William Shakespeare, The Tragedy of Hamlet, Prince of Denmark

Hamlet





Edición filológica utilizada:
[Fernández de Moratín, Leandro] Celenio, Inarco, trans. Hamlet.Tragedia de Guillermo Shakespeare. Traducida é ilustrada con la vida del autor y notas críticas por Inarco Celenio. Madrid: Villalpando, 1798.
Procedencia:
Biblioteca de la Universitat de València
Edición digital a cargo de:
  • Tronch Pérez, Jesus (Artelope)

PERSONAS

CLAUDIO, Rey de Dinamarca
GERTRUDIS, Reina de Dinamarca
HAMLET, Príncipe de Dinamarca
La SOMBRA, del rey Hamlet
POLONIO, Sumiller de Corps
OFELIA, hija de Polonio
LAERTES, hijo de Polonio
HORACIO, amigo de Hamlet
VOLTIMAN, Cortesano
CORNELIO, Cortesano
RICARDO, Cortesano
GUILLERMO, Cortesano
HENRIQUE, Cortesano
MARCELO, Soldado
BERNARDO, Soldado
FRANCISCO, Soldado
REYNALDO, criado de Polonio
Dos Embajadores, de Inglaterra
Un CURA
Un Caballero
Un Capitán
Un Guardia
Un Criado
Dos Marineros
Dos Sepultureros
Cuatro Cómicos
FORTIMBRÁS, Príncipe de Noruega

Acompañamiento de Grandes, Caballeros, Damas, Soldados, Curas, Cómicos, Criados, etc.

La escena se representa en el palacio y ciudad de Elsingor, en sus cercanías y en las fronteras de Dinamarca.


Acto I

Escena I

Explanada delante del Palacio Real de Elsingor. Noche oscura.
FRANCISCO, BERNARDO.
[Francisco estará paseándose haciendo centinela. Bernardo se va acercando hacia él. Estos personajes y los de la escena siguiente estarán armados con espada y lanza.]

BERNARDO
¿Quién [N]
X
Nota del traductor

"Quién"

(1) Halló Shakespeare el argumento de esta Tragedia en la antigua Historia de Dinamarca, llena de acaecimientos increíbles y fabulosos, como lo están igualmente todas las que abrazan épocas tan remotas. En ella se dice, que Rorico reinó en Dinamarca desde los años de 337º, hasta el de 339º. Le sucedió Horvendilo su yerno, Príncipe de gran valor, que se había hecho famoso por la victoria que obtuvo de Coller Rey de Noruega, a quien mató en singular combate; pero Horvendilo reinó poco tiempo, porque movido su hermano Fengo de envidia y ambición le quitó la vida alevosamente, casándose después con su cuñada Gerutha hija de Rorico: valiéndose para rendirla a su voluntad, de astucias y amenazas. Hamlet, hijo de Horvendilo, y Gerutha, deseando vengar la muerte de su padre, se fingió loco para disimular mejor sus designios; bien que no pudo ocultarlos en tal manera que su tío no llegase a sospechar que la demencia que mostraba era ficción. Para aclarar sus dudas hizo que una hermosa joven fuese a un bosque, donde Hamlet pasaba algunas horas del día, y hablase con él esperando que al verla depondría toda disimulación, y daría lugar a que notasen sus palabras y acciones los que debían ocultarse en la espesura y presenciar el suceso; pero ya fuese que alguno le advirtió de antemano, o que su prudencia sola se lo sugiriese; Hamlet no dio señal ninguna de juicio mientras se entretuvo con la doncella. Malograda esta cautela, pensó el Rey en otra, que le salió mucho peor. Ausentose de la Corte por algunos días, y dispuso que un confidente suyo se ocultase en el cuarto de la Reina, para que cuando Hamlet fuese a visitarla le observara cuidadosamente. Vino en efecto el Príncipe y empezó a hacer locuras como acostumbraba, meneando los brazos, cantando como un gallo y examinando todos los escondites del aposento, hasta que tropezó con el que estaba escondido entre los colchones de la cama; hiriole con la espada, sacole arrastrando de allí, le mató, dividió el cadáver en trocos, los hizo cocer, y se los dio a comer a los puercos. Volvió después a verse con su madre, y asegurado ya de que no había espías que le oyesen, la reprehendió ásperamente por haberse casado con el matador de su padre, la declaró el motivo de su fingida locura y la firme resolución en que estaba de vengarse; haciéndola prometer, por último, que a nadie revelara aquel importante secreto. Viendo el Rey a su vuelta el mal éxito de sus astucias, trató solo de acabar con el Príncipe, por cualquier medio que fuese. Enviole a Inglaterra, acompañado de dos Consejeros suyos a quienes dio cartas para aquel Rey, en que le rogaba que así que llegase Hamlet le hiciese matar. Éste, durante el viaje, mientras sus compañeros dormían, logró apoderarse de los despachos que llevaban, y al ver lo que se trataba en ellos, borró lo que quiso, y escribió encima expresiones tan diferentes de las suprimidas, que así que leyó las cartas el Rey de Inglaterra, hizo ahorcar a los dos mensajeros, acogió al Príncipe con extraordinarias muestras de amor, y de allí a poco tiempo le casó con su hija. Un año después de este suceso volvió Hamlet a Dinamarca y halló que habiéndose esparcido la voz de que era muerto, se celebraban sus funerales. Llegó a tiempo de asistir a un banquete que daba el Rey a los señores de la Corte; Hamlet, en el desorden y alegría de la mesa, logró emborrachar a todos los Grandes, cuando los vio en estado de no poder moverse, dio fuego al Palacio, fue al cuarto del Rey, que estaba durmiendo, y le atravesó el cuerpo con su misma espada. Convocados después los Nobles del reino, justificó ante ellos su conducta, le aclamaron Rey, y ocupó el trono, hasta que habiéndosele revelado Vicleto Gobernador de Seelandia murió a sus manos en una batalla, año de 345º del mundo, 55º años antes de Jesucristo, según el cómputo vulgar.

está ahí?

FRANCISCO
No, respóndame él a mí. Deténgase y diga quién es.

BERNARDO
Viva el rey.

FRANCISCO
¿Es Bernardo?

BERNARDO
El mismo.

FRANCISCO
Tú eres el más puntual en venir a la hora.

BERNARDO
Las doce han dado ya; bien puedes ir a recogerte.

FRANCISCO
Te doy mil gracias por la mudanza. Hace un frío que penetra y yo estoy delicado del pecho.

BERNARDO
¿Has hecho tu guardia tranquilamente?

FRANCISCO
Ni un ratón se ha movido. [N]
X
Nota del traductor

"movido."

(2) Expresión muy natural en un soldado y muy ajena de la sublimidad trágica. Mr. Home, en su Ensayo sobre la crítica, se atreve a preferirla a la de Racine en el primer Acto de Ifigenia: Mais tout dort, et l´armée, et les vents, et Neptune. Es menester mucha ignorancia o mucha pasión, para dar tal fallo.

BERNARDO
Muy bien. Buenas noches. Si encuentras a Horacio y Marcelo, mis compañeros de guardia, diles que vengan presto.

FRANCISCO
Me parece que los oigo. ¡Alto ahí! ¡Eh! ¿Quién va?

Escena II

HORACIO, MARCELO y dichos.

HORACIO
Amigos de este país.

MARCELO
Y fieles vasallos del rey de Dinamarca.

FRANCISCO
Buenas noches.

MARCELO
¡Oh, honrado soldado! pásalo bien. ¿Quién te relevó de la centinela?

FRANCISCO
Bernardo, que queda en mi lugar. Buenas noches.

[Vase Francisco.
Marcelo y Horacio se acercan a donde está Bernardo haciendo centinela.]

MARCELO
¡Hola! ¡Bernardo!

BERNARDO
¿Quién está ahí? ¿Es Horacio?

HORACIO
Un pedazo de él.

BERNARDO
Bienvenido, Horacio; Marcelo, bienvenido.

MARCELO
¿Y qué? ¿Se ha vuelto a aparecer aquella cosa esta noche?

BERNARDO
Yo nada he visto.

MARCELO
Horacio dice que es aprehensión nuestra, y nada quiere creer de cuanto le he dicho acerca de esa espantosa fantasma que hemos visto ya en dos ocasiones. Por eso le he rogado que se venga a la guardia con nosotros, para que si esta noche vuelve el aparecido, pueda dar crédito a nuestros ojos, y le hable si quiere.

HORACIO
¡Qué! No, no vendrá.

BERNARDO
Sentémonos un rato, y deja que asaltemos de nuevo tus oídos con el suceso que tanto repugnan oír y que en dos noches seguidas hemos ya presenciado nosotros.

HORACIO
Muy bien, sentémonos y oigamos lo que Bernardo nos cuente.

[Siéntanse los tres.]

BERNARDO
La noche pasada, cuando esa misma estrella que está al occidente del polo había hecho ya su carrera para iluminar aquel espacio del cielo donde ahora resplandece, Marcelo y yo, a tiempo que el reloj daba la una...

MARCELO
Chit. Calla, mírale [N]
X
Nota del traductor

"mírale"

(3) La aparición del muerto es ociosa e intempestiva en esta escena. Cuando la introducción de tales visiones no fuese reprobada generalmente, se exigiría a lo menos que se colocaran donde pudiesen producir todo el efecto teatral de que son susceptibles. Si empieza la Tragedia con la aparición de un espectro, ¿cómo ha de acabar? ¿Qué objeto más terrible podrá presentarnos el Poeta en lo restante del Drama? ¿Por qué no se aparece desde luego al Príncipe Hamlet? ¿Sale del purgatorio a este fin y malgasta las horas en pasearse a obscuras y espantar centinelas? Si desea que su hijo le vengue, ¿no es imprudencia dejarse ver de otro que no sea el mismo? Es increíble que un alma, venida del otro mundo, la yerre tan de lleno.

por donde viene otra vez.

[Se aparece a un extremo del teatro la sombra del rey Hamlet armado de todas armas, con manto real, yelmo en la cabeza, y la visera alzada.
Los SOLDADOS y HORACIO se levantan despavoridos.]

BERNARDO
Con la misma figura que tenía el difunto rey.

MARCELO
Horacio, tú que eres hombre de estudios, háblale.

BERNARDO
¿No se parece todo al rey? Mírale, Horacio.

HORACIO
Muy parecido es... Su vista me conturba con miedo y asombro.

BERNARDO
Querrá que le hablen.

MARCELO
Háblale, Horacio.

HORACIO
[Horacio se encamina hacia donde está la sombra.] ¿Quién eres tú, que así usurpas este tiempo a la noche, y esa presencia noble y guerrera que tuvo un día la majestad del soberano dinamarqués, que yace en el sepulcro? Habla, por el Cielo te lo pido.

MARCELO
Parece que está irritado.

[Vase la sombra a paso lento.]

BERNARDO
¿Ves? Se va, como despreciándonos.

HORACIO
Detente, habla. Yo te lo mando. Habla.

MARCELO
Ya se fue. No quiere respondernos.

BERNARDO
¿Qué tal, Horacio? Tú tiemblas y has perdido el color. ¿No es esto algo más que aprensión? ¿Qué te parece?

HORACIO
Por Dios que nunca lo hubiera creído sin la sensible y cierta demostración de mis propios ojos.

MARCELO
¿No es enteramente parecido al rey?

HORACIO
Como tú a ti mismo. Y tal era el arnés de que iba ceñido cuando peleó con el ambicioso rey de Noruega, y así le vi arrugar ceñudo la frente cuando en una altercación colérica hizo caer al de Polonia sobre el hielo, de un solo golpe... ¡Extraña aparición es ésta!

MARCELO
Pues de esa manera, y a esta misma hora de la noche, se ha paseado dos veces con ademán guerrero delante de nuestra guardia.

HORACIO
Yo no comprendo el fin particular con que esto sucede; pero, en mi ruda manera de pensar, pronostica alguna extraordinaria mudanza a nuestra nación.

MARCELO
Ahora bien, sentémonos [Siéntanse.] y decidme, cualquiera de vosotros que lo sepa; ¿porqué fatigan todas las noches a los vasallos con estas guardias tan penosas y vigilantes? ¿Para qué es esta fundición de cañones de bronce y este acopio extranjero de máquinas de guerra? ¿A qué fin esa multitud de carpinteros de marina, precisados a un afán molesto, que no distingue el domingo de lo restante de la semana? ¿Qué causas puede haber para que sudando el trabajador apresurado junte las noches a los días? ¿Quién de vosotros podrá decírmelo?

HORACIO
Yo te lo diré, o a lo menos, los rumores que sobre esto corren. Nuestro [N]
X
Nota del traductor

"Nuestro"

(4) En el teatro es muy precioso el tiempo, y estos soldados le pierden malamente con su conversación. El desafío del Rey de Dinamarca con el de Noruega, la invasión que premedita Fortimbrás, los preparativos que se hacen para resistirle y todo cuanto Horacio dice a sus camaradas no tiene que ver con la acción de la Tragedia. De esto y no de otra cosa debía tratarse. Dirán que es natural que en un cuerpo de guardia hablen los soldados de lo que ha sucedido en su tiempo o de las novedades del día. No hay duda, y también es natural que jueguen a la perinola y duerman y ronquen.

último rey (cuya imagen acaba de aparecérsenos) fue provocado a combate, como ya sabéis, por Fortinbrás de Noruega, estimulado éste de la más orgullosa emulación. En aquel desafío, nuestro valeroso Hamlet (que tal renombre alcanzó en la parte del mundo que nos es conocida) mató a Fortinbrás, el cual por un contrato sellado y ratificado según el fuero de las armas, cedía al vencedor (dado caso que muriese en la pelea) todos aquellos países que estaban bajo su dominio. Nuestro [N]
X
Nota del traductor

"Nuestro"

(4) En el teatro es muy precioso el tiempo, y estos soldados le pierden malamente con su conversación. El desafío del Rey de Dinamarca con el de Noruega, la invasión que premedita Fortimbrás, los preparativos que se hacen para resistirle y todo cuanto Horacio dice a sus camaradas no tiene que ver con la acción de la Tragedia. De esto y no de otra cosa debía tratarse. Dirán que es natural que en un cuerpo de guardia hablen los soldados de lo que ha sucedido en su tiempo o de las novedades del día. No hay duda, y también es natural que jueguen a la perinola y duerman y ronquen.

rey se obligó también a cederle una porción equivalente, que hubiera pasado a manos de Fortinbrás, como herencia suya, si hubiese vencido; así como, en virtud de aquel convenio y de los artículos estipulados, recayó todo en Hamlet. Ahora el joven Fortinbrás, de un carácter fogoso, falto de experiencia y lleno de presunción, ha ido recogiendo de aquí y de allí por las fronteras de Noruega, una turba de gente resuelta y perdida, a quien la necesidad de comer determina a intentar empresas que piden valor; y según claramente vemos, su fin no es otro que el de recobrar con violencia y a fuerza de armas los mencionados países que perdió su padre. Este es, en mi dictamen, el motivo principal de nuestras prevenciones, el de esta guardia que hacemos, y la verdadera causa de la agitación y movimiento en que toda la nación está.

BERNARDO
Si no es esa, yo no alcanzo cuál puede ser..., y en parte lo confirma la visión espantosa que se ha presentado armada en nuestro puesto, con la figura misma del rey, que fue y es todavía el autor de estas guerras.

HORACIO
Es por cierto una mota que turba los ojos del entendimiento. En la época [N]
X
Nota del traductor

"época"

(6) Horacio usa aquí un estilo digno de la Tragedia; pero es de temer que Marcelo y Bernardo no sepan quien fue César, puesto que no había nacido todavía. En cuanto a lo del húmedo planeta, cuya influencia gobierna el imperio de Neptuno, puede asegurarse prudentemente que no le entenderían una palabra. El discurso que Horacio dirige al muerto no padece esta excepción.

[N]
X
Nota del traductor

"época"época"(6) Horacio usa aquí un estilo digno de la Tragedia; pero es de temer que Marcelo y Bernardo no sepan quien fue César, puesto que no había nacido todavía. En cuanto a lo del húmedo planeta, cuya influencia gobierna el imperio de Neptuno, puede asegurarse prudentemente que no le entenderían una palabra. El discurso que Horacio dirige al muerto no padece esta excepción."

«(6) Horacio usa aquí un estilo digno de la Tragedia; pero es de temer que Marcelo y Bernardo no sepan quien fue César, puesto que no había nacido todavía. En cuanto a lo del húmedo planeta, cuya influencia gobierna el imperio de Neptuno, puede asegurarse prudentemente que no le entenderían una palabra. El discurso que Horacio dirige al muerto no padece esta excepción.»

más gloriosa y feliz de Roma, poco antes que el poderoso César cayese, quedaron vacíos los sepulcros y los amortajados cadáveres vagaron por las calles de la ciudad, gimiendo en voz confusa; las estrellas resplandecieron con encendidas colas, cayó lluvia de sangre, se ocultó el sol entre celajes funestos y el húmedo planeta, cuya influencia gobierna el imperio de Neptuno, padeció eclipse como si el fin del mundo hubiese llegado. Hemos visto ya iguales anuncios de sucesos terribles, precursores que avisan los futuros destinos, el cielo y la tierra juntos los han manifestado a nuestro país y a nuestra gente... Pero... Silencio... ¿Veis?..., allí... Otra vez vuelve... [Vuelve a salir la sombra por otro lado. Se levantan los tres y echan mano a las lanzas. Horacio se encamina hacia la sombra, y los otros dos siguen detrás.]
Aunque el terror me hiela, yo le quiero salir al encuentro. Detente, fantasma. Si puedes articular sonidos, si tienes voz, háblame. Si allá donde estás puedes recibir algún beneficio para tu descanso y mi perdón, háblame. Si sabes los hados que amenazan a tu país, los cuales felizmente previstos puedan evitarse, ¡ay!, habla... O si acaso, durante tu vida, acumulaste en las entrañas de la tierra mal habidos tesoros, por lo que se dice que vosotros, infelices espíritus, después de la muerte vagáis inquietos, decláralo... [Canta un gallo a lo lejos, y empieza a retirarse la sombra; los soldados quieren detenerle haciendo uso de las lanzas, pero la sombra los evita y desaparece con prontitud.]
Detente y habla... Marcelo, detenle.

MARCELO
¿Le daré con mi lanza?

HORACIO
Sí, hiérele, si no quiere detenerse.

BERNARDO
Aquí está.

HORACIO
Aquí.

MARCELO
Se ha ido. Nosotros le ofendemos, siendo él un soberano, en hacer demostraciones de violencia; bien que, según parece, es invulnerable como el aire, y nuestros esfuerzos vanos y cosa de burla.

BERNARDO
Él iba ya a hablar cuando el gallo cantó. [N]
X
Nota del traductor

"cantó."

(7) El Gallo debería incluirse en la lista de los personajes, puesto que también hace su papel. Horacio, que es hombre de estudios, no debía creer los disparates que dice ni los que añade Marcelo, acerca de los espíritus, las brujas, los encantos y los planetas siniestros; pero todo esto va dedicado al populacho de Londres, a quien Shakespeare quiso agradar contándole patrañas maravillosas. El Poeta Dramático no ha de adular la ignorancia pública; su obligación es censurar los vicios e ilustrar el entendimiento.

HORACIO
Es verdad, y al punto se estremeció como el delincuente apremiado con terrible precepto. Yo he oído decir que el gallo, trompeta de la mañana, hace despertar al Dios del día con la alta y aguda voz de su garganta sonora, y que a este anuncio, todo extraño espíritu errante por la tierra o el mar, el fuego o el aire, huye a su centro; y la fantasma que hemos visto acaba de confirmar la certeza de esta opinión.

MARCELO
En efecto, desapareció al cantar el gallo. Algunos dicen que, cuando se acerca el tiempo en que se celebra el nacimiento de nuestro Redentor, este pájaro matutino canta toda la noche, y que entonces ningún espíritu se atreve a salir de su morada: las noches son saludables, ningún planeta influye siniestramente, ningún maleficio produce efecto, ni las hechiceras tienen poder para sus encantos. ¡Tan sagrados son y tan felices aquellos días!

HORACIO
Yo también lo tengo entendido así y en parte lo creo. Pero ved como ya la mañana [N]
X
Nota del traductor

"mañana"

(8) Esta imagen es bellísima; sed nunc non erat is locus.

, [Empieza a iluminarse lentamente el teatro.] cubierta con la rosada túnica, viene pisando el rocío de aquel alto monte oriental. Demos fin a la guardia, y soy de opinión que digamos al joven Hamlet lo que hemos visto esta noche, porque yo os prometo que este espíritu hablará con él, aunque ha sido para nosotros mudo. ¿No os parece que le demos esta noticia, indispensable en nuestro celo y tan propia de nuestra obligación?

MARCELO
Sí, sí, hagámoslo. Yo sé en donde le hallaremos esta mañana, con más seguridad.

Escena III

Salón de Palacio.
CLAUDIO, GERTRUDIS, HAMLET, POLONIO, LAERTES, VOLTIMAN, CORNELIO, Caballeros, Damas y acompañamiento.

CLAUDIO
Aunque la muerte de mi querido hermano Hamlet está todavía tan reciente en nuestra memoria, que obliga a mantener en tristeza los corazones y a que en todo el reino sólo se observe la imagen del dolor, con todo eso, tanto ha combatido en mí la razón a la naturaleza, que he conservado un prudente sentimiento de su pérdida, junto con la memoria de lo que a nosotros nos debemos. A este fin he recibido por esposa, a la que un tiempo fue mi hermana y hoy reina conmigo, compañera en el trono de esta belicosa nación; si bien estas alegrías son imperfectas, pues en ellas se han unido a la felicidad las lágrimas, las fiestas a la pompa fúnebre, los cánticos de muerte a los epitalamios de Himeneo, pesados en igual balanza el placer y la aflicción. Ni hemos dejado de seguir los dictámenes de vuestra prudencia, que en esta ocasión ha procedido con absoluta libertad, de lo cual os quedo muy agradecido. Ahora falta deciros, que el joven Fortinbrás, estimándome en poco, o presumiendo que la reciente muerte de mi querido hermano habrá producido en el reino trastorno y desunión, fiado en esta soñada superioridad, no ha cesado de importunarme con mensajes, pidiéndome le restituya aquellas tierras que perdió su padre y adquirió mi valeroso hermano, con todas las formalidades de la ley. Basta ya lo que de él he dicho. Por lo que a mí toca y en cuanto al objeto que hoy nos reúne, veisle aquí. Escribo al rey de Noruega, tío del joven Fortinbrás, que doliente y postrado en el lecho apenas tiene noticia de los proyectos de su sobrino, a fin de que le impida llevarlos adelante, pues tengo ya exactos informes de la gente que levanta contra mí, su calidad, su número y fuerzas. Prudente Cornelio, y tú, Voltiman, vosotros saludaréis en mi nombre al anciano rey; aunque no os doy facultad personal para celebrar con él tratado alguno, que exceda los límites expresados en estos artículos. [Les da unas cartas.] Id con Dios, y espero que manifestaréis en vuestra diligencia el celo de servirme.

VOLTIMAN
En esta y cualquiera otra comisión os daremos pruebas de nuestro respeto.

CLAUDIO
No lo dudaré. El Cielo os guarde.

Escena IV

CLAUDIO, GERTRUDIS, HAMLET, POLONIO, LAERTES, Damas, Caballeros yacompañamiento

CLAUDIO
Y tú, Laertes, ¿qué solicitas? Me has hablado de una pretensión, ¿no me dirás cuál sea? En cualquiera cosa justa que pidas al rey de Dinamarca, no será vano el ruego. ¿Ni qué podrás pedirme que no sea más ofrecimiento mío, que demanda tuya? No es más adicto a la cabeza el corazón ni más pronta la mano en servir a la boca, que lo es el trono de Dinamarca para con tu padre. En fin, ¿qué pretendes?

LAERTES
Respetable soberano, solicito la gracia de vuestro permiso para volver a Francia. De allí he venido voluntariamente a Dinamarca a manifestaros mi leal afecto, con motivo de vuestra coronación; pero ya cumplida esta deuda, fuerza es confesaros que mis ideas y mi inclinación me llaman de nuevo a aquel país, y espero de vuestra mucha bondad esta licencia.

CLAUDIO
¿Has obtenido ya la de tu padre? ¿Qué dices Polonio?

POLONIO
A fuerza de importunaciones ha logrado arrancar mi tardío consentimiento. Al verle tan inclinado, firmé últimamente la licencia de que se vaya, aunque a pesar mío; y os ruego, señor, que se la concedáis.

CLAUDIO
Elige el tiempo que te parezca más oportuno para salir, y haz cuanto gustes y sea más conducente a tu felicidad. Y tú, Hamlet, ¡mi deudo, mi hijo!

HAMLET
Algo más que deudo, y menos que amigo [N]
X
Nota del traductor

"amigo"

(10) En el original dice: A little more than kin, and less than kind. No puede conservarse en castellano el juguete de las palabras kin y kind. Hanmer en su edición de las obras de Shakespeare publicada en 1744 dice: que acaso este verso será algún proverbio usado en tiempo del Autor.

.

CLAUDIO
¿Qué sombras de tristeza te cubren siempre?

HAMLET
Al contrario, señor, estoy demasiado a la luz.

GERTRUDIS
Mi buen Hamlet, no así tu semblante manifieste aflicción; véase en él que eres amigo de Dinamarca; ni siempre con abatidos párpados busques entre el polvo a tu generoso padre. Tú lo sabes, común es a todos, el que vive debe morir, pasando de la naturaleza a la eternidad.

HAMLET
Sí señora, a todos es común.

GERTRUDIS
Pues si lo es, ¿por qué aparentas tan particular sentimiento?

HAMLET
¿Aparentar? No señora, yo no sé aparentar. Ni el color negro de este manto, ni el traje acostumbrado en solemnes lutos, ni los interrumpidos sollozos, ni en los ojos un abundante río, ni la dolorida expresión del semblante, junto con las fórmulas, los ademanes, las exterioridades de sentimiento, bastarán por sí solos, mi querida madre, a manifestar el verdadero afecto que me ocupa el ánimo. Estos signos aparentan, es verdad; pero son acciones que un hombre puede fingir... Aquí, [Tocándose el pecho.] aquí dentro tengo lo que es más que apariencia; lo restante no es otra cosa que atavíos y adornos del dolor.

CLAUDIO
Bueno y laudable [N]
X
Nota del traductor

"laudable"

(11) Este discurso está lleno de verdades importantes dichas con noble simplicidad, sin metáforas, ni ambages, ni ornatos viciosos.

es que tu corazón pague a un padre esa lúgubre deuda, Hamlet; pero, no debes ignorarlo, tu padre perdió un padre también y aquel perdió el suyo. El que sobrevive limita la filial obligación de su obsequiosa tristeza a un cierto término; pero continuar en interminable desconsuelo, es una conducta de obstinación impía. Ni es natural en el hombre tan permanente afecto; que anuncia una voluntad rebelde a los decretos de la Providencia, un corazón débil, un alma indócil, un talento limitado y falto de luces. ¿Será bien que el corazón padezca, queriendo neciamente resistir a lo que es y debe ser inevitable, a lo que es tan común como cualquiera de las cosas que más a menudo hieren nuestros sentidos? Este es un delito contra el Cielo, contra la muerte, contra la naturaleza misma; es hacer una injuria absurda a la razón, que nos da en la muerte de nuestros padres la más frecuente de sus lecciones, y que nos está diciendo, desde el primero de los hombres hasta el último que hoy expira: mortales, ved aquí vuestra irrevocable suerte. Modera, pues, yo te lo ruego, esa inútil tristeza. Considera que tienes un padre en m,i puesto que debe ser notorio al mundo que tú eres la persona más inmediata a mi trono y que te amo con el afecto más puro que puede tener a su hijo un padre. Tu resolución de volver a los estudios de Witemberga es la más opuesta a nuestro deseo, y antes bien te pedimos que desistas de ella, permaneciendo aquí, estimado y querido a vista nuestra, como el primero de mis cortesanos, mi pariente y mi hijo.

GERTRUDIS
Yo te ruego Hamlet, que no vayas a Witemberga; quédate con nosotros. No sean vanas las súplicas de tu madre.

HAMLET
Obedeceros en todo será siempre mi primer conato.

CLAUDIO
Por esa afectuosa y plausible respuesta quiero que seas otro yo en el imperio danés. Venid, señora. La sincera y fiel condescendencia de Hamlet ha llenado de alegría mi corazón. En aplauso de este acontecimiento, no celebrará hoy Dinamarca festivos brindis sin que lo anuncie a las nubes el cañón robusto, y el cielo retumbe muchas veces a las aclamaciones del rey repitiendo el trueno de la tierra. Venid.

Escena V

HAMLET solo.

HAMLET
¡Oh, si esta demasiado sólida masa de carne pudiera ablandarse y liquidarse, disuelta en lluvia de lágrimas! ¡O el Todopoderoso no asestara el cañón [N]
X
Nota del editor digital

"cañón"

Cf. “no hubiera dictado su ley contra el suicidio” (Instituto Shakespeare, 1992, p. 128).

[N]
X
Nota del traductor

"cañón"cañón"Cf. “no hubiera dictado su ley contra el suicidio” (Instituto Shakespeare, 1992, p. 128)."

(12) Pintar al Omnipotente arrojando rayos a los hombres, ya es común; pero imaginársele disparando un cañón [N]

X
Nota del editor digital

"cañón"

Cf. “no hubiera dictado su ley contra el suicidio” (Instituto Shakespeare, 1992, p. 128).

de artillería, es cosa muy nueva por cierto. Nótese que en tiempo de Hamlet no había cañones, ni pólvora.

contra el homicida de sí mismo! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios mío! ¡Cuán fatigado ya de todo, juzgo molestos, insípidos y vanos los placeres del mundo! Nada, nada quiero de él; es un campo inculto y rudo, que sólo abunda en frutos groseros y amargos. ¡Que esto haya llegado a suceder a los dos meses que él ha muerto! No, ni tanto, aún no ha dos meses. Aquel excelente rey, que fue comparado con este, como con un sátiro, Hiperión; tan amante de mi madre, que ni a los aires celestes permitía llegar atrevidos a su rostro. ¡Oh, cielo y tierra! ¿Para qué conservo la memoria? Ella, que se le mostraba tan amorosa como si en la posesión hubieran crecido sus deseos. Y no obstante, en un mes... ¡Ah! no quisiera pensar en esto. ¡Fragilidad! ¡Tú tienes nombre de mujer! En el corto espacio de un mes y aún antes de romper los zapatos [N]
X
Nota del traductor

"zapatos"

(14) Después de esta imagen ridícula y humilde, véase estotra: En un mes... enrojecidos aun sus ojos con el pérfido llanto, se casó. ¿Por qué no omitió la primera, si en la segunda se incluye el mismo pensamiento, con más energía y más decoro? Porque Shakespeare ignoraba el arte, y no sabía borrar. No puede ser otra la razón.

con que, semejante a Niobe, bañada en lágrimas, acompañó el cuerpo de mi triste padre... sí, ella, ella misma. ¡Cielos! Una fiera, incapaz de razón y discurso, hubiera mostrado aflicción más durable. Se ha casado, en fin, con mi tío, hermano de mi padre; pero no más parecido a él que yo lo soy a Hércules. En un mes ... enrojecidos aún los ojos con el pérfido llanto, se casó. ¡Ah! ¡Delincuente precipitación! ¡Ir a ocupar con tal diligencia un lecho incestuoso! Ni esto es bueno, ni puede producir bien. Pero,hazte pedazos, corazón mío, que mi lengua debe reprimirse.

Escena VI

HAMLET, HORACIO, BERNARDO y MARCELO.

HORACIO
Buenos días, señor.

HAMLET
Me alegro de verte bueno... ¿Es Horacio? O me he olvidado de mí propio.

HORACIO
El mismo soy, y siempre vuestro humilde criado.

HAMLET
Mi buen amigo, yo quiero trocar contigo ese título que te das. ¿A qué has venido de Witemberga? ¡Ah, Marcelo!

MARCELO
Señor.

HAMLET
Mucho me alegro de verte con salud también. Pero, la verdad, ¿a qué has venido de Witemberga?

HORACIO
Señor..., deseos de holgarme.

HAMLET
No quisiera oír de boca de tu enemigo otro tanto, ni podrás forzar mis oídos a que admitan una disculpa que te ofende. Yo sé que no eres desaplicado. Pero, dime, ¿qué asuntos tienes [N]
X
Nota del traductor

"tienes"

(15) Hasta ahora no se sabía cual fuese el lugar de la escena.

en Elsingor? Aquí te enseñaremos a ser gran bebedor antes que te vuelvas.

HORACIO
He venido a ver los funerales de vuestro padre.

HAMLET
No se burle de mí, por Dios, señor condiscípulo. Yo creo que habrás venido a las bodas de mi madre.

HORACIO
Es verdad, como se han celebrado inmediatamente.

HAMLET
Economía, Horacio, economía. Aún no se habían enfriado los manjares cocidos para el convite del duelo, cuando se sirvieron en las mesas de la boda... ¡Oh! yo quisiera haberme hallado en el cielo con mi mayor enemigo, antes que haber visto aquel día. ¡Mi padre!... Me parece que veo a mi padre.

HORACIO
¿En dónde, señor?

HAMLET
Con los ojos del alma, Horacio.

HORACIO
Alguna vez le vi. Era un buen rey.

HAMLET
Era un hombre tan cabal en todo que no espero hallar otro semejante.

HORACIO
Señor, yo creo que le vi anoche. [N]
X
Nota del traductor

"anoche."

(16) Conservando diez o doce versos de las escenas anteriores, podría suprimirse todo lo restante, y empezar la tragedia por aquí.

HAMLET
¿Le viste? ¿A quién?

HORACIO
Al rey vuestro padre.

HAMLET
¿Al rey mi padre?

HORACIO
Prestadme oído atento, suspendiendo un rato vuestra admiración, mientras os refiero este caso maravilloso apoyado con el testimonio de estos caballeros.

HAMLET
Sí, por Dios, dímelo.

HORACIO
Estos dos señores, Marcelo y Bernardo, le habían visto dos veces hallándose de guardia, como a la mitad de la profunda noche. Una figura, semejante a vuestro padre, armada según él solía de pies a cabeza, se les puso delante, caminando grave, tardo y majestuoso por donde ellos estaban. Tres veces pasó de esta manera ante sus ojos, que oprimía el pavor, acercándose hasta donde ellos podían alcanzar con sus lanzas; pero débiles y casi helados con el miedo, permanecieron mudos sin osar hablarle. Diéronme parte de este secreto horrible; voyme a la guardia con ellos la tercera noche, y allí encontré ser cierto cuanto me habían dicho, así en la hora, como en la forma y circunstancias de aquella aparición. La sombra volvió en efecto. Yo conocí a vuestro padre, y es tan parecido a él, como lo son entre sí estas dos manos mías.

HAMLET
¿Y en dónde [N]
X
Nota del traductor

"dónde"

(17) En todo este diálogo animado y rápido, se expresa perfectamente la curiosidad, la inquietud, el terror del Príncipe.

fue eso?

MARCEL
En la muralla de palacio, donde estábamos de centinela.

HAMLET
¿Y no le hablasteis?

HORACIO
Sí señor, yo le hablé; pero no me dio respuesta alguna. No obstante, una vez me parece que alzó la cabeza haciendo con ella un movimiento, como si fuese a hablarme; pero al mismo tiempo se oyó la aguda voz del gallo matutino y al sonido huyó con presta fuga, desapareciendo de nuestra vista.

HAMLET
¡Es cosa bien admirable!

HORACIO
Y tan cierta como mi propia existencia. Nosotros hemos creído que era obligación nuestra avisaros de ello, mi venerado Príncipe.

HAMLET
Sí, amigos, sí... pero esto me llena de turbación. ¿Estáis de centinela esta noche?

TODOS
Sí, señor.

HAMLET
¿Decís que iba armado?

TODOS
Sí, señor, armado.

HAMLET
¿De la frente al pie?

TODOS
Sí, señor, de pies a cabeza.

HAMLET
Luego no le visteis el rostro.

HORACIO
Le vimos, porque traía la visera alzada.

HAMLET
¿Y qué? ¿Parecía que estaba irritado?

HORACIO
Más anunciaba su semblante el dolor que la ira.

HAMLET
¿Pálido o encendido?

HORACIO
No, muy pálido.

HAMLET
¿Y fijaba la vista en vosotros?

HORACIO
Constantemente.

HAMLET
Yo hubiera querido hallarme allí.

HORACIO
Mucho pavor os hubiera causado.

HAMLET
Sí, es verdad, sí... ¿Y permaneció mucho tiempo?

HORACIO
El que puede emplearse en contar desde uno hasta ciento, con moderada diligencia.

MARCELO
Más, más estuvo.

HORACIO
Cuando yo le vi, no.

HAMLET
La barba blanca, ¿eh?

HORACIO
Sí, señor, como yo se la había visto cuando vivía; de un color ceniciento.

HAMLET
Quiero ir esta noche con vosotros al puesto, por si acaso vuelve.

HORACIO
¡Oh! Sí volverá, yo os lo aseguro.

HAMLET
Si él se me presenta en la figura de mi noble padre, yo le hablaré aunque el infierno mismo abriendo sus entrañas me impusiera silencio. Yo os pido a todos que, así como hasta ahora habéis callado a los demás lo que visteis, de hoy en adelante lo ocultéis con el mayor sigilo; y sea cual fuere el suceso de esta noche, fiadlo al pensamiento, pero no a la lengua; y yo sabré remunerar vuestro celo. Dios os guarde, amigos. Entre once y doce iré a buscaros a la muralla.

TODOS
Nuestra obligación es serviros.

HAMLET
Sí, conservadme vuestro amor y estad seguros del mío. Adiós. [Vanse los tres.]
El espíritu de mi padre... con armas... No es esto bueno. Recelo alguna maldad. ¡Oh, si la noche hubiese ya llegado! Esperémosla tranquilamente, alma mía. Las malas acciones, aunque toda la tierra las oculte, se descubren al fin a la vista humana.

Escena VII

Sala de la casa de Polonio.
LAERTES, OFELIA.

LAERTES
Ya tengo todo mi equipaje a bordo. Adiós, hermana, y cuando los vientos sean favorables y seguro el paso del mar, no te descuides en darme nuevas de ti.

OFELIA
¿Puedes dudarlo?

LAERTES
Por lo que hace al frívolo obsequio de Hamlet, debes considerarle como una mera cortesanía, un hervor de la sangre, una violeta que en la primavera juvenil de la naturaleza se adelanta a vivir y no permanece hermosa, no durable: perfume de un momento y nada más.

OFELIA
¿Nada más? [N]
X
Nota del traductor

"más?"

(18) ¿Quién duda ya que Ofelia está enamorada de Hamlet? ¡Con qué amable sencillez manifiesta, en dos palabras, el estado de su corazón! Estos rasgos caracterizan los grandes talentos.

LAERTES
Pienso que no, porque no sólo [N]
X
Nota del traductor

"sólo"

(19) Este pasaje está obscuro en el original, como en la traducción. Es una repetición de lo que se ha dicho antes, esto es que los obsequios de Hamlet no nacen de cariño verdadero y constante, ni son más que ímpetus fogosos de un hombre a quien le bulle la sangre en el cuerpo, con la lozanía de la juventud [N]

X
Nota del traductor

"juventud"

(21) Esta y otras muchas máximas que se hallarán en lo restante de la obra, encierran tan sólida e importante doctrina, que se hace inútil recomendarlas a la consideración del lector.

