SCENA PRIMERA
INTERLOCUTORES: VERGINIO, padre de Lelia.—GERARDO, padre de Clavela.—PAJARES, simple.—MARCELO, amo de Lelia
GERARDO
1¿Paréscete, Verginio, ser tiempo de darse conclusión en aquel concierto que ya otras vezes tú y yo hemos comença[do] a texer?
VERGINIO
2Señor Gerardo, no tengas pensamiento que esté yo con menos congoxa que tú podrás tener por no haber dado fin en un negocio que para cada uno de los dos tan desseado tenemos; mas no debes maravillarte, pues sabes que mi ausencia no ha dado lu[gar] a que con más brevedad se efetuasse.
GERARDO
3Mira, señor Verginio. Si, como yo he muchas vezes imaginado, no te hallas a tiempo ni con dineros para comprar atavíos a tu hija o para otras cosas que a este efeto conviene, dímelo, que de los que yo tuviere, te prestaré de muy buena voluntad.
VERGINIO
4Yo te lo agradezco, aunque por agora no faltan, señor.
GERARDO
5Créolo en verdad, pero dime, de gracia: ¿sabes si tu hija Lelia está en el monesterio?
VERGINIO
6¡Guárdenos Dios, señor! Pues, ¿adónde había de estar, habiéndola yo dexado por mi propia mano en compañía de otra prima mía que en el mismo monesterio ha hecho professión? Mas dime, señor, ¿a qué efecto me lo preguntas?
GERARDO
7No creas, señor, que lo pregunto sin causa.
GERARDO
9Yo, señor, te lo diré. Has de saber que, mediante el tiempo de tu ausencia, yo envié dissimuladamente a saber d'essas señoras monjas si tu hija estaba en el monesterio, lo cual he sabido por cosa muy cierta que no está allá dentro, sino que anda acá fuera.
VERGINIO
10Pues ten entendido, señor Gerardo, que, si esso han dicho las monjas, no es sino por hazer a mi hija que profesasse, porque assí las unas como las otras he sabido yo que le han cobrado grandíssima afición.
PAJARES
12¿Cuál volver? ¡Juro al cielo de Dios allá no vuelva, aunque me lo manden y sopriquen saludadores a pies descalços y aunque vengan en cueros!
MARCELO
13Aguardad, doñ'asno, que yo os haré dezir de no cuando os mandaren la cosa.
PAJARES
14¿Asno? ¿Parésceos bien cuál habéis parado la caña con que la otra hazía la cama? Agora hará la cama con los dedos.
VERGINIO
15¿Qué's aquesto, Pajares? ¿Cómo sales ansí? ¿Qué ropas son essas?
PAJARES
16Las basquinas de la señora Lelia.
VERGINIO
17¿Quién te las vistió?
PAJARES
18Yo me las vestí.
PAJARES
20Estásse lavando mi sayo.
VERGINIO
21¿Para qué se lava tu sayo?
PAJARES
22Embarréme anoche.
PAJARES
24En el soterraño.
PAJARES
26Caí. ¿Hay más, son que caí?
VERGINIO
27Cayó el asno, cayó.
PAJARES
28Yo caí, yo, que hombre soy yo para caer cincuenta vezes muy mejor que vos.
VERGINIO
29Ora no hay quien te entienda.
PAJARES
30¿Diz que no hay quien me entienda? Espere vuessa merced, que yo le cogeré a las palabras. ¿Qué está a la entrada de la escalera junto al soterraño, al rincón?
VERGINIO
31Ya, ya te entiendo.
PAJARES
32Pues ahí, mal punto, caí, hablando con reverencia, y casi medio de boca.
VERGINIO
33Pues, ¿cómo dezías que te habías embarrado?
PAJARES
34Pues díxelo por afeitar el vocabro, que mejor dixera encer[...]ado o alquitrado, que no embarrado.
VERGINIO
35Mas, ¡qué bueno estarías para retratar!
PAJARES
36Yo le diré a vuessa mercé qué tal, que me dezían que parescía calabaça en conserva o milanazo con liga.
VERGINIO
37Y agora, ¿por qué reñíades? Dezíme, ¿Marcelo?
PAJARES
38Porque quería el señor amo con todo su seso que le fuesse yo acompañando de calle en calle hecho marigalleta.
PAJARES
40No en verdad, señor desposado.
VERGINIO
41Pues amo, ¿dónde queríades ir?
MARCELO
42Señor, quería llegarme a Sancta Bárbara por aquella moça y roguéle a este asno que, pues estaba ansí, se reboçasse y tomasse un manto porque me fuesse acompañando y traxesse no sé qué baratijas que Lelia tiene en el monesterio. Y porque se lo mandé, nos ha querido hundir la casa a vozes.
PAJARES
43¿Yo hundir la casa a vozes? Enteríssima sé que está. No me hubiéssedes vos más aína hundido las costillas a garrotazos.
VERGINIO
44Pues, Pajares, ¿qué más bien querías que venir acompañando una dama?
PAJARES
45¡Ande d'ahí! ¿También haze vuessa merced de las suyas como hijo de madre?
PAJARES
47¿Paréscele a vuessa merced que, si topa por ahí el hombre con alguno del Almendralejo, que irán buenas nuevas a mi padre?
VERGINIO
48Por cierto muy malas.
VERGINIO
50¿Qué me sé yo de lo que tú te piensas?
PAJARES
51Yo le diré: que piensa el otro qu'es el hombre majano o sayalero y dille han que ando hecho santera o dama de forja.
GERARDO
52Señor Verginio, yo me entro. Y en ess'otro negocio, lo dicho, dicho. Y en lo que toca al dote, a lo concertado me remito.
VERGINIO
53Señor, a la mano de Dios. Ya vee que no se entiende en otra cosa.
GERARDO
54Muy bien, señor.
VERGINIO
55Marcelo, ya viste a Gerardo cómo estaba h[a]blando conmigo sobre el casamiento de mi hija Lelia. Por esso, abreviá en ir por ella, porque se efetúe. Y daréis de mi parte a essas señoras mías mis besamanos.
MARCELO
56Plázeme. (¡oh, desdichada de ti, Lelia!) Por Dios, señor, más estimara verla bajo tierra que no c[a]sada con esse diablo, que creo que tiene más años que yo al doble, y agora se quiere casar con una mochacha que la podría tener por bisnieta.
VERGINIO
57Ya yo lo veo. Mas, ¿qué queréis que haga, pecador de mí? Ya veis en cuánto estremo van hoy día las cosas del mundo, y este negocio viéneme a mí muy a cuenta.
MARCELO
58¿Cómo muy a cuenta?
VERGINIO
59Yo os lo diré. Está concertado que yo le dé a mi hija Lelia por muger, dotándomela en mil florines de su propia moneda, con tal condición que, si mi hijo paresce dentro de cuatro años, le case con su hija Clavela, dotándola en la misma cantidad.
MARCELO
60Bien está, señor, pero yo más querría un rato de contentamiento que cuantos tesoros hay en el mundo. Pero yo me voy, que se haze tarde.
VERGINIO
61Pues, amo, id y mirad que no vengáis sin ella.
MARCELO
62Pierda cuidado.
PAJARES
63Pues yo, amo, quédome.
MARCELO
64Quédate con mal año que te dé Dios.
PAJARES
65Para vos ser bueno, amo, mal habláis.
VERGINIO
66Éntrate conmigo, tontazo.
SCENA SEGUNDA
INTERLOCUTORES: MARCELO, amo de Lelia.— LELIA, en forma de paje, llamado Fabio.
MARCELO
67¿Habéis mirado el devaneo d'estos viejos podridos? Que querría reírme, sino que me falta la gana, que es lo mejor. No en balde dizen que muy muchas vezes los viejos se tornan a la edad primera. Mas, ¿qué digo? , ¿qué's lo que veo? En verdad que si Lelia no estuviera en el monesterio, que jurara que era ésta que aquí viene en hábito de hombre. Pero ¿qué digo? Que no es otra, por mi fe.
