ESCENA III
(Entran ISABEL y LOLIO.)
ISABEL
¡Bueno, señor! ¿De dónde os sale el encargo de ir cerrándome las puertas? Si me vais
a tener en una jaula, por favor, silbadme, y así me entretengo.
LOLIO
Os puedo dar algo para que os entretengáis. Yo os silbo si me tocáis la flauta.
ISABEL
¿A quién complace meterme en este establo, a vos o a vuestro amo?
LOLIO
A mi amo, pues si os pillaran por ahí con la panocha de otro hombre, os iban a meter
en otro sitio.
ISABEL
Me parece muy bien. Demostraría ser sensato.
LOLIO
Dice que ya tenéis bastante compañía en casa con toda clase de gente, si tanto os
apetece relacionaros.
ISABEL
¿Toda clase? ¡Si aquí no hay más que locos y tontos!
LOLIO
Muy bien. ¿Y qué otra cosa ibais a encontrar si salierais por ahí? Aquí ya estamos
mi amo y yo para que nos traten a patadas.
ISABEL
Uno de cada clase, un loco y un tonto.
LOLIO
Yo me haría mitad y mitad, si estuviera en vuestro lugar. Ya sé que estáis medio loca;
haceos medio la tonta también.
ISABEL
¡Sois un granuja descarado! Vamos, señor, rendidme los honores de vuestro manicomio.
Hoy me hablabais muy bien de vuestro lunático recién llegado, con un cuerpo estupendo
sin cerebro que lo guíe. ¡Qué triste alborozo se encuentra en ese defecto, como si
vuestra sabiduría se divirtiera con la demencia! Por favor, señor, compartidlo conmigo,
si se puede disfrutar de tal placer.
LOLIO
Si no os muestro al loco más guapo y discreto jamás visto, uno al que llamaría loco
comprensivo, decid que soy tonto.
ISABEL
¡De acuerdo, lo digo!
LOLIO
Una vez le hayáis echado un vistazo al loco, si lo deseáis, veréis la escuela de cretinos
al otro extremo. No suelo echar la llave allí. Tras correrse un par de pestillos ya
os veréis entre ellos.
(Sale.)
(Vuelve a entrar en seguida. Llama a Francisco.)
¡Vamos, señor! ¡A ver si os portáis bien ahora!
(Entra FRANCISCO.)
FRANCISCO
¡Qué preciosa es! ¡Oh! Pero tiene en la frente una arruga tan profunda como la filosofía.
¡Anacreonte, bebe a la salud de mi ama! ¡Yo brindo por ella! ¡Esperad, esperad, hay
una araña en el vaso! ¡No! Es la pepita de una uva. ¡Tragáosla y no temáis, poeta!
¡Vamos, vamos, levantadla más alto!
ISABEL
¡Por favor, por favor! Da demasiada pena para reírse. ¿Sabéis de qué se volvió loco?
LOLIO
De amor, señora. Era un buen poeta también, lo cual fue el primer paso. Luego las
musas le abandonaron. Enloqueció por una criada, y eso que era enana.
FRANCISCO
¡Salve, bella Titania! ¿Por qué te quedas ahí tan parada entre estas riberas florecientes?
Oberón está bailando con sus dríadas. Yo recogeré margaritas, prímulas y violetas
y haré un ramo de versos con ellas.
LOLIO
¡No te acerques tanto o correrás peligro!
(Le enseña el látigo.)
FRANCISCO
¡Oh! ¡Detén tu mano, gran Diómedes! Alimentas bien a tus caballos, así que te obedecen.
¡Monta, tu Bucéfalo se arrodilla!
(Se pone de rodillas.)
LOLIO
Ya veis como atemorizo al rebaño. Ni un pastor hace obedecer tanto a su perro.
ISABEL
Su conciencia está inquieta, seguro que fue ese el motivo. Es un caballero.
FRANCISCO
¡Vamos, Escolapio! ¡Guardad ese veneno!
