Giovanni Battista Guarini, Il Pastor Fido

El Pastor Fido





Texto utilizado para esta edición digital:
Guarini, Baptista. El pastor fido. Fort Wayne: Works of Cervantes, 2014. [02/02/2015] Edición digital basada en la edición crítica de Enrique Suárez de la traducción de Cristóbal Suárez de Figueroa. Valencia: Pedro Patricio Mey, 1609. Disponible en http://users.ipfw.edu/jehle/CERVANTE/othertxts/Suarez_Figaredo_PastorFido_02y09.pdf
Marcación digital para Artelope:
  • Soler Sasera, Eva (Dicat)

ARGUMENTO

Sacrificaban los arcades a Diana, su diosa, una doncella de la misma tierra, continuando este sacrificio gran tiempo por cuitar mayores peligros, así del Oráculo aconsejados, el cual, de nuevo preguntado del fin de tanto mal, les había respondido en esta forma:
Nunca se acabará lo que os ofende
si dos lineas del cielo amor no junta
y de doncella infiel la antigua culpa
la gran piedad de un fiel pastor enmiende.
Movido pues de este vaticinio, Montano, descendiente de Hércules y sacerdote de la misma diosa, procuró fuese a Silvio, su hijo único, prometida por esposa (como solemnemente fue) Amarilis, noble doncella, hija (asimismo única) de Titiro, descendiente del dios Pan. El cual desposorio, aunque con todas veras de los padres fuese solicitado, no se podía con todo reducir al fin deseado, por ocasión de hallarse el mancebo aficionado en extremo de la caza y de pensamientos amorosos libre. Habíase en tanto de la prometida Amarilis amorosamente encendido un mancebo llamado Mirtilo, hijo putativo de Carino, pastor nacido en Arcadia, aunque gran tiempo habitador de Élide.
La pastora asimismo con recíproco amor correspondía al del referido Mirtilo, pero no osaba descubrirse por el temor de la ley, que con pena de muerte la culpa amorosa castigaba. De manera que este inconveniente ofreciendo a Clorisca oportuna ocasión de ofender a Amarilis, de ella aborrecida por respeto de Mirtilo, a quien sumamente amaba, esperando por muerte de la émula vencer más fácilmente la constante fe de aquel pastor, obra de manera con sus engaños que los miserables amantes incautamente (y con intención diferente de aquella que les viene aplicada) entran en una cueva, donde, acusados [por] un sátiro, ambos son presos; y Amarilis, no pudiendo justificar su inocencia, es condenada a muerte. Y, aunque Mirtilo sin duda entienda que la merece, y él por la ley que sólo a la muger castiga quede libre, determina con todo morir por ella, como por la misma ley le es permitido. Siendo, pues, de Montano (a quien por ser sacerdote este sacrificio tocaba) a la muerte conducido, llega a esta sazón Carino, que le venía buscando, y viéndole en acto no menos miserable que improviso, así como aquel que nada menos le amaba que si hijo por naturaleza le fuera, en tanto que procura (por librarle de muerte) probar que es forastero. Y así, incapaz a poder ser ofrenda por otro, viene él mismo (sin pensar) a descubrir que su Mirtilo es hijo del sacerdote Montano, el cual ya como verdadero padre, estándose lamentando por haber de ser ejecutor de la ley en su misma sangre, llega Tirenio, ciego adivino, y declara con la interpretación del Oráculo mismo no sólo repugnar a la voluntad de los dioses que aquella victima se consagre. Pero aun ser de las miserias de Arcadia el fin venido que les fue de la divina voz anunciado, con cuya declaración mientras el suceso ajustan, concluyen que Amarilis de otro no pueda ser esposa que de Mirtilo. Y, porque poco antes Silvio creyendo herir una fiera había herido a Dorinda, su amartelada, y por tal accidente, su acostumbrada dureza en amorosa piedad trocada. Después que la herida de aquella pastora mortal creída fue reducida a termino de salud, y que Amarilis era ya de Mirtilo esposa, también él se casa con Dorinda, por cuyos felicísimos sucesos reconociendo su error Clorisca (después de haber alcanzado de los esposos amantes perdón) consolada y del mundo cansada, propone mudar estado.

Además de este argumento que es traducción del que presenta Guarini, en la edición que manejamos figura una dedicatoria del traductor, un prólogo del traductor y varios poemas preliminares.


Las personas que hablan

ALFEO, Río de Arcadia
SILVIO, Hijo de Montano
LINCO, Viejo criado de Montano
MIRTILO, Amante de Amarilis
ERGASTO, Compañero de Mirtilo
CORISCA, Enamorada de Mirtilo
MONTANO, Padre de Silvio, sacerdote
TITIRO, Padre de Amarilis
DAMETA, Viejo criado de Montano
SÁTIRO, Amante pasado de Clorisca
DORINDA, Enamorada de Silvio
LUPINO, Cabrero, criado de Dorinda
AMARILIS, Hija de Titiro
NICANDRO, Ministro mayor del sacerdote
CORIDÓN, Amante de Clorisca
CARINO, Viejo padre putativo de Mirtilo
URANIO, Viejo compañero de Carino
MENSAJERO
TIRENIO, Ciego adivino
CORO DE PASTORES
CORO DE CAZADORES
CORO DE NINFAS
CORO DE SAÇERDOTES

Acto I

P R Ó L O G O

Alfeo, río de Arcadia
Si por antigua fama y, por ventura,
de vos menospreciada y no creída,
jamás habéis la maravilla oído
del río enamorado
5
que por seguir las ondas fugitivas
y no menos esquivas
de l’amada Aretusa
corrió (fuerza de amor) por las profundas
entrañas de la tierra
10
y del mar, penetrando
hasta donde debajo
al grave peso d’Etna
vibra el fiero Gigante
(no sé si fulminado o fulminante)
15
contra el cielo enemigo llamas d’ira,
yo soy aquél; y ahora
tal experiencia veis, que a vuestros ojos
no conviene negar verdad tan clara.
Mirad cuál dejo el curso conocido
20
y por mar no sabido
las ondas encontrando
del rey soberbio de los otros ríos,
aquí renazco alegre, y a ver vuelvo
cual antes era bella, libre y fértil,
25
ahora estéril, sierva y asolada,
mi antigua tierra, mi querida patria.
¡Oh dulce engendradora, y de tu hijo
reconocida Arcadia!,
reconoce también a tu querido
30
y no menos que tú famoso Alfeo.
Estos son los contornos que tan claros
fueron en otra edad, y éstas las selvas
donde vivió y murió el valor antiguo.
A sólo tal comarca,
35
d’aquel siglo de hierro
huyendo a toda prisa,
se retiró, sin duda, el siglo d’oro;
y por eso aquí sólo moderada
libertad sin envidia
40
un tiempo floreció, y en paz sincera,
sin prevención, quieta y desarmada,
a pueblo sin defensa
ceñía y amparaba
un muro de virtud y d’inocencia
45
impenetrable y fuerte
más que no aquel que d’animadas piedras
artífice sonoro
levantó a la gran Tebas.
Y cuanto más en guerras y discordias
50
ardió la Grecia y otros sus guerreros
pueblos armó l’Arcadia,
en esta sola venturosa parte,
sólo en este sagrado
jamás rompió los aires
55
el son d’amiga o enemiga trompa;
qu’entones igualmente desearon
Megara, Patra, Tebas
y Corinto, y Esparta, con Micenas,
así triunfar de su enemigo como
60
tener amiga siempre y conservada
esta gente devota,
tanto, por su bondad, del Cielo amada,
de quien si amparo fueron en la tierra,
ella también su amparo fue en el Cielo,
65
peleando con armas
una, y otra con ruegos.
Y aunque en este distrito cada uno
vestido y nombre pastoril tuviese,
ninguno tosco fue de pensamientos,
70
puesto aquél se empleaba
en saber por estrellas y elementos
los secretos del cielo y de la tierra;
otro el rastro seguía
de fugitiva fiera,
75
y alguno, de más gloria, procuraba
embestir jabalí o aterrar oso;
tal en correr ligero,
y tal al cesto duro
fiero mostrose, y en la lucha invicto;
80
quién tiró dardo y quién hirió con flecha
el destinado blanco;
otro se deleitaba d’otra cosa,
según que cada cual su gusto sigue.
Déstos la mayor parte parte siempre amiga
85
fue de las sacras Musas: dulce estudio,
dichoso un tiempo y desdichado ahora.
Mas ¿quién me hace ver tras tantos años
aquí, por donde Dora
va decendiendo al Po, la misma Arcadia?
90
Ésta la plaza es, ésta la cueva
de l’antigua Ericina,
y el qu’allí se levanta
el templo es sagrado a la gran Cintia.
Pues ¿qué nuevo milagro
95
o qué nuevo valor? ¿Qué virtud nueva
miró de trasladar pueblos y tierras?
Alta y real señora,
de tierna edad y de saber entero,
virtud de vuestro aspecto,
100
valor de vuestra sangre,
gran Catalina, ya me ocurre: es ésta
de la sublime y gloriosa línea
a cuya monarquía nacen mundos;
estos altos efetos
105
que parecen insignes maravillas
obras son vuestras propias,
de vos usadas y de vos nacidas.
Como al salir de Febo cosas tantas
produce el mundo, flores, yerbas, hojas,
110
sin otras diferentes
en cielo, tierra y mar almas vivientes,
así al Sol vuestro, altivo y poderoso,
que salió d’aquel grande
y por vuestra ocasión luciente ocaso,
115
ya se miran nacer por todo clima
provincias ricas y copiosos reinos,
y ya palmas crecer, brotar trofeos.
A vos me postro, pues, gloriosa hija
d’aquel monarca a quien, aunque anochece,
120
el Sol no desampara;
d’aquel gran Duque esposa
a cuyo ingenio y pecho, a cuya diestra
el Cielo la defensa y el cuidado
del Itálico muro ha encomendado.
125
Mas ya superfluos son hórridos montes:
d’hoy más esté con vos la bella Italia
pacífica y segura,
y por defensa tenga
es’alma escelsa en vez de excelsos Alpes;
130
por vos, por vos su baluarte invicto
d’hoy más se vuelve a la enemiga gente
casi templo sagrado
de paz, en quien nueva deidad s’adore.
¡Vivid, pues, largamente,
135
almas grandes, conformes!;
que de tan santo y tan glorioso lazo
espera ver el mundo grandes casos.
Y aun tiene en qué fundar tal esperanza
si en Oriente se mira
140
con tantos cetros su perdido Imperio:
sólo de vos empresa y digno campo,
¡oh magnánimo Carlo!,
campo ya con las plantas
d’abuelos grandes vuestros estampado.
145
Es Augusta esta tierra,
augustos vuestros nombres y semblantes,
augusta vuestra sangre,
los pensamientos y ánimos augustos:
también serán augustos partos y obras.
150
Y en tanto qu’os anuncio
coronas d’oro y las prepara el Hado,
éstas no desdeñéis: admitid estas
en las playas de Pindo
de flores y de yerbas fabricadas
155
por mano de las vírgines sonoras
que dan vida a despecho de la muerte.
Es dádiva pequeña,
sí, mas es tal, que, si con puro afecto
el corazón la ofrece,
160
no la desdeña el Cielo; y si no falta
del vuestro serenísimo
espíritu gentil de cortés aura,
la cítara que alegre y blandamente
canta ahora por vos tiernos amores
165
y dulces himeneos
sonará, vuelta trompa, armas, trofeos.

ACTO PRIMERO

Scena primera

Silvio, Linco

SILVIO
Id vos, los qu’encerrastes
la horrible fiera, a dar la seña usada
de la futura caza: id despertando
170
con el cuerno los ojos
y con la voz los corazones. Si hubo
en Arcadia jamás pastor de Cintia
y su ejercicio amigo,
a quien el generoso pecho gloria
175
o cuidado de selvas incitase,
hoy lo muestre y me siga
hasta donde encerrado
está en pequeño cerco,
mas campo al valor nuestro dilatado,
180
aquel terrible jabalí, aquel monstruo
de la naturaleza y de las selvas;
aquel tan vasto y fiero,
y por ajenos males
tan conocido güésped de Erimanto,
185
de campañas destrozo,
de pastores espanto.
Id todos, pues; y prevenid no sólo,
mas provocad también, antes de hora
con ronco son la soñolienta Aurora.
190
Nosotros, Linco, vamos
a venerar los Dioses,
qu'así después con más segura guía
la destinada caza seguiremos:
el que comienza bien por suya tiene
195
la mitad de la obra,
ni se comienza bien sino del Cielo.

LINCO
Alabo bien el venerar los Dioses,
mas dar a sus ministros pesadumbre,
Silvio, loar no puedo:
200
están durmiendo todos
los que guardan el templo; que no tienen
más temprano o más lúcido horizonte
que la cumbre del monte.

SILVIO
Sólo a ti, que despierto aún no te hallas,
205
quizá parecerá que duerme todo.

LINCO
¡Oh Silvio, Silvio! ¿A qué Naturaleza
en tus mejores años
te dio flor tan preciosa de hermosura?
¿A qué, si hollarla es sólo tu cuidado?
210
Si tuviera esas tuyas tan floridas
y tan bellas mejillas,
'¡A Dios, selvas!' dijera,
y, otras fieras siguiendo,
en reposada vida pasaría
215
el invierno con fuego
y el verano con sombra, en fiesta y juego.

SILVIO
Semejantes consejos
jamás me diste. ¿Cómo
eres de ti tan diferente ahora?

LINCO
220
En tiempos diferentes
diferentes cuidados;
así, si fuera Silvio, cierto hiciera.

SILVIO
Y yo, si Linco fuera;
mas Silvio soy, y quiero como Silvio
225
obrar, no como Linco.

LINCO
¿Por qué razón, loco muchacho, buscas
fiera tan peligrosa y apartada,
si tú la tienes más que cualquier otra,
y cercana y doméstica y segura?

SILVIO
230
Di ¿devaneas tú, o hablas de veras?

LINCO
No yo, mas tú quien devanea eres.

SILVIO
Y ¿qu'está tan cercana?

LINCO
Cuanto tú de ti mismo.

SILVIO
¿En qué selva s'anida?

LINCO
235
La selva eres tú, Silvio,
y la fiera cruel que en ella habita
es tu fiereza misma.

SILVIO
¡Oh qué bien conocí tu devaneo!

LINCO
Una pastora tan gentil y bella,
240
mas ¡qué dije pastora!, antes diosa,
más fresca y halagüeña
que matutina rosa,
y más blanda y más cándida que cisne,
por quien pastor tan digno no se halla
245
entre nosotros hoy que no suspire,
y no suspire en vano:
ésta para ti solo
por los hombres y el Cielo
destinada se guarda;
250
y tú hoy sin suspiros y sin llantos
(¡oh feliz demasiado indignamente!)
tenerla puedes en tus brazos, Silvio,
y ¿della huyes tú? ¿Tú la desprecias,
y no diré de fieras tienes hecho
255
el corazón, antes de hierro el pecho?

SILVIO
Si a no tener amor crueldad llamas,
crueldad es virtud, ni me arrepiento
qu'esté en mi corazón, qu'esté en mi alma;
antes me precio dello,
260
pues que con ésta sola
el amor he vencido:
fiera mayor qu'es ella.

LINCO
Y ¿cómo le venciste,
si nunca le probaste?

SILVIO
265
Vencido le dejé no le probando.

LINCO
¡Ay, si una vez tan sola
le probases, oh Silvio!
¡Ay! Si una vez supieses
qué bien y qué ventura
270
es ser amado y poseer amando
un corazón que amando corresponde,
yo sé bien que dirías:
'Dulce vida amorosa,
¿por qué tan tarde al corazón veniste?'
275
Deja, deja las selvas,
loco garzón. Deja las fieras y ama.

SILVIO
Linco, di más, si sabes.
Mil pastoras daré por una fiera
que mi Melampo cace;
280
y goce ese deleite, ese contento,
quien dél gustare más: yo no le siento.

LINCO
Y ¿qué sentirás tú, si amor no sientes,
solo ocasión de lo que siente el mundo?
Mas, ¡oh muchacho!, a tiempo
285
cree lo sentirás que tiempo falte.
Quiere una vez Amor en nuestros pechos
descubrir su poder (crédito darme
puedes, que yo lo pruebo),
y más que no se halla
290
pena mayor como en ancianos miembros
inquietud amorosa;
que mal se sana lo que tanto ofende
cuanto sanarlo más otro procura.
Si amor a corazón tierno atormenta,
295
amor también le alivia y le contenta;
si con dolor le aflige,
también con esperanza le consuela;
y si le hiere un tiempo, al fin le sana.
Mas, Silvio, si te coge en edad fría,
300
donde el propio defeto
más que la culpa ajena se lamenta,
entonces insufribles y mortales
son sus heridas, y sus penas graves;
entonces si piedad buscas y pides,
305
es malo no la hallar, peor si l'hallas.
¡Ay, no con tantas veras tan sin tiempo
los defetos del tiempo te procures!
Que si en débiles años te embistiere
amoroso talento,
310
tendrás doblada el ansia y el tormento
d'aquello que, pudiendo, no quisiste,
y más de lo que no podrás, quiriendo.
Deja, deja las selvas,
loco garzón. Deja las fieras y ama.

SILVIO
315
¡Cual si no fuera vida
sino la qu'alimenta esa amorosa,
insanable locura!

LINCO
Di, si en esta sazón risueña, hermosa,
con quien florece y se renueva el mundo,
320
vieses, en vez d'estas floridas playas
de verdes campos y vestidas selvas,
estarse el pino, el haya, el sauce, el fresno,
sin la usada frondosa cabellera,
las laderas sin flores
325
y los prados sin yerbas,
¿no dijeras: 'Padece el mundo ahora,
y falleciendo va Naturaleza?'
Pues este horror, pues esta maravilla
que debieras tener de ver efetos
330
tan nuevos y disformes,
de ti la ten. El Cielo nos ha dado
vida a la edad conforme,
y a los años costumbres semejantes;
y del modo qu'amor y sus afectos
335
a pensamientos canos no conviene,
así la juventud dél enemiga
a la Naturaleza
contrasta, al Cielo ofende.
En torno mira, Silvio.
340
Mira, y veras qu'es cuanto el mundo tiene
de bello y deleitoso
obra d'amor: amante
es el cielo y la tierra,
amante el mar, y aquella que camina
345
antes del alba, tan hermosa estrella,
ama, amor vive en ella;
de su hijo también siente la llama,
la misma qu'enamora
enamorada resplandece, y esta
350
es por ventura el hora
en que los escondidos
gustos y el seno deja
de su querido amante.
¿No ves cómo se ríe y cómo brilla?
355
Ámanse por las selvas
las fieras monstruosas,
y por las ondas aman
sueltos delfines y pesadas focas.
El pajarillo aquél, aquel que canta
360
tan dulcemente y que lascivo vuela
ora del sauce al haya,
ora del haya al mirto, si tuviera
humano sentimiento,
'¡Ardo de amor! ¡Ardo de amor!' dijera.
365
Mas en el corazón arde sin duda,
y está hablando en su lengua
de modo que le entiende su deseo,
y escucha cómo el mismo le responde:
'¡Ardo también d'amor!' Gime el novillo
370
en la vacada; el potro en la dehesa
relincha, y son envites amorosos;
el león en el bosque
brama también, sin ser bramido d'ira:
qu'así d'amor suspira.
375
Ama, en fin, toda cosa,
sino tú, Silvio, y serás Silvio solo
en tierra, en mar, en cielo,
alma qu'amor no tenga.
Deja, deja las selvas,
380
loco garzón. Deja las fieras y ama.

SILVIO
¿A ti, pues, cometida
mi verde edad ha sido
a efeto que d'amores
y afeminados tiernos pensamientos
385
alimentada fuese? ¿No te ocurre
quién soy yo, quién tú eres?

LINCO
Hombre soy, ¿qué te admira?;
y, d'humano precíandome,
contigo (qu'eres hombre, o que, más presto,
390
serlo debieras) hablo
de cosa humana. Mas si de tal nombre
te desdeñas acaso,
que podrás, Silvio, advierte
en el deshumanarte
395
en vez de un Dios, irracional tornarte.

SILVIO
No hubiera sido tan famoso y fuerte
el domador de monstruos
de cuya fuente grande
hoy mi sangre deriva,
400
si no hubiera al amor antes domado.

LINCO
Mira, ciego garzón, cuál devaneas.
¿Dónde estuvieras tú, dónde, si amante
no hubiera sido tu famoso Alcides?
Antes, si mató monstruos, venció guerras,
405
amor gran parte tuvo. Y ¿aun no sabes
que por gusto de Onfale
apacible trocar no sólo quiso
en femeniles ropas
la dura piel d'aquel león terrible,
410
mas, en lugar de la ñudosa clava,
tratar el huso con la débil rueca?
Así de los afanes y fatigas
descanso recibía;
tal a su hermoso pecho
415
cual a puerto d'amor se retiraba,
porqu'es su sospirar respirar dulce
de pasadas molestias,
y al corazón es punta penetrante
para nuevas empresas.
420
Y como el intratable y tosco hierro
si con tierno metal mezclado viene
se afina así que mucho más resiste,
más noble calidad forjado adquiere,
tal el vigor feroz, vigor indómito
425
qu'en su propio furor suele romperse,
si con dulzura suya amor le templa,
vuelve a la obra fuerte y generoso.
Tú, pues, si imitador del grande Alcides
deseas ser y ser su digno nieto,
430
ya que dejar las selvas no pretendes,
síguelas, sí, mas al amor no dejes;
y más amor legítimo y tan bueno
cual es el d'Amarilis; que si huyes
de Dorinda, te escuso, y aun te alabo:
435
qu'a ti, qu'eres d’honor tan ambicioso,
tener no es conveniente
de ilícito deseo el pecho ardiente,
por no agraviar a tu querida esposa.

SILVIO
¡Esposa! ¡No! ¿Qu'és eso?
440
¿Esposa yo? Yo libertad profeso.

LINCO
¡Cómo! ¿Della la fe no recibiste
solenemente? Mira, altivo joven,
qu'a los Dioses no irrites.

SILVIO
La humana libertad es don del Cielo,
445
que no hace fuerza a quien recibe fuerza.

LINCO
Antes si lo oyes tú, si bien lo entiendes,
te llama el Cielo a esto;
el Cielo qu'a tus bodas
tantos dones promete y honras tantas.

SILVIO
450
¿Tienen los sumos Dioses
sólo tal pensamiento,
y sólo tal cuidado
su reposo santísimo molesta?
Ni aquel ni este amor, Linco, me agrada:
455
cazador y no amante nací al mundo.
Tú, que seguiste amor, vuelve al reposo.

LINCO
¿Tú derivas del Cielo,
garzón cruel? No de celeste casta
te juzgo, ni d'humana;
460
y si acaso d'humana, juraría
que más presto hayas sido
con veneno d'Aleto
que con gustos de Venus concebido.

Scena segunda

Mirtilo, Ergasto

MIRTILO
Amarilis cruel, qu’aun con el nombre
465
‘amar’ (¡ay triste!) amargamente enseñas.
Amarilis, más cándida y más bella
que cándida azucena,
y más qu'el áspid sordo
áspera, fugitiva, sorda y fiera.
470
Ya que te ofendo hablando,
yo moriré callando;
mas por mí darán voces
los llanos y los montes, y esta selva
a quien tu dulce nombre
475
enseño resonar tan a menudo;
y por mi causa llorarán las fuentes;
murmurando, los vientos
te dirán mis lamentos;
hablarán en mi rostro
480
la piedad y la pena,
y si hubiere silencio en otra cosa,
mi morir hablará, y, en fin, confío
que te dirá mi muerte el dolor mío.

ERGASTO
Mirtilo, amor fue siempre cruel tormento,
485
y mayor cuanto está más escondido,
porqu'él del fiero estorbo
con que lengua amorosa está ligada
fuerza adquiere y se aumenta,
y es mucho más feroz preso que libre.
490
No debieras, amigo, tanto tiempo
ocultarme la causa de tu llama,
pues la llama ocultar no me podías.
¡Cuántas veces lo dije! 'Arde Mirtilo
en fuego oculto, y se consume y calla'.

MIRTILO
495
Yo mismo me ofendí por no ofendella,
cortés Ergasto, y fuera también mudo;
mas la necesidad osar me hizo.
Oigo una voz que se murmura en torno
y hiere el corazón por los oídos,
500
de las cercanas bodas d'Amarilis;
mas calla lo demás quien esto dice,
y pasar adelante no me atrevo,
así por no causar de mí sospecha
como por no topar con lo que temo.
505
Sé bien, Ergasto (ni el amor me engaña),
qu'a mi fortuna pobre y abatida
en extremo desdice y no conviene,
no conviene esperar en tiempo alguno
que tan gentil zagala, tan graciosa
510
de espíritu, de origen y semblante
divino (con verdad) me sea esposa:
bien conozco el aspecto de mi estrella:
nací para abrasarme, y mi destino
de fuego me hizo digno y no de gusto.
515
Mas ya qu'era en los Hados que debiese
amar mi propia muerte y no mi vida,
morir querría, sí, como mi muerte
fuese de la qu'es causa agradecida,
ni desdeñase al último suspiro
520
mostrándome sus ojos, decir: 'Muere'.
Quisiera yo, primero que beato
algún pastor hiciese con sus bodas,
que siquiera una vez mi mal oyese.
Pues si me amas y piedad me tienes,
525
a tanto menester tu ingenio acuda,
cortesísimo Ergasto, y dame ayuda.

ERGASTO
Justo deseo d’amante, y de quien muere
corta merced, mas trabajosa empresa.
¡Ay, triste della si supiese el padre
530
qu'a no lícitos ruegos presta oídos!
¡Ay, si por tal respeto l'acusasen
al suegro sacerdote! Que por eso
acaso de ti huye, y aun acaso
sin mostrarlo te ama; qu'es la hembra
535
en desear más que nosotros frágil,
y más diestra en celar lo que desea.
Y si fuese verdad qu'ella te amase,
¿qué hacer, sino huir de ti, pudiera?
En vano oye el qu'ayudar no puede,
540
y huye con piedad quien no se para
por no caer en pena; qu'es cordura
presto dejar lo que tener no puedes.

MIRTILO
¡Oh si fuese verdad, si lo creyese!
¡Ay, felices trabajos, caras penas!
545
Mas, así larga edad te guarde el Cielo,
me digas cuál pastor entre nosotros
es tan feliz y amigo de los Astros.

ERGASTO
¿No conoces a Silvio, hijo único
de Montano, de Cintia sacerdote,
550
aquel pastor famoso, aquel tan rico,
aquel mozo tan bello? Él es el mismo.

MIRTILO
¡Ay muchacho feliz, que tu destino
hallas maduro en una edad tan verde!
¡No te le envidio, no, mas lloro el mío!

ERGASTO
555
Y aun cierto que no debes envidialle,
qu'es digno de piedad más que de envidia.

MIRTILO
Y ¿por qué de piedad?

ERGASTO
Porque no l'ama.

MIRTILO
¡Qué dices! ¿Está vivo
y tiene corazón y no está ciego?
560
Aunque, si bien lo miro, para otro
corazón no quedó, no quedó llama
cuando arrojó en el mío
d'aquellas luces bellas
sus íntimos ardores y centellas.
565
Mas ¿por qué dan joya de tanto precio
a quien no la conoce,
a quien la menosprecia?

ERGASTO
Porque el Cielo promete a tales bodas
d'Arcadia la salud. ¡Cómo! ¿No sabes
570
qu'a la gran Diosa aquí cad'año pagan
de la inocente sangre d'una ninfa
un tributo mortal y miserable?

MIRTILO
Nunca jamás lo oí, para mí es nuevo;
que nuevo morador soy desta parte,
575
y, como quiso Amor y mi fortuna,
habitador de bosques casi siempre.
Mas ¿cuál tan grave culpa
mereció tal rigor? ¿Cómo conserva
corazón celestial ira tan grande?

ERGASTO
580
Te contaré de las miserias nuestras
desde el principio la doliente historia,
que destos robles duros
podría bien sacar piedad y llanto,
no que d'humanos pechos.
585
Pues en la edad qu'el sacerdocio santo
y el cuidado del templo aún no s'había
a joven sacerdote defendido,
noble pastor qu'Aminta se llamaba,
entonces sacerdote, amó a Lucrina:
590
ninfa graciosa a maravilla y bella,
mas desleal a maravilla y vana.
Estimó ésta un tiempo (o a lo menos
mostró estimar con aparencias falsas)
del mancebo amoroso el tierno afecto,
595
y aun con falsa esperanza sustentolo
mientras competidor no tuvo el triste.
Mas no tan presto (en fin, mujer mudable)
un pastorcillo rústico la mira,
cuando, sin resistir la primer vista
600
y primeros suspiros,
al nuevo pretensor toda se inclina
primero que sintiese Aminta celos.
¡Aminta miserable!, que fue d'ella
después tan despreciado y tan huido,
605
que nunca más le oyó ni quiso verle.
Si suspirase el triste, o si llorase,
tú lo piensa, qu'amor por prueba entiendes.

MIRTILO
¡Ay, qu'es dolor que excede a cualquier otro!

ERGASTO
Mas ya que tras el corazón perdido
610
perdió también suspiros y querellas,
rogando vuelto a la gran Diosa, dijo:
'Si alguna vez con inocente mano
y puro corazón te encendí llama,
Cintia, venga mi fe con la fingida
615
de bella y desleal ninfa burlada'.
Oyó del fiel Aminta y de su caro
sacerdote Diana el llanto y ruegos,
así qu'en la piedad batiendo l'ira
hizo el enojo más terrible y fiero:
620
con que tomando el arco poderoso
flechó en el pecho de la triste Arcadia
no vistas flechas de infalible muerte.
Sin piedad y socorro perecían
de todos años hombres y mujeres,
625
siendo tardo el huir, vano el remedio,
el arte inútil, y antes qu'el enfermo
el médico faltó mientras curaba.
Sólo en tan mal quedaba la esperanza
del socorro del Cielo, y al instante
630
al más vecino oráculo acudieron,
de quien respuesta se entendió bien clara,
mas horrible y funesta en gran manera:
que Cintia estaba airada, y aplacalla
s'habría podido si la infiel Lucrina,
635
o algún pastor por ella de nosotros,
ofrecido se hubiese a la gran Diosa
por la mano d'Aminta en sacrificio.
La cual, después d’haber llorado en vano
y en vano del amante nuevo suyo
640
esperado socorro,
al sacro altar fue con solene pompa,
víctima lagrimosa, conducida,
donde a los pies qu'en vano la siguieron
tanto, a los pies del ofendido amante
645
las temblantes rodillas inclinando,
del mancebo cruel muerte atendía.
Intrépido apretó el sagrado hierro
Aminta, y de sus labios encendidos
bien mostraba espirar ira y venganza;
650
mas, vuelto a ella, en fin, con un sospiro
mensajero de muerte, dijo: 'Mira,
Lucrina, en tu miseria, cuál amante
seguiste y cuál dejaste; en este golpe
lo mira'. Y a sí propio, así diciendo,
655
hirió, y el hierro todo
en su pecho escondió, y en brazos della
cayó, en un tiempo sacerdote y víctima.
Con tan fiero espectáculo y tan nuevo,
la doncella infeliz quedó pasmada,
660
cual entre muerta y viva, y no bien cierta
si del dolor o el hierro fuese herida;
mas luego que cobró voz y sentido,
dijo llorando: '¡Oh fiel! ¡Oh fuerte Aminta!
¡Oh tarde mucho conocido amante,
665
que muriendo me diste muerte y vida!
Si fue culpa dejarte, ya la emiendo
contigo uniendo el alma eternamente'.
Y luego qu'esto dijo, el mismo hierro
(aún en la cara sangre tibio y rojo)
670
arrancado del muerto
y tarde amado pecho,
traspasó el pecho suyo, y sobre Aminta
(qu'aún difunto no era, y por ventura
aquel golpe sintió) dejó caerse.
675
Tal fin el suyo fue, y a tal miseria
les trujo deslealtad y amor sobrado.

MIRTILO
¡Oh pastor desdichado,
mas en tener dichoso
un campo tan famoso y dilatado
680
para mostrar su fe, para dar vida
a piedad d'otro pecho con su muerte!
Mas di, ¿qué fue de la doliente turba?
¿Acabose su mal? ¿Placose Cintia?

ERGASTO
La ira se entibió, mas fin no tuvo:
685
porque después del año, al mismo tiempo,
con recaída más cruel y fiera
el desdén s'alteró, por quien que nuevo
por consejo al oráculo tornando,
respuesta dél se trujo más severa
690
y lamentable más que la primera:
qu'entonces se ofreciese (y cada un año
siempre, d'allí adelante) una doncella
o, cuando no, casada,
a la Diosa alterada
695
de tres lustros enteros y qu'el cuarto
no tuviese cumplido;
porque la sangre d'una
extinguiese la ira
a muchos señalada.
700
Y puso juntamente a las mujeres
severísima ley, y, si bien miras
su frágil condición, inobservable
ley, escrita con sangre: que cualquiera
(o ya doncella sea, o ya casada)
705
qu'haya la fe d'amor de cualquier modo
contaminado o roto, a muerte sea
(como no muera por salvarla otro)
irremisiblemente condenada.
Pues a calamidad tan espantosa
710
con este deseado casamiento
espera poner fin aquel buen padre,
en razón que después, habiendo sido
el oráculo mismo preguntado
del término qu'el Cielo
715
tuviese a nuestros daños señalado,
esto predijo con acentos tales:
'Antes no tendrá fin lo que os ofende
que junte Amor dos líneas celestiales,
y de ninfa infiel el yerro antiguo
720
l'alta piedad d'un fiel pastor emiende'.
Pues hoy en toda Arcadia no se hallan
d'origen celestial otros pimpollos
que Silvio y Amarilis, que decienden
ella de Pan, él del glorioso Alcides;
725
ni, por nuestra desdicha, si no ahora,
jamás varón y hembra se encontraron
destos linajes, y por eso tiene
grande razón en esperar Montano.
Y puesto todo aquello que promete
730
la respuesta fatal aún no se cumpla,
el fundamento es éste; lo restante
tiene escondido el Hado en sus abismos,
y será destas bodas
producido algún día.

MIRTILO
735
¡Oh Mirtilo infelice! ¡Oh miserable!
¿Tantos contrarios fieros, tantas armas
y tanta guerra contra
corazón que ya muere?
¿Solo Amor no bastara,
740
sin qu'el Destino en mi dolor s'armara?

ERGASTO
Mirtilo, al fiero Amor no satisfacen
las lágrimas y penas,
aunqu'es verdad que se sustenta dellas.
Vamos, que te prometo
745
poner mi ingenio todo
en que te escuche hoy la bella ninfa.
Tú date paz en tanto;
qu'al corazón no alivia, como piensas,
esos suspiros tuyos tan ardientes,
750
mas son más presto impetuosos vientos
que dan en el incendio y le acrecientan;
son turbiones d'amor qu'a los amantes
míseros traen tantos
nublados de dolor, lluvias de llantos.