.

en nuestra juventud [N]
X
Nota del traductor

"juventud"

(21) Esta y otras muchas máximas que se hallarán en lo restante de la obra, encierran tan sólida e importante doctrina, que se hace inútil recomendarlas a la consideración del lector.

se aumentan las fuerzas y tamaño del cuerpo, sino que las facultades interiores del talento y del alma crecen también con el templo en que ella reside. Puede ser que él te ame ahora con sinceridad, sin que manche borrón alguno la pureza de su intención; pero debes temer, al considerar su grandeza, que no tiene voluntad propia y que vive sujeto a obrar según a su nacimiento corresponde. Él no puede como [N]
X
Nota del traductor

"puede como"

(20) Voltaire en sus Misceláneas Literarias traduce mal este pasaje, diciendo: Un Príncipe, un heredero del Reino, no debe trinchar la vianda por sí mismo; es menester que se escojan los pedazos de ella. Shakespeare no dice nada de esto, y no es justo atribuirle lo que no pensó.

una persona vulgar elegir por sí mismo, puesto que de su elección depende la salud y prosperidad de todo un reino; y ve aquí por qué esta elección debe arreglarse a la condescendencia unánime de aquel cuerpo de quien es cabeza. Así pues, cuando él diga que te ama, será prudencia en ti no darle crédito, reflexionando que en el alto lugar que ocupa nada puede cumplir de lo que promete, sino aquello que obtenga el consentimiento de la parte más principal de Dinamarca. Considera cuál pérdida padecería tu honor, si con demasiada credulidad dieras oídos a su voz lisonjera, perdiendo la libertad del corazón o facilitando a sus instancias impetuosas el tesoro de tu honestidad. Teme, Ofelia, teme, querida hermana, no sigas inconsiderada tu inclinación; huye del peligro colocándote fuera del tiro de los amorosos deseos. La doncella más honesta es libre en exceso, si descubre su belleza al rayo de la luna. La virtud misma no puede librarse de los golpes de la calumnia. Muchas veces el insecto roe las flores hijas del verano, aun antes que su botón se rompa, y al tiempo que la aurora matutina de la juventud [N]
X
Nota del traductor

"juventud"

(21) Esta y otras muchas máximas que se hallarán en lo restante de la obra, encierran tan sólida e importante doctrina, que se hace inútil recomendarlas a la consideración del lector.

esparce su blando rocío, los vientos mortíferos son más frecuentes. Conviene, pues, no omitir precaución alguna, pues la mayor seguridad estriba en el temor prudente. La juventud [N]
X
Nota del traductor

"juventud"

(21) Esta y otras muchas máximas que se hallarán en lo restante de la obra, encierran tan sólida e importante doctrina, que se hace inútil recomendarlas a la consideración del lector.

, aun cuando nadie la combate, halla en sí misma su propio enemigo.

OFELIA
Yo conservaré para defensa de mi corazón tus saludables máximas. Pero, mi buen hermano, mira no hagas tú lo que algunos rígidos pastores [N]
X
Nota del traductor

"pastores"

(22) Sarcasmo del Autor contra los Eclesiásticos de su tiempo, de quienes los Poetas y Cómicos se hallaban ofendidos. El desorden y abusos del teatro llegaron a tanto que excitaron el celo de los Ministros del Altar, y desde el púlpito declamaron altamente contra él. La representación de los Dramas (como dice Erskine Baker en su Biografía Dramática.) Se juzgó perniciosa a la Religión, al estado, a la modestia y a las costumbres. La Reina Isabel y Jacobo I, que protegían los espectáculos teatrales, se vieron, no obstante, precisados muchas veces a reprimir la excesiva licencia que reinaba en ellos hasta que (son palabras del mismo autor) habiendo adquirido mayores fuerzas el Puritanismo, se declaró contra ellos abiertamente, reputándolos por impíos y diabólicos y entre las muchas reformas hechas en el reinado de Carlos I, una de ellas fue la absoluta supresión de los teatros. En una orden expedida en 1647 se declaró a los Cómicos por gente pícara, mandáronse demoler todas las casas de Comedias, prender y azotar públicamente a las personas convencidas de haberlas representado, en contravención a esta orden; exigiéndolas después juramento de no volver a representar jamás, con pena de prisión y otras mayores en caso de reincidencia. Tal fue el éxito de la persecución que el Clero de Inglaterra suscitó contra los espectáculos la cual, no bien reprimida en tiempo de Shakespeare con la protección de la Corte, mantenía en constante enemistad a los dos partidos.

hacen mostrando áspero y espinoso el camino del cielo, mientras como impíos y abandonados disolutos pisan ellos la senda florida de los placeres, sin cuidarse de practicar su propia doctrina.

LAERTES
¡Oh! No lo receles. Yo me detengo demasiado; pero allí viene mi padre. Pues la ocasión es favorable me despediré de él otra vez. Su bendición repetida será un nuevo consuelo para mí.

Escena VIII

POLONIO, LAERTES, OFELIA.

POLONIO
¿Aún estás aquí? ¡Qué mala vergüenza! A bordo, a bordo: el viento impele ya por la popa tus velas, y a ti sólo aguardan. Recibe mi bendición y procura imprimir en la memoria estos pocos preceptos. No publiques [N]
X
Nota del traductor

"publiques"

(23) Estos consejos serán del caso. Ni el viaje de Laertes, ni el modo con que debe conducirse en Francia interesan poco ni mucho, porque nada de esto tiene relación con la fábula; son partes episódicas, desunidas, ociosas, que la dilatan sin utilidad, y fastidian, no deleitan al auditorio.

con facilidad lo que pienses, ni ejecutes cosa no bien premeditada primero. Debes ser afable, pero no vulgar en el trato. Une a tu alma con vínculos de acero aquellos amigos que adoptaste después de examinada su conducta; pero no acaricies con mano pródiga a los que acaban de salir del cascarón y aún están sin plumas. Huye siempre de mezclarte en disputas; pero una vez metido en ellas, obra de manera que tu contrario huya de ti. Presta el oído a todos y a pocos la voz. Oye las censuras de los demás; pero reserva tu propia opinión. Sea tu vestido tan costoso cuanto tus facultades lo permitan; pero no afectado en su hechura; rico, no extravagante; porque el traje dice por lo común quién es el sujeto, y los caballeros y principales señores franceses tienen el gusto muy delicado en esta materia. Procura no dar ni pedir prestado a nadie, porque el que presta suele perder a un tiempo el dinero y el amigo, y el que se acostumbra a pedir prestado falta al espíritu de economía y buen orden, que nos es tan útil. Pero, sobre todo, usa de ingenuidad contigo mismo, y no podrás ser falso con los demás, consecuencia tan necesaria como que la noche suceda al día. Adiós y él permita que mi bendición haga fructificar en ti estos consejos.

LAERTES
Humildemente os pido vuestra licencia.

[Se arrodilla y besa la mano a Polonio.]

POLONIO
Sí, el tiempo te está convidando y tus criados esperan. Vete.

LAERTES
Adiós, Ofelia, [Abrázanse Ofelia y Laertes.] y acuérdate bien de lo que te he dicho.

OFELIA
En mi memoria queda guardado y tú mismo tendrás la llave.

LAERTES
Adiós.

Escena IX

POLONIO, OFELIA.

POLONIO
¿Y qué es lo que te ha dicho, Ofelia?

OFELIA
Si gustáis de saberlo, cosas eran relativas al príncipe Hamlet.

POLONIO
Bien pensado, en verdad. Me han dicho que de poco tiempo a esta parte te ha visitado varias veces privadamente, y que tú le has admitido con mucha complacencia y libertad. Si esto es así (como me lo han asegurado, a fin de que prevenga el riesgo), debo advertirte que no te has portado con aquella delicadeza que corresponde a una hija mía y a tu propio honor. ¿Qué es lo que ha pasado entre los dos? Dime la verdad.

OFELIA
Últimamente me ha declarado con mucha ternura su amor.

POLONIO
¡Amor! ¡Ah! Tú hablas como una muchacha loquilla y sin experiencia, en circunstancias tan peligrosas. ¡”Ternura” la llamas! ¿Y tú das crédito a esa ternura?

OFELIA
Yo, señor, ignoro lo que debo creer.

POLONIO
En efecto, es así, y yo quiero enseñártelo. Piensa bien que eres una niña, que has recibido por verdadera paga esas ternuras que no son moneda corriente. Estímate en más a ti propia; pues si te aprecias en menos de lo que vales (por seguir la [N]
X
Nota del traductor

"seguir la"

(24) ¿Y qué necesidad tiene de seguirla, ni aun de haberla empezado? ¿No es error, cuando se trata de dar consejos a una niña, obscurecérselos entre metáforas y alusiones que acaso no entenderá? Dirán que Polonio es un personaje ridículo, y ¿no es error también, introducir en una Tragedia figuras ridículas?

comenzada alusión) harás que pierda el entendimiento.

OFELIA
Él me ha requerido de amores, es verdad; pero siempre con una apariencia honesta, que...

POLONIO
Sí, por cierto, apariencia puedes llamarla. ¿Y bien? Prosigue.

OFELIA
Y autorizó cuanto me decía con los más sagrados juramentos.

POLONIO
Sí, esas son redes para coger codornices. Yo sé muy bien, cuando la sangre hierve, con cuánta prodigalidad presta el alma juramentos a la lengua; pero son [N]
X
Nota del traductor

"pero son"

(25) El amor de Hamlet es: Un hervor de la sangre, es una violeta que se adelanta a vivir y no permanece, es perfume de un momento; es como los relámpagos, que dan más luz que calor, que se apagan pronto, y no son fuego verdadero. Sus palabras son fementidas. No es verdadero el color que aparentan. Si parecen sagrados votos, es para engañar mejor. De toda esta inútil pompa de palabras e imágenes resulta un solo pensamiento. Que no es verdadero ni puede ser durable el amor de Hamlet.

relámpagos, hija mía, que dan más luz que calor; estos y aquellos se apagan pronto y no debes tomarlos por fuego verdadero, ni aun en el instante mismo en que parece que sus promesas van a efectuarse. De hoy en adelante cuida de ser más avara de tu presencia virginal; pon tu conversación a precio más alto, y no a la primera insinuación admitas coloquios. Por lo que toca al príncipe, debes creer de él solamente que es un joven, y que si una vez afloja las riendas pasará más allá de lo que tú le puedes permitir. En suma, Ofelia, no creas sus palabras que son fementidas, ni es verdadero el color que aparentan; son intercesoras de profanos deseos, y si parecen sagrados y piadosos votos, es sólo para engañar mejor. Por último, te digo claramente que, de hoy más, no quiero que pierdas los momentos ociosos en hablar, ni mantener conversación, al príncipe. Cuidado con hacerlo así: yo te lo mando. Vete a tu aposento.

OFELIA
Así lo haré, señor.

Escena X

Explanada delante del Palacio. Noche oscura.
HAMLET, HORACIO, MARCELO.

HAMLET
El aire es frío y sutil en demasía.

HORACIO
En efecto, es agudo y penetrante.

HAMLET
¿Qué hora es ya?

HORACIO
Me parece que aún no son las doce.

MARCELO
No, ya han dado.

HORACIO
No las he oído. Pues en tal caso ya está cerca el tiempo en que el muerto suele pasearse. Pero, ¿qué significa este ruido, señor?

[Suena a lo lejos música de clarines y timbales.]

HAMLET
Esta noche se huelga [N]
X
Nota del traductor

"huelga"

(26) ¡Graciosa idea, por cierto, pinta a un Rey emborrachándose al son de trompetas y clarines, y al estampido de los cañonazos! El pasaje que sigue después, en que por boca de Hamlet reprehende Shakespeare la intemperancia de los ingleses, se omite en la representación, y falta en muchas ediciones. Hamlet cree que el suprimirle sea, por haberle creído demasiado verboso. No es por eso.

el rey, pasándola desvelado en un banquete, con gran vocería y traspieses de embriaguez, y a cada copa del Rhin que bebe los timbales y trompetas anuncian con estrépito sus victoriosos brindis.

HORACIO
¿Se acostumbra eso aquí?

HAMLET
Sí, se acostumbra; pero aunque he nacido en este país y estoy hecho a sus estilos, me parece que sería más decoroso quebrantar esta costumbre que seguirla. Un exceso tal que embrutece el entendimiento nos infama a los ojos de las otras naciones, desde oriente a occidente. Nos llaman ebrios; manchan nuestro nombre con este dictado afrentoso y en verdad que él solo, por más que poseamos en alto grado otras buenas cualidades, basta a empañar el lustre de nuestra reputación. Así acontece frecuentemente a los hombres. Cualquier defecto natural en ellos, sea el de su nacimiento, del cual no son culpables (puesto que nadie puede escoger su origen), sea cualquier desorden ocurrido en su temperamento, que muchas veces rompe los límites y reparos de la razón, o sea cualquier hábito que se aparte demasiado de las costumbres recibidas, llevando estos hombres consigo el signo de un solo defecto que imprimió en ellos la naturaleza o el acaso,aunque sus virtudes fuesen tantas cuantas es concedido a un mortal y tan puras como la bondad celeste, serán no obstante amancilladas en el concepto público por aquel único vicio que las acompaña. Un solo adarme de mezcla quita el valor al más precioso metal y le envilece.

HORACIO
¿Veis? Señor, ya viene.

[Aparécese la sombra del rey Hamlet hacia el fondo del teatro.
Hamlet al verla se retira lleno de horror y después se encamina hacia ella.]

HAMLET
¡Ángeles [N]
X
Nota del traductor

"Ángeles"

(27) Este discurso está lleno de vehemencia, de terror y sublimidad trágica, y prepara oportunamente la situación que sigue después.

y ministros de piedad, defendednos! Ya seas alma dichosa o condenada visión, traigas contigo aura celestial o ardores del infierno, sea malvada o benéfica intención la tuya, en tal forma te me presentas que es necesario que yo te hable. Sí, te he de hablar... Hamlet, mi rey, mi padre, soberano de Dinamarca... ¡Oh, respóndeme, no me atormentes con la duda! Dime, ¿por qué tus venerables huesos, ya sepultados, han roto su vestidura fúnebre? ¿Por qué el sepulcro donde te dimos urna pacífica te ha echado de sí, abriendo sus senos que cerraban pesados mármoles? ¿Cuál puede ser la causa de que tu difunto cuerpo, del todo armado, vuelva otra vez a ver los rayos pálidos de la luna, añadiendo a la noche horror? ¿Y que nosotros, ignorantes y débiles por naturaleza, padezcamos agitación espantosa con ideas que exceden a los alcances de nuestra razón? Di, ¿por qué es esto? ¿Por qué?, o ¿qué debemos hacer nosotros?

HORACIO
Os hace señas de que le sigáis, como si deseara comunicaros algo a solas.

MARCELO
Ved con qué expresivo ademán os indica que le acompañéis a lugar más remoto; pero no hay que ir con él.

HORACIO
No, por ningún motivo.

HAMLET
Si no quiere hablar, habré de seguirle.

HORACIO
No hagáis tal, señor.

HAMLET
¿Y por qué no? ¿Qué temores debo tener? Yo no estimo nada la vida, en nada, y a mi alma, ¿qué puede él hacerle, siendo como él mismo cosa inmortal?... Otra vez me llama...Voyle a seguir.

HORACIO
Pero, señor, si os arrebata al mar [N]
X
Nota del traductor

"mar"

(28) El temor de Horacio es justo, las ideas que le sugiere, espantosas; pero Hamlet ha visto ya a su padre, y ninguna consideración le detiene, va a seguirle. ¡Qué pavorosa agitación se apodera del auditorio! Con qué muda inquietud se espera el éxito! Ya se olvidan cuantos desaciertos han precedido; aquí triunfa el talento del Poeta, ya ha conmovido con poderoso encanto los ánimos de la multitud, que le sigue atónita.

o a la espantosa cima de ese monte, levantado sobre los que baten las ondas, y allí tomase alguna otra forma horrible, capaz de impediros el uso de la razón, y enajenarla con frenesí... ¡Ay! ved lo que hacéis. El lugar sólo inspira ideas melancólicas a cualquiera que mire la enorme distancia desde aquella cumbre al mar [N]
X
Nota del traductor

"mar"

(28) El temor de Horacio es justo, las ideas que le sugiere, espantosas; pero Hamlet ha visto ya a su padre, y ninguna consideración le detiene, va a seguirle. ¡Qué pavorosa agitación se apodera del auditorio! Con qué muda inquietud se espera el éxito! Ya se olvidan cuantos desaciertos han precedido; aquí triunfa el talento del Poeta, ya ha conmovido con poderoso encanto los ánimos de la multitud, que le sigue atónita.

, y sienta en la profundidad su bramido ronco.

HAMLET
Todavía me llama... Camina. Ya te sigo.

[La sombra hará los movimientos que indica el diálogo. Horacio y Marcelo quieren detener a Hamlet y él los aparta con violencia y sigue.]

MARCELO
No señor, no iréis.

HAMLET
Dejadme.

HORACIO
Creedme, no le sigáis.

HAMLET
Mis hados me conducen y prestan a la menor fibra de mi cuerpo la nerviosa robustez del león de Nemea. Aún me llama... Señores, apartad esas manos... Por Dios..., o quedará muerto a las mías el que me detenga. Otra vez te digo que andes, que voy a seguirte.

Escena XI

HORACIO, MARCELO.

HORACIO
Su exaltada imaginación le arrebata.

MARCELO
Sigámosle, que en esto no debemos obedecerle.

HORACIO
Sí, vamos detrás de él... ¿Cuál será el fin de este suceso?

MARCELO
Algún grave mal se oculta en Dinamarca.

HORACIO
Los cielos dirigirán el éxito.

MARCELO
Vamos, sigámosle.

Escena XII

Parte remota cercana al mar. Vista a lo lejos del Palacio de Elsingor.
HAMLET, LA SOMBRA DEL REY HAMLET.

HAMLET
¿Adónde me quieres llevar? Habla, yo no paso de aquí.

LA SOMBRA
Mírame.

HAMLET
Ya te miro.

LA SOMBRA
Casi es ya llegada la hora en que debo restituirme a las sulfúreas y atormentadoras llamas.

HAMLET
¡Oh, alma infeliz!

LA SOMBRA
No me compadezcas: presta sólo atentos oídos a lo que voy a revelarte.

HAMLET
Habla, yo te prometo atención.

LA SOMBRA
Luego que me oigas, prometerás venganza.

HAMLET
¿Por qué?

LA SOMBRA
Yo soy el alma de tu padre, destinada por cierto tiempo a vagar de noche y aprisionada en fuego durante el día hasta que sus llamas purifiquen las culpas que cometí en el mundo. ¡Oh! Si no me fuera vedado manifestar los secretos de la prisión que habito, pudiera decirte cosas que la menor de ellas bastaría a despedazar tu corazón, helar tu sangre juvenil, tus ojos, inflamados como estrellas, saltar de sus órbitas, tus anudados cabellos separarse,erizándose como las púas del colérico espín. Pero estos eternos misterios no son para los oídos humanos. Atiende, atiende, ¡ay! atiende. Si tuviste amor a tu tierno padre...

HAMLET
¡Oh, Dios!

LA SOMBRA
Venga su muerte; venga un homicidio cruel y atroz.

HAMLET
¿Homicidio?

LA SOMBRA
Sí, homicidio cruel, como todos lo son, pero el más cruel y el más injusto y el más aleve.

HAMLET
Refiéremelo [N]
X
Nota del traductor

"Refiéremelo"

(29) Hamlet dice bien: el muerto no debería distraerse en lo que no es del caso. Esta situación, más que otra ninguna, pide concisión y rapidez; no adornos, que son impropios del personaje que habla; no reflexiones, que el auditorio las hará.

presto, para que con alas veloces como la fantasía, o con la prontitud de los pensamientos amorosos, me precipite a la venganza.

LA SOMBRA
Ya veo cuán dispuesto te hallas, y aunque tan insensible fueras como las malezas que se pudren incultas en las orillas del Leteo, no dejaría de conmoverte lo que voy a decir. Escúchame ahora, Hamlet. Esparciose la voz de que estando en mi jardín dormido me mordió una serpiente. Todos los oídos de Dinamarca fueron groseramente engañados con esta fabulosa invención; pero tú debes saber, mancebo generoso, que la serpiente que mordió a tu padre, hoy ciñe su corona.

HAMLET
¡Oh, presago me lo decía el corazón! ¡Mi tío!

LA SOMBRA
Sí, aquel incestuoso, aquel monstruo adúltero, valiéndose de su talento diabólico, valiéndose de traidoras dádivas... (¡oh, talento y dádivas malditas que tal poder tenéis para seducir!)... supo inclinar a su deshonesto apetito la voluntad de la reina mi esposa, que yo creía tan llena de virtud. ¡Oh, Hamlet! ¡Cuán grande fue su caída! Yo, cuyo amor para con ella fue tan puro... Yo, siempre tan fiel a los solemnes juramentos que en nuestro desposorio la hice,yo fui aborrecido y se rindió a aquel miserable, cuyas prendas eran en verdad harto inferiores a las mías. Pero, así como la virtud será incorruptible aunque la disolución procure excitarla bajo divina forma, así la incontinencia aunque viviese unida a un ángel radiante, profanará con oprobio su tálamo celeste... Pero ya me parece que percibo el ambiente de la mañana. Debo ser breve. Dormía yo una tarde en mi jardín según lo acostumbraba siempre. Tu tío me sorprende en aquella hora de quietud, y trayendo consigo una ampolla de licor venenoso, derrama en mi oído su ponzoñosa destilación, la cual, de tal manera es contraria a la sangre del hombre que, semejante en la sutileza al mercurio, se dilata por todas las entradas y conductos del cuerpo, y con súbita fuerza le ocupa, cuajando la más pura y robusta sangre, como la leche con las gotas ácidas. Este efecto produjo inmediatamente en mí, y el cutis hinchado comenzó a despegarse a trechos con una especie de lepra en ásperas y asquerosas costras. Así fue que estando durmiendo perdí a manos de mi hermano mismo mi corona, mi esposa y mi vida a un tiempo. Perdí la vida,cuando mi pecado estaba en todo su vigor, sin hallarme dispuesto para aquel trance, sin haber recibido el pan eucarístico, sin haber sonado el clamor de agonía, sin lugar al reconocimiento de tanta culpa: presentado al tribunal eterno con todas mis imperfecciones sobre mi cabeza. ¡Oh, maldad horrible, horrible!... Si oyes la voz de la naturaleza, no sufras, no, que el tálamo real de Dinamarca sea el lecho de la lujuria y abominable incesto. Pero, de cualquier modo que dirijas la acción, no manches con delito el alma, previniendo ofensas a tu madre. Abandona este cuidado al cielo: deja que aquellas agudas puntas que tiene fijas en su pecho, la hieran y atormenten. Adiós. Ya la luciérnaga amortiguando su aparente fuego nos anuncia la proximidad del día. Adiós. Adiós. Acuérdate de mí.

Escena XIII

HAMLET, y después HORACIO y MARCELO.

HAMLET
¡Oh, vosotros ejércitos celestiales! ¡Oh, tierra!... ¿Y quién más? ¿Invocaré al infierno también? ¡Eh! No... Detente corazón mío, detente, y vos, mis nervios, no así os debilitéis en un momento: sostenedme robustos... ¡Acordarme de ti! Sí, alma infeliz, mientras haya memoria en este agitado mundo. ¡Acordarme de ti! Sí, yo me acordaré, y yo borraré de mi fantasía todos los recuerdos frívolos, las sentencias de los libros, las ideas e impresiones de lo pasado que la juventud y la observación estamparon en ella. Tu precepto solo, sin mezcla de otra cosa menos digna, vivirá escrito en el volumen de mi entendimiento. Sí, por los cielos te lo juro... ¡Oh, mujer, la más delincuente! ¡Oh, malvado! ¡Malvado! ¡Halagüeño y execrable malvado! Conviene [N]
X
Nota del traductor

"Conviene"

(30) ¿No es risible ver a Hamlet en un despoblado, a media noche, a obscuras, tiritando de frío y de horror, sacar el lapicero y el libro de memoria, y apuntar a toda prisa la recóndita verdad de que un hombre, aunque sepa sonreírse, puede ser un malvado? ¡Qué paraje y qué ocasión para ocuparse en escribir apuntaciones insulsas!

que yo apunte en este libro... [Saca un libro de memorias y escribe en él.] Sí... Que un hombre puede halagar y sonreírse y ser un malvado; a lo menos, estoy seguro de que en Dinamarca hay un hombre así, y éste es mi tío... Sí, tú eres... ¡Ah! Pero la expresión que debo conservar es esta: “Adiós, adiós, acuérdate de mí.” Yo he jurado acordarme.

HORACIO
[Gritando desde dentro.] Señor, señor.

MARCELO
[Gritando desde dentro.] Hamlet.

HORACIO
Los cielos le asistan.

HAMLET
¡Oh, háganlo así!

MARCELO
¡Hola! ¡Eh, señor!

HAMLET
¿Hola? amigos, ¡eh!, venid, venid acá.

MARCELO
¿Qué ha sucedido?

[Salen Horacio y Marcelo.]

HORACIO
¿Qué noticias nos dais?

HAMLET
¡Oh, maravillosas!

HORACIO
Mi amado señor, decidlas.

HAMLET
No, que lo revelaréis.

HORACIO
No, yo os prometo que no haré tal.

MARCELO
Ni yo tampoco.

HAMLET
Creéis vosotros que pudiese haber cabido en el corazón humano... Pero ¿guardaréis secreto?

LOS DOS
Sí señor, yo os lo juro.

HAMLET
No existe en toda Dinamarca [N]
X
Nota del traductor

"Dinamarca"

(31) Iba a decirles que no hay en Dinamarca hombre más infame que su tío; pero se detiene, considerando que será mejor ocultarles lo que acaba de saber.

un infame..., que no sea un gran malvado.

HORACIO
Pero no era necesario, señor, que un muerto saliera del sepulcro a persuadirnos esa verdad.

HAMLET
Sí, cierto, tenéis razón, y por eso mismo, sin tratar más del asunto, será bien despedirnos y separarnos: vosotros a donde vuestros negocios o vuestra inclinación os lleven..., que todos tienen su inclinaciones, y negocios, sean los que sean; y yo, ya lo sabéis, a mi triste ejercicio. A rezar.

HORACIO
Todas esas palabras, señor, carecen de sentido y orden.

HAMLET
Mucho me pesa de haberos ofendido con ellas, sí, por cierto, me pesa en el alma.

HORACIO
Oh, señor, no hay ofensa ninguna.

HAMLET
Sí, por San Patricio [N]
X
Nota del autor

"Patricio"

(32) Hamlet no podía jurar por San Patricio: este Santo Apóstol de Irlanda floreció mil años después. En esta obra se habla de los Ángeles y los Diablos, de Adán, Jesucristo, la Virgen, San Valentín, el Purgatorio, el juicio final, la sagrada Escritura, la Santa Cruz, la Cuaresma, el Domingo y la Eucaristía. Siendo lo peor, que entre estas expresiones propias del Cristianismo, y que suponen personajes más modernos, se mezclan a las veces ideas gentílicas, de donde resulta un embrollo inconexo y absurdo. Lo mismo sucede en lo perteneciente a la Historia profana, usos y costumbres. Alejandro, Cesar, Bruto, Roscio, Herodes y Nerón, son posteriores a Hamlet, en cuya edad no había pólvora ni cañones, minas ni hornillos, ni títulos de Duque, Majestad, ni Alteza, ni relojes de campana, ni estudios de Witemberga, ni morbo gálico, ni Peregrinos, ni Conventos.

, que sí la hay y muy grande, Horacio... En cuanto a la aparición... ss un difunto venerable... sí, yo os lo aseguro... Pero, reprimid cuanto os fuese posible el deseo de saber lo que ha pasado entre él y yo. ¡Ah, mis buenos amigos! Yo os pido, pues sois mis amigos y mis compañeros en el estudio y en las armas, que me concedáis una corta merced.

HORACIO
Con mucho gusto, señor, decid cuál sea.

HAMLET
Que nunca revelaréis a nadie lo que habéis visto esta noche.

LOS DOS
A nadie lo diremos.

HAMLET
Pero es menester que lo juréis.

HAMLET
Os doy mi palabra de no decirlo.

MARCELO
Yo os prometo lo mismo.

HAMLET
Sobre mi espada.

MARCELO
Ved que ya lo hemos prometido.

HAMLET
Sí, sí, sobre mi [N]
X
Nota del traductor

"mi"

(33) Era costumbre religiosa de los dinamarqueses jurar sobre la espada, y acaso sobre la cruz de la guarnición. Se dice que el juramento común de los seytas era por la espada y el fuego. Los irlandeses juraban por sus espadas también. (Hanmer, en sus notas a Shakespeare.)En España se observó antiguamente la misma costumbre, que aún dura en la milicia. Los Caballeros juraban sacando la espada o empuñándola, expresando en la fórmula, por esta espada, por la cruz de esta espada. A esta usanza aludió Don Nicolás Fernández de Moratín en una de sus obras inéditas, donde dice: Y es fama que a la bajada juró por la cruz el Cid, de su vencedora espada, de no quitar la celada hasta que gane a Madrid.

[N]
X
Nota del traductor

"mi"mi"(33) Era costumbre religiosa de los dinamarqueses jurar sobre la espada, y acaso sobre la cruz de la guarnición. Se dice que el juramento común de los seytas era por la espada y el fuego. Los irlandeses juraban por sus espadas también. (Hanmer, en sus notas a Shakespeare.)En España se observó antiguamente la misma costumbre, que aún dura en la milicia. Los Caballeros juraban sacando la espada o empuñándola, expresando en la fórmula, por esta espada, por la cruz de esta espada. A esta usanza aludió Don Nicolás Fernández de Moratín en una de sus obras inéditas, donde dice: Y es fama que a la bajada juró por la cruz el Cid, de su vencedora espada, de no quitar la celada hasta que gane a Madrid."

(33) Era costumbre religiosa de los dinamarqueses jurar sobre la espada, y acaso sobre la cruz de la guarnición. Se dice que el juramento común de los seytas era por la espada y el fuego. Los irlandeses juraban por sus espadas también. (Hanmer, en sus notas a Shakespeare.)En España se observó antiguamente la mi [N]

X
Nota del traductor

"mi"

(33) Era costumbre religiosa de los dinamarqueses jurar sobre la espada, y acaso sobre la cruz de la guarnición. Se dice que el juramento común de los seytas era por la espada y el fuego. Los irlandeses juraban por sus espadas también. (Hanmer, en sus notas a Shakespeare.)En España se observó antiguamente la misma costumbre, que aún dura en la milicia. Los Caballeros juraban sacando la espada o empuñándola, expresando en la fórmula, por esta espada, por la cruz de esta espada. A esta usanza aludió Don Nicolás Fernández de Moratín en una de sus obras inéditas, donde dice: Y es fama que a la bajada juró por la cruz el Cid, de su vencedora espada, de no quitar la celada hasta que gane a Madrid.

sma costumbre, que aún dura en la mi [N]
X
Nota del traductor

"mi"

(33) Era costumbre religiosa de los dinamarqueses jurar sobre la espada, y acaso sobre la cruz de la guarnición. Se dice que el juramento común de los seytas era por la espada y el fuego. Los irlandeses juraban por sus espadas también. (Hanmer, en sus notas a Shakespeare.)En España se observó antiguamente la misma costumbre, que aún dura en la milicia. Los Caballeros juraban sacando la espada o empuñándola, expresando en la fórmula, por esta espada, por la cruz de esta espada. A esta usanza aludió Don Nicolás Fernández de Moratín en una de sus obras inéditas, donde dice: Y es fama que a la bajada juró por la cruz el Cid, de su vencedora espada, de no quitar la celada hasta que gane a Madrid.

licia. Los Caballeros juraban sacando la espada o empuñándola, expresando en la fórmula, por esta espada, por la cruz de esta espada. A esta usanza aludió Don Nicolás Fernández de Moratín en una de sus obras inéditas, donde dice: Y es fama que a la bajada juró por la cruz el Cid, de su vencedora espada, de no quitar la celada hasta que gane a Madrid.

espada.

LA SOMBRA
Juradlo.

[Se oirá la voz de la sombra, que suena a varias distancias debajo de tierra.
Hamlet y los demás, horrorizados, mudan de situación, según lo indica el diálogo.]

HAMLET
¡Ah! ¿Eso [N]
X
Nota del traductor

"Eso"

(34) Letourneur, empeñado en hermosear su ídolo, tuvo gran cuidado de omitir las expresiones familiares del original en todo este pasaje; como lo hace en otros muchos. Aquello de hombre de bien, lo traduce por, sombra real; lo de hic et ubique, lo pone en francés, conociendo cuán ridículo es en latín, y el topo viejo, le transforma en fantasma invisible. Esto no se llama traducir.

dices?... ¿Estás ahí, hombre de bien?.. Vamos, ya le oís hablar en lo profundo. ¿Queréis jurar?

HORACIO
Proponed la fórmula.

HAMLET
Que nunca diréis lo que habéis visto. Juradlo por mi espada.

LA SOMBRA
Juradlo.

HAMLET
¿Hic et ubique? Mudaremos de lugar. Señores, acercaos aquí, poned otra vez las manos en mi espada, y jurad por ella, que nunca diréis nada de esto que habéis oído y visto.

LA SOMBRA
Juradlo por su espada.

HAMLET
Bien has dicho, topo viejo, bien has dicho... Pero ¿cómo puedes taladrar con tal prontitud los senos de la tierra, diestro minador? Mudemos otra vez de puesto, amigos.

HORACIO
¡Oh, dios de la luz y de las tinieblas, qué extraño prodigio es éste!

HAMLET
Por eso como a un [N]
X
Nota del traductor

"como a un"

(35) Alusión a las leyes de la hospitalidad. (Warburton Notas a Shakespeare.) Nótese que Hamlet juega del vocablo, dando a la palabra extraño la significación de extranjero.

extraño debéis hospedarle y tenerle oculto. Ello es, Horacio, que en el cielo y en la tierra hay más de lo que puede soñar tu filosofía. Pero venid acá y, como antes dije, prometedme (así el cielo os haga felices) que por más [N]
X
Nota del traductor

"que por más"

(36) Aquí anuncia Hamlet la idea de fingirse loco, según lo verifica después.

singular y extraordinaria que sea de hoy más mi conducta (puesto que acaso juzgaré a propósito afectar un proceder del todo extravagante), nunca vosotros al verme así daréis nada a entender, cruzando los brazos de esta manera, o haciendo con la cabeza este movimiento, o con frases equívocas como “sí, sí, nosotros sabemos”, “nosotros pudiéramos, si quisiéramos...”, “si gustáramos de hablar, hay tanto que decir en eso”, “pudiera ser que...”, o en fin, cualquiera otra expresión ambigua, semejante a éstas, por donde se infiera que vosotros sabéis algo de mí. Juradlo; así en vuestras necesidades os asista el favor de Dios. Juradlo.

LA SOMBRA
Jurad.

HAMLET
Descansa, descansa agitado espíritu. Señores, yo me recomiendo a vosotros con la mayor instancia, y creed que por más infeliz que Hamlet se halle, Dios querrá que no le falten medios para manifestaros la estimación y amistad que os profesa. Vámonos. Poned el dedo en la boca, yo os lo ruego... La naturaleza está en desorden... ¡Iniquidad execrable! ¡Oh, nunca yo hubiera nacido para castigarla! Venid, vámonos juntos [N]
X
Nota del editor digital

"juntos"

Moratín no añade acotación de salida.

.


Acto II

Escena I

POLONIO, REYNALDO
Sala en casa de Polonio

POLONIO
Reynaldo, entrégale este dinero y estas cartas. [N]
X
Nota del traductor

"cartas."

(1) Escena I. Esta escena se omite en la representación: es del todo inútil, pertenece al género cómico, y abunda en expresiones poco decentes.

[Le da un bolsillo y unas cartas.]

REYNALDO
Así lo haré, señor.

POLONIO
Será un admirable golpe [N]
X
Nota del traductor

"golpe"

(2) El carácter de Polonio (Lord Chambelan del Rey de Dinamarca, que equivale a Sumiller de Corps) jamás se desmiente. Viejo ridículo, presumido, entremetido, hablador infatigable: destinado a ser el gracioso de la Tragedia. Los que se obstinan en defender cuánto deliró Shakespeare, dicen que el carácter de este personaje está bien seguido, y tienen razón: dicen también que en las Cortes y en los Palacios hay abundancia de estos bichos ridículos, y también es cierto; pero tales figuras son buenas para un Entremés, no para una Tragedia. Los afectos terribles que deben animarla, las grandes ideas de que ha de estar llena, la noble y robusta expresión que corresponde a tales pasiones, la unidad de interés que nunca debe debilitarse; todo esto se aviene mal con las tonterías de un viejo chocarrero y parlanchín. No basta que la naturaleza nos presente esta unión confusa de objetos. Un buen Poeta no debe imitarla como es en sí: desecha lo inútil e inoportuno, elige lo que es conveniente a sus fines, y en esta elección consiste el gran secreto del arte. Es muy natural, que cuando Antonio presentó en el Foro Romano a vista del pueblo, la túnica ensangrentada de Cesar, hubiese alguna vieja mugrienta y astrosa, que en un rincón vendiese higos o asara castañas; pero si un pintor se atreviese a introducir esta figura grotesca en un cuadro de aquel asunto, se burlarían de él los inteligentes, y en vano gritaría para disculparse que era natural. Sí, es natural (le dirían), pero destruye el efecto que tu pintura debía producir; es natural, pero inoportuno y ridículo, y tú eres un artífice ignorante, puesto que debiendo imitar la naturaleza, te ceñiste solo a copiarla.

de prudencia, que antes de verle te informaras de su conducta.

REYNALDO
En eso mismo estaba yo.

POLONIO
Sí, es muy buena idea, muy buena. Mira, lo primero has de averiguar qué dinamarqueses hay en París, y cómo, en qué términos, con quién, y en dónde están, a quién tratan, qué gastos tienen; y sabiendo por estos rodeos y preguntas indirectas, que conocen a mi hijo, entonces ve en derechura a tu objeto, encaminando a él en particular tus indagaciones. Haz como si le conocieras de lejos, diciendo: sí, conozco a su padre, y a algunos amigos suyos, y aun a él un poco... ¿Lo has entendido?

REYNALDO
Sí, señor, muy bien.

POLONIO
Sí, le conozco un poco; pero... (has de añadir entonces), pero no le he tratado. Si es el que yo creo a fe que es bien calavera; inclinado a tal o tal vicio... y luego dirás de él cuanto quieras fingir; digo, pero que no sean cosas tan fuertes que puedan deshonrarle. Cuidado con eso. Habla sólo de aquellas travesuras, aquellas locuras y extravíos comunes a todos, que ya se reconocen por compañeros inseparables de la juventud y la libertad.

REYNALDO
Como el jugar, ¿eh?

POLONIO
Sí, el jugar, beber, esgrimir, jurar, disputar, putear... Hasta esto bien puedes alargarte.

REYNALDO
Y aun con eso hay harto para quitarle el honor.

POLONIO
No por cierto, además que todo depende del modo con que le acuses. No debes achacarle delitos escandalosos, ni pintarle como un joven abandonado enteramente a la disolución; no, no es esa mi idea. Has de insinuar sus defectos con tal arte que parezcan nulidades producidas de falta de sujeción y no otra cosa: extravíos de una imaginación ardiente, ímpetus nacidos de la efervescencia general de la sangre.

REYNALDO
Pero, señor...

POLONIO
¡Ah! Tú querrás saber con qué fin debes hacer esto, ¿eh?

REYNALDO
Gustaría de saberlo.

POLONIO
Pues, señor, mi fin es éste; y creo que es proceder con mucha cordura. Cargando esas pequeñas faltas sobre mi hijo (como ligeras manchas de una obra preciosa) ganarás por medio de la conversación la confianza de aquel a quien pretendas examinar. Si él está persuadido de que el muchacho tiene los mencionados vicios que tú le imputas, no dudes que él convenga con tu opinión, diciendo: señor mío, o amigo, o caballero... En fin, según el título o dictado de la persona o del país.

REYNALDO
Sí, ya estoy.

POLONIO
Pues entonces él dice [N]
X
Nota del traductor

"él dice"

(3) Este olvido de Polonio es un rasgo cómico, digno de Molière. La debilidad de su cabeza no le permite seguir sin interrupción la serie de ideas que convienen a su propósito, su locuacidad llena estos vacíos con palabras insignificantes, habla sin tino y pierde de vista el objeto principal de su discurso, hasta que se halla tan distante de él que necesita preguntar al otro lo que le pensaba decir.

... dice... ¿Qué iba yo a decir ahora?... Algo iba yo a decir. ¿En qué estábamos?

REYNALDO
En que él concluirá diciendo al amigo o al caballero.

POLONIO
Sí, concluirá diciendo “es verdad...” (así te dirá precisamente) “es verdad, yo conozco a ese mozo; ayer le vi o cualquier otro día, o en tal y tal ocasión, con este o con aquel sujeto, y allí como habéis dicho, le vi que jugaba, allá le encontré en una comilona, acullá en una quimera sobre el juego de pelota y...” (puede ser que añada) “le he visto entrar en una casa pública,” videlicet en un burdel, o cosa tal. ¿Lo entiendes ahora? Con el anzuelo de la mentira pescarás la verdad; que así es como nosotros los que tenemos talento y prudencia, solemos conseguir por indirectas el fin directo, usando de artificios y disimulación. Así lo harás con mi hijo, según la instrucción y advertencias que acabo de darte. ¿Me has entendido?

