que la borrasca llega,
2100
Y ya la suerte es árbitra de todo.

BRUTO.
¡Eh, tú, Lucilo! Oye una palabra.

LUCILO.
(Bruto y Lucilo hablan aparte.)
Señor.

CASIO.
Mesala.

MESALA.
General, ¿qué es ello?

CASIO.
Años cumplo, Mesala, en este día.
Sí, tal día cual hoy la luz vio Casio.
2105
Tu mano, pues, Mesala. Sé testigo
De que así cual forzaron a Pompeyo
Contra su voluntad, a mí me fuerzan
A aventurar en un encuentro solo
Las libertades nuestras. De Epicuro
2110
Mantuve siempre la opinión: te consta.
Pues ya mudé de parecer; y creo
Que, a veces, los sucesos se presagian.
Sobre la enseña nuestra se posaron
Dos águilas magníficas, viniendo
2115
De Sardie, y cuidadas y cebadas
A mano fueron por las tropas nuestras,
Sirviéndonos de escolta hasta Filipos.
Hoy volaron, huyeron; y ahora, grajos,
Cuervos y buitres, a su vez, se ciernen
2120
Sobre nuestras cabezas, y nos miran
Juzgándonos botín agonizante.
Dosel fatal sus sombras asemejan,
Y a su influjo, las tropas desfallecen.

MESALA.
No lo creas.

CASIO.
Lo creo sólo en parte;
2125
Que a afrontar los peligros me preparo
Con decisión y espíritu sereno.

BRUTO.
Así, Lucilo.

CASIO.
Noble Bruto, escucha.
Hagan los Dioses hoy que en paz y amigos
A la vejez avancen nuestros días;
2130
Mas, siendo incierta del mortal la suerte,
Qué hacer, si ocurre lo peor, pensemos.
Si se perdiere la batalla, es esta
La última vez que juntos conversamos.
¿Qué hacer en ese caso te propones?

BRUTO.
2135
Conforme con preceptos que me hicieron
A Catón inculpar porque la muerte
A sí propio se dio (por qué, lo ignoro,
Pero vil y cobarde considero
Apresurar el curso de la vida
2140
Por el temor de lo que ocurra) armarme
De paciencia, esperando los mandatos
Del excelso poder que aquí nos rige.

CASIO.
Entonces, si perdemos la batalla,
¿Te agrada que en su triunfo te conduzcan
2145
De Roma por las calles?

BRUTO.
No, Casio, no.—Jamás, noble Romano,
A Roma llevarán cautivo á Bruto.
Su gran alma lo veda. Mas, precisa
Llegar al fin hoy mismo de la obra
2150
Que los idus de marzo comenzaron;
E ignoro yo si a vernos volveremos.
Nuestro eternal adiós éste, pues, sea.
Por siempre adiós; adiós por siempre, Casio.
Si otra vez nos hallamos, sonreiremos;
2155
Y si no, bien estuvo el despedirnos.

CASIO.
Por siempre adiós; adiós por siempre, Bruto.
Si otra vez nos hallamos, sonreiremos;
Si no… sí… bien estuvo el despedirnos.

BRUTO.
Pues bien. Avanza. ¡Quién saber pudiera
2160
El fin de los sucesos de este días!
Mas pues que fin tendrán, que eso nos baste,
Que el fin así sabremos. ¡Vamos! ¡Vamos!

(Vanse.)

ESCENA II.

Las llanuras de Filipos.—Otra parte del campamento.
Clarines.—Entran BRUTO y MESALA.

BRUTO.
Ve, galopa, Mesala, y este orden
Del otro flanco a las legiones lleva.
2165
Que al punto ataquen, pues tibieza observo
En el ala de Octavio. Repentino
Ataque, de seguro los arrolla.
A galope, Mesala. Di que avancen.

(Vanse.)

ESCENA III.

Las llanuras de Filipos.—Otra parte del campo.
Clarines.—Entran CASIO y TITINO.

CASIO.
Titino, observa. Los villanos huyen.
2170
Yo me he vuelto enemigo de los míos.
Esta mi enseña, que aquí ves, huía,
Pero maté, se la quité al cobarde.

TITINO.
Casio, Bruto atacó fuera de tiempo,
Creyó tener ventaja sobre Octavio
2175
Y la siguió con demasío brío.
Se entregan sus soldados al pillaje,
Y a nosotros Antonio nos circunda.

Entra PÍNDARO.

PÍNDARO.
Huye lejos, señor. Huye más lejos.
Ha cogido tus tiendas Marco Antonio.
2180
Huye, pues, noble Casio… más, más lejos.