Scena tercera

Corisca

[CORISCA]
755
¿Quién vio jamás o quién jamás ha oído
más loca, fiera, estraña o más molesta
amorosa pasión: amor y odio,
con temple tal mezclados en un pecho,
qu'el uno con el otro (no sé cómo)
760
se deshace, se aumenta y nace y muere?
Si miro la belleza de Mirtilo,
desde el gracioso rostro al pie pequeño,
bello semblante, airoso movimiento,
vista, acciones, palabras y costumbres,
765
con fuego tan activo amor me embiste,
que ardo toda, y cualquier otro afecto,
al parecer, queda vencido déste.
Mas cuando el obstinado amor me ocurre
qu'a otra ninfa tiene, y que por ella
770
cuidado no le doy, antes desprecia
esta beldad, de mil tenida en tanto,
y esta gracia, de mil apetecida,
tan mal le quiero y tanto le aborrezco,
que juzgo que por él es imposible
775
arda en mi corazón llama amorosa.
Tal vez digo entre mí: '¡Oh si pudiese
gozar de mi dulcísimo Mirtilo
que fuese mío todo y qu'otra alguna
jamás le poseyese! ¡Oh más que todas
780
alegre y felicísima Corisca!
Y en aquel punto en mí nace un talento
en su favor, tan dulce y agradable,
que dispuesta a rogarle y a seguirle
y a descubrirle el pecho me dispongo.
785
¿Qué más? Así el deseo me compele,
qu'entonces, a poder, l'adoraría.
Por otra parte, me resiento y digo:
'Este despreciador, este soberbio,
este que puede ser ajeno amante,
790
este qu'osa mirarme y no me adora,
y de mi rostro se defiende en modo
que no muere d'amor, y yo, que verle
debría (como a muchos otros veo)
humillado a mis pies, triste y lloroso,
795
¿podré llevar, podré sufrir postrarme
a los suyos llorosa, humilde y triste?
¡Ay, ni lo mire yo ni verdad sea!'
Y deste imaginar me altero tanto,
ya con él, ya conmigo (que, los ojos
800
llevados d'afición, volví a mirarle
y el pensamiento fácil a seguirle),
qu'el nombre de Mirtilo y ‘amor mío’
cual la muerte aborrezco, y aun quisiera
verle el más afligido y miserable
805
pastor que vive, y, a poder entonces,
la vida le quitara con mis manos.
Así, desdén, deseo, amor y odio
me hacen guerra; y yo, que siempre he sido
de corazones mil ardiente llama,
810
de mil almas dolor, padezco y ardo
y pruebo el ansia ajena en mi tormento.
Yo, pues, que tantos años en las juntas
y en las conversaciones ciudadanas
d'amantes dignos, tiernos y gentiles
815
fui siempre insuperable, despreciando
tantas sus esperanzas y deseos,
presa y rendida estoy d'amor grosero,
de rústico pastor, de vil amante.
¡Oh más que otra mísera Corisca!
820
Dime de ti qué fuera
si prevenida ahora
d'amante no te hallaras. ¿Qué hicieras
por mitigar esta amorosa rabia?
Cualquier mujer por mí desde hoy sepa
825
hacer y conservar copia d'amantes.
A no tener más bien o pasatiempo
qu'el amor de Mirtilo, ¿no estuviera
de servidor galán bien bastecida?
¡Oh mil veces mujer de mal consejo
830
y de poco saber la qu'a pobreza
se deja reducir d'un solo amante!
¡Tan necia no será jamás Corisca!
¡Qué constancia! ¡Qué fe! ¡Oh imaginadas
fábulas de celosos, nombres vanos
835
para engañar a las doncellas simples!
Es la fe qu'en mujer, si fe en alguna
mujer (que no lo sé) se halla acaso,
no bondad, no virtud, mas sólo dura
necesidad d'amor, ley miserable
840
de no entera beldad qu'agrada a uno
por no poder de más ser agradada.
Bella y gentil mujer solicitada
de copioso escuadrón d'amantes dignos,
si a uno admite y los demás desprecia
845
mujer no es, y, si mujer, es necia.
¿Qué vale la belleza si no es vista?
Y vista, ¿qué, si no es solicitada?
Y ¿qué, solicitada d’uno solo?
Cuanto son los amantes más frecuentes,
850
de calidad mayor, de más estima,
tanto ella debe ser gloriosa y rara.
No tiene prenda el mundo tan segura
cual es el esplendor de mujer bella
qu'es amada de muchos. Así hacen
855
también en las ciudades las más diestras,
y más las más hermosas y más nobles:
qu'acerca dellas desechar amante
es pecado y locura: lo qu'el solo
conocen no poder, muchos lo pueden:
860
éste a servir, el otro a dar, y alguno
para uso mejor es oportuno.
Y a menudo acontece, sin saberlo,
quitar uno los celos que dio otro,
o en quien no los tenía despertallos.
865
Viven desta manera en las ciudades
las damas amorosas y gentiles,
donde yo, con mi ingenio
y con ejemplo de mujer ya grande,
el arte d'amar bien aprendí niña.
870
¡Oh cuántas veces dijo: 'Mi Corisca,
es menester hacer de los galanes
lo qu'es costumbre hacer de los vestidos:
tener muchos guardados, gozar uno
y mudar a menudo: qu'una larga
875
conversación suele engendrar enfado,
el enfado, desprecio y, al fin, odio;
ni hacer cosa peor la mujer puede
cual dejar qu’el amante se desgane.
Obra con todas veras que se parta
880
desechado por ti, no de ti harto'.
Hícelo siempre así: tener procuro
número grande, a todos entretengo,
tengo en los ojos dos, dos en las manos,
y al mejor y más cómodo en el seno;
885
mas en el corazón jamás alguno.
Y esta vez, no sé cómo (¡ay de mí, triste!),
llegó Mirtilo a él, y me atormenta
ya tanto, qu'es forzoso que suspire
y lo que peor es, lo qu'es más fuerte,
890
suspiro con verdad y a nadie engaño,
pues robando a los miembros el reposo
y a los ojos el sueño,
yo también ya sé desear el alba,
hora feliz d’amantes inquietos.
895
¿No veis también cuál ando, y cómo busco
entre selvas umbrosas las pisadas
de mi dulce deseo aborrecido?
Mas ¿qué harás, Corisca? ¿Rogarasle?
No, que no quiere el odio, aunque quisiese.
900
¿Huirás dél? Ni amor esto consiente,
aunque debiera. Pues, ¿qué haré? Primero
he de probar con ruegos y caricias:
descubriré el amor, mas no l'amante;
y, no siendo bastante,
905
con engaño obraré; y si él no puede,
memorable venganza hará la ira.
Así, aborrecimiento,
Mirtilo, probarás, si amor no quieres.
Haré que tu Amarilis se arrepienta
910
de ser tan cara a ti y a mí contraria;
y, finalmente, probaréis entrambos
lo que puede el enojo fulminante
en corazón d'una mujer amante.

Scena cuarta

Titiro, Montano, Dameta

TITIRO
Montano amigo, la verdad me valga:
915
a quien más que yo entiendo sé que hablo.
Los oráculos siempre más oscuros
de lo qu'alguno piensa van saliendo,
y sus palabras son como el cuchillo:
que si le tomas por aquella parte
920
donde para uso humano
se acomoda la mano,
es bueno para obrar; mas si le ases
por el corte, te corta y quizá mata.
Que sea mi Amarilis, como arguyes,
925
de voluntad del Cielo
y por alto destino ya elegida
para salud universal d'Arcadia,
¿quién con más veras desearlo debe
que yo, que soy su padre? Mas si miro
930
lo que nos ha el oráculo anunciado,
mal con las esperanzas
conforman las señales.
¿Amor ha de juntallos? ¿De qué modo,
huyendo siempre el uno? ¿Serán hilos
935
desprecio y odio d'amorosa tela?
Mal se contrasta a lo que ordena el Cielo,
y cuando se contrasta, dase indicio
que del Cielo no es, pues si quisiera
qu'Amarilis de Silvio esposa fuera,
940
sin duda alguna hecho
le hubiera no vagante
perseguidor de fieras, sino amante.

MONTANO
¿No ves qu’aún es muchacho,
pues años deciocho no ha cumplido?
945
También amor él sentirá a su tiempo.

TITIRO
Sentir puede el de fiera, y no el de ninfa.

MONTANO
A pueril condición cuadra más ése.

TITIRO
¿Y no el amor, qu'es natural afecto?

MONTANO
Mas es, sin años, natural defecto.

TITIRO
950
En la más verde edad florece siempre.

MONTANO
Bien puede florecer, mas no dar fruto.

TITIRO
Amor en flor da fruto sazonado.
Montano, aquí a vocear no vine,
ni a disputar contigo; que ni puedo
955
ni debo hacerlo; mas también soy padre,
y de única hija, por sus partes
(aunque esté mal decirlo), con paz tuya,
de muchos deseada y pretendida.

MONTANO
Titiro, aunque estas bodas en el Cielo
960
no descubriera altísimo destino,
claro la fe en la tierra las descubre,
y quebrantalla fuera
la deidad ofender de la gran Cintia,
a quien fue prometida:
965
tú sabes cuánto ella desdeñosa
es, y cuán desdeñada con nosotros
esté. Mas, si he d’hablar por lo que siento,
y más por cuanto puede
mente de sacerdote,
970
al Cielo arrebatada,
ir d'aquellos eternos
consejos rastreando,
el Hado fue instrumento deste ñudo,
y ten fe; qu'a su tiempo
975
saldrán verdades los presagios todos.
Y más te digo: qu'esta noche en sueños
vi cosa tal, que la esperanza amiga
en mi alma renueva más que nunca.

TITIRO
Sueños los sueños son. Mas di, ¿qué viste?

MONTANO
980
Bien se te acordará (¿qué trascordado
habrá que de tal caso no se acuerde?)
d'aquella noche lamentable, cuando
sus confines rompió Ladón soberbio,
tal, que donde las aves anidaron
985
ya los peces nadaron,
siendo de la creciente arrebatados
árboles, casas, hombres y ganados.
En esta misma noche
(¡ay doliente memoria!)
990
perdí mi corazón, antes quien era
más que mi corazón caro a mí mismo:
niño tierno en mantillas,
único hijo entonces, de mí siempre,
y vivo y muerto, únicamente amado.
995
Robole d’improviso
la rauda, recia y rápida corriente
primero que nosotros, sepultados
en horror, en tinieblas y en el sueño,
pudiésemos socorro a tiempo darle;
1000
y ni la misma cuna donde estaba
hallar pudimos. Y he creído siempre
que a la cuna y al niño, cual yacía,
un mismo remolino al fin sorbiese.

TITIRO
¿Qué se puede creer? Ya se me ofrece
1005
que supe (y aun de ti, si no me engaño)
esa desgracia, con razón llamada
gravísima desdicha; y decir puedes
muy bien que de dos hijos
uno para las ondas
1010
y otro para las selvas engendraste.

MONTANO
Por ventura en el vivo
el Cielo, al fin piadoso,
restaurará la pérdida del muerto;
siempre esperar se debe. Atento escucha:
1015
era la hora en punto
cuando entre luz, tiniebla, noche y día,
con rayo incierto se confunde el alba.
Yo, qu'en la fantasía
estas bodas tenía,
1020
y con cuidado tan penoso habiendo
velado grande parte de la noche,
al fin, largo cansancio
trujo a mis ojos sueño,
y con el sueño una visión, tan cierta,
1025
que pudiera decir ‘Durmiendo veo’:
en la ribera del famoso Alfeo
dijera que me hallaba, y que sentado
a la sombra d'un plátano frondoso
con anzuelo en las ondas
1030
tentaba al pecezuelo,
cuando vi que salió de medio el río
grave y desnudo anciano
destilándole humor barba y cabello,
y con ambas las manos
1035
benignamente un niño
(y desnudo y lloroso) me ofrecía,
y luego me decía:
'Ves a tu hijo: advierte no le mates'.
Y esto diciendo apenas, sumergiose.
1040
Después, al improviso, con nublados
negros alrededor, turbose el cielo,
y horrible tempestad amenazaban,
tal, que, de miedo, el niño llegué al pecho,
y abrazándole estrecho
1045
gritaba: '¡Ay! ¿Pues un hora
me le concede y quita?’ En aquel punto
me pareció que se aclarase el cielo
y en el río cayesen
mil rayos convertidos en ceniza,
1050
mil arcos rotos y mil rotas flechas.
Después, temblando el tronco
del plátano, salió sutil aliento,
aliento en voz formada, y dijo en ella:
'Montano, aún ha de ser tu Arcadia bella'.
1055
Por eso me quedó en el pensamiento,
y dentro el mismo corazón, impresa
la imagen apacible deste sueño,
que la tengo delante siempre siempre,
y, sobre todo, el rostro
1060
d'aquel viejo cortés, que me parece
verle. Por tanto, al templo me venía
cuando tú me encontraste,
para poder con santo sacrificio
hacer desta visión cierto el presagio.

TITIRO
1065
Es claro ser los sueños
de nuestras esperanzas
más que de lo futuro semejanzas,
imágines del día corrompidas
y deshechas con sombras de la noche.

MONTANO
1070
No está con los sentidos
siempre el alma dormida,
antes despierta tanto más se halla
cuanto cansada menos
de formas engañosas del sentido
1075
en el espacio qu'él está dormido.

TITIRO
En suma, lo qu'el Cielo haya dispuesto
de nuestros hijos ambos
incierto demasiado es a nosotros;
mas cierto es que huye siempre el tuyo,
1080
y, contra los preceptos naturales,
no siente amor, y qu'hast'aquí mi hija
tiene de la fe dada solamente
la obligación, no el premio.
Ni sé decir si siente amor: a muchos
1085
se le hace sentir, y es imposible
que deje de probarlo
quien lo hace probar a más de uno.
Ya me parece verla
más de lo acostumbrado demudada;
1090
que risueña y alegre ser solía.
Mas engreir doncella
con boda, sin seguirse, ofensa es grave.
Como rosa gentil en jardín fresco,
que de antes estaba
1095
entre verdes despojos
encerrada y segura,
y con el velo de la noche oscura
desconocida, inculta,
en la materna rama reposaba,
1100
al asomar veloz del primer rayo
que por Oriente apunta,
bellísima despierta, y muestra ufana
al rubio Sol que la enamora y mira
el encarnado y oloroso seno,
1105
por entre quien abeja susurrando
vuela, chupando el húmedo rocío;
mas si luego, por suerte, no se coge,
tal que sienta el ardor de mediodía,
cae, en cayendo Febo,
1110
tan sin color entre su mata umbrosa,
que apenas se diría: 'Ésta fue rosa'.
Así, la doncelluela
a quien mientras de madre
el velador cuidado guarda y cierra,
1115
ella también su pecho
al amoroso afecto cerrar suele;
mas si mirar lascivo
d'amante deseoso la rodea
y sus lamentos y suspiros oye,
1120
luego del corazón abre la puerta,
luego en el tierno pecho amor recibe,
y, si vergüenza el acidente encubre
o temor le detiene,
la mísera, callando
1125
toda, por demasiado
deseo se deshace y se consume:
así, pierde beldad si el fuego dura,
y, perdiendo sazón, pierde ventura.

MONTANO
Ten buen ánimo, Titiro,
1130
el humano temor no te acobarde;
que bien inspira el Cielo
a corazón que firmemente espera,
ni allá puede llegar débil plegaria.
Mas si cualquier humano
1135
en sus necesidades rogar debe
y esperar en los Dioses,
¿cuánto más esto, cuánto, le conviene
a quien deriva dellos?
En fin, son nuestros hijos
1140
celestiales renuevos, y su casta
no estirpará el que la estraña crece.
Vamos, Titiro, vamos
juntos al templo: en él consagraremos
tú a Pan un cabritillo,
1145
yo a Alcides un novillo;
que aquel que los ganados multiplica
hará también que crezca
el que con el ganado
fecunda sus altares.
1150
Ve tú, fiel Dameta: presto un novillo escoge
de cuantos la vacada fértil tiene:
el mejor y más bello, y por la vía
del monte, qu'es más breve,
vuelve al templo con él, qu'allí te espero.

TITIRO
1155
De mi hato también, caro Dameta,
un cabrito traed.

DAMETA
De buena gana.

TITIRO
Este sueño, Montano,
quiera l'alta piedad de sumos Dioses
salga tan venturoso cuanto esperas.
1160
Yo sé bien, yo sé bien cuánto ser puede
del hijo que perdiste
la remembranza a ti felice agüero.

Scena quinta

Sátiro

[SÁTIRO]
Como a las plantas yelo, ardor a flores,
a sembrado gusano, a espiga piedra,
1165
a pajarillos liga, a ciervos redes,
así contrario Amor fue siempre al hombre,
y quien le llamó ‘fuego’ conocía
muy bien su natural maligno y duro.
El fuego, si se mira, ¡oh cuán alegre!;
1170
mas, si se toca, ¡oh qué cruel! El mundo
monstruo más espantoso en sí no tiene:
despedaza cual fiera, como espada
traspasa y hiere, y como viento vuela;
y donde el imperioso pie detiene
1175
toda fuerza y poder se aparta y rinde.
No d'otra suerte amor: pues, si le miras
en rubias trenzas, en dos ojos bellos,
¡cómo agrada y deleita, cuál parece
que espire gusto y paz prometa a otro!;
1180
mas si mucho te acercas y le incitas
a que cobre vigor y se dilate,
tigre no tiene Hircania, ni la Libia
león tan fiero y áspid venenoso
que venza su fiereza o que la iguale:
1185
cruel más qu'el Infierno y que la muerte,
contrario de piedad, ministro d'ira,
y, finalmente, amor, mas d'amor falto.
Pero ¿qué hablo del? ¿Por qué le culpo?
¿Es ocasión de lo qu'el mundo (acaso)
1190
amando no, devaneando peca?
¡Oh femenil malicia! A ti se aplique
la causa toda d'amorosa infamia:
de ti sola, no dél, de ti deriva
cuanto en amor hay de maligno y fiero;
1195
qu'él es de natural benigno y dulce,
y su bondad contigo al punto pierde;
las sendas todas de llegar al pecho
y de al alma pasar presto le cierras;
con lo exterior no más le lisonjeas,
1200
haciendo su morada y su deleite,
su pompa y su cuidado,
solo la tez d'un rostro luminado.
Corresponder con fe no es obra tuya
a la fe de quien t'ama, o con quien t'ama
1205
sobre amar contender; no ya en dos pechos
ceñir un corazón estrechamente
y en dos quereres apretar un alma,
mas teñir d’oro una madeja loca,
y ya con parte convertida en rizos
1210
enramarte la frente, ya con parte
redes tejer con que después se prendan
corazones de incautos amadores.
¿Hay cosa tan indigna y asquerosa
como tal vez mirarte con la mano
1215
tus mejillas pintar, supliendo faltas
ya de naturaleza, ya del tiempo,
y ver tu palidez tornada roja,
tu negro blanco y lisas tus arrugas,
el defeto quitar con el defeto,
1220
aunque, si bien se mira, le acrecientas?
Tuerces un hilo a veces, y el un cabo
afierras con los dientes, tiene el otro
tu izquierda mano, y del corriente ñudo
hace tu diestra un cerco qu'abre y cierra,
1225
cual tijera raspante, y le acomodas
sobre la desigual vellosa frente;
raes después el vello, y junto arrancas
el malcreciente y malnacido pelo,
con tal dolor, qu'el yerro es penitencia.
1230
Y aun esto nada es, según las obras
dicen con tus resabios y costumbres.
¿Qué cosa tienes tú sin ser fingida?
Mientes si abres la boca, si suspiras
miente el suspiro, y si los ojos mueves
1235
es fingido el mirar, el mirar miente.
En suma, toda acción, todo semblante,
y lo qu'en ti se mira o no se mira,
cuanto dices o tratas, cuanto piensas,
andes o mires, llores, rías, cantes,
1240
todo mentira es, y aun esto es poco.
Mas engañar a quien en ti más fía,
a quien merece más quererle menos,
aborrecer la fe más que la muerte,
los artificios son que al amor hacen
1245
parecer tan crüel y tan perverso.
Es de su falta, pues, tuya la culpa,
antes de quien te da crédito alguno.
Así, la culpa es mía,
que te creí, malvada
1250
y pérfida Corisca, aquí venida
no más que por mi daño, según creo,
de los contornos d'Argos deshonestos,
do la última prueba hace lascivia.
Mas tú finges tan bien, eres tan diestra
1255
en ocultar tus pensamientos y obras,
qu'hoy vas altiva entre las más honestas
con el d'honestidad indigno nombre.
¡Oh cuántas ansias he sufrido! ¡Oh cuántas
indecencias por ella padecido!
1260
Bien me arrepiento, y antes me avergüenzo:
de mis penas aprende, incauto amante,
a no hacer ídolo un rostro. Créeme
qu'es infernal deidad hembra adorada.
De sí ¿qué no presume? ¿Y de su rostro
1265
en ti, que la respetas? Casi diosa,
cual mortal te desprecia y aborrece,
que de ser tal por su valor se alaba
cual la finge y adorna tu vileza.
¡A qué tanto servir y tanto ruego,
1270
tanto suspiro y llanto! Destas armas
usen hembras y niños: nuestros pechos
sean hasta en amar viriles, fuertes.
Tiempo también creí que suspirando
en pecho de mujer con llanto y ruego
1275
pudiera despertar d'amor la llama;
mas ya me ocurre: erré; que si ella tiene
de piedra el corazón, en vano intentas
que por lágrima blanda o leve soplo
de suspiro gentil que l'acaricie
1280
arda y eche de sí vivas centellas,
si más duro eslabón no le compele.
Deja, deja los llantos y suspiros
si quieres adquirir la que deseas,
y aunque incesable ardor todo te abrase,
1285
cuanto mejor pudieres en el centro
del alma misma tu afición encierra;
después, según el tiempo, haz lo qu'enseñan
Naturaleza y el amor, supuesto
tan sólo en el semblante
1290
es virtud de mujer tener modestia.
Así, en toda ocasión tratar con ella
con recato y modestia es gran defecto:
porque, si bien con otros ves la usa,
que consigo la usen aborrece,
1295
quiriendo qu'el galán en sí la mire,
mas que con ella no la ponga en obra.
Con ley tan natural y tan derecha,
según mi parecer, amarás siempre.
No me ha de ver, ni ha de probar Corisca
1300
jamás tierno amador, sino más presto
fiero enemigo, y sentirá con armas
de hombre varonil, no femeniles,
acometerse, herirse y penetrarse.
Dos veces he prendido a esta maligna,
1305
y escapó de mis manos no sé cómo
ambas; mas si tercera da en el lazo,
he pensado aferrarla de manera
que no pueda huir. Y porque suele
vagar por estas selvas a menudo,
1310
me voy, como sabueso,
sacándola por rastro. ¡Qué venganza
he de tomar si darle puedo alcance!
¡Oh qué destrozo espero hacer en ella!
Harele conocer que también suele
1315
uno que ciego fue abrir los ojos,
y que de sus malicia grande tiempo
no irá vanagloriosa
tan maligna mujer, tan engañosa.

Coro
¡Oh en el pecho de Jove
1320
ley alta y poderosa
escrita, antes nacida!
Cuya suave y amorosa fuerza
está en el bien que no entendido siente
toda cosa criada,
1325
los ánimos inclina,
lo natural esfuerza;
ni solamente la corteza frágil
qu'apenas ve el sentido, y nace y muere
al variar de las horas,
1330
mas la oculta semilla
y la ocasión interna,
qu'es de eterno valor, mueve y gobierna.
Si concibiendo el mundo
tantas hermosas maravillas forma,
1335
y si por dentro a cuanto el Sol calienta
por cuanto miran Cintia
y las estrellas, vive
espíritu qu'informa
con varonil valor la inmensa máquina,
1340
si dél la humana prole se levanta
y plantas y animales tienen vida,
si la tierra florida
está, si tiene cana
y arrugada la frente,
1345
procede de tu viva, eterna fuente.
Ni esto solo, mas lo que derrama
vaga esfera en los hombres,
por donde acá d'alegre o triste suerte
se va mostrando estrella
1350
ya mansa, ya severa,
por quien tienen las vidas
del nacer y morir la hora y punto,
lo que hace quieto o inquieto
querer humano en sus afectos turbios,
1355
y parece que dé Fortuna y quite
(a quien el mundo quiere se atribuya),
d'aquella fuente viva
de tu alto valor todo deriva.
¡Oh dicho inevitable
1360
y verdadero (si es conceto tuyo)
que tras tantos afanes
reposará la arcade tierra un día,
y tendrá paz y vida!
Si lo que tú anunciaste
1365
por la boca d'oráculos gloriosos
de los dos qu'han de ser por Hado esposos,
viene de ti, y en ese eterno abismo
fijo y establecido
lo tienes ya, su voz, si mentirosa
1370
no es, ¿quién el efecto
de tu querer retarda?
¿Cómo no llega ya? ¿Qué más se aguarda?
De amor y de piedad ves enemigo
garzón, cruel y esquivo,
1375
que del Cielo deciende
y con el mismo Cielo al fin contiende.
Ves, después, quien combate
un corazón púdico:
amante fiel en vano
1380
que con sus llamas tu querer ofende.
Cuanto menos atiende
galardón del servir, piedad del llanto,
tiene tanta más fe, tanto más fuego,
y así, es para él fatal aquella
1385
beldad qu'es destinada
a quien la huye, a quien la estima en nada.
Así pues, ¿en sí mismo
dividido se halla
aquel poder eterno? Así, ¿un destino
1390
con el otro batalla?
¿O no bien, por ventura,
abatida y domada
loca humana esperanza poner cerco
muestra al superno claustro,
1395
pues al Cielo rebelde casi arma
nuevos impíos gigantes,
amantes y no amantes?
¿Aquí se puede tanto?
Y ¿de estrellado reino
1400
ira y amor han de triunfar, dos ciegos?
Mas tú, tú que estás sobre
las estrellas y el Hado,
y con saber divino
nos riges desde allá, motor del cielo,
1405
mira, mira, te ruego,
nuestro dudoso estado:
con el destino ajusta
desdén y amor, y con paterno celo
templa la llama y yelo:
1410
aquel que gozar debe
ni huya ni desame,
quien debe huir no ame.
Tú haz, ¡ay sí!, qu'el ciego,
impío querer ajeno
1415
la piedad prometida
a nosotros ni quite ni la impida.
Mas ¿quién sabe? Por suerte
aquella qu'a nosotros
parece inevitable desventura
1420
será alegre ventura.
¡Cuán poco sube humano pensamiento!,
que en el Sol no se fija mortal vista.


Acto II

Scena primera

Ergasto, Mirtilo

ERGASTO
¡Oh cuántos pasos di, en río y cerro,
carrera y fuente, en la palestra y prado!
1425
Gran rato te busqué; y alabo al Cielo,
que, en fin, aquí te hallo.

MIRTILO
¿De dónde, Ergasto, tienes
nueva que de tal prisa digna sea?
¿Quieres darme con ella vida o muerte?

ERGASTO
1430
Ésa no diera yo, si la tuviera,
y, sin tenella, espero darte esotra.
Mas no te dejes tú tan fieramente
vencer de tu tormento:
vence a ti mismo, si vencer quisieres
1435
a otro; y más, tal vez respira y vive;
aunque si la ocasión saber deseas
de mi venir con tanta prisa, atiende:
¿Conoces tú (mas ¿quién no la conoce?)
a la hermana d'Ormino, d'estatura
1440
buena, d'alegre vista,
cabello rubio y colorada un poco?

MIRTILO
Conózcola muy bien, y hablé con ella
alguna vez.

ERGASTO
Pues sabe que la misma
de tiempo acá se hace
1445
(¡advierte qué ventura!), no sé cómo
ni con qué privilegio,
de la bella Amarilis compañera.
Por eso tu amor todo
a ésta descubrí secretamente,
1450
apuntando, también, lo que deseas,
y prometiome en ello
poner fe, poner obra prontamente.

MIRTILO
¡Oh mil veces y mil (caso que sea
verdad) y más que cualquier otro amante
1455
venturoso Mirtilo! Mas del modo
¿te dijo nada?

ERGASTO
Nada.
Y te diré por qué: dice Corisca
que no puede la traza
determinar primero
1460
de saber cosa alguna
más cierta de tu amor, con qu'ella pueda
con más seguridad ir inquiriendo
de la pastora el ánimo y el cómo
se regirá, con ruego o con engaño,
1465
lo qu'intentar, lo que dejar sea bueno.
Por esto sólo te venía buscando
tan presuroso, y será bien me cuentes
la historia de tu amor desde el principio.

MIRTILO
Así lo haré; mas sabe,
1470
Ergasto, ¡ay, sabe!, qu'esta remembranza,
dura en extremo a quien amando vive
tan fuera de esperanza,
es querer alentar tea encendida,
por quien cuanto su fuego
1475
siempre mayor se hace
ella tanto a su llama se deshace;
es menear saeta
fuertemente clavada:
que si arrancalla intentas
1480
creces la herida y su dolor aumentas.
Mas cosa te diré que claramente
advertirá ser vana y engañosa
la esperanza d'amantes, y que tiene
amor raíz suave y fruto amargo:
1485
En el principio alegre del verano
(cúmplese el año ahora),
esta graciosa peregrina, este
nuevo Sol de belleza,
vino a dejar con su mirar ornado
1490
(casi cual con segunda primavera)
mi patrio suelo, por su causa entonces
deleitoso y feliz, Élide y Pisa,
traída por su madre
en los solenes días que de Jove
1495
las fiestas, sacrificios y los juegos
se suelen celebrar, famosos tanto,
porqu'a sus ojos bellos
un beato espectáculo causasen.
Mas sus hermosos ojos
1500
espectáculo fueron
d'amor, mucho mayor que cualquier otro.
Yo, pues, que hasta entonces
jamás llama amorosa había sentido
(¡ay de mi!), no tan presto
1505
su rostro vi, cuando quedé abrasado,
y sin hacer defensa
a su mirar primero
qu'a mis ojos envía,
sentí correr al pecho
1510
imperiosa belleza que decía:
'Dame tu corazón, Mirtilo'.

ERGASTO
¡Oh cuánto,
oh cuánto Amor en nuestros pechos puede!
Y sábese mejor cuando se prueba.

MIRTILO
Oye cosa más nueva:
1515
lo que hace su industria
en los que son más blandos y sinceros.
Yo de mis pensamientos
noticia doy a una querida hermana,
de mi cruel pastora compañera
1520
los días qu'en mi tierra se detuvo;
y sólo désta (como amor me enseña)
amoroso favor y fiel consejo
recibo en mi cuidado.
Ella de sus vestidos femeniles
1525
componiéndome fue curiosamente,
y con falso cabello ornó mis sienes,
entretejiendo entre las trenzas flores,
y el arco y el aljaba pone al lado,
y enseña con cuidado
1530
a fingir las palabras
y a mesurar el rostro
(en quien rastro de vello aún no se vía);
y, cuando ya fue hora,
consigo me llevó donde solía
1535
pasar la bella ninfa holgando el día.
Con ella hallamos ciertas
doncellas de Megara (como supe),
amigas y parientas de mi diosa,
entre quien ella estaba como suele
1540
entre violeta humilde
nobilísima rosa.
Y después qu'en tal modo
un rato se estuvieron
sin hacer de recreo alguna cosa,
1545
alzose una doncella
d'aquellas de Megara, y así dijo:
'Pues ¿en tiempo de juegos
y de palmas tan claras y famosas,
hemos de estar ociosas?
1550
¿Armas también nosotras no tenemos
para fingir suaves disensiones
así como los hombres?
Hermanas, si seguir lo qu'aconsejo
a todas agradare,
1555
de burlas nuestras armas hoy probemos
del modo que de veras con varones
cuando tiempo será las probaremos:
todas entre nosotras nos besemos,
por besos se contienda,
1560
y la que ser pretenda
más fina besadora
y supiere dar besos más sabrosos
haya por premio esta guirnalda bella'.
Todas de lo propuesto se rieron
1565
y todas al instante concordaron:
ya se desafiaban
muchas, y también muchas
(sin qu'alguna señal les fuese dada)
confusa guerra hacían;
1570
mas puso la inventora
orden a la contienda, y luego dijo:
'El juez de los besos
será, y es justo, aquella
que se halle tener boca más bella'.
1575
Todas de común voto
a la hermosa Amarilis eligieron,
y ella, sus dos luceros
dulcemente bajando,
de modesto color tiñose toda,
1580
y mostró bien no ser hermosa menos
de dentro que de fuera,
o fuese que su rostro
a la favorecida
boca envidiase, y junto
1585
él también se adornase
del purpúreo matiz, noble y pomposo,
como diciendo: 'Soy también hermoso'.

ERGASTO
¡Oh, cómo a tiempo te mudaste en ninfa,
felicísimo y casi
1590
de tus dulzuras adivino amante!

MIRTILO
Ya se sentaba al amoroso oficio
el juez hermosísimo, y conforme
el orden y costumbre de Megara,
llegaba cada cual, según la suerte,
1595
a hacer de su boca y de sus besos
prueba con el bellísimo y divino
extremo de dulzura,
con la boca beata,
con la boca suave,
1600
que con tanta razón puede llamarse
concha olorosa indiana
de peregrinas perlas orientales,
con la parte que cierra
y abre el bello tesoro,
1605
púrpura en miel dulcísima mezclada.
¡Así decir pudiese, Ergasto mío,
la sin igual dulzura
qu’en besalla sentí! Mas tú la infiere
de no poder la lengua dar indicio,
1610
con estar en la boca
que la probó; pero recoge y junta
cuanto de dulce tienen
de Chipre cañas, o panales d'Hibla,
y será todo nada
1615
con esta suavidad de mí gustada.

ERGASTO
¡Oh robo venturoso! ¡Oh dulces besos!

MIRTILO
Dulces sí, mas no gratos,
pues les faltaba, al fin, la mejor parte
del entero deleite: Amor los daba,
1620
Amor no los tornaba.

ERGASTO
¿Qué sentiste
cuando a ti de besar tocó la suerte?

MIRTILO
Toda sobre estos labios
se vino en aquel punto el alma mía,
y la vida encerrada
1625
en espacio tan breve
era un beso no más; y así los miembros
quedaron casi sin vigor temblando.
Mas cuando cerca estuve,
como aquel que sabía
1630
ser aquel acto engaño
y robo malicioso,
temí la majestad del rostro hermoso;
aunque después, un poco asegurado
de cierto sonreír sereno suyo,
1635
pase más adelante:
Ergasto, Amor estaba,
de la suerte que abeja en frescas rosas,
en los rosados labios escondido,
y en tanto qu'ella estuvo
1640
con la boca besada
al besar de la mía
inmoble y mesurada,
de la miel gusté sólo la dulzura;
mas después que me puso
1645
y me ofreció el un clavel y el otro
(fuese o su cortesía o mi ventura:
bien sé qu'Amor no era),
y sonando los labios
se encontraron los besos
1650
(¡oh mi dulce! ¡Oh precioso!
¡Oh tesoro querido!
¡Que no me muera habiéndote perdido!),
allí sentí de l'amorosa abeja
el aguijón agudo y deleitoso
1655
pasarme el corazón (que por ventura
me fue restituido
para poder entonces ser herido).
Mas cuando ya me vi de muerte estarlo,
como desesperado, faltó poco
1660
que no mordí los homicidas labios;
mas me detuvo aquel suave aliento
que, como espiración d'alma divina,
el furor enfrenando
en mí, fue la modestia despertando.

ERGASTO
1665
¡Oh modestia molesta
y para con amantes importuna!

MIRTILO
Mas ya que de besar faltó ninguna,
y que con suspensión d'ánimo grande
sentencia se atendía,
1670
la bella y graciosísima Amarilis
juzgando ser mis besos
sabrosos más que todos,
con el florido premio que guardado
fue para el vencedor, de mano propia
1675
ocupó mi cabeza.
Mas, ¡ay!, llano de cerros coronado
no ardió con tanto extremo
debajo de la rabia
del Can celeste cuando muerde y ladra,
1680
como mi pecho ardía
entonces de dulzura y de deseo,
vencido en la vitoria más que nunca.
Con todo, volví tanto
en mí, que la guirnalda
1685
quite de mi cabeza, y en su mano
la puse, así diciendo:
'Ésta conviene a ti, ésta a ti toca,
que mis besos hiciste
tan dulces en tu boca'.
1690
Cortés la recibió, y al punto della
hizo corona a la madeja hermosa,
y con la que ceñía
sus sienes bellas adornó las mías,
qu'es esta qu'ahora traigo, y traer tengo
1695
hasta la sepultura
por la dulce memoria d'aquel día;
aunque más por señal de mi esperanza
ya muerta, ya perdida.

ERGASTO
Eres más digno
de piedad que d'invidia,
1700
¡oh tú, Mirtilo! ¡Oh Tántalo moderno!
En el juego d’amor, el que se burla
suele penar de veras. Caros mucho
los gustos te salieron,
y juntos recibiste
1705
el castigo y placer. Mas ella, ¿acaso
en algún tiempo descubrió el engaño?

MIRTILO
Eso no sé decir; sé que los días
que fue de su mirar Élide digna
siempre se me mostró cortés y humana,
1710
de su vista amorosa;
mas mi cruel destino
d'allí l'arrebató tan de repente,
qu'apenas lo entendí; y así, dejando
cuanto tener solía por más caro,
1715
del vigor de sus ojos atraído,
aquí, donde mi padre
después de tantos años
conserva, como sabes,
su antiguo y pobre albergue,
1720
vine, y vi… ¡Triste yo! Vine y vi luego,
vi luego haber corrido a eterno ocaso
aquel sereno y amoroso día
que comenzó con tan felice aurora.
Apenas parecí, cuando en su rostro
1725
se mostró, cual relámpago entre nubes,
fiero desdén; después bajó la vista
y bien lejos de mí guio los pasos.
'¡Mísero! (entonces dije)
Éstas de mi morir son las señales'.
1730
Sintió mi padre, en tanto, gravemente
esta no prevenida,
improvisa partida,
y, de dolor gravísimo oprimido,
enfermedad le dio cercana a muerte:
1735
así, me fue forzoso
volver al punto a la paterna casa.
Causó mi vuelta, ¡ay triste!,
salud al padre, enfermedad al hijo:
qu'ardiendo todo en amorosa fiebre,
1740
me puse en pocos días descaecido,
y del salir del Toro
hasta volver el Sol a Capricorno
estuve de tal suerte;
y hasta ora estuviera
1745
si mi piadoso padre
por consejo al oráculo no fuera;
y tal respuesta dio: que solamente
el cielo de l'Arcadia
darme salud podía.
1750
Torneme, pues, Ergasto,
a ver de nuevo aquella
que me sanó del cuerpo
(¡oh voz de todo oráculo engañosa!)
para dejarme siempre el alma enferma.

ERGASTO
1755
Cuéntasme estraño caso,
y es forzoso decir que digno eres
de gran piedad; mas sólo
queda al desesperado
en su adversa fortuna
1760
por salud no esperar salud alguna.
Ya es tiempo de que vaya a dar noticia
a Corisca de cuanto referiste.
Tú me espera en la fuente;
qu'allí vendré a buscarte diligente.

MIRTILO
1765
Ve, amigo, en feliz hora,
y a tu piedad el Cielo
el premio dé que darte yo no puedo.

Scena segunda

Dorinda, Lupino, Silvio

DORINDA
¡Ay deleite feliz! ¡Ay fiel cuidado
de mi desapiadado y bello Silvio!
1770
¡Ay, si de tu cruel señor yo fuera
amada como tú, Melampo mío!
Él, con la blanca mano
con la que (¡ay triste!) el corazón me aprieta,
te sustenta y regala dulcemente:
1775
contigo alberga el día
y contigo la noche;
mientras yo, que le amo
tanto, en vano suspiro, en vano ruego.
Y, lo que más me duele,
1780
te da tan caros, tan suaves besos,
que por uno no más que yo alcanzara
dichosa sumamente me juzgara.
Ya que no puedo mas, quiero besarte,
venturoso Melampo; y si, por suerte,
1785
d'amor benigna estrella a mí te envía
para que sus pisadas
tú me descubras, vamos,
vamos por donde a ti Naturaleza,
y a mí el amor inclina. Mas ¿no siento
1790
cerca d'aquí sonar una bocina?

SILVIO
¡To, to! ¡Melampo, cito!

DORINDA
Si acaso mi deseo no me engaña,
aquella voz es de mi bello Silvio,
qu'en estas selvas a su perro busca.

SILVIO
1795
¡To, to, Melampo! To!