REYNALDO
Sí, señor, quedo enterado.

POLONIO
Pues, adiós; buen viaje.

REYNALDO
Señor...

POLONIO
Examina por ti mismo sus inclinaciones.

REYNALDO
Así lo haré.

POLONIO
Dejándole que obre libremente.

REYNALDO
Está bien, señor.

POLONIO
Adiós.

Escena II

POLONIO, OFELIA

POLONIO
Y bien, Ofelia, ¿qué hay de nuevo?

OFELIA
¡Ay! ¡Señor, que he tenido un susto muy grande!

POLONIO
¿Con qué motivo? Por Dios que me lo digas.

OFELIA
Yo estaba haciendo [N]
X
Nota del traductor

"haciendo"

(4) Por la relación de Ofelia se ve que el Príncipe ha empezado ya la ficción de su locura. El lector espera sin duda grandes cosas de este artificio; pero en el progreso del Drama se verá que no resulta nada de interesante, y que Hamlet procede en todo con suma imprudencia. Johnson dice: que no se ve que esta fingida locura sea bien fundada, pues nada hace Hamlet con ella, que no pudiese hacer igualmente estando en juicio.

labor en mi cuarto, cuando el Príncipe Hamlet, la ropa desceñida, sin sombrero en la cabeza, sucias las medias, sin atar, caídas hasta los pies, pálido como su camisa, las piernas trémulas, el semblante triste como si hubiera salido del infierno para anunciar horror... Se presenta delante de mí.

POLONIO
Loco, sin duda, por tus amores, ¿eh?

OFELIA
Yo, señor, no lo sé; pero en verdad lo temo.

POLONIO
¿Y qué te dijo?

OFELIA
Me asió una mano, y me la apretó fuertemente. Apartose después a la distancia de su brazo, y poniendo, así, la otra mano sobre su frente, fijó la vista en mi rostro recorriéndole con atención como si hubiese de retratarle. De este modo permaneció largo rato; hasta que por último,sacudiéndome ligeramente el brazo, y moviendo tres veces la cabeza abajo y arriba, exhaló un suspiro tan profundo y triste, que pareció deshacérsele en pedazos el cuerpo, y dar fin a su vida. Hecho esto, me dejó, y levantada la cabeza comenzó a andar, sin valerse de los ojos para hallar el camino; salió de la puerta sin verla, y al pasar por ella, fijó la vista en mí.

POLONIO
Ven conmigo, quiero ver al Rey. Ese es un verdadero éxtasis de amor que siempre fatal a sí mismo, en su exceso violento, inclina la voluntad a empresas temerarias, más que ninguna otra pasión de cuantas debajo del cielo combaten nuestra naturaleza. Mucho siento este accidente. Pero, dime, ¿le has tratado con dureza en estos últimos días?

OFELIA
No señor; sólo en cumplimiento de lo que mandasteis, le he devuelto sus cartas y me he negado a sus visitas.

POLONIO
Y eso basta para haberle trastornado así. Me pesa no haber juzgado con más acierto de su pasión. Yo temí que era sólo un artificio suyo para perderte... ¡Sospecha indigna! ¡Eh! Tan propio parece de la edad anciana pasar más allá de lo justo en sus conjeturas, como lo es en la juventud la falta de previsión. Vamos, vamos a ver al Rey. Conviene que lo sepa. Si le callo este amor, sería más grande el sentimiento que pudiera causarle teniéndole oculto, que el disgusto que recibirá al saberlo. Vamos.

Escena III

CLAUDIO, GERTRUDIS, RICARDO, GUILLERMO, acompañamiento
Salón de palacio

CLAUDIO
Bienvenido [N]
X
Nota del traductor

"Bienvenido"

(6) Ve aquí dos nuevos personajes de quienes no se tenía noticia: condenados entrambos a sufrir pullas de Hamlet y morir ahorcados en Inglaterra. En el original se llaman Guildenstern y Rosencrantz.

[N]
X
Nota del traductor

"Bienvenido"Bienvenido"(6) Ve aquí dos nuevos personajes de quienes no se tenía noticia: condenados entrambos a sufrir pullas de Hamlet y morir ahorcados en Inglaterra. En el original se llaman Guildenstern y Rosencrantz."

(7) Ve aquí dos nuevos personajes de quienes no se tenía noticia: condenados entrambos a sufrir pullas de Hamlet y morir ahorcados en Inglaterra. En el original se llaman Guildenstern y Rosencrantz.

, Guillermo, y tú también querido Ricardo. Además de lo mucho que se me dilataba el veros, la necesidad que tengo de vosotros me ha determinado a solicitar vuestra venida. Algo habéis oído ya de la transformación de Hamlet. Así puedo llamarla, puesto que ni en lo interior, ni en lo exterior se parece nada al que antes era; ni llego a imaginar que otra causa haya podido privarle así de la razón, si ya no es la muerte de su padre. Yo os ruego a entrambos, pues desde la primera infancia os habéis criado con él, y existe entre vosotros aquella intimidad nacida de la igualdad en los años y en el genio, que tengáis a bien deteneros en mi corte algunos días. Acaso el trato vuestro restablecerá su alegría, y aprovechando las ocasiones que se presenten, ved cuál sea la ignorada aflicción que así le consume para que descubriéndola,procuremos su alivio.

GERTRUDIS
Él ha hablado mucho de vosotros, mis buenos señores, y estoy segura de que no se hallaran otros dos sujetos a quienes él profese mayor cariño. Si tanta fuese vuestra bondad que gustéis de pasar con nosotros algún tiempo, para contribuir al logro de mi esperanza; vuestra asistencia será remunerada, como corresponde al agradecimiento de un Rey.

RICARDO
Vuestras Majestades tienen soberana autoridad en nosotros, y en vez de rogar deben mandarnos.

GUILLERMO
Uno y otro obedeceremos, y postramos a vuestros pies con el más puro afecto el celo de serviros que nos anima.

CLAUDIO
Muchas gracias, cortés Guillermo. Gracias, Ricardo.

GERTRUDIS
Os quedo muy agradecida, señores, y os pido que veáis cuanto antes a mi doliente hijo. Conduzca alguno de vosotros [A los criados] a estos caballeros, a donde Hamlet se halle.

GUILLERMO
Haga el Cielo que nuestra compañía y nuestros conatos puedan serle agradables y útiles.

GERTRUDIS
Sí, amén.

Escena IV

CLAUDIO, GERTRUDIS, POLONIO, acompañamiento

POLONIO
Señor, los Embajadores [N]
X
Nota del traductor

"Embajadores"

(7) Estos Embajadores salieron en el primer Acto de Elsingor; han ido a Noruega, han dado su mensaje, y ya están de vuelta. Nadie dirá que se han detenido mucho.

enviados a Noruega han vuelto ya en extremo contentos.

CLAUDIO
Siempre has sido tú padre de buenas nuevas.

POLONIO
¡Oh! Sí ¿No es verdad? Y os puedo asegurar, venerado señor, que mis acciones y mi corazón no tienen otro objeto que el servicio de Dios, y el de mi Rey; y si este talento mío no ha perdido enteramente aquel seguro olfato con que supo siempre rastrear asuntos políticos,pienso haber descubierto ya la verdadera causa de la locura del Príncipe.

CLAUDIO
Pues dínosla, que estoy impaciente de saberla.

POLONIO
Será bien que deis primero audiencia a los Embajadores; mi informe servirá de postres a este gran festín.

CLAUDIO
Tú mismo puedes ir a cumplimentarlos e introducirlos. [Vase Polonio.]
Dice que ha descubierto, amada Gertrudis, la causa verdadera de la indisposición de tu hijo.

GERTRUDIS
¡Ah! Yo dudo que él tenga otra mayor que la muerte de su padre y nuestro acelerado casamiento.

CLAUDIO
Yo sabré examinarle.

Escena V

CLAUDIO, GERTRUDIS, POLONIO, VOLTIMAN, CORNELIO, acompañamiento

CLAUDIO
Bienvenidos, amigos. Dí, Voltiman, ¿qué respondió nuestro hermano, el Rey de Noruega?

VOLTIMAN
Corresponde con la más sincera amistad a vuestras atenciones y a vuestro ruego. Así que llegamos, mandó suspender los armamentos que hacía su sobrino, fingiendo ser preparativos contra el polaco; pero mejor informado después, halló ser cierto que se dirigían en ofensa vuestra. Indignado de que abusaran así de la impotencia a que le han reducido su edad y sus males, envió estrechas órdenes a Fortimbrás, que sometiéndose prontamente a las reprehensiones del tío, le ha jurado por último que nunca más tomará las armas contra Vuestra Majestad. Satisfecho de este procedimiento el anciano Rey, le señala sesenta mil escudos anuales, y le permite emplear contra Polonia las tropas que había levantado. A este fin os ruega concedáis paso libre por vuestros estados al ejército prevenido para tal empresa, bajo las condiciones de recíproca seguridad expresadas aquí.

[Saca unos papeles y se los da a Claudio]

CLAUDIO
Está bien, leeré en tiempo más oportuno sus proposiciones y reflexionaré lo que debo en este caso responderle. Entretanto os doy gracias por el feliz desempeño de vuestro encargo. Descansad. A la noche seréis conmigo en el festín. Tendré gusto de veros.

Escena VI

CLAUDIO, GERTRUDIS y POLONIO

POLONIO
Este asunto se ha concluido muy bien. [Claudio hace una seña, y se retira el acompañamiento.]
Mi soberano y vos, señora: explicar lo que es la dignidad de un monarca, las obligaciones del vasallo, por qué el día es día, noche la noche, y tiempo el tiempo, sería gastar inútilmente el día, la noche y el tiempo. Así pues, como [N]
X
Nota del traductor

"como"

(9) Los exordios y rodeos de Polonio, las protestas de que será breve (cosa que en él es imposible), las antítesis y equívocos que vierte a cada paso para afectar cultura y elegancia, las distracciones que padece, las interrupciones con que rompe el discurso continuamente, su vanidad ridícula de vasallo fiel, sagaz político, prudente padre, y el prurito de meterse en todo y hacerse hombre de importancia, llenan de sales cómicas este carácter, y manifiestan lo que el gran talento de Shakespeare hubiera sabido hacer en otra edad y con otros principios.

quiera que la brevedad es el alma del talento, y que nada hay más enfadoso que los rodeos y perífrasis... Seré muy breve. Vuestro noble hijo está loco; y le llamo loco porque (si en rigor se examina) ¿qué otra cosa es la locura, sino estar uno enteramente loco? Pero, dejando esto aparte...

GERTRUDIS
Al caso, Polonio, al caso y menos artificios.

POLONIO
Yo os prometo, señora, que no me valgo de artificio alguno. Es cierto que él está loco. Es cierto que es lástima y es lástima que sea cierto; pero dejemos a un lado esta pueril antítesis, que no quiero usar de artificios. Convengamos, pues, en que está loco, y ahora falta descubrir la causa de este efecto, o por mejor decir, la causa de este defecto, porque este efecto defectuoso, nace de una causa, y así resta considerar lo restante. Yo tengo una hija... La tengo mientras es mía, que en prueba de su respeto y sumisión... Notad lo que os digo... Me ha entregado esta carta. [Saca una carta y lee en ella los pedazos que indica el diálogo.]
Ahora, resumid los hechos y sacaréis la consecuencia. Al ídolo celestial de mi alma: a la sin par Ofelia... Esta es una alta frase... ¡Una falta de frase, sin par! Es una faltade frase, pero, oíd lo demás. Estas letras, destinadas a que su blanco y hermoso pecho lasguarde: éstas...

GERTRUDIS
¿Y esa carta se la ha enviado Hamlet?

POLONIO
Bueno, ¡por cierto! Esperad un poco, seré muy fiel.
Duda que son de fuego las estrellas,
duda si al sol el movimiento falta,
duda lo cierto, admite lo dudoso;
pero no dudes de mi amor las ansias.
Estos versos aumentan mi dolor, querida Ofelia; ni sé tampoco expresar mis penas con arte; pero cree que te amo en extremo posible. Adiós. Tuyo siempre, mi adorada niña, mientras esta máquina exista. Hamlet. Mi hija, en fuerza de su obediencia, me ha hecho ver esta carta, y además me ha contado las solicitudes del Príncipe; según han ocurrido, con todas las circunstancias del tiempo, el lugar y el modo.

CLAUDIO
¿Y ella cómo ha recibido su amor?

POLONIO
¿En qué opinión me tenéis?

CLAUDIO
En la de un hombre honrado y veraz.

POLONIO
Y me complazco en probaros que lo soy. Pero, ¿qué hubierais pensado de mí, si cuando he visto que tomaba vuelo este ardiente amor...? Porque os puedo asegurar que aun antes que mi hija me hablase, ya lo había yo advertido... ¿Qué hubiera pensado de mí vuestra Majestad y la Reina que está presente, si hubiera tolerado este galanteo? ¿Si, haciéndome violencia a mí propio, hubiera permanecido silencioso y mudo, mirándolo con indiferencia? ¿Qué hubierais pensado de mí? No, señor; yo he ido en derechura al asunto, y la dije a la niña ni más ni menos. Hija, el señor Hamlet es un Príncipe muy superior a tu esfera... Esto no debe pasar adelante. Y después, la mandé que se encerrase en su estancia sin admitir recados, ni recibir presentes. Ella ha sabido aprovecharse de mis preceptos, y el Príncipe... (para abreviar la historia) al verse desdeñado, comenzó a padecer melancolías, después inapetencia, después vigilias, después debilidad, después aturdimiento y después (por una graduación natural) la locura que le saca fuera de sí, y que todos nosotros lloramos.

CLAUDIO
¿Creéis, señora, que esto haya pasado así?

GERTRUDIS
Me parece bastante probable.

POLONIO
¿Ha sucedido alguna vez..., tendría gusto de saberlo... ue yo haya dicho positivamente: esto hay, y que haya resultado lo contrario?

CLAUDIO
No se me acuerda.

POLONIO
Pues, separadme ésta [Señalando la cabeza y el cuello.] de éste, si otra cosa hubiere en el asunto... ¡Ah! Por poco que las circunstancias me ayuden, yo descubriré la verdad donde quiera que se oculte; aunque el centro de la tierra la sepultara.

CLAUDIO
¿Y cómo te parece que pudiéramos hacer nuevas indagaciones?

POLONIO
Bien sabéis que el Príncipe suele pasearse algunas veces por esa galería cuatro horas enteras.

GERTRUDIS
Es verdad, así suele hacerlo.

POLONIO
Pues, cuando él venga, yo haré que mi hija le salga al paso. Vos y yo nos ocultaremos detrás de los tapices, para observar lo que hace al verla. Si él no la ama y no es esta la causa de haber perdido el juicio, despedidme de vuestro lado y de vuestra corte y enviadme a una alquería a guiar un arado.

CLAUDIO
Sí, yo lo quiero averiguar.

GERTRUDIS
Pero, ¿veis? [N]
X
Nota del traductor

"¿veis?"

(10) Hasta ahora todos los personajes de la Tragedia original han hablado casi siempre en verso; pero de aquí en adelante usa el Autor con más frecuencia la mezcla de verso y prosa: en lo que también han querido hallar un primor sus panegiristas. Y para que se compruebe que no hay extravagancia, por grande que sea, que no halle imitadores, ésta ha sido modernamente resucitada por el Conde Alexandro Pepoli, Boloñés, poeta de no vulgar ingenio. Éste, en una Tragedia o sea Comedia, o Drama, o Miscelánea, o lo que haya querido su autor, intitulada Ladislao, impresa y representada en 1796, halló por conveniente que sus personajes hablaran (según los caracteres y la situación) ya en sonoro y heroico verso, o ya en prosilla juguetona y pedestre. Véase, por ejemplo, traducido con toda fidelidad un pedazo de la Escena tercera del Acto III en que introduce el autor a Otogar Rey de Bohemia, Adelarda Reina de Hungría y Alejo, Astrólogo embustero, entremetido, cobarde y bufón. OTOGARBaste Adelarda ya, que tus desvíosal fin me ostigan. Respondiste osadaal mensajero y le insultaste: es muchaTu avilantez, de mi bondad nacida.Tiempo será que de tu Rey escuchesÓrdenes, ruegos no. Quiero que hoy mismo,en este punto, la promesa otorguesde ser mi esposa, al nuevo sol que aguardo. ALEJOLindamente, Señor, ¡bueno! Con ese corazón de hierro es menester mucho rigor... ¡Si vierais que mal me trató a mí! OTOGARRespóndeme, ¿qué dudas? ADELARDA Me impedíala admiración hablar. ¿Cuando un imperio,rebelde a ti, cadenas rompe y yugo,tú de consorcios tratas? No te engañesa ti mismo, Señor; tu mente heroicano en tal conflicto en meditar se ocupetriunfos de amor, sino destrozo y muertes. ALEJOTodas las mujeres son diablos, pero ésta es el mayor diablo de todas ellas, etc.No hay para que citar más: si hay oídos que puedan sufrir esta rechinante música, inútil será fatigarse en manifestar su discordancia. Lo peor es que los elogiadores de Shakespeare y el moderno autor italiano dicen: que esto se ha hecho para imitar mejor la naturaleza; como si pudiera lograrse, confundiendo los medios de que se valen las artes para imitarla. Imagínese un cuadro en que la figura que haya querido representarse tenga la cabeza abultada en cera, las ropas de tela de tapiz, una mano grabada al agua fuerte y otra de bajo relieve en bronce, una pierna pintada al olio y otra de mosaico, y digan si podrá tolerarse, un embrollo tan inconexo. Y no será, en verdad, porque no pueda hacerse una obra excelente, en cera, en piedra, pintada en lienzo, o esculpida en metales, sino porque es absurda la unión de tales medios, y siendo cada uno de ellos, considerado en particular, apto y proporcionado para formar una imitación perfecta; si se confunden, destruyen mutuamente el placer que deberían producir. De aquí nace la desagradable sensación que se experimenta en las Óperas con la mezcla de recitado y canto y en las Zarzuelas y Tonadillas en que alternan la declamación y la música; y tal es igualmente la que debe resultar cuando se confunden la prosa y el verso en cualquiera representación dramática, como sucede en la que se acaba de citar, en las de Shakespeare y otros autores ingleses, que incurrieron en el mismo defecto.

¡Qué lástima! Leyendo viene el infeliz.

POLONIO
Retiraos, yo os lo suplico, retiraos entrambos, que le quiero hablar, si me dais licencia.

Escena VII

POLONIO, HAMLET

POLONIO
¡Cómo os va, mi buen señor!

[Hamlet sale leyendo en un libro.]

HAMLET
Bien, a Dios gracias.

POLONIO
¿Me conocéis?

HAMLET
Perfectamente. Tú vendes peces.

POLONIO
¿Yo? No señor.

HAMLET
Así fueras honrado.

POLONIO
¿Honrado decís?

HAMLET
Sí, señor, que lo digo. El ser honrado según va el mundo, es lo mismo que ser escogido uno entre diez mil.

POLONIO
Todo eso es verdad.

HAMLET
Si el sol engendra [N]
X
Nota del traductor

"engendra"

(11) De aquí en adelante se hallarán muchas expresiones en boca de Hamlet que carecen de sentido; pero debe considerarse que hace el papel de loco.

gusanos en un perro muerto y aunque es un Dios, alumbra benigno con sus rayos a un cadáver corrupto... ¿No tienes una hija?

POLONIO
Sí, señor, una tengo.

HAMLET
Pues no la dejes pasear al sol. La concepción es una bendición del cielo; pero no del modo en que tu hija podrá concebir. Cuida mucho de esto, amigo.

POLONIO
¿Pero qué queréis decir con eso? Siempre está pensando en mi hija. No obstante, al principio no me conoció... Dice que vendo peces... ¡Está rematado, rematado!... Y en verdad que yo también, siendo mozo, me vi muy trastornado por el amor... Casi tanto como él. Quiero hablarle otra vez. ¿Qué estáis leyendo?

HAMLET
Palabras, palabras, todo palabras.

POLONIO
¿Y de qué se trata?

HAMLET
¿Entre quién?

POLONIO
Digo, que ¿de qué trata el libro que leéis?

HAMLET
De calumnias. Aquí dice [N]
X
Nota del traductor

"dice"

(12) Algunos quieren que este pasaje aluda a los versos de Juvenal, Sat. X. donde dice:Sed quam continuis et quantis longa senectusPlena malis! Deformem et tetrum ante omnia vultum,Dissimilemque sui, deformem pro cute pellem,Pendentesque genas, et tales aspice rugas,Quales, umbriferos ubi pandit Tabraca saltus,In vetula scalpit jam mater simia bucca. Una senum facies, cum voce trementia labra,Et jam laeve caput, madidique infantia nasi:Frangendus misero gingiva panis inermi.

[N]
X
Nota del traductor

"dice"dice"(12) Algunos quieren que este pasaje aluda a los versos de Juvenal, Sat. X. donde dice:Sed quam continuis et quantis longa senectusPlena malis! Deformem et tetrum ante omnia vultum,Dissimilemque sui, deformem pro cute pellem,Pendentesque genas, et tales aspice rugas,Quales, umbriferos ubi pandit Tabraca saltus,In vetula scalpit jam mater simia bucca. Una senum facies, cum voce trementia labra,Et jam laeve caput, madidique infantia nasi:Frangendus misero gingiva panis inermi. "

(12) De aquí en adelante se hallarán muchas expresiones en boca de Hamlet que carecen de sentido; pero debe considerarse que hace el papel de loco.

el malvado satírico, que los viejos tienen la barba blanca, las caras con arrugas, que vierten de sus ojos ámbar abundante y goma de ciruela; que padecen gran debilidad de piernas, y mucha falta de entendimiento. Todo lo cual, señor mío, aunque yo plena y eficazmente lo creo, con todo eso, no me parece bien hallarlo afirmado en tales términos, porque al fin, vos seríais sin duda tan joven como yo, si os fuera posible andar hacia atrás como el cangrejo.

POLONIO
Aunque todo es locura, no deja de observar método en lo que dice. ¿Queréis venir, señor, adonde no os dé el aire?

HAMLET
¿Adónde? ¿A la sepultura?

POLONIO
Cierto, que allí no da el aire. ¡Con qué agudeza responde siempre! Estos golpes felices son frecuentes en la locura, cuando en el estado de razón y salud tal vez no se logran. Voyle a dejar y disponer al instante el careo entre él y mi hija. Señor, si me dais licencia de que me vaya...

HAMLET
No me puedes pedir cosa que con más gusto te conceda; exceptuando la vida, eso sí, exceptuando la vida.

POLONIO
Adiós, señor.

HAMLET
¡Fastidiosos y extravagantes viejos!

POLONIO
Si buscáis al príncipe, vedle ahí.

[Dirá esto a Guillermo y Ricardo que salen por donde él se va.]

Escena VIII

HAMLET, RICARDO, GUILLERMO

RICARDO
Buenos días, señor.

GUILLERMO
Dios guarde a vuestra Alteza.

RICARDO
Mi venerado Príncipe.

HAMLET
¡Oh! Buenos amigos. ¿Cómo va? ¡Guillermo, Ricardo, guapos mozos! ¿Cómo va? ¿Qué se hace de bueno?

RICARDO
Nada, señor; pasamos una vida muy indiferente.

GUILLERMO
Nos creemos felices en no ser demasiado felices. No, no servimos de airón al tocado de la fortuna.

HAMLET
¿Ni de suelas a su calzado?

RICARDO
Ni uno ni otro.

HAMLET
En tal caso [N]
X
Nota del traductor

"caso"

(13) Este pasaje se omite en la representación, y debe advertirse que Shakespeare goza el concepto de haber sido el autor más honesto y decente, de cuantos en su tiempo escribían para el teatro.

estaréis colocados hacia su cintura: allí es el centro de los favores.

GUILLERMO
Cierto, como privados suyos.

HAMLET
Pues allí en lo más oculto... ¡Ah! Decís bien, ella es una prostituta... ¿Qué hay de nuevo?

RICARDO
Nada, sino que ya los hombres van siendo buenos.

HAMLET
Señal que el día del juicio va a venir pronto. Pero vuestras noticias no son ciertas... Permitid que os pregunte más particularmente. ¿Por qué delitos os ha traído aquí vuestra mala suerte, a vivir en prisión?

GUILLERMO
¿En prisión decís?

HAMLET
Sí, Dinamarca es una cárcel.

RICARDO
También el mundo lo será.

HAMLET
Y muy grande: con muchas guardas, encierros y calabozos, y Dinamarca es uno de los peores.

RICARDO
Nosotros no éramos de esa opinión.

HAMLET
Para vosotros podrá no serlo, porque nada hay bueno ni malo, sino en fuerza de nuestra fantasía. Para mí es una verdadera cárcel.

RICARDO
Será vuestra ambición la que os le figura tal, la grandeza de vuestro ánimo le hallará estrecho.

HAMLET
¡Oh! ¡Dios mío! Yo pudiera estar encerrado en la cáscara de una nuez y creerme soberano de un estado inmenso... Pero, estos sueños terribles me hacen infeliz.

RICARDO
Todos esos sueños son ambición, y todo cuanto al ambicioso le agita no es más que la sombra de un sueño.

HAMLET
El sueño, en sí, no es más que una sombra.

RICARDO
Ciertamente, y yo considero la ambición por tan ligera y vana, que me parece la sombra de una sombra.

HAMLET
De donde resulta, que los mendigos son cuerpos y los monarcas y héroes agigantados, sombras de los mendigos... Iremos un rato a la corte, señores; porque, a la verdad, no tengo la cabeza para discurrir.

LOS DOS
Os iremos sirviendo.

HAMLET
¡Oh! No se trata de eso. No os quiero confundir con mis criados que, a fe de hombre de bien, me sirven indignamente. Pero, decidme por nuestra amistad antigua, ¿qué hacéis en Elsingor?

RICARDO
Señor, hemos venido únicamente a veros.

HAMLET
Tan pobre soy, que aun de gracias estoy escaso, no obstante, agradezco vuestra fineza... Bien que os puedo asegurar que mis gracias, aunque se paguen a ochavo, se pagan mucho. Y ¿quién os ha hecho venir? ¿Es libre esta visita? ¿Me la hacéis por vuestro gusto propio? Vaya, habladme con franqueza, vaya, decídmelo.

GUILLERMO
¿Y qué os hemos de decir, señor?

HAMLET
Todo lo que haya acerca de esto. A vosotros os envían, sin duda, y en vuestros ojos hallo una especie de confesión, que toda vuestra reserva no puede desmentir. Yo sé que el bueno del Rey, y también la Reina os han mandado que vengáis.

RICARDO
Pero, ¿a qué fin?

HAMLET
Eso es lo que debéis decirme. Pero os pido por los derechos de nuestra amistad, por la conformidad de nuestros años juveniles, por las obligaciones de nuestro no interrumpido afecto; por todo aquello, en fin, que sea para vosotros más grato y respetable, que me digáis con sencillez la verdad. ¿Os han mandado venir, o no?

RICARDO
¿Qué dices tú?

[Mirando a Guillermo]

HAMLET
Ya os he dicho que lo estoy viendo en vuestros ojos, si me estimáis de veras, no hay que desmentirlos.

GUILLERMO
Pues, señor, es cierto, nos han hecho venir.

HAMLET
Y yo os voy a decir el motivo: así me anticiparé a vuestra propia confesión; sin que la fidelidad que debéis al Rey y a la Reina quede por vosotros ofendida. Yo he perdido de poco tiempo a esta parte, sin saber la causa, toda mi alegría, olvidando mis ordinarias ocupaciones. Y este accidente ha sido tan funesto a mi salud, que la tierra, esa divina máquina, me parece un promontorio estéril; ese dosel magnifico de los cielos, ese hermoso firmamento que veis sobre nosotros, esa techumbre majestuosa sembrada de doradas luces, no otra cosa me parece que una desagradable y pestífera multitud de vapores. ¡Que admirable fábrica es la del hombre! ¡Qué noble su razón! ¡Qué infinitas sus facultades! ¡Qué expresivo y maravilloso en su forma y sus movimientos! ¡Qué semejante a un ángel en sus acciones! Y en su espíritu, ¡qué semejante a Dios! Él es sin duda lo más hermoso de la tierra, el más perfecto de todos los animales. Pues, no obstante, ¿qué juzgáis que es en mi estimación ese purificado polvo? El hombre no me deleita... ni menos la mujer... bien que ya veo en vuestra sonrisa que aprobáis mi opinión.

RICARDO
En verdad, señor, que no habéis acertado mis ideas.

HAMLET
Pues ¿por qué te reías cuando dije que no me deleita el hombre?

RICARDO
Me reí al considerar, puesto que los hombres no os deleitan, qué comidas de Cuaresma daréis a los cómicos que hemos hallado en el camino, y están ahí deseando emplearse en servicio vuestro.

HAMLET
El que hace de Rey sea muy bien venido, Su Majestad recibirá mis obsequioscomo es de razón, el arrojado caballero sacará a lucir su espada y su broquel, el enamorado no suspirará de balde, el que hace de loco acabará su papel en paz, el patán dará aquellas risotadas con que sacude los pulmones áridos, y la dama expresará libremente su pasión o las interrupciones del verso hablarán por ella. Y ¿qué cómicos son?

RICARDO
Los que más os agradan regularmente. La compañía trágica de nuestra ciudad.

HAMLET
¿Y por qué andan vagando así? ¿No les sería mejor para su reputación y sus intereses establecerse en alguna parte?

RICARDO
Creo que los [N]
X
Nota del editor digital

"los"

La nota de Moratín explica por qué traduce “innovation” por “reglamentos”. Sin embargo, como anotan Thomson y Taylor (2006, p. 259), el término original puede referirse “sucesos insólitos” (”unusual events”), tales como la muerte del rey Hamlet, los preparativos de guerra, o fuera de la ficción de la tragedia, la rebelión del conde de Essex en 1601, o el reciente empuje de las compañías teatrales de niños que ofrecían una clara competencia comercial y de popularidad a la compañía adulta que representaba el Hamlet shakespeariano.

[N]
X
Nota del traductor

"los"los"La nota de Moratín explica por qué traduce “innovation” por “reglamentos”. Sin embargo, como anotan Thomson y Taylor (2006, p. 259), el término original puede referirse “sucesos insólitos” (”unusual events”), tales como la muerte del rey Hamlet, los preparativos de guerra, o fuera de la ficción de la tragedia, la rebelión del conde de Essex en 1601, o el reciente empuje de las compañías teatrales de niños que ofrecían una clara competencia comercial y de popularidad a la compañía adulta que representaba el Hamlet shakespeariano."

(14) En el año de 1597 se publicó en Inglaterra un edicto contra los [N]

X
Nota del editor digital

"los"

La nota de Moratín explica por qué traduce “innovation” por “reglamentos”. Sin embargo, como anotan Thomson y Taylor (2006, p. 259), el término original puede referirse “sucesos insólitos” (”unusual events”), tales como la muerte del rey Hamlet, los preparativos de guerra, o fuera de la ficción de la tragedia, la rebelión del conde de Essex en 1601, o el reciente empuje de las compañías teatrales de niños que ofrecían una clara competencia comercial y de popularidad a la compañía adulta que representaba el Hamlet shakespeariano.

vagos, incluyendo entre ellos [N]
X
Nota del editor digital

"los"

La nota de Moratín explica por qué traduce “innovation” por “reglamentos”. Sin embargo, como anotan Thomson y Taylor (2006, p. 259), el término original puede referirse “sucesos insólitos” (”unusual events”), tales como la muerte del rey Hamlet, los preparativos de guerra, o fuera de la ficción de la tragedia, la rebelión del conde de Essex en 1601, o el reciente empuje de las compañías teatrales de niños que ofrecían una clara competencia comercial y de popularidad a la compañía adulta que representaba el Hamlet shakespeariano.

a los [N]
X
Nota del editor digital

"los"

La nota de Moratín explica por qué traduce “innovation” por “reglamentos”. Sin embargo, como anotan Thomson y Taylor (2006, p. 259), el término original puede referirse “sucesos insólitos” (”unusual events”), tales como la muerte del rey Hamlet, los preparativos de guerra, o fuera de la ficción de la tragedia, la rebelión del conde de Essex en 1601, o el reciente empuje de las compañías teatrales de niños que ofrecían una clara competencia comercial y de popularidad a la compañía adulta que representaba el Hamlet shakespeariano.

Cómicos. (Hanmer.) Véase también la nota 22 del Acto I.

últimos reglamentos se lo prohíben.

HAMLET
¿Son hoy tan bien recibidos como cuando yo estuve en la ciudad? ¿Acude siempre el mismo concurso?

RICARDO
No, señor, no por cierto.

HAMLET
¿Y en qué consiste? ¿Se han echado a perder?

RICARDO
No, señor. Ellos han procurado seguir siempre su acostumbrado método; pero hay aquí una cría [N]
X
Nota del traductor

"cría"

(15) Ya echará de ver el lector que en todo este pasaje duerme profundamente el Padre del teatro inglés. Aquí se trata de las compañías de Cómicos que representaban en Londres a fines del siglo XVI, entre las cuales tenían mucho aplauso la de los Músicos de la Capilla Real y otra que llamaron de Children of the revels (Niños de la diversión), las cuales por el concurso que atraían excitaron la envidia de los demás Cómicos, como se ve en esta escena claramente. Cuán grande sea el desacierto de poner en boca de Hamlet tales discursos, no hay para que ponderarlo. Letourneur confiesa de buena fe, que en este pasaje Shakespeare se aparta un poco de su asunto. En efecto, se aparta un poco.

de chiquillos, vencejos chillones, que gritando en la declamación fuera de propósito, son por esto mismo palmoteados hasta el exceso. Esta es la diversión del día, y tanto han denigrado los espectáculos ordinarios (como ellos los llaman) que muchos caballeros de espada en cinta, atemorizados de las plumas de ganso de este teatro, rara vez se atreven a ponerel pie en los otros.

HAMLET
¡Oiga! ¿Conque son muchachos? ¿Y quién los sostiene? ¿Qué sueldo les dan? ¿Abandonarán el ejercicio cuando pierdan la voz para cantar? Y cuando tengan que hacerse cómicos ordinarios, como parece verosímil que suceda si carecen de otros medios, ¿no dirán entonces que sus compositores los han perjudicado, haciéndoles declamar contra la profesión misma que han tenido que abrazar después?

RICARDO
Lo cierto es que han ocurrido ya muchos disgustos por ambas partes, y la nación ve sin escrúpulo continuarse la discordia entre ellos. Ha habido tiempo en que el dinero de las piezas no se cobraba, hasta que el poeta y el cómico reñían y se hartaban de bofetones.

HAMLET
¿Es posible?

GUILLERMO
¡Oh! Sí lo es, como que ha habido ya muchas cabezas rotas.

HAMLET
Y qué, ¿los chicos han vencido en esas peleas?

RICARDO
Cierto que sí, y se hubieran burlado del mismo Hércules, con maza y todo.

HAMLET
No es extraño. Ya veis mi tío, Rey de Dinamarca. Los que se mofaban de él mientras vivió mi padre, ahora dan veinte, cuarenta, cincuenta y aun cien ducados por su retrato de miniatura. En esto hay algo que es más que natural, si la filosofía pudiera descubrirlo.

GUILLERMO
Ya están ahí los cómicos.

HAMLET
Pues, caballeros, muy bien venidos a Elsingor; acercaos aquí, dadme las manos. Las señales de una buena acogida consisten por lo común en ceremonias y cumplimientos; pero, permitid que os trate así, porque os hago saber que yo debo recibir muy bien a los ómicos, en lo exterior, y no quisiera que las distinciones que a ellos les haga, pareciesen mayores que las que os hago a vosotros. Bienvenidos. Pero, mi tío padre, y mi madre tía, a fe que se equivocan mucho.

GUILLERMO
¿En qué, señor?

HAMLET
Yo no estoy loco, sino cuando sopla el nornordeste; pero cuando corre el sur, distingo muy bien un huevo de una castaña.

Escena IX

POLONIO y dichos

POLONIO
Dios os guarde, señores.

HAMLET
Oye aquí, Guillermo, y tú también... Un oyente a cada lado. ¿Veis aquel vejestorio que acaba de entrar? Pues aun no ha salido de mantillas.

RICARDO
O acaso habrá vuelto a ellas, porque, según se dice, la vejez es segunda infancia.

HAMLET
Apostaré que me viene a hablar de los cómicos, tened cuidado ... Pues, señor, tútienes razón, eso fue el lunes por la mañana, no hay duda.

POLONIO
Señor, tengo que daros una noticia.

HAMLET
Señor, tengo que daros una noticia. [Imitando la voz de Polonio.] Cuando Roscio era actor en Roma...

POLONIO
Señor, los cómicos han venido.

HAMLET
¡Tuh, tuh, tuh!

POLONIO
Como soy hombre de bien que sí.

HAMLET
Cada actor viene caballero en burro.

[Hamlet declama este verso en tono trágico y los que dice poco después.]

POLONIO
Estos son los más excelentes actores del mundo, así en la tragedia [N]
X
Nota del traductor

"tragedia"

(16) A esta especie de catálogo que hace Polonio, de los varios géneros de piezas dramáticas que se representa han en tiempo del Autor, pudieran añadirse otros muchos que se hallan en la obra de Erskine Baker, citada en la nota 22 del Acto primero. Nuestros Poetas, aunque no han pecado menos que los ingleses en confundir los géneros y estilos, han sido más moderados en dar a sus piezas denominaciones arbitrarias y ridículas. En nuestro teatro no se conocen más clases que estas. Auto, Comedia, Tragicomedia, Tragedia, Sainete (que no es más que Comedia en un acto) Entremés (que equivale a Farsa) y Zarzuela (que es lo mismo que Opera Cómica) y ningún autor español ha dado a sus dramas otros nombres que estos. No obstante, el Abate Betinelli en su obra de Il Risorgimento d' Italia. cap. 3 dice, hablando del Teatro español. Nuevos nombres inventaron para tan nuevas representaciones. Una se llamaba, Comedia de capa y espada; otra, de dos partes o jornadas; otra, de tres ingenios, Autos Sacramentales, Alegóricos Historiales y otras extravagancias semejantes a estas. Es lástima, por cierto, hallar en un Literato de tan conocido mérito, equivocaciones que desacreditarían a un pedante foliculario y superficial. Ningún autor español ha dado el nombre de capa y espada a sus Comedias; aunque vulgarmente se llamen así aquellas en que no entran personajes heroicos, para distinguirlas de las demás. Los Autos, sean de composición alegórica o historial, nunca han tenido otro nombre que el de Autos: y el ser una pieza de dos o tres jornadas de uno o más ingenios, no es circunstancia que la quite el ser rigurosa Tragedia o Comedia, ni el formar dos o tres o más fábulas de un solo personaje, quiere decir que los géneros se alteren y confundan. Ifigenia en Tauris, no es más que una segunda parte de Ifigenia en Aulide, y una y otra son Tragedias. Ircana en Julfa, e Ircana en Hispaban son la segunda y tercera parte de la Esposa Persiana y todas tres, Comedias arregladas, de las mejores del teatro italiano. En este debería haber buscado el docto Betinelli ejemplos de extravagancia, que no hallará tan abundantes, ni en el español, ni en el inglés, ni en otro alguno de Europa; y es ciertamente demasiada generosidad atribuirnos la invención de tales ridiculeces, cuando Italia puede reclamar este elogio que se la debe de justicia. Véanse aquí unos cuantos nombres de los que sus autores han dado a las piezas dramáticas, y juzgue el que sea imparcial, a quien pertenece por excelencia el título de inventor. Archicomedia caprichosa-moral. Anatopismo músico. Archidrama musical. Acción Regi-cómica moral. Comedia infernal. Comedia tropológica. Comedia tragicomedia en Comedia. Comi-drama. Capricho satiri-cómico. Drama heroi-cómico-histórico. Drama civil y rústico. Drama melo-trágico. Dramática grotesca. Etopeya trágica. Fábula eteroclita. Fábula trágico-regia-pastoral. Inventiva pastoral-escénica-representable. Ópera heroi-tragi-satiri-cómica. opera anagramáti-cómica. Parábola sacro-dramática. Representación heremítica espiritual. Tragicomedia ideal Tragicomedia pastoral piscatoria. Trágico-sátira. Tragi-comedia pastrocómica-tricumena. Si no bastan los títulos citados véase la Dramaturgia de León Alacci y se hallarán algunas docenas más; pero estos solos prueban suficientemente que el erudito italiano procedió con suma ligereza y absoluta ignorancia de la literatura extranjera, que faltó a la imparcialidad de buen crítico y que, fingiendo lo que no existe, se olvidó de que en su tierra se habían escrito Archidramas, Anatopismos y Etopeyas, y Fábulas eteróclitas y anagramáticómicas, infernales, heremíticas y tricumenas.

como en la comedia, historia o pastoral; en lo cómico-pastoral, histórico-pastoral, trágico-histórico, tragi-cómico, histórico-pastoral, escena [N]
X
Nota del traductor

"escena"

(17) Hay quien ha creído que por Escena indivisible deba entenderse Escena fija: sacando de aquí la consecuencia de que en tiempo de Shakespeare había ya quien escribiese dramas con unidad de lugar; pero como no hay autoridad ni documento que apoye esta opinión, ni se dice quien fue el Poeta que tales obras compuso, ni quien las imprimió, ni quien las vio; no será temeridad presumir que jamás habrán existido. Estas piezas y las tres Comedias de Lope escritas con arte y las mil Tragedias atribuidas a Malara, por quien no sabe el trabajo que cuesta hacer una, pueden ponerse en la lista de los bienes deseados.

indivisible, poema ilimitado... ¡Qué! Para ellos ni Séneca es demasiado grave, ni Plauto demasiado ligero, y en cuanto a las reglas de composición y a la franqueza cómica, estos son los únicos.