LELIA
68¡Oh, pecadora de mí, que aun hasta esto me ha de ser la fortuna contraria! ¿Por qué calle me esconderé, que ya me ha visto el amo de casa de mi padre?
MARCELO
71¿Qué's aquesto, Lelia? ¿Qué hábito es esse? ¿Por ventura es este el monesterio donde assí tu padre como todos pensamos tenerte recogida? Háblame. ¿De qué enmudeces?
LELIA
72Señor amo, a quien con más razón debría yo llamar padre, no os debéis de maravillar verme en el hábito que me veis, que, sabida por vos la ocasión, bien cierta estoy que no seré culpante de mi atrevimiento.
MARCELO
73No me digas tal, que, temblándome están las carnes, si el viejo alcançasse a saber esto, por estar como estamos en víspera de darte un marido muy honrado. Por tu vida, ¿no me dirás qué locura ha sido aquesta?
LELIA
74Señor, como fortuna, amor y mi mala suerte, todos tres se han conformado contra mí...
MARCELO
75¿Cómo contra ti?
LELIA
76Bien tendréis en la memoria cómo, cuando por nuestros pecados Roma fue saqueada, allí mi padre, juntamente con un hermano mío, la mayor parte de su hazienda dexó perdida. Y aunque la pérdida no fue pequeña, la de mi hermanico es la que a mi padre más sin plazer le haze vivir.
MARCELO
77Por cierto, no paresce sino que fue ayer y, a buena fe, que son passados buenos diez años, diez, y que les podríamos bien echar onze.
LELIA
78Que dexemos estar los años que corren como viento y aun con más presteza.
LELIA
80Pues viniéndose mi padre a vivir aquí a Módena, yo, por mi mal, vi a Lauro, gentilhombre d'esta ciudad, el cual, conversando la casa de mi padre, de mí se enamoró. Y quiso Dios y mi suerte que con la misma moneda le pagasse, rescibiendo de mí todos aquellos honestos favores que a mi recogimiento fueron lícitos.
MARCELO
81Muy bien sé todo esso.
LELIA
82Y por depositarme mi padre en el monesterio con intención de ausentarse, pensando en Roma cobrar algo de su perdida ropa, nunca Lauro de mí tuvo acuerdo, antes he visto que de Clavela, hija de Gerardo, donzella hermosa y rica, excessivamente se ha enamorado.
MARCELO
83Ora mira, Lelia. Dexemos de traer a la memoria historias passadas, sino anda acá a mi possada y cambiarás essas ropas, que hágote saber que tu padre ya es vuelto de Roma y me envió por ti y no salí a otra cosa de casa si no es a llevarte.
LELIA
86No tuve otro remedio, después que mi padre en Sancta Bárbora me dexó, sino descubrirme a Candia, la monja tía mía, el grande afán que por la ausencia de Lauro yo passaba. La cual determinó de enviarle a llamar y trabar pláticas con él, porque a negocios que él tenía con las monjas solía venir.
MARCELO
87Di, que bien te entiendo.
LELIA
88Acaesció, pues, un día que, de habérsele muerto un paje suyo, venía el más afligido hombre del mundo y dezía que, si Dios otro tal le deparasse, que no se trocaría por otro de mayor estado. Y en verdad os digo que, sin otra consideración, inferí salirme del monesterio y serville de paje en el hábito que me veis, en el cual he procurado agradalle con cuanto estremo he podido y le sirvo de cada día.
MARCELO
89¿Hay tal cosa en el mundo? ¿Y agora qué piensas hazer?
LELIA
90Sola una cosa quiero de vos.
LELIA
92Que entretengáis a mi padre por espacio de algunos días, diziéndole que yo y mi prima y otras monjas hazemos ciertas devociones.
MARCELO
93Pues ¿qué piensas hazer en esse tiempo?
LELIA
94Yo lo diré. Clavela, querida de Lauro, tiene entendido que yo sea hombre y le he parescido bien. Yo, viéndola tan aficionada, hele dicho que, si Lauro no pretende olvidar y aborrescer, que no espere de mí tan sola una buena palabra..
MARCELO
95¿Y crees tú esso que lo hará?
LELIA
96Todo lo podría rodear fortuna. Mas por agora perdóname, que no sé quién viene allá, que a la tarde seré en vuestra possada y hablaremos más largamente.
MARCELO
97Pues mira que no dexes d'ir. Cata que te quedo aguardando.
LELIA
98Pierde cuidado, señor, que luego doy la vuelta. Adiós.
SCENA TERCERA
INTERLOCUTORES: GERARDO, padre de Clavela.— GUIOMAR, negra. — CLAVELA, dama. —JULIETA, moça.
GERARDO
99¡OH, válame Dios, y cuán averiguada cosa es al hombre que negocios de importancia tiene, no poder reposar, especialmente yo, que, después que hablé a Verginio sobre tomar por muger su hija Lelia, paresce que no traigo juizio de hombre! Y este Verginio es tan espacioso que, según lo desseo, dudo veré tiempo llegado. Agora yo me quiero llegar hazia su estancia a dalle otro tiento como que voy a otra cosa. Mas primero es menester advertir a mi hija Clavela a que, si acaso viniere a demandar de mí, que le digan que en casa de Milán Muñoz, el tendero, me hallarán.
GUIOMAR
100Ya vo, siñor. ¡Jesú, Jesú! ¡Líbramela Dios de la diabro!
GERARDO
101Dezí. ¿Téngome de quebrar la cabeça primero que respondáis? ¿Qué hazíades allá dentro, dueña?
GUIOMAR
102¿Esso me lesí, siñor, delante de la honras de mi caras? ¡Farta de la fazendas tenemo que faser!
GERARDO
103¿Qué haziendas son las vuestras, señora?
GUIOMAR
104¡Ay, siñor Jesún Crisso! ¿Qué fazendas me lo pides? Primero por la mañanas, ¿no barremo la casa? En apué, ¿no ponemo la oya? En apué, ¿no paramo la mesa? En apué, ¿no fregamo la cudeya y la pratoz?
GUIOMAR
106En apué, ¿no me manda siñora Clavela que colamo la flor de la cucucena?
GERARDO
107De açucena, diablo, que esso pienso que querrás dezir.
GUIOMAR
108Sin siñor, y de xamín y de monqueta para adobar aquele guante que le tiene comendaros.
GERARDO
109¿Pues agora se le ha antojado esso?
GUIOMAR
110Anagoras, siñor, y dízime siñora Clavela: «Callan, fija Guiomá, aprender ben a colar la flores, que yo te prometes cuando san francas que te casamo con un mequero de aquesse que adoba la guante.»
GERARDO
111¿Qué's aquesso de casar? Qué, ¿ya no quieres ser monja?
GUIOMAR
112No, siñor, que ya tenemo un prima mía contrita na religiona monja priora nabadessa ayá en mi terra de Manicongo muy honradas. Yo, siñor, queremos muntipricar a mundos.
GERARDO
113¡Sus! Basta que sepamos tu intención, que hablarse ha por más espacio sobre esse negocio. Y entra allá dentro y llama a mi hija Clavela, que se pare a la ventana, que le quiero hablar.
GUIOMAR
114Que me plazer, siñor, sin que me la mandas.
GUIOMAR
116¡Siñora, que lesir siñor!
CLAVELA
117Assí, ¿qué's lo que dize?
GUIOMAR
118Que vosa mercé que pare ventana, que queremo fablar con eya.
CLAVELA
119¿Que me pare a la ventana? Corre, Guiomar, y dile que no puedo, que estoy acabando aquella gorguera de priessa, y que te diga a ti qué's lo que quiere.
GUIOMAR
120Anda, siñora, dalen diabro aquesan movadiya. Turo día, turo día trabajar, ¡nome la Padre, la Fiyo, la Santo, amén!
CLAVELA
121Aquí a la puerta le hablaré. ¿Para qué me he de encaramar por las ventanas?
GERARDO
122No, cosa ninguna, hija; que, si os envié a llamar, no fue más sino por no decillo a essa lengua de tordo. Por vida vuestra, que si viniere Verginio, padre de Lelia, a demandar por mí, que le digáis que en casa de Milán Muñoz, el tendero, me hallará. No lo echéis en olvido, que es cosa que importa.