DORINDA
Su voz, sin duda,
es. ¡Oh feliz Dorinda!
El bien qué buscas, hoy te envía el Cielo.
Más vale que su perro esté escondido:
podrá ser que con él su amor conquiste.
1800
¡Lupino!

LUPINO
Vesme aquí.

DORINDA
Con este perro
detrás d'aquella mata
te esconde. ¿Me entendiste?

LUPINO
Sí que entendí.

DORINDA
Ni salgas, si no llamo.

LUPINO
Así lo haré.

DORINDA
Ve presto.

LUPINO
Y tú despacha,
1805
porque si bestia igual hambre tuviere,
en un bocado no me coma.

DORINDA
¡Oh, cómo
vales poco! ¡Ve presto!

SILVIO
¿Por dónde (¡triste yo!), por dónde debo
1810
para seguirte enderezar los pasos,
caro y fiel Melampo? Llano y monte
anduve sin provecho,
ya estoy cansado y débil.
¡Oh, maldita la fiera que seguiste!
1815
Mas veo una pastora, y nueva alguna
quizá me dará dél. ¡Qué mal estorbo!
Esta es la que siempre me molesta;
mas sufrir me conviene. Bella ninfa,
dime si viste a mi fiel Melampo,
1820
que poco ha solté tras una gama.

DORINDA
¿Yo bella, Silvio? ¡Bella!
¿Por qué bella me llamas, si a tus ojos
(¡cruel!) bella no soy?

SILVIO
O bella o fea,
¿viste mi perro? A esto
1825
me responde, o me parto.

DORINDA
Silvio, eres
áspero demasiado a quien te adora.
Y ¿quién creerá qu'en tan suave aspecto
viva tan duro afecto?
Tú sigues por las selvas
1830
y por ásperos montes
a fiera fugitiva, y en alcance
d'un sabueso t'afanas y consumes,
y ¿de mí, que te amo tanto, huyes?
Y ¿tanto me desprecias?
1835
¡Ay! No sigas silvestre gama. Sigue,
sigue amorosa, ¡ay!, sigue mansa gama
qu'está, sin ser cazada, atada y presa.

SILVIO
Aquí, pastora, en busca de Melampo
vine, no a perder tiempo. A Dios te queda.

DORINDA
1840
¡Ay Silvio riguroso! No me huyas,
que yo daré de tu Melampo nueva.

SILVIO
Tú me burlas, Dorinda.

DORINDA
Silvio mío,
por el amor que sierva
tuya me hizo, ¡ay sí!, que sé del perro;
1845
Dime, ¿no le soltaste
tras una gama ha poco?

SILVIO
Soltele, y aun perdí su rastro presto.

DORINDA
Él y la gama están en poder mío.

SILVIO
¿En tu poder?

DORINDA
En mi poder. ¿Te pesa
1850
tener obligación a quien t'adora?

SILVIO
Cara Dorinda mía, dámelos luego.

DORINDA
¡Oh niño variable! ¡A qu’he venido,
qu'una fiera y un perro
me hicieron cara! Advierte, vida mía,
1855
que no tengo de darlos sin hallazgo.

SILVIO
Es bien razón. Darete…
(quiero engañarla)

DORINDA
¿Qué?

SILVIO
…dos bellas pomas
de oro, que dos días
habrá que me las dio mi madre hermosa.

DORINDA
1860
¡Que no me faltan pomas! Yo podría
darte algunas que fuesen, por ventura,
más que las tuyas bellas y sabrosas,
a no serte mis dádivas odiosas.

SILVIO
Y ¿qué quisieras, pues? ¿Algún cabrito
1865
o cordera, por suerte? Mas mi padre
aún no me concedió licencia tanta.

DORINDA
¡Que no quiero cabrito ni cordera!
Sólo tu amor, y a ti, Silvio, quisiera.

SILVIO
¿Ni más que mi amor quieres?

DORINDA
Más no quiero.

SILVIO
1870
Sí, sí que te le doy, dóytele todo.
Tú, pues, ¡oh ninfa cara!,
dame el perro y la gama.

DORINDA
¡Ay si supieses cuánto ese tesoro
de que tan liberal pareces vale,
1875
o con la lengua el corazón dijese!

SILVIO
Escucha, bella ninfa, de contino
de cierto amor me hablas
que no sé lo que sea:
tú quieres que te ame, y yo te amo
1880
cuanto puedo y entiendo;
dices que soy cruel, y no conozco
lo que sea crueldad. No sé qué hacerte.

DORINDA
¡Ay Dorinda, infeliz, en quien pusiste
tu esperanza! ¿De quién socorro esperas?
1885
¿De beldad que no siente
centella de la llama
d'aquel amor que abrasa todo amante?
Amoroso muchacho,
eres para mí fuego, y tú no ardes;
1890
amor espiras tú, y amor no sientes.
A ti, en humana forma
de bellísima madre,
la gran Diosa parió que Chipre adora:
tú tienes fuego y flechas,
1895
bien lo sabe mi pecho
abrasado y herido;
pon a tus hombros alas:
serás nuevo Cupido,
que, fuera de tener el pecho helado,
1900
para segundo Amor (¡oh rapaz bello!)
cosa no te faltó sino tenello.

SILVIO
¿Qué cosa es ese amor?

DORINDA
Es, si yo miro
ese tu rostro hermoso,
amor un paraíso;
1905
mas, si miro mi pecho,
es infernal incendio.

SILVIO
Ninfa, no más palabras:
acaba, dame el perro.

DORINDA
El concertado amor me da primero.

SILVIO
1910
Pues ¿ya no te le di? ¡Ay Dios, qué pena
es contentarte! Tómalo, y haz dello
lo que quisieres. ¿Quién lo niega o veda?
¿Pretendes más? ¿Qu’aguardas?

DORINDA
¡Infelice Dorinda,
1915
en el arena pierdes
la obra y la semilla!

SILVIO
¿Qué haces? ¿En qué piensas?
¿Aún quieres detenerme?

DORINDA
No tan presto tendrás lo que deseas
1920
que de mí te huirás, doblado Silvio.

SILVIO
No, cierto, bella ninfa.

DORINDA
Una prenda me da.

SILVIO
¿Qué prenda quieres?

DORINDA
¡Ay! No oso decirlo.

SILVIO
¿Por qué?

DORINDA
Tengo vergüenza.

SILVIO
1925
Y, con todo, lo pides.

DORINDA
Querría sin hablar ser entendida.

SILVIO
Te avergüenza decirlo, y ¿no tuvieras
vergüenza al recibirlo?

DORINDA
Direlo, en fin, si dármelo prometes.

SILVIO
1930
Prométolo, mas quiero me lo digas.

DORINDA
¡Ay mi Silvio, mi bien, que no me entiendes!
A decírmelo tú, yo te entendiera.

SILVIO
Es cierto, qu'eres tú más maliciosa.

DORINDA
Más que tú soy ardiente,
1935
y menos rigurosa.

SILVIO
A decirte verdad, yo no adivino:
habla, si quieres ser de mí entendida.

DORINDA
Uno (¡ay triste!) d'aquellos que tu madre
te suele dar.

SILVIO
¿Un bofetón?

DORINDA
¡Oh Silvio!,
1940
¿a quien t'adora bofetón?

SILVIO
Con éstos
me suele regalar bien a menudo.

DORINDA
¡Ay, que verdad no es eso!
Y tal vez ¿no te besa?

SILVIO
Ni me besa
ni quiere permitir me besen otros.
1945
¿Querrías tú por prenda un beso, acaso?
¿No me respondes? Tu color t'acusa:
sin duda qu’acerté. Yo me contento;
mas dame, con la presa,
el perrro tú primero.

DORINDA
1950
¿Me lo prometes, Silvio?

SILVIO
Digo que lo prometo.

DORINDA
Y¿me lo cumplirás?

SILVIO
Que sí, te digo:
no me des más tormento.

DORINDA
¡Lupino, ven! ¡Lupino! ¿Aún no me oyes?

LUPINO
1955
¡Oh, qué molesto eres! ¿Quién me llama?
Ya voy; yo no dormía: el perro era.

DORINDA
Silvio, tu perro mira,
que, mucho más que tú cortés, en estos…

SILVIO
¡Oh, qué contento estoy!

DORINDA
…en estos brazos
1960
que tú tanto desprecias
se vino a reposar…

SILVIO
¡Oh mi querido,
oh mi fiel Melampo!

DORINDA
…mis besos estimando y mis suspiros.

SILVIO
Mil veces y otras mil besarte quiero.
1965
¿Si te hiciste mal corriendo acaso?

DORINDA
Dichosísimo perro,
¿por qué trocar mi suerte
con la tuya no puedo?
¡Ay triste, a qu’he venido,
1970
que d'un perro los celos me atormentan!
Mas tú, Lupino, parte hacia la caza,
que dentro de muy poco
seguiré tus pisadas.

LUPINO
Voy, señora.

Scena tercera

Silvio, Dorinda

SILVIO
No tienes mal alguno. A lo que resta,
1975
¿dónde tienes la gama prometida?

DORINDA
¿La quieres viva o muerta?

SILVIO
No te entiendo.
Y ¿cómo viva, si la mató el perro?

DORINDA
Mas ¿si no la mató?

SILVIO
¿Está, pues, viva?

DORINDA
Viva.

SILVIO
Tanto más cara
1980
y tanto más gustosa
es para mí tal presa. Y ¿fue tan diestro
Melampo, que mordido
no la haya, o tocado?

DORINDA
Sólo en el corazón tiene una herida.

SILVIO
1985
Dorinda, ¿devaneas o me burlas?
Di, ¿cómo puede estar viva, si tiene
el corazón herido?

DORINDA
Yo soy aquella gama,
cruelísimo Silvio,
1990
que, sin ser atendida,
de ti soy presa y soy de ti vencida:
viva si me amparares,
muerta si me dejares.

SILVIO
¿Es ésta aquella gama, aquella presa
1995
qu'ha poco me decías?

DORINDA
Ésta sola. Mas ¡ay! ¿Por qué t’alteras?
Dime, ¿no t'es más caro
tener ninfa que fiera?

SILVIO
No me eres cara, no; ni yo te amo,
2000
antes me eres odiosa,
fea, vil, importuna y mentirosa.

DORINDA
¿Es éste el galardón (¡oh cruel Silvio!),
es ésta la merced que tú me ofreces?
Garzón ingrato, a tu Melampo lleva
2005
en don, y a mí con el (¡triste!); que todo,
como tornes a verme, te perdono;
de tus hermosos ojos solamente
el sol no se me niegue.
Seguiré tus pisadas, compañera
2010
aun más fiel que tu fiel Melampo;
y cuando estés cansado
te enjugaré la frente,
y reposo tendrás sobr'este lado
que por ti no reposa.
2015
Yo llevaré las armas y la presa,
y si faltare fiera por el monte,
herirás a Dorinda: en este pecho
podrás tú siempre ejercitar el arco;
que, como tú quisieres,
2020
le llevaré tu sierva,
le probaré tu presa,
de tu flecha seré blanco y aljaba.
Mas ¿con quién hablo? ¡Ay triste!
¿Contigo, que te vas y no me escuchas?
2025
Mas huye; que Dorinda
te seguirá hasta el cruel Infierno,
si en otro puedo verme
de tan gran fiereza
como el de mi dolor y tu aspereza.

Scena cuarta

Corisca

[CORISCA]
2030
¡Oh cómo favorece mis desinios
Fortuna mucho más que yo esperaba!
Y con razón es favorable a aquella
que soñolienta su favor no pide:
cierto, gran fuerza tiene, y no la llama
2035
sin ocasión potente diosa el mundo.
Mas hase d'encontrar y acariciarse,
allanando la senda por do viene;
que son los perezosos
o nunca o raras veces venturosos.
2040
Si compañera no me hubiera hecho
mi industria d'Amarilis, ¿quién pudiera
facilitarme ahora
una ocasión tan buena
de conseguir buen fin mi pensamiento?
2045
Otra boba cualquiera
huyera a su enemiga,
y, llevando patentes en la frente
las señas de sus celos,
hubiérala mirado malamente.
2050
Mas fuera error; que con mayor cautela
del público enemigo nos guardamos
que del secreto; la escondida roca
es quien engaña al marinero sabio;
quien no sabe fingiendo hacerse amigo,
2055
a tiempo no sabrá ser enemigo.
Hoy se verá lo que Corisca sabe
hacer. Mas no soy yo, no soy tan necia
que deje de creer qu'ella es amante.
Podralo persuadir a cualquier otra
2060
más lerda; y a mí no, que soy y he sido
de tal arte maestra. Una muchacha
tierna y sencilla, ayer venida al mundo,
en quién destiló Amor tan poco antes
la suavidad de sus primeros gustos,
2065
largo tiempo seguida y requebrada
de tal amante, y lo que más importa,
besada y más besada, ¿será firme?
¡Loco quien lo creyere! No lo creo.
Mas ved cómo me ayuda mi destino:
2070
¿Amarilis no es ésta? Fingir quiero
no haberla visto y retirarme a un lado.

Scena quinta

Amarilis, Corisca

AMARILIS
Caras selvas dichosas,
y vosotros, callados
solitarios horrores,
2075
de paz y de reposo
albergues verdaderos,
¡oh cuán de buena gana vuelvo a veros!
Y más: si las Estrellas
me hubieran dado en suerte
2080
vivir para mí sola, y hacer vida
por mi gusto regida,
con los Elisios campos
(venturoso jardín de semidioses),
vuestra sombra apacible no trocara;
2085
que, si bien se repara,
estos bienes mortales
solamente son males;
siempre quien más abunda menos tiene,
y más que posesor es poseído:
2090
riquezas no, mas lazos
d'ajenas libertades.
¿Qué vale en tiernos años
título de belleza,
fama d'honestidad y en mortal sangre
2095
nobleza celestial? ¿Qué, tantas gracias
del Cielo y de la tierra,
aquí espaciosos prados
de libres arroyuelos fomentados,
allí laderas verdes
2100
ricas de fértil yerba
y más fértil ganado,
si al corazón aqueja otro cuidado?
Dichosa pastorcilla
que viste pobre, sí, mas aseada
2105
y bien limpia sayuela,
rica de los tesoros de sí misma,
de naturales gracias adornada,
qu'en suave pobreza
pobreza no conoce,
2110
ni las molestias siente de riqueza
siendo dueño feliz de todo aquello
con que gana de más no l'atormenta.
Pobre sí, mas contenta.
Con naturales dones
2115
los dones naturales alimenta:
con leche aviva más su fresca leche,
y con sabrosa miel dulzura añade
a su sabor y natural dulzura;
la fuente donde bebe
2120
quien l'aconseja es y quien la baña.
Ella pagada está, pagado el mundo;
por ella en vano el cielo
se turba con nublados,
por ella en vano de granizo s'arma;
2125
que su pobreza libre nada teme,
con nada s'amedrenta.
Pobre sí, mas contenta.
Sólo un dulce cuidado
de todo afán esento
2130
el corazón le ocupa.
Pace la verde yerba
el ganado que guarda, y entretanto
ella con bellos ojos apacienta
al pastorcillo amante;
2135
no a quien le destinaron
o los hombres o estrellas,
sino al qu’Amor le dio; y entre las ramas
sombrías de algún mirto
(favorecido dellos)
2140
enamorada más, más enamora;
ni por el siente ardor que no descubra,
ni ella ardor descubre que él no sienta.
Pobre sí, mas contenta.
¡Oh verdadera vida,
2145
que no sabes qué sea
morir antes de muerte!
¿Quién pudiera trocar contigo suerte?
Mas Corisca es aquélla, quiero hablalla.
El Cielo te me guarde,
2150
dulcísima Corisca.

CORISCA
¿Quién me llama?
¡Ay Amarilis mía, más que estos ojos
y que mi vida cara!
¿Adónde vas tan sola?

AMARILIS
Sólo a la parte donde ahora estamos,
2155
y ¿a dó más bien, pues merecí encontrarte?

CORISCA
Tú encuentras quien de ti jamás se parte,
dulce Amarilis, y aun ahora estaba
en ti pensando, y entre mí decía:
'Si yo su alma soy, ¿cómo puede ella
2160
sin mí tan largo tiempo estar?' Y en esto
(¡oh mi bien!) tú llegaste.
Mas ya no amas a tu fiel Corisca.

AMARILIS
Y eso ¿por qué?

CORISCA
¡Cómo! ¿Por qué preguntas,
siendo tú esposa hoy?

AMARILIS
Yo ¿esposa?

CORISCA
Esposa,
2165
y a mí no lo descubres.

AMARILIS
Mal puedo, sin saberlo, descubrirlo.

CORISCA
¿Aún finges? ¿Aún lo niegas?

AMARILIS
¿Aún me burlas?

CORISCA
Antes, tú sola burlas.

AMARILIS
Luego ¿dices
eso como verdad?

CORISCA
Y aun te lo juro.
2170
¿De veras no lo sabes?

AMARILIS
Bien sabía
que prometida fui, mas ignoraba
que tan cercanas fuesen
mis bodas. ¿De qué parte lo supiste?

CORISCA
De Ormín mi hermano, y él lo había entendido
2175
de muchos, ni se trata d'otra cosa.
Parece que te turbas. ¿Ésta es nueva
para turbarse, a dicha?

AMARILIS
Es un gran paso,
Corisca, y aun mi madre me decía
que se nace tal día.

CORISCA
2180
Para vida mejor, cierto, se nace.
Debieras alegrarte, según esto.
¿A qué suspiras? Deja,
¡ay!, deja suspirar al infelice.

AMARILIS
¿Cuál infeliz?

CORISCA
Mirtilo, que presente
2185
estuvo a todo lo que dijo Ormino;
y poco menos que d'inmensa pena
no le viera morir. Y aun fuera muerto,
a no ayudarle yo con prometerle
estorbaría el desposorio; y, puesto
2190
lo dije por causarle algún alivio,
fuera mujer para ponello en obra.

AMARILIS
¿Cómo así? ¿Que te atreves a estorbarlo?

CORISCA
¡Y de qué suerte!

AMARILIS
¿Cómo?

CORISCA
Fácilmente,
como tú te dispongas y consientas.

AMARILIS
2195
Si lo esperase, y tú la fe me dieses
de no lo publicar, te descubriera
un pensamiento que gran tiempo escondo
dentro del corazón.

CORISCA
¿Yo publicallo?
Por milagro, primero,
2200
abriéndose la tierra, en sí me trague.

AMARILIS
Sabrás, Corisca, pues, que cuando pienso
que debo estar sujeta a rapacillo
que de mí huye y me desprecia, y sólo
es su cuidado el monte,
2205
y que estima una fiera y un sabueso
mucho más qu'el amor de mil pastoras,
descontenta me hallo, y vivo casi
desesperada sin osar decirlo,
porque la honestidad no lo consiente
2210
y porque ya la fe le di a mi padre,
y, lo que importa más, a la gran Diosa.
Mas si por obra tuya (siempre salva
la fe, salva la vida,
honestidad y religión), d'aqueste
2215
ñudo, a mí tan molesto,
se rompiesen los hilos, tú serías
mi salud y mi vida.

CORISCA
Si por eso
suspiras, razón tienes.
¡Ay Amarilis! ¡Cuántas veces dije:
2220
'¡Qu’es posible que se dé cosa tan bella
a quien la menosprecia,
joya tan rica a quien no la conoce!'
Mas, a decir verdad, eres muy sabia,
antes necia en extremo.
2225
Dime, ¿por qué no hablas
y te das a entender?

AMARILIS
Tengo vergüenza.

CORISCA
Gran mal, hermana, tienes;
antes tener quisiera
2230
fiebre, cáncer o rabia.
Mas cree la perderás, como las otras.
Sí, sí, bastará bien qu'una vez sola
la deseches o venzas.

AMARILIS
Vergüenza que estampó Naturaleza
2235
desechar no se puede; que si quieres
del corazón echarla, al rostro huye.

CORISCA
¡Oh mi Amarilis! La que de muy sabia
calla su mal, al fin le grita loca.
Si pensamiento tal antes de ahora
2240
descubierto me hubieras,
fuera deste embarazo ya estuvieras.
Hoy verás lo que sabe hacer Corisca:
en manos más fieles o más diestras
no pudieras caer. Mas dime, cuando
2245
sin tal esposo estés por mi respeto,
¿no te agrada escoger un buen amante?

AMARILIS
Pensaremos sobre eso más de espacio.

CORISCA
Cierto, faltar no puedes
a tu fiel Mirtilo;
2250
y tú sabes si hay en toda Arcadia
hoy pastor por valor, por fe sincera
y por belleza, de tu amor más digno.
Y tú morir le dejas
(¡oh en extremo cruel!) sin que te diga
2255
por lo menos 'Yo muero'.
Escúchale una vez.

AMARILIS
¡Cuán bien haría
en darse paz y en arrancar del todo
la raíz d'un deseo
qu'está sin esperanza!

CORISCA
2260
Dale consuelo tal antes que muera.

AMARILIS
Será más presto acrecentar su duelo.

CORISCA
Corra después por él ese cuidado.

AMARILIS
Y de mí ¿qué será, si en algún tiempo
viene a saberse?

CORISCA
¡Oh corazón cobarde!

AMARILIS
2265
Como valga a bondad, cobarde sea.

CORISCA
Si te haces tan lícito, Amarilis,
faltarme en lo que pido, también puedo
faltarte yo. Queda con Dios.

AMARILIS
¡Espera!
¡Escúchame, Corisca!

CORISCA
Ni palabra
2270
pienso escuchar, si no me lo prometes.

AMARILIS
Pues oírle prometo en esta forma:
que no me fuerce a más…

CORISCA
Más no pretende.

AMARILIS
…y tú le harás creer que dello nada
he yo sabido…

CORISCA
Mostraré que todo
2275
ha sucedido acaso.

AMARILIS
…y más: que pueda
a mi gusto partir, ni me contraste…

CORISCA
Cuando te diere gusto, como escuches.

AMARILIS
…y que presto concluya…

CORISCA
2280
Eso también hará.

AMARILIS
…ni se me acerque
distancia de mi dardo.

CORISCA
¡Oh Cielo, que trabajo me produce
reformar tu simpleza!
Otro cualquiera miembro
2285
(reservando la lengua),
porque segura estés, pienso ligarle.
¿Hay más que pretender?

AMARILIS
Más no pretendo.

CORISCA
Y bien, ¿cuándo será?

AMARILIS
Cuando quisieres:
sólo tasado tiempo
2290
para volver a casa me concede,
donde de tales bodas
mejor me informaré.

CORISCA
Parte; y advierte
que con industria inquieras.
Mas oye ahora aquello
2295
que voy imaginando: por la siesta,
hoy, a la fresca sombra
aquí vendrás sin compañera alguna,
adonde yo estaré para el efeto
con Nerina y Aglaura,
2300
Licori, Elisa y Fili, todas mías
y no menos astutas que fieles
secretas compañeras; y con ellas
trazando, como sueles a menudo,
el juego de la ciega,
2305
entenderá Mirtilo
que no por su respeto,
sino por tu recreo allí veniste.

AMARILIS
Mucho me agrada así; mas no quisiera
que estuviesen presentes las pastoras
2310
a las palabras de Mirtilo. ¿Entiendes?

CORISCA
Entiendo. Avisas bien: tendré cuidado
en que sobr'eso algún temor no tengas.
Ve, y en tanto te acuerda
d'amar a tu fielísima Corisca.

AMARILIS
2315
Pues yo mi corazón puse en sus manos,
hacerse amar podrá cuanto quisiere.

CORISCA
Parece qu'está firme: mayor fuerza
a tal roca conviene. Si al asalto
de mis palabras pudo hacer defensa,
2320
cierto a las de Mirtilo
no podrá resistir. Bien se me alcanza
lo qu'en el pecho de doncella tierna
pueden los ruegos d'apacible amante.
Si reducir se deja a tal partido,
2325
tanto la estrecharé con este juego,
qu'en extremo la dañe; pues no sólo
de lo que me dirá (quiera o no quiera)
podré inquirir, mas penetrar con arte
del mismo corazón lo más oculto.
2330
Y cuando al fin le tenga ya en la mano,
siendo señora del secreto suyo,
hacer espero, sin algún trabajo,
lo que quisiere della; y de tal suerte
he de guialla a lo que yo deseo,
2335
que crea fácilmente
haberla conducido
a semejante estrecho
su mucho amor, no mi doblado pecho.

Scena sexta

Corisca, Sátiro

CORISCA
¡Ay de mí! ¡Muerta soy!

SÁTIRO
Yo, vivo.

CORISCA
¡Vuelve!
2340
¡Vuelve, Amarilis mía, que soy presa!

SÁTIRO
No te oye Amarilis.
Esta vez sí te convendrá estar queda.

CORISCA
¡Ay, mis cabellos!

SÁTIRO
Tanto esperé al paso,
que caíste en la red. ¿Sabes? No es ésta
2345
la mantellina, no: son los cabellos.

CORISCA
¿A mí, Sátiro?

SÁTIRO
¡A ti! ¿No eres aquella
hoy aquí, tan famosa y excelente
maestra de embelecos, la que vende
a precio tan subido
2350
mentirosas palabras, esperanzas
y fingido mirar, la engañadora
y pésima Corisca,
que siempre en tantos modos
me burló?

CORISCA
Soy Corisca, ciertamente,
2355
mi sátiro gentil, aunque no aquella
que tan bella y tan cara fue a tus ojos.

SÁTIRO
¿Ahora soy gentil? Así, maligna,
¿cómo gentil no era
cuando por Coridón tú me dejaste?

CORISCA
2360
¿A ti por otro?

SÁTIRO
¿Escuchas maravilla?
¿Es novedad al ánimo sincero?
Y cuando el arco a Lila, el velo a Clori,
la saya a Dafne, a Silvia las botillas
me induciste a robar, porque mi hurto
2365
fuese después d'aquel amor el premio
qu'a mí fue prometido a otro dado;
y cuando la bellísima guirnalda
que yo dado te había diste a Niso;
y cuando en la caverna, en bosque y fuente,
2370
haciéndome velar las noches frías,
te burlaste de mí, ¡infame!, ¿entonces
te parecí gentil? Piensa que ahora,
ahora pagarás todo lo hecho.

CORISCA
¡Ay, que tiras de mí como si fuera
2375
algún irracional!

SÁTIRO
¡Qué bien dijiste!
Desásete, si puedes; no recelo
que d’aquí te me huyas: con tal presa
no valdrán tus engaños
Otra vez te escapaste, mas si ahora
2380
la cabeza en las manos no me dejas,
dellas procurarás salir en vano.

CORISCA
Siquiera tanto tiempo no me niegues
que a placer mi razón te diga.

SÁTIRO
Habla.

CORISCA
¿Cómo quieres que hable, estando presa?
2385
Suéltame.

SÁTIRO
¿Qué te suelte?

CORISCA
Yo prometo
mi fe de no huir.

SÁTIRO
¿Cuál fe? ¿Qu'és della?
¡Oh hembra engañosísima, que aún osas
hablar de fe conmigo! He de llevarte
2390
a la mas honda y hórrida caverna
del monte, donde nunca
llegue rayo de sol ni planta humana.
No digo lo demás, has de sentirlo:
haré con mi deleite y con tu mengua
2395
aquel estrago en ti que mereciste.

CORISCA
¡Oh cruel! ¡Que ofender, que ofender puedas
a madeja que un tiempo
te enlazó el corazón, a este rostro
que tu deleite fue, a la que cara
2400
más que tú vida a ti era otras veces,
por quien jurabas que te hubiera sido
hasta la muerte dulce! ¿A ésta puedes
sufrir hacer ultraje? ¡Oh cielo! ¡Oh suerte!
¿En quién puse esperanza? O ¿a quién debo
2405
(¡triste!) creer d'hoy más?

SÁTIRO
¡Ah, fementida!
¿Que aún piensas engañarme? ¿Que aún me tientas
con tus engaños y con tus caricias?

CORISCA
¡Ay Sátiro cortés, cese el estrago
de quien t'adora! ¡Ay, que no eres fiera,
2410
ni tienes corazón de hierro o mármol!
Vesme a tus pies; si acaso t'he ofendido,
ídolo de mi alma, perdón pido.
Por estas sobrehumanas y nervosas
rodillas que yo abrazo, a quien me postro,
2415
por el pasado amor que me tuviste
y por la suavísima dulzura
que causarte solían estos ojos
que estrellas tú llamaste y ya son fuentes,
por este llanto amargo te suplico
2420
tengas piedad de mí, quieras soltarme.

SÁTIRO
Moviome la taimada, y si creyera
al afecto no más, fuera vencido.
Ya sé cuán mala eres, no te creo:
engañas más a quien en ti más fía;
2425
dentro d'esa humildad y d'esos ruegos
se esconde, al fin, Corisca. Tú no puedes
ser de ti diferente, ¿a que porfías?
¡Ay mi cabeza! ¡Ay fiero, espera un poco!
Para, te ruego, y una gracia sola
2430
no me niegues, ¡ay, no!

SÁTIRO
¿Qué gracia es ésa?

CORISCA
Que me escuches un poco.

SÁTIRO
¿Piensas con fementidas palabrillas
y mendigadas palabras moverme?

CORISCA
¡Ay Sátiro cortés! ¿Que determinas
2435
aún darme pena?

SÁTIRO
Ven, que probaraslo.

CORISCA
Y ¿sin piedad?

SÁTIRO
Y sin piedad alguna.

CORISCA
Y ¿estás en esto firme?

SÁTIRO
En esto firme.
¿Acabaste el encanto, por ventura?

CORISCA
¡Oh villano indiscreto,
2440
medio hombre, medio cabra y todo bestia!
¡Oh asqueroso defeto
de la Naturaleza!
Si piensas que Corisca no te ama,
piensas verdad. ¿Qué tienes
2445
amable en ti? ¿Por dicha el rostro bello?
¿Quizá la barba sucia,
las orejas de cabra, la babosa
desdentada caverna?

SÁTIRO
¿A mí, maligna…

CORISCA
¡A ti, cabrón!

SÁTIRO
…y yo con estas manos
2450
no arrancaré tan maldiciente lengua?

CORISCA
¡Si te llegas…! ¡Si a tanto te atrevieses…!

SÁTIRO
¡Que mujercilla vil en estas manos
no tema; que me injurie y me desprecie!
Pues yo te haré…

CORISCA
Y ¿qué harás, villano?

SÁTIRO
2455
Viva te comeré.

CORISCA
¿Con cuáles dientes,
si no los tienes?

SÁTIRO
¿Tal consientes, Cielo?
Más fino te pagaré. ¡Ven! ¡Camina!

CORISCA
¡Oh, qué bueno! ¿Venir?

SÁTIRO
Pues ¿qué? ¿No quieres?

CORISCA
¡No, mal tu grado! ¡No!

SÁTIRO
Que vendrás pienso,
2460
si dejar entendiese aquí los brazos.

CORISCA
Pues yo no he de venir, si la cabeza
entendiese dejar.

SÁTIRO
Verase ahora
cuál de nosotros tiene
más fuertes y tenaces
2465
o yo los brazos o tú el cuello. ¿Pones
las manos? Ni con eso
te podrás defender, hembra malvada.

CORISCA
¡Ahora lo veremos!

SÁTIRO
¡Será cierto!

CORISCA
¡Sátiro, tira bien! ¡A Dios! ¡Revienta!

SÁTIRO
2470
¡Ay, doliente de mí! ¡Ay de mí, triste!
¡Ay, mi cabeza! ¡Ay, lado! ¡Ay, mis espaldas!
¡Oh, qué mortal caída! Apenas puedo
moverme ni aliviarme.
¡Y qu'ella huye, cierto, y la cabeza
2475
deja aquí! ¡Maravilla desusada!
Venid a ver, ¡oh ninfas!, ¡oh pastores!,
este mágico asombro de quien huye
y sin cabeza vive. ¡Cuán ligera!
¡Qué poco seso tiene! ¿Cómo sangre
2480
no sale della? ¡Ay! ¿Qué miro? ¡Oh necio!
¡Oh mentecato! ¿Sin cabeza ella?
¡Tú sí que no la tienes! Jamás viose
otro burlado así. Ved la traidora
si se escapó cuando pensé tenella
2485
más bien asida. ¡Oh fementida maga!
¿No te bastaba el corazón fingido,
el rostro y el mirar, la habla y risa,
si también no fingías el cabello?
¿Éste, poetas, es el oro puro,
2490
este es el ambar fino que vosotros
vanamente alabáis? Siquiera, locos,
tened vergüenza, y, renovando el canto,
en vez d'aquél vuestro sujeto sea
el arte de impurísima y malvada
2495
encantadora que sepulcros abre
y robando cabellos de cabezas
podridas, los enreda con los suyos,
y tan bien los esconde, que os ha hecho
alabar lo que fuera
2500
más justo aborrecer que de Meguera
la madeja de sierpes monstruosa.
Amantes, ¿no son éstos vuestros lazos,
los rizos bellos y las trenzas ricas?
¡Miraldos con vergüenza, entorpecidos!
2505
Y siendo así que vuestros corazones
(según decís) se hallan detenidos
aquí, ya cada uno
sin llantos, sin suspiros,
podrá cobrar el suyo.
2510
Mas ¿por qué tardo en publicar sus faltas?
Nunca tan clara fue ni tan famosa
la vistosa madeja que en lo alto
es, con tantas estrellas,
ornamento del cielo,
2515
como lo será ésta de mi lengua;
aunque más la insolente
que la llevaba, infame eternamente.

Coro
¡Ay cuánto fue d'aquella
causa de nuestro mal el error grave
2520
qu'así ofendió las leyes
santísimas d'amor la fe manchando,
pues se encendió d'allí la mortal ira
de dioses inmortales
qu'aún no se desminuye
2525
con tanto lloro y sangre
d'inumerables almas inocentes!
Tal la fe, fundamento
de cualquiera virtud, de cualquier alma
bien nacida blasón y único ornato,
2530
es preciada en el Cielo;
tal de hacernos amantes
(por quien feliz se hace
nuestra naturaleza)
cuidado tiene aquel amante eterno.
2535
¡Oh vos, ciegos mortales, que sed tanta
tenéis de poseer, l'amada urna
guardando siempre d'un cadáver d'oro,
casi sombra desnuda
que vaya en torno a su sepulcro errando!
2540
¿Cuál amor, cuál deleite
d'una muerta hermosura
os ciega al corazón? Son las riquezas
y tesoros amores insensibles:
el verdadero y vivo amor de l'alma
2545
el alma es, y otro cualquier objeto,
porque d'amor carece,
digno no es del amoroso afecto;
el alma, porque sola
amor por amor vuelve,
2550
sola es digna d'amor, digna d'amante.
Es bien suave cosa
el beso que se coge
de la purpúrea y delicada rosa
d'una mejilla hermosa;
2555
mas quien, con todo, la verdad entiende,
como entendéis vosotros
que lo probáis, amantes venturosos,
dirá ser beso muerto
aquel a quien al punto
2560
la besada belleza
no le volviere el beso.
Mas los dulces y tiernos
golpes de dos enamorados labios,
cuando a herirse va boca con boca,
2565
y que al instante flecha
Amor con suavísima venganza
una y otra saeta,
son verdaderos besos, besos donde
con justas voluntades
2570
tanto a otro se da cuanto se quita.
Bese boca curiosa
y maliciosa o frente o pecho o mano:
jamás podrá decirse
que parte alguna bese en mujer bella
2575
que besadora sea
sino la boca, donde un alma y otra
corre luego a besarse, y con despiertos,
peregrinos espíritus, da vida
al hermoso tesoro
2580
de rubís besadores;
así qu'entre ellos hablan
aquellos animados
besos en son pequeño grandes cosas,
dulcísimos secretos,
2585
manifiestos a sí tan solamente
y a otros encubiertos:
tal gozo amando prueba, antes tal vida,
alma con alma unida,
y son como d'amor besos besados
2590
los encuentros también de dos amantes
corazones amados.


Acto III

Scena primera

Mirtilo

[MIRTILO]
¡Oh primavera, juventud del año,
nueva madre de flores,
de nuevas yerbecillas y d'amores!
2595
Tú vuelves, mas contigo
no vuelven los serenos
y venturosos días de mis gustos.
Tú vuelves, sí, tú vuelves,
mas contigo no torna
2600
sino la remembranza
miserable y doliente
de mi caro tesoro, ya perdido.
Tú aquélla, sí, tú aquella
eres que fuiste tan alegre y bella;
2605
mas yo no soy aquel que un tiempo he sido
d'unos ojos valido.
¡Oh dulzuras de amor, amargas mucho!
¡Cuánto, sin duda, cuánto
es más duro perderos
2610
que no haberos probado o poseído!
¡Oh cómo fuera amar dichoso estado
si nunca el bien gozado se perdiese,
o, cuando se partiese,
también toda memoria
2615
del fugitivo bien al punto huyese!
Mas si mis esperanzas
hoy no son, como suelen,
de frágil vidro, o si mayor no hace
de lo que ser debiera
2620
al esperar un desear sobrado,
aquí he de ver aquella
qu’es de mis ojos sol, aquí he de vella
(si alguno no me engaña)
al son de mis suspiros
2625
el fugitivo pie parar un poco.
Aquí de los deleites
d'aquel hermoso rostro
ha de tener suavísimo sustento
en su tan largo ayuno
2630
la vista deseosa.
Aquí d'aquella ingrata rigurosa
las altivas estrellas
volverán a mirarme,
duras sí, dulces no, y si no llenas
2635
d'amoroso deleite,
tan crueles que muera.
¡Oh, suspirado en vano largamente,
dichoso día, si después de tantos
tenebrosos de llantos,
2640
Amor tú me concedes
que vea hoy en sus divinas luces
de mis ojos el sol volver sereno.
Mas enviome Ergasto
aquí, donde me dijo estaban juntas
2645
Corisca y la bellísima Amarilis
para trazar el juego de la ciega,
aunque ciega no veo
sino mi voluntad y mi deseo,
que con ajena guía
2650
buscando van su luz y no la hallan.
¡Ay! ¿Si hubiese interpuesto
el destino envidioso en mis dulzuras
algún estorbo amargo?
El corazón me llena
2655
ya tan largo tardar de miedo y pena;
que un siglo a los amantes
parece el hora y punto que se tarda
el esperado bien que da contento.
Mas ¿quién sabe si tarde demasiado
2660
he venido? ¿Quién sabe si Corisca
esperó largamente aquí en vano?
Pues anduve solicito en partirme.
¡Ay! Si fuese verdad, he de morirme.