HAMLET
5
¡Oh, Jefté, juez de Israel!...
¡Qué tesoro poseíste!

POLONIO
¿Y qué tesoro era el suyo, señor?

HAMLET
¿Qué tesoro?
No más que una hermosa hija
a quien amaba en extremo.

POLONIO
Siempre pensando en mi hija.

HAMLET
¿No tengo razón, anciano Jefté?

POLONIO
Señor, si me llamáis Jefté, cierto es que tengo una hija a quien amo en extremo.

HAMLET
¡Oh! no es eso lo que se sigue.

POLONIO
¿Pues que sigue señor?

HAMLET
Esto.
No hay más suerte que Dios ni más destino;
y luego, ya sabes:
que cuanto nos sucede él lo previno.
Lee la primera [N]
X
Nota del traductor

"primera"

(18) En este pasaje y el anterior en que habla de Jefté, se alude a las copias devotas o villancicos que se cantaban por las calles, en tiempo del autor.

línea de aquella devota canción, y ella sola te manifestará lo demás. Pero, ¿veis? ahí vienen otros a hablar por mí.

Escena X

HAMLET, RICARDO, GUILLERMO, POLONIO y cuatro ómicos

HAMLET
Bienvenidos, señores; me alegro de veros a todos tan buenos. Bienvenidos... ¡Oh! ¡Oh camarada antiguo! Mucho se te ha arrugado la cara desde la última vez que te vi. ¿Vienes a Dinamarca a hacerme parecer viejo a mí también? Y tú, mi niña, ¡oiga!, ya eres una señorita; por la Virgen, que ya está vuesarced una cuarta más cerca del cielo, desde que no la he visto. Dios [N]
X
Nota del traductor

"Dios"

(19) Hamlet habla con un muchacho, que hace papel de mujer.

quiera que tu voz, semejante a una pieza de oro falso, no se descubra al echarla en el crisol. Señores, muy bienvenidos todos. Pero, amigos, yo voy en derechura al caso, y corro detrás del primer objeto que se me presenta, como halconero francés. Yo quiero al instante una relación. Sí, veamos alguna prueba de vuestra habilidad. Vaya un pasaje afectuoso.

CÓMICO l.º
¿Y cuál queréis, señor?

HAMLET
Me acuerdo de haberte oído en otro tiempo una relación que nunca se ha representado al público, o una sola vez cuando más... Sí, y me acuerdo también que no agradaba a la multitud; no era ciertamente manjar para el vulgo. Pero a mí me pareció entonces, y aun a otros, cuyo dictamen vale más que el mío, una excelente pieza, bien dispuesta la fábula y escrita con elegancia y decoro. No faltó, sin embargo, quien dijo que no había en los versos toda la sal necesaria para sazonar el asunto, y que lo insignificante del estilo anunciaba poca sensibilidad en el autor; bien que no dejaban de tenerla por obra escrita con método, instructiva y elegante, y más brillante que delicada. Particularmente me gustó mucho en ella una relación que Eneas hace a Dido, y sobre todo cuando habla de la muerte de Príamo. Si la tienes en la memoria...Empieza por aquel verso... Deja, deja, veré si me acuerdo.
10
Pirro feroz como la Hyrcana tigre...
No es éste, pero empieza con Pirro... ¡ah!...
[Todos los versos de esta escena los dicen con declamación trágica.]
Pirro"Pirro"(20) Algunos eruditos han creído que Shakespeare quiso en estos versos (sean suyos o ajenos) burlarse del estilo declamatorio, hinchado y retumbante; otros, que no los han hallado defectuosos son de contrario parecer. Esta variedad de opiniones nace sin duda de que todos ellos han dado por supuesto que Shakespeare no podía hacer ni aprobar cosa que no fuese perfecta. Los que no le juzguen impecable, hallarán estos versos muy dignos de su pluma: fantasía robusta, imágenes atrevidas, expresión gigantesca, pompa de estilo, mucha descripción, adornos inoportunos, viciosa abundancia; tales son las prendas que caracterizan éste y el siguiente pasaje y ellas delatan el verdadero autor. Las armas negras como la intención de Pirro la sangre cuajada, que le cubre de la frente al pie el aire de su espada, que postra al débil Príamo; el Ilión, que como si fuera sensible a tanto golpe, desploma sus techos; la rueda de la fortuna, precipitándose hecha pedazos desde el cielo hasta los abismos; Hécuba, que intenta extinguir con su llanto el incendio de Troya; Pirro, que deshace en trozos menudos el cadáver de Príamo; las estrellas, ojos del cielo, humedecidos en lágrimas, son expresiones o ideas tan propias del autor de Hamlet, que equivalen a cualquiera demostración. Y si lo gigantesco, lo recargado, lo inoportuno y redundante de ellas, impide a sus apasionados reconocerlas por suyas; sirvan de compensación a estos defectos las dos excelentes comparaciones, de la calma que precede al rayo; y el golpe de los Cíclopes sobre las armas de Marte. feroz, con pavonadas armas,
negras como su intento, reclinado
dentro en los senos del caballo enorme,
a la lóbrega noche parecía.
15
Ya su terrible, ennegrecido aspecto
mayor espanto da. Todo le tiñe
de la cabeza al pie caliente sangre
de ancianos y matronas, de robustos
mancebos y de vírgenes, que abrasa
20
el fuego de los inflamados edificios
en confuso montón; a cuya horrenda
luz que despiden, el caudillo insano
muerte y estrago esparce. Ardiendo en ira,
cubierto de cuajada sangre, vuelve
25
los ojos, al carbunclo semejantes,
y busca, instado de infernal venganza,
al viejo abuelo Príamo...
Prosigue tú.

POLONIO
¡Muy bien declamado, a fe mía! Con buen acento y bella expresión.

CÓMICO 1.º
Al momento
le ve lidiando, ¡resistencia breve!
contra los Griegos; su temida espada
30
rebelde al brazo ya, le pesa inútil.
Pirro, de furias lleno, le provoca
a liza desigual; herirle intenta,
y el aire solo del funesto acero
postra al débil anciano. Y cual si fuese
35
a tanto golpe el Ilión sensible,
al suelo desplomó sus techos altos,
ardiendo en llamas y al rumor suspenso.
Pirro... ¿Le veis? La espada que venía
a herir del Teucro la nevada frente
40
se detiene en los aires, y él inmoble,
absorto y mudo y sin acción su enojo,
la imagen de un tirano representa
que figuró el pincel. Mas como suele
tal vez el cielo en tempestad oscura
45
parar su movimiento, de los aires
el ímpetu cesar, y en silenciosa
quietud de muerte reposar el orbe;
hasta que el trueno, con horror zumbando,
rompe la alta región, así un instante
50
suspensa fue la ólera de Pirro
y así, dispuesto a la venganza, el duro
combate renovó. No más tremendo
golpe en las armas de Mavorte eternas
dieron jamás los Cíclopes tostados,
55
que sobre el triste anciano la cuchilla
sangrienta dio del sucesor de Aquiles.
¡Oh! ¡Fortuna falaz!.. Vos, poderosos
Dioses, quitadla su dominio injusto;
romped los rayos de su rueda y calces,
60
y el eje circular desde el Olimpo
caiga en pedazos del Abismo al centro.

POLONIO
Es demasiado largo.

HAMLET
Lo mismo dirá de tus barbas el barbero. Prosigue. Éste sólo gusta de ver bailar o de oír cuentos de alcahuetas, o si no se duerme. Prosigue con aquello de Hécuba.

CÓMICO 1.º.-
Pero quien viese, ¡oh! ¡vista dolorosa!
la mal ceñida Reina...

HAMLET
¡La mal ceñida Reina!

POLONIO
Eso es bueno, mal ceñida Reina, ¡bueno!

CÓMICO 1.º
Pero quien viese, ¡oh vista dolorosa!
La mal ceñida Reina, el pie desnudo,
girar de un lado al otro, amenazando
65
extinguir con sus lágrimas el fuego...
En vez de vestidura rozagante
cubierto el seno, harto fecundo un día,
con las ropas del lecho arrebatadas
(ni a más la dio lugar el susto horrible)
70
rasgado un velo en su cabeza, donde
antes resplandeció corona augusta...
¡Ay! Quien la viese, a los supremos hados
con lengua venenosa execraría.
Los Dioses mismos, si a piedad les mueve
75
el linaje mortal, dolor sintieran
de verla, cuando al implacable Pirro
halló esparciendo en trozos con su espada,
del muerto esposo los helados miembros.
Lo ve, y exclama con gemido triste,
80
bastante a conturbar allá en su altura
las deidades de Olimpo, y los brillantes
ojos del cielo humedecer en lloro.

POLONIO
Ved como muda de color y se le han saltado las lágrimas. No, no prosigáis.

HAMLET
Basta ya; presto me dirás lo que falta. Señor mío, es menester hacer que estos cómicos se establezcan, ¿lo entiendes? Y agasajarlos bien. Ellos son, sin duda, el epítome histórico de los siglos, y más te valdrá tener después de muerto un mal epitafio, que una mala reputación entre ellos mientras vivas.

POLONIO
Yo, señor, los trataré conforme a sus méritos.

HAMLET
¡Qué cabeza esta! No señor, mucho mejor. Si a los hombres se les hubiese de tratar según merecen, ¿quién escaparía de ser azotado? Trátalos como corresponde a tu nobleza, y a tu propio honor; cuanto menor sea su mérito, mayor será tu bondad. Acompáñalos.

POLONIO
Venid, señores.

HAMLET
Amigos id con él. Mañana habrá comedia. Oye aquí tú, amigo; dime ¿nopudierais representar La muerte de Gonzago?

CÓMICO l.º
Sí señor.

HAMLET
Pues mañana a la noche quiero que se haga. Y ¿no podrías, si fuese menester, aprender de memoria unos doce o dieciséis versos que quiero escribir e insertar en la pieza? ¿Podrás?

CÓMICO 1º
Sí, señor.

HAMLET
Muy bien; pues vete con aquel caballero, y cuenta no hagáis burla de él. Amigos, hasta la noche. Pasadlo bien.

RICARDO
Señor.

HAMLET
Id con Dios.

Escena XI

HAMLET solo

HAMLET
Ya estoy solo. ¡Qué abatido! ¡Qué insensible soy! ¿No es admirable que este actor, en una fábula, en una ficción, pueda dirigir tan a su placer el ánimo que así agite y desfigure el rostro en la declamación, vertiendo de sus ojos lágrimas, débil la voz, y todas sus acciones tan acomodadas a lo que quiere expresar? Y esto por nadie: por Hécuba. Y ¿quién es Hécuba para él, o él para ella, que así llora sus infortunios? Pues ¿qué no haría si él tuviese los tristes motivos de dolor que yo tengo? Inundaría el teatro con llanto, su terrible acento conturbaría a cuantos le oyesen, llenaría de desesperación al culpado, de temor al inocente, al ignorante de confusión, y sorprendería con asombro la facultad de los ojos y los oídos. Pero yo, miserable, sin vigor y estúpido, sueño adormecido, permanezco mudo, ¡y miro con tal indiferencia mis agravios! ¿Qué? ¿Nada merece un Rey con quien se cometió el más atroz delito para despojarle del cetro y la vida? ¿Soy cobarde yo? ¿Quién se [N]
X
Nota del traductor

"Quién se"

(21) El pensamiento es: ¿será posible que yo (no acostumbrado jamás a que nadie me insulte) tolere ahora tan graves ofensas? Sí, que ha faltado en mí sin duda el antiguo valor, pues no he tomado ya venganza de un enemigo que detesto. Esta reflexión de Hamlet es justa y oportuna; pero las imágenes ridículas con que la amplifica y adorna, lo echan todo a perder.

atreve a llamarme villano? ¿O a insultarme en mi presencia? ¿Arrancarme la barba, soplar mela al rostro, asirme de la nariz o hacerle tragar lejía que me llegue al pulmón? ¿Quién se [N]
X
Nota del traductor

"Quién se"

(21) El pensamiento es: ¿será posible que yo (no acostumbrado jamás a que nadie me insulte) tolere ahora tan graves ofensas? Sí, que ha faltado en mí sin duda el antiguo valor, pues no he tomado ya venganza de un enemigo que detesto. Esta reflexión de Hamlet es justa y oportuna; pero las imágenes ridículas con que la amplifica y adorna, lo echan todo a perder.

atreve a tanto? ¿Sería yo capaz desufrirlo? Sí, que no es posible sino que yo sea como la paloma que carece de hiel, incapaz de acciones crueles; a no ser esto, ya se hubieran cebado los milanos del aire en los despojos de aquel indigno. Deshonesto, homicida, pérfido seductor, feroz malvado, que vive sin remordimientos de su culpa. Pero, ¿por qué he de ser tan necio? ¿Será generoso proceder el mío, que yo, hijo de un querido padre (de cuya muerte alevosa el cielo y el infierno mismo me piden venganza) afeminado y débil desahogue con palabras el corazón, prorrumpa en execraciones vanas, como una prostituta [N]
X
Nota del traductor

"prostituta"

(22) Letourneur omitió en la versión de este monólogo, lo de arrancar las barbas y soplarlas, el asir las narices, la lejía, la paloma sin hiel, la prostituta y el pillo de cocina; no obstante haber prometido solemnemente en el Prólogo, que su traducción será exacta y fiel, formando una copia parecida donde se verán: la composición, las actitudes, el colorido, las bellezas, y los defectos del cuadro original.

vil, o un pillo de cocina? ¡Ah! No, ni aun sólo imaginarlo. ¡Eh!... Yo he oído, que tal vez asistiendo a una representación hombres muy culpados, han sido heridos en el alma con tal violencia por la ilusión del teatro, que a vista de todos han publicado sus delitos, que la culpa aunque sin lengua siempre se manifestará por medios maravillosos. Yo haré que estos actores representen delante de mi tío algún pasaje que tenga semejanza con la muerte de mi padre. Yo le heriré en lo más vivo del corazón; observaré sus miradas; si muda [N]
X
Nota del traductor

"muda"

(23) ¿Y está seguro Hamlet de que el Rey se estremecerá y mudará de color? ¿No es de creer que un malvado, cauto, artificioso, halagüeño, que no siente remordimientos de su culpa y que ha sabido con tanta destreza disimularla, sabrá también conservar en aquella ocasión una tranquilidad aparente que desbarate todas las ideas del Príncipe? Cuando vea por la escena que le han de representar, que Hamlet sabe ya las circunstancias de la muerte de su padre y el agresor de ella, ¿tardará un momento en quitarle la vida, o podrá omitir un nuevo delito (que le es necesario) estando tan hecho a cometer otros mayores? Hamlet que ha fingido hasta ahora estar loco, ya parece que lo es de veras; pues no conoce que puede ser víctima de su propio artificio.

de color, si se estremece, ya sé lo que me toca hacer. La aparición que vi pudiera ser un espíritu del infierno. Al demonio no le es difícil presentarse bajo la más agradable forma; sí, y acaso como él es tan poderoso sobre una imaginación perturbada, valiéndose de mi propia debilidad y melancolía, me engaña para perderme. Yo voy a adquirir pruebas más sólidas, y esta representación ha de ser el lazo en que se enrede la conciencia del Rey.


Acto III

Escena I

Galería de Palacio.
CLAUDIO, GERTRUDIS, POLONIO, OFELIA, RICARDO, GUILLERMO

CLAUDIO
¿Y no os fue posible indagar en la conversación que con él tuvisteis, de qué nace aquel desorden de espíritu que tan cruelmente altera su quietud, con turbulenta y peligrosa demencia?

RICARDO
Él mismo reconoce los extravíos de su razón; pero no ha querido manifestarnos el origen de ellos.

GUILLERMO
Ni le hallamos en disposición de ser examinado, porque siempre huye de la cuestión, con un rasgo de locura, cuando ve que le conducimos al punto de descubrir la verdad.

GERTRUDIS
¿Fuisteis bien recibidos de él?

RICARDO
Con mucha cortesía.

GUILLERMO
Pero se le conocía una cierta sujeción.

RICARDO
Preguntó poco; pero respondía a todo con prontitud.

GERTRUDIS
¿Le habéis convidado para alguna diversión?

RICARDO
Sí, señora, porque casualmente habíamos encontrado una compañía de cómicos en el camino. Se lo dijimos, y mostró complacencia al oírlo. Están ya en la corte, y creo que tienen orden de representarle esta noche una pieza.

POLONIO
Así es la verdad, y me ha encargado de suplicar a Vuestras Majestades que asistan a verla y oírla.

CLAUDIO
Con mucho gusto; me complace en extremo saber que tiene tal inclinación. Vosotros, señores, excitadle a ella, y aplaudid su propensión a este género de placeres.

RICARDO
Así lo haremos.

Escena II

CLAUDIO, GERTRUDIS, POLONIO, OFELIA

CLAUDIO
Tú, mi amada Gertrudis, deberás también retirarte, porque hemos dispuesto que Hamlet al venir aquí, como si fuera casualidad, encuentre a Ofelia. Su padre [N]
X
Nota del traductor

"padre"

(1) Véase la nota primera del primer acto.

y yo, testigos los más aptos para el fin, nos colocaremos donde veamos sin ser vistos. Así podremos juzgar de lo que entre ambos pase, y en las acciones y palabras del Príncipe conoceremos si es pasión de amor el mal de que adolece.

GERTRUDIS
Voy a obedeceros, y por mi parte, Ofelia, ¡oh, cuánto desearía que tu rara hermosura fuese el dichoso origen de la demencia de Hamlet! Entonces yo debería esperar que tus prendas amables pudieran para vuestra mutua felicidad restituirle su salud perdida.

OFELIA
Yo, señora, también quisiera que fuese así.

Escena III

CLAUDIO, POLONIO, OFELIA

POLONIO
Paséate por aquí, Ofelia. Si Vuestra Majestad gusta, podemos ya ocultarnos. Haz que lees en este libro; [Dándola un libro.] esta ocupación disculpará la soledad del sitio ... ¡Materia es, por cierto, en que tenemos mucho de que acusarnos! ¡Cuántas veces con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas, engañamos al diablo mismo!

CLAUDIO
[Aparte.] Demasiado cierto es ... ¡Qué cruelmente ha herido esa reflexión mi conciencia! El rostro de la meretriz, hermoseada con el arte, no es más feo despojado de los afeites, que lo es mi delito disimulado en palabras traidoras. ¡Oh! ¡Qué pesada carga me oprime!

POLONIO
Ya le siento llegar; señor, conviene retirarnos.

Escena IV

HAMLET, OFELIA
[Hamlet dirá este monólogo creyéndose solo. Ofelia a un extremo del teatro, lee.]

HAMLET
Existir [N]
X
Nota del traductor

"Existir"

(2) Johnson explica la situación de Hamlet y la serie de sus ideas, en esta forma: «Hamlet que se ve ofendido del modo más atroz, no hallando camino de vengarse sin exponerse al mayor peligro, raciocina de esta manera. Antes que yo pueda formar plan ninguno conviene decidir, si después de esta vida hemos de existir o no. Ve aquí la cuestión, cuya resolución determinará; si es más conveniente al decoro y a la razón sufrir en paciencia los ultrajes de la fortuna, o armarme contra ella y acabar con la vida todos mis males. Si morir es lo mismo que dormir, este sería un término apetecible; pero, si morir es soñar, esto es, conservar todavía la sensibilidad, en tal caso bien es detenerse un poco a reflexionar; ¿qué especie de sueños pueden ocurrir después de la muerte? Esta consideración, este temor de lo futuro, nos hace sufrir por tanto tiempo la calamidad, esto da fuerzas a la conciencia y entorpece la resolución. Hamlet iba a contraer a sí mismo y a las circunstancias en que se halla, estas observaciones generales; pero la vista inopinada de Ofelia interrumpe sus reflexiones.»No obstante la opinión que se acaba de exponer podría notarse que el discurso de Hamlet es impropio de la situación en que se halla, porque, ¿cuáles pueden ser sus ideas? ¿Quiere matarse? No es ocasión: su padre le pide venganza, el Cielo le avisa a fuerza de prodigios que el tirano debe morir, y él ha de ser el instrumento. ¿Teme perecer en la empresa? Este temor es indigno de un alma grande, indigno de quien está seguro de la justicia de su causa, y debe contar con el favor de la Omnipotencia, que pues le ordena aquella acción sabrá darle los medios de ejecutarla, y disipará todos los peligros. Un hombre animado de tal impulso, ¿es bien que tema la muerte ni le asuste la consideración de la eternidad? ¿Ha creído acaso que es ficción del demonio la aparición que vio? Pues si todo es falso, nada hay que emprender: su tío no es ni usurpador ni fratricida. Tales son las dificultades que ocurren acerca del soliloquio de Hamlet, el cuanto parece convenir a las circunstancias presentes. Colóquese, por ejemplo, en el primer Acto antes de la escena en que los Soldados hablan al Príncipe, y entonces será oportuno cuanto se dice en él.Prescindiendo de estos reparos, de cuya solidez juzgarán los inteligentes, el monólogo de Hamlet es uno de los pasajes más aplaudidos de esta Tragedia, y merece serlo. Las bellezas que en él se contienen no son de aquellas que se pierden en la traducción, no son locales, no son propias de tal o tal siglo, son perceptibles a todos los hombres, porque se apoyan en la verdad, están dichas con elocuente sencillez, convencen el entendimiento, y sólo el que carezca de él podrá no admirarlas.Entre las varias traducciones que se han hecho de este pasaje, merece estimación la de un célebre Poeta francés; que no siendo fácil hallarla en otra parte, ha parecido conveniente trasladarla aquí.Demeure: il faut choisir, et passer a l´ instantDe la vie à la mort, et de l´ être au néant.Dieux justes! S' il en est, éclairez mon courage.Faut-il vieillir courbé sous la main qui m´ outrage,Supporter ou finir mon malheur et mon sort?Qui suis-je? qui m´ arrête? et qu´ est-ce que la mort?C' est la fin de nos maux, c´ est mon unique asile;Après de longs transports, c´ est un sommeil tranquille.On s' endort, et tout meurt... Mais un affreux réveilDoit succéder peut-être aux douceurs du sommeil.On nous menace; on dit que cette courte vie,De tourments éternels est aussitôt suivie.O mort! moment fatal! Affreuse éternitéTout coeur à ton seul nom se glace épouvanté.Eh! Qui pourrait sans toi supporter cette vie?De nos fourbes puissants bénir l´ hypocrisie?D´ une indigne maîtresse encenser les erreurs?Ramper sous un ministre, adorer ses hauteurs?Et montrer les langueurs de son âme abattueA des amis ingrats, qui détournent la vue?La mort serait trop douce en ces extrémités;Mais le scrupule parle, et nous crie, arrêtez.Il défend à nos mains cet heureux homicide,Et d´ un héros guerrier, fait un chrétien timide.

o no existir, ésta es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dormir. ¿No más? ¿Y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza? ... Este es un término que deberíamos solicitar con ansia. Morir es dormir ... y tal vez soñar. Sí, y ved aquí el grande obstáculo, porque el considerar que sueños podrán ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamos abandonado este despojo mortal, es razón harto poderosa para detenernos. Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan larga. ¿Quién, si esto no fuese, aguantaría la lentitud de los tribunales, la insolencia de los empleados, las tropelías que recibe pacífico el mérito de los hombres más indignos, las angustias de un mal pagado amor, las injurias y quebrantos de la edad, la violencia de los tiranos, el desprecio de los soberbios, cuando el que esto sufre, pudiera procurar su quietud con sólo un puñal? ¿Quién podría tolerar tanta opresión, sudando, gimiendo bajo el peso de una vida molesta si no fuese que el temor de que existe alguna cosa más allá de la muerte (aquel país desconocido de cuyos límites ningún caminante torna) nos embaraza en dudas y nos hace sufrir los males que nos cercan, antes que ir a buscar otros de que no tenemos seguro conocimiento? Esta previsión nos hace a todos cobardes; así la natural tintura del valor se debilita con los barnices pálidos de la prudencia, las empresas de mayor importancia por esta sola consideración mudan camino, no se ejecutan y se reducen a designios vanos. Pero ... ¡la hermosa Ofelia! Graciosa niña, espero que mis defectos no serán olvidados en tus oraciones.

OFELIA
¿Cómo os habéis sentido, señor, en todos estos días?

HAMLET
Muchas gracias. Bien.

OFELIA
Conservo en mi poder algunas expresiones vuestras, que deseo restituiros mucho tiempo ha, y os pido que ahora las toméis.

HAMLET
No, yo [N]
X
Nota del traductor

"yo"

(3) No se halla razón que disculpe la dureza bárbara con que Hamlet trata en esta escena a la inocente y sensible Ofelia. Pudiera muy bien hacer con ella el papel de loco, sin despreciarla ni abatirla.

nunca te dí nada.

OFELIA
Bien sabéis, señor, que os digo verdad. Y con ellas me disteis palabras, de tan suave aliento compuestas que aumentaron con extremo su valor, pero ya disipado aquel perfume, recibidlas, que un alma generosa considera como viles los más opulentos dones, si llega a entibiarse el afecto de quien los dio. Vedlos aquí.

[Presentándole algunas joyas. Hamlet rehúsa tomarlas.]

HAMLET
¡Oh! ¡Oh! ¿Eres honesta?

OFELIA
Señor...

HAMLET
¿Eres hermosa?

OFELIA
¿Qué pretendéis decir con eso?

HAMLET
Que si eres honesta y hermosa, no debes consentir que tu honestidad trate con tu belleza.

OFELIA
¿Puede, acaso, tener la hermosura mejor compañera que la honestidad?

HAMLET
Sin duda ninguna. El poder de la hermosura convertirá a la honestidad en una alcahueta, antes que la honestidad logre dar a la hermosura su semejanza. En otro tiempo se tenía esto por una paradoja; pero en la edad presente es cosa probada ... Yo te quería antes, Ofelia.

OFELIA
Así me lo dabais a entender.

HAMLET
Y tú no debieras haberme creído, porque nunca puede la virtud ingerirse tan perfectamente en nuestro endurecido tronco, que nos quite aquel resquemor original ... Yo no te he querido nunca.

OFELIA
Muy engañada estuve.

HAMLET
Mira, vete a un convento, ¿para qué te has de exponer a ser madre de hijos pecadores? Yo soy medianamente bueno; pero al considerar algunas cosas de que puedo acusarme, sería mejor que mi madre no me hubiese parido. Yo soy muy soberbio, vengativo, ambicioso; con más pecados sobre mi cabeza que pensamientos para explicarlos, fantasía para darles forma, ni tiempo para llevarlos a ejecución. ¿A qué fin los miserables como yo han de existir arrastrados entre el cielo y la tierra? Todos somos insignes malvados; no creas a ningunod e nosotros, vete, vete a un convento... ¿En dónde está tu padre?

OFELIA
En casa está, señor.

HAMLET
Sí, pues que cierren bien todas las puertas, para que si quiere hacer locuras, las haga dentro de su casa. Adiós.

[Hace que se va y vuelve.]

OFELIA
¡Oh! ¡Mi buen Dios! Favorecedle.

HAMLET
Si te casas quiero darte esta maldición en dote. Aunque seas un hielo en la castidad, aunque seas tan pura como la nieve, no podrás librarte de la calumnia. Vete a un convento. Adiós. Pero ... escucha: si tienes necesidad de casarte, cásate con un tonto, porque los hombres avisados saben muy bien que vosotras los convertís en fieras ... Al convento y pronto. Adiós.

[Hace que se va y vuelve.]

OFELIA
¡El Cielo, con su poder, le alivie!

HAMLET
He oído hablar mucho de vuestros afeites y embelecos. La naturaleza os dio una cara y vosotras os hacéis otra distinta. Con esos brinquillos, ese pasito corto, ese hablar aniñado, pasáis por inocentes y convertís en gracia vuestros defectos mismos. Pero, no hablemos más de esta materia, que me ha hecho perder la razón. .. Digo sólo que de hoy en adelante no habrá más casamientos; los que ya están casados (exceptuando uno) permanecerán así; los otros se quedarán solteros ... Vete al convento, vete.

Escena V

OFELIA sola

OFELIA
¡Oh, qué trastorno ha padecido esa alma generosa! La penetración del cortesano, la lengua del sabio, la espada del guerrero, la esperanza y delicias del estado, el espejo de la cultura, el modelo de la gentileza, que estudiaban los más advertidos: todo, todo se ha aniquilado. Y yo, la más desconsolada e infeliz de las mujeres, que gusté algún día la miel de sus promesas suaves, veo ahora aquel noble y sublime entendimiento desacordado, como la campana sonora que se hiende. Aquella incomparable presencia, aquel semblante de florida juventud alterado con el frenesí. ¡Oh, cuánta, cuánta es mi desdicha, de haber visto lo que vi, para ver ahora lo que veo!

Escena VI

CLAUDIO, POLONIO, OFELIA

CLAUDIO
¡Amor! ¡Qué! No van por ese camino sus afectos, ni en lo que ha dicho; aunque algo falto de orden, hay nada que parezca locura. Alguna idea tiene en el ánimo que cubre y fomenta su melancolía, y recelo que ha de ser un mal el fruto que produzca; a fin de prevenirlo, he resuelto que salga prontamente para Inglaterra, a pedir en mi nombre los atrasados tributos. Acaso el mar y los países diferentes podrán con la variedad de objetos alejar esta pasión que le ocupa, sea la que fuere, sobre la cual su imaginación sin cesar golpea. ¿Qué te parece?

POLONIO
Que así es lo mejor. Pero yo creo, no obstante, que el origen y principio de su aflicción provengan de un amor mal correspondido. Tú, Ofelia, no hay para qué nos cuentes lo que te ha dicho el Príncipe, que todo lo hemos oído.

Escena VII

CLAUDIO, POLONIO

POLONIO
Haced lo que os parezca, señor; pero si lo juzgáis a propósito, sería bien que la Reina retirada a solas con él, luego que se acabe el espectáculo, le inste a que la manifieste sus penas, hablándole con entera libertad. Yo, si lo permitís, me pondré en paraje de donde pueda oír toda la conversación. Si no logra su madre descubrir este arcano, enviadle a Inglaterra, o desterradle a donde vuestra prudencia os dicte.

CLAUDIO
Así se hará. La locura de los poderosos debe ser examinada con escrupulosa atención.

Escena VIII

Salón del Palacio.
[El salón estará iluminado: habrá asientos que formen semicírculo para el concurso que ha de asistir al espectáculo. Ha de haber en el foro una gran puerta, con pabellones y cortina, por donde saldrán a su tiempo los actores que deben representar.]
HAMLET y dos CÓMICOS.

HAMLET
Dirás [N]
X
Nota del traductor

"Dirás"

(4) Ve aquí un Príncipe a quien se le acaba de aparecer el alma de su padre, entretenido en dar lecciones de representar. ¡Qué tranquilidad de ánimo! Así se gastan cinco actos en una fábula que pudiera holgadamente reducirse a tres.

este pasaje en la forma que te le he declamado yo: con soltura de lengua, no con voz desentonada, como lo hacen muchos de nuestros cómicos; más valdría entonces dar mis versos al pregonero para que los dijese. Ni manote es así, acuchillando el aire: moderación en todo; puesto que aun en el torrente, la tempestad, y por mejor decir, el huracán de las pasiones, se debe conservar aquella templanza que hace suave y elegante la expresión. A mí me desazona en extremo ver a un hombre, muy cubierta la cabeza con su cabellera, que a fuerza de gritos estropea los afectos que quiere exprimir, y rompe y desgarra los oídos del vulgo rudo; que sólo gusta de gesticulaciones insignificantes y de estrépito. Yo mandaría azotar a un energúmeno de tal especie: Herodes de farsa, más furioso que el mismo Herodes. Evita, evita este vicio.

CÓMICO 1.º
Así os lo prometo.

HAMLET
Ni seas tampoco demasiado frío; tu misma prudencia debe guiarte. La acción debe corresponder a la palabra, y ésta a la acción, cuidando siempre de no atropellar la simplicidad de la naturaleza. No hay defecto que más se oponga al fin de la representación que desde el principio hasta ahora, ha sido y es: ofrecer a la naturaleza un espejo en que vea la virtud su propia forma, el vicio su propia imagen, cada nación y cada siglo sus principales caracteres. Si esta pintura se exagera o se debilita, excitará la risa de los ignorantes; pero no puede menos de disgustar a los hombres de buena razón, cuya censura debe ser para vosotros de más peso que la de toda la multitud que llena el teatro. Yo he visto representar a algunos cómicos (que otros aplaudían con entusiasmo, por no decir con escándalo, los cuales no tenían acento ni figura de cristianos, ni de gentiles, ni de hombres) que al verlos hincharse y bramar, no los juzgué de la especie humana, sino unos simulacros rudos de hombres, hechos por algún mal aprendiz. Tan inicuamente imitaban la naturaleza.

CÓMICO l.º
Yo creo que en nuestra compañía se ha corregido bastante ese defecto.

HAMLET
Corregidle del todo, y cuidad también que los que hacen [N]
X
Nota del traductor

"hacen"

(5) En tiempo del autor solían los cómicos ingleses introducir discursos y aun escenas enteras, inventadas de repente en el teatro: para dar novedad a los dramas, y lucir la prontitud de su ingenio; de lo cual resultaban defectos muy considerables, y a este abuso alude Shakespeare. Hoy día sucede lo mismo en Italia con las Comedias que llaman a soggetto, en las cuales nada hay escrito sino el argumento y el orden de las situaciones. Pantalón, Briguela, Pulchinela, Tracañino y Tartalla, héroes de estas farsas indecentes, tienen libertad de decir cuanto se les antoja, formando entre todos, no un drama regular y festivo (que esto es imposible) sino un conjunto de frialdades, desatinos, porquerías y desvergüenzas. Espectáculo indigno, por cierto, de una nación tan culta, donde la modestia y la virtud no son nombres vanos.

de payos no añadan nada a lo que está escrito en su papel; porque algunos de ellos, para hacer reír a los oyentes más adustos, empiezan a dar risotadas, cuando el interés del drama debería ocupar toda la atención. Esto es indigno, y manifiesta demasiado en los necios que lo practican, el ridículo empeño de lucirlo. Id a preparaos.

Escena IX

HAMLET, POLONIO, RICARDO, GUILLERMO

HAMLET
Y bien, Polonio, ¿gustará el Rey de oír esta pieza?

POLONIO
Sí, señor, al instante y la Reina también.

HAMLET
Ve a decir a los ómicos que se despachen. ¿Queréis ir vosotros a darles prisa?

RICARDO
Con mucho gusto.

Escena X

HAMLET, HORACIO

HAMLET
¿Quién es?... ¡Ah! Horacio.

HORACIO
Veisme aquí, señor, a vuestras órdenes.

HAMLET
Tú, Horacio, eres un hombre cuyo trato me ha agradado siempre.

HORACIO
¡Oh! Señor.

HAMLET
No creas que pretendo adularte. ¿Ni qué utilidades puedo yo esperar de ti? Que exceptuando tus buenas prendas, no tienes otras rentas para alimentarte y vestirte. ¿Habrá quien adule al pobre? No... Los que tienen almibarada la lengua váyanse a lamer con ella la grandeza estúpida, y doblen los goznes de sus rodillas donde la lisonja encuentre galardón. ¿Me has entendido? Desde que mi alma se halló capaz de conocer a los hombres y pudo elegirlos; tú fuiste el escogido y marcado para ella, porque siempre, o desgraciado o feliz, has recibido con igual semblante los premios y los reveses de la fortuna. Dichosos aquellos cuyo temperamento y juicio se combinan con tal acuerdo, que no son entre los dedos de la fortuna una flauta, dispuesta a sonar según ella guste. Dame un hombre que no sea esclavo de sus pasiones, y yo le colocaré en el centro de mi corazón; sí, en el corazón de mi corazón, como lo hago contigo. Pero, yo me dilato demasiado en esto. Esta noche se representa un drama delante del Rey, una de sus escenas contiene circunstancias muy parecidas a las de la muerte de mi padre, de que ya te hablé. Te encargo que cuando este paso se represente, observes a mi tío con la más viva atención del alma, si al ver uno de aquellos lances su oculto delito no se descubre por sí solo, sin duda el que hemos visto es un espíritu infernal, y son todas mis ideas más negras que los yunques de Vulcano. Examínale cuidadosamente, yo también fijaré mi vista en su rostro, y después uniremos nuestras observaciones para juzgar lo que su exterior nos anuncie.

HORACIO
Está bien, señor, y si durante el espectáculo logra hurtar a nuestra indagación el menor arcano, yo pago el hurto.

HAMLET
Ya vienen a la función, vuélvome a hacer el loco, y tú busca asiento.

Escena XI

CLAUDIO, GERTRUDIS y HAMLET, HORACIO, POLONIO, OFELIA, RICARDO,GUILLERMO, y acompañamiento de Damas, Caballeros, Pajes y Guardias. Suena marcha dánica

CLAUDIO
¿Cómo estás, mi querido Hamlet?

HAMLET
Muy bueno, señor, me mantengo del aire como el camaleón, engordo con esperanzas. No podréis vos cebar así a vuestros capones.

CLAUDIO
No comprendo esa respuesta, Hamlet; ni tales razones son para mí.

HAMLET
Ni para mí tampoco. ¿No dices tú que una vez representaste en la universidad? ¿Eh?

POLONIO
Sí, señor, así es, y fui reputado por muy buen actor.

HAMLET
¿Y qué hiciste?

POLONIO
El papel de Julio César. Bruto me asesinaba en el Capitolio.

HAMLET
Muy bruto [N]
X
Nota del traductor

"bruto"

(6) Estas puerilidades y equívocos necios no son propios de la tragedia, ni de la comedia, ni de obra ninguna escrita con gusto y juicio. En tiempo de Shakespeare se hizo tan común esta corrupción, que los más graves Predicadores llenaban sus oraciones de tales frialdades, y no es de admirar que se usara en el teatro lo que se aplaudía en el púlpito. Véase la Vida de Shakespeare, escrita por Hanmer.

fue el que cometió en el Capitolio tan capital delito. ¿Están ya prevenidos los cómicos?

RICARDO
Sí, señor, y esperan solo vuestras órdenes.

GERTRUDIS
Ven aquí, mi querido Hamlet, ponte a mi lado.

[Gertrudis y Claudio se sientan junto a la puerta por donde han de salir los Actores. Siguen por su orden las Damas y Caballeros. Hamlet se sienta en el suelo, a los pies de Ofelia.]

HAMLET
No, señora, aquí hay un imán de más atracción para mí.

POLONIO
¡Ah! ¡Ah! ¿Habéis notado eso?

HAMLET
¿Permitiréis que me ponga sobre vuestra rodilla?

OFELIA
No, señor.

HAMLET
Quiero decir, apoyar mi cabeza en vuestra rodilla.

OFELIA
Sí, señor.

HAMLET
¿Pensáis que yo quisiera cometer alguna indecencia?

OFELIA
No, no pienso nada de eso.

HAMLET
Qué dulce cosa es ... [N]
X
Nota del editor digital

"es ..."