CLAVELA
123Pierda cuidado.
GERARDO
124Si a tu señora se le olvidare, acuérdaselo tú, Guiomar.
GUIOMAR
125Que me plazer, siñor. ¿No dize en casa malaños terar Dios entero?
GERARDO
126Essos sean para ti, perra.
CLAVELA
127Déxela, señor, que yo me acordaré d'ello. Vaya en buena hora.
GUIOMAR
128Como tú la quieres, siñora, mi álima, la coraçón.
CLAVELA
129Entra allá, por tu vida, y tráeme mi almohadilla, y entretanto que estoy acabando no sé qué, saca tu rueca, porque me estés aquí acompañando.
GUIOMAR
130Fazémolo como lo mandas por ciertos.
CLAVELA
131¡Oh, vida triste y trabajosa! Ninguna cosa hay en ti que de seguridad pueda tener renombre. ¿Traes, di?
GUIOMAR
132Toma, cátala ahí tu almovadilla, siñora.
CLAVELA
133Muestra acá y llámame essa rapaza que me saque aquí un assiento.
GUIOMAR
134¡Chuchuleta, machacha!
JULIETA
135¡Ay, amarga de mí! ¿Y qué diablo me quiere allá fuera la cara de carbón de breço?
CLAVELA
136¡Ah, señora Julieta! ¡Ah, dueña! ¿No salís?
JULIETA
137Sí, señora. Heme aquí. ¿Qué manda?
CLAVELA
138¿Qué hazíedes allá dentro, picuda?
JULIETA
139¡Sí, picuda! ¿Qué había de hazer?
CLAVELA
140Sácame aquí un assiento y dexaos de reçongar.
JULIETA
141Sí, por cierto. ¿Y todo esso era? ¡Que no podía traello la cucaracha de sótanos, sino muy al lado con su señora!
GUIOMAR
142Anda, ofrézcot’an diabro. Trae aquí un par de movadiyas en que sentar siñora.
JULIETA
143Pues agradeceldo a quien está delante, que en buena fe que quiçá...
CLAVELA
144¡Bien! ¿Qué's lo de quiçá? Pues si yo arrebato un varapalo, por ventura os pondré quiçá en paz.
JULIETA
145¿Pues por qué consiente vuessa merced que me deshonre delante d'ella esta cara de párago por remojar?
GUIOMAR
146¡Mírame la salmandera! ¿Ha viso qué pantasía tiene, cara de singorgüença?
JULIETA
147¡Oíxte, mi duelo! ¿Para quién han de tener vergüença? ¿Quién es ella? ¡Assí la arrastren!
CLAVELA
148¿Callaremos? ¡Ea! Tengamos la fiesta en paz, si os pesa. Calla tú, Guiomar.
GUIOMAR
149¡Jesú, Jesú! ¿No mira vosa mercé que proguntar quín sa yo? Mira. mira fija, ya saber Dios y tora lo mundo que sar yo sabrina na Reina Berbasina, cuñados de la marqués de Cucurucú, por an mar y por a tierras.
JULIETA
150Sí, sí, no le ronquéis.
CLAVELA
151Calla, rapaza. ¿Y reina era tu tía, Guiomar?
GUIOMAR
152¡Ay, siñora! ¿Pensar vosa mercé que san yo fija de alguno negra de par ahí? Ansí haya bono siglo álima de doña Bialaga, siñora.
CLAVELA
153¡Gentil nombre tenía para dalle buen siglo!
GUIOMAR
154Sí, siñora, doña Bialaga yamar señora mi madre, y siñor mi padre Eliomor. Cuenta que quiere desir don Diegoz.
JULIETA
155Mirá cómo queréis essos bledos. ¡Qué gentiles nombres para un podenco!
GUIOMAR
156Por esso primer fijo que me nacer en Potugal le yamar Diguito, como siñor su saragüelo.
CLAVELA
157Su agüelo dirás.
GUIOMAR
158Sí, siñora, Su sabuelo.
CLAVELA
159¿Hijo tienes, Guiomar?
GUIOMAR
160¡Ay, siñora! No me lo mientas, que me faze lágrima yorar. Téngolo, siñora, la India le San Joan de Punto Rico. Y agora por un mes la goso m'escribió un carta a que la ringlonsito. ¡Tan fresco como un flor de aquele campo! ¡Ay, entraña la mía, fijo mío!
JULIETA
161Tan desatinada y tan borracha me venga el bien.
GUIOMAR
162¿Quín sa borracha, Chuchuleta? ¡Ay, mandaria, mandaria! ¡Plégata Dios que mala putería te corra y no veas carralasolendas!
CLAVELA
163¡Ay, amarga, qué carnestoliendas y qué mal pronunciadas!
JULIETA
164¡Mal corrimiento venga por ti, amén!
GUIOMAR
165Andá, putiñas medrosas, no es mi honras tomame contigos.
JULIETA
166¡Mire qué fantasía! Pues callá, doña negra, que agora ha mandado su Alteza que a todos los negros y negras hagan pólvora.
GUIOMAR
167Cagajón paral merda, tomá pala vos y a mandamento.
CLAVELA
168Y déxala, Guiomar, que es una loca. Si no, dime. ¿Qué es lo que tu hijo te envió a dezir?
GUIOMAR
169Aquella mochacho, aquella mi fijo, métemelo a prinsipio de carta diziendo: «Lutríssima madre mía Guiomar, la carta que yo te cribo no e para besamano, sino que sa bono. Bendito sea Rios, loado sea Rios, amén.» ¡Ay! ¡Dios te la preste, fijo de la coraçón y de l'antrañas!
CLAVELA
170No llores, Guiomar, no llores.
GUIOMAR
171No podemo fazer otro, porque tenemo la trógamo toro, toro, yeno de fatriqueras.
CLAVELA
172Bien está. Por tu vida, Guiomar, que nos entremos de presto en el aposento. Y tú [...], Julieta, pornás essa almohada do sabes, que he visto a Lauro assomar por el cabo de la calle.
SCENA CUARTA
INTERLOCUTORES: LAURO, caballero.— LELIA, en forma de paje, llamado Fabio.
LAURO
173¿Qué te parece, mi Fabio, cuán desgraciados habemos sido? ¿Has visto a qué tiempo tan oportuno veníamos y cómo mi señora Clavela se escondió con tanta presteza?
LELIA
174¡Qué quieres que te diga, señor, sino que harto ciego es el que no vee por tela de cedaço! Averiguadamente ella te aborresce por todo estremo.
LAURO
175¡Ay, que ya lo veo! Pero dime, mi Fabio, que gozes, y por aquella obligación te conjuro con que a servirme eres obligado, aquessas vezes que a visitar de mi parte has ido, ¿qué semblante te muestra cuando en mi negocio en hablar os ocupáis?
LELIA
176¿Qué quieres, señor, que te diga, sino que ninguna vez de ti le hablo que con alegre rostro me vuelva respuesta, como si tú, señor, le hubiesses hecho las mayores injurias y los mayores agravios que a donzella de su suerte hazérsele pudiessen?
LAURO
177Pues, ¿qué remedio?
LELIA
178Que cambies el propósito y ames en otro lugar, pues tan mal se te paga el amor que muestras tenelle y el afición tan grande con que la sirves.
LAURO
179¿Cambiar el propósito? No puedo.
LELIA
180Si no puedes, estáte ansí.
LAURO
181Ansí lo pienso de hazer.
LELIA
182Poco ánimo tienes. Paresce que nunca en tu vida quesiste bien, sino que Clavela fue la primera que tu coraçón començó a sojuzgar.
LAURO
183No, ni Dios tal quiera. Antes creo que de haber sido yo ingrato a Lelia, hija de Verginio, romano, la que a ti te paresce en estremo, ha permitido Dios que yo sea pagado con la misma ingratitud.
LELIA
184Y dime, señor. Essa Lelia que dizes, ¿es muerta? ¿Cómo dexastes de tener su amor?