Scena segunda

Amarilis, Mirtilo, coro de Pastoras, Corisca

AMARILIS
¡Veis la ciega!

MIRTILO
Bien dijo 'veisla'. ¡Ay vista!

AMARILIS
2665
Ahora ¿qué os detiene?

MIRTILO
¡Ay voz, que m'has herido
y en un punto sanado!

AMARILIS
¿Dónde estáis? ¿Qué hacéis? Y tú, Liseta,
que deseabas tanto
2670
el juego de la ciega,
¿qué tardas? Tú, Corisca, ¿dónde fuiste?

MIRTILO
Ahora sí que puede bien decirse
qu'es ciego Amor; ahora sí que tiene
ojos vendados.

AMARILIS
Escuchad, vosotras
2675
que me mostráis la senda
y d’uno y otro lado
me tenéis por la mano:
en llegando las otras compañeras,
me conducid, bien lejos destas plantas,
2680
a la parte más llana y sin estorbos,
y allí, sola dejándome en su medio,
con las demás os mezclaréis, y todas
un cerco haced y el juego se comience.

MIRTILO
Y de mí ¿qué será, pues hasta ora
2685
ni veo ni me ocurre
cuál pueda deste juego
comodidad venirme
que cumpla mi deseo,
ni a Corisca descubro, qu'es mi norte?
2690
Su favor quiera el Cielo concederme.

AMARILIS
En fin, ¿habéis venido
ni más hacer pensastes
que vendarme los ojos?
¡Oh loquillas que sois! De juego va ya.

CORO
2695
Que seas ciego, Amor, no creo;
mas ciegas el deseo
de quien te cree,
y en ti hay poca vista, hay menos fe.
Ciego o no, no hay que tentarme:
2700
de ti quiero apartarme
a pasos largos,
pues, ciego como estás, ves más que Argos.
Así, ciego me enlazaste
y ciego me engañaste:
2705
bien sería
creerte, libre ya, necia porfía.
A tu gusto huye y ríe,
tú no harás qu'en ti me fíe,
por ser de suerte
2710
que no sabes burlarte sin dar muerte.

AMARILIS
Jugáis, sí, mas de lejos,
y os guardáis del peligro demasiado;
huir conviene, sí, mas dar palmadas
primero. Venid, pues; llegad, tocadme;
2715
que siempre, si yo puedo, no iréis libres.

MIRTILO
¿Qué miro? ¡Oh sumos dioses!
¿Dónde estoy? ¿En el cielo o en la tierra?
Tienen acaso (¡oh cielos!)
vuestras eternas vueltas
2720
tan suave armonía?
Decid, vuestras estrellas
¿tienen formas tan bellas?

CORO
Mas tú, ciego enemigo,
quieres jugar conmigo;
2725
ya te provoco,
mas huye el pie si con la mano toco.
Si te doy, voy de ti huyendo;
volviendo y revolviendo,
palmadas te voy dando,
2730
y no me vas hallando,
niño ciego,
que tengo libre el pecho de tu fuego.

AMARILIS
En buena fe, Licori, que entendía
haberte asido, mas así una planta;
2735
siento muy bien tu risa.

MIRTILO
¡Ay, si la planta fuera!
Mas ¿no veo a Corisca,
qu'está escondida entre aquellas matas?
Sin duda alguna es ella;
2740
y no sé qué señala,
que no la entiendo, y aun me hace señas.

CORO
Huye el libre presuroso.
¿A qué, ciego engañoso,
desperdicias
2745
tus fingidos regalos y caricias?
Ya otra vez torno de nuevo:
ando y huyo, a darte pruebo:
ya te doy, y no me prendes;
en vano, pues, me atiendes,
2750
niño ciego,
que tengo libre el pecho de tu fuego.

AMARILIS
¡Oh, fueses arrancada,
planta maldita, qu'otra vez te abrazo!
Cosa bien diferente tu ruido
2755
me pareció. ¿Por suerte, no creía
Elisa, que esta vez t'había cogido?

MIRTILO
Y, con todo, no cesa
de señalar Corisca;
y desdeñosa tanto,
2760
qu'amenazar parece.
¿Querría, por ventura,
que yo con estas ninfas me mezclase?

AMARILIS
Pues ¡cómo! ¿Jugar tengo
con los árboles siempre?

CORISCA
2765
Conviene, al fin, que salga de lo oculto
y, a mi pesar, te hable:
¡Abrázala, en extremo para poco!
¿Para qué te detienes?
¿Esperas que en los brazos se te ponga?
2770
¡Ve con ella! ¡Empareja!
¡Dame ese dardo, necio! ¡Asirte deja!

MIRTILO
¡Oh, que mal se conforman
el ánimo y deseo!
¡Qu’a tan poco se atreva
2775
corazón que desea y ama tanto!

AMARILIS
Sólo por esta vez, se vuelva al juego;
que ya cansada estoy. Sois, por mi vida,
demasiado indiscretas
en hacerme correr tan grande espacio.

CORO
2780
Mirad al Dios triunfante,
y qu'es del mundo amante
obedecido,
cómo queda burlado y ofendido.

Scena tercera

Amarilis, Corisca, Mirtilo

AMARILIS
¡Cogite Aglaura, a fe! ¿Huir pretendes?
2785
Te abrazaré con tan estrecho lazo…

CORISCA
Cierto que si no hubiera al improviso
con encuentro tan grande
juntando a entrambos, procuraba en vano
qu'él de por sí llegara.

AMARILIS
2790
¿No hablas? ¿Eres ella o no eres ella?

CORISCA
Aquí su dardo pongo, y a la mata
vuelvo para notar lo que se sigue.

AMARILIS
Ahora te conozco: eres Corisca
en ser tan grande y no tener cabellos.
2795
Sin duda qu'a ti sola deseaba
para darte a mi gusto
palmadas recias. Toma ésta, y otra,
y también ésta y ésta. Y ¿aún no hablas?
Mas desátame tú, pues tu me ataste,
2800
y con presteza sea, mi querida;
darete luego el más sabroso beso
que nunca recibiste.
¡Ea! ¿En qué te detienes?
¿Qué te tiembla la mano? ¿Estás cansada?
2805
Si no bastan las uñas,
los dientes pon. ¡Acaba, oh para poco!
Déjame hacer; que por mí misma quiero
salir deste embarazo.
¿No ves con cuántos nudos
2810
tan fuerte me apretaste? ¡Si ser ciega
tocar pudiere a ti…! Ya estoy sin venda.
Mas, ¡ay triste! ¿Qué veo?
¡Suelta, traidor! ¡Ay triste, que soy muerta!

MIRTILO
Ésta queda mi alma.

AMARILIS
¡Deja, fiero!
2815
¡Déjame! ¿Desta suerte a las pastoras
se fuerza? ¡Aglaura! ¡Elisa!
¡Ah, desleales! ¿Donde os habéis ido?
¡Traidor, suéltame! ¡Suelta!

MIRTILO
Ya te suelto.

AMARILIS
Engaño es éste de Corisca.
2820
¡Toma lo que sacaste dél!

MIRTILO
¿Adónde (¡ay triste!)
huyes, cruel? ¡Ay! ¡Vuelve!
¡Vuelve, vuelve a mi muerte!
Mira cómo me paso
con este dardo el pecho.

AMARILIS
¡Ay Dios! ¿Qué haces?

MIRTILO
2825
Lo que te pesa, acaso,
haga otro por ti, ¡oh ninfa dura!

AMARILIS
¡Ay, casi muerta estoy!

MIRTILO
Y si esta obra
a tu mano se debe,
el hierro aquí, y aquí mi pecho tienes.

AMARILIS
2830
Bien lo merecerías. ¿Quién t’ha dado,
quién, atrevido, quién, tanta osadía?

MIRTILO
Amor.

AMARILIS
No es causa amor d'acción villana.

MIRTILO
Pues de mi compostura bien merece
ser creído mi amor; que si primero
2835
me asiste tú, no debo ser notado
d'alguna villanía,
supuesto cuando tuve
comodidad tan buena d'atreverme,
y cuando usar contigo
2840
pude d'amor las leyes,
anduve tan discreto y tan sufrido,
que casi me olvidé de ser amante.

AMARILIS
No des en rostro con acción de ciega.

MIRTILO
¡Ay! Tanto más que tú soy ciego cuanto
2845
en el amor te excedo.

AMARILIS
De ruegos y caricias,
no de acechanzas y hurtos,
usa el discreto amante.

MIRTILO
Como silvestre fiera,
2850
que, de hambre oprimida,
dejando el monte al pasajero asalta,
tal yo, que sólo vivo de tus ojos,
ya qu'el sustento amado
o mi destino o tu rigor me niega,
2855
necesitado amante
hoy del bosque salí, donde he sufrido
largo y mísero ayuno;
y para mi remedio
el ardid intenté que me propuso
2860
necesidad d'amor. Mas no me culpes,
¡oh cruel! A ti sola culpar debes,
pues si sólo con ruegos
y con caricias, como tú dijiste,
discretamente el qu'es amante ama,
2865
tales medios de mí nunca esperaste:
tu sola me quitaste
con rigor y huida
el ser discreto amante.

AMARILIS
Harto discreto amante ser pudieras
2870
dejando de seguir quien de ti huye.
Sabes qu'en vano mis pisadas sigues,
¿qué pretendes de mi?

MIRTILO
Que una vez sola
te dignes escucharme antes que muera.

AMARILIS
Has negociado bien, pues alcanzaste
2875
la primera merced que me pediste.
Vete, pues.

MIRTILO
¡Ay pastora!
¡Ay, qu’es lo que te dije
apenas una gota
del infinito mar del llanto mío!
2880
Y, si no por piedad, por tu deleite,
siquiera escucha, ¡oh fiera!, de quien quiere
morirse ya los últimos acentos.

AMARILIS
Por quitarte de error y a mí de estorbo,
oírte me contento;
2885
mas ha de ser, advierte,
con igual condición: que digas poco,
que partas presto y que jamás no vuelvas.

MIRTILO
En círculo pequeño demasiado,
¡oh rigurosa ninfa!,
2890
Ceñir me mandas el deseo inmenso;
que, si con más que pensamiento humano
se pudiera medir, estoy seguro
apenas lo abrazara todo aquello
qu'en pensamiento humano caber puede.
2895
Yo te amo, cruel, más qu'a mi vida,
y si tú no lo sabes,
a las presentes selvas lo pregunta,
que lo dirán, y lo dirán con ellas
las fieras, los peñascos y los robles
2900
destos vecinos montes,
destos que tantas veces he movido
y enternecido al son de mis lamentos.
Mas ¿para qué fe tanta, o más certeza
de mi amor, donde hay tanta belleza?
2905
Mira cuánta hermosura
tiene el cielo sereno,
cuánta la tierra; ahora
júntala toda en un espacio corto:
descubrirás en ella
2910
l'alta necesidad del ardor mío;
que como baja el agua y sube el fuego
por propia calidad, el aire vaga,
fija la tierra está y el cielo vuelve,
así naturalmente a ti se inclina,
2915
como a su bien, mi pensamiento, y corre
a la belleza amada
con toda su afición el alma mía;
y aquel que desvialla
del caro objeto acaso pretendiese,
2920
antes torcer podría
del usado camino cielo y tierra,
el aire, el fuego, el agua,
y arrancar de su centro el mundo todo.
Mas, por mandarme que te diga poco,
2925
¡ay cruel!, diré poco si te digo
solamente que muero,
y haré menos muriendo cuando mire
lo que mi mal deseas; mas aquello,
aquello haré que sólo
2930
me queda amando miserablemente.
Mas después qu'esté muerto, ¡oh alma dura!,
muestra piedad de mi penar siquiera.
¡Oh cara! ¡Oh bella y tan suave un tiempo
causa de mi vivir mientras Dios quiso!
2935
¡Vuelve una vez! ¡Ay, vuelve!
¡Ay, vuelve esas estrellas amorosas
como las vi, serenas
y llenas de piedad antes que muera;
que me será después el morir dulce,
2940
y es bien que si me fueron
en un tiempo señales
dulcísimas de vida,
también ahora sean
señales de mi muerte.
2945
Los ojos amorosos y el suave
mirar que me guiaron a quererte
me guíen a la muerte,
y quien mi alba fue hoy también sea
lucero de mi día declinante.
2950
Mas tú, siempre más dura, en ti no sientes
centella de piedad, antes te haces
áspera tanto más cuanto más ruego.
Así pues, sin hablar, ¿así me escuchas?
¿A quién hablo, infeliz? ¿A un mudo mármol?
2955
Si más decir no quieres,
dime, a lo menos, 'Muere',
y me verás morir. Ésta, amor fiero,
es bien miseria extrema: que tan dura
pastora que desea
2960
tanto mi fin, porque merced no sea
de su mano mi muerte,
muerte avara me niega.
Responderme no quiere,
y las armas, ¡ay triste!,
2965
d'una voz sola esquiva,
d'un solo acento impío,
desdeña pronunciar al morir mío.

AMARILIS
Si primero qu’hablaras
acaso responderte prometiera
2970
cual prometí escucharte,
alguna justa causa de quejarte
de mi callar tuvieras.
Tú me llamas cruel imaginando
que d'aquella fiereza qu'en mí notas
2975
quizá te será fácil retirarme
a su contrario efeto;
y no sabes qu'así no me deleita
oír el son d'aquellas alabanzas
(por mi parte tan poco merecidas
2980
y menos estimadas)
que de beldad me das, como me importa
oír que tú me llames rigurosa.
Ser con otro cualquiera
cruel, pecado es, yo no lo niego;
2985
mas es virtud con el amante serlo,
y es verdadera honestidad, sin duda,
la qu'en mujer hermosa
tú tienes por fiereza.
Mas, a tu gusto sea o culpa o mengua
2990
con el amante ser cruel, ¿contigo
cuándo lo fue Amarilis?
¿Entonces, por ventura, que justicia
fuera no usar contigo de clemencia?
Y della usé, con todo,
2995
tanto, que te libré de muerte horrenda.
Yo digo entonces, cuando en compañía
de vírgines honestas,
lascivo amante bajo
mentiroso vestido de doncella,
3000
a mezclar te atreviste,
y, los sinceros juegos
contaminando, osaste
entre inocentes y fingidos besos
mezclar besos impuros y lascivos;
3005
qu'aún dello la memoria s’avergüenza.
Mas sabe el Cielo bien que conocido
de mí no fuiste entonces,
y que después, mejor reconocido,
tuve enojo, y guardé de tus lascivias
3010
el ánimo sincero no tocado,
ni dejé que corriese
el veneno amoroso
al limpio corazón. Al fin, violaste
no más que los extremos destos labios;
3015
boca a fuerza besada,
si el beso escupe la vergüenza mata.
Mas di ¿qué fruto recogido hubieras
entonces d'aquel hurto temerario
si yo te descubriera a las pastoras?
3020
No fue tan fieramente allá en el Hebro
muerto y despedazado
por las hembras de Tracia el tracio Orfeo,
como dellas tú fueras
si favor no tuvieras
3025
en la piedad de la qu'ahora llamas
cruel. Mas no lo es cuanto debiera;
pues si con ser severa
tanto osas, ¿que fuera si contigo
me mostrará piadosa?
3030
La sincera piedad que dar podía,
ésa te di, y en otro modo en vano
la pides o la esperas;
que piedad amorosa
mal la dará quien para sí no l'halla
3035
después d'haberla dado.
Ama mi honestidad si eres amante,
pastor, mi salud ama, ama mi vida,
lejos estás de lo que tú deseas;
la tierra aquí lo guarda y veda el Cielo,
3040
y la muerte lo venga;
mas, sobre todo y con más fuerte escudo,
la honestidad preciosa lo defiende;
que, en fin, desdeña un alma bien nacida
más fiel centinela
3045
que la del propio honor. Pues tú, Mirtilo,
ten paz feliz, y guerra no me hagas.
Huye lejos, y vive, si eres sabio;
qu'abandonar la vida
por dolor demasiado
3050
no es acto o pensamiento
de corazón magnánimo,
y es virtud verdadera
el saberse abstener de lo qu'agrada
siglo qu'agrada ofende.

MIRTILO
3055
¡Que no está en mano del que pierde el alma
el no morir!

AMARILIS
Quien de virtud se armare
vencerá todo afecto.

MIRTILO
Donde triunfa el amor virtud no vence.

AMARILIS
El que no puede lo que quiere, quiera
3060
lo que puede.

MIRTILO
No tiene
necesidad d'amor algunas leyes.

AMARILIS
Suelda cualquier herida larga ausencia.

MIRTILO
Siempre lo que se lleva
dentro del corazón se huye en vano

AMARILIS
3065
Podrá nuevo deseo
vencer amor antiguo.

MIRTILO
Otr'alma y otro corazón teniendo.

AMARILIS
Cualquier amor el tiempo al fin consume.

MIRTILO
Mas primero el amor consume el alma.

AMARILIS
3070
Luego tu mal ¿no tiene algún remedio?

MIRTILO
Su remedio será sólo la muerte.

AMARILIS
¡La muerte! Pues advierte
y sírvante de ley estas palabras:
Aunque sé qu'el morir de los amantes
3075
es más uso de lengua enamorada
que deseo de ánimo constante
y en tal ejecución determinado,
con todo, si talento te viniese
tan estraño y tan loco,
3080
sabe qu’esa tu muerte
no menos de mi fama
que de tu vida misma muerte fuera.
Vive pues, si me amas.
Vete; y d’aquí adelante
3085
por indicio tendré de qu'eres sabio
si con tu ingenio todo
escusares venir donde estuviere.

MIRTILO
¡Cruel sentencia! ¡Ay! ¿Cómo sin la vida
podré vivir! ¡Ay! ¿Cómo, sin la muerte,
3090
dar fin a mi tormento!

AMARILIS
Ve, Mirtilo; ya es hora
que dejes este puesto: demasiado
aquí te detuviste.
Parte, y ve consolado con qu'es grande
3095
el escuadrón d'amantes infelices:
viven otros en llantos
de la suerte que tú, cualquier herida
conserva su dolor; ni solo has sido
hasta ora en quejarte de Cupido.

MIRTILO
3100
Miserable entre amantes
solo no soy, mas solo
soy miserable ejemplo
de vivos y de muertos, no pudiendo
ni morir ni vivir.

AMARILIS
¡Acaba! ¡Parte!

MIRTILO
3105
¡Ay, doliente partida!
¡Ay fin, fin de mi vida!
De ti parto y no muero, si bien pruebo
la pena de la muerte
y un despierto morir al alma siento
3110
qu'al tormento da vida,
para qu'en tal manera
el corazón inmortalmente muera.

Scena cuarta

Amarilis

[AMARILIS]
¡Ay Mirtilo, Mirtilo! ¡Ay alma mía!
Si vieses tú cómo se halla dentro
3115
el corazón d'aquella
a quien llamas durísima Amarilis,
bien sé tuvieras della
esa piedad que para ti le pides.
¡Oh almas en amores
3120
demasiado infelices!
Mi bien, ¿de qué te sirve ser amado?
Y a mí, ¿de qué tener tan caro amante?
¿Por qué, cruel Destino,
si nos enlaza Amor tú nos apartas?
3125
Y tú ¿por qué nos juntas,
si el Hado nos aparta, Amor tirano?
¡Oh brutos venturosos,
a quien Naturaleza
leyes no dio en amar, sino d’amores!
3130
Ley humana inhumana,
que das por premio del amar la muerte,
si el pecar es tan dulce
y el no pecar tan necesario, eres
demasiado imperfeta,
3135
Naturaleza, qu'a la ley repugnas.
¡Oh ley dura en extremo, ley que ofende
a la Naturaleza!
Mas ¡ay! ¿Qué ama quien el morir teme?
Mirtilo mío, permitiese el Cielo
3140
que pena sólo de la culpa fuese
la muerte más violenta.
¡Oh santa honestidad, que sola eres
diosa inviolable d'alma bien nacida!
El querer amoroso
3145
que desangré con el agudo hierro
de tu santo rigor, como inocente
víctima, te consagro.
Y tú, Mirtilo, vida mía, perdona
a la cruel no más donde piadosa
3150
no puede ser. Perdona a esta, sólo
en dichos y en semblante,
tu enemiga cruel, mas en secreto
piadosísima amante.
Y si, con todo, tienes
3155
deseo de vengarte, ¿cuál venganza
podrás tener qu'a tu dolor iguale?
Que siendo tú mi vida, como eres,
a despecho del Cielo y de la tierra,
si lloras, si suspiras,
3160
esas lágrimas tuyas son mi sangre,
tus suspiros mi espíritu, tus ansias,
penas y sentimientos
no son tuyos, no son, son mis tormentos.

Scena quinta

Corisca, Amarilis

CORISCA
¡Ya no te encubras más, hermana mía!

AMARILIS
3165
¡Triste yo! ¡Descubierta he sido!

CORISCA
Todo
lo que pasa entendí cumplidamente.
¿Yo no lo eché de ver? ¿No te decía
qu’amabas? Cierta estoy del todo ahora.
Y ¿te guardas de mí? ¿De mí lo escondes?
3170
¿De mí ? ¿De quien te ama con extremo?
No te avergüences, qu'es común dolencia.

AMARILIS
Vencida estoy, Corisca, y lo confieso.

CORISCA
¿Cuando negar no puedes lo confiesas?

AMARILIS
Y bien echo de ver, ¡ay de mí, triste!,
3175
que débil corazón es demasiado
estrecho vaso para amor sobrado.

CORISCA
¡Oh dura a tu Mirtilo,
y más dura a ti misma!

AMARILIS
La que nace
de piedad no es fiereza.

CORISCA
3180
Acónito o cicuta
de raíz saludable
nunca se vio nacer. ¿En qué difieren,
dime, rigor qu'ofende
y piedad sin favor?

AMARILIS
¡Ay mi Corisca!

CORISCA
3185
El suspirar, hermana,
es inútil flaqueza,
es vanidad de corazón remiso
y propio de mujer qu'es para poco.

AMARILIS
Y ¿más cruel no fuera
3190
si en él alimentara
amor sin esperanza?
El huir dél indicio
es que me compadezco
de su mal y del mío.

CORISCA
3195
¿Por qué sin esperanza?

AMARILIS
Qu’estoy sabes
a Silvio prometida,
y sabes que la ley condena a muerte
toda doncella que la fe violare.

CORISCA
¡Oh simple! ¿Y eso sólo te detiene?
3200
¿Cuál es entre nosotras más antigua,
la ley d'amor o aquella de Diana?
La del amor cuando nacemos nace,
en nuestros pechos con la edad s'aumenta;
ni se enseña ni aprende,
3205
mas sólo en los humanos corazones
Naturaleza misma, sin maestro,
la imprime de su mano,
y cuando manda ella, la obedece
el Cielo mismo, cuanto más la tierra.

AMARILIS
3210
Y si tal ley, con todo,
me quitase la vida,
¿acaso la de amor me ayudaría?

CORISCA
Eres escrupulosa demasiado.
Si todas las mujeres así fuesen
3215
y si tales respetos
tuviesen todas, menester sería
decir: 'A Dios alegre y buena vida!'
Sujetas a tal pena
las poco diestras, Amarilis, juzgo:
3220
no se hizo la ley para las sabias;
y si morir hiciese
a todas las culpadas,
piensa que sin mujeres
la tierra quedaría; y si las necias
3225
en ella dan, es justo
sea el hurtar vedado
a quien discretamente
no encubre lo robado,
puesto la honestidad no es otra cosa
3230
qu'un artificio en parecer honesta.
Crea lo que quisiere cada uno;
que así lo creo yo.

AMARILIS
Son vanidades
ésas, ¡oh mi Corisca!
Es cordura muy grande dejar presto
3235
lo que tener seguro no se puede.

CORISCA
¿Quién te lo veda, necia?
Es nuestra vida demasiado breve
para con un amor solo pasarla,
y los hombres también son demasiado
3240
(o sea su defeto o su fiereza)
avaros con nosotras de sus dones,
y tanto somos caras,
y tanto a ajenos ojos agradables
cuanto frescas estamos;
3245
mas, hermosura y juventud perdidas,
como albergue d'abejas
sin panal y sin miel quedamos todas:
áridos troncos, troncos despreciados.
¡Hablen! Hablen los hombres, Amarilis;
3250
que ni saben ni sienten
las incomodidades de mujeres.
Es diferente mucho
la suerte del varón que de la hembra:
él, mientras se envejece,
3255
en perfeciones crece,
y, si belleza pierde, se mejora
en prudencia y cordura;
mas si falta en nosotras hermosura
(de quien tan a menudo son vencidos
3260
el varonil valor y entendimiento),
perdemos todo bien; y no se puede
decir o imaginarse
cosa más tosca y vil que mujer vieja.
Tú, pues, antes que llegues
3265
a esta nuestra universal miseria,
tus partes reconoce:
si t'es la vida favorable ahora,
no la hagas adversa.
Al león ¿qué valdría
3270
su gran ferocidad si no la usase?
¿De qu'al hombre su ingenio serviría
si no le usase a tiempo?
Así, nosotras, pues, de la belleza,
qu'es virtud propia nuestra como propia
3275
es del león la fuerza
y del hombre el ingenio,
usemos mientras dueños somos della.
¡Gocémonos, hermana!
Gocémonos; qu'el tiempo
3280
vuela, y pueden los años
bien restaurar los daños
de su vejez helada; mas si sola
una vez en nosotras
la mocedad se pierde,
3285
jamás se torna verde,
y a cano pelo y pálido semblante
amor podrá volver, pero no amante.

AMARILIS
Hablas d'esa manera, a lo que creo,
más presto por tentarme
3290
que por decir aquello
que sientes o deseas.
Así, puedes estar cierta y segura
que si tú no me muestras fácil modo,
y sobre todo honesto,
3295
de huir estas bodas
de mí con tanto extremo aborrecidas,
estoy determinada
morir, antes que llegue a ser manchada
mi limpia honestidad.

CORISCA
Jamás he visto
3300
mujer tan obstinada.
Y, pues así concluyes, vesme pronta.
Amarilis, ¿entiendes, por ventura,
que Silvio tan amigo de fe sea
cual tú d'honestidad?

AMARILIS
¿Qué me preguntas?
3305
¿Si de fe Silvio amigo
es? ¿Cómo, si d'amor es enemigo?

CORISCA
¡Enemigo d'amor! ¡Oh simplecilla,
cuán mal que le conoces!
Sabe hacer y callar. Yo sé decirte
3310
que d'almas tan esquivas fíes poco:
hurto d'amor no hay seguro tanto
ni de tanta fineza
como aquel que se esconde con el velo
d’honestidad. En fin, tu Silvio ama,
3315
mas no te ama a ti

AMARILIS
¿Qué diosa es esa
(pues ser mortal mujer, cierto, no puede)
que d'amor le encendió?

CORISCA
¡Menos! No diosa,
ni tampoco pastora.

AMARILIS
¡Qué me cuentas!

CORISCA
¿Conoces mi Liseta?

AMARILIS
¿Cuál Liseta?
3320
¿La guarda de tus cabras?

CORISCA
Esa la propia es: su alma es ésa.

AMARILIS
¡Mira si amor gracioso
escogió el riguroso!

CORISCA
Y ¿sabes cómo pena y cómo muere
3325
fingiendo que va a caza cada día?

AMARILIS
Así cualquier mañana
la maldita bocina al alba siento.

CORISCA
Y al mediodía en punto,
en tanto que los otros
3330
se hallan en la obra más ardientes,
él a los compañeros
se roba, y con presteza,
por senda mal pisada,
sin otro alguno a mi jardín se viene,
3335
donde por los resquicios
d'unas sombrías matas que le ciñen,
ella sus encendidos
suspiros oye y amorosos ruegos,
y a mí después con risa los refiere.
3340
Repara en lo que tengo,
sólo por tu servicio,
determinado hacer, y ya está hecho:
Bien entiendo que sabes
como la ley qu'a la mujer ordena
3345
guarde al esposo fe, ordena y quiere
qu’hallando de fe falto
ella al esposo, pueda,
a pesar de sus padres,
negar el ser su esposa, y con modestia
3350
elegir otro amante.

AMARILIS
Eso sé bien, y más: qu'algún ejemplo
he visto, pues Leucipe a Ligurino,
Egle a Licota, y a Turingo Armila,
sin fe hallados, la fe dada todas
3355
volvieron a cobrar.

CORISCA
Pues tú me escucha:
Hoy mi Liseta, así por mí advertida,
con el garzón amante y poco cauto
de ir a aquella cueva ha concertado.
Por eso contentísimo se halla
3360
y sólo aguarda hora.
Aquí le cogerás, y yo contigo
estaré por testigo;
que sin él vano fuera tal intento.
Pues deste modo, sin algún peligro,
3365
con honra tuya y honra de tu padre,
libre saldrás del importuno lazo.

AMARILIS
¡Oh que bien has pensado! ¿Qué más falta?

CORISCA
Lo que sabrás. Advierte lo que digo:
En medio de la cueva, qu'es de forma
3370
bien larga y ancha poco,
en la cavada peña, a diestra mano,
hay oculto retrete,
no sé si natural o artificioso,
de aferradora yedra revestido,
3375
a quien da luz una pequeña quiebra
que de alto se abre:
acomodado albergue
para hurtos d'amor. Tú, pues, primero
que lleguen los amantes,
3380
allí te esconde y su venida espera;
que yo, enviando a mi Liseta al punto,
seguiré desde lejos
de Silvio las pisadas, y, en entrando,
entraré yo también al improviso,
3385
y asiéndole, no huya, juntamente
haré, como traté ya con Liseta,
grandísimo ruido,
al cual también acudirás tu luego,
y así ejecutarás, según costumbre,
3390
contra Silvio la ley. Después iremos
con Liseta las dos al Sacerdote,
y desharás el lazo de Himeneo.

AMARILIS
¿Delante de su padre?

CORISCA
Pues ¿qué importa?
¿Entiendes, por ventura, que Montano
3395
antepondrá al general provecho
el suyo singular, y a lo sagrado
lo que profano es?

AMARILIS
Con tal certeza,
con los ojos cerrados
de ti regir me dejo, feliz guía.

CORISCA
3400
No tardes más. Entra, mi bien.

AMARILIS
Primero
al templo iré a venerar los Dioses;
que venturoso fin tener no puede
empresa que del Cielo no es guiada.

CORISCA
Todo lugar, zagala, es digno templo
3405
a corazón devoto:
perderás mucho tiempo.

AMARILIS
No se puede perder en hacer ruegos
a los qu’al tiempo mandan.

CORISCA
Ve, pues, y vuelve presto.
3410
Si yo no yerro, buen camino es éste,
y sólo tal tardanza me perturba.
Aunque bien podrá ser que me aproveche.
Conviéneme tejer engaño nuevo:
hacer creer a Coridón, mi amante,
3415
que quiero hoy en esta misma cueva
con él hallarme, y luego
él entrará tras Amarilis, donde
haré venir por más oculta senda
a prendella de Cintia los ministros;
3420
y, en fin, como culpada,
será sin duda a muerte condenada.
Sin tal competidora, algún estorbo
no tendré ya para adquirir Mirtilo,
que conmigo, por ella,
3425
es riguroso siempre. Mas él viene,
y ¡a qué buena ocasión! Quiero tentalle
en tanto que lugar me da Amarilis.
¡Amor, todo al instante
a mi lengua te ven, y a mi semblante!

Scena sexta

Mirtilo, Corisca

MIRTILO
3430
¡Escuchad, oh llorosos
espíritus d'Averno!
Escuchad nueva suerte
de pena y de tormento,
mirad cruel afecto
3435
en semblante piadoso:
Amarilis, cruel más que el Infierno,
porque sola una muerte
a contentar no basta
su voluntad severa,
3440
siendo mi vida casi
una muerte perpetua,
hoy que viva me manda,
para que pueda ser la vida mía
albergue de mil muertes cada día.

CORISCA
3445
(Quiero fingir no haberle visto).
Siento una voz doliente y querellosa,
sin saber de quién es, sonar en torno.
¡Oh Mirtilo, tú eres!

MIRTILO
¡Así desnuda sombra o polvo fuera!

CORISCA
3450
Y bien, ¿cómo te sientes
después que largamente conversaste
con tu ninfa querida?

MIRTILO
Cual sediento doliente
que deseó gran tiempo
3455
el vedado licor, si al fin le halla
en él la muerte bebe,
matando no la sed, sino la vida,
tal yo, gran tiempo enfermo
y de sed amorosa
3460
abrasado y deshecho,
en dos (¡ay triste!) deseadas fuentes,
que destilan entrambas
yelo por la marmórea
vena d'un corazón endurecido,
3465
hoy veneno he bebido,
y apagué, según veo,
antes el vivir mío qu'el deseo.

CORISCA
Tanto Amor es potente
cuanto fuerza recibe
3470
de nuestros corazones,
caro Mirtilo, y, como osa suele
dar con la lengua forma
al parto malformado, que nacido
hubiera por sí mismo inútilmente,
3475
tal el amante al simple pensamiento
qu’era en su nacimiento
sin forma y descaecido,
vigor y forma dando,
hace qu'el amor nazca,
3480
El cual, recién nacido,
es como niño tierno y delicado,
y mientras qu'en nosotros
de tal manera se mantiene, es siempre
suave. Mas, si crece demasiado,
3485
duro en extremo y áspero se vuelve;
que, al fin, Mirtilo, envejecido afecto
en pena se convierte y en defecto;
que si en un pensamiento solamente
el alma imaginando se condensa,
3490
y demasiadamente en él se fija,
Amor, que ser debiera
para gusto y dulzura,
para en melancolía,
y lo peor, en muerte o en locura.
3495
Ser, pues, sabio no dudo
el corazón qu'amor muda a menudo.

MIRTILO
Primero que yo mude
querer o pensamiento,
mudaré vida en muerte,
3500
supuesto la bellísima Amarilis,
así despiadada, así severa,
mi vida es, y sostener no puede
cualquier corpóreo albergue,
o más qu'un corazón o más qu'un alma.

CORISCA
3505
¡Oh pastor miserable,
cuán mal por su derecho
usar del amor sabes!
¿Amar quien me aborrece?
¿Seguir a quien me huye?
3510
Primero me muriera.

MIRTILO
Como el oro con fuego,
la fe, Corisca, con dolor s'afina,
ni puede sin fiereza
amorosa constancia
3515
mostrar su fortaleza.
Y este solo me queda
entre tantos afanes
dulcísimo consuelo:
arda mi pecho siempre,
3520
mi corazón fallezca de contino;
que por tan bella causa
para ellos serán penas ligeras
lágrimas y suspiros,
estragos y tormentos,
3525
ansias, destierro y muerte.
Y primero la vida
qu’esta fe se desate;
qu'es la muerte más buena, y más me agrada
que mudar voluntad tan bien fundada.

CORISCA
3530
¡Oh noble empresa! ¡Oh valeroso amante,
cual obstinada fiera
o peñasco insensible
cruel y pertinaz! ¿Hay mayor peste?,
¿hay más fiero y mortífero veneno
3535
que la fe a un alma tierna y amorosa?
¡Corazón desdichado el que se deja
engañar d'esa vana
sombra d'error y de los más preciosos
amorosos deleites
3540
turbadora importuna!
Di, pobre amante, dime:
con esa virtud necia de constancia
¿qué amas en aquella
que te desprecia? ¿Amas
3545
la beldad, que no es tuya?
¿El gusto que no tienes?
¿La piedad que suspiras?
¿La merced que no esperas?
Sólo amas, en fin, si bien lo miras,
3550
tu mal, tu duelo y muerte,
y eres tan desdichado,
que quieres siempre amar sin ser amado.
¡Ay Mirtilo infelice, resucita!
Reconoce a ti mismo:
3555
¿te faltarán amores, por ventura?
¿Acaso no hallarás bien fácilmente
quien t'agrade y te ruegue?

MIRTILO
Más dulce m'es penar por Amarilis
qu'el gozo d’otras mil; y si gozalla
3560
me veda mi destino,
desde hoy también muera
para mí todo gusto.
Vivir yo venturoso
jamás por otro amor, por otra ninfa,
3565
ni quiriendo podría
ni pudiendo querría; y si ser puede
qu'en algún tiempo esto
o mi querer lo quiera
o mi poder lo pueda,
3570
quiera Amor, quiera el Cielo que quitado
todo querer, todo poder me sea.

CORISCA
¡Oh corazón enfermo!
¿Así por una fiera te desprecias?

MIRTILO
No teme daño el que piedad no espera.

CORISCA
3575
No te engañes, Mirtilo;
que, por ventura, de creer dejaste
no ser amado della
y que de veras ella te desprecia.
¡Oh, si supieses, pues, lo qu'a menudo
3580
de ti conmigo habla!

MIRTILO
¡Ay de mí! Todos ésos
son de mi fe trofeos amorosos:
con ella triunfaré de tierra y Cielo,
de su querer esquivo y de mis ansias,
3585
de mi severa suerte,
de Fortuna, del mundo y de la muerte.

CORISCA
(Mas ¿que hiciera éste si supiera
ser della tan amado?)
¡Oh, cuanta compasión tengo de verte
3590
con frenesí tan fuerte!
Di, ¿por ventura amaste
jamás otra zagala?

MIRTILO
Fue de mi corazón amor primero
la sin par Amarilis,
3595
y la misma también será el postrero.