Cf. “Bello pensamiento entre las piernas de una doncella”, traducción del Instituto Shakespeare (1992, p. 387)

[N]
X
Nota del traductor

"es ..."es ..."Cf. “Bello pensamiento entre las piernas de una doncella”, traducción del Instituto Shakespeare (1992, p. 387)"

(7) El pasaje que se ha dejado en blanco, es uno de aquellos cuya traducción podría ofender la modestia de los lectores. El original dice:That's affair thought to lie between maids´ legs!

OFELIA
¿Qué decís, señor?

HAMLET
Nada.

OFELIA
Se conoce que estáis de fiesta.

HAMLET
¿Quién, yo?

OFELIA
Sí, señor.

HAMLET
Lo hago sólo por divertiros. Y, bien mirado, ¿qué debe hacer un hombre sino vivir alegre? Ved mi madre qué contenta está y mi padre murió ayer.

OFELIA
¡Eh! No, señor, que ya hace dos meses.

HAMLET
¿Tanto ha? ¡Oh! Pues quiero vestirme todo de armiños y llévese el diablo el luto. ¡Dios mío! Dos meses ha que murió y ¿todavía se acuerdan de él? De esa manera ya puede esperarse que la memoria de un grande hombre le sobreviva, quizás, medio año; bien que es menester que haya sido fundador de iglesias, que si no, por la Virgen santa, no habrá nadie que de él se acuerde: como del caballo de palo, de quien dice aquel epitafio.
Ya murió el caballito de palo
y ya le olvidaron así que murió."murió."(8) Suenan trompetas. En esta escena muda se representa la muerte del Rey Hamlet, con todas sus circunstancias, delante de Claudio, que sufre en paciencia tal espectáculo, sin darse por entendido. ¿Pues por qué no hace lo mismo en adelante? No se adivina la razón. O debió interrumpir esta escena, luego que vio el argumento de ella, o debía sufrir con igual serenidad la declamación que sigue después, en la cual, nada hay que pudiera ofenderle de nuevo, habiendo visto ya puestas en acción sus maldades. Así es, que este personaje se contradice en su modo de proceder, cuando ve la representación muda, tolera mucho; y cuando oye los versos, demasiado poco. En cuanto a la temeridad del Príncipe, de presentar al tirano tal espectáculo, ya se hicieron algunas observaciones en la nota 23 del acto segundo.

[Suenan trompetas, y se da principio a la escena muda. Salen el duque y la duquesa (que lo harán los Cómicos 1.º y 2.º) al encontrarse, se saludan y abrazan afectuosamente; ella se arrodilla, mostrando el mayor respeto, él la levanta y reclina la cabeza sobre el pecho de su esposa. Acuéstase el duque en un lecho de flores, y ella se retira al verle dormido. Sale el Cómico 3.º (que hace el papel de Luciano sobrino del duque) se acerca, le quita el duque la corona, la besa, le derrama en el oído una porción de licor que lleva en un frasco, y hecho esto, se va. Vuelve la duquesa, y hallando muerto a su marido, manifiesta gran sentimiento. Sale Luciano con dos o tres que le acompañan, y hace ademanes de dolor, manda retirar el cadáver, y quedando a solas con la duquesa, la solicita y la ofrece dádivas; ella resiste un poco y le desdeña; pero al fin admite su amor. Vanse.]

OFELIA
¿Qué significa esto, señor?

HAMLET
Eso es un asesinato oculto, y anuncia grandes maldades.

OFELIA
Según parece, la escena muda contiene el argumento del drama.

Escena XII

CÓMICO 4º y dichos

HAMLET
Ahora lo sabremos por lo que nos diga ese actor; los cómicos no pueden callar un secreto, todo lo cuentan.

OFELIA
¿Nos dirá éste lo que significa la escena que hemos visto?

HAMLET
Sí, por cierto, y cualquiera otra escena que le hagáis ver. Como no os avergoncéis de representársela, él no se avergonzará de deciros lo que significa.

OFELIA
¡Qué malo! ¡Qué malo sois! Pero, dejadme atender a la pieza.

CÓMICO 4.º
Humildemente os pedimos
que escuchéis esta Tragedia,
85
disimulando las faltas
que haya en nosotros y en ella.

HAMLET
¿Es esto prólogo, o mote de sortija?

OFELIA
¡Qué corto ha sido!

HAMLET
Como cariño de mujer.

Escena XIII

CÓMICO 1.º, CÓMICO 2.º, y dichos

CÓMICO 1º.-
Ya treinta [N]
X
Nota del traductor

"treinta"

(9) No deja de estar un poco embrollada esta cuenta; no obstante, parece que todo ello suma treinta años y un mes.

vueltas dio de Febo el carro
a las ondas saladas de Nereo,
y al globo de la tierra, y treinta veces
90
con luz prestada han alumbrado el suelo
doce lunas, en giros repetidos,
después que el Dios de amor y el Himeneo
nos enlazaron, para dicha nuestra,
en nudo santo el corazón y el cuello.

CÓMICO 2.º.-
95
Y, ¡oh! quiera el Cielo que otros tantos giros
a la luna y al sol, señor, contemos
antes que el fuego de este amor se apague.
Pero es mi pena inconsolable al veros
doliente, triste, y tan diverso ahora
100
de aquel que fuisteis... Tímida recelo...
Mas toda mi aflicción nada os conturbe:
que en pecho femenil llega al exceso
el temor y el amor. Allí residen
en igual proporción ambos afectos,
105
o no existe ninguno, o se combinan
este y aquel con el mayor extremo.
Cuán grande es el amor que a vos me inclina,
las pruebas lo dirán que dadas tengo;
pues tal es mi temor. Si un fino amante,
110
sin motivo tal vez, vive temiendo;
la que al veros así toda es temores,
muy puro amor abrigará en el pecho.

CÓMICO l.º.-
Si, yo debo dejarte, amada mía,
a la muerte mis fuerzas fatigadas;
115
tú vivirás, gozando del obsequio
y el amor de la tierra. Acaso entonces
un digno esposo...

CÓMICO 2.º.-
No, dad al silencio
esos anuncios. ¿Yo? Pues ¿no serían
traición culpable en mí tales afectos?
120
¿Yo un nuevo esposo? No, la que se entrega
al segundo, señor, mató al primero.

HAMLET
Esto es zumo de ajenjos.

CÓMICO 2.º.-
Motivos de interés tal vez inducen
a renovar los nudos de Himeneo;
125
no motivos de amor: yo causaría
segunda muerte a mi difunto dueño
cuando del nuevo esposo recibiera
en tálamo nupcial amantes besos.

CÓMICO l.º.-
No dudaré que el corazón te dicta
130
lo que aseguras hoy: fácil creemos
cumplir lo prometido y fácilmente
se quebranta y se olvida. Los deseos
del hombre a la memoria están sumisos,
que nace activa y desfallece presto.
135
Así pende [N]
X
Nota del traductor

"pende"

(10) Esto no es más que una ociosa amplificación de lo que ha dicho ya.

del ramo acerbo el fruto,
y así maduro, sin impulso ajeno,
se desprende después. Difícilmente
nos acordamos de llevar a efecto
promesas hechas a nosotros mismos,
140
que al cesar la pasión cesa el empeño.
Cuando de la aflicción y la alegría
se moderan los ímpetus violentos,
con ellos se disipan las ideas
a que dieron lugar, y el más ligero
145
acaso, los placeres en afanes
muda tal vez, y en risa los lamentos.
Amor, como la suerte, es inconstante:
que en este mundo al fin nada hay eterno,
y aun se ignora si él manda a la fortuna
150
o si ésta del amor cede del imperio.
Si el poderoso del lugar sublime
se precipita, le abandonan luego
cuantos gozaron su favor; si el pobre
sube a prosperidad, los que le fueron
155
más enemigos su amistad procuran
(y el amor sigue a la fortuna en esto)
que nunca al venturoso amigos faltan,
ni al pobre desengaños y desprecios.
Por diferente senda se encaminan
160
los destinos del hombre y sus afectos,
y sólo en él la voluntad es libre;
mas no la ejecución, y así el suceso
nuestros designios todos desvanece.
Tú me prometes no rendir a nuevo
165
yugo tu libertad... Esas ideas,
¡ay!, morirán cuando me vieres muerto.

CÓMICO 2.º.-
Luces me niegue el sol, frutos la tierra,
sin descanso y placer viva muriendo,
desesperada y en prisión oscura
170
su mesa envidie al eremita austero;
cuantas penas el ánimo entristecen,
todas turben el fin de mis deseos
y los destruyan, ni quietud encuentre
en parte alguna con afán eterno;
175
si ya difunto mi primer esposo,
segundas bodas pérfida celebro.

HAMLET
Si ella no cumpliese lo que promete...

CÓMICO 1.º.
Mucho juraste. Aquí gozar quisiera
solitaria quietud, rendido siento
180
al cansancio mi espíritu. Permite
que alguna parte le conceda al sueño
de las molestas horas.

[Se acuesta en un lecho de flores. ]

CÓMICO 2.º.-
Él te halague
con tranquilo descanso y nunca el Cielo
en unión tan feliz pesares mezcle.

[Vase.]

HAMLET
Y bien, señora, ¿qué tal os va pareciendo la pieza?

GERTRUDIS
Me parece que esa mujer promete demasiado.

HAMLET
Sí, pero lo cumplirá.

CLAUDIO
¿Te has [N]
X
Nota del traductor

"has"

(11) ¡A buen tiempo lo pregunta el Rey! Pues ¿no ha visto ya que se representa la muerte que dio a su hermano, su casamiento con la Reina y la usurpación del trono? Claudio parece en toda esta escena un hombre estúpido.

enterado bien del asunto? ¿Tiene algo que sea de mal ejemplo?

HAMLET
No, señor, no. Si todo ello es mera ficción, un veneno..., fingido; pero malejemplo, ¡qué! No señor.

CLAUDIO
¿Cómo se intitula este drama?

HAMLET
La Ratonera. Cierto que sí... es un título metafórico. En esta pieza se trata de unhomicidio cometido en Viena... el Duque se llama Gonzago y su mujer Baptista... Ya, ya veréispresto... ¡Oh! ¡Es un enredo maldito! Y ¿qué importa? A Vuestra Majestad y a mí, que notenemos culpado el ánimo, no nos puede incomodar: al rocín [N]
X
Nota del traductor

"rocín"

(12) ¡Sublimes imágenes para una tragedia! Letourneur se guardó muy bien de traducirlas, ¿para qué? su empeño era hacer creer a los franceses que había algo en Inglaterra comparable o superior a Ifigenia, Radamisto y Mahomet, y no hubiera logrado persuadírselo conservando en su traducción las mataduras, las coces y el lomo desollado del rocín.

que esté lleno de mataduras lehará dar coces; pero, a bien que nosotros no tenemos desollado el lomo.

Escena XIV

CÓMICO 3.º y dichos

HAMLET
Este que sale ahora se llama Luciano, sobrino del Duque.

OFELIA
Vos suplís perfectamente la falta del coro.

HAMLET
Y aun pudiera servir de intérprete entre vos y vuestro amante, si viese puestos enacción entrambos títeres.

OFELIA
¡Vaya, que tenéis una lengua que corta!

HAMLET
Con un buen suspiro que deis, se la quita el filo.

OFELIA
Eso es; siempre de mal en peor.

HAMLET
Así hacéis vosotras en la elección de maridos: de mal en peor. Empieza asesino...Déjate de poner ese gesto de condenado y empieza. Vamos... el cuervo graznador está ya gritandovenganza.

CÓMICO 3.º
185
Negros designios, brazo ya dispuesto
a ejecutarlos, tosigo oportuno,
sitio remoto, favorable el tiempo
y nadie que lo observe. Tú, extraído
de la profunda noche en el silencio
190
atroz veneno, de mortales yerbas
(invocada Proserpina) compuesto:
infectadas tres veces y otras tantas
exprimidas después, sirve a mi intento;
pues a tu actividad mágica, horrible,
195
la robustez vital cede tan presto.

[Acércase adonde está durmiendo el Cómico 1.º destapa un frasquillo, y le echa una porción de licor en el oído.]

HAMLET
¿Veis? Ahora le envenena en el jardín para usurparle el cetro. El Duque se llamaGonzago, es historia cierta y corre escrita en muy buen italiano. Presto veréis como la mujer deGonzago se enamora del matador.

[Levántase Claudio, lleno de indignación. Gertrudis, los Caballeros, Damas Y Acompañamiento, hacen lo mismo, y se van según lo indica el diálogo.]

OFELIA
El Rey se levanta.

HAMLET
¿Qué? ¿Le atemoriza un fuego aparente?

GERTRUDIS
¿Qué tenéis, señor?

POLONIO
No paséis adelante, dejadlo.

CLAUDIO
Traed luces. Vamos de aquí.

TODOS
Luces, luces.

Escena XV

HAMLET, HORACIO, CÓMICO 1.º, CÓMICO 3.º

HAMLET
El ciervo herido llora
[Hamlet canta estos versos en voz baja, y representa los que siguen después. Los Cómicos 1.ºy 3.º, estarán retirados a un extremo del teatro, esperando sus órdenes.]
y el corzo no tocado
de flecha voladora,
se huelga por el prado;
200
duerme aquel, y a deshora
veis este desvelado,
que tanto el mundo va desordenado [N]
X
Nota del traductor

"desordenado"

(13) Ya logró Hamlet cuanto pretendía: el Rey se ha conmovido, se ha llenado de terror, se ha visto precisado a huir por no manifestar más claramente los remordimientos de su conciencia. Ya está averiguado el gran secreto. Cierto es que mató a su hermano, que es un usurpador, asesino, seductor, incestuoso; cierto es que la providencia quiere su muerte, la visión terrible que habló al príncipe no es ficción diabólica, como temió; es el alma indignada de un rey, de un esposo, de un padre infeliz. ¡Qué ideas, qué afectos no debe excitar en el joven Hamlet este momento en que se le disipan todas sus dudas y descubre verdades tan funestas! Horror, piedad filial, ira, venganzas; esto ha de sentir, de esto ha de hablar... ¿Quién hubiera creído que se pondría a cantar coplas, y tocar la flauta, y decir bufonadas, y llamar jumento a su tío?

.
Y, dígame, señor mío, si en adelante la fortuna me tratase mal, con esta gracia que tengo para lamúsica, y un bosque de plumas en la cabeza, y un par de lazos provenzales en mis zapatosrayados, ¿no podría hacerme lugar entre un coro de comediantes?

HORACIO
Mediano papel.

HAMLET
¿Mediano? Excelente.
Tú sabes, Damon querido,
que esta nación ha perdido
205
al mismo Jove, y violento
tirano le ha sucedido
en el trono mal habido,
un... ¿Quien diré yo? Un..., un sapo.

HORACIO
Bien pudierais haber conservado el consonante.

HAMLET
¡Oh! Mi buen Horacio; cuanto aquel espíritu dijo es demasiado cierto. ¿Lo hasvisto ahora?

HORACIO
Sí señor, bien lo he visto.

HAMLET
¿Cuándo se trató del veneno?

HORACIO
Bien, bien le observé entonces.

HAMLET
¡Ah! Quisiera algo de música: [A los Cómicos.] traedme unas flautas... Si el Rey no gusta de lacomedia, será sin duda porque... Porque no le gusta. Vaya un poco de música.

Escena XVI

HAMLET, HORACIO, RICARDO, GUILLERMO

GUILLERMO
Señor, ¿permitiréis que os diga una palabra?

HAMLET
Y una historia entera.

GUILLERMO
El Rey...

HAMLET
Muy bien, ¿qué le sucede?

GUILLERMO
Se ha retirado a su cuarto con mucha destemplanza.

HAMLET
De vino. ¿Eh?

GUILLERMO
No señor, de ólera.

HAMLET
Pero, ¿no sería más acertado írselo a contar al médico? ¿No veis que si yo memeto en hacerle purgar ese humor bilioso, puede ser que se le aumente?

GUILLERMO
¡Oh! Señor, dad algún sentido a lo que habláis, sin desentenderos con talesextravagancias de lo que os vengo a decir.

HAMLET
Estamos de acuerdo. Prosigue, pues.

GUILLERMO
La Reina vuestra madre, llena de la mayor aflicción, me envía a buscaros.

HAMLET
Seáis muy bien venido.

GUILLERMO
Esos cumplimientos no tienen nada de sinceridad. Si queréis darme unarespuesta sensata, desempeñaré el encargo de la Reina; si no, con pediros perdón y retirarme seacabó todo.

HAMLET
Pues, señor, no puedo.

GUILLERMO
¿Cómo?

HAMLET
Me pides una respuesta sensata y mi razón está un poco achacosa; no obstante,responderé del modo que pueda a cuanto me mandes, o por mejor decir, a lo que mi madre memanda. Con que nada hay que añadir en esto. Vamos al caso. Tú has dicho que mi madre...

RICARDO
Señor, lo que dice es que vuestra conducta la ha llenado de sorpresa yadmiración.

HAMLET
¡Oh, maravilloso hijo, que así ha podido aturdir a su madre! Pero, dime, ¿esa admiración no ha traído otra consecuencia? ¿No hay algo más?

RICARDO
Sólo que desea hablaros en su gabinete, antes que os vais a recoger.

HAMLET
La obedeceré, si diez veces [N]
X
Nota del traductor

"veces"

(14) Querrá decir: aunque fuera diez veces más delincuente de lo que es, la obedeceré, porque al fin es mi madre.

fuera mi madre. ¿Tienes algún otro negocio quetratar conmigo?

RICARDO
Señor, yo me acuerdo de que en otro tiempo me estimabais mucho.

HAMLET
Y ahora también. Te lo juro, por estas manos rateras.

RICARDO
Pero, ¿cuál puede ser el motivo de vuestra indisposición? Eso, por cierto, escerrar vos mismo las puertas a vuestra libertad, no queriendo comunicar con vuestros amigos lospesares que sentís.

HAMLET
Estoy muy atrasado.

RICARDO
¿Cómo es posible? ¿Cuándo tenéis el voto del rey mismo para sucederle en el trono de Dinamarca?

HAMLET
Sí, pero mientras nace la yerba... Ya es un poco antiguo el tal refrán. ¡Ah! Yaestán aquí las flautas.

Escena XVII

CÓMICO 3.º y dichos

HAMLET
Dejadme ver una... ¿A qué tengo de ir ahí?
[Guillermo y Ricardo se acercan a Hamlet con ademán obsequioso, siguiéndole adonde quiera que se vuelve, hasta que viendo su enfado se apartan.] Parece que me quieres hacer caer en alguna trampa, según me cercas por todos lados.

GUILLERMO
Ya veo, señor, que si el deseo de cumplir con mi obligación me da osadía; acaso el amor que os tengo me hace grosero también e importuno.

HAMLET
No entiendo bien eso. ¿Quieres tocar esta flauta?

GUILLERMO
Yo no puedo, señor.

HAMLET
Vamos.

GUILLERMO
De veras que no puedo.

HAMLET
Yo te lo suplico

GUILLERMO
Pero, si no sé palabra de eso.

HAMLET
Más fácil es que tenderse a la larga. Mira, pon el pulgar y los demás dedos según convenga sobre estos agujeros, sopla con la boca y verás que lindo sonido resulta. ¿Ves? Estosson los toques.

GUILLERMO
Bien, pero si no sé hacer uso de ellos para que produzcan armonía. Como ignoro el arte...

HAMLET
Pues, mira tú, en que opinión tan baja me tienes. Tú me quieres tocar, presumesconocer mis registros, pretendes extraer lo más íntimo de mis secretos, quieres hacer que suenedesde el más grave al más agudo de mis tonos y ve aquí este pequeño órgano, capaz de excelentesvoces y de armonía, que tú no puedes hacer sonar. ¿Y juzgas que se me tañe a mí con másfacilidad que a una flauta? No; dame el nombre del instrumento que quieras; por más que lemanejes y te fatigues, jamás conseguirás hacerle producir el menor sonido.

Escena XVIII

POLONIO y dichos

HAMLET
¡Oh! Dios te bendiga.

POLONIO
Señor, la Reina quisiera hablaros al instante.

HAMLET
¿No ves allí aquella nube que parece un camello?

POLONIO
Cierto, así en el tamaño parece un camello.

HAMLET
Pues ahora me parece una comadreja.

POLONIO
No hay duda, tiene figura de comadreja.

HAMLET
O como una ballena.

POLONIO
Es verdad, sí, como una ballena.

HAMLET
Pues al instante iré a ver a mi madre. Tanto harán estos que me volverán loco deveras. Iré, iré al instante.

POLONIO
Así se lo diré.

HAMLET
Fácilmente se dice, al instante viene. Dejadme solo, amigos.

Escena XIX

HAMLET solo

HAMLET
Este es el espacio [N]
X
Nota del traductor

"espacio"

(15) Según las antiguas supersticiones vulgares la noche era execrable y profana y el día puro y santo. (Warburton Notas a Shakespeare.)

de la noche apto a los maleficios. Esta es la hora en que los cementerios se abren y el infierno respira contagios al mundo. Ahora podría yo beber caliente sangre, ahora podría ejecutar tales acciones, que el día se estremeciese al verlas. Pero vamos a ver a mi madre... ¡Oh, corazón! No desconozcas la naturaleza, ni permitas que en este firme pecho se albergue la fiereza de Nerón. Déjame [N]
X
Nota del traductor

"Déjame"

(16) La ternura filial de Hamlet es uno de los rasgos más felices de que pudo usar el autor, para hacer interesante este personaje. Hamlet va a ver a la Reina; la hablará a solas, la hará conocer la atrocidad de su delito, la reprenderá ásperamente, llenará su corazón de angustias; pero, a pesar de la justa indignación que le agita, nada intentará contra la vida de su madre. Estos grandes afectos producen el patético tan esencial a la Tragedia y si en medio de su violento choque, se ven triunfar aquellas pasiones virtuosas, que la naturaleza inspira; no hay entonces alma sensible que pueda resistirse a la conmiseración y al llanto.Hanmer en la vida de Shakespeare, cotejando la fábula de Hamlet con la Electra de Sófocles, dice así. En ambas Tragedias se ve precisado un joven Príncipe a vengar la muerte de su padre, sus madres son igualmente culpadas, entrambas han sido parte en el asesinato de sus esposos y se han casado después con los agresores de aquel delito. Orestes baña sus manos en la sangre de su misma madre, y aunque no se ve esta bárbara acción en el teatro, se ejecuta tan cerca de él, que el espectador oye los gritos de Clitemnestra pidiendo favor a Egisto e implorando perdón de su hijo, que la mata; mientras Electra desde la escena le anima al parricidio. Hamlet movido como Orestes del amor a su padre y de la misma resolución de vengar su muerte, no detesta menos el delito de su madre (que se hace mayor que el de Clitemnestra, por el incesto); pero el Poeta inglés, con admirable prudencia y artificio, le hace abstenerse de usar con su madre violencia alguna. Esto es saber distinguir acertadamente el horror y el terror: la última de estas pasiones es propia de la Tragedia; pero la primera debe siempre evitarse con el mayor conato.Si Hanmer hubiera comparado el Hamlet de Shakespeare con la Electra de Eurípides, sería mayor todavía la preferencia del Poeta inglés. La fábula de aquella Tragedia griega, los caracteres de Electra y Orestes, las circunstancias de la muerte de Clitemnestra, engañada y asesinada por sus hijos, todo está manchado de tan negros colores, y resulta un hecho tan abominable y atroz, que en ningún teatro moderno podría tolerarse.

ser cruel, pero no parricida. El puñal que ha de herirla esté en mis palabras, no en mi mano; disimulen el corazón y la lengua; sean las que fueren las execraciones que contra ella pronuncie, nunca, nunca mi alma solicitará que se cumplan.

Escena XX

Gabinete.
CLAUDIO, RICARDO, GUILLERMO

CLAUDIO
No, no le quiero aquí; ni conviene a nuestra seguridad dejar libre el campo a sulocura. Preveníos, pues, y haré que inmediatamente se os despache para que él os acompañe aInglaterra. El interés de mi corona no permite ya exponerme a un riesgo tan inmediato, que crecepor instantes en los accesos de su demencia.

GUILLERMO
Al momento dispondremos nuestra marcha. El más santo y religioso temores aquel que procura la existencia de tantos individuos, cuya vida pende de vuestra Majestad.

RICARDO
Si es obligación en un particular defender su vida de toda ofensa, por medio de la fuerza y el arte, ¿cuánto más lo será conservar aquella en quien estriba la felicidad pública? Cuando llega a faltar el Monarca, no muere él solo, sino que, a manera de un torrente precipitado, arrebata consigo cuanto le rodea. Como una gran rueda colocada en la cima del más alto monte, a cuyos enormes rayos están asidas innumerables piezas menores; que si llega a caer, no hay ninguna de ellas, por más pequeña que sea, que no padezca igualmente en el total destrozo. Nunca el Soberano exhala un suspiro sin excitar en su nación general lamento.

CLAUDIO
Yo os ruego que os prevengáis sin dilación para el viaje. Quiero encadenar este temor, que ahora camina demasiado libre.

LOS DOS
Vamos a obedeceros con la mayor prontitud.

Escena XXI

CLAUDIO, POLONIO

POLONIO
Señor, ya se ha encaminado al cuarto de su madre, voy a ocultarme detrás de los tapices para ver el suceso. Es seguro que ella le reprenderá fuertemente, y como vos mismo habéis observado muy bien, conviene que asista a oír la conversación alguien más que su madre, que naturalmente le ha de ser parcial, como a todas sucede. Quedaos a Dios, yo volveré a veros antes que os recojáis para deciros lo que haya pasado.

CLAUDIO
Gracias, querido Polonio.

Escena XXII

CLAUDIO solo

CLAUDIO
¡Oh, mi culpa es atroz! Su hedor sube al cielo, llevando consigo la maldición más terrible, la muerte de un hermano. No puedo recogerme a orar, por más que eficazmente lo procuro, que es más fuerte que mi voluntad el delito que la destruye. Como el hombre a quien dos obligaciones llaman, me detengo a considerar por cual empezaré primero, y no cumplo ninguna... Pero, si este brazo execrable estuviese aún más teñido en la sangre fraterna, ¿faltará en los Cielos piadosos suficiente lluvia para volverle cándido como la nieve misma? ¿De qué sirve la misericordia, si se niega a ver el rostro del pecado? ¿Qué hay en la oración sino aquella duplicada fuerza, capaz de sostenernos al ir a caer, o de adquirirnos el perdón habiendo caído? Sí, alzaré mis ojos al Cielo, y quedará borrada mi culpa. Pero, ¿qué género de oración habré de usar? Olvida, señor, olvida el horrible homicidio que cometí... ¡Ah! Que será imposible, mientras vivo poseyendo los objetos que me determinaron a la maldad: mi ambición, mi corona, mi esposa... ¿Podrá merecerse el perdón cuando la ofensa existe? En este mundo estragado sucede con frecuencia que la mano delincuente, derramando el oro, aleja la justicia, y corrompe con dádivas la integridad de las leyes; no así en el cielo, que allí no hay engaños, allí comparecen las acciones humanas como ellas son, y nos vemos compelidos a manifestar nuestras faltas todas, sin excusa, sin rebozo alguno... En fin, en fin, ¿qué debo hacer?... Probemos lo que puede el arrepentimiento... y ¿qué no podrá? Pero, ¿qué ha de poder con quien no puede arrepentirse? ¡Oh! ¡Situación infeliz! ¡Oh! ¡Conciencia ennegrecida con sombras de muerte! ¡Oh! ¡Alma mía aprisionada! que cuanto más te esfuerzas para ser libre, más quedas oprimida, ¡Ángeles, asistidme! Probad en mí vuestro poder. Dóblense mis rodillas tenaces, y tu corazón mío de aceradas fibras, hazte blando como los nervios del niño que acaba de nacer. Todo, todo puede enmendarse.

[Se arrodilla y apoya los brazos y la cabeza en un sillón.]

Escena XXIII

CLAUDIO, HAMLET

HAMLET
Esta es la ocasión propicia. Ahora está rezando, ahora le mato... [Saca la espada, da algunos pasos en ademán de ir a herirle, se detiene, y se retira otra vez hacia la puerta.] Y así se irá al cielo... ¿y es esta mi venganza? No, reflexionemos. Un malvado asesina a mi padre, y yo, su hijo único, aseguro al malhechor la gloria. ¿No es esto, en vez de castigo, premio y recompensa? Él sorprendió a mi padre, acabados los desórdenes del banquete, cubierto de más culpas que el mayo tiene flores... ¿quién sabe, sino Dios, la estrecha cuenta que hubo de dar? Pero, según nuestra razón concibe, terrible ha sido su sentencia. ¡Y quedaré vengado dándole a éste la muerte, precisamente cuando purifica su alma, cuando se dispone para la partida! No, espada mía, vuelve a tu lugar y espera ocasión de ejecutar más tremendo golpe. Cuando esté [N]
X
Nota del traductor

"Cuando esté"

(18) Hamlet quisiera matar al Rey; pero le detiene la consideración de que si le quita la vida mientras está pidiendo perdón a Dios de sus pecados, podrá salvarse, y suspende el golpe para cuando, cogiéndole menos dispuesto, le procure a un tiempo la muerte y la condenación. Este proyecto horrible es propio de un monstruo implacable y feroz, no de un Príncipe virtuoso y magnánimo. Todos los delitos de Claudio no son comparables al que premedita Hamlet.

ocupado en el juego, cuando blasfeme colérico, o duerma con la embriaguez, o se abandone a los placeres incestuosos del lecho, o cometa acciones contrarias a su salvación; hiérele entonces, caiga precipitado al profundo y su alma quede negra y maldita, como el infierno que ha de recibirle. [Envaina la espada.] Mi madre me espera. Malvado, esta medicina que te dilata la dolencia no evitará tu muerte.

Escena XXIV

CLAUDIO solo

CLAUDIO
Mis palabras suben al cielo, mis afectos quedan en la tierra. Palabras sin afectos, nunca llegan a los oídos de Dios.

Escena XXV

GERTRUDIS, POLONIO, HAMLET
Cuarto de la Reina

POLONIO
Va a venir al momento. Mostradle entereza, decidle que sus locuras han sido demasiado atrevidas e intolerables, que vuestra bondad le ha protegido, mediando entre él y la justa indignación que excitó. Yo, entretanto [N]
X
Nota del traductor

"entretanto"

(19) Véase la nota primera del primer acto.

, retirado aquí, guardaré silencio. Habladle con libertad, yo os lo suplico.

HAMLET
[Gritando desde adentro. ] Madre, madre.

GERTRUDIS
Así te lo prometo, nada temo. Ya le siento llegar. Retírate.

[Polonio se oculta detrás de unos tapices. ]

Escena XXVI

GERTRUDIS, HAMLET, POLONIO

HAMLET
¿Qué me [N]
X
Nota del traductor

"me"

(20) En esta escena se compensan los defectos de plan y estilo, con el grande interés de la situación, lo animado y rápido del diálogo, la viveza de las pinturas y la agitación de los afectos.

mandáis, señora?

GERTRUDIS
Hamlet, muy ofendido tienes a tu padre.

HAMLET
Madre, muy ofendido tenéis al mío.

GERTRUDIS
Ven, ven aquí; tú me respondes con lengua demasiado libre.

HAMLET
Voy, voy allá... y vos me preguntáis con lengua bien perversa.

GERTRUDIS
¿Qué es esto, Hamlet?

HAMLET
¿Y qué es eso, madre?

GERTRUDIS
¿Te olvidas de quién soy?

HAMLET
No, por la cruz bendita, que no me olvido. Sois la Reina, casada con el hermano de vuestro primer esposo y... ojalá no fuera así... ¡eh! sois mi madre.

GERTRUDIS
Bien está. Yo te pondré delante de quien te haga hablar con más acuerdo.

HAMLET
Venid, sentaos [Hamlet, asiendo de un brazo a Gertrudis, la hace sentar. ] y no saldréis de aquí, no os moveréis, sin que os ponga un espejo delante en que veáis lo más oculto de vuestra conciencia.

GERTRUDIS
¿Qué intentas hacer? [Al ver Gertrudis la extraordinaria agitación que Hamlet manifiesta en su semblante y acciones, teme que va a matarla, y grita despavorida pidiendo socorro. Polonio Quiere salir de donde está oculto, y después se detiene. Hamlet advierte que los tapices se mueven, sospecha que Claudio está escondido detrás de ellos, saca la espada, da dos o tres estocadas sobre el bulto que halla, y prosigue hablando con su madre. ]
¿Quieres matarme?... ¿Quién me socorre?.. ¡Cielos!

POLONIO
Socorro pide... ¡Oh!..

HAMLET
¿Qué es esto? ... ¿Un ratón? Murió [N]
X
Nota del traductor

"Murió"

(21) La muerte de Polonio no produce efecto trágico; semejante en esto a la de Arlequín. Aquel personaje ha sido poco necesario a la fábula, no ha excitado más afectos que el de la risa, no ha sido un malvado que deba morir, ni un hombre grande y virtuoso por quien el auditorio puede interesarse. Disgusta, no conmueve su muerte y la acción de Hamlet, a pesar de los motivos que le determinan, parece atropellada y brutal.

... Un ducado a que ya está muerto.

POLONIO
¡Ay de mí!

GERTRUDIS
¿Qué has hecho?

HAMLET
Nada... ¿Qué sé yo?.. ¿Si sería el Rey?

GERTRUDIS
¡Qué acción tan precipitada y sangrienta!

HAMLET
Es verdad, madre mía, acción sangrienta y casi tan horrible como la de matar a un Rey y casarse después con su hermano.

GERTRUDIS
¿Matar a un Rey?

HAMLET
Sí, señora, eso he dicho. [Alza el tapiz, y aparece Polonio muerto en el suelo.]
Y tú, miserable, temerario, entremetido, loco, adiós. Yo te tomé por otra persona de más consideración. Mira el premio que has adquirido; ve ahí el riesgo que tiene la demasiada curiosidad. [Volviendo a hablar con Gertrudis, a quien hace sentar de nuevo. ]
No, no os torzáis las manos... sentaos aquí, y dejad que yo os tuerza el corazón. Así he de hacerlo, si no le tenéis formado de impenetrable pasta, si las costumbres malditas no le han convertido en un muro de bronce, opuesto a toda sensibilidad.

GERTRUDIS
¿Qué hice yo, Hamlet, para que con tal aspereza me insultes?

HAMLET
Una acción que mancha la tez purpúrea de la modestia, y da nombre de hipocresía a la virtud, arrebata las flores de la frente hermosa de un inocente amor, colocando un vejigatorio en ella, que hace más pérfidos los votos conyugales que las promesas del tahúr. Una acción que destruye la buena fe, alma de los contratos, y convierte la inefable religión en una compilación frívola de palabras. Una acción, en fin, capaz de inflamar en ira la faz del cielo y trastornar con desorden horrible esta sólida y artificiosa máquina del mundo, como si se aproximara su fin temido.

GERTRUDIS
¡Ay de mi! ¿Y qué acción es esa que así exclamas al anunciarla, con espantosa voz de trueno?

HAMLET
Veis aquí presentes, en esta y esta pintura, [Señalando a dos retratos que habrá en la pared uno del Rey Hamlet, y otro de Claudio.]
los retratos de dos hermanos. ¡Ved cuanta gracia residía en aquel semblante! Los cabellos [N]
X
Nota del traductor

"cabellos"

(22) Es lástima que Hamlet se distraiga en estos floreos impertinentes: la situación en que se halla pide vehemencia de afectos y sobriedad de estilo.Las narraciones, las descripciones, los episodios, las disputas cuasi académicas, las sentencias estudiadas y en gran número, inútiles a la acción; aunque por si merezcan admiración y elogio, entorpecen el curso de la fábula, dilatan la catástrofe, y hacen mudar en tedio la engañada curiosidad del espectador. (Metastasio. Notas al Arte Poética de Horacio.)

del Sol, la frente como la del mismo Júpiter; su vista imperiosa y amenazadora, como la de Marte; su gentileza, semejante a la del mensajero, Mercurio, cuando aparece sobre una montaña cuya cima llega a los cielos. ¡Hermosa combinación de formas! donde cada uno de los dioses imprimió su carácter para que el mundo admirase tantas perfecciones en un hombre solo. Este fue vuestro esposo. Ved ahora el que sigue. Este es vuestro esposo que como la espiga con tizón destruye la sanidad de su hermano. ¿Lo veis bien? ¿Pudisteis abandonar las delicias de aquella colina hermosa por el cieno de ese pantano inmundo? ¡Ah! ¿Lo veis bien?... Ni podéis llamarlo amor; porque en vuestra edad los hervores de la sangre están ya tibios y obedientes a la prudencia, y ¿qué prudencia descendería desde aquel a este? Sentidos tenéis, que a no ser así no tuvierais afectos; pero esos sentidos deben de padecer letargo profundo. La demencia misma no podría incurrir en tanto error, ni el frenesí tiraniza con tal exceso las sensaciones, que no quede suficiente juicio para saber elegir entre dos objetos, cuya diferencia es tan visible... ¿Qué espíritu infernal os pudo engañar y cegar así? Los ojos sin el tacto, el tacto sin la vista, los oídos, el olfato solo, una débil porción de cualquier sentido hubiera bastado a impedir tal estupidez... ¡Oh!, modestia, ¿y no te sonrojas? ¡Rebelde infierno! Si así pudiste inflamar las médulas de una matrona, permite, permite que la virtud en la edad juvenil sea dócil como la cera y se liquide en sus propios fuegos; ni se invoque al pudor para resistir su violencia, puesto que el hielo mismo con tal actividad se enciende y es ya el entendimiento el que prostituye al corazón.

GERTRUDIS
¡Oh! ¡Hamlet! No digas más... Tus razones me hacen dirigir la vista a mi conciencia, y advierto allí las más negras y groseras manchas, que acaso nunca podrán borrarse.

HAMLET
¡Y permanecer así entre el pestilente sudor de un lecho incestuoso, envilecida en corrupción prodigando caricias de amor en aquella sentina impura!

GERTRUDIS
No más, no más, que esas palabras, como agudos puñales, hieren mis oídos... No más, querido Hamlet.

HAMLET
Un asesino... Un malvado... vil... inferior mil veces a vuestro difunto esposo... escarnio de los Reyes, ratero del imperio y el mando; que robó la preciosa corona y se la guardó en el bolsillo.

GERTRUDIS
No más...

Escena XXVII

GERTRUDIS, HAMLET, LA SOMBRA DEL REY HAMLET

HAMLET
Un rey de botarga... ¡Oh, espíritus [N]
X
Nota del traductor

"espíritus"

(23) Esta aparición del muerto es inútil. Dice que viene a inflamar el ardor casi extinguido de Hamlet, y a fe que no tiene razón: nunca el Príncipe se ha manifestado más ardiente que en esta escena. Si hubiese venido cuando se entretenía en dar lecciones de representar a los Cómicos, ya era otra cosa.

celestes, defendedme! Cubridme con vuestras alas... ¿Qué quieres, venerada Sombra?

GERTRUDIS
¡Ay! Que está fuera de sí.

HAMLET
¿Vienes acaso a culpar la negligencia de tu hijo, que debilitado por la compasión y la tardanza, olvida la importante ejecución de tu precepto terrible?... Habla.

LA SOMBRA
No lo olvides. Vengo a inflamar de nuevo tu ardor casi extinguido. ¿Pero, ves? Mira cómo has llenado de asombro a tu madre. Ponte entre ella y su alma agitada y hallarás que la imaginación obra con mayor violencia en los cuerpos más débiles. Háblala, Hamlet.

HAMLET
¿En qué pensáis, señora?

GERTRUDIS
¡Ay! ¡Triste! Y en qué piensas tú que así diriges la vista donde no hay nada, razonando con el aire incorpóreo. Toda tu alma se ha pasado a tus ojos, que se mueven horribles, y tus cabellos que pendían, adquiriendo vida y movimiento, se erizan y levantan como los soldados, a quienes improviso rebato despierta. ¡Hijo de mi alma! ¡Oh! Derrama sobre el ardiente fuego de tu agitación y la paciencia fría. ¿A quién estás mirando?

HAMLET
A él, a él... ¿Le veis, que pálida luz despide? Su aspecto y su dolor bastarían a conmover las piedras... ¡Ay! No me mires así, no sea que ese lastimoso semblante destruya mis designios crueles, no sea que al ejecutarlos equivoque los medios y en vez de sangre se derramen lágrimas.

GERTRUDIS
¿A quién dices eso?

HAMLET
¿No veis nada allí?