LAURO
185Muerta, no. Antes después que su padre la ausentó por hazer cierto camino a Roma, nunca más d'ella he sabido, de la cual Lelia yo rescebí en todo aquel tiempo todos los honestos favores que de una generosa y honesta donzella se podían rescebir.
LELIA
186D'essa manera, señor, mal le pagas. Parésceme que debrías procurar por ella y tornar en una amistad tan lícita.
LAURO
187No es en mi mano.
LAURO
189Aquesse cómo tampoco lo alcanço, Fabio; antes tengo creído que, de haber inferido Clavela, mi señora, que yo estó aficionado a Lelia, me desama; lo cual, si ello es ansí, que de rabia muera. Y por tanto te ruego, mi fiel criado, cuanto puedo, si mi salud desseas, que, cuando allá vuelvas, le digas que ya no amo a Lelia, como solía, antes huigo de acordarme d'ella, ni aun de oírla mentar, ¿entiendes, mi Fabio?
LELIA
190Déxame, señor, que no es nada, sino que yo suelo ser apassionado del coraçón y tómanme a vezes estos desmayos. Y si me das licencia, iréme a la possada, porque ya casi en los pies no me puedo sostener.
LAURO
191Pues, hijo, anda en buen hora y mira si es menester otro o que, para remedio de tu mal, algún medio se busque, que no faltará por diligencia.
LELIA
192No te cures, señor, que para los males d'esta suerte tarde el remedio se halla.
LAURO
193Hijo, vete a la possada y descansa.
LELIA
194El descanso tarde lo espero.
LELIA
196Digo, señor, que el descansar es muy peor para esta mi dolencia.
LAURO
197Pues, hijo, ve y aquello haz con que mejor te hallares y menos para tu salud daño sea.
LELIA
198Voy, señor, lleno de desconfiança.
LAURO
199Anda, que presto seré contigo, después de haber dado algunas vueltas por esta calle donde mi señora Clavela reside.
SCENA QUINTA
INTERLOCUTORES: PAJARES, simple.—VERGINIO, padre de Lelia.—MARCELO, amo de Lelia.
PAJARES
200Ora juro al cielo de Dios, mostramo, si yo sé a qué tengo d'ir, ni a qué efeto vuessa merced m'envía. Sé qu'ell'otro ni la otra no son agora tan niños que no sabrán venirse, cuantis más que ya es hora de comer y la mesma hambre los ha de acarrear a casa como a mochachos huidores.
VERGINIO
201Mira, Pajares, déxate d'essos preámbulos y cúbrete bien essa capa, que gran tardança es la que hazen y venirlos has acompañando.
PAJARES
202¿Qué? ¿No está bien cubrida?
VERGINIO
203No. Acaba ya.
PAJARES
204Apártese vuessa merced de mi cobridero. Y perdone.
VERGINIO
205¿Paréscete que está bien cubierta?
PAJARES
206Esso vuessa merced lo dirá, que yo no lo veo ni descubro palmo de tierra.
VERGINIO
207¡Oh, mal año te dé Dios, que no te has de saber cubrir una capa! Mira, cuando te la mandaren cubrir, ansí la has de poner.
PAJARES
208¿Ansí? Ya, ya. ¿Está bien cubrida? Guarde, ¿qué dize?
VERGINIO
209Agora sí. Toma este sombrero.
PAJARES
210¿Quién lo ha de tomar?
VERGINIO
211¿Diz que quién? Tú lo has de tomar.
PAJARES
212¿A porpúsito búrlase conmigo? ¡Hame liado como a costal de arriero y «toma el sombrero»! ¿Con qué mano lo había de tomar? Sé que no tiene maneras ni sacabuches mi capa como balandrán de arcediano.
VERGINIO
213¡Asno! ¿Qué? ¿Por aquí baxo no la sabes sacar?
VERGINIO
215Por aquí, ¡duelos te dé Dios!
PAJARES
216Dize la verdad. Mas, pecador de mí y de vuessa merced, y perdone que los parto por medio, ¿quiere que me ande yo de calle en calle halconeando, dando manotadas como pez que ha caído en garlito, o como mulo de añoria que, dando vueltas al derredor, no halla paradero cierto?
VERGINIO
217Ganosa está la bestia de comparaciones.
PAJARES
218Bastián de Pajares me llaman, señor, para cuanto mandare.
VERGINIO
219Pues lo que te mando no es sino que vayas al monesterio de Sancta Bárbora.
PAJARES
220¿Y para qué a Sancta Bárbula? ¿Quiere que diga la sancta que voy disfreçado escudriñándole los rincones de casa?
VERGINIO
221Para que hagas venir presto a mi hija Lelia y al amo Marcelo, viendo que ya es hora de comer.
PAJARES
222Y an d'esso, mal punto, estoy corrido.
VERGINIO
223¿Por qué estás corrido?
PAJARES
224Porque a las horas de comer me lança de casa, como a los moços de los carniceros la Cuaresma.
VERGINIO
225Pues, tonto, ¿piensas tardar allá?
PAJARES
226¿Pues no tengo de tardar yendo a pie como yo voy?
VERGINIO
227D'essa manera razón tiene su merced. Entre en la possada y ensille un poyo d'essos en que vaya caballero.
PAJARES
230A ensillar un poyo como mandó.
VERGINIO
231Pues, animal, ¿el poyo se ha de menear?
PAJARES
232Pues esso es lo que me cumpre, porque nunca salgamos de la possada.
VERGINIO
233¿Sabes tú, inocente, si tengo yo alguna cabalgadura en casa?
PAJARES
234¿Quién le demanda cabalgadura? Cabalga blanda me diesse vuessa merced, que cabalga dura ni grado ni gracias.
VERGINIO
235¿Qué's cabalga blanda?
PAJARES
236Un rollo o rosca de aquellos que han amasado hoy, porque vaya caballero mi estrógamo. Y, a necessidad, un buen mendrugo de pan en las manos es bueno, por no ir hombre pensando en mal mi murmurar de nadie.
VERGINIO
237¡Cata, cata! ¿Que todo esso era la caballería y el retoricar? Al fin no podías parar sino en cosas de comer.
PAJARES
238¿No ve vuessa merced que dize el cura de nuestro pueblo: «Pedid y daros han», y que todos los buenos con pan son duelos?
VERGINIO
239Pues yo os prometo, don asno, que si apaño un garrote, que yo os haga ir presto.
PAJARES
240No me prometa vuessa merced cosa ninguna, qu'esso de garrote no es cosa que me conviene por agora.
VERGINIO
241Primero vernán los otros qu'este macho se vaya de aquí. Espera, tomaré lo que digo.
PAJARES
242¿Qué os paresce? ¡Espérele el reloix de Guadalupe! — Aguijad, amo Marcelo, pese a la puta de mi cara, que juro a mi, pecador, más esperado habéis sido vos y ess'otra que sereno tras ñublado.
MARCELO
243Pues, ¡qué diablos! ¿Tantos ves que venimos? ¿No ves que vengo solo?
PAJARES
244¿Solo viene? Cuantis que por la otra cantaba el cuquillo; que, por vos, siquiera no os traxera Dios acá.
MARCELO
245Mas que no te hallara.
PAJARES
246Señor amo, mostramo es ido por un garrote.
PAJARES
248Pienso que para engarrotarme.
PAJARES
250Porque no os iba a llamar. Por vida vuessa que, si traxere garrote y viéredes que me engarrotea, que os metáis en medio.
PAJARES
252Ya lo trae. Quiérole dezir que ya no es de menester.
VERGINIO
253¿Es ya venido? Pues tomá vos, porque vais presto cuando os mandare la cosa.
MARCELO
254Paso, señor, paso.
PAJARES
255Amo, ¿y el concierto?
MARCELO
256Harto le dezía: «Passo, señor.»
PAJARES
257Dios se lo perdone.
VERGINIO
258Pues, amo, ¿cómo venís sin aquella moça?
MARCELO
259Señor, entremos en la possada, que allá daré cuenta de todo como me ha acaescido con aquellas señoras, especialmente con la señora abadessa.