CORISCA
Pues, a lo que descubro
hasta aquí, no probaste
si no cruel amor y desdeñoso.
¡Ay, si una vez siquiera lo probases
3600
cortés, gentil, suave y amoroso!
¡Pruébalo un poco! Prueba
y verás cuánto es dulce el deleite
por gratísima ninfa que t'adore
de la suerte qu'adoras tú la tuya
3605
severa y amarguísima Amarilis,
y verás cómo es suave cosa
alcanzar cuanto amas,
tanto cuanto deseas.
Sentir que tu pastora a los ardientes
3610
suspiros tuyos con ardor suspire,
y que después te diga 'Mi regalo,
cuanto soy, cuanto miras, todo es tuyo:
sola para ti soy, si soy hermosa;
para ti, si adornada.
3615
En este corazón enternecido
albergas tú, no yo, dulce querido'.
Y es éste corto arroyo
respeto al mar inmenso de dulzuras
que probar hace Amor; mas no las sabe
3620
decir como ellas son quien no las prueba.

MIRTILO
¡Oh mil veces dichoso
quien nace en tal estrella!

CORISCA
Escúchame, Mirtilo,
(que casi de la boca
3625
se me escapó 'mi alma'):
una gentil pastora
entre cuantas al viento
esparcen o recogen en lazadas
puras madejas d'oro,
3630
tan digna de tu amor cual tú del suyo,
destas selvas honor y amor de todos,
y de los más gallardos bien en vano
recuestada y seguida,
te adora solo y a ti sólo ama
3635
más qu'a su corazón y qu'a su vida.
Pastor, si cuerdo eres
no la despreciarás, pues cual la sombra
al cuerpo va siguiendo,
en esta forma ella
3640
seguirá tus pisadas de contino,
a sólo tu mirar, a tu palabra,
obediente criada a todas horas
de la noche y del día
contigo la tendrás. ¡Ay no, Mirtilo!
3645
¡Ay, no dejes ventura qu'es tan rara!
Gusto no tiene el mundo más suave
cual el que no te cuesta
ni suspiros ni llantos,
ni peligro ni tiempo.
3650
Un cómodo deleite
a tu placer dispuesto, una dulzura
pronta siempre a tu gusto
y siempre a tu apetito aparejada,
no hay, no hay tesoro
3655
que lo pueda pagar. Mirtilo, deja,
deja el pie fugitivo,
desesperada caza,
y a quien te busca abraza:
no serás mantenido
3660
de vanas esperanzas.
El mando toca a ti, ni está muy lejos
d'aquí quien te desea;
y más, si quieres luego, luego sea.

MIRTILO
Mi alma no es sujeto
3665
de recreo amoroso.

CORISCA
Sola una vez lo prueba, y luego vuelve
a tu propio tormento,
para que por lo menos decir puedas
a qué sabe el contento.

MIRTILO
3670
Gusto estragado lo mejor desecha.

CORISCA
Esto, si no por ti, haz por dar vida
a la que vive sólo
del sol luciente de tus ojos bellos.
¡Oh cruel, también sabes,
3675
también, lo qu'es pobreza
y lo qu'es mendigar! ¡Ay, si deseas
piedad para ti mismo,
a otro la niegues!

MIRTILO
¿Que piedad puedo dar, no la pudiendo
3680
alcanzar para mí? Determinado
estoy de guardar fe a la qu'adoro,
o cruel o severa
que conmigo haya sido o que me sea.

CORISCA
¡Oh ciego con verdad! ¡Oh sin ventura!
3685
¡Oh atónito Mirtilo!
¿A quién observas fe! Yo no quería
apesararte más y nueva pena
a tu pena añadir; mas ofendido
eres en demasía,
3690
ni lo puedo sufrir yo, que te amo.
¿Tú piensas qu'Amarilis
es contigo cruel sólo por celo
d’honestidad o religión? Es torpe
el qu'así lo pensare:
3695
ocupado se halla el aposento,
¡mísero!, y a ti toca
llorar cuando otro ríe.
¿No hablas? ¿Tienes boca?

MIRTILO
Pendiente está mi vida
3700
entr'el morir y entr'el vivir en tanto
que duda el corazón si ha de creerte:
por eso estoy tan admirado y mudo.

CORISCA
Pues ¿crédito no das a lo que digo?

MIRTILO
Si crédito le diese,
3705
cierto morir me vieras;
y siendo verdadero,
luego morirme quiero…

CORISCA
¡Vive, infelice, vive,
y para la venganza te reserva!

MIRTILO
3710
…mas sé que no es verdad, ni yo lo creo.

CORISCA
No das crédito alguno,
y procuras, con todo, que te diga
lo qu'escuchar te duele:
¿No ves aquella cueva?
3715
Aquella, aquella es la fiel guarda
de las fe y del honor de tu querida.
Allí de ti se ríe;
allí, con tus tormentos,
se sazonan los gustos de tu alegre
3720
competidor dichoso;
en fin, allí acostumbra
tu Amarilis fiel, bien a menudo,
ponerse en brazos de pastor grosero.
Ve, pues, y guarda fe. Suspira ahora,
3725
padece, gime y llora.
¡Gentil premio recibes!

MIRTILO:
¡Ay, triste yo! Corisca,
¿que la verdad me dices!
¡Ay triste! ¿Que conviene que lo crea?

CORISCA:
3730
Cuanto más inquirieres,
tanto peor espera
oírlo, y aun hallarlo.

MIRTILO:
¡Ay! ¿Que lo viste tú?

CORISCA:
Lo vi, y no sólo
yo, mas podrás también verlo tú mismo
3735
hoy, qu'el orden se dieron este día,
y casi de venir es ésta el hora;
y si esconderte quieres entre alguna
destas vecinas matas,
con tus ojos verás qu'entra en la cueva,
3740
y tras ella el amigo en corto espacio.

MIRTILO
¿Tan presto he de morir?

CORISCA
¡Mírala! Mira
cómo por el camino
del templo ya deciende poco a poco.
Mirtilo, ¿no la ves? ¿No te parece
3745
que mueve tan a hurto
el pie cuan maliciosa el alma tiene?
Aquí la atiende ahora y lo restante
descubrirás; que luego nos veremos.

MIRTILO
Pues tan cercano estoy para poderme
3750
certificar del todo, muerte y vida
suspenderé con la creencia mía.

Scena séptima

Amarilis

[AMARILIS]
No comiences, mortal, alguna empresa
sin guía soberana.
D'aquí partí confusa
3755
y con incierto corazón al templo;
mas dél (merced del Cielo)
vuelvo más bien dispuesta y consolada;
qu'a mis puras plegarias
me pareció sentir moverse dentro
3760
un celestial espíritu amoroso
que me esforzaba, y casi me decía:
‘¿Qué temes? Ve segura’. Y así, quiero
seguramente ir, pues me acompaña.
¡Madre d’Amor hermosa, favorece
3765
a quien en ti su valedora espera!
¡Reina gentil de la tercera esfera,
si alguna vez el fuego de tu hijo
probaste, ten piedad del mío ahora!
¡Diosa cortés, conduce
3770
con planta tan veloz cuanto doblada
el pastor a quien tengo la fe dada!
Y tú, cueva querida,
tan escondidamente
en tu seno recibe
3775
esta sierva d'amor, que en ti dar pueda
cumplidísimo fin a su deseo.
Mas ¿por qué te detienes, Amarilis?
Aquí nadie te ve, nadie te oye:
entra seguramente.
3780
¡Oh Mirtilo, Mirtilo,
si tú soñar hallarme aquí pudieses!

Scena octava

Mirtilo

[MIRTILO]
¡Ay, cómo estoy despierto demasiado
y demasiado miro!
¿Así sin ojos antes yo naciera,
3785
o nacido no hubiera!
¿A qué, Destino fiero,
en vida me reservas?
¿Para traerme sólo
a ver el espectáculo presente,
3790
tan cruel y doliente?
¡Oh, más que cualquier alma
con extremo afligida,
Mirtilo atormentado!
No estés en duda, no, ni más suspendas
3795
el crédito: tú mismo
con tus ojos la viste,
y tú con tus oídos la escuchaste.
Es de otro tu ninfa;
no por la ley del mundo
3800
qu'a cualquiera la quita,
sino por ley d’amor qu'a mí la usurpa.
¡Oh cruel Amarilis! Dime, ¿es ésa
el alma bella y la inculpable vida,
la vida honesta y cándidas costumbres?
3805
Dime, ¿no te te bastaba
dar muerte a un miserable,
si no le despreciaba
esa inconstante y engañosa boca,
boca que las dulzuras de Mirtilo
3810
agradeció una vez? ¡Ay Dios! Y ahora
el nombre aborrecido
que te vino, por suerte, a la memoria
por tu remordimiento
a parte no admitiste del contento,
3815
antes le echaste fuera
por no tenelle en tu escondido pecho.
Mas ¿qué tardas, Mirtilo?
Quien te la daba te quitó la vida
y a otro en don la dio. ¡Triste!, ¿y tú vives?
3820
¡Infeliz!, ¿y no mueres?
¡Muere, muere, Mirtilo,
al dolor y al tormento
como eres muerto al bien, muerto al deleite!
¡Mirtilo muerto, muere!
3825
Acabose tu vida:
acábese tu pena.
¡Sal, miserable amante,
sal desta muerte dura y congojosa,
que para mayor mal te tiene en vida!
3830
Mas ¡ay! ¿Que morir tengo sin venganza?
Antes haré morir quien me da muerte:
de mi fin el deseo se suspenda
hasta que justamente haya quitado
aquella vida infame
3835
qu'el corazón me quita injustamente.
Ceda el dolor a la venganza, ceda
la piedad al enojo
y la muerte a la vida
hasta qu'haya vengado
3840
la muerte con la vida; y este hierro
no saque, no, la sangre
por vengar de su dueño,
ni primero la mano
ministra sea de piedad que d'ira:
3845
haré que sientas bien, ¡oh tú, quien fueres,
el que gozas mi bien!, tu gran ruina
en mi despeñamiento.
Aquí quiero bajarme y encubrirme
todo con estas matas,
3850
y, en viéndole acercar a la caverna,
d'improviso asaltado,
con este dardo agudo
heriré su costado.
Mas ¿no será vileza herir a otro
3855
ocultamente? Sí: desafialle
será mejor a singular pelea,
donde sólo el valor será testigo
de mi justo dolor. Mas no conviene:
qu'en lugar tan sabido y frecuentado
3860
acudir los pastores
podrían a estorballo,
y a preguntar también (que peor fuera)
la causa que me mueve.
Si la niego por malo,
3865
y por falto de fe si la descubro,
reputado seré; si la publico,
de eterna infamia quedará manchado
de mi pastora el nombre,
en quien, aunque no amo lo que veo,
3870
amo, a lo menos, lo que siempre quise
y siempre he de querer mientras viviere,
lo qu’esperé y lo que ver debiera.
El adúltero, pues, maligno muera
qu'a mí la vida usurpa,
3875
la honra a ella. Mas, si aquí le mato,
¿su sangre no será del hecho indicio?
Mas ¡ay! ¿Por qué de muerte
temo la pena, si morir deseo?
Aunque, público siendo el homicidio,
3880
descubrirá la causa: así daría
en el mismo peligro de la infamia
qu'a esta ingrata sucederle puede.
Entra en la cueva. Allí le embiste. ¡Bueno,
esto me agrada! Yo entraré quedito
3885
porque no pueda ser sentido della.
Bien creo qu'en la parte
que fuere más secreta y encerrada,
cual hacer apuntó, s'habrá metido,
y penetrar, por tanto, no quiero muy adentro.
3890
Hecho en la cueva hay un tajado encuentro,
todo cubierto de frondosos ramos,
de la alta bajada
a la siniestra mano:
aquí, más que pudiere
3895
secretamente entrando,
el tiempo atenderé de dar efeto
a mi justo deseo, y mi contrario,
llevando muerto a la enemiga mía,
así de ambos quedaré vengado;
3900
y, con el hierro mismo,
después traspasaré mi propio pecho
y tres serán los muertos:
del dardo dos y de dolor la otra.
Verá, verá la fiera
3905
del amante querido
como del ofendido
hoy tragedia fúnebre y miserable,
y será la caverna
que ser debía albergue de sus gustos,
3910
del uno y otro amante
y, lo que más deseo,
de sus torpezas, tumba y sepultura.
Mas ¿vosotras, pisadas
seguidas tanto en vano,
3915
me señaláis este fiel sendero?
¿Vos me guiáis a tan querido albergue,
y os respeto, con todo, y aun os sigo?
¡Oh Corisca, Corisca!
Verdad dijiste. ¡Agora sí te creo!

Scena novena

Sátiro

[SÁTIRO]
3920
Éste a Corisca cree, y, sus pisadas
siguiendo, va en la cueva d'Ericina:
quien lo demás no entiende poco sabe.
Cierto, tener gran prenda te conviene
(si tú la crees) de su fe en la mano,
3925
y atada a ella con más fuertes nudos
que hice yo cuando la así el cabello;
mas nudos más potentes que los dones
para atraella a ti no habrás tenido.
Hoy esta mala hembra,
3930
d'honestidad tan enemiga, a éste,
como es su costumbre, se ha vendido,
y en esta parte oculta
se paga el precio de la compra infame.
Mas aquí te envió, por suerte, el Cielo
3935
para castigo tuyo y mi venganza.
De las palabras déste se divisa
qu'él en vano no cree, y pues los pasos
que della ha visto son claros indicios
de que dentro se halla, haz un buen golpe:
3940
El agujero tapa de la cueva
con la gran piedra que sobr'ella pende,
porque si pretendieren escaparse
se niegue al uno y otro la salida.
Vete después al Sacerdote, y trae
3945
por el sendero del collado (a pocos
notorio) los ministros que la prendan,
y, conforme la ley y sus delitos,
hazla morir al fin. Yo sé qu'ha dado
la fe de esposa a Coridón, que calla
3950
por temor que me tiene
y haberle amenazado muchas veces;
pero, si tanto puedo,
hoy haré que de dos vengue el agravio.
No quiero perder tiempo: un tronco firme
3955
arrancaré desta robusta encina
(a propósito es éste),
con que desencasar más fácilmente
pueda el peñón. ¡Oh, cuánto pesa! ¡Oh cuánto
fijo se halla! Aquí conviene el tronco
3960
meter de golpe, y penetrar tan dentro
qu'esta máquina un poco se remueva.
¡Bueno fue el parecer! También se haga
lo mismo desta parte. ¡Oh, cuál s'apoya!
¡Con qué tenacidad! Mayor la empresa
3965
es de lo que pensaba: qu'aun no puedo
desencasarle un punto, aun no moverle.
¿Está aquí dentro, por ventura, el mundo,
o me falta el vigor acostumbrado?
¿Qué maquináis, Estrellas?
3970
Pues aun moverle tengo
a tu despecho, ¡oh pérfida Corisca!,
y casi decir quise
de cuantas hembras hoy el mundo tiene.
¡Oh Pan! ¡Oh Pan Liceo!
3975
¡Oh Pan, qu'eres tan grande y tanto puedes,
a mis ruegos te mueve!
Amante fuiste tú, también amante
de corazón protervo: tus amores
burlados venga en la infiel Corisca.
3980
Así en virtud de tu deidad la muevo.
Así en virtud de tu deidad él cae:
en la cueva cerrada
la mala zorra está; el fuego ahora
haremos que le den, y ver quisiera
3985
cuantas malignas hay en una hoguera.

CORO
Amor, como eres grande,
de la Naturaleza
y del mundo milagro,
¿qué tosco corazón, qué fiera gente
3990
hoy tu valor no siente?
Mas ¿cuál entendimiento,
por más profundo y más sutil que sea,
hoy tu valor entiende?
Quien sabe los ardores importunos
3995
y lascivos qu'enciende
tu poderoso fuego,
'Espíritu mortal (dirá), tú reinas
y en lo corpóreo vives solamente'.
Mas quien sabe, después, como el amante
4000
a la virtud despierte,
cómo suele a su fuego
(muerto todo querer desenfrenado)
mudar color temblando,
dirá: 'Inmortal espíritu, bien tienes
4005
santo albergue en el alma’.
Raro monstruo admirable, de divino
y d'humano semblante,
ciego de vista y de saber profundo,
de sentido, razón, de entendimiento,
4010
deseo, confuso afecto.
Y tal imperio tienes,
por la Naturaleza y por el Cielo,
que a ti sujetos yacen.
Mas (con tu paz direlo)
4015
milagro más altivo y admirable
que tú posee el mundo,
pues cuanto entre nosotros
d’admiración y maravilla haces
es en nombre y virtud de mujer bella.
4020
¡Oh mujer, don del Cielo!
Antes d'aquel que tu gracioso velo
hizo más bello qu'él, criador de ambos.
¡Oh mujer! Y ¿qué cosa
en ti no hay más qu'en el cielo hermosa?
4025
Él, en su basta frente
(monstruoso Cíclope),
un ojo solo vuelve, a quien le mira,
no de luz, de ceguera causa y fuente.
Si suspira, si habla, como airado
4030
león, brama y espanta,
y no parece cielo, sino campo
de procelosa y hórrida borrasca:
rayos entre relámpagos despide.
Mas tú, con la suave, alegre lumbre
4035
y con la vista angélica, amorosa,
de dos soles visibles y serenos,
el alma borrascosa
de quien te nota y mira
serenas y quietas;
4040
donde son, movimiento, luz y gracia,
y valor y belleza
armonía tan dulce
forman y hacen en tu rostro hermoso,
qu'el mismo Cielo en vano (si es qu'el Cielo
4045
menos hermoso es qu'el Paraíso)
igualarte presume.
Por eso razón tiene
el altivo animal qu'hombre se llama,
a quien toda mortal cosa s'inclina,
4050
si, mirando de ti la ocasión alta,
sólo a ti reconoce, a ti se postra.
Y si triunfa, y si reina,
no es porque de cetro y de vitoria
tú menos digna seas,
4055
mas por tu mayor gloria;
que cuanto es el vencido
de más estima, tanto
el blasón de quien vence es más glorioso.
Mas que tu gran belleza
4060
venza no sólo al hombre,
mas toda cosa humana, certifica
a quien no lo creyere
hoy Mirtilo con fe maravillosa;
y esto faltaba solo,
4065
mujer, a tu valor, a tu alabanza:
hacer que nazca amor sin esperanza.


Acto IV

Scena primera

Corisca

[CORISCA]
Tanto en guiar la simplecilla al lazo
ocupé el corazón y el pensamiento,
que no me sobrevino
4070
mi cara cabellera, que robada
me fue d'aquel villano,
ni el cuándo o cómo recobrarla pueda.
¡Ay Dios, y cuán estraño se me hizo
el rescatarme con tan caro precio!
4075
Mas fuerza fue librarme de las manos
del indiscreto bruto;
qu'aunqu'es más que conejo pusilánime,
con todo, habría podido
hacerme mil ultrajes, mil afrentas.
4080
Yo siempre le burlé, y, mientras sangre
vi que tuvo en las venas,
le chupé, cual sanguja. El triste, ahora
de que yo no le ame
se queja; y queja justa
4085
formara si jamás le hubiera amado:
amar cosa no amable no se puede.
Como la yerba qu'antes fue cogida
para salud d'algún doliente cara,
dejado el zumo sin provecho queda,
4090
así después que déste he yo exprimido
cuanto se hallaba en él que fuese bueno,
¿qué debo hacer, sino arrojar lo inútil?
Mas quiero ver si Corídon ha entrado
en la caverna aún. ¿Qu'es lo que miro?
4095
¡Qué novedad! ¿Estoy despierta, o sueño?
¿Estoy fuera de mí? Yo sé qu'estaba
la entrada ha poco desta gruta abierta,
¿cómo ahora se ve cerrada? Y ¿cómo
piedra que es tan pesada y tan antigua
4100
al improviso ruinó a lo bajo,
pues no se oyó temblor de terremoto?
Al menos supiese
si Coridón está con Amarilis;
que lo demás no me dará cuidado.
4105
Debiera haber venido; que buen rato
ha que partió, si percebí a Liseta.
¿Quién sabe si está dentro? ¿Y si Mirtilo
así los encerró? Amor con ira
hará mover, en vez de piedra, un mundo.
4110
No pudo hacer Mirtilo, si así fuese,
mi alma más contenta, si en la suya
admitiera Corisca y no Amarilis.
Mejor será que por la vía del monte
entre en la gruta y la verdad entienda.

Scena segunda

Dorinda, Linco

DORINDA
4115
¡Linco! ¿Que conocido no m'habías?

LINCO
¿Quién te conociera, quién, debajo
de tan groseros y hórridos despojos,
por Dorinda graciosa?
A ser perro feroz como soy Linco,
4120
te hubiera conocido, a tu despecho.
¡Oh qué miro! ¡Qué miro!

DORINDA
D'amar, ¡oh Linco!, miras un efeto;
efeto singular y miserable.

LINCO
Una muchacha como tú, tan tierna,
4125
que bien puede decirse
casi ahora eras niña,
y aún ayer me parece te llevaba
chiquita entre mis brazos, y, rigiendo
tus plantas ternezuelas,
4130
a formar te enseñaba 'papa' y 'mama'
cuando estaba en servicio de tu padre;
tú, que, cual corza tímida, solías,
antes qu'amor sintieses,
temer de toda cosa
4135
que cerca al improviso se moviese,
cualquier aura, cualquiera pajarillo
que ramo menease,
cualquiera lagartija que corriese
saliendo de su mata,
4140
cualquier hoja temblante,
turbaba tu semblante,
¿sola vagando ahora
vas por montes y bosques
sin tener miedo de sabueso o fiera?

DORINDA
4145
Quien d'amorosa flecha está herido
otra llaga no teme.

LINCO
¡Bien, Dorinda, ha podido
contigo Amor, pues de mujer en hombre,
mas de mujer en lobo te transforma!

DORINDA
4150
¡Oh Linco! Si pudieras
descubrirme acá dentro, tu verías
(¡ay triste!) un lobo vivo,
como en una inocente corderilla,
entrañarse en mi alma.

LINCO
¿Acaso es Silvio?

DORINDA
4155
¡Ay, que tú lo dijiste!

LINCO
Y tú, pues él es lobo,
de buena gana loba te volviste:
porque, si el rostro humano
no le movió, le mueva
4160
ese de fiera, y t'ame.
Mas dime, ¿dónde hallaste
ese tosco vestido?

DORINDA
Yo te diré: los pasos
guie esta mañana, bien temprano,
4165
hacia donde entendí que Silvio había,
al pie del Erimanto, noble caza
al jabalí terrible prevenido,
y, en el salir del Eliceto en punto,
no muy lejos d'aquí, hacia el arroyo
4170
que del cerro deciende,
hallé a Melampo, el perro
de mi gallardo Silvio,
que creo allí la sed s'había quitado
y en el prado vecino reposaba.
4175
Yo, que todas sus cosas tanto estimo
y que la sombra de su cuerpo hermoso
y de su pie la huella reverencio,
cuanto más el sabueso qu'ama tanto,
de improviso le así, y él, sin contraste,
4180
conmigo vino cual cordero manso.
Y mientras que llevarlo
imaginaba a su señor y mío,
esperando adquirir su amor y gracia
con don qu'es para él de tanta estima,
4185
vile venir derecho
buscando el rastro dél, y aquí parose.
Caro Linco, no quiero
perder tiempo en decir menudamente
lo que pasó entre los dos, mas sólo
4190
diré, por despacharme prestamente,
que después d'un rodeo
largo de mentirosas
promesas y palabras,
se me robó el cruel, lleno de ira,
4195
con su fiel Melampo
y con el caro y dulce premio mío.

LINCO
¡Oh Silvio sin piedad! ¡Oh garzón fiero!
Y entonces tú ¿qué hiciste?
Di, ¿no te desdeñó su villanía?

DORINDA
4200
Antes, como si fuera
el fuego de su enojo
fuego amoroso al corazón amante,
por su ira creció el incendio mío;
y, con todo, siguiendo las pisadas,
4205
siempre hacia la caza
prosiguiendo el camino interrumpido,
alcancé no muy lejos a Lupino,
que de mí poco antes
apartado se había, y pensamiento
4210
tuve de disfrazarme
y de esconderme en estos
sus despojos serviles,
tambien qu'entre pastores
por un pastor pudiese ser juzgada
4215
y seguir y mirar cómodamente
al bello Silvio.

LINCO
¡Cómo!
¿Qué tú a la caza fuiste
en semblante de lobo?
¿Y los perros te vieron,
4220
y della has vuelto salva?
¡Mucho hiciste, Dorinda!

DORINDA
No te admires, ¡oh Linco!; que los perros
ofender no podían
a la que de su dueño
4225
es destinada presa.
Allí, confusa entre la turba espesa
de vecinos pastores
qu’habían concurrido
a la caza famosa,
4230
estaba yo, por fuera de las telas,
teniendo fija l'amorosa vista
siempre en el cazador más qu'en la caza.
A cualquier movimiento de la fiera
mi corazón doliente palpitaba,
4235
a cualquier acto de mi caro Silvio
con presteza corría
con todo afecto suyo el alma mía;
mas mi sumo deleite
turbaba mucho la espantosa vista
4240
del jabalí terrible,
desmesurado en fuerza y en grandeza.
Cual rápido turbión de impetuosa
improvisa borrasca,
que techos, piedras, plantas
4245
y todo cuanto encuentra
en corta vuelta, en corto tiempo atierra,
tal a un solo volver de los colmillos
espumosos, sangrientos,
todos juntos se vían
4250
los hombres ofendidos,
muertos los perros y las astas rotas.
¡Ay, cuántas veces deseé! ¡Ay cuántas,
por la vida de Silvio, de mi sangre
concierto hacer con la rabiosa fiera!
4255
¡Cuántas veces correr y hacer escudo
con este pecho al suyo!
¡Cuántas veces decía entre mí misma:
'Bruto feroz, perdona
al delicado pecho de mi Silvio'!
4260
Así conmigo hablaba,
suspirando y llorando,
cuando él a Melampo, de escamosa,
dura corteza armado,
impetuoso arroja
4265
contra la brava fiera,
que, siempre más soberbia,
por momentos había
hecho destrozo horrendo
de pastores heridos
4270
y de sabuesos muertos.
No podré, no, decirte
el valor d'aquel perro:
cierto, con gran razón Silvio le ama.
Cual airado león qu'el cuerno fiero
4275
del indómito toro
ora encuentre, ora huya, una vez sola
que sus lomos afierre
con las robustas garras, de tal modo
le hace detener, que toda fuerza,
4280
todo poder le usurpa,
tal el fuerte Melampo
huyendo diestramente
las presurosas y mortales vueltas
del jabalí disforme, al cabo hizo
4285
fuerte presa en l'oreja,
y después que con ímpetu primero
le hubo sacudido algunas veces,
quedo le tuvo, en forma
que bien podía hacerse
4290
en el desmesurado y vasto cuerpo
(ya herido en otras partes levemente)
de mortal tiro cierta puntería.
Mi bello Silvio, entonces, prestamente
invocando Diana,
4295
'Este golpe endereza,
¡oh Santa diosa! (dijo); que te hago
voto de consagrar la horrible testa'.
Y de l'aljaba d’oro (así diciendo)
sacada velocísima saeta,
4300
desde la oreja al hierro
tendió el arco potente,
y en aquel mismo punto dejó herida
del jabalí la parte
donde el cuello confina
4305
con el hombro siniestro.
Cayó al momento, y respiré mirando
a mi Silvio ya fuera de peligro.
¡Oh fiera venturosa! ¡Oh fiera digna
de terminar la vida por la mano
4310
que con tanta dulzura
los corazones de los pechos roba!

LINCO
Y ¿qué se hará d'aquel jabalí muerto?

DORINDA
No sé, porque me vine antes de todos
por no ser vista. Creo
4315
llevarán brevemente la cabeza
solenemente al templo,
conforme al voto por mi Silvio hecho.

LINCO
¿Tú no quieres salir deste vestido?

DORINDA
Sí quiero; mas Lupino
4320
guardó mi ropa, y dijo esperaría
en la fuente con ella,
mas no le hallé. Tú, Linco, si me amas,
podrás buscarle por aquestas selvas;
qu'estar lejos no puede.
4325
Reposaré yo, en tanto, entre las matas
d'aquel césped. ¿Le ves? Allí t'aguardo;
que del cansancio y sueño estoy vencida,
ni volver quiero a casa desta suerte.

LINCO
Voy. No partas d'allí hasta que vuelva.

Scena tercera

Coro de Pastores, Ergasto

CORO
4330
Pastores, ¿entendistes
que nuestro semidios, hijo bien digno
del gran Montano y digno decendiente
del magnánimo Alcides,
hoy nos ha libertado
4335
de la fiera terrible
que l'Arcadia inquietaba,
y que ya se prepara
la ida al templo a desatar el voto
llevando los despojos prometidos?
4340
Pues, si queremos ser agradecidos
de beneficio tal, a recibirle
vamos, y como a nuestro
libertador, honrado de nosotros
sea con corazones y con lenguas;
4345
y aunqu'es a un alma bella y valerosa
corto premio la honra,
es, con todo, el mayor que puede darse
a virtud en la tierra.

ERGASTO
¡Ay doliente infortunio! ¡Ay caso amargo!
4350
¡Ay herida mortal y sin remedio!
¡Ay siempre infausto y lamentable día!

CORO
¿Qué voz oigo, de llanto y horror llena?

ERGASTO
Enemigas estrellas
de nuestro bien, ¿así nuestra esperanza
4355
en alto levantastes,
porque después cayendo,
con más pena tuviese el precipicio?

CORO
Éste Ergasto parece, y es el mismo.

ERGASTO
Mas ¿por qu'el Cielo acuso?
4360
A ti te acusa solamente, Ergasto,
pues tú solo acercaste
la yesca peligrosa
al eslabón d'amor, y tú le heriste.
¡Ay, tú solo sacaste las centellas
4365
de quien nació este mortal incendio!
Mas el Cielo bien sabe si movido
fui de buen fin; bien sabe
si fue sola piedad la que me indujo.
¡Oh amantes desdichados!
4370
¡Oh mísera Amarilis!
¡Oh Titiro infeliz!¡Oh ciego padre!
¡Oh Montano doliente!
¡Oh Arcadia destruida!
¡Oh tristes de nosotros!
4375
¡Oh miserable, en fin, y desdichado
cuanto vi, cuanto veo,
cuanto hablo y escucho, cuanto pienso!

CORO
¡Ay de mí! ¿Qu'accidente
tan mísero será éste, qu'abraza
4380
toda miseria nuestra?
Vamos, pastores, vamos.
Vamos hacia su vuelta;
que también él ya donde estamos viene.
¡Ay eternas deidades! ¿Aún no es tiempo
4385
de templar el enojo?
Cortés Ergasto, di, ¿qué fiero caso
tu lamento provoca?
¿Qué lloras?

ERGASTO
¡Ay amigos! Mi ruina
lloro, lloro la vuestra y la d'Arcadia.

CORO
4390
¡Ay! ¿Qué cuentas?

ERGASTO
De toda
nuestra esperanza ya cayó el arrimo.

CORO
Habla. Habla más claro.

ERGASTO
De Titiro la hija,
el solo de su casta declinante
4395
y declinante padre
pimpollo y dulce amparo,
de nuestro bien la única esperanza,
qu'al hijo de Montano
destinada en el Cielo,
4400
prometida en la tierra
fue por salvar a Arcadia con sus bodas,
aquella ninfa celestial, aquella
Amarilis discreta,
el ejemplo de honra,
4405
aquella flor de castidad… ¡Ay triste!
Aquella… ¡Ay, que revienta
mi corazón al referirlo!

CORO
¿Es muerta?

ERGASTO
No, mas está para morir en breve.

CORO
¡Ay! ¿Qu'entendí?

ERGASTO
¡Aún entendiste nada!
4410
Es lo peor que con infamia muere.

CORO
¿Con infamia Amarilis? ¿Cómo, Ergasto?

ERGASTO
Con adúltero hallada;
y como no partáis d'aquí tan presto,
al templo la veréis llevar atada.

CORO
4415
¡Oh singular y bella
virtud, mas demasiado
en el ser femenil dificultosa!
¿Cómo tan rara eres
(¡oh castidad preciosa!),
4420
pues no se dirá casta
sino aquella que nunca
vivió solicitada?
¡Oh siglo desdichado!

ERGASTO
Con gran razón, por cierto, sospechosa
4425
la honestidad d'otra mujer cualquiera
se podrá ya tener, si deshonesta
la honestidad se halla.

CORO
Cortés pastor, molesto no te sea
contar lo sucedido.

ERGASTO
4430
Sabed qu'esta mañana, bien temprano,
vino, como sabéis, el Sacerdote
con el padre infelice
de la mísera ninfa
a visitar el consagrado templo,
4435
d'un mismo pensamiento ambos movidos
d'apresurar con ruegos
las bodas de sus hijos,
dellos tan deseadas.
Y por esta razón a un mismo tiempo
4440
fueron los animales ofrecidos;
y, hecho solenemente el sacrificio,
con tan alegres muestras,
que jamás fueron vistos
interiores más bellos
4445
ni llama más sincera ni más clara.
Así destas señales incitado,
dijo el ciego adivino:
'Hoy, Montano, será tu Silvio amante,
y hoy, Titiro, será tu hija esposa.
4450
Ve tú al momento a preparar las bodas'.
¡Oh pensamientos vanos d'adivinos!
¡Y tú, ciego de dentro
no menos que de fuera,
si hubieras las obsequias
4455
a Titiro anunciado en vez de bodas,
bien te podías llamar cierto adivino!
Los circunstantes todos consolados
estaban ya, y ya los viejos padres
de terneza lloraban,
4460
y partido s'había Titiro, cuando
fueron horriblemente
oídas en el templo
y de repente vistas
señales espantosas
4465
y siniestros agüeros:
anuncios tristes de sagrada ira;
con que (¡ay de mí, triste!) si quedase
atónito y confuso cada uno
tras principio tan bello,
4470
vosotros lo pensad, caros pastores.
Entretanto, s'habían
los sacerdotes solos encerrado
en su mayor sagrario, y mientras ellos
dentro y nosotros fuera
4475
estábamos, llorosos y devotos,
en las santas plegarias ocupados,
llega el malvado Sátiro, que pide
con mucha prisa y por instante caso
del Sacerdote audiencia; y porqu’es éste,
4480
como todos sabéis, cuidado mío,
yo fui quien le introdujo.
El cual (bien tiene gesto
de no traer sino tal nueva) dijo:
'Padres, si a vuestros votos no responden
4485
las víctimas y olores,
si sobre altares vuestros
impura llama resplandece ahora,
no quedéis admirados;
que también es impuro
4490
lo que contra la ley hoy se comete:
d'Ericina en la cueva
una pérfida ninfa
a vos la ley profana
y a otro la fe rompe.
4495
Conmigo los ministros
vengan, y mostrareles
el modo de prenderlos fácilmente
sobr'el hecho en fragante'.
¡Oh pensamiento humano,
4500
cuán torpe y ciego en tu destino eres!
Respiraron un poco
aquellos buenos padres afligidos,
juzgando fuese la ocasión hallada
que tristes y suspensos
4505
les tuvo en el infausto sacrificio.
Por tanto, con presteza el Sacerdote
al ministro mayor Nicandro ordena
que vaya con el Sátiro y, ligados,
al templo conduciese ambos amantes.
4510
Así pues, sin tardanza,
acompañado del entero coro
de menores ministros,
por el sendero oblicuo y tenebroso
qu'el Sátiro maligno había enseñado,
4515
entró dentro la cueva:
la mísera doncella,
del resplandor, acaso, de las luces
d'improviso embestida y espantada,
saliendo fuera d'una cava oculta
4520
qu'en medio de la gruta
hay, intentó huir, como yo creo,
por aquella salida que fue antes
del Sátiro, sagaz en demasía,
cerrada, según dijo.

CORO
4525
Y él entretanto ¿qué hacía?

ERGASTO
Fuese
al mismo instante qu'enseñado hubo
a Nicandro la senda.
Decir no puedo, hermanos,
cuán confuso y atónito quedase
4530
cualquiera entonces, viendo ser aquélla
de Titiro la hija;
qu'apenas presa se hallaba, cuando
acudió d'improviso
(ni sé decir de dónde se saliese)
4535
Mirtilo el animoso,
y, por herir al turbador Nicandro,
el dardo con qu'armado
estaba despidió impetuoso;
y si llegaba el hierro
4540
donde le destinó la osada mano,
hoy Nicandro, sin duda, no viviera.
Mas en aquel instante
qu’enderezó el uno el fiero golpe,
el otro atrás se hizo
4545
(o fuese caso, o prevención astuta):
el mortal hierro huyó, dejando el pecho
(que lugar dio) sin algún mal; ni sólo
fin tuvo en el peloso
vestido, mas se enmarañó de forma,
4550
que, por no le poder cobrar Mirtilo,
quedó preso también.

CORO
Y dél ¿qué hicieron?

ERGASTO
Por otra senda al templo le llevaron.

CORO
Y ¿para qué?

ERGASTO
Para saber más claro
la verdad del suceso;
4555
y ¿quién sabe? ¿Por suerte
no merece castigo
el haber intentado poner mano
en los ministros, y ofendido en ellos
la digna majestad del sacerdocio?
4560
¡Hubiera yo podido
siquiera consolar al afligido!

CORO
Y ¿por qué no pudiste?

ERGASTO
Porque la ley impide
a menores ministros
4565
hablar con los culpados:
por eso solamente
m'aparté de los otros,
y por otro camino voy al templo
a pedir a los Cielos
4570
con ruegos y con lágrimas devotas
que vuelva esta borrasca tenebrosa
a más sereno estado.
¡A Dios, caros pastores!
Quedad en paz; y vos con vuestros ruegos
4575
acompañad los nuestros.