GERTRUDIS
Nada, y veo todo lo que hay.

HAMLET
¿Ni oísteis nada tampoco?

GERTRUDIS
Nada más que lo que nosotros hablamos.

HAMLET
Mirad allí... ¿Le veis?... Ahora se va... Mi padre..., con el traje mismo que se vestía. ¿Veis por donde va?... Ahora llega al pórtico.

Escena XXVIII

GERTRUDIS, HAMLET

GERTRUDIS
Todo es efecto de la fantasía. El desorden que padece tu espíritu produce ilusiones vanas.

HAMLET
¿Desorden? Mi pulso, como el vuestro, late con regular intervalo y anuncia igual salud en sus compases... Nada de lo que he dicho es locura. Haced la prueba y veréis si os repito cuantas ideas y palabras acabo de proferir, y un loco no puede hacerlo. ¡Ah! ¡Madre mía! En merced os pido que no apliquéis al alma esa unción halagüeña, creyendo que es mi locura la que habla, y no vuestro delito. Con tal medicina lograréis sólo irritar la parte ulcerada, aumentando la ponzoña pestífera, que interiormente la corrompe... Confesad al Cielo vuestra culpa, llorad lo pasado, precaved lo futuro; y no extendáis el beneficio sobre las malas yerbas, para que prosperen lozanas. Perdonad este desahogo a mi virtud, ya que en esta delincuente edad, la virtud misma tiene que pedir perdón al vicio; y aun para hacerle bien, le halaga y le ruega.

GERTRUDIS
¡Ay, Hamlet, tú despedazas mi corazón!

HAMLET
¿Sí? Pues apartad de vos aquella porción más dañada, y vivid con la que resta, más inocente. Buenas noches... Pero, no volváis al lecho de mi tío. Si carecéis de virtud, aparentadla al menos. La costumbre [N]
X
Nota del traductor

"costumbre"

(24) Estas reflexiones son justas, propias de la situación, y dichas con la brevedad conveniente, dan expresión y movimiento al diálogo; no le ofuscan ni debilitan.

, aquel monstruo que destruye las inclinaciones y afectos del alma, si en lo demás es un demonio; tal vez es un ángel cuando sabe dar a las buenas acciones una cierta facilidad con que insensiblemente las hace parecer innatas. Conteneos por esta noche: este esfuerzo os hará más fácil la abstinencia próxima, y la que siga después la hallaréis más fácil todavía. La costumbre [N]
X
Nota del traductor

"costumbre"

(24) Estas reflexiones son justas, propias de la situación, y dichas con la brevedad conveniente, dan expresión y movimiento al diálogo; no le ofuscan ni debilitan.

es capaz de borrar la impresión misma de la naturaleza, reprimir las malas inclinaciones y alejarlas de nosotros con maravilloso poder. Buenas noches, y cuando aspiréis de veras la bendición del Cielo, entonces yo os pediré vuestra bendición... [Hace ademán de cargar con el cuerpo de Polonio; pero dejándole en el suelo otra vez, vuelve a hablar a Gertrudis.]
La desgracia de este hombre me aflige en extremo; pero Dios lo ha querido así, a él le ha castigado por mi mano y a mí también, precisándome a ser el instrumento de su enojo. Yo le conduciré a donde convenga y sabré justificar la muerte que le dí. Basta. Buenas noches. Porque [N]
X
Nota del traductor

"Porque"

(25) Quiere decir que el amor que tuvo a su padre le obliga a ser sanguinario y vengativo.

soy piadoso debo ser cruel, ve aquí el primer daño cometido; pero aún es mayor el que después ha de ejecutarse ... ¡Ah! Escuchad otra cosa.

GERTRUDIS
¿Cuál es? ¿Qué debo hacer?

HAMLET
No hacer nada de cuanto os he dicho, nada. Permitid que el Rey, hinchado con el vino, os conduzca otra vez al lecho y allí os acaricie, apretando lascivo vuestras mejillas, y os tiente el pecho con sus malditas manos y os bese con negra boca. Agradecida entonces, declaradle cuanto hay en el caso, decidle que mi locura no es verdadera, que todo es artificio. Sí, decídselo, porque ¿cómo es posible que una Reina hermosa, modesta, prudente, oculte secretos de tal importancia a aquel [N]
X
Nota del traductor

"aquel"

(26) A Letourneur se le olvidó traducir todo este pasaje.

gato viejo, murciélago, sapo torpísimo? ¿cómo sería posible callárselo? Id, y a pesar de la razón y del sigilo, abrid la jaula sobre el techo de la casa y haced que los pájaros se vuelen, y semejante al mono (tan amigo de hacer experiencias) meted la cabeza en la trampa, a riesgo de perecer en ella misma.

GERTRUDIS
No, no lo temas, que si las palabras se forman del aliento, y éste anuncia vida, no hay vida ni aliento en mí, para repetir lo que me has dicho.

HAMLET
¿Sabéis que debo ir a Inglaterra?

GERTRUDIS
¡Ah! Ya lo había olvidado. Sí, es cosa resuelta.

HAMLET
He sabido que hay ciertas cartas selladas, y que mis dos condiscípulos (de quienes yo me fiaré, como de una víbora ponzoñosa) van encargados de llevar el mensaje, facilitarme la marcha y conducirme al precipicio. Pero, yo los dejaré hacer: que es mucho gusto ver volar al minador con su propio hornillo, y mal irán las cosas; o yo excavaré una vara no más debajo de las minas, y les haré saltar hasta la luna. ¡Oh! ¡Es mucho gusto, cuando un pícaro tropieza con quien se las entiende!... Este hombre me hace ahora su ganapán..., [Quiere llevar a cuestas el cadáver, y no pudiendo hacerlo cómodamente, le ase de un pie, y se le lleva arrastrando.]
le llevaré arrastrando a la pieza inmediata. Madre, buenas noches... Por cierto que el señor Consejero (que fue en vida un hablador impertinente) es ahora bien reposado, bien serio y taciturno. Vamos, amigo, que es menester sacaros de aquí y acabar con ello. Buenas noches, madre.


Acto IV

Escena I

Salón de Palacio.
CLAUDIO, GERTRUDIS, RICARDO, GUILLERMO

CLAUDIO
Esos suspiros, esos profundos sollozos, alguna causa tienen, dime cuál es; conviene que la sepa yo... ¿En dónde está tu hijo?

GERTRUDIS
Dejadnos solos un instante. [Vanse Ricardo y Guillermo.]
¡Ah! ¡Señor lo que he visto esta noche!

CLAUDIO
¿Qué ha sido, Gertrudis? ¿Qué hace Hamlet?

GERTRUDIS
Furioso está, como el mar y el viento cuando disputan entre sí cuál es más fuerte. Turbado con la demencia que le agita, oyó algún ruido detrás del tapiz; saca la espada, grita: un ratón, un ratón, y en su ilusión frenética mató al buen anciano que se hallaba oculto.

CLAUDIO
¡Funesto accidente! Lo mismo hubiera hecho conmigo si hubiera estado allí. Ese desenfreno insolente amenaza a todos: a mí, a ti misma, a todos en fin. ¡Oh! ¿Y cómo disculparemos una acción tan sangrienta? Nos la imputarán sin duda a nosotros, porque nuestra autoridad debería haber reprimido a ese joven loco, poniéndole en paraje donde a nadie pudiera ofender. Pero el excesivo amor que le tenemos nos ha impedido hacer lo que más convenía; bien así como el que padece una enfermedad vergonzosa, que por no declararla, consiente primero que le devore la substancia vital. ¿Y a dónde ha ido?

GERTRUDIS
A retirar de allí el difunto cuerpo, y en medio de su locura, llora el error que ha cometido. Así el oro [N]
X
Nota del traductor

"oro"

(1) Como el Rey acaba su discurso con una comparación, la Reina, que no quiere ser menos, le responde con otra. En nuestro teatro hay mucho de esto también. Si Don Félix se compara con el heliotropio que sigue al sol, Doña Isabel le asegura que ella es como el imán enamorado del norte; si dice Don Carlos que su amor es único y solo, como el fénix de Arabia, Doña Leonor le replica que su constancia es el escollo, combatido en vano de las tempestades y las ondas. Este prurito de discretear, volviéndose los interlocutores décima por décima, concepto por concepto, no está ya en uso. La buena crítica ha desterrado del teatro estos ornatos inoportunos y ajenos de toda verisimilitud; y si al gran Metastasio no se le perdonan sus pájaros, sus arrollitos, sus encinas, sus navecillas, sus torrentes y huracanes, ¿qué indulgencia podrán esperar Calderón y Shakespeare?

manifiesta su pureza; aunque mezclado, tal vez, con metales viles.

CLAUDIO
Vamos, Gertrudis, y apenas toque el sol la cima de los montes haré que se embarque y se vaya, en tanto será necesario emplear toda nuestra autoridad y nuestra prudencia, para ocultar o disculpar, un hecho tan indigno.

Escena II

CLAUDIO, GERTRUDIS, RICARDO, GUILLERMO

CLAUDIO
¡Oh, Guillermo, amigos! Id entrambos con alguna gente que os ayude. Hamlet, ciego de frenesí, ha muerto a Polonio y le ha sacado arrastrando del cuarto de su madre. Id a buscarle, habladle con dulzura y haced llevar el cadáver a la capilla. No os detengáis. [Vanse Ricardo y Guillermo.]
Vamos, que pienso llamar a nuestros más prudentes amigos para darles cuenta de esta imprevista desgracia y de lo que resuelvo hacer. Acaso por este medio la calumnia (cuyo rumor ocupa la extensión del orbe y dirige sus emponzoñados tiros con la certeza que el cañón a su blanco) errando esta vez el golpe, dejará nuestro nombre ileso y herirá sólo al viento insensible. ¡Oh! Vamos de aquí... mi alma está llena de agitación y de terror.

Escena III

Cuarto de Hamlet.
HAMLET, RICARDO, GUILLERMO

HAMLET
Colocado ya en lugar seguro. Pero...

RICARDO
[Desde adentro.] Hamlet, señor.

HAMLET
¿Qué ruido es este? ¿Quién llama a Hamlet? ¡Oh! Ya están aquí.

[Salen Ricardo y Guillermo.]

RICARDO
Señor, ¿qué habéis hecho del cadáver?

HAMLET
Ya está entre el polvo, del cual es pariente cercano.

RICARDO
Decidnos en donde está, para que le hagamos llevar a la capilla.

HAMLET
¡Ah!... No lo creáis, no.

RICARDO
¿Qué es lo que no debemos creer?

HAMLET
Que yo pueda guardar vuestro secreto, y os revele el mío... Y, además, ¿qué ha de responder el hijo de un Rey a las instancias de un entremetido palaciego?

RICARDO
¿Entremetido me llamáis?

HAMLET
Sí, señor, entremetido: que como una esponja chupa del favor del Rey las riquezas y la autoridad. Pero estas gentes, a lo último de su carrera, es cuando sirven mejor al Príncipe, porque este, semejante al mono, se los mete en un rinón de la boca; allí los conserva, y el primero que entró, es el último que se traga. Cuando el Rey necesite lo que tú (que eres sue sponja) le hayas chupado, te coge, te exprime, y quedas enjuto otra vez.

RICARDO
No comprendo lo que decís.

HAMLET
Me place en extremo. Las razones agudas son ronquidos para los oídos tontos.

RICARDO
Señor, lo que importa es que nos digáis en donde está el cuerpo, y os vengáis con nosotros a ver al Rey.

HAMLET
El cuerpo [N]
X
Nota del traductor

"El cuerpo"

(2) Steevens lo interpreta así: El cuerpo está en la casa del actual Rey; pero el verdadero (esto es: el precedente Rey) no está con su cuerpo. A Mr. Eschenberg le parece más natural de esta manera. El ataúd está cerca del Rey; pero el Rey no está todavía en el ataúd, que es decir: no está muerto aún, como debía estarlo. Letourneur cree que se pudiera explicar en estos términos. El Rey no está con el cuerpo, esto es: Claudio no es más que un cuerpo sin alma, no tenemos Rey, no hay un verdadero Rey dentro de su cuerpo. Si todos los comentadores de Góngora viniesen a interpretar este pasaje, no podrían disipar la obscuridad en que está envuelto.

está con el Rey; pero el Rey no está con el cuerpo. El Rey viene a ser una cosa como...

GUILLERMO
¿Qué cosa, señor?

HAMLET
Una cosa, que no vale nada..., pero, guarda, Pablo... Vamos a verle.

Escena IV

Salón de Palacio.
CLAUDIO solo

CLAUDIO
Le he enviado a llamar y he mandado buscar el cadáver. ¡Qué peligroso es dejar en libertad a este mancebo! Pero no es posible tampoco ejercer sobre él la severidad de las leyes. Está muy querido de la fanática multitud, cuyos afectos se determinan por los ojos, no por la razón, y que en tales casos considera el castigo del delincuente, y no el delito. Conviene, para mantener la tranquilidad, que esta repentina ausencia de Hamlet aparezca como cosa muy de antemano meditada y resuelta. Los males desesperados, o son incurables, o se alivian con desesperados remedios.

Escena V

CLAUDIO, RICARDO

CLAUDIO
¿Qué hay? ¿Qué ha sucedido?

RICARDO
No hemos podido lograr que nos diga adónde ha llevado el cadáver.

CLAUDIO
Pero, él, ¿en dónde está?

RICARDO
Afuera quedó con gente que le guarda, esperando vuestras órdenes.

CLAUDIO
Traedle a mi presencia.

RICARDO
Guillermo, que venga el Príncipe.

Escena VI

CLAUDIO, RICARDO, HAMLET, GUILLERMO, CRIADOS

CLAUDIO
Y bien, Hamlet, ¿en dónde está Polonio?

HAMLET
Ha ido a cenar.

CLAUDIO
¿A cenar? ¿Adónde?

HAMLET
No adónde coma, sino adónde es comido, entre una numerosa congregación de gusanos. El gusano es el Monarca supremo de todos los comedores. Nosotros [N]
X
Nota del traductor

"Nosotros"

(3) No hay dificultad en decir con Hamlet, que engordamos a los demás animales para alimentarnos con ellos, y que los gusanos engordan después, comiéndonos a nosotros, tampoco es de admirar que un hombre se coma un pez, que tragó a un gusano, que se había alimentado del cadáver de un Rey. Todo esto es verdadero y posible ; el mal está en que no viene a cuento, en que es ocioso y ridículo, y en que un Príncipe de Dinamarca se explica en este pasaje como un arriero de Sacedón.

engordamos a los demás animales para engordarnos, y engordamos para el gusanillo, que nos come después. El Rey gordo y el mendigo flaco son dos platos diferentes; pero se sirven a una misma mesa. En esto para todo.

CLAUDIO
¡Ah!

HAMLET
Tal vez un hombre puede pescar con el gusano que ha comido a un Rey, y comerse después el pez que se alimentó de aquel gusano.

CLAUDIO
¿Y qué quieres decir con eso?

HAMLET
Nada más que manifestar, cómo un Rey puede pasar progresivamente a las tripascde un mendigo.

CLAUDIO
¿En dónde está Polonio?

HAMLET
En el cielo. Enviad a alguno que lo vea, y si vuestro comisionado no le encuentra allí, entonces podéis vos mismo irle a buscar a otra parte. Bien que, si no le halláis en todo este mes, le oleréis sin duda al subir los escalones de la galería.

CLAUDIO
Id allá a buscarle.

[Vanse los criados.]

HAMLET
No, él no se moverá de allí hasta que vayan por él.

CLAUDIO
Este suceso, Hamlet, exige que atiendas a tu propia seguridad, la cual me interesa tanto, como lo demuestra el sentimiento que me causa la acción que has hecho. Conviene que salgas de aquí con acelerada diligencia. Prepárate, pues. La nave está ya prevenida, el viento es favorable, los compañeros aguardan, y todo está pronto para tu viaje a Inglaterra.

HAMLET
¿A Inglaterra?

CLAUDIO
Sí, Hamlet.

HAMLET
Muy bien.

CLAUDIO
Sí, muy bien debe parecerte, si has comprendido el fin a que se encaminan mis deseos.

HAMLET
Yo veo un ángel que los ve... Pero vamos a Inglaterra. ¡Adiós, mi querida madre!

CLAUDIO
¿Y tu padre, que te ama, Hamlet?

HAMLET
Mi madre... Padre y madre son marido y mujer; marido y mujer son una carne misma, con que... Mi madre... ¡Eh, vamos a Inglaterra!

Escena VII

CLAUDIO, RICARDO, GUILLERMO

CLAUDIO
Seguidle inmediatamente, instad con viveza su embarco, no se dilate un punto. Quiero verle fuera de aquí esta noche. Partid. Cuanto es necesario a esta comisión está sellado y pronto. Id, no os detengáis. [Vanse Ricardo y Guillermo.]
Y tú, Inglaterra, si en algo estimas mi amistad (de cuya importancia mi gran poder te avisa, pues aún miras sangrientas las heridas que recibiste del acero dinamarqués y en dócil temor me pagas tributos), no dilates tibia la ejecución de mi suprema voluntad, que por cartas escritas a este fin, te pide con la mayor instancia, la pronta muerte de Hamlet. Su vida es para mí una fiebre ardiente, y tú sola puedes aliviarme. Hazlo así, Inglaterra, y hasta que sepa que descargaste el golpe por más feliz que mi suerte sea, no se restablecerán en mi corazón la tranquilidad, ni la alegría.

Escena VIII

Campo solitario en las fronteras de Dinamarca.
FORTINBRÁS, UN CAPITÁN, SOLDADOS

FORTINBRÁS
Id, capitán, saludad en mi nombre al monarca danés: decidle que en virtud de su licencia, Fortinbrás pide el paso libre por su reino, según se le ha prometido. Ya sabéis el sitio de nuestra reunión. Si algo quiere su Majestad comunicarme, hacedle saber que estoy pronto a ir en persona a darle pruebas de mi respeto.

CAPITÁN
Así lo haré, señor.

FORTIMBRÁS
Y vosotros, caminad con paso vagaroso.

Escena IX

UN CAPITÁN, HAMLET, RICARDO Y GUILLERMO, SOLDADOS

HAMLET
Caballero [N]
X
Nota del traductor

"Caballero"

(5) El lector notará que Hamlet, habiéndose embarcado en Elsingor para ir a Inglaterra, se encuentra en el camino con un ejército de Noruega, que marcha a Polonia. Conviene confesar que la geografía de Shakespeare no es de las más exactas.

, ¿de dónde son estas tropas?

CAPITÁN
De Noruega, señor.

HAMLET
Y decidme, ¿adónde se encaminan?

CAPITÁN
Contra una parte de Polonia.

HAMLET
¿Quién las acaudilla?

CAPITÁN
Fortinbrás, sobrino del anciano rey de Noruega.

HAMLET
¿Se dirigen contra toda Polonia, o solo a alguna parte de sus fronteras?

CAPITÁN
Para deciros sin rodeos la verdad, vamos a adquirir una porción de tierra, de la cual (exceptuando el honor) ninguna otra utilidad puede esperarse. Si me la diesen arrendada en cinco ducados, no la tomaría, ni pienso que produzca mayor interés al de Noruega ni al polaco, aunque a pública subasta la vendan.

HAMLET
Sin duda, ¿el polaco no tratará de resistir?

CAPITÁN
Antes bien ha puesto ya en ella tropas que la guarden.

HAMLET
De ese modo el sacrificio de dos mil hombres y veinte mil ducados no decidirá la posesión de un objeto tan frívolo. Esa es una apostema del cuerpo político, nacida de la paz y excesiva abundancia, que revienta en lo interior, sin que exteriormente se vea la razón porque el hombre perece. Os doy muchas gracias de vuestra cortesía.

CAPITÁN
Dios os guarde.

[Vanse el Capitán y los soldados.]

RICARDO
¿Queréis proseguir el camino?

HAMLET
Presto os alcanzaré. Id adelante un poco.

Escena X

HAMLET solo

HAMLET
Cuantos [N]
X
Nota del traductor

"Cuantos"

(6) Aquí repite Hamlet lo que ha dicho otras veces: culpa su inacción y hace nuevos propósitos de venganza. Las reflexiones de su discurso, o son inoportunas, o encierran malísima doctrina. Fortimbrás que emprende la conquista de un país, que no vale cinco ducados y vio sacrificar veinte mil hombres por un capricho, es un frenético, y su ejemplo no debe ser imitado de ningún Príncipe justo, ni aplaudido de quien tenga sana razón. Los locos y los héroes desprecian igualmente la vida; la diferencia está en que aquellos, la exponen por pequeños motivos, y éstos, (apreciándola en todo lo que vale) hacen de ella voluntario sacrificio, cuando la necesidad de las circunstancias, su obligación, la privada o la común utilidad lo exigen. En tiempo de Shakespeare duraban generalmente recibidas en Europa estas opiniones absurdas, que confundían la temeridad con el valor; Cervantes en su obra inmortal del Quijote dio el primer golpe al sistema caballeresco; la filosofía y las artes, rectificando las ideas y suavizando las costumbres, han acabado lo que él empezó. Sería deseable, no obstante, que por evitar un mal no cayésemos en otro, igualmente funesto; pero, ¿quién sabrá fijar a la opinión sus debidos límites? Ni ¿cuándo el hombre llegará a perfeccionarse sin corromperse?

accidentes ocurren, todos me acusan, excitando a la venganza mi adormecido aliento. ¿Qué es el hombre que funda su mayor felicidad, y emplea todo su tiempo sólo en dormir y alimentarse? Es un bruto y no más. No. Aquél que nos formó dotados de tan extenso conocimiento que con él podemos ver lo pasado y futuro, no nos dio ciertamente esta facultad, esta razón divina, para que estuviera en nosotros sin uso y torpe. Sea, pues, brutal negligencia, sea tímido escrúpulo que no se atreve a penetrar los casos venideros (proceder en que hay más parte de cobardía que de prudencia), yo no sé para qué existo, diciendo siempre: tal cosa debo hacer; puesto que hay en mí suficiente razón, voluntad, fuerza y medios para ejecutarla. Por todas partes halló ejemplos grandes que me estimulan. Prueba es bastante ese fuerte y numeroso ejército, conducido por un príncipe joven y delicado, cuyo espíritu impelido de ambición generosa desprecia la incertidumbre de los sucesos, y expone su existencia frágil y mortal a los golpes de la fortuna a la muerte, a los peligros más terribles, y todo por un objeto de tan leve interés. El ser grande no consiste, por cierto, en obrar sólo cuando ocurre un gran motivo, sino en saber hallar una razón plausible de contienda, aunque sea pequeña la causa; cuando se trata de adquirir honor. ¿Cómo, pues, permanezco yo en ocio indigno, muerto mi padre alevosamente, mi madre envilecida... estímulos capaces de excitar mi razón y mi ardimiento, que yacen dormidos? Mientras para vergüenza mía veo la destrucción inmediata de veinte mil hombres, que por un capricho, por una estéril gloria van al sepulcro como a sus lechos, combatiendo por una causa que la multitud es incapaz de comprender, por un terreno que aún no es suficiente sepultura a tantos cadáveres. ¡Oh! de hoy más, o no existirá en mi fantasía idea ninguna, o cuántas forme serán sangrientas.

Escena XI

Galería de Palacio.
GERTRUDIS, HORACIO

GERTRUDIS
No, no quiero hablarla.

HORACIO
Ella insta por veros. Está loca, es verdad; pero eso mismo debe excitar vuestra compasión.

GERTRUDIS
¿Y qué pretende? ¿Qué dice?

HORACIO
Habla mucho de su padre; dice que continuamente oye que el mundo está lleno de maldad; solloza, se lastima el pecho, y airada trastorna con el pie cuanto al pasar encuentra. Profiere razones equívocas en que apenas se halla sentido; pero la misma extravagancia de ellas mueve a los que las oyen a retenerlas, examinando el fin con que las dice, y dando a sus palabras una combinación arbitraria, según la idea de cada uno. Al observar sus miradas, sus movimientos de cabeza, su gesticulación expresiva, llegan a creer que puede haber en ella algún asomo de razón; pero nada hay de cierto, sino que se halla en el estado más infeliz.

GERTRUDIS
Será bien hablarla antes que mi repulsa esparza conjeturas fatales en aquellos ánimos que todo lo interpretan siniestramente. Hazla venir. [Vase Horacio.]
El más frívolo acaso parece a mi dañada conciencia presagio de algún grave desastre. Propia es de la culpa esta desconfianza. Tan lleno está siempre de recelos el delincuente, que el temor de ser descubierto hace tal vez que él mismo se descubra.

Escena XII

GERTRUDIS, OFELIA, HORACIO

OFELIA
¿En dónde está la hermosa Reina de Dinamarca?

GERTRUDIS
¿Cómo va, Ofelia?

OFELIA
[Estos versos y todos los que siguen en el presente acto, los canta Ofelia.]
¿Cómo al amante
210
que fiel te sirva,
de otro cualquiera
distinguiría?
Por las veneras
de su esclavina,
215
bordón, sombrero
con plumas rizas,
y su calzado
que adornan cintas.

GERTRUDIS
¡Oh, querida mía! ¿Y a qué propósito viene esa canción?

OFELIA
220
¿Eso decís?... Atended a esta.
Muerto es ya, señora,
muerto y no está aquí.
Una tosca piedra
a sus plantas vi
225
y al césped del prado
su frente cubrir.
[Dando risotadas.]
¡Ah! ¡ah! ¡ah!

GERTRUDIS
Sí, pero, Ofelia...

OFELIA
Oíd, oíd.
Blancos paños le vestían...

Escena XIII

CLAUDIO, GERTRUDIS, OFELIA, HORACIO

GERTRUDIS
¡Desgraciada! ¿Veis esto, señor?

OFELIA
Blancos paños te vestían
como la nieve del monte
230
y al sepulcro le conducen,
cubierto de bellas flores,
que en tierno llanto de amor
se humedecieron entonces.

CLAUDIO
¿Cómo estás, graciosa niña?

OFELIA
235
Buena, Dios os lo pague... Dicen que la lechuza fue antes una doncella, hija de un panadero. ¡Ah! Sabemos lo que somos ahora, pero no lo que podemos ser. Dios vendrá a visitaros.

CLAUDIO
Alusión a su padre.

OFELIA
Pero no, no hablemos más en esto, y si os preguntan lo que significa decid:
De San Valentino [N]
X
Nota del traductor

"Valentino"

(7) En estos versos se alude a una costumbre popular muy antigua en Inglaterra. Las muchachas solteras tenían gran cuidado de ponerse a la ventana o salir a la calle en el primer día de Mayo al rayar el alba, y el joven que las veía primero, aquel creían que fuese el que la fortuna las destinaba para marido u galán. En una Comedia de Cervantes intitulada Pedro de Urdemalas se hace mención de otra práctica vulgar en España, muy semejante a la que se acaba de referir. Las mozas casaderas se ponían a la ventana en la noche de San Juan, con el cabello suelto, y un pie desnudo dentro de un barreño lleno de agua, y estaban atentas a escuchar el primer nombre que dijesen en la calle, suponiendo que así debía llamarse el que había de ser su marido. A esto aluden los siguientes versos de Benita en la citada Comedia.Yo por conseguir mi intentoLos cabellos doy al viento,y el pie izquierdo a una bacíallena de agua clara y fría,y el oído al aire atento.Eres noche tan sagradaque hasta la voz que en ti suena,dicen que viene preñadade alguna ventura buenaquien la escucha guardada.Haz que mis oídos toquealguna que me provoquea esperar suerte dichosa. Etc.

la fiesta es mañana:
240
yo, niña amorosa,
al toque del alba
iré a que me veas
desde tu ventana,
para que la suerte
245
dichosa me caiga.
Despierta el mancebo,
se viste de gala
y abriendo las puertas
entró la muchacha,
250
que viniendo virgen,
volvió desflorada.

CLAUDIO
¡Graciosa Ofelia!

OFELIA
Sí, voy a acabar; sin jurarlo, os prometo que la voy a concluir.
¡Ay! ¡Mísera! ¡Cielos!
255
¡Torpeza villana!
¿Qué galán desprecia
ventura tan alta?
Pues todos son falsos,
le dice indignada.
260
Antes que en tus brazos
me mirase incauta,
de hacerme tu esposa
me diste palabra.
Y él responde entonces:
265
Por el sol te juro
que no lo olvidara,
si tú no te hubieras
venido a mi cama.

CLAUDIO
¿Cuánto ha que está así?

OFELIA
Yo espero que todo irá bien... Debemos tener paciencia...
[Se entristece y llora.] Pero, yo no puedo menos de llorar considerando que le han dejado sobre la tierra fría... Mi hermano lo sabrá...Preciso... Y yo os doy las gracias por vuestros buenos consejos...
[Con mucha viveza y alegría. ] Vamos: la carroza. Buenas noches, señoras, buenas [N]
X
Nota del traductor

"señoras, buenas"

(8) La locura de Ofelia, aunque de nada sirve a la acción principal, es un episodio que produce en la representación admirable efecto. No se caracteriza como la del Príncipe, con bufonadas, ni chocarrerías, ni indirectas amargas; la demencia de Ofelia es verdadera, la de Hamlet mal fingida. La muerte de Polonio inopinada y cruel llena su alma sensible de aflicción, turba su entendimiento, y en cuanto hace y dice lo manifiesta. Se va al campo, y teje guirnaldas y festones de flores y yerbas, que amontona sin elección, con ellos se corona y adorna, vaga inquieta de una parte en otra, sin hallar en nada placer, solloza y ríe, se enfada, tal vez; pero a nadie ofende; pisa y trastorna cuanto halla al paso, enmudece melancólica y prorrumpe después, cantando versos que aprendió en tiempo más feliz, unos alusivos al estado de su corazón, y otros en que no se ve conexión ni objeto; a todos saluda cariñosa, con todos reparte los rústicos dones que lleva en la falda; a cada momento se distrae, habla de su padre y suspira, se acuerda de su hermano, desea verle, y cuando le ve no le conoce. Su risa, sus cantares, su furor, su alegría, sus lágrimas, su silencio, son toques felices de un gran pincel, que dio a esta figura toda la expresión imaginable.

noches. Amiguitas, buenas noches, buenas noches.

CLAUDIO
[A Horacio.] Acompáñala a su cuarto, y haz que la asista suficiente guardia. Yo te lo ruego.

Escena XIV

CLAUDIO, GERTRUDIS

CLAUDIO
¡Oh! Todo es efecto de un profundo dolor, todo nace de la muerte de su padre, y ahora observo, Gertrudis, que cuando los males vienen, no vienen esparcidos como espías, sino reunidos en escuadrones. Su padre muerto, tu hijo ausente (habiendo dado él mismo, justo motivo a su destierro), el pueblo alterado en tumulto con dañadas ideas y murmuraciones sobre la muerte del buen Polonio, cuyo entierro oculto ha sido no leve imprudencia de nuestra parte. La desdichada Ofelia fuera de sí, turbada su razón, sin la cual somos vanos simulacros o comparables sólo a los brutos; y por último (y esto no es menos esencial que todo lo restante) su hermano, que ha venido secretamente de Francia, y en medio de tan extraños casos, se ocultae ntre sombras misteriosas, sin que falten lenguas maldicientes que envenenen sus oídos, hablándole de la muerte de su padre. Ni en tales discursos, a falta de noticias seguras, dejaremos de ser citados continuamente de boca en boca. Todos estos afanes juntos, mi querida Gertrudis, como una máquina destructora que se dispara, me dan muchas muertes a un tiempo.

[Suena a lo lejos un rumor confuso, que se irá aumentando durante la escena siguiente. ]

GERTRUDIS
¡Ay! ¡Dios! ¿Qué estruendo es éste?

Escena XV

CLAUDIO, GERTRUDIS, UN CABALLERO

CLAUDIO
¿En dónde está mi guardia?... Acudid, defended las puertas... ¿Qué es esto?

CABALLERO
Huid [N]
X
Nota del traductor

"Huid"

(9) Todo lo restante de este acto está lleno de accidentes atropellados a inverosímiles. Laertes, que partió para Francia al empezarse la tragedia, está ya de vuelta en Elsingor, furioso por vengar la muerte de su padre, sucedida la noche antecedente. Hecho cabeza del vulgo amotinado que le aclama Rey, combate y dispersa las guardias del palacio y entra en él, seguido de sus parciales; sin que hasta ahora se haya tenido noticia alguna de que la nación esté disgustada con el Soberano, sin que se alcance por qué el pueblo pone los ojos en un caballero particular como Laertes, que pasa su vida en hacer viajes; olvidándose del Príncipe, legítimo heredero del trono, a quien ama tan ciegamente que hasta sus defectos los aplaude como virtudes. Estas inconsecuencias manifiestan que el autor se cansó poco en estudiar el plan de su tragedia; pero en aquel tiempo (exceptuando en Italia, donde ya se conocía el arte) todos los poetas dramáticos hacían lo mismo. Lope de Vega, Hardy y Shakespeare siempre escribieron deprisa.

, señor. El océano, sobrepujando sus términos, no traga las llanuras con ímpetu más espantoso que el que manifiesta el joven Laertes, ciego de furor, venciendo la resistencia que le oponen vuestros soldados. El vulgo le apellida “señor”, y como si ahora comenzase a existir el mundo, la antigüedad y la costumbre (apoyo y seguridad de todo buen gobierno) se olvidan y se desconocen. Gritan por todas partes: “nosotros elegimos por Rey a Laertes”. Los sombreros arrojados al aire, las manos y las lenguas le aplauden, llegando a las nubes la voz general que repite: “Laertes será nuestro Rey. ¡Viva Laertes!”

GERTRUDIS
¡Con qué alegría sigue, ladrando, esa trahilla pérfida el rastro mal seguro en que va a perderse!

CLAUDIO
Ya han roto las puertas.

Escena XVI

LAERTES, CLAUDIO, GERTRUDIS, SOLDADOS y PUEBLO

LAERTES
¿En dónde está el rey? [Volviéndose hacia la puerta por donde ha salido, detiene a los conjurados que le acompañan, y hace que se retiren.]
Vosotros, quedaos todos afuera.

VOCES
No, entremos.

LAERTES
Yo os pido que me dejéis.

VOCES
Bien, bien está.

LAERTES
Gracia, señores. Guardad las puertas... y tú, indigno príncipe, dame a mi padre.

GERTRUDIS
Menos, menos ardor, querido Laertes.

LAERTES
Si hubiese en mí una gota de sangre con menos ardor, me declararía por hijo espurio, infamaría de cornudo a mi padre e imprimiría sobre la frente limpia y casta de mi madre honestísima, la nota infame de prostituta.

CLAUDIO
Pero, Laertes, ¿cuál es el motivo de tan atrevida rebelión? Déjale, Gertrudis, no le contengas... No temas nada contra mí. Existe una fuerza divina que defiende a los reyes: la traición no puede, como quisiera, penetrar hasta ellos, y ve malogrados en la ejecución todos sus designios... Dime, Laertes, ¿por qué estás tan airado? Déjale, Gertrudis... Habla tú.

LAERTES
¿En dónde está mi padre?

CLAUDIO
Murió.

GERTRUDIS
Pero no le ha muerto el rey.

CLAUDIO
Déjale preguntar cuanto quiera.

LAERTES
¿Y cómo ha sido su muerte?... ¡Eh!... No, a mí no se me engaña. Váyase al infierno la fidelidad, llévese el más atezado demonio los juramentos de vasallaje, sepúltense la conciencia, la esperanza de salvación, en el abismo más profundo... La condenación eterna no me horroriza, suceda lo que quiera, ni éste ni el otro mundo me importan nada... Sólo aspiro, y este es el punto en que insisto, sólo aspiro a dar completa venganza a mi difunto padre.

CLAUDIO
¿Y quién te lo puede estorbar?

LAERTES
Mi voluntad sola y no todo el universo, y en cuanto a los medios de que he de valerme, yo sabré economizarlos de suerte que un pequeño esfuerzo produzca efectos grandes.

CLAUDIO
Buen Laertes, si deseas saber la verdad acerca de la muerte de tu amado padre ¿está escrito acaso en tu venganza que hayas de atropellar sin distinción amigos y enemigos,culpados e inocentes?

LAERTES
No, sólo a mis enemigos.

CLAUDIO
¿Querrás, sin duda, conocerlos?

LAERTES
¡Oh! A mis buenos amigos yo los recibiré con abiertos brazos, y semejante al pelícano amoroso, los alimentaré si necesario fuese con mi sangre misma.

CLAUDIO
Ahora hablaste como buen hijo, y como caballero. Laertes, ni tengo culpa en la muerte de tu padre, ni alguno ha sentido como yo su desgracia. Esta verdad deberá ser tan clara a tu razón, como a tus ojos la luz del día.

VOCES
[Ruido y voces dentro.] Dejadla entrar.

LAERTES
¿Qué novedad... qué ruido es este?

Escena XVII

CLAUDIO, GERTRUDIS, LAERTES, OFELIA, acompañamiento
[Ofelia sale vestida de blanco, el cabello suelto, y una guirnalda en la cabeza, hecha de paja y flores silvestres; trayendo en el faldellín muchas flores y yerbas. ]

LAERTES
¡Oh! ¡Calor [N]
X
Nota del traductor

"Calor"

(10) Hoy día se exige más corrección de ideas en cualquier autor: nadie habla ya con su calor, ni con sus lágrimas, y si lo hiciera se burlarían de él.

activo, abrasa mi cerebro! ¡Lágrimas, en extremo cáusticas, consumid la potencia y la sensibilidad de mis ojos! Por los Cielos te juro que esa demencia tuya será pagada por mí con tal exceso, que el peso del castigo tuerza el fiel y baje la balanza... ¡Oh! ¡Rosa de Mayo! ¡Amable niña! ¡Mi querida Ofelia! ¡Mi dulce hermana!... ¡Oh! ¡Cielos! Y ¿es posible que el entendimiento de una tierna joven sea tan frágil como la vida del hombre decrépito?... Pero la naturaleza [N]
X
Nota del traductor

"naturaleza"

(11) Este concepto alambicado, que se rompe de puro sutil, pudiera tener lugar en una Oda amorosa de Solís, o en un Soneto de Villamediana; en boca de Laertes son muy inverosímiles tales expresiones:Et ce n´ est point ainsi que parle le nature.

es muy fina en amor, y cuando éste llega al exceso, el alma se desprende tal vez de alguna preciosa parte de sí misma, para ofrecérsela en don al objeto amado.

OFELIA
Lleváronle en su ataúd
270
con el rostro descubierto.
Ay no ni, ay ay ay no ni.
Y sobre su sepultura
muchas lágrimas llovieron.
Ay no ni, ay ay ay no ni.
Adiós, querido mío. Adiós.

LAERTES
Si gozando de tu razón me incitaras a la venganza, no pudieras conmoverme tanto.

OFELIA
Debéis cantar aquello de:
275
Abajito está"está"(12) . Por no dejar este pasaje en blanco, ha sido necesario substituir una traducción casi arbitraria. El original dice: Down a-down an you call him a-down-a. Estas palabras, en que no hay sentido alguno, como también las anteriores de Ay no ni, ay ay no ni, son estribillos usados en tiempo del autor. En nuestras comedias se hallan a cada paso intercalares semejantes; por ejemplo, en la de Guardarse a sí mismo, cantan: Luneta atalá allá de la sonsoneta En la de El garrote más bien dado; Yo soy tiritiridayna flor de la xacarandyna. Yo soy tiritiritina flor de la xacarandina.Esto y los estribillos modernos de la tirana, la jota, el caballo, cucú, holehole, chandé, trompilipitrompili, zerengue, cachirulo y otros de esta especie; ni pueden traducirse a otra lengua, ni en la nuestra significan nada.
llámele, señor, que abajito está.
¡Ay! Que a propósito viene el estribillo... El pícaro del mayordomo fue el que robó a la señorita.

LAERTES
Esas palabras vanas producen mayor efecto en mí que el más concertado discurso.

OFELIA
Aquí traigo romero, que es bueno para la memoria. [A Laertes.] Tomad, amigo, para que os acordéis... Y aquí hay trinitarias, que son para los pensamientos.

LAERTES
Aun en medio de su delirio quiere aludir a los pensamientos que la agitan, y a sus memorias tristes.

OFELIA
Aquí hay hinojo para vos, [A Gertrudis.] y palomillas y ruda [N]
X
Nota del traductor

"ruda"

(13) La ruda se llamaba en Inglaterra yerba santa del domingo, porque los curas católicos usaban de ella, mezclándola con la bebida que daban a los energúmenos cuando los exorcidaban, y esto se practicaba en los domingos. (Warburton en sus Notas a Shakespeare.)