CASIO.
Este collado está lejos bastante.
Titino, mira. ¿Son mis tiendas esas
Que miro arder?

TITINO.
Lo son.

CASIO.
Si es que me quieres,
Titino, mi caballo monta, y clava
2185
El aguijón en él, hasta que alcances
A ver a aquellas tropas, y retornes,
Y me persuada, de una vez, si tropas
Del enemigo son o gente nuestra.

TITINO.
Rápido volaré cual pensamiento.

(Vase).

CASIO.
2190
Trepa el collado, Píndaro. Mi vista
Siempre imperfecta fue. Sigue á Titino
Y dime lo que notes en el campo.
(Píndaro sube por el collado).
La luz primera he visto en este día.
¡Pues que principio fue, término sea,
2195
Y el ciclo de mi vida aquí se cierre!
Di ¿qué ves?

PÍNDARO.
(Desde lo alto.)
¡Oh, señor!

CASIO.
¿Qué ves?

PÍNDARO.
(Desde lo alto).
Titino
Envuelto está… Jinetes lo persiguen…
Pero espolea… Rápidos le alcanzas…
2200
Vuela Titino… Se desmontan varios;
También Titino… prisionero escucha…
(Gritos.)
Alegres gritan.

CASIO.
Ven, y más no veas.
¡Oh cobarde! ¡Vivir mientras cautivan,
En mi presencia, a mi mejor amigo!
(Píndaro baja del collado)
2205
Ven.—Al hacerte en Partia prisionero,
Y al salvarte la vida, me juraste
Obedecer mis órdenes sumiso.
Tu juramento cumple. Ven: sé libre;
Y con este buen hierro que de César
2210
Las entrañas hirió, mi pecho busca.
No respondas. El puño ten; y cuando
Cubierto tenga el rostro—cual ahora,—
Hiéreme.—Ya vengado te hallas, César;
Y con la espada que causó tu muerte.

(Muere).

PÍNDARO.
2215
¡Libre por fin! Mas no por gusto mío.
¡Oh Casio! Lejos Píndaro camina
Donde nunca Romano vuelva a verle.

Vuelven a entrar TITINO y MESALA.

MESALA.
Es empate, Titino, pues a Octavio
Han vencido de Bruto las legiones,
2220
Cual ha vencido a las de Casio Antonio.

TITINO.
Dará consuelo a Casio la noticia.

MESALA.
¿En dónde se quedó?

TITINO.
Desconsolado
Con Píndaro, su siervo, en este monte.

MESALA.
¿No es ése allí tendido?

TITINO.
No asemeja
2225
Vida tener. ¡Ay triste!

MESALA.
Di, ¿no es ése?

TITINO.
Lo fue, Mesala. Ya no existe Casio.
Como entre rojos rayos esta noche
Te ocultas, sol poniente, muere el día
De Casio con su roja sangre envuelto.
2230
¡El sol de Roma, nuestro sol se puso!
Nubes, venid, escarchas y desdichas.
¡Nuestras hazañas todas hoy concluyen!
¡Su recelo por mí, le indujo al acto!

MESALA.
Su recelo del fin le indujo al acto.
2235
Funesto error, de la tristeza engendro,
¿Por qué al mísero espíritu del hombre
Haces ver cual verdad lo que no existe?
Error rápidamente concebido,
Nunca feliz alumbramiento logras
2240
Sin matar a la madre que te engendra.

TITINO.
¿Píndaro dónde está? Píndaro, escucha.

MESALA.
Búscalo tú, Titino. Yo al encuentro
Del noble Bruto iré con la noticia
Sus oídos a herir. A herir, bien digo,
2245
Que ni puñal ni dardo envenenado
A Bruto punzarán cual esta nueva.

TITINO.
Mientras que busco a Píndaro, Mesala,
Irte puedes.
(Vase Mesala.)
¿Por qué, valiente Casio,
Tus órdenes me diste? ¿Por ventura,
2250
A tus amigos no encontré? ¿Mis sienes
Con estas hojas de laurel no ornaron,
Rogándome que a ti te las ciñera?
¿Sus entusiastas gritos no escuchaste?
¡Ay, falsamente interpretaste todo!
2255
Mas ten esta corona que te ciño,
Que Bruto me ordenó que te entregara;
Cumplo así su mandato. Ve, oh Bruto,
Y cuánto quise a Cayo Casio mira.
¡Dioses, con vuestra venia!—Cual Romano
2260
Obraré.—¡Casio, quedará tu espada
De Titino en el pecho sepultada!