CORO
Harase así, después que por nosotros
acabado se haya,
en razón del buen Silvio,
este oficio devoto y tan debido.
4580
¡Dioses del cielo sumo:
mostraos, qu'es ya tiempo,
más con piedad que con furor eternos!

Scena cuarta

Corisca

[CORISCA]
¡Ceñid! Ceñidme en torno,
¡oh triunfantes laureles!,
4585
las vencedoras y gloriosas sienes.
Hoy con dicha en el campo
d'amor he peleado y he vencido.
Hoy el Cielo y la tierra,
Naturaleza y arte,
4590
la Fortuna y el Hado,
amigos y enemigos,
por mí han peleado;
hasta el perverso Sátiro,
que tanto me persigue y aborrece,
4595
de provecho me fue, como si parte
él de mi bien tuviese.
Mas ¡oh cuánto mejor fue de la suerte
en la cueva Mirtilo conducido
que Coridón lo fuera por mi industria,
4600
para dejar más grave y verisímil
la culpa d'Amarilis!
Y aunque con ella preso
también Mirtilo quede,
no importa, no; que presto saldrá libre:
4605
qu'es sola de l'adultera la pena.
¡Oh vitoria solene! ¡O noble triunfo!
¡Levantadme trofeos,
amorosos enredos y mentiras!
Vos sois en esta lengua, en este pecho,
4610
fuerzas omnipotentes
y sobrenaturales.
Mas ¿qué tardas, Corisca?
No es tiempo d'estar queda:
presto d'aquí te aparta
4615
hasta que la ley sea
hoy contra tu enemiga ejecutada;
porque del yerro suyo
t’agravará quiriendo desculparse,
y querrá, por ventura, el Sacerdote
4620
saber, antes que della
trate hacer otra cosa,
la verdad deste caso por tu lengua.
Huye pues, ¡oh Corisca!;
que lengua mentirosa
4625
se pone a gran peligro
cuando no tiene fugitiva planta.
Mas pienso qu'acertado
será esconderme en estas selvas, donde
estar podré hasta que tiempo sea
4630
de venir a gozar de mis deleites.
¡Oh Corisca dichosa!
¿Quién vio empresa jamás tan venturosa?

Scena quinta

Nicandro, Amarilis

NICANDRO
Tendría, ¡oh ninfa mísera!, bien duro
el corazón, mas antes no tendría
4635
ni corazón ni humano sentimiento
quien piedad no tuviese de tu daño
y no sintiese afán de tu desgracia,
tanto mayor cuanto la pensó menos
aquel que más la entiende; pues ver sólo
4640
una doncella presa
venerable en la vista, de semblante
celeste y digna a quien consagre el mundo,
por divina beldad, víctimas, templos,
al templo conducir víctima, es cosa
4645
para no ver sino con tiernos ojos.
Mas quien por otra parte
sabe de ti cómo nacida eres,
y nacida a qué fin, y qu'eres hija
de Titiro, que nuera de Montano
4650
debías ser, y qu'ambos son d'Arcadia
los de más fama y de mayor estima,
no sé si decir deba
o pastores o padres,
y que tan principal, que tan famosa
4655
y tan gentil doncella, tan remota
del natural extremo de su vida,
al riesgo de la muerte así se acerque,
quien esto sabe y no se duele y llora,
hombre no es, mas fiera en forma humana.

AMARILIS
4660
Si fuese mi miseria culpa mía,
Nicandro, y fuese efeto,
como juzgas, de indigno pensamiento,
como de obra indigna
a la vista parece,
4665
menos grave me fuera
que de yerro tan grave
el morir fuese pena;
y bien justo sería
que debiese mi sangre
4670
lavar el alma inmunda
y dejar aplacado
el enojo del Cielo
dando lo que le toca
a la justicia humana.
4675
¿Qué más? Así podría
sosegar el espíritu afligido,
y con un sentimiento
justo, interior, de merecida muerte,
también, mortificando los sentidos,
4680
enseñarme a morir, y, por ventura,
pasar en más quieto
bajel a más quieta y feliz vida.
Mas ¡ay! Mucho, Nicandro,
¡ay!, siento mucho qu'en edad tan verde
4685
y en tan alta fortuna
morir tan presto deba,
y morir inocente.

NICANDRO
Antes quisiera el Cielo que los hombres
hubieran contra ti, ninfa, pecado
4690
que tú pecado contra el Cielo hubieras:
que pudiéramos hoy más fácilmente
en el violado nombre restaurarte
que dejar aplacado
de la deidad violada al mismo Cielo.
4695
Mas ignoro del todo quién te haya,
sino tú misma, ¡oh mísera!, ofendido.
Dime, ¿no fuiste en solitaria parte
con adúltero hallada,
y, así, sola con solo?
4700
¿Prometida no eres
al hijo de Montano? Y tú por eso
¿la fe matrimonial no quebrantaste?
¿Cómo inocente mueres?

AMARILIS
Pues, con todo,
sé cierto no ha pecado
4705
contra la ley mi yerro, aunqu'es tan grande:
antes soy inocente.

NICANDRO
Contra la ley, acaso,
de la Naturaleza
que dicta 'Ama si agrada'
4710
piensas no haber pecado;
mas, sin duda, pecaste
contra la ley del Cielo
y de los hombres: 'Si conviene, ama'.

AMARILIS
Han pecado por mí hombres y Cielo,
4715
si verdad es que pende d'allá arriba
toda nuestra ventura;
pues sólo mi destino
(¡triste!) querer podría
fuese el pecar ajeno culpa mía.

NICANDRO
4720
¿Qué dices, ninfa? Enfrena
tu lengua, con enojo demasiado
trasportada hasta donde
mente devota con fatiga sube.
No culpes las Estrellas; que nosotros
4725
de las miserias humanas nuestras solamente
los artífices somos.

AMARILIS
¡Ay! Que no acuso al Cielo ni a otro alguno
que mi destino fiero;
y, más qu’a mi destino,
4730
a la que me engañó.

NICANDRO
Pues a ti sola,
que te engañaste, culpa.

AMARILIS
Yo me engañé, mas con engaño ajeno.

NICANDRO
Engaño no se hace
a quien el mismo engaño es agradable.

AMARILIS
4735
¿Me tienes tú por deshonesta tanto?

NICANDRO
No sé decir; preguntálo a la obra.

AMARILIS
Señal del corazón bien engañosa
la obra suele ser no pocas veces.

NICANDRO
No se ve el corazón, sino la obra.

AMARILIS
4740
El corazón se mira con los ojos
del pensamiento.

NICANDRO
Ciegos
son ellos si el sentido no los guía.

AMARILIS
El sentido es injusto
si la razón no le gobierna.

NICANDRO
Injusta
4745
es la razón si el hecho está dudoso.

AMARILIS
De cualquier modo, alcanzo
qu'el corazón justificado tengo.

NICANDRO
¿Quién, sino tú, te condució en la cueva?

AMARILIS
El creer demasiado y mi simpleza.

NICANDRO
4750
¿Tu honestidad fiaste del amante?

AMARILIS
De l'amiga infiel, no del amante.

NICANDRO
¿De l'amorosa voluntad, tu amiga?

AMARILIS
De la hermana d'Ormín, que m'ha vendido.

NICANDRO
Con el amante ser vendida es dulce.

AMARILIS
4755
Allí Mirtilo entró sin yo saberlo.

NICANDRO
Pues ¿cómo y a qué fin tú sola entraste?

AMARILIS
Baste decir que no entré por Mirtilo.

NICANDRO
Eres, si más no dices, convencida.

AMARILIS
Al mismo se pregunte mi inocencia.

NICANDRO
4760
¿Al mismo que fue causa de tu culpa?

AMARILIS
Pues la que me engañó haga fe dello.

NICANDRO
¿Cómo la puede hacer quien no la tiene?

AMARILIS
Jurarelo en el nombre de Diana.

NICANDRO
Harto le perjuraste con las obras.
4765
Yo no te lisongeo: hablo claro
porque después confusa no te halles
en mayor menester. Ninfa, son sueños:
no lava, no, agua de turbio río,
ni hace hablar derecho
4770
un corazón siniestro; y antes donde
acusa el hecho ofende la defensa.
Tu limpia castidad guardar debías
mucho más que la lumbre de tus ojos.
¿A qué vacilas más? ¿A qué te engañas?

AMARILIS
4775
Así, Nicandro, así (¡ay!) ¿morir debo
sin tener quien me oya o me defienda?
Así, ¿me dejan todos,
de esperanza desnuda
y sólo acompañada d'una extrema,
4780
infelice y funesta
piedad que no m'ayuda?

NICANDRO
Tu corazón sosiega,
y, si en pecar tan poco sabia fuiste,
valor muestra, a lo menos,
4785
en no temer el ansia
de tu pena fatal. Fija los ojos,
fíjalos en el cielo,
pues del Cielo deciendes;
que cuanto nos sucede
4790
d'allá tan sólo mana,
como río de fuente
y de raíces planta;
y lo que mal aquí parece, donde
el bien con mucho mal está mezclado,
4795
es bien allá, do todo bien s'anida.
El gran Júpiter sabe
(a quien no está escondido
humano pensamiento),
sábelo aquella Diosa
4800
de quien yo soy ministro,
cuánto de ti me pesa;
y, si con mi decir t'he lastimado,
hice lo qu'acostumbra diestra mano,
piadosamente fiera,
4805
que tentando con hierro
va la escondida parte
de profunda herida,
donde está más mortal y sospechosa.
Ten, pues, sosiego ya, tenle; ni quieras
4810
más largamente contrastar a aquello
qu'está de ti en el Cielo decretado.

AMARILIS
¡Oh sentencia en extremo rigurosa,
sea escrita en el Cielo o en la tierra!
Mas no puede en el Cielo ser escrita;
4815
qu'es la inocencia mía allá notoria.
Mas ¡Ay! ¿De qué me sirve
si conviene que muera?
¿Este es el duro paso,
éste el amargo cáliz! ¡Oh Nicandro!
4820
Por la piedad que de mi daño muestras
te ruego no me lleves
con tanta prisa al templo a dar efeto
a sentencia tan fiera.
¡Espera un poco! ¡Espera un poco! ¡Espera!…

NICANDRO
4825
¡Oh ninfa, ninfa! A quien morir es grave
es muerte todo instante.
¿Por qué tu mal dilatas? Mal no tiene
la muerte en sí, como pensar en ella:
aquel que morir debe,
4830
cuanto más presto muere
tanto más presto a su morir se roba.

AMARILIS
…Vendríame, por ventura,
algún socorro en tanto.
¡Oh padre mío! ¡Oh padre caro! ¡Oh padre!
4835
¿Que tú también me dejas?
Padre d'única hija,
¿así dejas que muera
y no me das favor? ¡Ay! Por lo menos
los últimos abrazos no me niegues.
4840
Un hierro solo herirá dos pechos:
derramará la herida
de tu hija tu sangre.
Padre, un tiempo tan dulce y caro nombre,
que jamás invocar solía en vano,
4845
¿así las bodas de tu hija haces:
por la mañana esposa,
víctima por la tarde?

NICANDRO
¡Ay, ninfa, más no penes! ¿A qu'en vano
atormentas a otros y a ti misma?
4850
Es tiempo ya de que te lleve al templo:
mi obligación no quiere
que más aquí se tarde.

AMARILIS
¡A Dios pues, caras selvas!
¡A Dios quedad! Y os ruego
4855
recibáis estos últimos suspiros
hasta que, desatada por injusto
y riguroso hierro,
vuelva mi sombra fría
a las vuestras amadas;
4860
qu'al Infierno penoso
no puede ir inocente,
ni estar entre beatos
desesperada y afligida puede.
¡Oh Mirtilo, Mirtilo!
4865
¡Cuánto fue miserable el primer día
que te vi y el primero
en que yo t'agradé, pues que mi vida
(a ti más cara que tu vida misma)
por más ser no debía vida tuya
4870
que por ser causa de la muerte mía!
Así, (¿quién lo creyera?) condenada
muere por ti la que te fue severa
por vivir inocente.
¡Oh por mi amor en demasía ardiente,
4875
mas para ti muy poco
osado! Mejor era
o pecar o huir. De cualquier modo,
muero sin culpa alguna
y sin fruto, y sin ti, corazón mío.
4880
¡Ay que muero, Mirtilo!

NICANDRO
Sin duda qu'ella muere…
¡Oh mísera! ¡Acudid! ¡Acudid todos!
Sostenelda conmigo juntamente.
En nombre de Mirtilo, ¡oh fiero caso!,
4885
ya de su vida el sol llegó al ocaso,
y el amor y el dolor en esta muerte
han prevenido el hierro.
¡Oh doncella infeliz! Vive, con todo,
y al palpitante corazón señales
4890
voy sintiendo de vida.
A la fuente se lleve más vecina,
y podrá ser en ella revoquemos
los débiles espíritus con agua.
Mas ¿quién sabe si obra
4895
será de crueldad el ser piadoso
con quien muere de pena
por no morir de hierro?
De cualquier manera,
que se socorra es bien haciendo ahora
4900
lo que conviene a la piedad presente;
qu'es de lo venidero
sólo el Cielo adivino verdadero.

Scena sexta

Coro de Cazadores, coro de Pastores con Silvio

CAZADORES
¡Oh garzón glorioso,
del soberano Alcides
4905
estirpe verdadera,
que mata ya tan monstruosa fiera!

PASTORES
¡Oh garzón glorioso,
por quien del Erimanto
yace la fiera ya vencida y muerta
4910
que viva pareció tan invencible!
Mirad la horrible testa, que parece,
aun muerta, espire muerte:
este el claro trofeo
es, y la nobilísima fatiga
4915
de nuestro semideo.
Pastores, celebrad su gran nombre,
y entre nosotros semejante día
siempre solene sea,
sea siempre gozoso.

CAZADORES
4920
¡Oh garzón glorioso,
del soberano Alcides
estirpe verdadera,
que mata ya tan monstruosa fiera!

PASTORES
¡Oh garzón glorioso,
4925
que desprecias tu vida por l'ajena!
Es el propio camino
para hacerse inmortal éste, sin duda,
por quien los mismos Dioses
la fatiga y sudor antepusieron.
4930
Aquel que gozar quiere
comodidades, sufra
incómodos primero:
no de reposo vil, infructuoso,
que aborrece el afán, mas de fatiga,
4935
qu'a virtud se anticipa,
nace el propio reposo.

CAZADORES
¡Oh garzón glorioso,
del soberano Alcides
estirpe verdadera,
4940
que mata ya tan monstruosa fiera!

PASTORES
¡Oh garzón glorioso,
por quien los campos ricos
desnudos de labranza y labradores
sus fecundos honores
4945
desde hoy han cobrado!
Tomar seguro puedes,
¡oh labrador!, el perezoso arado;
esparce ya seguro la preñada semilla
y el caro fruto en su sazón atiende:
4950
fiero pie, diente fiero
no habrá que le destronque o que le huelle,
ni serás por sustento de la vida
a ti grave y a otros enfadoso.

CAZADORES
¡Oh garzón glorioso,
4955
del soberano Alcides
estirpe verdadera,
que mata ya tan monstruosa fiera!

PASTORES
¡Oh garzón glorioso!
¡Cómo el Cielo, adivino de tu gloria,
4960
a tu gloria se muestra favorable!
Tal era, por ventura,
el jabalí famoso
de quien Alcides alcanzó vitoria;
tal era, y en tal forma
4965
tu brazo le venciera,
si hoy de ti no fuera
esta primer fatiga
cual de tu grande abuelo fue tercera.
Mas tu valor, aún tierno,
4970
se burla con las fieras
para hacer de los monstros,
en edad más entera,
estrago más sangriento y espantoso.

CAZADORES
¡Oh garzón glorioso,
4975
del soberano Alcides
estirpe verdadera,
que mata ya tan monstruosa fiera!

PASTORES
¡Oh garzón glorioso!
¡Cómo con el valor la piedad juntas!
4980
¡Oh Cintia, mira el voto
de tu Silvio devoto! Cintia, mira
la cabeza soberbia
que d'una y otra parte
en tu desprecio s'arma
4985
de corto y blanco diente, que parece
competidor de tus altivas puntas.
Así, potente Diosa,
si tú guiaste del garzón la flecha,
debe el despojo a ti de la vitoria
4990
el por ti vitorioso.

CAZADORES
¡Oh garzón glorioso,
del soberano Alcides
estirpe verdadera,
que mata ya tan monstruosa fiera!

Scena séptima

Coridón

[CORIDÓN]
4995
Con suspensión estuve hasta ora
sin dar crédito a cuanto de Corisca
me dijo ha poco el Sátiro, temiendo
quizá fábula fuese, imaginada
por él malignamente en daño mío,
5000
por parecerme de la verdad lejos
qu'en el mismo lugar donde conmigo
hoy hallarse debía (a no ser falso
lo que Liseta dijo de su parte)
tan repentinamente hoy haya sido
5005
cogida con adúltero. Mas, cierto,
es gran señal y mucho me perturba
la boca desta cueva, de mí hallada
del modo que me dijo, pues se mira
impedida y cerrada
5010
con piedra tan pesada.
¡Oh Corisca, Corisca! Bien sabía,
bien tengo de tus pasos conocido
qu'habían de llevarte donde fuerza
era caer y sin poder alzarte.
5015
Tanto enredo y mentira, tanto engaño,
ciertamente, presagios verdaderos
debían ser de tan mortal caída
para quien no estuviera
falto de entendimiento u d'amor ciego.
5020
Bueno fue mí tardar: fue gran ventura
ser de mi padre entretenido. ¡Oh necio!
Aquel que tuve entonces
por fiero estorbo fue divino medio,
pues si venía al tiempo qu'apuntado
5025
de Liseta me fue, cierto podía
hoy algún caso estraño sucederme.
Mas ¿qué haré? ¿Debo, de ira armado,
recorrer al ultraje, a la venganza?
No, que mucho la honro. Pues si quiero
5030
discurrir sanamente, es caso digno
más presto de piedad que de venganza.
¿Tendrás, pues, compasión de quien t'engaña?
Engañose a sí misma, pues dejando
a quien con pura fe siempre la quiso,
5035
hoy a vil pastorcillo s'ha entregado,
estraño y vagabundo, que mañana
será más qu'ella falso y mentiroso.
¿Vengar, pues, debo ultraje que consigo
venganza trae, y qu'a la ira excede
5040
de suerte qu'en piedad vuelve el enojo?
Mas ¿burlado me ha? Antes honrado;
y bien bastante causa tengo ahora
para estimarme más, pues me desprecia
mujer que al mal, como a su centro, corre,
5045
y las leyes ignora
d'amar y ser amada:
qu'al más indigno agrada
y aborrece al más digno.
Mas dime, Coridón, si no te mueve
5050
la rabia del desprecio a la venganza,
¿puede ser qu'a lo menos no te incite
el dolor de la pérdida y del daño?
Mas yo no la perdí, que no era mía;
yo sí que, de perdido, m'he cobrado,
5055
puesto quedar sin hembra qu'es tan vana,
y tan pronta y tan fácil a mudarse,
no es pérdida, no. Mas, finalmente,
¿qué cosa he yo perdido? Una belleza
d'honestidad desnuda,
5060
un rostro sin juicio, y más, un pecho
sin corazón, un corazón sin alma,
y alma sin fe y sin firmeza; una
sombra d'amor, una fantasma vana,
cadáver que mañana
5065
tierra de mal olor ha de volverse:
¿pérdida, pues, ésta decirse puede?
Antes ganancia cara y venturosa.
¿Han de faltar mujeres porque falte
Corisca? ¿A Coridón faltarán otras
5070
ninfas más qu'ella hermosas y gentiles?
A ella sí que faltará un amante
fiel cual Coridón, de quien fue indigna.
Si hacer quisiese ahora lo que della
m'aconsejó el Sátiro, sé cierto
5075
qu'acusando la fe qu'ella me ha dado,
sin falta hacer podría que muriese;
mas corazón no tengo tan humilde
que baste a perturballe
de mujer la inconstancia y ligereza.
5080
Feliz y honrada fuera en demasía
la femenil malicia si con pena
de pecho varonil (la paz turbando
d'un alma bien nacida)
s'hubiera de vengar Corisca. Viva,
5085
pues, por mi causa, o, por mejor decirlo,
por mí no muera y viva para otro;
que su vida será venganza mía.
Viva a su infamia y para el vil amigo,
pues él es de manera
5090
que, sin aborrecerle, a tener vengo
antes compasión della que dél celos.

Scena octava

Silvio

[SILVIO]
¡Diosa que no eres diosa
sino de gente ciega, ociosa y vana,
que con impuro celo,
5095
con necia y con profana
religión mil altares
y templos te consagra…!
Mas ¿templos dije yo? Antes lugares
de torpes ejercicios,
5100
por dar color alguno
d'honestidad al deshonesto trato
con el título insigne
de tu deidad. Y tú, lasciva diosa,
porque tus libertades
5105
menos se puedan ver con las ajenas,
les alargas el freno
de cualquiera lascivia.
De razón enemiga
y de obras, a hurto,
5110
inventora maligna,
corrupción de las almas,
calamidad del mundo y de los hombres,
hija del mar bien digna,
dignamente nacida
5115
d'aquel pérfido monstro que con aura
de esperanza halagüeña
lisonjea primero y después mueve
en los pechos humanos
tantas fieras borrascas de deseos
5120
furiosos y turbados,
de llantos y suspiros;
que madre de furor y de tormentas
debe el mundo llamarte,
y no madre d'amor. Advierte en cuánta
5125
perdición y miseria
precipitaste aquellos
dos míseros amantes.
Ve tú, pues que blasonas
de ser omnipotente,
5130
ve tú, pérfida diosa.
Salva, salva si puedes
la vida a la pastora
a quien con tus dulzuras venenosas
has conducido a muerte.
5135
¡Oh venturoso para mí aquel día
en qu'el ánimo casto
te consagré, mi Cintia! Deidad santa,
mi diosa verdadera,
y así, en la tierra diosa
5140
de las almas más bellas,
como luz en el cielo
hermosa más que las demás estrellas.
¡Cuánto son más loables y seguras
las obras y ejercicios
5145
de tus caros amigos
que los d'aquellos infelices siervos
de Venus impúdica!
Feroces jabalíes tus devotos
matan, pero los suyos
5150
son miserablemente
muertos de jabalíes.
¡Oh arco, mi poder y mi deleite!
¡Oh saetas, mis fuerzas invencibles!
Venga al instante a prueba
5155
esa vana fantasma
d'amor. Hoy con sus armas
afeminadas venga
a prueba con vosotras,
que picáis y herís tan fuertemente.
5160
Aunque mucho te honro,
vil y débil muchacho;
y, para que m'entiendas,
en voz bien alta digo
que para castigarte
5165
un azote me basta.
Basta.
¡Oh tú, que me respondes! ¿Eres Eco,
o acaso Amor qu’imitas el son dél?
Él.
Pues a ti busco. Dime si eres hijo
de la que por Adonis
5170
tan miserablemente s'abrasaba,
de la qu'a la virtud es tan odiosa.
Diosa.
Lo que quisieres sea. ¿De la diosa
qu'es amiga de Marte?
¿D'aquella qu'a menudo las estrellas
5175
y elementos apesta con lascivia,
en quien están de vicios las simientes?
Mientes.
¡Qué fácil cosa es charlar al viento!
Ven fuera, y escondido
no estés, ni muestras des de temeroso.
Oso.
5180
Téngote por bellaco. Mas d'aquella
¿eres hijo legítimo o bastardo?
Ardo.
¡Oh, bueno! ¿De Vulcano
hijo hacerte querrás por tales medios?
Dios.
Y dios ¿de qué? ¿De corazón inmundo?
Mundo.
5185
¿Burla del universo?
¿Aquel garzón terrible,
de quien te menosprecia
vengador tan potente y tan severo?
Y ¿cuáles son las penas
5190
que das a tus rebeldes?
O ¿qué harás de mí, que te desprecio,
si tengo el corazón como diamante?
Amante.
¿Amante a mí? ¡Oh loco!
¿Cuándo será qu'en este
5195
tan casto corazón amor albergue?
¿Yo amante? Y ¿en qué tiempo
diferente seré de lo que soy?
Hoy.
¿Cómo? ¿Tan presto s’enamora?
Ora.
Pues dime, ¿cuál será la poderosa
5200
que me podrá forzar a que l'adore?
Dore.
¿Dorinda, por ventura,
quiere decir esa tu lengua torpe,
que lo claro escurece y atropella?
Ella.
¿Dorinda, que aborrezco
5205
más que lobo a cordero?
Mas ¿quién a mi querer hará contraste?
¿Qué flecha y arco a que tu ley profese?
Ése.
¿Éste? ¿De qué manera?
Dirás, acaso tú, cuando le hubieres
5210
con tu lascivia torpe corrompido.
Rompido.
¿Podrán (¡oh necio!), pues, mis rotas armas
hacerme guerra? O ¿romperaslas tú?
Tú.
¿Yo? Bien hecho de ver que desatinas.
¡Vete a dormir! Mas dime,
5215
¿dónde sucederá cosa tan nueva
y tan estraña? ¿Por ventura, aquí?
Aquí.
Pues yo me parto. ¡Oh loco!
Mira cómo en tal caso
fuiste falso adivino.
Divino.
5220
Mas entr'aquellas matas
veo, o me parece,
un no sé qué d'oscuro que de lobo
la semejanza tiene.
Lobo parece, cierto; y es, sin duda.
5225
Y ¡qué desmesurado!
¡Oh para mí tal día
a presas destinado!
¿Qué favores son estos, cortés Diosa?
¿Hoy triunfo de dos fieras?
5230
Mas, Cintia, ¿a qué más tardo?
Mira cómo en tu nombre esta saeta,
la más veloz y penetrante, escojo
de cuantas hay en el aljaba mía.
A ti, celeste Diosa, la encomiendo.
5235
Tú, pues, flechera eterna, tú la quita
de mano de la suerte y en la fiera
con tu mano infalible la endereza;
qu'a tu deidad prometo consagrarla.
En tu nombre disparo…
5240
¡Oh tiro venturoso, pues dio al justo
donde le destinaron vista y mano!
¡Tuviera yo mi dardo
para acabarle d’una vez primero
que d'aquí se huyera y se emboscara!
5245
Por no tener más armas,
con estas de la tierra herirle quiero…
Raras en este sitio son las piedras,
pues con ninguna encuentro.
Mas no sé por qué busco
5250
armas, si estoy armado;
y más si acaso la segunda flecha
en lo vivo le hiere…
¡Ay Dios! ¿Qué veo? ¡Ay Silvio desdichado!
¡Ay de ti! ¡Ay! ¿Qué hiciste?
5255
¡Un pastor has herido
con despojo de lobo!
¡Oh caso miserable! ¡Oh caso triste,
caso para vivir d'aquí adelante
afligido y doliente!
5260
Y pienso que conozco al infelice.
Con él Linco se halla,
que le sustenta y rige.
¡Oh funesta saeta! ¡Oh voto infausto!
¡Y tú, que la guiaste y que le oíste,
5265
deidad más qu'ella infausta y más funesta!
¿Yo, pues, derramador de sangre ajena?
¿Causa de ajena muerte
yo, que tan poco antes
por la salud de Arcadia
5270
despreciador tan franco
fui de mi vida y sangre?
¡Ya las armas arroja
y ya sin gloria vive,
profano arquero, cazador profano!
5275
Mas viene el infelice,
menos que tú, con todo, desdichado.

Scena novena

Linco, Silvio, Dorinda

LINCO
¡Carga más, hija mía!
¡Déjate pender toda en estos brazos,
infelice Dorinda!

SILVIO
5280
¡Soy muerto!

DORINDA
¡Oh Linco, Linco!
¡Oh mi segundo padre!

SILVIO
Es Dorinda, sin duda. ¡Ay voz! ¡Ay vista!

DORINDA
A ti fatal oficio
sostener a Dorinda, ¡oh Linco! era.
5285
Solo en mi nacimiento
los primeros sollozos recogiste:
recogerás, por suerte,
los últimos de muerte,
y esos brazos piadosos
5290
a mi morir féretro
serán, pues al nacer mi cuna fueron.

LINCO
¡Oh hija, a mí más cara
que si fueras mi hija!
Responderte no puedo;
5295
qu'es mi dolor de suerte
que toda voz en lágrimas convierte.

SILVIO
¡Oh tierra! ¿No te abres? ¿No me tragas?

DORINDA
¡Ay! El paso detén y el llanto enfrena,
piadosísimo Linco;
5300
qu'éste crece el dolor y aquél la llaga.

SILVIO
¡Oh, cuán mísera paga
recibes de tu amor, mísera ninfa!

LINCO
Ten buen ánimo, hija;
que no será mortal la herida tuya.

DORINDA
5305
Mas la mortal Dorinda
se verá presto muerta.
¡Supiera, por lo menos,
de quién herida fui!

LINCO
Cúrese ahora
la herida, no la ofensa;
5310
que jamás por venganza sanó llaga.

SILVIO
Mas ¿qué haces aquí? ¿A qué te tardas?
¿Sufrirás tú qu'ella te vea? ¿Tanto
corazón tendrás tú? ¿Tan libre frente?
¡Huye la pena merecida, Silvio,
5315
d'aquella vista vengadora! ¡Huye
de su voz el cuchillo!
¡Ay de mí, que no puedo! Y no sé cómo
o cuál fatal necesidad con fuerza
me detiene y arroja
5320
con rigor hacia aquello
de quien debría huir.

DORINDA
Pues ¿morir debo
sin saber quién me mata?

LINCO
Silvio te dio la muerte.

DORINDA
¿Silvio? ¿Silvio? ¡Ay de mí! ¿Cómo lo sabes?

LINCO
5325
Su fecha reconozco.

DORINDA
¡Dulce salir de vida,
si soy de Silvio herida!

LINCO
Mírale, en tal semblante y tal manera
que parece s'acusa por sí mismo.
5330
¡Loado el Cielo sea,
Silvio, que así anduviste
frecuentando estas selvas
con ese arco tuyo
y esas potentes flechas
5335
hasta que un tiro hiciste de maestro!
Di pues, ¡oh tú que vives
cual Silvio y no cual Linco!,
este golpe que miras, tan famoso,
¿es acaso de Linco o es de Silvio?
5340
¡Oh rapacillo en demasía sabio!
¡Hubieras tú creído a un viejo loco!
Responde, desdichado.
Di, ¿cuál será tu vida si ésta muere?
Sé bien dirás erraste
5345
y herir creíste un lobo;
¡como si culpa tuya
no fuese andar flechando
(de mozo sin cuidado y vagabundo)
sin advertir si hieres hombre o fiera!
5350
Más ¿qué guarda de cabras, qué vaquero
no miras, por tu vida, con despojos
semejantes cubierto? Silvio, Silvio,
quién el juïcio verde
coger procura, alcanza
5355
maduro siempre de ignorancia el fruto.
Vano garzón, ¿entiendes
qu'este caso hoy acaso te suceda?
Entenderás muy mal; porque acidentes
que son tan monstruosos y tan nuevos
5360
a los hombres, es cierto no suceden
sin divina deidad. ¿No ves qu'el Cielo
está cansado dese tu insufrible
enfadoso desprecio
d'amor del mundo y todo humano afecto?
5365
No agrada a sumos Dioses
el tener en la tierra compañeros;
y menos les agrada
se halle en el valor altivez tanta.
¿Tú ahora estás tan mudo,
5370
que eras ha poco intolerable tanto?

DORINDA
Deja, deja decir a Linco, ¡oh Silvio!;
que no sabe el dominio
qu'en virtud del amor sobre Dorinda
tienes de muerte y vida.
5375
En flecharme, flechaste lo qu'es tuyo,
y la señal heriste
qu'es propia de tu flecha.
En herirme, tus manos
han seguido el estilo
5380
de tus hermosos ojos.
Ves, Silvio, ves la qu'aborreces tanto.
Vesla en el mismo ser que la querías.
Herirla deseaste: ya la heriste.
Deseástela presa: vesla presa.
5385
Muerta la deseaste: vesla a muerte.
¿Qué quieres della más? ¿Puede Dorinda
darte más, por ventura?
¡Oh garzón riguroso,
corazón sin piedad! Si no creíste
5390
a la mortal herida
qu'Amor abrió en mi pecho por tu causa,
¿puedes esta negar qu'abrió tu mano?
Y si a la sangre crédito no diste
qu'a menudo vertía por los ojos,
5395
¿darás crédito ahora
a la que deste lado se derrama?
Mas, si con la piedad en ti no faltan
valor y gentileza
que contigo nacieron,
5400
no me niegues, te ruego,
alma cruel, mas con extremo hermosa,
no me niegues al último suspiro
un tu suspiro solo. Feliz muerte
si tú dulce la vuelves
5405
sólo con esta voz cortés y pía:
'Vete en paz, alma mía'.

SILVIO
Dorinda, ¿diré 'mía', no lo siendo
sino cuanto te pierdo
y a tiempo que de mí muerte recibes,
5410
ni mía fuiste entonces que podía
darte vida? Mas, ¡ay!, 'mía', con todo,
quiero decir: que mía
serás, mal grado de mi dura suerte;
y si no fueres mía con tu vida,
5415
lo serás con mi muerte.
Cuanto miras en mí, dispuesto y pronto
ésta para vengarte.
Mi bien, yo te maté con estas armas
y tú me matarás con estas mismas.
5420
Te fui crüel, y sólo
crueldad de ti deseo.
Te desprecié soberbio:
mira cómo, doblando las rodillas,
con humildad t'adoro
5425
y te pido perdón, mas no la vida:
ves las flechas y el arco.
Mas no hieras las manos o los ojos
(por ministros culpados
d'inocente querer): el pecho hiere.
5430
¡Hiere, hiere este monstruo,
d'amor y de piedad fiero enemigo!
¡Hiere este corazón que te fue crudo!
¡Mira el pecho desnudo!

DORINDA
¡Ay! ¿Herir ese pecho,
5435
Silvio? No convenía
descubrirle a mis ojos
si deseabas tú que yo le hiriese.
¡Oh bellísimo escollo,
con las ondas y el viento
5440
de mi llanto y suspiros
ya tantas veces combatido en vano!
¡Ay! ¿Es verdad qu'espiras
y que sientes piedad, o yo me engaño?
Mas, aunque seas, pecho, o blando o duro,
5445
no quiero que me engañe
d'un cándido alabastro
el hermoso semblante,
como aquel d'una fiera
hoy ha engañado a tu señor y mío.
5450
¿Herirte yo? Amor solo te hiera;
pues la mayor venganza
que puedo desear es verte amante.
¡Oh venturoso el día
en que sentí abrasarme!
5455
¡Oh venturosas lágrimas y penas!,
de vos loarme quiero, y no vengarme.
Mas tú, Silvio cortés, tú que te inclinas
a aquella de quien eres
señor, no estés en acto
5460
de siervo; y ya que siervo
ser de Dorinda quieres,
levántate a sus señas, y ésta sea
de tu fe para mí prenda primera.
La segunda, que vivas.
5465
Cúmplase en mí la voluntad del Cielo.
Mi corazón en ti vivirá siempre,
ni morir puedo yo, como tú vivas.
Y si juzgas injusto
que sin castigo aquí mi herida quede,
5470
páguelo quien la hizo; si fue l’arco
sólo el arco perezca:
sobr'aquel homicida
caiga la pena, y él pierda la vida.

LINCO
¡Oh cortés y justísima sentencia!

SILVIO
5475
¡Así será! La pena merecida
al punto pagarás, leño funesto.
Y porque tú d'ajena vida el hilo
más no rompas, te rompo y te deshago,
y, cual fuiste, a la selva
5480
te vuelvo inútil rama.
Y vosotras, saetas,
de la qu'abrió de mi querida el lado
o por naturaleza
o por malicia hermanas,
5485
no quedaréis en el aljaba sanas,
ni os llamarán más flechas,
sino inútiles varas
de hierro y pluma vanamente armadas.
Amor, bien lo decías
5490
detrás d'aquellas ramas
en voz d'Eco adivina.
Valiente domador d'hombres y Dioses,
enemigo primero, ya de todos
mis pensamientos dueño,
5495
si tú la gloria estimas
d'haber domado un corazón soberbio,
te ruego me defiendas
desta flecha maligna y peligrosa,
que con un golpe solo
5500
hará muera Dorinda,
y con Dorinda Silvio,
de tu valor vencido.

LINCO
Así, la fiera muerte, si ésta muere,
altiva triunfará d'amor triunfante.
5505
Así, los dos a un tiempo estáis heridos.
¡Oh caras y felices
ambas heridas! Mas sin fin amargas
si no se sana hoy la de Dorinda.
Vamos, pues, a sanarla.

DORINDA
5510
¡Ay Linco! Yo te ruego
que con estos despojos
a la paterna casa no me lleves.

SILVIO
¿Tú, pues, en otro albergue qu'en el mío
reposarás, Dorinda?
5515
En él, es cosa cierta,
hoy mi esposa serás, o viva o muerta.
Y en él contigo Silvio
estará, muerto o vivo.

LINCO
¡Y cómo viene a tiempo,
5520
siendo por Amarilis ya perdida
la honestidad, el casamiento y vida!
¡Oh junta venturosa! ¡Oh sumos Dioses,
dad vida a dos con una salud sola!

DORINDA
¡Cuán debíl, Silvio estoy: apenas puedo
5525
sobr'el lado ofendido sostenerme.

SILVIO
Ten buen ánimo, qu'eso
tendrá remedio en breve:
a nosotros serás querido peso
y nosotros a ti piadoso arrimo.
5530
¡Linco! ¡Dame la mano!

LINCO
¡Vesla pronta!

SILVIO
Fuerte la ten, y de tu brazo y mío
hagamos un asiento…
Reposa aquí, Dorinda; y, desta parte,
de Linco el cuello con el brazo diestro
5535
ciñe, y también, con el siniestro, el mío,
y tan suavemente te acomoda
que no te duela el ofendido lado.