(Se levanta.)
(Guarda el látigo.)
FRANCISCO
¿No habéis oído nunca hablar de un tal Tiresias, el famoso poeta?
LOLIO
Sí, el que domaba potrancas salvajes.
FRANCISCO
¡Ése! Yo soy ese hombre.
FRANCISCO
Sí, pero no le des tanto bombo. Yo era hombre hace ya siete años.
LOLIO
¡Un mozalbete a lo mejor!
FRANCISCO
Ahora soy mujer, todo femenino.
LOLIO
Eso me gustaría verlo.
FRANCISCO
Juno me dejó ciego.
LOLIO
No me lo creo, pues dicen que la mujer tiene un ojo más que el hombre.
FRANCISCO
Te digo que me dejó ciego.
LOLIO
Y la luna te volvió loco. Ya tienes dos taras por las que pedir limosna.
FRANCISCO
La luna está ahora preñada, y tenemos sitio los dos para cabalgar sobre Hécata. Te
arrastraré a su esfera de plata y allí pasaremos el tiempo dándole patadas al perro
que ladra a las brujas de la noche. Y le arrancaremos la piel lobera al veloz licántropo
que hace la ronda, y así salvaremos a las ovejas.
(Intenta agarrar a Lolio.)
LOLIO
¿A eso hemos llegado? Pues mi veneno vuelve a salir. ¡Qué esclavo más loco, desde
luego, que quiere maltratar a su guarda!
ISABEL
¡Por favor, ten cuidado con él! Ahora se vuelve peligroso.
FRANCISCO
Mi amor, ten piedad de mí
Quiero yacer junto a ti
LOLIO
¡No, primero te voy a espabilar! ¡A tu caseta!
FRANCISCO
¡Sin ruido, que ella duerme! ¡Corred las cortinas a su alrededor! ¡Que ningún suave
sonido moleste a esa bella alma salvo el del amor, que se arrastra hasta meterse por
la ratonera!
LOLIO
¡Ojalá te metieras tú en tu agujero!
(Sale Francisco.)
Ahora, señora, os traeré a otro tipo. Este os volverá loca otro rato.
(Llama.) ¡Tono, ven aquí, Tono! ¡Mira quién está, Tono!
(Entra ANTONIO)
ANTONIO
Primo, ¿no es ésa mi tía?
LOLIO
Sí, una de ellas, Tono.
ANTONIO
¡Ji, ji! ¿Cómo estás, tío?
LOLIO
No tengáis miedo, señora, es un idiota delicado. Podéis jugar con toda confianza tanto
con él como con su cachiporra.
ISABEL
¿Cuánto tiempo hace que eres tonto?
ANTONIO
Desde que llegué aquí, prima.
ISABEL
¿Prima? Yo no soy tu prima, tonto.
LOLIO
Señora, los tontos son muy listos a la hora de reclamarle a la familia.
LOCO
(Desde dentro.) ¡Bota, bota, cae, cae!
ISABEL
¡Escuchad! Vuestros tontos del cuarto de arriba están sin control.
LOLIO
(Llama.) ¿Voy a tener que subir a veros? ¡Cuidad del loco, señora! Yo subiré a hacer de Orlando
el zurdo con los locos.
(Sale.)
(Antonio se quita el disfraz de loco.)
ANTONIO
¡Qué oportuno, dulce señora! ¿No observáis con sorpresa este cambio?
ANTONIO
Esta apariencia de locura cubre a vuestro más intenso enamorado, el servidor más sincero
de vuestra poderosa belleza cuya magia tiene el poder para transformarme.
ISABEL
¡Sí que sois tonto de verdad!
ANTONIO
No es de extrañar. El amor tiene un intelecto que recorre todas las ramas del saber
y, como un astuto poeta, toma una parte de cada ciencia, pero luego las recoge todas
en un único misterio, un secreto con el que saldrá adelante.