... para vos también, y esto poquito es para mí. Nosotros podemos llamarla yerba santa del domingo,... vos la usaréis con la distinción que os parezca... Esta es una margarita. [A Claudio.] Bien os quisiera dar algunas violetas; pero todas se marchitaron cuando murió mi padre. Dicen que tuvo un buen fin.
Un solitario"solitario"(14) El pájaro solitario, según la opinión vulgar de Inglaterra, recordaba la memoria de los difuntos a quienes se había tenido en vida mayor cariño; y cuando una de estas aves entraba en alguna casa, creían que anunciase la muerte próxima de alguno de aquella familia. (Letourneur, Notas Shakespeare.)"solitario"solitario"(14) El pájaro solitario, según la opinión vulgar de Inglaterra, recordaba la memoria de los difuntos a quienes se había tenido en vida mayor cariño; y cuando una de estas aves entraba en alguna casa, creían que anunciase la muerte próxima de alguno de aquella familia. (Letourneur, Notas Shakespeare.)"(13) El pájaro solitario"solitario"(14) El pájaro solitario, según la opinión vulgar de Inglaterra, recordaba la memoria de los difuntos a quienes se había tenido en vida mayor cariño; y cuando una de estas aves entraba en alguna casa, creían que anunciase la muerte próxima de alguno de aquella familia. (Letourneur, Notas Shakespeare.), según la opinión vulgar de Inglaterra, recordaba la memoria de los difuntos a quienes se había tenido en vida mayor cariño; y cuando una de estas aves entraba en alguna casa, creían que anunciase la muerte próxima de alguno de aquella familia. (Letourneur, Notas Shakespeare.)
de plumas vario
me da placer.

LAERTES
Ideas funestas, aflicción, pasiones terribles, los horrores del infierno mismo: ¡todo en su boca es gracioso y suave!

OFELIA
280
Nos deja, se va,
y no ha de volver.
No, que ya murió,
no vendrá otra vez...
su barba era nieve,
285
su pelo también.
Se fue, ¡dolorosa
partida! se fue.
En vano exhalamos
suspiros por él.
290
Los Cielos piadosos
descanso le den.
A él y a todas las almas cristianas. Dios lo quiera... ¡Eh!, señores, adiós.

Escena XVIII

CLAUDIO, GERTRUDIS, LAERTES

LAERTES
Veis esto, ¡Dios mío!

CLAUDIO
Yo debo tomar parte en tu aflicción, Laertes: no me niegues este derecho... óyeme aparte. Elige entre los más prudentes de tus amigos aquellos que te parezca. Óigannos a entrambos y juzguen. Si por mí propio o por mano ajena resulto culpado, mi reino, mi corona, mi vida, cuanto puedo llamar mío, todo te lo daré para satisfacerte. Si no hay culpa en mí, deberé contar otra vez con tu obediencia, y unidos ambos, buscaremos los medios de aliviar tu dolor.

LAERTES
Hágase lo que decís... Su arrebatada muerte, su oscuro funeral, sin trofeos, armas, ni escudos sobre el cadáver, ni debidos honores, ni decorosa pompa, todo, todo está clamando del cielo a la tierra por un examen, el más riguroso.

CLAUDIO
Tú le obtendrás, y la segur terrible de la justicia caerá sobre el que fuere delincuente. Ven conmigo.

Escena XIX

Sala en casa de Horacio.
HORACIO, UN CRIADO

HORACIO
¿Quiénes son los que me quieren hablar?

CRIADO
Unos marineros, que según dicen os traen cartas.

HORACIO
Hazlos entrar. [Vase el criado.]
Yo no sé de qué parte del mundo pueda nadie escribirme, si ya no es Hamlet mi señor.

Escena XX

HORACIO, DOS MARINEROS

MARINERO 1.º
Dios os guarde.

HORACIO
Y a vosotros también.

MARINERO 1.º
Así lo hará si es su voluntad. Estas cartas del embajador que se embarcó para Inglaterra vienen dirigidas a vos, si os llamáis Horacio, como nos han dicho.

HORACIO
[Lee Horacio la carta.] “Horacio: luego que hayas leído ésta, dirigirás esos hombres al Rey para el cual les he dado una carta. Apenas llevábamos dos días de navegación, cuando empezó a darnos caza un pirata muy bien armado. Viendo que nuestro navío era poco velero, nos vimos precisados a apelar al valor. Llegamos al abordaje: yo salté el primero en la embarcación enemiga, que al mismo tiempo logró desaferrarse de la nuestra, y por consiguiente me hallé solo y prisionero. Ellos se han portado conmigo como ladrones compasivos; pero ya sabían lo que se hacían, y se lo he pagado muy bien. Haz que el Rey reciba las cartas que le envío, y tú ven a verme con tanta diligencia, como si huyeras de la muerte. Tengo unas cuantas palabras que decirte al oído que te dejarán atónito; bien que todas ellas no serán suficientes a expresar la importancia del caso. Esos buenos hombres te conducirán hasta aquí. Guillermo y Ricardo siguieron su camino a Inglaterra. Mucho tengo que decirte de ellos. Adiós. Tuyo siempre, Hamlet.”
Vamos. Yo os introduciré para que presentéis esas cartas. Conviene hacerlo pronto, afin de que me llevéis después a donde queda el que os las entregó.

Escena XXI

Gabinete del Rey.
CLAUDIO, LAERTES

CLAUDIO
Sin duda tu rectitud aprobará ya mi descargo y me darás lugar en el corazón como a tu amigo, después que has oído, con pruebas evidentes, que el matador de tu noble padre conspiraba contra mi vida.

LAERTES
Claramente se manifiesta... Pero, decidme ¿por qué no procedéis contra excesos tan graves y culpables? Cuando vuestra prudencia, vuestra grandeza, vuestra propia seguridad, todas las consideraciones juntas deberían excitaros tan particularmente a reprimirlos.

CLAUDIO
Por dos razones, que aunque tal vez las juzgarás débiles, para mí han sido muy poderosas. Una es [N]
X
Nota del traductor

"Una es"

(15) Los astros que no se mueven sino dentro de su propia esfera, el pueblo que baña en su afecto las faltas del Príncipe, la fuente que muda los troncos en piedras, las flechas que no pueden resistir al huracán, y se vuelven al arco; son floreos Calderonianos, que producen el mismo delicioso aturdimiento en el vulgo de Londres, que en el de Madrid.

que la reina su madre vive pendiente cuasi de sus miradas, y al mismo tiempo (sea desgracia o felicidad mía) tan estrechamente unió el amor mi vida y mi alma a la de mi esposa, que así como los astros no se mueven sino dentro de su propia esfera, así en mí no hay movimiento alguno que no dependa de su voluntad. La otra razón por que no puedo proceder contra el agresor públicamente es el grande cariño que le tiene el pueblo, el cual, como la fuente cuyas aguas mudan los troncos en piedras, bañando en su afecto las faltas del Príncipe, convierte en gracias todos sus yerros. Mis flechas no pueden con tal violencia dispararse, que resistan a huracán tan fuerte; y sin tocar el punto a que las dirija, se volverán otra vez al arco.

LAERTES
Sí, y en tanto yo he perdido a un ilustre padre, y hallo a una hermana en la más deplorable situación … mi hermana, cuyo mérito (si alcanza el elogio a lo que ya no existe) se levantó sobre lo más sublime de su siglo por las raras prendas que en ella se admiraron juntas … Pero, llegará, llegará el tiempo de mi venganza.

CLAUDIO
Ese cuidado no debe interrumpirte el sueño, ni has de presumir que yo esté formado de materia tan insensible y dura que me deje remesar la barba y lo tome a fiesta … Presto te informaré de lo demás. Basta decirte que amé a tu padre, que nosotros nos amamos también, y que espero darte a conocer la … Pero … ¿Qué noticias traes?

Escena XXII

CLAUDIO, LAERTES, UN GUARDIA

GUARDIA
Señor, veis aquí cartas del príncipe: esta para vuestra Majestad, y esta para la Reina.

(Da unas cartas a Claudio)

CLAUDIO
¡De Hamlet! ¿Quién las ha traído?

GUARDIA
Dicen que unos marineros; yo no los he visto. Claudio que las recibió del que las trujo es le que me las ha entregado a mí.

CLAUDIO
Oirás lo que dicen, Laertes. Déjanos solos.

Escena XXIII

CLAUDIO, LAERTES

CLAUDIO
(Lee Claudio una carta.) "Alto y poderoso señor: Os hago saber como he llegado desnudo a vuestro reino. Mañana os pediré el permiso de ver vuestra presencia real y, entonces, mediante vuestro perdón, os diré la causa de mi extraña y repentina vuelta. Hamlet"
¿Qué quiere decir esto? ¿Se habrán vuelto los otros también? ¿o hay alguna equivocación? ¿o acaso todo es falso?

LAERTES
¿Conocéis la letra?

CLAUDIO
Sí, es de Hamlet … (Examinando con atención la carta.) “Desnudo” … y en una enmienda que hay aquí dice: “solo” … ¿Qué puede ser esto?

LAERTES
Yo nada alcanzo … Pero dejadle venir, que ya siento encenderse en nuevas iras mi corazón … Sí, yo viviré, y le diré a su cara: "Tú lo hiciste, y fue de esta manera."

CLAUDIO
Si el caso es cierto … ¡Eh! ¿Cómo es posible? … ¿Y qué otra cosa puede ser? … ¿Quieres dirigirte por mí, Laertes?

LAERTES
Sí, señor, como no procuréis inclinarme a la paz.

CLAUDIO
A tu propia paz, no a otra ninguna. Si él vuelve ahora disgustado de este viaje y rehusa comenzarle de nuevo, yo le ocuparé en una empresa que medito, en la cual perecerá sin duda. Esta muerte no excitará el aura más leve de acusación, su madre misma absolverá el hecho, juzgándole casual.

LAERTES
Seguiré en todo vuestras ideas, y mucho más si disponéis que yo sea el instrumento que las ejecute.

CLAUDIO
Todo sucede bien... Desde que te fuiste se ha hablado mucho de ti delante de Hamlet, por una habilidad en que dicen que sobresales. Las demás que tienes no movieron tanto su envidia como ésta sola, que en mi opinión ocupa el último lugar.

LAERTES
¿Y qué habilidad es, señor?

CLAUDIO
No es más que un lazo en el sombrero de la juventud, pero que la es muy necesario; puesto que así son propios de la juventud los adornos ligeros y alegres, como de la edad madura las ropas y pieles que se viste, por abrigo y decencia... Dos meses ha que estuvo aquí un caballero de Normandía... Yo conozco a los franceses muy bien, he militado contra ellos, y son por cierto buenos jinetes; pero el galán de quien hablo era un prodigio en esto. Parecía haber nacido sobre la silla, y hacía ejecutar al caballo tan admirables movimientos, como si él y su valiente bruto animaran un cuerpo solo, y tanto excedió a mis ideas, que todas las formas y actitudes que yo pude imaginar no llegaron a lo que él hizo.

LAERTES
¿Decís que era normando?

CLAUDIO
Sí, normando.

LAERTES
Ese es Lamond, sin duda.

CLAUDIO
Él mismo.

LAERTES
Le conozco bien y es la joya más preciosa de su nación.

CLAUDIO
Pues este, hablando de ti públicamente, te llenaba de elogios por tu inteligencia y ejercicio en la esgrima, y la bondad de tu espada en la defensa y el ataque, tanto que dijo alguna vez que sería un espectáculo admirable el verte lidiar con otro de igual mérito si pudiera hallarse, puesto que según aseguraba él mismo, los más diestros de su nación carecían de agilidad para las estocadas y los quites cuando tú esgrimías con ellos. Este informe irritó la envidia de Hamlet, y en nada pensó desde entonces sino en solicitar con instancia tu pronto regreso para batallar contigo. Fuera de esto...

LAERTES
¿Y qué hay además de eso, señor?

CLAUDIO
Laertes, ¿amaste a tu padre? ¿o eres como las figuras de un lienzo, que tal vez aparentan tristeza en el semblante, cuando las falta un corazón?

LAERTES
¿Por qué lo preguntáis?

CLAUDIO
No porque piense que no amabas a tu padre, sino porque sé que el amor [N]
X
Nota del traductor

"amor"

(17) En este pasaje se repiten las mismas ideas que puso el autor en boca del cómico en el acto III

está sujeto al tiempo, y que el tiempo extingue su ardor y sus centellas según me lo hace ver la experiencia de los sucesos. Existe en medio de la llama de amor [N]
X
Nota del traductor

"amor"

(17) En este pasaje se repiten las mismas ideas que puso el autor en boca del cómico en el acto III

una mecha o pábilo que la destruye al fin, nada permanece en un mismo grado de bondad constantemente, pues la salud misma degenerando en plétora perece por su propio exceso. Cuanto nos proponemos hacer debería ejecutarse en el instante mismo en que lo deseamos, porque la voluntad se altera fácilmente, se debilita y se entorpece, según las lenguas, las manos y los accidentes que se atraviesan; y entonces aquel estéril deseo es semejante a un suspiro, que exhalando pródigo el aliento causa daño en vez de dar alivio... Pero, toquemos en lo vivo de la herida. Hamlet vuelve. ¿Qué acción emprenderías tú para manifestar, más con las obras que con las palabras, que eres digno hijo de tu padre?

LAERTES
¿Qué haré? Le cortaré la cabeza en el templo mismo.

CLAUDIO
Cierto que no debería un homicida hallar asilo en parte alguna, ni reconocer límites una justa venganza; pero, buen Laertes, haz lo que te diré. Permanece oculto en tu cuarto; cuando llegue Hamlet sabrá que tú has venido; yo le haré acompañar por algunos que alabando tu destreza den un nuevo lustre a los elogios que hizo de ti el francés. Por último, [N]
X
Nota del traductor

"último,"

(18) El medio que discurre Claudio para quitar la vida al Príncipe es el más arriesgado que pudo escoger, quiere hacerle morir en su palacio, a vista de su madre, de sus amigos, de toda la Corte, o herido por un florete sin botón, u emponzoñado con el ungüento del charlatán o con la bebida que ha de prepararle. ¿Pues cómo no teme que la muerte de Hamlet producida por tales medios, descubrirá la traición a los ojos de todos y que no habrá nadie que no le juzgue autor u cómplice? ¿Cómo no teme que resulten alborotos en el pueblo u ofendido de la alevosa muerte de su Príncipe o haciéndose de la parte del matador, a quien poco antes ha proclamado rey?¿No es de creer que en esta general conmoción Claudio será la víctima sacrificada a la venganza pública? ¿Hay circunstancia en este proyecto que no lo manifieste peligroso y absurdo? ¿Es posible que un rey malvado no halla medios más seguros de consumar un delito de esta especie sin dilación, sin publicidad, sin exponerse a perder en la empresa el cetro y la vida? La ausencia del príncipe le facilita la ejecución, ¿por qué no estorba su venida a Elsingor? ¿Por qué no le hace morir en el camino, donde nadie lo vea ni lo sepa, y salva entonces todas las dificultades, su maldad queda oculta, y se libra de un enemigo que aborrece? Hasta ahora se ignoraba cuál fuese el carácter de Laertes; pero al ver que adopta el plan propuesto por el rey, nadie dudará que es un mal caballero sin ideas de honor ni de virtud.

llegaréis a veros; se harán apuestas en favor de uno y otro... él, que es descuidado, generoso, incapaz de toda malicia, no reconocerá los floretes, de suerte que te será muy fácil, con poca sutileza que uses, elegir una espada sin botón, y en cualquiera de las jugadas tomar satisfacción de la muerte de tu padre.

LAERTES
Así lo haré, y a ese fin quiero envenenar la espada con cierto ungüento que compré de un charlatán, de cualidad tan mortífera que mojando un cuchillo en él, adonde quiera que haga sangre, introduce la muerte sin que haya emplasto eficaz que pueda evitarla, por más que se componga de cuantos simples medicinales crecen debajo de la luna. Yo bañaré la punta de mi espada en este veneno, para que apenas le toque, muera.

CLAUDIO
Reflexionemos más sobre esto... Examinemos, qué ocasión, qué medios serán más oportunos a nuestro engaño; porque, si tal vez se malogra y, equivocada la ejecución, se descubren los fines, valiera más no haberlo emprendido. Conviene, pues, que este proyecto vaya sostenido con otro segundo, capaz de asegurar el golpe, cuando por el primero no se consiga. Espera... Déjame ver si... Haremos una apuesta solemne sobre vuestra habilidad y... sí, ya hallé el medio. Cuando con la agitación os sintáis acalorados y sedientos (puesto que al fin deberá ser mayor la violencia del combate), él pedirá de beber, y yo le tendré prevenida expresamente una copa, que al gustarla sólo, aunque haya podido librarse de tu espada ungida, veremos cumplido nuestro deseo. Pero... calla. ¿Qué ruido se escucha?

[Suena ruido dentro.]

Escena XXIV

GERTRUDIS, CLAUDIO, LAERTES

CLAUDIO
¿Qué ocurre de nuevo, amada Reina?

GERTRUDIS
Una desgracia va siempre pisando las ropas de otra, tan inmediatas caminan. Laertes tu hermana acaba de ahogarse.

LAERTES
¡Ahogada! ¿En dónde? ¡Cielos!

GERTRUDIS
Donde [N]
X
Nota del traductor

"Donde"

(19) La narración de la muerte de Ofelia es bastante breve, y aunque se omitiera el segundo modo, en que se hace enumeración de las flores que la adornaban, nada se perdería. En situaciones semejantes a esta no se toleran largos discursos; porque si el suceso debe excitar violentos afectos en el personaje que escucha, no es natural que los reprima por dar lugar a que el nuncio lo luzca con una vana verbosidad.

hallaréis un sauce que crece a las orillas de ese arroyo, repitiendo en las ondas cristalinas la imagen de sus hojas pálidas. Allí se encaminó, ridículamente coronada de ranúnculos, ortigas, margaritas y luengas flores purpúreas, que entre los sencillos labradores se reconocen bajo una denominación grosera, y las modestas doncellas llaman dedos de muerto. Llegada que fue, se quitó la guirnalda, y queriendo subir a suspenderla de los pendientes ramos, se troncha un vástago envidioso, y caen al torrente fatal ella y todos sus adornos rústicos. Las ropas huecas y extendidas la llevaron un rato sobre las aguas, semejante a una sirena, y en tanto iba cantando pedazos de tonadas antiguas como ignorante de su desgracia o como criada y nacida en aquel elemento. Pero no era posible que así durarse por mucho espacio. Las vestiduras, pesadas ya con el agua que absorbían, la arrebataron a la infeliz, interrumpiendo su canto dulcísimo la muerte, llena de angustias.

LAERTES
¿Qué en fin se ahogó? ¡Mísero!

GERTRUDIS
Sí, se ahogó, se ahogó.

LAERTES
¡Desdichada Ofelia! Demasiada [N]
X
Nota del traductor

"Demasiada"

(20) El agua que llora Laertes nada tiene que ver con el agua en que su hermana acaba de abogarse: por mucho que llore, no crecerá el arroyo, ni la difunta recibirá daño alguno. Tampoco tiene razón en creer que sus palabras puedan encenderse, porque las palabras no se encienden jamás, y la precaución de apagarlas con lágrimas parece inútil. Todo cuanto dice Laertes en este pasaje es afectado, falso, pueril, de pésimo gusto.

agua tienes ya, por eso quisiera reprimir la de mis ojos... Bien que a pesar de todos nuestros esfuerzos, imperiosa la naturaleza sigue su costumbre, por más que el valor se avergüence. Pero, luego que este llanto se vierta, nada quedará en mí de femenil ni de cobarde... Adiós señores... Mis palabras de fuego arderían en llamas si no las apagasen estas lágrimas imprudentes.

[Vase Laertes.]

CLAUDIO
Sigámosle, Gertrudis, que después de haberme costado tanto aplacar su cólera, temo ahora que esta desgracia no la irrite otra vez. Conviene seguirle.


Acto V

Escena I

Cementerio contiguo a una iglesia.
SEPULTURERO 1.º SEPULTURERO 2.º

SEPULTURERO 1.º
¿Y es la que ha de [N]
X
Nota del traductor

"ha de"

(1) Las ridiculeces y chocarrerías de que esta obra está llena, las han dicho hasta ahora las personas más principales: Hamlet, el sumiller de corps del rey de Dinamarca, los grandes y caballeros han hecho a ratos papel de bufones. En las primeras escenas del acto quinto se presentan nuestros personajes, y tales, que por lo que dicen y lo que son, apenas podrían tolerarse en la farsa más grosera y soez.Se ve una iglesia, un cementerio, dos sepultureros cavando una sepultura, esparciendo por el teatro la tierra, las calaveras y huesos destrozados, diciéndose el uno al otro bufonadas y equívocos fríos, para excitar la risa del vulgo, en medio de tanto horror. El célebre Garrik tentó una vez representar esta tragedia suprimiendo lo más repugnante y absurdo: quitó por consiguiente los sepultureros y lo huesos, pero aunque tuvo en su favor la aprobación de los hombres de juicio, el concurso abandonaba su teatro y acudía a deleitarse con Hamlet, tal cual salió de las manos de Shakespeare, que se representaban al mismo tiempo en el Convent-Garden. El pueblo inglés gusta de horrores y bufonadas, discursos filosóficos, lenguaje altísono, batallas y entierros, brujas, aparecidos, cachetes, triunfos, música, suplicios y cadáveres. Esto podrá tal vez consolar en parte la envidia de las naciones que no han producido un Bacon ni un Newton.

sepultarse en tierra sagrada, la que deliberadamente ha conspirado contra su propia salvación?

SEPULTURERO 2.º
Dígote que sí, conque haz presto el hoyo. El juez ha reconocido ya el cadáver y ha dispuesto que se la entierre en sagrado.

SEPULTURERO 1.º
Yo no entiendo cómo va eso... Aun si se hubiera ahogado haciendo esfuerzos para librarse, anda con Dios.

SEPULTURERO 2.º
Así han juzgado que fue.

SEPULTURERO 1.º
No, no, eso fue se offendendo, ni puede haber sido de otra manera. Porque... ve aquí el punto de la dificultad. Si yo me ahogo voluntariamente, esto arguye por de contado una acción, y toda acción consta de tres partes, que son: hacer, obrar y ejecutar; de donde se infiere, amigo Rasura, que ella se ahogó voluntariamente.

SEPULTURERO 2.º
¡Qué! Pero, oígame ahora el tío Socaba.

SEPULTURERO 1.º
No, deja, yo te diré. Mira, aquí está el agua. Bien. Aquí está un hombre. Muy bien... Pues señor, si este hombre va y se mete dentro del agua, se ahoga a sí mismo, porque, por fas o por nefas, ello es que él va... Pero, atiende a lo que digo. Si el agua viene hacia él y le sorprende y le ahoga, entonces no se ahoga él a sí propio... Compadre Rasura, el que no desea su muerte, no se acorta la vida.

SEPULTURERO 2.º
¿Y qué hay leyes para eso?

SEPULTURERO 1.º
Ya se ve que las hay, y por ellas se guía el juez que examina estos casos.

SEPULTURERO 2.º
¿Quieres que te diga la verdad? Pues mira, si la muerta no fuese una señora, yo te aseguro que no la enterrarían en sagrado.

SEPULTURERO 1.º
En efecto dices bien y es mucha lástima que los grandes personajes hayan de tener en este mundo especial privilegio, entre todos los demás cristianos, para ahogarse y ahorcarse cuando quieren, sin que nadie les diga nada... Vamos allá con el azadón... [Pónense los dos a abrir una sepultura en medio del teatro, sacando la tierra con espuertas, y entre ella calaveras y huesos. ]
Ello es que no hay caballeros de nobleza más antigua que los jardineros, sepultureros y cavadores, ques on los que ejercen la profesión de Adán.

SEPULTURERO 2.º
Pues qué, ¿Adán fue caballero? [N]
X
Nota del traductor

"caballero?"

(2) Aquí hay un juego de palabras que no puede conservarse en la traducción. La voz inglesa arms significa igualmente armas y brazos. Dice el tío Socaba que Adán fue el primero que tuvo brazos, el tío Rasura lo entiende mal y replica que Adán no tuvo armas. Socaba, citándole la Escritura, insiste en que Adán no podía cavar si no hubiese tenido brazos. Los apasionados de Shakespeare hallarán poco que admirar en este pasaje, el cual traducido a la letra es como se sigue: SEPULTURERO PRIMERO«Ello es que no hay caballeros de nobleza más antigua que los jardineros, sepultureros, y cavadores, que son los que ejercen la profesión de Adán. SEPULTURERO SEGUNDO¿Pues qué, Adán fue caballero? SEPULTURERO PRIMERO¡Tonta! Como que fue el primero que llevó armas (brazos) SEPULTURERO SEGUNDO¡Qué! Si nunca las tuvo. SEPULTURERO PRIMEROVaya, tú debes de ser algún gentil... ¿Pues cómo entiendes aquello de la Escritura? La Escritura dice: Adán cavó; ¿y cómo podía cavar sin brazos? (armas.) No hay remedio. Pero voy a hacerte una pregunta, etc.»

SEPULTURERO 1.º
¡Toma! Como que fue el primero que llevó armas... Pero, voy a hacerte una pregunta y si no me respondes a cuento, has de confesar que eres un...

SEPULTURERO 2.º
Adelante.

SEPULTURERO 1.º
¿Cuál es el que construye edificios más fuertes, que los que hacen los albañiles y los carpinteros de casas y navíos?

SEPULTURERO 2.º
El que hace la horca, porque aquella fábrica sobrevive a mil inquilinos.

SEPULTURERO 1.º
Agudo eres, por vida mía. Buen edificio es la horca; pero, ¿ómo esbueno? Es bueno para los que hacen mal; ahora bien, tú haces mal en decir que la horca es fábricamás fuerte que una iglesia, con que la horca podría ser buena para ti... Volvamos a la pregunta.

SEPULTURERO 1.º
Sí, dímelo y sales del apuro.

SEPULTURERO 2.º
Ya se ve que te lo diré.

SEPULTURERO 1.º
Pues vamos.

SEPULTURERO 2.º
Pues no puedo decirlo.

SEPULTURERO 1.º
Vaya, no te rompas la cabeza sobre ello... Tú eres un burro lerdo, queno saldrá de su paso por más que le apaleen. Cuando te hagan esta pregunta, has de responder:el Sepulturero. ¿No ves que las casas que él hace, duran hasta el día del juicio? Anda, ve ahí acasa de Juanillo y tráeme una copa de aguardiente.

Escena II

HAMLET, HORACIO, SEPULTURERO 1.º

SEPULTURERO 1.º
[Canta.] Yo amé en mis primeros años,
dulce cosa lo juzgué;
pero casarme, eso no,
que no me estuviera bien.

HAMLET
Qué poco [N]
X
Nota del traductor

"poco"

(3) Si parece extraño que los sepultureros hagan papel en una tragedia, más lo parecerá que un príncipe trame conversación con ellos, sufra sus necedades se divierta en revolver los huesos y moralizar sobre las calaveras. ¡Y qué imágenes amontona el autor! Horrendas, asquerosas, repugnantes, ridículas: ¡y qué estilo tan ajeno del decoro trágico! La calavera del que pedía prestado el caballo, de la cual el señor gusano se apoderó; la del letrado que se enriqueció a fuerza de equívocos y embrollos, y no se querella aunque se ve estropeado con el azadón y llena de barro; la altercación con el sepulturero sobre si es la sepultura suya o no; la explicación de lo que puede durar sin corromperse un hideputa de un curtidor; las profundas reflexiones de Hamlet sobre los dados y chitas que se hacen con los huesos de muerto; sobre que los compradores de tierras son más brutos que las terneras y carneros; sobre si sería posible tapar un tabique hendido o un barril de cerveza con las cenizas de César y Alejandro.... ¿puede darse cosa más impertinente, más necia y soez? ¡Qué desengaño para los que piensan que un Poeta solo necesita ingenio!

siente ese hombre lo que hace, que abre una sepultura y canta.

HORACIO
La costumbre le ha hecho ya familiar esa ocupación.

HAMLET
Así es la verdad. La mano que menos trabaja, tiene más delicado el tacto.

SEPULTURERO 1.º
[Canta.] La edad callada en la huesa
me hundió con mano cruel,
y toda se destruyó
la existencia que gocé.

HAMLET
Aquella calavera tendría lengua en otro tiempo, y con ella podría también cantar...¡ómo la tira al suelo el pícaro! Como si fuese la quijada con que hizo Caín el primer homicidio.Y la que está maltratando ahora ese bruto, podría ser muy bien la cabeza de algún estadista, queacaso pretendió engañar al Cielo mismo. ¿No te parece?

HORACIO
Bien puede ser.

HAMLET
O la de algún cortesano, que diría: felicísimos días, Señor Excelentísimo, ¿ómova de salud, mi venerado Señor? ésta puede ser la del caballero Fulano, que hacía grandeselogios del potro del caballero Zutano, para pedírsele prestado después. ¿No puede ser así?

HORACIO
Sí, señor.

HAMLET
¡Oh! Sí, por cierto, y ahora está en poder del señor gusano, estropeada y hecha pedazos con el azadón de un sepulturero... Grandes revoluciones se hacen aquí, si hubiera en nosotros medios para observarlas... Pero, ¿costó acaso tan poco la formación de estos huesos a la naturaleza, que hayan de servir para que esa gente [N]
X
Nota del traductor

"gente"

(4) En el original se hace mención de un juego antiguo que llamaban Loggats; las piezas con que la gente ordinaria le jugaba, solían hacerse de huesos de muertos.

se divierta en sus garitos con ellos?... ¡Eh! Los míos se estremecen al considerarlo.

SEPULTURERO 1.º
[Canta.] Una piqueta
con una azada,
un lienzo donde
revuelto vaya,
y un hoyo en tierra
que le preparan:
para tal huésped
eso le basta.

HAMLET
Y esa otra, ¿por qué no podría ser la calavera de un letrado? ¿Adónde se fueronsus equívocos y sutilezas, sus litigios, sus interpretaciones, sus embrollos? ¿Por qué sufre ahoraque ese bribón, grosero, le golpee contra la pared, con el azadón lleno de barro?... ¡Y no dirápalabra acerca de un hecho tan criminal! éste sería, quizás, mientras vivió, un gran compradorde tierras, con sus obligaciones y reconocimientos, transacciones, seguridades mutuas, pagos,recibos... Ve aquí el arriendo de sus arriendos, y el cobro de sus cobranzas; todo ha venido aparar en una calavera llena de lodo. Los títulos de los bienes que poseyó cabrían difícilmente ensu ataúd. Y, no obstante eso, todas las fianzas y seguridades recíprocas de sus adquisiciones nole han podido asegurar otra posesión que la de un espacio pequeño, capaz de cubrirse con un parde sus escrituras... ¡Oh! ¡Y a su opulento sucesor tampoco le quedará más!

HORACIO
Verdad es, señor.

HAMLET
¿No se hace el pergamino de piel de carnero?

HORACIO
Sí señor, y de piel de ternera también.

HAMLET
Pues, dígote, que son más irracionales que las terneras y carneros, los que fundansu felicidad en la posesión de tales pergaminos. Voy a tramar conversación con este hombre. ¿Dequién es esa sepultura, buena pieza?

SEPULTURERO 1.º
[Al Sepulturero.] Mía, señor. [N]
X
Nota del traductor

"señor."

(5) La obscuridad que se nota en este pasaje nace de la varia significación del verbo to lie; que unas veces es mentir y otras estar. De aquí resulta en el original un equívoco ridículo que se ha podido conservar en la traducción. HAMLET«Sí, yo creo que es tuya porque estás (mientes) ahora dentro de ella. SEPULTUREROVos estáis (mentís) fuera de ella, y por eso no es vuestra: por lo que hace a mí, yo no estoy (no miento) dentro de ella; pero no obstante es mía. HAMLETTu estas (mientes) en ella, y estando en ella, dices que es tuya; pero la sepultura es para los muertos, etc.»


[Canta.] y un hoyo en tierra
que le preparan:
para tal huésped
eso le basta.

HAMLET
Sí, yo creo que es tuya porque estás ahora dentro de ella... Pero la sepultura espara los muertos, no para los vivos: con que has mentido.

SEPULTURERO 1.º
Ve ahí un mentís demasiado vivo; pero yo os le volveré.

HAMLET
¿Para qué muerto cavas esa sepultura?

SEPULTURERO 1.º
No es hombre, señor.

HAMLET
Pues bien, ¿para qué mujer?

SEPULTURERO 1.º
Tampoco es eso.

HAMLET
Pues ¿qué es lo que ha de enterrarse ahí?

SEPULTURERO 1.º
Un cadáver que fue mujer; pero ya murió... Dios la perdone.

HAMLET
¡Qué taimado es! Hablémosle clara y sencillamente, porque si no, es capaz deconfundirnos a equívocos. De tres años a esta parte he observado cuanto se va sutilizando la edaden que vivimos... Por vida mía, Horacio, que ya el villano sigue tan de cerca al caballero, quemuy pronto le desollará el talón. ¿Cuánto tiempo ha que eres sepulturero?

SEPULTURERO 1.º
Toda mi vida, se puede decir. Yo comencé el oficio, el día que nuestroúltimo Rey Hamlet venció a Fortimbrás.

HAMLET
¿Y cuánto tiempo habrá?

SEPULTURERO 1.º
¡Toma! ¿No lo sabéis? Pues hasta los chiquillos os lo dirán. Esosucedió el mismo día en que nació el joven Hamlet, el que está loco y se ha ido a Inglaterra.

HAMLET
¡Oiga! ¿Y por qué se ha ido a Inglaterra?

SEPULTURERO 1.º
Porque..., porque está loco, y allí cobrará su juicio; y si no le cobra abien que poco importa.

HAMLET
¿Por qué?

SEPULTURERO 1.º
Porque allí todos son tan locos como él, y no será reparado.

HAMLET
¿Y ómo ha sido volverse loco?

SEPULTURERO 1.º
De un modo muy extraño, según dicen.

HAMLET
¿De qué modo?

SEPULTURERO 1.º
Habiendo perdido el entendimiento.

HAMLET
Pero, ¿qué motivo dio lugar a eso? [N]
X
Nota del editor crítico

"eso?"

[Este diálogo entre HAMLET y el SEPULTURERO 1º se presta a confusión, es por ello que me remito a la edición de Manuel Ángel Conejero, Hamlet Cátedra, Madrid, 1995 pág 627:HAMLET.- ¿Pero dónde comenzó su locura?GRACIOSO PRIMERO.- ¿Dónde? Pues aquí en Dinamarca. Aquí he sido yo treinta años sepulturero, de chico y de grande, ¡ya lo creo! (N. del E.)]

SEPULTURERO 1.º
¿Qué lugar? Aquí en Dinamarca, donde soy enterrador, y lo he sido dechico y de grande, por espacio de treinta años.

HAMLET
¿Cuánto tiempo podrá estar enterrado un hombre sin corromperse?

SEPULTURERO 1.º
De suerte que si él no corrompía ya en vida (como nos sucede todoslos días con muchos cuerpos galicados, que no hay por donde asirlos), podrá durar cosa de ochoo nueve años. Un curtidor durará nueve años, seguramente.

HAMLET
¿Pues qué tiene él más que otro cualquiera?

SEPULTURERO 1.º
Lo que tiene es un pellejo tan curtido ya, por mor de su ejercicio, quepuede resistir mucho tiempo al agua; y el agua, señor mío, es la cosa que más pronto destruye acualquier hideputa de muerto. Ve aquí una calavera que ha estado debajo de tierra veintitrés años.

HAMLET
¿De quién es?

SEPULTURERO 1.º
Mayor hideputa, ¡loco! ¿De quién os parece que será?

HAMLET
¿Yo ómo he de saberlo?

SEPULTURERO 1.º
¡Mala peste en él y en sus travesuras!... Una vez me echó un frasco devino del Rhin por los cabezones... Pues, señor, esta calavera es la calavera de Yorick, el bufóndel Rey.

[El Sepulturero le da una calavera a Hamlet.]

HAMLET
¿Ésta?

SEPULTURERO 1.º
La misma.

HAMLET
¡Ay, pobre Yorick! Yo le conocí, Horacio..., era un hombre sumamente gracioso de la más fecunda imaginación. Me acuerdo que siendo yo niño me llevó mil veces sobre sus hombros... y ahora su vista me llena de horror, y oprimido el pecho palpita... Aquí estuvieron aquellos labios donde yo di besos sin número. ¿Qué se hicieron tus burlas, tus brincos, tus cantares y aquellos chistes repentinos que de ordinario animaban la mesa con alegre estrépito? Ahora, falto ya enteramente de músculos, ni aún puedes reírte de tu propia deformidad... Ve al tocador de alguna de nuestras damas y dila, para excitar su risa, que por más que se ponga una pulgada de afeite en el rostro, al fin habrá de experimentar esta misma transformación...
[Tira la calavera al montón de tierra inmediato a la sepultura. ] Dime una cosa, Horacio.

HORACIO
¿Cuál es, señor?

HAMLET
¿Crees tú que Alejandro, metido debajo de tierra, tendría esa forma horrible?

HORACIO
Cierto que sí.

HAMLET
Y exhalaría ese mismo hedor... ¡Uh!

HORACIO
Sin diferencia alguna.

[El Sepulturero 1.º acabada la excavación sale de la sepultura, y se pasea hacia el fondo del teatro. Viene después el Sepulturero 2.º que trae el aguardiente, beben y hablan entre sí, permaneciendo retirados hasta la escena siguiente: como lo indica el diálogo.]

HAMLET
¡En qué abatimiento hemos de parar, Horacio! ¿Y por qué no podría la imaginación seguir las ilustres cenizas de Alejandro, hasta encontrarlas tapando la boca de algún barril?

HORACIO
A fe que sería excesiva curiosidad ir a examinarlo.

HAMLET
No, no por cierto. No hay sino irle siguiendo hasta conducirle allí, conprobabilidad y sin violencia alguna. Como si dijéramos: Alejandro murió, Alejandro fuesepultado, Alejandro se redujo a polvo, el polvo es tierra, de la tierra hacemos barro... ¿y por quécon este barro en que él está ya convertido, no habrán podido tapar un barril de cerveza? Elemperador César, muerto y hecho tierra, puede tapar un agujero para estorbar que pase el aire...¡Oh!... Y aquella tierra, que tuvo atemorizado el orbe, servirá tal vez de reparar las hendidurasde un tabique, contra las intemperies del invierno... Pero, callemos... hagámonos a un lado, que...sí... Aquí viene el Rey, la Reina, los Grandes... ¿A quién acompañan? ¡Qué ceremonial tanincompleto es éste! Todo ello me anuncia que el difunto que conducen, dio fin a su vida condesesperada mano... Sin duda era persona de calidad... Ocultémonos un poco, y observa.

Escena III

CLAUDIO, GERTRUDIS, HAMLET, LAERTES, HORACIO, UN CURA, DOSSEPULTUREROS. Acompañamiento de Damas, Caballeros y Criados.
[Conducen entre cuatro hombres el cadáver de Ofelia, vestida con túnica blanca y coronada de flores. Detrás sigue el Preste y todos los que hacen el duelo, atravesando el teatro a paso lento, hasta llegar a donde está la sepultura. Suena el clamor de las campanas. Hamlet y Horacio se retiran a un extremo del teatro. ]

LAERTES
¿Qué [N]
X
Nota del traductor

"Qué"

(6) A una escena de cementerio y sepultura no podía seguir otra cosa que un entierro, y veisle que viene a paso grave y tardo, con sus bayetas, su ataúd, sus clérigos y su acompañamiento detrás: en tanto que suena la campana fúnebre, a cuyo sonido el gran concurso que llena los teatros de Convent-Garden y Hay-Market enmudece atónito. Esto agrada al vulgo, y en todas las naciones le hay, y quienes adulen su ignorancia, y le aturdan sin enseñarle.

otra ceremonia falta?

HAMLET
Mira, aquel es Laertes, joven muy ilustre.

LAERTES
¿Qué ceremonia falta?

EL CURA
Ya se han celebrado sus exequias con toda la decencia posible. Su muerte dalugar a muchas dudas, y a no haberse interpuesto la suprema autoridad que modifica las leyes,hubiera sido colocada en lugar profano, allí estuviera hasta que sonase la trompeta final, y en vezde oraciones piadosas, hubieran caído sobre su cadáver guijarros, piedras y cascote. No obstanteesto, se la han concedido las vestiduras y adornos virginales, el clamor de las campanas y lasepultura.