DORINDA
¡Punta cruel! ¡Ay, cómo me traspasas!

SILVIO
A tu placer te asienta, mi querida.

DORINDA
5540
Parece qu'estoy bien.

SILVIO
Tú, Linco, ahora,
ve firme con el pie.

LINCO
Tú con el brazo
no vaciles. Mas ve derecho y fuerte,
que lo has menester: bien otra cosa
es ésta que triunfar d'una cabeza.

SILVIO
5545
Dime, Dorinda mía, si te hiere
mucho la flecha.

DORINDA
¡Mucho, vida mía!
Mas en tus brazos tengo
por caro el ser herida, el morir dulce.

CORO
¡Oh bella edad del oro!
5550
Cuando al mundo pequeño
sirvió de cuna el bosque,
de sustento la leche,
gozaron los ganados
allí sus caros pastos no tocados;
5555
hierro y veneno aún no tenía el mundo,
pensamiento turbado
y tenebroso entonces no hacía velo
al sol de luz eterna.
Hoy la razón, qu'invierna
5560
entre las nubes del sentido, el Cielo
ha cerrado. Por eso el peregrino
vagando va, y el mar turbando el pino.
El son pomposo y vano,
el inútil sujeto
5565
de lisonjas, de títulos, de engaños,
que ‘honra’ indignamente el vulgo llama,
de las almas aún no era tirano,
mas sostener afán por verdaderas
dulzuras, entre selvas y ganados,
5570
tener la ley por fe, d'aquellas almas,
al bien obrar tan hechas,
siempre cuidado fue d'honor felice,
a quien dictaba Honestidad: ¡Agrade
lo que lícito fuere'.
5575
Entonces entre prados y entre fuentes
las burlas y caricias
de legítimo amor fueron las llamas;
llevaban los pastores y las ninfas
asido el corazón en las palabras,
5580
Himeneo les daba
los besos y los gustos
más dulces, más asidos.
Uno solo gozaba
d'amor las vivas rosas. Escondidas
5585
las halló en todo tiempo amante a hurto:
siempre halló voluntad dura y esquiva
en lago, en cueva, en bosque,
y era ‘amigo’ y ‘marido’ un solo nombre.
¡Oh tú, siglo maligno,
5590
qu'escureciste con deleites torpes
la hermosura del alma,
y a criar enseñaste
la sed de los deseos
con semblantes compuestos,
5595
después desenfrenando
ocultas impurezas!
Como red estendida
por entre yerbas y esparcidas flores,
con razones esquivas
5600
lascivos pensamientos
encubres tú, llamando osadamente
‘virtud’ al parecer, ‘arte’ a la vida;
y nada se te da (y aun juzgas honra)
que hurto sea, como amor s'esconda.
5605
Mas tú, honor verdadero,
en nuestros pechos forma
de generosos bríos
la verdadera honra,
la qu'es dote y blasón de nobles almas.
5610
¡Oh Reinador de reyes!
Vuelve, vuelve a tus claustros,
que sin ti venturosos ser no pueden.
Tus potentes estímulos despierten
ya del sueño mortal a quien te deja
5615
de seguir por querer indigno y bajo,
la prez dejando de l'antigua gente.
Esperemos; que tregua
hace tal vez el mal si la esperanza
en nosotros no falta.
5620
Esperemos; qu’Apolo,
si muere, también nace, y cuando el cielo
menos luce, traernos a menudo
suele el que se esperó tiempo sereno.


Acto V

Scena primera

Uranio, Carino

URANIO
Si hay bien, es buena estancia toda parte,
5625
y toda estancia al valeroso es patria.

CARINO
Es la verdad, Uranio. Y yo por prueba
decirlo sé; que la paterna casa
harto mozo dejando, deseoso
de más qu'abrir con el arado sulcos
5630
o apacentar ganado por las selvas,
tras vida peregrina, finalmente,
cano torno al lugar que dejé rubio.
Mas es suave cosa (a quien del todo
sentido no le falta) el patrio nido:
5635
Naturaleza al nacimiento humano,
hacia el caro lugar donde se nace
dio no sé qué de no entendido afecto
que siempre vive y nunca se envejece.
Como la piedra imán, pues, aunque lejos
5640
marinero sagaz la lleve errando
por donde nace el Sol, por donde muere,
la secreta virtud con qu'ella mira
su Tramontana en ningún tiempo pierde,
así quien se va lejos de su patria,
5645
bien que mucho revuelva y a menudo
también s'anide en peregrina tierra,
el natural amor siempre retiene
que de contino al natural le inclina.
¡Oh más que cualquier otra de mí amada
5650
y más bella que todas, tierra arcade
que toca el pie y el alma reverencia!
Si a tus confines, apacible madre,
llegado hubiera con cerrados ojos,
al instante te hubiera conocido,
5655
según corrió a mi pecho un cierto amigo
consentimiento , oculto y penetrante,
tan lleno de terneza y de deleite,
que le sintió la sangre en cualquier vena.
Tú, pues, Uranio, ya que del camino
5660
y padecer me fuiste compañero,
bien conforme a razón es qu'asimismo
al gozar mis dulzuras me acompañes.

URANIO
Compañero al trabajo, mas no al fruto
tuyo fui yo; pues a tu tierra al cabo
5665
llegaste, donde los cansados miembros,
con la imaginación, aun más cansada,
en quietud aliviar te será fácil;
mas yo, que llego peregrino, y tanto
de mi pobre morada y de la mía,
5670
mas pobre mucho y desvalida gente
ya me alejé, por ti casi arrastrando
tan débil peso por tan larga vía,
podré, sí, restaurar los miembros flojos,
no el pensamiento triste imaginando
5675
en lo que dejo atrás y en lo que falta
a mi reposo d'áspero camino.
Ni sé quién otro, en esta edad de canas,
sacado, sino tú, me hubiera d'Élide
sin saber la ocasión que te moviese
5680
a conducirme en tan remota parte.

CARINO
Sabes que mi dulcísimo Mirtilo
(hijo que por el Cielo me fue dado)
aquí, para sanar, enfermo vino
habrá más de dos meses, mi consejo
5685
siguiendo, o, lo más cierto, el del oráculo:
que sólo el cielo del Arcadia darle
salud podía. Yo, que tanto tiempo
no puedo ausente ver prenda tan cara,
torné a la voz fatal, y de su vuelta
5690
tan deseada le pedí consejo;
la cual en esta forma respondiome:
'Torna a l'antigua patria, do felice
serás con tu dulcísimo Mirtilo;
qu'allá le llevó el Cielo a grandes cosas
5695
qu'en Arcadia, no más, saberse pueden'.
Tú, pues, ¡oh compañero fiel y amado!,
cortés Uranio, que conmigo a parte
de toda mi fortuna t'has hallado,
da ya reposo a fatigados miembros;
5700
que no te faltará con que sosiegues
también el afligido pensamiento.
Toda felicidad y buena suerte
(si tal sucede cual señala el Cielo)
común será contigo; qu'estuviera
5705
Carino en vano alegre de su dicha
si en algún tiempo Uranio se doliera.

URANIO
Por ti toda fatiga padecida,
como t'agrade, ¡oh mi Carino!, tiene
consigo siempre galardón y premio.
5710
Mas di, ¿cuál ocasión hizo dejases
tu mismo natural, si t'es tan caro?

CARINO
Febeo aliento en juvenil deleite
d'adquirir nombre en parte más famosa.
Ambicioso también de peregrina
5715
gloria, ya desdeñé que me loase
sola mi patria Arcadia, y qu'ella sola
me escuchase también:como si fuera
término angosto a mi creciente estilo;
y allá me fui, dond'es tan claro el nombre
5720
d'Élide que tan claros hace a otros.
Aquí el famoso Egón de lauro ornado
vi, de rojo después, de virtud siempre,
tal que segundo Febo parecía,
por cuya causa, a su deidad devoto,
5725
consagré juntos corazón y lira;
y en parte igual donde la gloria alberga
me debiera bastar haber llegado
al mismo punto a qu'aspiró mi alma,
si cual feliz me hizo el Cielo en tierra,
5730
así conocedor, así celante
de mi felicidad hecho me hubiera.
Cómo después, por ver Micena y Argos,
dejase Élide y Pisa, y allí fuese
adorador de deidad terrena,
5735
con todo cuanto allí sufrí sirviendo,
molesta historia mucho a ti escucharla
y a mí doliente el referirlo fuera;
sólo diré que perdí fruto y obra,
lloré, canté, escribí, ardí y heleme;
5740
corrí, paré, sufrí, alegre o triste,
en bajo, en alto, despreciado o caro,
y, cual el hierro Délfico, instrumento
ya d'obra vil, ya de sublime empresa.
No temí riesgo, no evité fatiga;
5745
hice de todo y nada fui, al cabo;
aunque lugar mudase, estado y vida,
costumbres, pensamientos y cabello,
no vi que se mudase mi fortuna.
Conocí, bien que tarde, finalmente,
5750
y suspire la libertad primera;
y Argos dejando, tras pesares tantos,
y sus grandezas de miseria llenas,
volví de Pisa al sosegado albergue
donde, merced de Providencia eterna,
5755
puede adquirir a mi Mirtilo caro.

URANIO
¡Oh mil veces dichoso aquel que sabe
limitar con valor sus pensamientos,
tal que, por esperar inmoderado,
de moderado bien no pierda al fruto!

CARINO
5760
¿Quién pensara bajar entre grandeza?
Acaso ¿quién emprobrecer entr'oro?
Pensé qu'en los alcázares reales
humanas tanto más fuesen las gentes
cuanto abundaban más de todo aquello
5765
a quien la humanidad es noble adorno.
Mas hallé, Uranio, lo contrario en todo:
gente de hablar cortés, de cortés nombre,
mas de piedad contraria, escasa d'obra;
gente a la vista mansa y apacible,
5770
mas cual profundo mar hinchada y fiera,
y gente d'aparencia, en quien se nota
rostro de caridad, alma de envidia.
Hallas después en un mirar derecho
un ánimo torcido, y, a menudo,
5775
en quien más lisonjea fe más corta.
Lo qu'es virtud en otra parte sólo
aquí defeto es: decir verdades,
obrar leal, amar sin fingimiento,
una inviolable fe, piedad sincera,
5780
de mano y corazón vida inocente,
juzgan d'ánimo vil, de bajo ingenio,
simpleza y vanidad digna de risa;
la fraude, la mentira y el engaño,
el impío robo de piedad vestido,
5785
crecer con daño y precipicio ajeno,
y hacerse honra con afrenta de otro,
d'aquella falsa gente son virtudes.
No mérito, valor, no reverencia,
ni de ley ni de años ni de grado;
5790
no freno de vergüenza, no respeto,
ni d’amor ni de sangre; no memoria
de recibido bien; y, en fin, no puede
haber cosa tan justa y venerable
que al inmenso deseo de sus honras
5795
y hambre suma d'haber sea inviolable.
Pues yo, que incauto y siempre de sus artes
ignorante viví; yo, qu'en la frente
escrito siempre y manifiesto truje
el pensamiento, el corazón sin velo,
5800
puedes imaginar cómo de flechas
no sospechosas ni temidas fuese
en todo tiempo descubierto blanco.

URANIO
¿Quién se dirá en la tierra venturoso
si tanto a la virtud daña la envidia?

CARINO
5805
Si desd'el día, Uranio, que conmigo
mi musa se pasó d'Élíde en Argos
talento de cantar tenido hubiera
como siempre ocasión de llorar tuve,
con tan heroico y tan sublime estilo
5810
de mi señor las armas y las honras
cantara, que por suerte envidia a Aquiles
de la meonia trompa no tuviera,
y mi patria querida, madre cara
de cisnes infelices, anduviera
5815
por mí ceñida del laurel segundo.
Mas hoy se ha vuelto, ¡oh inhumano siglo!,
demasiado infelice la poesía,
aura cortés, mantenimiento dulce
y alegre habitación quieren los cisnes,
5820
ni a Parnaso se va con importunos
cuidados; quien vocea de contino
con su incomodidad y con su suerte
pierde el canto y la voz, vuélvese ronco.
Mas tiempo es de qu'a Mirtilo busque;
5825
si bien tan nuevos y mudados hallo
de lo que solían ser estos caminos,
qu'en ellos casi no conozco a Arcadia.
Con todo, alegre ven; qu'a peregrino
que tiene lengua nunca falta guía.
5830
Mas por ventura es bien que, pues cansado
te hallas, en el más vecino albergue
a reposar te quedes entretanto.

Scena segunda

Titiro, Mensajero

TITIRO
¡Qué lloraré primero
en ti, la honestidad, hija, o la vida?
5835
La honestidad he llorar por cierto;
que de padre mortal eres nacida.
Mas no de padre infame;
y en lugar de la tuya,
hoy lloraré mi vida,
5840
reservada a ver en ti, ¡ay triste!, fenecida
honestidad y vida.
¡Oh Montano, Montano! Solamente
tú, con tus engañosos
no entendidos oráculos, y el tuyo
5845
d'amor y de mi hija
despreciador soberbio,
a semejante fin la conduciste.
¡Ay, cuán inciertos menos han salido
hoy d'esos tus oráculos los míos!;
5850
qu'honestidad es contra
amor frágil defensa en pecho tierno;
y, al fin, una mujer no acompañada
siempre está mal guardada.

MENSAJERO
Si no murió, si el viento
5855
no le llevó, debiera al fin hallarle.
Mas el que miro es, si yo no yerro,
cuando menos pensé. ¡Oh, por mí tarde
y para ti muy presto,
viejo padre infeliz al fin hallado!
5860
¡Qué nuevas que te traigo!

TITIRO
¿Qué traes en tu lengua? ¿Acaso el hierro
que dio fin a mi hija?

MENSAJERO
No, mas bien poco menos. ¿En qué modo
tan presto lo entendiste?

TITIRO
5865
Pues ¿Vive?

MENSAJERO
Vive, sí, y está en su mano
el vivir y el morir.

TITIRO
¡Bendito seas,
que de la muerte a vida me volviste!
Mas ¿cómo no está salva?
¿Cómo, si el no morir está en su mano?

MENSAJERO
5870
Porque vivir no quiere.

TITIRO
¿Vivir no quiere? ¡Cómo!
¿Cuál locura la induce
a despreciar la vida?

MENSAJERO
La muerte ajena. Y más:que si tú mismo
5875
de semejante intento no l'apartas,
tan fijo en esto el pensamiento tiene,
que palabras y ruegos
otro cualquiera sin provecho gasta.

TITIRO
Pues vamos, ¿qué se tarda?

MENSAJERO
5880
Detente; qu'aún las puertas
del templo están cerradas. ¿Tú no sabes
que tocar los umbrales consagrados
otro que pie sacerdotal no puede,
hasta que del sagrario
5885
salga adornada aquella
víctima a los altares destinada?

TITIRO
¿Y si en el ínter ella
aquel su intento fiero ejecutase?

MENSAJERO
No puede, que la guardan.

TITIRO
5890
En este espacio, pues, tú me refiere
todo lo sucedido, y, sin más velo,
haz la verdad entienda.

MENSAJERO
Llegada a la presencia
del sumo Sacerdote
5895
(¡ay vista d'horror llena!)
tu dolorosa hija,
que de los circunstantes llanto amargo
sacó no sólo, mas de las colunas
del mismo templo y de las duras piedras
5900
(que tener parecían sentimiento),
casi en un mismo punto fue acusada
y también convencida y condenada.

TITIRO
¡Hija infeliz! ¿Por qué con tanta prisa?

MENSAJERO
Porque de la defensa
5905
resultaban mayores los indicios;
y cierta ninfa que traía en prueba
de la inocencia suya,
presente allí no estaba,
ni quien supiese hallarla jamás hubo.
5910
En tanto, las señales
fieras y monstruosos acidentes
llenos d'horror y espanto qu'en el templo
hay, dilación más larga no sufrían;
tanto más graves a nosotros cuanto
5915
más nuevos eran, ni jamás sentidos
desd'el día infelice
que amenazaron la celeste ira
vengando los amores ofendidos
del sacerdote Aminta,
5920
sola ocasión de todo nuestro daño:
suda sangre la Diosa,
tiembla la tierra, y la caverna sacra
de no vistos aullidos
y funestos gemidos
5925
toda resuena y brama;
y tan hediondo y torpe aliento espira,
que más molesto no le exhala Averno
por inmundas gargantas.
Ya con orden sagrado
5930
para llevar tu hija a fiera muerte
se encaminaba el Sacerdote, cuando,
mirándola Mirtilo,
(¡oh qu'estupendo caso
has de oír) darle vida
5935
ofreció con su muerte,
gritando en voces altas:
'Desatad esas manos
(¡oh indignos lazos!) presto,
presto; y en vez de la que ser debía
5940
víctima de Diana
llevadme a los altares
víctima d'Amarilis'.

TITIRO
¡Oh cortés acto de fiel amante
y generoso corazón!

MENSAJERO
Pues oye
5945
más alta maravilla: la que antes
del miedo del morir fue tal opresa,
vuelta al instante invicta,
responde a las palabras de Mirtilo
con intrépido pecho en esta forma:
5950
'¿Piensas, pues (¡oh Mirtilo!),
con tu morir dar vida
a la que por ti vive?
¡Oh injusta maravilla!
¡Ea, ministros! ¡Ea! ¿Que se tarda?
5955
Llevadme a los altares.
Tanta piedad, ¡ay triste!, no quería'
Mirtilo a esto: '¡Vuelve, oh cruel Amarilis!
Vuelve; qu'esa piedad desapiadada
mucho de mí la mejor parte ofende.
5960
A mí toca el morir'. 'Mas a mí toca
(Amarilis decía);
a mí, que por la ley soy condenada'.
Y allí entre los dos se contendía
como si propiamente
5965
fuera vida el morir, el vivir muerte.
¡Oh bien nacidas almas!
¡Oh junta siempre digna
d'eternas alabanzas!
¡Oh viviendo y muriendo
5970
amantes gloriosísimos! Si tantas
lenguas tener pudiera, y tantas voces
cuantas luces el cielo, el mar arenas,
el son y el habla perderían todas
al decir por entero
5975
tan inmensos loores.
¡Hija del Cielo eterna,
mujer gloriosa!¡Tú que al tiempo robas
las obras de los hombres,
la bella historia ampara;
5980
y escribe, escribe tú con letras de oro
en sólido diamante
l'alta piedad del uno y otro amante!

TITIRO
Mas ¿qué fin tuvo la mortal contienda?

MENSAJERO
Venció Mirtilo (¡oh qué admirable guerra
5985
y nunca vista, donde
el vencedor murió, vivió el perdido!),
supuesto el Sacerdote
dijo, vuelto a tu hija:
'Sosiega, ninfa; qu'escapar por otro
5990
no puede quien por otro ofrece vida:
en esta forma nuestra ley lo ordena'.
Después mandó que fuese la doncella
tan bien guardada qu'el dolor extremo
no la trujese a fin desesperado.
5995
Pues en igual estado
estas cosas se hallaban
cuando a buscarte me envió Montano.

TITIRO
En suma, es verdadero:
sin olorosas flores
6000
el prado y la ladera,
y sin verdes honores
las selvas se verán por primavera,
antes que sin amor gentil doncella.
Aunque, si más aquí nos detenemos,
6005
¿cómo sabremos, dime,
la hora d'ir al templo?

MENSAJERO
Aquí mucho mejor qu'en otra parte,
por ser éste el lugar donde ofrecido
ser debe el buen pastor en sacrificio.

TITIRO
6010
Y ¿por qué no en el templo?

MENSAJERO
Porque se da la pena
donde la culpa ha sido cometida.

TITIRO
Y ¿por qué no en la cueva,
si en ella ha sido el yerro?

MENSAJERO
6015
Porque tan sólo consagrar se debe
a descubierto cielo.

TITIRO
Y ¿de quién entendiste
todos esos misterios?

MENSAJERO
Del ministro mayor, que deste modo
6020
del anciano Tirenio
dijo haber entendido
qu'el fiel Aminta y la infiel Lucrina
sacrificados fueron.
Mas de partir es tiempo;
6025
que la sagrada pompa baja al llano.
Tengo por acertado
que por esotra senda
los dos al templo por tu hija vamos.

Scena tercera

Coro de Pastores, coro de Sacerdotes, Montano, Mirtilo

PASTORES
¡Oh hija del gran Jove,
6030
del Sol hermana! ¡Tú, que al ciego mundo
desd'el cielo primero
luces, Febo segundo!

SACERDOTES
Tú, que con tu vital, templado rayo,
de la fraterna luz el ardor menguas,
6035
por quien acá produce
felizmente después Naturaleza
todos sus partos y hace
tan abundante y rica
la tierra, el mar, y el aire
6040
de yerbas, plantas, hombres y animales;
así como el calor ajeno templas,
estingue en ti la ira
por quien tu Arcadia hoy llora y suspira.

PASTORES
¡Oh hija del gran Jove,
6045
del Sol hermana! etc.

MONTANO
Componed, que ya es hora, los altares,
consagrados ministros. Y vosotros,
¡oh pastores devotos!,
vuestras sonoras voces renovando,
6050
de la gran Diosa invocaréis el nombre.

PASTORES
¡Oh hija del gran Jove,
del Sol hermana! etc.

MONTANO
Id aparte, pastores y criados,
ni lleguéis, si no fuere
6055
de mi voz incitados.
Mancebo valeroso,
que tu vida abandonas
hoy por dar vida a otro,
muere, y ve consolado:
6060
tú con un breve suspirar (que muerte
juzgan ánimos viles)
te robas al morir inmortalmente;
y cuando haya el envidioso tiempo
hecho, después de infinidad de años,
6065
el usado destrozo
en tanto nombre ajeno,
tú vivirás, ejemplo
de verdadera fe. Mas, porque quiere
la ley que mueras víctima en silencio,
6070
antes que te arrodilles, si algo tienes
que decir, lo dirás, y después calla.

MIRTILO
¡Oh padre! (que llamarte
padre, no obstante haya
de morir por tu mano, me consuela).
6075
Dejo el cuerpo a la tierra
y el espíritu a aquella qu'es mi vida.
Mas, si sucede, acaso, qu'ella muera
del modo qu'amenaza, ¡ay Dios!, ¿cuál parte
de mí quedará viva?
6080
¡Oh qué dulce morir, cuando conmigo
sólo lo que mortal era moría,
ni morir deseaba el alma mía!
Mas, si piedad merece
quien por mucha piedad a morir viene,
6085
obra tú, cortés padre,
qu'ella no muera. Haz tú que yo con esta
firme esperanza a mejor vida pase.
De mi muerte se pague
mi destino y desfogue con mi daño;
6090
mas cuando seré muerto, ¡ay no me quite!,
¡ay no!, que viva en ella, por lo menos,
con l'alma de los miembros desunida,
si me quitó con ella unirme en vida.

MONTANO
Con gran pena las lágrimas enfreno.
6095
¡Oh nuestra humanidad, cuán frágil eres!
Hijo, está de buen ánimo;
que hacer cuanto deseas te prometo.
Por mi cabeza te lo juro, y esta
mano te doy por prenda.

MIRTILO
6100
¡Agora sí que consolado muero!
A ti voy, Amarilis.
Recibe a tu Mirtilo,
de tu pastor fiel recibe el alma,
qu’en el amado nombre d'Amarilis
6105
terminando la vida y la palabra,
para morir aquí se postra y calla.

MONTANO
Toda tardanza cese.
Ministros sacros, avivad la llama
con esa mezcla líquida olorosa,
6110
y esparciendo sobr'ella incienso y mirra
sacad vapor que por lo alto suba.

PASTORES
¡Oh hija del gran Jove,
del Sol hermana! ¡Tú, que al ciego mundo
desd'el cielo primero
6115
luces, Febo segundo!

Scena cuarta

Carino, Montano, Nicandro, Mirtilo, coro de Pastores

CARINO
¿Quién vio jamás tan pocos moradores
por entre habitaciones tan copiosas?
Mas la causa es aquella,
si no yerro: allí todos
6120
están en una escuadra reducidos.
¡Oh cuánta turba! ¡Oh cuánta,
y qué rica y solene!
Aquí, cierto, se hace sacrificio.

MONTANO
Dame el vasillo de oro,
6125
Nicandro, en qu'está puesto
el suave licor de Baco.

NICANDRO
Toma.

MONTANO
Esta sangre inocente
así tu pecho ablande, ¡oh santa diosa!,
como ahora humedece
6130
deste licor la gota
la cenicienta y árida pavesa…
(Toma el de oro y dame aquel de plata)

NICANDRO
Vesle.

MONTANO
…y así se acabe en ti la ira
qu'en tu pecho movió pérfida ninfa
6135
como matan la llama
aquestas gotas d'agua.

CARINO
Es sacrificio, y víctima no veo.

MONTANO
Todo está prevenido, y sólo falta
el fin: dame el cuchillo.

CARINO
6140
Paréceme que veo, a no engañarme,
uno que por detrás hombre parece,
y en tierra de rodillas.
¿Es, acaso, la víctima? ¡Oh mezquino!
Es, ciertamente, y ya la mano tiene
6145
en su cabeza el Sacerdote puesta.
¡Oh patria sin ventura!
¿Aún del Cielo la ira,
después de tantos años, no aplacaste?

PASTORES
¡Oh hija del gran Jove,
6150
del Sol hermana! ¡Tú, que al ciego mundo
desd'el cielo primero
luces, Febo segundo!

MONTANO
Tú, vengativa Diosa, que la culpa
particular con general azote
6155
en nosotros castigas
(así t'agrada y decretado acaso
así está en los abismos
de la inmudable Providencia eterna),
ya que la impura sangre
6160
de la infiel Lucrina
a mitigar bastante
no fue la sed de la justicia ardiente
que sed contino tiene del bien nuestro,
esta inocente bebe
6165
de voluntaria víctima y amante
tan fiel como Aminta,
qu'en este altar sagrado
en tu venganza mato.

PASTORES
¡Oh hija del gran Jove,
6170
del Sol hermana! etc.

MONTANO
¡Ay, cómo de piedad agora el pecho
enternecer me siento!
¿Qué horror tan desusado
me liga los sentidos?
6175
El corazón parece que no osa,
ni alzar la mano puede
tan ligera cuchilla como es ésta.

CARINO
Sólo el rostro quisiera
ver d'aquel infeliz, y después irme;
6180
que no puedo mirar cosa tan fiera.

MONTANO
¿Quién sabe si en derecho
del Sol, aunque tramonte,
sea error consagrar víctima humana,
y que por tal respeto
6185
la fortaleza en mí d'ánimo y cuerpo
se mira aniquilada?
Muévete, y hacia el monte
el mortal rostro vuelve.
Así estas bien.

CARINO
¡Mísero yo! ¿Qué veo?
6190
¿Mirtilo no es aquél, mi caro hijo?

MONTANO
Ahora puedo…

CARINO
Él es.

MONTANO
…y libro el golpe.

CARINO
¿Qué hacéis, sacro ministro?

MONTANO
Y tú, hombre profano,
¿por qu'el sagrado hierro
6195
detienes? ¿Por qué osas
poner aquí la temeraria mano?

CARINO
¡Oh Mirtilo, mi bien! ¡Nunca abrazarte
en tan doliente aspecto…

NICANDRO
¡Ve en mal hora, insolente y loco viejo!

CARINO
6200
…imaginara!

NICANDRO
¡Aparta,
que con impura mano
cosa tocar no puedes
a los Dioses sagrada!

CARINO
También caro a los Dioses
6205
soy yo, pues con su guía aquí he venido.

MONTANO
Cesa un poco, Nicandro:
oyámosle primero, y después parta.

CARINO
Antes, cortés ministro,
que sobre la cabeza
6210
del mísero garzón tu hierro caiga,
dime la causa porqu'el triste muere.
Por la Diosa qu'adoras te lo ruego.

MONTANO
Por tan alta deidad me conjuraste,
que demasiado impío
6215
sería cuando yo te lo negase.
Mas ¿a ti qué te importa?

CARINO
Más que piensas.

MONTANO
Porqu’él mismo por otro se ha ofrecido
a voluntaria muerte.

CARINO
Luego ¿por otro muere?
6220
También por él yo moriré al instante:
por piedad que endereces
el golpe, en lugar désa, en mi cabeza
ya declinante.

MONTANO
Amigo,
devaneas.

CARINO
¿Por qué, pues, se me niega
6225
lo que a él se concede?

MONTANO
Porqu'eres forastero.

CARINO
Y ¿si no fuese?

MONTANO
Ni tampoco podrías;
que por otro no puede
vivir quién se ofreció por otro a muerte.
6230
Mas di ¿quién eres tú, si verdadero
es no ser forastero?
Aunque, al vestido, arcade no pareces.

CARINO
Arcade soy, arcade.

MONTANO
No me ocurre
jamás haberte visto en esta tierra.

CARINO
6235
Nacido en ella soy; y soy Carino,
padre d'aquel mezquino.

MONTANO
¿Padre tú de Mirtilo? ¡Oh cómo llegas
importuno a nosotros y a ti mismo!
Aparta al punto; qu'el paterno afecto
6240
volver podría infructuoso y vano
el sacrificio nuestro.

CARINO
¡Ay, si tú fueses padre!

MONTANO
Padre soy; y lo soy d'único hijo,
y también tierno padre. Mas, con todo,
6245
si fuera la cabeza de mi Silvio
la que ves, menos pronto no sería
a ejecutar en ella lo qu'en ésta;
que manto sacro indignamente viste
aquel que por el público provecho
6250
de suyo singular no se despoja.

CARINO
¡Ay! Déjame siquiera
le bese antes que muera.

MONTANO
¡Menos eso!

CARINO
¡Oh mi bien! ¡Oh sangre mía!
¿Y tú también tan riguroso eres,
6255
que a tu doliente padre no respondes?

MIRTILO
Padre, sosiega…

MONTANO
¡Ay de nosotros, tristes!
¡El sacrificio está contaminado!
¡Ay Dioses!…

MIRTILO
…que ofrecer más dignamente
la vida que me diste no podía.

MONTANO
6260
…Conocí demasiado
qu'éste al paterno llanto
rompería el silencio.

MIRTILO
¡Oh miserable,
qué yerro he cometido!
¡Triste! ¿Cómo salió de mi memoria
6265
del silencio la ley?

MONTANO
Mas ¿qué se tarda?
¡Ea, ministros! Con presteza al templo
le volved a llevar, y en la sagrada
celda otra vez del mismo se reciba
el voluntario voto, y aquí después volviendo
6270
os traed para el nuevo sacrificio
nueva llama, nueva agua y nuevo vino.
¡Despachad presto, que ya el Sol declina!

Scena quinta

Montano, Carino, Dameta

MONTANO
Mas tú, viejo importuno,
gracias al Cielo da de qu'eres padre;
6275
que si esto no fuese, yo te haría
(por mi cabeza sacra te lo juro)
sentir bien lo qu'en mí puede la ira,
pues te vales tan mal del sufrimiento.
¿Sabes quién soy, acaso? ¿Acaso sabes
6280
que rijo aquí con una vara sola
así cosas divinas como humanas?

CARINO
Por impetrar merced humildemente
grandeza no s’ofende.

MONTANO
Mucho te sufrí yo, y aun tú por eso
6285
te volviste insolente.
¿Sabes que si la ira en justo pecho
se cuece largamente,
cuanto más se tardó tanto más daña?

CARINO
Borrascoso furor jamás la ira
6290
fue en magnánimo pecho,
mas solamente un soplo
de generoso afecto
qu'espirando en el alma cuando ella
con la razón se halla más unida,
6295
la despierta y la vuelve
para las bellas obras animosa;
por tanto, si impetrar no puedo gracia,
haz que justicia, por lo menos, halle.
Ni por obligación puedes negarlo;
6300
que quien leyes a otro
da, libre y desatado
no queda de la ley en toda parte;
y tú cuanto mayor en mandar eres
tanto obediente más debes mostrarte
6305
a quien justicia pide.
Y pues yo la pretendo,
hazla; ya que no a mí, hazla a ti mismo:
que matando a Mirtilo eres injusto.

MONTANO
¡Injusto! ¿Cómo? Haz que lo entienda luego.

CARINO
6310
¿Dijiste cómo aquí vedado era
sacrificar la sangre de estranjero?

MONTANO
Díjelo, y dije lo que el Cielo ordena.

CARINO
Pues quien sacrificar quieres ahora
es forastero.

MONTANO
¿Cómo, si es tu hijo?

CARINO
6315
Esto sólo se baste, y más no inquieras.

MONTANO
¿Porque no le engendraste,
acaso, entre nosotros?

CARINO
A veces, menos sabe
quien más saber pretende.

MONTANO
6320
Aquí la sangre y no el lugar s'atiende.

CARINO
Por no haberle engendrado
le llamo forastero.

MONTANO
Pues ¿es tu hijo y tú no le engendraste?

CARINO
Y si no le engendre, no es hijo mío.

MONTANO
6325
¿Ser nacido de ti no me dijiste?

CARINO
Dije qu'ra mi hijo,
mas no de mí nacido.

MONTANO
El demasiado
dolor te vuelve loco.

CARINO
No sintiera dolor si loco fuera.

MONTANO
6330
No dejas, pues, de ser maligno o necio.

CARINO
Jamás maldad con la verdad alberga.

MONTANO
¿Cómo pueden en uno
estar, hijo y no hijo?

CARINO
Hijo d'amor, no de naturaleza.

MONTANO
6335
Pues si tu hijo es, no es estranjero;
y si no es, en él razón no tienes:
padre o no padre, convencido eres.

CARINO
Siempre de la verdad no es convencido
aquel que de palabras es vencido.

MONTANO
6340
Siempre la fe d'aquel es convencida
que sus palabras contradice y varía.

CARINO
Vuelvo a decir que haces obra injusta.

MONTANO
Pues sobr'esta cabeza
y sobre la querida de mi Silvio
6345
toda esta injusticia a caer venga.

CARINO
Tú te arrepentirás.

MONTANO
Tú serás ése,
si no me dejas acabar mi oficio.

CARINO
Hombres y Dioses llamo en testimonio.

MONTANO
¿Los dioses, por ventura,
6350
llamas que despreciaste?

CARINO
Y, pues tú no me oyes,
óyame cielo y tierra,
óyame la gran Diosa
a quien adora Arcadia,
6355
qu'es Mirtilo estranjero
y que no es hijo mío, y que profanas
el santo sacrificio

MONTANO
¡El Cielo me socorra
con hombre tan molesto!
6360
Di, pues, ¿quién es su padre,
si tu hijo no es?

CARINO
No sé decillo;
que no soy yo sé cierto.

MONTANO
¿No ves cómo vacilas?
¿Deciende de tu sangre?

CARINO
6365
Tampoco.

MONTANO
Pues ¿por qué hijo le llamas?

CARINO
Por haberle cual hijo,
desd'el primero día que le hube
hasta la edad presente,
en mi casa criado
6370
y como hijo amado.

MONTANO
¿Le compraste o robaste?
¿Dónde le hubiste?

CARINO
Dado
en Élide me fue d'un estranjero.

MONTANO
Y ése ¿de quién le hubo?

CARINO
6375
Yo l'había dado al mismo.

MONTANO
Ira y risa provocas en un punto.
Pues ¿en don recibiste
lo que tú dado habías?

CARINO
Dile lo qu'era suyo,
6380
y él después me lo dio graciosamente.

MONTANO
Y a ti (pues hoy a vacilar me llevas)
¿quién te le dio primero?

CARINO
En la boca d'Alfeo, poco antes,
entr'unas matas d'oloroso mirto
6385
acaso l'había hallado:
por esto solo le llamé Mirtilo.

MONTANO
¡Cuán bien fábulas finges! ¿Vuestros bosques
tienen, a dicha, fieras?

CARINO
¿Fieras? ¡Y con estremo!

MONTANO
6390
¿Cómo no le comieron?

CARINO
Una veloz corriente
l'había traído a aquellas
matas, donde dejándole en el seno
d'una isla pequeña,
6395
en torno con las ondas le guardaba.

MONTANO
¡Qué bien mentiras tramas! ¿Había sido
el agua tan piadosa,
que dejó d'anegarle?
¿Son acaso en tu patria
6400
tan discretos los ríos,
que sustentan los niños?

CARINO
Reposaba en una cuna
que, casi cual discreta navecilla
de más fuerte materia
6405
(que siempre juntar suelen las crecientes)
ceñida bien, allí l'había llevado.

MONTANO
Y ¿estaba en una cuna?

CARINO
En una cuna.

MONTANO
¿Niño en mantillas?

CARINO
Sí, bien alegrito.

MONTANO
Y ¿cuánto puede haber que pasó eso?

CARINO
6410
Haz cuenta que pasaron
desde la gran creciente
ya decinueve años,
y ésos habrá sin falta.

MONTANO
¡Cuál horror por mis huesos
6415
siento correr!

CARINO
No sabe qué decirse.
¡Oh soberbia, costumbre d'almas grandes!
¡Oh pertinaz ingenio,
que vencido no cede
y exceder en juicio
6420
entiende como aquí de fuerza excede!
Éste está convencido, y ya le pesa
(si yo su murmurar malentendido
puedo bien entender); y en algún modo
que de verdad tuviese semejanza
6425
cubrir querría el yerro
de la mente obstinada.

MONTANO
Mas en el niño ¿qué razón tenía
el hombre de quien hablas?
¿Acaso era su hijo?

CARINO
6430
No te lo sé decir.

MONTANO
¿Ni dél tuviste
mayor noticia qu'ésa?

CARINO
Esto no mas sé yo. ¿Qué novedad es?

MONTANO
Y ¿le conocerías?

CARINO
Sólo en verle:
era tosco pastor en traje y rostro,
6435
de mediana estatura y negro pelo,
d'áspera barba y de copiosa ceja.

MONTANO
¡Llegaos acá, pastores y criados!

DAMETA
Vesnos prontos.