(Muere.)
Clarines.—Vuelve a entrar MESALA con BRUTO, CATÓN el Joven, ESTRATO, VOLUMNIO y LUCILO.

BRUTO.
¿Dónde, Mesala, dónde el cuerpo yace?

MESALA.
Vedlo allí con Titino, que lo llora.

BRUTO.
Titino al cielo mira.

CATÓN.
Yace muerto.

BRUTO.
2265
¡Oh Julio César, fuerte todavía!
Vagando está tu espíritu, y diriges
Contra nosotros mismos nuestras armas.

(Clarines lejos.)

CATÓN.
Al muerto Casio coronó Titino.

BRUTO.
¡Aun hallo dos Romanos cual vosotros!
2270
Adiós, último tú de los Romanos.
Otro cual tú no ha de nacer en Roma.
Mas lágrimas le debo a este cadáver,
Que me veréis pagar, amigos míos.
¡Pero, Casio, vendrá, vendrá la hora!
2275
Su cuerpo, pues, que se conduzca a Taso;
Que en nuestro campamento funerales
No se le harán, pues nos faltara el brío.
Lucilo, tú; Joven Catón, al campo.
Labeón, Flavio, avancen nuestras tropas.
2280
Son las tres. Renovemos la pelea
Antes, Romanos, que de noche sea.

(Vanse.)

ESCENA IV.

Las llanuras de Filipos.—Otra parte del campo.
Clarines.—Entran luchando SOLDADOS de ambos ejércitos, después BRUTO, CATÓN el Joven LUCILO y otros.

BRUTO.
¡Resistid, resistid, paisanos míos!

CATÓN.
¿Y qué bastardo no? ¿Quiénes me siguen?
Proclamaré mi nombre por el campo.
2285
Ved de Marco Catón al hijo. Vedlo.
Juez de tiranos, de su patrias amigo.
Ved de Marco Catón al hijo. ¡Vedlo!

(Cargando al enemigo).

BRUTO.
Y ved a Bruto. Marco Bruto es éste;
Bruto el amigo de su patria, Bruto.

(Vase, cargando al enemigo Catón el Joven, y dominado cae.)

LUCILO.
2290
¡Joven Catón, noble Catón, caíste!
Cual Titino valiente, tú la gloria
Logras que cuadra de Catón al hijo.

SOLD. 1.º
Ríndete o mueres

LUCILO.
A la muerte sólo
Me rindo yo. Ten, pronta muerte dame.
(Ofreciendo dinero.)
2295
A Bruto mata. Te honrará su muerte.

SOLD. 1.º
No morirá tan noble prisionero.

SOLD. 2.º
Plaza. Que sepa Antonio que apresado
Ha sido Bruto.

SOLD. 1.º
Llevaré la nueva.
Se acerca el General. Bruto está preso,
2300
Bruto está preso.

Entra ANTONIO.

ANTONIO.
Di, ¿dónde se halla?

LUCILO.
Antonio, salvo está. Bruto está salvo.
Y contrario ninguno—te lo fío—
Vivo podrá coger al noble Bruto.
¡De oprobio tal los Dioses le protejan!
2305
Cuando hallarlo logréis, o vivo o muerto,
En él el Bruto encontraréis de siempre.

ANTONIO.
Bruto no es éste, amigos; pero presa
De no menos valor. Aseguradlo,
Pero tratadle con bondad. Ansiara
2310
Que mis amigos fueran tales hombres,
No enemigos. Seguid, y ved si a Bruto,
Vivo o muerto, encontráis, y la noticia
Luego a la tienda llevaréis de Octavio,
Con cuanto más ocurra.

(Vanse.)

ESCENA V.

Las llanuras de Filipos.—Otra parte del campo.
Entran BRUTO, DARDANIO, CLITO, ESTRATO y VOLUMNIO.

BRUTO.
2315
Venid y descansad sobre esta roca,
Tristes restos de amigos que me quedan.

CLITO.
Arder se vio la antorcha de Estatilo,
Mas no volvió. Fue prisionero o muerto.

BRUTO.
Siéntate, Clito.—De matar se trata.
2320
Es una hazaña al uso. ¡Clito, escucha!

(Le habla en secreto.)

CLITO.
¡Yo, señor! Ni por todo el universo.

BRUTO.
Basta. No más.

CLITO.
¡Mejor me suicidara!

BRUTO.
(Le habla en secreto.)
Dardanio, escucha tú.