ISABEL
¡Sois un tonto terrible!
ANTONIO
No hay peligro en mí. No traigo nada más que amor y estas puntas inofensivas con las
que daros. Probad una sola flecha, y si os duele, os daré veinte en compensación.
(La besa.)
ISABEL
¡Un tonto muy lanzado también!
ANTONIO
Eso ha sido una lección que da el amor. Me enseñó mil formas de abrirme camino, y
esta encuentro la más segura y cercana para caminar por la Vía Láctea hacia mi estrella.
ISABEL
¡Y qué profundo sois! Seguro que lo habéis soñado. El amor no da esas lecciones despierto.
ANTONIO
No prestéis atención a mis locuras externas. Dentro hay un caballero que os ama.
ISABEL
Cuando le vea le hablaré. Y, mientras tanto, dejaos el atuendo puesto, porque os sienta
muy bien. Como sois caballero, no os delataré; es el único favor que podéis esperar
de mí.
ErrorMetrica
Cuando ya os hayáis cansado, marchad del colegio pronto
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Pues en todo este tiempo no habéis hecho más que el tonto.
(Entra LOLIO.)
ANTONIO
Y lo volveré a hacer. ¡Ji, ji! ¡Gracias, prima! Mañana por la mañana seré vuestro
amante.
LOLIO
¿Qué os parece el tonto, señora?
ISABEL
Extremadamente bien, señor.
LOLIO
¿Tiene buen conocimiento para ser tonto?
ISABEL
Si sigue igual que ha empezado, a lo mejor llega a algo.
LOLIO
Gracias a un buen tutor. Podéis ponerle a trabajar ya. ¡Que empiece a responder preguntas
más complicadas! ¡Tono! ¿Cuánto son cinco por seis?
ANTONIO
Cinco por seis son seis por cinco.
LOLIO
¿Qué matemático habría respondido mejor? ¿Cuánto son ciento y siete?
ANTONIO
Ciento y siete son siete cientos y uno, primo.
LOLIO
(A Isabel.) No demuestra ningún conocimiento del que valga la pena hablar. ¿Os queréis librar
del cretino ahora?
ISABEL
De ninguna manera. Que se quede un poco más.
LOCO
(Desde dentro.) ¡Atrapad, atrapad a la última pareja en el infierno!
LOLIO
¿Otra vez? ¿Tengo que volver a por vosotros? ¡Ojalá vuestro amo hubiera vuelto a casa?
No puedo cuidar de las dos salas a la vez.
(Sale.)
ANTONIO
¿Por qué perder un solo minuto de la hora del amor?
ISABEL
¡Quita otra vez! Prefiero que te quedes con tu otro papel. La ropa que llevas no encaja
con lo que dice tu lengua.
ANTONIO
¿Cómo se puede estar gélido cuando se vive cerca de tan dulce calor? ¿Voy a caminar
a solas por el jardín de Hespérides como un cobarde sin atreverme a coger una manzana?
La de los mofletes rojizos es para mí.
(Intenta besarla.)
(Entra LOLIO por arriba)
ISABEL
¡Cuidado, que hay gigantes vigilando!
LOLIO
(Aparte.) ¿Cómo, tonto, de eso sí que sabéis? ¿Habéis leído a Lipsio? ¡Ya supera el Ars Amandi!
Me parece que le pondré preguntas más complicadas.
ISABEL
¡Valiente descarado sois!
ANTONIO
¿Qué he de temer con tanto gozo a mi alrededor? Sonreíd, y en vuestros labios el amor
se hará libertino, beso y retirada, retirada y beso otra vez. Mirad con alegría, y
en vuestros ojos reflejaré mi propia deformidad para darle un mejor atuendo. Sé que
este aspecto no me sienta bien, pero ante esos bellos espejos me engalanaré.
(Sale.)
(Entran LOCOS arriba, algunos hacen de pájaro, otros de animal.)