SCENA SEXTA
INTERLOCUTORES: FABRICIO, hermano de Lelia.—FRULA, mesorero.—JULIETA, moça.
FABRICIO
261Señor huésped, ya os tengo dicho que, si despertare aquel honrado hombre que en mi compañía viene y por mí os preguntare, que le digáis que soy ido a oír una missa y a ver otras particularidades d'este vuestro pueblo.
FRULA
262¿Y a quién queréis que lo diga, señor? ¿Al que paresce abad, el que riñó anoche con el moço sobre el assar de los caracoles?
FABRICIO
263A esse mismo.
FRULA
264¡Oh, cómo es reñegado, cuerpo non de Dios conmigo! Pues perdonadme, señor, vuestro padre pensé que era.
FABRICIO
265Antes le tengo en lugar de más que padre.
FRULA
268¿Habéis estado aquí, en Módena, otra vez sin esta?
FRULA
270Pues catad, señor huésped, que os aviso que vais advertido de la gente d'esta tierra, porque es la más mala que hay en el mundo, en quien hallaréis tantos engaños que os assombrarán. Y vos sois moço. No sería mucho engañaros fácilmente.
FABRICIO
271Yo lo agradezco. Mas dezíme, señor huésped, ¿cómo es vuestra gracia?
FRULA
272Señor, Frula me llamo. A servicio y mandado de todos los buenos.
FABRICIO
273Señor Frula, no me engañarán si yo puedo. Haced lo que os tengo rogado y quedad con Dios.
FRULA
274Id en buena hora.
FABRICIO
275Por esta calle será bien atravessar. ¡Oh, qué bonita moça! A mí parece que viene encaminada.
JULIETA
276¿Qué's esto? ¿Andas de camino, Fabio? ¿Qué hábito es aquesse? ¿Qué's de tu señor?
FABRICIO
277¿Mi señor? ¡Donosa está la pregunta! (¿Si nos vido anoche llegar de camino y piensa que es mi señor mase Pedro Quintana? No me maravillo, que aun el huésped pensó que era mi padre.)
JULIETA
278¿No me respondes?
FABRICIO
279Durmiendo queda en el mesón. ¿Por qué lo dizes?
JULIETA
280Mesonero es el tiempo. ¿Cómo andas ansí? Medrado parece que has. ¿Hate dado tu amo essa capa?
FABRICIO
281¿Mi amo? Mi amo es mi buen dinero.
JULIETA
282¿Ya mandáis dineros, Fabio?
FABRICIO
283(¡Otro Fabio! Errado me ha el nombre.) ¿Eres tú, por ventura, moça de Frula, mi huésped? ¿De dónde me conosces tú a mí?
JULIETA
284Ganosico vienes de burlas. Anda, ya, ya, mala landre me mate después de muerta, para mí, que, como dizen, soy de Córdoba y nascí en el Potro. Mira que te ha menester mi señora. Ven presto.
FABRICIO
285(Bien me dixo a mí mi huésped que era diabólica la gente d'esta ciudad. Ésta debe ser moça de alguna cortesana y, como me vee estrangero, querrá procurar de sacarme algunas blanquillas. Mas quiero conceder con ella, aunque no traigo dos reales cabales.)
JULIETA
286Acabemos. ¿Qué hablas entre dientes, Fabio?
FABRICIO
287(¡Otro Fabio!) Fabricio querrás dezir.
JULIETA
288Fabricio o Fabio, ansí veo que te llama tu amo y mi señora.
FABRICIO
289¿Por qué calle iremos?
JULIETA
290Por la de Oro. ¡Como si tú no supiesses las calles mejor que yo!
FABRICIO
291Sí, mas no me acuerdo ya.
JULIETA
292¡Miraldo al desatinadico! ¿Estuviste anoche allá y no atinas? Pues ven conmigo, que yo te adestraré.
JULIETA
294Es el mal dolor que Dios te dé, amén. ¿Hazes del bobo? Sí, sí. Tomaldo a cuestas. Deziros ha mil gracias. Mira, quédate aquí en este cantón, que voy a ver qué haze mi señora, que luego salgo a llamarte.
FABRICIO
295¡Mirá si lo dixe yo! ¡Mirá si va la señora a ver si está con alguno su ama! Porque si tal hay, no faltará un achaque con que me despedir; y, si no, ella volverá por hazerme caer con pie derecho. Pues mándole yo que harta mala ventura podrá llevar de mí. Quiérome esconder, que gente viene. No quiero que digan que estoy a puerta de semejante, aguardando tanda, como quien va al horno o al molino a moler.
SCENA SÉPTIMA
INTERLOCUTORES: VERGINIO, padre de Lelia.— GERARDO, padre de Clavela. — JULIETA, moça. —FABRICIO, hermano de Lelia.
VERGINIO
296¿Qué queréis, señor, que os diga? ¿A quién más que a mí ni con más justa razón debe pesar? Pero dexadme topar con ella.
GERARDO
297Y dígame, señor Verginio, ¿tenéis por cosa cierta andar vuestra hija Lelia en el hábito que dezís? ¿Y de quién lo habéis sabido?
VERGINIO
298¿De quién? Primeramente lo supe de Marcelo, amo mío, que, habiéndolo yo enviado al monesterio, dixo que allá no estaba. Y también que fui yo en persona a sabello.
JULIETA
299¡Jesús, vista soy de mi señor! ¿Volverm'[h]e? No, que será peor. ¡Sus!, que ya la tengo pensada.
GERARDO
300Vuelva acá, rapaza. ¿Pensabas que no te habían visto? Di. ¿Do dabas la vuelta, hurona?
JULIETA
301Señor, enviábame mi señora Clavela a llamar uno d'estos caxeros, que le quería comprar no sé qué cuentas.
GERARDO
302¡Jesú, Jesú, que mentira tan probada! ¡Caxero diz que iba a llamar! Señor Verginio, ¿ha visto atravesar por aquí algún caxero?
VERGINIO
303Que, señor, poco haze al caso salga a lo que saliere.
JULIETA
304En buena fe, señor, tan claro se oyeron aquellas campanillas que ellos suelen traer, que no dixeran sino «vesme aquí».
GERARDO
305Calla, calla, rapaza. Ven acá. ¿Qué haze mi hija Clavela?
JULIETA
306Rezando la dexé.
VERGINIO
307Tal sea mi vida. Cierto terná mejor juizio que no la mía. Pero, ¿qué digo? Hela, hela, señor, no hay más que dezir. Topado ha Sancho con su rocín. Llégate, llégate, hija Lelia, que conoscida eres.
FABRICIO
308¿Lelia? ¡Abernucio! ¡Donosa gente es esta!
GERARDO
309Sea bien venida la señora, digo el galán. Por Dios que os está bien esse hábito, que si yo fuesse [...] vos, nunca me lo quitaría.
VERGINIO
310¿Qué es aquesso, hija Lelia? ¿Qué passos son estos en que andas? ¿Qué devaneo ha sido aqueste? ¿Qué ropa es essa? ¿Por qué no me hablas? Bien sé yo que sabes hablar.
FABRICIO
311¿Dezís a mí, hombre honrado?
VERGINIO
312¡Donosa está la respuesta! Di, ¿búrlaste conmigo?
FABRICIO
313No tengo yo por costumbre burla[r]me con nadie, especialmente con quien no conozco.
GERARDO
314¡Sancto Dios, qué poca vergüença, que aun fingirá no conoscerte! ¡Tomá por ahí! ¡Tené gana de casaros con semejantes!
VERGINIO
315Agora, hija Lelia, lo passado sea passado y en lo por venir haya enmienda.
JULIETA
316Cata que es el diablo el buey rabón. ¡Lelia diz que se llama el otro!
GERARDO
317¿Qué dizes tú, Julieta?
JULIETA
318Digo que se engañan en buena fe, señores. Mejor conozco yo este mocito que a mis proprias manos.
VERGINIO
319¿Y tú de dónde le conosces?
JULIETA
320De mil vezes que l’he visto con su amo.
GERARDO
321¿Y cómo se llama?