DARDÁN.
¿Yo hacer tal cosa?

CLITO.
Dardanio.

DARDÁN.
Clito.

CLITO.
¿Qué te ruega Bruto?

DARDÁN.
2325
Matarlo, Clito. Míralo, medita.

CLITO.
Precioso vaso de dolor repleto
Que por los tristes párpados rebosa.

BRUTO.
Aquí, Volumnio, ven. Una palabra.

VOLUM.
¿Qué me quieres, señor?

BRUTO.
Esto, Volumnio.
2330
Ya de César la sombra por dos veces
De noche vi. La vez primera en Sardis,
Y esta noche en Filipos la segunda.
Sé que llegó mi hora.

VOLUM.
No lo creas.

BRUTO.
Volumnio, cierto estoy. Ya ves, Volumnio,
2335
Cómo este mundo va. Nuestros contrarios
Nos han cavado ya la sepultura.
(Clarines lejos.)
Más honroso nos es lanzarnos dentro,
Que esperar a que en ella nos arrojen.
Buen Volumnio, a la escuela fuimos juntos;
2340
Por tu antigua amistad te lo suplico;
Mi espada ten, mientras me arrojo a ella.

VOLUM.
(Clarines.)
Un amigo servirte así no puede.

CLITO.
Huye, señor. No te detengas, huye.

BRUTO.
Queda con Dios. Adiós. Adiós, Volumnio.
2345
Estrato, tú, que mientras tanto duermes,
También te digo adiós. Paisanos míos,
Mi corazón de regocijo late,
Al ver que de mi vida en el transcurso
Nadie encontré que desleal me fuera.
2350
Yo lograré con tan infausto día
Gloria mayor que Octavio y Marco Antonio
Alcanzarán por esta vil victoria.
Adiós a todos, que la voz de Bruto
La historia ya narró de su existencia.
2355
Nocturna oscuridad mi vista envuelve;
Mis trabajados huesos, que tan solo
Lograron este fin, reposo piden.
(Clarines.)
Huid, huid, huid.

CLITO.
Huye, huye, señor.

BRUTO.
2360
Idos. Ya os sigo.
(Vanse Clito, Dardanio y Volumnio.)
Con tu señor te ruego que te quedes.
Eres hombre de bien. La vida tuya
Repleta está de acciones que te honran;
Así, pues, ten mi espada, y vuelve el rostro
2365
Mientras que yo me arrojo sobre ella.
¿Lo harás, Estrato?

ESTRATO.
Que tu mano estreche
Primero. Adiós, señor.

BRUTO.
Adiós, Estrato.
Descansa, César. Menos decidido
Pedí tu muerte que mi muerte pido.

(Se arroja sobre su espada y muere.)
Clarines. Retirada. Entran OCTAVIO, ANTONIO, MESALA, LUCILO y ejército.

OCTAVIO.
2370
¿Ése quién es?

MESALA.
El siervo de mi jefe.
¿Dónde está tu señor?

ESTRATO.
Mesala, libre
Ya de la esclavitud en que te hallas.
Una hoguera y no más sus vencedores
Podrán hacer con él, porque vencido
2375
Solo por sí fue Bruto, y nadie logra
Honrarse con su muerte.

LUCIO.
De este modo
Se debe hallar a Bruto. Gracias, Bruto.
La opinión confirmaste de Lucilo.

OCTAVIO.
A todo servidor de Bruto amparo.
2380
¿Me quieres tú servir?

ESTRATO.
Sí, si su venia
Me da Mesala.

OCTAVIO.
Dásela, Mesala.

MESALA.
Di de qué modo mi señor ha muerto.

ESTRATO.
Su espada tuve mientras él se hería.

MESALA.
Haz que te sirva, Octavio, quien ha hecho
2385
A su señor el último servicio.

ANTONIO.
Fue el más noble Romano de entre todos,
Pues los demás conspiradores fueron
Movidos todos de su envidia a César.
Él, por nobles ideas impulsado,
2390
A ellos unióse para el bien de todos.
Dulce su vida fue. Los elementos
En él tan combinados, que bien pudo
Orgullosa exclamar naturaleza:
«Un hombre ahí ved», al universo entero.

OCTAVIO.
2395
Honremos su virtud como merece,
Cumpliendo con los ritos funerales.
Esta noche sus huesos en mi tienda
Reposarán con la guerrera pompa
Del soldado.—Las tropas, pues, descansen,
2400
Y a dividir nosotros, si os agrada,
Las glorias de tan próspera jornada.

(Vanse.)