ISABEL
Miedo suficiente para hacernos huir. No son más que nuestra escuela de lunáticos que
actúan sus múltiples fantasías según lo que les pase por la cabeza en cada momento.
Si están tristes, lloran. Si les da por la alegría, vuelven a reír. A veces imitan
a animales y pájaros. Cantan, aúllan, rebuznan o ladran, todo según las absurdas ganas
que les den.
(Salen locos. Entra LOLIO.)
ANTONIO
¡Esos no dan miedo!
ISABEL
¡Pero aquí entra uno que da mucho, amigo mío!
ANTONIO
¡Ja! ¡Ji! ¡Qué bueno, primo!
LOLIO
Ojalá volviera mi amo a casa. Es demasiado para un solo pastor cuidar de estos dos
rebaños. Ni un clérigo predica en dos parroquias a la vez. Hay locos incurables a
un lado, y rematadamente tontos al otro. ¡Ven, Tono!
ANTONIO
¡Te lo ruego, primo, déjame quedarme aquí!
LOLIO
¡Nada! Ahora coge los libros, que ya has jugado bastante.
ISABEL
Vuestro tonto se ha hecho muy ingenioso.
LOLIO
No diré nada, pero no creo que sea tan listo para tumbaros.
(Salen Lolio y Antonio.)
ISABEL
Aquí el torrente podría abrir una brecha pese a los vigilantes del dique. Si una mujer
quiere descarriar, no le hace falta salir por ahí a buscar pecado. De alguna forma
se lo traerán a casa. La aguja de la brújula se empina hacia el norte en dirección
a las bellas mujeres árticas.
(Entra LOLIO.)
LOLIO
¿Cómo estás, dulce bribona?
LOLIO
¡Vamos, que aún hay clases! Un tonto puede ser mejor que otro.
LOLIO
¡Si te entra por los ojos la carne de tonto, ahí voy!
(Intenta besarla.)
ISABEL
¡Granuja descarado!
LOLIO
Yo podría seguir como el otro tonto: “¿Qué he de temer con tanto gozo a mi alrededor?
Sonreíd, y en vuestros labios el amor se hará libertino, beso y retirada, retirada
y beso otra vez. Mirad con alegría, y en vuestros ojos reflejaré mi propia deformidad
para darle un mejor atuendo. Sé que este aspecto no me sienta bien...” Y seguiría
así, ¡pero eso es hacer el tonto! ¡Vamos, dulce bribona! ¡Bésame, pequeña espartana!
Déjame sentirte el pulso. Seguro que tienes algo que haría a un hombre feliz. Pongo
la mano donde sea por ello.
ISABEL
¡Ya está bien, hombre! Veo que has descubierto al caballero errante enamorado que
se lanza a la aventura por la recompensa de mi amor. ¡Cállate! ¡Quédate mudo! Mudo
como una estatua, o la condición que le pondré será que te corte el cuello. Lo haré
por librarme de ti, y seguro que no se negará.
LOLIO
¡Yo sólo quiero mi parte! ¡Y que el tonto se reparta el resto contigo!
ISABEL
¡Ya está bien! ¡Vuestro amo!
(Entra ALIBIO)
ALIBIO
¿Querida, como estás?
ISABEL
Os esperaba aprisionadamente, señor.
ALIBIO
¡Vamos, vamos, corazón! Ya está bien.
ISABEL
Será mejor que me encerréis.
ALIBIO
Entre mis brazos y mi pecho te encerraré, dulce Isabel. Lolio, tenemos trabajo entre
manos. En el castillo del noble Vermandero, nuestro capitán, hay que preparar la boda
solemne de Beatriz-Juana, su bella hija, y el caballero requiere nuestros mejores
servicios. Un grupo de nuestros locos y tontos pondrán la guinda, como se suele decir,
a las celebraciones al final del tercer día. Algún baile sorprendente que les dé un
pequeño susto de alegría, eso es todo. Pero no es el todo que yo busco. Me gustaría
que lo representáramos con un baile desenfrenado, sin forma ni figura, sin ritmo ni
medición. Ya le cogeremos el ritmo en otra ocasión. Y si sale bien habrá una buena
recompensa.