JULIETA
322Fabio. Y Lauro su señor.
VERGINIO
323¿Lauro? Dexadme topar con él, que yo le enseñaré si es bien hecho traer a mi hija en semejantes tratos.
FABRICIO
324(Por dios, no sé qué me diga. Esta tierra debe ser de bárbaros. El uno me toma por estrangero; el otro por mujer; el otro por paje. No hay quien los entienda.)
VERGINIO
325No murmuréis, hija, sino andad acá conmigo a la possada y dad al diablo andar en devaneos ni servir a nadie. Basta que sirváis aquí a vuestro marido.
FABRICIO
326¡Por dios, si no tuviesse respeto a las canas honradas, que yo os enseñasse de hablar de otra manera! ¿Qué cosa es marido? ¿Estáis en vuestro juizio?
GERARDO
327Passo, passo, cuerpo de mi linage, señora, que no lo tenéis tan acabado. Que si aquí no nos quieren, acullá nos ruegan, como dizen.
VERGINIO
328Calle, señor Gerardo, que de alguna cosa debe traer el seso perdido. ¿Qué le paresce que hagamos d'ella?
GERARDO
329Señor, lo que a mí me paresce que, pues mi casa es tan cerca, la arrebatemos y la metamos en mi apossento. Y yo haré a mi hija Clavela que se vea con ella, que, quiçá por ser muger como ella, l[a] hará venir a lo bueno y le dará cuenta de toda su mudança.
JULIETA
330(¡Muger es el diablo! No verá mi señora Clavela otros mejores toros, que no salí a otra cosa de casa que a llamalle.)
GERARDO
331¿Qué rezas, Julieta?
JULIETA
332Digo, señor, que a la mano de Dios, qu'es muy bien hecho, que también se holgará mi señora por ser muger como ella.
VERGINIO
333Pues alto, señor Gerardo. Echalde mano valientemente como yo.
FABRICIO
334Estad quedos, hombres honrados. ¡Por Dios que...!
GERARDO
335¿Qué cosa es por Dios? Tené bien, señor, que no se nos vaya.
JULIETA
336Déxate llevar, asno, que no te van a echar con leones, sino con la más linda dama que en toda Módena se halla.
FABRICIO
337¡Passo, passo, señores, que no pienso deberos nada!
GERARDO
338Calla, calla, que allá tienes de ir por fuerça o por grado. Ayuda aquí, Julieta.
SCENA OCTAVA
INTERLOCUTORES: V[E]RGINIO, padre de Lelia .—GERARDO, padre de Clavela .—JULIETA, moça .—CRIVELO, lacayo .— SALAMANCA, simple .—FRULA, mesonero .—LAURO, caballero.
VERGINIO
339El más contento y satisfecho hombre del mundo salgo de casa, Gerardo, sólo por dexar mi hija Lelia en compañía de la suya.
GERARDO
340¿A dónde se puede sufrir un semejante caso y atrevimiento como éste, sino en tierra de Guinea? Yo lo castigaré al ribaldo tacaño según meresce, que cumple más.
VERGINIO
341¡Válame Dios! ¡Qu'és aquello?
JULIETA
342¡Ay, señor Verginio! Por amor de Dios, que se vaya presto de aquí.
VERGINIO
343¡Cómo! ¿Qué ha sucedido?
JULIETA
344Ya lo dezía yo, pecadora de mí, que aquel mancebo era Fabio, criado de Lauro, y ellos que no, sino Lelia.
JULIETA
346Digo que mi señor se está armando con determinación de matar a vuessa merced.
VERGINIO
347No hará, hija.
GERARDO
348¡Assí que, fiándome yo de un hombre de tanta honra, me haya engañado tan malamente! ¡Ah, don traidor! ¿Y aquí estáis?
JULIETA
349¡Ay, señor! Téngase.
GERARDO
350Déxame, rapaza.
CRIVELO
351Passo, passo, señor Gerardo. Tené un poco de respecto, siquiera por quien está en medio.
VERGINIO
352Mirá, buen hombre. Si algo presumís que os debo, dexadme llegar a la possada, que presto daré la vuelta y os responderé como mandáredes.
GERARDO
353Andá, que aquí os aguardo.
CRIVELO
354Que no es menester nada d'esso, señor Verginio. ¿No sabríamos qué ha sido esto?
VERGINIO
355Yo no lo entiendo.
GERARDO
356¿Que no lo entendéis?
CRIVELO
357Señor Gerardo, por amor de mí que me diga lo que hay o sobre qué es la cuistión, que si es cosa que tiene remedio, aquí está Crivelo que basta a remediarlo todo.
GERARDO
358¿Qué remedio puede haber, pecador de mí, que, fiándome yo d'este señor, me engañasse?
CRIVELO
359¿De qué manera?
GERARDO
360D'esta: que a fuerça de braços me ha hecho poner un mancebo en mi casa que se llama Fabricio.
JULIETA
361Que no, sino Fabio, señor.
GERARDO
362Sea quien fuere.
CRIVELO
363Ya le conozco.
GERARDO
364Haziéndome creer que era su hija Lelia.
VERGINIO
365Sí que lo es.
GERARDO
366¿Aún porfiáis, mal hombre?
CRIVELO
367Téngase, señor, y mire quién está delante.
GERARDO
368Yo, fiándome d'él, creyendo ser ello assí, púsele en compañía de mi hija Clavela y le he hallado abraçado y besando con ella. ¿Parésceos si ha deshonrado mi casa para cuantos días viviere?
VERGINIO
369Restituime mi hija, digo yo, y dexaos de essas francias.
GERARDO
370Restituime vos mi honra y no penséis vencerme con palabras.
VERGINIO
371Esperadme, pues, aquí.
CRIVELO
372¡Vuelta, vuelta, señor Verginio! Señor Gerardo, él se va sin dudar a armar. Quitémonos de aquí.
GERARDO
373¿Cuál quitar? Juro a mí, pecador, de aquí no me quite hasta verme persona con persona con él. Veamos a cuánto llega su lança.
CRIVELO
374Mejor será que se quite de la calle y no dé que dezir a los vezinos.
JULIETA
375Bien dize Crivelo, señor.
GERARDO
376Por esse respecto lo quiero hazer.
CRIVELO
377Pues, señor, quédese con Dios y éntrese en su casa.
GERARDO
378Y vaya con él.
SALAMANCA
379Pues, ¿qué diabros tanto madrugoren, que no tuvieron acuerdo de almorçar primero que se huessen, señor huésped?
FRULA
380¿Yo no te dixe que no sé más de cuanto el moço salió primero por essa puerta, que el otro como abad fue en su busca?
SALAMANCA
381Y dígame, señor mesonero, o bodegonero, o como es su gracia, por vida d'essa cara honrada, ¿sin almorçar se salioren?
FRULA
382Tu señor, el moço bebió con una tórtola.
SALAMANCA
383Pues, qué diablos, ¿no había taça en casa, que bebió con tórtola?
FRULA
384Comió un páxaro, animal.
SALAMANCA
385Y qué, ¿animal no es páxaro?
FRULA
386No, pues eres tú.
SALAMANCA
387Mercedes, señor huésped.
FRULA
388Si tú no quieres entenderte... Lo que yo digo es que comió la tórtola y bebió tras d'ella. Y el abad, viendo que era ido, demandó unas sopas de la olla y ansí se fue.
SALAMANCA
389¿Qu'ensopado va? ¡Ah! ¿Búrlase?
FRULA
390¿Por qué me tengo de burlar?
SALAMANCA
391Yo juro al cielo de Dios que no fue esso hecho sino de hombres lamineros. ¿Esso meresce el pobre de Salamanca por irse a dormir al pajar y ahorrar de cama?
FRULA
392Ta, ta. ¿Qué? ¿Salamanca te llamas?
SALAMANCA
393Salamanca me llamo, y aun me pesa d'ello.
SALAMANCA
395Porque en cosas de comer siempre quedo manco.
FRULA
396Ora bien, queda en buen ora.