MONTANO
Ahora
mira bien a cuál déstos
6440
más se parece el hombre de quien dices.

CARINO
El que habla contigo
no sólo le retrata,
mas antes es seguramente el mismo,
y del propio semblante
6445
qu'era habrá veinte años, pues no tiene
un pelo blanco, estando
yo, cual ves, todo cano.

MONTANO
De nuevo os apartad. Y tú conmigo
queda, Dameta. Dime
6450
si conoces a éste.

DAMETA
Me parece
que sí, mas no sabré de dónde o cómo.

CARINO
Al instante de todo
haré s'acuerde bien.

MONTANO
Deja primero
que yo le hable a solas, ni t'ofenda
6455
estar un rato aparte.

CARINO
Cuanto mandas
hago de buena gana.

MONTANO
Respóndeme, Dameta,
y advierte bien a no decir mentira.

DAMETA
¡Dioses! ¿Qué será esto?

MONTANO
6460
Volviendo de buscar, ha veinte años,
el niño qu'en la cuna
me robó la creciente,
¿no dijiste que todos los confines
que baña Alfeo habías
6465
buscado inútilmente?

DAMETA
¿Por qué me lo preguntas?

MONTANO
A esto me responde; y ¿no dijiste
que no l'habías hallado?

DAMETA
Díjelo.

MONTANO
Pues ¿qué niño
6470
es el que diste entonces
en Élide a aquel hombre de quien fuiste
agora conocido?

DAMETA
Veinte años
habrá, señor, que pasó eso, y ¿quieres
s'acuerde tanto un viejo?

MONTANO
6475
También aquél es viejo, y bien s'acuerda.

DAMETA
Mas antes devanea.

MONTANO
Verase en este punto.
¿Dónde estás, forastero?

CARINO
Vesme.

DAMETA
¡Oh, fueses
debajo de la tierra!

MONTANO
Amigo, dime,
6480
¿no es éste aquel pastor qu’el don te hizo?

CARINO
Él es, por cierto.

DAMETA
Y ¿de cuál don me hablas?

CARINO
Di, ¿no t'acuerdas tú cuando en el templo
del olímpico Júpiter,
del oráculo habiendo
6485
la respuesta entendido,
adonde estabas vine preguntando
por las señas d'aquello que buscabas,
y, de ti dadas, te llevé a mi casa
y allí, en la cuna echado, al niño hallaste,
6490
a quien después me diste?

DAMETA
Pues ¿qué quieres
decir por eso?

CARINO
Agora,
aquel niño qu'entonces
me diste y yo crié como a mi hijo,
siempre, después acá, en mi compañía,
6495
es el triste mancebo
víctima a los altares destinado.

DAMETA
¡Oh fuerza del Destino!

MONTANO
¿Aún desimulas?
¿Es la verdad cuanto el pastor refiere?

DAMETA
Así como lo es fuera yo muerto.

MONTANO
6500
Igual suceso espera
si mientes en el resto.
¿Qué causa te movió a dar a otro
lo que tuyo no era?

DAMETA
Saber más adelante no pretendas.
6505
¡No más, señor, por Dios! Esto te baste.

MONTANO
Más sed me viene ahora.
¡Cómo! ¿Más me entretienes? ¿Aún no hablas?
Eres muerto si más te lo pregunto.

DAMETA
Dile porque anunciado
6510
el oráculo había
que corría peligro el niño hallado
de ser muerto del padre
si alguna vez volvía
a la paterna casa.

CARINO
6515
Es la verdad, que yo me hallé presente.

MONTANO
¡Ay de mí! Manifiesto
demasiado está todo.
El caso está bien claro:
con el sueño y destino
6520
concuerda bien el Hado.

CARINO
Agora ¿qué más falta?
¿Quieres mayor certeza,
por suerte, de la hallada?

MONTANO
Estoy bien cierto ya. Mucho dijiste
6525
y mucho he yo entendido.
Buscara menos yo (¡ay de mí, triste!).
Menos hubieras tú también sabido.
¡Oh Carino, Carino!
¡Cómo dolor, cómo fortuna cambio
6530
contigo! ¡Cómo míos
se hicieron tus afectos!
Este es mi hijo. ¡Oh hijo
demasiado infeliz de infeliz padre!
Hijo del agua, ¡ay sí!, más fieramente
6535
guardado que robado, pues debías
por las paternas manos
en este sacro altar dejar la vida
y bañar con tu sangre el patrio suelo.

CARINO
¿Padre tú de Mirtilo? ¡Oh maravilla!
6540
Y ¿cómo le perdiste?

MONTANO
Robado fue d'aquel diluvio horrendo
qu'ha poco me dijiste.
¡Oh dulce! ¡Oh prenda cara!
Cuando yo te perdí salva quedaste,
6545
y ahora, porque sólo
te hallé, te pierdo.

CARINO
¡Oh Providencia eterna,
con qué alto consejo
has tantos acidentes
hastaquí suspendido
6550
para hacer que cayesen
en un instante todos!
Gran cosa concebiste,
preñada estás de parto monstruoso:
parirás o gran bien o grande daño.

MONTANO
6555
Esto fue lo qu'el sueño me predijo.
Sueño, sueño engañoso,
en el mal verdadero demasiado
y en el bien demasiado mentiroso.
Esta fue la piedad nunca sentida
6560
y el horror improviso
qu'en el mover del hierro
sentí se dilataba por mis huesos:
qu'aborrecía, en fin, Naturaleza
por la mano del padre
6565
golpe de tal fiereza.

CARINO
Pues ¿qué? ¿Darás acaso
efeto a tan horrendo sacrificio?

MONTANO
Caer por otra mano
no puede en este altar víctima humana.

CARINO
6570
¿El padre al hijo habrá de dar la muerte?

MONTANO
Así la ley nos lo manda,
y ¿quién tendrá de perdonalla a otro
caridad tan ardiente, si no quiso
perdonar a sí mismo el fiel Aminta?

CARINO
6575
¡Oh perverso Destino!
¿Adónde me trujiste?

MONTANO
A ver hecha homicida
la piedad de dos padres:
la tuya con Mirtilo,
6580
con los Dioses la mía.
Tú creíste salvarle
negando serle padre, y le perdiste;
yo, buscando y creyendo
sacrificar tu hijo,
6585
hallo el mío y aquí le sacrifico.

CARINO
Este es el monstruo horrible
que nace hoy del Hado. ¡Atroz suceso!
¡Oh Mirtilo, mi vida! ¿Es esto aquello
qu'anunciado me había
6590
de ti la voz celeste?
¿Así en mi tierra, hijo,
feliz vienes a hacerme?
¡Oh hijo deste anciano sin ventura,
antes dulce esperanza y caro arrimo,
6595
mas ya tormento y muerte!

MONTANO
Las lágrimas, Carino,
sólo para mí deja; que mi sangre
lloro. Mas ¿por qué mía,
si tengo por mi mano de verterla?
6600
¡Oh miserable hijo!
¿Para qué t'engendré y a qué naciste?
¿Tu vida reservó l'agua piadosa
porque te la quitase el fiero padre?
Inmortales y santas Deidades,
6605
sin cuyo alto entendimiento eterno
ni en mar se mueve ola
ni espíritu en el aire, en tierra hoja,
¿qué pecado tan grave
he yo contra vosotros cometido
6610
por quien digno me halle
de causar con mi casta enojo al Cielo?
Pero, si yo he pecado
¿en qué pecó mi hijo?
¿Por qué no le perdonas
6615
y con un soplo de tu ira ardiente
(¡oh fulminante Jove!) no me atierras?
Mas si cesa tu flecha
no cesará mi hierro:
renovaré d'Aminta
6620
el lastimoso ejemplo,
y antes el hijo verá muerto al padre
qu'el padre al hijo con su mano mate.
Muere pues, ¡oh Montano!
Hoy a ti morir toca , a ti conviene.
6625
¡Dioses! (no sé si diga
del Infierno u del Cielo)
Vos qu'agitáis con insufrible duelo
esta desesperada fantasía,
ya, ya, pues os agrada,
6630
vuestro furor alberga en mis entrañas.
Sólo muerte apetezco,
deleite de mi fin sólo recibo,
un funesto deseo
d'aborrecer y desechar la vida
6635
todo todo me ocupa
y va volviendo fuerte
para seguir intrépido la muerte.

CARINO
¡Oh viejo desdichado!
Como la mayor lumbre
6640
a la menor deshace,
así el dolor que tu daño siento
mi dolor ha dejado sin aliento.
¡Cierto que de piedad eres bien digno!

Scena sexta

Tirenio, Montano, Carino

TIRENIO
Date prisa, hijo mío,
6645
mas con paso seguro, de manera
que te pueda seguir y no tropiece
por esta desigual, torcida senda
con el pie ciego y débil.
Sus ojos eres tú, como yo vista
6650
soy de tu pensamiento.
Y en habiendo llegado
donde está el Sacerdote enfrena el paso.

MONTANO
Mas aquel qu'allí veo
¿no es nuestro Tirenio venerable,
6655
qu'es en la tierra ciego
y todo el cielo ve? Cierto le mueve
alguna cosa grande;
que desde muchos años a esta parte
un solo punto fuera
6660
de la sagrada celda no se ha visto.

CARINO
¡Quiera l'alta bondad de sumos Dioses
qu'oportuno y alegre
para ti llegue aquí!

MONTANO
¡Padre Tirenio!
¿Qué novedad tan grande es la que veo?
6665
¿Fuera del templo tú? ¿Con qué y adónde?

TIRENIO
Adonde estás tan solamente vengo,
y nuevas cosas traigo y nuevas busco.

MONTANO
¿Cómo no está contigo el orden sacro?
¿Qué dilación es ésta? ¿Aún no se vuelve
6670
con la purgada víctima y el resto
que falta al sacrificio interrumpido?

TIRENIO
¡Cuán provechoso a veces
es al ver mucho el carecer de vista!,
porqu'entonces el alma
6675
no divertida, antes en sí toda
recogida, abrir suele
con el sentido ciego ojos de lince.
Montano, no conviene
pasar tan de ligero algunos casos
6680
graves y no esperados,
que tienen de divino
entr'el obrar humano,
puesto lo sumos Dioses no conversan
en la tierra ni hablan con los hombres;
6685
mas aquello de grande y espantoso
que al ciego caso el ciego vulgo aplica,
otra cosa no es que hablar celeste.
En esta forma entre nosotros hablan
las eternas deidades;
6690
aquestas son sus voces,
mudas a los oídos,
mas a los corazones
de los que las entienden resonantes.
¡Oh tres y cuatro veces venturoso
6695
quien las entiende bien! Como mandaste,
para traer el orden sacro estaba
ya pronto el buen Nicandro,
pero yo le detuve
por un nuevo acidente
6700
sucedido en el templo;
y es tal, que mientras quiero
juntarlo con el otro
que casi a un mismo tiempo
hoy te ha sucedido,
6705
siento ocuparme todo
d'un no sé qué confuso y desusado,
entre esperanza y miedo,
qu'entendello no puedo;
y cuanto menos es de mí entendido
6710
tanto mayor conceto
infiero, o malo o bueno.

MONTANO
Eso que tú no entiendes
entiendo yo, y lo pruebo
bien miserablemente.
6715
Mas dime, ¿a ti, que puedes
penetrar del Destino
los más altos secretos,
cosa alguna se esconde?

TIRENIO
¡Oh hijo, hijo!
Si de la profecía voluntario
6720
fuese el uso divino,
don de Naturaleza
sería, y no del Cielo.
Yo siento bien en la indigesta mente
que el Hado mismo la verdad me esconde
6725
y en su pecho reserva alto secreto.
Así, sola esta causa aquí me trujo,
deseando saber más por entero
quién es aquel que padre
se descubrió (si el hecho
6730
supe bien de Nicandro)
d'aquel garzón qu'es destinado a muerte.

MONTANO
De ti bien conocido
es, Tirenio. Y ¡oh cuanto
te pesará después de que te sea
6735
tan conocido y caro!

TIRENIO
Alabo tu piedad; que humana cosa
es tener d'afligidos
compasión; mas, con todo,
haz que hable con él.

MONTANO
En este punto
6740
echo de ver que el Cielo
cuanto tener solías
de présaga virtud en ti suspende.
Tirenio, el padre soy por quien preguntas:
yo soy aquel con quien hablar deseas.

TIRENIO
6745
¿El padre tú d'aquel qu'es destinado
víctima a la gran Diosa?

MONTANO
Soy el mísero padre
d'aquel mísero hijo.

TIRENIO
¿D'aquel pastor fiel que, por dar vida
6750
a otro, él mismo s'ofreció a la muerte?

MONTANO
Del que hace muriendo
vivir quien le da muerte,
morir quien le dio vida.

TIRENIO
¿Es verdad eso?

MONTANO
Aquí testigo tienes.

CARINO
6755
Es verdad cuanto dice.

TIRENIO
Tú que hablas, ¿quién eres?

CARINO
Soy Carino: por padre
d'aquel garzón tenido
hasta ora.

TIRENIO
¿Sería
6760
éste, por suerte, el niño
que te robó el diluvio?

MONTANO
¡Ay de mí! Tú acertaste.

TIRENIO
Y ¿tú por eso
te llamas padre mísero, Montano?
¡Oh ceguedad d'humanos pensamientos!
6765
¡En cuál profunda noche, en qué tinieblas
se hallan nuestras almas sumergidas
cuando no las ilustras, sumo Febo!
¿A qué soberbia os causa
vuestro saber? ¡Oh míseros mortales!
6770
La parte de nosotros
que ve y entiende, es cierto
no ser nuestra virtud: del Cielo viene,
y Él la quita o la da como l'agrada.
¡Oh tú Montano, ciego
6775
de entendimiento más que yo de vista!
¿Qué ilusión, qué maligno
espíritu te ofusca,
ya que verdad saliendo que tu hijo
sea aquel noble mozo
6780
te impide ver que a nuestros Dioses eres
el padre más felice y el más caro
que al mundo jamás hijos engendrase?
Veis el alto secreto
que me escondía el Hado;
6785
veis el día dichoso
esperado con tanta sangre nuestra
y tanto nuestro llanto;
veis el beato fin de nuestros males.
¿Dónde, Montano, estás? ¡Vuelve en ti mismo!
6790
¿Cómo de la memoria
has perdido tú solo
el oráculo insigne,
aquel felice oráculo en el alma
de toda Arcadia impreso?
6795
¿Cómo al relampaguear con que este día
tan sin pensar te muestra el caro hijo,
de la celeste voz no oyes el trueno:
'Antes no tendrá fin lo que os ofende
que junte Amor dos líneas celestiales…'
6800
Me destilan del pecho
lágrimas de dulzura en tanta copia,
que hablar no puedo. 'Antes…
Antes no tendrá fin lo que os ofende
que junte Amor dos líneas celestiales,
6805
y de ninfa infiel el yerro antiguo
l'alta piedad d’un fiel pastor emiende'.
Dime, Montano, ahora:
el pastor de quien hablas
y que morir debía
6810
¿del Cielo no deciende,
siendo de ti engendrado?
Asimismo Amarilis
¿no deriva del Cielo?
Y ¿quién, sino el amor, los ha juntado?
6815
Silvio fue por sus padres
(y fue, cierto, por fuerza)
obligado a casar con Amarilis,
y tan lejos se halla que le enlace
nudo amoroso cuanto
6820
aborrecer d'amar lejos se halla.
Mas, si el resto examinas, claramente
verás qu'entendió sólo de Mirtilo
la voz fatal. ¿Acaso viose nunca
fe d'amor que con ésta
6825
pueda igualarse? ¿Quién por la que amaba
quiso jamás (después del fiel Aminta)
morir, sino Mirtilo?
L'alta piedad del fiel pastor es ésta,
bien digna de borrar el yerro antiguo
6830
de la infiel y mísera Lucrina.
Con acto tan estraño y admirable
más que con sangre humana
el enojo del Cielo se mitiga,
y a la eterna justicia
6835
al fin se vuelve aquello
que quitado l'había
el femenil ultraje.
Esta fue la ocasión; que, entrado apenas
hubo en el templo a renovar el voto,
6840
cuando cesaron todas las señales
fieras y monstruosas:
del simulacro eterno no destila
sudor de sangre ya, ni tiniebla el suelo;
ya la sacra caverna
6845
ruido o mal olor en sí no tiene;
antes ya sale della
tan suave armonía, olor tan grato,
que tan grato y suave
no la tendría el cielo, si tuviese
6850
voz o espíritu el cielo.
¡Oh alta Providencia! ¡Oh sumos dioses!
Si todas mis palabras
fuesen almas, y todas
las consagrase hoy al honor vuestro,
6855
a las debidas gracias
de tanto y tan gran don no bastarían;
mas, con todo, os las rindo como puedo,
postrado humildemente de rodillas.
Santas deidades del inmenso cielo,
6860
¡oh cuánto os debo en permitir qu'hoy viva!
De mi vida corrieron ya cien años,
y en todos jamás supe
vivir, jamás la vida
agradable me fue cual este día.
6865
Hoy a vivir comienzo y hoy renazco.
Mas ¿por qué mientras hablo pierdo el tiempo
que al obrar debe darse?
Hijo, tú me levanta;
qu'alzar sin ti no puedo
6870
estos ancianos miembros.

MONTANO
Tirenio, un'alegría
tengo dentro del pecho,
con tan estraña admiración unida,
qu'estoy alegre todo y no lo siento,
6875
ni puede la confusa
alma mostrar defuera
el detenido gozo:
tan alto asombro los sentidos liga.
¡Oh milagro del Cielo jamás visto
6880
ni jamás entendido!
¡Oh gracia sin ejemplo!
¡Oh piedad singular de sumos Dioses!
¡Oh venturosa Arcadia!
¡Oh sobre las qu'el Sol calienta y mira
6885
tierra al Cielo agradable, feliz tierra!
Así tu bien estimo, que no siento
el mío y de mi hijo
que dos veces perdí y hallé dos veces.
¿Qué más? Ni de mí mismo,
6890
que paso d'un abismo
de dolor a un abismo d'alegría,
mientras en ti pensando estoy me ocurre;
y se pierde y deshace mi deleite,
como gota pequeña,
6895
insensible y confusa
en el profundo mar de tus dulzuras.
¡Oh sueño venturoso!
No sueño, no, sino visión celeste,
pues hoy s'ha de volver alegre y bella,
6900
como tú me dijiste,
mi Arcadia, que hasta ora estuvo triste.

TIRENIO
¿A qué tardas, Montano? Ya no atiende
víctima humana el Cielo de nosotros:
no es tiempo ya de ira ni venganza,
6905
sino d'amor, sino de gracia. Hoy manda
nuestra Diosa qu'en vez de sacrificio
bodas se hagan prósperas y alegres.
Mas di, ¿cuánto de vivo tiene el día?

MONTANO
Un hora, o poco más.

TIRENIO
¿Así tan presto
6910
viene la noche? Al templo nos volvamos,
y en él, al mismo instante,
de Titiro la hija y tu Mirtilo
se den la fe matrimonial y esposos
d'amantes queden hechos;
6915
y el uno con presteza
lleve a la otra a la paterna casa,
donde conviene antes qu'el Sol tramonte
juntos estén los héroes venturosos.
Así lo manda el Cielo.
6920
Hijo, vuélveme ahora donde estaba,
y tú, Montano, sigue mis pisadas.

MONTANO
Mas advierte, Tirenio,
que sin violar la santa ley no puede
ella dar a Mirtilo
6925
la fe qu'a Silvio antes dado había.

CARINO
¡Y aun a Silvio fue dada
igualmente la fe!, pues fue Mirtilo
desde su nacimiento así llamado
(si aquel tu siervo la verdad me dijo);
6930
mas él se contentó que le nombrase
Mirtilo en vez de Silvio.

MONTANO
¡Así es! ¡Ya me ocurre!
Y renové tal nombre en el segundo
por dejar del primero
6935
consolada la pérdida.

TIRENIO
Importante
era la duda. Agora tú me sigue.

MONTANO
Carino, al templo vamos.
Mirtilo desde hoy tendrá dos padres.
Hoy un hijo Montano
6940
halló, y halló Carino un buen hermano.

CARINO
D'amor hermano a ti, padre a Mirtilo,
siervo de reverencia al uno y otro
Carino será siempre. Y pues conmigo
te muestras tan humano,
6945
osaré suplicarte que te sea
este mi compañero también caro,
sin quien caro a mí mismo no sería.

MONTANO
Haz lo que t’agradare.

CARINO
Eternos dioses,
¡oh cómo son diversas
6950
aquellas encumbradas,
inacesibles sendas,
por donde vuestras gracias
a nosotros decienden,
d'aquellas engañosas
6955
y torcidas por donde
al cielo suben nuestros pensamientos!

Scena séptima

Corisca, Linco

CORISCA
¡Y qu’así, Linco, el riguroso Silvio
cuando menos pensó se volvió amante!
Mas, después ¿qué fue della?

LINCO
6960
Nosotros la llevamos
a la casa de Silvio, do la madre
la recibió con llanto,
no sé si de dolor si de contento,
alegre en ver que ya su hijo fuese,
6965
junto, amante y esposo; mas del caso
de la doliente ninfa,
y por ser de dos nueras
suegra mal bastecida,
una muerta lloraba y otra herida.

CORISCA
6970
¡Y qu'es muerta Amarilis!

LINCO
Morir debía:así corrió la fama.
Por tanto, ahora hacia el templo iba;
que consolar con esto
a Montano quisiera,
6975
pues hoy, si nuera pierde, halla nuera.

CORISCA
¿Ya no es muerta Dorinda?

LINCO
¡Cómo muerta! ¡Estuvieses
tú tan viva y alegre!

CORISCA
Luego ¿no fue mortal aquella herida?

LINCO
6980
Con la piedad de Silvio,
cuando muerta se hallara
luego resucitara.

CORISCA
Y ¿con qué arte, pues, sanó tan presto?

LINCO
Yo te diré la cura
6985
toda desd’el principio,
y maravilla escucharás: estaban
alrededor de la pastora herida
con pronta mano y corazón medroso
todos, así pastores como ninfas;
6990
mas que otro que Silvio la tocase
no permitió, diciendo:
'La propia mano que me hirió me sane'.
Así, solos quedamos
Silvio, la madre y yo: con el consejo los dos
6995
y el uno con la mano obrando.
El osado mancebo,
después d'haber quitado levemente
los sangrientos despojos
del desnudo alabastro,
7000
probó sacar de la profunda llaga
la saeta clavada;
mas cediendo a la mano, no sé cómo,
la maliciosa vara,
en lo interior dejó escondido el hierro.
7005
Aquí se renovaron
de veras las angustias,
porque no fue posible,
ni con maestra mano
o cualquier otro ardid d'allí arrancalla.
7010
Quizá con otra herida
mucho más dilatada aquélla abriendo,
en la secreta vía
del hierro penetrar con otro hierro
se debía o podía;
7015
mas era muy piadosa y muy amante
para piedad tan dura
la mano del zagal, y ciertamente
no sana con tan fieros instrumentos
Amor a sus heridos,
7020
no obstante que la ninfa enamorada
en las manos de Silvio
aquel dolor juzgase por alivio.
El cual, por el suceso no turbado,
dijo:'D'aquí saldrás, maligno hierro,
7025
y con pena menor de la que piensas.
Será quien causa fue de qu'estés dentro
también para sacarte poderoso:
restauraré con uso de la caza
el daño que por uso
7030
de la caza padezco.
Una yerba me ocurre
de la silvestre cabra conocida
cuando lleva en l'ijada
la fecha atravesada.
7035
Naturaleza a ella
a conocer la dio, y ella a nosotros;
ni está lejos d'aquí'. Partió tras esto,
y en el cercano cerro
cogió un manojo y donde
7040
nos dejó volvió luego,
y dél sacando zumo,
lo mezcló con simiente de verbena
y raíz de centauro, y tierno emplasto
puso sobre la herida.
7045
¡Oh virtud admirable! Al punto cesa
el dolor y la sangre se restaña,
y el hierro, d'allí a poco,
sin fatiga y sin pena,
a la mano obediente, fuera sale.
7050
Tornó luego el vigor en la doncella
del modo que si herida
jamás sufrido hubiera;
aunque no fue mortal, porque dejando
sin tocar el ombligo d'una parte
7055
y los huesos de otra,
sólo había penetrado
de l'ijada en la parte musculosa.

CORISCA
¡Grande virtud de yerba!
Y muy mayor ventura
7060
me cuentas de doncella.

LINCO
Lo que después entr'ellos
ha sucedido puede
antes imaginarse que decirse.
Es cierto que Dorinda
7065
está sana, y ahora
se sustenta tan bien sobr’aquel lado,
que dél puede servirse
para cualquiera cosa;
Mas, con todo, Corisca,
7070
creo (y aun tú también lo crees, por suerte)
que de más d'una llaga está herida.
Mas, como traspasada
fue de diversas armas,
así también las llagas son diversas:
7075
d'una es fiero el dolor, de otra dulce,
la una con soldarle sana queda,
la otra cuanto menos
se suelda está más sana.
Y aquel fiero garzón, tan inclinado
7080
a flechar fue (mientras siguió la caza),
que amando no ha perdido la costumbre:
pues más herir desea
ahora, viendo cuán mejor se emplea.

CORISCA
¡Oh Linco, Linco! Aún eres
7085
aquel Linco amoroso,
aquel que fuiste siempre.

LINCO
Cierto, Corisca mía,
de voluntad lo soy, mas no de fuerzas:
aún verde vive en este tronco anciano
7090
más que nunca el deseo, y más lozano.

CORISCA
Ya que murió Amarilis,
sólo me falta ver lo sucedido
de mi caro Mirtilo.

Scena octava

Ergasto, Corisca

ERGASTO
¡Oh venturoso día
7095
qu’en sí contiene maravilla tantas,
todo amor, toda gracia y alegría!

CORISCA
Ergasto es. ¡Oh cómo llega a tiempo!

ERGASTO
Hoy, con razón, s’alegre toda cosa,
tierra, cielo, aire y fuego,
7100
y sienta el mundo todo
contento igual; y aun este gozo pase
hasta el Infierno y hoy lugar no sea
de perpetuo tormento.

CORISCA
¡Oh cuán alegre viene!

ERGASTO
7105
Felicísimas selvas,
si suspirando en flébiles susurros
a nuestro lamentar os lamentastes,
desatad tantas lenguas cuantas hojas
suenan al son destas risueñas auras
7110
de nuestro gozo llenas;
las dichas celebrad y las dulzuras
de dos amantes venturosos.

CORISCA
Cierto
que viene hablando de Dorinda y Silvio.
En fin, vivir conviene: presto, presto
7115
la fuente de las lágrimas se seca,
mas siempre abunda el río de los gustos.
De la muerta Amarilis
ya no se habla, y sólo se procura
con quien goza gozarse; y es bien hecho:
7120
que llena de trabajos demasiado
está la vida humana.
¿A dó se va tan consolado, Ergasto?
¿A bodas, por ventura?

ERGASTO
¡Adivinaste!
¿Entendiste la suerte venturosa
7125
de los dos felicísimos amantes?
¿Jamás, Corisca, oíste mayor caso?

CORISCA
Ha poco que de Linco
y con mi gran placer lo supe todo,
y aquel dolor he mitigado en parte
7130
que por la muerte d'Amarilis siento.

ERGASTO
¿Muerta Amarilis? ¡Cómo! ¿De cuál caso
hablas ahora o piensas que yo hable?

CORISCA
De Dorinda y de Silvio.

ERGASTO
¡Qué Silvio! ¡Qué Dorinda!
7135
No sabes nada, pues. Mi regocijo
de muy más admirable
y más noble y más alta raíz nace.
D'Amarilis te hablo y de Mirtilo:
junta de cuantas hoy Amor enciende
7140
la más contenta, alegre y más dichosa.

CORISCA
Pues ¿no es muerta Amarilis?

ERGASTO
¡Cómo muerta!
Viva y alegre está, bella y esposa.

CORISCA
Tú me burlas.

ERGASTO
¿Te burlo? Presto, presto
lo verás.

CORISCA
Pues ¿a muerte condenada
7145
no fue?

ERGASTO
Fue, mas también en breve absuelta.

CORISCA
Tú cuentas sueños o soñando escucho.

ERGASTO
Tú la veras bien presto,
como aquí te detengas,
con su feliz, alegre y fiel Mirtilo
7150
salir del templo, donde están ahora
(que ya la fe matrimonial se dieron),
para ir a las casas de Montano
a recoger de tantas y tan grandes
amorosas fatigas dulce fruto.
7155
¡Oh, si tú vieses l'alegría inmensa,
si el son oyeses de gozosas voces
d'inumerable turba!
Allí verías tú niños y ancianos,
sagrados y profanos,
7160
mezclados y confusos,
locos, o poco menos, d'alegría.
Cualquiera, con espanto y maravilla,
corre a mirar la venturosa junta;
cualquiera los abraza y reverencia;
7165
quién la piedad, quién la constancia alaba,
quién las gracias del Cielo,
quién de naturaleza.
Resuena el monte, el cerro, el llano, el valle,
del fiel pastor el glorioso nombre.
7170
¡Oh ventura d'amante
venir a ser tan presto
de tan pobre pastor un semideo,
y casi en un instante
pasar de muerte a vida,
7175
las cercanas obsequias
trocar en tan remoto
y tan desesperado casamiento!
¡Oh Corisca! Y aunque esto mucho sea,
con todo, es poco o nada;
7180
pero gozar d'aquella
por quien muriendo aun gozo recibía,
d'aquella que con él tan prontamente
concurrir en amar no sólo quiso,
mas en morir con ínclita osadía,
7185
y correr a los brazos
d'aquella por quien antes con tal gana
a la muerte corría,
esta es ventura tal, es tal dulzura,
que todo pensamiento atrás se deja.
7190
Y ¿no te alegras tú? Y ¿tú no sientes,
dime, por tu Amarilis el contento
que por Mirtilo siento?

CORISCA
Antes sí, Ergasto. ¡Mira,
mira qu'alegre estoy!

ERGASTO
Y si tú visto
7195
hubieras la bellísima Amarilis
al tiempo que por prenda
de la fe dio la mano a su Mirtilo
y por prenda d'amor Mirtilo a ella
(no sé si diga diese o si robase)
7200
un dulce, sí, mas no entendido beso,
bien cierto sé que de placer murieras.
¡Qué púrpura! ¡Qué rosas!
A cualquiera color que más campea
(o sea natural o artificioso)
7205
las hermosas mejillas excedían,
a quien allí cubría la vergüenza
con raro escudo de beldad sanguina
que, para herirlas, fuerza
subministraba a quien herir quería.
7210
Y ella, en semblante esquiva y zahareña,
mostraba que huía
para encontrar más dulcemente el golpe,
y dejó en duda, en fin, si el beso dado
había sido, o robado:
7215
con tan alto artificio
fue dado y recibido.
Y aquel con suavidad mostrarse esquiva
era un 'no' que quería;
era un acto mezclado
7220
de ganancia y de robo afortunado;
un negar tan cortés, que deseaba
lo que negando daba;
un vedar qu'era envite
d'acometer tan dulce,
7225
qu'a robar quien robaba era robado;
un quedar y un huir tan acertado,
que’l hurto apresuraba.
¡Oh dulcísimo beso!
No puedo mas, Corisca:
7230
abrásase en amor mi tierno pecho.
Voy derecho derecho
a buscar una esposa; qu'en dulzura
que a la mayor excede
ninguno sin amar gozarse puede.

CORISCA
7235
Si verdad éste dice,
este es, Corisca, el día
en que del todo ganas
o pierdes el juicio.

Scena novena

Coro de Pastores, Corisca, Amarilis, Mirtilo

CORO
¡Ven, Himeneo santo!
7240
Prospera nuestro voto y nuestro canto;
guía los felicísimos amantes,
uno y otro celeste semideo,
aprieta el fatal nudo, ¡oh Himeneo!

CORISCA
¡Ay de mí, que verdad es demasiado!
7245
Y fruto igual recoges
hoy de tus vanidades. ¡Ah deseos
y pensamientos no menos injustos
qu'engañosos y vanos!
Así, d'una inocente
7250
la muerte he deseado
por cumplir un querer desenfrenado.
¿Fui tan cruel, tan ciega?
¿Quién los ojos me abre
(¡ay mísera!), que veo
7255
el horror de mi culpa,
que de felicidad tuvo semblante?

CORO
¡Ven, Himeneo santo!
Prospera nuestro voto etc.
Pastor fiel, advierte
7260
después de tantos lloros
y de tantos afanes, dó llegaste.
Ésta, di, ¿no es aquella que quitada
t'era por ley del Cielo y de la tierra,
por tu cruel destino,
7265
por su querer honesto
y por tu pobre estado,
por la fe prometida y por la muerte?
¡Oh Mirtilo, ya es tuya!
El rostro aquél, con tal estremo amado,
7270
aquellos ojos bellos,
aquel hermoso pecho, aquellas manos,
todo aquello que miras,
lo que oyes y tocas,
antes de ti tan suspirado en vano,
7275
premio ha de ser ahora
de tu invencible fe. ¿Y tú no hablas?

MIRTILO
¿Cómo, cómo hablar puedo,
si ignoro si estoy vivo,
ni sé si veo o siento
7280
lo que sentir y ver cierto imagino?
¡Ay! Hable mi dulcísima Amarilis,
pues en ella viviendo
por tan altos efectos
está toda mi alma y sus afectos.

CORO
7285
¡Ven, Himeneo santo!
Prospera nuestro voto etc.

CORISCA
Mas ¡ay! ¿Qué hacéis vosotras
conmigo? ¡Oh galas llenas
de acechanzas, de engaños y traiciones,
7290
del cuerpo ornato vil, mancha del alma!
Partid; que demasiado
de vos burlada y engañada he sido.
Y, ya que tierra sois, id luego a tierra.
Armas d'amor lascivo os hice un tiempo,
7295
y en este punto os hago
d'honestidad despojos y trofeos.

CORO
¡Ven, Himeneo santo!
Prospera nuestro voto etc.

CORISCA
Mas ¿qué tardas, Corisca?
7300
Tiempo cómodo es éste
de hayar perdón. ¿Que haces?
¿Temes la pena? Osa; que no puedes
tener tal pena que a tu culpa iguale.
Compañía beata y venturosa,
7305
tan amiga del Cielo y de la tierra,
si hoy se inclina a vuestro altivo Hado
toda fuerza terrena,
también es justo que se incline aquella
que contra vos y contra vuestro Hado
7310
toda fuerza terrena en obra puso.
Deseé, Amarilis, no lo niego,
lo que tú deseaste; mas lo gozas
tú porque digna de gozarlo fuiste.
Gozas el más leal pastor que viva.
7315
Y tú gozas, Mirtilo,
la ninfa más honesta
de cuantas tiene o nunca tuvo el mundo.
Dadme crédito a mí, que toque he sido
d'honestidad a una, de fe a otro.
7320
Mas tú, cortés pastora,
antes que sobre mí caiga tu ira,
de tu querido esposo el rostro mira,
y allí de mi pecado
y tú perdón verás la fuerza viva.
7325
En virtud de tan cara
prenda amorosa tuya,
perdona hoy al amoroso yerro,
amorosa Amarilis; y es bien justo
qu'en ti hoy perdón halle
7330
Amor de sus errores,
si pruebas dulcemente sus ardores.

AMARILIS
No sólo te perdono,
Corisca, mas t'estimo. Solamente
el efeto mirando, y no la causa;
7335
qu'el hierro y fuego, aunque tormento traigan,
si sana, siempre al que sanó fue caro.
De cualquiera manera
que me hayas sido, amiga o enemiga,
me basta qu'el Destino
7340
t’usó por felicísimo instrumento
de todo mi contento.
¡Oh engaños venturosos!
¡O traiciones felices! Si te agrada
estar alegre, ven, Corisca mía,
7345
y gozarás también desta alegría.

CORISCA
Harto contenta quedo
del perdón recibido y sano pecho.

MIRTILO
También yo te perdono,
Corisca, toda ofensa,
7350
sino de la tardanza tan molesta.

CORISCA
¡A Dios! ¡Vivid alegres!

CORO
¡Ven, Himeneo santo!
Prospera nuestro voto y nuestro canto;
guía los felicísimos amantes,
7355
uno y otro celeste semideo,
aprieta el fatal nudo, ¡oh Himeneo!

Scena décima

Mirtilo, Amarilis, coro de Pastores

MIRTILO
¿De suerte, que ser tengo
tan propio del dolor, que me convenga
penar también en medio del contento?
7360
¿Harto no se tardaba
el perezoso paso desta pompa,
si también entre pies no se ofrecía
el estorbo presente de Corisca?

AMARILIS
¡Bien eres presuroso !

MIRTILO
¡Oh mi tesoro!
7365
Aún seguro no estoy. Sabe que tiemblo;
y aun no tendré certeza
jamás de poseerte,
hasta tanto qu'en casa de mi padre
te vea ya mi esposa.
7370
Éstos parecen sueños,
a decirte verdad; y ahora, ahora
me parece que el sueño se me rompa
y que de mí te huyas, alma mía.
Otra prueba querría
7375
me hicieses ya sentir;
que mi velar suave no es dormir.

CORO
¡Ven, Himeneo santo!
Prospera nuestro voto y nuestro canto;
guía los felicísimos amantes,
7380
uno y otro celeste semideo,
aprieta el fatal nudo, ¡oh Himeneo!

Coro
¡Oh felices amantes
que llanto habéis sembrado y cogéis risa!
¡Con cuán amargas penas
7385
dulces vuestros afectos habéis vuelto!
Desto inferid vosotros,
ciegos mortales, demasiado tiernos,
los sinceros deleites
y males verdaderos:
7390
no es sano cuanto gusta
ni es mal cuanto disgusta;
y aquel, en fin, es gozo verdadero
que nace de virtud tras sufrimiento.

F I N