LOLIO
Eso es fácil, señor, os lo aseguro. Tenéis locos y tontos que saben bailar muy bien.
No os extrañe que los mejores bailarines no sean los más listos porque, como saltan
tanto, el cerebro les va a los pies, y así tienen más conocimiento en los talones
que en la cabeza.
ALIBIO
Honrado Lolio, me dais una buena explicación y mucha tranquilidad.
ISABEL
Pues ahora tenéis un buen negocio. El loco y el cretino se cotizan muy alto.
ALIBIO
Mujer, hay que comer, vestirse y vivir.
Más que un abogado ganamos aquí.
¡Con tanto tonto, el negocio va a subir!
(Salen.)
ESCENA IV
(Entran VERMANDERO, ALSEMERO, JASPERINO y BEATRIZ-JUANA.)
VERMANDERO
(A Alsemero.) Valencia os ensalza por vuestra nobleza, señor. Ojalá tuviera una hija para vos.
ALSEMERO
Quien se parezca a esa criatura merecería el amor de un rey.
VERMANDERO
Yo hice mía a una que se le parecía, señor, pero el cielo quiso casarla con la felicidad
eterna. Pecado sería desear su regreso a este valle de lágrimas. Venid, señor, con
vuestro amigo y veréis los placeres que mi salud aún me permite gozar
ALSEMERO
He oído hablar mucho de la belleza de este lugar
VERMANDERO
No es para tanto.
(Salen todos menos Beatriz-Juana)
BEATRIZ
Ya ha dado un paso hacia el aprecio de mi padre; el tiempo lo acabará de arreglar.
He logrado que pueda circular libremente por la casa; su sensatez le conduce por etapas
hacia esa libertad. Y si el ojo que me ofende se oscurece, esperando estoy su eclipse,
este caballero pronto brillará gloriosamente en la estima de mi padre a través de
la radiante virtud de mi amor.
(Entra DE FLORES.)
DE FLORES
(Aparte.) Me relamo pensando en las consecuencias de mi acción. No me pesa. Poco me ha costado
si se compara con la dulce recompensa que me espera.
BEATRIZ
Vuestro aspecto augura alegría.
DE FLORES
Hay respuesta para todo. El tiempo, las circunstancias, vuestros deseos y mi servicio.
DE FLORES
Ya no está Piraquo
BEATRIZ
(Solloza.) La felicidad brota en mis ojos. Lo engendrado con más dulzura siempre nace llorando.
DE FLORES
Os he traído una muestra.
DE FLORES
Me ha opuesto cierta resistencia. Sólo he podido conseguir el anillo con dedo incluido.
(Le ofrece el dedo.)
BEATRIZ
¡Dios mío! ¿Qué has hecho?
DE FLORES
¡A ver si esto va a ser más que matar al hombre entero! Le he cortado las cuerdas
del corazón. La avaricia metió mano en el plato de la corte y por error alguien se
lo llevó por delante.
BEATRIZ
Fue la primera muestra de amor que mi padre me hizo enviarle.
DE FLORES
Y yo he hecho que os la devuelva cómo su última muestra. Me sabía mal dejarlo allí,
pues seguro que los muertos no tienen ocasión para lucir joyas. Pero también le sabía
mal separarse de él, lo llevaba encajado como si anillo y carne fueran uno.
BEATRIZ
El guarda de la finca tiene derecho a cobrarse su parte de cada pieza cazada. Y bien
claro queda aquí. Cobraos todas las partes del muerto. Os ruego que enterréis el dedo,
pero quedaos con la piedra. Creedme si os digo que su verdadero valor asciende a trescientos
ducados.