SALAMANCA
397Vaya con Dios, señor bodegonero. ¡Oh, pobre de ti, Salamanca! ¿Dónde irás agora, solo y en tierra agena, y sin almorçar, ni quien te convide? Por aquí será bien que atraviesse y pida la plaça a do se venden cosas de comer.
LAURO
398Cuéntame, Crivelo, lo que a contarme empeçaste, sin errar tan sólo un punto.
CRIVELO
399Que yo te lo diré, señor, sin discrepar ni tan solamente media puntada.
CRIVELO
401Has de saber, señor, que, como tú me enviaste a casa de Clavela a ver a qué efeto esse rapaz se había detenido tanto, hallé riñendo a Verginio y a Gerardo.
CRIVELO
403Sobre que oí dezír a Gerardo que había hallado a Fabio abraçado con su hija Clavela.
LAURO
404¡Oh, traidor! ¿Que tal oíste?
CRIVELO
405Digo que lo oí con estas proprias orejas y fue bien oído.
LAURO
406¿Que fue bien oído, tacaño?
CRIVELO
407No te empines, señor, contra mí, porque es verdad lo que te digo.
CRIVELO
409¿Cuál yo te creo? Digo que lo haré bueno al diablo que sea, si es menester, encima de un brocal de un pozo, que cumpl[o] palabras.
LAURO
410Vamos. Si yo no le diere su pago, no me llamen hombre hijodalgo.
CRIVELO
411Que yo solo basto, señor, a cortalle aquellos braçuelos.
LAURO
412Crivelo, ven conmigo y, en velle, dale de tal suerte que le dexes tendido.
CRIVELO
413Esso haz cuenta que está hecho. Yo me porné d'esta postura... No, sino d'est'otra, y ¡çápepete en tierra! Vamos.
SCENA NONA
INTERLOCUTORES: LELIA, en forma de paje, llamado Fabio.—SALAMANCA,simple.— QUINTANA, ayo de Fabricio.—MARCELO, amo de Lelia.—LAURO, caballero.—CRIVELO, lacayo.
LELIA
414¿Qué tengo de hazer, pobreta de mí, sino tomar el mejor espidiente? Especialmente que Lauro, mi señor, tiene entendido de Crivelo, su lacayo, que me han visto abraçada con Clavela. Yo no entiendo quién puede ser este que, en mi forma y hábito, haya tenido tal atrevimiento.
SALAMANCA
415¡Señor mase Quintana! ¿Qué digo? ¡Ojo! He allí a Fabricio.
LELIA
417En manos de Marcelo, mi amo, voy derecho a ponerme.
QUINTANA
418Llámale. Y sin manteo viene.
SALAMANCA
419Habráselo jugado.
LELIA
420¿Qué moço es este que me está llamando?
QUINTANA
421¿Qué moço es este? ¡Ah, Fabricio! ¡Vergüença, vergüença! ¡Qué's del manteo?
LELIA
422Hombre honrado ¿conocéisme vos a mí?
QUINTANA
423Sí que te conozco.
SALAMANCA
424Sí que os conoçuemos.
LELIA
425¿Tú sabes con quién hablas?
SALAMANCA
426Bien sé con quién hablo. Con Fabricio hablo.
LELIA
429Yo no soy tu amo.
QUINTANA
430Déxate de chacotear, Fabricio, y vamos a la possada.
SALAMANCA
431Vamos qu'es hora de comer.
LELIA
432¿Quién te quita la comida?
SALAMANCA
433Él me la quita, pues venir no quiere.
LELIA
434Yo no tengo para qué.
SALAMANCA
435Bien lo creo, pues tiene su tórtola en el buche.
QUINTANA
436Calla, diablo, con tu comida.
SALAMANCA
437Bien tenéis vos porqué callar, dómine faldetas, pues antes de salir de la possada assí os engollís las sopas como anadón nuevo los livianos o caracoles.
LAURO
438Cátalo, Crivelo. Dale, muera.
LELIA
439¡Sancta María señora! ¡Sed conmigo!
QUINTANA
440Teneos, gentilhombre.
CRIVELO
441Que no hay que tener.
SALAMANCA
442¡A ess'otro, no a mí! ¡Oh, pecador de Salamanca!
LAURO
443En casa de Verginio se ha metido.
MARCELO
444¿Qué descortesía es esta tan grande, señores, de querer entrar con las espadas tiradas en casa agena?
LAURO
445Dadnos esse rapazuelo de Fabio.
QUINTANA
446¿Fabio? Fabricio se llama, señores.
MARCELO
447Ni es esse ni ess'otro, que vivís engañados. Pero, señor Lauro, antes que te lo dé, primero te suplico que me oigas un negocio, que pocos días ha que acontesció en mi pueblo, maravilloso de oír.
SALAMANCA
448Señores, ¿parésceles que vaya por sendas sillas al mesón?
MARCELO
449¿Para qué? Di.
SALAMANCA
450Porque, según ha tomado el comienço, no es mucho que nos tomen aquí las cumpretas.
QUINTANA
451Déxele, señor.
LAURO
452Que me plaze de lo oír. Pero ha de ser con una condición: que entreguéis luego esse rapaz en mi poder.
MARCELO
453Yo te lo pondré en tus manos proprias, a fe de quien soy.
SALAMANCA
454¡Qué gentiles alientos para quien querría estar en la possada y tener los assadores atravessados por estas tripas!
MARCELO
456Has de saber, señor, que no ha muchos años que un caballero tomó amores con una donzella, la cual le pagaba con el mismo amor. Quiso su desdicha que este caballero se enamoró de otra señora, olvidando la primera. La primera, viéndose despreciada de su amante, no sabiendo qué se hazer, acordó de mudar el hábito feminino. Y en el de hombre muy muchos días le sirvió. Pues andando a la desconoscida, viéndose todavía aborrescer d'este su señor, vino en tanto estremo, que estuvo para desesperar. Y está hoy día que plañe y lamenta en secreto, que es la mayor lástima en el mundo.
LAURO
457¡Dichoso tal hombre, pues con tan firme amor es amado! ¿Y por qué no se da a conoscer de su señor?
MARCELO
458Porque teme d'él mal sucesso.
LAURO
459¿Cuál mal sucesso? A fe de caballero, que si por mí tal acaesciera... Más, ¿qué digo? No soy yo tan dichoso ni tan bien aventurado.
MARCELO
460Señor, si por ti tal acaesciera, ¿qué es lo que hizieras tú? ¿No olvidaras otro cualquier amor por muger tan constante, siendo tan hermosa y noble como la otra?
LAURO
461¿Cuál olvidar? ¿Y con qué se podría pagar un tan conforme amor?
MARCELO
462Pues primero que en nuestra casa entres ni a Fabio veas, quiero que me jures a fe de caballero qué es lo que tú hizieras sobre este negocio.
LAURO
463Por el juramento que me has tomado te juro que no le podría pagar con otra cosa si no era con tomalla por muger.
MARCELO
464¿Hiziéraslo tú ansí?
LAURO
465Y no de otra manera.
MARCELO
466Pues entra, señor, que por ti proprio ha sucedido lo contado.
MARCELO
468Porque [...] Fabio, a quien tú quieres matar pensando que es hombre, es tu querida primera Lelia, hija de Verginio, romano, la cual se salió del monesterio por servirte en hábitos de hombre. Mira si le debes algo y le eres en grandíssima obligación.
LAURO
469No me digas más, señor Marcelo, que yo te creo.
CRIVELO
470Y aun por esso, señor, muchas vezes, cuando se iba acostar a la cámara de los lacayos, se apartaba acullá lexos en un rincón a desnudar. Yo dezíale: «Hermano Fabio, ¿por qué no te vienes a desnudar a la lumbre?» Y respondíame él diziendo: «Hermano Crivelo, tengo sarna.»
LAURO
471¡Sus! Entremos allá dentro, que yo le quiero pagar con lo que tengo dicho.
SALAMANCA
472Señor mase Quintana, si aquel no es Fabricio, ¿qué esperamos? Vámonos ad comedendum ad posatam .
QUINTANA
473¿Qué dizes? ¿Qué algarabía es essa?