LAERTES
¿Con que no se debe hacer más?

EL CURA
No más. Profanaríamos los honores sagrados de los difuntos cantando un réquiempara implorar el descanso de su alma, como se hace por aquellos que parten de esta vida con máscristiana disposición.

LAERTES
Dadla tierra, pues. [Ponen el cadáver de Ofelia en la sepultura.]
Sus hermosos e intactos miembros acaso produciránvioletas suaves. Y a ti, clérigo zafio, te anuncio que mi hermana será un ángel del Señor, mientrastú estarás bramando en los abismos.

HAMLET
¡Qué! ¡La hermosa Ofelia!

GERTRUDIS
Dulces dones a mi dulce amiga. [Esparce flores sobre el cadáver. ]
Adiós ... Yo deseaba que hubieras sidoesposa de mi Hamlet, graciosa doncella, y esperé cubrir de flores tu lecho nupcial..., pero no tusepulcro.

LAERTES
¡Oh, una y mil veces sea maldito, aquel cuya acción inhumana te privó a ti del más sublime entendimiento!... No... esperad un instante, no echéis la tierra todavía... No..., hasta que otra vez la estreche en mis brazos... [Métese en la sepultura.]
Echadla ahora sobre la muerta y el vivo, hasta que deeste llano hagáis un monte que descuelle sobre el antiguo Pelión o sobre la azul extremidad delOlimpo que toca los cielos.

HAMLET
¿Quién es el que da a sus penas idioma tan enfático? [Atravesando por en medio de todos, va hacia la sepultura, entra en ella, y luchan él y Laertes, y se dan puñadas. Algunos de los circunstantes van allá, los sacan del hoyo, y los separan. .]
¿El que así invoca en su aflicción a las estrellas errantes, haciéndolas detenerse admiradas a oírle?... Yo soy Hamlet, Príncipe de Dinamarca.

LAERTES
El demonio lleve tu alma.

HAMLET
No es justo lo que pides... Quita esos [N]
X
Nota del traductor

"esos"

(7) Ve aquí un príncipe y un gran señor de Dinamarca dentro de una sepultura, pateando un cadáver, agarrándose del pescuezo y de los pelos, y dándose de puñados el uno al otro. A la extravagancia de la presente situación se junta la desigualdad del diálogo; humilde y grosero en boca de Laertes, cuando insulta al clérigo zafio, y en la de Hamlet, cuando habla de los cuatro mil hermanos y del gato y el perro; inflado y campanudo, cuando uno y otro empiezan a echar bravatas y hablan de las estrellas errantes, y de levantar un monte con espuertas de tierra que tueste su frente en la zona tórrida, y otras baladronadas dignas de Pyrhopolinices. Habla la reina, y todo es diferente. ¡En qué hermosa actitud se presenta esparciendo flores sobre el cuerpo de su dulce amiga! ¡Qué triste reflexión la de que esperó adornar con ellas su tálamo nupcial, no ya su sepulcro! ¡Qué inquietud materna al ver la furia de Hamlet y su peligro! ¡Qué bellísima comparación la de la paloma cubriendo inmóvil sus nuevas crías!

dedos de mi cuello, porque aunque no soyprecipitado ni colérico; algún riesgo hay en ofenderme, y si eres prudente, debes evitarle. Quitade ahí esa mano.

CLAUDIO
Separadlos.

GERTRUDIS
¡Hamlet! ¡Hamlet!

TODOS
¡Señores!

HORACIO
Moderaos, señor.

HAMLET
No, por causa tan justa lidiaré con él, hasta que cierre mis párpados la muerte.

GERTRUDIS
Qué causa puede haber, hijo mío...

HAMLET
Yo he querido a Ofelia y cuatro mil hermanos juntos no podrán, con todo suamor, exceder al mío... ¿Qué quieres hacer por ella? Di.

CLAUDIO
Laertes, mira que está loco.

GERTRUDIS
Por Dios, Laertes, déjale.

HAMLET
Dime lo que intentas hacer. ¿Quieres llorar, combatir, negarte al sustento,hacerte pedazos, beber todo el Esil [N]
X
Nota del traductor

"Esil"

(8) Lago inmediato a Elsingor.

, devorar un caimán? Yo lo haré también... ¿Vienes aquí alamentar su muerte, a insultarme precipitándote en su sepulcro, a ser enterrado vivo con ella?...Pues bien, eso quiero yo, y si hablas de montes, descarguen sobre nosotros yugadas de tierrainnumerables, hasta que estos campos tuesten su frente en la tórrida zona, y el alto Ossa parezcaen su comparación un terrón pequeño... Si me hablas con soberbia, yo usaré un lenguaje tanaltanero como el tuyo. [Los sepultureros llenan la sepultura de tierra, y la apisonan. ]
¿Quieres llorar, combatir, negarte al sustento,hacerte pedazos, beber todo el Esil, devorar un caimán? Yo lo haré también... ¿Vienes aquí alamentar su muerte, a insultarme precipitándote en su sepulcro, a ser enterrado vivo con ella?...Pues bien, eso quiero yo, y si hablas de montes, descarguen sobre nosotros yugadas de tierrainnumerables, hasta que estos campos tuesten su frente en la tórrida zona, y el alto Ossa parezcaen su comparación un terrón pequeño... Si me hablas con soberbia, yo usaré un lenguaje tanaltanero como el tuyo.

GERTRUDIS
Todos son efectos de su frenesí, cuya violencia podrá agitarle por algún tiempo; pero después, semejante a la mansa paloma cuando siente animadas las mellizas crías, leveréis sin movimiento y mudo.

HAMLET
Óyeme: ¿cuál es la razón de obrar así conmigo? Siempre te he querido bien...Pero nada importa. Aunque el mismo Hércules, con todo su poder, quiera estorbarlo, el gato mayará y el perro quedará vencedor.

[Vase Hamlet, y Horacio le sigue.]

CLAUDIO
Horacio, ve, no le abandones... Laertes, nuestra plática de la noche anteriorfortificará tu paciencia, mientras dispongo lo que importa en la ocasión presente... AmadaGertrudis, será bien que alguno se encargue de la guarda de tu hijo. Esta sepultura se adornarácon un monumento durable. Espero que gozaremos brevemente horas más tranquilas; pero, entretanto, conviene sufrir.

Escena IV

Salón del Palacio.
[El mismo que sirvió para la representación, con asientos que han de ocuparse en la escena IX.]
HAMLET, HORACIO

HAMLET
Baste ya lo dicho sobre esta materia. Ahora quisiera informarte de lo demás; pero,¿te acuerdas bien de todas las circunstancias?

HORACIO
¿No he de acordarme, señor?

HAMLET
Pues sabrás [N]
X
Nota del traductor

"sabrás"

(9) Horacio acompañado de los marineros fue a buscar a Hamlet, ha vuelto con él a Elsingor; pero ni en todo el camino, ni desde que llegaron, se han acordado de hablar de una cosa tan interesante como es el saber lo que le sucedió en su viaje al príncipe, y por qué extraños accidentes se halla de nuevo en Dinamarca. El que los ve salir al principio del quinto acto, espera oír de su boca todo el suceso; pero esta esperanza le burla. Horacio no es demasiado curioso, el príncipe se divierte con los sepultureros y los huesos, y luego sigue el entierro y los arañazos. Pudiera, no obstante, disimularse la tardanza de Hamlet, si su relación no estuviese llena de circunstancias inverosímiles. ¿Tan poco recelosos estaban del príncipe los dos mensajeros, tan dormilones eran, tan mal guardados tenían los despachos del rey, que así se los dejan quitar? ¿Es verosímil que Hamlet llevara en la faltriquera el sello de su padre? ¿Es creíble que Claudio no use ya de otro diferente, o que permita que el príncipe conserve en su poder un mueble tan peligroso? Es mucha casualidad que en el combate referido en la carta dirigida a Horacio, fuese Hamlet el único que saltara al bajel enemigo; ni lo es menor la de separarse inmediatamente las dos naves y cesar el ataque; como si el corsario no hubiese tenido otro fin que el salvar al príncipe. Preso Hamlet, se ignora por qué medios pudo librarse, ni cómo halló piratas tan desinteresados y compasivos. Dícese en la carta, y en esta escena se confirma, que los mensajeros siguieron su viaje a Inglaterra: ¿para qué?¿No saben ya que el rey quiere deshacerse le Hamlet, y que a este fin le ha enviado en su compañía? ¡Pues a qué prosiguen el viaje que es inútil ya? ¿No era más natural volverse atrás, seguir al corsario o informarse a lo menos de su derrota, presentarse al rey, y hacerle saber lo ocurrido para que determinase lo que en tal caso conviniera? El autor quiso que Hamlet volviese a ver el entierro, quiso que los otros muriesen ahorcados, y no se paró en delicadezas; así salió este episodio tan mal combinado que no hay en él la menor apariencia de verdad. Quodeumque ostendis mihi sic, incredulos odi.Véase la nota primera del primer acto.

amigo, que agitado continuamente mi corazón en una especie de combate, no me permitía conciliar el sueño, y en tal situación me juzgaba más infeliz que el delincuente cargado de prisiones. Una temeridad... Bien que debo dar gracias a esta temeridad, pues por ella existo. Sí, confesemos que tal vez nuestra indiscreción suele sernos útil, al paso que los planes concertados con la mayor sagacidad, se malogran, prueba certísima de que la mano de Dios conduce a su fin todas nuestras acciones por más que el hombre las ordene sin inteligencia.

HORACIO
Así es la verdad.

HAMLET
Salgo, pues, de mi camarote, mal rebujado con un vestido de marinero, y a tientas, favorecido de la oscuridad, llego hasta donde ellos estaban. Logro mi deseo, me apodero de sus papeles, y me vuelvo a mi cuarto. Allí, olvidando mis recelos toda consideración, tuve la osadía de abrir sus despachos, y en ellos encuentro, amigo, una alevosía del Rey. Una orden precisa, apoyada en varias razones, de ser importante a la tranquilidad de Dinamarca, y aún a la de Inglaterra y … ¡oh! mil temores y anuncios de mal, si me dejan vivo... En fin, decía que luego que fuese leída, sin dilación, ni aun para afinar a la segur el filo, me cortasen la cabeza.

HORACIO
¡Es posible!

HAMLET
Mira la orden aquí. [Le enseña un pliego, y vuelve a guardársele.]
Podrás leerla en mejor ocasión; pero ¿quieres saber lo que yo hice?

HORACIO
Sí, yo os lo ruego.

HAMLET
Ya ves como rodeado así de traiciones, ya ellos habían empezado el drama, aun antes de que yo hubiese comprendido el prólogo. No obstante, siéntome al bufete, imagino una orden distinta, y la escribo inmediatamente de buena letra... Yo creí algún tiempo (como todo los grandes señores) que el escribir bien fuese un desdoro, y aun no dejé de hacer muchos esfuerzos para olvidar esta habilidad; pero ahora conozco, Horacio, cuán útil me ha sido tenerla. ¿Quieres saber lo que el escrito contenía?

HORACIO
Sí, señor.

HAMLET
Una súplica del rey dirigida con grandes instancias al de Inglaterra, como a su obediente feudatario, diciéndole que su recíproca amistad florecería como la palma robusta; que la paz, coronada de espigas, mantendría la quietud de ambos imperios, uniéndolos en amor durable, con otras expresiones no menos afectuosas; pidiéndole, por último, que vista que fuese aquella carta, sin otro examen, hiciese perecer con pronta muerte a los dos mensajeros, no dándoles tiempo ni aun para confesar su delito.

HORACIO
¿Y cómo la pudisteis sellar?

HAMLET
Aun eso también parece que lo dispuso el cielo, porque felizmente traía conmigo el sello de mi padre, por el cual se hizo el que hoy usa el rey. Cierro el pliego en la forma que el anterior, póngole la misma dirección, el mismo sello, le conduzco sin ser visto al mismo paraje y nadie nota el cambio... Al día siguiente ocurrió el combate naval; lo que después sucedió, ya lo sabes.

HORACIO
De ese modo, Guillermo y Ricardo caminan derechos a la muerte.

HAMLET
Ya ves que ellos han solicitado este encargo, mi conciencia no me acusa acerca de su castigo... Ellos mismos se han procurado su ruina... Es muy peligroso al inferior meterse entre las puntas de las espadas, cuando dos enemigos poderosos lidian.

HORACIO
¡Oh, qué rey este!

HAMLET
¿Juzgas tú que no estoy en obligación de proseguir lo que falta? Él, que asesinó a mi padre y mi Rey, que ha deshonrado a mi madre, que se ha introducido furtivamente entre el solio y mis derechos justos, que ha conspirado contra mi vida, valiéndose de medios tanal eves... ¿no será justicia rectísima castigarle con esta mano? ¿No será culpa en mí tolerar que ese monstruo exista, para cometer como hasta aquí, maldades atroces?

HORACIO
Presto le avisarán de Inglaterra cual ha sido el éxito de su solicitud.

HAMLET
Sí, presto lo sabrá; pero entretanto el tiempo es mío y para quitar a un hombre la vida, un instante basta... Sólo me disgusta, amigo Horacio, el lance ocurrido con Laertes, en que olvidado de mí propio, no vi en mi sentimiento la imagen y semejanza del suyo. Procuraré su amistad, sí... Pero, ciertamente, aquel tono amenazador que daba a sus quejas irritó en exceso mi cólera.

HORACIO
Callad... ¿Quién viene aquí?

Escena V

HAMLET, HORACIO, ENRIQUE

ENRIQUE
En hora [N]
X
Nota del traductor

"hora"

(10) Este nuevo personaje es un cortesano zalamero que afecta cultura y elegancia en el hablar, con poquísimo caudal de talento: así que vierte los dos o tres periodos que llevaba estudiados, se atasca y no sabe qué decir. La presente escena no es más trágica que las anteriores: las voces y frases afectadas de que usa Enrique (en el original se llama Osrick), las réplicas y correcciones de Hamlet, la altercación sobre si el tiempo es caluroso o frío, las instancias cariñosas para que se ponga el sombrero, la burla que de él hace imitando su estilo ponderativo y crespo, son chistes cómicos que sólo tienen el defecto de no ser oportunos. Si el autor no hubiese hecho morir de mala muerte a Polonio, Ricardo y Guillermo, cualquiera de ellos hubiera desempeñado este papel sin necesidad de aumentar personajes; cuyo número, si es excesivo, aun cuando sea necesario, embaraza mucho la fábula. En esta hay treinta y dos interlocutores: no es fácil hacer nada bueno con tanta gente.

feliz haya regresado vuestra alteza a Dinamarca.

HAMLET
Muchas gracias, caballero... ¿Conoces a este mosón?

HORACIO
No, señor.

HAMLET
Nada se te dé, que el conocerle es por cierto poco agradable. Este es señor de muchas tierras y muy fértiles, y por más que él sea un bestia que manda en otros tan bestias como él, ya se sabe, tiene su pesebre fijo en la mesa del Rey... Es la corneja más charlera que en mi vida he visto; pero como te he dicho ya, posee una gran porción de polvo.

ENRIQUE
Amable príncipe, si vuestra grandeza no tiene ocupación que se lo estorbe, yo le comunicaría una cosa de parte del rey.

HAMLET
Estoy dispuesto a oírla con la mayor atención... Pero, emplead el sombrero en el uso a que fue destinado. El sombrero se hizo para la cabeza.

ENRIQUE
Muchas gracias, señor... ¡Eh! El tiempo está caluroso.

HAMLET
No, al contrario, muy frío. El viento es norte.

ENRIQUE
Cierto que hace bastante frío.

HAMLET
Antes yo creo... a lo menos para mi complexión, hace un calor que abrasa.

ENRIQUE
¡Oh! En extremo... Sumamente fuerte, como... Yo no sé como diga... Pues, señor, el Rey me manda que os informe de que ha hecho una grande apuesta en vuestro favor. Este es el asunto.

HAMLET
Tened presente que el sombrero se...

ENRIQUE
¡Oh! Señor... lo hago por comodidad... cierto... Pues ello es que Laertes acaba de llegar a la corte... ¡Oh! Es un perfecto caballero, no cabe duda. Excelentes cualidades, un trato muy dulce, muy bien quisto de todos... Cierto, hablando sin pasión, es menester confesar que es la nata y flor de la nobleza, porque en él se hallan cuantas prendas pueden verse en un caballero.

HAMLET
La pintura que de él hacéis no desmerece nada en vuestra boca; aunque yo creí que, al hacer el inventario de sus virtudes, se confundirían la aritmética y la memoria y ambas serían insuficientes para suma tan larga. Pero, sin exagerar su elogio, yo le tengo por un hombre de grande espíritu, y de tan particular y extraordinaria naturaleza que (hablando con toda la exactitud posible) no se hallará su semejanza sino en su mismo espejo; pues el que presuma buscarla en otra parte, sólo encontrará bosquejos informes.

ENRIQUE
Vuestra Alteza acaba de hacer justicia imparcial en cuanto ha dicho de él.

HAMLET
Sí, pero sépase a qué propósito nos enronquecemos ahora, entremetiendo en nuestra conversación las alabanzas de ese galán.

ENRIQUE
¿Cómo decís, señor?

HORACIO
¿No fuera mejor que le hablarais con más claridad? Yo creo, señor, que no os sería difícil.

HAMLET
Digo que ¿a qué viene ahora hablar de ese caballero?

ENRIQUE
¿De Laertes?

HORACIO
¡Eh! Ya vació cuanto tenía, y se le acabó la provisión de frases brillantes.

HAMLET
Sí, señor, de ese mismo.

ENRIQUE
Yo creo que no estaréis ignorante de...

HAMLET
Quisiera que no me tuvierais por ignorante; bien que vuestra opinión no me añadaría un gran concepto... Y bien, ¿qué más?

ENRIQUE
Decía que no podéis ignorar el mérito de Laertes.

HAMLET
Yo no me atreveré a confesarlo, por no igualarme con él; siendo averiguado que para conocer bien a otro, es menester conocerse bien a sí mismo.

ENRIQUE
Yo lo decía por su destreza en el arma, puesto que según la voz general, no se le conoce compañero.

HAMLET
¿Y qué arma es la suya?

ENRIQUE
Espada y daga.

HAMLET
Esas son dos armas... Vaya, adelante.

ENRIQUE
Pues, señor, el rey ha apostado contra él seis caballos bárbaros, y él ha impuesto por su parte (según he sabido) seis espadas francesas con sus dagas y guarniciones correspondientes, como cinturón, colgantes, y así a este tenor... Tres de estas cureñas particularmente son la cosa más bien hecha que puede darse. ¡Cureñas como ellas! … ¡Oh! Es obra de mucho gusto y primor.

HAMLET
Y ¿a qué cosa llamáis cureñas?

HORACIO
Ya recelaba yo y que sin el socorro de notas marginales no pudierais acabar el diálogo.

ENRIQUE
Señor, por cureñas entiendo yo, así, los... los cinturones.

HAMLET
La expresión sería mucho más propia, si pudiéramos llevar al lado un cañón de artillería; pero en tanto que este uso no se introduce, los llamaremos cinturones... En fin, vamos al asunto. Seis caballos bárbaros, contra seis espadas francesas, con sus cinturones, y entre ellos tres cureñas primorosas. ¿Conque esto es lo que apuesta el francés contra el dinamarqués? ¿Y a qué fin se han impuesto (como vos decís) todas esas cosas?

ENRIQUE
El Rey ha apostado que si batalláis con Laertes, en doce jugadas no pasarán de tres botonazos los que él os dé, y él dice, que en las mismas doce, os dará nueve cuando menos, y desea que esto se juzgue inmediatamente, si os dignáis de responder.

HAMLET
¿Y si respondo que no?

ENRIQUE
Quiero decir, si admitís el partido que os propone.

HAMLET
Pues, señor, yo tengo que pasearme todavía en esta sala; porque si su Majestad no lo ha por enojo, esta es la hora crítica en que yo acostumbro respirar el ambiente. Tráiganse aquí los floretes, y si ese caballero lo quiere así, y el Rey se mantiene en lo dicho, le haré ganar la apuesta, si puedo; y si no puedo, lo que yo ganaré será vergüenza y golpes.

ENRIQUE
¿Conque lo diré en esos términos?

HAMLET
Esta es la substancia; después lo podéis adornar con todas las flores de vuestro ingenio.

ENRIQUE
Señor, recomiendo nuevamente mis respetos a vuestra grandeza.

HAMLET
Siempre vuestro, siempre.

Escena VI

HAMLET, HORACIO

HAMLET
Él hace muy bien de recomendarse a sí mismo, porque si no, dudo mucho que nadie lo hiciese por él.

HORACIO
Este me parece un vencejo, que empezó a volar y chillar con el cascarón pegado a las plumas.

HAMLET
Sí, y aun antes de mamar hacía ya cumplimientos a la teta. Este es uno de los muchos que en nuestra corrompida edad son estimados, únicamente porque saben acomodarse al gusto del día, con esa exterioridad halagüeña y obsequiosa. Y con ella tal vez suelen sorprender el aprecio de los hombres prudentes; pero se parecen demasiado a la espuma, que por más que hierva y abulte, al dar un soplo, se reconoce lo que es: todas las ampollas huecas se deshacen y no queda nada en el vaso.

Escena VII

HAMLET, HORACIO, UN CABALLERO

CABALLERO
Señor, parece que su majestad os envió un recado con el joven Enrique, y éste ha vuelto diciendo que esperabais en esta sala. El rey me envía a saber si gustáis de batallar con Laertes inmediatamente, o si queréis que se dilate.

HAMLET
Yo soy constante en mi resolución y la sujeto a la voluntad del Rey. Si esta hora fuese cómoda para él, también lo es para mí, conque hágase al instante o cuando guste, con tal que me halle en la buena disposición que ahora.

CABALLERO
El rey y la reina bajan ya, con toda la corte.

HAMLET
Muy bien.

CABALLERO
La Reina quisiera que antes de comenzar la batalla, hablarais a Laertes con dulzura y expresiones de amistad.

HAMLET
Es advertencia muy prudente.

Escena VIII

HAMLET, HORACIO

HORACIO
Temo que habéis de perder, señor.

HAMLET
No, yo pienso que no. Desde que él partió para Francia, no he cesado de ejercitarme, y creo que le llevaré ventaja... Pero... no podrás imaginarte que angustia siento, aquí en el corazón. Y ¿sobre qué? … No hay motivo.

HORACIO
Con todo eso, señor...

HAMLET
¡Ilusiones vanas! Especie de presentimientos, capaces sólo de turbar un alma femenil.

HORACIO
Si sentís interiormente alguna repugnancia, no hay para que empeñaros. Yo me adelantaré a encontrarlos, y les diré que estáis indispuesto.

HAMLET
No, no... Me burlo yo de tales presagios. Hasta en la muerte de un pajarillo interviene una providencia irresistible. Si mi hora es llegada, no hay que esperarla, si no ha de venir ya, señal que es ahora, y si ahora no fuese, habrá de ser después: todo consiste en hallarse prevenido para cuando venga. Si el hombre, al terminar su vida, ignora siempre lo que podría ocurrir después, ¿qué importa que la pierda tarde o presto? Sepa morir. [N]
X
Nota del traductor

"Sepa morir."

(11) La voz común de que el corazón no es traidor, carece de fundamento: después de ocurrido un mal se dice que lo anunciaba el corazón, pero antes de suceder no lo adivina. Los presentimientos que anuncian desgracia o felicidad son casi siempre vanos, y si tal vez aciertan, es casualidad no más. La prudencia es la única luz que en tal obscuridad nos guía, y esta nos abandona a lo mejor, y nos engaña. Nuestro destino es ignorar lo que sucederá después, y cuando nos obstinamos en penetrarlo, pasamos de la ignorancia al error. Dispóngase el ánimo a cualquier fortuna, hágase fuerte para sufrir los golpes de la adversidad, aparte de si al temor que anuncia desdichas que no vendrán, o si vienen, nos hace incapaces de tolerarlas; y pues vivimos bajo la mano de una Providencia irresistible, sólo nuestra fortaleza hará menor el número de los males. Tal es la opinión de Hamlet.

Escena IX

HAMLET, HORACIO, CLAUDIO, GERTRUDIS, LAERTES, ENRIQUE, Caballeros, Damas, acompañamiento

CLAUDIO
Ven, Hamlet, ven, y recibe esta mano que te presento.

[Hace que Hamlet y Laertes se den la mano.]

HAMLET
Laertes, si estáis [N]
X
Nota del traductor

"estáis"

(12) Al acercarse la catástrofe, hace el autor más amable al protagonista. Hamlet, reconociendo el exceso que cometió, pide perdón a Laertes de haberle ofendido. Su candor y su generoso proceder hacen saltar más la perfidia de sus enemigos que le preparan una muerte tan alevosa.

ofendido de mí, os pido perdón. Perdonadme como caballero. Cuantos se hallan presentes saben, y aun vos mismo lo habréis oído, el desorden que mi razón padece. Cuanto haya hecho insultando la ternura de vuestro corazón, vuestra nobleza, o vuestro honor, cualquiera acción en fin capaz de irritaros, declaro solemnemente en este lugar que ha sido efecto de mi locura. ¿Puede Hamlet haber ofendido a Laertes? No, Hamlet no ha sido, porque estaba fuera de sí, y si en tal ocasión (en que él a sí propio se desconocía) ofendió a Laertes, no fue Hamlet el agresor, porque Hamlet lo desaprueba y lo desmiente. ¿Pues quién pudo ser? Su demencia sola... Siendo esto así, el desdichado Hamlet es partidario del ofendido, al paso que en su propia locura reconoce su mayor contrario. Permitid, pues, que delante de esta asamblea me justifique de toda siniestra intención y espere de vuestro ánimo generoso el olvido de mis desaciertos. Disparaba el arpón sobre los muros de ese edificio, y por error herí a mi hermano.

LAERTES
Mi corazón, cuyos impulsos naturales eran los primeros a pedirme en este caso venganza, queda satisfecho. Mi honra no me permite pasar adelante ni admitir reconciliación alguna, hasta que examinado el hecho por ancianos y virtuosos árbitros, se declare que mi pundonor está sin mancilla. Mientras llega este caso, admito con afecto recíproco el que me anunciáis, y os prometo de no ofenderle.

HAMLET
Yo recibo con sincera gratitud ese ofrecimiento, y en cuanto a la batalla que va a comenzarse, lidiaré con vos como si mi competidor fuese mi hermano... Vamos. Dadnos floretes.

LAERTES
Sí, vamos.. Uno a mí.

HAMLET
La victoria no os será difícil, vuestra habilidad lucirá sobre mi ignorancia como una estrella resplandeciente entre las tinieblas de la noche.

LAERTES
No os burléis, señor.

HAMLET
No, no me burlo.

CLAUDIO
Dales floretes, joven Enrique. Hamlet, ya sabes cuales son las condiciones.

HAMLET
Sí, señor, y en verdad que habéis apostado por el más débil.

[Traen los criados una mesa, y en ella cuando lo manda Claudio, ponen jarros y copas de oro que llenan de vino. Claudio, y Gertrudis se sientan junto a la mesa, y todos los demás según su clase ocupan los asientos restantes. Quedan en pie los criados que sirven las copas, Hamlet y Laertes que se disponen para batallar, y Horacio y Enrique en calidad de jueces o padrinos.]

CLAUDIO
No temo perder. Yo os he visto ya esgrimir a entrambos y aunque él haya adelantado después, por eso mismo, el premio es mayor a favor nuestro.

LAERTES
Este es muy pesado. Dejadme ver otro.

[Enrique presenta varios floretes. Hamlet toma uno, y Laertes escoge otro.]

HAMLET
Este me parece bueno... ¿Son todos iguales?

ENRIQUE
Sí, señor.

CLAUDIO
Cubrid esta mesa de copas, llenas de vino. Si Hamlet da la primera o segunda estocada, o en la tercera suerte da un quite al contrario, disparen toda la artillería de las almenas. El Rey beberá a la salud de Hamlet echando en la copa una perla más preciosa que la que han usado en su corona los cuatro últimos soberanos daneses. Traed las copas, y el timbal diga a las trompetas, las trompetas al artillero distante, los cañones al cielo, y el cielo a la tierra, ahora brinda el Rey de Dinamarca a la salud de Hamlet... Comenzad, y vosotros que habéis de juzgarlos, observad atentos.

HAMLET
Vamos. [N]
X
Nota del traductor

"Vamos."

(13) Habiendo visto ya la escena de la sepultura y los mojicones, no parecerá tan extravagante como lo es en efecto, el haber introducido un desafío de espada para desenlazar una tragedia. La reina muere por una equivocación, tomando la copa del veneno que estaba prevenido para Hamlet; y es de admirar en esto la falta de precaución de Claudio, y el poco esfuerzo que hace para impedir que beba la reina, a quien ciertamente no quería matar, Laertes muerte también por otra casualidad: ni se alcanza cómo pudo verificarse naturalmente el trueque de las espadas, lo cual (como observa Johnson) más parece un recurso de la necesidad, que un rasgo de arte.

LAERTES
Vamos, señor.

[Batallan Hamlet y Laertes.]

HAMLET
Una.

LAERTES
No.

HAMLET
Que juzguen.

ENRIQUE
Una estocada, no hay duda.

LAERTES
Bien, a otra.

CLAUDIO
Esperad... Dadme de beber. [Claudio echa una perla en la copa y bebe, alarga después la copa a Hamlet, y él rehúsa tomarla. Suena a lo lejos ruido de trompetas y cañonazos.]
Hamlet, esta perla es para ti, y brindo con ella a tu salud. Dadle la copa.

HAMLET
Esperad un poco. [Vuelven a batallar.]
Quiero dar este bote primero. Vamos. Otra estocada. ¿Qué decís?

LAERTES
Sí, me ha tocado, lo confieso.

CLAUDIO
¡Oh! Nuestro hijo vencerá.

GERTRUDIS
Está grueso, y se fatiga demasiado. Ven aquí, Hamlet, toma este lienzo, y límpiate el rostro. La Reina brinda a tu buena fortuna, querido Hamlet.

[Toma la copa y bebe; Claudio lo quiere estorbar, y Gertrudis bebe segunda vez.]

HAMLET
Muchas gracias, señora.

CLAUDIO
No, no bebáis.

GERTRUDIS
¡Oh! Señor, perdonadme. Yo he de beber.

CLAUDIO
¡La copa envenenada!.. Pero... No hay remedio.

HAMLET
No, ahora no bebo; esperad un instante.

GERTRUDIS
Ven, hijo mío, te limpiaré el sudor del rostro.

LAERTES
Ahora veréis si le acierto.

[Laertes habla con Claudio en voz baja, mientras Gertrudis limpia con un lienzo el sudor a Hamlet ]

CLAUDIO
Yo pienso que no.

LAERTES
No sé qué repugnancia siento al ir a ejecutarlo.

HAMLET
Vamos a la tercera, Laertes... Pero bien se ve que lo tomáis a fiesta; batallad, os ruego, con más ahínco. Mucho temo que os burláis de mí.

LAERTES
¿Eso decís, señor? Vamos.

[Batallan.]

ENRIQUE
Nada, ni uno ni otro.

LAERTES
Ahora... esta...

[Vuelven a batallar, se enfurecen, truécanse las espadas, y quedan heridos los dos. Horacio y Enrique los separan con dificultad. Gertrudis cae moribunda en los brazos de Claudio. Todo es terror y confusión.]

CLAUDIO
Parece que se acaloran demasiado. Separadlos.

HAMLET
No, no, vamos otra vez.

ENRIQUE
Ved qué tiene la reina … ¡Cielos!

HORACIO
¡Ambos heridos! ¿Qué es esto, señor?

ENRIQUE
¿Cómo ha sido, Laertes?

LAERTES
Esto es haber caído en el lazo que preparé, justamente muero víctima de mi propia traición.

HAMLET
¿Qué tiene la Reina?

CLAUDIO
Se ha desmayado al veros heridos.

GERTRUDIS
No, no... ¡La bebida!... ¡Querido Hamlet! ¡La bebida! ¡Me han envenenado!

[Queda muerta en la silla.]

HAMLET
¡Oh, qué alevosía! … ¡Oh! … Cerrad las puertas … Traición … Buscad por todas partes … [N]
X
Nota del traductor

"partes …"

(14) De aquí en adelante hasta la conclusión de la tragedia es natural el estilo sin ser humilde, elegante sin vicioso ornato de metáforas, comparaciones líricas, ni frases huecas y gigantescas: digno de la situación y los personajes.

LAERTES
No, el traidor está aquí. [Dirá esto sostenido por Enrique.]
Hamlet, tú eres muerto... no hay medicina que pued asalvarte; vivirás media hora, apenas... En tu mano está el instrumento aleve, bañada con ponzoña su aguda punta. ¡Volviose en mi daño, la trama indigna! Vesme aquí postrado para no levantarme jamás. Tu madre ha bebido un tósigo... No puedo proseguir... El Rey, el Rey es el delincuente.

[Claudio quiere huir. Hamlet corre a él furioso, y le atraviesa la espada por el cuerpo. Toma la copa envenenada, y se la hace apurar por fuerza. Le deja muerto en el suelo, y vuelve a oír las últimas palabras de Laertes.]

HAMLET
¡Está envenenada esta punta! Pues, veneno, produce tus efectos.

TODOS
Traición, traición.

CLAUDIO
Amigos, estoy herido... Defendedme.

HAMLET
¡Malvado incestuoso, asesino! Bebe esta ponzoña. ¿Está la perla aquí? Sí, toma [N]
X
Nota del traductor

"toma"

(15) Ve aquí lograda por un accidente la venganza que pidió el muerto al principio del drama, la cual no se verifica sin que en ella perezca también el mismo a quien el cielo encarga la ejecución. Todos los principales personajes de esta tragedia mueren, culpados e inocentes; sin que esta matanza general sirva de aumentar el efecto trágico, pues al contrario te disminuye, dividiendo el interés que deberían concertarse en uno solo. Los cuatro cadáveres que ensangrientan la escena forman un objeto horrendo, no terrible. Parece que el autor hizo la crítica de su obra, cuando dijo por boca de Fortimbrás que tal espectáculo sólo es propio de un campo de batalla.

, acompaña a mi madre.

LAERTES
¡Justo castigo!... Él mismo preparó la poción mortal... Olvidémonos de todo, generoso Hamlet y... ¡Oh! ¡No caiga sobre ti la muerte de mi padre y la mía, ni sobre mí la tuya!

[Cae muerto.]

HAMLET
El cielo te perdone... Ya voy a seguirte. Yo muero, Horacio... Adiós, reina infeliz... [Abrazando el cadáver de Gertrudis.] Vosotros que asistís pálidos y mudos con el temor a este suceso terrible... Si yo tuviera tiempo. [Empieza a manifestar desfallecimiento y angustias de muerte. Parte de los circunstantes le acompaña y sostiene. Horacio hace extremos de dolor.]
La muerte es un ministro inexorable que no dilata la ejecución... Yo pudiera deciros... pero, no es posible. Horacio, yo muero. Tú, que vivirás, refiere la verdad y los motivos de mi conducta, a quien los ignora.

HORACIO
¿Vivir? No lo creáis. Yo tengo alma romana, y aún ha quedado aquí parte del tósigo.

[Busca en la mesa el jarro del veneno, echa porción de él en una copa, va a beber. Hamlet quiere estorbárselo. Los criados quitan la copa a Horacio, la toma Hamlet y la tira al suelo.]

HAMLET
Dame esa copa... presto... por Dios te lo pido. ¡Oh, querido Horacio! si esto permanece oculto, ¡qué manchada reputación dejaré después de mi muerte! Si alguna vez mediste lugar en tu corazón, retarda un poco esa felicidad que apeteces; alarga por algún tiempo la fatigosa vida en este mundo llena de miserias, y divulga por él mi historia... ¿Qué estrépito militar es éste?

[Suena música militar, que se va aproximando lentamente.]

Escena X

HAMLET, HORACIO, ENRIQUE, UN CABALLERO y acompañamiento

CABALLERO
El joven Fortinbrás, que vuelve vencedor de Polonia, saluda con la salva marcial que oís a los embajadores de Inglaterra.

HAMLET
Yo expiro, Horacio; la activa ponzoña sofoca ya mi aliento... No puedo vivir para saber nuevas de Inglaterra, pero me atrevo [N]
X
Nota del traductor

"atrevo"

(16) Este pasaje está un poco oscuro. Parece que el autor quiere decir que Inglaterra como dependiente de Dinamarca, daba sus votos en la elección de los soberanos daneses. Hamlet insinúa su deseo de que Fortimbrás le suceda en el trono, y espera que Inglaterra aprobara y conformara tal elección.

a anunciar que Fortimbrás será elegido por aquella nación. Yo, moribundo, le doy mi voto... Díselo tú, e infórmale de cuanto acaba de ocurrir... ¡Oh!... Para mí solo queda ya... silencio eterno.

[Muere.]

HORACIO
¡En fin se rompe ese gran corazón! Adiós, adiós, amado Príncipe. [Le besa las manos, y hace ademanes de dolor.] ¡Los coros angélicos te acompañen al celeste descanso!... Pero ¿cómo se acerca hasta aquí ese estruendo de tambores?

Escena XI

FORTINBRÁS, DOS EMBAJADORES, HORACIO, ENRIQUE, SOLDADOS, acompañamiento

FORTINBRÁS
¿En dónde está ese espectáculo? [N]
X
Nota del traductor

"espectáculo?"

(17) Como el personaje de Fortimbrás es del todo inútil, no es maravilla que esta segunda salida suya sea tan intempestiva y ociosa como la primera. La brevedad con que ha conquistado Polonia y vuelve vencedor, es prodigiosa por cierto; pero no es menos singular que en dos o tres días hayan llegado a Inglaterra Ricardo y Guillermo, y ya están los embajadores ingleses en Elsingor con la noticia del mal despacho que hallaron en Londres aquellos infelices.

HORACIO
¿Qué buscáis aquí? Si queréis ver desgracias espantosas, no paséis adelante.

FORTINBRÁS
¡Oh! Este destrozo pide sangrienta venganza... ¡Soberbia muerte! ¿Qué festín dispones en tu morada infernal, que así has herido con un golpe solo tantas ilustres víctimas?

EMBAJADOR 1.º
¡Horroriza el verlo!... Tarde hemos llegado con los mensajes de Inglaterra. Los oídos a quienes debíamos dirigirlos, son ya insensibles. Sus órdenes fueron puntualmente ejecutadas: Ricardo y Guillermo perdieron la vida... Pero ¿quién nos dará las gracias de nuestra obediencia?

HORACIO
No las recibiríais de su boca, aunque viviese todavía, que él nunca dio orden para tales muertes. Pero, puesto que vos, viniendo victorioso de la guerra contra Polonia, y vosotros, enviados de Inglaterra, os halláis juntos en este lugar y os veo deseosos de averiguar este suceso trágico, disponed que esos cadáveres se expongan sobre una tumba elevada a la vista pública, y entonces haré saber al mundo que lo ignora el motivo de estas desgracias. Me oiréis hablar (pues todo os lo sabré referir fielmente) de acciones crueles, bárbaras, atroces; sentencias que dictó el acaso; estragos imprevistos; muertes ejecutadas con violencia y aleve astucia; y al fin, proyectos malogrados, que han hecho perecer a sus autores mismos.

FORTINBRÁS
Deseo con impaciencia oíros, y convendrá que se reúna con este objeto lanobleza de la nación. No puedo mirar sin horror los dones que me ofrece la fortuna; pero tengo derechos muy antiguos a esta corona, y en tal ocasión es justo reclamarlos.

HORACIO
También puedo hablar en ese propósito, declarando el voto que pronunció aquella boca que ya no formará sonido alguno... Pero, ahora que los ánimos están en peligroso movimiento, no se dilate la ejecución un instante solo, para evitar los males que pudieran causar la malignidad o el error.

FORTINBRÁS
Cuatro de mis capitanes lleven al túmulo el cuerpo de Hamlet con las insignias correspondientes a un guerrero. ¡Ah! si él hubiese ocupado el trono, sin duda hubiera sido un excelente monarca... Resuene la música militar por donde pase la pompa fúnebre, y hagánsele todos los honores de la guerra... Quitad, quitad de ahí esos cadáveres. Espectáculo tan sangriento, más es propio de un campo de batalla que de este sitio... Y vosotros, haced que salude con descargas todo el ejército.


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