DE FLORES
Por mucho valor que tenga, apenas sirve para comprar una cartuchera donde guardar
mi conciencia para protegerla del gusano. Bueno, los grandes hombres me han enseñado
que si una pieza es mía me la cobro, o mi sentido del mérito le haría un feo a la
recompensa..
BEATRIZ
Haces bien. Pero, De Flores, te equivocas. No te lo tomes como una recompensa.
DE FLORES
Eso espero, señora, pues seríais testigo de cómo la desprecio.
BEATRIZ
¡Por favor! Pareces ofendido.
DE FLORES
¿Os extraña, señora? No es posible que mi servicio reciba esa acusación de vos. ¿Ofendido,
creéis? Mucho sería para alguien que actúa como yo, que tan atento servicio presto.
BEATRIZ
Sería yo muy desagradecida si os acusara de algo, señor
DE FLORES
Ya lo creo. Desagradecida hasta el más alto grado.
BEATRIZ
Todo resuelto.
(Le ofrece dinero.) Mirad, ahí van tres mil florines de oro. No reparo en gastos ante vuestro merecimiento.
DE FLORES
¿Qué? ¿Una paga? Ahora sí me estremecéis.
BEATRIZ
¿Cómo, De Flores?
DE FLORES
¿Me apuntáis en las filas de las alimañas que asesinan a sueldo? ¿Me ofrecéis oro?
¡La esencia sangrante de la vida! ¿Tanto se valora lo que sí debiera ser mi recompensa?
DE FLORES
Podría haber contratado a un jornalero del crimen por ese dinero para que me trajera
el trabajo hecho a casa y dejar que mi conciencia durmiera tranquila.
BEATRIZ
(Aparte.) Estoy en un laberinto. ¿Qué le satisfará? Quiero librarme de él.
(A De Flores.) Doblo la suma.
DE FLORES
Y dobláis mi humillación. ¿Es ese el bien que hacéis?
BEATRIZ
(Aparte.) ¡Dios mío! Ahora estoy peor que antes. No sé cómo complacerle.
(A De Flores.) Tengo miedo y te ruego que marches a toda prisa. Si te da apuro decir la suma que
te satisface, el papel no se sonroja. Mándamelo por escrito y se te enviará, pero
te ruego que salgas resoplando.
DE FLORES
Vos también vais a resoplar.
DE FLORES
O no moveré ni un dedo.
BEATRIZ
¿Qué queréis decir?
DE FLORES
¿No estáis tan profundamente metida en esto como yo? Debemos cabalgar juntos. ¡Vamos!
Vuestros miedos os harán enfermar, y mi ausencia os haría el blanco de toda sospecha.
No tendríais salvación.
BEATRIZ
(Aparte.) Parece tener razón.
DE FLORES
Ni estaría bien que a quienes estamos tan íntimamente unidos nos separe el hombre.
(Intenta besarla.)
BEATRIZ
¿Qué haces? Esto no tiene buena pinta.
DE FLORES
¿Por qué se muestra tan frío vuestro labio? No debe interferir entre nosotros.
BEATRIZ
(Aparte.) Habla como un loco.
DE FLORES
¡Vamos, bésame con ganas!
BEATRIZ
(Aparte.) ¡Dios! ¡Me da miedo!
DE FLORES
No voy a quedarme suplicando mucho rato.
BEATRIZ
Cuidado con olvidar quien eres, De Flores, o nos pondrás en evidencia.
DE FLORES
Cuidaos vos primero, que olvidáis muy fácilmente que también sois culpable.
BEATRIZ
(Aparte.) ¡Qué atrevimiento! Y por mi culpa.
DE FLORES
Os quito un problema de encima, y como ahora siento dolor, os quiero encima de mí,
me lo debéis. La justicia invita a que tu sangre me entienda.
BEATRIZ
¡Jamás lo haré! ¡Seguid hablando, soy incapaz de oír lo que habláis, ningún sonido
me llega! No estoy dispuesta a escuchar tal insulto a costa de ninguno de vuestros
actos.