SALAMANCA
474¿Algarabía es esta? Es gramátula, y aun de la más fina de Alcalá de Humares.
QUINTANA
475Escúchate. — Dígame, señor. ¿Cómo dixo denantes que se llamaba el padre d'essa Lelia?
MARCELO
476Verginio, romano.
QUINTANA
477¿Verginio, romano?
QUINTANA
479¿Tuvo otro hijo, sin este?
MARCELO
480Uno, el cual se perdió en el saco de Roma.
QUINTANA
481Por hallado se puede tener el día de hoy, que, llegando ayer aquí a Módena, so amparo y guarda mía, se nos ha desparescido. Y pensando ser este que se retraxo en vuestra possada, venimos en su seguimiento.
CRIVELO
482¿Y es esse el que llamáis Fabricio?
CRIVELO
484¡Ta, ta! Que me maten si esse que vos dezís no es el que han tomado por Lelia y está encerrado en casa de Gerardo.
MARCELO
485Pues por amor de mí, mientras nosotros nos entramos a efetuar el matrimonio del señor Lauro con Lelia, se vaya aquí con Crivelo.
QUINTANA
486¿Dónde, señor?
MARCELO
487A casa de Gerardo, porque Verginio es ido allá armado con Pajares, su moço, a que le restituya a Lelia.
QUINTANA
488¡Válame Dios! Iré porque no suceda algún escándalo.
CRIVELO
489Vamos. Y daremos noticia de lo passado.
SALAMANCA
490Y pues yo, mase Quintana, o cuartana, ¿quédome hecho campaleón? ¿Piensa que m'he de mantener del aire?
QUINTANA
491¡Oh! Toma. Cat'ahí cuatro reales y dalos a Frula, el mesonero, en señal, que se los debemos, y dile que te dé el portillón de la ropa.
QUINTANA
493Y el pan que sobró del almuerço. Y vente aquí a la possada del señor Verginio.
SALAMANCA
494Que me plaze. (Y al pan podéis agradecer la vuelta.)
SCENA DÉCIMA
INTERLOCUTORES: VERGINIO, padre de Lelia.—PAJARES, simple.—QUINTANA, ayo de Fabricio.—CRIVELO, lacayo.— GERARDO, padre de Clavela. —FABRICIO, hermano de Lelia.—CLAVELA, dama.
VERGINIO
495Mira, Pajares.
VERGINIO
497No te cures de más, sino hazer como yo hiziere. Veamos si me darán a mi hija por fuerça o por grado o mal que les pese.
PAJARES
498Y dígame, señor, ¿cuántos han de ser los alanceados , si plaze a la voluntad de Dios?
VERGINIO
499Sólo uno es el que me ha ofendido.
PAJARES
500¿Uno no más? Y ¿cómo se llama?
VERGINIO
501De todo te han de dar cuenta. Gerardo se llama. ¿Por qué lo dizes?
PAJARES
502¿Por qué? Querríame llegar a la iglesia.
PAJARES
504Para h[a]zelle dezir una missa de salud.
VERGINIO
505Calla, badajo, que no sé quién viene.
PAJARES
506Crivelo es el uno. Y el otro saludador me paresce.
CRIVELO
507Guárdele Dios, señor Verginio.
VERGINIO
508Seas bien venido con la compañía.
QUINTANA
509Beso sus manos.
PAJARES
510Señor Crivelo, ¿paréscele en qué andenes y riesgos me han traído mis pecados?
CRIVELO
511¿Cómo, Pajares?
PAJARES
512¿Cómo, me pregunta? ¿No vee qué enlanceado estoy?
CRIVELO
513Pues, ¿qué haze al caso, di?
PAJARES
514¿Quién me hizo a mí matahombres? Que aun por mis pecados los días passados mató mi padre un hurón y en más de quinze días no ossaba salir de noche al corral do le había muerto.
PAJARES
516Porque no me assombrasse su álima.
CRIVELO
517Señor V[e]rginio, bien puede vuessa merced enviar este moço a casa a desarmarse.
PAJARES
518¡Ah, Dios te dé salud, amén!
VERGINIO
519¡Cuál enviar! ¿Venís vos hecho de concierto con Gerardo? Pues tené por entendido que no lo haré hasta en tanto que me dé mi hija tan sana y tan buena como se la entregué.
CRIVELO
520Señor Verginio, ¿cómo os puede dar vuestra hija no teniéndola?
VERGINIO
521¿Diz que no tiniéndola? Pues, ¿qué cuenta me da de la moça que yo le dexé en su poder?
CRIVELO
522¿Moça? Yo digo qu'es moço.
QUINTANA
523Señor, lo que yo tengo entendido d'este negocio es que Lelia está en tu casa con toda la honra del mundo y desposada con un gentilhombre que se llama Lauro.
CRIVELO
524Dize verdad, señor. Con mi amo.
PAJARES
525Y sin pedirme perdón, señor.
VERGINIO
526¿De qué te había de pedir perdón?
PAJARES
527De que me hizo ayunar el lunes sin ser ayuno, ni cantallo el martilojo de mi bravario.
VERGINIO
528¿Que mi hija es desposada con Lauro? Dichoso sería yo si tal fuesse.
CRIVELO
529Que lo puedes bien creer, señor.
VERGINIO
530Y pues el que tanto le semeja que está en casa de Gerardo, ¿quién ha de ser?
QUINTANA
531Tu hijo, señor.
VERGINIO
532¿Qué me contáis?
QUINTANA
533La verdad sin falta.
VERGINIO
534¡Oh, Providencia divina!
CRIVELO
535Señor, en casa de Gerardo me entro por dalle aviso del regozijo tan sobrado y ganar las albricias.
PAJARES
537Yo a desenlancearme.
VERGINIO
538Señor..., ¿cómo es su gracia?
QUINTANA
539Quintana, a su servicio.
VERGINIO
540¿De qué tierra?
QUINTANA
541De Roma, ayo de su hijo Fabricio.
VERGINIO
542¡Fabricio! Y ¿quién le puso esse nombre?
QUINTANA
543Señor, tú has de saber que el día de la revuelta que fue saqueada Roma, quiso su buena dicha o ventura que vino en poder tu hijo de un capitán español, dicho Fabricio. Y por quererle tanto, me lo dio que le enseñasse toda criança, llamándole de su proprio nombre. Y al punto que fallesció, lo dexó heredero de su hazienda.
VERGINIO
544¡Sancto Dios!
QUINTANA
545Yo, como por tu hijo y mi criado supiesse que tenía padre que se llamaba Verginio y, por información de algunos estrangeros, que en Módena residía, determiné de encaminarle a esta ciudad y traelle en tu presencia.
VERGINIO
546Digo, señor, que yo estoy por ello a no faltaros en los días de mi vida.
CRIVELO
547Señor, he aquí do sale el señor Gerardo y tu hijo Fabricio con su esposa Clavela mano por mano.
GERARDO
548¿Qué le paresce, señor Verginio? Las cosas que son encaminadas por Dios, ¡cómo siempre vienen a parar en buen sucesso!
VERGINIO
549Assí es la verdad, señor Gerardo.
QUINTANA
550Fabricio, abraça tu padre.
FABRICIO
551Deme sus manos, señor.
VERGINIO
552¡Jesús y cuán semejante es a Lelia! Bendígate Dios, hijo mío, a ti y a tu esposa.
CLAVELA
553Y a él dé largos días de vida.
GERARDO
554Señor Verginio, pues no ha sido servido Dios que Lelia fuesse mi muger, según aquí Crivelo me ha contado, digo que yo me tengo por muy dichoso y contento que su hijo Fabricio sea mi yerno y, de hoy más, por consuegros y hermanos nos abracemos.
VERGINIO
555Que me plaze. Y vamos derecho a mi apossento, donde se celebrarán las bodas cumplidamente.
CRIVELO
556¡Sus, señores! Si les paresciere alcançar de la fiesta y confitura que allá dentro está aparejada, alléguense a la possada del señor Verginio, que, a fe de hombre de bien, según el preparatorio, no falten quexosos. Y, por tanto, perdonen.