DE FLORES
¡Calma, señora, calma, que el último aún no está pagado! ¡Vaya! Este asunto me ha
levantado el ánimo. Tengo tantas ganas de humedad como la tierra seca cuando las nubes
empiezan a llorar. ¿No me visteis suplicar, arrodillarme y ofrecerme a hacerlo? ¿Por
qué me tomaría tanta molestia? ¡Ya veis como desprecio vuestro oro! No es que no lo
quiera, me hace mucha falta. A su debido tiempo vendré a llevármelo, pero no es eso
a lo que le tenía yo tantas ganas para empezar. Yo coloco la riqueza a la cola del
placer, y si no estuviera seguro de tu virginidad intacta, me llevaría la recompensa
a regañadientes, ya que sólo se cumplirían la mitad de mis deseos.
BEATRIZ
¡No es posible que seáis tan malvado, que cobijéis tan astuta crueldad para hacer
que su muerte asesine mi honor! Tus palabras son descaradas y viciosas. No encuentro
manera de perdonarlas con pudor.
DE FLORES
¡Vaya, olvidáis quién sois! ¿Una mujer empapada en sangre habla de pudor?
BEATRIZ
¡Oh, pecado miserable! ¡Ojalá hubiera quedado atada perpetuamente al vivo odio que
sentía por Piraquo antes que oír estas palabras! ¡Piensa en la distancia que la creación
puso entre tu sangre y la mía, y quédate allí!
DE FLORES
Mirad en vuestra conciencia y leedme en ella. Es un libro sincero en el que me encontraréis
a vuestra altura. ¡Vamos! No voléis a vuestra cuna, asentaos en lo que este acto os
ha convertido. Ya no sois más vos. Debéis olvidar vuestra condición con respecto a
mí. Sois criatura de vuestros actos, habéis perdido vuestra posición anterior y os
anuncio que la paz y la inocencia os han abandonado para que los dos seamos uno.
BEATRIZ
¿Contigo, repugnante villano?
DE FLORES
Sí, mi radiante asesina. ¿Queréis provocarme? ¡Aunque te las des de doncella, eres
puta de verdad! Trocaste tu primer amor, y eso es ser puta de corazón. Y ahora con
el trueque traes a tu segundo, tu Alsemero, a quien, por toda dulzura que jamás la
oscuridad probó, tú nunca gozarás si no te gozo yo primero. Destrozaré toda alegría
y esperanza de matrimonio. Lo confesaré todo, pues mi vida no valdrá nada.
DE FLORES
Descansaré en paz libre de todas las plagas del amor. Ahora vivo en el dolor. Ese
ojo incitador me quema el corazón hasta convertirlo en ceniza.
DE FLORES
¡La que me rechaza en vida, y también en el amor,
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ahora es mi compañera en muerte y humillación!
BEATRIZ
¡Espera! ¡Escúchame de una vez!
(Se arrodilla.) Te hago dueño de toda mi riqueza en oro y joyas. Si me dejas ir a mi cama pobre y
honrada, seré rica en todo lo demás.
DE FLORES
¡Esto os hará callar! ¡Ni toda la riqueza de Valencia podrá comprar mi placer! ¿Creéis
que podéis apartar al destino de su firme propósito con lloros?
ErrorMetrica
BEATRIZ
¡La venganza ha comenzado!
Al asesinato siguen muchos y peores pecados.
¿Fue, en el útero materno, maldito mi alumbramiento
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para que deba yacer con la víbora primero?
DE FLORES
Venid, levantaos, y sepultad vuestro rubor en mi pecho
(La levanta.) El silencio es una de las mejores recetas para el placer. Con tu complacencia encontrarás
la paz eterna.
ErrorMetrica
¡Cómo gime la tórtola! ¡Qué pronto vas a querer
aquello que tú creías que ibas a aborrecer!